“La teoría política marxista entre las transformaciones del capitalismo y el derrumbe de los socialismo realmente existentes” Sobre: Atilio Boron . Por Ricardo Pérez 20-06-2009 Localizar la teoría política marxista en el intersticio de las “transformaciones del capitalismo actual” y el derrumbe de los “socialismo realmente existentes” es –– de antemano –– una hazaña peligrosa porque instiga a incurrir en problemas diferenciales con respecto a las unidades espacios temporales y obliga a considerar el momento donde fue concebida la teoría, frente a esto –– y si no tenemos la delicadeza epistemológica necesaria –– podemos cometer errores que faciliten el tan anhelado sepelio de Marx. La salvación sin embargo hay que realizarla por respeto profesional y porque es ineludible advertir que la teoría marxista se fraguó en la sociedad capitalista y por ello sea originaria de Europa, así que la materialidad histórica nos advierte de las diferencias que existen con las civilizaciones de América Latina, estando estas diferencias presentes y denotando que la formación social de nuestro continente se diferencie profundamente con lo expuesto en las teorías de Marx. No tengamos dudas que la importancia de éstas aclaratorias sea también explicada en el Materialismo Histórico cuando se hace referencia a las diferentes “formaciones-económico-social”1 y a la necesidad de profundizar en cada una de las relaciones de cada formación, sin olvidar con ello, que la negación del sistema 1 Véase en El materialismo Histórico” D. I. Chesnokov. capitalista obedece precisamente a eso, así que siendo el capitalismo un mal arreglo para las sociedades latinoamericanas, no ha de esperarse que su negación sea tan mala diligencia como el capitalismo mismo, porque se sabe de la resistencia cultural, de la disfuncionalidad de sus instituciones2 y de los problemas de desarrollo y el poco bienestar social que se evidencia hasta nuestros días en toda América Latina. Tratándose por lo tanto de una discusión en el marco de la “Democracia y pensamiento crítico latinoamericano”, los analistas sociales rondan peligrosidades y obstáculos que fueron salvados con mucha pulcritud por Marx. De aquí tener que recordar siempre que el tema de una posible crisis de la teoría marxista sea tan viejo como su propia historia (Boron, 293). Esto nos indica además que la teoría ha sido cuestionada en lo que tiene de validez desde su misma concepción y la respuesta o el por qué del asunto radica en que bien sabida la concepción de la teoría por Marx, ésta representa la piedra de tranca para las teorías ahistóricas funcional-estructuralista e idealistas en general. Debido a esto y por esto: por qué la saña devoradora e inclemente que se ha desatado contra Marx: “¿cómo pelearse con tanto ardor contra un cadáver?” (Boron) y porqué hacerlo si realmente su teoría es considerada falsa por sus adversarios. La respuesta parece obvia al denotar preocupación constante por un devenir que indica presuntamente que se cumplan dichas escrituras, además de parecer blindada en el tiempo cuando se considera por los mismos labios de Marx que su teoría no sea un dogma y que esté sujeta a las realidades materiales de la historia y de los comportamientos políticos de los actores en general. No cabe duda tampoco sobre las consideraciones de su teoría y si ésta deba ser pensada como un manual político de la acción o como un documento científico cuando es ambas cosas a la vez; pero Boron no admite algunas limitaciones que bien pudieran convertirse en el talón de Aquiles de sus postulados al considerar sin más ni menos que la validez explicativa de la teoría de Marx permitiera comprender el funcionamiento y concreción de las sociedades contemporáneas capitalista y forzar así una pertinencia epistemológica que explique la sociedad post capitalista como si ésta fuere un devenir lógico e inmutable de la teoría marxista. 