Pierre Bourdieu El oñcio de científico Ciencia de la ciencia y feñexivídád Curso del Collége de France 2000-2001 Traducción de Joaquín Jai-dá EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA Titulo de _la edición efip'nslº PREFACIO Science de. ¡¡ adm: ce r&laññt£ ©miúms Bison: d'ag'r Pads. 2001 NÚM. Ia: “W… _ gú= ¿» E…ºm-WMW1;' ¿¿a£' ' ]ul'm v… “…ión: Anai M… ¡92€ 0 EDITOR!AL ANAGRAMA. S. A., 2603 Pp_d.lú de 11 Cm“. 58 080“ Barcelona ¡a: 84—339—6198—5 Depósito Legal: B. 41667-1005 Pn'm'ed “… Spain Liberduplcx, s. 1... Con_sñiució. 19. csm-4-…… ¿Por qué tomar la ciencia cºmo objeto de este último am del Coilége de Frame? ¿Y por qué decidir publicarlo. pese a todas sus linúmnioms c imper&cciona? [¿ pregunta no aretórica y, en cualquier caso, se me antoja demasiado se— ria. para darle una mpucsta retórica. Creo, en efecto. que el univcrmdcladencía estáamcnmdo amulmente por unte— mibi: retroceso. la autonomía que la ciencia había conquis— tado poco a poco frente a los poderes religiosos, políticos o incluso emnóuúcos, y, parcialmente por lo menos, a las bu— rocracias esmalcs que garantizaban las condiciones mínimas de su independencia. se ha debilitado consi¿crablemcnm Los mecanismos sociales que iban apamdmdo a medida que dicha aumnumía se añnnaba, como la lógica de la competid— v¡dad entre los iguala, corren el riesgo dc ser utilizados en provecho de objetivos impuestos dad: fuera; la sumisión a los intereses económicos y a las seducciones mediáticas ame— nm con unirse a las críticas externas y a los vituperíos inter— nas, cuya última manifestación son algunos delirios aposmo— demos», pam deteriora: la confianza en la ciencia, y, muy mpedalmcntc,enladmciasodal Ensumn, ladendaastám ¡»digo, y. en consecuencia, se vuelve peligrosa. dum dmnvuebo descuido-el signo de lo cuu!énñsudísñndónu); y un dºisposición :: lo hipemrrección, muy común en las personas de primera generación en vías de ¡niegrocióny que u:pirun nrdíenlemente a! reconocimionlo, estaba también, sin duda, en el principio de su práctica científico y de su exaltación de la profesión, de la m— ciologío que pretendía ocredi'ar como profesión cientifico. Creo que ahí aparece todo si interés de la sociología de la sociología: las disposiciones que Merton upodoba :: su prédica cientifica ínfluian tanto en sus opiniones como en sus manías, de las cuales habría podido prolegerle una au1éntico sociologia reflexiva; y descu— brírfo es conquistar unos principios é4ioocpistemológioos para sacar partido, de manera selectiva. de sus ooniríbuciones y, más amplia- mania, para aomeler a un trofumienlo crílioo, lento epishmológico como soddóglco, (: los autores y a las obras del pasado y su propio re|uclón con los autofes y las obras del presente y del pasado.] En una forma optimista de juicio reflexivo. el análisis científico de la ciencia a la manana de Merton justifica la ciencia al justificar las desigualdades ciend y al mos-— n'a: científicamente que la distribución de los premios y dc las recompensas es adecuada a la justicia científicaº ya que —el mundo científico proporciona las recompensas científicas a los méritos científicos de los sabios. También para asegurar la respetabilidad de la sociología Merton intenta convertirla en una auténtica xpmfé:ióm científica, siguiendo el modelo de la burocracia, y dotar al falso pam— digma estructural-ñmcionalista que él. conjuntamente con Pzrsons y Lazarsfcld, oomribuye a construir, de ca especie de coronación Falsamente reflcaáva y cmpírimmentc convalidada que es la sociología de la ciencia tratada como un imtrumcnto de sociodicea. [Ma gusludo terminar con algunos oboervucim suba la denciomdria, que se basa en los mismos hndumenbs que el » huduraHunciomlixmo merloniono y que se piuntao como finalidad 32 el conhul ylawuluadén du la dmhmn-m=ñnudepoñwm king ( l o … c¡enciom&nm pm sobm todo la himno dc-la sociología de la ciencia, en cuanto ciencia de la múnñmciún, ca— paz de conceder los dipbmus y la "mio: en ciencia, y lg: Ms m— dica… modernistas, y nihiiislas. de los nuevos sociólogos du-In ciencia no escapan a ello]. la cienciomdtia su buen en cm6lh&¡ cuan… que sólo toman en consideración los pmducbs; nu sum, en compilaciones de indid cieuiífiws, mm los cihi. Radium, los bíbli6mem; consideran que el mundo puodn ¡cr cu)- husbdo, numemdo y medida por unos cobsamdocm objetivos» (Humans. 