DICTAMEN DE LA PROCURACION GENERAL: I.Apelación del La Sala Segunda Departamento de la Judicial Cámara La Primera de revocó la Plata sentencia de primer grado e hizo lugar a la demanda en todas sus partes. Deduce la accionada los recursos extraordinarios de nulidad y de inaplicabilidad de ley (fs. 743/786). II.- Recurso extraordinario de nulidad. Aduce el recurrente omisión de cuestión esencial, la que estaría constituída por la falta de tratamiento de los presupuestos contemplados en el art. 2618 del Código Civil, norma que en su criterio rige prevalentemente el caso. Adelanto mi opinión desfavorable. 1.permite En colegir primer la lugar, aplicación, el contexto del fallo entre otras normas, del texto a que alude el impugnante. En efecto, consta su cita expresa a fs. 727 vta. y consta asimismo el examen - cualquiera sea su mérito- de las pautas en él contenidas. En este sentido, el standard "exceder la normal tolerancia" aparece estimado al reflejarse a fs. 724 vta. el riesgo al menos potencial que importa la industria de la demandada como consecuencia de sus emanaciones. Y al hacerse mención a fs. 725 del informe proveniente del Ministerio de Salud. Del mismo modo, los parámetros vinculados con las exigencias de la producción, condiciones del lugar y uso regular de algún modo son tenidos en cuenta al merituarse las conclusiones del perito Ingeniero Químico, (fs. 723), y al formularse las consideraciones que luce a fs. 722 vta., III, 1. Sobre la prioridad en el uso, existe referencia a la relación histórica que formula Copetro (fs. 723). 2.desacierto En que constituyen esas en condiciones, todo materia caso propia la pudieran del fragilidad imputarse recurso de o no nulidad extraordinario sino del de inaplicabilidad de ley, pues constituirían presuntos defectos en el modo y forma de tratamiento y no ausencia de tratamiento (cfr. Ac. 23.447, del 27/9/77). Dicho de otro modo, resulta ajeno al recurso de nulidad el acierto con que los dispositivos actuados en la sentencia hayan sido aplicados, desde que su errónea o falsa aplicación sólo es reparable por vía de inaplicabilidad de ley (Ac. 29.170, 25/8/80, entre otros). III.- Anulación de oficio de la sentencia. 1.aunque con Sin perjuicio apoyatura de dispar cuanto a la se lleva señalada dicho, por el recurrente, estimo que la sentencia de Cámara ha incurrido en omisión de cuestión esencial que requiere la invalidación de oficio por V.E. Es sabido que en supuestos excepcionales, aún sin estímulo de parte, corresponde anular el fallo que a través de sus falencias, omite precisar los presupuestos fácticos y las cuestiones esenciales de la litis, impidiendo así al Tribunal el debido ejercicio de la casación (Ac. 49.956, 12/4/94, entre muchos otros precedentes), lo que igualmente se impone si la Cámara omitió expedirse acerca de temas que eran de ineludible consideración para la dilucidación del litigio, y tal vicio impide conocer cabalmente a la Corte los agravios traídos sobre presuntos quebrantamientos legales (Ac. 51.929, 19/4/94 y sus citas). 2.- En la demanda se atribuyó a la accionada provocar emanaciones tóxicas, generadoras de contaminación ambiental (fs. 41 vta. y sgtes.), que a la postre habrían deparado daños en la salud de los legitimados activos (fs. 42 vta. y sgtes.). Se invocó, entre otras disposiciones legales, el régimen de la responsabilidad por riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 del C.C.) (fs. 45 y sgtes. y 50 vta.). Resulta obvio que al formularse tal instalación jurídica, constituyó capítulo fundamental de la litis el punto relativo al nexo o relación de causalidad entre el hecho imputable y el daño. 3.- La contestación a la pretensión (fs. 150 y sgtes.), con independencia de desmentir los presupuestos fácticos y jurídicos sustentados en el escrito inicial, contuvo una particular precisión en orden al extremo que nos ocupa: "..Acerca de la relación de causalidad: Sin perjuicio de todo lo dicho, hago notar que ante una eventual sentencia de condena, el resarcimiento deberá alcanzar solamente a aquel daño que tenga nexo adecuado de causalidad con el ilícito que se imputa a mi parte. De tal manera, si en el caso de autos, dos menores con lamentables problemas congénitos pudieran sufrir la influencia nociva de algún elemento que emanara de la planta de Copetro, situación que repito niego, es obvio que el resarcimiento solo alcanzará a aquella porción de la incapacidad incrementada que por se detecte aquel factor y que que se vea pueda ser atribuído a mi parte (art. 903 y conc. del C.C.) (fs. 163 vta./164).". 4.675/678), en La sentencia virtud de de primera haberse instancia inclinado (fs. por la desestimación, no tuvo necesidad de abordar el tratamiento de la cuestión aludida. 5.- Sí debió hacerlo la de Cámara, a pesar que la accionada nada dijera al respecto, como gananciosa que era a esa altura del proceso. Así venía impuesto por el instituto de la apelación adhesiva. Como lo tiene resuelto V.E., las alegaciones o defensas propuestas en primera instancia por la parte vencedora que no ha apelado por haberle sido favorable el resultado del pleito, quedan sometidas al Tribunal de Alzada en el supuesto de que sea revocado el pronunciamiento (Ac. 40.003, del 11/10/88, "Acuerdos y Sentencias": 1988-III, 686, entre otras). 6.- El decisorio ahora recurrido (fs. 722/730), coincidiendo con el emplazamiento jurídico postulado por la demandante consistente en la aplicación al caso del art. 1113 del Código Civil , ha establecido la responsabilidad total de la parte demandada. Sin embargo, no contiene tratamiento alguno del punto específico antes aludido, esto es, si han concurrido varias causas con aptitud genética respecto del perjuicio sobreviniente, para en caso afirmativo determinar su grado de incidencia. Con ello ha quebrantado los arts. 163 inc. 6º y 266 del Código Procesal Civil y Comercial. La infracción se percibe nítidamente, teniendo en cuenta que en su desarrollo argumental los sentenciantes aluden reiteradamente a una situación de interacción y no a un fenómeno causal único. Así, -Se recuerda el informe del Dr. Catoggio, para quien toda contaminación atmosférica puede implicar de por sí un riesgo, al menos potencial (fs. 724); -Se destaca que las emanaciones de polvillo "entran en la categoría de coadyuvantes" (fs. 724 vta.); -Se reitera que toda contaminación es potencialmente riesgosa, que el polvillo es coadyuvante, que Copetro y otras fábricas pueden emitir material particulado y que algunos de ellos podrían ser riesgosos (fs. 724 vta.). -Se hace alusión a que el coque y/o sus derivados pueden actuar como noxa irritante aún en mínima proporción (fs. 726); -Y en especial se reconoce "que las consideraciones que anteceden a la presente colocan a la planta demandada como factor coadyuvante y en esa medida, por mínima que la demandada estime, no puede soslayarse su responsabilidad debido al riesgo potencial (y concreto en autos) que genera" (fs. 728 vta.). 7.- La cuestión omitida es esencial, porque de su juzgamiento depende resarcimiento parte, V.E. r respuesta (cfr. se en todo Ac. 24.009, hallaría adecuada a caso en los la del la magnitud 5/7/77). Por imposibilidad agravios planteados del otra de por dar el recurrente a fs. 758 y vta., en donde se hace mérito de la infracción al art. 1113 del Código Civil, la que provendría de haberse admitido una responsabilidad total, pese a que los peritos -en opinión del recurrente- a todo evento habrían hallado sólo mínima proporción o incidencia en el accionar de Copetr . Asi lo dictamin . La Plata, 1º de diciembre de 1994 - Eduardo Néstor de Lázzar . A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a diecinueve de mayo de mil novecientos noventa y ocho, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Hitters, Pisano, Laborde, Negri, Pettigiani, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentena definitiva en la causa Ac. 54.665, "Pinini de Pérez, María del Carmen contra Copetro. