monografía de asteasu

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EUSKAL-ERRIA
MONOGRAFÍA DE ASTEASU
por el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa
D.
SERAPIO
MÚGICA
ALCALDÍA MAYOR DE AIZTONDO
Documentos inéditos comprobantes de las prerrogativas
que gozaba la Alcaldía mayor de Aiztondo
(CONTINUAClÓN)1
NÚMERO
4
Real Provisión mandando recoger el Privilegio concedido al lugar
de Soravilla, para el nombramiento de Alcalde
Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Castilla, etc., y la Reina
D.ª Mariana de Austria, su madre, como su tutora y curadora y Gobernadora de los dichos sus Reinos y Señoríos=A todos los Corregidores,
Gobernadores, Alcaldes mayores y hordinarios y otros Jueces y Justicias qualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de estos Reinos
y señoríos á quien esta nuestra carta fuere mostrada y á cada uno y
qualquier de vos en vuestros lugares y jurisdicciones, Salud y gracia,
sepades que Francisco Eguiluz, en nombre de la Villa de Asteasu, cabeza de la Alcaldía de Aiztondo de la Provincia de Guipúzcoa, Diócesis de Pamplona, nos fué fecha relacion que el derecho de nombrar
Alcalde hordinario de la dicha Villa de Asteasu, con la jurisdicción de
(1)
Véase núm. 740, correspondiente al 30 de Enero de 1901.
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BASCONGADA
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Larraul y Soravilla, pertenecía á la dicha Villa su parte por contrato
que se había hecho con nos por habernos servido con cantidad de mil
y quatro cientos ducados de plata por el año pasado de cincuenta y
nueve y era ansi que el lugar de Soravilla había acudido por el año
pasado de seiscientos y sesenta al nuestro Concejo de la Cámara y con
relación siniestra y callando maliciosamente la referida y la posesion
en que estaba la dicha Villa de Asteasu, había conseguido cédula de
exención y para poder nombrar por sí Alcalde hordinario independientemente de la dicha Villa su parte y porque la dicha merced y Cédula Real que se había concedido al dicho lugar de Soravilla, era con
perjuicio de la villa su parte y no podía ni debía tener efecto. Nos pidió y suplicó mandásemos retener en el nuestro consejo la gracia y
que para dicho efecto se trugesen los papeles de la nuestra Secretaría
de la Cámara al dicho nuestro Consejo, donde protestaba alegar más
en forma lo que al derecho de la dicha villa su parte conviniese y que
así mismo se le despachase Provisión nuestra para que se trugese al
nuestro Consejo la Cédula original de la gracia que se había despachado á la parte contraria, no estando en posesion como no lo estaba y
estándolo se trugese un treslado ó como la nuestra merced fuese, lo
qual visto por los del nuestro Consejo por decreto que proveyeron en
veinte y tres de Junio pasado deste presente año, se mandaron traer
á el nuestro Consejo del de la Cámara los papeles originales de la gracia y habiéndose traido, el dicho Francisco de Eguiluz, en nombre de
la dicha Villa de Asteasu, presentó otra petición ante los del nuestro
Consejo, suplicándonos le mandásemos despachar carta y provisión
nuestra para que se trugese á él el privilegio original de la dicha exención, no estando el dicho lugar de Soravilla en posesión y estándolo
un traslado en la forma ordinaria ó como la nuestra merced fuese. Lo
qual visto por los del nuestro Consejo, fué acordado que deviamos
mandar dar nuestra carta para vos en la dicha razon y nos lo tuvimos
por bien. Por lo qual os mandamos á todos y á cada uno de vos en
los dichos vuestros lugares y jurisdicciones segun dicho es que no estando el dicho lugar de Soravilla en posesion de la dicha exencion, tomeis y recojais el Privilegio original que della se le hubiese despachado de poder de qualquier persona que le tuviese y cerrado y sellado lo
remitiereis ante los del nuestro Consejo y á poder de Luis Vazquez de
Vargas, nuestro escribano de Cámara de los que residen y estando en
posesión de la dicha exencion hareis sacar copia del dicho privilegio y
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EUSKAL-ERRIA
de los demás autos y diligencias hechos y causados en su virtud y signado de escribano en manera que haga fe le remitiréis ante los del
nuestro Consejo en la dicha forma para que se vea y provea lo que
convenga y los unos y los otros no fagades ende al pena de la nuestra
merced y de veinte mil maravedís para la nuestra Cámara so la qual
mandamos á qualquier Escribano lo ejecute y dello dé testimonio dada en Madrid á catorce dias del mes de Julio de mil y seiscientos y sesenta y seis años.=El Conde de Castrillo=Licenciado Don García de
Mendrano.=Licenciado Don Joan de Arce y Otalora.=Licenciado
Don Gil de Castejon=Licenciado Don Gabriel de Echave y Sotomayor.=Yo Luis Vazquez de Vargas, escribano de Cámara de su magestad la fice escribir por su mandado con acuerdo de los de su Consejo.
=Registrada Don Pedro de Castañeda.=Canciller mayor Don Pedro
de Castañeda.
REVISTA BASCONGADA
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HIJOS ILUSTRES
Don Juan Bautista de Aguirre-andía
Bascófilo distinguidísimo, orador elocuente y fervoroso, catequista
de los más populares que ha habido en tierra Euskara, hombre de consejo á quien acudían en busca de luz y guía los que se encontraban
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perplejos en los casos arduos de la vida, nació en Asteasu el 2 de Noviembre de 1742, en la casa denominada Idogarate, según comprueban
todos los indicios.
Fueron sus padres Martín de Aguirre Veroiz Andía y Ana María
de Elola Beobide y Beobide, casados el 4 de Junio de 1725.
Sus abuelos, Juanes de Aguirre Andía y Magdalena de Veroiz Elizalde, casados el 23 de Enero de 1691.
Llevaba por consiguiente los apellidos de Aguirre, Andía, Elola,
Veroiz, Beobide, Beobide.
Dejó escritas en bascuence diferentes obras que á continuación reseñamos, habiendo obtenido todas ellas tan justa estimación por los
que conocen los secretos de dicha lengua, que mereció su autor el honroso dictado, que personas tan peritas en la materia como D. Francisco Aizkibel y el P. Arana, dieron á nuestro biografiado, de Crisóstomo Basco ó sagrado Demóstenes de principios de este siglo.
He aquí sus libros:
«Jesu Cristoc bere elizari utzi ciozcan zazpi sacramentuen gañean
eracusaldia», un tomo, 638 paginas.
«Jaungoicoaren legueco amar aguinteen gañean eracusaldiac», un
tomo, 523 paginas.
«Jesu Cristo eta Virgiña chit santaren misterioen eta beste cenbait
gaucen gañean eracusaldiac», un tomo, 630 páginas.
Estos tres tomos forman una obra completa, precedida de una
«Carta á un amigo», fechada el 10 de Agosto de 1808, que se supone
sea el P. Moguel, con quien le unía grande amistad.
Los tres tomos fueron impresos por suscripción el año 1850.
«Confesioco eta comunioco eracusaldiac». Impreso en 1803, 1823
y 1900. Esta obra se halla dividida en cuatro partes. En la primera se
instruye al niño sobre la Confesión; en la segunda sobre la Comunión,
en la tercera se le hace poner en práctica, lo que en las dos primeras
se le ha enseñado especulativamente; y en la cuarta se han recogido
las instrucciones más importantes y oportunas para que un bascongado viva según la Ley de Jesucristo. Consta de 3 5 8 paginas en octavo.
Dejó además muchos manuscritos de inapreciable valor, que desgraciadamente se perdieron, y murió en la casa «Eliz-eguia», que está
inmediata á la Parroquia, el 17 de Junio de 1823.
Fué también Diputado General del clero del Arciprestazgo mayor
de Guipúzcoa.
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Doctor Juan de Iturrieta
Catedrático de prima de teología y colegial de Oñate. Visitador
general en el Obispado de Calahorra y Rector de la parroquial de Asteasu, donde murió muy viejo el año 1622.
Licenciado Pedro de Iturrieta
Fué Rector de Alegría, Usurbil y Asteasu, su pueblo nativo. Predicador y sacerdote de buena vida y costumbres, gozó de gran ascendiente en su clase, como lo prueba el haber sido Diputado general del
clero de Guipúzcoa. Estando en el desempeño de dicho cargo y en
cumplimiento del decreto hecho en las congregaciones de 27 de Abril
y 8 de Agosto de 1623, fué el encargado de hacer por sí y en nombre
de dicho clero el voto de recibir por su patrono á San Ignacio de Loyola. Pasó al efecto á Azpeitia, y el 22 de Julio de 1624, después de
haber dicho misa con gran solemnidad y concurso de gente, hizo dicho voto y juramento en las puertas del palacio y casa solar de Loyola, sobre un misal abierto.
Fray Juan de Iturrieta
Era de la Orden de Santo Domingo y fué Provincial dos veces y
Visitador general en el Perú.
Joanes de Larrumbide
Escribano de la Santa Cruzada y Contador de resultas.
Pedro de Zaldua
Hay quien dice que este famoso arquitecto nació en la casa Zaldua
de Cizurquil, aunque la mayor parte de los autores que de él se ocupan le creen natural de Asteasu.
Este renombrado maestro arquitecto y de cantería, hizo las iglesias
de Logroño y Morilla de la Rioleca, las bóvedas de la iglesia de Goizueta, la torre del campanario de Oyarzun, la basílica del Santo y mi-
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lagroso crucifijo del lugar de Lezo; dirigió y diseñó el púlpito de piedra negra con balaustre de mármol, trabajado en Lisboa para la iglesia
de Santa María de San Sebastián, que fué tasado por Fray Miguel de
Aramburu y Martín Irizola en representación de las dos partes interesadas en 5300 reales, sin contar el importe de los accesorios que ascendieron á 3.000 reales más; dirigió la portada principal que existía
anteriormente en dicho templo de Santa María. Era de dos cuerpos
jónicos con seis columnas rematando en pirámides y la terminó el 19
de Mayo de 1611 en unión de Pasqual de Insa, siendo su coste 29.264
reales. También fué obra suya el palacio que levantó en un prado inmediato al convento de San Francisco de Zarauz, por encargo de don
Juan de Mancicidor, Secretario de guerra de Felipe III en Flandes, que
si le hubiera acabado, sería una de las obras más celebradas de esta
Provincia, si hemos de dar crédito á personas peritas en la materia.
Joan de Legarrola
Nacido en la casa Betania, sirvió de capitán en Flandes durante
muchos años, y fué Sargento mayor de la plaza de Fuenterrabía el años
1686.
Pedro de Irarreta
En las elecciones de 24 de Junio del año 1716, nombran Alcalde á
D. Pedro Irarreta, Teniente General, residente á la sazón en la ciudad
de Zamalo (Francia) y natural de esta villa, quien debió pronto cambiar de residencia, puesto que como tal Alcalde, toma parte en las
deliberaciones del Ayuntamiento desde el primer libro de actas que
empieza en 6 de Septiembre de 1716. Siendo reelegido el 24 de Junio
de 1717, siguió acudiendo á todas las sesiones hasta el mes de Junio
de 1718 en que cesó. Es probable que fuera él quien mandó abrir el
primer libro de actas de Asteasu, que, como se deja dicho, empezó en
la fecha indicada.
Pocas son las noticias que hemos podido procurarnos acerca de este
personaje que, de dar crédito á noticias muy significativas, era hijo de
Bautista de Irarreta y Magdalena de Veroiz y vino al mundo en 8 de
Noviembre de 1673. En 1700, según consta del expediente de hidalguía instruido á instancia del presbítero Beneficiado D. Ignacio de Ira-
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rreta, que debía ser hermano suyo, se encontraba nuestro personaje
ausente en Indias: en Mayo del mismo año debía hallarse ya en Andalucía, según aparece del mismo expediente. El General Irarreta procedía de la casa solar de su nombre, sita en Asteasu, de primitivos pobladores de Guipúzcoa.
Reconocidos los libros parroquiales de Asteasu, encontramos las
partidas siguientes del mismo apellido y nombre.
Pedro Ignacio de Irarrela, hijo de Martín y de Fabiána de Zulaica,
nació el día 6 de Noviembre de 1661.
Pedro de Irarreta y Catategui, hijo natural de Magdalena de Irarreta, nació el 23 de Febrero de 1670.
