Enciclopedia Médico-Quirúrgica – E – 14-630 (2004) E – 14-630 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas P. Meyrueis A. Cazenave R. Zimmermann Resumen. – El hueso es un material anisótropo y viscoelástico. Se forma y se reabsorbe según las tensiones mecánicas que sufre (ley de Wolff). Su resistencia varía en función de la dirección en la que se aplica la carga. El hueso es más frágil ante la tensión que ante la compresión. In vivo, la actividad muscular modifica las fuerzas que soportan los huesos. Diversos factores mecánicos influyen en la consolidación ósea y la cuestión más importante es elegir entre una fijación estable o una inestable. La osteosíntesis es estática si su rigidez no cambia durante la fase de consolidación. Si el foco de fractura es abierto, la osteosíntesis estática debe ser estable. La osteosíntesis es dinámica cuando se hace variar su rigidez durante la consolidación, para mejorar la formación del callo o para reducir el riesgo de fractura iterativa (clavo y fijador externo). La osteosíntesis dinámica puede ser relativamente inestable durante 5 o 6 semanas para favorecer el callo perióstico y posteriormente estable hasta que finalice la consolidación. Aún no se conoce con certeza cuál es el grado de inestabilidad que favorece la consolidación durante las primeras semanas, aunque la experiencia demuestra que debe mantenerse una inestabilidad moderada. © 2004 Elsevier SAS, Parı́s. Todos los derechos reservados. Palabras clave: Hueso; Biomecánica; Consolidación; Osteosíntesis estática; Osteosíntesis dinámica; Osteosíntesis estable Introducción Biomecánica ósea Las fracturas se pueden tratar siguiendo los principios de ciertas escuelas de renombre. Sin embargo, el cirujano debe estar abierto a las nuevas ideas aunque sin sucumbir ante modas pasajeras. Para ello, debe basarse en las nociones fundamentales referidas a la consolidación ósea y sus bases mecánicas. Es indispensable hacer una reseña breve de las nociones básicas antes de considerar las propiedades mecánicas del hueso, un tejido vivo de estructura compleja, y las de los implantes utilizados para la osteosíntesis de las fracturas. En otro artículo de este tratado se han expuesto los conceptos esenciales sobre la consolidación ósea. ¶ Definiciones Este trabajo, continuación del anterior, se centra en las características mecánicas del hueso y en la biomecánica de la consolidación. Los autores esperan que le sirvan al lector como guía a la hora de elegir la mejor opción terapéutica. CARACTERÍSTICAS MECÁNICAS DE LOS MATERIALES Fuerza Una fuerza es una acción o una influencia, como una tracción o una presión, que aplicada a un cuerpo libre tiende a acelerarlo o deformarlo (fuerza = masa × aceleración). Se define por su punto de aplicación, dirección e intensidad. Un newton es una fuerza que, al ser aplicada a una masa de 1 kg, le confiere una aceleración de 1 m por segundo al cuadrado. Tensión P. Meyrueis (Ancien professeur du Service de Santé des Armées, chirurgien des Hôpitaux) Adresse e-mail: [email protected] 64 rue de Metz, 83200 Toulon, France. A. Cazenave (Ancien chirurgien des Hôpitaux des Armées) Institut Calot, 1 rue du Docteur-Calot, 62600 Berck-sur-Mer, France. R. Zimmermann (Ancien chirurgien des Hôpitaux des Armées) 64 rue de Metz, 83200 Toulon, France. Se puede definir la tensión (estrés o esfuerzo) como la resistencia interna a la deformación o la fuerza interna que se produce en un material por la aplicación de una carga exterior. Tensión = carga/superficie de aplicación de la carga. Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 Aparato locomotor Lo Lo + L 1 2 3 F Figura 2 Principio de la prueba de resistencia a la tracción. L 4 5 6 Figura 1 Diferentes tipos de cargas y fuerzas. 1. Tensión; 2. compresión; 3. flexión; 4. cizallamiento; 5. torsión; 6. carga combinada: torsióncompresión. Según el sistema internacional, las tensiones se expresan en newtons por metro cuadrado (1 N/m2 = 1 Pa), a veces en N/mm2 (1 N/mm2 = 1 megapascal o MPa). No obstante, son muy numerosas las publicaciones que expresan todavía las tensiones en kilogramos-fuerza por milímetro cuadrado (kgf/mm2). 1 kgf/mm2 = 9,81 MPa, es decir, en la práctica, 10 MPa. Gran parte de las medidas concernientes a los huesos se han efectuado utilizando los kgf/mm2; en este artículo, se conservan estas unidades. Para obtener los resultados en MPa basta con multiplicar por 10 las cifras indicadas. Las fuerzas y las tensiones se pueden clasificar en: tensión (tracción), compresión, flexión, torsión y cizallamiento (Fig. 1). La tensión o tracción tiende a estirar el material y a estrecharlo. Por el contrario, la compresión lo acorta y ensancha. Ambas actúan perpendicularmente a la superficie del material. El cizallamiento (shear stress) actúa paralelamente a esta superficie. La torsión provoca en el material tensiones perpendiculares al eje neutro de la estructura. Deformación relativa La deformación relativa (denominada strain por los anglosajones) es la deformación de un material que se produce por la aplicación de una fuerza o de una carga. Existen dos tipos de deformaciones relativas: – las deformaciones por tensión o compresión que casi siempre se expresan como porcentaje de la longitud inicial (DL/L) o en centímetros por centímetro (Fig. 2); – las deformaciones por cizallamiento, que representan el porcentaje de deformación angular del material y se expresan en radianes (Fig. 3). T T ϕ Figura 3 Ensayo de torsión: j / L = T / GJ. El ángulo de torsión f es inversamente proporcional a la rigidez de torsión GJ. La rigidez de torsión depende del módulo de cizallamiento del material (G) y de un parámetro geométrico, el momento polar de inercia (J). T: fuerza de torsión. Se talla un cilindro, con forma y dimensiones estandarizadas, tallada a partir del material que se va a estudiar. A lo largo de una generatriz de la parte cilíndrica, se hacen dos marcas separadas por una longitud L. El ensayo consiste en registrar mediante una máquina de tracción la evolución DL de la distancia entre estas dos marcas en función de la fuerza F, aplicada paralelamente al eje en cada extremo del cilindro (Fig. 2). La curva obtenida (fuerza/alargamiento) depende del material y también de las dimensiones del cilindro. Para obtener una curva independiente de las dimensiones del cilindro, se relaciona normalmente la fuerza F con la sección inicial S del cilindro. Entonces se denomina tensión (stress) nominal de tracción (a = F/S), que se expresa en MPa o en kgf/mm2. Del mismo modo, el alargamiento DL se relaciona con la longitud inicial L para dar la deformación (strain) lineal DL/L, que se expresa en porcentaje. De esta manera, se obtiene la curva tensión-deformación característica del material. Si se examina un ejemplo de la curva tensión-deformación (Fig. 4), se observan tres zonas distintas. ¶ Ensayos de tracción. Módulo de Young Zona de elasticidad (parte OA de la curva) El método más empleado para determinar las características mecánicas básicas de un material consiste en realizar un ensayo de resistencia a la tracción que se ajuste a la norma ISO 6892. Esta parte de la curva es similar a un segmento de una recta, es decir, la deformación es proporcional a la tensión ejercida sobre el cilindro o sobre el implante. Es la ley de Hooke (1676). 2 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor Tension (kg/mm2) 1 2 E – 14-630 3 B σB σD σC C D σA A F O D' εD εA εB εC Deformacion (%) 1 Figura 4 Curva tensión-deformación de un material. 1. Zona de elasticidad; 2. zona de deformación plástica; 3. zona de ruptura. La relación E = tensión/deformación es una constante denominada módulo de elasticidad de tracción o módulo de Young. Se expresa en MPa o en kgf/mm2 y es la expresión de la pendiente de esta parte de la curva. La elongación (A) es proporcional a la fuerza (F) que la provoca e inversamente proporcional al módulo de elasticidad (E): A = F/E. El módulo de Young es tanto mayor cuanto más rígido sea el material. Cuando se aplica a un implante una tensión inferior a sA (que es el límite elástico o yield stress del material), la supresión de esta tensión permite que el implante recupere sus dimensiones iniciales (la descarga se efectúa evidentemente por el mismo camino que la carga, es decir, siguiendo la parte OA de la curva). La deformación es elástica. e A es la deformación producida por s A ; es la mayor deformación elástica del material (yield strain). Zona de deformación plástica (parte AB de la curva) A partir del punto A, la pendiente de la curva disminuye hasta anularse; un leve aumento de la tensión aplicada corresponde a un gran incremento de la deformación. Además, esta deformación ya no es totalmente reversible. Si para un grado de tensión sD se reduce lentamente la carga, se produce una descarga a lo largo de D’D, prácticamente paralela a OA. Cuando la tensión se lleva a cero, persiste una deformación residual e D (se habla entonces de deformación plástica). Es lo que suele hacer el cirujano al modelar una placa de osteosíntesis. Es lo que ocurre también con la incurvación de uno de los huesos del antebrazo en los niños cuando el otro se ha fracturado. Si se aplica una nueva carga a partir del punto D’, se constata una evolución elástica a lo largo de D’D y después una evolución plástica a lo largo de DB. El límite elástico del material es en ese momento sD (superior a sA); por consiguiente, las propiedades del material se han modificado. Se dice que el material ha sufrido un endurecimiento por deformación (strain hardening). Por tanto, el endurecimiento por deformación de un metal o una aleación consiste en trabajarlo bajo esfuerzos superiores a su límite de elasticidad, con la intención de transformarlo en otro cuerpo con mayor límite de elasticidad, pero con un dominio plástico reducido. El endurecimiento por deformación se puede obtener en metalurgia mediante forjado, estiramiento o laminado en frío. Este metal endurecido por deformación recupera sus Compresion Traccion Figura 5 Ensayo de flexión en tres puntos. cualidades iniciales mediante el recalentamiento a temperaturas elevadas: es el fenómeno del recocido. Con bastante frecuencia, en la fabricación de un implante que conlleve endurecimientos locales por deformación, se suele hacer el recocido para devolverle sus propiedades iniciales. Zona de ruptura (parte BC de la curva) A partir del punto B, la pendiente de la curva se hace negativa. La ruptura se produce con la tensión sC. sC se denomina tensión de ruptura (ultimate stress o fracture stress) del material. eC es la deformación producida por sC. Es la deformación con la que se produce la ruptura (ultimate strain). sB se denomina resistencia a la tracción (tensile strength). Es la tensión nominal máxima del material. Este valor es el que generalmente caracteriza la resistencia de un metal. En los metales utilizados en ortopedia, es muy similar a la tensión de ruptura sC. Un material es frágil si se rompe rápidamente después de alcanzar su límite elástico. Su plasticidad es reducida o nula. Es el caso del titanio. La ductilidad o maleabilidad caracteriza un material apto para deformarse en la zona de plasticidad, como el cobre. ¶ Ensayos de flexión Existen diferentes técnicas de pruebas de flexión. Varían en función del modo de apoyo (encaje o apoyo simple del número de apoyos) (flexión en tres puntos [Fig. 5] o en cuatro puntos [Fig. 6]) y del modo de carga. Los cilindros deben ser largos y en ese caso se les denomina vigas. No se darán detalles sobre la teoría de las vigas, sólo se indicarán algunas nociones esenciales: sometiendo una viga (también el hueso, un implante o el conjunto hueso-implante) a pruebas de flexión, se provoca su deformación. Su cara superior se hace más corta que la inferior. La cara superior está en compresión y la inferior en flexión. De hecho, la viga está sometida a un gradiente lineal de tensiones que van de la compresión a la flexión. Por tanto, hay una zona de la 3 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 l/2 a Aparato locomotor Carga (kg/mm2) l/2 a P P δ Limite de fatiga δ = P a (312 - 4a2) EΙ 24 EΙ = P a (312 - 4a2) δ 24 Numero de ciclos hasta la ruptura e L Figura 6 Ensayo de flexión en cuatro puntos. La flexión & #948; es inversamente proporcional a la rigidez de flexión EI. La rigidez de flexión depende del módulo de elasticidad (E) del material y del momento de inercia (I) que, a su vez, depende de las dimensiones del cilindro rectangular. EI: rigidez de flexión; E: módulo de elasticidad del material de la viga; I = Le3 / 12. viga en la que las tensiones son nulas. Esta zona corresponde a un plano de simetría horizontal denominado plano neutro de la viga. ¶ Ensayos de torsión Un cilindro sufre una tensión de torsión cuando sus extremos están sometidos a un par (fuerzas paralelas que trabajan en direcciones opuestas) cuyo plano es perpendicular al eje del cilindro. Las tensiones de torsión se manifiestan en espirales continuas a lo largo del objeto. Si se aplica un par de torsión (Fig. 3) a los extremos de la viga, se observa en la curva (curva aplicada/ángulo de torsión) un comportamiento idéntico al obtenido durante el ensayo de tracción. La curva presenta una parte lineal elástica y después una zona plástica no lineal hasta la ruptura. En la tracción, para una sección circular del cilindro, la tensión en ésta es inversamente proporcional al cuadrado del diámetro. En cambio, en la torsión, es inversamente proporcional al cubo de este diámetro. Para un cilindro hueco y para una misma sección, este cilindro se tensa tanto menos en torsión cuanto mayor sea el diámetro exterior. ¶ Ensayos de fatiga Un material puede romperse bajo una tensión inferior a su límite elástico si está sometido a tensiones cíclicas: es el fenómeno de fatiga. Uno de los ensayos que más se utilizan para determinar el comportamiento ante la fatiga de un material consiste en someter un cilindro a un ensayo de torsión alterna y flexión rotativa. Para que las fibras del material se compriman y se tensen sucesivamente, un extremo del cilindro es sometido a una rotación cíclica mientras que en el otro extremo se aplica una carga. Al conocer la carga, se puede saber el número de ciclos con los que se produce la ruptura del cilindro. La curva (carga/número de ciclos en la ruptura) se denomina curva de Woehler. Examinando un ejemplo de la curva de Woehler (Fig. 7) se constata por lo general que: – el número de ciclos que soporta un material antes de la ruptura disminuye cuando aumenta la carga aplicada; – para cualquier número de ciclos, la ruptura no se produce si no se alcanza un determinado valor de carga. 