isiones sobre el contexto brasileño y la exclusión social

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isiones sobre el
contexto brasileño
y la exclusión social
La superación
de la pobreza
WANDA
ENGEL
nfrentar la cuestión de la pobreza
en Brasil requiere no sólo una concepción más
extensa del fenómeno, sino también una percepción
más clara de sus características dentro del contexto
brasileño.
Brasil se encuentra, ante los demás países,
en una posición dispar. Se trata de un país
destacado en la economía mundial (8º lugar), pero
que presenta un cuadro inhumano de
concentración de renta. El 10% más rico se apropia
de 50% del total de la renta de las familias.
Si nos fijamos sólo desde el punto de vista
económico, parece fácil erradicar la pobreza con
políticas de redistribución. Estudios del Instituto
Nacional de Investigación Económica (IPEA)
ADUAN
demuestran que si transferimos cerca de R$ 33 mil
millones por año para los más de 50 millones de
brasileños excluidos, alcanzaríamos la meta de
erradicar completamente la pobreza en nuestro
país. Obviamente esa cuenta no incluye, entre otros
costos, el de administración.
Ocurre, sin embargo, que el panorama
brasileño incluye un componente particular: la
enorme desigualdad regional. Mientras para São
Paulo sólo 0,47% de la renta total de las familias es
suficiente para conseguir ese impacto, en el estado
de Piauí ese porcentaje tendría que llegar al
16,18%.
Sabemos que la pobreza no es un fenómeno
puramente económico. No se caracteriza sólo por
falta de acceso a las riquezas producidas, sino por
la falta de acceso a la educación, a las condiciones
de vida saludable, a la participación, en fin, a los
derechos sociales y humanos. Además de eso, la
pobreza es responsable por consecuencias subjetivas
bien concretas. La vivencia de situaciones de
privación, exclusión, y discriminación acaba por
contribuir a una auto imagen bastante negativa,
que genera una percepción de despojo frente a la
vida. De ahí al fatalismo o al quiebre del contrato
social el camino es corto, ya que pasa a no tener
sentido seguir normas y leyes de una sociedad
excluyente.
En Brasil,
ìSi nos fijamos sÛlo
tenemos, por lo tanto, dos
desde el punto de
desafíos que enfrentar. En
vista econÛmico,
primer lugar, formular una
parece f·cil
política de combate a la
erradicar la
pobreza en que se
pobreza con
consideren las
polÌticas de
desigualdades regionales.
redistribuciÛn.î
Si para el Sur o el Sudeste
es más fácil enfrentar la pobreza, se deben invertir
más esfuerzos en las áreas menos desarrolladas. La
estrategia de combate a la pobreza necesita tener,
en el caso brasileño, un enfoque geográfico para
que se privilegien las áreas más deprimidas.
El segundo paso es superar la visión
económica y pensar en una política orgánica capaz
de abarcar el fenómeno en sus múltiples facetas.
De modo que, al lado de medidas que permitan el
crecimiento económico, siempre en la lógica de un
mercado incluyente, tenemos que invertir en
políticas sociales básicas, en una red de protección
social y en estrategias que permitan mayor
participación de los más pobres.
Consideramos un mercado incluyente aquel
que privilegia la oferta de trabajo a los más
necesitados, que garantiza el acceso de los más
pobres a la capacitación, al crédito y a la
organización.
En cuanto a las políticas sociales,
principalmente educación y salud, junto a recursos
necesarios, tenemos que buscar estrategias que
aumentan el impacto. Eso puede traducirse en la
convergencia de esfuerzos de diferentes niveles de
gobierno y de la sociedad civil, en la
racionalización del uso de los recursos y en el
compromiso con resultados.
Cabe, no obstante, a la red de protección
social la difícil tarea de llegar concretamente a los
más pobres. Estudios del Banco Mundial expresan
la dificultad de llegar a las capas de extrema
pobreza. Ni las oscilaciones económicas , sean
positivas o negativas, parecen modificar
substantivamente los índices de indigencia.
Esas familias viven en situación de extrema
vulnerabilidad y necesitan de una política de
asistencia social capaz de mejorar factores que
profundicen la pobreza en las diferentes etapas de
edad. Esa política, centrada en la familia, necesita
iniciarse en el proceso de gestación, garantizando a
todas las embarazadas el pré natal y a todos los
niños condiciones favorables de parto y registro de
nacimiento – punto de entrada en el mundo de la
ciudadanía.
