XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Los retos interpretativos del desarrollo regional a la vuelta del nuevo siglo Arturo Burnes Ortiz Unidad Académica de Economía Universidad Autónoma de Zacatecas E–mail: [email protected] Resumen En la presente investigación de índole regional se plantean consideraciones metodológicas y conceptuales en torno a los problemas que presenta el proceso de construcción de nuestro objeto de estudio específico, un espacio y un territorio que constituyen el sustento físico y material que da forma a la interacción entre los diversos actores que concurren en ellos y que se expresan a través de procesos económicos, políticos y sociales. En tal medida las acciones y el pensamiento humano dan sentido al espacio y lo convierten en territorio para adquirir los elementos necesarios en su desarrollo e integrarse mediante estrategias eficientes al ámbito nacional e internacional, en cuyos circuitos económicos y mercantiles se manifiesta una férrea lucha por los espacios en la integración al mercado global que dicta el actual orden económico internacional. Palabras clave: Desarrollo regional, sociedad. mundialización. Abstract In the present regional research some methodological and conceptual considerations are being presented with regards to the problems presented by the process of construing our study subject, a space and a territory that make up the physical and material basis that stapes the interaction among the different factors and economic, political and social processes. In this measure the human 1 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 actions and thoughts give meaning to space in order to acquire the necessary elementsin its development and thus integrate efficient strategies with regards to the national and international field, in which there is a hard race for spaces in the integration to the global market which determines the new international economic order. El análisis regional y su significado El de región es un concepto variado, multitético, de uso diverso, cuyo significado se modifica por circunstancias de tiempo y lugar. Ello se evidencia por los variados usos que le han dado las diversas disciplinas: la antropología tradicional y la etnología hablan de áreas o regiones culturales para indicar la distribución espacial de rasgos y patrones creados o usados por un grupo humano en una cierta época u horizonte (así, se habla de una “personalidad regional”); para los biólogos el concepto está unido al de núcleo ecológico o ecosistema: cómo un grupo heterogéneo de seres vivos coexiste y se adapta en un territorio. Los economistas regionalizan un país al dividirlo en espacios caracterizados por formas de organización de los recursos y la población; el enfoque neoclásico, incluso, con su teoría de la localización, pretende explicar las relaciones entre población y recursos, entre zonas urbanas y rurales, campo y ciudad, a partir de criterios de optimización. Para los planificadores es un espacio de aplicación de estrategias de ordenamiento territorial en aras de remediar las desigualdades. Los geógrafos utilizan el concepto en forma más versátil, al insistir en la formación histórica de los territorios condicionada, pero no determinada, por factores fisiográficos (Claude Bataillon): en el hombre el espacio no es meramente categoría a priori de conocimiento, sino experiencia acumulada, proyecto de cotidianeidad que puede continuarse o transformarse. Fueron los 2 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 antropólogos sociales quienes mostraron empíricamente que el concepto de espacio es socialmente creado porque es socialmente vivido.1 En México, la mayor parte de los estudios regionales realizados en esos años tomaron como base las grandes unidades regionales constituidas por las entidades federativas del país o por agrupaciones de ellas, lo cual constituye una limitación para ciertos tipos de análisis, debido a la gran heterogeneidad que aquellas presentan.2 Lo regional no equivale a lo estatal. Lo estatal corresponde a criterios y divisiones político-administrativas, y lo regional apunta a una integración de diversos factores de orden físico, social, económico y cultural. Esta confusión tiene su origen en torno a la ambigüedad o falta de acuerdo acerca del grado de objetividad –o viabilidad teórica- del concepto de región. Bassols la define como “parte de un territorio estructurado en forma objetiva y que no depende del arbitrio humano para existir”, aunque no pueda definirla con límites exactos.3 Otros afirman que las regiones no existen realmente y son un artificio del pensamiento humano para estudiar los diversos fenómenos de la naturaleza y de la vida social: Una de las cuestiones que quiero tratar aquí es que las regiones son hipótesis por demostrar y que, cuando se escribe historia regional, se debería intentar hacer justamente eso, demostrar tal hipótesis, antes que describir entidades antecedentes (…) el concepto tiene una utilidad considerable para nosotros. Por cierto, de acuerdo con la expresión de Claude Lévy-Strauss, las regiones son “buenas para pensar”.4 1 Guillermo de la Peña, “Los estudios regionales y la antropología social en México”, en: Pedro Pérez Herrero (compil.), Región e historia en México (1700-1850). México, Instituto MoraUniversidad Autónoma Metropolitana, 1991, pp. 126-127. 