Pedro de Irarreta, hijo de Bautista y de Magdalena de Veroiz, nació el 8 de Noviembre de 1673,
Pedro de Irarreta, hijo natural de Magdalena de Irarreta, nació el
1.º de Mayo de 1675.
Pedro Antonio de Irarreta, murió en el reino de Inglaterra de unos
20 años de edad y se celebraron los funerales en la parroquia de esta
villa el día 21 de Octubre de 1742. Parece probable que fuera éste hijo del general.
Nada hemos podido averiguar acerca de los hechos de guerra en
que tomó parte, ni de los méritos que atesoró para alcanzar tan relevante puesto, aunque con ese objeto hemos acudido al Ministerio de
la Guerra. Dícennos en dicho centro, que se mandaron al archivo de
Simancas los documentos anteriores al año 1844.
María de Urdinarán
En el capítulo IX, pág. 46, del libro escrito en bascuence por el
P. Cardaveráz, y editado por D. Eusebio López el año 1882 con el
titulo de «Ama Josefaren Vicitza eta Vertuteac». Vida y virtudes de
Josefa Larramendi y Larrañaga, natural de Azcoitia, se hace referencia á dicha María, cuyas virtudes y conducta ejemplar eran conocidas en toda la comarca. Dice dicho libro que Josefa, á pesar de sus
deseos de ser perfecta y ajustar todos sus actos en el bien, no se sentía
tranquila, creyendo su espíritu aprensivo, que no apreciaba en todo su
valor las faltas que cometía, porque juzgaba con excesiva benignidad
los propios defectos. Se hizo eco de estas dudas, que tanto la atormentaban, ante su Padre espiritual, quien, conociendo sus bondades, la
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aconsejó y exhortó para que depusiese aquellas timideces, sin conseguir calmarla, y pensó entonces en comunicárselas á alguna persona
de reconocida virtud y santidad, eligiendo para el caso á María de Urdinarán, que vida casada en el caserío Aldauriaga de Asteasu y se ha
llaba encamada hacía tiempo con larga enfermedad. Salió de Azcoitia
con su confesor y pasando por Iturrioz llegó á la casa citada. La llevaron á la presencia de la enferma y sin haberse visto antes, se reconocieron y saludaron con sus nombres. Explicó Josefa sus mortificantes
dudas y descubrió el estado de su conciencia á María, quien, satisfecha
de la pureza y virtudes de su aconsejada, la consoló diciendo que si
seguía sirviendo así á Dios, podía contar con su protección y amparo.
Consta en los libros parroquiales de Asteasu, que D. Pedro de Aldauriaga y María de Urdinarán fueron velados y oyeron la misa nupcial el 22 de Febrero de 1626, así como también el que dicha María
murió el 6 de Febrero de 1667. Dice el P. Cardaveráz, que Josefa
nació el 1.º de Mayo de 1652 y que fué á Asteasu el martes de Carnaval, á los 15 años de edad (menos tres meses), de donde se deduce,
que fué el mismo año 67 de la muerte de María, y siendo el martes
de Carnaval, debió ser muy pocos día antes de su fallecimiento, que
fué el 6 de Febrero, época bastante temprana para la entrada de la cuaresma.
También se dice en dicho libro, que desde San Sebastián iba á Asteasu á confesar á María el P. Miguel Elizalde, sabio teólogo de la
Compañía de Jesús, á quien eligió por guía de su espíritu, y la tradición cuenta todavía con detales minuciosos algunos milagros con que
se vió favorecida la echeko-andre de Aldauriaga, que murió en olor
de santidad.
(Se
continuará)
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MONOGRAFÍA DE ASTEASU
por el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa
D. SERAPIO MÚGICA
ALCALDÍA MAYOR DE AIZTONDO
(CONTINUACIÓN)
Padre Julián de Lizardi
No ignoramos que se han escrito y se están escribiendo actualmente diferentes obras acerca del descubrimiento de los restos, orígenes y
vida del P. Julián de Lizardi, por personas competentísimas, que poseen gran riqueza de noticias y detalles, que supera en mucho á cuanto nosotros pudiéramos decir sobre este particular, pero, á pesar de
eso, no nos creemos relevados de hacer una mención especial del hijo
más distinguido de Asteasu, en un libro en el cual se ha tratado de
recoger el mayor número posible de noticias referentes á dicha villa.
La coincidencia de que hallándose en prensa esta obrita, hayan comenzado las gestiones para la traslación de los restos del P. Lizardi á
su pueblo natal, ha motivado el que haya estado en suspenso su publicación, con el objeto de incluir en ella un acontecimiento tan importante como es el regreso á su tierra nativa de las preciadas reliquias
de su esclarecido hijo. Esta es también la causa de que el P. Julián
ocupe el último lugar en nuestra obra y de que este capítulo se haya
ampliado con nuevas noticias, que no figuraban en la Monografía original que presentamos en 1899 á la docta Comisión de Monumentos
de esta provincia.
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Hechas estas aclaraciones, empezaremos por anotar en este lugar
las obras más importantes que se han publicado con noticias del venerable P. Lizardi.
Con el título de «Relación de la vida y virtudes del venerable
Martir P. Julián de Lizardi, de la Compañía de Jesús, de la provincia
del Paraguay», escribió un libro el P. Pedro Lozano, de la misma Compañía y Misiones de la provincia, impreso, sin fecha, en Salamanca
por Antonio Villagordo, previa licencia del Vicario General, obtenida
el 7 de Enero de 1741.
La segunda edición de este libro se hizo en Madrid en la imprenta
de Vicente y Lavajas el año 1862, costeada por los señores de Egaña,
parientes del P. Julián.
«Vidas de algunos claros guipuzcoanos de la Compañía de Jesús»,
impreso en Tolosa por Modesto Gorosabel el año 1870, es otro de los
libros que hablan del P. Julián.
El opúsculo titulado «Breves noticias de dos ilustres Mártires Guipuzcoanos, P. Domingo de Erquicia y P. Julián de Lizardi», impreso
en Florencia en la imprenta de la Purísima Concepción, de Rafael
Ricci, el año 1876, trae también una sucinta noticia del venerable hijo de Asteasu.
En las obras de D. Pablo de Gorosabel, de D. Nicolás de Soraluce
y otros que se han ocupado de la villa de Asteasu, no faltan tampoco
noticias más ó menos extensas del mismo. En el libro de D. Francisco
López Alén, publicado en 1898, con el título de «Iconografía Biográfica de Guipúzcoa», se hallarán también el retrato y una biografía del
citado Padre.
El presbítero Kenelm Vaughan, de quien tendremos ocasión de
ocuparnos más adelante, ha dado al público el año pasado de 1901, su
ameno é interesante libro con 24 ilustraciones, editado en la librería
de Subirana, de Barcelona, con el título de «Descubrimiento de los
restos del venerable P. Julián de Lizardi y su traslación de Tarija á
Buenos Aires, con la vida del mártir por el P. Lozano».
Con motivo de la traslación de los restos del P. Julián de Buenos
Aires á España, ha escrito el ilustrado Diputado provincial D. Luis de
Echeverría un nuevo libro, que ha publicado «El Correo de Guipúzcoa», periódico de San Sebastián, con el título de «Breve noticia del
origen, vida y virtudes del P. Julián de Lizardi y descubrimiento de
sus restos».
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EUSKAL-ERRIA
El empeño y la constancia sin igual con que este digno paisano
del P. Julián de Lizardi ha trabajado en todo lo que concierne á este
asunto, en unión del virtuoso é ilustrado cura párroco de Asteasu,
D. Tomás de Eguibar, natural de San Sebastián, le han suministrado
conocimientos especiales en la materia, que harán de su libro uno de
los más interesantes y completos de cuantos se han ocupado del venerable mártir. La labor ímproba que se han impuesto estos dos respetables señores, dedicando todos sus desvelos en obsequio del P. Lizardi,
desde que el P. Vaughan dió su famosa conferencia en el «Centro Católico» de San Sebastián, les hace acreedores á que figuren sus nombres en primera línea, al lado de los que más se han interesado en averiguar, honrar y perpetuar los hechos del venerable mártir.
Desde que se inició este asunto, la casa rectoral de Asteasu y la
solariega de Eleizeguía, que está inmediata, han sido las oficinas centrales, donde se han recogido y coordinado les datos necesarios para
la formación del extenso é intrincado árbol genealógico del mártir de
Asteasu y de donde han partido iniciativas muy importantes para la
nueva marcha de este asunto.
Aunque sabemos que herimos la modestia de los dos aludidos señores, no hemos podido menos de hacer en este lugar una honrosa
mención de estos entusiastas admiradores y fieles propagadores de los
méritos del P. Julián.
Dicho libro se ha impreso en la imprenta de D. Francisco Muguerza, de Tolosa, haciendo una tirada de 4.000 ejemplares, por iniciativa
del «Centro Católico» de San Sebastián, que ha tomado el buen acuerdo de abrir una suscripción para coadyuvar á la mayor gloria del Padre Lizardi, teniendo en cuenta, además del fin benéfico á que han de
destinarse dichos fondos, el hecho de haberse dado en sus salones la
primera noticia del descubrimiento de los restos del P. Julián.
Costeado por el mismo Centro y escrito por el Sr. Echeverría se
va á hacer también una tirada importante de un compendio de dicho
libro, escrito en lengua bascongada.
Como se ve, por el título de las obras á que se ha hecho mérito,
sus ilustrados autores se han ocupado, con gran copia de datos, de
cuanto tiene relación con la vida y muerte del P. Lizardi. Nuestra misión se reducirá, por tanto, á dar cuenta de las vicisitudes por que han
pasado los restos del venerable mártir, desde que fué muerto en el
campo de Concepción hasta que queden depositados en el panteón que
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Guipúzcoa le ha levantado en la iglesia parroquial de su pueblo nativo, y, por ser materia menos conocida, nos detendremos principalmente en relatar el viaje desde Buenos Aires á Asteasu, y acogida que
se les dispense á su llegada á esta provincia y al pueblo en que vió la
luz primera.
P. JULIAN DE LIZARDI
No todos los escritores que se han ocupado de este hijo de San Ignacio han puesto bien la fecha de su nacimiento, que fué el 29 de Noviembre de 1695, como consta en el libro de bautizados de la parroquia de Asteasu, que, al escribir estas líneas, hemos tenido á la vista.
Nació en el caserío de dicho pueblo denominado Ur-zuri-aga, que
significa «lugar de aguas cristalinas», siendo sus padres Lázaro de Lizardi y Ana de Gorostiaga. Desciende esta familia de la casa solar ar-
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mera de Lizardi-azpikoa, de la inmediata Universidad de Aya, que
lleva por armas un escudo en campo rojo con un león de oro que tiene en las manos una ala de plata; orla de oro con seis arbolillos verdes, que deben ser fresnos, por alusión al nombre Lizar-di, que significa fresneda.
Ingresó con el tiempo en Villagarcía de Campos en el Noviciado
de Jesús, siendo recibido en la Compañía el 4 de Junio de 1713, á
los 17 años y medio de edad. Se le destinó á la misión de los chiriguanos en el Paraguay ó Tucumán, y hallándose celebrando el santo
sacrificio de la misa, en el pueblo de la Concepción, fué preso en una
invasión que los bárbaros del valle del Ingre, llevaron á cabo el 16 de
Mayo de 1735 y asaeteado al siguiente día, como á una legua de distancia del pueblo, donde se le halló consumido por las aves y las fieras
desde el cuello hasta la cintura, clavadas diez flechas en el pecho, calzado un pié con el borceguí y zapato, faltándole del otro los tres dedos menores, así como también una quijada.
Recordando al leer este cruento suceso las figuras que adornan el
escudo de armas de la familia del P. Julián, no parece sino que sus
progenitores, dueños de la indicada casa solariega de Lizardi-azpikoa,
previeron el hecho glorioso que había de realizarse en uno de sus descendientes, y quisieron, anticipadamente, conmemorar el fausto suceso que había de dar sin igual prez y gloria á su apellido, adoptando el
simbólico emblema que acabamos de describir. Una ala de plata en las
garras de un león, en cuartel rojo orlado por seis árboles verdes, parece indicar una presa hecha á medias por el fiero animal y representa
á maravilla el ensangrentado campo de Chiriguay, donde las fieras y
las aves fueron arrancando pedazos del preciado cuerpo del angélico
Julián.
El 7 de Junio siguiente, 22 días después de su muerte, recogió el
P. Pons todos los venerables despojos y se los llevó envueltos en un
lienzo á su Reducción del Rosario, donde se mantuvieron hasta el día
19, en que se condujeron á Santa Ana, que dista cinco leguas de Tarija.
