ACTUAL PROBLEMÁTICA DE COLOMBIA ESTUDIANTE: LEIDY TATIANA VIAFARA MANCILLA COLEGIO: LICEO MIXTO LA MILAGROSA (SENA) GRADO: 11 SANTIAGO DE CALI, 31 DE OCTUBRE 2013 ACTUAL PROBLEMÁTICA LABORAL EN COLOMBIA Cuando se habla de las tendencias de los mercados colombianos y, en general, de los mercados latinoamericanos, uno de los primeros aspectos que saltan a la mesa de discusión es, sin duda, la inestabilidad de los mismos debido a la alta informalidad que los caracteriza. El mercado laboral colombiano no es la excepción; mientras la evolución del empleo ha oscilado entre momentos de auge, como también de decadencia, una alta informalidad se ha mantenido desde la crisis de finales de los ochenta. En un estudio sobre el mercado laboral colombiano (2010), publicado por Borradores de economía, Hugo López señala que una de las razones del afianzamiento de la informalidad en nuestro mercado es que el desarrollo del empleo urbano moderno (la suma del empleo asalariado con secundaria como nivel de escolaridad máximo y el empleo, sea o no asalariado, con algún estudio de pregrado o estudio técnico) ha estado atravesado por una discriminación hacia el trabajo no calificado. No se desconoce, entonces, que haya evolución en el empleo moderno; el problema reside en que el crecimiento se ha dado a favor de los que cuentan con una mayor educación, por encima de aquellos que cuentan con niveles mínimos de escolaridad. La oferta de empleo excluye cada vez más a la población no educada que es también la que cuenta con menos ingresos, éstos se suma a la evolución del salario mínimo que, al contrario de lo esperado, afecta la generación de empleo para este grupo de trabajadores puesto que el empresario prefiere reemplazarlos por personal calificado ante un alza del SML, ya que de lo contrario cada año se verá obligado a enfrentar más costos. Los trabajadores no calificados quedan a la merced del sector informal, de modo que estos constituyen el núcleo del empleo informal. En general, el empleo moderno, con sus dos componentes (con y sin educación superior), ha tenido un incremento casi que constante; según el estudio de López, entre los años 1984 y 1994 ambos componentes crecieron a la par, desde 1995 se evidenció una caída que se extendió hasta el 2001. En ese caso, la caída prolongada no fue causa de la disminución del empleo de ambos componentes, fue causa de la disminución del empleo sin educación superior, ya que el componente más educado continuó aumentando. Entre el 2001 y 2007 hubo una recuperación que se dio gracias a este último componente, lo que indica que el componente menos educado siguió disminuyendo. En el 2008 hubo una nueva caída que afecto a los dos grupos de trabajadores y no han tenido una recuperación significativa. En efecto, la importancia de los empleados no calificados en la fuerza de trabajo total ha disminuido, pero aún más su peso en el empleo moderno (según cifras del DANE, éstos han pasado de representar un 77% en 1996 a representar un 50% en el 2009). Lo anterior puede llevar a que este grupo laboral termine definitivamente en el excedente laboral no utilizable en el sector moderno, es decir, en empleos informales precarios o en el desempleo, que es lo que ha venido sucediendo, solo que gradualmente. No obstante, las tasas de desempleo urbano unifican los dos componentes, diferenciados por niveles educativos, para emitir cifras, por lo que en números la constante caída del trabajo no calificado no es tan evidente. En esta medida, se habla de una tasa de desempleo urbano que se redujo hasta el 2007 y que desde allí ha venido aumentando hasta el punto en que, en la actualidad, se considera la más alta de América Latina. Otro factor determinante que afecta el mercado laboral es la tendencia de participación laboral urbana. En el periodo de 1984 a 2009 su crecimiento ha sido constante, ha pasado de un 55.5% a un 64.6%. Con base en las Encuestas hogares del DANE del 2009, puede decirse que la participación laboral urbana ha crecido en el largo plazo; la participación de los jefes de familia ha sido siempre la mayor pero ha disminuido en el largo plazo. Por otro lado, la participación de otros miembros ha aumentado sobre todo en los tiempos de crisis. Lo anterior se debe a que, por lo general, cuando hay auge económico, las familias deciden que los trabajadores secundarios dejen de trabajar, mientras que en la situación contraria hacen que los miembros secundarios se vinculen al mercado laboral. En el sector rural la situación es diferente. Los problemas del mercado laboral rural no residen tanto en el desempleo sino en la pobreza campesina; empleo sí hay, pero empleo de calidad o en otro sector que no sea el agrícola no. Lo anterior explica en parte que en las zonas rurales el empleo asalariado siempre esté por debajo del no asalariado (muy precario) que es el que ha aumentado. Además cabe reparar en que la tasa de desempleo de los campesinos con menos educación (gran parte de ellos cuentan con la primaria como máximo nivel de escolaridad, y a veces menos) es realmente muy baja; según estudios del MERPD (Misión para el diseño de una estrategia contra la pobreza y la desigualdad) y del MESEP (Misión para el empalme de las series de empleo, pobreza y desigualdad), en la primera década del 2000 esa tasa llegó sólo a un 5.9%. Por el contrario, la tasa de desempleo de los que cursaron la secundaria ha aumentado, en la década ha llegado al 14.9%. Actualmente, los jóvenes con estudios secundarios completos o incompletos representan un 50% de los desempleados rurales puesto que no quieren trabajar en la agricultura y no encuentran trabajo por fuera de este sector. Por otro lado, los salarios rurales nunca han representado el 100% de los salarios mínimos, a lo máximo el 80% y eso fue en el periodo comprendido entre 1992 y 1994. Para el 2009 solo era un 63%. Por lo mismo, no es de extrañar que los pobres e indigentes rurales representen el 34% y 50%, respectivamente, en el país. Hasta aquí, es claro que deben buscarse formas para estabilizar el mercado laboral y lograr disminuir al máximo las tasas de desempleo. Al respecto López propone en su estudio varias soluciones pertinentes, entre ellas cabe destacar: i) Una apertura de la economía: el crecimiento de la economía es necesario para incrementar el empleo; sin embargo, no es suficiente por lo que deben buscarse estrategias adicionales) El aumento del salario mínimo no es favorable, éste se debe estabilizar y eso implica que no se modifique anualmente) Tomar de los impuestos generales para financiar la universalización de la salud y no de las contribuciones sobre la nómina reduciría los costos para los empleadores, de modo que ayudaría a generar más empleo) Calificación de la mano de obra: importante para que los jóvenes no sufran la discriminación del trabajo no calificado. Aquí cabe aclarar que la solución no está en más subsidios, por razones de costo y equidad, sino que hay que ampliar las facilidades de financiación, por ejemplo) Las familias pobres, más que subsidios, necesitan empleo moderno. Los subsidios sí deben existir pero estos deben ser temporales) Es indispensable abrir la economía rural. De llevarse a cabo estas propuestas, se estaría dando una atención integral a los puntos neurálgicos del mercado laboral colombiano.