27 Susurros de amor (Spanish Edition)

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AntologíaSolidaria
27Susurros
deAmor
1ªedición:diciembre,2015
Copyright©AutorasRománticasIndependientes,2015
ImpresoporCreateSpace
ISBN:151955253
ISBN-13:978-1519552655
Coordinación:AzaharaVega
Corrección: Tamara Bueno, Elena García Varela, C. Santana, Rei Richardson, Azahara Vega,
SusanaPérez,MontseRobledoyJuaniHernández
Maquetación:JuaniHernández
Ilustracióndecubierta:ChrisAxcan
Imagen:©canstockphoto
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico,
quedarigurosamenteprohibida,sinautorizaciónescritadelostitularesdelcopyright,lareproducción
totaloparcialdeestaobraporcualquiermediooprocedimiento,comprendidoslareprografíayel
tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo
públicos.
CONTENIDO
Índice
PrólogoporMercheDiolch
ConlosojosdelalmaporJuaniHernández
IndomableporRitaMorrigan
ErroresdelpasadoporEvaGilSoriano
UnmilagropornavidadporIsabelKeats
MicondenaporChrisAxcan
MásalládelrencorporNievesHidalgo
LaapuestaporCrisTremps
EnmipielporLydiaLeyte
AferradoalavidaporLeilaMilà
BuscandounhogarporMarFernández
VioletaporAmayaFelices
MiúltimodeseoporEvaGarcíaCarrión
SueñosagitadosporCristinaOujo
LoquecallauncorazónporNinaAndrássy
AquímandoyoporE.R.Dark
CincoañosdespuésporMariahEvans
AllímiteporRaquelCampos
LasfotosdeldestinoporEsterFernández
LimpiezadeprimaveraporMimiAlonso
YoteprotegeréporMarianArpa
NadaesmásbonitoquetúporMarVaquerizo
EnelcorazóndeTebasporLolaP.Nieva
UndragónbajomicamaporAzaharaVega
UnahoramásporValNavás
UnbesodeAbrilporAilinSkye
UnsolobaileporMayDior
UnpaseoporlasnubesporLorenaGuerraMéndez
NotadeagradecimientoporARI
Notadeagradecimiento
Prólogo
por
MercheDiolch
Cuando me propusieron hacer el prólogo de la nueva antología de
Autoras Románticas Independientes, me hizo mucha ilusión. Primero,
porque ya participé en la anterior con un relato y pude de este modo
descubrir la profesionalidad del equipo que se esconde detrás de este
proyecto. Pero, ante todo, ilusión por volver a formar parte de una
antologíaquenaceporunacausa,conunfindeterminado,dondetodoslos
beneficiosrecaeránenunniño,enAlex.
Vivimos sumidos en una burbuja individual donde lo único que nos
importaesnuestrapropiapersona.Eslasociedadmodernalaquenosha
impuesto unas normas donde, salvo excepciones, el egoísmo brilla con
mayúsculas.Esporelloque,cuandolleganproyectoscomolaAntología
ARI, en la que observas cómo escritoras sin ningún compromiso se
vuelcanparasacaradelanteuncompendioderelatosque,ademásdehacer
lasdeliciasdeloslectoresdelgéneroromántico,sehaconstituidoconun
buen fin, como es el de ayudar a un niño que solo desea poder jugar
alejado de los hospitales, se merece nuestro más alto reconocimiento,
ademásdenuestrosparabienes.
AlexesunniñoquetienelaenfermedaddeSturge-Weber,unadeesas
enfermedades «raras» que por motivos económicos no es rentable
investigar sobre ella, porque no generaría beneficios el tratamiento al
haberpocaspersonasafectadasporlamisma.Necesitavuestraayudapara
que sus padres puedan proporcionarle una oportunidad de mejorar y de
esa manera pueda disfrutar de todo aquello que rodea la infancia:
diversión, juegos y risas, sin preocuparse de que pueda darle un nuevo
ataqueytengaqueiralhospital.
LaantologíadeAutorasRománticasIndependientespuedeaportarala
vida de Alex un pequeño grano de arena que puede transformarse en un
grandesiertoconvuestraayuda.
Solotieneunobjetivo:ayudaraAlex.
PorAlex.
«Unodelossecretosprofundosdelavidaesqueloúnicoquemerecela
penahaceresloquehacemosporlosdemás.»
LewisCarrol
Conlosojosdelalma
JuaniHernández
«Nodebesusarlamagiaentupropiobeneficio».Tengoesaenseñanza
grabada en la memoria, pero no porque la haya seguido a pies juntillas,
sino por todo lo contrario. Aunque, más allá de la memoria, la tengo
grabadaenlapiel,ynuncamejordicho.
Pero¿cómopedirleaunalquimistaqueolvidesupoder,loaletargue,y
noosetransformarelnegrocarbónenrelucienteyvaliosooro…?Sería
como pedirle a una golondrina que dejase de volar, a un ruiseñor que
cesase su canto, a un pez que se olvidara de nadar… Además, no soy
ningún dechado de integridad, sino un hombre imperfecto, lleno de
muchos defectos y muy pocas virtudes, y que cometió la estupidez de
pretendervivirunavidamejoraunariesgodeperderlaenelproceso.Y
sí, conseguí este vasto e imponente castillo que domina la villa desde lo
alto de la colina, tantas tierras que a mis arrendatarios les faltan manos
paracultivarlas,ytantooroquellegaarebosarenmisbaúles…Aunque,
todoesto,implicabaalgomás…Elloteincluíaunapreciosamáscaratras
laqueocultarlahorribleymonstruosadeformidadqueadornalatotalidad
demirostro,hastaelpuntodequeniyomismosoycapazdemirarmeen
un espejo sin gritar despavorido. De hecho, no hay ninguno de estos
brillantes objetos bajo este techo, fueron destruidos, todos, imposible de
hallar alguno ni en el más recóndito de los rincones. Y aclaro, para
posibles dudas al respecto, que esta maldición no trae letra pequeña, no
hay posibilidad de resarcimiento, de dar un mísero paso atrás, al menos
queyosepa,puesmiarrepentimientonohaservidoparaborrarunasola
delascicatricesquerompenmifaz,ynoesporquenohayasidoinmenso,
profundo o sincero… Tal es mi pesar, que no hay ser humano en este
mundo más miserable y desdichado que yo. Sin embargo, arrastrar mi
pena no sanará mi rostro ni sirve de nada derramar lágrimas, más bien
todolocontrario;escuecensobremiinjuriadapielcomolamáspurulenta
delaspústulas.Nohayesperanzaninguna…
Consulté todos mis libros, incluso los que se refieren a las Artes
Místicasmásoscuras,hastameatrevíainvocaraunadelasSeñorasdelo
Maligno para que me diera razón y guiase mis pasos para romper este
maldito hechizo que me convierte en una abominación deforme y
repulsiva. Solo conseguí que se mofara de mí, aunque es cierto que,
despuésdemuchosuplicaryhumillarme,murmuró:«Mírateconlosojos
delalma»,loquemeparecióunaburlaaúnmayor,pueselalmajamásha
tenidoojosnilostendrá.
Yyo,enlosúnicosojosenlosquequieromirarmesonenlosdeella;
mihermosaydulceMadeleine.
Hacemásdeunañoqueviporprimeravezaquellamiradaaguamarina,
sumiéndomeenunaconstanteagonía.Acompañabaasupadre,untalJohn
Winckley, cuando vino a presentarme sus respetos y a rogarme que le
arrendara la vieja granja, que había pertenecido a los O’Higgins, y que
entoncesestabadesocupadaalhabersemarchadoelancianomatrimonioa
laciudad,acasadesuhija.Yomismohubierasidocapazdeecharaese
pardeviejoscontaldequelosWinckleyocupasenaquellastierras,contal
de tenerla a unas pocas millas de distancia. Pues, ni aun con todos mis
oscuros conocimientos, supe qué misterioso embrujo me hacía buscar
como un sediento aquella mirada temerosa, mas con esa chispa de
curiosidadycorajequelaobligaba,aunsisearriesgabaaquebrantarlas
leyesdelrespetooeldecoro,anoapartarladelamía,resguardadacomo
siempretraslamáscara.Supadrelallamóalordenenmásdeunaocasión
conelmayordisimuloposible,yyomealimentégustosodesusonrojoal
versedescubiertayreprendidaporsudeliciosoeinocentedescaro.
Desde aquel día, mis sueños comenzaron a vestirse, noche tras noche,
desedaazulpálido.Alprincipio,soloeraeldeseodeconocerelcolorde
suvoz,sutibieza…Después,enmisdesvelos,disfrutabadelasuavidadde
sus labios… hasta traspasar la barrera de todo lo prohibido y gozar del
sabor de su piel, tersa y cautivadora, el más dulce y seductor de los
embrujos… Su níveo cuello, la deliciosa curva que llegaba hasta su
hombro,elvalledesussenos,lapálidapieldesuspechosyelsonrosado
brotequeloscoronaba…Cómoseendurecíaconeltoquedemisdedos,
cómo su cálido cuerpo reaccionaba ante mis caricias, incitándome a
perderme en la profundidad de sus secretos, en la tierna flor de su
femineidadcuyospétalosseabríanparamí,tentándomeacaerenelmás
oscurodelostormentos.
Yasí,unaveladatrasotra,sindescansonipiedad.
Taleramitorturaquevolvíaconsultarmislibros,apesardequehabía
perdidolafeenellosalnopoderromperlamaldiciónquemeconvertíaa
losojosdelmundoenundemonioalquetemeryalquenodesafiar,único
motivo por el que los habitantes de la villa no abandonaban sus tierras,
rechazando mi amparo y que realmente no deseaban. Y yo estaba
resignado, sabía que mi destino era la soledad, una tediosa y monótona
soledad, sin sobresaltos ni emociones, sin que el corazón latiese
desbocadoenmipecho.Poresorecurríotravezaaquellosviejostomos
desiglosysiglosdeantigüedad,meperdíentresuspáginasconelúnico
findedescubrirquémalditoembrujomeatabaalrecuerdodeesosojosy
metraíacadanochesurostroy,peor,sucuerpo,paradeleitarmeenély
gozarlo,gozarnoselunoalotrosinqueningunacensuraposiblepudiera
alcanzarnos. Porque, en mi ensoñación, la dulce Madeleine era
apasionada, casi osada, y me hacía arder de tal forma que, aun sabiendo
que no era más que el fruto de mi mente hechizada, temía rozar los
círculos del infierno, incluso para alguien como yo, que había roto las
normasdelodivinohacíayatiempo.
Mevolvíhuraño,mássicabe,ymiscriados,quehastaentonceshabían
soportadoestoicosmipresencia,seapresurabanenabandonarlaestancia
en cuanto yo hacía aparición. Y no podía culparles pues, durante meses,
solo se escuchaban mis atormentados pasos entre los fríos muros del
castilloymislamentosenformadegruñidos,máspropiosdeunalmaen
penaquedeunserhumano.
Hasta que sobrevino la desgracia en la ahora conocida como granja
Winckley.Aquellaslluviaseranmásqueunatempestad,parecíanunaseñal
apocalíptica, y algo de divino o maligno debía haber pues el resto de
propiedades soportaron el brutal azote del aguacero menos la suya,
echándoseaperdertodalacosechaypereciendolamayoríadelganadoa
causadelainundación.QueMadeleineysuspadreshubieransobrevivido
bienparecíaunmilagro.
Su padre se presentó ante mí lleno de temor y angustia, rogando por
algo de tiempo para recuperarse y así poder hacer frente a las deudas
contraídasacausadelacatástrofe,comosifueracosadeunpardedías.
Me aproveché, por qué no reconocerlo si así fue; hice uso de su
desesperación para mis propios fines, como si las cuatro monedas que
pudiera proveerme su granja fuesen vitales para mí. Convine en darle el
plazo que me requería y, como si estuviese haciendo alarde de mi
generosidad, le ofrecí, además, algunas monedas de oro a modo de
préstamoparapodercomenzardenuevo.Peroyonosoyunfilántropoy
nadieosaríaimaginarlodadaslascircunstancias,asíqueaguardóaquele
indicara las condiciones de nuestro trato, alguna garantía debía darme,
algún tipo de aval que me asegurase que recuperaría mi inversión. Y no
fuenimásnimenosqueponerasuhijaamiservicio,comounadoncella
másenaquelinmensocastillo…comosinohubierayasuficientes.Yélse
mostrótanagradecidocuandoselopropuse…Tuvequereprimirmeyno
frotarme las manos frente a él, producto del gozo que aquello me
producía,escucharledecirquesuhijaacudiríasinreticenciaalgunayque
cumpliríaconsusfuncionesyobligacionesparaconmigo.Semehacíala
bocaagua…
Aquella noche, la dulce Madeleine volvió a subyugarme en sueños. El
aromadesupiel,frescaylozana,meatabaaellacomoelmáspoderoso
elixir. Y en esa fantasía era tan fácil dejarse llevar, olvidarse de todo y
caerrendidoasuspies,amerceddesuscariciasysusdeseos.Porextraño
que pareciese, me hacía sentir poderoso, capaz de alcanzar la luna con
soloestirarlamano,yhubierabastadoqueellapronunciaselaspalabras
paraentregárselasimelahubierapedido.
Nuncafueasíconningunamujer,jamás.Lasmeretricesqueelcochero
me traía de vez en cuando del lupanar situado a las afueras de la villa
siempre eran complacientes y se ajustaban a mis demandas, sumisas y
dóciles, sin duda a causa del miedo, aunque yo siempre ocultaba mi
deformada cara. Sin embargo, a Madeleine no le importaba lo más
mínimomidespreciableaspecto,yséquenoportabalamáscaraporque,
al despertar, aún podía recordar el tacto de sus delicadas manos en mi
rostro…unrecuerdotanabrumador…
También se mantiene muy presente en mi memoria el día que llegó al
castillo, con su sencillo vestido de muselina rosada con pequeñas flores
moradas. Mi corazón parecía a punto de estallar al verla en mitad del
salón,depie,frenteamí.Yyomeaproximé,estandomáscercadeellade
lo que nunca había imaginado. Porque una cosa era soñarlo, y otra muy
distintapensarquepudieraserrealidad.Ella,depronto,hizounapequeña
reverencia. Tenía las manos cogidas por delante del cuerpo y la cabeza
gacha,enactitudservilyrespetuosa,ysentíciertarabia,opesar,aúnnolo
sé,alecharenfaltaesaosadíaquemeenloquecíaensueñoscadanoche.
AsíquemelimitéallamaralaseñoraHubert,elamadellaves,paraquele
indicasecuálerasuhabitaciónylasqueseríansustareas,trasloqueme
marché.
Mefuidirectoamibibliotecaprivada,loscriadossiemprehantenidola
entradavetaday,condedostemblorosos,busquéelconjuroque,esperaba,
sirviese para mis propósitos. Tenía que ser sincero conmigo mismo; no
ibaasercapazdecruzarunpardepalabrasconellasinquemimáscara,y
lo que había bajo ella, supusiese un obstáculo. Me respondería llena de
recelo, de temor, y no era miedo lo que yo ansiaba de mi dulce
Madeleine… aunque tampoco sabía qué era lo que satisfaría aquella
desazón que inundaba mi pecho, todo mi interior, y que no había hecho
másqueacrecentarsealtenerlaporfinbajomipropiotecho.
Entonces, en mitad de una ilustración llena de rosas rojas y espinas,
pudeleerunainscripción.
Favusdistillanslabiatus;meletlacsublinguatua.
Facverbatusardeatcormeum.
«Tuslabiosdestilannéctar;mielylechebajotulengua.Quetuspalabras
haganardermicorazón»,repetíenvozbaja.
Apreté el libro entre mis manos mientras las cicatrices de mi rostro
comenzabanaquemarbajolamáscara.Sabíaquemecostaríacaro,pero
yaestabacondenadoalassombrasparasiempre,nohabíasalvaciónpara
mí, y cualquier precio valía la pena si podía pasar unas horas con ella,
aunquenofuerareal,aunquenofueramásqueunailusión…aunquetodo
fuera obra de aquel conjuro que la sometería a mi voluntad como una
muñecadetrapo.
Aquellanoche,lepedíalamadellavesquefueraMadeleinequienme
sirvieralacenaenelcomedor.Lapobremujermemiróatónitayaque,lo
común,eraquemelallevasenamisaposentos,ynoterminabadesalirde
su asombro cuando le pedí que encendieran la chimenea, pero que los
candelabrospermanecieranapagados.Queríaquelaluzdelalumbrefuera
laúnicaqueiluminaralaestanciapues,aunqueellanoseríaconscientede
losucedido,yoseguíasintiéndomemásseguroenlapenumbra.
Además,mevestíconmismejoresgalas;noteníamuchasocasionesde
hacerlo. Me puse una de mis camisas blancas, almidonada, corbata y
chaleco en tonos azul claro, como sus ojos, y frac. Luego fui hasta el
salónylaesperé,impaciente.Séquenotuvequeaguardarmuchotiempo
hastaquellamóalapuerta,peroamímeparecieronhoras.
―Adelante―ledije,y,alverlaentrar,respiréhondoparaarmarmede
valoryenfrentarloqueestabadecididoahacer.
―Milord ―murmuró, inclinándose levemente tras haber dejado la
bandejaenlamesa,yestabaapuntoderetirarsecuandomivoz,concierto
tizneoscuro,pronuncióelconjuro.
Ella me miró fijamente, sus ojos parecían haber perdido su brillo de
repente,yyosabíaquesumenteestabavacíaporcompleto,alaesperade
aquella orden que conectase su raciocinio con su cuerpo y la hiciera
reaccionar.
―Hoy no seré tu señor, ni tampoco me mirarás con aprensión
―comencéadecirenelmismotonograve―.Soloseréparatiunhombre
común y corriente al que le concederás el honor de disfrutar de tu
compañíaytuconversación.
Madeleine dejó escapar una profunda exhalación. Imaginé que fue la
reacción de su cuerpo al poderoso embrujo, y permaneció en pie,
observándome.
―Buenasnoches,señoritaWinckley―pronunciéentoncesconvozmás
animada.
―LordSherbroke―respondióella,inclinandolevementelacabeza.
Sonreí para mis adentros al comprobar que su actitud hacia mí era
diferente,nometratabacontantareticenciacomocuandollegóalcastillo.
―¿Le importaría acompañarme mientras ceno? ―me atreví a pedirle,
señalandolasillaalotroladodelamesa,frenteamí.
Ellamemiróuntantodesconfiada,pero,alfinal,accedió.
―Imaginoqueyahabrácenado―supuse,aloqueellaasintió.
―Hecomidoenlacocina,conelrestodelaservidumbre―meindicó.
―Tal vez quiera un poco de vino ―le ofrecí, aunque negó con la
cabeza―. Confío en que se encuentre a gusto mientras dure su estancia
aquí―deseéconsinceridad―,aligualqueesperonoresultendemasiado
pesadaslastareasquelehayanencomendado.
―Estoy acostumbrada al trabajo duro ―me aclaró, aunque sin ápice
algunodesuficiencia―.Nosoymásquelahijadeungranjero,loqueme
hacepreguntarme…
Nosébienporquéguardósilencio,siporquenoseatrevíaacontinuar
oporqueestababuscandolaspalabrasadecuadas.
―Prosigasinpudor―laanimétambiénconungestodemimano.
―Mepreguntoquéinteréspuedetenerparaustedunapueblerinacomo
yo ―me cuestionó sin rodeos. Me gustó, me encantó que el hechizo le
permitiesehablarsintenerencuentalabarreraquesuponíanuestroestatus
social.
―Solo el de conocerla un poco mejor. Me parece una joven muy
inteligente, con la que mantener una conversación de lo más interesante
―le aclaré porque, a pesar de no haber hablado con ella hasta ese
entonces,sabía,porquesupadremelohabíarelatado,acercadesupasión
por la lectura, hecho que, lejos de contrariarme, obsequiaba con un
alicientemásaesabellezaexteriorquemehabíacautivadoenunprimer
momento―.Séporsupadrequelegustaleer―añadí,comosiquisiera
dejarla más tranquila, y debió funcionar pues aprecié que se relajaba
ligeramentesupostura.
―Algo poco común en una muchacha de mi condición ―agregó con
untoquederesquemor.
―Los diamantes son muy poco comunes, señorita Winckley, y se
consideranlaspiedraspreciosasmásvaliosasdelmundo―dijecontono
sosegado y alcé mi copa, señalándola, a modo de brindis. Ella bajó el
rostroconsuavidad,mostrándosehalagada―.Imaginoquesuaficiónala
literaturasedebeasucuriosidadporloquenosrodea―dijetrasdarun
trago.
―Enesotienerazón―afirmó―,soycuriosa,ydemasiado,segúnmis
pobrespadres.Cuandonoentiendoalgo,corroabuscarlasoluciónentre
laspáginasdeunlibro,aunquenosiempresuelohallarlarespuesta,cosa
quemecontraríasobremanera―agregóconunmohínuntantoinfantil.
―¿Se refiere a algo en especial? ―pregunté con la misma curiosidad
delaqueellamehacíapartícipe.
―Me refiero a usted ―me respondió sin tapujos, y yo casi me
atragantoconeltrozodevenadoqueestabamasticandoeneseinstante.
―¿Siente curiosidad por mí? ―quise asegurarme―. ¿O lo que le
interesa es saber qué hay debajo de mi máscara? ―añadí con cierto
resentimiento.
―Las malas lenguas ya se encargan de relatar lo que oculta tras ella
―sesinceró,bajandouninstantelavistahaciasusmanosquemanteníaen
su regazo―. Pero me gustaría saber qué hay de cierto en lo que se dice
quelomotivó.
―Unincendioenelalasur―meapresuréenpuntualizarlaversiónque
yomismohicecircularporlavilla.
―Hevisitadoelalasurestatardeynoparecehabersidorestauradaa
causadeunincendio―apuntóconsuspicacia―.Dehecho,lamaderade
susventanalesestámásdesgastadaqueladelrestodelacasa.
Sé que ella no me veía, pero no pude evitar fruncir el ceño al no
comprenderaquéseestabarefiriendo.
―Lazonasursiempreseestropeaantesdebidoalrecorridodelsol,y
ese es su estado, tal y como cabría esperar. No tiene el aspecto de algo
reparado hace pocos años ―añadió, y yo sonreí ante su inocente
elocuencia.
―Sihallegadoaesaconclusión,imaginoquetambiénhabráhechosus
propiascábalas―aventuré,divertido―.Sinofueunincendio,¿quécree
quemetransformóenelmonstruodelquetodoelmundohabla?
―Las malas lenguas también se han encargado de eso ―dijo con un
mohín,comosinoestuvieraconforme.
―¿Y se puede saber qué dicen? ―pregunté. Realmente estaba
disfrutandodeaquellaconversación.
―Dicenqueusted…―volvióatitubear,aunqueenestaocasiónsítemía
ofenderme,porloquelehiceunaseñaparaqueprosiguiera―,dicenque
hizo un pacto con el Maligno y usted no cumplió su parte, por lo que
deformósurostrocomocastigo.
Una carcajada resonó tras mi máscara, y no porque me resultase
hilarante, sino porque rozaba muchísimo más la realidad que aquella
estúpidaexcusadelincendio.
―Y… ¿no le convence esa historia? ―pregunté al notar que seguía
patentesugestodedisconformidad.
―Si tuviera semejante poder, no se conformaría con este castillo
situado en una villa perdida de la mano de Dios ―respondió con
firmeza―. Ostentaría mayores riquezas, dominar el mundo entero,
someterloasuantojo.
―¿Yquiéndicequenosoycapazdehacerlo?―lecuestioné,girando
mimuñecayagitandoconsuavidadelvinodelacopaquesostenía.
―Quesualmaesnoble―medijo,arrebatándomeconsuspalabrasla
respiración.
―No sabe nada sobre mi alma, señorita Winckley ―mascullé con
repentinadureza,dejandolacopaenlamesacongestobrusco.
―Sus criados se quejan porque es hosco y arisco, no porque los
castigueolostiranice,exponiéndolosalasmásduraspenurias―apuntó.
―Talvezacallesuslenguaslargasconunoscuantoslatigazos―mentí,
tratandodedisuadirla.
―Ayudóamipadre―apuntó,obstinada.
―Porquelaqueríabajomitecho,amiservicio―dijecasisinpensar.
―Si hubiera querido someterme, ya lo habría hecho ―me retó con
osadía, y noté que me hervía la sangre al entender el enfoque de sus
palabras.Porqueyojamás...Mepusedepie,inclinándomesobrelamesa,
aproximándomeaella.
―¿Quiéndicequenovayaahacerlo?―farfullésinembargo,furioso.
―No puedo ver su rostro, Lord Sherbroke, pero sí sus ojos
―murmuró,sinunápicedetemorensuvoz―,yestoyseguradequeno
sonlosdeunhombremalvado.
―Usted no me conoce en absoluto, señorita Winckley ―dije en tono
amenazante.
―Hace un rato me dijo que su único interés era el de conocerme un
pocomejor―susurróconinfinitososiego,yunbrilloensumiradaque
avivósuazulpálido―.Puesdéjemedecirlequeeseinterésesmutuo…
Meenvaréymealejédelamesaunpardepasos.Sabíamuybienquesu
actitud,suspalabras,noeranmásquefrutodelconjuroquehabíalanzado
sobre ella, pero no pude evitar sentir esa agitación en mi pecho que me
hacíamaldecirhaberlohecho,quemehacíadesearqueloocurridofuera
real.Apretélospuñostratandoquelaculpabilidadnofluyeselibredesde
mi interior al pensar que aquella inocente sí estaba sometida a mi
voluntad.
―Noleconvieneconoceraunhombrecomoyo―espeté,dándoleaún
laespaldayevitandoasíquepercibieselafuriaquevinoacontinuación.
Porqueyoeraunsermaligno,unmonstruo,ynosoloporfuera…
―Puede que su alma esté ennegrecida ―dijo, haciéndose eco de mis
pensamientos―, pero no a causa de la maldad, sino del dolor ―añadió,
convozsuavecualbálsamosanador.
―¿Qué sabrá usted de mi alma? ―La encaré, mirándola con rabia.
Necesitabavolveracontrolarlasituación.Sinembargo,aquellosojos…
―Esladeunhombrequehabrácometidomilerrores,peroquejamás
le haría daño a nadie de forma premeditada ―habló con una seguridad
que me aturdió, como si realmente estuviera en posesión de una verdad
queyodesconocía―.Y,sobretodo,nuncaforzaríaaunamujer.
No sé qué me impulsó a hacerlo, tal vez me vi en peligro ante sus
palabrastancerteras,pero,conunpardezancadas,lleguéhastaellayla
sostuveconrudezadelbrazo,obligándolaalevantarse.Meacerquéaella
y, aunque no podía ver mi expresión encolerizada tras la máscara, la
percibiópues,porprimeravezentodalaconversación,seviointimidada.
―Yonoestaríatanseguro―laamenacé,además,yunligerotemblor
sacudiósucuerpo―.Dehecho,paraevitarcualquiertentación,preferiría
darporfinalizadalavelada―sentencié―.Cuandovuelvasaturecámara,
tendrás un sueño apacible y, al amanecer, no recordarás nada de lo
acontecidoestanoche―pronunciéentonosolemnelasegundapartedel
hechizo,laqueloharíaevaporarsepocoapocohastaelamanecer.
Liberé su brazo y ella inclinó levemente la cabeza, recuperando la
compostura,trasloquesemarchó.
Esanochenofuicapazdeconciliarelsueño,mesumíenunaespeciede
tortuosa duermevela en la que las palabras de Madeleine me perseguían
sindescanso.Porquesíquelahabíamanipuladoamiantojo,yciertamente
deseabatenerla,enelsentidomáslibidinosodelapalabra.Y,sinembargo,
algomeloimpedía,nosabíaelqué,perohaberloescuchadodesuslabios
me pareció una completa aberración… ¿Una aberración para alguien
comoyo,queeraunengendroprovenientedelmismísimoaverno?
Enesaluchainternamemantuvealolargodeldía,ynoquisesalirde
mirecámaraparaevitarlatentacióndeverla,inclusorenunciéalaideade
volveraconjurarla.
Pero, al llegar el anochecer, la señora Hubert llamó a mi puerta y me
preguntó si deseaba que Madeleine volviera a servirme la cena en el
salón…
Nopuderesistirme…
Esa noche, descubrí que sus libros favoritos eran los dedicados a la
botánica; le interesaban mucho las virtudes de las plantas y sus poderes
curativos.Ciertamente,fueunaconversaciónmuchomásamenaquelade
laveladaanteriorydelaqueellanorecordabanada,aunqueamíseguía
remordiéndomelaconcienciamireacciónarrebataday,sobretodo,haber
vuelto a caer en la tentación de anular su voluntad con tal de volver a
disfrutardesucompañía,delamelodíadesuvozyesafraganciadeflores
frescas.
Así que, para acallar la voz de mi conciencia, a la mañana siguiente,
mientrasellaestabadedicadaasustareas,mecoléensuhabitaciónydejé
sobre la cómoda un par de libros de botánica bastante singulares y que,
suponía,leagradarían.Aunquemisuposiciónnoabarcólatotalidaddelas
posibilidades pues, en cuanto reparó en ellos, se personó en mis
aposentos. Por fortuna, la máscara ocultó el gran asombro que debía
reflejarmirostrocuandolahicepasar.
―Con su permiso, Milord ―dijo con la cabeza gacha y haciendo una
ligerareverencia.MeaturdióvolveraenfrentaralaMadeleineservil…
―Adelante―leindiqué,yelladiounpasoalinteriordelarecámara,
aunquedejólapuertaabierta.
―Disculpe que le moleste, Milord ―se excusó, visiblemente
mortificada―,perohaocurridoalgoquemetienepreocupadaytemoque
meperjudique.
Deformainconsciente,metensé.Silehabíasucedidoalgo…sihubiera
tenidoalgúnproblemaconalguiendelcastillo…
―Han aparecido en mi habitación un par de libros muy valiosos
―relatóconangustia―,yleprometo,lejuroqueyonoloshecogido…
―Oh, no, no, despreocúpese ―traté de calmarla. De hecho, había
avanzado hacia ella, guiado por un extraño impulso, pero permanecí
ancladoenelsuelotrasdarelprimerpaso―.Yometoméelatrevimiento
deentrarensurecámaraydejarlosallí―leaclaré.
―Pero… ¿Cómo ha sabido…? ¿Y… por qué? ―titubeaba con gran
confusión.
―Me lo refirió su padre. ―Fue la primera mentira que se me
ocurrió―.Nopretendíaofenderla.
―Nomeofende―dijo,disculpándome―,essoloquenoentiendo…
―Usted no es una criada más y mi única pretensión es que sea feliz
aquí,mientrasduresuestancia―leconfesé,sintiendolatensiónentodos
losmúsculosdemicuerpoantemiarrebato.
―Losoy,Milord―measeguróenunsusurro―,yestoquehahecho…
Nosabeloquesignificaparamí.
Notéelsosiegoinvadirme,relajándosemisnervios;inclusodiunpaso
hacia ella, muy pequeño, pero que ella percibió ya que me miró con un
brilloensusojosquemedesarmó.Jamáshabíapalpitadomicorazóntan
rápido.
―Se lo agradezco infinitamente, Milord ―murmuró, con una
reverencia―. Y, con su permiso, me retiro, pues no quisiera desatender
misobligaciones.
Se marchó antes de que pudiera contestarle, y un «adiós, Madeleine»
murióenmislabios,conunnudoenlagargantaqueapenasmepermitía
respirar.
Sinremordimientoalguno,enestaocasión,esperéconansiaquecayera
lanoche…ylasvenideras…
En la que sería nuestra última velada, me pareció apreciar un rubor
distinto en sus mejillas, como si se hubiera aplicado colorete, pero
desechélaideaalnoencontrarmotivosparaquelohiciera.Quequisiera
lucirbellaantealgúnpretendienteeraunaposibilidadsorprendentemente
dolorosa, así que decidí que era producto del sol primaveral que ya
comenzabaairradiarsucalor.
Como cada noche, el rumbo que tomaría la conversación era un
misterio pues, para ella, para su memoria, era la primera vez. Sin
embargo,meparecióquelasbarrerasdesureceloseretirabanantesdelo
previsto,yprontopasóahablarmedesusgustos…Lasrosasblancas,la
confituradeperas,elsonidodelpiano,yquetanpocasveceshabíatenido
ocasióndedisfrutar…
―Pues, si gusta tocar, la sala de música cuenta con un pianoforte que
acabará siendo pasto de las termitas ―le propuse, y su risa cantarina
resonóenlaestancia,penetrandoenmiinteriorporcadaunodelosporos
demipiel.
―Nosoycapazdereproducirdosnotasseguidas―meconfesó.
―¿Le gustaría aprender? ―le pregunté, dejándome llevar por su
entusiasmo.
―Sería fabuloso, pero, cuando vuelva a la granja, ya no tendría
posibilidaddepracticar,olvidandotodoloaprendido―relatóconnotable
pesar.
―Notieneporquévolversinoquiere―dijesinpensar,reaccionando
al ver su expresión atónita―. Me refiero a que puede trabajar en este
castilloeltiempoquedesee.
―Lociertoesquemesientomuybienaquí―repusomáscalmada―,y
ustedestanconsiderado…Ojaláelrestodelmundosupieracómoesen
realidad.
Había una chispa de admiración en su mirada que, en otras
circunstancias, me habría contrariado. En cambio, me incliné sobre la
mesaymeacerquéligeramenteaella.
―¿Ycómosoy?―susurré.
―Ustednoesniesamáscaraniloquehaydebajodeella―afirmócon
vozqueda―.¿Porquéseoculta?
Me tensé. Dejé caer la espalda en la butaca y clavé mis dedos en sus
brazos.
―La gente solo ve mi máscara y lo que imaginan que hay bajo ella
―lamenté―.Encualquiercaso,yocasinomesoporto,asíqueesdifícil
quealguienpudierasoportarmipresencia.
―A mí me agrada su presencia ―dijo en una confesión que debió
costarle un mundo, pues el rubor de sus mejillas se intensificó
profundamente.
―Señorita Winckley… ―murmuré, abrumado, y mi corazón latía tan
desbocado,tanfuertecontramipechoquetemíqueellaloescuchase.
―Lord Sherbroke, no quisiera que me creyera una desvergonzada,
pero,denoopinarasí,nohabríaaceptadoacompañarlo.
Y, tras decir eso, apartó la vista de mí, agachando la cabeza, sin duda,
mortificada.
Ella tal vez esperaba que yo calmase su inquietud con mis palabras,
mostrándole que no desaprobaba su actitud, pero la culpabilidad hizo
mellaenmí,silenciándome.
Mepuseenpieycaminéhacialachimenea,dándolelaespalda,fijami
vista en el fuego que crepitaba, como el que ardía en mi interior y que
merecía que me consumiera de forma dolorosa hasta hacerme
desaparecer. Pues, si ella seguía allí, en esa sala, si ella continuaba
soportandomirepugnantepresenciaeraporqueyoasíloquería,porquela
obligaba a hacerlo sin que fuera consciente de ello, y porque era un vil
canalla que no podía renunciar a su compañía, a sus palabras, aunque
fueranfalsas,frutodeuninfamehechizo.
De pronto, escuché sus pasos tras de mí, acercarse, y me envaré. Y,
cuandonotésumanoenmihombro,apretélospuñosycerrélosojoscon
fuerza,tratandodenosalirdeallí,denoescaparcomounmíserocobarde.
―Déjeme mirarlo ―me pidió, de repente, y yo me giré hacia ella,
espantado.
No sabía lo que decía… Maldito conjuro que la había llevado a la
locura… Había abusado tanto de mi poder que terminé por destruirla a
ellatambién…Mipobre,dulceMadeleine.
Pero sus ojos no eran los de una demente, me miraban rebosantes de
esperanza y de una emoción extraña que no podía descifrar y que, sin
embargo,mehipnotizabahastaelpuntodeobnubilarmivoluntadyanular
missentidos.Ycuandosumanosealzóhaciamimáscara,nofuicapazde
moverniunsolomúsculoparadetenerla.
Cerré los ojos en el instante en que la noté caer, aterrado, sin querer
encontrarme con su expresión horrorizada al ver mi cara destrozada.
También esperaba un grito, o que saliese de allí despavorida, pero nada
ocurrió.Asíqueabrílosojos.
Novimuecaalgunadeespantoensuhermosorostronielmásmínimo
deseodehuirdemí,alcontrario.Mepareciódistinguirunalevesonrisa
en sus labios y, aunque estudiaba mis cicatrices, no era con curiosidad
malsana, sino con genuino interés. Y volvió a alzar su mano hacia mí,
hacia mi mejilla, y no se detuvo hasta posarla en ella. Volví a cerrar los
ojosyungemidoescapódemigargantaalsentirsutactocálidoysuave
sobremipieldestrozada.Y,depronto,undolorinmensoafloródesdelo
más profundo de mis entrañas, retorciéndolas sin piedad en un tormento
quenopudesoportar.
Gritécontodasmisfuerzasymellevéunamanoalpechomientrascaía
de rodillas. Maldito hechizo, maldita mi magia y maldito mil veces yo.
Había jugado con fuego e iba a pagar las consecuencias el resto de mis
días, pues aquel tormento que me entumecía y me vapuleaba, que me
destruíacomounsoplodeaireauncastillodenaipes,eraunpodermucho
mayordelquejamáspodríaimaginar,alquejamásosaríaaspirar,yque
jamásseríacapazdevencer:elamor.MehabíaenamoradodeMadeleine,
ymegolpeóconfuerzaeldarmecuentadequenuncapodríatenerla,ano
ser que la sometiera a ese perverso conjuro. Pero a mi Madeleine, a la
auténtica, no la tendría ni aunque le ofreciese mi alma al mismísimo
Satanás.Solopodríateneresacopiabaratayfalsaquesehabíaarrodillado
juntoamí,yqueyanoseríasuficiente,yanomebastaría.
―LordSherbroke…
―Márchate…―farfullé,apretandolasmandíbulas.
―Pero…
―Te marcharás, ahora ―dije, invocando mi poder, y mirándola con
ojosllenosdefuriaydesesperación―.Cogerástuscosasyabandonarás
estecastilloenesteprecisoinstante―continuémientrasnotabaqueseme
desgarraba el alma con cada una de mis palabras―, y olvidarás todos y
cadaunodenuestrosencuentros.
Ycomolacáscaravacíaqueera,sinvoluntadniesencia,Madeleinese
pusoenpieysaliódelsalón.
No sé el tiempo que estuve allí, arrodillado en el suelo, ni cuántas
lágrimasrecorrieronmiscicatricesqueardíancomosifueranunveneno
queabrasabamipiel.Aunqueaquellatorturaeraunanimiedad,unaínfima
partedelcastigoquerealmentemerecía.
«No debes usar la magia en tu propio beneficio», decían, y yo había
vuelto a romper esa regla sagrada y merecía pagar de por vida… De
hecho,sospechabaqueloharía.
Comopude,mearrastréhastamihabitacióncuandomillantocesó.Me
sentéenlacamaysostuveentremismanoslamáscara,mieternayúnica
compañera. Permanecería atado a ella mientras viviese, y al recuerdo de
Madeleine, a quien ya imaginaba lejos de allí, como también al martirio
desaberquenuncadescubriríacómoeraenrealidad;aunquesuaroma,su
voz, el azul de sus ojos… esos sí eran genuinos y me acompañarían
siempre.
Me levanté y caminé hacia la cómoda. Solté la máscara y me serví un
vasodebourbonquemebebídeunasolavez.Sémuybienqueelalcohol
nohacedesaparecerdeunplumazolaaflicción,perohabríaagradecidosi
hubieraanuladolosrecuerdosymissentidosporunosminutos.Yasícreí
que había sido porque, aquellos golpes que sonaban en la puerta, habría
juradoqueeranproductodemiimaginación.
―Váyaseadormir,señoraHubert―dijecuandopudereaccionar,pero
losgolpesseguían,insistentes.
Con los nervios crispados tras lo acontecido, el sopor del licor y
ansiandoestarsolo,meapuréenabrirsintomarlaprecaucióndecubrir
mirostro.Solodeseabadespacharalamadellavesconunimproperioque
sepetrificóenmigargantaalverquenoeraella.
―Madeleine…―susurrésinpodercreerloqueveíanmisojos,debía
serfrutodemimalsanamente.
Peroaquellaapariciónavanzóhaciamí,yyocorríarefugiarmebajola
proteccióndemimáscara.
―No,Christopher,porfavor.Notecubras―laescuchédecir.
Megiréamirarlasinsaberquémeafectabamás…Supresenciaenmi
cuarto cuando la creía a millas de distancia, su voz pronunciando por
primera vez mi nombre, su delicada figura envuelta en un inmaculado
camisón, hermosa, apoyada contra la puerta cerrada, las manos a la
espalda, y una mezcla de inocencia y osadía en su clara mirada… y esa
peticiónalaquenopudenegarme.
Abandoné la máscara en la cómoda y ella, ya conforme con mi
proceder,empezóacaminarhaciamí,despacio,mientrasyocomprobaba
mentalmenteelconjuroquelelancéhorasatráspararomperelhechizoy
que, obviamente, no había funcionado, pues la única explicación que
encontrabaasuactituderaqueseguíabajosuinflujo.
Y,desúbito,alargóunamanohaciamíquepermanecíacerrada,como
sisostuvieraalgoensuinterior.Semehelólasangrecuandolaextendióy
memostróelobjetoque,enefecto,ocultaba:unapequeñaflordecristal,
loúnicoenelmundoquepodíabloquearmimagia,mipoder…
Tambaleándome,caminéhacialacamaymesenté,temiendodesfallecer
mientrasesperabaqueMadeleinedescargasetodosuodioysudesprecio
sobremí,porquejamásestuvobajoelinflujodeningunodemisconjuros;
siemprefueconscientedesusactos…ydelosmíos.
―Ya te advertí que era capaz de hacerlo, de someterte a mi voluntad
―le dije sin ánimo alguno de disculparme, porque no había excusa
posibleparamicomportamiento,yyonoentendíasusilencio.
―Jamásmesometiste―replicóentonces,ymemortificóeltonosuave
de su voz. No merecía que me hablara así―. Me creíste subyugada a tu
poder y, aun así, te limitaste a citarme en tu salón para conversar, nada
más,cuandopodríashaberme…
―¡Nunca!―exclamé,poniéndomeenpie―.Tementiríasitedijeraque
noheansiadotenerte,peronosoycapazmancillartucuerpoyensuciartu
almadeesemodo.
―¿Porqué?―mepreguntóconpasión,acercándoseamí,fijandosus
ojosenlosmíos,enmirostrodesfigurado―.Elmonstruoquepretendes
sernohabríadudadoenhacerloniuninstante.
Le di la espalda, avergonzado, de mi horrible aspecto y mi
imperdonable proceder, pero ella me siguió… Cuando rodeó mi cuerpo
con sus finos brazos y la noté apoyar su mejilla contra mi espalda…
DivinoDios…
―Márchate,teloruego―supliqué,incapazdesoportaraqueltormento,
ysurespuestafuenegarconlacabeza.
―Nopiensoirmedetuladohastasaberquéesestesentimientoqueme
dominaymehaceansiarquelleguelanocheparairatuencuentro―me
confesó, haciendo que mi corazón temblara―, por qué tus cicatrices no
meprovocanescapardeaquí,sinoquedeseoacariciarlas,mitigareldolor
queteproducen.
―Porfavor,nosigas―sollocé.
―Y sé que no es ningún conjuro, no soy víctima de maleficio alguno
―prosiguió a pesar de mis ruegos ―, porque esa flor de cristal me
protegedetodamagia.Dime,Christopher,¿porquémesientomorirante
lameraposibilidaddealejarmedeti?
No pude soportarlo ni un segundo más. Me giré y la estreché
fuertemente entre mis brazos; si debía perecer fulminado a causa de mi
osadía, qué mejor forma que en su regazo. Suspiré cuando su delicado
cuerpo se acopló contra el mío, como si no hubiera un abrazo más
perfecto que el nuestro, y me permití respirar el aroma de su cabello,
embriagarmeconellatirdesucorazóncontramipecho.
―Jamás creí que un hombre maldito y condenado como yo pudiera
sentir esto que siento por ti ―ya no dudé en declararle―. Pero que me
perdonenlasfuerzasdeMalydelBien,porqueteamoprofundamente,y
prefieromoriradejardehacerlo.
―Entonces,morirécontigo―susurróentrelágrimasestremeciéndome
depiesacabeza,hastaelpuntodedejaraunladolacordurayfirmarmi
sentenciademuerte.
Bajé lentamente mi rostro y busqué sus labios con los míos,
acariciándolos muy despacio, casi con temor. Pero ella llevó sus manos
hasta mi nuca y me exigió una pasión que no fui capaz de negarle. Y
entoncescomprendíquemiMadeleine,lareal,eralaquesemepresentaba
en sueños, y con la que había compartido las veladas de las últimas
semanas.
No dudó en corresponder a mis besos, en acariciar mi rostro, mi
cabello, en exigir mi piel. Guiado por el ardor que provocaban sus
caricias,decidíromperconlasbarrerasdetodoloestablecido.Micamisa
terminóenelsuelo,yellafijósumiradaenmitorsomientras,conmanos
temblorosas, iba desabrochando todos los botones de su camisón. Su
cuerpoeraglorioso,yapenaseracapazdereprimirme,esforzándomeen
controlar mis deseos de perderme en él. Quería amarla despacio,
deleitarmeenlareaccióndesupielantemitacto,laformaenquebuscaba
miscariciasymisbesos,ydejandoquesualientomellenaradeesperanza
ydicha.
La alcé entre mis brazos y la deposité en el lecho, colocándome a su
lado,ambosyadesnudos,ysuentregafuetalquesuperólamejordemis
ensoñaciones, de mis fantasías. Recorrí todos los rincones de su cuerpo
con mis manos, con mis labios, pulgada a pulgada, disfrutando de sus
suavesgemidosysuspequeñossobresaltoscuandomicariciaeraunpoco
másosadaquelaanterior,aunque,paramigozo,lamujerapasionadaque
residía en su interior no reprimió ninguno de sus deseos, llevándome al
límitedelademencia,hastanopoderapaciguarmisanhelosdeposeerla.
Sucuerposeabrióparamícomolatiernaflorqueera,ysentíquemi
manchada alma hallaba la expiación, la salvación, cuando nos
convertimosenunúnicoser.Glorioso,irreal,extraordinario,elactomás
hermoso y puro que podía darse entre un hombre y una mujer que se
amaban con locura, como nosotros, y no puedo evitar preguntarme si
algúnautor,algúnlibro,relataráunahistoriadeamortansublimecomola
nuestra.
Yahaamanecidoyapenashedormido,incapazdedejardeobservarla.
Séqueesridículo,perotemocerrarlosojosyquedesaparezca,perderla
parasiempre,aunquemebastaacercarmeycaptarelaromadesucabello
pararecordarquetodoesreal,lanochedeamorquehemoscompartido,
nuestraunión,noúnicamenteladedoscuerpossinoladedoscorazones
quesenecesitanelunoalotroparaseguirlatiendo.
Y,sinembargo,estandifícilasimilarlosucedido…
Trasamarnoshastaeldelirio,Madeleinemeexplicóque,tiempoatrás,
habíacaídoensusmanosunlibroquetratabasobrebrujería.Aellanole
parecieron más que curiosas fábulas, pero en ellas leyó sobre la flor de
cristal,hechoquerecordócuandosupoquedebíatrabajarparamí,enel
castillo.Noquisorefrenaraquelreceloquelaincitabaaprotegersedelo
desconocido,deeseengendro,unsúbditodelmismísimodiabloydelque
todos parecían conocer las peores atrocidades, para venir a darse cuenta
dequeeratodofalso.
Laprimeranochequequiseconjurarla,sepercatóalinstantedeloque
pretendía y, aunque el sentido común le dictaba escapar de mí, le
sorprendió sobremanera que mis peticiones se limitaran a un poco de
compañía y conversación. Siempre pesó sobre ella el temor a que me
aprovechase de las circunstancias y la forzase, pero yo le aseguré con
gran temor que la veía como un ser tan puro… como el más preciado
tesoro,ynisiquierameatrevíaatocarla,quelaensuciasenlasmanosdel
monstruo que soy. Recuerdo que, en ese momento, las tomó entre las
suyas y las besó, acariciándome el corazón, y me confesó que pronto la
máscaradejódeexistirparaella,yqueseviocautivadapormisgentilezas
paraconella,pormisdeseosdecomplacerla,cuandoyo,enrealidad,solo
pretendíaquefuerafelizaquí,enesteoscuroyfríocastillo.
Ahora, ella le ha devuelto la luz, ya nada volverá a ser como antes, y
pienso salir al mundo, de su mano, sin importarme que la gente quiera
saberquéhaymásalládemimáscara.Habladurías,suspicaciasymiradas
detemorlashabrásiemprepero,conMadeleineamilado,todoesodeja
detenerimportancia.
Me recuesto sobre mi costado y vuelvo a contemplarla. Es tan
hermosa…yaúnmecuestacreerquealguiencomoyopuedamerecerla
dichadesuamor.
Sinpodercontenerme,delineoconlayemadelosdedoslacurvadesu
hombro, haciendo que se despierte. Se remueve en el lecho y gira su
rostro hacia mí, y yo supongo que está inmersa en esos instantes en los
que el sopor nos hace olvidar dónde estamos pues me mira con cierto
espanto.
―Buenosdías,miamadaMadeleine―recitoconunasonrisa,peroella
sigue sin reaccionar, incluso se sienta, sobresaltada, mientras estudia mi
rostro,llenadeestupor―.¿Quéteocurre?―lepregunto,inquieto.
Duranteunossegundos,temoqueestoseaotrocastigoporquebrantar
las leyes de la magia; que el hechizo lanzado por mí y que anulaba su
raciociniosíquefuepermanentehastaesteinstante,norecordandoloque
ocurrió entre nosotros, o peor… que haya perdido por completo la
cordura,desconociéndome,alejándosedemíparasiempre.
―Christopher ―murmura entonces, otorgándome un leve soplo de
esperanza, y la veo que alarga la mano hacia mi cara―. Tu rostro…
―añadeenunsusurroimperceptible.
Yosigosinentendernada.Conozcoalaperfecciónmiaspectoytengo
seriasdudasdequepuedaserpeor,aunque,paraconfundirmeaúnmás,la
veosonreír.
Antes de que la impaciencia me haga enloquecer, toma mi mano y la
llevahastamicara;yquienahoraabrelosojoscomoplatos,víctimadela
perplejidad, soy yo… porque no hallo en mi tacto ninguna de las
cicatricesqueladeforman.
Comienzoapalparconambasmanosmismejillas,temblandodemiedo,
rezando a un Dios que hace muchos años me abandonó para que no sea
unajugarretademisubconsciente,demimenteperversa.PeroMadeleine
vuelveasonreír,ampliamenteestavez.
―Christopher…
―¿Es esto posible? ―demando con voz trémula―. Dime que es real
―le ruego, y ella se muerde el labio, asintiendo, con una mirada tan
radiantequemehaceexhalarunaexclamación.
Melevantoconpremuradellechoycomienzoarebuscarentodoslos
cajones en busca de un espejo, a pesar de que los mandé destruir todos,
hastaque,viendomidesesperación,Madeleinevierteunpocodeaguaen
una jofaina y agarra mi brazo con la intención de llevarme hasta ella.
Tomoaireenunpardeocasiones,hondo,conmilesdeideasatropelladas
cruzandomimentey,finalmente,decidoenfrentarmeamireflejo.Nohay
ni una sola cicatriz, ni una marca, ni señal alguna que recuerde la
amalgamadepielycarnequeeramicara.
Lágrimas comienzan a recorrerla aunque, en esta ocasión, no me
resultandolorosascomoacostumbrabanaser,sinoquemerefrescanyme
liberan.
―Vuelvoaseryo―sollozosinesforzarmeenevitarlo―.Nosécómo,
perovuelvoaseryo―repitomirandoaMadeleine,yellaabresusbrazos
paraquemerefugieenellos.
―Ha debido romperse la maldición que pesaba sobre ti ―supone,
aunque yo niego con la cabeza mientras la caricia de sus manos me
consuela.
―Nohabíaformaderomperlo―discrepo―.Inclusounespírituburlón
medijoquelaúnicaformaeramirarmeconlosojosdelalma.
―¿Quéalma?―mepreguntaconinocencia,yyo,depronto,reparoen
larespuesta.
―De la tuya ―recito, dejando escapar el aire que me oprimía los
pulmones, y ella me mira sin comprender nada―. Solo tú, solo tus ojos
supieron ver en mi interior esa bondad que yo jamás quise creer que
poseía.Sinembargo,túmeobligasteahacerlo,conseguistequemeviera
atravésdetusojos,detualma,ymesalvasteporcompleto,miespírituy
micuerpo.
―Yo… yo no he hecho nada ―niega, sin dar crédito a lo que digo,
peroyoséqueesasí.Suamormehonra,meennoblece,yyovoyaluchar
contodasmisfuerzasparanomenospreciaresteregalo,estaoportunidad
quemeobsequialavidayquenopiensomalgastar.
Mientrassecalaslágrimasdemisanadorostro,latomoenbrazosyla
llevohastaelque,apartirdeahora,seránuestrolecho.Pretendohacerle
elamordenuevoy,entrecariciaycaricia,pedirlequeseamiesposa.Sé
quemediráquesí,llenándomededicha.Yyo,paraasegurarmedequeno
hayanadaquepuedadestruirla,piensoquemar,hastaconvertirencenizas,
todosycadaunodeloslibrosquemellevaronunavezalaperdición.Ya
no quiero la magia, no la necesito. Además, la más poderosa no reside
ocultaentrelaspáginasdeningunodeesosviejosvolúmenes,sinoaquíy
ahora, en nuestros corazones, en nuestras almas enlazadas y la unión de
nuestroscuerpos.
―Teamo,Christopher―susurracuandolahagootravezmía.
―Yyoati,parasiempre―lerespondoalvolverapertenecerle.
Porque, si hay un conjuro irrompible, imposible de quebrantar, ese es
nuestroamor.
Indomable
RitaMorrigan
Casi sin darnos cuenta ya estamos en mayo; el gozoso mes de los
pajarillosylasflores,perotambiénelmomentoenquelosfelicesretoños
de nuestros más altos linajes deciden emparejarse para ofrecernos
suculentoschismes.Latemporadaapenashaempezadoyyasesucedenlas
noticiasdecompromisosdeboda.
Cuando creíamos que este año «la Alta» iba a estar menos animada a
causa de nuestro huidizo monarca, que se ha llevado consigo a toda la
corte, resulta que las jóvenes de provincias llegan para animarnos el
panorama social madrileño. Es el caso de la, hasta ahora desconocida,
señorita Florencia Beatriz Gallardo de la Cruz, única hija del rico
terrateniente y criador de caballos, don José Antonio Gallardo Alizábal
Q.E.P.D y doña Beatriz Eugenia de la Cruz y Montilla; que contraerá
matrimonio el próximo mes de diciembre con el conde de Aranda: Su
Ilustrísima,donJoséFernandodeManriqueyLara.
El anuncio de este enlace ha sido toda una sorpresa para esta que les
escribe;ynoporlanovia,sinopornuestroqueridoconde.Aellatuveel
gustodeconocerlaenunarecepcióndelosduquesdeAlburquerquehace
tres años, antes del triste fallecimiento de su acaudalado y admirado
padre, y debo decir que me pareció una muchacha dulce e inusualmente
inteligente.
Sinembargo,trascumplirloscincuenta,adonFernandoyalehabíamos
anotadoenlalistadeloseternossolterosdeoro.¿QuéhabrámovidoaSu
Ilustrísima a renunciar a esa porfiada soltería? ¿Será la urgencia de un
herederootendremosquedarcréditoaquienesaseguranquelasarcasdel
condado ya no están tan boyantes como antaño? ¿Será posible que los
airesrepublicanoshayanentradoconlamismafuerzaquelaprimavera,y
losnoblesdeestepaísyamirenconojoscasaderosaalgunasplebeyas;sin
sangreazul,aunquemillonarias?
Esperemosquemayonosofrezcarespuestas,ademásdeflores.
GacetadeSociedaddelaSeñoraBalagaster,
1demayode1873
***
Con la fusta en la mano, Florencia Gallardo recorrió a grandes
zancadas la distancia que separaba la casa de su familia del cobertizo.
Habíallegadoelmomentodeponeralencargadodelestabloensusitiode
unabuenavez.Desdequesupadrefallecierahacíaunañoyellasehiciera
cargo del funcionamiento de la hacienda, no había dejado de tener
problemasconSebastiánExpósito,elinsolentejefedelascaballerizas.A
diferencia del resto de personal de la gran hacienda Gallardo, el señor
Expósitonoleestabaayudandoenabsolutoensunuevopapeldedirectora
delnegociofamiliar.Ciertoeraquelacríaydomadecaballoshabíasido
el gran sueño de su progenitor, y que ella apenas estaba llegando a
entender lo complicado y exigente que era aquel mundo. Pero las
circunstanciaseranlasqueerany,sinofueraporlainesperadamuertede
su padre de un ataque al corazón, ella jamás se hubiera encontrado en
aquelpuesto.Ahoranosoloeraresponsabledelbienestardesumadrey
de su tía, sino también de todos los trabajadores de la finca y de las
fábricasdelgrupoGallardo.Sialmenosnofuerahijaúnicaytuvieraun
hermano en el que descargar aquel enorme peso, o una hermana que
pudieraayudarlaconlaresponsabilidad...
Supadrehabíasidounhombredenegociosexcepcionalmentebuenoy
sensible a las dificultades personales de cada uno de sus empleados. Fue
lloradoporellosyerarecordadoconadmiración.Esaeralarazónporla
cual todos mostraron tanta indulgencia con su única hija y heredera;
todos,exceptoeljefedelascaballerizas.SebastiánExpósitocompartíala
mismapasiónporloscaballosquesupadreyhabíansidograndesamigos.
Sinembargo,nolograbaentenderporquéaellalahabíatratadosiempre
contantadisplicenciayantipatía.Talvezfueraporqueeraunamujeryla
creíademasiadoestúpidacomoparaentenderlacomplejatareadedirigir
unahacienda,peroelcasoeraquenoencontrabalaformadeponersede
acuerdoconélennada.
Florenciatodavíarecordabaeldíaenquelespresentaron,dosveranos
atrás.Eralaprimeravezquevolvíaacasatrasdosañosenelinternadode
Madrid. Aquel día, ella entró al despacho de su padre esperando poder
pasarunratoconél,yallíseencontróalseñorExpósitotratandotemasde
lascaballerizasconsujefe.
―Oh,losientopapá,nosabíaqueestabasocupado―dijocuando,tras
llamarymeterlacabezaporlapuerta,descubrióquesupadrenoestaba
solo―.Volverémástarde.
Sentado tras la gran mesa del despacho, don José Antonio le sonrió
ampliamente,comosiemprehacíacuandolaveía.
―No estoy ocupado ―respondió, haciéndole un gesto con la mano
para que entrara―. Pasa, Florencia, quiero presentarte a uno de los
responsablesdeléxitodeestahacienda:elseñorSebastiánExpósito.
Entonces,elhombrealtoycorpulentoqueseencontrabadepiefrenteal
escritoriosevolvióhaciaella.
―Sebastián,estaesmihijaFlorencia.
Sus ojos grises se agrandaron por la sorpresa, pero el efecto apenas
duróunsegundo,traselcualsumiradasetornófríaydistantedenuevo.
―Tantogusto,señorita―dijo,conunaligerainclinacióndecabeza.
Florencia correspondió con el mismo gesto, además de una sonrisa
sincerayamplia.Puestodaslaspersonasquegozabandelasimpatíadesu
padreteníantambiénlasuya,aunquealprincipionofueranmuycordiales.
―Debodarlelasgracias,entonces.
ElseñorExpósitopestañeóvariasveces,perplejo.
―Por contribuir a nuestro éxito ―explicó Florencia―. Dígame
entonces―continuó,sinpoderevitarotrasonrisaanteeldesconciertodel
hombre―,¿dequéformafavoreceustedaestahacienda,señorExpósito?
Él volvió los ojos a su padre, que parecía regocijado con su
conversación,paravolveraobservarladenuevocondureza.
―Nohagonadaexcepcional―gruñó,apartandolamirada―.Solome
encargodeloscaballos.
―Bueno,esoquieredecirquecuidausteddelalmadelacasa.
Florencia empleó un tono jovial; no solo porque creyera que los
caballos eran la auténtica esencia de la hacienda, sino para romper un
poco el hielo que parecía instalado en la conversación. No obstante, el
efecto en el hombre pareció ser justo el contrario: su rostro se volvió
durocomoelgranito,antesdefarfullarunadespedidaysaliratodaprisa
deldespacho.
―¿Essiempretansimpático?―preguntóFlorenciaconironíacuando
sehuboretirado.
Supadreselevantóyrodeóelescritorioparaabrazarla.
―Lagentenoseledabien―contestóantesdeinclinarseabesarlaenla
mejilla―, pero deberías verlo con los caballos: le siguen como si fuera
unodeellos.
Hacía dos años que Florencia no regresaba a casa y lo cierto era que
muchas cosas habían cambiado allí. Los espacios en los pastos estaban
mejordistribuidosyloscercadosparaloscaballosrenovados.Inclusose
habían pintado las caballerizas del mismo color blanco que la casa,
ofreciendoalconjuntodeedificiosunasólidayelegantearmonía.Según
parecía, el jefe de cuadra hacía bien su trabajo, a pesar de no ser muy
sociable.
―MealegroentoncesdequeelseñorExpósitoestéconnosotros―fue
susincerarespuesta.
***
El sonido de un acordeón la hizo detenerse en seco y regresar al
presente. Florencia recordó entonces que, al final de la jornada, los
trabajadores solían reunirse en torno a una hoguera a las puertas de los
establos para charlar, jugar a las cartas, o tocar algún instrumento. Se
dirigíaalascaballerizasparadiscutirlaalimentacióndeloscaballosotra
vez con aquel hombre insufrible, pues no había tenido ningún reparo en
suprimir los piensos sin tan siquiera consultárselo. Miró al cielo de
aquellanochedeverano,lacúpuladebrillantesestrellasyelsonidodela
dulcemelodíadelacordeónlograronserenarunpocosualteradoestado
deánimo.
Sialgunavezsehabíaalegradodequeeljefedecaballerizastrabajara
paraellos,ahoramaldecíalahora.Ciertoeraqueteníaunamanerapoco
usualdetrataralosanimalesdelahaciendayqueestosleseguíanatodas
partescomosifuerasuguía.Jamásusabaningúncastigoconellosyhabía
prohibido los látigos, las fustas y las espuelas. Sebastián Expósito solo
parecíarelajadoencompañíadelosanimales.Ellalehabíaobservadoen
numerosasocasionesdesdelaventanadesucuartomientrassehallabaen
lospotreros.Suposturarígidayaltivasoloserelajabaconloscaballos.
En alguna ocasión incluso le había visto reír. Aturdida por la sorpresa,
Florencia se permitió fijarse en lo atractivo que era cuando sonreía. Su
cabello castaño se desordenaba en numerosos remolinos mientras la
blanca hilera de dientes aparecía, contrastando con su piel bronceada y
provocandoquesusojosbrillarandeunaformacasiirreal.Noobstante,
aquelefectosoloacontecíaencompañíadecualquierservivientequeno
fueraella,dequienparecíahuircomodelapeste.
No le había despedido porque era muy bueno en su trabajo y sabía
cuántoafectolehabíatenidoasupadre.Dehecho,eldíadesuentierrole
habíavistoenelcementerioobservandoalcortejofúnebredesdelejos,a
pesar de que su madre había prohibido la asistencia de empleados al
funeral; claro que seguir las reglas nunca había sido el fuerte del señor
Expósito.
Porotrolado,eldíaenquesuyeguaCleoseasustóenlospotrerosyla
tiródesumontura,elcomportamientodeéllasorprendió;peroparabien.
Aquellamañanaestabademasiadocansadadeestudiarbalancesyfacturas
y decidió que le haría bien montar un rato. Sabía que se avecinaba una
tormenta y por eso decidió no alejarse de la finca. Sin embargo, no
contaba con que Cleo se encabritaría con el primer trueno. La yegua se
puso vertical y Florencia cayó al suelo. Se dio un fuerte golpe en la
espaldaqueladejósinrespiraciónduranteunmomento,ademásdesufrir
unatorceduraeneltobilloqueleibaaimpedircaminarhastalacasa.Tras
evaluar la situación, se sentó en el suelo y rogó para que su yegua
regresaraalascaballerizasyalguiensalieraabuscarla.Perosusorpresa
fue mayúscula cuando, tan solo unos segundos después de su caída, vio
queunjinetecabalgabaatodavelocidadhaciaella.Ysumandíbulacasise
desencajaalcontemplaraSebastiánExpósitosaltardesupurasangrepara
arrodillarseasulado.
―¿Se encuentra bien? ―preguntó, con el ceño más fruncido que ella
habíavistonunca.
Eraunhombretangrandeque,inclusoderodillas,Florenciatuvoque
alzarlacabezaparamirarlealacara.
― Solo me he torcido un tobillo ―informó, antes de tenderle las
manos―.Ayúdemealevantarme,aversipuedoandar.
ElseñorExpósitolatomóporlasmuñecasytiródeella.Peroelagudo
dolor que le atravesó el pie la hizo doblarse al momento y volver a
sentarse.
―Nopuedo.
―¡Maldita sea! ―gruñó él mientras arrojaba su sombrero al suelo y
volvía a arrodillarse a su lado―. ¿A qué clase de estúpido se le ocurre
saliracabalgarbajolatormentaconunayeguaasustadiza?
Florencialefulminóconlamiradayapuntoestuvodedecirledóndese
podíametersuayuda,cuandoélcomenzóalevantarlelafaldadeltrajede
montar.
―¿Quéestáhaciendo?―jadeó,tratandodedetenerle.
―Nosehagailusiones―contestóirónico―,soloquieroversiseha
rotoelpie.
Apuntoderesoplardepurobochorno,Florenciadejódeforcejear.Al
momento,susmejillasseincendiaroncomonuncalohabíanhecho.Aquel
hombre era exasperante; cuando no era su indiferencia, su insolencia
hacíaeltrabajodesacarladequicio.
Contuvolarespiracióncuandonotócómolesacabalabota.Observando
la oscura cabeza inclinada sobre su pierna, sintió una especie de calor
extenderse por todo su cuerpo. En aquel momento agradeció haberse
puestounasmediasgruesasbajolasbotas.Peroaúnasí,cuandosuslargos
dedossecerraronentornoasupantorrilla,unlargosuspiroescapódesu
garganta.
―¿Duele?―preguntóél,observándolamientrascontinuabapalpándole
lapiernaconunalentitudangustiosa.
Florenciapestañeónerviosaalnotarsumiradagrisclavadanuevamente
enella.
―Sí ―mintió, porque de lo contrario tendría que reconocer que su
cercaníalasofocaba.
Élvolvióaarrugarelceño.
―Noestároto,perosíunpocohinchado―murmuró,colocándoleotra
vezlabotaybajandosufaldaconcuidado―.Serámejorllevarlaacasa
cuantoantesyqueguardereposoduranteunpardedías.
―Nopuedopermitirmeellujodeguardar...
Laspalabrasseperdieronensugargantacuandoseagachóasuladoy
lalevantóenbrazos,contantafacilidadcomosifueradepapel.Sucostado
y su cadera izquierda quedaron pegados al hercúleo torso del señor
Expósito.Untantoaturdida,sesujetóalfuertecuellomasculino.
―¿Quéestáhaciendo?
Élvolviólacaraenaquelmismoinstanteysusmiradasseencontraron
atansolounpalmodedistancia.Florenciasediocuentadequesusojos
noerandeltodogrises,sinoqueunaspequeñasmotasdoradasbrillaban
muy cerca de sus pupilas. Sus dedos se entrelazaron detrás del fuerte
cuellomasculinoy,sinapenasdarsecuenta,paseólamiradaporsurostro.
Su nariz, larga y recta, estaba bañada por pequeñas pecas doradas, fruto
deltiempopasadobajoelsol.Teníaunoslabiosgruesosquecasisiempre
estabanfruncidosenungestodeconcentración.Susrasgoserantajantesy
contundentes,comosihubieransidocinceladosenmármol.Estabasegura
de que no era mucho mayor que ella y, sin embargo, sus ojos parecían
afectadosporunaespeciedegravedadpropiadequienhacontempladode
frenteeldolor.
―¿Cuántos años tiene? ―preguntó, permitiendo que su curiosidad le
ganaralapartidaalaprudencia.
Sumiradapaseóporsucara;laestudiaba,aligualquehabíahechoella.
Pestañeóalgunasvecesantesdetragarcondificultad,comosilapregunta
le hubiera puesto nervioso. Aunque su expresión se relajó, tras unos
segundosdubitativo.
―Veintisiete―respondió―.¿Algúninteréspersonalalrespecto?
―Parecemayor―musitó,pasandoporaltosuinoportunapregunta.
ElseñorExpósitolaalzósinesfuerzosobrelamonturadesucaballo,
endondequedósentadaahorcajadas.Actoseguidomontódetrásdeellay
tomólasriendas,rodeándolaconsusbrazos.
―¿Cuántostieneusted?
Suvozsonótancercadesuorejaqueelalientolehizocosquillasenla
piel.
―Señor Expósito, a una dama no se le pregunta la edad ―contestó
irritada, girando apenas la cabeza, temerosa de que sus caras fueran a
chocarporlocercaqueestaban.
―Puesmenudatontería.
―Noestontería,escortesía―corrigió.
Élmurmuróalgoentredientesyagitólasriendas.Elcaballosepusoen
marcha y Florencia estuvo a punto de resoplar cuando su trasero se
resbaló en el cuero de la silla, hasta aplastarse contra la entrepierna del
señorExpósito.Elhechodequesutrajedemontarnollevasepolisónle
permitiótomarconcienciadeladestacadaprominenciadeaquellapartede
su anatomía. Menos mal que él no podía verle la cara, porque en aquel
momento era posible que se hubiera puesto de color escarlata. Los
enormesbrazosrozarondenuevosuscostadoscuandovolvióaagitarlar
riendas.Elcaballocomenzóatrotarsuavemente,yelmovimientolahizo
caer una y otra vez contra él. En aquella posición su cuerpo quedaba
abierto e indefenso. Entonces, una extraña y agradable sensación fue
propagándose por su vientre. La respiración se le agitó y su corazón
comenzó a bombear sangre muy deprisa. Jamás había sentido nada
parecido.Eracomosialgohubieraencendidounallamaensuinteriorque
lahacíadesearvolverseypegarsecompletamenteaél.«Oh,porfavor»,
suslabiosdibujaronaquellaspalabrasmientrascerrabalosojosybajaba
lacabeza,deseandollegaralahaciendacuantoantes.
La pesadilla terminó varios minutos después, cuando él detuvo el
caballo frente a la casa. Desmontó y alzó los brazos hacia ella para
ayudarlaabajarse.Todavíaagitada,Florencialeobservóconcuriosidad.
Acababa de descubrir que él evitaba su mirada porque también se había
turbado.Aquellarevelacióneratodaunasorpresaporunadoblerazón;no
sabíaqueloshombresseturbaran,ymuchomenosqueellafueracapazde
alterarunápicealinmutableSebastiánExpósito.
Absolutamenteregocijadaconlaideadeposeerelpoderdeaturdiraun
hombre, Florencia se dejó caer en sus brazos. Él volvió a alzarla y la
condujohastalacasa.
Elancianomayordomoabriólapuertaencuantoatravesaronelporche.
―¿Quélehaocurrido,señorita?
Florencialesonrióalcriado.
―Noesnada,Bautista,solounapequeñatorcedura.
Su tía y su madre no tardaron ni un minuto en presentarse en el
vestíbulo para cacarear a su alrededor, insistiendo en que la bajara al
suelo. Sin hacer el menor caso, el señor Expósito se encaminó hacia la
escalinataquesubíacaracoleandoalprimerpiso.Extrañamentedivertida,
Florencia se dejó guiar a través de los corredores del ala privada de la
familia. Con las manos alrededor de su cuello observó el perfil
concentrado de él, sin darse cuenta de que la conducía directamente a la
puertadesudormitorio.
―¿Cómosabecuálesmicuarto?―preguntó,frunciendoelceño.
Éllamiróporprimeravezdesdequehabíabajadodelcaballo.Susojos
brillaronantesdeestrecharlaconmásfuerza,apesardequenoseestaba
cayendo.
―Sinosepasaraeldíacontrolándomecomounvigíadesdesutorre,
notendríaniideadedóndeduerme,señorita.
Florenciaabriólabocapararesponderpero,alnoencontrarunabuena
réplica,volvióacerrarla.Nuncacreyóqueélfueraconscientedequele
observabatrabajarconloscaballosdesdesuventana,puesjamásmostró
ningúnsignodehaberlavisto.
Girandoelpomodelapuerta,elseñorExpósitocruzóelumbraldesu
cuarto con ella en brazos. Atravesó la estancia a grandes zancadas y la
depositóconmuchocuidadosobrelacolchadesucama.Florencialevantó
losojosylemiródearribaabajo.Allí,consugabánoscuroysusbotasde
montarcubiertasdebarro,enormeyrudo,seveíaencantadoramenteajeno
asumobiliariofrancés,alpapeldeflorespintadasamanodelapared,ya
la seda blanca del dosel. Los dos se miraron intensamente durante unos
segundosqueparecierondetenerseeneltiempo,hastaquelasvocesdesu
madreysutíaacercándoseporelpasillolesdevolvieronalarealidad.
―Bueno―murmuróéldandounpasoatrás―,creoquemitrabajoaquí
haconcluido.
Florencia se dio cuenta de que su mandíbula se contraída varias veces
antesdegirarseyencaminarsealapuerta.
―Graciasporirenmiayuda.
Suspalabraslehicierondetenersebajoelumbral.Losanchoshombros
deélcayeron,comosihubieraexhaladounlargosuspiro.
―Siempre estoy dispuesto a ayudarla, aunque no se dé cuenta
―respondió,mirándolaporencimadelhombro.
Actoseguidobajólacabezaysemarchó.
Laintensidadensumiradaleindicóquehablabaenserio.Sinsabermuy
bienporqué,surespiraciónseagitócomosihubierasubidocorriendolas
escaleras.Florenciapermanecióobservandolapuertahastaquesumadre
y su tía aparecieron, para no permitirle pensar nada más durante las
siguienteshoras.
Aquellanocheapenaslogródormir;ynoporqueelpieledoliera,sino
porquesucabezanodejabadedarvueltasaloocurridoduranteeldía.Por
unladoestabaelhechodequeelseñorExpósitolahubieraencontradotan
rápidodespuésdecaerse;antesdequesuyeguaregresaraalacuadra,y
mucho antes de organizar una búsqueda. Él había aparecido en el lugar
preciso en el que estaba, lo cual le indicaba que la había seguido en su
paseo. Tal vez preocupado ante la perspectiva de la tormenta, y
conociendoelcaráctertemerosodeCleo,lahabíaobservadoadistancia.
Aquella idea le provocó una especie de cosquilleo muy agradable en el
estómago;queSebastiánExpósitosepreocuparaporellaleproducíauna
extrañaalegríadifícildeidentificar.
Por otro lado, sus palabras no dejaban de acudir una y otra vez a su
mente. «Siempre estoy dispuesto a ayudarla, aunque no se dé cuenta».
¿Quépodíasignificaraquello?Alomejorquehabíatratadodeacercarse
y que ella, en su deseo por ser tan buena dirigente como su padre y
controlarlotodo,nolehabíapermitidoofrecerlesuayuda.¿Seríaposible
quefueraellaquienhubieralevantadobarrerasasualrededor,impidiendo
alosdemásacercarse?
Lasrespuestasatodassuspreguntasnotardaronenllegar:tansolodos
días,justoeltiempoquelellevócurarsedelatorcedurayregresarasus
tareasenlahacienda.Sesorprendióasímismadeseandovolveraveral
jefe de cuadras y averiguar el significado de sus palabras. Sin embargo,
Florenciaprontosediocuentadequelascosasnohabíancambiadoniun
ápice entre ambos: él seguía evitándola como la peste, incluso con más
ahíncoaúnqueantes,eimpugnandocadaunadesusórdenessinlamenor
transacción.Estabafrustradayenfadada,sobretodoconsigomisma,por
haberllegadoaconsiderarlaideadellevarsebienconél,ohastadeque
pudieranseramigos.
Florenciasediocuentadequeélsololaveíacomounatontamuchacha
deveintitrésañosincapazdegobernarsupropiavida.Aquellarevelación
la mantuvo varios días pensativa, preguntándose hasta qué punto la idea
del señor Expósito no sería cierta. Jamás la habían preparado para la
responsabilidaddeconducirunahacienda,niningunaotraempresa.Había
sido educada en un colegio de señoritas de la capital en donde los
conocimientos adquiridos estaban más relacionados con gobernar una
casaqueunnegocio.Tratandodeponersealdía,sepasabalasnochesenel
despacho de su padre con la cabeza enterrada en balances y estudios
empresariales. Tal vez por ese motivo no había sido más tajante ante la
insistencia de su madre por concertar su casamiento con el conde de
Aranda.
DonJoséFernandodeManriqueyLaraeraunconocidodesufamilia
que,traslamuertedesupadre,sehabíaofrecidoaayudarlesentodolo
queestuvieraensumano.Ysumadreletomólapalabra,ylamanoentera;
puesnotardóenfijarseendonFernandocomofuturoyerno,apesarde
ser muchísimo mayor que ella. Así, una vez que el luto familiar hubo
concluido,sumadreselanzóaunatenazinsistenciaparaqueaccedieraa
casarse. Y ella había terminado cediendo para que la dejaran en paz y,
porque en el fondo, precisaba de un compañero que la ayudara con su
pesadacarga.Aunquenohabíatardadoenarrepentirsedetaldecisión;por
unladoporqueelcondehabíademostradoserunpésimogestorconsus
propiasfinanzas,ydudabaquelofueraasermejorconlassuyas,ysobre
todo porque la idea de compartir la intimidad con don Fernando le
producíaunrechazofísicoatroz.
Haciendo un esfuerzo por sacudirse de la mente todos aquellos
pensamientosdesagradables,Florenciaregresóalpresente.Sí,ciertoera
que debía terminar con aquella situación y ordenar su vida, aunque por
dondeibaaempezaraponerordeneraporlascaballerizas.
La música del acordeón cesó, indicándole que había llegado el
momento de interrumpir la reunión de sus empleados. Inspirando con
fuerza el fresco aire de la noche, golpeó la fusta contra la palma de su
mano y reanudó su marcha hacia las cuadras. Los caballos comerían
piensoporqueellaeralajefayasíloconsideraba.Estabadecididaatomar
lasriendasdeunabuenavezy,sisuantisocialjefedecuadrasteníaalgún
problemaconaquelladecisión,podíalargarsepordondehabíavenido.
***
Sebastián Expósito sonrió por el comentario subido de tono que uno
delosmozosacababadehacer.Aqueleraunodesusmomentosfavoritos
del día; cuando todo el personal del exterior de la hacienda Gallardo se
reunía en torno a una hoguera a la entrada de las caballerizas. Los
hombressesentabanalrededordelfuegoparacalentarse,almismotiempo
quecompartíanhistoriasyalgúnpésimolicor.Además,sihabíasuertey
estabadehumor,Miguel,elancianoaperador,lestocabaalgunapiezacon
suviejoacordeón;justocomolohacíaaquellanoche.
Sebastiándiounsorboalfuertelicoryvolvióasonreír.Nosabíasiera
lasensacióndeperteneceraunsitiootalvezelfuertebrebaje,perosentía
quesilafelicidadexistíadebíaparecerseaaquelmomento.Nuncahabía
formado parte de nada hasta que llegó a la hacienda. Don José Antonio
Gallardonosololehabíapermitidoencargarsedesuscaballos,enloque
sindudaeraelmejorempleodelmundo,sinoquelehabíatratadosiempre
como a un hijo. Y aquello, para alguien que se había pasado la vida
saltandodeunorfanatoaotro,eraalgodeunincalculablevalor.
LapiezaqueMigueltocabaseterminóytodosaplaudieron.Depronto,
elsilencioseextendióportodoelgrupo,lasrisasseapagaronysuscaras
se tornaron serias. Sebastián regresó al presente y miró en la misma
direcciónquesuscompañeros.Entonceslavioaparecer,convariosdesus
mechonesnegrosondeandoalvientoysusojosazulesbrillandodeira,y
supo que la noche acababa de estropearse. Apretó los dientes y dio otro
tragoalvasodeardientelíquido.
―Muchachos, ¿podéis dejarme a solas con el señor Expósito, por
favor? ―dijo la señorita Gallardo, sin apartar los ojos de él. Aunque lo
pidióconcortesía,todossabíanqueeraunaorden.
Los hombres dirigieron sus inquietas miradas de uno a otro, pues
estaban al tanto de la tensa relación entre la hija del patrón y el jefe de
cuadras. Sin embargo, ninguno objetó nada antes de levantarse y
marcharseasusaposentos.
Sebastiánsequedósentadomirandoalfuego.
―¿Porquéhasdadoordendesuspenderelpienso?
No la miró ni por un segundo. Hacía semanas que aquella muchachita
buscabaunabuenapelea,yélnoselaibaadaraquellanoche;noselaiba
a dar nunca, en realidad. Simplemente porque había descubierto un
extrañoplacercuandolateníafrenteaél,enojadayapasionada.Ydespués
delpaseoacaballoconsusseductorascurvaspegadascontraél,noestaba
dispuesto a seguir jugando con fuego. Pues la hija del patrón quedaba
muy,peroquemuy,lejosdesualcance.
―Aloscaballoslessientamal―contestóconcalma.
La muchacha se acercó a él con dos largas zancadas. Llevaba una
sencilla blusa blanca y la falda gris de su traje de montar ajustada a su
cinturaconuncinturónnegro.Sulargamelenaoscuraibarecogidaenun
sencillomoñodelquesesoltabanalgunosmechonesqueleenmarcabanel
rostro. Parecía una visión quimérica: con su pálida piel bañada por las
sombrasdelasdanzantesllamas,ysusojosazulcobaltocentelleandode
furia.
―Hedadoordendereponerlo.
―No ―rebatió él, sosegadamente. Y con la misma tranquilidad se
levantó,decididoamarcharseyadejarlasola.«Dosnodiscutensiunono
quiere»,eraunagranverdadqueSebastiánllevabatiempopracticandocon
laseñoritaGallardo.Tiróelrestodellicoralahogueraantesdedejarsu
tazaenelasiento.Porélyapodíanirsetodosalmismísimoinfierno:ella,
sumadre,sutía,ytodalafamilia;incluidoelpobrecretinoconquienla
habíanprometido.
En cuanto le volvió la espalda, algo explotó dentro de Florencia. Sin
pensarenloquehacíalevantólafustasobresucabezayseabalanzósobre
él.
El afilado silbido de la vara de cuero hizo que Sebastián se girase de
inmediato. Con un rápido movimiento detuvo la mano de ella mientras
consubrazolibrelaaprisionabaporlacintura.Lainmovilizócontraél,y
endospasoslaarrinconócontralapareddelacaballeriza.
―Suéltame o… ―balbuceó Florencia con una extraña sensación de
aturdimiento.
Sebastiánbajólacabezaaunpalmodeladeella.
―¿Oqué?
―Tedespido.
Unacarcajadaroncaescapódesugargantaencuantolaobservóalzarel
mentón,orgullosa.
―Ahórreselo,porquedimito.
Florencia puso las manos sobre su pecho y le empujó con todas sus
fuerzas.Peronologrómoverleenabsoluto.Habíaenojoenlosojosque
la miraban, y furia en el cuerpo que la aplastaba con dureza contra la
pared.
―Yahoraqueyanosoysuempleado,voyadarleexactamenteloque
quiere ―continuó, acercando aún más su cara a la de ella―. Porque no
creaniporuninstantequenoesestoloquequiere,señorita.
Florencia supo que estaba en peligro en cuanto vio el acerado brillo
diabólico en sus ojos. Intentó protestar, forcejear para apartarle y
escabullirse.Peroentonceséllasujetóporlanucayaplastólabocacontra
la suya. Ella abrió mucho los ojos por la sorpresa. El beso comenzó de
una forma feroz, aunque al momento se tornó apremiante y apasionado.
Ella cerró los ojos, exhalando un largo suspiro. Sus cálidos labios se
movían ahora de una forma deliberadamente lenta, instándola a que
abrieralaboca.
Lafustacayóasusespaldasyunrendidosuspiroescapóporsunariz.
Florenciacedióalagradablecosquilleoquesentíaensuestómagoehizo
justo lo que le pedía el cuerpo: le rodeó el cuello con los brazos para
apretarse más contra él, e introdujo los dedos en los desordenados
mechonesdesunuca.Entoncesabriólaboca,respondiendoaaquelbeso
contodaelalma.
Nada de aquello debería estar pasando. Él debería estar dándole una
lecciónparaqueentendieradeunabuenavezqueerapeligroso,yquele
convenía dejarle en paz. Sin embargo, la señorita Gallardo tampoco
debería pegarse contra él como si la estuviera salvando de un profundo
abismo, ni mucho menos responder a sus besos de la forma en que lo
hacía. Sebastián nunca había saboreado nada tan dulce, jamás había
acariciado una piel tan sedosa ni había experimentado un deseo más
intenso. Un gemido escapó de la garganta de ella y eso le bastó para
perderelcontrol.Latomóenbrazossindejardebesarlaporunmomento
ylacondujoescalerasarribahastalapuertadesupieza.Labajódespacio,
dejandoquesucuerporesbalaraalolargodelsuyo.Ellaapartólacaray
miró a su alrededor, sorprendida de encontrarse en la parte alta del
cobertizo.
Sus respiraciones estaban igual de agitadas. Por un instante, Sebastián
recuperó la noción de la realidad y dejó caer la cabeza hasta posar su
frenteenladeella.
―Márchese a casa ―susurró, apartándole las manos de su cuello―.
Márcheseahora,onoresponderédemisactos.
Florencia escudriñó su rostro. Parecía afligido, pero sabía que estaba
tanexcitadocomoella.Aquelhombrelegustabamucho,laenloquecíapor
completo,enrealidad.Acababadedesordenarsuvidacomounhuracány
noleibaapermitirmarcharse.Volvióalevantarlasmanosycomenzóa
desabotonar su chaleco. El amplio pecho masculino subía y bajaba con
largas respiraciones mientras sus ojos grises le recorrían el rostro.
Continuó entonces con los botones de la camisa. Los anchos músculos
cubiertos de fino vello negro aparecieron frente a ella y el deseo de
acariciarlossobrepasócualquierremilgo.
―Déjameentonceslasrespuestasamí―contestóella,introduciendola
manobajosucamisayacariciandosupiel,calienteytersa.Sintióentonces
losviolentoslatidosdesucorazóncontraelpechoysupoqueyanohabía
vueltaatrás.
Lafuertemandíbuladeélsecontrajoysugargantatragócondificultad.
Guiadaporunaosadaemoción,Florenciasepusodepuntillasyposósus
labiosenellatentepulsodesucuello.Élexhalóunlargoyentrecortado
suspiroantesdetomarlaenbrazoseintroducirlaensucuarto.
En cuanto sintió la suavidad de sus labios en el cuello, Sebastián supo
que ya no podría detenerse. Cerró la puerta de un puntapié y la bajó al
suelo. Sin apartar los ojos de su cara comenzó a quitar uno a uno los
botonesdesucamisa.Estabasonrojadaysemordíaellabioinferiorenun
gesto endiabladamente seductor. Sus pechos aparecieron redondos y
plenos,cubiertossoloporlacamisolainterior,yoprimidosporelcorsé.
Él la había imaginado así cientos de veces, silenciosa y expectante. Pero
aquella imagen sobrepasaba cualquier fantasía. Era lo más hermoso que
habíavistojamás.Pasólayemadelosdedossobresuescoteyellagimió,
inclinando la cabeza hacia atrás. Sebastián aprovechó aquel movimiento
parabesarlaenelcuelloyempujarlahastasucatre,dondelosdoscayeron
enredadossobreeljergón.
Mientras le quitaba la ropa, Florencia sintió una repentina falta de
equilibrio.Sumundohabíacomenzadoadarvueltasenunadesconocida
espiraldeplacerquenodeseabadetener.Eracomosihubieraperdidoel
sentidodelarealidad,comosisoloexistieraelallíyelahora.Éldeslizó
subocaporsucuelloycondeliciosalanguideztomóunodesuspechos
entreloslabios.Florencialeagarrólacabezaconlasmanosysearqueó
contra él buscando un mayor contacto; quería tocarlo por todas partes,
ansiabaaferrarseasufuerzayfundirseparasiempreenél.
Lasprendasderopafuerondesapareciendounaaunaymezclándoseen
el suelo del cobertizo. Las manos de Sebastián trataban de abarcar cada
porción de tersa y cálida piel. La acariciaba con una seriedad reverente,
disfrutando de cada gemido de placer que escapaba de la garganta
femenina.Estabatanexcitadoquepodríaestallarconelmínimoroce.Las
pequeñas manos de ella recorrían frenéticas su pecho y sus brazos. Se
contorneabacontraél,tratandodeabrazarleconpasión.Nerviosa,ellase
mordió el labio inferior, y aquel gesto le volvió loco otra vez. Con un
ronco gruñido, Sebastián reclamó su boca con un húmedo y hambriento
beso. Introdujo una mano entre sus muslos y comprobó que estaba tan
preparadacomoél.
Sealzósobreellaapoyandolasmanosaambosladosdesucabezapara
no aplastarla con su peso. Su pequeño y cálido cuerpo temblaba y se
retorcía debajo del suyo exigiéndole satisfacción. Con los ojos
centelleantesdeanhelo,Sebastiánobservósurostrodetenidamente.
―Dimequepare―susurró,jadeante―.Dimequepare,yloharé.
Con un tembloroso suspiro, Florencia levantó la cabeza y le besó de
formaapasionada.
Apretando los dientes, Sebastián la tomó por las caderas y la penetró
lenta y firmemente. Una a una fue traspasando las barreras de su
inocencia,hastaquelosdosterminaronmeciéndoseenelestrecholímite
endondeelcorazónmandabaylarazóncesaba.Elmundoenteroacababa
decambiar:eldeSebastián,quenopodríadetenersehastareclamarparasí
loquemásanhelaba;yeldeFlorencia,queacababadedescubrirqueaquel
momentojuntoéleratodocuantonecesitaba.
***
Miépocafavoritadelañohallegado.Alfinestamosendiciembre,yno
esningúnsecretoqueadorolaNavidadytodoloquesignifica:luz,amory
paz.Eselmomentodevolveraempezar,deredimirnuestroserroresyde
perdonarlosajenos.Peseaquelossereshumanosdeberíamossersiempre
amables, me alegra que exista un tiempo en el que estemos obligados a
amar.Yalosquemásconvienerecordarestedeberesanuestraclasealta,
nomuydadosapreocuparseporlosproblemasdesussemejantes.
Sinembargo,enestaocasióndebemoslamentarqueunodelosmiembros
másdestacadosde«laAlta»loestépasandomal.Nuestroestimadoconde
deAranda,donJoséFernandodeManriqueyLara,hatenidoquealquilar
su palacio en la capital y trasladarse a su propiedad de Valladolid,
apremiado, según las malas lenguas, por sus apuros económicos. Desde
que la señorita Florencia Beatriz Gallardo de la Cruz cancelara su
compromiso a principios de verano, Su Ilustrísima parece no levantar
cabeza.
Mientrassuex-prometidoserefugiaenelbellopaisajedelameseta,las
noticiasquenosllegandelaseñoritaGallardonopodríanhacernosmás
felices.Sialguiensepreguntabasilosairesrepublicanosllegaríanhasta
las elevadas cumbres sociales, nuestra estimada heredera nos demuestra
quenosolohanllegado,sinoqueleshancaladohastaloshuesos.Según
serumorea,doñaFlorenciasecasaráenunaceremoniaíntimaelpróximo
díadeNochebuenacondonSebastiánExpósito,unapuestoempleadodesu
hacienda. Hasta ahora conocíamos las románticas historias de los
folletinesenlasqueelseñorseenamoraysecasaconlasirvienta,pero
¿podría ocurrir esto en la vida real? Y lo que es aún más
arrebatadoramenteinteresante,¿podríasucederalainversa?
Esperemosqueelañonuevonosregalerespuestasymuchasmásnoticias
extraordinarias. Hasta que llegue el momento, a esta que les escribe tan
sololequedadesearlesunafeliz,ymuyrománticaNavidad.
GacetadeSociedaddelaSeñoraBalagaster,
1dediciembrede1873
Erroresdelpasado
EvaGilSoriano
Hacía seis días que había recuperado su libertad, había alquilado un
cuartopisosinascensorynoteníalamenorideadequéhacer;delanoche
alamañanasuvidahabíadadoungirodecientoochentagradosyhabía
perdidotodoloquemásamabaensolounsegundo.
Miguelcaminódeunladoaotroporelsalónapenassinamueblarhasta
queacabómirandolaoscuridaddelanocheatravésdelaventana.
Habíapasadolosúltimostresañosenlacárcelporunterribleerrorque
nosolohabíaacabadoconsulibertadsinocontodasuvidatambién.
Tenía un negocio próspero construido a los veinte años. Una novia
fabulosa que le amaba tanto como él a ella. Había estado pensando en
pedirle matrimonio en cuanto comprase una casa para ambos. Marta le
habríadichoquesísindudarlo,habíanestadocuatroañosjuntosyhabían
planeado formar una familia en cuanto les fuera posible. Ahora estaba
todo perdido; cuánto desearía poder hacer regresar el tiempo, volver a
aquellafatídicanocheycambiarsudestinoyeldeotrasmuchaspersonas
quesehabíanvistoimplicadasporsuinconsciencia,suinmadurez…
Fueunanochedejuergaconsusamigos,sinhaberdormidoyconunos
cuantosmojitosenelcuerpo.Nofuelamejordelasideascogerelcoche
después;unaccidenteenelqueperdiólavidaunancianoquepaseabaasu
perro, le marcó para siempre. Apenas recordaba nada pues perdió el
conocimiento tras el choque y despertó en el hospital. Flashes del
accidentecruzabansumenteylasimágenesselemezclabanformandoun
horrendorompecabezas.Martalecogíadelamanomientrasleexplicaba
la tragedia ocurrida y no supo por cuánto tiempo lloró amargamente.
Todos sus planes acababan de irse al carajo. Él no era un asesino, sin
embargo,mesesmástarde,leacusarondehomicidioinvoluntario.
Necesitóayudapsicológicadurantemásdeunañoparapodersuperarlo.
Su negocio se vino abajo y su novia… Se vio obligado a abandonarla
aunque ella no quería dejarle. Quizá solo era el deseo de castigarse a sí
mismoporloocurrido,noestabaseguro,peroMartasemerecíarehacer
su vida con un hombre completo y él ya no se sentía así, solo era un
hombreamedias,destruidoysinfuturo.Lohabíaarruinadotodo.
***
A día de hoy, ya había superado lo sucedido y no se arrepentía de
haberdejadoaMartaapesardeestarenamoradodeella.Noteníadinero
para una casa, ni negocio ni nada que ofrecerle. Además, era un ex
convicto, eso estaba muy mal visto. A la gente no le preocupaba si eras
culpable,inocenteosimplementesihabíascometidounerror.No,lagente
soloescuchabaquehabíasestadoenprisiónytedabanlaespalda,comosi
yanomereciesesseguirviviendo.
Cambió de barrio, pues no quería que sus vecinos lo señalaran y
murmuraran«miradaltipoquesecargóaunpobreancianoporconducir
borracho».Lecostómuchashorasdeterapiaaceptarloyyahabíapagado
porello,aunqueeraconscientequelavidadeaquélhombrenoregresaría
jamásysufamiliatampocoleperdonaría.Todavíarecordabalascarasde
aquella gente durante el juicio. Solo pudo echarles una mirada y bajarla
despuéshastaelsuelo,paranovolveralevantarlamás.Nadapodíahacer
ya,teníaquetratardeseguiradelante.
Desde el primer momento en que había salido de la cárcel había
deseado ir a ver a Marta pero no lo había hecho, le daba terror lo que
pudiesepensardeél.Recordabasuslágrimascuandodecidióacabarcon
larelaciónyapartirdeahísenegóaverlacadavezqueibaavisitarle.
Debíadeestarresentidaconél,seguramenteleodiabacontodasualma.
¿Pero qué podía haber hecho? Ella se merecía todo y él ya no podía
dárselo.Quizáconeltiempoenlugardeodiarlehabíaentendidoporqué
lo hizo y hasta le daba las gracias por haberla abandonado. Era muy
posiblequeMartahubieserehechosuvida,eratanguapaysimpática.Los
hombres se quedaban mirándola allá a donde iba y él siempre se había
sentido orgulloso de ser su novio, de que fuese suya. La amaba tanto y
sabía que cualquier otro hombre podría haberla enamorado en su
ausencia.
Sacudiendolacabezasealejódelaventana,fuehastaeldormitorioyse
acostó de espaldas sobre la cama. No tenía derecho a torturarse de ese
modo,habíasidoélquiendeseóqueellacontinuaraconsuvida,ahorano
tenía por qué quejarse. No, por supuesto que no se quejaba, no tenía
ningunaintencióndevolverconella,sinembargonopodíaapartarlade
sumente.Cadadía,horayminutoMartaestabapresente.Ellahabíasidosu
tabla de salvación en los momentos más negros durante su estancia en
prisión. La imagen de su rostro sonriendo, las palabras susurradas al
oído…«Marta»,suspirósunombreysequedódormido.
***
Miguel se levantó temprano para asistir a dos entrevistas de trabajo
quelehabíaconseguidounasistentesocial.Fuehastaelbañosediouna
ducha rápida y se vistió con unos vaqueros y una camisa gris marengo.
Esperaba tener suerte, dar buena impresión y conseguir uno de esos
puestos.YdespuéssepasaríaporcasadeMarta,necesitabaverla,aunque
fuese un segundo, echarle una sola mirada y se marcharía, no tenía
intencióndeacercarse.Sabíaquehabíaperdidotodossusderechoscuando
la dejó libre, no obstante ansiaba saber cómo estaba; ese deseo le
carcomía y no podía dejarlo pasar un día más. Esperaba que todavía
viviera en el mismo lugar pues no había querido preguntar a su familia
porella,sesentíaavergonzado,yanoeradignodeella.
Horas más tarde la desazón hacía presa de él. No tuvo suerte con las
entrevistas,apesardequeledijeronqueenunasemanapodríanllamarle,
sabía que no lo harían. Lo había visto en sus ojos, en el modo de
expresarse.Laesperanzaqueteníadelograrcomenzarunavidasehacía
cadavezmásescasa.Noobstante,nodebíacaerenelpozodenuevo,quizá
elasistentesocialpodríaconseguirleotra.
Ahoraesperabatenermássuerteensusegundamisión:veraMarta.
Miguelcaminabaporlaavenidaconlasmanosmetidasenlosbolsillos
de sus vaqueros. Una ligera brisa agitaba su pelo descuidado y un
escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba nervioso, muy nervioso. No tenía
intencióndehablarconella,niquelevierasiquiera,solodeseaba…ahora
noestabasegurodeloquedeseaba,peroteníaqueir.
Cuando llegó hasta su portal se ocultó tras un cartel publicitario y
esperó a que Marta saliese o entrase a su casa. La ansiedad se estaba
apoderandodeél;mirósureloj,marcabanlasdoceymedia,noteníala
menorideadecuálesseríansushorarios.Nosabíasiseguiríatrabajando
enelmismolugar.
Mientrasesperabarecordósurostrounavezmás.Habíasoñadotantas
veces con su cuerpo envolviendo el suyo, con la suavidad de su piel
rozando la suya, el placer, el éxtasis alcanzado juntos. Aquellas cálidas
noches,eranyatanlejanas…
Seapoyóalcartelyseencendióuncigarrillo.Habíaadquiridoelhábito
de fumar en la cárcel, tal vez para combatir la ansiedad o simplemente
porquetodoelmundofumabaallídentro,noteníalamenoridea.
Había perdido la noción del tiempo cuando la vio salir. Sus ojos del
colordelasavellanastostadas,suscejaspinceladas,suslabiosrosadosy
suaves…Nadahabíacambiadoenella,seguíaestandopreciosa.
Laobservócolocarunmechóndesucabellotraslaorejaycolgarseel
bolsodelhombroderecho.Entoncesdiounpasoensudirecciónyélse
ocultódeinmediatoparanoservisto.
***
Debíadeserunaalucinación,pensóMarta,pueslehabíaparecidover
a Miguel escondido tras ese cartel publicitario. Seguro que era su
imaginaciónqueleestabajugandounamalapasada.Nopodíaserél.¿Por
quéibaaestarfrenteasucasa?Aúndebíaestarencerrado.
A pesar de sus dudas, caminó hacia allí. No supo por qué, pero algo
tiraba de sus pies, la hacía avanzar hasta que llegó y paró de pronto. Sí,
alguien había allí escondido y la esperanza de que fuese Miguel la hizo
cometer la imprudencia de rodear el cartel y mirar quién era. Cabía la
posibilidaddequefueseunacosadorounasesinoacechandoasupresa,
peronoleimportó.
Al instante se llevó la mano a la garganta por la impresión. No podía
ser, todavía no había cumplido toda su condena. ¿Era posible que le
hubiesendejadosalir?¿Seríareal?
Martalemiródearribaabajorecreándoseencadapartedesucuerpo.
Tenía los hombros más anchos, debió de haber hecho ejercicio, pensó,
perosurostro,algomásdelgado,hacíaquesusfaccionesseviesenduras.
Su pelo cubría las orejas y su nuca. Nunca lo había llevado tan largo.
Estaba muy cambiado pero era Miguel. Era él y estaba allí. Alzó la otra
manoyleacariciólacaratiernamentemientrasríossaladosrodabanpor
susmejillassinpoderevitarlos.
―Nollores,porfavor―imploróél.
LamaravillosasonrisadeMartamezcladaconlossollozosledesarmó.
Solo había querido verla una vez, asegurase de que estaba bien, pero
ahoraquelateníafrenteaélibaasermuydifícilrenunciar.
