PIELOPLASTIA LAPAROSCÓPICA 679 monográfico de laparoscopia en urología 4 Arch. Esp. Urol., 55, 6 (679-686), 2002 Pieloplastia laparoscópica. JOSÉ GABRIEL VALDIVIA URÍA1, MIGUEL ANGEL SÁNCHEZ ELIPE Y MANUEL SÁNCHEZ ZALABARDO. Servicio de Urología. Hospital Clínico Universitario "Lozano Blesa". Zaragoza. España. 1 Profesor Titular y Jefe de Servicio. Resumen.- OBJETIVOS: Revisar las indicaciones, resultados y variantes propuestas a la técnica de la pieloplastia en este campo de la Endourología. MÉTODOS: Se describe la técnica quirúrgica propuesta por Schuessler y colaboradores, y que fue aplicada a 9 pacientes de nuestra serie. A otros 4 se les realizó simple pieloureterolisis laparoscópica. RESULTADOS: Los resultados que se obtienen con las pieloplastias desmembradas laparoscópicas son completamente superponibles a los que se obtienen con la pieloplastia convencional de Anderson Hynes. Siete de los 9 pacientes a los que se les practicó esta técnica evolucionaron muy favorablemente. Otro presenta una mejoría discreta y otro no ha vuelto a control. No ocurre lo mismo con las pieloureterolisis. Dos evolucionaron bien, otros 2 siguen igual y otro está aun pendiente de control. CONCLUSIONES: Tras 8 años de existencia, la pieloplastia laparoscópica se ha consolidado como la técnica de elección en los casos de hidronefrosis recuperables, motivadas por cruces vasculares o que presentan una pelvis renal redundante. Correspondencia Dr. J.G. Valdivia Uría Servicio de Urología Hospital Clínico Universitario "Lozano Blesa" Avda. San Juan Bosco, 15 50009 Zaragoza. España. e-mail: [email protected] Pocas modificaciones de importancia han sido propuestas a la técnica, salvo que también puede realizarse también por lumboscopia y que en algunos casos se obtienen resultados igualmente buenos con la pieloplastia laparoscópica tipo Fenger. Palabras clave: Laparoscopia. Nefroscopia. Hidronefrosis. Pieloplastia. Summary.- OBJECTIVES: To review indications, results and endourologic alternatives to the pyeloplasty technique. METHODS: We describe the surgical technique proposed by Schluesser et al., which was applied to 9 patients in our series. Another 4 patiens undewent a simple laparoscopic pyelolisis. RESULTS: Results obtained with laparoscopic dismembered pyeloplasties are completelly comparable with those obtained with the conventional Anderson Hynes Pyeloplasty. Outcomes were very favourable in 7 / 9 patients in the series; another one shows a discrete improvement and the other one did not return for control. Is does not happen the same with pyelo-ureterolysis. Two of them had a good outcome, other two remain the same, and another one has not had his control yet. CONCLUSIONS: After 8 years, laparoscopic pyeloplasty has consolidated as the elective technique in cases of recoverable hydronephrosis, secondary to crossing vessels or which have a redundant renal pelvis. A few important modifications to the technique have been proposed; exceptions are that it can also be done by retroperitoneoscopy and that in some cases equally good results may be obtained with the Fenger´s laparoscopic pyeloplasty. 680 J.G. VALDIVIA URÍA, M.A. SÁNCHEZ ELIPE Y M. SÁNCHEZ ZALABARDO Keywords: L a p a r o s c o p y . Hydronephrosis. Pyeloplasty. Nephroscopy. INTRODUCCIÓN Han transcurrido ya 8 años desde que Schuessler y cols. (1) dieran a conocer los resultados de sus primeros 5 casos de pieloplastia desmembrada realizados por vía laparoscópica, y aunque en el momento presente son ya muchas las comunicaciones aparecidas al respecto, éstas suelen proceder, casi siempre, de unos pocos centros de referencia en los que día a día se ha ido ganado experiencia y seguridad en su realización, hasta el punto que algunos grupos han llegado a superar los resultados que ellos mismos obtenían con la cirugía abierta convencional (pieloplastia de Anderson Hynes) (2). El porqué no se ha difundido más esta técnica