Programas que garanticen buenos índices
de nutrición, atención educacional en guarderías y
jardines infantiles pueden ser instrumentos
fundamentales para el desarrollo saludable en una
edad tan importante para el futuro de los niños.
Entre los 7 a 14 años, hay que garantizarle
a todos el acceso a la permanencia en la escuela,
por medio de programas de beca-escuela y de
erradicación del trabajo infantil. No es posible estar
incluidos en la “era del conocimiento” sin que haya
escuela básica para todos los niños.
Los jóvenes deben ser no solamente objeto de
protección como sujetos de transformación.
Programas que den prioridad a la permanencia del
joven en la escuela que estimulan el protagonismo
juvenil como agente de desarrollo local han
demostrado gran impacto, incluso en la disminución
de los índices de violencia.
A los miembros más vulnerables de las
familias pobres – ancianos y portadores de deficiencia
– se deben dirigir programas que puedan mejorar las
condiciones de autonomía (centros de convivencia,
programas de rehabilitación en comunidad) y de
permanencia en las familias, junto a programas de
transferencia de renta. En ese sentido, Brasil cuenta
con un gran programa de renta mínima – el Beneficio
de Crédito Continuo – que paga un salario mínimo a
ancianos y portadores de deficiencia el cual ya
beneficia a casi 1,5 millón de personas.
La política de asistencia viene ganando, en las
últimas décadas, mecanismos importantes de
transparencia, control social y participación. La Ley
Orgánica de Asistencia Social definió la creación del
sistema como el de Consejos “bipartite” (nacional,
provincial y municipal), responsable por la
formulación y control de políticas y programas; el de
Comisiones inter gestoras , que proponen criterios de
distribución de recursos; y, el de Fondos de Asistencia
Social, también en los tres niveles. La participación
de diferentes actores en esos sistemas están
garantizados por medio de intenso programa de
capacitación.
El compromiso de los resultados se consolida
por intermedio de las Agendas Sociales, pactos
provinciales para mejorar los indicadores sociales, y
por un sistema de monitoreo y evaluación.
Ofrecer una red de protección social fuerte,
que sea capaz de identificar, asitir y promover a las
familias más pobres de las áreas menos desarrolladas
del país, facilitándoles el acceso a las políticas sociales
y de generación de empleo, trabajo y renta son
prioridades absolutas para el Gobierno del Presidente
Fernando Henrique Cardoso. Pero no es suficiente.
Esa prioridad tiene que ser de todos los brasileños.
Wanda Engel Aduan es Secretaria de Estado de Asistencia Social del Gobierno Federal.
Desarrollo
social: diagnóstico
y estratégia
VILMAR FARIA
a sociedad brasileña es variada y
compleja, resultado del desarrollo de una economía
urbano-industrial, de consumo y de masa en la
periferia del capitalismo. A pesar de mostrar un
padrón de crecimiento significativo, especialmente
en los momentos más dinámicos de los ciclos
económicos, Brasil aún no ha sido capaz de
eliminar la pobreza y la miseria o de reducir las
disparidades de riqueza y de renta. Por eso, la
situación social de Brasil es particularmente grave:
al lado de un enorme contingente de pobres e
indigentes, se convive con niveles inmoralmente
elevados de desigualdades de renta. Algunos grupos
sociales permanecen al margen de los beneficios de
la riqueza, como trabajadores rurales sin tierra,
micro propietarios empobrecidos y masas de
trabajadores urbanos marginales.
La pobreza y la desigualdad tienen raíces
en el pasado del país, pero sus causas más
inmediatas se encuentran en las limitaciones del
proceso de desarrollo basado en la industrialización
protegida, en los anteriormente fracasados intentos
de ajuste económico, y en las consecuencias – aún
incipientes – del proceso de reestructuración
económica impuesto por la globalización.