2 Véase: “La crisis hegemónica del Estado en América Latina” N. Lechner. Sin embargo, “mientras el capitalismo, fiel a su naturaleza, siga produciendo cada vez más miseria, opresión, explotación, degradando el medioambiente y vaciando nuestras incipientes democracias, la vigencia del marxismo no hará otra cosa que acentuarse día tras día.” (A. Boron). Como vemos, no cabe dudad tampoco que la negación del capitalismo supere con creses los postulados filosóficos de sus defensores, todo esto sin dejar de señalar por lo tanto que poco han logrado aportar al análisis de la estructura capitalista y que sus postulados no sean otra cosa que idealismo puro. No obstante creemos que es menester señalar asimismo sobre una de las grandes dificultades de todos los tiempos que tiene que ver –– a nuestro entender –– con la necesidad de acabar con la historia. Los pensadores de derecha y sobre todos aquellos estructuralistas y funcionalistas3 de la teoría social clásica aborrecen tener que admitir que la historia existe. La idea de sus delirios ronda o persigue por lo tanto considerar que todo es estático y que nada cambia; pero Marx siempre fue muy inteligente en considerar que la causa eficiente de toda formación social sea el punto de partida de todo análisis, esto por supuesto porque rompe de lleno con el individualismo metodológico y con el idealismo que suele partir de ideas que no tienen basamentos materiales o no se relacionan dialécticamente entre sí. Como podemos entender hasta aquí las consecuencias políticas de concebir una sociedad sin tiempo ni historia son de grandes dimensiones para constreñirla en un funcionalismo del tipo parsoniano que Borón entiende como algo que: “… trata de enterrar una utopía, un proyecto de transformación social, para poder conferirle al presente –– esta sociedad capitalista, con sus injusticias e inequidades –– los anhelados dones de la eternidad.” (295) 3 Entiéndase: E Durkheim, Robert K Merton, Malinowski entre otros. Sin embargo, esta insistente idea quedó mutilada por el “método de la construcción de la realidad”4 de Marx cuando fundó las bases epistemológicas de la ciencia social clásica, hecho que está admitido de lleno en las ciencias sociales; pero que su complejidad entre otras cosas dificulta su aceptación. Pero como nos indica Boron, la sociedad sin historia es una quimera inventada con el fin de acabar con el Materialismo Histórico y es la misma fullería que trataría de enterrar a Marx siglos después con las famosas palabras del pensador neo-liberal Fukuyama. Otros ataques en este sentido apuntarían con terror a la posibilidad de que América Latina transitaría posiblemente hacia un modelo socialista y reviviría de alguna manera u otra el pensamiento de Marx, el cual ha sido neutralizado en Europa y EE.UU. con las teorías funcionalistas, el pragmatismo y el post-modernismo. Sin embargo, Boron nos habla que frente a las realidades de la época en que vive América Latina y el mundo entero, el socialismo marxista aparece como la luz al fin del túnel y como una esperanza para la humanidad, ya que las propuestas keynesianas y el neo-liberalismo no producen otra cosa que miseria y hambre por doquier, sin embargo, creo que este farol al final del túnel es muy posible allá en su lugar de origen y no tiene porque serlo exclusivamente en América Latina. Igualmente podemos decir que las grandes virtudes de una buena y correcta formulación teórica la encuentra Boron cuando hace mención sobre “la dialéctica del revisionismo permanente” donde señala que precisamente la teoría marxista prevé la posibilidad de auto-renovarse porque de antemano Marx consideró que “todo fluye y toda cambia” (Heráclito). Por ello han sido los mismos Marx y Engels en compañía de otros intelectuales materialistas los que han dado una revisión pertinente a sus mismas formulaciones, cosa que no es posible en aquellas teorías capitalistas que al carecer de relaciones con la variable tiempo se desfasan inmediatamente frente al curso de la historia. Así vemos como la teoría marxista es versátil y renovable y ha sido adaptada en diferentes formaciones sociales para las cuales se han tenido que El método se encuentra en: “Contribución a la critica de la Economía Política" Berlín Karl Marx. 1859”. Y se puede leer un ensayo sobre: “El método marxista en la praxis revolucionaria” Ricardo Pérez: http:// sociologíaldia.lacoctelera.net. 4 hacer ajustes que en todo caso fueron advertidas inicialmente por Marx y por Engels como hemos venido señalando. “¿Qué nos revela esta serie de ejemplos? Que cada uno de los “grandes” de la historia del marxismo fue un revisionista y que, contrariamente a lo