Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 Reflexiones acerca de la “autoridad” en psicoanálisis Sara Zac de Filc, Abril, 2002 Autoridad proviene del término adoptado por los romanos “auctoritas” y ha sido usado en nuestra tradición occidental como concepto fundamental en ciencias políticas, en la que se emplea en relación con poder. Hoy el uso del término autoridad se ha multiplicado y ha sido reinterpretado de muy diversas maneras con significados distintos, pero casi todos los autores distinguen autoridad legítima de autoridad coercitiva. El concepto de autoridad en psicoanálisis está fundamentalmente ligado al de legitimidad y su análisis puede ser hecho desde distintos vectores que son a la vez complementarios. Podemos enfocar la autoridad desde lo particular de la situación analítica, teniendo en cuenta los conceptos de transferencia, campo, sugestión, etc. hasta el rol del analista como autoridad; de la función del valor de la teoría como sustento de nuestro quehacer, a la conceptualización de si el psicoanálisis es o no una ciencia que por tanto le confiere autoridad; del lugar que ocupa el analista en la sesión a la aplicación del concepto de vínculo en su tres dimensiones; de lo individual a la teoría de lo grupal e institucional. Es éste un concepto que nos abre tantas perspectivas de abordaje y análisis que hace preguntarnos ¿a qué autoridad nos referimos? A la de considerar el valor de las teorías o a la consideración del valor del psicoanálisis como técnica, como método y como teoría? Cada uno de estos puntos nos vuelven a remitir a nuevos interrogantes y evitan a veces que pensemos en el objeto de nuestra inquietud que es el paciente al que buscamos ayudar a generar otro modo de pensar - se- para disminuir su dolor mental. Usamos el conocimiento para la interpretación, y esos conocimientos se originan en teorías diversas y complementarias, pero si bien nuestro interpretar debe estar basado en el conocimiento de la teoría, debe estar sólidamente fundado en lo que la transferencia y la contratransferencia nos comunican como el elemento diferenciado y princeps de nuestro conocimiento. Hay distintos enfoques acerca de qué es la autoridad en psicoanálisis. Los que sostienen que proviene de la validez de la teoría que es la que en verdad otorgaría autoridad nos hablan de perspectivas de la interpretación que dependen de cómo se considere la naturaleza del conocimiento analítico y nos dicen que esto implica a su vez la necesidad de métodos para evaluar validando o no nuestro conocimiento según que consideremos que podemos conocer algo real acerca del funcionamiento de la mente de nuestros pacientes. O que esto nunca ocurre lo que daría lugar a diferentes teorías del conocimiento para la evaluación crítica de nuestro campo pero a riesgo que a su vez de pié para construiya el lugar del analista como un lugar de imposición de poder. Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 Trabajamos con conocimientos que provienen de los procesos inconscientes que nos son comunicados a través de la transferencia y la contratransferencia que, si bien pueden considerarse inferencias y no conocimiento concreto es parte de nuestro acervo y nuestra comprensión de los procesos que se dan en el paciente, en el terapeuta y entre ambos. Por ello es que debemos considerar todas las implicancias de estos procesos, dándole a la contratransferencia en su sentido más abarcativo, el valor que tiene. Nuestra tarea se desarrolla en un contexto subjetivo, Inter subjetivo y, obviamente, la manera en que interpretamos el dato está influida por la transferencia y la contratransferencia. Y es desde ese rol que tiene el psicoanálisis como ciencia comprobada que debemos llegar a una definición de autoridad “buena “ o “ correcta” Esa concepción de autoridad que se basa en lo correcto o no, puede, según la orientación epistemológica desde la que construimos el conocimiento, llegar a implicar que en ese proceso podamos dejar de escuchar al ser humano que interrelaciona con nosotros en la sesión psicoanalítica. Podemos decir que las ciencias del hombre deben incluir también lo intersubjetivo y lo transubjetivo en la reflexión acerca de la producción del conocimiento, cosa que ya han empezado a hacer la antropología y la historia en los últimos veinte años. Si tomamos el concepto de autoridad como capacidad de, deberíamos pensar la inclusión de la transferencia - contratransferencia como una modalidad distinta del conocimiento que no está incluida ni en la deducción ni en la inducción y que es desde donde la autoridad se daría en el desarrollo del proceso. Desde la autoridad a partir del concepto de ciencia pasamos a la autoridad del analista en el consultorio y sus significaciones. Hay quien considera que el trabajo con el paciente da lugar a la experiencia psicoanalítica donde la autoridad se basa en la capacidad del analista de una actitud genuinamente maternal y o paternal que lleve a un ordenamiento homeostático es decir que de algún modo el analista digita el cambio del paciente. Pero si el analista se asume como autoridad instituida se produce un desfasaje de su rol e impide que pueda transformarse en el continente adecuado (Bion) que dé sostén como para que pueda desarrollarse la transferencia y el proceso psicoanalítico en sí. Creemos que el único derecho que tiene el analista para considerarse calificado es su capacidad, es decir, su formación incluidos su propio análisis, sus supervisiones y un