PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN I – 2023 Breve historia de la Psicología Desde el inicio de su historia el ser humano ha elaborado hipótesis y teorías sobre el funcionamiento psicológico y los trastornos mentales. A pesar del predominio del método científico, a día de hoy concepciones muy antiguas, como la atribución de las enfermedades a la acción de espíritus o la separación entre el cuerpo y el alma, siguen teniendo cierta influencia. Para hablar de la historia de la psicología es necesario remontarse a los filósofos clásicos; no obstante, la disciplina que hoy conocemos no se desarrolló como tal hasta que se popularizaron las obras de autores como Emil Kraepelin, Wilhelm Wundt, Ivan Pavlov o Sigmund Freud, en los siglos XIX y XX. Edad Antigua: inicio de la historia de la Psicología El término psicología proviene de las palabras griegas “psyché” y “logos”, pudiendo traducirse como “estudio del alma”. Durante la Edad Antigua se creía que los trastornos mentales eran consecuencia de la posesión por parte de espíritus y demonios, y los tratamientos consistían en conjuros y encantamientos a los que se atribuían efectos curativos. Entre el siglo V y el IV a.C. filósofos como Sócrates y Platón realizaron aportaciones que serían claves para el desarrollo de la psicología, además del de la filosofía. Mientras que Sócrates sentó los fundamentos del método científico, Platón concebía el cuerpo como el vehículo del alma, verdadera responsable de la conducta humana. En esa misma época el médico Hipócrates estudió las enfermedades físicas y psíquicas mediante el método inductivo y las atribuyó a desequilibrios en los humores o fluidos corporales. Esta tradición sería recogida por Roma: la obra de Galeno, que desarrolló la de Hipócrates, es una de las mejores muestras de la influencia griega en el pensamiento romano. Edad Media: desarrollos y retrocesos En la Edad Media el pensamiento europeo quedó dominado por el cristianismo; esto provocó retrocesos claros en el progreso científico. Aunque las teorías grecorromanas de los humores seguían vigentes, se combinaban de nuevo con lo mágico y lo diabólico: los trastornos mentales se atribuían a la comisión de pecados y se “trataban” mediante rezos y exorcismos. En cambio en el mundo árabe, inmerso en su edad dorada, la medicina y la psicología siguieron avanzando durante el Medievo. Se describieron “enfermedades de la mente” como la depresión, la ansiedad, la demencia o las alucinaciones, se aplicaron tratamientos humanitarios a quienes las sufrían y se empezó a estudiar los procesos psicológicos básicos. También se produjeron desarrollos relevantes en la psicología asiática. La filosofía hindú analizó el concepto del yo, mientras que en China ya se aplicaban tests en el ámbito educativo y se llevó a cabo el primer experimento psicológico del que se tiene constancia: dibujar un círculo con una mano y un cuadrado con la otra para valorar la resistencia a la distracción. Renacimiento e Ilustración Entre los siglos XVI y XVIII, en el mundo occidental convivieron la concepción demonológica de la enfermedad mental y el humanitarismo. La recuperación de la influencia de los autores clásicos griegos y romanos tuvo un papel fundamental en esta segunda vertiente, que relacionaba los trastornos psicológicos con alteraciones físicas, y no morales. La palabra “psicología” se empezó a popularizar durante este periodo histórico. En este sentido fueron especialmente importantes las obras de los filósofos Marko Marulic, Rudolf Göckel y Christian Wolff. Cabe destacar la influencia de filósofos como René Descartes, que contribuyó a la concepción dualista que separaba el cuerpo y el alma, Baruch Spinoza, que la cuestionó, o John Locke, quien afirmó que la mente depende de influencias ambientales. Asimismo el médico Thomas Willis atribuyó los trastornos mentales a alteraciones en el sistema nervioso. A finales del siglo XVIII también fueron muy influyentes Franz Joseph Gall y Franz Mesmer; el primero introdujo la frenología, según la cual las funciones mentales dependen del tamaño de áreas concretas del cerebro, mientras que el mesmerismo atribuía las alteraciones físicas y psicológicas a la acción de energías magnéticas sobre los fluidos corporales. La psiquiatría fue precedida por el alienismo, representado principalmente por Philippe Pinel y su discípulo Jean-Étienne Dominique Esquirol. Pinel promovió el tratamiento moral de los enfermos mentales y las clasificaciones diagnósticas, mientras que Esquirol fomentó el uso de la estadística para analizar la eficacia de las intervenciones psicológicas. Siglo XIX: nace la "Psicología científica" A partir de la segunda mitad del siglo XIX el aumento de los conocimientos sobre la anatomía cerebral hicieron que los procesos mentales se entendieran en mayor medida como consecuencias de la biología. Destacamos las aportaciones de la psicofisiología de Gustav Theodor Fechner y las de Pierre Paul Broca y Carl Wernicke en el campo de la neuropsicología. También fue muy importante la influencia de la teoría de la evolución de Charles Darwin. El evolucionismo sirvió de excusa a eugenistas como Francis Galton y Bénédict Morel, que defendían la inferioridad de las personas de clase baja y de las que tenían trastornos mentales a través de la sobrevaloración del peso de la herencia. En 1879 Wilhelm Wundt fundó el primer laboratorio de Psicología Experimental, donde se combinarían los conocimientos de distintas ramas de la ciencia; es por esto que se suele llamar a Wundt “el padre de la psicología científica”, si bien antes de Wundt investigadores de la psicofísica como Gustav Theodor Fechner ya habían preparado el camino para el surgimiento de esta disciplina. Granville Stanley Hall fue el creador de un laboratorio similar en Estados Unidos y fundó la American Psychological Association. La psiquiatría se desarrolló en gran medida gracias a la obra de Karl Ludwig Kahlbaum, que estudió alteraciones como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, y a la de Emil Kraepelin, pionero de las actuales clasificaciones diagnósticas basadas en los síntomas y en los signos, así como en su curso. Entre los antecedentes de la psicología actual también es necesario mencionar el funcionalismo y el estructuralismo, dos escuelas muy influyentes durante los últimos años del siglo XIX y la primera etapa del XX. Mientras que el funcionalismo de William James estudiaba las funciones mentales, el estructuralismo de Edward Titchener se centraba en sus contenidos, como las sensaciones o los pensamientos. Por otra parte, en este siglo Jean-Martin Charcot y Josef Breuer estudiaron la hipnosis y la histeria, desarrollando investigaciones e ideas que inspiraron a Sigmund Freud durante los últimos años de este siglo. Mientras tanto, en Rusia apareció la reflexología de la mano Iván Pávlov y Vladimir Bekhterev. Con estas aportaciones se establecieron las bases del psicoanálisis y el conductismo, las dos orientaciones que dominarían la psicología de la primera mitad del siglo XX. El desarrollo en el siglo XX Durante el siglo XX se establecieron las corrientes teóricas principales de la psicología actual. Sigmund Freud, discípulo de Charcot y Breuer, creó el psicoanálisis y popularizó la terapia verbal y el concepto de inconsciente bajo el prisma psicoanalítico, mientras que autores como John Watson y Burrhus F. Skinner desarrollaron terapias conductistas centradas en el comportamiento observable. La investigación científica promovida por el conductismo acabaría llevando a la aparición de la psicología cognitiva, que recuperó el estudio de los procesos mentales tanto elementales como complejos y se popularizó a partir de los años 60. Dentro del cognitivismo se engloban los tratamientos desarrollados por autores como George Kelly, Albert Ellis o Aaron Beck. Otra orientación teórica relevante es la psicología humanista, representada por Carl Rogers y Abraham Maslow, entre otros. El humanismo surgió como una reacción al predominio del psicoanálisis y el conductismo y defendió la concepción de las personas como seres libres, únicos, tendentes a la autorrealización y con derecho a la dignidad. Asimismo, los conocimientos sobre biología, medicina y farmacología aumentaron enormemente durante el siglo XX, lo cual facilitó el predominio de estas ciencias por encima de la psicología e influyó en el desarrollo de campos interdisciplinarios como la psicobiología, la neuropsicología y la psicofarmacología. Las últimas décadas El desarrollo de la ciencia del comportamiento y de los procesos mentales ha estado marcado por el desarrollo de las neurociencias y el diálogo constante con las ciencias cognitivas en general, y con la economía conductual. Del mismo modo, las escuelas de la corriente vinculada al psicoanálisis han perdido buena parte de su presencia y su hegemonía, si bien se mantienen con buena salud en Argentina y Francia. Esto ha hecho que actualmente prime una concepción de la psicología en la que las neurociencias y la psicología cognitivista (con muchas aportaciones del conductismo) intercambian entre ellas herramientas y conocimientos tanto en la investigación como en las intervenciones. Sin embargo, las críticas que el conductismo realizó contra las concepciones mentalistas y subjetivistas de la psicología (que son aquellas que tratan "la mente" como algo separado del contexto de una persona y las que parten desde las opiniones de la persona acerca de lo que le pasa por la cabeza, respectivamente), siguen estando vigentes. Esto hace que tanto el cognitivismo como el psicoanálisis y todas las perspetivas pertenecientes a la psicología humanista sean duramente criticadas, entre otras cosas, por trabajar a partir de conceptos muy abstractos y poco definidos bajo los cuales pueden colocarse significados muy diversos y poco relacionados entre sí. De todos modos, el conductismo sigue siendo una filosofía minoritaria en la psicología, mientras que el cognitivismo goza de muy buena salud. Eso sí, la gran mayoría de investigaciones en psicología cognitiva de tipo experimental son realizadas partiendo del conductismo metodológico, lo cual lleva a algunas contradicciones: por un lado se tratan los fenómenos mentales como elementos situados "dentro del cerebro" de la persona (mentalismo) y por el otro se trata de estudiar este elemento creando estímulos y midiendo respuestas objetivas. Las 7 corrientes principales de la Psicología La psicología como disciplina separada de la filosofía apareció durante la segunda mitad del siglo XIX. Normalmente se considera que su nacimiento coincidió con la inauguración del laboratorio de investigaciones en psicología creado por Wilhelm Wundt en el 1879. A partir de ese momento, empezaron a surgir diferentes enfoques de la psicología, muchos de los cuales aparecían como reacción al resto. Son los siguientes. 1. Estructuralismo Esta corriente aparecida hacia 1890 incluye a los miembros de la tradición de investigación psicológica inaugurada por Wilhelm Wundt. Edward Titchener fue su principal representante, y defendió la idea de que el objetivo de la psicología debía ser descubrir los elementos básicos de la consciencia y el modo en el que interactúan entre ellos para crear los procesos mentales. Se trata de una perspectiva reduccionista, ya que pretendía investigar desde los elementos más básicos para entender los más complejos, y mecanicista, ya que se basaba en la idea de que un sistema tan complejo como el que compone nuestra mente puede ser reducido a partes aisladas, como si fuese un motor. Justamente por su enfoque más académico que pragmático, pronto apareció otra corriente que pasó a competir con esta: el funcionalismo. 2. Funcionalismo Una de las principales corrientes de la psicología de las aparecidas a principios del siglo XX. El funcionalismo, que nació en la primera década del siglo XX, supone un rechazo al enfoque estructuralista; en vez de centrarse en estudiar los componentes de la mente, tenía como objetivo entender los procesos mentales. No se centraba en las "piezas", sino en el funcionamiento, es decir las funciones psicológicas que se llevan a cabo dentro de nuestra cabeza (y, por extensión, dentro de nuestro cuerpo). Además, mientras que los planteamientos del estructuralismo tenían que ver con preguntas muy abstractas y generales, el funcionalismo aspiraba a ofrecer herramientas útiles. La idea era conocer cómo funcionamos para poder utilizar esos conocimientos en problemas cotidianos y específicos. Aunque él mismo se desvinculó del funcionalismo, se considera que William James fue una de las grandes figuras históricas del desarrollo de la psicología que mejor encarnaba los planteamientos y preocupaciones propios de esta corriente. 3. Psicoanálisis y psicodinámica La corriente psicodinámica apareció por primera vez a través de a obra de Sigmund Freud, en los últimos años del siglo XIX. Se basaba en la idea de que el comportamiento humano, tanto en sus movimientos, pensamientos y emociones, es el producto de una lucha de fuerzas opuestas que tratan de imponerse a la otra. Esta lucha es inconsciente, pero según los seguidores de esta corriente puede ser reconocida a través de la interpretación de sus manifestaciones simbólicas. Aunque la obra de Sigmund Freud ha dado pie a la creación de muchas teorías psicológicas y escuelas de terapia diferentes, lo cierto es que actualmente no cuentan con aval científico, entre otras cosas por la crítica que el filósofo de la ciencia Karl Popper realizó acerca de esta manera de investigar. 