ISSN 2313 – 9811 DOCUMENTOS DE TRABAJO PROYECTO IBEROAMERICANO DE INDICADORES DE PERCEPCIÓN PÚBLICA, CULTURA CIENTÍFICA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA Documento de Base Leonardo Vaccarezza, José Antonio López Cerezo, José Luis Luján, Carmelo Polino y María Eugenia Fazio Documento de Trabajo Nº: 7 Fecha: febrero de 2003 E-mail: [email protected] WEB: www.centroredes.org.ar PROYECTO INDICADORES IBEROAMERICANOS DE PERCEPCIÓN PÚBLICA, CULTURA CIENTÍFICA Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA 2001 – 2002 RICYT - OEI Documento de base - diciembre de 2001- 1 INDICE Introducción I. La construcción de indicadores de percepción y “cultura científica” 1. La cultura científica, en los estudios internacionales de percepción pública de la ciencia y la tecnología 2. Algunas consideraciones críticas acerca de las encuestas y de la interpretación de sus resultados II. El debate en torno a la “cultura científica” 1. La “alfabetización científica como “cultura científica” 2. La conceptualización de la “cultura científica” 2.1 La “cultura científica” en sentido amplio III. Percepción pública, participación ciudadana y “sociedad del riesgo” 1. Participación ciudadana y “sociedad del riesgo” 1.1 La percepción pública del riesgo científico- tecnológico 2. La interrelación del público con los actores sociales expertos como sistema de apropiación social de la ciencia y la tecnología 3. Participación ciudadana: variedades de la participación formativa 3.1 Criterios y variedades de participación 3.2 Una evaluación multicriterio de la participación democrática 3.3 Una evaluación multicriterio de la participación formativa 3.4 Discusión de resultados IV. Fuentes de información y construcción de la percepción social de la ciencia: la incidencia de los medios masivos de comunicación 1. El circuito de la comunicación científica 2. La medición del consumo de fuentes de información científica 2 V. Proyecto Iberoamericano de Indicadores de Percepción, Cultura científica y Participación Ciudadana (2001-2002) 1. Antecedentes 2. Propósitos del estudio 3. Objetivos del Proyecto 4. Organización del estudio 5. Estrategia de investigación VI. BIBLIOGRAFÍA 3 Introducción La creciente importancia del cambio científico- tecnológico en todos los ámbitos de la vida y los procesos de transformación política de nuestras sociedades democráticas plantean actualmente el desafío de desarrollar una nueva generación de indicadores de ciencia y tecnología que permitan evaluar el modo en que evolucionan tres dimensiones de análisis relevantes en el marco de las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad: la percepción pública, la cultura científica y la participación ciudadana. Esta evaluación resulta pertinente por cuanto uno de los beneficios sociales indiscutibles que puede tener la ciencia y la tecnología en la actual sociedad del conocimiento es la generación de cultura científica en la sociedad civil. Es una consecuencia intangible pero de gran importancia para la competitividad de una nación y la mejora en la calidad de vida de sus ciudadanos. Cada uno de los tres términos mencionados como ejes de nuestra indagación remite a tradiciones cognitivas e intereses sociales diferentes, como iremos indicando a lo largo del presente trabajo. En términos generales, el concepto de percepción pública remite al proceso y mecanismos de comunicación social y al impacto de éstos sobre la formación de contenidos, actitudes y expectativas de los miembros de la sociedad sobre la ciencia y la tecnología. El concepto de cultura científica tiene una raíz y composición más compleja, atribuible como un aspecto más estructural de la sociedad, si bien alguna literatura de las últimas décadas la ha tomado como sinónimo de aquél. La participación ciudadana en aspectos de ciencia y tecnología es de preocupación más reciente y se liga a una perspectiva de la ciencia y la tecnología en tanto medio, mecanismo o institución de poder. La hipótesis más general de este documento es que estos términos -y otros asociados a ellos- aunque partiendo de esquemas interpretativos y tradiciones cognitivas diversas, se encuentran estrechamente asociados, por lo que su tratamiento conjunto conduce al análisis y evaluación de la cultura científica de una sociedad en particular. Frente a una tradición que tiende a disociar estos elementos, el punto de vista sostenido en este documento es el de la pertinencia de indicadores que pongan de relieve tal asociación. La pretensión de establecer las bases conceptuales para la construcción de indicadores sobre percepción pública, cultura científica y participación ciudadana en la toma de decisiones de ciencia y tecnología se dirige a dos metaobjetivos: uno, de carácter instrumental, está destinado a la medición sistemática, recurrente y comparativa de tales indicadores como instrumento de la actividad política en el sector (sea de las instancias de gobierno, de la dinámica corporativa o de los procesos de crítica social y democratización). 4 El segundo tiene un fin teórico y consiste en postular el papel de la participación ciudadana en la construcción de la cultura científica, y por lo tanto de su medición como componente de ésta, ya que el aprendizaje social es normalmente inducido por los procesos de participación, incluidos aquéllos que se dan al margen de los causes institucionales establecidos. De esta manera, se busca evitar una visión pasiva del proceso de conformación de la cultura. Se puede afirmar que ha sido la aparición de movimientos sociales críticos con el desarrollo científico- tecnológico lo que impulsó en un principio el interés por la percepción y las actitudes públicas hacia la ciencia y la tecnología.1 En los últimos treinta años, los problemas relativos a la percepción pública de la ciencia y “cultura científica” se han convertido en objeto del interés de las instituciones y de todos aquellos actores relacionados de diferentes modos con los procesos de I+D y han conseguido instalarse de forma creciente como preocupaciones y elementos a la vez centrales en la agenda de la elaboración de estrategias y políticas públicas en los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y Canadá y, en menor medida, en América Latina. El terreno en este campo se orientó, paulatinamente, al desarrollo de acciones tendientes a mejorar el nivel de conocimiento y la comprensión pública de la ciencia. Especialmente en la última década se fue configurando un escenario en el cual se convalidó el presupuesto de que la participación democrática en el mundo moderno necesita de una mayor comprensión de la ciencia y la tecnología por parte de los ciudadanos. Tal situación favoreció que prosperasen una serie de discursos que sostienen la importancia crucial de que el gran público esté informado, conozca y comprenda sobre la ciencia, la naturaleza y la dinámica de la investigación científica. El denominador común de estas propuestas indica que, por un lado, toda la sociedad debe ser partícipe de los logros científicos y, por otro lado, que toda la sociedad debe estar en condiciones de discutir los dilemas que la investigación científica plantea. Paralelamente, y como resultado del desarrollo de estos temas, surgieron las primeras iniciativas orientadas a diseñar instrumentos para medir los niveles de percepción pública y 1 El caso de la biotecnología es paradigmático a este respecto. La aparición de sectores sociales contrarios a esta tecnología ha sido un acicate importante para la financiación pública de investigaciones sociales sobre la percepción y actitudes públicas hacia esta tecnología. Ver, por ejemplo, el informe de FAST (Forecasting and Assessment in Science and Technology) [1982], el Libro Blanco (1993) sobre crecimiento, competitividad y empleo de la Comisión Europea, o las recomendaciones del IV Programa Marco (1994-1998) y subsiguientes en lo que respecta a la investigación socio- económica orientada. 5 “cultura científica”.2 Este ámbito evolucionó hacia el desarrollo de un área interdisciplinaria de estudios empíricos, metodologías de encuestas y análisis de datos, aún cuando la reflexión teórica acerca de la validez de estas metodologías, sus resultados y las implicaciones de la utilización de dichos instrumentos para la toma de decisiones políticas haya tenido un crecimiento relativo mucho menor. El desarrollo creciente de estas temáticas a través de encuestas y estudios empíricos refleja preocupaciones de índole diversa, que van desde la legitimación de la labor de la comunidad científico- tecnológica, pasando por el impacto social de la ciencia y la tecnología, hasta la apropiación por parte del público del proceso de construcción, uso y distribución del conocimiento. No obstante, la complejidad intrínseca de la interacción entre ciencia, tecnología y sociedad se pone de manifiesto en dichas encuestas, generalmente llevadas a la práctica desde organismos oficiales de gobierno, en las cuales pueden advertirse una serie de problemas que requieren la continuidad y profundización de trabajos orientados a ampliar las bases metodológicas de dichos estudios y actualizar las discusiones teóricas acerca de los conceptos involucrados. Las encuestas internacionales suelen circunscribir el análisis de la cultura científica del público al tipo de conocimiento, valoraciones y actitudes que los individuos tienen –o supuestamente deberían tener- respecto de la ciencia y la tecnología. Este enfoque lleva implícita la aceptación de una noción de “cultura científica” como apropiación de la ciencia y la tecnología en tanto atributo individual. A nuestro criterio, esta idea de “cultura científica” es limitada e insuficiente para comprender la circulación y uso social del conocimiento científico- tecnológico o bien la participación ciudadana en temas de ciencia y tecnología. La aproximación clásica, en suma, no contempla las complejas interacciones del sistema de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Pero, como veremos, nuestra definición de cultura científica parte de una concepción más estructural como condición de la sociedad. En efecto, la apelación a la cultura científica de la mayoría de los argumentos empleados para dar cuenta de su entidad suponen la existencia de un factor externo -el conocimiento científico y la institución de la ciencia y la tecnología- que conforman, estimula, enriquece o por el contrario aliena la cultura científica de la sociedad. En cambio, partiendo de una visión más constructivista del conocimiento científico y tecnológico y a la vez de un concepto de cultura como atributo de la sociedad y no solamente como cualidades individuales,3 nuestra preocupación 2 3 Martin Bauer, Kristina Petkova y Pepka Boyadjieva (2.000). Lo cual es el status gnoseológico de un concepto de cultura compuesto por la sumatoria 6 consistirá en analizar y medir el grado en que la cultura de una sociedad está impregnada por contenidos de ciencia y tecnología. Suponiendo a la ciencia y la tecnología como partes de la sociedad (en tanto institución, procesos, medios de poder, etc.) y condicionadas por ésta, lo que interesa es analizar en qué medida alcanza un nivel de integración suficiente como para convertirse en contenidos que se expresan en las prácticas generales de la sociedad y en componentes del sentido común de sus miembros. Por cierto, la "cientización" de la cultura (si esta expresión fuera aceptada) es, entre otros procesos, resultado de la comunicación social de la ciencia, como así también del nivel de educación de la población, del grado de participación -inclusive conflictiva- de la población en las tomas de decisión sobre ciencia y tecnología, de tensiones y resoluciones de situaciones problemáticas a las que una sociedad se ve enfrentadas (accidentes nucleares, guerra, epidemias, etc.) sobre las cuales la ciencia y la tecnología tienen capacidad para formular argumentos formativos de la cultura. Todos estos son factores que, como fue dicho, en el presente documento se consideran hipótesis de trabajo superadoras de la más habitual hipótesis implícita en los estudios de percepción pública de la ciencia y la tecnología en la que solamente se enfatizan la educación formal y la comunicación pública como factores formativos. Pero las instituciones, mecanismos sociales y procesos que promueven la "cultura científica" de los miembros de la sociedad son también rasgos de la cultura de la sociedad. Si el objetivo nuestro consiste en discutir las bases conceptuales de indicadores de la cultura científica y tecnológica de la sociedad, éstos deberán ampliarse más allá del resultado final, localizado en el individuo, de los contenidos de ciencia y tecnología para abarcar aquéllos mismas instituciones, mecanismos y procesos. De manera más bien pragmática, denominaremos cultura científica en sentido amplio a este nivel de conceptualización de indicadores por contraste a la cultura científica en sentido restringido, incluido en aquél, que refiere al plano de las conductas individuales (captadas mediante encuesta u otros instrumentos de observación) de cuya sumatoria se abstraen afirmaciones sobre los contenidos de representación, prácticas sociales, pautas y normas sociales, evaluaciones, etc. del papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad. El planteo de una “cultura científica” en sentido amplio permite imaginar una matriz que contempla tres niveles de análisis con aproximaciones teóricas y metodológicas diferenciadas: de respuestas a las encuestas de percepción pública de la ciencia y la tecnología 7 * Institucional: instituciones de la ciencia y la tecnología; políticas científicas y tecnológicas; instituciones de comunicación social de la ciencia; evaluación social de la ciencia y la tecnología; instituciones de participación; e instituciones relacionadas al riesgo; etcétera. * Procesos colectivos: consumo de comunicación social de la ciencia (medios de comunicación, visitas a museos y centros de ciencia, etc.); conflictos socialmente tematizados derivados de la investigación científica y el desarrollo tecnológico; participación social en la toma de decisiones; grupos de interés; discursos sobre riesgos; representaciones sociales, etcétera. * Apropiación de la ciencia y la tecnología como atributo individual: conocimiento, percepción (valoración, actitudes, etc.); percepción de la relación ciencia, tecnología y sociedad; participación del individuo en procesos colectivos; etcétera. El objetivo del Proyecto puesto en marcha de manera conjunta por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) consiste en construir a mediano plazo una batería de indicadores regionales basados en un concepto complejo de “cultura científica” y probar su consistencia estadística a niveles nacionales. Nuestro marco de referencia conceptual intenta recoger la discusión de una serie de conceptos cuyo eje central es el concepto de cultura científica. Siguiendo, por un lado, la tradición de las ciencias sociales consideraremos a la cultura científica como un atributo o componente de la cultura, y con tal concepción, nos preguntaremos por la medición del grado de "cientización" de tal cultura. Siguiendo, por otro lado, la tradición de los estudios de percepción pública de la ciencia restringiremos el concepto de cultura a la cualidad de comprensión, interés, preocupación y expectativas del público en general respecto a las cuestiones científicas y tecnológicas. Se trata, por lo tanto, de dos niveles de análisis del concepto de cultura científica cuyo conocimiento y medición son pertinentes tanto para la comprensión de la relación entre la ciencia, la tecnología y la sociedad como para la gestión política de aquéllas. Sobre el segundo nivel nos desplegaremos en un esquema de comunicación social en el sentido de considerar a la cultura científica (en sentido restringido, como la denominamos aquí) el resultado de procesos de producción de ciencia, de su difusión a través de medios específicos y de la recepción por parte del público. Nos preguntaremos acerca de los factores que facilitan u obstaculizan tal proceso. A este respecto se partirá de la hipótesis de 8 que la actividad de los científicos y tecnólogos como difusores, la existencia, magnitud y calidad de los medios y la participación ciudadana, particularmente en situaciones de conflictos públicos constituyen factores formativos de la cultura científica. Por cierto, no son éstos los únicos factores causales de la apropiación de la ciencia y la tecnología por parte del público, como veremos más adelante, sin embargo, son los que privilegiaremos en este proyecto. Organizamos este documento de la siguiente manera: en la primera sección expondremos los principales rasgos de los indicadores habituales de percepción pública y “cultura científica” empleados en las encuestas internacionales, incluyendo algunas críticas que han merecido en la literatura especializada. En la segunda sección se discuten dos conceptos que la tradición de los estudios de percepción pública de la ciencia ha mantenido asociados: alfabetización y cultura científicas. En relación a ésta última, intentamos argumentar sobre la necesidad de mantener un enfoque que observe a la ciencia y la tecnología como parte de la cultura, caracterizando las notas de lo que denominamos cultura científica en sentido amplio. La tercera sección toma un aspecto importante del esquema de “cultura científica” en sentido amplio, referido al eje de los procesos colectivos, centrándose el análisis en el tema de la participación ciudadana y la apropiación social del conocimiento científicotecnológico. Se propone que la participación ciudadana induce aprendizaje social y, en este sentido, se examinan las variedades de la participación formativa. La cuarta sección analiza el circuito de la comunicación científica en tanto aspecto temático con implicaciones tanto al nivel institucional (oferta de medios y canales de difusión social) como en el nivel de los procesos colectivos (consumo de comunicación científica) en el esquema propuesto de la “cultura científica” en sentido amplio. Se desarrolla una reflexión sobre los medios masivos de comunicación como instancias de dicho sistema de comunicación científica. Y se propone un análisis de tipo integral y cualitativo del relevamiento de las fuentes de información científica para la construcción de indicadores en la materia. La quinta sección, por último, presenta los antecedentes, propósitos, objetivos, estructura organizacional y estrategias de investigación del “Proyecto Iberoamericano de Indicadores de Percepción, Cultura Científica y Participación Ciudadana (2001-2002)”, iniciativa conjunta de la RICYT y la OEI. 9 I. La construcción de indicadores de percepción y “cultura científica” 1. La cultura científica en los estudios internacionales de percepción pública de la ciencia y la tecnología La opinión pública 4 sobre la ciencia y la tecnología se ha convertido en las últimas décadas en objeto de interés de las instituciones y de todos aquellos actores relacionados de diferentes modos con los procesos de I+D. Se puede afirmar que ha sido la aparición de movimientos sociales críticos con el desarrollo científico-tecnológico lo que impulsó en un principio el interés por la percepción y las actitudes públicas hacia la ciencia y la tecnología. Los estudios tradicionales sobre la cultura científica aparecen también en este contexto. Una lectura de estos estudios tradicionales permite agrupar cuatro argumentos básicos a partir de los cuales se defiende usualmente la idea de “cultura científica”:5 * Argumento pragmático: Las personas necesitan una comprensión de la ciencia y (aún más) de la tecnología para manejarse en su vida cotidiana, en una sociedad cada vez más dependiente del desarrollo científico y tecnológico. * Argumento democrático (cívico): Las personas necesitan una comprensión de la ciencia para relacionarse con los temas complejos de la investigación científica que confrontan a los ciudadanos de las democracias modernas. 4 El concepto “opinión pública” se asocia frecuentemente a la operatoria de aquellos sondeos políticos, sociológicos y de márketing que intentan capturar puntos de vista de diferentes actores sociales acerca de procesos (sociales, políticos, económicos, científicos, etc.) de interés colectivo para una sociedad o nación. La historia del concepto obliga a retrotraerse al edificio doctrinario del proceso secular de la Modernidad, el cual presupone una sociedad civil, libre y articulada, separada del estado, asentada en grandes urbes con poblaciones masivas “(…) en la que hay centros que consienten la formación de opiniones no individuales, tales como los periódicos y las revistas, los clubes y los salones, los partidos y las asociaciones, la bolsa y el mercado, o sea un público de particulares asociados, interesados en controlar la política del gobierno, aunque no se desarrolle una actividad política inmediata.” -Norberto Bobbio, et.al [1994]. Jürgen Habermas (1981) sostiene que en el espacio público la autoridad era quien aplicaba la ley, pero la fuente de ley era concebida por la opinión pública. Y que, en este sentido, la opinión pública intenta imponer leyes generales, abstractas, constantes e iguales a todos los ciudadanos, fundadas en la razón y no en la voluntad de monarcas o ciudadanos individuales. La sociedad civil moderna expresa, de esta manera, su voluntad por no dejar la gestión de los intereses públicos únicamente en manos de la clase política, dirigente o, por utilizar la expresión de Giddens, en el sistema de expertos. El concepto de “opinión pública” es un elemento que resulta relevante para el ámbito de los temas vinculados a la percepción pública y la “cultura científica” en tanto y en cuanto supone un tipo de aproximación que se vincula estrechamente tanto a las prácticas y estrategias de comunicación social de la ciencia como a la participación ciudadana en evaluación de sistemas propios de la tecnociencia o conflictos y controversias derivadas del desarrollo científico- tecnológico. 