isiones sobre el contexto brasileño y la exclusión social La superación de la pobreza WANDA ENGEL nfrentar la cuestión de la pobreza en Brasil requiere no sólo una concepción más extensa del fenómeno, sino también una percepción más clara de sus características dentro del contexto brasileño. Brasil se encuentra, ante los demás países, en una posición dispar. Se trata de un país destacado en la economía mundial (8º lugar), pero que presenta un cuadro inhumano de concentración de renta. El 10% más rico se apropia de 50% del total de la renta de las familias. Si nos fijamos sólo desde el punto de vista económico, parece fácil erradicar la pobreza con políticas de redistribución. Estudios del Instituto Nacional de Investigación Económica (IPEA) ADUAN demuestran que si transferimos cerca de R$ 33 mil millones por año para los más de 50 millones de brasileños excluidos, alcanzaríamos la meta de erradicar completamente la pobreza en nuestro país. Obviamente esa cuenta no incluye, entre otros costos, el de administración. Ocurre, sin embargo, que el panorama brasileño incluye un componente particular: la enorme desigualdad regional. Mientras para São Paulo sólo 0,47% de la renta total de las familias es suficiente para conseguir ese impacto, en el estado de Piauí ese porcentaje tendría que llegar al 16,18%. Sabemos que la pobreza no es un fenómeno puramente económico. No se caracteriza sólo por falta de acceso a las riquezas producidas, sino por la falta de acceso a la educación, a las condiciones de vida saludable, a la participación, en fin, a los derechos sociales y humanos. Además de eso, la pobreza es responsable por consecuencias subjetivas bien concretas. La vivencia de situaciones de privación, exclusión, y discriminación acaba por contribuir a una auto imagen bastante negativa, que genera una percepción de despojo frente a la vida. De ahí al fatalismo o al quiebre del contrato social el camino es corto, ya que pasa a no tener sentido seguir normas y leyes de una sociedad excluyente. En Brasil, ìSi nos fijamos sÛlo tenemos, por lo tanto, dos desde el punto de desafíos que enfrentar. En vista econÛmico, primer lugar, formular una parece f·cil política de combate a la erradicar la pobreza en que se pobreza con consideren las polÌticas de desigualdades regionales. redistribuciÛn.î Si para el Sur o el Sudeste es más fácil enfrentar la pobreza, se deben invertir más esfuerzos en las áreas menos desarrolladas. La estrategia de combate a la pobreza necesita tener, en el caso brasileño, un enfoque geográfico para que se privilegien las áreas más deprimidas. El segundo paso es superar la visión económica y pensar en una política orgánica capaz de abarcar el fenómeno en sus múltiples facetas. De modo que, al lado de medidas que permitan el crecimiento económico, siempre en la lógica de un mercado incluyente, tenemos que invertir en políticas sociales básicas, en una red de protección social y en estrategias que permitan mayor participación de los más pobres. Consideramos un mercado incluyente aquel que privilegia la oferta de trabajo a los más necesitados, que garantiza el acceso de los más pobres a la capacitación, al crédito y a la organización. En cuanto a las políticas sociales, principalmente educación y salud, junto a recursos necesarios, tenemos que buscar estrategias que aumentan el impacto. Eso puede traducirse en la convergencia de esfuerzos de diferentes niveles de gobierno y de la sociedad civil, en la racionalización del uso de los recursos y en el compromiso con resultados. Cabe, no obstante, a la red de protección social la difícil tarea de llegar concretamente a los más pobres. Estudios del Banco Mundial expresan la dificultad de llegar a las capas de extrema pobreza. Ni las oscilaciones económicas , sean positivas o negativas, parecen modificar substantivamente los índices de indigencia. Esas familias viven en situación de extrema vulnerabilidad y necesitan de una política de asistencia social capaz de mejorar factores que profundicen la pobreza en las diferentes etapas de edad. Esa política, centrada en la familia, necesita iniciarse en el proceso de gestación, garantizando a todas las embarazadas el pré natal y a todos los niños condiciones