Aquí se depositaron en una caja nueva de cedro, aforrada de tafetán carne, con franjas bien dispuestas, clavadas con tachuelas doradas
y un fleco de plata y todo carmesí muy lucido, que rodeaba toda la
caja. Esta era de una vara de largo, llevando encima de la tapa una
cruz hecha con dos flechas, y se dispuso á manera de andas sobre dos
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varas gruesas, para que á hombros la pudiesen cargar personas, como
la cargaron desde la capilla de Santa Ana hasta la villa de Tarija, con
acompañamiento de grandísimo concurso de gente, que á porfía querían señalarse en hacer demostraciones reverentes. Conducidos los restos á la iglesia de San Francisco, fueron colocados en un lucido trono,
preparado al efecto en el crucero de la misma y después de cantar el
Te Deum predicó el R. P. Fray Francisco de Echeverría.
Con la misma solemnidad de música, chirimías, clarines, repiques
de todas las campanas de la villa y fuegos artificiales, se trasladó la caja
á la iglesia de San Bernardo de la Compañia de Jesús, donde se repitieron, con igual fausto, las funciones religiosas, dedicadas á la memoria
del esclarecido hijo de Asteasu.
Colocada sobre un trono alto quedó la caja en la iglesia hasta la
tarde, que se depositó «al lado del Evangelio, debajo de la credencia
del altar mayor, en lugar separado».
Esto sucedía el 1.º de Julio de 1735.
En el hueco de aquel muro, lejos, muy lejos de su tierra nativa,
permanecieron en santa paz los valiosos restos del P. Julián durante
siglo y medio, sin que tan largo tiempo haya bastado para que sus parientes y paisanos le olvidasen al mártir de Urzuriaga. Asteasu rendía
culto fervoroso á su hijo, guardando su retrato al óleo en la sacristía
de la parroquia, con santo amor. Asteasu, á pesar de los años transcurridos, conserva todavía el árbol castaño en cuyo secular tronco solía recogerse el P. Julián para la práctica de sus ejercicios piadosos, y
lo conserva con tanta veneración, que sus paisanos, al pasar por el camino inmediato, se detienen y descubren con respeto para rezar el
Ave María. El fruto de aquel árbol es solicitado con afán para sembraro en otros montes, y de las ramas se sirven los naturales para hacer
la cruz que ha de defender de las tempestades su casa y campos. En
Asteasu, apenas hay casa donde sepan leer, que no tenga un ejemplar
del libro del P. Lozano, y si á pesar del aprecio que hace de todo lo
que concierne á su venerable hijo, no ha rescatado hasta ahora sus restos, ha sido porque en la época en que aquel hecho sucedió y se hizo
público por el libro del P. Lozano, no era posible ponerse en inteligencia con países tan lejanos y atrasados como el Paraguay, para llevar á cabo una comisión tan delicada y que exigía tantos requisitos
como esta. Pero apenas aquellos obstáculos han desaparecido con los
actuales medios de comunicación, haciendo posibles las relaciones entre
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EUSKAL-ERRIA
los puntos más distantes del orbe, ha bastado que una persona veráz
haya afirmado que los restos del P. Julián se hallaban todavía en la
iglesia de Tarija, para que comovido todo el vecindario con tan satisfactoria nueva, acudiese el alcalde en su representación, interesándose
en el asunto. En efecto, el P. Vaughan, hermano del cardenal arzobispo de Inglaterra, que vino á España con el objeto de recoger fondos
para construir en la nueva Catedral Metropolitana de Westminster,
Londres, la Capilla Hispano Americana del Santísimo Sacramento,
destinado á la Adoración Perpetua, se presentó con dicho motivo en
San Sebastián por Septiembre de 1896 y dió una conferencia en el
«Centro Católico», el día 18 del mismo. Refirió en ella, cómo hallándose de viaje en la América del Sur, el año 1875, cayó enfermo y se
vió obligado á retirarse al colegio franciscano de Propaganda Fide,
establecido en Tarija. Revisando la biblioteca del colegio durante la
convalecencia, dió con el libro del P. Lozano, á que hemos hecho referencia, con la relación de la vida y virtudes del P. Lizardi, y, leyéndolo, se encontró con la grata sorpresa de que sus restos se habían enterrado en la iglesia de San Bernardo de dicha población. Preguntó al
padre guardián del convento, al señor cura y al prefecto, si sabían
dónde estaban encerrados dichos restos y al ver que no tenían noticias
siquiera de tan estimable depósito, se lanzó á buscarlo por sí mismo.
Escudriñando en un subterráneo de la iglesia, se encontró con una tablita, carcomida y vieja que decía así:
«HIC JACET CORPVS VENERABILIS MARTYRIS
PATRIS JULIANI DE LIZARDI, SOCIETATIS
NOSTRÆ QUI OB EVANGELII PRÆDICATIONEM
ET FIDEI DEFENSIONEM DUM SACRIS OPERARETUR A BARBARIS CHIRIGUANIS COMPREHENSUS SAGITISQUE CONFOSUS, OBIIT
DIE 17 MAII ANNI
1735».
Esta tabla1 le sirvió de llave para sus investigaciones ulteriores y
preguntando á los más ancianos en qué parte de la iglesia estuvo colocada dicha inscripción, alusiva al enterramiento de los restos del venerable mártir, vino á sacar en consecuencia dónde se hallaban depo(1) En el viaje que hizo en 1900 el P. Vaughan á Tarija, le fué regalada
esta tabla.
REVISTA BASCONGADA
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sitados estos. Habiéndole designado, encima de la puerta de entrada
de dicha iglesia el lugar donde estuvo colgada la tabla mencionada,
mandó abrir un boquete en el muro y dió con el hueco, donde estaba
escondido un cajón que medía tres piés y cinco pulgadas de largo por
dos piés de alto y dos de ancho. Bajando el cajón con mucho cuidado
y conducido á la sacristía, se vió que estaba en buen estado de conservación y correspondía en todos sus pormenores al que describió el Padre Lozano en su libro. Era de cedro, cubierto con bayeta roja, rodeado con cinta de seda, clavado con tachuelas de bronce y asegurado
con un sello en lacre, con el escudo de los hijos de San Ignacio. Abierta la caja, lo primero que se halló fué una rama de palma, símbolo del
martirio. Al extraer los huesos, se encontró sobre la rodilla derecha
un pedazo de cuero de buey, que, como la tradición cuenta, el P. Julián llevaba en vida como cilicio y fué sepultado con él. En el fondo
de la caja apareció una prueba más positiva todavía de que era aquél
el cuerpo que se buscaba. Era un documento que decía así: «Este es
el cuerpo del venerable Padre Julián Lizardi, que murió á manos de
los indios chiriguanos el día 17 de Mayo, el año de 1735».
Se echaron las campanas á vuelo y circuló la noticia del hallazgo
con gran celeridad en la población, acudiendo centenares de personas á
la sacristía á contemplar con sus propios ojos el cuerpo del mártir,
viéndose obligado el cura párroco á cerrar las puertas de la iglesia para
impedir que la gente devota rindiese el culto que la iglesia no permite
sin previa beatificación.
Quedando así manifiesto que el cuerpo hallado era el del venerable
Julián de Lizardi, el señor cura lo depositó de nuevo en el hueco del
muro del Santuario, poniendo encima este rótulo:
«Aquí descansa el cuerpo del venerable mártir Padre Lizardi, que
habiendo sido prendido por los bárbaros chiriguanos al celebrar la Santa Misa y martirizado á flechazos, murió el día 17 de Mayo de 1735».
Dió cuenta también el P. Vaughan en la expresada conferencia del
«Cento Católico» de que, á pesar del empeño con que procuró obtener la autorización de llevar á Inglaterra el cuerpo del mártir, el señor
arzobispo de la Plata, Excmo. Doctor D. Pedro de Puch y Solana, solamente le facultó para tomar una parte de él, habiendo escogido el
dedo índice de la mano izquierda, que tantas veces tuvo la dicha de
sostener el Santísimo Sacramento en la Elevación de la Santa Misa.
Aquella noche, doce niños de familias emparentadas con el mártir
398
EUSKAL-ERRIA
repartieron entre los concurrentes á la citada conferencia pedacitos del
árbol castaño de su casa nativa de «Urzuriaga», á que antes hemos hecho referencia, del tamaño de una moneda de cinco pesetas, envuelto
cada uno de ellos en papelito impreso que decía:
«PEDAZO DEL ARBOL
en el hueco del cual acostumbraba a orar
EL VENERABLE JULIÁN DE LIZARDI, S. J.
Natural de Asteasu (Guipúzcoa) y muerto Mayo 26, 1735,
asaeteado por los indios del Ingre (Bolivia) á los 36 años de edad».
Este recuerdo tan oportuno, fué proporcionado por el Secretario
del Excmo. Ayuntamiento de San Sebastián, D. Antonio de Egaña,
pariente del P. Julián, así como, sus hermanos D. José Joaquín, don
Francisco, D. Julián, D. Feliciano y sus respetables familias, que dieron buena prueba del aprecio en que tienen tan honroso parentesco, al
editar por su cuenta en 1862 el libro del P. Lozano, y al interesarse
vivamente, más tarde, interponiendo su gran influjo para la traslación
de los restos de su ilustre pariente.
(Se continuará)
A
MARÍA
Más bella que la estrella matutina,
que diamantina
derrama en el espacio su fulgor:
mucho más pura que la flor lozana,
que en la mañana
el ambiente embalsama con su olor:
así eres tú, María, dulce consuelo
del que en el suelo
agobia en su inclemencia la aflicción,
pues calmas compasiva su quebranto,
422
EUSKAL-ERRIA
MONOGRAFÍA DE ASTEASU
por el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa
D. SERAPIO MÚGICA
ALCALDÍA MAYOR DE AIZTONDO
(CONTINUACIÓN)
Se hizo eco la prensa de la región de tan interesante conferencia,
llevando la nueva á la patria del P. Lizardi, donde fué acogida con
gran alborozo por sus naturales. Reunióse el Ayuntamiento el día 20
de Septiembre de 1896 tomando el acuerdo de dirigirse al P. Vaughan,
con atenta súplica, demandando noticias acerca del paradero de los restos del predilecto hijo de Asteasu. Su Alcalde, D. Martín de Uzcudum,
actual poseedor de la casa solar de Aldauriaga, la misma á que hemos
hecho referencia al hablar de María de Urdinarán, se dirige al Padre
Vaughan, con fecha 25 de Septiembre, en cumplimiento del acuerdo
citado, preguntando si era cierto el hecho publicado en los periódicos,
y contesta dicho Padre, con fecha 27, confirmando cuanto dijo en el
«Centro Católico» y animando á que Asteasu tomase la iniciativa en
el asunto, á la vez que le remitía una fotografía del P. Julián y anunciaba su ida á dicho pueblo; visita que cumplió el 10 de Abril, permaneciendo en él hasta el día 12 á la tarde, en que regresó á San Sebastián. Este día, por la mañana, subió al caserío Urzuriaga, acompañado de las autoridades del pueblo y varios amigos, entregando 200
pesetas para la construcción del muro de circunvalación y sostenimiento con que se defendió el antes citado castaño poco después de esta
visita.
REVISTA BASCONGADA
423
Viendo Asteasu confirmada tan satisfactoria nueva por persona de
los prestigios del P. Vaughan, estudia sin pérdida de tiempo la manera más conducente de llegar al fin deseado de recuperar los restos de
su hijo, trayéndolos á la iglesia misma donde recibió el agua bautismal, que, de modo tan sólido, imprimió en su alma el amor á la religión de sus mayores, pero pareciéndole atrevida la empresa para pueblo de tan escasos medios, no por eso ceja en su empeño, sino que
acude á la Diputación en demanda de apoyo, como han hecho siempre
nuestros pueblos, cuando se han considerado insuficientes, por sí solos,
para llegar al logro de un deseo justo. La Diputación, siguiendo la
hermosa tradición que nos han legado las Corporaciones provinciales
de Guipúzcoa en todos tiempos, tiene por norma acudir con interés
de madre al llamamiento de los pueblos cuando han menester de su
ayuda. En corroboración de lo dicho, y concretándonos á la clase de
asunto que nos ocupa, ahí están los trabajos realizados por la Provincia para la mayor gloria de sus hijos ilustres San Ignacio, San Martín
y Beato Tomás de Zumarraga y Lazcano, hasta conseguir que ocupasen en el orbe católico el distinguido lugar que les corresponde.