5 Ellen Henriksen y Merethe Froyland (2000). 10 * Argumento cultural: la ciencia forma parte de nuestra herencia cultural y tiene una influencia profunda sobre nuestra visión del mundo y del lugar de la humanidad en él. La ciencia es necesaria para comprender la cultura. El conocimiento de los objetos y fenómenos del mundo que nos rodea es un recurso para el regocijo y la plenitud de los individuos. * Argumento económico (profesional): Es necesario contar con una fuerza de trabajo científicamente alfabetizada para una sólida y floreciente economía en la mayoría de los países. La producción de indicadores de percepción pública y “cultura científica” desde organismos públicos y oficinas de gobierno lleva actualmente un ritmo de desarrollo sostenido en los países industrializados y cierta elaboración incipiente en los países en vías de industrialización. Los informes nacionales y/o regionales de indicadores de ciencia, tecnología e innovación publican generalmente un capítulo referido a la comprensión y actitudes públicas hacia la ciencia y la tecnología, en tanto acercamiento o abordaje de los temas que involucran y delimitan el concepto de “cultura científica”. Los términos que se utilizan para expresar esta noción varían de acuerdo a los países y grupos de investigación. En Estados Unidos y Gran Bretaña, se utiliza, alternativamente, public understanding of science y scientific literacy. En Canadá, está más extendido el uso del término public awareness. Y, en los países de la Unión Europea, generalmente se adopta la expresión cultura científica y tecnológica.6 En términos generales, la producción de indicadores de “cultura científica” se organiza sobre la base de tres grandes ejes que corresponden a cierto tipo de relación que el público establece con la ciencia y el sistema científico- tecnológico: * Interés. El nivel de interés es un indicador de la visibilidad que tiene el público del trabajo de la comunidad de científicos e ingenieros y de la relativa importancia que se le otorga a la ciencia y la tecnología en la sociedad. * Conocimiento. Este indicador examina el nivel de comprensión de conceptos científicos básicos y de la naturaleza de la investigación científica. * Actitudes. Este indicador está dividido en dos aspectos: por un lado, información acerca de las actitudes del público respecto al financiamiento por parte del estado de la investigación científica y la confianza en la comunidad científica (lo cual constituye un elemento de legitimación de los científicos ante la sociedad). Por otro lado, 6 Benoit Godin y Yves Gringas (2000), pp.43. 11 información acerca de la percepción del público sobre costos, riesgos y beneficios de la investigación científica, tomando como ejemplo temas de interés creciente como el desarrollo de la biotecnología. La elaboración de indicadores de “cultura científica” por parte de la Unión Europea, Canadá y otros países se ha inspirado, en mayor o menor medida, en la base metodológica y el aparato teórico- conceptual desarrollado de forma pionera por National Science Foundation (NSF), lo cual estimula las comparaciones y aplicabilidad internacionales. National Science Foundation es una institución de Estados Unidos cuyo carácter y relevancia en la producción de indicadores de ciencia y tecnología es reconocida internacionalmente. Trece de sus catorce volúmenes sobre indicadores -Science and Engineering Indicators- publicados desde el año 1972 contienen un capítulo dedicado a la comprensión y actitudes del público respecto del desarrollo científico- tecnológico. La elaboración de indicadores de “cultura científica” por parte de NSF ha convertido a la institución en referente de estos temas. Los indicadores de NSF que refieren a los ejes conocimiento, actitudes e interés del público por la ciencia y la tecnología se estructuran de la siguiente manera: * Indicadores de interés y conocimiento. Abarcan cuatro aspectos de medición: 1) el interés del público en temas de ciencia y tecnología presentes en la agenda social (por ejemplo, nuevos descubrimientos médicos y científicos, polución ambiental, políticas militares y de defensa, entre otros); 2) el nivel de auto valoración que el público hace sobre sus conocimientos en ciencia y tecnología; 3) el nivel de atención del público respecto de las políticas de ciencia y tecnología: el “público atento” (“attentive”) comprende a los individuos que se consideren “muy interesados” y “muy bien informados” sobre determinada área de política científica y, al mismo tiempo, sean lectores regulares de un diario o revista relevantes a nivel nacional; 4) la comprensión del público sobre ciencia y tecnología: dentro de este aspecto se considera a) la comprensión de términos y conceptos científicos, y b) la comprensión de la naturaleza de la investigación científica. * Indicadores de actitudes. Se formulan sobre la base de las opiniones del público respecto de las promesas o beneficios de la investigación científica y las reservas o perjuicios que pueda ocasionar la misma. También se comparan actitudes de científicos, legisladores y público en general hacia las promesas y reservas de la 12 ciencia y la tecnología. Asimismo, se indaga sobre las posturas del público respecto del gasto oficial en ciencia y tecnología; también sobre el nivel de confianza en ciertas instituciones de la comunidad científica. Por último, para los indicadores de actitudes se tiene en cuenta la percepción del público respecto a diferentes temas clave de la agenda socio- política (entre los que se encuentran: energía nuclear; ingeniería genética; exploración del espacio; etc.), y algunos estudios internacionales sobre las actitudes públicas hacia la biotecnología. * Indicadores de uso de tecnologías de la información y comunicación. Este conjunto de indicadores toma en consideración el nivel de acceso que el público tiene al uso de computadoras (lugar desde donde accede y horas de uso) y el tipo de tecnologías que tiene a su alcance (CD-ROM, módem, correo electrónico, etc.) La construcción de este tipo de indicadores se basa sobre la idea de que en los últimos años se han incrementado las fuentes de información científica y tecnológica a raíz del desarrollo y la difusión de las nuevas tecnologías. * Indicadores de la relación entre ciencia y medios: comunicación con el público. Estos indicadores se orientan a conocer cuáles son las fuentes más frecuentes de información científica del público (entre ellas se consideran TV, radio, diarios, revistas, museos de ciencia, bibliotecas públicas, videotecas, etcétera) * Indicadores de creencias en fenómenos para normales o pseudociencias. Este tipo de indicadores sirve para mostrar el nivel de aceptación de la astrología como disciplina científica por parte del público. Las encuestas y estudios internacionales sobre indicadores de “cultura científica” constituyen un marco de referencia en el cual se orientan las políticas de difusión y comunicación de la ciencia, y las acciones de participación ciudadana, desde los organismos oficiales.7 Y, al mismo tiempo, un conjunto de datos empíricos que ha servido desde hace algunos años de base –y sostén- a preocupaciones sobre el nivel de percepción pública de la ciencia y “cultura científica” de la población en la literatura especializada. 7 Como, por ejemplo, son los programas del Committee on the Public Understanding of Science (COPUS), un órgano gerenciado por los tres pilares básicos del sistema científico inglés: la Royal Society, la Royal Institution, y la British Association for the Advancement of Science; la incorporación de la divulgación científica dentro del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología de China a mediados de la década del ´90; también las acciones del último Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica de España (2000-2003), o las recomendaciones de la última conferencia global de la UNESCO (1999; 199b). 13 En el último Informe de NSF, Science and Engineering Indicators-2000, se afirma que la relación de los norteamericanos respecto de la ciencia y la tecnología se caracteriza por actitudes altamente positivas por parte de la mayoría de los norteamericanos pero, al mismo tiempo, una comprensión baja sobre los contenidos del conocimiento científico y en particular sobre los métodos de la ciencia. Según NSF, el hecho de que prevalezca una sociedad con escasa “scientific literacy”,8 o la carencia de capacidades de pensamiento crítico, quizás significa que muchos norteamericanos no están preparados para realizar elecciones bien informadas en las urnas o en sus vidas personales. Por otra parte se destaca que el interés y las actitudes favorables aumentan a medida que el grado de formación de los individuos es mayor (lo que también se relaciona con la posición que las personas ocupan en la escala socio- económica). 2. Algunas consideraciones críticas acerca de las encuestas y de la interpretación de sus resultados Los resultados de la encuesta de NSF se replican en la mayoría de los estudios internacionales sobre “cultura científica”.9 La polarización de los resultados de dichas encuestas suscita entre los promotores de los estudios de “cultura científica” reacciones encontradas. El bajo nivel de conocimientos por parte del público es un indicador negativo y funciona como una alerta que se traduce en recomendaciones para el desarrollo de planes y programas de “cultura científica” y estrategias de comunicación social de la ciencia. El alto interés y las actitudes marcadamente positivas hacia la ciencia llevan a concluir que, pese a los temores que suscitan en la sociedad ciertos campos del desarrollo de la investigación científica, los resultados de la producción de conocimientos todavía gozan de una atmósfera social de confianza. Uno de los motivos para la inclusión de capítulos de “cultura científica” en los informes de indicadores de ciencia y tecnología estriba en la necesidad de la comunidad científica de identificar adhesiones y/o rechazos por parte del público a proyectos o determinadas políticas de I+D. En este sentido, y pese al desfase antagónico entre conocimiento y actitudes, los resultados son funcionales para la legitimación de la ciencia (y de la política 8 Expresión propia de la tradición anglosajona en estos temas. El término utilizado en español es “alfabetización científica”. 9 Ver, por ejemplo, Eurobarómetro (2001); UNESCO (1998); Miller, Pardo y Niwa (1998); Comisión Europea (1994); Office of Science and Technology and the Wellcome Trust (2001); CONACYT (1998); CIENCIA HOY (1998); Australian Science and Technology Council (1996); Malasyan Science and Technology Information Centre (2001); o Asociación para la Ciencia y la Tecnología de China (1994). 14 para la ciencia) en distintos niveles. Brian Wynne (1995) sugiere precisamente que los intentos por alcanzar un mayor grado de comprensión social de la actividad científica responden a una tácita política cultural de legitimación de la ciencia y de sus instituciones. Es prudente señalar que las encuestas y sus resultados deben ser tomados con cautela. La medición de la “cultura científica” se enfrenta a un complicado problema de tratamiento teórico y metodológico. Pese a que se acepta que las variables que influyen en las relaciones entre intereses, conocimientos y actitudes son complejas, sólo esporádicamente se reflexiona críticamente sobre la validez de las metodologías utilizadas y las interpretaciones ulteriores, convalidando una aparente neutralidad de los resultados. Seguidamente puntualizaremos algunas de las críticas a estas encuestas presentadas en la literatura especializada. En primer término, el modelo tradicional de medición de la “cultura científica” tiene una limitación de enfoque constitutiva, partiendo de la propia ambigüedad de la expresión. El diseño de las encuestas, y las interpretaciones posteriores, está atado frecuentemente a los prejuicios ideológicos de sus autores (Bruce Lewenstein; 1995) Incluso, según Brian Wynne (1995) los resultados de las encuestas son usualmente interpretados de manera simplista, a veces de forma deliberada. En primer término, los estudios tradicionales utilizan, por defecto, una noción de “ciencia” ortodoxa, acotada a una definición de la misma en tanto cúmulo coherente de conocimientos disponible, fijo y certero, que se construye bajo la atenta vigilia de una metodología fiable sobre una realidad natural subyacente, y que debe ser objeto de difusión y atención social. Es, en última instancia, el legado de la tradición positivista que apela a la objetividad de la ciencia y su “espíritu” ciertamente altruista. Por lo tanto, la “cultura científica” funciona aquí en tanto forma de instrucción, de acumulación del saber, sea éste socialmente válido o no. Benoit Godin y Yves Gingras (2000) afirman que esta medición de la “cultura científica” a través principalmente del conocimiento de hechos (conceptos, leyes, teorías, etc.) es una concepción basada en la definición enciclopédica de cultura heredada del modelo de “erudición” del siglo XVIII. Cuando la “cultura científica” se mide de esta manera, como correlato de la “cultura generalista”, implica aceptar que, a mayor conocimiento de hechos científicos, un individuo está más alfabetizado. También hay autores como Brian Wynne (1995) y Bruce Lewenstein (1995) que plantean una extensión de este enfoque, sobre la base de que las encuestas no deberían recoger únicamente conocimientos temáticos básicos sino cubrir también conocimientos de impactos negativos y riesgos generados por la ciencia y la tecnología, así como conciencia de su uso político y valor económico, es decir, debería integrarse un componente crítico en la medición de conocimientos. 15 La casi totalidad de las preguntas utilizadas para evaluar el tipo de comprensión de conceptos y términos básicos de la ciencia se repiten entre una encuesta y otra, lo cual constituye una manera de garantizar ciertos niveles de comparabilidad internacional.10 Sin embargo, presentan un problema de validación, puesto que ¿cómo se puede estar seguro de que este conjunto de afirmaciones permite evaluar el nivel de comprensión de conceptos, o son realmente indicadores del grado de “cultura científica” de una población? ¿Por qué éstas y no otras preguntas? La interpretación de la comprensión queda restringida a la capacidad individual de responder satisfactoriamente un conjunto de alrededor de 20 sentencias, algunas de las cuales, tal cual se formula, tiene incluso una dudosa legitimidad. En este sentido, la “cultura científica” entendida como comprensión de los métodos de la ciencia y algunos contenidos específicos de conocimiento general es problemática, porque parece poco probable que la comunidad científica llegara a un acuerdo acerca de cuáles serían exactamente esos “contenidos específicos” que el público no puede “ignorar”. La “cultura científica” concebida en estos términos arroja en las encuestas resultados previsibles de comprensión por parte del público. Para Martin Bauer e Ingrid Shoon (1993), las encuestas parten de la base de que el público debería “pensar” y “razonar” en los mismos términos que lo hace un científico (idea adelantada por John Dewey en los años treinta y retomada por Morris Shamos [1995]11). Según estos autores, esta premisa conduce a interpretar las diferencias de conocimiento y pensamiento entre los científicos y el público en términos de ignorancia, y los indicadores presentados en los estudios no hacen más que resaltarla.12 En segundo término, la “cultura científica” concebida como ignorancia que debe ser satisfecha está basada en un enfoque pedagógico (donde, por otra parte, el conocimiento científico se presenta como certero, un “paquete” fijo y cerrado). Dicho de otro modo, en un problema de educación popular. En los años ochenta, la tradición anglosajona de estudios sobre comunicación pública de la ciencia definió a este enfoque como “modelo de déficit”, donde el conocimiento científico constituye un cuerpo reconocible de información codificada y, en este sentido, es que se puede medir cuánta de esa información disponible tiene incorporada un individuo, y establecer el grado de déficit de comprensión que posee. 10 Por ejemplo, ¿un electrón es más pequeño que un átomo?, ¿gira la tierra alrededor del sol o al revés?, ¿podría definir el ADN?, o ¿conoce la diferencia entre un virus y una bacteria? 11 Ver un mayor desarrollo de esta idea en el primer punto de la segunda sección de este documento. 12 Citado por Jane Gregory y Steve Miller (1998). 16 John Ziman (1992) sostiene que la mayoría de las prácticas de comunicación de la ciencia tienden a identificar las falencias cognitivas del público y luego intentar suplirlas, en vez de preguntarse qué es lo que el público quiere conocer y encontrar maneras a través de las cuales satisfacer esas demandas. El “modelo de déficit” planteado en la literatura de la difusión social de la ciencia indica que el público es una entidad pasiva con falencias de conocimientos que deben subsanarse. Este modelo establece que la información científica fluye en una única dirección: desde los científicos hacia el público; la cual se traduce en un esquema lineal, tanto como aquel que se utilizó frecuentemente hasta los años sesenta en materia de economía y política científica, y que fue suficientemente desacreditado: una cadena unívoca que va de la ciencia, a la ciencia aplicada y, de allí, a la tecnología. Las interpretaciones usuales de los estudios de percepción pública han adoptado generalmente el denominado “modelo de déficit”: cuanto menor es el grado de información mayor es el grado de oposición (Millar y Wynne, 1988; Levidow y Tait, 1992). De acuerdo con este modelo, las actitudes (definidas como disposiciones para la acción), dependen del nivel de conocimiento. Esta es una interpretación simplista de la relación que se establece entre la tríada “ciencia, tecnología y sociedad”. Es en este contexto en el que tradicionalmente se han desarrollo gran parte de los trabajos sobre “cultura científica”. Diez años de investigaciones en el terreno de la comunicación de la ciencia mostraron suficientemente que el “modelo de déficit” no conduce a un entendimiento de la “comprensión” de la ciencia por parte del público. Al mismo tiempo, denunciaron la operatoria ideológica que encierra, al caracterizar de forma poco reflexiva a los científicos exclusivamente como “especialistas” y a los no científicos como “legos” (lo cual recuerda la ancestral diferenciación entre el “sabio” y el “ignorante”), reproduciendo el esquema de las “dos culturas” enunciado en su formato moderno por P.S Snow en 1959. Las evidencias al respecto en la literatura son abundantes [Fayard (1988; 1993); Nelkin (1990); Lewenstein (1993); Bauer (1993); Durant (1993); Gregory y Miller (1998), entre otros] Estos autores demostraron que la comprensión de la ciencia depende de forma crucial del entorno social –esto es, los grupos, y no los individuos- en el cual el conocimiento se vuelve operativo.13 13 Alan Irwin y Brian Wynne (eds.) [1996] Misunderstanding Science? The public reconstrution of Science and Technology, Cambridge, Cambridge University Press. Citado en Bruce Lewenstein (2001), pp.441. 