favorables de parto y registro de nacimiento – punto de entrada en el mundo de la ciudadanía. Programas que garanticen buenos índices de nutrición, atención educacional en guarderías y jardines infantiles pueden ser instrumentos fundamentales para el desarrollo saludable en una edad tan importante para el futuro de los niños. Entre los 7 a 14 años, hay que garantizarle a todos el acceso a la permanencia en la escuela, por medio de programas de beca-escuela y de erradicación del trabajo infantil. No es posible estar incluidos en la “era del conocimiento” sin que haya escuela básica para todos los niños. Los jóvenes deben ser no solamente objeto de protección como sujetos de transformación. Programas que den prioridad a la permanencia del joven en la escuela que estimulan el protagonismo juvenil como agente de desarrollo local han demostrado gran impacto, incluso en la disminución de los índices de violencia. A los miembros más vulnerables de las familias pobres – ancianos y portadores de deficiencia – se deben dirigir programas que puedan mejorar las condiciones de autonomía (centros de convivencia, programas de rehabilitación en comunidad) y de permanencia en las familias, junto a programas de transferencia de renta. En ese sentido, Brasil cuenta con un gran programa de renta mínima – el Beneficio de Crédito Continuo – que paga un salario mínimo a ancianos y portadores de deficiencia el cual ya beneficia a casi 1,5 millón de personas. La política de asistencia viene ganando, en las últimas décadas, mecanismos importantes de transparencia, control social y participación. La Ley Orgánica de Asistencia Social definió la creación del sistema como el de Consejos “bipartite” (nacional, provincial y municipal), responsable por la formulación y control de políticas y programas; el de Comisiones inter gestoras , que proponen criterios de distribución de recursos; y, el de Fondos de Asistencia Social, también en los tres niveles. La participación de diferentes actores en esos sistemas están garantizados por medio de intenso programa de capacitación. El compromiso de los resultados se consolida por intermedio de las Agendas Sociales, pactos provinciales para mejorar los indicadores sociales, y por un sistema de monitoreo y evaluación. Ofrecer una red de protección social fuerte, que sea capaz de identificar, asitir y promover a las familias más pobres de las áreas menos desarrolladas del país, facilitándoles el acceso a las políticas sociales y de generación de empleo, trabajo y renta son prioridades absolutas para el Gobierno del Presidente Fernando Henrique Cardoso. Pero no es suficiente. Esa prioridad tiene que ser de todos los brasileños. Wanda Engel Aduan es Secretaria de Estado de Asistencia Social del Gobierno Federal. Desarrollo social: diagnóstico y estratégia VILMAR FARIA a sociedad brasileña es variada y compleja, resultado del desarrollo de una economía urbano-industrial, de consumo y de masa en la periferia del capitalismo. A pesar de mostrar un padrón de crecimiento significativo, especialmente en los momentos más dinámicos de los ciclos económicos, Brasil aún no ha sido capaz de eliminar la pobreza y la miseria o de reducir las disparidades de riqueza y de renta. Por eso, la situación social de Brasil es particularmente grave: al lado de un enorme contingente de pobres e indigentes, se convive con niveles inmoralmente elevados de desigualdades de renta. Algunos grupos sociales permanecen al margen de los beneficios de la riqueza, como trabajadores rurales sin tierra, micro propietarios empobrecidos y masas de trabajadores urbanos marginales. La pobreza y la desigualdad tienen raíces en el pasado del país, pero sus causas más inmediatas se encuentran en las limitaciones del proceso de desarrollo basado en la industrialización protegida, en los anteriormente fracasados intentos de ajuste económico, y en las consecuencias – aún incipientes – del proceso de reestructuración económica impuesto por la globalización. El proceso de reestructuración de la economía en los años 90 condujo a la modernización tecnológica y administrativa y a la apertura comercial, generando mayor competencia en el mercado interno. Estos factores afectaron y continuarán afectando