El Sr. Escéptico va a Esalén Ciencia y Espiritualidad en la costa de California El Instituto Esalén es un cúmulo de salas de reunión, instalaciones para hospedaje y tinas calientes todo ello anidado en un afloramiento escarpado imponente de la costa del Pacifico en Big Sur, Calif. En su libro de 1985, “Seguramente está bromeando, Sr. Feynman” El físico laureado con el Nóbel Richard Feynman cuenta de su experiencia en los baños termales naturales ahí, en la cual una mujer esta siendo masajeada por un hombre que acaba de conocer. “El empieza a masajear el dedo gordo del pie, „creo que lo siento‟, le dice. „Siento una especie de abolladura – ¿es la pituitaria?‟ dije abruptamente, “¡Estás a muy larga distancia de la pituitaria hombre!‟ Me miraron horrorizados...y dijeron, „¡Es reflexología!‟ Rápidamente cerré mis ojos y aparente estar meditando....” Con eso como introducción a la Meca del movimiento de la Nueva Era, acepté una invitación para participar ahí como anfitrión de un taller de fin de semana sobre ciencia y espiritualidad. Dada mi propensión al escepticismo cuando se trata de la mayoría de la basura paranormal propuesta por los vendedores ambulantes de prajna meditando y empapándose en su camino al nirvana aquí, Me sorprendí de que el pasillo estuviera lleno. Quizá la ¡conciencia escéptica esta al alza! Fue en conversaciones extracurriculares, sin embargo, durante comidas caseras orgánicas y mientras nos remojábamos en tinas calientes, que coleccioné lo que la gente creía y por qué. Una vez que se supo que el Sr. Escéptico estaba ahí, por ejemplo escuché una historia tras otra de “¿Como explica Usted esto?”, mayormente involucrando ángeles, alienígenas, y la ración paranormal de costumbre. Pero aquí siendo Esalén – terreno cero para todo lo que es raro y maravilloso en el movimiento del potencial humano – hubo algunas crónicas singularmente únicas Una mujer explicó la teoría detrás del “trabajo energético”, una combinación de masaje y ajuste de los siete centros energéticos del cuerpo llamados chacras. Me apunté a un masaje, el cual fue notablemente relajante pero cuando otro profesional me dijo acerca de como curó la migraña de una mujer dirigiendo un rayo de luz a través de su cabeza, decidí que la teoría y la práctica no siempre empatan. Otra mujer advirtió sobre la epidemia de sectas satánicas. “Pero no hay evidencia de tales sectas”, rebatí. “Por supuesto que no” explicó. “Ellos borran todas las memorias y evidencia de sus inicuas actividades.” Un caballero contó un largo encuentro sexual tántrico con su amante que duró por muchas horas, a la culminación del cual un rayo se disparó a través del ojo izquierdo de ella seguido por un “ser-niño-de-luz-azul” que entró a su vientre, asegurando la concepción. Nueve meses más tarde amigos y gurúes acompañaron a la pareja en un temascal, sudando todo el camino del proceso del “renacimiento” antes de que la madre diera a luz a un bebé niño. El padre entonces le dijo a él que el necesitaría convertirse en un atleta a fin de entrar a la universidad; dos décadas más tarde este joven se hizo un jugador de béisbol profesional. “¿Cómo explicas esto?” me preguntaron. Rápidamente cerré mis ojos y aparente estar meditando. La gente tiene y comparte tales experiencias y les imparte un mayor significado porque tenemos una corteza lo suficientemente grande para concebir tales nociones trascendentes y una imaginación creativa suficiente para inventar narrativas fantásticas. Si definimos el espíritu (o alma) como el patrón de información del cual estamos hechos – nuestros genes, proteínas, memorias y personalidades - entonces la espiritualidad es la búsqueda por el conocimiento del lugar de nuestra esencia dentro del profundo tiempo de la evolución y el profundo espacio del cosmos. Hay muchas maneras de ser espiritual y la ciencia es una, con su asombro inspirador cuenta acerca de quienes somos y de donde venimos. “El cosmos está dentro de nosotros. Estamos hechos de materia estelar. Somos una manera de que el cosmos se conozca a él mismo”, así comenzó el finado astrónomo Carl Sagan en la escena de apertura de Cosmos, filmada justo bajo la costa de Esalén, al referirse a los orígenes estelares de los elementos químicos de la vida. “Hemos iniciado al fin a maravillarnos de nuestros orígenes, materia estelar contemplando a las estrellas, colecciones organizadas de diez mil trillones de átomos contemplando la evolución de la materia, trazando ese largo sendero por el cual llegó a la conciencia... Nuestra obligación de sobrevivir y florecer se debe no solo a nosotros mismos sino también a ese cosmos, antiguo y vasto, del cual descendemos”. Eso es oro espiritual. Articulo de Michael Shermer quien es el editor de Skeptic (www.skeptic.com) su último libro es Ciencia Fricción. Publicado en la revista Scientific American del mes de Diciembre del 2005. (www.sciam.com) Traducción Agustín Arellano Tirado [email protected]