17 Esto nos conduce al tercer argumento crítico: enfatizar la interpelación a los individuos de forma aislada, por fuera de las redes de interacciones sociales, económicas, políticas y culturales es, precisamente, otra limitación de perspectiva de las encuestas. Bruce Lewenstein (2001) advierte que diferentes contextos conducen a diferentes juicios acerca de qué información es necesaria, para quiénes, y debido a qué propósito. Este error de perspectiva no es menor si se tiene en cuenta que sobre la base de los resultados de dichos estudios se diseñan y ejecutan planes de difusión social de la ciencia y, al mismo tiempo, políticas públicas de ciencia y tecnología para la participación ciudadana. Brian Wynne (1995) cuestiona este modelo señalando que el examen del público por fuera de su contexto social genera una metodología normativa que obliga a asumir que el conocimiento y la comprensión existen de forma independiente a las interacciones sociales. Godin y Gringas (2000) afirman que al considerarse la “cultura científica” como un atributo de los individuos, se obvia la dimensión social (por ejemplo, la forma en que ciertas instituciones sociales controlan el desarrollo de la ciencia y la tecnología), que de esta manera queda al margen de la medición. En cuarto término, otra “trampa” de las encuestas de “cultura científica” es el argumento subyacente según el cual un público “mejor informado” conducirá a una mayor “comprensión” y, de allí, a una mayor “aceptación social” de la ciencia, nutrida de actitudes y juicios de valor positivos. Este enunciado tiene una legitimidad dudosa.14 No existen evidencias fuertes que indiquen que una mayor apreciación social de la ciencia (por ejemplo, como parte de la agenda de las políticas públicas) esté directamente vinculada a una mayor comprensión (en términos de contenido cognitivo) de la misma. En quinto término, también existe un eje de críticas a las encuestas que descansa en remarcar una tendencia a subestimar a los individuos. Es el caso, por ejemplo, de las preguntas referidas al estatuto científico de la astrología. La interpretación de NSF indica que si un individuo considera a la astrología una disciplina científica ese individuo debe considerarse como “analfabeto científico”. Según Martin Bauer y John Durant (1992), aún dejando de lado la validez de esta afirmación, las encuestas olvidan establecer una correlación entre la creencia expresada por esa persona en la astrología y otras medidas de su comprensión de la ciencia. Este conjunto de consideraciones sobre aspectos controvertidos del diseño y análisis de encuestas de percepción y “cultura científica” muestra que los indicadores en la materia deben ser evaluados en función de contextos institucionales, sociales y políticos específicos 18 y, aún de esta manera, obligan a otorgarles un valor limitado. La discusión sobre la “cultura científica” permite observar las dificultades para aproximarse a su significado y componentes, y la necesidad de profundizar alternativas teórico- metodológicas que permitan operar sobre los conceptos involucrados. La segunda parte de este documento se orienta en esa dirección. 14 John Durant y Thomas Geoffrey (1997). 19 II. El debate en torno a la “cultura científica” Una de las limitaciones a las cuales se enfrentan los estudios sobre indicadores de “cultura científica” es la ausencia de debate especializado sostenido sobre los tópicos que el tema involucra y, al mismo tiempo, como fue señalado, cierta debilidad en la definición teórica de los conceptos asociados. Uno de los primeros obstáculos en este último plano es la asociación directa entre los términos “alfabetización científica” y “cultura científica” que comúnmente tanto la literatura especializada como los estudios sobre indicadores en la materia tienden a identificar como sinónimos o expresiones análogas. Dada esta identificación, implícita o explícita, entre ambos términos, comenzaremos explorando, en esta sección, el significado de la alfabetización científica y su evolución histórica, para luego profundizar en las distintas facetas que, desde nuestra perspectiva, sugiere el concepto de cultura científica. Se intentará realizar una diferenciación entre ambos conceptos sosteniéndose que el concepto de “alfabetización científica” tiene su especificidad en el ámbito de los contenidos cognitivos propios del proceso de aprendizaje y, por lo tanto, debe entenderse como una componente vinculada de forma estrecha a la concepción de “cultura científica” en sentido restringido. Asimismo, se profundizará la discusión sobre el concepto de “cultura científica” a fin de ampliar la base de análisis de la “cultura científica” en sentido amplio. 1. La “alfabetización científica” como “cultura científica” Los antecedentes históricos, filosóficos y políticos del movimiento de alfabetización científica hunden sus raíces en el proceso secular moderno que generó la matriz de la racionalidad científica y la filosofía positiva del siglo XVIII. Gérard Fourez (1997; pp.15) afirma que la “alfabetización científica” trata de “(…) una metáfora que alude a la importancia que ha tenido la alfabetización a fines del siglo pasado.” La idea de alfabetización surgió durante el siglo XIX, junto con la conciencia de que era necesario que las personas supieran leer y escribir para desenvolverse en el mundo laboral. Llegó a sostenerse casi de manera unánime que la alfabetización era “(…) necesaria para la promoción de la dignidad humana.” (pp.17) Debido a esto, la enseñanza formal fue concebida como una de las funciones básicas de los estados, y entonces a partir de este proceso se transformó en obligatoria. La alfabetización estaba comprendida en el edificio doctrinario de la modernidad. 20 Esta idea primigenia de alfabetización de principios del siglo XIX involucraba de forma implícita el término “científica”, puesto que en última instancia el proceso educativo que extendió la escolaridad de forma masiva tenía sus raíces, y razón de ser, en la racionalidad científica. Sin embargo, y debido en parte a la crisis del sistema educativo, a mediados de los años sesenta los pedagogos comenzaron a hablar de “analfabetismo funcional” para señalar a aquellos individuos que no tenían ciertas competencias mínimas para desenvolverse en las sociedades contemporáneas, adelantando, de alguna manera, la recurrente imagen de la brecha entre ciencia y sociedad. Durante los últimos treinta años, y sobre la base de cierta necesidad de establecer lazos entre ciencia y sociedad, la comunidad científica se apropió del término alfabetización, que entonces dejó de pertenecer únicamente a la esfera de la educación formal. Se empezó a hablar de “alfabetización científica” en tanto cruzada que, como fuera aquella de principios del siglo XIX, persigue el fin altruista de emancipar a los individuos. La diferencia estriba en que la “alfabetización científica” contemporánea se dirige fundamentalmente a aquellas personas adultas que ya han sido escolarizadas, a través de mecanismos no formales de difusión y apropiación social de la ciencia; y de allí la importancia que se le atribuye en este proceso a la TV, la radio, los periódicos, los museos y los libros de divulgación científica. Hasta mediados del siglo XX la comunidad científica no sabía muy bien qué pensaba el público sobre la ciencia, aunque suponía que la opinión pública confiaba en el accionar científico, fundamentalmente debido a los adelantos tecnológicos y en materia de salud. La preocupación por la “imagen” pública de la actividad científica es relativamente reciente. Sin embargo, a mediados de los años cincuenta, la percepción pública de la ciencia se había vuelto “una percepción esquizofrénica” y tanto “la academia como los medios (habían) contribuido ciertamente a ello.”15 El período iniciado con la Segunda Guerra Mundial desencadenó el fin del idilio y la confianza absoluta del público frente a la utilización del conocimiento científico: los antibióticos no ocultaron la amenaza nuclear. En este contexto, los científicos se enfrentaron a la necesidad de dar explicaciones a la sociedad en su conjunto sobre el trabajo que realizaban, y así proliferaron organizaciones y asociaciones científicas que querían devolver la confianza de la población hacia la ciencia. El movimiento de Scientific Literacy surge, entonces, por el interés de algunos científicos de lograr que la sociedad controle las decisiones del gobierno. Educar al político y educar al ciudadano para que influya en la toma de decisiones era la acción lógica para lograr ese 21 objetivo. Entender qué elementos estaban en juego en el conocimiento científico parecía una necesidad elemental para este objetivo de control ciudadana de las decisiones.16 Como antecedente, en la década del treinta John Dewey postulaba la necesidad de que la escuela (high school y college) impartieran formación científica a los estudiantes no orientados a transformarse en científicos profesionales, como una necesidad fundamental para el ciudadano del mundo moderno basado en el conocimiento científico. No era cuestión de entender el funcionamiento de la tecnología (el manejo de artefactos mecánicos, etc.) sino de incorporar las "actitudes de la ciencia": mente abierta, integridad intelectual, observación e interés en poner a prueba sus opiniones.17 La actitud científica planteada por Dewey era un requisito previo para la alfabetización social. La concepción deweyniana de la formación en ciencia para los no científicos en los años treinta, suponía a la alfabetización como una serie de guías culturales de la ciencia: en 1930, I.C.Davis señaló las siguientes notas que mostraría un "individuo que tiene una actitud científica: a) voluntad de cambiar su opinión sobre la base de nuevas evidencias; b) buscará la verdad completa sin prejuicios; c) tendrá un concepto de la relación entre causa y efecto; d) hará un hábito de la emisión de juicios basados en hechos; y e) tendrá la habilidad de distinguir entre hechos y teorías". Actualmente, el movimiento de la “alfabetización científica” plantea que un público informado debe entender cómo funciona la ciencia y cómo interviene en el mundo natural y social moderno. Dicho conocimiento sería el garante de una participación democrática en la vida cultural y política donde las decisiones no queden únicamente en manos de especialistas. La meta de la “alfabetización científica” es que la ciencia adquiera un lugar destacado en la cultura cívica de los países. Este consenso está dado por una serie de instituciones académicas y políticas que sostienen que el futuro de la civilización dependerá del incremento de la comprensión pública de la ciencia, y de su integración en la cultura.18 Ahora bien, la noción de “alfabetización científica” se utiliza como slogan educacional y metáfora al mismo tiempo.19 De esta manera, articula dos tipos de registros: por un lado, la 15 Marta González García (1996), pp.21. Ver Morris Shamos (1995). 17 J. Dewey (1934) "The Supreme Intellectual Obligation" , Science Education 18: 1-4. Citado por Morris Shamos (1995), pp. 80. 18 Ver Carmelo Polino (2001). 19 Rodger Bybee (2000). 16 22 alfabetización científica es un requisito –o condición indispensable- para desenvolverse en el mundo moderno; y, por otro lado, refiere al tipo de saber y capacidades que el desarrollo científico y tecnológico contemporáneo demanda. Pero la delimitación del concepto “alfabetización científica” es una tarea polémica. No existe una definición unívoca en la literatura especializada sobre el tema acerca del tipo de competencias que deberían formar parte del acervo de una persona para considerarla científicamente alfabetizada.20 Las definiciones de “alfabetización científica” varían entre autores y/o instituciones.21 Dichas definiciones de “alfabetización científica” ofrecen una cantidad de alternativas que incluyen aspectos de conocimientos de stock o afirmaciones de conocimientos, actitudes hacia el valor de la ciencia, percepción de riesgos, peligros o provechos socialmente parciales y privilegiados, y capacidad científica como atributo de la orientación social y cultural del ser humano. Todo ello ofrece distintos objetos de indagación. No obstante, al margen de la escasa claridad conceptual, se puede hablar de al menos dos grandes vías de acceso o componentes del término: * El abordaje clásico asocia la “alfabetización científica” a la comprensión, esto es, al conocimiento que se deriva del proceso de aprendizaje. Por lo tanto, un primer componente de la “alfabetización científica” (y sobre el cual la comunidad científica hace especial hincapié) está asociado a la cuestión de los contenidos cognitivos específicos, y podría expresarse como la capacidad de los individuos para “comprender principios y conceptos clave de la ciencia” (incluyendo en ello al conocimiento de los métodos de la ciencia y del proceso de la investigación científica). El supuesto es que un mayor conocimiento posibilitaría que el individuo realice juicios informados sobre temas de interés colectivo y tome decisiones personales para participar de la vida 20 Ver, por ejemplo, John Durant, Geoffrey Evans y Geoffrey Thomas (1995); National Science Foundation (1996); Gérard Fourez (1997); Robert Hazen y James Trefil (1997); Jane Gregory y Steve Miller (1998); Jon D. Miller (1998); Jane Maienschein (1999). 21 De esta manera definen a un individuo alfabetizado científicamente tres organizaciones clave de promoción de la ciencia en Estados Unidos: American Association for the Advancement of Science (AAAS): “[el individuo] comprende que la ciencia, las matemáticas, y la tecnología son empresas humanas interdependientes con fortalezas y limitaciones; comprende conceptos y principios clave de la ciencia; está familiarizado con el mundo natural y reconoce su diversidad y unidad; y utiliza el conocimiento científico, y una manera de pensamiento científica, para sus propósitos individuales y sociales.” National Academy of Science (NAS): “la alfabetización científica es el conocimiento y la comprensión de conceptos científicos y procesos requeridos para la toma de decisiones personales, la participación en los asuntos cívicos y culturales y en la productividad económica.” National Science Foundation (NSF): “es necesario que cada estudiante tenga una oportunidad para aprender qué es la ciencia actualmente (definida en términos genéricos); qué es lo que hacen en la actualidad los profesionales de la ciencia y la tecnología; cómo evaluar la información presentada como científica; y cómo la sociedad debería hacer juicios informados sobre ciencia e ingeniería.” Citado por Jane Maienschein 23 social, cultural y económica de mejor manera. * Un segundo abordaje, impulsado a partir de las etapas de posguerra y de las reacciones académicas a la concepción clásica de la ciencia y el desarrollo tecnológico, fue extender la idea de “alfabetización científica” a la capacidad de los individuos por contextualizar la actividad científico- tecnológica en su entorno social, político y económico, y la comprensión de las repercusiones del sistema de ciencia, tecnología e innovación en la sociedad. Dentro de esta misma perspectiva cabe la indagación sobre otros aspectos de la percepción social de la ciencia: la calidad del trabajo científico en una sociedad determinada o el beneficio que acarrea la ciencia. Este tipo de argumentaciones considera que la “alfabetización científica” persigue básicamente un fin político, erigiéndose como la garantía de la participación ciudadana en el marco de una democracia. La concepción de la alfabetización como una garantía de poder ciudadano demandaría una comprensión tanto de los aspectos institucionales de la actividad científica y tecnológica, de los intereses en juego en la actividad y de las consecuencias de su desarrollo. En este nivel importa más la capacidad de los individuos de captar las diferencias de intereses entre los distintos expertos. De hecho, la "alfabetización" en este plano tiene más que ver con la fluidez de la relación entre el “lego” y el experto (y la discusión entre expertos, ya que la ciencia y la tecnología en este plano se convierte en un ámbito de controversias decisionales) que con la comprensión del contenido de la ciencia. El supuesto de base de estos dos grandes ejes indica que la “alfabetización científica” permitiría el manejo de ciertos códigos y saberes particulares que pondrían al individuo en condiciones de participar de una mejor forma en la sociedad. Aparece, de esta manera, la preocupación de la comunidad científica por atender aquellos componentes que los estudios internacionales reflejan en el registro mensurable de los indicadores habituales en la materia: conocimiento, actitudes e interés del público (de los individuos) respecto al desarrollo científico- tecnológico. La “cultura científica” como “alfabetización científica” sería una manera de aproximar a los ciudadanos al conocer, sentir y actuar de los científicos, hacerlos proxi-científicos, partícipes de una única manera de lenguaje y de construcción de la realidad. Se dice, entonces, que para que el ciudadano pueda tomar decisiones respecto a la ciencia y la tecnología debe conocer sus contenidos, comprender el significado de sus afirmaciones et. al. (1999), pp.76. 24 cognitivas. Claro que como esto es una condición siempre deficitaria (“modelo de déficit”), que las encuestas ayudan a certificar como mayoritaria, y que la ciencia siempre avanza mucho más rápido de lo que puede avanzar la popularización o “alfabetización científica”, ésta se constituye como función cultural subordinada a la autoridad del conocimiento científico. En síntesis, la capacidad que brinda la comprensión del contenido de conocimiento para participar democráticamente en la trayectoria política de la ciencia y la tecnología es simplemente ilusoria; sólo ayuda a dar una vuelta más a la legitimidad de la ciencia con la propuesta de una ciencia abierta a la decisión democrática de la ciudadanía. Vale destacar, por otra parte, el hecho de que la conceptualización en torno a la “alfabetización científica”, sea cual fuere la vertiente o definición adoptada, tiene anclaje en el nivel del individuo. En este sentido, y según las categorías que hemos adoptado, la “alfabetización científica” es una componente de la “cultura científica” en sentido restringido, en tanto y en cuanto remite a las formas de apropiación de la ciencia y la tecnología como atributo de cada persona en particular. Por lo tanto, “alfabetización científica” no tiene un carácter equivalente a “cultura científica”, puesto que esta última exige una mirada sistémica sobre instituciones, grupos de interés y procesos colectivos donde tienen lugar los sistemas de comunicación y difusión social de la ciencia, participación ciudadana, o evaluación social de la ciencia y la tecnología. El concepto de “cultura científica” en sentido amplio o, dicho de otro modo, el “nivel de cientización de la cultura” remite a contenidos y funciones diferentes de la “cultura científica” restringida propia del modelo de “alfabetización científica”. El modelo de la “cultura científica” en sentido amplio implica la comprensión de la dinámica social de la ciencia: quién la produce, hacia qué fines, con qué consecuencias, frente a qué costo de oportunidad, para qué beneficiarios. El escrutinio socialmente distribuido de estos tópicos de información y discusión tienen un valor más centrado en la capacidad de la sociedad de tomar decisiones democráticamente establecidas. La comprensión de los contenidos cognitivos de las afirmaciones científicas es una cuestión, entonces, subordinada a la cuestión de la dinámica social de la ciencia y la tecnología e instrumental para la toma de decisiones. La comprensión "correcta" de una afirmación científica debería redefinirse como el de la comprensión "oportuna" al cuadro de situación de las decisiones. Acertar en la respuesta sobre el giro del sol y la tierra es una conducta "expresiva" que poco tiene que ver con el papel instrumental del conocimiento para el desenvolvimiento de la vida en la sociedad. 25 2. La conceptualización de la “cultura científica” En una versión difundida en los estudios de percepción pública de la ciencia y la tecnología, la cultura científica puede ser entendida como el producto de un proceso adecuado de comunicación social de la ciencia. Esta comunicación tiene lugar a través de la educación reglada y mediante la educación no reglada. Pese a reconocer su importancia, no abordaremos aquí, por motivos obvios, la temática de la educación reglada. En una primera aproximación pueden distinguirse tres aspectos generales de la producción de cultura científica: 1. Un mayor conocimiento científico-tecnológico de la población. Aunque la cultura científica, como forma de cultura, no puede reducirse a mera alfabetización. No puede entenderse como una cuestión de llenar una cubeta cognitiva - la de un ciudadano pasivo. 2. Más cultura científica también consiste en un incremento de conocimiento científico-tecnológico socialmente significativo, es decir, que tenga un impacto sobre las formas de vida y produzca una mejora de bienestar personal y social, como por ejemplo en el reconocimiento de riesgos reales o la evitación de alarmas injustificadas. 