varios segmentos laboristas y sociales, especialmente los ligados más directamente al padrón “fordista” periférico de organización industrial. Para segmentos no despreciables de la población brasileña, el problema del empleo y del mercado de trabajo podrá ser más agudo en el futuro de lo que ya fue en el pasado. Una dimensión adicional del desafío que está siendo enfrentado por la política social brasileña reside en las transformaciones demográficas en curso en el país en los últimos 30 años. En este período, se aceleró la transición demográfica, fruto combinado de la lenta pero progresiva disminución de las tasas de mortalidad – infantil y adulta – y de la ìLa pobreza y la drástica reducción en las desigualdad tienen tasas de fecundidad, raÌces en el pasado además de importantes del paÌsî cambios en los valores y comportamientos que se reflejan en la estructura de la familia y en la dinámica de su constitución Hay cuatro aspectos de la transición demográfica que son muy relevantes: a) diferentes regiones y estratos sociales se encuentran en diferentes fases de esa transición, lo cual exige una formulación y ejecución de programas y políticas diferenciadas; b) los cambios por edad en la estructura de la población brasileña, como el progresivo “envejecimiento” de la población, alteran la naturaleza de las presiones sobre los programas sociales, acarreando, por ejemplo, el aumento de la demanda sobre los sistemas de previsión y de salud; c) el ritmo y el carácter reciente de la transición, aliados a cambios socio-económicos y culturales, mantienen fuerte presión sobre los mercados de trabajo en los próximos años. La mayor participación de la mujer, por ejemplo, exigirá la creación de un volumen considerable de nuevos puestos de trabajo, en un contexto desfavorable del punto de vista económico, organizacional y tecnológico; d) fenómenos como la feminización de la pobreza, el aumento del embarazo precoz, la eventual descriminalización del aborto, el aumento en las tasas de separación y divorcio y el creciente número de familias en que falta uno de los cónyuges – elevando, especialmente, el número de familias donde el jefe es mujer – colocan nuevas exigencias a ser enfrentadas por los programas de protección social. Por todo esto se impone una profunda reestructuración del sistema de protección social, su expansión y su perfeccionamiento. El desafío de realizar esas transformaciones debe ser enfrentado respetando las instituciones democráticas y dando a las políticas sociales, en el contenido en la forma, un papel coadjutor en el proceso de consolidación y fortalecimiento de la democracia. De ahí derivan por lo menos tres importantes compromisos de gobierno: a) la reestructuración del sistema de protección social se debe hacer por medio del diálogo con los demás poderes de la República, respectando sus procedimientos y decisiones; b) en el diseño de las políticas, en los procesos de su ejecución y en los procedimientos de evaluación y control, deben estar presentes mecanismos de participación democrática y control público, cohibiéndose la apropiación privada y corporativa de esos espacios; c) en la reestructuración de las políticas existentes y en la propuesta de nuevas políticas, se debe considerar su impacto democratizador y su papel como agente promotor de la ciudadanía. En ese sentido, asume especial significado la necesidad de dotar al país de sistemas públicos de enseñanza básica y de salud de carácter universal, o sea, de buena calidad, accesible y atrayente para todos. En esos espacios, diferentes personas podrán interactuar como iguales, fortaleciendo el ideal ciudadano y consolidando la idea de espacio público. En las actuales condiciones, y para enfrentar los múltiples desafíos, el Gobierno Federal entiende que es necesario, por un lado, promover una mayor integración entre las diversas políticas de gobierno, prestando a todas ellas marcada preocupación social, por otro lado, desarrollar con determinación cinco sub conjuntos de actividades o políticas para alcanzar a mediano plazo los objetivos deseados: a) asegurar las condiciones de estabilidad macroeconómicas, realizar la reforma del Estado (en especial su reforma administrativa, fiscal y