PREFACIO A LA SEXTA EDICIÓN La presente obra ha sufrido distintas vicisitudes desde que vio la luz, por primera vez, en agosto de 1999. En su origen fue un Manual que tenía la modesta finalidad de ordenar, sistematizar y hacer comprensible la enigmática Ley Nº 27157 y sus tres materias, distintas aunque vinculadas: la regularización de edificaciones ilegales, el procedimiento de licencia de obra y declaratoria de fábrica y el régimen de propiedad exclusiva y común (antes denominado “propiedad horizontal”). Sin embargo, con el correr de los años la pretensión inicial se fue modificando, de tal suerte que hoy aparece un libro completamente renovado, con mayor sustancia y materias, por lo que ha sido necesario bautizarlo con un título que abarque toda la disciplina (íntegra) que contiene. De allí el expresivo nombre de “DERECHO URBANÍSTICO”. En efecto, hoy la obra no se circunscribe a unos cuantos temas dispersos que se unieron coyunturalmente por virtud de la Ley Nº 27157, pues hemos emprendido la labor de estudiar gran parte de la regulación jurídica del suelo urbano, por lo que se incluyen nuevas materias de gran y relevante interés práctico, tales como la propiedad en la Constitución de 1993, las nociones introductorias del derecho urbanístico, la expropiación, la expropiación para fines de formalización de posesiones informales y el nuevo régimen normativo (neo-liberal) de las habilitaciones urbanas y edificaciones. En tal sentido, la nueva apuesta del libro está fuertemente influenciada por la Ley Nº 29090 y su modificatoria Ley Nº 29476, que remodela, si bien para peor, la regulación de habilitaciones y edificaciones, y que se limita a ejecutar una política de simplificación y desregulación, tan nociva para la vida, la seguridad y el entorno agradable que se necesita para quienes viven en la ciudad. Hoy, lamentablemente, esos valores se miran con disfavor por parte de los neoliberales empeñados en alentar el lucro fácil e inmerecido, así como en aumentar la inversión privada a cualquier costo, inclusive de seres humanos. Para lograr sus fines, se apoyan en un Estado ausente, que cada vez se parece más al del liberalismo salvaje del siglo XIX en cuanto “deja hacer y deja pasar”; en una prensa distraída por los temas de coyuntura, muchos de ellos intrascendentes o de figuretismo; y también por una ciudadanía que no toma conciencia de sus derechos y de su puesto central en la democracia, y que sigue agradecido ante el cumplimiento, a cuenta-gotas, de las obligaciones estatales de promoción del desarrollo, reconocimiento de derechos económicos y sociales y lucha contra la pobreza. No son dádivas, regalos o concesiones del gobernante de turno, quien cree hacernos un favor; sino que se trata de derechos humanos que obligan a todos, y principalmente al Estado. En consecuencia, y más allá de los cambios de nombre y contenido, el libro sigue su propio camino y la meta ha sido y será siempre la misma: presentar una panorámica de los puntos más importantes de la regulación del suelo; no solo para comentar lo que existe, sino fundamentalmente para postular interpretaciones creativas en aras de un derecho justo, o para proponer reformas pensadas en la protección del ser humano, único fin del Derecho. Hoy no puedo dejar de agradecer el impensado éxito que significa llegar a seis ediciones en un mercado editorial tan pequeño como el peruano. Ello resulta más gratificante si tenemos en cuenta que el número de ediciones debió ser mayor, pues hubieron prolongados períodos de “vacatio” que el autor se dio por encontrarse trabajando en otros múltiples proyectos. Basta citar que entre la cuarta y la quinta edición pasaron cuatro años; y entre la quinta y la presente, cinco años más, a pesar que el libro se encontraba totalmente agotado desde mucho tiempo atrás. En gran parte, también, esta dificultad de actualización se debe a los constantes cambios que ha sufrido la normativa peruana; las más de las veces sin orden ni concierto. Basta decir que en en menos de diez años se han tenido hasta tres régimenes legales distintos de la licencia de construcción, luego llamada de “obra” y finalmente de “edificación”. Igual sucede con las normas reglamentarias del registro, pues del Reglamento de Inscripciones de 1936 se pasó al Reglamento de Predios de 2003, luego al de 2008 y finalmente a una adenda que lo ha modificado sustancialmente; siempre con otros cambios y complementaciones en el camino. En nuestro país, existe la creencia (errónea) que la vida social y económica mejorará si es que modificamos a cada instante el sistema legal; o peor todavía, a veces se piensa de manera formalista que el simple cambio de nombre de las figuras jurídicas hará ese milagro. De otra manera no se explica cómo se varió la “propiedad horizontal” por la “propiedad exclusiva o común”; o la “declaratoria de fábrica” a la “declaratoria de edificación”. Son vanas ilusiones que desaparecen rápidamente. El economicismo, por ejemplo, es un partidario de reformar la ley y de esa forma lograr la “eficiencia”, ya sea incentivando o desincentivando las conductas. Ese presupuesto es tan falso que en el Perú se desmiente a diario. Según el Código Civil, quien construye en suelo ajeno pierde toda su inversión en beneficio del propietario. Con una regla tan inflexible, y hasta draconiana, sería de esperar que nadie se apropie de un terreno que no le pertenece; sin embargo, la realidad sociológica dice otra cosa. La conclusión es simple: El Derecho no tiene tanta importancia en la conducta del ser humano; y más influye la cultura, la sociedad y fundamentalmente la pobreza y la injusticia, así como un Estado que no llega a legitimarse. En suma, estamos en presencia, casi, de un nuevo libro, y no solo porque el fárrago legislativo no se detiene, sino por un hecho más importante: la influencia cada vez mayor de las nuevas corrientes de la Teoría y Filosofía del Derecho y de los Derechos Humanos, que obliga a una actitud reflexiva y crítica en el investigador con el fin de superar criterios tradicionales del positivismo jurídico. Quien compare esta edición con las versiones anteriores, fácilmente advertirá que la dogmática conceptualista ha cedido frente a la nueva forma de ser del Derecho, basado en principios, dominado por la idea de justicia, encadenado con el reconocimiento de los derechos humanos en el orden interno e internacional, y finalmente atravesado por la tutela judicial de los derechos. Considero que, hoy por hoy, no puede escribirse una obra jurídica alejada de esta perspectiva. Desde ya, me comprometo a que esos silencios no vuelvan a producirse, y dentro de mis fuerzas procuraré que el libro siempre se encuentre actualizado para ilustrar al estudiante que desea aprender o al profesional que busca esclarecer una duda en un mundo jurídico cada vez más complejo, y que ya no se reduce a la colección de normas. Miraflores, abril 2011 GUNTHER GONZALES BARRÒN [email protected]