A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 24 de mayo de 2006, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores de Lázzari, Roncoroni, Pettigiani, Negri, Soria, Hitters, Genoud, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa Ac. 83.432, "L. , C. y otros contra O.S.S.E. Obras Sanitarias Sociedad de Estado y otro. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Sala I de la Cámara Primera de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mar del Plata revocó la sentencia de primera instancia que había rechazado la demanda, admitiéndola contra Obras Sanitarias Sociedad del Estado. Se interpusieron, O.S.S.E., sendos por la recursos actora y la codemandada extraordinarios de inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las siguientes C U E S T I O N E S 1ª) ¿Es fundado el recurso inaplicabilidad de ley de fs. 513/527? extraordinario de En su caso: 2ª) ¿Lo es el de fs. 502/510? V O T A C I O N A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: I. La Cámara revocó la sentencia de primera instancia que había rechazado la pretensión. Consecuentemente hizo lugar a la acción contra Obras Sanitarias Mar del Plata S.E., admitiendo -en cambio- la defensa de falta de legitimación pasiva opuesta por la codemandada Bacciadone. Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en que: La pericia en lo que hace a la mecánica del hecho debió concluir en su afirmación de que no era posible (ante la falta de elementos de juicio) dilucidar si la moto había golpeado contra circundaban velocidad el de una pozo, la gran piedra como moto, o tampoco resultando varias lo era que de las calcular las que la restantes opiniones vertidas por el experto no pasan del plano de lo conjetural (v. fs. 492/492 vta.). Dice, además, que no puede fundarse la conclusión de la sentencia en la experiencia personal (v. fs. 493/493 vta.). Sostiene que la opinión más autorizada, acerca de las características del choque y las causas del mismo, es la vertida en la causa penal por el Oficial Pereira, por lo que es posible presumir que la causa del accidente fue la falta de señalización de la obra y los trozos de asfalto a su alrededor, que obraron a la sazón como cosas altamente riesgosas por la forma en que fueron dejadas y que aumentó en medida extrema su peligrosidad (v. fs. 494/494 vta.). Por otra parte, agrega, son los propios actores los que reconocen que, en ocasión del accidente, marchaban a una velocidad de 30 ó 40 km/h, que excede la máxima permitida para cruces urbanos (que debe ser de 20 km/h), colaborando tal infracción aunque en mínima proporción -10%- en la producción del hecho dañoso (v. fs. 495). II. Contra esta decisión se alza la codemandada Obras Sanitarias Mar del Plata S.E., denunciando la conculcación de los arts. 503, 1197, 1113 del Código Civil; 34, 163 incs. 5 y 6, 164, 345, 354, 375, 384 y 474 del Código Procesal Civil y Comercial, de las reglas de la sana crítica. Denuncia la existencia de absurdo en el pronunciamiento. Expresa que se ha producido una ruptura en la cadena lógica de la sentencia al tratar en los considerandos factores de concausalidad que luego son ignorados para la atribución de responsabilidad. Lo expresado por el perito fue una conclusión contundente respecto de dos elementos: la existencia de cunetas y la deficiente iluminación del lugar, las que obligaban a una reducción de velocidad. Si debía existir una señalización que anticipara la reducción de velocidad para evitar la desestabilización como producto del traspaso de dicha cuneta, Obras Sanitarias no tiene ninguna jurisdicción sobre ello (v. fs. 516 vta./517). Aduce tienen también incidencia que, si causal bien la decisiva Cámara la reconoce presencia que de una cuneta en el cruce de las calles Peña y Mendoza, la mala iluminación pública del lugar, la velocidad del conductor de la motocicleta, la falta de señalización del pozo atribuido al trabajo de Obras Sanitarias, la falta de casco del actor L. , etc., al momento de atribuir responsabilidad por las consecuencias del hecho, hace recaer la misma exclusivamente sobre dos factores: el pozo y la velocidad a la que circulaban contradicción las víctimas, palmaria entre resultando los de ello considerandos y una el resultado de la sentencia (v. fs.517/518). Luego, sostiene que existe absurdo al otorgar al acta policial obrante fundamental, en obviando la a causa las penal carácter restantes, de prueba especialmente el dictamen pericial, siendo que la