―Mealegrotantodequeestéslibre.Dequeestésaquí.
―Nodebíhabervenido.
―¿Porquéno?
―Notengonadaqueofrecerte,loperdítodo.Mesientovacío.
―Esonoescierto,metienesamí.
―¿Deverdad,noestásconnadie?
―Teheestadoesperando.
―Nodebistehacerlo.
Martasinpoderretenersumiradapormástiempoladesvióyjuntósus
manosinquietasensuestómago.
―¿Todavíameamas?
―Nunca he dejado de amarte ―respondió―, tu recuerdo me daba
fuerzasparacontinuarviviendo.¿Ytú,meamas?―preguntóinseguro.
―Cómo puedes dudarlo siquiera. Volveremos a empezar,
construiremosesavidaconlaquehabíamossoñado.
―No será fácil cariño. Esta misma mañana me han rechazado en dos
entrevistasdetrabajoyhetenidoquecambiardebarrio.
―Yotengotrabajo,notepreocupesporeso.Yaencontrarásalgo,date
tiempo,acabasdesalir.
―Yo… te abandoné. Nos dijimos palabras muy duras. ¿Has podido
perdonarme?
―Oh,Miguel,noestabasbieneneseentonces.Séquehasidomuyduro
para ti, no tengo nada que perdonarte. Juntos saldremos adelante,
lograremoscualquiercosa.
―Marta…―murmuró.
Miguel no pudo contenerse por más tiempo. Acortó la poca distancia
quelosseparabaylatomóensusbrazos.Inclinósucabezayseapoderó
desuslabios.Avasallósubocaconlapasiónreprimidadurantetreslargos
añosyMartasedejóllevarporesapasión.TomódelamanoaMiguelyle
arrastró hacia el portal. Se volvieron a besar allí, pegados a la puerta
mientrasellapeleabaconsubolsoparasacarlasllaves.
Aduraspenaslograronllegarhastaelpisodeellaconlaropatodavía
puesta. Fueron hasta el dormitorio y allí dieron rienda suelta a sus
sentimientos.Miguellesacólacamisetaporlacabezayamasósuspechos
conambasmanosmientrasMartadesabotonabasucamisayacariciabasu
durotorso.
―Noheestadoconningúnotrohombre.
―Niyoconningunaotramujer―afirmósonriendo.
Ambossedeshicierondelospantalonesydelaropainteriorycayeron
sobre la cama envueltos en un torbellino de emociones, pasiones y
sentimientos.Enredaronsuscuerposyseposeyeronmutuamente.
El pasado se hizo presente y los dos olvidaron que habían estado
separados.Olvidaronloserroresdelpasadoparaempezar,apartirdeahí,
unavidajuntos.
Unmilagropornavidad
IsabelKeats
Laslucesintermitentesdecoloresqueadornabanelgigantescoabeto
navideñoeranlaúnicanotaalegreenelinmensoysolitariovestíbulodel
HospitalUniversitario.
―Hola,Sarah,¿cómololleva?
Laenfermeraregordetaqueestabadeguardiadetrásdelmostradorde
recepciónseencogiódehombros,altiempoquehacíaunamueca.
―Bueno, doctor Wells, hago lo que puedo. Acabo de hablar con mi
maridoymishijosparadesearlesunafelizNavidad;estánapuntodedar
lasdoce.Yusted,¿nocelebrabalaNochebuenaconsufamilia?
Eldoctorleguiñóunojoycontestó:
―He cenado con ellos en casa de mis padres, pero no quería que
nuestroángelmisteriosopasarasolounafechatanseñalada.
―Tiene usted un corazón demasiado grande para ser médico. ―La
enfermerasacudiólacabezacondesaprobación.
Al oírla, el doctor Wells echó la cabeza hacia atrás y lanzó una
carcajada.
―Pensé que tener corazón era un requisito indispensable para un
médico―replicó,divertido.
―Yoséporquélodigo―fuesuenigmáticarespuesta―.Ande,ande,
vayaaverla.Comopodráimaginar,suqueridoángelnosehamovidode
susitio.
Sarah Blake observó alejarse por el pasillo la imponente figura del
médico.Noeraunhombreguapo,peroteníaunahermosasonrisacapaz
de calentar el corazón más hostil. El doctor Wells era su favorito; en
realidad,elsuyoyeldemediohospital.Apartedeserunodelosmejores
profesionalesconlosquesehabíatopadoensulargavidalaboral,erala
personamásempáticaytiernaqueconocía;dabafedeellolacantidadde
regalos que recibía de pacientes agradecidos, la mayoría de los cuales
repartía,generosamente,entreelpersonaldelhospital.
AjenoporcompletoalosamablespensamientosdelaenfermeraBlake,
eldoctorsedirigióagrandeszancadasendirecciónalahabitación211,
aunqueenrealidadnoteníaporquéapresurarse;supacientenosehabía
movido, allí seguía tumbada boca arriba sobre la cama del hospital. En
realidad,hacíamásdeseismesesqueyacíainmóvilenesamismacama.
HenryWellsrecordabamuybienlanocheenlaqueunceladorempujó
la camilla por la puerta del quirófano de urgencias con ella encima,
gravemente herida. Al parecer, un coche la había atropellado y se había
dado a la fuga. Había sangre por todos lados. Había hecho todo lo que
estuvoensumanoymásaúnparasalvarlelavida,ytrasvariashorasde
luchaextenuantelohabíaconseguido;sinembargo,lajovenaúnnohabía
recobrado la consciencia. La policía había investigado, claro está, pero
ella iba indocumentada y no habían conseguido localizar a ningún
pariente.Nisiquierasabíansunombre.
Henrylallamaba«suángelmisterioso».
Desdeluegoteníaelaspectodeunángel.Lalargamelenarubiacaíaa
ambos lados de su pálido rostro y con su nariz, pequeña y recta, los
pómulos muy marcados y esos labios gordezuelos, parecía una de
aquellas imágenes que Henry Wells contemplaba, embelesado, en las
vidrierasdelaiglesiaquefrecuentabacuandoeraniño.
―¡FelizNavidad,Ángel!―saludóconsuvozprofunda,altiempoque
rodeabaunadesusfrágilesmuñecasparacomprobarsupulso.
Estaba muy delgada, pero era lógico. Llevaba demasiado tiempo sin
cambiardeposturayalimentándoseúnicamenteconsuero.Elmédicose
inclinó sobre ella, le abrió los párpados y con una pequeña linterna que
llevabasiempreencimacomprobóelestadodesuspupilas.
Nada.
―Enfin,mipequeñoángel.Veoquetodosigueigual.
Henryacercóuntabureteysesentójuntoalacama.Volvióatomarlade
la mano y siguió hablando sin dejar de acariciar sus dedos, largos y
delicados. Para Henry Wells, aquello se había convertido en un ritual
insoslayable. En cuanto finalizaba su turno se pasaba por aquella
habitación, se sentaba a su lado y le relataba lo que le había ocurrido
durantelajornada;lehablabadesuspacienteso,incluso,desussueñosy
esperanzas más secretas. A veces no podía evitar burlarse de sí mismo;
quien le viera, se decía, pensaría que era un tipo raro, sin amigos ni
parientes. Pero ese no era el caso; simplemente, le encantaba la paz y el
bienestarqueseapoderabandeélencuantolatomabadelamano.Deun
tiempo a esta parte, su mayor temor era que llegara el día en que
trasladaranalabelladesconocidaaotrolugarparadisponerdelacama.
De repente, las campanas de la iglesia que había junto al hospital
empezaronatañer.Henrydejódehablaryescuchóconlosojoscerrados,
hastaqueseapagóelecometálicodelaúltimadelasdocecampanadas.
―Bueno,porfinesoficial―anunció,alegre―.¡YaesNavidad,Ángel!
Abriólospárpadosdenuevoysediocuentadequeunosgrandesojos
azulescontonalidadesvioletaslomirabanconfijeza.
―Me...llamo...Martha.
Laspalabrassalieroncondificultaddesugargantaásperayrasposapor
lafaltadeuso,perolasonrisacasiimperceptiblequelasacompañóhizo
que el corazón de Henry diera una voltereta en su pecho. Sin poder
contenerse, apretó un poco más la mano que sostenía entre sus dedos
temblorososyledevolviólasonrisa.
―Martha...―paladeósunombrecondeleite,antesdeperderseenlaluz
celestialdeaquellamirada.
***
―Y así fue como nos conocimos vuestra abuela y yo. Cómo veis,
aquelsíquefueunauténticomilagrodeNavidad.
Henry terminó la historia con su frase habitual; sus nietos, por otra
parte,nolehabríanpermitidocambiarniunacomadeaquelemocionante
relatoqueelabuelolescontabatodaslasNavidadesencuantoterminaba
desonarlaúltimacampanadaenelantiguocarillóndelvestíbulo.
―¡Otravez,abuelo,cuéntalaotravez!
Marthaysumaridointercambiaronunasonrisacargadadeternurapor
encima de las cabezas rubias de sus cuatro nietos. El ritual no variaba
jamás,asíque,resignado,Henrydiountragoalvasodeaguaquehabía
sobrelamesita,carraspeóunpardevecesycomenzódenuevo.
Micondena
ChrisAxcan
Se libra una guerra en mi interior, intereses contrapuestos que hacen
queluchecontramímisma.Pocaspersonassoncapacesdelibrarelreto
de conocerme, pocas personas llegan al interior de este bulbo que se va
descubriendo capa a capa. Sé que son demasiados los escudos que
protegenelalmadeestamujersolitaria.
Ahora me siento a pensar, con el sol de la mañana colándose por la
ventana,mipelocaobaalborotado,yunaviejacamisetaque,apesardel
aspectoagasajado,medanunaaparienciaatractiva,sinropainterioryel
cafésobrelavitro,calentándoseafuegolento.Estoyconvencidadequees
elmomentodeempezardecero,comounapáginaenblanco.Meinvaden
los pensamientos y en la nebulosa de mi mente, además de su imagen
aparecen otras, pero hay una que se repite, mas sí, quiero sexo, quiero
disfrutar la vida, quiero divertirme y quiero libertad, pero busco mi
felicidadynoquemehagandisfrutar.Medoycuentadequetantasoledad
me está agriando el alma. Sé que tanta lucha, que tanto sufrimiento, han
sido en vano. Jamás tendré paz, y entre esos pensamientos se cuela una
sonrisa,lasonrisaquemecautivóhaceunosdíascomounecodelpasado;
yséquefueronunosinstantes,pocaspalabrascruzadasconél,perohay
algoensusojosquemeatraecomoantaño,quemellamaabucearenel
interiordesumente.Hayalgoenélquemehacepensarenpecado.Yese
imánsecuelaentremispensamientosconfusostrayendoluz.
Rayosycentellas,fuertestruenosmedespertaronalalba,prácticamente
denocheenelcielo,pequeñoshacesdeluzanuncianeldespertardeldía
conlasgotasdelluviaqueresbalanporloscristalesdelasventanas,aún
conlosojoscerradosysinencenderlaluz,medeslicéporlacasa,instinto
y conocimiento que me movían en la oscuridad hasta llegar a la cocina,
asomandoalbalcónparaverlosrayosdeluzqueiluminabanelcielo.
Uncaféconlechebiencargadoparadesperezaryempezarconenergía
eldíaqueaúnnohabíacomenzado,allí,depie,contemplandolatormenta
quetantoamaba,cálidatormentadeprimavera,enfurecidaenelcielo...y
sinpensarlomepuseunospantalonescortos,unacamisetaajustadaami
cuerpo, vieja, casi raída por el uso y calcé mis botas apretando los
cordones; frente al espejo recogí mi pelo azulado en una coleta y sujeté
losmechonesmáscortoscongrandeshorquillas,elmp3encerradoenlos
bolsillosdelpantalónyloscascosenlosoídos,saquélallavedecasadel
llaveroylaintrodujeenelbolsillo;nisiquierapenséenqueibaaacabar
calada hasta los huesos mientras bajaba en el ascensor, escondiendo el
cabledeloscascosbajolacamiseta.
Salíalacalleymedirigífueradelaciudad,conpasolento,trotandoal
viento en ese deporte que muchas practican, una carrera acompasada,
manteniendo la respiración al paso de la música que rebotaba en mi
cabeza,elvolumenaltoaúndejabaquesecolaranlostruenosenmisoídos
y el frenesí me hacía seguir corriendo. Una vez en el polígono tomé el
camino que suelen usar los asiduos de este deporte y me dirigí por un
carril destinado a ello, sin pensar a dónde iba, sin pensar dónde me
llevaban mis pies, simplemente me dejé llevar en ese paso acompasado,
mirespiraciónerabuenayelritmotranquilo.
Carrerasolitariaporlasafuerasdelaciudad,elaguacalandomicuerpo
conelmp3escondidobajoelpantalón,guardadoenunafundadeplástico
para que no se mojase y mis pies chapoteando en cada charco que se
cruzabaenmicamino.Sinpensar,sinsentir,sololamúsica,lalluviayyo.
Una sensación de estar conmigo misma, sola con mis pensamientos que
hacía mucho que no sentía, esos pensamientos por fin eran de paz, de
tranquilidad. Hoy me he despertado sin importarme lo que pase, sin
importarmelasoledadoquesopleelviento...Hoymehedespertadolibre
yobservoenelcielounpájarovolar,mispiesnoparanysientoquesoy
como ellos, hoy sí soy el ave libre que voló del paraíso para sentir el
mundobajomispies,parasentirquepuedobajaraélcuandoquiera,que
puedohuirdeélcuandolodesee.
Pasa el tiempo y mis pies no dejan de moverse bajo la lluvia, el tedio
empieza a apoderarse de mi cuerpo y decido regresar sobre mis pasos,
desandarelcaminoandadomientraselcielonoamainaylalluviasigue
mojándomeporcompleto.Laropapegadaalcuerpoylasensaciónnoes
de cansancio, no siento cansancio si no energía en mí, fluye como los
rayosenelcielo,meinvadesintiendolafuerzadeenfrentarloquevenga,
truenos,rayosocentellas,medaigual,nomeimportasentirloquesea,
nomeimportasinopuedoolvidaroempiezoasentirdenuevo,hoyno
me importa nada, hoy soy un ave libre con las alas al viento, mojadas,
pero desplegadas al firmamento. Y una imagen titila en mi mente, la del
aquelhombrequeconocí.Salvajementeatractivo,brutalmentesexualcon
esaauradepurosexodescomunalqueloacompaña.Medetengoyalzola
miradaalcielopreguntándomecuandolovolveréaver.
Entonces, él aparece corriendo en mi dirección y reduce la velocidad
hastadetenersecompletamenteysemequedamirando.
Intentaba recuperar la calma cuando el nerviosismo en el cuerpo se
acumula de golpe, quizás solo era una mala pasada de la imaginación
humanadeestecuerpo,perorealmentehabíasentidoagolparselasangre
enelcerebro,elverdaderomiedoaloirreparablequeseescondíaenla
noche.Eracomounzumbidobajo,casiinexistenteperolatente.
Sintiendo las palpitaciones del corazón en la sien, me invadieron los
pensamientos,lalocuradeldeseodesucuerpo;desentirsusmanospor
mí. Y me dejo arrastrar por la corriente de pensamientos de otra vida
pasada. La vida que se escurrió entre mis dedos sin dar cuenta de ella
cuandoderramélágrimasdesangreporunamordesmedido,desmerecido
cuando existió un precio por las caricias que suplicaban los anhelos del
corazón.
Devaneos de la mente cuando funciona a ritmo frenético, de nuevo el
corazón agitado en el pecho. No quería verle, pero no podía resistir la
tentacióndecorrerasusbrazos,depreguntarlequébuscabaenmediode
lanoche,decruzarpalabrasconsolounamirada.Tuvequecontenermey
emplear mi arduo entrenamiento de guerrera para no sucumbir al deseo
arrollador.
¿Dóndeestabas?
¿Porquéahora?
¿Sabesloquesufrísinti?
¿Nosrecuerdas?
Esas preguntas que surgen del pasado como un eco de sufrimiento
tiranizan mi cabeza robándome el aliento. Mi corazón se estremece y
empieza a latir enloquecido. Miro al caído frente a mí con inquietud,
escondiendotodosentimientoyvelandomiestado.
Pocas veces me quedo sin palabras, pocas veces permanezco sin decir
nada, cuando los silencios duelen como puñales... ¿qué decir? ¿Qué
contarlesisabesquenovaaencontrarrespuesta?Ymuerodeganaspor
decirlequemeapeteceestarasulado,quequierodecirle«soyyo»,nada
más allá de dejar que el tiempo pase y tener la oportunidad de poder
conquistarsucorazón,oalmenosintentarlo.
Pero¿serálomismo?Claroqueno.Yanosoyhumana,soysuigual.
Denadavalenlaspalabrascuandoseobtieneporrespuestaelsilencio,
denadavalenlaspalabrascuandonohallasnisiquieraelconsuelodela
esperanza. No hay peor sensación que la de amar y odiar a la vez, el
sentirtecomounpapelquevuelaporlacalleantesusojos,intentandoser
visto pero permaneciendo invisible y por dentro desgarra la sensación,
pordentromataelquererllamarsuatenciónynopoder,nosabercómo
llegar a él sin que se quiebre el halo de nuestro pasado común y del
olvido.
Raziel, el arcángel que me permitió poder estar en la Tierra tras mil
años en el infierno, me impuso esa condición. Pero ¿por qué? Él es la
mismísima sabiduría, todos sabemos que él puede ver la verdad. ¿Qué
vería? He ahí mi gran dilema, he ahí mi gran pena... la angustia y la
impotencia de ni siquiera saber cómo actuar, qué hacer para librar esta
batallaquemepresentalavidamientraselmiedomedomina.
Alejé esos pensamientos de mí replegando a la vez las alas en mi
espalda. Despunta el sol del alba entre nubes cargadas de lluvia que se
alejan,estiromicuerpoenunmovimientocasual.
Mediosonríoalcaídorelajandomiexpresión.
―¿Tehasperdido,ángel?―meburlédescaradamente.
Me prohíbo pronunciar su nombre angelical, eso delataría que le
conozcoyprovocaríapreguntasalascualesnopuedoresponder.
Bajé la mirada por su cuerpo macizo y espectacular donde la ropa se
pegabaasupiel.Elbultodesupantalónmehizoapretarlosdientes.Una
ola de deseo me invade despertando sensaciones palpitantes en mi sexo,
revolucionandomisistemanervioso.¡Jodidoenvoltoriohumano!Pasola
lengua por mis labios, hora de volver a casa antes que acabar saltando
sobreélydisponerdeloquemásansiaba.
Él se queda con una expresión extraña como queriendo recordar lo
imposible,jamáshallaríaloqueselefueborradodesumemoria.
Esnuestracondena.
―No―respondefinalmente―.Nomeheperdido,peroparecequemis
pasos me han llevado hasta ti. ¿No es eso casualidad? ―me pregunta
recobrandolacompostura.
Sonríeysientoquemederrito.Nocreoenlascasualidades,tengoganas
dedecirle.Nopuedoacercarmeaélymenostocarle.
―Sí―meobligóaresponderconindiferenciaymedoymediavuelta
dándolelaespalda―.Yanosveremos,ángel.
―¿Notequedasunpocomás?
Su pregunta me sorprende, me enternece y me dan ganas de agitar las
alasdepurodeleite.
―Debovelarpormisprotegidos―lerecuerdo,cadaángelenlatierra
tienesumisiónyéllosabe.
Esnuestrotrabajo.
―¿Nosvolveremosaver,mibellosueño?―Micorazónsedetienepor
elapodocariñosoqueacabadesurgirdeentresuslabios.
Asímellamabaantaño,lemirósobremihombro.
―Siguetucamino.―Laadvertenciaenmivozledetienedeacercarsea
mí.
Lonotódudaruninstanteycaminodevueltahacialasoledaddemicasa
conelcorazónrotoysuinsistentemiradasobremí.
Micondenaesamarteporlaeternidadyquenonosrecuerdes.
Noerayo.
Noesamíaquienduele,esmialmalaquellora.
Nosoyyoquienllora,eselpasadoqueduele.
Noerayo,eramicorazónquemerevestíadeunacorazadehielo.
No,yanosoyella.Débilyhumana.
Giro mi rostro hacia el caído con aprensión. Nos contemplamos en
silencio, yo me quedo inmóvil, subyugada por su brutal hermosura.
Recuerdocómoatrapóconsusojosmimiradajovenenotrotiempo,ala
luz de las velas en una época donde no había modernidad. El creaba
invisibilidad a ojos de la humilde familia que vivía en la choza, en el
hogarpobladodealegríacuandoescribíaelamorconsuboca,sumirada,
susmanos.
Atisbo a acordarme de la tristeza y las nostalgias de una pubescencia
temprana, racionalidad crítica en el cerebro cuando debía pensar en los
besos, perdida en un mundo de adultos que revolvían aún más las
hormonas del cuerpo y entre esos recuerdos apareció su sonrisa
deslumbrante.Eseángeldelargopelonegro;yo,mitadniñamitadmujer
frenteasucuerpoesculpido.Fuelaprimeravezqueunhombredesnudó
mi cuerpo, fue el primer experimento de mi cuerpo cuando sus manos
acariciaban mi piel y sus labios hacían agitar el pecho, fue el primer
experimento de mi cuerpo virginal, y el de los sentimientos cuando me
entreguéporcompletoalángelquemeprotegía.
Aturdidaporcadasacudidabajosusmanosexpertas,miedoporprimera
vezdenosaberloquehacercuandoahorasímeimportabarealmenteque
todofueracomoenuncuento,sueñosadolescentescuandotepierdesbajo
losbrazosdelamorverdaderoyelbloqueodelcerebroconolorahierba
bajoelcuerpo,elaromadelbosqueinvadiendoelcerebroymefundícon
lasflores,fusiónconelcamposobrelamantatiradaenelsuelo,él,sobre
micuerpo,conansiasdeposeeralgoquenosabíaposeía.
Hacetiempocuandonosperdimoselunoenelotro.Nosconvertimos
enamantesdondedoscuerposdesnudosylainocenciamezcladaconlas
ansiasdeamar,delosexperimentosprohibidosentreunahumanayángel
guardián,delconocimientodeesegranmundoaúnpordescubrirantemis
ojos adolescentes. Bajo sus manos, con su cuerpo embelesando el mío,
escurriendosobremicuerposinsaberqueyahabíaresbaladoalcerebro,
perdida en un mundo de ensueño para mí, niña aún que experimenta el
primer amor verdadero en el cuerpo, el primer orgasmo de ensueño
cuandoconfluyenelcuerpoylossentimientossobresucuerpo.Mujercon
ansias de no dejar de experimentar los juegos de Afrodita bajo la
embriaguezdelcedro.Veoenlalejaníademividapasadaelsilenciodel
pueblo y las sonrisas que dibujaba la brisa en mi rostro en aquellos
tiemposyelcastigosupremoquenoscayóencimapocodespués.Yloque
esoconllevó…
Volviendo a la realidad me doy cuenta de que está empapado por la
lluvia, el cabello oscurecido y la mirada fija en la mía, lo desafío a no
avanzarmásdesplegandolasalas.Alzóelmentónfieramenteyapretólos
puños. Su mirada azul como el cielo me traspasa y busca la verdad
encerradaenmicorazón.
Pudesentircómolatormentaaumentabaenintensidadreverberandoen
mishuesoscomounrugidofurioso.Micuerposeenciendeasucercanía
como un foco en la oscuridad, llenándome del deseo demasiado tiempo
contenido.
Yescapohacíaelcielo,alzandoelvuelo,perdiéndomeenlamadrugada
yenelolvido.
Lejos del ángel, lejos de una vida desvanecida y condenada por el
destino.
Másalládelrencor
NievesHidalgo
¿Porquénohabíapodidollorar?
¿Porquéelactoquesehabíallevadoacaboleresultótangrotesco?Se
sentía vacía y hasta asqueada de ella misma, como si no hubiera tenido
derechoaestarallí,comosienlugardehaberidoaincinerarelcuerpode
suhermanahubieseasistidoaunadesusrepresentaciones.
Isabel, siempre tan pendiente de su imagen ante los demás, había
planeado incluso su última despedida: la enorme foto de su rostro, el
compañero que hablaba de sus logros, las flores (orquídeas, ¡cómo no!)
que adornaban su féretro y la sala, y hasta la música que debía sonar
mientras el ataúd se deslizaba sobre la plataforma: «Nights In White
Satin», The Moody Blues. Toda una representación. La última aparición
por todo lo alto de Isabel Gaínza sobre las tablas, siguiendo sus propias
instrucciones, escritas mucho antes de que el coche en el que viajaba se
salieradelacurvaenaquellamalditacarretera.
¿Por qué no había podido apartar los ojos del hombre que le estaba
prohibido,AlejandroReyero,sucuñado?Elahoraviudodesuhermana,
alqueellaamabayqueIsabellearrebatóporelsimplehechodeganarun
juego.
―Quéabsurdo,¿verdad?―dijodandovueltasentresusdedosalvaso.
Alejandroyellahabíanidoarecogerlaurna.Asumadrenisiquierale
habíanhabladodelaccidente;total,tampocoseibaaenterarporquevivía
en su mundo, al resguardo de los zarpazos que da el destino. Él había
dichoalgosobretomaruncaféyellahabíaaceptadosinpensar.Ahorase
preguntaba qué demonios estaba haciendo allí, mirado obsesivamente la
vasijaquesucuñadohabíadejadoenlasillaqueestabaasulado.
―¿Absurdo?―leoyópreguntaryelevólosojoshaciaél.
Suspiró,semasajeólanucayacabóporencogersedehombros.
―¿Noteloparece?
Alejandro desvió por un instante sus ojos hacia la urna, acercó varias
veceslatazadecaféasuslabiosy,porseñas,pidióotroalacamarera.No
dijopalabrahastaquelepusierondelanteunanuevataza.
―Supongo que quieres decir que es absurdo que alguien muera tan
joven.
―Eso,másbien,esunaputada.―Élarqueólascejasporquenuncala
habíaescuchadoexpresarsedeformatansoez―.Merefieroalascenizas.
¿Quénoshandado?Loprobableesqueahídentrohayamásmaderadel
féretroquedelcuerpodemihermana.
Alejandro se quedó mirándola un largo momento y ella no pudo ver
tristeza en sus ojos, más bien algo parecido a la conformidad, ese
sentimientoalqueechamosmanocuandonohayremedioparaalgoque
noshiere.
―Hascambiado,Luna.
―Lohehecho.Yanosoylajovencitasoñadoradeantes.Lavidameha
enseñadoaverlarealidad,aserescéptica.¿Quévasahacerahora?
―Cumplir el deseo de Isabel. Ella quería descansar en un lugar
determinadoyallíllevarésuscenizas.
―Sotogrande―asintióellaconundejedeironía―.Nisiquieraensu
muerte puede ser humilde. No le servía que echaras sus cenizas al mar,
teníaqueserenSotogrande.
―¿Porquéesainquina?Eraisuñaycarne,osuníaesevínculoespecial
quenadiepodíaromper.Nuncaentendídeltodovuestrodistanciamiento.
«Porqueyoteamabadeverdad,eraselúnicohombreparamíyellate
apartódemilado;nopodíasoportarqueyoganaseenalgo».
―Éramos muy diferentes a pesar de llevar la misma sangre y ser
idénticas, como dos gotas de agua. Gemelas, sí, pero demasiado
desigualesenelmododeverlavida.
―Cierto.Ellaerainquieta,túsosegada;ellasedesentendiódetumadre,
tútehashechocargodeella;Isabelguardabasucorazónbajosietellaves,
tú lo llevas fuera del pecho, donde cualquiera puede herirlo; ella
exasperaba, tú tranquilizas. Guerra y Paz sería un buen título para
describiros.Conocíabienamiesposa,Luna.
Tuvo un sobresalto escuchándole. No esperaba una descripción tan
cruda de su hermana y tampoco aquella sucesión de adjetivos que la
adornabanaellaynocreíamerecer.
¿Que la conocía bien? ¿Eso era lo que acababa de decir Alejandro?
Pobre hombre. No tenía ni idea de cómo era Isabel. Estuvo tentada de
hurgarenlaheridacontándoleloquehabíaaveriguado,perosemordióla
lenguaporquelarevanchanoerabuenaconsejera,porquenadaganabaya
sacando los trapos sucios a colación y porque, a fin de cuentas, algo se
rompía dentro de ella sabiendo que nunca volvería a ver a Isabel.
Distanciadas o no, enemistadas o no, hasta recibir la noticia de su
repentina muerte había sabido que ella estaba allí, que en cualquier
momento podrían olvidar sus diferencias. Ahora, no. Ahora Isabel se
había ido y en su pecho se oxidarían las palabras cariñosas que había
soñadopodervolveradecirlealgunavez,sequedaríanquietoslosbrazos
quehabíaqueridovolveraofrecerle,seeclipsaríanlosbesosqueyanole
daría.
Le quemaba su secreto, sí. Aún le quemaba como una brasa al rojo.
PorquelatraicióndeIsabelparaconellanopodíacompararseconlaque
había perpetrado contra Alejandro. Le dolía mucho más que Isabel le
hubiese humillado a él. Si al menos le hubiera amado como lo amaba
ella…
Se había enterado por casualidad, mientras llevaba a cabo una
investigación.Sagazypersistentecomoera,lehabíacostadopocoabrirse
camino como detective privado en la agencia, consiguiendo que poco a
pocoleencargasentrabajosdemásrelevancia.Yhabíasidounodeesos
trabajos, siguiendo las pistas de un supuesto contable corrupto, el que le
habíallevadoadescubrirqueIsabelmanteníarelacionesconunpotentado
delaindustriafarmacéutica.
―Hace un año pensé que volveríais a reconciliaros ―escuchó que le
decíaAlejandro―.¿Quépasó?Isabelnuncaquisohablarmesobrevuestra
conversación, pero le afectó vuestra ruptura; estuvo casi una semana en
camaporeldisgustoyhastaanulóunadelasrepresentaciones.
ALunaselehizounnudoenlagarganta.
Recordaba aquella tarde como si hubiera sido el día anterior. Isabel
había acudido a la cafetería donde quedaron, con los ojos chispeantes y
unasonrisaenlaboca,convencidaseguramentedequehabíaganadootra
batalla, de que por fin ella había olvidado que le había arrebatado al
hombre al que amaba y podrían retomar su relación fraternal. Pero sus
ojosseopacaronysusonrisaseconvirtióenunrictusamargocuandoella
habíapuestolascartassobrelamesa,desplegandoanteellaunadocenade
fotografíasdondeselaveíarevolcándoseenlacamadeSergioCifuentes.
Isabelnohabíadichounapalabra;fueellalaquehabló,largoytendido,
recriminándoletodasycadaunadelascosasquellevabaguardadasensu
pecho.Habíautilizadopalabrasdemasiadoagriasyluegololamentó.Lo
quepodríahabersidounacercamientoentrehermanasseconvirtióenuna
guerradeclarada.Porsuparte,noporladeIsabel,loreconocía.Ellasolo
lehabíapreguntadosiibaadecírseloaAlejandro,aunquesabíaquenolo
haría. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a ser capaz de romperle el
corazóncontándolequesuesposallevabamásdedosañosponiéndolelos
cuernos con un seboso del que solo buscaba el pasaporte definitivo a la
fama? ¿Cómo podía soportar ver la desdicha en los ojos del hombre al
queamabamásqueasuvida,contándolequeunabogadodesucalibreno
erasuficienteparalagranIsabelGaínza?Queellasufrieranosignificaba
quetuvieraquehacerloél.Asíquesetragólabilis,negóconlacabeza,
recogiólasfotosydejóplantadaasuhermana.
Nohabíanvueltoaverse.
Sinembargo,síhubodehacerloconAlejandroporquesudespachoyla
agenciadedetectivesestabanatresportalesdedistancia.Yparaellafueun
supliciotenerquecruzarseconél,tenerqueadmitirtomaralgúncaféque
otroensucompañíayhastaescucharlehablardelaúltimarepresentación
desuhermana.Unaverdaderatorturamirarleyfingirquenosentíanada
porél,oírsuvozyaguantareldeseoimperiosodebesarlo.
―¿Novasacontarme?―insistióAlejandro.
―No hay nada que contar. Simplemente, no nos pusimos de acuerdo.
Seguíamos viendo las cosas desde diferentes prismas. Lo siento, pero
tengoqueirme.
Seacabósutónicadeuntrago,sacóelmonederoparadejarunbillete
sobrelamesaysecolgóelbolsoalhombro.Antesdepoderalejarse,los
dedosdeAlejandrociñeronsumuñeca,reteniéndola,yaellalerecorrió
unescalofríodeplacerquelehizoencogerlosdedosdelospies.
No quería mirarle, pero lo hizo. Y se perdió en esos ojos grandes y
verdes como la hierba en primavera, en esos labios que deberían haber
sido suyos, en sus pómulos marcados, su nariz patricia, su mentón
decidido.Sintióquelasrodillasletemblaban.
―¿Meacompañarás?―preguntóél.
―¿Acompañarte?
―AMálaga.―Lunadiountirónparasoltarseyfruncióelceño―.No
sésivoyasercapazdecumplirlaúltimavoluntaddeIsabelyosolo.Serán
unpardedíasy,pormuyreticentequetemuestres,pormuchascosasque
ossepararan,imaginoquequerrásdarletuúltimoadiós.
―Nocreoque…
―Porfavor.
Luna apretó los párpados con fuerza. Viajar con él, a solas. Volver al
lugarenque,conesemismotonodeniñoabandonado,lepidióunbeso.
Rememoraresosmomentosenlosquesesintiólamuchachamásfelizdel
mundo porque estaba a su lado. Regresar al borde del mar donde una
semana después le vio retozando con Isabel sobre la arena. Retornar al
sitio en el que días más tarde Alejandro e Isabel anunciaron el
compromisoaambasfamilias,rompiendosussueños,partiendoendosel
futuro que había imaginado junto a él y convirtiéndola en una cáscara
vacía.
Volvióatomarasientoporquesemareaba.
Peroasintió.¿Quéotracosapodíahacer?Losrescoldosdelcariñoque
había sentido por su hermana se sobreponían a los reproches que se
hicieron,alrencoryalresentimiento.PorqueseguíaqueriendoaIsabely
la echaba de menos, aunque se empecinara en no demostrarlo ante los
demásynegárseloasímisma.
***
Nohabíapodidopegarojo,debatiéndoseentreeldeseodepoderpasar
unos días en compañía de Alejandro y el sentimiento, absurdo a todas
luces,deestartraicionando,yhastaenvileciendo,lamemoriadeIsabel.
CuandoAlejandrofuearecogerlaaprimerahoradelamañanaestaba
agotada; los círculos oscuros bajo sus ojos delataban la mala noche
pasadaysuhumornoeraelmejor.Laayudóaguardarenelmaleterola
mochila que llevaba, le abrió caballerosamente la puerta y se puso al
volante.
―¿Tuvisteproblemasenlaagencia?―preguntóantesdearrancar.
―Medebíandíasdevacaciones,ningúncontratiempo.
Élasintióyseunieronaltráficosinvolveradecirpalabra.Enfilandoya
lacarreteraquelesllevabaasudestino,Alejandrolepidióqueabrierala
guantera. Luna así lo hizo y el corazón le dio un vuelco al reconocer la
apretada letra de su hermana en un sobre de color lila, de los que le
gustabautilizar,queseveíaquehabíaestadodoblado.
―Loencontrérevisandosuscosas,enlacajadondeguardabalasjoyas,
juntoaunanotaenlaqueindicaquetelasdejaati.
Luna tomó el sobre con dedos temblorosos, pero no se atrevió a
abrirlo. Se le llenaron los ojos de lágrimas recordando que el joyero
habíasidounregalodeellaaIsabel,porsuprimerpapelenelteatro.
―Noquieroningunajoya.
―Véndelas y dona el dinero. Tu hermana colaboraba con varias
organizacioneshumanitarias,tedarélosnombres.¿Novasaleerlacarta?
Ella respiró hondo y rasgó un lateral del sobre antes de poder
arrepentirse.Sacólacuartillayladesplegó.Paseólamiradaporlaslíneas
escritasyvolvióasentirqueelmundosehundíabajosuspies.Noerauna
despedidaniunamisivaescritaenunmomentodearrepentimientoyluego
olvidada.Eraunaconfesiónentodaregla,unasúplicadesgarradaquela
pillódesprevenida.
«Siestásleyendoesto,significaqueyanoestoyenelmundodelosvivos
―comenzaba escribiendo Isabel―. Lo sé, lo sé, es una frase manida y
melodramática,perosoyactriz,cariño,nopuedoremediarlo.
Meheconfundidoentodo.Heengañado,traicionadoyhumilladopara
conseguirmisfines.Hefalladocomohermana,comohijaycomoesposa.Y
lo siento. No te puedes imaginar cuánto. Supongo que es hora de
arrepentirmedetodasmisequivocacionesypedirperdón.AAlejandrono
soycapazdepedírselo,nopodríamirarlealacara,peroteruegoquelo
hagas tú en mi nombre. Dile que siento haberle engañado haciéndome
pasarporti,habermequedadoembarazada,haberperdidoanuestrohijo.
Nisiquieraesosupehacerlobien.Séquelerompíelcorazónyquetelo
rompíati,perosemefuedelasmanos,Luna,telojuro.Nuncapenséque
lo que comencé como un juego, como uno más de los que llevábamos a
cabo cuando éramos pequeñas y nos intercambiábamos los papeles para
gastarunabroma,trajeraconsecuenciastanfunestasparalostres.
Alejandro te amaba a ti y te sigue amando. A mí me soporta, tal vez
porqueveturostrocuandomemira,peroatiteidolatra.Ynopuedoirme
sin arreglar las cosas, ¿no te parece? Pero soy demasiado cobarde para
decirte todo esto frente a frente, así que prefiero que te enteres cuando
descubráisestacartayyoestéyalejos(mehandadosolamenteunparde
mesesdevida,novaisatenerqueesperardemasiado).Yaves,penséque
teníatodoeltiempodelmundo,ysinembargo...
CuidadeAlejandro.Noheconseguidodarleelamorquesemerece,pero
séquetúleharásfeliz.Debeshacerlo.Debesrecuperareltiempoqueyo,
conmialocadoproceder,osherobado.Loúnicoquemequedayaesmorir
conlaconcienciatranquila,imaginarquelascosasseráncomodebieron
sersiempre.
Tequiero.
Isabel».
Fuecomosiunagarraleestuvieraestrujandoelcorazón,impidiéndole
respirar.
―Para,porfavor.
Alejandrolaviotanpálidaqueniseplanteóobviarsupeticiónaunque
estuvieranenmediodelaautovía.Pusolaslucesdeemergenciayparóen
elarcén.
―¿Quépasa?PorDios,Luna,parecesapuntodedesmayarte.
Ella no pudo contestar, se limitó a soltar el cinturón, abrir la puerta y
salirdelvehículounsegundoantesdedoblarseendos.Unsudorfríola
envolvió, las rodillas le fallaron, y de no haber sido por los brazos de
Alejandro,hubieracaídoalasfalto.Entoncessídioriendasueltaasupena:
de su garganta escapó un grito largo e inhumano como protesta por la
muerte de Isabel. Lloró como no recordaba haberlo hecho en años,
dejándose arrastrar por el desaliento, por un dolor tan intenso que la
traspasabacomouncuchillo.
Alejandro apretaba el cuerpo estremecido por los sollozos contra él,
mesaba el cabello de Luna, pero no hizo nada para que ella dejara de
llorar porque sabía que le hacía falta desahogarse. Se sentó en el suelo
atrayéndolaconsigo,hizoquereposaralacabezaensuhombro,larodeó
conunbrazoyallísequedaronambosdurantelargorato,hastaquepoco
a poco ella se fue calmando. Pero no permitió que se apartara de él. La
retuvoasuladoporquesentirelcuerpodeLunajuntoalsuyoeracomo
volveraestarenelcielo.Hacíatantosañosquelaañoraba...Eldestinose
puso en su contra, se burló de ellos, pero ahora les daba una segunda
oportunidad.Leimportabauncarajosihablaban,siestabamalvistoosi
condenaba su alma por desear a esa mujer apenas unos días después del
fallecimiento de su esposa. Luna debería haber sido la mujer que
compartierasuvida,noIsabel.Yportodoslosdemoniosdelinfiernoque
noibaaperderladenuevo.
Tomóelrostrofemeninoentresusmanosylabesó.Fueunbesolargo,
intenso, ardiente. Un beso que llevaba mucho tiempo esperando poder
darle, que quería decirle cuánto la amaba, que nunca había dejado de
hacerlo.Sintióquerenacía,queestabajuntoalamujerquedebíaestar,que
lasbrumasquehabíanrodeadosuexistenciajuntoaIsabelsedifuminaban.
Al separarse, Luna le miró muy seria, pero le pasó un dedo por el
puentedelanariz,comosolíahacerantañoamododegestocariñoso.
―A mi hermana le habían dado dos meses de vida. ¿Lo sabías? ―Él
asintió―.¿Porquénomedijistenada?
―Isabelnoqueríaquenadielosupiera.Nisiquieramelodijoamí,lo
supe por casualidad. Igual que descubrí que me engañaba desde hacía
tiempo con otro hombre. Bueno, era normal, nuestra vida matrimonial
acabóseismesesdespuésdelaboda,asíque...
―¡Losabías!―sealarmóella.
―Y por lo que veo, tú también. Ahora me toca a mí preguntar el
motivoporelquenomelocontaste.
―Noqueríaquesufrieras―repusoeludiendosuintensamirada.
―Ha habido demasiados secretos entre nosotros ―dijo moviendo la
cabezaconpesar―.Lolamento,perodebesentenderqueyonoeraquién
paradesvelarelhechodequeaIsabellequedabapocotiempodevida.
―Erassumarido,poramordeDios.
―Sí,perounpapelfirmadoylabendicióndeunsacerdotenonosdan
derechos sobre la otra persona. Ella quería ocultar su estado y yo lo
respeté. No la amaba, pero tampoco la odiaba; sabía que ella necesitaba
seguirconsuvidacomosinopasaranada.TeníaqueserIsabelGaínza,la
diva, hasta última hora. La Providencia ha sido benévola con ella,
haciendoquesucochecayeraporesebarranco.Lopeorquepodíapasarle
a Isabel era apagarse en la cama de un hospital. ―Se masajeó las sienes
porquehablardeaquellolehabíalevantadodolordecabeza.Sepusoen
pie,ofreciólamanoaLunayregresaronalcoche.
―¿Medejasconducirlo?―preguntóella―.Mecalmalosnervios.
Por toda respuesta, él abrió la puerta del copiloto, entró, se puso el
cinturónyrecostólacabeza.Estabahechounlío;nolevendríamalque
Lunacondujeramientraspensabaquéhacerconsuvidadeallíenadelante.
Ella había respondido a su beso, sí, pero de ahí a volver a retomar la
relaciónquemantuvieroncuandoeranmásjóvenesibaunabismo.¿Cómo
hacerle ver que la necesitaba más que al aire, que la llevaba necesitando
desdehacíaseisaños,quesoñabaconellacadanoche?
Pararonadescansarytomaralgounpardeveces,intercambiándoseal
volante, pero apenas hablaron. Parecían dos completos extraños, y Luna
rehuía sus ojos constantemente. Alejandro sentía como si le estuvieran
arrancando las entrañas; no sabía qué hacer o decir para llegar a ella.
Hasta lamentaba haberla besado porque Luna, no sería extraño, podría
verlecomounsátiroquebuscabasustituirloquehabíaperdido.
Sin embargo no era así. También ella navegaba en un mar de dudas.
¿Realmente Alejandro seguía amándola después de tanto tiempo? ¿No
seríaunaúltimabromadeIsabel?Elbesorecientepodríanosignificarlo
que ella ansiaba; quizá había sido simplemente un acto de desesperación
ante la reciente pérdida, por mucho que hubiera dicho que la relación
entresuhermanayélhabíamuertocasidesdeelprincipio.
Un par de kilómetros antes de llegar a su destino, Luna le pidió que
parara un momento. Bajó del coche y regresó con una caja con dos
orquídeas en su interior, que dejó en el asiento trasero. Alejandro
preguntósiqueríapasarprimeroporelhotelquehabíareservadoparala
noche.
―Primerocumplamoseldeseodemihermana―repusoella.
SotograndeestabatancambiadoqueLunanoreconocióellugar.Hacía
añosquenohabíavueltoapisarsuscallesniapasearseporelpuerto,al
quellegaronpocodespués.VioaAlejandrohablandoconunsujetoquele
entregóalgo,yluegolehizounaseñaaellaparaquelesiguiera.Tomóla
urna donde estaban las cenizas de Isabel, notando que le quemaba en las
manos. Al parecer, él había pensado en todo; una pequeña lancha que se
mecíaalosvaivenesdelaguadelpuertolesestabaesperando.Subierona
ella,Alejandrolapusoenmarchaysalieronamarabierto,sinmirarseni
decirpalabra.Lunallevabaaferradafuertementelaurnacontrasupecho.
Queríaacabarconaquelloy,almismotiempo,sentíaquecuandoecharan
lascenizasalmarperderíadefinitivamentetodocontactoconlaquefuesu
hermana.PerohabíasidoeldeseodeIsabelyelloslocumplirían.
Se paró el motor, dejando la lancha a la deriva. El mar estaba algo
picadoyelvientodeshizoelpeinadodelamuchacha.Alejandronopudo
reprimireldeseoardientedevolverabesarla.Estabatanbonitaasí,conel
cabellosuelto,comoaéllegustósiemprevérselo.Secontuvoporqueno
eramomentonilugar,perosucumbióalanecesidaddeenterrarsusdedos
enesamelenatrigueñaparadeleitarseconsusuavidad.
―¿Quieresqueesperemosunmomentoantesde...?
―Nosoyderezos.
―Pero sí de recuerdos. Y sé que ahora te vienen a la cabeza mil
instantes maravillosos junto a Isabel. No los arrincones, déjalos salir,
disfruta al evocarlos. ―Entrelazó sus largos dedos con los de la
muchacha―.Hagámoslojuntosy...
―Ensucartamepidequecuidedeti―lecortómirándolealosojos,
con los suyos cubiertos por una película acuosa que amenazaba con
derramarse―.Mepidequeteame,quetehagafeliz.
Alejandro tragó convulsamente, sus dedos se aferraron con inusitada
fuerza a los de ella. Un segundo después, Luna se encontraba pegada al
cuerpomasculino,estrechadaentrelosbrazosdelhombrequeeratodosu
mundo. Le rodeó con los suyos, apoyó la mejilla en su pecho y se dejó
llevar por el placer que levantaban los dedos de Alejandro trazando
círculosensuespalda.
―¿Loharías?―preguntóélmuybajito,casisinvoz.
―¿Querríasquelohiciera?
―¿Le preguntarías a un náufrago si quiere volver a tierra? ¿A un
sedientosiquiereagua?¡PorDios,Luna!Teheamadodesdequeéramos
dosadolescentes.Quierocuidarteyquemecuides,amarteyquemeames,
verlosamaneceresylosocasosatulado,envejecercogidosdelamano.
Perolosdosnecesitamostiempoparaasimilarloquehapasado,asíque
démonosloydespués,solositúlodeseas,quizápodamos...
Ellasepusodepuntillasparabesarloconligerezaenloslabios.Luego
seapartópararecogerlaurna,queleentregósinsoltarla.Susmanosse
unieronalsujetarla.Quitaronlatapa,intercambiaronunamiradatristey
luego,silenciosamenteydeacuerdoambos,volcaronsucontenidosobre
laspequeñasolasquerompíancontraelcasco.Acontinuación,Alejandro
entregó las orquídeas al mar. Para su sorpresa, Luna sacó algo de su
bolso: un cilindro plastificado al que había atado una piedra pequeña.
Flotóunsegundoyluegosehundióenlasprofundidades.
―¿Quéeraeso?
―UnacopiadelguiondelaobraqueIsabelibaaestrenardentrodeun
mes ―respondió ella con una sonrisa melancólica―. Allá dónde esté
ahora,iguallehaceilusiónrepresentarla.SeguroqueSanPedroaplaudea
rabiar.
Alejandro la abrazó por los hombros, pero no dijo nada. Arrancó de
nuevoelmotorpararegresarapuerto.Mientrassurcabanlasaguas,Luna
seacodóenlapopa.Suslágrimassemezclaronconlaesteladeespuma
quedejabalalanchaquelesalejabadeIsabel.Lasfloresseempequeñecían
enladistancia.
Y ella acababa de tomar una decisión que bien podía cambiar su
existencia.
Enelhotel,elrecepcionistalesdiolabienvenidadepositandodosllaves
sobreelmostrador,nosinantessolicitarsudocumentación.
―Lashabitacionessoncontiguas...
―Estábienasí―cortóAlejandro.
Lunaletomódelamanoyéllamiró.Lasonrisadelamuchachaseguía
teniendounasombradetristeza,perosuspalabrashicieronqueelcorazón
lebrincaraenelpecho.
―Solo ocuparemos una habitación ―indicó ella al recepcionista
empujando su llave hacia él, sin abandonar la mirada del hombre al que
amaba―.¿Teparecebien,Alejandro?
A él le importó poco que el uniformado empleado les estuviera
mirando:tomóelrostrodeLunaentresusmanosyatrapósuslabiosenun
besoquecontestabaconmásclaridadquelaspalabrasasupregunta.
Laapuesta
CrisTremps
¿QuéhabíasucedidoensuviajeaLasVegasparaque,alentregarsu
currículum como secretaria de dirección en uno de los casinos más
importantes, hubiera desembocado en que en esos momentos se
encontrara en una lujosísima habitación de la empresa donde buscaba
trabajo,tumbadasobreunacamatamañoKingsizeenvueltaenseda,con
undesconocidoysexyhombre?
RaisaEllioteralahijadeunescocésafincadoenEstadosUnidosquese
enamoródesumadre,Ania,duranteunviajedenegociosquehizoaRusia
hacía ya treinta años. Como resultado del fulgurante amor que surgió
entre ellos, al cabo de un año estaban casados, viviendo en la soleada
Californiaysehabíaproducidoelfelizacontecimientodelnacimientode
suúnicahija.
Había crecido rodeada de amor y felicidad, algunos pensaban que era
demasiadoconfiadaconlagente,peroeradeesasmujeresquecaíanbien
yapesardenoserguapa,nofaltabaquiénlaconsiderabasexy.Suscurvas
estaban en los sitios justos y unos pechos generosos que no se veían
desproporcionadosapesardesumetrosesentaque,comosiempredecía,
habíaheredadodealgunadesusabuelas.Noseparecíaasusprogenitores,
ambosaltosyesbeltos.
CursósusestudiosenBerkeleyyaunquehabíaestadotrabajandoparael
negocio familiar, quería probar sus conocimientos en algo diferente, así
quecuandoviolaoportunidadnodudóenaprovecharla.
Uno de los mayores casinos de Las Vegas buscaba una secretaria de
dirección; no lo pensó dos veces, llamó a sus dos mejores amigas y les
propusounviajealaciudadquevivíadenoche.
Tomaronelvuelodelatardedeljueves,paraquepudierapresentarla
solicitudelviernesporlamañana,asítendríandosdíasparadisfrutarde
laciudadydealgunadelasmagníficasactuacionesqueestabandemoda
esosdías.
Sevistiódemaneraconservadoraparalaentregadelcurrículum,quería
transmitir una imagen profesional y seria. Conocía el mundo de los
negociosdesdesumástiernainfanciayesteeracomotodos,aunquefuera
uncasino.
La recibió la secretaria de recursos humanos y cuando le dijeron que
esperaraenlaantesala,sepusounpoconerviosa.Trasesperaruncuarto
de hora, la misma mujer la hizo pasar a un despacho amueblado muy
modernoconunagranmesademaderapulidayunordenadordeúltima
generación.
Leibanahacerunaentrevista.Noeramuyhabitualqueelmismodíade
la entrega de la documentación se desarrollara, pero parecía que en esa
empresalapolíticaeradiferente.
EntróotramujerpresentándosecomolaDirectoradesección.Raisase
levantó cuando se acercó, le dijo su nombre y le tendió la mano; el
apretónfuefuerteperonodemasiado,soloqueríatransmitirseguridad.
Laentrevistafuecordialyseria,repasaroneldocumentoylepreguntó
porsusambicionesyproyectos,ademásdequerersaberquépodíaaportar
alnegocio.Hablóconcalmaysinceridad,apesardequelosnerviossela
comían por dentro. Cuando todo finalizó, la mujer le dijo que en dos o
tresdíaslediríanalgo,einsistióenquelecontestaríanconrapidez,noles
gustabaquelagentepensaraquenolostomabanenserio.Silaaceptaban
laincorporaciónseríainmediata.
Le agradeció la franqueza y con otro apretón de manos a través de la
mesasedespidió.Nollegóasalirdeledificioporqueestabanalojadasen
él.Pensaronqueyaquesepresentabaaesepuesto,tambiénqueríaconocer
de primera mano, cómo funcionaba cuando lo disfrutabas como usuaria
externa y ver qué mejoras se podían emprender. Creía firmemente que
desde el escalón más bajo se apreciaban mucho mejor las cosas, y no
desdeundespachoalcualmuchasvecesnollegabalainformación.
Susamigaslaesperabanenlahabitación,cuandollególesrelatótodo
losucedidoyqueteníalaimpresióndequeeraunaempresabastanteseria
yquehabíaposibilidades.
Unavezsecambióderopa,salieronaconocerlaciudad.Pasaronundía
muydivertidoyaúltimahoradelatardefueronalespectáculodeSeline
Dion. Su padre le había conseguido las entradas por que era muy difícil
accederaellas.Disfrutarondelamaravillosaactuación.Después,fuerona
jugarunratoalasmáquinastragaperras.
Todo había sido muy emocionante. Con ese toque eufórico que la
acompañabadesdelamañanalespropusoasusamigasirajugaralpóker.
Tras años sin hacerlo, esperaba no haber perdido su toque. Cuando era
estudiantejugabaenlastimbasqueorganizabanloschicosporlasnoches,
pequeñasapuestasquelereportabanalgodedineroquelaayudabanensus
gastoshabitualesapesardeltrabajoamediajornadaquetenía.
Suspadrespodíanhaberlepagadolosestudios,perosiemprehabíasido
muyindependiente,ycomomuchosotrosestudiantessehabíahipotecado
hastalascejasyhabíapagadoreligiosamentealbancoconloqueganaba
decamarera,ydespuésconeltrabajoenlaempresadesuprogenitor.
Eligióunamesadepequeñasapuestas.Losminutospasabanyeljuego
se le dio muy bien, algunas partidas le reportaban la cantidad suficiente
parapoderperderenotrasyseguirjugando.
Enlamesaerancuatrolosoponentes,ycomosusamigasseaburríany
nosabíanjugar,ledijeronqueseibanalahabitaciónadescansar,ellales
comentó que no tardaría en seguirlas, pero estaba tan concentrada que
perdiólanocióndeltiempo.
Unodelosjugadoresabandonólamesaysesentóunnuevoparticipante
que la descentró, un hombre vestido con un impecable traje gris plata y
una nívea camisa en la que sobresaltaba una corbata oscura. El cabello
negro le caía sobre los hombros y unos ojos verdes posaban la mirada
sobrelasdemáspersonassentadasalamesaenunimplacableescrutinio.
Unjugadornatoconmanosdetahúr.
Alto y corpulento, parecía un guerrero a punto de enfrentarse a una
batalla y esa batalla era el juego. Si lo comparaba con los otros dos
jugadores,noteníannadaquehacer,eraunganador.Yasolosupresencia
intimidaba un poco, los sentados a la mesa, incluida ella, vestían de
manerainformal,élsellevabatodaslasmiradas.
Duranteunossegundoselescrutinioalaquelasometióhizoquetodas
lascélulasdesucuerposerevolucionaran,eraunhombremuysexy,que
podíahacerleperderlaconcentracióneneljuego.
Una nueva partida comenzó y dos horas más tarde, en esa mesa solo
quedaban ellos dos. Era muy interesante verle jugar, ambos utilizaban
técnicas parecidas. Se sentía fascinada por todo lo que estaba viviendo,
perolaadrenalinaempezabaadisminuiryelcansancioaparecía,esono
era bueno para la partida, decidió dejarlo en un punto en donde había
ganado,preferíaretirarseatiempo.
―¿Jugamosunaúltimapartidasindinero?―preguntóélconunavoz
profundaygravequeleprodujounaligerataquicardia.
―¿Unapartidasinapostardinero?―cuestionóuntantoescéptica.
―Sí―afirmó―,apostaremosotracosa.
―¿Qué? ―preguntó Raisa elevando una ceja en un gesto con cierta
arrogancia.
―Una noche ―contestó mientras acariciaba la mesa con la mano
derecha,ellanopudoevitarimaginaresamanosobresupielynosobreel
tapete.
―¿Unanocheparaqué?―curioseónoteniendomuyclaroquéeralo
quepodíaestarjugándose.
―Unanocheendondeunoharáloqueelotroquiera―soltóelhombre
demanerapausada,comosidegustaralaspalabras.
―Eso es muy vago, no sé si me interesa ―dijo de una manera que
denotabaprudencia.
―Unacenaysexosiganoyo,yloquetúelijassiereslavencedora.
Era toda una tentación lo que le estaba proponiendo, si ganaba ella
podían hacer lo que quisiera durante una noche, eso podía ser muy
interesanteysiganabaél,cenaysexo,quetampocosonabanadamal.
La gente que los rodeaba observándolos estaba expectante ante la
propuesta que le estaba haciendo, parecía que todo el mundo contenía el
aliento.Debíaseralgoinusual,inclusolacaradelcrupiereradeextrañeza
ycomosisupieraalgomásqueaellaseleescapaba.
Alfinalasintióconlacabezayunanuevapartidaseinicióentrelosdos,
ambos contrincantes estudiándose minuciosamente, no permitiéndose
ningún fallo. Él era un tipo con dinero, se le notaba la clase que
desprendíaconsusolapresencia,siganabapodíahacerquelasllevaraa
todasacenaraalgúnrestaurantedistinguidoydespués…bueno,después
selopensaría.
Teníaunfull,unamuybuenajugada,asíquearriesgóylaspusosobre
lamesa.Mientraslomirabafijamente,leparecióverunpequeñodestello
deregocijoenesapenetrantemiradaverde,quesedifuminóalmomento.
―Escalera de color ―dijo él con su impecable voz y una sonrisa
sinceraquelefundiótodaslasneuronas.
Se quedó estupefacta, durante unos segundos en su cara apareció la
sorpresayescuchólosjadeosdelasmujeresquecontemplabanlapartida
ylosvítoresyaplausosdeloshombres.
Le costó un tiempo asumir su derrota y lo que conllevaba, pero lo
hecho, hecho estaba. Se levantó y le dio la mano, como siempre apretó
confirmeza,élhizolomismoperolaretuvoduranteunosinstantesmás
delohabitual.
Elpúblicosedisolvióyélseacercóaparamantenerlaconversaciónen
un plano más íntimo, mientras el crupier cerraba la mesa, ya era de
madrugada.
―Estáalojadaenelhotel―constatóél.
―Sí,¿cómolosabe?―preguntó.
―Digamos que tengo contactos. Ha sido una dura contrincante, hacía
tiempo que no jugaba una partida con una amateur tan excelente
―comentómientraslecogíalamanoderechayselallevabaaloslabios
depositandounsuavebesosobresusnudillos.
―Entoncesestoyendesventaja,nosénadadeusted―dijomanteniendo
lamiradafijaensusojos.
―Laverdadesquenoesmuyrelevante,Raisa.
―Incluso conoce mi nombre, no sé si sentirme alagada o alarmada
―explicóenvozaltasinperderelcontactovisual.
―Pasaréabuscarteportuhabitaciónalasseisdelatarde,iremosaun
lugarinformalacenar,notepreocupesporlaropa.
Yconesafrasequeladescolocó,segiróydespareciódesuvista,casi
comohabíaaparecido,sindarsecuenta.
***
Erancasilasseisyempezabaaponersenerviosa,comosiemprehabía
sido demasiado confiada e impulsiva. Las dudas empezaron a aflorar
cuandosehabíalevantadoesamañanayleshabíacontadoasusamigaslo
quehabíasucedidoeibaapasar.
Menos mal que ellas estaban allí. ¿Y si era un asesino?, ¿o un
perturbadomental?
Eldíahabíapasadocomounaexhalación,sehabíandedicadoadisfrutar
delaciudadeirdecompras.Lehabíadichoqueseríainformal,peroella
sabía que informal para algunas personas con mucho dinero eran unos
tejanosdeArmani.
Detodasformassepusounablusadecolorturquesayunospantalones
blancos,habíarecogidosucabellocastañoenunmoñobajoyunparde
mechones sueltos medio rizados le enmarcaban la cara, acentuando sus
rasgoseslavos.
Elmaquillajeerasuaveyunglossdecolorrosadodabaunligerocolor
asuslabios.Susojosazulesestabanfijosenelespejoqueledevolvíala
miradayaunquesabíaquesusamigasnoparabandehablar,eraincapaz
deconcentrarseenloquedecían.
Ellasseríantestigosdequiéneraélantesdeirse,porsiacaso.Cadavez
que lo pensaba, estaba más convencida de que era una locura, pero
siempre pagaba sus apuestas, y esta la había perdido, tenía el coraje
suficienteparaasumirlo.
Sonaronunostoquesenlapuertayalabrirlasesorprendióporloque
vio, él estaba allí plantado cuan alto era, debía rozar el metro noventa,
vestidoconunostejanos,unacamisetanegrademangacortaquemarcaba
sumaravillosamusculaturayunacazadoradepieldebajodelbrazo.
―Hola, ya veo que cuando dijiste informal, era realmente lo que
querías decir ―comentó mientras lo hacía pasar dentro de la habitación
apartándosedelaentrada.
Unavezestuvierondentro,élletomólamanoyposósuslabiossobre
losnudillos,mirándolafijamente.
―Te presento a Tess y Marie, mis amigas… él es…. ―y se quedó la
fraseenelaireporquetodavíanosabíacómosellamaba.
―Alexander Faulkner ―concluyó mientras tendía la mano a cada una
delaschicasylesdabadosbesosenlasmejillas.
Leparecióunbonitonombrequeseadaptabaperfectamentealhombre.
―¿Nosvamos?―preguntó.
―Sí, claro ―contestó, despidiéndose de sus amigas y con toda la
intencióndelmundodijoquelasllamaríaesanoche.
―Novoyasecuestrarte,solovamosacenarya…bueno,yaloiremos
viendo―dijocuandoyaestabanenelascensor,lecogiólamanoyyano
lasoltó.
―Como comprenderás, tengo mis reparos de cara a esta noche, hasta
hace pocos segundos no sabía ni tu nombre y ahora me voy contigo sin
saber cuándo voy a volver y qué va a pasar realmente ―dijo girándose
paramirarlo.
―Vamos a charlar y a cenar, así que relájate y siempre que quieras
llamaatusamigassiesotehacesentirmejor―aseveró.
Loqueleexplicólehizosentirsolounpocomástranquila,legustaba
ese hombre y si acababan en la cama, creía que sería una experiencia
increíble. No tenía mucha práctica con el sexo, había tenido un par de
relacionesserias,peroestaseríalamásrápidadesuvida,conocerloayer
eirsealacamahoy.
Salieron del hotel y una limusina los esperaba, era impresionante, a
pesar de lo de la informalidad se encontró sintiéndose bien con la ropa
quehabíaelegido,letransmitíaseguridad.
Erauntipoconmuchaconfianzaensímismo,tantoentrajecomocon
tejanosseleveíacómodo.Trasunosquinceminutosdetrayectoelcoche
aparcódelantedeunpequeñoycoquetorestauranteitaliano.
EntraronyallíunamujerdemedianaedadselesacercóysaludóaAlex
congranefusividad.
―Raisa,tepresentoaIsabella,lamejorcocineradelmundo,suspizzas
son inigualables ―afirmó mientras se acercaban a una pequeña mesa
dispuestaparadoscomensalesenunacoquetaesquinadelrestaurante.
Unavezsentados,eligierondelacartaunpardeplatosyélsolicitóun
chianti. Cuando se lo sirvieron tomó dos sorbos y comenzó a relajarse,
todo parecía muy normal, una cena en un sitio pequeño y familiar, con
gentequeparecíaconocerloyapreciarlo.
Llególacomidaycharlaron,sobretodoella,lecontópartedesuviday
aloquehabíaidoalaciudad.Duranteunsegundopareciósorprendido,
peroenseguidapusocaradepóker,seledabamuybien;éllehablósobre
sus negocios, aunque pronto desvió el tema hacia otros temas más
personales.Teníanaficionescomunes,comoeljuegoqueloshabíaunido,
gruposdemúsicayeranfansincondicionalesdeLosAngelesLakers.
Fue todo muy agradable, él era un hombre fascinante y encantador, le
cogíalamanoatravésdelamesahaciéndolasentirespecial.
Terminaron de cenar y la limusina esperaba en la puerta, siguieron
comentando lo bueno que había estado todo. Cuando fue a pagar él se
negó en rotundo, diciéndole que eso no entraba dentro del trato, ella lo
habíamalinterpretado.
Llegaron al hotel y subieron al ascensor, que los llevó al piso más
elevado, entraron en una preciosa suite de lujo y entonces comenzó a
ponersenerviosa,éllopercibióenseguida.
―No te preocupes, no va a pasar nada que no quieras ―dijo para
tranquilizarla a la vez que le acariciaba la mejilla con un dedo, no creía
que se le fuera a tirar encima, pero la incertidumbre no era buena
compañera.
De nuevo de la mano, se acercaron al gran ventanal que tenía la
habitaciónparacontemplarlaciudadentodosuesplendordesdeeselugar,
eraalgomágico,podíaentendercomomuchagentesequedabaatrapada
enella.
Sobreunamesadelasuitehabíaunabotelladechampánydoscopas,él
la dejó contemplando las vistas mientras servía el líquido espumoso,
volvióaacercarseyletendióuna.
―Por una noche maravillosa ―dijo mientras brindaba y se llevaba la
copa a los labios. Hizo lo mismo, pero en esa ocasión no lo miró a los
ojos,mirabasuslabiosconadmiración,pensandocómoseríaserbesada
porellos.
Si tenía que ser sincera consigo misma, estaba excitada, toda la
situaciónhabíacontribuidoaello,laapuesta,elmisterio,él.
Lequitólacopadelamanoyvolvióadejarlassobrelamesa,entonces
fueellalaqueseacercó,quedandounofrentealotro.
Élsubiólasmanoshastasucabezayledeshizoelrecogido,dejadosu
melenasuelta.Colocólasmanosenmarcandolasmejillasyseinclinópara
besarla, probó sus labios al principio y pasó su lengua sobre ellos,
entreabriólabocaydejóquelainvadiera.Sabíaalchampánqueacababan
detomar.
Ella lo abrazó, metiendo las manos por debajo de la camiseta y
acariciandolamusculosaespalda.
Alex levantó la cabeza y durante unos segundos la miró fijamente,
comosiestuvieratomandounadecisióntranscendental.
La tomó de la mano y atravesaron la estancia para entrar en el
dormitorio.Niporunmomentoselepasóporlamentenegarse,queríalo
queibaasuceder,estabamuytranquilayexcitada.
Delantedelacama,sindecirniunapalabracomenzaronadesnudarseel
uno al otro, solo se escuchaban sus respiraciones. Le quitó la camisa y
observó el sujetador de encaje rojo que llevaba, pasó sus dedos con
suavidadsobreelpechomarcandolaformadeesaprendaíntima.
Continuódesabotonándoleelpantalónydescubrióquellevabauntanga
que no dejaba nada a la imaginación, cuando terminó ella le quitó la
camisetaysededicóaacariciarlelosabdominalesyeltorso,hastaquese
inclinó y besó uno de sus pezones. Desabotonó los tejanos y bajó la
cremallera.
Lequitólospantalonesyconellosarrastróloscalzoncillosliberando
sulargoyduropene,dejándolototalmentedesnudo.Teníaunaanatomía
perfecta,lequitabaelalientocontemplarlo.
Lallevóalacamaysetumbaronjuntossobreunassábanasdesedaque
acariciabansucuerpoeincrementabanlassensaciones.
Desabrochó el sujetador y jugó con sus pechos, los besó y succionó,
creía que moriría de placer, era lento y concienzudo, estaba muy duro y
cuandointentócogersupene,noselopermitió.
―Todavía no, tenemos toda la noche ―dijo él mientras continuaba el
asedioasuspezonesysuspechos.
Unadesusmanoscomenzóavagarhaciaelcentrodesucalor,estaba
muy húmeda y los jugos ya habían traspasado el tanga, mojando sus
piernas. Le quitó la pequeña pieza, colocándose entre sus muslos,
dejándolatotalmenteabiertayexpuestaasuescrutinio.
Suhendidurabrillabaysuslabiosmenoressehabíanabiertocomouna
flor, iba depilada por completo, su exposición era plena ante él. Parecía
quelegustabaporlossonidosqueemitíaysusjadeos.
Pasó un dedo rozándole el clítoris y pensó que se iba a correr en ese
mismomomento,alzólascaderasenunintentoporobtenermáscaricias.
Suspezonesestabanduroscomopequeñaspiedraspreciosas,anhelabaque
la tocara, que su pene la penetrara, pero, parecía querer torturarla,
intentaba tocarlo y él se apartaba. Se sentía incompleta, necesitaba que
entraraensuvaginaylallevaraalorgasmoenseguida,creíaquenoloiba
apoderresistir.
―Confía en mí ―dijo mientras se levantaba, dirigiéndose a una
cómodaquehabíaenlaausteraestanciayabríauncajóndelquesacóunas
esposasrecubiertasdepiel.
Ibaaatarlaalacamaydejarlatotalmentesumisaanteloqueélquisiera
hacerle.
Se acercó y la miró en busca de su consentimiento, esta situación de
dominacióntodavíalaestabaexcitandomás,siesoeraposible,entonces
asintió.
Consuavidadlepusolasesposasquepasópordetrásdelcabecerodela
cama, se sentía lujuriosa y depravada, no había hecho nunca nada como
eso.
―Abre las piernas todo lo que puedas para mí ―dijo él mientras
rodeaba la cama observándola y acariciándose el pene con movimientos
lentos y rítmicos. Se acercó hasta la mesita de noche y sacó un
preservativoquesecolocócondestreza.
Volvióatumbarsesobrelacamay,ubicándoseentrelaspiernasdeella,
sededicóatorturarsushinchadoslabiosmenoresconlalenguaenbusca
desuclítoris.Estabaapuntodeestallarcuandodejódeacariciarla.
Volvió a sus pechos, de nuevo mordisqueó sus pezones produciendo
pequeñasdescargasquellegabanhastasuútero.
Estaba tan húmeda que había comenzado a mojar las sábanas de seda
quelaacariciabanencadapequeñomovimientoquehacía.Empujabasus
pechosenbuscademásatenciones,queríajuntarlaspiernasparaintentar
autoacariciarse,eraundolorindescriptibleelquesentíaenelcentrodesu
feminidad,queríaserempaladaporesepeneyquelaacariciarahastaque
laconsumieraelorgasmo.
―Tócame,porfavortócame―solicitódesesperada.
―Pronto,muypronto―contestóentrejadeos.
Loquesucediódespuésladescolocóunpoco,lequitólasesposasyla
giró de tal manera que quedó a cuatro patas, con unos cojines bajo su
abdomenparaquesutraseroquedaraelevado.
Él continuaba entre sus piernas y acarició cada nalga, masajeándola y
rozandosuhendidura.Laexcitacióneramáxima.
Pasó un dedo por el medio, buscando su clítoris de nuevo. Con los
dedos untados de sus jugos, la penetró, primero con un dedo y después
condos,preparándolaparaloqueteníaquesuceder.
La llevaba hasta el precipicio y después descendía, estaba volviéndola
loca de placer. Continuó su asedio y de vez en cuando le pellizcaba el
centrodesuexcitación,llegóinclusoaacariciaryjugarconsuanocon
losdedostotalmentehúmedos.
Cuando pensaba que se iba a ahogar con su propia falta de aire, la
penetró.Sulargoyduropenelallenóporcompleto.
Comenzó con un ritmo lento, ella elevaba sus nalgas para que tuviera
más acceso a su interior y las embestidas fueran más profundas, sus
pechossebamboleabanconelmovimientoqueélimprimía.
Losjadeosylasrápidasrespiracionesdeambosllenabandesonidola
lujosasuite,ycuandopensóqueyanopodríaresistirlomás,estallóenun
orgasmo brutal que la dejó totalmente desmadejada, todavía no se había
corrido.
Lavolvióacolocarsobresuespaldapenetrándoladenuevo,aceleróel
ritmoyseexcitóconlascariciasquealavezrecibíasuclítoris.
Enesemomentoambossecorrieronalavez,notabacómosupenese
movíaensuinteriorquedándosesecodesemenmientrassuvaginaseguía
contrayéndoserítmicamente.
Tras el placentero momento se derrumbó sobre ella y durante unos
segundos ninguno de los dos se movió. Fue él el que se apartó,
arrastrándola hasta su lado y la besó en la frente. Estaban sudorosos y
jadeantestodavía,unaexperienciaquenopodríaolvidarnunca.
Cuando sus respiraciones y sus cuerpos comenzaron a reaccionar, se
quedaron en un estado de letargo muy agradable, ninguno hizo
comentarios sobre lo que había sucedido y eso le pareció mucho más
íntimoquesihubierasurgidoalgunapalabra.
―Tengo sed ―dijo incorporándose sobre un codo y mirándolo
fijamente.
―Yotambién,esperaunmomento―comentómientrasselevantabade
lacamaysalíahaciaelsaloncito.
Volvióconlascopasdechampánllenasyleofrecióunadeellas,sela
bebiócasisindegustarlo.
―Más,quieromás.
―¿Estásseguradequequieresmás?―preguntóélenarcandounaceja
conunasonrisajuguetonaensuslabios.
―Sí―afirmó.
Lascopasdenuevosellenaronydenuevolavaciórápidamente,élen
cambiosetumbóasuladoylaobservó.Cuandoterminó,dejólacopade
ella en la mesita y derramó un poco de champán de la suya sobre sus
pechos.
―Yotambiénquieromás―confirmóéllamiendoelambarinolíquido
sobresupiel,iniciandodenuevolaseduccióndesucuerpo.
***
Pasaronlanochejuntos,yporlamañana,trasunaduchamuycompleta
yuncopiosodesayuno,laacompañóasuhabitación.
―Hasta pronto ―le dijo enigmáticamente a la vez que se llevaba su
mano a los labios y rozaba sus nudillos, parecía que le encantaba ese
gesto.
Entró en la habitación como si estuviera en una nube, sus amigas la
asediaronapreguntasyellasolopodíacontestarconlacabeza,asintiendo
onegando.
Durante la mañana, mientras preparaban las maletas, sonó el teléfono
móvil.Eraladirectoraderecursoshumanos.
―Su solicitud ha sido aceptada, mañana la esperamos en la oficina
númeroochodelacuartaplanta.
Con esa frase y sin poder articular palabra, todo su mundo cambió
radicalmente.Llamóasuspadresparadecirlesquenoregresaríaesedíay
queleenviaranunamaletallenaderopa.Menosmalqueteníaeltrajeque
habíallevadoalaentrevista.
Anuncióalhotelquesequedaríaunosdíasmáshastaqueencontraraun
apartamentoyacompañóasusamigasalaeropuerto,despidiéndolascon
un sabor agridulce, había conseguido lo que quería, pero estaría sola de
momentoenesaexcitanteciudad.
Lashoraspasaronrápidamenteyellunesllegócasisindarsecuenta.Se
presentóendondelehabíanindicadoyvioqueeldespachoestabavacío.
Sentándoseenlasillagiratoriaquehabíadetrásdelamesa,pensóenlos
complementosquelehacíanfaltaparapoderdesarrollarsutrabajo.
Depronto,elteléfonosonó.
―Srta.Elliot,paseamidespacho―dijounavozmasculinaalotrolado
delalínea,ypensóqueibaaconocerasunuevojefe.
Selevantórecolocándoselaropayenderezóloshombros,llevandouna
libretayunbolígrafoenlamano.
Llamóalapuertaysinesperarcontestaciónentró.
Allí estaba Alex, sentado tras una enorme mesa llena de papeles y un
granordenador.Enunprincipiosesintiósorprendidaperoesemomento
pasó y una ligera furia estalló en su interior, lo había sabido desde el
principioyselahabíallevadoalacama,¿habíaconseguidoeltrabajopor
ello?
―Déjamequeteexplique,porfavor―ledijolevantandolasmanosen
un tono de súplica, era una mujer expresiva y él debía haber visto todos
susestadosdeánimoconformelosibasintiendo.
―Me quedé sin secretaria la semana pasada, por eso lo del anuncio,
recursoshumanossehaencargadodelaselecciónynomelocomunicó
hastaayeramediodía.Cuandomecontasteparaquéhabíasvenidopensé
queerasunacandidataynolaelegidaporladirectora,asíquenoquiero
quecreasqueloquehapasadoentrenosotrostienealgoquever.
―¿Ylapartida?¿Ylaapuesta?―susurrómientrassesentabaenlasilla
quehabíadelante.
―Teviporunadelascámarasdeseguridadymegustócómojugabasy
túcomomujer,asíquebajéaconocerte,sabesquenohubiéramostenido
sexosinohubierasquerido―dijomientrasselevantabayseacercabaa
ella.
―Estetrabajolohasconseguidoporquevalesparaél,perotambiénme
gustas,asíquemejorparamí,esperoquetambiénseaválidoparati―dijo
ayudándolaalevantarseyelevándolelacaraparapoderbesarla.
Sesentíaunpocotonta,claroquelohabíaconseguidoporellamisma,
éltambiénlegustaba,pensóquetalvezpodíafuncionaryledevolvióel
beso.
―¿Quieresquehagamosotraapuesta?―preguntómientrasseseparaba
unpocoparamirarlaalosojosyvieraqueibaenserio.
―¿Enquéestáspensando?―locuestionómientrasladeabaunpocola
cabezaconunapequeñasonrisajugandoensuboca.
―Te apuesto una cena y sexo loco durante una noche a que estamos
casados dentro de seis meses ―dijo él a punto de echarse a reír a
carcajadas.
―Aceptolaapuesta―contestóuniéndoseasusrisas.
Enmipiel
LydiaLeyte
I
Llantodesesperado.Hipidos.Balbuceosentrecortados.
Laangustiadeaquellossonidosrasgólagruesacortinadesusueño.
Sonia Padín pensó que era ella la que al fin se había roto por dentro.
Aún en ese estado de adormecimiento, se sorprendió. Ni siquiera en
sueñossepermitiríasemejantedebilidad.Lavidaeracomoera.Ypunto.
Nadasesolucionabaconlágrimasysuspiros.
Elllantosonóunaoctavamásalto.Estavezademásescuchórecitarsu
nombreenuntonotanlastimeroquepartíaelalma.
Conunojomedioabiertocomprobólahoraeneldespertador.Lasdos
delamadrugada.Sintiófrío.Ylaviejacongojaqueleapretabaelcorazón
desdehacíaaños.
Corrió al descansillo de la escalera del quinto piso, cubierta con la
camiseta anchota con la que dormía. Sola en una inmensa cama. Sin el
hombreamado.
Marieta, descalza y en pijama, estaba acurrucada junto a la puerta de
entrada. Asía su oso de peluche con la fuerza desesperada del que busca
consuelo.
Sonialaacogióensusbrazos,ylaacunóhastacalmarlosincontrolados
lloros.
―Tellamé.
Borró el pucherito tembloroso con un beso tierno en su boquita de
piñón.
―Esqueestabamuydormida―respondió,comosiesofuerasuficiente
justificaciónparadesarmarlaangustiadeunaniñadecincoaños.
Secósuslágrimasconpequeñosydulcestoquesdesulengua.«Besosde
gatito», decía la chiquilla. La sonrisa llenó de paz el rostro infantil. La
abrazó con fuerza. Podría haber sido su hija, pero era la de otra mujer.
Aunqueesoaellanoleimportaba.Laqueríatanto…
***
El hombre entró sigiloso en la cocina. Se desnudó. Cogió el montón
deropaylointrodujoenlalavadora.Cerrólapuerta,echóeljabónyla
puso a andar. El olor nauseabundo a alcohol, y al sudor ácido de los
noctámbulos,quedóabuenrecaudo.Noqueríacontaminarelambientede
purezaqueélhabíacreadoensuhogar.
Sedirigióalbañoparasuduchanocturna.
Elbultohumanosobreelsofádelasala,ledetuvo.Sequedóextasiado.
Parecía la estampa bucólica de una maternidad: la niña cobijada en los
brazosdelamujer,comosiestaquisieraprotegerladetodomal.
Apesardetodo,susojossecentraronenlocarnal,enlosmuslostersos
ymorenosquequedabanaldescubierto,coneseerotismoquedesprendía
Sonia.Yporuninstantesepermitiósoñarconotraépocayotrolugar,en
el que esas piernas envolvían su cintura mientras él la penetraba en
embestidascortaseintensas,hastaqueambossedeshacíanconladulzura
delazúcarenelagua.
Su pene saltó gozoso. Tuvo que contener la necesidad de acariciarse
hasta explosionar de placer. El deseo se enroscaba en su bajo vientre,
mordíalasterminacionesnerviosasdesupielcomosifueraunadeesas
serpientesquevainoculandosuvenenosegundoasegundo.Másintensoy
apremiante que entonces, porque ahora sabía que no tenía derecho a
disfrutar de Sonia. Era una fruta tan prohibida como la manzana del
Paraíso.
Soltó para sí un juramento ante su necesidad dolorosa, acuciante, de
hundirseenella,porsaborearsupielsatinada.Sesintióculpableporesa
reacción.
―Dardo, sería conveniente que te vistieras. No sé si estoy preparada
paraverundesnudointegralaestashorasdelamadrugada.
Eduardosonrióanteelapelativodeotraépoca,cuandoéleraeljoven
desvergonzadoyviolento,yellaelhadamágicaquetrazóelsenderopara
convertirlo en el hombre actual. En todo ese tiempo no había perdido el
sentidodelhumornilalenguaafilada.
―Otravez…―Soniaselimitóasuspirar―.¿YQuico?
―Tu hijo duerme como un ángel. Un adolescente campeón de hockey
sobrepatinesnosedespiertaniaunquesecaigalacasa.
Parecióquedarsemástranquilo.Entróenelbaño,conteniéndoseaduras
penasparanoacercarseydevorarsubocaabesos.Esanoche,comootras
tantas anteriores, su mano tendría que darle el alivio que necesitaba,
mientrassumenterecreabalascurvassuavesdelcuerpodeSonia.
Cuandosalió,ellahabíadesaparecido.Esaeralaconstantedesuvidaen
común.
II
Metallica interpretaba una de sus baladas a todo volumen. Eduardo
Montero,Dardo,antesdeconvertirseenelhombredenegociosqueahora
era,tuvoquepegarelpulgaraltimbreparaquelooyera.
Sonialemiróimperturbabledesdeelumbral.Enelinterior,sucorazón
bombeaba a ritmo de mambo, lanzando brillantes cohetes de color. El
deseosehacíahúmedoensusexocadavezqueleteníadelante.Todoenél
leatraía.Elrostroangulosodefaccionessecas.Elpechoduro,fortalecido
poreltrabajo.Elairedemasculinidadqueexudabacadacéluladesupiel.
Sinembargoeransusojososcuros,cargadosdeunatristemelancolía,los
que nublaban su tan cacareado buen juicio, hasta incluso hacerla olvidar
lasofensasdelpasado.
Amó a Eduardo quince años atrás con toda la pasión desatada de la
juventud,yseguíaamándolequinceañosmástardeconmayorintensidad
queantes,porqueahora,elhombrequehabíalogradosalirdelanadapara
construirseunavidapropia,sobrepasabaconmuchoalchicoquefue.
Años de separación en los que la vida se había portado bien con él.
Tampoco lo había hecho mal con ella. Sin embargo, no había sido
generosaconambos.Susrespectivasexistencias,hastahacíaoncemeses,
habíannavegadopormaresdistantesylejanos.Sololacasualidad,ouna
jugarreta del destino, quién podría saberlo, les había vuelto a acercar de
unamaneraimprevisible,yconvertidoenvecinosdeapartamento.
Nieltiemponiladistancia,nisiquieralatraición,eldolor,ladesdicha,
lograron menguar su pasión por él. Su cuerpo seguía teniendo esas
reaccionesabsurdascadavezqueloveíaanteella.Ynoeraporquefuera
guapo.Sinoporqueeraelúnicohombrequelahabíadespertadoalavida.
Dardo se cruzó con ella en una época lejana, cuando Sonia tan solo
intuía la pasión que podría despertar el sexo. Y eso porque se hartaba a
repasar una y otra vez los encuentros amorosos de los héroes de sus
novelas románticas favoritas. Él fue el primer hombre que descubrió su
cuerpoysufeminidad.Alqueseguíaamando,peseasulargaseparación.
Ella,tímida,apocada,unratóndebiblioteca,sesintióatraíahaciaeljoven
descarado como si un volcán en erupción la hubiera envuelto en su lava
ardiente.
Seentregóaélconlamenteyelcuerpoabiertosatodoloquequisiera
hacer con ella, con el pleno deseo de experimentar el placer que solo
Dardole daría. Con la plena consciencia de que para ellos no habría un
«parasiempre».Eranaguayaceite.Ellahabíatrazadounplanclaropara
su futuro. Dardo se regía por la norma «vive y deja vivir». Era
impredecible… tanto como atestiguaba el día que la dejó plantada, para
casarseconotra,solodosmesesmástarde.Peroesoformabapartedeuna
vulgarhistoriaenlaquenoqueríapensar.
―Gracias,denuevo.Siempreteocupasdeella.Sedespierta,seasustay
sale a buscarte ―justificó ante la mujer a la que nunca había dejado de
amar.
―¿Porquénocontratasaalguienparaqueloscuidecuandotúnoestás?
―Durante unos meses estuvo una cuidadora, pero no funcionó. Esta
temporadafaltomás.Yasabesquehecompradootropub,y…
No sentía ni un átomo de pena. Para Eduardo, poner un proyecto en
marchaeralasalsadelavida.
―Ireland´sFlag.Estuveelotrodíaconunamigo.
―¿Alguienespecial?
Soniafruncióelceño,mostrandosudisgusto.
―Novayasporahí.Esenoesnituproblemanituguerra.
―Túeresmiproblema.Nuncahasdejadodeserlo.Yyopeleoporcada
batalladeestaguerraenlaquellevamosenvueltostantosaños.
Estuvo a punto de soltarle que sería desde los últimos once meses
cuando estaba interesado en ella. Durante casi quince años no lo había
visto,yporloquesabíaesonolehabíaquitadoelsueño.
―No estabas ―se limitó a contestar para no meterse en reproches
absurdosquenolesllevaríananingunaparte.
Sí estaba. Observándoles como un voyeur desde la oscuridad de su
despacho.Nohabíaqueridoacercarseporquenosefiabadesímismo,y
de esos ataques de posesión que rugían en su pecho ante la sola idea de
queellaestuvieraconotro.
―Andotodoeldíaporahí―respondióevasivo.
―Laambicióntieneesospequeñosinconvenientes.
―¡Nopuedoquedarmeatrás!Estenegocioesexigente,sinoprogreso,
otroloharáenmilugar.
―Ytú,noloconsentirías…
―¿Qué es esto? ―pensó que con ella sería mejor cambiar de
conversación. Si mordía un hueso, no lo soltaba, parecía un perro de
presa.
Sonia miró hacia los dibujos de sus alumnos que él sujetaba con esa
manofirmequeenotraépocarecorríasupiel,enervandocadaunadesus
células.
Bajo el puño de la camisa blanca, se asomaba el borde de un tatuaje.
Sonia no pudo evitar que se le escapara una sonrisa cargada de dulzura.
Recordabacuándoselohabíahecho.Teníaveinteañosyporentoncesaún
nohabíaaparecidoensuradaresaambicióndesmedidaporprogresar.
Aquellatardehabíaidoabuscarlaconsumotoalinstituto,comohacía
siempre, y le había enseñado la piel tatuada, aún sanguinolenta: una
triqueta celta, la representación de las tres fuerzas del universo, tierra,
fuego,agua,conunaletradiminutainscritaenunodelosanillos.
―La inicial representa tu nombre. Siempre estás aquí ―explicó
apretandoconfuriaelpuñocerradosobresucorazón―.Ahoratambiénte
llevoescritoenmipiel.
Y Sonia, por aquel entonces se lo había creído porque no comprendía
unavidaenterasinél.
Claro que eso había ocurrido poco antes de que un nombre completo,
más exuberante, con más tetas y culo que su inicial, hubiera ocupado su
puesto.
―Son dibujos de mis alumnos… y te ruego que no cambies de
conversación. Me sé el truco de memoria. Te ruego que vuelvas a
contrataraalguien.Loschicosnopuedenestarsolostantashoras.
―¡Joder,Sonia,nomeatosigues!―exclamóconairedederrota―Ya
sabesquéocurrióconlaúltima.Sequedódormidayniseenterócuando
salióaldescansillo.Solotenecesitanati.Nisiquieraechanenfaltaasu
madre.Claroquetampocosehaocupadonuncadeelloscomolohacestú.
Obviódecirloqueambossabían.Laqueyaerasuexsehabíalargado
unbuendía,dejandoatrásasushijos,cuandolapequeacababadenacer.
―Deberíamoscasarnos…
―¿Porqué?¿Porqué,Dardo?¿Porqué?
Elaireentreellossevolviódenso,cargadodeviejosanhelos.Estaban
uno frente al otro, sin tocarse, y sin embargo, parecía que sus cuerpos
ardieran de pasión, como si reconocieran el tacto del pasado. El deseo
crepitabaenelambiente,crudo,brutal.
―Somos viejos conocidos, siempre nos hemos llevado bien. El sexo
eraperfectoentrenosotros.
Contestóalfinconvozplana,sintiendoelpesodesufaltadevalor.Era
incapaz de formular las dos palabras que les unirían hasta el fin de sus
vidas.Esasqueelmiedoaequivocarsenoledejabapronunciar.¿Ysieran
todo imaginaciones suyas y ella ya no sentía lo mismo? Sonia jamás le
tocaba. Era él quien se acercaba a ella, quien se la comía con los ojos,
quiensedesesperabacadanochepornotenerla.Soloelbrilloocasional
desusojos,aquellapasióncruda,hambrienta,quesorprendíadetantoen
tantoensumirada,lehacíaconcebiresperanzas.
«Perfecto».Éldecía«perfecto».ParaSonia,lapalabrasequedabacorta.
El sexo con Eduardo era sublime. Tormentoso. Ardiente. Con la
vehemenciafebrildelfuegoquearrasatodocuantotoca.
Se alejó en dirección a la cocina. La desesperación apenas la dejaba
respirar. Era útil, pero no amada. Cuánta más tierra pusiera por medio,
mejor.
―Y entonces podríamos convertirnos en una familia unida y feliz
―respondiócontodoelsarcasmodelqueeracapaz,mientrasasomabala
narizporelvanodelapuerta.
Lepareciónotarsutristezainfinita,unanhelodesesperadoporescuchar
unsencillo«teamo»,laconfirmacióndequeapesardetodo,elfuegoaún
estaba vivo entre ellos. Sintió vergüenza por esa declaración suya, más
cercanaaunatransaccióncomercialquealfieroamorquesentíaporella.
Peroelpánicoamalinterpretarlasseñalesestabaahí,mordiéndolelapiel.
Deningunamanerapodíavolveraperderla.
―Sonia,¿porquéteniegas?Lesquieresmásdeloqueloshaquerido
nuncasupropiamadre.Yellosatinitecuento.
No se atrevió a profundizar más. ¿Cómo podría hacerle entender que
jamáshabíaconseguidoalcanzarconotratalcotadeplacer?Poresohabía
fracasadosumatrimonio.Dosdesconocidosquesolocompartíancasa.Ni
siquiera cariño por los hijos. Su ex se los había cedido gustosa. La
satisfacciónplenasolohabíasidoposibleconSonia.
Ella sintió el ardor de las lágrimas. Un nudo de dolor se formó en su
pecho.Creyóquenoleibaasalirlavozparapoderresponder.
―Serámejorquetemarches―contestóapareciendoconunagrantaza
de café con leche―. Tengo un montón de cuadernos que corregir para
mañana.
―Estodeecharmedetucasaseestáconvirtiendoyaenunacostumbre.
¿Porquéteniegas?―preguntóacariciandosumelenalacia.
Seencerróensímismaparanosentir.Tampocohoypensabaregalarle
unacariciaenaquelrostrotenso,tanamado.
Los ojos verdes de ella, llenos de serenidad, se reflejaron en los
oscurosdeél.Lapasiónyeldolorporloquepudohabersidoynofue,
cruzósusmiradas.
Elladesviólasuyaylafijóenelbrilloazuladodesupendiente.Dardo
aúnconservabaaquelairedemacarrilladebarrioquetanbienleibapara
sunegocio.
―Porquetúmeestásofreciendountrabajo.Ymetemoqueyoyatengo
uno.Nonecesitootro.
Eduardobajólacabeza.Seguíasinatreverseadesnudarsualma,aabrir
sucorazónalamujeramada.Habíanpasadotantascosasenlavidadelos
dos…Sabíaqueaellanoleimportabaesadulcecargaquellevabadetrás.
Soniaqueríatantoasushijoscomoélmismo.Eraelmiedoalrechazo,y
conélaperderlaamistad,yesenuevovínculoquecontantoesfuerzose
estabacreandoentreellos.
Volvióamirarla.Soniaposeíaunabellezaserena,queaélleatraíamás
que cualquier cuerpo voluptuoso, quizás porque en el gran error de su
vida,yahabíatenidodemasiadodeuno.
Aunque también poseía un erotismo capaz de conducir a un hombre a
lascumbresmásaltas.Élnohabíaolvidadosuslargastardesdeplacer,en
cualquierrincón.Soloslosdos.Sabíabiendóndeycómotocarlaconsu
lenguaysusmanosparaqueellasedeshicieradeplacer.
Nada de eso ocurriría en aquel momento. Dardo aún tenía que
demostrar que su amor por ella seguía tan firme e intenso como en
aquelloslejanostiempos.
Nodijonada.Sediomediavueltaysealejó.
Conelsonidodelapuertaalcerrarse,Soniadejócorrerlaslágrimas.
III
―Eduardo,eresunhombreconsuerte.Siemprelodigo.
Nisiquieralevantólacabezadelpañodehiloconelquefrotabalacopa,
comosipretendieraconvertirlaenundiamante.Noqueríamiraraltío,un
colega de los viejos tiempos tan salvaje como él mismo, convertido en
todo un señor con su pancita de feliz casado, que era ahora cliente del
nuevopub.«Suerte»serioparasí.Esanoexiste.Laambiciónylafuria
porprogresaresloquemuevealserhumano.Yélteníatoneladasdeese
par.
Deahíquetodoloquetocaraseconvirtieseenoro.
Erasucorazónelquecarecíadesuerte.Seguíasangrandoporella.
Aullaba de dolor por el mayor error que había cometido en su vida.
Jamáshabíapensadoenlosdemás.Suambicióndesmedidaporsalirdela
miseria fue el impulso que movió cada paso de su vida. Y el día que se
mostrógeneroso,lafastidiódeltodo.Enaquelentoncesleparecióquesi
él se alejaba, Sonia tendría todas las posibilidades de salir adelante. Era
trabajadora, muy inteligente, y con un expediente académico
extraordinario.Élcarecíadeestudios,detrabajoydedinero.Susúnicas
cualidadeseranbeberyfollar,unexpertoenambas.Learruinaríalavida
antesdepoderempezarla.
La había dejado marchar. A ella. A Sonia, a la única mujer que había
amadoconcadacéluladesuser.
La rabia y el dolor por su ausencia le habían llevado a cometer el
mayor acto de traición que un hombre podía hacer. Engañarla con otra,
conquiensehabíatenidoquecasarparadarnombrealhijofecundadoen
unanochedegranborrachera.
Yaesolosdemáslellamaban«suerte».Eracomoparairamearyno
echargota.
Dejólacopaycogióotra.Comenzóaabrillantarlaconlaintenciónde
convertirla en el cristal de un prismático con el que mirar el futuro de
ambos.
¿Cómo sería ahora la vida de sus hijos, y la de él mismo si no se
hubieranvueltoaencontrar?Amboscompraronlosáticossinsaberquién
sería su vecino de puerta, casi al mismo tiempo, en una nueva
urbanización de las afueras. Un lugar tranquilo con jardín y piscina,
porqueEduardoqueríaquetuvieranlavidadelaqueélhabíacarecido.
Una noche, al llegar del trabajo, se encontró a Sonia sentada en la
escalera con Marieta y su oso en brazos. La niña se había despertado y
llamadoaunpapáausente.
Jamáspensóenvolveraverla.Avecessepreguntabaquébuenaacción
habría realizado él para que se le diera una segunda oportunidad, tan
generosa.
Desdeentonces,Soniasehabíaconvertidoenunamadreparaellos.Lo
mismolespreparabalacena,querecogíaaMarietadelaescuelainfantil,
o se ocupaba de su baño nocturno. Para Quico, el comprometido
adolescente con la naturaleza y el deporte, ella era su confidente, la
personaalaquerecurríaantesdeplantearcualquierconflicto,permisoo
preguntaasupropiopadre.
Eduardolaamabaporloqueerayporcómoera.Porsusrecuerdosde
entonces, por la mujer valiente, y firme de carácter, en la que se había
convertido. Por esa fina sexualidad que desprendía, por el aroma de su
piel,ylaintensidaddesumirada.
Sonia era Sonia. Su mujer, aunque ella se negara a verlo, o aunque él
fueraincapazdedecírselo.
Deberíadejaratráselmiedoydarelpasodefinitivocuantoantes.Eldía
quelavioensupub,casisedesmayadeangustia.Estabasentadaconun
hombre,yélestuvoapuntodedirigirsehaciaellos.Secontuvoalvera
aqueltipoconelbrazoapoyadoenelrespaldodesusilla,acariciandosu
hombro, con esa actitud tan masculina de «prohibido pasar, propiedad
privada». Ella no parecía sentir lo mismo. Pero ¿quién le decía que no
acabaríasucumbiendoantelasatencionesdeotro?
¿De qué pasta estaba hecho? Había luchado con uñas y dientes por
convertirse en un buen padre, lo más diferente posible al suyo. Había
sacado adelante a sus hijos él solo, temiendo equivocarse, sin dormir
noches seguidas cuando Marieta, una niña llorona y debilucha, se ponía
enferma de todo cuanto cogía en la guardería. Habría cruzado océanos
porlaoportunidaddesermejor,deganarmás,detriunfarenlavidayen
lafamilia.Yahoraseacobardabaanteunnuevoreto.Elmásimportantede
suexistencia.
Soltóelpañoconfuriasobreelpulidomostradordeteka,traídodeun
verdaderopubdeIrlanda.
―¿Tevasya,jefe?
―Y tú cuidarás del negocio como si te fuera la vida en ello. Nada de
borrachosnidepeleas―avisó.
―Descuida,séloquemehago.
Y tanto que lo sabía, pensaba Eduardo mientras cogía la cazadora de
cuerodesudespacho.Sucamarerohabíahechounlargorecorridodesde
que le descubrió tirado en un callejón y entregado su confianza. No se
arrepentía. Si sus negocios funcionaban a la perfección era gracias a su
olfato.Justoelsentidoquelefallabaconella.
―Jefe,¿vuelvesdespuésporaquí?
Noobtuvocontestación.NosabíasiEduardoibaacomprarotrodesus
negociosoaescalarelEverest,perosehabíallevadoconsigoesamirada
dedeterminaciónqueconocíatanbien.Lamismaquehabíaevitadoqueél
dieraconsushuesosenlacárcel.Lamismaquelehabíaconvertidoenun
tíohonrao.
Dardosaliódelambientecerradodellocalysequedócontemplandolas
lucesamarillasyrojasdeltráficodelaciudad.Gentesqueibanyvenían.
Algunopasaríalanochedeaquíparaallá,enbuscadesudestino.
Notó el frescor. Un escalofrío le recorrió de arriba abajo. El viejo
ramalazodelmiedoleazotabasincompasión.
En cuanto tuvo su potente moto entre las piernas, supo que esa noche
cabalgaríahastaelinfinitosoloporvolveratenerlauninstanteentresus
brazos.
Eraunhombrerenovado.Nadaledetendríaya.
IV
Llamó al timbre. En los últimos tiempos solo hacía eso. Llamar al
timbredeSoniaymendigarunadesusmiradas.
―Papá,llegasatiempo.Acabamosdeempezaracenar.
LasonrisadeQuicolellenódealegría.Éljamásrecibióasíasupadre.
Claro que tampoco su padre jamás se preocupó lo más mínimo por su
existencia.
Entró y dejó la cazadora tirada sobre el respaldo del sofá con un aire
despreocupado que no sentía. Se preguntó cuándo había empezado a
cambiarlavozdeQuicoysiSoniasehabríapercatado.Seguroquesí.A
ellanoseleescaparíaalgotanimportante.
SeinclinósobreMarietaylediounbesoenlafrente.Sedeleitóenel
aroma a vainilla del pelo aún húmedo de la niña. Sonia también lo tenía
mojado.Sehabríanbañadojuntas,comosolíanhacercadanoche.
Eldeseoacudiópresto.Tuvoquesentarseconrapidez.Supenesehabía
alzadoconelansiadelalibertadyahoraoprimíalospantalones,deseoso
desentirsobreéllasmanospequeñasysuavesdeSonia.Lasmismascon
lasquemimabaasushijos,peroquejamásletocabanniderefilón.
―¿Tepongounplato?
―No.
Hastaaéllarespuestalesonótanrotundacomoundisparo.Noquería
comer, solo devorar sus labios, hundirse en las profundidades de su
cuerpofemenino.Deseosimposiblesdeexplicarantesuspropioshijos.
―Ahoraqueestamosjuntosquierohacerteunapregunta,Sonia.
―¿Nopuedeesperaralfinaldelacena?Seenfriarálapasta―protestó
ella.
―Estaveznopuedoesperar―respondióentonobajoysensual.