que suelen sostener sus críticos más enfervorizados, el marxismo no es la coagulación de un conjunto de categorías teóricas gestadas en el siglo XIX y ritualmente invocadas por espíritus simples – o porfiados – en los albores del siglo XXI” (297) Sin embargo, la contumacia frente a esto consiste en hacer creer que la teoría marxista sea un dogma religioso, un sistema de creencias cerrado que sólo admite refutaciones con sus propios mecanismos cuando en realidad contienen en sus aforismos conceptuales todo un arsenal para la acción y para la compresión de la realidad social, la cual versa audazmente desde las realidades materiales hasta la comprensión que frente a ella toma el individuo dominado por la alienación y la ideologías de las clases dominantes, por ello sus relaciones dialécticas entre la utopía y la praxis revolucionaria y por que no, hasta las reformulaciones más atrevidas e incisivas para la toma del poder realizadas posteriormente por el mismo Vladimir Ilich Ulianov. De igual manera, en materia social la realidad hasta nuestro días –– y considero útil hablar aquí de ello –– reposa en que no sólo la epistemología marxista sea la que fundó las bases fundamentales para la comprensión de la realidad, sino que su complejidad suele dejar perplejo a muchos los “intelectuales” de las ciencias sociales que al no poder entender su dialéctica del cambio entre la utopía y la historia corren despavoríos a refugiarse en el positivismo metodológico, el cual no puede ni deja superar la visión simplista de lo “dado” y los remite al mismo tiempo a convertirse en retractores automáticos de los cuestionamientos teóricos de Marx y a legitimar todo un “estado de cosas” que por su presentación en “forma invertida”5 Se dice en sociología que la realidad se presenta en forma invertida o en palabras de Marx: “Si las cosas fueran como se presentan, la ciencia entera sobraría” 1848. 55 resulta difíciles de comprender. No conformes con esto, Boron nos dice que el positivismo pretende separar las valoraciones éticas sobre la sociedad para imprimir en ellas una especie de pensamiento laico que no admite juicios sobre lo bueno y lo malo para el hombre. El asunto es una condicionante letal al pretender la idiotez científica que deba presentar los hechos sociales tal cual y como se presentan sin distinguir en ellos la posibilidad de cambio o valoración alguna. Así con estas premisas, Boron nos habla del rompimiento de una unidad discursiva ligada a un fuerte aparato crítico que admite el uso de la utopía como forma elemental del cambio y como uso racional de la unión entre la teoría y la praxis. Otras de los ya conocidos embates contra el marxismo es tratar de anexionarlo a yunque y martillo a corrientes religiosas como mencionamos anteriormente. De aquí las persecuciones en los tiempos de Hitler contra los materialistas y la satanización endosada por parte de movimientos similares a estos: “Al proceder de esta manera no hace sino reiterar tardíamente la desdichada tesis de Alvin Gouldner según la cual el marxismo es una síntesis entre religión y ciencia, un verdadero “sincretismo que funde la ciencia con la promesa milenarista del cristianismo de eliminar todo sufrimiento e imponer la hermandad” (299) La religiosidad transferida a las teorías marxistas no superan en nada las pretensiones de un supuesto estado natural de cosas y de una razón que a saber en los pensadores liberales proviene de Dios, del cual se emana un supuesto derecho sobre los demás y que suele estar presente en todos sus dogmas religiosos, porque finalmente son ellos y no precisamente Marx los que legitiman una supuesta representación de Dios en el Rey o Monarca. Sin embargo, estos elementos toman otros matices dentro de la sociedad liberal de EE.UU. donde Boron indica que precisamente son las condiciones objetivas de la sociedad norteamericana que permitieron que se insertaran en el sentido común de su pueblo una mera religión burguesa capitalista de corte liberal como la implantada realmente en esa nación. Sobre América Latina Boron hace las salvaciones y diferenciaciones de una conformidad ideológica sustentada en latifundistas señoriales y nos habla sobre la brutal implantación de su cultura con “la cruz en la mano”6, donde la inquisición revelaría