tributaria) y retomar el crecimiento económico; b) concentrar esfuerzos en los servicios sociales básicos: educación, salud, previsión social, habitación y sanidad básica, trabajo y asistencia social (strictu sensu). Los servicios ofrecidos por estos sectores, de oferta rutinaria y continuada, constituyen el núcleo de cualquier política social y comprenden más del 90% del gasto público en el área social. Su reestructuración y reforma busca eliminar desperdicios y aumentar la eficiencia, promover la descentralización, universalizar la cobertura (cuando es necesaria y legítima), mejorar la calidad y, principalmente, reestructurar beneficios y servicios para aumentar el impacto redistributivo, c) desarrollar políticas específicas para incentivar la generación de nuevos empleos y aumentar las oportunidades en el mercado de trabajo y en la generación de renta. d) Seleccionar un conjunto de actividades y programas prioritarios para enfrentar puntos de estrechez más dramáticos, para acelerar el proceso de reforma y reestructuración de servicios sociales y proporcionar atención a grupos sociales que requieren acción inmediata e improrrogable (medidas para la reducción de la mortalidad infantil y capacitación de jóvenes), En ese sentido, la Secretaría Ejecutiva del Programa Comunidad Solidaria se creó para perfeccionar los programas federales directamente orientados al combate de la pobreza. Las medidas tienen, además como función promover la descentralización de los servicios y una adecuada articulación entre los diferentes niveles de gobierno; e) Estimular la asociación entre el gobierno y la sociedad civil y sus diversas organizaciones. El Consejo de la Comunidad Solidaria, constituido por los ministros del área económica y del área social del gobierno y por personas representativas de la sociedad civil, tiene como función esencial, además de acompañar la acción social de la Administración Federal, proponer nuevas medidas y sugerir eventuales modificaciones de rumbo. La experiencia exitosa de estabilización económica, representada por el Plan Real, implantado en 1994, marcó el inicio de una inflexión en la tendencia histórica del empobrecimiento de grandes segmentos de la población brasileña. Entre otras iniciativas, la estabilización económica ha permitido la ejecución sustentada de una política de transferencia directa de renta a los ciudadanos más necesitados, cuyo volumen de recursos alcanzó a más de R$ 32 mil millones en 1999 (ver tabla a continuación). Los demás datos presentados a continuación ilustran diversos aspectos de las modificaciones positivas observadas en el panorama social brasileño de los últimos años, notoria caída en la tasa de mortalidad infantil, drástica reducción en el número de personas viviendo en la pobreza (10,76 millones) y en la indigencia (9,33 millones) y significativo aumento del número de matrículas en los tres ciclos de enseñanza. Estos resultados indican que, aunque todavía haya mucho que hacer, los efectos de la política de desarrollo social ya se pueden sentir por el segmento más necesitado de la población brasileña . Gastos Sociales del Gobierno Federal - 1999 in: Presupuesto Social de la Unión, Amadeo, E.Et allii. Secretaria de Politica Economica / Ministerio de Hacienda, 2000 Fuente: Sonia Rocha, IPEA/RJ, basado en la POF (Estudio de Presupuesto Familiar) 1987/88 Fuente: Sonia Rocha, IPEA/RJ, con base en POF (Estudio de Presupuesto Familiar) 1987/88 Fuente: INEP/MEC. (*) datos estimados (**) datos preliminares Fuente: Estimado de mortalidad infantil, Celso Cardoso da Silva Simões Vilmar Farias es Asesor Jefe de la AsesorÌa Especial del Gabinete del Presidente de la Rep˙blica, Doctor en SociologÌa por la Universidad de Harvard, profesor titular del Departamento de Ciencias PolÌticas de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP), profesor colaborador del Departamento de SociologÌa de la Universidad de Sao Paulo (USP), profesor visitante en diversas universidades en Brasil y en el exterior, destac·ndose recientemente, la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, de la Universidad de Texas, y la Universidad de California, en Berkeley. La construcción de la pobreza en Brasil SUELI CARNEIRO1 rimero llegó