Se puso en pie, le quitó los cubiertos de servir de las manos y se las
sujetóentrelasuyas.Tiródeella.Laencajóensupecho,ysuspiróufano
alverquenadahabíacambiadoalolargodeesosañosdeseparación.
―¿Tequierescasarconmigo?
Soniasintióensupropiopecholoslatidoserráticosdeldeél.Elmundo
parecía haber dejado de girar. Era una bola inmensa suspendida en el
vacío del espacio infinito. Quiso asentir, expresar con su boca, con las
yemasdesusdedos,consuspalabraselamorylapasiónquedespertaba
enella.Ysinembargo,ladudayladesconfianzalacontuvieron.Antes,él
tendríaquedesnudarsualma.
Sehizoelsilencioenlahabitación.Eduardomiróasushijossobreel
hombrodelamujeramada.Ambosaguardabanexpectantes,conunbrillo
especialdeilusiónyesperanzaensusojos.
RecordóeneseinstanteunviejocomentariodeQuico.
―Jamásleimportamos,¿verdad?
Yélnohabíatenidoarrestosparacontestar.Elchicoteníarazónenlo
de«jamás».Nuncahuboamorenlamujerqueleshabíatraídoalmundoy
quedesapareciódesusvidassinecharunamiradaatrás.
―¿Porqué?¿Porquéquierescasarteconmigo?
Se levantó la manga de la camisa hasta el codo y mostró su tatuaje,
aislado del resto que cubría su antebrazo. Señaló la S, incluida en la
triqueta,rodeadadeunaramafloral,comosímbolodelrenacer.
―Siempre te he llevado conmigo. En mi piel. Un día huí de ti, Sonia,
asustadodeunapasiónquedevorabamisentrañas.Temíaquedescubrieras
queyonovalíanadaymeabandonaras,yconvertímividaenuninfierno.
Ahoradeseomásquenadaentrarenelparaíso.Quierocasarmecontigo
porque adoro cada partícula de tu ser. Porque a lo largo de todos estos
años no he dejado de amarte. Porque cuando volví a encontrarte, por
casualidad,penséqueexistíaDios.¿Yaúnmelopreguntas?
Unsilenciocargadodeexpectativacubriólahabitación.
―Sí,Dardo, aún te lo pregunto ―musitó ella deseando escuchar solo
dossencillaspalabras.
―Porquemividasinti,carecedesentido.Y…y…porque…teamo.Te
amo,Sonia.Asídesencillo.Teamo,porencimadelpasado,delpresentey
delfuturo.
UnalágrimarebeldecorrióporelrostrodeSonia.Élselasecóconuno
de los pulgares, con el mismo que acarició con enervante suavidad la
mejillasonrojada.Conelmismoquecolocósobresuslabiosparahacerla
callaryquenoleinterrumpiera.Silohacía,talvezsesintieraincapazde
desnudarsuspensamientosmásíntimosantetodosellos.
―Noquierodesperdiciarniunsolosegundomássinti.Mividacarece
desentidosinoesatulado.
Sonia se soltó de sus brazos y dio un par de pasos atrás. Todos
contenían la respiración. La ansiedad flotaba en el ambiente, como si
quieraaplastarloscontraelsuelo.
Dejócorrerlaslágrimascontotallibertad,sinelfrenoqueseimpuso
duranteañosymesesparanogritarelsufrimientoquelaembargaba.
―Teamo,Dardo.
Él intentó volver a tomarla en sus brazos. Ella puso la mano sobre su
pechoparacontenerlo.Notódenuevosuslatidoserráticos.Contemplósus
ojos,tanllenosdelaantiguapasión.
Se separó un poco más. Necesitaba ver la escena desde una cierta
distancia.Aquellosniñoseranyasushijos.Yél…Jamáshabíadejadode
amarle.Apesardelatraiciónquetancarahabíanpagadoambos.
Cuando se enfrentó de nuevo a él, sus ojos tenían un fulgor especial.
Levantóeldedoyloclavósobreelduropechomasculino.
―Nopermitiréquelleguesacasaalahoraquetedélagana.Niquete
dediquesacomprarunpubtrasotroyaganardineroamazosinquenos
llevesalmenosunavezalañoaDisneyParísoalTeide,sinqueteocupes
de Quico y de sus partidos de hockey, sin que recojas a Marieta en la
escuelaeldíaqueyoestéocupada,sinque…
―Cielo,¿hasacabadoyademandar?
ASonialediolaimpresióndequeaquelpendientesuyodestellabamás
fuertequeenotrasocasiones.
―Puesclaroquenoheacabado.
―Bueno…puescreoquesí―dijobebiendodesuslabioscontodoel
ardor que le quemaba las entrañas, sin importarle las miradas
avergonzadasdesuhijomayor.
―Ejem…,creoquelapastaseestáquedandoasquerosa.Eso…podríais
dejarloparamástarde,yasabéis,paracuandolosdosestemosenlacama.
Amboslemiraronsorprendidos.Elruborcubríaelrostroycuellodel
adolescente.Soniaseacercóaélycobijósucabezaderizoslargoscontra
suvientre.
―Colega, mucho me temo que tendrás que acostumbrarte. Pienso
recuperartodoslosbesosquemedebetupadredetodosestosaños.Pero
no te apures. Tú también recibirás unos cuantos. Navidad, Reyes,
cumple…yasabes,enfechasseñaladas.
Quico enlazó sus brazos en la cintura de ella. Hacía tiempo que la
considerabasumadre.Soniasedejóabrazar,sintiendolafuerzadelamor
quetransmitíaelniño.
En medio de las risas infantiles, sus ojos se cruzaron con los de su
amado. En ellos relucía el amor, y una pasión salvaje que estaban
dispuestosadisfrutarelrestodesuvida.
Aferradoalavida
LeilaMilà
Cuando eres niño, con poco que tienes es suficiente, un beso de tu
madre,unabrazo...
Amedidaquecreces,seteexigenunosobjetivos,deseascosasaveces
innecesariasynodasimportanciaaloquerealmentelomerececomo,por
ejemplo,elsignificadodeunbeso.
Yonisiquieramehabíaplanteadonadadeesoynoteníamuyclaropor
qué lo hacía en este instante salvo, quizás, por el beso de esa pareja que
veíaalolejos,recortadosamboscontraelsolponiente.
Silopensababien,yonodeberíaestarahí,nuncahabíatenidofuturo;la
enfermedad que me aquejaba desde pequeño no iba a permitirlo y, sin
embargo,ycontratodopronóstico,seguíarespirando.
Nunca creí en la magia ni en los cuentos de hadas con final feliz; era
consciente de mis expectativas, del destino que me deparaba al estar
gravementeenfermo,hastaqueundíatodocambió.
Unos dedos se entrelazaron con los míos, haciéndome regresar a la
realidad,alzandolosojoshaciaOna.
―¿En qué piensas? Estabas muy lejos de aquí. ¿Te arrepientes? ―me
preguntósinningúntipoderencorensudelicadavoz.
Susojosprofundamenteazulessedesviarondelosmíoshastadetenerse
en la pareja que había desencadenado mis pensamientos. La suave brisa
hacíaondearsupelonegroenmarcandosuhermosorostro.
―No,solopensabaenlocuriosasquesonlascircunstanciasdelavida.
Una simple decisión puede cambiarlo todo en un segundo ―respondí
finalmente.
Ella me devolvió una sonrisa sincera y prestó atención al tiempo que
veíacómoyovolvíaaalejarmeenlasprofundidadesdemimente.
***
Hubountiempoenquenisiquierapodíapensarenquéquerríaser,o
enjugarconelrestodelosniñosohacertrastadasquellevasendecabeza
amispadres;miúnicodeseoestabaenconseguirsobrevivirundíamás.Y
ahora,queteníamilyunaoportunidadesdedisfrutardecadainstante,lo
únicoquehacíaquesiguiesesintiendopesar,erapensarenporquéyoy
nootro.
Lagentesueleseregoísta.Sinembargo,mesentíaculpableporlasuerte
que había tenido. Mi conciencia seguía diciéndome que debía hacer algo
con ese don que se me había concedido y sabía bien que no era tan
sencillo;habíaconsecuencias,normasy,segúncómosemirase,lomíono
eraunabendición,sinounamaldición.Pero,fueracomofuera,yonome
lamentaba,porqueese«incidente»mehabíapermitidoviviryconoceral
amordemivida,aquellaquemehacíasonreíryllenabamioscuridadde
luzydeseos.
Noeradelosquesequedabanenunrincónlamiéndoselasheridas.No
me quejaba ni lloraba por mi suerte, sino que me aferraba a cada
experienciay,sinembargo,traselaccidentetodocambió…
Yo fui el que provocó indirectamente el accidente que se llevó a mis
padres.Estabasufriendounataquecuandomipadredetuvoelcocheenel
arcén y yo sabía que ese era mi último día, lo sentía en todo mi cuerpo.
Percibía el aliento de la muerte tras mi nuca, mientras veía a mi madre
gritar,buscandofrenéticalasmedicinassindejardepresionarmeelpecho
insistiendo en que aguantase. Mi padre se giró para ayudar, cuando una
grúa pesada que venía en dirección contraria perdió el control y se
empotrócontranuestrovehículo.
Todosucedióenunafraccióndesegundo,ylastornascambiaron;eldía
enqueyodeberíadehaberdejadoestemundofueronmispadreslosque
lohicieron.Lasangrecalientesalpicómicara,lasentíresbalardeentre
mis labios hasta deslizarse por mi garganta, mientras mi madre me
aferrabalamano.
Lo último que captaron mis oídos fue un débil «vive», y cómo yo me
aferrabaconuñasydientesalavidaquesemeescapaba.Unaexplosión
recorrió mi cuerpo, llenándolo de energía. El dolor y la debilidad
desaparecieron. Noté cómo los huesos crujían y cómo algo cambiaba;
luego, todo fue oscuridad. Todavía nadie se explica cómo sobreviví ni
cómofuequelaenfermedaddesapareció.
Esaparteeraaúnunanebulosaenmicabeza.Mástardedescubríquemi
«maldición»sehabíaactivadoconlasangre,ysangrefueloquetuveque
verterparatransformarmeporcompletoenloquesoyahora.
―Luna llena. ¿Qué querrás hacer? ―Ona volvió a sacarme de mis
pensamientos.
―Una más ―sonreí―. Quiero llevarte a un sitio. ―Me levanté
tendiéndolelamano,queellaaceptó.
Saquélacarteradelbolsillotraserodelpantalónydejéunbilletesobre
la mesa de la terraza, donde estábamos tomando un refresco, y la llevé
hastalamoto.
Onasubiótrasdemíenvolviendomicintura,yyosonreídeaquelmodo
canallaquetantolegustaba,mientrasmeponíaelcascoaligualquehabía
hechoella.Nolehacíaningunafaltacogerse,peroamímeencantabaque
lohiciese.Podersentirsucuerposuavepegadoalmíoeraunasensación
maravillosaquemerecordabaquenoestabasolo.
Arranqué y, tras hacer la indicación pertinente, me incorporé a la
marcha, poniendo rumbo a las afueras del pueblo. El aire fresco del
anochecertraíaelolorasaldelmar,alejandoelintensocalordeldía.El
cielo iba oscureciéndose con pereza mientras se llenaba de estrellas;
aparquéenelcaminoexterioryOnaexaminóellugar.
***
Íbamosalcementerio.
Me siguió en silencio, quedándose a unos pasos de mí. Cuando
llegamosalastumbas,pasélosdedosporlapiedraysuspiré,leyendolos
nombresdemispadres.
―Hacía mucho tiempo que no venía, no me veía con fuerza. Siempre
creíqueestoerainnecesario,quelaspersonasaquienesamamosenvida
lasllevamossiempredentro,aúncuandonoestán,perocreoqueerapor
miedoaloquepodríanpensaralverenloquemeheconvertido.
Onasonrióconlanguidezymeenvolvióconsubrazo.
―¿Yenquétehasconvertido?Enunhombrefuerte,decidido,luchador
y poderoso. No eres ningún monstruo; forma parte de ti y tus padres
queríanquevivieses,jamásteculparían.
―Por eso te quiero tanto, cielo, y por eso te he traído, para que, de
algúnmodo,teconozcandemodoformal.¿Esunalocura,verdad?
Ellaseencogiódehombrossinperderlasonrisa;supielcanelaparecía
saténbajolasuaveluzdelaluna,queempezabaaascendercreandounrío
deplataentrelascallejuelasdelcementerio.
―Nomeloparece,esungestomuybonito,necesitabashacerlo.
Asentídesviandolavistadeellahacíalaslápidas.
―Sinohubiesesidoportinoséquéhabríasidodemí.Túmeenseñaste
acontrolartodoesto―dije,mientrasmirabacómomisuñasseafilaban
hastaconvertirseengarras.
―Lolograstetú,yosoloestuveahíparadartecuatroindicaciones.Eras
unguerreroylosiguessiendo,lobitomío.
―Tuyo, que bien suena. ¿Sabes? Ya solo por esto valió la pena
transformarme.―Laatrajehaciamí,agarrándoladeltraseroyalzándola.
Sus piernas me envolvieron la cintura y sus manos se cerraron tras mi
nuca. La besé con ganas hasta sentir cómo se estremecía, y la miré. Sus
ojos ahora dorados, mostrando lo cerca que estaba su cambio, brillaban
conintensidad.
Silopensababien,aquellonoeraunamaldición,sinounmilagro.Era
fuerte,rápido,letalypodíasanarmisheridas,ademásdetenerunalarga
vida. No enfermaba y había pocas cosas a las que debía temer. Mi
condición se podía controlar, y la luna llena no tenía por qué ser una
pesadillaenlaquelasansiasdematarmedominasen.
No sé si era ella o que realmente era tan fuerte como me decía, pero
sentirmivínculoconOnaeraloquemehacíavivir;micorazónlatíasolo
pormiloba,mehacíasaberquiénerayporquérespiraba.
Yesquehastaenlaoscuridadhayluz,yquererysaberapreciarcada
instanteesunmotorquemeimpulsacadadía:vivirpormispadres,por
míyporella.
Porque ahora estaba más seguro que nunca de que tenía todo lo que
habíadeseadoenlavida:alguienconquiencompartirlayexprimirla.
Sonreí dejando a un lado todos aquellos recuerdos amargos y volví a
sumergirmeenlosojosdemicompañera,queenredabasusdedosenmi
densocabellooscuro.
―Yaséloquéquierohacerhoy―susurrépasandounmechóndeella
tras su oreja―. Nada de locuras esta noche, ni siquiera de paseos, ni
quedarnostendidosmirandolaluna.Hoynocorreremosentrelahumedad
delbosque.
―¿Entonces?
―Pienso llevarte a nuestro dormitorio, abriré la terraza para que la
luna inunde nuestra alcoba. Te tenderé en la cama, y allí nos amaremos
hastanopodermás.
Onasehumedecióloslabios.
―¿Me vas a llevar a tu casa? ―Me miró con su pulso latiendo al
galope.
―Nuestracasa―corregí,altiempoquecogíalallavequecolgabadela
cadena metálica que siempre llevaba al cuello―. Ya es hora de hacer lo
quesiemprehequerido,disfrutardeestaoportunidad.
Desdelamuertedemispadresnohabíaregresadoallí,lacasaenlaque
viví con mis padres; Marisa, la mejor amiga de mi madre y la que me
cuidó hasta la mayoría de edad tras la muerte de estos, se encargaba de
mantenerlaenmiausencia.
Ona se puso de puntillas sin soltarme la nuca. Paseó su vista por mi
rostro y me besó pegándoseme al cuerpo. Le rodeé la cintura
devolviéndoleelbeso.
―Esaideamegusta,nadademiraratrás.
―Nadadeeso,solonosotrosyelmundoquenosespera.Porprimera
vezvamosahacerrealidadnuestropropiocuento.
Onadejóescaparunarisitaquemehizosonreíry,trasdespedirnosde
mis padres, de mi pasado, regresamos a la moto, para poner rumbo a
nuestracasa.
Cuando llegamos entramos cogidos de la mano. Subimos a la
buhardilla,abrimoslaterrazadejandoondearlavaporosacortinablancay
nosreunimosenelcentrodelahabitación.
Frenteafrente,bañadosporlamismalunaquemeviorenacer,latomé
de la nuca atrayéndola hacia mí. Nuestros labios se encontraron
fundiéndoseenunosolomientras,fuera,elrumordelmarnosmecíacon
elmismovaivén.
Hoycomenzabaunanuevavidaquenodejaríaescaparentrelosdedos.
No me pararía a contemplarla, sino que iba a comérmela de un solo
bocadoportodosaquellosque,comoyo,luchancadadíaaferrándoseala
emocióndepoderrespirar.
Amboslanzaríamosnuestrocantoalavidacaminandobajoelfilodela
delgadalíneaentrelaluzylaoscuridad.
Buscandounhogar
MarFernández
Bradley Dawson se había criado en un pequeño pueblo cercano a
Jacksonville,yapesardehaberabandonadoaquellugarsiendoapenasun
niñolosrecuerdosaúnperdurabanensucorazón.Sobretodosellos;los
atardeceresbañadosporelsolyaquellaniñadecabellodoradoquecorría
porlosextensoscamposocrescercanosasuhogar.Susonrisaeracapaz
de iluminar un condado, y sus grandes ojos azules eran expertos en
derretiralsermásdurodecorazón.
Entonceseranunosniñossinmiedoanada,ybailabanjuntoaltrigoque
semecíaconelviento.YcomoolvidaralaabuelaEmily,comolallamaba
a pesar de que no les unía la sangre, que solía gritarles desde la lejanía
prometiéndolesunameriendadeliciosa.Adorabaaquellatartademanzana
ymielquesedeshacíaensupaladaryquenuncaabandonaríasumemoria.
Sesentíaabrigadoenaquellamoradatandistintaalapropiayalaqueno
pertenecía.Cuandolaluzanaranjadaseprolongabaenelhorizontesabía
que debía regresar a la vieja cabaña cercana, donde solo le esperaban
gritos,soledadyunamadresinganasdereírjuntoaunpadredurocomo
laroca.
Solo ella era la luz de su vida en aquel entonces, pero una mañana
sombríadenoviembretuvoquepartirjuntoasufamiliasinuntristeadiós,
dejandotodoloqueconocíayamaba.Yaquelcampoeneljugabanenlas
tardesdeprimaveraquedóatrás.
El tiempo transcurrió y la muerte de su madre cambió su interior y
endureciósucorazón.Cuandofuelosuficientementemayorparavalerse
por sí mismo abandonó a un padre que nunca le quiso y emprendió su
propiocamino.Viajódurantesemanas,mesesyañosenbuscadealgoque
nunca encontró. En las noches, sentado junto a una hoguera, solo podía
vislumbrar a la niña de cabellos dorados entre las llamas anaranjadas, y
soloeserecuerdocalentabasucorazón.
Después de cientos de millas recorridas sus pasos le llevaron a aquel
campo que se mantenía impertérrito, como esperando su regreso. Ahora
sabíaquesuviajehabíafinalizado,quehabíallegadoasudestino.
Se sintió ridículo frente a la puerta de aquella granja que se mantenía
igual que en sus recuerdos, y aquel olor a tarta de manzana inundó su
nariz.
Habíaregresadoalhogarquenuncatuvo,pensóconelairecontenido
enlospulmones.Elsonidodelosgoznesdelapuertalesorprendieron,y
ante sus ojos apareció la anciana mujer que apenas había cambiado en
aqueltiempo.Susojosgrisesseclavaronensurostrounossegundosantes
dehablar.
―Muchacho,quésorpresaverte.
Bradleylaobservóconasombro.
―BradleyDawson,¿nopiensasbesaraestavieja?
Se sintió torpe mientras abrazaba el frágil cuerpo de la octogenaria,
perosesintióreconfortadocomohacíatiempoquenolohacía.
―Pasa,muchacho,queunademistartasteespera.
Éllasiguióconelsombreroentresusmanos.Todoenelinteriordela
viviendaseguíatalcuallorecordaba.Emilyleindicóquesesentarafrente
a la mesa y colocó una taza de hojalata humeante frente a él junto a una
porcióndetarta.
―¿Se te ha comido la lengua el gato? ―preguntó la mujer con una
sonrisaenloslabiosmientrassesentabafrenteaél.
―No, abuela Emily, solo estoy sorprendido de que me reconociera
―respondióBradleyantesdellevarseelprimerpedazoalaboca.
―Chico, hubiera sido imposible lo contrario, mi nieta no paraba de
hablardeti,extrañándoteduranteaños.
Bradleyapretóelpuño,molestoporeltiempoquehabíamalgastado.
―¿Dóndeestáella?―preguntódirecto.
DenuevounasonrisacadentesedibujóenelrostrodeEmily.
―AyerpartióaSanLuis.
―¿San Luis? ―repitió Bradley con el corazón cabalgando sobre su
pecho.
―Aquínoquedanadaparaunajovencomoella.Haceunosmesesleyó
un artículo en el periódico local donde se solicitaba una caravana de
mujeresparaunnuevopobladoenOregón.
―¿Qué?―boqueóincrédulo.
―Loquehasoído,ysinoquieresquesecaseconcualquierbuscador
deorodepocamontateaconsejoquepreparestusalforjasypartascuanto
antes.Quierorecuperaraminiña―leadvirtió.
***
BradleyDawsonespoleósucaballomientrassuspiernasseajustaban
al lomo del animal para no caer. El pañuelo que protegía su rostro del
polvo, que se elevaba en espiral a su paso, se empeñaba en dejar su
posición, pero poco le importó. Achicó los ojos y siguió con la carrera
como sí de ello dependiera su vida. Su objetivo era la diligencia que
seguiríaalládondesedirigiera,inclusoalmismísimoinfierno.
***
La señora Morgan, dueña de la única pensión de Garner Ville, había
sido tan amable de ofrecer una de sus habitaciones a las mujeres de la
diligenciaparaqueserecompusierantrashorasdeviaje.Cuandollegóel
turnodeHeatherStevensonlajovenentróenelcuartoymiróconanhelo
elpalanganeroquereposabasobrelacómoda.Trasasearseyrefrescarse
repasó el estado de su indumentaria. La falda de paño color borgoña no
mostraba ni una sola mota de polvo, y la pelliza que completaba el
conjuntoteníaabrochadocadaunodelosbotonesdelatónhastallegara
sucuello.
Seacercóalpequeñoespejosituadoenunadelasparedesyobservósu
reflejo críticamente. Colocó algunos de los díscolos mechones de su
cabello rubio tras su oreja, y retocó con un movimiento de dedos la
situación del pequeño sombrerito de fieltro que adornaba su cabeza.
Estaba preparada, se repitió por décima vez, aunque no estaba segura de
estarlorealmente,parasunuevavidaenOregón.
Elcocherodeladiligencialeshabíadadounpardehorasdeasueto,y
elsonidodesuestomagoindicóaHeatherquehacíahorasquenohabía
probado bocado. Las viandas que le había entregado la abuela Emily se
habíanagotadohorasantes.Conresoluciónseencaminóhastaeledificio
decuyoporchecolgadaunletreroqueprometíalasdeliciasdelaseñora
Campbell.
Entró en el salón y el delicioso olor de un estofado de ternera le
confirmó que había acertado con el restaurante. Muchos de sus
compañerosdeviajedebíanhaberpensadolomismoporquesoloquedaba
una mesa libre que ella se apresuró a ocupar. No se sorprendió cuando
Catherine,lajovenquellevabasumismodestino,sesentabafrenteaellay
pedíaunplatoidénticoalqueHeatheryadegustaba.
―Estoyagotaba―comentólajovendeseandoentablarconversación.
Heatherselimpióloslabiosconlaservilletaantesdehablar.
―Son muchas millas las que nos separan de Oregón ―comentó
amigablemente.
―A veces pienso que he cometido un error al emprender este viaje
―confesóCatherineapoyandosubarbillasobrelamanoqueseacodaba
contralamesa.
―Catherine,nopienseseso,buscamosunavidamejor.
―¿Y de verdad piensas que la encontraremos lejos de nuestros seres
queridos?
***
SupreguntahizodudaraHeather.Lehabíarotoelcorazónsepararse
desuqueridaabuela,peroelpueblodondevivíanestabacasimuertotras
la desaparición de la mitad de los hombres tras la guerra. Durante años
habíatenidolaesperanzadequeBradleyregresara,ycomoensussueños
infantiles, se enamorara de ella. Con el tiempo se había dado cuenta que
esonuncasucedería,yquesuamorinfantilnoteníasentido.Cuandoleyó
aquelanuncioenelperiódicopensóqueeraunaseñaldeldestinoparaque
buscaraalhombreaquienentregarsucorazón,peroahoranoestabatan
segura.LavozdeCatherinelasacódesuspensamientos.
―No he probado un guiso igual en mi vida ―proclamó la joven
mientrasvolvíaallenarsucuchara.
―Yosí,eldemiabuela.
―¡Oh!Mimadreesmuybuenamujer,perosusguisosnolosquierenni
losperros―confesóCatherineconhumor.
Ambasjóvenesprorrumpieronensonorascarcajadasquelograronque
variosparesdeojosseclavaranenellasporelalborotoprovocado.
***
Bradley desmontó de su caballo con soltura antes de entregarle las
riendasalmuchachodelaherreríaparaquelocuidaramientrasbuscabaa
lajoven.Seajustóelsombrerosobrelacabezaysearremangólacamisa
entornoaloscodos.Observólacalleprincipalycomprobóellugarque
ocupaba el sol en el firmamento antes de encaminarse a la parada de
postas,dondelehabíaninformadoqueaúncontinuabaelvehículoenuno
desusdescansos.
Faltaban menos de quince minutos para que la diligencia emprendiera
de nuevo el viaje, y el lugar estaba atestado de gente, pero Bradley
encontró sin dificultad a la joven de cabellos dorados. Se acercó,
haciéndose paso entre los viajeros y llegó hasta ella. La observó a poca
distancia, pero sin atreverse a hacerse visible, y la estudió. Ya no era la
niñadesonrisacantarina,niélaquelpobreniñonecesitadodesuluz.Era
la mujer más hermosa de la parada y cuando sus ojos se clavaron en su
personacreyóquesucorazóndejabadelatir.Quisohablar,perosuboca
estabaseca.Cuandoellaseaproximódejóderespiraralverlaintensidad
desumiradaclavadaensurostro.
―¿BradleyDawson?―preguntóHeatheramediavoz.
Bradleyobligóasuvozahacersepresente,aunquesonórasgada.
―Sí,soyyo,yhevenidoaporti.
Heather abrió los ojos plausiblemente, incrédula ante sus palabras.
Llevaba medía vida soñando con aquel momento, y ahora que había
llegadonosabíacómoreaccionar.
―Noentiendo―respondióasuspalabrasconfusa.
―Sé que quizás he llegado tarde ―se excusó el hombre mientras se
quitabaelsombreroyjugueteabaconélentresusdedos―,peronoquiero
quetemarchesaOregónnianingunaparte.Hetardadoañosendescubrir
donde estaba mi hogar, y si ahora tú te marchas nunca podré volver a
sentirsucalor.
Heatherleobservódurantelargosminutos,queaBradleyleparecieron
eternos.
―Mi maleta está en la parte superior de la diligencia ―expresó la
joven―,sinotedasprisaseiráaOregóncontodasmispertenencias.
Bradleyquisogritardejúbilo,saltarcomounniño,perosimplemente
le dedicó una radiante sonrisa antes de seguir sus indicaciones,
encaramándose al vehículo ante los ojos del resto de pasajeros, que los
observabanconunasonrisaenloslabios.
***
LadiligenciaabandonabaGarnerVilleseguidaporunanubedepolvo
mientrasenlaparadadepostasunaparejasebesabacontimidezdespués
deañosbuscándose.
BradleysiemprehabíaproclamadoquelatartadelaabuelaEmilyeralo
más dulce que había probado, pero ahora ya no pensaba lo mismo.
CuandohabíaunidosuslabiosalosdeHeatherhabíaconocidounsabor
nuevo,excitanteydulceapartesiguales,yalquenopensabarenunciar.La
estrechóentresusbrazosysufraganteolortraspasosusfosasnasales.
Heather sentía el corazón acelerado en su pecho. Aún estaba
sorprendidaporladecisiónquehabíatomadoalencontrarseconBradley,
pero no se arrepentía porque cuando la besó supo que estaba frente al
hombrequeamaríatodalavida.
Violeta
AmayaFelices
Mmmm, el día de los enamorados… Un día para sentirse especial,
¿no? Sería por eso que me había peinado con esmero mi larga melena
rubia, colocándola sobre uno de mis hombros desnudos. Incluso había
dejado de lado mis cómodos vaqueros y mis viejas botas. Eso sí, mis
nuevos estilettos llevaban sendas agujas de acero escondidas en los
tacones,puesunasiempreteníaquesentirsesegura.
Estabaenunrestauranteyporunosmomentosmepermitísoñarqueno
era más que una chica normal. Mis ojos azules, a juego con el ceñido
vestidopalabradehonorquellevaba,parecíaninvitaraljovenquehabía
alotroladodelamesaahundirseenellos.Yvayasiamímeapetecíaque
lohiciera…Adiferenciadelrestodemis«ligues»,estenosuperabalos
cuarenta.Dehecho,nisiquieralosveinte;apenasunpardeañosmásde
los que yo aparentaba. Y su alma era tan pura y cándida… ni siquiera
estaba pensando en lo que me haría una vez que me desnudara.
Sencillamentedelicioso.
Enfin,eraSanValentín,unadeberíapoderpermitirseunextra,¿no?Ya
que no podía tener a Casio, este muchacho seguro que me permitiría
olvidarloduranteunrato.Perono…Siesqueaveceseraunascotener
principios.
―¿Teapeteceotracopa?―meofreció.
Declinésuinvitación.Llevábamosyadosdespuésdeunacenacopiosa
regadaconvino.Noeracuestióndequeseemborrachara.
―No,vamos,teacompañoacasa―decidí.
―¿Alamía?
«Shhh,nopiensesmal,queporunavezquesoybuenachica…»,medije
paramí,mentalmente.
―Sí,perosoloparaasegurarmedequenotepasanadaporelcamino.
―¿Nodeberíaseralrevés?―mecontestóalgosorprendido.
Meloquedémirando.Teníaunosrasgosmuydulces,comodeunángel
delrenacimientocinceladosenmármol.Además,eraaltoyfuerte;vamos,
eltípicochicodeportistaenelapogeodelajuventud.Yyoconelaspecto
de una delicada y frágil florecilla, algo así como mi nombre indica.
Pobre,quépocaideateníadequeInternetnoeraelúnicositiodondeuna
chicapodíamentirsobresuedad.
―Tienesrazón―lesonreí―,semeocurrecadacosa…
―Vamos,Violeta,teacompañoyoalatuya.Además,tuspadresestarán
esperándotepreocupados.
¿Mispadres?Sí,claro.Tontademí,cómonoacordarmedeellos.Total,
sitansolotengoaunoejecutadoyalaotraasesinadadesdequeyoeraun
bebé.
Perseveré en eso de poner cara inocente, de imitar los gestos que
tendría la adolescente que sin duda no era por mucho que mi cuerpo se
hubiera quedado anclado en los dieciséis. Seguí sonriendo y asentí. Una
pena,porquehabríapreferidoiralasuyayaqueelcaminoamicasaera
máscorto.Enfin.Aversihabíasuerte.
Nospusimosenpie,salimosdelrestauranteycomenzamosacaminar.
Taconazosdeagujadedocecentímetrosyelchiconisefijóenqueyono
mecansabayquesiibamásdespacioqueéleraporquequeríaalargarel
paseo,noporquenofueracapazdeirmásrápido.Hombres…
―¿Quéteocurre?―mepreguntóalcabodeunrato,aldarsecuentade
queyonodejabademiraranuestroalrededorporelrabillodelojo.
Estábamos en medio de uno de los callejones de mala muerte que
desembocanenellugardondevivía.Eraahoraonunca.
―Nada,estoyunpoconerviosa.―Meapretéunpococontraél,como
simedieramiedoestarenlacalleaesashoras.
Siyonoeramásqueunajovencitaquevivíaconsuspadres,eracreíble,
¿no?
―Notengasmiedo,yoestoyaquí.―Intentóbesarme.
Bingo.Laescenadelachicadesvalidacasinuncafallaba.
Deinmediato,meaferréaélabrazándolomientrasconelpiederechole
hacíaunbarridoparaqueperdieraelequilibrio.Rodamosporelsuelo.Y
no,nolobesé.Mehabíancontratadoparaacabarconlosquepretendían
matarlo,noparacomer.
La bala peinó el espacio que había ocupado su cabeza. Lógico, había
visto al tirador adelantarnos a esa velocidad sobrenatural de los
chupasangresqueloshumanossolíanserincapacesdepercibir.Enfin,me
felicité mentalmente por haberles dado tiempo de atacarnos y pasé a la
acción: Saqué dos dagas, que llevaba enfundadas en los muslos, y me
incorporé.Encuantoalmuchacho,seguíaenelsuelo,demasiadoatontado
hastaparamoverse.
―Buenasnoches,yoquetúnovolvíaadisparar―ledijealhombredel
arma a la vez que me plantaba delante de mi cita y dejaba salir mis
cuernos.
Degolpe,entodosuesplendordemoníaco.
―¿Eres la medio súcubo que suele contratar el Consejo? ―me
preguntóeste,quienjuntoconotrovampiromásmemirabadesdelapoca
claridad que daba la única farola del callejón―. No deberías haber
aceptadoestetrabajo.Noestanfácilcazarnoscuandosabemosqueexistes.
―Jo, vaya ―protesté―. Y yo que pensaba que os ibais a alegrar de
verme.
Quemé energía para esquivar otro par de balas. Con eso se me estaba
acabando la última alma que había comido. Esperé que esto finalizara
rápido,puescuandomequedabasinalmas,adiósamispoderes.
―Tetengo―mesusurróunodeelloscontramioreja.
El vampiro que había usado su velocidad para agarrarme por detrás,
inmovilizándomelosbrazosconlossuyosypegándomecontrasucuerpo.
Hum… qué pena que los chupasangres no tuvieran un alma que
entregarme tras el sexo porque lo que era este parecía tener un buen
cuerpo.
―No la tienes ―dijo una voz a nuestras espaldas y noté cómo me
soltaban.
Alquedarlibrelancémiscuchillos.Elprimerocontraelvampiroque
tenía en frente y el segundo, tras girarme, contra el corazón del que me
había retenido. El cual, por cierto, era en esos momentos un cuerpo
decapitadoyaqueCasiolohabíamatadosintansiquierarozarmeconel
acerodesusable.
Dostiros,dosaciertos.Avecesmeencantabamitrabajo.
―Siempre tan a tiempo, Casio ―me burlé, moviéndome hacia la
derecha para quedarme frente al hombre que acababa de interrumpir mi
jueguecitoconloschupasangres.Seríaaburrido…
Pero también era el ser que me volvía loca con tan solo arquear una
ceja. Como ahora, que me acababa de salvar sin despeinarse. A veces
odiaba lo sexy que podía llegar a ser un vampiro milenario y el muy
bastardolosabía.Yalocreoquelosabía.Y,porcierto,porsiaúnnolohe
comentado,Casioeratambiénelquemehabíacontratado.
―Llegas a tardar un poco más y no lo cuento ―le comenté como si
nada, como quien comenta que va a llover mañana, cuando él y yo
sabíamosqueeralapuraverdad.
¿Cuánta alma me quedaba de mi última comida? ¿Una décima parte?
Conesonoteníaniparaempezaradefendermededosvampiroshechosy
derechoscomolosdoscadáveresjuntoaloscualesnosencontrábamos.
―Vamos, querida ―dulcificó su voz―, yo jamás te fallaría. ―Miró
condobleintenciónlavenaquepulsabaenmicuello.
Deverdadqueloodiaba.Susojos,cuandoseexcitaba,sevolvíanrojos
yenesosmomentosestabancarmesíescomonunca.
―Entonces nos vemos mañana ―le contesté con una voz más
enronquecidadeloquedeseaba.
Mortificadaporsertanevidente,megiréymefui.Bienlejos.Porqueel
chicoderasgosangelicalesnosmirabaaturdidoyparecíaapuntodedecir
algo.Yno,noqueríallevármeloacasacomosustitutodeCasio.Yotenía
conciencia y por eso mis comidas solían ser pederastas o delincuentes;
nadaqueverconapetitososestudiantes.
―Ah ―añadí para el vampiro, mientras me alejaba taconeando calle
abajo―.Noolvidesingresareldineroenmicuenta.
Podría ser San Valentín, un día en el que todo el mundo buscaba el
amor; pero no funcionaría. Casio era el único hombre al que yo podría
entregarlemicorazónyloqueharíaconélseríadesangrarlo.Demanera
literal.
Vampiros…
«Otrodía,Casio»,pensétrasnegarmeaescucharaesapartedemíque
queríavolveryarrinconarlocontralapared,besarlohastahacerleperder
elsentido,«quizáscuandohayacumplidomásdemilañosysolosimehe
vueltotanlocacomoparahabermecansadodevivir».
Porqueenesosmomentos,mipróximacomida,fueraquienfuese,erael
únicoserqueseibaamorirentrejadeosdeplacer.
Miúltimodeseo
EvaGarcíaCarrión
02deseptiembrede1724
Hoy es mi último día. Escucho las voces a mi alrededor como un
zumbido molesto e insistente, mas no puedo moverme. Las cadenas me
recuerdan mi desdicha, anclándola como un yugo a la realidad
exasperante. Aunque resulte extraño, hoy en Edinburgh hace sol. Ni una
nube,siquieraenformadecirros,enturbiaelcielo.
Mis mejillas están húmedas por las lágrimas saladas que acaban en la
comisura de mis labios, o precipitándose al entarimado de la tribuna,
temerosas de seguir formando parte de mí. Los alegatos del fiscal
resuenancomountamborenmialma,describiendomitristevidaconuna
frialdadquemehaceestremecer.
Me gustaría ser lo suficientemente valiente como para decirle a ese
pretencioso que acabe de una vez, que hacerlo es la única forma de ser
libredeundestinoquemefuenegadoelmismodíaquePatrickSpence,
mi marido, me abandonó por su amante con tan solo veintiún años. Lo
mejorquepudohacer,deesonomearrepiento,aunqueconellohicierala
primera vuelta del nudo que en breve se ajustará a mi cuello como un
perfectolazo.
Mimadremevendióaélcuatroañosatrásparaseguirmalviviendode
lo que sacaba con el pescado. Eran tiempos difíciles. Era eso o morir
ambasdeinanición.Nolereprochoquefueralapiezamásvaliosadesu
red. Después de todo, nunca fue una madre como el resto. ¡Maldita
herencia!
Patrick Spence no era un muchacho precisamente cuando me tomó
comoesposa,repugnantealavista,aloloryquédeciraltacto.Yonoera
más que una bonita tapadera para una relación clandestina que mantenía
desdehacíaañosconunamujercasadaydelaqueestabamuyenamorado,
unamercancíamásdesupuestodeventaalpúblicodurantetrestediosos
añosyalquejamáslehabríasidoinfiel,apesardequenoloamabaniéla
mí.
Nuncadesveléque,laslargastemporadasquePatrickdecíaestarenalta
marrealmenteestabaconlaotra,mientrasyomequedabaencasasolacon
dosbebéspequeños,rebuscandoentrelasbasurasdeotrosquéllevarmea
laboca.No,nomearrepientodehaberledadoamispequeñosunfuturo
mejorencasademihermano.Élysuesposasabrándarleselcariñoque
yonosupealbergarenmicorazónparaellos,sobretodoahora,queme
reuniréconsumediohermanoenelcielo.
Observoamialrededorymepreguntoquéhabríasidodenosotrossi
mehubiesequedadoesperándolounañomásaquevolviera…
Elfiscalapelamiatenciónyfijoenélunamiradasuplicante.Niegolos
hechosdelosquemeacusa,peronodehaberocultadoelembarazo,cargo
másquesuficienteparallevarmealahorcaenestostiempos.Loséylo
asumoconresignación,mientrasenlazomisdedosenelregazoybajola
vista.Sidealgomepuedeacusareseignoranteesdehabermeenamorado
conlocuradeunhombrequenoibaacorrespondermenienmilvidas,de
uncobardeque,aunsabiendoloquelehabíapasadoasuhijo,nosedignó
adartecristianasepultura.
Eljuiciohaempezadotrasmesesrecluidaenunaceldafríayllenade
ratas.Mehadadotiempoapensar,ahilvanarmisrecuerdos,adesdeñarlos
ydesearotros.¿Acasonoescuriosoelverdaderomotivoporelqueme
encuentro aquí en estos momentos? ¿Expuesta, casi sentenciada y a la
esperadesubirelúltimopeldañodelcadalsodondeverépenderlasoga
trasmicabeza?
El veredicto del juez es firme. Me aguarda la horca en menos de una
hora en Grassmarket, a pesar de la declaración del cirujano de que no
existe infanticidio. ¿Qué monstruo podría haberte quitado la vida tras
varios días en mis brazos? Las lágrimas resbalan por mis mejillas al
recordartefríoyquietoenellos,intentandodarteelcalorperdidoabase
debesos.Nopudehacernadaporsalvarte,nopodíarecurriranadie…Lo
lamento,monaoidheanbhig.
Losallíreunidosselevantan.Unospocossedanpalmadasenlaespalda,
congratulándoseporeltrabajobienhecho,aunqueotrosnoparecenestar
deacuerdoconlapenacapital.Deentreestosúltimos,sientoquealguien
me mira fijamente, pero no consigo descubrir de quién se trata. Soy la
únicamujerenlasalayesomeinquieta.¿Estarésufriendoalucinaciones?
Su mirada es tan penetrante que empieza a arderme la piel y tengo la
necesidaddecubrirmeconelchal.Nuncahabíasentidoprendermialma
conuncalortal,nisiquieraconWilliam,tupadre.Debenserproductode
mispropiosnervios,algocrispadosporloquemeespera.
El carcelero comprueba mis cadenas con un simple gesto y me dirige
hacialapuerta.Sientoahoraesosojosenlanuca,bajandopormiespalda
hasta…Aceleroelpasoybajolacabezaavergonzada.Losfantasmasme
persiguen. «Quizás quieran llevarse mi alma antes de tiempo», pienso,
mientrasmeaferroaunrosariodesgastado.
―Notengáistantaprisa,niña―mediceelbuenhombrefrenándomeel
paso―. Ahora os espera la horca y el juicio público en el cadalso, pero
prontohabrápasadotodo.Yaveréis.
Lo miro con extrañeza. Es un hombre bastante mayor pero se le ve
fuerte.Nohaymaliciaalgunaensuvoz,perosiintentabadarmeánimos…
no lo ha conseguido. Por el contrario, es la primera vez que siento
flaquearnosololaspiernas,sinotambiénelespíritu.
Salimosalexteriorenunacomitivadefiladeados.Lagentecomienza
arodearnosyaseguirnos.Selesvealamayoríafelices.Cadavezquehay
un ajusticiamiento con pena de muerte, se considera medio día de fiesta
comomínimo,porloqueesunmotivomásdecelebración.
Ignoro sus comentarios obscenos dirigidos hacia mi persona y el
carcelero llega a amenazar a más de uno con su arcabuz. No es habitual
veresetipodearmas,pueselmosquetetienemáscapacidadparadetener
alenemigo,segúndicen.Peroporlaformadecogerloyelcariñoconel
que pasa sus dedos por la cubrecazoleta, ese arcabuz debe ser tan viejo
comoél.Mas,suactitudintimidayelgentíoseechaatrásconlasmanos
levantadas, por si acaso le da por prender la mecha. No puedo evitar
sonreír con sutileza ante el guiño que me ofrece tras su peculiar
exhibicióndehombría.
Misuerteestáechaday,comobienhadichomicustodio,prontopodré
descansar. Observo unos segundos el cielo que me vio nacer, oigo el
llanto de un bebé que me encoge el pecho unos segundos y termino por
oler a haggis y a tocino de panceta ahumado. Mi estómago ruge
hambrientoydecidoserfuerteporúltimavez.
Nadie conocido me acompaña de camino al cadalso. Le pedí a mi
hermanoyrestodefamiliaresquenovinieran,puesprefieroqueguarden
otraimagendemíquecimbreándomeenlacuerdadelpatíbulodurantela
media hora de rigor. Lo han comprendido, aunque sé que andarán cerca
parahacersecargodemisrestos.
Subimosalatarimadelcadalsoentreabucheosyelfiscalcomienzasu
particular disertación de los hechos a pleno pulmón. Pasado un rato, me
abstraigohastatalpuntoquenoescucholacantidaddementirasyvilezas
que dice de mí. Tiene al gentío en ese punto en el que son incapaces de
cerrar la boca y me miran con reprobación. No me importa. Mi mente
inquietahavoladorecordandocómo,eldíademisnupcias,mimaridome
dejó sola y llorando en un rincón tras desvirgarme sin miramientos por
correr en brazos de su amante. No lo juzgo. Ellos a mí sí. Quieren una
culpable, una adúltera, una asesina… «¡Aquí la tenéis! ¡Soy yo!», grito
paramisadentros,sinfuerzassuficientesparahacerloavivavoz.
He asistido a tantas ejecuciones desde niña que, sin abrir los ojos, sé
cada gesto, cada apelación al pueblo, cada silencio esperando el clamor
popular.Soloquedaratificaranteelpopulacholacondenaporocultaruna
gestaciónymentiríasinodijeraqueanheloqueestoterminepronto.
Meacaricioeldedoíndiceconelpulgar,nerviosa,enelmomentoenel
quecitancómounpescadormeviointentandodeshacermedetucuerpoen
el río. Me estremezco e intento abrir los ojos, pero la luz me ciega. Las
miradas son pedradas en mi piel y la peor de ellas, la de mi propia
conciencia.Mislágrimassonporti,pornadiemásqueporti...¡Mipobre
niño!DenohabertelloradodurantehorasjuntoalaorilladelríoTweed,
noestaríaaquíenfrentándomeaestashienas,masnopodíasepararmede
ti,nopodía…Aúnsientotuspatadasenmifláccidovientreycómosupe
que todo iba mal por la prontitud y la sangre que resbalaban por mis
piernashastamispies.
Me lamento. «¿De qué sirve?», me digo al instante. «¡Si no pude
salvarte, mi vida!». He sido una cobarde. Lo siento, mo naoidhean bhig.
Nunca debí abandonar Edinburgh en busca de una segunda oportunidad.
No nací con esa estrella, no debí aspirar a más. Esta tierra me reclama
como suya y esta tierra verá mis huesos yacer. Sé que mi final es la
horca…¿Meesperarás,moghrà?
CuandohaceapenasunañolleguéaKelsoconunamaletacasivacíay
elcorazónlleno,noprevíloquepasaría.Noviqueseríapresafácil,ávida
de cariño, de encontrar un maldito hueco donde lamer mis heridas sin
más.Noviloquesupondríaentregarmicorazóntanprontoaquiensolo
vería en mí un desahogo. No vi que, estando aún casada, jamás podría
rehacermividasinengañosymentiras.
Sí,losé.Callémisituaciónpormiedoaperderelúnicoempleoqueme
ofrecíanenesatabernainmundatrassemanasdebúsqueda.Teníahambre
yestabacansada,apuntodevolveralacapitaldeprestadoyconlopuesto.
¡Y ya podría haberlo hecho! ¡Maldita fuera! No, no me lamentaré del
pasado y afrontaré el presente con fortaleza, porque futuro… «No hay
futuroparamí,monaoidhean.Bienlosabes.»
Vi en tu padre un príncipe de cuento, hijo único de la dueña del
establecimiento,taninalcanzablecomounrayodesol.Mesedujoconsus
picantespalabras,conlascosquillasqueestasmehacíanenmiscabellos,
en mi bajo vientre, hurgando en mi interior como nadie antes lo había
hecho. Un Apolo fijándose en una polilla, deslumbrada por su luz y el
calorquemecalabaenlapieldesoloverlo.
«¡Necia,másquenecia!»,meherepetidotantasveces,mipequeño.Creí
cadaunadesusmentiras.Ahorapuedodecírtelo,queyanoestás.Mesentí
laestrellamásbrillantedelfirmamento,perohastalasestrellasavecesse
caen del cielo en las noches cerradas. Fui una más de tantas. Lo supe el
mismodíaqueibaahablarledeti,ilusionadacomounaniña…Lobusqué
porcieloytierrahastaqueloencontréenlaalacenaconotra.¿Quépodía
hacersalvotragarmelabilisyrespirar?
Lossentimientosencontradosvuelvenamícomounabofetada.Notoel
escozor en la mejilla y tengo el impulso de tocarme el rostro de nuevo.
Lascadenasresuenanpesadasymeoprimenelalmaunpocomás.Siento
cómo la vida se me escapa en cada hipido, en cada recuerdo, en cada
segundoquepasa…Esosmesesocultándoteentretúnicasanchas,faldones
que aparentaban tener varias capas, delantales amplios... Todo para nada.
Paraacabaracunándote,yerto,alaorilladeesemalditorío.
Alguien me nombra, se hace el silencio y vuelvo en mí. Mi verdugo,
John Dalgliesh, me pone en pie, asiéndome del hombro con fuerza y
obligándomeacontestarlesimeencuentrobien.Estoyapuntodereírmea
carcajadas, pero me contengo. Ese hombre no tiene cara de ejercer tal
oficio, pero tampoco de querer hacer amigos. ¿Por qué diablos se
preocupa por mi bienestar? Miro al carcelero un instante y asiento, el
anciano resopla y percibo aflicción en sus ojos. En los del verdugo,
incomprensiblemente,veolomismo.
DesdelaplazadeGrassmarketseveelcastilloentodasumagnificencia
si alzas la vista hacia el cielo. Las edificaciones de piedra negruzca se
levantan unas sobre otras, destartaladas y sin ton ni son. Justo en el
momento en el que el juez va a dictar la sentencia pública, alguien se le
adelantaygritaun«¡aguava!».Tantaeslaexpectaciónquelosdeabajono
seretiranlosuficienteyaalgunoslessalpicalainmundicia.
Arrugolanarizconrepugnancia,poreso,yporqueelsolmeencandila.
Pocasveceshevistocríosapostadosinclusoenlostejadosmásbajosylos
balconesdelosedificiosquesuperanlasochoplantassobreelsuelotan
concurridos.Sinofuerayolaquevaamorirenpocosminutos,brindaría.
Enrealidad,esoesloquehacenlosreosjustoantesdequelefijenlasoga
al cuello: beberse un buen vaso de whisky para irse con buen sabor de
bocaalotromundo.
Escucho los alegatos finales y me mordisqueo el labio cada vez más
nerviosa. Por un lado quiero acabar ya, pues cada vez me siento más
apesadumbrada e incómoda; por el otro, correr de allí como alma que
lleva el diablo. Intento dejar de mirar la soga y cómo se cimbrea
ligeramente pendida de ese madero, pero me tiene hipnotizada. La voz
gravedeunhombremedespiertademiletargo.
Esaquelhombrequeintentódefendermeenvanoduranteeljuicio.Sigo
sinpoderverlobienylacuriosidadcreceenmíalpuntodequererpedir
queseapartemiverdugoparapoderponerlecaraaeseángeldelaguarda.
Elhombrenopareceestardeacuerdoconlainminentesentenciayhasta
yomepreguntoporqué.Eldelitoylaspruebassonclaras,sinomehan
ahorcadoyaespordarlemásteatralidadymorboalasunto.Elverdugose
apartaeintentoverle,perotansoloconsigoapreciarsuimponentesilueta
acontraluz.Lapasiónconlaquehabladespiertaaúnmásmiinterés.Sin
embargo,elgentíoloacallainclusoconverduraspodridas,temiendoque
el juez se deje influenciar por el sentimentalismo que sus palabras
despiertan.
Todoslosojosmemiranylosinsultosnosehacenesperar…Enunos
minutos, la guardia desalojará a algunos perturbadores y se llevará a
rastras a algunos borrachos deseosos de cerveza gratis. Ya queda menos
paraqueempiecesudíadefiesta.Respirohondoyunhipidoconvulsiona
mipechoantesdesoltartodoelaire.Unpequeñosentimientodenostalgia
ysupervivenciabrotaenmíeintentoalejarlorepitiendolosinsultosque
mevociferanunoauno,peronopuedo.
Elfiscaldapasoaljuezyestecarraspea.Alfinal,llamaalordenconla
mazaparaserescuchado.Estásituadoenunescritorioimprovisadoenuna
esquinadelatarimayproclamaenvozaltalasentenciadictadayesperada
porcasitodoslosallípresentes.
―Declaramos a la señora Margaret Dickson: culpable, bajo la
acusación por la contravención de la ocultación de la Ley del Embarazo
de1690y,portanto,lacondenamosalahorca.
Laverdaderaquemeesperabaalgomásostentosoyrimbombante.El
griteríobrindayaplaudeencuantoelpesodelaleycaealmismotiempo
quelamazasobreeseestradoimprovisado.Elcarceleroserascalanucay
mehaceunmohínlastimero.Pareceráridículo,perolehecogidocariñoa
eseancianoenunaspocashoras.Sinembargo,hayunapersonaqueatrae
mi atención por completo haciendo que me olvide de mi desdicha.
Redescubroalquehasidomiúnicoaliadoduranteeljuicio.Loséporsu
desaireyeltaconazoquehadadoenlatarima,ademásdeporsugestode
obstinación de tirar su sombrero al suelo. Está realmente enojado y me
sorprendodeseandoquesedélavuelta.
Élpareceleermeelpensamientoycomienzaagirarsehaciamí,peroen
elúltimomomento,aprietaelpasoybajalasescalerillasdelcadalsosin
poder verle la cara más que de refilón. Es un ángel de pelo castaño
ensortijadosinlugaradudasymeinstoaqueseasuimagenloúltimoque
vean mis ojos. Le sigo con la mirada entre el gentío y la angustia se
apoderademí.Parecediscutirconalgunosdelgremio,oquizáseanunos
amigos, pues uno de ellos lo coge por los hombros instándole a que
recapacite.Meapenaverloasí.Nadiesehapreocupadotantopormíenla
vida.
Sigue sin estar de acuerdo, puedo interpretar sus gestos desesperados,
pero la sentencia es firme. Tengo ganas de gritarle que no se preocupe,
quehahechotodoloqueestabaensumanopordejarlapenaenunsimple
castigo, pero las palabras vuelven a ahogarse en mi garganta y consigo
derramarlasúltimaslágrimasquequedanenmicuerpo.
John Dalgliesh me acerca la copa con un fuerte licor ambarino cuyo
olor bien podría revivir a un muerto. Bien me lo podía dar después de
ahorcarme,piensomientrasmebeboelwhiskydeuntragoenunúltimo
intentodeinfundirmeelvalorperdido,peroloúnicoqueconsigoestoser
y que la multitud estalle en carcajadas. Noto cómo las mejillas se me
enciendenporelbochorno,oporlosfuertesefluviosdelalcohol,ydeseo
queesosbocazasnotengannuncaquepasarporlomismoqueyo,puesde
pecarnoestáexentonadie.
Justoantesdequemecoloquelacapuchanegra,consigoverleelrostro
al ángel y tiemblo. Ambos cruzamos una significativa mirada que me
llevaréalotromundo.Esunamiradatantristequemiúltimopensamiento
es el deseo de verlo sonreír de nuevo. La capucha negra me impide ver
nadamásycierrolosojos,presadelaangustia.Latelamerecuerdaaun
saco rígido y apenas me deja respirar. Recuerdo su mirada y su voz
mientras noto cómo la soga se enlaza en mi cuello y ajustan el nudo. El
verdugomecolocaenelpuntojustoycreoescucharun«suerte» de sus
labios.¿Estarésoñando?
No,lasillacaeymicuerposebalancea,pesado,queriendorecuperarla
tierra bajo mis pies. Mis brazos siguen encadenados, pero el instinto de
supervivenciamehacequererromperlascadenasyaferrarmealacuerda
paraquitármela.Laangustiameahogaynotocómolasogaseclavaenmi
garganta,ajustandoellazoamicuello,dejándomesinoxígeno.
Mi cabeza es una pieza de artillería a punto de estallar y mi sangre
hierve bajo mi piel, buscando la salida como la lava de un volcán en
erupción.Comienzoaexperimentarpinchazosportodoelcuerpo,como
sialguienseestuvieraentreteniendoenensartarmeconunaagujaafiladay
fina.Lalenguasemehinchaoyoasílocreo.Intentogritar,peroelsofoco
me hace boquear como un pez y un gruñido gutural es lo único que
consigosacardemigarganta.
Mesientomareadaypierdolanocióndeltiempoquellevosuspendida
así, como si mi cuerpo bailara extrañamente con la cuerda. Podrían ser
segundos,peroyolosientocomohorasquesetatúanenlasuavepielde
mi cuello. La tela de la capucha se me pega al rostro y noto cómo los
músculossevuelvenlaxosypesadospocoapoco.
Mi tiempo se acaba. Lo presiento. Los ojos me muestran pequeños
destellosylosrecuerdosdemividaseagolpanenmimente.Mascojoel
último hálito de aire que entra en mis pulmones antes de perder el
conocimiento en una luz lechosa que me recuerda al mar en calma y al
azúcar algodonoso que alguna vez hizo mi madre. El dolor comienza a
desaparecerymesientoliviana,rozandolasnubes,alláenelcielo.Adiós,
moaingeal,quizálavidaquieradarnosunasegundaoportunidad.
***
Escucho el repiqueteo lejano de los tambores y murmullos a mi
alrededor. Alguien nombra Peppermill y deduzco que estamos pasando
cerca de la aldea de camino a Musselburgh, mi pueblo natal, y me
preguntocómoesposible. Los recuerdos se atropellan en mi mente, tan
dolorososcomolaspunzadasquesientoenlanarizymisdedos.Intento
abrir los ojos desesperadamente, pero los párpados me pesan como si
tuviera sacos de arena sobre ellos. Al final lo consigo, mas todo está
negro a mi alrededor y la angustia vuelve a apoderarse de mí. Apenas
puedomoverlosbrazos,peroyanoestoyencadenada,sinoenloquedebe
serunnichoocajóndepinoporelolorquedesprende.
«¡Ay,Diosmío!»,suplicoparamisadentros.Laslágrimasvuelvenamis
ojos como un torrente. «No he muerto, no he muerto…», me repito sin
cesar con una alegría desconocida en mí desde hacía tiempo, hasta que
caigoenlacuentadequepuedohabersidoenterradaviva.«No,¡Diosno
puede ser tan cruel! No me lo merezco», sollozo angustiada en un tono
más alto que un susurro. El oír de nuevo mi propia voz hace que mi
cuerporeaccioneantelaposibilidaddealertaralexteriordequesigoviva
ycomienzoapatalearychillarllevadaporlalocura.
Sigo oyendo voces hasta que, de pronto, alguien debe percatarse del
escándalo que estoy dando, porque el cajón de madera en el que me
encuentro se desplaza y tengo la sensación de que me voy a caer. Puedo
escuchar cómo varios hombres discuten, a dos de ellos se les traba la
lengua evidentemente ebrios y suspiro con gratitud por no haberme
despertadodemasiadotarde.Enrealidad,noconozconingúncasoantesen
elquesehayasobrevividoalahorca.
Latapadelféretroseabreymedeslumbroporelsol.Lasombradelos
que me miran atónitos me ayuda a que mis ojos se acostumbren a la
claridad. Nadie me tiende la mano para levantarme y, cuando me
incorporo para sentarme, los presentes dan un paso atrás atemorizados.
Mellevolasmanosalagargantayrespiroelairealimpiodeestatierra.
Aúnnomelocreoyllorodepuraalegría.
Sinembargo,sololoscuervosquesobrevuelanelcielosoncapacesde
romperesesilencioatroz.Puedovereltemorenlosojosdemisantiguos
vecinos, de aquellos que no conozco y que solo están allí por la fiesta.
Puedoescucharellatidodesuscorazones,comosilostamboreshubiesen
empezadoaredoblardenuevoymeestremezcocuandounodeellosdice:
―Habráquecolgarladenuevo,¿no?
¿Sehanvueltolocos?¿Realmentehablanenserio?Losmirounoauno
ymemorizosuscaras.Sinembargo,loquemásmeinquietaeseseaurade
coloroscuroquelosrodea.Esafaltadeluzensusalmasquesereflejaen
unos ojos vacíos de brillo y en los que jamás me había percatado antes.
¿Qué puedo hacer? Vuelvo a mirar a mi alrededor en busca de una cara
amiga, pero lo único que veo son rostros que asienten a la propuesta de
volver a ejecutarme. Mi única baza es que ninguno se acerca. Me temen
tantocomoyoaellos.Esoesloúnicoquemesalvadequenosetomenla
justicia por su mano allí mismo. Clavo las uñas al borde astillado del
cajóndemadera,incapazdecontemplardenuevoesaposibilidad.Volvera
tenerlasogaenmicuello,sentircomomeasfixiohastalamuerte…
―¡¡¡No!!! ¡No, no pueden hacer eso! ¡No pueden! ―grito entre
sollozos. Odio no ser más fuerte y que me salga la voz clara como un
torrente.
―¡Claroquesí,niña!―mereplicaunaviejamediodesdentadamientras
queempujaaunodelosmuchachosquetienedelanteparaqueseacerquen
amí―.Ytendránquedarnosotromediodíadefiestaporello.
La muy zorra se gana al gentío, que ve en ahorcarme de nuevo la
posibilidad de hartarse de cerveza gratis y el día entero de asueto. Más
convencidos de que ni soy una amenaza ni un fantasma, dan un paso al
frenteparaecharmeelguante.Mepongoenpiedegolpe,apesardelos
calambres que recorren mi cuerpo, y vuelven a dar un paso atrás, con
miedo. Sus miradas se quedan fijas en mi cuello. Debo tener un bonito
collaramoratado,peronomeimporta.
Meenderezotodoloquepuedoycontengolaexpresióndemirostro.
Temo desmayarme y no volver a abrir los ojos. Suspiro. El pecho me
duelecomosimehubiesenclavadoaguijonesyunalosameloaplastara
en cada exhalación. El nudo de emociones que se forma en mi garganta
measfixiaaúnmásquelasogadelcadalso.Necesitocalmarmeypensar.
Por primera vez en mucho tiempo, tengo ganas de vivir y voy a luchar
con uñas y dientes por esta oportunidad que me ha dado la vida, una
verdaderasegundaoportunidad.
Sinembargo,micuerposemuestrainseguroeincapazdesalirdelataúd
sinayuda.Sisedancuenta,mearrastrarándenuevoalcadalso,sinpoder
poner más trabas que gritar, porque patalear... Cada vez estoy más
convencida de que no puedo. Dudo hasta que pueda tenerme en pie unos
minutosmásymellevolamanoderechaalcorazóninstintivamente.Late,
aúnlateylatirá,peroporpocotiempo,sinadieloremedia.Laotramela
llevo al vientre y ahogo un gemido. No quiero compadecerme de mí
misma.Nuncalohehecho,pero...noquierovolverapasarporlahorca.
Sé que no han pasado más que unos segundos, pero la incertidumbre de
quéharánalfinalconmigosemeestáhaciendoeterna.
Alguienpareceestarqueriendoabrirsepasoentrelamultitud,peromis
conciudadanos deben haberse convertido en piedra porque nadie se
mueve.Yotampoco.Elcansancioextremocomienzaahacermellaenmí.
Las fuerzas me flaquean y mi moral, hace unos minutos entusiasta, se
derrumba.
Si mi destino es morir en esta mañana soleada, que así sea, pero que
acaben pronto. No pido más. O sí. Pues en el momento en el que iba a
renegar de Dios y abandonar toda esperanza, vuelvo a ver a mi ángel
salvadorfrenteamí.Estoyapuntodedesmayarme.Sí,esunángel,nunca
vi hombre como él en la faz de la tierra. Él debe de percibir mi estado,
pues corre a mi lado, cogiéndome entre sus brazos y haciéndome sentir
liviana,tanto,quedudosimialmahaabandonadoporfinmicuerpo.
***
Escucho voces y alguien me toquetea la cara con suaves palmaditas
mientraspronunciaminombre.Temoabrirlosojosyquetodohayasido
productodeunsueño,quemeencuentreenelataúdoenelcadalsoconla
capucha y esperando mi muerte. No puedo más y, sin embargo, la
curiosidadmehacepestañear.
―Margaret,Margaret…
La voz resuena en mis oídos, cálida y conocida. Solo mi madre me
llamabaasídepequeñacuandohacíaalgunatravesura,peronohaytono
dereprocheensuvozytampocoesunamujerlaquemereclama.Esla
vozdelángeldecabellososcurosyensortijados,podríareconocerlaentre
un millón. «Sí, debo haber muerto», me digo. Él no podía ser de este
mundo,tanprotector,tanapuesto…Sonríoalrecordarlo.
―Margaret,Margaret…―insistelavoz.
―Vuelve en sí ―escucho que dice otra persona―. Juraría que ha
sonreídoincluso.¿Nocreéis,joven?Traeréunpocodevinoespeciado.
―Noestátodoperdido,Margaret.Seréislibre―mesusurraelángelal
oído y siento cómo las cosquillas de su aliento en mi cuello encienden
todamipiel.
Siento los párpados pesados, pero necesito verlo, saber que existe y
darle las gracias por haberme concedido el deseo... Abro los ojos y
nuestrasmiradassefundenenunaconexiónatemporal.Meembebodela
miel suave de sus ojos almendrados; de sus largas, negras y tupidas
pestañas;desunarizfina,largayrecta;deesabarbadepocosdías,algo
más clara que el resto de sus cabellos. Me deleito en el contorno de sus
labios, suaves, sonrosados y llenos. Tengo la imperiosa necesidad de
tocarlo;misdedosperfilanlalíneadesumentónyélmesonríe.
Se me seca la garganta y toco el cielo del mero gesto. Sin duda es un
ángel.Nuncaviunodecarneyhueso.Intentotragarsaliva,recordándome
unfuertedolorenlatráqueanosololoquemehapasado,sinoloqueme
espera.
―¿Soisunángel?―meatrevoapreguntarle,aunquemivozsaleronca
yextraña,comosinobrotararealmentedemicuerpo.
Él vuelve a sonreírme y mis mejillas se avivan como pavesas ante el
soplo del fuelle. Un carraspeo nos interrumpe y alguien me incorpora.
Reconozco a mi carcelero y, antes de poder decir nada más, me da una
copaconelvinoprometido.Lobeboapequeñossorbos,perohastaelmás
pequeño de ellos me abrasa por dentro. Declino la invitación, sin
embargo,ambosinsistenyterminocediendo.
―Usted es el ángel, Maggie. No he conocido nunca a nadie que haya
sobrevivido a la horca y renacido de entre los muertos ―comenta con
admiraciónelseñorDalgliesh,aunqueséqueélhatenidomuchoquever
conqueestévivaenestosmomentos.
Vuelvoasonrojarmealvercomomiángelsalvadorasiente.Alguienlo
llama, pero no he sido capaz de escuchar su nombre. El carcelero me
siguecontandomiproezaycómoelcaballeromehatraídoenbrazoslas
dosmillasdecamino,negándoserotundamenteaquenadieloayudara.Me
siento una princesa de cuento y sueño unos segundos despierta. Me
sorprende cuando el señor Dalgliesh me comenta cómo ha argüido la
defensabasándoseenelPandectasromanos.Micaradebemostrarqueno
me estoy enterando de nada y me explica con palabras sencillas en qué
consisteelnonbisinídem,graciasalcualnomepuedenaplicardosveces
lapenaporelmismodelito.
―Pero el juez… ―replico sin llegar a entender, necesitando con
urgenciaapurarelvinodelacopaquemehaofrecido.
―El fallo del tribunal y la sentencia pública del juez dictaminaron la
horcaynolamuerte,bancharaid,peroseguroqueéloslopodráexplicar
mejor.
Séaquiénserefiere.Solopensarquevolveráamiladomehacefeliz,
aunqueseaparaexplicarmequéhapasadodesdemidesmayohastavolver
enmíenunbancodelatribuna.Soylibreytengolasegundaoportunidad
soñada.¿Quémáspuedopedir?Empiezoacreerquehevueltoanaceren
uncuentocuandomiantesverdugoyahoraamigomedice:
―AojosdeDiosydelmundo,Maggie,soisunamujerlibre.
Un suspiro nace de mi cuerpo como germina un brote en primavera.
«Libre»,merepitosincesar.
―No tenéis por qué volver con vuestro marido, si no queréis ―me
susurra prácticamente―. Ya no sois una mujer casada. Él no tiene
autoridadsobreustedytampocosobresushijos.Téngalopresente.
¿Meestáintentandoadvertirdealgo?
―Maggie,Maggie…
Micuerposetensadesoloescucharsuvozybuscoconlosojosami
ángel salvador, mas parece haber salido de la sala. John Dalgliesh me
cogelamanoconfuerzaaldescubrirmimiedo.
―No tenéis por qué volver con él, Maggie. Él me dijo que sois libre.
Cuandounodeloscónyugesfallece…
Observo cómo al señor Dalgliesh le cuesta mirarme a la cara y no
fijarse en las marcas de mi cuello. No es necesario que lea sus
pensamientos, se traslucen claros… Son una mezcla de temor y orgullo
difícilmente descriptibles. Vuelvo a oír cómo me llaman, pero no me
impresiona como la primera vez. Ya no. Patrick, mi marido, me está
buscando.¿Odeberíallamarlomiexmarido,siheentendidobienloque
miantiguoverdugohaqueridodecirme?
Me incorporo en el banco, lívida, y me recoloco las faldas. No me
apeteceverlo,esaeslaverdad.Enrealidad,noentiendoquéhaceaquí.No,
cuando no ha estado a mi lado en el cadalso, aunque solo fuera para
escupirme a la cara que era una adúltera y que debería haberme
abandonado mucho antes. Se me hace un nudo en el estómago. No me
siento preparada para verlo, aún estoy mareada y no sé muy bien qué
decirle.
Unmurodereprochesnosseparatrasalgomásdeunañosinvernos.
Eso, además de un hijo ilegítimo. Me toco instintivamente la garganta y
me doy cuenta de que todos me están mirando, pero lo que menos me
esperoesquePatrickvengaacompañadodemimadre,demihermanoy
demisniños.
Elnudodeemociones,queporsegundavezseformaenmigargantaen
tanbreveespaciodetiempo,vuelveasermuchomásasfixiantequeelde
lahorca.Mispequeños,AnnayPatrick,seabalanzansobremíymebesan
las manos, llorando. Yo les acaricio los cabellos y juego con sus
tirabuzonesrubios.¡Cuántohancrecido!Laslágrimasvuelvenaaflorara
mis ojos y me muerdo el labio con fuerza para no llorar. Mis pequeños
me recuerdan… Me llaman «mamá». ¿Cómo podré agradecerle a mi
cuñadayamihermanoloqueestánhaciendo?Tienenganadoelcielo,esa
eslaverdad.
Mi madre se mantiene distante, aguantando los hipidos y se seca las
lágrimasconelpañuelodevezencuando.Séquenoseatreveaacercarse,
inclusopiensoquecreequesigomuertaporcómosegiraysepersignaa
escondidas.Sinembargo,mihermanolasujetaporelhombro,dondese
apoya,ymesonríe.Eselúnicoquemesonríe.¡BenditoJames!
Percibolapresenciadelángelinclusoantesdequevuelvaaentrarenla
sala, miro a la puerta esperando su regreso, haciendo caso omiso a la
ansiada reconciliación, los lloros, los «perdonadme» y los «volved
conmigo, os lo ruego» que todos los allí presentes esperan. No doy
ningúnpasodeacercamientohaciaPatrick,quemeobservapensativo.
Me alegra comprobar que ya no siento nada por él, ni bueno ni malo.
Nada.Mimentehadejadodeverlocomounmonstruo,tampocoensalza
suspequeñosdefectosparasobrellevarsuabandono,niañorasuspocaso
muchasvirtudes.Lonotodistinto,mentiríasinodijeraqueesteañoleha
venidofrancamentebien.
Mishijosvuelvenalosbrazosdemihermano,paraellos,Jamesessu
verdaderopadre.Esladecisiónmásacertadaydolorosaquehetomadoen
mivida,peroverloscrecerenunafamiliaestableydignaesalgoqueyo
jamásleshabríapodidodar.Patrickniseinmuta,nilosreclama…Estoya
puntodepreguntarlequéhacerealmenteaquí,porquenoloentiendo,pero
callo.Nomeimportaloquehaga,asíque…paraqué.
En cambio, sigo mirando a la puerta, deseosa de que mi ángel llegue.
Soylibre,Patricktambién.¿Aquéesperaparacorrerenbrazosdelaotra?
Pero,nodoycréditocuandomiexmaridosepostraderodillasantemí,
implorandomiperdónyrogandoquenoscasemosdenuevo.Tragosaliva
con dificultad y si consiguiera articular palabra, hasta soltaría un
improperio. ¿Qué diablos cree que hace? He llorado tantas noches su
ausencia,mehepreguntadotantasvecesquéhabíahechomal,porquéno
medeseaba,porquépreferíaestarconlaotra…
Lagentedealrededormurmura,lógicamente.Miprimeraintenciónes
quitar mis manos que mantiene presas entre las suyas. Su contacto me
quemayeltemorcreceenmícuandodescubrolaexpresióndelángelante
semejanteescena.Susojossehanvueltonegrosapesardetenerlosverdes
comolospradosdeGlencoeenprimavera.Esevínculoquelamuerteha
forjadoenarasdeunasegundaoportunidadsedesvanece.Lasogavuelve
amicuello,invisibleyférrea.Sientoqueelsuelosedesmoronaamispies
alvercómomisalvadorsaleprecipitadamentedelasalayquierocorrer,
corrertrasélyexplicarle…¿Elquévoyaexplicarleaunhombredelque
nosésiquierasunombre?
«Maggie, Maggie…», escucho apenas como un susurro alarmado,
mientras la cuerda termina por asfixiarme y vuelvo a la negrura más
absoluta durante unos segundos. «Apártense, por favor. No la dejan
respirar», oigo de fondo. Mis sentidos renacen ante esa voz. ¡Esa cálida
vozquehacequemicorazónseaceleresolodeescucharla!Micuerpose
rinde ante su llamada y vuelvo en mí, con la pesadez y lentitud que
arrastranlosdesvanecimientos.
Sus ojos verdes encienden los míos de una luz nueva y me olvido del
restodelmundo,inclusodemiexmaridoque,aúnconunarodillaenel
suelo,sigueesperandounarespuesta.
―¡¡¡Quitadle las manos de encima a mi mujer!!! ―ruge Patrick con
desprecioenesemomento,empujandoamisalvadoraunladoparaserél
quienocupesupuesto.
Paramisorpresa,elángelseapartasinlucharmientrascadafibrademi
sersuplicaquelohaga.Tiemblo.Soyyolaquedebocogerlasriendasde
mividaporprimeravez,pues,sinohagoalgopronto,estavezseirápara
siempre,conmicorazón,miesperanzaymisganasdevivir.Lavozbrota
demísincera,comountorrente.
―Yanosoynadavuestro,señorSpence,ynotengointencióndevolver
aserlo.
Se hace el silencio absoluto en la sala. Nadie respira esperando la
reacción de Patrick, ni siquiera yo. Acabo de dar el primer paso para
comenzar mi nueva vida y me siento la mujer más feliz. Observo un
destellodeesperanzaenlosojosdemiángelsalvadorysonrío.Esjusto
loqueélesperademí.Losé.
―¡No habláis en serio! ―exclama Patrick defendiéndose, quizá
temiendoquedescubraquiénestáalmandodeverdad―.Estáiscansaday
abrumada por tan aciago día. Volveréis conmigo y mañana mismo nos
casaremos.¿Quédudacabe?
―No―lerespondosinpensarloniuninstante,crecidaporlasensación
de libertad que acabo de descubrir―. Fui vuestra esposa hasta que la
muertenosseparóyyahecumplidomicondena.
―¿Acasocomparáislahorcaconnuestromatrimonio?¡¡¡Malditaseáis,
Maggie!!! ―truena iracundo Patrick cogiéndome con saña del brazo y
levantándomejuntoaélconviolencia.
―¡Suelteamihermana!―exclamaJamesenfadadoasusespaldas,pero
miexmaridonolehacenicaso.
―¡Suelteamifuturaesposa!¿Nonoshaoído?―gritaunasegundavoz.
Todossegiranparasaberquiénhahablado.Yo,encambio,reconocería
su voz entre un millón, pues es la misma que me ha acompañado en el
tránsito de la muerte a mi nueva vida. No puedo creérmelo. «Su futura
esposa…» Estoy tan aturdida, desconcertada y feliz que no sé si mis
piernas me responderán para salir corriendo y aferrarme a sus brazos.
Todaslasmiradassedirigenhaciamiángelsalvador,quevuelveaabrirse
paso y se coloca frente a mí, cogiéndome de la mano y colocando un
anilloenmidedo.Patrickbufaun:
―¿Quédiablosestáisdiciendo?¿Maggie,esesocierto?
Enesosmomentos,yonoséquécontestar.Lagentenosmiraesperando
mi respuesta, pero un ahorcamiento y dos proposiciones de matrimonio
enunmismodíasondifícilesdedigerir,entiéndanlo.Titubeoymiroami
salvadoralosojos.Élmesonríeymesusurraaloído:
―AlainMacDuff,paraamarlayservirlaporelrestodemisdías.
Me derrito como la escarcha al sol, literalmente. Su aliento me hace
cosquillas en el lóbulo de la oreja y mi bajo vientre se encoge de deseo
conelcalorqueemanadesupecho.Hueleabosque,alibertadyacerveza
negra.Acabodeconocerlocomoquiendicey,sinembargo,elvelloseme
eriza de solo tocarlo y saber que es real. Siento que nuestras almas
quedaron conectadas en ese cadalso para siempre y que nunca más nos
volveremosaseparar.
Masmisilencioloinquietaynomedatreguaparaquemelopiense.Sin
importarlequeestemosrodeadosdegente,Alainmetomaporlacintura
acercándome a sus caderas con deseo contenido y busca mi aprobación
acariciándome con la nariz en la mejilla. Yo siento que mis pies levitan,
sinsaberquemetienesuspendidaadospiesdelsuelo.
―Ybien,¿tendréelhonordehacerosmiesposa?
Decidoqueesavozronca,cadenteehipnóticameacompañeelrestode
misdíasyaprovecholasdistanciascortasparadarleunsuavebesoenla
comisura de los labios mientras enredo mis dedos en sus cabellos
ensortijados. Me siento una niña que descubre el amor por primera vez,
pero entonces él me devora la boca y se instala en cada recoveco de mi
alma, incendiando cada poro de mi piel. La gente aplaude ante el
inesperadofinaldelquehansidocómplices.Patrickdesaparecedemivida
yyolerespondounmeloso«sí,quiero»amiángelsalvador.
Sueñosagitados
CristinaOujo
UNO
―Asíque...¿Marcoseestáportando?
Parpadeéadormilada,conlacabezaaescasoscentímetrosdelatazade
café; no era mi bebida favorita, pero me mantenía activa, aunque a esas
alturasnomeespabilaríanitomandoveinteRedBull;noobstante,tratéde
fijarlamiradaenDianeaduraspenas.
―No,otra...pesadilla.
Laexpresióndemiamigavarióaunamuecadivertida,susojosazules
brillaronconexpectación.
―Yonolollamaríapesadillas―rezongó.
Claro que eran pesadillas, no quería soñar eso, no podía controlarlo.
Tanprontocomomequedabafritayanomanejabaloquepasabapormi
inconsciente, y en esa parte entraba Jack, el chico que se dedicaba en el
institutoatirarmebolasdepapelydejarmeenridículofrentealosotros
delaclase;aparecíayloqueveníaacontinuacióneraunmomentosubido.
No,subidoerapoco,subidohabríasidosolotocar,peroestoterminabaen
clasificación para adultos. No me hacía nada feliz soñarlo, y no
únicamente por el hecho de despertarme agotada, también por la
culpabilidad, ¿cómo le decía a Marco que tenía sueños candentes con el
matónqueledabaconunbalónenlacara?Memandaríaalamierda.
―Estoesunasco,noséporquélossigoteniendo.―Bostecé,apoyéla
mejillaenlamanoyrevolvíelcaféconunacucharilla―.Escomosile
pusieraloscuernos.
Diane puso los ojos en blanco. Solté un gritito de dolor tan pronto
comomepegóeltopetazoenlafrenteconlamanosinquepudieraverlo.
―A él no le has visto en carne y hueso, ¿verdad? ―Asentí, no le vi
nuncamásdesdeelinstitutoyparamífuemuchomejor―.Entoncesnoes
engaño, el sueño erótico te permite cumplir necesidades sexuales, en
realidadesculpadetunoviosiestásasí.
Genial,habíaestadosoñandovívidamenteconesematónylaculpaera
deMarco.Esquenohabíapordóndecogerlo.¿Quéhabríasidocreíble?
Cualquierotracosa.
―Erespsicóloga,¿nopuedesrecetarmenadaparaquenosueñeeso?
―Primero: debería haberte hecho terapia para ver bien tu caso;
segundo: no tienes ningún problema, son unos sueños que cualquiera
quisiera,ytercero:notengolacualificaciónfarmacológicanecesariapara
recetarte―puntualizó―.¿Quieresunconsejo?Disfrútalos.
―Alamierda...―buféirritada.
Lediunsorboalcaféterminandolataza.
―Entonces,¿quéhassoñadoestavez?¿Quétehacía?
Casiescupí.Tosítapandolabocaconlamanotratandodequebajarael
trago.
―Porenésimavez:notelodiré―susurréporlobajitounavezqueme
recuperé.
―Vaya...igualdeintensoquelaprimeravez.―Mesonrió.
Agh,sieteañosyochomesessoñando…Cómosenotabaqueaellano
leestabapasando.Nopodíaseguirasíporque,vamosaver,unrecuento:
tenía veintitrés años, estaba haciendo las prácticas en un colegio ―los
niñoseranunencanto,demomento―,teníanoviodesdeelinstitutoconel
quesesuponequemeibaairavivirenpocotiempo...¿Porquéderepente
eran más frecuentes esos sueños? Él era un buen chico, tal vez no
teníamos esa ansiedad pasional el uno para con el otro, pero nos
queríamos y nos cuidábamos mutuamente. Marco me convenía en el
sentidomássanodelapalabra,eraelvalormássegurosiqueríacasarme
y formar una familia, le conocía lo bastante como para estar segura de
todas sus manías. Era una comodidad romántica, por llamarlo de algún
modo,noqueríaacabarigualquemiotraamiga:Eve,quedejóasunovio
de toda la vida por un guitarrista debido a esa fiebre pasional. Se
enamoraron, se casaron a los tres días, y a los seis meses estaban
divorciadosyaesasalturassepeleabanporlacustodiadelniño.
Nadarecomendable.
Lo que me comía la cabeza era Jack, ¿por qué soñaba con él? No era
comosisehubieraportadobienconmigo.Habíasidouncapulloentodo
el sentido de la palabra, la demostración más literal que podía haber de
matón en una novela, peli o lo que sea. Se pasaba las normas, deberes y
obligacionesporelforro;rebeldesincausa,sarcástico,caosydesastreen
cara dura. ¿Por qué tenía que ser él entonces? Diane decía que era
probablequeecharademenosesosdíaspasadosenlosquenohabíatantas
responsabilidadesylomásprobableeraquedeseabahuirdelestrésdela
adultez;sinembargo,elquefueraalgotan...ardientecambiababastantela
interpretación. Me decía que no me preocupara, la primera semana fue
fácilaceptaresehecho,peroahora,despuésdetantotiempo,empezabaa
preocuparme. Era por lo que en ese instante que vi a Marco entrar,
mirandosucabellorubio,losojosverdes,susonrisaamableylaforma
enlaquemebesó,quemehacíasentirunpesoenelestómago.
DOS
Respiré de forma entrecortada, empujé sus hombros intentando
alejarlo, mi corazón se agitó aún más e intenté ordenarme algo.
«Despierta. Despierta. Despierta. ¡Despierta! ¡¿Por qué no soy capaz de
despertarme?!»
―¿Quéestámal,Jeannie?―exigiósaberconvozronca.
«Despiértate, tienes que despertarte», volví a pensar para mí. El
ambienteestabapesado,hacíacalor.Estábamosenlasaladelpisodónde
vivía, intenté deslizarme lejos del sofá verde con estampado de flores,
peroJackmesujetóconfirmezadelacinturaconunamanoobligándome
a volver a la posición original, la otra tomó mi mentón para que no
rehuyera la mirada de color azul gélido. Venía en camino otra vez la
mismaconversación,repetidamilvecesenestossieteañosyochomeses
ysiempreterminandodelamismamanera:élganaba,peromenegabaa
aceptarquesiguierapasando.
―Noquieroesto,Jack―murmuré, hice más presión en sus hombros
estirandomisbrazosalmáximo.
―Síquieres,duranteestosañoshasidoesto.
Apretélosdientes,yonoeraprecisamentelapervertida,miconsciente
nolocontrolabaynoqueríaotracosaquedetenerlo,pero...¿cómopodía
manejarunsueñosieraeso?Nopodíadominarloquepasabaaldormir.
―¡No!―insistíterca,noibaavolveraocurrir―. No va a pasar otra
vez.
Susojosseredujeronalmínimoigualquesifuerandosrendijasfrías
antesdesoltarunarisotada.
―Jeannie, Jeannie ―repitió con esa sonrisa torcida adornando su
rostro. Se inclinó, y quise retroceder... de no ser por el agarre―. No
piensesennada.
«Marco.»Tanprontocomolopensé,elnombreresonóentrelascuatro
paredesdelasala.Jacksoltóunaullidoenrabietado,temblandodepiesa
cabeza;nolegustabaquepensaseenminovio,ymenossiintentabaquesu
imagen se materializase en el sueño, le enfurecía, entonces me lo veía
venir.
―¡Para! ―gruñó, me rodeó con los brazos y antes de que pudiera
esquivarlomebesóabruptamente―.Menecesitassoloamí.AMÍ.
Jadeé con esfuerzo. Sus manos se apretaron tirando de la ropa con
desesperación,suslabiosdescendieronpormicuello;sentíalascosquillas
con sus sutiles mordidas acalorándome otra vez con rapidez. Clavé las
uñas en sus hombros. «Concéntrate. Puedes hacerlo. Puedes despertarte»,
merepetíintentandoalejarlamentedeloqueestabapasando.
―No huyas de esto, Jeannie ―pidió deslizando las manos hasta el
bordedemifalda―.Nopuedes.
***
Abrí los ojos en medio de la oscuridad observando a todos lados,
apretélaalmohadacontralacabeza,estresada,ahogandoungritoenella.
Pasódenuevoenesesofádelasalaqueyanisiquieraeracapazdemirar.
Siempreserepetíadelamismaforma,primerosinserconscientedeque
estabadormida;eranvívidosamásnopoderhastaquerozabaesepunto
donde la ficción tiene un límite, por ende conseguía ganar cierta
concienciadequenoeralarealidad,yaunasínotomabapartido,ofrecía
la resistencia que podía, pero no servía de nada, acababa rindiéndome.
¿Qué iba a pasar cuándo viviera con mi novio? Arrojé frustrada el
despertadoralsuelotanprontocomosonó,apenascincominutosdespués
dedespertarmesobresaltada.EstabasiendounamalapersonaconMarco,
dijeraloquedijeraDianeesoerancuernosclaramente.
Eraundíasuelto,nonecesitabalaalarmaexceptoparadejardedormir.
Quería mantener la costumbre de levantarme temprano; si no podía
evitarlo, entonces estaría más tiempo despierta, y sobre todo podría
ignorarsumolestavozpersiguiéndomeinclusocomounasúplicamuda.
«Quédate conmigo.» Esa versión de Jack que elaboraba mi mente era
irreal. Ese que me había puesto la zancadilla, ese que me había puesto
motes como «peco-pequitas», ese que se sentaba detrás de mí y me
chinchabaalzandolasillafingiendoqueyogemíayquemetirababolas
depapel...recubiertasdepegamento.EsesíeraJack.
―¿Quéteparece?
Entrelacé los dedos con los de Marco, estrangulé mentalmente esa
vocecita que me recordaba que apenas unas horas atrás había estado
haciendootrascosasyconotrapersona,ensueños,sí,peroconotro.
―Ahm...―Centré la atención en el piso, pequeño y maltrecho con un
alquiler que metía miedo, además de unos muebles que parecía como si
los hubiera estado rascando un gato o algo así, un asco―. Necesitamos
pensarlounpocomás.
La mujer que nos enseñaba el apartamento borró la sonrisa del rostro
porunamuecamalencarada,nosdespidiósinacompañarnosalportal,y
tuvoel«buen»detallederecordarnosquehabíamáspersonasinteresadas
yquedeberíamosdarleunarespuestarápida.
―Sigo pensando que no estaría mal negociar con tus amigas,
reduciríamosgastossimeunoalpiso.
―Créeme,noquieresvivircondoschicasmás―bromeé.
Marcomeacaricióelrostroconsuavidad,perosucontactomepareció
tan gélido que por un momento tuve el instinto de apartarme, entonces
recordéparamíqueéleraelvalorseguro.
―Cualquierlugarmientrasestécontigo.―Apretóloslabioscontralos
míoscondulzura.
«Me necesitas solo a mí. A MÍ.» Ya ni siquiera despierta... Sal de mi
cabeza.¡Ahora!
―¿Estásbien?―preguntóextrañado.
Quería explicarle lo que llevaba tanto tiempo soñando, pero a esas
alturasnoteníaexcusaelhabermecallado,ibaapensarsecualquiercosa,
probablementememandaríaalamierdayconrazón.Eraunacuerdoentre
losdos:ningunomiraríaniaotraniaotro,teníamoselmismomiedode
sertraicionadosyyorepelíaesasensación,elquemeengañasen,verami
personaamadaquereraotraeraalgoinsoportable;sinosllegabaapasar,
sería una ruptura limpia como un corte y no volveríamos a vernos, sin
reprochesysinsegundasoportunidadesniaunqueestuvieracercadelos
cuarentasincasarmetodavía.
―Sí,pensabasiencontraremosunlugaradecuadoparalosdos―mentí.
Quéascodenoviaera.
Habíamos estado en todos los lugares posibles durante parte del
mediodíaylatarde,habíamosvistoalrededordeseispisossinoeranmás,
y el que no era una ruina, era pequeño; si era mediano, costaba una
millonada,oeranenelcentrooestabancasialasafueras.Perofinalmente
teníamosunoquetalvezteníaelprecioalgoalto,sinembargopodíamos
arreglárnoslas dentro de nuestros... límites. Era uno de dos habitaciones,
así que si en algún tiempo necesitábamos un inquilino extra, no sería
ningún problema. Un poco pequeño, sí, aunque los muebles estaban en
buen estado como las paredes y el suelo, en el casco histórico, así que
paranosotrosdosestababien.Losanterioresinquilinosseibanenunmes,
era una pareja que se trasladaba a trabajar a otro lugar. Fueron muy
cordiales, no les molestó que curioseásemos el piso, incluso nos
comentabansialgosehabíaestropeado,sehabíacambiadohacíapocoy
quétaleraelcasero.
―Deaquíaunmesseremostodaunapareja.―Sonrió.
Deslizó sus labios hacia los míos encontrándose con una insulsa
respuesta,acariciésurostro.Éleratanbueno.
―¿Crees...quehoypodríamosdormirjuntos?―soltéderepente.
Tal vez solo era una carencia, cuando no eran exámenes, eran las
prácticas. Marco y yo teníamos pocas citas, quizás era eso. Tocó mis
mejillascondelicadeza,alparecerenternecidopormipregunta.
―Amítambiénmeapetece―dijosincero,agachóelrostroymebesó
laorejaprovocándomeunapequeñarisitaporelcosquilleo.
Nonecesitabamásqueesto,queélyyotuviéramosundíacomopareja,
podíaarreglarloasí.
TRES
Porprimeravezhabíadormidodeuntirónsinsueñoseróticos,asíque
suponía que esa era la fórmula: Marco y yo teníamos que buscar más
tiempo de pareja para ambos. Me desperté satisfecha a la par que
decepcionada,estoúltimoeraunsinsentido,deformaracionalnoquería
soñarconél,¿porquéentonceselmalestaralnohaberlevistoaparecer?
Noquisedarlevueltas,habíaocupadolamañanaenestarpresenteconlos
niños,estabanmuyemocionadosporqueenlaúltimaclasedelamañana,
gimnasia, iban a probar la escalada. Si era una medida bien recibida
durantealmenosdosvecesalmes,losniñospodríanaprenderaescalar,
paraesosehabíaestadoequipandoelcolegio,ylaAsociacióndepadres
había apostado por la idea a dos niveles de aceptación/negación, al final
ganóelsícuandoellosmismospudieroncomprobarlosmateriales.
―Erik está enfermo, no puede venir a dar gimnasia ―me informó
Travis,elprofesortitularalqueyohacíadeauxiliar―.Voyaocuparme
yo,notienesporquévenir,estoesyafueradetusprácticas.
―Nomemolestará―afirméaltiempoquemeencogíadehombros.
Laverdaderaqueaestashorasestabaunademisamigas,Alandra,con
su novio y prefería darles algo de privacidad, además, era mejor que
vagar por la calle, y teniendo en cuenta que mi novio nunca estaba
disponible, pensé que me gustaría estar presente en una actividad extra
paraobservarcómosecomportabanlosniños.
Unashorasdespués...
Losniñoshabíanidocorriendoalborotadoshaciaelgimnasio,queera
una estructura aparte del colegio con un pabellón deportivo muy bien
equipado; me recordaban mis pocos momentos buenos de estudiante en
los que yo también iba corriendo para jugar a balón prisionero, por
ejemplo las veces que teníamos prácticas de escalada también, en una
paredmuyaltayconlosarnesesdeseguridad.Nosotrossubíamosdeuno
enunoeinclusoduranteelrecreopodíapracticarsesiemprequeestuviera
el monitor delante. Era entretenido aunque poco recomendable para los
queteníanvértigo.
―Quédateconlosniños,iréarecibiralmonitor―mepidiósinesperar
respuesta,puessefuecaminandodejándomeconlapalabraenlaboca.
Travis era así, más molesto en ocasiones aunque bastante tratable con
tiempoypaciencia,porloquehicecasoomisodesucomportamientoy
me dediqué a poner orden para que no hubiera alboroto; esas fieras
enseguida rugían si faltábamos ambos e incluso conmigo sola hacían lo
quequeríansinomeimponíarápida,peroenesemomentoestabanmuy
tranquilos,imaginabaquesetratabadeunefectopositivodelaactividad,
cosaqueagradecía.Esesilencionoteníaprecio.
―Jean.―Escuchéquemellamabaporlaespaldaotravez―.Esteesel
monitordeescalada:JackDavro.
«Estás de broma», fue lo primero que pensé, en realidad no estaba
segura de si llegué a pensar nada en los primeros segundos, luchaba
contra la realidad de que el matón estaba delante de mí después de siete
años y ocho meses de sueños intensos. Estaba ahí, igual que en los
primerosminutosenquesueño,conelcabellocortodecolorcastaño,los
mismosojosdecolorgélidoylaexpresiónarrogante.Volvíamirarhacia
Travisesperandounindiciodequeesoeraunacámaraoculta.«Porfavor,
queseñalenacámarayaysevaya.»
―Jeannie.―Sonriócomosinotuvieraculpadenada,porsupuestoque
no, los sueños eran mi problema, ¿cómo podría ser culpable? Se giró
haciaél―.Hemoscompartidolasmismasclasesenelinstituto.
«Pordesgracia.»Hiceesfuerzospornomirarlealacaraenunamezcla
devergüenzayrabia.
―Ah,¿enserio?―Travis estaba sorprendido, a él no debía parecerle
del tipo que repite cursos, aunque sí lo fue―. Bien, entonces podemos
empezarya.Losniñosestánansiosos.
―Enrealidad,conJeannieserámásquesuficiente.
Me quedé estática, habría hecho señas al profesor de que eso estaba a
millonesdeañosluzdeserunabuenaidea,peroJacknosobservabaalos
dos.
―Detodasformasdeberíapermanecercerca.
«¡Gracias!»
Élsonrióaregañadientesysepusoalfrentedelmurodeescaladapara
explicar a los niños sobre la seguridad, cómo empezarían a subir, y un
largoetcéteraparapasarasihabíapreguntas,perolosniñostodoloque
queríaneracomenzarcuantoantes.
―Ven a mostrarles cómo se coloca el arnés, Jeannie ―me llamó de
repente.
Veinte pares de ojos inocentes se clavaron en mí, y por mucho que
queríanegarme,terminéavanzandohaciaadelanteyélsepusoamilado
empezandolacolocacióndelarnésdecintura;yopenséqueparaunniño
eramássegurounintegralouncombinado,peroélibaexplicandoqueel
decinturaeraelmásseguroenloreferenteatraumasylesiones,incluso
sifueradecabezaabajoporquehacíaqueelcuerpobascularaylacabeza
quedase en posición de seguridad. Parecía que sabía lo que se hacía,
aunque juraría que me había apretado la mano en el muslo de forma
intencionadamientrasloajustaba.
―¿Quétal?¿Bien?―preguntócercademioreja.
Mipielseerizóalsentirsualientocálidotandecerca,laspalmasdelas
manos me sudaban y un estremecimiento me subió por la columna; me
aparté de él demasiado rápida para ser educada, esas pesadillas intensas
meestabansugestionando.Eserepelentenopodíagustarme.¡Deninguna
manera!Medesabrochéelarnésrecordandomásomenoscómolohabía
hecho,yextendíelbrazodevolviéndoselosinrozarlesiquiera.Elrestode
lasprácticasmelimitabaavigilaralosniñosmientrassubíanguiadospor
él. El profesor se acercaba más que nada como una referencia para los
niñosparaqueseportasenbienynohicieranalgoimprudenteduranteel
ejercicio,eranapenasunospocosmetros,comoparaestaradoscabezas
denuestraaltura,unaprobaturacomoquiendiceparaqueelimpactodela
alturafuerareducidoypocoapococogieranconfianza,lomaloesqueni
siquiera centrando mi atención en los niños conseguía quitarme el
acelerón del pecho cada vez que notaba los ojos de Jack sobre mí.
«Estúpidossueñossexuales.»
―¿Adónde vas a ir ahora? ―quiso saber al ver cómo guardaba los
papelesenmibolsa.
―Yoyaterminéporhoy―respondítajante.
Mecogiólamano,yelcontactomehizotiritarapesardelocálidaque
era,igualqueenelsueño.Transmitíalasensaciónreconfortantedequeel
mundo estaba bien, de que él me necesitaba y yo igual, como si
encajásemos, no podría negarme a nada de lo que me pidiera. Era
irracional.Necesitabasoltarleconurgencia.
―¿Quéhaces?
―No nos hemos visto desde el instituto ―me dijo. Quise añadir «al
menos no despiertos», pero habría sido demasiado violento―. ¿Por qué
notomamosalgo?
Le miré sorprendida. ¿La persona que una vez me echó a su hombro
como un saco de patatas y me llevó corriendo de un lado a otro por el
patio gritando «mirad bien: ¡es mía!» en plan coña para que se rieran y
señalaranmeestabaintentandoinvitar?¿Quéeraeso?¿ElmundodeYupie
alrevés?
―No―repliquéymezafédeuntiróndesuagarre.
Élparecióconfusoporminegación,semantuvoensilencio,encuanto
amí,demasiadocobardeparapermanecermástiempodelnecesarioasu
lado,mepuseenmarcha.
―¿Quétienedemalotomarcaféoloqueseaconunamigo?―volvióa
hablar.
Apenashabíadadodiezpasos.
―Nuncahemossidoamigos―lerecordé.
―Vale, no amigos ―admitió, entonces sonrió encantador como si no
hubiera roto un plato―. Siempre hubo esa atracción, era imposible ser
amigos.
Le miré aturdida, ¿acababa de decir lo que dijo? ¿Qué atracción?
«¡Gilipollas!» Apreté los dientes, no volví a observarle ni cuando di
marchaatrásconelcocheymealejéagarrandoelvolanteimaginandoque
erasucuello.
CUATRO
―Me pone malo cuando finges no verme ―me susurró cerca de la
oreja.
Permanecíensilencioconformehablaba.
Esas dos semanas fueron tan desquiciantes como extrañas, cuanto más
intentaba echar a Jack, mucho más insistente se volvía. Ya no tenía que
estar en las clases de escalada al estar el profesor titular, que era Erik,
peroesonosignificabaquenomelofueraaencontrarporlospasillos,
cuando vigilaba el recreo o en la sala de profesores en un descanso.
Apareció al menos en tres ocasiones en donde había quedado con mis
amigas o donde se suponía que saldría con Marco como si me oliera o
qué sé yo. Al encontrarse con nosotros en plena cita había que mirar la
caraqueteníanlosdos,nosabíaquiénestabamástenso,absurdoamásno
poder,y,porsupuesto,lossueñoseranpeores;yanoerasolodormirpor
lanoche,siintentabaecharunacabezaditaporlatardeocerrarlosojos
porelmínimotiempotambiénimplicabapermanecerconél.Nisiquiera
mefuncionabanyalasnochesconminovio.Apenasdormía,meesperaba
lootroyterminabaagotada.
―Jeannie,quédateconmigo―pidióporlobajo.
Mirélosojosazulesylaexpresióndesúplica.Muypordentroalgome
estabagritando«veteconélyaldemonioconlodemás».Mepreguntaba
si Eve había experimentado algo como eso cuando decidió echarse a
ciegas a la aventura con la pasión del amor custodiándola antes de que
todoselefueraalamierda.Talvezelrecuerdodemiamigaylasluchas
que tenía por el niño eran las que me hacían mantenerme en la lógica
evidente:eransueños y ya está, nada más que sensaciones artificiales al
dormir,comosoñarquesevolabaporencimadelasnubesobucearenel
mar,cosasaleatorias,queélfueraalgofijoenmimentetodaslasnoches
noteníaporquésignificarnada.Y,apesardetodaesafríaracionalidad,
seguíaexistiendoesasensacióndequenoeratanirrealcomoparecía,que
enelfondodetodoesoalgoteníasentido.
―Sí,quierohacerlo―respondí.