En la ocasión presente, vemos reproducida esta conducta fraternal
y de mutuo afecto entre la Diputación y los pueblos de Guipúzcoa.
Asteasu, contando con la mayor influencia de la Diputación, acude á
ella en escrito de 12 de Noviembre, suscripto por el Ayuntamiento y
Cabildo Eclesiástico, pidiendo que se interese en la traida de los restos
del P. Julián á su país natal y en el expediente de beatificación. La
Diputación, tan pronto como recibe la solicitud, nombra una comisión especial que dictamine en el asunto y aprueba en Abril del año
siguiente el informe presentado por la misma, proponiendo varias conclusiones para la consecución de los indicados objetos, todo lo cual se
pone en conocimiento del señor Obispo de Vitoria para que indicase
el procedimiento que debía seguirse en el asunto, como lo hizo. Se
acudió con estos antecedentes, el mes de Mayo, al P. Provincial de la
Compañía de Jesús en Búrgos, y obtenida su respuesta, se mandaron
todos ellos el mes de Julio al P. Vaughan, quien se encargó de proporcionar las noticias que se le pedían.
Mientras la Corporación provincial gestiona en el sentido indicacado, Asteasu, dentro de su limitada esfera, se mueve también para
cóadyuvar, á medida de sus fuerzas, á la mayor honra de su hijo y
encomienda al pincel del afamado pintor D. Alejandrino Irureta un
424
EUSKAL-ERRIA
retrato al óleo del P. Lizardi. Irureta, valiéndose de los retratos al
óleo que se conservan en el monasterio de San Ignacio de Loyola y
sacristía de la parroquia de Asteasu, cumple su cometido con la maestría y formalidad que acostumbra, y el Ayuntamiento, por acuerdo de
27 de Junio de 1897, dispone colocarlo en la hermosa sala capitular,
donde se ostenta.
Tan meritoria obra, sólo costó al municipio 500 pesetas.
Por medio del señor Obispo de Vitoria, que recomendó el asunto
al Arzobispo metropolitano de Bolivia, elevó la Diputacibn en Noviembre de 1898 una solicitud al Arzobispo de Chuquisaca, con la certificación de los acuerdos tomados por ella con fecha 12 de Abril, pidiendo la competente autorización para trasladar los restos mortales
del P. Lizardi, desde la ciudad de Tarija, á su pueblo natal de Asteasu.
El resultado de estas gestiones nos lo dirá, mejor que nadie, el mismo R. P. Vaughan en la interesante carta que á continuación tenemos
el gusto de copiar íntegramente:
«Tucumán.
República Argentina.
Al Excmo. Sr. Presidente de la Diputación provincial de Guipúzcoa.
Muy ilustre señor Presidente. Tengo el honor de elevar á conocimiento de V. E. lo que paso á describir.
Cuando estuve en San Sebastián, hace dos años—más ó menos—
la honorable comisión nombrada por V. E. para promover la iniciación de la causa de la beatificación del venerable Julián de Lizardi, me
encargó en caso que tuviera de volver á Sud-América, de hacer los esfuerzos posibles para obtener y llevar de Tarija (Bolivia) los restos de
este mártir guipuzcoano, para colocarlos en la iglesia de Asteasu, su
país natal, en España.
Habiendo arribado á la República Argentina, y encontrándome en
Juguy, diez días distante de Tarija, me decidí á pasar á esta ciudad.
Al efecto, alquilé tres mulas y emprendí el viaje á través de aquellas
ásperas montañas que tenía que pasar, no obstante que algunos amigos de la Argentina me aconsejaron de no emprenderlo por la época
lluviosa actual y hallarse los ríos muy crecidos, lo que no deja de ocasionar serios peligros para el viajero.
Sin embargo, Dios me condujo á Tarija sano y salvo, después de
REVISTA BASCONGADA
425
doce días de penoso viaje. Inmediatamente me puse en relación con el
párroco de la iglesia matriz D. Ezequiel Aguilar, manifestándole el
objeto de mi misión. Este, á su vez, consultó al Excmo. Sr. Arzobispo de la Plata (Sucre) D. Miguel de los Santas Taborga, remitiendo
el siguiente despacho telegráfico: «Encuéntrase padre Vaughan, comi»sionado Diputación Guipúzcoa (España) para llevar restos del mártir
»Julián Lizardi. Pueblo quiere hacer quedar mayor parte. Autoríceme».
El Arzobispo contestó: «Para canonización P. Lizardi es preciso
»llevar restos. Entréguense comisionado, quedando para Tarija solo
»un brazo».
Cuando se supo en Tarija la orden telegráfica del Arzobispo, el
pueblo se sublevó oponiéndose á la entrega de los restos, y sólo permitía que se me entregara un brazo. Para legalizar esta actitud se
mandaron muchos partes telegráficos al Arzobispo, pidiéndole una contra orden; pero él contestó con el silencio.
Al fin, después de doce días de contienda y, resistencia, y sabiendo
el pueblo mi propótito de ir á Sucre para quejarme ante el señor Arzobispo, que se oponía á su mandato, recien se me ha hecho entrega
de los restos del venerable mártir con todas las formalidades necesarias. Los restos fueron colocados en una caja de cedro con todo el cuidado posible y asegurada con latas, trabajada á propósito, de modo
que pudiera entrar en una de mis petacas de viaje.
Temiendo una segunda sublevación del pueblo, una mañana bien
temprano, cuando toda la población dormía, emprendí viaje de regreso á la ciudad de Juguy y de aquí á Tucumán.
Tengo, pues, como V. E. ve, esta preciosa reliquia en mi poder,
y una vez terminados mis trabajos en Sud América, me haré el honor
de llevarla á España y entregarla en mano propia de la Comisión ó de
V. E.
No dudo que la presencia del cuerpo de este gran mártir guipuzcoano servirá de un poderoso estímulo para que la provincia que le
vió nacer trabaje con más empeño hasta conseguir la beatificación de
este ínclito mártir español para gloria de Dios y de España.
Con los sentimientos de mi más profundo respeto, soy de V. E.
muy at.º S. S. y capellán
KENELM VAUGHAN.
Marzo, 2, 1900.
Mi dirección, Palacio Arzobispal, Santiago, Chile, Sud América.
426
EUSKAL-ERRIA
P. S. Probablemente mi llegada á San Sebastián será entre Julio y
Agosto».
Se dió traslado de dicha carta al Ayuntamiento de Asteasu, quien
recibió tan agradable noticia, así como el resto del vecindario, con el
mayor alborozo, apresurándose en atenta comunicación á mostrar su
inmensa gratitud á la Diputación por la poderosa intervención que
había tomado en el asunto, á la vez que se hacía eco de la conveniencia de que continuase prestándole su valiosa cooperación para la decorosa instalación de tan preciados restos.
El Presidente de la Diputación con fecha 30 de Abril, escribió al
P. Vaughan á Santiago de Chile, dándole las gracias por su valiosísima intervención en el asunto, y con el mismo motivo escribió el 5 de
Mayo expresando su reconocimiento al señor Obispo de Vitoria, por
la intervención que tuvo en el feliz éxito alcanzado.
De las noticias que nos da el F. Vaughan en su mencionado libro,
aparece que el día 5 de Febrero de 1900 se le hizo entrega formal de
los restos del P. Lizardi por el párroco de Tarija D. Ecequiel Aguilar.
Comenzaron seguidamente los preparativos para conducirlo á la Península, mandando hacer una caja de cedro que se pudiera acomodar
en una petaca á fin de poderla llevar en caballería. Acto continuo, pasaron los huesos del mártir de la caja donde se pusieron en 1735 á la
nueva caja, forrada de zinc interiormente, y después de soldada y atornillada, el párroco citado le puso el sello de la parroquia. Recogió los
certificados correspondientes, y metiendo la caja en una petaca, especie de maleta hecha de cuero vacuno seco, y asegurada con cuerda
sobre una acémila, salió de Tarija una madrugada, ocultamente, para
que los naturales no le pusieran nuevos impedimentos.
En la primera jornada, pasando por el valle de Tucamilla, fué á
pernoctar con sus guías al Tambo, que está al pié de la sierra de Sesma.
2.ª jornada. Saliendo de dicho punto por la mañana, fueron á
pernoctar al Tambo de la montaña de Chacayo.
3.ª Por la meseta de Pampa de Taxara á pernoctar á Quebrada
Honda.
4.ª Por el río Hondo, atravesando la llanura de Tincuya, á parar
á Salitre, límite del territorio Boliviano.
5.ª
6.ª
grejo.
De Salitre á Yavi, primera ciudad Argentina que pisaron.
De Yavi á Pampa de Barrios, llegando para la noche á Can-
REVISTA BASCONGADA
427
7.ª Cruzando el río Cangrejo á Puna Brava, que está á 12.000
piés sobre el nivel del mar y la llaman «Abra de las Cordilleras»; de
allí á un valle encerrado entre las montañas llamadas «Ojo del agua».
8.ª Por el río Humahuaca, pasando por la aldea de la Cueva y
Negra Muerta, á pernoctar á Humahuaca.
9.ª Por la quebrada del Río Grande, llamada también de San
Francisco, atravesando las aldeas de San Roque, Quecalera y Usquia
y pasando por la Angostura, á la aldea de Tilcara, donde pasaron la
noche y el día siguiente.
10.ª Saliendo á media noche, pasaron por la aldea de San Vicente, para llegar al puerto de Punamaria y de allí á la aldea del mismo
nombre, que quiere decir «La cueva del león». Siguieron á Tumbaya,
y pasando por Guaira, llegaron de noche al Tambo del Volcán.
11.ª Por el «Paso del Volcán», pasando por Los Sauces y Yala,
llegaron al valle de Jujuy, liaciendo alto en el convento de Franciscanos de dicho lugar, desde donde despachó á los guías.
De allí adelante, el viaje lo hizo en ferrocarril, descansando unos
días en Tucumán, desde cuyo punto escribió la carta que hemos dejado copiada, con fecha 2 de Marzo. Continuando el viaje, llegó d Buenos Aires, que se halla á 2000 millas del punto de partida, y después
de tan fatigosa caminata, depositó su preciosa carga en el colegio de
Jesuitas de San Salvador de dicha ciudad.
El deseo del P. Vaughn de conducir personalmente á España los
restos del P. Lizardi el verano de 1900, tropezó con dificultades insuperables por verse obligado á continuar sus viajes por otros países, y
con este motivo escribió desde Chile, con fecha 31 de Julio de 1900,
al presidente de la Diputación, manifestándole el sentimiento que esta
contrariedad le causaba, é insinuando la conveniencia de que la Diputación mandase un delegado, plenamente autorizado, para recoger
los indicados restos. La Corporación provincial, abundando en los
mismos deseos del P. Vaughan, de que fuese él y no otro el que condujese los restos del P. Lizardi á esta provincia, le contesta que esperará gustosa á que regrese á Europa, pero viendo que su venida se dilata, sin conseguir el fin anhelado, le escribe de nuevo en Marzo de
1901 haciéndole ver la conveniencia de que, poniéndose de acuerdo
con el presbítero D. Pedro de Muñagorri, secretario que fué del obispo de Buenos Aires, hagan, entre ambos, el modo de mandar los
restos á España. El 5 de Agosto del indicado año, escribe el Padre
428
EUSKAL-ERRIA
Vaughan, que ha entregado los restos al P. Garriga, Provincial de las
misiones del Paraguay, y, en su vista, la Diputación, pónese en comunicación con él y con la Compañía Trasatlántica de vapores, la
cual se ofrece á transportar gratis, con todo el cuidado y homenaje
debidos, la caja que contiene los restos del P. Lizardi, en uno de los
vapores que hacen la travesía de Buenos Aires.
