Subido por Jairo Maldonado

ANÁLISIS DEL DOCUMENTO “LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX” DE RAFAEL HERES. POR JAIRO MALDONADO

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Escuela de Educación
Facultad de Ciencias y Artes
Escuela de Educación.
Profesionalización en Servicio
Asignatura: Pensamiento Educativo Venezolano
Prof. Rafael Acosta
Participante: Jairo Alexis Maldonado Sarmiento C.I.10.489.694
ANÁLISIS DEL DOCUMENTO “LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XIX” DE RAFAEL HERES
Realizando el análisis crítico sobre la educación en el siglo XIX por el autor R.Heres,
se observa que hay una visión previa de los acontecimientos por parte de varios
pensadores que contribuyeron en el proceso de cambio en el siglo XVIII y parte del XIX,
tales como: Valberde, Marrero, Juan Agustín de la Torre, Evaristo de Buroz, Simón
Rodríguez, Sanz y P. Andújar con una actitud volteriana y desafiante al estatuto religioso
de aquella época. Pero es en el siglo XIX, en donde encontramos gran contenido educativo
por parte de varios pensadores ilustrados por las ideas de Europa, en especial, de Francia,
en donde se hace énfasis en la ciencia, en la instrucción pública y en el aprendizaje de las
artes útiles como factores que promueven el progreso y la felicidad de la provincia sin
desmedro de aquellos estudios que la tradición escolástica había creado (Fernández
Heres, 1998).
Así pues, continua Heres, pensamiento cristiano, pensamiento ilustrado y
pensamiento positivista han abonado buena parte de nuestro quehacer educacionista, no
menos de cuatrocientos años de cultura pedagógica. En este sentido un hecho muy
importante en este proceso es la definición de política educativa que hace Bolívar en el
Congreso de Angostura y luego su concreción que se manifiesta explícitamente a partir de
su Decreto promulgado el 21 de junio de 1820, es aquí en donde el profesor Luis Beltran
Prieto Figueroa (Prieto Figueroa, 2006) nos comenta que:
“Simón Bolívar, Libertador entre Libertadores, concibió la educación como base
esencial de su proyecto político republicano. Imbuido del espíritu más progresista
de la filosofía de la Ilustración, la educación tenía para él una función
transformadora del individuo y, no menos, de las mayorías de la América del Sur
recién liberadas del sometimiento de la corona española. Bolívar entendió con
lucidez la necesidad de la educación pública bajo la tutela del Estado. ¿Por qué
esto? Porque la educación pública definida en sus fines, organizada y supervisada
por el Estado era la mejor garantía para conservar y asegurar la independencia de
las jóvenes repúblicas...”(p.p.VIII).
En este fragmento vemos claramente la visión universal que tenía el Libertador
entre otros importantes personajes como Simón Rodríguez, sobre cómo debería ser la
educación en América Latina o Hispanoamérica. Donde el primero le da al estado la
potestad de guiar la educación pública y el otro que mantiene su tesis de la educación
popular, una educación por igual para todos sin distinción de clase, raza o creencia.
Según Heres (1998) son los escritos del Doctor Juan Agustín de la Torre y del Padre
Francisco de Andújar son los que dan ese pensamiento laico a la educación, con el
propósito de mejorar la economía y la educación pública, y esta última en función de la
primera y además amplía el marco de objetivos educacionales para dar cabida al
aprendizaje de los saberes útiles. A mi entender siguiendo la ideas de Bolívar y Rodríguez,
una educación productiva y transformadora.
Continuando el análisis del documento de Rafael Heres comenta que este
itinerario de la educación pasa por tres fases, en donde la primera da las bases
metodológicas y pedagógicas de lo que será la educación hasta nuestros días. Pero desde
mi humilde opinión todo queda en una educación ideal, soñada por nuestros próceres,
pero que actualmente está fuera de la realidad, ¿porque digo esto?, aunque nuestro pacto
social dice que la educación es gratuita, no está al alcance de todos, hay desigualdad en la
calidad educativa, la gente prefiere la educación privada que la pública, muchas regiones
del país no hay escuelas públicas. Esta primera y la segunda fase tienen funciones bien
concretas como prevalecer la economía y garantizar la seguridad y la felicidad de la
región.
