ANTOLOGÍA POÉTICA. SIGLO XX • 2º BTO POESÍA DE VANGUARDIA " Que el verso sea como una llave que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; cuanto miren los ojos creado sea, y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; el adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, como recuerdo, en los museos; mas no por eso tenemos menos fuerza : el vigor verdadero reside en la cabeza. COLUMPIO A caballo en el quicio del mundo un soñador jugaba al sí y al no Las lluvias de colores emigraban al país de los amores Bandadas de flores Flores de sí Por qué cantáis la rosa, ¡ oh Poetas ! hacedla florecer en el poema; sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el Sol. El poeta es un pequeño Dios. " Flores de no Cuchillos en el aire que le rasgan las carnes forman un puente Sí No Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948) Cabalgaba el soñador Pájaros arlequines cantan el sí cantan el no Gerardo Diego Platko Nadie se olvida, Platko, no, nadie, nadie, nadie, oso rubio de Hungría. Ni el mar, que frente a tí saltaba sin poder defenderte. Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más regía. Ni el mar, ni el viento, Platko, rubio Platko de sangre, guardameta en el polvo, pararrayos. No, nadie, nadie, nadie. La niña llama a su padre: "Tatá, dadá". La niña llama a su madre: "Tatá, dadá". Al ver las sopas, la niña dijo: "Tatá, dadá". Igual al ir en tren, cuando vio la verde montaña y el fino mar. "Todo lo confunde", dijo su madre. Y era verdad. Porque cuando yo la oía decir: "Tatá, dadá", veía la bola del mundo rodar, rodar, el mundo todo una bola, Camisetas azules y blancas, sobre el aire, camisetas reales, contrarias, contra ti, volando y arrastrándote, Platko, Platko lejano, rubio Platko tronchado, tigre ardiendo en la yerba de otro país. ¡Tú, llave, Platko, tú, llave rota, llave áurea caída ante el pórtico áureo!. y en ella papá, mamá, el mar, las montañas, todo hecho una bola confusa; el mundo: "Tatá, dadá". Pedro Salinas (1923) No, nadie, nadie, nadie, nadie se olvida, Platko. [] ¡Oh, Platko, Platko, Platko, tú, tan lejos de Hungría!. ¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?. Nadie, nadie se olvida, no, nadie, nadie, nadie. Rafael Alberti GENERACIÓN DEL 27 • Pedro Salinas: Perdóname por ir así buscándote tan torpemente, dentro de ti. Perdóname el dolor, alguna vez. Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo. Y cogerlo y tenerlo yo en alto como tiene el árbol la luz última que le ha encontrado al sol. Y entonces tú en su busca vendrías, a lo alto. Para llegar a él subida sobre ti, como te quiero, tocando ya tan sólo a tu pasado con las puntas rosadas de tus pies, en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo de ti a ti misma. Y que a mi amor entonces le conteste la nueva criatura que tú eras. Para vivir no quiero Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo». • Rafael Alberti Madrigal al billete de tranvía Si mi voz muriera en tierra... Adonde el viento, impávido, subleva torres de luz contra la sangre mía, tú, billete, flor nueva, cortada en los balcones del tranvía. Si mi voz muriera en tierra llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra. Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento una vela! Huyes, directa, rectamente liso, en tu pétalo un nombre y un encuentro latentes, a ese centro cerrado y por cortar del compromiso. Y no arde en ti la rosa ni en ti priva el finado clavel, sí la violeta contemporánea, viva, del libro que viaja en la chaqueta Nocturno Elegía Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre se escucha que transita solamente la rabia, que en los tuétanos tiembla despabilado el odio y en las médulas arde continua la venganza, La niña rosa, sentada. las palabras entonces no sirven son palabras. Manifiestos, artículos, comentarios, discursos, humaredas perdidas, neblinas estampadas, qué dolor de papeles que ha de barrer el viento, qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua! Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste, lo desgraciado y muerto que tiene una garganta cuando desde el abismo de su idioma quisiera gritar que no puede por imposible, y calla. Siento esta noche heridas de muerte las palabras. Sobre su falda, como una flor, abierto, un atlas. ¡Cómo la miraba yo viajar, desde mi balcón! Su dedo, blanco velero, desde las islas Canarias iba a morir al mar Negro. ¡Cómo lo miraba yo morir, desde mi balcón! La niña, rosa sentada. Sobre su falda, como una flor, cerrado, un atlas. Por el mar de la tarde van las nubes llorando rojas islas de sangre. C. Jorge Guillén Perfección Queda curvo el firmamento, compacto azul, sobre el día. Es el redondeamiento del esplendor: mediodía. Todo es cúpula. Reposa, central sin querer, la rosa, a un sol en cenit sujeta. Y tanto se da el presente que el pie caminante siente la integridad del planeta. Vida urbana Calles, un jardín, Césped -y sus muertos Morir, no, vivir. ¡Qué urbano lo eterno! Losa vertical, Nombres de los otros. La inmortalidad Preserva su otoño ¿Y aquella aflicción? Nada sabe el césped De ningún adiós. ¿Dónde está la muerte? Hervor de ciudad En torno a las tumbas. Una misma paz Se cierne difusa. Juntos, a través Ya de un solo olvido, Quedan en tropel Los muertos, los vivos. Cima de la delicia ¡Cima de la delicia! Todo en el aire es pájaro. Se cierne lo inmediato Resuelto en lejanía. ¡Hueste de esbeltas fuerzas! ¡Qué alacridad de mozo En el espacio airoso, Henchido de presencia! El mundo tiene cándida Profundidad de espejo. Las más claras distancias Sueñan lo verdadero. ¡Dulzura de los años ¡ Irreparables! ¡Bodas Tardías con la historia Que desamé a diario! Más, todavía más. Hacia el sol, en volandas La plenitud se escapa. ¡Ya sólo sé cantar! D.Gerardo Diego Río Duero, río Duero... Río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja, nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada. Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata, moliendo con tus romances las cosechas mal logradas. Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras. Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua. Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas Enhiesto surtidor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad, prodigio isleño; flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi, señero, dulce firme, qué ansiedades sentí de diluirme y ascender como tú, vuelto cristales, como tú, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verticales, mudo ciprés en el fervor de Silos palabras de amor, palabras E. Federico García Lorca: Canción del jinete En la luna negra de los bandoleros, cantan las espuelas. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto? ...Las duras espuelas del bandido inmóvil que perdió las riendas. Caballito frío. ¡Qué perfume de flor de cuchillo! En la luna negra sangraba el costado de Sierra Morena. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto? La noche espolea sus negros ijares clavándose estrellas. Caballito frío. ¡Qué perfume de flor de cuchillo! En la luna negra, ¡un grito! y el cuerno largo de la hoguera. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto? Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla A Margarita Xirgu Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos. A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro. Y a la mitad del camino, bajo las ramas de un olmo, guardia civil caminera lo llevó codo con codo. El día se va despacio, la tarde colgada a un hombro, dando una larga torera sobre el mar y los arroyos. Las aceitunas aguardan la noche de Capricornio, y una corta brisa, ecuestre, salta los montes de plomo. Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, viene sin vara de mimbre entre los cinco tricornios. Antonio, ¿quién eres tú? Si te llamaras Camborio, hubieras hecho una fuente de sangre con cinco chorros. Ni tú eres hijo de nadie, ni legítimo Camborio. ¡Se acabaron los gitanos que iban por el monte solos! Están los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo. A las nueve de la noche lo llevan al calabozo, mientras los guardias civiles beben limonada todos. Y a las nueve de la noche le cierran el calabozo, mientras el cielo reluce como la grupa de un potro. Vuelta de paseo El poeta pide a su amor que le escriba Asesinado por el cielo. Entre las formas que van hacia la sierpe y las formas que buscan el cristal, dejaré crecer mis cabellos. Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. Con el arbol de muñones que no canta y el niño con el blanco rostro de huevo. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Con los animalitos de cabeza rota y el agua harapienta de los pies secos. Con todo lo que tiene cansancio sordomudo y mariposa ahogada en el tintero. Tropezando con mi rostro distinto de cada día. ¡Asesinado por el cielo! Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura. Dámaso Alonso Los consejos del tío Dámaso a Luis Cristóbal Haz lo que tengas gana, Cristobalillo, lo que te dé la gana, que es lo sencillo. Llegaste a un mundo donde manda la chacha, mandan los mandamases y hay poca lacha. Caso nunca les hagas a los mayores. Los consejos de Dámaso son los mejores. Tira, mi niño, tira, si te da gana, los libros de papito por la ventana. Cuélgate de las lámparas y los manteles, rompe a mamita el vaso de los claveles. ¿Que hay pelotón de goma? Chuta e impacta. ¡Duro con la pintura llamada abstracta! Rompe tazas y platos. ¡Viva el jolgorio y las almas benditas del purgatorio! Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que [me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz [de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, [fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi [alma, 5 por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches? 10 La mejor puntería te la aconsejo si es que se pone a tiro cualquier espejo. Aún hay más divertido: coge chinillas, y con un tiragomas, ¡a las bombillas! Pero ahora se me ocurre algo estupendo, donde papá se encierra vete corriendo. ¡Macho, cuántos papeles! Tú, con cerillas, vas y a papá le quemas esas cosillas... ¡Verás qué cara pone! ¡Qué gracia tiene! Anda, sin que te vea, mira que viene. Vamos a divertirnos tú y yo, mi cielo. Es un asco este mundo: conviene que lo pongamos boca abajo. ¡Es tan sencillo! Vamos a hacer un mundo nuevo, chiquillo! Vicente Aleixandre: SE QUERIAN. Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, )sangre dónde? 5- Se querían en un lecho navío, mitad noche mitad luz. Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. 10- Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada 15- entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente sólo. Se querían de día playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, 20- cuerpos que se levantan de la tierra flotando… Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos 25- ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se querían como la luna lúcida, como ese mar redondo que se aplica en ese rostro, dulce como el eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin música. 30- Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, metal, música, labio, silencio, vegetal, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo , Luis Cernuda: Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Peregrino ¿Volver? Vuelva el que tenga, tras largos años, tras un largo viaje, cansancio del camino y la codicia Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. de su tierra, su casa, sus amigos, del amor que al regreso fiel le espere. Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas, sino seguir libre adelante, disponible por siempre, mozo o viejo, sin hijo que te busque, como a Ulises, sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. Sigue, sigue adelante y no regreses, fiel hasta el fin del camino y tu vida, no eches de menos un destino más fácil, tus pies sobre la tierra antes no hollada, tus ojos frente a lo antes nunca visto. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Miguel Hernández Como el toro he nacido para el luto y el dolor, como el toro estoy marcado por un hierro infernal en el costado y por varón en la ingle con un fruto. Como el toro lo encuentra diminuto todo mi corazón desmesurado, y del rostro del beso enamorado, como el toro a tu amor se lo disputo. Como el toro me crezco en el castigo, la lengua en corazón tengo bañada y llevo al cuello un vendaval sonoro. Como el toro te sigo y te persigo, y dejas mi deseo en una espada, como el toro burlado, como el toro. Elegía (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.) Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento. a las desalentadas amapolas daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte. Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas. Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. y siento más tu muerte que mi vida. Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta. Las nanas de la cebolla La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. Desperté de ser niño: nunca despiertes. Triste llevo la boca: ríete siempre. 40Siempre en la cuna defendiendo la risa pluma por pluma. En la cuna del hambre mi niño estaba. 10Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar cebolla y hambre. Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Una mujer morena resuelta en lunas se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete niño 20que te traigo la luna cuando es preciso. 50Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. Es tu risa la espada 30más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor. Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla, 60tú satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre. POESÍA SOCIAL. AÑOS 50 Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades. Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo. Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte en lo idéntico a sí mismo. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica qué puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España en sus aceros. Tal es mi poesía: poesía-herramienta a la vez que latido de lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos. Blas de Otero: En el principio Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra. A la inmensa mayoría Me llamarán Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre aquel que amó, vivió, murió por dentro y un buen día bajó a la calle: entonces comprendió: y rompió todos sus versos. Me llamarán, nos llamarán a todos. Tú, y tú, y yo, nos turnaremos, en tornos de cristal, ante la muerte. Y te expondrán, nos expondremos todos a ser trizados ¡zas! por una bala. Así es, así fue. Salió una noche echando espuma por los ojos, ebrio de amor, huyendo sin saber adónde: adonde el aire no apestase a muerto. Tiendas de paz, brizados pabellones, eran sus brazos, como llama al viento; olas de sangre contra el pecho, enormes olas de odio, ved, por todo el cuerpo. ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Angeles atroces en vuelo horizontal cruzan el cielo; horribles peces de metal recorren las espaldas del mar, de puerto a puerto. Yo doy todos mis versos por un hombre en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso, mi última voluntad. Bilbao, a once de abril, cincuenta y tantos. Bien lo sabéis. Vendrán por ti, por ti, por mí, por todos Y también por ti. (Aquí no se salva ni dios. Lo asesinaron.) Escrito está. Tu nombre está ya listo, temblando en un papel. Aquel que dice: abel, abel, abel ... o yo, tú, él ... Pero tú, Sancho Pueblo, pronuncias anchas sílabas, permanentes palabras que no lleva el viento... LA GENERACIÓN DEL 60.POESÍA DE LA EXPERIENCIA. Ángel González: PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo el mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso de su huida hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrándose al último suspiro de los muertos, yo no soy más que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos; esto que veis aquí, tan sólo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento... Camposanto en Colliure Aquí paz, y después gloria. Aquí, a orillas de Francia, en donde Cataluña no muere todavía y prolonga en carteles de «Toros à Ceret» y de «Flamenco's Show» esa curiosa España de las ganaderías de reses bravas y de juergas sórdidas, reposa un español bajo una losa: paz Se paga con la muerte o con la vida, pero se paga siempre una derrota. ¿Qué precio es el peor? Me lo pregunto y no sé qué pensar ante esta tumba, ante esta paz —«Casino de Canet: spanish gipsy dancers», rumor de trenes, hojas...—, y después gloria. Dramático destino, triste suerte morir aquí —paz y después...— perdido, abandonado y liberado a un tiempo (ya sin tiempo) de una patria sombría e inclemente. ante la gloria ésta —...de reseco laurel— que yace aquí, abatida bajo el ciprés erguido, igual que una bandera al pie de un mástil. Quisiera, a veces, que borrase el tiempo los nombres y los hechos de esta historia como borrará un día mis palabras que la repiten siempre tercas, ronca Sí; después gloria. Al final del verano, por las proximidades pasan trenes nocturnos, subrepticios, rebosantes de humana mercancía: manos de obra barata, ejército vencido por el hambre —paz...—, otra vez desbandada de españoles cruzando la frontera, derrotados —...sin gloria. Jaime Gil de Biedma En el nombre de hoy En el nombre de hoy, veintiséis de abril y mil novecientos cincuenta y nueve, domingo de nubes con sol, a las tres -según sentencia del tiempode la tarde en que doy principio a este ejercicio en pronombre primero del singular, indicativo, y asimismo en el nombre del pájaro y de la espuma del almendro, del mundo, en fin, que habitamos, voy a deciros lo que entiendo. Pero antes de ir adelante desde esta página quiero enviar un saludo a mis padres, que no me estarán leyendo. Para ti, que no te nombro, amor mío –y ahora en serio-, para ti, sol de los días y noches, maravilloso gran premio de mi vida, de toda la vida, qué puedo decir, ni qué quieres que escriba a la puerta de estos versos? Finalmente a los amigos, compañeros de viaje, y sobre todos ellos a vosotros, Carlos, Ángel, Alfonso y Pepe, Gabriel y Gabriel, Pepe (Caballero) y a mi sobrino Miguel, Joseagustín y Blas de Otero, a vosotros pecadores como yo, que me avergüenzo de los