En su vista, el señor D. Sebastián Camio, como vicepresidente de
la Comisión provincial de la Excma. Diputación de Guipúzcoa, con
fecha 7 de Febrero de 1902, ante el Notario de San Sebastián D. José
María Aguinaga, confiere el poder necesario á favor de la citada Compañía Trasatlántica de Barcelona, para que pudiera recoger en Buenos
Aires los restos del P. Julián, con cláusula de sustitución para delegar
en las personas que creyese conveniente, la ejecución de dicho encargo. La comisión delegada de la Junta de Gobierno de dicha Compañia
Trasatlántica, en sesión de 22 del citado Febrero, acuerda aceptar dicho
poder especial, designando al vocal de su seno D. Manuel Arnús para
que sustituyera dichos poderes en favor del capitán sub-inspector de la
Compañía en Buenos Aires, D. José María de Gorordo, como lo hizo
por escritura autorizada en Barcelona á 26 del repetido mes de Febrero,
registrada en el Consulado general de la República Argentina en Barcelona y en la Secretaría de Relaciones exteriores y Culto de la República
Argentina en Buenos Aires. En esta última ciudad, á 31 de Marzo de
1902, á petición del presbítero D. Pedro de Muñagorri, se constituyó
D. Gregorio Carballo, Notario mayor eclesiástico de aquella Archidiócesis, en el Colegio del Salvador, calle Callao y Tucumán y estando
presente el señor don José María Gorordo, el R. P. Superior de la Misión Chilena-Paraguaya de la Compañía de Jesús, le hizo entrega del
cajón que contenía los restos del P. Lizardi, procediendo en aquel acto
el notario autorizante á poner á la caja. para mayor seguridad, una liga
de cinta blanca sellada en sus puntas con el sello que lleva esta inscripción: Superior Missio Chilo Paraguar. S. J.
También entregó el R. P. Superior al señor Gorordo el documento que tenía en su poder y que justificaba la posesión de los restos
que entregaba en aquel acto, así como la tabla á que hemos hecho referencia antes y que le sirvió al P. Vaughan para averiguar el punto
donde se hallaban depositados los restos del P. Julián en la iglesia de
Tarija. Esta tabla viene destinada á Asteasu, como regalo del P. Vaughan, según carta suya de 26 de Diciembre de 1901.
REVISTA BASCONGADA
429
Seguidamente fueron trasladados los venerables restos del P. Julián
á bordo del vapor «Reina María Cristina», de la mencionada Compañía, dándole carácter solemne al acto de la entrega, al cual no pudo
asistir, como se esperaba, el Sr. Arzobispo, por inconvenientes imprevistos. El mismo día, 31 de Marzo, zarpó de Buenos Aires el citado
vapor, arribando á Barcelona el día 21 de Abril, después de una travesía felicísima y sin contratiempo alguno, siendo acto seguido trasbordados los restos á la capilla del vapor «Ciudad Condal» de la misma Compañía, surto en aquel puerto, por tener quecontinuar el «Reina María Cristina» su viaje á Génova.
Mientras el vapor «Reina Maria Cristina» surcaba los mares, caminando veloz para devolver á su país nativo los restos venerables de
aquel esclarecido hijo de Urzuriaga, que el año 1717 embarcaba en
Cádiz, lleno de vida y fe, para morir en lejanas tierras enseñando la
doctrina de Jesús, nuestra Diputación, deseosa de allanar todos los
inconvenientes que pudieran diferir la pronta restitución de las reliquias, de tan venerable guipuzcoano, se dirige al ministro de la Gobernación y al señor Obispo de Vitoria, en solicitud de las autorizaciones necesarias para la traslación de los restos é inhumación de los
mismos en el panteón levantado al efecto en la sacristía de la iglesia
parroquial de Asteasu, y obtiene la R. O. del 22 de Abril y la licencia competente del prelado para realizar ambos fines.
Tan pronto como se recibió aviso de la Compañía Trasatlántica de
la llegada á Barcelona del esperado vapor, salieron para la Ciudad Condal los Diputados provinciales D. Joaquín Carrión y D. José María
Alberdi, encargados de recoger los restos y trasportarlos á San Sebastián.
Visitaron al Gobernador civil señor Manzano, quien los recibió en
el acto, manifestándoles que tenía una R. O. del ministerio de la Gobernación mandando que no se pusiera ninguna clasede obstáculos al
desembarque y traslación de los restos del P. Lizardi y que al efecto
tenía extendidas las correspondientes comunicaciones pa ra el Administrador de la Aduana, Director de Sanidad y Alcalde Presidente del
Ayuntamiento, documentos que fueron entregados en el acto á los comisionados de Guipúzcoa, que agradecieron en cuanto valía tan fina
deferencia.
La caja permaneció cubierta con la bandera española ante el altar
de la capilla del «Ciudad Condal», hasta el día 30 del mismo mes y
430
EUSKAL-ERRIA
sus ocho horas y media de la mañana. A esta hora se celebró el santo
sacrificio de la misa por D. Juan Güell, capellán mayor de la Compañía Trasatlántica y rezó un responso ante los restos, procediendo,
acto seguido, los señores D. Carlos Sanchez y Palacios, representante
de la Compañía, D. Emilio Vivanco, secretario general de la misma,
y D. Aniceto Echevarría, capitán del vapor «Ciudal Condal» á hacer
entrega de la caja con los expresados restos á los citados señores Alberdi y Carrión, en presencia de varios testigos que suscribieron la
correspondiente acta.
Después de haber sido objeto de toda clase de agasajos y atenciones de parte de la Compañía Trasatlántica, los señores comisionados
de Guipúzcoa encargados desde aquel momento de la custodia de la
caja que encerraba los restos del P. Julián, se dirigieron á tierra, llevando consigo tan importante depósito, en una canoa del servicio de
la citada compañía, ocupando en el muelle un carruaje del Barón de
Satrústegui, que manifestó especial interés en que los preciados restos
fueran conducidos en él á la estación del ferrocarril, siendo acompañados en otros carruajes hasta dicho punto por los señores citados y
por todos los demás que asistieron al acto de la entrega.
Ocuparon en el tren un departamento en el cual el citado Barón
tuvo la delicada atención de mandar colocar el cartel de abonado para
que los restos prosiguiesen su viaje con el respeto debido, y partiendo
de Barcelona á las diez de la mañana, llegaron los comisionados á Zaragoza á las ocho de la noche, deteniéndose en la fonda de la estación
hasta las cinco de la mañana siguiente, en que continuaron su viaje.
(Se continuará)
REVISTA BASCONGADA
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MONOGRAFÍA DE ASTEASU
por el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa
D. SERAPIO MÚGICA
ALCALDÍA MAYOR DE AIZTONDO
(CONTINUACIÓN)
Queremos hacernos eco, antes de pasar adelante en nuestro relato,
de la generosidad y delicadeza con que la Compañía Trasatlántica ha
procedido en este asunto. A la primera indicación que se hizo al marqués de Comillas, para la traslación de los restos del P. Lizardi, de
Buenos Aires á España, aceptó con entusiasmo el honroso encargo,
ofreciéndose galantemente á desempeñarlo con el mayor desinterés.
Desde aquel momento, ha guardado las mayores atenciones con nuestra Diputación, avisando la salida del vapor de Buenos Aires y la llegada á Barcelona y haciendo objeto de las mayores deferencias á los
comisionados, de parte de todos los representantes citados de la Compañía, con inclusión del gerente de la misma D. Manuel Eizaguirre.
La agencia de la Compañía en Buenos Aires, es digna también de todo encomio, por la solemnidad de que hizo revestir todos los detalles
concernientes á la entrega de los restos. Si á esto añadimos que la
Compañía se ha excusado galantemente de presentar ninguna cuenta
por los servicios prestados, ni siquiera de los gastos materiales que ha
tenido que hacer, se comprenderá la gratitud á que se ha hecho acreedora por su delicadeza y generoso desprendimiento.
Los señores comisionados, portadores de los restos, llegaron en su
viaje á la provincia sin incidente alguno, y pudieron apreciar por el
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EUSKAL-ERRIA
afectuoso recibimiento que se les hizo en los pueblos del tránsito, el
interés con que eran esperadas por sus paisanos las reliquias del P. Lizardi.
En la estación de Zumarraga esperaba el paso de los restos numeroso público, con el cabildo eclesiástico á la cabeza. En la de Ormaiztegui se veían á los cabildos de dicho pueblo y el de Gaviria. En Tolosa se hallaba el arcipreste D. Patricio Orcaiztegui, al frente de numerosa y distinguida concurrencia. En la de Villabona esperaban muchos paisanos del P. Julian, que vinieron desde Asteasu, llenos del
mayor fervor, con su párroco, D. Tomás de Eguibar, que subió al
tren, acompañando los restos hasta San Sebastián. En Andoain salió
también el señor párroco con varios vecinos.
Habían dado las ocho de la noche, cuando llegó el tren á la estación de San Sebastián. Los espaciosos andenes, presentaban animadísimo aspecto, por la mucha aglomeración de gente que había salido
á recibir los restos del P. Julian, viendose allí, además de las representaciones del clero y Diputación Provincial, distinguidas y muy respetables personas por su prestigio y posición social, sobresaliendo el bello
seso.
Al bajar del tren la caja que encerraba los venerandos restos, el
público se agolpó á contemplarla, y, á su paso por el andén, todos los
circunstantes se descubrieron respetuosamente y muchos la tocaron con
los dedos y se persignaron.
Dos miqueletes de la Provincia, custodiados por un piquete del
mismo cuerpo, sin armas, trasladaron la caja á una de las salas de espera, donde el P. Landa, Superior de la Residencia de los P. P. Jesuitas
de San Sebastián, rezó un responso. Seguidamente, se colocó la caja
en un carruaje, que se dirigió al paso al Palacio Provincial, con guardia de miqueletes y seguido de numeroso público. En las calles del
tránsito, se hallaba estacionada mucha gente y la Plaza de Gui púzcoa
estaba literalmente llena, haciéndose difícil la circulación: fuerza de
miqueletes, con un oficial al frente, se hallaba formada, desde el arco
de entrada, hasta el rellano de la escalera del Palacio de la Diputación.
En una de sus salas, teniendo por fondo la estatua del P. Urdaneta, en
el acto de evangelizar á dos indios, se había colocado una mesa cubierta con la bandera de la Provincia y adornada con un crucifijo de plata
y cuatro artísticos candelabros. Depositada la caja sobre dicha mesa, los
señores comisionados hicieron entrega al señor vicepresidente de la
REVISTA BASCONGADA
469
Comisión provincial D. Sebastian Camio, de la documentación que
traían, y, acto seguido el señor Arcipreste, D. Lorenzo de Urizar,
rezó un responso, dándose por terminado el acto.
Los restos permanecieron depositados en la sala destinada para capilla en el Palacio Provincial, desde el día 1.º de Mayo, hasta el día
17, en que tuvo lugar el acto solemne de abrir la caja, de conformidad
á la indicación hecha en un sentido discurso, el último día de sesiones
de la corporación Provincial, por el Presidente de la misma, el
Excmo. Sr. D. José Machimbarrena, á la vez que invitaba á los señores Diputados á tomar parte en la conducción de los restos del Padre
Lizardi, desde el Palacio Provincial á su pueblo natal.
A las once de la mañana de dicho día 17, el mismo en que se cumplían 167 años de la muerte del P. Julián, se reunieron en la Diputación, bajo la presidencia del señor vicepresidente de la Comisión provincial, varios señores diputados; el señor Arcipreste de San Sebastián,
con delegación especial del Prelado; representantes de las parroquias
del Buen Pastor, Santa María y San Vicente y de la residencia de la
Compañía de Jesús de la misma ciudad; idem de los PP. Capuchinos
de Fuenterrabía; el párroco de Asteasu con dos coadjutores y la Corporación municipal de dicha villa en pleno, con su secretario. Comenzó el acto con un responso que rezó el Arcipreste, siendo trasladada á
continuación la caja que contenía los restos, desde la sala donde estaba
depositada, al salón destinado para su apertura Una vez allí se abrió
la petaca ó maleta exterior de cuero, apareciendo, en primer término,
la tabla con la inscripción latina, que el P. Vaughan regalaba á la villa
de Asteasu, de la cual hemos hecho ya mérito. Extrájose después la
caja de cedro, que traía intactos los sellos de lacre que expresaban los
documentos leidos, y abierta que fué, apareció dentro otra de zinc,
completamente cerrada y soldada. Descubierta ésta, se halló la hoja en
que se decía que los rectos allí existentes eran del P. Lizardi, documento al cual se ha hecho referencia al hablar del descubrimiento de
los mismos por el P. Vaughan. Los diputados provinciales D. Leandro Uranga y D. Joaquín Carrión, que ejercen la medicina procedieron á sacar los restos, que venían cuidadosamente envueltos entre
rellenos de algodón en rama y fueron colocándolos sobre mantas de
algodón preparadas al efecto, causando la vista de aquellas venerandas
reliquias profunda emoción entre los presentes. Se halló en muy
buen estado el cráneo, que es de muy bonita configuración y de di-
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EUSKAL-ERRIA
mensiones regulares, más bien pequeño. También se extrajeron una
mandíbula, un brazo, la columna vertebral y otros huesos importantes
del cuerpo humano, llamando extraordinariamente la atención el que
todavía se conservase el borceguí de cuero y zapato que en uno de los
piés calzaba el P. Julián cuando sus despojos fueron recogidos en el
campo por el P. Pons. En uno de los huesos próximos á la cintura pa
recían notarse señales del cilicio que ceñía á sus carnes. Colocados de
nuevo los restos en la mima caja de zinc, entre almohadillas de algodón, así como el documento referido que se encontró en ella, se soldó
de nuevo y cerrando la tapa de la cala exterior de cedro, se rodeó esta
con una cinta cuyos extremos se lacraron, sellando con el escudo de
Guipúzcoa. Los señores vicepresidente de la Comisión provincial, Arcipreste, Superior de la residencia de los PP. Jesuitas y párroco de Asteasu, introdujeron por sí mismos la caja de cedro en la artística urna
de bronce que se trajo de Barcelona. Al instalar de nuevo los restos en
la sala donde antes permanecieron, convertida en capilla ardiente, el
señor Arcipreste rezó un responso y se dió por terminada la ceremonia, firmando los concurrentes el acta que extendió el notario D. Segundo Berasátegui.