2 Véase, por ejemplo, el trabajo de Fernando Zamora, Diagnóstico económico regional. México, Secretaría de Economía, 1958, y el de Paul Lamartine Yates, El desarrollo regional de México. México, Banco de México, 1962. 3 Angel Bassols Batalla, “La división económica regional de México”, en: Investigación Económica, Vol. XXIV, Núm. 95. México, Facultad de Economía de la UNAM, Tercer Trimestre de 1964, p. 398. 4 Eric van Young, La crisis del orden colonial. Estructura agraria y rebeliones populares de la Nueva España, 1750-1821. México, Alianza Editorial, 1992, p. 430-431. 3 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 El problema básico de toda regionalización es la delimitación de regiones, cualquiera que sea el concepto de región que se utilice. Se trata de fijar límites precisos a fenómenos que por lo general no presentan discontinuidades tajantes y fácilmente discernibles, por lo que siempre habrá un área donde no sea posible distinguir con claridad si la influencia es mayor hacia un nudo u otro, o donde el o los factores determinantes del criterio de homogeneidad buscado no se presenten con suficiente claridad. Lo que quiere decir que siempre habrá un cierto grado de arbitrariedad al fijar los límites entre una y otra región,5 aunque siempre es importante precisar a qué concepto regional se refiere el análisis, es decir, el eterno problema de la definición de región. Algunos proponen la división previa del espacio en regiones bajo criterios económicos y/o geográficos estáticos. Otros piensan que es más adecuado definir centros de desarrollo, cuya vocación, estructura productiva y capacidad de dirigencia pueden llevar al máximo las posibilidades dadas por una particular estructura de los recursos y los mercados existentes. En este caso las regiones se dividirían por el alcance de las relaciones económicas que pueden generar dichos centros y en consecuencia estarían sujetas a un continuo proceso de mutaciones y adaptaciones recíprocas. Es claro que se trata de enfoques diferentes, pues mientras que el primero estaría buscando más unidad de análisis, el segundo se preocuparía fundamentalmente por la acción política.6 El concepto de región en su forma más útil es, dice van Young, “la espacialización de una relación económica”.7 Aún con esta definición tan sencilla, el autor plantea “tres razones” por las que “es aún necesario especificar lo que entendemos por regiones antes de emprender su descripción para no seguir tambaleándonos intuitivamente”. Primero, si se establecen algunas definiciones teóricas a priori, terminamos explicando un fenómeno social erróneo con referencia a las regiones; es decir, que si no sabemos lo que es una región a 5 Claudio Stern, Las regiones de México y sus niveles de desarrollo socioeconómico. México, El Colegio de México, 1973, pp. 17-19. 6 Eduardo Neira Alva, “La regionalización de las políticas de desarrollo en América Latina”, en: ILPES, Ensayos sobre planificación regional del desarrollo, op. cit., pp. 90-91. 7 Eric van Young, La crisis del orden colonial, op. cit., p. 431. 4 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 lo largo del tiempo, será difícil usar el concepto como factor explicativo de nuestro análisis. En segundo lugar, las comparaciones construidas en torno al concepto de regionalidad se vuelven enredadas si no sabemos claramente qué variables estamos comparando, o si aquellas que escogemos –ubicación de las unidades de producción, estructura de mercado, recursos, etc.