4 Figura 7 Curva de Woehler. Este valor de la carga es el denominado límite de fatiga o límite de resistencia. Para las aleaciones que se suelen utilizar en ortopedia, oscila alrededor del 50% de la carga de ruptura. El material, si es sometido a una carga superior al límite de fatiga, se rompe inevitablemente después de cierto número de ciclos. No se rompe si está sometido a una carga inferior al límite de fatiga. La resistencia de un implante aumenta con la tasa de endurecimiento por deformación. Un implante endurecido por deformación, muy plástico, tiene un límite de fatiga bajo. Teniendo en cuenta las cargas que soportan, una placa de osteosíntesis o un clavo centromedular están por debajo del límite de fatiga cuando la fractura está consolidada. En estas condiciones, no se rompen. Por el contrario, se rompen necesariamente con un número de ciclos predeterminado si la fractura no se consolida ya que el implante trabaja por encima de su límite de fatiga. Habitualmente, se calcula que el número de ciclos de tensiones que soporta un implante del miembro inferior en 1 año ronda los 2 millones. Los lectores interesados encontrarán más detalles sobre las características mecánicas de los materiales utilizados para la fabricación de implantes destinados a la osteosíntesis en otro artículo [42]. CARACTERÍSTICAS MECÁNICAS DEL HUESO El conocimiento de las características mecánicas del hueso es indispensable para comprender el mecanismo de las fracturas y para elegir las técnicas terapéuticas. En 1866, durante una reunión de naturalistas, Herman von Meyer presentó una sección frontal del extremo superior del fémur [59]. Entre los asistentes se encontraba Culmann, ingeniero y matemático de renombre, a quien asombró la disposición trabecular ordenada del hueso. Este extremo óseo tenía las mismas características que una grúa de tipo Fairbain, cuyas líneas de tensión máximas se conocían. Estas líneas correspondían al sistema trabecular óseo. Culmann propuso a los biólogos una ley que se debía confirmar: el esqueleto se conforma de manera que pueda soportar el máximo de carga con el mínimo material [25]. La idea fue aceptada y en 1870, Wolff [64] enunció su famosa ley según la cual el hueso se forma en función de las tensiones a las que está sometido. ¶ Métodos de estudio No fue hasta después de la segunda guerra mundial cuando las características mecánicas de los huesos fueron objeto de nuevos estudios. Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 Se han utilizado diferentes técnicas: – técnica de los «barnices frágiles» por observación de las deformaciones del revestimiento de un hueso cuando se le aplican cargas; Tensiones – pruebas mecánicas como las que se han enumerado; – transductores de tensiones; – fotoelasticidad: técnica que utiliza las modificaciones de la difracción de la luz en ciertos plásticos en función de las tensiones a las que son sometidos. Esta técnica, que han utilizado diferentes autores en numerosas ocasiones, todavía tiene interés didáctico; A B C – modelos matemáticos complejos; – más recientemente, análisis por elementos finitos que permite prever las tensiones en una estructura compleja. Rohlmann et al [55] han demostrado que esta técnica puede dar información sobre datos simples, como la distribución de las tensiones producidas por la aplicación de una fuerza aislada. Sin embargo, es muy aproximativa en condiciones fisiológicas, en particular desde el punto de vista cuantitativo; – técnicas de microscopia acústica, muy precisas para definir las diferentes constantes elásticas del hueso en los distintos planos del espacio. ¶ Resultados Estas investigaciones han permitido llegar a conclusiones casi idénticas, que se pueden resumir del siguiente modo. Material compuesto El hueso es un material compuesto de dos fases, la matriz, formada esencialmente por colágeno, y el hueso mineral. El colágeno no tiene ninguna resistencia a la compresión, pero sí tiene gran resistencia a la tracción. Para Zioupos y Currey [68], la disminución de las propiedades mecánicas del hueso con la edad se debe a modificaciones del colágeno. La parte mineral resiste más la compresión que la tracción. El hueso debe su resistencia a la tracción al componente colágeno y su resistencia a la compresión al componente mineral. La disposición de los cristales de apatita en unidades pequeñas protege al hueso de la propagación de las fisuras. La rigidez del hueso aumenta proporcionalmente al grado de mineralización. A lo largo de la evolución, se ha adaptado a las tensiones. Los huesecillos del oído medio, cuya función es propagar los sonidos, están muy mineralizados. La forma y la estructura tubular del hueso no son un capricho de la naturaleza. Su arquitectura en anillo se adapta perfectamente a la resistencia a las tensiones. Para convencerse, basta con tomar una hoja de papel: hace falta muy poco esfuerzo para plegarla. Por el contrario, al enrollarla en forma de tubo es más difícil doblarla. La forma cilíndrica es la que, para una cantidad dada de materia, proporciona la mayor resistencia. Resultados de las pruebas Las características mecánicas de los huesos que han mostrado las pruebas varían en función de muchos parámetros, como el modo de conservación, la humedad, la orientación de la muestra. La desecación aumenta la rigidez (tenacidad) del hueso. El hueso muerto es más resistente que el hueso vivo [58], pero más frágil. Deformaciones Figura 8 Los tres tipos de ciclos de carga-descarga de los huesos (según Bonfield y O’Connor). A: fase elástica; B: ciclo de histéresis cerrado; C: ciclo de histéresis inicialmente abierto y que se cierra con el tiempo para una tensión 0. – Resistencia a la tracción El hueso es elástico y sigue la ley de Hooke. Se estira proporcionalmente a la tensión de tracción a la que está sometido. Desde 1847, Wertheim evaluó el módulo de elasticidad (módulo de Young) del hueso fresco entre 1.819 y 2.638 kgf/mm2. En 1876, Rauber [51] calculó que oscilaba entre 1.982 y 2.099 kgf/mm2. Hasta una época muy reciente, se ha considerado que el módulo de elasticidad del hueso cortical era de unos 2.000 kgf/mm2 (20.000 MPa) y el del hueso esponjoso de 650 kgf/mm2 (6.500 MPa). Como se verá más adelante, esto es mucho más complejo; el módulo de Young varía mucho de un punto de la cortical a otro. En 1967, Bonfield y Li [10] descubrieron que el hueso de buey tenía un módulo de elasticidad extremadamente bajo, de 3 MPa (0,3 kgf/mm2). Este nivel se supera permanentemente en las actividades diarias. Más allá de este límite, el hueso tiene un comportamiento anelástico y su deformación tarda en desaparecer una decena de minutos. En 1978, Bonfield continuó estos experimentos con O≠Connor [9]. Encontraron un módulo de elasticidad muy bajo, de 8 a 12 MPa (0,8 a 1,2 kgf/mm2) (Fig. 8): – para tensiones muy bajas, por debajo del límite elástico, el hueso tiene un comportamiento elástico lineal clásico (curva A); – cuando se supera el límite elástico, las curvas de carga y descarga sólo coinciden en los niveles de tensión máxima y mínima. La curva (B) tiene el aspecto de un ciclo de histéresis cerrado. Uno de los autores ya había señalado este aspecto en 1976 [67]; – para tensiones elevadas, las curvas de carga y descarga no coinciden en forma de una ausencia de tensión durante la descarga. Dejan que persista una deformación residual y un aspecto de ciclo de histéresis abierto (curva C). La deformación no elástica desaparece lentamente después de la descarga, siempre que se espere suficiente tiempo (hasta 40 minutos). Los huesos de los niños tienen un módulo más bajo que los huesos de los adultos y absorben más energía antes de fracturarse [16] . En los niños, existe una gran zona de deformación no elástica. El módulo de elasticidad varía con el grado de mineralización del hueso. La tensión de ruptura del hueso cortical se acerca mucho a su límite elástico. Según Rauber [51], esta tensión de ruptura oscila entre 9,25 y 12,41 kgf/mm2. 5 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas A Deformacion B Para Marique [33], la del fémur es de 12,5 kgf/mm2. Evans [19] señala que oscila, en promedio, entre 6,35 y 10,57 kgf/mm2. Por tanto, la tensión de ruptura del hueso cortical ronda clásicamente los 10 kgf/mm2. Aumenta en el hueso seco. En 1967, Comtet et al [15] constataron en radios frescos una resistencia a la tracción de 20 kgf/mm2. En comparación, la del acero es de unos 100 kgf/mm2; la del cobre de 13, la del roble de 10, la del pino de 6 y la del hormigón de 2. Por consiguiente, la resistencia a la tracción del hueso es superior a la de la madera y el hormigón. La resistencia a la tracción (P) de un hueso entero se obtiene mediante esta simple fórmula: P = SK (S es la superficie de sección del hueso y K la tensión de ruptura del hueso bajo tracción). De este modo, es fácil calcular la carga de ruptura del hueso o del esqueleto, que es de 1.500 kg para el húmero y de 2.300 kg para el fémur. Sin embargo, como destacan Comtet et al [15], sería falso creer que esto representa la auténtica resistencia a la tracción de estos huesos. La línea ideal que pasa por el centro de gravedad de las secciones no es rectilínea y el hueso tiene que soportar no sólo tensiones de tracción sino también tensiones de flexión. Por tanto, se obtiene la ruptura para una carga muy inferior al valor antes calculado. Bursteinet al [12] han medido, en una serie de fémures, una deformación ósea del 4,6% (± 1,2%) en el momento de la ruptura. Los estudios micromecánicos realizados por Ascenzi y Bonucci [2] en osteonas aisladas de hueso cortical han demostrado que la curva tensión-deformación en las osteonas depende fuertemente de la orientación de los haces de fibras de colágeno. – Resistencia a la compresión Cuando se aplican dos fuerzas sobre un cuerpo en sentidos opuestos, dirigidas una hacia la otra, el cuerpo está sometido a compresión. Se hace más corto y más ancho y termina por aplastarse. La fórmula aplicable es la misma que la utilizada para la resistencia a la tracción, es decir, P = SK pero, en esta ocasión, K es la carga de ruptura en compresión, diferente a la carga de ruptura en tracción. La tensión de resistencia a la compresión del hueso cortical varía, según los autores, entre 12,56 y 25 kgf/mm2, es decir, dos veces mayor que la de la madera. Considérese una media de 15 kgf/mm2: la carga de ruptura en compresión del húmero es de 2.200 kg, la del fémur de 3.450 kg, con las mismas reservas enunciadas para la ruptura en tracción. Por consiguiente, el hueso resiste mejor la compresión que la tracción. El hueso esponjoso tiene una resistencia a la compresión mucho menor. Es de 1 kgf/mm2 en los cóndilos femorales y de 2 a 3 kgf/mm2 en ciertas zonas de la extremidad superior del fémur. En conjunto, el hueso esponjoso es diez veces menos resistente a la compresión que el hueso cortical [61]. Por tanto, en su seno se producen las fracturas por 6 Aparato locomotor Figura 9 Curvas tensiones-deformación del fémur (según Burstein et al). A. Tracción. B. Compresión. Obsérvese la ausencia de fase plástica en compresión. Tensiones Tensiones E – 14-630 Deformacion compresión. Esta resistencia disminuye todavía más con la edad. El papel principal del hueso esponjoso parece ser la amortiguación de las tensiones. La artrosis podría deberse a una disminución de su elasticidad. En 1972, Bursteinet al [12] demostraron que el hueso tiene un comportamiento plástico bajo tracción pero no bajo compresión. Para estos autores, la presencia de una zona de deformación plástica en tensión es comparable a la que se observa con los polímeros y corresponde a la creación de vacíos. Para otros autores, se debe a la formación de microfracturas en la cortical. Bajo compresión, la curva se mantiene lineal, es decir, el hueso se rompe bruscamente, sin deformación plástica (Fig. 9). – Resistencia al cizallamiento El cizallamiento se produce cuando un grupo de fuerzas tiende a hacer que una parte del cuerpo