se debe a que para su realización se requiere no sólo de una cierta experiencia en cirugía laparoscópica, sino también de un largo periodo de adiestramiento para poder realizar con comodidad suturas intracorpóreas, lo cual exige mucha paciencia y disciplina de trabajo, cualidades que no siempre se dan en todos los cirujanos. En efecto, la realización de suturas y nudos intracorpóreos puede llegar a resultar tediosa si no se tiene la suficiente experiencia y provocar el rechazo y abandono definitivo de este procedimiento. Que duda cabe que en muy pocos años los actuales sistemas de sutura semiautomática, de grapas reabsorbibles o de pegamentos tisulares (activados o no por láser) se habrán perfeccionado tanto, que la ejecución de una pieloplastia desmembrada laparoscópica estará al alcance de todos los urólogos con cierta práctica en cirugía laparoscópica. Exponemos a continuación el estado actual de la pieloplastia laparoscópica, aportando algunos detalles prácticos, fruto de nuestra corta experiencia personal. APUNTE HISTÓRICO Hasta el año 1983 en que Wickham y Kellet (3) describieran la técnica de la pielolisis percutánea, que sería perfeccionada y difundida poco tiempo después por Badlani, Eshghi y Smith (4), prevalecía el criterio de que la mejor técnica quirúrgica para el tratamiento de la hidronefrosis era la pieloplastia desmembrada descrita inicialmente por Anderson e Hynes en el año 1949 para el tratamiento de un caso de uréter retrocavo (5), y con la que se conseguían resultados favorables más de un 90% de los casos (6). Habían quedado atrás multitud de otras técnicas y sus infinitas variantes, que tan solo se reservarían para indicaciones muy excepcionales. Competir con una técnica que proporcionaba tan alto porcentaje de éxitos resultaba difícil, pero la mínima morbilidad de la cirugía percutánea hizo posible que esta nueva técnica se prodigase, pudiéndose pronto demostrar en los análisis de resultados de grandes series, sus apreciables ventajas, al precio de tan solo un 10% más de fracasos (7, 8). Con el propósito de mejorar estos resultados, así como de reducir su posible morbilidad asociada (hemorragia) se propusieron diversas variantes técnicas, entre las que cabe destacar la endopielotomía a través de una ventana piélica, descrita por nosotros en el año 1994 (9) y popularizada en el año 1996 por Gallucci con el nombre de endopielotomía transpiélica (10). Con nuestra técnica de la "ventana piélica" asociábamos maniobras de disección extraluminal del uréter con la ayuda de unas pinzas de cuerpos extraños. En este mismo sentido, y con el fin de mejorar la calidad y precisión en el corte de la endopielotomía, Bernardo y colaboradores proponen el uso de una tijera laparoscópica modificada, introducida también a través del canal de trabajo del propio nefroscopio. La experiencia de estos autores queda reflejada en un magnífico trabajo que aparece en este mismo número monográfico. Con el fin de obviar la vía percutánea Clayman y asociados (11) propusieron la endopielotomía transureterorrenoscópica, técnica que pronto abandonaron debido a que en algunos casos observaron como secuelas estenosis ureterovesicales. Surgió entonces como alternativa la endopielotomía retrógrada mediante catéter con balón y corte eléctrico (Acucise ®), también propuesta por el grupo de Clayman en el año 1993 (12) y cuyo uso se ha extendido ampliamente dada su simple realización y resultados totalmente equiparables a los de la endopielotomía percutánea. Un año antes, había aparecido ya la primera comu- PIELOPLASTIA LAPAROSCÓPICA nicación de Schuessler y colaboradores (13) apuntando las ventajas de la pieloplastia desmembrada laparoscópica, y aconsejando su uso precisamente en aquellos casos en los que los resultados de la endopielotomía no eran tan favorables, es decir, en aquellos riñones con grandes pelvis y en aquellos otros casos en los que se sospechase la