CASO CLÍNICO 511 Rev. Soc. Esp. Dolor 10: 511-515, 2003 Parche sanguíneo epidural como tratamiento de un cuadro de hipotensión intracraneal espontánea F. López-Sánchez 1a, I. Asensio1a, I. Molina 1a, J. Barrio1a, R. Sánchez-Roy 1b y V. García-Ferrando2a RESUMEN López-Sánchez F, Asensio I, Molina I, Barrio J, Sánchez-Roy R, García-Ferrando V. Epidural blood patch for the management of a patient with spontaneous intracranial hypotension. Rev Soc Esp Dolor 2003; 10: 511-515. SUMMARY A 75-years-old patient with disabling postural headache secondary to a condition of spontaneous intracranial hypotension (SIH), was referred for an epidural patch of autologous blood after failure of the initial standard therapy. While the etiology of SIH is still not fully clarified, the involvement of an intracranial or spinal meningeal anatomical defect is suspected, through which leakage of cerebrospinal fluid (CSF) would take place in such amount so as to cause the syndrome. Typically, this condition disappears spontaneously or with symptomatic treatment. However, if postural headache persists and in particular if it has neurological symptoms associated to it, epidural therapies would be a good election, and among these, epidural blood patch has shown to be the most effective. If epidural patches of autologous blood fail, a surgical treatment shall be considered. Encouraging results have been obtained recently with the epidural injection of fibrin glue. © 2003 Sociedad Española del Dolor. Published by Arán Ediciones, S.L. Una paciente de 75 años con clínica de cefalea postural incapacitante, secundaria a un cuadro hipotensión intracraneal espontánea (HIE), es remitida para la realización de parche sanguíneo epidural autólogo, tras fracaso del tratamiento conservador inicial. Aunque la etiología de la HIE no está suficientemente aclarada, se sospecha la existencia de un defecto anatómico meníngeo intracraneal o espinal, a través del cual se producirían pérdidas de líquido cefalorraquídeo (LCR) suficientes para provocar el síndrome. Usualmente el cuadro se resuelve de manera espontánea o con tratamiento sintomático. Sin embargo, si la cefalea postural persiste y sobre todo si tiene síntomas neurológicos asociados, los tratamientos epidurales son de elección, siendo el parche sanguíneo epidural el que ha demostrado ser más efectivo. Si los parches epidurales de sangre autóloga fracasan se considerará el tratamiento quirúrgico. Las inyecciones epidurales de pegamento de fibrina están teniendo últimamente unos resultados prometedores. © 2003 Sociedad Española del Dolor. Publicado por Arán Ediciones, S.L. Palabras clave: Cefalea postural. Hipotensión intracraneal espontánea. Parche sanguíneo epidural. Key words: Postural headache. Spontaneous intracranial hypotension. Epidural blood patch. INTRODUCCIÓN Médico Adjunto 2 Jefe de Servicio a Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor b Servicio de Neurología Hospital Arnau de Vilanova. Valencia 1 Recibido: 01-07-03. Aceptado: 22-08-03. 59 La hipotensión intracraneal espontánea es una entidad poco conocida, descrita inicialmente por Schaltenbrand y cols. en 1938 (1), que se caracteriza por la aparición aguda o subaguda de una cefalea frontal y occipitocervical con clara relación postural, asociada a una baja presión del líquido cefalorraquídeo (2). 512 F. LÓPEZ-SÁNCHEZ ET AL. Rev. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 10, N.