REVISTA HISTORIA NAVAL Año XVIII INSTITUTO Núm. 68 DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año XVIII 2000 Núm. 68 REVISTA DE HISTORIA NAVAL CONSEJORECTOR: Presidente: Vicepresidente y Director: Redactor Jefe: Vocales: José Ignacio González-Aher Hierro, contralmirante, director del Instituto de Historia y Cultura Naval. Rafael Estrada Jiménez, coronel de Intendencia. Antonio José Ocampo Aneiros, coronel de Máquinas. Manuel José Gutiérrez de la Cámara Señán, secretario general del de Historia y Cultura Naval; José Cervera Pery, general auditor y periodista; Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, de la Comisión Española de Historia Marítima; Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Instituto Redacción, Difusión y Distribución: Isabel Hernández Sanz, Ana Berenguer Berenguer, Isabel Suárez Zaccagnini. Administración: Paloma A. Rodríguez Andreu, capitán de Intendencia de la Armada; Rocío Sánchez de Neyra Espuch. DIREcCIóNY ADMINISTRACIóN: Instituto de Historia y Cultura Naval Juan de Mena, 1, 1 a planta. 28071 Madrid (España). Teléfono: 91 379 50 00 Fax: 91 379 5945 E0IcIóN DEL MIr4Isumo DE DEFENSA IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación trimestral: primer trimestre del año 2000. Precio del ejemplar suelto: 650 pesetas (3,907 euros). Suscripción anual: España y Portugal: 2.600 pesetas (15,63 euros). Resto del mundo: 4.000 pesetas (24,04 euros). Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-02 12-467-X. NIPO: 076-00-026-6. Impreso en España. - Printed in Spain. CUBIERTAANTERIOR:Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval. CUBIERTAPOSTERIOR: Del libro Regimiento de Navegación, de Pedro de Medina. Sevilla, 1563. SUMARIO Págs. NOTA EDITORIAL . El «desastre» de Darién (1698-1 700). La pervivencia del poder imperial español en el ocaso de la España de los Habsburgo, por Christopher Storrs7 La Armada del Reino de Granada (1492-1550): Apuntes para su historia, por Esteban Mira Caballos35 Cruceros de combate en la batalla de Jutlandia, por José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán55 Sobre la última larga campaña de Felipe II en la Bretaña francesa en apoyo de los católicos (1590-1598), por Carlos MartínezValverde75 Correos marítimos en el Archivo General de la Marina. Unproyec to de dfiisión de sus fondos, por Silvia A. López Wehrli y Anto nio Caballero García87 La historia vivida: El autogiro de Juan de la Cierva en la ciudad de los rascacielos, por Fernando de la Guardia Salvetti93 Documento: Notas del ministro de Marina Beránger acerca de la muerte del general Pareja97 La Historia Marítima en el ,nundo: Las falúas reales del Sultanato en el Museo Naval de Estambul, por José Antonio Ocampo107 Noticias Generales113 Recensiones125 5 COLABORAN EN ESTE NÚMERO Esteban Mira Caballos es doctor en Historia de América y ejerce el profesorado en el Instituto Público de E. S. «Zurbarán»,de Badajoz. Ha publicado numerosos traba jos en diversas revistas y publicaciones nacionales y extranjeras; entre ellos recoge mos aquí: «En torno a la expedición de Sebastián de Ocampo a la isla de Cuba (1506)», publicado en Revista de Indias (Vol. LVI, n.’ 206. Madrid, 1996), «Indios americanos en el Reino de Castilla (1492-1542)», en el Congreso de AHILA, Leipzig, 1996, y «Rectificaciones en tomo al gobierno de frey Nicolás de Ovando en La Espa ñola (i502-1509)», en Revista de Estudios Extremeños. Badajoz, 1996. José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán es capitán de navío, secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval. Es autor de varios artículos, tanto de carác ter general como relacionados con su especialidad. Colaborador de la Revista General de Marina desde el año 1966. Destacamos sus artículos: «j,Es posible la existencia de corsarios de superficie en una futura conflagración mundial?», «i,Queda todavía lugar para los buques de guerra en superficie en la lucha contra el tráfico marítimo?». En las páginas de esta misma revista ha publicado: «De la primitiva fragata al crucero de combate» y «Los cruceros post-Jutlandia». Carlos Martínez-Valverde, contralmirante de la Armada. Prolífico autor, sus aporta ciones a la historia marítima española, tanto en la Revista General de Marina como en la REVISTA DE HISTORIA NAVAL. ori sobradamente conocidas. Ha presentado trabajos tanto de temas históricos como de actualidad en diversas publicaciones de índole especializada, colaborando también en la elaboración de la Enciclopedia General del Mar. No es posible dejar de mencionar también su faceta corno ameno conferenciante. Antonio Caballero García pertenece al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliote carios y Arqueólogos. En la actualidad es director técnico del Archivo General Militar de Guadalajara. Anteriormente trabajó como técnico superior de archivos en el Archi vo General de la Marina Alvaro de Bazán. Licenciado con grado en Filosofía y Letras por la Universidad de Alcalá de Henares, ha escrito diversos artículos y participado en diferentes congresos y jornadas relacionados con las fuentes documentales y la inves tigación en archivos. Silvia A. López Wehrli, licenciada en Filosofía y Letras (Geografía e Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid, pertenece al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos del Estado, y al Cuerpo de Técnicos y Diplomados Especialistas (Ayudantes de Archivos) de la Comunidad de Madrid. Actualmente es directora técnica del Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán. Ha sido coauto ra de la Guía de Fuentes Documentales sobre Ultramar en el Archivo General de la Marina: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. 1868-1900, publicación del Ministerio de Defensa conmemorativa del primer centenario de 1898. NOTA EDITORIAL Es realmente difícil y comprometido dar una opinión avanzada sobre lo que nos espera en este año 2000 en relación con la marcha de nuestra REVISTA DE HISTORIA NAVAL, pero deseamos que el «efecto», tan de moda en estos momentos, no perturbe excesivamente la derrota que tenernos marcada. El espíritu sigue siendo el mismo, estudiar y difundir con la máxima rigu rosidad los acontecimientos histórico-navales que han ido conformando cier tos aspectos de nuestro pasado; en consecuencia, peculiares formas de ser y, sin duda, nuestro futuro. Debemos tener en cuenta que este tiempo venidero va a ser naturalmente farragoso; que, en lo que se refiere a cronología, quizá estén todos nuestros colaboradores de acuerdo; ¿estarnos en el tercer milenio o comienza en el 2001? Si acudimos a otras civilizaciones, antiguas y cultas corno cualquiera, podríamos sorprendemos el comprobar que algunas viven todavía en el siglo XV y otras ya han pasado del año 5000. Tratemos de olvidar estas precisiones que al fin y al cabo no pueden ni deben variar en manera alguna nuestro trabajo. Enviamos los mejores deseos para todos aquellos que colaboran en hacer mejor nuestra REVISTA. Contiene este número los siguientes artículos, resultado sin duda de profundos y dilatados estudios que anuncian un buen porvenir de colabora ciones. Conforman su sumario: El «desastre» de Darién (1698-1 700). La pervivencia del poder imperial español en el ocaso de la España de los Habs burgo, por Christopher Storrs; La Armada del Reino de Granada (14921550). Apuntes para su historia, de Esteban Mira Caballos; Cruceros de combate en la batalla de Jutlandia, de José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán; Sobre la última y larga campaña de Felipe II en la Bretaña francesa, en apoyo de los católicos (1590-1598), de Carlos Martínez-Valverde; Correos marítimos en el Archivo General de la Marina. Un proyecto de difusión de sus fondos. de Silvia A. López Wehrli y Antonio Caballero García; con las seccio nes habituales de La historia vivida, Documento, La Historia Marítima en el mundo, Noticias generales y Recensiones. Año 2000 EL «DESASTRE»DE DARIÉN (1698-1700). LA PERVIVENCIA DEL PODERIMPERIALESPAÑOL EN EL OCASO DE LA ESPAÑA DE LOS HABSBURGO Christopher STORRS Universidad de Dundee 1 Entre noviembre de 1698 y abril de 1700 la Compañía de Escocia para el Comercio con Africa y las Indias, fundada poco antes (1695), trató de estable cer una colonia de escoceses en el istmo de Darién, en la América central española, intento que, pese a su seriedad, finalmente no prosperó. El malogra do proyecto ejemplifica el afán de muchos estados grandes y pequeños de finales del siglo xvirpor introducirse en el lucrativo comercio colonial y de ultramar (1), y no es sorprendente que los numerosos historiadores escoceses que lo han estudiado le concedan una parte destacada en los antecedentes históricos de la Unión de Escocia e Inglaterra en 1707. Algunos piensan que este intento frustrado en el que Escocia perdió enormes sumas en capital (por no mencionar las pérdidas en vidas humanas y tráfico marítimo), supuso un golpe crucial para la economía escocesa y, en definitiva, para su independen cia; según otros, el fracaso sólo puso de relieve la debilidad de la económía de Escocia y su necesidad de unirse económica y políticamente al vecino del sur, más grande y poderoso (2). Tampoco es de extrañar —y menos aún teniendo en cuenta las barreras idiomáticas y los problemas de acceso a las fuentes (1) Aproximadamente en 1680 el regente de Saboya intentó casar a su hijo, el duque Víctor Amadeo II de Saboya, con la infanta portuguesa, en parte porque así abriría el todavía vasto imperio comercial portugués de ultramar a los súbditos del duque. El plan fracasó, como ocurrió con los posteriores intentos del propio duque por hacer valer sus derechos a la sucesión española y así conseguir el imperio mundial de España; véase SYMCOX, G.: Victor Amadeus II. Absolutisin iii me SavovardState 1675-] 730. Londres, 1983, p. 82 y todo el ensayo. (2) Véase INSH, G. P.: The Darien Scheme. Historical Association. Londres, 1947; BARBOUR, J. S.: A Historv of William Paterson and rhe Darien Company. Edimburgo, 1907, y HART, F. R.: The Disaster of Darien. The Stor of me Scots Settiement and the Causes of its Failure 1699-] 70]. Londres, 1930. Que Darién pronto comenzó a verse como un momento decisivo en la historia de Escocia lo sugiere la comparación que se hizo en aquellos momentos entre la caída económica de los años 1770 y los acontecimientos de 1698-1700, citada en SMOUT, T. C.: A f-uistor of me Scottish People 1560-1830. Londres, 1969, p. 229. Para un Año 2000 CHRISTOPHER STORRS históricas— que pese a la gran atención que le han dedicado, los historiadores escoceses (e ingleses) hayan olvidado en gran medida la dimensión española del asunto. Así, en un estudio reciente sobre la Gran Bretaña del siglo XVIII, se interpreta el fiasco de Darién como la conjunción de la indiferencia inglesa y la incompetencia de Escocia (3). Pero el interés de los historiadores escoceses al menos ha rescatado el episodio de la oscuridad más completa, pues lo cierto es que la mayoría de los análisis sobre este período de España y su imperio apenas aluden a él, como ocurre con las dos principales investigaciones en lengua inglesa sobre la España del siglo xvii: las de John Elliott —a quien interesa ante todo la América española—, y John Lynch; así como el posterior estudio de Henry Kamen sobre el reinado de Carlos II (4). La misma laguna es patente en la obra de los historiadores españoles que han abordado las postrimerías de la España de los Habsburgo (5), y también entre los estudiosos del comercio con las Américas y las Indias, para quienes el principal núcleo de debate ha sido últimamente el empuje y carácter de ese comercio entre 1650 y 1720, aproximadamente (6). Pero más insólito resulta que la incursión esco cesa apenas se mencione en una reciente investigación sobre Panamá (y sus defensas) en los albores de la era moderna (7). Por último, pese a que la breve estudio reciente sobre el debate en torno a la fortaleza y perspectivas de la economía escocesa alrededor de 1700, véase WHATLEY,C. A. W.: Bought and Soldfor English GoId? Esplaining me Union of 1707. Economic and Social History Society of Scotland, 1994, esp. 28 y Ss.; véase también ARMITAGE, D.: «The Scottish vision of empire: intellectual origins of the Danen venture», en J. Robertson, ed., A Unionfor Empire. Political Thought and me Union.of 1707. Cambridge, 1995. (3) O’GORMAN,F.: The Long Eighteenth Century. British Political and Social Histor 1 688-] 832. Londres, 1997, p. 56. (4) LYNCH, J.: Spain under the Habsburgs. Vol. 2. Spain and A,nerica 1598-1700. 2.’ ed. Oxford, 1981; ELLIorr. J. H.: imperial Spain, 1469-1716. Londres, 1961, y KAMEN, H.: Spain in the larer Seventeenrh Centurv, 1665-] 700. Londres, 1980. HUSSEY, R. D.: «The Spanish Empireunder Foreign Pressures 1688-1715», en J. 5. Bromley. ed. The New Canibridge Modern History [en adelante NCMH], vol. 6: The Rise of Great Britain and Rusia 1688171 5/25. Cambridge, 1970, p. 360. sí describe brevemente el episodio. (5) Véase MOLAS RIBALTA, P.: Manual de Historia de España, 3. Edad Moderna (14 741808). Madrid, 1989, e ibid., ed., Historia de España R. Menéndez Pidal. Vol. XXVIII. La Transición del siglo xvii al xviii. Entre la decadencia y la reconstrucción. Madrid, 1993. (6) Ni MCLACHLAN, J. O.: Trade and Peace with Oid Spain, 1667-] 750. Cambridge, 1940; reimpreso por Octagon, 1974, ni PARRY, J. H.: The Spanish Seaborne Empire. Har mondsworth, 1973, menciona la empresa de Darién. BURKHOLDER,M. A. y JOHNSON, L. L.: Colonial Latin America, 2.a ed. Oxford, 1994, buen estudio global, también la pasan por alto. Quizá la mejor introducción reciente en lengua inglesa al imperio colonial de España sea GARCÍA-BAQUEROGONZÁLEZ.A.: Andalusia and the crisis of the ludies trade 1610-1720, en 1. A. A. Thornpson y B. Yun Casalilla, eds., The (‘astilian Crisis of me Seventeenth Century. New Perspectives on the Economic and Social History of Seventeenth Century Spain. Cambrid ge, 1994, pp. 115 y ss. Es la traducción de un capítulo de GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ,A.: Andalucía y la carrera de indias, 1492-1824. Sevilla, 1986. OLIVAMELGAR,J. M.: «Realidad y ficción en el monopolio de Indias: una reflexión sobre el sistema imperial español en el siglo xvii». Manuscrits, vol. 14, 1996, pp. 321-55, constituye una importante contribución a los debates contemporáneos y una valiosa visión panorámica. (7) WARD, C.: imperial Panarna. Comrnerce wid Conflict in Isthmian America, 15501800. Nuevo México, 1993, pp. 178 y 255. 8 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-] 700)... empresa de Darién complicó las relaciones entre ciertas potencias europeas, los últimos estudios sobre las relaciones internacionales del período apenas aluden tampoco al episodio, concediendo lógicamente un lugar privilegiado a la sucesión española (y los Tratados de Partición de 1698 y 1700) en el análi sis del intervalo entre la guerra de los Nueve Años (1688-97) y la guerra de Sucesión española (1701-14) (8). Es un olvido muy comprensible. Al fin y al cabo la visión más extendida de la España de las últimas décadas del siglo XVII es la de una potencia en declive, cuya riqueza y poder eran sólo sombras de lo que fueron cuando Feli pe II envió la Armada Invencible contra Inglaterra en 1588. Regía ahora Espa ña un hombre cuyas pésimas condiciones físicas eran buen emblema del decli ve: el supuestamente embrujado o hechizado Carlos 11(1665-1700), último de los Habsburgo, cuya falta de herederos varones directos hizo de la sucesión española punto de mira crucial en los asuntos internacionales europeos de las décadas postreras del siglo XVII, y cuya muerte puso fin a la España de los Habsburgo (9). Pero aunque su poder, sin duda, hubiera disminuido y en su pugna con la Francia de Luis XIV llegara incluso a necesitar de la coopera ción de antiguos enemigos, es también cada vez más patente que España o la «Monarquía» española, tal y como la concebían sus contemporáneos (el conjunto de territorios en la península Ibérica, Italia, Países Bajos, Africa y ultramar que el monarca Habsburgo español gobernara desde Madrid), no desapareció con el reinado de Carlos II. España siguió siendo una de las gran des potencias (al lado de Austria, la República de Holanda, Inglaterra y Fran cia), y sus vastos territorios y recursos la distinguían claramente de la gran amalgama de potencias europeas menores, muchas de las cuales acudían al Rey español en busca de ayuda en sus propios intentos de expansión (10). A pesar de ciertos contratiempos, como la pérdida de Portugal a manos de Luis XIV a mitad del siglo XVII, y del Franco Condado y Luxemburgo (este último reco brado en 1697), la monarquía española, tanto en Europa como en las colonias, seguía siendo extensa y constituía por tanto un preciado objetivo. Por eso mismo España y su imperio fueron el detonante de una guerra de magnitud europea entre 1701 y 1713. Los historiadores revisionistas de las últimas décadas algo han hecho por corregir esa imagen tradicional de una España desmoralizada y en inexorable declive. Y también es cierto que los primeros investigadores de la empresa de (8) Véase McKAY, D. y SCOTT,H. M.: The Rise of the Great Powers 1646-1815. Londres, 1983, y BAXTER,5. B.: William III. Londrés, 1966. Sin embargo Legrelle sí había prestado cierta atención al episodio con anterioridad, en su estudio sobre la sucesión española, véase INSH:op. cit., p. 3. (9) Véase ELuorr, J. H.: «The Decline of Spain», Past and Preseni. vol. 20, 1961. (10) El mismo elector Palatino, hermano de la segunda esposa de Carlos, María Anna de Pfalz-Neuburg, quiso obtener Darién de su cuñado a finales de la década de 1690 como posible centro de actividad comercial a su cargo (viéndolo como la plataforma de lanzamiento hacia la riqueza colonial que los escoceses también esperaban conseguir con sus propias expediciones). DUQUE DE MAURA: Vida ‘ reinado de Carlos Ji, ed. P. Gimferrer. Madrid, 1990, p. 563. Aunque Maura no aporta referencias (sus papeles se encontraron entre restos de la guerra civil española), hasta donde puede verificarse su estudio está bien fundamentado. Año 2000 CHRJSTOPHER STORRS Darién nunca olvidaron por completo su dimensión española ni negaron la importancia de las abundantes fuentes históricas españolas (11). Pero para gran parte de los revisionistas, el verdadero interés estaba en la propia España (más que en sus territorios europeos o americanos); y también para muchos la década de 1690 sigue siendo una década de decadencia (12). En cuanto a la empresa de Darién lo que interesa primordialmente a la mayor parte de los historiadores que se han ocupado del episodio no es lo que éste revela sobre la monarquía española, sino lo que significó para Escocia. Queda mucho por investigar de las instituciones, mentalidad, política y actuación de España (en el extranjero) durante el reinado de Carlos II para rescatar las postrimerías de la España de los Habsburgo del gran olvido histórico en que han caído. El propósito de este artículo es contribuir a subsanar el olvido con un análisis de la respuesta española al intento colonizador de Escocia en Darién. El primer objetivo es probar que en los años finales de la España de los Habsburgo, los responsables de las decisiones políticas en Madrid, al igual que los soldados, marineros y administradores de España y de las Américas españolas, no se tomaron con ligereza la amenaza escocesa, siendo su principal pretensión preservar la monarquía a toda costa. En segundo lugar, la contestación a esa amenaza prueba que no se había agotado la capacidad de respuesta del «siste ma» español de defensa imperial, respuesta aún más notable teniendo en cuen ta que los otros compromisos de defensa de España eran muchos y acuciantes. Por último, pretendemos mostrar que la reacción de la monarquía española y su habilidad para responder a la provocación escocesa sin apenas ayuda, demuestra la gravedad con que en España y en todas partes se consideró la empresa de los escoceses en Darién —y no sin razón, en vista del extraordina rio éxito inicial de la expedición—, y por otro lado prueba las escasas posibili dades reales de éxito a largo plazo que tenían los escoceses frente a la poten cia española. Para estudiar estas cuestiones hemos recurrido a la inmensa riqueza de los archivos españoles, que atesoran los cuantiosos registros (infor mes de virreyes, almirantes y otros comandantes locales) del Consejo de Indias, cuerpo administrativo con plenas competencias en la América españo la, ahora en el Archivo General de Indias de Sevilla. También hemos consulta do los abundantes registros militares y navales, producto de la compleja admi nistración militar y naval española (centrados en el Consejo de Guerra), (11) HART, F. R.: op. cO’.,en concreto, hizo buen uso de los registros del Consejo de Indias y dejó en deuda con él a todos los estudiosos posteriores del tema al publicar muchos de estos registros, o extractos de ellos. Gran parte de estos y otros materiales históricos españoles sobre el tema fueron clasificados brevemente en idem., Spanish Documents Relating to the Scors Settlement of Darien. Boston, MA 1931. (12) KAMEN, H.: op. cO’..importante revisión, sólo aborda la España peninsular, mientras que STRADLING, R.: Europe and dic Decline of Spain. A Study of the Spanish Svstem. 15801720. Londres, 1981. ve poco de positivo en los años 1680 y 1690. El reciente ensayo de GOODMAN, D.: Spanish Naval Fiower, 1589-] 665. Reconstruction and Defeat. Cambridge, 1997, se detiene en 1665. aunque admite que no hay motivos de peso para hacerlo. Muchas de estas cuestiones se discuten con más profundidad en STORRS, C.: «The Army of Lombardy and the resilience of Spanish Power in Italy, 1665-1700», War in Historv, vol. 4., 1998, pp. 371 y Ss. 10 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-] 700)... actualmente en el Archivo General de Simancas; y otros registros navales, como la colección Navarrete del Museo Naval de Madrid. Por último, además, cómo no, los numerosos despachos diplomáticos que recibió por el Consejo de Estado, cuerpo asesor de la monarquía en materias de política exterior, asimismo en Simancas (13). II Desde el principio los responsables de la administración y la política de España consideraron con la mayor gravedad la incursión de Darién, en la bahía de Caledonia, donde los escoceses desembarcaron por primera vez en noviembre de 1698, fundando Nueva Edimburgo. Para los españoles la colo nia escocesa representaba una seria amenaza con diversas vertientes. En primer lugar ponía en peligro el prestigio y reputación de España, asunto no desdeñable para una gran potencia, y menos aún teniendo en cuenta que su poder ya estaba en entredicho (14). Importante también para el dominio espa ñol en todo el istmo de Panamá era el peligro estratégico que la presencia extranjera allí planteaba. Don José Sarmiento de Valladares, conde de Mocte zuma y virrey de Nueva España, temía que los escoceses tomaran también Panamá y Cartagena, una de las mayores bases navales españolas en las Améri cas, y que cruzaran el angosto istmo de Panamá, ganando acceso nada menos que al océano Pacífico (15). Además en Darién los escoceses estaban demasia do cerca de Portobelo, punto neurálgico, junto con Veracruz más al norte, de la (13) Para estas instituciones, véase SCHÁFER, E.: El Consejo Real y Supremo de las Indias. 2 vols. Sevilla, 1935-47; THOMPSON.1. A. A.: War and Governntentin Habsburg Spain, 1560-1 620. Londres, 1976, y BARRIOS,F.: El Consejo de Estado de la monarquía española, 1521-1812. Madrid, 1984. (14) Algunas de las preocupaciones citadas en este párrafo se formularon en la consulta del Consejo de Indias de 12 de febrero de 1699, en el Archivo General de Indias/Audiencia de Panamá [en adelante AGI/Panamá], legajo 160, impreso en HART: op. cit., Apéndice XII, pp. 251 y ss., y en las instrucciones de Carlos II al almirante NavalTete en mayo de 1700 para su expedición contra la segunda oleada de colonos escoceses en Darién. en el Museo Naval de Madrid, colección Navarrete, papeles correspondientes a la expedición del Darién [en adelante MN/NavarretefDarién]. Agradezco al Museo Naval el haberme facilitado una fotocopia de este valiosísimo documento. Sobre el prestigio como factor de la política española, véase el artículo de ELLIOTT. J. H.: «A QueStion of Reputation? Spanish Foreign Policy in the Seventeenth Centuryx’, Journal of Modern Historv. vol. 55, 1983, pp. 475 y ss. (aunque trata del período anterior a 1665). (15) Para Portobelo como bastión del imperio español en la América central y otros terri torios, véase ANÓN.:«Copia Legal de Carta Escrita (por persona desapasionada. práctica e inte ligente) a confidente de Madrid, en razón de la población de Escoceses en el Darien: operacio nes executadas por los Ministros de su Magestad Catholica, desde que hizieron los enemigos su primer arrivo, hasta que por Capitulaciones, fueron desalojados: Todo con distinción, y clari dad». Biblioteca Nacional, Madrid, MS 19512 [en adelante copia legal]. Agradezco a la Biblio teca Nacional el haberme facilitado una fotocopia de este relato español (incompleto) del episo dio de Darién. Puede que don José fuera demasiado pesimista, pero este pesimismo estaba muy Año 2000 CHRJSTOPHER STORRS denominada Carrera de Indias (sistema de acceso privilegiado forjado en el siglo xvi para canalizar la riqueza de las Américas hacia Castilla y sus monar cas). Portobelo era el destino del convoy anual de galeones que partía de Sevi lla cargado de artículos españoles y europeos para, en la gran feria de,Portobe lo, intercambiarlos por plata y otros productos coloniales que después se llevaban a Europa. En el reinado de Carlos II este sistema de convoyes entre España y la América central ya no funcionaba como antaño; entre 1665 y 1700 sólo llegaron a España quince flotas y nueve galeones. Pero la riqueza de las Indias siguió siendo trascendental para la economía y finanzas españolas, sobre todo por tributos como la cuota real fija en lingotes de oro («quinto»),.«donati vos» y préstamos más o menos voluntarios, y cánones («indultos») que se gravaban a los comerciantes, así como la incautación, especialmente en tiem pos de guerra, de fletes privados (en su mayoría extranjeros). Así pues, las autoridades que decidían la política de España tenían motivos de inquietud ante esta intrusión extranjera en el corazón de las Américas, que amenazaba no sólo las fuentes de aquella riqueza, sino también las flotas que la transportaban a España (16). Por otra parte, el catolicismo de la América española y de Madrid veía en la presencia escocesa un serio peligro religioso. De hecho, éste fue uno de los aspectos de la incursión que más preocupó a los españoles. El riesgo de la introducción y expansión de opiniones heréticas y protestantes (o reformistas) entre la población de las Indias fue uno de los motivos por los que en la primavera de 1699 el virrey de Nueva España dio prioridad a la expulsión de los escoceses (ver más adelante). No debemos olvidar la lógica tendencia de los españoles a asociar protestantismo y subver sión política, combinación de la que España había sido víctima en el siglo XVI, con la revuelta holandesa. Tampoco ignoraban los españoles instruidos que su propio imperio en la América central podía considerarse el extraordinario logro de las fuerzas relativamente exiguas con que el conquistador Hernán Cortés se había enfrentado a los aztecas a principios del siglo xvi (el hecho de que Darién fuera uno de los puntos de entrada de los primeros conquistadores extendido, y sus temores no eran completamente infundados: en 1680 Portobelo fue saqueado por buques corsarios ingleses, que cruzaron el istmo de Darién para embarcarse en actividades de piratería en el Pacífico, Hussny: op. cit., p. 350. El traumático episodio fue referencia cons tante entre los responsables de la política española que hubieron de hacer frente a la incursión escocesa en 1698-1699. (16) El sistema de explotación por monopolio y convoyes está muy bien descrito en LYNCH: op. cit., pp. 187 y Ss.; Wno: op. cit., pp. 19 y ss., y KAMEN, H.: op. cit., pp. 131 y ss. (con una tabla de flotas y galeones). Las finanzas de España en este período no se han estudia do tanto como las anteriores al año 1665. Sin embargo, GARZÓNPAREJA, M.: La Hacienda de Carlos JL Madrid, 1980; SANZ AYÁN,C.: Los banqueros de Carlos JL Valladolid, 1988, y SÁNCHEZBELÉN,J. A.: La política fiscal en Castilla durante el reinado de Carlos IL Madrid, 1996, son de utilidad; mientras que en lengua inglesa se explica la contribución del oro ameri cano a los compromisos internacionales de defensa de España en KAMEN, 14.: op. cit., pp. 131 y SS. A finales de 1693, los ministros españoles veían en la flota (y su cargamento), entonces rumbo a España, el ónico medio de financiar el sorprendente aumento del contingente militar español, con más de 40.000 hombres en 1694; Alexander Stanhope al conde de Nottingham, 4 y 11 de noviembre de 1693, Madrid, SP 94/73, folio 233 y 234. 12 68 EL «DESASTRE» DE DARiÉN (1698-] 700)... españoles a la América central, sumado a que los escoceses hubieran trabado buenas relaciones con los indios nativos, reacios al dominio español, no podía menos que subrayar los paralelismos entre ambas empresas) (17). Además, el éxito inicial de los escoceses podría incitar a otros a seguir su ejemplo e inten tar la fundación de sus propias colonias en el imperio español (18). Con estas consideraciones no es de extrañar que la noticia de la presencia escocesa en Darién espoleara a la facción de la oposición nada más llegar a la corte real de Madrid, pues si bien las Cortes de Castilla estuvieron suspendidas a efectos prácticos durante todo el reinado de Carlos II, sí existía cierta opinión pública (sobre todo en Madrid, la capital) especialmente sensible a las cuestiones de política exterior que afectaran el destino de la monarquía, y los que pretendían despojar a sus adversarios de sus cargos y del poder vieron aquí la oportunidad de utilizar esa opinión pública en su favor (19). III Pero la incursión de los escoceses en Darién no fue la única amenaza exte rior, ni siquiera la primera, que sufrió la América española en 1698. En la primavera de ese mismo año Carlos II había ordenado al virrey de Nueva España establecer un asentamiento fortificado en la bahía de Pensacola, en el golfo de México, para adelantarse a una expedición colonizadora francesa que se dirigía allí. Además, el Rey ordenó enviar tres buques de refuerzo a la Armada de Barlovento (o flota de Barlovento, creada en 1598 para la defensa del Caribe español y restablecida en 1665-67), mandados por don Martín de Aranguren Zavala, general de la Carrera de Indias (y por tanto responsable (17) La ciudad de Darién fue fundada por uno de los primeros conquistadores, Balboa, PARRY: op. CII., p. 29. Los encargados de la política de España, sin duda, temían que los indios nativos ayudaran a los escoceses (consulta del Consejo de Indias, 12 de febrero de 1699 [ver más arribal); y tenían razones para ello. HART: op. cU., pp. 72-3. (18) El marqués de Canales, embajador de España, sugirió a Carlos 11(22 de febrero de 1699, Londres, Archivo General de Simancas, Consejo de Estado [en adelante AGSIEstado], legajo 3971), que lo que había alentado a los ingleses fue et éxito inicial de los escoceses. (19) El tema requiere más estudio, pero hay indicios de la existencia en España de cierta opinión pública, sensible a las cuestiones extranjeras e imperiales. KAMEN: op. cit., pp. 328 y ss., constituye la mejor investigación en lengua inglesa de la política de España en el período. Sin embargo el autor de este artículo difiere de la opinión de Kamen en Tite War of Succession in Spain, 1700-] 715. Londres, 1969, pp. 26-27, respécto a que muchos españoles consideraran la monarquía más extensa como una carga que deliberadamente se abandonó a su suerte. Por el contrario, la derrota en el extranjero probablemente inspiró la idea de que había que mejorar las cosas y propició la lucha por el poder en Madrid. Véase MAuRA:op. cit., pp. 597-598, sobre cómo el abandono del primer intento colonizador de los escoceses (ver más abajo) alentó a peli grosos «murmuradores antiministeriales» en Madrid. Para más datos sobre el modo en que los disturbios por la carestía de alimentos en Madrid en abril de 1699 (los más graves de comien zos de la era moderna en España, entre la revuelta de los Comuneros de los años 1520 y el motín de Esquilache de 1766) pudieron influir en la lucha por el poder en la corte, véase RIBOT GARCÍA, L. A.: «La España de Carlos II», en Molas Ribalta, ed., Historia de España. MENÉNDEZ Año 2000 CHRISTOPHER STORRS global de la defensa del comercio y comunicaciones de las Indias), quien se haría cargo de la expedición de Pensacola. Al recibir estas órdenes, el virrey organizó la leva de nuevas unidades de Infantería con destino a Nueva Espa ña para abastecer lo que, al menos hasta el reinado de Carlos III, ya en el siglo xviii, fue un establecimiento militar un tanto exiguo en la América espa ñola (20). También organizó el alistamiento para los buques de la Armada de Barlovento, el nombramiento de los oficiales al mando y la preparación de dotaciones militares y demás suministros. La expedición zarpó de Veracruz hacia Pensacola en octubre de 1698 (un mes antes del desembarco en Darién de la primera expedición escocesa), y en enero de 1699 regresó a Veracruz tras cumplir su misión, habiendo establecido el «presidio» o guarnición de San Carlos de Austria (21). Los refuerzos de Zavala habían llegado a Cartage na en noviembre de 1698, demasiado tarde para incorporarse a la expedición. Pero el episodio demuestra que España sabía de la importancia de defender su imperio en las Américas. y que era perfectamente capaz de hacer frente a intrusiones extranjeras movilizando las fuerzas militares y navales allí desta cadas y reforzándolas, si era preciso, desde la propia España. Además, la respuesta a la amenaza francesa había consolidado el poder español en la América central justo en el momento en que comenzaban las tentativas colo nizadoras escocesas, de las que estaba al corriente el Consejo de Indias cuan do en febrero de 1699 aconsejó a Carlos II desviar estas fuerzas (hubiera o no cumplido la expedición de Pensacola sus órdenes previas) hacia el problema más apremiante de la incursión de Darién (22). El regreso de la expedición de Pensacola a Veracruz coincidió con la llega da de un informe del gobernador de Caracas al virrey de Nueva España sobre el avance de cuatro embarcaciones escocesas hacia la llamada isla de Oro, donde sus tripulantes pretendían instalarse frente a la costa de Darién. Este correo, otra de las ventajas del dilatado sistema administrativo de España en la América colonial y otro punto fuerte del «sistema» español allí, fue confirma do posteriormente por el gobernador de La Habana (eje de la Carrera de R., pp. 130 y ss., y EGID0, T.: «El motín madrileño de 1699», Investigaciones Históri cas, vol. 2, 1980, pp. 253 y ss. (20) PARRY: op. cit., p. 330, y BURKHOLDER y JOHNSON: op. cit., pp. 150-151. No quere PIDAL, mos con esto pasar por alto el fortalecimiento de las defensas de Panamá, sobre todo después de los ataques piratas de Morgan (1668, 16711)y otros; WARD: op. cit., pp. 174-175. En 1697 los franceses tomaron fugazmente Cartagena. MCFARLANE, A.: Colombia before Independence. Economy, Societv and Politics under Bourbon Rule. Cambridge, 1993, p. 24. (21) HUSSEY: op. cit., p. 360. (22) Consulta del Consejo de Indias, 12 de febrero de 1699, AGI/Panamáll60, en HART: op. cit. Apéndice XIH, 25 y ss. La Real Orden de 19 de abril de 1698 respecto a Pensacola, los datos de la expedición a Pensacola y la llegada del refuerzo de Zavala, se encuentran en el posterior relato del virrey, escrito a finales de 1699, sobre sus actuaciones en cuanto a la flota, en AGI/México/66. Agradezco al AGI el haberme facilitado una fotocopia de este informe. Para más datos sobre Zavala, véase también copia legal, p. 7. Para el sistema de defensa de España en el Atlántico, véase LYNCI-I: op. cit., p. 187 y PHILLIPs, C. R.: Six Galleons for the King of Spain. Imperial Defense in the Early Seventeenth Centui-y. Baltimore, 1986, pp. 8 y ss., y todo el ensayo. 