presencia de un cruce vascular. INDICACIONES Aunque la pieloplastia laparoscópica es una técnica que no la practican todos los Urólogos, sí que se tiene perfectamente claro cuándo estaría indicada y cuándo no debería realizarse. Como acabamos de mencionar, ya en su primera comunicación Schuessler y cols. (13) precisaban cuáles eran las mejores indicaciones para la pieloplastia laparoscópica: los riñones con grandes pelvis redundantes (en los que la endopielotomía no da tan buenos resultados pues se hace necesaria una reducción del volumen piélico) y en los casos en los que la hidronefrosis estaba asociada a la presencia de cruces vasculares. La endopielotomía, en casos de severa hidronefrosis o pobre función renal tan solo proporciona resultados favorables en el 38% y en el 57% respectivamente; por ello, es precisamente en este tipo de riñones cuando estaría más indicado realizar una pieloplastia desmembrada (abierta o laparoscópica). Igualmente, la presencia de cruces vasculares es causa reconocida del fracaso de un 4% de las endopielotomías (14). Son también buenas indicaciones para la pieloplastia laparoscópica aquellos casos en los que fracasaron previamente endopielotomías retrógradas o anterógradas, en riñones en los que coexiste una litiasis susceptible de ser extraída con la ayuda de un nefroscopio flexible a través de la apertura piélica, los riñones en herradura y los riñones en ectopia pelviana. Por el contrario, son malas indicaciones las hidronefrosis con pelvis intrarrenales, los fracasos de anteriores pieloplastias abiertas, los riñones con muy pobre función renal y las hidronefrosis infectadas. TÉCNICA QUIRÚRGICA Son pocas las modificaciones substanciales que se han realizado con posterioridad a la técnica original 681 descrita inicialmente por Schuessler (1), y que en síntesis consiste en: Anestesia general y colocación de un catéter ureteral tipo stent, 6 ó 7 Fr.. Cambio posicional, colocando al paciente en decúbito lateral con moderado pillet lumbar. Insuflación abdominal con CO2 a través de una aguja de Veress y colocación inicial de 3 trócares. Tras haber descolgado el colon, inserción de 2 trócares más. Identificación del uréter lumbar y seguimiento del mismo hasta alcanzar la pelvis renal. Amplia disección de sus paredes redundantes, así como de los posibles vasos que cruzan la unión pieloureteral. Incisión de la pelvis renal redundante, sin separarla totalmente del uréter hasta haber completado el cierre parcial de sus paredes escindidas (sutura continua, con material sintético reabsorbible de 4 ceros). Sección del resto del embudo piélico, así como del uréter yuxtapiélico, con espatulización de su extremo. Anastomosis pieloureteral, emulando en todo a la técnica de Anderson Hynes, mediante sutura continua inicial de la cara posterior, seguida de otra idéntica por la cara anterior, utilizando igualmente material sintético reabsorbible de 4 ceros. Los nudos se realizan con técnica intracorpórea. Inserción de drenaje aspirativo y "retroperitonización" con grapas. El stent se mantiene in situ durante 6 semanas. VARIANTES PROPUESTAS A LA TÉCNICA QUIRÚRGICA La pieloplastia laparoscópica se desarrolló inicialmente como una técnica transperitoneal, debido fundamentalmente a que por esta vía se dispone de una mayor amplitud y comodidad para realizar la sutura intracorpórea. No obstante, esta vía además de incrementar la morbilidad de la técnica, ofrece una visión frontal del riñón, la cual no es muy apropiada para llevar a cabo la cirugía reparadora pieloureteral. Con el fin de salvar este último inconveniente, Janetschek y colaboradores (15) propusieron una modificación al abordaje transperitoneal, de forma que una vez incidida la línea de Toldt y abatido el colon, se accede al retroperitoneo a través del plano que existe entre la fascia de Gerota y la pared posterolateral del abdomen, con lo cual el riñón rota anteromedialmente, permitiendo un acceso directo a la pelvis renal. 