Jaime Antonio Osnaya Elizalde 1°D N.L.26

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Jaime Antonio Osnaya Elizalde
1°D N.L.26
LAS BIENAVENTURANZAS
FORMACIÓN RELIGIOSA 1
Se llaman así porque de modo armónico explica las características de los justos en el
nuevo reino.
1) Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos
Más que la condición social de pobre, expresa la actitud religiosa de humildad ante
Dios: es pobre el que acude a Dios sin considerar méritos propios y confía sólo en la
Misericordia Divina para ser salvado ( infancia espiritual). El cristiano se considera
ante Dios como un niño pequeño que no tiene nada en propiedad; todo es de Dios
su Padre y a El se lo debe. La pobreza cristiana exige el desprendimiento de los
bienes materiales y una austeridad en el uso de ellos. La pobreza que Jesús declaró
Bienaventurada es aquella hecha a base de desprendimiento, de confianza en Dios,
de sobriedad y disposición a compartir con otros. Nos enseñan que la verdadera
dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o en el poder,
ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas, y las
artes, ni en ninguna criatura, Sólo Dios es la fuente de todo bien y de todo amor.
2) Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra
Es decir, los que sufren con paciencia las persecuciones injustas; los que en las
adversidades mantienen el ánimo sereno, humilde y firme, y no se dejan llevar de la
ira o del abatimiento. Es la virtud de la Mansedumbre muy necesaria para la vida
cristiana. Normalmente las frecuentes manifestaciones internas de irritabilidad
proceden de la falta de humildad y de paz interior.
"La tierra": Comúnmente se entiende en sentido Trascendente, es decir, la Patria
Celestial.
3) Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados
Nuestro Señor llama aquí Bienaventurados a todos los que están afligidos por
alguna causa y, de modo particular, a quienes están verdaderamente arrepentidos
de sus pecados, o apenados por las ofensas que otros hacen a Dios, y que llevan su
sufrimiento con amor y deseos de reparación.
Jaime Antonio Osnaya Elizalde
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4) Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque ellos serán
saciados
Se llama justo a quien se esfuerza sinceramente en cumplir la Voluntad de Dios, que
se manifiesta en los Mandamientos, en los deberes de estado y en la unión del alma
con Dios. Como comenta San Jerónimo esta cuarta Bienaventuranza de Nuestro
Señor exige no un simple deseo vago de Justicia, sino tener hambre y sed de ella,
esto es amar y buscar con todas las fuerzas aquello que hace justo al hombre
delante de Dios. El que de verdad quiere la Santidad tiene que querer los medios
que la Iglesia, ofrece y enseña a vivir a todos los hombres: frecuencia de los
Sacramentos, trato íntimo con Dios en la oración, fortaleza en cumplir con los
deberes familiares, profesionales y sociales.
5) Bienaventurados los Misericordiosos porque ellos alcanzarán Misericordia
La misericordia no consiste sólo en dar limosna a los pobres, sino también
comprender los defectos que pueden tener los demás, disculparlos, ayudar a
superarlos y querer a los otros aún con sus defectos. También forma parte de la
misericordia alegrarse y sufrir con las alegrías y dolores ajenos.
6) Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios...
La Doctrina de Cristo enseña que la raíz de la calidad de los actos humanos está en
el corazón, es decir, en el interior del hombre, en el fondo de su espíritu. El corazón
es considerado como el resumen y la fuente, la expresión y el fondo último de los
pensamientos, de las palabras, de las acciones. La limpieza de corazón es un don
de Dios que se manifiesta en la capacidad de amar, en la mirada recta y limpia para
todo lo noble. El cristiano ayudado con la Gracia de Dios, debe luchar para purificar
su corazón y adquirir esa limpieza, por la que se promete la Visión de Dios.
7) Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Son los que promueven la paz en si mismos, en los demás y, sobre todo procuran
reconciliarse y reconciliar a los demás con Dios. La paz con Dios es la causa y la
cima de toda paz. Será vana y falaz toda paz en el mundo que no se base en esa
Paz Divina.
Jaime Antonio Osnaya Elizalde
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8) Bienaventurados los que padecen persecución por la Justicia, porque de, ellos es
el Reino dé los cielos
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier
modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande
en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron. Es
Bienaventurado el que padece persecución por ser santo o por su empeño en ser
santo. Es Bienaventurado el que padece persecución por ser fiel a Cristo, y lo lleva
no sólo con paciencia sino con alegría. San Bernardo dice que esta octava
Bienaventuranza era como la prerrogativa de los Santos mártires. El cristiano que es
fiel a la Doctrina de Jesucristo es de hecho también un mártir (testigo) que refleja o
cumple esta Bienaventuranza, aún sin llegar a la muerte temporal.
http://www.liturgiacatolica.org/catequesis/bienaventuranzas.htm#1
Primera bienaventuranza
La palabra pobre parece representar un encorvado, afligido, miserable, pobre; mientras
que manso es más bien que se inclina, humilde, manso, gentil. Algunos eruditos
agregan también a la primera palabra un sentido de humildad; otros piensan en los
“mendigos ante Dios” que reconocen humildemente su necesidad de ayuda divina.
