Subido por angel montaño bello

EL ARTE DE LA GUERRA

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-RESERVADOFUERZA AÉREA BOLIVIANA
ESCUELA DE COMANDO Y ESTADO MAYOR AÉREO
BOLIVIA
EL ARTE DE LA GUERRA DE NICÓLAS MAQUIAVELO
I.
INTRODUCCIÓN
La obra está constituida en siete libros, redactada en forma de conversación
mantenida en los famosos jardines de la familia Rucellai, entre Cosme Rucellai,
quien introduce el tema, y Fabricio Colonna, de Lombardía, quien había sido
hombre de armas al servicio del rey católico, encontrándose presentes Zanobi
Buondelmonti, Bautista de la Palla y Luis Alamanni.
En la obra Fabricio Colonna defiende la virtud de la labor de las armas para
asegurar el bienestar del Estado, de manera breve podemos presentar la obra
de la siguiente manera, las grandes líneas son definidas en el primer libro,
donde hace el autor una defensa del oficio militar desarrollado por milicias
nacionales, teniendo a la infantería como nervio central de los ejércitos. En el
libro segundo reflexiona sobre la manera de armar y entrenar un ejército, las
levas y el reclutamiento del mismo, definiendo el número de efectivos y la
relación que ha de existir entre la infantería, nervio del ejército, y la caballería.
El libro tercero está fundamentalmente dedicado a la formación de los ejércitos
en batalla. En el libro cuarto trata de las características de un buen general de
los ejércitos, algunos artificios tácticos varios, de la preparación previa de los
generales antes de enfrentar una batalla. En el libro quinto reflexiona sobre las
condiciones del ejército durante un ataque sobre un país enemigo. En el libro
sexto estudia cómo acampar el ejército, así como las penas, castigos y pagos
de los soldados. El séptimo y último libro trata sobre las fortificaciones y hace
algunas reflexiones finales.
La obra constituye no solo un tratado militar sino fundamentalmente un ensayo
político, no sólo en lo que se refiere a sus impresiones sobre la división de los
poderes en Italia sino por las implicaciones de sus reflexiones sobre el ejército,
su apuesta por la milicia nacional rechazando el uso de tropas mercenarias.
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-RESERVADOII.
DESARROLLO
A.
¿QUIEN FUE NICOLAS MAQUIQVELO?
Nicolás Maquiavelo inaugura, para muchos historiadores de las ideas,
el pensamiento político moderno, en la medida en que ejecuta un
acercamiento realista de los mecanismos concretos del poder, de sus
dinámicas internas, del hombre de poder y de la acción política desde
una perspectiva pragmática y básicamente amoral.
Asimismo, su acercamiento a la política como un oficio de Estado lo
incorpora también a esta perspectiva moderna que hace del Estado el
sujeto político por excelencia, del cual derivarían todas las formas de
legitimidad. La conceptualización de una idea de estadista u hombre de
Estado cuya acción obedece a patrones de legitimidad distinta al resto
de los hombres, la razón de Estado que se coloca por encima de
cualquier otra distinción moral inaugura de ésta manera el pensamiento
político moderno, así, modernidad y Estado se identifican desde sus
orígenes y tienen en Maquiavelo su primer pensador.
Efectivamente
la
construcción
del
Estado
moderno
implica
la
concentración progresiva de la violencia legítima hasta que ésta se
constituye en un monopolio, siguiendo la clásica idea de Max Weber. El
pensamiento sobre la política está imbricado con la reflexión sobre el
ejercicio de la violencia, y ésta, en su grado superlativo y organizado
colectivamente, es la guerra.
Pero hemos de reflexionar primero sobre la vida y experienciadel autor,
ubicándolo ciertamente en las circunstancias y contexto de su
actuación. Nacido en Florencia en 1469 ingresará a la Cancillería
florentina en 1498, luego de la caída de Savonarola, como secretario
encontrándose al servicio de los magistrados encargados de la guerra y
de los asuntos exteriores. Entre 1499 y 1512 Nicolás Maquiavelo prestó
sus servicios en diversas legaciones en la península italiana, en Francia
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-RESERVADOy en Alemania, lo que lo pondrá en contacto directo no solo con los
hombres de poder sino con diversos temas militares y diplomáticos.
