Los editores de Carmen

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Domingo
*
Pira Pagana
Carlos Mal Pacheco
Los editores de Carmen
En la otrora “Máquina de escribir” se publicaron las primeras obras
de muchos jóvenes, como Juan Villoro, Bárbara Jacobs, Antonio
Deltoro y la propia Carmen Boullosa
Por Marina Ruiz
“La hora del preguntón”
“La hora del preguntón” era
un programa de concursos
para niños que pasaba en
televisión local y desapareció
en los noventa, después de
décadas de vida. Era conducida por “El Preguntón”, Jorge
C. Aubert. (¿Cuan Aubert?),
presentador también del infame “Risas, estrellitas y sonrisas”, programa que aún sigue
transmitiéndose y es hoy conducido por otros, seguramente por un puñado de niños
hiperactivos y alguna persona
que debe odiar el rumbo que
tomó su vida.
“El Preguntón” (este
apodo lo hace sonar como
enemigo de Batman) era un
sujeto con un rostro anegado
de mezquindad y odio por los
niños y que, curiosamente,
terminó trabajando exclusivamente en programas infantiles. Ahora que lo recuerdo
me parece muy cruel. Es como
si a mí me pusieran a trabajar
en un programa de televisión
sobre cucarachas o “La hora
del jazz blanco”. Qué malditos
los del Canal 12.
LHDP en verdad se llamaba “Lluvia de cheques: La
Hora del Preguntón”, porque
(me cuentan mis tías) en
los inicios del programa el
preguntón premiaba a los
ganadores con cheques del
Banco de México válidos por
cantidades nimias. Tal vez por
eso el programa comenzó a
ser frecuentado por los niños
del gueto. Como yo.
Cuando estaba en secundaria fui por primera vez a
LHDP con la idea de tratar
de ganarnos los premios que
ameritaba nuestra pericia al
saber el nombre del asesino
de Álvaro Obregón (León
Toral) o la capital de Turquía
(Ankara).
Entrar al estudio del
Canal 12 para ser parte de la
audiencia-concursantes era
humillante y atroz. Uno o
dos homínidos autoritarios
abrían la puerta por unos
segundos y los que podían
colarse entraban. Cuando se
llenaba el lugar los demás
teníamos que volver a casa. Y
me refiero a tomar un maldito
camión a las tres de la maldita
tarde desde el maldito Canal
12 hasta las malditas Lomas
de Madrid 1, como a 20 kilómetros a 45 grados Celsius.
Ya dentro del estudio
(aparte de los hospitales
fue el primer lugar con aire
acondicionado que recuerdo
haber visitado) esto es lo que
pasaba: “El Preguntón” solía
acercarse (no mucho) a decirnos que nos calláramos hasta
que terminara la canción de
inicio y que aplaudiéramos
sólo cuando él lo indicara.
No se veía de buen humor,
ni feliz de estar ganándose
el pan en un lugar con aire
acondicionado.
“El Preguntón” se sentaba, daba la bienvenida a los
televidentes y comenzaba con
las preguntas, no sin antes
presentar a “La Secretaria”,
quien era siempre una niña
de nuestra edad (teníamos
entre 10 y 15 años, grandes
como para tomar un camión,
pero no tan grandes, porque
Perfiles : 03
23 de septiembre de 2007
Hermosillo, Sonora, México
ir al show del preguntón era
motivo de burla) se encargaba de contestar el teléfono
para fiscalizar las respuestas
de los concursantes desde
casa (en mi casa no había
teléfono todavía).
Personaje famoso
“El Preguntón” era famoso (localmente, claro) por la
manera en que arregló un
importante problema logístico en su programa: ¿Cómo
elegir entre la multitud que
levantaba su mano para contestar, al privilegiado que
aparecería en la tele para
hacer orgullosa a su familia
al decir la respuesta correcta
y ganarse un paletón o una
soda?
Fácil: Nos llamaba por
nombres como “Hey, tú, el
camisa rayada... Tú, el lengua
peluda... Tú el cara de chango... tú el nariz de bola... tú el
cara de imbécil...” Bueno, ese
último no. Pero yo vi en su
cara una especie de placer al
decirnos esos apodos... como
si de manera velada disfrutara desahogar en nosotros, la
niñez pobre de Hermosillo,
todo su odio por la humanidad y su vida vacía de celebridad miniatura.
Cuando el programa terminaba se apagaban los
reflectores y “El Preguntón”
se iba sin voltear a vernos ni
decir una palabra. Hace pocos
años llegó a mis manos una
joya: Un VHS con grabaciones del Canal 12 en 1984, más
o menos. Éstas me dieron una
pista para saber qué había
pasado con Jorge Caubert,
por qué los cúmulos demoniacos de la misantropía le
habían amargado la sangre:
En la cinta vi al “Preguntón”
presentando una película
“de arte”. Daba una reseñasinopsis de la misma en un
tono serio y “cultural”. Esa
es la clave. Al parecer “El
Preguntón” era una especie
de agregado cultural del Canal
12, como Sergio Romano en
Telemax. Cuando el canal se
dio cuenta de que la cultura
no funciona en Sonora decidieron darle programas para
niños porque simplemente
no tenían otro lugar dónde
poner a nuestro pobre villano
de Batman. Por eso.
