EDU GC UA Í AC I Ó N Cualquier actividad musical implica la participación de una serie de actores que la hacen posible: intérpretes, compositores, directores, público, técnicos de sonido, productores, musicólogos, profesores, estudiantes, etc. La música es el catalizador, pero el significado surge de la interacción de todos los participantes (ver el artículo Yo musico, tú musicas, el musica… SCHERZO nº 246, p. 156). Los papeles pueden estar más o menos diferenciados, pero se suele decir que los músicos son aquellas personas que interpretan, escriben o dirigen la música, aunque no deberíamos olvidar que los profesores también lo son. Si adoptamos una visión más amplia de lo que significa ser músico, podríamos incluir a todos los actores, a todos las personas que musican. FABIÁN CARBONE H 134 ay actividades musicales que requieren la especialización y profesionalización de algunos de los participantes, aunque esto ha ido variando a lo largo del tiempo. Por ejemplo, fuera de los teatros de ópera, las orquestas profesionales con dedicación plena no fueron habituales en Europa hasta bien entrado el siglo XIX, lo normal era encontrar músicos amateurs y profesionales tocando juntos. En general, decimos que un músico es profesional cuando dedica la mayor parte de su actividad laboral a la música y de ella obtiene su principal fuente de ingresos, aunque la realidad es más compleja: ¿deberíamos considerar al compositor norteamericano Charles Ives (1874-1954) como un músico profesional, aunque su principal actividad laboral fuese la de agente de seguros? primer orden, y por lo tanto la demanda de músicos profesionales no puede regirse únicamente por las leyes de mercado, aunque también sería un error llevar las cosas al otro extremo y profesionalizar indiscriminadamente a cuantos músicos quisieran. Otro factor a tener en cuenta es que los propios músicos tienen capacidad de generar riqueza cultural y actividad económica: el surgimiento de un artista puede animar a un nuevo público a acudir a los conciertos, una bien establecida red de escuelas de música con profesores de calidad puede incrementar tanto el consumo de música como la venta de instrumentos… El músico profesional del siglo XXI A modo de ejemplo veamos lo que sucede en la música clásica y específicamente en uno de los ámbitos que tradicionalmente ha empleado a un mayor número de músicos: el de las orquestas sinfónicas. Fijémonos en Alemania que, con 130 orquestas profesionales, es el país con más orquestas sinfónicas en relación al número de habitantes. A lo largo de las dos últimas décadas, el número de orquestas ha disminuido y además se viene produciendo un progresivo envejecimiento del público. Una encuesta realizada entre los abonados de la Filarmónica de Múnich revelaba hace unos pocos años que la media de edad era ya de 58 años. En cuanto a la relación entre la oferta y la demanda de puestos de trabajo, datos de hace cinco años revelan que anualmente se gradúan unos 1.400 músicos orquestales en los conservatorios alemanes y sin embargo las orquestas únicamente ofrecen 170 nuevas plazas al año. Cada plaza anunciada atrae frecuentemente mas de 200 candidatos, incluyendo muchos instrumentistas extranjeros. España es un caso distinto, ya que fue a partir de los años 80 cuando se crearon una buena parte de las 27 orquestas profesionales que tenemos en la actualidad y se construyeron la mayor parte de las salas de concierto. El problema que hubo entonces fue que previamente no se había producido una renovación de la educación musical superior y por lo tanto muchas de las plazas creadas fueron ocupadas por músicos provenientes de otros países, espe- El mundo de la música y la industria musical ha estado siempre en constante evolución, pero la vertiginosa velocidad del cambio es una de las principales características de estos inicios del siglo XXI y una de las que tiene mayor incidencia en la profesión de músico. Además de rápidos, los cambios se están produciendo en muchos frentes: en los hábitos culturales y formas de consumo de la música; en los sistemas de distribución; en los puestos de trabajo que se ofrecen; en el número de estudiantes que se gradúan cada año; en los niveles de financiación pública; en la internacionalización; en la aplicación de las nuevas tecnologías; en el acceso a la formación… Antes se hablaba de cambios generacionales, pero ahora unos pocos años son suficientes para introducir profundas transformaciones. Ante esta situación, la pregunta que nos hacemos es: ¿cuántos músicos profesionales y con qué perfil necesitaremos en un futuro más o menos cercano? Podríamos hacer una aproximación basada en las demandas del mercado: cuántos músicos requieren anualmente las orquestas de un país, a cuántos grupos de rock puede dar salida la industria discográfica, etc. El problema es que, debido a la rapidez con la que cambia la escena musical, es difícil predecir con exactitud cuál va a ser la demanda real. No podemos tampoco olvidar que la música es un bien cultural y educativo de Las orquestas sinfónicas J.A.Serra LA FORMACIÓN DE LOS MÚSICOS PROFESIONALES DEL SIGLO XXI EDUC GAUCÍ A IÓN cialmente en la cuerda. Actualmente, las pocas plazas nuevas que se ofrecen atraen a un gran número de candidatos, y sin embargo la cantidad y calidad de jóvenes músicos españoles que tocan instrumentos orquestales, formados tanto en los conservatorios y escuelas superiores de nuestro país como en el extranjero, es mayor que nunca. La crisis de público y económica hace que un número creciente de orquestas europeas se estén dando cuenta que deben diversificar su actividad y atender mejor a las demandas de la sociedad si quieren sobrevivir. Por este motivo, muchas orquestas