Es importante señalar que, al servicio de la ciudad de Florencia, se
encargó de contratar grupos mercenarios en 1499 y 1503, que entre
1506 y 1507 estuvo encargado de la leva de milicias, que en 1508
reclutó nuevas tropas y que entre 1510 y 1511 creó escuadrones de
caballería e inspeccionó las fortificaciones de Pisa y Arezzo. Al
reflexionar sobre su trayectoria vital previa a la redacción de su Arte de
la Guerra salta a la vista que no nos encontramos en presencia de un
pensador abstracto sino de un personaje vinculado efectivamente con el
ejercicio práctico y concreto del poder.
Las circunstancias de su actuación pública no podían ser más
interesantes, Italia se encontraba dividida entre diversos reinos y
repúblicas, siendo escenario recurrente de confrontación entre los
poderes europeos. Las formas políticas en Europa occidental reflejaban
una progresiva concentración del poder en manos de Príncipes y
Reyes, lo que terminaría por constituir la semilla de los Estados
Modernos, este proceso estaba profundamente conectado con un
cambio importante en materia bélica y económica ya que las nacientes
formas estatales requerían de nuevas finanzas para lograr sostener
nuevas formas de enfrentamiento armado.
Los cambios en el terreno militar a principios del siglo XVI eran
importantes, estaban viendo el progresivo resurgimiento de la infantería
pesada, lo que implica un creciente uso de mayor cantidad de soldados
en los ejércitos que se enfrentaban. La guerra feudal que dominó gran
parte de la Edad media, con sus acciones de caballería en pequeña
escala, de asedio y desgaste, va a ir dando paso a un enfrentamiento
de mayores proporciones, progresivamente protagonizado por la
infantería y la artillería, transformando de similar manera a las
fortificaciones.
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-RESERVADOItalia era entonces el paisaje de los enfrentamientos periódicos entre las
nacientes monarquías europeas, el Imperio y el Papado. La diplomacia
y la guerra eran prácticas que afirmaban o disolvían los poderes, los
que se encontraban sometidos a una gran inestabilidad. Al enfrentar
éstos retos las ciudades estado italianas, una de las cuales era la
Florencia de Maquiavelo, apelaron con frecuencia a tropas mercenarias
para hacer la guerra, lo que llegó a representar muchas veces para los
ciudadanos un peligro mayor que los mismos enemigos.
B.
ANÁLISIS DEL ARTE DE LA GUERRA.
Hay varios ejes transversales que le dan conexión a la obra, uno de los
cuales es, siguiendo la corriente dominante de muchos escritores
renacentistas, la nostalgia por la antigüedad clásica romana, que
adquiere en esta obra un carácter fundamentalmente axiológico. No es
sólo usar el ejemplo militar romano, sino que remite a una reivindicación
de la actitud republicana de los romanos en honrar y premiar la virtud,
no despreciar la pobreza, obligar a los ciudadanos a amarse unos a
otros, y a no vivir divididos en bandos o partidos, preferir los asuntos
públicos a los intereses privados, y en otras cosas semejantes que son
compatibles con los actuales tiempos.
Ese afán de unidad de la comunidad, de reivindicar el amor por lo
público, de elogiar la virtud republicana, lo que deja traslucir no sólo
rasgos del pensamiento político de Maquiavelo, sino su lectura de la
política renacentista italiana, dividida y enfrentada. La búsqueda de
Roma es también la búsqueda de la unidad de los reinos y repúblicas
italianas, lo que será un eje transversal en el pensamiento del autor.
Pero toca reflexionar sobre la lógica misma de la guerra, a lo largo del
Edad Media la guerra descansaba en un discurso moral, remitida a una
justificación religiosa, incluso bíblica, pero, desde la perspectiva de
Maquiavelo la guerra es una necesidad inherente al ejercicio del poder.