3. Otro aspecto es el protagonismo del público alfabetizado, en el sentido de que esos conocimientos produzcan un interés y una capacidad individual para el involucramiento en debates públicos y procesos de toma de decisiones sobre cuestiones relacionadas con la ciencia y la tecnología. En este sentido, la cultura científica está estrechamente asociada a la participación ciudadana pues induce mediante ésta la formación democrática de la ciudadanía, siendo a su vez reforzada a través del aprendizaje social generado por esa participación.22 Generalmente se ha planteado la necesidad de la educación científica como prerrequisito para la participación pública en la toma de decisiones en la elaboración de políticas públicas relativas a la ciencia y la tecnología (políticas de promoción y políticas de regulación). Desde nuestra perspectiva, será necesario plantear el argumento inverso: analizar el involucramiento en debates públicos y la participación pública en estas políticas como generadores de cultura científica. Sin embargo, en este apartado vamos a insistir con una visión más estructural y a la vez constructivista del término cultura científica poniendo de relieve el significado de éste en sentido amplio. De hecho, el término “cultura científica” es –teniendo en cuenta sus 26 distintas aplicaciones- polisémico. Cuando Snow (1959) planteó el conflicto entre las dos culturas daba a este término un sentido de cultura en tanto complejo cognitivo. La cultura científica y la cultura humanística conformaban cuerpos de orientación cognitiva bien diferenciados, con elementos de conocimientos no reductibles unos en otros. La preocupación de Snow giraba en torno a la vida intelectual de una sociedad relativamente homogénea (personas con formación superior, clase media, origen generalmente no aristocrático, etc.) que sin embargo entre ambos mantenían una clara incomprensión respecto a los saberes de uno y otro. En este sentido, salvando el hecho de que los conceptos están aplicados a la elite intelectual y no al gran público de las sociedades modernas, el problema que plantea el autor es equivalente a un problema de alfabetismo científico en los términos de la actual discusión sobre la comunicación de la ciencia y la tecnología. Las preguntas que se hace el autor respecto a la capacidad de los intelectuales humanistas de describir las leyes de la termodinámica o de los conceptos de masa y aceleración, por ejemplo, evocan los más recientes indicadores utilizados en las encuestas con respecto al tamaño del átomo, la antigüedad de los dinosaurios o la naturaleza de la radiación. En este carácter, cultura científica y tecnológica no es otra cosa que el cúmulo de saberes codificados, reputados como verdaderos por cierta autoridad social (la comunidad científica). Aún así, las repercusiones de las tesis de Snow han sido formidables, y uno de los elementos clave para la articulación de discursos sobre la comunicación de la ciencia por parte de la comunidad científica que convalidó sus tesis.23 Karin Knorr-Cetina ha denominado “culturas epistémicas” a “una amalgama de acuerdos y mecanismos que en un campo dado determinan cómo sabemos lo que sabemos. Las culturas epistémicas son aquéllas que crean y garantizan el conocimiento”. Una cultura de la biología molecular o de la física de partículas remite a una serie de elementos simbólicos, organizacionales y prácticos que caracterizan la actividad de una comunidad disciplinaria. Es ésta una dimensión de la cultura científica que sirve como referencia para el análisis de las prácticas; y su punto de vista se orienta más a un enfoque hacia el interior de la vida científica que a la consideración de la cultura científica como un término de la cultura de la sociedad. Cuando Snow hablaba de la cultura científica entendía a un conjunto de conocimientos –y también de valores y normas- que servían como referencia más o menos inmediata para el conjunto profesional de los científicos, aunque la mayoría de ellos tuvieran dificultades para comprender o compartir distintos conocimientos específicos. La cultura epistémica, en cambio, es el espacio simbólico, cognitivo, normativo con 22 Véase Prewitt, 1983; y una visión crítica en Trachtman, 1981. Véase, por ejemplo, John Allen Paulos (1999), Gerard Holton (1998), o Richard Dawkins (2000). 23 27 significados comunes y fuertemente compartidos por los sujetos a los que referencia. Por cierto, la utilidad de este concepto para el análisis de la comprensión de la ciencia por parte del público es apenas perceptible, aunque sirve para ampliar el concepto de cultura más allá de la exclusiva dimensión cognitiva y a la "función comprensiva"; en efecto, una cultura epistémica, como fue dicho, trasciende lo que en un ejercicio de abstracción se encierre en el concepto de conocimientos codificados (finalizados, verbalizados, estabilizados, definidos como verdaderos) e incluye la idea de prácticas, modos de organización de la actividad, estilos de relación, modelos estratégicos, etcétera. Si se extiende a la tecnología la cuestión de la relación con la cultura –una licencia que el actual concepto de tecnociencia aprobaría- se encuentran otros aspectos que pueden interesar en el intento de comprender el sentido del término “cultura científica” (y tecnológica). Pacey (1980; 1990) rescata el significado socialmente situado de tecnología: si bien puede concebirse un núcleo técnico de carácter universal, la tecnología supone un uso local y variable en cuanto a significados y prácticas. De esta manera, la tecnología – producto cultural, ella misma- es objeto de apropiación y resignificación cultural en el vasto panorama de su utilización. En este caso, se considera la cultura como una matriz de uso. Los viejos estudios sociales sobre “resistencias al cambio técnico” que poblaron los programas de desarrollo comunitario a mediados del siglo XX proponían una concepción binaria de la relación entre cultura y tecnología: aceptación o rechazo. Pacey, con mayor perspicacia, pretende hallar en las supuestas resistencias procesos de resignificación y de transformación de los paquetes técnicos en el marco de las necesidades y preferencias dictadas por las culturas particulares. No se trata, en este caso, de plantear la cuestión cultural como una cultura de los ingenieros y científicos, sino de vincular la ciencia y la tecnología con las culturas. Tal idea de apropiación de la tecnología – como así también de la ciencia- induce a una visión de la cultura como factor activo: la cultura de la sociedad es un componente transformador o resignificador del conocimiento. Algunos autores han llevado esta visión a un extremo mayor: la misma construcción de la tecnología –y por extensión, la misma actividad de la tecnociencia- es condicionada y transformada por la dinámica social a partir, entre otros factores, de los contenidos de las culturas particulares y situadas. A diferencia de la precaución de Pacey de atribuir cierto núcleo “universal”, no-social, de la tecnología, esta concepción somete a este núcleo, también, a una influencia más o menos directa de la sociedad y la cultura. Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología en el último cuarto de siglo han tenido la osadía de alcanzar ese núcleo como un producto 28 construido y explicado por la sociedad.24 También se puede considerar una visión que atribuiría a la cultura un papel pasivo frente a la ciencia y la tecnología. La evolución de éstas ha impregnado la vida de los pueblos, sus sistemas y prácticas productivas, sus modelos de organización, la lógica en la toma de decisiones, el tipo y calidad de la información empleada en la vida cotidiana, la interpretación de los procesos de la naturaleza y los procesos humanos, los fundamentos valorativos y cosmogónicos de la cultura. La modernidad de occidente ha estado íntimamente relacionada al papel jugado por el conocimiento científico y tecnológico como matriz de las orientaciones y relaciones sociales. Una manera entonces de apreciar el papel de la ciencia y la tecnología en la cultura es captar el proceso y el grado de “colonización” de aquéllas sobre ésta.25 Es ésta una falsa visión o, por lo menos, una visión ingenua. La ciencia y la tecnología son ellas mismas parte de la cultura, y su trayectoria está marcada por el complejo de elementos que constituyen a ésta, como así también tales elementos son afectados por los resultados y trayectorias de aquéllas. Por lo tanto, no es tal el punto de vista pasivo de la cultura. Una perspectiva que pretende dar cuenta de esta simbiosis entre cultura y ciencia y tecnología es la de Godin y Gingras (2000). Partiendo del concepto de "apropiación de la ciencia y la tecnología", contrastan tres modelos de interpretación de la relación entre ciencia y cultura: el primero es el de aislamiento entre uno y otro, entendido como la falta de comprensión mutua.26 El segundo, típico de la "popularización de la ciencia", admite vínculos entre ambas esferas, a "través de la difusión desde la ciencia a la cultura vía mediadores (como los comunicadores científicos)". A su vez, ellos proponen un tercer modelo en el que "la ciencia y la tecnología son, desde el comienzo, definidas como formando parte de la cultura. Ciencia y tecnología, como fenómeno social basado en el esfuerzo colectivo, debe, necesariamente, ser incluido como una forma de organización social de la cultura." En la presentación de los autores se observa una tensión entre la asimilación de la ciencia y la tecnología al concepto de cultura (de tal forma que perdería su sentido el término 24 Ver Trevor Pinch (1997). Ver B. Barber (1959). 26 Los autores ejemplifican este modelo con la conocida conferencia de Snow acerca de las dos culturas. Sin embargo, cometen un error de interpretación: en el planteo de Snow, la incomprensión "mutua" correspondía a dos ámbitos de la intelectualidad: la científica y la humanista y en ningún sentido oponía el conocimiento científico con la cultura general de la sociedad. Godin y Gringas, en cambio, trastocan el término del humanismo por el de la cultura como una cualidad general de la sociedad. 25 29 “cultura científica y tecnológica”) y el mantenimiento de la “cultura científicotecnológica” como un componente más de la cultura, pero como tal, discernible, medible y apropiable. En este último sentido, parecería que la “cultura científica”, a pesar de su imbricación a la general, se produce por fuera de esta última. Sin embargo, esto supone alguna contradicción que los autores no terminan de resolver. De hecho, esta "externalidad" de la “cultura científica” se pone en evidencia con la importancia que asignan al concepto de "apropiación": "la cultura científica y tecnológica es la expresión de todos los modos a través de los cuales individuos y sociedad se apropian de la ciencia y la tecnología". Sorprende el valor equívoco del término cultura al ser aplicado indistintamente a individuos y sociedades. En efecto, al tratarse de la sociedad puede entenderse que se trata de una cultura general (y una organización social) que ha asumido parámetros centrales del conocimiento y actividad científica. Esto se expresa en la existencia de distintos tipos de instituciones que conforman la actividad de la ciencia. Aquí no se podría hablar de una cultura científica que ha sido apropiada por la sociedad, sino una sociedad con una cultura con altos contenidos (cognitivos, simbólicos, institucionales, normativos, organizacionales) relacionados con la ciencia y la tecnología (su producción y su uso). Esto, sin embargo, no queda claro en el trabajo de Godin y Gringas. Por otra parte, al tratarse de los individuos, apropiación individual de la cultura científica refiere a nivel cognitivo de un conjunto determinado de saberes canonizados por la ciencia. Es equivalente a conocer historia del país, las reglas del fútbol o cualquier otro contenido que forma parte de la cultura. 2.1 La “cultura científica” en sentido amplio En este punto conviene explicitar en mayor profundidad el contenido que nuestra interpretación asigna al término “cultura científica” en sentido amplio, según se ha expresado en otras oportunidades en el presente documento. En las siguientes notas referiremos al término tanto destacando lo que no es cultura como aquellos elementos positivos: a) “Cultura científica” en sentido amplio no es un atributo de individuos sino de sociedades. Por cierto, las sociedades son sociedades de individuos (Elias) pero no podríamos afirmar que cada individuo “representa” a la sociedad y por lo tanto al conjunto de su cultura, sino que cada uno de ellos mantiene una relación con la sociedad que es irreductible tanto a la sociedad como al individuo. b) La ciencia y la tecnología es –al margen de otras interpretaciones igualmente válidas que se han esbozado en el pensamiento social, basadas en el actor social, en la negociación o en la red social- una institución que forma parte –de manera más o menos desarrollada- de la cultura de una sociedad. Esta institución se basa en algunas 30 notas centrales: una determinada estrategia de conocimiento y de simbolización del conocimiento, un conjunto de roles vinculados a la actividad del conocimiento, una serie de valores, normas y reglas que orientan y rigen la actividad de conocer (el método científico, la comunicación y el intercambio, la utilidad del conocimiento, etc.). Como institución está afectada por variaciones históricas, aunque se reconoce un núcleo básico común. c) Toda cultura (toda sociedad) participa, en cierto grado, de algunos rasgos de la institución de la ciencia, aún cuando la ciencia y la tecnología no se encuentren “institucionalizadas” como tal. Si esto es cierto, cualquier tipo de sociedad cuenta con algún grado de “institucionalización” del conocimiento experimental (suponiendo a esto una práctica típica de la ciencia) e inclusive roles o proto-roles más o menos diferenciados que se apropian de tales prácticas. En el mundo moderno, y dada la internacionalización de la cultura, nos hallamos ante procesos de difusión de la institución de la ciencia y la tecnología en situaciones de contactos culturales, asimilación, sincretismos e hibridación de las culturas. d) De lo dicho se deduce que podríamos referir a toda sociedad con grados variables de institucionalización de la ciencia y la tecnología y, por lo tanto, a culturas generales como más o menos “cientizadas” y tecnológicas. De esta manera, no deberíamos hablar de cultura científico- tecnológica (lo cual expresa algún tipo de externalidad respecto de la cultura general) sino de culturas generales con altos o bajos contenidos científicos- tecnológicos. e) En toda sociedad, la calidad científico- tecnológica de su cultura puede ser entendida en términos de dos dimensiones: cualitativa y cuantitativa. La primera refiere al tipo y desarrollo de la actividad científica (incluyendo la apropiación de conocimiento científico como stock de afirmaciones de “verdad” científica) y tecnológica (considerando los tipos de tecnologías distribuidas en la sociedad). La segunda indica la homogeneidad o heterogeneidad de las sociedades en relación con la institucionalización de la ciencia: qué magnitud de población participa en la institución de la ciencia –ya sea como productores o consumidores de conocimientos- la cantidad de grupos participantes, etc. Una dimensión más (a la vez cualitativa y cuantitativa) refiere al tipo de “órdenes institucionales” o instituciones (educación, gobierno, producción económica, deporte, etc.) que asimilan las prácticas y contenidos institucionales de la ciencia y la tecnología (lo cual plantea distintos tipos de sociedades según combinaciones en la “cientización” de las instituciones). f) Aceptamos la noción de “cultura científico- tecnológica” como una dimensión de un grupo social específico de la sociedad: esto es, la comunidad o la profesión de científicos y tecnólogos. En este sentido constituye una entidad equivalente a una 31 subcultura. La diferencia que podemos establecer entre esta “subcultura” y otras subculturas profesionales es que determinados rasgos (contenidos cognitivos y prácticas) de aquélla impregnan la cultura general de la sociedad, de la misma forma que la subcultura de la profesión religiosa pretende informar modelos culturales en la cultura general. g) De lo dicho hasta ahora se deriva que no estamos de acuerdo con el concepto de cultura científica como un stock de saberes apropiados por el individuo. Por cierto, tal stock de saberes27 es una dimensión de la cultura general y en este sentido la indagación sobre su apropiación por parte de los individuos de la sociedad puede servir como uno de los “indicadores” del grado y calidad de la “cientización” de la cultura. Sin embargo, no deberíamos olvidar que esta cuestión es un recurso metodológico (indicador) y evitar la reificación conceptual que se observa en gran parte de la literatura sobre el tema. h) Como dimensión de la cultura la ciencia y la tecnología consiste no solamente en tal stock de conocimientos codificados, sino también en otras dimensiones no menos relevantes. Una clasificación conceptual preliminar (al margen de la factibilidad de su medición empírica) es la siguiente: i) stock de saberes codificados: conceptos (como el de energía, masa, ADN, dinosaurio, clase social), leyes o teorías (como la gravedad, de la termodinámica, de la evolución, de la revolución), acontecimientos (el Big Bang, la revolución agraria) ii) prácticas científicas y tecnológicas institucionalizadas como método de certificación de conocimientos. iii) prácticas de “racionalidad” científica y tecnológica aplicadas a distintos ámbitos institucionales o apropiación de resultados de la ciencia y la tecnología en tales ámbitos (gobierno, dictado de normativas, educación, comunicación, deporte, producción de bienes y servicios, etc.) iv) dimensión cuantitativa de la actividad científico- tecnológica: investigadores y tecnólogos, inversiones, aprendices de investigación y tecnología, grupos, organizaciones, SIN. 27 Que los estudios especializados han diferenciado entre un conjunto de afirmaciones de verdad sobre la naturaleza y una serie de reglas que representarían el conocimiento científico (experimentación, probabilidad). 32 v) distribución del conocimiento en la cultura general de las dimensiones y orientación de la actividad y el sistema de ciencia y tecnología. vi) orientación de la actividad científico- tecnológica: una sociedad estará más o menos cientizada en la medida en que la cuestión de “hacia dónde va la ciencia y la tecnología” se constituye en un tópico de la cultura general y del debate social. vii) los mecanismos de sustentabilidad de la institución científico- tecnológica: el financiamiento, la reproducción de sus agentes sociales (investigadores, innovadores, etcétera) viii) las consecuencias de la aplicación de la ciencia y la tecnología: esto es, en doble sentido de afirmaciones de “verdad” o probabilidad de impactos en el uso de resultados de la ciencia y la tecnología y en cuanto mapa de intereses (Callon) que sostienen la actividad (intereses profesionales, económicos, políticos, etcétera) La “cultura científica” entendida en sentido amplio, entonces, tendría como objetivo la indagación de diferentes aspectos de la dinámica social de la actividad científica, entre ellos: a) nivel de aplicación de prácticas científicas y tecnológicas en actividades (instituciones) seleccionadas relevantes (definición de políticas, consumo individual, etc.); b) información circulante a nivel público acerca de cuestiones referidas a la ciencia y la tecnología; c) grado de desarrollo de la cultura “CTS”: identificación de intereses, visión crítica del riesgo, capacidad democrática de orientación de la ciencia, la tecnología y la innovación, etc.; d) asignación de recursos a la actividad científica; e) participación ciudadana en controversias derivadas de la ciencia y la tecnología; f) nivel de conocimiento o comprensión del público; g) actitudes hacia la ciencia y la tecnología: credibilidad de la ciencia y de la comunidad científico- tecnológica; h) evaluación del riesgo; o i) reproducción del sistema de ciencia y tecnología: dinámica de incorporación de nuevos investigadores, pirámides poblacionales de agentes de ciencia y tecnología, tasas de emigración y retorno de científicos, entre otros. 33 III. Percepción pública, participación ciudadana y “sociedad del riesgo” En la sección anterior se ha desarrollado una serie de consideraciones acerca de la interpretación clásica del concepto “cultura científica” y se ha presentado, por otra parte, una alternativa de comprensión del término ampliando la base de análisis al incorporar una noción de “cultura científica” que hemos denominado en sentido amplio, y que podría expresarse como el “nivel de cienticidad” de la cultura de una sociedad. En la presente sección se propone tomar un aspecto importante del esquema de “cultura científica” en sentido amplio, referido al eje de los procesos colectivos. Para ello se centrará el análisis en el tema de la participación ciudadana y la apropiación social del conocimiento científicotecnológico. Se dirá que la participación ciudadana induce aprendizaje social. Además, se examinarán las variedades de la participación formativa y se propondrá una evaluación multicriterio para la misma. Como se ha dicho en las secciones anteriores, las encuestas tradicionales realizadas en Estados Unidos desde los años cincuenta y en muchos otros países desde los ochenta (incluyendo los conocidos “eurobarómetros”) miden habitualmente el grado de alfabetización, el interés y, en ocasiones, las actitudes del público. Sin embargo, atendiendo a la literatura de los estudios constructivistas sobre comprensión pública de la ciencia,28 las mediciones de la “cultura científica” no deberían recoger únicamente conocimientos temáticos básicos sino, además, diversos aspectos del ámbito de la apropiación social: conocimiento de impactos negativos y riesgos generados por la ciencia y la tecnología, así como conciencia de su uso político y valor económico. Es decir, debería integrarse un componente crítico en la medición de conocimientos. La comprensión de la “cultura científica” requiere entonces ampliar el análisis al protagonismo de la sociedad civil en debates públicos y procesos de toma de decisiones sobre cuestiones relacionadas con la ciencia y la tecnología, como mecanismos de apropiación social de los conocimientos de origen científico y tecnológico. Al mismo tiempo, la noción de “cultura científica” supone atender las formas en que el conocimiento científico- tecnológico genera posibilidades de involucramiento en la toma de decisiones. En este sentido, la cultura científica está estrechamente asociada a la participación 28 Brian Wynne (1995); Bruce Lewenstein (1995). 