14 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1 700)... Indias y punto neurálgico de navegación e información) y otras autoridades españolas (23). Una vez más el virrey puso en marcha el aparato de guerra español. Moctezuma ordenó nuevas levas de Infantería, el alistamiento de marineros y la preparación de los buques que debían unirse en Cartagena a la Armada de Barlovento, mandada por don Andrés de Pez. Esta flotilla avanza ría a continuación contra la colonia escocesa. El virrey también ordenó incor porar a esta expedición de la Armada de Barlovento los tres buques de Zavala recién llegados y los de la flota de don Juan Baptista de Mascarua (es decir, los dedicados a la defensa del convoy de la flota, que ahora estaban en el Cari be), y señaló que España aún disponía de otros recursos navales en el lugar (los que se ocupaban de la Carrera de Indias) si fueran necesarios. Pero cuan do la Armada de Barlovento (cinco buques con seiscientos cincuenta hombres a bordo) llegó a Portobelo en enero de 1699 vio que la colonia de los escoce ses era menor de lo que en un principio se había pensado, lo que hacía super fluo el desvio de la flota o el retraso en su regreso a España (que interrumpiría el comercio entre España y las Indias). Zavala afirmaba que sus buques no estaban listos y que, tras un brote de epidemia, no tenía suficientes marineros; por tanto, tampoco ellos podían, a primeros de 1699, participar en la expedi ción española combinada por tierra y mar a Darién, mandada por el conde de Canillas, capitán general (es decir, gobernador militar) y presidente de la Audiencia, corte suprema y cuerpo administrativo de Tierra Firme (Panamá). La expedición de Canillas, que también supuso levas de nativos de las Indias, sumaba un total de mil doscientos a mil quinientos hombres. Por desgracia la costa rocosa de Darién se consideraba demasiado peligrosa para los buques de don Andrés de Pez (que al parecer también estaban en mal estado), de modo que poco contribuyó en realidad la Armada de Barlovento al ataque a la colofha escocesa. Los problemas empeoraron con las copiosas lluvias del invier no, que dificultaban mucho el avance. La expedición de Canillas hizo pocos progresos y, tras una episódica escaramuza con los colonos, se vio obligada a abandonar su intento de expulsarlos, regresando Canillas a Panamá en abril de 1699 (24). Este aparente fracaso del sistema español en las Américas puso de relie ve ciertos problemas prácticos y la escasez de tropas españolas y buques, (23) Moctezuma a Carlos II, 14 de julio de 1699, México, AGI/México/61, en HART: op. cit., Apéndice XXI, pp. 229 y ss. Para más información sobre la importancia de La Habana en el sistema trasatlántico de España a comienzos de la era moderna, véase MCNEILL, J. R.: Atiantic Empires of France and Spain, Louisbur and Havana, 1700-1763. Chapel Hill, 1985, pp. 85 y ss. (24) El propio Canillas narra la historia a Carlos II, 6 de mayo de 1699, Panamá, AGItPanamá/l62, en HART: op. cit.. Apéndice XVI, pp. 261 y ss., y el virrey de Nueva España, con copias de las cartas a este respecto en AGJJMéxico/66: véase también copia legal, pp. 4-5 (en muchos aspectos se trata de una defensa de Canillas); y PREBBLE, J.: The Darien Disaster. Londres, 1968, pp 165 y 55. Según la comunicación a Carlos II, de Andrés de Pez, que se había quedado sin hombres para el frustrado asalto por tierra, 10 de junio de 1699, Portobelo, AGIJPanamáJl6O, en HjsRT: op. cit., Apéndice XIX, pp. 293 y ss., la retirada de Darién se acela ró aún más con la llegada de informes sobre buques ingleses que se dirigían a Portobelo. Año 2000 CHRISTOPHER STORRS artículos demasiado valiosos para malgastarlos (25). El fracaso de Canillas tampoco ocultaba la imperiosa necesidad de actuar nuevamente tras este revés en Darién. De hecho el virrey de Nueva España concedió entonces prioridad a la expulsión de los escoceses, a lo que contribuyó el hecho de que se hubiera frenado la expedición francesa a Pensacola, que (no deseando Luis XIV contrariar a España) no había opuesto resistencia frente a los españoles (26). Por su parte Moctezuma prefería dar prioridad a los escoceses en Darién porque enfrentarse a la expedición francesa suponía el riesgo de reavivar la guerra contra Luis XIV, con quien acababa de firmarse en Europa la paz que ponía fin a la guerra de los Nueve Años (Rijswijk, 1697). No suponía el mismo riesgo una confrontación con los escoceses, súbditos de Guillermo III, antiguo aliado de España contra el Rey francés (27). En mayo de 1699 Mocte zuma, para quien la velocidad era vital (pues lo esencial era que los colonos escoceses no se establecieran en Darién), ordenó la provisión de hombres y marineros. Insistió en que, contra lo que declaraba Zavala, éste no necesitaba nuevas tripulaciones para sus tres buques de la flota (con un cargamento de plata real y privada que ya se reclamaba desde Madrid, pero cuyo regreso a España también se había aplazado por temor a posibles ataques de los colonos escoceses). El virrey, que ya había dado orden ese mismo mes de que Zavala recibiera de México los fondos que necesitara, ordenó entonces el recluta miento de las tripulaciones de los buques (28). Los preparativos locales del virrey se completaron con medidas adicionales tomadas en la propia España, donde a comienzos de 1699 se preparaba en Cádiz el refuerzo añadido de dos buques de guerra y un buque más ligero, mandados por don Diego Peredo, y cinco compañías de Infantería bajo el mando global de don Juan Díaz Pimienta, maestre de campo general y recién nombrado gobernador de Cartagena (29). Estos refuerzos militares y navales españoles llegaron a Panamá en junio de 1699. Entretanto, Moctezuma había recibido orden de dar apoyo prioritario (25) La opinión del oficial español don Juan Martínez Retes de la Vega, veterano de las guerras de España contra Luis XIV en Europa (había prestado sus servicios a Guillermo III en la llamada guerra de Holanda de Luis XIV), favorable a abandonar el ataque sobre la colonia escocesa porque continuarlo significaría la pérdida innecesaria de soldados (y sería contrapro ducente a largo plazo), opinión enviada con Canillas a Carlos II, 6 de mayo de 1699 (ver más arriba), era común entre los soldados españoles de todos los territorios de la monarquía (y sin duda entre los oficiales del ejército de toda Europa), cuya consigna era la de conservar lo que se tenía, que no debía interpretarse como una resistencia a luchar sintomática de un declive militar de España. (26) HAFFENDEN, P.: «France and England in North America, 1689-1713», NCMH, vol. 6, p. 500. (27) La carta del virrey de 28 de marzo de 1699 en la que alega sus razones para dar prio ridad a la amenaza escocesa está en AGIfMéxico/R3/66. Se menciona brevemente en HART: op. cit., p. 6. (28) Véase Moctezuma a Zavala, 20 de julio de 1699, México, AGlfMéxico/6l, en HART: op. cit., Apéndice XXIII, pp. 310 y ss. Zavala finalmente zarpó de Veracruz hacia La Habana (camino de Darién) a finales de julio, Zavala a Carlos II, 28 de julio de 1699, Veracruz, AGIJMéxico/61. (29) Véase AGI/México/66, con una referencia a la orden de Carlos II a Moctezuma de enviar la Flota de inmediato, 3 de abril de 1699; y copia legal, p. 6. 16 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1700)... a esta empresa sobre cualquier otro compromiso. Pero en realidad a finales de junio los escoceses ya habían abandonado su colonia de Darién. Podría pensarse que el refuerzo español estuvo de más, e incluso que no tuvo influencia alguna en el fracaso de este primer intento colonizador escocés. Sin embargo, esto equivaldría a olvidar factores determinantes, como la hostilidad de España hacia la intrusión de los escoceses, ya evidente para los colonos, y el enconado empeño español en ambos lados del Atlántico por responder a la provocación escocesa. Aunque Zavala dejara La Habana y el Caribe rumbo a Cádiz en octu bre de 1699 creyendo que ya se había hecho frente a la amenza de los escoce ses (30), la resolución y el empeño de que venimos hablando habían consolida do todavía más el poder militar y naval de España en la América central, lo que iba a ser de mucha utilidad para los españoles cuando la segunda oleada de colonos escoceses llegara a Darién en noviembre de 1699 (31). La noticia de que los escoceses habían abandonado Darién en junio de 1699 no llegó a Madrid hasta tiempo después, y por eso el refuerzo del escuadrón de Peredo no fue el último intento de España de hallar solución al problema de los intrusos. En junio de 1699, dentro de ese afán general por recobrar Darién, Carlos II también ordenó la leva inmediata de dos nuevas compañías de Infantería, integradas por 100 hombres y mandada por 50 oficiales «refor mados» (aquellos cuyas unidades habían sido reformadas o reducidas al térmi no de la guena de los Nueve Años y se hallaban sin mando efectivo, por lo que podían hacerse cargo de compañías nuevas), 50 granaderos (una de las fuerzas de choque) y dos ingenieros militares que dirigieran las operaciones de sitio (32). Las levas de estas dos nuevas compañías se realizarían en Anda lucía, al sur de España, por razones obvias. En primer lugar, dada la urgencia de la expedición, era bastante lógico que el reclutamiento tuviera lugar lo más cerca posible de Cádiz, puerto de embarque de todas las expediciones a América, sobre todo porque reducía el tiempo de desplazamiento desde el lugar de reclutamiento hasta el puerto de embarque y también las previsibles deserciones por el camino. Además, pese a las dificultades económicas de España y la caída de su población en el siglo xvii, Andalucía seguía siendo una de las regiones más pobladas de España (gracias sobre todo a la riqueza de las Indias, canalizada a través de Sevilla y Cádiz) y, por tanto, el importan te punto de reclutamiento que siempre había sido (33). Carlos II también (30) Zavala a Carlos II, 11 de enero de 1700, Cádiz, AGIJMéxico/61, en HART: op. cit., Apéndice XXIX, p. 338. (31) AGIIMéxico/66, donde se hace referencia a las órdenes de Carlos II a Moctezuma de 30 de abril y 13 de mayo de 1699, de dar absoluta prioridad al apoyo de la expedición contra los escoceses; copia legal todo el documento. (32) Véase memorándum de medidas ordenadas por Carlos II, 30 de octubre de 1699, citado anteriormente. (33) Orden Real de 8 de junio de 1699, Archivo General de Simancas, Guerra y Marina [en adelante AGS/G y MI/legajos 3100, 3114; instrucciones de Navarrete, mayo de 1700, MN/Navarrete/Darién. El 29 de agosto de 1699 Carlos II ordenó la preparación de nombra mientos en blanco para los dos capitanes de Infantería (todavía por designar) y uno para quien había sido nombrado capitán de Granaderos, AGS/G y M/3 114. Véase sobre la población de Año 2000 CHRISTOPHER STORRS dispuso que el Consejo de Guerra diera al capitán general de Artillería de España instrucciones para el envío a Darién de la considerable cantidad de municiones que se calculaba necesaria para la operación (34). Una semana después el Consejo de Guerra decidió que la Junta de Guerra de Indias, comité conjunto de los Consejos de Guerra y de Indias, y responsable de coordinar el esfuerzo militar en las Indias, asumiera la responsabilidad global de la expedi ción de Darién. También solicitó al príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt, virrey de Cataluña, ingenieros militares del Ejército de Cataluña, una de las principa les unidades de combate de España (y claro está, de la monarquía) (35), La febril actividad no pasó desapercibida al embajador de Luis XIV en la corte española (36). Los refuerzos salieron de España en octubre de 1699 (37). Los integraban dos buques, el Nuestra Señora de la Almudena y San Cayetano (adquirido para la ocasión) y el Castilla, mandados por el almirante don Francisco Salmón. Llevaban dos compañías de Infantería de 100 hombres cada una, oficiales «reformados» (la celeridad con que se reunieron los refuerzos impidió alcan zar los cincuenta que se pretendía en un principio) y una compañía de 50 gra naderos: unos 300 hombre en total. También iban a bordo el veterano inge niero militar don Melchor Vélez de Guevara, otros dos experimentados oficiales de Artillería y cuantiosas municiones: 500 rifles, 100 quintales de pólvora, 2.000 granadas, 1.000 «bombas» y seis morteros, entre otras. La capacidad de España para conseguir (en parte por fabricación nacional) y enviar estas municiones —algunas de ellas montadas originalmente para la expedición de Pensacola—, es otro indicio de las desigualdad en recursos entre España y los colonos escoceses. La flotilla de Salmón se engrosaría con fuerzas locales en las Américas. Al tiempo que partía esta expedición el virrey de Nueva España recibió la orden de que el ingeniero jefe militar de ese reino se incorporara a las fuerzas de Salmón. Antes incluso, en agosto de 1699, don Gaspar Portocarrero, virrey de Perú y conde de Monclova, veterano militar en cuyo virreinato se hallaba Darién, había sido enviado a Panamá para hacerse con el control global de la operación contra los escoceses y aportar entre Andalucía BUSTELO, F.: «La Población: del Estancamiento a la Recuperación>, P. Molas Ribal ta, ed. Historia de España de Menéndez Pidal, pp. 509 y ss. (34) Carlos II adon José Pérez de la Puente, 8 de junio de 1699, AGS/G y M131l4. (35) Consulta del Consejo de Guerra, 15 de junio de 1699, AGSIG y M/3100. Aunque se centran en los siglos xvi y comienzos del xvii, los siguientes estudios constituyen valiosas aportaciones sobre la estructura general (y explican la terminología) del Ejército español. PARKER, G: The Army of Fianders and ¡he Spanish Road, 1567-1659: The Logistics of Spanish Victory and Defeat in ¡he Low Countries. Cambridge, 1972. QUATREFAGES, R.: «The Military System of the Spanish Habsburgs», en Banon Martínez, R. y Barker, T. M., eds., Armed Forces and Socieiy iii Spain Post and Present. Columbia, 1988, y RIB0T GARCÍA, L.: «El Ejército de los Austrias. Aportaciones Recientes y Nuevas Perspectivas», Pedralbes, vol. 3. 1983, pp. 89 y ss. Para un raro estudio sobre un contingente español de finales del siglo XVII, véase STomi.s: op. cit. (36) MAURA: op. cit., pp. 574-575. (37) Véase memorándum de medidas ordenadas por Carlos II, 30 de octubre de 1699, en nota anterior. 18 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1 700)... quinientos y seiscientos hombres de su virreinato. El presidente de la Audien cia de Guatemala recibió las mismas órdenes de reclutar y enviar hombres. España y su imperio americano se preparaban para un nuevo y serio intento coordinado de expulsar a los colonos de Darién (38). Sin embargo, mucho más importante es que el refuerzo militar y naval de Salmón (que llegó a Cartagena en noviembre de 1699 y después se trasladó a Portobelo) se concibiera desde el principio como la vanguardia de una empre sa militar y naval española mucho mayor contra los colonos de Darién, Al conocerse los informes de que habían llegado a Darién más buques que trans portaban no sólo escoceses, sino también irlandeses y daneses, y que se espe raba la llegada de más, en Madrid quedó patente la necesidad de un esfuerzo mayor por parte de la metrópoli. Así pues, en junio de 1699 se decidió que para expulsar a los colonos extranjeros, aparte de las tropas de Salmón, que sumaban unos cuantos centenares de hombres, debía efectuarse en España la leva de otros dos mil quinientos hombres. Esta expedición, mucho más ambi ciosa, llevaría cierto tiempo y exigía a todas luces una esmerada planificación. Por tanto, el Consejo de Guerra recibió instrucciones de dar las órdenes opor tunas al comisario general de Infantería (con responsabilidad global sobre el reclutamiento) para que quedaran asignados los distritos de reclutamiento necesarios, con el fin primordial de evitar duplicaciones innecesarias y retra sos en las tareas de reclutamiento (39). Posteriormente don Pedro Fernández de Navarrete, caballero de la prestigiosa orden militar de Santiago, hombre con una distinguida hoja de servicios y que había mandado el escuadrón de España en Flandes, fue designado por Carlos II responsable de esta empresa mucho mayor (40), cifrada en octubre de 1699 en 4.900 hombres entre sólda dos y tripulación de distintas especialidades (41). (38) Véase instrucciones de Navarrete, mayo de 1700. MN/Navarrete/Darién, párrafos 14 y ss., y relación de la fuerza de Salmón en FERNÁNDEZ DURO, C.: La Armada Española desde la Unión de los Reinos de Castilla y de Aragón, 9 vols. Madrid, 1894-1903, vol. 5, pp. 300 y ss. Una vez cumplido su mandato de tres años como virrey, en el verano de 1699 Monclova iba á ser sustituido por el conde de Eril, protegido de la Reina, esposa de Carlos II. Sin embargo, debido a la crisis de Darién, y en vista de la experiencia y capacidad de Monclova (había sido gobernador de Orán cuando aquel lugar estuvo sujeto al ataque moro a partir de 1681), su mandato se prorrogó por otros tres años; MAURA:op. cit., p. 575. A primeros de julio de 1699 Carlos II ordenó elaborar nombramientos en blanco para los altos mandos militares de maestre de campo general, general de artillería y sargento general, que debían enviarse al virrey de Perú para la fuerza que éste preparaba. AGS/G y M/3 114. (39) Véase memorándum de medidas ordenadas por Carlos II, 30 de octubre de 1699 (ver más arriba) y consulta de 29 de junio de 1699, AGS/G y M13114. El sistema general de recluta miento y su organización están bien descritos por Tnos1PsoN: op. cit., pp. 107 y ss. (40) Véase Carlos II al secretario de Guerra de Tierra, 16 de agosto de 1699, AGS/G y M13 114, aprobando la consulta adjunta de la Junta de Guerra de Indias sobre el suministro de bombas para la expedición de Darién y ordenando al Consejo de Guerra dar las órdenes necesarias. Para más datos sobre los comienzos de la carrera de Navarrete, véase Navarrete a [Felipe V de España?I, 12 de junio de 1703, Cádiz, MN/Navarrete/Darién. (41) Consulta de 8 de octubre de 1699, AGI/Panamá!16l, folios 443 y ss. Para más información sobre la composición de las tripulaciones de los buques, véase PrnLLIps: op. cit., pp. 140 y ss. Año 2000 CHRISTOPHER STORRS El éxito dependía, sin duda, del poder naval además del militar. Es casi un tópico afirmar que el declive de España en el siglo XVII vino acompañado de una disminución en su maestría y capacidad industrial y técnica, de lo que es ejemplo el sector astillero del norte de España. Sin embargo esto no era nece sariamente un problema, porque España podía comprar en el extranjero los buques que necesitara (42). También podía recurrir a los corsarios, expediente habitual en la guerra naval europea a comienzos de la era moderna. Se empleaban corsarios sobre todo cuando la Marina «estatal» no era suficiente, y habían sido muy utilizados por todos los bandos en la guerra de los Nueve Años. En junio de 1699 Carlos II aprobó la concesión de patentes a los corsa rios vascos para que operaran contra los «piratas» en las aguas de la América española (43). Pero aunque sería erróneo establecer distinciones muy preci sas entre lo público y lo privado en una época en que el todavía incipiente Estado aún dependía mucho de financieros y contratistas privados, quien costeó casi todos los esfuerzos sucesivos por desalojar a los escoceses fue el Estado español de los Habsburgo, de modo que no debemos exagerar este aspecto (ni otros) del así llamado «declive» de España. En la primave ra de 1699, en Cantabria se estaban construyendo cuatro nuevos buques —el Santísima Trinidad, el San Francisco, el Santa María de Tesanos y el Nuestra Señora de Begoña— para la Armada del Mar Océano (la principal flota espa ñola, creada en la década de 1590, que protegía el extremo oriental del Atlán tico y a veces se desviaba a tareas de defensa del Mediterráneo), y en Pasajes, Guipúzcoa, dos galeones para la Carrera de Indias. Esto indica que España se bastaba pra construir nuevos buques y cubrir al menos algunas de sus propias necesidades navales, y que al terminar la guerra de los Nueve Años el gobier no de Carlos II se había embarcado en un programa de reconstrucción naval. Esos seis buques constituirían el núcleo del escuadrón integrado en la expedi ción de Darién que ahora se montaba. La monarquía española, con todos sus recursos militares y navales (hombres, material, experiencia y organización) se preparaba así para afrontar de una vez por todas la amenaza de los escoce ses (44). (42) Véase consulta de 18 de marzo de 1699, sobre la carta de don Bernardo de Quirós, ministro español en La Haya, en la que éste informa de una oferta holandesa para construir buques para la flota española. AGS/G y M/3906. (43) AGS/G y M/3114. Véase Memorándum de medidas ordenadas por Carlos II para expulsar a los escoceses de Darién, 30 de octubre de 1699, Madrid, AGlJPanamáIl6l, en HART: op. cit., Apéndice XXVIII, pp. 322 y ss. (en p. 327). Sobre el uso generalizado de corsarios, véase BROMLEY.J. S. y RYAN, A. N.: «Navies», NCMH, vol. 6. pp. 790 y ss. No hay mucho escrito sobre los corsarios españoles, pero OTEROLANA, E.: Los corsarios españoles durante la decadencia de los Austrias. El corso español del Atlántico peninsular en el siglo XVII (1621-97). Madrid, 1992, constituye una buena introducción al tema. Sobre la «privatización» de la guerra por los estados, véase THOMPSON, 1. A. A.: op. cit., todo el ensayo. (44) Orden de Carlos II, 22 de junio de 1699, AGS/G y M/3114 y memorándum de medi das ordenadas por Carlos II, 30 de octubre de 1699 (ver más arriba). Para más datos sobre el deficiente estado del sector astillero español en tomo a la década de 1640, véase LYNCI-!: op. cii., p. 186; y en la de 1690, KAMEN: War of Succession, y WALKER, G. J.: Spanish Poliiics and Imperial Trade, 1700-1 798. Londres, 1979, p. 94. Para una visión más positiva, 20 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1700)... Sin embargo, aun reconociendo la determinación y capacidad de España en la defensa de su imperio en la América central, también hay que admitir que sus ingentes compromisos defensivos le impedían desviar todos sus recur sos, también ingentes, a la expedición de Navarrete. Para ser más precisos, entre 1698 y 1700, nada más finalizar la guerra de los Nueve Años, la monar quía española tuvo que afrontar una grave contienda en el norte de Africa. En su fase expansiva del siglo XVI España había extendido su imperio por el estre chode Gibraltar, estableciendo una hilera de confinados baluartes en el norte de Africa. Estos solitarios puestos de la monarquía, en cuyas guarniciones el servickí tomaba con frecuencia la forma de castigo, se hallaban inmersos en una prolongada lucha (que el eurocentrismo de los historiadores tiende a olvi dar) con los moros vecinos (45). A estos últimos los instigaban los enemigos de España, deseosos de apartarla de la lucha europea. Durante la guerra de los Nueve Años los moros habían atacado Orán (en 1693) y Ceuta y Melilla (en 1695), apoyados por Francia (46). En 1698 estalló otra de estas crisis periódicas al lanzar el Rey de Marruecos un renovado asalto a Ceuta. En mayo de 1698 el Consejo de Estado español rechazó las galeras y tropas para la defensa de Ceuta y Orán que Luis XIV ofrecía con la evidente esperanza de aprovechar los aprietos de España ante sus compromisos de defensa para ganar terreno en la lucha, que ya se fraguaba, por la sucesión española. (Pero Carlos II buscó ayuda de la vecina Portugal, compensándola con privilegios comerciales en las colonias americanas de España, una forma distinta y mejor que la de los escoceses de conseguir acceso a éstas.) Fue decisivo que, al esta llar la crisis de Darién, España ya estuviera sumida en una ardua lucha en el norte de Africa, lo que inevitablemente afectó a la atención y recursos que podía desviar para responder a la amenaza de los escoceses (47). Aparte de véase KArVIEN:Spain jo the Leter Seventeenth Centurv, p. 115. También es útil PHLLLIPS:op. cit., relato de la construcción de seis buques para Felipe IV en los astilleros vascos en la década de 1620. Pese a su argumento general, hay pruebas de un giro hacia mejor en (desde?) los años 1660 en GOODMAN: op. cit., pp. 136-137 y apéndice D. Véase también Ibid., pp. 140 y 144, para más datos sobre los esfuerzos durante el reinado de Carlos II por garantizar una mayor autosu ficiencia española en suministros navales. Para una visión general de la Armada española en este período, véase FERNÁNDEZDURO, C.: op. cit., vol. 5, todo el ensayo. (45) El Africa española de comienzos de la era moderna es otra esfera que aún aguarda a su historiador, pero véase BRAUDEL, F.: The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II. Londres, 1975, todo el ensayo; PIKE, R.: Penal Servitude jo Earlv Modern Spain. Wisconsin, 1983, con un provechoso mapa del conjunto, p. 42; y MATHIEX, J.: «The Mediterranean», NCMH, vol. 6, p. 554. En 1681, el gobernador de Orán había perecido con casi todos los hombres a sus órdenes, 300 de Infantería y 150 de Caballería, en una expedición de castigo contra buques corsarios moros, MAURA: op. cit., p. 274. (46) Stanhopea Nottingham, 22 de julio de 1693, Madrid, SP94/73, folio 180; a Hopkins, 11 de mayo de 1695, y a Vernon, 13 y 27 de julio de 1695, todas en Madrid, SP94/74, folios 30, 4ly43. (47) Para la oferta del Rey francés en 1698, la respuesta del Consejo de Estado (que esta ba dividido en este tema), y el recurso a Portugal, véase MAURA: op. cit., pp. 526-527 y 563. El Rey español consiguió también rechazar las ofertas de ayuda de Luis XIV para la expulsión de los escoceses de Darién, hechas a través del Papa y del nuncio en Madrid, aludiendo a la prime- Año 2000 CHR!STOPHER STORRS Ceuta y Darién, otras fuentes de inquietud en Madrid eran la insuficiencia de las guarniciones de NavalTa (llave para la defensa de los Pirineos más occi dentales) y —pese al apoyo del Rey de Portugal en el norte de Africa— la actividad militar en el lado portugués de la frontera (que en gran medida anti cipaba con ansiedad la muerte de Carlos II). Estas otras preocupaciones deben tenerse en cuenta en el examen de la respuesta española en Darién (48). Ya se estaba efectuando el reclutamiento en Andalucía para el norte de Africa (frente al estrecho de Gibraltar, lo que hacía de Andalucía el mejor punto de reclutamiento para esta expedición, al igual que para la de Darién) cuando Carlos II decidió aumentar la dotación para Darién hasta más de 2.000 hom bres. El intento de satisfacer las exigencias de ambos escenarios bélicos inevitablemente trajo consigo dificultades, y pronto hubo que tomar compli cadas decisiones sobre prioridades de guerra. En septiembre de 1699 el Rey remitió al Consejo de Guerra un escrito de la Junta de Guerra de Indias, que aconsejaba retirar cinco compañías del tercio de don Francisco de Luna, por entonces en Melilla, para su envío a Darién (49). A esta respuesta enseguida siguió otra que reflejaba la creciente preocupación en Madrid: si la expedi ción de Darién no zarpaba pronto (antes de mitad de diciembre, momento en que empeoraban las condiciones de navegación en el Atlántico) se desperdi ciaría el esfuerzo realizado. Por otro lado, se pensaba que la defensa de Ceuta, por su proximidad a España, nunca precisaría de tropas, mientras que Darién podría perderse para siempre si no se actuaba cuanto antes. En octu bre de 1699,’ aludiendo a la necesidad de dar prioridad a la expedición de Darién, Carlos II comunicó al marqués de Villadarias, gobernador y capitán general de Ceuta, la decisión de retirar de Ceuta los tres tercios de armada («marines») más antiguos —los de don Carlos de San Gil, don Jorge de Villalonga y don Antonio Varrientos—, lo que refleja la vital importancia de las unidades de veteranos en una operación de la trascendencia de Darién. Así pues el gobernador devolvió a Andalucía esos tres tercios, y allí la Comisaría General de Infantería asignó distritos de reclutamiento para refor zarlos antes de que partieran hacia Darién. El conde de Corzana, comisario general, informaría de la decisión a los corregidores (principales jueces y cabezas del ejecutivo en las localidades bajo jurisdicción directa de la Coro na) y justicias (magistrados y oficiales que formaban el poder ejecutivo básico en todas las localidades, tanto dentro como fuera de la jurisdicción real), cuya cooperación era esencial para llevar a buen término la operación. - ra evacuación de los escoceses, Carlos II al papa Inocencio XII. octubre de 1699, San Lorenzo del Escorial, AGSIEstado/309 1. (48) Véase varias consultas en AGS/G y M/3099 y AGSIEstado/4044. Las breves histo rias independientes sobre regimientos españoles de SOTO DE CLONARD: Historia Orgánica de las Armas de Infantería y Caballería Españolas desde la creación del Ejército Permanente hasta el día, 16 vols. Madrid, 185 1-1862, esp. vol. 8, aportan una ajustada idea de los muchos compromisos de España (y del rápido desplazamiento de las unidades de un escenario a otro) en estos momentos. (49) Consultas de 7 de septiembre de 1699, AGS/G y M13115 y de 18 de septiembre de 1699, AGS/G y M13101. 22 68 EL «DESASTRE» DE DARiÉN (1698-] 700)... El propio Carlos II se encargó de informar al duque de Alburquerque, capitán general de las costas de Andalucía, quien recurriría a su amplia autoridad e influencias en el reclutamiento, y también a los gobernadores de diversos puertos andaluces (como Cádiz y Sanlúcar de Barrameda). Para acelerar las cosas se ofrecieron bonificaciones a los capitanes de reclutamiento por completar sus compañías, y Carlos II concertó grandes facilidades de crédito para estas operaciones (50). Por si tales medidas no atraían a suficientes reclutas se resolvió también la leva forzosa de vagabundos (51). Sin duda, en el otoño de 1699 y tras el fracaso de la expedición de Canillas, la presencia escocesa en Darién encabezaba las preocupaciones defensivas más inmedia tas de España; y para despejarla se puso en marcha desde la propia España un sistema de movilización militar y naval que ya en otras ocasiones había dado buenos resultados (52). Sería ingenuo esperar que no hubiera surgido ningún tropiezo en los preparativos de una expedición de este calibre. Para empezar, el reclutamien to no fue tan rápido ni tan fluido como se había esperado. A finales de octu bre de 1699 los tercios que se habían retirado de Ceuta todavía estaban en Gibraltar y sus proximidades (donde habían desembarcado) sin haber partido hacia los distritos y cuarteles de reclutamiento a que estaban destinados en Jaén, Córdoba, Granada y sus aledaños. A finales de noviembre la Comisaría General de Infantería achacaba el retraso al hecho de que los capitanes de los tres tercios no conocían las cifras exactas, lo que les impedía proseguir. Sólo cuando éstas se supieran, los magistrados de las comunidades por donde iban a pasar —y donde serían reclutados y acuartelados— podrían hacerse una idea precisa de sus obligaciones (es decir, del número de reclutas que ellos y sus comunidades debían aportar) hasta que embarcaran en Cádiz hacia Darién. Las compañías del tercio de Villalonga no salieron de Gibraltar hacia los distritos que les habían asignado hasta finales de noviembre de 1699. Indicio de la inquietud por Portugal, entre los distritos estaban ahora Ayamonte, en el golfo de Cádiz, y el condado de Niebla (patrimonio de los duques de Medina Sidonia), en la frontera con Portugal. A primeros de diciembre Carlos II inten tó impedir nuevos retrasos con el envío de cartas en blanco a ciudades y magistrados, que después se remitirían a Navarrete, quien debía rellenarlas (50) Véase consulta de 8 de octubre de 1699. AGI/PanamáJl6l, folios 443 y ss. Se prometió a los capitanes diez escudos por los primeros diez reclutas presentados en Cádiz, 15 es cudos más por los siguientes diez, 18 escudos por 20 más (que sumarían compañías de 40 hom bres), 25 escudos por los siguientes 20, y 30 escudos por los 40 hombres con los que las compañías alcanzarían hasta un centenar de soldados. (51) Véase consulta de 23 de diciembre de 1699 para la decisión de Carlos II (sobre consulta anterior de 21 de octubre de 1699) de emplear vagabundos en la expedición de Darién, y el envío de las órdenes correspondientes al presidente de la Cancillería de Granada, goberna dores y corregidores, AGS/G y M/3909. (Se señalaba que ya se habían levado 300 vagabundos para Ceuta.) (52) Carlos II al marqués de Villadarias y al duque de Alburquerque, 16 de octubre de 1699, San Lorenzo, y Carlos II a don Pedro Fernández Navarrete. almirante general de la Armada del Mar Océano, 21 de octubre de 1699, todos en AGS/G y M/3908. Año 2000 CHRISTOPHER STORRS con los nombres correspondientes. Pero el plazo inicial para que la expedición zarpara, mediados de diciembre, parecía cada vez menos realista (53). También surgieron problemas en los preparativos de la expedición de Navarrete. En primer lugar estaba la dificultad de encontrar los numerosos marineros necesarios para dotar los buques (54). Ya en julio de 1699 la Junta de Apresto de Armadas, comité del Consejo de Guerra responsable de equipar las flotas de España (55), se había convencido de la imposibilidad de reclutar a todos en Cantabria (y de facilitarles ropa), aunque se haría lo posible por conseguir tripulaciones en las poblaciones marítimas de algunas de las demás regiones en el trayecto de Cantabria a Cádiz (56). En segundo lugar, pronto se cuestionó la participación en la expedición de los cuatro buques recién cons truidos en Cantabria que se habían asignado a la expedición de Navarrete. A comienzos de octubre de 1699 don Mateo de Laya comunicó la llegada a Cádiz de los cuatro buques (el buque insignia Santísima Trinidad, el Santa María de Tesanos, el Nuestra Señora de Begoña y el San Francisco). Pero se vio obligado a informar de ciertas deficiencias, contratiempo provocado, sobre todo, por la necesidad de salir de Cantabria antes de que llegara el mal tiempo, sin que los buques estuvieran listos del todo: la urgencia de organizar la expe dición hacia Darién había contribuido a estos problemas. El buque insignia estaba en buen estado, pero los dos buques mayores, los galeones Santa María de Tesanos y Nuestra Señora de Begoña necesitaban reparaciones de impor tancia. Por fortuna podían realizarse en los astilleros de Cádiz. Se veía incluso factible concluirlas dentro del plazo de diciembre. Sin embargo estas esperan zas pronto se revelaron vanas: en noviembre la Junta de Guerra de Indias deci dió que el Santa María de Tesatios y el Nuestra Señora de Begoña no zarpa ran con la expedición de Navarrete. Posteriormente ordenó que también el San Francisco se quedara atrás (57). En vista de las dificultades y a falta de otros (53) Véaseduque de Alburquerque a Carlos II, 29 de noviembre de 1699. Puerto de Santa María, AGS/G y M/39 13; y don Antonio Ortiz de Otalora al conde de la Corzana, 4 de diciem bre de 1699, AGS/G y M13911; y mapa de Andalucía (en el que se indican estos territorios), en PIERSON, P.: Coinmander of the Armada. The Seventh Duke of Medina Sidonia. Yale, 1989, p. 2. (54) Navarrete a don Antonio Ortiz de Otalora, 25 de octubrede 1699, Cádiz, AGSIG y M/39. (55) Consulta de 1 de julio de 1699, AGS/G y M/Mar/3906. En 1607 Felipe III había ordenado la compilación de un registro de marineros en Guipúzcoa, medida extendida al resto de España en 1625, en parte para agilizar el suministro de marineros a las flotas reales. Sin embargo este sistema, llamado «matrícula de mar», no parece haber funcionado del todo bien hasta que fue reajustado en el siglo XVIII; véase O’DOGHERTY, A.: «La Matrícula de Mar en el reinado de Carlos III», Anuario de Estudios Americanos, vol. 9 (1952), pp. 347 y SS.; DESDEVI SES DU DEZERT. G.: La España del Antiguo Régimen. Madrid, 1989, pp. 504 y ss., y GOODMAN: op. cir., pp. 181 y ss. Se echa en falta un estudio moderno y completo de la «matrícula». (56) Véase consulta de 19 de diciembre de 1699, AGS/G y M/3906, sobre la carta del marqués de Astorga, gobernador de Galicia, acerca de la leva de tripulaciones para los cuatro buques que estaban en Galicia. (57) Consultas de 17 de octubre de 1699, AGSIG y M/3906, 20 de octubre de 1699, AGI/PanamáJl6l, folio 560 y 26 de noviembre de 1699, AGIIPanamáJl65, folio 679; Navarrete a [?J, 19 de noviembre de 1699, Cádiz, AGS/G y M/3914. En 1694-95 las flotas inglesas y holandesas habían pasado el invierno atracadas en Cádiz, en parte por las instalaciones de sus astilleros, EHRMAN, J.: The Navy in the War of William III. Cambridge, 1953, p. 526. 24 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1700)... buques Carlos II pospuso la partida de la expedición de Navarrete hasta marzo de 1700 (58). Igual de problemática resultó la financiación de las expediciones de Darién. El reclutamiento, suministro de ropa, alojamiento, provisiones y todos los demás gastos que conlieva una gran empresa militar y naval resultaban muy onerosos (59) en un momento en que la Corona tenía gran necesidad de ingresos y no acababa de recuperarse del inmenso coste de la guerra de los Nueve Años (60). Señal de esto es que en junio de 1699, por falta de fondos, no pudiera cumplirse en Sevilla —uno de los centros de la industria de armas de Espáña, y bien situada para el rápido suministro de municiones a las Indias— la orden real de fabricar seis culebrinas de bronce para su inmediato envío a las Indias, al no haberse recibido de México el dinero necesario para pagar el asiento o contrato (61). Los problemas financieros derivados de la expedición de Darién se agudizaron con la situación en el norte de Africa (y otros lugares), que exigía esfuerzos igualmente costosos (62). Pero no hay que dejarse engañar por estas dificultades: aunque el gasto de Madrid no estuviera a la altura de los años 1630, 1640 y 1650, la corte todavía podía permitirse desembolsos muy elevados para sufragar la defensa de la monarquía, y estaba dispuesta a ello. Aún no se han estudiado a fondo las finanzas españolas del reinado de Carlos II, pero sin duda alguna los ministros del Rey lograron costear la defensa del imperio con métodos diversos. Entre estos estaban los donativos (contribuciones o exacciones más o menos voluntarias) y présta mos de determinados grupos opulentos, como la élite de comerciantes de Sevilla, tramitados en este caso a través de la Casa de Contratación, que controlaba el comercio con las Indias (63). En octubre de 1698 la Corona (58) Véase consulta sobre el estado de preparación de la fuerza de Navarrete, 26 de enero de 1700, AGlJPanamá/164, folios 87 y Ss. (59) Véaserelación de costes de aprovisionamiento del tercio de don Jorge de Villalonga hasta su partida, adjunto con duque de Alburquerque a Carlos II, 29 de noviembre de 1699, Puerto de Santa María, AGS/G y M13913. (60) Véase GARZÓNPunJA: op. cit., todo el ensayo; KAMEN: Spain in the Later Seventeenth Century, pp. 357 y ss. (61) Consulta de 28 de junio de 1699, AGS/G y M/3 114. (62) En 1699 Madrid dedicaba importantes sumas a las fortificaciones de Cádiz, Gibral tar y sus «presidios» del norte de Africa, véase diversas consultas en AGS/G y M/3099. En julio de 1700 se suspendieron todas las asignaciones procedentes de los fondos conocidos por ingresos de la Cruzada (es decir, la parte que correspondía al Estado de la venta de bulas papales) debido a las necesidades de Ceuta, que estaba sitiada (en un esfuerzo global por conseguir fondos para necesidades militares en Cataluña, Guipúzcoa, el norte de Africa, etc.), MAURA: op. cit., pp. 632-633. (63) Para más datos sobre donatios véase THOMPSON,1. A. A.: «Castile: Policy, Fiscality and Fiscal Crisis», en Hoffman, P. T. y Norberg, K., eds., Fiscal Grises, Liberty and Represen tative Government, 1450-1 789. Stanford, 1994, p. 174. En ese artículo y en «Castile: Absolu tism, Constitutionalism and Liberty», ibid., Thompson ve el abandono de las aspiraciones a gran potencia por parte de la Corona de Castilla como la clave que explica la historia fiscal y político-constitucional del reinado de Carlos II y que hizo posibles sus reformas. Sin embargo, yo aducía que precisamente sus ininterrumpidas aspiraciones a gran potencia fueron lo que empujó a la Corona de Castilla hacia cambios encaminados a conseguir fondos con fines Año 2000 CHRISTOPHER STORRS solicitó más de 500.000 pesos a esta comunidad de comerciantes (que ya había donado al Rey una concesión especial o «servicio») para ayudarle a cubrir sus numerosos compromisos. En un principio los comerciantes se negaron, pero en agosto de 1699 ofrecieron un préstamo de 300.000 pesos a condición de que se destinara a expulsar a los escoceses, lo que sin duda refleja su propia visión de las repercusiones que podía tener la presencia extranjera en Darién sobre el comercio y riqueza americanos de Sevilla (64). En octubre de 1699 se habían gastado casi 200.000 pesos (lo que restaba del anterior «servicio» y la primera fracción de este préstamo posterior), y se presionaba a los oficiales para que consiguieran 25.000 pesos más con que sufragar las levas de tropas en Cádiz para la fuerza de Darién (65). Lograron paliar la escasez de fondos: a finales de octubre de 1699 el «asistente» (o corre gidor real) de Sevilla envió a Gibraltar 10.000 escudos para que los tercios de Darién que se habían retirado a Ceuta pudieran acudir a sus cuarteles de invier no (66). Pero fue inevitable que la escasez de fondos afectara al proyecto. En diciembre de 1699 Carlos II ordenó suspender el reclutamiento de los tercios de Darién, al no haberse conseguido los 25.000 pesos y haberse aplazado la salida del escuadrón de Navarrete (67). Antes de abordar la culminación de la expedición de Navarrete analizare mos otro recurso que España utilizó para el contraataque en Darién: la diplo macia, instrumento del poder español de finales del siglo xvii, cuyo estudio también se ha descuidado. Hasta ahora la opinión más extendida sobre el papel de la diplomacia en el asunto de Darién atribuye el desenlace favorable para los españoles a la renuencia de Guillermo III a romper con España, aunque fuera a costa de sus súbditos escoceses, debido a su política global contra Francia. Sin duda hay algo de verdad en que podría hablarse de un de defensa. Y sobre todo fue así porque, aunque puede que los ingresos descendieran de cerca de 24 millones de ducados (1665) a unos 20 millones tomando el reinado de Carlos II en su conjunto, el gasto pudo (por ejemplo, en 1674, durante la llamada Guerra de Holanda, y cuando España también hubo de enfrentarse a una grave revuelta en Sicilia) alcanzar los 23 millones de ducados (la cifra más alta desde 1504, según la tabla de Thompson, publicada en Ibid., pp. 157158). Muchas de las «reformas» señaladas en Sánchez Belén (aunque por supuesto no todas), se llevaron a cabo durante las numerosas guerras del reinado de Carlos II y deben verse, ante todo, corno dispositivos fiscales propios de tiempos de guerra. (64) SÁNCHEZBELÉN: op. cit.. p. 275. Estas negociaciones