sobre la que se aplican se deslice sobre la parte próxima. La resistencia al cizallamiento varía, según los autores, de 7 a 11 kgf/mm2 en el caso del hueso cortical y de 0,10 a 0,5 kgf/mm2 en el caso del hueso esponjoso. En general, el hueso cortical es 20 veces más resistente al cizallamiento que el hueso esponjoso. – Resistencia a la flexión La resistencia a la flexión del hueso cortical oscila entre 10 y 20 kgf/mm2. Aumenta con el momento de inercia del hueso. Éste aumenta con la distancia que separa la masa ósea del eje neutro. Esto explica el ensanchamiento del conducto vertebral de los ancianos, que da una resistencia equivalente con menos masa ósea. También explica los hechos que constató Blaimont [8] cuando midió la microdureza de las diáfisis, que disminuye desde el endostio hacia el periostio. La parte más dura es lógicamente la más alejada del eje neutro (Fig. 10). Por consiguiente, el hueso no es homogéneo y su heterogeneidad está organizada. – Resistencia a la torsión Para Rauber [51], la resistencia a la torsión del hueso oscila entre 4 y 9,3 kgf/mm2, con una media de 7 kgf/mm2 en los cilindros. Comtet [15] sólo encontró una resistencia de 5 a 6 kgf/mm2 en el hueso entero y atribuyó esta diferencia a microdefectos de superficie que existen en el hueso. Bajo torsión, la ruptura se produce según una hélice, conforme a la teoría que indica que una solicitación de torsión equivale a una tracción y a una compresión que se ejercen a 45º. La fórmula de las tensiones de torsión que se han mencionado a propósito de los materiales muestra que cuanto más largo es el hueso menos resiste la torsión. Esto explica que las fracturas espirales se produzcan en los huesos más largos. Cuanto mayor sea el diámetro del hueso, menos vulnerable será. Si el brazo de palanca es largo, como un húmero torcido por medio del antebrazo, la fuerza necesaria para romper el hueso es menor (fracturas durante los concursos de «pulsos»). El lugar de las fracturas por torsión no coincide con la zona de aplicación de la torsión. Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor ∆l = 1,25·10-3 mm/mm l A E – 14-630 B N N Deformaciones A N C. a d e f A N j T. b c N g h i Tensiones A A Figura 12 El módulo de elasticidad de la cortical disminuye desde el en∆l = 0,7·10-3 mm/mm λ Figura 10 Variaciones de la microdureza (según Blaimont). Deformaciones para P = 100 kg. La dureza disminuye casi linealmente desde el endostio al periostio. Tensiones 30 ˚ L ˚ 60 T Deformacion Figura 11 Anisotropía del hueso. Pruebas de tracción en cuatro direcciones sobre el hueso cortical femoral: tracción longitudinal (L), a 30º del eje del hueso, a 60º, y tracción transversal (T) (según Frankel y Burstein). Anisotropía El hueso, un material compuesto elástico, tiene muchas otras características. En 1958, Evans [ 1 9 ] demostró que es anisótropo, es decir, que no tiene las mismas propiedades en todos los planos. Las resistencias a la tracción indicadas son las que se aplican según el eje longitudinal del hueso. Esta resistencia es menor en sentido transversal u oblicuo (Fig. 11). La resistencia y la rigidez del hueso son máximas en las direcciones correspondientes a las mayores tensiones. En 1975, Reilly y Burstein [52] presentaron el primer estudio sistemático sobre la anisotropía del hueso. Demostraron que el módulo de elasticidad longitudinal era, en promedio, un 50% más elevado que el módulo transversal. Konirsch [26] demostró, mediante extensómetros eléctricos de gran amplificación, que el módulo de elasticidad varía enormemente según la cara del hueso y según el estudio: bajo tracción longitudinal, compresión o flexión. Disminuye del endostio al periostio, lo que tiende a igualar las tensiones intraóseas (Fig. 12): – cerca del endostio: 2.600 kgf/mm2 (26.000 MPa); – bajo el periostio: 1.400 kgf/mm2 (14.000 MPa). Dado que el hueso es más resistente a la compresión que a la tracción, durante la osteosíntesis se debe reforzar dostio hacia el periostio. Las zonas óseas más deformadas son también las más deformables y las tensiones intraóseas tienden hacia el igualamiento. La elasticidad ósea se adapta a las solicitaciones (según Blaimont). A. E constante. B. E variable. preferentemente la cara sometida a tensiones de tracción. Afortunadamente, los metales utilizados como implantes en la osteosíntesis poseen buena resistencia a la tracción. Viscoelasticidad El hueso vivo es viscoelástico. Sus propiedades mecánicas varían con la velocidad de aplicación de la carga. Pierde en parte esta propiedad en estado seco. Gracias a esta característica, resiste mejor los esfuerzos rápidos que los lentos. La viscoelasticidad del hueso le permite adaptarse mejor a las tensiones [58]: – si se aplica una carga sobre un hueso, éste se deforma al instante; si se mantiene la carga, el hueso sigue deformándose durante 55 días; – tras 55 días, la deformación alcanza el 153% de la obtenida tras los 2 primeros minutos. El ajuste de un tornillo ilustra bien esta viscoelasticidad. Después de haberlo apretado a fondo, siempre es posible dar un cuarto de vuelta o media vuelta transcurridos algunos minutos. Otras propiedades Como tejido vivo, el hueso tiene otras dos propiedades considerables que lo distinguen de otros materiales: – en respuesta a las demandas funcionales, puede cambiar sus propiedades mecánicas locales y adaptarlas a las tensiones. Existe una «ventana de tensiones admisibles»; si el hueso está sometido a un exceso de tensión, se adapta aumentando de volumen y modificando su textura. Si las tensiones se hacen excesivas, se necrosa o se fractura (fracturas por fatiga). Por el contrario, si está sometido a un grado de tensión insuficiente, se adelgaza y se hace más frágil. Es el fenómeno del stress-shielding que se observa con prótesis macizas muy rígidas perfecta y directamente fijadas al hueso. Este fenómeno también es preocupante en las misiones espaciales de larga duración; – el hueso tiene la notable capacidad de repararse a sí mismo. Estas propiedades son el resultado de la acción combinada de procesos biológicos y mecánicos complejos. 7 E – 14-630 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Más adelante se verá, a propósito del fémur y del radio, que el hueso es mucho menos resistente que lo que indican los cálculos matemáticos y de lo que permiten suponer los ensayos en tracción en cilindros aislados. Las mediciones de Burstein han demostrado que, con la edad, se produce una disminución de la deformación máxima antes de la ruptura, alcanzando el 5% cada 10 años en el fémur y el 7% cada 10 años en la tibia. Y F I2 Tension A ∆Y A I1 Compresion TENSIONES QUE SOPORTAN LOS HUESOS Los conocimientos en este campo son recientes y siguen siendo limitados. En la actividad diaria, sobre los huesos se aplica un conjunto complejo de fuerzas que provoca deformaciones microscópicas. Estas deformaciones dependen de la intensidad de las tensiones, de la geometría del hueso (su longitud, sus curvas, su diámetro) y de sus propiedades mecánicas. En los seres humanos, el centro de gravedad del cuerpo está situado delante de la segunda vértebra sacra. La posición lateralizada de los miembros inferiores en relación con el centro de gravedad produce fuerzas adicionales asimétricas que se añaden al peso del cuerpo. De este modo, el esqueleto de los miembros inferiores está sometido a una compresión asimétrica. Es el producto de tensiones de flexión que son de tensión en el lado convexo y de compresión en el lado cóncavo. La forma de los huesos está adaptada a la disminución de las tensiones de flexión. Los huesos son curvos, de tal manera que están en el eje de la resultante de las fuerzas que actúan sobre ellos. Esta curvatura aumenta las tensiones de compresión que son las que mejor se toleran y reduce las tensiones de flexión. El trabajo de Lanyon y Baggott [28] con transductores de tensiones en el radio de cordero demostró que la aplicación de una carga axial a este hueso curvo produce tensiones longitudinales y también de flexión, debido a la posición excéntrica de la carga. Por ello, existen tensiones de compresión en el lado cóncavo y deformaciones de tensión en el lado convexo (Fig. 13). Las tensiones de compresión son dos veces más intensas que las deformaciones de tensión. Con el cálculo teórico basado en la carga de una viga cargada excéntricamente se obtenían cifras comparables. La patología de los trastornos estáticos sólo se puede comprender bien si se tiene en cuenta la distribución de las tensiones en el hueso. En 1968, Blaimont [7, 8] comenzaba uno de sus artículos de este modo: «El conocimiento de las tensiones óseas y de su distribución es un elemento prácticamente ignorado en la fisiología del sistema de sostén». Sin embargo, este conocimiento tiene gran interés para la osteosíntesis ya que permite una adaptación del material a las condiciones mecánicas que se le imponen. ¶ Fémur Sin duda alguna, es el hueso que mejor se ha estudiado. Desde Pauwells se sabe que la carga que se ejerce sobre la cabeza femoral es considerable. En apoyo unipodal, el peso del cuerpo desplazado ejerce sobre la cabeza femoral una carga de unos 300 kg, que puede aumentar en función de los esfuerzos y los movimientos (Fig. 14). Al subir escaleras, esta carga puede llegar a ser 5 veces el peso de la persona y al marchar rápidamente hasta 7,6 veces, ya que en este caso las fuerzas de aceleración se suman a la carga estática. Bergmannet al [5] retomaron la experiencia de Rydell [57] y publicaron en 1990 sus resultados después de colocar a dos 8 Aparato locomotor X Figura 13 Carga axial longitudinal de un hueso curvo. Produce tensiones de compresión longitudinales a las que se añaden tensiones de flexión, debido a la excentricidad de la aplicación de la carga. El resultado es la tensión del lado convexo y la compresión del lado cóncavo (según Lanyon y Baggott [28]). 100 100 h Z 10 D 110 D 10 Figura 14 Se puede comparar el fémur con un pescante, cuya carga excéntrica genera tensiones de tracción (Z) y de compresión (D). Si se aplica una carga idéntica en el eje mayor de una viga vertical de las mismas dimensiones, produciría en ella tensiones de compresión axial de menor intensidad (según Pauwels en Blaimont [7]). pacientes prótesis de cadera equipadas con transductores de tensiones. En uno de los pacientes, las tensiones medidas eran del 370% del peso corporal al subir las escaleras, del 416% al bajarlas y del 369% al andar en llano. En el otro paciente, que sufría una enfermedad neurológica con trastornos de la marcha, estas tensiones fueron respectivamente del 552%, 523% y 413%. Por consiguiente, las tensiones sobre el fémur por debajo del trocánter menor son muy elevadas. Blaimont et al [6, 7], después de Comtet [15], llamaron la atención sobre un aspecto «misterioso y paradójico» de la resistencia ósea: el cálculo de las tensiones proporciona valores que se contradicen con los resultados de la medición experimental de la resistencia ósea. Blaimont hizo una prueba en un fémur que resistió una carga en la cabeza femoral de 900 kg, lo que corresponde a una fuerza de tensión de la cortical externa bajo el trocánter mayor de 22,5 kgf/mm2. Un cilindro extraído de la misma zona y probado en tensión se fracturaba con una carga de 8,5 kgf/mm2. El fémur debería haberse fracturado a este nivel con una carga en la cabeza femoral de 340 kg. Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Comtet et al observaron la misma anomalía: una diáfisis radial sometida experimentalmente a un esfuerzo de tracción presenta una fractura cuando la carga alcanza un valor que supone una tensión media de 23,5 kgf/mm2. Por tanto, en el nivel donde se produce la ruptura, la resistencia a la tracción en cilindros aislados no supera los 14 kgf/mm2. El hueso es mucho más resistente que lo que permiten suponer el cálculo matemático y los ensayos de tracción sobre cilindros aislados. «Esta paradoja puede explicarse porque las bases del cálculo matemático de las tensiones sean erróneas al aplicarse al hueso o bien porque las pruebas de resistencia a la tracción están marcadas por el error». Blaimont ha demostrado que las dos explicaciones se asociaban para explicar la paradoja: – la dureza del hueso disminuye casi linealmente desde el endostio hacia el periostio. El módulo de elasticidad es mucho más elevado cerca del endostio que en la zona perióstica. La diferencia es importante: Comtet encontró en el radio un módulo de 2.600 kgf/mm2 cerca del endostio y de 1.413 kgf/mm2 bajo el periostio. Si toda la sección ósea presentaba la misma dureza, las tensiones evolucionarían según el modelo utilizado para el cálculo matemático de las tensiones. En la flexión femoral, el periostio se deforma más que el endostio. Por tanto, las zonas deformadas son las más deformables y le sigue una tendencia al igualamiento de las tensiones (Fig. 12); Figura 15 Tensiones que soporta el fémur (según Blaimont). Bajo el efecto de la carga P que se ejerce sobre la cabeza femoral, el fémur está sometido a tensiones de tracción T y a tensiones de compresión C. «Las dos zonas, T y C, giran una alrededor de la otra, en espiral, de la parte superior a la parte inferior de la diáfisis». El fémur se flexiona en toda su altura. P C E – 14-630 T N N M – Comtet ha demostrado que las pruebas de tracción sobre cilindros pueden estar afectadas por errores por defecto sistemáticos. Dan una idea demasiado pesimista de la resistencia ósea. Las causas de error pueden neutralizar o acumular sus efectos y conducir a errores sobre la tensión de ruptura que llegan al 60%. A partir de los trabajos realizados por Blaimont [7] en 1968, se ha conocido adecuadamente el reparto de las tensiones en el fémur. Cuando se pone en carga este hueso, la parte externa sufre deformaciones por tensión (T) mientras que su parte interna sufre deformaciones por compresión (C). «Las dos zonas, T y C, se enroscan una alrededor de la otra, en espiral, de la parte superior a la inferior de la diáfisis» (Fig. 15). Por tanto, el fémur se flexiona en toda su extensión. «Las mayores deformaciones se observan en la parte alta del fémur y después van disminuyendo hasta los 20 cm. A partir de este nivel, las deformaciones por compresión presentan una nueva elevación, mientras que las deformaciones por tracción siguen bajando» (Fig. 16). Las tensiones que soporta el fémur son importantes, incluso cuando la persona en decúbito eleva simplemente el miembro por encima del plano de la cama. Diehl [17] las ha evaluado teniendo en cuenta el peso del miembro y del brazo de palanca que corresponde a la distancia del centro de gravedad al foco de fractura. El momento de flexión a la altura de la región subtrocantérea es de 440 cm/kg. En las mismas condiciones, esta cifra cae hasta 10 cm/kg a nivel de la metáfisis distal de la tibia (Fig. 17). T C 0 5 10 15 20 25 Figura 16 Variaciones diafisarias de las deformaciones máximas. Las mayores deformaciones se observan en la parte alta del fémur. En cada nivel, el valor máximo de la compresión (C) es mayor que el de la tracción (T) (según Blaimont). ¶ Tibia Los estudios de Lanyon et al [27] y los de Carter [13] han demostrado la complejidad de las tensiones que soporta la cara anteroexterna de la tibia durante la marcha y la carrera. Durante la marcha (Fig. 18), las tensiones se producen en compresión durante el apoyo del talón, en tensión durante la fase de apoyo plantar, después nuevamente en compresión en el momento del apoyo en pulsión sobre el antepié y el dedo gordo. Las tensiones de cizallamiento aparecen en la última parte del paso, lo que indica una rotación externa de la tibia en ese momento. Durante la carrera (Fig. 19), existen tensiones de compresión moderadas en el momento del apoyo del dedo gordo, seguidas por deformaciones por tensión muy elevadas. Las tensiones de cizallamiento son leves. La cara posterior de la tibia está en tensión cuando el pie se apoya en forma horizontal. 9 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 Figura 19 12 10 8 150 kg oooooo Figura 17 Momentos de flexión (en cm/kg) producidos por la simple elevación del miembro superior por encima del plano de la cama (según Diehl). 4 Tension Compresion Cizallamiento (rotacion externa) 3 Tensiones sobre la cortical anteroexterna de la tibia durante la carrera (2,2 m/seg). TS: apoyo del dedo gordo; TO: levantamiento del dedo gordo. 4 2 0 oooooooo oo o o 440 kg Tension Compresion Cizallamiento (rotacion externa) Cizallamiento (rotacion interna) 6 o 350 kg Tensiones (MN/m2) 10 kg Aparato locomotor ooooo 2 4 TS TS-TO Tensiones (MN/m2) 2 1 ¶ Peroné 0 Tiene una curvatura invertida en relación con la de la cara posterior de la tibia y desempeña un papel fundamental en la transmisión de las tensiones de rotación. La membrana interósea tiene una acción esencialmente mecánica. 1 2 3 ¶ Miembro superior 4 HS FF HO HO TO S Figura 18 Tensiones sobre la cortical anteroexterna de la tibia durante la marcha (1,4 m/seg). HS: apoyo del talón; FF: apoyo plantar; HO: levantamiento del talón; TO: levantamiento del dedo gordo; S: desplazamiento del pie levantado. Debido a su forma tubular, la tibia resiste bien las tensiones de flexión. Teniendo en cuenta su mayor diámetro en la parte superior y, por consiguiente, su mayor momento de inercia a este nivel, resiste mejor las tensiones de torsión que la parte distal, cuyo pequeño diámetro se asocia a un momento de inercia menor. Las tensiones de cizallamiento en la parte distal de la tibia son dos veces mayores que las que se ejercen en la parte proximal. Eso explica por qué las fracturas en rotación de la tibia se producen esencialmente en la parte distal del hueso. Como destaca Poitout [47], se puede considerar que la tibia es, en un corte, como un «prisma triangular». Si a un «prisma triangular» metálico se lo somete a compresión, pierde su altura y se ensancha; en el caso de la tibia, por el contrario, sus caras se aproximan bajo el influjo de una carga creciente. La influencia de los músculos sobre sus caras contrarresta esta deformación. En las caras posteriores del húmero y de los dos huesos del antebrazo, se suelen producir las tensiones de tracción. ¶ Resistencia global de los huesos Yamada ha estudiado esta resistencia [66]. En el Cuadro 1 se resumen sus resultados. ¶ Vigas compuestas hueso-músculo Como destacaron Rabischong y Avril en 1965 [49], los huesos y los músculos se asocian aumentando la resistencia de un segmento determinado a esfuerzos que a veces son considerables. Juntos forman una viga compuesta mucho más resistente que los huesos aislados. Las vigas compuestas son la asociación de dos materiales diferentes unidos solidariamente y que comparten las tensiones en función de su módulo de elasticidad y de su momento de inercia. Se considerará nuevamente el ejemplo de Rabischong, es decir, las tensiones que se ejercen en los dos huesos del antebrazo cuando se coloca una carga de 20 kg en la mano. Si se considera que los flexores del codo lo mantienen flexionado a 90º como los cables de una grúa, las tensiones de tracción-compresión en los dos huesos del antebrazo son de 2,5 t, valor muy superior a la resistencia del esqueleto. Por consiguiente, los músculos no actúan Cuadro 1. – Resistencia global de los huesos enteros según Yamada [66], publicada por Sedel [58]. Hueso Carga de ruptura en flexión (kg) Resistencia a la ruptura en flexión (kg/mm2) Deflexión (mm) Carga de ruptura en torsión (kg/cm) Resistencia a la ruptura en torsión (kg/m2) Ángulo antes de la ruptura (grados) Fémur Tibia Peroné Húmero Radio Cúbito 250 262 40 136 53 64 19,3 20,1 20,1 19,3 21,3 21,3 11,1 9 14,3 8,8 9,3 9,4 1400 1000 116 606 208 190 4,62 4,43 4,01 4,95 4,55 4,48 1,5 3,4 35,7 5,9 15,4 15,2 10 Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas sobre las palancas esqueléticas como los cables de una grúa sino que forman con ellas una viga compuesta. El músculo en contracción modifica sus dimensiones y su módulo de Young. Se aplica estrechamente sobre el esqueleto. La línea neutra se desplaza. El plano óseo pasa por detrás de ella y trabaja en compresión. El cálculo indica entonces una tensión que ya no es de 1,30 kgf/mm2, que el hueso puede soportar perfectamente. Los músculos se comportan también como tirantes de fijación comparables a los que mantienen el mástil de un barco. Al actuar así, aumentan las fuerzas de compresión en el hueso, lo que es favorable ya que se ha visto que el hueso muestra su mayor resistencia en compresión. Biomecánica de las fracturas No se trata en detalle esta cuestión, pues justificaría un artículo aparte. Por tanto, se expondrán algunas nociones generales. CONTRACCIÓN MUSCULAR Desempeña un papel muy importante en la prevención de las fracturas [59]. Este papel se puede ilustrar, por ejemplo, en el caso de la caída hacia delante al esquiar. La tibia del esquiador se apoya hacia delante sobre el borde de la bota con un efecto de flexión. La cortical posterior de la tibia está sometida a tensiones de tracción muy elevadas que tienen muchas posibilidades de producir una fractura. Afortunadamente, la contracción refleja del tríceps provoca tensiones de compresión posteriores que neutralizan las tensiones de tracción, protegen la tibia y evitan la fractura. La contracción muscular automática en una caída protege el esqueleto. Por el contrario, en los ancianos, la rapidez de la reacción muscular ya no es suficiente. Los trastornos de la vista, el oído y el equilibrio son factores agravantes. FRACTURAS POR FATIGA Una fractura se puede producir si la tensión que soporta el hueso es superior a la resistencia máxima del hueso pero también puede ocurrir tras aplicar repetidamente tensiones mucho más bajas. Es el caso de las fracturas por fatiga, a las que se dedica un artículo específico [32]. Tienen lugar después de la aplicación poco frecuente de tensiones elevadas o bien tras la aplicación muy frecuente de tensiones relativamente bajas. La frecuencia de solicitaciones también desempeña una función ya que el remodelamiento óseo puede ser más rápido que el proceso de fractura espontánea y puede evitarlo. La fatiga muscular interviene en la aparición de las fracturas por fatiga suprimiendo la protección del esqueleto. FRACTURAS Y GRADO DE ENERGÍA Las fracturas pueden clasificarse en tres categorías, según la cantidad de energía que se libera a su nivel: – fracturas de baja energía: son las fracturas que se producen tras una caída simple; – fracturas de alta energía: se observan en los accidentes de tráfico y son conminutas, con lesiones de los tejidos blandos; – fracturas de muy alta energía: causadas por un proyectil bélico a gran velocidad; corresponden a auténticas explosiones óseas con pérdidas de sustancia de los tejidos blandos. FRACTURAS SOBRE DEFECTOS ÓSEOS La creación de una pérdida de sustancia ósea hace que el hueso sea considerablemente más frágil. E – 14-630 Burstein [11] ha demostrado que el simple hecho de hacer un agujero e insertar un tornillo en el fémur de conejo disminuye un 70% su capacidad de absorber la energía. Ocho semanas después, ese efecto ha desaparecido pero la extracción del tornillo disminuye nuevamente un 50% esta posibilidad del hueso. La creación de una fisura ósea en una diáfisis crea una sección abierta. En este caso, la resistencia a la fractura disminuye un 70%. Por tanto, la extracción de un injerto cortical hace que aumente mucho la fragilidad del hueso. FRACTURAS Y TENSIONES La aparición de una fractura es una cuestión de distribución de tensiones y de energía mecánica. La energía necesaria para fracturar una tibia humana normal es sólo 1/10.000 de la energía cinética de un esquiador de 80 kg que se desplace a 45 km/h [50]. La fractura sólo se produce cuando la energía cinética se concentra bruscamente y se convierte en trabajo que deforma la tibia. Las fracturas son el resultado de deformaciones excesivas por tensión. En general, no están causadas por fuerzas de tracción sino más bien por fuerzas de flexión o de torsión. Las fracturas en «tallo verde» son, para Radin [50], la combinación de microfracturas de la cortical de un hueso poco calcificado con un módulo de elasticidad bajo. ¶ Fracturas por tracción Se producen generalmente en el hueso esponjoso. Dos buenos ejemplos son la fractura de la base del quinto metatarsiano por tracción del peroneo lateral corto y la del calcáneo por tracción del tendón de Aquiles. ¶ Fracturas por compresión El mejor ejemplo son las fracturas por compresión de las vértebras. ¶ Fracturas por cizallamiento Se producen habitualmente en el hueso esponjoso, sobre todo en los cóndilos femorales o los platillos tibiales. ¶ Fracturas por torsión Las deformaciones por tensión más elevadas están a 45º de las deformaciones por cizallamiento. El trazado de la fractura tiene un plano espiral y sigue este ángulo. El mejor ejemplo es la fractura en espiral del esquiador. ¶ Fracturas por flexión Las fracturas diafisarias transversales o en «ala de mariposa» se producen por este mecanismo. La fractura comienza en la superficie convexa, en las fibras más exteriores, que soportan la mayor deformación por tensión. Si en esta cara existe una muesca o una ranura, la fractura comienza en ese nivel. Biomecánica de la consolidación Desde las épocas más remotas, el ser humano ha utilizado los factores mecánicos de la consolidación inmovilizando los miembros fracturados. La osteosíntesis, que apareció a principios del siglo xx, altera los factores biológicos evacuando el hematoma de fractura y modifica la mecánica de la consolidación. Por tanto, es de vital importancia 11 E – 14-630 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas conocer las condiciones mecánicas ideales, con osteosíntesis o sin ella. Ya hace mucho tiempo que se discute sobre la estabilidad y la rigidez ideal de las osteosíntesis. El simposio de la Sofcot (Sociedad Francesa de Cirugía Ortopédica y Traumatológica) de 1982 se dedicó a esta cuestión [23]. Su título era: «La fijación de una fractura ¿debe ser rígida o elástica?)» (I. Kempf, J.