- no son comparables. Finalmente, la regionalidad en sí misma es un concepto dinámico cuyo estudio puede decirnos mucho sobre los tipos fundamentales del cambio social en espacios definidos a lo largo del tiempo. Si no se tiene un modelo de lo que comprende una región, ¿cómo se manejará convincentemente el cambio, de otra forma que no sea más que descriptiva? ¿Cómo se puede empezar a recolectar información para un estudio regional cuando no se ha analizado el concepto de ciudad o región? Sería como anteponer el carro al caballo.8 En el análisis regional, sea el de la reconstrucción memoriosa del pasado – por sus actores y cronistas- o la investigación rigurosa profesional –básicamente en el ámbito académico-, la región es el objeto real de conocimiento y sujeto de la historia, en tanto la unidad social es el pueblo, la comarca, el terruño…, en donde se vive, socialmente, la regionalidad. La pregunta que se hace Young es: ¿cómo reconstruir esa sensación social y convertirla en materia de conocimiento especializado? (Sabiendo que en esa reconstrucción la historiografía regionalista ha perdido su encanto en tanto que ha ganado cientificidad académica). La respuesta es doble. La región como objeto de estudio y como sujeto de estudio es una invención, una construcción del imaginario científico, una “hipótesis por demostrar”, dice Young, que encuentra en la sistematización de datos y episodios la unidad de lo espacial, de lo cultural. De esta manera la historia y el análisis regional se convierte en una disciplina. Sin embargo, lo diverso e inasible de sus referencias conceptuales se refleja en sus resultados: “las regiones son buenas para pensar” un problema y mostrarlo, pero nada más (p. 430). Lo relevante del análisis regional, entonces, estriba en tomarlo como teatro explicativo de problemas históricos que rebasan la peculiaridad para explicar y 8 Id., pp. 431-432. 5 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 puede generalizar, resolviendo así la tensión entre la generalización y la particularización, ayudando a reconciliar la macroperspectiva con la microperspectiva, lo exógeno con lo endógeno, las relaciones interregionales y de conjunto. Dice Guillermo de la Peña que la nación es la historia de un tejido inextrincable de etnia, política y economía, y la región es la expresión espacial de tal tejido.9 Con palabras de Carol A. Smith: “Estoy a favor de la aproximación regional a los problemas económicos, pues media entre las aproximaciones del nivel local y las del macronivel, con lo cual se completan una y otra; permite la conceptualización concreta de problemas económicos sistémicos; y presta atención a las variables que no son económicas”.10 La crónica, en cambio, se recompensa con el solo placer de la lectura, pero logra más una fusión cohesionadora en el discurso político y cultural que en la investigación académica. La originalidad de la definición de Young (nuevamente: “las regiones son hipótesis por demostrar”) evita caer en el facilismo de ver regiones donde no las hay, a pesar de que la tradición histórica o geográfica las denominen como tal. Transitar por un sendero metodológico correcto implica que el concepto región no se puede construir con base a una sola delimitación disciplinaria, ni es tampoco un concepto inmutable: es un concepto histórico. La estructura interna de la región constituye también una matriz para la convergencia del espacio físico y social; el concepto de región “espacializa” las relaciones económicas y el de clase social hace globalmente lo mismo, sustituyendo la metáfora de espacio social por aquélla de distancias reales de espacio físico, o sea, “relaciones de poder asimétricas dentro del sistema”.11 9 G. de la Peña, “Los estudios regionales y la antropología social en México”, op. cit., p. 130. Carol A. Smith, “Sistemas económicos regionales: modelos geográficos y problemas socioeconómicos combinados”, en: Pedro Pérez Herrero (compil.), Región e historia en México (1700-1850). México, Instituto Mora-Universidad Autónoma Metropolitana, 1991, p. 41. 11 Id., pp. 434-435. 10 6 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 Los retos actuales del análisis regional El reto que afronta este trabajo con una mirada regional es múltiple. En principio, se trata de cómo recuperar, en el análisis regional, el problema teórico de la reelaboración de las relaciones entre la región y la nación. Si un problema epistemológico central en la investigación es el de la relación sujeto-realidad, entonces esta realidad de conocimiento tiene que ser construida de tal manera que objeto y método se planteen en forma conjunta en el proceso de la investigación. No se trata de “dejar hablar a la realidad”, que es la pretensión del empirismo, ni tampoco caer en una sobreteorización que conduce a un formalismo en el cual la realidad es “acomodada” en marcos teóricos rígidos que no permiten aprehender a lo real en toda su complejidad. “Ignorancia y bisantinismo son extremos”, dice O’Gorman, “pero los extremos se tocan”.12 Asimismo, si el conocimiento sólo puede ser planteado en forma de preguntas (“el que no sabe lo que busca no sabe lo que encuentra”, dice el dicho), el reto es cómo plantear el problema de la relación espacio-temporal a nivel regional, de tal manera que sirva para delimitar los campos de observación articulados. El primer momento de esta relación, desde el punto de vista de nuestro objeto de estudio regional, es atender reflexivamente tanto a lo que los diversos cuerpos teóricos pueden decirnos de nuestra problemática, como a la forma en que dichos cuerpos teóricos han sido construidos. La investigación social progresa metodológicamente a través de la síntesis, pero para que ésta no sea ecléctica e inútil es menester agudizar la reflexión –que tampoco sirve de mucho al margen de la investigación empírica. Síntesis y reflexión, investigación y debate, ideas y hechos: tales son las bases de la nueva indagación regional que se está construyendo; una construcción que no puede realizarse con base a una 12 Edmundo O’Gorman. Crisis y porvenir de la ciencia histórica. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006 (edición original: 1947), p. 6. 7 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 sola delimitación disciplinaria ni tampoco como un concepto inmutable: es un concepto histórico. Complementariamente, el análisis regional ayuda a resolver la tensión entre la generalización y la particularización; reconcilia la macroperspectiva con la microperspectiva, lo exógeno con lo endógeno, las relaciones intraregionales y de conjunto, en una incesante dialéctica de ida y vuelta entre el ámbito general y su expresión particular que evita el apriorismo modelístico así como el pragmatismo positivista. Una aproximación regional en tal sentido media entere las aproximaciones del nivel local y las del macronivel, con lo cual se completan una a otra permitiendo la conceptualización concreta de problemas sistémicos económicos y no económicos.13 Al mismo tiempo, ella permite cernir el carácter potencial unificador –de colectividad y de difusión territorial- existente en cada región, así como historiar la capacidad con que esa potencialidad es convertida en acción política, cultural y económica y comprender cómo, atrás de la escritura de lo nacional se encuentran, muchas veces borradas por las historias oficiales, las escrituras regionales. Un reto metodológico de la investigación social regional es afinar más el concepto de lo regional; establecer sus diferencias con lo local, analizar si la historia regional es igual a la microhistoria. Para algunos, la territorialidad podría ser el elemento que marcara algunas desigualdades, pero la introducción de variables sobre los alcances políticos y el impacto social es lo que puede contribuir a encontrar las oposiciones, partiendo del acuerdo implícito que tienen tanto la microhistoria como la historia regional para la nueva historiografía. 14 En la perspectiva del desarrollo, la importancia del enfoque regional -en particular para países como México- está dado por la indagación que hace de las regiones diferenciadas y de sus problemas peculiares sin perder la 13 Eric Van Young, La crisis del orden colonial, op. cit., pp. 430-431. Carol A. Smith, “Sistemas económicos regionales: modelos geográficos y problemas socioeconómicos combinados”, op. cit., p. 41. 14 Cfr. Carlos Martínez Assad, “Historia regional. Un apunte a la nueva historiografía”, en: Horacio Crespo et al. El historiador frente a la historia. Corrientes historiográficas actuales. México, UNAM, 1999, p. 142. 8 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 perspectiva nacional y, por ende, aplicar las medidas más eficaces para continuar o conseguir el desarrollo en ellas. La problemática del desempleo y subempleo no puede resolverse por completo en escala nacional o local. Hay que abordarla simultáneamente en escala regional, debido a la movilidad limitada de la población y de los factores productivos dentro de los mercados laborales regionales donde pueden determinarse con precisión las características de la oferta y la demanda de trabajo y establecer el equilibrio entre ellas. A raíz de la importancia, para el desarrollo, de la infraestructura y servicios, su ubicación debe determinarse bien en las primeras etapas del desarrollo, lo que no puede hacerse bien más que dentro de un amplio programa de desarrollo regional, donde los proyectos se evalúen según su interdependencia. Un ejemplo evidente de ello es la problemática de la migración, que no puede abordarla cada ciudad por separado, sino con una base espacial más amplia que incluya las zonas agrícolas de donde proceden mayoritariamente los migrantes. La relación recíproca entre el desarrollo urbano y rural es un elemento vital en este caso, y la separación de ambos aspectos resulta artificial. Adicionalmente, este hecho subraya una vez más la importancia del desarrollo regional como base para racionalizar y controlar la expansión desorbitada de los núcleos urbanos. 