"Que el hombre es una criatura agresiva es cosa que difícilmente discutirá nadie. Salvo la excepción de ciertos roedores, ningún otro vertebrado mata habitualmente a miembros de su misma especie. Ningún otro animal disfruta practicando la crueldad sobre otro de su misma clase. Generalmente describimos los ejemplos más repulsivos de la crueldad del hombre como algo brutal o bestial, y con estos adjetivos damos a entender que semejante comportamiento es característico de animales menos desarrollados que nosotros. A decir verdad, sin embargo, los casos extremos de comportamiento "bestial" están limitados al hombre, y nuestro salvaje trato mutuo no tiene paralelo en la naturaleza. Lo tristemente cierto es que somos la especie más cruel y despiadada que jamás haya pisado la tierra; y que, aunque podamos retroceder horrorizados cuando leemos en un periódico o en un libro de historia las atrocidades que el hombre ha cometido con el hombre, en nuestro interior sabemos que cada uno de nosotros alberga dentro de sí los salvajes impulsos que conducen al asesinato, a la tortura y a la guerra... ¿cuál es entonces la superioridad de la especie humana? ¿es este un comportamiento propio del desarrollo de la inteligencia? ...Podemos concluir nuestro estudio del hombre recogiendo las palabras de Martin Luther King ‘Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos’". (Alonso de Medina, El animal humano. Ed. Barcanova)