opinión mas autorizada -la del Oficial Policial- manifestaciones se efectuadas limita por a una terceras transcripción de personas no que testimoniaron en el expediente, y que el mismo no presenció tampoco el accidente (v. fs. 518/520 vta.). Los elementos probatorios ignorados por el sentenciante son, precisamente, los que permiten explicar las razones para suponer que fue la incidencia de la cuneta, la velocidad y la falta de iluminación las que llevaron a que la moto pueda haber volado, perdido totalmente la estabilidad y estrellado, toda vez que el pozo nunca fue embestido por los actores (v. fs. 521/522 vta.). A saber: el texto completo del acta policial del Oficial Pereira, sumada a la opinión experta en la materia (el dictamen del Perito Ingeniero Mecánico) y el reconocimiento de los propios actores en sus declaraciones confesionales, responsabilidad llevan de a la concluir recurrente en la (v. inexistencia fs. 522 de vta./523 vta.). Agrega (ahora responsabilidad de quejándose la por contratista) la que eximición también de existe absurdo al apreciar la prueba documental que acredita la obligación asumida por la empresa codemandada, toda vez que una cosa es la obligación de efectuar el bacheo, la que se inicia a las 24 hs. de efectuada la orden de trabajo de O.S.S.E. y otra muy distinta la asunción de responsabilidad que efectuó, debiendo esta última cumplir con las responsabilidades emergentes por los daños y perjuicios que se produjesen y velar por la seguridad propia y de terceros a partir de la hora siguiente a la notificación de la Orden de Trabajo, debiendo consecuentemente Bacciadone correr la misma suerte que la contratante. III. El impugnante O.S.S.E. se agravia tanto del acogimiento de la excepción de falta de legitimación pasiva opuesta por la codemandada Bacciadone, como del progreso de la pretensión incoada en su contra. En juzgado primer en postergando lugar, torno lo a ingresaré la relativo al atribución a la tratamiento de defensa de lo responsabilidad, opuesta por la contratista, que será analizada al momento de examinar el recurso de la parte actora, toda vez que ambas coinciden en su queja en ese punto. Debo liminarmente señalar que el impugnante basa su recurso en la controversia sobre una típica cuestión de hecho, como es la incidencia del comportamiento de la víctima en la causación del daño, y -pese al esfuerzo que realiza- no logra acreditar que la conclusión de la Cámara, que atribuye a la conducta del conductor de la moto un 10% de incidencia en la ocurrencia del hecho, haya sido fruto de un razonamiento viciado de absurdo. En tal sentido, las propias conclusiones del perito ingeniero mecánico señalan (a fs. 314 vta.) que "... No hay evidencias para dilucidar si la motocicleta golpeo (sic) contra una gran piedra que hizo saltar a la misma y por ende despedir a los pasajeros hacia adelante producto de la inercia que conservaban, o en cambio si la motocicleta golpea contra las piedras que circundaban el pozo, se desestabiliza y se arrastra por la acera hasta detenerse unos metros detrás de la bocacalle...". A ello aduna que "La inexistencia de huellas de freanada (sic) por sí solas no indican que el vehículo no haya intentado frenar y es probable que indique que su velocidad de circulación no era exagerada (mayor a 60 km/hora). Tener en cuenta que por su bajo peso las motos suelen no dejar huellas de frenado..." (v. fs. 317). También ha expresado que "... Se estima, que circulando con precaución, con su luz encendida y reduciendo la velocidad por la presencia de la cuneta, un conductor puede notar una zona relevante (pozo abierto) no acorde con uniformidad del terreno que uno espera encontrar, pero que puede llegar a no dar tiempo a evitarla (por la mala señalización) iluminación y en caso de y aparentemente una motocicleta falta de perder la estabilidad y caer..." (v. fs. 316 vta.). Agrega asimismo (a fs. 394) que de no haber existido el pozo, aun circulando a una velocidad mayor a 20 km/hora probablemente el conductor hubiera podido controlar la moto sin caer. También dice que: "nada indica en mi informe que la causa de exceso de velocidad fue el único motivo que ocasionó que la moto se accidentara sino una combinación con el pozo que tuvo que sortear luego". Admite que, si el pozo no hubiera estado, es probable que luego de un gran sobresalto al pasar la cuneta (con riesgo para su físico) pudiera continuar su curso sin caerse. Es decir que aun considerando distintas