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Sala II de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La Plata dictó sentencia revocando el fallo de primera instancia -que había rechazado tanto la excepción de prescripción opuesta por la accionada como la demanda entablada, con costas por su orden- e hizo lugar a esta última, condenando a Copetro S.A. a indemnizar a los menores representados por la actora por daño físico y moral y ordenando el cese "de inmediato y para siempre" de la liberación al medio exterior de sustancias contaminantes con costas de ambas instancias a la demandada. Se interpusieron, por el apoderado de la demandada, los recursos extraordinarios de nulidad e inaplicabilidad de ley. Oído el señor Procurador General, dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes C U E S T I O N E S 1ª) ¿Corresponde anular de oficio la sentencia recurrida? Caso negativo: 2ª) ¿Es fundado el recurso extraordinario de nulidad? Caso negativo: 3ª) ¿Lo es el de inaplicabilidad de ley? V O T A C I O N A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: El señor Procurador General, en su dictamen de fs. 822/825 sostiene que la sentencia de Cámara debe ser anulada de oficio por esta Corte, por cuanto no ha tratado -en virtud del instituto de la apelación adhesiva- "...el punto relativo al nexo o relación de causalidad entre el hecho imputable y el daño" (v. fs. 823 vta.), lo que se conecta con el tema acerca de si "han concurrido varias causas con aptitud genética respecto del perjuicio sobreviniente, para en caso afirmativo determinar su grado de incidencia" (fs. 824), concluyendo que ello es omisión de cuestión esencial por tener relación directa con el monto del resarcimiento. No coincido con dicha opinión, por cuanto el a quo, ha tenido en cuenta la relación de causalidad con referencia expresa a la demandada, desechando también virtualmente la existencia de otras fuentes de contaminación en relación al caso traído: "...El nexo causal sólo requiere el mero contacto..." (fs. 723); transcribo a continuación párrafos en los que indirectamente trata el tema: "...Tampoco resulta acogible la relación histórica que formula COPETRO en su demanda y que estaría llevada a demostrar que antes la situación era peor, ya que el sistema de responsabilidad opera con prescindencia de ese tipo de cotejos si hay daño comprobado..." (fs. claramente vinculación la 723); "...Permite de COPETRO evidenciar en la muy polución producida en la zona donde viven los actores..." (fs. 725); la valoración de toda la prueba testimonial, concluyendo en que: "...Estas declaraciones abaten un argumento exculpatorio utilizado por la demandada 'in limine litis' (fs. 151 vta.): desviar la culpa a una `verdadera fuente de contaminación': el canal oeste..." (fs. 726); afronta luego directamente el tema del nexo causal, para lo cual tiene en cuenta antecedentes médicos, la naturaleza del elemento contaminante liberado por Copetro S.A., relacionándolo con el resto de la prueba: "...la aseveración de los efectos de la polución informados por el Dr. Catoggio, las evidencias del expediente del Ministerio de Salud Pública, antes referido, los distintos testimonios, en algún caso como el de la testigo Bertini que relata trastornos respiratorios en su madre desde que abrió COPETRO..." (fs. 726). Más adelante, teniendo en cuenta que esta Corte tiene dicho que diversas la sentencia partes solidarias (Ac. es un todo consideradas 50.514, único entre sent. del sí compuesto de armónicas y 6-IX-94, pub. en D.J.B.A., t. 147, p. 221) y que es un acto procesal único, del que no se pueden escindir partes, aún cuando emane de un tribunal colegiado (Ac. 53.419, sent. del 5-XII-95), resulta del voto del magistrado sentenciante en segundo término que "...la actividad de la demandada en el procesamiento de calcinamiento de coque, guarda del mismo en silos y posterior embarque, reviste la calidad de actividad riesgosa para la salud comunitaria..." (v. fs. 728 vta.); concluyendo: consideraciones vertidas "... Y destaco que anteceden aquí a la que las presente colocan a la planta demandada como factor coadyuvante y en esa medida, por mínima que la demandada estime, no puede soslayarse su responsabilidad debido al riesgo potencial (y concreto en autos) que genera..." (fs. 728 vta.). Hay que tener en cuenta también que la cuestión quedaría desplazada con lo argüido por la Cámara a fs. 723 que transcribo: "Tampoco resulta acogible la relación histórica que formula COPETRO en su contestación de demanda y que estaría llevada a demostrar que antes la situación era peor, ya que el sistema de responsabilidad opera con prescindencia de ese tipo de cotejos si hay daño comprobado". Considero pues, atento a lo que llevo expuesto y a las particulares características que entraña el daño ambiental -las que señalaré al tratar la tercera cuestión- que el sentenciante no ha omitido cuestión esencial alguna, por lo que doy mi voto por la negativa. Los señores jueces doctores Pisano, Laborde, Negri y Pettigiani, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Hitters, votaron la primera cuestión también por la negativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: El nulidad recurrente y, en su interpone planteo, recurso denuncia extraordinario omisión de de cuestión esencial, considerando como tal a la falta de tratamiento por parte del sentenciante que tuvieron las circunstancias que requiere tolerancia, el art. 2618 condiciones del del Código lugar, Civil exigencias (normal de la producción, uso regular de la propiedad, prioridad en el uso, etc.). Coincido en este aspecto con lo dictaminado por el señor Procurador General a fs. 822 y vta. En efecto, circunstancias a el a quo lo largo ha de tenido su en cuenta exposición, tales dentro del marco del daño ambiental y subrayando la peculiaridad del mismo, con expresa referencia a los medios de prueba analizados y que señala con precisión el dictamen citado supra, lo que indica que no ha habido ausencia de tratamiento, porque en todo caso, lo que el art. 168 de la Constitución de la Provincia sanciona con la nulidad del fallo es la omisión de una cuestión esencial y no la forma o el acierto con que la misma ha sido resuelta por los sentenciantes (Ac. 37.725, sent. del 2-II-88; Ac. 44.058, sent. del 23-X-90; Ac. 49.553, sent. del 19-X-93) y por importar la invocación de un error in iudicando, resulta ajena al recurso extraordinario de nulidad y propia eventualmente del de inaplicabilidad de ley (Ac. 47.270, sent. del 22-X-91; Ac. 55.643, sent. del 12-IX-95; Ac. 59.652, sent. del 14-V-96). Voto por la negativa. Los señores jueces doctores Pisano, Laborde, Negri y Pettigiani, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Hitters, votaron la segunda cuestión también por la negativa. A la tercera cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: La Cámara a quo -en lo que interesa destacar para el recurso traído- confirmó el fallo de primera instancia en lo referente al rechazo de la excepción de prescripción opuesta por la demandada, aunque revocó la sentencia en cuanto no acogiera la demanda, haciendo lugar a la misma, promovida por María del Carmen Pinini de Pérez en nombre y representación de sus hijos Raúl Maximiliano y Mauricio Alejandro Pérez por daños y perjuicios y cesación de perturbación ambiental contra Copetro S.A., condenando a esta última a indemnizar a ambos menores por daño físico y moral, así como al cese "de inmediato y para siempre" -en sentido amplio- de la liberación de elementos contaminantes por parte de dicha empresa, condenándola en costas en ambas instancias. a) A partir de su convicción acerca del riesgo que entraña la actividad de la demandada, consideró aplicable la teoría del riesgo creado (art. 1113, Código Civil), pasando luego a examinar los requisitos de dicha norma. Se refirió entonces a la carga de probar la culpa de la víctima que le tocó a la accionada, aludiendo asimismo al nexo causal, que "...sólo requiere el mero contacto" (v. fs. 723). Desechó la pericia del Ingeniero Químico de fs. 513 al tener por configurada la evidencia del daño causado, así como lo alegado por Copetro S.A. en su contestación de demanda con instalación, respecto dejando responsabilidad opera a la situación sentado con que anterior "...el prescindencia de a su sistema de ese tipo de cotejos si hay daño comprobado" (v. fs. 723). b) Teniendo en cuenta la distinta dimensión de la apreciación probatoria ante el tema ambiental, a partir del sistema de la sana crítica que prescribe el Código Procesal Civil y Comercial en el art. 384, señaló dos "núcleos de determinación" para explicar la decisión a la que arribó. Son ellos, por un lado, el análisis global y comprensivo de la prueba rendida y, por el otro, la importancia que cobra la prueba de presunciones en dicho tema. Subrayó jurídicos a la dificultad de aplicar la diversidad de elementos los elementos físicos que configuran el daño ambiental así como la importancia del criterio amplio que debe adoptar el juez para considerar esa nueva realidad. c) Bajo esa óptica se abocó al análisis de las pruebas, partiendo de la pericial, referenciándola con el dispositivo legal actuado (el art. 1113 del C.C.), concluyendo en que la pericia del doctor Catoggio, no aportaba para la demandada elemento alguno que permitiera establecer culpa de la víctima o de un tercero por quien no debiera responder, mientras que para la actora sí existía un claro y favorable aporte a su posición, el que detalló minuciosamente (v. fs. 724 vta./725). d) De las constancias del expediente del Ministerio de Salud obrante en la causa, extrajo el a quo evidencias del grado de contaminación, que estimó "...más alto que el admitido por la ley 20.284/73 (fs. 377 y 377 vta.; 338 penúltimo párrafo)" (fs. 725). e) Considerándola como un inestimable aporte a la de presunciones, efectuó un circunstanciado análisis de la prueba testimonial, en lo atinente a la vinculación directa de la actividad alrededores, en contaminante contra del de Copetro intento S.A. sobre exculpatorio de los la demandada de fs. 