palos que no me han dado, señoritos de nacimiento por mala conciencia escritores de poesía social, dedico también un recuerdo, y a la afición en general. Modalidades. Infancia y confesiones A Juan Goytisolo Cuando yo era más joven (bueno, en realidad, será mejor decir muy joven) algunos años antes de conocernos y 5 recién llegado a la ciudad, a menudo pensaba en la vida. Mi familia era bastante rica y yo estudiante. Mi infancia eran recuerdos de una casa con escuela y despensa y llave en el ropero, 10 de cuando las familias acomodadas, como su nombre indica, veraneaban infinitamente en Villa Estefanía o en La Torre del Mirador y más allá continuaba el mundo 15 con senderos de grava y cenadores rústicos, decorado de hortensias pomposas, todo ligeramente egoísta y caduco. Yo nací (perdonadme) en la edad de la pérgola y el tenis. 20 La vida, sin embargo, tenía extraños límites y lo que es más extraño: una cierta tendencia retráctil. Se contaban historias penosas, inexplicables sucedidos, dónde no se sabía, caras tristes, 25 sótanos fríos como templos. Algo sordo perduraba a lo lejos y era posible, lo decían en casa, quedarse ciego de un escalofrío. De mi pequeño reino afortunado 30 me quedó esta costumbre de calor y un imposible propensión al mito. Por vivir aquí. José Agustín Goytisolo El oficio de poeta Contemplar las palabras Así es el viejo oficio sobre el papel escritas, del poeta, que comienza medirlas, sopesar en la idea, en el soplo su cuerpo en el conjunto sobre el polvo infinito del poema, y después, de la memoria, sobre igual que un artesano, la experiencia vivida, separarse a mirar la historia, los deseos, cómo la luz emerge las pasiones del hombre. de la sutil textura. La materia del canto nos lo ha ofrecido el pueblo con su voz. Devolvamos las palabras reunidas a su auténtico dueño Palabras para Julia « Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. Tu destino está en los demás, tu futuro es tu propia vida, tu dignidad es la de todos. Hija mía, es mejor vivir con la alegría de los hombres, que llorar ante el muro ciego. Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones. Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto, que es un asunto desgraciado. Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares, tendrás amor, tendrás amigos. La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor. Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio. Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada. Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino. Pero yo cuando te hablo a ti, cuando te escribo estas palabras, pienso también en otros hombres. Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso. Félix Grande RECUERDO DE INFANCIA Hoy el periódico traía sangre igual que de costumbre venía chorreando como la tráquea de un ternero sacrificado he visto chotos cabras vacas durante su degüello bajo el agujero del cuello una orza se va llenando de sangre los animales se contraen en sacudidas cada vez más nimias de pronto ya no respiran por la nariz ni por la boca sino por la abertura que la navaja hizo en la tráquea en la cual aparecen burbujas a cada nueva respiración a menudo parece que están completamente muertos y no obstante aún se agitan una o dos veces suavemente ahora sus ojos ya no miran tienen como una niebla un teloncillo de color indeterminado que recuerda al ceniza entonces el carnicero se incorpora con las manos manchadas y procede a desollar y trocear al animal cadáver para después pesarlo venderlo en porciones hacer su negocio hoy el periódico traía sangre lo mismo que otros días acaso unos cuantos estertores más que de hábito pero cómo saberlo hay países que no especifican por ejemplo el departamento de estado no da las cifras de sus bajas únicamente les agrega apellidos bajas insignificantes bajas ligeras bajas moderadas » hoy el periódico traía sangre en volumen considerable y mientras leo pacientemente civilizadamente el intento de justificación de esos destrozos escrito de sutil manera recuerdo vacas cabras chotos la gran orza en el suelo y recuerdo imagino pienso que unos cuantos carniceros continúan desollando troceando pesando en sus básculas haciendo su negocio mediante esos pobres animales sacrificados. Blanco spirituals, 1966 ENSUCIAN AL LENGUAJE Se les llena la boca de la palabra Juntos, aprenden a decir Amor mío como quien dobla cuidadoso un traje o limpia el cepillo de dientes Las bocas, las gargantas de su piel se ahogan en un océano al que llaman Cariño: un mar conservador y poderoso como una tiranía Antaño amantes con mano de tizón se