posibilidades de ocurrencia del hecho, dentro de los factores que señala -existencia de la cuneta, velocidad impresa al motociclo y escasa luminosidad en el lugar del hecho- le acuerda un rol preponderante en su acaecimiento a la existencia del pozo y a su material circundante. Pese a lo que alega -contradictoriamente- el quejoso sobre el relativo valor que debe asignarse al informe del Oficial Pereira, el mismo es contundente -al haberse constituido en el lugar de los hechos- respecto de las circunstancias constatadas: "... Se observa entonces el pozo en cuestión, comprobándose que se trata de una obra que correspondería a una boca de la empresa ‘Obras Sanitarias’, para lo cual se ha levantado el asfalto en derredor de dicha boca, habiendose (sic) colocado los trozos de asfalto, a modo de piedras, alrededor del pozo. Se verifica la falta de debida señalización, ya que particularmente no existe en estos momentos señalización lumínica de ningún tipo. El pozo se encuentra cercado con una cinta de nylon, y si bien hay dos tachos (...) se hallan sin fuego encendido..." (v. constancias de la causa penal nº 43.217, fs. 2/4). A ello se suma la particular ubicación del pozo -en el centro de la bocacalle- y la circunstancia de hallarse el mismo rodeado de trozos de pavimento, que evidentemente aumentaron la peligrosidad que en sí mismo tenía (v. fs. 2/4, 15/16, causa penal, informe pericial mecánico citado). La circunstancia de la velocidad desarrollada por la motocicleta -que los propios actores reconocen estaría en el orden de los 30/40 km/h- y la existencia de una cuneta previa al pozo, sumada a la escasa luminosidad del área, fueron valorados por el a quo -aunque el impugnante sostenga lo contrario- y por tal valoración se le atribuyó una incidencia causal del 10%. Entiendo entonces que la conclusión a la que arriba la Cámara -consistente en que el actuar del conductor de la moto interrumpió el vínculo causal adecuado en el porcentaje señalado- no se halla viciada de absurdo. Por todo ello, doy mi voto por la negativa. El señor fundamentos del Juez doctor señor Juez Roncoroni, doctor de por los Lázzari, mismos votó la primera cuestión también por la negativa. A la primera cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: Me permitiré discrepar con la opinión de los distinguidos colegas que me preceen en la votación. El recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley o doctrina legal bajo estudio contiene varios agravios. Entre ellos, la denuncia del vicio de absurdo en el razonamiento de la Cámara al tener por demostrado con grado de certeza los requisitos que determinan la responsabilidad del codemandado en base a las pautas relativas al "riesgo o vicio de la cosa". Concretamente, el quejoso expone los graves cuestionamientos a la tarea axiológica del tribunal a quo que "hacen dudar razonablemente que el pozo haya sido causa del accidente"(fs. 520 vta./523 vta.). Pues bien, en base que hace el probatoria al a análisis quo -y de que la se valoración expondrá a continuación- habré de darle la razón al recurrente en este punto. En fs. 492 la Cámara señala que ante "inexistencia de testigos presenciales" recurrir a trascendencia otros la del medios evaluación hecho resulta probatorios. de los fundamental Adquiere informes así periciales obrantes en la causa. El tribunal descalifica de plano la pericia producida en sede civil como elemento con virtualidad suficiente para sostener una determinada versión fáctica. En fs. 492/493 se vierten los fundamentos de la crítica a ese dictamen donde, por un lado, se señala que en el primer tramo del informe el experto reconoce carecer de elementos de juicio para dar una versión certera de la mecánica del accidente y, por otro, en el segundo segmento se vuelcan "opiniones cambiantes y de tono conjetural" lo cual pone en evidencia "la carencia de fundamento técnico científico apuntada". A continuación (fs. 493/494) se encarga de cuestionar la utilización que hace el juez de primera instancia de conocimientos obtenidos de cotidiana" sólo contravenir no por su "experiencia pautas personal rituales o que hacen al debido proceso sino, además, por ser equívocos en cuanto al contenido de lo afirmado. Se llega de este modo al tramo central del decisorio a los fines de dar respuesta al quejoso. "A mi juicio -se expresa- la opinión más autorizada acerca de las características del choque y las causas del mismo, es la vertida a fs. 1 vta. de la causa penal, agregada