15 Ahora bien, la diferenciación y aún oposición entre regiones –o sus componentes sociales internos- no sustituye las contradicciones de clase sustentadas en la expansión del sistema capitalista. Ambos tipos de oposiciones se combinan en formas cuya descripción, comprensión y análisis se plantean como problema para el investigador (de lo) regional. La oposición de clase también tiene una dimensión espacial; si existe un sistema regional de clase – explicado en última instancia por la operación principal de mecanismos regionales como la hacienda, la ciudad mercado, la unidad minera…- cada 15 ILPES, Ensayos sobre planificación regional del desarrollo. México, Siglo XXI Eds., 1976, pp. 2628. 9 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 clase puede definir su región en términos diferentes.16 Yendo más allá (y en la perspectiva de las políticas de desarrollo regional): se deben tomar en cuenta no sólo los sistemas clasistas de explotación y aún el hecho, en muchas situaciones, de la explotación interétnica, sino también los sistemas de explotación interregional o colonialismo interno (Pablo González Casanova dixit). Ninguno de estos sistemas es independiente de los demás. Los efectos de la succión de recursos de todo tipo de una región (la “política de ordeña” a que se refiere Miguel Wionczek)17 sin la debida compensación, repercuten con mayor fuerza sobre la explotación de las clases y de los grupos étnicos dominados.18 En definitiva, la complejidad y los cambios de la sociedad contemporánea, en particular a partir de las dos últimas décadas del siglo XX impactan en el rumbo y las tendencias de la investigación y del análisis regional. Un hito lo constituyó la aparición de la teoría de desarrollo “desde abajo hacia arriba” y el libro de Stöhr y Taylor, cuyos elementos fundamentales son los siguientes:19 a) creación de empleos a través de la satisfacción de las necesidades regionales; b) actividades residenciales como clave del crecimiento; c) provisión de la infraestructura e instalaciones comunitarias modernas que sirven para la región; d) importancia crucial de la red bien desarrollada de instituciones de apoyo comunitario dentro de la región; e) educación comunitaria y valores territoriales; f) control territorial de la economía regional: descentralización, escala pequeña y control local; g) reconsideración del papel de los recursos naturales en el desarrollo económico regional. Hagamos hincapié en que este tipo de consideraciones fueron la base de la idea de que el desarrollo se realiza en las 16 Guillermo de la Peña, “Los estudios regionales y la antropología social en México”, op. cit., p. 161. 17 Miguel Wionczek, El nacionalismo mexicano y la inversión extranjera. México, Siglo XXI Eds., 1967. 18 Cfr. Ángel Palerm, “Ensayo de crítica al desarrollo regional en México”, en: David Barkin (compil.). Los beneficiarios del desarrollo regional. México, SEP, (SEPSETENTAS, 52), 1972, p. 17. 19 Walter B. Stöhr and D. R Fraser Taylor (eds.), Development from Above or Below? The Dialectics of Regional Planning in Developing Countries. John Wiley and Sons, Chichester, 1981. Apud Riszard Rósga, “Alternativas teóricas y metodológicas para el análisis regional. Nuevos campos del análisis regional en los años ochenta y noventa”, en: Salvador Rodríguez (coord.), El desarrollo regional en México. Antecedentes y perspectivas. México, UNAM/UAQ/AMECIDER, 1998, p. 76. 10 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 localidades o comunidades concretas, y que son ellas la condición previa para su realización. Se contemplan asimismo elementos antes marginados en el análisis regional, tales como lo político-social, la globalización y sus determinantes y las nuevas políticas económicas restrictivas, es decir, el conservadurismo económico, el neoliberalismo monetarista, que irrumpe al calor de la crisis y las políticas reestructuradoras consiguientes. La conciencia y el conocimiento cada vez mayor en torno al impacto del factor ambiental sobre el desarrollo regional y local llevan a la reivindicación de la preservación del medio ambiente mediante la utilización racional de los recursos naturales. Surge así la visión de desarrollo sustentable, es decir, un desarrollo “que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.20 Se reivindica el papel estratégico del Estado, sin caer en la estatolatría: el Estado desempeña un importante papel en el desarrollo económico y sus funciones variadas son en la actualidad más importantes que nunca, particularmente en la política social a través de las inversiones en salud, educación y otras formas de inversión social. Ello contradice la opinión de la teoría neoclásica, que confía fundamentalmente en el mercado y en el crecimiento para lograr erradicar la pobreza y conseguir mejoras en el bienestar material. El crecimiento es una condición necesaria para salir del subdesarrollo, pero no es suficiente. Precisamente cuestiones como la diferencia de género, la preservación del medio ambiente y aun el concepto de desarrollo humano (ligado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la publicación anual del Informe de desarrollo humano) se encuentran en la agenda de muchas propuestas económicas que toman su distancia respecto a aquellas de los neoclásicos. Tal deslinde se vuelve inevitable a partir de que este último enfoque implica un proceso de cambio en el cual la explotación de los recursos, la dirección de 20 Riszard Rózga, op. cit., p. 83. 