entre la Corona y los sectores opulentos de la sociedad castellana a quienes se podía acudir en busca de dinero influyeron sin duda en la paralización de las Cortes de Castilla durante el reinado de Carlos II. Del total, 200.000 se entregarían sólo cuando fuera a pagarse a las tripulaciones y tropas de los buques, es decir, cuando la expedición estuviera a punto de partir. (65) Véase memorándum de medidas ordenadas por Carlos II, 30 de octubre de 1699 (ver más arriba) y consulta de 4 de noviembre de 1699 sobre la carta de Navarrete de 25 de octubre de 1699, AGS/G y M/391l. Según MAURA: op. cit., p. 596, el Estado, falto de fondos, desvió 80.000 de los 300.000 pesos para sufragar una jornada real o «excursión» al Escorial en el otoño de 1699, después del «hechizamiento» de Carlos II. Cómo, exactamente, no está claro. (66) Consulta de 6 de noviembre de 1699, AGS/G y M/3101. (67) Véase consulta sobre el estado de preparación de la fuerza de Navarrete, 26 de enero de 1700, AGIIPanarnáJl64, folios 87 y ss. 26 68 EL «DESASTRE» DE DARiÉN (1698-1700)... triunfo diplomático «pasivo» de España en el episodio de Darién (68). Sin embargo, la diplomacia española jugó un papel mucho más activo de lo que esto implica. Al igual que la estructura militar y naval de España, su diploma cia contaba con una gran experiencia y una extensa red forjada en el siglo XVI y a comienzos del xvii. Esta red, integrada por personalidades a menudo muy competentes, constituyó otra valiosa fuente de información, y también gracias a ella pudo Madrid movilizar recursos adicionales (extranjeros y nacionales) en momentos de apuro (69). España no tenía ministros residentes en la propia Escocia pero el marqués de Canales, hábil diplomático de Carlos II en Londres, siguió de cerca el proyecto de Darién. En enero de 1696 enviaba al Rey de España una copia impresa (con traducción al español) de la ley por la que el Parlamento escocés había fundado en 1695 la Compañía para el Comercio con Africa y las Indias Occidentales, y le aconsejaba que impidiera en lo posible la fundación de colonias extranjeras en las Indias, a través de los gobernadores allí destacados (70). Dieciocho meses después, Canales volvía al tema relatando sus intentos de poner trabas al desarrollo de la Compañía, respaldado por los comerciantes ingleses que se oponían a ella. Pero el proyecto cobraba nuevos bríos, y Canales envió una copia impresa de otra propuesta para esta compañía comercial, cuyos agentes, según comunicaba, habían llevado a buen fin su propósito de adquirir buques en Hamburgo. Cana les expresaba además su preocupación por no haber recibido respuesta a su anterior informe sobre el tema (que el Consejo de Estado había remitido al Consejo de Indias). A primeros de 1699, tras el éxito inicial de la expedición escocesa, Canales parecía lógicamente más alarmado, tanto más cuanto que también los ingleses se mostraban dispuestos a establecer colonias en las zonas teóricamente deshabitadas del imperio español (siguiendo el ejemplo de los escoceses). Para malestar de Guillermo III, Canales elevó una protesta formal en Londres contra la colonia escocesa, expresando sin ambages la ini(68) Sin embargo, a este respecto merece la pena destacar, sobre todo por la luz que arroja sobre la interpretación que imperaba en Madrid acerca de las relaciones entre los distintos reinos ibéricos de la monarquía de Habsburgo, que los ministros de Carlos II eran escépticos en cuanto a que Inglaterra y Escocia fueran reinos diferentes (y a que no hubiera que castigar a los ingleses por fechorías que habían cometido los escoceses), porque equipa ban la relación entre ambos reinos a la existente entre Aragón y Castilla. Segón los responsa bles de la política española, un acuerdo internacional firmado por Carlos II (es decir, un tratado de paz con el Rey de Inglaterra) era vinculante para todos sus reinos (Aragón y Castilla por un lado, Inglaterra y Escocia por el otro). Consulta del Consejo de Indias, 16 de mayo de 1699, sobre la memoria del enviado de Guillermo III, Alexander Stanhope, y sobre los despachos del ministro de Carlos II en Londres, AGI/Panamá/161, en HART: op. cir., Apéndice XVIII, pp. 285 y ss. (69) Pese al impresionante alcance y extenso legado documental de Simancas (o quizá por eso mismo), apenas se ha analizado la diplomacia española de este período. Sin embargo, diversos estudiosos españoles de las nuevas generaciones empiezan a mostrar interés por el tema. Véase StoRRs: op. cit., pp. 371 y ss. (70) Véase consulta del Consejo de Estado, de 15 de marzo de 1696, sobre el informe de Canales desde Londres de 1 de enero de 1696, acerca de la formación de la Compañía de Darién, AGSIEstado/3970. Canales temía que una vez que los escoceses tomaran una posición en los dominios españoles sería difícil desalojarlos. Año 2000 CHRJSTOPHER STORRS tación de su gobierno. Es de destacar que los informes de inteligencia de Canales y la urgencia de frenar lo que, tras el éxito inicial de los escoceses en Darién, empezaba a adquirir visos de una división de facto del imperio colo nial español sin tan siquiera esperar a la muerte de Carlos II, contribuyeron a convencer a quienes decidían la política en Madrid de la necesidad de una firme contraofensiva en la América central (71). También otros diplomáticos españoles informaban de las actividades de los escoceses desde otros lugares (72). Enviaban a Madrid informaciones del proyecto de Darién recabadas in situ por mediación de diplomáticos ingleses, otra muestra de la extraordinaria valía de esa amplia red diplomática de Espa ña y del gran interés tomado en el asunto, no sólo por los directamente afecta dos (73). Además, los ministros de Carlos II en el extranjero podrían conven cer a otras cortes europeas de la determinación de España de desmantelar la colonia escocesa en defensa de su monarquía, y movilizar desde Londres el apoyo diplomático de las demás cortes de la Europa católica. Estos diplomáticos también podrían contribuir de forma más directa a los intentos españoles de desalojar a los extranjeros de Darién: por ejemplo, adquiriendo municiones de las que España careciera, fundamentalmente en la República holandesa, centro de lo que podría llamarse el comercio de armas de finales del siglo XVII (74). La diplomacia española se puso en marcha en Roma y consiguió del papa Inocencio XII fondos adicionales para hacer frente a la incursión escocesa, en forma de un tributo especial impuesto sobre el clero de la América española. El clero de las Indias españolas (como el de la España peninsular) estaba en (71) Véase consultas del Consejo de Estado, de 3 de agosto de 1797, sobre la carta de Canales de 9 de julio de 1697 y de 1 de marzo de 1699, sobre la carta de Canales de 22 de febrero de 1699, ambas en AGS/Estado/397 1. (En la última el conde de Frigiliana formulaba muchos de los argumentos señalados más arriba con respecto a la naturaleza de la amenaza que los escoceses planteaban en Darién.) Véase también Canales a Carlos II, 24 de septiembre de 1699, Londres, al conocer esa mañana por informes procedentes de Jamaica que los escoceses habían abandonado Darién, AGS/Estado/3971. Hay detalles muy breves de otros despachos diplomáticos en HART: Spanish Documents, todo el ensayo. Los comentarios de Canales sobre el carácter de los escoceses e ingleses representan una de las pocas valoraciones generales sobre los escoceses hechas por alguien que participó directamente en la solución de la amenaza de Darién. Copia legal, p. 1, incluye también diversas observaciones un tanto peyorativas sobre la «ambición insaciable», el «espíritu depravado» y el deseo de lucro de los escoceses, que pare cen basarse más en la reacción del autor ante Darién que en un auténtico conocimiento de los escoceses. (72) Véase don Antonio Navarro a ?], 16 de agosto de 1697, AGIfPanamáJl59, folio 658, informando de la adquisición de buques en Hamburgo por los escoceses. (73) Véase consulta del Consejo de Estado, 24 de noviembre de 1699, sobre dos cartas de Bazán, enviado de Carlos II a la corte del duque Víctor Amadeo II de Saboya en Turín, AGS/Estado/3660, pp. 129, 130, 131. Los diplomáticos del propio duque de Saboya aportan interesantes puntos de vista sobre las complejas relaciones anglo-hispanas tras el intento de Darién. De acuerdo con su ministro en Londres algunos atribuyeron al embajador español un escrito difamatorio allí publicado en el que los escoceses aireaban sus quejas contra Guillermo por el asunto de Darién. Se decía que Canales esperaba distraer así a Guillermo de las negocia ciones sobre la partición (ver más arriba); conte di Prela a Víctor Amadeo, 1 de octubre de 1699, Londres, AST/LMJGran Bretagna, m 8 bis. (74) MAURA: op. cit., p. 575. 28 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1 700)... buena parte exento de impuestos regulares y directos, aunque la Iglesia contri buía a las arcas de la Corona de diversos modos, sobre todo mediante conce siones específicas originalmente asignadas en el siglo XVI a la Corona españo la para ayudarle a combatir a los «infieles» (turcos) en el Mediterráneo, pero que el Papa debía renovar periódicamente. El permiso papal también era obligatorio en los tributos extraordinarios sobre el patrimonio eclesiástico. En 1693, Inocencio (sometido a la presión constante de los representantes de Carlos II en Roma) había autorizado al Rey español a recaudar del clero regu lar y secular de la América española un millón de escudos en forma de décima (o «décimo») para financiar la defensa contra los piratas herejes (o lo que es lo mismo, no católicos) que habían irrumpido en el imperio. Por desgracia el nuncio de Madrid bloqueó el cobro de esta suma (75). El asunto de Darién hizo que la Corona española renovara sus intentos de lograr esta concesión valiéndose de sus agentes en Roma, entre ellos los cardenales Giudice y Agui rre. En el verano de 1699, con la convocatoria de un cónclave extraordinario, el papa Inocencio XII, que compartía sin reservas la inquietud de España por las posibles consecuencias para la fe católica de la presencia escocesa en Darién, confirmó su concesión del tributo de un millón de escudos impuesto sobre el clero de las Indias españolas (76). Como hemos visto, ya se había reconocido que el plazo original para la partida de la expedición de Navarrete, mediados de diciembre de 1699, era poco realista, y se había fijado otra fecha, marzo de 1700. A comienzos de febrero, Carlos II dispuso (a través del Consejo de Castilla y la Comisaría de Infantería) la leva de 3.000 hombres para la expedición de Darién (77). En abril ordenó también la leva de marineros (voluntaria si era posible, pero forzosa si era necesario, dada la urgencia de la expedición) en los puertos de Andalucía para los buques de la fuerza expedicionaria de Navarrete (78). Pero sin duda hubo un retraso: en mayo de 1700 la expedición aún no había zarpa do de Cádiz. Este retraso dio lugar al último escollo de la expedición, que (75) Véase AGI/PanamáJl59, p. 162, todo el documento. (76) Consulta del Consejo de Estado, de 8 y 20 de agosto de 1699, AGS/Estado/3091; y de 15 de septiembre de 1699, AGS/Estado/3091, sobre la petición del nuncio de que Carlos II nombrara a los miembros del clero que supervisarían la leva. Como el Papa no creía que la evacuación inicial de loí escoceses de Darién del verano de 1699 fuera a poner fin al asunto (por lo que exhortaba a Carlos II a asegurar la imposibilidad de su retorno), aquella evacuación no afectó al subsidio eclesiástico, consulta de Consejo de Estado, 24 de diciembre de 1699. AGSIEstado/3091. Estas representaciones son claramente las mencionadas en la carta de Carlos II al marqués de Carpio, resumidas en HART: Spanish Docu,nents, p. 14. Se echa en falta un estu dio más completo de la reacción papal ante el asunto de Darién. La decisión de la comunidad de mercaderes de Sevilla de adelantar 300.000 pesos en el verano de 1699 se fundaba en parte en la esperanza de que este subsidio les fuera devuelto. (77) AGIIPanamáJl82,folios 388 y ss. (78) Carlos II a Navarrete, abril de 1700, AGIIPanamáIi82, folios 542 y ss. No es del todo sorprendente que las autoridades de Cádiz intentaran que se las eximiera, al menos en parte, de la leva o repartimiento, que inevitablemente reducía la disponibilidad de hombre para los buques mercantes y, por tanto, para la actividad comercial del puerto, AGI/Panamáll82, folios 634 y ss. Año 2000 CÍIRISTOPHER STORRS puso de manifiesto hasta qué punto la capacidad de respuesta de España ante Darién dependía de sus otros y mayores compromisos, y que demuestra que en aquellos momentos los españoles consideraban la expedición de Navarre te una notable fuerza militar y naval por derecho propio. La nueva compli cación surgió con motivo del Tratado de Partición firmado por Guillermo III y Luis XIV en marzo de 1700, cuyos detalles pronto se conocieron en Madrid, donde la proyectada división del inmenso imperio español se recibió como un insulto (sobre todo para Carlos II, que todavía vivía) y una amenaza. La acti tud del conde de Santesteban, grande de España, con una distinguida hoja de servicios (había sido virrey de Cerdeña, Sicilia y Nápoles) y miembro del Consejo de Estado, es ejemplo característico de la reacción de los agraviados. En un escrito de finales de mayo de 1700 sobre el Tratado de Partición y la sucesión, expresaba su preocupación ante la posibilidad de que ingleses y holandeses se hicieran con las Indias (sobre todo por el riesgo de la introduc ción del luteranismo y el calvinismo). El celo de Santesteban por preservar intacta la monarquía le llevó incluso a sugerir que fuera entregada a Luis XIV para uno de sus nietos, aunque también pensaba que para oponerse a la amenaza de la división había que confiar en los recursos militares y navales de España. Por eso propuso que el escuadrón que se preparaba en Cádiz para las Indias (es decir, la fuerza expedicionaria de Darién y Navarrete) se quedara en España, donde podría necesitarse para hacer frente a un peligro aún mayor que el planteado por los escoceses (79). El consejo de Santesteban fue desoído y en junio de 1700, ya concluidos los preparativos (entre ellos el pago a marineros y soldados), la expedición de Navarrete zarpó por fin de Cádiz hacia la América central, con escala en las islas Canarias. Diez buques componían la expedición, entre ellos el San Francisco, el Nuestra Señora de Begoña y el Santa María de Tesanos (que se habían reparado para incorporarse a la expedición), y 4.800 hombres (algo menos de los 4.900 que se habían calculado necesarios en octubre de 1699). La tripulación era de casi 1.800 hombres de distintas especialidades y más de 3.000 soldados. Entre estos últimos estaban dos de los tres tercios de la Armada venidos desde Ceuta a estos efectos (los de San Gil y Varrientos) y dos compañías valonas (en lugar del tercio de Villalonga, todavía acuartelado en la frontera de Portugal). La expedición llevaba también abundantes provi siones de todas clases, entre otras, un millón de raciones: las necesarias para mantener a la tropa a bordo durante sesenta días, lo que revela el deseo de acortar el período de aprovisionamiento en Cádiz (nuevo síntoma de la premu ra de esta operación) y la previsión de que Navarrete se abasteciera en las Indias. Se ordenó al gobernador de Cartagena que facilitara a Navarrete provi siones frescas de carne, fruta y verdura, al tiempo que se remitía al virrey de Nueva España la orden de enviar a Portobelo entre 3.000 y 4.000 quintales de bizcocho para el escuadrón de Navarrete, y otros 2.000 ó 3.000 quintales a La Habana. A fin de cubrir los costes inevitables e imprevistos en las Indias, se ordenó al virrey de Perú que enviase a Panamá 500.000 pesos procedentes del (79) 30 MAURA: op. cit., pp. 624-625. Véase, además, RIBOT GARCÍA: op. cit., pp. 151-152. 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1700)... subsidio eclesiástico recién concedido. El presidente de la Audiencia de Quito y demás autoridades de la América española recibieron también órdenes de despachar a Panamá y Cartagena diversas sumas para Navarrete (80). Navarrete tenía órdenes de dirigirse a la América central y, una vez allí, reunirse con las demás unidades (las de Peredo, Salmón y demás). Toda la fuerza debía entonces partir hacia Darién sin más dilación, ante todo por temor a que el retraso causara deserciones y enfermedades entre las fuerzas (mermando sus posibilidades de éxito). Don Mateo de Laya mandaba los buques, pero Navarrete ejerció el mando supremo, y en las Indias sólo recibi ría órdenes del virrey de Perú (quien, como ya hemos visto, iba a dirigir la expedición contra los escoceses). De continuar los colonos en Darién, Navarre te aplicaría la fuerza para expulsarlos y no emplearía métodos pacíficos. Si una vez capturados los escoceses no presentaban patente de su Rey (Guiller mo III) serían tratados como piratas y no habría piedad para con ellos. Navarre te no disponía de los expertos en el uso de las armas que habría deseado (lo que le hacía temer por el éxito de la expedición) (81). Pero éste era, por fin, el contraataque español que de una vez por todas acabaría con la amenaza esco cesa en la América central. Y sería así, entre otras cosas, porque Navarrete tenía órdenes de decidir la mejor manera de defender Darién contra futuras incursiones y consolidar el dominio español en la zona: llevar a la práctica los planes anteriores (1698) de construir fortificaciones (otra razón para incorpo rar a la expedición ingenieros militares) (82), o bien lo que refleja el largo debate entre los soldados, marineros y responsables de la política de España para la defensa de Darién, confiar la misión a un escuadrón naval (más móvil) con base local. Carlos II acompañó la partida de Navarrete de Cádiz con una ráfaga de cartas a diversas autoridades de las Américas en un intento de impe dir las disensiones que con demasiada frecuencia minaban expediciones de este tipo, cuyo éxito dependía mucho de la cooperación (83). Iv Así pues, para los españoles, la expedición de Navarrete en el verano de 1700 iba a ser el golpe de gracia contra la colonia escocesa de Darién. Pero cuan(80) Instrucciones de Navarrete, mayo de 1700, MN/NavarretefDariéfl; relación de buques, tripulaciones y tropas, AGIIPanamáJl65, folios 611 y SS. (Por supuesto, pocas estadísti cas oficiales de esta época deben tomarse enteramente al pie de la letra.) Para más detalle sobre las provisiones transportadas por la expedición de Navarrete, véase Navarrete a Carlos II, 19 de junio de 1700, Cádiz, MN/Navarrete/Darién. Sobre la cuestión del avituallamiento, tarea ingen te y laboriosa, véase de forma general GOODMAN:op. cit., pp. 151 y ss. (81) Navarrete a Carlos II, 19 de junio, Cádiz, NMíNavarrete/Dariéfl, quejándose de la conducta violenta de muchos de los nuevos reclutas y lamentándose de la falta de veteranos. (82) Para más información sobre estos planes, véase consulta del Consejo de Indias, 12 de febrero de 1699, AGIfPanamáJl6O, en HART: Disaster of Darien, Apéndice XII, p. 253. (83) Carlos II al gobernador y capitán general de la provincia de Tierra Firme, al presi dente de la Audiencia de Panamá y al gobernador y capitán general de la isla de Trinidad y Guyana, 14 de mayo de 1700, MNtNavarrete/Darién. Se enviaron cartas parecidas al presidente de Santo Domingo y a los gobernadores de Caracas, Puerto Rico, Maracaibo y Santa María. Año200 CHRISTOPHERSTORRS do en septiembre de 1700 Navarrete llegó a Cartagena (84) los escoceses ya habían abandonado Darién por segunda vez, y en esta ocasión para siempre, tras la expedición combinada por tierra y mar de la primavera anterior, la de don Juan de Pimienta (que contó con los buques y refuerzos —de hombres y municiones— de Salmón y Peredo, aparte de considerables levas locales), y después de que en abril de 1700 las fuerzas españolas hubieran roto las defensas escocesas, provocando su rendición (85). Navarrete debía regresar inmediatamente a España, pues la crisis de la sucesión, ya en ciernes, impo nía la concentración de recursos en aguas domésticas: Navarrete recibió órdenes de dejar en las Indias los refuerzos militares y navales que él y sus comandantes locales juzgaran necesarios. A su llegada a las Indias Navarrete ya había entregado a Pimienta 300 de los 3.000 hombres de su tropa que aquél había solicitado. Envió otros 100 hombres para reforzar la guarnición española que (tras expulsar a los escoceses) había quedado en Caledonia, dejó en Cartagena a otros 500 y, en noviembre de 1700, zarpó con la mayor parte de su propio escuadrón y el de Salmón (dejando dos buques como refuerzo naval contra futuras incursiones y piratas). Las tormentas le obliga ron a atracar en La Habana (cuyos astilleros aprovechó para arreglar sus buques), y no partió hasta enero de 1701, dejando allí, a petición del gober nador, otros 200 soldados. El escuadrón de Navarrete finalmente llegó a Cádiz en marzo de 1701 (86). El hecho de que la expedición de Navarrete no jugara un papel directo en la erradicación de las tentativas colonizadoras de los escoceses, parece confir mar a primera vista la imagen tradicional de una España de los Habsburgo en declive, incapaz muchas veces en sus décadas finales de responder a los desa fíos a su poder y dominio. No cabe duda de que las fuerzas movilizadas en España contra la incursión escocesa habían quedado menoscabadas por ante riores fuerzas expedicionarias españolas y por otras más recientes montadas por otras potencias europeas (87). Además llevó largo tiempo organizar la (84) Navarrete a Felipe y, 17 de marzo de 1701, Cádiz, MN/Nayarrete/Darjén (85) Véase diario de la campaña de Pimienta, y Canillas a Carlos II, 14 de abril de 1700, AGI/PanamlJl64 ambos en HART: Disaster of Darien, Apéndice XXXI, pp. 353 y ss., y XXXIH, pp. 396 y ss.; copia legal, p. 13; BAirnouR: op. cit., pp. 145 y ss.; WARD:op. cit., p. 178 (y refe rencias). El virrey de Perú no había llegado a Panamá a tiempo para mandar la expedición. (86) Véase don Antonio de Ubilla a Navarrete, 27 de julio de 1700, Madrid, MN/Navarre te/Darién, adjuntando las órdenes de Carlos II de volver a España (e impidiendo así que llevara a cabo las otras partes de su misión, esbozadas en sus instrucciones originales) sobre las noti cias de la retirada definitiva de los escoceses de Darién; y Navarrete a Carlos II, 27 de octubre de 1700, Cartagena, y 17 de marzo de 1701, Cádiz, MN/Navarrete/Darjén. Para un relato muy breve, véase FERNÁNDEZDuRo: op. cit., vol. 5, pp. 300 y ss. (87) No podían compararse con la Armada de 56 buques, con 12.463 hombres a bordo, enviada en 1625 contra la amenaza de la incursión holandesa en Brasil, más grave, 000DMAN: op. cir., p. 21. por no mencionar la enviada contra Inglaterra en 1588. En 1688 Guillermo de Orange y la República holandesa habían montado una expedición contra Inglaterra de dimen siones aún mayores que la de Felipe II, ISRAEL, J. 1.: «The Dutch Role in the English Revolu tiOn of 1688/1689», Ibid., ed., The Anglo-Dutc/j Moment: Essays on t/ie Background and World I.’npact of the British Revoiutions of 1688-1689. Cambridge, 1991, todo el ensayo. 32 68 EL «DESASTRE» DE DARIÉN (1698-1 700)... respuesta española a la incursión de Darién, sobre todo la expedición de Navarrete. Pero todo esto puede verse como la ineludible consecuencia de atender a numerosos compromisos de defensa simultáneos. Además, como había mostrado la reciente guerra de los Nueve Años, casi todas las demás grandes potencias, entre ellas la Francia de Luis XIV y la Inglaterra de Guillermo ifi, también en ocasiones tropezaban con dificultades a la hora de movilizar sus recursos militares y navales. Especialmente penoso era montar una expedición que cruzara el Atlántico. Por otra parte, ya debería haber queda do claro que la respuesta de España al proyecto de colonización de los escoceses de Darién, cuya culminación fue la expedición de Navarrete (la aventura colo nial española más admirable de los últimos años de Carlos II) (88), fue acerta da, pues se basó en una evaluación realista de los peligros que la colonia plan teaba para el sistema imperial de España: casi con total seguridad las fuerzas de Navarrete habrían destruido el asentamiento escocés de haberlo encontrado aún ocupado. Lo que sucedió en realidad fue que Pimienta ya había eliminado la amenaza, pero no lo habría conseguido sin los anteriores refuerzos llegados de España (89). Por último, los refuerzos militares y navales que Navarrete dejó en la América central española antes de su regreso a España harían mucho más difícil una nueva intentona de los escoceses. La reacción de España ante Darién es trascendental en nuestra visión de las postrimerías de la España de los Habsburgo, y de los horizontes de Escocia justo antes de la Unión de 1707. Sería absurdo pretender que, a principios de la década de 1690, España era la potencia que había sido el siglo anterior. Sin embargo, en vísperas de su ocaso, esta España de los Habsburgo supuesta mente en declive aún podía responder con decisión, fuerza y eficacia ante cualquier amenaza a su posición en las Indias, y opuso una resistencia impre sionante (igual que en la guerra de los Nueve Años en Europa, en la que había recuperado parte del terreno perdido en los Países Bajos e Italia a expensas de Luis XIV de Francia) (90). La magnitud de la reacción española entre 1698 y 1700 demuestra con toda claridad hasta qué punto la presencia de los esco ceses en la América central se percibía como un peligro real y de múltiples vertientes para el prestigio, dominio y poder españoles. En cuanto a los esco ceses, cualquier debate sobre el fracaso de Darién debe tener en cuenta la firmeza de España y su superioridad en los recursos decisivos, y la absoluta imposibilidad para los escoceses de introducirse por la fuerza en un sistema de poder tan bien articulado. Es prácticamente impensable que la colonia escocesa hubiera podido sobrevivir sin la sólida base diplomática, financiera, militar y (88) SegúnMAua: op. cir., p. 635, a Luis XIV le impresionaron tanto los preparativos de la expedición de Navarrete que la creyó destinada a llevar a España a uno de los archiduques Habsburgo austriacos (que eran rivales de sus nietos en la sucesión española). (89) La primera flota desde 1698 llegó a Cádiz en 1701 con un abundante cargamento de plata y productos coloniales. KAMEN, H.: War of Succession, pp. 178-179. Hay que matizar la idoneidad de la respuesta observando que, al menos al principio, los españoles sobrevaloraron mucho la fuerza de los escoceses, véase HART: Disaster of Darien, p. 97, y todo el ensayo. (90) Véase SToms: op. cit., todo el ensayo. Año 2000 CHRISTOPHER STORRS naval que tenían sus enemigos españoles, y sin su gran experiencia en la provi sión de recursos bélicos en las Américas y el Atlántico, salvando inmensas distancias. Habrá quien piense que esto refuerza la idea de que el desastre de los escoceses fue producto de la negativa de Guillermo III a apoyar a sus súbditos frente a España. Pero, en definitiva, Darién, que supuso una catástrofe para Escocia —potencia menor y periférica en Europa—, fue muy al contrario un triunfo para la monarquía española, que a las puertas de las guerra de Suce sión española y del advenimiento de los Borbones continuaba siendo una gran potencia, y no la desesperada figura que dibuja la leyenda. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer al Carnegie Trust, de las Universidades de Escocia, su generosidad al crear la beca que me permitió pasar en España dos semanas de 1996 trabajando con los materiales para este artículo, al Departamento de Historia de la Universidad de Dundee por adquirir el microfilme (ahora custodiado en la biblioteca de la Universidad) de la mayor parte de la correspondencia sobre el tema del Archivo General de Indias de Sevilla, y al catedrático Chris Whatley del Departamento de Historia de la Universidad de Dundee por leer el borrador de este artículo. 34 68 LA ARMADA DEL REINODE GRANADA (1492-1550): APUNTES PARASU HISTORIA Esteban MIRA CABALLOS Doctor en Historia de América En este presente artículo indagamos en esta Armada que tuvo una gran importancia en la defensa del sudeste peninsular durante gran parte de la Edad Moderna española. En base a fuentes documentales inéditas, procedente del Archivo General de Simancas, perfilamos numerosos aspectos de esta escuadra. El trabajo viene a llenar un vacío en la historiografía moderna y contemporánea espa ñola que desconocía en gran medida la historia de esta importante Armada Real. La bibliografía sobre esta Armada es muy reducida, pues tan sólo conta mos con un breve estudio monográfico (1), además de algunas referencias esporádicas en unas pocas obras de carácter más general (2). Nosotros en estos momentos vamos a hacer un estudio de la Armada desde sus orígenes hasta mediados del siglo xvi basándonos en fuentes documentales. Concreta mente hemos utilizado materiales inéditos procedentes, en su mayor parte, del Archivo General de Simancas, de las secciones de Guena y Marina y Secreta ría de Estado. Entre los documentos más importantes que hemos analizado figuran cuatro de los cinco asientos firmados entre 1528 y 1535 con don Alvaro de Bazán para que se hiciese cargo de la Armada, así como el suscrito por Rodrigo de Portuondo en 1523 (3). La localización de este último docu mento ha supuesto un gran aporte ya que, de entre los referidos a la Armada (1) SZMOLKA CLARES, J.: «Las fuerzas navales del Reino de Granada. Una excepción en la organización militar española de comienzos del Quinientos», en La organización militar en los siglos xvy xvi. Málaga, Cátedra General Castaños, 1993, Pp. 115-120. (2) Entre estos no queremos dejar de citar a FERNÁNDEZ DURO,C.: Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Madrid, Museo Naval, 1972. CARANDE, R.: Carlos y y sus banqueros. Barcelona, Editorial Crítica, 1990. CEREZO MARTÍNEZ, R.: La proyección marítima de España en la época de los Reyes Católicos. Madrid, Editorial San Martín, 1991. Y LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J. E.: «El Reino de Granada como frontera: organi zación de su defensa durante el reinado de los Reyes Católicos (1492-1516)», en La organiza ción militar en los siglos xvy xvi. Málaga, Cátedra General Castaños, 1993. (3) Los asientos citados fueron lo siguientes: Asiento con Rodrigo de Portuondo, Burgos, 15 de noviembre de 1523. Segundo Asiento firmado con Alvaro de Bazán, Madrid, 9 de abril de 1530. Tercer Asiento firmado con Alvaro de Bazán, Medina del Campo, 8 de abril de 1532. Cuarto asiento firmado con Alvaro de Bazán, Barcelona, 9 de abril de 1533 y Quinto Asiento suscrito con Bazán, Madrid, 21 de enero de 1535. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. Año 2000 ESTEBAN MiRA CABALLOS del Reino de Granada, el más antiguo que se conocía era el establecido con el mismo Portuondo en 1528 (4). Introduccción La defensa naval de España en los albores de la Edad Moderna estaba estructurada en varios frentes perfectamente diferenciados que se traducían en otras tantas entidades geopolíticas bien distinguidas: primera, la castellanocantábrica, que debía encargarse de la defensa de toda la cornisa noroeste. Segunda, la aragonesa, desde donde se debía proteger el Mediterráneo. Y tercera, y última, la andaluza, en cuyo puerto de Sevilla se centralizó la protección tanto de los puertos del suratlántico peninsular como sobre todo de los navíos que entraban o salían para las Indias (5). Así pues, la defensa del Cantábrico estuvo asegurada por una Armada controlada desde Vizcaya y que estuvo en activo, al menos, en los siglos xv y xvi. Durante la primera mitad del siglo XVI estuvo capitaneada por la familia Carvajal, e incluso, en alguna ocasión, por don Alvaro de Bazán, capitán que tendrá un papel destacado, como veremos posteriormente, en la Armada del Reino de Granada (6). Esta Armada estaba destinada a proteger toda la cornisa cantábrica de los corsarios, fundamentalmente galos, que en aquella época asolaban el noroeste español: Posiblemente, debido al traslado en el siglo xvi del eje económico peninsular al sur, padeció unas carencias de buques y de pertrechos mayores que las del resto de las armadas peninsulares (7). El obje tivo de esta escuadra era doble: uno, estrictamente bélico y consistente en el apresamiento de navíos enemigos, y otro, dirigido a obtener información confidencial sobre los puertos enemigos (8). (4) Hace ya algunas décadas afirmaba don Ramón Carande «que no han aparecido asien tos de galeras anteriores a los suscritos en 1528 para guardar las aguas del Mediterráneo». CARANTE: op. cii., T. II, p. 209. (5) CEREZOMARTÍNEZ: op. cii., p. 117. (6) CARANDE: op. cit., p. 408. En 1553 era capitán general de la Armada del Cantábrico don Luis de Carvajal, que cobraba un salario de 2.000 ducados al año. Real Cédula a Juan de Torres, pagador de la Armada, 8 de noviembre de 1553. AGS, Guerra y Marina 1320, N. 68. (7) En una carta enviada a Su Majestad por el juez de la Armada del Cantábrico, en 1493, le decía lo siguiente: «Bn lo tocante a la armada de Vizcaya he pensado que si esta armada ha de durar, que le han de mandar proveer Vuestras Altezas de otra manera porque los navíos que tiene son navíos mancos y pesados que son buenos para ir cargados de mercadurías; y para andar de armada sin otros navíos crean Vuestras Altezas que aprovecharían poco, porque así como en la tierra requiere que hayan hombres de armas y jinetes y peones. para que cada gente de éstas aproveche según la disposición de la tierra donde hubiere de guerrear, así en la mar son menester navíos gruesos donde las carabelas y fustas se favorezcan y amparen; y carabelas para alcanzar cualquier navío sutil y fustas para en tiempo de calma y para reconocer puertos y tentar calas...». CEREZOMARTÍNEZ: op. cit., pp. 114-115. (8;) Así, por ejemplo, en 1550, el Rey felicitó al capitán general de la provincia de Guiptíz con y al corregidor de Vizcaya por las certeras y puntuales noticias que los confidentes españo les habían obtenido en torno a 17 veleros que habían partido de Francia con la intención de ir a las costas de Andalucía a esperar el regreso de los navíos de la Carrera de Indias. Real Cédula 36 68 LA ARMADA DEL REiNO DE GRANADA (1492-1550): APUNTES PARA SU HISTORIA Otro de los focos más conflictivos de la España del Quinientos fue, sin duda, el suroeste peninsular. Se trataba de un área que fue duramente castiga da y acosada por los corsarios, dado el alto incentivo que suponía la posible captura de buques con metal precioso procedentes de las Indias. La protección de esta estratégica zona estuvo garantizada por la llamada Armada Guardacos tas de Andalucía, cuyo centro neurálgico estuvo situado en la Casa de la Contratación de Sevilla (9). A diferencia de la Armada del Reino de Granada, no era una Armada Real ya que no era sufragada por la Corona, sino por los mercaderes relacionados con el tráfico indiano (10). Y, finalmente, el tercer foco de conflictos era el Mediterráneo. Al margen de las galeras españolas que recalaban fuera de la península Ibérica —como las de Andrea Doria— existían tres armadas que velaban por la defensa de las costas mediterráneas peninsulares, a saber: la Armada de Cataluña, la del Levante y la del Reino de Granada. Debemos advertir que de las dos primeras son muy pocas las referencias que hemos podido localizar. De la Armada Guardacostas de Cataluña existe algún documento referente a la jurisdicción del capitán general, que al menos nos sirve para confirmar su presencia en la decimosexta centuria (11). En cuanto a la del Levante conocemos la existen cia de un proveedor general de ella desde los primeros años del siglo XVI, y, asimismo, que actuó de forma más o menos irregular al menos hasta mediados del siglo xvi (12). Dada, por un lado, la escasez de información, y por el otro, el hecho de que la Armada del Reino de Granada cubriese sus costas en deter minados años, nos hace pensar que su existencia —al menos en el caso de la escuadra levantina— fue muy precaria y limitada. La Armada del Reino de Granada, que estudiaremos en las páginas siguientes, en cambio, fue la mejor dotada y la que de más buques dispuso de todas las existentes en España, incluida la Armada Guardacostas de Andalucía. al capitán general de Guipúzcoa. Valladolid, 16 de julio de 1550. AGI, Indiferente General 424. L. 22, ff. 164v-165v. Real Cédula al corregidor de Vizcaya, Valladolid, 16 de julio de 1550. AGI, Indiferente General 424, L. 22, ff. l75v-176v. Real Cédula al capitán general de la provincia de Guipúzcoa, Valladolid, 30 de agosto de 1550. AGI, Indiferente General 424, L. 22, ff. 196-196v. (9) De esta armada nos hemos ocupado nosotros en varios trabajos: «La Armada de la Guarda de las Costas de Andalucía, 1521-1525», en Andalucía y América. Córdoba, 1994. «La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa del Atlántico (1521-1550)», Revista de Histo ria Naval, n.° 56. Madrid, 1997 y La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa de la Carrera de Indias (1521-1550). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1998. (10) Concretamente se financiaba a través de la avería, que era una contribución que grava ba con un porcentaje las mercancías que iban o venían de las Indias a los puertos andaluces. Sobre esta cuestión puede verse el reciente trabajo de LUQUE TALAVÁN, Miguel: «La avería en el tráfico marítimo-mercantil indiano: notas para su estudio (siglos xvi-xvm)r., Revista Complutense de Historia de América, n.° 24. Madrid, 1998. (11) Informe sobre la jurisdicción del capitán general de la Armada de Cataluña, s/f. AGS, Guerra y Marina 1318, N. 70. (12) Real Cédula al proveedor general de la Armada Guardacostas del Levante, s/f. AGS, Guerray Marina l3l9,N. 356. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS Origen y organización de la Armada Como es bien sabido, la proyección mediterránea del Reino de Aragón hunde sus raíces en la Edad Media. En cambio, Castilla se mantuvo al margen de esta política prácticamente hasta la incorporación a su Corona del antiguo Reino Nazarí. Efectivamente, desde el mismo momento en que Castilla deci dió conquistar e integrar en su territorio el reducto musulmán del sudeste peninsular se vio obligada a entrar de lleno en la política mediterránea (13). Al parecer, ya durante la Reconquista, hubo una pequeña Armada Real patrullando por las costas reconquistadas del litoral sur. Asimismo, sabemos que ésta tuvo una gran importancia estratégica en la conquista del Reino naza rí, al evitar la posibilidad de que hubiese contactos o ayudas externas, tanto magrebíes como turcas (14). Después de 1492, una vez finalizada la Reconquista, se decidió no desmantelar la escuadra por dos motivos: uno, porque se utilizó en un primer momento para trasladar a los musulmanes granadinos al norte de Africa (15). Y dos, porque los mismos musulmanes expulsados instigaron y patrocinaron ataques piráticos contra la costa sudeste peninsular (16), arreciando éstos durante la última década del siglo xv y la primera mitad del XVI. Hasta tal punto fue intensa la presión ejercida por los corsarios en estas fechas que algunos contemporáneos creyeron que los musulmanes iban a reconquistar Granada (17). Como ya hemos dicho, los orígenes de esta Armada se remontan a aque lla flotilla que durante la Reconquista patrulló las aguas del estrecho. Sin embargo, la Armada del Reino de Granada, tal y como se concibió después de 1492, fue planeada por el secretario del Rey, Hernando de Zafra, quien al parecer tomó a su vez la idea de un memorial redactado en 1484 por Diego de Vera (18). En lo referente a la denominación de esta escuadra, debemos advertir que hemos unificado sus distintos nombres en el de «Armada del Reino de Grana da», al considerar que es el que más frecuentemente recibió. Sin embargo, no debemos olvidar que en ocasiones recibió otros nombres. Así, por ejemplo, en el asiento tomado con Bazán el 9 de junio de 1533 se la designaba como «Armada de la Guarda de las costas de España» (19). Asimismo, en unas (13) BRAUDEL, Fernand: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Feli pe II, T. II. México, Fondo de Cultura Económica, 1987, pp. 28 y ss. (14) LADERO QUESADA, M. A.: Castilla y la conquista del Reino de Granada. Valladolid, 1967, pp. 146-147. También en CEREZO: op. cit., p. 77. (15) SZMOLKA CLARES: op. cit., p. 115. (16) CEREZO MARTÍNEZ: op. cit., p. 138. (17) Un tal Zacharías declaró en 1569 a los inquisidores de Granada que «tenían por SUS libros y cuentos que esta tierra se había de tornar a perder, y que la habían de ganar los moros de Berbería». Citado en DOMÍNGUEZ ORTJz,Antonio, y BERNARD, Vicent: Historia de los mons cos. Madrid, Alianza Universidad, 1997, p. 29. (18) SZMOLKA CLARES: op. cit., p. 115. (19) Asiento firmado con Alvaro de Bazán, Barcelona, 9 de junio de 1533. AGS, Guerra y Marina 1,N. 143. 