El proceso de reestructuración de la
economía en los años 90 condujo a la
modernización tecnológica y administrativa y a la
apertura comercial, generando mayor competencia
en el mercado interno. Estos factores afectaron y
continuarán afectando varios segmentos laboristas
y sociales, especialmente los ligados más
directamente al padrón “fordista” periférico de
organización industrial. Para segmentos no
despreciables de la población brasileña, el problema
del empleo y del mercado de trabajo podrá ser más
agudo en el futuro de lo que ya fue en el pasado.
Una dimensión adicional del desafío que
está siendo enfrentado por la política social
brasileña reside en las transformaciones
demográficas en curso en el país en los últimos 30
años. En este período, se aceleró la transición
demográfica, fruto combinado de la lenta pero
progresiva disminución de
las tasas de mortalidad –
infantil y adulta – y de la
ìLa pobreza y la
drástica reducción en las
desigualdad tienen
tasas de fecundidad,
raÌces en el pasado
además de importantes
del paÌsî
cambios en los valores y
comportamientos que se
reflejan en la estructura de
la familia y en la dinámica de su constitución
Hay cuatro aspectos de la transición
demográfica que son muy relevantes:
a) diferentes regiones y estratos sociales se
encuentran en diferentes fases de esa transición,
lo cual exige una formulación y ejecución de
programas y políticas diferenciadas;
b) los cambios por edad en la estructura de la
población brasileña, como el progresivo
“envejecimiento” de la población, alteran la
naturaleza de las presiones sobre los programas
sociales, acarreando, por ejemplo, el aumento de la
demanda sobre los sistemas de previsión y de salud;
c) el ritmo y el carácter reciente de la transición,
aliados a cambios socio-económicos y culturales,
mantienen fuerte presión sobre los mercados de
trabajo en los próximos años. La mayor
participación de la mujer, por ejemplo, exigirá la
creación de un volumen considerable de nuevos
puestos de trabajo, en un contexto desfavorable del
punto de vista económico, organizacional y
tecnológico;
d) fenómenos como la feminización de la pobreza,
el aumento del embarazo precoz, la eventual
descriminalización del aborto, el aumento en las
tasas de separación y divorcio y el creciente número
de familias en que falta uno de los cónyuges –
elevando, especialmente, el número de familias
donde el jefe es mujer – colocan nuevas exigencias
a ser enfrentadas por los programas de protección
social.
Por todo esto se impone una profunda
reestructuración del sistema de protección social, su
expansión y su perfeccionamiento. El desafío de
realizar esas transformaciones debe ser enfrentado
respetando las instituciones democráticas y dando a
las políticas sociales, en el contenido en la forma,
un papel coadjutor en el proceso de consolidación
y fortalecimiento de la democracia. De ahí derivan
por lo menos tres importantes compromisos de
gobierno:
a) la reestructuración del sistema de protección
social se debe hacer por medio del diálogo con los
demás poderes de la República, respectando sus
procedimientos y decisiones;
b) en el diseño de las políticas, en los procesos de
su ejecución y en los procedimientos de evaluación
y control, deben estar presentes mecanismos de
participación democrática y control público,
cohibiéndose la apropiación privada y corporativa
de esos espacios;
c) en la reestructuración de las políticas existentes
y en la propuesta de nuevas políticas, se debe
considerar su impacto democratizador y su papel
como agente promotor de la ciudadanía. En ese
sentido, asume especial significado la necesidad de
dotar al país de sistemas públicos de enseñanza
básica y de salud de carácter universal, o sea, de
buena calidad, accesible y atrayente para todos. En
esos espacios, diferentes personas podrán
interactuar como iguales, fortaleciendo el ideal
ciudadano y consolidando la idea de espacio
público.
En las actuales condiciones, y para
enfrentar los múltiples desafíos, el Gobierno Federal
entiende que es necesario, por un lado, promover
una mayor integración entre las diversas políticas
de gobierno, prestando a todas ellas marcada
preocupación social, por otro lado, desarrollar con
determinación cinco sub conjuntos de actividades o
políticas para alcanzar a mediano plazo los
objetivos deseados:
a) asegurar las condiciones de estabilidad
macroeconómicas, realizar la reforma del Estado
(en especial su reforma administrativa, fiscal y
tributaria) y retomar el crecimiento económico;
b) concentrar esfuerzos en los servicios sociales
básicos: educación, salud, previsión social,
habitación y sanidad básica, trabajo y asistencia
social (strictu sensu). Los servicios ofrecidos por
estos sectores, de oferta rutinaria y continuada,
constituyen el núcleo de cualquier política social y
comprenden más del 90% del gasto público en el
área social. Su reestructuración y reforma busca
eliminar desperdicios y aumentar la eficiencia,
promover la descentralización, universalizar la
cobertura (cuando es necesaria y legítima), mejorar
la calidad y, principalmente, reestructurar
beneficios y servicios para aumentar el impacto
redistributivo,
c) desarrollar políticas específicas para incentivar
la generación de nuevos empleos y aumentar las
oportunidades en el mercado de trabajo y en la
generación de renta.