4. Conductismo El conductismo se consolidó poco después del psicoanálisis, y apareció siendo una corriente d la psicología que se oponía a Freud y a sus seguidores, pero también a muchos otros investigadores con tendencia hacia el mentalismo. Al contrario que estos últimos, los conductistas enfatizaban la importancia de basar la investigación en elementos observables del comportamiento, evitando al máximo la especulación no justificada y huyendo de la interpretación de los actos en clave simbólica. Fundamentalmente, los conductistas se caracterizaban por considerar que el objeto de estudio de la psicología debía ser la conducta, y no lo que suele entenderse por "procesos mentales" o, por supuesto, cualquier tipo de especulación sobre el alma (si bien llegado cierto punto también pasaron a estudiarse los procesos mentales, aunque entendidos como conducta, igual que la conducta motora). Pero a pesar de que los conductistas querían basar su trabajo en el estudio de la materia y no del alma, eso no significa que se dedicasen a estudiar el cerebro, tal y como haría un neurólogo. A diferencia de los biopsicólogos, para hacer su trabajo los conductistas no necesitaban conocer detalles sobre lo que ocurre en nuestro sistema nervioso al realizar ciertas tareas. En vez de eso, se centraban en estudiar las relaciones que se crean entre los estímulos y las repuestas. Por ejemplo, para saber si un sistema de recompensas funciona o no en una empresa, no es necesario saber qué circuitos de neuronas están interviniendo en este proceso. De este modo, en esta corriente de la psicología la unidad de análisis es la contingencia: la relación entre estímulos y sus respuestas (siendo ambos observables y medibles). Sin embargo, como medir ciertas reacciones ante estímulos se consideraba inmoral utilizando seres humanos, se basaban en la experimentación con animales, lo cual dio mucha fuerza a la psicología comparada. Dos de los representantes más famosos de esta corriente de la psicología fueron John B. Watson y B. F. Skinner. 5. Gestalt Esta corriente, que no debe ser confundida con la terapia Gestalt, nació en Alemania para estudiar procesos psicológicos relacionados con la percepción y con el modo en el que se llega a soluciones ante problemas nuevos. Para estos investigadores, tanto al ver una imagen como al tener una idea somos capaces de crear una imagen global acerca del entorno y sus potencialidades, en vez de limitarnos a acumular información pieza por pieza acerca de lo que nos rodea y luego hacer que estos elementos encajen. Por ejemplo, al resolver un puzzle o vamos probando hasta que por casualidad lo conseguimos, sino que se nos aparece una imagen de la resolución del problema de forma espontánea. Wolfgang Köhler, por ejemplo, estudió cómo los chimpancés llegan a conclusiones acerca de posibles maneras de modificar el entorno para obtener comida. Este colectivo de investigadores desarrollaron una serie de normas, las llamadas "leyes de la Gestalt", a través de las cuales describían los procesos por los que nuestro cerebro crea unidades de información cualitativamente diferentes de los datos que le llegan a través de los sentidos. 6. Humanismo Abraham Maslow denominó como La Tercera Fuerza a esta nueva psicología que nacía antes de la década de los sesenta, siendo considerado el padre de la Psicología Humanista ya que fue el primero en teorizar en el ámbito de la academia una nueva teoría del potencial humano. Trata de comprender la forma en que los seres humanos vivencian el mundo, y esta comprensión se empieza, al captar la perspectiva o punto de vista de la persona que se está observando. Tiene como objetivo facilitar la autorrealización y liberar el potencial humano. Da mucha importancia a la subjetividad. Huye de las etiquetas. Se busca la aceptación el malestar. El método científico que utiliza es el positivismo. Modelo o modo de conocer, que incluye tanto una concepción del individuo o sujeto cognoscente como una concepción del mundo en que este vive y de las relaciones entre ambos. 7. Cognitivismo El cognitivismo se consolidó como corriente de la psicología a finales de los años 60, y fue una reacción al conductismo de B. F. Skinner. Supuso una vuelta al estudio de los procesos mentales que no eran demasiado tenidos en cuenta por los conductistas, y esto hizo que apareciese una nueva preocupación por las creencias, las emociones, la toma de decisiones, etc. Sin embargo, en lo metodológico esta nueva corriente se vio muy influida por el conductismo, y utilizó muchas de sus herramientas de intervención y de investigación. Conductismo ¿Qué es el conductismo? El conductismo es una corriente de la Psicología que se centra en el estudio de las leyes comunes que determinan el comportamiento humano y animal. En su origen, el conductismo tradicional deja de lado lo intrapsíquico para focalizarse en la conducta observable, es decir, prioriza lo objetivo por encima de lo subjetivo. Esto opone el conductismo a planteamientos previos como los psicodinámicos y los fenomenológicos. De hecho, desde la perspectiva conductista aquello que solemos entender como "mente" o "vida mental" es tan solo una abstracción de lo que realmente debería estudiar la psicología: los vínculos entre estímulos y respuesta en contextos determinados. Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas” cuya conducta está determinada por los refuerzos y castigos que reciban más que por predisposiciones internas. El comportamiento, por tanto, no depende principalmente de fenómenos internos, como los instintos o los pensamientos (que no dejan de ser, por otra parte, conductas encubiertas) sino más bien del entorno, y no podemos separar ni la conducta ni el aprendizaje del contexto en que tienen lugar. De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para muchos otros psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas no son más que otro tipo de reacciones generadas a través de nuestra interacción con el entorno. El concepto de "enfermedad mental" visto por los conductistas Los conductistas a menudo han sido vinculados al mundo de la psiquiatría por su utilización del método experimental para obtener conocimientos, pero esta asociación no es acertada, ya que en muchos aspectos, los conductistas se diferencian claramente de los psiquiatras. Una de estas diferencias es la oposición del conductismo al concepto de enfermedad mental. Desde esta filosofía aplicada a la psicología, no pueden existir conductas patológicas, ya que estas son juzgadas siempre según su adecuación a un contexto. Mientras que las enfermedades deben tener causas biológicas relativamente bien aisladas y conocidas, los conductistas señalan que no hay suficiente evidencia a favor de la existencia de estos biomarcadores en el caso de los trastornos mentales. Por consiguiente, se oponen a la idea de que el tratamiento de problemas como las fobias o el TOC deba centrarse en psicofármacos. Conceptos básicos del conductismo A continuación definimos los principales términos de la teoría conductista. 1. Estímulo: Este término se refiere a cualquier señal, información o evento que produce una reacción (respuesta) de un organismo. 2. Respuesta: Cualquier conducta de un organismo que surge como reacción a un estímulo. 3. Condicionamiento: El condicionamiento es un tipo de aprendizaje derivado de la asociación entre estímulos y respuestas. 4. Refuerzo: Un refuerzo es cualquier consecuencia de una conducta que aumenta la probabilidad de que ésta vuelva a darse. 5. Castigo: Consecuencia de una conducta que disminuye la probabilidad de que vuelva a darse. Wundt: el nacimiento de la Psicología Experimental Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado por muchos “el padre de la Psicología”, sentó las bases de lo que acabaría siendo el conductismo. Creó el primer laboratorio de Psicología científica y utilizó de forma sistemática la estadística y el método experimental para extraer reglas generales sobre el funcionamiento de los procesos mentales y la naturaleza de la conciencia. Los métodos de Wundt dependían en gran medida de la introspección o autoobservación, técnica en la que los sujetos experimentales proporcionan datos sobre su propia experiencia. Watson: la Psicología vista desde el conductismo John Broadus Watson (1878-1958) criticó el uso de la metodología introspectiva de Wundt y sus seguidores. En una conferencia en 1913 que se considera el nacimiento del conductismo, Watson afirmó que para ser verdaderamente científica la Psicología debía centrarse en la conducta manifiesta en lugar de en los estados mentales y conceptos como “conciencia” o “mente”, que no podían ser analizados de forma objetiva. Watson también rechazaba la concepción dualista que separaba el cuerpo y la mente (o el alma) y planteaba que la conducta de las personas y la de los animales debía ser estudiada del mismo modo ya que, si se dejaba de lado el método introspectivo, no había una diferencia real entre ambas. En un conocido y controvertido experimento Watson y su ayudante Rosalie Rayner consiguieron provocar una fobia a las ratas a un bebé de nueve meses (“el pequeño Albert”). Para ello emparejaron la presencia de la rata con sonidos fuertes. El caso del pequeño Albert demostró que la conducta humana no sólo es predecible sino también modificable. La caja negra Para Watson los seres vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es observable. Cuando los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en consecuencia. Desde el punto de vista de los primeros conductistas, si bien se dan procesos intermedios dentro del organismo, al ser inobservables deben ser ignorados al analizar el comportamiento. Sin embargo, a mediados del siglo XX los conductistas matizaron esto y, sin desdeñar la importancia de los procesos no observables directamente que ocurren en el interior del cuerpo, señalaron que la psicología no necesita dar cuenta de ellos para aportar explicaciones sobre las lógicas que rigen la conducta. B. F. Skinner, por ejemplo, se caracterizó por dar a los procesos mentales exactamente el mismo estatus que la conducta observable, y por concebir el pensamiento como conducta verbal. De este autor hablaremos más adelante. Algunos neoconductistas como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron procesos intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el impulso o motivación interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que construimos representaciones mentales del espacio (mapas cognitivos). Watson y el conductismo en general fueron influidos de forma clave por dos autores: Ivan Pavlov y Edward Thorndike. Condicionamiento clásico: los perros de Pavlov Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso que se dio cuenta, mientras realizaba experimentos sobre secreción de saliva en perros, de que los animales salivaban de forma anticipada cuando veían u olían la comida, e incluso simplemente cuando se acercaban los encargados de darles de comer. Posteriormente consiguió que salivaran al oír el sonido de un metrónomo, de una campana, de un timbre o de una luz por asociar estos estímulos con la presencia de comida. A partir de estos estudios Pavlov describió el condicionamiento clásico, un concepto fundamental en el conductismo, gracias al cual se desarrollaron las primeras intervenciones basadas en las técnicas de modificación de la conducta en seres humanos. Ahora bien, para entender cómo funciona el condicionamiento clásico primero hay que saber con qué estímulos se trabaja en él. Un estímulo incondicionado (es decir, que no requiere aprendizaje para provocar una respuesta) provoca una respuesta incondicionada; en el caso de los perros, la comida causa salivación de forma espontánea. Si se empareja repetidamente el estímulo incondicionado (la comida) con un estímulo neutro (por ejemplo la campana), el estímulo neutro acabará produciendo la respuesta incondicionada (salivar) sin necesidad de que esté presente también el estímulo incondicionado. Para Pavlov no es necesario el concepto de mente ya que conceptualiza las respuestas como reflejos que se dan después de la aparición de estímulos externos. El experimento del pequeño Albert de Watson y Rayner es otro ejemplo de condicionamiento clásico. En este caso la rata es un estímulo neutro que se convierte en un estímulo condicionado que provoca la respuesta de miedo por asociación con el ruido fuerte (estímulo incondicionado). Los animales en el conductismo Los conductistas clásicos empleaban frecuentemente animales en sus estudios. Los animales son considerados equivalentes a las personas en cuanto a su conducta y los principios de aprendizaje extraídos de estos estudios se extrapolan en muchos casos a los seres humanos; eso sí, siempre procurando respetar una serie de presuposiciones epistemológicas que justifiquen esta extrapolación. No hay que olvidar que entre especies hay muchos aspectos del comportamiento que varían. La observación sistemática de la conducta animal daría paso a la Etología y la Psicología Comparada. Konrad Lorenz y Niko Tinbergen son dos de los representantes más importantes de estas corrientes. Condicionamiento