151: el canal oeste como "verdadera fuente de contaminación". f) El referenciando nexo las causal fue pericias tratado médicas por de el fs. a quo 548/550 efectuadas a los menores afectados, confrontadas con la pericia del doctor Catoggio y relacionando todo ello con el resto de la prueba, como se describiera en el punto c). g) Con base en todas esas consideraciones fijó los resarcimientos por daño físico y moral a los menores de autos y ordenó el cese de liberación al medio exterior de todo elemento contaminante a Copetro S.A., con costas de ambas instancias a la demandada vencida. II. Interpone el apoderado de la demandada recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denuncia errónea aplicación del art. 1113, segunda parte, del Código Civil, así como violación de los arts. 2618, 901 a 904, 1067, 1068, 1069, 1071, 1078, 1113, 2418 y 2499 del mismo cuerpo legal, de la ley provincial 7229 y su reglamentación, de la ley nacional 20.784 y de los arts. 163 inc. 5º, 375, 384, 456, 457 y 474 del Código Procesal Civil y Comercial; absurdo y arbitrariedad. a) Comienza por agraviarse de la subsunción del caso en el art. 1113 segundo apartado del Código Civil, aduciendo que es inadecuada, ya que -a su entender- la actora debió haber probado el carácter riesgoso de la cosa y que el a quo, al caracterizar como tal el complejo industrial actuó dogmática y arbitrariamente, prescindiendo de pruebas periciales que coincidían en calificar como no dañosa la actividad de la demandada, incurriendo en evidente absurdo al concluir en lo contrario. b) Ataca luego el tratamiento que la Cámara hizo de la prueba informativa, alegando que de tal naturaleza es la que el Tribunal consideró pericial (la del doctor Catoggio) y que por tal causa incurrió en absurdo, reseñando dicha prueba con el objeto de señalar lo que la misma aportaba de favorable para su postura. c) Con la misma finalidad emprende la crítica a la valoración de la prueba testimonial, la que también tacha de absurda, considerando que tratándose de una cuestión estrictamente técnica, no debió el a quo tenerla en cuenta en la medida en que lo hizo, citando doctrina legal de este Tribunal. d) Alega luego inexistencia del daño, o que por lo menos no llega a la entidad suficiente para ser resarcible, explayándose a través de jurisprudencia y doctrina acerca de dicho tema y concluyendo en que la sentencia infringe los arts. 1067 y 1068 del Código Civil al otorgar una indemnización ante un daño no susceptible de apreciación pecuniaria. e) Sostiene que no existe relación causal, efectuando un detalle de los informes médicos que el a quo tuvo en cuenta para afirmar su existencia, expresando su punto de vista acerca de tales elementos de prueba, los que a su criterio no alcanzan a acreditar el nexo causal, y que aún cuando así fuera, no debió condenar a la totalidad de la reparación a Copetro S.A., ya que no trató la cocausación, con transgresión a los arts. 901, 902, 904 y ccdtes. del Código Civil, por lo que estima que la Cámara efectuó una absurda apreciación de la prueba también en este sentido. f) Subsidiariamente aduce el quejoso que se transgredió el art. 2618 del Código Civil, por cuanto no se ha expresado con pautas objetivas el parámetro "normal tolerancia" que contiene la norma con transgresión también a la ley 7229. Expresa asimismo que la cesación de las molestias implicaría, en la forma en que ordena la sentencia, el virtual cierre de la actividad productiva por parte de la empresa, con grave incidencia sobre la actividad que Y.P.F. desarrolla en la zona. Manifiesta que tampoco se tuvo en cuenta la prioridad de la empresa, instalada en la zona antes de que el matrimonio Pérez se radicara en el barrio, ni la falta de contigüidad de los actores, quienes viven a quinientos metros de las instalaciones de la demandada, por lo que no se cumplen -dice- con los presupuestos de las normas atinentes, con cita de la nota al art. 2611 del Código Civil. También denuncia transgresión a dicha norma por no haberse tenido en cuenta las "exigencias de la producción y el respeto debido al uso regular de la propiedad" (v. fs. 768). Efectúa a tal efecto, con cita de jurisprudencia y doctrina, un extenso desarrollo del tema, subrayando la importancia de la actividad industrial en el mundo moderno, las expectativas de quienes se radican en zonas portuarias, etc., con el fin de demostrar que no se excede la "normal tolerancia", insistiendo en que Copetro S.A. no contamina en la zona y destacando el interés nacional que su actividad representa, apartándose el a quo de la ley al omitir tales extremos, incurriendo en absurdo. g) Considera inviable la sentencia por cuanto -según el art. 2618 del Código Civil- no se puede acumular la condena a indemnizar a la de cesación de las molestias, por cuanto no existen los elementos culpa o dolo. También la considera imprecisa, al no expresar detalladamente la cantidad de elemento contaminante que exceda la "normal tolerancia", y que no le permite liberar, y remitiéndose a la ley 7229 y decretos reglamentarios, acusa de absurdo al fallo, ya que considera no contaminante el polvillo, esparcido por el viento, más que por una actividad propia de Copetro S.A. h) Denuncia luego errónea aplicación de la ley 20.284, sosteniendo que por sus arts. 1º y 39 no es aplicable en territorio provincial y la no aplicación de la ley 7229. i) Vuelve a efectuar una circunstanciada exposición sobre las pruebas, en su intento por demostrar el absurdo en que -a su juicio- ha incurrido el a quo, criticando la metodología empleada por la sentencia para valorarlas. III. El recurso no puede prosperar. Como acertadamente lo manifiesta el Juez opinante, en el punto III.2. de su sentencia (v. fs. 723 y ss.) en el que desarrolla ese "particular tratamiento" que merece la prueba (visión integradora y el valor dado a las presunciones), por tratarse de "posibles daños al medio ambiente", llevándolo a la conclusión de que "En el daño ambiental hay mucho de sutil, de inasible, de cambiante de un momento a otro en la relación de los elementos físicos con las personas y cosas, como para limitarnos a una tosca y rutinaria aplicación de los elementos jurídicos, sin penetrar con perspicacia en lo zahorí de la cuestión" y que "es en esta materia del daño ambiental donde más ha de evidenciar (el juez) su espíritu sagaz y sensible, diestro para captar una distinta realidad". Tal criterio interpretativo es la llave maestra mediante la cual se aboca a la valoración de la prueba con minuciosas explicaciones que, en cada caso, lejos están del absurdo o arbitrariedad que invoca el recurrente y más bien llevan a reafirmar la línea de pensamiento del votante que para nada experiencia se ha apartado aludidas de las -tácitamente- reglas por el de lógica art. 384 y del Código Procesal Civil y Comercial. La Cámara ejerce así los poderes-deberes que le son inherentes ante el nuevo sustrato fáctico y jurídico actual que torna inevitable la flexibilización de las disposiciones procesales. Tiene dicho al respecto este Tribunal que el proceso actual no se conduce en términos sacramentales en donde cada palabra o gesto tiene un significado particular y donde su omisión podría significar la pérdida del derecho. Por el contrario, es el contexto el que determina el sentido y significado de lo pretendido (Ac. 46.084, sent. del 23-VI-92; Ac. 51.762, sent. del 15-VIII-95, véase Denti, Vittorio, "Un progetto per la giustizia civile", ed. Il Mulino, Italia, p. 335). Teniendo ello en cuenta, pasaré a tratar los agravios que ensaya el recurrente: a) Al ocuparse de la naturaleza de la responsabilidad, denunciando la incorrecta aplicación del art. 1113, 2º párr., 2º ap. del Código Civil, considera que la norma apunta "al riesgo o vicio de la cosa sin hacer referencia al riesgo de actividad ni al riesgo de empresa" (v. fs. 748). Vemos sin embargo, que para la aplicación de dicho precepto la Cámara ha tenido en cuenta globalmente a la demandada como "cosa" productora de contaminación ambiental con lo cual de lege lata resulta viable el encuadre legal elegido doctrina (perfectamente que se viene aceptada elaborando su en aplicación torno al por la derecho ambiental, ver "Responsabilidad civil por daño ambiental" de Jorge Bustamante Alsina en L.L., t. 1994, pág. 1060) criterio amplio que comparto justamente por la naturaleza de la situación estudiada, aún cuando de lege ferenda pueda ser perfectible (ver al respecto la nota al fallo que nos ocupa, de Carlos A. Ghersi, publicada en J.A., 1993-III375). Tampoco alcanza el quejoso a conmover las conclusiones del fallo cuando -subrayando pruebas periciales que le son favorables- insiste en que la actividad que desarrolla "Copetro S.A." no es riesgosa, denunciando absurdo en la apreciación de la prueba pericial y también por la globalización que el a quo ha efectuado de la prueba. Lleva dicho esta Corte que la individualización de la cosa a la que se atribuye la causación del daño, como igualmente la determinación a su respecto de la