Al instante me arrepentí de hacerlo, me dejaba llevar por un estúpido
sueño, noté el roce de su mano cálida sobre mi espalda aún con ropa,
quizámi«Jackmental»habíallegadoalaconclusiónquecuantomásse
desenfrenaba en mis sueños, más intentaba resistirme a ello. Ese era el
sueñodondemástiempohabíallevadolaropapuesta.Unasonrisailuminó
surostro,apretóloslabioscondulzuracontralosmíos,queyoentreabrí
alnotarlamordidaenelsuperior.Micorazónsedisparó,misventrículos
bombeaban con una fuerza que resultaba dolorosa, el hormigueo se
extendió de nuevo por mi estómago y mis huesos parecían volverse de
gelatina por momentos. Era la sensación más dulce que había
experimentadoentodamivida.
―EntoncesvasadejaraMarco.
Escondílacaracontraelcuellodesucamisamientrasmerepetíaamí
mismaquetodoeraunsueño,quenadadeesoibaapasar.Cerrélosojos
confortada por la sensación de sus manos paseándose por mi espalda. A
vecesélyanoestabaenlahabitacióndondehabíamosestado,ytanpronto
como era consciente de eso, empezaba a echarle de menos aunque no
quisiera;cuantomásqueríaalejarle,másleechabademenosymásquería
verle otra vez. Me obligaba a mantenerme en mis trece y recordar todas
lasperradasquemehabíahechoparadarmecuentadequelapersonacon
laqueyosoñabaylaqueerarealteníanqueserdistintassíosí.
―Noquieroquetevayas―admitíporlobajitocondebilidad.
Habíaobviadosupetición.
―Novoyairme,nomientrasestésporaquíalmenos―replicó.
Tembléalsentirsuslabiosenmicoronilla.
―Tequiero,Jeannie―volvióahablar.
El corazón me volcó con fuerza, tragué saliva intentando pensar algo
coherente,algoquenofueradecir«yotambiéntequiero».Noselodigas,
noledigaseso.Nadaerareal,élnoloera.Setratabadeunaversióntipo
«el hombre perfecto» hecha por mi cabeza, contaminada por todas esas
estúpidas historias de perfecto amor como el que Diane tenía con su
novio,esarelacióndepelícula,verenelloslosojosdeunosenamorados
alcienporcien,elmismoreflejoqueseapreciabaenaquelazul.
―Noesrealesto,¿sabes?―soltéenunodemisataquesdemoralidad
dondeeraunamalapersonaporsoñareso―.NoereselJackreal.
―¿Ysilofuera?
―Noloeres―insistí.
Nomeentrabaenlacabezacómopodíasertanconscientedequeestaba
soñando y no lograr algún tipo de control sobre ello, algo como que
dejaradeaparecer;pesealomalquemehacíasentiresaopción,mantenía
eseestúpidodebate.
―¿Y si lo fuera? ―Suvoz se volvió más seria, me tomó del mentón
para que le mirara a los ojos, esos bonitos océanos azules demasiado
insistentes―. ¿Y si fuera un íncubo y me estuviera metiendo en tus
sueños?,¿meseguiríasqueriendocomohastaahora?
Yonohedicho...
―Tusojoslodicenagritos.―Sonriócomosimeleyeralamente.
Racionalmente me expliqué a mí misma que como eso era un sueño,
teníaqueesperarmecualquierrespuestaporsuparte.Noimportabaloque
fueraadeciroquetrataradedarlelavuelta;él,comounacreacióndemi
mente,podíaaccederainformacióndemiinconsciente.
―Sifueras...así,nomemolestaría―soltéconsinceridad.
Muyenelfondo,desterrandocualquierlógica,cosaquenoestababien
ni resultaba buena idea, sea como fuere, estaba siendo sincera, si de
verdad le quisiera y si existiera fuera lo que fuera, le querría igual, lo
sentíaenlasentrañas.
―Entonces,míramebien―pidió.
Mantuve los ojos en su rostro, desde el flequillo de color castaño,
descendiendoporlascejas,losojosbrillantes,lanarizrectayloslabios;
apretélasmanosentornoasuropatratandodemantenermequietayno
inclinarme hacia él. Pareció vacilar como si dudase de si era o no una
buena idea, de todo lo que podría salir mal. A lo largo de esas semanas
había aprendido a leer bastante bien esas expresiones suyas, tanto en el
mundo onírico como en el real, por eso sabía cuándo tenía que salir
corriendo en la realidad para evitarle antes de que me dijera algo que
sabíaquenoqueríaoírparanodesestabilizarmásmirelaciónconMarco.
Respiróhondoentonces,conladeterminaciónbrillandoensurostroy
unagransonrisacargadadeconfianzaenmirespuesta,unaquenocreía
merecer.Repentinamentesuescleróticasevolviónegraysupupilasehizo
blanca como si intercambiaran los papeles, los ojos se mantuvieron
azules. Observé estupefacta aquello, yo no tenía tanta imaginación.
Levantélamanodespacio,nerviosa,hastadepositarlaensumejilla,noera
capazdeapartarlamirada.
―Es...―Cerrélabocasinsabermuybienquédecir.
―¿Estásbien?―preguntóconansiedad.Tardéunratoendarmecuenta
dequemeestabaacariciandoelrostro.
Parpadeé y asentí muy despacio, fue tiempo suficiente para que
estuvieraaliviadoporello.
―¿Notemolesta?―volvióapreguntar.
―Esextraño―conseguídecir,perocostabamuchojuntardospalabras,
y más que tuvieran sentido a pesar de que fuera una cosa mental mía―.
Estábien,unpocodistinto,quenoesmalo,porque,bueno,erestú.
Me callé al ver que estaba soltando tonterías. Jack se rio, apartó las
hebrasdecolorcobrizodemifrentebesándomejustoallí,yvinieronlos
aleteos con aquel roce igual que el calor y las demás sensaciones que
veníansiempreconelcontactoconél;porefímeroquefuera,nodejaban
deserintensas.
Aldíasiguiente...
―Jeannie.
Automáticamente, me separé a toda velocidad a pesar del calor y el
agradablehormigueoenmiestómago.
―¿Ahoraqué?
Me miró extrañado como si no entendiera a qué venía mi
comportamiento.
Pretendíaquelossueñosnomeafectasenalarealidad,dondemipareja
síeraloqueyobuscabayquenohabíaformaenlaquepudieraquerera
alguiencomoJack.Enverdadnoexistíanlasmariposasenelestómagoni
teníaelhormigueoextendiéndosepormipecho,niloagradablequeerael
tacto cuando se rozaban nuestras manos en demasiados accidentes como
para ser una casualidad. Lo peor a tratar era el hecho de intentar no
distorsionarlarealidad:noengañabaaJackconminovio,eraalainversa
apesardequemiamigasiguierainsistiendoenqueloquesucedíaenun
sueño, la verdad, no era importante. A esas alturas me di cuenta de que
inclusoellaestabadudandodeloquemedecía.
―Si no quieres nada respecto al trabajo, entonces puedes desaparecer
―leespeté.
Nueva coincidencia monstruosa, me colgué la bolsa del hombro
esperando a que Diane volviera del cuarto de baño para poder irnos de
unavez.
―¿Qué sucede? Ayer habías dicho que estaba bien, que vendrías
conmigo―hablóconfundido.
¿Perdón? Hice un rápido vistazo al día de ayer: había estado
consiguiendocajasparaempaquetarmiscosas,salíconMarco,dormimos
juntos. Me tensé al recordar el sueño, ese donde me mostró que era un
íncubo.No.No.Estonoeraposible.
―Ayernonosvimos―grazné.
Mi voz no era nada convincente. Era una pésima mentirosa y peor
persona.
Entoncesmesujetólamanoconfirmezaperoalavezconsuavidad.
―Jeannie ―habló de nuevo, esa vez con voz suplicante enviando
escalofríos por mi cuerpo como una agradable corriente en un mar de
tranquilidad―.Ahoramismoeltiemponomecorreafavor,sieteañoses
muchotiempo...―Mequedéparalizadaalnotarsunarizcontramicabello
cobrizo―.Aceptasteporcompletoloqueera.Vendríasconmigo,estabas
siendosincera,¿quéhapasado?¿FueMarco?―Apretólosdientes,viel
cambiodesusfaccionescalmadasaunaairada.
Le empujé asustada. Mal, iba muy mal, no sabía qué le pasaba o qué
dejaba de pasarle. ¿Cómo podría saber lo que soñé? Ni siquiera se lo
habíacontadotodavíaaDiane.Nadiemásquemicabezadeberíasaberlo.
―Vale, se acabó. Voy a solicitar una orden de alejamiento ―amenacé
con mala cara a pesar de las emociones. Yo no iba a ser la perra que
dejaraasunovioporotro.Marcomegustabamucho,talvezmáscomo
amigoylaformaenlaqueconvivíamosjuntos.Peronoimportaba,podía
enamorarme,teníaquesercapazdehacerlo.
―¿Quépasaaquí?
Misalvadora.MepusealladodeDianeagarrandosubrazoconambas
manos. Jack nos miró, mucho más intenso a mi amiga, como si
compartieranuncódigoprivadoalqueyonotuvieraacceso;sinentender
por qué eso me molestó, que ella pudiera ver algo que yo no, y la
sensacióncálidasealejótanprontocomosemarchó.Laculpabilidadfue
peor al ver su rostro herido por el rechazo, mucho peor que intentar
autoconvencermedequeestabatraicionandoaMarco.
―¡Vaya!―fuetodoloquesoltó,susojosmarronesbrillaronconcierta
alegríaantesderodearmeelcuelloconlosbrazosenunefusivoabrazo.
―¿Diane?―preguntédesconcertada.
―Lo siento ―se disculpó separándose―. No puedo evitarlo, ¡es
emocionantequeseacomoyo!¿Cuántotehacontado?¡Todotienesentido
ahora!
Avancemos un poco, ella desvariaría por mucho rato antes de que
pudieraentenderbienpordóndeiba.
―Tengo tan poca gana ahora mismo de darle vueltas para tratar de
traducir lo que me estás diciendo ―solté cansada―. Habla directa, por
favor.
Me arrastró al otro extremo de la cafetería, a otra mesa, pidiendo al
camarerodostés,eldementaazucaradaparamíyeldeframbuesapara
ella.Estábamosapuntodeirnos,¿aquéveníaquedarse?Noqueríacomer
nada, ni beber, tenía un nudo en el pecho; quería largarme, huir de la
imagenheridadeJack.
―¿Quédemoniostepasa?―lepreguntéporlobajito.
¿No era bastante ya lo que acababa de suceder? ¿Qué faltaba ya por
pasar? ¿Que me quede embarazada en uno de los sueños? Ni siquiera
podíapensarencómoeraposiblequeélsupieraloquepasóenelsueño,
nopodíaseruníncubodeverdad,¿cierto?
―Un íncubo ―susurró para que solo yo pudiera escucharla―. De
haberlosabidohabríatomadocartasenelasuntohastaqueolisqueaseel
airedelosdos.
¿Olisquear?¿Qué?
―¿Perdón?―¿Quélocuraeraesa?―.Voyaponerleunademandaaese
acosador.
Su expresión fue la misma que si un mini ovni hubiera aterrizado en
nuestra mesa y un marcianito rosa verdoso hubiera salido del mismo a
pedirnosazúcar.
―¿Le vas a poner una demanda a tu compañero?, ¿a tu pareja para
siempre?―inquirióincrédula.
Asentí.¿Elmundosevolviólocodepronto?
―Mierda. No tenías ni idea, ¿verdad? ―Se echó las manos a la
cabeza―. Joder, no tenía que haber abierto la boca... Claro... por eso
parecetanenfermo.
―¿Enfermo?¿Íncubo?
Dejócaerunsuspiroresignada.
―En otras condiciones no te habría dicho nada si no estuviera segura
dequevasasaberlosíosí.
PorDios,absurdohastalamédula.
―EseJackesuníncubo,yosoyunasúcubo.Verás,nuestroalimentoes
atravésdelsexo,tambiénescorrientehacerloatravésdelossueños,no
siempre necesitamos hacerlo, a veces solo con estar presente podemos
tomar la fuerza, aunque es mucho más pequeño lo que conseguimos de
energía, pero cuando aparece nuestro compañero es como... ¡PAM! Las
reglas cambian de golpe, no eres capaz de alimentarte de nadie más
―explicóypenséqueseríamásrealistaquemedijeraquelasvacastenían
perritos―. Quieres estar solo con esa persona, acapararla únicamente
para ti, hacer todo lo que sea necesario para que esté contigo; sin
embargo, habiendo distancia, recurrir demasiado a los sueños, aunque
satisfacelanecesidaddealimentacióntambiénaumentalanecesidadfísica,
yesoesmuydoloroso.
―Vale,creoqueestoeseltopequepuedoaguantar―sentencié,meiba
a levantar de la mesa, iba a dejar a mi amiga que se le había pirado la
cabezaymeibaairacasaameterlacaraenaguafríaparanopensarque
lasprobabilidadesdequeélmehubieradicholaverdadyqueestuvieraen
missueñosfuerandelcienporciento.
―Jeannie.―LosojosdeDianecambiaron,elirisseguíasiendomarrón
aunquelaescleróticahabíacambiadoaundensocolornegroylapupilaa
blanca, igual que en el sueño―. ¿Los ves? Estos son los ojos de un
súcubo.Hablandoenserio,sinoaceptasaesechico,tuparejaparatodala
vida,vaallegarallímitedelossueñosynovaasobrevivir.
Unmesdespués...
―Pero...
―¡No!
―Esque...
―¡Queno!
Repasé los hechos: una de las mejores amigas que había hecho en la
universidad era un súcubo, el chico que se metía conmigo en el colegio
era un íncubo y además de la realeza demoníaca por lo que había dicho
Diane,quehabíademostradoqueMarcoibaaserinfielsilaocasiónsele
presentaba.Eseúltimohechoeralaprincipalrazóndemicabreo.
―¡Me has jodido la relación! ―grité tirando el vaso con agua a la
mesa.
«Paraunsúcuboerafácilromperunaparejainestable»,esohabíadicho.
«Jack podía acceder a tus sueños y atraparte porque es tu pareja, no
Marco», dijo luego. «Yo encandilé a Marco con menos esfuerzo porque
eres testaruda», soltó y ahí empecé a romper con todo lo que me
encontrabaentrelasmanos.
―Bueno...ahoraquenomehasdejadoniunapiezadevajilla...―habló
nuevamenteconunhilodevoz―.Quizás...podríamos...hablaracercade
Jack...
―Nojueguesconmipaciencia,súcubo―repliqué.
Queríapegarleotravez,luegoqueríavolveradarlelasgraciasporque
habríatiradotodalajuventudporelvátersisemehubieraocurridoirme
conél,extraño,¿no?¿Cómopensarconlacabezafríadeformaracional
con lo que me había hecho? A tomar por saco mi valor seguro. ¡Cinco
añosyelmuycabrónperdíalacabezaenmenosdedossegundos!¡Quéyo
no era lo bastante guapa para él! ¡Cerdo hipócrita! ¡Ojalá se te caiga a
trozoselmediogramoquetienes!
―Estás cabreada porque era tu valor seguro y echaste años perdidos
conél,pero...
―¡Nomeanalices,Diane!―gritévolviendoainterrumpirla.
Caminé en círculos pisando por los destrozos que salpicaban el suelo.
EsecabrónnomeibaadejarsinosupieraqueDianeseibafijoconél,
¡hijodelagran...!¿Melohizoantes?¿Mepusoloscuernos?
―Jeannie,oye...
―¡No!
―Esque...
―¡TE ESTOY DICIENDO QUE NO QUIERO SABER NADA! ―grité
golpeando la mesa con el puño cerrado, abrí los ojos como platos al
tiempoquetuveunescalofríodedolorerizandotodalapiel.
―Teibaadecirquetuvierascuidadoconloscristalesdeencimadela
mesa―farfullónerviosa.
Yosoloqueríaempezaraaullaryacorrerporlasparedesporeldolor.
Levantélamanomirandolasangreescurrirporlostrozosempañadosdel
cristal, empecé a marearme y, a pesar de tener el estómago vacío, supe
conseguridadqueibaavomitar.
Veinteminutosdespués...
―Señorita,porfavor.
Meechéhaciaatrásapretandoconfuerzalabolsaconlasmedicinasque
teníaenlamanosana,laenfermerasudómientrasintentabaqueyonome
hicieradaño.Evitéelcontactovisualconlaescleróticanegraylapupila
blanca de los ojos de la enfermera., ¿Qué pasaba? ¿Todo el mundo eran
súcubos?
―Losiento,peronopodíallevarteaunaclínicanormal―seapresuró
adecirDiane―.Ereslaparejadeuníncubo,miobligacióneratraertea
uncentrodelosnuestros.Esunaregla.
―¡Queteden!―leespetéenrabietada.
Tenía la mano adormecida, perfectamente vendada con los cortes más
cerradosconloqueseaquemehabíanpuesto,yaqueyonofuicapazde
mirar.Aprensivacomoeranecesitétenerlavistafijaentodomomentoen
laparedfrenteamisnarices.
―Hemosavisadoasucompañeroparaquevinieraabuscarla―volvió
ahablarlaenfermeramuydespacio.
Fulminéconlamiradaalasúcuboqueteníaporamiga,siesquepodía
seguirconsiderándolaasí.Noescomosinomehubierahechounfavor
demostrando que mi pareja era un bastardo infiel; por un lado, no era
tantolamolestiadehaberperdidoaunapareja.Nolequeríaenelsentido
apasionado de las palabras, era en el sentido de la comodidad y la
confianza,queeraloquesehabíaidoporelretrete.Conmigranpartede
culpa porque mis sueños no intencionados con Jack tampoco me
convertíaneninocente.Muchomenosporhaberlehechodañoaélconlo
que había dicho sin pensar, esa era la carga más pesada: el dolor del
íncuboporelrechazoenlacafetería,nisiquierahubomássueños.
Estabapreocupada.¿Estaríabien?¿Sepusotodavíapeordesdeesedía?
―Tenía que dar el nombre de Jack, tienen obligación de avisar al
íncuboosúcubosialgolepasaasucompañero―selimitóadecir.
Alamierda.
Salíporlapuertablanquecinarecorriendoelpasillo,queríairmeacasa
intentandoobviarlaexistenciadesúcubos,íncubosyladecualquierotra
cosa que hubiera por ahí suelta. Con lo tranquilita que estaba yo con mi
novio soso, viviendo con mis amigas y haciendo las prácticas, ¿qué
importaban unos sueñecitos de nada? Podría haber seguido viviendo tan
feliz en una insulsa calma sin olerme si me ponía los cuernos o no. No
tendríaquehaberasistidoalaclasedeescaladaconlosniños,nisiquiera
habíasidoobligatorio.
Entoncesnolehabríavisto,Dianenosehubieradadocuentadenaday
la vida habría seguido tan previsible como hasta ese momento. Ni me
estaríacomiendolacabezapensandositeníarazón,sieralaparejapara
Jack.Entonces,¿noeraestouncastigoporalgoquedebíhacerenalgún
momentodelavidaynomedicuenta?Perosinosponemosapensarcon
todalaclaridadqueelcalmantemepermite,¿paraquiénerarealmenteel
castigo? ¿Para mí o para él? Si era la víctima de las gamberradas es
porquemeconsideróinferior,¿noeralopeorquelepodíapasar?Matón
y víctima. Estúpido bullying escolar y los profesores cabrones que no
hacíannada.Yenesosmomentosestábamosasí,nosabíacómoestabaél
nicómoencontrarle,nohabíaasistidoalasclasesdesdeloquepasó.
Me paré en medio del pasillo que conectaba la sala de esperas de
urgencias con el mostrador de información y la puerta a la sala de
consultas porque Jack estaba ahí, parado frente al mostrador de
informaciónconlapreocupaciónescritaenlacara,máspálidadeloque
solíaser.Pensandoenlossueños,cosaquehabíasidovergonzosaparamí
aesasalturas,enesosrocesdepiel,enelpasadoyenelahora,eraunalata
darmecuentaqueestabamásunidaaéldeloquequisieraynotantocomo
desearíadeformairracional.Noteníaningúnsentido.
―Jeannie...―Seacercóenunsuspirorodeándomeconlosbrazoscon
muchocuidado,merecorriódearribaaabajoconlamiradadeteniéndose
enmimanovendada,latocócondelicadezatratandodenorozarlavenda,
solo mis dedos adormecidos. Frunció el ceño―. ¿Estás bien? ¿Qué ha
dichoelmédico?
No sabía por qué tenía que sentirme mal por hacer que estuviera
preocupado ni por haberle herido por mi negativa, al revés, tendría que
mandarle a tomar por culo o algo así, sin embargo no me salió mucho
másdelabocaque:
―Estoybien,parecemásdeloquefue.
CINCO
¿Porquéacepté?Sesuponequemimanoeralaqueteníaelcalmante
nomicabeza,aunquedeformamuymolestahabíaunapequeñitavozenel
fondodemimentequenodejabademolestardesdequeJackestabafrente
amí.Nolehaspuestoladenunciaporalgo,esomedecíayentoncesyo
contraatacabaconelcontundenteargumento:¡estabaenshockaldescubrir
quetantoélcomoDianeeransúcubos,estúpidavocecita!
Pero no tenía nada con lo que responderle a esa situación en la que
ambosestábamossentados,porsupuestomiamigaelsúcuboyasehabía
idomuydecasualidadconlafrase«estoycompletamenteseguradequeél
tedejaráasalvoencasa».Enunfuturotendríaqueelegirconmáscuidado
misamistades,estabavisto.
―Losiento―fueloprimeroquedijorompiendoelsilencioincómodo.
Asíque,¿losentíaporqué?,¿porlossueños?,¿porsecundaria?,¿por
qué?¿Noerayoquienteníaquepedirperdón?ConMarcofuncionabaasí,
siempremedisculpabayélmemirabaconesaexpresiónde«¿Ves?Noes
maloaceptarquetengorazón».
―Todo―hablódenuevocomosimeleyeraelpensamiento―.Noera
la mejor forma de reaparecer y que fuéramos pareja, pero estaba
hambrientoynopodíapensarconclaridad.Teníaquehabermeasegurado
dequedeverdadcreíasqueestabadentrodetussueños,nosolodejarme
llevar,peroerafelizporqueparecíasaceptarme.
―Ah.
No sabía que otra cosa decir, ¿qué esperaba? ¡Teníamos una charla
acerca de su naturaleza como íncubo! ¡Era lo más surrealista de lo que
alguna vez hablaría con alguien y había tenido conversaciones muy
bizarrascomoparaestarseguradeesto!
―Yo estaba en un momento intermedio, a mitad del curso estaba
despertando,noesalgoquepasedeundíaparaelotro.Elcambioeslento
yparamímeeramuydifícilsobrellevarque...
―¿Queunamocosamáspequeñaconpecasypelocobrizofueraaser
tu... lo que sea? ―Apreté los dientes porque no era capaz de pronunciar
esapalabra,nomeentrabaenlacabeza.
Jackmemiróconfuso,susdedosseapretaronconfuerza,sinembargo
símedicuentadelesfuerzoquehizoparanotomarmimano.Lavocecita
volvióamolestarconqueojalálohubierahecho,muyenelfondoestaba
deacuerdoconella.
―La primera vez que te vi tenías el cabello recogido en dos coletas,
llevabas un sudadera marrón y no sabías a dónde tenías que ir. Eras
brillante.―Sonriónostálgico,habíaalgotiernoensusojosamedidaque
pronunciabaaquello,micorazónseencogióanteeso―.Tienestupunto,
yo no debería haberte amargado la adolescencia, pero en parte estaba
enfadado. Como te he dicho, no era un íncubo completamente
desarrollado, así que el encontrar a mi pareja tan pronto me frustraba.
Creí que llevaría más tiempo, muchos no encontraron la suya hasta
pasados los treinta y yo aún querría haber experimentado cómo era
alimentarsedealguienmás.
Tiempoparairdetrásdeotrosculos.Previsible.
―Vale,queríasexperimentar.Muybien,entoncesrealmenteerescomo
cualquierotrotío.
Seriodivertidoaparentementeporloquesolté,todomuycorriente,al
finalvoyaseryolaanormal.
―Algoasí.Eraestúpido―reconoció―.Otrosdemifamiliamehabían
advertido de lo que mi comportamiento atraería si desperdiciaba la
oportunidad de poder permanecer tanto tiempo con mi compañera y
alejarla,asíqueintentéenmendarme,penséqueseríamásfácilsiteníamos
las mismas clases, por lo que me relajé y simplemente esperé a repetir
curso.
Metenséconlossentimientoscontradiciéndoseunosconotrosanteese
dato.Alegríayrechazo.
―¿Tequedasterezagadouncursoparaqueestuviéramosenlamisma
clase?Noeselmejordelosplanes.
―Medicuentacuandoolítuincomodidadalalzarteenbrazos.
―¿Por qué iba a ser incómodo que alguien me tomara en volandas
gritando por medio patio que era suya? ―solté poniendo los ojos en
blanco―.¡Paranada!
―De acuerdo, ahí no estuve muy fino, pero no sabía cómo manejar
esto.Sihubierassidounsúcubohabríasidoalgoinstantáneo,almenoslo
hubiera sido cuando tuvieras mi edad. Intentar curar el mal que ya había
hechoeradifícilmientrashubieraunrechazoportuparte.
―Sinceramente,todoloquehashechoparecíaunabromapesada―le
echéencara.
Aunqueenesemomentoyanoparecíatanimportante,habíapasadocasi
una década desde entonces, sin embargo, todavía había algo que no me
cuadraba.
―¿Cómo te las arreglaste para sobrevivir si dependías de mí?
―preguntar eso era el equivalente a preguntar ¿por qué no me has
buscadodespuésdelinstitutoentonces?Sabíaqueestabasiendotontayque
debería darme igual, pero aun así me sentía herida por eso. Si tanto le
habíahechofaltaporsunaturaleza,¿porquédejóquepasaransieteaños?
Estúpidamente era una sensación mucho más hiriente que el que Marco
hubieraqueridoponermeloscuernosconDiane.
―Sueños ―añadió muy rápido―. Sin tocar. Estar en los sueños me
alimentaba.Seríacomotomarunvasodeaguayunagalletaparatodoun
día,porloquemepasabamuchashorasabsorbiendolaenergíafísicade
todas las personas que pudiera; no querer tocarlas reducía ese «vaso» y
esa«galleta»alamitad,erauninfiernoporquesabíaqueestabasporahí
conquiénsabe.Necesitésueroparatomarmásfuerzasparaencontrarte,te
busquéporlossueñosdetodoslosqueteconocíansaltandodecabezaen
cabeza. El problema es que tomar un sueño no es lo mismo que leer la
mente,mellevótantotiempoquecreíquedeverdadnoteencontraría.
Nomeloestabadejandofácilparadesconfiar,nadiehabríahechotanto
esfuerzopormí,claroquenadiepodríacontarmeunahistoriacomoesa.
Increíblemente era más fácil asumir que eran lo que eran que tener que
escucharlo; de acuerdo, podía con eso, pero no con lo de oír toda la
historia, eso era mucho para mí, demasiado que encajar. Ni siquiera
conseguíapasarmemásdecincominutossinpensarenquesuesclerótica
podríatornarseennegroysupupilablanca.
―No debería haber sido tan brusco entrando de esa forma en tus
sueños. Estaba muerto de hambre, tampoco fue mi mejor idea. Me
aumentaba la necesidad física y la sensación de satisfacción me duraba
apenasmediodíaantesdevolvermeloco.
Desvié la mirada de la suya tratando de aclararme las ideas. Había
queridoalgo,algocomoloqueteníanlamayoríadelagentedealrededor
que se habían ido estableciendo, formando familias. Una de mis amigas
estaba apenas en sus veinticinco años y tenía ya dos niños pequeños, no
era que la prisa me viniera por unos niños, era más que nada por la
sensación de estabilidad. Había perdido eso y también el conocimiento
básicodelmundoquepensabaqueeranormal.
―Dialgo,porfavor―pidió.
Mecastañetearonlosdientes,habíaescuchadosuversión,locualdecía
ya bastante de mi capacidad de asimilación, sin embargo, no sabía qué
debíadecir.Nomeveníanadacoherentealacabeza,asíqueúnicamente
pudeencogermedehombrosapesardequeesonoeraunarespuesta.
―Lo siento, sé que es un trago y si no hubiera hecho el idiota podría
habertepreparadomuchomejorelterrenohacesieteaños.Aestasalturas
yaestaríamoscasados―suspirófrustrado.
―Sientohaberterechazado,yenlarealidaddespuésdehaberaccedido
dormida ―conseguí decir, era mi turno de disculparme, tampoco se
merecíaqueyohubierajugadoconsusesperanzasaunquehubierasidosin
quereryenlossueños.
Habíaestadopreocupadaporcómoseencontraríaapesardequenolo
pareciera,constantementehabíapensadoenlaimagendeélconeldolor
pintadoensurostro.Notenermássueñosnohabíasidounalivio,todolo
contrario.Pensabaunayotravezenquéestabahaciendo,siseencontraría
bienono,cómopodíaencontrarleparapedirleperdón.
―Mediríasquenositepidieraahoramatrimonio,¿cierto?
Reí por su comentario, una boda exprés no era indicado en ese
momento.Estirélamanotodavíaindecisa,leacariciélosnudillosconla
yemademisdedosconlassensacionesaflorandopormipiel,sucalor,el
mío,elaleteoyelhormigueo.Arriesgarmenoparecíatanmalo,noconla
sinceridadquepintabanesosojosazulesnilasensacióndequeesosíibaa
funcionar, que esa «mágica» unión de los súcubos que Diane me había
intentadoexplicarerarealyjamásquerríaescapardeella.
―Empezarporunacitanoparececomplicado―declaré.
Ver cómo los ojos azules de Jack habían pasado de la tristeza a la
felicidad... Una sonrisa alegre relampagueó en su rostro volviendo a
iluminarlo.
Nos tomamos de la mano observándonos, sin embargo, a riesgo de
romperelmomento,habíaalgoquenecesitabapedir.
―Nadadevolverameterteenmissueñosparaalimentarte.―Palideció
yagreguésinpensar―:Almenosnosexuales,porfavor.
Se echó a reír ante mi petición embarazosa. Estaba siendo demasiado
flexible,locualrespaldabamiteoríadequesíeratonta.
―Tequiero―dijo.
Meestremecíinvoluntariamenteporsuafirmación.Mislatidosestaban
muchomáseufóricosquecuandolodijoensueños,dabalasensaciónde
queenlarealidadtodoibaasermuchomásintensoconél.Enrojecíporla
vergüenza.
―Unpocomásdespacio―pedí―.Aúnestoyasimilandotodoesto.
Tressemanasdespués...
―¿Cuántodereales?
―Lasensaciónentucerebroesdelsetentaycincoporciento.―Sonrió.
Sesuponíaqueestábamosenunaúnicagranhamacacontemplandolas
vistas de una de las idílicas playas de Hawái, aunque en realidad yo
continuabaenmipisoconmisotrasamigasyélensuático,protestando
porelhechodequenoestábamosviviendojuntos,bueno,enrealidadno
protestaba en alto, se dedicaba a ponerse de morros. Las horas de sueño
eranimportantesymásloeraelcontactofísico.
ConbesarnosJacksedabaporsatisfecho.Losbesosnoproporcionaban
mucha energía, aunque con bastantes le iba bien, al menos para
sobrellevar el día a día. Me parecía que se aprovechaba un poco de las
concesionesquelehacía,comoporejemplolosbesosolossueños,pero
noseloreprochaba,esapequeñavocecitameestabamolestandoamenudo
conquesabíaquemegustababesarmeconél.Deacuerdo,teníarazón,me
gustabapermanecerconél,loquemehacíasentir,laformaenlaqueme
miraba,esosojosdiciendoquemeamaban.Llegaralapartefísicahabía
sucedido muy rápido, apenas dos semanas después, con lo que él estaba
muy recuperado y yo estaba más avergonzada, pero sí sabía que había
sido una decisión mía propia. Hacerlo con Jack era distinto a haberlo
hecho con Marco; desde que nos hicimos novios transcurrió un año y
medio hasta estar íntimamente juntos, pero con Jack fue distinto, en
realidadtodoeradistinto.Nohabíaintentadoniunasolavezapresurarlas
cosasohacerusodealgunaespeciede«encantoíncubo»olostrucosque
fueraqueempleasen,habíaaceptadotodalacalmadelmundoyesperaba
pacienteaqueyoquisieraavanzar.Enocasionesconlosyamencionados
pucherossilentes,peronoporellomenosadorables.
―Dentro de unas horas apareceré con una bandeja de desayuno
―susurróalladodemioreja,meremovíenlahamacaacomodandomi
cuerpounpocomássobreelsuyoparabesarle.
Lo normal, y decía normal porque no se me ocurría otra palabra, era
que él viniera todas las mañanas a buscarme con un desayuno y que
fuéramosjuntosenelcoche.Misprácticashabíanterminado,dentrodeun
mes empezaría a trabajar en otro colegio en el que mi novio íncubo me
habíarecomendado,yconlonerviosaquehabíaestadomecostabacreer
queelquequisierancontratarmefuerapormispropiosméritos.
―¿Vas a hacer durante mucho tiempo costumbre eso? ―pregunté
refiriéndomealdesayuno.
―Porlomenoshastaquevivamosjuntos,enesemomentomitrayecto
parallevarteeldesayunoserámuchomáscorto.―Sonrió.
Sus labios me rozaron la oreja, ladeé un poco el rostro dejando que
descendierahastaplantarunbesoallí.
―Hmmm, no traigas mucha comida mañana ―le pedí―. Haré la
comidaennuestracasa.
Ampliósusonrisaantemiindirecta-directa.
―¿Cambiastedeidea?
―Definitivamentesí,aunqueseaparanotenerquequitartodaslascajas
quehehecho―bromeé.
Él estrechó mi cintura volviendo a unir nuestros labios, primero casi
inocente, apenas un roce, después pasó a un beso casto hasta que sus
manos se deslizaron con delicadeza por mis caderas. Respiré agitada, a
marchas forzadas tan pronto como me dejó tomar algo de aire para
respirar.
―Asíque...¿estáshambriento?―preguntéconunasonrisillacómplice.
―Como si no lo supieras ―rezongó pícaro mientras bajaba hacia mi
cuello.
Mira que si me hubieran dicho que iba a terminar siendo la novia del
idiota que no paraba de perseguirme por el colegio gritando a todo ser
vivientequenosvieraque«esamocosaconpecaserasuya»desdeluego
nohubierasidoplatodegusto,perosimehubieranexplicadoqueélibaa
ser el amor de mi vida, hubiera detenido la huida para tomarle con
firmezalamanoyañadir:mocosacon pecas vale, pero un poco más de
discreción,estúpidoíncubo.Despuésdetodo,contuparejaamadatienes
que tener paciencia por muy acosador que se ponga con los sueños
agitados,asíeselamordelossúcubos.
Loquecallauncorazón
NinaAndrássy
Verasumaridotancompuesto,sonrienteyconunamujerdelbrazola
paralizó, al punto de no poder seguir avanzando por la recepción que
estabateniendolugar,luegodelabodadesumejoramigaElsie.
Se sentía fuera de sitio en una fiesta cuando, internamente, continuaba
viviendo su luto y consideraba una traición no poder tener el espíritu
festivoquereinabaenelambiente,despuésdepresenciarcomounafeliz
parejapronunciabasusvotossagradosdeamoreterno.
Pero Thomas estaba ahí, frente a ella, dichoso como si nada hubiese
pasadoentrelosdos.
¿Cómopodíasonreír?¿Cómoseatrevíaamostrarsealegrecuandoella
estaba siendo consumida por el dolor? No era justo que la única que
sufrierafueseella.Queríagritarlehastahacerlereaccionar,peronopodía
moverse.
Casicincomeseshabíanpasadodesdelaúltimavezquesehabíanvisto,
peroThomasparecíanorepararenellay,lapartevanidosadesímisma,
sesentíainsultadaporsuindiferencia.
―Callie,¿teencuentrasbien?―lepreguntósuamigoAndrew,unjoven
apuestoyagradable,amigotambiéndeThomas,quesehabíaofrecidoa
sersucompañíaporesanoche,yaquesunoviaseencontrabafueradela
ciudadyellanoteníaconquienir.
―No ―le contestó con sinceridad―, no lo estoy. Quiero irme, por
favor,discúlpameconElsieyDan,nopuedoestaraquísiélestátancerca.
―Callie…
―Porfavor―leinterrumpióconlamiradaempañada.Andrewsuspiró
yserindióanteesosojostristes.
―Muy bien, pequeña. ―Secó las lágrimas que comenzaron a correr
porlaspálidasmejillas―.Peroquesepasquenoestoydeacuerdo.
Callieasintióyloviopartirdondeseencontrabanlosnovios.Ellavioa
suamigafelizyhermosajuntoasuenamoradomarido.
―Yo, Thomas, te quiero a ti, Callie, como esposa y me entrego a ti.
Prometo serte fiel en la alegría y en el dolor, en la salud y en la
enfermedad, todos los días de mi vida ―había jurado Thomas con voz
apasionadaenlaiglesiafrenteatodoslosamigosyfamiliaresqueesedía
sehabíancongregadoparasertestigosdesuunión.
Elamargorecuerdocruzósumenteyquisocorrerparaalejarselomás
rápido posible del ser que le había prometido tan fervientemente amor
eterno.
Nopodíaculparlosoloaél,perotampocopodíaolvidarlotodo.Setocó
elvientrequecobijóduranteseismesesalacriaturadedebíallegarpara
iluminar sus vidas, y sintió el vacío que siempre experimentaba cuando
pensabaensuhijo.
De pronto, ya no pudo soportarlo más. Caminó absorta entre la gente
hacialasalida.
NoesperaríaaAndrew.Élnoteníarazonesparaperderselafiestayella
sesentiríaculpablesiesopasara.
Era una noche espléndida. La luna brillaba en lo alto del cielo y las
estrellasiluminabanelfirmamento.
―Miraelcielo.Parecequenosestádandounregalodebodas…
La evocación a aquel enterrado momento cuando Thomas la había
llevadoalbalcóndelhotelaverlasestrellas,parasorprenderlaluegocon
unescritogigantedonderezabaunparasiempre,lagolpeócruelmente.
No existía un para siempre, porque las personas no eran capaces de
mantenersuspromesaspormuchotiempo.
Había ratos en que sentía lástima de sí misma por haber sido tan
crédula,peronosearrepentíadenada.Eraverdadloquedecíansobreque
eramilvecesmásdolorososerfelizundíayperderlotodoalsiguiente,
porque si Thomas no se hubiese cruzado en su camino, nunca hubiese
conocidolafelicidad.
Aunqueestanohubiesedurado.
Podía recordar claramente el momento cuando le confesó que estaba
embarazadaycómoelrostrodeélselehabíadescompuesto.
―¿D-de verdad estás…? ―ella le había sonreído con ternura y había
asentido―.Dios¿cómo…?
―¿Cómo?¿Esenserio?Túsabesbiencómo―riosindarcrédito.Dio
unpasoensudirección―,haceunassemanasnonoscuidamos,miamor.
―Estás embarazada. ¡Voy a ser papá! ―había exclamado por fin
eufórico y la había levantado del suelo con un fuerte abrazo―. Oh, mi
amor,vamosaserpadres.
Podríanhabertenidounhijo,podríanhabersidopadres,peronohabía
sido así. Alzó su temblorosa mano izquierda y acarició el lugar donde
deberíaestarelanillo,dondenohabíamásqueunalíneablanquecina.No
estaríaallínuncamás.Nieseniningúnotro.
Selohabíadevueltoasudueñodosdíasantesdequelediesenelalta
médica,peroélsenegóadevolverleelsuyo.
―Erestúquienestárompiendoestematrimonio,noyo―habíazanjado
ofendido,ydesdeentoncesnoseveían.
En su andar sin rumbo, no percibió que estaba siendo observada por
unosojoscasidoradosquerecorríansucuerposincensuraalguna.
El hombre la seguía de cerca, pero no tenía intención de delatar su
presencia frente a su esposa. La siguió como un impulso solamente, ni
siquierasehabíadisculpadofrentealrestodelosinvitadosporsuabrupta
salida.
Lamujerqueloacompañabaesanocheeralahijadealgúnimportante
delegadodeunaembajada,norecordabaconexactitudquiénera,lahabía
invitadoporsimplecortesía,perosabíaqueCalliedebiómalinterpretarel
hechoylomásprobableeraquelamujertambiénhubiesepensadoquese
trataba de una cita, porque había ido rápidamente al tocador cuando
percibióquesuparejalaabandonaría,huyendoantesdeserhumillada.
Deseguropensaríaqueéleradeltipodehombresque,aunquetuviesen
algunarelación,teníanencuentrosíntimosconsusexparejas.
«No sería de ese modo», se dijo. Pero no lo estaba, al menos no de
hecho,porqueantelaleyseguíacasado.Eraextrañoseguirlesiendofiela
sumujercuandoellahabíadecididoterminarconsumatrimonio.
La vio detenerse y la examinó con libertad. Su esbelta figura había
perdido peso, era evidente, porque de su exquisita delgadez con
modeladascurvasquedabaunaspectoenfermoydemacradoquelejosde
causarle aprensión, lo enterneció. ¿No habían dicho lo mismo de él? La
tristezapodíaconsumirlavida.
Nuncapodríareponersedeldolorquehabíasignificadolapérdidadel
bebé.Élhabíagolpeadolapareddelasaladeesperaconlospuñoshasta
hacerlossangrar,enelmomentoenquesaliódelasaladepartosconla
confirmacióndesumuerte.
Habíasidoungolpemortalparalosdos.Claroqueexistíandiferencias,
porqueélhabíaperdidoadospersonasamadas,ellasoloauna.
Una sonrisa irónica le cruzó el rostro y los anillos en su bolsillo
parecieronlatircontrasumuslo.
No había sido fácil verla marchitarse en la cama del hospital
inconscienteyalavezencargarsedelfuneraldesuhijo…
Sin embargo, todo hubiese sido más fácil si el golpe lo hubieran
sobrellevado juntos, pero no había ocurrido de ese modo y, sin más,
Callie le había entregado el anillo para romper con los votos
matrimonialesy,depaso,conlossueñosdeunfuturojuntos.
¿Quiénhabíasidoinjusto?
Talvezeldestino.
―Y-yo…teamo.
Laprimeravezquehabíaescuchadoesafrasedesuslabiospensóque
moriríaporlavelocidadconlaquegalopósucorazón,yaunqueelefecto
no cambió con el correr de los años, la primera vez siempre sería
especial.
Soltóunsuspiródeañoranzayseencaminóensudirección.
―Nodeberíasestaraquí―lehablósobresaltándola.Lareacciónfuela
queesperaba.Unbrincoyunamiradaasustadaigualqueantañocuandoni
siquiera eran novios todavía, y él lograba ponerla nerviosa solo
mirándolafijamente.
―Thomas―loreconocióconrapidez.Nosesonrojó,notartamudeó.
Sololomirófijo.AThomasledoliócomonadalehabíadolidoantesese
vacíoensusojos.
―Hace frío ―le dijo y se quitó su chaqueta para ponerlo sobre sus
hombrosdescubiertos―.Ten.
―Noesnecesario.Seráraroquecuandovuelvasalafiestateveansin
él.―AThomasnoleimportóysoloselimitóaencogersedehombros.
Ellareparóensufigura.Cincomesesyparecíaotrapersona.
Ese rostro juvenil de rasgos firmes y encantadores ahora se veía
perfilado y aguileño. Su cuerpo parecía más delgado, pero no perdió
atractivo.
―¿Has estado bien? ―Thomas se sorprendió ante la pregunta
formuladaconsuavidadporCallie.
―Dentro de lo que cabe ―le respondió―. Mamá insiste en que coma
cuatro veces al día ―sonrió con pesar, ya que recordó las reprimendas
que se había ganado por negarse a comer durante los primeros días de
separación―.¿Ytú?
―He comido ―contestó esquiva agachando la mirada. No tenía
intenciónderespondercómoseencontraba,yéllonotó.
―Es incómodo, ¿no crees? ―reflexionó el joven en voz alta―.
Estamos hablando después de casi cinco meses y no sé qué decir. ―Ella
alzólamirada.
―Nocreíquellevaraslacuenta.
―La llevo ―sonrió, observándola fijamente―, en cinco días
estaríamosdeaniversariodeseparación,siesqueesoexiste.
―No existe ―refutó ella―, por lo general cuando una pareja se
disuelve,olvidantodoloquetienenencomún…olointentan.
―Seguro―convinoél―,lointentan…aunquenosiempresepuede.Es
esoloincómodo,¿cómoseolvidaelpasado?
―Es imposible ―respondió Callie―. El pasado es parte de nuestra
vida.Loserroresmarcanloqueseremosenelfuturo,nuestrasdecisiones
nosabrencaminoaloquevendrá.
―¿Es esa una indirecta, Callie? ―susurró él aproximándose y
apoyandosumentónenlacabezadesuesposa,evitóqueelrestodesus
cuerposentraranencontacto,perosintiócómolachicaseestremecía―.
Te he extrañado mucho ―declaró sincero, y ella cerró sus ojos
suavemente.
―Yo también ―confesó Callie y él posó sus manos en torno a su
cintura,yelladescansósucabezacontrasupecho.
―Tu abogado contactó conmigo la semana pasada ―le informó
mientrasacariciabasuespalda.Dolíatanto,porDiosquedolíatenerala
mujer a la que amaba entre los brazos pero no tener derecho sobre ella.
«¿Porquémedejaste?»quisopreguntarle,peronoseatrevió.
―Tuhermanosabíaqueloharía.
―Esegranujanomedijonada.Mesorprendíbastanteconsuvisitaylo
dejéhablandosolo.¿Notelodijo?
―No,nolohizo.
―Es discreto ―dedujo el hombre con risa en la voz―. Gatita ―la
llamó,yellaalzólacabeza.
―Thomas, no. No me llames de ese modo, por favor ―le pidió la
mujerseparándoserápidamentedeél.
―Perdón, se me escapó ―Thomas pareció abochornado por su
despiste. Ese apodo era un código de cama. La primera vez que habían
hechoelamorélhabíacomparadolasatisfaccióndeellaconelronroneo
felino.
Ellarespirópesadamenteyéltomósusmanosparaevitarquesealejara
demasiado.
―Esinevitable.Hemosestadomuchotiempojuntos.Eslacostumbre.
―Losé,Thomas.
―Siseteescapaalgúnmiamorseríanormal…bueno,supongoquelo
sería.
―Thomas ―la voz de Callie era suave, pero él sabía que
implícitamentehabíaunaadvertenciaadherida.
―Es verdad ―defendió con la voz elevada―, no podemos pretender
que no somos nada. Eres mi esposa. Mi mujer. La madre de mi hijo
―argumentó vehemente, llevaba meses frustrado, buscando respuestas,
llorando. Se sentía solo entre un mar de gente que vivía mientras él se
limitabaaexistir.
―Detuhijomuerto―contradijoella,heridaconlamismafuerza.
―Él me hizo padre por poco tiempo, pero fui padre. Sentí lo mismo
quecualquierhombrecuandoveasuhijonacer.Orgullopaternal.
―Peroélnoestá―indicólamujercontozudez.
―Y debemos dejarlo partir, pero yo no podré olvidarlo ni aunque
quiera―suspiróconunamediasonrisayconlosojosbrillantes―.Tomé
su mano y acaricié sus dedos, eran tan suaves como la seda, ¿puedes
creerlo? Lo abracé contra mí, lloré con él en mis brazos. Era un niño
hermoso.Eranuestroniñohermoso―dijotocandoelcorazóndelajoven
queasuvezsevioazotadaporantiguosrecuerdos.
―Tenía fuerza. A mí me daba patadas continuamente ―sonrió entre
lágrimasCallie.
―Síquetenía.¡Ysuspestañas!―exclamóélconeuforia,casiparecía
estar viviendo el momento en que había sostenido al niño inerte―. Eran
largas y rizadas. Sus manitas pequeñas y perfectas, besé cada dedo
diminuto ―suspiró entre medio―. Amé su fortaleza. Todo de él en
realidad.
―Mehubieseencantadoconocerlo―éllaabrazó.
―Losé.
―Yodeseabateneresebebé.
―Losé,gatita.Yotambién.―Ellalloróempapandosucamisa,yélse
permitióllorarasuvez.
―Nohaydíaenquenopienseenél,encómosería,perosoloencuentro
vacío.¿Porquéanosotros?―lepreguntóvehemente―¡Yoamabaaese
niño!¿Porqué?
―Gatita ―susurró suavemente intentado calmarla―, nosotros somos
simples seres humanos y no podemos escapar al destino. ―El cuerpo
frágildelajoventemblabaporelllanto―.Estaesunaprueba,micielo,y
enlavidahaymilesdeellas―pruebasduras,sedijoThomas,esaerala
másduraqueunpadrepodíavivir.
―Porfavor,Thomas.Nomedejessola.Noquieroestarsola―siella
nosabíaloqueleestabapidiendo,aélnoleimportaba.
―Nuncamás,gatita.Nuncamás.
―Sitepidoquemedejesnolohagas.
―Noloharé.
―Perdóname―lerogó.
―Yanoimporta.
―Fuitanegoísta.Creíquesufríasola,perotúsufristetambién.
―No te sientas culpable, pero me rompiste el corazón ―se rio él―,
nuncapensésentiralgoasí.Dospérdidasenpocotiempo.Fueuncalvario.
―Yonolosabía…
―No importa. Debía hacerme el fuerte, pero fue horrible, gatita.
Horrible.
―Perdóname. ―Ella tenía el maquillaje corrido y los ojos irritados
cuandolomiró,peronuncahabíalucidotanhermosaparaél.
―Todo está olvidado ahora, y como última cosa. ―Callie le prestó
atención entre lágrimas que quebraron a Thomas por un momento―.
¿Debo esperar la visita de tu abogado, mi cielo? ―Ella rio con las
mejillas rojas y él se sintió conmovido de que recobraran su color
habitual.
―¿Quierestulibertad?―lepreguntóCalliesiguiéndoleeljuego.
―A decir verdad, es tu decisión, pero si me pides el divorcio, me
tendrásentupuertacadadíainsistiendoenquemeconcedasunacita.
―Entoncestendrásamiabogadoaprimerahoramañana.
―Eres una bribona ―jadeó él falsamente ofendido, pero sus ojos
brillaron de interés un instante después―. ¿Tendré que pedirlo yo otra
vez? Podrías ser tú. ―Ella entendió a qué se refería. Si la vez anterior
habíasidoélquienlehabíapedidomatrimonio,ahoraletocabaaella.
―¿Quieres que me declare a ti, que eres inmune a los encantos
femeninos? ―Ella golpeó su hombro―. Las chicas solían decir eso en
secundaria.
―Pruébalo ahora. Bésame, tal vez me resista y salga corriendo
sintiéndomeviolentado.―Ellasesonrojóyéltambiénantelaidea,pero
solo un poco. Degustar sus labios nuevamente y fundirse por segundos
eternos, perder el aire después de tanto tiempo separados, era un sueño
paraThomas.
Él cerró los ojos como invitación y ella sonrió. Por la diferencia de
estaturatuvoquealzarsesobrelapuntadesuspiesyapoyarsusmanosen
los hombros masculinos, sus labios se rozaron apenas y él gruñó en
respuesta.
El beso se inició lento y fue un mero reconocimiento, aunque la
sensacióneraigualmentehipnótica.
―Sabesavino―murmuróellaenmediodelbeso.
―Ydelcaro―lecorroboróél.Tomándolaentresusfuertesbrazos.
Larisafueahogadaporunbesomásprofundoypasionalqueencendió
lasangredeamboscomohacíamesesnadalohacía.
―E-espera―lodetuvoellacuandolamanodelchicosecolóentresus
cuerposparapalparsuvientreyparóelbeso―.Yo…creoquedebohacer
algoantes.
―Quesearápido―apremióThomasconlamiradaámbarirradiando
fuego.Ellasonrió.
―Lo será, dame tus manos ―ordenó con suavidad y lo miró
directamente a los ojos con la emoción reflejada en ellos―. Quiero que
sepasqueapesardemiserroresydeloinjustaquefui.―Élabriólaboca
dispuestoainterrumpirla,peroCallieapretósusmanossuavementepara
indicarle que guardara silencio―. Fui injusta y lo sabes ―siguió
quedamente―. Yo he mantenido mis votos matrimoniales y los he
respetado, te he honrado y amado aún cuando físicamente estábamos
separados.Poresoquieroreafirmarlosahora…
―Espera, espera. Muy rápido, gatita. ―Él separó sus manos y ella lo
miróinterrogante.Hurgóensubolsilloyextrajolasdosalianzasdoradas
quetraíaconsigo―.Estaeslatuya.―Letendiólamásgrande―.Juraotra
vez―ordenó.
―Thomas.―Lasorpresaenelhermosorostrolosobrecogió.Eratan
hermosa.Tanperfecta.Tansuya―.¿Sabíasqueestopasaríaosiemprelas
llevascontigo?
―Laesperanzaesloúnicoqueseniegaamorir.
―Nodejasdesorprenderme.
―Mealegro.Continúa―lainstótomandosusmanosnuevamente.
Ellaaspiróunabocanadadeaireantesdeseguir.
―Entoncescomodecía,Thomas,jamáshequeridohacertedaño.Sufrí
muchoconlapérdidadelbebéyséquetútambién,antepusetufelicidad
porsobrelamía,entenderásquenosentíquefueseunaparejadignadeti
enesemomento.Elmiedopudoconmigo,peroyotejuroquedesdeahora
te consagraré mi vida y que tienes mi corazón ―él moduló un para
siempreyellario―,parasiempre.―Conlapuntadelosdedosacarició
susnudillosyThomasahogóunsuspiroparaluegodeslizarlentamenteel
anillo de compromiso en el dedo anular de su mano izquierda. Una vez
hecho,besócadadedodeesamanoyconladerechadelchico,acariciósu
sonrojadamejilla.
―Noharásquellore,gatita―lesusurróélenrespuesta―,peroqueno
teextrañesidesdeahoranotepuedesdespegardemí.
―Siesunaamenaza,valdrálapena.
―Es una promesa ―le contradijo―, es la primera de las mías
―clarificóyconunsuspirólamiróalosojosavergonzado―,yasabes
quenosemedabienimprovisar,yséqueesunacualidadqueamasdemí
―Calliemeneólacabezayledirigióunasonrisaenamoradayradiante―,
sabesquetegusta,peroharéunintento.
―Adelante,mueroporverlo―lopicóyelegodeThomasseresintió.
―Esserio,mujer.
―Estástanabochornadoquenopuedoevitarlo.
―Como sea ―murmuró en medio de un bufido―. Cuando te conocí
nunca creí que llegaras a adueñarte de mí de este modo y hacerme
dependiente de ti, no niego que eso me asustó cuando lo reconocí y aún
ahora un poco, por eso lo negué durante meses cuando alguien me lo
decía y te ignoré deliberadamente frente a los demás cuando mi cuerpo
ardíadedeseoporeltuyo.―Anteesolajovensesonrojóbastante―.No
me puedes culpar por ello ―se defendió con rapidez―. Tenía diecisiete
años… inexperto y tímido ¿lo recuerdas? ―le dijo azorado―, y
olvidandolodesastrosodemideclaración…
―Yodiríatufrustradointentodedeclaración.
―Vamos,nodestruyasmásmiego―sequejóinfantilmente.
―Aunasínuncaolvidaréesedía.
―Ni yo. Pero como te decía. Olvidando eso, yo intenté hacerte feliz
siempre y mi felicidad dependía de ti… si estabas feliz, yo era feliz.
Marcabasmividaytodoteincluía:mimayoralegríafuenuestroprimer
beso;mitriunfofavoritoelqueaceptarastenerunacitaconmigodespués
deeso;laeuforiaindescriptibledecuandonotenegasteaserminovia;la
plenitud y el orgullo de haber sigo el primer hombre que te tocó y la
emociónmásgrandedetodasfueescuchartedarelsíhacedosaños.Sin
embargo, cuando mi vida marchaba de maravilla y las cosas no podían
resultarmejor,medijistequeseríamospadresycreíalcanzarlacima.Lo
teníamostodo…poresonosupereaccionarfrentealapérdida,masaun
cuando me pediste el divorcio no fui capaz de negarme, quería pedirte,
rogarte que no me dejaras, pero algo de ese muchacho orgulloso queda
todavíaypreferícallar.
―Mi amor… ―Callie tenía la garganta cerrada de emoción por
escucharaesehombrealquehabíaamadoprácticamentetodalavida.
―Teamo,poresonojustificomipropioactuarymeavergüenzodeél.
Noherotomisvotos,perotefallé.Poresoloúnicoquetepuedoofrecer
esmialmayreafirmolomuchoqueteamo,talvezteexasperearatos,
pero evitaré hacerlo e incluso ya no me quejaré cuando me quites el
televisor ―consiguió que ella riera divertida―, leeremos juntos cada
noche como solíamos hacer y luego te haré el amor hasta que estés
satisfechayningunopuedamoverse.Yenlamañana,cuandodespiertes,lo
primeroqueverásserámirostroenamorado.Esmipromesa.
―Cielos,Thomas.―Lachicanopodíadetenersullantoylobesócon
ansias―.Perdóname,miamor,poreldañoquetehice.
―Todo está olvidado ―le aseguró con tranquilidad―, ahora dame tu
mano.
―¿Solo mi mano? ―le preguntó ella con coquetería. Él carraspeó,
perosealegródequenosiguierallorando.
―Reclamaréminochedebodasmástardeyserálanochecompleta,no
lo dudes, pero por el momento… ―Acarició su mano izquierda y se
maravillóconsusuavidad―.Teamoyasíseráhastaquemividaseacabe.
Parasiempre.―Ledeslizóelanilloconcuidadoysumanoletemblabaen
el proceso. La besó largamente después y así hubiese continuado, pero
teníaunacosaenmente―.Mihermanonoestáocupandosudepartamento
porquelebajótodolobuenhijoyporestemesestáviviendoencasa.
―¿Quémeestásproponiendo?
―Tenemos el lugar para nosotros solos y yo llevo meses de
abstinencia.¿Seríastanbuenadealiviarmeunpoco,gatita?―lepreguntó
confalsainocencia.
―Toda la noche, Thomas. Toda la noche. Al fin de cuentas es nuestra
nochedebodas.
Él extrajo las llaves de su pantalón y las agitó frente a ella. El sonido
nadamusicalfuelomásarmónicoqueCalliehabíaescuchadoesanoche.
Dehecho,lecontaríayaaElsiequesusmúsicosnolehacíanelpesoaese
sonidoylepropondríaqueloconsideraraenunfuturo.
Agitando la cabeza con una sonrisa ella lo abrazó por la cintura y se
dejosllevarhaciadondeélquisiera.
El camino al departamento le pareció eterno y Thomas se detenía a
ratosparabesarlaporloquedemoraronmuchomásdeloquedeberían.
―Thomas esto es escandaloso ―se quejó Callie cuando afuera del
edificioéllaarrinconócontralaparedylemordisqueóelcuello.
―¿Algunavezlohemoshechoenunsitiopúblico,fueradeesaocasión
enqueretozamosenlaplaya?
―No…nuncamás―jadeósinalientoyélfrotósuereccióncontrasu
vértice―.Pa-para,Thomas.
―¿Notegustaríahacerloaquí?―noeraenserio,Thomassíteníaalgo
desentidodelridículoenalgunaparte,peroqueDiosloperdonarasino
estabatentadoatomarlaahímismo.
―¿Yquealguiennosviera?Jamás.
―Bueno ―él no dejó de tocarla―, si quieren vernos, pues que vean.
―Ante la expresión alarmada de su esposa él dio un paso atrás y rio―.
Estábien,gatita,túganas.Vamosahacerelamorenunacamaconlaluz
apagada y mordiendo el hombro contrario para que no se escuchen
nuestrosgritos.
―Deja de hacerte el gracioso ―amonestó la mujer. Thomas se sintió
regocijado ante el retorno de la esposa mandona que tanto amaba y que
hacíasolounashoraslucíaapagadaytriste.
Abriólapuertayantesdequeellaprendieralaluzlaarrinconócontra
lapuertaparabesarlaconfuerzaycomenzaradesabrocharleelvestido.
―Perdóname, pero necesito hacerte mía ―susurró con los labios
pegadosalosdelachica.Laurgenciadiopasoalimpulsoyantesdeque
alguno de los dos se diera cuenta estaban restregando sus cuerpos
frenéticamentedesesperadosporhaceramor.
FueThomasquienllevólavozcantanteduranteelactoylacondujoala
habitaciónquesuhermanoleshabíaasignadoparacuandosequedaranen
eldepartamento.
Una vez allí hizo desaparecer su ropa y la de su esposa, antes de
depositarlaenlacamasindejardebesarlaenloslabios.
―Hapasadocasiunaño…―susurrócontralabocacolorcerezadesu
mujer―,nosésiestaréalaaltura.
―¿Algunaveznohasestadoalaaltura?
―No lo sé, ¿lo he estado siempre? ―Callie lo miró a los ojos y le
acarició la fuerte mandíbula que ya se sentía áspera por la barba que
comenzabaacrecer.
―Te amo tanto, Thomas ―la tierna confesión le arrancó un gemido
estranguladoytorturadoalhombresobreella―.Tefalléaldejarte,pero
quiero redimirme. Quiero vivirlo todo contigo, quiero cumplir cada
sueñoqueteníamos―juntandosunarizconladeélmurmuróbajito―:no
quierovolveraperderte.
―Eres el amor de mi vida, Callie, ¿no lo ves? No podrías perderme
porqueestamosdestinados.
―Estuvetancercade…
―Nosigas,amor.―Consuavidadatrapóelcarnosolabioinferiorpara
impedirlequecontinuarahablando―.Yanoimporta.
Volvieronabesarselargamenteantesdequeesoyanofuerasuficiente
parasuscuerposdeseososdesentirsemutuamente.
ThomasacaricióelcentrohúmedodeCalliehastallevarlaallímitede
suresistencia,enviándolasinmisericordiaaunorgasmoavasalladorque
lerobóelalientoylearrancóungritoprimitivodegozo.
―Oh,Thomas,teextrañabatanto…amor,tanto―jadeórendidaasus
atenciones.Élsolosonrióconternura.
―Te eché de menos ―confesó acomodándose entre sus piernas y
apuntandoconsumiembrosuhúmedaentradaalistándoseapenetrarla―.
Nosabescómo.
―Tequierodentrodemí,Thomas,porfavor.
Élnopudonegarseelplacerpormástiempoydeunsoloimpulsose
adentróenelcuerpodesumujer.
Amboscuerpossereconocieronysebuscaronconardorenunadanza
tan antigua como el mundo, pero que para ellos era nueva y preciosa.
Thomas sentía cómo Callie lo tomaba, succionándolo con fuerza entre
suspirostrémulos,provocandoquecadafibradesuserseunieraconél.
Noqueríaqueterminara.Noqueríaperderesaconexiónjamás.
Arremetiendoconfuerzaunavezmás,sequedóquieto,disfrutandosolo
delplacerdetenerlajuntoaélenlacama.
―Teamo―murmuróbesándola―.Teamo,Callie.
ACallielosojosseleempañarondeemociónysolopudobesarloen
respuesta.
Plenamente liberado y eufórico, comenzó a embestirla rítmicamente
paraqueellaalcanzaraelclímaxyasípoderdejarsellevartambién.
Aplastósubocaconunbesonacidodelalocuramismaenplenoéxtasis
sexual.Ambosalcanzaronlasatisfacciónyestuvierondeacuerdoenque
nuncalohabíansentidotanintenso.
Minutos después, agotados y con los cuerpos íntimamente enredados,
Callieacariciabaausentementeelpechodesnudodesuesposo.
―Nunca pensé que podríamos estar así de nuevo ―declaró en un
susurro.
―Yotampoco,creíquetehabíaperdido,perosiempremantuvelafe.
―Te amo de una forma que debería ser prohibida, Thomas. ―Callie
bajó un poco la mano para rozar la protuberancia de su sexo que
despertabaalavidaconsutacto.
―Dameunrespiro,gatita.
―¿Deverdadquiereseso?
―No, joder, no ―blasfemó entre dientes y giró hasta posicionarse
sobrelamujerantesdedevorarlaconunbesoferoz―.Soloolvidémonos
delmundo,miamor.
Aquímandoyo
E.R.Dark
Odiabaloslunes.
Bueno,esolepasabaatodoelmundo,noeraunanovedad.Perolunes
como aquel eran los que hacían que Rocío odiara realmente su trabajo.
Ese día debía defender a un tipejo que estafaba a señoras mayores que
vivíansolasdiciéndolesqueibaarevisarlainstalacióndelgas,yacababa
drogándolasyrobándolestodoloqueteníandevalorencasa.Lopeorera
que el tipejo se sentía orgulloso de lo que había hecho y se
autodenominabaelRobinHooddelosjóvenes,porqueluegoselogastaba
consusamigosenlasdiscotecasdelpuerto.Realmente,odiabasutrabajo
eselunes.Ypararematareldíaquesoloacababadeempezar,alllegarala
puertadelosjuzgados,allíestabaDavid.
Davideraalto,moreno,conunadeesassonrisasquetehacenpensaren
paseosporlaplayaalatardecer.Llevabatrabajandoallíyaseismeses,y
desde el primer día se había sentido atraída por él. El uniforme de
vigilantelesentabarealmentebienydejabaverunculitoredondeado,yen
verano, al ir sin chaqueta, unos brazos musculados que seguramente
abrazaríandeviciodespuésdeunanochedepasión.
Rocíomaldijoentredientesporqueotravezsuspensamientosacababan
conlaimagendeellayDaviddesnudosyenredadosenlacama.Esetipo
de imágenes era lo último que necesitaba en un día así, de modo que su
escaso humor empeoró aún más, y si a eso le sumaba los nervios por
pasartancercadeélcadamañanaporelarcodetectordemetalesyolersu
colonia,elresultadoeraunmanojodenerviosllamadoRocío.
Ni siquiera saludó al dejar el bolso y el maletín sobre la cinta del
escánerypasarporelarcoparaesperaraquelospudierarecoger.Pero
nolohacíaporserunaestúpida,sinopornervios.Aalgunaspersonasles
entrabalarisillanerviosa,otrasseponíanrojascomountomate.Ellase
volvíaunserautoritarioyenocasionesgruñón.
Davidsonrióalverlallegar.Comotodoslosdías,lomirabaporencima
del hombro; como todos los días, su mirada color miel lo calentaba; y
como todos los días, pasaba por su lado sin dirigirle la palabra. Era
exquisita. Su melena azabache rizada le caía en cascada por su espalda,
haciendoquedesearaalargarsumanoyacariciarleunosmechones,unos
labios carnosos que incitaban a besarlos y un cuerpo con unas curvas
hechasparaelplacerdeunhombre.Jesús,esamujererapurasensualidad.
Pero como solía decir su abuela; «Nadie es perfecto». Y Rocío podía
quitarleelalientoconunasolamirada,peroeraunaauténticagruñona.
Adoraba su trabajo y en esos últimos seis meses le gustaba más. Solo
con verla pasar e inhalar su perfume tenía de momento suficiente. Solo
esperabaunaseñal,algoqueleindicaraquecuandoseacercaraaellano
haríaelridículoysufriríaunodesusdesplantes.
Cuando la vio recoger el bolso del detector, la saludó con una de sus
mejoressonrisas:
―Muybuenosdías,señorita.Alberola.
Rocíosintióquesederretíaalescucharlo,peroenlugardesonreírlede
vuelta,lomiróconseriedad.
―Buenosdías.
Colgándoseelbolsoycogiendoelmaletín,echóaandarhaciaelpasillo
deladerechaparairalasaladeljuzgadodondesucliente,elasaltaviejas,
laesperaba.
David la siguió con la mirada, soltando el aire de los pulmones. Esa
mujererapurofuego.
***
Rocío cumplió con su trabajo de modo imparcial, sin demasiada
emoción, porque en realidad estaba segura de que aquel tipejo debía
pudrirseenlacárcel,poreltiempoqueestuviera.Porsuerte,elfiscalfue
másimplacablequeella,yasuclientelocondenaron.Felizporperderel
caso,sefuealahabitacióndondeunacafeterayunaneveralaconvertían
en una sala de descanso para los empleados de los juzgados. Cuando
cogióunatazaparaponerseelcafé,recordódenuevoaDavid.
Un par de ocasiones había coincidido con David en el descanso y se
habíaportadoconélcomounaverdaderaarpía.Aúnsepreguntabacómo
seguíasonriéndoleyhablándoleconeducacióndespuésdeldíaenquelo
mandóahacerlefotocopiasparaunjuicio.
Aqueldíaestabanerviosaporqueerasuprimerjuiciorápidoporrobo,
ysediocuentadequepartedeladocumentacióndebíaguardarlaconel
expediente, y estaba sin fotocopiar. No podía salir corriendo a la
fotocopiadora,ynoseleocurriónadamejorquepararaDavidqueibade
caminoaesamismasalaenlaqueahorallenabalatazadecafé.
―¡Tú!Veyhazmeunascopiasdeesto.Llévamelosalasala3.
Élsedetuvoasualturay,clavándolelamirada,muyeducadamentele
respondió:
―Disculpa,peronosésisabesquesoyelvigilante,noelchicodelos
recados.
―Medaigual.¡Aquímandoyo!Veyhazlasfotocopias,¡yrapidito!
David le había cogido los documentos y, tragándose una maldición,
habíaidoahacerlelasfotocopias.Encincominutosestabanlistasyselas
había llevado a la sala 3. Esta vez no la miró, sino que dejó los
documentosencimadelamesaysemarchó.Lehabíahechoperdertiempo
desuratolibre.
SegúnsuamigaMamen,enmásdeunaocasiónlohabíavistomirarla
conhambre,sobretodosuculitorespingón,conunamiradadequebien
valíalapenayqueconunasonrisahabíasubidoaprepararsesucafé.Pero
Mameneraparcial,ynopodíasabersirealmentelahabíamiradoasí.Ella
recordabaotramirada.
Cuandoevocabalacarademalalechedeélycómolehabíahabladoa
causadelosnerviosysutransformaciónenlaabogadaJeckyll,sesentía
miserable. David se comportaba educado con ella; pero claro, era su
trabajo.Nolatratabanimejornipeorquealosdemás.Yahora,nosabía
cómohacerpararomperesaimpresióndearpíaquehabíacausadoenél.
Sentándoseconunsuspiro,empezóamoverelcafé.
***
Alamañanasiguiente,David,comosiemprellegóaltrabajodebuen
humor,llevabasuiPodyescuchabaOnemorenight;legustabaempezarel
díaconritmo.Llevabahorasdespierto,yaquelegustabasaliracorrery
hacer ejercicio. Al entrar en el juzgado lo recibió con guasa Sergio, su
compañero.ÉleraelúnicoquesabíaquebebíalosvientosporRocíoy,
cómono,elcachondeoestabaservido.
―Buenosdías,Sergio.
―Buenosdías,David.¿Hoyseráeldíaenquetetireelbolsoalverteo
no?Ja,ja,ja.
―Mierda,preferiríaesoasuindiferencia.Mevuelveloco.
―Bueno,esunaabogada.Suelenserestiradosconloscurrantescomo
nosotros.Siempremandando.
Sergio empezó a poner en marcha el escáner y se colocó bien la
corbata.Nolegustabasutrabajo,perolohacíalomejorposible.
―¿Creesquesifuerapolimemiraríadeotraforma?―Sepusoallado
delescáner.
―Lospolislasponenatodasacien.Esoylosbomberos.
―Quizásmemiredentrodeunaño.―Lelevantóambascejas.
―¡Nomejodasquevasahacerlaspruebas!
―Yaestoyenello.
―Conrazóncorrestodoslosdías.Yyoquepensabaquelohacíaspara
ligar,ja,ja,ja.
―Laspruebasfísicassondurasyseacercaelverano.
―Sinecesitasquetecambiedías,solodilo,tío.
―Sé que puedo contar contigo, gracias. Pero de momento me apaño
conlosturnos.
Losfuncionariosdeljuzgadoempezaronallegar.Tambiénabogadosy
gente que necesitaba ayuda legal, acusados, demandantes... El trasiego
normal de gente en el edificio. Rocío llegó a los juzgados mirando el
WhatsAppconunasonrisaenloslabios.Aquelgrupodelocasconelque
hablaba casi a diario llevaba desde bien temprano contando locuras y
mandandofotosdehombressexisydesnudos.Sinquerermiraralacaraa
losvigilantes,dejóelbolsosobrelacintacomocadadía,saludandocon
unescueto«buenas».
David,comosiemprequelaveía,sintiócómosucorazónseacelerabay
consumejorsonrisa,lasaludó:
―Buenosdíasseñorita.Alberola.
Cuandoelbolsopasóporelescáner,pitó,yDavid,alzandounaceja,se
acercó a ella con paso firme. Se quedó tan cerca que pudo oler su
fragancia.Jesús,cómoloalterabaesamujer...
―Señorita,tienequevaciarsubolsoenesterecipiente.―Letendióuna
bandejablanca.
―¡¿Qué?!Debeserunerror.Nopiensohacerlo.
David,conpaciencia,levolvióadecir:
―Son las normas, señorita Alberola. No la puedo dejar pasar si no
vacíaelbolsoenlabandeja.
―Noloveonormal.Vengotodoslosdías,trabajoaquí.
―Por eso puede vaciar su bolso sin problemas, ¿verdad? ―La atrapó
conlamirada.
Estabaapuntodegritarle,peroalverlasmiradasdelosotrosabogados
que entraban sin problema, acabó por coger el bolso de mala gana y
volcarlosobrelabandejaalfinaldelacintatransportadoradelescáner.
David frunció el ceño y volvió a pasar la bandeja por el escáner. Con
una sonrisa, le mostró unas llaves. A más de uno se le llegaba a olvidar
quedebíanirenotrabandeja.
―Puedepasar.Esteeraelproblema.
Rocíomirólasllaves,abriendomucholosojos.
―¡Nosonmías!
―No hay problema, las dejaremos aquí y alguien las reclamará.
―Acercándoseaellalesusurró―:Tranquila,nopasanada.
Tenerlo tan cerca la puso nerviosa de nuevo, más de lo que ya estaba
poraquelincidenteconesasllavesquenoeransuyas.Ysinpoderevitarlo,
laabogadaJeckyllapareciódenuevo.
―Mepreocupoporquéseguroquehasmetidoesasllavesenmibolso
parahacermepasarunmalratoyvengarteporalgo.Puesquesepas,que
aquí mando yo, y puedo hacer que te despidan antes de lo que canta un
gallo.
Agarrando el bolso de malas maneras, dio media vuelta y subió las
escalerascaminodeldespachoqueocupaba.
David se quedó asombrado por la contestación, y que le dijera eso le
hizo rechinar los dientes. Colocó la bandeja en su sitio y miró a su
compañero.
―Meodia.
―Telodije.Unaestiradaalaquenolegustanloscurritoscomotúy
yo.
―Necesitosalirdefiestaysacármeladelacabeza.
―ElsábadohequedadoconMalenayunosamigosparasaliracenary
tomaralgo.Iremoscercadetucasa.¿Teapuntas?
―¡Claro!Mepareceunbuenplan.
―PuesalasochoenelbardeToño,cenaremosallí.
―Bien,meencantacenarahí.
SergiolediounapalmadaenelhombroaDavidysiguierontrabajando.
Eltránsitodegenteenlosjuzgadoseracasiinterminable.
***
Después de comer, Rocío estaba repasando los casos que tenía que
archivarquesehabíancerradoenlosúltimosdías.Yaseleempezabana
cruzarlasletras,losnombres,lasfechas...Necesitabairseacasa,olvidar
el incidente del bolso y las puñeteras llaves que, ahora que lo pensaba,
podrían ser la copia de las llaves de la casa de Mamen. Joder, y ella
montandoencóleraapesardequeélhabíasidoamable.Esegeniosuyo...
Menos mal que en una hora se iría a casa y podría desconectar de todo
aquello.
―¿Rocío?―Sujefeasomólacabezaporsudespacho.
―Hola,Pascual.Dime,¿necesitasalgo?
―Sí. Necesito que me hagas horas extras hoy. Vamos muy atrasados
conelpapeleo.
Selecayóelalmaalospies.Yapensabaqueeldíanopodríairpeor...
Perosiqueríaelascenso,nopodíanegarse.
―Claro...Mequedoencantada.
―Gracias,Rocío,enmidespachoestántodoslosexpedientes.Seráuna
tardedura.
―Lo sé, pero adelantaré lo que pueda. En cuanto termine de archivar
estos,pasoaporlosexpedientesdetudespacho.
Pascualasintióyladejósolaeneldespacho.
Apuntodelanzarelmontóndepapeles,mandóunWhatsAppaMamen
y a las chicas diciéndoles que tenía que trabajar hasta tarde y no podía
quedar para tomar algo esa tarde. Su mal humor crecía por segundos,
peronoqueríavolveraestallar,asíqueselevantóyllevólospapelesal
archivo y, después de recoger los expedientes de la mesa de Pascual,
volvióasudespachoatrabajar.
***
Ya eran casi las ocho. El juzgado cerraba a esa hora y ella había
terminadotodoelpapeleo.Cansada,dejólospapelesenelarchivoypasó
aporelbolsoantesdebajar.Cuandosalió,sedecepcionóunpocoalver
que David no estaba. Ni tampoco Sergio, en realidad. El hombre que
estaba en la puerta le era menos conocido, ya que ella normalmente no
trabajabahastaesashoras,ynoconocíaacasinadiedelturnodetarde.Le
saludóconunasonrisaalsaliryfuehaciaelcallejóndondeaparcabael
cochecasiadiario.Aunquenoeratarde,nosolíapasarmuchagentepor
esascallessolitarias.Apretóelpaso,esperandonotropezarseconnadie.
Entre las sombras, alguien la observaba, y cuando pasó por unos
contenedoresletapólabocaparaquenochillase,susurrándole:
―Dametodoloquetengas,muñequita,sinoquieresquetemarquede
porvida...
Rocío,asustadaalnotarlanavajacontralapieldelcuello,soltóelbolso
paraquecogieraloquequisiera.Pensóenesasclasesdedefensapersonal
queleparecieronaburridaseinútiles,ymaldijopornohaberlashecho.En
unmomentoasí,enqueestabaaterrada,talvezlehabríanayudado.
***
Davidsehabíacambiadoderopa;ahoralucíaunosjeansdescoloridos
juntoconunjerseynegropegadoaltorso.Lachaquetacolgabadelbrazo.
Pasópordelantedesucompañerodetarde,despidiéndosedeél.Unavez
fuera,decidióvolverasucasadandounpaseo.Necesitabapensar;Rocío
lodesconcertaba.
David notó algo en el callejón por el rabillo del ojo, y fue cuando la
vio.
Sinpensárselo,acudióensuayudasinhacerelmenorruido.Seplantó
detrásdelatracadorylosujetódelbrazoqueteníalanavaja,haciendoque
lasoltase.LosdosseenzarzaronenunapeleaquedominóDavid,gracias
asusclasesdeañosentaekwondoElladrónsaliócorriendocomoalma
quellevaeldiablo.Respirandoaceleradamente,sevolvióhaciaRocíoyla
estrechóentrelosbrazosalverlatambalearse.
―¿Estásbien?
Rocíoteníalosojoscerradosporelmiedo,peroalreconocerlavozde
David,losabriódespacio.Éllateníaabrazada,ytalycomoimaginabaen
sus más salvajes fantasías, sus brazos eran un lugar perfecto para estar.
Notó los duros pectorales contra sus pechos, e inexplicablemente solo
pudopensarenquelaropaqueseparabasuscuerpossobraba.
Ysusojos...Dios,susojosnodejabandemirarlaconpreocupación,y
ellanopodíaapartarsedeellos.
―Sí―dijoenunsusurro.
Él le acariciaba el rostro despacio. Era preciosa y tenerla entre sus
brazos era más de lo que había imaginado. Los generosos pechos se
rozabancontrasutorso,lanzandodescargasdepurodeseoenél.Perover
susojoslodesarmabaporcompleto.Estabaasustada.
―No deberías aparcar en estos callejones. ―Era reacio a soltarla.
Joder,deseababesarlaynodetenersejamás.
―Yo... No suele haber sitio en otra parte. ―¿Por qué estaba diciendo
eso?Deberíadarlelasgracias,¿no?
Éllesonrió.
―Haremosunacosa:cuandosalgasasídetarde,dímelo.Teesperaréy
teacompañaréalcoche.¿Teparecebien?
―Sí...
Separándosedeella,seagachóyrecogióelbolso.
―Esteestubolso,¿verdad?―Selotendiósinapartarsumiradadeella.
―Sí...
Davidlealzóunaceja.
―¿Quieresqueteacompañeatucoche?
―Sí...
Sonriendoporverlasinpalabras,laacompañóhastaelcoche.Posóla
manoensuespaldaengestoprotectoryesperóaqueellasubieraalcoche.
―Nosvemosmañana,Rocío.
―Sí...
Sonriéndole, se dio la vuelta y salió del callejón. Esa noche estaba
seguro de que soñaría con ella; como llevaba haciendo desde que la vio
porprimeravez.
***
Habíanpasadoyacuatrodíasdesdequehabíantratadodeatracarlaen
elcallejóndecercadelosjuzgados.Aunqueaúnlequedabaalgodemiedo
enelcuerpo,almenoshabíarecuperadolacapacidaddehablarqueperdió
alestarenbrazosdeDavid.
David…
Cuando al día siguiente del ataque llegó a los juzgados, pensó que tal
vezsehabríapavoneadodelantedetodosporhabersalvadoalaestirada
prepotente de Rocío Alberola, pero no fue así. La había saludado como
cada día, con la misma sonrisa, y eso la desconcertó y le gustó. Por
primeravezenmuchotiempoledevolviólasonrisa,yviocómoladeél
sehacíamásgrande.Peronopasónadamásesedía.Nilosdossiguientes.
Así que allí estaba, sábado por la noche, en su ducha, pensando en él
comonuncalohabíahechoysinsabermuybienquéhacer.
Elincidenteparecíahaberrotounpocoelhielo,peroestabaclaroque
élpensabaqueseguíasiendounaarpía,aunqueeldetalledequenadieallí
supiera lo ocurrido le decía que no era tan vengativo como pensaba.
Comenzaba a creer que había tardado demasiado en empezar a tratar de
dominar su genio con él, porque, realmente, no tenía culpa de ponerla a
cien y que eso sacara a la Jeckyll que llevaba dentro. Maldito genio el
suyo.
Sesecóelpelo,dejándolosueltoyconsusrizosbiendefinidoscayendo
porlaespalda.Sepusounvestidonegrocortodetirantesqueerasencillo
y a la vez sexi. Vamos, un fondo de armario que le había costado un
pastón,perodelquehabíasacadobuenprovecho.Secalzólostaconesy
cogióelmóvil.MandóunWhatsAppaMamenyalaschicasavisándolas
para que pasaran a recogerla. Ese día le tocaba conducir a Vero y no
beber.Asíseturnabanentrelascuatro.Lapróximasemana,seríaMaytela
quenobebería.
Cuandolellególarespuesta,sacólasllavesdelbolsitoquellevabapara
salir de fiesta y cerró la puerta de su piso. Que se preparasen los
hombres…Laschicasmásguerrerasdelaciudadsalíandecaza.
―¡Ey! Rocío, nena, esta noche vas a por todas. ¡El vestidito de los
polvos!
Rocío rio con ganas. Rosa se había animado a ir con ellas después de
unas semanas en que había estado pachuchilla de ánimo al casarse su
madre otra vez. Maribel, su madre, era un sol, pero tenía mal gusto con
los hombres. De hecho, Rosa era la recién estrenada hijastra de su jefe,
Pascual.YaRosanolegustabaPascual.
―¡Rosa!Mealegrodequeteunas.
―Eso,Ro.Hoynovasadejarnadaparalasdemás,ja,ja,ja.
MayteyVerorieronanteelcomentariodeMamen.Peroenrealidad,las
cincoibanconsusvestidosdelospolvos.Parecíaquesehabíanpuestode
acuerdo para esa noche salir a comerse el mundo… Y algún que otro
macizorroconojazosybuenosmovimientosdecaderaqueencontraran.
Riéndose,subieronalcocheyVeroarrancó,caminoaladiscoteca.
***
Por fin sábado noche. Estaba deseando que llegara para poder
desconectardeltrabajoydejardepensarensumorenaza.Mierda,cadadía
quepasabaladeseabayanhelabamás.Peroconellateníaqueirconpies
deplomo.Erapuradinamita,yesoaúnleponíaacien.Elevandoelrostro
hacia el chorro de agua de la ducha, dejó que resbalase por su bien
formado cuerpo, imaginando que eran las caricias de ella… Al instante
notó cómo el miembro se le endurecía otra vez. ¡Joder! Parecía un puto
adolescente.
Cerrandolosojosyapoyandolafrenteenelfríoazulejo,lavisualizó:
sus labios, sus ojos, su cuerpo… La mano derecha se apoderó del
miembromientrasfantaseabaconsuRocío.Empezóamoverladearriba
abajo,imaginandoqueeralabocadeellalaqueloenvolvíaysusojoslos
que lo miraban brillantes por el deseo. Oh, joder… Apretó más su
miembro mientras los movimientos eran cada vez más rápidos y los
gemidos que dejaba escapar inundaban el cuarto de baño. Imaginarla
desnuda arrodillada delante de él y con su miembro en la boca era
demasiado. Con la otra mano se apoyó en los azulejos de la ducha
mientras gruñía de placer al liberar el orgasmo. Con la respiración
acelerada,volvióaenjabonarse.Esamujerloestabavolviendoloco.
Mediahoramástarde,DavidseencontrabaenlapuertadelbardeToño,
vestido con unos jeans y una camisa negra abierta por el cuello. Era el
foco de las más lujuriosas miradas femeninas. Su mirada paseó por el
fondo del bar esperando verlos, pero estaba tan lleno de gente que no
logró ver nada. Miró el móvil por si había recibido algún mensaje de
Sergio;llegabanunpocotardeyesoleextrañaba.
Sergioselevantódeunamesaalfondo.Malenaestabasentadaasulado,
yconellos,Rubén,JuanyCristina.Agitóelbrazoparallamarsuatención.
Cuandolosviosonrióysesentóconellos
―Pensabaquellegabaistarde,nooshevisto.
―Eltardónerestú.¿TeacuerdasdeCristina?
CristinaeralaamigasolteradeMalena,lanoviadeSergio.
―Claro,siemprerecuerdounacarabonita.―Lediodosbesos.
Cristinasonrió,coqueta.Esanocheteníaunbuenmenúdondeelegir.
―Encantadadeverteotravez,David.
RubényJuanleestrecharonlamanoparasaludarlo.PeroRubénlohizo
másfríamentealvercómoCristinalomiraba.
David captó la señal de Rubén y se reclinó despreocupado en la silla.
Cristina estaba bien, pero no le interesaba. A él solo le interesaba una
morenadeojoscolormielylabiosdeinfarto.
―Pasadmelacarta,queestoyfamélico.
Sergio se rio y le pasó la carta de tapas y platos combinados. Era un
típicobardebarrio,perosecomíademuerteallí,ysiempreestaballeno.
Davidojeólacartayoptóporunabuenahamburguesa.
―Voyapedirmelacompletaconpatatasyunacerveza.―Dejólacarta
enlamesa.
―Buenaelección,tío.Peroesoseiráatusmichelinesinexistentesyno
podrás correr para hacer las pruebas―. Se burló Sergio, al que Malena
teníaadietadesdehacíatresmesesyquehabíapedidounapechugaala
planchaconensalada,comoella.
Davidsoltóunacarcajada.
―Coneldeportequehago,nodejoquesemeacumulenloshidratosde
carbono. Si sigues comiendo así, te volverás una Barbie ―se guaseó
señalandolapechuga.
―Esparaligareneltrabajo.―ComentarioalqueMalena,entrerisas,
respondióconunasonoracolleja.Davidseunióalasrisasdelapareja.El
camarerotomónotadelospedidosybebidasquefaltaban,yenpocomás
de diez minutos estuvieron todos servidos. David, al pegar el primer
mordisco,gimióconexageración:
―Escomopegarunpolvo.
―Yaquisierastú...
―Joder,yatedigo.―Volvióaatacarsuhamburguesa,levantandosus
cejasdeformaguasona.
***
La cena transcurrió entre risas y anécdotas de trabajo. Un café y la
primerarondadechupitosyestabanlistosparasalir,caminodelPecado,
lanuevadiscotecadelpuerto.
Llevaban ya un tiempo riéndose del chasco que se había llevado Juan
con una guiri al entrar al local. Este los enviaba a la mierda
continuamente; sin embargo, el cachondeo continuaba. David paseó la
miradaporladiscoteca,yderepentelavio.Sucorazónseacelerócomo
siempre le pasaba cuando la veía, y otra parte de su cuerpo con vida
propiasealegrabadeverla.Sieneltrabajoestabapreciosa,esanocheera
puro pecado. El vestido que llevaba abrazaba sus curvas, incitándolo a
saborearla enterita. Joder, estaba buenísima. Fijó su mirada en ella,
deseandoveralgunaseñalenRocíoparaatacar.Silaveía,esanochenose
escaparíadeél.
PeroRocíobailabasinmirarasualrededor,demomento.Suplansolía
funcionar.Lesdabanespectáculo,fingíanindiferenciay,cuandoibanala
barra, no pagaban ni una copa. Siempre tenían algún pretendiente
dispuestoainvitarlasaunacopayaalgomás...
El problema era que ella no podía pensar en nadie más que en David.
Desde que la abrazó al salvarla del atracador no podía quitárselo de la
cabeza, y salir no le había servido para olvidarlo, porque quería bailar
con él, que la invitara a una copa y besarlo hasta quedar sin aliento los
dos.Joder,estabaempezandoaparecerunaloca.
Se acercó a Mamen y le indicó que iba a sentarse un momento en la
barra.Necesitabaunbuentragodeloquefuera.
David,antesdequealgúnmoscardónlarodeara,seaproximóaellapor
detrásylesusurró:
―¿Puedoinvitarteaunacopa,Rocío?
Casisecayódeltaburetealescucharsuvozaloído.Sevolvió,rápida
pensando que la mente le había jugado una mala pasada, pero no. Allí
estaba él, con esos ojos oscuros que la dejaban medio atontada y una
camisanegraquelesentabadevicioylahacíatragarsaliva.
―David...
―Rocío... ―Le sonrió a su manera―. ¿Quieres una copa o prefieres
bailarconmigo?
―Lacopaprimero.
―¿Quéesloquequierestomar?
―Creoqueunacervezaestarábienahora.―Siibaahablarconél,lo
mejoreraestaralgosobria―.¿Quéhacesaquí?
―Divertirme. ―Pidió dos cervezas y le tendió una a ella―. Aunque
reconozcoqueverteaquímehaalegradolanoche.
―¿Yo?¿Alegrartelanocheati?
―Sí,estáspreciosa,Rocío.―Larecorrióconsumirada,apreciandolo
queveía.
Sesonrojóysintióqueleardíalacara.
―Perosinotecaigobien.
Davidlamiróperplejo.
―¿Yquiénhadichosemejanteestupidez?
―Pues,nosé...,¿yo?
―Estásmuyequivocada,preciosa.
La sujetó de la cintura y la sacó a la pista a bailar. Sus cuerpos se
rozabansensuales.Davidlaacercóasupecho,hundiéndoleelrostroenel
pelo. Movieron los cuerpos al compás de la música. La deseaba con
locura.
Debíahabersedadoungolpeenladucha.Esoera.Estabainconsciente
enelsuelodeladuchaysoñaba,comosiemprequeestabaenbrazosde
David;nopodíaserotracosa...Dios,olíatanbien,ysentirlocontraella,
rodeándoladenuevoconlosbrazosmientraslaacariciabadeesamanera,
hacíaquesehumedecierasusexo.
David acarició su espalda hasta dejar las manos en su perfecto culito.
Dios, estaba hecha para él. La apretó contra él, notando sus pezones a
travésdesucamisa.¡Joder,cómoloestabaponiendo!
Rocío levantó la cabeza y lo miró a los ojos. Sintió cómo todo su
cuerpo pedía más, cómo deseaba besarlo, cómo quería que la volviese
loca.Suslabioscasiserozaron;sintióelalientodeélrozandolossuyosy
nopudoevitarhumedecérselosligeramente.
Los ojos de David la miraban con deseo, y ya no pudiendo aguantar
más,bajólacabezayatrapósuslabios.Primerolosdibujóconlalengua
parainstarlaaabrirlos,ycuandolohizo,conungemido,sulenguasalió
al encuentro de la suya, creando una danza ardiente. Su sabor lo
enloquecíapormomentos.Eradeliciosa,perfectaparaél.
Se sentía en una nube, y desde allí no escuchaba los aplausos de sus
amigas ni veía que Sergio no andaba lejos, chocándola con un chico al
quenoconocía.Ensunube,soloestabanellayDavid.Joder,besabaque
quitaba el aliento, mucho mejor que en sueños. Enredó los dedos en el
pelo moreno que se le enroscaba en la nuca y lo atrajo más a ella. No
pensabadejarloescapar.Aquellanoche,no.
El profundizó el beso a la vez que se movía al son de la música. Esa
nochenopodíadejarlaescapar.Nosupoeltiempoquepasaronbesándose,
perocuandoseseparódeellalegustóloquevio:loslabioshinchadospor
susbesosylamiradadedeseo.
―Estásbellísimaasí.
―Túestásguapohastaconeluniforme.
―Si te pongo, puedo ponérmelo en privado para ti. Te deseo, nena.
Llevomuchotiempodeseándote.
Rocíosintióqueselesecabalagargantaylavozseleescapaba.Quería
decirle que ella también, que llevaba seis meses, desde que llegó a los
juzgados,soñandoyfantaseandoconél.Quesehabíadadocuentadeque
estabalocaporélyquesentíamuchohabersidounaarpía,losdesplantes
diarios...,todo.Peronoconsiguiódecirnadadeeso.
―Yyo.
Éllesonrióylabesódenuevo,peroestavezelbesofuemásposesivo;
ellaerasuyaynoladejaríaescapar.
Rocíosintióqueletemblabanlasrodillasyseabrazómásaél.
―Vámonosdeaquí,preciosa.
―¿Adónde?
―Amicasa.Noquedalejosdeaquí.
Porunsegundodudó,perolodeseaba.Queríaaesehombreensucama,
omásbienmeterseenlacamadeélesanoche.
―Vamos.Nomeecharándemenos.
David volvió a besarla intensamente y, sujetándola de forma posesiva
porlacintura,lacondujofueradeladiscoteca.
Unavezquellegaronalcoche,unAudiA3Sporbacknegro,leabrióla
puertacomouncaballeroyellasubiósensualenél.Davidobservócómo
se le subía el vestido y dejaba a la vista más de la hermosa piel de sus
muslos que estaba loco por probar, lamer y acariciar. Cerró la puerta y
rodeó su coche, subiendo rápidamente. Colocándose bien para que la
tremendaerecciónqueteníanolemolestara,arrancóysonóenelinterior
«She will be loved», de Maroon 5 Los dos se mantienen en un silencio
agradablemientrasescuchanlapreciosacanción.
Cuandoestacionóenelparking,paróelmotorylamiróllenodedeseo.
Sinmediarpalabra,lasujetódelanucaylabesódespacio.Disfrutabade
susabor,ycuandoellagimióensuslabiosylosabrióparaél,fueélquien
gimió y la estrechó más entre los brazos. La deseaba desde el primer
momento en que puso sus ojos en ella. Estaba locamente enamorado, lo
sabía;comotambiénsabíaqueellaeraespecial,ellaerasuya,sumujer,y
daríaloquefueraporverlasonreíryfeliz.Nosabíacómohabíalogrado
colarse bajo su piel, pero agradecería cada día que el destino la hubiera
puesto en su camino. Las manos de David, hambrientas de ella, la
acariciaronporlaespaldahastalascaderas.Despacio,sinromperelbeso,
fue bajando hasta llegar a los muslos. Sintió cómo la respiración se le
agitaba,ysonriócontrasuslabios.
―Sabesmaravillosamentebien,preciosa.
―Dios,David...Bésameotravez.
―Siempre,Rocío...Nopuedonegartenada.
Inclinó la cabeza y volvió a apoderarse de sus labios, buscando su
lenguaparacrearunadanzaqueavivaramáslasllamasentreellosdos.No
teníabastantedeella,nilotendríanunca.
Rocíogimiócontrasuslabiosdejándosellevar,ysintiócómoelcuerpo
selecalentabayelsexoselehumedecíaporél.Apretólosmuslos,donde
élteníaunamanoquelaquemabacomosiestuvieraalrojovivo.
―No cierres tus muslos, nena. Quiero sentir cómo te humedeces por
mí. ―Se los abrió despacio y acarició su parte interna, subiendo
lentamente,clavandounapenetrantemiradaenella.Leapartóeltangay,
con el dedo, acarició el sexo húmedo―. Nena... ―Rozó muy lentamente
su clítoris, lubricándolo con sus jugos―. Joder... Me muero por
saborearte.
―Hazlo,porDios.Peroaquíno...Llévameatucasa.
Lamirósonriendo.
―Teníapensadollevarteamicama.―Lavolvióabesarintensamente.
Encincominutosestabantraspasandolapuertadelacasa,yélcerróa
suespalda.
―Rocío,¿estásseguradeesto?
―Lo llevo deseando desde que te vi en la puerta de los juzgados por
primeravez...
Élseacercóaellaconpasoseguro,leacaricióelrostroylesusurróal
oído:
―Bien,porqueahora,aquímandoyo.
Sujetándoladelacintura,labesódeformaposesiva,desabrochandoel
vestido para poder acariciar esa piel que tanto deseaba. Le siguió el
sujetador,ycontemplóhambrientosusfirmesyllenospechos.
―¿Vasavengartedemí?
―No,nena,solovoyahacerquegritesdeplacer.
La elevó en brazos, dejando en el suelo el vestido, y la llevó a su
habitación.Allílatendiósobrelacama,despacio,yempezóarecorrersu
cuerpoconpequeñosbesos.
Searqueóhaciaélenbuscadesuboca.Cadarocedeaquelloslabiosla
quemabaylacalentaba,deseosademásdesubocaportodoelcuerpo.Lo
queríatododeél.
Davidsetomósutiempo,recorriéndolaconsusbesosycaricias.Sentir
cómogemíaysearqueabaparaélloestabavolviendoloco,peroquería
disfrutarla, quería hacerla gritar de placer. Le sujetó las caderas y las
elevó hasta su boca, y mirándola pícaro, empezó a lamer su sexo. Lo
recorrió entero con la lengua, rodeando su clítoris, para después
succionarloyseguirlamiéndola.Joder,ibaareventarsuspantalones;era
preciosayerasuya.
―¡David!¡Nopares,porfavor,nopares!
Escucharsunombredesuslabioslocalentabacomounamecha.Hundió
lalenguaenelinteriordeesadulcecuevadelplacermientraslesujetaba
suspechos,acariciándolosypellizcandosuspezones.Nolediotregua:la
torturó, lamió y embistió con la lengua como si fuera su miembro.
Deseabavolverlalocayadictaaél.
Rocíolesujetólacabezamientrasempujabamássusexocontralaboca
pecaminosadeDavid.Estabaapuntodeestallarysusgemidoserancada
vezmásymásfuertes,máscargadosdeplacer
Élsuccionósuclítorisalavezqueintroducíadosdedosenella.
―Venga,nena,damedebeber.
Ella estalló por sus palabras y su toque, gritando su nombre. David
bebiódesusjugos,gimiendoensusexo.Seapartódeella,mirándolacon
extremo deseo. Se desnudó veloz y la hizo girar de espaldas a él.
Arrancándoleeltanga,seintrodujodeunaembestidaenella,pegandola
espaldaasupecho,pellizcandolosdurospezonesdelamorena.
―¿Sigo?
―Aquímandastú...Perosigue.
―Sí,aquímandoyo,peromiprioridadesquetú,amor,disfrutes.
Empezóamoverse,entrandoysaliendodeella.Alprincipiodespacio,
perominutosmástarde,laembestíalocodedeseo.Sentircómorespondía
aélerademasiado.
Se dejó llevar por David; la está volviendo loca. Sus pezones estaban
duros y los pechos le pesaban de excitación. Su interior se acopló
perfectamente a la maravillosa erección de David, que la penetraba y
reclamaba con cada movimiento. Cerró los ojos y se entregó al placer,
apoyandolacabezaenelhombrodeél,buscandosuboca.
Davidatrapósuslabiossindetenerlasembestidas.Masajeósuspechos,
tirandodesuspezones.
―Rocío...,nena,necesitodejarmeir.―Lemordióloslabios,entrando
enellamásymásduro.
―Déjateir,yllévamecontigo...
Davidlasujetódelanuca,posesivo,haciendoqueagachasesucabezay
dejandoqueentraseenellamásprofundo.Tenerlaacuatropatasloponía
frenético,asíquelaagarródesuscaderas,embistiéndolalocodedeseo.
―Oh, mierda, Rocío, así... Joder, nena, cómo me succionas... ―La
embistiódosvecesmásysoltóungemidomuyvaronilcuandoseliberó
dentrodeella.
Rocío gritó apenas un segundo detrás de él dejándose llevar por un
orgasmo devastador. En sus sueños nunca había sido tan intenso... La
realidadsuperabaalaficción,ylavolvíaloca.
David,aúnconlarespiraciónagitada,saliódeellaylaarrastróconél,
abrazándola.
―Amor, siento no haberme puesto un condón, me alteras tanto que ni
penséenello.―Besósuslabios.
―Tomolapíldora...Pero...
―¿Pero?
―Esonoprotegedeotrascosas...
―Estoysano,cielo,notepreocupesporeso.
―No lo haré... ―Se acurrucó contra él, acariciando el vello de su
pecho, jugueteando con él entre sus dedos―. Es mucho mejor de lo que
pensaba.
―Nosabeslasvecesquehesoñadoconesto.
―Y yo. Estar entre tus brazos... Siento haber sido una arpía, pero
cuandolaabogadaJeckyllseapoderademí,nopuedocontrolarelgenio.
―Ese genio tuyo me pone. ―La besó―. Quiero seguir así contigo,
Rocío.Séquesoysolounvigilante,perollevoañospreparándomepara
entrarenelcuerpodelaPolicíaNacional.Solomequedaelpráctico,ysi
apruebo,entraré.