en copia auténtica por cuerda" (fs. 494). Anuncia así la Cámara cuál habrá de ser la prueba que entiende decisiva para determinar la existencia de los hechos de los que habrá de derivar la responsabilidad de los sujetos involucrados en el evento dañoso. Pues bien, en mi opinión el acta policial aludida tampoco es suficiente para sustentar la solución arribada. El Oficial Aníbal Pereira no presenció el hecho. Arriba al lugar del accidente a las 2.50 hs. cuando ya el mismo había ocurrido, se había movido la motocicleta de la posición en que quedó luego del impacto e, incluso, se había trasladado a los lesionados en una ambulancia. En el lugar se encontraban otros agentes policiales (Sargento Kloberdanz y Agente Morgandi) quienes tampoco presenciaron el evento y sólo refieren las circunstancias del mismo a partir de haber escuchado el relato de los heridos (fs. 3 de la causa penal agregada). Asimismo, se dejó constancia -como ya se señalara- "que en virtud de la hora, no resulta posible la localización de personas que pudieran haber presenciado los hechos". En suma, el acta sólo refiere dichos de las víctimas (los actores) accidente policiales por en respecto lo que este de las punto la forma en aseveraciones no hacen que de plena ocurrió los fe de el agentes tales circunstancias. De allí que tampoco pueda construirse válidamente la prueba indiciaria a la que se refiere el fallo en fs. 494, ya que la norma que regula este instituto requiere que las presunciones se funden en hechos reales y probados, esto es, acreditados por medios directos (testigos, pericias, reconocimiento judicial, etc.) nada de lo cual -como vimosse da en el sub lite. Puede tenerse por cierto, entonces, que a esa hora de la madrugada del 10 de junio de 1996 dos personas que circulaban en motocicleta sufrieron lesiones derivadas de una caída del rodado y también es cierto que en el lugar existió una cosa riesgosa (pozo abierto en la calle) pero no hay prueba alguna que permita conectar causalmente este objeto con aquel daño. Por el contrario, existen elementos en la causa que podrían ser evaluados justamente en sentido contrario al que sigue el razonamiento del a quo. Entre ellos, el hecho de que sea el Oficial Pereyra quien indique que las dos balizas ubicadas al lado del pozo se encontraban apagadas (fs. 2 vta. de la causa penal agregada). Tal constatación se realiza luego del accidente ("... en este momento encendido...") dichos por lo tachos que no se hallan obra prueba sin de fuego que la señalización se encontrase en el mismo estado al momento de la caída de los motociclistas. También, la circunstancia de que en ese mismo informe se describa la presencia recogida visualmente en las fotografías de fs. 15 y 16 de la causa penal citada- de la existencia de una cinta plástica que cerraba el perímetro del pozo (fs. distancia del cit. de pavimento la causa aun penal) luego a del una cierta hecho, no evidenciándose ni consignándose en ningún caso el hecho de la rotura o caída de la misma que habría provocado el ingreso de la motocicleta en el bache. Asimismo, la circunstancia de existir en el cruce de calles de marras cunetas muy pronunciadas agrega otro factor de riesgo diferente del que constituye la presencia del pozo y que, sumado a la velocidad con la que transitaban los actores, pudo verosímilmente producir el evento dañoso. La presencia y profundidad de las cunetas surgen del informe pericial de fs. 314 vta. donde el experto refiere circunstancias que cayeron bajo sus sentidos al tiempo de realizar la diligencia previa a la redacción del dictamen, no hallando motivos válidos para apartarme de esa descripción. Finalmente, la pericia realizada sobre la motocicleta en que circulaban los actores -si bien harto escueta- no menciona en ningún caso la presencia de rastros o marcas que permitan suponer que las roturas constatadas se deban a que la misma se introdujo dentro de un bache abierto en la calzada (fs. 19 y vta. de la causa penal). Sabido es que cuando la pretensión resarcitoria se sustenta -como responsabilidad en este objetiva, casouno en de las los reglas de la presupuestos esenciales exigidos por el art. 1113 del Código Civil para generar en el dueño o guardián de la cosa la obligación de reparar es que medie relación de causalidad adecuada entre el hecho y el daño producido (conf. causa Ac. 58.351, sent. del 8-VII-1997; Ac. 68.540, sent. del 24-XI-1999, entre otras). Negada la existencia de este nexo esencial como se