d) Seleccionar un conjunto de actividades y
programas prioritarios para enfrentar puntos de
estrechez más dramáticos, para acelerar el proceso de
reforma y reestructuración de servicios sociales y
proporcionar atención a grupos sociales que
requieren acción inmediata e improrrogable
(medidas para la reducción de la mortalidad infantil
y capacitación de jóvenes), En ese sentido, la
Secretaría Ejecutiva del Programa Comunidad
Solidaria se creó para perfeccionar los programas
federales directamente orientados al combate de la
pobreza. Las medidas tienen, además como función
promover la descentralización de los servicios y una
adecuada articulación entre los diferentes niveles de
gobierno;
e) Estimular la asociación entre el gobierno y la
sociedad civil y sus diversas organizaciones. El
Consejo de la Comunidad Solidaria, constituido por
los ministros del área económica y del área social del
gobierno y por personas representativas de la
sociedad civil, tiene como función esencial, además
de acompañar la acción social de la Administración
Federal, proponer nuevas medidas y sugerir
eventuales modificaciones de rumbo.
La experiencia exitosa de estabilización
económica, representada por el Plan Real,
implantado en 1994, marcó el inicio de una
inflexión en la tendencia histórica del
empobrecimiento de grandes segmentos de la
población brasileña. Entre otras iniciativas, la
estabilización económica ha permitido la ejecución
sustentada de una política de transferencia directa de renta a los ciudadanos más necesitados, cuyo volumen de
recursos alcanzó a más de R$ 32 mil millones en 1999 (ver tabla a continuación). Los demás datos presentados
a continuación ilustran diversos aspectos de las modificaciones positivas observadas en el panorama social
brasileño de los últimos años, notoria caída en la tasa de mortalidad infantil, drástica reducción en el
número de personas viviendo en la pobreza (10,76 millones) y en la indigencia (9,33 millones) y significativo
aumento del número de matrículas en los tres ciclos de enseñanza. Estos resultados indican que, aunque
todavía haya mucho que hacer, los efectos de la política de desarrollo social ya se pueden sentir por el
segmento más necesitado de la población brasileña
.
Gastos Sociales del Gobierno Federal - 1999
in: Presupuesto Social de la Unión, Amadeo, E.Et allii. Secretaria de Politica Economica / Ministerio de Hacienda, 2000
Fuente: Sonia Rocha, IPEA/RJ, basado en la POF (Estudio de Presupuesto Familiar) 1987/88
Fuente: Sonia Rocha, IPEA/RJ, con base en POF (Estudio de Presupuesto Familiar) 1987/88
Fuente: INEP/MEC. (*) datos estimados (**) datos preliminares
Fuente: Estimado de mortalidad infantil, Celso Cardoso da Silva Simões
Vilmar Farias es Asesor Jefe de la AsesorÌa Especial del Gabinete del Presidente de la Rep˙blica, Doctor en SociologÌa
por la Universidad de Harvard, profesor titular del Departamento de Ciencias PolÌticas de la Universidad Estadual de
Campinas (UNICAMP), profesor colaborador del Departamento de SociologÌa de la Universidad de Sao Paulo (USP),
profesor visitante en diversas universidades en Brasil y en el exterior, destac·ndose recientemente, la Lyndon B.
Johnson School of Public Affairs, de la Universidad de Texas, y la Universidad de California, en Berkeley.