-P. Meyrueis, S. Perren). Hubiera sido preferible titularlo: «La fijación de una fractura ¿debe ser estable o inestable?». Ahora conviene añadir a esta cuestión fundamental una nueva: «La fijación ¿debe ser estática o dinámica?». Para hacer una recapitulación de los factores mecánicos de la consolidación ósea es preciso comenzar recordando las definiciones básicas. DEFINICIONES ¶ Fijación estable e inestable Durante el simposio de 1982 de la Sofcot [23] se convino con los representantes de la AO y de Canadá que un foco de fractura se considerara estable si a simple vista no se descubre ningún movimiento interfragmentario bajo la acción de las tensiones que sufre (fuerzas por unidad de superficie o stress de los anglosajones). A la inversa, un foco de fractura es inestable si persisten movimientos visibles entre los extremos de la fractura bajo la acción de las tensiones. La cuestión fundamental del tratamiento de las facturas es saber si la inmovilización ortopédica o quirúrgica debe estabilizar el foco de fractura o tiene que dejar que persista cierta inestabilidad [44]. Para saber si se ha realizado una osteosíntesis estable o inestable, es esencial movilizar enérgicamente el miembro antes de cerrar la vía de acceso. De esta manera, a veces es posible modificar el montaje para alcanzar el grado de estabilidad deseado. Una osteosíntesis que sea estable con la movilización intraoperatoria del cirujano y la movilización postoperatoria del paciente se puede volver inestable al reanudar el apoyo. Se dice que existía sólo estabilidad de movilización. A la inversa, si la osteosíntesis se mantiene estable no sólo con la movilización sino también al reanudar totalmente el apoyo, se habla de estabilidad de carga. ¶ Rigidez Los implantes y los montajes con varios implantes que se utilizan para fijar un foco de fractura se caracterizan por su resistencia a la deformación. Los anglosajones lo denominan stiffness y la mejor traducción es probablemente «rigidez» [35] . Esta rigidez oscila desde la rigidez a su contrario, la flexibilidad. Por definición, un cuerpo es rígido si difícilmente se deforma. A la inversa, es flexible si se deforma con facilidad. La rigidez de un implante depende de sus dimensiones y del módulo de elasticidad del material con el que está fabricado. Erróneamente, se habla de rigidez en lugar de rigidez. ¶ Elasticidad y plasticidad La elasticidad es la propiedad de un cuerpo, por tanto de un implante, de recuperar su forma y sus dimensiones iniciales después de su deformación. La plasticidad es lo contrario, es decir, la propiedad de un cuerpo de conservar parte o toda la deformación. Cuando el cirujano deforma un implante, por ejemplo una placa de osteosíntesis para adaptarla a la forma del hueso, ese implante pasa por tres fases sucesivas, como se precisó antes: 12 Aparato locomotor – en un primer tiempo, para tensiones moderadas, el implante tiene un comportamiento elástico, es decir, cuando la tensión cesa, recupera su forma y sus dimensiones iniciales; – en un segundo tiempo, para tensiones mayores, su comportamiento se hace plástico, es decir, mantiene su deformación. El límite entre la zona elástica y la zona plástica es el límite elástico; – si las tensiones aumentan aún más, el implante entra en la zona de ruptura y se rompe. Por consiguiente, la fragilidad de un implante modelado en el quirófano aumenta relativamente. Es preferible utilizar implantes premandrilados que, durante su fabricación, hayan sido sometidos a un período de recocido que les devuelva sus propiedades metalúrgicas iniciales. ¶ Fijación estática y dinámica Desde hace un decenio, es habitual hablar de fijación dinámica. Sin embargo, la definición de la osteosíntesis dinámica sigue siendo imprecisa. Para la AO, una fijación dinámica es la que utiliza las fuerzas musculares para estabilizar el foco de fractura, como lo hace, por ejemplo, un tirante de fijación. Por el contrario, otros autores utilizan este término para designar la carga precoz de los focos de fractura transversales enclavados sin bloqueo o bloqueados por un solo lado. Todos los autores utilizan el término de dinamización para designar la desrigidificación de los fijadores externos durante el tratamiento. Por tanto, se hizo indispensable llegar a un consenso sobre el propio sentido de los términos utilizados. Dada la ausencia de una definición internacional precisa, un autor propuso, hace algunos años [35, 41], acordar que: – una fijación es estática cuando su rigidez se mantiene constante desde el principio al final del tratamiento; – una fijación es dinámica cuando se hace variar su rigidez en el tiempo y, de esta manera, las tensiones que pasan en el foco de fractura, para favorecer la formación del callo o para reforzarlo: desbloqueo de los clavos, dinamización de los fijadores externos. FIJACIÓN ESTABLE O FIJACIÓN INESTABLE ELÁSTICA La cuestión fundamental que el cirujano se debe plantear antes de comenzar el tratamiento de una fractura es saber si debe realizar una fijación estable o una fijación inestable elástica. A nadie se le ocurriría defender una fijación inestable plástica con la que las tensiones producirían una deformación residual permanente en el foco de fractura. En una conferencia reciente [46], P.-E. Ochsner utilizó el término «estabilidad relativa» para designar la fijación elástica inestable. Los autores de este artículo, no están de acuerdo con esta denominación, que cuestiona un consenso siempre difícil de obtener. Durante los tres primeros cuartos del siglo xx, la mayoría de las osteosíntesis pretendían lograr la estabilidad del foco de fractura, casi siempre sin conseguirla. Más adelante, se cuestionó esta osteosíntesis estable. Para discutir si estas actitudes contradictorias están bien fundamentadas, se debe reconsiderar el papel de los factores mecánicos en los mecanismos de consolidación. Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor E – 14-630 Cuadro 2. – Diferentes tipos de callo según Mac Kibbin (1978). Tipo de consolidación Velocidad Llenado de un espacio Tolerancia a la inestabilidad Tolerancia a la estabilidad Importancia de los tejidos absoluta blandos Callo perióstico Callo cortical Callo medular +++ + ++ +++ ++++ lento +++ ++ ++++ +++ ++++ - ¶ Biomecánica del callo Cuadro de Mac Kibbin En 1978, Mac Kibbin [31] evidenció perfectamente la relación entre la movilidad del foco de fractura y la formación de un callo por las diferentes capas óseas. Es indispensable conocer su cuadro para comprender la osteosíntesis (Cuadro 2). Tras una fase corta de formación del callo primario, el periostio, las corticales y la medular participan en la formación del callo de forma muy diferente. El periostio forma rápidamente un callo voluminoso que rodea el foco de fractura y lo inmoviliza progresivamente. Este callo puede rellenar grandes pérdidas de sustancia. Es necesario que los tejidos blandos que rodean el hueso se mantengan indemnes. El callo perióstico es estimulado por la movilidad del foco de fractura. Por el contrario, la estabilidad del foco de fractura impide su formación. Por otra parte, la formación del callo por el periostio es limitada en el tiempo y, como se verá, esto tiene consecuencias en el concepto de osteosíntesis dinámica. El callo externo es el mecanismo de consolidación mejor conocido y menos polémico. La consolidación de las corticales puede producirse «per primam» cuando el contacto entre los fragmentos es perfecto. Esta fue la base de la técnica AO. Casi siempre persisten zonas de contacto imperfecto y la osificación no se produce por paso directo de las osteonas sino por la osificación procedente de la zona próxima (gap healing). En ambos casos, el callo cortical exige la estabilidad absoluta del foco de fractura. La movilidad a su nivel lo inhibe. El callo procedente de la medular se forma con bastante lentitud. Es poco sensible a la movilidad en el foco de fractura. Nuevos estudios histológicos Hace algunos años, los autores de este artículo han vuelto a estudiar estos callos [41]. Este trabajo ha demostrado que hasta ahora se ha subestimado el papel del callo medular. Ya Ilizarov insistía en su importancia. En zona estable, las células precursoras de la médula forman en seis semanas un disco bicóncavo de hueso inmaduro que se infiltra entre los fragmentos de cortical (Fig. 20). La penetración del callo medular entre los fragmentos de cortical para consolidarla exige la estabilidad perfecta del foco de fractura. A las 12 semanas, se forman nuevos sistemas de Havers en el callo perióstico y en las corticales. Estos sistemas se orientan en todos los planos del espacio según las tensiones locales, conforme a la ley de Wolff. Para obtener más detalles, el lector puede consultar el artículo sobre la consolidación ósea, en la misma obra. El proceso natural de consolidación pasa por la formación rápida de un callo perióstico, estimulado por la inmovilización imperfecta. Este callo estabiliza el foco de fractura y luego un callo procedente de la medular lo rellena. A continuación, la remodelación reconstituye progresivamente las corticales. ¶ Foco de fractura cerrado Durante milenios, las fracturas cerradas se han consolidado mediante una inmovilización precaria. Es lo que ocurre Figura 20 Callo medular a las 6 semanas. Cuando el foco de fractura ha sido estabilizado por el callo perióstico o mediante osteosíntesis, el callo medular se infiltra entre los fragmentos de la cortical. siempre con la escayola, la extensión continua o con la técnica de Sarmiento, que producen una inmovilización inestable. Una osteosíntesis realizada en foco cerrado mediante un fijador externo, como el que recomienda Burny, respeta el periostio y el hematoma de fractura. En este caso, está justificado el montaje elástico inestable para estimular el periostio. El callo que éste forma estabiliza el foco de fractura. Los montajes realizados son el equivalente de una escayola, con la ventaja de la movilización articular precoz pero con los riesgos sépticos nada despreciables que conllevan las placas. Una fijación elástica ligeramente inestable constituye un buen medio de inmovilización de una fractura cerrada. ¶ Foco de fractura abierto La situación es totalmente diferente cuando el foco de fractura está abierto, ya sea por el traumatismo o por el cirujano quien debe pensar en la mecánica de su osteosíntesis pero también en la bioquímica de la consolidación. Osteosíntesis a cielo abierto de una fractura cerrada Se debe hacer con un respeto máximo de los elementos osteoformadores: – la evacuación del hematoma de la fractura y la eliminación de la capacidad osteoinductora que adquiere en 4 días altera enormemente la formación del callo. En este hematoma se liberan, en las primeras 48 horas, sustancias mitógenas y después factores osteoinductores bioquímicos, como la bone morphologic protein (BMP) (proteína morfológica ósea), los transforming growth factors (TGF) (factores de crecimiento transformantes), etc. También contiene las células precursoras indiferenciadas, en proceso de multiplicación bajo el influjo de estos factores. Sin embargo, se puede extraer el coágulo de fractura al principio de la intervención y dejarlo en suero con antibiótico. Después se vuelve a colocar alrededor del foco de fractura antes del cierre; 13 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas – el raspado de la cavidad medular está absolutamente prohibido si la fractura era cerrada antes de realizar su abertura quirúrgica. Pese a estas precauciones, a cielo abierto, con abertura del periostio, ya no se debe contar con el callo perióstico para estabilizar el foco de fractura. Se debe recurrir al callo cortical per primam o al callo cortical procedente del callo medular. Estos callos necesitan la estabilidad absoluta del foco de fractura. Confirman esta idea los estudios experimentales de Wuet al de la Clínica Mayo [65] . Al estudiar la consolidación de osteotomías de perros inmovilizados mediante fijadores de diferente rigidez, se ha demostrado que la consolidación y la remodelación de una fractura son tanto más prolongadas cuanto más flexible sea el fijador. A cielo abierto, la osteosíntesis estática debe ser necesariamente estable. Fracturas muy abiertas por el traumatismo Generalmente, no basta con la estabilización del foco de fractura para obtener la consolidación. El periostio gravemente dañado tiene escasas posibilidades de formación de un callo. Es preciso hacer el raspado local de la cavidad medular. Con este pulimento medular se eliminan gran parte de las células progenitoras óseas, cuya multiplicación, por acción de factores osteoinductores y de sustancias mitógenas, habría garantizado la formación del callo medular y después del cortical. En estos casos difíciles, es necesario un aporte osteógeno que exige la estabilidad del foco de fractura. ¶ Fracturas en los niños La consolidación de una fractura en los niños se realiza muy fácilmente gracias a un callo perióstico. El crecimiento corrige parte de las deformaciones residuales. Por tanto, en estos casos, la fijación inestable elástica de foco de fractura cerrado es el procedimiento de elección. La técnica de enclavado elástico da resultados notables. Por el contrario, los autores de este artículo no están de acuerdo con la denominación como «fijación elástica estable». La movilidad del foco de fractura es indiscutible y voluntaria para favorecer la formación del callo perióstico. Por consiguiente, la fijación es elástica inestable según el consenso del simposio de 1982. FIJACIÓN ESTÁTICA Y FIJACIÓN DINÁMICA ¶ Fijación estática La osteosíntesis mediante placas es el ejemplo de fijación estática. La rigidez del montaje se fija definitivamente, excepto si los tornillos se movilizan. Aunque se perciban signos de movilización de los tornillos, es posible mejorar la estabilidad del foco de fractura colocando una escayola complementaria, como recomendaba M. Muller. Esta estabilización complementaria imperfecta a veces es suficiente para que la consolidación compense el deterioro de la osteosíntesis y la evolución hacia la seudoartrosis (Fig. 21). El enclavado bloqueado en la parte superior e inferior también es un montaje estático que no varía a lo largo del tiempo. 