17-c.qxd 6/22/03 8:59 PM Página 1 T RAMA URBANA Fuenteovejuna Cuando los pueblos “tranquilos” eligen levantarse para recuperar la paz perdida Primero fue Arequito. Le siguió Arrecifes. Estallaron por dos crímenes, pero el miedo y la bronca crecían desde hace mucho tiempo. Las puebladas: un fenómeno tan viejo y efectivo como peligroso. Lo que dejaron los levantamientos. El miedo “a los de afuera”. Y la infaltable promesa de mano dura desde Rosario y se asentaron en las afueras de ese pueblo que añora los días tranquilos y que pretende recuperarlos a fuerza de imponer una suerte de “derecho de admisión” para forasteros. Los de afuera y los de adentro, una disyuntiva vieja. La iniciativa no prosperó, pero en el pueblo de “la Sole” nada es como era. Hasta hace tres años, los vecinos de Arrecifes se jactaban de vivir en una ciudad tranquila. Después empezaron los hurtos, los robos, los golpes por unos pesos, y finalmente los asesinatos. Eduardo Vesprini (41) vivía con miedo. Dos días antes de que lo remataran de un tiro en la cara, le comentó a un amigo que tenía un mal presentimiento. Sabía que estaban robando cerca de la casa de su padre. Y fue precisamente en esa finca donde los homicidas lo sorprendieron, quisieron robarle y terminaron con su vida. Igual que en Arequito, los vecinos del ingeniero agrónomo estallaron :España, año 1476. Hartos de la corruptela y la violencia desmedida de Fernán Gómez, el señor de la aldea, el pueblo de Fuenteovejuna decide levantarse y asesinarlo. Cuando los investigadores llegan a la escena para averiguar lo que había pasado, los lugareños responden al unísono: “Fuenteovejuna lo hizo”. :El título de la célebre obra de teatro de Lope de Vega sirve, hoy por hoy, para referenciar aquellos episodios en los que un pueblo, habitualmente tranquilo, dice basta por la rebelión y por la fuerza, asumiendo los riesgos como sociedad y no como entidades individuales. Arequito y Arrecifes tienen muchos puntos de contacto. Con pocos habitantes, allí se conocen todos y saben -en definitiva- quién es quién. En los últimos años han visto proliferar asentamientos en las orillas de ambos pueblos, aunque en el caso de Arrecifes, el fenómeno más preocupante es la aparición de bandas “golondrinas”, esas que llegan, dan un golpe, y desaparecen sin dejan rastros. Arequito y Arrecifes tienen muchos puntos de contacto. En esa clase de pueblos todos saben quién es quién El miedo y esa insoportable sensación de impunidad corrían paralelos pero subterráneamente, tanto en Arequito como en Arrecifes, hasta que dos episodios de sangre hicieron que explotaran casi juntas: el domingo anterior fue el pueblo que saltó a la fama de la mano de “la Sole” Pastoruti; 72 horas después, fue el turno de Arrecifes. En el primer caso, el asesinato del custodio Luis Cignoli derivó en un levantamiento popular que no se privó de nada: hubo insultos al intendente, una tentativa de linchamiento al sospechoso equivocado y muchas piedras contra el frente de la comisaría. El presunto criminal está preso, pero los habitantes de Arequito no están conformes. El jueves a la noche, mientras Arrecifes protagonizaba su propia pueblada, una asamblea discutía la conveniencia de expulsar a los familiares del supuesto asesino y a otros dos clanes igual de sospechosos. ¿El argumento? No nacieron en Arequito; llegaron General Madariaga. Fue en febrero de este año. Miles de personas reclamaron justicia y seguridad Las puebladas más famosas Todas detonaron por un homicidio y terminaron con el descabezamiento de la cúpula policial local. Tres Arroyos, Miramar, El Jagüel, Santa Fe y Madariaga: crónicas de levantamientos anunciados 31 de diciembre de 1989. Ese día Nair Mostafá había salido de su casa rumbo a la pileta del club Tres Arroyos. Como se hacía de noche y no volvía, su mamá, Liliana Fuentes, salió desesperada a buscarla. Llegó hasta la comisaría y pidió ayuda, pero los policías le dijeron: “No podemos atenderla porque estamos festejando el Año Nuevo”. Indignada, fue hasta una radio y pidió a los vecinos que la ayudaran. A la nena la encontraron de madrugada, violada y estrangulada cerca de las vías del tren. Con el amanecer, cientos de personas comenzaron una pueblada que culminó con 16 vehículos incendiados y toda la cúpula policial exonerada por el entonces gobernador Antonio Cafiero, quien viajó a Tres Arroyos, ante la derivación de los hechos. 8 de febrero de 2001 21 de agosto de 2002 Un chico de 10 años descubrió el cuerpo de Natalia Melmann (15) oculto entre el follaje del Vivero Dunícola de Miramar. Tenía la bombacha rasgada y la blusa levantada y desabrochada. Los vecinos acusaron a la Policía de incompetente: el cuerpo apareció en una zona que había sido rastrillada y no vigilaron a Gustavo Fernández, el único sospechoso. En una marcha, tiraron piedras a la comisaría. El comisario Carlos Grillo fue relevado. 12 de agosto de 2002 El cuerpo de Diego Peralta, el adolescente de 17 años que había secuestrado el 5 de julio en El Jagüel, apareció en una tosquera de Ezpeleta. Con las firme sospecha de que policías estaban vinculados a su secuestro, la gente de El Jagüel le prendió fuego a la comisaría. Más de 300 vecinos de barrios humildes de la ciudad de Santa Fe (Villa Yapeyú y La Ranita) se levantaron para echar a un grupo de ladrones que usurpaba casas, las vaciaba y luego las ocupaba. La furia se desató por la supuesta inacción y complicidad policial ante los robos y, puntualmente, ante el crimen de un joven. Terminó cuando la gente incendió dos “aguantaderos” y derrumbó otros ocho con picos y mazas. 24 de febrero de 2003 Andrés Caraccioli, un joven de 24 años, fue asesinado a balazos en un intento de robo en General Madariaga. Tres mil personas coparon el edificio municipal y llegaron hasta la puerta del despacho del intendente exigiendo su renuncia. Luego fueron a apedrear la comisaría. Horas después asumía un nuevo jefe policial. El jueves, mientras Arrecifes estallaba, en Arequito discutían la posibilidad de echar a los forasteros después de enterrar sus restos. Unas 3.000 personas se acercaron espontáneamente a la plaza principal. Unos tiraron naranjas contra la comisaría. Otros prendieron fuego unas cubiertas. Con el aire enrarecido por el humo negro y los gritos, el comisario Horacio Ferrari salió a calmar los ánimos. Cuando volvió a entrar, ya no era comisario. Esa misma noche hubo varios allanamientos y se detuvo a tres sospechosos. Después, el gobernador Felipe Solá anunció que se reuniría con el intendente, Gustavo Picoy y concejales de ese distrito. Tras el encuentro, Solá anunció la intervención de la seccional de Arrecifes, el nombre del sucesor de Ferrari, y el envío de más hombres y más patrulleros para la zona. Pero el anuncio más importante pasó casi inadvertido: el gobernador adelantó la posibilidad de una nueva reforma al Código Procesal Penal, sumándole facultades a la Policía. ¿Las puebladas terminarán por justificar la mano dura?