38 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550).’APUNTES PARA SU HISTORIA instrucciones de principios del siglo XVI se denominaba como «Armada de la guarda de las costas del Reino de Granada y Andalucía» (20). Pese a que en ocasiones realizó misiones fuera del área granadina, lo cierto es que podemos decir que fue la Armada del Reino de Granada porque en sus puertos se pertrechaba y se desarmaba, donde se reclutaban tanto los remeros como la marinería y, sobre todo, porque su objetivo primordial fue siempre la protec ción de sus costas. Por otro lado, Ramón Carande ha advertido de la necesidad de cuidar y limitar la utilización del concepto de Armada Real, alegando que los navíos no eran propiedad de la Corona sino arrendados (21). Sin embargo nosotros, en el caso de esta escuadra, no albergamos ninguna duda sobre su carácter «real», por varios motivos que exponemos a continuación: primero, porque como veremos en páginas posteriores, y al contrario de lo que se había creído, la mayor parte de las galeras utilizadas en esta Armada eran de propiedad «real». Y segundo, porque a diferencia de otras armadas, como la guardacostas de Andalucía que la financiaban los comerciantes, ésta era sufragada íntegramen te con fondos regios. El que ostentaba la capacidad última de decisión sobre ella era obviamente el Rey, quien delegaba su organización directamente en el capitán general, a través de un asiento que solía ser anual o bianual. En algunas ocasiones el Rey facultaba al capitán general del Reino de Granada para que supervisase los preparativos de la Armada. Eso ocurrió en 1542 cuando se ordenó al conde de Tendilla, capitán general del Reino de Granada, que fuese a Málaga a «apres tar y juntar las cosas necesarias para la armada de 10.000 hombres que mandamos hacer...» (22). En relación con la sede de la Armada debemos decir que en teoría no existía una establecida, al menos oficialmente. Por ejemplo, en el asiento. tomado con Alvaro de Bazán el 9 de abril de 1530, se indicó que todos los años por marzo estuviese la flota preparada «en uno de los puertos de estos reinos de Castilla y de Granada» (23). En otro documento de principios del XVI se autorizaba a los capitanes generales a llevar la Armada a las atarazanas de Sevilla cuando fuese menester su reparación y carenado (24). Por otro lado, es bien sabido que algunos capitanes de la Armada, como mosén Berenguel de Olmos, cuando no estaban de servicio patrullando por las costas del Reino de Granada, solían fondear en Gibraltar y sobre todo en Sevilla (25). (20) Instrucciones dadas a las cuatro galeras que han de ir en la guarda de las costas del Reino de Granada y Andalucía, slf. AGS, Guerra y Marina 1315. N. 230, (21) CARANDE: op. cit., T. II. p. 209. (22) Real Cédula a los contadores mayores de cuentas y sus lugartenientes, 1542. AGS, Guerra y Marina 1320, N. 213. (23) Asientofirmado con Bazán, Madrid, 9 de abril de 1530.AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (24) Instrucciones sobre las cuatro galeras que andan en la costa del Reino de Granada y de Andalucía, s/f. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 23. (25) Un testigo llegó a decir que hacia 1513 estuvo nada menos que 13 meses fondeado en el puerto de Sevilla, sin salir. Información tomada contra mosén Berenguel. AGS, Guerra y Marina 1,N. 143. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS Sin embargo, lo que debe quedar bien claro es que, aunque a veces la Armada se fondeaba en ciudades como Sevilla, e incluso se pertrechaba desde puertos como Almería (26), lo cierto es que la sede de hecho fue Málaga. Es decir, no había una sede oficialmente, pero en la práctica sí que Málaga ejer ció de base de operaciones y punto de partida y de regreso de la Armada del Reino de Granada. En este sentido, no debemos olvidar que el puerto mala gueño era el más capaz de todo el Reino granadino, no sólo por su importan cia estratégico-militar, sino también porque era el la vía de exportación de la mayor parte de la lana castellana (27). De hecho, y por citar un ejemplo concreto, en noviembre de 1515 se mencionaba en las actas capitulares de Málaga que como de costumbre se esperaba la llegada de la Armada «para se desarmar, porque ya es invierno» (28). Incluso, desde los años finales del siglo xv, fijaron su residencia en Málaga capitanes generales como Garci López de Arriarán. Algunos de estos capita nes, aprovechándose de sus privilegios —entre ellos la inmunidad en causas civiles y criminales—, cometieron grandes fraudes en la ciudad (29). Hasta tal punto fue así que el Concejo de Málaga solicitó en 1494 al arzobispo de Granada y al secretario real, Francisco de Zafra, que situase la Armada en otro sitio (30). En cuanto al período anual de actividad de la Armada es una temática algo controvertida. La posición tradicional ha sostenido que se aprestaba durante las estaciones de primavera y verano para desarmarse en invierno, momento en el que la actividad naval descendía notablemente, disminuyendo así el peligro corsario (31). Nosotros queremos matizar doblemente esta afirma ción: en primer lugar, en la mayor parte de los casos la Armada no se llegaba a desarmar, sino que, sencillamente, se fondeaba en algún puerto del litoral andaluz, normalmente Málaga, a la espera de instrucciones. En el asiento firmado con Alvaro de Bazán el 8 de abril de 1532, se ordenó a éste que durante el invierno despidiese a los 40 hombres menos hábiles de cada gale ra y que así saliese «a la mar el día que les mandaren» (32). Queda bien claro que lo que finalizaba en invierno era su actividad militar, pero durante esos meses, lejos de desarmarse se le daban otros cometidos. Así, por ejem pio, en el invierno de 1528 a 1529 se le ordenó a Rodrigo de Portuondo que se uniese en Italia con Andrea Doria para llevar a cabo conjuntamente una (26) SZMOLKA CLARES: op. Cit., p. 116. (27) CARANDE, Ramón: Estudios de Historia, T. 1. Barcelona, Editorial Crítica, 1989, p. 335. (28) LÓPEZDE COCA:op. cit., p. 109. (29) Por una Real Cédula expedida en Valladolid el 24 de noviembre de 1488 se ordenó a la justicia de Málaga que no entendiese en asuntos civiles o criminales relacionados con los capitanes generales de las Armadas. Ruiz POVEDANO, J. M.: El primer gobierno municipal de Málaga (1489-1495). Granada, Universidad de Granada, 1991, p. 97. (30) ibidem, p. 98. (31) CARANDE:Estudios de Historia, T. 1, p. 332. (32) Asiento suscrito con Bazán, Medina del Campo, 8 de abril de 1532. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. 40 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550): APUNTES PARA SU HiSTORIA acción militar (33). En otras ocasiones, la Armada o parte de ella, se enviaba a otros puntos de España donde se la necesitaba, desde Tenerife a Barcelona, o incluso a Mallorca, bien como apoyo naval en algunas maniobras, o bien transportando algunas mercancías (34). En segundo lugar, los meses que duraba su vigilancia de las costas del Reino de Granada eran muy variables. Realmente dependía de la frecuencia de los avistamientos de naves enemigas en las costas, así como de los rumores que circulaban sobre la presencia de corsarios. Así, por ejemplo, en 1495, estuvo desempeñado su función de vigilancia de las costas de Granada los ocho meses exactos comprendidos entre el 1 de marzo de 1495 y el 31 de octubre del mismo año (35). En cambio, en 1528, informados de la presencia de Barbarroja cerca de Granada, dio comienzo la actividad de la Armada en diciembre, cuando se decidió enviar desde Italia a Portuondo con ocho galeras que desgraciadamente fueron interceptadas por Barbarroja, hundiendo siete de ellas (36). Asimismo, en el asiento firmado con Alvaro de Bazán en 1530 se le ordenaba que estuviese en Málaga con la Armada aparejada para zarpar antes del 30 de abril (37). En el mismo contrato se especificaba que en los años sucesivos debía estar preparado para finales de marzo. Mucho más tardía fue la partida en 1532, pues el día de la firma del asiento —el 8 de abril— se dispuso que estuviese preparado para comenzar la vigilancia de las costas del sudeste peninsular en el plazo de cuarenta días (38). Finalmente, en el último asiento tomado con Alvaro de Bazán, y suscrito en enero de 1535, se estable ció que su labor daría comienzo en febrero de ese año, fecha en la que expira ba el asiento anterior (39). La financiación La financiación corría a cargo de la Corona, que curiosamente justificaba su responsabilidad en la cuestión aludiendo a la teocracia pontificia. Así, en (33) Al regreso de este viaje, cuando acudía de nuevo a las costas de Granada con 8 gale ras, fue interceptado por la flota turca de Barbarroja, que al parecer hundió siete de las 8 galeras que llevaba. Real Cédula al Concejo de Salobreña, Madrid, 13 de enero de 1529. AGS, Guerra y Marina 1317, N. 12. (34) Organización de una armada para ir a Tenerife, Granada, 12 de febrero de 1494. AGS, Guerra y Marina 1315. N. 167. Real Cédula a don Juan de Mendoza, 29 de agosto de 1553. AGS, Guerra y Marina 1320, N. 32-34. (35) LÓPEz DE COCA: op. cit., p. 102. (36) Real Cédula al Concejo de Salobreña, Madrid, 13 de enero 1529. AGS, Guerra y Marina 1317, N. 12. (37) Asiento firmado con Bazán, Madrid, 9 de abril de 1530. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (38) Asiento suscrito con Bazán, Medina del Campo, 8 de abril de 1532. AGS, Guerra y Marina 1,N. 143. (39) Asiento firmado con Alvaro de Bazán, Madrid, 21 de enero de 1535. AGS, Guerra y Marina 1,N. 143. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS las ya mencionadas instrucciones de la Armada de principios del siglo xvi, afirmaba que Su Santidad concedió esos nuevos territorios para que preserva sen la frontera cristiana de los musulmanes. Dado el interés del texto lo extractamos en las líneas que vienen a continuación: «Que se paguen se refiere a las galeras de la Armada] de las tercias del Reino, pues la concesión fue hecha para guarda de las Castillas que tenían fronteras a los moros» (40) Aun así, no siempre se financió a través de las tercias del Reino pues, por ejemplo, en 1516 se destinaron a tal fin los 20.000 ducados que pagaban a la Corona los conversos (41). En cuanto al monto total de los costes de la Armada debemos decir que aumentaron paulatinamente, a medida que se hacía necesario ampliar el número de buques y hombres. Así, en 1494 se estimaba que las 12 galeazas y fustas que se querían pertrechar para ir, primero a Túnez y luego a Teneri fe, costarían unos 3.000 ó 4.000 ducados (42). Al año siguiente se apreciaba el coste de las cuatro fustas de la Armada, que debería operar entre el 1 de marzo y el 31 de octubre, en unos tres millones de maravedís, es decir, poco más de 8.000 ducados (43). Para fechas posteriores, afirmaba Carande que la Armada tuvo unos costes medios de 70.000 ducados hasta 1537, y desde esta feéha hasta 1550, de unos 20.000 ducados más (44). Sin embargo, nosotros, basándonos en datos aportados por los asientos de Rodrigo de Portuondo y Alvaro de Bazán, queremos matizar esas afir maciones. Evidentemente, no se podían comparar los costes de las cuatro o cinco fustas que se armaban a principios del siglo con las cuatro galeras de Portuondo desde 1523, ni estas últimas con las 15 galeras y un bergantín que tuvo a su cargo Alvaro de Bazán en 1535. La Armada de Alvaro de Bazán de 1535 fue la más costosa sin duda hasta su fecha, sencillamente porque pertrechó un número mayor de navíos. Empezando por los bergantines diremos que eran dos y estaban subvencio nados por la Corona con 35 ducados cada uno, justo la cantidad que costaba el salario de los 26 remeros, 4 oficiales y 1 patrón que transportaba. De ayuda de costa, se abonaba medio ducado por navío y mes, y finalmente proporcionaba medio quintal de bizcocho al mes por cada tripulante. El coste total de los bergantines era de 1.037 ducados, cantidad muy modesta, al menos si la comparamos con el alto importe de las galeras. (40) Instrucciones para las cuatro galeras de la guarda de las costas del Reino de Granada y Andalucía, s/f AGS, Guerra y Marina 1315, N. 230. (41) Real Cédula a Gonzalo Vázquez de Palma, receptor del servicio de los 20.000 duca dos que pagan los cristianos nuevamente convertidos, Madrid, 6 de agosto de 1516. AGS, Guerra y Marina 1, N. 65. (42) Proyecto para hacer una armada, Granada, 12 de febrero de 1494. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 167. (43) LÓPEZ DE COCA:op. cit., p. 102. (44) CARANDE: Carlos Vy sus banqueros, T. II, p. 210. 42 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550).-APUNTES PARA SU HISTORIA CUADRO 1 Costes de la Armada de 1535 (45) Concepto Coste Bergantín! mes Total Bergantines! año Coste Galera! mes Total galeras! año Salarios Ayuda de costa Bizcocho Total 35 642 500 67.500 68.142 0,5 21 57 9 386 1.037 25 124 649 3.375 16.777 87.645 3.384 17.163 88.689 Coste total anual Las galeras, dada la enorme tripulación que llevaban, costaban a la Coro na 500 ducados por galera y mes, que multiplicando por las 15 galeras y por unos 9 meses de actividad militar media, resultan nada menos que 67.500 ducados. La ayuda de costa que el Rey concedía de 25 ducados por galera y mes suponía un total anual para todas las galeras de 3.375 ducados. Y final mente, respecto al bizcocho, en el asiento de 1535 no se especificaba, pero hemos tomado como referencia la cantidad que el Rey proporcionaba a la tripulación en el contrato de 1533. Exactamente eran 95,5 quintales por galera y mes, es decir, que hacían falta 12.892,5 quintales para abastecer a las quince galeras durante toda su campaña. Para saber el coste aproximado hemos recu nido a los precios que ofrece Hamilton. Considerando que debía de tratarse de bizcocho ordinario —y no blanco— y que su precio fluctuaba anualmente, e incluso estacionalmente, dependiendo de las cosechas y de la oferta, hemos establecido el precio medio en toda la década de los treinta, que fue de 486,5 maravedís el quintal (46). De ahí resulta que para abastecer a las galeras de bizcocho se necesitaban nada menos que 16.770,5 ducados. El coste total era de 88.689 ducados, más de 33 millones de maravedís, que la Corona desembolsaba para tener protegido el flanco sudeste de la península Ibérica. Sin embargo, los gastos finales de la Corona eran muy superiores, ya que no se incluye en el total el carenado de los navíos, la construcción de nuevas galeras para sustituir a las viejas, la pérdida y sustitución de piezas de artillería, los gastos burocráticos, el mantenimiento de la flota en su fondeade ro, el hundimiento de barcos, etc. Por todo ello, nosotros creemos que, desde la década de los treinta, la Armada debió de suponer para la Corona unos gastos totales infinitamente superiores. Aunque no tenemos datos suficientes para establecer una cifra con las mínimas garantías científicas, no nos resisti mos a aventurar una cifra real de gastos que realmente debió de superar, en estas fechas, los 200.000 ducados anuales. (45) Las cifras están expresadas en ducados. (46) HAMILTON: op. cit.. p. 337. Año 2000 - ESTEBAN MiRA CABALLOS Se ha afirmado que la eficacia de la Armada del Reino de Granada fue escasa por la falta de recursos. Sin embargo, no debemos olvidar que esta Armada dispuso del presupuesto más amplio de todas las armadas peninsula res, incluida la Guardacostas de Andalucía, que tan importante papel jugaba en la protección de los navíos de Indias en el occidente peninsular. Navíos, rutas y objetivos El navío más utilizado por esta escuadra fue la galera, acompañada siem pre de algunos navíos menores, como bergantines o fustas. Como es bien sabido, la galera era un buque ligero y veloz propulsado por remos. Solía tener 25 ó 30 bancos que daban cabida a unos 140 remeros, siendo su peso de unos 80 ó .100 toneles (47). Como navío de transporte no era muy utilizado por el embarazo que suponían los 140 remeros que debía transportar, además de la marinería; sin embargo, sí era muy usado para acciones bélicas por su maniobrabilidad para el abordaje (48). Por ello, la táctica de las armadas de galeras no era nunca el hundimiento de los buques enemigos sino el abordaje, motivo por el cual llevaba poca artillería pesada (49). Afirmaba el profesor Carande que la mayor parte de estas galeras eran arrendadas a «grandes magnates bien pagados, que asumían la defensa del litoral» (50). Sin embargo, no parece ser totalmente cierta esta afirmación a la luz de la documentación que nosotros hemos manejado. Ya a principios del siglo xvi se afirmaba que las cuatro galeras estaban muy viejas y que Su Majestad proveería que se hiciesen de nuevo (51). El documento es bien claro en lo que se refiere a la propiedad real de los cuatro navíos, al tiempo que recomendaba que se fomentase su construcción en los puertos granadinos porque, según se decía, había pocos buques para poder pelear con los enemi gos (52). Desde 1523, en que tenemos bien documentados los asientos, primero con Portuondo y luego con Bazán, la cuestión no presenta dudas: la mayor parte de los navíos eran de propiedad real. Así, por ejemplo, en el asiento firmado por Bazán en 1530 se especificaba que de las ocho galeras que debían formar la Armada, seis estaban en Barcelona y eran propiedad particular de la Coro na, mientras que tan sólo dos eran aportadas personalmente por el capitán Bazán (53). Asimismo, hasta 1534 la Armada estuvo formada por 10 navíos, (47) GARANDE: Estudios de Historia, T. 1, p. 321; Carlos V s sus banqueros, T. 1, pp. 354-355. (48) Ibidein. (49) SZMOLKA CLARES: Op. cit., p. 117. (50) GARANDE: Carlos Vy sus banqueros, T. 1, p. 353. (51) Instrucciones sobre las cuatro galeras de la guarda del Reino de Granada, s/f. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 230. (52) Ibidem. (53) Asiento firmado con Bazán, Madrid, 9 de abril de 1530. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. Núm. 68 L4 ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550). APUNTES PARA SU HISTORIA de los que siete eran reales (54). Pero, es más, al año siguiente se incorporaron a esa decena de buques cinco más, todos. ellos mandados construir personal mente por Carlos V (55). CUADRO II Los buques de la Armada (56) Años 1495 1504 1509 1523 1529 1530 1532 1533 1534 1535 TOTALES Galeras — 3 4 4 8 8 10 10 10 15 72 Bergantines — Fustas Total 4 2 4 13 5 5 10 10 12 12 11 16 98 — 8 — 1 1 2 2 2 2 1 1 12 Otras — — — — — — — — — — — — — — 8 6 Como se aprecia en el cuadro, la galera fue el barco más utilizado, casi siempre acompañado de un bergantín. Este último navío se consideraba funda mental como complemento de la Armada. En el asiento suscrito con Portuondo en 1529 se decía que siempre las cuatro galeras habían estado apoyadas por un bergantín, y que en ese momento, al estar formada por ocho galeras, debían armarse dos bergantines «para servicio de las dichas ocho galeras y para descu brir puntas y calas y dar avisos y rebatos y otras cosas que se ofrecen...» (57). Se aprecia asimismo un aumento paulatino en el número de galeras, lo cual estaba en paralelo con el crecimiento de la presencia berberisca en las costas del sudeste peninsular. Los rumores sobre la llegada de grandes armadas enemigas a las costas granadinas eran reiterados y además en muchas ocasiones tenían fundamento. Por desgracia, muchos de estos temores se confirmaron pues, de hecho, en estos años se produjeron múlti ples ataques. Así, el 14 de mayo de 1532 alertó Hernando de Loaysa a Carlos V de «la armada terrible» de 20 navíos que estaba pertrechando el (54) Asiento firmado con Bazán, Madrid, 21 de enero de 1535. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (55) Ibidem. (56;) Fuentes: a) Documentales: AGS, Secretaría de Estado 439, N. 27. AGS. Guerra y Marina 1. N. 143; 1315, N. 230 y 1320, N. 213. b) Bibliográficas: LÓPEZ DE COCA: op. ciL, p. 102. SZMOLKACLARES: op. cit., p. 116. (57) Traslado del asiento con Portuondo, 1529. AGS, Secretaría de Estado 439, N. 27. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS temido Barbarroja (58). Estas dramáticas previsiones no tardaron en hacerse realidad, y ocho meses después fue informado el Rey de los estragos cometi dos por Barbarroja, quien echó a pique con 14 españoles dentro un navío que hacía la ruta entre Valencia y Algeciras (59). Probablemente en los años posteriores a 1535, para los cuales no dispone mos de datos concretos, el número de navíos de la Armada siguió en aumento. Sabemos que en 1542 se ordenó al conde de Tendilla, capitán general del Reino de Granada, que fuese a Málaga para agilizar el apresto de la Armada de 10.000 hombres que se estaba preparando (60). Realmente desconocemos el número exacto de navíos que integró esta descomunal Armada que, a juzgar por el número de hombres, debió de rondar al menos los 40 navíos. Sin embargo, creemos que en esta ocasión se pensó utilizarla no sólo en la vigi lancia de la costa del Reino de Granada sino en alguna acción militar contra algún puerto berberisco del Magreb. Por otro lado, debemos decir que en momentos especialmente delicados había una colaboración mutua con otras armadas españolas. Efectivamente, por las referencias documentales de que disponemos deducimos que el auxi lio y la cooperación entre las distintas armadas peninsulares fue muy intensa. En 1527 el capitán Rodrigo de Portuondo acudió a Italia a ayudar a Andrea Doria. Sin embargo cuatro años después, es decir en 1531, fue éste el que ayudó a dos-galeras de la Armada de Bazán a alcanzar el puerto de Mála ga (61). En ese mismo año, cuando la amenaza de Barbarroja era especial mente intensa, se enviaron sendas cédulas a Gabriel de Córdoba, «nuestro capitán de las galeotas y fustas que mandamos hacer contra los infieles», y al capitán Miguel de Aragón para que se juntasen con sus respectivas escuadras .a la Armada de Alvaro de Bazán (62). El objetivo específico de la Armada del Reino de Granada estaba muy claro. En el propio asiento firmado por Portuondo en 1529 se especificaba que se pertrechaba «para la guarda de las costas del mar del Reino de Granada y sus comarcas» (63). Más explícitamente en otro documento se mencionaba que fue creada «para guarda de las Castillas que tenían fronteras a los moros» (64). (58) Carta de Hernando de Loaysa al Rey, Granada, 14 de mayo de 1532. AGS, Secretaría de Estado 439. (59) Relación de Tomás Garrido a Su Majestad, 20 de enero de 1533. AGS, Secretaría de Estado 439. (60) Real Cédula a los contadores y sus lugartenientes, s/f. AGS, Guerra y Marina 1320, N. 213. (61) Socorro que hizo Andrea Doria a dos galeras de España, Málaga, 26 de mayo de 1531. AGI, Guerra y Marina 1317. (62) Real Cédula a Gabriel de Córdoba, Avila, 17 de junio de 1531. Real Cédula a Miguel de Aragón, Avila, 17 de junio de 1531. AGS, Guerra y Marina 1317, N. 53. El asiento tomado con Miguel de Aragón para que hiciese su armada de fustas, fechado el 21 de abril de 1531, se encuentra en AGS, Guerra y Marina 1317, N. 56. (63) Traslado del asiento firmado con Rodrigo de Portuondo, 1529. AGS, Secretaría de Estado 439, N. 27. (64) Instrucciones al juez y diputados de la Armada Guardacostas del Reino de Granada, s/f. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 230. 46 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550).’APUNTES PARA SU HISTORiA Concretamente recorría dos rutas: una, la costa del Reino de Granada, desde Gibraltar al cabo de Gata. Y la otra, la costa del norte de Africa. En lo que respecta a la primera ruta diremos que obviamente era su cometido fundamental, recorriéndola de extremo a extremo más de una decena de veces al año. Sabemos que la Armada de cuatro fustas de 1495 se dividió en dos para hacer este recorrido: una, que al mando del capitán Arriarán navegó de Guadiaro a Vera, y, otra, a cargo de Lezcano que hizo la ruta inversa (65). Por su parte Szmolka Clares afirmó que la Armada patrullaba las costas dividida en dos flotillas: una que hacía la ruta de Gibraltar a Almuñécar, y otra que lo hacía de Salobreña a Vera (66). Si a esta división unimos el hecho de que don Remón de Cardona, durante el tiempo que se ocupó de la Armada, solía destinar una cuarta parte de ella a custodiar la costa de Berbería (67), tendríamos una Armada completamente fragmenta da en tres. Nosotros no estamos totalmente de acuerdo con estas afirmaciones. En primer lugar, debemos decir que la división de la Armada para recorrer la costa fue un método completamente excepcional. Los asientos que tene mos documentados no mencionan nada sobre la posible división de la Armada. Además, desde la década de los veinte, en que arreciaron los ataques corsarios, fue de hecho impensable una posible división de la Armada. No debemos olvidar que aun viajando juntas 8 ó 10 galeras solían encontrar dificultades para abordar a unos enemigos que casi siempre viajaban en grandes grupos y bien armados. En segundo lugar, la ruta costera por el oeste llegaba hasta Gibraltar, y casi nunca era necesario que arribase más al oeste porque hasta allí llegaban las competencias de la Armada Guardacostas de Andalucía. Sin embargo, por el este, dada la debilidad de la Armada del Levante, sí que era frecuente que los buques de la Armada del Reino de Granada llegasen hasta Cartagena, e incluso hasta Alicante y Valencia (68). En lo referente a la vigilancia de las costas magrebíes podemos decir que debió de estar incluida en las actividades de la Armada desde el mismo siglo xv. De hecho ya los Reyes Católicos, al tomar Melilla, mostraron un interés gran de por controlar el problema berberisco desde su origen (69). En cualquier caso, la visita de esta ruta por la Armada se debió de regularizar ya a princi pios del siglo xvi, sobre todo a raíz de la redacción de un memorial titulado «De la guerra de allende». En él se destacaba la importancia de completar la ruta Gibraltar-Málaga-Cartagena con la de Berbería porque «la gente de (65) LÓPEzDE COCA: op. cit., pp. 101-102. (66) SZMOLKACLARES:op. cit., p. 117. (67) Ibidem. (68) Véase, por ejemplo, la Real Cédula a don Alvaro de Bazán, Madrid, 23 de agosto de 1535. AGS, Guerra y Marina 1317. (69) Incluso se sabe que los Reyes Católicos proyectaron poblar en norte de Africa con moriscos, lo cual tenía una intencionalidad económica, pero sobre todo defensiva. BRAUDEL: op. cit., T. II, p. 277. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS África es de tal condición que cuando no les guerrean luego vienen a guerrear donde hallan más a mano, y cuando los guerrean, dejan de guerrear y ponen su cuidado en guardarse» (70). Ya en 1511 se decía que el capitán mosén Berenguel recorría pocas veces las costas de Africa, pese a tener obligación de hacerlo (71). Uno de los testi gos presentados en la información realizada contra Berenguel declaró también que «vio al Capitán don Remón de Cardona ir de Gibraltar hasta Almería y hasta Cartagena, costear la costa africana e ir a Melilla» (72). En definitiva, la Armada seguía de forma unificada dos rutas, a saber: una, la costa peninsular desde Gibraltar hasta Almería, prolongando en ocasiones su recorrido hasta Cartagena o incluso Valencia. Y la otra, las costas del norte de Africa, haciendo escala en Melilla. El elemento humano A continuación vamos a analizar la tripulación que albergaba esta Armada, así como otros elementos de su vida cotidiana, como la alimentación a bordo y la sanidad. Los capitanes generales El máximo responsable dentro de la Armada era el capitán general. La Corona procuró que fuesen personas de linaje y así lo recomendó en unas instrucciones dadas a principios del siglo xvi: «Que sean los capitanes personas de linaje y naturales de Castilla y, a ser posible, de las Ordenes de Santiago, Calatrava o Alcántara, o, a lo menos, de las dos, porque no tienen hijos, ni mujer que los estorbe...» (73). Asimismo, para animar a las personas de alto status social a incorporarse a la Armada se otorgaron numerosos privilegios y prebendas: primero, se esta bleció que los continos de Su Majestad que se agregasen serían «habidos por residentes en la Corte, todo el tiempo que anduvieren en las dichas galeras, para que ganen en el dicho tiempo que sirvieren su acostamiento...». Segundo, se prometió una mejora en las encomiendas que poseyesen. Y tercero y últi mo, se les concedió el privilegio de llevar armas por todo el Reino «pese a cualquier vedamiento» (74). (70) El memorial fue dado a conocer por JIMÉNEz DE LA ESPADA, M.: La guerra del moro afines del siglo xv. Ceuta, 1940, p. 15. La referencia la hemos tomado de Lónz DE CocA: op. cit., p. 103. (71) Información realizada sobre mosén Berenguel. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (72) Ibidem. (73) Instrucciones sobre la Armada de la guarda de las costas de Granada y Andalucía, s/f. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 230. (74) 48 Ibidem. 68 LA ARMADA DEL REZNO DE GRANADA (1492-1550): APUNTES PARA SU HISTORIA Y efectivamente entre los capitanes generales encontramos personas de gran linaje y prestigio social en la España de la época, entre ellos don Remón de Cardona, que llegó a ostentar el título de «Visorrey de Nápoles» (75). Asimismo, don Alvaro de Bazán, que no sólo era un personaje de alto linaje, sino que llegó a ser, a decir de Ramón Carande, «uno de los marinos más eminentes de su generación» (76). Junto con su hijo escribirían una de las páginas más brillantes de la historia naval española. CUADRO III Capitanes generales de la Armada (77) Capitanes g.nerales Diego de Valera Años ¿? Observaciones Fue capitán general antes de la reconquista de Granada Lorenzo y Pedro de Zafra ¿? Desempeñaron sus servicios en el siglo xv, aunque desconoce mos los años exactos Garci López d.. Arriarán, Juan 1488-1495 Garci López aparece primero Lezcano y Martín Díaz de Mena compartiendo capitanía general con Lezcano y luego con Mena Martín Fernández Galindo lSO4-j,? Sabemos que estuvo al frente hasta 1504, pero desconocemos cuándo fue designado Remón de Cardona 1505-1508 Juan Miguel Soler 1509-15 10 Mosén Berer.uel de Olmos 1511 Este capitán es citado frecuente mente, por un error de transcrip ción, como Berenguer Doms. Juan Hurtado de Mendoza 1516 Entre los capitanes de galeras que figuraban en esta armada estaban Francisco de la Cueva, Alonso Vanegas y Pero López de Orozco Rodrigo de Portuondo 1523-1529 Entre los capitanes de su arma da figuraban Francisco Julián, que tenía a su cargo la galera San Marcos, y Pedro de Bazán . (75) Véase el Apéndice 1. No obstante, es probable que este título lo consiguiese con posterioridad a sus servicios en la Armada. (76) CARANDE: Carlos Vy sus banqueros, T. 1. p. 395. (77) Fuentes: a) documentales: AGS, Guerra y Marina 1, 131 y 1319 y Secretaría de Estado 439. b) Bibliográficas: LÓPEZ DE COCA: op. cit., pp. 101-102. SZMOLKA CLARES: op. cit., p. 116. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS Álvaro de Bazán Bernandino de Mendoza Juan de Mendoza 1530-1535 El asiento de 1530 figura como el segundo de Bazán, por lo que debió estar a cargo de la Arma da en algún período anterior a esta fecha 1553-1557 1557-? El salario de los capitanes generales fue en aumento a lo largo de la primera mitad del siglo XVI. Así, mientras que Rodrigo de Portuondo cobra ba 250.000 maravedís al año —unos 668 ducados—, don Alvaro de Bazán percibía por el mismo servicio 1.000 ducados anuales (78). En principio esta paga era muy modesta, incluso inferior a la que cobraban por aquellas fechas los capitanes generales de la Armada Guardacostas de Andalucía (79). Sin embargo, este salario tenía varios complementos que hacían que el cargo tuviese buenas perspectivas de enriquecimiento. Además de estos hono rarios los capitanes disfrutaban de una parte del botín. La costumbre en el reparto de éste era la siguiente: una quinta parte para la Corona, otro quinto para la tripulación, otro para el capitán general, otro para el señor del navío, y finalmente, otro para el mantenimiento de la tripulación (80). Sin embargo, teniendo encuenta que la Corona solía ceder su quinto (81), y que el capitán general era el que daba los mantenimientos a la tripulación, lo normal es que el grueso del botín se lo quedase el capitán general. Pero los beneficios de éste podían ser muchísimo mayores porque, además del sueldo, recibía una importante suma tanto por los buques que aportaba, y que la Corona le arrendaba, como por el mantenimiento de la Armada. Así, en 1545, cuando los costes de la Armada superaban con creces los 100.000 ducados, su capitán general, Bernardino de Mendoza, cobró entre una cosa y otra nada menos que 30.000 ducados (82). Obviamente, una parte importante de esa cantidad estaba destinada a pagar la alimentación de la tripulación —salvo (78) Asiento suscrito con Rodrigo de Portuondo, Burgos, 15 de septiembre de 1523. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (79) Por ejemplo, entre 1522 y 1548 los capitanes generales de la Armada Guardacostas de Andalucía tuvieron un salario medio de 1.359 maravedís diarios, es decir unos 1.326 duca dos anuales. Mii CABALLOS: La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa de la Carre ra..., p. 54. (80) Declaración de Alvaro de Bazán sobre el reparto de presas, Madrid, 21 de octubre de 1541. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (81) En el último asiento firmado con Bazán, el 1 de enero de 1535, la Corona renunció a su quinta parte «porque con más voluntad y diligencia entienda en ofender a los infieles o a otros nuestros enemigos...». Asiento firmado con Bazán, Madrid, 21 de enero de 1535. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (82) CARANDE: Carlos Vy sus banqueros, T. II, p. 109. Este capitán fue uno de los mari nos más prestigiosos de su tiempo. Por ese motivo a primero de enero de 1554 fue llamado para que acudiese a La Coruña a entender «como proveedor general» de la armada que se preparaba para llevar al príncipe Felipe a Inglaterra. AGS, Guerra y Marina 1320, N. 106. 50 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550). APUNTES PARA SU HISTORIA el bizcocho, que lo proporcionaba directamente la Corona—, así como el mantenimiento de los navíos y’ en su caso, su arrendamiento. Sea como fuere lo cierto es que algunos capitanes generales aprovecharon esta circunstancia para enriquecerse ilícitamente. Garci López de Arriarán llegó a establecer toda una trama contrabandística, utilizando como tapadera la propia Armada (83). Pero el caso más llamativo fue sin duda el del capitán general mosén Berenguel de Olmos que, para embolsarse todo el dinero que la Corona le abonaba, tenía las galeras sin abastecimiento y mal pertrechadas. En una información presentada sobre su actuación todos los testigos fueron unánimes al declarar verdaderas atrocidades cometidas por Berenguel. Uno de los testigos manifestó que era «vergüenza de Dios y del mundo tener las gale ras tan mal aderezadas» (84). Al parecer se negaba a perseguir y disparar tiros a los enemigos para ahorrar artillería, «mataba de hambre» a la tripulación e incluso se negó a socorrer a náufragos españoles después de haber sido hundi dos sus navíos por los corsarios. Obviamente mosén Berenguel de Olmos terminó con sus huesos en la cárcel, obligándosele además a abonar 20.000 ducados de fianza (85). La tripulación Mucho más reducido era el salario de los capitanes de cada una de las galeras, estimándose en unos 150 ducados anuales (86). Además del capitán, las galeras llevabanuna tripulaciónde entre 200 y 260 per sonas, incluyendo en ese número a remeros, oficiales y a los llamados «compañeros sobresalientes». En los primeros años del siglo XVI la tripulación rondaba las 200 personas: 143 remeros y otras 60 personas entre las que se incluían 17 oficiales, 3 lombarderos, 20 espingarderos y 20 ballesteros (87). Sin embargo, ya desde comienzos del siglo xvi hubo intención de aumentar la gente de galeras, ordenándose que, además del capitán y de los remeros, fuesen 70 tripulantes más (88). Este número aumentó aún más desde la década de los veinte, hasta superar las 250 personas por galera. Este incremento se basó, fundamentalmente, en la ampliación del cupo de la «gente de annas». Así, los remeros pasaron de 140 a 150, mientras que los oficiales pasaron de 20 a 23. El cambio realmente importante lo experimentó el número de «compañeros sobresalientes» o de (83) Véase Ruiz POVEDANO:op. cit., pp. 97-98. (84) Información tomada contra mosén Berenguel de Olmos. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (85) Ibidem. (86) Eso es lo que cobraba al menos Francisco Julián, un capitán de la Armada de Rodrigo de Portuondo. Real Cédula al argentier Juan de Adurza, Madrid, 7 de septiembre de 1528. AGS, Guerra y Marina 1, N. 124. (87) SZMOLKA CLARES:op. cit., p. 117. (88) Instrucciones para las cuatro galeras de la guarda de las costas del Reino de Granada y Andalucía, s/f. AGS, Guerra y Marina 1315, N. 230. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS gente de armas, que pasó de 43 a 92. En el asiento deBazánde 1530seespe cificaba que debían ser 92 hombres, sin el capitán, «como los hay en las guar das del Levante» (89). Entre estos 92 debía haber al menos 52 arcabuceros, poniendo bien de relieve la estrategia de las galeras, que no era otra que el abordaje del enemigo. Los remeros podían ser de distinto tipo: forzados —también denominados galeotes— o voluntarios. A algunos condenados se les conmutaba su pena por servir de remeros en las galeras y, obviamente, tan sólo eran alimentados, sin percibir ningún salario. Sin embargo lo normal es que fueran asalariados, es decir, los que en la documentación se denominan como remeros «de buena bolla». Esto se debía a que los mismos capitanes generales los preferían así para ingresar más dinero de la Corona. Estos remeros asalariados en los primeros tiempos eran voluntarios; sin embargo, con el paso del tiempo, y dada la negativa a alistarse voluntariamente, hubieron de hacerse levas forzo sas entre la población de los puertos del Reino de Granada. Esta indisposición a incorporarse voluntariamente se debía al bajo salario que percibían, a los retrasos en las pagas —que en teoría debían abonarse cada dos meses— y al temor a los enemigos (90). Los oficiales, en cambio, se recomendaba que fuesen siempre «personas escogidas y esforzadas y experimentadas en la guerra de la mar y sabedoras en el arte de navegar y que sepan tratar con dulzura y con rigor la gente de la galera» (91). Evidentemente de la buena preparación y sobre todo de la expe riencia de los oficiales dependía el buen provecho de la Armada. Entre la oficialía de cada navío figuraban: patrones, cómitres, alguaciles, calafates, barberos o cirujanos y, por supuesto, un capellán. El sueldo de éstos iba desde los siete ducados al mes que cobraba el patrón al ducado y medio que percibía el capellán. Especial esmero se ponía en seleccionar al cómitre, que a la sazón tenía encomendada la difícil tarea de controlar a los remeros, siempre dispues tos a impulsar altercados cuando no estaban contentos con sus condiciones de vida o con su remuneración. Finalmente los remeros, si eran asalariados, cobraban la ínfima cifra de 112,5 maravedís al mes, es decir, ni siquiera cuatro maravedís diarios (92). En general hemos de hablar de unos salarios muy bajos para toda la tripu lación, lo cual era una realidad generalizada en todas las armadas y flotas de la España moderna. De hecho la navegación, en palabras de Pérez-Mallaina, se consideraba un negocio «desesperado y espantoso..., el último recurso para campesinos que, tras haber emigrado a las ciudades costeras, no habían podi do labrarse un porvenir, y también para los componentes de los estratos socia(89) Asiento firmado con Bazán, Madrid, 9 de abril de 1530. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. (90) SZMOLKA CLARES: op. cit., p. 117. (91) Instrucciones para las cuatro galeras guardacostas del Reino de Granada y Andalucía, s/f. AGS. Guerra y Marina 1315, N. 230. (92) Este es el sueldo que se les señaló en el asiento tomado con don Alvaro de Bazán el 9 de abril de 1530. AGS, Guerra y Marina 1, N. 143. 52 68 LA ARMADA DEL REINO DE GRANADA (1492-1550): APUNTES PARA SU HISTOR1A les más humildes de los grandes núcleos urbanos...» (93). Para hacemos una idea, un calafate, un cirujano o un lombardero de la Armada granadina ganaba unos 31 maravedís diarios mientras que, según Hamilton, un jornalero valen ciano ganaba entre 1501 y 1550 una media de 33,6 maravedís al día (94). Los remeros ganaban, pues, un sueldo ocho veces inferior al del menciona do jornalero de Valencia. Se explica así por qué los remeros debían ser reclu tados forzosamente mediante levas. Alimentación e higiene a bordo Dado que se trataba de una navegación casi de cabotaje, en la que se reali zaban numerosas escalas durante el recorrido, no era necesario llevar alimen tos y agua para grandes temporadas (95). Cada cierto tiempo la Armada se abastecía, normalmente coincidiendo con su paso por el puerto de Málaga. Los asientos establecidos con Rodrigo de Portuondo y Alvaro de Bazán son muy explícitos en tomo a la alimentación de la tripulación. Además de agua abundante, la dieta tenía como alimento clave el bizcocho. Este no tenía el significado actual, sino que se trataba de unas tortas de harina de trigo, duras, doblemente cocidas y sin levadura, que duraban largo tiempo (96). Hasta tal punto era importante el bizcocho, que la Corona se encargaba de abastecer las galeras, aportando 131,5 quintales por galera y mes. Asimismo formaban parte de la alimentación básica de los marinos el vino, el vinagre y el aceite. Por lo demás, quedaban los asentistas obligados a proporcionar carne tres días a la semana a toda la tripulación. A veces los capitanes generales incumplían esta obligación por lo cara que resultaba la carne en la España del siglo xvi. Los cuatro días restantes de la semana debían proporcionar habas, arroz y pescado. La sanidad a bordo estaba controlada por un cirujano o un barbero que debía haber, obligatoriamente, en cada una de las galeras. Asimismo estaba previsto que se limpiase en profundidad cada galera una vez al mes, siendo supervisado el trabajo por el cómitre (97). Asimismo, y coincidiendo con las labores de aseo de la nave, tras una limpieza en profundidad, se perfumaba ésta, frotando su superficie con romero (98). (93) PÉREz-MALLAINA BUENO, Pablo Emilio: Los hombres del océano. Sevilla, Gráficas del Sur, 1992, pp. 33 y 39. (94) HAMILTON, E. J.: El tesoro americano y la revolución de los precios en Espaéa, 1501-1 650. Barcelona, Ariel, 1983, pp. 411-414. (95) SZMOLKA CLARES:O. cit.. p. [17. (96) PÉREZ-MALLAINA: op. cit., p. 149. También en MENAGARCÍA,María del Carmen: Sevilla y las flotas de Indias. La Gran Armada de Castilla del Oro (1513-1514). Sevilla, Universidad de Sevilla, 1998, p. 400. (97) Así aparece reflejado tanto en el asiento de Portuondo de 1523 como en el de Alvaro de Bazán de 1530. AGS, Guerra y Marina 1,N. 143. (98) Ibidem. Año 2000 ESTEBAN MIRA CABALLOS Conclusión Hay cierta unanimidad por parte de los historiadores en afirmar el balance negativo de esta Armada. Cerezo Martínez afirma que fue relativamente inefi caz porque los corsarios estuvieron en todo momento informados de los movi mientos de la Armada (99). El profesor López de Coca no es menos crítico cuando afirma que «sus fracasos superaban con creces a sus éxitos» (100). Y finalmente José Szmolka afirma que fue bastante incompetente debido a dos causas: una, a la falta de recursos que hacía que fuese siempre en inferioridad de buques y mal pertrechadas, y otra, porque los mismos granadinos avisaban a los corsarios, que atacaban puntos no vigilados (101). Nuestra impresión es que estas opiniones son excesivamente críticas con la Armada. Es cierto que hubo momentos, sobre todo en los primeros años, en los que los capitanes generales abusaron de sus poderes, defraudaron y hasta se enriquecieron ilícitamente. Casos como los de Remón de Cardona o mosén Berenguel de Olmos ilustran perfectamente esta situación. Sin embargo, cuan do el peligro corsario arreció, se pertrecharon armadas importantes de 10 y 15 galeras acompañadas por navíos de guerra. Conocemos algunas derrotas infli gidas por los enemigos a esta escuadra del Reino de Granada, pero lo que jamás podremos cuantificar es el grado de disuasión que ésta ejerció sobre los corsarios berberiscos y turcos. Además debemos decir que, desde la década de los veinte, la escuadra dispuso de importantes recursos, sin comparación con los que disponían la Armada del Levante, la del Cantábrico o la Guardacostas de Andalucía. No olvidemos, por ejemplo, que la Armada Guardacostas de Andalucía, que tuvo la responsabilidad de la defensa de los navíos que retornaban de América repletos de mineral precioso, dispuso de una media de cuatro navíos, no supe rando en ninguna ocasión el número de seis embarcaciones en toda la primera mitad del siglo xvi (102). (99) CEREZOMARTÍNEZ:op. cit.. p. 138. (100) LÓPEZDE COCA: op. cit., p. 102. (101) SZMoLIc4CLs:op. cit.,p. 118. (102) Miu ra..., p. 47. 54 CABALLOS:La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa de la Carre 68 CRUCEROS DE COMBATEEN LA BATALLA DE JUTLANDIA José Manuel GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN Capitán de navío Introducción La concepción del crucero de combate tuvo su origen en la actuación de la división de cruceros acorazados del vicealmirante Kamimura durante la bata lla de Tsushima. El apoyo que prestaron al almirante Togo reforzando la acción del grueso en los momentos culminantes del combate, con toda proba bilidad, constituyó una fuente de inspiración para el clarividente e impulsivo almirante británico lord Fisher, que dirigió sus esfuerzos hacia el diseño de un buque de combate capaz de lograr gracias a una elevada velocidad, concentra ciones rápidas y movimientos envolventes durante el combate entre los grue sos de las flotas y que a la vez sirvieran para asegurar la cobertura de la línea propia y el apoyo de las fuerzas ligeras. Como tenía que tomar parte en la batalla necesitaba una artillería similar a la de los «dreadnought» (acorazados) y una velocidad superior a la de éstos al menos en un 20 por 100. La velocidad del acorazado alcanzaba los 21,5 nudos. Sólo había dos modos de elevarla conservando el tonelaje: a) sacrificando la protección b) reduciendo la artillería. En las futuras construcciones de cruceros de combate que siguieron, los británicos se inclinaron por la primera alternativa, mientras que los alemanes optaron por reducir el calibre de sus cañones. El bautismo de fuego del crucero de combate tuvo lugar durante la Gran Guerra, primero en el combate de Heligoland y algo más tarde en la batalla de las Falkland. En ambos encuentros los cruceros de combate británicos demostraron su capacidad ofensiva y los resultados desbordaron todas las previsiones. Sin embargo, todavía no había tenido lugar un duelo entre congéneres enemigos. Este se produjo poco tiempo después en el banco de Dogger entre los cruceros de combate de sir David Beatty y los de von Hipper. A raíz de este encuentro resultó hundido el crucero acorazado Biücher, matalote de popa de la línea de Hipper, y el Lion, buque insignia de Beatty, tuvo que salirse de la formación con graves averías. El traslado de la insignia de Beatty permitió la retirada de la escuadra alemana, y el desenla ce del encuentro quedó aplazado algo más de un año, hasta la batalla de Jutlandia. Año 2000 JOSÉ MANUELGUTIÉRREZDE LA CÁMARASEÑÁN Las fuerzas En enero de 1916 el almirante Reinhard Scheer tomó el mando de la Flota de Alta Mar. A partir de entonces las perspectivas para el posterior desarrollo de la guerra naval contra Inglaterra se renovaron por completo. Era von Scheer un hombre que no podía mantenerse impasible cuando apre ciaba la enorme fuerza que tenía a sus órdenes. Soñaba con dar un duro golpe a la Gran Flota utilizando para este propósito todas sus fuerzas a la vez, pues pensaba con razón que ésta era la forma de sacarles el máximo partido. La idea de von Scheer era emplear a las fuerzas de superficie actuando en coordinación con los submarinos —que constituían un núcleo nada desprecia ble— y con los dirigibles como exploradores. Estas premisas le indujeron a llevar a cabo el llamado Plan Sunderland. La base de la operación consistía en un bombardeo de la ciudad inglesa de Sunderland por los cruceros de combate del contralmirante von Hipper, que luego se replegarían sobre la Flota de Alta Mar para asegurarse el regreso a su base. Mientras tanto, los submarinos efectuarían una vigilancia ofensiva sobre la zona de bombardeo. Hipper tenía órdenes de destruir a toda fuerza enemiga que se encontrara, en el caso de que fuera inferior a la propia y atraerla sobre el grueso de la Flota de Alta Mar, si era superior. Los dirigibles constituirían la descubierta del grueso, previniendo a von Scheer de la composición de las fuerzas enemigas. El día fijado para la salida a la mar de la flota alemana fue el 30 de mayo, y debido a las condiciones meteorológicas se cambió el plan de bombardear Sunderland por una acción contra el tráfico aliado en el Skagerrak. Los británicos, que habían captado numerosos radios e interceptado partes de situación de los submarinos germanos destacados en las costas inglesas, sospecharon que el enemigo tramaba una operación naval a gran escala, por lo que el almirante Jellicoe, comandante en jefe de la Gran Flota, se hizo a la mar desde Scapa Flow, ordenando hacer lo mismo a sir David Beatty. En consecuencia, los arrogantes cruceros de combate Lion —con la insignia del vicealmirante—, Princess Royal, Queen Mary, Tiger Indefatigable y New Zealand, once cruceros ligeros y una flotilla de destructores, abandonaron el Firth of Forth. Incorporado a Beatty, el contralmirante Evan Thomas reforzaba los cruceros de combate con su 5a escuadra formada por los modernos acora zados Valiant, Warspite, Barham y Malaya. Eran unos buques soberbios, de gran potencia ofensiva y elevada velocidad: 25 nudos. El portahidroaviones Engadine acompañaba a esta fuerza. Desde Cromarty Firth se hizo a la mar el vicealmirante Jerram con ocho acorazados y cuatro cruceros acorazados, estos últimos a las órdenes del contralmirante sir Robert Arbuthnot. El almirante Jellicoe conducía el grueso de la Gran Flota desde el acoraza do Iron Düke. Con él se habían hecho a la mar desde Scapa Flow dieciséis acorazados, la escuadra de cruceros de combate del contralmirante Hood 56 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDiA compuesta por tres unidades de la clase «Invincible», cuatro cruceros acoraza dos, una escuadra de cruceros ligeros ydos flotillas de destructores. El día 31 de mayo, a la una de la madrugada, el alniirante Scheer salía de la rada de Schilling con la Flota de Alta Mar, sin saber que el enemigo estaba haciendo por él con todas las fuerzas de que disponía. El contralmirante Hipper mandaba el destacamento avanzado cuarenta millas por delante de Scheer. Estaba compuesto por los cinco cruceros de combate: Lützow (buque insignia), Derfflinger Seydlitz, M/iltke, y Von der Tann, además de un grupo de exploración compuesto por flotillas de cruceros ligeros y destructores. El grueso estaba constituido por dieciséis acorazados y seis viejos «predreadnougths» a los que acompañaban las fuerzas de exploración compuestas por flotillas de cruceros ligeros y destructores. En resumen: 101 buques alemanes dotados aproximadamente con 45.000 hombres frente a 151 buques británicos con 60.000 hombres. Jamás en encuentro naval alguno se habían enfrentado fuerzas tan poderosas. El avistamiento Las fuerzas de Jellicoe, que habían salido de Scapa y de Cromarthy, se concentraron el día 30 de mayo a seis millas al este de Aberdeen y Beatty tenía orden de encontrarse a 14.00 horas del día 31 en un punto a 100 millas al oeste de la costa norte de Jutlandia, hora en que Jellicoe se encontraría a 70 millas al NNW de dicho punto. Una vez alcanzada esta posición, Beatty debe ría hacer rumbo norte para encontrarse con Jellicoe. De acuerdo con el horario previsto, el vicealmirante Beatty se encontraba a 14.00 horas en las proximi dades del punto fijado, navegando al rumbo 090 con su primera escuadra de cruceros de batalla, formada pór los Lion, Princess Royal, Queen Mary y Tiger. La segunda escuadra, constituida por los New Zealand e indefatigable, navegaba a unas tres millas al nordeste de la primera y al noroeste la quinta escuadra del contralmirante Evan Thomas. A unas setenta millas se encontra ba el grueso del almirante Jellicoe. El escenario estaba dispuesto para dar paso al desarrollo del drama. Cuando Beatty se disponía a arrumbar al norte para hacer con su fuerza por el grueso de Jellicoe, el crucero ligero Galatea, de su descubierta, avista a un mercante a unas ocho millas, dirigiéndose con su gemeló Phaeton a recono cerlo, lo que da lugar a una primera escaramuza con fuerzas ligeras de la descubierta de Hipper que se encontraban en las proximidades del mercante, también reconociéndolo. Beatty, alertado por el Galatea de la presencia del enemigo, ordena gober nar al SE, sobre la línea de retirada del enemigo, con el fin de impedirle el regreso a su base y obligarle a un combate decisivo. La característica fundamental de Beatty era su agresividad. Había logrado una fulgurante serie de ascensos por méritos de guerra llegando a ser el almi Año 2000 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN rante más joven de la Marina inglesa. Designado personalmente por sir Wins ton Churchill para el mando de la escuadra de cruceros de combate, el puesto parecía hecho a su medida. En 1916 contaba 45 años, ocho menos que su oponente Hipper. Cuando se izó en el Lion la señal ordenando rumbo SE, los acorazados de la 5a escuadra del contralmirante Evan Thomas no la avistaron, por lo que continuaron al mismo rumbo durante ocho minutos, lo que hizo que la separa ción entre los buques insignias Barharn y Lion aumentase considerablemente, y este lamentable fallo en las comunicaciones influyó muy decisivamente en la primera fase de la batalla en favor de los alemanes. El avistamiento de las escuadras enemigas tuvo lugar a las 15.15, cuando el New Zealand señaló a un crucero de combate a 15 millas de distancia. A su vez Hipper fue informado de la presencia de los cruceros de combate británicos. Disposiciones para el combate A las 15.30, los dos buques insignias se encontraban a 14 millas. Beatty, que navegaba al SE, tenía al enemigo por el NE desplazándose hacia el norte, cortando el rumbo a la fuerza británica; por ello ordenó gobernar al este a fin de recortar aún más la línea de retirada de los buques alemanes. Los cuatro acorazados de Evan Thomas, esforzándose por incorporarse, se encontraban ahora a ocho millas por la popa de los cruceros de combate. Mientras tanto, unas millas más al NE, el contralmirante Frank von Hipper observaba los movimientos de los ingleses. Este hombre, uno de los mejores oficiales de la Marina alemana, trataba de poner en práctica la estrategia a que obedecía su presencia en vanguardia, por ello decidió retirarse en la dirección en que se acercaba Scheer con la idea de arrastrar a Beatty hacia el grueso de la Flota de Alta Mar. El almirante alemán sabía que la fuerza de Beatty era superior a la suya y necesitaba el refuerzo de la Flota de Alta Mar para dar un golpe mortal. Esto le obligaba a adoptar una actitud defensiva hasta que se encontrase con Scheer, por eso a 15.32 ordenó gobernar al SE mientras Beatty se dirigía al este a toda máquina cerrando distancias. En pocos minutos ambas fuerzas de cruceros de combate estarían dentro del alcance de la artillería. Los cruceros de combate de Beatty, pintados de gris oscuro, destaca ban a aquella hora sobre el horizonte de poniente; en cambio los alema nes, de color gris claro, eran más dificiles de apreciar en la neblina del horizonte que se extendía por levante. Hipper sólo tenía cinco cruceros de combate, mientras Beatty disponía de seis. Ahora bien, los cinco cruceros de combate alemanes, mejorados después del combate de Dogger Bank, contaban con más protección que los cruceros de Beatty y, aunque el cali bre de la artillería era inferior, disponían de direcciones de tiro más perfec cionadas, mejores proyectiles y más adiestramiento en el personal de arti llería. 58 68 CRUCEROS DE COMBATE EN L4 BATALLA DE JUTLANDIA Realmente, el crucero de combate era aún en las. dos Marinas un buque experimental y ambas, como sabemos, habían seguido criterios diferentes en la construcción de estas unidades. Los cruceros de combate ingleses en lo que superaban a los alemanes era en velocidad. Los acorazados rápidos de Evan Thomas, Barham., Vaiiant, Warspite y Malaya se afanaban en aproximarse a Beatty y le podrían haber proporcionado una superioridad enorme en esta primera fase del combate, pero el almirante Beatty prefirió enfrentarse sólo con sus seis cruceros de combate ante la posibi-. lidad de que se escapase el enemigo. Probablemente pensaría que estos buques. 15)0 JA A BEOTIS 1605 1730 NO E FA T IGAB LE HUNDIDO 1730 1536 1626 QUEEN MARY HUNO IDO 1650 6 36 SE AVISTO ALTA MAR B3TAUA CRUCEROS Año 2000 FLOTA DE JuTLANDIA (31 DE MAYO DE 1916) ENCUENTRO DE ENTRE BAfALLA 59 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN habían demostrado su superioridad en el Dogger Bank y eran mejores en velo cidad y artillería; además él contaba con una unidad más que su oponente. Comienza el combate Una vez dentro del alcance artillero de los buques ingleses, Beatty conti nuó acercándose sin abrir el fuego en una línea próxima a la de frente, hasta que ordenó arriar la señal de cambio de rumbo, evolucionando los seis cruce ros de combate hasta quedar en línea de fila a un rumbo del segundo cuadran te algo convergente con el de los cruceros de Hipper. En este momento, la distancia entre ambas fuerzas era de 8,5 millas. El Lion y el Princess Royal debían concentrar el fuego sobre el Lützow, insignia de Hipper, y el resto de los cruceros de combate ingleses dispararían sobre los correspondientes en la línea alemana. Hipper, por su parte, ordenó que cada uno de los buques disparase sobre el correspondiente inglés, saltándose al penúltimo que era el New Zealand. El primero en abrir el fuego fue Hipper a las 15.48 e, inmediatamente, respondieron los ingleses. El fulgor del combate se apoderó de las dotaciones, desapareciendo la tensión nerviosa que precedía a la ruptura de fuego. El tiro de los alemanes era superior al de los británicos, ya que debido a la visibilidad reinante hacia levante, los telemetristas de los buques ingleses sobreestimaron la distancia al enemigo que por el color gris claro empleado en la pintura de sus unidades se difuminaba en la calima de fondo. Los proyectiles alemanes explotaban muy próximos a los buques ingleses y éste fue el factor determinante en la primera parte de la batalla. Tres minutos después de empezar el combate, el Lion, ahorquillado por el Lützow, era alcanzado por dos proyectiles de éste. Mientras tanto, los ingleses continuaban en período de tanteo dificultados en su observación por las enor mes columnas de agua de los piques alemanes. Al cuarto minuto, el Miltke, que había centrado al Tiger, le alcanzó con tres proyectiles. El Derfflinger y el Von der Tann machacaban implacablemen te a los Princess Royal e Indefatigabie. Las cubiertas de los cruceros de combate ingleses, hasta hacía poco impe cables, estaban ahora repletas de cadáveres y de restos humeantes; sin embar go no paraban de disparar, aunque sus salvas caían por detrás de la línea alemana permitiendo a los artilleros de Hipper apuntar sin ser molestados. Para colmo, el Queen Mary y el Tiger equivocaron la señal de distribu ción de fuego dificultando la observación de tiro de los otros buques, resul tando además que ninguno de los cruceros ingleses disparaba contra el Derf flinger. Por fin, a los siete minutos de combate, el Queen Mary obtuvo su primer impacto sobre el Seydlitx. El Lion también logro un impacto sobre el Lützow, a los once minutos. Sin embargo, en los primeros veinticinco minutos de combate los ingleses no consiguieron más que tres impactos. 60 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA 4j$ rr- - 1 -: El crucero de batalla británico Tiger. (Museo Naval, Madrid) Primeras bajas La intención de Beatty era maniobrar a 26 nudos para alcanzar una posi ción por la amura de los cruceros enemigos, desde la cual, haciendo una meti da hacia los alemanes, los obligaría a imitar su movimiento de giro so pena, de no hacerlo así, de concentrar el fuego sobre el primer buque de su línea. Así, repitiendo este movimiento, cortaría la retirada a los alemanes hasta que llegase la 5.’ escuadra de Evan Thomas. A las 16.00, un proyectil alcanzó al Lion atravesando el techo de la tolTe Q y explotando en la plataforma de cañones, matando a todos los cargadores. Por la popa del Lion, el Indefatigable, último buque de la línea británica, estaba recibiendo un castigo durísimo del Von der Tann. De pronto, una impresionante explosión que empezó por la proa, convulsionó todo el buque. Los pañoles habían volado. Por los aires, a gran altura, saltaron multitud de objetos de todos los tamaños. Este hermoso crucero de combate, de 19.000 toneladas, desapareció llevándose consigo a 1.015 hombres de su dotación. Tan solo dos se salvaron. Las escuadras quedaban en igualdad de condiciones en cuanto al número de unidades, sin embargo, Hipper contaba con 21 torres, mientras que las de Beatty habían quedado reducidas a 15. El Lützow, que seguía centrando al Lion, le alcanzaba ahora seis veces, ocasionando enormes destrozos y causando muchos incendios y bajas. Beatty metió hacia fuera aumentando la distancia a 20.000 yardas, reba sándose el límite de tiro eficaz, y a 16.10 el fuego de los cruceros de combate cesó parcialmente, aprovechando el respiro para ordenar al jefe de las flotillas de destructores que le acompañaban atacar al torpedo. Año 2000 61 JOSÉ MANUELGUTIÉRREZDE LA CÁMARASEÑÁN El cruceroLion seguidode los Princes.sRoval. Indomitable y Nei’’ Zediland. (Museo Naval. Madrid.) En este intervalo llegaba por fin en apoyo de Beatty la 5•a escuadra que, aprovechando las reducciones de velocidad que los cruceros de combate habían tenido durante la acción artillera, se acercaba a 24 nudos y estaba a punto de intervenir. A las 16.06 los buques de Evan Thomas abrieron fuego con los cañones de 15 pulgadas sobre los últimos de la línea alemana, disparando el Barham y el Valiant sobre el Miiltke y el Warspite y el Malaya sobre el Von der Tann. El tiro de estos acorazados era muy eficaz. El refuerzo era de un valor incalculable para el castigado Beatty. Enseguida el Von der Tanz fue alcanza do por un proyectil del Barham, haciendo embarcar en el crucero de combate alemán 600 toneladas de agua. A 16.06 el Mi5ltke recibió un impacto, viéndo se obligados los dos últimos buques de la línea alemana a navegar en zig-zag para eludir aquella avalancha de proyectiles que se les venía encima. Mientras tanto, los buques de Beatty habían acortado distancias y se incor poraban de nuevo al combate. A 16.17 el Queen Mary logró un impacto en el Sevdlitz y, poco después, el New Zealand alcanzaba al Von der Tann, dejándo le una torre fuera de combate. En el buque alemán se declararon varios incen dios que le dejaron totalmente envuelto en una nube de humo, pero a pesar de sus graves averías obtuvo otro impacto sobre el New Zealand con las dos torres útiles que le quedaban. El Miiltke llegó a ser blanco de cuatro buques ingleses, resultando alcanza do dos veces, pero continuó combatiendo con coraje, logrando colocar un proyectil en el Tiger. 62 Núm. 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA Sin embargo, los tres primeros cruceros de combate de la línea de Hipper continuaban tirando estupendamente. El Derfflinger y el Seydlitz centraron su fuego sobre el Queen Mary a 15.000 yardas, alcanzándole repetidas veces. A 16.25, una salva de cuatro proyectiles cayó sobre el crucero de combate inglés señalando su fin. Los pañoles de municiones volaron, elevándose la columna de humo y llamas a una altura de 1.000 pies, mientras el casco partido en dos se sumergía para siempre, arrastrando consigo a 1.258 oficiales y marineros. La Flota de Alta Mar La fuerza de cruceros de batalla británicos había reducido a la mitad el potencial ofensivo con el que había iniciado el combate, al verse reducida en dos unidades y contar el resto con grandes daños. Sin embargo, sir David Beatty continuó el combate con tenaz determinación, dirigiendo la batalla desde la plataforma alta del puente sin ninguna protección. Lo que no podía sospechar el almirante inglés era que la Flota de Alta Mar, procedente del sur, iba a aparecer de un momento a otro. La trampa que Hipper le había tendido estaba a punto de consumarse. El crucero ligero Southampton fue el primero en avistarla. Este buque navegaba a cuatro millas por la proa del Lion y con los Birmingham. Notting ham. y Dublin, constituían la vanguardia de los cruceros de combate. El comodoro Goudenough, a bordo del Southampton, puso inmediatamen te un mensaje a su jefe directo, el vicealmiranté Beatty y al almirante Jellicoe informando del avistamiento de la flota de combate enemiga dirigiéndose hacia el norte. El rumbo que llevaba Beatty le dirigía exactamente hacia la Flota de Alta Mar. A 16.40, el propio almirante reconocía a 12 millas a la línea de acora zados alemanes, pero enseguida se adaptó a la nueva situación. Ahora los cruceros de combate de Hipper pasaban a segundo término, lo que importa ba era que la totalidad de la Flota de Alta Mar no regresase a sus bases. Aunque él no contaba con fuerza suficiente para destruir por sí solo a los alemanes, sí la tenía Jellicoe, que se encontraba 50 millas más al norte y se dirigía hacia el sur. Beatty necesitaba ahora ser perseguido por los alemanes durante una hora al menos y la trampa se cerraría sobre von Scheer. En conse cuencia, a 16.43 ordenó «Cambio de rumbo por contramarcha de 180 grados a estribor». El Lion, seguido de los Princess Royal, Tiger y New Zealand, efectuó la evolución a 25 nudos quedando a un rumbo próximo al NW y reanudando el fuego por la otra banda. Ahora, los cruceros de combate ingleses estaban bajo el fuego de los buqües de cabeza de la Flota de Alta Mar, que disparaban con la máxima elevación de sus piezas. El comodoro Goudenough, que con su escuadra de cruceros ligeros se había acercado hasta 13.000 yardas del enemigo a fin de obtener información Año 2000 JOSÉ MANUEL GUTiÉRREZ DE i CÁMARA SEÑÁN El crucero de combate alemán Sediitz. (Museo Naval, Madrid.) sobre la composición de sus fuerzas, logró su objetivo bajo un fuego intensísi mo que le obligó a dirigirse de nuevo hacia el norte navegando en zigzag, y a las 16.48 transmitía a Jellicoe y a Beatty el siguiente mensaje: «El rumbo de la flota de combate enemiga es norte. Formación, línea de fila. La vanguardia está compuesta por buques del tipo “Kaiser”. Los cruceros de combate enemigos se acercan por el norte a la cabeza de la Flota de Alta Mar. Mi posición es 56-29N y 06-14 E». A 16.42 la 5.’ escuadra se cruzó con Beatty a rumbos opuestos. Este último trató de comunicar a Evan Thomas el nuevo rumbo a gobernar,pero como el Lion estaba rodeado de piques, no fue posible distinguir la señal desde el Barham, por lo que el almirante subordinado continuó dirigiéndose hacia el sur con la idea de atraer sobre sí el peso del combate. Pero una vez rebasada la escuadra de cruceros de batalla y avistada la Flota de Alta Mar, la situación quedó perfectamente clara para Evan Thomas, especialmente cuando su buque nisignia recibió un impacto y, enseguida, un diluvio de proyectiles. Por ello, la 5.’ escuadra gobernó también al norte por contramarcha, siguiendolas aguas de Beatty. Hipper hizo una evolución análoga con sus cruceros de combate y quedaba ahora gobernando al norte, a la cabeza de la Flota de Alta Mar. Los alemanes no sospecharon ni remotamente que la retirada hacia el norte de Beatty era una estratagema. Creían que los ingleses escapaban a toda máquina con el exclusivo propósito de salvarse y Scheer pensaba que había llegado su ocasión de destruir una porción importante de la flota británica y conseguir, con ello, la paridad naval que su país necesitaba. 64 Núm. 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA En la evolución de cambio de rumbo hacia el norte de los cruceros de Hipper, el Seydlitz, tercero de la línea, fue alcanzado por un torpedo que había sido lanzado diez minutos antes desde un destructor inglés, haciendo que entrasen en el crucero de combate varias toneladas de agua y, aunque se pudo aislar la zona del impacto, el crucero estaba seriamente dañado. A unas tres millas por la proa de la Flota de Alta Mar, los cinco cruceros de combate de Hipper combatían contra los cuatro de Beatty. Seguían a Hipper los cuatro mejores acorazados de la flota alemana, que forzando las máquinas se mantenían de través con los acorazados de Evan Thomas. Más a popa seguían en la línea alemana ocho acorazados, también a la máxima velocidad, disparando casi en el límite de su alcance artillero contra los acorazados de la 5a escuadra. Diecisiete grandes buques alemanes disparaban contra ocho ingleses, en una desenfrenada carrera hacia el norte, en la que los alemanes, crecidos por el éxito de sus cruceros de combate y decididos a explotarlo, forzaron a sus buques obligandoles a dar velocidades superiores a aquellas para las que habían sido proyectados. La Gran Flota El almirante Jellicoe había recibido la primera noticia del avistamiento de buques enemigos a las 14.20. En ese momento se encontraba a 65 millas al NNW del lugar del contacto, haciendo por el Skagerrak. Los 24 acorazados de la Gran Flota navegaban en una formación de seis columnas con cuatro buques en cada una, rodeada por 39 destructores que cubrían los flancos y frente de la formación, formando una cortina antisubmarina. Más afuera se extendía otra cortina formada por diez cruceros ligeros. A 15 millas por la proa del grueso iba la vanguardia de la flota constituida por la 1.a y 2.a escuadra de cruceros acorazados, siete unidades de este tipo acompañadas cada una por un destructor y extendidas sobre una línea perpen dicular al rumbo de la Gran Flota. Más a proa aún, navegaba la 3•a escuadra de cruceros de combate que mandaba el contralmirante honorable Horace L. A. Hood, descendiente del famoso almirante de las guerras con Francia en el siglo XVI y que estaba formada por los cruceros de combate Invincible, Inflexible e Indomitable, escoltados por los cruceros ligeros Canterbury Chester y cuatro destructores. El almirante en jefe había ordenado dirigirse al punto de contacto cuando recibió un mensaje del Galatea que se refería a un avistamiento de siete buques mayores y ordenó forzar la velocidad a la Gran Flota a 20 nudos al saber que Beatty había entrado en combate. A la vez ordénó al contralmirante Hood que se destacase con la 3. escuadra de cruceros de combate para incorporarse a Beatty. Pero volvamos otra vez al sur con el vicealmirante Beatty, que en su desen frenada carrera hacia el norte estaba pásando por una apurada situación, ya que el tiro de los barcos de Hipper era excelente. Año 2000 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN El almirante inglés, ahora a la defensiva, abría distancias para descentrar el tiro del enemigo, mientras Hipper trataba a toda costa de dar cuenta de los cruce ros de Beatty, que estaban resultando castigadísimos, especialmente los Lion, Tiger y Princess Royal. Sin embargo, la 5. escuadra de combate de Evan Thomas, que seguía aguas a Beatty a tres millas por la popa, protegía espléndida mente su retirada e impedía a los cruceros de combate alemanes cerrar distancias. El trabajo efectuado por estos cuatro acorazados entre las 17.00 y las 18.00, constituyó una epopeya digna de alabanza, ya que esta escuadra tuvo que combatir a la vez con los cinco cruceros de combate de Hipper y los cuatro primeros acorazados de la línea de Scheer, en definitiva los mejores buques de línea de la Marina Imperial. En este período de tiempo Evan Thomas consi guió 14 impactos, el mismo número que el enemigo, pero con la mitad del número de piezas que los alemanes dirigían contra sus buques. Beatty, que había logrado romper momentáneamente el contacto con Hipper a fin de sofócar los incendios y reparar averías en sus buques, compro bó que sus cuatro cruceros estaban aún en condiciones de reanudar el combate y, aunque Hipper no estaba a la vista a causa de la niebla, sabía que la posi ción que conservaba por la arnura de los alemanes era favorable, por eso, a las 17.20 ordenó gobernar al norte con la idea de atravesarse en la derrota de Hipper, y a las 17.35, como éste aún no había sido avistado, gobernó diez grados más a estribor para acortar distancias rápidamente. Cuando Hipper, que combatía encarnizadamente con Evan Thomas, se dio cuenta de la inesperada aparición de aquellos cuatro espectros amenazantes, comprendió el peligro de que Beatty se atravesase por su proa, ya que con este movimiento envolvente el vicealmirante británico podría concentrar el fuego de la totalidad de sus fuerzas sobre parte de la línea enemiga. Para evitarlo, Hipper gobernó a estribor quedando al NNE, aproximadamente a un rumbo paralelo al de Beatty. A 17.40 los cruceros de combate ingleses reanudaron el fuego desde una posición favorable. Además la visibilidad les favorecía, pues el sol, ya bastante bajo, se dejaba entrever por detrás de sus siluetas, dificul tando la puntería de los alemanes. En esta fase el Lützow, buque insignia de Hipper, fue bastante castigado. La posición dominante de los cruceros de combate británicos, así como el avistamiento por la proa de las siluetas de destructores y cruceros ingleses, forzaron a Hipper a caer más a estribor hasta quedar gobernando el este. Este efecto era el que pretendía Beatty, ya que a 17.45 pudo apreciar desde el puente del Lion algo que le hizo latir el corazón aceleradamente: los cruceros más avanzados de la vanguardia de Jellicoe se aproximaban por el norte a 20 nudos. La escuadra de cruceros de combate de sir David Beatty había logrado la parte más importante de su misión: situar a la flota enemiga en las garras de la Gran Flota. Beatty quería echar más a levante a Hipper envolviendo su vanguardia para ocultar la llegada de Jellicoe hasta el último momento. Hipper, para evitar que le cruzasen la T, continuó cayendo a estribor describiendo un arco concéntrico al que seguían los británicos, ajustando sus movimientos a los 66 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA de estos. Entonces el contralmirante alemán hizo un descubrimiento que le dejó horrorizado: por el este vio aparecer en escena nuevos cruceros de combate. Se trataba de la escuadra del contralmirante Hood que había sido destacada por Jellicoe en apoyo de Beatty. Hipper se encontraba ahora en una desagradable situación: por el norte tenía a Beatty con sus cruceros de combate, a los que seguían los acorazados de Evan Thomas; por el este una fuerza que, aunque no podía apreciar en su totalidad a causa de la neblina, era sin duda de considerable importancia. Por lo tanto, no tuvo más remedio que replegarse sobre el grueso de su propia flota, ordenando a 18.10 la inversión de rumbo por giros simultáneos para dirigirse al encuentro de Scheer que, con su larga línea de acorazados, continuaba arrumbando al norte. Durante la aproximación de Hood, el crucero ligero Chester, que precedía al grupo de cruceros de combate, se encontró con los cruceros ligeros de exploración que formaban la extrema vanguardia de Hipper. Enseguida los cuatro cruceros alemanes abrieron fuego y el Chester, alcanzado varias veces y con tres cañones destrozados, no tuvo más remedio que escapar hacia el NE; pero Hood, que desde el primer momento había gobernado en la dirección del Chester a través de la neblina, a las 17.50 avistó a los cruceros alemanes y, con los Invincible, Inflexible e Indornitable,abrió fuego, resultando inutilizado el crucero ligero alemán Wiesbaden, alcanzado por un proyectil que explotó en la cámara de máquinas y destrozó la tubería de vapor principal, dejando al buque al garete para ser, posteriormente, blanco de parte de los acorazados de la Gran Flota. Decisión de despliegue Recordemos que a la Gran Flota la habíamos dejado navegando en forma ción de crucero con el grueso en seis columnas de cuatro acorazados cada una. Desde esta formación el despliegue, es decir, el paso a la línea de fila, se podía hacer sobre una de las columnas extremas o sobre la del centro, dependiendo de cómo se presentase el enemigo al entrar en el círculo de visibilidad. Por lo tanto, era fundamental para Jellicoe conocer la demora y el rumbo de la Flota de Alta Mar. Por eso, al avistar a los cruceros de combate de Beatty, que surgieron de la neblina combatiendo contra un enemigo todavía invisible, la situación se le clarificó como si le hubieran descorrido una cortina. Los cruceros de combate aparecían rodeados por las columnas de agua de los proyectiles alemanes y, en todo el horizonte por el sur, se apreciaban los fogonazos de un enemigo que aún no se dejaba ver. Beatty, que navegaba al este casi perpendicularmente al rumbo de la Gran Flota, iba creando a su paso una cortina de humo que imposibilitaba ver a los alemanes desde los barcos de Jellicoe. Claro que a su vez impédía a Hipper la visión de la Gran Flota y esto sí que era importante, pues mientras tanto Scheer continuaba acercándose a la trampa. Año 2000 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN Cuando los dos buques insignias estuvieron dentro del alcance de las seña les visuales, Jellicoe preguntó a Beatty con el proyector luminoso: «,Dónde está la flota de combate enemiga?». En ese momento había tenido lugar la aparición de los cruceros de combate de Hood, lo