º 8, Noviembre-Diciembre 2003 El cuadro de HIE, por definición, no se asocia a ningún traumatismo, punción dural o cirugía espinal, aunque si se refieren factores precipitantes e inocuos como estornudos, tos, coito, caídas menores o esfuerzos en relación a la práctica de deportes, etc. De los casos publicados hasta la fecha, se puede deducir que afecta más a mujeres, generalmente entre la tercera y cuarta década de la vida (3). Presentamos el caso de una paciente diagnosticada de HIE, tratada satisfactoriamente con un parche sanguíneo epidural autólogo. CASO CLÍNICO Mujer de 75 años que consulta por cefalea postural holocraneal-occipital de dos años de evolución, con episodios paroxísticos de diplopía e inestabilidad al caminar; no hay historia de traumatismos o cirugía previa a la aparición de la sintomatología, aunque la paciente refería la práctica de quiromasaje. Como antecedentes patológicos destacan: HTA en tratamiento, diabetes mellitus no insulin dependiente, anemia crónica y un trastorno por ansiedad. La exploración neurológica y fondo de ojo eran normales. El diagnóstico de HIE se realizó a partir de la clínica sugestiva y la presencia de una presión de apertura de LCR de 46 mmH 20, con estudio cito-bioquímico normal. La resonancia magnética (RM) cerebral fue característica, mostrando un engrosamiento difuso de paquimeninges con intensa captación de contraste y aumento de líquido subdural en la convexidad cerebral. Ni la cisternografía isotópica ni la RM medular evidencian signos de fuga de LCR. Con el diagnóstico de cefalea por hipotensión intracraneal espontánea se inicia en primer lugar tratamiento sintomático con reposo, hidratación, cafeína, metilxantinas y esteroides. El cuadro no cede, por lo que el Servicio de Neurología nos remite a la paciente para la realización de un parche epidural de sangre autóloga, que se efectuó en el espacio epidural L 1-L 2 con 15 ml de sangre extraída de una vena antecubital en condiciones asépticas. Todo el procedimiento transcurrió sin incidencias. La paciente refirió un alivio de los síntomas, que se mantiene tras diez meses de seguimiento. DISCUSIÓN La HIE se caracteriza clínicamente por cefalea postural, asociada o no a uno o más de los siguientes síntomas: náuseas, vómitos, dolor cervical o interes- capular, diplopia, visión borrosa, defectos campimétricos, trastornos auditivos y síntomas radiculares (4). Las causas del denominado síndrome de hipotensión intracraneal o de LCR son varias: aquellas en las que existe un antecedente traumático (anestesia espinal, mielografía, drenajes de LCR, traumas craneales o cirugía) o aquellas que aparecen de una manera espontánea, sin una etiología clara, como en la HIE (5). Esta última probablemente constituya la segunda causa en frecuencia de hipotensión intracraneal (6), después de la anestesia espinal. De los tres posibles mecanismos causales de HIE descritos inicialmente por Schaltenbrand (aumento de la absorción del LCR, disminución de la producción y pérdida del LCR), en la actualidad se considera que prácticamente todos los casos son provocados por pérdida espontánea de LCR a través de un defecto anatómico meníngeo (7, 8). Estas fístulas se producirían por ruptura de las vainas de las raíces de los nervios espinales o pequeños defectos en las meninges como quistes epidurales o divertículos aracnoideos. La mayor parte de ellos se localizarían a nivel lumbar, seguido de la unión cervicotorácica (3), y no en la región torácica como se había publicado previamente (9,10). Las fugas de LCR provocan que el cerebro descienda rostrocaudalmente y, por consiguiente, arrastre consigo estructuras sensibles al dolor, en especial los nervios craneales y las primeras raíces cervicales, así como meninges y vasos craneales (3), lo que explicaría la cefalea postural, las náuseas y los vómitos (11). Las alteraciones visuales y los síntomas auditivos podrían atribuirse a compresión del quiasma, nervio óptico o alteraciones de la irrigación de estas estructuras (12) y a una disminución de presión del laberinto interno (3), respectivamente. También es necesario señalar que en este cuadro se observan con frecuencia colecciones subdurales de fluido y descenso de las amígdalas cerebelosas (Chiari I), pero son absolutamente secundarios a la “caída” del cerebro por la disminución de presión del LCR (13). Toda esta sintomatología cede con el tratamiento adecuado de la HIE. El diagnóstico de sospecha de la HIE se basa en la clínica sugestiva ante la ausencia de factor desencadenante (p. ej. punción lumbar) debiendo recurrir a