34 ciudadana, pues induce mediante ésta la formación democrática de la ciudadanía, siendo a su vez reforzada a través del aprendizaje social generado por esa participación.29 La percepción pública de la ciencia desde el ámbito de la apropiación social supone indagar las motivaciones y oportunidades que tienen los ciudadanos para acceder y apropiarse de contenidos científico- tecnológicos, así como las circunstancias, en tanto que consumidores y en tanto que ciudadanos, en las cuales hacen algún uso de la cultura científica. Y, al mismo tiempo, el involucramiento en la toma de decisiones sobre políticas públicas, proyectos o actuaciones en materia de ciencia y tecnología, y en los debates sociales que en torno a este proceso se generan. Generalmente se ha planteado la necesidad de la educación científica como prerrequisito para la participación pública en la toma de decisiones en la elaboración de políticas públicas relativas a la ciencia y la tecnología (políticas de promoción y políticas de regulación). Más adelante se planteará el argumento inverso: la posibilidad de analizar tanto el involucramiento en debates públicos como la participación pública en estas políticas como generadores de procesos de “culturización” científica. La “cultura científica” entendida de forma activa supone un tipo de conciencia adquirida por los ciudadanos cuando se ven envueltos en decisiones personales o problemas sociales relacionados con la aplicación de la ciencia o el desarrollo tecnológico. Por ejemplo, cuando una asociación de vecinos busca, obtiene y utiliza información sobre efectos biológicos de la radiación electromagnética a la hora de considerar críticamente la posible instalación de una antena de telefonía celular sobre el tejado de su edificio. En este sentido, la adquisición de una cultura científica es con frecuencia la experiencia del aprendizaje social inducido por la implicación individual en procesos de conflicto y participación. Incorporar estos rasgos al medir la cultura científica es medir indirectamente una variedad de modalidades de participación en el mundo actual, algunas ordenadas institucionalmente y otras no. A este respecto, la participación pública no debe concebirse de un modo restrictivo, como un fenómeno limitado a los cauces y mecanismos institucionales establecidos, como las audiencias públicas, los paneles de ciudadanos o la litigación, pese a su importancia. Es más, muchos de estos mecanismos tienen un carácter no activo ni igualitario del que difícilmente se deriva aprendizaje social alguno, como en el caso de la encuesta de opinión o la audiencia pública. Hay otras formas de participación, no siempre consideradas como 29 Véase León Trachtman (1981) y Prewitt (1983). 35 tal en la literatura especializada, que generan una importante experiencia personal y se hallan estrechamente vinculadas a la promoción de la cultura científica: por ejemplo, distintas formas de protesta social a nivel individual o comunitario, el consumo diferencial informado y consciente, el involucramiento personal a través del activismo en grupos de interés, etcétera.30 La temática de la participación ciudadana debe formar parte de la medición de la cultura científica debido fundamentalmente a tres razones: primero, al aprendizaje social normalmente inducido por los procesos de participación; segundo, a la imposibilidad de restringir las experiencias de participación a los cauces institucionales establecidos; y, tercero, a la necesidad de evitar una visión pasiva del proceso de “culturización”. Esta primera aproximación al ámbito de la apropiación social es un intento por matizar el ya clásico modelo lineal de difusión, conduciendo las investigaciones hacia un modelo más interactivo31 y contextual,32 que permita reconceptualizar lo que se entiende por comunicación de la ciencia y cultura científica.33 Contar con indicadores para la medición del aprendizaje social inducido por las formas de participación ciudadana y apropiación social de la ciencia y la tecnología constituiría una información fundamental para el diseño y gestión de políticas públicas. 1. Participación ciudadana y “sociedad del riesgo” Un modo eficaz de valorar los estudios sobre percepción pública de la ciencia y la tecnología es compararlos con la evolución seguida en las investigaciones sobre percepción pública del riesgo (incluido el riesgo tecnológico). En términos de U. Beck (1997): "la otra cara de la obsolescencia de la sociedad industrial es la aparición de la sociedad del riesgo…(que significa) una fase de desarrollo de la sociedad moderna en la que los riesgos sociales, políticos, económicos e individuales tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial"; y cuya etapa superior supone que los peligros de la sociedad industrial se hacen social y políticamente problemáticas, en el sentido que, "por una parte, la sociedad sigue tomando decisiones y emprendiendo 30 José Antonio López Cerezo, et.al. (1998). Bruce Lewenstein (1995), pp.348; Hargreaves (2000). 32 E incluso “democrático”, según señaló la Comisión sobre Ciencia y Tecnología, de la Cámara de los Lores del Reino Unido, en un informe de julio de 2000 (véase Hargreaves, 2000: cap. 6). 33 Hargreaves (2000). 31 36 actuaciones según las pautas de la antigua sociedad industrial, pero, por otra, los debates y conflictos que se derivan del dinamismo de la sociedad del riesgo se ciernen sobre las organizaciones de intereses, el sistema judicial y la política.” En otros términos, esto significa que en la sociedad contemporánea el riesgo se introduce de manera reflexiva en el imaginario colectivo de la sociedad.34 El riesgo hace referencia a eventos posibles, aunque inciertos, que puedan producir daños. Abunda en estudios empíricos y aplicaciones prácticas, pero aún es causa de frecuentes desacuerdos teóricos y carece de claridad conceptual. A pesar del intenso trabajo académico en torno al riesgo, aún no se ha logrado establecer una definición o concepto unitario del mismo, así como tampoco se ha desarrollado una teoría coherente bajo la cual estructurar el trabajo de investigación. 1.1 La percepción pública del riesgo científico- tecnológico Los primeros estudios sobre el riesgo partían del supuesto según el cual es posible determinar objetivamente el riesgo que entraña un determinado proyecto tecnológico. Los estudios de percepción pública servían para evaluar las diferencias entre las valoraciones del riesgo realizadas por los expertos y la población general. Sobre la base de este conocimiento se diseñaban campañas de información. Hasta aquí, el paralelismo con los estudios de percepción pública de la ciencia y la tecnología es claro. Pero las investigaciones relativas al riesgo han experimentado una importante renovación conceptual a partir de esta aproximación primigenia. Común a las perspectivas más recientes en los estudios sobre la percepción pública del riesgo es la preocupación por el análisis de los modos en que los individuos aprenden sobre su entorno a través de la experiencia.35 Cabe distinguir cuatro enfoques al respecto: la aproximación cognitivista, la psicosocial, la cultural y la sociológica.36 Desde los análisis culturales se suele aducir que las creencias sobre la naturaleza y sobre el riesgo están socialmente construidas. Mary Douglas, por ejemplo, ha estudiado las controversias ambientalistas llegando a la conclusión de que los diversos grupos sociales no difieren tanto en los elementos que introducen en la valoración del riesgo sino en hablar de riesgos distintos. La selección de riesgos depende del tipo de organización de los grupos y del modo en que interactúan con el contexto político más amplio. Los grupos ambientalistas 34 Leonardo Vaccarezza (2001). Brown (1989). 36 Turner y Wynne (1992). 35 37 resaltan la importancia de los riesgos catastróficos y las consecuencias a largo plazo, mientras que los empresarios se centran en el riesgo que puede suponer la falta de energía, y los burócratas muestran una preocupación casi exclusiva por los riesgos cuantificables y gestionables.37 Desde la perspectiva sociológica se considera que el riesgo se define en relación a la amenaza que supone para la estructuración social y la vida ciudadana, y no por determinaciones meramente numéricas, materiales o físicas. Según este enfoque, el riesgo no es una propiedad objetiva del mundo real ni depende de la capacidad cognitiva de los individuos. Es una construcción social que depende de factores socioculturales vinculados con estructuras sociales. La percepción pública del riesgo está relacionada en mayor medida con la identidad sociocultural, los valores morales o las relaciones socioeconómicas. Según esta perspectiva, los desacuerdos entre las percepciones del riesgo de los expertos y del público en general dependen de los factores sociales a tener en cuenta en su valoración. Aunque a veces no es fácil distinguir entre las perspectivas sociológica y la cultural, mientras desde la primera se vinculan las valoraciones del riesgo con intereses y valores (individuales o sociales), desde la segunda se asume que los patrones culturales estructuran tanto a los individuos como a las organizaciones a adoptar unos valores o rechazar otros.38 En términos generales se puede afirmar que desde los enfoques sociológicos y culturales se propone estudiar los distintos factores sociales - culturales, políticos o económicos - que influyen en los conflictos sobre los riesgos tecnológicos.39 No se privilegian las valoraciones realizadas por los expertos, sino que se trata de analizar cuáles son las percepciones de distintos grupos sociales y cuáles son las causas de estas diferencias. La percepción del público general tiene interés en sí misma, y no sólo en tanto se diferencia de una supuesta valoración objetiva. Nuestra postura entiende que la percepción pública de la ciencia y la tecnología podría beneficiarse enormemente si se tratara también de investigar directamente cuáles son los diversos factores sociales o culturales (y no sólo los cognitivos), que influyen en la representación pública de la ciencia y la tecnología. Esto es, si no se partiera del supuesto, más o menos explícito, de que existe una percepción adecuada de la ciencia y la tecnología que poseen quienes tienen un nivel adecuado de conocimiento. 37 Turner y Wynne (1992); Renn (1992). Renn (1992). 39 Freuderburg y Pastor (1992). 38 38 En algunos trabajos recientes se han sugerido posibles líneas de investigación para abordar la complejidad de las representaciones y las actitudes públicas en relación con la ciencia y la tecnología: a) como producto de la interacción entre conocimiento, intereses e información;40 b) como funciones de las relaciones sociales entre administración, expertos y ciudadanos;41 o c) como resultado de la definición colectiva de problemas sociales.42 Las representaciones públicas de la ciencia y la tecnología no parecen ser exclusivamente una consecuencia del grado de conocimiento y de información. En su formación entran otros factores con un claro componente valorativo: las ideas sobre la justicia social, el progreso humano, la salud, el grado en que se acepta la transformación de la naturaleza en general y del entorno más inmediato en particular.43 Les Levidow y Joyce Tait proponen analizar la percepción pública de la biotecnología (en concreto en lo referente a los OGMs) en términos de controversias en las que se emplean metáforas que expresan de forma global distintas comprensiones y valoraciones de la tecnología, el riesgo y la naturaleza.44 Las preguntas acerca de la percepción de riesgos e incertidumbres que genera el desarrollo científico - tecnológico ubica nuevamente la discusión en el terreno de las encuestas sobre “cultura científica”. Hay dos comentarios oportunos respecto de este planteamiento: en primer lugar, si se hace uso de un concepto de cultura científica de tipo activo, preguntar sólo por la familiaridad con conceptos científicos es partir de una visión muy restringida del problema. Debería preguntarse también por conocimiento relativo a la dimensión social, política y económica de la ciencia y la tecnología, o en relación a aspectos normativos (por ejemplo, regulación) concernientes a riesgos e incertidumbres. En segundo lugar, la falta de conocimiento puede investigarse como un indicador de la no participación en el debate público.45 En muchos casos es la actitud la que influye en el grado de permeabilidad a determinado tipo de informaciones. No sólo hay que investigar cómo influye el conocimiento sobre la actitud, sino también el proceso contrario.46 Los estudios de percepción pública podrían dirigirse a establecer el grado de debate habido en una sociedad y hasta qué punto el desarrollo de un programa científico o la implantación de un proyecto tecnológico ha devenido en problema social, relacionándolo con las distintas 40 Heijs, Midden y Drabbe (1993). Brian Wynne (1993). 42 Hilgartner y Bosk (1998). 43 Lacy, Busch y Lacy (1991). 44 Levidow y Tait (1991; 1992). 45 Luján y Moreno (1994). 46 Dietrich (1993). 41 39 representaciones públicas del problema, con las diferentes tomas de posición, la información difundida y el modo específico de asimilación, así como con patrones culturales particulares. 2. La interrelación del público con los actores sociales expertos como sistema de apropiación social de la ciencia y la tecnología En una sociedad atenta a los aspectos de la ciencia y la tecnología, la relación con los sistemas expertos (Giddens) y con los sujetos portadores de conocimiento y de capacidad de intervención en cuestiones tecnológicas de interés colectivo es un componente clave, tanto para la caracterización del grado de cienticidad de la sociedad como de la capacidad de participación democrática en el derrotero de la tecnología. Esta relación suele ser compleja y mediada por diversas instancias institucionales y grupales. Sin embargo, es poco lo que se conoce sobre esta interrelación. Las encuestas suelen aproximarse al problema solamente desde el lado de la medición de credibilidad que reciben distintos grupos vinculados al acontecer de la CT, partiendo de una definición dada de que todo el público percibe a tales actores como involucrados (positiva o negativamente) en la dinámica del conocimiento. Un primer nivel de análisis, entonces, es el conocimiento que tiene el público de la compleja red de relaciones del conocimiento (laboratorios académicos, centros tecnológicos, consultoras de ingeniería, profesionales, divulgadores, críticos, "renegadores" (grupos religiosos, por ej.), reguladores y controladores públicos, compradores y proveedores tecnológicos, etc.) y el tipo de participación de cada uno y de sus intereses en el proceso global de producción y transmisión de conocimientos. Percibir a la ciencia y la tecnología como un sistema bastante más complejo y con actores sociales variados y distintos a las canonizados personajes de los científicos revelaría un grado de atención y reconocimiento del proceso de la producción y distribución de conocimientos de importancia para los fenómenos de participación social. Esta percepción puede ser referida para públicos generales o para públicos específicos (por ejemplo, agricultores). Más allá de la medición de "credibilidad" de cada uno de estos actores, aquí interesa analizar en el imaginario social, el mapa de intereses y relaciones que construyen el conjunto de estos actores sociales, y en qué se basan sus niveles de legitimidad. Otro nivel de análisis es la lejanía-cercanía que tiene el público con estos actores. El nivel de exposición a expertos (a través de indicadores de fuentes de información como lectura de artículos, asistencia a conferencias, o -referido a públicos específicos interesados- la consulta para procesos productivos o de cuidado de la salud, etc.) es una primera aproximación al 40 sistema de interrelación público-experticia. El tema específico sobre fuentes de información científica será tratado en la siguiente sección. Un tercer nivel de análisis es el impacto de la controversia de conocimiento entre expertos sobre las actitudes, comprensión y decisiones de adopción (uso de tecnología, por ejemplo) del público –tal como ya se ha mencionado en la presente sección. Este punto podría ser analizado para un campo tecnológico específico (en el caso de Argentina, por ejemplo, el uso de cultivos extensivos transgénicos) por parte de usuarios directos de la tecnología (agricultores). En una perspectiva más amplia, este tópico puede abordarse como el complejo de condicionantes en la conformación de opiniones del usuario en situaciones de toma de decisiones. Tales condiciones actuarían en dos planos: el de las interrelaciones sociales (grupos de referencia y de pertenencia, legitimidad de actores sociales, estructuras de autoridad en los sistemas locales de innovación y de circulación de información científica, composición de intereses de cada actor sobre los tópicos en cuestión), y el plano de la significación atribuida a los elementos en discusión (marco de significación, tradición cultural). La capacidad que el público muestra para construir relaciones de control cognitivo con distintos expertos mediadores revela un aspecto importante de la participación social de la ciencia. Sería interesante realizar un estudio que explorara orientaciones espontáneas del público hacia expertos y posibilidades de diseños institucionales para mejorar el sistema de relaciones con expertos. Dicho estudio podía dirigirse a un campo tecnológico específico (transgénicos agrícolas, reproducción asistida, infraestructura urbana, por ejemplo), la relación del público interesado (fundamentalmente como productor o usuario que debe tomar decisiones de producción y/o consumo sobre paquetes tecnológicos asociados) con los expertos asociados a la tecnología en cuestión, como condicionante de la opinión y proceso decisional del público. En este sentido se podría: a) identificar el nivel de conocimiento del complejo de roles y actores sociales asociados a la tecnología, b) medir el grado y tipo de credibilidad y legitimidad asignada a tales actores sociales, como así también la atribución de intereses (económicos, profesionales, culturales/expresivos) a los mismos, 41 c) describir los tipos y características de la interrelación "habitual" o espontánea que el público específico mantiene con distintos tipos de actores-expertos, d) explorar los procesos de formación de opinión del público sobre la tecnología en cuestión: articulación de intereses, understanding de contenidos, intercambio efectivo con expertos, evaluación por parte del público de las controversias científicastecnológicas, reducción/ampliación de la incertidumbre o riesgo asociados a la tecnología. 3. Participación ciudadana: variedades de la participación formativa El objetivo de este apartado es dar continuidad a la anterior reflexión sobre los vínculos entre cultura científica y participación ciudadana. Se trata en particular de realizar una exploración de las variedades de la participación formativa y, con carácter tentativo, proponer una matriz evaluativa para las mismas. En el marco del proyecto al que refiere el presente documento, las reflexiones que aquí se hacen sobre la participación formativa constituyen un fundamento de orientación para analizar empíricamente este concepto a tres niveles: a) en cuanto identificación de modalidades formales y paraformales que se desenvuelven en la región; b) en cuanto a la potencialidad, predisposición o disponibilidad del público en relación a una apropiación activa y participativa del desarrollo científico y tecnológico (particularmente, analizando las representaciones sociales sobre la viabilidad y pertinencia de la participación ciudadana en ciencia y tecnología); y c) en cuanto a la evaluación que se realice de la distintas modalidades y experiencias, en especial, en cuanto a su potencial formativo de cultura científica. 42 Al analizar el concepto de cultura científica se ha establecido una relación con el tema de la participación ciudadana y el conflicto social en torno a la ciencia y la tecnología, en el marco general de la búsqueda de indicadores de impacto social para la ciencia y la tecnología. También se han discutido las principales dimensiones del concepto de cultura científica y revisado los condicionantes que, en principio, hacen posible su medición y uso como indicador. También se han comentado los tipos de conceptos que deberían tenerse en cuenta a partir de una crítica al modelo de déficit cognitivo. En particular se trató de aproximar los conceptos de cultura y participación actuando sobre ambos polos: cualificando lo significado por “cultura científica”, de forma que ésta sea entendida de un modo más activo y sensible a consideraciones de calidad; y cualificando lo que entendamos por “participación ciudadana”, no restringiendo ésta a los cauces y mecanismos institucionales establecidos. Sobre esta base se concluía que una cultura científica de calidad es también una cultura de la participación y, complementariamente, que una participación ciudadana madura es una participación que genera y que presupone cultura científica. En consecuencia, se defendía la conveniencia de que la medición de la cultura científica sea sensible al componente “participación” (es decir, al modo en el que ésta genera o presupone participación ciudadana). 