La homofobia en los países árabes

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Diagonal // Del 1 al 14 de septiembre de 2005
42 // LIBERTADES Y DERECHOS
ANÁLISIS // ES UN TÓPICO QUE SER LESBIANA O GAY ES PARTICULARMENTE DIFÍCIL EN LA CULTURA ISLÁMICA
La homofobia
en los países árabes
Pedro Carmona
a homofobia es un rasgo
distintivo de los regímenes políticos y de la sociedad civil de los países
árabes. Podríamos decir lo propio
de vastas extensiones de América
Latina y EE UU, de tradición cristiana, o de las comunidades ultrarreligiosas judías del “libérrimo”
Israel: la intolerancia sexual no
es una exclusiva de los paises árabes, ni del Islam.
Por lo demás, la represión heterosexista no es equivalente en
todos estos países. Frente a regímenes abiertamente homofóbicos como el saudí o el yemení
(que castigan las relaciones sexuales entre hombres con la pena
de muerte) o países con una opinión pública muy hostil a la homosexualidad, como Palestina o
Siria; podemos encontrar realidades como las que, en Túnez,
Jordania, Dubai o Líbano, se distinguen por una cierta flexibilidad ante la homosexualidad, especialmente entre sectores urbanos de clase media. Dicha flexibilidad no ha implicado la derogación de los ordenamientos legales
que hacen de la homosexualidad
(al menos, la masculina) un delito. Pero nos muestran que no
existe una homogeneidad completa en la cultura árabe y que la
interpretación de la tradición cultural y moral depende más de factores diversos (grado de desarrollo, apertura política, influencia
externa, fortalecimiento de la sociedad civil, etc.) que de unos presuntos principios inmutables comunes a toda la Nación Árabe.
Cuando en Occidente no entendemos determinados aspectos de
las sociedades árabes, solemos
vincular lo extraño o lo censurable a la religión. El Islam es, como la práctica totalidad de las religiones, una doctrina homofóbica; también lo es el Cristianismo,
y abundan en nuestro propio país
ejemplos recientes de ello.
¿Es el Islam particularmente
homofóbico? La respuesta es negativa. En determinados aspectos, el Islam establece un gran
ámbito de libertad personal y una
apertura a la interpretación individual de una misma norma religiosa. Podría ser una de las religiones donde más comprensión
se tuviera hacia la homosexualidad –como de hecho ha ocurrido
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HAMAM, EL BAÑO TURCO. Cartel de la primera película del director turco de
culto gay Ferzan Ozpetek.
en otras épocas, y en la Andalucía
medieval tenemos un evidente
ejemplo. La pregunta sería: ¿por
El Islam podría ser una
de las religiones que
más comprensión
tuviera hacia la
homosexualidad
qué esa ‘permisividad’ no parece
estar dándose ahora?
En la mayoría de los países árabes, la homosexualidad es una realidad cotidiana y frecuente, aunque sus parámetros culturales
son diferentes a los occidentales
–hombres y mujeres pueden tener a diario relaciones sexuales
con personas del mismo sexo sin
por ello considerarse ‘gays’ o ‘lesbianas’. Es la identidad y, sobre
todo, la visibilidad de la homosexualidad, lo que está penado legal y socialmente. Por ello es especialmente difícil consolidar un
movimiento gay en los países árabes: una asociación LGBT es de
por sí explícita y tiene una vocación de intervenir en la esfera pública. Ambas pretensiones chocan con los tabúes de la tradición
árabe, más que la homosexualidad misma.
Estos tabúes no sólo tienen raíces religiosas. De hecho, las comunidades cristianas y judías que
existen de forma numerosa en
Oriente Medio no son menos homofóbicas que sus vecinas musulmanas. La homofobia árabe está
más vinculada a aspectos políticos y sociales que a los estrictamente religiosos, pero se sirve de
éstos para justificarse. Las sociedades árabes han sabido adaptar
de forma más o menos consen-
suada los principios islámicos
cuando ha convenido hacerlo. El
Islam no sería un obstáculo infranqueable para adoptar una ética evolucionada ante la homosexualidad, si esa voluntad existiera. Pero no existe.