La legitimidad de la guerra no adquiere un carácter moral sino
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-RESERVADOeminentemente político, cuanto se establece para el bien común de los
hombres, cuanto se ordena para inspirar el temor y el respeto a Dios y a
las leyes sería inútil si no existiera una fuerza pública destinada a
hacerlo respetar, cuya fuerza, bien organizada, y a veces sin buena
organización, mantiene las instituciones.
A pesar de remitir al respeto la justificación que la guerra adquiere un
carácter práctico, la razón de Estado vuelve a hacerse presente, ya que
sin la fuerza de las armas el mejor régimen político y social se
derrumba, como las habitaciones de magnífico y regio palacio. A partir
de ésta certeza la legitimidad en el ejercicio de la violencia separa muy
bien el ejercicio público, legítimo, del ejercicio privado, condenado de
manera tajante a esta.
La guerra es un arte con el cual ningún hombre en ningún tiempo puede
vivir como
particular, honradamente, correspondiendo ejercitarlo a las
repúblicas y a los reinos.
Ninguno de éstos, cuando está bien
organizado, consiente a sus ciudadanos o súbditos hacer la guerra por
su cuenta, ni ningún hombre de bien ejerció el arte militar como oficio
privado.
Este fragmento separa claramente las aguas, por un lado, el ejercicio
legítimo de la guerra corresponde a la autoridad de los reinos y las
repúblicas, por el otro, la antigua guerra feudal, la guerra privada, es
automáticamente colocada fuera de la esfera de la legitimidad. El poder
militar del Rey en su reino es absoluto, al menos así lo expresa
Maquiavelo al poner en boca de Fabricio lo siguiente “los que tienen
buen régimen no dan poder absoluto al rey, sino en el mando de los
ejércitos, único caso en que son precisas las determinaciones rápidas y
la unidad de acción.
El oficio mismo de la guerra, a pesar de ser necesario para el
mantenimiento del Estado y de sus instituciones, corrompe al hombre
que la ejerce de manera exclusiva, por lo que Maquiavelo rechaza la
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-RESERVADOidea de crear un ejército que se encuentre en pie permanentemente.
Ningún hombre bueno puede dedicar su vida al oficio de la guerra, no
se puede considerar un hombre bueno a quien se dedique a una
profesión que exige, para serle constantemente útil, el fraude, la
violencia y muchas condiciones que necesariamente le hacen malo. Los
que tienen por oficio la guerra, grandes o pequeños, no pueden ser de
otra manera, porque la paz les empobrece y arruina. De aquí la
necesidad para ellos de impedir la paz o de adquirir en la guerra los
recursos necesarios para vivir en épocas tranquilas. Ninguno de ambos
propósitos lo abriga un hombre de bien; porque la necesidad de medios
de vida en todo tiempo produce los robos, las violencias, los asesinatos
que tales soldados ejecutan, lo mismo contra los enemigos que contra
los amigos. Sus jefes por no querer la paz, procuran por todos los
medios alargar las guerras, y si a pesar de ello la paz se ajusta, sucede
con frecuencia que, privados de sus sueldos y de su modo de vivir,
descaradamente enarbolan bandera de aventureros y saquean sin
piedad algunas provincias.
El discurso épico de la guerra caballeresca queda al desnudo de
cualquier legitimidad, convertido el ejercicio privado de la violencia en
una búsqueda saqueos, de destrucción de la comunidad. El valor de la
paz entonces es ensalzado en contra de los vicios vinculados con la
guerra.
Una de las dificultades que implicaba el mantenimiento de un ejército
permanente era su sostenibilidad económica, aspecto sobre el que
Maquiavelo reflexiona en repetidas ocasiones a lo largo de la obra.