―Medaigualloqueseas,megustastú.Yotambiénquieromásqueuna
nocheatulado,David.
―Rocío..., eres mi vida y quiero compartirla contigo. ―Acarició sus
caderasconsuavesmovimientos.
Lo besó en los labios, despacio, disfrutando del momento. Cuando se
separódeél,lomiróalosojos.
―Noquierounsolodíamássinti.
―Nolotendrás,amor,eresyserásmía.Sientoenmicorazónquenací
solamenteparahacertefeliz.―Laverdaddesuspalabrasestabaescritaen
susojoscuandolamiró.
―Solotuya.
Davidlabesócomonuncahabíabesadoaningunamujer.Ella,porfin,
erasuya,ynoladejaríamarcharnunca.Ellaeraladueñasucorazónysu
alma.
Unañodespués…
La puerta de su habitación se abrió y Mamen, Vero, Mayte y Rosa
entraroncomountorbellino,muertasderisa.
―Madre mía… Pero ¿habéis visto cómo está Juan? ―dijo Vero―.
Menudocuerpazotiene.
―Es lo que tienen los policías… ¡Cuerpazo y porra! ―gritó Rosa,
dejandounacajitasobrelamesa―.¿Davidestáigualdebuenorroahora
queespoli?
Rocíolasmiróysonrió.Susamigasnopodíanfaltarleenundíacomo
aquel:eldíadesuboda.
Ya hacía un año que ella y David se habían lanzado de cabeza en su
relación, y aunque para algunos era muy pronto, para ellos era el
momentoperfecto.Cuandotienesdelanteatualmagemela,tucuerponote
dejaapartartedeella.YellayDavid,eranperfectoselunoparaelotro.
Hacíadosmesesquehabíaaprobadolosexámenes,yprontopatrullaría
con su sexi uniforme. Solo de pensarlo se encendía de nuevo, y con el
vestidodenoviapuesto,noerabuenaidea.Estabadeseandoqueacabarala
ceremoniaypoderabrazarseaélporelrestodeldía.
Después de aquella noche en el club, que se alargó por todo el fin de
semana, las cosas entre ellos en el juzgado habían cambiado. Ya no se
ponía nerviosa al verlo, le sonreía cada vez que se cruzaban por los
pasillos y coincidían en los descansos. Cuando se quedaban solos se
comíanabesos,perodecaraalagaleríanoestabanjuntos,paraproteger
eltrabajodeél,hastaahora,queyanotrabajabaenlosjuzgados,yeran
libresdegritarsurelaciónaloscuatrovientos.Ylosgritosdefelicidad
desusamigaseranlosprimerosdeldía.
Despuéssiguieronlosdeellaalverlapreciosapulseraquehabíadentro
delacajitaquetraíaRosa.EraunregalodeDavid.Elultimoquelehacía
siendonovios,yelprimerodelprimerdíadesunuevavidajuntos.
Más gritos hubo a la salida de la iglesia cuando los invitados tiraron
arrozyvociferaronelconsabido:«Vivanlosnovios»,ycuandopedíana
gritosbesosentrelosreciéncasadosduranteelbanquetedebodas.Estaba
siendoundíallenoderisas,gritosdealegríayllantosdeemoción.Pero
perfectoencadasegundo.
David la abrazaba, acunándola entre sus brazos mientras bailaban al
ritmo de «It will rain» de Bruno Mars. Tenerla allí, siendo ya suya, era
perfecto.Verlasonreírdurantecadadíadespuésdeporfinhacerlasuyale
había dado toda la fuerza que necesitaba para conseguir su propósito:
lucharporsusueñoycompartirloconlamujerdesuvida,suRocío.Esa
noche dormirían en un hotel, y al día siguiente saldrían camino de la
Toscana,apasarunasemanaenunapreciosacasajuntoaunosviñedos,el
sueño de Rocío desde hacía años. Él iba a cumplir cada sueño que ella
tuviera desde ese momento; no dejaría que nada la apartase de él, no
permitiríaquenadalahicierallorarsinoeradefelicidad,nopermitiría
queniunsolodíaolvidaralomuchoquelaamaba.
―¿Eresfeliz,mipequeñaJeckyll?
―Sí.Desdequedejédemandarte,soylamujermásfelizdelmundo.
―Eso fue una buena elección, preciosa. Pero tu genio sigue
poniéndomeacien.Esperoqueenlalunademiellosaquesamenudo…
Asínosaldremosdelahabitación,ytendremosunapreciosaniñaitaliana.
―¿Unaniña?¿Ysifueraunniño?
―Seráunaniña,yserátanbonitacomotú.
―¿Seguro?¿Yesoporqué?
―Porqueaquímandoyo.
Ybesándolaconamorypasión,seperdieronentreelrestodeinvitados
quebailabanasualrededor,acompañándolosenelprimerdíadesunueva
vida.
Cincoañosdespués
MariahEvans
Mireiacambiódeposicióncruzandolaspiernas,apoyandolaespalda
correctamentecontraelbanco.Elevósurostrohaciaelcieloydisfrutódel
contactodelosrayosdelsolsobresupiel.Eraunbonitodíadeabril.Miró
haciaunladoyobservócomounniñodeapenascincoañosreíamientras
corríahacialoscolumpiosdeaquelparque.
Observósureloj.Quedabanquinceminutosparalasdosdelmediodía.
Nohabíapodidocomernadaaquellamañana,nitampococenadolanoche
anterior.
«Quince minutos», pensó. Tragó saliva y suspiró mientras observaba
comootrosniñoscorríanhaciaunafuenteparabeberagua,sedientostras
tantojuego.Hacíamásdediezañosellamismahabíasidolaquebebíaen
aquellafuente.Losrecuerdoslaasaltaronenaquelmomentoyunasonrisa
sedibujóensurostro.
***
―Parecesunchoto―pronunciaronasulado.Mireiaapartósuslabios
de la fuente y miró a Sergio con una mueca algo enfadada. Se cruzó de
brazos y ladeó su rostro. Sergio resopló―. ¿Por qué te entretienes con
todo?Aestepasonovamosallegarnuncaalabiblioteca,ylerecuerdo,
señorita Mireia, que en dos días tenemos el examen final de estadística
empresarial.
―Son dos minutos los que gasto bebiendo agua. No te va de ahí
―comentóellaacercándose,sujetandolacarpetadelauniversidadcontra
supecho.
―¿Cómoqueno?Tenemosquememorizarcasidoscientashojasendos
días ―dijo con fastidio. Ella se encogió de hombros y sonrió hacia su
amigo como si no le importase, pero aquello hizo enarcar una ceja a
Sergio―. Claro, como la señorita es una estudiante de matrícula no le
importa. Pero te recuerdo que yo necesito una clase exhaustiva de esta
maldita asignatura. ―Cogió a Mireia del brazo y comenzó a tirar
acelerandoelpaso―.Vamos,porDios,oacabarésuspendiendo.
***
Sí,siempresehabíaconsideradounabuenaestudiante.Loscuatroaños
de carrera se le habían pasado volando y ahora, a sus treinta años
trabajabaparaungranbanco.
Despertódesuspensamientoscuandounniñopasóasuladotirandode
lamanodesumadreconfuerza.Volvióacomprobarsurelojyvioque
marcabanlasdosmenosdiez.Notócomoelvelloseleponíadepuntay
miródeunladoaotro.Sumiradarecayódirectamentesobrelabiblioteca
dondetantastardeshabíaestudiadojuntos.
***
Sergio cogió de nuevo la calculadora y volvió a pulsar los botones
confuerza.
―¿Por qué no me da el mismo resultado que a ti? ―susurró
desesperadomientraspaseabasusojosazulesdesucuadernoaldeella.
―Shhhhhh―lellamaronlaatencióndesdeatrás.
SergiochasqueólalenguayvolvióamirarelcuadernodeMireia.
―¿Qué culpa tendrá la calculadora? Deja de aporrearla. Anda, trae
―comentó ella cogiéndoselo para revisarlo. En ese momento Sergio se
acercó. Notó su proximidad, su calor y como sus mejillas se encendían.
Realmente no había sido consciente de cuándo había comenzado a
enamorarsedeél,nisiquierasillevabaunañoodos,perolociertoesque
poco a poco se había ido adentrando en su corazón. Aquella mirada
azulada y juvenil, aquella sonrisa tierna, su cabello castaño oscuro
siempre despeinado―. Se te ha olvidado sumar estas ganancias, ¿cómo
quieresquetecuadreelbalance?―leregañóvolviendosurostrohaciaél.
Estaba cerca, tanto, que sus narices chocaron. Al momento se movió
compulsivamente hacia atrás, apartando su rostro asustada, lo que hizo
que Sergio sonriese de una forma endiablada mientras pasaba su brazo
por el respaldo de ella, aproximándose de nuevo. Sí, le encantaba
provocarla,esoloteníaclaro.
―Ya…―Miróelcuadernoduranteunossegundosyvolvióaelevarla
miradahacialosojoscolormieldeella,aúnconlasonrisaensurostro―.
Ayúdame ―bromeó simulando una súplica―. Sin ti estoy perdido y no
conseguiré…
―Deja de decir tonterías ―susurró mientras cogía de mala gana el
bolígrafo y rectificaba los números. Tachó unos cuantos y los sustituyó
por los correctos―. Ves, ahora está bien. ―Le indicó con el dedo el
resultado.
Sergio sonrió más abiertamente mientras cogía su cuaderno. Estuvo
variossegundosobservandolasrectificacioneshastaqueunlargosuspiro
saliódelomásprofundodesuser.Girósurostrolentamenteyrecorrió
susojos,sunariz,suslabios…
―Te necesito cerca… ―susurró sin apartar la mirada de ella. Mireia
pusosuespaldarectaytragósaliva.Duranteunossegundosseleparalizó
el corazón―. Pienso copiarte en el examen ―pronunció divertido
mientras volvía a obsequiarle con una sonrisa. Alzó sus brazos hacia el
techoenactituddesesperada―.¡Noentiendonadadeloquehashecho!
―Shhhhhhh―volvieronadecirdesdelamesadeatrás.
***
Mireianopudoevitarsonreírmientrasapartabalamiradadeaquella
biblioteca.Recordabasuetapauniversitariaconcariño.Habíansidocuatro
añosfrenéticos,denochessindormir,nervios…perohabíamerecidola
pena. Ahora se le antojaban ya lejanos, como si se tratase de una vida
anterior.
Cogió un mechón de su cabello castaño y lo colocó tras la oreja
mientrasrecordabaeldíaenquerecibiósuúltimanotadelacarrera.
***
Apartó a unos cuantos compañeros suyos que gritaban eufóricos y
buscóconlamiradaaSergio.Almomentoloencontró,éltambiénparecía
estar buscándola. Avanzaron hasta colocarse uno frente al otro y Sergio
extendiólosbrazoshaciaella.
―¡Aprobado!―gritómientrasseabrazabanycomenzabanadarsaltos.
Pasaron así varios minutos, gritando, brincando y extrayendo de sus
cuerpostodoslosnerviosquehabíanacumuladoaquellasúltimassemanas
conlosexámenes.Seseparóunpoco,aúnsujetándolaporloshombrosy
lamiródirectamentealosojos.
―¡Hayquecelebrarlo!―gritódenuevoabrazándola.
Y tanto que lo iban a celebrar. Habían quedado varios compañeros de
universidad para salir al día siguiente por la noche. Mireia se había
reunidoconsuamigaCristina,ensupisodeestudiantes,yhabíanpasado
cercadeunahoraarreglándose.Sehabíamaquilladoysehabíapuestouna
faldatejanaconunacamisetadetiranteslila.
―Sergio se va a morir cuando te vea ―susurró Cristina mientras
Mireiaseacercabaalespejo.
Estuvo a punto de meterse el lápiz en el ojo y miró en el reflejo a su
amiga.Cadavezsearrepentíamásdehaberlehabladodelossentimientos
quealbergabahaciaél.
―Silollegoasaber,notedigonada.
―Vamos―continuóCristinamientrasseacercabaaella,pasándosela
manoporsucabellorubioycorto―.Soislosdosunostontos;atisete
notaaleguasqueestásenamoradadeélyaéligual,noentiendoporqué
estatonteríadenodecíroslo.
Mireia dejó el lápiz de ojos con un golpe sobre el mármol y se giró
haciasuamigaextendiendolosbrazos.
―Oye,esotúnolosabes…
―No estoy ciega. Venga, si al pobre Sergio le salen chispitas de los
ojoscuandotemira―contraatacóconunasonrisa.
―Somosamigos―dijocogiendoelcoloreteylabrocha.
―No―seaproximóaellaexcesivamenteysonrió―.Soistontos.
Mireia suspiró y decidió hacer caso omiso a su amiga. Sí, estaba
enamorada y podía asegurar que él lo sospechaba, pero de ahí a que él
tambiénpudieseestarlo…
Sergioera un chico demasiado atractivo como para fijarse en ella. La
consideraba su amiga, y prefería no hacerse ilusiones al respecto.
Seguramente tras acabar la carrera se distanciarían. Ambos encontrarían
trabajo y cada uno seguiría con su vida. Aquello la entristeció en cierto
modo.Seobservóenelespejomientrassecolocababienelcabelloyse
miró con determinación. Debía ser una chica decidida, ya había pasado
demasiados años guardándose ese secreto. Quizás fuese la última
oportunidadparaestarconél.
Ladiscotecaestabaarebosarcuandoentraron,perotrasdiezminutosde
búsqueda en la que recibieron pisotones y empujones consiguieron dar
consusamigos.
―Yaerahora―pronuncióSergioacercándoseaellaconunacerveza
enlamano―.Pensabaquenoibasavenir.―AlmomentoMireiarecibió
el guiño de ojo de Cristina mientras se separaba, la observó alejarse
contoneando sus caderas hacia el resto de sus compañeros hasta que
Sergiovolvióaponersefrenteaellayperdiódevistaasuamiga―.¿Una
cerveza?―preguntóanimado.
―Sabesquenomegustalacerveza.
―Losé.―Seseñalóconeldedomientrassedirigíahacialabarra―.
Perounchupito,sí,¿verdad?
Después de un cubata y cuando iba por su sexto chupito tuvo que
sujetarsealabarraparaguardarelequilibrio.MiródereojoaSergio,el
cuallaobservabaconunasonrisa,yseacercóaélintentandomantenerse
derecha.
―Ahogayaegesdirrectordeunagraaanemprecha.―Sergiosoltóuna
grancarcajadayllamóalcamarerodenuevoalzandosumano,pidiéndole
que sirviese dos chupitos más―. Egtás heshooo todo un emprechario.
―El camarero se situó frente a ellos y volvió a rellenar los chupitos―.
Ayyy…no…otrgono.¿Quierresmatarme?
Sergiolepasóunodeloschupitosconunasonrisa.
―Vamos,estamosde«chelebrachión»―Seburló―.Hemosacabadola
carrera.
―Yonoeshtoydechelebrachión…―Luegomiróhaciaelrestodesus
compañeros de universidad que bailaban al son de aquella música
electrizante―.Loqueshtoyesborrashaaaa.
―Sí, eso también ―pronunció mientras golpeaba su chupito con el
suyoylobebíadeuntrago.
Ellalocontemplóduranteunossegundos.Estabatanatractivo,erantan
guapo…
―Yo no tengo nada que chelebrar ―pronunció algo enfadada―.
Hemoshacabadolacarrera,chi,pero¿yqué?―dijosoltandoelchupito
sinbeberloyelevandolosbrazoshaciaél―.Notenemoshtrabajo.Todo
esssshmuycoomplicado.
―Bueno,hayalgoquetequeríacomentar―pronuncióacercándosele.
Ella lo miró de reojo―. ¿Recuerdas la entrevista que hice hace una
semana?―Lomiródearribaaabajo―.¡Mehancogido!
Mireiapusosuespaldarecta.
―¡Muu bien! ¡Felishidades! ―gritó hacia él. Al momento, sin poder
evitarlo se arrojó hacia sus brazos; a Sergio no pareció importarle
aquelloylarecibiógustoso―.Mealegromushooo.
Recostólafrentecontrasupechoycerrólosojos.Lociertoesquese
estababienallí,entresusbrazos.Almenosledotabadealgodeestabilidad
queenesemomentonotenía.
―Muchasgracias―comentóSergioaúnabrazándola―.Poresotienes
que tomarte ese chupito que te he pedido, hay que celebrar que he
encontradoun…―Nopudoseguir.JustoenesemomentoMireiainclinó
sucuerpohaciadelanteycomenzóavomitar―.¡Joder!―gritódandoun
saltohaciaatrás.
―Lochiento.―Hizounpuchero.
―No, no, tranquila. ―La cogió rápidamente del brazo sujetándola
contraél―.Menudatorrijallevas.Serámejorquetelleveacasa.
Tras lograr salir de la discoteca, y de que Sergio la arrastrase por la
calle,consiguieronllegaralcoche.Nisiquierahabíasidoconscientedel
trayecto de media hora que había hasta su piso alquilado, cerca de la
facultad.
Sergioleayudóaabrirlapuertaylallevóhastasudormitorio.Ellase
habíamantenidocalladadurantetodoelrato.Jamássehabíasentidomás
avergonzada¿Lehabíavomitadoenloszapatos?
―¿Necesitas ayuda para ponerte el pijama? ―pronunció con una
sonrisaalgolasciva.
Durante unos segundos estuvo tentada de decirle que sí, total, ¿si él
mismo se ofrecía, no sería descortés rechazarlo? Ahora podía
aprovecharse, podía ser mala si quería, estaba borracha y luego podría
decirquehabíasidotodoculpadelalcohol.
Se quedó unos segundos observándolo fijamente, barajando la idea.
Sergio se encontraba bajo el marco de la puerta mirándola con una
sonrisadivertida.
Tragósalivaydeambulóincómodaporlahabitación.
―No, no hashe falta. Ya puedo yo sholita. ―Sergio se encogió de
hombros pero aún así no se movió. Mireia fue hacia la cama y cogió el
camisóndedebajodelaalmohada―.¿Ycuándoempieshasatrabajá?
―Lasemanaqueviene―pronunciócruzándosedebrazos,conteniendo
la risa cuando ella pronunciaba alguna palabra―. Es una empresa
importante,ymehanaseguradoquepuedopromocionarme.Fíjate,quizás
enunosañospuedasereldirector―acabóbromeando.
Mireiaenarcóunaceja.
―Tú también eshtás borrasho ―bromeó perdiendo el equilibrio y
cayendoprácticamentesobrelacama―.Conlomalqueshetedabanlas
cuentas ―pronunció mientras se quitaba los zapatos y bajaba unos
centímetros de altura―. Tá claro que ellos no han visto los balanshes
empresharialesquehashes…sino,notehubiesencontratado.
―Ja. ―Dio unos pasos hacia ella acercándose y la miró fijamente―.
Bueno, es evidente que tengo mucho que agradecerte. Te costó, pero al
finalconseguistequelocomprendiese.
―Chí,partedetunóminaesmía―rioseñalándoloconeldedo.Aunque
volvióaperderelequilibrioyacabócolocándolosobreelpechodeél.Al
momento comenzó a darle golpecitos ante la mirada divertida de
Sergio―.Unsheshentaporshiento.
―Tienestodalarazón,yporesomismopiensoinvitarteacenarcuando
cobreelprimermes―comentómuysonriente.
Lomirófijamenteyestuvoapuntodesoltarunalágrima.
―¿Encherio?―susurróembelesada.
Parecíaqueelhechodequeacabasenlafacultadydeque,obviamente,
sus caminos se distanciasen no tenía porque significar que perdiesen el
contacto.Locontemplóunossegundos,peroéltuvoquenotarquealgola
entristecíaporquelaobservóenarcandounaceja.
―¿Quépasa?―preguntóalgopreocupado.
Ellaseencogiódehombrosintentandocontrolarse.
―No, nada… es, es solo que penshaba que como hemos acabado la
facultad quichá tú no querrías verme más. Como ya no neshesitas clases
particulares…
Pusolosojoscomoplatosydiounpasohaciaatráscomosilehubiesen
golpeado.
―¿Por qué piensas eso? Está claro que estás borracha. No estás
fingiendo ―dijo a modo de respuesta, aunque luego le sonrió más
tiernamente―.Eresmiamiga,mimejoramiga.
Sí,soloamiga,pensóMireia.
―Ya,noshe…
―No vas a librarte tan rápido de mí. ―Acabó sonriendo. Ella lo
observóyaceptóalgotímida―.Bueno,va,ponteelpijamayveadormir
lamona.Faltatehace.
Deprontoseacercóylarodeóconlosbrazos.Mireiavolvióaquedarse
estática,saboreandoaquelmomento.Élsedistancióunpocoylaobservó
directamentealosojosmientrasaúnlasujetabaporlacintura.
Duranteunossegundossusmiradasseencontraron,losojosdeSergio
parecieronmirarsuslabios,peroalmomento,comosidespertasedeun
sueño,seseparódeellaymetiólasmanosenlosbolsillos.
―Tellamoestasemanaparaquedar,¿deacuerdo?
Ella permaneció quieta y afirmó con su rostro sin poder pronunciar
palabraalguna¿Habíamiradosuslabios?¿Lehabíaparecidovereldeseo
enaquellamirada?
Sergiosegiróysaliódirectamentedelpisodejándolapensativa.
***
Mireiasuspirómientrasmirabasureloj,quemarcabacasilasdosde
la tarde. Solo faltaban unos minutos. Lo cierto es que cada vez que
recordabaaquelepisodiodesuvida,nosabíasiecharseareíroallorar.
Observó de nuevo a todas aquellas personas pasear, sin ser consciente
delosnerviosqueseacumulabanensuinterior.Instintivamente,cogióel
móvil y lo comprobó. Ningún mensaje nuevo. Se mordió el labio y
accedióasucorreoparaleerunodelosúltimosemailsquehabíarecibido
deSergio.
«Aquí en Shanghái hace un calor horrible. La verdad es que es
insoportable.Porcierto,aversivienesaverme,hacecasicincoañosque
nonosvemoslascaras,creoqueyavasiendohora.Notepreocupesporel
billete,telopuedosacaryodesdeaquí»
Notóotravezcomounalágrimaestabaapuntodebrotardesusojos.
Sergio había ido prosperando en la empresa y pocos años después lo
habían hecho directivo de una nueva filial en Shanghai. Aún recordaba
cuandolehabíadichoquesemarchabaparatrabajarallí.Habíaquedado
con él, Cristina y algunos compañeros más de facultad con los que
manteníaelcontactoenunrestaurante.
***
―Cuantomealegroporti―exclamóCristinaconunagransonrisa.
―Laverdadesqueestoymuyilusionado―contestóSergio.
―Sí… es… es una gran noticia ―pronunció con una tímida sonrisa
Mireia.
Pocosdíasdespuéshabíaquedadoconsuamigaparacomer.Dadoque
suspuestosdetrabajoestabancerca,devezencuandosepermitíancomer
juntasynollevarsecomidadecasaaltrabajo.
―Deverdad,Mireia,noteentiendo…
―Yo lo veo muy claro ―pronunció mientras se llevaba un trozo de
pescadoalaboca―.Élsemarchaeiniciaráunanuevavidaallí.
Suamigadejóeltenedorsobrelamesaalgoenfadada.
―En serio, lo vuestro es increíble ¡De verdad que no lo entiendo!
―gritó cuando pronunció aquello, llamando la atención de varios
comensalescercanos.Mireiaresopló―.TúestásenamoradadeSergio,él
deti…
―¡Y dale! ―exclamó enfurecida. Estaba claro que Cristina intentaba
animarla, darle esperanzas, pero, ¿de qué servía ya? ―Eso no lo sabes,
tú… ―dijo acercándose a ella por encima de la mesa―. Dices eso sin
fundamentoalguno.Sí,estoyenamoradadeél,peroestáclaroqueSergio
demíno.Soysuamiga;paraél,siemprehesidosuamiga.Ahorasevaa
marchar a trabajar al extranjero, conocerá a alguien, comenzará una
nueva vida allí… ¿de verdad crees que si estuviese enamorado de mí se
marcharía?¿Onomediríanada?
―Túnoselohasdicho―contraatacósuamiga.
―Peroélesquienseva…yaunqueledijesealgoahora,¿dequéibaa
servir? No puedo decírselo, sería como… ―Automáticamente se llevó
unamanoagobiadaalafrente―.¿Creesquequieroquesemarche?¿De
verdad lo crees? ―pronunció dolida―. Pero se va, para siempre. Y no
voyaseryoquienlepongaunimpedimentoolehagairseconunamala
sensación. ―Acto seguido se levantó cogiendo su bolso―. Esta vez te
tocabapagarati,¿no?
―Vamos,Mireia…―intentócalmarlasuamiga―.Noteenfades…
―Nosvemoslasemanaqueviene―pronuncióantesdedistanciarsede
ella.
Aquello le dolía, le dolía demasiado. Sergio se marcharía y
seguramente no volvería. Había perdido su oportunidad con él. Con el
pasodeltiemposehabíanvistoamenudo,aunquesiempreacompañados
por amigos. Se sentía estúpida. Durante aquellos últimos años desde que
acabaron la facultad no habían perdido el contacto, pero ambos se
encontrabanmuyocupadosconeltrabajocomoparapoderversecadadía,
consuerte,quedabanlosfinesdesemana.Ahoraesotambiénseacabaría.
Había tenido la esperanza de que él se hubiese enamorado de ella, pero,
qué equivocada estaba. No se había atrevido a sincerarse con él, a
explicarlesussentimientos,yahoraloperderíaparasiempre.
***
Notó cómo aquellos recuerdos aún la hacían estremecerse. La
sensación de pérdida había sido tan grande que había pasado días
llorando, sin fuerzas para levantarse de la cama. Lo había querido
siempre, y, por tonta, lo había perdido. Después de tantos años, aquello
seguíadoliendo.
Observó cómo unos cuantos niños corrían con un helado en la mano,
mostrándoselo a sus padres como si tuviesen un trofeo. Eso la hizo
sonreíryvolvióamirarelrelojdenuevo.Lasdosycincominutosdela
tarde.Oteódeunladoaotroysuspiró.Eraincreíblecómoañosdespués,
aquella pérdida aún hacía que sus ojos se humedeciesen y su corazón se
acelerase.Jamáshabíaexperimentadoundolortangrande.Amedidaque
pasaba el tiempo aquel pesar era más soportable, pero aún así dolía, y
mucho.
Sinpoderevitarlorecordóaquellatardedehacíacincoaños,lavíspera
aqueélpartiese.
***
Unos días antes habían organizado una fiesta para despedirse de
Sergioydesearletodalasuertedelmundoensunuevavida.Pensabaque
ya no iba a verlo más, hasta que la noche del domingo llamaron a su
puerta.
AtravésdelamirillaseencontróconunSergioqueparecíanervioso.
Enaquelmomentonotócomosucorazónibaasalirseporlaboca.Intentó
calmarseyabriólapuertaconrostrosorprendido.
―Hola―pronuncióél.
―Hola.
Se quedaron mirando durante unos segundos y finalmente Sergio le
indicóconlamano.
―¿Puedopasar?
Mireiapareciódespertardeunsueñoyabriómáslapuerta.
―Sí,claro,pasa.―Trascerrarmiróhaciaelcomedor,habíadejadola
caja de pizza que había pedido para cenar sobre la mesa―. Perdona
―comentó acelerada mientras intentaba poner algo de orden―. No
esperabavisita―pronunciótímidamente.
―Ya―comentópensativo,observándola.
Tirólacajadecartónalapapeleraysegiróparaobservarlo.
―¿Yatienespreparadalamaleta?―susurró.
Sergiotardóunpocoenresponder.
―Sí,latengohacedías―explicómientrasavanzabahaciaellaconlas
manos en los bolsillos. Paseó la mirada por el piso y luego la miró
sonriente―. Siempre me ha gustado tu estilo. Serías buena decoradora.
―Sabíaquebromeaba,cadamuebleeradeuncolorynopegabanada.Al
norecibirrespuestavolviólamiradahaciaellaysuspiró―.¿Sabes?Voya
echar de menos este piso, la de veces que hemos organizado una fiesta
aquí…―acabóriendo,aunasí,pudopercibirunciertodoloroañoranza
ensusojos.
Elladecidióresponderasusonrisa.
―Sí,estovaasermuydiferentesinti.
Sergio la miró fijamente y afirmó mientras la contemplaba. Durante
unos segundos se quedaron en silencio, estudiándose, como si quisiesen
memorizarcadamatizdelrostrodelotro.
―Tevoyaecharmuchodemenos,Mireia―pronuncióalfin.
Ellatuvoqueapretarloslabiosparanohacerunpuchero.Laibaaechar
de menos, sí, pero como amiga, jamás había pretendido nada con ella,
aunquealcoincidirlamiradaconélnotócómosusojosestabanrasos.Se
quedóparalizadaobservándolohastaquelogróreaccionar.
―Yoatitambién.―Denadaservíasincerarseahora,denada.Sergiose
iríamañanaalaotrapuntadelmundo,parasiempre,oalmenos,durante
muchotiempo―.Perobueno,supongoquevendrásdevisitaalgunavez,
¿no?―pronuncióintentandodarlealgodealegríaasuvoz.Eraeso,ose
echaríaallorarallímismo.
―Lo intentaré ―comentó mirándola fijamente. Se quedó pensativo
durante unos segundos, como si una idea le rondase por la cabeza y
después inspiró un tanto más fuerte―. De acuerdo, te… te enviaré un
emailcuandollegue.Esperoquemerespondas.
Ellaseencogiódehombrosintentandoaparentarnormalidad,paraque
nodetectasecomosulabiotemblaba.
―Sí,siemprenosquedaráelemail―susurró.
***
Y así había sido, cinco años de emails constantes. Un ir y venir de
correoselectrónicosentreellos.Losprimerosmeseshabíansidodiarios,
incluso varios al día, luego habían ido frenando, aunque siempre, como
mínimo, un par de emails cada semana se escribían. Algunos la habían
hechoreír,otrosllorar…
Volvió a mirar la bandeja de entrada en su móvil, observando la
infinidad de correos que había recibido durante aquellos últimos años y
decidióabrirunoparadistraersemientraspasabanlosminutos.
«Vengaya,Mireia,¿enserio?Esetíoesunidiota.Niseteocurravolver
a quedar con él, ¿entiendes? Arggg, si estuviese allí, se iba a enterar el
muy…
¿Te he dicho alguna vez que tienes muy mal gusto para los hombres?
Tresañossinestarahíytemedescontrolas»
Mireiasonriócuandololeyódenuevo.Habíaintentandomanteneruna
relación con un chico del trabajo hacía dos años, pero aquello no había
funcionado; por más que intentase olvidarle, rehacer su vida, le era
imposible, siempre había un email en su bandeja esperando a que
respondiese.
Volvióaobservarlapantalladelmóvilyestavezabrióunoquehabía
leídoinfinidaddeveces;nuncasecansaríadehacerlo.
«Sí,laverdadesquecomienzoacansarme.Lagenteaquíesagradable
peroosechomuchodemenosatodos,especialmenteati.Haymomentosen
que me imagino abrazándote. Quizás hubiese tenido que hacerlo más a
menudo y decirte un par de cosas. Quizás todo hubiese sido diferente.
Reconozcoquefuiunpocoidiota.»
Cuando leyó aquel email por primera vez, se había quedado
prácticamentediezminutossinpodermoverse.¿Estabainsinuandoloque
ellacreíaqueestabainsinuando?
Recordaba que en aquel momento había llorado. Lo echaba de menos,
prácticamente cinco años de su vida habían pasado ante ella sin ser
consciente, se había limitado a dejar pasar la vida, carente de luz, del
coloridoconlaqueélladotaba.
Recordaba que sus dedos habían temblado cuando había contestado a
eseemail.
«Yotambiénteechomuchodemenos.¿Aquéterefierescontodoloque
tendríasquehaberdicho?¿Aquéhabíassidounidiota?»
Noeratonta,ysabíaqueaquellafrasepodíasignificaralgomás,pero
hastaquenololeyesenoestaríasegura.
Temblóalrecordarcuandoledioalateclaenviaryaquelemailsalió
volandodesubandejadeentrada.
Había tardado días en recibir respuesta y durante ese tiempo no había
dejadodeactualizarsucorreoconstantemente.
Mirósurelojdepulserayvioquemarcabalasdosydiezdelatarde.
Notó como la boca se le secaba, como los latidos de su corazón
aumentabanydecidióreleeraquelúltimoemailquehabíarecibidodeél,
hacíaescasamenteunasemana.
Notócómosusojossecargabandelágrimasmientrasvolvíaaleerlo,
dotándoladeunaesperanzaquehabíacreídoperdida.Eldolorhabíasido
tangrandeque,aunqueloleyeseinfinidaddeveces,pensabaquenopodría
calmarlo.
«Son cosas que preferiría decírtelas en persona. ¿Quedamos en el
parquedesiempreelmiércolesquevieneparacomer?¿Sobrelasdos?No
mefalles,¿eh?
Metrasladandenuevoahí,Mireia.»
Contuvo un sollozo cuando acabó de leerlo. Lo había echado tanto de
menos,tanto.
Como si su mente lo detectase, alzó su rostro y lo vio al momento.
Caminabaconpasofirmehaciadondeellaestabasentada,conunasonrisa
enlacara.Enesemomento,seleparalizóelcorazón.Aquelloleparecía
unsueño.Habíapasadotantasnochesenvelaimaginandounreencuentro
queahoraleparecíaimposible.
Cincoañoshabíanpasadodeaquellanocheenlaquehabíaidoasupiso
adespedirsedeella,seguramenteintentandodecirlealgomás.Cincoaños
habíanpasadodesdequesehabíanseparado.Cincoañoshabíantenidoque
pasar para que al fin volviesen a reencontrarse, pero durante todo este
tiempo,jamás,niduranteunminutohabíadejadodeamarle,derecordar
su sonrisa, las innumerables horas que había pasado con él en la
biblioteca,lasvecesquehabíansalidoporlanocheadivertirse.
Unlargotiempoqueleshabíaservidoaambosparadarsecuentadelo
muchoquesenecesitabanmutuamente,paradarsecuentadequeeraalgo
queibamásalládelamor,puesniesosañoshabíanlogradosepararlos.
Secolocóanteellaconunasonrisa.Selenotabaalgocambiado;seguía
siendotanatractivocomosiempre,perounarecientebarbadedosdíasle
dabauntoquemásmasculinoyhacíadestacarmássusojosazules.
Notó cómo el corazón se le paralizaba y estuvo a punto de echarse a
llorarportodoeldolorquehabíaacumuladoduranteesosaños.
―Hola―gimióMireia.
Sergio la contempló con una mirada cargada de ternura, pero no
contestó.
Bajósuslabiosdirectamentehacialossuyosylabesóconunamorque
transmitía también todo el dolor y la desesperación que había sufrido
durante aquellos años. Mireia no se resistió, se abrazó a él mientras sus
labios paseaban con lentitud sobre los suyos hasta que se separó
levemente.
―Hola ―respondió al fin Sergio. Ella le sonrió intentando controlar
una lágrima de emoción―. Creo que tenemos unas cuantas cosas que
decirnosy,sinoteimporta,comenzaréyoprimero―sonriócogiéndole
delamano.Mireialesonrióaúnincrédula―.Creoquehesidoelmayor
idiotadelmundo―rionervioso.
―Yotambién―afirmóellaconalgodetemblorenlavoz.
―Pero dicen que rectificar es de sabios. Así que allá voy. ―Respiró
profundamente intentando calmarse―. No sabes cuántas veces me he
planteado volver, cuántas veces me he arrepentido de no haberte dicho
cuanto me importabas. He perdido cinco años, pero me gustaría
recuperarlos…contigo.
Mireia le sonrió y tras varios segundos consiguió mover su rostro
afirmando,aúnimpresionada.Habíapasadomuchotiempo,sí,perohabía
merecidolapenaesperarporél.
Allímite
RaquelCampos
Martayungrupodeamigoshabíanidoapasarunosdíasdeacampada.
Ibanavisitarunenclavepreciosoconmuchossenderosparapasearyun
granlago.Tuvieronqueacamparenlazonaespecífica,lesdieronplanos
paranoperderseyseinternaronenelbosqueparaintentarllegarallagoa
mediodía.Seríaelsitioperfectoparacomeryrefrescarsedelcalor.
A medida que avanzaban, algo siniestro ocurría en otra parte del
bosque. Un incendio descomunal empezó a abrirse paso a través de los
árboles.
Los jóvenes andaban en armonía, las chicas decían que hacía mucho
caloryseibanabañar.AMartanolegustabalaideadenadarenaguas
donde no pudiera ver el fondo, les tenía terror desde que de pequeña se
cayóaunpozo.
―Eresunaquejica,Marta.
―Podéisdecirloquequeráis,yomequedaréenlaorillacuidandolas
mochilas.
Losdemásrieron,sabíanquenolaibanaconvencer.Teníacaráctery
sabía muy bien lo que hacía. Algunos de los chicos habían intentado
coquetear con ella, pero enseguida les paraba los pies y les dejaba bien
claroquesoloeranamigos.
Marta los observaba mientras se bañaban, con solo verlos dentro del
aguayasentíaescalofríos.Estabatumbadacuandooyóunfuerteruidoyse
sorprendióalverunaviónquevolabamuybajo.
***
―Atención:hayungrupodegenteenellago.Repito:haygenteenel
lago.Mandenunapatrulla.
Adrián estaba preparado, había visto la alerta de fuego inmediato.
Estaba sentado en la cafetería de la Base, llevaba el uniforme medio
desabrochadorevelandounmusculosotorso.Tomabacaféconlaspiernas
cruzadas encima de la mesa mientras observaba a su amigo. Marcos
fumaba un pitillo, siempre decía que le tranquilizaba hacerlo antes de
entrarenacción.
Los incendios en los bosques eran cada vez más peligrosos, ya que la
sequedaddelambientehacíaqueelfuegosepropagaradeformarápiday
peligrosa.Adriánmirólatazaqueteníadelantedeélyluegoasuamigo.
Enesemomento,unhombredeedadmedia,peroaltoyfornido,entróen
lasala.
―Venga,chicos.Hayungrupodegenteenellago.Hayquesacarlosde
allídeinmediato.
―¿Allí? ¿A quién se le ocurre meterse en esas aguas? ―Adrián no
pudo remediar sentir un escalofrío. Se levantó de golpe para ponerse en
marcha.
Un helicóptero los dejó en un claro cerca del lago, pero el piloto les
dijoqueahínopodíavolveraaterrizaryaquelasllamasibanhaciaese
punto.
―Yanospondremosencontacto.Perolomásseguroesquevayamosal
refugio,allíhayotroclaro.
―Quetengáissuerte.
Losdosamigoscogieronlasmochilasconelequipodesalvamentoyel
deprevencióndeincendio.
***
―¿Podríaissalirya?
―¿Salir?Noseasaguafiestas;hacecaloryseestádemaravilla.
Martahizoungestodefastidio,siemprepasabalomismo.Raúleraun
poco prepotente y lo tenía que demostrar en cualquier ocasión. Todo
porqueellalehabíadadocalabazas,ycadavezsealegrabamásdeello.
―Venga,anímate―dijoEsther.
Ellanoeramalachicaperosedejabainfluenciarporlastonteríasdelos
demás.Martallevabaelbikinidebajodelshortylacamiseta,peronotenía
ningunaintencióndemeterse.Alfinallosdejóporimposiblesysefue.
***
CuandoMarcosyAdriánseacercaron,sedieroncuentadelafiesta:un
grupo de jóvenes se bañaba en la orilla del lago. No paraban de reír y
gritar. Había alguien que permanecía vestida y parecía que hablaba con
ellos.Alfin,sealejódelaorilla,recogióalgodelsueloysedirigióhacia
dondeellosestaban.
Marta estaba enfadada. ¿Por qué se habría ido de acampada con un
grupodeinconscientesquenoveíanpeligroalguno?Cogiólamochilay
sedirigióhacialosárboles,sesentaríaalasombrahastaqueterminaran.
Entonces, entre la espesura vio a dos hombres uniformados y se
sobresaltó.
―Noseasuste.―Marcosseadelantóunpoco―.Somosdelapatrulla
forestal.Tenemosquesalirdeaquídeinmediato.
―¿Pasaalgograve?―Martaseacordódelavión―.Hapasadohaceun
ratounavión.¿Hayunincendio?―Llevabanunostrajespesadosyambos
lamirabanpreocupados.Elmásjovenlasondeóconsusojososcuros.
―Sí. No hay que entretenerse, hay fuego cerca y tienen que salir del
agua―informóAdriántratandodeconservarlacalma.
―Yo les avisaré. No quiero que se asusten ―dijo algo nerviosa
girándose para ir de nuevo al lago―. Chicos, tenéis que salir, hay un
incendio.Hapasadounaviónyhanvenido…
―Noseasparanoica―acusóRaúl.
Adriánseacercóalaorillacuandoescuchóelcomentario.
―No está paranoica, salid del lago ahora mismo y vestíos. Tenemos
queirnosdeaquíantesdequeelfuegoseextienda.
Laschicasgritaronysalierondespavoridas,loschicoslassiguieron.Se
vistieronrápidamenteycadaunocogiósumochila.
―Menos mal que llevan buen calzado ―repuso Marcos―. Hay que
darseprisa.
―¿Cómo ha ocurrido? ¿Qué ha pasado? ―Las chicas estaban
nerviosas.¿Quiéneseranahoralasparanoicas?
―Nodisponemosdeesainformación,solosabemosqueelincendiose
acerca.
―¿Noestánintentandoapagarlo?―Raúleraeltípicoguaperas,rubioy
conlosojosazules.
―Mira,chico―vociferóAdriánbastantecansadodeeseniñato.
MarcosseadelantóporquesabíaqueaAdriánseleagotabalapaciencia
pronto.
―Unfuegoenelbosqueesmuypeligroso.Ahífuerahaymuchagente
arriesgandosuvidaporintentarextinguirlo.
Raúlsecallóyagachólacabeza.
―Bien,vamosatratardellegaraunrefugio.Allíhayunpequeñoclaro
dondeosrecogeráunhelicóptero―dijoAdrián.
Marta se quedó blanca, lo decía tan tranquilo y ellos… ¿irían o se
quedarían? Ahora se daba cuenta de que había humo y que el peligro
estabaallí,muycerca.Seatrevióapreguntarle:
―¿Estámuyextendido?
Élsegiró.Esachicateníacorajeynopodíamentirle.
―Sí, donde nos dejaron ya está cogido. Tenemos que ir en dirección
contrariayrezarparaqueelfuegonoseamuyrápido.
―Mirad las mochilas, solo cargad con lo imprescindible. Cuanto más
ligeros,másrápidoandaremosyantesllegaremos―lesaconsejóMarcos.
Marta los volvió a mirar, sus equipos debían pesar muchísimo pero
estaban entrenados para esos casos. Abrió su mochila y miró lo que
llevaba: una cantimplora, una brújula, un pequeño botiquín, un bote de
crema para sol y otro para las picaduras, unas barritas de cereales, una
camiseta limpia, un par de calcetines y una pequeña navaja de esas
multiusos.Desechólosbotes,cerródenuevolamochilayselacolgóal
hombro.
Adriánlaobservaba,habíaterminadoenseguidaynoperdiótiempoen
estar lista. Era algo asombroso en un momento como el que estaban
viviendo.
―Marta,venporfavor.
Laobservóqueseacercabaalgosonrojadahastaunachica.
―Estonolopuedollevar―dijotemerosalachica.
Martamiróelinterior.Llevabaotrobikini,cremasolar,maquillaje,una
botelladeaguayunoscalcetineslimpios.
―Nolonecesitas,cogelabotelladeaguayelpardecalcetines.Elresto
tíralo.
En un momento dejaron un montón de cosas inútiles en la orilla del
lago.Estabanlistosparaempezarlamarcha.
―Bien,nospresentaremosparaquenohayadudadequiénessomos.Yo
soyMarcosyélesAdrián.Somosdelapatrullaforestal.
―¿Yporquénoestánenelincendio?―increpóRaúlconarrogancia.
Adriánsuspiró,esetipoempezabaatocarlelasnarices.Marcossedio
cuentayMartatambién.Ningunopudoevitarquesaltaraaladefensiva.
―Mira, es igual de peligroso estar aquí. O quizás más, porque os
tenemosqueponerasalvoysiemprehayalgúnimpertinentecomotúque
no tiene ni puñetera idea del peligro que corremos mientras estamos
hablandocomogilipollas.
―Tepodíasguardartuscomentarios.Estoesserio,Raúl―dijoMarta,
apoyandolaspalabrasdesuamigo.
RaúlmiróaMartaconrencor.
―Claroquesí,superwoman.―NopudodecirnadamásporqueAdrián
lesoltóunguantazo.
―Podríassermáseducadocontusamigos.ComohadichoMarta,esto
esserio.Vuestravidaestáenjuego.―Adriánnoqueríaserduro,peroese
chiconecesitabaquelemetieranmiedoenelcuerpo.
―Tenemosqueponernosenmarcha.―CuandoMarcosdecíaeso,era
porqueelfuegoseestabaacercando.
AlpasarjuntoaMarta,Adriánnopudoreprimirseenpreguntarle:
―¿Quéhacesconungrupotanvariopinto?
―Mejorestoqueestarsolay…
―Puesyopreferiríaestarsolo.Menudogilipollas.
Se pusieron en marcha y se adentraron en el bosque, todo parecía en
calma.MarcosabríalamarchayAdriánlacerraba.
―¿Noserápeligrosoadentrarseenelbosque?―ironizóRaúlyahora
habíamiedoensuvoz.
―¿Ahoranosvasadecircómohacernuestrotrabajo?
―Tío,callaya,ellossonforestalesyseconoceránelbosquecomola
palmadesumano.
―Menosmalquealguientienesentidocomún―dijoMarta.
El chico que había hablado se acercó a Marta y estuvieron hablando
unos minutos. ¿Estarían juntos? ¿Por qué se preocupaba por eso en esa
situación?Esachicaerapreciosaylista,ademásdetenermáscorajeque
todossusamigosjuntos.
MartanoqueríaalentaraSergio,porquesabíaquelegustaba,peroella
nolecorrespondía.Paraellaerasolounbuenamigo.
Llevabandoshorasdemarchacuandounachicaseparó.
―Nopuedomás,meduelenlospies.
Martaseacercóaella.
―Esther,nopodemosparar.Elfuegonospuedealcanzar.
Lachicalamiróconlágrimasenlosojos.
―Losiento,meardenlospies.Nopuedodarunpaso.
Marcossegiróparaobservaralasdosjóvenes.Québienestaríaensu
casa con Gloria, esperaban un bebé y le encantaba estar con ella y
acariciarlelabarrigaparasentirasuhijo.
―Vamosadescansarunosminutos.
Adriánseacercóaél.
―Voyaecharunvistazoalosalrededores.Esetíomeestásacandode
miscasillas.
―Es un crío, no le hagas caso, no tiene ni idea. Nos queda poco para
llegaralacabaña.Miraavercómoestálazona.
AdriánasintióyobservóaMarta,estabaayudandoalachicaaquitarse
lasbotas.Comosilehubierasentido,ellasegiróyalzólosojos.Lomiró
duranteunosinstantes.Peroenseguidaélsiguióelcaminoyseperdióen
laespesuradelbosque.
Había algo en él que hacía que su corazón galopase. Nunca había
sentidonadaigualynoeraporelpeligro,eraporesamiradaoscura.
A los cinco minutos volvió más preocupado que antes, Marcos le
observó.
―Elfuegointentarodearnos,vamosderechosaél.Hayquecambiarel
rumbounpoco.Elrefugioestáintactotodavía.
―Podríamoshabernosquedadoenellago―dijoRaúl.
Adriánseacercóaélpresodelafuria.
―Mira, listillo, el lago no es seguro. Si los árboles de alrededor
ardiesen te verías obligado a meterte en sus aguas, y créeme cuando te
digoqueesasaguassontraicionerasyturbias.Peroereslibredeir.
Elchicosequedóblanco.
―Adrián, sabes que no puede, tenemos que ponerlos a salvo a todos
―agregóMarcostambiénalgoalterado.
Adrián se quitó el casco exasperado, su pelo negro se le pegaba a la
cabezaporelsudor.
―Puesquesecalle.Elfuegonosacechaymáscercadeloquecreéis.
Hayquedarseprisa.―Sepusoprimeroymiróasuamigo―.Cierratúla
marchayaguantaaesetipejo.
Martaleobservabacondisimulo,eramuyatractivo.Yteníarazón,Raúl
avecessecomportabacomounprepotente.Sedioprisaysecolocódetrás
deél.
―Perdona,¿deverdadestácercaelfuego?
Élasintió.
―Está justo detrás de estos árboles que estamos sobrepasando.
Tenemosquecambiardedirección.Lomáspeligrosoesquenosrodee.
―Elhelicóptero,¿cuántasplazastiene?
Eralistayperspicaz.
―Seis plazas. ―Eran ocho. Él se dio cuenta de que pensaba en el
número―.Nosotrosnosquedaremos.
Adrián llevaba un paso muy rápido y Marcos no podía menos que
admirar a su compañero, tenía los nervios de acero. Las chicas iban
cansadasyteníanmiedo;loschicosselimitabanaavanzar.Laúnicaque
parecíaserenaeraesachica,Marta.AhoraibadetrásdeAdriányestaban
charlando,yporlacaradesuamigonoparecíamolestarlesucompañía.
―¿Quedamuchocamino?
Adriánsegiróylamiró,noparecíacansada,sinomásbienpreocupada.
―Estamosaunahoramásomenos.
―¿Creesquepodráaterrizarelhelicóptero?
Élseencogiódehombros.
―Esoespero.―Elwalkiequellevabasonó―.Perdona.AquílaPatrulla
derescate,tenemosalgrupodejóvenes.Vamosaintentarllegaralrefugio
tres,elfuegointentarodearnos―segiróhaciaMarcosyesteasintiócon
lacabeza.
―Perfecto.Mandamosunhalcónderescate.¿Cuándollegaréis?
―Enunahoramásomenos―respondieronalotroladodelalínea.
―Allí nos vemos, patrulla. Id con cuidado, hace mucho viento y el
fuegoesmuytraicionero.
Martalomirabaembelesada;cuandosediocuenta,apartólavista.
―¿Quéhacíaisenelbosque?
―Íbamosdeacampadaydecidimosirahacerunpocodesenderismo.
Nosabíaquesequeríanbañar.
―¿Vivescercadeaquí?
―No,vivoenunagranciudadybuscabarelajarmedelagobio.
―Vaya,ytehasmetidodellenoenunincendio.
―Tú…¿vivesaquí?
―Sí,vivocercadelaBaseforestal.
―Esunlugarprecioso,yunapenaqueocurranestascosas.
―Sí,todoslosañosserepite,ymásenverano.Perolasproporciones
deestesongrandes.
―Atención,localizadofocodelincendio.Vamosatratardeextinguirlo.
Necesitamosayuda.Repito:ayuda.
Un avión sobrevoló sus cabezas y dejó una rociada de agua sobre los
pinoscercanosaellos.
―Lotenemosmuycerca,¿notaselolor?―Ellaasintió―.Siteresulta
difícil respirar, anúdate un pañuelo al cuello. ―Notó cómo ella se
estremecíademiedo―.Tranquila,prontoestarásentucasadescansando.
―Ytú,¿quéharás?
Lapreguntalellegóalalma.
―Intentarsobrevivir.
Deprontoalgoenellacambió.
Marcoseraconscientedelpeligroymaldijoporlobajo.Ibaaserdifícil
salir ileso de ese infierno. Adrián miraba a su amigo, sabía en lo que
estaba pensando. Enseguida vieron a los lejos la silueta de una cabaña y
todossuspirarondealivio.Adriánseacercóasuamigo.
―¿Lahasllamado?
Marcoslemirabaespantado.
―¿Paraqué?Noquieropreocuparlamásdeloqueyaestará.
―Adrián,¿pasaalgograve?¿AquiéntienequellamarMarcos?―dijo
Martapreocupadacuandosuamigocontinuólamarcha.
Él dudó unos instantes antes de decirle algo. Esa mujer le provocaba
cosasquehacíatiempoquenosentíayledabapánico.Marcosentróenel
refugioallamarporradioparaavisardequeestabanallí.
―Él y su mujer esperan un hijo. No quiere preocuparla porque no
sabemosquépasarácuandoestéisasalvo.
Adrián observó e hizo señales al helicóptero, que ya se vislumbraba,
paraqueaterrizara.Martasemarchóhaciaelrefugioaterradaporloque
le había dicho. Sabía que tenía que hacer algo, se lo decía su propio
corazónyhastasualmalegritaba.Entródecididayconlaesperanzade
conseguirlo.
Alrato,todossalieron.MartasefueconsusamigosyMarcosseacercó
asuamigo.
―Adrián,esachicavale.Mehadichoquemevaya,dicequemimujer
no puede estar con la incertidumbre de cómo estaré en su estado. Me ha
dichoquemilugarestáasulado.
―Pero…ellanopuede…―Erahorrible,ellanopodíasacrificarse.
―Amigo, me parece que no la vas a hacer cambiar de idea. Te gusta,
¿verdad?
Adriánasintió.
―No te lo puedo negar, pero no quiero volver a ver a alguien en
peligroynopoderayudarle.
―Ellanoes…Confíaenella,esfuerte.
―Hepensadovolverallago,allíesperaremosayuda.
―Sí,perocogeunpardechalecos.Lasaguassonturbias.Esperoverte
pronto,ysuerte.―Losdoshombresseabrazaron.
LaschicassubieronsindecirnadaaMarta,soloqueríanestarasalvoy
les daba igual lo que ella hiciera. El helicóptero despegó con seis
personas,seisfueradepeligro.Ahoraerandosysumisiónerasobrevivir.
―Vamosacomeralgorápido,necesitaremoslasfuerzas―dijoAdrián
mirándoladereojo.
Ella asintió y se sentaron a comer unas latas frías para no perder
tiempo.
―TeníasquehaberdejadoaMarcos,éltienemásexperienciay…
―Prometoquenoseréunacarga.Élsemereceestarconsumujer.No
quiero pensar en ella si a él le hubiera pasado algo. ―Se le escapó un
sollozo―.Losiento,soydemasiadosensible.
Éllepusolasmanossobreloshombros.
―Eres la mujer más fuerte que he conocido. Nadie hubiera hecho lo
quetú.
Ellalemiróalosojos.
―Nunca me he encontrado en una situación tan al límite. Espero no
perderlosnervios.
―Estaréatuladoparaayudarte.―Cuantomáslamiraba,másseperdía
enella―.Tenemosqueirnos,¿estáslistaparaunamarchaultrarrápida?
―Meparecequesí.
Siguieron la misma ruta por la que habían llegado hasta allí, pero era
diferenteporqueelfuegohabíaempezadoahacerbrechasenlosárbolesy
les llovía una mezcla de hojas, ramas y cenizas. Marta se colocó la
camiseta que llevaba en la mochila en el pelo, no quería quemarse. Él
admirósuinteligencia.Amitaddelcaminosepararonabeberagua.
―Noestamosmuylejos.
Ella observaba el bosque, lo que antes parecía apacible ahora era un
infierno,susojossenublarondelágrimas.
―Quélástima,cuántodaño.¿Hasidoprovocado?
Élasintió.
Lasramascaíanconmásfuerza,teníanquesalirdeallíenseguida.Una
delasramasgolpeóaAdriánenlacabezayleabrióunabrechaenlaceja.
―Espera,hayquelavarla.
Él la cogió de la mano y la guió hasta una zona un poco menos
peligrosa.
―Tenemosquesalirdeaquí…
Cuando pararon, Marta le echó un poco de agua sobre la herida y
entonces recordó algo, rebuscó en la mochila y orgullosa de su proeza,
sacóunpequeñobotiquín.
―Menosmalquenolotiréenellago.―Lepusodostiritasjuntaspara
queporlomenosnoseleinfectara.
Éllamirabaasombrado.
―Eres maravillosa. ―No pudo remediar poner sus labios contra los
suyosenuntiernoycastobeso―.Continuemos.―Lavolvióacogerdela
manocomosifueralomásnatural.
Marta aguantaba la emoción, este hombre fuerte y tierno se le estaba
metiendoenelcorazón.Antesdellegarallago,unamultituddetroncos
cortabanelcamino.Adriánsequedópensativo.
―Lo mejor sería cambiar de dirección otra vez, pero perderemos
tiempo.
―Yonosénipordóndevoy,¿cómolohaces?
Élserio.
―Es cuestión de haber pasado muchas veces por el mismo sitio.
Conozco el bosque muy bien. Cuando era pequeño, solía venir con mi
hermanoy…
Martalomiró,poreldejedesuvoz...
―¿Ospasóalgo?
―Nohabloamenudo,nodeeso.Nosgustabapasearynosperdimos.
Mi hermano era mayor que yo y aun así no sabía por dónde íbamos. Se
cayóyserompiólapierna.Estuveconéltodoelrato,nopodíahacernada
más.Yyohiceunapromesa,nuncamevolveríaaperderenunbosque.
Martaleechólosbrazosalcuelloyleabrazó.Sehabíaenamoradode
esehombretiernoynosabíacómohabíasucedidoentanpocashorasque
loconocía.
―Erassolounniño,nopudistehacernada.Lomásimportanteesque
estuvisteconélyesonuncalopodráolvidar.
―¿Dónde has estado todo este tiempo? ―Adrián alzó la vista y la
abrazómásfuerte.Labesócontodoloqueteníadentroguardado.
―Meparecequemuylejosdeti―ellalodijoenbroma.
―Espero que cuando esto termine, quieras cenar un día conmigo y
podamosconocernosmejor.
―Eso suena muy bien. ―Continuaron abrazados durante unos
segundos.
―Estoyenelcielo,perodebemoscontinuar.―Ellaasintióynotócómo
élleagarrabadelamano―.Nomegustaríaperderteenesteinfierno.
―No me vas a perder. ―Para ella era como un sueño y no quería
separarsedeél.
Intentaron cruzar por en medio de los troncos, para atajar camino, y
Marta se hizo un profundo corte en una pierna. Pararon un momento y
Adriánhizoungestodepreocupación,lesangrabamuchoynoseparaba.
―Esunpocoprofundo.Voyahacerteuntorniquete.
―¿Nodicenqueespeligroso?
―Loessinosabeshacerlo.Notepreocupes,soyunexperto.―Sequitó
lamochilayrebuscódentro,dedondesacóunavendablancayunatela―.
Esperoquenotequedeseñal,tienesunaspiernasmuybonitas.―Ellase
sonrojóyélsepusoserio.
Aellaleencantabansuscambiosdehumor,lomismoestabacontentoy
relajado,queseponíaserioytenso.Estabaenamoradadeélcomonunca
antes lo había estado. Se mareó un poco y dejó caer sus manos en los
hombrosdeél.
―Tranquila,casiestá.Recuéstateunpoco.―Laayudó.
Martaestabamortificada,eraunaposiciónmuyíntima.Éllerozabael
musloyparaellaeraalgosumamenteerótico.
Elverlatansumisayrelajadalerobóelcorazón.Noentendíaloquele
pasaba con ella, le había contado algo que nadie sabía. Y sus besos le
habíanpuestoallímitedesusfuerzas.
Dios, la deseaba, pero no solo en su cama. La deseaba en su vida,
alegrándole con esa dulce sonrisa. Quería conocer sus gustos, dónde
vivía,quéhacía;loqueríasabertododesuvida.
―Yaestá,ahoravoyavendarunpocolaheridaparaquenoseinfecte.
―Mesientodeprontocansada.
Eranormal,habíaperdidobastantesangre.
―Estamoscasienellago.VoyallamaralaBase,descansa.
―Nomedejessola,medapánico.
Élseacercóylaabrazócontrasucuerpo.
―Aquí patrulla de rescate ―pronunció sin separarse de ella con el
walkieyaenlamano―.SoyAdrián,estoycercadellago.Miacompañante
estáheridaenlapierna.Necesitamosayuda.Repito:necesitamosayuda.
―Aquí Base: recibido. Mandamos hidroavión. En unos minutos
estaremosallí.
―Marta,escucha,yavienen.Tenemosqueirhaciaellago.
―Nopuedo,losiento,notengosensibilidadenlapierna.
Adriánsintióunsúbitopánico,esoeraunamalaseñal.
Lacogióenbrazos,quedabamuypocoylallevaríaaunquelecostarala
vida. No la abandonaría por nada. Los últimos metros fueron duros, a
parte del equipo que llevaba, el cargarla a ella era demasiado para él.
Martanotabaquevolaba,lallevabaenbrazos.Abriólosojosyvioellago
cerca.
―Adrián,espera.Meencuentromejor―susurrósintiéndosemuydébil.
Éllamiró,yanoestabatanpálida.Labajóylamantuvoabrazadaaél.
―¿Seguro? No me cuesta nada llevarte. Para mí es un placer ―dijo
Adriánsonriéndole.
Ellamirólasaguasdellagoynopudoevitarestremecerse.
―¿Quévamosahacer?
―Metemoquetenemosquemeternos,elhidroaviónparaenmedio.He
traído dos chalecos. ―Adrián se dio cuenta de que le cambió la cara,
estabaaterrada.
―No,esono.Notedascuentadequenoestabadentrobañándome.Me
dapánico,noverelsueloy…
―Amítampocomehacemuchagracia,perotenemosquehacerlo.Los
chalecosnosmantendránaflote.
Ellasepusomáspálidatodavía.
―Marta,¿quépasa?¿Tienesmiedo?
―Sí, yo… cuando era pequeña me caí a un pozo. Sus aguas estaban
frías y oscuras y no podía ver nada. Desde entonces me da pánico.
―Enterró su cara en las manos y sintió los brazos de él en torno a su
cuerpo.
―Los dos tenemos fantasmas, pero juntos los vamos a vencer. No te
voyadejar.Dentrodeunashorasnosreiremosfrenteaunbuenplatode
comiday…
―No, ante un buen baño. Me siento andrajosa ―dijo recuperando un
pocoelhumor.
Élrio.
―Bueno,puestereirásantebuenbaño.
―¿Nomedejarás?
―Nunca.―Leterminódeatarelchalecoysepusoelsuyo―.Adelante.
Lacogiódelamanoyempezaronaentrarenelagua.Ellaseaferrabaa
su mano como queriéndole decir que no quería perderlo. Poco a poco
avanzaronhastaquesuspiesnotocabansuelo,perograciasaloschalecos
se mantenían a flote. Ella dio un respingo, él la cogió de la cintura y la
acercóasucuerpo.
―Tranquila.Estoyaquí.
―Medapánico,nopuedo.
Élseseparóylabesócontodoelamorquesentía.
―Sípuedes.Eresunamujerfuerteyyoestoyatulado.―Sequedaron
abrazadosenmediodellago,esperando.
Elhidroaviónvolósobresuscabezas.
―Marta, ya está aquí. Estamos a salvo. ―El cuerpo de ella estaba
laxo―.Noteduermas,cariño.Tequiero,tenecesitoenmivida.―Pero
ellayanooía,sehabíadesmayado.
El aparato amerizó y Marcos salió, les miró atemorizado cuando vio
queellaestabainconsciente.
Dentrodelaviónlepusieronunamanta,Adriánestuvoasuladodurante
todoeltrayecto.Cuandollegaronalhospitallepusierondosinyecciones:
unaparalahipotermiayotradeantibiótico.
Martanosentíanada,solounavozquelehablabayunamanoquecogía
lasuya.Habíaescuchadoqueélledecíaquelaquería,¿lohabríasoñado?
Seestabatanbienallí,sindolor.Peroteníaquevolverconél.
Adrián se paseaba por la habitación. No había descansado desde que
habíanllegado.Solosehabíapermitidocambiarsuequipoporlaropaque
Marcoslehabíallevado.
No podía dejar de pensar en lo que haría sin ella. Ahora que la había
encontrado,noqueríaestarsolo.Sesentóenlasilla,alladodesucama.
―¿Adrián? ―No había nadie, estaba sola, pero notó una mano que le
acariciabalamejilla.
―Estoyaquí,cariño.¿Cómoteencuentras?
AMartanoseleescapóelapelativocariñosoquelehabíadirigido.
―Meencuentrounpocodébil.Meduele…¿eltrasero?―Élserio,era
increíblesurisa.Martacreyóquesedesmayaríadenuevo.
―Te han puesto dos inyecciones. Una de medicina y la otra por la
hipotermia.
Ellaenarcóunacejaalgodisgustada.
―Sehanensañadoyleshasdejado.
―No sabes cuánto lo siento. Pero era lo mejor ―reconoció Adrián
haciendounmohín.
Ella lo miró, se había quitado el uniforme y llevaba unos vaqueros y
unacamisetanegra.Siyalehabíaparecidoatractivoconeluniforme,con
esa ropa le resultó demoledor. Entonces se acordó de algo y sonrió de
formapícara.
―Medebesunbaño―dijomirándoloalosojos.
ÉlrioacarcajadasyesesonidollenóelcorazóndeMartadeamor.
―Encuantosalgasdeaquí,cumplirémipromesa.
―¿Yeltrabajo?
Éllamirófijamente.
―Merezcounasvacacionesdespuésdehabersalvadoaunamujermuy
valiente.Esosiquieresestarconmigo.
―Seríafantástico,meparecequemehehechodependienteati.―Marta
sintió su mirada oscura llenándola por completo―. Además, me parece
quehesoñadoalgo.
―¿Quéhassoñado?―Élenarcóunaceja.Sabíaloqueibaadecirle.
―He soñado que antes de subir al avión me decías que me querías
―susurróMartaponiéndoserojacomountomate.
Élsonriócuandonotóquesesonrojaba.
―No lo has soñado, lo dije de verdad. Estoy loca, perdida y
completamenteenamoradodeti.Esperoquetelocreas,aunquesolonos
conozcamosdepocomenosdeundía―confesóAdriánconpasión.
Ellasonrió,noleparecíararoporqueellasentíalomismoporél.
―Tequiero,Adrián,ynoquierosepararmedetinunca.
***
Alaspocashorasledieronelaltaysefueronalaviviendadeél.Era
una casa bonita con un pequeño jardín en la parte trasera. Él estaba
contento,porfinsucasaseríaunhogarverdadero.
―¿Te gusta? ―Adrián había sentido su nerviosismo durante el
camino―.Esperoquequierasviviraquíconmigo,porqueesloquemás
deseo.Nosésipodrásdejartutrabajoy…
―Oh,Adrián,jamásimaginéesto.Estoytanfeliz.Meencantaríavivir
en tu casa. Por el trabajo no me preocupo, puedo buscar algo aquí. Soy
maestra.
Éllamiróllenodefelicidad.
―Micasa,no,cariño.Nuestrohogar.―Esaspalabrasseclavaronensu
alma―.Ahorameparecequetedebounbaño,yyocumplomispromesas.
Elbañoestabaenlaplantadearribaycuandoentró,sesorprendió.La
bañera estaba cubierta de velas que él había encendido y llena de agua
caliente. Dejó caer un frasco, y un suave olor a jazmín le inundó los
sentidos.Eraunambienteíntimoyrelajado.
―Ahoradisfrutadetubañocontranquilidad.Tedejoasolas…
―Espera. ―Ella se mordió el labio, era la hora de demostrar sus
sentimientos―. Nunca me imaginé un baño individual. ―Se giró para
mirarlabañerayluegolemiróaél―.Cabemoslosdos.
Eralomásíntimoquelehabíadichounamujer.Lamiróembelesado.
―¿Estássegura?―dijoatascándoseconlaspalabras.
Ellaasintiómientrasseacercabaaél.Susmanosseposaronensupecho
yempezóadesabrocharlelosbotonesdelacamisablancaquellevaba.
―Nohaynadaquedeseemásqueestarcontigo.
―Escucha,simemetoenesabañeracontigo,nomevoyaestarquieto.
Tedeseotantoquemeduele.
―Yonohedicholocontrario.Tambiéntedeseo.
Sus ropas desaparecieron enseguida, ansiosos ambos por sentirse y
acariciarse. Pronto fueron dos personas amándose como nunca antes lo
habían hecho. Fue una experiencia íntima, erótica y con mucho amor.
Sobretodoamor,porqueambossehabíanencontrado.
Lasfotosdeldestino
EsterFernández
Madrid,2015
Suenaelteléfono;hoymetocamadrugar,yaquetengounaentrevista
detrabajoenunodelosperiódicosmásconocidosdelaciudad.Perome
cuesta tanto despertarme que Martina, mi mejor amiga y vecina, suele
hacerlo,siemprequepuede.SoyFrancisca,aunquemegustamásPaqui,es
másmoderno.SoydePelayosdelaPresa,unpueblodeMadrid,queseme
quedó pequeño a la hora de poder estudiar fotografía, mi sueño desde
niña.TengoveintiséisañosyvivoconJavier,unpolicíamuymodernoy
noviodemiamigaMartina.Tengouncuerponormal,nosoynidelgadani
gorda,peroesosí,soyalta,puesmidounmetrosetenta.
Melevantoconperezamientrasmeestiro,abrolaventanaquedajunto
amicama;desdeellapuedodisfrutardelavistadetodalaciudad.Tuve
muchasuertedeencontrarestepiso.JavierbuscabacompañerayMartina
me lo sugirió, tenemos mucha confianza. Además, prefiere que sea yo
quien viva con su novio que cualquier otra persona fuera de nuestro
entorno.
Vivimosenelúltimopisodeunedificio,elcualnotieneascensor,así
que hago mucho ejercicio. Vivir en un sexto sin ascensor no es tan
divertido,yaquenopuedoencontrarmeconlosvecinosenél,perosípor
lasescaleras.Martinaviveeneledificiodeallado,enunpisoquecompró
su madre para ella. Javier y Martina se querían ir a vivir juntos, pero
prefierenirpocoapoco,asíquevivenseparados.
Acabo de observar la ciudad. Hoy está radiante el sol, por lo que me
voy corriendo a la ducha, y cuando termino oigo trastear a Javier en la
cocina: ya me está preparando el desayuno. Qué bien, porque estoy
hambrienta. Tenemos una mesa en la cocina y otra en el salón, pero
normalmenteusamosladelacocinaparadesayunar,comerocenar.Solo
enocasionesespecialeslohacemosenelsalón.
Salgoporlapuertademihabitaciónymedirijoalacocina.Elolora
tortitasycafémeinundalasfosasnasales;yosinmicafénovivo.Cuando
llegoalacocina,Javiermeobservayniegaconlacabeza.
―¿Quépasa?―lepregunto.
―Yahasvueltoamirarporlaventana―mediceriéndose,viendomi
aspecto.
―Claroquesí,haceundíafantástico,yvoyatenermuchasuerte.
―Esoesseguro.Martinamedijoqueibasaunaentrevistadetrabajode
becariaenunperiódico―mecomenta,chocandolasmanos.
―Sí, y espero que me den el trabajo. ―Asiento mientras me pongo
unascuantastortitasyunpocomásdecafé.
Javier me observa, lo veo mientras sigo comiendo el desayuno. Es
bastantemásaltoqueyo,mideunonoventa.Esuncuatroporcuatroyestá
realmentebueno,aunqueparamísoloeselnoviodeMartinaymimejor
amigo.
―¿HasvueltoaquedarconMario?―mepreguntaalverquemechupo
los dedos. «Ummm», sonrío internamente cuando noto que mi gesto le
afecta,puessabequequienmelapegófueél.
Yalotuvoquemencionar...
Mario es el compañero de Javier, un policía que se cree Dios y que
realmentenomeconviene,unchulopornaturaleza.
―No,esaguapasada―ledigo,encogiendoloshombros.
―Nena,setevaapasarelarroz―measeguramientrassedalavuelta
pararecogerlascosasdelamesa.
―Anda,nosueñes.Sitantoquieresquetenganovio,preséntameauno
querealmentemerezcalapena,ynoauncompañeroalquenadieaguanta
sustonterías―lecontestoalgomolesta―.Porcierto,aúnnosemepasa
elarroz,soydemasiadojoven―digoriéndome―.Y¿túcuándopiensas
pedirleaMartinaquesecasecontigo?―lerespondoconunapregunta.
―Esonovale―protesta,intentadopillarmeparahacermecosquillas.
―¡Oye!Para,porfavor.¡Uy!Voyallegartarde―comento,mirandoel
reloj que tengo en frente de mí―. Voy a lavarme los dientes y me voy
pitando.
Cuandosalgodelbaño,yaestoyperfectaypreparadaparalaentrevista
detrabajo.
―¿Llevastodo?―mepreguntaJavier,denuevoserio.
―Sí, aquí en la mochila. Llevo el book y la cámara también. Te dejo.
Nosvemosestanoche,¿no?―Leobservomientrasabrolapuerta.
―No,hoymetocaguardia.
―Ok.Tencuidado―ledigo,dándoleunbesoenlamejillaysaliendo
porlapuerta.
―Lotendré.Buenasuerte.
***
Salgoporlapuerta,sinmiraratrás,ybajolasescalerassaltandoenel
último escalón de cada piso. Es una mala costumbre ―y más con los
tacones―,peromegustalaideadehacerel«tonto».
CuandollegoalportalmeencuentroaFermínapoyadoenlapared;es
el portero del edificio. Me saluda con la cabeza y le digo adiós con la
mano.Mirocallearriba,dondetengoaparcadoelcoche;espequeñopero
muy útil en esta ciudad llena de vehículos. Llego y veo unos cuantos
papelesdepublicidad.Suertequenollovió,quesinometocaríarascarel
parabrisasparaquitarlos.
Miroelrelojyveoquemetocapisarafondo;enmediahoratengoque
estar en el periódico, y no queda cerca de mi barrio. Odio llegar tarde.
Rezoparaquenomepilletráficoypongolamúsicaatodotrapo,puesme
encantacantar.
***
Ya estoy de camino cuando veo que me pilla algo de caravana.
Suspiro, cojo el manos libres y llamo al periódico. Espero que no me
ponganfaltadepuntualidadporestatontería.
―PeriódicoElCírculo,¿enquépuedoayudarle?LeatiendeVictoria.
―Victoria, soy Paqui, tengo entrevista a las diez y media y me ha
pillado un atasco, ¿se lo puedes decir a tu jefe, por favor? ―suelto bien
altoparaquemeoigabien.
―Hola, Paqui. Claro, no hay problema, espera que se lo digo, no me
cuelgues―mediceconvozclaraysuave.
Un rato después, mientras sigo esperando a que nos pongamos en
marcha,oigootravozalteléfono:
―Paqui,¿siguesahí?―preguntalavozdeldesconocido.
―Claro que sigo aquí, esto no se mueve ―aseguro, demasiado
concentradaenelcoche.
―Muybien,soyMario,tuposiblenuevojefe.Noquieroquetengasun
accidenteporhacerunatontería,asíquecuandollegues,llegaste,peroten
cuidado,porfavor―mecomentaconuntonodetranquilidadasombrosa.
―¡Oh!Disculpe,señor,estabapensandoenhacerunacarrerahastaallí.
―No te preocupes, y llámame de tú. ¡Soy demasiado joven para el
usted! ―exclama con una carcajada―. Y ahora, cuelga antes de que te
ponganunamulta―sueltamientrasoigoqueélyahacortadolallamada.
―¡¡¡Hombres!!!―digoenvozalta,ahoraquenomeoye.
Veo que los coches comienzan a moverse y yo, tan feliz, empiezo a
acelerarhastaqueoigounruidoyunasacudidaquevienedeatrás.Muevo
la cabeza para mirar por el retrovisor y veo cómo el coche de atrás me
«habesadoeltrasero»,comodiríamibuenaamigaMartina.Eraloqueme
faltaba.Sueltounapalabramalsonanteymebajodelcoche,conganasde
mataraalguien.
―¡Tú!,bájateahoramismodetupedazocoche.¡¿Hasvistoloquehas
hecho?! ―grito sin mirar al conductor de atrás, pues estoy observando
cómohaquedadomipequeñovehículo.
―Disculpa, bonita, la culpa ha sido tuya, por no ir más deprisa ―me
diceeltipodesdelaventana.
―¿Perdona?Novesquenosemueven.Sitienesprisa,¡cógeteunvuelo,
sopayaso!―Medoylavuelta,gritándole.
―¿Sopayaso?¿Quéclasedeinsultoesese?―Seríe.
Aggg, tengo ganas de estrangular al tipo ese que me habla desde su
coche. Pero en lugar de eso, me acerco al mío y cojo los papeles del
seguro;porsubien,esperoquenohayaproblemasparaqueélpaguelos
desperfectos.
―¿Tienespapeles?―preguntaconcaradeasombro.
―¿Ytú,delincuentealvolante?―Sigosinmirarlealacara.
―Vale,tengosuficienteprisacomoparaseguirdiscutiendocontigo,así
quedametusdatosparacubrirelpartedeaccidente.
Selosdigo.Élapuntamisdatosyyolossuyos,ydespuéscadaunonos
subimosanuestrosrespectivoscoches.
Estoeraloquemefaltaba;ahorasíquellegotarde.Esperoqueporesto
nopierdamitrabajo,olomato.
40minutosmástarde…
Llegoalperiódicodespuésdeunabúsquedalocadeunaparcamiento.
Notuvesuerteyloacabédejandoenmalsitio;deestanomesalvanadie
de tener una buena multa. Entro por la puerta y veo a la chica de la
centralita.YanoesVictoria,asíquemeacercoylesonrío.
―TengounaentrevistaconMario―informo,ajustándomelasgafas.
―Sí,unsegundo―medicemientrasmeindicaquetomeasiento.
La oigo hablar por los cascos y me atuso el pelo. Necesito relajarme,
que vaya viajecito he tenido: primero la caravana, luego la discusión, y
luegonoencontrarsitioparaaparcar.
―Yapuedespasar,Paqui,teestánesperando―mecomenta,sonriendo.
―¿Esperando?―Estoysorprendida.
―Sí,MarioyJoaquínserántusentrevistadores,amboshermanos.Que
tengassuerte―contestamientrasmeabrelapuerta.
―Gracias―respondoalmismotiempoquecruzolapuerta.
Alentraralaotrasalaveoalosdoshombresmirandoporlaventana,
deespaldasalapuerta.
―Porfavor,tomeasiento.¿Deseatomaralgo?―expresaelmásaltode
losdos.
―No,gracias,estoybien―comentoalgonerviosaporlasituación.
―Bien,nospresentaremos―indicaeste,dándoselavuelta.
Cuando ambos se giran, mi cara cambia de expresión: el más alto ¡es
él!,elpayasoquegolpeómicocheenelatasco.Nomelopuedocreer.Él
haceungestoconlacaraquemehacetemblar.Esuntipobastanteguapo,
moreno, con rasgos americanos y muy alto, con un cuerpo delgado y
atlético.
―Volvemosaencontrarnos,señoritaFernández―mesueltaelpayaso
convozirónica.
―Yo…,yo…esperoquenotengaencuentaloqueledijeenelatasco,
aunquenomearrepiento.Ysiporesonomedalaoportunidadquemeiba
a dar antes de conocerme, es que realmente no me merecen ―farfullo
tododecarrerillacomomeenseñómipadre.
―Veoqueyaosconocéis.SoyMario,Joaquínsoloestarápresenteenla
entrevista, pero seré yo quien tome la decisión final de contratarla o no
―interrumpe el otro, que estaba observando el partido de tenis entre
nosotros.
Miroalosdos.Marioesuntiporubio,normalito,sinllegaralabelleza
masculinadeJoaquín,yademásselevemáshumano.
―Bien, comencemos, háblanos de ti ―me dice Mario, observándome
conatención.
―Soy una chica de pueblo. He venido a la capital para estudiar
fotografía y me gustaría hacer las prácticas en su periódico ―expongo,
haciendopequeñaspausasmientraspiensoquépuedegustar,quéeslomás
apropiadoparaconseguirelpuestodetrabajo.
―Bien, es algo normal que quieras hacer eso. Ahora, cuéntanos, ¿por
quésomoselperiódicoquehaselegidoparalasprácticas?
―Bueno…, me hablaron muy bien de ustedes y no me lo pensé dos
veces.Investiguéunpocoyviqueeranunperiódicojuvenilperfectopara
loqueyobuscaba.―Sonríopensandoenquelaquemelorecomendófue
Victoria,lachicadelacentralita.
―¿Yquébuscabas?―preguntaJoaquín,poniendointerés.
―Buscaba un periódico donde hubiese horario flexible, un buen
ambientedetrabajo,yademástienenunbuenplandecarrera―enumero,
observandosucara.
Veoqueambosasientenymeobservan.Marioponeelcurrículoencima
delamesaymeindicaquemerelajeconlamirada.
―Vale, hemos visto tu currículo y está bastante bien. Hemos pedido
informaciónatodaslasempresasytodoelmundohablabiendeti.Creo
[1]
quetepedimosunbook ,¿lotienes?
―Sí, claro, aquí lo tienen. ―Le entrego el álbum que elegí―. Como
verán, hago fotos de todo lo que veo u observo ―comento, enseñando
conlamanoloquemepiden.
―Perfecto, me gusta lo que veo. ¿Cuándo puedes empezar? ―me
preguntaMario,sonriente.
―Cuandolodeseen,salvoqueporlastardestengoquesaliralassiete
porque colaboro en una ONG con niños. Si no les importa, claro.
―Suspiro nerviosa, al fin lo solté. Temo que no me den el puesto por
esto,pornopoderalargarmijornadalaboralmáshoras.
―Por supuesto que no nos importa, tu horario será de nueve de la
mañanaacincodelatarde.Tendrásunahoraparacomer,hayuncomedor
aquísiquierescomer.Damosticketcomidayademástepagaremosunos
cuatrocientos euros por tu trabajo. Sé que es poco, pero cuando veamos
cómo trabajas, veremos si te subimos el sueldo. Ahora te dejaré con
María,misecretaria,quetedaráelcontratoytodoloquetehecontado.
¿Teparecebien?
Asiento con la boca abierta, no tengo palabras. Balbuceo un sí, claro
queestábien.Ysonríoalverquemehandadoeltrabajo.
―Perfecto, pues mañana te vemos. Y me alegra ver que has llegado
sanaysalva―añadeMario,sonriendomientrassaleporlapuerta.
―Un placer, señorita Fernández, nos veremos por aquí ―expresa
Joaquín,sonriendopicantemente.
Salgodespuésdeellos,aúnsinpodercreerlasuertequehetenido.
Mástarde,estoysentadaenmicocheconelcontratoyunagransonrisa
enmiboca;además,losdossonrealmentemonos.Suspiro,negandocon
lacabeza.¡No!Notengoquepensareneso;sonjefes,nodeboacércamea
ellos.
***
Un par de horas después he vuelto a casa, con la compra hecha y
pensando en que debo llamar a Javier y a Martina. Cojo el teléfono y
marcoelnúmerodeMartina;esperoquenocomunique.
―Martinaalhabla…―Porunaveztengosuerte.
―Hola,guapa,soyPaqui,¿sabesqué?―comentoemocionada.
―Paaaaqui, ¿por qué no me has llamado al móvil?, así no te hubiese
hechoesperar.Dimequéhapasado,¿tieneselcontrato?―meseñalacon
vozfuerte.
―Sí,melohandado,yesonoeslomejor.Tengodosjefes,ylosdos
están como un queso… Pena que estés con Javier. ―Rio pensando en
ellos.
―Malvada,tehasfijadobien,¿eh?Ycuéntame,¿tehandichoalgodela
ONG?―Laoigoponerseseria.
―No, al revés, no me han puesto pega alguna. Por cierto, con el
hermano moreno tuve un pequeño encontronazo. ―Pongo cara, sin
acordarmedequenomeve.
―¿Quépasó?―mepreguntapreocupada.
―Mebesóeltraserodelcoche,elmuyestúpido―digorápidamente.
―¡Oh!Bueno,loimportanteesquetedieraeltrabajo.Lotenemosque
celebrar.¿Cuándocomienzas?―Seleescuchafelizpormibuenasuerte,
por la oportunidad que me ofrece el puesto de trabajo que acabo de
conseguir.
―Mañana,desdelasnuevehastalascinco.Losviernestrabajohastalas
tres,asíqueesteviernes,túyyo,fiesta.
―Yasabesquemeapuntoaunbombardeo.Cuentaconmigo.
―Perfecto, voy a llamar a Javi y contarle todo, ya hablamos por
WhatsApp.Besitos,linda,adiós―ledigomientrascuelgo.
Cojoelteléfonoypiensoenlodelviernes:fiesta;hacíatiempoqueno
salíamos.Marcoelnúmeroy...Vaya,Javiermedacomunicando.Seguro
quetendrámucholío,asíquelemandounwhatsylecomentotambiénlo
delafiestadelviernes;ojalápuedavenir.
«Hola,Javier,hellegadoacasa,todobien,tengoelcurro.Martinayyo
vamosahacerfiestaelviernesfueradecasa,claro,¿teapuntarás?Dime
quesí.Unbesito…Muac».
Perfecto, enviado. Ahora a prepararme, que me toca ir a ver a mis
chicos. Trabajo en una ONG con chicos con problemas familiares.
Hacemos fotos, collages, les ayudamos con los deberes, hacemos
salidas…Vamos,lesentretenemoshastaquetienenquevolveracasa.No
lotomocomountrabajo,puesesunaalegríavercómonosrecibencon
sonrisas,ydepasolesayudamosunpocoduranteeltiempoquepasamos
conellos.
***
Hellegadoacasamuerta,sonlasdiezdelanoche;estavezsíquenos
hemospasadomásdelacuentaenlaONG.Comonomeapetecehacerla
cenahecogidocomidadecaminoacasa,ymenossinovieneJavier.Lo
buenoesquemerespondióalWhatsAppyseapuntaalafiestaelviernes.
Mientrascenohepuestolatelevisión.Nohaymuchoquever,laverdad.
Entrepolitiqueo,cosasmalasyprensarosa,lopocoquehayselotragael
mando. Pero cuando voy a apagarla veo que sale Joaquín, uno de mis
nuevos jefes, junto a una moza un poco más joven que yo en plan muy
cariñoso.Uf,quéhombre.Enfin,mañanahabrárevueloenelperiódico.
Apagoeltelevisorymevoyalacama;mañanaseráotrodía.
***
Suenaelteléfono,nosoycapazdeencontrarloconlamano.
Noquierolevantarme,no,meniego,perosisiguesonando,Javierme
mata, porque le despertará, y no hay quien le aguante por la mañana
despuésdeunanochedeguardia.Asíquetraslucharcontralapereza,me
levantodelacamaylobuscoporelcuarto.Cuandoconsigoencontrarlo,
contestoconvozpastosa.
―¡Arriba, nena, que es jueves, y mañana tenemos fiesta! ―grita
Martinadesdeelotrolado.
―Ya estoy despierta, no hace falta que grites ―le contesto con malas
pulgas.
―Porsiacaso.Adiós―aseguraentrerisas,paraluegocolgarme.
Quémaníatienentodosdenodejarmedespedirme.Enfin,yaestoymás
omenosdespierta.Melevantoarrastrándomehaciaelbañoymemetoala
ducha;realmentetrabajarnoesdivertido.
Cuando ya estoy decentemente vestida y despierta, me acerco a la
cocina. Huele a café hecho y miro hacia el salón, donde me encuentro a
Javiertumbadoenelsofá.Meacercoyveoqueestádormido.Letapocon
cuidado con una manta y voy a desayunar. Cuando acabo, recojo todo y
salgodelpisosinhacerruido.Aúnestoymediadormida,yloquemenos
quieroesenfrentarmeaunpolicíaconmuymaldespertar.
***
Hellegadodiezminutosantes;yaestoyenmimesa,alaesperadeque
me llamen para ver qué noticia cubro. Veo pasar a Joaquín y me quedo
embelesada,mirándole.Creoquemegusta.Niegoconlacabeza,puesno
deberíapensareneso,peroesqueestátanbueno...
Algomesacademissueñosyveoquesehaacercadoamimesa.
―TierrallamandoaPaqui.PorDios,dejadesoñardespierta―apunta
malhumorado.
―Lo siento ―murmuro, agachando la cabeza para que no vea la
sonrisatontaenmiboca―.Estabapensandoen…―Veoquelevantauna
mano.
―Déjalo,nomeimporta,tedecíaquetequieroenlasaladereuniones
en diez minutos; es decir, en cinco, ya que has perdido cinco minutos
babeando―refunfuñaenplanborde.
Veoquesealeja,yyoparpadeo.Pero¿quiénsecreequees?,¡quétipo
más borde! Por Dios. Me levanto de la mesa con un cuaderno y un
bolígrafoytirohaciaallí,esperandoqueelrestodeldíaseamejor.
Entro en la sala de reuniones y veo a otras cinco personas más. Me
siento en un hueco entre una chica de pelo lacio y un chico con gafas;
ambosmesonríen,asíqueyotambiénlohago.Ahíestáél.Uf,quécalor
meentrasoloconverle.
¡No!
Nopienseseneso,Paqui.Niegoconlacabeza,intentandoportodoslos
mediosdejardepensarenlobuenoqueestá.
―Os he reunido para primero dar la bienvenida a vuestra nueva
compañera, Paqui. Será la nueva fotógrafa. ―Me señala―. Y segundo,
tenemos una entrevista preparada, ¿no es así, Samantha? ―pregunta a la
chicadepelolacio.
―Sí,señor―respondeella,mirandohaciadondeestáJoaquín.
―Bien,ellaserálafotógrafa,yasabesloqueesperodevosotras.Ponla
aldía.Elrestopuedeirse.
Veo salir a todos y nos quedamos solo los tres. Joaquín hace un
movimiento de cabeza a Samantha y ella asiente. Me mira y sonríe de
formaextraña,paraluegosalirporlapuertaconunsimple«teveoluego,
Paqui».
―Aquí estamos. Me gustaría decirte que me gustas y me atraes de
maneraintolerable―dicesinpreámbulos.
―¿Perdón?―respondo,parpadeandosinhaberleentendido.
―Nomegustarepetirme,¿tienesalgoquehacerestanoche?―apunta,
observándomemuydetenidamente.
―Puessí,dormir―aseguro,enplangracioso.
―Ya.Puestienesunacenaconmigo.Tengoqueponertealdíacontodo,
y no acepto un no por respuesta. Y, por favor, que no se entere mi
hermano.Yapuedesirte,luegotemandounSMSconlahoraqueterecojo
en tu casa ―me informa mientras me abre la puerta y yo salgo,
quedándomemirandocómolapuertasecierratrasdemí.
«¿He entendido bien?», me pregunto sin poder creer lo que me ha
pasado.Tengounacitaconmijefe,estoyflipandoencolores.
Comopuedo,llegoalamesadeSamanthaylamiro.
―Samantha,él¿siempreesasí?―pregunto,señalandohaciaatrás.
―No,espeor.Porcierto,soyMandy.Megustamásesenombre,elotro
sololousaJoaquín.Suhermanoesmás…―Lecuestadefinirlo
―¿Normal?―pregunto.
―Eso,normal.Ademásdeguapo.―Miraasualrededory,alverque
estamossolas,continúa―:Porcierto,tengoquecontarteunacosa.―Me
señalaelbañoymeindicaquelasiga.
Unavezenelserviciodemujeres,meponealdíasobreloquepasacon
laschicasenlaredacción.Porlovisto,todassontratadascomosifueran
unas lobas, o más bien así es como las trata Joaquín, quien las invita a
cenar,leshaceproposicionesalgoindecentes,ycuandoalgunacaeensus
redes…
Endefinitiva,tengoelriesgodeperdermitrabajo.
***
Ya en casa, después de salir a las cinco y comer con Mandy en un
garito que ella conocía, tiré hacia casa. Allí me esperaban Javier y
Martina, a los cuales he puesto al corriente de mi gran «problema». Al
ratodellegar,reciboelmensajedeJoaquín:alasnuevemerecogepara
cenar.Adiósamiplandetranquilidadcaseraydescanso.
***
Ambos planean un plan perfecto para no ser seducida por él, sino al
revés: dejarle con la miel en los labios y además grabarlo todo con el
móvil.Todoseadicho,algoimposible,puesestoyseguradequemevoya
ponersupernerviosaymevaaatrapar.
Entramos en mi habitación y buscamos la ropa más adecuada. Cuando
yo conocí a Javier, estando ya con Martina, pensé que era gay, porque
todo en él destilaba suavidad, pero también podía ser una mala bestia.
Pensé:«Estechicogaynoes,esuntorobravo».Dejodesoñardespierta
cuandomemuestraunvestido.
―Tepondrásesto.―Abrolosojosyniego.
―Nidecoña.¿Estásloco?―Mirohacialaprenda,conlabocaabierta.
―Selovasaponerahuevo,yledejaráscaliente.Yteaseguroquenote
engatusará, sino tú a él. Y una vez que lo tengas ahí, le dejas claro tus
intenciones,yparándolelospies,dejándoleconuncalentóndemilnarices
―mesugiere,riéndose.
―ErespeorqueMartina.¿Quiénerestúyquéhashechoconelpolicía
queconozco?―comentosinpoderparardereír.
―Anda, arréglate, que cuando llegue le dejaré las cosas claras. ―Le
veosalir;miedomedaloquelepuedadecir.
***
Unahoradespuéssalgodelahabitación,conunostaconesdeinfartoy
elvestidoelegidoporJavier.Esnegro,pegadoalcuerpoyconcasitoda
laespaldaalaire.Medejoelpelosueltoymemaquillounpoco,perosin
exagerar.Normalmentesolomepongoesevestidocuandovamosdecena
enplanpijo.
YaestáJoaquínencasa.Leveosentado,hablandoconJavier.Noparece
muycómodo,ymenoscuandolevantalamiradaymeve.Leveotragary
disfrutoconello.
―¡Qué guapa estás, cariño! ―exclama Javier, besándome la mejilla y
diciéndomeporlobajini:«Letienesenelsacoya».
―Gracias, Javier. Joaquín, me alegro de que ya hayas llegado, ¿nos
vamos?―leapuntomientrascojoelbolso.
Él asiente y me ayuda a ponerme el chal. Cuando salimos, miro hacia
atrás y veo a Javier dándome ánimos; de esta le mato, lo tengo claro.
VuelvolavistayveoqueJoaquínyahacomenzadoabajarlasescaleras.
Llevauntrajequehacequetengamuchocalor.Vayanochemeespera;si
antesestabanerviosaconel«plan»,ahoraloestoymás.
Deseadmesuerte.
***
Unpardehorasdespués,estamostomandoalgoensucasa.Comienzo
aatormentarlemientrasmemuerdosutilmenteellabio,alestiloAnastasia,
delapelículaqueestádemoda.Sí,esadelassombrasdeGreyquetanto
anuncianportodoslados.Élmeobservamientrascomienzoabanicarme,
comosituvieramuchocalor.
―¿No tienes calor? ―le insinúo mientras comienzo a acariciarme el
cuello.
―Realmenteno.―Niegaconlacabeza.
Aunqueséqueesmentiraporquesupaquetesemarca,ymucho,contra
lateladelpantalón.Memojoloslabiostrasbeberuntrago,yescuando
meacaricialapierna.Asíquemelevanto,haciendoqueéldejedehacerlo.
―¿Quéocurre?―preguntaconelceñofruncido.
―Nada, ¿estás intentando seducirme, jefe? ―le inquiero con cara de
pocosamigos.
―No,claroqueno―mesusurra,observando.
―No te creo, no quiero nada contigo, no soy como esas a las que
normalmenteechas.Megustas,sí,¡peronovoyaportudinero!―legrito
confuerza,dándomelavueltaycorriendohaciaelbaño.
―¡Paqui!Espera,porfavor―mellamadesesperado.
Hagoquelloro,perorealmentemeestoyriendo,aunquesigoenfadada
conél.
―¡Paqui!Perdóname,yo…
Intentahablarperonoledejo:
―Nilointentes,melohancontadotodo.Tequieresaprovechardelas
chicasparaversiselíancontigoyluegolasechas.Yoquieroeltrabajo,y
siporellotengoqueolvidarmedeti,loharé―lecuentosinmiramientos.
―Veo que lo sabías. Siento haberte traído hasta aquí con falsos
pretextos,aunquerealmentemegustas,peroveoqueloestropeétodo.Te
llevaréacasa,pero,porfavor,sal.―Semuestraarrepentido.
Abrolapuertayleveomirándoselasmanos.Lecreo;noséporqué,
peroséqueesverdad.
―Tú a mí también me gustas, pero para que yo conserve mi trabajo,
algodifícilenestostiempos,noquierotenernadacontigo.―Niegoconla
cabezaymeencaminohaciaelsalónparacogermiscosas.
―Espera, por favor, ¿y si empezamos de nuevo? ―me pregunta,
intentandosonreír.
―Deacuerdo,peronoaquí,losiento.
Con las cosas en la mano me dirijo hacia la puerta, pero no me da
tiempo a llegar: se pone a mi lado invadiendo mi espacio personal. Le
deseoconmuchaintensidad,nolopuedonegar,ymedoylavueltapara
despedirme. Me quedo sin aliento al verle, tan cerca de mí, con su cara
pegadaaescasoscentímetrosdelamía.
Me acaricia la barbilla y me besa, con mucha suavidad. Suspiro,
estremeciéndome. Su boca se ajusta perfectamente a la mía. El beso se
vuelve más pasional cuando nuestras lenguas se encuentran. En un
momento dado suelto un pequeño gemido. Estoy excitada, perdida en la
voráginededeseoquemeprovoca.Alescucharmigemido,Joaquínme
agarra con suavidad, levantándome y haciendo que mis cosas caigan al
piso con un pop al impactar contra él. Me dejo hacer, me encanta este
hombre.
Me sienta en el sofá y me acaricia la mejilla con delicadeza.
Quitándome la ropa lentamente mientras yo le ayudo con la suya, sus
manosmerecorrenelcuerpoprovocandoquetiembleconcadaroce.
Joaquínconsiguequeconsoloacariciarme,misexoarda,quetodomi
cuerpoanhelesentirlo.
Metumbaconsuavidad;subocavadandopequeñosbesosencadaparte
de mi cuerpo hasta que llega a mi clítoris; su lengua juguetea con él,
provocando que brinque sobresaltada y temblorosa. ¡Dios, qué bien lo
hace!
Me voy a correr demasiado pronto, y yo no lo deseo, pues ansío
disfrutardecadacaricia.
―Joaquín,mevoyacorrer―gimoconvozentrecortada.
Notoqueparayvuelvearetomarsuscariciasenelrestodelcuerpo.Me
retuerzoenelsofá,elcualesmuycómodo.Impaciente,quierodevolverle
lascaricias,peromeniegaconlacabezasindejardetocarme.
―Telodebo,Paqui―medice,besándomeenlabocaparacallarme.
Cortaelbesoalossegundosyvuelveaocuparsubocaenunodemis
pezones. Comienza a darle pequeños lengüetazos hasta que vuelvo a
estremecerme;estavez,síosímecorreré.Éllosabeenseguidaysuboca
bajadenuevoamipobresexo,queestápidiendoagritosalgodeacción.
Cuandometocaconsulengua,rozándoloapenas,gritosunombreyme
corro;nuncamehabíanhechoalgoasí.
Susatencionessiguenhastabienentradalanoche.Elmóvilsuenavarias
veces pero ni lo miro; no quiero que acabe. Casi es medianoche cuando
terminamos,yaunqueélnoquierequemevayaacasa,séquedeboirmeo
misamigosentraránaquícontodalapolicía.
―¿Mañananosvemos?―mepreguntaapenado.
―Salgoconloschicos,tenemosfiesta,¿teapuntas?―leinvitomientras
mebesacondelicadeza.
―Vale,asíconoceréatusamigos.Aunqueyamásomenosconozcoa
uno.―Semuestraenfadadoypreocupado,peroséqueestáactuandoyque
micompañerodepisolecayóbien.Esosepercibeenelambiente,cuando
doshombresnosetragan.Elencontronazo―ocomolollamaríaJavier:
«lacharla»―entrelosdos,quelesvalióparaevaluarseyverquépapel
ibanadesempeñarcadaunoenmivida,nofuetanmalcomotemíenun
primermomento.
―Uf,esJavi,yteavisoqueespolicía.Lediréquenotemuerda.―Le
vuelvoacariciar.
―Tedejoirporquemañanateveréenlaoficinayloharépúblico.A
partirdeahoraserásminovia.¿Quieres?
Nopuedodecirnada:asientoconlabocaabierta,élsonríeymeagarra
paravolverabesarme.
―Notevayas―vuelvearogarme.
―Debohacerlo,pornuestrobien.
Meacompañahastalasalida;nodejamosdebesarnoshastaqueeltaxi
alquehellamadodesdesufijoaparcafrenteasupuerta.Medaunúltimo
beso y me deja ir. Cuando llego al taxi y abro la puerta, le escucho
decirme:
―Hastamañana,amormío―sedespideantesdemandarmeunbesoen
elaire.
Mediahoradespués...
Cuandollegoacasa,tengoaMartinaenlapuertayaJavierhablando
conunoscompañerosdeltrabajo.Enelmomentoenquemeven,ambos
salenamiencuentro.
―Ya íbamos a ir a por ti ―me suelta Javier algo preocupado,
señalandoconlacabezaalosdospolicíasqueesperanenelportal.
―Sí, lo siento, no pude coger el móvil ―les explico mientras veo a
Javierquesedespidedesuscompañeros.Miraqueesunamamágallina
que se preocupa por nada, pero le comprendo; en su trabajo debe ver
muchísimascosasquelehanmarcado.
―¿Qué pasó? ―pregunta Martina, rompiendo el silencio que se ha
impuestocuandolostreshemosentradoenelpiso.Estáenfadada,peroes
delasqueprimeroquierensaberlotodoantesdetomarunadecisión,oen
estecasoarmarmeelpollodelsiglo.
Una vez que les cuento todo lo que sucedió durante la cita, ellos
aplaudenyestánfelicespormí.
Tienen muchísimas preguntas por hacerme, pero al día siguiente hay
quemadrugarynosacostamos.
***
Cuando llego a la oficina estoy radiante, no puedo ocultar mi
felicidad,sobretodocuandoloveoesperándomeenlapuerta.
Denuevo,Joaquínmesorprendealdarmeunbesodelantedetodos,sin
darmetiempoasaludarlo.
―Quiero presentaros a mi novia, gracias a ella encontré el amor
―proclamaantelostrabajadoresqueestánenlaentradadelaredacción.