682 J.G. VALDIVIA URÍA, M.A. SÁNCHEZ ELIPE Y M. SÁNCHEZ ZALABARDO No obstante, el propio Schuessler, ya en su primera comunicación con los resultados de sus 5 primeros casos (1) apuntaba la posibilidad de que la pieloplastia laparoscópica podría ser realizada directamente a través de un abordaje retroperitoneoscópico. Así lo han hecho diversos autores (16, 17), y nosotros mismos, en cuanto superamos la curva inicial de aprendizaje (18). El abordaje directo al retroperitoneo disminuye sensiblemente la morbilidad de esta intervención, no solo por hacer más infrecuente la posible lesión de órganos intraabdominales, sino porque en caso de producirse una fuga urinaria, ésta no entra en contacto con la cavidad peritoneal, con lo que se reduce el periodo de convalescencia. Por otra parte, el inconveniente de trabajar en un espacio mucho más reducido se ve compensado por las ventajas que ofrece el acceso directo a la cara posterior del riñón. En un intento de simplificar la técnica, cuando se detectan vasos polares como responsables directos del síndrome de la unión pieloureteral, Janetschek y cols. (15) propusieron la ureterolisis y angiopexia (mediante interposición de un flap de la fascia de Gerota). Esta técnica que la hicieron en 4 pacientes sólo dio buenos resultados en 2, por lo que desaconsejan este recurso. Estos mismos autores refieren otro caso en el que ante la presencia de un claro cruce vascular se optó por el simple descruzamiento pieloureteral sin realizar pieloplastia, y que también les fracasó. Sin embargo, Keeley y cols. (19) proponen la simple sección de estos vasos arteriales, cosa que han hecho por vía laparoscópica en dos casos, obteniendo en ambos muy buen resultado funcional y sin que se registrase ninguna complicación. Al año de evolución, ambos pacientes seguían normotensos. Como cabía esperar, se han reportados otros muchos intentos de simplificar la pieloplastia laparoscópica, intentando hacerla no desmembrada. Así Brink y cols. (20) refieren haber hecho por laparoscopia una plastia con colgajo tipo CulpDeweerd. Moore y cols. (21) reportan 4 casos en los que realizaron plastias tipo Y-V por vía laparoscópica. El resultado fue bueno en 3 y malo en uno. Posteriormente, este mismo grupo, encabezado por Chen (22) reporta un total de 13 casos operados con plastia Y-V si bien no son desglosados del resto en la valoración de los resultados. Janetschek y cols. (23) comunican haber realizado la plastia de Fenger en 7 pacientes, con excelentes resultados y con un tiempo quirúrgico muy reducido (entre 120 y 180 minutos) en comparación al que emplean en la pieloplastia desmembrada laparoscópica (entre 240 y 360 minutos). Estos datos han sido confirmados posteriormente por Peschel y cols. (24) tras haber realizado esta misma técnica en 19 pacientes. También con el fin de simplificar la técnica de sutura endoscópica algunos autores (15) y nosotros mismos, en nuestros primeros casos, hemos recurrido al sistema de sutura semiautomática Endostitch ®, al menos para la sutura de las paredes piélicas. No obstante, encontramos que la aguja de este equipo era demasiado gruesa como para ser usada en la anastomosis pieloureteral. Recker y cols (25) y Nakada y cols. (26) simplifican la ejecución de los nudos intracorpóreos utilizando en los extremos de las líneas de sutura clips reabsorbibles (Lapra-Ty ®); no obstante, estos últimos autores registraron como complicación la aparición de un cálculo piélico en uno de sus 4 pacientes. A nivel experimental se está ensayando la pieloplastia desmembrada laparoscópica mediante grapado automático, si bien por el momento no se dispone de grapas reabsorbibles para este cometido, (27). Finalmente, algunos autores están utilizando ya distintos tipos de pegamentos tisulares para simplificar la reanastomosis pieloureteral. Así Peschel y cols. (24) y Eden y cols. (28) emplean pegamento