han creado ya servicios educativos y sus músicos llevan a cabo actividades pedagógicas y de divulgación. Sin ir más lejos, en la conferencia anual de la Association of British Orchestras (Asociación de las orquestas británicas) se hablaba recientemente de la necesidad de revisar el proceso de selección de los músicos de tal forma que se tuviese en cuenta, no solamente el nivel instrumental de los candidatos, sino también su capacidad para llevar a cabo proyectos educativos. Esto va a propiciar un cambio en el perfil profesional del músico de orquesta. Portfolio career Entre los músicos profesionales siempre ha habido, junto a algunos con empleos a tiempo completo más o menos estables: músicos de orquesta, profesores, técnicos de grabación, etc., otros que han desarrollado su actividad profesional, por necesidad o vocación, combinando diversos trabajos: intérprete y profesor, compositor y productor… La realidad actual y el futuro que se anticipa nos indican claramente que estos trabajos estables que duran toda la vida están desapareciendo y por lo tanto el músico tiene que adaptarse y descubrir los beneficios de lo que en inglés se denomina una portfolio career, una carrera que combina diversos perfiles o trabajos profesionales. La diferencia es que ahora esta portfolio career ya no debería verse como algo forzado por las circunstancias, sino como la oportunidad de desarrollar una carrera que puede aportar una gran riqueza profesional y artística, y que además puede colocar al músico en una mejor situación para adaptarse al cambio. Para ilustrar esto, veamos algunos casos posibles, de los cientos que puede haber y que no están muy alejados de la realidad actual: Un violinista toca en un grupo de cámara, es miembro de una orquesta sinfónica en la que se encarga de coordinar las actividades educativas, escribe para una revista especializada y ocasionalmente da conciertos como solista. Una cantante de jazz, que tiene su propia banda, ha creado un sello discográfico para poder comercializar sus grabaciones y da clases en una escuela de música donde además es jefe de estudios. Un pianista y compositor de música para cine ha montado una empresa de producciones audiovisuales, da clases de composición en un conservatorio superior y frecuentemente toca con el grupo que acompaña a uno de los artistas mas destacados del pop nacional. Un músico comunitario, que ha iniciado un proyecto de integración social a través de la música para un ayuntamiento, es guitarrista del grupo de rock que ha sido elegido grupo revelación del año y en el grupo es el encargado de la página web. Estos ejemplos nos indican también que el músico profesional del siglo XXI no solamente tiene que estar bien preparado en uno o varios campos y ser flexible, sino que también tiene que formarse en una serie de áreas que le permitirán tener un mejor control y proyección de su propia carrera: gestión, organización, producción, marketing, comunicación, etc. La formación Un músico está, o debería estar, formándose toda su vida, pero su educación inicial, aquella que le abre las puertas del mundo profesional, es un proceso que culmina en general con unos estudios superiores. No todos los músicos profesionales pasan o han pasado por ellos, especialmente en algunos campos como el de la música popular; sin embargo, las exigencias del mundo artístico y laboral y la necesidad de titulación superior para poder realizar algunos trabajos como el de profesor, hacen que hoy en día una buena parte de los músicos profesionales se formen en escuelas y conservatorios superiores de música y universidades. Centrémonos pues en estos estudios superiores: ¿cuál es la formación que deben recibir los futuros músicos profesionales para poder afrontar con garantías los retos de una sociedad en constante cambio? La gran competitividad del mercado laboral en los distintos ámbitos de la música puede impulsar a los centros a ofrecer unos planes de estudios que persigan la excelencia en campos muy especializados. En algunos casos esto puede favorecer el éxito profesional y artístico de unos pocos músicos, pero preguntémonos por ejemplo: ¿cuántos de los miles de graduados que surgen cada año de los centros superiores de todo el mundo tienen garantizada una carrera profesional como solista internacional? Evidentemente muy pocos, en cambio la inmensa mayoría desarrollará una portfolio career. La difícil ecuación es ofrecer unos programas de estudios que: Potencien el desarrollo máximo de las capacidades individuales en la especialidad principal (interpretación, pedagogía, composición, dirección, musicología, sonología, producción, etc.). Permitan trayectorias profesionales mixtas y distintas a la habituales. Impulsen la creatividad, la flexibilidad y la exploración de nuevos campos. Ayuden a comprender el papel social, cultural y artístico del músico. Proporcionen herramientas para el desarrollo profesional del músico. La solución no es, evidentemente, llenar los cursos de asignaturas, sino encontrar fórmulas imaginativas que faciliten la adquisición de competencias transversales que puedan ser aplicadas a las diversas áreas de la actividad futura y cambiante del músico profesional. Para ello es también muy importante mantener un diálogo constante con los estudiantes que ya se han graduado y están trabajando para conocer de primera mano el resultado práctico de la formación que han recibido. En España, la adaptación de los planes de estudios de los centros superiores de enseñanzas artísticas al Espacio Europeo de Educación Superior (proceso de Bolonia), que debe ponerse en marcha en el curso 2010-2011, representa una oportunidad que no deberíamos desaprovechar. Joan-Albert Serra [email protected] 135