El día 23 se trasladó la urna al salón de honor del Palacio Provincial, donde permaneció al público dicho día y el siguiente, siendo visitada por gran número de vecinos y forasteros que querían rendir este
tributo de admiración á las virtudes y méritos del glorioso mártir.
El vicepresidente de la Comisión provincial y el Ayuntamiento de
Asteasu pasaron diferentes invitaciones para el acto de la traslación de
los restos del P. Julián á su pueblo natal, contándose entre los invitados el señor Obispo de la diócesis; los señores Arciprestes de los ocho
arciprestazgos de la Provincia; todos los conventos de Religiosos de la
misma; comisión especial, nombrada por la Diputación anterior, para
la tramitación de este expediente; Centro Católico de San Sebastián y
varios otros que por sus cargos ó aficiones habían tenido alguna intervención en el asunto. Congregados la mayor parte de los invitados en
el palacio Provincial, se bajó la urna en hombros de cuatro miqueletes
al coche que había de conducirla, bajo la custodia de varios números
del mismo cuerpo. En nueve hermosos landeaux, tomaron asiento
los señores de la comitiva, viéndose en los pescantes algunos miqueletes y ordenanzas de la Diputación y antes de las ocho emprendían la
marcha por las calles de la ciudad, entre numeroso público, ávido de
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presenciar el paso de los restos. Al llegar á Lasarte, vieron que el párroco de aquel lugar esperaba con gran multitud de gente y toda la
comitiva se apeó de los carruajes, rezándose un responso por el citado
párroco. Emprendida nuevamente la marcha, una banda de música salió al paso en Oria, en unión de la gente del barrio, tocando la marcha real. En Andoain, una gran muchedumbre con el Ayuntamiento y
Cabildo esperaba la llegada de los restos y veíanse los edificios engalanados con multicolores colgaduras. Se dispuso sacar la urna del carruaje en que iba y fué conducida hasta el extremo de la calle en andas por cuatro miqueletes, con guardia de otros cuatro números y un
cabo, precedida de la banda municipal, que tocó primero la marcha
real y después la de San Ignacio, y seguida de toda la comitiva con el
Ayuntamiento y clero de aquella villa. Después de rezar un responso,
se acomodó de nuevo la urna en el carruaje, volviendo la comitiva á
ocupar sus asientos para proseguir la marcha á Villabona, donde esperaba el Ayuntamiento y vecindario con el clero revestido y cruz alzada, llevándose con este motivo procesionalmente la urna en la misma
forma que en Andoain.
Asteasu, la Noble y Leal Villa de Asteasu, justamente henchida de
gozo y alegría, al ver que iba á ser objeto de señalada honra, hallábase
preparada con sus mejores atavíos para recibir dignamente al fúnebre
cortejo y á los muchos forasteros que, con este motivo, habían de visitarle. Arreglados estaban los caminos, blanqueadas las casas, engalanados los balcones y ventanas y adornadas las calles con cuatro bonitos arcos de follaje, levantados, el primero, en el encuentro de la carretera de Aya y el ramal que conduce á la Casa Consistorial; otro,
en el centro de la calle, ostentando en uno de los lados las armas de
la villa, y en el otro las de la Provincia, con cariñosas inscripciones
de bienvenida á la Diputación; otro, muy caprichoso, en el encuentro
de la calle con el camino que conduce á la parroquia; y el cuarto, sobre la escalinata que da acceso á ella.
La casa del pueblo, situada en el barrio de abajo, y la casa de Dios,
colocada en lo alto, como se debe, sobre las moradas de los hombres,
hallábanse también suntuosamente dispuestas para recibir en su seno
los restos, que iban á llegar, del ilustre hijo de Urzuriaga.
La primera, con sus vestiduras de gala, había atenuado ese día el
aspecto severo que le da á su fachada el color negro de la piedra sillar
de Goyaz y mostrábase risueña con su hermoso escudo de armas, re-
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EUSKAL-ERRIA
cientemente pintado de blanco y oro; su amplio balconaje de hierro
forjado, cubierto de hermosas colgaduras y la bandera de la villa que
ondeaba en el balcón de la casa concejil, moviéndose graciosamente á
impulsos de suave viento para saludar, agradecida, al público que honraba la villa con su visita.
La iglesia parroquial, adornada con sus mejores alhajas y ornamentos, iluminado espléndidamente el hermoso retablo y encendidas las
200 velas que el pueblo puso en la sepultura de la casa de «Urzuriaga», aparecía á los ojos de los fieles con una magnificencia y fausto
que no se podía esperar en pueblo de tan escasos recursos.
Las posadas hallábanse provistas de muchas viandas y abundante
servicio, para dar abasto á la aglomeración de huéspedes que se esperaban, y las familias particulares habían hecho acopios extraordinarios,
para recibir debidamente á los parientes y amigos, que en ocasión tan
solemne no podían faltar. Todo se había previsto y preparado para el
gran día de Asteasu.
Desde la víspera empezó á acudir la gente en gran número, viéndose en toda partes mucho movimiento de foarasteros que curioseaban
y de naturales que daban la última mano á los preparativos que se
disponían.
Procedente de Olite llegó al atardecer, trasladándose en carruaje
desde la estación del ferrocarril de Villabona, el Excmo. é Iltmo. señor don Fray Francisco Saenz de Urturi y Crespo, Arzobispo dimisionario de Santiago de Cuba, que hoy se titula Arzobispo de Bostra,
natural de Arlucea (Álaba), con su sobrino y capellán don Dámaso
Saenz de Urturi, quienes paran en el convento de Franciscanos de Zarauz, desde que España perdió la isla de Cuba. Con repique de campanas se anunció la llegada del señor Arzobispo, quien se dirigió directamente al templo, después de saludar á las autoridades que salieron á su encuentro, entre numeroso público que se postraba á su paso
á besar el anillo pastoral, siendo recibido en la puerta por el párroco
señor Eguibar, con todos los honore; que corresponden á su alta jerarquía.
Llegó por fin el anhelado día en que el pueblo de Asteasu iba á
recibir en su seno los restos mortales de su ilustre hijo el venerable
P. Julián de Lizardi.
Antes de amanecer, las hermosas campanas de la iglesia parroquial,
extendiendo su potente son por las montañas del contorno, anuncia-
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473
ban con sus lenguas de metal el fausto acontecimiento. Apenas el sol
alumbró el día, veíanse en todas direcciones grupos de gente que subían la montaña para asistir á misa y visitar el panteón donde iban
á ser depositados los restos del P. Julián. A pesar del gran número de
misas que se celebraron aquella mañana, debido á los muchos sacerdotes que acudieron á presenciar la llegada de los restos, continuamente
se veía la iglesia llena de fieles, no siendo pocos los que tomaron la
comunión.
A las nueve y media el Ayuntamiento, con su bandera y algunos
invitados, se situaron bajo el arco levantado á la entrada del pueblo á
esperar la comitiva. A la misma hora, próximamente, llegaba á pie y
en carruajes el gran número de viajeros que habían transportado los
dos trenes, ascendente y descendente, á la estación de Villabona. Otros
muchos coches, públicos y particulares, venían de distintos puntos de
la Provincia, atestados de gente, y por los viajeros que llegaban de la
parte de San Sebastián, se sabía el viaje triunfal qué venían haciendo
los restos, dispensándoseles en todos los pueblos del trayecto respetuosa y entusiasta acogida. Estas consoladoras noticias impresionaban vivamente á los paisanos del P. Julián, y corrían de boca en boca entre
la inmensa multitud que esperaba impaciente á lo largo de la carretera
y terrenos colindantes.
No serían las once todavía cuando el estampido de chupines y cohetes y el repique de campanas anunció la venida de la Corporación
provincial é invitados, con los preciados restos. Al llegar al primer arco, unióse la comitiva de Asteasu que esperaba en dicho punto, y á
los acordes de la banda municipal de Tolosa se encaminaron á la Casa
Consistorial, quedando la urna en el carruaje custodiada por los miqueletes.
En la casa concejil aguardaba el señor Arzobispo la llegada de la
comitiva, que le fué presentada, acto seguido, besándole todos el anillo pastoral. Revestido el Prelado con báculo, mitra y gran capa, se
organizó la procesión para subir á la iglesia parroquial.
Abrían la marcha los niños y niñas de las escuelas públicas de la
villa, con bonitos estandartes alusivos al acto, yendo detrás numeroso
público. Seguía luego la banda de música; el Ayuntamiento de Asteasu y la comisión del de Tolosa, llevando la vara el Alcalde de esta por
galantería del Alcalde de Asteasu; los maceros del Ayuntamiento de
Tolosa, con dalmáticas de damasco encarnado y mazas de plata; cua-
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EUSKAL-ERRIA
tro miqueletes llevando en andas la artística urna de bronce, custodiada por otros cuatro números y un cabo, armados; el jefe de los ordenanzas de la Diputación, conduciendo el paño que había de cubrir la
urna, adornado con las armas de la Provincia; bandera del Ayuntamiento de Asteasu, que llevaba el regidor interventor con dos alguaciles de Tolosa, vestidos á la antigua española, con traje de golilla; representación del Centro Católico de San Sebastián; Diputación de la
Provincia; clero secular y regular y cerrando la procesión, el señor
Arzobispo. Detrás del Prelado, inmenso gentío que seguía á la comitiva oficial.
En esta forma se recorrió la larga y accidentada carrera que media entre la Casa Consistorial y la iglesia, á donde llegaba la procesión
cuando ya habían dado las once.
Dos miqueletes guardaban las puertas del templo para que el público que aguardaba impaciente en sus inmediaciones no lo invadiese
antes de tiempo, y, gracias á esta precaución, pudo la comitiva entrar
sin embarazos á ocupar los bancos que se le destinaron en la nave central, colocados á todo lo largo de la iglesia, pasando la Diputación, en
primer término, á situarse en los asientos de preferencia, más inmediatos al altar mayor.
Con tan lucido acompañamiento, entre el estruendo de los chupinazos y voladores que rasgaban el aire, el repique general de campanas y los acordes de la marcha de San Ignacio, hacían su entrada triunfal en la iglesia de su pueblo nativo aquellos preciados despojos que
fueron recogidos en el campo de Chiriguay por el P. Pons, después de
cantar un Te Deum solitario ante las reliquias del mártir.1 Los restos
de aquel modesto hijo de la montaña, que empezó á servir á Dios en
el hueco de un árbol, que aún subsiste en la antepuerta de su casa nativa, y concluyó muriendo por Él sobre una roca, sirviendo de pasto
sus carnes á las aves de rapiña en lejanas tierras, vuelven á su patria
(1) Chateaubriand en El Genio del Cristianismo, edición de Saturnino
Calleja, 1901, capítulo IV del libro IV, pág. 338, titulado «Misiones del Paraguay, conversión de los salvajes», dice lo siguiente:
«Muchos murieron de hambre y fatiga, otros fueron devorados por
los salvajes. El P. Lizardi fué hallado sobre una roca, atravesado á flechazos, maltratado por las aves de rapiña y á su lado el breviario abierto
por el oficio de difuntos. Cuando un misionero hallaba así las reliquias de
uno de sus compañeros, le dispensaba los honores fúnebres y lleno de
alegría entonaba un Te Deum solitario sobre la tumba del mártir».