1978: l21<l 39). ºfrecen a los udminídmdm … nos los medios aparentemente racionales de gobernar ¡unio la c¡m— cio cºmo los c6enñfk:os y de ofrecer una: ¡usfifimtinm de nin cienññeo :: las decisiones buroccúiicas. Comendría examinar de mum…especial los límites de un … que se basa en unmcñlnríos uiricfamunte wuniituiivos y que desconoce los moddióudn y las muy diversas funciones de la referencia (puede llegar hclusº a human omiso de la diferencia entre las ci1u;.puailívmy las no gulim). Esla no impida que, pau :: las uñ|ímcimdudnm:ly,.a vean,-dopinqu] de la bibliomokñu. blu mibdos… mi para construir um.indicudoros útil:: en el pñuno sociológica… yo ha hecho en Homo Amdondcm.11984: 261] para wir-un índice du capital simbólico.] 2. mcmucmuomvm REVOLUCIONES cx…¡ms Aquc, en principio, …su historiador de las dencím Thomas Kuhn ha alterado muy proftmdamentc el espacio delosteóricosposihlesenmteñnde cienciadclaciencia. Su connibución principal musiste en haber mostrado que el desarrollo de la ciencia no es un proceso continuo. sino 35 qmsdmnrmdo pormseñedem ptmypmhalmr — nanciade períodºs de ¡ciencia normal» y de ¡revolucionan (Kulm. 1972). Con ello introdujo en la tradición anglosa— jona um filosofía dismnúnuisu de la evolución cientíñca que rompía con la filosofía positivista que consideraba el pmgeso dela ciencia como un movimiento de acumula— ción continuo. Ha elaborado, además, la ida de ¡comunidad científica» al explim: que los cientificos forman una comunidad cerrada cuya investigación se refiere a un abanico muy definido de problemasy que utilizan unos métodos adaptados a dicha tarea: las acciones de los científicos en las citadas avanzadas están detennimdas por un ¡paradigma, o»umatríz disciplinaria», & decir, un estado cl: la realiución científica qu: es aceptado por una fracción impomnte de cidcos y que tiende a imponerse a todos los demás. La de:£inición de los problemas y la metodología de investigación utilizada proceden de una tradición profe— sional de teorías, de métodos y de competencias que sólo pueden adquirirse al cabo de una formación prolongada. Las— reglax del método científico tal como son expliciudas por los lógicos no corresponden a la realidad de las prácti— cas. Al igual que en otras profcsioncs, los científicos dan por supu5to que las teorías y los métodos existentes son válidos y los utilizan para sus necesidades. No trabajan en el descubrimiento de nuevas teorías, sino en la solución de unos problemas concretos. oonsidcms como enigmas Gma): por ejemplo, medir una constante. ana o sintetiw una composición. o explicar el funcionamiento de un organismo vhicntc. Para ello utilizan como para— digma las audiciones existentes en su ámbito. El pmdigma es el equivalente de un lenguaje o de una culmrz: determina-las cuestiones que pueden ser plantadas ylaxque quedan excluidas, loque se puede pensaro que 34 es hnpmnble; al ser a un mismo tiempo una adquisición (mivad achievement) y un punto de partida. repmm una guía para la—aoción Futura, un programa dc invanga— dona a emprender, más que un sismma de reglas y nor— mas.Apardrdcahíelgrupocimtiñcoe-námn distanciado del mundo exterior que es posible analizar muchos proble— mas dmdñoos sin tomar en considemción las sociedades en las que trabajan los científicos. [De hecho, Kuhn lntmdm.lu idea, aunque sin elabocurlu como ¡al, de la autonomía del universo cienñflco. Llego asi a afirmar que su universo escapa pura y