11 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y el cambio institucional, están todos en armonía y fortalecen tanto el potencial económico futuro, para satisfacer las necesidades y las aspiraciones humanas. Esta percepción compleja visualiza la estrecha vinculación entre el medio ambiente y el desarrollo socioeconómico, factores que no pueden considerarse de forma aislada ante la necesidad de encontrar el nexo óptimo entre el desarrollo y el mejoramiento del medio habitado por el hombre.21 La importancia del análisis regional le viene de una doble vertiente: a) el conocimiento de la complejidad y multidimensionalidad de la estructura social, lo que exige una delimitación articulada de lo real, y b) la racionalización en el desarrollo económico y social. Ambos niveles se encuentran íntimamente ligados, ya que el conocimiento de la estructura de una sociedad (que se planta y desarrolla en un territorio específico) es un precedente indispensable para planear su desarrollo. Ya Claudio Stern planteaba, a principios de los años 1970, que el “espacio ecológico”, como uno de los factores que condicionan el espacio social, no es un fenómeno externo que se imponga al comportamiento humano, sino una dimensión de la sociedad misma, un área donde las relaciones humanas tienen lugar.22 Ahora bien, cualquier esfuerzo por dilucidar la dinámica de la realidad conlleva necesariamente la delimitación de lo real como construcción lógica que refleje los diversos niveles de concreción de la realidad, desde los cuales es posible su reconstrucción; esfuerzo de reconstrucción que plantea dos exigencias:23 a) La exigencia epistemológica, que lleva a entender la realidad y sus características (movimiento, articulación y proceso) concibiéndola como totalidad. Ello implica cuestionar no solo aquello que se observa sino la manera en que se lo observa. b) La exigencia 21 Carlos Berzosa, “El concepto de desarrollo en el siglo XX”, en: Leticia Campos (coord.), La realidad económica actual y las corrientes teóricas de su interpretación. México, UNAM-IIEc, 2002, pp.545-546. Riszard Rózga, p. 84. 22 Claudio Stern, Las regiones de México y sus niveles de desarrollo socioeconómico. México, El Colegio de México, 1973, p. 11. 23 Alfonso Corona, “Conceptualización y métodos de las ciencias regionales”, en: Salvador Rodríguez (coord.). El desarrollo regional en México. Antecedentes y perspectivas. México, UNAM/UAQ/AMECIDER, 1998, pp. 64-65. 12 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 metodológica, que plantea el desarrollo de una lógica de construcción de las relaciones entre el sujeto y la realidad; es decir, la construcción del objeto regional de estudio. Tales exigencias se traducen, en nuestro caso, en el planteamiento de un cuerpo problemático a partir del cual sometemos a la realidad que se nos presenta como tema a una serie de interrogantes, unificadas bajo la preocupación inicial de que partimos, y que se convierte en el ángulo de análisis de nuestro problema. Es decir, el enfoque a partir del cual se posibilita la reconstrucción de la especificidad del problema, y a partir de esta última, su articulación con otros niveles de análisis. En esta perspectiva, el ciclo (tiempo) y la región (ámbito espacial de las relaciones sociales) dotan al problema de caracteres propios. Una tercera dimensión de análisis presente en el ámbito/problema regional es lo económico-social, es ella la que define la especificidad del problema. El referente temporal permite relacionar lo concreto o particular (región/localidad) con lo general (el sistema económico-social nacional), y el presente (la coyuntura) con el pasado (historia regional) y con las posibilidades abiertas en el tiempo como “tendencias” o formas en que el fenómeno que es puede ser. El espacio, en su unidad y su complejidad, no como un espacio indiferente entregado a las mediciones de un geógrafo o las elucubraciones economicistas, sino un espacio vivido, creado, continuamente transformado, “significativo”, organismo vivo y siempre en reestructuración.24 Si la región se considera, por ende, como un proceso, como la dimensión espacial de una relación económico-social -de acuerdo a la clásica definición de van Young-,25 no basta considerarla como un objeto preconstruido y a priori delimitado, y se impone asimismo trascender la mera descripción, para llegar a entender los elementos, formas y procesos que la constituyen como tal. Hay un ámbito de la historiografía moderna que se interesa por el estudio de las regiones, en el marco de lo que los historiadores llaman historia regional que 24 25 Id., p. 58. Eric van Young, La crisis del orden colonial, p. 431. 