El empleo es la mayor baja en esta recesión. Con la pérdida de empleos que supera cualquier descenso económico desde la Gran Depresión, preguntarnos cómo el gobierno puede o debe invertir en la economía para generar empleos se ha convertido en el tema de mayor importancia en la actualidad. La creación de empleos es un “indicador retrospectivo”. Esto puede tomar 6 meses desde el momento en que las solicitudes de mercancías perecederas u otros indicadores económicos empiezan a despuntar o antes de que las compañías vuelvan a contratar nuevamente, lo que puede requerir de 12 a 18 meses para que un crecimiento laboral real genere los niveles económicos anteriores a la recesión. Esto sería tolerable si este fuese un típico descenso económico, pero esta no es una recesión normal, y los modelos que de otra manera simplemente hubiesen justificado al gobierno de “no hacer nada y dejar que el mercado siguiera su curso” no pueden aplicarse en este caso. Si esta recesión es realmente más sintomática que la depresión evitada por la masiva y exclusiva intervención del gobierno, entonces necesitamos echar un vistazo a la Gran Depresión en busca de ideas acerca de cómo lidiar con una economía que ha hecho perder millones de trabajos en el curso de tan sólo unos meses. Durante La Gran Depresión existían programas laborales lo suficientemente fuertes para ajustarse a los tiempos. Desde el TVA (Tennessee Valley Authority), hasta la construcción de parques a lo largo de Georgia y el resto del país. Nuestro gobierno en ese entonces invirtió en la economía para generar empleos, y en el caso de la electrificación, creó industrias totalmente nuevas. Esto hace que el paquete de estímulos y sus proyectos de “Pala lista” de hoy palidezcan en comparación con los esfuerzos hechos por el gobierno en el pasado, ya que en el mejor de los casos las iniciativas actuales retienen la pérdida de empleos, y en el peor de los casos, proveen únicamente de empleos temporales. Franklin D. Roosevelt probablemente hubiese estado al borde de un desmayo si alguien le hubiese dicho que lo único que consiguió tras gastar 6 billones de dólares fue la creación de 22.000 empleos temporales. Él sabía entonces que algo de proporciones más grandes debía llevarse a cabo. Hoy en día las inversiones dirigidas a sectores específicos simplemente no podrán reponer la pérdida de millones de empleos. ¿Qué debemos hacer? Invertir a gran escala en programas de generación de empleos a través de la pequeña y la mediana empresa. De la misma manera que en La Gran Depresión la “electrificación” de zonas rurales en los estados del Sur y el Oeste probaron ser una gran fuente de empleos, actualmente necesitamos de un programa a gran escala para actualizar la red eléctrica del país, renovar todos los edificios gubernamentales bajo los estándares de LEEDS (Organismo experto en energía y diseño ambiental), e incentivar a los propietarios de vivienda y establecimientos comerciales para que actualicen la eficiencia ambiental de sus casas y edificios. La inversión en un programa real de energía independiente lograría ubicarnos nuevamente al frente con respecto a los empleos de orden tecnológico y simultáneamente preservaría los empleos en el campo de la construcción y la manufactura que han estado en declive por años. El programa federal que incentivó la compra de nuevos vehículos (Coloquialmente conocido en inglés como “Cash for Clunkers”) necesita ser reactivado. Sin duda alguna fue un éxito, pero acabó de manera tan pronta que sus efectos a largo plazo en la economía, especialmente en la economía manufacturera, fueron efímeros. Llevémoslo a cabo nuevamente basados en los factores que hicieron posible que en Europa la misma iniciativa tuviese un mejor desarrollo, y que permitió un crecimiento laboral a largo plazo, mas no basados en la necesidad de dar con un presupuesto arbitrario que algún senador que bota de manera impredecible saca de su sombrero. Los europeos no contaron con un límite presupuestal. Lo único que tenían era un tiempo límite. Esto ayudó a prevenir el afán de los consumidores hacia los distribuidores de vehículos y logró reactivar las ventas automotrices de manera constante. Al mismo tiempo, permitió que las personas que querían y necesitaban de nuevos y más eficientes vehículos en términos energéticos pudiesen tener acceso a ellos, y que además necesitaban de más tiempo para ahorrar con miras a cubrir la cuota inicial cuando dicho momento llegase. Se requerirá de un constante esfuerzo capaz de recorrer el largo camino que nos depara posibilitando que el programa realmente funcione y nos proporcione los empleos que necesitamos, mientras ayudamos a que el impacto en el consumo de gasolina en el país ocurra de manera mas controlada. Como segunda medida necesitamos aprobar la reforma de salud exigiendo la cobertura universal de todos los estadounidenses. Si logramos que 40 millones de personas hagan parte del sistema de salud se crearán miles de empleos, tanto en el sector público como en el privado. Muchos de estos trabajos se generarán en el sector de las aseguradoras mientras más personas se requerirán para procesar y manejar toda la documentación. Igualmente, para quienes se encuentran asegurados se requerirá de más personal capacitado en el manejo en tecnologías informáticas que conviertan los registros médicos que se encuentran en papel en formatos computarizados. Ahora, la gran parte de los trabajos mejor pagos, se encontrará con seguridad en el campo médico puesto que se creará un nuevo mercado para doctores, enfermeras y otros profesionales en el área de la salud que puedan proveer de asistencia médica a los nuevos asegurados. A pesar del enojo y los miedos alarmistas que los pretenciosos miembros del ala derecha puedan tener por la creencia de que los doctores dejarán el negocio si la reforma de salud es aprobada, la perspectiva de que 40 millones de personas puedan pagar por asistencia médica generará sin duda alguna una gigantesca demanda de profesionales de la salud, la cual en su gran mayoría se producirá en el negligente campo de la pediatría y la medicina familiar en donde tan ansiosamente es necesitada. Estas simples inversiones en nuestra economía no sólo ayudarían a reactivarla, sino que además proveerían de un impulso duradero a las tecnologías de punta, los empleos mejor pagos y a la industria de la construcción que duraría por las próximas décadas. Todo lo que queda por descubrir es si nuestros mandatarios electos tienen el coraje para llevar a cabo dicho programa en vez de jugar a la política. Necesitamos de mandatarios electos concentrados en invertir en el país, y no simplemente de poderosos políticos en cuyas manos están nuestros trabajos, sustento y el futuro de nuestra nación.