Como señala Contamine, desde principios del siglo XIV muchas
monarquías europeas habían desarrollado ejércitos permanentes, pero
solo aquellas que tenían capacidad económica para sostenerlos
podrían dar por seguro que en algunos territorios determinados, de
extensión bastante grande, existían gentes de guerra permanentes,
algunos elementos
armados que podían tanto contribuir al
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-RESERVADOmantenimiento del orden interno como prender a ladrones y asesinos,
ejecutar decisiones del poder y de la justicia y garantizar un mínimo de
seguridad a todo el conjunto de lugares fortificados.
Esto no había sido posible en Italia, en cambio una alternativa al ejército
permanente uso de tropas mercenarias, que era una práctica usual en
la guerra de la época, sobre las ventajas de éstas tropas reflexiona
García Fitz, para quien
éstas permitían disponer de contingentes sin
limitaciones espacio temporales de
servicio y para cualquier tipo de
operación y el pago garantizaba l reunión de guerreros bien entrenados
y equipados. Tropas mercenarias fueron usadas recurrentemente por
las ciudades y estado italianas, los condottieri fueron
comandantes
militares hábiles en su uso. Pero Maquiavelo veía en esto otro grave
peligro para la estabilidad de los Estados, por lo tanto, las naciones
necesitan ejércitos y, cuando no los tienen propios, toman a sueldo los
extranjeros, los cuales, mucho más pronto que los propios, perjudican al
bien público, por corromperse más fácilmente, por estar más dispuestos
a apoyar la ambición de un ciudadano poderoso y por ser materia a
propósito cuando se trata de oprimir a hombres desarmados.
Entonces, luego de reconocer que el sostenimiento de las instituciones
requiere del uso de la violencia, del aparato armado y de su ejercicio
regular, y de rechazar el oficio privado de la guerra, al militar
profesional, y el uso de las tropas mercenarias, queda responder al
interrogante fundamental, a quiénes corresponde ejercer el arte de la
guerra, amparado bajo el poder de los reinos y las repúblicas. El
rechazo al ejército permanente y a los mercenarios responde a dos
causas evidentes para la época, en medio de la división interna las
tropas mercenarias podían ser empleadas por alguno de los bandos
urbanos en pugna para tomar el control de la ciudad o cambiar la suerte
política de la República o del Reino, pero también, por otro lado, ambos
tipos
de
tropas
eran
efectivamente
económicamente.
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caras
de
mantener
-RESERVADOA
partir de allí
se desarrolla
otra de las líneas centrales del
pensamiento militar de Maquiavelo, que no se encentra de ninguna
manera separado de sus preocupaciones políticas, sino que forma
continua de la defensa de unas milicias nacionales bajo control de los
príncipes o de las Repúblicas, que solo gocen de paga mientras se
mantengan en campaña, que se construyan sobre la base de una leva
general, con la preparación permanente de todos los ciudadanos en
forma de milicia ciudadana, semejante a la de los antiguos, que
organizaban la caballería con súbditos suyos y, hecha la paz, enviaban
a los soldados a sus casas, a ocuparse en sus oficios. Esto aplica a lo
que considera el nervio del ejército, la infantería, donde Maquiavelo
pensaba debe, pues, el rey, si quiere vivir seguro, formar su infantería
con hombres que en tiempo de guerra acudan de buen grado a pelear,
y en el de paz con mayor gusto vuelvan a sus casas, lo cual sucederá
siempre que fíen su subsistencia en otra clase de trabajo. Conviene,
pues, que, al terminar la lucha, los grandes señores se dediquen a
gobernar a sus vasallos, los
gentiles hombres a cultivar sus
propiedades, y los soldados a sus peculiares oficios, y que todos hagan
voluntariamente la guerra para obtener la paz y no procuren turbar ésta
por conseguir aquella.