14 Escayola complementaria Ablacion – la abertura del periostio disminuye sus propiedades de formación del callo. Por tanto, hay que abrirlo mínimamente y los extremos de la placa pueden colocarse perfectamente sobre el periostio conservado; Aparato locomotor Rigidez del montaje E – 14-630 Tiempo Figura 21 La osteosíntesis por placa es estática. Su rigidez no varía durante todo el período de consolidación. ¶ Fijación dinámica Desde comienzos de la década de 1980, una serie de estudios experimentales cuestionaron el principio de fijación estática de las fracturas, mecánicamente idéntico de principio a fin del tratamiento. Estudios experimentales En 1981, Wolf et al [63] observaron el aumento de la resistencia de las osteotomías en ratas tratadas mediante la carga cíclica. Esta mejoría sólo era evidente de la 4.ª a la 6.ª semana. Disminuía a las ocho semanas, cuando el hueso se acercaba a su resistencia normal. En 1884, Rubin y Lanyon [56] demostraron que la aplicación de un número limitado de ciclos de carga sobre el hueso provoca una respuesta osteógena que puede restablecer y mantener la masa ósea. En 1985, Goodship y Kenwright [20] establecieron que la aplicación diaria de una estimulación mecánica axial de 360 N (500 ciclos de 0,5 Hz), iniciada 1 semana después de la fractura y concluida en la 12.ª semana, acelera la consolidación mediante la formación de un callo perióstico. Estos estudios probaban que es posible actuar mecánicamente sobre la consolidación. Los resultados clínicos de Ilizarov, que reiniciaba muy precozmente la carga en sus pacientes, y de de Bastiani, que desbloqueaba axialmente su fijador hacia la 5.ª semana, confirmaron estos datos experimentales. Aplicaciones – Dinamización del enclavado La escuela de Estrasburgo ha preconizado durante años la dinamización del enclavado bloqueado mediante la extracción de los tornillos situados en uno de los lados del foco de fractura hacia el 3.er mes, cuando el callo tarda en desarrollarse. Si se practica demasiado precozmente, este desbloqueo puede producir una compresión del foco de fractura. Por el contrario, si se realiza cuando el foco de fractura está suficientemente cohesionado, no produce una movilidad anormal sino un aumento de las tensiones en el hueso, lo que favorece el refuerzo del callo según la ley de Wolff. En la actualidad, la mayoría de los autores reservan el desbloqueo a los casos de evolución desfavorable. Los resultados de esta técnica de dinamización han sido decepcionantes para quienes pretendían obtener la consolidación. Esta decepción era previsible. La técnica preconizaba la fijación estable al principio, que luego se hacía inestable para favorecer la formación del callo (Fig. 22). Ahora se sabe que habría que hacer lo contrario, es Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor E – 14-630 – en una primera serie, se aplicaron movimientos axiales de 1 mm durante 20 minutos cada día, comenzando antes del séptimo día; En general, los autores han considerado que la movilización axial precoz mejoraba un 20% los retrasos de la consolidación. Refuerzo del callo A 6 Refuerzo del callo Ablacion Desbloqueo Bloq ueo Rigidez del montaje Tiempo Estimulacion del callo periostico B Ablacion Desbloqueo Rigidez del montaje – en la segunda serie, se bloqueaba el fijador en posición de neutralización. Tiempo (semanas) Figura 22 Dinamización del enclavado A. Durante la dinamización clásica, la rigidez del montaje alcanza su valor máximo de inmediato. El desbloqueo realizado hacia el segundo mes o más tarde ya no puede estimular el callo perióstico; por tanto, no puede favorecer la formación del callo. Por el contrario, puede reforzar el callo si éste ya existía. B. El nuevo concepto propone el enclavado inicial sin bloqueo para estimular el callo perióstico a través de una ligera inestabilidad, seguido por el bloqueo hacia la sexta semana, para estabilizar el foco de fractura y, finalmente, un desbloqueo tardío para reforzar el callo. Este concepto sólo se puede aplicar si el restablecimiento de la longitud no exige el bloqueo inmediato. decir, una fijación ligeramente inestable al principio, para estimular el callo perióstico, seguida hacia la 6.ª semana, cuando se han agotado las posibilidades de este callo, por una estabilización para favorecer la mineralización del callo perióstico así como la formación del callo cortical y posiblemente del callo medular. Excepto en el caso de las fracturas conminutas, en las que es fundamental mantener la longitud, la dinamización de los clavos debería hacerse en orden inverso, es decir, difiriendo hasta la 6.ª semana el posible bloqueo complementario. El desbloqueo tardío para reforzar el callo antes de la ablación total del material sigue siendo importante para reforzar el callo ya existente. – Dinamización de los fijadores externos. La fijación externa es el medio de osteosíntesis ideal para la fijación dinámica. Desde comienzos de la década de 1980, se ha preconizado y utilizado la disminución progresiva de la rigidez de los montajes al final del tratamiento, para reforzar el callo y limitar el riesgo de fractura recidivante. Más tarde, a mediados de la década de 1990, las experiencias de Kenwright llamaron la atención sobre el interés de la fijación inicial ligeramente inestable de forma intermitente. En 1991, Kenwright et al [24] publicaron los primeros resultados de la movilización intermitente precoz para estimular el callo perióstico: En una segunda publicación de 1995 [54], los mismos autores se contentaron con reanudar precozmente la carga con un fijador Orthofix bloqueado en posición de neutralización. La movilidad obtenida en el foco de fractura variaba entre 0,2 y 0,9 mm, aunque esa movilidad no era puramente axial. Las conclusiones de este nuevo estudio son mucho más prudentes y se limitan a precisar que son necesarios nuevos trabajos para evaluar la intensidad, la frecuencia y la dirección de los movimientos que puedan influir en la consolidación. Se pudo constatar que la movilización sistemática prolongada de una fractura compleja casi siempre conducía a retrasos de la consolidación después del agotamiento del callo perióstico. Los trabajos de Noordeen et al [45] demostraron ese mismo año que el mantenimiento de micromovimientos durante más de unas cuantas semanas provoca la formación de una seudoartrosis. ¿Cómo considerar la situación en vista de estas experiencias? Después de 5 a 6 semanas, la movilización moderada del foco de fractura mediante la reanudación precoz de la carga intermitente ya no puede estimular el callo perióstico, cuyas posibilidades de formación se agotan con el tiempo. Por el contrario, puede destruir una estabilización precaria que pudiera permitir la penetración del hueso inmaduro entre los extremos óseos. Por tanto, es preferible detener la movilización del foco de fractura en este estadio y, al contrario, hacer una estabilización permanente durante las semanas de maduración del callo. Los autores de este artículo, seguidos por algunos colegas, propusieron en 1996 [41] comenzar el tratamiento mediante una fijación elástica que permita la estimulación del callo perióstico. En la 6.ª semana, cuando se ha agotado la posibilidad de formación de este callo, se estabiliza el foco de fractura para favorecer el callo medular y posiblemente el cortical (Fig. 23). ¿Cómo obtener esta estabilización? En ocasiones, se puede utilizar el desbloqueo axial del fijador para mejorar la estabilidad. En casi todos los casos, este desbloqueo axial no conlleva, paradójicamente, el aumento de la movilidad en el foco de fractura. La supresión del efecto de resorte de las clavijas provoca una ligera compresión y, de esta manera, una mejoría de la estabilidad [1]. Casi siempre la estabilización se obtiene aumentando de nuevo la rigidez del montaje. Cuando éste está formado por varios componentes, en general se colocan durante la primera intervención, pero ciertas partes se retiran hasta la fase de estabilización. La reanudación del apoyo tiene, por sí misma, un efecto beneficioso sobre la formación ósea. Los experimentos de Meadows et al [34] no permiten albergar ninguna duda a este respecto. Pero la reanudación de la carga de los focos inestables, incluso aunque se limite al 75%, no se puede considerar hasta el 50.º día como muy pronto. ¿Cuándo retirar el fijador? La resistencia del callo crece con el tiempo pero de forma bastante brusca. El foco de fractura móvil se inmoviliza en 15 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Rigidez del fijador E – 14-630 Aparato locomotor Figura 23 Fijación externa dinámica. (Fase 3) Injerto oseo precoz tras la cicatrizacion de tejidos blandos Estabilizacion por desbloqueo axial (fracuras simples) o rigidificacion del montaje (fracturas complejas) B Desrigidificacion progresiva multidireccional Colgajos musculares (antes de las 72 h) Llenado de los espacios interfragmentario por el callo medular A Estimulacion del callo periostico Refuerzo del callo Movilidad interfragmentaria = 1 mm 6 algunos días. En las radiografías se aprecia la cantidad de callo pero no sus cualidades mecánicas. Se han probado diferentes procedimientos [41] para evaluar la rigidez del foco de fractura. Richardson et al [53], en 1994, evaluaron la rigidez del foco de fractura: – ya sea directamente, aplicando un goniómetro flexible de una a otra parte de la fractura o sobre las clavijas después de retirar el mecanismo; – ya sea indirectamente mediante transductores de tensiones situados en el fijador colocado. El ordenador calcula la rigidez de la fractura en N/m/grado. Para este estudio, los autores adoptaron la rigidez de 15 N/m/grado como límite más allá del cual el fijador puede ser retirado sin riesgo de fractura recidivante. El tiempo preciso para alcanzar esta rigidez fue, en promedio, de 13 semanas para las fracturas estimuladas por micromovimientos y de 18 semanas para las fracturas inmovilizadas estáticamente. Se puede retirar el fijador de una sola vez cuando el callo ha alcanzado una rigidez suficiente. Existe un riesgo claro de fractura recidivante. Para evitar esta complicación, los autores de este artículo preconizan desde 1980 [23] la desrigidificación progresiva de los montajes para reforzar el callo, todavía frágil, mediante un paso progresivamente creciente de las tensiones, según la ley de Wolff. Más que contentarse con la desrigidificación axial que sólo restablece en el hueso parte de las tensiones, es preferible adoptar la desrigidificación del montaje en todas las direcciones, como sugiere el estudio histológico de los conductos de Havers en evolución en el callo. Con algunos días de intervalo, manteniendo el apoyo total, las diferentes piezas del fijador se retiran o reemplazan (Fig. 24). A continuación se aplica sistemáticamente una polaina de protección durante algunas semanas. Kenwright [18] sigue la misma evolución e insiste en la total necesidad de la estabilización total del foco de fractura después de la fase de estimulación inicial del callo perióstico por micromovimientos. Actualmente, la dinamización de la fijación externa se utiliza ampliamente en todo el mundo. Su eficacia es más polémica en la formación del callo que en la prevención de las fracturas recidivantes. 16 Tiempo (semanas) Aplicaciones al tratamiento de las fracturas TRATAMIENTO ORTOPÉDICO Desde los albores de la humanidad, se han tratado las fracturas mediante inmovilización ortopédica, es decir, mediante entablillado y, más recientemente, con escayolas o mediante extensión continua. La inmovilización que se consigue así es relativa, lo que no impide que, en general, estas fracturas se consoliden sin problema. Como se mencionó, la formación del callo perióstico está favorecida por la inestabilidad moderada del foco de fractura. Al cabo de unas 6 semanas, este callo deja de evolucionar pero ha inmovilizado completamente el foco de fractura y puede producirse la consolidación cortical por penetración del callo procedente de la medular. Teniendo en cuenta estos resultados notables respecto a la consolidación, parecería lógico atenerse a este tipo de tratamiento. Sin embargo, las cosas no son tan simples y, en muchos casos, es preciso un tratamiento quirúrgico. El tratamiento ortopédico requiere la inmovilización prolongada de los músculos y las articulaciones que conlleva la atrofia muscular y un riesgo notable de rigidez articular. Por otra parte, las fracturas epifisarias y articulares son difíciles o imposibles de reducir perfectamente y de contener mediante tratamiento ortopédico tras la reducción. El tratamiento quirúrgico permite: – la reducción, casi siempre exacta, que limita el riesgo de artrosis secundaria por deformación articular o por desviación del eje; – la fijación, que hace posible la movilización rápida, lo que evita la atrofia muscular y la rigidez articular. OSTEOSÍNTESIS CON PLACA La colocación de una placa de osteosíntesis, que se hace obligatoriamente con un foco de fractura abierto, es indispensable para obtener la estabilidad del foco de fractura. ¶ Estabilidad del foco de fractura ¿Cómo se obtiene la estabilidad? Aumentando la rigidez del implante y del montaje. Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 M h d Figura 25 F Rigidez en flexión de un sistema hueso-implante. h = d⋅M2⋅F / EI. I= Le 3 12 I= D 4 -d 4 64 e L d D Figura 26 La rigidez del implante depende de sus dimensiones. Figura 24 Desrigidificación multidireccional para reforzar progresivamente un callo ya existente. Rigidez del implante – Evaluación La rigidez de flexión de una placa puede evaluarse [39] mediante la distancia «h» que presenta un sistema huesoimplante bajo la acción de un momento de flexión dado. Siendo M la longitud del brazo de palanca, F la fuerza aplicada, d la longitud del foco de fractura conminuta e I, el momento de inercia del implante, esta fórmula permite obtener de forma suficientemente aproximada el valor de h = (d M2 F) / EI (Fig. 25). Para una fractura conminuta y una fuerza dada aplicada de idéntica forma, h es tanto menor y la rigidez tanto mayor cuanto mayor sea EI. – Factores La rigidez de una placa depende de sus dimensiones y del material utilizado. Dimensiones El momento de inercia I depende de las dimensiones del implante. Para una placa, si L es su longitud y e su grosor, I = Le3/12 Como se puede constatar, el grosor de una placa constituye el factor fundamental de su rigidez ya que es su valor al cubo lo que interviene: si se dobla el grosor de una placa, se multiplica por 8 su rigidez. La movilidad en el foco de fractura disminuye proporcionalmente. Sería preciso multiplicar el ancho por 8 para obtener el mismo resultado (Fig. 26). Las estadísticas clínicas confirman estos conceptos mecánicos. Las placas de osteosíntesis para el fémur presentan grandes diferencias de rigidez. Las placas AO son mucho menos tenaces que las placas de Judet y las placas Maconor 2, que se han inspirado en ellas desde el punto de vista mecánico. Tras la osteosíntesis inmediata, Taillard [60] ha observado un 20% de seudoartrosis con las placas AO. Esta proporción era del 16% para Piganiol [48]. En la misma época, Lignac y el equipo de R. Judet en Garches [29] sólo constataron la falta de consolidación aproximadamente en la mitad de los casos (el 8,5%). Material utilizado E representa el módulo de elasticidad o módulo de Young del material que constituye el implante. Para una aleación de cobalto y cromo, E es aproximadamente de 22.000 kgf/mm2 (220.000 MPa); para el acero inoxidable ronda los 20.000 kgf/mm2 (200.000 MPa); en las aleaciones de titanio es de unos 11.000 kgf/mm2 (110.000 MPa) y el del carbono-carbono se aproxima a los 4.000 kgf/mm 2 (40.000 MPa). Por último, el E del hueso cortical es, en promedio, de 2.000 kgf/mm2 (20.000 MPa). Estos conceptos, un tanto áridos, tienen consecuencias prácticas. En el caso de una fractura conminuta, para las mismas dimensiones, una placa de titanio deja que en el foco de fractura persista una movilidad que es el doble de la obtenida con una placa de acero o con una aleación de cobalto y cromo. Las placas de carbono, que no son maleables, nunca han superado la fase experimental. Con ellas, en las mismas condiciones, la movilidad residual se multiplicaría por 5. Por consiguiente, con la utilización de estos implantes, se corre el riesgo de que la inestabilidad en el foco de fractura sea inaceptable. Si se tiene siempre presente que con un foco de fractura abierto la osteosíntesis debe ser necesariamente estable, quienes utilicen placas de titanio deben recordar que éstas deben 17 E – 14-630 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor Figura 27 Los dos tipos de tensiones a la altura de los tornillos. tener un grosor un 25% superior al de la placa correspondiente de acero para obtener una estabilidad del foco de fractura equivalente. En cierta época, era habitual solicitar implantes con un módulo de elasticidad igual al del hueso. Con una placa o un clavo de este tipo, la movilidad de un foco de fractura conminuto sería 10 veces mayor que con el mismo implante de acero. La inestabilidad sería enorme y existiría riesgo de seudoartrosis. Sólo en las fracturas simples se puede, después de atornillar el foco de fractura, considerar prudentemente la colocación de implantes cuyo módulo de elasticidad sea inferior al del acero o implantes con un grosor menor. Rigidez del montaje Depende de la rigidez de la placa y también de la calidad y el rendimiento de la fijación de ésta al hueso, es decir, de los tornillos entre el hueso y la placa y el hueso y los tornillos. – Tornillos El número de tornillos indispensables para fijar una placa al hueso depende del tamaño y del peso del paciente pero sobre todo de la localización. Se considera que, como promedio, se deben abarcar siete corticales a cada lado del foco de fractura para el fémur y la tibia, seis para el húmero y cinco para los dos huesos del antebrazo. Para que la osteosíntesis se mantenga estable durante el período de consolidación, es preciso que estos tornillos sigan siendo eficaces. Sin embargo, bajo el efecto de las tensiones que sufren, los tornillos pueden romperse, desatornillarse o desprenderse por la destrucción del filete óseo. Si esto ocurre, la osteosíntesis se hace inestable y no se produce la consolidación. Por consiguiente, se deben analizar las tensiones que soportan los tornillos. El estudio dedicado a esta cuestión en 1979 [38], tras la tesis de uno de los autores (Cazenave), ha demostrado que son de dos tipos (Fig. 27): – tensiones de cizallamiento que tienden a romper el tornillo a la altura de la unión entre placa y hueso; – tensiones longitudinales o de tracción-compresión que tienden a arrancarlo. Estas tensiones, sean de un tipo u otro, tienen tres orígenes (Fig. 28): – el atornillado. Provoca tensiones longitudinales en el hueso durante el ajuste. Blaimont et al [8] han estudiado bien estas tensiones, visibles mediante fotoelasticimetría. Demostraron que un ajuste excesivo de los tornillos produce modificaciones de la estructura, como aplastamiento óseo o fisuras, que pueden conllevar la destrucción de su anclaje. El hueso, que es mucho más elástico que el tornillo, se comprime como un resorte durante el ajuste. Este resorte ejerce a continuación una tensión permanente sobre la rosca del tornillo, que tiende a llevarlo hacia abajo y a aplicar su 18 Figura 28 Origen de las tensiones que soporta el tornillo. 1. Tensiones debidas a los movimientos; 2. tensiones de atornillado; 3. efecto de resorte. cabeza contra la placa. Esta última ejerce una fuerza de retroceso dirigida en sentido inverso. La mayor parte de las tensiones debidas al atornillado se agotan en el frotamiento entre la cabeza del tornillo y la placa. Si un ajuste excesivo produce una necrosis de la zona de apoyo del filete óseo, el resorte se detiene, las tensiones de ajuste se anulan, el bloqueo del tornillo se suprime y éste se desatornilla. Las tensiones de ajuste son las que garantizan el bloqueo del tornillo; – los movimientos del miembro. Provocan tensiones de cizallamiento o bien tensiones longitudinales de traccióncompresión. Estas últimas se suman algebraicamente a las del ajuste: – si las tensiones en el hueso, a través del tornillo, se producen en el mismo sentido que las tensiones de ajuste, hacen que éstas aumenten. La presión del filete óseo sobre la rosca del tornillo puede llegar a ser considerable y producir una necrosis o un aplastamiento óseo. Entonces el tornillo puede resultar arrancado sin ser desatornillado; – si las tensiones en el hueso se producen en sentido inverso, disminuyen las tensiones de ajuste y pueden anularlas. Entonces el tornillo se desbloquea. Si prosiguen los movimientos se produce un efecto de remache, es decir, pequeños movimientos verticales que aplastan el hueso. Estos movimientos se transforman automáticamente en rotación en el sentido del desatornillado. El tornillo se afloja y se hace ineficaz. Entonces su vecino soporta las tensiones y sufre la misma suerte, a menos que una escayola o la consolidación detengan el proceso; – la compresión del foco de fractura. Produce tensiones de cizallamiento elevadas y transforma gran parte de las peligrosas tensiones de tracción-compresión en tensiones de cizallamiento complementarias. Estas tensiones pueden dividirse en tres creando rugosidades bajo la placa. Las mediciones y la fotoelasticimetría (Fig. 29) han demostrado [67] que los tornillos bajo mayor solicitación son los que están cerca del foco de fractura. A este nivel, existen dos pares de fuerzas intensas, sobre todo cuando el foco de fractura es grande. Cuando el foco de fractura simplemente resulta impactado, las tensiones de tracción se transforman parcialmente en tensiones de cizallamiento. Los tornillos de los extremos de la placa están igualmente bajo solicitación, debido a la abrupta discontinuidad elástica entre el hueso sano y el hueso rigidificado por el implante. El adelgazamiento de los extremos de la placa, es decir, la creación de una placa de flexibilidad variable, según el diseño de 1978 [37], disminuye las tensiones de tracción y sus variaciones en los tornillos de los extremos. Esta mejoría se puede completar colocando un tornillo corto en el extremo de la placa (Fig. 30). Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 Figura 31 Placas adherentes. A, B. Principio de las placas adherentes. Placa normal (A). Las tracciones sobre la placa cizallan los tornillos y los movilizan. Placa rugosa (B). Los tornillos apoyan la placa contra el hueso. El cizallamiento disminuye enormemente. C, D. Neovascularización y formación de nuevo hueso entre las rugosidades. Zona mal vascularizada bajo las placas clásicas (C). Formación de nuevos vasos y de hueso nuevo entre las rugosidades (D). Figura 29 Tensiones sobre los dos tornillos situados a ambos lados de un foco de fractura grande. Estudio de fotoelasticimetría. El fragmento superior es empujado en flexión hacia detrás (hacia la punta del tornillo). Las tensiones son visibles en forma de franjas de color rojo, naranja y verde. Las tensiones son tanto más elevadas cuanto más numerosas sean estas franjas. En este caso, las tensiones se localizan (en forma de orejas) en los tornillos situados a ambos lados del foco de fractura. Los siguientes tornillos sólo sufren tensiones mínimas. Figura 30 Tensiones en el extremo de la placa. La brusca ruptura de la elasticidad en el extremo de la placa se atenúa por el adelgazamiento de la extremidad de la placa y por la colocación de un tornillo corto. Esta asociación minimiza el riesgo de fractura en la zona en caso de caída. Se observan las tensiones en las múltiples franjas coloreadas que se concentran alrededor del tornillo corto y en la parte superior de los dos tornillos próximos. Un estudio teórico de las tensiones de tracción-compresión que soportan los tornillos de fijación de una placa [3, 37] ha demostrado que existen dos grupos de pares de fuerza: – el primero, de intensidad media, concierne a los tornillos de los extremos de las placas clásicas, tanto si el hueso está fracturado como consolidado. Desaparece en las placas de flexibilidad variable; – el segundo grupo de pares, muy intensos, se sitúa en los tornillos cercanos al foco de fractura cuando el foco de fractura es grande. Es independiente de la forma de la placa y desaparece cuando el hueso se ha consolidado. Desafortunadamente, las placas con flexibilidad variable no se han podido comercializar debido a su coste. Por tanto, el desatornillado de los tornillos de fijación de la placa por el influjo de las tensiones es la causa principal de fracaso. – Contacto hueso-placa Buscando un medio para minimizar los riesgos de desatornillado, es decir, las tensiones de cizallamiento, se llega en 1977 al principio de las placas adherentes [36]. Es un procedimiento simple para reducir estas tensiones que soportan los tornillos. Para ello, basta con crear rugosidades en la cara de la placa que está en contacto con el hueso. El coeficiente de fricción entre una placa normal y el hueso es bajo. Con la acción de los movimientos del miembro, la placa tiene la tendencia a deslizarse y a cizallar los tornillos. Por el contrario, una placa cuya cara ósea sea rugosa tiene un coeficiente de fricción con el hueso muy elevado (Fig. 31). Los tornillos sirven entonces fundamentalmente para aplicar la placa contra el hueso. Los movimientos transmitidos a la placa por un fragmento óseo se transmiten al otro fragmento, no sólo por los tornillos sino también por toda la placa. Un estudio experimental mediante fotoelasticimetría ha confirmado que las tensiones de cizallamiento que soportan los tornillos se dividen por tres, en promedio, lo que disminuye el riesgo de movilización de los tornillos. Los experimentos en animales que realizaron Comtet, Moyen et al [14], y luego la práctica clínica, han demostrado que este principio, nacido de un concepto mecánico, era aún más interesante desde el punto de vista biológico. Las rugosidades evitan la desvascularización que se produce en las placas clásicas. Por otra parte, conllevan la formación, entre las puntas o las prominencias, de un nuevo hueso hipervascularizado. Este concepto ha sido la base de los implantes Maconor 2 y Epiunion, y fue retomado