existencia de "riesgo o vicio" y establecer la relación de causalidad entre el hecho y el daño constituyen cuestiones de hecho, privativas de la instancia extraordinaria e irrevisibles en casación, salvo supuesto de absurdo (Ac. 47.409, sent. del 29-IX-92) y que es facultad de los tribunales de las instancias de mérito seleccionar el material probatorio, dando preeminencia a unas pruebas respecto de otras, y dicho ejercicio, por sí solo, no constituye un supuesto de absurdo. Es necesario demostrar que en dicha selección medió "un error grave y manifiesto", el que no se evidencia por la mera exposición de un criterio discordante (arts. 384, 456, C.P.C.; Ac. 48.970, sent. del 20-IV-93; Ac. 56.485, sent. del 18-X-94; Ac. 57.488, sent. del 5-III-96) y he destacado ya supra qué opinión me merece la particular apreciación que de los hechos y la prueba -en razón del tema tratado- efectuó el a quo. Por ello, tampoco resultan admisibles los embates relativos al informe del doctor Catoggio, que el recurrente confronta con los del Ministerio de Salud, y menos aún los atinentes al absurdo denunciado en punto al tratamiento de la prueba testimonial, no alcanzando a demostrarlo, pese al esfuerzo que realiza al destacar elementos aislados de la prueba que favorecen su postura. Es labor privativa de los jueces de grado la valoración de los testimonios, siempre que no se acredite un error de lógica o la infracción de las normas de la prueba, única posibilidad para que la Corte pueda conocer en esas cuestiones, no bastando para descalificar el fallo la exposición de un criterio distinto al utilizado por el sentenciante (Ac. 33.333, sent. del 9-X-84) y no se afectan las reglas de la sana crítica cuando por motivos razonables se da mayor fe a unos testigos que a otros (Ac. 39.496, en "Acuerdos y Sentencias", 1988-II-374). Tampoco constituye supuesto de absurdo en sí mismo el ejercicio de la facultad legal de los tribunales de las instancias de mérito para seleccionar el material probatorio y dar preeminencia a unas pruebas respecto de otras, así como para apreciar la idoneidad de los testigos (Ac. 54.451, sent. del 10-V-94). b) No alcanza a demostrar el recurrente la inexistencia de daño ni la de relación causal que alega. Tampoco le asiste razón al cuestionar la indemnización. La Cámara tiene por probado el perjuicio que la actividad de Copetro ha provocado o agravado en los menores y claramente lo conceptualiza a fs. 726 vta., con apoyo en los arts. 1068, 1069, 1083 del Código Civil, citando jurisprudencia y agregando expresa mención de los derechos a la vida y a la salud que consagra la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Con respecto cocausación, a la brevitatis relación causa me de causalidad remito a lo y a la dicho al tratar la primera cuestión. Por otra parte, establecer la relación causal adecuada entre el obrar y el daño, así como la cuantificación de los perjuicios constituyen típicas cuestiones de hecho que sólo pueden ser revisadas en esta instancia de casación en el caso de que se demuestre acabadamente que las conclusiones de los sentenciantes son el producto de un razonamiento viciado por el absurdo (Ac. 44.029, sent. del 23-XII-91), circunstancia que no se da en autos. c) Igual suerte han de tener los agravios que se refieren a la condena a no hacer y a la transgresión del art. 2618, que ensaya subsidiariamente, con referencia a la "parcela que aparece como más arbitraria y de mayores consecuencias" (v. fs. 758 vta.) y que se trata del punto 2 de la parte resolutiva de la sentencia en examen. El extenso desarrollo que dedica el quejoso a tales agravios, y que toca punto por punto todos los presupuestos de dicha norma que considera deficientemente tratados, cede también frente a las circunstancias de la causa. Como dije al abordar la segunda cuestión, los presupuestos fueron tratados y con la suficiencia debida, ya que el sustento legal principal de la causa en examen ha sido el art. 1113 del Código Civil, como ya quedara aclarado. Por otro lado, aún cuando hubiese sido relevante para el sub lite la aplicación del art. 2618, esta Corte tiene dicho que el mismo, en su segundo apartado confiere al juez amplias facultades ya que puede disponer la cesación de las molestias, la indemnización de los daños o ambas medidas al mismo tiempo, conforme a la magnitud de las mismas, a la posibilidad de hacerlas cesar o al daño que causen, según las circunstancias del caso. Es decir reparar el daño pretérito e impedir que se siga produciendo (Ac. 36.984, sent. del 24-XI-87 en "Acuerdos y Sentencias", 1987-V-143; Ac. 46.353, sent. del 22-XII-92). El punto en tratamiento ahora, perteneciente a la parte resolutoria de la sentencia en examen y que ordena el "cese de inmediato y para siempre, en la liberación al medio exterior de todo elemento contaminante en sentido amplio, aún cuando fuere sólo en períodos días, horas o minutos aislados, bajo apercibimiento de lo que hubiere lugar por derecho" (v. fs. 730 vta.), es una consecuencia lógica del daño ambiental que la empresa demandada provoca en la zona, y no sólo encuentra apoyo en las normas legales actuadas, sino que simplemente consagra el irreductible principio del derecho: alterum non laedere. Las Constituciones de la Nación y de la Provincia luego de las reformas de 1994 han receptado explícitamente el derecho a un ambiente sano no sólo para las generaciones presentes sino también para las futuras. Considero relevante reiterar -en este punto y a mayor abundamiento- los conceptos que virtiera al votar en las causas Ac. 60.094, "Almada, Hugo Néstor contra Copetro S.A. y otro. Daños y perjuicios"; Ac. 60.251, "Irazu, Margarita contra Copetro S.A. y otro. Daños y perjuicios" y Ac. 60.254, "Klaus, Juan Joaquín contra Copetro S.A. y otro. Daños y perjuicios", con sentencia única de esta misma fecha. Sostuve entonces que en el nuevo marco procesal es papel irrenunciable del juez el que hace a su participación activa con miras a la prevención del daño ambiental, donde debe buscarse "prevenir más que curar" (Cappelletti, "La protección de los intereses colectivos y de grupos...", texto de la conferencia pronunciada en ocasión de la Asamblea General de la Sociedad de Legislación Comparada, publicada en Revista de la Facultad de Derecho, México, núm. 105-106, enero-junio 1971, p. 76). Al respecto opina Morello que: "Acaso lo preventivo de la protección y lo efectivo de la tutela que debe dispensar la jurisdicción sean las notas que en la década actual profundice la evolución de los principios y nuevas fronteras, impulsadas, en la mitad del siglo, por las señeras lecciones de Couture y Calamandrei, primero y, más tarde, intensificadas por el pensamiento de Cappelletti y Trocker. El Movimiento del Acceso a la Justicia confirma el vigor de esa tendencia que se estampa en el art. 15 de la Constitución de Buenos Aires, reformada en 1994: 'La Provincia asegura la tutela judicial continua y efectiva'" e "Interna y externamente contamos con nuevas garantías y, además, que es lo que en verdad significa, que son más efectivas y llevan a cabo -respecto de los ciudadanos- una estimulante tarea docente que contribuye a repensar el derecho, y a un cambio de mentalidad acorde con el panorama de nuestro tiempo" ("Las garantías del proceso justo y el amparo en relación a la efectividad de la tutela judicial"; Revista Jurídica La Ley, ej. del 5-III-96). En el personalísimos libro e "Tutela intereses procesal colectivos", de derechos (LEP Librería Editora Platense SRL; La Plata, 1986) que el autor antes citado escribiera en colaboración con Gabriel A. Stiglitz, refiriéndose conclusión a las medidas 3a. del cap. marcadamente cautelares X, preventivo, se y expresa: operante a guisa "El para de carácter restablecer situaciones de hecho o impedir desde el comienzo el avance de la destrucción o de la polución, saca las medidas cautelares de su quicio tradicional para hacerlas jugar en una función cuya justificación es connatural a situaciones regidas no sólo por el derecho privado sino por el derecho público. Masivas, continuadas, que se proyectan al futuro" (v. pág. 167). A conclusiones similares se llegó en el XI Congreso de Derecho Procesal (La Plata, 1981) donde quedó claro que debe admitirse la procedencia de una acción de cesación preventiva de toda manifestación, que al producir daños, v.gr., al medio ambiente o a la ecología, requiera la enérgica y perentoria neutralización de sus efectos negativos (4ta. conclusión). Para que tengan vigencia estos postulados "...debe concederse a los jueces -y estos deben ejercerlos- mayores poderes deberes... ello implica que los magistrados judiciales deben ejercitar dinámicamente todos los resortes que las leyes les confieren..." (véase, Morello y otros, "La justicia entre dos épocas", Ed. Platense S.R.L., p. 232). Luego, en la misma obra, dicen al tratar el derecho al ambiente como derecho de la personalidad: "De allí el imperativo judiciales para de brindar transformar las tutela sólo no concepciones al derecho