simpl& moni- u la necesidad sociui. y, por ¡o mio. a la ciencia social. No ve que, en realidad (es lo que permiie entender la noción de cumpo], una de $us pmpkdados purod6iims de los campo: muy uuiómóp. como la ciencia o la poesía, es que iienden a tener como único vim:— |o con el mundo social las condiciones sociales que aseguran su uu— lonom¡a respedo ¡: ese mundo, es decir, las condiciones muy' pri—tib— giadus de que hay que disponer para producir a apreciar una mabmúñm o una poesía muy avanzado, a. más exactamente. la. cordlcionu h¡úóricas que han huido que confluir para que aparez— ca unanondición social ¡al que pemilu que las personas que… de ¡IH puedan hacer cosas semakonbs.] Como ya he dicho, el mérito de Kuhn & haber madmdo la atención sobre las rupturas y las revoluciona. Pero, como se limita a describir el mundo ciend en una pers— pectiva mi durkheinúana, una comunidad dominada por una norma central, no me parece que proponga un mude— lo coherente pam expliar el cambio. Aunque una lectura apedalmcnte generºsa pueda construir un modelo seme— jante y descubrir el motor del cambio en el conflicto entre la ortodoxia y la herejía, los defensores del paradigma y las innovadores, estos últimos pueden verse reforzados, en los patadas de chip, por el hecho de que entonces m las barms entre la ciencia y las gmndns corrientes intelectua— 35 Iesenelscno dchsociedad. Soyoonsáente dchaberatrihuido & Kuhn, ¡ uºavés de esa reinterpretadón. la parte mencial de mi repraemación de la lógica del campo y de su dinámica. Pero puede que también sea una buena ma— nera de hacer ver la diferencia entre las dos visiones y la aportación específica de la noción de campo. Dicho eso, si nos referimos estrictamente a los textos de Kuhn, descubriremos una represenución clammantc ¡…Em del cambio. Cada una de los paradigmas alcan— za un punto de agotamiento intelectual; la matriz discipli— naria ha producido todas las posibilidades que era capaz de mgendrar (es un tema que también aparecía, rcspecm ¡ la literamm, en los formalistas rusos), a. la maned una esencia hegciiana que se realiza, de acuerdo con su propia lógica. sin intervención enema. Eso no impide que persisum algunos enigmas y que no encuentren solución. Pero quiero &etenerme un momento en un análisis de Kuhn que me parece muy interesante -+¡in duda. una vez más. porque lo reinterprcm en función de mi propio-mode— lo—,rlde ¡tensión esencial», a partir del título que dio a una recopilación de artículos (Kuhn, 1977). La que cra la un— :ián esmaialde la ciencia no esd exism una uen,sión entre la revolución y la tradición. entre los conservadores y los re— volucionarios,- sino que la revolución implique ¡¡ la tradi— ción, que las revoluciones arraiguen en el paradigma: “Las transformaciones revolucionarias de una tradición cientifi— a son relativamente escasas, y su condición necaaria son largos períodos de investigación convergente [...]. Sólo las invstigxdones firmemente arraigada: en la tradición cien— tíñm contemporánea tienen alguna posibilidad de mper m m d i c i ó n y d e d m m d … m a o m n m (Kuhn, 1977: 307). ¡¡El científico productivo tiene que ser un tradi— cionalista, amante de entregarse : complejos juegos gober— 35 nados por mg.” preestableddas. si quiere ser un innovador dim que dcscubn nuevas reglas y nuevas piezas con las que poder seguir jugando» (Kuhn. 1977: 320). “Si bien el cuestionamiento de las opiniones ñmdanentales delos in— vcsúgadorcs sólo se produce en la ciencia extraordinarim es la ciencia normal, sin embargo, la que revela tanto el objeto a experimenm como la manera de hacerlo» (Kuhn, 1977: 364). Equivale a decir que un (auténtico) revolucionario en materia científica es alguien que tiene un gran dominio.de la tradición (y no alguien que hace tabla tasa del pasado. o que. más simplemente, lo ignora). Así pues, las actividades de resolución de enigmas (cpzmk—salvíngx) de