Los regímenes políticos totalitarios son uno de los motivos más
evidentes, y es más creíbles que
la explicación religiosa. La carencia de libertades, la ausencia de
una cultura de derechos humanos
y la debilidad de la sociedad civil,
son razones de peso. El que en los
países árabes no se haya llevado
a término una separación entre
poder político y religión, como en
la mayoría de los países occidentales, es asimismo reseñable (y,
normalmente, el colonialismo occidental ha sido uno de los grandes agentes en obstaculizar ese
proceso); pero aunque esa separación no se dé aún, podría ser
perfectamente factible relativizar
el tabú impuesto por la tradición
y relajar la ortodoxia musulmana
respecto a la homosexualidad y
otros muchos asuntos relativos a
la sexualidad humana. Pero ello
supondría a las dictaduras árabes
poner en duda uno de sus mecanismos más eficaces para el control social: la represión con excusa religiosa.
En Arabia Saudí, el país árabe
que de forma más extrema ha impuesto el fundamentalismo religioso como doctrina política (wahabismo), las clases altas beben
alcohol, tienen una intensa vida
sexual fuera del matrimonio (incluso con personas del mismo sexo) y desobedecen impunemente
los preceptos religiosos; esas mismas ‘faltas’ en el resto de las cla-
Se censura más la
identidad y la visibilidad
de la homosexualidad
que la homosexualidad
misma
ses sociales están castigadas con
cárcel, latigazos, lapidación o decapitación.
Este ejemplo nos puede ayudar
a clarificar la situación. Ser gay y
primo del príncipe saudí es un
chollo: ser gay y saudí proletario
es un infierno. Basta con considerar la variable ‘clase social’ para
hacer más evidente los verdaderos motivos de la homofobia en el
mundo árabe.
CAMPAÑAS
CAMPAÑA POR EL
INDULTO A EDUARDO GARCÍA
Un montaje
Eduardo García ingresó en la prisión
de Soto del Real en marzo de
2005, en aplicación de la condena
dictada por la Audiencia Nacional a
cuatro años de cárcel por tenencia
de explosivos. Hace apenas unos
días le fue levantado el régimen
FIES (incomunicación total y aislamiento dentro de la cárcel).
Eduardo ya paso un año en prisión
preventiva, y quedó en libertad bajo
fianza en octubre de 2001.
Eduardo, Tez, era militante del sindicato CNT y de la CNA (organización anarquista de solidaridad con
las personas presas), y colaboraba
con diversas organizaciones sociales (entre ellas, DIAGONAL).
En noviembre de 2000, él y una
joven fueron detenidos en Madrid
acusados del envío de varios paquetes bomba a periodistas y medios de comunicación (La Razón, El
Mundo y ABC), así como a la ONG
Movimiento contra la Intolerancia.
Se les aplicó la Ley antiterrorista y
fueron encarcelados y acusados,
junto a una tercera persona en paradero desconocido, de formar una
“célula anarquista de apoyo a presos FIES”. Los detenidos sostuvieron siempre su inocencia y se consideraron víctimas de un montaje policial. La presión mediática les acosó, acusándoles de “terroristas”, y
les “condenó” de antemano.
En el juicio de enero de 2004,
plagado de irregularidades, y pese
a la fragilidad de la acusación
–quedó de manifiesto la inexistencia de una ‘célula anarquista’ dirigida desde la cárcel–, Tez se enfrentó
a una petición de 22 años de prisión por dos delitos “de homicidio
en grado de tentativa” –dos envíos
de paquetes bomba– y otro de “tenencia de explosivos”. Fue absuelto
del delito de asesinato, pero no del
de tenencia de explosivos (según la
policía, encontraron 37 gramos de
pólvora cloratada en su casa). Su
defensa ha recurrido el caso ante el
Tribunal Constitucional, pero su familia ha solicitado el indulto, para
que Eduardo salga en libertad lo
antes posible.
www.nodo50.org/edulibertad
Eduardo García Macías. C.P.
Madrid IV. Apdo. 195, 28600
Navalcarnero (Madrid).
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