subjetivo, y ampliarla a los fenómenos reales de la vida colectiva, típicos de la sociedad moderna, que ponen en escena intereses impersonales y difusos, incuestionablemente dignos de la más enérgica y anticipada protección" y "En este marco, el derecho a vivir en un medio ambiente agradable, viene entendiéndose como una ampliación de la esfera de la personalidad humana. Sucede que si bien el entorno natural se halla formalmente situado fuera del hombre, éste lo siente y defiende como propio, como parte de sí mismo, como un valor interior sobre el que no puede virtud detentar de supervivencia su una relación continua y e bienestar de dominio. íntima humano, En fin, en con la ambiente es conexión el jurídicamente un atributo fundamental de los individuos. Por dicha razón el derecho al ambiente halla ingreso en el ordenamiento jurídico como un derecho de la personalidad, atento inclusive que otros de ellos hoy indiscutidos (como la integridad equilibrio física y ecológico la salud), propicio e se sustentan indispensable en el para el bienestar psico-físico del hombre. Máxime en virtud que la categoría de los derechos personalísimos no configura un elenco cerrado y debe recibir en su seno nuevos intereses surgentes de las transformaciones sociales. Ahora bien, en cuanto los derechos de la personalidad son objeto de concreta tutela jurídica, las limitaciones o restricciones al pleno desarrollo de la persona derivadas de la contaminación ambiental (aún no generando un daño personal y directo a los individuos), son por sí mismas causa de la responsabilidad civil del agente, en cuanto confluyan los presupuestos generales del Derecho de daños" (v. págs. 192/3). He transcripto tales argumentos -que comparto totalmente- pues con líneas precisas y claras resumen la índole de los derechos en juego en el sub lite y la gran amplitud de criterio que merece el tratamiento de los temas del ya indiscutiblemente nacido -y en pleno desarrolloderecho ambiental, que requiere justamente de una participación activa de la judicatura, la que si bien de alguna manera congruencia, preventivo pudiera en acorde afectar definitiva con la se el clásico traduce naturaleza de principio en los un de obrar derechos afectados y a la medida de sus requerimientos. Como sostiene el autor español Luis De la Morena y De la Morena: "Las leyes ecológicas, ni se promulgan ni se derogan, simplemente se descubren y se acatan. Ello coloca necesariamente al Derecho -a todos los Derechos, dada la universalidad del fenómeno- en una posición de dependencia respecto de la Ecología, y a las decisiones que, en aplicación de él, deban tomar gobernantes y juristas bajo el pie forzado de los informes que, en cada caso, emitan los técnicos de turno" (De la Revista de la Administración Pública Nº 94; ene.-abr., 1981, Madrid, "Actividades clasificadas y protección del medio ambiente", pág. 93). También nuestra doctrina, en "La Protección del Ambiente en la reforma de la Constitución Nacional" de Humberto Quiroga Lavié (Revista Jurídica La Ley, ej. del 18-III-96), se ocupa del tema desde el ángulo penal, y considero ilustrativa su inclusión para destacar sus nuevas implicancias. Dice el autor que: "...la referencia a la naturaleza abre, a nuestro juicio, un trascendente debate sobre la definición o contenido del tipo penal ambiental. Porque si el bien jurídico tutelado es no violar las leyes de la naturaleza y éstas no suelen ser conocidas con precisión sino después de haberse producido una afectación concreta, podríamos decir que el postulado de la tipicidad como ley previa puede quedar desplazado de esta materia. Si realmente hay un reenvío de la ley positiva al orden legal de la naturaleza, proceso de y este descubrimiento ordenamiento se y permanente, precisión encuentra en será difícil aplicar los postulados de la tipicidad penal, como ley previa, además, a la hora de disponer una condena. Si la ley natural no está codificada ni escrita, pues se está develando en pericias e investigaciones de impacto abiertas a la investigación ¿Cómo se compagina el principio de la tipicidad con esta realidad natural que verificamos fácilmente?" (al analizar la segunda parte del art. 41 de la Const. nac.). Por ello, mutatis mutandi, vemos que no sólo en el campo del derecho procesal civil se abren redefiniciones del pleito y del papel del juez frente a las nuevas realidades circundantes. Acudiendo otra vez a Morello y Stiglitz, aunque esta vez en "Responsabilidad civil y prevención de daños. Los intereses difusos y el compromiso social de la justicia" (nota a fallo L.L., 1987-D-364) al referirse a la medida preventiva instancia embargo, del que tomada fallo ese que proceder por el comentan, de juzgador dicen: carácter de primera "Creemos, propio de sin órgano jurisdiccional y sabor cautelar por su rol preventivo, en consonancia con la responsabilidad social que le incumbe, corporizándose en mandatos positivos a las partes y a los funcionarios públicos, era el más idóneo. Que no podía ser reemplazado por otras vías, salvo cruzarse de brazos hasta que aconteciera otro daño irreparable similar, que hubiera provocado la promoción de otra acción resarcitoria, dispendio de actividad y resultado social insolidario, con la consecuencia de volver a condenar a un resarcimiento de daños causados, que debieron evitarse. El juez actuó así perfectamente: previsiones destinadas reparó útiles a evitar la lesión de acuerdo que se presente a y las siguieran dispuso las circunstancias, produciendo en el futuro" y "Desde este enclave no hay, pues, quiebra alguna del principio de congruencia, toda vez que lo que venimos analizando responde a otros registros que es frecuente converjan en un caso judicial: poderes inherentes al juez que respaldan su actuación en la armoniosa aplicación de todo el ordenamiento, y que, con responsabilidad social, le impele a ejercer activamente. Despliega así un régimen de obligaciones procesales y fijación de competencias y prestaciones activas a cargo de una o varias de las partes, de terceros fuertes o de tintes de funcionarios carácter públicos. preventivo, Que revisten cautelar, de urgencia e inciden, por consiguiente, en el objeto (cosa o bien de la vida) o contenido del litigio determinante. Y no valen sólo inter partes sino que, con amplitud subjetiva necesaria, cubren indeterminados o la finalidad potencialmente de prevenir colectivos, frente daños a la amenaza cierta (incomprobada) de una causa productora de daños. Que ni el juez ni la sociedad deben recorrer el riesgo de que acontezcan si, jurídicamente, son y pueden (deben) ser evitados". Tener por comprobado el daño indemnizable sufrido por los menores de autos refuerza aún más la idoneidad de la medida dispuesta por el a quo, el que en modo alguno incurre en demasía decisoria y debo agregar que -pese a lo que sostiene el recurrente- dicha medida se refiere al "cese de la liberación de todo elemento contaminante en sentido amplio", y cumplirla no necesariamente significa el cese de la actividad productiva de la empresa, sino simple y razonablemente "no contaminar", lo que entraña, desde otro ángulo, un mandato preventivo. Por último, considerando el enfoque dado a esta causa, carecen de relevancia los agravios vertidos con referencia a la ley provincial 7229 y su reglamentación y a la ley nacional existencia del potencialidad 20.784, daño, que frente por un Copetro a lado S.A. la y evidencia por el encierra de la otro la para la contaminación futura de la zona, no encontrando violación alguna a los preceptos constitucionales que también menciona el recurrente. Por todo lo expuesto propongo rechazar el recurso intentado, por lo que doy mi voto por la negativa. Los señores jueces doctores Pisano, Laborde y Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Hitters, votaron la tercera cuestión también por la negativa. A la misma tercera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: 1. Adhiero al voto del distinguido colega preopinante doctor Hitters. 2. Como quedó expresado por quien me precediera con su voto en este decisorio, no le asiste razón al recurrente en ninguno de sus cuestionamientos. 