Nunca imaginé que llegara el día en que tuviera que contar la historia de mi madre, a quien Dios me ha permitido tener como compañía y consejera en situaciones de duda y aflicción. En el momento en que estoy escribiendo estas líneas, para mi fortuna ella sigue con vida, pero desafortunadamente está pasando por una gran tribulación, como es lidiar con el Parkinson a una edad avanzada (99 años), que se conjuga con otras enfermedades que la aquejan. Me parte el alma verla como día a día se consume más y, su cuerpo es cada vez más esquelético. Lo preocupante es que todo el tiempo se siente ahogada por la saliva, los mocos y las flemas, optando por chupar colombinas, ya que, según ella ha impedido que se asfixie, y aunque los médicos y la familia recomendamos que no lo haga, porque eso le produce más baba, ella insiste y hay que obedecerla, al fin y al cabo, es la reina. Consume alrededor de unos 12 bombones al día, a medida que va tomado líquido con una manguera larga en un vaso con un pequeño orificio, para evitar los pitillos, porque sus fuerzas no dan para levantarlo como inicialmente hacía. Desafortunadamente transcurre todo el tiempo salivando en un platón, mientras permanece sentada en una silla acondicionada para que efectúe todas sus necesidades. Hay momentos en que se siente muy afligida y llora, por lo que la conforto y le digo que, ese sacrificio no es en vano porque en la otra vida Dios la premiará. Ha sido una mujer fuerte y abnegada, que se dedicó a los quehaceres de la casa por más de setenta años. En este libro cuento todas las situaciones por las que hemos tenido que atravesar en el difícil camino de asistirla. Solo el amor nos ha hecho fuertes.
PARKINSON
ENFERMEDAD
VEJEZ
SUFRIMIENTO