la encienda normal» se apoyan en el paradigma comúnmente ao=pmdo que define entre otras …, de manera relativamente indiscuáda. lo que puede servir como una solución correcta o incorrecta. En las si…tuzdoncs revolucionarias, por el contrario, el marco …de. fondo, el únicº capaz de definir la aoorrección», está tam— bién en cuaáón. (Es meramente el problema que planteó Manet al operar una revolución tan radical que ponía en cuestión los propios principios a través de las malas podía valomrsc.) En tal also nos enfrentamos a la elección entre dos paradigmas concurrentes y desaparecen los criterios mndznrcs de racionalidad (no hay conciliación ni com— premisa: es el tema, que ha provocado muchas discusio— nes, de la inconmensurabilídad de los paradigmas). Y la cmcrgcncia de un nuevo consenso sólo puede cxpliaxse. en opinión de Kuhn, mediante factores no racionales. Pero de la paradoja de ¡a atensión esencial: cabe concluir. rein— tcrprctnndo muy libremente ¡¡ Kuhn, que el revolucionado es alguien que posee necesariamente un capital (aseo se desprende de la existencia de un derecho de admisión en .el campo), es decir, un gran dominio de los recursos colecti— 5? vou acumulados, y que, a partir de ahí, conserva necesaria— mente lo qu: supera. Así pues, todo ocurre como si Kuhn. llevando hasta el límite el cuestionamiento de los estándares universales de racionalidad, ya preñgurados en la tmdición filosófica que habla evolucionado de un universalismo atrasccndmml» de tipo kantiano hacia una noción dela racionalidad ya re— lativíuda —por ejemplo, como mostraré a continuación, por Carnap ('l950)—, recuperara, con la noción de paradig— ma, 11 audición kantiana del apriorismo, pero tomada en un sentido rclativiudo, o. más exacmmcntt. sociologizada, como en el caso de Dunkheim. Gracias a que lo que ha aparecido como el tema cen— tral de la'obra, ;! saber. la tensión entre el amb&bmmty la subversión, era afín al mod urevoluciomrio» de la época, Kuhn, que no tenía nada de revolucionado, fue adopmdo como un prºfeta, un poco a su pesar, por los estudiantes de Columbia : integrado en el movimiento de la acontra— cultura» que redmuba la nacionalidad científica» y rei— vindiaba la imaginación frente a la razón. Por el mismo motivo, Feyerabend era el ídolo de los csmdianta radica— luciom— que ¡ul—hecho de que la caído en una ooyunmm en la que una población cultivaáa, los amdianm, Impo— di&o apropiársela ? transformarla en menaje revoluciom— n'o upm'fico contra ¡¡ autoridad acadénúa. El movimien— to dd 68 desarrolló en el terreno privilegiadlsimo d: la universidad una contamdón capaz de cuestionar los prin— cipios más profimdos y más profundamente indisa1tidos sobre-los que repouba aquélla, comenzando por la autori— dad de la ciencia. Utilizó mas cientíñas ¡) epistemológi— cas contra el orden universitario que debía una parte de su autoridad simbólica al hecho de que era una episteme imi— tuida, que se basaba, en última instancia, en la epismmo— logía. En el orden académico, esa revolución fallida ha quebranmdo cosas esenciales. y, muy especialmente, las estructuras cognitivas de los dominador& del orden acadé— mico y científico. Uno de los blancos de la contsmción ñ.xc la ortodoxia de las ciencias sociales y el esfuerzo de la triada capitalina, Parsons, Merton, Lazarsfeld (de la que jamás se han recuperado), por apropiarse el monopolio (k: ¡"z visión legítima de la ciencia social (con la sociología de 155-156, 159). La invocación de esas referencias móricas se entiende si vemos que el movimiento estudit lleva la contestación política al propio terreno de la vida cientifi— la ciencia como falso cierre y coronación reflcxiva). Pero la principal Fuenza de resistencia al paradigma estadounidense aparecerá en Europa, con la escuela de Edimburgo. David Bloor y Barry Bames.