de fibrina para completar la anastomosis tras enfrentar los bordes con algunos puntos de referencia. No obstante, 1 de los 9 pacientes de este último autor presentó posteriormente un cálculo piélico. PACIENTES Y MÉTODOS Desde Noviembre de 1995 hasta el momento presente (5 años y dos meses) hemos llevado a cabo 13 intervenciones laparoscópicas conservadoras por hidronefrosis. En 9 casos éstas consistieron en pieloplastias desmembradas laparoscópicas y en 4 pieloureterolisis laparoscópicas. Estas intervenciones se realizaron en un total de 8 varones y 7 mujeres, con edades comprendidas entre 24 y 57 años (con una media de edad de 37,1 años). En 7 casos la hidronefrosis era derecha y en 6 izquierda. En nuestros últimos 6 casos el catéter stent fue colocado inmediatamente antes de iniciarse la PIELOPLASTIA LAPAROSCÓPICA laparoscopia. En nuestros 7 primeros casos el stent fue colocado anterógradamente en el transcurso de la laparoscopia. En todos los casos el paciente fue colocado en la mesa quirúrgica en posición de "lumbotomía", con moderado pillet lumbar. En 7 casos se abordó el riñón mediante retroperitoneoscopia, y en 6 mediante laparoscopia transperitoneal. Cuando se accedió directamente al retroperitoneo, se utilizó un trócar óptico (Visiport ®), labrándose el espacio mediante simples movimientos basculantes de la óptica y el paso de CO2, salvo en 3 casos en los que se prefirió utilizar un balón de Gaur (elaborado artesanalmente). Cuando se accedió por vía transperitoneal, se colocó una aguja de Veress a la altura del ombligo, por fuera del reborde de los músculos rectos del abdomen. Tras insuflar CO2 a una presión de 15 mm de Hg, se accedió al abdomen por este mismo punto con la ayuda de un Visiport ®. Tras la colocación de los trócares complementarios, la presión intraabdominal se redujo a 10 mm de Hg. la cual se mantuvo a lo largo de toda la intervención. En 11 casos se utilizaron 4 trócares (incluyendo el trócar óptico) y en 2 pacientes, sólo tres trócares (en uno de ellos se realizó nefropexia complementaria y en el otro una pieloureterolisis con sección de una gruesa vena polar) (Fig. 1). En 6 casos de pieloplastia desmembrada se utiliza- 683 ron puntos sueltos de material sintético reabsorbible de 4 ceros y en 3 casos la sutura se efectuó de forma continua con el mismo material, (Fig. 2). En 5 casos se encontraron vasos polares o bridas claramente responsables o asociados con el origen de la hidronefrosis. En dos casos se extrajeron al mismo tiempo pequeños cálculos alojados en el interior del riñón. Los tiempos quirúrgicos oscilaron entre 2 y 5 horas (el primer caso), con un tiempo medio de 3 horas con 25 minutos. Las suturas continuas requirieron un menor tiempo quirúrgico (45 minutos menos de promedio). En ningún caso se produjo una hemorragia intraoperatoria superior a 100 ml, no requiriéndose por tanto ninguna transfusión sanguínea. Al día siguiente de la intervención los pacientes pudieron ingerir líquidos y deambular tras serles retirados los vendajes compresivos de las piernas. Solo en casos excepcionales (obesidad, varices) fue necesario proseguir durante algunos días más con la profilaxis antitrombótica con heparina de bajo peso molecular. Sin embargo, mantuvimos la profilaxis antibacteriana hasta un día después de haberse retirado la sonda vesical (entre el tercer y cuarto día). El drenaje fue retirado al tercer o cuarto día, excepto en un caso en el que hubo de mantenerse durante una semana. El catéter stent lo mantuvimos durante un Fig. 1: Pieloureterolisis: (de izquierda a derecha) elevación de vena que cruza al uréter, sección de dicha vena, vista final del embudo pieloureteral. 