lo ha hecho en la contestación de la demanda (fs. 69/78) y se lo vuelve a efectuar en este recurso, es carga de la actora arrimar probanzas válidas y suficientes que abonen la efectiva configuración de este presupuesto fáctico de la responsabilidad civil. Carga que, en mi opinión, se ha incumplido. De allí que cuando el a quo afirma con certeza la existencia de la causalidad adecuada entre la intervención de la cosa riesgosa (pozo) y el daño producido incurre en el vicio de manifestado absurdo sobre ya el que del particular confronte con las entre lo constancias objetivas reunidas en el expediente salta a la vista la existencia de conclusiones contradictorias, inconciliables e incongruentes con tales pautas de la causa (conf. causas Ac. 44.355, sent. del 4-VI-1991, Ac. 46.688, sent. del 17-III-1992, Ac. 48.970, sent. del 20-IV-1993, Ac. 53.230, sent. del 13-VI-1995, Ac. 54.434, sent. del 20-II-1996, Ac. 68.540, sent. del 24-XI-1999). Por lo expuesto y con el alcance reseñado, considero que el presente recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley o doctrina legal debe ser acogido favorablemente casándose la sentencia pretensión resarcitoria suficiente de uno de en crisis incoada los por elementos y rechazándose falta de esenciales la prueba de la responsabilidad civil. Voto por la afirmativa. El señor Juez doctor Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votó la primera cuestión también por la negativa. El señor Juez doctor Soria, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votó la primera cuestión también por la afirmativa. Los señores jueces doctores Hitters y Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votaron la primera cuestión también por la negativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor de Lázzari dijo: I. La Cámara, además de revocar la sentencia de primera instancia que había rechazado la demanda, acogió la defensa de falta de legitimación pasiva opuesta por el codemandado Bacciadone. Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en que: Atento lo que surge tanto del pedido de cotización de precios, como de la memoria descriptiva y del informe del arquitecto Melluso, no fueron incumplidas por parte de la codemandada Bacciadone las obligaciones en punto a la señalización y seguridad de las obras (v. fs. 491). Ello puesto que, a tenor de los dichos de la codemandada O.S.S.E., si la comunicación a la contratista se efectuó el día 9 de comenzaba junio 24 de horas 1996, la después, obligación por lo que de esta última al momento del accidente no era responsable del balizamiento y seguridad de la obra. Por eso es que corresponde el acogimiento de la excepción de falta de legitimación opuesta (v. fs. 491/491 vta.). Más adelante, con relación al daño emergente futuro, sin perjuicio de haberse admitido el hecho nuevo denunciado, al no producirse prueba al respecto, ni reclamo alguno de daños que puedan entenderse derivados de las cirugías posteriores a la promoción de la demanda, declara que debe desecharse el rubro (v. fs. 496/496 vta.). Aclara además, que para ser indemnizadas las cicatrices o secuelas como daño estético, deben producir una reducción víctima en o su disminución faz en patrimonial, las posibilidades debiendo de significar la una pérdida en sus ingresos; de lo contrario, sólo puede ser computado como daño moral. Por ello es que tampoco puede progresar lo reclamado en este sentido (v. fs. 496 vta.). II. Contra esta decisión se alza la parte actora alegando la violación de los arts. 970, 1083, 1086, 1069 del Código Civil. Denuncia que se ha producido un apartamiento del régimen de solidaridad, toda vez que resulta absurda la conclusión de la Cámara, según la cual la obligación de Bacciadone comenzaba 24 hs. después de la comunicación que le diera la empresa estatal, puesto que ello no es lo que surge de la documental adjunta a la causa, en la que se establece que la asunción de la responsabilidad se produce una hora después de comunicado el trabajo (v. fs. 505/506). El apoderado contestación de que la las codemandada reconoce comunicaciones eran en su verbales, telefónicas o por fax, y que no se conserva constancias de las mismas, no obligaciones pudiendo asumidas por el las incumplimiento partes de perjudicar las a las víctimas (v. fs. 506/506 vta.). Por otra parte, sostiene que -exclusivamente respecto al coactor L. - decisiva, toda emergente futuro se vez y ha que prescindido la daño Cámara de valorar rechazó estético- que