REPUBLICA DE COLOMBIA DEPARTAMENTO NACIONAL DE PLANEACION POLITICA DE INCREMENTOS SALARIALES EN LAS EMPRESAS INDUSTRIALES Y COMERCIALES DEL ESTADO Y SOCIEDADES DE ECONOMIA MIXTA PARA 1995 Documento CONPES 2752-DNP: UMACRO-MINHACIENDA Santafé de Bogotá, D.C., diciembre 21 de 1994 Versión: aprobada I. INTRODUCCION La Ley 4a. de 1992 establece la necesidad de que los representantes legales de las Empresas Industriales y Comerciales del Estado y de las Sociedades de Economía Mixta y asimiladas observen, en relación con las convenciones colectivas, las directrices y políticas señaladas por las Juntas y Consejos Directivos de las mismas y las pautas generales fijadas por el CONPES, sin perjuicio de respetar el derecho de contratación colectiva. En concordancia con esta exigencia legal, el presente documento propone las pautas que deben orientar la política salarial en las empresas públicas para 1995 y las convenciones colectivas que tengan efectos en 1996. En la primera parte de este documento se recuerdan los grandes lineamientos del Pacto Social firmado recientemente por el Gobierno, los empleadores y los trabajadores; en la segunda parte se expone lo que debe ser la política salarial en el marco de dicho Pacto; en la tercera parte se desarrolla el tema de la medición de la productividad; y en la última parte se proponen las recomendaciones de política salarial para 1995 y aquellas convenciones colectivas que incluyan reajustes salariales aplicables a 1996. 1 II. EL PACTO SOCIAL DE PRODUCTIVIDAD, PRECIOS Y SALARIOS Quebrar la indización generalizada de los precios y salarios de la economía colombiana es hoy una necesidad imperiosa si se quiere lograr una reducción significativa de la inflación en un período corto de tiempo, sin que se afecten negativamente el crecimiento económico y el empleo. Con este criterio el Gobierno propuso el Pacto Social de Productividad, Precios y Salarios como complemento a la política macroeconómica en la lucha contra la inflación. El Pacto pretende desindizar la economía, desvinculando los aumentos de precios y salarios de los niveles pasados de inflación, asociándolos en su lugar con las metas propuestas de aumento de precios. La mayoría de los esquemas de concertación se concentran en acuerdos sobre los precios y los salarios. Sinembargo, se le introdujo a éstos un nuevo concepto: la productividad. La inclusión de la productividad como uno de los elementos del Pacto le da a éste una proyección de largo plazo, adicional a su finalidad estabilizadora en el corto plazo. 1 El mejoramiento de la productividad puede contribuir a reducir la inflación y a disminuir los costos de hacerlo. Permite menores aumentos en los precios finales con relación a los que se presenten en los salarios, sin sacrificar la rentabilidad del capital. Tiene efectos positivos sobre la competitividad de los productos nacionales en los mercados externos y en el mercado doméstico, sin tener que recurrir a una mayor devaluación nominal de la tasa de cambio. La principal forma en la cual se ha incluido el concepto de productividad en el Pacto ha sido vinculando su comportamiento con los aumentos reales en los salarios. De esta manera los trabajadores participan del crecimiento general de la productividad de la economía, y tienen así un claro estímulo para trabajar en su mejora. Un pacto social puede ser una parte importante de un programa de desinflación para una economía indizada como la colombiana. Sinembargo, no puede sustituir una política macroeconómica consistente con los niveles de inflación buscados. La economía venía enfrentando presiones de demanda ocasionadas por el comportamiento del gasto, tanto privado como público. Por ello, la lucha contra la inflación no puede basarse únicamente en una reducción de 1 los niveles de indización. La experiencia internacional indica que un pacto sólo puede ser exitoso cuando se han controlado las presiones de demanda en la economía. El pacto es un complemento de las políticas orientadas hacia ese propósito. Por estas razones, el Pacto está ligado a una política macroeconómica consistente con las metas de inflación que se han propuesto. Dicha política, que ha sido acordada con la Junta Directiva del Banco de la República, se basa en unas metas de crecimiento monetario y de crédito y en unas metas fiscales consistentes. Un elemento indispensable para el éxito de una política como la del Pacto Social es la credibilidad en que todas las partes van a cumplir sus compromisos y de que se va a lograr efectivamente la meta de inflación. El Gobierno ha sido consciente de que debe liderar el fortalecimiento de dicha credibilidad y, por lo tanto, fue el primero en establecer sus compromisos frente a las variables sobre las cuales tiene ingerencia. Esta estrategia del Pacto, como la única alternativa socialmente aceptable para reducir la inflación, ha sido cabalmente entendida por la