Hace poco lo vi en el VH
comprando cosas inocuas (no
inicuas). Me daban ganas
de saludarlo y decirle “¿Es
usted “El Preguntón”? “Holy
fucking shit!... ¡Yo iba a su
programa!”, para que se sintiera bien. Pero decidí que no,
porque si, como me imagino, fantaseó alguna vez con
matarnos a todos los niños
del gueto que íbamos a su
programa, pensé que sería
mejor no acercarme a alguien
que planeó mi muerte, aun
indirectamente. Es una como
regla que tengo.
Ah, las memorias… Si
alguien conoce al Preguntón,
dígale que me gustaría entrevistarlo sobre su carrera.
Cambio y fuera. Lectores,
feliz domingo.
* Carlos Pacheco estudia un doctorado de
Literatura en la Universidad de Arizona.
Correo electrónico: [email protected]
Conocí a Carmen Boullosa
hace algo más de 10 años,
cuando presentó en El
Colegio de Sonora su libro
“La milagrosa”. Inés Martínez
de Castro me invitó a cenar
con ella y recuerdo que charlamos sobre su gran interés
en preservar la belleza del lenguaje como un apoyo eficaz a
la estructura literaria.
En aquella ocasión me
pareció una encantadora y
joven colegiala de voz suave
y afectuosa. Hace poco la
vi en televisión y volvió a
parecerme una encantadora
y joven colegiala de voz suave
y afectuosa.
Acabo de leer su artículo
“Los editores salvajes”, que
es el retrato de un momento
de la literatura mexicana en
que participaron ella y un
grupo de inquietos jóvenes,
además de un recordatorio
del escritor Roberto Bolaño,
que por esas fecha vivía en
México y pertenecía al grupo
que creó, o ayudó a crear:
“Los Infrarealistas”, deseosos
de dinamitar todo lo establecido. O casi todo. Pero es, en
primer lugar, un merecido
testimonio de gratitud y cariño a dos hombres que, muy
jóvenes aún, dieron aliento y
apoyo a quienes se iniciaban
en la ardua tarea de la escritura: Federico Campbell y Juan
Pascoe.
El Distrito Federal era en
aquellos tiempos una ciudad un poco menos agresiva
que la actual. Con bastante
nostalgia, Carmen Boullosa
la divide en dos periodos:
AEV (antes de los ejes viales)
y DEV (después de los ejes
viales, que según ella, le dieron en la crisma). En la era
AEV, “una legión de jóvenes
artistas queríamos ser poetas”. Muchos no pasaron del
intento. Otros fueron cuajando y formándose al amparo
de la Universidad, de los
seminarios sobre literatura
que aquí y allá se impartían y
de sus adhesiones a diferentes grupos, principalmente
los efrainistas, que seguían
a Efraín Huerta, y los octavistas, seguidores de Octavio
Paz.
Asamblea de poetas
En el antiguo departamento de Federico Campbell se
reunía una “Asamblea” de
poetas noveles que, a decir
de Carmen, había reunido
Gabriel Zaid, ya reconocido
ensayista.
Campbell trabajaba por
aquellos días en la edición de
la revista “Mundo médico”
y estaba escribiendo su primera novela, “Todo lo de las
focas”. Había ahorrado para
irse de viaje a la India, pero
decidió quedarse y organizar
una pequeña editorial llamada “La máquina de escribir”.
Bajo la parquedad de palabras, Federico esconde mucha
FOTOS: Luis Fernando García / Serie “Monos y monas en fototgrafía”.
ternura. El nombre era en
recuerdo de una máquina
de escribir que le regaló su
madre, cuando al fin se convencieron, él y ella, que escribir era el destino de un hijo
que intentó ser abogado.
Nunca se comerció con los
libros, pero todos tuvieron
una amplia difusión entre los
más importantes intelectuales y críticos del momento.
En “La máquina de escribir”
se publicaron las primeras
obras de muchos jóvenes,
como Juan Villoro, Bárbara
Jacobs, José María Espinasa,
Antonio Deltoro y la propia
Carmen Boullosa, entre otros,
pero igualmente se publicó a escritores ya conocidos: Margo Glantz, Eduardo
Lizalde, María Luisa Puga,
David Huerta y Jorge Aguilar
Mora. En Sonora recibíamos,
vía correo, nuestro ejemplar
de las ediciones.
El tiraje dependía del dinero disponible para comprar
papel. El que podía, cooperaba, el que no, como la propia
Carmen Boullosa, recibía su
edición gratis. ¿No será la
cosecha de aquella siembra,
la causa de que en cualquier
café o restaurante, a la salida
del cine o simplemente cami-
nando por la calle, siempre
haya un conocido que se
acerca a saludar con afecto a
Federico?