degradan hasta tibios esposos, llegan a amarse como hermanos; como parientes, como conocidos Extraño incesto, extraño incesto Llámanle Convivir a esa desgracia, Loba: ensucian al lenguaje, al amor, a la vida Primero nos trague la tierra (Las rubáiyátas de Horacio Martín, 1970 POESÍA DE LOS 70. Los novísimos. Antonio Martínez Sarrión El cine de los sábados Maravillas del cine galerías de luz parpadeante entre silbidos niños con sus mamás que iban abajo entre panteras un indio se esfuerza por alcanzar los frutos más dorados ivonne de carlo baila en scherezade no sé si danza musulmana o tango amor de mis quince años marilyn ríos de memoria tan amargos luego la cena desabrida y fría y los ojos ardiendo como faros Pere Gimferrer Arde el mar Oh ser un capitán de quince años viejo lobo marino las velas desplegadas las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el cielo de zinc los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo en las aguas con sordo estampido Farewell Como Shane, el hombre de los valles perdidos, que tenía los ojos azules y cantaba viejas baladas del Oeste, como Shane, que tenía dos pistolas nacaradas y la alegría de la inmortalidad en sus pupilas, como Shane, que hablaba de lejanas praderas y bosques, de osos y serpientes de cascabel, de puertos y tifones y sirenas y del Buque Fantasma, el humo en los cafetines Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara los relatos de pulpos serpientes y ballenas de oro enterrado y de filibusteros Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar bajo los cocoteros y era joven como el agua y como ella reflejaba la luna cambiante y amarilla de abril, y era joven como el amor y sus mariposas encendidas, y era joven como la tristeza, y tenía los ojos azules y dos pistolas en su canana, como Shane el luminoso, joven como la luz, como Shane y sus valles perdidos bajo las temblorosas estrellas... Luis Alberto de Cuenca: Conversación Cada vez que te hablo, otras palabras escapan de mi boca, otras palabras. No son mías. Proceden de otro sitio. Me muerden en la lengua. Me hacen daño. Tienen, como las lanzas de los héroes, doble filo, y los labios se me rompen a su contacto, y cada vez que surgen de dentro -0 de muy lejos, o de nunca-, me fluye de la boca un hilo tibio de sangre que resbala por mi cuerpo. Cada vez que te hablo, otras palabras hablan por mí, como si ya no hubiese nada mío en el mundo, nada mío en el agotamiento interminable de amarte y de sentirme desamado. Cuando vivías en la Castellana El desayuno Cuando vivías en la Castellana usabas un perfume tan amargo que mis manos sufrían al rozarte y se me ahogaban de melancolía. Si íbamos a cenar, o si las gordas daban alguna fiesta, tu perfume lo echaba a perder todo. No sé dónde compraste aquel extracto de tragedia, aquel ácido aroma de martirio. Lo que sé es que lo huelo todavía cuando paseo por la Castellana muerto de amor, junto al antiguo hipódromo, y me sigue matando su veneno. Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa. Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas, o cuando eres feliz y se te nota, o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes (tu risa es una ducha en el infierno), o cuando me perdonas un olvido. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, llena de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme: «Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno». Luis Antonio de Villena: Magia en Verano Me recreo ante tu cuerpo como ante un paisaje imprevisto. Me sorprende verte en la desnudez juvenil, y ansío recorrerlo, como una anhelada geografía. Me ves pensando en la umbría vegetal de algunas grutas, o en el agua del muslo donde brillan las venas. Me perderé en un bosque que cruzo con mis manos, y pediré una larga estepa donde los labios hablen. Me ves sorprendido, anonadado, pensando en habitarte. Y tú, mientras, te abandonas al cálido primor del aire. Te dejas en la luz, que te navega; y si miro tus ojos vuelvo al jardín oscuro donde es verano el verde. Te miro otra vez y casi no te creo posible. Fulges, encantas, guarda tu cuerpo el hechizo insabido de la tierra. Y despacio sonríes al irme yo acercando, atónito, hacia ti mientras el sol nos cubre con su luz, nos desdibuja, y nos va metiendo en la calma inmensa y rubia de la tarde. LOS ÚLTIMOS AÑOS Luis García Montero: Mujeres Mañana de suburbio y el autobús se acerca a la parada. Hace frío en la calle, suavemente, casi de despertar en primavera, de ciudad que no ha entrado todavía en calor. Desde mi asiento veo a las mujeres, de tu piel blanca y triste y la