- y el grupo de Bath, Hany Collins, en el campo anglófono, y, “en Francia. ca, y ello dcntm de una tradición universitaria en la que el mi artículo de 1975 sobre el campo cientifico (19751). les de la Universidad Autónoma de Berlin (Tculmin, 1979: corte entre la ¡cbalanhip y :! committmmr está especial— mente señalado: se trata de libera: el pensamiento y la ac— ción del conmul de la razón y de las convenciones, en todo el mundo social, sin excluir la ciencia. En suma, este pensamiento científico ha debido me— nos su ñ1cm social al contmido propio de su mensaje —cxccptuando talvezcl título: ahutrucmradclasrevo— 38 3. EL PROGRAMA ummo FUERTE David Bloor (1983) se apoya en Wittgenstein pm fundar una teoría de la ciencia según lamml la mdomli¿ad, la objetividad y la verdad san unas mrmsmciomltumles 59 leales. unas convendona adoptadas :: impuestas por unos gmpos ooncrews: recupera los oonccpms Wittgensteiniauos de xhnguage game» ); ¡firm afl¿». que desempeñan un pa— pel central en las Inmu1gaciorw j%sófica, y los interpreta como si se rcfiricran a unas actividades sociolingñísticas asncíadas a unos grupos socioculturales concretos cuyas práctias estuvieran reguladas por unas formas convencio— nalmmte adoptadas por los grupos implicados. Las normas ci_cntífims tienen los mismos límites que los grupos en cuyo interior han sido aceptadas. Copiaré de Yves Gingras (2000) una presentación sintética de los cuatro principios dsl ¡programa faena: uDavid Bloor en su libro Knawlcdgr md50ciallmgm. aparecido en 1976 y—reedimdo en 1991. enuncia macro grandes principios metodológicos que tie— nen que ser seguidos para construir una teoría sociológica convincente del conocimiento científico: ]) musalidad: la explicación propuesta tiene que ser causal; 2) imparciali- dad: el sociólogo tiene que ser imparcial respecto a la “ver— dad”—o la “falsedad” delos enunciados debaúdos por los entores; 3) simetría: este principio estipula que deben ser utilizados "los mismos tipos de causas" para explicar tanm las creencias consideradas “verdaderas” por los autora como aquellas que consideran “falsas”; y, finalmente. 4) la reñaividad exige que la sociología de la ciencia esté ¡: suvcz sometida, en principio, al mtamicnto que aplica a las ¡es— tantes ciencias. En el curso de los numerosos estudios de mm basados en esos principios. la causalidad ha sido inter— pretada de manera basmntc amplia para induir la idea de comprensión (evitando de ese modo ¡a antigua dicotomía “explicación contra comprensión”). Mientras que el princi— pio-,de imparcialidad a obvio en el plano metodológico y no la planmdo realmcnteníngún debat_c,— los filósofos han debatido mucho acerca del sentido preciso y la validez del 40, príndpio de simetría. Final…. el principio de reflexivi— dad no desempeña, en ralidad, ningún papel en los estu— dios de casos, y sólo ha sido tomado realmente en serio por Woolgar y Ashmore, que, en consecuencia, se han visto obligados a estudiar en mayor medida la sociología de la: ciencias y sus prácticas de escritura que las mismas cien—'— cias.» Me apropiaré por completº de esta a:posición y de los comentarios que contiene. limitándome : añadir quc, en mi opinión, es imposible hablar de reflexividad a propó— sito de los análisis de la sociología de las ciencias (de ¡os de— más) que se parecen más a la polémica que a la upolémíea de la razón científica» en la medida en que, como sugiere Bachdard, csm polémim ati orientada en primer lugár contra el propio investigador. Barry Barnes (1974), que explicita el modelo teórico subyacente en el análisis de Kuhn, omite. al igual que éste, el phnmnúemo de la cuestión de la autonomía de la cien-— cia, aunque se refiere primordialmente (por no decir de manera exclusiva] a los Factores internos en su investiga— ción de las causas sociales de las creencias—preferencias de los científicos. Los intereses sociales suscitan unas táctim's de persuasión, unas estrategias oportunistas y unos dispositivos culturalmentc transmitidos que influyen en el contenido y el desarrollo del conocimiento científico. Lejos de csmr'dcterminadas de manera inequívuca porla matumlie— za de las cosas» o por upuras posibilidades lógims», como pretendía Mannheim, las acciones de los científicos, al igual que la emergencia y la cristalización de paradigmas cimdñcos, están influidas por factores socials intramórícosy extmtcóricos; Banca y Bloor (1982) se apoyan en la mbdemmínacián de.