después por los suizos con el nombre de placas de contacto limitado (LC). – Contacto placa-tornillo Más recientemente, P. Surer puso a punto un excelente principio de bloqueo de las cabezas de los tornillos en la placa, lo que evitaba definitivamente cualquier riesgo de destornillamiento: se trata de un sistema de implantes ortopédicos. Esta técnica, ideal para asociar a las rugosidades bajo el implante por las razones vasculares 19 E – 14-630 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas Aparato locomotor Figura 33 Estudio fotoelasticimétrico de la compresión. La compresión es asimétrica. Las tensiones son muy elevadas a la altura del foco de fractura bajo la placa y nulas en el lado opuesto. Se puede reducir este fenómeno curvando la placa. El tornillo del tensor sufre enormes tensiones. Figura 34 Figura 32 Fragilidad de las placas con agujeros alternos. Durante la inclinación lateral de un foco de fractura grande, las tensiones se localizan en la placa a la altura del foco de fractura pero sobre todo en la pequeña porción de placa que separa los agujeros del borde de la placa. Ahí se concentran excesivamente las tensiones, lo que favorece la corrosión, las fisuras y la ruptura del implante. Se debe evitar esta disposición de los agujeros. Agujero sin tornillo a la altura del foco de fractura. Las tensiones se concentran en esta zona. El riesgo de ruptura rápida de la placa es elevado. indicadas, garantiza el mantenimiento de la estabilidad que se escogió inicialmente para el montaje. Ya existen muchas variantes de este principio de bloqueo. ¶ Propiedades mecánicas de la placa en función de su forma Realizando copias de las diferentes placas y estudiándolas mediante fotoelasticimetría, es posible determinar las tensiones que sufren en diferentes circunstancias. En 1976, R. Zimmermann [67] hizo una tesis sobre este tema en la que demostró: – la fragilización de las placas con agujeros desalineados, debida a la concentración de tensiones que provoca la desalineación lateral de los agujeros durante ciertos movimientos (Fig. 32). La distribución de los agujeros en el eje de la placa es mejor desde el punto de vista mecánico; – la necesidad de una curvatura transversal de la placa adaptada a la convexidad del hueso. Este punto es especialmente importante en el fémur, cuya diáfisis es muy convexa. Una placa plana colocada sobre ella no se apoya sobre una línea axial y se muestra fácilmente inestable en rotación. Por otra parte, esta experiencia ilustra conceptos conocidos: – la descarga de las tensiones sobre el implante, lo que produce la adjunción de una segunda placa; – el carácter asimétrico de la compresión [22] que provoca tensiones muy intensas en el hueso situado bajo el implante. El tornillo del tensor de la placa sufre enormes tensiones que lo fragilizan. Es preferible desecharlo tras su uso (Fig. 33); – la concentración de las tensiones en los tornillos próximos al foco de fractura y en la parte central de la placa cuando el foco de fractura es ancho (Fig. 29); – el peligro que representa un agujero sin tornillo en un foco de fractura grande. Las tensiones convergen a su nivel, provocan rápidamente la corrosión bajo tensión, fisuras y la ruptura del implante (Fig. 34). 20 ¶ Placas colocadas a cielo semicerrado Las largas placas que hacen puente sobre focos conminutos que recomienda R. Judet y que la AO retomó recientemente con mejoras, no estabilizan perfectamente el foco de fractura debido a la larga porción sin tornillos. No obstante, dan buenos resultados ya que su colocación respeta los músculos y la gran parte del periostio en la zona conminuta. Estas condiciones se asemejan a las del foco cerrado. En este caso, la fijación elástica ligeramente inestable que producen es favorable. Para la reducción, es necesario utilizar un distractor o una mesa ortopédica. Esta técnica, perfectamente justificada en las fracturas conminutas, puede ser discutible en las fracturas simples. La reducción suele ser imperfecta y algunos resultados que se presentan como casos modelo son sin duda callos ligeramente viciosos que probablemente tengan una repercusión a largo plazo. OSTOSÍNTESIS CON CLAVO La observación del clavo del carpintero permitió que Kuntscher planteara el principio del enclavamiento sólido intramedular mediante el empleo de clavos especiales con ranuras en forma de hoja de trébol y elásticos en el sentido del diámetro. Aparato locomotor Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas F D A X X = DxA Y F E – 14-630 todo cuando se trata de clavos macizos, de pequeño calibre, bloqueados y colocados sin mandrilado. Entonces, todas las tensiones pasan al clavo y a los tornillos de bloqueo. En este caso, según las series, los tornillos de bloqueo se rompen en un porcentaje que oscila entre el 9% con los clavos de Russel-Taylor y el 41% con los clavos AO [21]. Del 2 al 5% de los clavos se rompen. En uno de cada dos casos, es necesaria la reintervención si se producen estas complicaciones mecánicas. D 2 OSTEOSÍNTESIS MEDIANTE FIJADOR EXTERNO A Y = DxA 2 Figura 35 Ventaja de la posición del clavo. Por su posición en el eje neutro, el clavo reduce a la mitad la posibilidad de movimiento angular. Desde hace tiempo se sabe que el apoyo se hace sólo en tres o cuatro puntos, pese al mandrilado. Por su situación en la línea neutra, el clavo sólo permite la mitad de movimientos angulares del foco de fractura que un implante idéntico que haya sido atornillado a la superficie del hueso como una placa (Fig. 35). Como en las placas, se obtiene la estabilidad del foco de fractura aumentando la rigidez del implante y la del montaje. ¶ Rigidez del clavo La rigidez del clavo oscila en proporciones considerables según la presencia o la ausencia de hendidura. Los experimentos muestran que la rigidez de torsión es 20 veces mayor cuando el clavo no está hendido, mientras que la rigidez de flexión es comparable. Si D es el diámetro exterior y d el diámetro interior del clavo: I = (D4 - d4) / 64. El clavo es tanto más tenaz cuanto mayor sea su diámetro exterior y menor sea su diámetro interior. Esta fórmula sólo es válida para un clavo no hendido. ¶ Rigidez del montaje La rigidez de un clavo no se debe considerar salvo si está perfectamente fijado a los fragmentos óseos. Dos técnicas pueden mejorar esta fijación del clavo al hueso: el mandrilado y el bloqueo. Sin mandrilado y sin bloqueo, un clavo de alineamiento no estabiliza la fractura en rotación. La serie multicéntrica de Benoit et al [4] presentaba un 29% de seudoartrosis con esta técnica, realizada a cielo abierto, en el fémur. Con mandrilado y siempre a cielo abierto, el porcentaje de fracaso caía al 5,5%. Sin pasar por alto el papel biológico de los restos óseos producidos por el mandrilado, es cierto que éste actúa esencialmente estabilizando gran parte de las fracturas diafisarias. No se pone en duda la necesidad de estabilización de un foco de fractura abierto. La técnica de enclavado bloqueado ha mejorado aún más la estabilización y, en consecuencia, los resultados. La serie de Wiss y Stetson (Los Ángeles), publicada en 1995 [62], indicaba un 2% de seudoartrosis en el enclavado de la tibia con foco de fractura cerrado mediante mandrilado y bloqueo. Este porcentaje pasaba al 15% si la fractura era abierta pero por razones que no eran mecánicas. El bloqueo estabiliza el foco de fractura, una parte importante de las tensiones pasan por medio de él al clavo y a los tornillos de bloqueo. En compensación, el clavo y los tornillos están expuestos a rupturas por fatiga, ya que las tensiones que soportan son superiores al límite de fatiga de la aleación con la que están confeccionados. Estas complicaciones son frecuentes sobre Las indicaciones de la fijación externa se refieren esencialmente a las fracturas abiertas y el cirujano debe procurar la obtención de la estabilidad del foco de fractura. ¶ Fijador simple unilateral En 1980, los autores de este artículo cifraron experimentalmente la influencia mecánica de diferentes parámetros de la fijación externa, como el diámetro de las clavijas, su separación, su posición en relación con la piel, etc. [41]. Los resultados de este trabajo han sido retomados y confirmados por otras publicaciones, convirtiéndose en «clásicos». Los lectores interesados encontrarán estos resultados en el artículo de Lortat-Jacob [30]. En resumen, para estabilizar el foco de fractura se deben elegir clavijas de gran diámetro, separadas al máximo. El mecanismo debe colocarse lo más cerca posible de la piel. La estabilidad aumenta cuatro veces pasando de 5 a 2 cm de la superficie ósea, y siete veces pasando de 5 a 1 cm (Fig. 36). ¶ Montajes que asocian varios fijadores En una fractura transversal simple, la mayoría de las tensiones pasan al hueso debido al contacto de las corticales. Las tensiones en las clavijas pueden reducirse un 97%. Entonces, es suficiente con un montaje simple para obtener la estabilidad indispensable. El fijador sirve esencialmente para proteger el foco de fractura reducido de las tensiones exteriores. Por el contrario, en una fractura conminuta con pérdida de sustancia ósea, todas las tensiones pasan por el fijador. Aunque es imposible obtener una estabilidad absoluta, se debe intentar por todos los medios limitar la inestabilidad aumentando al máximo la rigidez del montaje [43]. En los últimos 20 años, se han publicado muchos estudios mecánicos en los que se comparaban los fijadores y los montajes de fijadores [40]. No se consideran en su totalidad en este artículo y, por ello, se remite a los lectores interesados al volumen n.º 58 de los cuadernos de formación de la Sofcot, «Fijación externa del esqueleto» [41]. Conclusión El hueso es un material compuesto vivo y heterogéneo, anisótropo y viscoelástico, mucho más complejo que los materiales con los que suelen trabajar los ingenieros. Teniendo en cuenta sus propiedades mecánicas y la biomecánica de la consolidación, se pueden considerar algunas reglas fundamentales: la osteosíntesis es estática cuando su rigidez no varía durante todo el período de consolidación. Por el contrario, esta rigidez se puede modificar voluntariamente durante el tratamiento. Es el nuevo concepto de fijación dinámica; en caso de un foco de fractura cerrado (tratamiento ortopédico u osteosíntesis), la fijación de la fractura puede dejar que persista una inestabilidad muy leve del foco de fractura para estimular el 21 Biomecánica del hueso. Aplicación al tratamiento de las fracturas E – 14-630 L A Aparato locomotor C d O F 1 F= 3 PL3 EI A I ~ 0,05d4 P B B 5 cm 2 cm x1 x4 1 cm x7 C Figura 36 Biomecánica de la fijación externa unilateral. El diámetro de la clavija desempeña un papel esencial, así como la distancia hueso-fijador que interviene en la ecuación con su valor al cubo. Partiendo de la rigidez de referencia de un fijador colocado a 5 cm del hueso, se multiplica esta rigidez por 4 al aproximarlo a 2 cm y por 7 al ponerlo a 1 cm. Las clavijas deben estar espaciadas al máximo en cada fragmento. En la colocación de las tres clavijas (A, B, C) de la figura C, la mejor disposición es la que se representa en C. callo perióstico. La formación del callo estabiliza el foco de fractura, lo que permite que se complete la consolidación; por el contrario, en el caso de un foco de fractura abierto, la osteosíntesis mediante placa, que es necesariamente estática, tiene que ser estable. El concepto de fijación dinámica puede aplicarse en las osteosíntesis mediante clavos o fijadores externos. La rigidez de estas osteosíntesis puede modificarse con el tiempo para favorecer la formación del callo o para reforzarlo. Para favorecer la formación del callo, es necesario hacer una fijación ligeramente inestable durante 5 o 6 semanas y posteriormente se debe volver a la estabilidad total. Para reforzar el callo, es precisa la desrigidificación progresiva del medio de fijación para que el callo esté sometido al aumento progresivo de las tensiones y, de esta manera, se minimice el riesgo de fractura recidivante. Estos conceptos son el resultado de observaciones clínicas. Todavía no se conocen los mecanismos celulares y moleculares por los que actúan estos factores mecánicos. Se ha apelado a la participación de posibles mecanorreceptores de la membrana celular. Los factores mecánicos probablemente actúan produciendo una señal eléctrica que conlleva la producción de factores osteoinductores. Bibliografı́a [1] Aro HT, Kelly PJ, Lewallen DG, Chao EY. The effects of physiologic dynamic compression on bone healing under external fixation. Clin Orthop 1990; 256: 260-273 [2] Ascenzi A, Bonucci F. The tensile properties of single osteons. Anat Rec 1967; 158: 375-386 [3] Bazelaire de E, Couve A, Bonnet G. Théorie et métrologie photoélastique des contraintes dans les vis d’ostéosynthèse. J Fr Biophys Méd Nucl 1979; 3: 143-150 [4] Benoit J, Cirotteau Y, Huard C, Tomeno B. Étude critique des échecs dans le traitement des fractures fraîches de la diaphyse fémorale. À propos de 330 cas. Rev Chir Orthop 1974; 60: 465-483 [5] Bergmann G, Rohlmann A, Graichen F. Hip joint loading during going up and downstairs. European Orthopaedic Research Society 11 november 1991 [6] Blaimont P. Contribution à l’étude biomécanique du fémur humain. 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