Pero la oposición a los “ricos” (Lucas, 6, 24) apunta especialmente a la significación
común y obvia, que, sin embargo, no debe limitarse a la necesidad y angustia
económica, sino que puede abarcar el conjunto de la dolorosa condición del pobre: sus
escasos bienes, su dependencia social, su indefensa exposición a la injusticia de los
ricos y los poderosos. Aparte de la bendición del Señor, la promesa del reino celestial
no se otorga por la condición externa actual de tal pobreza. Los bienaventurados son
pobres “de espíritu”, que por su propia voluntad están dispuestos a soportar por amor
de Dios esta dolorosa y humilde condición.
Segunda bienaventuranza
Puesto que la pobreza es un estado de humilde sujeción, el “pobre de espíritu”, está
próximo al “manso”, sujeto de la segunda bienaventuranza. Los que humilde y
mansamente se inclinan ante Dios y el hombre, “heredarán la tierra” y poseerán su
herencia en paz. Esta es una frase tomada del Salmo 36, donde se refiere a la Tierra
Prometida de Israel, pero aquí en las palabras de Cristo, es por supuesto sólo un
símbolo del Reino de los Cielos, el reino espiritual del Mesías. No pocos intérpretes, sin
embargo, entienden “la tierra”.
Jaime Antonio Osnaya Elizalde
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Tercera bienaventuranza
Los “que lloran” en la Tercera Bienaventuranza se oponen en Lucas (6, 25) a la risa y a
la alegría mundana de similar carácter frívolo. Los motivos del llanto no derivan de las
miserias de una vida de pobreza, abatimiento y sometimiento, que son los mismos de
la bienaventuranza del versículo 3, sino más bien los de las miserias que el hombre
piadoso sufre en sí mismo y en otros, y la mayor de todo el tremendo poder del mal por
todo el mundo. A tales dolientes el Señor Jesús les trae el consuelo del reino celestial,
“la consolación de Israel “predicha por los profetas. Incluso los judíos tardíos conocían
al Mesías por el nombre de Menahem, el Consolador. Estas tres bienaventuranzas,
pobreza, abatimiento y sometimiento son un elogio de lo que ahora se llaman virtudes
pasivas: abstinencia y resistencia, y la Octava Bienaventuranza nos lleva de nuevo a la
enseñanza.
Cuarta Bienaventuranza
Los otros, sin embargo, piden una conducta más activa. Lo primero de todo, “hambre y
sed” de justicia: un deseo fuerte y continuo de progreso en perfección moral y religiosa,
cuya recompensa será el verdadero cumplimiento del deseo, el continuo crecimiento en
santidad.
Quinta Bienaventuranza
A partir de este deseo interior se debe dar un paso más hacia la acción por las obras
de “misericordia”, corporales y espirituales. Por medio de éstas los misericordiosos
logran la misericordia divina del reino mesiánico, en esta vida y en el juicio final. La
maravillosa fertilidad de la Iglesia en obras e instituciones de misericordia corporal y
espiritual de toda clase muestra el sentido profético, por no decir el poder creativo, de
esta sencilla palabra del Maestro divino.
Sexta Bienaventuranza
Según la terminología bíblica, la “limpieza de corazón” no puede encontrarse
exclusivamente en la castidad interior, ni siquiera, como muchos eruditos proponen, en
una pureza general de conciencia, como opuesta a la pureza levítica, o legal, exigida
por escribas y fariseos. Cuando menos el lugar adecuado de tal bienaventuranza no
parece estar entre la misericordia (versículo 7) y la pacificación (versículo 9), ni detrás
de la virtud aparentemente de más alcance del hambre y sed de justicia. Se pone de
manifiesto a la razón que la bienaventuranza, prometida a esta continua búsqueda de
la gloria de Dios, consistirá en la “visión” sobrenatural del propio Dios, la última meta y
finalidad del reino celestial en su plenitud.
Jaime Antonio Osnaya Elizalde
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Séptima Bienaventuranza
Los “pacíficos” son no sólo los que viven en paz con los demás sino que además hacen
lo mejor que pueden para conservar la paz y la amistad entre los hombres y entre Dios
y el hombre, y para restaurarlas cuando han sido perturbadas. Es por esta obra divina,
“una imitación del amor de Dios por el hombre, por la que serán llamados hijos de Dios,
“hijos de su Padre que está en los cielos”.
Octava Bienaventuranza
Cuando después de todo esto a los piadosos discípulos de Cristo se les retribuya con
ingratitud e incluso “persecución” no será sino una nueva bienaventuranza, “pues suyo
es el reino de los cielos”. Así, mediante una inclusión, no infrecuente en la poesía
bíblica, la última bienaventuranza vuelve a la primera y a la segunda. Los piadosos,
cuyos sentimientos y deseos, cuyas obras y sufrimientos se presentan ante nosotros,
serán bienaventurados y felices por su participación en el reino mesiánico, aquí y en el
futuro.
Las ocho condiciones requeridas constituyen la ley fundamental del reino, la auténtica
médula y tuétano de la perfección cristiana. Por su profundidad y amplitud de
pensamiento, y su relación práctica sobre la vida cristiana, el pasaje puede ponerse al
mismo nivel que el Decálogo en el Antiguo Testamento, y que la Oración del Señor en
el Nuevo, y supera ambos por su belleza y estructura poética.
http://ec.aciprensa.com/wiki/Las_ocho_Bienaventuranzas#.Ukxj7O2I4UA
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos.
Jaime Antonio Osnaya Elizalde
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Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase
de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la
misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
http://www.ewtn.com/spanish/Lecturas/bienaventuranzas.htm
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