-Ia mrlapar to: Mos.(las teorías jamás están complemmente determinadas por los hechos que in— vocan. y siempre hay más de una teoría que puede ampa— ¿¡ me en unos… mismas hechos); insisten también en el he— cho (que es una banalidad pm la tradición epistemológica continental) de que la observación está orientada por la moría. Las contratmsim (que pueden existir, una vez más, gracias a la subdeterminación) muestran que el consenso es ñmdamcmalnuntc frágil, que muchas controversias termi— nan sin haber sido zanjadas por los hechos y que los m— pos científicos establ'm suponen siempre la existencia de demo número de descºntentos que atribuyen el consensº al mero conformismo social. Collins y la escuela dc Bath no ponen tanto el acento en la relación entre los intereses y las preferencias como en el pmceso de interacción entre los científicos en y a. través de los cuales se forman las creencias o, más exactamente, en las controversias cientíñcas y cn los métodos no racionales que se utilizan para dirimirlas. Por ejemplo. Harry Collins y-Trevor Pinch mucstran, respecto a una controversia entre científicos del embú'xbmmr y pmpsioólogos, que unos y otros utilizan procedhnimtos mn extraños como dcshonw— tos: todo se desarrolla como si los cientificos hubieran ins— mundo unas fronmas ad)iuarias para impedir la entrada a unas maneras de pensar y de actuar diferentes ds las suyas. Crítiun el papel de la q91imti0n» (o unas experiencias cmciales) en la ciencia experimenta]. Cuando los cientifi— cos intentan reproducir las experiencias de otros cicntíñm8. modifican a menudo las condiciones originales de la experimentación, equipo y procedimientos. para seguir sus propios pmgmmas, una nreplimríam perfecta que supone, .en realidad, unos agentes ¡ntermmbíabla (convendría-analim desde csm perspectiva la confrontación entre Pasteur y Koch). Por otra parte, sino se tiene una grandísima [ami— linridad con el problema en cuestión, es muy di6ál ¡cpm— ducir los procedimientos expetimenmles ¡¡ partir dc un in— 42 form: escrito. En efecto. las transcripciones cicntílim tim. den ¡¡ mpctar las normas ¡dales del protocolo científico más que narra: las cosas al como se han desarrollado. Los científicos pueden conseguir en más de una ocasión unos ¡buenas: resultádos sin ser capaces d: decir cómo los han conseguido. Cuando otros científicos no consiguen ampli— car» una experiencia… los primeros pueden argumentar que sus procedimientos no han sido observados correctamgute. Enrealidad,h-mmdónoclrxhamdeuncxpmimnm depende tanto del crédito concedido a la competencia ¿el experimentae como de la fuerza y la significación de las pmebas experimentales. Pam alamzar la convicción no pm mato la fuerza intrínseca de la idea verdadera como la fuerza social del verificador. Esto quiere decir que el hecho científico es obra de quien lo produce y lo propone, pero también de quien lo recibe (una nueva analogía con el cam— po artístico). En suma, al igual que Bloor y Barnes, también insis— ten en el hecho. de que los datos :xperimcnmlcs no bastan por sí;sºlos pamdctcrminar enqué medida una aparien— cia vale para acreditar o invalidar un: maria, y que son las negociaciones en el seno de un núcleo central (cºr: m) de investigadores interesados lo que determina si una contro— versia está zanjada. Tales negociaciones dependen en buc— na medida de juicios sobre las cuestiones de honestidad personal. de competencia