instrumental: los gatos de Thorndike Edward Lee Thorndike (1874-1949), contemporáneo de Pavlov, realizó diversos experimentos con animales para estudiar el aprendizaje. Introdujo gatos en “cajas-problema” para observar si conseguían escapar de ellas y de qué modo. En las cajas había varios elementos con los que los gatos podían interactuar, como un botón o una anilla, y sólo el contacto con uno de estos objetos podía hacer que se abriera la puerta de la caja. Al principio los gatos conseguían salían de la caja por ensayo y error, pero a medida que se repetían los intentos cada vez escapaban con más facilidad. A partir de estos resultados Thorndike formuló la ley del efecto, que afirma que si una conducta tiene un resultado satisfactorio es más probable que se repita, y que si el resultado es insatisfactorio esta probabilidad disminuye. Posteriormente formularía la ley del ejercicio, según la cual los aprendizajes y hábitos que se repiten se ven reforzados y los que no se repiten se debilitan. Los estudios y las obras de Thorndike introdujeron el condicionamiento instrumental. Según este modelo el aprendizaje es consecuencia del reforzamiento o el debilitamiento de la asociación entre una conducta y sus consecuencias. Esto sirvió como base para formular propuestas más tarde, en el surgimiento del verdadero conductismo, tal y como veremos. El conductismo radical de Skinner Las propuestas de Thorndike fueron el antecedente de lo que conocemos como condicionamiento operante, pero este paradigma no se desarrolló de forma completa hasta la aparición de las obras de Burrhus Frederic Skinner (1904-1990). Skinner introdujo los conceptos de refuerzo positivo y negativo. Se denomina refuerzo positivo al hecho de premiar una conducta dando algo, mientras que el refuerzo negativo consiste en la retirada o la evitación de un evento desagradable. En ambos casos, la intención es la de aumentar la frecuencia e intensidad de aparición de una conducta determinada. Skinner defendía el conductismo radical, que mantiene que todo el comportamiento es resultado de asociaciones aprendidas entre estímulos y respuestas. El enfoque teórico y metodológico desarrollado por Skinner se conoce como análisis experimental de la conducta y ha sido especialmente eficaz en la educación de niños con discapacidad intelectual y del desarrollo. Desarrollo del conductismo: la revolución cognitiva El conductismo entró en declive a partir de los años 50, coincidiendo con el auge de la psicología cognitiva. El cognitivismo es un modelo teórico que surgió como reacción al énfasis radical del conductismo en la conducta manifiesta, dejando de lado la cognición. La inclusión progresiva de variables intervinientes en los modelos conductistas favoreció en gran medida este cambio de paradigma, conocido como “revolución cognitiva”. En la práctica psicosocial, las aportaciones y principios del conductismo y el cognitivismo acabarían confluyendo en lo que conocemos como terapia cognitivo-conductual, que se centra en encontrar los programas de tratamiento más avalados por la evidencia científica. Las terapias de tercera generación desarrolladas en los últimos años recuperan parte de los principios del conductismo radical, reduciendo la influencia del cognitivismo. Algunos ejemplos son la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Terapia de Activación Conductual para la depresión o la Terapia Dialéctica Conductual para el trastorno límite de la personalidad. Psicoanálisis El psicoanálisis (del griego ψυχή [psykhé], 'alma' o 'mente', y ἀνάλυσις [análysis], 'análisis', en el sentido de examen o estudio) es una práctica terapéutica y técnica de investigación fundada alrededor de 1896 por el neurólogo austríaco Sigmund Freud. A partir del psicoanálisis se han desarrollado posteriormente diversas escuelas de psicología profunda o de orientación dinámica y analítica. Asimismo, la teoría ha influido sobre muchas otras escuelas psicológicas y de terapias no necesariamente psicoanalíticas. El psicoanálisis tiene como objetivo la investigación y el tratamiento de los problemas emocionales desde el punto de vista de la infancia de la persona, la interpretación de los sueños, los actos fallidos y la técnica de asociación libre, entre otras. El interés de Freud recayó en el tratamiento de individuos que manifestaban un comportamiento anormal extrayendo sus conclusiones de la observación clínica, técnica que reivindica frente a la de la experimentación. Freud creía que poderosos impulsos biológicos, principalmente de naturaleza sexual, influían en el comportamiento humano. Opinaba que estas tendencias eran inconscientes y que creaban conflictos entre el individuo y las normas sociales. El trabajo de Freud surgió en parte del trabajo clínico de Josef Breuer y otros. Concepto El concepto de «psicoanálisis» designa, por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y explicativo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica humana. Este modelo se basó inicialmente en la experiencia de Sigmund Freud en el tratamiento clínico de pacientes que presentan histerias, fobias y diversos padecimientos psíquicos y ha tenido un amplio desarrollo teórico posterior con el aporte de muchos teóricos del psicoanálisis. Por otra parte, «psicoanálisis» se refiere también a la terapia psicoanalítica misma, es decir, a un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas que se desarrollan a partir de esta teoría para el tratamiento de patologías mentales. Finalmente, «psicoanálisis» puede referirse además al método psicoanalítico: un método de investigación que ha sido aplicado, más allá de la psicología clínica individual, al análisis de fenómenos culturales, por ejemplo en etnología y antropología (entre otras disciplinas). El desarrollo del psicoanálisis es permanente en estos tres aspectos por parte de investigadores y clínicos, si bien cabe remarcar que tal segmentación del campo psicoanalítico no puede ser otra cosa que una esquematización descriptiva, y que en ningún caso da cuenta de la estructura propia del psicoanálisis donde teoría y práctica se encuentran ligadas sin que pueda darse la una sin la otra. Freud sostuvo que una de las glorias del psicoanálisis era la coincidencia de investigación y tratamiento, si bien aclara que la técnica de ambas difiere. El psicoanálisis moderno se caracteriza por el pluralismo teórico, metódico y terapéutico. Si el psicoanálisis puede ser considerado una teoría científica es un asunto que en círculos académicos y profesionales continúa siendo controvertido. La definición clásica de Freud incluye, según resumen Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, los siguientes tres aspectos: A) Un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones libres. B) Un método psicoterapéutico basado en esta investigación y caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido se utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de cura psicoanalítica; ejemplo, emprender un psicoanálisis (o un análisis). C) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas en las que se sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de investigación y de tratamiento. El psicoanálisis como terapia En el sentido estricto, el psicoanálisis puede ser definido como un método y técnica de tratamiento psicoterapéutico basada en la exploración del inconsciente a través de la asociación libre. A diferencia de los métodos que se basan en ejercicios, entrenamiento o aprendizaje (como las técnicas conductuales) o de las explicaciones en el plano cognitivo, el psicoanálisis se cuenta entre las técnicas de descubrimiento o develación que intentan que el paciente logre una comprensión profunda de las circunstancias (generalmente inconscientes) que han dado origen a sus afecciones, o son la causa de sus sufrimientos o malestares psíquicos. Aunque frecuentemente se asocia esto a la introspección, constituye un malentendido esperar como objetivo esencial de la terapia psicoanalítica una comprensión racional acerca de las relaciones causales. Se trata más bien de lograr una reestructuración de más amplio alcance de la personalidad, muy especialmente de la vida afectiva y particularmente en aquellas áreas que contribuyen y mantienen la formación de síntomas, o de formas defensivas que causan daño o malestar. El psicoanálisis clásico se desarrolla durante algunos años con una frecuencia de tres a cinco veces por semana. En la disposición clásica el paciente se recuesta en un diván y habla, en lo posible sin censura, sobre todo lo que siente, piensa, poniendo en palabras toda ocurrencia que le venga a la mente. Esta técnica se denomina asociación libre y constituye la regla fundamental. El analista que está sentado tras él, escucha manteniendo una atención parejamente flotante y comunica al paciente sus interpretaciones, hechas según el material que va apareciendo durante el proceso analítico. El analista entrega estas interpretaciones a su paciente tantas veces como considere conveniente y en las situaciones que decida. En particular el analista captará e interpretará los patrones emocionales y de funcionamiento psíquico, los mecanismos típicos que el paciente repite en la relación con él en forma de transferencia y, básicamente, las formaciones del inconsciente que surjan en el discurrir del analizante a lo largo de su análisis. "Independientemente de las variaciones que existen en las diferentes escuelas posteriores a Freud, donde muchas de ellas modifican esta "disposición" o "encuadre" clásico, el eje central del psicoanálisis como técnica terapéutica es la asociación libre. Desde la época de Freud y hasta la actualidad se le asigna a la llamada "regla técnica fundamental" un carácter demarcatorio entre lo que se llama psicoanálisis y lo que es una terapia diversa de este. Historia del psicoanálisis La historia del psicoanálisis corresponde en gran parte a la historia de su fundación, elaboración, revisión y difusión por parte de su máxima figura, el médico y neurólogo vienés Sigmund Freud. Se considera un antecedente clave para el nacimiento del psicoanálisis que Freud llegase a ser alumno de Jean Martin Charcot en el hospital Salpêtrière de París entre los años 1885 y 1886. Freud se familiarizaría así con las investigaciones llevadas a cabo sobre la histeria las cuales mostraban que mediante la hipnosis se podían inducir, suprimir e intercambiar toda clase de síntomas presentes en los cuadros histéricos, sugiriendo una etiología psicológica y no orgánica. Las mujeres histéricas que eran sometidas a tal experiencia no conservaban en la conciencia lo sucedido, es decir, no recordaban, aunque la sugestión hipnótica seguía actuando una vez deshecho el trance hipnótico. Ya de vuelta a Viena y en colaboración con su amigo y colega, el fisiólogo Joseph Breuer, aplicó el método catártico descubierto por este, que más tarde modificaría paulatinamente hasta dar forma al psicoanálisis. Tras años de experiencia clínica, Freud propuso la teoría de que los síntomas histéricos y neuróticos tenían como causa núcleos traumáticos reprimidos en el inconsciente por ser moralmente inaceptables para el Yo del sujeto. Freud postuló que estos núcleos patológicos consistían en «uno o varios sucesos de precoz experiencia sexual, perteneciente a la más temprana infancia». En su artículo de 1914 Recordar, repetir, reelaborar, Freud expone brevemente la historia de su método, desde su antecesor, la hipnosis. Al referirse a esta, en particular la «catarsis breueriana», menciona que la misma se enfocaba en la reproducción de los procesos psíquicos de la situación en la que se adquirieron los síntomas neuróticos "para que tuvieran su decurso a través de la actividad consciente". Se partía del supuesto de que los síntomas remitían a esos procesos reprimidos. Junto a la rememoración, la abreacción era otra de las metas a que se apuntaba mediante esta técnica para lo cual se inducía al paciente a un estado hipnótico. En un momento posterior, Freud decide abandonar la hipnosis, lo cual suele ser explicado diciendo simplemente que no era una técnica con la que él estuviera particularmente cómodo, así como que no es de por sí susceptible de ser aplicada en todos los casos. Por otra parte, se le adjudica como falencia el que tras un período de recuperación, luego de haber sido aplicada, los síntomas retornaban nuevamente, imponiendo la tarea de repetir el tratamiento. Por otra parte, también se dice que este método no permite acceder al trabajo analítico a las «resistencias» del paciente. En cualquier caso, la técnica apuntaba, entonces, a "colegir desde las ocurrencias libres del analizado aquello que él denegaba recordar. Se pretendía sortear la resistencia mediante el trabajo interpretativo y la comunicación de sus resultados al enfermo". En tercer lugar, Freud abandona la focalización sobre un problema determinado, conformándose con "estudiar la superficie psíquica que el analizado presenta cada vez, y se vale del arte interpretativo, en lo esencial, para discernir las resistencias que se recortan en el enfermo y hacérselas conscientes". En 1897, coincidiendo con la muerte de su padre, Freud, aplicó a su propia persona la experiencia clínica acumulada y comenzó un estudio profundo de sus recuerdos, deseos y emociones que le permitieron reconstruir su infancia. Este sistemático escrutinio de su psiquismo, considerado acto fundador del psicoanálisis, es conocido como su autoanálisis. En el período aproximadamente comprendido entre 1895 y 1905 Freud, atravesó por un intenso aislamiento profesional y personal provocado por la oposición y a menudo indignación que sus teorías suscitaban. A pesar de ello, Freud se mostró particularmente fructífero en estas circunstancias adversas publicando las que se consideran dos obras cardinales del psicoanálisis, La interpretación de los sueños y Tres ensayos sobre teoría sexual. El aislamiento de esta época, que el mismo Freud denominaría «espléndido aislamiento», fue remitiendo paulatinamente y ya en otoño de 1902 nació modesta e informalmente la Psychologische Mittwoch-Gesselschaft (literalmente: «Sociedad Psicológica de los miércoles»). Los médicos vieneses Max Kahane, Rudolf Reitler, Alfred Adler y Wilhelm Stekel se empezaron a reunir, a iniciativa de este último, en la casa de Freud cada miércoles por la noche. Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que se convertiría, en 1908, en la Asociación Psicoanalítica Vienesa (Wiener Psychoanalytische Vereinigung) En 1910 se fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), pero no fue hasta 1919, tras el final de la Gran Guerra (1914-1918), cuando el movimiento psicoanalítico internacional comenzó a extenderse social, geográfica y científicamente, convirtiéndose en un referente no solo de la psiquiatría y la clínica, sino también de la cultura crítica. En este proceso de consolidación del pensamiento y la práctica psicoanalítica, tuvo gran importancia la creación de clínicas y ambulatorios de carácter gratuito donde se trataba a las clases más desfavorecidas, la puesta en práctica de la "psicoterapia para las masas" que Freud había propuesto al final de la Guerra. La creación de estas clínicas gratuitas, a la par que supuso un compromiso social sin precedentes desde un movimiento científico, obligó a desarrollar un modelo de formación psicoanalítico institucionalizado para lograr la gran cantidad de psicoterapeutas necesarios para convertir en realidad el proyecto. Siguiendo este modelo, se crearon clínicas gratuitas en Berlín, Viena, Londres, Moscú (sostenida con fondos públicos del estado soviético), Budapest y Chicago. El avance del fascismo europeo durante los años treinta provocó el cierre de estas clínicas, pese a sus buenos resultados clínicos y en investigación, y obligó la emigración forzosa de la mayoría de psicoanalistas europeos. A lo largo de su historia el psicoanálisis no ha dejado de evolucionar conforme nuevos hechos eran descubiertos. También, debido a los diferentes puntos de vista e interpretaciones de diversos autores, se ha ramificado en varias escuelas y técnicas de intervención. Entre los colaboradores y sucesores más representativos de Freud, aparte de los más arriba mencionados, se cuentan, Otto Rank, Wilhelm Reich, Paul Federn, Hanns Sachs, Oskar Pfister, Max Eitingon, Abraham Brill, Sándor Ferenczi, Karl Abraham, Ernest Jones, Marie Bonaparte, Lou Andreas-Salomé, Karen Horney, Anna Freud, Melanie Klein, Donald Winnicott, Wilfred Bion, Jacques Lacan, Erich Fromm, Erik Erikson y muchos otros que han refinado las teorías freudianas e introducido las propias. Mención especial, por su importancia e impacto en el movimiento psicoanalítico, merecen los autores Carl Gustav Jung y Alfred Adler. Ambos se distanciaron del psicoanálisis, discrepando en especial de la tesis freudiana de la etiología sexual de las neurosis, y propusieron ideas, conceptos y teorías alternativas. Técnica psicoanalítica Según el psicoanálisis, los síntomas histéricos y neuróticos tienen un origen ligado a conflictos inconscientes, aspectos de los cuales, pese a ser ajenos por completo al consciente del analizado, pugnan por emerger a la conciencia. El retorno de lo reprimido, resultado de una represión fallida ante la fuerza emergente del material reprimido, es una formación de compromiso, ejemplo de lo cual constituye el síntoma histérico y, en general, el neurótico. El objetivo de la terapia es vencer las resistencias para que el analizado acceda a las determinaciones inconscientes de sus sentimientos, actitud o conducta. Freud, en una de las oportunidades en las que describe la operación que lleva a cabo la terapia analítica, lo hace en estos términos: "la rectificación con posterioridad del proceso represivo originario". La «regla fundamental» de la técnica psicoanalítica es la asociación libre. El analista introduce al paciente en la técnica solicitándole que le comunique todos los pensamientos, ocurrencias, ideas o imágenes que se le pasen por la mente, independientemente de que estos le parezcan absurdos, irrelevantes o comprometedores, «sin criticarlos o seleccionarlos». Al comunicar estos contenidos, el analizado no debe tener en cuenta cuan insignificante, trivial o desagradable le resulten, ya que esto solo expresaría la acción de las resistencias. El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes: Escuchar al analizado con una atención parejamente flotante, es decir, sin privilegiar ningún elemento de su discurso, lo que implica que el analista «deje funcionar lo más libremente posible su propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones que habitualmente dirigen la atención». En palabras de Freud, «el analista debe escuchar y no hacer caso de si se fija en algo». Mantener una actitud neutral, en cuanto a los valores, es decir, no dirigir la cura en función de un ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar. La posición debe ser igualmente neutral frente a las manifestaciones transferenciales y frente al discurso del paciente, es decir, «no conceder a priori una importancia preferente, en virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un determinado tipo de significaciones». Observar una actitud de estricta abstinencia, lo que implica que el analista «no satisface las demandas del paciente ni desempeña los papeles que este tiende a imponerle». El sentido de este principio es que la cura debe transcurrir de tal forma que el analizado no se sirva de ella para obtener satisfacciones sustitutivas de sus síntomas. En cuanto a la interpretación, su función no es propuesta como un enunciado que refiera el material que ofrece el caso a una teoría (como el Complejo de Edipo, la nosología psicoanalítica, las tópicas que representan el aparato psíquico, etc.), sistematizada o no, que incluya la experiencia propia del analista y el consenso de la comunidad analítica, sino algo que se acercaría mucho más a un desciframiento. En este sentido, el psicoanalista Donald Winnicott comenta la importancia de «que el analista no conozca las respuestas, excepto en la medida en que el paciente dé las claves. El analista recoge las claves y hace las interpretaciones». Los lapsus son actos erróneos para la conciencia, en los que se manifiesta una descarga del inconsciente. Para Freud, expresa un motivo personal relevante, desconocido para la personalidad consciente. A menudo el lapsus no es obvio y se revela solo después de una larga cadena de asociaciones. Una segunda área explotada por la asociación libre es la de los sueños, considerada la «vía regia al inconsciente». Para el psicoanálisis los sueños son siempre (al menos esto es lo postulado en La interpretación de los sueños) realizaciones de deseos, los cuales generalmente se disfrazan por ser inaceptables para la organización consciente del individuo. Freud distingue en la estructura del sueño: el contenido manifiesto, que generalmente parece incoherente y sin sentido pero que presenta algún tipo de historia narrativa; y el contenido latente, que se refiere a las asociaciones que se despliegan a partir del sueño manifiesto. El sueño (la ilación de sus contenidos manifiestos) es una formación producida por el trabajo del sueño que transforma el material latente mediante la condensación, el desplazamiento, el trastorno en su contrario y diversos tratamientos que las representaciones inconscientes reciben, en virtud de su estructura, y que Freud designó como desfiguración onírica. La dirección del trabajo del análisis es precisamente en sentido contrario al del trabajo del sueño ya que obtiene el contenido latente donde era lo manifiesto. Los sueños son figuraciones capaces de acceder a la conciencia, ya que en esta situación de reposo (el dormir) es cuando la censura se encuentra más relajada y la resistencia se encuentra debilitada. Los anhelos y deseos que tienen prohibido el acceso en los estados conscientes tienen una oportunidad de escaparse tras el velo de la desfiguración onírica. También en el chiste (Witz en alemán) encuentra el psicoanálisis una de las manifestaciones paradigmáticas del inconsciente. Freud afirmó que el individuo neurótico, cuyas necesidades eróticas infantiles permanecieron insatisfechas, podrá orientar sus requerimientos libidinosos hacia una nueva persona que surja en su horizonte, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la consciente y la inconsciente) participen en este proceso. Es por lo tanto perfectamente normal y comprensible que una carga de libido se oriente también hacia el psicoanalista. Este proceso da lugar a lo que en psicoanálisis se denomina transferencia. Cuando se habla de «transferencia» en la terapia, se considera que el paciente transfiere o reedita sobre la figura del analista demandas libidinales experimentadas en la infancia en relación con personas que entonces fueron importantes o significativas. La transferencia ofrece la oportunidad para poner en acto los conflictos infantiles y estructuras cognoscitivas que condujeron a las represiones y a las distintas formaciones de sus neurosis; y asimismo proporciona al sujeto las condiciones para rectificar esos hechos que tuvieron lugar en la infancia y que, por permanecer inconscientes, se habían mantenido refractarios a sus intentos previos de influir en ellos. La contratransferencia será aquel conjunto de reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizado y frente a la transferencia. Se le considera un elemento muy importante en el trabajo analítico porque cada uno posee en su propio inconsciente un instrumento con el cual puede interpretar las expresiones del inconsciente en los demás. Las tópicas Tal y como aclaran Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis en su "Diccionario de Psicoanálisis" Tópica hace referencia a una "Teoría o punto de vista que supone una diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de características o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible dar una representación espacial figurada. Corrientemente se habla de dos tópicas freudianas, la primera en que se establece una distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y consciente, y la segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó. Primera tópica: consciente, preconsciente e inconsciente La conciencia es la cualidad momentánea que caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los fenómenos psíquicos. El término inconsciente se utiliza para connotar el conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia. Está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia o bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la conciencia. El preconsciente designa una cualidad de la psique que califica los contenidos que no están presentes en el campo de la conciencia pero pueden devenir en conscientes. Los estados reprimidos son inaccesibles sin una hipnosis, generalmente son revelaciones a través de imágenes retenidas durante el tiempo de vida de cada individuo. Segunda tópica: el Ello, el Yo y el Superyó Diagrama del modelo estructural de tres instancias (Ello, Yo y Superyó) y de su superposición con el modelo espacial de la psique en la primera tópica de S. Freud (consciente, preconsciente, inconsciente). El Ello es la instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos. Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones más primitivos. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad. El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas. El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre este y el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada. Los papeles específicos desempeñados por las entidades ello, yo y superyó no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable. Mecanismos de defensa Freud define la represión como una operación cuya esencia consiste en rechazar y mantener alejados de la consciencia determinados elementos que resultarían dolorosos o inaceptables para el yo. La pulsión, cuya satisfacción por sí misma produciría placer, conlleva el peligro de producir displacer por los problemas que acarrearía el no satisfacer otras exigencias, igualmente internas, pero que constituyen las instancias psíquicas (superyoicas) representantes de las exigencias morales. Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un contenido sexual. La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su satisfacción y las prohibiciones morales. En un sentido más general y menos estricto, la palabra «represión» fue utilizada también por Freud como sinónimo de «defensa», en tanto se refiere a ella como prototipo de otras operaciones y mecanismos defensivos, mediante los cuales el yo se protege del dolor o displacer que causa este conflicto, «reprimiendo» el deseo inconsciente. En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más. El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, pero que corresponde a una de las operaciones que el psicoanálisis describe para la formación de síntomas neuróticos, consiste en la separación o desprendimiento del afecto (la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto) que está ligado a una idea o representación y que se desplaza hacia otras representaciones. De esta manera puede parecer como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, recordar de forma imprecisa y sin importancia elementos que originalmente la tenían, pero que por esta vía han quedado desprovistos de su monto de afecto original. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento. Psicología cognitiva La psicología cognitiva es la vertiente de la psicología que se dedica al estudio de los procesos mentales como la percepción, la planificación o la extracción de inferencias. Es decir, procesos que históricamente se han entendido como privados y fuera del alcance de los instrumentos de medición que se han venido utilizando en estudios científicos. El cognitivismo y la psicología cognitiva han supuesto un golpe sobre la mesa por parte de una comunidad de investigadores que no quería renunciar al estudio científico de los procesos mentales, y aproximadamente desde los años 60 han formado la corriente de psicología hegemónica en todo el mundo. Para explicar los orígenes de la psicología cognitiva hay que retroceder a mediados del siglo pasado. La psicología cognitiva o cognitivismo o psicología cognoscitivista o cognoscitivismo es el área de la psicología que se encarga del estudio de la cognición, es decir, de los procesos mentales implicados en el conocimiento. Tiene como objeto de estudio los mecanismos básicos y profundos por los que se elabora el conocimiento, desde la percepción, la memoria y el aprendizaje, hasta la formación de conceptos y el razonamiento lógico. El término cognitivo significa el acto de conocimiento, en sus acciones de almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información recibida a través de los sentidos. Está situada dentro de lo que se denomina el hexágono cognitivo, formado por la interrelación entre la neurociencia, la inteligencia artificial, la psicología, la lingüística, la antropología y la filosofía. Recibe influencias de disciplinas y teorías afines, como la epistemología genética, la ciencia computacional, la inteligencia artificial, la lingüística, la psicología de la gestalt, la antropología cognitiva y la psicología del pensamiento. El interés de la psicología cognitiva es doble. El primer interés es estudiar cómo las personas entienden el mundo en el que viven y también se abordan las cuestiones de cómo los seres humanos toman la información sensorial entrante y la transforman, sintetizan, elaboran, almacenan, recuperan y finalmente hacen uso de ella. El resultado de todo este procesamiento activo de la información es el conocimiento funcional en el sentido de que la segunda vez que la persona se encuentra con un acontecimiento del entorno igual o similar está más segura de lo que puede ocurrir comparado con la primera vez. Cuando las personas hacen uso de su conocimiento construyen planes, metas para aumentar la probabilidad de que tendrán consecuencias positivas y minimizar la probabilidad de consecuencias negativas. Una vez que la persona tiene una expectativa de la consecuencia que tendrá un acontecimiento, su actuación conductual se ajustará a sus cogniciones. El segundo interés de la psicología cognitiva es cómo la cognición lleva a la conducta. Desde un enfoque motivacional, la cognición es un "trampolín a la acción". Para los teóricos cognitivistas, la acción está principalmente en función de los pensamientos de la persona y no de algún instinto, necesidad, pulsión o estado de activación (arousal). Historia Surgió como corriente psicológica en los años 50 y 60 como reacción a las falencias del conductismo, al que reemplazó como paradigma dominante en la psicología científica durante la revolución cognitiva. La principal discrepancia con este es el acercamiento a la llamada cuestión de la caja negra. La psicología cognitiva surge como alternativa a la concepción conductista de la mente como caja negra inaccesible. En Estados Unidos, el auge de la psicología cognitiva coincidió con la aparición y desarrollo de los ordenadores en los años 50s. El funcionamiento de estas máquinas sirvió a los autores pioneros como metáfora para entender el procesamiento de símbolos y representaciones en la mente humana. Es decir, la proposición conductista de la mente que no puede ser estudiada debido a la imposibilidad de un acercamiento a través del método científico. En contraste, la psicología cognitiva hace uso de procesos mentales para explicar la conducta (a diferencia de tan solo asociaciones entre estímulos y respuestas). Los psicólogos cognitivos ponen énfasis en la influencia que el procesamiento de la información tiene sobre la conducta, afirmando que el individuo compara la información nueva con su "esquema" o estructura cognitiva preexistente. Los acontecimientos y las situaciones nuevas se interpretan a la luz de lo que ya se ha aprendido. En ocasiones, es preciso adaptar el esquema a esta información. En ese momento de desarrollo de la psicología, esta se encontraba en un intento por validarse como ciencia, por lo que esta nueva psicología cognitiva despreció su tradición fenomenológica propiciada por Wilhelm Wundt, negando la validez de la introspección como método para alcanzar un conocimiento objetivo. Así, la psicología cognitiva es distinta de otras perspectivas psicológicas previas en dos aspectos principales. Primero, acepta el uso del método científico y rechaza la excesiva interpretación como método válido de investigación, mostrándose contraria a psicologías más interpretativas y literarias tales como la de Sigmund Freud (psicoanálisis). Segundo, plantea la existencia de estados mentales internos (tales como creencias, deseos y motivaciones); lo contrario que la psicología conductista de esa época. La psicología cognitiva es una de las adiciones más recientes a la investigación psicológica y estudia diversos procesos cognitivos, tales como la resolución de problemas, el razonamiento (inductivo, deductivo, abductivo, analógico), la percepción, la toma de decisiones y la adquisición lingüística. Se desarrolló como un área separada de la disciplina desde los primeros años de la década de 1950 y 1960. El término comenzó a usarse con la publicación del libro Cognitive Psychology, por Ulric Neisser, en 1967. Pero la aproximación cognitiva había sido traída a un primer plano tras la publicación del libro de Donald Broadbent Percepción y Comunicación, en 1958. Desde ese momento, la metáfora dominante en el área ha sido el modelo de procesamiento de información de Broadbent. Los principales exponentes de la psicología cognitiva son Alan Baddeley, Frederic Bartlett, Donald Broadbent, Jerome Bruner, Vittorio Guidano, Hermann Ebbinghaus, George A. Miller, Ulric Neisser, David Rumelhart, Herbert Simon, Endel Tulving, Robert L. Solso, Lev Vygotski, David Ausubel, Jean Piaget, Ángel Rivière y George Kelly. La psicología cognitiva y la metáfora computacional Si en la primera mitad del siglo XX las escuelas dominantes en el mundo de la psicología eran la psicodinámica iniciada por Sigmund Freud y la conductista, a partir de los años 50 el mundo de la investigación científica empezó a vivir una época de cambios acelerados ocasionados por la irrupción de los progresos en la construcción de ordenadores. A partir de ese momento empezó a ser posible entender la mente humana como un procesador de información comparable a cualquier ordenador, con sus puertos de entrada y de salida de datos, partes dedicadas a almacenar datos (memoria) y ciertos programas informáticos encargados de procesar la información de manera adecuada. Esta metáfora computacional serviría para crear modelos teóricos que permitiesen formular hipótesis e intentar predecir el comportamiento humano hasta cierto punto. Nacía así el modelo informático de los procesos mentales, muy utilizado en psicología a día de hoy. La revolución cognitiva A la vez que se sucedían los progresos tecnológicos en el ámbito de la informática, el conductismo iba siendo cada vez más criticado. Estas críticas se centraban, básicamente, porque se entendía que sus limitaciones no permitían estudiar adecuadamente los procesos mentales, al limitarse a extraer conclusiones sobre lo que es observable directamente y lo que tiene una repercusión clara sobre el entorno: la conducta. De este modo, durante los años 50 surgió un movimiento a favor de una reorientación de la psicología hacia los procesos mentales. En esta iniciativa participaron, entre otros, seguidores de la antigua psicología de la Gestalt, investigadores de la memoria y el aprendizaje interesados en lo cognitivo, y algunas personas que se habían ido distanciando del conductismo y, especialmente, Jerome Bruner y George Miller, que encabezaron la revolución cognitiva. Se considera que la psicología cognitiva nació como fruto de esta etapa de reivindicaciones a favor del estudio de los procesos mentales, cuando Jerome Bruner y George Miller fundaron el Center for Cognitive Studies de Harvard en el año 1960. Poco más tarde, en el 1967, el psicólogo Ulric Neisser aporta una definición sobre lo que es la psicología cognitiva en su libro Cognitive psychology. En esta obra explica el concepto de cognición en términos computacionales, como un proceso en el que se procesa información para poder usarla más adelante. La reorientación de la psicología La irrupción de la psicología cognitiva y el paradigma cognitivista supuso un cambio radical en el objeto de estudio de la psicología. Si para el conductismo radical de B. F. Skinner lo que debía estudiar la psicología era la asociación entre estímulos y respuestas que puedan ser aprendidas o modificadas a través de la expriencia, los psicólogos cognitivos empezaron a hipotetizar sobre estados internos que permitían explicar la memoria, la atención, la percepción, e infinidad de temas que hasta ese momento solo se habían tocado tímidamente por los psicólogos de la Gestalt y algunos investigadores de finales del siglo XIX y principios del XX. La metodología de la psicología cognitiva, que heredaba muchas cosas del conductismo, consistía en realizar suposiciones sobre el funcionamiento de los procesos mentales, realizar inferencias a partir de estas suposiciones, y poner a prueba lo que se da por supuesto mediante estudios científicos, para ver si los resultados encajan con los supuestos de los que se parten. La idea es que la acumulación de estudios acerca de los procesos mentales irían perfilando cómo podría funcionar y cómo no funciona la mente humana, siendo este el motor del progreso científico en el campo de la psicología cognitiva. Psicología sistémica La psicología sistémica estudia los fenómenos de relación y comunicación en los grupos, analizando las relaciones y los componentes que a partir de ella emergen. Este enfoque parte de las personas individuales, las cuales se interrelacionan entre sí en diferentes colectivos entendidos como sistemas. De esta forma, cada grupo/colectivo donde se relaciona cada persona es un sistema diferente: familiar, laboral, pareja. Esta corriente parte del contexto en el que se toma en cuenta los distintos ámbitos en los que se mueven las personas, pues el cómo se relaciona cada individuo con su entorno, determina su desarrollo y su crecimiento personal. Es así que, la psicología sistémica puede aplicarse tanto a parejas, equipos de trabajos, familias, como también a personas individuales A continuación, abordaremos cómo surge este enfoque y en qué consiste; es decir, los principios por los que se rige. Origen de la psicología sistémica La psicología sistémica es una corriente basada en la teoría general de sistemas de Bertalanffy, que comienza a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XX. El filósofo destaca el concepto de interacción, afirmando que un sistema implica una interdependencia entre las partes o de las personas implicadas en la relación. Cabe resaltar que el término «sistema» parte de la Teoría General de Sistemas. Los inicios de la terapia sistémica están asociados al antropólogo Gregory Bateson y a su equipo en la Escuela de Palo Alto. Bateson se unió a otros investigadores como Jackson, Haley y Weakland para analizar el sistema comunicacional de las familias esquizofrénicas. A partir de las investigaciones de Bateson, emergió la teoría del doble vínculo, la cual puso su granito de arena en los cimientos de la psicología sistémica. En este sentido, un doble vínculo es un dilema comunicativo por la contradicción entre dos o más mensajes, es decir, se envían mensajes que se contradicen entre sí. El fenómeno de la comunicación humana es uno de los objetos de análisis en la terapia sistémica. Cabe destacar que parte de los cimientos de esta corriente se lo debemos a Paul Watzlawick en su teoría de la comunicación humana, en la que aborda problemáticas vinculadas a la pragmática de la comunicación, teniendo en cuenta los efectos que la comunicación ejerce sobre la conducta