13 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 implica la combinación de tiempo y espacio. Como se verá, la región se percibe aquí no como una mera superficie geográfica o sección del territorio regional, sino también como un ámbito unificado por procesos históricos particulares experimentados por la población de la zona. Esto significa que se puede dividir el todo, es decir, regionalizar el territorio nacional. Ello puede hacerse a partir de las características naturales que marcan los desarrollos históricos singulares de una región o mediante la división de tal territorio en unidades políticas tales como estados y provincias implicadas en una estructura federal con definiciones legislativas. Pero aún estas divisiones administrativas y territoriales en la forma de segmentos formales son el resultado de historias políticas específicas y de demarcaciones fronterizas heredadas del pasado. El espectro de criterios que están en la base de la regionalización ha dado lugar a incisivos e interminables debates geográficos, políticos, culturales, históricos y demográficos en torno a cuestiones como las siguientes: la forma en que se puede determinar el factor unificador de una región para así definirla con propiedad; cuál es la importancia diferenciada de las regiones en la historia de una nación; con qué pertinencia pueden los historiadores y en general la investigación social definir la región y aún justificar su historia como algo significante para la comprensión del todo, y a la inversa: cómo una regionalización específica puede olvidar procesos históricos y fenómenos inter e intrasectoriales, que importan para el caso del análisis de los ciclos económicos. El problema es, pues, cómo entender a la región y a la relación dialéctica entre lo local y lo global, teniendo presente que la discusión no es tan sólo teórica pues está anclada en la realidad y sus cambios. El mundo ha cambiado y la mirada sobre él parte de un mirador renovado que exige nuevas tipologías. En conclusión, si bien ya no hay grandes paradigmas como en el pasado, o la confrontación de paradigmas excluyentes o la búsqueda de un paradigma único, la teoría sigue siendo necesaria para explicar las causas del subdesarrollo y su impacto regional, lo que implica una mayor diversificación temática e investigativa y si el diagnóstico es acertado surgen propuestas para encontrar 14 XII JORNADAS DE INVESTIGACIÓN Revista Investigación Científica, Vol. 4, No. 2, Nueva época. Mayo - Agosto 2008 ISSN 1870-8196 salidas a las dificultades, las cuales no provienen tanto de las elaboraciones de los economistas como del resto de las ciencias sociales, donde predominan las teorías de alcance medio que recurren a fuentes diversas y revitalizan el uso de la historiografía en aras de la descripción, análisis e interpretación de procesos específicos para abordar la realidad desde una parte de ella.26 Y en el ámbito del desarrollo regional el aterrizaje de la problemática se realiza a través de su corte espacial que es la región. Con el telón de fondo de estructuras económicas, políticas y sociales basadas en la desigualdad, el poder y la sujeción, impedimento para alcanzar la justicia social, con equidad y democracia, la investigación social, desde el mirador de América Latina, ha logrado una mayor comprensión del funcionamiento de sus economías y avanzar en la formulación de propuestas claves y viables para vencer las limitaciones. Aunque lo avanzado parezca poco e insatisfactorio para el desempeño de nuestra profesión de economistas preocupados por el subdesarrollo y convencidos que puede haber otro tipo de desarrollo, que no se reduce al mero crecimiento económico: no habrá desarrollo genuino si no se hacen ciertas preguntas clave y se contestan concretamente: por un lado, desarrollo económico por quién, para quién y cómo. Por el otro, preguntarse sobre las posibilidades de un desarrollo alternativo, de otro desarrollo: uno orientado a las necesidades nacionales, con plena autonomía nacional; que sea autosuficiente (lo que implica un mecanismo de crecimiento endógeno), ecológicamente solvente e inevitablemente basado en transformaciones estructurales, sin las cuales ninguna de las metas señaladas podría ser alcanzada. 26 Cfr. Hélgio Trindade (coord.), Las ciencias sociales en América Latina en perspectiva comparada. 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