Mequieromorir,puessoymuyvergonzosaynosémuybienquévaa
pensar la gente, teniendo en cuenta que llevo menos de un mes en la
empresa. Temo que piensen que soy una aprovechada, pero realmente
Joaquínmegusta.
Yaquíestamos,anteunpúblicosilenciosoyasombradoquenodejade
mirarnos fijamente. Al ser incapaz de mantener esas miradas, bajo la
cabezaymirohaciaelsuelo,puesnosémuybienadóndemirar.
Pero Joaquín no se para a pensar en mi vergüenza y me levanta la
frente. Veo a todos, y sobre todo a algunas chicas mirarme con cara de
sorpresa;otrossimplementeconindiferencia.Perolomásimportantees
queamímedaigualloquepiensen;yoestoyfelizdehaberloconocido,
detenerlaoportunidaddeestarasulado.
VeoamicompañeraMandyqueaplaudeymelevantaelpulgar.Elmás
sorprendido de todos es Mario, que se acerca a su hermano y le da una
palmadaenlaespalda.
―Por fin el destino es bueno con nosotros ―comenta,
observándome―.Tellevasunpedazodehombre,aunquetieneunpocode
carácter y ciertamente es un payaso. ―Me susurra esto último al oído,
guiñándomeelojo―.Yyaqueestamosdesorpresas,debodecirqueyo
tambiénencontréenlaoficinaalamordemivida.Mandy,porfavor,ven
aquí―lesuplicaamicompañera,lacualselevantayseacerca,dándole
unbesoenlaboca.
Alfinal,entraratrabajaralperiódicofuealgomaravilloso,yelchoque
quetuveconelcochedeJoaquínyelmíotuvoalgobueno:loconocíaél.
Soy una afortunada feliz. Una mujer con los mejores amigos del
mundo, unos jefes que me valoran, y con la suerte de que el destino me
unióalqueposiblementeserámifuturomarido.
Peroeso…yaesotrahistoria.
Limpiezadeprimavera
MimiAlonso
Elantiquísimoálbumdefotoslevantóunanubedepolvocuandofuea
toparconelsuelo.Eracasiunareliquiapero,¿aquiénleimportantales
honorescuandodelalimpiezaprimaveralsetrata?
Lúa,queenprincipionocomprendíalautilidaddelpañuelo,imitóasu
abuela y se cubrió la boca con él cuando otra nube de polvo denso las
bañó.Tuvoqueesperarunossegundoshastaidentificaralgúnobjetotras
removerlapiladecosassobreelarmariodeldesván.
―Abreunpocolaventana,cariño,onosvamosaasfixiar.
Lúa obedeció en el acto. Después de tres horas allí arriba, nada podía
apetecerlemásqueunpocodeairefresco.
En realidad les estaba cundiendo. El desván llevaba siglos sin ser
abordadoporalguienconlasanaintencióndehacerlimpieza,másbien,la
familia lo visitaba para dejar alguna caja que nadie sabía ubicar en los
pisos inferiores. Aparentemente la abuela iba a consentir que las cosas
siguieranasíporsiempre,peroeramentira.Cadavezqueseleinformaba
de una nueva caja abandonada allí arriba, hacía como que conservaba la
calma, cuando en realidad estaba calculando el momento en que sus dos
hijas fueran al pueblo a pasar las vacaciones. Entonces las agarraría a
traición,yobligaríaaayudarconlalimpieza.
Finalmente, los planes no salieron como pensaba porque, ¡malditas!,
debieron sospechar algo, y llegada la fecha, ninguna apareció. Le
enviaronasunietaLúaconlafirmeintencióndequelapequeña,quecon
sus catorce años ya no era tan pequeña, tomara un poco el aire. Era ella
quien estaba echándole una mano. Además, no tuvo que hacer ofertas ni
nada por el estilo para camelarla. Mara no se equivocó pensando que la
chiquilla ayudaría encantada, porque era curiosa desde siempre, y sabía
que iba a disfrutar inspeccionando todos los cachivaches, libros, o lo
fueraquehubieraallíarriba.
EstabaapuntodesersepultadabajounacajallenadeobjetosqueDios
sabría a quién pertenecerían, cuando su abuela la advirtió que diera un
pasoatrás.Talcomoparecía,lapilaqueeracasimásuntótemquecinco
cajas superpuestas, se desmoronó en el centro del desván, separando a
nietayabuela,levantandounanuevanubedehumo.
Mientras la veía caer como a cámara lenta, Lúa sintió la necesidad de
tomar aire y llenar los pulmones adivinando la polvareda que se iba a
levantar. Luego recordó el pañuelo que le cubría la boca como si fuera
unadoctora.
―¿Yahoraqué?
―Pues,ahoraaclasificartodoesto―respondióMarasacudiéndoseel
polvoantesdetomarasientoenelsuelo,conlaspiernascruzadas.
***
Suabuela,Mara,debíatenercomopocosetentaaños,peroeraunade
esas abuelas modernas que hacen yoga y van a nadar a la playa en
invierno.Supadreestabaconvencidoqueporesoseconservabajovialy
de buen humor. El abuelo era un poco más reservado, aunque nunca
dejaba que nadie se sintiera incómodo en su casa. Era de esas personas
siemprepreocupadasdelbienestardetodos.Además,eramuyentretenido
estarconél;teníaunaretahíladehistoriasincreíblesbajolamanga,yle
gustaba contarlas mientras paseaban fuera de la casa, por el bosquecito
cercano,avecescogiendomoras,peras,manzanas,oloquefuera.
Lúa se preguntaba dónde estaría el abuelo entonces, dado que todavía
hacía frío para sus largos paseos. Estaba siendo una de esas primaveras
rarasconnieve,ynopodíaimaginárseloperdidoporahí,conelbajodel
pantalónhumedecido.Ibaapreguntarlealaabuela,perofueella,sacando
elcontenidodelascajas,quienhablóprimero.
―Miracariño,estoestuyo.
―Québonito―sonrióLúa―.¿Cuándomelopusieron?
―En tu bautizo. Es un trajecito precioso, y estabas para comerte. Tan
pequeña, con esos grandes ojos verdes asomando entre encaje blanco...
¡Quérecuerdos!
―Elabuelotambiénlostieneverdes,¿no?
―Sí,cariño.Tumadresiempresehapreguntadoporquéellano.
―Ya,peroesqueesascosassesaltanunageneración.Lodienbiología.
―Eres una chica muy lista, ¿sabes? ―observó Mara acercándole un
nuevo montón de objetos para que separara los que pudieran ser útiles
todavía,delosqueno.
Lúa detuvo su mirada en un reloj de pulsera al que le bailaban las
agujas,ylodescartóenseguida.Tambiénunacajadecarameloscorroída,
unalinternaconelcristalroto,doslápicesdecolordemadera,yunálbum
defotosque…
―Abuela…
―Dime,cariño.
―¿Esteeselabuelo?―LúagiróelálbumparaqueMarapudieraverla
fotografía.Encuantolareconoció,sonrió.
―Eseeselamordemivida.
Lúalevantólascejasconsorpresa,contemplandoelrostrodesuabuela
perdidoenelrecuerdo.Tuvieronquesermomentosfelices,porquesolo
converlo,ellaloparecía.Eracomosihubierarejuvenecidocuarentaaños
yestuvieraradiante.Bueno,quizáenparteloderadiarsedebíaaqueel
hazdeluzdelapequeñaventanacaíadirectamentesobreella,oaqueLúa
la vio más bonita al descubrir que tenía secretos ocultos. Sintió mucha
curiosidadporaquellafotografíaenblancoynegro.
Laluzdeldesváncomenzabaaseranaranjadaycálida,elpolvosehabía
asentado… Estaban cómodas, entretenidas, y ella deseaba más detalles
sobrelaocultahistoriadeamordesuabuela
―¿Mepuedescontarquépasóconestechico?
Mara, tras un instante reflexivo, miró a su nieta buscando en aquellos
ojosverdeslacomprensiónquesolounaamigapodíatener,cuandosele
cuentaungransecreto.
―Debequedarentrenosotras,¿deacuerdo?
―Deacuerdo,nodirénada.
***
Elveranode1951fueunodelosmáscalurososquecualquierjovende
la edad de Mara podría recordar. ¿Por qué recordarían ese verano
concretamente?Porquehabíaacumulacióndechavalesagolpándoseenlas
heladerías,yladerasdelosríos,buscandorefrescarsecomofuera,desde
queelrelojdabalascinco.
Cuandollegóalpueblo,Maraejerciódeexcepciónalareglageneral,
porquedondetodosloschicosychicaslucíanlamenorcantidadderopa
posible,ellasiempreibacubierta,muertadefrío.
Alprincipiolamiraroncomounbichoraro.Noleimportóporquede
todosmodos,eranietadeunhombredifícilyantipáticoalquenadiecaía
bien, aunque no sucedía lo mismo con su abuela. Ella era una mujer
encantadora que, en cuanto los padres de Mara se alejaron con el coche
dejándola a su merced, no dudó en hornear pasteles convocando a las
vecinas para presentarles, orgullosa, a su nieta, mientras degustaban
exquisiteces.
Pronto, Mara se dio cuenta de las intenciones reales que albergaba su
abuela,obstinadaenquelosniñosdeciudadnuncapodríanestartansanos
comolosquesecriabanenelcampo.Teníafijaciónporlacomidaylos
paseos,sihubierasidoporella,aquelveranoMaranohabríahechonada
másqueandaryzampartodoeldía.
Como compañera, le habían asignado a Sabrina, nieta de una vecina,
que puso cara de pocos amigos cuando prácticamente las echaron de la
salaparaquefueranhaciendomigas.
Maraseresignó.Estabaallípordecisiónpropia,porquequeríaquesus
padresdisfrutaranenlaplaya,despuésdeunañoenquecasinopudieron
verse, de modo que, aguantando la mirada inquisidora de Sabrina,
carraspeóylasaludóconeducación.
Maratardópocoendescubrirquesunuevaamiga,noteníalamínima
intención de ser tal cosa. Sabrina era una chica de esas que ella evitaba
estandoencasa.Noeratonta,nisiquierapodíadecirsequelecayeramal,
sencillamentenecesitabasersiempreelcentrodeatención,cosaqueaella
lahorrorizaba.DurantelosprimerosdíasqueMarapasóenelpueblo,la
escuchóvariasvecesburlarsedeellaysusmodales,diciendoqueerauna
remilgada,queparecíatontallevandoaquelflequillotanlargo,quelafina
rebeca de punto era para señoras mayores, en vez de chicas jóvenes…
Aprovechaba cualquier momento para ensañarse ocultando lo que en
realidadsucedía:SabrinaenvidiabaaMara,porquedesdesullegadadejó
deserelcentrodeatencióndetodos.
Tambiénporeso,eldíaquecomenzaronlasfiestasdelpueblo,Sabrina
procuródestacarllevandoelvestidomásbonito,elcabellomáselaborado
yloslabiosmásrosasquelasdemás.Mara,quesospechabaelmotivode
la envidia de su amiga, la ignoró acompañando del brazo a su abuela,
mientras escuchaba los reproches en voz baja que Sabrina recibía de la
suya,primeroporhabersemaquillado,yluegoporparecerunafresca.
En la plaza esperaban los demás jóvenes. Las chicas del grupo de
Sabrina, que supuestamente también era el suyo, desaparecieron entre la
multitudconsusvestidosdecoloresvivos.Maradistinguióaloschicos,la
mayoríamirandoaunamujerquebailabasobreelescenario,unpocomás
escotada de lo necesario, encandilándolos a todos con sus ademanes de
vedette. Pero había unos ojos que no se apartaban de ella, mirándola de
forma tan intensa que Mara comenzó a sentirse incómoda casi al
momento.
El repertorio de la orquesta seguía alegrando la plaza sin que aquel
chico rubio dejara de observarla. Mara intentaba rechazar la invitación
queunamigodesuabuelalehacíaparabailar,peronosalióexitosadesu
empeño, porque el hombre se cansó de darle vueltas y más vueltas a su
vestido blanco de tirante, estampado en filigranas doradas. Cuando la
canción terminó, pidió permiso a su abuela para ir en busca de algún
refresco,ytomandosupropinaconfuerza,sealejóalacarrerahaciala
barraquehabíancolocadofueradelbar.
Apoyandoelantebrazo,solodeseabatomarunrefrescobienfrío,pero
nadieparecíasiquierarepararensupresencia,nadiesalvoquienletocóel
hombro con suavidad: el mismo chico de antes sujetaba dos botellas de
limonadaconsendaspajitas,ofreciéndoleuna.
―¡Gracias!
―Denada.Ibaacomprarunaparamí,ytevi.
―Ya me habías visto antes ―al momento se arrepintió de haber
habladocontantafranqueza.
―Bueno,puedequesí―respondióélalejándoseunospasos.
PorunmomentoMarasesintióenplenaencrucijada.Sivolvíaalbaile,
su insistente pareja haría que le salieran llagas en los pies; pero si se
quedaba,tendríaquevencerlatimidezyhablarconaquelchicoalqueno
conocíadenada,aunqueporotroladohabíasidomuyamablealpedirleel
refresco…
―¿Vivesaquíoestásveraneando?
―Soydeaquí.Tengounacasacercadelaiglesia.
―Notehabíavistonunca.
―Niyoati.Aunquebueno,acabodevolver…¿Cómotellamas?
―Mara.¿Ytú?
―Santi.
Los dos quedaron callados, escuchando el comienzo de una nueva
canciónqueconocíanalaperfecciónporhaberlaoídohastalasaciedad.
―Esbonito.
―¿Elqué?
―Tunombre.
―Es un aburrimiento. Cada cual me llama como le da la gana. Mi
nombretienemuchasabreviaturas.
―¿Cuáles?
Santicomenzóacontarlelosdistintosnombresporlosquelagentele
llamaba, cada cual menos parecido al original. Caminaban por los
alrededores de la plaza cuando las chicas del grupo, que tomaban sus
refrescossentadasenlasescalerasdelayuntamiento,loslocalizaron,yen
seguida hicieron llamar a Sabrina… A partir de entonces todo fue muy
confuso, porque de pronto hubo un grito, muchos lloros, Sabrina se
marchódelafiesta,yningunadelaschicasquisoacercarseaMaraenlo
quequedódeverano.
Su abuela no dejaba de preguntarle dónde se habían metido aquellas
niñastansimpáticas,peroellanosabíabienquéresponder.Alprincipiose
angustió, aunque luego se le fue pasando, incluso agradeció el tonto
enfado de Sabrina y que se negara a estar en el mismo lugar que ella,
porqueesoledejabagranlibertadparavagarpordoquierconSanti,del
quenosehabíadespegadodesdeaquellanoche.
NopasóunatardesinqueélacudierapuntualasucitaconMara,para
recogerlaydespuésdisponerseavivirlasmásalocadasaventuras.Muchas
tardes fueron al río a disfrutar de su agua helada y refrescarse con los
otroschicos,dadoquelaschicasnotolerabanaMara.Otrasjugaronenel
bosque,inclusounatardecersefueronaescondidasalpueblodeallado,
porque querían ver en directo a una señora que por lo visto era bruja...
Perolamejordesushazañas,laquemáslesmarcaría,llegódenoche,no
detarde.Queriendoexplorarloslímitesdesulibertad,sefugaronjuntos
traslacena,parapasarunapruebadevalor.Setratabadeiralcementerio
delpueblo,yallídarledostragosaunapequeñabotelladelicorqueSanti
había robado a su padre. Estaba convencido de que si completaban el
ritual,nadapodríadetenerlesnunca.
AMaraelcorazónselequeríasalirdelpecho,peroacabóporsaltarel
adroyentrelápidas,beberelprimertragodelicordesuvida,sintiéndose
lamásvalientedelmundo,lamásradiante,lamejordetodas…También
así la veía Santi, que desde la noche del baile, no había podido dejar de
pensarenella.
EscucharonunruidocercanoyMaraseagachótrasunalápida,Santile
pasó el brazo por la espalda haciéndose una bola tras ella. Justo en ese
momentounanciano,elGuardiadelacampanaquevelabaelcementerio,
emergióentrelassombrasparacerciorarsequetodoseguíabien,mientras
elloscontinuabancompletamentequietos.
Mara tembló bajo el brazo de Santi. No sabía qué estaba
impresionándola más, si verse en aquella situación, o tener al chico del
que se había enamorado tan cerca. La cosa es que se quedó muy quieta
hastaqueelalientodeSantileacaricióeloído,susurrando:
―Tenemosquesalir,perohayquehacerlomuyrápido.
―Nopuedo,nopuedo.
―Síquepuedes,noseascobardica.Sihaspodidoentrar,puedessalir.
¿Cobardica? ¿Ella? Nadie jamás pudo decirle algo más hiriente. En
cuanto escuchó la señal de Santi, Mara echó a correr hacia el adro
saltándolo casi como una atleta, mientras él quedaba rezagado. Cuando
estuvieron lo suficientemente lejos, tuvo que echarle el alto, porque
indignada,habríacontinuadocaminandohastaelfindelmundosinvolver
lavistaatrás.
―¿Qué te pasa? ¿Por qué corres tanto? Ya estamos lejos y no puede
vernos.
―Nopasanada.
Porsutonodevoz,Santisupoqueleestabaengañando.
―Va,dímelo.
―Noquiero.Nomedalagana.
―¿Porquétehasenfadado?
―Porqueerestontoymequieroiracasa.
―¿Noquieresvermemás?
―¡No!¡Nuncavolveréasalircontigo!
―Puesentonces…―empezóSantiponiéndoserojo,mezcladeenfado
eindignación―,¡yotampocoquierosalircontigo!
―¡Puesmeparecebien!―gritóellaencarándole.
―¡Puesamítambién!―respondióacercándoseaMara.
―¡Puesvale!
―¡Puessí!
Entre tanto reproche y acercamiento, quedaron tan próximos que el
pestañeo de una mariposa habría conseguido que se dieran el beso más
dulce; pero ella quedó apoyada contra la corteza de un árbol, y él, allí
plantado,intentóocultarportodoslosmediosqueteníaganasdellorar.
Regresaronacasajuntos,peromásdistantesquenunca.
DosdíasdespuésMarametiósuequipajeenelcochefamiliaryregresó
acasa.
***
―¿Y?
―¿Y,qué?
―¿Qué pasó? ¿No volvisteis a veros? ―preguntó Lúa también con
ganas de llorar, sin querer creerse el final de la historia, mientras
zarandeaba aquella foto en blanco y negro de un chico delgado, guapo,
conelcabellocortoyclarocomosusojos.
―Pasómuchotiempohastaqueesosucediera.
―¿Yentonces,qué?¿Seacordabadeti?
Mara se inclinó recogiendo la foto de Santi. Volvió a observar aquel
rostroenblancoynegro,aquellasonrisatímidadelaqueseenamoró,por
sertanbonita.
―Claroqueseacordaba,miniña―respondiódevolviendocalmadala
fotografíaalálbum―.Elprimeramornuncaseolvida.
Lúanopodíacreersequelahistoriaacabaradeaquelmodotantrágico,
poresoMaratuvoqueatajar.
―¡Madre mía, seguro que ya son las siete! Baja a por una bolsa de
basura, cariño. Vamos a recoger todo esto y a tirarlo de una buena vez
―señalóalmontóndedesecho.
Todavía compungida, Lúa dejó colgar hacia abajo las escaleras
plegablesporlasqueseaccedíaaldesván.
―Ahoravuelvo,abuela.
***
Mara llevaba quince minutos allí arriba, pensando si a su nieta la
habrían secuestrado en el trayecto del desván a la cocina. Le dolían
demasiadolaspiernasparahacerelesfuerzodebajaryotravezsubirla
escalera,paraluegovolverlaabajarla,demodoquellamóalachiquilla
sinobtenerrespuesta.
Alsegundointento,fuelavozdesumaridolaqueseescuchó:
―¿Quépasa?
―Quemandéalaniñaporunabolsaynoaparece.
―Bueno, estará comiendo algo. Tiene que estar muerta de hambre,
lleváisahíarribadesdelastres.
―Ya, pero había que hacerlo, en fin… Jacobo, que me duelen las
piernas,¿puedestraermetúunabolsadelacocinapararecogertodoesto?
―¿Quépasa,tedamiedobajaryluegonopodersubir?
―Puesunpoco,laverdad―sonrióMaraasumarido.Desdeallíarriba,
todavíaselepodíanvercabellosdoradosentrelascanas.
―Bah,noseascobardica.Sihaspodidoentrar,puedessalir.
Yoteprotegeré
MarianArpa
Allí parada de pie frente a la ventana de aquel lujoso apartamento,
sentía que el frío le penetraba hasta los mismísimos huesos. Silvia se
arrebujómásenelchalquesehabíaechadosobreloshombrossindarse
cuentadequesusmanostemblabancomounahoja.
A pesar de tener los ojos abiertos, no veía nada de la fantástica
panorámica que tenía enfrente, solo al hombre que el día anterior había
queridoacabarconsuvida,quelaacorralóenaquelcallejónoscuroyla
agarróporelcuello.Susintencioneseranclarascomoelagua,nodejaría
queelladeclararaenaqueljuiciocomotestigoprincipal.
SilviaCallejahabíapresenciadounasesinatoygraciasasudeclaración,
lapolicíapudoarrestaralcriminalquehabíaterminadoconlavidadeuna
muchachaqueseganabalavidadedependientaenunalibrería.Ellatuvo
suerte, al oír lo que estaba sucediendo en la parte delantera del local,
marcó con su teléfono móvil el número de emergencias y pidió ayuda
susurrandoladireccióndondeseencontrabaydejandoelaparatoconla
línea abierta. Dispuesta a ayudar a aquella chica, se puso en pie y tiró
varios libros al suelo para que el delincuente se diera cuenta de que no
estabasoloydejaraalajoven.Obtuvoelresultadodeseado,elmalhechor
salió corriendo, pero la chica murió pocas horas después debido a la
puñalada que había recibido. Todo por un puñado de billetes, pensó
descorazonada.
En cuanto se supo la fecha del juicio contra aquel hombre, Silvia
empezóarecibircartasamenazadoras.Comoeraunaescritorafamosa,no
había podido mantener su anonimato, a pesar de haberlo intentado, su
nombre salió en los medios de comunicación. Su vecino y amigo Manu
Viñas, que era policía, se preocupó por mantenerla al margen, pero los
chismes como aquel y el afán de protagonismo de todo el vecindario
hicieronquesutareafueraimposible.
Cuandoempezaronallegarlasamenazas,SilviaselasmostróaManu,
y este movió todos los hilos que pudo hasta que le pusieron un
guardaespaldas. Hasta la noche anterior todo había funcionado de
maravilla,perocuandosusuperiorlollamócomunicándolequeelescolta
habíasidoatacadoyqueSilviaestabaenelhospitalconalgunaslesiones,
tomóladecisióndeserélmismoquienseocuparadeprotegeraaquella
mujer.
Se conocían desde que cinco años atrás ella se había mudado a su
edificio,cuandolavioporprimeravez,lesoltóunsilbidodeadmiración
y Silvia le dedicó una sonrisa divertida; se presentaron mutuamente, y a
partirdeentoncesfueronamigos.Muchosdíascuandoélsalíadetrabajoy
sabiendoqueellanosehabíamolestadoeniralacompra,pasabaporel
chino, y llevaba cena para los dos. ¡Cuántas noches habían pasado en el
sofá charlando, y riéndose de algún programa que ponían en televisión!
Su amistad, hacía que los demás vecinos del edificio pensaban que eran
pareja,yestoaellosleshacíamuchagracia;nuncatratarondesacarlosde
suerror.
***
Manucogiólasllavesqueteníadelpisodesuamiga,yunabolsade
deportegrande,llenándolaconropaparaunosdías;ibaasalircuandose
acordódetodoslosbotecitosquehabíaenelbaño,nosabíacuáleseran
los que usaba habitualmente, así que los tiró todos dentro de la bolsa y
bajóalgarajedondeguardabasucoche.
Al llegar al hospital y ver las feas marcas que oscurecían su cuello,
soltóunamaldición.Preguntóaldoctorquelaatendíaporsuestadoyeste
le comunicó que no tenía nada grave, que le habían dado un calmante
porquehabíasufridounataquedeansiedadyquealdíasiguientepodría
volver a casa. Manu decidió sacarla de allí en aquel mismo instante, no
permitiría que quien había ordenado atacarla mandara a otro para
terminareltrabajo.
Condujo toda la noche, ya estaba clareando el día cuando llegaron al
apartamento de uno de sus tíos que estaba de viaje en el extranjero por
negocios.Allílatendríasegura,nadiesabíadóndelahabíallevado.
―Voyadormirunrato;deberíashacerlomismo,pequeña―sugirióal
acompañarlaalaqueseríalahabitacióndeambos.
Silvialoobservóaleladamientrasélsedesnudaba,sequedóenbóxersy
semetióbajolassábanasconungranbostezo.
―Puedodormirenelsofá―suvozsonóroncaporlamagulladuradel
cuello.
―Ni hablar, no pienso perderte de vista ―aseguró Manu, dando
palmadasalotroextremodelacama.
Noeraningunamojigata,sinembargoaquellolahacíasentirincómoda.
Porunsegundoestuvoapuntodereplicar,peropensóenlashorasqueél
habíaconducidoparallevarlaaunlugarseguroycerrólaboca.Rebuscó
enlabolsadondeestabasuropa,sabíaquenoencontraríaningúncamisón
porque prefería dormir sin nada, cogió una camiseta y se fue al baño.
Cuando salió, él en dos segundos se dio cuenta de que se estaban
complicando las cosas: Silvia llevaba una camiseta que le había visto
puesta mil veces, le llegaba justo al ombligo, junto a unas braguitas de
encaje negro que resaltaban sus largas piernas; no hubiese podido
excitarse más si la hubiese visto completamente desnuda. La sensualidad
queirradiabadesucuerpohizoquerechinaralosdientes.Enesemomento
pasó de ser su amiga, a ser la más deseable de las mujeres. ¿Cómo
mantenerlasmanosalejadasdesemejantebelleza?Semaldijoporhaber
sidoélmismoquiensugirieraquedurmieranjuntos.Sevolviódeespaldas
paradejardemirarla,sabiendoqueleseríaimposibleconciliarelsueño.
Unashorasmástarde,Silviadespertóyseencontrósola,seapresuróa
coger ropa limpia y entrar en el baño. Unos golpes en la puerta la
sobresaltaron.
―¿Vatodobien?―LaprofundavozdeManulatraspasóyrecordósu
cuerpofornidoquelehabíamostradolanocheanterior.Selesecólaboca
antelaimagenquelevinoalamente.
―Sí,enseguidasalgo―sereprochóporlodébilesquehabíansonado
sus palabras. No estaban allí para enrollarse, estaba huyendo de un
asesino. Pero no esperaba sentir aquello que la noche anterior había
despertado en su interior. Desde que conoció a Manu, se sintió muy
cómodaensucompañía,erasuamigo,suconfidente,podíacontarconél
encualquiersituación;yenunsoloparpadeotodocambió.Pasódesersu
vecinodivertidoconquienseechabaunasrisasdevezencuando,aserun
hombremuyatractivoquelahizovibrarconunasolamirada.
Cuandosereunióconélenlacocina,elaromaacaféreciénhechole
asaltó las fosas nasales, el policía la invitó a sentarse en la mesa donde
habíaunplatoconcruasanes,mermeladaymantequilla.Nopodíamirarlo
alosojos,éllonotóysupoenseguidaloquepasaba.¡Diablos!Noeraél
solo, el que se sentía atraído, ella también. Maldijo para sus adentros;
aquellatareadeprotegerladuranteunospocosdíasseleharíaeterna.
Manuestuvotodalajornadataciturno,sabíaqueellaestabaasustadapor
elataquesufridoeldíaanterior,laveíaensimismadaycomprendíaqueno
selosacabadelacabeza.Alobservarladisimuladamentedereojo,laveía
allífrentealosgrandesventanales;acurrucadaenaquelchalquesehabía
echadosobreloshombros,leparecióquetemblabaysupoquenoerade
frío, le parecía tan frágil. No lo soportó más y se le acercó, le pasó un
brazoporlaespaldaylaatrajohaciasucuerpo.
―¿Sabesquenodejaréquetepasenada,verdad?
La mirada ocre de Silvia, se clavó en sus ojos oscuros, pareció
evaluarloyasintióconlacabeza.
―Pasétantomiedo,meahogabay…―Éllepusodosdedossobrelos
labiosparaacallarla.
―Tranquila, cielo ―aquella expresión se le escapó y pareció
paladearla―.Yapasó,nadienosencontraráaquí.
―También vivía tranquila con ese guardaespaldas, y mira. ―susurró
volviendoacontemplarcómoseponíaelsol.
―Yo te protegeré con mi vida si es necesario. ―Aquellas palabras
parecieron abrir las compuertas, primero se le escapó una lágrima, se
giróyhundiólacaraenelduropechodeManualtiempoquesusmejillas
quedaron empapadas. Los brazos fuertes y robustos la encerraron en un
abrazoprotectorquepretendíainfundirleánimos.
***
«Silvia estaba desnuda bajo las sábanas, sus brazos rodeaban la
estrecha cintura de Manu y sus piernas estaban enroscadas a uno de sus
fuertesmuslos.Elaromaúnicodesucuerpoflorabaporlaestancia,ylas
cosquillasqueélsentíaensucostadolodespertaron.Ellasemovíacomo
una sirena en mar abierto, sinuosa y hechicera. La brillantez de sus ojos
ambarinoschocócontralaoscuridaddelamiradaexcitadadeManu,yla
sonrisaquelededicópodríahaberiluminadoelfirmamento.Élsesintió
cautivado por la belleza que estaba observando, nunca se había sentido
más excitado. Siguiendo los movimientos exquisitos del cuerpo de la
mujer,lacolocóbajoelsuyoylabesóconternuraydevoción.Silviase
adaptóasucuerposindejardebailaraquelladanzaimaginaria,besándolo
almismocompás,yhaciéndolovibrarconcadaunodesusmovimientos.
La conexión entre ambos se hizo más estrecha, más íntima, como si de
algunamanerafueranafundirseelunoenelotro.Yasífuecuandoalfin
unieron sus cuerpos con una lentitud enloquecedora que los hizo gritar
porelincreíbleplacerquelosenvolvía.Elbailesiguióyseincrementóla
cadencia, rodando entre las sábanas, saboreando la dulzura de esa unión
casimística,hastaqueellacomounadiosaexigenterodeabalacinturacon
suslargaspiernasylosdosselanzabanalprecipiciodelplacerabsoluto».
Manudespertójadeando,teníalapielpegajosadesudor,miróalrededor
ysediocuentadequehabíatenidoelsueñomásincreíbledesuvida.Al
comprobarqueSilvianoestabaasulado,sesentóenlacamaalarmadoy
oyó el agua de la ducha. Se dejó caer sobre las almohadas tratando de
calmarlosalocadoslatidosdesucorazónerrático.
***
Los días pasaban y Manu aceptó muy pronto sus sentimientos hacia
aquella mujer. No solo le atraía, al pensar detenidamente en pequeños
detalles que habían vivido juntos, se daba cuenta de que no era solo
atracción,no,queríapasarelrestodesuvidaconella.Laamaba.Aldar
nombre a ese sentimiento pareció que se liberaba, su corazón vibraba
saboreandoesaemociónreciéndescubierta.
Duranteesetiempo,élsediocuentaqueSilvialoobservabapensativa.
La sorprendía contemplándolo con el ceño fruncido, o esquivando sus
miradas;inclusolerespondíaconpalabrasairadascuandolepreguntaba
si le pasaba algo. Cuando sus pieles se rozaban, parecía como si una
corriente eléctrica los traspasara, y la mirada dorada de Silvia se volvía
másintensa.Manusupoloquelepasaba,sentíalomismoqueél,soloque
aellaleestabacostandoasimilarlo.
Sabía que influía también la presión por tener que declarar en aquel
juicio, todo se le había juntado y no reaccionaba racionalmente. Decidió
nopresionarlahastaquetodohubieseacabado.Entoncesselanzaríasobre
ellacontodalaartilleríaynodejaríaqueseleescaparadelasmanos.
El temido día llegó y Silvia se despertó sobresaltada al oír un ruido
infernalsobresucabeza.
―No te asustes ―advirtió Manu, al ver su cara de terror―. Es el
helicópteroquenosllevaráaljuzgado.
―¿Elqué?
Lamiróconsusoscurosojosdivertidos.
―Teneruntíoricoconunhelicópteroprivadotienesusventajas,nadie
vaavertehastaqueestemoseneljuzgado.―Lasonrisaquemostrabasu
miradalamolestó.
―Nopiensosubirmeaese…
―¿Tienesmiedo?―laretóél.
―Claroqueno.―Noibaareconocerqueledabarespetosubirseaese
aparato.
Manu se dio cuenta de que no era del todo sincera, no seguiría
atosigándola,esedíanecesitabaestartranquila.
Unashorasmástarde,Silviasoltóunsonorosuspirocuandosebajóde
aquel helicóptero, él se había limitado a cogerla de la mano para
reconfortarla,nosabíasiteníamásmiedoavolaroadeclarareneljuicio.
―Parece como si quisieras besar el suelo ―se burló para distraerla
mientrasentrabaneneledificio.
―Nohasidotanmalo―replicóconchulería.
Él se habría reído de aquella replica si no hubiese encontrado los
pasillosdelosjuzgadostanllenosdegente.Instintivamentelacogióporla
cinturaylaapretócontrasucostado,notandolatensiónquelainvadía.La
guióporvariospasillostodosarebosar.Untipolellamólaatención,los
mirabadereojocomosiquisierapasardesapercibido,peroloveíacada
pocosminutos,comosiestuvierasiguiéndolos.Cuandoestabanapuntode
entrar en la sala donde se celebraría el juicio volvió a aparecer, aunque
estavezestabajustoalladodeSilvia.Vioensudedoanularelanilloque
ella había descrito de la mano de su atacante y supo que era uno de los
compinches del asesino. Sin que ella fuera consciente de lo que estaba
pasando, se sintió impulsada hacia atrás, y Manu sacó la pistola en
décimasdesegundoylaapoyójustodebajodelanarizdeaquelsujeto.Se
armó un gran revuelo entre los que estaban más cerca de ellos. Todo el
mundo dio un paso atrás al ver el arma. Unos policías se acercaban
presurosos.
―Lasmanosdondepuedaverlas―rugióManu.
Todo ocurrió tan rápido que en apenas un parpadeo, el tipo sacó un
cuchilloylolanzóendirecciónaSilvia;Manutiródeellahaciendoqueel
arma pasara de largo, pero desafortunadamente encontró otro objetivo.
Unhombredelosquesehabíaquedadomirandolaescenaresultóherido
enunbrazo.
―Debería matarte aquí mismo ―vociferó Manu, clavándole el cañón
de su arma en la cara―. Ocúpense de él ―ordenó a los agentes que ya
habíanllegadoasulado.
Silvia sentía que las piernas no la sostenían, otra vez habían intentado
matarla; Manu se dio cuenta y la llevó a un despacho que estaba vacío,
pidióaunodelosfuncionariosqueletrajeranunainfusiónysequedócon
ellaentresusbrazosparatransmitirlealgodesufuerza.
Cuando todo hubo acabado y el preso condenado, Manu la llevó a su
piso. Ella se sintió tranquila en aquel entorno seguro. Llamó a un
restauranteparaquelesllevaranlacenaycuandoseestabancomiendolos
postres:
―Eshoradequehablemos.
―¿De qué? ―Silvia se sentía bien, todo había terminado y volvía a
estarencasa,leextrañólasolemnidaddesumirada.
―Te amo y sé que no te soy indiferente. ―Manu no era hombre de
discursos poéticos, siempre decía lo que pensaba a bocajarro, sin paños
calientes.
Aellacasiselesalenlosojosdelasórbitas.¿Cómohabíaadivinadoél
lo que había empezado a sentir? El aliento se le quedó atascado en la
garganta.
―Respira―sugirióManu.
Silviasoltóelaireretenidoycogióvariasbocanadasintentandorelajar
losatronadoreslatidosdesucorazón.
Éllamirabasonrientemientrasellanegabaconlacabeza.
―¿Nosientesnadapormí?―Suscejasalzadasysumiradadivertidala
hicieronsaltar.
―No…si…no…―Manuserioalescucharlayvereldesconciertoen
sucara―.¿Cómohassabido…
Laconfusiónlohizoreírconmásfuerza.
―Soymuyobservador―seburló―.Ytengouninstintoinfalible.
―Puestehafallado―afirmóenojadaporqueseestuvieraburlando.
―¿Ahsí?
En menos de un segundo, él arrimó su silla a la suya, la cogió por la
cinturaylasentóensuregazo.Sindarletiempoapensarlaestababesando
enlabocacontodoelsentimientoacumuladodesdequehabíareconocido
amarla.Yellaleestabadevolviendoelbesoconunapasiónarrolladora,
conlosbrazosenroscadosensucuelloysindejarespacioentreambosni
paraunsuspiro.Alsepararsejadeantes,lamiróconunaanchasonrisa.
―Nosientesnadapormí.
Silvia,queestabasonrojadahastalasraícesdesucabello,lesonriócon
picardía.
―Cállatetonto,bésameantesdequecambiedeparecer.
―Entonces…¿Mequieres?―Queríaoírselodecir.
―Sí. ¿Contento? ―La sonrisa de Silvia hizo vibrar hasta la última
partículadesuser.
Loquesiguióaaquelladeclaraciónfueespecial,mágico.Sepasaronla
nochedescubriéndoseelunoalotro.Haciéndosepromesas,ydisfrutando
deeseamorqueuniríasusalmasmásalládelavida.
Nadaesmásbonitoquetú
MarVaquerizo
―Vístete―murmuróensuoídoconscientedeloprofundoqueerasu
sueñoyloentradaqueestabalamadrugada.
Elena refunfuñó un ahora ininteligible que, sin embargo, a Marcos le
llegóclaro.
Sonriólevementeantesdeinsistir.
―Venga,vamos.Teprometoquenotearrepentirás.
Ella abrió un ojo y le miró en la oscuridad. Esperaba paciente, con
media sonrisa seductora y los ojos brillantes. Se dio la vuelta
acurrucándosecontralaalmohada,ignorándole.
Conociéndola,eraloesperadoyestabapreparado.Cogióuntermode
humeante café que había dejado sobre la mesilla, con mucho cuidado lo
abrióydejóescaparsuatrayenteolor.
―¿Has hecho café? Sí que debe ser importante ―apreció con
curiosidadcontenida.
―Siquieressaberlo…venconmigo.
Eltonoempleadohabíasidodulce,delicado,sexyyllenodepromesas.
Lo había escuchado otras veces antes y siempre deparaba experiencias
inolvidables.
Másconvencidadeobedecer,tiródeledredóndeplumashaciaatrás.Le
costabaabrirlosojosyestabamuycansada.¿Cuántohabíadormido?
―¿Sepuedesaberquéhoraes?―refunfuñóbostezando.
―Si te lo digo no saldrás de la cama y te lo perderás ―contestó
arrodillándosefrenteaella.Eranlastres.Hacíasolounpardehorasque
se había acostado tras una larga jornada de trabajo. Él no había pegado
ojo―.Venconmigo―rogó.
―Eres plenamente consciente de que si mi padre te pilla en esta
habitación, no vivirás para contarlo, ¿verdad? ―aclaró sentándose en el
bordedelcolchónconmiradacariñosa.
―Correréelriesgo―sedefendiósegurodesuspalabras.
―Y también que te paga para protegerme y no para sacarme de
excursiónenplenamadrugada.
―Sí.Demomento…
Elena le miró suspicaz. Iba a preguntar qué significaba de momento,
cuandounruidolahizocallar.
Marcospusoundedoensuslabios,sacóunmóvildelbolsillotrasero
desupantalón,buscóalgoenlapantalla,sonrióyselomostróalamujer.
Eranlascámarasdeseguridad.
―Tangoestádandounpaseo.Nohayenemigosalavista.
El perro familiar vagaba por las habitaciones buscando el lugar más
acogedorparapasarloquequedabadeaquellafríanochedediciembre.
―Serámejorquenosvayamosantesdequedespiertesatodalacasay
mi padre te haga un consejo de guerra ―se rindió calzándose unas
deportivasconloscordonesatados.
―Esoesunjuiciomilitar,nena.Yosoycivil.
―Pero él, no. Sé de lo que hablo. Créeme ―aseguró peinándose con
los dedos su larga melena morena solo lo justo para estar decente. A
continuación,sepusounasudaderagrisconborregoensuinteriorconla
miradafijaenelguardaespaldas―.Algúndíatecontaréloquelehizoa
mi acompañante del primer baile del instituto por llegar cinco minutos
tardedelahoraacordada.
―Perfecta ―afirmó mirando su indumentaria informal. Le encantaba
que fuese tan natural y estaba preciosa incluso en pijama, con el pelo
despeinadoylegañasenlosojos.Sobreelcomentario…loignoró.Nole
importabaenfrentarsealCoronelporella.
Lamujerseacercó,dejóunsuavebesoensuslabios,exigióeltermode
caféyesperóaquecomenzaseconsuplan.
Marcosconocíalacasaalaperfeccióny,concuidadodenoservistos,
ladirigióhastalasalidamarcadaencasodeevacuación.Dabaalaparte
posteriordelacasayyahabíaavisadoasucompañero,elúnicocómplice
enestaaventura,paracubrirsuescapada.
Una vez en el jardín, corrieron hasta alejarse de la casa lo suficiente
paranoservistosendirecciónalosestablos.
La familia vivía en un pequeño rancho con un bosque cercano, un
pequeño lago a unos minutos caminando y caballos para poder disfrutar
delentorno.
―Ven aquí. ―Tiró de ella una vez a salvo de miradas indiscretas,
apoyándolaenlapareddemadera.
Sinesperaraqueledierapermiso,devorósubocaenlaoscuridaddela
noche hasta dejarla sin aliento, haciendo que sus cuerpos temblaran de
necesidadpegadoselunoalotro.Suslabiossuaves,carnososydispuestos
eratodoloquedeseabayporfinpodíadisfrutarlos.
Loqueestabahaciendonoeralocorrecto.Escaparseaescondidascon
suprotegidasinestarenpeligrosuvida,noesloqueseesperadeunjefe
de seguridad, pero enamorarse no se puede controlar ni ignorar para
siempre.Apesardeladiferenciadeedad,aquellamujerlehabíaatrapado
sin ni si quiera proponérselo. Solo eran diez años, pero los suficientes
paradeclararlaterceraguerramundialenlafamiliaScott.
Cuando Elena vio a Marcos aparecer en su casa la primera vez, se
sorprendió. Era invierno, como ahora, hacía mucho frío y acababa de
sufrir un intento de secuestro. Su padre, un alto mando del Ejército
estadounidense, estaba amenazado desde que tenía memoria sin sufrir
ningúnaltercado,perolascosashabíancambiadomuchodesdeel11S.
El estado de bienestar estaba siendo amenazado continuamente desde
entoncesyladesestabilizacióneconómicaquearrastrábamosdesde2008
noayudaba,obligándolesaprescindirdemediosyrecursos.
ElcoronelScottnoestabadispuestoaperderasuúnicahijaenmedio
de esta batalla y había puesto remedio por su cuenta contratando un
serviciodeseguridadprivado.
Muy asustada, no se negó como otras veces a llevar escolta, pero no
esperabaaalguiencomoMarcos…
Atractivo,algunosañosmayorqueella,aunquenodemasiados…Creía
queelestrictoCoronelelegiríaauntipomásparecidoaél,nocomoaella
legustaríaquefuera.Trasescucharleshablarentreellosunosminutos,lo
comprendió.Eramuyinteligenteyhábil.
Siempre había pensado que al único hombre al que de verdad
importaría en su vida, sería a su padre debido a los continuos fracasos
amorosos que llevaba a sus espaldas, pero ahora, diez meses después de
aquella fría noche en la que él entró en su vida, un par de intentos de
secuestro fallidos gracias a la pericia de su protector e incontables
escapadasnocturnascomoaquella,entendióquesehabíaequivocado.
Elena se apretó contra su cuerpo y deseó que la madrugada no se
acabara. Parecía que le había costado salir de la cama, pero no era
verdad…
Cadanoche,cuandoibaadormir,deseabaqueélentraraporlapuertaa
escondidasysequedaraconella…ocomoenesemomento,lallevaraa
algúnlugarlejosdelacasaquedebíaprotegerynopensarennadamás
queenellosdos.
Condelicadeza,Marcosculminóelprofundobesoyseapartóunpoco.
Se asomó ligeramente al exterior para ver el oscuro cielo encapotado.
Sonrióytrascogersumano,lallevóensilenciohastaunodeloscaballos.
Elena no entendía nada. Hacía mucho frío y para qué engañarnos,
esperabaotracosa…
―¿Hablas en serio? ―preguntó al ver cómo tiraba de Trueno, su
caballonegrodecrinesbrillantes,queseacercabaaellaenbuscadeuna
caricia.
―Totalmente―afirmóelhombreconsonrisaseductora,guardandoel
caféenunabolsatérmicaydespuésenunaalforjaquecolgabadellomo
delanimal.
―¿Tú entiendes algo? ―preguntó al caballo, acariciándole cariñosa.
Truenosedejóhaceryconungestodesucabezaqueparecíaunaorden,
señalósugrupa.
―Estamosdeacuerdoenesto.Serámejorquesubas―propusoMarcos
mientrasmontabaelanimalyletendíaunamano.
Elena le miró desde abajo, admirando su seguridad y sobre todo la
ilusiónqueirradiabatodoél.
Sin más palabras obedeció, se colocó delante como pedía, dejó que la
acurrucasecontrasucuerpotrascubrirlesconunamantayesperó.
Marcosmoviólasriendasconsuavidadycomenzaronaandar.
Elfríodelanocheeramenosentresusbrazos,peroaunasíleparecía
unalocura.
Elritmodelanimaleralentoparanosufrirporelpesodeambosyel
vaivéndesuspasoslesmecíaenlanoche.
―¿Estáspreparada?―preguntómirandodenuevoelcielo.
―Sí―contestóconseguridad.
―No sabes para qué. ¿Tan segura estás de mí? ―susurró en su oído
sensual.Elenasintióuncosquilleoenlapiel.Claroqueloestaba.Lehabía
demostradoqueharíacualquiercosaporella,inclusomorir.
―Más que de mí ―le regaló como respuesta agarrando fuerte sus
manosalasdeélsobrelasillademontar.
Aquelhombrelehabíaenseñadoquenosepuedevivirconmiedo,que
lavidapasamientrasnosquedamosasustadosmetidosdentrodelacama
tapados con las mantas… Cuando queramos reaccionar, puede ser
demasiado tarde. Si tenía que morir, al menos que hubiese disfrutado de
cadadíayesointentabadesdeentonces.
―¿Alguna vez has montado por la noche bajo la nieve? ―preguntó
fijándoseenlosprimeroscoposcasidiminutos.
―Nunca―contestósorprendida.
―Meloimaginaba―susurrófeliz.ElseveroCoronelnoloaprobaría
y ella respetaba a su padre demasiado para saltarse las normas en su
propiacasa,apesardeestarcercadelostreinta.
La nieve comenzó a caer sobre ellos con delicadeza, dejando que les
acariciaraelrostro,queseinstalaraensupelo.
Elena no habló, solo podía reír y disfrutar como una niña de aquel
paseosobrelanieve.Ensucasaenlaciudad,eradueñadesuvida,pero
allí debía acatar las normas familiares. Desde que se instaló tras la
amenaza,habíavueltoaunasegundaadolescenciaconsentidabajolatutela
parental, pero no le importó. Allí podía trabajar en sus proyectos
laboralesysesentíasegura.
EnlabocadeMarcosaparecióunasonrisaperpetuaqueibaasermuy
difícildeborrar.Impacienteporllegarasudestino,apretóelcuerodelas
riendasquesujetabaentresusmanos.
Le había costado un mes entero planear aquello y ahora que lo estaba
viviendo,losnerviosleconsumían.
Siempre había querido pasear con ella bajo la nieve en otras
circunstanciasdistintasacuandolaconoció.Queríaverlasonreírbajolos
copos, disfrutar de aquel mágico accidente meteorológico que huele a
Navidadyqueaélletrajoelmejorregaloquejamássoñó.Aella.
Aquel primer paseo bajo la nieve muchos meses atrás, estaba lleno de
pánico y odiaba que lo sintiera. Estaba muy asustada, con heridas en las
manos y los brazos provocadas por los intentos de huida hasta que
consiguió zafarse del secuestrador y correr desde su casa hasta la calle
para pedir ayuda. Era un hombre de constitución delgada, poca fuerza y
sinexperienciaqueacechabasullegada.Dehabersidomáscorpulentono
habríaescapado…
Traslucharmuyduroconcontraelmiedo,habíaconseguidorecluirlo
en un cajón al fondo del armario de los sentimientos y no quería que
volviese a aparecer. Era valiente, decidida y hábil. Ya le había tocado
demostrarlo un par de veces más bajo su protección… Con él estaría a
salvo.Nuncaleharíandañomientrastuvieraunalientodevidayesperaba
queledejaranqueasífuerapormuchotiempo.
Laluzdelacabañasedivisabamuytenueenlalejanía.Ellanisehabía
dado cuenta, seguía disfrutando y hasta dudaba que conociera su
existencia…
―Graciaspordespertarme―susurróElenaelevandolasmanosalcielo
paradejarqueloscoposlasacariciasen―.Eselpaseomásbonitoalque
mehanllevadojamás.
Marcoscerrólosojosyrespiró.Lasuavebrisaheladaletraíaelolorde
sucabello.Estabatanenamoradoquenonecesitabanadamás.Esesimple
detallelohacíadichoso,completoyfeliz.
―Nada es más bonito que tú ―contestó retirando un mechón de pelo
negroquelecaíaporloshombrosparadejarunbesoensucuello.
Elena se giró ligeramente sobre el caballo para mirarle. Sus ojos
oscurostitilabanenlaoscuridad,mostrandolasemocionesquesentíasu
cuerpo sin tapujos ni mentiras. Aquel hombre la quería por encima de
todo y de todos. Lo sentía en sus manos, sus besos, sus palabras y sus
actos. Regalos como ese simple paseo hacen la diferencia. Ella había
comenzado a odiar el invierno un año atrás cuando comenzaron a
acecharla y él había conseguido devolverle la ilusión con un solo gesto.
Regalarleunrecuerdofeliz.
―Eres el mejor hombre que conozco. No creo que en mi vida pueda
encontraraalguienquemeametantotú―declarósinsaberporqué.No
eraunamujerqueconfesarasussentimientos.Hastalafechajamáshabía
sido tan sincera con ninguna pareja, pero él lo hacía tan fácil…― Solo
esperoestaralaalturaynodefraudarte.
Marcos se sorprendió. Él era quien hablaba así habitualmente. Elena
demostrabalascosas,nolascontaba.Esaspalabrasleerizaronlapiel.
―Túsiempreestásalaaltura.Nuncapodrásdecepcionarme.
Trasapretarloslabiosyaguantarlaemociónqueleprovocóescuchar
desubocalafequeleprofesaba,lobesó.Lobesóconpasióncontenida,
con deseo, con admiración, con respeto, con miedo, con alegría… En
definitivacontodoelamorquesentíaensucorazónbajounanevadaque
tantosignificabayqueyadejabaunmantoblancoasualrededor.
Marcos la habría devorado en ese mismo instante, le habría hecho el
amorallímismo,perohabíaelegidoelinviernoparaaquelladeclaración
espontáneayarrebatadora.
―Debemosseguir―susurróaúnensuboca.Elfríoestabahaciéndose
másintensoyparaquéengañarse,estabadeseandollegaralacabaña.
―Contigomevoyalfindelmundo.
Lamiróconintensidad,deseandoquenuncacambiaradeopinión,que
díatrasdíapensaraenesafraseyelafortunadoparaescucharlafueseél.
La vida le había enseñado que la pasión se acaba, el deseo decrece y
cuandoesosucedeporeldescuidoylarutina,loscaminosseseparan.Si
además le sumábamos que era una década mayor que ella y quizá se
cansase de él antes de lo que imaginaba, aun parecía más difícil que así
fuera.
Guardando esos sentimientos y el miedo que los acompañaba, sonrió
mientras con un talón golpeó con suavidad el lomo de Trueno para
retomarelcamino.
El pequeño refugio de madera tenía la chimenea encendida y velas
repartidas por la estancia para dar luz. Desde el exterior Elena no podía
verloconclaridad,peroMarcossabíaexactamentedondeestabacolocada
cadaunadeellas,enquémomentohabíasidoencendidayconquédeseo
lohabíahecho.
Leinterrogóconlamiradacuandodescubrióellugarunosmetrosantes
de llegar. La nevada era más copiosa y dificultaba la visibilidad. Él solo
sonrióconpicardíamientraslaacurrucabacontrasucuerpo.
Trasdesmontarenlapuerta,elhombreacomodóaTruenoenelporche
acubiertodelatormentablanca,letapóconunpardemantasquesacóde
lasalforjas,cogióelcaféyentraron.
AElenanolesalíanlaspalabras.Ellugareradeensueño,decoradode
forma simple con mucho cariño, iluminado por luz tenue creando un
ambienteespecial.Lachimeneaencendida,unsofáyasuspiescolchones
cubiertosdemantasdepelosuavejuntoaalmohadasdeplumas.
Marcosestabatrasellaesperandopacientesureacción.
Habíasidodifícilllevarhastaallítodoloquequeríaparadejarlocomo
deseabasinquesedieracuentadequetramabaalgo.Sobretodoporqueel
deber era lo primero y había tenido poco tiempo libre últimamente al
sufrirnuevasamenazasqueellaaúnignoraba.
Hacía cuatro días que todo estaba acabado, solo faltaba la nevada de
madrugada y podría llevarla al lugar más especial que jamás había
imaginado.
Con lágrimas peligrando con derramarse de un momento a otro,
incrédula de que a poca distancia de su casa hubiese algo tan único y
personal creado con tanto amor sin necesidad de lujos ni viajes, se giró
haciaél,lemiróunossegundosemocionadaylebesó.
Esperaba que aquel beso transmitiera todo lo que estaba segura no
haríansuspalabras.
Marcoslarecogióentresusbrazos.Noconfiabaenquedijesenada.Era
surespuestanaturalylebastaba.
Dejó caer el termo sobre las mantas para poder agarrar su cuerpo
mejoryatraerlohaciaelsuyo.Ladeseaba,ladeseabatantoquelepodíala
impaciencia.
Nerviosocomosifueselaprimeravezqueestabanjuntos,acariciósu
piel bajo la chaqueta y el pijama, incapaz de decidir con coherencia el
orden en que quería amarla, olvidando el motivo por el que la había
llevado hasta allí, incapaz de recordar las palabras adecuadas que con
tantodetallehabíabuscado,estructuradoensucabezayensayado.
Ellaarrollabacontodo.Supasión,sufuerza,sudeseodeéllenublaba
lamente.
Erainútildetenersuanhelo.Alfinyalcaboeraunodelosmotivospor
los que la había llevado allí. Hacía tiempo que no tenían oportunidad de
estarsolosydisfrutarelunodelotro,peronecesitabarespirar,refrescar
lamentelossegundosnecesariosparatomaraliento.
La separó sutilmente de sus labios, la miró con mil promesas en sus
ojos que ella entendió a la perfección mientras le quitaba el abrigo,
despuésseloquitóélydenuevotomósuboca.
Disimulandosuimpaciencialadirigiósutilmente,pasoapasohastala
preciosacamaimprovisadaenelsuelo.Conlentitudlaayudóatumbarse
sobreaquellechomásdignodeotraépocaquedelsigloXXI,peroigual
derománticoantesqueahora.
Elenasintiósucuerpocontraelsuyo,elpesodelapasiónapretandosu
deseo y como su piel se encendía ansiosa por ser tocada por sus manos
grandesyfuertes.
Como si escuchara su mente, se metió bajo las prendas, subió la
camisetacondecisiónybajósubocahastalacinturaparabesarsupiel.
Elenanecesitabamásdeélconcadacaricia,cadabeso.Cuandorozósus
pechosconloslabioscalientessearqueóbuscándole.
Marcoslaconocía,erafuegoysabíacómotentarla.Alrevolversebajo
sucuerpo,leexcitabamás,letentabamás.
Le cogió el rostro con las manos, sujetó su pelo mientras le miraba
intensamenterecuperandoelaliento.Susrespiracionesentrecortadasyla
agitacióndesuspechos,delatabasuestado.
―Nuncatedoylasgraciasporarriesgartepormí―confesó.Sabíade
sobraelpeligroquesuponíasuprofesión,perollevabadíaspensandoque
tambiénsurelación.
―Elena, es mi trabajo ―explicó regalándole una sonrisa agradecida,
que borró durante los escasos segundos que guardó silencio a
continuación―. Pero aunque no lo fuera, lo haría porque eres lo más
valiosoquetengo,lomásimportante.―Lamujerseaferróalfuertebrazo
querecorríasucuerpoconsuavescariciasmientrasleescuchabaysentía
supesosobreella.
―Yyotelopagoconunpadremegaprotectorquesiseenteradeesto
te matará… ―confesó apenada. Si su progenitor tuviera otro carácter,
todoseríamássencillo.
Marcos tenía delante la oportunidad que necesitaba. Había preparado
todoaquelloparahablarconellayeraelmomento.
―Si tengo que morir, no encuentro mejor forma de hacerlo que
luchandoporti,aunqueelenemigotengaquesertupropiopadreenlugar
deunsecuestradorounterrorista.
Elenacogióaireconunnudoenlagarganta.Todasuvidahabíatemido
queunoficialllamaraalapuertaconlapeornoticiaquepodríarecibir,
haber perdido lo que más quería, a su padre, en acto de servicio o
asesinado por una de sus múltiples amenazas. Ese miedo se había
duplicadosindarsecuenta…
―No digas eso… ―rogó en un susurro aterrado al pensar en la
posibilidad.
Élsupoloquepasabaporsucabeza.Milveceslehabíarepetidoquesi
algúndíaregresabanaporellayteníaqueelegirentresuvidaolapropia,
sesalvara,perosoloconrecordarlosentíanauseas.
El sentimiento desgarrador al pensar en la pérdida, era igual de
devastadorparaambos.
Acariciósurostrolimpiandounalágrimadetristeza.
―Porfavor,nolloresyescúchame―pidióintentadoelegirunabuena
sonrisa para que se sintiera mejor―. No voy a morir, ¿de acuerdo? Es
solounaformadehablar.Nohemosvenidoaquíparaesto,hemosvenido
paraestarsolosporunashoras.―Elenaasintiócogiendoaire.
Habíapensamientosinevitablesqueintentabaesquivarcuandoélestaba
cerca para no mostrar su debilidad, pero no siempre podía ser fuerte. A
vecesflaqueabaensuempeño.
Marcos, observando el giro inesperado tan cruel de la situación, se
sentósobrelasmantas,apoyólaespaldaenelsofáylainvitóasentarse
entresuspiernastumbadasobresupechoparapoderabrazarla.
Elena obedeció y ovillada contra su cuerpo, dejó que la envolviera en
él.
―¿Estás bien? ―preguntó pasados muchos minutos. Ella solo asintió
ensupecho.Élcogióaire―.Mealegroporquenecesitohablarcontigo…
necesitodecirtealgoimportante…
Lamujerseincorporósentándosefrenteaél.
Ahorasíteníamiedo.
Mucho.
Todo.
Élsonrióligeramente,recogiósuspiernasflexionándolasparaapoyar
los brazos, dejándolas abiertas con el espacio suficiente para que
permanecieraentreellas.Laqueríacerca.
―Voy a hablar con tu padre ―soltó a bocajarro―. Estoy harto de
escondernosatodashoras,deocultarnosydisimular.Necesitoteneruna
relaciónnormal.
Ella no sabía que decir. Estaba conmocionada. Nunca pensó que
sucediera tan pronto o mejor dicho, nunca pensó que llegase este
momento.Punto.
Él era mayor, tenía un tramo de vida andada que a ella le faltaba y
vivenciasquelehabíandejadohuella,marcayheridastanprofundasque
creía que la elegida tras esa decisión sería una mujer más cercana a su
edad,gustoseinclusoprofesión.Leamabatantoquesehabíapreparado
paradejarlemarchar,noparahacerpúblicasurelación.
―Sé que no será fácil, el Coronel es una persona complicada en
muchos aspectos y en lo que concierne a su hija, autoritario, estricto e
implacable, pero yo también lo soy en todo lo que implica la relación
entretúyyo.
―Esunalocura―susurróatónita―.Aúnesdemasiadopronto.Tienes
queestarseguro,conmipadrenovalenmediastintas,Marcos…Creoque
esmejordejarloaquíantesdequeseademasiadotarde.
Hablabaelmiedo,nosucabeza.
El escolta se arrodilló, acercándose a ella. Cogió su rostro con las
manos.Estabamuynerviosa,supielsehabíavueltoblancacomolacaly
letemblabanloslabios.
―Tranquila.Nopasanada.Estoenrealidadessoloentretúyyo,poco
importa lo que opinen o digan los demás. Tarde o temprano tendré que
hacerlodetodasformas.Noquieroesperarmás.
―No―contestónerviosa―.Notienesquehacerlo.
―¿Deverdad?―Elenaasintióconvencida.Marcosenrespuestametió
unamanobajosucamisetadeslizándolaconsuavidadporsupielyconla
quecogíaelrostro,acariciósumejillaconelpulgarmientrasacercabala
bocaalasuyaylabesaconpasión.
Elena se estremeció bajo sus manos, sus labios y la seguridad de ese
devastadorbeso.
Soloqueríademostrarqueloquehabíaentreellosnosepodíafrenara
estas alturas y que cuanto antes se hiciera público, mejor. Cada vez era
másdifícilocultarlo.
Seapartóparaconfirmarsuteoría.Ellaestabatanenamoradacomoél,
susojosbrillaban,sucuerpolebuscabaysubocaleanhelabaya.
―Te quiero, Elena, y ni tu padre ni nadie en este mundo me lo puede
prohibir.
Sindejartiempoderéplica,Marcosarrollósubocaconpasión,devoró
suslabiosyconcuidadolatumbósobreellechosuaveycálidopreparado
contantomimo.
―Ahora voy a hacerte el amor todas las veces que me lo pidas.
Disfrutarédetiytúdemí.Sininterrupciones,sinprisasporqueesloque
deseo….Porquetequiero.
―Si mañana has cambiado de opinión, lo entenderé ―replicó
asimilando cada palabra, enamorándose más mientras sentía como sus
manosladesnudabanconpericia.
El guardaespaldas levantó la vista con picardía. ¿Por qué era tan
cabezota?
―No sé qué pasará en el futuro, nadie lo sabe. No puedo prometerte
algo que no puedo controlar. Tú también puedes cambiar de opinión
―contestósabiendoquehoyporhoysepertenecíanelunoalotro,pero
que la vida hay que vivirla día a día. Se colocó entre sus piernas con
cuidado, arrastrando los labios desde la cintura hasta su cuello mientras
hablaba―,perosíséloquevaapasarahora―aclarótrascariciasybesos
penetrándola con movimientos suaves y lentos. Elena cerró los ojos
dejandoquelassensacionesqueélleproporcionabaseextendieranporsu
cuerpo―.Tevoyaamarhastaquenuestroscuerposdiganbasta―susurró
enunapasionadohilodevoz.
EnelcorazóndeTebas
LolaP.Nieva
Año1327A.C.DinastíaXVIII,ReinadodeTutankamon
Pasear por Tebas, la gran urbe cosmopolita que abrazaba ambas
riberasdelNilo,solíaresultarunaexperienciaenriquecedora.
LabellaSelkis,hijadelgranvisirygeneraldelosejércitosdeljoven
faraónTutankamon,elpoderosoHoremheb,sesabíaseguradeambulando
porlaspolvorientascallejuelasdelaciudad.Conocedoradelpoderdesu
padreydelosojosprotectoresquelaacechaban,sepermitíalaosadíade
visitarelbarriodelosesclavos,sabiéndoseasalvodepeligros.
Aunque el soleado día y la trepidante actividad de mercados y plazas
bullía con igual alborozo, en los rostros de sus convecinos advertía tan
claro como las aguas de su amado Nilo que, en los ánimos de la gente,
dabaiguallacasta;lasombradeltemoroscurecíasustostadosrostros.
A pesar de que el faraón había contenido a los hititas en la frontera
norte del reino, y devuelto a los sacerdotes de Amón la influencia y el
poder que habían tenido antes de la revolución a manos de Akenatón,
restaurando los templos abandonados de los templos de Amón, Osiris y
Ptah.Parecíaquelafortunaloshubieraabandonado,comosirenegardel
cultoaAtón,leshubieraacarreadounaespeciedemaldición.Lascosechas
se habían malogrado; la pesca, agotado, y la enfermedad paseaba
indolenteporaquellascalles,sesgandotantasvidasquelaalertadeplaga
habíamovilizadoalosmédicosdelacorteenelestudiodeaquelbrotede
fiebresletales.
Selkis observaba con preocupación las puertas cerradas de algunas
chozasdeadobe,marcadasconunalínearoja,evidenciandoelcontagio,
aunque más la angustiaba el sofocado llanto de niños tras ellas, toses y
quejidoslastimosos.HabíaideadounaardidparasacardelPalacioRealla
medicinayrepartirlasubrepticiamenteentreaquellasgentes.
Aquellaarriesgadaempresalainquietaba.Unsudorperlabasufrente,y
elkalasiri,suligerovestidodelinoblanco,sepegabaasuacaneladapiel.
Decidió desprenderse de la capa corta que protegía sus hombros y su
escote del implacable sol, a pesar de que las dos delgadas tiras de níveo
lino apenas cubriesen sus senos, convirtiéndose así en el centro focal de
masculinasmiradaslibidinosas.
Semordióellabioantelamiradareprobatoriadelúnicohombrequeen
verdadleinteresabaatraer.
ElapuestoNun,hijodecantero,secruzóconella,ydeinmediatobajó
la mirada, no sin antes apreciar las turgentes curvas de sus senos, entre
admiradoymolesto.
Intentó esquivarla, pero ella se lo impidió. Aquel estrecho callejón
agradablemente sombreado por las esterillas que unían una choza con
otra,ypordemássolitario,lefacilitósumeditadaintención.
―Hola,Nun,precisamenteatitebuscaba.
Se sorprendió gratamente al comprobar que podía modular
seductoramente su tono, tal y como observaba en las complacientes
sirvientasdelacorte.
―Que los dioses guíen tus pasos, bella Selkis, pero fuera de este
arrabal;noessitioadecuadoparalahijadeunvisir.
―¿Vasareñirmedenuevo,mibuenNun,cuandosabesdesobraqueel
objetoprimordialdeestospasosesencontrarlostuyos?
Alzó sus negros ojos tan insondables como las aguas del Nilo una
noche sin luna y tan penetrantes que su liviano kalasiri perdió su escasa
consistencia,bajoelardordesumirada.Comosiemprelepasabacuando
estabajuntoaél,todosucuerporeaccionóantesupresencia,suspezones
seconstriñeronanhelantes,supielclamabaelsolazdesuscariciasysus
labiostemblabansuplicandounbeso.
Paseó la lengua por ellos atrapando en ese gesto la candente atención
delmuchacho.
―Compruebounavezmáslomuchoqueteplaceatormentarme.
Selkisnegóconlacabeza,subruna,largaylaciamelenaseagitóensu
vehemencia,yseaproximóaélconmiradatentadora.
―Teequivocas,Nun,erestúelqueteatormentasporvoluntad.
El muchacho sacudió la cabeza, exasperado, tomando aire lentamente,
haciendoacopiodepaciencia.Ensusojosbrillólacontención.
―Te presentas aquí, casi desnuda, y te crees intocable, por ser quién
eres.Tientastusuerteyesomeenfurece.Escucholoscomentariosdelos
hombresytengoquemordermelalenguayenfriarmispuñosparaevitar
másrumoresdelosqueyahay.
―¿Rumores?―inquirióalzandoasombradalascejas.
―¿Acaso crees que ignoran lo que buscas de mí? Tus ojos son tan
clarosyardientescomoelsoldeldesiertoquenosrodea.
Selkisbajólamiradaabochornada,noobstante,esavetaderebeldíaque
siemprelahabíadominadoseimpusoasupudorcuandovolvióaalzarla.
Enefecto,ardíaantelavirilpresenciadelhombrequerobabasussueños.
Ahí, frente a ella, tan gallardo, hermoso y cautivador que cortaba el
aliento, encendía cada fibra de su ser con la ardorosa necesidad de
poseerlo. Resultaba toda una tentación para los sentidos, despertando tan
abrumadoranheloenella,quehabíadecolmarloantesdequeacabaracon
sujuicio.
―¡Tómame, Nun, tan solo una vez, y aplaca el fuego que me devora
desde que te conocí! ―pidió provocadora, rozándose contra su pecho,
posandolaspalmasdesusmanosenelsuaveylampiñopechodelhombre.
Elesclavolatomóporlasmuñecasylaapartódeél.Maldijoparasus
adentros la férrea voluntad del muchacho, a pesar de que su mirada
gritabalamismanecesidadqueladeella.
―¿Y caer en desgracia por permitirme tocar las estrellas una noche?
―replicóentonoestiradoycontenido―.Sisoloyocayera,habríassido
míaalprimerpestañeodeesosmágicosojostuyos,perotodamifamilia
perderíaelfavordelfaraón,yatraeríasobreellalairadetupadre.
―Si somos cuidadosos ―comenzó, sugerente y esperanzada―, nadie
tieneporquésaberlo.
Nun negó con la cabeza con mirada turbia y sufriente, pero rictus
decidido.
―Estás vetada para mí, bella Selkis, y nadie lo lamenta más que yo
―confesóconhondoabatimiento―.Asípues,retornatuspasosapalacio,
teacompañaréhastalosdromosqueflanqueaneltemplodeOsiris.
La tomó del brazo con cierta hosquedad y, sin admitir ni una réplica
más, la condujo apresuradamente fuera de los arrabales, entre estrechas
callejuelasumbríasdondemurosdeadoberojoconferíanciertofrescoral
sofocantecalordeunmediodíaabrasador.
Masticó compungida su derrota, al tiempo que maceraba obcecada la
maneradegozardelfavordeOsiris,atravésdeunaofrenda.
Seacomofuera,suvisióndebíacumplirse,yenella,Nundepositabasu
semilla en su vientre, del que nacería un niño que sería uno de los más
poderososfaraonesdeEgipto,yqueademás,Nunfueratandeseable,no
hacíamásqueconfirmarsudestino.
Llegaron en silencio a la avenida sitiada por las imponentes imágenes
vivientes, en el que altas y orgullosas palmeras zarandeadas
perezosamente por una brisa cálida y seca se intercalaban entre los
impasiblesyadustosrostrosdelosleonesconcabezahumana.Másallá,el
altopilonodepiedracalizaqueprecedíanalacoloridaentradaaltemplo
adornada con bellísimos jeroglíficos, dejaba divisar los majestuosos
portalones del templo, tan altos como las palmeras que adornaban su
entrada, bruñidos en baño de oro y repujados con escenas del dios,
refulgían ante ellos, como si manara del templo un halo dorado de la
divinidadqueencerraba.
A la derecha, la avenida con estanques y obeliscos que conducía al
PalacioReal,yqueaesatemerariahoradeldíaestabasabiamentedesierta.
Nunsedetuvo,yconmiradaseveratomóaSelkisporloshombros.
―Jamás yaceré contigo ―aseveró ceñudo―. Y por el ultrajado Atón,
padredetodoslosdioses,teadviertoque,siosasregresaralosarrabales,
marcharéaMemphiscontodamifamiliaynuncamásvolverásaverme.
―Sinoregreso,tampocoteveré―puntualizócompungida.
―Ese es el destino que debemos respetar ―concretó Nun,
apesadumbrado.
―No,nuestrodestinoesotro―insistióSelkisconlágrimascontenidas
ymuecadolida―.Peronosécómoconvencerte,mibuenNun,puestuve
unarevelaciónenunsueñoquemepersiguesincesarcadanoche.Hemos
deprocrearaunniñoqueserárelevanteenlahistoriadenuestroreino.
Nun la observó con un deje desilusionado y resopló con cierto hastío
negandoconlacabeza.
―Por eso me persigues… ―rezongó decepcionado, con una mueca
desdeñosayofendidaensufaz―.Porunsueño.
Selkis se apresuró a negar con la cabeza, dio un paso hacia él, para
comprobar desesperada cómo retrocedía mientras la fulminaba con la
mirada.
―Bien ―agregó el esclavo―, ya que no eres víctima del amor, ni
parecequedelalujuria,teserámásfácilolvidartusdesmanesyrepetirte
quelossueños,sueñosson.
―Te amo y te deseo, Nun ―se precipitó a replicar alzando la voz,
frustrada e impaciente―. Ese sueño me llevó hasta ti, mirarte a los ojos
hizoelresto.
Elmuchachonegódolido,suapuestorostroseempañóconunoscuro
velodetristeza.Retrocediódenuevo,lentamente,perosindarlelaespalda
aún.
―No regreses, Selkis, no serás bienvenida. Mis ojos, mi boca y mi
cuerposecierranati,apartirdeesteinstante.
Y dándose la vuelta con furiosa vehemencia, se alejó a la carrera,
alejándosedesuvista,desuvidaydesudestino.
Apretódeterminantelospuñosycaminóabuenpasohaciaeltemplo.
Altraspasarelmacizopilonodepiedra,serefregóelrostroburdamente
con los puños, intentando borrar las lágrimas que quemaban sus ojos,
emborronandoenesegestoelmesdemetconquemaquillabasusojos.
Se adentró en la agradecida penumbra del templo de Osiris,
acostumbrando sus ojos a la escasa luz que ornamentadas lucernas
derramaban sobre el pétreo pavimento en dorados cercos. Sintió el
agradablefrescordelapiedra,elfraganteinciensodelosquemadoresy
loscanticossofocadosdelossacerdotesqueguardabanenesemomentola
estatuadeldios.
Caminó reverencial por la sala hipóstila, sintiéndose apenas una
hormiga entre el bosque de grandes columnas adinteladas de techumbre
plana,rumboalaltarcentral,alanaos.Sobreél,Osiris,depielverde,y
semblanteregio,consucoronaAtef,elcayadoHeka,ellátigonejej,yel
cetro Uas, pareció fijar sus ojos en ella. Junto a él, el pilar dyed, una
columna conformada con gavillas de grano atadas y policromadas,
representaba la estabilidad de Osiris. Selkis inclinó la cabeza con
solemnidad, arrodillándose a continuación frente a la imagen del dios.
ExtendiólosbrazoshaciaOsirisypronuncióenapenasunhilodevozsu
ruego,entregandocomoofrendasuservidumbremortaleinmortal.
Seincorporó,ytrasunainclinaciónrespetuosadecabeza,sedispusoa
abandonar el templo, cuando de soslayo atisbó a un anciano ciego que
meditaba en una esquina del templo. El oráculo. Sus pasos la llevaron
inevitablementehaciaél.
―Necesito respuestas a un sueño que me persigue ―comenzó sin
ocultarsuturbación.
El anciano, de ajada y tostada piel, cráneo rasurado, nariz aguileña y
mirada vacua, asintió quedamente. Alargó los brazos y extendió las
palmasdesusmanoshaciaella.Selkislastomóyfijólamiradaenelojo
deHorusqueelancianollevabapintadosobresufruncidafrente.
Trasunlargoysilenciosoinstante,eloráculoasintióconfirmeza,sus
labiosseestiraronenunmohíncuriosoypreocupado.
―Habéis sido elegida por Amón Ra, señor de los tronos de las dos
tierras, para un importante cometido ―confirmó con voz rasgada―,
salvarlavidadetufaraónocaeráspresadeunamaldición.
Selkis frunció el cejo, contrariada y confusa, agitando la cabeza en
clarodesacuerdo.
―Ese no es mi sueño ―manifestó altanera―. El todopoderoso
Tutankamonesveladoporsuescolta,cuidadoporsuesposaysucortede
médicos y protegido por sus ejércitos. ¿Cómo podría yo, una simple
súbdita,salvarsuvida,queademásnocorrepeligroalguno?
―Solo os digo lo que veo, muchacha, de uno de tus actos penderá la
vidadetufaraón.
―Pero…pero…¿ymisueño?―inquirióconfusa―.¿Yelhombreque
amo?
Elancianonegóconlacabezarotundaybufóexasperado.
―Tus deseos, muchacha, palidecen ante la magnitud de tu destino.
Marchadyestadatentasalasseñalesquesindudaseosmostrarányobrad
conjuicio;esmucholoqueestáenjuego.
Selkis no replicó, asintió agradecida y arrastró sus pasos fuera del
Templo, con una pesada nube de oscura incertidumbre y desconcertado
malestarpendiendosobreella.
Meditabunda e irritada, caminó hasta el Palacio Real, donde su padre
pasaba la mayor parte del tiempo junto al consejero real, Ay. Juntos
gestionabanelimperio,haciéndolecreeraljovenTutankamonqueeraél
quienlogobernaba,cuandoenrealidadsoloerainformadodebidamente
dehechosyadecididosyacontecidosporellos.
Enrealidad,Tutankamonloprefería,nadadeseabamásparasupueblo
quelapazylaestabilidad.Yatuvoquelucharcontraloshititasydevolver
elpoderalossacerdotesdeAmónparaconseguirlo.Ahora,sologozaba
del amor a su esposa la dulce Anjesenamón, y de una plácida vida sin
complicaciones.Amboshabíanperdidodoshijasprematuras,comosiel
renegado Atón los hubiera maldecido, y solo se tenían el uno al otro.
Tutankamon amaba profundamente a su esposa, ella era el centro de su
vida, y en ella se apoyaba diariamente. Pues a pesar de su juventud, su
cuerpo era anciano, caminaba con bastones, aquejado de una terrible
dolenciaóseaquelorecluíaensusaposentos,raravezsalíadepalacio.
Selkis pasó la tarde deambulando sin rumbo, dándole forma a la idea
queemergíadesucabeza.Unamedidadesesperada,pensómordiéndoseel
labio inferior nerviosa, pero necesaria. La hermana pequeña de Nun,
Acenath, estaba enferma de fiebres, como tantos otros niños de los
arrabales.Ellalesllevaríaelremedio,quedisolveríaenunatinajadeagua
y les daría a beber a los enfermos, pero solo a los niños, quizá de esa
manera Nun suavizara su actitud con ella, y aunque no resultara, la
decisióndeintentarsalvaraesospobresniñosllevabatiempopalpitando
enella.
Los médicos de la corte habían hallado hacía tiempo el remedio,
fermentando hongos y extrayendo su jugo, logrando obtener un filtro
efectivo para detener las fiebres y salvar al enfermo. No era la primera
plagaqueasolabaelimperio,curiosamente,sololosufríanlasmetrópolis
cercanasalosríos.
Se recostó en un diván, en una de las terrazas que daban a la avenida,
desdelaquesecontemplabalasmejoresvistasdeTebassucumbiendoaun
majestuoso ocaso. La música de flautines y liras la envolvió, una brisa
suave se filtró entre las columnatas agitando las gasas escarlatas que las
vestían, adormeciéndola con su caricia. Suspiró, cerró los ojos y se
durmióplácidamente,aguardandolanoche.
Cuandodespertó,laoscuridadengalanabalaciudadconunmantoazul
intenso,desvaídoanteelhaloluminosoqueprendíadelasventanasdelas
casas y las altas lucernas de las avenidas. Antorchas imponentes
parpadeaban en un juego de luces y sombras sobre los policromados
muros de la ciudad. La belleza del paraje resultaba un bálsamo para el
espírituyungoceparalossentidos.
Selkis se frotó el rostro para despejarse y se puso en pie. No tenía
tiempoqueperder.Correteósubrepticiamenteporlosanchospasillosdel
Palacio,escondiéndosetrasalgunacolumna,cuandoelecodeunospasos
llegaba hasta ella. Con el corazón desbocado y respiración agitada, fue
avanzandohastalaCámaradondelosmédicostrabajabanenelestudiode
enfermedades. Por fortuna, las innumerables vasijas que saturaban los
anaquelesestabanetiquetadas.Nolefuedifícilencontrarelremediopara
lasfiebres,puesestabatodavíaenlamesacentral,rodeadodealambiques,
morterosypotes.
Lotomóenvolviéndoloenunpañoysalióraudaysigilosa.
Descorriósuspasoshastalaentradaprincipal,dondetomóunatinaja,la
llenódeaguadeunadelasgrandesfuentesrectangularesyvertiótodoel
contenido de la pequeña vasija. Se desprendió del cordón que ceñía la
cinturadesuKalasiriy,nosindificultad,seatóprolijamentelajarraasu
espalda.
Tomó una gran bocanada de aire y salió ocultamente de palacio,
apresurandoelpasoyoteandotrasella,temerosa.
Llegóalosarrabalesfatigadaymásinquietaaúnqueenpalacio.Algo
laturbabacomosiunmalauspiciocomenzaraaenredarlaenunhalode
creciente malestar que incluso aquejaba su estómago con nauseas y
agriabasugaznate.
Recorriólasdesérticasyoscurascallejuelasconunnudoenlagarganta
y preocupada por la reacción de Nun ante aquella temeridad. Se detuvo
ante su destartalada puerta y llamó suavemente con los nudillos
conteniendoelaliento.Aquellaera,sinduda,suúltimaoportunidad.
Lapuertaseabrió,eltitilanteresplandordeuncandildeaceiteiluminó
eladormecidorostrodeNun.Cuandoenfocósumiradaylareconoció,su
faz se contorsionó en un amasijo de emociones entre las que
predominaronelasombroylafuria.
―¡Portodoslosdioses!¿Perdisteeljuicio?
Enesemomento,elfirmepasodelguardaquehacíalarondaesanoche,
precipitóelbrazodeNunhaciaella,impulsándolaalinteriordelachoza.
Enelinterior,lospadresdeNunysuhermanapequeñatodavíadormían
arrebujados en sus camastros, aunque en ese instante se removieron
inquietos,cambiandosuposición.Nunchitóylallevóaunrincónaparte.
―Traigo una cura para Acenath, y para todos los niños enfermos del
arrabal.LasustrajealSun-unelmédicoreal,nadiehayenfermoenpalacio
yellospuedenhacermás―comenzóSelkis,desprendiéndosedelavasija
de metal que llevaba en la espalda y entregándosela al desconcertado
Nun―. No me parece de justicia que, habiendo un remedio para evitar
muertes,noseutilice.
Nun la miró boquiabierto, aturdido y airoso. Sus negros ojos se
entrecerraroncoléricos,ysurictussecrispótensandosusfacciones.
―Has debido enloquecer sin duda, pues no hallo sensatez a tus actos
―reprendiócontenido―.¿Acasohaspensadocuálserátucastigocuando
se enteren de que robaste la medicina del faraón? Ve y devuélvela de
inmediato.
―No―respondióconobcecación―.Simeheexpuestoesparaayudar
a los que en verdad la necesitan, tu hermana entre ellos. ¿No quieres
salvarlelavidaalapequeñaAcenath?
Nun la miró con recelo y pesadumbre, agitó la cabeza, su rostro se
oscureciópesaroso.
―Ydime,Selkis,¿cómopretendesquepagueestegranfavorquenos
haces?Porquesiesconloqueahoramismosemevienealamente,solo
tepagaríaconelmásabsolutodesprecio.
Selkisbajólamirada,herida,laslágrimasseacumulabanensusojos,y
eldolorensucorazón.Enefecto,resultaríaignominiososiensucorazón
no se alzara por encima de ese fin, el deseo por salvar las vidas de
aquellos pequeños. La acusadora y decepcionada expresión de Nun
evaporócualquierbriznadeesperanzaenelcumplimientodesusueño.Y
con honda derrota, pesarosa y compungida, acepto para sí que, seguir
insistiendonosololearrebataríalapocadignidadqueyalequedara,sino
queconseguiríaelefectocontrario.
Negóconlacabezaysuspiróabatida,susgrandesojossenublaronen
ardoroso llanto y dirigió su mirada a Acenath que dormitaba entre
temblores.
―Norequieropagoalguno,Nun―musitóqueda―.Ofrecelamedicina
a tu hermana y olvida que me conociste. Prometo no regresar a los
arrabales,niaincordiarteconmipresencia.Llevasrazónencuantodices,
solo atraería desgracias sobre vosotros, ningún futuro faraón de Egipto
merecetantosufrimiento.
Nunarqueólascejasconasombro,fruncióelceño,depositóelcántaro
enelsueloylatomóporloshombros.
―¡PorAtón,Selkis!¿CómounhijodeesclavopodríagobernarEgipto?
¡Nohaysentidoalgunoentuvisión,esundisparate!
Selkisloempujóairada,ydiounpasoatrás,fulminándoloconmirada
enojada.
―¡Daigualya,porquenosecumplirá!¡Nuncalosabremos!Temofas
demissueños,medespreciasytelibrarásdemíencuántosalgaporesa
puerta,túganas.Concédeme,almenos,nohacermesentirpeordeloque
yamesiento.
Elresplandormarfileñodeunalunaplenarevelóunrictusarrepentido
pincelandoelmasculinorostrodeNun.
―Yo…lolamentomásdeloquecrees.
―Tomaunatazaydaledebeberelremedio,hededarmeprisa―pidió,
cerrandosusoídosysussentidosalmuchacho.
Asintióapesadumbrado,latristezainundabasumirada.Tomóunatazay
lallenóhastaelbordeconelcontenidodelajarra.Medioincorporóasu
hermanaypocoapocologróquelafuerabebiendo.Lapequeñasudabay
apenaslograbaentreabrirlosojos,ardíaenfiebre.
Selkis volvió a manipular la jarra cuidadosamente para sujetarla a su
espalda.Nunseaprestóaayudarlaydesdeatráslefuepasandoelcordel
rodeando el recipiente. Sentir sus dedos rozar su cuerpo, fue el último
suplicio que se llevaría como recuerdo. Cuando estuvo preparada, se
dirigióalapuerta,ansiosaporatravesarlayaligerarelnudodedolorque
oprimíasupecho.Yasalíaalacallecuandounamanoaferrósumuñeca
desdeatrás.
SegiróhaciaNuncontrariadaydesconcertada,perosedejóarrastrarde
nuevoalinteriordelachoza.
―Semehaocurridoquenotienesporquéarriesgartemás―comenzó
enunsusurro―.Dejaaquílajarra,queyolarepartiréestanocheporlas
casasmarcadas.―Susojosemitieronunbrilloextrañocuandoseposaron
sobresuslabios,parecíacontenidoytanfrustradocomoella―.Regresaa
Palacio,notearriesguesmás.
Selkis,incapazdehablar,obnubiladaporelanheloquemanabadeél,se
dejódesprenderlasatadurasparaliberarlajarraqueregresóaunrincón
enelsuelo.
―Quelosdiosesteproveandefortunayteotorguenunavidaplenay
dichosa―murmuró como despedida, escapando nuevamente hacia la
puerta.
Cadainstanteasuladoeraunpuñalquehoradabasupecho.
―Selkis ―pronunció Nun con voz rota, aferrando esta vez su
antebrazo.
Cuando se abrazó a ella por detrás, y la estrechó contra su pecho, su
corazónsedetuvo.
―Dejartemarchareslomásduroqueharéentodamivida,queniserá
plenanidichosa,porqueenellanoestaránuncalamujerqueamo.
Ella cerró los ojos, un reguero de lágrimas recorrió sus mejillas, un
débilyestranguladosollozoescapódesuslabios.
―¿Tienesideadelasvecesqueheimaginadotenerteentremisbrazos,
besarteyhacertemía?InfinitasmiadoradaSelkis,infinitas.
―¿Porquémetorturas,Nun?Tomasteunadecisión,nodesgarresmás
micorazón.
El muchacho la giró entre sus brazos, tomando el rostro de Selkis en
susmanos.
―Tortura fue tenerte cerca, tentarme con tu belleza y luchar conmigo
mismo. Quiero… quiero que comprendas que mi corazón es tuyo y que
me lo arranco para que ni tú ni mi familia paguéis por mi falta de
voluntad.
Sesostuvieronlargamentelamirada,nuncahabíanestadotancerca,yel
cuerpo de ambos reaccionó con virulenta lascivia. Percibió la dureza de
Nun,queapenasllevabauncalzóndelinocomoúnicavestimenta,contra
su vientre. Sus enhiestos pezones se oprimieron contra el musculado y
lampiñotorsodelesclavo.
Cuando él la tomó por la cintura y la ciñó a su cuerpo, un gemido
ardorosoescapódeella.Nunclavósuturbiamiradaensuentreabiertay
suplicante boca, y preso de un irreprimible impulso, se abalanzó sobre
ella,liberandocuántohabíareprimidodesdequelaconoció.
Unapasiónhambrientalosdevoró,suslenguassefrotaronávidas,sus
manos, sedientas de piel, buscaron consuelo con fervoroso afán, sus
cuerpossefrotaronanhelantesydesesperados.Envueltosenunacandente
nubedelujuria,searrinconaroncontraelpenumbrosorincón,jadeantesy
enloquecidos.
Nunapartólasdelgadastirasqueapenascubríansusopulentospechos,
cobijándolosensusmanos,derramandoensubocaunroncogruñido.
―Tantas veces los acaricié con la mirada… ―gimió apasionado―.
Selkis,mearrebataslacordura,nopuedomás...Tusueñoyelmíoradican
en el mismo principio: el de poseerte hasta desfallecer. En el tuyo
engendrasunhijo,enelmío,locriamosjuntos.
Apenasseseparóparaclavarenellaunamiradaenamorada.
―Quizáeltuyoserealice,yaqueelmíojamássecumplirá.
El corazón de Selkis reventó de amor y de dolor, por el destino de
ambossueños.Inclinólacabezahaciaatrásliberandounsofocadojadeo
cuandoNunlealzóunadelaspiernasylaenlazóasuscaderas,altiempo
quesubocatomabaenellaunodesusaltivospezones.Elesclavollevóla
manoalvérticeentresusmuslos,deslizándolaporsutersafemineidad.
―¡Porlosdioses,estástanhúmeda…!
Ylaacariciócontalpericiaquesearqueócontraelmuro,presadeun
placer delirante. Mordió el hombro de Nun, para sofocar sus gemidos,
hastaqueélapresódenuevosuboca.
―No puedo esperar más ―gimió tirante―, el deseo me quema las
entrañas.
Deshizo la tira de lino de su calzón, con tosco apremio y de un
profundo empellón se hundió en ella, aguardando un instante a que su
carne se amoldara a su intrusión. Sintió cómo se cerraba en torno a él,
estrechaypalpitanteytemióderramarsesinlograralargarelgocedela
mujer.
Nun apretó los dientes, y comenzó a moverse lánguidamente,
absorbiendo en su boca los jadeos de la mujer. El placer lo acuchillaba
implacable, confiriendo brío a sus envites. Jamás en toda su vida, había
sentidonadaigual.
Selkissintióquealgolarompíapordentro,todosucuerposesacudió
vibrante,zarandeadoporunestallidodeplacerdesgarrador,quelatensó
violentamente,arrancadodeellauntorrentehúmedoqueresbalóporsus
muslos.
Todavíaintentabarecomponersedeaquellainusitadasensación,cuando
confusa sintió que Nun salía de ella y se acuclillaba entre sus piernas,
colocando una de ellas por encima de su hombro. Sentir la lengua del
hombrelamiendoávidasusjugos,laconvulsionódeplacer.Semordiótan
fuerteellabioparanogritar,quesehizodaño.
Notardóenalcanzarotronuevoclímax,queNunsaboreócondelirio.
Cuando se apartó de ella y se puso en pie, sus ojos refulgían tan
opacados de lascivia que todo su cuerpo se agitó. Nun la tomó por la
cinturaalzándola,aferrándolaporlasnalgas,yellainstintivamenterodeó
las caderas de hombre con sus suaves piernas. No pudo evitar dejar
escapar un jadeo entrecortado cuando fue penetrada de nuevo contra la
pared. Un embate tras otro la fueron prendiendo como una antorcha,
consiguiendo que su cuerpo se deshiciera una y otra vez en clímax
incesantes.
Bebió los jadeos del hombre, en largos y candentes besos que los
enloquecieron. Cuando Nun se derramó en ella con un gruñido largo y
ronco se abrazó con fuerza a su cuello, sofocando el temblor que lo
sacudía.
Se miraron a los ojos tan intensamente como si además de fundir sus
cuerpos, quisieran fundir sus almas. Ambos con mirada húmeda y
semblante afectado, con sus rostros todavía arrebolados por la pasión,
temblorosos e incapaz de separarse, reafirmaron sus sentimientos en un
reveladorsilencioquesellósuscorazoneseternamente.
―Teamarémientrasmequedeunalientodevida―murmuróSelkis―,
einclusocreoquesinél.
Nunseobligóasalirdeella,labajódesuscaderasytomóconextrema
dulzuraelhermosorostrodelamujerensusahuecadaspalmas.
―Ve,amadamía,porquedemicorazónjamássaldrás.
Trasunúltimoyemotivobeso,Selkissaliódelachozaembargadaen
llanto, corriendo entre las callejuelas penumbrosas, cobijada por aquella
grandiosalunayporsudolor.
***
A la mañana siguiente, en el palacio se respiró un aire
desconcertantemente tenso que la preocupó sobremanera. Percibió una
desacostumbrada y agitada premura en los ademanes de sirvientes y
esclavos,yunaletaníademurmullossoterradoseinquietos,queflotaban
enelambienteconformandounamelodíasobrecogedora.
Algograveestabaocurriendo.
Captóunodeaquellossusurrosqueibanyveníandebocadeunadelas
esclavasypalidecióenelacto,Tutankamonhabíacontraídolasfiebres.
Encontró a su padre en la antesala a las estancias privadas del faraón,
conversando con el sun-un real, el médico de más estatus, que en ese
instante, ofuscado y abrumado, agitaba las manos con evidente
incomprensión.
―¿Y el remedio? ―bramaba Horemheb encarándose al asombrado
médico.
―Noestá,hadesaparecido.Alguiendebiórobarlo.
―¡Maldición!―rugiósupadre,paseandofuriosodeunladoaotrode
lasala―.JuroporAmón,queencontraréalculpableypagaráconsuvida
esteatrevimiento.
Selkisseestremeció,supulsoseaceleróysuvientreseagitópresode
unmalestaropresivo.
―Mientras busco al culpable, debéis confeccionar un nuevo filtro sin
pérdidadetiempo,Tutankamonempeorapormomentos.
Elsun-untragósalivaysetoqueteónerviososualopécicacabeza.
―Tardaríamos demasiado ―replicó angustiado―, no es un remedio
fácildeconseguir.
En ese instante la puertas abatibles de la alcoba real se abriendo para
dejarsalirdeellaalamenudayfrágilfiguradelaesposadeTutankamon.
Anjesenamónavanzóhaciaelsun-unconlaansiedaddesdibujandosus
facciones.
Porsusmejillasrodabangruesaslágrimasquenolograbanarrancarel
tormentoquemanabadesumirada.
―Estápeor―informóentonodesgarrado―,tenéisquehaceralgo,os
loruego.
Segiróvehementeycorrióhacialaalcobadenuevo,laseguimoshasta
ella,encontrandoenunainmensacamaelenjutocuerpodeljovenfaraón,
sinapenasvidaenél.
Jadeaba,convirtiendosurespiraciónenunsilbidoagónicoqueerizaba
lapiel.Susgrandesojosparecíanperdidosenoscurasyhuesudascuencas.
Sulamentableestadosobrecogióalospresentes.
―Noesposiblequehayaempeoradotanrápido―selamentóelsun-un,
examinandoalfaraón.
―Llevabadíasmuyirascible,seaquejabadedoloresdecabezayapenas
lograba conciliar el sueño ―explicó Anjesenamón alterada y
sollozante―. Pero ha amanecido ardiendo en fiebre y no logro que
recuperelaconsciencia.
Elmédicopidióunavelaprendida,cuandoselaalcanzaronordenóque
lapasearanaunladoyaotrodeloscerradospárpadosdeTutankamon,
mientras él se los entreabría con dos dedos. No hubo respuesta a aquel
estímulo, chasqueó la lengua y miró con grave preocupación a
Anjesenamón.
―Tenemosquebajarlelatemperatura,onovolveráadespertar.
Lareinaahogóunaexclamación,sellevólamanoalaboca,surictusse
contrajoenunamuecadesoladayangustiada,ymandóentonocrispado
quetrajeranpañosdeaguafría,yextractodecortezadesauce.
Selkis,sintiólaafiladaculpahundiéndoseensupecho,lacerándolacon
pesados remordimientos que la sepultaron implacables, pero nada podía
hacerya,másqueaceptareldestinoqueellamismahabíaforjado.
Losesclavoscorretearonprestosacumplirsuencargo.Horemheb,con
un gesto ofuscado la convino a seguirlo y ambos abandonaron la
habitación.
En la antesala encontraron a Ay, que ya impartía órdenes a la guardia
parabuscaralladróndelremedio.Selkissintiócomosupechoseagitaba
ysuvientreseencogíagestándoseenellaladudadesiconfesarsufelonía.
―Tutankamon no puede morir ahora que vuelven a sublevarse los
hititas―comenzóelgrangeneralHoremheb―.SidescubrenqueEgipto
quedasinfaraón,creceránsusánimos,ysiademástenemosencuentaque
lamitaddenuestroejércitohasucumbidoalaplaga,noshallaríamosen
unasituaciónmuydelicada.
Ayfruncióelceño,elgranConsejeroReal,sedesprendiódelnemes,el
lienzo a rayas que siempre llevaba de tocado, y se rascó su pelo corto
ensortijadoconenojoydesazón.
―Delicada sería suavizarla, trágica sería más adecuada ―arguyó con
vozestirada―.Ysolosemeocurreunacosa.Silamentablementefallece
el faraón, hemos de mantenerlo en secreto hasta que reduzcamos a los
enemigos.Encuantoalmalditoladrón,hayqueencontrarloyejecutarlo.
Ya mandé a la guardia para que investigara los hechos, tendremos un
culpableantesdequeacabeeldía,teloaseguroamigomío.
Ambosseaferraronalantebrazodelotroyasintieronquedos.
―YaaviséalossacerdotesdelTemplodeAmón,paraquepidanporla
vidadelfaraón―murmuróAy.
―Selkis, ve al Templo y reza ―ordenó Horemheb―. En nada puedes
ayudaraquí.
La muchacha se mordió el labio inferior, y asintió cabizbaja,
desdobladaporunaangustiosaincertidumbre.Siseconfesabaculpable,no
solo atraería la ira de su padre sobre ella, sino que quizá siguieran sus
pasos hasta Nun. En cambio, si permanecía en silencio, otro desdichado
pagaríasuculpa.
―¡Padre,necesitohablaros!
Horemheb, entrecerró suspicaz la mirada, y con gesto reprobador se
acercóaella.
―Ahoranoesmomento,Selkis,bienlosabes.
―Peroesurgente,padre.
―¿MásqueeldestinodeEgipto?
Bajólacabeza,laslágrimasanegabansusojos,ylaculpasucorazón.
Denuevo,vacilóindecisa,hundióloshombrosyresoplócogitabunda.
―Estárelacionadoconel―afirmócontrita.
Sefrotólaspalmasdelasmanos,nerviosaytragósalivacondificultad.
Horemheb la escrutó con agudo recelo, frunció sus labios ante lo que
vislumbró en la faz de su hija y asintió grave. La tomó del brazo y la
arrastróalarelativaprivacidaddeunrincón.
―HablaSelkis,notengotiempoqueperder―susurróquedo.
―Fuiyoquiénrobóelremedioyloentregóalosniñosesclavosquelo
necesitaban.
Temerosa,observócómoseobrabaelcambioenlaexpresióndelgran
generalanteaquellarevelación.Susojosseabrieronasombrados,lafuria
losinyectóensangre,surostrosedemudóysuspuñossecrisparon.Todo
su cuerpo se tensó al borde del colapso, y tras aquel abrupto manto de
cólera que lo sepultaba en su yugo, llegó un pavor que palideció su
morenorostroyagitósupechoenunarespiraciónentrecortada.
―¡Por los dioses, Selkis, dime que no hablas en serio! ―siseó entre
dientes.
En su velado llanto comprendió que era la verdad lo que había
manifestado su hija. Horemheb sintió como apuñalaban su corazón con
unadagaenvenenada.MirófurtivamenteasualrededoryenespecialaAy,
que dirigía fugaces e intrigados vistazos hacia ellos, y se obligó a
mantener el aplomo necesario para no dar rienda suelta a la desazonada
iraquelodominaba.
―¡Nadie,escúchamebien,nadiedebesaberesto!―advirtiórotundoen
un estirado susurro―. Yo intentaré olvidar estas palabras que ahora
horadanmipecho.Perohasdeprometermequenuncamássaldrándetu
boca. Si Tutankamon muere, alguien tendrá que morir con él, y será el
hombre que traigan a palacio como culpable. No voy a pedirte
explicaciones, porque jamás las entendería. Has caído ante mis ojos,
Selkis,nosolohaspuestoenriesgoalimperio,atufaraónyatimisma,
sino que posiblemente hayas condenado tu inmortalidad. Los dioses no
perdonaránestotanfácilmente,yfrancamente,creoqueyotampoco.
Trasunadolidamirada,quesegrabóafuegoensualma,Horemhebse
apartó abrumado, sin poder ocultar la honda decepción y el incipiente
desprecioquenublabasusemblante.
Se abrazó trémula así misma y corrió a su cámara envuelta en tan
amargo llanto que cada lágrima era veneno que corroía su piel y
emponzoñabasualmadeculpayremordimientos.Alguienmoriríaporsu
causa,sindudamerecíaeldespreciodesupadreydesusdioses.
***
La despertó un desgarrado grito que erizó su piel, incorporándola
bruscamentedellecho.
Sevistióatodaprisaysaliódesusaposentosconelcorazóngalopando
atrozmenteensupecho.
Se topó con una de las sirvientas de Anjesenamón, que caminaba
cabizbajayapenada.
―¿Quéestáocurriendo?―inquirióSelkisalterada.