3.1 Criterios y variedades de participación No se tomarán aquí algunas cuestiones importantes relacionadas con la participación, como su justificación o la discusión sobre los públicos de la participación, pues no son centrales para el tema que se desarrollará en este apartado. Se revisarán los instrumentos que harán posible una posterior valoración de diversas formas de participación desde el punto de vista del aprendizaje social que involucran. Esos instrumentos son una batería amplia de criterios para la evaluación de mecanismos y formas de participación, por un lado, y un listado descriptivo de variedades generales de participación ciudadana en materia de ciencia y tecnología. Los criterios señalados habitualmente en la literatura para evaluar formas de participación desde el punto de vista de su carácter democrático son los siguientes:47 47 Véanse Fiorino (1990), Laird (1993), Krimsky (1984), Rip (1986) y, especialmente, Row y Frewer (2000). Los criterios, como es natural, necesitan en cualquier caso ser contextualizados para culturas políticas y sistemas administrativos. 43 a) Criterios de aceptación. Se trata de criterios relacionados con la construcción efectiva y funcionamiento de un mecanismo (o ejecución de un procedimiento). 1. Criterio de la representatividad. El público participante debería comprender una muestra ampliamente representativa del público involucrado (es decir, afectado o interesado). 2. Criterio de la independencia / igualdad. El proceso de participación debería ser conducido de un modo independiente y no sesgado, garantizando la igualdad para las distintas partes. 3. Criterio de la implicación activa. El público participante debería implicarse desde las fases iniciales de definición de problemas. 4. Criterio de la influencia. El resultado del procedimiento debería tener un impacto efectivo en la toma de decisiones. 5. Criterio de la transparencia. El público general debería ser capaz de ver cómo se desarrolla el proceso y se toman las decisiones. b) Criterios de procedimiento. Se trata de criterios relacionados con la potencial aceptación pública e institucional del mecanismo o procedimiento. 6. Criterio de la accesibilidad de recursos. El público participante debería tener acceso a los recursos apropiados para el satisfactorio desempeño de su tarea. 7. Criterio de la definición de objetivos. La naturaleza y alcance de los objetivos y actividades de la participación deberían ser definidas con claridad. 8. Criterio de la estructuración de la toma de decisiones. El ejercicio de la participación debería hacer uso de los mecanismos apropiados para estructurar con claridad el proceso de toma de decisiones. 9. Criterio de coste/efectividad. El procedimiento debería ser efectivo con relación al coste. 44 Estos criterios serán posteriormente la base para diseñar un modelo evaluativo de las formas de participación, aunque anteriormente se necesita una clasificación tentativa de la diversidad de formas que en principio puede adoptar la participación. Se trata de recoger experiencias de mecanismos o procedimientos de participación, o en algunos casos de capacitación para la participación, llevadas a cabo por ciudadanos, representantes de grupos de interés o representantes políticos. Como se verá, también se trata de modelos o actuaciones sobre distintos entornos del proceso de innovación (variación, selección, regulación) y sobre diferentes unidades de análisis bajo las que cabe entender la actividad en I+D (políticas, programas, proyectos, reglamentos, etcétera) 45 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 1 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación Referéndum Potencialmente La votación suele Referéndum todos los consistir en elegir sobre miembros adultos entre dos biotecnología en de una población; opciones. Todos Suiza y en de un modo más Votación puntual. los participantes Austria realista, una tienen la misma importante influencia. El Referéndum proporción de resultado final es sobre energía ellos. vinculante. nuclear en Suecia. Ciudadanos La interesados, administración limitados por la Dado que suelen presenta un plan capacidad de la convocarse para o un programa en Audiencia convocatoria. Los diferentes un foro público. Mecanismo muy pública verdaderos públicos, pueden Los asistentes frecuente en participantes son durar varias pueden dar su muchos países. los expertos y semanas o opinión, sin un políticos que incluso meses. impacto directo intervienen. en términos de recomendaciones atendidas. Normalmente realizada EE.UU.:biotec. e Muestra amplia, mediante ingeniería normalmente cuestionario representativa de Evento singular, escrito o encuesta Reino Unido: la población con preparación telefónica. Puede alimentos Encuesta de objeto de estudio previa y análisis incluir gran opinión de acuerdo con posterior. diversidad de transgénicos. las variables preguntas. Usada España: biotec. e consideradas para recopilar ingeniería genét., 46 relevantes. información. En reproducción variedades asistida. deliberativas se induce una U.E.: interacción previa eurobarómetros. con expertos. Comisión de Reducido número Duración muy trabajo de los de representantes variable representantes de Método utilizado de grupos de (días/semanas/me los grupos (y la habitualmente Gestión interés. Puede ses). institución por la EPA negociada incluir Normalmente se convocante). Las norteamericana. representantes de fija un plazo regulaciones son organizaciones el objeto habitual ciudadanas. estricto. de trabajo. Normalmente es requerido el consenso. 47 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 2 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación Panel de ciudadanos no Usado expertos, con un ampliamente en Suele incluir El congreso dura moderador Dinamarca y entre 10 y 16 tres días independiente Países Bajos, en miembros del normalmente. que interroga a temas como la público (sin Son necesarias expertos irradiación de Congreso de conocimiento del actividades y convocados alimentos o la consenso tema) elegidos conferencias desde los grupos polución del aire. por el comité previas para de interés. organizador informar a los Reuniones Utilizado también como participantes abiertas al en el Reino “representantes” sobre el tema. público. Unido (biotec. de del público Elaboración final plantas) y general de un informe EE.UU. con las (telecomunic.). conclusiones o convocatoria de una conferencia de prensa. Panel ciudadano elaborado Generalmente siguiendo el incluye de 12 a modelo del 20 miembros del jurado, con público Sin ser necesario, asesoría de Utilizado en Panel ciudadano seleccionados por las reuniones peritos EE.UU., (o células de el panel de normalmente convocados. Alemania y planeamiento) grupos de interés duran varios días. Reuniones como normalmente representativos cerradas. de la población Elaboración final Reino Unido. 48 local. Pueden de un informe coordinarse con lconclusiones varios paneles o convocatoria de simultáneos. una conferencia de prensa. Una comunidad Foro de debate virtual de Sistema ciudadanos (sin electrónico de necesidad de formación de cercanía espacial consenso y o incluso de Duración muy carácter informal. pertenecer a la variable. Es habitual misma conceder una nacionalidad) gran libertad en interactúa en red la concreción del sobre algún tema tema y las reglas relacionado con del debate. Muy común. la CyT. 49 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 3 Método de Participantes Duración Características Ejemplos Pequeño grupo de El sponsor Usado con ciudadanos constituye un frecuencia en seleccionados por grupo de trabajo EE.UU., por centrando en un ejemplo para participación la institución Sus actividades Comité asesor de organizadora para tiene ámbito de polític. debatir la ciudadanos representar las normalmente públ. aunque (CAC) opiniones de lugar en un eventual. discutan depósitos de varios grupos o extenso periodo probl. concretos. residuos. Otros comunidades temporal. Tiene lugar la países: (puede no incluir interacción con Dinamarca, miembros del los representantes Países Bajos, público real) de la industria. limpieza de los España (CAMA). Discusión libre Pequeño grupo sobre un tema, (5-12 miembros) grabada en audio seleccionado para Reunión única, o video, y con Ejemplos en Grupo de representar al una mínima Reino Unido para discusión público. Diversos no más de 2 intervenc. del evaluar riesgos (focus group) grupos pueden moderador. alimentarios. normalmente de horas. ser usados en un Técnica sociol. mismo proyecto. utilizada para la evaluac. cuant. de opiniones y/o actitudes. Las partes de una disputa acuerdan Mediación Número reducido Duración muy un mediador de representantes variable, en independiente, un Muy común en de los grupos de función de la procedimiento y muchos países, interés agenda acordada una agenda para especialmente en implicados, en y los resultados llegar a una conflictos solución medioambientale coordinación con parciales 50 mediador alcanzados independiente. negociada, en vez s. de recurrir a una resolución administrativa o judicial Debate público nacional sobre un Potencialmente, tema político todos los El proceso puede macro articulado Ejemplos en ciudadanos prolongarse sobre numerosos Austria, Suecia y Debate nacional interesados de varios años. grupos de discus. los Países Bajos (estructurado) una nación o Vinculados a org. sobre política territorio, populares. Un integrados en comité coord. múltiples grupos elabora el de discusión cuestionario base energética. e informe final. 51 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 4 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación El legislativo trata de obtener capacitación para formar un juicio Una comisión independiente en parlamentaria regulación. Se convoca a Duración muy promueve la Mecanismo Audiencia expertos y variable, en participación en frecuente en parlamentaria representantes de términos de la medida en que países grupos de interés semanas o meses. el parlamento para recabar realiza una menor información delegación de sus sobre un tema en funciones y se CyT. reúne un amplio democráticos. espectro de puntos de vista. Se trata de capacitar parlamentarios en Un equipo de materia de expertos regulación. proporciona Se promueve la Numerosas participación en experiencias en información al Duración muy Oficina de Parlamento sobre variable en la la medida en que todo el mundo evaluación de impactos elaboración de el parlamento desde la creación tecnologías probables de informes. realiza una menor de la OTA diferentes delegación de sus norteamericana. alternativas de funciones y se desarrollo tome en tecnológico. consideración un amplio espectro de puntos de 52 vista. 53 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 5 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación Se convocan conferencias Representantes estratégicas con Usado con Evaluación de grupos de grupos de interés frecuencia en los constructiva de interés y tecnologías organizaciones actores del la Organización ciudadanas entorno de Neerlandesa de colaboran con un selección en el Evaluación de equipo de proceso Tecnologías. expertos. evaluativo de Variable. para dar entrada a Países Bajos por tecnologías emergentes. Las universidades ofrecen un servicio de asesoramiento especializado Experiencia en Potencialmente Asesoramiento para aquellos diversas abierto a todos puntual. Puede agentes sociales universidades Boutiques de los ciudadanos o tener una que, sin recursos holandesas. ciencia colectivos de duración variable. propios, ciudadanos de requieran Programa una comunidad. conocimiento “Ciencia para los experto para Ciudadanos” de adoptar una la NSF. postura o involucrarse en un debate sobre algún reglamento o actuación en materia de CyT. Procedimiento 54 El público propuesto para interesado o involucrar al afectado por público lego en la “epidemiología programas o evaluación de popular” en actuaciones en EE.UU. y otros países Experiencias de Comunidades de proyectos en pares ampliadas materia de CyT materia de (extended peer realiza una crítica ciencia y review) que puede influir tecnología bajo Posiblemente, en la elección de incertidumbre y casos de problemas o la una significativa escrutinio externo evaluación de repercusión de líneas de I+D soluciones social. Puede (SIDA, cáncer, influir en EEB, ….) Muy variable opciones de pol. públicas. Se sostiene su ocasional implantación. 55 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 6 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación Estrategia bottom-up de construcción de políticas públicas en materia de Agentes sociales CyT. Los agentes Organizado por el implicados en sociales CONACYT en Agendas de cada ámbito de Duración implicados son Venezuela ciencia y actuación variable. invitados a (hidrocarburos, tecnología gubernamental en colaborar en la violencia materia de CyT identificación de callejera, problemas agricultura, salud prioritarios y la pública, …). formulación de . estrategias de acción. Sobre esta base, el gobierno elabora sus agendas sectoriales en I+D. Concurso anual donde se trata de encontrar una forma innovadora Ensayado en de resolver algún Cuba desde 1982. problema social o Potencialmente, económico, ya todos los sea una nueva Otras Acontecimiento vacuna o un experiencias de puntual. modo más participación de Forum de ciencia segmentos y tecnología sociales 56 implicados en la eficiente de trabajadores en innovación, desde reorganizar una procesos de investigadores a cadena de innovación de las obreros. montaje. Se empresas: propicia la Alemania, socialización de Escandinavia. la generación de variación en el proceso de innovación. 57 MECANISMOS Y PROCEDIMIENTOS DE PARTICIPACION PUBLICA 7 Método de Participantes Duración Características Ejemplos participación El litigio tiene Litigio Potencialmente lugar en el todas las personas ámbito judicial y físicas o jurídicas Acción puntual, requiere de un país de un aunque el proceso información Muy frecuente en modo más puede pública y muchos países realista, una prolongarse asesoramiento importante mucho tiempo. legal. Los proporción de la participantes población. tienen, en principio. la misma influencia. El resultado final es vinculante. Potencialmente Los ciudadanos todos los incentivan o miembros de una desincentivan población; de un líneas de Consumo modo más Proceso con innovación En economías de diferencial realista, una efecto mediante el mercado, con org. importante acumulativo. consumo de consumidores proporción de selectivo de y ONGs activas. ellos en una productos. Se medida muy requiere inform. variable. pública: reglam. sobre etiquetado y otras fuentes de info. vinculadas a medios de comun. y ONGs. Puede adoptar 58 una gran variedad de formas, a través de pequeños grupos Protesta pública Potencialmente Muy variable en temporales o en En países abierto a todos cuanto a la vinculación a democráticos, los miembros de duración. grupos de interés con ONGs consolidados. activas, libertad la población. Acciones también de prensa, etc. muy diversas, desde declaraciones públicas a manifestaciones o acciones de boicot. 59 Es interesante destacar ahora la gran diversidad de variedades de la protesta social y la desobediencia civil,48 entre las que pueden señalarse: 1. Recogida de firmas, precedidas o acompañadas normalmente por campañas de concienciación, y seguidas por otro tipo de actividades de protesta o de presión política. 2. Comunicados de prensa, bajo múltiples formas como “cartas al director” individuales o colectivas en medios impresos o ruedas de prensa por parte de grupos de interés organizados. 3. Correspondencia masiva, a través de cartas, telegramas, fax o correo electrónico a empresas, la administración, etc. Complementa normalmente otros tipos de campaña de concienciación y presión. 4. Huelga, también en muchas variedades: paro laboral, huelga de hambre, huelga de celo, etcétera. 5. Boicot, a nivel de consumidores individuales o de empresas solidarizadas con iniciativas de grupos de presión (casos de General Electric y Nike). 6. Manifestaciones, con una gran variabilidad en cuanto al formato, la extensión y la magnitud. 7. Acciones de obstrucción, por ejemplo corte de carreteras y vías férreas, encadenamientos, vida sobre árboles, etc. 8. Sabotaje, con acciones de violencia contra maquinaria e instalaciones. Tradición ludita (caso del ecosabotaje de Earth First!). 3.2 Una evaluación multicriterio de la participación democrática Sobre la base de las propuestas y experiencias de participación presentadas, y haciendo uso de los criterios expuestos, se puede realizar ahora una evaluación cualitativa multicriterio de las variedades de la participación democrática.49 Se trata de un modelo para valorar las formas de participación desde el punto de vista de su carácter democrático. Constituye un recurso auxiliar para ensayar una posterior evaluación de las variedades de la participación formativa. 48 Se excluyen actividades consideradas universalmente criminales como la violencia contra las personas. 49 Para ello tomaremos como base el diseño original de Rowe y Frewer (2000: 8-9). 60 EVALUACION DE MECANISMOS (desde el punto de vista de su carácter democrático) 1 Método Repre Indepe Carác. de sentati ndenci partic. vidad Activo Carác Transp Acces. Def. efectivo arencia recurso tarea a/ s Estruct Coste/ . toma efectiv. decis. Iguald. Variabl Referén Alta Alta Baja Bajo Alta Baja Variabl e/baja Normal Bajo Normal Modera Bajo/ Normal Baja Variabl . . . e/alta Baja bajo Norma Alta Potenc. Muy Pública Enc. de Alta l. bajo dum Aud. e/norma Alto opinión l. alto . moder. alta Modera Bajo Baja Baja variable . Potenc. alta alta Variabl Gestión Baja Modera Variabl Alto negoc. . Baja e e/norma Alta Moder./ Alta l.alto alta Variabl Congr. Moder Alta de cons. a. Potenc. e alto Alta Alto Normal Moder./ Moder./ no . garantiz alta alta alta . Variabl Panel Moder ciudad. a. Alta Potenc. e Modera Alto Normal Moder./ Moder./ alto . . no garantiz alta alta alta . 61 Foro de Variabl Alta debate Alto e Moder., CAC Bajo Baja/ aunque Normal Bajo Normal Baja Potenc. . alta . alta alta Variabl Variabl e moder. variabl. e no Variabl Normal Variabl e/norma Variabl Variabl . e garantiz baja l. e e alta . Variabl Grupo de Moder trabajo a. Media Moder ción a. Alta Potenc. e e alto Alta Alto Variabl e/norma Baja Potenc. indirect l. alta o alta Potenc. Moder./ Alto Alta alto Baja Bajo Alta baja Potenc. alta Variabl Debate Alta nacion. Variabl Potenc. Variabl Alta Bajo/ e/norma Baja e moder. l. alto e Baja alta Variabl Variabl Audi. Variabl e/poten e/norma Variabl Alto Parlam. c. l. Alta e Normal Alto e/norma Alta Potenc. . alta l. alta alta alta 62 EVALUACION DE MECANISMOS (desde el punto de vista de su carácter democrático) 2 Método Repre Indepe Carác. Carác de sentati ndenci efectivo arencia recurso tarea partic. vidad a/ Activo Transp Acces. Def. s Estruct Coste/ . toma efectiv. decis. Iguald. Oficina evaluac Baja/ . Baja/ Normal Potenc. Moder./ Alto modera. Modera . bajo alto Alta baja Normal Moder./ . alta baja . Tecnol. Evaluc. Constr. Modera Normal Alto Potenc. Moder./ Alto Tecnol. . alto . Alta alta Boutiq. Normal Modera Potenc. Variabl Baja . baja . alto Alta Alto e Normal Moder./ . alta baja Normal Baja Muy . alta variable Ciencia Variabl Extend . Baja Peer e/poten Bajo Potenc. Baja Normal Normal Moder./ Moder./ c. Alta alto . alto . alta baja Alto Normal Alto Alta Normal Potenc. baja review Agend. Variabl Variabl Alto De e e . alta . alta alta CyT Forum Normal Alta . alta Alto Muy Moder./ Normal Modera No variable alta . alto . Moder. procede 63 Litigio Variabl Alta Bajo Alto e Normal Muy . Alta Alta variable Variabl e baja Varia/ Cons. Alta Alta Bajo Variabl Variabl Muy e Diferen e Alta variable No potenc. procede alta c Variabl Variabl Protest e/poten Variabl Potenc. Potenc. Variabl Variabl Normal No a pública c. alta e Alto alto e e . alta e/poten procede c. alta 64 3.3 Una evaluación multicriterio de la participación formativa Tomando ahora como referencia el anterior modelo evaluativo, se ensayará un nuevo modelo de evaluación cualitativa multicriterio de las variedades de la participación formativa. La aplicación de este modelo permitirá detectar y ponderar algunos mecanismos de participación que involucran especialmente aprendizaje social, dependiendo del plazo temporal y del contexto en que se plantee. Las preguntas clave son: ¿hasta qué punto genera aprendizaje social el mecanismo o procedimiento en su funcionamiento habitual? ¿hasta qué punto lo presupone para funcionar correctamente? Y algunas preguntas subsidiarias relevantes son: ¿alcanza dicho aprendizaje a los ciudadanos o sólo a sus representantes? ¿cuán amplio es el segmento social involucrado? ¿incluye a expertos y empresarios? ¿se genera un debate público? ¿son dichas competencias sostenibles en el tiempo o transferibles a otros dominios? Como resulta obvio de este planteo, la elaboración de un modelo de evaluación para la participación formativa debería incluir parcialmente una valoración del carácter democrático de cada mecanismo, pues algunos de los criterios que permiten juzgar ese carácter son pertinentes para juzgar el carácter formativo, especialmente los criterios de la implicación activa, de la representatividad, de la transparencia y del acceso a recursos. Estos criterios se hallan especificados más abajo como parámetros dependientes. Se propondrán ahora los criterios específicos relacionados, en cada caso, con el aprendizaje social potencialmente generado por la implantación de un mecanismo o ejecución de un procedimiento (en tanto que tecnología social con un impacto dado). A este respecto, en principio, cabe destacar: 1. Magnitud del impacto en términos de incremento de competencia de los individuos participantes (algunos parámetros dependientes: implicación activa, acceso a recursos). 