Colombia es un país con grandes riquezas naturales, de gente buena y trabajadora, pero que desgraciadamente desde su independencia a adolecido de un compromiso real de los políticos. Los altos cargos siempre han estado al mando de unas pocas familias que se encuentran presentes en la política nacional y donde se disfrazan las campañas políticas con dineros sucios, aunque muchos lo nieguen. La clase política compra conciencias, compra votos para mantenerse en el poder. Muchos de ellos son grandes terratenientes que han logrado capitalizar gracias a su influencia en las regiones. Cuando están en campaña prometen de todo y hasta se untan de pueblo, y van hasta las regiones más marginadas a prometer “puentes donde no hay ríos”. Endeudan al país con los bancos multilaterales para hacer inversiones que en muchos casos terminan siendo “elefantes blancos” y, algunos de ellos son criminales de cuello blanco que han llegado a las más altas dignidades a costa de “chanchullos”. En todas las regiones están presentes y aunque se denuncia su accionar corrupto, se presta oídos sordos y hacen sus “jugaditas” para mantenerse en el poder
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