la realización de pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico. La punción lumbar frecuentemente revela una baja presión de apertura del LCR en decúbito lateral (menor a 60 mmH 20). Sin embargo, hay pacientes que pueden tener una presión de apertura normal y tener 60 PARCHE SANGUÍNEO EPIDURAL COMO TRATAMIENTO DE UN CUADRO DE HIPOTENSIÓN INTRACRANEAL ESPONTÁNEA un síndrome característico desde el punto de vista clínico-radiológico (3), lo cual puede deberse a una pérdida intermitente de LCR. (14). Alrededor del 60% de los pacientes tienen pleocitosis, mientras la proteinorraquia está presente en prácticamente todos los pacientes. En la RM el engrosamiento dural difuso con captación de gadolinio es el signo radiológico principal, probablemente en relación a la hiperemia venosa, secundaria a la fuga de LCR (8,15,16). Según la teoría de Monro-Kellie (17,18), la hipovolemia de LCR produciría un incremento compensatorio en el volumen de sangre, fundamentalmente venoso. En la cisternografía, los isótopos marcados introducidos en el LCR no llegan a las convexidades cerebrales y se produce una rápida eliminación del mismo, apareciendo precozmente en riñón y vejiga urinaria (3,18,19). En algunos pacientes la cisternografía permitiría localizar el escape de LCR, aunque la TC posmielografía es más sensible que esta para detectar el sitio exacto de la fuga de LCR (9). Usualmente este cuadro se resuelve de forma espontánea de dos semanas a varios meses aproximadamente de su inicio (20). Por lo tanto, el tratamiento inicial es sintomático, y al igual que en las cefaleas postpunción dural (CPPD), se han intentando varias modalidades terapéuticas, incluyendo reposo en cama, hidratación abundante, cafeína, y uso de analgésicos y drogas esteroideas (21) con respuesta variable. Sin embargo, si la cefalea postural persiste o es incapacitante, y sobre todo si tiene síntomas neurológicos asociados los tratamientos epidurales (sangre autóloga, suero fisiológico, dextranos, fibrina, etc.) son de elección. La eficacia del parche sanguíneo epidural (PSE) en el tratamiento de la HIE ya ha sido documentada con anterioridad (3,8,22,31), siendo el tratamiento más frecuentemente empleado. El mecanismo de acción del parche sanguíneo epidural podríamos dividirlo en inmediato (efecto de aumento de volumen con elevación de la presión de LCR), y tardío, formación de un coágulo organizado que repararía el defecto dural e impediría la fuga de LCR. Por RM se observa que entre 30 minutos y 3 horas, el PSE ejerce un efecto de masa que comprime la dura, que sería responsable del aumento rápido de la presión del LCR y desaparece tras 7 horas (23). La respuesta sostenida del PSE se basa en el concepto de “tapar un agujero” con la formación de un coágulo organizado que pueda impedir la fuga de LCR (24,25). La actividad fibroblástica ocurre dentro de las primeras 48 horas, el depósito de colágeno en 2 semanas y la formación de la cicatriz en tres meses (8). 61 513 La cantidad de sangre necesaria para realizar un parche eficaz es variable según los distintos trabajos. Un estudio prospectivo evalúa la eficacia de diferentes volúmenes administrados (26). Se recomienda entre 10 y 15 ml como volumen suficiente para aumentar la presión de LCR y prevenir su fuga. Este volumen se puede extender de 8 a 10 segmentos del sitio de la colocación (un promedio de seis segmentos en dirección cefálica y tres caudales), con una magnitud media de 1 segmento espinal por cada 1,6 ml de sangre. Cantidades mayores resultarían innecesarias y podrían estar relacionadas con una mayor incidencia de complicaciones y volúmenes menores de 10 ml con un mayor numero de fracasos y recurrencia de la cefalea (27). La inyección se hace a una velocidad de 1 ml.3 seg -1 y debe terminar cuando el paciente presenta “disconfort” en la espalda o las piernas antes de alcanzar los 15 ml. Este dolor es secundario a la irritación o tracción de la raíz nerviosa por el coágulo, puede durar entre 2 y 5 días y se