AL DÍA DOMINGO, 16 DE AGOSTO DE 2009 MIRANDO A LA BAHÍA blOGs DV 3 (http://blogs.diariovasco.com/mirandoalabahia) Sobre perros, gatos y otros animales. « El verano en Andraitx es un verano de animales. Perros, gatos y peces del estanque conviven pacíficamente en casa. A quien no le gusten los animales, lo pasaría mal aquí. Bautizamos a todos y aunque admito que no somos muy ingeniosos... » glos XIII a XX. «Me he quedado sumamente sorprendido por los innumerables edificios que todavía se mantienen en pie. Son reliquias de un pasado esplendoroso», nos ha comentado el médico e historiador, que en este empeño está ayudado por Xabier Laskibar, viejo amigo, quien a su vez es conocido por sus tareas en la Sección de Micología de Aranzadi. Quien sepa abrir los ojos identificará muchos edificios al borde del camino como pertenecientes a la etapa en la que por allí transitaban las diligencias. Por ejemplo, sigue en pie la vieja venta de Betelu, con la caballeriza a pocos metros; o la venta de Mugiro, en Lekunberri, que convirtió en bar la zona que antaño servía para las caballerías; y el Hostal Mendia, en la Plaza Gorriti de Tolosa, que en su época se le decía «la plaza de los cocheros», porque era el punto en el que paraban todas las diligencias que llegaban a la villa. El Hotel Ayestaran de Lekunberri, fundado en 1912, nació también junto a una vieja venta. Recondo tiene constancia de la existencia de 22 ventas y posadas en el pasado, de las que se conservan los edificios de 15 de ellas. La de Arribe se derruyó hace quince años, y otra que desapareció fue la de la revuelta de la subida a Azpiroz. «En general, las instituciones no han valorado este patrimonio de las ventas; en cambio, el pueblo las recuerda con mucho cariño», nos comenta Recondo. La actividad principal de esos propietarios no era la de venteros o mesoneros, sino el comercio de vino, granos o ganado. Se trata de los Arguiñenas y Ayestaran, en Lekunberri; los Sorabilla de Betelu y Mugiro; los Goñi de Urritza y Berriozar; los Miranda de Añezcar; los Taberna de Berriozar. Y muchas ventas se convertirían con el paso del tiempo en la cartería, panadería o tienda de ultramarinos del pueblo. FELIPE REYES Lea los artículos completos y coméntelos en diariovasco.com El misterio de San Ignacio F. I. Mientras Recondo lleva a cabo su estudio sobre el Camino Real, su amigo Xabier Laskibar está empeñado en dilucidar los detalles del viaje de San Ignacio a su casa de Loyola, tras resultar herido en la batalla de Pamplona, el 20 de mayo de 1521. El que luego sería nombrado santo defendía Pamplona en nombre del rey castellano, en contra del ataque de las tropas navarras y francesas. Los historiadores discrepan sobre la ruta que se siguió para trasladar al herido. Laskibar tiene su tesis: «Parece claro que San Ignacio fue recogido por Esteban de Zuasti, hijo del palacio de ese nombre, que está cercano a Pamplona. De allí, transportaron al herido a Lekunberri, y a partir de ahí lo habitual hubiera sido seguir hacia Azpirotz, Lekunberri y Leitza, pero esa zona estaba plagada de tropas navarras, por lo cual decidieron desviarse. Hemos encontrado en Betelu, junto an Ayuntamiento, una piedra en la que dice la tradición que descansó San Ignacio». ¿Y el trayecto a Betelu? «La tesis oficial es que lo llevaron por Albiasu y Errazkin. Nosotros pensamos que eso no tiene lógica. Más bien lo llevarían por Lezaeta, un pueblo entre Lekunberri y Betelu. Hemos encontrado tradición oral que lo atestigua, y hay una finca denominada Saninazio en las escrituras. Creemos que fue en Lezaeta donde pasó los siete días por la fiebre que cuenta la tradición». Y Laskibar cree que el herido y los porteadores se dirigirían hacia la venta de Zarate, en las Malloas, para de ahí bajar hacia Bedaio e Ikaztegieta. Pero todo eso fue antes del Camino Real Tolosa-Pamplona. De cuatro ruedas Todas las ventas tenían cochera, con una puerta de entrada y otra de salida. Y en esas cocheras se hacía el cambio de caballerías; los animales cansados eran sustituidos por otros frescos. Esos sitios eran también usados para el apareamiento de los ganados. La venta de Urritza, por ejemplo, fue construida en 1791 por los vecinos del concejo. Posteriormente, la propiedad pasaría a Pablo Goñi, que provenía de la llamada Venta Berri, de Berriozar, a las puertas de Pamplona. En 1944, esa venta de Urritza estuvo ocupada por un destacamento de soldados y guardias civiles que patrullaban la zona en musca de los maquis que se habían infiltrado desde Francia. Las ventas de Añezcar y Berriozar fueron clave durante el cerco carlista a Pamplona. El ejército carlista sometió a la capital navarra a un terrible asedio desde agosto de 1874 hasta febrero de 1875. Destacamentos de la caballería carlista se acantonaron en esas dos ven- BLOGS DE USUARIOS EL BLOG DE LA FEB LA VIEJA COCHERA. Laskibar y Recondo, en la cochera de la casa Baldenea de Betelu. /JOSE MARI LOPEZ tas, y patrullaban día y noche por el perímetro del cerco, tratando de evitar que los sitiados liberales consiguieran alimentos o leña. La construcción de los caminos carreteriles a finales del siglo XVIII permitió por primera vez la utilización de vehículos de cuatro ruedas. Hasta entonces, la gente corriente viajaba a pie (los que viajaban), y los pudientes a caballo. La construcción del Camino General de coches de Madrid a Bayona o Camino de Castilla en 1780, y el Ramal Navarro o Camino de Guipúzcoa (que enlazaba Pamplona con Gipuzkoa) convirtieron a Tolosa en un importante nudo de comunicaciones. Por allí pasaban las gentes de Castilla y los navarros y aragoneses camino de Francia. La creciente popularidad de los viajes en vehículos de cuatro ruedas hizo que a comienzos del siglo XIX surgieran numerosas compañías de diligencias. Para acortar tiempos se usaban caballerías de refresco, que sustituían a los ani- males conforme se iban agotando. Pero el transporte de tracción animal entró en profunda crisis cuando, en 1910, comenzó a funcionar el tren del Plazaola. El diligenciero Claudio Sorabilla Irigoyen, de la Venta de Mugiro, fue con toda probabilidad el último de Navarra. Luego, el autobús ganaría la batalla al mismo tren. En Betelu se desarrolló durante aproximadamente cien años (hasta 1966) una intensa actividad termal y veraniega, y en ese auge tuvo también que ver el ferrocarril. En julio de 1884, el balneario recibió la visita del rey Alfonso XII, quien acudió a tomar las aguas. La estancia real, publicada en periódicos y revistas, puso de moda aquella instalación; a partir de entonces, los aristócratas que veraneaban en Biarritz y San Sebastián comenzaron a pasar en masa por Betelu. Recondo recuerda en su libro que la sierra de Aralar fue también «descubierta» en aquellos años; fueron los bañistas más intrépidos los primeros forasteros que pisaron aquellas cumbres. Entonces, la sierra era una zona sin ningún tipo de señalización, y con presencia de lobos. N