3. De la sentencia única de esta misma fecha, recaída contra en las causas Copetro S.A. Ac. y 60.094, otro. "Almada, Daños y Hugo Néstor perjuicios"; Ac. 60.251, "Irazu, Margarita contra Copetro S.A. y otro. Daños y perjuicios" y Ac. 60.254, "Klaus, Juan Joaquín contra Copetro S.A. y otro. Daños y perjuicios", transcribo, en lo que interesa destacar para el sub lite y a mayor Gabriela García abundamiento, los siguientes párrafos: En un reciente trabajo señala Minella "que con la reforma constitucional se genera una concepción a partir de la cual el hombre es parte del medio ambiente y por lo tanto se concibe la posibilidad de prevenir y resarcir el daño ambiental -independientemente de la afección individual-". En este caso la Constitución nacional define un nuevo y particular modo de daño. Entendemos siguiendo a Gustavo de Santis (La protección constitucional del ambiente. La legitimación del art. 43 de la Constitución nacional después de la reforma, L.L., 23VIII-1995, pág. 1), que el daño ambiental goza de algunas particularidades respecto del daño normativizado por nuestro Código Civil (art. 1068, C.C.). Conforme ello, las reglas para su reparación no podrán equipararse a las que otorgan protección a los derechos subjetivos, simplemente porque este tipo de daño puede conculcar además otro tipo de prerrogativas, constituyente que han sido bautizadas de 1994 como reformador por el "derechos de incidencia colectiva" ("Daños por contaminación ambiental urbana e inmisiones materiales") (E.D., diario Nº 9454 del 3-III-98). Pero esta dualidad no resulta en absoluto excluyente, sino por el contrario acumulativa. El individuo ostenta forma un interés parte de pertenencia propio, otro difusa, y interés si se por añadidura, distinto, quiere, pero conforma colectivo, que o de también le confiere legitimación para accionar, aunque en este último caso -precisa con acierto Bustamante Alsina- debe tratarse de "un interés estimación valorización razonable subjetiva objetiva del y en y suficiente, accionante, abstracto no sino que hará desde la desde la el juez considerando la posible real afectación del reclamante por su vecindad espacial con el hecho o la circunstancia determinante del interés difuso" ("Derecho Ambiental", Ed. Abeledo-Perrot, 1995, p. 86), notas que sin ninguna duda concurren y han conferido -conforme apreciación de los jueces de grado- suficiente legitimación a los reclamantes de autos. Sin pretender incursionar en la que conceptuamos algo artificiosa difusos o respecto de y abstrusa pertenencia Lorenzetti, distinción difusa Ricardo, y entre colectivos "Reglas de intereses (ver al Solución de Conflictos entre Propiedad y Medio Ambiente", L.L., Nº 37, año LXII del 23-II-98 y Jorge Bustamante Alsina, "El Daño Moral Colectivo es Daño Jurídico Resarcible", L.L., Nº 38, año LXII), prefiriendo acordar por ahora sinonimia a ambas expresiones, diremos con Bustamante Alsina (op. cit.) que "en sentido amplio daño colectivo (sufrido colectivamente) es 'aquél que afecta a varias personas, simultánea o sucesivamente' tal como lo define Leonardo Colombo. Dentro de esta noción cabe la suma de daños individuales, según lo precisa Matilde Zavala Rodríguez. Se trata de daños sufridos por víctimas plurales a raíz de un mismo hecho lesivo", y que como prosigue diciendo el autor mencionado "el daño grupal es calificable como difuso, en el sentido de que el goce del interés se muestra extendido, dilatado; se esparce, propaga o diluye entre los miembros del conjunto, sea que éste se encuentre o no organizado y compacto". La lesionó actividad individualmente de la en demandada, su a la vez que y en sus materialidad afecciones legítimas bienes de los actores, ocasionó un perjuicio cierto al medio ambiente, como patrimonio colectivo o de pertenencia difusa, alterando el equilibrio ecológico como bien de uso común del pueblo y esencial para la calidad de vida (conceptos que trae el art. 225 de la Constitucional del Brasil de 1988, que entendemos de aplicación a nuestra realidad jurídica), y también en este aspecto damnificó al conjunto de la comunidad, de la cual los reclamantes forman parte. La reforma constitucional operada en 1994 en el plano nacional ha conferido a estos intereses emanados de derechos de incidencia colectiva (como los menciona su art. 43, 2º párrafo) o de pertenencia difusa, una explícita protección, legitimando a toda persona afectada para ello, conforme al nuevo texto de los arts. 41 y 43. Prosigue así la firme línea trazada por la doctrina, la jurisprudencia y la corriente constitucional más progresistas, continuada a su vez en las recientemente sancionadas Constituciones provinciales de Córdoba (1987, art. 11), La Rioja (1988, art. 66 párrs. 1º y 3º), Río Negro (1988, art. 85, párr. 2º, sección VII, arts. 84/92), Tierra del Fuego (1991, arts. 54/56), Salta (arts. 30 y 88), Jujuy (art. 22), Formosa (art. 38), Chaco (art. 39), Tucumán (art. 36), San Luis (art. 47), San Juan (art. 58), Chubut (arts. 99/108, 109/11). El art. 41 establece el derecho y deber de todo individuo a gozar de un ambiente sano y deja expresamente sentado que lo fundamental en esta materia es la obligación de recomponer, es decir, retornar las cosas a su estado anterior. El art. 43 reconoce acción de amparo al individuo concretamente concordancia afectado, con lo al defensor establecido en del los pueblo arts. 86 de (en la Constitución nacional y 55 de la Constitución provincial) y a las asociaciones que tengan interés en la protección del medio ambiente. Estas normas, que reconocían antecedentes en la finalidad que informaba leyes nacionales como la 20.284, de preservación protección de de los las recursos aguas y del aire, 24.051, 22.190, sobre de residuos peligrosos, y de la Provincia de Buenos Aires, como la 5965, sobre protección de las fuentes provenientes de cursos de agua, la 11.469, que crea el Instituto Provincial del Medio Ambiente y la 11.459, relativa a las industrias instaladas y a instalarse, fueron seguidas en este último ámbito por la sanción de leyes tales como la 11.720 sobre residuos especiales 24.051), y la (en 11.723 coincidencia (sobre con medio la nacional ambiente) habiendo recibido expresa aplicación en precedentes emanados de la C.N.Fed. Contencioso Administrativo, Sala III ("Schroeder, Juan c. Estado nacional - Secretaría de Recursos Naturales") 8-IX-94, L.L., 1994-E-92.711) y de la Cámara Primera Civil y Comercial de La Plata, Sala III ("Sagarduy Alberto", 15-XI-94, La Ley, Buenos Aires -1995- p. 935 y ss.). Por el primero de estos pronunciamientos se reconoció legitimación interponer convocado amparo para instalación residuos activa y la al con vecino de relación a selección operación peligrosos. En de de una un localidad concurso proyectos plantas "Sagarduy", de por de para público inversión, tratamiento su parte, de se estableció que "la pretensión de cese del daño ambiental expresa al lado del interés individual que la impulsa, el del sujeto interés titular colectivo e y instrumentador difuso, el que de la poseen acción, todos un los integrantes de la comunidad aledaña a la empresa en la salubridad del medio ambiente que se dice contaminado por ella, sin cuya tutela y amparo no puede lograrse la de aquel interés particular que no es más que un fragmento o porción del mismo interés supraindividual referido". Abrevando en ese pensamiento, tuve oportunidad de pronunciarme como Juez de primera instancia autorizando a un ciudadano peticionar -el en Intendente defensa de Municipal derechos a de la su sazón- para comunidad que podían verse transgredidos, estimando que el interés social de su presentación los tornaba dignos de ser atendidos (in re "Municipalidad de General Pueyrredón, s/Medida Cautelar", Juzg. Fed. Nº 2 Civ. y Com. de Mar del Plata, mayo 14/1991, E.D., 144-662, con comentario aprobatorio de Germán J. Bidart Campos). Esa legitimación existía ya por entonces, aún sin norma específica que la consagrara (a diferencia de lo que ocurre con la acción popular o acción civil pública brasileña, las class actions del derecho anglosajón, o de sistemas legales específicos, como ocurre en Francia y Alemania, conf. Bidart Campos, Germán José, Comentario al fallo de la C.Nac.Civ., Sala K, de febrero 28/1991, en E.D., 142-666), con sustento en el art. 33 de la Constitución nacional. Inspirada en la misma concepción y concordando con el texto de la Carta Magna nacional, la de nuestra Provincia ha incorporado también en 1994 los arts. 28 y 20 inc. 2º. Por habitantes de el primero la Provincia de ellos "el se derecho asegura a a de gozar los un ambiente sano... en su provecho y en el de generaciones futuras" (1er. párr.); garantizándose igualmente el derecho "a participar en la defensa del ambiente, de los recursos naturales y culturales" (3er. párr. in fine). Mediante el inc. 2º del art. 20 se otorga la garantía de Amparo "cuando por cualquier acto, hecho, decisión u omisión, proveniente de autoridad pública o de persona privada, se lesione o amenace en forma actual o inminente con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, el ejercicio de los derechos constitucionales individuales y colectivos". El fallo recurrido en este aspecto no ha hecho pues, sino aplicar expresas directivas constitucionales, y ratificar una corriente de pensamiento recogida ya desde antes por la legislación y la jurisprudencia. Una exhibe el prevención de actual o las más relevantes derecho evitación de de daños los características es su finalidad entuertos que que de puedan generarse. Las celebradas en IX Jornadas Mar del Nacionales Plata en de 1993 Derecho habían Civil tenido oportunidad de concluir de lege lata que "el derecho a la preservación del medio ambiente es una de las garantías implícitas en nuestra Constitución nacional", que "la legitimación para hacer efectiva la garantía constitucional de la preservación del medio ambiente corresponde a cada uno