SERVICIOS FINANCIEROS, DEFINICIÓN, PRESTACIÓN POR TERCEROS Concepto 2009063930-001 del 3 de septiembre de 2009. Síntesis: La expresión servicios financieros, en un sentido lato, debe ser entendida como la gama de operaciones, tanto principales como conexas, que desarrollan las entidades que integran el sistema financiero. Consideraciones sobre la prestación de los servicios financieros por terceros diferentes a la entidad regulada. La contratación de terceros, siempre y cuando estas entidades conserven la toma de decisiones y la asunción de los riesgos propios de la operación, no reviste en sí misma una delegación de profesionalidad y, por tanto, es un mecanismo que bien puede encomendarse a personal externo de la institución. «(…) solicita se le informe qué comprende la expresión “servicios financieros” y consulta sobre la viabilidad de que la comercialización de los mismos se lleve a cabo por terceros diferentes a la entidad regulada que los presta. Sobre el particular, resultan procedentes los siguientes comentarios: 1. Servicios Financieros Al respecto, sea lo primero destacar que ni en la legislación colombiana ni en la práctica bancaria existe disposición alguna que defina la figura denominada “servicios financieros”. La mayor aproximación al tema, en el ámbito nacional, se efectuó en la reciente reforma financiera, contenida en la Ley 1328 del 15 de julio de 2009, en cuyo artículo 2, literal e., al definir las expresiones productos y servicios, se expresó: e. Productos y servicios: Se entiende por productos las operaciones legalmente autorizadas que se instrumentan en un contrato celebrado con el cliente o que tienen origen en la ley. Se entiende por servicios aquellas actividades conexas al desarrollo de las correspondientes operaciones y que se suministran a los consumidores financieros. No obstante, debe tenerse presente que a lo largo del texto de la citada reglamentación se ofrece un tratamiento indistinto a las expresiones “producto”, “servicio” y “servicios financieros”, cuando se hace referencia a las actividades desplegadas por las entidades supervisadas. Ahora bien, para los efectos que nos ocupan se considera pertinente acudir a un diccionario especializado, según el cual se “… define como servicio financiero cualquiera de naturaleza financiera ofrecido por un proveedor de servicios financieros de una parte contratante…”1. 1 Diccionario Enciclopédico Profesional de Finanzas y Banca. Tomo III. Primera edición. Instituto Superior de Técnicas y Prácticas Bancarias, S.L. Madrid, 1992. Pág. 478 Esta definición guarda estrecha relación con la contenida en el concepto de referencia No. 012005-007692 del 23 de marzo del 2005, suscrito por el entonces Director General de Regulación Financiera del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, en orden a absolver una consulta relacionada con el alcance del numeral 5 del artículo 2º del Decreto 2951 de 20042, en el cual se manifestó: La expresión “servicios financieros” (…) debe entenderse en su sentido más amplio, esto es, incluyendo tanto los “productos” financieros como los servicios ”financieros” propiamente dichos. Es de señalar que las instituciones financieras ofrecen productos financieros a través de la prestación de servicios financieros, por lo que restringir la interpretación del citado numeral a los “servicios” haría inaplicable la disposición al tratar de establecer una diferencia entre un “producto” y un “servicios” financiero. En este contexto, la expresión servicios financieros, en un sentido lato, debe ser entendida como la gama de operaciones, tanto principales como conexas, que desarrollan las entidades que integran el sistema financiero, como por ejemplo: la contratación de depósitos de ahorro, la prestación de giros y remesas y las transferencias de recursos. 2. Prestación de los servicios financieros por terceros diferentes a la entidad regulada Procede señalar que las normas de carácter especial que regulan la constitución y funcionamiento de las instituciones financieras, no se ocupan en establecer un esquema de trabajo u organización interna obligatorio para las mismas. En efecto, si bien el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero y demás normas relacionadas con la intermediación dineraria, consagran y reglamentan la forma jurídica que deben revestir las entidades financieras, así como sus operaciones e inversiones autorizadas, no definen la estructura interna que aquellas deben adoptar para el desarrollo de su actividad. En tal sentido, corresponde a cada institución en particular definir y acoger la estructura interna, administrativa y operativa que considere conveniente para el cumplimiento de su objeto social, y asignar las funciones en cada área de trabajo para la ejecución de las actividades autorizadas por ley. Ahora bien, en relación con la posibilidad de que las instituciones financieras de celebrar contratos de tercerización, comúnmente denominados outsourcing3, procede señalar que no existe disposición legal o instructivo impartido por esta Superintendencia que, de manera expresa, les prohíba celebrar este tipo de contratos con firmas dedicadas a prestar los servicios indicados en su consulta, (en su caso, a través de televenta). Lo anterior, siempre y cuando éstos 2 Este Decreto regulaba el tema de Oficinas de Representación de Entidades Financieras del Exterior, el cual fue derogado con la vigencia del Decreto 2558 de 2007. 