―Nuestro faraón ha muerto ―contestó abatida―. La desgracia se
cernirá sobre nuestro pueblo. La dolida Anjesenamón, ha maldecido al
que robó el remedio, y piensa sellar su tumba con esa maldición, desde
dentro.Acompañaráasuamadoesposoyhermanastroalmásallá,nolo
dejará solo en la oscuridad, lo guiará hacia los dioses llevado por su
mano. Ya están acumulando sus más preciados bienes en la cámara del
tesorodelatumbareal,paraquelosacompañenensuúltimoviaje.
Selkis ahogó un sollozo que reverberó en su interior como una onda
dolorosaquesefueextendiendoportodosucuerpo.
―Almenos―prosiguiólaesclava―,encontraronalculpable.Ojaláy
pagueconelmayordelostormentostodoeldañoquehacausado.
Un aleteo angustioso nació en su vientre, imprimiendo en ella un
malestartanagudo,quesintiónauseas.
―¿Dóndetienenalculpable?
―En el patio trasero, a la intemperie, atado a un poste, mientras se
decidesucondena.
―¿Ha…haadmitidosuculpa?
―Sí,confesóquefueélquiensefiltróenpalacioyrobólamedicina.
Aquelloatenazósupechoenunnudoquecasilaprivóderespirar.
Dejóalamuchachaycorrióporlospasilloshaciaelgranpatiotrasero.
Cuandodescendiólaescalinata,suspasossefrenaronenseco.
Unsolabrasadorazotabalaspiedrasdelpavimento,yaldesdichadoque
habían atado a un poste y que apenas se sostenía en pie. Sus pies
resbalaban continuamente en un denso charco de sangre que se extendía
bajo él. Había sido azotado concienzudamente, su espalda abierta en
sanguinolentas brechas rezumaba regueros escarlata, que sinuosos se
deslizaban por sus piernas. Estaba completamente desnudo, y apenas se
sosteníaenpie.
Cuandogirólacabezaylaalzóalimplacablesol,Selkissesintiómorir.
Apesardequesuhermosorostrosehallabadesfiguradoporlosgolpes,
fuefácilreconocerlo.
Nologróestrangularelalaridoaterradoyrabiosoquenaciódelcentro
mismodesuserycayóderodillasalpiedelaescalinata,sobrecogiday
desgarradaporlamagnituddesusactos.
―Que no os aflija ver un hombre en semejante estado ―consoló uno
delosguardias―,merecetodaslaspenuriasdeestemundo.
Selkisrechazólamanodelsoldadoysepusoenpietambaleante.
―¡¡No fue él!!! ―gritó desaforada―. ¡¡¡Fui yo, yo debo estar en ese
poste!!!
Los hombres se miraron confundidos, negaron con la cabeza y la
observaroncomosihubieraperdidoeljuicio.
―Será mejor que regrese a su cámara ―aconsejó el hombre―. El
espectáculonohahechomásqueempezar.
―¿Puedo… puedo ofrecerle agua al menos? ―logró barbotear―. O
moriráantesdequeacabéisdecastigarlo.
Elhombrealzóconasombrolascejas,parafruncirlasacontinuación.
Alcaboasintió.
―Siesooshacesentirmejor,adelante.
Selkisapretólosdientes,ahogóunprofundosollozo,tomólajarrade
aguaquedescansabaenlaparteumbrosadelpatio,ysedirigióhaciaNun
conelcorazóntanhechotrizascomolaespaldadelmuchacho.
Cuando llegó hasta él, y vio con horror la dureza del castigo en su
rostro,sesintiódesfallecer.
―Nun,amormío…¿Porqué…?―sollozórota.
El muchacho tenía la frente pegada al poste, parpadeó confuso, hasta
que logró enfocar el único ojo que pudo abrir sobre ella. Sus labios
partidos en varios puntos, se estiraron lastimosamente en una débil
sonrisa.
―Losdioses…meescucharon―murmuróenvozquebrada―.Pedí…
pedíverteporúltimavez.
―No voy a permitir que sigan haciéndote daño ―replicó Selkis
embargadaenllanto―.Túnofuisteculpabledenada,tú…túsolofuiste
unavíctima,mivíctima.
Nun negó con la cabeza, su sufrida mirada la taladró admonitoria y
grave.
―¡No!―exclamóconfirmeza―.Tú…tútienesquevivir,llevas…mi
semilla en tu vientre, y… ahora sé que tu visión se cumplirá. Ya… ya
cumplí mi destino, y a pesar de su final, lo considero un destino dulce,
puesmellevoelcorazóndelamujerqueamo,ydejoelmíoconella.
―Nun,nopodrévivirsinti,sabiendoademásquefuiyoquientemató
―gimió ella, sintiendo como su corazón se resquebrajaba con cada
palabra, con el peso del destino que ya los había aplastado sin
conmiseración.
―Selkis, mi amor…, lo harás por ese ser que nacerá de ti y al que
habrásdeamartambiénpormí.Sihedemorirparaqueélnazca…,ypara
quetúvivas,nadietendrájamásmejorrazónparaabandonarestemundo.
Se sostuvieron la mirada un largo instante, sollozando en silencio,
liberando cuánto sentían y asumiendo que aquel encuentro sería la más
amargadelasdespedidas.
Selkis acercó sus labios lentamente, depositando un suave y afectado
besoenlabocadeNun,quegimióemocionado.Elsabordelasangreno
impidióquepaladearatambiénladulzuradesuboca,yconextremomimo
acariciósumagulladorostro,derramandoencadagestotodoelamorque
laembargaba.
―Espérame en la otra vida, en el Duat, Nun, allí nos reuniremos de
nuevo y que Osiris nos juzgue, poniendo nuestros corazones en la
balanza,puesestoyseguraquepesanmásquelaplumadeMaatyqueIb
nosasista―mascullóderrotada.
―Séquemicaminoeselmásfácil―susurróNun―.Yaquetúquedas
aquí presa del sufrimiento y la pérdida…, pero no permitas que los
remordimientosteenvenenen,mibellaSelkis,puesnoolvidesnuncaque
nuestrodestinolodecidieronlosdioses.
Suvozrasposaseapagóenunaccesodetosviolenta.Girólacabezaal
tiempoqueescupíaunaabruptabocanadadesangre.
Selkistomósucabezaentrelasmanos,inclinólajarrasobresubocay
lediodebeber,derramandoelsobrantesobresucabeza.
―Ve, amor mío, no me alejaré de ti ―se despidió Nun―, pues me
adentréentupechoparanoabandonarlonunca.
Unospasosapremiantesyfirmeslatensaron.Losguardiasseacercaron
aellos.SeabrazóaNunsollozanteyrota,revolviéndosefuribundacontra
losguardiasquetirabandeella.
―Nooooooo…―aullódesaforada,mientraslaalejabandelmaltrecho
cuerpodeNun.
***
Luxor,30denoviembrede1925
Por enésima vez, releyó el artículo en TheTimes, de hace tres años,
escrito por Marie Corelli, la afamada novelista gótica, que había
incendiado la actualidad asegurando que las muertes relacionadas con la
polémica tumba de Tutankamon, eran producto de una maldición. En el
artículo aseguraba que su afirmación se basaba en el descubrimiento de
unosancestralestextosárabesqueteníaensupoder.
Legajos que él había conseguido estudiar, no sin haber seducido
previamentealacontrovertidaMarie,queademásdeexcelsanovelista,se
había revelado como una apasionada amante. Zaid Nasser sonrío para sí
ante aquellos recuerdos, había tenido algunas amantes inglesas y
precisamentenosecaracterizabanporsufogosidadenellecho;sinduda
Marieeraunamujerpeculiar.
Zaid, a pesar de ser de origen egipcio, había sido adoptado por un
matrimoniobritánico,apasionadosdelaarqueologíaymuyactivosdentro
de ese campo, con lo que había logrado ser asistente del profesor y
arqueólogo Hugh Evelyn-White, colaborador adjunto del afamado
Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankamon, y última
víctima,laoctava,delaoscuramaldiciónqueperseguíaalosquehabían
tenidocualquiercontactoconlatumbadelfaraón.
Paseódenuevolamiradaporsusanotaciones,sintiendounnudoensu
estómago, temiendo ser el siguiente en aquella fatídica lista negra. La
releyómientraselmiedoloatenazaba,reafirmándoseenél,laúnicasalida
quevislumbraba….
«ListadoCronológicodemuertesatribuidasalamaldición:
Mayo de 1923 muere el profesor La Fleur, arqueólogo canadiense y
amigointimodeCarter.
Tambiénenmayode1923muereelmagnatedelosferrocarrilesenlos
EstadosUnidos,GeorgeJayGould,deunaneumoníadespuésdehaberse
resfriadoensuvisitaalatumba.
El 5 de abril de aquel año de 1923 a la 1:50 A.M. en El Cairo, ciento
treinta días después de la apertura de la tumba, deja de existir Lord
Carnarvon, mecenas de Carter, por culpa de la picadura de un insecto y
una repentina neumonía. Sus últimas palabras, en medio de su delirio
fueron:«Heescuchadosullamadaylesigo».Elmismodíahayunapagón
en toda la ciudad, y disturbios. También, el mismo día, casi a la misma
hora, pero en su Londres natal, fallece la perrita de Lord Carnarvon,
inexplicablemente.
En julio de 1923, el príncipe egipcio Ali Fahmy Bey, quien había
visitado la tumba, es asesinado en un hotel de Londres, y su hermano se
suicida.
Enseptiembrede1923muerealos43años,trasunaoperacióndental,
elcoronelAudreyHerbert,hermanastrodeLordCarnarvon,yqueestuvo
presenteenlaaperturadelacámarareal.
En noviembre de 1923 muere Woolf Joel, un millonario sudafricano
quehabíavisitadolatumba.FueasesinadoatirosenJohannesburgo.
En enero de 1924 muere a causa de una misteriosa enfermedad
Archibald Douglas-Reid, el especialista que radiografió la momia de
Tutankamon.
También en 1924 muere el profesor Hugh Evelyn-White, colaborador
deCarteryunodelosprimerosapenetrarelcuartomortuorio,sufriendo
dedepresiónnerviosa.Seahorca».
Cerró su libreta de un manotazo y refregó burdamente su rostro.
Resoplóapesadumbradoyserecostóensusillón,pasándose,inquieto,las
manosporsuespesocabellonegro.
Tenía que regresar a la tumba, a pesar de la inscripción que rezaba
sobreellaenunatablilladecoloridosjeroglíficos,unostracondearcilla
en el que se hallaba grabada la leyenda… «La muerte golpeará con sus
alasaaquelqueoseperturbarelreposodelfaraón».
Tragó saliva y se puso en pie, transpiraba y su camisa de hilo blanca
dejaba entrever su acanelada piel. Se desprendió de ella y de los
pantalones y se vistió con una túnica liviana y fresca, de suave lino
egipcio,azulnoche,conbordadosennegro.Idealparahacersepasarpor
unodelosguardianesdelatumba.Porprimeravez,suaspectoloayudaría
en su empresa. Sobre su cabeza, dispuso hábilmente una Kufiyya del
mismocolorocultandosucabello.Apesardenotenerprácticaeneluso
del turbante árabe, le bastó observar cómo lo hacían los excavadores de
Carterparanovacilarensudisposición,seríalasangre,pensóirónico.
Tomósupequeñomaletínysalióalfrescordelanoche.
El ocaso en el desierto era una de las cosas más hermosas que había
vistoensuvida.Lasonduladasdunasazuladas,seasemejabanalasdulces
crestas de un mar calmo. Y el cielo, el cielo apagaba su incendio en un
torrente de intensos púrpuras, cobres y rosados que perfilaban las
sombras de palmeras y pirámides, conformando un fondo tan místico y
sobrecogedorquerobabaelalientoyenamorabaelalma.Quizáfuerael
último que disfrutara, pensó cogitabundo. No obstante, no iba a permitir
quelamuertelosorprendiera,éllasorprenderíaaella.
Supequeñavillaalquiladanoestabalejosdelasexcavaciones.Decidió
ir caminando, quizá para saborear cada espectacular retazo de aquel
soberbio atardecer, quizá para alargar la riesgosa decisión que había
asumidodíasatrás.
Acadapaso,ensumenterememorabaeldíaqueentraronenlacámara
funeraria,flanqueadapordosespectacularesleonesdebronce.Alinstante,
evocó las coloridas pinturas murales que representaban a la corte del
faraón, tan fastuosas y tan bellas como todo lo que se acumulaba en la
tumba… Estatúas reales, el carro ceremonial, arcos, flechas, una
imponenteréplicadegrantamañodeldioschacalAnubis;cofresdeoro,
maderaymarfil,bellamentetaraceados;tronosricamentelabrados,bustos
del faraón, suntuosas máscaras funerarias, joyas y todo tipo de
ornamentación ostentosa, maquetas de barcos. Un impresionante
escarabajoaladorealizadoenlapislázulidentrodeundiscosolar,queél
acarició completamente obnubilado y perplejo ante la magnificencia de
aquelesplendorosotesoro.
Pero lo mejor fue presenciar lo escondido que estaba en verdad el
cuerpo momificado del faraón: dentro de un sarcófago de cuarcita
amarilla, que ocultaba en su interior tres ataúdes antropomórficos,
sucesivos,unodentrodeotro,dondereposabalaennegrecidamomia,de
faccionesdelicadasycuerpomenudo.
No olvidaría jamás el resuello de ultratumba que pareció escapar del
mismísimoTutankamon,cuandorompieronelsellodelatapamortuoria.
Unveladosoploqueerizólapieldelospresentes.Tampocoolvidaríael
gestodeabsolutopavordelostrabajadoresegipciosdeCarter,señalando
horrorizadoslatablillaqueavisabadelamaldición.
Dealgúnmodo,supoqueesedíahabíamarcadosusvidasparasiempre,
yporloqueparecía,tambiénsusmuertes.
El suicidio de su profesor fue lo que lo llevó a trazar un plan tan
inverosímilcomodesesperado.Lamuerteloseguía,sentíasupresenciay
sugélidoalientodemasiadopróximoaél.
Se agitó sacudido por un escalofrío y acarició pensativo su maletín,
aquellos textos árabes que le había cedido Marie eran su única
oportunidad.
Llegóalatumba,yaentradalanoche.
Losguardianesarmadosseencontrabanentornoaunahoguera,riendo
y comiendo, ajenos a la entrada. El hecho de que la maldición hubiera
recorridomediomundohabíaespantadoaturistasycuriosos,habituando
asusguardianesarelajarsusfunciones.
Subrepticiamente, se pegó al murete de arenisca de la entrada y se
deslizó escalones abajo, sigilosamente, hacia el interior de la tumba,
tomandolaantorchadelaentrada.
Liberóelalientocontenidoyrespiróhondo,antesdeabrirsumaletíny
sacarelañejolegajo.
Según aquellos textos, debía erradicar el origen de la maldición para
anular su efecto. Y tras casi haber memorizado cada palabra, supo que
todosedesencadenóenelmismocorazóndeTebas.
LahermosahijadeHoremheb,unodelosgeneralesdeTutankamon,la
bella Selkis, había provocado de manera indirecta la muerte del faraón,
robando la medicina para su amado Nun, hijo de cantero y esclavo para
colmo de males. Anjesenamón, que después de haber perdido dos hijas
prematuras, enloqueció con la muerte de su joven esposo y ayudada por
los sacerdotes del Templo de Amón, logró formular una maldición que
perdurara a través de los tiempos. La misma que había atado el alma de
Selkis, a una dimensión vacía, donde vagaba su tormento en el
inframundo,eneloscuroreinodeOsiris,sinpoderatravesarlaspuertas,
cavernasymontañasvigiladasporcriaturassobrenaturalesyterroríficas.
Lamaldiciónlahabíaprivadodellibrodelosmuertos,elqueconteníalos
sortilegiosadecuados,quedebíarecitarparaprotegersedeesascriaturas
ypoderllegarhastaelecuánimeOsiris,paraserjuzgada.
Zaid la compadeció, pues si su único pecado había sido amar tan
profundamente, llevar retenida durante tantos siglos en aquel infierno
egipcioera,sinduda,unacrueleinjustacondena.Peroéllaliberaría,o
quizácompartierasudestino.
Encajólaantorchaenunodelosanclajesdelacámaramortuoria,yla
recorrió con la mirada. Los tesoros que quedaban, los de menor escala,
estaban clasificados y numerados, a la espera de ser retirados para su
estudio. Hacía apenas diez días que la momia de Tutankamon había sido
llevadaalMuseodeElCairo,poresoCarterhabíaabandonadoelenclave
momentáneamente. Sin embargo, Anubis, el dios chacal, permanecía en
unaesquinadelacámaradeltesoro.YeraaAnubisaquieninvocaríacon
el preciso sortilegio, para que guiara a Selkis hacia Osiris, en busca de
justiciaypiedad.
Extrajo del maletín el legajo árabe y suspiró hondamente. A
continuación, en uno de los anaqueles de una de las muchas cajas
numeradas,sacólaherramientaquenecesitabaparalainvocación.Ellibro
delosmuertosdelmismoTutankamon.
Loabrióporelcapítulo129,ypasódelicadamentelaspáginascosidas.
Todoslospárrafoscomenzabanconlapalabraro,habla…
Y eso hizo, pronunciar en voz alta y clara el párrafo seleccionado,
utilizandolosnombresquehabíamemorizadodeltexto,enrepresentación
deSelkis.
Su voz, grave y sentida, reverberó entre aquellos ancestrales muros.
Vibrante y clara flotó en ondas por la sala, en un eco lóbrego que
regresabaaélprovocándoleescalofríos,noreconociéndoseenella.
Y a medida que recitaba, podía sentir cómo la temperatura descendía
abruptamente,ysualientoblanqueabaenunvahosobrecogedor.Lallama
delaantorcharetemblórepetidasveces,comosialguiensoplarainsistente
sobre ella. Se mantuvo firme, entonando cada frase e imprimiendo
solemnidadasutono,enunacadenciareverencialyregular,apesardelos
estremecimientosquelosacudían.
Cuando terminó, un sonoro soplido, como una brisa helada y
susurrante, apagó la antorcha sumiéndolo en una opresiva negrura.
Permaneció inmóvil, tenso y expectante, mientras el pulso amartillaba
irregular y atronador su sien, y su respiración se agitaba sumiéndolo en
unaterradordesasosiego.
Y de repente, escuchó un siseo que le cortó el aliento seguido de un
escalofrianteestertor.Unalevecariciaensuslabioserizótodoelvellode
su cuerpo. Sus latidos se descompasaron cuando un irreal halo azulado
emergió de los murales, de la pared donde estaban grababas algunas
inscripcionesdellibrodelosmuertos.
De cada trazo refulgió un resplandor intenso que perfiló una silueta
frenteaél.
Retrocedió tambaleante, impresionado y sumido en un pavor que le
cerrólagarganta.
Aquellasiluetafemenina,translúcidaperodefinida,eraladeunamujer
joven, egipcia, y tan asombrosamente hermosa, que le robó el aliento.
Avanzó hacia él con un gesto plácido, en el que creyó ver un deje de
afectadagratitud.
¿Aquello era real? ¿Estaba presenciando una aparición del más allá?
Supo,alinstante,dequiensetrataba.
Dejóderetroceder,fijandosumiradaenella,yconteniendoeldeseode
alargarelbrazoeintentartocarla,temiendoquesevolatilizara.
―NoinvoquéisaAnubis,todavíano―suplicóella.
Suvozfuecomounatersaycosquilleantecariciaquesefiltrarahastasu
alma,comoelsusurrodehojasarremolinándoseentornoasucuerpo,o
elaleteodeunamariposaensucorazón.Seestremecióylamiróintrigado
yabsolutamentearrobadoporella.
―SolodeseoliberarosdelamaldiciónyqueosreunáisconNunenel
Aaru,vuestroparaíso―arguyóZaidentonodulce.
―Antestenéisqueenlazarosamialmaypresenciarcómofuemividay
ladeNun,paratestificarpornosotrosanteOsiris.¿Aceptáisquemefiltre
envuestrossueñosyabravuestramenteamivida?
Zaidasintióquedo,mientrastodosucuerposerevelaba,impeliéndoloa
salir corriendo de aquel lugar maldito. No obstante, permaneció
impávido,aceptandoqueestabaatrapado.Eraeso,ocompartireldestino
desuscompañeros.
―Nunfuecondenado,torturadoyasesinadoaldíasiguientedefallecer
el faraón ―replicó él con semblante turbado, recordando lo que
manifestabanlostextosárabes.
―No―aclarólamujer―.Yoofrecímidestinoacambiodesuvida,y
mipadreaceptó.Nunnomurió,tampocoyo,perofuemuchopeor.
―Reveladmevuestravida,Selkis,paraintentardesgreñarlamaldición
quepordesgracianosune.
―Marchad a vuestro lecho ―murmuró ella esgrimiendo una sonrisa
conmovida―. Acudiré a él esta noche para susurraros la vida que
sufrimostraslamuertedeTutankamon.Paraabrirvuestramenteaellay
reforzar en vuestro corazón la decisión de defender nuestra causa ante
Osiris,yporende,librarosdelamuertequeosacecha.Escribidnuestra
historia, para que perdure en la eternidad, completad esos legajos y
concédenoslapaz.
Selkis se puso frente a él, permitiéndole ahondar en su oscura y
cautivadora mirada, en la exquisita proporción de un rostro de líneas
regias, de una boca de labios llenos y hermosamente perfilados, de un
cuerpo exuberantemente sensual. Y a pesar de su ingravidez, de ser solo
unaespeciedeproyecciónluminosa,sucuerporeaccionóanteella,como
sifueratangible.
―Enlazadmialmaalavuestra―murmurósubyugado―,puesaunque
es cierto que mi vida pende de ello, he de confesar que siento incluso
impacienciaporgozardesemejanteprivilegio.
Lamujerasintió,alargóunbrazoyposósumanoensupecho.Atónito
ymaravillado,nosolosintiólacariciayelpesodeaquellapequeñamano,
también una aguda punzada atravesando su corazón. Un viento cálido,
comolabrisadeldesiertoalatardecer,caldeandosuinterioreinundando
su alma de un bálsamo reconfortante que le hizo sentir tan ingrávido
comoella.
―Nuestrasalmasestánselladas….
Y tras ese liviano y alargado susurro, la antorcha se encendió sola,
mostrándole la normalidad de la cámara y el apesadumbrado
encogimientodesupecho,antelasoledadquelorodeaba.
No era soledad, se dijo, mientras suspiraba y acompasaba su corazón,
era vacío, era pesar, era nostalgia, era casi angustia y desazón, era una
inefablesensacióndepérdidaquelodesconcertócasimásquelaaparición
ensí.
Cerró los ojos para rememorar cada una de sus facciones, para
grabarlasensumemoria,antelaincertidumbredesi,enverdad,lavería
denuevoensussueños,comoellahabíaasegurado.Anteeltemordeque
aquellotansolohubierasidoproductodesuimaginación.
De pronto, se descubrió sonriendo, no sabía si lograría escapar de la
maldición,perosíquesusdías,muchosopocos,gozaríandeuncarácter
tanespecialymágicocomoladepresenciarlavidadelAntiguoEgipto,y
llevadoademásdelamanodeunamujercomoaquella.
Yenaquelprecisoinstante,hallódentrodeél,supropiodestino,queno
eramásqueaquelqueseperfilabaanteél.Ahoraencontrabaexplicacióna
su pasión por esa época determinada, a su tesón por descubrir y revivir
aquella dinastía en particular, a su fervor por Tebas y a no haber
encontradomásanclajeypropósitoasuvidaquealadeconsagrarseasus
estudios. Siempre había rebuscado ocultamente la razón de aquella
necesidad que lo había marcado desde siempre, y ahora la había
encontrado.
Ahora emprendería el viaje más apasionante de todos, y en su pecho
comenzóabrotarunsentimientoquenuncahabíaimaginadosentir.
Salió de la tumba todavía flotando en aquella nebulosa de dicha y
ansiedadqueloacompañaba.
Lanoche,punteadadeestrellas,oscuraylímpida,erapresididaporuna
luna plena y nacarada, que plateaba las dunas, arrancando de la arena el
brillodediminutaspartículassemejantesaperlasengarzadasaunmanto
ondulado,guiandosuspasosporunsenderotrazado,queporfinrecorría
conscientedeldestinoquehallaría.
Entróensuvilla,sedespojódelatúnicaylaKufiyya.Abriólaventana
paraquelalunaySelkisentraranporellaysetumbódesnudoenlacama.
Cerrólosojos,yaguardóansioso.
Trasunbreveinstante,sintiólacariciadelabrisaensupecho,yabrió
los ojos. Ella estaba inclinada sobre él. Ambos sonrieron. El corazón de
Zaidseencogióemocionado.
―Venconmigo,Zaid,Tebasnosespera…
Tomósumanoysintióquetirabasuavementedeél.
Sedejóllevarporellaconunaampliasonrisaestirandosuslabiosyuna
burbujeanteemocióninundandosupecho.
Ibaasertestigopresencial,intuía,deunahistoriataninmortalcomola
delalmaqueloarrastrabaatravésdelostiempos.
Undragónbajomicama
AzaharaVega
―Tienesquerobareltesorodeldragóny...
Las carcajadas de Alba Martínez sonaron como cascabeles y atrajeron
laatencióndelosqueestabanenlasmesasdealladodelacafetería.
―Tú estás mal de la cabeza, Miriam, te lo digo de corazón. ―Sonrió
con sorna, bebiendo un trago de su limonada, ignorando las miradas
curiosasdeloshombresquelasrodeaban.Nolegustabaacudiralocales
concurridoscomoaquel,peroporsuhermana,pornoaguantarladíatras
díaescuchandosusquejasdequelaignoraba,haríacualquiercosay...
―¡Pero debes ayudarme, Alba! Estoy en un buen lío y necesito que
robeseltesorodeldragónoscuropormí.
Menoseso.Robarsíquenoloharíaymenosaundragón.Nadieensu
sanojuiciolerobabaeltesoroaunodelos«escupefuegos»sinoquerías
acabarconelculoquemadooalgomás.
Negóconlacabezaaltiempoquerespondíaasuteatralhermanitaque
en esos momentos la miraba con «gesto de cachorrito abandonado», el
mismoqueenelpasadolasacótantasvecesdeproblemas,peroqueahora
ya no era más que una mueca de la que todos en la familia estaban
inmunizados.Sobretodoella.
La había ayudado en demasiadas ocasiones. Ya no más. Las dos eran
mujeresdemásdedoscientosañosyportanto,mayoresdeedadparalos
de su raza. Si estaba metida un problema, tendría que afrontarlo con
madurezynorefugiarsebajolafaldadesuhermanamayor.
―Estás muy, Miriam, no tengo obligación de ayudarte. Ya estoy un
pococansadadequemeincluyasentusdisparatadoscontratiempos,ysea
yolaqueacabedandolacaraporti.Sieresmayorparavivirportucuenta
acostadeldineroquetedannuestrospadres,tambiénloeresparahacerte
cargodelproblemaenelquetehasmetidodecabeza.
Miriam cambió de táctica, pasó de mostrar su cara de «cachorrito
abandonado» a dejar ver su verdadera manera de ser: «la de una zorra
egoísta y manipuladora» que jugaba con todos al creer que los demás
debíanservirleasuconveniencia.
Tenía que reconocer que con su hermana pequeña tenía sentimientos
encontrados,porunladolaayudaríasiveíaquerealmentesuvidacorría
peligro o sus padres acababan convenciéndola, pero por otro lado, no
queríatenertratosconella.
Desde niña vio cómo intentó por todos los medios ser el centro de
atención, como su vida giraba en torno a esa pequeña egoísta que
procurabaestarsiempreenprimeralínea,convertirseenlareinaabsoluta
delafiestaaunquefueraelcumpleañosdesuhermanamayor.Suinfancia
yadolescenciaestuvieronmarcadasporloscontinuosdesplantesyburlas
desuhermana,hastatuvoquevercómolerobabasusnovios.Ycuandose
enterabaqueyanoteníaparejaporculpadeterceros,Miriam,enlugarde
sentirseapenadaoculpable,sereíadeellayleasegurabaquesiconseguía
laatencióndetodosloshombreseraporsubelleza,algoquelefaltabaa
Albasegúnella.
―Eresunazorraasquerosa,Alba,nocomprendocómopadreymadre
pueden decir que intente ser más como tú. Alguien que no quiere a su
familia, quien se apartó de la comunidad mágica y vive entre
despreciableshumanosy...
Albalaacallóconungestoyconunamiradaqueprometíarepresalias
sicontinuabadandoelespectáculo.Estabanenunodeloslocalesdemoda
de la ciudad porque Miriam no quería ni pisar el diminuto apartamento
quecomprósuhermanamayor:«porsihabíabichosoratasenesesitiode
malamuerte».
―¡Basta!Medaigualloquemedigas,novoyaayudartearobarnada.
―Además,aquelasuntodelroboaundragónlerecordabaaunanovela
románticaqueleyóhacíapoco,enelquelaprotagonistarobabaeloroa
un escupe fuegos, y acababa emparejada con él, viviendo mil y una
aventurasestrafalariasquedepasarenlavidarealteenviaríandecabeza
almanicomio―.Afrontatusproblemascomolamujerqueeres.Eshora
queaceptesdeunavezquesicometesunerrordebesrectificarlocontus
propias manos, no depender de los demás. Y en segundo lugar, si elegí
vivir entre ellos ―señaló a los de alrededor disimuladamente―, es
porque estoy cansada de la hipocresía de nuestro mundo. Aquí solo soy
Alba,nolahijade...,olahermanade...Aquísolosoyyo.
Miriamnegóconunademándecabeza,ylamiróconverdaderoodio
en sus verdosos ojos. Sí que tenía que reconocer que era una belleza
andante: alta, rubia, ojos verdes, morritos finos y sonrosados y siempre
luciendo perfecta. Pero por dentro era una serpiente disfrazada de
corderito, capaz de morderse a sí misma si con eso conseguía algún
beneficio.
―Yasabíayoquenoerasmásqueunadonnadie,quenollegaríaanada
enlaviday...
―Bla,bla,bla.Meimportapocoloqueopinesdemí,Miriam.Yespero
quealgúndíatampocoteimporteloqueyohaga,odejedehacer.Vivetu
vidaydéjametranquila.Siquieresrobaralgo,hazlotú.Nomeincluyasen
tus disparatados problemas o tendré que hablar seriamente con nuestros
padres,ycontarlestodoloqueteguardéensecretoparaquemedejesen
paz. ―Dejó un billete de diez euros sobre la mesa e hizo un gesto al
camareroquelasatendióparaquelescobrara―.Quetengasunbuendía,
hermanita.
Saludóconungestoaljovencamarerocuandopasóporsulado,ysalió
del local, escuchando los gritos e improperios de la única mujer del
mundo que le había amargado la existencia y seguía intentando hacerlo
cadadía.
Con cada paso que la alejaba del local, se sentía liberada, a punto de
ponerseasaltartrashaberdadolacaraasuhermana,trashaberseatrevido
adecirleno.
«¿Cómo pudo creer que iba a ayudarle a robar algo? ¡Y menos a un
dragón!Detodosessabidoquesonvengativosyagresivos,obsesionados
coneldineroyelpoder.Ypobredeaquelqueseatrevaainterponerseen
su camino porque acabará destrozado», consideró, sin poder evitar
sentirsealgoinquieta.TalveztendríaquehaberescuchadoaMiriam,ver
porquéseveíaobligadaarobaralgoy...«¡No!»,gritóparasusadentros.
«Nolohagasdenuevo.Novasasentirteculpableporalgoqueellahizo.
Si está en problemas será por su culpa. Con todo el dinero que le da
nuestros padres no tiene necesidad de trabajar en su vida. Si no le llega,
quedejedemalgastarloentonterías».
―Serámejorquemepongaaescribir.Yaestoycansadadeserlabuena
silaayudo,yserlapeordelmundosimeniego.Estaveznovoyadarmi
brazoatorcer.Meniegoarobarnada...―Sejuróasímisma,altiempoen
queseteletransportabaalinteriordesuapartamento,nadamásaccedera
uncallejónoscuroapocosmetrosdelacafetería.
Esedíahabíasacadounhuecoensuapretadaagendaparapoderatender
aMiriam,yahoratendríaquequedarsetodalanocheenvelaparapoder
terminar lo que su editora le pidió hace un mes: una novela de más de
doscientaspáginasparaincluirlaenunacolecciónespecialdeNavidad.
Nada más aparecerse en su hogar, fue corriendo hacia la cocina para
beber un largo trago de limonada. Usar magia la mareaba, le producía
náuseasyganasdevomitar,siendoeseeraunodelosmotivosporelque
sealejódelmundomágico,dejandolacasadesuspadresenelmomento
enquelasociedadélficalaconsideróunaadulta.
Llevabayadiezañosentreloshumanosysesentíalibre,liberadadela
cargadeserunmuebleensufamilia,deseralguiendequiensuspadresse
avergonzaban y no sabiendo qué hacer con ella cuando se suponía que
tendría que ser la futura cabeza de familia. Al final, tras dos siglos de
decepciones,tuvieronqueaceptarquetendríanquedejarletodoellegado
a su hijo pequeño, a quien educaban con rigidez para convertirse en el
futurolíderdellinaje.
Odiabasentirvergüenzayrabiacontrasímismaporhaberdefraudadoa
suspadres.Pormuchoqueintentaraengañarseconpalabrasofrasesque
repetíahastalasaciedadcomo«quiéretetalycomoeres»,«silosdemás
novenlopreciadaqueeres,novalenlapenaqueesténatulado»...,ladura
realidad es que la decepción de sus padres era una dura piedra en su
camino,ensualma,quelaacompañabacadadía.Silosdemásveíansus
defectos,ellamismalosmultiplicabapordiezysereprochabatodoloque
podíahaberhechoynohizo.
Puede que su vida fuera patética siendo una respetada miembro de la
raza élfica con un futuro prometedor,... si hubiera seguido lo que sus
padres tenían planeado para ella. Pero adoraba su «patética existencia»
comolallamabasuadoradayvenenosahermana.Adorabalatranquilidad
yquietuddesuexistenciaentreloshumanos;ensupequeñoapartamento
podía dar rienda suelta a su imaginación, aceptar que prefería vivir sin
magia,sintiéndosefeliz,algoquedesdehacíatiemponoexperimentaba.
Consusnovelas,frutodesusmáscandentesdeseos,seganabalavida,y
consutrabajosesentíaorgullosaporprimeravezensiglos.Porsercapaz
dehaceralgoquenomuchagentehacía,enamoraramilesdemujeresque
devoraban sus novelas, y le pedían más. Si sus padres supiesen a qué se
dedicaba, le dirían que estaban más decepcionados de ella y que estaba
perdiendosutiempoenalgoquenodabafrutos.Puedequeasífueradesde
laperspectivadeestos,honorablesmiembrosdelasociedadélfica,pero
para ella, lo poco que ganaba le llegaba para vivir y pagar sus gastos
diarios,yjuntoconelcariñodesuslectoras,eranmásquesuficientes.
Actualmenteerafelizconsuvidaynoqueríamás.
O al menos era lo que se decía cada día, aunque luego su corazón
gritara necesitado por la noche mientras susurraba lo que ansiaba
desesperadamente:quealguienlaamaratalycomoera.
***
―Necesitootrocafé―farfullóconvozadormiladaAlbamientrasse
levantaba tambaleante de la silla frente a su portátil, echando un vistazo
rápido a su pequeño despacho, un cuarto que habilitó para poder
encerrarseaescribirloquesusmusaslesusurrasen.Llevabaochohoras
escribiendo sin parar, toda la noche para poder terminar la novela antes
queelplazodelmesquelediosueditoraseterminara.
Estaba agotada, le picaban los ojos y necesitaba urgentemente una
ducha,comeralgoeiralacamaparadormitaralmenosdosdíasenteros
pararecuperarse,peroantesquetodoeso...
―Café... ―susurró de nuevo caminando como una zombie hacia la
cafetera, la mejor amiga de una escritora. Todas sus compañeras de
editorialeranadictasaeseoscurolíquido,tomándolovariasvecesaldía
cuandoseacercabalafechadeentrega,parapoderacabarconeltrabajo
quetuviesenpendiente.
Sesirvióunabuenatazaytomóunsorbo,trasecharletresazucarillos.
―Ummm,necesitabaestataza.―Ingirióotrotragoapoyándosecontra
la encimera de la cocina, acallando los nervios que sentía tras haber
enviadosumanuscrito.Ahorallegabalopeor,lalecturadelborradorpor
su editora, y el tedioso proceso de corrección. Era lo que menos le
gustaba de su profesión, pero algo que por mucho que odiara, era muy
necesario.
Cuandoestabaapuntodeterminarlasextatazadecaféenochohoras,
escuchó unos ruidos extraños provenientes de algún lugar de su
apartamento.
―¡Pero qué...! ―exclamó muerta de miedo. Eso había sonado a una
aparición en su hogar. Algo imposible pues había escrito runas de
protecciónenlasparedescontintainvisibleparaquenadiequenofuera
ella pudiera entrar en su apartamento usando la magia. Si alguien de su
mundo quería visitarla tendría que timbrar o golpear la puerta como un
simple mortal por mucho que les molestara rebajarse al nivel de los
humanos.
Si alguien había conseguido traspasar sus runas debía ser poderoso y
esosolosignificabaunacosaensudiccionario:problemas.
Corrióhacialapuerta,nodispuestaaenfrentarsealoquehubieraroto
sus protecciones; la magia le daba dolor de estómago y se negaba a
enfrentarseaunacriaturainmortalconunparaguasoconunpeladorde
zanahorias.Nohabíaarmasensurefugioalservegetarianaypacifista,y
aunque hubiera, poco podría hacer pues eran ineficaces contra los seres
inmortales.
Suplanibabien,pasódelacocinaalsalónprocurandonohacerruido,
peroenelmomentoenqueagarróelpomodelapuertadesalida,unavoz
laparalizó:
―¿Adóndecreesquevas,elfa?
«Estoyperdida»,pensóatemorizadaanteelmalhumoradotonodevoz
delhombrequehabíaasuespalda.
―Datelavuelta,mujeryenfréntateatunuevodestino.
«Sí, claro», ironizó Alba odiando el tono autoritario del inmortal que
tenía tras ella. Ser arrogante y creer que todo el mundo a su alrededor
teníaqueobedecerciegamenteloqueordenaraneraunrasgoinsoportable
de las razas que se consideraban eternas. Esa arrogancia la dejó atrás
cuando decidió vivir en el mundo humano. Entre los mortales nadie le
decía lo que tenía o no tenía que hacer, salvo su editora, una aterradora
mujer capaz de hacerla temblar de miedo cuando la amenazaba con
aparecerseensuapartamentoparacontrolarsiacababaatiempoonola
novela. Tenerla a su alrededor, husmeando por encima del hombro y
ocupando su refugio con su arrolladora presencia y sus brebajes de tés
extraños,leproducíaverdaderoterror.
―Obedécemeo...
Albanoesperóaescucharloqueleteníadeparadosinohacíacasoalo
que ordenaba. Giró el pomo y salió corriendo por el pasillo gritando
comounaposeída,deseandoqueasíloscuriososymarujasdesusvecinos
salierandesuscasasparaverquéocurría.
Pero como siempre sucedía, cuando más los necesitaba los muy
cobardesnosalían,perobienquelaseñoraquevivíafrenteaellasehacía
notar quejándose de todo, hasta del ruido que hacía al escribir en el
ordenadorporlasnochesquesegúnlacotilla,noladejabadormir.
―¡Ayudaaa! ¡Socorrooo! ―gritó a pleno pulmón corriendo descalza
poreldescansillodelúltimopisodeledificioenelquevivía.Ibadirecta
hacia las escaleras, quería alejarse cuanto pudiese del que atravesó sus
proteccionesmágicas.
Pero...,¿sabesquesucedecuandodeseasalgoconfuerza...yeldestino
estáentucontra...?,pues...
―No sigas gritando, mujer, tus chillidos me están destrozando los
oídos.
Loquesucedecuandotodoseponeentucontraesqueacabasatrapada
porunextraño.
Quémaneramásperfectadeterminarlanoche...
***
Alba tomó aire para gritar con más fuerza pero no pudo hacerlo
porque el hombre le tapó la boca con una mano, mientras la apretaba
contrasupecho.
―Deja de removerte, mujer. Eres mi presa, asúmelo. Puedes hacerlo
porlasbuenasyserunabuenaprisioneraoporlasmalasy...
«Que sean por las malas», farfulló Alba mordiéndole la mano,
librándosedelagarrequelamanteníapresacontraelextraño.
Comocorrernolehabíaayudado,nolequedabaotraquehacerlefrente
y emplear su magia, aunque luego acabara con el estómago bailando y
dispuestoavaciarhastasuprimeracomidadeldía.
Se giró y adoptó una postura defensiva, que según su profesor de
taekwondoalqueconocióenlasclasesdelosviernesenelgimnasiodesu
barrio, era la más efectiva cuando te enfrentabas a un oponente que te
doblabaentamañoyenvergadura,y...
Estuvoapuntodecaerdebrucesanteloqueseencontrócuandolotuvo
cara a cara. Hombres como ese no podían ser reales, era imposible que
bellezas masculinas que exudaban arrogancia y magnetismo animal con
cada mirada y gesto tuvieran permiso para salir a la calle, y alterar las
hormonasdelasféminasquelosencontrabanensuscaminos.
«¿Peroestástontaoqué?¡Quéimportaqueseaguapo!Valequeparece
sacado de mis sueños húmedos, pero este hombre quiere secuestrarte y...
¡Noselovoyapermitir!»,Pensó,insultándoseenvariosidiomasporcaer
tan bajo al quedarse mirando a ese inmortal con cara embobada y las
braguitas empapadas por el anhelo, cuando ella estaba a un paso de
convertirseensupresa.
―Perfecto,elfa,seránporlasmalas.―Rompióélelsilenciomirándola
fijamente después de analizar el mordisco que se percibía en su mano
izquierda. Las marcas de sus dientes habían quedado impresas en su
dorada piel, como un trofeo de una guerrera que no iba a permitir que
nadielaobligaraahaceralgoquenoquisiese,oensucasoasecuestrarla
paravetetúasaberporquémotivo.
―Ni se le ocurra dar un paso más, señor, o le aseguro que lo voy a
hechizar.Leaconsejoquesevaya,noséporquémotivoestáaquíy...
«Muy bien, chica, estás ante un secuestrador y lo tratas de usted», se
burlódesímismaantesuspalabras.
―Estoy aquí para llevarme como prisionera a una elfa llamada Alba
Martínez,porlosinformesquetengodelcaso,esaerestú.
―¡Silencio,niunapalabramás!...Novesquemisvecinospuedenestar
espiándonos ―le gritó sin poder creer que ahora los inmortales
desvelaban la existencia de otras criaturas en el mundo humano como si
noimportaraquelesdescubriesen.
Loshumanospormuchoquelossuyosnolocreyesen,eranpeligrosos,
con su tecnología y sus capacidades de invención podían causar mucho
dañoalatierra,yporconsiguiente,alosmundosquecoexistíanenella.El
mundo mágico y el mundo mortal podían destruirse si los humanos
acababan con los recursos del planeta. Así conseguirían liquidar a los
inmortales, y en una guerra entre los dos bandos, era una táctica
desesperadaquepodíanemplearloshumanosparaacallareltemorqueles
producíalasolaideaquenoeranlosprimerosenlapirámidealimenticia.
Ellasícreíaqueerancapacesdedestrozarelmundoantesquedejárseloen
manosdeloseternos.
El hombre se rio de ella, con unas carcajadas profundas que
revolucionaronsushormonasyvolvieronaproducirunosescalofríospor
todo su cuerpo, que la dejaron a un paso de jadear en alto. Ese hombre
debíadeejerceralgúntipodemagiaparaafectarlatanto.Noeraunamujer
sexual,tuvoensujuventudalgúntonteoconsusnovios,peronadaserio
puessuhermanasiempreconseguíarobárselosantesqueellaseanimaraa
dar el siguiente paso; por eso, le sorprendía notar que su cuerpo
reaccionabadetalmaneraaesemachoqueparecíaqueposeíalavaporsus
venas,apuntodequemarlaviva.
―Nadie vendrá en tu ayuda si eso es lo que pensaste que harían los
mortales cuando saliste de tu hogar gritando. He lanzado un hechizo de
aturdimiento y de sueño a todo el barrio. No iba a arriesgarme a que
pudierasescaparuobtenerayuda.
«Un hechizo a todo el barrio. ¡A todo el barrio...!», repitió una y otra
vez,asfixiándoseconelamargosabordelmiedo.¡Siqueerapoderosoese
hombre para poder hacer eso! Conocía a muy pocos que tuvieran la
capacidad de hechizar a un puñado de humanos, y mucho menos a un
barrioresidencial.
«¡Tengo que salir de aquí!», chilló cerrando los ojos y rozando su
núcleodemagiaparapodertransportarsemuylejosdeallí.
Jadeó en alto cuando no pudo hacerlo, al notar como su magia se
apagabaantesdellevarlaallugarquehabíavisualizadoensumente.
―¿Cómoesposibleque...?
Nopudoterminarlafrase,yaqueelhombrelohizoporella:
―Veoqueyatehasdadodecuentaquenopodrásteletransportarte.Me
he asegurado de ello. Este amuleto, ―le mostró un colgante oscuro con
una garra de algún ave momificado que no pudo identificar―, tiene la
capacidaddeanularlamagiaélfica.Nopodrásaccederatunúcleomágico
hasta que me des lo que te has llevado. Pero como veo que no vas a
colaboraryquenadamáspercibirmipresenciahasintentadohuircomo
unaratacobarde,temantendréprisioneraenmihogarhastaquedecidas
entregarmeloquemerobaste.
―¿Terobé?―FueloúltimoquedijoAlbaantesdecaerdormidaante
elhechizonoverbalquelelanzóelhombre.
Sumentediomilvueltasatodavelocidadaloquehabíapresenciadoen
esos minutos. Desde el poder del hombre, su magnetismo animal y..., la
palabra«robar».
Yleveníaunayotravezunapalabra...
Dragón.
***
―Despierta,mujer.Eshoradequehablemos.
Albaentreabriólosojosyfarfullóentredientesalverquenohabíasido
un mal sueño lo que sucedió la noche pasada. Era muy real, y a unos
metrosdeellaestabasentadoelhombrequelasecuestró.
Seincorporóalmomentoeintentómoverlosbrazos,asustándosealno
poderhacerlo.Teníalasmanosatadasalaespalda.
―Ataraunamujerindefensa,muyvalienteportuparte―leespetócon
burla,disfrazandodevalentíaelmiedoquesentíapordentro.
El hombre soltó unas carcajadas al tiempo en que se levantaba y se
acercabahastadondeestabaella.
―Sitedesatolacuerda,¿prometesnomorderme?
―No,nopuedoprometerteeso―Albamostróunamuecadeabsoluta
sorpresaaldecirlocontrariodeloquepensaba.Ellaqueríadecirlequese
lo prometía y mostrar una actitud sumisa con la que engañarle mientras
ideaba un plan para escapar de donde estuviese. Pero ahora su plan se
habíaidoalgareteporserdemasiadosincera...
Élvolvióareírse,antesdedesatarla,sorprendiéndolaconesegesto.
―Enestascuatroparedesnopodrásmentirme,tehelanzadounhechizo
para que solo me digas la verdad. No tengo tiempo que perder para
recuperarloqueesmío.
―Podíamos perder el tiempo haciendo otras cosas más... divertidas
comolamerteenteritocomounpolodechocolate.
Ignorando el dolor de sus muñecas, Alba se tapó la boca con ambas
manosincapazdecreerloqueacababadedecir.Esehechizoquelanzóel
hombreeramuymolestoypeligroso.Demasiado.Tendríaqueandarcon
ojoparanoseguirsoltandolindezasporlaboquita,oparaconfesarleque
era...
―Un pedazo de carne que quería catar... ―Esta vez estuvo a punto de
golpearselacabezacontraalgoduroyperderelconocimiento,porquelo
habíadichoenalto.Encambio,setapólosojosconlasmanosmuertade
lavergüenza―.Nopuedeser,¿cómotehedichoesto?
***
Drake Morgan estaba luchando contra sí mismo. Cuando le
informaron que su mayor tesoro había sido sustraído ayer por la tarde,
estuvoapuntodequemarlaciudadconsualientodefuegohastaquetodo
se convirtiera en cenizas. Pero en lugar de liberar a su dragón, tuvo la
sangre fría de analizar el robo en busca de alguna pista que lo llevara
hastaelladrón.
Tardóapenasunashorasenhallarunnombre:
AlbaMartínez.
Elfaresidenteenelmundohumano.
Ocupaciónlaboral:sinresultados.
Lafirmamágicajuntoconrestosdecabellosfueronpruebassuficientes
para convencerle que había encontrado al ladrón que buscaba. Quien se
habíaatrevidoarobarlesumáspreciadaposesión.
Estabaconvencido...
Hastaquelavio.Hastaquepresenciócómohuyódeélgritando.Aquella
pequeña mujer de curvas y mirada ardiente, le confundía. Podía ver que
era puro fuego por dentro, pero por fuera mostraba una máscara de
frialdadqueledesconcertaba.
¿Quiénerarealmente?¿Lamujerfogosaquepercibíaenlaprofundidad
desusojos?¿Olaladronaquesellevósuposesiónmáspreciaday,que
ahora,sehacíalainocenteparalibrarsedelcastigoqueledeparabasino
entregabaloqueerasuyo?
Ibaaaveriguarlo,costaseloquecostase,ignorandoentodomomentoel
profundo y ardiente deseo que sentía hacia ella, cuando la miraba a los
ojos.Deseabadesprenderladeesamáscaradefrialdadeindiferenciaque
portaba,ymostrarleelverdaderoplacerdeyacerconundragón.Poseerla
hastaquelemundoexplotaraparalosdos,consumiendotodoloqueles
rodeabaconelfuegodesupasión.
«Nopuedodejarmellevarpormianimal»,pensóDrake,apretandolos
dientes mientras la veía dormir en su cama. La había llevado hasta su
mansión para hacerla confesar y que le entregara lo que se llevó, pero
cuandollegóalasmazmorras,nopudodejarlaenlacelda.
Por eso, acabó llevándola hasta su alcoba y tendiéndola en su gran
cama,admirandosuscurvas,susuaverespirar,sussonrosadosycarnosos
labios,observándolamientrasdormitaba.
Esperóhastaqueellamostrósignosdequeibaadespertar,yentonces
lanzó un conjuro a su dormitorio para que todo lo que se hablara entre
esascuatroparedesfueralamásabsolutaverdad.Ellanoibaamentirleen
sucara.Sabríalaverdadyrecuperaríaloqueerasuyoantesdequellegara
unnuevodía.
Cuando la miró a los ojos volvió a sentir la intensa necesidad por
hacerla suya que lo abrumaba, que le sorprendía y le dejaba tenso, a un
paso de saltarle encima, arrancarle la ropa y hacer que se corriera de
gusto.
Alverqueellasehacíaladormida,leordenó:
―Despierta,mujer.Eshoradequehablemos.
Sonrió al verla farfullar mientras se incorporaba y quedaba sentada
sobre su cama. Una imagen que le tentaba y que provocaba que tuviera
ganasdedejarsellevarypermitirquesudragóntomaraelcontroldela
situación.
―Ataraunamujerindefensa,muyvalienteportuparte.
«Ummm», la devoró con la mirada disfrutando al comprobar que
comenzaba a asomar el fuego que poseía aquella hermosa elfa en su
interior.Noqueríahablarconunasombradelaverdaderaesenciadeella.
Quería su furia, su sinceridad, su anhelo, su ardiente determinación, su
fortalezaparahacerfrenteasusmiedos,...loqueríatodo.
Yloibaaconseguir,deunamanerauotra,esapequeñamujeribaaser
suyaantesdequeterminaraeldía.
Yalohabíadecididocuandocomprobóqueaduraspenaseracapazde
acallareldeseoqueardíaensuinterioravivandolasllamasdelfuegoque
poseíacomodragón.Esaelfalotrastornabadetalmaneraquesolopodía
significarunacosa:erasucompañeraeterna.
La había encontrado. Después de siglos de soledad, de noches
interminables anhelando la compañía de su amante eterna, de ser testigo
delabrasadorpoderdelaunióndealmasentrelossuyosquetuvieronla
suertedeencontrarasuscompañeraspredestinadas...
Laencontró...
La mujer que avivaría su fuego eternamente. Quien le otorgaría la
fuerza para conquistar a sus enemigos, daría alas a sus más oscuros
deseos, y quien provocaría que la devastadora venganza se hiciera
presentecuandoalguienintentaradañarloqueerasuyo.
Ahorateníaqueconseguirdoscosas:
Primero: Obligarla a confesar su crimen y que le devolviera lo que se
llevó.Asípodríaperdonarla.
Segundo:Atarlaaélparasiempre.Y,depaso,encerrarseensualcoba
conelladuranteunmesenteroparamemorizarcadaunodesusgestosy
gemidosmientraslafollabaunayotravez.
Cuandoundragónencontrabaasucompañeraeterna,removeríacieloy
tierra con tal de mantenerla a su lado. Drake sonrió internamente,
satisfechoconelinesperadogirodeldestino.
AlbaMartínezmuyprontoibaapasarllamarseAlbaMorgan.
***
Nopuedeser,¿cómotehedichoesto?
Drake mantuvo en todo momento la sonrisa socarrona y llena de
confianza, tras escucharla admitir en alto que lo deseaba, que quería
lamerlocomoaunpolodechocolate.
Le daría el gusto a la mujer, cuando recuperara lo que era suyo. La
lamería hasta que se corriera de satisfacción sexual y la tomaría
completamente,llenándolaconsusemilla,marcándolaconsuesenciade
talmaneraparaqueningúnotroinmortalseatrevieraaacercarseaella.
Undragónnocompartía.
Élmataríaalmachoqueseatrevieraarozarlasiquiera.Lamantendríaa
salvoylepondríaelmundoasuspiessiasíellalodeseaba.
Peroantes...
***
―Ya te advertí que no podrás mentirme mientras permanezcamos en
estedormitorio.Encuantoatussúplicas,congustoconcederétusdeseos
deexplorarnuestroscuerposcuandotodoestoacabe.―Lamiósuslabios
provocando que Alba saltara en la cama con evidente nerviosismo. Ella
también estaba afectada con su presencia. La magia de los compañeros
eternosestabaactuandoentrelosdos,uniendosusnúcleosmágicosantes
de que lo hicieran sus cuerpos, sellando el destino de ambos para
siempre―.Asíquecuantoantesconfiesesdóndeescondistelapiedraque
me robaste, antes te podré tomar en mi cama, en la que estás tumbada
ahoramismo.
¿Piedra?¿Robo?¿Explorarnuestroscuerpos?
―¡Estáslocooqué!―explotóAlba,mirándolefijamente,maldiciendo
por dentro al notar cómo su corazón golpeaba con ímpetu contra su
pecho, aleteando nervioso y ansioso ante las palabras del hombre. Le
gritabaquedejaraqueeldragónladevorara―.Yonoteherobadonada.
No tengo ni idea de por qué apareció mi nombre en tus informes ―le
echó en cara la información que él le facilitó antes, recordando cada
minuto desde el momento en que se encontraron cara a cara en su
edificio―. Y no creas que... ―«No te deseo», pensó engañándose a sí
misma,ointentándolo,puesalfinalacabódiciendo―...Quenoquieroque
dejes de acusarme de algo que no he hecho, porque ya estoy cansada de
repetirteunayotravezquesoyinocente.Ypasesdirectamentealaparte
enquemevasamostrarelcielocontucuerpo.
Denuevo,Albalucíauntonorojizofrutodelavergüenzayestabaaun
pasodelanzarsecontralapared,paraversielgolpelanoqueabaydejaba
desoltarsusmásoscurosdeseos.
***
El alivio que sintió al ver que su compañera eterna no había sido la
ladronadesupiedradevida,fuetanabrumadorqueleasaltóaltiempoen
queeldeseocrecióexponencialmentedentrodeél,tomandoelcontrolde
susactos.
Yanohabíamotivosparaignoraralfuegoqueardíaensucorazón,que
lamíasusvenasyacelerabasurespiración.
Sin perder tiempo, se levantó y caminó decidido hasta su compañera.
Había llegado la hora de marcarla, de asegurarse que ningún otro
inmortalseatrevieraaacercarseaellaconintencionesdecortejarla,pues
dehacerlo,estaríamuerto.
Sonrióalverquequedabarígida,mirándoloconlabocaentreabiertay
laspupilasdilatadas.
Perfecto.Supequeñapodíasentirlamágicaelectricidadquecentelleaba
entreambos,cuandoestabancerca.
***
―Pero... ¿Qué haces? ―balbuceó Alba al ver que se acercaba a ella
luciendounasonrisaconfiadaypeligrosa.Todoélexudabamasculinidad
ylaestabaponiendodelosnervios,pornodecirqueestabayamojaday
conganasdecumplircadaunadesusfantasíassexuales.
«¡Pero qué me sucede!», gritó por dentro sin poder creer que lo
deseaba,queansiabasentirsuscaricias,susbesos,su...,desusecuestrador,
de un dragón que hasta hacía unos minutos no dejaba de acusarla de
robarlealgopreciadoparaél.
¿Ahora qué tocaba? ¿Tortura para saber si conseguía engañar al
hechizodelaverdaddealgúnmodo?¿O...?
Albanoseesperóloqueeldragónhizoalfinal.
Labesó.Devorándoleloslabiosdetalmaneraquesintióquelatierraya
podíaabrirseendosytragarla,quenoleimportabanada.
Dudabasiquieraquelonotara,pueshabíaperdidolarazónysucorazón
enbrazosdeesehombre.Deese...
Dragón.
***
En cuanto probó el sabor de los labios de su compañera Drake juró
que iba a cumplir todos sus deseos, que se aseguraría de conquistar su
cuerpo, su alma y su corazón. Esa hermosa elfa iba a ser suya por
completo,parasiempre.
Sin romper el beso, comenzó a acariciarla, satisfecho al escuchar sus
gemidos de placer y al notar cómo se acercaba más a él, cómo se
contorneabaenbuscademáscontacto.
Se dispuso a desnudarla lentamente, sin dejar de besarla y acariciarla,
queriendo grabar cada segundo de ese primer encuentro. Encontrar a la
compañera eterna solo sucedía una vez en la vida de un dragón, y el
momento del marcaje era muy importante. La tomaría con delicadeza,
llevándolaalorgasmounayotravezhastaquetantosudragóncomosu
parte humana quedaran satisfechos, hasta que oliera su esencia en cada
centímetro del cuerpo de su mujer, hasta que su cuerpo gritara una
palabra:SUYA.
Sucompañera.
Sumujer.
Suelfa.
La única a quien amaría, a quien se lo entregaría todo si así ella lo
pidiese.Porquiendaríalavida,porquienmataríaporprotegerla,por...
Por quien jadeaba a un paso de correrse por la belleza de su cuerpo
desnudo, ante la suavidad de su piel, ante la dulzura de sus besos y el
fuegoquepercibíaensusojos,ensusmovimientos.
SUYA.
Tanhermosa,tan...
Inocente.
Pues ella no le había robado la piedra. De eso estaba seguro. No solo
porelhechizodelaverdadquelanzóensualcoba,sinoporquesudragón
leindicabaqueolíalaverdad.Supequeñanohabíasido,yahorasolole
quedabaaveriguarquiénfuelaqueimplicóasumujeryrobósupiedrade
vida.
Peroantesdedesatarlafuriadesuvenganzacontraelculpable,aquien
muyprontodaríacaza:marcaríaasucompañera.
―Tanhermosa―murmurócortandoelbeso,atrapandolosgemidosde
ella al estar apenas unos centímetros separados. Sus cuerpos estaban a
puntodevolverseuno.Drakecubriéndolaconsufornidoydurocuerpo,
ella jadeando bajo él, nerviosa, con el corazón latiéndole desbocado
contraelpecho.
***
Alba abrió los ojos y se quedó prendada de la mirada del hombre,
sorprendiéndosequesindarsecuentayaestabadesnuda,gimiendoalnotar
cómo la acariciaba con dulzura, cómo le dejaba un camino de suaves
besos en el cuello, cómo se colocaba encima de ella rozándola con su
miembroduroylistoparalabatalla.
―Tan hermosa ―escuchó cómo susurraba muy cerca de sus labios,
encendiéndolatodavíamás.
Que un hombre como ese, tan hermoso, tan masculino, con sus
penetrantesyoscurosojosnegros,consulargocabellocomoelplumaje
del cuervo, su cuerpo duro y musculado..., se fijara en ella, parecía un
regalo del destino que no tenía su nombre pero que por arte de magia
aparecióensuvida.
Talvezsifueramásjovenloapartaríadesulado,nopermitiríaquela
tomara sin conocerle antes, sin poder entregarle su corazón y recibir el
suyoacambio.Peroahora...,trassiglospresenciandocómosuhermanale
robabatodassusilusiones,susnovios,siempreacusándoladeserlafeade
la familia... No iba a negar lo que el destino le puso en su camino. Ese
hombre era hermoso y, pese a que la secuestró, se portó con honor con
ella, además..., había algo entre los dos que conseguía que su núcleo
mágico vibrara de tal manera que la conducía al borde del abismo, a un
pasoderozarelcieloconlasmanos.
«Puedequenotengaunfuturoasulado,...puedequenoseamásqueun
juegoparaél,...peronoquieronegareldeseoquemeproduce,eldeleite
queestoysintiendoensusbrazos.Quierosentirmehermosaporunavez
enmivida,quieroserlaprotagonistaabsolutadelahistoria.Quiero...»,se
sorprendió al mirarle a los ojos y comprender la verdad... «Lo quiero a
él».
Noleconocía.Nosabíanisiquierasunombre.Soloqueeraundragón
poderosoquelaacusódeunroboporunaspruebasfalsasqueencontróy
que la señalaba a ella, y que ahora estaba devorándola lentamente,
venerando su cuerpo conduciéndola lentamente hasta el orgasmo, hasta
esaexplosióndepuraelectricidadymagiaqueburbujeabaensupiel,que
amenazabaconpresentarseanteellaporprimeravezensuvida.
El dragón se parecía a uno de esos modelos de las portadas de las
novelas de romántica que te dejaban con unas terribles ganas de que
salierandelasmismasparaquecumplierantusdeseos.Nuncacreyóque
unhombrecomoélsefijaraenalguiencomoella,unaelfaqueelusode
lamagialerevolvíaelestómagoysededicabaaescribirnovelasdeamor
para llenar el vacío que era su vida. Pero ahí lo tenía, a escasos
centímetros, mirándola como si fuera lo más hermoso del mundo,
acariciándolaconunapericiaquelaestabavolviendoloca,excitándolay
humedeciéndola,preparándolaparaél.
Lo necesitaba. Lo deseaba. Quería sentirle dentro de ella, disfrutando
delplacerdelaunión.
***
―Mía ―gruñó Drake, admirándola, sintiéndose afortunado por
tenerla,porhaberlahallado.
Si no fuera por el valor de la piedra de su vida, hasta le habría
perdonadolavidaalladrón,perorobaraundragónsucorazón,loquele
hacíainmortaleraunpecadoquesecondenabaconlamuerte.Lasleyesde
losdragoneseranmuyrígidasyestrictas.Nohabíasalvaciónparaquien
sellevólapiedra.
Acabaríamuertoporsusgarras.
Sololehabríaperdonadolavidasihubiesesidosucompañera,puesun
dragón por nada del mundo dañaba a su amante eterna, pero como su
pequeña era inocente... Drake notó como el dragón rugía dentro de él,
excitado por el rumbo que estaba tomando el robo. Ahora tendría un
ladrónalquecazaryunamujeralaqueamar.
Nopodíasermejoreldía.
Se centró en el preciado tesoro que estaba tumbado en su cama,
mordisqueándole el cuello, acariciándole los turgentes pechos. Tenían el
tamañodesusmanos,yporloquepudocomprobareranmuysensibles,
dándoleplacerasucompañeramientraslosacariciabaylepellizcabalos
pezones.
Su elfa se arqueó cuando abandonó su cuello para atrapar uno de sus
pezonesentresuslabios,chupándoloytironeandodeél.Drakesonrióal
escucharcómolosgemidosdelajovenalcanzabannivelesqueseguroque
losdemásmiembrosdelamansión,podríanescuchar.
No le importaba. Aquella mujer era suya y los demás lo sabrían muy
pronto. Su familia no tendría otro remedio que aceptarla y acogerla con
cariñoyrespeto,otendríanquehacerlasmaletasylargarselejos.Nadie
dañaríaasucompañera.Nadie.
―Me vuelves loco ―reconoció devorándola con la mirada tras
liberarla de la tortura que era acariciarle los pechos y juguetear con sus
pezones.
Si esperaba acaso que le respondiera, que siguiera esperando porque
era incapaz de articular palabra, o de pensar, solo sentía y jadeaba,
disfrutandodecadabeso,cadacaricia...
―Ahhh―gimióenalto,abriendomuchísimolosojosalsentircomoel
duro miembro del hombre presionaba contra su húmeda entrada. Estaba
preparada, lista para tomarlo y descubrir si sus expectativas se iban a
cumplirono,siibaarozaresecieloqueprometíacadamovimientodeél.
―Mi dragón me está volviendo loco con sus exigencias, ya no puede
esperarparatomarteymarcartecomosucompañera,yyotampoco.
A muchos les sorprendían que los dragones hablaran como si fueran
dos entidades diferentes conviviendo en un mismo cuerpo, y en esencia
eso era lo que eran. Tenía una forma humana y otra animal en la que
adoptabalaformadeundragóndemásdequincemetrosdealturaconuna
coraza del color de la noche que ninguna arma podría penetrar y en el
cuallamagiarebotabasindañarle.Losdragoneseranpeligrososporque
poseían la capacidad de pensar como un hombre y como un animal,
permitiendo que este último tomara el control de la situación si así era
necesario,convirtiéndoseenlosmássanguinariosenemigosquepodrías
soñarentuspeorespesadillas.
Ensucaso,sudragónrugíadesesperadodentrodeél,arañándolelapiel
y provocándole que el dolor del deseo no satisfecho se volviera una
auténticatortura.Necesitabaasegurarelmarcaje,poseerasucompañera
paraluegodisfrutardeella,mostrarlequepodíaserdelicadoyminucioso
mientras se deleitaba con su cuerpo, con su aroma, con su sabor. La
lamería,latomaríaconcalma,descubriendoloqueaellalehicieragritar
depurogozo.Laacariciaríahastaquepresenciasecómoseestremecíaal
llegaralorgasmo.Ledemostraríaqueeracapazdecumplircadaunade
susfantasías,yelmundoenterosiasíselopidiese.
Convivir con un dragón no era fácil, eran dueños de centenares de
negociostantoenelmundomortalcomoelinmortaly,portanto,poseían
enemigos poderosos que no dudarían en atacarle con lo que podrían
destruirle: sus compañeras. Las amantes eternas de los dragones debían
serfuertes,capacesdecalmarlafuriadesuscompañeros,deenfrentarsea
sumundo,alasenvidiasqueprovocabasuposiciónsocialdentrodelos
inmortalespuesnumerosasmujeresquerríanocuparsulugar.
Sonrió al recordar como la mujer de su primo le partió la cara a una
vampiresacuandolaviocoqueteandoconsudragónenlaúltimafiestade
los clanes. Fue divertido ver la furia de la pequeña banshee, y cómo su
primoacabócasidesnudándolaenmediodelapistasatisfechoyexcitado
porlosdeseosdesucompañera,alverqueeratanposesivacomoél.
El mundo en el que vivían podía llegar a ser muy cruel, pero los
compañeroscompartíandestinoysusalmas,mostrandounaunióneterna
queningunaotrarazainmortalposeía.
Undragónsoloelegíaunavezensuvidaaquienamar,ysiperdíaasu
compañera, a su compañero..., acabaría consumiéndose lentamente hasta
perderlavida.
―Te entrego mi alma y mi futuro, eres dueña de mi pasado y mis
tesoros, de mis deseos y exigencias, mi dragón te acoge en su corazón,
moriremosporprotegertesiesnecesario―comenzóarecitarelritualde
marcaje, mirándola fijamente a los ojos, mientras se posicionaba contra
su húmeda entrada. Presionó un poco adentrándose en el estrecho canal.
Apretólosdientesanteelintensoplacerqueleprodujosentiresacalidez,
acallandolanecesidaddehundirsehastalaempuñadura,yperderseenel
gozo de hacerla suya sin barreras, derramando su semilla cuando la
sintiera temblar en sus brazos tras saborear su orgasmo―. Desde este
momento me perteneces, al igual que mi dragón y yo te pertenecemos.
Seremos uno, por siempre. ―En este momento la penetró hundiéndose
por completo en su interior, finalizando de esta manera el ritual que los
uniríaeternamente.
Alba jadeó en alto y se tensó al notar cómo se rompió su himen. Le
sorprendió notar que apenas notó una pequeña molestia, que enseguida
desapareció cuando él comenzó a moverse lentamente, saliendo y
entrando de su cuerpo, comenzando un ritmo que poco a poco fue
aumentandodeintensidad.
Drake estuvo a punto de aullar de dicha al notar que fue el primer
hombre de su pequeña. Estaban en el siglo XXI pero para un dragón de
más de mil años, como era él, el ser el primero de su compañera, y el
único, era un regalo que atesoraría siempre. Ningún otro macho iba a
tocarla jamás, ningún otro macho la tocó, le provocó el placer que le
estaba dando él. Ningún otro escuchó sus gemidos, la vio sonrojarse,
cerrarlosojosyarquearlaespaldacadavezquesehundíadentrodeella.
Ningúnotroibaaderramarsusemillaensuinterior,niseríaelpadrede
sushijos.
Ellaerasuya.
«Nuestra»,escuchóunavozcomplacidaygravedentrodesumente.
«Sí, nuestra», concedió, respondiendo a su dragón, que en muy pocas
ocasiones le hablaba. Eran dos entidades conviviendo en un mismo
cuerpo,erandosmentesquesemanteníanconectadasdetalmaneraqueno
seveíacuandoacababaunaycomenzabalaotra,eldolordeuno,erael
dolordelotroyviceversa.Losdoseranunmismoserqueapartirdeese
instante,viviríaporyparacomplacerasucompañera.
―Eres perfecta ―jadeó sin dejar de moverse, penetrándola con
estocadas profundas, colmándola con su grosor y su longitud. Con cada
movimiento los dos se encontraban, profundizando la penetración. Su
pequeña arqueaba la espalda cuando él se lanzaba hacia delante para
hundirse profundamente y sentir un placer intenso que lo acercaba al
orgasmo.
Pero no iba a correrse hasta que ella lo hiciese primero. Quería que
explotarayleexprimierahastalaúltimagotadesusemilla,acogiendosu
esenciaensuinterior.
―No es así ―consiguió balbucear Alba, entreabriendo los ojos y
gimiendo al volver a sentirle avanzar dentro de ella, con movimientos
duros y profundos que estaban moviendo hasta la cama, golpeando la
pared con el cabecero de metal. Las sábanas quedaron arrugadas a su
alrededor, amenazando con caer al suelo, olvidadas en esa danza sexual
queuniríadosalmasparasiempre.
Drakesemovióhastaconseguirqueellasesentarasobreél,empleando
sufuerzaparamoverlasinproblemaysinesfuerzo.
Alba gritó cuando sintió que él se retiraba y la levantaba del colchón,
penetrándola cuando la sentó sobre él. Con esa nueva postura lo sintió
mucho más adentro, tan profundo que estuvo a punto de correrse. Él la
sujetóporlacinturaycomenzóamoverse,sinapenassepararsedeella,
conpenetracionessuavesymuyseguidas.
―Mírame, Alba. ―Ella así lo hizo, sorprendiéndose al escuchar su
nombre. Era la primera vez que la llamaba así, pues antes siempre la
llamómujeroelfa.Drakeesperóatenersutotalatenciónysindejarde
moverse,disfrutandodeesanuevaposturaalteneramanosuspechospara
juguetear con ellos mientras la penetraba, para decirle―: Eres muy
hermosa, tu cuerpo me vuelve loco y soy muy afortunado por el regalo
que me has concedido cuando nos hemos unido. ―Sonrió al verla
avergonzarseanteél.Detuvosusmovimientosparaacercarsurostroalde
ellaysusurrarle,antesderobarleunbesoquelosdejóalosdosjadeantes
y con ganas de alcanzar juntos las estrellas―. Eres mi compañera, mi
pequeña.Ylosdragonessolojuramosamorunavezenlavida.
Tras ese beso Drake liberó su deseo tomándola sin contenerse,
penetrándola una y otra vez mientras besaba y mordisqueaba su cuello.
Alba cerró los ojos y se dejó llevar por lo que estaba experimentando,
abrazándoseconfuerzaaesehombrequehabíatrastocadosuexistencia.
Y en apenas unos segundos, cuando sus núcleos mágicos se
reconocieron como almas gemelas y se unieron,... los dos rozaron el
cielo, explotando en un orgasmo que los dejó jadeantes y sudorosos,
abrazadosunoalotro.
Alba entreabrió los ojos después de gritar cuando descubrió que era
capaz de sentir uno de esos orgasmos que con tanto detalle describió en
sus novelas, de esos que te dejan con la piel sensible, el corazón
desbocado, la piel con una fina capa de sudor dulzón y sentías un
cosquilleoportodoelcuerpoquepersistíaaúnpasadosunossegundos.Le
sorprendióquesiguieraconscientetraselplacerqueexperimentó,puesno
solo fue carnal, también muy dentro de ella percibió como la magia
reconocía al hombre y la abrazaba como propia. Eso nunca le había
pasadoaunelfo,oalmenosqueellasupiese,quizássíqueeraverdadque
erasucompañerayeraalgoquesololosdragonespasaban.Deserasí,...
era muy afortunada, o... ¿quizás no? Solo le quedaba averiguarlo con el
tiempo.
Cuandoyacreíaqueélibaasepararseparadescansar,losintióvolvera
ponerserígidodentrodeellayamoverse,sacándoleunosgemidosentre
doloryplacer,queatrajeronlaatencióndeél.
―¿Pero cómo es posible? ―murmuró entre jadeos, intentando por
todoslosmediosnocerrarlosojosanteelplacerqueestabasintiendo.
―¿Acasocreéisqueibaaponermeadormirapiernasueltadespuésde
habertecatado?―Porlaexpresióndeella,ledioaentenderaDrakeque
eso era precisamente lo que esperaba de él. Ante eso, rompió a reír, al
tiempoenqueseechabahaciadelanteparaquedartumbadosnuevamente
sobreladesordenadacama―.Ah,micompañera,quepococonocesalos
dragones. No saldrás de este cuarto hasta que me sacie de tu sabor, y te
aseguro que mi apetito es inmenso. ―Se agachó hasta besarla y
susurrarle,antesdecomenzarapenetrarlaestavezconestocadasfuertesy
decididas, aprovechando la lubricación natural y por la liberación de su
semilla. Esta vez no contendría al dragón y le dejaría mostrar su
abrasadorapasión―.Cadanoche,cadadía...,necesitaréprobartucuerpo.
―¿¡Qué!? ―gritó Alba antes de perderse en el beso que él le robó y
jadearconcadaestocada.Estabasensibleyelplacerqueestabasintiendo
eramuchomásintenso,lanzándolaalorgasmo,tomándolaporsorpresa.
Pero él no se detuvo, continuó moviéndose, imponiendo ahora un ritmo
quelaestabavolviendoloca.
Drake rio en alto al notar la confusión y la perplejidad en el rostro
sudoroso y sonrosado de su compañera. Era divertido que creyera que
solo necesitaba una vez para quedar satisfecho. Los dragones eran
criaturasnacidasdelfuegoquenecesitabanabrasarseyavivarlasllamas
quevivíanensuinterior.
Llevaba siglos buscando a su compañera, ya creyendo que era uno de
los pocos desafortunados de su raza que morían sin conocer a su otra
mitad,poresoahoraquelateníaentresusbrazos,bajoella,apretándolo
consuhúmedocanal,abrazándoloyarañándolelaespalda...
―Oh,sí,mipequeñaelfa...Necesitaréelrestodeldíaparasaciarmede
ti...
Acallósuposiblequejaconotrobeso,satisfechoconelgiroinesperado
desuvida.
Objetivomarcarasucompañera:cumplido.
Cuando se saciara de ella saldría de caza..., atraparía al ladrón y
recuperaríasupiedradevida.
Peroantes...
―Noeresnormal...
Drake volvió a reír disfrutando del humor de su compañera. Tenían
todaunavidaparaconocerse,yesedíaibaaasegurarsedememorizarlo
queaellalegustaba.Vercomoalcanzabaelorgasmoeralomáshermoso
quepresenciójamás.Esasmejillassonrosadas,suslabiosentreabiertosy
esosojosdelcolordelcielodelveranonubladosporelplacerera...
―¡Cómoesposiblequeestéstodoeltiempoduro!
―Esoesporqueerestú,mihermosacompañera―lesusurró―.Yhoy
conoceráslapasióndeundragón...Tudragón.
Aldíasiguiente
―¿Dónde está la ladrona? ¿No la atrapaste y en su lugar te trajiste a
casaaunaputaconlaque...?
Drake rugió acallando a su molesta prima, que le increpó nada más
verloentrarenelsalónprincipaldelamansión.Elbuenhumorconelque
sedespertóesamañanadesaparecióytodoporculpadeesachiquillaque
estaba enamorada de él desde que eran pequeños, o eso es lo que quería
creerlajoven,puestodossabíanquelosdragonessoloposeíanunalma
gemela,ynoeraella.
Sus suposiciones de que su familia había escuchado gemir y gritar de
purogozoasucompañeraseconfirmaronporlasmiradasavergonzadas
de sus padres, las jocosas de sus hermanos pequeños y la furiosa de la
molestachiquillaqueinsultóasuamanteeterna.
―¡Yabasta,Judith!Esaputa,comotúlahasllamado,esmicompañera,
yteordenoquelatratesconrespetoo...
No se esperó lo que sucedió a continuación. Cómo su prima se lanzó
conlasgarrasextendidashaciaél,dispuestaasacarlelosojos.Élnotenía
intencióndedañarla,peronoibaapermitirquelatemperamentaldragona
sedesquitaraconél,pornocumplirsuscaprichos.
Lelanzóunconjurodeviento,provocandoqueacabaraestrellándosede
espaldacontralapared,alotroladodelcuarto.
―¡Drake!―gritaronlosdemáspresentesenlasala,suspadres,sustíos,
ademásdesushermanosconsusrespectivascompañeras.
―Novoyapermitirqueestacríasigainmiscuyéndoseenmivida,estoy
cansado de soportarla, y voy a proteger a mi compañera de cualquier
insultoomalgesto.Esteesmihogaryelquenoestédeacuerdoquecoja
suspertenenciasyqueselargueconJudith.―Estalemiródesdeelsuelo
concarallorosaylosojosllameantesdefuriayodio.Yateníaquehaberla
echado de su mansión hacía varios siglos pero, por no soportar a sus
padres, aceptó que se quedara pese a que le molestaba su sola presencia.
Peroyanomás―.Tienesdoshorasparahacertusmaletaseirte.
Estaselevantóyacabógritandoaltiempoenquelosdemásquedaban
unos impactados por el ultimátum, y otros alzando la voz al no estar de
acuerdoconsudecisión.
Drakeignoróasustíos,quebienpodíanirseconsuqueridaymalcriada
hijaaotrolado.
―¡Nopuedeshacermeesto!¡Túmeperteneces!¡Eresmidestino!
―¡BASTA!―rugióconrabia,nodispuestoaperderniunminutocon
esaloca.¿Esqueacasonoveíaquelosdragonesseuníanconelalma,a
travésunenlacemágicoqueeraeternoeirrompible?¿Noporelcapricho
deunacríaquedesdeniñamostróquesecreíaelcentrodelUniverso?―.
¡Te irás ahora mismo! Y tus padres te acompañarán, estoy cansado de
tener que soportar la presencia de la «familia» por obligación. Tus
pertenencias se enviarán cuando le informes a mi secretario de tu nueva
dirección. No vuelvas a aparecer en mi camino o no dudaré en acabar
contigo,tedestrozarédetalmaneraquetendrásquecambiardecontinente.
Yvosotros...―Miróasuspadresyasushermanos,suscuñadasporsuerte
asentían satisfechas al ver que defendía a su compañera, y le daba la
lecciónquemerecíaJudith,yporloquepudovernoeraelúnicohartode
su presencia... ―... Si no estáis de acuerdo con mi decisión podréis
acompañarles allá donde se vayan. A partir de ahora mi vida girará en
torno a mi compañera, y no quiero que le hagáis daño con vuestros
comentariosodesprecios.
Antes de que llegaran a responderle, la puerta del salón se abrió y la
furia que lo estaba cegando en esos momentos se esfumó ante la
inesperadaaparicióndelamujeralaqueleentregósucorazón.
―Te estaba buscando y... ¡oh! ―exclamó Alba al ver que no estaban
solos, que había más gente en el cuarto. Se estremeció al ver el odio
brillar en varias personas que la miraban fijamente. Se le pasó por la
cabezaelrefránde«silasmiradasmataran,yahabríacaídomuertavarias
vecesalsuelo».
―Mi amor, mi pequeña compañera. ―Avanzó Drake hasta ella,
esbozandounagransonrisa.
Alba en ese momento tuvo que aceptar que le había echado de menos.
Quenecesitabaverle,sintiendounvacíoensuinteriorcuandoestabalejos
de él. A su lado su núcleo mágico y su corazón bailaban satisfechos y
felices, iluminando su rostro mostrando a todos que la unión se había
completadoconéxitoyestabanunidosparasiempre.
Eldíaanteriorhabíasidoelmásextrañoquehabíasucedidoensuvida.
Lahabíansecuestrado,luegohabíayacidoconunhombrequeparecíaque
noconocíalapalabra«cansancio»ydurmióensusbrazostodalanoche,
despertándosesolaenlagrancama,ysintiendounagujerodepesarensu
interiorcuandoélnoestabaasulado.
Graciasalaconexiónquenotóensunúcleomágicopudolocalizarloen
aquellainmensamansión.Yahoraqueestabafrenteaél...,noseesperóser
fulminadaconlamiradaporlamitaddelaspersonasqueestabanenesa
habitación,ynosabíamuybiencómoactuar.
Queríaabrazarle,decirlequeloechódemenos,opreguntarlecómoera
que era capaz de percibir dónde se encontraba, o si todo lo que había
sucedido el día anterior había sido un sueño. Tenía tantas preguntas y
dudasy...,eraincapazdeformularalgunadelantedeunpúblicoexpectante.
Además quería comentarle que tenía una sospechosa para el robo: su
hermana. Recordaba la extraña y alocada petición de Miriam, robar el
tesoro de un dragón. Debía ser ella la que lo robó y la culpabilizó para
librarsedenuevodeldelitoyquedarcomolabuena.Estabacansadadeser
tratada como un trapo por su familia, por su propia hermana, y si
descubría que fue realmente ella, que sus sospechas eran ciertas, le
arrancaríacadapelodesucabeza,consuspropiasmanos.Nocreíaenlas
coincidencias.Suhermanaqueríaapropiarseindebidamentedeltesorode
undragónyahíestabaella,enlacasadeunescupefuegotrashabersido
acusadadeldelitoderobo.Sisuhermananoeraculpable,elladejaríade
comerchocolateduranteunmes...,algoqueseríaunaverdaderatorturaal
seradictaaldulcesabordelmismo.
Cuando estaba a punto de pedirle que saliera un momento fuera para
avisarlequeteníaqueirasucasa,yquenecesitabaunteléfonoparallamar
untaxialserincapazdeteletransportarse,pormásquelointentó,unavoz
lasobresaltóylaasustó:
―¡Poresaperramehasechadodemicasa!
Noloviovenir,...elataqueporsorpresadeunallamaradadefuegoiba
directamentehaciaella.
Drakesemovióconrapidezcubriendoasucompañeraconsucuerpo,
protegiéndola del fuego. Los dragones no se quemaban pero su mujer
podíasalirdañadasielataquedesuprimalaalcanzaba.
Mientraslasllamasloslamía,solopensóenunacosa:enmataraJudith.
Seescuchóungolpesecoyluegolarabiosavozdesuprima:
―Padre,¿porquémehasgolpeado?
―¿Cómo se te ocurre atacar a la compañera de tu primo? No me
extrañaquenosquieraverlejosdeestamansión.
―Élesmío.Labrujameaseguróqueodiaríaalamujerqueleyóensu
destino,éltendríaquehaberlamatadocuandoacudióa...
―¿Entonces no fue mi hermana la que te robó, sino esa chica?
―murmuróparasímismaAlba,sinserconscientequelaescuchóelresto
delasala.
―¿Tu hermana? ―preguntó Drake, mirándola con atención, tras
separarseunpasodeellaahoraqueyanohabíapeligro.Entodomomento
la mantenía lejos de las miradas del resto de su familia que seguían a
espaldas de ellos. No iba a cometer el error de dejarla desprotegida de
nuevo.
Se enfureció al ver que su pequeña elfa tenía algunos mechones
quemados, además de las mejillas enrojecidas y respiraba con algo de
dificultadporelcalorqueloscubriódurantesegundos.
Ellaasintióajenaasufuria,queibadirigidaasufamiliayenespeciala
suprima.
―Sí, mi hermana me comentó que quería robarle algo a un dragón y
quedebíahacerloyoy...
―¡No he sido yo! Ha sido esa zorra la que se ha llevado tu piedra de
vida ―gritó Judith satisfecha ante sus palabras, cruzándose de brazos y
mirandoconaltaneríaalospresentes―.¡Veis!Nosepuedeconfiarenesa
perray...
―¿Cómo sabes que lo que me fue sustraído es mi piedra de vida?
―preguntó Drake dándose la vuelta, manteniéndose en todo momento
frenteasucompañera.Laibaacubrirconsucuerpo,consupropiavida.
Yahabíacomprobadoquenidesupropiafamiliapodíafiarse.
―Eh…por…―titubeóJudith,odiandocontodasualmaalaelfaque
estabaplantadatrasSUprimo.Drakeerasuyo,siemprelofue,soloqueél
no lo había visto aún. Tendría que deshacerse de esa perra para poder
hacerle ver a su primo que eran almas gemelas, que podían forzar a la
magia a unir sus almas si así lo exigiesen―. Tú nos lo dijiste a todos
―confesófinalmentetrasunossegundosdetensiónydudas.
―Eso es mentira, Judith, él nunca nos dijo que era una piedra, nunca
mencionóelobjetoquelerobaron,solonosinformóquealguiensustrajo
algo suyo hace dos días, creo recordar ―intervino la compañera del
hermano más pequeño de Drake, una joven dulce de la que nadie
sospecharíaqueeraunabansheecapazdehacerfrenteacualquierhembra
queseacercaraasumarido.Quienmuchasnochesrompíalacalmadela
mansiónconelgritodelamuerte,porculpadesutrabajodemensajera.
SupadreLaMuerteintentabanodarlemástrabajodelquerepartíaasus
otrassobrinasbanshees,peroaúnasímuchasnochestodossedespertaban
con un espeluznante grito que duraba segundos y que conseguía que no
volvieran a dormir en horas. La pobre no podía acallarlo, debía gritar
transmitiendo el mensaje de su padre que le llegaría a la víctima allá
donde estuviese en sueños, como una mala pesadilla de la que quieres
despertarperoque,pordesgracia,temuestraelfinaldetuvida.Lamala
suerte es, que además de la víctima, todos los que estuviesen cerca de la
mensajeralooirían...
Drake no sería capaz de dormir cada noche con alguien que podría
gritarte tu propia muerte..., pero él no era el que estaba perdidamente
enamorado de esa pequeña chillona del más allá, su hermano sí, y se
desvivíaporella.
―EsciertoloquediceMandy.Mihermanonuncanosinformóqueera
su piedra de vida lo que le robaron ―respaldó el marido de Amanda,
mirandoasuhermosabansheeconabsolutaadoración.
Judith se vio acorralada al ver que todos se giraron hacia ella, con
reprobación en sus gestos. Robar la piedra de vida era un delito grave,
penadoconlamuerte,sinimportarsierashombreomujer,yellasehabía
condenadoconesaacción.
―Yonolarobé,lepaguéaunaelfaparaquelohicieraperolaimbécil
noseatrevióasíquetuveque...
«Mi hermana no robó nada al final», se mostró aliviada Alba,
suspirando por dentro. Lo que menos quería ahora era tener la
culpabilidaddeMiriamsobresuconciencia.
―Así que, ¿qué es lo que tuviste qué hacer? ―exigió saber Drake
echándoleencaralaspalabrasquebarbotóconnerviosismoJudith.
Estasemostróatemorizadaalverqueelplanqueestudióhastaelúltimo
detalle se resquebrajaba ante ella, como una torre de naipes, exponiendo
cadaunadelascartasconlasqueintentóganarelpremiogordo.
Sabíaquelacondenaporrobarlapiedraeralamuerte,aunquedudaba
queDrakeseatrevieraaejecutarlasinoqueríateneramediafamiliaensu
contra, pero... quizás tendría que tomar otro rumbo de acción para no
perderle. No podría vivir sin su dragón. Él era suyo y prefería verlo
muertoqueenbrazosdeotramujer.
―¡Tuvequehacerloqueeranecesarioparatenerte!¿Acasonovesque
estamospredestinadosaestarjuntos?¿Quéeresmío?―bramóJudithsin
llegaraconfesarloquellegóahacer.Noibaaadmitirqueteníalapiedra
en su cuarto, bajo su almohada tras haberla robado de la caja fuerte del
cuartodeél.Noibaaconfiarleanadieesebienpreciado,elcorazóndeun
dragón,lapiedraqueposeíalacapacidaddedestruiraunodelossuyos.
Cada uno de ellos, en el momento de su primera transformación,
expulsabanporlabocaunapiedrapalpitante,queeralamitaddelcorazón
del dragón, y por la que se aseguraban de ser invencibles pues para
matarleseranecesariodestruirelcuerpoylapiedraalmismotiempo.
Drake se apareció frente a su prima agarrándola por el cuello,
apretándoseloconlatentaciónderompérselosinmiramientos.
―Debería matarte aquí y ahora ―expuso dispuesto a permitir que su
dragónobtuvieralaansiadavenganza.Estequeríalasangredeesazorra,
desgarrarlaconsusgarrasycolmillos,yaluegoseencargaríadebuscar
lapiedra.Loúnicoquequeríaenesosmomentoseraacabarconella,nada
más.
―No...puedes...soytualmagemelay...
***
Ibaamatarla.
Lopodíaverconlafuriaquesepercibíaenlatensióndesucuerpo,en
lafuerzaqueestabaimprimiendoensuagarre.Pormuchoqueestuviese
tentada a dejarle que le rompiera el cuello, no podía. Era su prima, su
familia, además de una imbécil insufrible que no dejaba de gritar que el
dragónerasuyo.Albanopodíaaceptarlo.Noqueríaquelarelaciónque
esperabamantenerconélcomenzaraconunbañodesangre.
Así que cuando escuchó las balbuceantes palabras de esa loca, corrió
haciadondeestabanalladootroladodelcuartoyparóasudragónenel
últimomomento,apoyandounamanoensutensobrazo.
―Porfavor,nolamates.―Sintiólamiradasorprendidadetodossobre
ella, pero los ignoró manteniendo la que le dedicó el hombre. No iba a
echarsehaciaatráspormuchoqueletentaradeshacersedeesalocaopor
muchoquevieralafuriayeldolorenlosojosdeél.Lamuertenuncaera
lasoluciónaningúnproblema,soloatraíadoloryremordimientos―.No
valelapena.¿Novesqueestáloca?Pídelequetedevuelvaesoqueterobó.
―Esapiedradevidadebíasermuyvaliosaparaqueestuvieradispuestoa
mataraalguiendesufamilia.Mástardeletendríaquepreguntarquéerasi
élaúnestabadispuestoamantenerlaensuvida.Sentíaquealinmiscuirse
en medio de un problema familiar estaba tensando la cuerda de una
relación naciente que podría romperse―. Y que se vaya lejos. No le
arrebates a su hija a tus tíos. ―Vio duda en los ojos de él, así que
insistió―.Porfavor―suplicó,bajandolamano,alejándoseunpasodel
dragón.
Élahoradebíatomarunadecisión.
Mataronoasuprima.
Mataronoaunamujerqueenfermóporlaobsesiónhaciaél,pueseso
nuncaseríaconsideradoamor.
―Porti,miamor.―claudicóDrake,maldiciéndosepordentroporno
romperle el cuello a Judith. Esa hija de puta no merecía otra cosa. Si su
planinicialhubiesesalidobien,élpodríahaberdañadooinclusomatadoa
su compañera. Pero era cierto que había preguntas que necesitaban
respuestas. ¿Cómo supo que Alba era su compañera? ¿Qué bruja va
vendiendolossecretosdelosdragones?¿Cómoellapudoverlo?¿Dónde
escondiósupiedradevida?
Bajóelbrazoysoltóalaperradesuprima,quiencayóderodillasante
él, respirando agitadamente y tocándose el cuello con sus temblorosas
manos.
―Le debes tu patética vida a mi compañera. Por su petición te dejaré
vivir―segiróparamirarasustíosquienesllorabanensilenciodespués
de todo lo que habían presenciado en ese salón. A su lado estaban sus
padresysushermanos,dispuestosaprotegerasupequeñaelfasialguien
intentabaatacarlaenunúltimointentodesesperado―.Oslallevaréislejos
demí,hacetiempoquedebíaishaberlebuscadoayudapsicológica.Nola
quierocercademistierrasomisposesionesomeolvidarédelapetición
demicompañerayacabaréconella.
Sus tíos asintieron en silencio y se acercaron hasta su hija, para
levantarladelsuelo.
―Antesdeirosqueleentreguelapiedraamispadres.
―Asílohará,Drake―murmuróconvoztemblorosasutía,lahermana
de su madre―. Gracias por no arrebatarnos a nuestra hija aunque era tu
derechohacerloporrobarte.
Drakeasintióconlacabezayavanzóporelsalóntrastomardelamano
asucompañera.
Albacreíaqueibaaecharleunabroncaporhaberseinmiscuidoenlos
asuntosdefamiliaperolasorprendióalnotarcomolaabrazaba,nadamás
salirdelcuarto,trascerrarlapuertatrasellos.
―Yo...―comenzóadecirAlbaparaserinterrumpidaporélcuandola
apretóconfuerzaylesusurró.
―Siento que tu primer encuentro con mi familia haya sido así. Estoy
furioso conmigo mismo por haberte puesto en peligro, debí haber visto
quelaobsesióndeJudithseconvirtióenlocura.
―Yo...sientohabersidolacausadeque...
―¡Ni se te ocurra disculparte! ¡Tú no has hecho nada! Yo te puse en
peligro,yJudithnomerecíatucompasión...―Ahorasearrepentíaporno
haberlamatado.Dejarlaconvidaeraunriesgoparasucompañera,porsi
lalocadesuprimavolvíaaatacarla.
―Todacriaturaenestemundomereceunaoportunidadpararedimirse
―recitóunodelasleyesélficas.
Drake se desternilló de la risa, negando con la cabeza sin dejar de
apretarlacontrasucuerpoenunabrazoposesivo.
―Mi pequeña compañera es una pacifista, si que se van a reír mis
hermanos de mí. Ahora ya no podremos burlarnos de Niall por su
compañeraAmanda...―negóconlacabezarecordandolasvecesquetanto
suhermanoLiamcomoél,seburlabandelpequeñodelacasaechándole
encarasisuMandyeratangritonaenlacamacomocuandotransmitíaun
mensajedesupadreLaMuerte.
―Soyunaelfa,laguerranovaconnosotros.
Drakedejódereírymirófijamentealamordesuvida,aladueñadesu
corazónysualma.
―Por lo que dijiste en el salón no todos los elfos son como tú, tu
hermanasinirmáslejosqueríarobarme...
Albasepusorojadelavergüenzaylarabia,noqueríanipensarenlo
que pudo haber pasado si hubiese aceptado la alocada propuesta de
Miriam. Quería creer que su dragón le habría perdonado la vida y la
habría aceptado como su compañera de igual modo, aunque habrían
comenzado la relación con una desconfianza muy grande que tardaría
tiempoendesvanecerse.
―Punto para ti ―le concedió sin poder defender a su hermana y sin
quererhacerlo.Suhermanaeraunazorracaprichosaquelehabíahechola
vidaimposibledesdequeeranpequeñas.
―Será divertido cuando conozca a tus padres y a esa hermana tuya,
tanto mi dragón como yo le daremos un recuerdo que nunca olvidarán
―secarcajeóDrakepensandoenasarasusfuturossuegrosyasufutura
cuñada hasta que quedaran doraditos y no volvieran a dañar a su
compañera. Pues ningún progenitor permitiría que uno de sus hijos
torturaraoseaprovecharadelotrosirealmentelosprotegíaylosamabaa
losdosporigual.Élteníalasospechaquelospadresdesucompañerano
fueronbuenosparaellay,dealgúnmodo,lesdejaríaclaroquenoibaa
permitirlesqueseinmiscuyeranenlavidadesuelfanuncamás.
―¿Conocerlos?―balbuceóAlbasinpodercreerlavelocidadquehabía
tomado su...―. ¿Estamos en una relación, no? ―preguntó finalmente lo
quelarecarcomíapordentro.
―¿Quétipodepreguntaesesa?¿Acasonotedigounayotravezque
eresmicompañera?―Ellaasintióensilencioconlosojosllorososylos
labios temblorosos, a un paso de romper a llorar abiertamente de la
emoción.Sussueñosseestabancumpliendoenbrazosdeesehombre,de
su abrasador dragón―. Ser la compañera de uno de los míos significa
estarjuntoatuparejahastaeldíadenuestramuerte,essoportarnuestra
pasión, nuestro continuo deseo por complaceros o protegeros, nuestro
fuego interior o el deseo de matar a cualquier macho que se te acerque
conintencionesdecortejarte.Eresmía,aligualqueyotepertenezcoymi
dragónteadora.¿Aceptassermicompañera?―lepreguntópeseaquela
unión ya había sido afianzada en el momento en que conquistó su
inocencia,enelquesevolvieronunoatravésdelacarne.
―Sí... ―susurró Alba, notando como sus lágrimas se deslizaban
silenciosasporsusmejillas.
―Menosmalquehasdichosí,elfa,porquesino...
―¿Qué habrías hecho si te digo que no? ―preguntó ella, con
curiosidad.
―Encerrarteennuestrocuartoymostrarteloquetepierdes,unayotra
vezhastaquecambiasesdeopinión.
De nuevo ella se sintió avergonzada por la capacidad del dragón de
hablar libremente de sexo, con confianza en sí mismo y en sus
asombrosashabilidades.
―¡Oh!Bueno...―Albasemordióellabioinferioryselimpiólosojos
con una mano, antes de comentarle con algo de duda en el tono de su
voz―...¿Yahoranomevasademostrarnada?
Drake quedó momentáneamente en silencio antes de romper a reír y
alzándolaenbrazos,apretándolacontrasupechoconfuerza.
―¿Adóndevamos?―preguntópasándoleunbrazoporelcuellodesu
compañero,sonriendoantelaalegríaquepercibíaenélyalverlarapidez
conquesealejabadeesapartedelamansión.
―¿Adóndevaaser?¡Acumplirtusdeseos!Vamosafollarloqueresta
de día..., no sabes las ganas que tengo de tomarte en cada uno de los
cuartosdemimansióny...
Alba se puso a reír como nunca lo hizo antes, dichosa del rumbo que
había tomado su vida. Era muy afortunada y cada día agradecería que la
alocada y caprichosa de su hermana se moviera en los círculos de la
prima de su compañero pues, al fin y al cabo, gracias a esas dos locas,
habíaconocidoaDrake.
«Drake». Paladeó su nombre dentro de su mente. Devorándolo con la
mirada.Deseándoloconigualímpetuqueél.
«Tal vez tenga que llamar a mi hermana y darle las gracias... Me
gustaría poder ver su cara cuando le diga que tendrá como cuñado al
dragónalquequeríarobar».
Serioenalto,atrayendolaatencióndesucompañero.
―¿Algo que comentar, compañera mía? ―preguntó este, alzando una
desuscejas,mirándolaconcuriosidad,abriendolapuertadeldormitorio
principaldeunapatada.
―Nada,quesoyfelizytodoesgraciasati.
Drakeladepositósobrelacama,tumbándoseacontinuaciónsobreella.
―¡Oh, sí! Inmensamente feliz ―movió las cejas hacia arriba y abajo,
conuntonodevozllenodediversión.
Albacompartiósuscarcajadasconél,arqueándosebajosucuerpo.
―Ya veo que es inmenso..., lo noto... ―comentó jadeando al sentir
comoélyaestabalistoparaunirseaella.
―Ahora compañera mía, ¿comenzamos a celebrar nuestra gran
felicidadporhabernosconocido?
Los dos rieron unos segundos antes de unirse en un apasionado beso
queavivóelfuegodesuenlace,ydurantehorasnohicieronotracosaque
descubrir que el mundo explotaba a su alrededor cuando sus cuerpos se
volvíanuno.
Eldragónhabíacaídoenlasredesdeunapeligrosaelfaquesenegabaa
comercarneyseríaincapazdehacerdañoaotracriatura.
¿Quésucederíacuandoéldescubrieraquesededicabaaescribirnovelas
románticaseróticas?
Unasemanadespués
―¿Qué te parece que el próximo protagonista de mi novela sea un
dragón? ―lanzó la propuesta Alba, esperando la contestación de su
editoraqueduranteunoslargosminutosquedóensilencio.
―¡Megusta!―Lasobresaltóconsugritoalotroladodelalínea―.Un
cambia forma dragón, es muy buena idea. Tienes tres meses para
enviarmeunborrador,asísaldráparaSanValentíny...
―Mejorseismeses,yquesalgadespuésdelveranoolasNavidadesque
viene.
―¿Seismeses?¡Estásloca!Loquieroentresy...
Albaalejóunoscentímetroselteléfonoabrumadaporlosgritosdesu
editora. Cuando quería era una auténtica diablesa que parecía disfrutar
esclavizandoalasescritorasquetrabajabanconella.
―Antes de seis meses no lo tendré porque voy a cogerme tres meses
comolunademiely...
―¿Tehascasadoynomehasavisado?Esperoquenotehayasatrevido
ahacerlo.Podríamoshaberhechounagranfiestainvitandoalosjefazos
delaeditorial,atuscompañeras,a...