Principios de la psicología sistémica Nombramos a continuación aspectos básicos y relevantes de la psicología sistémica: El sistema como un todo Para esta corriente, el sistema es considerado un todo, pues el todo es mayor que la suma de sus partes. La psicología sistémica pone énfasis en las propiedades del todo que resultan de la interacción de los diferentes elementos del sistema. Así, para este enfoque, lo importante es la relación que surge de la interacción de las personas. Los diferentes sistemas (familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo) se relacionan en un marco contextual donde los roles y los comportamientos de las personas en estos contextos están determinados por las reglas tácitas de ese sistema y la interacción entre sus miembros. La psicología sistémica analiza y presta una especial atención a esos roles y comportamientos. Se centra en las relaciones Muchos de nuestros problemas se deben a la forma en que nos relacionamos con otras personas y con el mundo. La psicología sistémica intenta replantear estas problemáticas, que parecen solo de nosotros, a través de las relaciones que establecemos con los demás. De manera que, analiza por qué nos comportamos así en los contextos de nuestra rutina cotidiana. Origen multicausal La psicología sistémica parte de una perspectiva circular y multicausal. Por lo tanto, no se pueden establecer marcadores lineales donde solo exista una única causa, sino que, por el contrario, existen varios factores causales determinantes: cada acción y reacción cambia continuamente la naturaleza del contexto. Por ejemplo, en una familia los miembros reaccionan ante un mismo hecho de diferentes maneras, modificando la situación final, la cual es la combinación de todas las diversas reacciones que puedan darse. En este sentido, Paul Watzlawick fue pionero en distinguir esta causalidad circular de los acontecimientos para explicar las posibles pautas repetitivas de las interacciones entre las personas. La visión circular de los problemas está marcada por cómo el comportamiento de un individuo influye en las acciones de los demás y por cómo los demás influyen en la conducta del primero. La comunicación es un factor clave Como ya hemos comentado anteriormente, Watzlawick fue uno de los grandes exponentes de la psicología sistémica al introducir su teoría sobre la comunicación, la cual es considerada un factor clave en el proceso terapéutico. Para el terapeuta sistémico, la comunicación es un punto importante a trabajar y analizar. Cada sistema posee unas reglas que el terapeuta sistémico debe ir conociendo para intervenir sobre ellas si no son adecuadas. La forma en la que nos comuniquemos, según esta corriente, determina el mantenimiento o reducción del problema a tratar. Teoría de la comunicación humana Autores como Watzlawick, Beavin y Jackon de la Escuela de Palo Alto han propuesto «La teoría de la comunicación humana» que nutre a muchos de los modelos de la psicología sistémica. Algunas de sus ideas son: Es imposible no comunicar. Toda conducta comunica, incluido el silencio. Los mecanismos de los sistemas se van autorregulando mediante feedbacks. Existen dos niveles de comunicación: el nivel digital y el nivel analógico. Si hay incongruencia entre ambos niveles, aparecen las paradojas. Dependiendo de la interpretación que construyamos sobre lo que vemos y experimentamos, puntuaremos la relación con las otras personas y viceversa Existe un sistema de reglas que el terapeuta o psicólogo sistémico debe ir conociendo: las reglas reconocidas, las reglas simétricas, las reglas secretas y las metarreglas. Beneficios de la psicología sistémica La psicología sistémica proporciona muchos beneficios. Permite a las personas comprender las formas en que su vida emocional afecta la manera en que interactúan con los demás. Le ofrece herramientas a las personas para comprenderse a sí mismas. Con una mayor autocomprensión, pueden desarrollar relaciones más sanas con los demás y alcanzar su potencial en la vida. La teoría de sistemas ayuda a entender las diferentes perspectivas que tienen las personas en diferentes contextos. Esta conciencia puede ayudar a los individuos a identificar cuándo otros están tratando de ejercer poder sobre ellos. Enseña a las personas a comunicarse con los demás de manera más efectiva, aprendiendo así a manejar mejor los conflictos y resolver problemas de manera más asertiva. Ayuda a las personas a identificar las creencias centrales. Permite que las personas descubran y potencien sus propias fortalezas y recursos. Puede ayudar a los clientes a desarrollar una mayor empatía por los demás. EPISTEMOLOGÍA SISTÉMICA - (Asociación Sistémica Buenos Aires) La palabra epistemología, cuya raíz latina significa “episteme”: conocimiento y “logia”: ciencia, es la ciencia que se ocupa de estudiar el proceso de conocer, el cómo conocemos lo que conocemos. En su otra raíz griega “epistemein” significa “estar parado encima”: siempre nos ubicamos o posicionamos desde un lugar para conocer y esto ha ido cambiando de acuerdo al paradigma imperante en cada época. La cosmovisión de la ciencia clásica era de naturaleza atomista: toda entidad no era más que un agregado de partes elementales. Por el método analítico se la descomponía en tantos elementos simples como fuera posible, para luego estudiar por separado cada uno de ellos con sus propiedades y reconstruir dicha entidad. Se describía a los fenómenos en términos de causalidad lineal y unidireccional. La epistemología sistémica surge como resultado de un quiebre paradigmático que ocurre en la década de 1950, después de la segunda guerra mundial. El nuevo paradigma afecta a las distintas disciplinas de la época, entre ellas a la psicología, dando una perspectiva distinta de cómo comprender el comportamiento y la interacción humanas, dentro de un contexto. El surgimiento del movimiento familiar en psicología, representa un enfoque distinto de la terapia. Los psicoterapeutas comenzaron a observar a los pacientes identificados como sintomáticos en el marco de la familia, y comenzaron a preguntarse si podía decirse que una familia se comportaba como un “sistema”, una totalidad que era más que la suma de sus miembros y que funcionaba según reglas particulares de comunicación, manteniendo un equilibrio dinámico. Los comportamientos sintomáticos cumplían la función de equilibrar o desequilibrar al sistema. Esta nueva cosmovisión en el campo de las ciencias se fundamenta en los siguientes postulados: 1) La Teoría General de los Sistemas (desarrollada por el biólogo austríaco Ludwig von Bertalanffy), 1936- buscó “principios y leyes aplicables a sistemas generalizados”, sin importar su particular género o la naturaleza de sus elementos. 2) Definió los sistemas como “complejos elementos en interacción” y formuló leyes generales aplicables a cualquier “organismo” o “sistema”, con independencia de la naturaleza de sus componentes. La TGS intenta encontrar las correspondencias o isomorfismos entre sistemas de todo tipo. Propone un modelo de “sistema general”, que puede utilizarse y ser compatible para distintas disciplinas. 3) La Cibernética (acuñada por el matemático Norbert Wiener, en 1948), es un término que viene del griego kybernetiké: “el arte de gobernar”; estudia los sistemas de control y está interesado en los mecanismos de autorregulación y los conceptos de “retroalimentación o feed back” y de “circularidad”. La noción de homeostasis como proceso autocorrectivo implica que la información sobre los efectos retroactúa sobre las causas convirtiendo un proceso lineal en circular. 1º etapa: se estudia la cibernética de primer orden o cibernética de los sistemas observados → considera una realidad que existe independientemente de quien la observa. 2º etapa: (1972) cibernética de segundo orden, o cibernética de los sistemas observantes → incluye en la descripción de las observaciones al observador → el acto de observar influye a la vez sobre el objeto observado, al punto de anular toda expectativa de predicción de parte del observador. 4) El antropólogo G. Bateson aporta el término cismogénesis → describe el tipo de relaciones simétricas y complementarias que se dan en los grupos sociales. 5) La Teoría de la Comunicación Humana (P. Watzlawick, J. Beavin, Don Jackson -1952-) surge como resultado de investigaciones hechas por el grupo de Palo Alto, California, acerca de la pragmática de la comunicación. 6) También son importantes los aportes del Constructivismo y Construccionismo Social (Piaget -1937Glasersfeld, Gergen- 1980), de la Hermeneútica, Narrativa, el Deconstruccionismo de Jaques Derrida, y la filosofía de Focault, Vigotsky. Terapia Sistémica Las primeras escuelas que sistematizaron el creciente movimiento de prácticas ideas en conceptos teóricos, metodologías y técnicas, fueron: 1. El grupo del MRI (Mental Research Institute) → funda la “Escuela de Palo Alto”-(Watzlawick, Don Jackson, Bateson, Satir) - escuela interraccional: trabajan desde el año 1952 y en 1966 publican como resultado de sus investigaciones el libro “Teoría de la Comunicación Humana”. Define al sistema según las secuencias de comportamiento recurrentes en el tiempo que mantienen el “problema”. La “Terapia estratégica” se basa en las relaciones jerárquicas y de poder que ocurren en cualquier relación o sistema. 2. La “Escuela de Milán”: comienza haciendo investigación en familias con un miembro gravemente perturbado, con síntomas de anorexia nerviosa o diagnóstico de esquizofrenia. Se destacaban sus intervenciones paradojales y la técnica del cuestionamiento circular. 3. La “Escuela estructural”: (Minuchin) teoriza su trabajo a partir de experiencias con familias “pobres” del Bronx, Nueva York. Observa la estructura de la familia de acuerdo a la descripción de sus jerarquías, fronteras y límites e interviene provocando cambios en la sesión. *Estas 3 escuelas que nacieron y se desarrollaron en los años 60 y 70, dejaron sus huellas en todos los terapeutas que decidieron formarse en la línea sistémica. 4. *Surgen 2 movimientos importantes: “el Constructivismo” → raíces en la biología, la etología y la cibernética; y el “Construccionismo Social” → a partir de los aportes de las críticas literaria, retórica e ideológica; estas ideas repercuten nuevamente en prácticas terapéuticas. Podemos incluir dentro de las “terapias posmodernas”: 5. El enfoque reflexivo → terapeuta Noruego Tom Andersen. 6. El enfoque narrativo → terapeutas Michael White y Epston 7. El enfoque colaborativo → terapeutas Goolishian, Anderson y Hoffman. * Las nuevas ideas permitieron ampliar el lente de observación y se comenzó a trabajar sobre temas específicos, como la mirada de género, la pobreza, las relaciones de poder y el abuso, la cultura, y la exclusión social entre otros. FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR – Salvador Minuchin Un modelo familiar El hombre sobrevive en grupos; esto es inherente a la condición humana. La familia siempre ha sufrido cambios paralelos a los cambios de la sociedad. Las funciones de la familia sirven a dos objetivos distintos: 1) uno es interno y es la protección psicosocial de sus miembros y, 2) el otro es externo y es la acomodación a una cultura y la trasmisión de dicha cultura. La sociedad industrial urbana ha entrado por la fuerza en la familia, haciéndose cargo de funciones que en algún momento fueron deberes familiares. Los ancianos viven apartados, en hogares para ancianos, geriátricos, hogar de abuelos, etc. El sostén económico es previsto por la sociedad a través de la seguridad social o de beneficiencia. Los jóvenes son educados por las escuelas, los medios de difusión y por sus compañeros. Las condiciones que permiten o requieren que ambos cónyuges trabajen fuera de la familia crean situaciones en las que el sistema extrafamiliar puede avivar y exacerbar los conflictos entre los esposos. El criterio para la vida familiar sigue siendo el legendario de “por siempre y para siempre”, y no es casual que las familias queden cada vez más lejos de ese ideal. El mundo occidental se encuentra en un estado de transición, y la familia que siempre debe acomodarse a la sociedad, se modifica juntamente con él. Pero, debido a las dificultades transicionales, la tarea psicosocial fundamental de la familia –apoyar a sus miembros- ha alcanzado más importancia que nunca. Sólo la familia, la más pequeña unidad social, puede cambiar y al mismo tiempo mantener una continuidad para la educación de niños que no serán “extraños en una tierra extraña”, que tendrán raíces suficientemente firmes para crecer y adaptarse. La matriz de la identidad En todas las culturas, la familia imprime a sus miembros un sentimiento de identidad independiente. La experiencia humana de identidad posee dos elementos; un sentimiento de identidad y un sentido de separación. Estos “ingredientes” se “mezclan” y se proveen en la familia, la matriz de la identidad. En los procesos precoces de socialización, las familias moldean y programan la conducta del niño y el sentido de la identidad. Este se encuentra influido por su sentido de pertenencia a una familia específica. El sentido de separación y de individuación se logra a través de la participación en diferentes subsistemas familiares en diferentes contextos familiares, al igual que a través de la participación en grupos extrafamiliares. Para