2. Amplitud del público cubierto (dependientes: representatividad, transparencia). 3. Diversidad de públicos a los que alcanza (dependiente: igualdad). 4. Proyectabilidad en términos de sostenibilidad temporal y transferencia temática (dependientes: influencia, magnitud del impacto). Un nuevo criterio, diferenciado del grupo anterior, es “cultura científica presupuesta” para que el mecanismo o procedimiento funcione apropiadamente. Este criterio es interesante pues, asumido el apropiado funcionamiento de un mecanismo, permitiría quizá su utilización como indicador indirecto de cultura científica. 65 En la siguiente evaluación se trata por tanto de estimar los impactos previsible en cultura científica sobre la base de las experiencias conocidas y la naturaleza de los mecanismos o procedimientos. 66 EVALUACION DE MECANISMOS (desde el punto de vista de su carácter formativo) 1 Método de Magnitud Amplitud Diversidad Proyectab. partic. Referé c.c. requerida Baja Muy alta Muy alta Baja No Moderada Baja Moderada Moderada/ Sí, moderada ndum Aud. variable Pública No. En la enc. Enc. de Baja Alta Alta Baja deliber. Se genera en el opinión proceso Gestión Moderada/alta Baja Moderada Moderada/alta Sí, moderada negoc. Congr. Alta Moderada/alta Moderada Alta Sí, se genera en el proceso De cons. Panel Alta Moderada Moderada Alta Sí, se genera en el proceso ciudad. Sí, moderada. Foro de debate Variable/baja Baja Variable/baja Moderada/baj Puede a generarse en el proceso 67 Sí, puede CAC Variable/alta Baja Variable/baja Variable/alta generarse en el proceso Grupo de Variable/baja Baja Baja Baja No trabajo Sí, suele Media Moderada/alta Variable/baja Variable/baja Variable/alta generarse en el proceso Ción Sí, suele Debate Moderada Muy alta Alta Variable/alta el proceso Nacion. Audi. Parlam generarse en Moderada/alta Moderada Moderada Variable Sí, se genera en el proceso . 68 EVALUACION DE MECANISMOS (desde el punto de vista de su carácter formativo) 2 Método de Magnitud Amplitud Diversidad Proyectab. partic. c.c. requerida Oficina evaluac Alta Moderada/baj Moderada . a Variable Sí, se genera en el proceso Tecnol. Evaluc. Constr. Alta Moderada/alta Alta Variable Sí, se genera en el proceso Tecnol. Boutiq. Potencial. alta Variable Moderada Baja Sí, se genera en el proceso Ciencia Extend Varaible/baja Alta Variable Sí, alta. Agend. Moderada/alta Variable/alta Alta Moderada Sí, moderada . Variable/alta Peer review De CyT Variable, Forum Baja Alta Alta Baja puede generarse en el proceso No, puede 69 Litigio Variable Baja Alta Baja generarse en el proceso No, puede Cons. Variable/baja Variable/alta Alta Moderada generarse en el proceso Diferen c No, puede Protest Variable Variable/ a potencial. alta Variable/alta Moderada/ generarse en Variable el proceso pública 70 3.4 Discusión de resultados Una primera observación bien obvia es que ningún mecanismo de participación listado más arriba es la solución perfecta para el desafío de la democratización de las políticas públicas de CyT. Estas requieren de su adaptación contextual. Incluso los criterios evaluativos necesitan posiblemente ser adaptados a las culturas políticas y los contextos administrativos. Nótese también que la aplicación del modelo evaluativo implica la realización de hipótesis empíricas que deben ser validadas mediante el adicional estudio de casos en la región. Dichos estudios de caso, presumiblemente, deberían llevar también a un reajuste del propio modelo evaluativo o, incluso, de su marco teórico. Es necesario, en cualquier caso, un refinamiento adicional del marco teórico (visión activa de la cultura; visión amplia de la participación; en el marco más general de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología - enfoques constructivista y cuasi-evolutivo del cambio técnico). En particular, dentro de dicho refinamiento del marco teórico, es necesario un trabajo adicional del propio concepto de “cultura científica”, distinguiendo las dimensiones necesarias para su operativización y utilidad en las políticas públicas. Destaca además la importancia de reflejar una visión activa y que atienda a consideraciones de calidad. No sólo basta con conocer qué es un electrón o una base nitrogenada sino también es relevante ser consciente de las incertidumbres, riesgos, usos políticos, dilemas éticos, etc. Es decir, tener en consideración los contenidos de las ciencias sociales (en su estudio de la CyT) y no sólo de las ciencias naturales. También debería investigarse el modo en que el conocimiento experto es asimilado e interactúa con el conocimiento popular, así como los patrones de su proyección temporal y transferencia temática. Una línea interesante de trabajo adicional es vincular este estudio con el ámbito de la enseñanza formal, y en particular analizar las experiencias y propuestas de formación participativa en la enseñanza de la ciencia y la tecnología (por ejemplo, nuevas técnicas y planteamientos didácticos como las “simulaciones CTS” o el “ciclo de la responsabilidad”). El cruce de información al respecto, entre esas iniciativas en políticas públicas y las nuevas técnicas didácticas en el aula, puede proporcionar justificación y sugerir líneas de acción prometedoras. 71 Por último, sería particularmente interesante realizar estudios piloto de “cultura científica” (mediciones) a través de casos concretos en situaciones sociales problematizadas. La controversia pública hace emerger normalmente los argumentos con demanda de información y oferta informativa alternativa. Como es lógico, serían necesarias mediciones previas de control para poder comparar resultados. 72 IV. Fuentes de información científica y construcción de la percepción social de la ciencia: la incidencia de los medios masivos de comunicación El circuito de la comunicación científica es un eje temático con implicaciones tanto al nivel institucional (oferta de medios y canales de difusión social) como en el nivel de los procesos colectivos (consumo de comunicación científica) en el esquema propuesto de la “cultura científica” en sentido amplio. En la presente sección se desarrollará una reflexión en torno al papel de los medios masivos de comunicación como instancias fundamentales de dicho sistema de comunicación científica. Por otra parte, se propondrá un análisis de tipo integral y cualitativo del relevamiento de las fuentes de información científica para la construcción de indicadores en la materia. 1. El circuito de la comunicación científica La práctica de la investigación científica puede considerarse articulada en torno a un sistema de comunicación en dos niveles diferenciados: una instancia de comunicación primaria, en tanto comunicación entre pares (claramente expresado en los sistemas de publicación académicos), y otra de tipo secundaria, donde la ciencia llega a diferentes públicos del conjunto social a través de la enseñanza formal (ciclo de estudios en el nivel primario, medio y superior) y un vasto circuito de comunicación no formal bajo el formato de libros y revistas de divulgación, suplementos y secciones especiales en diarios y periódicos, segmentos informativos en radio y televisión, documentales, museos y centros de ciencia y, más recientemente, Internet. De manera creciente numerosos estudios y análisis (entre los que se incluyen los indicadores de percepción y “cultura científica”) manifiestan la relevancia de la comunicación secundaria no formal, en la medida en que ésta permite acercar la actividad científica a diferentes estratos de público no especialista una vez que éste ha salido de las etapas de escolarización habitual. A través de dichos canales de comunicación no formal se pone a disposición del público una serie de discursos, prácticas y cúmulo de conocimientos generados en el ámbito científico- tecnológico, lo cual sienta las bases para la toma de postura, actitudes, juicios de valor y pautas de conducta por parte del público respecto al desarrollo de la ciencia y la tecnología. En suma, la comunicación no formal es un espacio constituido por distintos 73 ámbitos y prácticas sociales que contribuyen de manera decisiva a la configuración de las representaciones sociales de la ciencia por parte de la sociedad, así como a la posibilidad de fomentar la participación ciudadana en procesos y toma de decisiones en materia de ciencia, tecnología e innovación. En el conjunto de actores de la comunicación no formal de la ciencia, los medios masivos de comunicación social tienen una incidencia determinante. En primer lugar, porque resulta casi un dato obvio advertir el carácter ciertamente “universal” de los medios, en la medida en que éstos se distribuyen de forma extensiva atravesando la gran mayoría de los estratos educativos y económicos del espectro social. En segundo lugar, porque desde hace al menos sesenta años los estudios de mass communication research han documentado suficientemente el poder de los medios de comunicación para estructurar la vida cotidiana, y su capacidad de influenciar la opinión pública a través de la articulación cultural de actitudes, pautas de conducta y desenvolvimiento social, y distribución de saberes a audiencias heterogéneas y dispersas en el espacio. Por ejemplo, es claro que los medios de comunicación desempeñan un papel significativo en el complejo proceso de formación de la opinión pública, fundamentalmente en tópicos referidos a niveles de experticia donde el público no especialista tiende a guiarse por los mandatos de la “autoridad”, que, alternativamente, puede representar un científico, ingeniero, abogado, médico o, por supuesto, el propio periodista. Un análisis de la influencia mediática en el tejido social es la perspectiva aportada desde los modelos de la teoría de la comunicación por la hipótesis de la “agenda setting”, en la cual los medios seleccionan, jerarquizan y organizan la información y a partir de ella construyen sus productos - las noticias- otorgando prioridad a ciertos aspectos de la “realidad”50 social en desmedro de otros. Según E. Shaw, los medios presentan al público aquellos temas sobre los cuales se debe discutir y opinar socialmente, es decir, el presupuesto fundamental de la “agenda setting” es que los medios de comunicación modifican buena parte de la realidad social. En términos de Shaw, “como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto elementos específicos de los escenarios públicos.” Para este autor, y tal vez arriesgándose a llevar el argumento a un extremo no del todo defendible, “la gente tiende a incluir o excluir 50 El término “realidad” es ciertamente problemático. En las ciencias sociales existe abundante literatura que ha reflexionado al respecto. Ver, por ejemplo, Peter Berger y Thomas Luckmann (1984); o Claude Levy-Strauss (1984). 74 de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido.” En tercer lugar, porque existe una línea de reflexión medianamente sólida acerca de las demandas que el público establece con respecto al tipo de temas que quiere ver reflejados en los medios de comunicación. Esta base permite discutir el asunto específico de la información científico- tecnológica en tanto objeto de la agenda de la comunicación mediática. Generalmente se dice que la ciencia no vende y, por ello, los medios de comunicación dedican poco espacio a secciones temáticas de ciencia o a noticias de ciencia en general. Sin embargo, esta afirmación, por cierto atendible, puede tratarse de una interpretación algo trastocada. En este sentido, se puede hacer una serie de notas aclaratorias: a) Se intensifican los trabajos que reconocen en la ciencia un objeto de consumo de interés creciente. (Mike Michael; 1998) En esa línea, un estudio de Pierre Fayard (1993) sobre veinte diarios de ocho países europeos responde a quienes advierten sobre la falta de apoyo financiero para las secciones de ciencia de los medios de comunicación diciendo que, al contrario de lo que usualmente se piensa, la ciencia vende, en parte debido a una modificación en las pautas de consumo del público, quien demanda este tipo de información. Ya en los años 1958 y 1959, a raíz del lanzamiento del Sputnik, dos estudios de Survey Research Center mostraron que el público norteamericano demandaba noticias de ciencia (Bruce Lewenstein; 1995). A principios de los años ´80 tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos una serie de estudios, publicados luego en la revista Nature, afirmaban que las noticias de ciencia y tecnología tenían un alto interés entre las preferencias del público. En el formato televisivo este fenómeno está muy marcado: la evidencia empírica indicaría que la ciencia recibe de la televisión un tratamiento cada vez más extenso (Jochen Pade y Klaus Schluepmann; 1998).51 De la misma forma, la explosión de canales temáticos trajo aparejado un aumento de la producción audiovisual del tipo documental, en una tendencia que algunos autores consideran que seguirá en aumento (Bienvenido León).52 De alguna manera, esta oferta tiene que sostenerse en la demanda del público. b) Si se mira el caso argentino, puede observarse que, si bien el diario Clarín a mediados de 1997 transformó el suplemento de ciencia “Lo Nuevo” en uno de informática, las notas que podrían considerarse de ciencia en sentido “estricto” siguen publicándose de 51 Citado por José Alberto García Avilés, “Limitaciones y retos en la divulgación de la ciencia en los medios informativos de televisión”, mimeo. 52 Bienvenido León, “Documentales sobre la naturaleza vs. conservación”, mimeo. 75 forma totalmente rutinaria en la sección de información general (valdría la pena preguntarse cuánto se perdió o ganó con este cambio). Asimismo, el frustrado diario Perfil tenía la idea innovadora de una página de ciencia diaria. A principios del año 2000, el diario La Nación comenzó a publicar su sección de ciencia y salud también bajo la modalidad de edición diaria. Por otro lado, el renovado Canal 7 de televisión tiene una serie de ciclos que podrían considerarse clásicamente como de divulgación científica, de la misma manera que al ciclo de televisión por cable TN Ciencia de Canal 13 y Grupo Clarín, principal multimedio del país. c) En otro nivel, también se puede esgrimir el argumento de que el interés social por la ciencia y la tecnología está relacionado con el financiamiento público de la actividad, y por el hecho de que, al menos en ciertos sectores de la población, se va generando cierta consciencia de que un mayor financiamiento de la actividad científicotecnológica redunda en beneficios para el país, fundamentalmente cuando éste se vincula al sector productivo. d) Asimismo, debe tenerse en cuenta el hecho de que el interés por parte del público es especialmente sensible en aquellos temas que implican controversias científicas o temores por posibles consecuencias negativas derivadas del impacto (en la vertiente que éste fuera) de la ciencia y la tecnología. En otras palabras, la incertidumbre característica que define la matriz conceptual de la “sociedad del riesgo.” e) Pero también puede plantearse como argumento la existencia de un fenómeno de presencia horizontal de la actividad científica en piezas periodísticas que en principio a nadie se le ocurriría tildar de divulgación científica. De alguna manera, recuerda cierta “omnipresencia” de la ciencia de la cual hablara Latour (1993) en la hibridación tecnociencia, política y economía. Y, en este sentido, la audiencia no necesita detenerse en una sección especializada de ciencia para enfrentarse, aún sin quererlo, a discursos, prácticas y saberes especializados. En cuarto lugar, y como efecto de suma de las argumentaciones anteriores, los medios de comunicación se destacan claramente como los principales canales por donde se distribuye información científica entre diferentes actores sociales. El sistema de medios es una instancia decisiva para la puesta en disponibilidad del conocimiento científico al público, y para acercar a los científicos a la sociedad. Esto se explicita en la recurrente (y por cierto conflictiva) metáfora que señala a los medios de comunicación social como interfaces idóneas entre el sistema científico y la sociedad. Dorothy Nelkin (1990) propone un argumento quizá extremo pero ilustrativo al respecto: para la mayoría de la población la realidad de la ciencia es lo que leen en la prensa. Según Nelkin, y aquí la propuesta resulta más atendible, el público comprende la ciencia menos a través de la experiencia directa o la 76 educación recibida, que a través de los filtros del imaginario y el lenguaje periodístico. Evidentemente, es cierto que para la inmensa mayoría de la sociedad la ciencia es una experiencia mediatizada por distintas instancias y actores. Las encuestas internacionales de percepción y “cultura científica” no hacen más que constatar este conjunto de afirmaciones: todas ellas incluyen un capítulo dedicado a indagar las principales fuentes de información del público y coinciden en señalar que las personas adultas reciben la mayor cantidad de información científica de parte de los medios de comunicación: a) Una investigación de Virginia Commonwealth University (Estados Unidos) de agosto de 2001 a más de 1.200 adultos indica que el 45% de los encuestados citó las noticias en los medios o Internet como fuente primaria de información científica en temas clave (por ejemplo, en materia de salud). 53 b) Un estudio de First Amendment Center,54 reflejado en el último reporte de indicadores de National Science Foundation (2000), sugiere que “la mayoría de los (norte) americanos conoce sobre ciencia y tecnología a través de los diarios y la televisión y, por lo tanto, los medios son un crucial conducto entre la comunidad científicotecnológica y el gran público.” c) También una encuesta realizada en Canadá a más de 1.500 personas a principios de la década del noventa arrojó como resultado que casi el 40% accedía a información científica a través de la televisión y la radio.55 d) Los resultados de la encuesta realizada por Malasyan Science and Technology Information Centre (MASTIC) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente del gobierno de ese país muestra que la televisión sigue siendo la mayor fuente de información científica del público en materia de ciencia y tecnología. e) En otra encuesta realizada en Argentina por la revista de divulgación científica Ciencia Hoy (1998) los entrevistados mencionaron como fuente principal de acceso a la información científica a las programaciones de los canales de cable internacional como Discovery Channel o National Geographic. En el ámbito nacional, se mencionó el programa de televisión abierta “La aventura del hombre” (transmitido durante la década del ochenta por Canal 13), así como suplementos de diarios y revistas de divulgación. 53 Virginia Commonwealth University (2001) “The VCU Life Sciences Survey”, http://www.vcu.edu/lifesciencessurvey/ 54 Jim Hartz, y Rick Chappell (1997) How distance between science and journalism threatens America´s future. 55 Citado por Guillermo Lemarchand (1996). 77 f) Del mismo modo, otra encuesta realizada en Argentina a fines del año 2000 a más de 1.200 estudiantes en el marco de un programa de proyectos de ciencias ejecutados en escuelas de nivel medio de la provincia de Buenos Aires, mostró que el 18% de los estudiantes mencionaba a la radio y la televisión como las mayores fuentes de información científica, seguidas de la escuela que alcanzaba un 16,9% e Internet con el 16,6% del total. El hecho de que los medios desempeñen un papel importante en la forma en que se generan actitudes y juicios de valor, percepciones de riesgos, beneficios y utilidades del desarrollo científico tecnológico, e incluso en el grado de credibilidad o confianza que el público tiene ante los actores del sistema científico- tecnológico, explica dos aspectos fundamentales: en primer lugar, la preocupación de la comunidad científica por establecer, por ejemplo, estrategias de acercamiento y cooperación entre científicos y periodistas. Históricamente, la relación mutua entre científicos y periodistas ha transitado desde el “aislamiento” hasta la “tolerancia estratégica” y, en la actualidad, pese a que se ha incrementado de forma creciente las interacciones, existe un trasfondo de tensión constitutiva que los hace sentirse ajenos y desconfiados entre sí.56 El último informe de National Science Foundation (2000)57 concluye que la comunidad científica siente desconfianza hacia el accionar de la prensa: “es notable que de todos los grupos encuestados por First Amendment Center (incluyendo clérigos, líderes de corporaciones, militares, e incluso políticos) ninguno estuvo tan desconfiado con las noticias de los medios como los científicos.” La comunidad científica señala que los periodistas no comprenden el proceso de investigación científica, simplifican problemas complejos, o se centran en descubrimientos de moda. Por otra parte, el Informe hace hincapié en las barreras de comunicación entre ciencia y periodismo que levanta la propia comunidad científica: * Los científicos utilizan una jerga demasiado técnica. 