Del mismo modo agrega Heres que en el siglo XVIII no fue aprovechado las
recomendaciones de ilustres personajes tales como las ideas de, Simón Rodríguez, de
Miguel José Sanz y del Padre Andújar sobre la reforma y universalización de la escuela
primaria, y de este último sobre la necesidad de instrucción de la mujer. Sanz ve útil la
formación de la mujer, por ser ésta la primera educadora en ejercer un magisterio natural
con efecto multiplicador. Bolívar lo expresa en su proyector Moral. Mientras tanto Juan
Agustín de la Torre tiene ideas sobre diversificación de la enseñanza y orientación
vocacional. Marcos José Rodríguez que se identifica como el Maestro Católico presenta un
proyecto para la creación de escuelas reservadas a la educación de las niñas. En Bogotá
don Simón Rodríguez pone en práctica sus escuelas-talleres abiertas a todos; quiere, con
el decidido apoyo del Estado, fundar desde ellas las repúblicas hispanoamericanas recién
establecidas. (Prieto Figueroa, 2006, pág. IX) Pero la incomprensión y el egoísmo de las
oligarquías le cerraron el paso en Bogotá y Chuquisaca.
Lamentablemente para ese entonces queda postergada la educación orientada y
sostenida por el Estado con el propósito de transformar en republicanos a las mayorías de
indios y campesinos (Ibidem).
Durante el siglo XIX se suscitaron grandes acontecimientos que dieron las pautas
para definir unas políticas educativas claves para el país. La República del siglo XIX y buena
parte del siglo XX tuvo la extensión que le dieron los pocos círculos de alfabetizados que
hacían y rehacían constituciones a su antojo y manejaron el Estado conforme a su
egoísmo social.
En este mismo orden de ideas don Prieto Figueroa nos ilustra con sus escritos
cuando dice:
“Ni siquiera el cultísimo Dr. José María Vargas pudo persuadir a los dueños de
haciendas y esclavos a que apoyaran su proyecto de escuela elemental básica,
gratuita y obligatoria, tan lejana en su concepción a la de don Simón Rodríguez; y
eso que el Dr. Vargas era un sobresaliente representante del sector conservador,
ex presidente de la República y responsable de la Dirección General de Instrucción
Pública desde su creación en 1838” (Prieto Figueroa, 2006, pág. X).
Para ese entonces las políticas educativas eran controladas para que no les
metieran a los jóvenes ideas novedosas y asegurarse de que no se le enseñen doctrinas
contrarias a las costumbres, a los principios del Gobierno y a la tranquilidad pública.
Considero que esta vieja costumbre no ha cambiado en nada, casi todo los gobiernos de
turnos se enfocan en este aspecto importante de la sociedad, que son las políticas
educativas.
Para el período de 1830 hasta el 1954, se dieron interesantes aportes al desarrollo
de lo que sería la educación en Venezuela, según Heres fueron la reforma de la
Universidad de Caracas, la reforma de los estudios médicos donde crea las bases del
cientificismo en Venezuela, la creación de la Academia de Matemáticas, la creación de los
colegios nacionales, primer Código de Instrucción Público que es fundamentalmente una
legislación para la educación universitaria, el tema de la instrucción útil, el aprendizaje de
las artes y oficios (educación para el trabajo), entre otros.
Lo interesante de leer la historia de la educación en Venezuela, son las diferentes
corrientes pedagógicas que influyeron en estos grandes pensadores del siglo XIX, como
fue el pensamiento católico encabezada por Jaime Balmes y la del eclecticismo francés
divulgado en Venezuela a partir de 1839 por el colombiano Manuel Ancizar como sistema
filosófico. Del mismo modo se desarrolló cuatros fuentes ideológicas como el Cristianismo,
en la ilustración, en el positivismo y en el pragmatismo que dieron origen a la Escuela
Nueva, son los que han formulado el sistema educativo venezolano.
Bibliografía
Fernández Heres, R. (1998). La educación en el siglo XIX. Caracas: UPEL.
Prieto Figueroa, L. B. (2006). El Estado Docente. Caracas: Fundacion Biblioteca Ayacucho.
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