un niño en particular se crea un territorio psicológico y transaccional. La persona psicología, que es una entidad separada, se encuentra vinculada con contextos exteriores. Aunque la familia es la matriz del desarrollo psicosocial de sus miembros, también debe acomodarse a la sociedad y garantizar alguna continuidad a su cultura. Los ataques contra la familia son típicos de los periodos revolucionarios (por ejemplo, Dios pidió a los discípulos que dejen sus familias, y en la revolución francesa había que abandonar la familia tradicional para acelerar el progreso). Por esto es que todo estudio de la familia debe incluir su complementariedad con la sociedad. En estados unidos se empezaron a armar reality show de las familias, luego los propios participantes decían que no se habían sentido cómodos con lo que se había mostrados. Que era lo que había pasado? Lo que el público veía era el punto de vista del productor y su recorte, y es esto lo que muchas veces puede ocurrir con la terapia. Estos ataques contra la familia provienen de muchas fuentes, también el movimiento feminista la ha atacado, describiéndola como una trinchera del chauvinismo masculino. Consideran a la familia nuclear como una organización que produce niñitas educadas para limpiar la casa. Los cambios siempre se orientan desde la sociedad hacia la familia y nunca desde la unidad más pequeña a la mayor. La familia cambiara, pero también persistirá debido a que constituye la mejor unidad humana para sociedades cambiantes. Cuanto mayor flexibilidad y adaptabilidad requiera la sociedad de sus miembros mas significativa será la familia como matriz del desarrollo psicosocial. La familia es un sistema abierto en transformación, es decir, que constantemente recibe y envía descargas de y desde el medio extrafamiliar, y se adapta a las diferentes demandas de las etapas de desarrollo que enfrenta. La familia normal no puede ser distinguida de la anormal por la ausencia de problemas, por eso el terapeuta debe disponer de un esquema conceptual que lo ayude a analizar dicha familia. Un esquema tiene 3 componentes: 1) la estructura de la familia es la de un sistema sociocultural abierto en proceso de transformación, 2) la familia muestra un desarrollo desplazándose a través de un cierto numero de etapas que exigen una reestructuración, 3) la familia se adapta a las circunstancias cambiantes de modo tal que mantiene una continuidad y fomenta el crecimiento psicosocial de cada miembro. Estructura familiar La estructura familiar es el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia, que es un sistema que opera a través de pautas transaccionales y que regulan la conducta de los miembros de ella misma. Son mantenidas por dos sistemas de coacción: 1) es genérico e implica las reglas universales que gobiernan la organización familiar (debe existir por ej. Jerarquía de poder entre la autoridad de un padre y de un hijo), 2) es idiosincrásico e implica las expectativas mutuas de los diversos miembros de la familia. De este modo, el sistema se mantiene a si mismo. Ofrece resistencias al cambio más allá de cierto nivel y conserva las pautas preferidas durante tanto tiempo como puede hacerlo. El sistema familiar y se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Los individuos son subsistemas en el interior de una familiar. Las diadas, como la de marido-mujer o madre hijo, pueden serlo o también pueden ser formados por generación, sexo, interés o función. Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que aprende habilidades diferenciadas. Las personas se acomodan en forma de caleidoscopio para lograr la reciprocidad que posibilita las relaciones humanas. Los limites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quienes participan, y de que manera. Para que el funcionamiento sea adecuado, los límites deben ser claros y con precisión como para permitir a los miembros el desarrollo de sus funciones sin interferencias indebidas, pero también permitir el contacto entre los miembros del subsistema y los otros. Algunas familias desarrollan su propio microcosmos con el que incrementa la comunicación entre los miembros de la familia, la distancia disminuye y los límites se esfuman. Otras familias desarrollan límites muy rígidos por lo que la comunicación es difícil y las funciones protectoras de la familia se ven perjudicadas. Estos dos extremos son el aglutamiento y desligamiento y se refieren a un estilo transaccional o de preferencia por un tipo de interacción, no a una diferencia cualitativa entre lo funcional y lo disfuncional. La mayor parte de las familias poseen sistemas aglutinados y desligados. Los miembros de familias aglutinadas pueden verse perjudicados ya que el exaltado sentido de pertenencia requiere un importante abandono de la autonomía. Los miembros de familias desligadas pueden funcionar en forma autónoma, pero poseen desproporcionado sentido de independencia y carecen de sentimientos de lealtad y pertenencia y de requerir ayuda cuando la necesitan. La familia aglutinada responde a toda variación en relación con lo habitual con una excesiva rapidez e intensidad. La desligada tiende a no responder cuando hay que hacerlo. A veces, el terapeuta opera como un delineador de límites, que clarifica los difusos y abre los que están rígidos. El subsistema conyugal se constituye cuando dos adultos de sexo diferente (o no), se unen con la intención de constituir una familia. Las principales cualidades requeridas para la implementación de sus tareas son la complementariedad y la acomodación mutua. Dicho subsistema puede convertirse en un refugio ante los stress externos y en la matriz para el contacto con otros sistemas sociales. En el proceso de acomodación mutua, los cónyuges pueden actualizar aspectos creativos de sus pautas que permanecían latentes y apuntalar los mejores rasgos de cada uno pero también pueden estimularse rasgos negativos. El subsistema parental; en una familia intacta dicho sistema debe diferenciarse para desempeñar las tareas de socializar un hijo sin renunciar al mutuo apoyo que caracteriza a su propio subsistema. A medida de que el niño crece, sus requerimientos para el desarrollo imponen demandas al subsistema parental que debe modificarse para satisfacerlas. Es imposible que los padres guíen sin, al mismo tiempo, controlar y restringir. El subsistema fraterno es el primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar relaciones con sus iguales. Cuando se ponen en contacto con el mundo de sus pares extrafamiliares, intentan actuar de acuerdo con las pautas del mundo fraterno. Adaptación de la familia Una familia se encuentra sometida a una presión interna originada en la evolución de sus propios miembros y subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las instituciones sociales significativas que influyen sobre los miembros familiares. Los procesos transicionales de adaptación a nuevas situaciones pueden ser considerados erróneamente como patológicos. La etiqueta de patología debe reservarse a las familias que, frente a esas tensiones, incrementan la rigidez de sus pautas y limites transaccionales y resisten a cualquier tipo de variante. Una de las principales funciones de la familia consiste en brindar apoyo a los miembros, cuando uno esta afectado por un stress, los otros miembros sienten la necesidad de acomodarse a esas nuevas circunstancias. Esta acomodación puede limitarse a un subsistema o difundirse en toda la familia. La misma fuente de stress que afecta a un miembro individual puede actuar a través de los límites de los subsistemas, por ej. Un pare y madre estresados por el trabajo pueden pelearse, pero después desvían el conflicto a través de un ataque contra un hijo. También es posible que una familia se vea estresada por el contacto extrafamiliar de uno de sus miembros, por ej si se pierde un trabajo la familia se modifica para garantizar la supervivencia. Existen fases en la evolución de la familia, y deben aparecer nuevos subsistemas para trazarse nuevas líneas de diferenciación. En este proceso se plantean si o si conflictos, y serán resueltos por negociaciones de transición y la familia se adaptara o no con éxito. Esto ofrece una oportunidad de crecimiento a todos los miembros de la familia, pero si no se resuelven los problemas pueden plantear dificultades mayores. Uno de los desencadenantes más habituales es el comienzo de la adolescencia de los hijos. El esquema conceptual de una familia normal presenta 3 fases: 1) una familia se transforma a lo largo del tiempo, adaptándose y reestructurándose, de tal modo que pueda seguir funcionando, 2) la familia posee una estructura que solo puede observarse en movimiento. Se prefieren algunas pautas suficientes para responder a los requerimientos habituales, 3) una familia se adapta al stress de un modo tal que mantiene su continuidad a la vez que permite cambios. Si una familia responde a este con rigidez, se manifiestan pautas disfuncionales. Esto podría llevar a dicha familia a una terapia. Psicología humanista Se denomina Psicología humanista a un movimiento de la Psicología que surge en el siglo XX y se desarrolla fundamentalmente en las décadas de los años 50 y 60. Nace en Estados Unidos con el lanzamiento del manifiesto Bugental, como reacción al psicoanálisis y conductismo más ortodoxo que imperaban en la práctica psicoterapéutica en aquel entonces. Sin embargo, esta corriente no se ha considerado nunca a sí misma como competitiva con las otras dos sino con vocación de complementarlas, e incluso integrarlas en un contexto teórico más amplio. El conductismo (Watson, Hull, Skinner) se basaba en la idea de que la conciencia humana, en el caso de existir, era una dimensión de la persona que no se puede medir, y por consiguiente quedaba fuera del campo de su interés, ya que la psicología solo debía analizar la conducta mediante el estímulo y la respuesta. El psicoanálisis, desde un punto de vista radicalmente contrario, defendía que la conducta observable (es decir, cuantificable) del ser humano tiene sus raíces en un nivel no cuantificable al que se denomina inconsciente. Lo que podemos medir no es, por consiguiente, lo que mejor nos puede explicar esa conducta. Ambos coincidían, no obstante, en el determinismo de dicha conducta. La psicología humanista nace como reacción a esta simplificación del ser humano, proveniente de ambas teorías, y busca comprenderlo a través de los estudios integrales de los mismos. Tal y como expresó Maslow, pionero de la psicología humanista, frente a la concepción aséptica de los experimentos y la invisibilidad del experimentador, defendida desde el conductismo, defiende que al hombre solo se lo puede conocer en su humanidad a través de la humanidad del hombre que lo estudia; dicho de otra manera, el individuo que se siente respetado y querido durante un experimento, actúa con más naturalidad que el que se siente manipulado. La Psicología humanista se caracterizó por apoyarse en concepciones del ser humano de profundas raíces filosóficas (con antecedentes que van de Sócrates a la fenomenología y la filosofía de la existencia y existencialismo), con raíces en Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger, Merleau-Ponty y Sartre. Pretende la consideración global de la persona y la acentuación en sus aspectos existenciales (la libertad, el conocimiento, la responsabilidad, la historicidad), cuestionando una concepción de la psicología que, desde la vocación de reconocerse como una ciencia natural, reducía al ser humano a variables cuantificables (conductismo), o centrada tan solo en aspectos negativos y patológicos del ser humano (psicoanálisis). Es decir: tanto el psicoanálisis como el conductismo, se basaban, principalmente, en tratar al ser humano como animal, cosa que es, pero no solamente (el psicoanálisis se centraba en los instintos y el conductismo en los mecanismos de acción, reacción y refuerzo.) Por ello, uno de los teóricos humanistas más importantes de la época, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1908-1970), quien había incursionado en el conductismo, denominó a este movimiento la Tercera Fuerza, para mostrar lo que se proponía con esta corriente: integrar las formas (aparentemente opuestas) en que se expresaba el quehacer psicológico de la época (conductismo y psicoanálisis) y dar un paso más allá de las mismas. Antecedentes El pensamiento que influyó en el surgimiento de esta corriente es muy amplio pero podría resumirse como el que generaron todos aquellos que se han resistido a reducir la Psicología y el estudio de los seres humanos a una mera ciencia natural. Sin embargo, se pueden sistematizar sus influencias en varios grupos principales: En cuanto a la crítica al mecanicismo y reduccionismo de la Psicología en tanto ciencia natural y su propuesta de poner énfasis en la intencionalidad del ser humano como individuo total, se puede citar a Franz Brentano y su concepto de intencionalidad; a Oswald Külpe, con su antielementarismo; a Wilhelm Dilthey y a William James, con su estudio sobre la conciencia y la introspección. En el aporte de figuras disidentes de la ortodoxia freudiana, se pueden contar como influencias a Erich Fromm, con su foco en la búsqueda existencial de los seres humanos; a Karen Horney; a Erik Erikson, con su concepción sociocultural del desarrollo humano; a Fritz Perls y el desarrollo de la Terapia Gestalt; a Carl Gustav Jung, con su estudio de la espiritualidad humana y su lucha por autodesarrollarse; a Alfred Adler, con el complejo de inferioridad y su ulterior voluntad de poderío; a Wilhelm Reich, con su reivindicación del cuerpo en la Psicoterapia; a Eric Berne, padre del Análisis Transaccional, con su contribución sobre los juegos psicológicos y el guion psicológico y a Viktor Frankl, con la creación de la Logoterapia y la búsqueda del sentido de la existencia que esta propone. No obstante, este último realizó una importante crítica a la Psicología humanista. Las teorías de la personalidad que emergieron en esos momentos y que intentaron mostrar al ser humano más en función de sus motivaciones y necesidades que en función de sus patologías o determinaciones, como las de Gordon Allport y Henry Murray. El método fenomenológico redefinido por Edmund Husserl, la ontología de Martin Heidegger, la teoría existencial de Søren Kierkegaard, quien influyó a autores como Karl Jaspers, Medard Boss y Ludwig Binswanger (en Europa) y Rollo May. Planteamientos fundamentales en la psicología Dentro de esta corriente, los enfoques teóricos y terapéuticos son tan diversos que no es posible plantear un modelo teórico único. Lo que sí se puede extrapolar de estas diversas teorías y enfoques son una serie de principios y énfasis (Kalawski, citado por Bagladi): 1. Énfasis en lo único y personal de la naturaleza humana: el ser humano es considerado único e irrepetible. Tenemos la tarea de desarrollar eso único y especial que somos, así, ámbitos como el juego y la creatividad son considerados fundamentales. 