La construcción
de la pobreza
en Brasil
SUELI CARNEIRO1
rimero llegó la cruz. Y, en su
nombre, los teólogos del siglo XVI justificaron la
esclavitud bajo el argumento de que el africano era
un hombre que no tenía religión pero sí tenía
supersticiones, no tenía idioma pero sí tenía
dialecto, no tenía arte, pero sí folclore. “Según la
doctrina, eran los pueblos avanzados que
disponían de medios técnicos e intelectuales
útiles para intervenir en estas regiones dormidas
del África y para explotar los bienes designados a
toda la humanidad después de la creación del
mundo. Por su presencia y una política
adecuada, el colonizador despertaría a los
pueblos aletargados y los conduciría a la
civilización y a la verdadera religión.”2
En Brasil esa quimera legitimó la
acumulación primitiva de capital, a través del más
intenso tráfico negrero de las Américas y de la
explotación de los africanos esclavizados,
produciendo aquello que Rubens Ricúpero
denomina deuda de la sangre de la sociedad
brasileña en relación a los afro descendientes.3
Después vino la ciencia. La construcción
de la inferioridad/superioridad de los pueblos, con
su ápice en el racionalismo del siglo 19, consistió
en una gran acumulación teórica de diferentes
disciplinas, en especial las ciencias naturales en lo
que concierne a la clasificación y diferenciación de
los hombres, con base en los conocimientos de
botánica y de biología, transportados a la especie
humana. Lo que se deseaba era la necesidad de
clasificar, comprender, identificar, catalogar la
diversidad humana, lo diferente, o sea, el otro.
La inquietud en relación a la diversidad de
la naturaleza corresponderá a inquietud en relación
a la diversidad humana. Entre los “encontrados”
de esa investigación, Paul Broca, en Francia, y
Galton, en Inglaterra, establecieron la ciencia de la
medición de los cráneos humanos, llegando a la
conclusión de que los cráneos más inadecuados
para contener un cerebro saludable serían en este
orden, los negros, los amarillos y, en último lugar,
los judíos”. 4
El debate de esas
ideas será llevado a cabo
en Brasil con todas las
ì°Por fin libre
contradicciones teóricas
para morir
presentes, en el contexto
en la penuria
en las cunetas
europeo, por la mera
del paÌs!î
transposición mecánica de
ideas gestadas en Europa,
atribuyéndose a la gran
masa de negros y mestizos, la imposibilidad de que
el país se transforme en una nación desarrollada y
civilizada. Otras veces, buscando en la diversidad
étnica y cultural, generada por el colonialismo, el
soporte para la construcción de una identidad
nacional positiva en el cual el estimulado
mestizaje, expurgaría, a lo largo del tiempo, los
trazos indeseables de la presencia africana e
indígena.
El resultado concreto de esas
construcciones teológicas y pseudo científicas se
puede resumir en la frase del historiador
norteamericano Anthony Marx: “Raza es un
asunto central de la política en este siglo porque
el uso que las elites hicieron y hacen de la
diferencia racial tuvo siempre como objetivo
probar la superioridad blanca y así mantener
sus privilegios, a costa de la esclavitud y la
explotación. Esa actitud fue siempre compartida
con los sectores populares blancos interesados en
asociase a las elites. Históricamente, ese
comportamiento fue común a las elites de
Brasil, de Africa del Sur y de los Estados
Unidos.”5
Esa afirmación de Anthony Marx sintetiza
toda la lógica que fundamentó las tesis de
superioridades e inferioridades raciales, religiosas y
culturales que legitimaron la dominación y
exclusión de los grupos raciales no hegemónicos,
en especial de los descendientes de africano.
Anthony Marx ratifica también, la visión de los
Movimientos Negro Brasileños sobre la naturaleza
de las relaciones raciales en Brasil,
sistemáticamente descalificada por las elites
políticas e intelectuales hasta hace muy poco
tiempo en Brasil, con raras y honrosas excepciones.