evita si detenemos la inyección ante esos primeros signos de “disconfort”. Un estudio retrospectivo de 196 pacientes tratados con parche sanguíneo epidural no mostró complicaciones mayores, siendo los efectos secundarios más frecuentemente referidos el dolor de espalda o extremidades inferiores, con alteraciones sensitivas o debilidad en las mismas. Todos estos síntomas fueron leves y transitorios (23). Son raras otras complicaciones como la inyección intratecal, que puede causar aracnoiditis o hidrocefalia, o la infección epidural. En la HIE el parche epidural lumbar es efectivo en el 90% de los casos (28), debiendo esperar al menos 24 horas para valorarlo. En caso de fallo del primer PSE, o si tras un alivio inicial los síntomas reaparecen, se realizará un nuevo PSE, intentando localizar el sitio de la fístula con cisternografía o mielografía para realizar el parche lo más cercano posible a la lesión, lo cual ha demostrado tener una mayor efectividad en la resolución de los síntomas (26,29). Otros autores recomiendan aplicar un parche en la región lumbar y si no es efectivo realizar un segundo parche sanguíneo en la zona torácica (22, 30), demostrando que el parche sanguíneo epidural es un tratamiento eficaz aún cuando no se localice la fuga (8,22). Otra opción de tratamiento es mediante la infusión epidural de suero fisiológico 0,9% de forma intermitente (bolus de 30-50 ml) o continua (25-30 ml.h -1 en 24 horas), con resultados variables (32,33,37). Aportaría ciertas ventajas respecto al parche sanguíneo, sobre todo en determinados pacientes (rechazo de la administración de productos sanguíneos o sepsis por ejemplo), evitando todas las complicaciones 514 F. LÓPEZ-SÁNCHEZ ET AL. Rev. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 10, N.º 8, Noviembre-Diciembre 2003 propias del PSE. Sin embargo, en la HIE la inyección epidural de salino, produciría un incremento en la presión de LCR que puede ser transitorio e insuficiente para corregir el defecto de base, siendo necesario en ocasiones realizar otro tratamiento para conseguir un alivio definitivo de los síntomas (6). Dextranos epidurales (20-30 mg dextrano 40), que se absorben lentamente en el espacio epidural, han mostrado buenos resultados en las series estudiadas con un 64% de no recurrencias de la CPPD (23), aunque no encontramos referencias de su uso en la HIE. El parche epidural con sistema adhesivo de fibrina puede ser una buena opción en aquellos casos refractarias al tratamiento con PSE. Ha aportado unos resultados prometedores, por lo que teóricamente puede representar una buena alternativa terapéutica de futuro (34). Una publicación reciente demuestra la eficacia de la administración epidural de sangre o fibrina como métodos más efectivos para mantener aumentada la presión de LCR después de la CPPD en un modelo animal, en contraste con otros métodos alternativos (salino epidural, Hetastarch o dextrano 40) (35). Por último, la indicación quirúrgica en la HIE quedaría reducida a aquellos casos en donde falla la aplicación de múltiples parches y en los que se ha logrado demostrar radiológicamente el sitio de la fístula (36). 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. CORRESPONDENCIA: Felicidad López Sánchez Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor Hospital Arnau de Vilanova C/ Sant Climent, 12 46015 Valencia 16. 17. 18. 19. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. 5. Schaltenbrand G. Neuere Anschauungen zur Pathophysiologie der liquozirkulation. Zentralbl Neurochir 1938; 3: 290-9. Franco E, Gil-Peralta A, Salinas E, Pérez-Errazquin F, Garzón F. Hipotensión intracraneal espontánea. Rev Neurol 1999; 29 (11): 1038-40. Chung SJ, Kim JS, Lee MC. Syndrome of cerebral spinal fluid hypovolemia. Neurology 2000; 55: 1321-7. Berlit P, Berg-Dammer E, Kuehue D. Abducens nerve palsy in spontaneous intracraneal hypotension. Neurology 1994; 44: 1552. Benito-León, Reina MA, Álvarez-Linera J. 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