2. Confianza en la naturaleza y búsqueda de lo natural: el ser humano es de naturaleza intrínsecamente buena y con tendencia innata a la autorrealización. La naturaleza, de la que este ser humano forma parte, expresa una sabiduría mayor. Por lo tanto, como seres humanos debemos confiar en la forma en que las cosas ocurren, evitando controlarnos o controlar nuestro entorno. 3. Concepto de conciencia ampliado: la conciencia que tenemos de nosotros mismos y la forma en que nos identificamos con nuestro yo o ego, es uno de los varios estados y niveles de conciencia a los que podemos llegar, pero no es el único. 4. Trascendencia del ego y direccionamiento hacia la totalidad que somos: la tendencia en el curso de nuestra autorrealización es ir alcanzando cada vez niveles de conciencia más evolucionados, que se caracterizan por ser cada vez más integradores de partes de nosotros mismos y de nuestra relación con el resto y con la totalidad. Véase también Psicología transpersonal. 5. Superación de la escisión mente/cuerpo: la psicología humanista parte desde un reconocimiento del cuerpo como una fuente válida de mensajes acerca de lo que somos, hacemos y sentimos, así como medio de expresión de nuestras intenciones y pensamientos. Funcionamos como un organismo total, en que mente y cuerpo son distinciones hechas solo para facilitar la comprensión teórica. 6. Reequilibrio entre polaridades y revalorización de lo emocional: la cultura occidental ha tendido a valorar lo racional sobre lo emocional, la acción frente a la contemplación, etc. Esto produce un desequilibrio en nuestro organismo, ya que desconoce aspectos valiosos de nosotros mismos o los subestima, relegándolos al control de otros. El cultivo de lo emocional, lo intuitivo, lo contemplativo, por parte de la psicología humanista, es un intento por restablecer ese equilibrio. 7. Valoración de una comunicación que implique el reconocimiento del otro en cuanto tal: dejar de reconocer a los demás como objetos o medios para alcanzar nuestros propósitos personales es uno de los énfasis principales de esta corriente. Esta forma restringida de relacionarse con los demás se transforma en una barrera comunicacional entre los seres humanos, ya que nos concentramos en solo una parte del otro (la que nos es útil, por ejemplo), y dejamos de verlo como un ser total, impidiendo una comunicación plena. Los postulados básicos de la Psicología Humanista fueron definidos por Bugental en 1964 y recogidos posteriormente en multitud de publicaciones: 1. Los seres humanos, en cuanto tales, suponen una entidad que supera la suma de sus partes. Nunca pueden ser reducidos a sus componentes. 2. Los seres humanos existen en un único contexto humano, incluido en una ecología cósmica. 3. Los seres humanos son conscientes y conscientes de ser conscientes. La conciencia humana incluye siempre la consciencia de uno mismo en el contexto de otras personas. 4. Los seres humanos tienen cierta capacidad de elección y, por tanto, responsabilidad. 5. Los seres humanos son intencionales, tienen metas. Son conscientes de que causan determinadas acciones futuras y buscan el sentido, el valor y la creatividad. La Psicología humanista considera, por tanto, que: El ser humano es un ser global que debe ser considerado como un todo en el que figuran y convergen: sentimientos, pensamientos, conductas, acciones. Las conductas del ser humano son intencionales, y tienen sentido desde la perspectiva material como desde la perspectiva personal de dignidad y libertad. Toda la existencia humana se desarrolla y transcurre en un contexto interpersonal, este contexto interpersonal es necesario e importante en el desarrollo individual pero teniendo en cuenta la individualidad del ser humano en las relaciones sociales. Los seres humanos son seres o personas autónomas, dentro de las relaciones existenciales de interpersonalidad tienen la capacidad de tomar sus propias decisiones, decisiones que dirigen su desarrollo. Este principio es complementario al principio de la necesidad de un contexto interpersonal, de tal manera que solamente una persona autónoma es capaz de asumir sus responsabilidades dentro de las relaciones interpersonales. La autorrealización es la tendencia inherente a las personas, es lo que produce la individualidad y el crecimiento e indiferenciación personal. La experiencia interior del ser humano es vivenciada como personal y con un significado que es producido por la propia persona, este significado a sus experiencias y vivencias son ejes fundamentales del desarrollo y de las percepciones personales que sobre uno mismo las personas desarrollan. Tal y como afirma Jose Luis Martorell, la psicología humanista incluye a todos aquellos autores y corrientes que han desarrollado sus propuestas apuntando a una cierta concepción del ser humano, del objeto de la psicología, de la patología, de la intervención psicológica y del método para obtener conocimientos sobre todo lo anterior que se engarzan en la tradición filosófica humanista. Entre ellas destacamos: 1.-Las propuestas de Carl Rogers (1902-1987), las cuales pueden considerarse las más influyentes y conocidas de entre las que surgieron dentro del movimiento humanista. Su enfoque terapéutico, la terapia centrada en el cliente, también es conocido como terapia no directiva. La hipótesis central de este enfoque la establece así brevemente Rogers: el individuo posee en sí mismo medios para la autocomprensión, para el cambio del concepto de sí mismo, de las actitudes y del comportamiento autodirigido; estos medios pueden ser explotados con solo proporcionar un clima determinado de actitudes psicológicas favorable. 2.- Logoterapia. Sin duda alguna, el impulsor del estudio psicológico del significado de la vida fue el psiquiatra austriaco Viktor Frankl, (1905-1997). Frankl estudio medicina en Viena, donde conoció a Freud y Adler, y se especializó en psiquiatría. Desde 1942 hasta 1945, año en que fue liberado por el ejército estadounidense, pasó por distintos campos de concentración nazis, en los que murieron sus padres, su hermano, su cuñada y su esposa, con la que se había casado unos meses antes de ser llevado prisionero. Tras su liberación, regresó a Viena y escribió El hombre en busca de sentido, donde describe la vida de los prisioneros de los campos de concentración desde la perspectiva de un observador de la naturaleza humana. Afirma que incluso en las condiciones de sufrimiento y deshumanización más extremas, es posible encontrar una razón para vivir, un significado. Esa reflexión le llevó a desarrollar la logoterapia (psicoterapia mediante el sentido). Tal y como explica el mismo Frankl Logos es una palabra griega que equivale a "sentido", "significado" o "propósito". La Logoterapia se centra en el sentido de la existencia humana y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre. Para Frankl, la primera fuerza motivante del ser humano, es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. Por eso alude constantemente a la voluntad de sentido, en contraste con el principio del placer, que rige el psicoanálisis freudiano y, en contraste, también con la voluntad de poder, enfatizada por la psicología de Alfred Adler. 3.- El Análisis transaccional de Eric Berne (1910-1970), presenta un enfoque de origen psicoanalítico, que centra la ayuda terapéutica en la restauración del potencial existencial original en el ser humano, de confianza en la persona. Berne configuró un sistema de intervención psicológica basado en sus observaciones en torno a la psicoterapia de grupos, otorgándole el nombre de “Análisis Transaccional”. En 1958, comienza a trabajar en el seminario de Psiquiatría Social en San Francisco, distinguiéndose desde entonces por implicar en su quehacer un enfoque terapéutico que no se concentraba dentro del esquema de la enfermedad y de la psicopatología, sino más bien, en aspectos cognitivo-racionales y conductuales de la personalidad, orientando todo el proceso hacia la toma de conciencia de las personas en relación con su capacidad de decisión y con la posibilidad de cambiar de manera significativa el curso de su vida. El núcleo de la psicología transaccional y de la terapia de Análisis Transaccional se centra en trabajar con los estados del yo que se producen en las relaciones personales (padre, adulto, niño), de tal manera que ciertos estados del yo pueden, en relación con otros yos, crear malestar o patologías de forma consciente o inconsciente. Otro concepto desarrollado por Berne es el del guión de vida. Estos guiones están basado en mensajes implantados en la infancia, los cuales constituyen un marco de referencia sobre cómo actuar, relacionarse y vivir. Esos mensajes pueden promover el éxito o el fracaso, una vida feliz o desafortunada. También se les conoce como mandatos del guión y suele ser necesario trabajarlos en terapia con el fin de identificarlos, y tomar conciencia de cuando actuamos bajo su influencia. 4.- Enfoque bioenergético de Lowen. El enfoque bioenergético de Alexander Lowen (1910-2008) con raíces en los postulados de Wilhelm Reich (1897- 1957) dentro de la corriente psicoanalítica y su propuesta del análisis del carácter. El carácter entendido como la máscara que cubre a la persona para poder convivir con los impulsos derivados de los instintos y evitar así la neurosis, pero la represión puede producir no solamente neurosis, sino además angustia y sentimientos intensos negativos producto de la tensión que procede de la dificultad de dejar expresar libremente la energía biológica. Los conflictos y tensiones se manifiestan en el cuerpo y deben tratarse mediante ejercicios que permitan liberar tensiones. 5.- El psicodrama de Jacob Levy Moreno (1892-1974). Dentro de las teorías humanistas está relacionado con la patología que surge cuando las personas admiten roles inadecuados y además los convierten en roles rígidos que van dañando a la persona. Para eliminar las patologías que se derivan de los roles que asumen las personas es necesario realizar psicodramas, o psicoterapias que permitan deshacerse de esos roles y asumir otros adecuados. 6.- La Psicoterapia Integrativa es una de las escuelas psicoterapéuticas humanistas más recientes cuya premisa central expresa que el contacto constituye la experiencia motivadora primaria de la conducta humana. En palabras del Richard G. Erskine, principal representante de la Psicoterapia Integrativa la curación de las heridas emocionales y relacionales se produce a través de una relación terapéutica de pleno contacto. El significado original y principal de Psicoterapia Integrativa se refiere al proceso de integración de la personalidad: ayudar al cliente a asimilar y armonizar el contenido de sus conductas, pensamiento y emociones automatizadas, a relajar sus mecanismos auto-protectores, a reestructurar creencias perjudiciales y a reencontrarse en el mundo con un contacto pleno en el aquí y ahora. Es el proceso de crear la totalidad: tomar aspectos desapropiados, automatizados y no resueltos y hacer que formen parte de un yo cohesionado. El término Integrativa también se refiere a la integración de la teoría, a la unión de los sistemas afectivos, cognitivos, conductuales y fisiológicos para abordar la psicoterapia. Los conceptos se utilizan dentro de una perspectiva del desarrollo humano. La Psicoterapia Integrativa es, además, un modelo que correlaciona constructos de múltiples corrientes teóricas diferentes que dan como resultado una organización única de ideas teóricas y métodos correspondientes de intervención clínica. Los conceptos de contacto-en-la-relación (Terapia Gestalt), Estados del Yo y Guión de Vida (Análisis Transaccional) son fundamentales para esta teoría integradora.