mayoría de los estamentos 1 de la sociedad. La firma del Pacto Social de Productividad, Precios y Salarios el pasado 9 de diciembre es el símbolo de la confianza que han depositado los diferentes actores económicos en esta novedosa alternativa. El texto del Pacto incluye compromisos muy concretos de las tres partes firmantes. El Gobierno se ha comprometido a no aumentar las tarifas de los servicios públicos en más del 18% -- con unas pocas salvedades, que fueron entendidas y aceptadas por las otras dos partes--. También se compromete a hacer cumplir las normas que establecen límites al crecimiento de los arrendamientos y de las matrículas escolares; a introducir los ajustes al precio de la gasolina y el transporte de manera gradual y desvinculándolos en el tiempo; a buscar la estabilización de los precios agrícolas; a revisar algunos aranceles que puedan contribuir a reducir costos y a reformar las normas legales que establecen indizaciones con relación a la inflación pasada. Además de estos compromisos, que contribuyeron a crear un ambiente favorable para que los otros dos sectores hicieran los suyos, el Gobierno comprometió explícitamente la política macroeconómica acordada con el Banco de la República, que se traduce en la obligación de alcanzar un superávit fiscal del sector 1 público consolidado del 0.7% del PIB, el cual podría ser revisado y aumentado hasta en un 0.5% adicional, si la revisión trimestral de las metas macroeconómicas así lo exige. Este compromiso es fundamental para la credibilidad de todo el esquema. Sinembargo, su cumplimiento implica lograr un delicado balance entre los compromisos de gasto del Gobierno, especialmente en el campo social y en inversión, y en la necesidad de hacer recortes y mantener una gran austeridad en otras áreas. El Gobierno se comprometió también a hacer esfuerzos importantes para aumentar su eficiencia y productividad. En particular estableció el compromiso de que las empresas de servicios públicos mejoren sus indicadores de gestión y establezcan planes de desempeño orientados hacia ese propósito, cuyo cumplimiento será revisado periódicamente. En materia de precios, los gremios representantes de la industria y del comercio se comprometieron a no hacer aumentos por encima de la meta de inflación del 18% y a vigilar el cumplimiento de estos acuerdos entre sus representados. Se comprometieron, así mismo, a no trasladar los incrementos salariales superiores a la meta de inflación a los precios finales de los bienes, bajo el entendido de que estos 1 aumentos deben estar asociados con incrementos en la productividad o con reducciones en los márgenes de ganancia. III. LA POLITICA SALARIAL EN EL PACTO En materia salarial, en el Pacto Social se lograron dos avances muy importantes: en primer lugar, se desvinculó el incremento salarial de la inflación pasada y se le asoció, por el contrario, a la esperada. Por otro lado, se incorporó el concepto de productividad al incremento salarial. El alza del salario mínimo estuvo por debajo de la inflación de 1994 y se determinó con base en la inflación esperada del 18% más 2.5 puntos adicionales, asociados con el incremento esperado de la productividad laboral en 1995 en el conjunto de la economía. Estos dos avances que se lograron con el sector laboral, para los trabajadores de menores ingresos de la economía, comprometen de manera directa lo que debe ser la política salarial tanto del Gobierno como de los empresarios privados. El Gobierno incluso asumió un compromiso explícito en esta materia en las reuniones del Pacto Social. Mal podría apartarse de los lineamientos generales y fundamentales de este acuerdo. 1 Además, el sector público tiene otras dos restricciones que es necesario tener en cuenta al fijar la política salarial. En primer lugar, existe la necesidad de cumplir las metas de superávit fiscal consolidado. Por otra parte, los compromisos en materia de tarifas y precios públicos suponen incrementos menores a los que estaban inicialmente previstos en los ingresos de las empresas públicas proveedoras de estos servicios. El cumplimiento de las metas fiscales exige en estas circunstancias una especial prudencia en el manejo de los costos, especialmente los ligados a los servicios personales. La política salarial de todo el sector público deberá basarse, por lo tanto, en la meta de inflación esperada del 18% y en el comportamiento esperado de la productividad. Sólo en la medida en que los aumentos de salarios por encima del 18% estén asociados a incrementos reales de la productividad del sector público, no representarán mayores desequilibrios fiscales. IV. LA MEDICION DE LA PRODUCTIVIDAD Uno de los problemas de asociar los incrementos salariales con la 1 productividad está en la dificultad para medir esta variable. Esto puede hacerse con una precisión razonable a nivel de empresa o de sectores homogéneos, es decir a un