constante proceso de aprendizaje en su práctica clínica que legitima para desplegar su bagaje para comprender la transferencia, y la constratransferencia que es lo que permite estimular al paciente para el pensamiento verbal en lugar Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 de acudir a la actuación. Lo cual equivale a “contener “ los aspectos infantiles de la mente y sólo a comunicar acerca de ellos. En esta relación analista - paciente, el rol del analista puede fácilmente desviarse hacia un accionar autoritario en cuanto a imponer un criterio más que a trabajar junto con el paciente en develar el inconsciente. Autoridad puede entonces, confundirse con autoritarismo. Nos parece importante tener en cuenta que muchas veces se pone en juego nuestra propia omnipotencia y seguimos en una suerte de paralelo al pensar de antemano en adquirir determinadas funciones específicas o al aplicar determinada teoría en la tarea con el paciente. . Aquí es donde debemos aplicar la idea de contratransferencia como nuestro modo inconsciente de comprender el impacto de la comunicación del paciente y del nuestro. (Un concepto desarrollado casi paralelamente por Heyman y Racker y seguido por muchos otros autores). Hay también otra dimensión desde la que pensar la autoridad en el contexto más amplio de lo institucional en donde se juegan múltiples relaciones vinculares en el marco de un establishment dado. Es ésta una estructura con una compleja multiplicidad de factores que se refieren tanto al individuo-pacientecandidato-analista, como al grupo de personas que detentan autoridad en la institución y además al conjunto de ideas que sostiene la institución y los grupos de la misma enmarcados en determinada comunidad científica. Es esta una interacción dialéctica con niveles de análisis diferente entre el psicoanalista como miembro de una institución con su determinado establishment y ese mismo psicoanalista en la situación analítica o en la supervición. con el agregado de transferencias cruzadas en los estamentos de la formación psicoanalítica. A su vez la dinámica institucional psicoanalítica se interrelaciona también con el devenir del psicoanálisis como ciencia y como técnica en el campo de las disciplinas dentro de una formación social determinada. Deberíamos también ver los efectos que tienen las prácticas y las regulaciones institucionales en cuanto a productora de normas como la definición de lo que considera “buena” técnica, buena formación, etc. Y a quien y porqué se incluye y será, creemos esto lo que finalmente actuará en el espacio de la situación analítica. Creo sí que es un riesgo pasar de ser autoridad por adjudicación o ubicación por capacidad que es lo que legitima, a ser autoritario que sería lo que justamente atenta contra la autoridad del rol evitando que se deslice a la autoridad como imposición. La función del analista es escuchar sin prejuicios y sin opinar acerca de lo que oye, al decir de Bion “sin memoria ni deseo” para después integrar esos elementos más los de su observación y sus Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 conocimientos a lo que surge de su propio inconsciente y expresarlo en la interpretación. El problema es qué se desliza aún con las mejores condiciones ya que el analista debe decodificar las señales que emergen del paciente para enviar nuevas señales que el paciente debe poder incorporar. Cuando interpretamos (Etchegoyen) lo hacemos en una situación especial que es la situación psicoanalítica, que se da en la pareja analítica que si bien es asimétrica pone en juego una combinatoria y una dinámica específica que constituye el diálogo analítico. Pero éste es un diálogo muy especial en que los dos hablan de uno que es el paciente, que le habla al analista de sí mismo cualquiera sea el contenido de lo que diga y el analista responde no hablando de sí sino del analizando. En mi opinión, la situación analítica debe ser considerada como una totalidad en la que paciente y analista constituyen una unidad funcional comprometidos de distintas maneras en un mismo proceso dinámico y cambiante donde la posición del analista cuando no se cuestiona permanentemente puede deslizarse a una de autoridad que imponga sus propias creencias. Es el riesgo de este terreno lábil y difícil el que puede y debe ser enfrentado con un permanente auto cuestionamiento y el análisis de la contratransferencia que abarca mucho más que las transferencias del analista. Esto hace que el pensamiento científico del psicoanalista sea un producto muy complejo de integración a partir de la percepción de la relación consigo mismo, con la teoría y con otros, integrado todo por la función sintética del yo. A esto también debemos agregar el impacto del contexto más amplio que incide sobre su persona con distintas reacciones que actúan sobre sus hipótesis de trabajo. Y aquí es donde tenemos que tomar en cuenta que el analista está implicado en distintos espacios sociales de interacción, su propio entorno familiar, la institución profesional y la sociedad en general. El proceso del tratamiento analítico será el que pueda darse en esa pareja analítica que implicará la autoridad del analista para ese paciente en un contexto dado. Lo importante es que la actitud del analista debe depender de lo que aparezca en el material del paciente y no lo que ocurre a veces que la interpretación depende de las teorías del analista. Nuestra posición en la tarea analítica nos ubica en un rol multifacético pero no nos da derecho a la manipulación y mucho menos a la indoctrinación ligada a nuestro propio narcisismo del que a veces ni somos conscientes. Sólo la relación transferencial y contratransferencial en el desarrollo del proceso establece una correlación entre la estructura de la mente y el tipo de proceso analítico y es el analista el que con su presencia y su actitud permite que el paciente se exprese verbalmente y muestre así sus contenidos en lugar de tener que actuarlos. Para ello el encuadre que el analista crea con cada paciente permite contener los aspectos infantiles y modular las ansiedades. Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 La naturaleza del proceso analítico es el producto que está en relación directa con la actitud básica acerca de la estructura de la mente que tenga el analista que debe estar alerta de ello. Es decir que la autoridad está en relación estrecha con la noción de poder por la inermidad del paciente, lo que hace que la relación analítica pueda deslizarse hacia el autoritarismo y se ejerza el poder del “experto” frente al “lego”. Algo de esto se traslada a la institución cuando nos pensamos dueños y depositarios de todo el conocimiento imponiendo una suerte de culto que impide más que permite el desarrollo de nuestros candidatos. Es parte del concepto de poder definir la relación de poder, según Weber y Bobbio, como una relación en que el sujeto pasivo de la relación de poder toma como criterio de su propio actuar el mando u orientación del sujeto activo sin evaluar el contenido. Así la autoridad autoritaria trasmite el mensaje sin dar razones esperando total aceptación. Es decir se establece una relación en que la autoridad se transforma en poder de imposición. Sin embargo desde Aristóteles poder era tomado como potencia y posibilidad que llevaba y es quizás a ese sentido al que debemos adherir. Potencia sería la posibilidad que tiene el poder de producir un cambio sobre algo u otro. Es decir habría otro modo de concebir la autoridad en la cual la relación se basa en la exposición de razones acerca de la o las consecuencias de determinada conducta. Cuando la autoridad como generadora de continente y conocimiento se transforma en imposición aparece una relación de poder que es imposición, que puede llevar al abuso de la transferencia y a la primacía de las convicciones presupuestas del analista. Sería, aquello que quita al otro su ajenidad para transformarlo en alguien igual o similar. (Berenstein) Suponemos entonces que el fundamento en que se basa la autoridad es la legitimidad obtenida a partir de la formación y capacitación constante, y no la dominación que ejerce violencia. Esto permite diferenciar entre autoridad legítima y autoridad coercitiva que tiende a deslizarse a poder de imposición. Sabemos que las características de la tarea analítica derivan de las condiciones que nos son necesarias para indagar y operar en el inconsciente del paciente. El analista no sólo establece una relación internalizada con el paciente que tiene, sino que toma contacto también consigo mismo, con sus propias vivencias, que dependen de sus conocimientos y su historia personal, así como también de su experiencia a lo largo de su propio análisis, de la adquirida como supervisando y de la que obtiene en su tarea con otros pacientes, así como la adquirida a través del contacto con colegas abarcados a su vez por la Institución. Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 Si el analista se involucra emocionalmente en forma excesiva pierde en el uso de su instrumento de trabajo no sólo por lo que aparece en el paciente, sino porque tenderá a generar distancia dando pié a la posibilidad de ejercer una autoridad basada en alterar su rol. En ese sentido, cuando no elaboramos suficientemente la situación de ansiedad que no es tolerada por el yo del analizando, se ve alterado el instrumento de trabajo del analista, que pierde capacidad; tanto por lo que surge en su paciente como también por la intensa participación emocional inconsciente de él mismo. Es aquí desde donde puede surgir una actitud que se ampare en la autoridad de su saber o de su rol. Este puede constituirse en uno de los peligros de nuestra posición como analistas, porque por el lugar que ocupamos podemos ser sentidos exigiendo determinado accionar de nuestros pacientes o, incluso, de nosotros mismos. Sabemos que la identificación inconsciente con el analista, el supervisor, el maestro, el líder, etc y las distintas transferencias que se juegan pueden llevar a la transmisión inconsciente de un poder carismático (Weber) dando como resultado desde conductas de sumisión a impulsos hostiles, agresivos que actúan bajo el dominio del superyo. Es esto a su vez lo que determina muchas de las problemáticas de nuestras instituciones. La verdadera función de la institución es ser garante de sentido y de valores. Creo que sólo revisando permanentemente nuestro accionar con los pacientes, con los colegas y con la institución se podrá evitar transformar el poder verbo en poder sustantivo- en tanto posibilidad de desarrollo del proceso psicoanalítico, de los pacientes, del nuestro propio y del de nuestras instituciones. De ese modo se generaría la “buena” autoridad que depende de la capacidad del analista de mirarse a sí mismo y en su vínculo con el paciente que es lo que le permitiría “escuchar bien” al paciente y desarrollar el sentido de potencialidad. CONCEPTOS. 1’ LEGITIMIDAD, CARISMÁTICO COMO AUTORITARIO, PODER, CAMBIO