rubros se prueba -daño encuentran debidamente probados (v. fs. 507 vta./508). Aduce que la indemnización por el daño causado debe respetar el principio de la reparación integral prescindiendo el pronunciamiento de pruebas relevantes como las pericias odontológicas y el dictamen del cirujano plástico (v. fs. 508/508 vta.). La Cámara sostiene que, como no se le han efectuado a L. cirugías con posterioridad a la promoción de la demanda, no hay pruebas del daño indemnizable, siendo que esta parte -al iniciar la acción- dejó supeditado el rubro daño emergente futuro a las pericias a practicarse, surgiendo de los dictámenes odontológico, traumatológico y plástico que L. debió ser intervenido quirúrgicamente a efectos de practicársele los respectivos implantes dentarios debido a la deformación permanente del rostro que padece, intervención que no ha podido realizarse por su situación económica (fs. 508 vta./509). Entiende que los gastos para afrontar dicha operación constituyen un exclusivamente mismas típico con experticias el que daño futuro, evento lo vinculado dañoso, que se surgiendo pretende no única y de las es una prestación de mero lujo, sino que tales tratamientos tienen una finalidad claramente curativa (v. fs. 509/509 vta.). Agrega (en cuanto al daño estético) que también se encuentra acreditado, toda vez que de las pericias surge que las lesiones que padece constituyen una deformación permanente del rostro, ya que son estables y consolidadas (fs. 509 vta./510). III. Entiendo que sólo parcialmente le asiste razón al recurrente. A) Anticipo que los agravios vertidos tanto por la accionante como por la demandada O.S.S.E., en relación a la eximición de responsabilidad que se dispusiera a favor de Carlos Bacciadone, no pueden tener favorable acogida. Empecemos por advertir que los actores han demandado a Bacciadone arguyendo que tenía a su cargo la señalización y balizamiento del pozo. Ahora, en su recurso, y ante lo confuso de la documentación aportada relativa a la relación entre ambos demandados, sostienen que la sentencia debe alcanzar a aquél en función del régimen de la solidaridad, sin que puedan oponérseles las particularidades del régimen de contratación. Adelanto que no encuentro debidamente probado que -al momento en que ocurrió el hecho- la obra estuviera a cargo del codemandado Bacciadone, o que éste fuera el guardián de la cosa riesgosa, como para extender solidariamente la responsabilidad hallada en la empresa O.S.S.E. Veamos: conforme surge del instrumento glosado a fs. 40, la empresa contratista (Bacciadone) debía hacerse cargo de los baches a partir de las 24 horas de haber recibido la orden de prestación de servicios (esto está ratificado en las copias glosadas a fs. 41). Sin embargo, en la llamada ‘Memoria descriptiva’ se establece que una hora después de notificarse a la contratista ésta quedará a cargo de las responsabilidades por los accidentes que se pudieran producir en el sitio (ver fs. 44). Por otra parte, no se ha aportado ninguna documentación que establezca a ciencia cierta cuándo esa orden fue impartida ni de qué manera lo fue. Ahora bien: en distintas alegaciones la propia empresa O.S.S.E. (véase la contestación de demanda, y aún en el mismo recurso que ahora nos ocupa) ha sostenido que la orden para consecuente la contratista responsabilidad- -y fue el nacimiento impartida el día de 9 su de junio de 1996 (Esto, según se verá, no es muy creíble). Si los trabajos debían realizarse a partir de las 24 hs. de recibida tal orden, y con ello nacía la guarda del bache, herramientas, responsabilidad, es escombros, correcta la etc., y la sentencia consiguiente de grado en cuanto exime de responsabilidad a la contratista, puesto que el accidente ocurrió por la madrugada del día 10 de junio, antes de cumplirse el plazo consignado en el instrumento de fs. 40. Si el plazo, en cambio, era de tan solo una hora (como lo pretende O.S.S.E.), tal término debía empezar a contarse no desde el 9 de junio de 1996, que fue un día domingo, sino desde las 7:00 hs. del día lunes 10 de junio de 1996, oportunidad en que Bacciadone debió presentarse a recibir órdenes, según la primera parte de la ya referida ‘Memoria descriptiva’ (aportada por la propia empresa municipal, fs. 44). Y, claro está, para ese momento el accidente ya había ocurrido. En definitiva: aún en la hipótesis más favorable a la demandada, no ha podido acreditar que el contratista Carlos Bacciadone estuviera ocurrencia del