684 J.G. VALDIVIA URÍA, M.A. SÁNCHEZ ELIPE Y M. SÁNCHEZ ZALABARDO Fig. 2: Pieloplastia desmembrada: (de izquierda a derecha) sección de la pelvis, sección del tercer punto de la cara posterior (puntos sueltos), resultado final del nuevo embudo pieloureteral. mes, y fue retirado en el curso de una cistoscopia ambulatoria. Realizamos un control ecográfico a la semana de haber extraído el catéter y urografías de eliminación a los 3 y 12 meses. A partir de entonces, solo realizamos controles ecográficos anuales. RESULTADOS Se presentaron complicaciones postoperatorias en tres pacientes: En uno se produjo una fuga urinaria que duró 5 días. A consecuencia de ella, este paciente, operado por laparoscopia transperitoneal, presentó una paresia intestinal que se prolongó a lo largo de la primera semana del postoperatorio. La fuga cesó espontáneamente, y el resultado final fue bueno. Otro paciente, operado por vía retroperitoneal, también presentó fuga urinaria por el drenaje y la radiografía simple de aparato urinario comprobó que el stent, colocado intraoperatoriamente de forma anterógrada, no había alcanzado la vejiga. El caso se resolvió favorablemente mediante la colocación de un catéter ureteral simple, el cual, al ser extraído 5 días después arrastró hasta vejiga el extremo vesical del stent, (Fig. 3). Fig. 3: Catéter ureteral simple drenando el riñón. El stent, introducido anterógradamente no había alcanzado la vejiga. PIELOPLASTIA LAPAROSCÓPICA 685 Fig. 4 Urografía de eliminación pre-operatoria (comparar con Fig. 5). Otro paciente acudió a urgencias a las dos semanas de la intervención con un cuadro de pielonefritis aguda, el cual cedió al tratamiento parenteral con antibióticos e instauración temporal de una sonda vesical. De los 9 casos de pieloplastia laparoscópica, 7 han evolucionado de manera muy satisfactoria (Figs. 4 y 5), uno ha presentado una franca mejoría clínica y morfológica, aunque mantiene una moderada ectasia calicial, a pesar de mostrar un excelente embudo pieloureteral. Finalmente, otro paciente, que además era portador de varios y pequeños cálculos caliciales no ha vuelto a control. Dos de los casos en los que practicamos simple pieloureterolisis han evolucionado muy bien. Otro no ha experimentado una mejoría objetivable y finalmente otro está aún pendiente de ser evaluado tras la intervención. CONCLUSIONES La pieloplastia laparoscópica se ha convertido ya en la técnica "gold standard" para aquellas hidronefrosis motivadas por un cruce vascular o en las que existe una acusada dilatación piélica. Los casos en los que haya fracasado una anterior endopielotomía son también muy apropiados para esta técnica. No así cuando Fig. 5 Urografía de eliminación al año de la pieloplastia desmembrada laparoscópica. existe el antecedente de una cirugía correctora a cielo abierto o cuando se trata de pelvis renales intrasinusales. Siempre que sea posible debería preferirse el abordaje por vía retroperitoneoscópica. El catéter ureteral stent debe colocarse siempre por vía retrógrada. La sutura continua es más simple de realizar y reduce ostensiblemente el tiempo quirúrgico. Ante la más mínima duda debe preferirse la pieloplastia desmembrada a una simple pieloureterolisis, aunque durante esta última se seccionen vasos que pudieran justificar la hidronefrosis. Una opción intermedia para estos casos es realizar una plastia tipo Fenger. Los resultados de la pieloplastia laparoscópica, en manos experimentadas, son de todo equiparables a los que se obtienen mediante cirugía abierta convencional. 686 J.G. VALDIVIA URÍA, M.A. SÁNCHEZ ELIPE Y M. SÁNCHEZ ZALABARDO BIBLIOGRAFÍA Y LECTURAS RECOMENDADAS (*lectura de interés y **lectura fundamental) **1. SCHUESSLER, W.W.; GRUNE, M. T.; TECUANHUEY, L. V. y cols.: "Laparoscopic dismembered pyeloplasty." J. Urol., 150: 1795, 1993. *2. PALAGIRI, A.V.; PATTARAS, J.G.; PUGACH, J.L. y cols.: "Pediatric/adolescent laparoscopic -vs- open dismembered pyeloplasty. (abstract 357) in Abstracts of the A. U. A." 2000 Annual Meeting. *3. WICKHAM, J.E.A.; KELLET, M.J.: "Percutaneous pyelolysis." Eur. Urol., 9: 122, 1988. *4. 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