que motivó que Hipper se retirase hacia el grueso de la Flota de Alta Mar, por lo que momentáneamente los buques alemanes desaparecieron entre la niebla y Beatty decidió demorar la respuesta a Jellicoe con la idea de comunicarle pronto una información de confianza. La retirada de Hipper fue corta, pues en cuanto avistó a los acorazados más avanzados de la Flota de Alta Mar, volvió a invertir el rumbo por giros simul táneos colocándose a la cabeza de la línea de batalla. Poco después los barcos de Hipper y los acorazados de cabeza de la línea de Scheer eran avistados por Beatty, quien a 18.14 transmitía a Jellicoe el mensaje ansiado: «He avistado a la flota de combate enemiga en demora sursuroeste». A 18.15, una vez conocidas las demoras del enemigo, Jellicoe ordenó la señal: «Desplegar sobre la columna de babor; rumbo sudeste cuarta al este». Esta decisión llevó a la Gran Flota a disponerse en una línea perpendicular al rumbo del enemigo, es decir, a cruzarle la T, maniobra que le daba las máximas ventajas desde el punto de vista artillero ya que permitía concentrar el fuego de la totalidad de su fuerza sobre los buques de cabeza de la línea enemiga, negándoles la utilización de una gran parte de su potencia ofensiva. Choque entre los gruesos La Gran Flota se encontraba a 14.000 yardas de la línea de Scheer cuando los núcleos principales de ambas fuerzas pudieron avistarse esporádicamente a través de la neblina. Jellicoe ya había iniciado el despliegue. Hipper se había vuelto a colocar por la proa de la Flota de Alta Mar y navegaba al nordeste a la cabeza de esta línea compuesta por 27 grandes buques entre acorazados y cruceros de combate. Los buques alemanes concentraron el fuego sobre la retaguardia del desplie gue británico, particularmente sobre el punto de giro de la colunma de la dere cha. Sin embargo, a medida que los acorazados ingleses iban efectuando el giro que les dejaba formados en línea de batalla, empezaban sucesivamente a dispa rar sobre la línea del enemigo que aparecía y desaparecía entre la neblina. Mientras el despliegue del grueso de la Gran Flota estaba teniendo lugar, en la línea de descubierta, el contralmirante sir Robert Arbuthnot, que navegaba con los cruceros acorazados Defence y Warrior, avistó al crucero ligero alemán Wiesbaden, al que los tres cruceros de combate del contralmirante Hood habían dejado inmovilizado. El almirante inglés se dirigió a rematarlo y así lo hizo, con muy poca reacción por parte del Wiesbaden que se encontraba en un estado lamentable. Pero también estaban sentenciados los cruceros acorazados ingle ses, ya que una vez ejecutada su destructora tarea, toparon de bruces con la escuadra de Hipper, que gobernaba en apoyo del Wiesbaden. Los cruceros de 68 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA combate abrieron fuego a 7.000 yardas centrando rápidamente a los dos ingle ses e inmediatamente el Defencesaltó en pedazos a la vista de la Gran Flota, arrastrando consigo al contralmirante Arbuthnot y a toda la dotación. El Warrior fue alcanzado en la cámara de máquinas por un proyectil de grueso calibre que le perforó el doble fondo, penetrando el agua violentamen te; más tarde fue tomado a remolque por el transporte de aviación Engadine dirigiéndose a puerto. Mientras tanto los cruceros de combate continuaban luchando furiosamen te. El contralmirante Hood, maniobrando con habilidad sus tres unidades se colocó por la proa de Beatty, que le siguió aguas forzando las máquinas a fin de dejar libre el frente de la Gran Flota y permitir la concentración de fuegos sobre la vanguardia alemana. Ahora reunidos, los siete cruceros de combate de Beatty y Hood concentra ron el fuego sobre el Lützow —buque insignia de Hipper— que era el que tenían más próximo y que fue alcanzado repetidas veces. A Hipper, ante tal concentración de fuego, no le quedó más remedio que caer a estribor hasta el sudeste. Durante la evolución de los cruceros de combate alemanes que seguían aguas al Lützow, resultó alcanzado también el Derfflinger. A 18.30 tuvo lugar un hecho fatal en la vanguardia británica. La niebla se aclaró momentaneamente dejando ver en la cabeza de la línea de cruceros de combate británicos al Invincible, que como sabemos navegaba ahora como guía de línea con el contralmirante Hood a bordo. El buque quedó perfecta mente claro para los Liitzow y Derfflinger, que concentraron su fuego sobre él, a la vez que el crucero británico replicaba inmediatamente. La tercera salva del Lützow ocasionó la explosión de los pañoles de municiones, partiéndose el barco en dos. Perecieron el contralmirante Hood y 1.028 oficiales y marineros, salvándose solamente seis. Aquí terminó su vida el famoso Invincibie, primero de los cruceros de combate. La lucha de los gruesos también se hacía cada vez más encarnizada, pues eran diez o doce los acorazados británicos que habían rebasado ya el punto de giro y concentraban su fuego sobre los cuatro primeros acorazados de la Flota de Alta Mar. El K5nig, buque guía de la columna de von Scheer, se estaba llevando la peor parte. En pocos minutos se declararon varios incendios, cayen do sobre él la concentración de proyectiles de doce acorazados, haciendo su posición insostenible, por lo que el contralmirante Benhke, que arbolaba su insignia en este buque, decidió seguir aguas a Hipper cayendo a estribor. La línea alemana comenzaba un giro de 90 grados y los acorazados ingle ses concentraban el fuego sobre el punto de giro. El almirante de la Flota de Alta Mar izaba su insignia en un buque que ocupaba el lugar número trece en la línea, incluyendo a los cruceros de combate de Hipper, y aunque aún no había podido captar la realidad de la situación, ante tal concentración de fuego sospechó que podía estar enfrentán dose a la Gran Flota, por lo que decidió retirarse en tanto no quedase aclarado este punto. En consecuencia, a 18.36 ordenó: «Giro simultáneo de todos los buques 180 grados aestribor». Año 2000 JOSÉ MANUELGUTIÉRREZDELA CÁMARASEÑÁN 1821 INVINCIBLE HUNDIDO 18/.5 BEATTY 1750 1922 2010 191.5 1750 2120 12/. BATALLA DE JUTLDIA. COMBATE ENTRE LOS 31 DE MAYO DE 1.916 GRUESOS La maniobra era difícil en una línea de ocho millas, la probabilidad de coli sionar era elevada y se corría el peligro de confusiones en la evolución, pero el almirante alemán tenía gran confianza en sus comandantes, por cierto muy justi ficada ya que la larga columna evolucionó en perfecto orden, como un todo homogéneo, quedando el grueso gobernando al sudoeste. La evolución fue favorecida por la niebla que se cerró sobre la columna alemana obligando a los ingleses a cesar el fuego. La escuadra de Hipper también había sido duramente castigada durante la batalla, ya que desde el primer momento soportaba todo el peso del combate. El Liitzow tenía grandes averías y su dotación se esforzaba en mantenerlo a flote, por lo que Hipper, a 18.37, decidió declararlo fuera de combate orde nando a su comandante que se dirigiese a Wilhemshaven, mientras él con su Estado Mayor se trasladaban al Derfflinger en un destructor. El Seydiitz nave gaba escorado y hundiéndose de proa, gobernando con el aparato auxiliar. El Von der Tann llevaba una hora sin poder utilizar las torres, que no le habían entrado en batería. El Derfflinger tenía destruida la estación radio y las vergas de señales, y sólo podía comunicarse con los demás por banderas de mano, 70 Núm. 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA Eran las 18.45 y la Flota de Alta Mar se retiraba. La acción entre los gruesos había durado veinte minutos. La Gran Flota había terminado ya su despliegue y los veinticuatro acorazados del grueso navegaban en línea de combate a la que se incorporaron por la popa los acorazados de la escuadra de Evan Thomas. Los cruceros de combate se habían colocado en vanguardia y como la destrucción de Hood había dejado a la línea sin un almirante a la cabeza, Beatty ordenó al Inflexible y al Indoínitable que se colocaran por la popa del New Zealand quedando él con el Lion en el primer puesto. A las 18.50 Jellicoe ordenó un giro de 45 grados a estribor por divisiones, quedando la Gran Flota arrumbada al sur, a fin de cerrar distancia y cortar la reti rada al enemigo. Ahora el grueso navegaba en seis columnas escalonadas quedan do como más avanzadala que estaba en cabezacuando iban en línea de fila. Retirada El almirante Scheer, aunque sabía que se enfrentaba con una fuerza impor tante no tenía motivos de peso para suponer que se estaba batiendo con el grueso de la Gran Flota, y ante la posibilidad de perder una ocasión de derro tar al enemigo decidió volver al ataque, por lo que a 18.55 ordenó: «Giro simultáneo de todos los buques 180 grados a estribor». Cinco minutos más tarde, los veintidós acorazados alemanes, después de efectuar nuevamente una espléndida evolución, navegaban al nordeste cuarta al este a 15 nudos. Los cruceros de combate de Hipper adoptaban posiciones a la cabeza de esta línea que ahora era más compacta, ya que se habían cerrado los claros entre las divisiones de acorazados. Pronto los buques de cabeza de la línea de Scheer se encontraron con el centro del grueso de Jellicoe, que otra vez les cruzaba la T concentrando un volumen de fuego irresistible sobre los buques alemanes a medida que surgían de la niebla. El almirante alemán comprendió que había cometido un error y dada la peligrosa situación en que se encontraban sus buques, que esta vez distaban sólo 9.000 yardas del enemigo, no le quedaba más alternativa que la retira da, por lo que ordenó de nuevo la inversión de rumbo por giros simultáneos de 180 grados a estribor y, para evitar que el enemigo le dificultase la manio bra, ordenó tajantemente a Hipper: «Abordadlos! Los buques lucharán hasta la muerte». El valiente Hipper, con gran arrojo y espíritu de sacrificio, lanza a sus maltrechas unidades como carne de cañón, a fin de facilitar la evolución del grueso, llevando a su buque insignia, el Derfjlinger, a rumbo paralelo al del enemigo para poder emplear las torres de popa. Con ello consiguió que los ingleses desviasen su atención de la Flota de Alta Mar. El Von der Tann fue alcanzado a popa, propagándose la explosión a la cámara de máquinas de estribor. El Derfflinger fue alcanzado repetidas veces habiendo perecido abrasado gran parte del personal de artillería, pero las partes vitales del casco se conservaban bien. El Seydiitz estaba tan hundido de proa, que casi toda la roda la llevaba sumergida. El Miltke era el que estaba Año 2000 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN resultando mejor parado. Por fin, a 19.20, los cruceros de combate metían a estribor retirándose una vez cumplida su misión, ocultándose en la cortina de humo que creaba la flotilla de destructores alemanes, que se lanzaban al ataque. La noche Para el posterior desarrollo de la batalla, a Jellicoe no le interesaba una acción nocturna, ya que al manejar un número tan grande de buques, los ries gos de colisiones aumentaban con la oscuridad. Además, a lo largo de la guerra, los alemanes habían demostrado gran eficacia en el tiro nocturno. El problema del almirante inglés era mantener intacta la Gran Flota hasta la mañana siguiente, en la que debería resolver la batalla a su favor. Por otra parte, tenía que impedir que los alemanes regresasen a su base aprovechando la oscuridad. Para ello tenía que cubrir el frente de 120 millas entre Horns Reef y Ems para interceptar las entradas de los tres canales que conducían a la bahía de Heligoland. La idea de Scheer, al contrario de la de Jellicoe, era regresar a puerto y evitar un combate con la luz del día, por lo que puso rumbo al canal de Horns Reef que distaba 90 millas, lo que le tomaría seis horas de navegación a 16 nudos. Los rumbos de ambas flotas convergían ligeramente, alcanzando primero el vértice de la V la flota de Jellicoe, siendo cuestión de minutos el que no lo alcanzasen simultáneamente. El crucero de combate alemán Deifflinger. (Museo Naval, Madrid.) 72 Núm. 68 CRUCEROS DE COMBATE EN LA BATALLA DE JUTLANDIA Después de las doce de la noche la V se empezó a transformar en una X y las flotas empezaron a separarse. Ahora bien, las flotillas de destructores que navegaban a cinco millas por la popa del grueso de la Gran Flota sí se encon traron con los acorazados de la vanguardia de la línea de Scheer, lo que dio lugar a una serie de escaramuzas que acarrearon la pérdida de varios buques por los dos bandos. Uno de ellos fue el Lützow, que vio1esa noche su fin. A consecuencia de las grandes averías sufridas durante el combate diurno, embarcó tal cantidad de agua que se hizo imposible mantenerlo a flote, por lo que una vez desembar cada su dotación en los destructores que lo escQltabanle fueron lanzados dos torpedos que apresuraron su final. Fue el único crucero de combate germano hundido durante esta guerra. Al amanecer las flotas enemigas no estaban a la vista, y ninguno de los almirantes antagonistas sabía dónde se encontraba su adversario: la batalla de Jutlandia había terminado. Conclusiones La verdadera causa que se disputó en Jutlandia fue el dominio del mar. Jellicoe demostró que ese dominio lo poseía Inglaterra. Scheer se vio expulsa do de la zona de batalla mientras Jellicoe continuó moviendose a su antojo por aquellas aguas hasta que, una vez protegidos los alemanes por los campos minados, dejó de ser necesaria la presencia de la Gran Flota allí y el almirante inglés decidió volver a sus bases. Sin embargo, en conjunto hay que reconocer El crucero de combate alemán Móltke. (Museo Naval, Madrid.) Año 2000 73 JOSÉ MANUELGUTIÉRREZDE lA CÁMARASEÑÁN que los alemanes, con una fuerza inferior, infligieron más daños a los ingleses de los que ellos mismos recibieron. Los ingleses perdieron catorce buques con 112.000 toneladas, frente a los once buques alemanes con 60.000 toneladas que se fueron al abismo. También en bajas humanas las cosas fueron peor para los ingleses, que perdieron 6.094 hombres, además de 674 heridos y 177 recogidos por destruc tores alemanes. Las bajas germanas fueron de 2.551 muertos y 507 heridos. En lo que se refiere a los almirantes de las escuadras de cruceros de combate, sir David Beatty demostró ser el guerrero por excelencia, combina ción de decisión y agresividad. Su papel en la batalla fue muy importante. Se le reprocha el no esperar la incorporación de los cuatro acorazados de Evan Thomas antes de iniciar el primer encuentro con Hipper, pero hay que tener en cuenta que Beatty contaba con un crucero de combate más que su antagonista, y sus unidades disponían de artillería superior a la de los cruceros de combate alemanes; por tanto, aparentemente, su fuerza era superior aunque después resultase no ser así, pero esto no lo supo Beatty hasta después del encuentro y de haber esperado a la escuadra de Evan Thomas es posible que se le hubiera escapado el enemigo. Von Hipper dirigió a los cruceros de combate alemanes con audacia, energía y serenidad, frente a un enemigo superior, logrando en el primer encuentro-con Beatty el éxito más grande obtenido por los buques alemanes durante la guerra. En cuanto a construcción de cruceros de combate, los alemanes demostra ron notoria superioridad. Los Seydlitz y Deriflinger continuaron navegando por sus propios medios, a pesar de la gran cantidad de impactos que recibieron, que hubieran provocado el hundimiento de cualquier barco de guerra. Los alemanes habían logrado el tipo ideal de crucero de combate y, sin embargo, quedó patente la falta de protección de partes vitales en sus homónimos ingleses. Bibliografía Luis: España y el mar. Editorial Naval. Madrid, 1941. Escuela Naval Militar. Historia naval. GIBSON, LANGHORNE y HARPER, J. E. T.: El enigma de Jutlandia. Editorial Naval. Madrid, 1935. JELLICOE. J. R.: La gran flota británica. 1914-1916. Su creación, desarro llo y trabajo. Case and Co. Ltd. Londres, 1919. RAMÍREZ GABARRÚS, Manuel: Cruceros de batalla. Medio siglo de Historia Naval. Editorial Naval. Madrid, 1962. SHERMER, David: World War 1. Octopus books Ltd. Londres, 1973. SIERRA, Luis de la: El mar en la Gran Guerra. Editorial Juventud. Barcelo na, 1984. WARNER, Oliver: Grandes batallas navales. Plaza & Janés. Barcelona, 1964. WIL50N, H. W.: Los acorazados en acción. Editorial Naval. Madrid, 1932. CARRERO BLANCO, 74 68 SOBRE LA ÚLTIMALARGA CAMPAÑA DE FELIPEII EN LA BRETAÑAFRANCESA EN APOYODE LOS CATÓLICOS (1590-1598) (1) Carlos MARTÍNEZ-VALVERDE Contralmirante Antecedentes Felipe II era sin duda alguna el paladín de la fe católica. De ella se consi deraba el campeón por excelencia. Además, como Rey de la monarquía hispa na no podía tolerar que en Francia pudiese haber un rey calvinista. Mucho necesitaba de ella para hacer frente a la enemiga Inglaterra (2) y para combatir el gran movimiento protestante de los Países Bajos, muy queridos pues ellos fueron su primer reino. Tenía también la esperanza de encontrar en Francia uno para su querida hija Doña Isabel Clara Eugenia, la «niña de sus ojos», que a ello tenía derechos por serlo de su esposa Doña Isabel de Valois. Existía además el deseo de preparar una nueva invasión de Inglaterra, basándose en la posesión de puertos franceses. Situación En Francia, en 1590, arde una cruel guerra religiosa entre los católicos, encabezados primeramente por los Guisas, y los protestantes, que ya en tiem po de del almirante Coligny recibieron el nombre de hugonotes. El rey Enri que III ya simpatizó algo con ellos sin declararse protestante. Fueron asesina dos los Guisas, también lo fue el rey Enrique, murió también el viejo cardenal Borbón (Carlos X). El príncipe Enrique de Bearne, jefe del partido protestan te, había sido nombrado heredero por Enrique III. Vence a los católicos en la batalla de Ivry sin conseguir entrar en París, ocupado por Farnesio. Al fin lo consigue haciéndose católico: «París bien vale una misa» es su famosa frase, expresión del más transigente consenso. (1) Y en la función, mantenida encubierta, que se conoció con la denominación de «Empresa principal». (2) Mucho hubiese convenido al rey Felipe II, para la Jornada de Inglaterra, haber tenido la amistad de Francia, con utilización plena de los puertos franceses. Año 2000 CARLOS MARTÍNEZ-VALVERDE Felipe II como defensor de la fe. Biblioteca Nacional, Madrid. En Bretaña es jefe católico su gobernador, el duque de Mercour. Pide auxi lio a Felipe II de España, a través de un representante que éste tiene en Nantes, a modo de embajador, don Diego Maldonado. Esta vez Don Felipe tiene muy en cuenta a su Consejo de Guerra que acoje la idea de la intervención en Francia con entusiasmo. Se pone una condición, que se ponga a disposición de las fuerzas españolas expedicionarias una plaza bien situada y fácil de fortificar: la de Blavet, con amplia rada para los buques (3). (3) Se piensa en una base relativamente cercana al canal de la Mancha, fácil de hacerla inexpugnable para los ataques por tierra. Se piensa en una nueva invasión de Inglaterra, esto es: «La Empresa principal», de la que se habla con el necesario sigilo. Blavet está bien situada no sólo para hacer la guerra a los hugonotes franceses, sino a la navegación inglesa y holandesa. Para dar golpes de mano sobre Inglaterra. 76 68 SOBRE LA ÚLTIMA LARGA CAMPAÑA DE FELIPE lIEN lA BRETAÑA FRANCESA,... El Rey también se muestra muy diligente en esta ocasión y designa tropas, y ordena se pongan en marcha desde sus campamentos en Cantabria hacia Fenol, donde están los buques que han de llevarlas a la Bretaña: el Tercio de Juan del Aguila, uno de los destinados al servicio naval, esto es, uno de los antecedentes de la actual Infantería de Marina. Designa jefe de la expedición a don Juan del Aguila, no con fuerzas colecticias, sino con las que tiene siempre a sus órdenes, su tercio.Todo indica una gran voluntad de vencer, primero de los principios de la guena. Se ve claramente que a pesar de las pérdidas sufri das en la gran Jornada contra Inglatena (no tantas en lo material) España sigue siendo la primera potencia militar de Europa, y del mundo. Eso sí, van aumentando mucho en ese camino tanto Inglatena como Holanda. Las fuerzasterrestresexpedicionarias El tercio designado (masa principal de ellas) tenía 14 compañías españolas y una de italianos. Sus efectivos eran 1.050 «picas secas» (esto es, que no tenían coselete), 1.465 arcabuceros y 175 mosqueteros. Sus planas mayores sumaban 123 hombres. Otro tercio destinado al servicio naval llevaba, por tanto, menos Meno para ir menos embarazados en el combate de barco a barco y ante la posibilidad de caer al agua. No llevaban, pues, sus hombres ni coseletes ni moniones. Las picas eran cortas (no las largas conducentes a resistir los ataques de la caballe ría enemiga), abundaban las hachas de abordaje y las armas blancas cortas, más adecuadas al combate cuerpo a cuerpo («mano a mano» se decía), pero era un tercio de élite, de veteranos (4). Lo era principalmente su maestre de campo, don Juan del Aguila, formado a las órdenes del gran Don García de Toledo en las campañas de Vélez de la Gomera y de Malta, y también veterano de las guenas de Flandes. Eso sí, era hombre de difícil carácter para una campaña de apoyo de aliados, y con mando también sobre fuerzas navales; habrá de tener serias diferencias con sus subordinados de tiena y de mar. - Sobre las fuerzas navales Estaban formadas por los buques que habían de transportar las tropas y apoyarlas en su función anfibia. También habían de operar en la mar contra la navegación enemiga y dar golpes de mano sobre la costa inglesa, atendiendo a esa «empresa principal», tan importante y tan callada como era la preparación de una nueva invasión de Inglatena. (4) Sedio a los soldados del Tercio de don Juan del Águila el armamento adecuado para batirse bien en tierra, procedente de otros tercios que lo tenían. Con respecto al buen vestuario todos los cronistas se hacen eco de la protección de que fueron objeto nuestros soldados por parte de las damas bretonas que los miraron primero con lástima. Nuestros «señores soldados» se dejaron querer (en todo sentido), y después de la primera operación de guerra predominó la admiración sobre la ternura. Año 2000 CARLOS MARTÍNEZ-VALVERDE Se verá después que para la acción contra buques y convoyes enemigos muy escoltados no bastarán naos armadas y filibotes, sino pequeños galeones. Mandaba las naves que fueron a Bretaña primero Sancho Pardo, secundado por el napolitano Perucho Meprán. Eran buques de los reunidos en Ferrol para preparar la nueva invasión de Inglaterra. Un ataque muy diferente al de 1588. Estaban constituidas estas fuerzas expedicionarias por cuatro galeazas, dos galeras y 31 naves redondas, entre naos, zabras, filibotes y pataches; como fuerza más contundente las cuatro galeazas. Salió la expedición el 7 de septiembre de 1590, pero el mal tiempo la hizo arribar sobre La Coruña y ría de Ares. Al fin, el 19 de dicho mes pudieron navegar en demanda de la zona objetivo. Operaciones Cuando llegaron a ella fueron cañoneados nues tros buques por las bate ‘arre rías de Belle Ísle. Al o o Rosen encontrarse Blavet ocu Caen O Reims Metz0 ncc Rennes °Paris Strasboui pado por los hugonotes, Nancy3 rm O Laval entraron en Saint Nazai -vannen o 0LeMar$ 0Orleans Colmar0 re y desembarcaron las O TourS o Mulbeuse o Angers o Blois OeIfonS tropas, puesto ya de Nades Chte1lera üil Dime o o o Benançon4 acuerdo don Juan del 0Poitits Villeiranche Aguila con el duque de Clermont- s-S. Mercoeur. Las galeazas Ferrand timoges O tyofl OO Annecy O fueron a Blavet y con su Brice-la. o Gaillardo Si-Etienneo fuerte artillería expulsa Grcnoble ron a los enemigos. Ocu 1 r.. Touloose Nimes Avig000 paron la plaza los de don u O u— Granse Juan del Aguila y éste ti 3 r u empezó a construir nue vas obras de fortificación que hiciesen el sitio inex pugnable, sin descuidar la protección de los fondeaderos cercanos. No retrasó don Juan las operaciones terrestres ofensivas: la ciudad de Dole estaba sitiada por el príncipe de Domber. Los españoles dispersaron a los sitiadores. Lo mismo hicieron en Hennemont, donde realizaron maravillas los cañones de• las galeazas arrastrados por los infantes. Se cobraron caudales muy necesarios para equipar a las tropas que iban muy mal, tanto que provo caron la «conmiseración de las damas bretonas». El del Aguila siguió adelan te, tomó Rosbienne y el castillo de Blam, cerca de Nantes. Se acercó al mar de nuevo, al canal, sitiando Saint Malo, que no ocupó por falta de efectivos y quedar lejos de su base de partida. Sí conservó en su poder la importante plaza de Vannes. - [ ‘ U °°‘ - - 78 - - Núm. 68 SOBRE LA ÚLTIMA LARGA CAMPAÑA DE FELIPE JI EN LA BRETAÑA FRANCESA,... Volvió a Blavet, donde ya encontró muy avanzadas las obras de fortifica ción. Contrario a ellas era el duque de Mercoeur que deseaba que los nuestros quedasen en precario para prescindir de ellos en cuanto le fuese posible. No se prestaba el del Aguila a ser juguete de aliados. Se aferró a Blavet y se hicieron fortificaciones, base de lo que fue después la plaza fuerte del Port Louis, de Luis XIII. Con todo esto se iba terminando el año de 1590, año de victoria. Ajuste de las fuerzas de mar Habían quedado de modo permanente en Bretaña dos galeazas, dos gale ras, cuatro naos, dos filibotes y dos zabras, al mando de Perochio Morán, mas se vio que las galeazas no tenían la agilidad necesaria para dar golpes de mano y que las galeras existentes eran viejas. Fueron unas y otras reemplazadas por cuatro galeras nuevas, mandadas por el eminente general de la mar don Miguel Brochero, de gran veteranía (5). Era entusiasta de las galeras para dar golpes de mano sobre la costa enemiga; defensor del buen trato a las gentes de mar (muy por bajo al que se tenía a las tropas), con grandes condiciones de organizador en toda empresa. Conflictos de mando Pronto empezaron los choques entre Brochero y don Juan del Aguila, pues éste tenía la pretensión de que los marineros y for zados de las galeras fue sen dedicados a la fortifi cación en detrimento, claro está, de poder salir a la mar los barcos y ejer cer sus funciones natura les (6). Brochero consiguió que quedasen libres sus hombres y los barcos efi cientes, y empezó a actuar (5) Era veterano de la Orden de Malta antes de servir al Rey de España. Venía ahora del Mediterráneo de unas fuerzas navales que habían de apoyar una intervención en el Languedoc, semejante a la de Bretaña. No llegó a hacerse por los sucesos de Aragón (Antonio Pérez). Hubo sin embargo algunas unidades de Caballería operando tierra adentro en el Languedoc. Brochero, antiguamente, estuvo prisionero de los turcos y anduvo al remo como esclavo. (6) Tenía razón Brochero, indudablemente, pero hay que reconocer que era muy urgente la fortificación de Blavet, que había de obrar también en beneficio de las fuerzas navales que necesitaban base segura. Año 2000 79 CARLOS MARTÍNEZ-VALVERDE con toda diligencia: rindió tres corsarios de la Rochela y tres naves de carga inglesas, que la llevaban valiosa; desembarcó tropas de las galeras en Morlaix y saqueó pueblos de los hugonotes. Los católicos también tenían propiedades en ellos. Así hubo quejas que se formularon a través del duque de Mercoeur. Este muchas veces exageraba todo en beneficio de ser simpático a Enrique de Bearne. Brochero quería revivir la gloriosa guerra medieval de Pero Niño y de Sánchez de Tovar. Habrían de surgir diferencias también en el campo naval. El caso era que Pedro de Zubiaur, general de la mar que iba a Bretaña frecuente mente con refuerzos, había de quedar a las órdenes de Brochero durante su permanencia en Bretaña y ello no era ciertamente de su gusto. Se fueron agriando las cosas (llegó Zubiaur a pedir al Rey le librase de tal dependencia). Se centraba aparentemente la cuestión en diferencia de preferencias entre galeras y naves redondas. La importancia de éstas la defendía Zubiaur, pero Brochero era suficientemente inteligente para comprender la necesidad de ellas para el corso (Brochero llegará a ser almirante general del Océano, y ello ya dice todo). Quiso el destino que el último jefe naval de Bretaña fuese Zubiaur, llevado Brochero a ser nombrado almirante general, puesto importan te, el siguiente al del capitán general del Océano. Llegada de refuerzos En 1592 tuvo lugar un gran refuerzo que llevó Martín de Bertendona, trayendo a sus órdenes las escuadras de Pedro Zubiaur y Joanes de Villavicio Sa. Llegó a Blavet un refuerzo de 2.000 hombres y armas, municiones y material de cons trucción. También el ingeniero don Cristóbal de Rojas, eminen te en el arte de la fortificación. Se reunieron en la rada de Blavet más de 40 barcos y Bertendona ordenó que hiciese un levantamiento hidrográfico. Se veía cada vez más el deseo La fortaleza del actual Port Louis, fuerte español de Blavet (1590). La fortaleza francesa, construida en de atender a la encubierta «Em tiempos del Rey Sol, del que ha tomado nombre el sitio, presa principal», simultaneando tuvo el aditamento de dos baluartes «Vauban» reforzan los preparativos y la ayuda a los do la gola. Al fondo la ciudadde Lorient. católicos de Bretaña, a los de Francia en general (7). (7) El duque de Mercoeur no quería la prepotencia de la ayuda española. Quizá intuyese también la existencia de la «Empresa principal». 80 Núm. 68 SOBRE LA ÚLTIMA LARGA CAMPAÑA DE FELIPE lIEN LA BRETAÑA FRANCESA,,.. Se sucedieron otros refuerzos (se hicieron con buques redondos). El de 1594 se hizo también sobre Blaye, en el estuario del Gironda, no lejos de Burdeos. Este socorro se hizo por voluntad expresa del Rey. Mandaban los buques, fili botes y zabras Zubiarur y Villaviciosa. Blaye había sido tomada por los católi cos y estaba sitiada por los hugonotes. Desembarcaron de las naves españolas dos compañías de Infantería, y junto a otra procedente de los sitiados disper saron a los enemigos haciéndoles muchas bajas. Con el cañoneo del anterior combate acudieron buques corsarios de la Rochela y otros ingleses, y los españoles se vieron rodeados. Pero maniobra ron muy bien y aprovechando el viento y la bajante de la corriente se libraron de los enemigos que les acosaban. Hay que citar un atrevido golpe de mano que dio sobre Burdeos Villavicio sa, apresando una goleta dentro del puerto. Siguen los combates en tierra Don Juan del Águila consiguió al fin la colaboración del duque de Mercoeur con fuerzas francesas católicas para socorrer la plaza de Craon, sitiada por hugonotes, ingleses y alemanes (1593). Pudieron reunir fuerzas en menor número, pero el genio del maestre de campo español consiguió que levantasen el cerco, causándoles más de 1.500 muertos y tomándoles muchos prisioneros, entre ellos 200 caballeros «de rescate». Se hizo con toda la artillería de los sitiadores, cosa que le vino muy bien, pues sólo contaba con dos cañones de campaña. Todo ello a costa de tan sólo 12 muertos y 12 heridos. No dio cuar tel a los ingleses en respuesta de lo que habían hecho los de esta nación en Irlanda en 1588 con los náufragos de la Gran Armada. Brest. Ataques y defensas Don Juan del Águila ansiaba tener en su poder la plaza y puerto de Brest; por allí entraban los importantes refuerzos que enviaba a los hugonotes la Reina de Inglaterra. El puerto era como una base de operaciones inglesa en cuanto a lo naval. Don Juan atacó Brest pero no consiguió tomarlo. El duque de Mercoeur, queriendo debilitarle, no le ayudó en tan importante esfuerzo. Corría ya el año 1594. Al no poder tomar la plaza y el puerto, pensó anular éste fortificando la península de Kelern, que avanza sobre las aguas formando el Goulet que estrecha mucho la entrada. El ingeniero don Cristóbal de Rojas fortificó la costa y también la parte de tierra, la gola. Construido así el fuerte se le llamó «del León» (el de Blavet se denominaba «del Aguila»). El maestre de campo tuvo que volver a Blavet y dejó al frente del fuerte «del León» al capitán Paredes con tres compañías, unos 300 hombres. Los enemigos atacaron reciamente por mar y por tierra: en la mar con los buques. Año 2000 CARLOS MARTÍNEZ-VALVERDE y frente a la gola establecieron una buena batería con cañones de batir, de seis piezas. En el fuerte, para atender a tierra y mar, había tan solo cuatro culebri nas procedentes de los buques españoles (dos de a 18 y dos de a 6). Atacaron el fuerte los enemigos con más de 6.000 hombres, hugonotes e ingleses, entre éstos fuerzas de desembarco. Se repitieron los asaltos (octubre de 1594). Hubo salidas de la guarnición que causaron a los atacantes muchas bajas. Al fin, el día 18 se produjo un nuevo asalto que fue definitivo. Una bala de cañón mató al capitán Paredes que «pica en mano defendía la brecha producida por una mina». Murió junto a un heroico capitán enemigo, Romégon, muy celebrado en las filas de los hugonotes, caballerescamente fueron enterrados juntos en una iglesia de Brest con grandes honores (8) para ambos. Los ingleses, en cambio, no dieron cuartel a los prisioneros en réplica a lo sucedido en la toma de Craon por los españoles. No respetaron ni a muje res ni a niños que en el fuerte había. También pereció el almirante Frobisher que mandaba una de las columnas de asalto formada por marinos de su escua dra. Desde entonces se conoce el lugar con el nombre de «Pointe des Espagnols». Y hubo monedas que en Brest se llamaron «reales» en recuerdo de las que los nuestros disparaban al no tener ya balas. Recibido un mensaje pidiéndole socorro don Juan del Aguila voló en auxilio de los de Brest. Para ir más deprisa dejó la poca artillería de campa ña con que contaba, pero no tenía tampoco caballería y sí era fuerte la del enemigo. Esta entorpeció su marcha con sucesivas cargas e hizo que don Juan no pudiese llegar a tiempo a socorrer a los valerosos defensores del castillo «del León» (que por cierta analogía con la defensa de cierto desfila dero de la Sierra del Guadanama [1936] pudiera llamarse «de los Leones») ¡Loor a los defensores del «León»!, su lucha fue una de las más gloriosas de nuestra historia militar. - Un golpe de mano anfibio de gran resonancia Fue el que había tenido lugar el año anterior sobre la costa inglesa de Cor nuailles. Lo llevó a cabo el capitán Amézola con cuatro galeras. Salió de Blavet bien aprovisionado, cruzó el canal y desembarcó en Mouse Hole 400 arcabuce ros y algunos piqueros, pegando fuego al poblado abandonado por sus habi tantes. Después, sobre pueblos mayores que se defendieron, tales como Pensans y Newlin, batió a unos 1.000 enemigos, tomándoles artillería y algu nas embarcaciones. Regresando ya a Blavet encontró a un convoy de 46 naves holandesas al que atacó con sus galeras, hundiendo dos de ellas y desarbolan(8) Recoge Fernández Duro: «PraxMe (Paredes), enjouis taj, mourant de voir mourir Romégon, enterré sur le haut de la brche. .. ». Dice el caballero de Freminville, capitán de las fragatas del Rey francés: «El español frío, paciente (en la guerra), intrépido y testarudo.., el francés impetuoso y bravo, generoso con el enemigo vencido, cuyo valor admira y cuyo infortunio honra...». Con referencia a la defensa del fuerte del León dice «que rayó en lo prodigioso». 82 68 SOBRE LA ÚLTIMA LARGA CAMPAÑA DE FELIPE lIEN LA BRETAÑA FRANCESA,... do a la capitana. Todo esto iba dirigido a la preparación de la «Empresa prin cipal» que ya era un «secreto a voces». Hacia el final.., y después La defensa del fuerte «del León» fue como la apoteosis final de una campaña cuajada de acciones victoriosas, las más conseguidas desde Blavet, magnífica base de operaciones y, claro está, por la benemérita conducta de aquella gente de tierra y mar. Mucho de lo de ésta iba dirigido hacia la «Empresa principal». Se debilitaron las operaciones terrestres, se afirmaba el Rey de Francia Enrique de Bearne, el cuarto de los de su nombre, como monarca de la nación francesa. Se fue difuminando la rivalidad entre católicos y protestantes camino del Edicto de Nantes. Se podía firmar la paz, ya no había nada que hacer en pro de los católicos. Felipe lila deseaba viéndose ya cercano a la muerte. No quería dejar a su hijo la herencia de una guerra con Francia. Sin embargo Felipe II conservaba contra Inglaterra esa combatividad tardía, despertada —puede decirse— tras su victoria de las Azores. Por ello retrasaba el final de la cuestión de Bretaña para contar con una base para la resolución de la «Empresa principal». Contaba, además, con el punto de apoyo de Calais y de Dunkerque, con sus corsarios. Calais había sido tomada al asalto por las tropas del archiduque Alberto, ya gobernador general de los Países Bajos. Al fin llegó el desenlace de la «empresa principal»: el 19 de octubre de 1597 salió de Ferrol una expedición contra Inglaterra, con el adelantado de Castilla don Martín de Padilla como capitán general y con don Diego Brochero como almirante. La componían 160 buques, con 8.634 hombres de tropas de desem barco. Estaba previsto fuese reforzada por otra fuerza procedente del sur, de 32 naves, con tres tercios de Infantería mandada por Marcos de Aramburu. No pudo ser esperada, pues la estación avanzaba yhabía el peligro de regreso de las fuerzas inglesas apostadas en las Azores en espera de la llegada de las flotas de Indias. La zona objetivo se había variado con respecto a la de 1588: ahora era el extremo sudoeste de Inglaterra. Se había escogido como puerto de desembar co el de Falmouth, una vez rechazado el de Newhaven, mejor puerto y bahía, pero más avanzados. Se tenía en mucho la posesión de las islas Scilly y de Lizard Point. Los buques de Padilla fueron dispersados por fortísimos temporales. Hubo alguno que fue arrastrado hasta tierras de Holanda. Algunos llegaron a la zona objetivo, a las islas Scilly, y fortificados en ellas sus hombres esperaron a las que no llegaban; otros estuvieron en Lizard Point. Cansados al fin de esperar regresaron a España. Se perdieron en total unos cuarenta buques. Otra Gran Armada vencida por los elementos... Año 2000 CARLOS MARTÍNEZ- VALVERDE Inciso Me tomo la libertad de considerar una fuerza de desembarco muy exigua —8.634 hombres— para empezar a invadir Inglaterra, aunque hubiesen llega do, además, los tres tercios de Aramburu. No había quinta columna alguna. Paz La paz con Francia se firmó al fin en Vervins el 2 de mayo de 1598 (9). Sabido es que Felipe II murió el 13 de septiembre del mismo año. Por parte de los franceses éstos pretendieron quedarse con armas, municiones y pertrechos de Blavet, pero todo volvió a España. Zubiaur fue el encargado de recogerlo y transportarlo. Las fortificaciones españolas fueron demolidas. Calais fue devuelto a Francia; tan solo quedó Dunkerque con sus corsarios actuando valientemente a favor del Rey de España. Los corsarios ingleses, holandeses y hugonotes vinieron a hacer la guerra al Cantábrico. Zubiaur les combatió cubriéndose de gloria. Al fin murió heroicamente en lucha, con una escuadra holandesa del almirante Autin, cubriendo con su buque la necesaria retirada de los otros, acosados por fuerzas muy superiores (1605). La paz se había firma do con Inglaterra una vez muerta su Reina. La infanta Isabel Clara Eugenia, posible soberana de la Francia católica, lo fue al fin de los Países Bajos, cedidos a ella por su padre Don Felipe. Con ella su marido, el archiduque Alberto, que ya era gobernador general. Hubo dispensas, pues venía de ser cardenal arzobispo de Toledo. Todos estos fueron los finales, desflecados, de la benemérita campaña española en la Bretaña francesa... ¡Laus Deo! Fuentes y Bibliografía Documentos del Museo Naval de Madrid: Expedición contra Inglaterra en 1597. Archivo Nacional de París: Documentos sobre la campaña 1590-1598 en la Bretaña. Archivo General de Simancas: Documentos «Guerra Antigua». Colección Sanz de Baruteil (Madrid). CABRERA DE CÓRDOBA: Felipe II. FERNÁNDEZ DuRO, Cesareo: La Armada Española desde la Unión de los Reinos de Castilla y Aragón. CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo: Las Armarlas de Felipe II. Manuel: «La campaña de Bretaña, una amenaza para Inglate rra». Cuadernos inonogr4ficos némero 20, del Instituto de Historia y Cultura Naval, 1993: Después de la Gran Armada... GRACIA RIVAS, (9) Enrique de Bearne. una vez que estuvo en el trono, declaró la guerra a Felipe II. Y el católico decía «que había que terminar la tutela española». 