de los miembros de la comunidad" y que en cuanto al objeto de la acción "según el caso podrá solicitarse la prevención del daño, su cesación o su reparación" (conclusiones 1ª, 3ª y 5ª respectivamente, Comisión Nº 2 'Derecho a la preservación del medio ambiente, responsabilidad por daño ecológico'). Desde señalado esta el ámbito función de doctrinario prevención y también se ha evitación de los daños como una de las modernas orientaciones que se vienen imponiendo en el estudio del derecho que se ocupa de ellos (vid al respecto el trabajo de la distinguida profesora marplatense Graciela Nora Messina de Estrella Gutiérrez: "La Responsabilidad Civil en la Era Tecnológica, Tendencias y Perspectivas", Ed. Abeledo Perrot, Bs.As. 1989). Se ha dicho así que el derecho a la previsión de los daños encuentra fundamento normativo en los principios vigentes de la Constitución nacional (a fortiori añadimos nosotros desde que tuvo lugar la Reforma de 1994) y justificativo específico y concreto en los arts. 911 y 2499 2ª parte del Código Civil y 623 bis del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. El tema se trató en el encuentro que tuvo lugar el 28 de setiembre de 1987, organizado por la Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata, que recomendó otorgar legitimación procesal, entre otros, a los particulares para defender los intereses difusos, y actividad dañosa al la facultad medio de hacer ambiente a cesar los toda órganos jurisdiccionales. Posteriormente Bonaerenses de Derecho en las Civil, Terceras Comercial Jornadas y Procesal celebradas en Junín en 1988 se enfatizó la necesidad del reconocimiento de los intereses difusos (comentario B II-10 de lege ferendae), y se propició la previsión de los daños por la vía judicial (pto. II 9). Desde otro ámbito, por cierto trascendente, la Comisión Económica Europea en sus "Directivas" tendientes a la protección del consumidor y del medio ambiente puso en marcha un concepto distinto del derecho de daños, al acudir primero a la prevención y cesación antes que a la reparación (aut. y op. cit., págs. 211/212). Morello-Stiglitz, al referirse a las funciones del control jurisdiccional en la evitación de los daños, entienden que "la procedencia del remedio preventivo deviene incuestionable cuando se trata de contrarrestar los efectos lesivos determinada que actividad ya ha comenzado con el fin de a originar paralizar el una daño, deteniendo su desarrollo. Tiene por objeto el daño todavía no provocado pero que podría ser posteriormente causado si la actividad prosiguiera; o actúa después que el daño ha empezado a ocasionarse para combatirlo obstaculizando su producción, atacándolo en su causa, en su raíz" (Morello Augusto Mario-Stiglitz Gabriel A., "Responsabilidad Civil y Prevención de daños. Los intereses difusos y el compromiso social de la Justicia", L.L., 1987-D-364, donde comentan un fallo de la Cám. Apel. de Morón, Sala II, in re "Altamirano Elsa c/ Cerámica San Martín S.A." y la sentencia de primera instancia que, señalan estos fecundos autores "transita el camino abierto por el Dr. Gualberto Sosa que ordenaba oficiosamente la adopción de medidas adecuadas para hacer cesar los daños derivados de las actividades industriales degradantes del medio ambiente" (cit. por Messina de Estrella Gutiérrez, op. cit., págs. 212/13). Atilio Aníbal Alterini, Roberto M. López Cabana, Ricardo Luis Lorenzetti y Silvia Y. Tanzi reseñan en una medulosa ponencia otros precedentes significativos al respecto con referencia específica al daño ambiental: En principio, la Constitución nacional con los preceptos que consagra el art. 41 introducido por la reforma de 1994 "en su primera parte, y por ello con el máximo valor normativo (conf. art. 75 inc. 22)". El Tratado de Asunción, fundacional del Mercosur, que en su Preámbulo impone "la preservación del medio ambiente". La Declaración de Río de Janeiro sobre desarrollo sostenible emitida por la C.N.U.M.A.D. (principio 4) como consecuencia de la aprobación de la Carta de la Tierra, por parte de 60 países dentro del ámbito de las Naciones Unidas, para ser firmada el 14 de junio de 1992. En el principio 15 contempla la prevención: "Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente capacidades. el criterio Cuando de haya precaución peligro conforme de daño a grave sus o irreversible, la falta de una certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costes para impedir la degradación del medio ambiente". Arriban los autores a la conclusión de que "en teoría general, la prevención del daño plantea un problema de tutela preventiva tendiente a impedir la realización posible de los daños, ya que, cualquiera sea su fuente, deben ser evitados", como asimismo que "cuando se trata de la protección de los intereses difusos, el seguro y el acceso a la justicia, la tutela inhibitoria adquiere una especial significación y por ello 'ante el menoscabo, actual o potencial, a intereses difusos, es proponible una pretensión cautelar o principal, tendiente a hacerlo cesar o a evitarlo'" (conf. I Congreso Internacional de Derecho de Daños, Buenos Aires, 1989) (parágrafos VIII, III y IV, XV Jornadas Octubre de Nacionales 1995, Mar de Derecho del Plata, Civil, 26 al Conclusiones 28 de de las Ponencias, publicación de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata). En la legislación nacional esta tutela anticipatoria se materializa a través del art. 2499 del Código Civil reformado por la ley 17.711, que establece que quien tema que de un edificio u otra cosa pueda sobrevenir un daño para sus bienes puede pedir al juez cautele esa posible situación, como asimismo del art. 623 bis del Código ritual, que se ocupa de la forma de materializar esta "denuncia de daño temido" y del trámite consecuente. Se trata de normas de marcado carácter preventivo, que constituyen importantes instrumentos a ese fin, siendo destacable que las mismas no requieren la calidad de vecino para habilitar la petición. También se ha recurrido a los fines de precaver la producción funcionalidad imposición de de este tipo de disuasiva para futuras montos daños, indemnizatorios con ostensible conductas, elevados a la (Tal lo resuelto en el recordado caso "Sagarduy" por la Sala III de la Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de La Plata). Sin embargo, potenciales resultar esta peculiar damnificadores harto dispendiosa, manera que no su de advertir actitud puede estar les a los puede exenta de razonabilidad, como marcó el tribunal que integró en el fallo "Tapera Arteche S.C.A. c/ Municipalidad de Magdalena" (L.L., Buenos Aires, 1996-772 y ss., con comentario del doctor Eduardo Luis Tinant), frente a la actividad depredadora consistente en extraer conchilla de la ribera. Completamos estos antecedentes con la recomendación formulada por el 5º Congreso Internacional de Derecho de Daños (ver Diario L.L., actualidad del 14-VII97, pág. 4), a través de su comisión nº 4 ("Mercosur. Los derechos ambientales. peligrosos", Represas - importancia bajo El la las industrial presidencia Argentina) de impacto en estos acciones del Dr. términos: preventivas y residuos Félix Trigo "Remarcar en el la daño ambiental especialmente a cargo del Estado, dirigidas a evitar, reducir o minimizar sus riesgos, a través de normas que regulen la actividad industrial y la implementación de un control eficaz". Expresa sobre el tema García que en Minella el en caso su referido "Moro, Carlos trabajo E. c/ Municipalidad de Paraná", del fallo de la instancia surge que: "A los fines de que la prevención del medio ambiente no sea una fórmula meramente declarativa, la Constitución nacional se anticipa y constitucionaliza el llamado daño ambiental y la obligación consecuente, categorizando una nueva categoría de daños que obligan a recomponer lo ocasionado". (op. cit., nota 16). Asignamos a la prevención en este terreno una importancia superior a la que tiene otorgada en otros ámbitos, ya que la agresión al medio ambiente se manifiesta en hechos que provocan por su mera consumación un deterioro cierto e irreversible de tal modo que permitir su avance y prosecución importa una degradación calidad vida los seres de de perceptible humanos, por lo de la que su cesación se revela como una medida impostergable. En otros términos, el bien ambiental es, a diferencia de otros bienes, esencialmente limitado, y su consumo irreparable en cuanto cada vez imposibilidad reemplazo, persistir de al con un de con la obviamente negativa en ello advierte e muchos irracional- consecuente que se continuo preverse utilización inminente, nitidez reiterado, punto una mayor su repercusión conlleva la inmediato casos -de agotamiento directa respecto y de la mantener la calidad de vida humana. Se ha sostenido que alcanzar y calidad de vida humana es el objetivo fundamental de la normativa ambiental (conf. Lily R. Flah y Miriamásmayevsky, "La regulación procesal en el derecho ambiental americano" L.L., 1993-E-935; Graciela Messina de Estrella Gutiérrez, (op. cit.) a la vez que aquélla se ha constituido en una especie de complemento necesario del hábitat, expresando la voluntad de búsqueda de cualidades vivenciales más allá de lo cuantitativo, que es el nivel de vida (Bustamante Alsina, "El Daño Moral Colectivo..."), conceptualizándose como comprensiva del conjunto de cosas y circunstancias que rodean y condicionan la vida del hombre (Bustamante Alsina, Responsabilidad civil por daño ambiental, L.L., 1994-C- 1052). Atendiendo precisamente a estas características de la materia en juego señala con precisión Peyrano que "la tutela del medio ambiente, patrimonio de todos, justifica soluciones expeditivas, usualmente extrañas a los tiempos que suele tomarse la Justicia" ya que como el mismo autor colige "lo cierto es que el deterioro ambiental progresa de modo casi aparecen exponencial como "interpretar esta y las inapropiadas ampliamente materia no debe soluciones para las tradicionales detenerlo", atribuciones entenderse como por lo que judiciales una en indebida limitación a las libertades individuales", pues "como con justeza se ha interpretado (trae una cita de Valls, Mario F. 