También acá queda clara la visión de la sociedad que tenía Maquiavelo,
la guerra no debe representar una alteración de la normalidad de las
labores sociales, no ejecuta un trastorno en el ordenamiento y lo que es
importante destacar, no corresponde a los guerreros un carácter
específicamente separado del funcionamiento social, el hombre común
es un soldado cuando se lo necesita, pero su oficio ha de ser otro,
como los hombres buenos que no tienen la guerra por oficio tampoco
quieren de ella más que los trabajos, los peligros, y la gloria, cuando su
ambición de vencer está satisfecha, desean volver a su casa y
dedicarse a sus habituales ocupaciones. Lo mismo que los capitanes
hacían, según parece, los soldados, quienes, voluntariamente dejaban
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-RESERVADOel servicio de las armas de suerte que, si no estaban en campaña
deseaban ir a ella y si estaban en ella deseaban ser licenciados.
La milicia nacional contribuye entonces efectivamente a la preservación
de
la
paz,
incluso
se
encuentra
Maquiavelo
en
contra
del
establecimiento de sueldos permanentes a los generales donde es una
costumbre muy dañina y que en una república bien organizada no
deben darse, nombrar los generales entre sus ciudadanos en tiempos
de guerra y licenciarlos en tiempo de paz, para que vuelvan a sus
habituales ocupaciones, esto constituye un ataque directo a la práctica
comúnmente empleada por muchas ciudades estado del norte de Italia,
la contratación de tropas mercenarias para llevar a cabo la guerra.
Eso implica que el reclutamiento de los soldados ha de hacerse de
entre los mismos ciudadanos del reino. El reclutamiento de la tropa no
hará diferencia en cuanto al valor real de los hombres, sino en cuanto a
la utilidad que se puede obtener de ellos, privilegiando a los
campesinos, luego dándole un especial lugar a quienes ejerzan oficios
que son útiles durante una campaña militar, herreros, carpinteros,
herradores y canteros.
Pasa luego a reflexionar sobre la elección de los miembros del ejército,
ratificando la necesidad de escoger los efectivos de entre los naturales
de su propio reino o república la regla de fácil aplicación consiste en
que las repúblicas o los reinos saquen los soldados de su propio país y
por virtud del mandato del príncipe.
Agrega posteriormente que no hay milicia más útil que la propia. El
reclutamiento general debe hacerse, primero por orden del príncipe,
segundo, adoptando un
Los
término medio entre la violencia y la libertad.
soldados de infantería han de ser seleccionados entre los
habitantes de los campos, mientras que los caballeros han de ser
elegidos en las ciudades. La caballería debe ser formada siguiendo el
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-RESERVADOejemplo romano, a partir de los más ricos, otorgándole un sueldo para
alimentar al caballo.
A pesar de rechazar la idea de la formación de un ejército permanente
el autor sostiene la necesidad de tener una milicia muy numerosa y
preparada. Maquiavelo refleja claridad respecto a la transformación
bélica que está sucediendo en la Europa de finales del siglo XV y
principios del XVI, a pesar de no darle importancia a la artillería, si
reflexiona sobre el contingente necesario para sostener al poder de un
Príncipe.
De todas las instituciones humanas, las militares son las que más se
prestan a restablecer las reglas antiguas, pero sólo por príncipes de
Estados tan importantes que puedan poner sobre las armas quince o
veinte mil jóvenes, donde el entrenamiento de la tropa implica a todos
los hombres de la comunidad y toda la juventud del Estado se
acostumbraría a estos ejercicios, pero muy especialmente la parte de
ella escogida para la guerra, dedicando a dicha ocupación los días de
fiesta. Desearía también que aprendiesen a nadar, cosa muy útil,
porque no siempre hay puentes o barcos en los ríos, también ordenaría
como los antiguos ejercicios especiales para los hombres destinados a
la caballería.
Es particularmente interesante la reflexión de Maquiavelo sobre el
efecto que ha tenido la competencia bélica entre los poderes europeos,
lo que coloca como origen de la presencia de grandes generales en el
continente, de la cual se puede desprender la una reflexión sobre las
razones de la relativa superioridad bélica de Europa en el siglo XVI, en
la cual nos dice: Sabéis que en Europa ha habido muchos militares
famosos, pocos en África y menos en Asia. La causa de ello consiste en
estas dos últimas partes del mundo sólo existieron una o dos grandes
monarquías y pocas repúblicas, mientras en Europa ha habido alguno
que otro reino y numerosas repúblicas. Los hombres llegan a ser
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-RESERVADOexcelentes y muestran sus ilustres dotes cuando los que gobiernan la
nación a que pertenecen, sean repúblicas o reyes, les ponen en el caso
de probarlas, por consiguiente, donde
hay muchos soberanos, hay
muchos grandes hombres, y donde aquéllos son
pocos, éstos
también.