84 68 SOBRE LA ÚLTIMA LARGA CAMPAÑA DE FELIPE lIEN LA BRETAÑA FRANCESA,... SIMÓNADAMS: «English Naval Strategy in the 1590». Conferencia, 1993. José: «Agotamiento y decadencia del dominio atlántico». Cuadernos monográficos número 20, del Instituto de Historia y Cultura Naval, 1993. MARTÍNEZ-VALVERDE, C.: «De una campaña algo olvidada». Revista General de Marina, abril 1944 (*). Enciclopedia General del Mar. «Aspectos marítimos del reinado de Felipe II». Simposium Real Colegio María Cristina de El Escorial, 1998. CERVERA PERY, (*) Este trabajo fue tenido en cuenta en la visita a Brest y a Lorient del jefe del Estado Mayor de la Armada, don Rafael Fernández de Bobadilla, visita oficial en que se enalteció el heroísmo de los defensores del «fuerte del León», mayo de 1966. Año 2000 NOTA PARA NUESTROS SUSCRIPTORES La REVISTA DE HISTORIA NAVAL se encuentra en una fase de reorga nización administrativa que comprende, entre otras cosas, la compro bación y depuración de datós de nuestro archivo. Con este motivo solicitamos de la amabilidad de nuestros suscriptores que nos comuni quen cualquier anomalía que hayan observado en su recepción, ya porque estén en cursos de larga duración, ya porque hayan cambiado de situación o porque tengan un nuevo domicilio. Hacemos notar que cuando la dirección sea de un organismo o dependencia oficial de gran tamaño, conviene precisar no sólo la Subdirección, sino la misma Sección, piso o planta para evitar pérdidas por interpretación errónea de su destino final. Por otro lado recordamos que tanto la REVISTA como los Cuader nos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval están a la venta en el Museo Naval y en el Servicio de Publicaciones de la Armada, cI. Montalbán, 2.— 28071 Madrid, al mismo precio ambas de 650 pesetas el número. La dirección postal de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL es: Instituto de Historia y Cultura Naval. C/ Juan de Mena, 1,1.0 28071 Madrid. CORREOS MARÍTIMOSEN EL ARCHIVO GENERALDE LA MARINA. UN PROYECTO DE DIFUSIÓNDE SUS FONDOS Silvia A. LÓPEZ WEHRLI Antonio CABALLERO GARCIA Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos Breve evolución histórica del servicio de Correos Marítimos En la evolución del servicio de Correos Marítimos establecido por la monarquía hispánica entre la península y los territorios de América, que progresivamente se van incorporando a la Corona, se observan diversas etapas que reseñamos de forma breve. La primera fase (1) está representada por los navíos de aviso, establecidos en 1525 bajo tutela de la Casa de la Contratación, y por el correo mayor de Indias, cargo creado por Real Provisión de 14 de mayo de 1514, y que recayó en la persona de Lorenzo Galíndez de Carvajal, con amplios poderes sobre la correspondencia girada al Nuevo Mundo. Los Borbones abren una nueva etapa, en la que las reformas, tanto en el plano institucional como legislativo, intentan renovar un servicio que presentaba numerosas deficiencias (2). Ya en 1716 se nombra un juez super intendente y administrador de las estafetas y posteriormente se crea la Superintendencia General de Correos para el gobierno del ramo de Correos (pero también se le encomienda la dirección y gobierno de los arsenales, caminos y posadas, bienes mostrencos, vacantes, abintestados y real imprenta) y la jurisdicción de la correspondiente renta de Correos. El cargo de superin tendente recae de forma nata, a partir de 1747, en la persona del primer secre tario de Estado y de Despacho. (1) Para esta primera etapa véase el artículo de, LÓnz VERNAL, José Manuel: « Las comu nicaciones postales en América durante la época colonial (siglos xvi-xvm)». El Correo Español en América. Lunwberg. Madrid, 1996, pp. 23-34. Para seguir la evolución general de los Correos Marítimos españoles véase la obra de GARAY UNIBAs0, Francisco: Correos Marítimos Españoles. Ediciones Mensajeros. Bilbao, 1987. (2) Véase para este período la obra de LÓPEz GUTIÉRREZ, Antonio J.: Inventario de la sección de Correos. Archivo General de Indias. Ministerio de Educación y Cultura. Madrid, 1996. Año 2000 SILVA A. LÓPEZ WEHRL1 Y ANTONIO CABALLERO GARCÍA Los directores generales de Correos, contadores, fiscales y asesores conforman el cuadro gestor del ramo y constituyen la Junta de Gobierno a partir de 1786. En segundo plano encontrarnos las administraciones de Correos: en la península, La Coruña (3) como principal, Bilbao y Cádiz; y en ultramar, La Habana y Buenos Aires son la cabecera del sistema. El cuadro administrativo se completa con las administraciones agregadas, subalternas y estafetas. El 26 de enero de 1777 Carlos III establece la Real Ordenanza del Correo Marítimo con la que intenta unificar el ramo de Correos Marítimos, que hasta entonces se regía por una gran variedad de reglas y órdenes (4). En esta orde nanza se recoge la organización reseñada y de entre sus disposiciones destaca mos las siguientes: el Tratado IV, Título 1 se ocupa de las embarcaciones desti nadas al servicio de Correos, sus fueros y distinciones; el II regula la prestación de los servicios en estos buques por el personal de la Armada: capitanes, pilotos y pilotines; el III trata de los capellanes; el IV, de los cirujanos; el V, de los contramaestres y guardianes y el VI, de la marinería. El Tratado V regula el fuero y jurisdicción del personal que presta sus servicios en Correos Marítimos. Las Ordenanzas de Carlos III (5) sufren diversas modificaciones con el paso del tiempo con la publicación de, entre otras, las siguientes normas: — — Reglas que en ejecución del Artículo 12 del Título 1, Tratado 4 de la Real Ordenanzadel Correo Marítimo expedida en 26 de Enero de 1777 quiere Su Majestad, se observen en la conducción de Cartas y Pliegos por las embarcaciones de la Real Armada, del Comercio, y de cuales quiera especie o clase que sean, desde los Puertos de estos Reinos a los de América y sus Islas, de unos á otros allí, y de aquellos a estos (6). El Reglamento de 11 de junio de 1797 establece el coste del transporte y manutención de los oficiales de Ejército y Armada y de los cuerpos facultativos e individuos del Ministerio que se embarquen en los buques correos con cargo a la Real Hacienda (7). En 1802 se abre una nueva etapa con la entrada en vigor de las Reglas bajo las cuales, según ha determinado Su Majestad, han de quedar reunidos a la Real Armada los Correos Marítimos (8). Aunque la parte directiva de las (3) Del administrador principal de La Coruña dependen otros empleos subalternos, como el de contador, interventor, tesorero, capitán de Maestranza y guarda-almacán. (4) Real Ordenanza del Correo Marítimo (26 de enero de 1777), Archivo General de la Marina, 7511.1. A título de ejemplo podemos citar la Real Cédula de S.M y Señores del Conse jo por la cual se declaran exentos del Sorteo para el Reemplazo del Ejército todos los depen dientes del Correo Marítimo, que sirvieran con título, o nombramiento, o con sueldo continuo, y los Marineros, y demás individuos no matriculados, ni exentos por otro título que sirvieren sin él en dichos Correos Marítimos, con lo demás que contiene. (5) Con anterioridad a su publicación ya se había dictado una Instrucción provisional para el gobierno y dirección de Correos Marítimos.Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7511.2. (6) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 2680.28. (7) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 75 17.39 (8) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7511.8. 88 68 CORREOS MARÍTIMOS EN EL ARCHIVO GENERAL DE L4 MARINA. UN PROYECTO... expediciones formadas para el envío del los Correos Marítimos recaía en el secretario de Estado y de Despacho, la Armada proveería los medios necesa rios (uso de arsenales, buques e individuos destinados a este fin que quedarían incorporados a la Armada a través del departamento de Ferrol) para cumplir eficazmente tal misión. A cambio ésta recibe una cantidad, fijada para tal año, en algo más de tres millones de reales para cubrir los gastos del servicio, De esta forma se asegura el mantenimiento de sus embarcaciones y una forma ción continuada para sus miembros. El comandante militar de Marina en La Coruña y los comandantes de los apostaderos de América ejercerán las funciones de comandantes principales de Correos Marítimos, siendo por este hecho con relación al ramo subdelega dos de la Secretaría de Estado y de Despacho. Esta tiene la potestad de nombrar a un oficial de la Armada cómo vocal de la Junta de la Dirección General de Correos. A lo largo de este período encontramos diversas directrices, derivadas bien de circunstancias coyunturales (por ejemplo el bloqueo marítimo durante el conflicto con Gran Bretaña), bien del intento de limar la problemática que se deriva del propio servicio. Así citaremos el plan que se implanta durante la guerra de 1805 (9), que persigue hacer más flexible el servicio, dejando en suspenso lo dispuesto en la Regla de 1802; las instrucciones para los coman dantes de los buques correos de Su Majestad dadas en Aranjuez el 11 de marzo de 1805, sobre habilitación y mando de las embarcaciones, que recogen una serie de medidas para reducir los riesgos de la navegación y procurar la economía del servicio (10); el Reglamento formado, de orden y con aproba ción de S. M. para los Correos Marítimos, de 10 de septiembre de 1809 (11); o la instrucción para los comandantes de los Correos Marítimos de 24 de 0cmbre de 1809 (12). El proceso de independencia de las repúblicas americanas, las irregularida des en el pago de las consignaciones establecidas, el incumplimiento de la frecuencia de los correos... hará que se resquebraje la organización existente dando paso a un nuevo sistema que cubre la última etapa. Los ministerios que durante el siglo XIX asumen la competencia del servi cio de Correos cederán (13), mediante diversas fórmulas legales (subasta, concesión...), este servicio a empresas privadas, aunque en algunos momentos se mantienen buques a cargo del Estado y, en todo caso, la inspección de los vapores corresponde a la Armada (14). La Empresa de Correos Marítimos de La Habana es la adjudicataria del servicio entre 1827 y 1847 estableciéndose a tal fin el Reglamento de 10 de febrero de 1827, por la comisión de Correos. La casa Zangronis obtiene (9) Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, 7512.19. (10) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 75 12.20 y 75 12.32. (11) Archivo General dela Marina Alvaro de Bazán, 75 12.31. (12) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán. 7512.31. (13) Ministerio de Gobernación del Reino, Ministerio de Fomento. (14) Real Orden nombrando Inspector de la línea de vapores-correos al Capitán General del Departamento de Cádiz (1853). Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán 75 15.24. Año 2000 SILVA A. LÓPEZ WEHRLI Y ANTONiO CABALLERO GARCÍA en 1854 la facultad exclusiva de establecer comunicaciones regulares (envío de correspondencia pública y oficial) entre La Habana, El Havre y Liverpool y otros puntos de Francia y Reino Unido durante un período de cinco años (15). Por el período de un año, entre 1857 y 1858, la empresa Gauthier Hermanos se convierte en la adjudicataria. En 1858 se contrata provisionalmente el servi cio y en 1869 se adjudica de forma definitiva a la Sociedad de Navegación e Industria, Boffil Martorell y Compañía y a la Pablo María Tintoré (16). El servicio entre la Península y Cuba correrá a cargo de Antonio López y Compañía en 1868 (17). Entre las Antillas la compañía de José de Campo realiza el servicio postal (18). Entre las empresas privadas destaca la Compañía Española Transatlántica de Vapores que se ocupa de la comunicación con ultramar, en un principio de forma puntual en 1855 (19) y de forma continua en 1886, momento en el que se establece un contrato de servicios postales marítimos de 20 años prorroga bles (20). Fondos de Correos Marítimos en archivos españoles. El Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán La evolución histórica descrita anteriormente nos muestra que existen diversas instituciones que se han ocupado a lo largo del tiempo del servicio de Correos Marítimos. La documentación generada por estas instituciones se ha conservado, por diferentes razones, en diversos archivos. Para la localización de fondos documentales de instituciones con compe tencias sobre los Correos Marítimos hemos consultado, utilizando los actuales medios de intercambio de información, el Censo Guía de Archivos Iberoame ricanos y la Guía de Fuentes para la Historia de América a través de la página web del Ministerio de Educación y Cultura (www.mcu.es) con unos resultados poco satisfactorios. Las referencias que hemos encontrado, además de la del Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, son las siguientes (21): Archivo Histórico Nacional, sección Estado y sección Ultramar y Archivo General de Indias, sección 8a. Correos y sección 10’.Ultramar. En realidad, y consultando los instrumentos de descripción en formato tradicional, existen fondos producidos p6r diversas instituciones con compe tencias sobre los Correos Marítimos en otros archivos españoles como el (15;) Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán, 75 15.32. (16;) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán. 75 15.44. (17) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7518.13. (18;) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7518.35. (19) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7515.38. (20) Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, 7519.20. (21) No consideramos significativas las referencias a asientos en cuyos descriptores de materias aparece el término Correos Marítimos como es el caso del Archivo Nacional de Chile, el Archivo General Militar de Segovia y Archivo General de Simancas. 90 68 CORREOS MARÍTIMOS EN EL ARCH1VO GENERAL DE LA MARINA. UN PROYECTO... Archivo del Reino de Galicia y archivos centrales de ministerios como el de Fomento y el de Interior que no han realizado las oportunas transferencias al Archivo General de la Administración. Cada uno de estos archivos ha organizado y descrito esta documentación siguiendo unas pautas propias, si bien es verdad que hasta la publicación de las normas ISAD (G) e ISAAR, y puede que aún publicadas, se carecía de un instrumento de trabajo común. Esta falta de normalización queda patente cuando se accede a las guías de fuentes documentales del Centro de Información Documental de Archivos (CIDA), en las que es muy difícil encontrar instituciones productoras, y sus fondos, e incluso la identificación de series. En el Archivo General de la Marina se inició durante 1998 la primera fase de un proyecto cuyo resultado final consistirá en la organización, descripción conforme a la Norma Internacional de Descripción Archivista, la ISAD (G), y digitalización de parte de la sección de Correos Marítimos, así como la incor poración de las descripciones a la base de datos correspondiente. La clasificación del fondo sigue las pautas tradicionales del resto de fondos del archivo, esto es, bajo los epígrafes de generalidad, asuntos particulares y personales; y dentro de éstos cronológicamente. De esta manefa no se encuen tran identificadas las series documentales. Según el Listado de unidades de instalación y sus fechas extremas del Archivo General de la Marina clasifica das según el nomenclator de la Armada se custodia sobre Correos Marítimos la siguiente documentación: Fechas extremas: 1781-1902 (22) Generalidad: unidades 10 de instalación. Signatura 7511 a 7520 Asuntos particulares: unidades 20 de instalación. Signatura 7521 a 7540 Asuntos personales: unidades 02 de instalación. Signatura 7541 a 7542 Asuntos personales,buques: 09 unidades de instalación. Signatura 7543 a 7551 Buques alfabetizados: 19 unidades de instalación. Signatura 7552 (1-19) Partes: unidades 02de instalación. Signatura 7553 a 7554 Libros registro: unidad 01 de instalación. Signatura 7555 El Archivo General de la Marina dispone del programa informático ArchiDOC (23) que posibilita la digitalización de imágenes y su grabación en soporte digital. Los usuarios del archivo acceden a los documentos a través del módulo de consulta. La localización de los fondos, secciones, series y, finalmente, documentos se realiza mediante la navegación por la estructura de árbol que refleja gráficamente la organización de los fondos documentales. En esta primera fase se han cumplimentado, a nivel de unidad documental, siguiendo la norma ISAD (G), las áreas de Identificación, Contexto, Contenido y Estructura y Documentación Asociada. (22) Se ha encontrado algún documento no seriado de 1826. (23) Sistema común para todos los archivos del Sistema Archivístico de la Defensa. Año 2000 SILVA A. LÓPEZ WEHRLI Y ANTONIO CABALLERO GARCÍA Actualmente, tanto la base de datos como las imágenes a ella asociadas están a disposición de los investigadores interesados en su consulta. Espera mos que en los próximos años se concluya el proyecto con la descripción y digitalización de la totalidad del fondo de Correos Marítimos. 92 68 LA HISTORIAVIVIDA Fernando de la GUARDIA SALVETTI El autogiro de Juan de la Cierva en la ciudad de los rascacielos En Nueva York, la ciudad de los «rascacielos», en noviembre de 1930 hizo su presentación oficial en el mundo aeronáutico nacional el nuevo modelo de autogiro ideado y fabricado por un ingeniero español, Juan de la Cierva Codorniu, volando sobre los descomunales edificios tal y como se puede observar en la foto (ABC, 70 años, página 139). Esta exhibición fue un verda dero éxito para sus aspiraciones, logrando el reconocimiento internacional en un momento muy difícil para la aviación española. Descubrió su afición a la aviación a una edad muy temprana. Contaba sólo doce años cuando su curiosidad e ingenio le llevaron a investigar y diseñar sus propios aviones. A la vez que estudiaba su carrera de ingeniero de caminos obtenía el título de piloto de primera clase y se especializaba en la construc ción de aeronaves. Comenzó con la construcción de un avión de juguete, pero muy pronto pasó a dedicarse mucho más en serio al diseño de aeronaves, especializándose en el diseño y construcción del «autogiro». A los veintitrés años acudió a un concurso convocado por la aviación mili tar con un trimotor equipado con motores Hispano Suiza de 180 HP, que fue uno de los primeros construidos en el mundo. El aparato realizó, a pesar de su envergadura, un vuelo magnífico, pero en su segundo intento, debido a un fallo del piloto, el aeroplano colisionó al tomar tierra. La aviación estaba «despegando» y no era infrecuente que muchos aparatos se estrellasen reali zando pruebas. A partir de estos momentos la seguridad de la máquina y la de los tripulantes se convirtieron en su máxima preocupacion y empezó a investi gar un sistema de vuelo cuya sustentación fuera independiente de la velocidad del aparato. Pronto comprobó que el principal escollo era que tenía que volar muy deprisa para lograr una sustentación que le permitiera al aeroplano mantenerse en el aire, ya que las alas fijas a poca velocidad no son suficientes para lograr lo. Después de muchas cábalas hizo el genial descubrimiento de un rotor de pequeño paso positivo que continuaba girando en una corriente de aire ascen sional, fuera vertical u oblicua, una vez cesado el par motor inicial. Este fundamental hallazgo fue la base del autogiro, aeronave en la que las alas fijas de los aeroplanos se sustituyen por un rotor autorrotativo libre. Sobre esta idea construyó Juan de la Cierva sus primeros modelos de autogiro, aunque sin resultados positivos, consiguiendo en junio de 1920 registrar su invento en España con el nombre de «autogiro», abreviatura de «autogiróptero» (alas que giran por sí solas). Tras varias modificaciones y mejoras, dos años más tarde, en enero de 1923 el autogiro que tantos dolores de cabeza le había producido consiguió elevarse Año 2000 FERNANDO DE LA GUARDiA SALVETTI en el aeródromo de Getafe, cerca de Madrid. Un año después el autogiro de la Cierva se consagró volando desde el aeródromo de Cuatro Vientos hasta Getafe, consiguiendo recorrer una docena de kilómetros a un centenar de metros de altura. La nueva máquina era un avión en el cual las hélices de giro hori zontal suministraban la potencia ascensional; la potencia de avance horizontal era suministrada por un motor ordinario que movía una hélice corriente de avión: así el autogiro podía elevarse y descender verticalmente y ofrecía unas extraordinarias condiciones de maniobrabilidad y seguridad en el aire. El éxito alcanzado fue reconocido mundialmente. A Juan de la Cierva le empezaron a llover ofertas de Europa y de Estados Unidos. Gran Bretaña fue el país que demostró mayor interés por el futuro desarrollo del autogiro, cons tituyéndose en Londres «La Cierva autogiro company». Muchos países extranjeros se interesaron por el invento del ingeniero murciano —inventor del autogiro y precursor del helicóptero—, llegando pronto a construirse hasta 120 prototipos diferentes. Se introdujeron muchas mejoras que le permi tieron realizar, en el año 1934, el despegue vertical sin necesidad de utilizar pista de aterrizaje. Es precisamente en ese año, el 7 de marzo, cuando por primera vez en Europa el autogiro Juan de la Cierva aterriza y despega con 94 Núm. 68 LA HISTORIA VIVIDA El autogiro tomando la cubierta del portaaviones Dédalo el 7 de enero de 1934, en el puerto de Valencia. (La fotografía es del libro Historia gráfica de la aviación española, de Antonio González-Betes.) indudable éxito de la cubierta de vuelo del portahidroaviones Dédalo que se encontraba fondeado en el puerto de Valencia. No hay que olvidar el importante apoyo que la Aeronáutica Naval prestó a la consecución del éxito del ingeniero español apoyándole y poniendo a su disposición los medios navales existentes. Como testimonio vemos en la foto a Juan de la Cierva en el momento de tomar cubierta en el Dédalo e inmedia tamente a su derecha al teniente de navío José Luis de la Guardia y Pascual del Pobil, piloto naval de aeronaves. Los dos primeros autogiros con que contó la Armada fueron adquiridos en Inglaterra en agosto de 1934. Dos meses antes, se trasladan los tenientes de navío de la Guardia y Guitián al aeródromo de la casa AVRO en Manchester Año 2000 95 FERNANDO DE LA GUARDIA SALVETTI formando parte de la comisión receptora, ocupándose de las primeras pruebas de recepción y de prepararlos para su traslado a España. Previamente ambos tenientes de navío habían efectuado un curso de piloto de autogiro en Hanvort (Londres). Por desgracia los planos originales se perdieron en un incendio que sufrió la empresa constructora. El 8 de septiembre el teniente de navío José Luis de la Guardia, como jefe de misión, pilotando el autogiro EA-SCB, llevando como mecánico al auxiliar Flexas, y el otro aparato pilotado por el teniente de navío Guitián, emprenden viaje de regreso a Madrid volando en conserva desde Hanvort (Londres) a París, con escalas intermedias en Lympe y Berch-sur-Mer; el día 10 inician la segunda etapa París-Burdeos, con escalas en Tours y Angulema; el 13 la terce ra etapa, Burdeos-Burgos, con tomas en Biarritz y Vitoria, y la cuarta y últi ma, Burgos-Madrid, tornando tierra en el aeródromo de Getafe el 13 de septiembre a las 10.00 horas, rindiendo viaje sin novedad. Durante la batalla de Inglaterra, en la segunda guerra mundial, este país dispuso de una escuadrilla de antiguos autogiros «C-30» para la defensa de sus cielos y calibrado de los radares. En diciembre de 1936, con solo 41 años de edad, el destino quiso que el conde de la Cierva —título póstumo—, encontrase la muerte precisamente en el interior de un avión Douglas «DC-2» al querer trasladarse desde Londres a Amsterdam, colisionando con un cable al poco de iniciarse el despegue. Su muerte impidió que siguiera desarrollando futuros inventos. Pero en ese momento el ingeniero Juan de la Cierva ya había entrado en la historia, al lograr abrir nuevos caminos a la aviación mundial. El capitán de corbeta José Luis de la Guardia Pascual del Pobil a bordo del autogiro EA-SCB en la Base de San Javier. Mayo de 1935. 96 Núm. 68 DOCUMENTO Notas del ministro de Marina Beránger acerca de la muerte del general Pareja Se expone hoy un documento redactado de puño y letra por el entonces ministro de Marina vicealmirante José María Beránger y Ruiz de Apodaca en 1896, que contiene un seguimiento e investigación acerca de los aconteci mientos relativos a la Escuadra en Ultramar y cuyas vicisitudes derivaron y fueron, en palabras del ministro, «la causa del desastroso fin del Almirante», circunstancia que conmocionó notablemente a la Armada de la época. (Museo Naval. Colección de Manuscritos. Signatura 2579.33.) Año 2000 /f9ç41.7 &2’4 -12 4 S4’ ,Jn ta/5zt ejaneti e-4 4 4 ifiFa 4ivÁ g_,t o&é e jt/4?tcøn,r r’- e estc%/24 44’ 1?%nr a Cfl770 aa& , nf t’; paa (1a2r4aCt se4 ‘@traa’rn M, cd4n et4&’i. r,S’sa fltfl/. para d4ra% Stcc iá Ly /,aLt’ - yejwn gir *r’ 1é Ç€t,04, 44e,4’ £,47, ‘/€/4€ 4 44an/o e a ‘mandane4rú -nial 44,,ca L ¿dic a4rajz’ae6o, cc-st..-- - 1XÍ#O e4treint& O’ S %e//Lpera rna.a ¿rúwe 2/ ¿ya. ,;a 4-e/g dt6a fpz ene a da4 na Sntr 7ta yi-aaÁ 7afli.rfa. -n7nfata Jata cw4&4,n 4 ia £-nc da err4a etay ene Ár.ú «fain/a WFa Sn Jazaedat a/1Leera/Srraelzpee fft 72t fl7tw t’ ¿4-sIL ¿rtfla,-t A dti rar’yialaec. 4denei /a;: ‘t’ -clin’ n1i7 - 44’en47cwawa4 ú’ 2 ¿/Ç,p4r- i,6 a’Ja-fln’aÁv (6rranda’n4i aí/ai /7ae7 4 eraøe 4t77fl7*fl477//’t1 etr-t qici ‘e/Ta //ac/’’,m ‘4 qa Á Z 444na asrÁ4car6:4,4. le? d€- eCrh.wic. -a c a -lat e’efdaTw 14. a’ sCecn 44- anca n,eá4% a ‘,-‘z- aóida -nc,fana ‘4 ,t. %/en.e ‘ zrc Iwaesarptr’ ¡a 4*?’Jei4ztzc ‘v pAt a Pfl eahe4 tZ• « 4(z’aan ¿/JiernarÁ -#fl47 »4rcpce n adea - pa et’ms 4%o eaycc ¿aic tal lar/.i4? / &‘/e- /47,7 Sat’ %e/nawa 4144ien/ e a - “ afcse/r a’ te r’ enfl a-,#sc aw e qaein.en- ¿iÚIØ / ,&Gi ea.’i7 de S7.a,4r ‘444- itnce/dd ttniz. ¿.41á et eCrr £r4 a — 2 -nnte,’a4d 07 tá ¿ 1’7V€-IZ1f eMwe%t Cítt 4 e,Ces a/c ¿sea eS Jafeet4 4 crtt ¿4%’ % .e,’tc,-adra ¿nrzp4eejirr dSked4 ¿n&ra4q -nn’r4n,en4va ÁaJflne a Z iza4act1 a&pat t/jSr 7 a A ¿W’a r’ dI. 6 a ¿7z/ñ aiea £ -rnelp yac ént/w2htZcte-n df 4’7’Çt y S’4frwar deynare ar,*%# pnSa’pe’a*n 4.7 ,n,,*i4ç_ ¿4. ,noda6 a14&tcinzS,*an %Aasywr,aa PS-rife tas dhti a4eea a4iófr 1w fiati ate ini aL ¿7fligt .,,&i,6Zcán4 hE<r •#n;óa, ¿tÍ a4 4, nn,,a(&r ez’eS’4 car4, astC ¿. Á,rraetard€4,,ecc. -flt’ qctarergçrnt 4ttÇp/ eera/.r,,eirr—” 4 aØt sf fl7- # -j’’7t 2t 4r2!44. a 4óri a 7rt’ 7*t’ IiW e2 4r7 fffi ,4 , 4ç , 4é4- 7ydar;l€1, ¿//jre1 qj - /, • 7tfI Á/l1144AWW 4 4’øW4 • _pzz 1fÇ z €1 4’241. ;‘4»J;1ai d&’ f/a 7?fr/7 ¿ /Z d% /1 11 Wd%. 41 t€1 ¿e’4_, aW! 6. ah 7,e * 7;vz2,Á(t - f/eJ;y4 sr% ‘dE 4’d— ft%_j 4 4r- -S% 47 a. á/ -d —. dli -r-.?fia iii’d 4 y- r7 Á. J C1€-ft- ah. iw4 r-a 19e’Z’ ,.-, ,,77;,l:l i -— e#g ÍNDICES DE LA REVISTA DE HISTORIA Están a la venta los ÍNDICES de los cincuenta primeros números de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL, cuyo contenido es el que sigue: w REVISTA DE HISTORIA NAVAL ÍNDICES DE LOS CINCUENTA PRIMEROS NÚMEROS • • • • • • • NÚMERO EXTRAORDINARIO AÑO XIV I9ú NAVAL Número Retro • INSTITUTO DE UISTORIA Y CULTURANAVAL ARMADA FSMROLÁ • ___________________________________ • Introducción (estudio histórico y estadístico). Currículos de autores. Indices de los números 1 al 50. Artículos clasificados por orden alfabéticos. Indice de materias. Indice de la sección La histo ria vivida. Indice de la sección Docu inen tos. Indice de la sección La Histó ria Marítima en el mundo. Indice de la sección Recen siones. Indice de ilustraciones. - ww Un volumen extraordinario de 296 páginas, del mismo formato que la REVISTA, se vende al precio de 1.000 pesetas (IVA incluido) más gastos de envío si se pide por correo. Se puede adquirir en los siguientes puntos de venta: Instituto de Historia y Cultura Naval Juan de Mena, 1, 1.°. 28071 MADRID. Fax: 91 379 59 45 Servicio de Publicaciones de la Armada Montalbán, 2. 28071 MADRID. Fax: 91 379 50 41 Museo Naval Juan de Mena, 1, 28071 MADRID. Fax: 91 379 50 56. Venta directa. INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO José Antonio OCAMPO Las falúas reales del Sultanato en el Museo Marítimo de Estambul (*) Estambul es una ciudad que ha estado desde siempre obligada a utilizar con asiduidad las vías marítimas de comunicación, a causa del llamado Cuer no de Oro y de los 30 kilómetros que tiene el Bósforo. Esta necesidad está en el origen del desarrollo de unas embarcaciones denominadas kayiklari, para nosotros falúas, típicas de los otomanos, que recibían distintos nombres según el uso a que se las dedicaba como falúas del Sultanato. Así, piyade eran las embarcaciones ligeras a remo; pereme las embarcaciones pesadas con dos filas de remos; pazar las falúas grandes y pesadas destinadas al tráfico de pasajeros y carga general entre las poblaciones del Bósforo; falúas para misio nes especiales; también embarcaciones para la pesca y otras chalupas ligeras. La inigualable colección de falúas del Sultanato, que se conserva en el Museo Naval de Estambul, está compuesta por una serie de vehículos de transporte destinados a los desplazamientos, a cortas distancias, de los resi dentes del palacio. En pocas palabras, las falúas del Sultanato pueden definirse como vehículos utilizados por el sultán y sus familiares para ir a los servi cios religiosos de las tardes de los viernes y para los paseos diarios por la ciudad. Se construían con unas proporciones y un lujo de detalles que simboli zaban el poder del Sultanato y del Estado. Recordemos que los turcos vivían principalmente en el litoral del Egeo varios siglos antes de que salieran al mar en el siglo xiii, al declinar el poder naval de Bizancio, para disputar a los latinos su control y el paso al mar Egeo, entrando en conflicto con Venecia, Génova y Rodas. Los príncipes de la costa disponían de sus propias flotas antes de la aparición de cualquier flota regular imperial. El emir de Bergama, por ejemplo, reunió 250 embarcaciones para una campaña de verano, y transportó por mar unos 20.000 soldados en’ otra ocasión. Por otro lado, estos príncipes necesitaban cruzar frecuentemente los estrechos que separan las dos partes del Estado, acompañados por soldados y caballos. En el siglo xv existía ya una flota regular, aunque suplementada por embarcaciones piratas, corsarias y, también, por buques de otras naciones alquilados. El núcleo de esta fuerza estaba formado por galeras y trirremes, que eran los tipos de buques característicos del Mediterráneo por esas fechas. (*) Notas tomadas principalmente de la publicación «Deniz Müzesi Tarihi Kayiklar Gale risi». Traducción de Antonio Pellicer Caravaca. Año 2000 ‘ 107 JÓSE ANTONIO OCAMPO Podemos resumir que los otomanos tienen una historia naval de seiscientos años, el período que va del siglo xiv al siglo xx. Como puede apreciarse en la colección de embarcaciones de este Museo, las falúas y las galeras del Sultanato difieren en sus estructuras. Mientras que la eslora de las primeras varía entre 16 y 30 metros, la de las galeras alcanza los 40 metros. La quilla está profusamente decorada en toda su longitud, alcanzando su máximo esplendor en la popa y en la proa. .Las proas se construían largas y afinadas como sables, o bien arqueadas hacia arriba, sobre las que, en las embarcaciones grandes de ambos tipos, solía colocarse a modo de mascarón una reluciente figura dorada o plateada, que normalmente era un águila, símbolo del poder imperial, o un ave marina, tal vez una gaviota. De ahí la expresión «la falúa del pajarito», para referirse a la falúa del sultán. La parte más llamativa, por suntuosa, de la falúa del Sultanato es la carroza instalada en -la toldilla, que representa a la Corte. Por esta razón se la conoce como la falúa con carroza. Tras la toma de Constantinopla, que en adelante se llamaría Estambul, a lo largo de casi dos siglos las carrozas no se instalaron en el extremo de la popa de la toldilla sino que, tal como se solía hacer en los demás países ribereños del Mediterráneo, se montaron más hacia el centro del buque, haciéndolas más largas, más bajas y cerradas. Con esta disposición resultaban más adecuadas incluso para viajes largos. Las falúas del Sultanato utilizadas por el sultán se diferencian de las del harán en que las mamparas de la carroza están revestidas de banderas, escudos heráldicos y motivos rústicos, mientras que las del harén están deco radas tan sólo con motivos florales y frutales. Es digno señalar el hecho de que• en la decoración de las falúas no aparezcan figuras humanas. Además de las falúas con carroza, los sultanes poseyeron otras de distin to número de remos. Por ejemplo, el sultán Abd-el Aziz tuvo 16 falúas. Dos de ellas de 13 remos por banda y carroza; otras dos de siete remos por banda, siete de cinco remos, una de Falúa de trece remos por banda, con carroza, que perteneció al sultán Abdülmecit cuatro y otra de tres remos por banda. (1836-1861) En las falúas que no disponían de carroza solían instalarse en el verano quitasoles de fino tafetán. A las damas y a los caballeros de la Corte, altos funcionarios y personas de relevancia, se les solía asignar falúas cuyo número de remos variaba según la importancia del personaje. El sultán Solimán 1, el Magnífico, que condujo la campaña de Rodas contra los caballeros de la Orden de San Juan, llegó a Rodas a bordo de 108 Núm. 68 LA HISTORiA MARÍTIMA EN EL MUNDO una galera llamada Ángel verde, galera que, posteriormente, tras la conquista de la isla, regaló al almirante de Rodas. La galera imperial más antigua de las conservadas en la colección de embarcaciones de remo del Sultanato del Museo Naval es una que perteneció a Mohamed IV. Este buque del siglo XVII es también uno de los más impresio nantes de todos los que se conservan en todo el mundo. Hasta el siglo xix, las fa lúas del Sultanato se cons truían con la intención de que causasen una fuerte impresión a quienes las contemplasen. En primer lugar, el armazón y los laterales de la carroza estaban totalmente recubier tos de objetos preciosos, de marfil de varias clases, de madreperla, conchas de tortu ga, piezas de ébano, etcétera. Las ventanas estaban cerradas y protegidas por celosías; sus pilares, linternas y balaustra das eran de plata maciza. La carroza de la galera imperiaL Sobre ellos, o en las esquinas, había mazas ornamentales de oro y cristal, lunas crecientes, con la correspon diente estrella, iguales a las de los carruajes imperiales. El interior y el techo de la carroza estaban recamados de joyas y piedras preciosas. Las falúas del Sultanato de esta colección datan generalmente del siglo XIX y reflejan la manera de vivir, la cultura y la consideración que merecía el arte y la técnica que a él se aplicaba en la época. Estas falúas revelan no sólo la maestría de los artesanos que las construyeron, sino que ofrecen muestras de otras muchas técnicas que van desde el grabado hasta la caligrafía. Tanto el color de las falúas como las significativas particularidades del diseño respecto a las falúas públicas hacen de cada una de aquellas una obra singular. Además de las falúas los sultanes poseyeron embarcaciones de diversos tipos, adecuadas al uso que se hacía de ellas, como navegar por largas vías fluviales, pequeñas galeras armadas, botes auxiliares para los buques grandes e incluso barcos espía. Es significativo recordar que cuando la flota salía de campaña, los sultanes no embarcaban en los buques de guerra, sino que solían acompañar a la fuerza en una pequeña galera armada. El buque espía, aunque destinado a embarcar al soberano, era de aspecto poco llamativo, dado que el sultán lo utilizaba para salir inadvertidamente de palacio para observar la vida real de la ciudad. Veamos ahora la colección de falúas. Embarcación de Atatürk: dos pares de remos, 3,32 m de eslora, 1,26 m de manga. Año 2000 109 JÓSE ANTONiO OCAMPO Embarcación de Atatürk: un par de remos, 3,06 m de eslora por 1,31 de manga. Embarcación de Atatürk: dos pares de remos, 3,15 de eslora por 1,23 de manga. Falúa del sultán Reshad: diez pares de remos, 18,34 m de eslora por 2,45 de manga. Pinaza de Ms. Refah: cinco pares de remos, 8,60 m de eslora por 2,70 de manga. Falúa del sultán Reshad: diez pares de remos, 16,30 m de eslora por 2,40 m de manga. Falúa del sultán Abdülaziz: 13 pares de remos, 30,70 m de eslora por 2,37 m de manga. Falúa del harán del sultán Abdülaziz: 13 pares de remos, 30,70 m de eslora por 2,37 m de manga. Falúa del sultán Abdülaziz: siete pares de remos, 23,50 m de eslora por 1,60 m de manga. Galera imperial del sultán Mehemet IV: 24 pares de remos, 40 m de eslora por 5,70 m de mangá. Falúa del sultán Reshad: siete pares de remos, 15,20 m de eslora por 2,40 m de manga. Embarcación de Infantería (siglo xix): tres pares de remos, 15 m de eslora por 1,20 m de manga. Embarcación de Infantería (siglo xix): dos pares de remos, 12,50 m de eslora y 1,30 m de manga. Embarcación del siglo xix: dos pares de remos, 7,58 m de eslora por 1,09 m de maga. Falúa del príncipe Sait Halim Pasha: tres pares de remos, 14,70 m de eslo ra por 1,20 m de manga. Embarcación de servicio del palacio: tres pares de remos, 20,20 m de eslo ra por 1,70 m de manga. Falúa del sultán Reshad: siete pares de remos, 14 m de eslora por 2,20 m de manga. Falúa del sultán Reshad: cinco pares de remos, 12 m de eslora por 2,25 m de manga. Proa de falúa: 8,35 m de eslora por 1,50 m de manga. Popa de falúa: 4,60 m de eslora por 1,50 m de manga. Falúa del sultán Abdülmecid: 13 pares de remos, 32 m de eslora por 2,40 m de maga. Falúa del siglo xix: cinco pares de remos, 17 m de eslora por 1,5 m de manga. Falúa de la madre del sultán Abdülmecid: 13 pares de remos, 32 m de eslo ra por 2,40 m de manga. Falúa imperial: siete pares de remos, 23,50 m de eslora por 1,60 m de manga. Todas estas embarcaciones están situadas en la planta baja del Museo. En la segunda planta existen, además, las que siguen: 110 68 LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO Falúa del harén del sultán Abdülmecid: siete pares de remos, 24,50 m de eslora por 1,70 m de manga. Falúa del sultán Abdülmecid: siete pares de remos, 24 m de eslora por 1,75 m de manga. Pinaza: cinco pares de remos, 11,60 m de eslora por 1,70 m de manga. Embarcación del siglo xix: un par de remos, 9,45 m de eslora por 1,25 m de manga. Falúa del príncipe Sait Halim Pasha: tres pares de remos, 10,15 m de eslo ra por 1,20 m de manga. Embarcación: dos pares de remos, 8,10 m de eslora por 1,10 m de manga. Embarcación costera: dos pares de remos, 5,20 m de eslora por 1,22 m de manga. Falúa del sultán Abdülhamit II: dos pares de remos, 7,70 m de eslora por 1,30 m de manga. Falúa del sultán Abdülaziz: tres pares de remos, 9,15 m de eslora por 1,60 m de manga. El Museo está abierto todos los días, excepto los miércoles y jueves, entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde. Para más información dirigirse a: Museo Marítimo Besiktas, Estambul (Turquía) Teléfono: 00-90-212-2610040 Fax: 00-90-212-2610130 Correo electrónico: [email protected] Año2000 La REVISTA DE HISTORIA NAVALes una publicación periódica trimes tral del Ministerio de Defensa, publicada por el Instituto de Historia y Cultura Naval, centro radicado en el Cuartel General de la Armada en Madrid, cuyo primer número salió en el mes de julio de 1983. Recoge y difunde principalmente los trabajos promovidos por el Instituto y realizados para él, procediendo a su difusión por círculos concéntricos, que abarcan todo el ámbito de la Armada, de otras armadas extranjeras, de la Universidad y de otras instituciones culturales y científicas, nacio nales y extranjeras. Los autores provienen de la misma Armada, de las cátedras de especialidades técnicas y de las ciencias más heterogéneas. La REVISTA DE HISTORIA NAVAL nació pues de una necesidad que justificaba de algún modo la misión del Instituto. Y con unos objetivos muy claros, ser «el instrumento para, en el seno de la Armada, fomen tar la conciencia marítima nacional y el culto a nuestras tradiciones». Por ello, el Instituto tiene el doble carácter de centro de estudios docu mentales y de investigación histórica y de servicio de difusión cultural. El Instituto pretende cuidar con el mayor empeño la difusión de nuestra historia militar, especialmente la naval —marítima si se quiere dar mayor amplitud al término—, en los aspectos que convenga para el mejor conocimiento de la Armada y de cuantas disciplinas teóricas y prácticas confirman el arte militar. Consecuentemente la REVISTA acoge no solamente a todo el perso nal de la Armada española, militar y civil, sino también al de las otras Marinas, mercante, pesquera y deportiva. Asimismo recoge trabajos de estudiosos militares y civiles, nacionales y extranjeros. Con este propósito se invita a colaborar a cuantos escritores, espa ñoles y extranjeros, civiles y militares, gusten, por profesión o afición, tratar sobre temas de historia militar, en la seguridad de que serán muy gustosamente recibidos siempre que reúnan unos requisitos mínimos de corrección literaria, erudición y originalidad fundamentados en recono cidas fuentes documentales o bibliográficas. NOTICIAS GENERALES Ciclo de conferencias. Gijón, España Organizado por el Ateneo Jovellanos, con la colaboración de la Consejería del Principado de Asturias, la Fundación Municipal de Cultura del Ayunta miento de Gijón y la Fundación Hidroeléctrica del Cantábrico, entre el mes de noviembre y el mes de marzo pasados se celebró en Gijón un ciclo de nueve conferencias sobre el tema central «V Centenario de Carlos V (15001558)». Recogemos aquí la pronunciada el 23 de noviembre por el general auditor de la Armada e historiador José Cervera Pery, hasta hace poco director de esta revista, sobre el tema «La Armada y Carlos V». Para más información dirigirse a: Ateneo Jovellanos. C/ Begoña, 25. 