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475
en dorada urna, como se merecen, solicitados y venerados por multitud de personas y corporaciones respetabilísimas y se depositan sobre
hermoso catafalco, colocado en el centro de la iglesia, cubiertos con la
bandera de la Provincia y custodiados por fuerza de miqueletes. En
ninguna parte podían descansar mejor que en este sagrado recinto,
donde todo lo que le rodea evoca recuerdos íntimos de la infancia del
humilde hijo de Urzuriaga. Allí está la pila bendita donde recibió el
agua bautismal. Muy cerca del catafalco se ve, cubierta de infinitas luces, la sepultura en que yacen, siguiendo antigua costumbre de enterrar en las iglesias, los restos queridos de sus mayores, sepultura á la
cual iba el pequeño Julián de la mano de su madre á balbucir las primeras oraciones que le enseñara la que le dió el ser.
Allí fué donde hizo su primera confesión y allí está el altar donde
recibió la primera comunión, como están también otros muchos recuerdos que elevaron su espíritu por el camino del bien, que le condujo hasta el martirio.
El señor Arzobispo celebró la misa rezada, asistido de los señores
sacerdotes de Cizurquil y Larraul, oyéndose al alzar los acordes de la
marcha real que tocó la música.
Terminada la misa, el párroco de Asteasu, señor Eguibar, pronunció una sentida plática en correcto bascuence, haciendo resaltar la alta significación del viaje de la Diputación, que venía á devolver algo grande que pertenecía á Asteasu y á demostrar cuánto se interesa
por el honor y la gloria de sus pueblos, colocando los venerables despojos al amparo de la bandera de la villa, y mereciendo por ello profunda gratitud de parte de todos y especialmente de parte de los hijos
de Asteasu. Hizo observar que cuando el P. Julián fué enterrado en
Tarija, el P. Echeverría hubo de recordar á sus oyentes los decretos de
S. S. Urbano VIII, prohibiendo toda manifestación de culto mientras
no haya sido autorizado por la Iglesia, y disertó brevemente sobre este
punto, explicando las terribles penas que la Iglesia tiene establecidas
para los que falten á estas disposiciones. Concluyó invocando el favor
divino para la tierra euskara, que tan gallarda muestra estaba dando en
aquellos momentos de sus arraigados sentimientos religiosos.
(Se concluirá)
REVISTA BASCONGADA
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MONOGRAFÍA DE ASTEASU
por el Inspector de archivos municipales de Guipúzcoa
D. SERAPIO MÚGICA
ALCALDÍA MAYOR DE AIZTONDO
(CONCLUSIÓN)
Después el Sr. Arzobispo, revestido de Pontifical con ornamentos
negros, y asistido del P. Provincial y Arcipreste de San Sebastian,
situóse al pié del catafalco y el coro cantó un solemne responso.
En este acto se dió la singular coincidencia de que estuvieran representadas las tres Provincias Bascongadas, por ser alabés el señor
Arzobispo, bizcaino el Sr. Arcipreste y guipuzcoano el P. Provincial.
Terminado el responso, se procedió á la conducción de la urna,
desde el catafalco á la sacristía. Cuando levantaron en andas la urna el
diputado provincial don Luis de Echeverría, el Alcalde de Asteasu,
Arcipreste de Tolosa y el Superior de la Residencia de los P. P. Jesuitas de San Sebastian, estallaron en el exterior de la iglesia los chupines
y cohetes y en el coro se dejaron oir los compases de una marcha fúnebre, resultando este acto sumamente tierno, patético y solemne.
Al depositar los restos sobre la mesa de la sacristía, el señor Arzobispo besó la urna, siguiendo el ejemplo el clero y seglares. Acto seguido, la urna, envuelta en la bandera de Guipúzcoa, se depositó en el
bonito mausoleo erigido por la Provincia, levantándose la correspondiente acta por el Notario de Tolosa, Sr. Salterain, que la firmaron los
concurrentes, con pluma de plata, de forma de las de ave, que, con su
correspondiente estuche, tuvo su dueño el diputado provincial don
500
EUSKAL-ERRIA
Luis de Echeverría, la deferencia de regalársela al Ayuntamiento para
recuerdo de acto tan memorable, con atenta comunicación.
En la losa de mármol blanco que cubre el panteón, se ha tenido el
buen acierto de colocar con cubierta de cristal, la tabla regalada á la
Villa por el Sr. Vaughan, cuya inscripción queda copiada en esta monografía. En dicha losa se ha puesto también la siguiente inscripción:
DE
GUIPÚZCOA
AL PADRE JULIAN DE LIZARDI
* 29 DE NOVIEMBRE DE 1695
† 17 DE MAYO DE 1735
25 DE MAYO DE 1902
La única llave con que se cierra la urna, quedó en poder del señor
Vicepresidente de la Comisión provincial y la petaca en que vinieron
los restos del P. Julian desde Tarija á San Sebastián, le fué regalada
por dicha Comisión al diputado provincial D. Luis Echeverría, como
justo recuerdo de su especial intervención en el asunto.
El proyecto del panteon se debe al arquitecto provincial don Manuel Echave y su construcción á D. Dionisio Acha, vecino de Zuma-
REVISTA BASCONGADA
501
rraga, siendo su coste, con inclusión de algunos reparos ejecutados en
la sacristía, el de 2254 pesetas, que costeó la Provincia.
Después de la una se organizó la comitiva para el regreso á la Casa
Consistorial, presidida por el señor vicepresidente de la Comisión provincial y por el señor Arzobispo, quienes llevaban á su derecha al Alcalde de la localidad y á su izquierda al de Tolosa, siendo objeto de
las mayores muestras de consideración y simpatía por el inmenso gentío que llenaba los caminos y heredades inmediatas.
Durante la función, la concurrencia en la iglesia fué extraordinaria, calculándose que habría 1.000 hombres, 750 mujeres y 200 niños,
pero los que quedaron sin poder entrar fueron infinitamente más,
puesto que se supone pasaría de 6.000 el número de los que ese día
asistieron á Asteasu á presenciar la llegada de los restos del P. Lizardi.
Atestadas de gente las posadas y casas particulares, veíanse en los
campos multitud de alegres grupos que saboreaban al aire libre las
viandas que trajeron á prevención, contribuyendo en gran escala al
mayor esplendor de la fiesta, el haberse presentado desde la víspera,
después de muchos días de horrible temporal, un hermoso tiempo de
primavera con cielo algo encapotado á ratos y luciendo un sol radiante en otros, no siendo pocos los que atribuyeron cambio tan radical
en la atmósfera á la intercesión del P. Julián.
La comida oficial de los invitados se celebró en la Casa Concejil,
servida por el Restaurant «La Urbana», de San Sebastián, siendo de
51 el número de cubiertos que se pusieron en la Sala Consistorial y
17 más en la del Juzgado. Durante la comida, que fué servida con el
mayor gusto, reinó la más franca cordialidad, y al final se sirvieron
algunos platos típicos del país, tales como la cuajada ó mamiya en coladres ó kaikus, tortas de maíz ó talos, castarias asadas calientes ó sea
gaztaña erriak bero, beruak. También se sirvieron en clásica cesta
inchaurrak, urrak eta sagar umatubak.
Mientras duró el banquete, la música de Tolosa ejecutó en la plaza selectas piezas de su vasto repertorio y entre ellas un precioso potpourri de aires bascongados, composición de su director D. Eduardo
Mocoroa, que fué calurosamente aplaudido.
Cuando el señor Arzobispo salió de la casa de la villa á media tarde, para retirarse á la casa rectoral, donde tenía su alojamiento, comenzó el público á prepararse para abandonar el pueblo, y pronto se
vieron llenos de gente los caminos y veredas de la jurisdicción, espe-
502
EUSKAL-ERRIA
cialmente la carretera que conduce á la estación de Villabona. El gran
número de carruajes de todas clases1 que ocupaban la plaza de abajo,
fueron también desalojando la villa, así como las rosquilleras y vendedores de objetos piadosos, y, al oscuro, eran ya contados los forasteros que quedaban en Asteasu.
Este fué el domingo 25 de Mayo en Asteasu, día el más memorable, sin duda alguna, entre los más faustos de su historia.
He aquí una relación de los que asistieron de oficio en la procesión:
Diputados provinciales —D. Sebastián Camio, vicepresidente de
la Comisión Provincial; D. Tomás Balbás D. Juan Santo Domingo;
D. Anacleto Romero; D. Joaquín Pavía; D. José M.ª Alberdi; D. Ricardo Añíbarro; D. Joaquín Carrión; D. José Itarte; D. Luis Lasquibar; el Secretario D. Ramón Zubeldia; el Arquitecto provincial D. Manuel Echave; el Jefe de miqueletes D. Pablo Logendio.
Comisión especial de la anterior Diputación.— D. Manuel Lizariturry y D. Eusebio Aranguren.
Diputado á Cortes por el distrito de Tolosa.— D. Victor Pradera.
Clero.— Exmo. é Iltmo. Sr. Arzobispo de Bostra con su capellán
D. Dámaso Saenz de Urturi; D. Martín Lorenzo de Urizar, Arcipreste de San Sebastián, en representación del R. Prelado de la Diócesis;
D. Patricio Orcaiztegui, id. de Tolosa; D. Bonifacio Lasa, id. de Villafranca; D. Prudencio Arrieta, id. de Segura.
El P. Dañobeitia, Provincial de los Franciscanos de Cantabria; Padre Ignacio de Eguía, Guardián del convento de Franciscanos de Aranzazu; PP. Sorarrain y Vicuña, del mismo convento, hijos de Asteasu;
P. Benigno Sanchez, Rector del Colegio de Dominicos de Vergara;
P. Gabino Goenaga, Prior de los Canónigos Regulares de Oñate; Padre
Dominguez, Superior del Colegio de Escolapios de Tolosa; P. Capuano, del Colegio de Oblatos de Urnieta; P. Legarra, del Colegio de Loyola, de la Compañía de Jesús; P. Landa Superior de la residencia de
San Sebastián, de la misma Compañía.
D. Tomás Eguibar, párroco de Asteasu; D. Manuel Beobide, idem
de Zumaya; D. Ignacio Esnaola, idem de Elgueta; D. Ignacio Barrena,
(1) En Tolosa ese día no quedó más que el carruaje preciso para hacer
el servicio del correo á la estación, y utilizaron para ello un coche desvencijado con un solo caballo. De San Sebastián vinieron muchos, y de los
pueblos inmediatos todos.
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503
id. de la parroquia matriz de Aya; D. José Manuel de Auricena, idem
del barrio de Urdaneta, de Aya; Sr. Urretavizcaya, id. del barrio de
Alzola de Aya; D. Lorenzo Garmendia, id. de Cizurquil; D. José Ignacio de Oyarzabal, id. de Aduna; D. Mariano Jesús de Miqueo, idem
de Larraul.
D. Justo Pascual de Oyarzabal, coadjutor de Asteasu; D. Agustín
Elizondo, id. id.; D. Silvestre Muñagorri, id. de Fuenterrabía; D. Higinio Barrenechea, id. de Irun; D. Pedro Beldarrain, id. de Oyarzun;
D. Severo Eizaguirre, id. de Aya; D. Guillermo de Arana, id. de Cizurquil; D. Mateo Zugasti, id. de Amasa-Villabona; D. Román Lasquibar, id. de Tolosa; D. José Antonio Lizardi, id. de Bilbao; don
José Arteaga, id. de Urnieta; D. Ascensio Echeveste, id. de Andoain.
D. Domingo de Aguirre, capellán del Colegio de Monjas, de San
José de Zumaya; D. Juan Miguel de Orcolaga, Director del Observatorio meteorológico de Igueldo; D. Fernando Álvarez, de Hernialde;
D. Ramón Lizarralde, de Alquiza; D. Ignacio de Urteaga, de Villafranca; D. Victoriano Sorondo, de Aduna; y los señores Minteguiaga
y Jauregui, de Villafranca.
Comisión del Centro, Católico de San Sebastián.— Presidente,
el P. Salinero, de la Compañía de Jesús; D. Aniceto y D. Bernardo
Rezola.
Comisión del Ayuntamiento de Tolosa.— Alcalde, D. Felipe Irazusta.