En el Libro segundo Maquiavelo reflexiona de manera mucho más
concreta sobre el armamento de los soldados, nuevamente toma como
ejemplo las armas de los antiguos, especialmente de los romanos,
describe el armamento y organización del ejército romano, divididos en
infantería pesada e infantería ligera (vélites), haciendo un gran énfasis
en la organización de las armas de la infantería, reflexionando sobre las
condiciones que la hacían superior a la caballería.
Más allá de la organización, a la que Maquiavelo dedica especial
atención, la disciplina es el otro pilar sobre el que se sostiene el poder
armado de los ejércitos milicianos, no basta que la organización sea
buena; es preciso, además, observarla con gran severidad, pues en
ninguna circunstancia necesita el ejército mayor exactitud que en el
cumplimiento de sus deberes. Las leyes que atañen a la seguridad del
ejército
deben
ser,
pues
muy
rigurosas
y
hacerlas
cumplir
estrictamente.
Los
incumplimientos
son
castigados
con
especial
severidad,
Maquiavelo llega a usar el ejemplo del castigo empleado por la guardia
suiza en contra de aquellos que ejecutan faltas graves, que son
literalmente sometidos a una cacería por parte de sus compañeros.
Pero, así como se les otorga una gran importancia a los castigos
también se señala la pertinencia de las recompensas y del justo pago,
la sostenibilidad económica del ejército es un tema vital para
Maquiavelo donde menciona que el primer cuidado del general debe ser
la seguridad de castigar y pagar a sus soldados, pues cuando faltan las
pagas falta la justificación del castigo. No se puede castigar al soldado
-RESERVADO11-12
-RESERVADOa quien no se paga porque robe, si no se la da otro medio de
mantenerse. Si al ejército se le paga y no se castigan en él las faltas de
disciplina, soldado llega a ser insolente, pierde el respeto a sus jefes, el
general no puede hacerse obedecer, y entonces, por necesidad,
nacen los tumultos y las discordias, que son la ruina del ejército.
Al reflexionar sobre la distancia que existe entre los tratados medievales
y este tratado renacentista señala que, incluso la misma concepción del
uso del armamento está desprovista del contenido simbólico previo,
para pasar a ser una reflexión esencialmente práctica, que se remite a
la efectividad de las armas en la lucha. Es interesante señalar que el
acercamiento que tiene a la caballería es igualmente práctico,
desprendido de cualquier idea de trascendencia simbólica respecto a la
figura del caballero.
III.
CONCLUSIONES
En conclusión, la obra El arte de la guerra es una expresión del pensamiento
político-militar que señala la consecución del monopolio militar.
En lo que se refiere a táctica y estrategia militar una de las principales críticas
que caen sobre la obra de Maquiavelo se refiere a la poca atención que dedica
al tema de la artillería, prefiriendo, siguiendo su nostalgia por la romanidad
clásica, colocar el énfasis en la infantería por parte de los príncipes. En este
sentido tiene claros elemento de la ruptura moderna, en primer lugar, su
realismo político, que se evidencia en otras obras de Maquiavelo, en segundo
lugar, al colocar en el Estado el eje fundamental de construcción de una
legitimidad del uso de la violencia, ya que solo la guerra “pública” es aceptada
como legítima, mientras que la violencia ejercida por privados, sin el apoyo y
respaldo del Príncipe o de la República, constituye simplemente crimen y
saqueo, y por ende, sometida a la eliminación, esto anuncia los pasos para la
conformación del Estado moderno como monopolizador de la guerra.
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