33206 Gijón, Asturias. XXI Jornada de Historia Marítima Durante los días 29, 30 y 31 del pasado mes de marzo se celebraron en Madrid las XXI Jornadas de Historia Marítima, organizadas por el Instituto de Historia y Cultura Naval, con la colaboración de la Asamblea Española de la 5. 0. M. de Malta y el Instituto Complutense de la Orden de Malta. En el Salón de Actos del Cuartel General de la Armada (Juan de Mena, 7) se desarrolló el programa de conferencias de este II Seminario sobre la Orden de Malta alrededor de la idea «La Orden de Malta, la mar y la Armada», con el siguiente temario: «Don Diego Brochero de Anaya, almirante español y prior de Castilla en la Orden de San Juan», por el profesor doctor Patrick Williams, de la Universidad de Portsmouth; «La asistencia sanitaria en las galeras y navíos de la Religión», por el teniente coronel del Cuerpo Militar de Sanidad don Manuel Gracia Rivas; «Rodas, 1309-1522. La defensa del cristia nismo en el Mediterráneo oriental», por el investigador de la Orden don Juan Alejandro Magaz van Ness; «Reconocimiento del emperador a la ayuda naval prestada por la Orden de Malta», por el investigador de la Orden don Valentín Céspedes Aréchaga; «Precedencia del estandarte y galera capitana de Malta en las escuadras de la mar», por el investigador de la Orden don Daniel Carrillo de Albornoz Alonso; «Dos caballeros melitenses en dos asedios: Pedro y Melchor de Monserrat», por el general auditor del Cuerpo Jurídico Militar Excmo. Sr. don José Cervera Pery; «La Orden de Malta entre el Gran Sitio y Lepanto», por el subdirector del Instituto Complutense de la Orden de Malta, Excmo. Sr. don Carlos Morenés y Mariátegui; «La Marina melitense y la Armada española en el siglo xviii», por el director del Instituto Complutense de la Orden de Malta, Excmo. Sr. don Hugo O’Donnell y Duque de Estrada. Año2000 NOTICIAS GENERALES 1 A- 1 De izquierda a derecha: Excmo. Sr. don Jaime Perinat Escrivá de Romaní; Excmo. Sr. don Carlo Marullo di Condojanni; Excmo. Sr. don Fernando Riaño Lozano; Excmo. Sr. don Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, durante la presentación de las Jornadas. Recibió a los asistentes con un saludo de bienvenida el almirante director del Instituto de Historia y Cultura Naval, Excmo. Sr. don José 1. González Aher Hierro, y abrió las Jorndas el Excmo. Sr. don Carlo Marullo di Condo janni, gran canciller de la Orden de Malta y rector de la Academia Melitense. La clausura corrió a cargo del Excmo. Sr. don Antonio Moreno Barberá, almi rante jefe del Estado Mayor de la Armada. Para más información dirigirse a: Instituto de Historia y Cultura Naval. XXI Jornadas de Historia Marítima. Juan de Mena, 1, l.° 28071 Madrid. Teléfono: 91 379 50 50. Fax: 91 379 59 45. Conferencia del Milenio sobre el Mundo Marino. Salem, Estados Unidos Del 29 de marzo al 1 de abril pasados se celebró en Salem (Massachussets, Estados Unidos) una conferencia internacional sobre el mundo marino, orga nizada por la National Maritime Historical Society y el Peabody Essex Museum, en la que, reunido un selecto grupo de historiadores marítimos, profesionales de los museos, coleccionistas de arte y estudiosos del tema 114 Núm. 68 NOTICIAS GENERALES naval, se propusieron explorar el papel del patrimonio marítimo en la confor mación de los últimos doscientos años de la historia del mundo. Con objeto de llamar la atención de nuestros lectores sobre esta conferen cia, damos un resumen de los contenidos: — — — — Día 29 de marzo: Introducción, por el doctor Felipe Fernández Armes to, de la Universidad de Oxford. Día 30 de marzo: Sesión plenaria titulada «El mar como vía de explo ración», por el.doctor Carla Rahn Phillips, de la Universidad de Minnesota, y «El mar como vía de comercio», por el doctor Lewis R. Fisher, de la Universidad Memorial de Newfoundland. Día 31 de marzo: Sesión plenaria con el título «El mar como campo para el intercambio cultural y de conflictos», por el doctor John Hattendorf, de la Escuela de Guerra Naval. Día 1 de abril: Sesión plenaria con el tema «El mar cmo inspiración», por el doctor Stuart Frank, del Museo Ballenero Kendall, y «Visióngene ral de la Historia Marítima», en la que intervinoel doctor Robert Ballard. Para el día 2, domingo, hubo programa opcional que consistió en girar visitas al USSConstitution y a diversos museos. Se enviaron invitaciones a todos los museos miembros y a los uscriptores de la revista American Neptune. La recepción y todas las sesiones y comidas se dieron en el propio Museo. Para más información dirigirse a: Beatrice Chen. Peabody Essex Museum. Teléfono: 1 800 745 4054, ext.: 3213. Correo electrónico: [email protected] Y también a: NMHS, teléf.: 1 800 221 6674, o al correo electrónico: [email protected]. Los océanos y el milenio. Londres, Gran Bretaña Los días 13, 14 y 15 del pasado mes de abril se celebró, en la sala de conferencias «Leopold Muller» del Museo Marítimo Nacional en Londres, una conferencia internacional sobre «Los océanos y el milenio», organizada por la Comisión de Geografía Marina de la Unión Geográfica Internacional y el Museo Marítimo Nacional. Esta conferencia interdisciplinar trató de explorar las claves de la relación entre los océanos y la humanidad en el nuevo milenio. Se analizaron los profundos cambios —social, cultural y económico— desde las perspectivas mundial, regional y local. Por otro lado, se tuvo en cuenta el significado de la cultura y el patrimonio marítimo hoy, antes de pasar a las actividades econó Año2000 NOTICiAS GENERALES micas, donde la industria de transportes y de puertos son el foco de atención para el análisis del,uso que se hace de una mar en permanente cambio. Finalmente, se echó mano de las instituciones de enseñanza superior del Reino Unido para revi sar la propia enseñanza y las iniciativasde investigaciónen el ámbito marino. La conferencia estaba pensada para: — — — — — Todas las disciplinas académicas que tengan relación con los estudios marinos. La enseñanza de los estudios marítimos. El personal de los museos marítimos. Los especialistas en asuntos y gestión marinos. Los investigadores marinos. Recogemos aquí los temas principales de esta conferencia: 13 de abril: Vida y tradiciones marítimas. — 14 de abril: — — — 15 de abril: — Los puertos y el transporte en un mercado dinámico. Retos ambientales en los puertos y en el transporte marítimo. Las aplicaciones de la ciencia marina. La gestión marítima y la capacidad constructora. La dimensión del Reino Unido. Intervinieron numerosas y relevantes personalidades de la universidad (Gran Bretaña, Venecia, Nantes, Malaisia...), así como de instituciones y orga nismos internacionales. Para más información dirigirse a: Miss Helen Jones; Research Administrator Museo Marítimo Nacional, Greenwich, Londres, SE1O9NF, UK. Tel.: ÷44 0208312 6716. Fax: +44 0208312 6722. Correo electrónico: [email protected] Internet: http//www.nmn.ac.uk Conferencia Marítima Internacional. Ramsgate, Gran Bretaña Del 28 de abril al 1 de mayo el East Kent Maritime Trust, en colaboración con la Nautical Archaeology Society, presentó una Conferencia Marítima Internacional en el Centro de Conferencias de Pfizer Ltd., Sandwwich, Rams gate, Kent, sobre el tema «Ya es tiempo» (It’s about time), que se desarrolló de la forma que sigue: — — 116 «Tiempo», por el tiempo medio de Ramsgate (RTM) y la singularidad histórica del meridiano de Ramsgate (RML). «Navegación»: el significadode la longitud como ayuda a la navegación. 68 NOTICIAS GENERALES — — — «El tiempo». Su influencia sobre el estado de la mar y su efecto sobre la navegación turística. «Pecios». Se da importancia preferente a dos buques. de guerra hundi dos en Goodwin Sands, en el Great Stprm, el Stirling Castie y el Nothumberland. Los asistentes a la conferencia tuvieron ocasión de acercarse buceando al primero de ellos con una licencia especial. «Museos». Las piezas de los hallazgos arqueológicos ¿deben permane cer en el mar o deben ser guardadas en los museos? Esta Conferencia es la parte más importante de un amplio programa anual de actos y actividades, pensado para celebrar el milenio y a la vez el 250.° ani versario del Royal Harbour de Ramsgate. Para más información dirigirse a: Museo Marítimo. Clock House, Pier Yard. Ramsgate. Gran Bretaña. Teléfono: 01843 587765. CONVOCATORIAS XIX Congreso Internacional de Historia de la Cartografía. Madrid, España Durante los días 1 al 6 del mes de julio de 2001, se celebrará en Madrid el XIX Congreso de Historia de la Cartografía organizado por la Biblioteca Nacional de España, el Ministerio de Defensa (Museo Naval) y la Universidad Complutense, con la colaboración de Imago Mundi Ltd. El tema central del Congreso será «La Cartografía de España e Iberoamérica y otros aspectos de la historia de la Cartografía». Las sesiones se desarrollarán en español, inglés y francés. Este Congreso se inscribe en los congresos de Imago Mundi, que se inicia ron en 1964 y se celebran cada dos años. Están dirigidos a un abanico de espe cialistas en distintos aspectos de la Cartografía. Aquellos que deseen recibir la primera circular sobre este Congreso, que se distribuirá durante este año 2000, así como cualquier otra información, podrán solicitarla al: XIX Congreso Internacional de Historia de la Cartografía. Biblioteca Nacional de España. Paseo de Recoletos, 20-E-28071 Madrid, España. Fax: + 3491 5807716 Correoelectrónico:[email protected] XIV Congreso Internacional de Archivos. Sevilla, España Entre los días 21 al 26 del próximo mes de septiembre se celebrará en Sevilla, España, el XIV Congreso Internacional de Archivos que tratará sobre Año2000 NOTICIAS GENERALES el tema central «Los archivos del nuevo milenio en la sociedad de la infor mación». El comite de honor, presidido por SS. MM. los Reyes de España está formado por dieciocho personalidades del mundo de la política, la cultura, la universidad y por representantes de instituciones internacionales encabezadas por el presidente del Gobierno don José María Aznar. El programa prevé dos grupos de sesiones: las sesiones plenarias y las sesiones paralelas dentro del programa científico. Contempla, además, cuatro ágoras y un seminario previo al congreso, con la siguiente distribución: — — — — Días 18, 19 y 20: Seminario previo, Día 21: Documentación y actos de inauguración. Días 22, 23 y 25: Sesiones plenarias 1.a, 2.a y 3.’; ágoras 1, 2, 3, 4 y 5; y la 1.ay 2.a asamblea general. El día 25 habrá, además, una conferen cia balance del XIII Congreso. Día 26: Sesiones paralelas Al, Bl, A2 y B2; 3.” asamblea general, clausura y reunión del comité ejecutivo. El día 24, domingo, se reserva para visitas turísticas y profesionales. El 25 hay, además, una cena de clausura. Existen un boletín de inscripción y otro de alojamiento, que junto con los demás datos acerca del congreso que pudieran interesar, podrán adquirirse dirigiéndose a: Secretaría Técnica del Congreso Internacional de Archivos Viajes «El Monte». Departamento de congresos Santo Domingo de la Calzada, 5. E-410l8 Sevilla, España. Teléfono: +34 954 981089. Fax: +34 954 577863 Correo electrónico: [email protected] Internet: http//www.mcu.esflab/archivos/se.20000.html X Jornadas Nacionales de Historia Militar. Sevilla, España Organizadas por la Cátedra «General Castaños» de la Región Militar Sur, que preside el general jefe Excmo. Sr. don Juan García Martínez, con la cola boración de varias empresas y organismos oficiales sevillanos, los días 13 al 17 del mes de noviembre próximo se celebrarán las X Jornadas Nacionales de Historia Militar, que han elegido como tema central «La guerra de Sucesión en España y América». Se ha hecho cargo de la organización una comisión cuyos directores son don Paulino Castañeda Delgado, catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla; y don Emilio Gómez Piñal, catedrático de Arte hispa noamericano de la misma Universidad, con doña Lucía Segura Arista, licen ciada en Geografía e Historia, en la Secretaría Técnica. 118 68 NOTiCIAS GENERALES El tema general se ‘presenta bajo tres aspectos: — — — Los Las Las rior hechos. (Procesos históricos, instituciones, personajes, campañas.) causas. (El origen de la guerra, las relaciones internacionales.) consecuencias. (Político-económicas, socio-religiosas, en el inte y en el exterior, culturales.) Para más información dirigirse a: Cuartel General de la Región Militar Sur. X Jornadas Nacionales de Historia Militar. Plaza de España, sIn., 41013 Sevilla. Teléfono: 95 423 19 66 (ext. 3208). Fax: 95 423 27 55 VI Congreso Nuestro Patrimonio Cultural: el Patrimonio Marítimo. Palma de Mallorca, España La Sociedad Arqueológica Lluliana convoca el VI Congreso denominado «En defensa de nuestro patrimonio cultural», para el mes de enero del próxi mo año 2001, y será dedicado al patrimonio marítimo de las islas Baleares, entendiendo por tal el inventario, análisis y valoración de todo el patrimonio histórico relacionado con el mundo de la mar, cualesquiera que sean las activi dades desarroladas en las islas Baleares, tanto en la mar como en las zonas costeras. Se han previsto cuatro ponencias, planteadas, con un sentido amplio para dar cabida a todas las comunicaciones que se reciban. El programa inicial es el que sigue: Discurso inaugural a cargo de Joan Veny, catedrático de la Universidad de Barcelona. Ponencia 1.—«Usos de la mar, comercio, navegación, arquitectura naval y pesca», por Miquel Durán Ordiñana, ex director del Laboratorio Oceanográfi co de Baleares. Ponencia 2.—«Arquitectura costera: faros y señales, torres de defensa, muelles y escars. Toponimiá costera», por Neus García mesta, arquitecto. Ponencia 3.—«Coleccionismoy conservación:coleccionesrelacionadascon el mundo del mar. Tratamientosde conservacióny restauraciónde objetos de proce dencia marítima»,por Elvira Mata, directora del Museo Marítimo de Barcelona. Ponencia 4.—«Arqueología subacuática», por Joan Manuel Pons Valens, director de la Escuela-taller de Maestros Carpinteros de Ribera de Mallorca. Para más información dirigirse a: Sociedad Arqueológica Lluliana. Año 2000 NOTiCIAS GENERALES Secretaría del Congreso «Nuestro Patrimonio Cultural». Calle de Monte Sión, ent. derecha. 07001 Palma de Mallorca, España. «Carlos Y; la náutica y la navegación» La Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V tiene programada, entre sus numerosas actividades, una exposición en Pontevedra titulada «Carlos V; la náutica y la navegación», cuyo objetivo es mostrar la importancia de la náutica y el desarrollo de la navegación en el reinado de Carlos Y, utilizada como medio de comunicación entre los lejanos y dispersos territorios que constituían el imperio español. Se pretende, asimis mo, mostrar el protagonismo que tuvo la mar en el proyecto político del Emperador y el fuerte impulso científico que experimentaron en la época las ciencias náuticas y la cartografía. Cuenta para ello con buen número de impor tantes piezas procedentes de los fondos de museos e instituciones de todo el mundo, entre los que destacamos el Museo Naval de Madrid. La exposición permanecerá abierta en el Museo de Pontevedra del 27 de septiembre al 17 de diciembre de este año 2000. Se ha elegido esta ciudad atlántica por ser en este mar en el que se han desarrollado los grandes aconte cimientos históricos protagonizados por las flotas españolas. La exposición estará estructurada de la siguiente forma: — — — — — La política naval de Carlos V. Las armas en la guerra naval. La construcción naval en la época de Carlos Y. Técnicas de la navegación: la instrumentación científica. La cartografía y los libros de náutica y cosmografía. Temática e iconografía naval en las Bellas Artes, la poesía y la literatu ra de la época. La exposición cuenta con 150 obras procedentes de los más importantes museos e instituciones nacionales y extranjeras. Para más información dirigirse a: Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos Y. Paseo de Recoletos, 16, planta 6.’ Teléfonos: 902 101 804 91 435 02 08 Internet: http://www. felipe2carlos5 .es - EXPOSICIONES La San Diego en el Museo Naval. Madrid, España El día 24 de noviembre del pasado año de 1999, SS.MM. los Reyes de España inauguraron en el Museo Naval de Madrid la exposición permanente 120 68 NOTICIAS GENERALES que muestra parte de los objetos recuperados de la nao San Diego entre 1991 y 1993 por un equipo dirigido por el señor Franck Goddio, arqueólogo subma rino francés que déscubrió los restos que yacían dormidos a 52 m de profundi dad en aguas filipinas desde hace cerca de 400 años. Los cerca de 6.000 objetos encontrados, procedentes de Filipinas, España, México, China, Japón, entre otros, se repartieron según establece la legisla ción filipina y ahora pueden verse felizmente en los museos Nacional de Fili pinas, al que correspondieron, entre otros objetos, las piezas raras y únicas, Guimet de París y Naval de Madrid. Los trabajos de excavación científica del pecio pudieron hacerse gracias a un acuerdo de este arqueólogo con el Gobier no de Filipinas, representado por el Museo Nacional de este país y coordinado por el padre Gabriel Casal, su director. La financiación se repartió entre la fundación francesa ELF y el señor Goddio. Después de que una gran parte de los objetos recuperados, una vez consoli dados y restaurados convenientemente, se hubiesen mostrado con éxito sucesi vamente en París, Madrid, Nueva York, Berlín y Manila, las gestiones realiza das por la Comunidad de Madrid, Caja Madrid, con el apoyo del Ministerio de Defensa, lograron el depósito en el Museo Naval de Madrid de la parte sustan cial que., por acuerdo previo entre el Gobierno filipino y el señor Franck Goddio, correspondió a éste. A continuación damos algunas referencias para adelantar a nuestros lecto res qué clase de objetos puede encontrar en esta exposición: — — — — — — — Sacre de 5 libras, de 1555. Medio cañón español de 12 libras, de mitad del siglo xvi. Falcón hispanoflamenco de dos libras de bala, de 1.553. Cañón pedrero portugués de 12 libras, de la primera mitad del siglo xvi. Medio sacre español de 3 libras, del año 1598. Un sacre de cinco libras hispanoflamenco, de 1555. Lote de balas de diferentes calibres de los embarcados eñ la nao. Cabe destacar, entre otras armas y municiones, dos morriones, unas balas en enramada de arma portátil, gran cantidad de proyectiles de mosquete y arcabuz, unas tenazas para fabricar balas de mosquete, fragmentos de cotas de malta, cucharas para cargar pólvora, y tinajas chinas para contenerla, varias tsubas de la guarnición de katanas o sables japoneses, una espada damasqui nada y otras piezas raras e interesantes. Una parte importante de esta colección está formada por unas 500 piezas de cerámica, gres, barro cocido y porcelana china azul y blanca del período Ming, indicativas de la vida a bordo y del comercio de la época en el sudeste asiático. De entre estas últimas cabe destacar una botella globular decorada con dos magníficos dragones, que es la pieza más antigua, fechada a mediados del siglo xvi. Citemos también las tinajas Martabán, las de Siam, las vasijas y tinajas con dragones, las vasijas Tradescant, las chinas; y las tinajas o jarras españolas para aceitunas. Y también las piezas de barro cocido filipinas, de color rojizo, aguamaniles, pucheros, jarras y botijas modeladas a mano y con decoraciones poco frecuentes, que son de un alto valor científico. Año 2000 NOTICIAS GENERALES Aspecto de uiia parte de la Sala. (Fotografía cortesía de don Jose Antonio Ocampo.) La porcelana china de esta colección es abundante, signo de que fue el principal objeto de comercio y exportación a Europa a través de la ruta Mani la-Acapulco. Pertenecen al siglo xvi y son ejemplo de la mejor producción Ming. Se exhiben fuentes, platos, tazones, botellas, jarrones albarelos, cajas, un extraordinario kendi y un lote de porcelana swatow que se encuentran en un estado excelente de conservación. Esta colección de porcelana china es, sin duda, la más importante exhibida en España. En la exposición del San Diego se muestran objetos de vestuario y joyas, así como un lote numismático. Son monedas que estaban en circulación al final del reinado de Felipe 11(1556-1598) y comienzos del de Felipe III (1598-1621). Pueden verse reales de a ocho, cuatro, dos y uno, acuñados en su mayoría en la ceca de México, con algunas piezas de Potosí y peninsu lares. Internet Damos a continuación las páginas de Internet de algunas instituciones internacionales donde nuestros lectores pueden encontrar información relacio nada de algún modo con la Historia Naval: — 122 The International Journal of Nautical Archaeology: http://www.acade micpresss.comlijna 68 NOTICIAS GENERALES — — — The Society for Historical Archaeology: http://www.sha.org/ The Vasa Museum: http://www.vasamuseet.se/indexeng.html. International Council on Monuments and Sites (ICOMOS): http://www.icomos.org/ J.A.O. Año 2000 A PROPÓSITO DE LAS COLABORACIONES Con objeto de facilitar la labor de la redacción, se mega a nuestros colaboradores qoe se ajusten a las siguientes líneas de orientación en la presentación de sus artículos: El envío de los trabajos se hará a la Redacción de la REVISTADE HISTORIANAVAL, Juan de Mena, 1, l.° 28071 Madrid, España. Los autores entregarán el original y una copia de sus trabajos para facilitar la revisión. Con objeto de evitar demoras en la devolución, no se enviarán pruebas de corrección de erratas. Estas correcciones serán efectuadas por el Consejo de Redacción o por correctores profesionales. El Consejo de Redacción introdu cirá las modificaciones que sean necesarias para mantener los criterios de uniformidad y calidad que requiere la REVISTA,informando de ello a los autores. No se mantendrá correspondencia acerca de las cola boraciones no solicitadas. A la entrega de los originales se adjuntará una hoja en la que debe figurar el título del trabajo, un breve resumen del mismo, el nombre del autor o autores, la dirección postal y un teléfono de contacto; así como la titulación académica y el nombre de la institución o empresa a que pertenece. Podrá hacer constar más titulaciones, las publicaciones editadas, los premios y otros méritos en un resumen curricular que no exce da de diez líneas. Los originales habrán de ser inéditos y referidos a los contenidos propios de esta REVISTA.Su extensión no deberá sobrepasar las 25 hojas escritas por una sola cara, con el mismo número de líneas y conveniente mente paginadas. Se presentarán mecanografiados a dos espacios en hojas DIN-A4, dejando margen sufi ciente para las correcciones. Deben entregarse con los errores mecanográficos corregidos y si es posible grabados en diskette, preferentemente cnn tratamiento de texto Microsoft Word Windows, u otros afines. Las ilustraciones que se incluyan deberán ser de la mejor calidad posible. Los mapas, gráficos, etc., se presentarán preferentemente en papel vegetal, convenientemente rotulados. Todas irán numeradas y lleva rán su correspondiente pie, así como su procedencia. Será responsabilidad del autor obtener los permisos de los propietarios, cuando sea necesario. Se indicará asimismo el lugar aproximado de colocación de cada una. Todas las ilustraciones pasarán a formar parte del archivo de la REVISTA. Advertencias • • • • • Evítese el empleo de abreviaturas, cuando sea posible. Las siglas y los acrónimos, siempre con mayúsculas, deberán escribirse en claro la primera vez que se empleen. Las siglas muy conocidas se escribirán sin puntos y en su traducción española (ONU, CIR, ATS, EE.UU., Marina de los EE.UU., etc.). Algunos nombres convertidos por el uso en palabras comunes se escribirán en redonda (Banesto, Astano, etc.). Se aconseja el empleo de minúsculas para los empleos, cargos, títulos (capitán, gobemador, conde) y con la inicial mayúscula para los organismos relevantes. Se subrayarán (letra cursiva) los nombres de buques, libros, revistas y palabras y expresiones en idiomas diferentes del español. Las notas de pie de página se reservarán exclusivamente para datos y referencias relacionados directamente con el texto. Se redactarán de forma sintética y se presentarán en hoja aparte con numeración correlativa. Las citas de libros y revistas se harán así: APELLIDOS,nombre: Título del libro. Editorial, sede de ésta, año, número de las páginas a que se refiere la cita. • APELLIDOS,nombre: «Título del artículo» el Nombre de la revisto, número de serie, sede y año en números romanos. Número del volumen de la revista, en números arábigos, número de la revista, números de las páginas a que se refiere la nota. • La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en caso de citar varias obras del mismo autor, se seguirá el orden cronológico de aparición, sustituyendo para la segunda y siguien tes el nombre del autor por una raya. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primera palabra del titulo que no sea artículo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obras impresas y las manuscritas. • Las citas documentales se harán en el orden siguiente: Archivo, biblioteca o Institución. Sección o fondo. Signatura. Tipología documental. Lugar y fecha. • RECENSIONES O’DONNELL Y DUQUEDE ESTRADA, Hugo: La Infantería de Marina española. Historia y fuentes.—Ediciones de la Empresa Nacional Bazán, 1999. 326 páginas. Ilustraciones. La Infantería de Marina ha cumplido el pasado 20 de febrero cuatrocientos sesenta y tres años de historia, teniendo como referencia aquel año de 1537 en el que Carlos 1 creó las Compañías Viejas de Mar de Nápoles para frenar el cada vez más creciente empuje turco en el mar Mediterráneo. Desde entonces y hasta la fecha un brillante y destacado historial ha enmarcado las páginas de su andadura, y ha mantenido su presencia viva en los escenarios de lucha de cuatro continentes, en las gestas peninsulares, americanas, indochinas, africanas, filipinas y cubanas, donde sus banderas y estandartes alcanzaron cotas gloriosas, manteniendo vigente su bien reconoci do lema de «valiente por mar y tierra». Sometida durante todo el siglo XIX a un sinfín de reorganizaciones, 1827, 1833, 1839, 1841 y 1848, llevan consigo transformaciones en el nombre y el significado, pero mantienen incólume su espíritu y su talante. Ya en este siglo la Segunda República española la declaró a extinguir el 10 de julio de 1931, pero su actuación en la guerra naval fue decisiva en aspectos esenciales, y en 1940 se reorganiza el Cuerpo con la creación de cinco Tercios: Norte, Levante, Sur, Baleares, Canarias, y el Batallón del Ministerio en Madrid, que se convierte en una unidad independiente. La Empresa Nacional Bazán, tan atenta siempre a la problemática naval, eligió con indudable oportunidad y acierto para la edición de su libro anual la Infantería de Marina, tan rica en valores y matices, y designó para su redac ción al prestigioso historiador e investigador Hugo O’Donnell que también ha vestido el uniforme de las sardinetas y que ha logrado un estudio temático rayano en la perfección en el análisis desde sus orígenes a los días presentes, con especial atención a símbolos, uniformes, hombres, gestos y actitudes, así como a las misiones humanitarias y de cooperación que el Cuerpo tiene asig nadas actualmente. Durante mucho tiempo la Infantería de Marina estuvo circunscrita a misio nes de tierra, alejándose de su concepto anfibio original, pero con la creación del Tercio de Armada, que tiene como misión fundamental «llevar a cabo acciones militares en la costa iniciadas en la mar», la Infantería de Marina recobra su misión histórica y se convierte en la punta de lanza de las Fuerzas Armadas españolas como el Cuerpo más preparado y plenamente dotado de alistamiento, capaz de una rápida respuesta a cualquier situación y despliegue allá y donde lo crean necesario las exigencias tácticas o estratégicas. Los libros que todas las navidades edita con encomiable entusiasmo la Empresa Nacional Bazán, constituyen un valioso exponente de una tarea bien hecha. Temas y autores son elegidos cuidadosamente, y calidades y cualidades rivalizan en un amplio bagaje de proyección cultural. Con La Infantería de Año 2000 RECENSIONES Marina española. Historia y fuentes, el listón se pone aún más alto, porque Hugo O’Donnell —no vamos a descubrirlo ahora— es uno de sus más nota bles impulsores, y así libro y autor —en binomio de acertada simbiosis— es algo más que una revisión a fondo de la trayectoria del Cuerpo desde su crea ción al día de hoy; es sencillamente un testimonio de autenticidad y de gran deza. J.C.P. CHOCANO, Guadalupe: La Escuela de Guerra Naval: setenta y cinco años de Historia.—Ministerio de Defensa. Centro de Publicaciones. Madrid, diciembre de 1999. 230 páginas. Ilustraciones. La reciente creación de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas (ESFAS), que engloba las antiguas escuelas superiores de los tres ejércitos (concretamente en la Armada la Escuela de Guerra Naval), ha puesto fin a la existencia de este centro, tras setenta y cinco años de brillante y eficaz trayec toria. Tiene por tanto el libro editado por el Ministerio de Defensa y redactado por la doctora Guadalupe Chocano, La Escuela de Guerra Naval: setenta y cinco años de historia, junto a otros valores muy estimables, el don de la oportunidad, pues viene justamente a dar testimonio y hacer balance de una obra bien hecha, de impecable andadura, cimentada por el paso del tiempo, de la que justa y merecidamente puede enorgullecerse la Armada española. Con paciencia y tenacidad, pero también con buen acierto y tino, Guadalu pe Chocano obtiene un importante logro en sus esfuerzos con la culminación de ese libro, que arranca de los antecedentes de la Escuela, situados dentro de un imprescindible marco histórico hasta la ceremonia de clausura del último curso impartido (1998-1999), pasando por los avatares de su fundación, su estructura orgánica y programación, sus dos etapas de funcionamiento y desa rrollo (1925 a 1959 y 1960 a 1999), sus líneas de orientación y estudio con los cursos de guerra naval, mando superior y de información, y, en suma, todo un recorrido emocional y cronológico que convierte a la obra en el más completo tratado de propósitos, objetivos y actividades de un centro modélico en todos sus aspectos. Nada queda en el tintero, ya que los apéndices documentales constituyen una más que valiosa aportación al texto, y todo el que haya pasado por aque llas aulas se encóntrará situado en el correspondiente censo, como profesor o alumno (y en no pocas ocasiones ambas cosas), y a buen seguro que hallará también su presencia en los abundantes fondos fotográficos, en los que igual mente se hallan reflejados toda la amplia nómina de sus directores. En resumen, libro trascendente y emotivo, de inapreciable valor histórico y documental, realzado por el acertado y brillante prólogo del jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante general Moreno Barberá. Páginas también que 126 68 RECENSIONES para el firmante de esta reseña tienen un alto valor sentimental, ya que durante tres cursos (1987 a 1992) figuró como profesor adjunto del centro, cuyas aulas fueron siempre tribunas de buen quehacer. J,C.p. CUESTADOMINGO, Mariano (coordinador): Descubrimiento y cartografía en la época de Felipe 11.—Universidadde Valladolid, 1999. 340 páginas. La figura de Felipe II, a los cuatrocientos años de su muerte, ha sido profu samente rememorada y evocada en libros, conferencias, simposios, exposicio nes, etcétera, desde muy diferentes puntos de vista o planteamientos. El Semi nario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía, del Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal, se sumó a la serie de eventos con la cele bración de unas sesiones de trabajo, siendo fruto de ellas las aportaciones que se contienen en el libro que reseñamos, y que han sido coordinadas por el catedrático de la Universidad Complutense y director del Seminario Ibero americano de Descubrimientos y Cartografía, Mariano Cuesta Domingo, bien conocido de los lectores de nuestra Revista. Sólo de la simple lectura de los nombres de los colaboradores de este libro, todos ellos figuras señeras de la cartografía y estudiosos de las facetas navales del Rey Prudente, se puede deducir el valioso caudal de sus aportes, sobresa liendo muy especialmente el espléndido marco introductorio a cargo del cita do Mariano Cuesta. Cartografía y descubrimientos constituyen los dos grandes pilares en los que el libro se asienta, y son tratados con el rigor y la solvencia que caracteri za a sus ponentes. Así, en lo referente a la cartografía, el académico de la Historia Antonio López Gómez, el capitán de navío Ricardo Cerezo, los profesores María Milagros del Val y Miguel Luque, el profesor titular de la Complutense Jaime González, y las investigadoras Gemma Sousa y Carmen Manso, junto al propio Mariano Cuesta, completan un pormenorizado y exce lente tratamiento de la materia estudiada, mientras que en referencia a los descubrimientos de la época filipina son los profesores Eduardo Nussio y Montsenat León, del Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal y del Seminario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía, respectivamen te, así como la doctora Angela Pereda, de la UNED de Burgos, y los profeso res Tisbe García Gimeno y Julio Pescador, de la Universidad de Valladolid, los encargados de llevar al lector —como antes lo hicieran al oyente— las intere santes vicisitudes soportadas por los acontecimientos que analizan. Como ha escrito Mariano Cuesta, «en la época de Felipe II los descubri mientos demostraron la potencialidad especial y humana de la monarquía; la Náutica evidenció su capacidad de comunicación, la Geografía se mostró como herramienta de gobierno, la Cartografía como un instrumento de control y planificación y la Historia como un elemento político de primera magnitud». Año 2000 RECENSiONES Con el trenzado de estos mimbres, por tanto, se ha podido confeccionar este espléndido cesto, cuyos artífices lo autentifican de tan cumplida forma. J.C. P. DELGADOBAÑÓN,Luis María: La tumba del almirante.—Epígono Narrativa, 1999. 238 páginas. Sobre un trasfondo naval de intrigas y «suspense», y con un hábil manejo de personajes y situaciones, el capitán de navío Luis Delgado ha conseguido una excelente novela, confirmando sus ya probadas dotes en el campo de la narrativa, ya que ésta es su cuarta incursión en este siempre dificil terreno. La novela «engancha» desde las primeras páginas y prende la atención del lector, porque su autor sabe conjugar muy bien actores y escenarios, volvien do la vista atrás, cuando las circunstancias lo exigen, y enfrentando personajes reales a seres ficticios en un juego equilibrado de situaciones confrontadas. Así, las figuras de Miguel, el escritor curioso; Araceli, la anciana vigorosa, defensora a ultranza de la memoria de su abuelo, y Amalia, la hembra fogosa y apasionada, pero, sobre todo, la «sombra» del almirante don Hugo Gil de Atienza y Maldonado, sobre la que gira todo el entramado, se mueven y actúan desde los parámetros del realismo, sin que nada en ellos resulte falso o artificial. La obra se centra en la misteriosa vida del almirante Gil de Atienza —cuyo secreto mantiene inflexiblemente su nieta—, sepultado (al parecer) en dos tumbas con dos fechas; la una semiescondida y olvidada en un cementerio humilde y pueblerino, y la otra con lápida laudatoria en el Panteón de Marinos Ilustres. ¿Cúal de las dos es la auténtica? Ello, como el porqué de la duplicidad, se desvela en el libro de Luis Delgado en un trazado sugestivo y expectante. Destaca como ieitmotiv la honradez y honestidad del viejo almirante, que en época de intrigas y confabulaciones no duda en defender los intereses de la institución a la que honra, que al fin y al cabo son los intereses patrios, frente a las ambiciones y confabulaciones de politiquillos y trepadores, aunque algunos —y Luis Delgado no los esconde— luzcan, que no honren, el botón de anda. Novela que se lee un tirón, que es la mejor credencial que puede pedirse a un libro, y que sin duda será discutida y valorada desde muy distintas ópticas, pero de la que sinceramente creemos que sus virtudes están por encima de sus defectos. Y si hubiera que ponerle algún reparo lo haríamos en el empleo de ciertas frases duras y malsonantes puestas en boca de Amalia, y que pueden (como dicen ahora) herir la sensibilidad de determinados lectores. Cierto es que es lenguaje común en mujeres «progres» o liberadas de prejuicios, como al parecer Amalia lo es, pero el claro talento expresivo de Luis Delgado no necesitaba de este bagaje escatológico. J.C. P. 128 68 7 COMISIÓN rs1)AsfirríroRiA MARÍTIMA