finalmente su rostro autoritario y colonialista que le caracteriza. Como vemos, las críticas que recurren desorientadas sobre el marxismo sucumben por la exigencia de realidades y formas explicitas que en vísperas de algo mejor se traducen en elementos científicos que no escapan de la realidad actual y que impulsan arduamente a los proletarios a luchar por la revolución, sin embargo, son múltiples las condiciones que se fermentan en el curso de los acontecimientos políticos y, la teoría misma junto con otras innumerables causas conforman los indicios de la revolución concretada en la historia. En este sentido las críticas contra Marx –– cree Boron –– puedan tener su mal juicio debido a las interpretaciones de la Academia de las Ciencias de la URSS, donde según él se distorsionaron y dañaron tanto el material teórico como la praxis en si. Frente a esto no cabe duda que cuando se enviste a un autor hay que hacerlo directamente sobre sus escritos y toda interpretación sobre sus ensayistas no conforme un material digno de estudio que se pueda tomar en cuenta, tampoco cabe menor duda de las confusiones que se han realizado y que traen con ello la tergiversación de la teoría, sin olvidar por supuesto, que difícilmente un positivista pueda escudriñar el marxismo sin cometer la torpeza de mal interpretarlo. Frente a esto Boron no calla su argumento y nos dice que la teoría marxista está blindada con el paso del tiempo y que se formula y reformula constantemente y que sería un grosso error creer que permanezca estable en el tiempo. Pero al parecer el mejor enemigo del marxismo ya no puede ser la evolución social7 porque se ha demostrado su capacidad reformulativa en los escritos de Lenin, Trotsky, Bujarin, Kautsky, Luxemburgo, Korsch, Lukacs, Hilferding y otros más 6 7 La expresión le pertenece Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina” No me refiero a evolución lineal ni ha evolución al estilo de Espencer, me refiero a evolución dialéctica. (Boron), sino las nuevas postulaciones relacionadas con la desmaterialización de la producción y los cambios cualitativos en las estructuras capitalista, así como la caída de los socialismo reales de las cuales el supuesto marxista ya nada tiene que ver porque es ––– para ellos –– una teoría anticuada que no da pie con lo nuevo, sin embargo, Boron nos dice que más antiguas y épicas resultan las teorías liberales de Adams Smith que fueron publicadas en 1776 con “la riqueza de las naciones”, las cuales se sustentan en una supuesta mano invisible que controla el mercado y que se diferencia históricamente de los escritos de Marx –– como “la ideología alemana” –– por su fecha de publicación 1845 y 1846. Además de esto, el constante rebusque y envolvimiento de sus teorías es parte de otra realidad que se presenta con el plagio de sus descubrimientos presentados desde otras perspectivas, así como la presentación de los mismo con nombres novedosos siendo en su contenido exactamente afirmaciones y descubrimientos propios de la teoría marxista. Sin embargo, el mayor énfasis de estas críticas reposa en una nueva anatomía de la sociedad capitalista que supuestamente alteró el carácter de las relaciones de producción (Boron). Pero al ver, no hace faltan anteojos porque la explotación del hombre por el hombre como la acumulación de riqueza producto del trabajo ajeno siguen estando presentes. Igualmente indolentes estas argumentaciones pretende con un repetir infinito hacer creer que ahora la explotación no existe porque supuestamente no hay materialidad entre dinero-mercancía-dinero, pero lo cierto es, que no sólo se ha instaurado una relación dinero-dinero expulsando la categoría trabajo, sino que todo esto es posible por la contradicción clásica entre los medios de producción y las fuerzas productivas señaladas por Marx, así que difícilmente alguien pueda omitir la aguda visión de Marx en esto, pues a saber: la alimentación entre otras cosas no es posible realizarla de forma inmaterial. Como vemos, la realidad histórica nos ubica nuevamente en un neocapitalismo y nos aleja de un post-capitalismo, pues la contradicciones de clases y los conflictos de todo orden permanecen intactos auque asuman nuevas formas de presentación. Frente a esto brota un supuesto “adiós al