hecho a cargo dañoso, de la obra quedando al momento de sellado -de esta referida a la manera- el intento recursivo. B) Despejada la cuestión responsabilidad, cabe analizar los agravios planteados por el codemandante L. , disconforme con el rechazo de las indemnizaciones que requiriera en concepto de daño futuro y de lesión estética. Bajo el desafortunado epígrafe 'daño futuro' se designan a una serie de lesiones de vagos límites, muchas veces confundidas entre sí, que sólo tienen en común el hecho de que se manifestará una vez promovida la demanda o dictada la sentencia. Así, quedan incluidos bajo tal título unas veces el lucro cesante, otras veces la pérdida de chance, y otras veces ciertos menoscabos o quebrantos que aún no se han producido pero que, con un variable grado de certeza, previsiblemente ocurrirán (cf. Mosset Iturraspe, "Responsabilidad por daños", tomo I; Zavala de González, "Resarcimiento de daños", tomo 2 a; Zannoni, "El daño en la responsabilidad civil"; Moisset de Espanés, "Reflexiones sobre el ‘daño actual’ y el ‘daño futuro’ con relación al daño emergente y al lucro cesante", en "El Derecho", 59-791). Sea como sea, en el caso de autos creo que, con la denuncia del hecho nuevo de fs. 144/5, con las pericias traumatológica, plástica y odontológica, suficientemente probado que el ha quedado recurrente sufrió, causalmente relacionadas con el accidente, serias lesiones en su rostro, y que las mismas le han de acarrear -para tratamientos de todo tipo- importantes gastos, sobre los que también ilustran dichos informes. A partir de ello, no puedo sino concluir en que el daño -consistente en tales erogaciones y desembolsos- ha quedado debidamente acreditado y que, en virtud del principio de reparación integral, la indemnización ha de ser abarcadora de todos los perjuicios sufridos (arts. 1068, 1069 y concs. del Código Civil). Por ello es que propondré que, en este aspecto, sea modificada la sentencia dictada, por prescindir de pruebas que acreditan la existencia de los mencionados daños, con quebranto de lo dispuesto en el art. 384 del Código Procesal Civil y Comercial. Por último, respecto de la lesión estética, he dicho antes de ahora (Ac. 67.778, sent. del 15-XII-1999) que constituye un daño material en la medida en que influya sobre las posibilidades económicas del damnificado o lo afecte en sus actividades sociales proyectándose sobre su vida personal. Corresponderá, entonces, que la Cámara interviniente, debidamente integrada, proceda a cuantificar los aludidos daños. Con ese alcance, voto por la afirmativa. A la segunda cuestión, el señor Juez doctor Roncoroni dijo: Adhiero en un todo al voto del doctor de Lázzari y sin que ello importe, abandonar la por las postura particularidades contraria a la del caso, autonomía indemnizatoria del daño estético frente a esas dos anchas y harto comprensivas avenidas del daño que representan el llamado daño material, patrimonial o económico, por un lado y el daño moral, extrapatrimonial o espiritual, por otro lado. Es nuestra opinión que si bien en el plano de las ideas no podemos dudar de la autonomía conceptual que poseen las lesiones a la psiquis (el llamado daño psíquico o psicológico) y a la integridad del aspecto o identidad corpórea del sujeto (el denominado daño estético), desechamos, en principio -y por inconveniente- que a los fines indemnizatorios estos daños constituyen un tertium genus, que deban resarcirse en forma autónoma, particularizada e independiente del daño patrimonial y del daño moral. Y ello porque tal práctica puede llevar a una injusta e inadmisible doble indemnización, toda vez que el juez al abordar el daño moral y el daño patrimonial que provoca una lesión incapacitante, espiritual y pondera patrimonial y que tasa la el lesión menoscabo estética o psicológica provoca en el actor. Mas aún, generalmente no puede dejar de hacerlo. El peligro de lo que nos hemos permitido llamar un "non bis in idem indemnizatorio" o una inflación resarcitoria, es mayúsculo. De allí que lo aconsejable sea que al tarifar el daño moral y patrimonial se tengan particularmente en cuenta los reflejos disvaliosos que en uno y otro plano tienen las lesiones estéticas y los daños psicológicos. Claro que cuando esto no acontece, cuando el magistrado no evalúa esas proyecciones al determinar el daño patrimonial y el daño extrapatrimonial, nada impide que acometa el tratamiento diferenciado de cada uno de estos daños determinando el monto indemnizatorio