56 Carmelo Polino (2001). La postura que expresa NSF en este aspecto parte de un estudio realizado por First Amendment Center, [Jim Hartz, y Rick Chappell (1997) How distance between science and journalism threatens America´s future] referido al grado de confianza que los científicos y los periodistas se tienen entre sí. La investigación sobre las relaciones entre la prensa y la comunidad científica se realizó a partir del envío de cuestionarios a 2.328 periodistas (incluyendo 1.036 editores, gestores o corresponsales de ciencia que trabajan en diarios con una circulación mayor a 50.000 ejemplares; y, por otro lado, a 1.292 miembros activos de la Radio-Television News Directors Association. Para el caso de los científicos, fueron escogidos al azar un total de 2.002, provenientes de los listados de investigadores médicos de la American Medical Association, y los miembros de las listas de la American Geophysical Union, la American Physical Society, la Federation of American Societies of Experimental Biology, y la American Astronomical Society. Según NSF, un tercio, tanto de 57 78 * A los científicos les falta capacidad para resumir sus explicaciones, tendiendo a hacerlas completas y detalladas, lo que dificulta la tarea de los periodistas. * Los científicos no están en condiciones de reconocer las historias “noticiables”. * La mayoría de los científicos están desacostumbrados a discutir sus trabajos con periodistas o estudiantes. * Los científicos no tienen experiencia en aparecer en la prensa. De hecho, rehuyen del contacto con los medios. * Los pares critican a los científicos que prestan demasiada atención a la comunicación pública de la ciencia. El informe expresa que “la frecuente falta de habilidad de la ciencia y de los medios para comunicarse entre sí socava la ´scientific literacy´ entre el público. Esto, por su parte, crea un electorado falto de preparación para realizar juicios informados sobre los principales temas relacionados con la ciencia, la salud y la tecnología, tales como el calentamiento global, la clonación humana, así como sobre las grandes inversiones federales en I+D.” Por último, resalta una coincidencia entre científicos y periodistas: “ambos acuerdan que es una necesidad tener un público mejor informado y educado.”58 En segundo lugar, la insistencia creciente de la comunidad científica en los últimos quince años por movilizar a los medios para que éstos se sumen a las acciones de promoción de los valores de una “cultura de la ciencia”, lo cual a veces se confunde con una estrategia pedagógica que pretende educar al “ignorante”. La asignación de una función pedagógica al sistema de medios de comunicación es, además de un tema controvertido, un elemento de tensión constitutiva en el ámbito de la comunicación científica.59 El reclamo de la comunidad científica parte del dudoso supuesto de que una mayor comprensión de la ciencia (entendida ésta básicamente en términos cognitivos) por parte de la sociedad significa una mayor aceptación. No obstante, la preocupación de los científicos debe entenderse en el contexto más amplio de sus inquietudes por asegurar fuentes de promoción y financiamiento público para la actividad. 2. La medición del consumo de fuentes de información científica periodistas como de científicos, respondieron el cuestionario. 58 Según expresa NSF, “el estado de la educación científica fue el tópico más frecuentemente mencionado entre los científicos. Un número importante de científicos observó, con desaliento, que se puede describir una cultura contra la alfabetización científica. Un científico, que también es congresal, observó que ha llegado a estar de moda ser ignorante sobre ciencia.” 59 Ver Carmelo Polino (2001). 79 En la medida en que los medios masivos de comunicación son la principal fuente de información científica para el público, se entiende la pertinencia de medir el consumo que la sociedad hace de los medios. Este relevamiento es un insumo básico para la confección de indicadores de fuentes de información en el esquema general de los estudios de percepción y “cultura científica”. Un análisis de tipo integral y cualitativo de las fuentes de información científica que amplíe los criterios e indicadores utilizados tradicionalmente debería contemplar los siguientes aspectos: a) La medición del consumo de fuentes de información científica por distintos tipos de públicos debe circunscribirse en el escenario más amplio de los elementos que constituyen al sistema de comunicación científica en su conjunto y, al mismo tiempo, debe estar relacionada a las consideraciones de la “cultura científica” en sentido amplio que se han venido discutiendo y desarrollando en el presente documento. En este sentido, siguiendo a Hargraves (2000) “sólo comprendiendo el modo en que diferentes clases de medios interactúan entre sí y con diferentes clases de públicos podremos progresar hacia la comprensión de las formas en que diferentes públicos adquieren conocimiento y se forman una opinión acerca de la ciencia, o de cualquier otro tema.” b) El estudio de las fuentes de información científica habituales de diferentes audiencias debería servir como elemento evaluativo de las redes de interacciones entre los centros productores y difusores del conocimiento (y los actores sociales involucrados en este proceso) y el público (entendido éste no solamente como un vasto conjunto de individuos dispersos en el espacio, sino además como grupos específicos con intereses afines). Este tipo de aproximación debería indicar pistas para encuadrar los procesos de intercambio entre los científicos, los mediadores de la comunicación y los diferentes públicos que forman tanto audiencias cautivas como no cautivas. Ello posibilitaría indagaciones de tipo cualitativas acerca ya no sólo de qué es lo que los mensajes de la ciencia producen en el público sino, fundamentalmente, qué es lo que hace el público con dicha información (teoría de los “usos y gratificaciones”). c) El tipo de utilización de las fuentes por parte del público podría incluir las categorías de consumo cultural, estrategia para la toma de decisiones en la vida cotidiana, estrategias para la intervención informada en asuntos de la política pública (en cualquier estamento), hábitos informativos, entretenimiento y/o consumo pedagógico. Esta aproximación 80 permitiría incluir variables de tipo cualitativas que complementa el dato “neutro” de la preferencia de fuente. d) Otro aspecto consistiría en la medición a través de indicadores cuantitativos de espacios de difusión científica en los medios (en términos de porcentajes, frecuencias, etc.). Un análisis más profundo, posiblemente de naturaleza cualitativa, conduciría al análisis pormenorizado de las noticias, identificando las fuentes, el nivel de análisis, la presencia o no de contextualización, etc. Esto se relaciona, a su vez, con la indagación acerca del tipo de presencia de los temas de ciencia y tecnología en la agenda social construida por los medios de comunicación. e) Un análisis de la oferta de comunicación (y de las oportunidades de difusión) de los resultados del conocimiento, así como de los canales de comunicación generados desde la comunidad científica. f) Un punto débil de los indicadores tradicionales de fuentes de información es la ausencia de instituciones científicas. La evidencia del peso de los medios de comunicación eclipsa la indagación acerca de la utilización que el público –al menos ciertos sectores- hace de otros actores de la comunicación no formal de la ciencia, como pueden ser institutos u organismos oficiales del sistema de ciencia y tecnología, los cuales deberían incorporarse en las consultas habituales. g) Otra limitación de los estudios tradicionales de indicadores de fuentes de información estriba en no considerar a la comunidad científica como público y, al mismo tiempo, referirla como un colectivo homogéneo e indiferenciado. La evidencia teórica y empírica de la comunicación de la ciencia indica que los científicos en los campos que no son de su especialidad se informan sobre ciencia y tecnología básicamente a través de los mismos mecanismos que el público medio. En este sentido, se podría incorporar al análisis el tipo de fuentes de información que utilizan los propios científicos. 81 V. Proyecto Iberoamericano de Indicadores de Percepción, Cultura Científica y Participación Ciudadana 2001-2002 El Proyecto Iberoamericano de Indicadores de Percepción Pública, Cultura Científica y Participación Ciudadana es una iniciativa conjunta de la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). 1. Antecedentes: El Proyecto conjunto de RICYT y OEI forma parte del “Programa RICYT de Indicadores de Impacto Social de la Ciencia y la Tecnología”, cuyo interés es avanzar en la conceptualización del impacto social de la ciencia y la tecnología, así como proponer procedimientos a seguir para la definición de metodologías e indicadores para su medición. El problema de la medición del impacto social es relevante y complejo a la vez. Mario Albornoz60 advierte que es necesario establecer supuestos originales, dado que esta problemática no ha sido abordada en forma integral en otras regiones o países. Asimismo, el Proyecto tiene como antecedente inmediato una de las propuestas del “Taller de indicadores de impacto de la ciencia y la tecnología”,61 organizado por RICYT en 1998, el cual se orientaba a la realización de estudios de percepción, valorización y evaluación social del conocimiento.62 María Elina Estebanez (1998) afirma que “bajo la idea general de impacto social de la ciencia y la tecnología se identifican tres nudos problemáticos: la ciencia y la tecnología, el desarrollo social, y los canales de vinculación entre ambos”. Pese a que la problemática del impacto está centrada en la forma en que la ciencia y la tecnología producen – o nodesarrollo social, el debate en torno al impacto lleva asociado una serie de consideraciones sobre la percepción pública de la ciencia, puesto que en la conceptualización del impacto social se incluye el impacto de los conocimientos científicos y tecnológicos en la sociedad; la incidencia de la ciencia y la tecnología en el plano cultural; y la existencia de “redes” o 60 Palabras de apertura del Quinto Taller de Iberoamericano e Interamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología, RICYT, Montevideo, Uruguay, 15 al 18 de octubre. 61 Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), 11 y 12 de diciembre de 1997, Mar del Plata, Argentina. El documento de base y las recomendaciones del Taller fue elaborado por María Elina Estebanez. El título es “La medición del impacto de la ciencia y la tecnología en el desarrollo social.” 62 La descripción de esta propuesta involucraba una “evaluación del impacto del conocimiento de la CyT por parte de diferentes actores del sistema de conocimiento (científicos, gobiernos, empresas, ciudadanos, ongs, agentes financiadores, usuarios del conocimiento en general).” 82 “cadenas” intermediarias entre los centros productores de conocimiento y los actores sociales demandantes. Y, además, el impacto de las políticas de ciencia y tecnología. El diseño del Proyecto tiene lugar en un momento particular dentro del escenario de la producción de indicadores de ciencia y tecnología en la región iberoamericana. Un período en el cual hay un interés renovado por revisar metodologías y definiciones conceptuales y, al mismo tiempo, donde se manifiesta un creciente interés por incorporar nuevos temas a la agenda actual. El temario del Quinto Taller Iberoamericano e Interamericano de Indicadores de Ciencia y Tecnología, realizado por RICYT a fines de 2001 en la ciudad de Montevideo (Uruguay), es un claro exponente de este escenario: a) indicadores de cultura científica e impacto social de la ciencia y la tecnología; b) indicadores de ciencia y tecnología en pequeños países; c) indicadores de recursos humanos en ciencia y tecnología y migración de científicos; d) indicadores bibliométricos; e) indicadores de innovación; y f) indicadores de sociedad de la información. (Mario Albornoz, op.cit.) Esta batería de indicadores permitirá ampliar la cantidad de insumos disponibles para la intervención en materia de políticas de ciencia, tecnología e innovación. La producción de indicadores de percepción, cultura científica y participación ciudadana en particular, requiere, como primera medida, un abordaje conceptual que permita sentar las bases para que en un futuro mediato el diseño de estos indicadores refleje las particularidades de diferentes contextos en la región y, al mismo tiempo, permita la comparación internacional. Por ello, la finalidad del Proyecto está orientada a contribuir al proceso de reflexión teórica y al diseño de instrumentos y encuestas destinadas de forma específica a los países iberoamericanos, de tal forma que aporten elementos válidos para la definición de políticas públicas en la materia. 2. Propósitos del estudio: a) Avanzar en la construcción y análisis de los conceptos de Percepción Pública, Cultura Científica y Participación Ciudadana o democratización de la ciencia y la tecnología en Iberoamérica. Los estudios de percepción pública, comunicación social, difusión de la cultura científica en la vida cotidiana y las organizaciones de la sociedad, como así también de participación ciudadana en la evaluación de la tecnología y la innovación tecnológica han venido teniendo una presencia mayor a lo largo de las últimas décadas en los países avanzados. Sin embargo, aún cuando pueda postularse la universalización del conocimiento científico y 83 tecnológico, es indudable que su recepción, apropiación y empleo son procesos socialmente situados y sujetos tanto a las especificidades culturales de cada sociedad como a las situaciones sociales históricas y concretas de éstas. Estas especificidades se observan en distintos órdenes institucionales de la sociedad, teniendo en cada uno de ellos sus singularidades: vida cotidiana, instituciones educacionales, medios de comunicación social de la ciencia y la tecnología, organizaciones económico-productivas, pautas de consumo, instituciones de la salud, etc. De esta manera, parece necesario profundizar conceptual y teóricamente el contenido de estos procesos de apropiación social del conocimiento científico y tecnológico, a partir de las distintas tradiciones que se han desarrollado sobre estos temas en los países centrales, orientándolos a la singularidad de los países de la región. Esta exploración conceptual, por otra parte, aportará claridad para la indagación de las estrategias metodológicas adecuadas al abordaje de estos temas. b) Incorporar los conceptos de percepción pública y democratización en la agenda de la política científica. Es sabido que los móviles que perfilan la preocupación por la percepción pública de la ciencia, el desarrollo de la cultura científica en la vida de la sociedad civil, y la participación ciudadana en las decisiones que afectan al desarrollo de la ciencia y la tecnología no son unívocos. La pretensión de legitimidad de la investigación científica y la innovación tecnológica puede requerir -y en mayor medida en cuanto avanza la constitución de la "sociedad del riesgo"- tanto la comprensión ciudadana respecto a los contenidos de la ciencia como la aceptación de los sistemas-expertos. Por otra parte, el interés por la cultura científica y tecnológica de la sociedad puede ser la base de intentos de democratización en la selección de tecnologías y prioridades de conocimiento, más adecuadas a las demandas de la sociedad y a los "intereses objetivos" de las mayorías sociales. El matiz ideológico o los intereses subyacentes a los intentos de estimular estos procesos de percepción pública y de participación ciudadana de la innovación tecnológica y de cambio técnico, informa a las estrategias de desarrollo de éstos y, por lo tanto, a la incorporación de tales procesos a las políticas públicas en ciencia, tecnología, educación, difusión, etc. Por ello, debería evitarse la adopción "acrítica" de tales conceptos sin una discusión acerca de sus vinculaciones ulteriores con la política, siendo conveniente aprovechar el presente Proyecto como un espacio de discusión sobre esta cuestión. 84 c) Establecer las bases conceptuales y metodológicas para la confección de indicadores de medición de los grados, cualidades, tipos, etc. de percepción pública de la ciencia y la tecnología y, de manera más indirecta, de incorporación de "cultura científica" a la sociedad y de democratización de la toma de decisiones respecto a procesos de inversión en conocimientos y de innovación tecnológica. El Proyecto debería establecer criterios claros y consensuados entre los grupos participantes que ulteriormente permitieran la confección de tales indicadores de valor estratégico, tanto para la definición y consecución de políticas como para la investigación académica sobre el tema. Por cierto, el marco de reflexión sobre tales criterios será la viabilidad comparativa, no solamente entre los países intervinientes, sino también con tradiciones de indicadores en otras regiones, particularmente los países de la OCDE. Es evidente que, en términos de indicadores, los fenómenos vinculados a la adopción de cultura científica y de participación ciudadana en la innovación presentan mayores dificultades. Pero, por ello, el proyecto presenta, por sus características, una oportunidad para poner estos temas en discusión. 3. Objetivos del Proyecto: 1) Estimular una discusión teórico-conceptual y metodológica acerca de la percepción pública, la cultura científica y la participación ciudadana de la ciencia y la tecnología. 2) Realizar estudios empíricos con el doble propósito de: a) profundizar y justificar las afirmaciones teóricas y las definiciones conceptuales respectivas; y b) abordar experiencias pilotos que pongan a prueba la viabilidad y adecuación de estrategias metodológicas y técnicas. 3) Brindar elementos para la constitución de una red de investigadores en la región de Iberoamérica interesada en el estudio de estos temas. 4. Organización del estudio: a) El estudio será llevado a cabo por RICYT-IEC (Argentina) y OEI (España), aunque se tenderá a la conformación de una red de grupos de investigación de Iberoamérica para el intercambio y la discusión teórico- metodológica. b) Las funciones de la red serán, en primer lugar, servir como ámbito de interacción académica para la construcción teórico-conceptual y metodológica de los temas señalados, a través del intercambio de reflexiones y de discusiones presenciales de sus miembros. 85 c) Dos grandes conjuntos temáticos se deslindan en el proyecto conformando sendos subproyectos: estudios de interacción percepción pública y cultura científica, y estudios de interacción cultura científica y participación ciudadana. En su desarrollo teórico-conceptual y metodológico cada uno de éstos estarán coordinados, respectivamente, por el grupo de RICYT y el grupo OEI. d) Las actividades de la red son, por lo tanto, de los siguientes tipos: - elaboración de documentos teórico-conceptuales y metodológicos para cada subproyecto, coordinados por los grupos indicados. Estos coordinadores realizarán pre-documentos que distribuirán entre los restantes grupos e intercambiando con éstos telemáticamente evaluaciones y ajustes para la confección de documentos avanzados. - reunión de todos los integrantes de la red para la discusión de documentos y diseños de investigaciones a ser llevadas a cabo en cada país. - investigaciones realizadas por cada grupo sobre la base de acuerdos en cuanto temas y objetivos, sectores, estrategias y técnicas de investigación, etcétera. - Elaboración de resultados y posterior difusión. 5. Estrategias de investigación: De manera preliminar se indican los siguientes tipos de investigación empírica a llevarse a cabo en los distintos países integrantes: a) Estudios de casos de participación ciudadana en procesos de innovación tecnológica: casos de demandas o conflictos colectivos vinculados, por ejemplo, al medio ambiente, problemas alimentarios, impacto de la tecnología en las condiciones de trabajo, etcétera. b) Experiencias de investigación-acción sobre cuestiones referidas a la identificación de demandas tecnológicas, percepción del riesgo tecnológico, incorporación de conocimiento científico-tecnológico a determinadas áreas de la vida cotidiana. c) Encuestas de percepción social de la ciencia y la tecnología, poniendo atención a distintos aspectos: comprensión y nivel cognitivo, valoración de la ciencia y la tecnología, evaluación de riesgo, amenazas y beneficios, identificación de 86 intereses vinculados a los cambios técnicos y los desarrollos científicos, etcétera. d) Estudios de grupos focales sobre temas científicos y tecnológicos específicos: construcción del imaginario social sobre los contenidos de la ciencia y la tecnología específicos, problemas de significación de contenidos, procesos de influencia social en la recepción-rechazo, etcétera. 87 VI. 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