proletariado” que se presenta para indicar el fin de la lucha de clases omitiendo la evolución de los sistemas de represión implantados en los países capitalista bajo una supuesta legitimidad del uso de la violencia (Weber) que termina de explicar no sólo las violentas luchas que se presentan, sino los momentos de gloria cuando el capitalismo suele someter a poblaciones y países enteros a la conformidad absoluta. Esta posible consagración de la dominación nos remite por supuesto al rompimiento con la historia. La caída del socialismo real y del bloque soviético indicaría el fin de la historia y el fin del conflicto (Fukuyama). La metáfora sería el mundo sin conflictos pero con grandes diferencias de clase, sin embargo: el argumento –– como vemos –– cae por su propio peso porque supone de inmediato la dominación absoluta y la mínima capacidad de respuesta del individuo. Se omite además ante ello los grandes logros productos de las luchas sociales llevadas a cavo por los proletariados, auque esto no deje de indicar que ciertamente haya disminuido la capacidad de respuesta de la clase obrera frente a la aparición de las clases media que sirve de mecanismo de enfriamiento en el conflicto social. Creo significativo señalar aquí nuevamente sobre las salvedades que tienen que ver con la formación social latinoamericana, pues a decir: no existe una formulación real de las luchas de clases tal cual como lo indica el marxismo, creo además con ello haber hechos estos señalamientos anteriormente y no redundaré en entender lo que de anteojos se presenta como un hecho donde hay que tomar en cuesta otros aspectos inherentes en América Latina y que están ausentes en la teoría social de Marx, sin omitir por ello, que los antagonismos de clases estén presentes. Por otra parte, es indudable que las relaciones de clases y las relaciones de producción en general se hallan complejizado en Europa tanto como en EE.UU. y no menos cierta seria que esta complejización adquiera un doble giro en América Latina y que complique su conformación originaria. La clases de los proletariados por supuesto obedece a una coyuntura histórica y no tienen porque ser eterna en todo el desarrollo de la historia (Boron), por lo menos no desde el punto de vista estricto, pues no hay ninguna diferencia en ser explotado indirectamente que explotado por la relación directa con los medios de producción, así que proletariados somos todos aquellos que por una razón o la otra no tenemos propiedad sobre los principales medios de producción, entiéndase tierra, capital y trabajo: “…es preciso admitir que la fisonomía actual de la clase obrera dista mucho de ser la que Marx conociera en su época. La fragmentación del proletariado, su empequeñecimiento y ulterior recomposición constituyen datos insoslayables, sobre todo en los capitalismos metropolitanos, no tanto así en la periferia; pero hablar, sin más trámites, de la progresiva desaparición de las clases, resulta por lo menos una conjetura un tanto apresurada” (Boron:312) No cabe duda que la complejización de las relaciones de clase se agudicen a partir de los años setenta y ochenta en América Latina y que sea precisamente con la llegada de las políticas neo-liberales que se atomicen en mayor medida las clases explotadas, esto por supuesto trae la consecuencia inmediata de la división política que favorece la dominación capitalista, así, con los supuestos legados de la reducción del sector público y la reducción del Estado surgen nuevas formas de relación alrededor de los medios de producción, porque al mismo tiempo que se difuminan los conflictos, el bloque de los burgueses se achica y se consolida en mayor medida, confirmando con esto las contradicciones del sistema al concretarse que la mayor parte del capital mundial repose en sólo un pequeño porcentaje de la población, quedando inmensa cantidad de personas desposeídas de toda forma o medio de subsistencia y acelerando por lo menos en América Latina estallidos sociales por todo el continente. “La creciente complejidad de los capitalismos contemporáneos ha creado nuevas líneas de conflicto, que coexisten articuladamente con el antagonismo de clases. Y éste sigue siendo, tanto en los capitalismos centrales como en la periferia del sistema, la “falla geológica” fundamental