El verano pasado fui con él
a un acto del Grupo Semillas,
del que es vicepresidenta su
esposa Carmen Gaitán, y que
por motivos de organización
se nos había adelantado.
Desde la entrada al auditorio
de Antropología lo “secuestraron” y yo dudaba si tendría
que regresar a mi casa en
camión.
Historia de la imprenta
Juan Pascoe es un erudito
en historia de la imprenta,
sobre todo de la imprenta
en la Nueva España. En su
faceta de impresor, adquirió una reliquia del siglo
XIX: Una prensa plana con
caracteres movibles, fechada, según Carmen Boullosa,
en 1838. Con ella fundó,
también en su casa, el “Taller
Martín Pescador”, nombre
que se debe a Roberto Bolaño.
Juan fue el primer editor de
Bolaño.
Personalmente “formaba”
los textos con la tipografía de
plomo, los imprimía sobre
papel húmedo, los encuadernaba y los cosía. “Casi como lo
hacía Gutember”, según dice
el poeta Francisco Segovia,
también editado por Pascoe.
Los libros y plaquettes tenían
un encantador aspecto rústico. Luego, en fiestas que
organizaba en su casa, donde
además tocaba el violín, se
hacía el trabajo de distribución entre los asistentes.
En otra de sus facetas, Juan
Pascoe es violinista. Con otros
compañeros fundó el grupo
musical Mono Blanco, que
concentró todos sus esfuerzos
en el rescate del auténtico
son jarocho, auspiciados por
la Secretaría de Educación
Pública. Durante los 20 años
que duró el grupo, Pascoe no
descuidó su labor editorial,
que a la fecha es una de las
más prestigiadas en México.
Por puro amor al arte y al
oficio, Carmen tiene, en su
propia casa de Brooklyn, una
pequeña prensa Browstone
de 1853, con la que creó el
taller privado Tres Sirenas.
Allí hace ediciones artísticas
de poco tiraje. Quizá por
reminiscencia de aquellos
días en que una imprenta era
lo más anhelado.
* Marina Ruiz García es lectora de Perfiles.
Correo electrónico: [email protected]
Una memoria cantora
No quiero verte llorar,
no quiero ver que las penas
se metan en tu alma buena
por culpa de mi querer.
“Renunciación” / Antonio Valdés Herrera
Por Mario Arturo Ramos
El 13 de septiembre de
1922, en el poblado Yaqui
de Cócorit, Sonora, llegó al
mundo el compositor e intérprete Antonio Valdés Herrera,
integrante de la familia formada por Tomás Valdés y
Carlota Herrera Esquer, quien
al cumplir 18 años abandonó su lugar natal instalando
su residencia en la ciudad
más calurosa de México:
“Mexicali Rose”, donde ingresó a la Policía de esa población
durando en este oficio casi
un año.
Las necesidades de sobrevivencia del sonorense lo llevaron a diferentes empleos:
Pizcador de algodón, esti-
bador en la aduana fronteriza, “fayuquero”, locutor,
actor y cantante de carpa
de variedades. En el último
trabajo conoció a Luis Pérez
Meza, el famoso “Trovador
del campo”, quien influyó
de manera determinante
en la actividad artística de
Antonio, dándole ánimo para
que continuara componiendo
y cantando sus obras.
Conquistó éxito
En busca de mejores
oportunidades se trasladó a
la capital del País el año
de 1957, donde formó con
Carolina Arias Navarro el
Dueto Amanecer, grabando
ocho long plays con que rápidamente conquistó el éxito.
En 1961, producto de su
inspiración, nació el corrido
“Puro cachanilla”, grabado
por primera vez por el cantante ranchero Caín Hábeas.
El corrido se anidó con velocidad en la memoria cantora de
los mexicalenses, convirtiéndose en el himno regional de
esa ciudad.
Se fue al clarear el alba
por el camino bañada en llanto
y yo que la quiero tanto
lleno de orgullo la vi partir.
“Con mis propias manos”
Valdés Herrera creó un
repertorio de más de 200
canciones rancheras, vals,
danzas, boleros, corridos
etcétera, que fueron grabadas por conocidos cantantes
que buscaban su repertorio
por lo “sentido” y auténtico,
gozó de reconocimientos y
homenajes en distintos lugares de la República, donde se
le reconoció como un genuino
compositor que trataba de
dejar en sus obras lo mejor
de él.
En la década de los ochenta
dio vida a un homenaje a su
Cócorit querido, el cual tituló
“Tierra generosa”, lamentablemente poco difundido. El
Día de Reyes del 2007 cerró
para siempre los ojos con la
humildad con que siempre
vivió, dejando un legado que
sigue grabándose e interpretándose por famosos cantantes que dan voz a las canciones del compositor sonorense
de mayor popularidad en el
canto ranchero, que siguen
diciendo con él:
Un montón de recuerdos
ingratos,
una carta que no se ha leído,
un retrato tirado en el suelo
y en mi mano una copa de vino
“Tu camino y el mío”
* Mario Arturo Ramos es compositor.
Correo electrónico:
[email protected]
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