en forma independiente. Es que, en definitiva y mas allá de las calificaciones o nomis juris que demos a las cosas y a los perjuicios a tarifar, de lo que se trata es de indemnizar justa e integralmente estos últimos. Desde ya, que cuidándonos de caer en duplicaciones indemnizatorias, en excesos o demasías que transformen la fajina reparadora del juez en una fuente de lucro para el damnificado y de injustificado agravamiento de la situación del deudor; pero también de quedar aherrojados por la mezquindad o la tacañería que desembocan en una indemnización escasa o insuficiente, desde que al ser menor a la debida no es el equivalente al daño sufrido dejando y, abiertas por ende, heridas no o lo repara bolsones de íntegramente, menoscabo en la esfera del damnificado (doct. art. 1083 del Código Civil). Ni más ni menos. Tan solo la reparación jurídicamente plena o integral, que no es otra cosa que la indemnización o el equivalente dinerario en la medida de lo justo (equitativo) para el caso determinado (ver Ac. 77.461, sent. del el quo 13-XI-2002). En nuestro limitando incidencia económico su caso, salta reparación que en tuvieron el y al a daño plano habrán la vista que moral, no patrimonial, de proyectar a calibró la material o las lesiones estéticas sufridas por el codemandante L. y que bien se tienen por probadas en el voto al que adhiero. Los dictámenes periciales (tanto el del experto en estética, como el odontológico) y las fotografías que acompañan a los mismos delatan con singular nitidez el daño estético sufrido por el joven L. . Daño que no se vincula necesariamente y únicamente a la belleza de una persona. El daño estético es una lesión a la integridad del aspecto, a la identidad corpórea del individuo y no ha de confundirse con el menoscabo a la venustez o belleza de la persona, aunque -como señala N. Cipriano- también lo implica. En nuestro caso, tanto la venustez, como la identidad corpórea han sido lastimadas. Y su proyección en el plano patrimonial surge evidente si se advierte, en primer lugar, que la disvaliosa alteración y hasta afeamiento que el joven actor sufre en sus rasgos faciales (cicatrices en su rostro y pérdida de piezas dentales) que son los primarios en la identidad de los sujetos en toda relación social cara a cara y, en segundo lugar, la singular importancia que en el tiempo histórico en que le toca vivir se le concede a la imagen física en ciertas y cada vez más amplias franjas del mercado laboral, cual lo atestiguan los requerimientos periodísticos que acentúan el "buen aspecto" o la "buena presencia" de los postulantes (amén de aquellas otras profesiones en que la belleza juega un rol capital y muchas veces casi excluyente). Por lo expuesto no vacilo en acompañar al doctor de Lázzari en el convencimiento de que la lesión estética sufrida por L. constituye un daño material al influir en las posibilidades económicas del mismo (arts. 1068, 1069, 1086 y concs., C.C., 384, 474 y concs., C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. A la segunda cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo: Atento la solución propiciada al votar la primera cuestión considero que el recurso de la parte actora debe ser desestimado. Voto en este caso por la negativa. El señor Juez doctor Negri, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor de Lázzari, votó la segunda cuestión también por la afirmativa. El señor Juez doctor Soria, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Pettigiani, votó la segunda cuestión también por la negativa. El señor fundamentos Juez del doctor señor Juez Hitters, doctor por los Roncoroni, mismos votó la segunda cuestión también por la afirmativa. El señor fundamentos Juez del doctor señor Juez Genoud, doctor por de los Lázzari, mismos votó la segunda cuestión también por la afirmativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se rechaza el recurso extraordinario interpuesto a fs. 513/527, con costas; en cuanto al de fs. 502/510, también por mayoría, se hace lugar al mismo con el alcance que surge del voto de la mayoría a la segunda cuestión, a cuyo efecto los autos volverán al tribunal de procedencia para que, integrado como corresponda, proceda consecuencia, con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). en El depósito previo de $ 6321,60, efectuado a fs. 530 y 531, queda perdido para el recurrente (art. 294, Cód. cit.), debiendo el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002). Notifíquese.