nivel microeconómico, o también a un nivel muy agregado para toda la economía. Lo apropiado para el caso del salario mínimo y de la mayor parte de las entidades del sector público es medirla a nivel global. Una forma conveniente de medición de la productividad la constituye la relación entre el PIB y el nivel de empleo, relación que se conoce como productividad aparente del trabajo. Este indicador, sinembargo, presenta fuertes fluctuaciones de un año a otro, las cuales no están asociadas con cambios en la productividad propiamente dicha, sino con alteraciones en la utilización de alguno de los factores de produccion. Estos cambios pueden estar vinculados con fenómenos estacionales o coyunturales ajenos a la eficiencia del proceso productivo. En consecuencia, la medición de la productividad debe hacerse con un indicador que capte las tendencias de largo plazo y filtre las fluctuaciones de corto plazo. Esto es especialmente válido, cuando de lo que se trata es de proyectar el comportamiento de la productividad para el futuro. El indicador de productividad aparente muestra crecimientos bastante disímiles 1 según el período que se tome (ver Cuadro) pero, en términos generales se encuentra que para el período más largo, su crecimiento anual promedio es de 1.5%. Las proyecciones para el próximo cuatrienio indican que este crecimiento estaría alrededor de 2%. Por otro lado, en los períodos de más rápido crecimiento de la economía (1958-67 y 1967-74) esta productividad creció más rápidamente (2.5% y 3.4%, respectivamente). Por consiguiente, un aumento de 2.5%, del salario mínimo en 1995 es razonable puesto que, aunque está por encima de los crecimientos promedio de largo plazo, es similar al registrado en algunos períodos de rápido crecimiento de la economía, como aquél que se espera en los próximos años. ¡ Error! Marcador no definido. CRECIMIENTO PROMEDIO DE LA PRODUCTIVIDAD LABORAL ¡ Error! Marcador no definido.PERIODO PIB/EMPLEO PIB 1958-1994 1958-1967 1967-1974 1.5% 2.5% 3.4% 1.0% 0.6% 0.7% 1.0% 1.9% 4.6% 4.9% 6.3% 4.3% 3.6% 3.6% 4.1% 5.6% 1968-1994 1978-1995 1980-1994 1990-1994 1994-1998 (*) (*) Proyección con base en el Plan Nacional de Desarrollo 1 La productividad en el sector público puede tener dificultades mayores de medición. Sinembargo, es de esperarse que su crecimiento sea más bajo que el registrado en el conjunto de la economía, puesto que no está sometido a las presiones de la competencia. Esto es especialmente cierto en condiciones como las actuales, en que la apertura ha creado fuertes estímulos para el aumento de la productividad en el sector privado. El cumplimiento del compromiso del Gobierno de hacer esfuerzos importantes para aumentar su eficiencia y productividad debe reflejarse en los indicadores correspondientes a cada entidad pública, y debe ser vigilado por sus juntas directivas y por sus administradores. En últimas, se trata de que la ciudadanía reciba una mayor cantidad de bienes o servicios por cada unidad de capital o de trabajo utilizados por las distintas entidades públicas. En cada establecimiento deberán por lo tanto diseñarse los indicadores adecuados según la naturaleza de su actividad. 1 V. RECOMENDACIONES Dadas las anteriores consideraciones, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social y el Departamento Nacional de Planeación recomiendan al CONPES la adopción de las siguientes pautas para los incrementos salariales en las Empresas Industriales y Comerciales del Estado y de las Sociedades de Economía Mixta o asimiladas: 1. Las Juntas Directivas y las administraciones se encargarán de desarrollar los indicadores que permitan registrar la evolución de la productividad en cada entidad, y velarán porque se cumplan los compromisos del Gobierno por mejorar la productividad y eficiencia de las entidades y empresas públicas. La Superintendencia de Servicios Públicos, los Ministerios correspondientes y el Departamento Nacional de Planeación, en su función de control de gestión, ejercerán la vigilancia y el control sobre las empresas públicas y reportarán periódicamente a la Comisión de Evaluación y Seguimiento del Pacto Social. 1 2. El incremento salarial para 1995 será el correspondiente a la inflación esperada (18%), más un incremento adicional correspondiente al mejoramiento esperado en la productividad, de acuerdo con los indicadores que se desarrollen en cada entidad. Este incremento adicional no debe ser en ningún caso superior a 2.5 puntos. 3. En el caso de convenciones colectivas con vigencia de dos años, el incremento del segundo año se pactará por el monto de la inflación esperada para 1996, según la proyección macroeconómica acordada entre el Gobierno y el Banco de la República, más un incremento adicional por productividad, que estará en concordancia con lo que se acuerde en el Pacto Social para dicho año y con los indicadores de productividad de cada entidad. 1