de nuestras sociedades.” (313) La realidad de la situación in strictus sensus es que la atomización social junto con la dominación total de los medios de comunicación y la fuerte represión aplicada desde el Estado son condicionantes o retardadores del conflicto social. Frente a esto la izquierda debe o deba optar por nuevas formas de luchas y no creer que sea precisamente la clase de los proletariados los encargados de ponerle el cascabel al gato. La política liberal sin embargo sigue bebiendo de su propio veneno y no menos cierto es que figuran aún el mito de la libre competencia y el mercado y que lejos están de ser reales o viables. Así vemos como la crisis se evidencia mayormente por la falta de creatividad y por la recurrente revisión de los postulados marxista para ganar adeptos con escapulario ajeno, esto por supuesto no deja de ser una practica para lograr objetivos mayores sin importarnos que el más astuto de los capitalista suele creerse un sabio con el uso de las teorías de Smith y Keynes, pero lo que importa es que existen nuevas realidades histórico sociales que reclaman una mejor adaptación y manejo de tácticas y estrategias para detener definitivamente al capitalismo. “Hay muchos problemas de diverso tipo: teóricos, referidos a su capacidad de interpretar y explicar correctamente la realidad de nuestro tiempo, y prácticos, relativos a las estrategias y resultados de los diversos ensayos de transformación social realizados en nombre de Marx y cuyas gravísimas insuficiencias y deformaciones han ocasionado, en varios casos, su tan estrepitoso como merecido derrumbe.” (317) Boron sin embargo se presenta más optimista si se quiere y nos dice que hoy en día el marxismo se presenta con mayor vitalidad y centra sobre sus ejes las discusiones existencialistas de los problemas de la sociedad actual; pero no hay que subestimar las crisis de las interpretaciones marxistas donde resalta por su complejidad espacio temporal las esperanzas que se esperan de sus aplicaciones sobre América Latina. En este aspecto Boron indica que las crisis del socialismo en América latina sea también una consecuencia del fracaso del socialismo en Europa: “En efecto, la crisis del marxismo latino hundía sus raíces en el fracaso de la revolución en Occidente. La actual añade un elemento cualitativamente distinto: el fracaso de las experiencias de construcción del socialismo, producto de las gravísimas distorsiones registradas en las experiencias más importantes, que se baten en retirada frente a un capitalismo triunfante. Esto modifica decisivamente la geografía de la política internacional e inclina abrumadoramente el fiel de la balanza en dirección de Occidente” (318). Son contundentes estás palabras porque entre líneas se deja ver la acotación que tanto reclamo y reclamaré a los malos practicantes del marxismo. Radica aquí en pocas palabras que no existe un devenir socialista para América Latina, pues ella tiene fuerzas y creatividad suficiente como para instaurar un nuevo estilo de vida que difiera totalmente del capitalismo sin tener necesidad de copiar al carbón los preceptos del socialismo marxista. Para seguir a Marx, no cabe dudad de la necesidad de tomar en cuenta las realidades materiales de nuestra época y así advertir nuevamente que buena parte de nuestras designios como pensadores de izquierda sea la caída del capitalismo sin que esto tenga necesariamente que ser un devenir –– como dije antes –– de la sociedad socialista. En este sentido, la realidad del cambio climático y la destrucción de la naturaleza representan una agraviante muy compleja y letal que no permite seguir ningún modelo de desarrollo industrial por muy social que sea la propiedad sobre los medios de producción, aunque esto sea en parte la erradicación parcial y “pueda significar algo tan tremendo como la definitiva erradicación de tan bella y noble utopía del reino de este mundo” (Boron). Bibliografía consultada. Boron, Atilio. Estado, capitalismo y democracia en America Latina. Coleccion Secretaria Ejecutiva, Clacso, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Agosto 2003. Karl Marx. Contribución a la critica de la Economía Política" Berlín 1859. Louis Althusser. "La revolución teórica de Marx" Siglo Veintiuno editores. 1974.