técnica, de pertenencia institu— cional, de estilo de presentación y de nacionalidad. () sa. el ufalsiñaciorúsmo» popperiano ofrece una imagen ¡dm— lizada de las soluciones apomdas por cl cm md: sabios & lo largo de sus disputas. Collins tiene el mérito inmenso de recordar que el hechoes ummmmwción colectiva. yqu: esenla interacción entre el que produce el hecho y aquel que lo recibe, y que 45 intenta mplicadoa pam negado o confirmarlo, dond: se constmye el hecho verificado y omiñudu, así como de mama: que promesas análogos a los que descubrí-cn el te— neno del arte se observan también en el mundo científico. Pero su trabajo adolece de unas limimm que proceden dcl hccho de que pennanece encerrado en unavisióu íntermianísa que busca en las interacciones entre los agentes el principio de sus acciones : ignora las estructuras (o las rela— áoncsobjccim) y las disposiciones (mi siempre conecta— das con la posición ocupada cn tala estructuras) que consti— tuyen :! auténtico principio de las acciona y, entre otras cosas. de las propias interacciones (que pueden ser la media— ción entre las atmcmras y las acciones). Encerrado en los límites de] laboratorio, no se interroga en absoluto mm de las condiciones mmmmlexde la producción de la creencia. por ejemplo, de hasta qué punto influye en ella lo que se podría llamar el ucapital laboratorio», puesto en evidencia por los mettonianos que han mostrado. como ya hemos vis— to; que si un descubrimiento denerminado se realiza en un laboratorio conocido de una universidad prestigiosa tiene maymesposibilidadcs dese: acepmdo que si se-consigm en otro menos oonsidcmdn. no sólo son fabricados técnicamente en los labºratorios. sino que mmbién son Cºnxmúdos d: manera inse¡_nmb!& mente simbólica y po¡ítím mediante unas técniw Interams de persuasión determinadas que pueden enconuaxsc en_los articulos ciendfmos, mediante unas estramganas po.lium con las.que los científicos aspiran ¡¡ embleccr unas al… o a movilizar unos recursos, o mediante las selecciones que consmtyen los hechos cientificos ¿esde dentro.» Entre los apioncros» de los estudios de labºratorio, me gustaría re- cordar los trabajos de Mirko D. Gmek (1973) y Fredenc L. Hama (1974). que se han apoyado en los.apuntes-.de laboratorio de Claude Bernard para analizar diferentes aspectos de la obra de este sabio. Alli vemos que los mejores cientificos desmmn los resultados desñwombla como Ebº? naciones que hacen dmpa:coer delos infames oficiales y msfonnan :; veces experiencias cquívoms en resultadºs decisivos () modiñcan el orden en el que las experiencias han sido realizadas, etcétera, y que todos se doblegmta la; estmmgias retóricas comunes que se imponen en el pao-de los apunues priv.¡dos de laboratorio.a las publicatim. Conviene cita: aqui :; Medawar, que resume muy bien las distorsiones que se cometen al apoyarse única— mente en los informes publicados: ¿Los multados pareom más decisivos, )! más honestos; los aspectos más cautivos 4¿ UN'SFJCRETO A VOCES BIEN GUARDADO Los estudios de laboratºrio tienen una importancia manifiesta enlamedida en quehan roto con luvisión un tanto lejana y global de la ciencia pan aproximaxse estre— chamente & los lugares de producción. Así pues, represen— un una apormción inconmble que me gusuría mcordar gracias a las munifesucioncs de uno dc los miembros de dicha corriente, Karin Knorr-Ceúna: elos objetos científicas ¿4 de la investigación desaparecen, y da la impresión de que la imaginación, la pasión y el me no han desempeñará—o ningún papel y que la innovación no procede de la acnv1— dad apasional, de unas manos y de unas mentes proftmda— mente implicadas, sino de la sumisión pasiva ¡ los promp— tos estériles del supuesto “método científico”. En: efecto de empobrecimiento conduce a ratificar una visión empxrista :; inductivism, ¡ la vez mtimada : ingenua, de la práctica de la investigación» (Medz'war. 1964). 45