Tenientes de Alcalde, D. José Elósegui; D. Francisco Zeberio y
D. Francisco Zufiria.
Secretario, D. Ramón Bandrés.
Ayuntamiento de Asteasu.— Alcalde, D. Francisco Sorarrain,
habitante en la casa solar denominada Alzarte.
Primer Teniente, D. José María de Arrúe, id. en la de Lizolume.
Segundo Teniente, D. Pedro Vicente de Beobide, id. en la de
Aguirre-Legarreta.
Síndico, D. José Ignacio de Urkidizar, id. en la de Urkidizar.
Regidor Interventor, D. Julián Sorarrain, id. en la de Isasteguieta.
Concejal, D. Francisco Irarreta, id. en la de Irarreta.
Id., D. Milián Recondo, id. en la de Igarzaenea.
Id., D. Juan Bautista Arsuaga, id. en la de Berguerandi.
Id., D. José Antonio Gabirondo, id. en la de Urzuriaga.
Secretario, D. Darío Esnaola, natural de Icazteguieta.
504
EUSKAL-ERRIA
Alguacil, D, Domingo Atucha.
Ha sido verdaderamente sensible que el P. Vaughan, á quien principalmente debe la villa de Asteasu el rescate de las reliquias de su preclaro hijo, no haya podido tomar parte por su ausencia en lejanas tierras en la función solemne que, con este motivo, se ha realizado en el
pueblo natal del P. Lizardi.
Aunque tenemos la costumbre de ver á nuestra Diputación obrar
con el mayor acierto en los asuntos de su incumbencia, no queremos
concluir este capítulo sin hacer resaltar la unanimidad de miras que ha
ha habido en el presente caso en el seno de la Corporación, sin que
en ninguna de las gestiones practicadas se haya vislumbrado la menor
divergencia. Su valiosa intervención en el asunto y el interés y el tino
con que ha llenado su cometido, han merecido elogios unánimes en
el país. Como un detalle del cuidado con que se ha procurado atender
á todo lo relacionado con la entrega de los restos, consignaremos que
se dió orden á todos los camineros del trayecto de San Sebastián á
Asteasu para que al paso de la comitiva se presentasen uniformados,
cada uno en su trozo.
Entre las pocas personas forasteras que quedaron en Asteasu, después de aquel día, se hallaba el señor Arzobispo con su capellán, quien
no conformándose con haber permanecido mucho tiempo cerca de los
restos del P. Julián en el país donde perdió su vida, quería permanecer unos días, próximo á los mismos, en este bendito solar en que
vió mecer su cuna,1 porque es de saber que dicho Prelado, que pertenece á la orden de los Franciscanos, estuvo en el convento de los mismos en Tarija y conoce perfectamente todo el país que recorrió el Padre Julián. Al señor Arzobispo le cupo también parte principalísima en
el descubrimiento de los restos del P. Lizardi. Hallábase en Sud América el año 1875, cuando todavía no era más que humilde P. Franciscano. Allí conoció al P. Vaughan y le aconsejó que fuese hácia Tarija en sus trabajos de misión, proveyéndole de una carta de recomendación para sus hermanos del convento de Tarija, donde el P. Vaughan
(1) Los hermanos del P. Julián fueron María Lorenza, María Gracia,
Juan Bautista y María, según podrá verse más detalladamente en el libro
de D. Luis de Echeverría. Acaba de averiguarse que María estuvo de Religiosa en el convento de monjas de Azpeitia, muriendo en 1766. En dicho
convento se conserva otro retrato del P. Julián, que mandaron, sin duda,
á María.
REVISTA BASCONGADA
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se retiró enfermo y dió con el libro que le indujo al descubrimiento
de los restos.
El señor Arzobispo celebró de medio Pontifical el día del Corpus,
29 de Mayo, y llevó la custodia en la procesión. El día inmediato,
por la mañana, fué en carruaje á Aya, acompañado de su Secretario,
del Párroco de aquel punto, del Rector y Alcalde de Asteasu y del diputado señor Echeverría, siendo recibido por aquellos vecinos con repique de campanas y cohetes. Si dirigió á la iglesia, en la cual dió á
besar el anillo pastoral á la numerosa concurrencia, y se hospedó en
la casa rectoral para encaminarse el dia 31 al barrio de Laurgain, á
donde saldrían á buscarle los PP. Franciscanos de Zarauz, con objeto
de regresar á pernoctar al convento.
Carreteras
En la Junta celebrada en Cestona el 8 de Julio de 1859, se adoptó
por decreto que pasara á la Comisión de Obras públicas una exposición
presentada por los señores representantes de Zarauz, Aya, Asteasu, Cizurquil y Villabona, pidiendo la apertura de una carretera que uniera
al puerto de Zarauz con la estación de Villabona, y en la del día siguiente se acuerda que se forme expediente y se levante el plano.
En la de 7 de Julio de las celebradas en Azpeitia el año 1862, reproducen el escrito los representantes de dichos pueblos, que de nuevo pasa á la Comisión de Obras publicas. En la Junta del día 11, dicha
Comisión presenta el descargo, que la Junta aprueba.
En las Juntas celebradas en Villafranca en 1864, la Comisión presenta su dictamen, diciendo que puede declararse de utilidad publica
el camino de tercer orden que solicita la Alcaldía mayor de Aiztondo,
y por R. O. del Ministerio de la Guerra de 18 de Julio de 1891 se autoriza la construcción del mismo.
En cumplimiento del acuerdo de la Comisión provincial de 5 de
Agosto de 1891, se celebra la subasta en la Alcaldía de Asteasu con
fecha 30 del mismo, de seis trozos comprendidos entre la carretera general en Villabona y la estaca número 219, que abarcan una extensión
de 11,419 kilómetros y se adjudican en 447.865,76 pesetas, á pesar
de estar presupuestadas en 525.730,60, ó sea con una rebaja de pesetas
77.804,84.
La carretera se abrió por medio de los dos grupos principales de
506
EUSKAL-ERRIA
la población de Asteasu, dirigiéndose por el alto de «Andatzarrate» á
unirse en Aya con el ramal que se abrió ya desde el alto de Orio á
dicho punto.
El otro ramal de la carretera que une la plaza de abajo con la carretera antes dicha, se acaba de hacer con arreglo al proyecto del Ingeniero provincial D. Luis Echeverría y bajo la dirección del Maestro
de obras D. Julián Eizaguirre. Su coste de 6.963,42 pesetas, se pagó
á partes iguales entre la Diputación y el Ayuntamiento, por considerarse como camino vecinal de primer orden. Se inauguró el domingo
25 de Mayo, con motivo de la traslación de los restos del P. Lizardi.
Escudo
de
armas
Al hablar del sello de la Alcaldía de Aiztondo, se nos pasó por alto
el mencionar el escudo de armas que se halla esculpido perfectamente
en la hermosa pila bautismal de piedra arenisca, existente en la parroquia de Asteasu. Se diferencia éste del que hemos visto en el sello
municipal, en que lleva por orla dos angelotes que le sostienen y en
que las tres barras, antorchas ó lo que sean, no son rectas como allí,
sino de traza gótica, ligeramente inclinadas en su parte superior al lado derecho. Tiene además dos cruces del mismo estilo en ambos lados.
Es indudable que la pila bautismal á que nos referimos tiene considerable antigüedad.
Archivo
municipal
Por indicación de D. Juan Echeverría, vicepresidente de la Excelentísima Comisión provincial de Guipúzcoa, y en cumplimiento del
cargo de Inspector de Archivos municipales que ejercemos en la Provincia, tuvimos el gusto de proceder al arreglo provisional de los documentos pertenecientes al municipio de Asteasu, el año 1895, dando
por terminada nuestra labor con el Indice entregado al Ayuntamiento
con fecha 14 de Agosto del indicado año. En virtud de otro acuerdo
de la citada Corporación provincial, pasamos de nuevo al arreglo definitivo de dichos papeles, el año 1898, terminando nuestro cometido
el 25 de Febrero de 1899, con la ordenación de 1517 expedientes que
quedaron encarpetados en 228 libros, é instalados en el bonito local
destinado para Archivo, en el segundo piso de la Casa Concejil.
REVISTA
BASCONGADA
507
Pudiéramos hacer aquí una relación sucinta de los documentos más
importantes que contiene dicho Archivo, pero como quiera que algunos de ellos quedan copiados íntegramente en esta Monografía, y los
conceptos más interesantes de los demás quedan vertidos en la Memoria de D. Carmelo de Echegaray, ó en alguna de las distintas materias que abarca la obra, se prescinde de su relato en obsequio á la
brevedad, publicando únicamente un cuado sinóptico que, además de
indicar la clase de documentos que posee el municipio que nos ocupa,
pueda dar una idea de la forma en que han quedado clasificados los
mismos:
CUADRO
de clasificación de documentos del Archivo municipal
de la N. y L. Villa de Asteasu
SECCIÓN A
Administración
municipal
Negociado n.º 1.—Libros de actas del Ayuntamiento.
n.º 2.—Junta municipal de Asociados.
»
»
n.º 3.—Ayuntamiento y Alcaldía.
Serie I.—Elecciones municipales
»
II.—Id. para la Junta municipal.
»
»
n.º
4.—Elecciones.....
»
»
»
»
n.º 5.—Beneficencia.
»
»
n.º 6.—Sanidad.
n.º 7.—Asuntos generales.
III.— Id. para Diputados provinciales.
IV.—Id. para Diputados á
Cortes.
V.—Id. de Compromisarios
para Senadores.
VI.—Listas electorales.
508
EUSKAL-ERRIA
SECCIÓN B
Fomento
Negociado
»
»
Serie
»
n.º 2.—Instrucción pública.
n.º 3.—Asuntos generales.
n.º
1.—Estadística
I.—Estados.
II.—Empadronamiento.
SECCIÓN C
Hacienda
municipal
Negociado n.º 1.—Presupuestos.
»
n.º 2.—Cuentas.
»
»
n.º 3.—Contabilidad general.
n.º 4.—Arbitrios.
»
n.º 5.—Bienes municipales.
Serie I.—Contribuciones é impuestos municipales del
n.º 6.—Contribuciones
Culto y Clero y proviné impuestos
ciales.
»
II.—Impuestos del Estado.
»
SECCIÓN D
Obras
Negociado n.º 1.—Obras y mejoras diversas.
SECCIÓN E
Relaciones del Ayuntamiento y Alcaldía con las demás autoridades, entidades y particulares
Serie I.—Libros registros de Juntas.
» II.—Circulares.
» III.—Asuntos generales.
n.º 2.—Relaciones con las autoridades Civiles.
n.º3.—Relaciones con las autoridades Eclesiásticas.
Serie I.—Reemplazo del Ejército
n.º 4.—Relaciones con
» II.—Suministros, fortificalas autoridades Miciones y contribuciones
litares
de guerra.
» III.—Asuntos generales.
Negociado n.º 1.—Relaciones con
la Diputación.. »
»
«
»
REVISTA BASCONGADA
509
Negociado n.º 5.—Relaciones con Serie I.—Asuntos civiles.
» II.—Asuntos criminales.
las autoridades Ju» III.—Asuntos ejecutivos.
diciales
»
n.º 6.—Relaciones con
varios
Serie
»
I.—Hidalguías.
II.— Asuntos generales.
NUEVA MISA A GRANDE ORQUESTA
En la dominica infraoctava del Corpus se ejecutó por vez primera
en la parroquia de San Vicente, de esta ciudad, una misa á grande orquesta, del maestro Lizarriturri, actual organista de dicha parroquia.
Es una obra de altos vuelos, donde su autor demuestra poseer
muy profundos conocimientos musicales.
Los Kiries son solemnes en grado sumo, tanto por su forma, como por su carácter marcadamente religioso, cualidad poco común en
los compositores.
El Gloria es brillante, jugando orquesta y voces de un modo magistral; el Qui tollis muy original, así por su ritmo como por su armonización; y el final resulta verdaderamente notable, pues con difícil
facilidad en el desenvolvimiento, hace, con una frase de cuatro compases, un trozo muy extenso y de muchísimo interés.
El Credo, sencillo á la par que majestuoso, parece expresar con
mano maestra la fé del cristiano.
El Sanctus lo mismo que los Kiries; el Agnus página muy delicada y original.
También se ejecutó un Tantum-ergo del mismo autor, que gustó
extraordinariamente por la sublimidad de pensamiento y por su estructura.
Felicitamos de corazón al Sr. Lizarriturri.
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