la cruz. Y, en su nombre, los teólogos del siglo XVI justificaron la esclavitud bajo el argumento de que el africano era un hombre que no tenía religión pero sí tenía supersticiones, no tenía idioma pero sí tenía dialecto, no tenía arte, pero sí folclore. “Según la doctrina, eran los pueblos avanzados que disponían de medios técnicos e intelectuales útiles para intervenir en estas regiones dormidas del África y para explotar los bienes designados a toda la humanidad después de la creación del mundo. Por su presencia y una política adecuada, el colonizador despertaría a los pueblos aletargados y los conduciría a la civilización y a la verdadera religión.”2 En Brasil esa quimera legitimó la acumulación primitiva de capital, a través del más intenso tráfico negrero de las Américas y de la explotación de los africanos esclavizados, produciendo aquello que Rubens Ricúpero denomina deuda de la sangre de la sociedad brasileña en relación a los afro descendientes.3 Después vino la ciencia. La construcción de la inferioridad/superioridad de los pueblos, con su ápice en el racionalismo del siglo 19, consistió en una gran acumulación teórica de diferentes disciplinas, en especial las ciencias naturales en lo que concierne a la clasificación y diferenciación de los hombres, con base en los conocimientos de botánica y de biología, transportados a la especie humana. Lo que se deseaba era la necesidad de clasificar, comprender, identificar, catalogar la diversidad humana, lo diferente, o sea, el otro. La inquietud en relación a la diversidad de la naturaleza corresponderá a inquietud en relación a la diversidad humana. Entre los “encontrados” de esa investigación, Paul Broca, en Francia, y Galton, en Inglaterra, establecieron la ciencia de la medición de los cráneos humanos, llegando a la conclusión de que los cráneos más inadecuados para contener un cerebro saludable serían en este orden, los negros, los amarillos y, en último lugar, los judíos”. 4 El debate de esas ideas será llevado a cabo en Brasil con todas las ì°Por fin libre contradicciones teóricas para morir presentes, en el contexto en la penuria en las cunetas europeo, por la mera del paÌs!î transposición mecánica de ideas gestadas en Europa, atribuyéndose a la gran masa de negros y mestizos, la imposibilidad de que el país se transforme en una nación desarrollada y civilizada. Otras veces, buscando en la diversidad étnica y cultural, generada por el colonialismo, el soporte para la construcción de una identidad nacional positiva en el cual el estimulado mestizaje, expurgaría, a lo largo del tiempo, los trazos indeseables de la presencia africana e indígena. El resultado concreto de esas construcciones teológicas y pseudo científicas se puede resumir en la frase del historiador norteamericano Anthony Marx: “Raza es un asunto central de la política en este siglo porque el uso que las elites hicieron y hacen de la diferencia racial tuvo siempre como objetivo probar la superioridad blanca y así mantener sus privilegios, a costa de la esclavitud y la explotación. Esa actitud fue siempre compartida con los sectores populares blancos interesados en asociase a las elites. Históricamente, ese comportamiento fue común a las elites de Brasil, de Africa del Sur y de los Estados Unidos.”5 Esa afirmación de Anthony Marx sintetiza toda la lógica que fundamentó las tesis de superioridades e inferioridades raciales, religiosas y culturales que legitimaron la dominación y exclusión de los grupos raciales no hegemónicos, en especial de los descendientes de africano. Anthony Marx ratifica también, la visión de los Movimientos Negro Brasileños sobre la naturaleza de las relaciones raciales en Brasil, sistemáticamente descalificada por las elites políticas e intelectuales hasta hace muy poco tiempo en Brasil, con raras y honrosas excepciones. No obstante, se habla cada vez más, en los medios académicos y políticos sobre las desigualdades raciales existentes en el país. Sin embargo, con menor frecuencia, se admite la importancia del racismo y de la discriminación racial como elementos creadores y reproductores de esas desigualdades. Del mismo modo, la superación de esa situación no está, remitida, en discursos políticos e