'Instrumentos Jurídicos para una política ambiental' J.A., 1996-IV-955) 'no hay libertad para dañar el ambiente ajeno ni para restringir la libertad que tiene todo individuo de usar y gozar del ambiente". Concluye, por lo expuesto, que "la importancia de la preservación y defensa del medio ambiente justifica un cierto grado de transgresión de normativas que no se ha adaptado a la realidad" (Peyrano, Guillermo F.; El cumplimiento efectivo de la sentencia ambiental, J.A., Revista del 17-XII-97, Nº 6068, p. 37). El ser humano es la figura basilar en un medio ambiente social, conformado que le por presta su las adyacente natural condiciones físico esenciales y para alcanzar un desarrollo pleno. Todo acontecer que altere esos factores desequilibrándolos produce menoscabo en uno de sus derechos fundamentales, lo que aparece agravado cuando la disminución de la función biótica se proyecta no ya sobre un ser humano, sino sobre un conjunto de ellos. Por cierto inevitable que en esta razón de derivación las notas resulta de virtualmente comunicabilidad e indivisibilidad que visceralmente caracterizan aquel medio. Por ello cualquier actividad susceptible de empobrecer sustancialmente la calidad de vida de cualquier persona o comunidad debe ser en primer lugar prevenida o disuadida. Si ya hubiere comenzado a generar el daño, habrá de cesar, agravio sin perjuicio irrogado, perjudica el de medio de acuerdo ambiente la al reparación principio debe integral de resarcir, del que quien pero quien resarce no por ello puede seguir produciendo el perjuicio. En esto no sólo va comprometida la salud y el bienestar de quiénes sufren actualmente la ofensa, sino también de las generaciones futuras a las que no puede de ningún modo conculcárseles sus posibilidades vitales. Refiere Eduardo Pablo Jiménez ("Los Derechos Humanos de la Tercera Generación", Ediar, Bs. As., 1997, p. 185) que "la doctrina... al referirse a la tutela medio ambiental, ha dicho que más que de un derecho individual, se trata de un derecho social, cuya reglamentación resulta indispensable para armonizar el derecho a un ambiente sano con el derecho a desarrollar actividades productivas" (con cita de Badeni, Instituciones Gregorio, Políticas", "Reforma constitucional Ad. 1994, Ed. Hoc., e Camps, Enrique y Nolfi, Luis: "La recepción constitucional de la protección al medio ambiente: operatividad y eficacia" E.D., diario del 21-V-96). Coincidimos en que la significación social del medio ambiente prevalece sobre la prerrogativa individual atinente al mismo, agregando por nuestra parte que ésta — lejos de tener un alcance absoluto- deberá ejercerse de conformidad con las leyes que la reglamentan -en la preceptiva del art. 14 de la Constitución nacional- o en sentido lato funcionalmente, evitando su utilización abusiva. Pero si bien es cierto que no puede concebirse una actuación de la potestad particular divorciada de la necesaria función social que le adjudica su funcionamiento en un espacio que presenta esta última impronta, lo cierto es que por su naturaleza difícilmente puede imaginársela escindida del interés colectivo siendo por el contrario habitualmente debe confluentes. orientarse solidarismo, que La decididamente ha fundado actividad bajo la avances en esta materia perspectiva del doctrinarios y legislativos tan importantes en el derecho civil como son el reconocimiento de los principios de la buena fe y el abuso del derecho, que entre nosotros tuvieron soberbia manifestación en la reforma operada por la ley 17.711 y constituyeron la avanzada más fecunda en la transformación de un ordenamiento por entonces ávido de ser aggiornado. Solidarismo que -como dijera Bidart Campos- "sólo puede, pues, significar una posición que, articulando al hombre con la sociedad, supone al derecho como hecho social emplazado en la vida individual. O, en otros términos, que el derecho existe `por' el hombre, `con' el hombre y `para' el hombre, en cuanto este hombre convive en una estructura social políticamente organizada". Exponiendo una tesis solidarista, Joaquín Azpiazu asocia en un principio básico de ella, el fin personal de la vida social y el fin social de la vida personal (El Estado Corporativo, Madrid, 1940, p. 57) o como dice Sánchez Agesta, el bien común da a la persona una nueva especificación como bien de la persona en la vida social (Principios de teoría política, p. 47). Sin el último -el fin social- estaríamos en el individualismo; pero sin el primero, ignoraríamos el valor eminente del hombre y nos plegaríamos a cualquier "ismo" denigrante — colectivismo, Campos, totalitarismo, "Individualismo y etc.- (Germán Solidarismo", en J. Bidart "Estudios de Derecho Civil en Homenaje a Héctor Lafaille", Ed. Depalma Bs. As. 1968, p. 97). Y que, como prosigue diciendo el mismo autor más adelante "nos guía a pensar la obligación de reparación no solamente como efecto de la responsabilidad por un hecho ilícito, sino como resultado de la solidaridad social (que eso es, a la postre, lo que se deriva del principio: `quien goza el commodum debe sufrir el periculum correlativo')" "Tributo, al fin que se paga a la comunidad por las ventajas que al hombre le reporta la convivencia, y con la convivencia, el progreso técnico, el trabajo ajeno prestado en su favor, los recursos del maquinismo, del transporte, etc. No se pueden asumir las facilidades sin los riesgos... la responsabilidad acusa también el impacto de eso que aun con nombre impreciso y hasta dudoso, llamamos solidarismo" (id. id., p. 106). Precisamente la admisión del abuso del derecho en nuestro sistema civilista nos lleva de la mano a una de sus más fecundas aplicaciones consagrada a través del art. 2618 del Código Civil, referida a la exigencia de que se haga un uso regular de la propiedad. Esta disposición, inspirada en el art. 844 del Código Civil Italiano, que a su vez abrevó en las aguas de sus similares alemán (art. 906) y suizo (art. 684), presenta relevantes aristas que fueron tenidas en cuenta en la situación de autos (fs. 2707/2708). Siguiendo a Borda, indiscutido mentor de aquella progresista reforma diremos que en principio, la enumeración que trae el artículo es meramente enunciativa, pudiendo los jueces añadir cualquier otra molestia de cualquier naturaleza, en tanto exceda de lo razonable aunque se pretenda calificarla de tolerable. La molestia debe suprimirse o atenuarse independientemente de la culpa del vecino, sin que la acción quede trabada por la circunstancia autorización de que la administrativa. actividad El juez cuente tiene con amplias facultades para ordenar el cese, incluso poniendo fin a la actividad molesta. También puede -en la sentencia- fijar cuáles han de ser las medidas a adoptarse. Los criterios de exigencias de la producción y de prioridad del uso no revisten autonomía, siendo complementarios, pudiendo operar la supresión por más que el vecino se haya instalado cerca del foco productor de las molestias cuando el mismo ya existía. La decisión que se adopte respecto de la entidad de las molestias escapa al recurso de casación, según tienen decidido los tribunales italianos (Borda, Guillermo A., "La Reforma de 1968 al Código Civil", Ed. Perrot, Bs. As., 1971, Nº 270/273, págs. 380/384). Por los argumentos desarrollados y los que surgen del voto al que antes adherí, me pronuncio en consecuencia por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo conformidad General recursos con expuesto con lo en el acuerdo dictaminado respecto al extraordinarios de por que el nulidad, interpuestos; antecede, señor se con de Procurador rechazan costas los (arts. 289 y 298, C.P.C.C.). El depósito previo efectuado queda perdido para el recurrente (art. 294, C.P.C.C.), debiendo el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por el art. 2º de la Resolución 760/68, modificado por la Resolución conformidad con la Resolución 1993/94. Notifíquese y devuélvase. 868/77 y de