No obstante, se habla cada vez más, en los
medios académicos y políticos sobre las
desigualdades raciales existentes en el país. Sin
embargo, con menor frecuencia, se admite la
importancia del racismo y de la discriminación
racial como elementos creadores y reproductores de
esas desigualdades. Del mismo modo, la superación
de esa situación no está, remitida, en discursos
políticos e intelectuales, a la necesidad de
implementar políticas efectivas de combate al
racismo y de promoción social de los grupos
discriminados por el poder público, por los sectores
empresariales y demás instituciones sociales. A la
constatación de las desigualdades raciales, cada vez
más evidentes por la difusión de investigaciones
gubernamentales y no gubernamentales, sigue una
inmovilidad como si el mero reconocimiento del
problema fuese suficiente para su superación, o que
fuera lo máximo posible de hacer, con relación al
problema. De hecho, el reconocimiento cada vez
más inevitable, se topa con la ausencia de voluntad
política en el conjunto de la sociedad y, en especial
del gobierno, para alterar la estructura racial de
concentración de renta y poder, en nuestra
sociedad, y por encima de todo, para confrontar el
proyecto excluyente de nación que se viene
construyendo a lo largo de nuestra historia.
La forma como se procesó la abolición es
ejemplar, en la perspectiva que informa nuestras
elites: una abolición inconclusa que no fue
acompañada de ninguna política de inclusión
efectiva de la masa de ex esclavos y que, al
contrario, fue relegada socialmente a través de una
política eugénica de blanqueamiento de la sociedad
por el estímulo de la inmigración europea, de
políticas de exclusión que impidieron el acceso
democrático de los negros a la educación formal, al
mercado de trabajo y limitó sus posibilidades de
participación política. ¡Por fin libre para morir en
la penuria en las cunetas del país! Con el
agravante de que toda esa estrategia se procese,
encubierta por el mito de la democracia racial,
fundamentado en el extenso mestizaje producido,
principalmente, por la violencia sexual practicada
en el período colonial sobre africanas e indígenas.
Ese mestizaje, destituido en nuestros románticos
relatos históricos y sociológicos de esa violencia de
género, consolidará la noción hipócrita de
democracia racial en nuestra sociedad que asegura
la alienación de negros y blancos acerca del
problema y la despolitización de la cuestión racial.
No obstante, la magnitud de la desigualdad racial
en Brasil puede ser medida a través del estudio
disgregado por raza/color del Indice de Desarrollo
Humano (IDH).
“Brasil en 1999 fue clasificado como un país
de desarrollo humano mediano, ocupando la 79
posición , según el Indice de Desarrollo Humano,
creado por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo), que es un instrumento de
evaluación y medida de las condiciones materiales y
sociales de la vida de los pueblos. Aunque, cuando los
indicadores de desarrollo humano son disgregados por
sexo y raza de la población descendiente de africanos
en Brasil, conforme elaborado por la Federación de
Asociación de Organos de Asistencia Social y
Educación (FASE), hacen evidente el impacto del sexo
y del racismo, permitiendo que el IDH relativo a la
población negra del Brasil ocupe la 108 posición, en
contrapunto al de la población blanca, que ocupa la
49 posición.”6
Los descendientes de africanos presentan en
todos los indicadores sociales que constituyen el IDH,
brutales diferencias de las cuales la más dramática es
una esperanza de vida de un promedio de 6 años
inferior a la de los blancos, variando hasta 12 años
menos cuando disgregamos ese indicador por faja de
edad o región como es el caso del Norte y Nordeste del
país. El IDH de la población negra brasileña ocupa,
cinco posiciones debajo de África del Sur, país que
hasta hace poco tiempo vivia bajo el régimen de
apartheid.
Los diferentes Indices de Desarrollo Humano
encontrados para blancos y negros en Brasil, reflejan
por último, la coexistencia, en un mismo territorio, de
dos países separados cuya dualidad estuvo siempre
latente, en los dilemas recurrentes sobre los cuales se
inclina la intelligensia del país en lo referente a la
cuestión nacional y a la modernización.
Estudios como el del IDH, demuestran que
la exclusión racial está en el origen de las
desigualdades sociales de Brasil y alcanza a cerca
de la mitad de la población del país, oficialmente
reconocida como negra. 8 En ese contexto, resolver
el problema social en Brasil, significaría resolver la
cuestión racial. Sería traer al ejercicio pleno de la
ciudadanía, el segmento que siempre se intentó
extirpar de la identidad nacional. Siendo el ideal
de blanqueamiento de la sociedad brasileña una de
las dimensiones fundamentales del proyecto de
nación, la difundida insensibilidad de nuestras
elites para con los problemas sociales es
determinada por la dimensión racial de la cuestión
social.