hermandad humilde de tu noche, la mano que dejaste olvidada en mi mano, al venir de la ducha, hace sólo un momento, mientras yo me negaba a levantarme. Que tengas un buen día, que la suerte te busque con los ojos de sueño y la ropa sin brillo, en busca de su horario de trabajo. en tu casa pequeña y ordenada, que la vida te trate dignamente. Suben y van dejando al descubierto, en los cristales de la marquesina, un anuncio de cuerpos escogidos y de ropa interior. Las muchachas nos miran a los ojos desde el reino perfecto de su fotografía, sin horarios, sin prisa, obscenas como un sueño bronceado. Yo me bajo en la próxima, murmuras. Me conmueve el recuerdo Secreto Completamente viernes Nos pusimos de acuerdo. Por detergentes y lavavajillas, Yo esperaba sin prisa por la esquina, me hacía el despistado, hablaba con el niño y los borrachos, encendía un cigarro o compraba el periódico. por libros ordenados y escobas en el suelo, por los cristales limpios, por la mesa sin papeles, libretas ni bolígrafos, por los sillones sin periódicos, Aparenté no verte llegar casi sin prisa, arreglarte un momento en el descapotable, abrir la puerta, subir hasta el segundo. quien se acerque a mi casa Yo despisté al portero de las barbas rojizas, y allí, sin los silencios del joven que se enfrenta, sin tu arbolado anillo de goleta que surca el matrimonio, a pesar de tus pieles y mi piel, nos pusimos de acuerdo. Como yo me lo encuentro puede encontrar un día completamente viernes. cuando salgo a la calle y está la catedral tomada por el mundo de los vivos y en el supermercado junio se hace botella de ginebra, embutidos y postre, abanico de luz en el quiosco de la floristería, ciudad que se desnuda completamente viernes. Así mi cuerpo que se hace memoria de tu cuerpo y te presiente en la inquietud de todo lo que toca, en el mando a distancia de la música, en el papel de la revista, en el hielo deshecho igual que se deshace una mañana completamente viernes. Cuando se abre la puerta de la calle, la nevera adivina lo que supo mi cuerpo y sugiere otros títulos para este poema: completamente tú, mañana de regreso, el buen amor, la buena compañía. Felipe Benítez Reyes El dibujo en el agua Bien sabes que estos años pasarán, que todo acabará en literatura: la imagen de las noches, la leyenda de la triunfante juventud y las ciudades vividas como cuerpos. Que estos años pasarán ya lo sabes, pues son tuyos como una posesión de nieve y niebla, como es del mar la bruma o es del aire el color de la tarde fugitivo: pertenencias de nadie y de la nada surgidas, que hacia la nada van: ni el mismo mar, ni el aire, ni esa bruma, ni un crepúsculo igual verán tus ojos. Un dibujo en el agua es la memoria, y en sus ondas se expresa el cadáver del tiempo. Tú harás ese dibujo. Y de repente tendrás la sombra muerta del tiempo junto a ti. Las niñas Llegan con los tacones sucios del barro de los parques, con un perfume espeso de flores venenosas. Llegan con gafas negras, radiantes, despeinadas; la noche las recubre con un palio morado. Toman licores densos con aires de tragedia. Tienen nombres de diosa, de colonia o de gato. No son invulnerables a las historias tristes y huyen de madrugada, como lunas esquivas Ada Salas: NO CONOZCO unos ojos más limpios que los tuyos. Estás en ellos y a la vez están las cosas que tú ves como las ves: el pájaro no el vuelo. Y siempre te sorprendes si te digo las cosas que se dicen los que aman. Me miras y me enseñas que el cuerpo del amor -como tus ojosno precisa palabras. Que es -como tus ojostransparente. NI SECRETO NI PACTO. Ni muda sumisión ni profecía. Escucho como llega la crecida fluvial de las palabras. Reúno los despojos. Abrazo los cadáveres y con ellos enciendo es pira común para el olvido. María Victoria Atencia: Placeta de San Marcos. Sazón Amárrate, alma mía; sujétate a este mármol, Ya está todo en sazón. Me siento hecha, me conozco mujer y clavo al suelo profunda la raíz, y tiendo en vuelo la rama, cierta en ti, de su cosecha. Sebastián de tu tronco, con cuantas cintas pueda ofrecerte en Venecia la lluvia que te empapa. Amárrate a este palo, alma Ulises, y escucha -desde donde la plaza proclama su equilibrioel rugido de bronce que la piedra sostiene . ¡Cómo crece la rama y qué derecha! Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo de vivir y vivir: tender al cielo, erguida en vertical, como la flecha que se lanza a la nube. Tan erguida que tu voz se ha aprendido la destreza de abrirla sonriente y florecida. Me remueve tu voz. Por ella siento que la rama combada se endereza y el fruto de mi voz se crece al viento