3 La expresión outsourcing (aún no traducida al español) no corresponde a una definición de orden legal ni a un negocio jurídico específicamente regulado por la ley colombiana, sino que es un término anglosajón propio del lenguaje corporativo con el que se identifica a la subcontratación. En términos generales, el outsourcing puede definirse como la contratación a largo plazo de algunos procesos de una empresa a un proveedor externo, para conseguir unas mejoras importantes en la efectividad del servicio y un ahorro substancial en costos -Ahorros en nómina, prestaciones sociales, costos de escritorios, teléfonos, útiles y papelería, espacio físico, seguridad social, bienestar y otros-. (Revista Clase Empresarial. No. 15, noviembre de 1994. Pág. 62). no representen delegación de profesionalidad, esto es, cuando supongan encargar al tercero del desarrollo de la operación propia del objeto social de la entidad financiera o de la parte esencial de la misma, incluida la asunción del riesgo inherente a la operación de que se trate. En este punto, se considera oportuno traer a colación lo expuesto por la extinta Superintendencia Bancaria, hoy Superintendencia Financiera, en torno al tema de la “delegación de profesionalidad”, en el siguiente sentido: En primer lugar, debemos indicar que este ente de control en diversas oportunidades se ha referido al concepto de la ‘delegación de profesionalidad’. Así, en el oficio No. 2004008423-1 del 16 de marzo de 2004 se alude a la expresión delegar, concebida ésta como la acción de “Conceder una persona a otra los poderes, facultades y atribuciones para que actúe en su nombre, o le sustituya en determinado acto o negocio. Generalmente el nombramiento de un delegado, mandatario o sustituto se basa en la confianza que inspira ese sustituto, de ahí que suele limitarse la posibilidad de una subdelegación en otra persona, y en caso de hacerlo, el delegado es responsable de la actuación de su subdelegado’4 (subrayado fuera de texto). Bajo ese entendido, considera esta agencia estatal en el concepto de marras que la capacidad que tiene una persona para ‘delegar poderes, facultades y atribuciones, a un tercer sujeto, no sólo puede llevar consigo la ejecución de un trabajo, actividad o negocio, sino además la posibilidad de deferir un deber solo a él atribuido total o parcialmente, asumiendo el delegado en la realización del hecho la responsabilidad parcial o total por la decisión adoptada, o simplemente proceder por cuenta y riesgo del delegante. En otros términos, la delegación puede ser perfecta o imperfecta, y ello depende de la intención de las partes, y de si se releva o no al mandante de la obligación que se reputa solo de él. ‘En el caso particular de las instituciones financieras, esta Superintendencia estima que no podría haber una delegación perfecta en un tercero, es decir, no sería posible encargar la realización de las operaciones o actividades cuya ejecución implique adoptar decisiones sobre asuntos que son de ingerencia directa y personalísima de cada entidad financiera asumiendo riesgos propios de las mismas’ (negrilla extratextual). Más adelante, anota el documento en cuestión que si bien una institución financiera puede delegar actividades que le han sido expresamente autorizadas, esa acción no lleva implícita la potestad de fijar posiciones, adoptar decisiones, ni asumir riesgos que son connaturales a la operación o negocio y que sólo pueden ser definidos y evaluados por la misma entidad, pues de lo contrario se estarían desconociendo los criterios que orientan la especialidad de sus estatutos y la condición de intuito personae que ostenta el permiso de funcionamiento que se otorga a las vigiladas para que desarrollen su objeto social. Este último aspecto se encuentra íntimamente relacionado con la profesionalidad característica del negocio financiero y las normas que disciplinan su ejercicio. Así, cuando el Estado autoriza la constitución de una empresa para que explote una actividad de suyo tan sensible como lo es el manejo de los recursos del público le confía a ésta correlativamente el compromiso de desarrollar su objeto social con la responsabilidad propia 5 de su oficio, con disciplina y profesionalismo . En ese escenario y retomando el tema en consulta, se considera que la contratación de terceros, por ejemplo para que éstos realicen actividades tales como: simples gestiones de mercadeo y comercialización de los servicios financieros propios de las entidades sujetas a control y vigilancia de esta Superintendencia, siempre y cuando éstas entidades conserven la toma de decisiones y la asunción de los riesgos propios de la operación, no reviste en sí misma una 4 Diccionario Enciclopédico Profesional de Finanzas y Banca Tomo II, primera edición 1992. Instituto Superior de Técnicas y Prácticas Bancarias. Madrid (España). Pág. 478. delegación de profesionalidad y, por tanto, es un mecanismo que bien puede encomendarse a personal externo de la institución. Finalmente, es importante señalar que el ofrecimiento de servicios que prestan las instituciones financieras del exterior en territorio colombiano, sólo es dable si se constituye una oficina de representación y bajo las condiciones dispuestas en el Decreto 2558 de 2007. (…).»