El desprecio social
ìEsa es la lÛgica
presente en el país, la
subyacente al hecho
impunidad a las
de que el poder y la
riqueza son blancos
violaciones, a los derechos
y la miseria y la
humanos, la ausencia de
pobreza son negras
políticas públicas
en Brasil.î
específicas para los afro-
brasileños orientadas hacia la reversión de este
cuadro de desigualdad, están directamente ligados
al desprecio que históricamente este lado de Brasil
provoca en nuestra sociedad. Existe la idea
subyacente de que se trata de una población
descartable, que nada aporta, a no ser revelar el
rostro obscuro y subdesarrollado de un país que
siempre quiso ser blanco y occidental. De ahí la
ausencia de inversiones para incluir a esa
población en el desarrollo económico, social y
cultural.
La mantención del racismo depende de su
capacidad de hacer parecer natural su concepción
sobre el otro. Es imprescindible que ese otro
dominado, vencido, exprese concretamente,
aquello que el ideario racista le atribuye. Es
necesario que las palabras y las cosas, la forma y el
contenido, coincidan, converjan , para que esas
ideas se puedan incorporar. El otro tiene que ser
transformado en aquello que la ideología predice.
La profecía se tiene que realizar para justificar la
desigualdad y la exclusión. Y, la pobreza a que
están condenados los negros en Brasil, es parte del
proceso de naturalización de la inferioridad social
de los grupos racialmente dominados y
consecuentemente, la superioridad del grupo racial
hegemónico y principalmente, los privilegios
materiales y simbólicos que disfruta. Si todos
somos iguales ante la ley, sin distinción de ninguna
naturaleza, como afirma nuestra Constitución, y, si
los negros, en su mayoría, viven en condiciones sub
humanas, es en función de su humanidad
incompleta de la cual deriva su incompetencia
crónica para el progreso y el desarrollo. La
igualdad en el plano legal se traduce, en la realidad
concreta, en la absoluta impunidad y tolerancia
hacia las sistemáticas conductas discriminatorias y
excluyentes en todas las esferas de la vida social.
Esa es la lógica subyacente al hecho de que
el poder y la riqueza son blancos y la miseria y la
pobreza son negras en Brasil.
Sueli Carneiro es investigadora del CNPq, colaboradora del diario Correio Braziliense, postgraduada en FilosofÌa
de la EducaciÛn por la Universidad de Sao Paulo y Directora del GeledÈs Instituto de la Mujer Negra.
2
V.Y. Mundibe. Table ronde. In Somaire, n∫56, vol.IX, p.16
3
Carneiro, Sueli. ìReparaciones y Compilacionesî en Correio Braziliense de 25/08/2000, pg. 05.
4
Mour„o, Geraldo Mello en ìMarx, Freud y Darwin, el Crep˙sculo de los Idolosî. Folha de São Paulo, 250782.
5
Marx, Anthony. Making Race and Nation: A Comparison of South Africa, the United States, and Brazil.
6
Documento de la ArticulaciÛn de Mujeres Negras BrasileÒas ñ Rumbo a la III Conferencia Mundial Contra el racismo,
la DiscriminaciÛn Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia. Pg. 1 y 2.
Dilemas que asÌ son sintetizados por Octavio Ianni: ìEn el lÌmite, Brasil continua en proceso de occidentalizaciÛn
procurando igualarse a los que se presentan como representantes y portadores del Occidente. A despecho de la
variedad de proyectos y de las utopÌas formuladas por los gobernantes y gobernados, movimientos y partidos,
intelectuales a la sombra del poder, en la oposiciÛn o m·s o menos, la tendencia predominante apunta a la
occidentalizaciÛn.î 7
7
Ianni, O . p. 431.
8
Se designa por negro, la suma de las categorÌas preto y pardo utilizadas por empadronamientos oficiales que
forman, seg˙n ellos, 44% de la poblaciÛn del paÌs. Y que indican que el mestizaje al contrario de lo que dice la
ideologÌa, no constituye un factor de movilidad social ya que negros y pardos constituyen un grupo homogÈneo del
punto de vista de las condiciones de vida desfavorables que experimentan en la sociedad brasileÒa.
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