intelectuales, a la necesidad de implementar políticas efectivas de combate al racismo y de promoción social de los grupos discriminados por el poder público, por los sectores empresariales y demás instituciones sociales. A la constatación de las desigualdades raciales, cada vez más evidentes por la difusión de investigaciones gubernamentales y no gubernamentales, sigue una inmovilidad como si el mero reconocimiento del problema fuese suficiente para su superación, o que fuera lo máximo posible de hacer, con relación al problema. De hecho, el reconocimiento cada vez más inevitable, se topa con la ausencia de voluntad política en el conjunto de la sociedad y, en especial del gobierno, para alterar la estructura racial de concentración de renta y poder, en nuestra sociedad, y por encima de todo, para confrontar el proyecto excluyente de nación que se viene construyendo a lo largo de nuestra historia. La forma como se procesó la abolición es ejemplar, en la perspectiva que informa nuestras elites: una abolición inconclusa que no fue acompañada de ninguna política de inclusión efectiva de la masa de ex esclavos y que, al contrario, fue relegada socialmente a través de una política eugénica de blanqueamiento de la sociedad por el estímulo de la inmigración europea, de políticas de exclusión que impidieron el acceso democrático de los negros a la educación formal, al mercado de trabajo y limitó sus posibilidades de participación política. ¡Por fin libre para morir en la penuria en las cunetas del país! Con el agravante de que toda esa estrategia se procese, encubierta por el mito de la democracia racial, fundamentado en el extenso mestizaje producido, principalmente, por la violencia sexual practicada en el período colonial sobre africanas e indígenas. Ese mestizaje, destituido en nuestros románticos relatos históricos y sociológicos de esa violencia de género, consolidará la noción hipócrita de democracia racial en nuestra sociedad que asegura la alienación de negros y blancos acerca del problema y la despolitización de la cuestión racial. No obstante, la magnitud de la desigualdad racial en Brasil puede ser medida a través del estudio disgregado por raza/color del Indice de Desarrollo Humano (IDH). “Brasil en 1999 fue clasificado como un país de desarrollo humano mediano, ocupando la 79 posición , según el Indice de Desarrollo Humano, creado por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), que es un instrumento de evaluación y medida de las condiciones materiales y sociales de la vida de los pueblos. Aunque, cuando los indicadores de desarrollo humano son disgregados por sexo y raza de la población descendiente de africanos en Brasil, conforme elaborado por la Federación de Asociación de Organos de Asistencia Social y Educación (FASE), hacen evidente el impacto del sexo y del racismo, permitiendo que el IDH relativo a la población negra del Brasil ocupe la 108 posición, en contrapunto al de la población blanca, que ocupa la 49 posición.”6 Los descendientes de africanos presentan en todos los indicadores sociales que constituyen el IDH, brutales diferencias de las cuales la más dramática es una esperanza de vida de un promedio de 6 años inferior a la de los blancos, variando hasta 12 años menos cuando disgregamos ese indicador por faja de edad o región como es el caso del Norte y Nordeste del país. El IDH de la población negra brasileña ocupa, cinco posiciones debajo de África del Sur, país que hasta hace poco tiempo vivia bajo el régimen de apartheid. Los diferentes Indices de Desarrollo Humano encontrados para blancos y negros en Brasil, reflejan por último, la coexistencia, en un mismo territorio, de dos países separados cuya dualidad estuvo siempre latente, en los dilemas recurrentes sobre los cuales se inclina la intelligensia del país en lo referente a la cuestión nacional y a la modernización. Estudios como el del IDH, demuestran que la exclusión racial está en el origen de las desigualdades sociales de Brasil y alcanza a cerca de la mitad de la población del país, oficialmente reconocida como negra. 8 En ese contexto, resolver el problema social en Brasil, significaría resolver la cuestión racial. Sería traer al ejercicio pleno de la ciudadanía, el segmento que siempre se intentó extirpar de la identidad nacional. Siendo el ideal de blanqueamiento de la sociedad brasileña una de las dimensiones fundamentales del proyecto de nación, la difundida insensibilidad de nuestras elites para con los problemas sociales es determinada por la dimensión racial de la cuestión social. El desprecio social ìEsa es la lÛgica presente en el país, la subyacente al hecho impunidad a las de que el poder y la riqueza son blancos violaciones, a los derechos y la miseria y la humanos, la ausencia de pobreza son negras políticas públicas en Brasil.î específicas para los afro- brasileños orientadas hacia la reversión de este cuadro de desigualdad, están directamente ligados al desprecio que históricamente este lado de Brasil provoca en nuestra sociedad. Existe la idea subyacente de que se trata de una población descartable, que nada aporta, a no ser revelar el rostro obscuro y subdesarrollado de un país que siempre quiso ser blanco y occidental. De ahí la ausencia de inversiones para incluir a esa población en el desarrollo económico, social y cultural. La mantención del racismo depende de su capacidad de hacer parecer natural su concepción sobre el otro. Es imprescindible que ese otro dominado, vencido, exprese concretamente, aquello que el ideario racista le atribuye. Es necesario que las palabras y las cosas, la forma y el contenido, coincidan, converjan , para que esas ideas se puedan incorporar. El otro tiene que ser transformado en aquello que la ideología predice. La profecía se tiene que realizar para justificar la desigualdad y la exclusión. Y, la pobreza a que están condenados los negros en Brasil, es parte del proceso de naturalización de la inferioridad social de los grupos racialmente dominados y consecuentemente, la superioridad del grupo racial hegemónico y principalmente, los privilegios materiales y simbólicos que disfruta. Si todos somos iguales ante la ley, sin distinción de ninguna naturaleza, como afirma nuestra Constitución, y, si los negros, en su mayoría, viven en condiciones sub humanas, es en función de su humanidad incompleta de la cual deriva su incompetencia crónica para el progreso y el desarrollo. La igualdad en el plano legal se traduce, en la realidad concreta, en la absoluta impunidad y tolerancia hacia las sistemáticas conductas discriminatorias y excluyentes en todas las esferas de la vida social. Esa es la lógica subyacente al hecho de que el poder y la riqueza son blancos y la miseria y la pobreza son negras en Brasil. Sueli Carneiro es investigadora del CNPq, colaboradora del diario Correio Braziliense, postgraduada en FilosofÌa de la EducaciÛn por la Universidad de Sao Paulo y Directora del GeledÈs Instituto de la Mujer Negra. 2 V.Y. Mundibe. Table ronde. In Somaire, n∫56, vol.IX, p.16 3 Carneiro, Sueli. ìReparaciones y Compilacionesî en Correio Braziliense de 25/08/2000, pg. 05. 4 Mour„o, Geraldo Mello en ìMarx, Freud y Darwin, el Crep˙sculo de los Idolosî. Folha de São Paulo, 250782. 5 Marx, Anthony. Making Race and Nation: A Comparison of South Africa, the United States, and Brazil. 6 Documento de la ArticulaciÛn de Mujeres Negras BrasileÒas ñ Rumbo a la III Conferencia Mundial Contra el racismo, la DiscriminaciÛn Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia. Pg. 1 y 2. Dilemas que asÌ son sintetizados por Octavio Ianni: ìEn el lÌmite, Brasil continua en proceso de occidentalizaciÛn procurando igualarse a los que se presentan como representantes y portadores del Occidente. A despecho de la variedad de proyectos y de las utopÌas formuladas por los gobernantes y gobernados, movimientos y partidos, intelectuales a la sombra del poder, en la oposiciÛn o m·s o menos, la tendencia predominante apunta a la occidentalizaciÛn.î 7 7 Ianni, O . p. 431. 8 Se designa por negro, la suma de las categorÌas preto y pardo utilizadas por empadronamientos oficiales que forman, seg˙n ellos, 44% de la poblaciÛn del paÌs. Y que indican que el mestizaje al contrario de lo que dice la ideologÌa, no constituye un factor de movilidad social ya que negros y pardos constituyen un grupo homogÈneo del punto de vista de las condiciones de vida desfavorables que experimentan en la sociedad brasileÒa. 1