Antesdequedescribieraunaficticiabodaquedabamiedo,Albadecidió
darporfinalizadalaconversación,diciendo:
―Mira,Nelly,aceptétrabajarcontigoporqueereslamejoryporquela
editorial me permite no asistir a firmas de novelas, que ya sabes que no
quiero conocer a ninguna de mis lectoras. Te enviaré un manuscrito
dentrodeseismesesorescindocontratoconvosotros.Tienesunasemana
paradarmeunarespuesta.Quetengasunbuendía.
Colgósinesperarquelecontestara.Estabacansadadesaltarcuandolos
demás decían salta. Ahora su vida había cambiado totalmente y estaba
agradecidaysatisfechadehaberseatrevidoahacerlo.
Ellateníaelcontroldesufuturoy...
―No sabes cómo me pones cuando te escucho en plan «mandona»
―susurrósucompañerotomándoladesprevenidaalabrazarlapordetrásy
depositandopequeñosbesosymordiscosensunuca.
―¡Drake! Me has asustado, voy a tener que comprarte un collar de
cascabelesparaquemeavisecuandoentresenunahabitación.
Este rompió a reír, dándole la vuelta para tenerla cara a cara. Esa
semana que llevaban conviviendo juntos fue la mejor de su vida,
descubriendoqueasuladoeramejorhombreydragóndeloqueera.Las
cosasapuntabanbien,latrastornadadeJudithjuntoasuspadressefueron
aEE.UUponiendoelocéanoAtlánticodepormedio,yporlainformación
quelellegabaasusecretario,habíaninternadoalalocaenuncentrocon
fuertesmedidasdeseguridad.
Sucompañeraporelmomentonoestabaenpeligroydisfrutabadela
calmaylapurafelicidadqueexperimentabaasulado.
―Nosabíaesefetichetuyoconlosgatos.Ahoracascabelesyquéfuelo
quemedijistehaceunosdías...¡Ah,sí!Quelamíamuybientusjugos...
Sonrió al verla vergonzosa ante él. Era divertido ver que una mujer
capazdeescribirescenaseróticasqueencendíanlalibidodelmásgélido
del mundo, se ponía roja cuando le echaban en cara las palabras o las
accionesquehacía.
Másdivertidofuedescubrirqueeraescritoraderománticaerótica.Fue
graciasasucuñadaqueundíaseencontróelportátildeAlbaencendidoen
el salón y, cuando leyó el nombre con el que firmaba el documento,
estuvoapuntoderomperlasventanasdetodalamansióndelchillidoque
soltó.AhídescubrierontodosqueAmandaerafandelasnovelasdeDark
Moonlight,elseudónimoconelqueescribíasupequeña.Peorlotuvosu
compañera cuando tras apagar el ordenador avergonzada tuvo que
explicarlesatodoscuálerasutrabajo,atrayendolaatencióntantodelas
mujeres como de los hombres que estaban deseosos de leer todas sus
novelas.
EstuvoapuntodereírenaltoalrecordarlacaraquepusoAlbacuando
vio aparecer a Amanda cargada con todas sus novelas para que se las
firmara.
Supequeñanoqueríanotoriedad,peronopudoevitartenerquefirmar
cadanovela,soportandoestoicamentequelabansheelerelataraconpelos
yseñalessusescenasfavoritas.Porsuerte,Albasefueantesdeverquesus
suegros y cuñados se repartieron los libros para comenzar a leerlos,
admirandoellaslasimágenesdelasportadasyfarfullandoellosqueera
novela rosa para mujeres pero si había escenas de sexo, le darían una
oportunidad.
Ahoraunasemanadespués,estabantodoscomolocosideandolaforma
depreguntarlealaelfasiibaapublicaralgunanovelanuevapueshabían
devoradolasquincequeyateníaenelmercado.
En tan solo siete días su compañera se los había ganado a todos, la
admiraban,laqueríanylaprotegeríanconsusvidas.
La voz de Alba lo devolvió a la realidad, encontrándose con sus ojos
molestosquelomirabanfijamentealdecirle:
―Debesquitardeunavezelhechizodelaverdaddetualcobao...
―Nuestraalcoba,miamor,yatendiendoatupetición,mirespuestaes
no.―Negóconlacabezadivertido―.Nolovoyaquitar.
―Eres...,eres...
―Tudragón,mivida,yahora...¿quéteparecequeestegatitotelleveen
brazoshastanuestracamaparalamertusdulcesjugos...?
Las carcajadas de los dos se escucharon por toda la mansión,
provocando que los demás habitantes sonrieran, contagiados por la
alegríaqueimperabaenesehogardesdelallegadadelnuevomiembrode
lafamilia:unapequeñaelfaqueatrapóalpeligrosoytemidodragón,yse
hizoconsucorazónysuamoreterno.
Unahoramás
ValNavás
Esridículoquelosigasnegando.
Desde que tu amiga te ha pedido que la acompañes de nuevo a este
lugar, tienes el pulso acelerado y ese inquieto hormigueo en la boca del
estómago que solo él ha conseguido despertar. Sabes que te tienta y te
asusta,yquetequemalamolestacomezónqueprendeentuinteriordesde
aquelprimerencuentro.
Han pasado ocho meses desde que Irina te hizo aquel insólito regalo.
Aquella fría noche de diciembre acudiste a ese apartamento, confusa e
ilusionada,hastaqueteexplicóenquéconsistíasumaravillosasorpresa.
Erabroma,¿no?
―Nolohagas,Denisse―tepidióaquellavez,sentadassobrelamisma
cheslongcarmesídecueroitalianoenlaqueahoramismoesperasconel
corazóndesbocado.
Túlamiraste,escandalizada,ypensastequesehabíavueltoloca.Pasaste
asuladodispuestaamarcharte,peroteretuvoconsuavidad,asegurándote
quenoteibasaarrepentir,comosiesofuerasuficientejustificaciónpara
hacertecambiardeidea.
―Noledebesnadaalmachistaegoístadetuex―gritóexasperada―.
¿Hasolvidadoyaloquetehahecho?Esunmentirosomanipuladorqueno
temerece.
Yteníarazón.
Tunoviotehabíasidoinfielantesdelabodaynodudasteenromperel
compromisoencuantolodescubristeporcasualidad.Tuvoeldescarode
negarloy,además,intentódisfrazarlaverdadparahacertecreerquetodo
habíasidounengañodetuamiga.
―Denisse ―Irina acarició tu mejilla con cariño y señaló hacia la
habitación con complicidad―, por una vez piensa en ti y disfrútalo,
concédeteunosminutosydespuésdecides.
―¿Ungigoló,Irina?―preguntaste,indignada.
¿Enquédemoniosestabapensando?
―Élesespecial.
Su enigmática respuesta te intrigó, y durante un segundo barajaste la
idea de aceptar semejante disparate, instante que Irina aprovechó para
insistir.
―Cielo, Axel solo quiere complacerte y no hará nada que no quieras
hacer.Teloprometo.
Cada vez que rememoras esa noche no puedes evitar el efecto que
todavía te provoca el roce de sus manos… Y su nombre, tal y como
sucedió esa primera vez, sigue evocando en tu mente una imagen de
pecaminosasensualidadqueteaceleraelcorazón.
Noobstante,duranteaquellostensosminutossolopodíaspensarenlas
consecuencias que podría traerte esa estúpida locura. Era excitante y
prohibida… sí, pero también una gran insensatez a la que no lograste
resistirte;unainvitacióndemasiadotentadora.Y,conlaspulsacionesamil
acallando las mudas protestas, te adentraste en aquel cuarto, decidida a
satisfacerellujuriosoanheloquelaspalabrasdeIrinahabíaazuzadoentu
interior.
Nada más traspasar la puerta te envolvió el oscuro magnetismo que
llenaba la habitación. Se hallaba bajo un halo exquisito, cargado de
misteriosaprovocaciónydecrudasensualidad.Lasvelasrepartidasporel
dormitorioembriagabanconsudensoaromaacanela,bañandotufigura
conunaluzsutilydelicada.Mientras,elhipnóticobalanceodelasllamas
danzabanenlasparedesalritmososegadodeGivemelove,adentrándote
enunmundodepromesasdondetodastuspasionesseríansatisfechas.
Axelapresótuscaderasdesdeatrásytucuerposetensó,sacudidopor
unallamativavibracióncuandoterodeósufraganciavaronil;unamezcla
únicaacueroyespeciaspicantes.
―Teestabaesperando.―Suvoz,unsusurroroncoqueresbalóporla
delicadacurvadetucuello,tesecólagarganta―.¿Whisky?
―Sí,porfavor.
En cuanto te soltó, te rendiste al impulso de mirar por encima del
hombro y lo que más te impactó fue su altura imponente, que
empequeñecía el rincón de la habitación donde servía las copas. Estaba
desnudo de cintura para arriba y parecía desenvolverse con comodidad,
presumiendo de una espalda ancha cuyos músculos se tensaban con el
movimiento de sus fuertes brazos. Un vaquero oscuro colgaba
peligrosamente de sus caderas estrechas y se ajustaba con insolente
perfecciónauntraserodeaspectoduroymuyapetecible.
Nopuedesevitarsuspirar,incapazdereprimirelrecuerdoimpagablede
ese adonis disfrazado de delicioso manjar, una instantánea mental que te
excitaytedesarmaporigual,yponeapruebatucapacidaddecontención.
¿Porquénotevas?,tepreguntasunayotravez.
Yculpasalobscenoapetitoqueesehombretedespierta,unavoracidad
capazdeanulartuvoluntadydehacerteregresaralinstanteenqueAxelse
giróytepillócontemplándoloconcaraembobada.
Enesemomento,cogisteeldelicadovasodecristalqueteofrecíaconla
vistapuestaensusmanosgrandes,dededoslargosycuidados,demasiado
avergonzada como para enfrentarle directamente. Él se apoyó en una de
las paredes, disfrutando de tu sonrojo, y te observó. Tú temblaste,
cohibida por el peso de su mirada, y te tomaste unos segundos para
calmarte,girandoelcontenidodelacopaantesdellevarlaatuslabios.El
delicioso escocés era exquisito y se deslizó por tu lengua dejando un
ligerosaboramaderaderoble.Unlicorparasaborear,perolosnervios
notepermitierondegustarloyteacabastelacopadeunsolotrago.
Axelseacercóensilencio,rozóadredetumanoalretirarlacopavacía
ytúcontuvieseelaliento,subyugadaporlabellezadeeserostroperfecto
quesehabíamantenidoocultoentrelassombrasdeldormitorio.
Tenía la mandíbula cuadrada y cubierta por una fina barba que
encerraba unos labios sensuales, golosos hasta el punto de codiciar un
besosuyo.Susojosgrises,traviesosypeligrosos,cortabanlarespiración.
Yelcabellooscuroypeinadohaciaatrásteprovocóuncosquilleoenla
puntadelosdedos,ávidosdeserenterradosentrelassedosasmechasque
le rozaban la nuca. Todo en él irradiaba sensualidad, y era muy, muy
varonil.
Desde su posición de altura, su mirada descendió con descaro por el
generosoescotedetublusablanca.Tútragastecondificultadyélsonrió,
mientras sus dedos resbalaban por el nacimiento de tus senos y subían
indolentes por tu garganta. Suspiraste entrecerrando los párpados y
ahogasteungemidocuandolayemadelpulgarperfilótuscarnososlabios
con fingida pereza. La punta de tu lengua siguió su incendiaria huella,
inconsciente de los estragos que ese inocente gesto producía en su
entrepierna, una violenta sacudida que avivó a la bestia hambrienta que
habitabaensuinterior.Noteníasniideadelesfuerzoquesuponíaparaél
nosucumbiraldeseodedevorarteenesemismoinstante;lavoluntadque
ejercíasobresusimpulsosnaturalesafindenotomarteentresusbrazosy
mostrartequéeraenrealidad.
―Exquisita―exhaló,tancercadetubocaquesualientosemezclócon
eltuyo.
Sesituódetrásyaspiróelaromaíntimoyfemeninoqueemanabadeti,
concentradoencontenersuinstintodepredador.Unavezcalmado,rozóla
elegante línea de tu cuello y deshizo el sobrio recogido que te da ese
aspectoprofesionalquetantobuscas.Dejóqueelcabellotecayerasuelto,
desenredóconlosdedoslashebrasdeterciopelonegroylascolocósobre
tu hombro para besarte la nuca; un beso dulce y muy húmedo que te
provocóuninsólitocalambrequereverberóportodotucuerpo.
Te apartaste, sorprendida y aterrada por las sensaciones que lograba
desatarteuncompletodesconocido,perosusmanosseaferraronatutalle
ytemantuvopegadaaél.Sindartetregua,tesacólablusadelafaldacon
extraordinariahabilidad,yronroneó:
―Pídemequepareyloharé.
La tibieza de su aliento te acarició la mejilla y una protesta ahogada
escapó de tu garganta. Su oscura seducción te retuvo allí, con la espalda
pegada al calor de su torso desnudo, atrapada por la persuasión de sus
palabras.Túyanopodíaspararesamaravillosapicazónquesedeslizaba
portuvientre,contraídoconpunzanteydolorosaimpaciencia,perdidaya
enelsusurrodesuscaricias.Tomandotusilenciocomounainvitacióna
continuar,abriólosbotonescondeliberadalentitudysusmanostreparon
despacio por tus costillas, alargando el momento de cubrirte los pechos
doloridosporelmartirizanterocedeleleganteencajedetusujetador.Sus
dedos hurgaron dentro y alcanzaron los pezones hinchados. Los mimó
primero, un toque tierno y gentil, después los pellizcó y un gemido
incontroladoydesorpresabrotódelomásprofundodetugarganta.
―¿Es la primera vez que te pellizcan los pezones? ―te preguntó, sin
dejardeacariciarlos,consiguiendoquetusmejillassetiñerandeunrojo
imposible.
―Sí―confesasteentrejadeos.Elinesperadopellizcohabíadejadoun
gustillodeliciosoentretuspiernas.
Te giró entre sus brazos y el ávido deseo de su mirada encendió una
inesperada chispa de osadía en ti. Acariciaste su firme mandíbula y sus
dientesatraparontusdedos,lamiéndolossindejardemirarte.Ledeseabas,
necesitabas probar el sabor de esa lengua juguetona, y buscaste su boca
condesesperación.Sulenguaseenredóconlatuyahastaquejadeastesin
aire, sus dientes mordisquearon tus labios hasta que estuvieron rojos e
hinchados,ydespuéslosbesóconlentitud,calmandoelardoryenviando
oleadasardientesatusexocontraídoyaconinsaciableexigencia.Tellevó
hastalacamaytetumbóconcuidado.Descendióporladelicadalíneade
tu barbilla, dejando un reguero de pequeños besos apasionados que te
hicieronarquearlaespalda.Sulenguasaboreódenuevolascimasdetus
pezones, hasta que ambas lucieron rojas como fresones maduros, y
arrancógemidosdetuslabioscuandosoplósobrelaspuntaserectas.
―Eresdeliciosa.
Suspalabraspropagaronportusexounindecentetemblorquemojótu
ropa íntima. La tensión de su dura erección latió contra tu cadera,
obligándotearendirtealainminentepromesadeplacerquepalpitabacon
rabiosa necesidad bajo sus pantalones. Y, por primera vez en tus treinta
años de vida, te permitiste pensar en ti y te obligaste a disfrutar de esa
experienciaqueprometíaserúnicaeirrepetible.
Susmanosreptaronportuspiernas,unlentorecorridoquearrastrócon
ellas los bajos de tu falda. Te acarició las rodillas y las separó con
delicadeza,buscandoelinteriordetusmuslosydejandoconsuscaricias
unaestelaincendiaria.Susdedosfueronreemplazadosporsubocaydejó
unrastrohúmedoquebrilló,realzadoporlapátinadesudorquecubríatu
pielcaliente,altenueresplandordelasvelas.Susdientesmordisquearon
la cara interna de tus muslos, la enrojeció y la irritó, para lamerla y
calmarla después con lentas pasadas de su lengua; una dulce tortura que
despertótuladomáslujurioso.
―¿Quénecesitas,Denisse?―tepreguntódepronto.
―Noentiendo…
―¿Quéquieresdemí?―insistió.
«Sexo»,pensaste,¿noestabasallíparaeso?
Pero tú sabías que no. Estabas allí porque solo él había conseguido
activar en ti un primitivo deseo carnal y una desbordante necesidad de
sexo como jamás habías sentido antes. Sexo salvaje, sexo adictivo, sexo
prohibido…Peroguardastesilencio,abrumadaporelrumboescandaloso
detuspensamientos,quedesconocíashastaesemomento.
―Te diré qué quiero yo, Denisse… ―Recorrió tu boca con el pulgar
antes de continuar―. Quiero perderme entre tus piernas y reclamarme
dueño de tu sexo, quiero mordisquearlo y lamerlo hasta arrancarte
gemidos de placer. Quiero estar dentro de ti y provocarte los orgasmos
más intensos de tu vida. Quiero poseer tu alma, tu cuerpo, tu aliento.
Quiero descansar a tu lado, abrazarte y acariciarte hasta que calmes tus
latidosy…quierovolveraempezar.
Acompañó su discurso de una sonrisa perversa, una declaración de
intenciones que despertó tu lado más sensual y exigente. Tu sexo se
sacudió, recorrido por una serie de pequeños espasmos de vergonzoso
placer y te aferraste con fuerza a las sábanas, consumida por la ardiente
demandaquetrasmitíansuspalabras.
―¿Quéquierestú,Denisse?
Axel aguardó tu respuesta, continuando con el lento recorrido de su
dedo por la imaginaria línea que cruzaba tu abdomen desde tus senos
hinchadoshastaelmismonacimientodetumontedevenus.Asentistecon
la cabeza, incapaz de hablar, y aguardaste con impaciencia su próximo
movimiento,peroélnoestabadispuestoaconformarseconesesilencioso
ademányteinstó:
―Quieroescuchártelodecir…
Tuvientresetensóconviolencia,tesuplicóqueacabarasconesedolor
irresistibleypermitierasqueél,porfin,liberaratodoeserabiosoplacer
queteconsumíalasentrañas.
―Sí…sí―rogaste,enloquecidaporlanecesidadimperiosaderozarel
clímax, embriagada y poseída por la oscura persuasión que emanaba de
esesersublime.
―Sí…¿qué?
―Quiero lo mismo que tú… ―susurraste, ahogando un gemido
incontrolado.
Sinesperarunsolosegundo,acercósubocaaladeliciosaaberturadetu
sexo y te acarició con su aliento. Tus manos tiraron con fuerza de las
sábanas cuando su lengua se abrió paso entre los sedosos pliegues y
alcanzó el sensibilizado clítoris. Lo lamió despacio, deleitándose con el
suavetemblordetuspiernas,ylosuccionóhastaqueteretorcisteapunto
de estallar, a las puertas de un orgasmo devastador. Tu cuerpo se
convulsionóyundesgarradogritoirrumpiódetugargantacuandotehizo
alcanzarlaculminación,querecibióensuboca,saboreandoenlapuntade
sulenguaelsabrosodulzordetunéctaryreteniéndoloenelpaladarcomo
ellicormásexquisitoantesdesusurrar:
―Estonohahechomásqueempezar,Denisse…
***
Tumóvilsuenaconlaentradadeunmensajeytedevuelvealpresente
sinningunadelicadeza.
Recordaraquellaúnicanochedehaceochomesessiempreteacelerael
pulso.Hacesunamuecaycogestubolsoparaleerlo,ynopuedesreprimir
unmohíndefastidiocuandodescubresqueesdetumadre,recordándote
lacomidadelpróximodomingo.«Genial,comidafamiliar»,piensascon
ironía. Pero ni siquiera eso puede distraerte de la puerta que permanece
cerrada,conscientedequeélestáalotrolado,conIrina.
Teretuerceslasmanosconnerviosismoytelevantasparapasearporla
sala sobre la alfombra de color granate que acalla el repiqueteo
impaciente de tus zapatos. Sin poder remediarlo, los celos se dejan caer
sinavisarydejanunrastrodedolorosaspunzadasasupaso.
Hasidoparaponerteapruebayhasfracasado.
Denadasirvenlaspromesascuandolossentimientosentranenjuego,e
intuías que algo así podía pasar. En el fondo sabes que le deseas por
encima de todo, aun cuando ese deseo puede comprometer tu
respetabilidad.LapartedetucerebroquetodavíapiensaterepitequeAxel
notepertenece,peronopuedesevitaresedolorsordoenelpechocuando
piensasenloqueestásucediendodentrodeesahabitación.Yentiendesque
deberíashaberteidohacerato,cuandolapunzadaeratodavíaunpequeño
latido, antes de que comenzara a atormentarte de nuevo. Pero,
simplemente, no puedes. Un lazo invisible te ata a esa sala de espera, a
pesardeloscelos,deldolor,deldeseoreprimido…Ysolocuandosientes
quetefaltaelaire,decidesporfinmarcharte.
Coges tu bolso del sillón sobre el que lo has dejado y, justo en ese
momento, se abre la puerta e Irina sale con una sonrisa radiante que te
forma un nudo en la garganta. Y te das cuenta de que envidias y
ambicionasparatieltiempoquehadisfrutadoconél,tiempoqueahorate
niegassoloporesaridículainterpretaciónquetienessobrelafidelidad.
―¿A dónde vas? ―increpas a tu amiga. Se dirige a la entrada del
apartamento y adviertes con sorpresa que no tiene intención de
esperarte―.¡Irina!
Ellapestañeaconinocencia,comosiemprehaceamododedisculpa,y
comienzasasospechardesusverdaderasintencionesalllevarteallí.
―Losiento,Denisse,séquenoquerías,pero…
―Olvídalo.
Te diriges a la puerta e intentas traspasarla antes de sucumbir a tus
propiosdeseos.
―¡Denisse!Solomehapedidoqueentres.
Y el corazón empieza a latirte desenfrenado, porque solo tú sabes qué
significaaccederaesairresistiblepetición.
Irina sujeta tus hombros, te gira de cara a la habitación y sonríe, con
esosgraciososhoyuelosenlacomisuradeloslabios.
―No―teniegas,reprimiendoelimpulsofugazquedeprontoteincita
aceder.
―Vamos,noseastonta,Denisse.―Presionasinperderlasonrisa,yde
un empujoncito te deja más cerca de esa irresistible pero inadmisible
propuesta―. Olvídate durante un rato de tu marido y piensa en ti.
Aprovéchalo…―susurradesdeatrásantesdesalir.
Observas las sombras que envuelven la habitación, una invitación
directa al pecado, absorta mientras los minutos pasan inexorables,
aferrada al frágil vínculo que todavía te une a una estúpida promesa y,
duranteunoseternossegundos,contemplaslaalianzaqueaúnllevasenel
dedo y que te ata a la realidad. Creías que ese símbolo de fidelidad te
mantendríaasalvodelatentaciónyahoramásquenuncanecesitasquete
transmitaelvalorqueprecisasparamarcharte.
Y aunque él te espera y le deseas… te recuerdas que no puedes ceder.
Estavezno.
Conladecisióntomada,caminashacialapuerta,perolamúsicaamedia
voz que sale del interior te atrapa y te detiene con su lenta melodía. Te
abrazas un instante, sacudida por el violento deseo que te consume por
dentro, que grita y no te permite ignorarlo durante más tiempo.
Finalmente,tussentimientostedesarmanyaceptaslafuerzaconlaquetu
alma clama por verle de nuevo, por escuchar su voz, probar su boca,
sentirsualiento…
Yentras,solounmomento,unaúltimavez.
La habitación permanece inalterable, con las mismas velas de canela
distribuidas sobre los muebles, iluminándola con calidez y llenando los
rinconesdemisteriosassombras;unpardevasoscortossobrelacómoda
acompañando una botella de whisky escocés; la cama en el centro,
imponente y evocadora… Y un sobre blanco a tu nombre, escrito con
trazos finos y elegantes, te aguarda encima de las sábanas de color
carmesí.
Reflexionasduranteunossegundosantesdecogerlo,titubeandoconél
entre las manos. Te debates entre lógica que te empuja a dejarlo y el
impulsoqueteincitaaabrirlo;ypierdes,tuvoluntadcedeanteelgoloso
reclamoyleeslapequeñanotaqueencuentras.
«Regálameunahoramás…».
Cuatropalabras.Tansimples.Yexcitantes.
El corazón martillea en tu pecho y un profundo suspiro escapa de tus
labios.
Laideateseducey,siquisieras…
―Piénsalo. ―Su voz es un susurro que te acaricia desde atrás, su
alientoterozaycalientalasangrequerecorreportusvenas.
No le has oído acercarse, tampoco le ves, pero su inconfundible
fraganciaterodeayteretieneahí.Poseeelaurapeligrosaeirresistiblede
laprimeravez,queteseduceyteanclaaélcomounabrazoposesivoque
tealientaensilencioasatisfacersusdeseos.
¡Reconócelo!
Anhelassucuerpo,suspirasporsuscaricias,ansíassusbesos…
Y le has buscado, apremiada por la punzada voraz que reverberaba
dentrodeti.Lenecesitabascontalintensidadqueteasustabaesaextraña
dependenciaqueaúntienesporél;yavergonzadavolvíasacasa,cansada
traselesfuerzoquesuponíaresistirteaesaatracciónincomprensible.
Pero ahora estás en ese cuarto con Axel y, a pesar de tus reparos,
esperas que sus fuertes brazos te aferren por la cintura y te impida
marchar. Cierras los ojos, expectante, durante un instante en el que
fantaseas con el tacto de su lengua indolente, y el calor que te invade se
condensa entre tus piernas como una bocanada de aire caliente. Pero el
frío lo sustituye de inmediato cuando se aleja y te deja a ti la maldita
decisión. Reprimes un sollozo de decepción y te giras lentamente para
encontrarloapoyadocontralapared.
Su penetrante mirada te acaricia como cera derretida, rebosa de una
lujuria que te genera un leve temblor entre las piernas, y te sientes de
nuevo como solo él ha conseguido hacerte sentir; hermosa, atrevida,
deseada...Jamáshasvividonadaparecidoaesapasiónarrolladoraquete
provoca su cercanía; un apetito irrefrenable que te aterra por su frenesí
desmedido. Es entonces cuando tomas la decisión más importante de tu
vida,yoptasporpararesalocura.
Abandonas el dormitorio simulando una seguridad que no tienes y
buscaslasalida.Teapoyasunossegundossobrelapuertaysueltaselaire
quecontienessindartecuentadequelohaces.Caminashastaelascensor
con los agónicos latidos de tu corazón martilleando implacables en tus
sienes mientras pulsas el botón y esperas con ansiedad a que suba el
elevador.Cuandollega,teadentrasenlaaparenteseguridadqueteofrece
suinmaculadocubículoaferradaconfuerzaalasasasdetubolsoy,antes
de que se cierren las puertas, echas un último vistazo al pasillo vacío,
comosiesperarasverleahí,llamándoteconsuindolentesonrisa.
Llegasatucocheytedejascaersobreelasiento,enciendeslaradioy,
mientras la dulce voz de Adele invade el pequeño habitáculo, apoyas la
frentesobreelvolanteyreparasenelagudodolorenelpechoquetecorta
larespiración.Conducesdespaciodevueltaacasa,intentandoretenersin
éxitolaslágrimasquecaenportusmejillas,ynopuedesdejardepensar
enél,enlossentimientosquehadespertadodenuevo.
Yaceptas,porfin,quenohaspodidoolvidarlo.
***
Cuandollegasatuhogar,unamplioapartamentodedosplantasenun
lujoso edificio del Upper West Side, compruebas que Gabriel aún no ha
llegado.Elmismosilenciodesiempretedalabienvenida,perohoynote
resulta reconfortante. Dejas las llaves y el bolso en el aparador del
vestíbuloypasasdelargofrentealostentosoespejovenecianotalladoen
cristal, un regalo de bodas de tus suegros que a ti te repele. Subes al
dormitorio,mástuyoahoraquenunca,yenciendeselequipodemúsica.
Necesitas sonidos que destierren el deprimente silencio que te rodea y
Sadecomienzaasonarporlosaltavoces,llenandocadarincónconsuvoz
aterciopelada. Vas al baño desabrochando con calma los botones de tu
blusa y reparas en la tensión que acumulan tus músculos cuando el
cansancioseapoderadeti.Temirasuninstanteenelespejoyreconocesla
tristeza que ensombrece tus ojos verdes, oculta bajo un deseo velado e
insatisfecho que te consume el alma. Abandonas tu reflejo para llenar la
bañeradeaguacalienteydejascaerlafaldaantesdebajaralsalón.
Tesirvesunwhiskyyallímismoledasuntragolargo,apoyadacontra
el panel de madera del lujoso mueble de las bebidas. Los acordes de la
músicalleganamortiguadosatravésdelasparedesytarareasdistraídala
canción,intentandoapartartodaslaspreocupacionesqueteatormentan.
Sesuponíaqueibasaserfeliz,Gabrielteloprometió,perotesientes
tan decepcionada y estúpida. La culpa y la vergüenza por aquel desliz te
llevó a perdonarlo, arrinconada por la presión de tus padres que te
recordaban contantemente el error imperdonable que ibas a cometer si
dejabasescaparaGabrielStafford.
Regresasatudormitorioyteacabaslacopamientrasobservas,desde
losampliosventanales,laimpresionantevistaalríoHudsonyeloscilante
destellodelaslucesquesereflejansobrelasuperficiedesdeelotrolado
de la orilla. El deseo de disfrutar de tu enorme bañera y de su plácida
invitación se torna urgente y terminas de desnudarte sin demorarlo más.
Lacalidezdelaguateacogeensuremansodepaz,elaromaavioletasque
flota en el aire se adhiere a ti, y apoyas la cabeza sobre el borde de
porcelana,cansadadepensar,desentir,deanhelaralgoqueestáfuerade
tu alcance. Cierras los ojos y permites que, durante un rato, la música
calmetusagitadossentidos.
***
Horasmástardedespiertassobresaltada,confusayacalorada.
Elsudorperlatufrenteysedeslizaentretuspechos,humedeciendotu
cuerpocaliente.Hastenidoesesueñodenuevo,cadavezmásvivoyreal
que el anterior. Axel se cuela en tu cama y en tu mente, te posee con
dulzura y pasión, y arranca jadeos exhaustos de tus labios cuando te
empujadentrodeesaconocidaylujuriosaespiraldeplacer.
Tesientasenlacama,conlasmejillasardiendoytusexovibrandocon
punzanteagonía.Miraselpequeñorelojdigitaldelamesitadenoche,que
revela con sus números luminosos que son las cinco de la madrugada y
compruebaselotroladodelcolchón.Loencuentrasvacío,perotampoco
teextraña.Desdehacesemanas,Gabrielytúapenascruzáisunaspalabras
enlasescasasocasionesenlasquecoincidíscuandosepasaporcasa;ni
siquieradisimulayayendoadormirdesdelanocheenlaquedescubriste
laverdad.Ladiscusiónfuetremendaysemarchó,sinmás.Sabesqueestá
conél,siemprehaestadoconél.Yteduele,noporquetodavíasientasalgo
portumarido,sinoporsufaltadeescrúpulos,suambicióndesmedida,la
falsedaddesuspalabras…
Terecuestascontraelcabeceroacolchadodelacamaeintentascalmar
los latidos de tu corazón. Necesitas tranquilizarte, pensar con claridad y
decidirquéquiereshacercontuvida.Lasituaciónnovaacambiarahora
quesabesquetumatrimoniohasidounafarsa.Siemprehasidounagran
mentira y lo has aguantado demasiado tiempo. Fue un maldito acuerdo
comercial entre tu familia y la suya, y nadie se detuvo a pensar en tus
sentimientos; tu padre quería poder, el suyo necesitaba dinero. Y
Gabriel… bueno, a él nunca les has interesado. Participó en el engaño
desdeelprincipio,usándoteparadesviarelfocodeatencióndequienera
ya su amante, alguien que jamás sería aceptado por una familia como la
suya.
No le fue difícil enamorarte, elegante en sus modales y de brillante
palabrería.Eraelsolterodeoroquetodaslasmadresdelaaltasociedad
neoyorquinaqueríanparasushijas;alto,guapoyrico.Encambio,túsolo
serías el adorno perfecto para lucir en las fiestas, colgada de su
millonario brazo. Cada vez que recuerdas la insistencia con la que te
buscó durante días, se te revuelven las tripas. Juró que te quería y le
perdonaste,acosadaporelsentimientodeculpa.Ilusa,creístecadaunade
laspromesasquetehizoyquejamáshacumplido.
Todaaquellarepresentaciónestuvoorquestadaporsupadre,empeñado
enevitarelescándaloquecausaríalacancelacióndelabodaensuselecto
círculodeamistades.¡Todaunadeshonraparaelcatólicoyconservador
William Stafford, senador por el estado de Nueva York, y máximo
detractordelmatrimoniohomosexual!Yporsupuesto,estabaeltemade
sureelección…
Estansórdidoymezquino,deunegoísmoapabullante…
Recordar toda esa mierda te irrita, te deja un regusto amargo en la
garganta y, consciente de que serás incapaz de dormir en las próximas
horas,televantasdelacama,queparatusorpresa,estábastantedeshecha;
comosihubierasjugadounpartidodesquashsobreella.Además,todavía
tienes esa persistente picazón en la entrepierna, que alienta con dolorosa
avidezelapetitoconcentradoentusexoirritado.Apartedeque,elsudor
que moja las sábanas y las pega a tu cuerpo desnudo, te soborna con la
tentadoraideadeunainocenteducha.
Abreselgrifoyregulaselaguatemplada.Mientras,temirasalespejoy
compruebasquetieneslasmejillassonrosadas,loslabioshinchadosyun
apetitofebrilsereflejaentumirada.Elpeloenmarañadocaesueltoportu
espalda, acaricia tu estrecha cintura con sus puntas enroscadas y no
recuerdashaberlosoltado.Enrealidad,recuerdasbienpocodelasúltimas
horas, salvo ese sueño excitante y ardiente que causa estragos en ti.
Ignorastureflejoybuscaselconfortanteinteriordeladucha,permitiendo
queelaguatemimecondelicadeza,peroenseguidatedascuentadeque
esosoloacentúamáselardorcondensadoentusexo.
Las gotas resbalan por tus pezones henchidos con una suave cadencia
que te recuerda demasiado al roce de sus labios, unos labios que te
acariciaronconávidaexigencia,dejaronmarcasentuspechoshinchados
einflamaronlascimasenrojecidasconlamieldesulengua.Esasensación
evocadoratedespiertauninstintosalvajequeseapoderadetussentidosy
tedejasllevarporelimpulsoprimarioqueguíatusmanos,lasdeslizapor
tuvientreyseabrenpasoentretuspliegues,buscandoproporcionartecon
primitivadesesperaciónunplacerquepareceimposibledesatisfacer.
Mesesmástarde
EslaúltimanochedelañoeIrinatehaarrastradohastaelInEssence;
elclubnocturnodemoda.Esmoderno,atrevidoylujoso,comoaellale
gusta. Y tiene lista de espera, todo muy chic. Siendo una noche tan
especial,hadebidomovervarioshilosparaquepodáisentrar;asíquelo
menosquepuedeshacerporellaesacompañarla.Además,selodebes.Ha
sido la única que te ha apoyado y ha permanecido a tu lado en los
momentosmásdifíciles,quenohansidopocosenlosúltimosmeses.
Yesque,enunalardedevalentía,leshasplantadocaraatodos.Todavía
tecuestaasimilarquehayassidocapazdenoflaquearytomarlasriendas
de tu vida. No has cedido a la coacción del senador, amenazándote con
hacerte responsable del escándalo y la vergüenza que llevarías a su
familia;nihasvaciladoantelasamenazasdetupadreque,haciendouna
cruelostentacióndesupoder,tehaechadodelaempresaytehadejadoen
la calle. Pensar en él todavía te duele, a pesar de todo el esfuerzo por
ganartesuadmiración,tehasdadocuentadequenitansiquierahassido
capazdeconseguirsuaprobación.YGabriel,empeñadoenhacertedaño,
notehafacilitadoundivorcioconelquehasechadoaperdertodossus
planes, y no te perdona que hayas descubierto su secreto, lo que le ha
granjeadoelrechazodesupadre.
Han pasado tres meses desde todo aquello y todavía sientes ese dolor
sordo que te provoca el sufrimiento de aquellos días, la soledad de
aquellas noches, el miedo a enfrentar la verdad, al futuro... pero sobre
todo,sientesangustiaporelinexplicablevacíointeriorquenoconsigues
llenar.
Irina ríe divertida el simpático comentario del camarero y te saca de
esospensamientos.Tomaunlicordegrosellas,servidoenunacopalarga
ylabrada,sentadasobreunodelosasientosdecuerodelabarra.Visteun
preciosovestidonegroajustadoycruzalaspiernasdeformaestilosapara
que la abertura lateral permita una visión insuperable de sus esbeltas
piernas. Tú has optado por el típico whisky escocés al que estás
acostumbrada, con hielo y en vaso ancho. Llevas un vestido rojo que tu
amiga te obligó a comprar la semana pasada y que se ciñe a tu figura
comounasegundapiel;rectohastalasrodillasyconunescotetraseroque
considerasdemasiadoexcesivo.Lafinacadenitaquelosujetaalcuellocae
sueltaportuespaldayteprovocaescalofríoscadavezqueterozalaparte
baja,allídondecomienzaadestacarelnacimientodetusnalgas.
Alrededor de la barra, la clientela masculina os somete a un pesado
examenvisual.Irinaparecedisfrutarconeljuego,sonríemientrasrecorre
con un dedo el filo de su copa. En cambio, a ti te incomoda el insolente
descaro de su escrutinio. Te resulta desagradable y perturbador, y te
remuevesmolestasobreelasiento,alejándotedeesaconductalicenciosa
que te hace sentir como un apetitoso dulce expuesto en el escaparate de
una lujuriosa pastelería. Le das un trago a tu copa y de pronto notas ese
extraño hormigueo que te recorre la columna. Sobresaltada, buscas
alrededorytefijasenlarecepcióndelclub.
Axel ha entrado acompañado de dos amigos ―altos, fuertes y
atractivos―,perotúsolotienesojosparaél.Elcorazóncomienzaalatirte
desbocado,tepalpitaenlassienesydejasdeoírlavozdeIrinacontándote
no sé qué de su trabajo. Se abre paso entre las féminas sin apartar su
mirada de ti, con esa sonrisa de eterno seductor y que hace temblar tus
rodillas. Se mueve con una elegancia salvaje, con una seguridad
apabullante que te provoca una serie de sensaciones de inevitable
contradicción.Ledeseas,teintimida;lonecesitas,tealejas;lequieres,lo
niegas…
Cuanto más se adentran en el local, menos inadvertida se vuelve su
presencia. Las mujeres les salen al paso desde todos los rincones y se
contonean intentando llamar la atención. Y a ti, Denisse, te asaltan de
nuevo esos celos irracionales e inexplicables; un instinto posesivo y
desconocido te hace saltar del asiento cuando una pelirroja descarada se
cuelgadesucuello.Levesdeshacersedelajovenconsolturacuandolo
invitaabailarysueltaselairecontenido.
«Élesmío»,ytesorprendeeltonoposesivoqueesgrimetupropiavoz.
Se detiene delante y te contempla desde su metro noventa. La fuerte e
incomprensible atracción que sientes por él grita dentro de ti y ya no la
puedesacallar.Terecreasunossegundosensufiguraatléticaantesdeser
atrapadaporsumiradagris,bañadaporelresplandorrojizodelasluces
delabarraquelosenvuelveenunasombrademisterioyoscuridadala
quenopuedesresistirte.
―Denisse.
Lasensualidadconlaquepronunciatunombreteerizalapieligualque
la primera vez, y te estremeces sutilmente cuando te coge la mano y
depositaunbesohúmedoymuyerótico.
―Axel. ―Jadeas, aun sin recuperarte de la impresión que te causa su
presencia.
―Estáspreciosa.
Las piernas te tiemblan cuando enrosca sus dedos en un mechón de tu
cabello,seinclinasobretiyaspiraprofundamente,rememorandoladulce
fragancia a violetas, cerezas y jazmín que siempre desprendes, tan
evidente y cautivadora para él. Tu pulso comienza a latir apresurado, su
excesiva cercanía te excita y sientes el roce de su aliento cálido en el
cuello.Élseesfuerzaporcontrolarse,aunqueparatiexhaleesaseguridad
innata, tu aroma lo vuelve loco y exalta a la bestia que reprime en su
interior,quedeseatomarloqueélmismosehanegadoareclamar.
―Ven.
Extiendesumanohaciatiytúlaaferras,sincuestionartesiquierapara
qué, simplemente porque te da igual si estás con él. Le echas un vistazo
fugaz a Irina; esta guiña un ojo y te sonríe, y de inmediato vuelca su
atención sobre sus dos nuevos amigos, que se deshacen en halagos
situadosunoacadalado.
Axelposasumanosobretuespaldadesnudayunescalofríoplacentero
te recorre la columna mientras te guía hacia la pista de baile, donde la
música suena alta, las luces giran al ritmo de Rhianna y la gente baila
desdibujadabajounaseriededestellosluminosos.Osdetenéisenelcentro
ytesujetaconsuavidadporlacinturaacercándoseatihastaquesientessu
calorcomopropio.SuscaderascomienzanamoversealcompásdeNeed
younow,deLadyAntebellum,quehaempezadoasonarporlosaltavoces.
Temantienetanpegadaaélqueparecéisunosoloy,apesardelamultitud
queosenvuelve,bailáiselunoparaelotroolvidándoosdeloquesucedea
vuestro alrededor, cediendo ante el profundo sentimiento y el creciente
deseoqueosinvitaadevorarosconlosojoscomosifueselaúltimavez.
Susmanosteacariciandespacio,sinprisas,yjugueteanconlacadenilla
que sujeta tu vestido como si fuera una caricia más. No entiendes el
porqué,yteresultaincomprensibleentregartedeesaformasinreservasa
uncompletodesconocido,perohayalgoenélquetetransmiteseguridad,
tehacesentirllena,completayfeliz.Apoyaslacabezasobresupechoy
deseas que la canción no acabe nunca, por temor a que cuando finalice,
despiertes de ese maravilloso sueño y se lleve con ella la magia de ese
instante perfecto. Pero cuando termina, él sigue ahí, aferrado a ti y
contemplándote con una pasión arrolladora que sacude todo tu ser, lo
calienta y te preocupa. Te estremeces de deseo, porque quieres volver a
sentir tu piel contra su piel, y no entiendes de dónde nace ese poder que
ejercesobreti,queteabsorbeynecesitasconurgenciaparavivir.
―Tengoquesalirdeaquí,yquieroquevengasconmigo…
Elsusurroroncodesuspalabrasdiscurreportuvientreysientesquela
voz te traiciona, te asfixia su proximidad y le das la mano, incapaz de
pronunciar más de dos palabras seguidas. Él la sujeta con firmeza y os
abríspasoentrelagentehastalabarra.Mientrasosdespedís,atisbasenla
miradadeIrinaunamezcladesorpresaycomplicidad.
AbandonáiselcalurosointeriordelInEssenceysalísalfríodelacalle.
TeestremecescuandoelvientocastigatucuerpoyAxelteayudaaponerte
el abrigo, sus dedos te rozan cuando cierra las solapas alrededor de tu
cuelloymirassuslabiosalaesperadeunbeso,atrapadaporelencanto
quedesprende.Encambio,enlazatucinturaycomenzáisacaminar.Notas
suimpaciencia,tútambiénloestás,yacadapasoquedaisensilencio,la
tensiónsehacenotarentusmúsculosrígidos.Teperturbaelpasodelas
horas, la llegada del amanecer y que con ello acabe ese sueño
maravilloso. Entonces, el recuerdo de esa noche será lo único que
conserves para afrontar el futuro, hasta que el destino disponga que os
volváisaencontrar;decididoamanteneroseneseeternojuegoconfusoe
indefinidoeneltiempo.
Recorréis algunas calles y os detenéis delante de un antiguo almacén
reconstruido en edificio de tres plantas y fachada de ladrillo de un rojo
desvaído. Una puerta grande de hierro forjado se alza ante vosotros y
chirría cuando la abre con una llave vieja que saca de sus vaqueros. Te
cede el paso y dudas durante unos segundos en los que aún te preguntas
quédemoniosestáshaciendoallí.Nosabesnadadeél,noconocesnadade
suvida,salvosunombreyeseinstintonaturalparahacertedisfrutar,pero
en cuanto coloca su mano en la parte baja de tu espalda te rodea una
sensación de seguridad que solo has tenido a su lado. Te guía con
delicadeza a través de un corredor de escasa iluminación, de paredes de
cemento sin lucir y suelos de granito descolorido hasta un ascensor que
bienpodríaserunmontacargas.Paracuandocierralacanceladehierroa
ti ya te tiemblan las piernas, de impaciencia, de anticipación, o producto
dellentotraqueteoqueosllevaalaúltimaplantacondemasiadalentitud.
Laansiedadantelodesconocidoseprendeatupielyteexcitalasensación
de peligro que te recorre por dentro. Axel te encierra entre sus brazos,
roza tu mejilla y la suave caricia te tranquiliza justo cuando el elevador
detiene su viaje. Con una sonrisa, abre la puerta corredera que da paso
directo a un enorme y deslumbrante loft que nada tiene que ver con el
aspectodeterioradodelinmueble.
―Es… increíble ―susurras desde la misma entrada a la vez que
observasalrededor.Axelsonríeyteinvitaconlamanoaentrar.
[2]
―¿Whiskey ?
Asientesyteadentrasenelsalóndelespaciosoapartamento,iluminado
concalidezporunaslámparasdepieencendidas.Decoradocongustoyde
líneasmodernas,elmobiliariosedisputaelnegro,rojoyblancocomosi
supropietariotuvierafijaciónporesosúnicostrescolores.Caminassobre
una alfombra enorme de aspecto suave y mullido que incita a tumbarte
sobreellalasnochesmásfríasdeinviernoalcalordelagranchimenea
prendida. Descartas tan incitante pensamiento y te quitas el abrigo que
dejassobreunodelossofás.Apenasleescuchastrastearenlacocina,un
amplio conjunto de madera oscura y acero inoxidable de aspecto
impecable,porqueteentretienescurioseandodistraídaeltríodeventanas
detipoindustrialqueocupatodounlateraldelafachada.Varioslienzosde
grantamañocubrenpartedelasparedesdeladrilloenvejecido,perocasi
no reparas en ellos, fascinada por el secretismo de la tela que cubre un
caballetesituadodelantedeunodelosventanales,enunrincóndeespalda
alexterior,yquepareceestarsuspendidosobrelamismacalle.
―¿Erespintor?―lepreguntasconsorpresayteacercastentadaporel
misterioqueoculta.
―Soloaficionado.
Tras su respuesta, una agradable melodía de piano comienza a
escucharseportodalasala,llenandocadarincónconsussedantesacordes.
Axel se acerca por detrás sin hacerse notar y te sorprende levantando la
sábana, que sueltas de inmediato como si hubieras sido descubierta
infringiendoalgúntipodenorma.Sonríeytetiendeunvasoconuntercio
dewhiskyyunpardecubitosdehieloquetintineancuandolocogescon
manotemblorosa.Sellevasuvasoaloslabiosytemiracontantaatención
que consigue ponerte aún más nerviosa. Haces girar el contenido de tu
copa y lo dejas respirar unos segundos antes de aspirar su sutil y dulce
aroma,despuésledasunpequeñosorboydegustaslossuavesmaticesa
robleymalta.Élteobservaensilencio,reteniendoensumentecadauno
de tus gestos; el profundo suspiro que escapa de tu boca, la envidiable
gota que queda rezagada en tus labios, las pupilas dilatadas cuando le
miras.Laatracciónqueexisteentreambosestanpalpablequeteresecala
garganta,eldeseoimplícitodesumiradatequemalapiely,huyendode
ese instante abrasador, le das otro trago al whisky, cierras los ojos y
saboreaselfuegodoradoquesedeslizaportugarganta.
―¿Irlandés?―preguntas,enfrentandoporfinsuhermosamirada.
―Tienesbuenpaladar.
―PaséunañoenIrlanda.
―¿Estudiando?
―No,mipadremeenvióparavalorarelestadofinancierodeunadelas
empresasenDublín.Tieneunamultinacional,consucursalesportodoel
mundo. Fue su forma de examinarme, de evaluar mi talento para los
negocios, ¿sabes? ―explicas, intentando no transmitir en tus palabras el
rencor que sientes hacia él. Finalmente has comprendido que jamás has
conseguido complacerle ni ganarte su admiración―. Supongo que por
entoncesdebípasarla…
Hablar de tu padre te causa dolor y cambias de tema sin detenerte a
pensartuspalabras.
―¿Esaquíadondetraesatusconquistas?
De inmediato tienes la impresión de haber metido la pata e intentas
arreglarlo.
―Quierodecir,alaschicasque…osea,queno…―Ledaslaespalda,
avergonzada―.Losiento,notienesporquécontestar,hasidodemasiado
impertinentepormiparte.
Axelsujetatubarbillayteobligaamirarlo,teobservaconatenciónyse
toma unos segundos antes de contestar. Intenta percibir qué te angustia
entrelamarañadeemocionesqueteembargan.
―Aquísolotehetraídoati.
Tucorazónlatedesenfrenadoporsurespuestaysuslatidospenetranen
su mente. La sangre fluye por tus venas y lo tienta con desesperación,
incitándoloadescubrirantetisuverdaderanaturalezainmortal.Erestú,la
únicamujerdestinadaaerradicarlaoscuridadqueseciernesobrelosque
soncomoél,unasombraqueloatrapayenvuelvecadavezmásconmás
fuerza.Peroeltemoraperderteesmásfuertequeelsilenciosoabrazode
la soledad, decadente y destructiva, que oprime a los que guardan un
secreto como el suyo. Lleva siglos esperándote y no está dispuesto a
estropearloahoraporunosinstintosmalcontrolados.
―Ereslaúnicaqueconocemiguarida―bromea,aunquelasonrisano
tocasuslabios,quebañaconunnuevotragodelicor.
Sinembargo,parati,lasinceridadquetransmitensuspalabrasdespeja
todastusdudas.Susojosnomienten,apesardelallamainexplicableque
brillatrassuspupilas.Yesebrilloextrañoevocaentumenteunavisión
fugaz de escasos segundos; tú, en la soledad de tu habitación, con el
fantasmadesurecuerdocomoúnicacompañía,queteabrazayconsuela
mientrasacariciatucuerpodesnudo.Perolarechazasdeinmediato;solo
esunsueño,¿no?
En alguna parte de tu cerebro denota un suave clic y rememoras con
claridad otros sueños olvidados, que afloran de entre una maraña de
recuerdosconfusosyenterrados;túyél,enperfectauniónsobretucama,
sudorososyextasiados,unoenbrazosdelotro,consumidosporundeseo
irrefrenablequeculminacuandoambos,extenuados,descansáisenlazados
ycolmadosdeplacer.Laclaridadconlaquerecibesesailusiónteaturdey
lasmanostetiemblan,porqueesojamássehasucedidoentrevosotros.
Sientes una punzada de dolor en el pecho y te falta el aire. Le das un
trago largo a la copa hasta acabarla, atemorizada ante una verdad que
resulta salvaje y arrolladora, pero a la vez inconcebible. Y entonces
sientesesaesenciainsondablequeemanadeélylohacediferente,cuyos
lazos invisibles tiran de ti y te empujan a sus brazos con una energía
poderosaeirresistible.
Axel se aproxima despacio y espera, tan cerca que su respiración cae
sobre ti. Su pecho sube y baja con rapidez, y tu mano, atraída por un
impulsoirrefrenable,seposasobresucorazón.Losienteslatiralmismo
ritmo acelerado que el tuyo, desbordado por una emoción tan intensa
como la que te invade. Cubre tu mano con la suya, enlaza tus dedos
mientraslosllevaasubocaylosbesaconinfinitaternura.
―No puedo seguir ocultando lo que siento. Lo he reprimido tanto
tiempoquesehaconvertidoenundolortanagudoqueduelealrespirar
―teconfiesa,reconociendosussentimientos.
Lomirasatónitayalavezcomplacidaporsuinesperadadeclaración.Él
te observa con interés, dominado por una expresión salvaje mientras
esperaalgúntipodereacciónportuparte,comoundepredadorprestoa
atacar,tanhermosoquequitaelaliento.Abrazatucinturayteretieneasu
lado.Escondeelrostroentucuelloysueltaunsuspiroinsondablequete
acaricia la piel. Su abrazo desprende una necesidad inexplicable, los
músculosdesuespaldasepalpantensosbajolacamisa,ycomienzasaser
consciente de la magnitud de sus palabras. Suelta un inesperado gruñido
bajoyteabrazaconmásfuerzaantesdedespegarsepocoapoco.
―Estoesloquesoy.
Susojosgrisessehanconvertidoendospozosnegrosquetransforman
su mirada en la de un animal hambriento. Sus atractivos rasgos se han
afiladoyendurecido,yleconfierenunaaparienciaantinaturaldesalvaje
belleza.Ensuslabiossedibujaunasonrisadesorprendenteferocidadyse
vislumbran las puntas de unos colmillos extrañamente largos. La
necesidad por beber de tu sangre los ha alargado y no tienes ni idea del
esfuerzoquehacepormantenerlosalejadosdeti,golpeadoporelhambre
yeldeseo.Suinsólitaaparienciateprovocaunpequeñogritoqueahogas
conlamanomientrasdasunpasoatrás.
Loqueélmástemíaacabadesucederyesperaquesalgascorriendode
un momento a otro, aterrorizada por cómo acaba de mostrarse, pero
permaneces allí, impávida, para su sorpresa. Estudia cada uno de tus
gestos mientras le contemplas, que varían de la impresión inicial a un
confuso reconocimiento. Pasan los segundos, extiende una mano para
tocarteytearrancaunlevetemblor;porquerecelasdelimpulsoprimitivo
que te obliga a entregarte a él de esa forma tan irracional y adictiva, a
pesardeintuirlaexistenciadeesasombrasobrenaturalqueleacompaña.
―Teasusto.
Nocontestas,incapazdeexteriorizarlaamalgamadeemocionesquete
bloquea. Tu silencio entristece su mirada y la aparta. Durante ese breve
instantetecuestionasporquénotienesmiedo,quéteretieneahí,ylomás
importante… qué sientes por él. Te detienes un momento para escuchar
qué pide tu cuerpo, qué dice tu corazón, qué clama tu alma. Y te atreves
por fin a admitir unos sentimientos que el miedo a su rechazo te ha
impedidoreconocerantes.
―¡No!
―Debería…
Reparasensusmanos,quetiemblanconvertidasenpuñoscerradosalos
ladosdelascaderas;ensumandíbulafirmementeapretada;yensupecho,
quesubeybajaporlarespiraciónapresurada.
―Megustas,mesientoespecialatulado.
Axelposaundedosobretuslabiosylossilencia.
―Nosabesloquedices.
―Mefascinaelbrillomisteriosodetumirada,esasonrisatuyaladeada,
latibiezadetusmanoscuandometocas…―confiesas,lanzada,antesde
perderelvalorquetehacehablar―:Mehacesfeliz.
―Esmenosdeloquetemereces…―suspira.
―Axel. ―Llamas su atención con suavidad, te acercas y acaricias su
mejilla.
Éltesujetalamano,lamantienedondelahascolocadoysefrotacontra
ella, inspira profundamente varias veces, inhalando tu aroma y
aferrándose a él. Cuando abre los ojos, el brillo rojizo y aterrador ha
desaparecido,susfaccionessehansuavizadoperosinperderpartedeesos
rasgos afilados que lo hacen especial. Sonríe, sus colmillos se muestran
entodosuesplendoryteresultataneróticoqueunadescargaeléctricate
recorrepordentroyestimulacadaunadetusterminacionesnerviosas.
―Tequiero.
Las palabras escapan de tus labios, apenas un suspiro que no logras
contener,ylohacesconscientedequienes;unvampiro,queseescapaala
comprensión,peroqueesreal,yestásenamoradadeél.Apesardelapaz
quesientes,haypreguntasquenotedejandisfrutardeesemomento,que
necesitan respuestas antes de dejarte engullir por toda esa locura que lo
acompaña. Él lo percibe y te atrapa entre sus brazos. Te retiene durante
unos largos minutos mientras recorre tu espalda de arriba abajo con
lentitud.Leoyestomarairemientrassusdedosseenredanentuscabellos.
―Todasesasmujeresquedaronenelpasadodesdeelmismoinstanteen
quetevi.Lospensamientosdetuamigaerantannítidosquecaírendido
desdelaprimeraimagenquevideti.
Elcorazónseteaceleracuandoescuchassuspalabras.
―¿Túyella…?―Noterminaslafraseporquetemessurespuesta.
―No, ella solo necesitaba hablar. Las mujeres que acudían a mí
buscaban lo que no encontraban en sus casas y, aunque ellas no lo
supieran, no siempre es sexo. ―Hace una pausa para mirarte―. Las
escuchabaylesdabaloquedeverdadnecesitaban;unsueñocumplido,un
anhelo satisfecho, una mera ilusión recreada a partir de sus más íntimos
deseos.
―¿Yentrenosotros?
―Lo nuestro, aquella primera noche en mi apartamento, fue muy real
―afirma, con esa pícara sonrisa suya. Y tú no puedes ocultar la
satisfacciónqueteproducesuexplicación.
―¿Porquénomedetuvistecuandovolví?
Esalgoquenoentiendesdespuésdetodoloqueteacabaderevelar.
―Debías decidirlo tú, necesitabas tiempo para entenderlo y yo estaba
dispuesto a esperar por ti. Además, te debo una disculpa por todas las
nochesquedescanséatuladomientrasdormías,sinsercapazdereprimir
elimpulsodetomarte,aprovechándomedetussueños.
―Fueronlasmejoresnochesdemivida.
―Eres tan hermosa ―suspira tan cerca de tu boca que aspiras en su
alientolosdulzonesefluviosdeldeliciosowhiskeyirlandés.
Sus dedos llevan un rato jugueteando con la cadenilla que mantiene tu
vestido sujeto al cuello, rozan tu nuca desnuda y a ti te corroe la
impaciencia.
―Tenecesitoconmigo.Novuelvasadesaparecerdemivida―tedice,
con tu rostro entre sus manos y la vista clavada en ti, quemándote las
entrañas.Unsuspiroansiosoescapadetuslabios.
―Soloquieroestarcontigo,Axel.
―Prométemequecuandodespierteseguirásaquí.
―Teloprometo,nopiensoalejarmedeti―susurrassobresuboca.
Suelta la cadenilla y contempla la suave caída de tu vestido, que se
deslizaportufigurahastaquedararrugadoenelsuelo.Haesperadotanto
paracontemplartedesnuda,expuestayexcitadaanteél,quelehormiguean
los dedos por el anhelo de acariciarte, deseo que no tiene intención de
postergardurantemástiempo.
―Entonces…¿meregalasunahoramás?
―Te regalo todas las horas de mi vida ―le contestas, con la mirada
vidriadaporeldeseo.
Axel busca tu boca despacio, la atrapa entre sus labios y te besa con
ardientepasión.Consucuerpoteguíahacialacama,quealfondo,reposa
alamparodeungranmuraldelosaltosrascacielosquepueblanlaciudad,
pintado sobre la misma pared de ladrillo de la que cuelgan todos esos
lienzos,bosquejosquehaidoguardadoensumemoria;detusonrisa,de
tumirada,cuandodormitabasoteestremecíasdeplacerentresusbrazos.
Ytú,Denisse,pensabasqueeldestinosehabíaempeñadoenjugarcon
vosotros. Heme aquí, decidido a concluir la partida. Y os concedo la
libertadqueotorgaellibrealbedrío,osentregolafelicidadeterna,conla
esperanzadequealfinsepáiscómodisfrutarla.
Parasiempre.
UnbesodeAbril
AilinSkye
Elsarcófagofueiluminadoporelrayodelalunallena.Elcaserónen
el que se encontraba oculto con descuido, era precisamente lo que
manteníaasalvoalserqueseencontrabadentro.
Draketragósaliva,habíallegadoporfinelmomento.Unligerosudor
comenzó a correr por su espalda. Los pelos de su espesa melena se
rizaronalescucharelrechinardelamaderaalmoverse.
Apretóconfuerzalospuños.Tarde,habíallegadotardeynohabíanada
más que hacer. El tiempo había marcado y jugado sus cartas y él solo
podríaquedarahí,esperando.
Abrilabriólosojosysonrióalsentireldeliciosolatirdelcorazónque
estabaafueraesperando.Supequeñamanoterminódemoverlapuertay
sonrióalanuevanochequelaabrazabacomounahijamás.
Elevó una ceja al encontrar al hombre regordete que la esperaba, con
lospuñosapretadosyunalínearectaensuslabios.
―¿Enserio?―Negóysaliódesudelicadayamadaguarida―.¿Solo
vasaponercaradehastíocuandoestoyaquí?
―¿Cuántasvecestevoyadecirquetienesquesermáscuidadosacontu
seguridad?―Drakeabriólosbrazos;apesardeserunlicántropoadoraba
a la pequeña vampiro, a la que llevaba siglos esperando volver a
encontrar―.¿Acasosiguesbuscando?
Losojosgrisesoscurosdelamuchachaseensombrecierondegolpe,el
licae sintió la pena que la podía corroer. Tan hermosa y tan vivaz, tan
dulceytanpuraapesardelanaturalezaquetenía.
Negó molesto por aquellos pensamientos. Abril merecía más que
lástima.Eraunserentregadoypacífico,llenodeamorparatodosysobre
todoparaelqueseríasucompañero.
Aúnrecordabacuandoencontróalapequeñavampira.Lahabíandejado
morir después de la mordida mortal, pero el espíritu guerrero que tenía
nolopermitió.Drakerecordabaaquellanocheenelbosque,laencontró
casidesangradarezandoaunDiosquenopudoprotegerladeaquel,que
notuvocompasiónenatacarla.Porunmomentoelloboestuvoapuntode
rompersucuelloyconelloliberarladeldestinoquepodríatenerencaso
desobreviviratanterriblefuturo.
¿Quéfueloquelohizodudaryalfinalperdonarsuvida?Ladulzurade
susojosylasonrisacomprensiva,lapazconquelavioaceptarloquele
estaba deparado sin tratar de luchar, simplemente esperando por que le
rompieraelcuello.Otroshabíanluchadoaúnenesosúltimosmomentos,
ella no, su mirada le había perdonado por atentar contra su vida, y
conforme,aceptabaelveredicto.
Pese a que la manada al inicio se mostró desconfiada y casi lo matan
juntoconaquellafrágilcriatura,sololanaturalezadulcedelamuchacha,
ylanegacióndetodoloqueera,fuesuluchapordefenderlavida,loque
lesalvó,ylahizocrecercomounamásdelamanada,hastaquetuvoedad
paraserindependienteybuscarelverdaderodestinodetodoser.
Drake admiró la belleza de la mujer que ahora era. Los chupasangres
siempre se habían caracterizado por enfatizar y perfeccionar la belleza,
por eso eran seductores y atrayentes. Las hembras eran sensuales y
exuberantes, de curvas sinuosas y deliciosas que despertaban el hambre
carnal.
Apesardeserunabelleza,eraelauradeAbrilloquelahacíadiferente
atodoslosdesuraza.Sumelenanegraazuladaconlaspuntasplateadasde
rizados cabellos, le daba un misterioso toque, su cara en forma de
corazón; su frente amplia, sus delicadas cejas que enmarcaban aquellos
ojosgrises,lanarizrectaypequeñita,lomismoquesudelicadaycarnosa
boca, eran el marco de una cara inocente y bella, solo para el que
apreciaraesetipodehermosuranoartificial.
Sucuerpoeraotracosaquemarcabaaquellasformas.Eradelgadasin
mucho pecho, con su cintura estrecha, tan menuda y pequeña que podría
pasarporunaadolecente.
Abril por su parte miraba al que consideraba como a un padre. Drake
teníatodomenosalmadedragón.Erabondadosoaunqueglotón.
Le hubiera encantado llevar a un compañero de vida, pero
desgraciadamente el mundo seguía sin ofrecerle al hombre que podría
continuarelcaminoqueellamantenía,mássolaqueunatumbaolvidada.
Estabaporhablarcuandosusagudosoídosescucharondenuevoaquel
golpeteoaceleradodeuncorazóncercano.Olíaamiedoydesesperación.
La joven no pudo evitar sentir como sus colmillos se retraían
hambrientos.Noporhambresinoporalgomás.
***
Omar corría con desesperación tratando de ocultarse de sus
perseguidores.Siloatrapabanconélseiríaelúltimodesufamiliayun
legado vital para la humanidad. Ser druida en un mundo inhumano, con
tanto loco suelto y sobre todo, con la delincuencia de hoy en día no le
permitíavivirenpaz.
Sus pasos lo llevaron a la única zona que estaba seguro que aquellos
malnacidos jamás pisarían: aquella casona abandonada que se levantaba
indolente y soberbia, esperando que un valiente intentase entrar en ella,
para mostrar los horrores que se mantenían dentro. Podía sentir la
presenciadealgooscuroyletalesperandoensuinterior.Orabaporpoder
sobrevivir a la persecución y que lo que fuese que estaba ahí se
mantuvieraaúndormido.
Treshombrescorríancontraelinsulsoempollónquesehabíaatrevido
a pasar en el momento en que vendían droga. Había visto sus rostros y
jamáspermitiríanquelosdelatara.Esanocheledaríancazayterminarían
consuvida.
Levieronescurrirseporlaladeraquellevabaalacasaembrujadacomo
elpueblolellamaba.Aliniciosintierontemor,peroverlosaltarlacerca
paramantenerseasalvofueloquelosobligóamoverse.
Abril se acercó a la ventana mientras el delicioso aroma inundaba sus
fosasnasales.
―¡Quieta!―Drakelahabíavistosaborearelolordelhumanoquetan
estúpidamenteestabaporcruzarelumbraldelhogardeunvampiro,uno
hambriento.
Losojosdelvampiromiraronallicántropoconlasangreinyectadaen
ellos,lanzóunbufidoantesdevolverseniebla.
―¡Maldición! ―El licae tuvo que convertirse en lobo para poder y
evitarunacatástrofequelahicieraarrepentirsedesusactos.
Omar miró por el rabillo del ojo, estaban por pillarlo, llegó hasta la
ajadapuertademadera,tragósalivayenunactodevalor,cruzóelportal.
Ahora necesitaba con urgencia esconderse, antes de que algo oscuro y
peligrosoleencontrara.
¡Malditasea!¿Cómoeraposiblequesehubiesemetidoenaquellio?Si
fueraunosolopodríalucharcomounguerreroloharía,perolafaltade
deshonordeesoscobardes,ylaobviadiferenciadefuerzalerecordaban
queeraunestudioso,nounhombredearmas.
Escuchó los goznes cuando la puerta con estrépito se abrió de nuevo,
aúnnohabíaencontradoelsitioparapoderestarasalvo.
Entonces sucedió. Algo oculto y poderoso le rodeó. Una niebla densa
queleabrazabayprotegíasinmás.Ensudesesperaciónporconservarsu
vida estaba convencido de haber visto insinuado el rostro de una bella
mujerquesonreíaparavolveraconvertirseenniebla.
―Sal,ratoncito.―Unodelosperseguidores,abriósunavaja―.Solo
tevamosaarrancarlapiel.
―¿Acaso tienes miedo, empollón de mierda? ―El líder de ellos, un
hombrebarbudo,enormeyfuertesacóunrevólver.
―Sabes que te vamos a encontrar, quizá seamos más benévolos si te
entregas.―Elmáspeligrosodetodosnollevabaarmaninguna,bastaría
con sus propios puños para arrancar los miembros del incauto profesor
dehistoria.
Omar tragó saliva. Sabía que estaba perdido, dio un paso hacia atrás
peronopudocontinuarconotro,algoloestabadeteniendo.Girósurostro
sudando frío reconociendo que estaba a punto de terminar su vida. Su
sorpresa fue encontrar a un poderoso lobo gris mirándole como si
adivinasesutemor,elanimalsepusoasuladoygruñóenadvertencia.
DrakeaúnnoentendíaelcomportamientodeAbril,jamáshabíasesgado
unavida,pero,aquellatransformaciónquetuvolohabíapuestoenalerta,
hasta que olió el terror en el enclenque hombre que estaba siendo
resguardadoporlavampíricaniebla.
Abrillohabíasentidocomounrayodesolquejamáspodríavolvera
disfrutar. La esencia de plenitud vital, de naturaleza perfecta había
desgarrado su corazón y vuelto a crearlo, sintió la furiosa necesidad de
quitarlavidaatodoaquelloquelopusieraenpeligro.
Escuchó las amenazas que contra él estaban siendo depositadas. En el
momentoenquesintióaDrakejuntoaél,protegiéndole,nolopensó;se
transformóenmujer,marcandoladistanciaparamanteneraaquellaalma
enpeligroasalvodelosquequeríanquitarlelavida.
Lesmiróllenadecuriosidadtratandodedecidiraquiénleentregaríael
primerbesodelamuerte.
―Wow, wow, wow. ―Oscar, el hombre de la navaja, la miró con
lascivia en cuanto la tuvo a la vista, llamando la atención de sus
compañeros―.¿Habéisvistoaestabonitacositaperdida?
Abrilladeólacabezasinapartarlavistadeaquellosdesgraciados.
―Ven aquí, muñequita. Te vamos a enseñar a jugar un poquito. ―El
más grande de todos comenzó a relamerse por aquel manjar que se
presentabadeformagratuita.
―¿Acaso eres sorda? ―El líder dirigió su pistola a la mujer para
intimidarla―.Acércateyvemostrandotusencantos,hermosa.
Omar no sabía a qué se referían, los veía hablar a alguien pero él no
alcanzaba a ver, trato de moverse, porque el reflejo del espejo no
mostraba a nadie hacía donde dirigían sus lujuriosas miradas. Sin
embargo, algo lo hacía sentir inquieto, mortalmente inquieto, no con
miedo,sinoprotectoryporprimeravezposesivo.
Era como si los engranajes del mundo estuvieses girando de forma
perfectaparamostraranteél,algoqueaúnnosehabíadevelado.
Quiso dar un paso para defender a lo que fuese que los otros
amenazaban,sinembargoellobonolopermitió.
Conellomoerizado,susojossemanteníanfijosenlosrufianes,pero
semanteníapegadodeformaprotectoraaél.
Soloenesemomentolavioaparecer;tanperfecta,femeninaydelicada.
Su cabello se agitaba con su andar pausado y elegante, grácil y suave
comosifueraunabailarina.Suinteriorrugióporprimeravezconfuerza
ysusangrecomenzóabombearportodosucuerpo,mientrasunrugido
salíadesuinterior,acalladoporunamanoenorme.
―No hagas ningún ruido ―una voz en su oído ordenaba su total
silencio.
Omar se giró para encontrarse a un hombre fuerte y rechoncho
mirándolo con ojos peligrosos, sus dientes eran fauces hambrientas que
amenazabansuseguridadsinohacíacaso.¡Labestiahabíadespertado!
Drakepusolosojosenblanco,podíaolerelmiedodeaquelmortalque
sehabíaempeñadoenponerseenbandejadeplataparaunvampirorecién
acabado de despertar. Con soltura lo colocó detrás de él en forma
protectora,sihabíaunaluchaeramejorquenoatestiguaralosanguinario
quepodríaserunacriaturacomoaquellaqueestabatratandodeintimidar
aquelgrupodedesalmados.
―Ellaestáenpeligro.―Reuniendovalorelmuchachosedirigióasu
protector―.Nopuedopermitirqueladañen.
Algo en su interior rugía gritando que le pertenecía. Jamás había
sentido tal intensidad en solo un vistazo. La joven que se movía grácil
exponiendosuvidatorpementeantesusojoserasindudasucompañera,
sudruidalareconocía.
Jamáshabíasentidoánimodeluchar,hastaahora.Undruidadefendíala
tierra,erangentedepaz,peroverexpuestaalamujerdediminutotamaño
lo hacía querer desgarrar a cada uno de los que se había atrevido a
mirarla. Su sangre fiera gritó lo que no había podido aceptar momentos
antes. Mía, su ser interior había proclamado mientras los nudillos se le
poníanblancosalapretarconfuerzalospuños.
¿Acasotendríaoportunidaddedefenderlaunempollóncomoél?Estaba
apuntodehablarcuandoalgosucedió.
Abrilpodíasentirloslatidosaceleradosdeexcitacióndelosinfractores.
Se sentía curiosa por aquellos a los que su vida les duraría un soplido.
Casi se reía en sus caras por hablar de ella como un bocadito. Era la
vampiramásinsulsadetodaslasquehabríaconocido,carentedecurvas
como todas las de su raza, sin embargo, la sed de sangre era igual de
necesariaparaella.
Elmásgrandeseacercóaella,tomándolaporlacinturaylamiendosu
cuello.
―¿Tienesganasdefiesta,hermosa?―Suasquerosamanobajóhastasu
trasero.
―Oh sí, sí que las tengo. ―Solo en ese momento el hombre se dio
cuentadelgranerrorquecometía,losojosdelamujerseencontraroncon
losdeél,internarseenesospozosgriseslemostrarontodossuspecadosy
como un reflejo le enseñaron el monstruo ruin que era. El hombre
comenzó a temblar de terror al darse cuenta del infierno interior que le
esperabaapartirdeesemomento.
―¿Quéhashecho,bruja?―preguntóeldelanavajaamenazándola.
―Lomismoqueharécontigo.―Soloenesemomentoseacercóaél
obligándoleaversusojos,mostrandoasípartedeloqueeraenverdad.
Elúltimocomenzóadispararamansalvatratandodeterminarconella
mientraslosotrosdosgritabanysalíandespavoridos.Comenzóareírde
formahistéricacuandovioelcuerpodeladiminutamujerreducidoenel
suelo.
Omargritóconfuerzaydesesperaciónsinentenderloquepasaba,solo
veíaalamuchachaquesucorazónhabíareclamadotiradaenelsuelocual
muñeca de trapo. Raíces comenzaron a salir del suelo ahuyentando al
últimodesalmadoquehabíaquedado.Lacasaquedócubiertacualcapullo
mientraseldruidaavanzabahaciaella.
―¡Malditasea!―Abrilselevantódesconcertada―.Necesitocomer,me
han dejado atontada con sus juguetes ―Las balas salían de su cuerpo
mientrassusheridasseregenerabanalosojoshorrorizadosdelhombre
queseacercabaaella.
―¡Tú!―Tragósaliva―.¡Eresunvampiro!―Omarnopodíacreerla
maldita suerte que tenía. De todos los seres aquel era el único al que no
podríaunirse,oterminaríasiendosucena.
―¡Claroquelosoy!―Abrilsedeleitóviendoalhumanoquellamabaa
gritosporunmordiscosuyo.Eratanperfectotanreal.Subúsquedahabía
terminado.
―¡No puedes serlo! ―gritó desesperado llevándose las manos a la
cabeza―.Eres…eres…
―¿La mujer más hermosa que has visto y por supuesto un vampiro?
―Ella se cruzó de brazos comenzando a enfadarse. ¿Qué tenía de malo
ser quién era? Había luchado mucho por aceptar su destino y su
naturaleza.Ahoranadielapodríajuzgar.Nisiquieraél.
―¿Sepuedesaberporquétantogrito?―Drakeinterrumpiólapelea.
―¡Esunvampiro!―Omarintentóprotegeralhombrequeacababade
irrumpirdenuevo―¡Noteacerques!
―Esunpelmazo.―Abriltiródellicaeparasí―.Daledostortas.
―¡Tú no puedes ser mi compañera! ―negó molesto, sin darse cuenta
deloquehabíadicho.Perounavezhechocontinuó―.Meniegoasertu
cena.
―¿Mi cena? ―La muchacha se quedó sorprendida, miró el rostro
divertidodelloboycomenzóaboquearsorprendida―.¡Soyvegetariana
para que te enteres! Lo primero que debes saber es que además de tu
sangre,existeelplasma,olasangresintéticaquesevendemuybien.Lo
segundo, zoquete, es que yo tampoco estoy contenta con esto. ¡Eres un
jodido druida! Maldita sea, de todos los seres que podían ser mi pareja,
meteníaquetocarelmástontodelossanturronesymodositosdruidas.
―¿Me estás llamando tonto? ―Sin saber por qué el hombre se sentía
conhambreynecesidaddeposeerlaacadapalabraquedecíalamujerque
tenía frente a él. Su ser interno gritaba tratándose de hacer un camino;
gritar,tomaryposeer.Suvozeraunallamadaasudruidainternoquese
indignabaporinsultarlayalejarlaenelmismomomentodelencuentro.
―Podría decirte retardado, pero sería insultar a esas dulces personas,
porque comparados contigo… ―Se cruzó de brazos. Lo había salvado,
esperaba por lo menos la aceptación. Largos años había luchado por
aceptar quién era, jamás pensó no ser aceptada por el que el destino le
entregara.
―No soy idiota ―aclaró y comenzó a sentirse terriblemente irritado
consigomismoalnotarqueSUmujerestabaincómodaconlasituación.
―Eso crees. ―contestó Abril mirándolo a los ojos. Sentía su cuerpo
necesitadodetomarysertomado.Porfinsucorazónlatíadespertandoal
hombrequepodríadarlefinasuslargossiglosdesoledad.¿Acasoeratan
malosersucompañero?
―Chico ―intervino Drake―, el destino es sabio y caprichoso. En la
sabiduría de los tuyos debe haber sabido que no puedes ofender a tu
compañeraorechazarla.¿Acasohasolvidadoquetambiénlosseresdela
nochesomospartedelatierra?
El muchacho escuchó al hombre y sin apartar la mirada de la joven,
sintiócomosuDruidaasentíaconforme.¿Acasonegaríaunregalodetal
magnituddelapropianaturaleza?Todasuvidahabíaesperadoencontrara
esamujerporlaqueelhombreyelmagopudiesenestardeacuerdoyser
uno,quesudondespertarayprotegieraporque,hastaahorahabíahecho
chapuzas mágicas sin ninguna importancia. Sin embargo, cuando pensó
que ella estaba desvalida, la energía de la tierra se hizo una con él para
podercrearuncapullodondetenerlaasalvo.Inclusoahorasentíatodoese
caudal correr por sus venas, pero esta vez exigiendo la rendición de lo
obvio.
Abrilesperabasuplicandoconsusojos.Necesitadadeélparanollevar
uncaminoeternodesoledad.Solounavezpodríaentregarsucorazóny
esteeraelmomento.Laprimeranochehabríadesermarcadayvistolo
visto, solo un alma solitaria sería lo que quedaría de ella a partir de esa
noche.
Unrayodelunaindiscretoentróporunadelasrendijasdelaventanae
iluminó a la pareja que en ese momento estaba a punto de torcer su
caminoyalejarseconurgenciaelunodelotro.Perolamagiadelsatélite
estelar los mantuvo firmes y como el rayo de luz que era, inflamó el
anhelodelhombrequeenesemomentonopudodetenerelevidentedeseo
quesentíahacialamujerquehabíalastimado.
Unafuerzamayoraélmismoleobligóaavanzardospasos,losjustos
para llegar a ella y encerrarla en un hermético abrazo. El temor o
cualquier otro rechazo quedó en el olvido, solo existía aquel dulce y
femeninoserdeojosmisteriososyantojadizoslabios.
Sin poder ni querer evitarlo tomó de ella un beso. Uno con
desesperacióndelunasyvidaspasadasurgidasporhallarasuverdadera
compañera. Su boca sabía a dulzura, a ternura y lealtad. No había un
caminodemuertesinodevidagritandoensuinteriorporsercompartida.
Deformasorpresivasintiócomosuscolmilloscomenzabanacrecery
un deseo por morderla superaba cualquier instinto que se negara a
obedecerlaordendesucuerpo.Separósuslabiosdelafemeninabocay
sin dudarlo un momento mordió su cremoso cuello succionando el
líquidovital.
A su mente corrieron como una película imágenes de ella en otra era.
Unadondeestaballenadevidaydeluzsolar.Laviocantandoybailando
enunafamilianormal,despuéssiendoatacadaporunserdelanochehasta
casi secarla. Reconoció a su salvador, el mismo hombre enorme y
rechoncho llamado Drake, cargándola y llevándola con los suyos.
Observó como su naturaleza bondadosa se negaba a matar al hombre y
sintió su sufrimiento al negarse a beber de otro ser vivo sino era para
ayudarleabienmorir.
Sintióqueunirrefrenableamorcomenzabaavolcarseporesadiminuta
ydulcevampira.Ellanomataba,teníafeenlarazahumanayanhelabalo
mismoqueél:Unamorverdaderoparaacompañarseenesecaminoquese
llamavida.
Se vio a sí mismo rechazándola e hiriéndola como otros seres lo
hicieron.Yporprimeravezsepreguntósieramerecedordeaquellaque
eldestinolehabíaentregado.
Soloenesemomentosediocuentaqueellanoeralaquehabíaherido,
el monstruo era él. Omar infligía daño con sus dientes y con horror se
separó de su cuello, no así de su cercanía, la mantenía tan estrecha que
pudoapreciarelrostrosucompañera.
Abril tenía el rostro arrebolado, echado hacía atrás en total entrega y
una dulce sonrisa se mantenía dibujada sintiendo como el reclamo se
había logrado. Aquella marca duraría toda una vida, ahora él formaría
partedeella,parasiempre.
Lamuchachaabriópocoapocolosojossinpoderevitarsonreírhasta
queenfrentóalhombrequelamanteníaaferradaentresusbrazos.
―Porfavor,nodigasnadaquepuedaestropearelmomento―suplicó.
―¿Cómo?―preguntóconfusoaúnportodoloquehabíancompartido,
pornoentenderdequémanera,sinélserunvampirohabíabebidosangre
y, lo peor, le había parecido la bebida más deliciosa que jamás había
probado.
―Que cada vez que abres la boca metes la pata y me insultas. ―Se
encogió de hombros sin poder evitar sincerarse―. Y ahora no puedes
echarteatrásmehasmarcadoysoytuya,yporlógicatúmío.
―Me he convertido en… ―tragó saliva buscando la angustia al saber
quequizáahoraeraunserdelanoche―vamp…
―¡No inventes! ―Abril puso los ojos en blanco―. Clásico si hay
mordidahaytransformación.Dejadeleerchurrosdevampirosyentérate
de una vez. Los vampiros no somos tal como los libros de terror lo
exponen. Y el emparejamiento entre un humano y un vampiro no es de:
vampiro malo y colmilludo muerde a su pareja y lo hace otro más.
―Negó entre ofendida y divertida―. Eso suele suceder si ambas partes
decidenserunomismo,perohayotraforma.
Omar sonrió un momento dándose cuenta de que ciertamente era un
analfabetodeestosseres,sinembargoteníahambredeaprendertodode
ella.
―Sielvampiroesmujer―continuólamuchacha―,lascosascambian
ymucho.Nosotrasnecesitamoselreclamodenuestrocompañero,élque
nosprotegeráy…―Lomiródearribaabajoviendosudelgadafigura―.
Bueno, a lo mejor esta vez hay una excepción pero usualmente cuando
llega a ser la hembra, sois vosotros los que marcáis y bebéis de nuestra
sangre.Perosolopuedepasarsihayunbesodeverdaderoanheloporla
otraparte.Asíque―estavezsonriódejandovertodasudentaduradelo
enormequeeralasonrisa―,túmeanhelasdeformasincera,meaceptas
aunqueseascabezotaytudruidaseaunincordio.
Elnegóconlacabezayacariciósurostroconsumanoderecha,paraun
segundo después atrapar su pequeña manita y llevarla a su pecho
masculino.
―Te equivocas. No fue el druida el que se negó ante lo obvio. Él te
anhela y gritaba desde el inicio que por fin había encontrado a su
compañera.Eselhombreincultoeidiotaelquenoveíalarealidad.Abril.
Ella sonrió al escuchar su nombre de los labios del que ahora y para
siempreseriasupareja.
―Yahora…¿quéquiereelhombreyeldruida?
Nohubopalabras.¿Paraqué?SolosabíaqueelbesodeAbril,deSU
Abril era lo que insuflaría a partir de ahora no solo su aliento y sus
latidos,sinosusganasdevivirparasiempreconlamujerquecompartiría
unaeternidad.Losabíaporquesumagiasehacíamáspotenteysucorazón
sellenabadealborozoalsaberquelabúsquedahabíaterminado.
Uncarraspeolosseparohaciendoqueambosvieranalhombrequeaún
seguíaobservándolosllenodediversión.
―Sí, ya. Bueno, yo creo que por el momento no me necesitáis. Solo
recordadqueahorasoisuno.―Seacercóalachicaylediounbesoenla
frente―.Séfelizpequeña.―Despuéssegiróalmuchachoyadvirtió―;
Un beso puede hacer por ti que recuperes la vida y la cordura. Pero el
beso de mi pequeña Abril te abrirá por fin el camino a una felicidad
eterna.Recuérdaloynolahagassufrir.
Dichoestodesapareciócomounasombracuandoelrayodeluzdevoró
laoscuridadasupaso.
Laparejasonriódeformatímidadispuestaadescubrirseaconquistarse
yacompañarseporunaeternidad.
Unañodespués.
Drake miraba la casucha embrujada. Después de los acontecimientos
de hacía un año nadie se acercaba, ni siquiera los más valientes. Cuando
porfinelsolseocultó,sonrióyentróenelviejoedificio.
Los goznes de la puerta al abrirla delataron su presencia, sus pesados
pasosnoayudaronaquefueradiscretasuintrusión,muchomenoselrugir
desuregordetaysobresalientetripaqueexigíalacena.
―Ehhh, por fin llegas. ―La voz alegre de Omar lo sorprendió. El
muchachohabíacambiadototalmente.Sucabellolargoalaalturadelos
omoplatos peinado en una coleta, su cuerpo fuerte y nada que ver con
aquelflacuchoquehabíaentradohacíaalgunosayeres,ysumiradaalegre
delatabanqueeltiempohabíapuestolascosasensulugar.
―Bueno, quiero saber qué es lo que me tenéis que contar. ―Sonrió
rascándoselabarba.
―¡Estás aquí! ―Abril apareció corriendo por las escaleras, volando
conesaeleganciaqueteníayaferrándoseasucuello.
―Siempre que me llames lo haré, pequeña. ―Miró a la pareja
expectante.
―Venga, díselo ―la alentó Omar que la tomaba entre sus brazos y
sonreíafeliz.
Abril no dijo nada, solo elevó su mano mostrando un anillo con una
piedrarojacomolasangrebrillando.
―¡Por fin aceptó la ceremonia druida! ―confesó el muchacho―. Lo
quemehacostado.
Lajovencomenzóareírseyabailaremocionada.
―Una muchacha decente siempre tiene que hacer sufrir un poquito.
―Sonriófeliz―.Ademásteníaqueestarseguraqueesloquequeríasde
verdad.
Omarnegótirandodesubrazohastaestrecharla.
―Parece que no me conoces. ―Le sonrió y posó un beso en su
nariz―.UnbesodeAbril,esloúnicoquequieroparavivirporsiempre.
―Entoncesbésameyvive,Omar.Bésameyvive.
Unsolobaile
MayDior
Ahí estaba mi imagen frente al espejo totalmente maquillada,
transformada en alguien que no era; todo por una buena causa como
repetía una y otra vez Nini. Me había puesto un vestido blanco con el
cuelloenu,quesecogíaconunafinatiraalrededordelmismo.Latela
erafrisadaylucíaunaaberturaquenodejabanadaalaimaginación,ypor
detráslacaídaerahastalostobillos.
Paraconjuntarconelvestidoescogíunassandaliasnegrasdetirasestilo
romano,quemellegabanhastalarodilla,conunfinísimotacóndeaguja.
Mi cabello, tan negro como la noche, lo habían dejado suelto con unos
buclesencaída,lalegióndepeluquerosqueNinihabíacontratadoparala
ocasión.Peroseguíahabiendoalgoquenomeconvencía,podíasentirque
todo esto era una encerrona, estaba convencida de que Nini me ocultaba
algo,quehabíaunasegundaintención.Lamiréatravésdelespejo,estaba
apoyadaenelmarcodelapuertasonriendo
―EstaspreciosaLarissa.
―Ya,bueno.―Enmirostrosedibujóunamuecadedisconformidady
disgusto―.¿Aclárameporquétúnovasaparticiparenesto?
―Ya te lo dije. ―Se incorporó, rodando los ojos.― Yo soy la
presentadorayestaesunasubastaseria,porunabuenacausa.
―Sí,esacanciónmelahasrepetidomuchasveces.―Megiréhaciaella
sonriendo―.¿Porquétengoqueseryolaúltima?
―MuysencilloLarissa,porquelomejorsedejasiempreparaelfinal.
Nopudeevitarreírantesurespuesta.Ninisiemprememiraconbuenos
ojos, es mi mejor amiga y siempre está metida en eventos benéficos de
todo tipo. Es la mujer con el corazón más grande que podía haberse
cruzadoenmicamino.Siempreintentaayudaratodoelmundolomejor
que sabe y por lo que me había explicado ya varias veces, todo lo
recaudado en esta obra benéfica serviría para que un gran hospital
dispusierademediosparapoderestudiarenfermedadessincuraaparente.
Volví a mirarme al espejo y bufé resignada, mi amiga siempre
conseguía embaucarme sin esfuerzo alguno en sus locuras, al igual que
ella siempre accedía a acompañarme en mis pequeñas aventuras con el
deporte extremo. Giré sobre mis tacones levantando los brazos
mostrándomeanteella.
―Sublime―dijolanzándomeunbesoalaire.
―¿Cuéntamecómovaairlanoche?
―Muy sencillo, habrá una recepción en la que los hombres que van a
participar en la subasta podrán conoceros y a media noche yo os iré
presentando. ―Me guió para que saliera con ella del salón que habían
habilitadoparaquelaschicasfueranmaquilladasypeinadas―.Cuandoos
nombre tendréis que subir al escenario y comenzara el espectáculo. Es
sencilloLarissa,solohasdesonreírydejartellevarporelambiente,los
chicosylamúsica.
―¿Siempretienesquehacerlascosasdeunamaneratanespectacular?
―Miraquienfueahablar,¿enseriomepreguntasesoconlosañosque
haceya?
―¿Cuántos son? ―Se llevó un dedo tocándose la sien―. Ya perdí la
cuenta.
Nini y yo nos conocimos en nuestro primer año en la universidad,
cuandolasdosfuimosasignadasenlamismahabitación,tandistintasytan
parecidas a la vez, nos hicimos amigas de inmediato, y esa amistad fue
forjándosecadaañohastallegaraserunahermanaparamí.
Cuando llegamos al salón no pude evitar abrir la boca de lo
impresionante que lo había dejado. La elegancia asomaba en todas las
esquinas del recinto, era soberbio y la decoración increíble. Cortinas de
seda caían como en cascada de los altos techos, las flores estaban
repartidasconmuchogustoyloscolorespredominanteseranelblancoy
elnegro.Latarimaestabasituadaenlaprimeraplantaalacualsesubía
porunapreciosaescaleradecaracolamplia,labarandillaestabacubierta
por la misma tela de los techos y pequeños ramos de flores blancas y
perlasnegrassefusionabanconlatelaalaperfección.
―Hostia,Nini...estaveztehassuperadoatimisma
―Me lo tomaré como un cumplido. ―Sonrió satisfecha por mi
comentario―.Mitrabajomehacostado.
Sin darme cuenta habíamos llegado hasta la barra y un camarero nos
puso unas copas de champán. Seguía admirando el trabajo de mi amiga,
todoeradelamáximaelegancia,sindejarunsolodetalleasusuerte,el
perfeccionismo con el que siempre hacía su trabajo estaba presente en
todoslados.Tantoloshombrescomolaschicasibandeblancoynegro,el
ambiente era agradable y ya habían comenzado a interaccionar, a
conocerse, las conversaciones se sucedían dejándose arrastrar por la
suave melodía de fondo. Noté como toda mi piel se erizaba al sentir el
contactodeunamanorozandomiespaldaconsuavidad,megirédespacio,
sabíaalaperfecciónaquienpertenecíaesamano,sindejardeecharleuna
miradaseriaaNiniqueestabatansorprendidacomoyo.
―¿Se puede saber qué haces tú aquí? ―Me mordí el interior de la
mejillaparanohablarlecomorealmentesemerecía―.¿Lahermandaddel
puñocerradotehadejadolibreporunanoche?
―Eso duele mi vida. ―Puso cara de dolor, pero la burla estaba
presente,loquemeenfureciómásaúnsiesoeraposible.
Podía notar como las llamas de la ira y el odio se instalaban en mis
ojos.Todavíamedolíasupresenciaperonopudeevitarqueuncalambre
deplacermerecorrieraelcuerpodejándomeconunligerotemblorenlas
piernas.Llevabamesesevitandocoincidirconél,noibaaningúnevento,
meperdíalamayoríadelascenasfamiliarespornotenerquesoportarsu
presencia.Sabíaqueelreencuentroerainevitableperonuncameimaginé
queloencontraríaenunactosolidariodedondeélnopodíasacarningún
beneficio.
―EnserioMatty―elsarcasmoylaburlabrillabanencadaunadelas
palabras que salían de mis labios, quería odiarlo, despreciarlo; en
definitivahacerlepagarporloquemehabíahecho―.¿Quéhacestúaquí?
―Chicos... por favor aquí no quiero ninguna escenita. ―Nini miró a
Matt―.Notendréningúnproblemaenmandarsacarte.
―No es mi intención, Nini, sé de sobras como te las gastas. ―En su
carasedibujóunmiedoquenosentía,seestababurlandodeNiniynoes
algoquemeextrañaraenél.
Girósusojoshaciamíyesamalditasonrisaaparecióensuslabios,una
que me decía que ya se sentía ganador en lo que fuera que tramaba su
malévolamente.
―Solomeacerquéparasolicitarunbailecontigo.
―Mesientohalagada―unasonrisadetriunfosedibujóenmirostro,
ahí podía atacarlo―, pero mis bailes están reservados al caballero que
consiga ganarme en la subasta esta noche y por desgracia, ahora mismo
delantedemínoveoaninguno.
ElrostrodeMattsecrispó,cabreado,ysefuepordondehabíavenido,
farfullandolapromesadeconseguirloquefueraquesehabíapropuesto,
en definitiva fastidiarme la noche. Respiré hondo y me giré hacia mi
amigaagarrándomealabarraparanoperderelequilibrio.Losrecuerdos
volvían a mí como si de una presa rota se tratara, dejándome débil y
furiosaapartesiguales.Matt,esechicoguapoysegurodesímismo,ese
quecreíeraelamordemivida.Comenzamosasalirsiendotodavíaunos
críos,enelinstituto.Unamorjoveneinmadurollenodepromesasrotasy
lágrimasamargas,elcualterminóeldíaquefuiaverloyloencontrécon
otramujerenlacama.
Todo mi mundo se derrumbó ese día y nadie lo entendió, yo quedé
como la mala ante la familia al romper el compromiso y separarme de
todoloquemehacíadaño,todoloquetuvieraqueverconél.
―Nini...comoélllegueaganarlasubasta―todavíametemblabanlas
piernas, ese hombre aun después de tantos años conseguía alterarme,
dejandomicuerpohechounflan―,nosésiserécapazdecumplir.
―Tranquila, no lo conseguirá. ―Una sonrisa de triunfo adelantado
surgióensuslabios.
―¿Cómoestastansegura?
―Porquesí.―Lamiréalosojos,ellanodejabadesonreír―.Noserá
élelquesehagaconunacitacontigo.
Nolograbaentenderquéestaríamaquinando,peroestabaseguradeque
cuandoellaseproponíaalgo,siempresesalíaconlasuya.Cogímicopa
acabandoconelladeuntragoparaintentarpaliarlosnerviosqueaúnno
mehabíanabandonadoy,sinpensarlo,pedíotraquetambiénvaciédeun
solotrago,sintiendocomolasfuerzasvolvíanpocoapoco.Eraunafalsa
pantalla de seguridad, lo sabía perfectamente, pero me quería dejar
engañar para poder soportar la noche. Cuando alcé mi mano agarrando
una tercera, Nini me la quitó, pude ver en sus ojos lo preocupada que
estaba, como se sentía culpable por exponerme a una situación como la
queestabaviviendo.
Pero ella no tenía la culpa, aunque hubiera tramado algo para mí esta
noche,¿cómoíbamosacontarconsupresencia?
―No,no,no.Tenecesitoenplenasfacultades,lasdossabemoslomal
quetepuedesentarelalcoholasíquenomefalles.
Asentíconelrostroalgotristepormicomportamientoenuneventode
esascaracterísticasyenelquemiamigahabíainvertidotantashoraspor
unabuenacausa,ymerecompusedescartandoalimpresentabledeMattde
la cabeza. Con una bonita y amplia sonrisa comencé a pasear para
mostrarmeanteelrestodehombresdelamanodeNini,parándonoscon
quien le daba conversación, siendo la persona más educada y agradable
del mundo. Me había comprometido y no pensaba fallar por mucho que
mefastidiaralapresenciadelhombrequemásodiabaenelmundo.
Cuando llegaron las doce en punto de la noche, Nini se separó del
grupo que había formado con una sonrisa nerviosa y fue hacia el
escenario.Nopodíaapartarlosojosdemí,estabamuynerviosa,buscaba
cualquiergestoopalabraquelaanimaraasíquelesonreíparadarleese
valorquenecesitaba.
―Buenasnochesatodos―respiróhondocogiendofuerza―,todoslos
aquípresentesmeconocéisbastantebienyaque,noeselprimereventode
estascaracterísticasenelquenoshemosvistolascaras―sonrióyamás
tranquila y animada, ese era su mundo y lo demostraba con cada gesto,
cada palabra―, pero en esta ocasión no serán las damas las que tengan
que preparar sus carteras como suele ser costumbre, muy al contrario,
estanochelasdamasseluciránanteloscaballerosquehanhechoactode
presencia. ¡Y ustedes, señores! Tendrán que preparar sus billeteras para
una buena causa, la cual no es otra que recaudar fondos para la
investigación de enfermedades raras y espero que lleguen a ser tan
generososcomolohansidosiemprenuestrasdamas.
Hechalapresentacióninicial,Ninipasóaexplicarelprocedimientode
la subasta. Cuando creyó que todo estaba claro comenzó a llamar a las
mujeresquesehabíanofrecido,sialhechodeusartodaslasinfluencias
queNiniteníaselepodíallamarasí,paraqueestassubieranalescenario
donde las presentaba, y así procedía a destacar todas y cada una de sus
virtudes.Lasubastaibapormuybuencaminoyeldinerorecaudadocada
vezeramayor,Niniseibaanimandoconelpasodelanocheyaunasíno
dejabademirarcondisimulosurelojcadapocotiempo,ycuantomásse
acercabaelmomentodequeyosubieraalescenario,conmásfrecuencia
lomiraba.
―Buenocaballerosyyallegamosalfinaldeestasubasta.―Hizouna
pausa dramática, muy típico en ella―. La más esperada y deseada de
nuestras damas, Larissa Blake, una mujer que no necesita presentación,
peroaunasínopuedohacernadamejorquedestacarsusvirtudes,sobre
todolasquenoquedanalavista.―Memiróymeguiñóunojolocual
soloaumentoesenudodenerviosymiedoquesehabíaapoderadodemi
mientras iba subiendo y mostrándome ante el público de su propia
mano―.Ladamanosoloesunamujerextremadamentehermosa,como
todos pueden observar, es una afamada empresaria con un currículo
impresionante,lomejordetodoesqueestasoltera,¡sí,señores!Hanoído
bien,Larissaestásoltera.
Yonopudehacernadamásqueponermecomountomatedetemporada,
laverdadesqueestabasorprendidaantelacantidaddevirtudesensalzadas
por mi amiga, no podía tener a nadie mejor a mi lado, estaba segura de
que se había puesto en modo casamentera y en esta ocasión yo era su
víctima,laverdadesquenomeextrañaba,ysilasituaciónhubierasido
otra,lomásseguroesquelehubieraseguidoeljuego.
Pero ninguna habíamos tenido en cuenta que se presentara Matt, ese
hombre se había propuesto no solo fastidiarme el evento, sino la vida
entera.Nopudeevitarmirarlo,yahíestabafrenteamíconlabilleteraen
lamano,meestabaprovocandoynoestabadispuestaaentrarensujuego,
así que me obligue a mí misma a no dejar que nada de lo que pudiera
hacerodecirmeafectaradeningunadelasmaneras,ymiréalrestodel
públicosinperdernilacomposturanilasonrisa.
Intenté perderme en mi propio mundo sin dejar de pensar que todo lo
hacíapormiamigayporunabuenacausa.TodoestetemaaNiniletocaba
de cerca, detrás de todo esto había un motivo muy claro, y estaba
convencida de que estaba haciendo lo posible por no conseguir
únicamente el dinero. Lo que Nini pretendía era concienciar a las altas
esferasdequenoporserunaenfermedadrarahabíaquedejarlotodode
lado. Ella quería luchar hasta el final y yo no iba a dejarla sola en una
cruzadadeesetipo.
Cuando quise volver a la realidad los hombres del salón de fiestas ya
estabanpujandoymisojosseabrieroncomoplatoscuandomedicuenta
de la cifra que se estaba barajando, con esa cantidad Nini conseguiría la
cantidadnecesaria.
Todo pasaba demasiado rápido, la puja había quedado entre Matt y un
hombrequenohabíavistohastaelmomento,girémisojoshaciaNiniysu
sonrisanopodíasermásamplia.Unavezmásmiréaesehombreconmás
detenimiento.Llevabaunospantalonesvaquerosyunacamisaquecaíapor
fuerayenlapartesuperiorteníalostresprimerosbotonesdesabrochados,
en el hombro derecho colgaba una chaqueta de cuero negro, ¡el típico
chulo! Fue lo único que pude pensar mientras reseguía su rostro, uno
fuerte de facciones aguileñas, mostraba orgulloso una barba descuidada
devariosdías,seestabaquitandolasgafasdesol,susojosclavadosenmi
persona. La vista se me nubló por unos segundos y noté como mis
mejillasseencendían,nuncahabíareaccionadodeesamanera,laspiernas
casinomesujetaban.Pudenotarcomoelcalorseadueñabademicuerpo
ylahumedadsehacíapresenteenmiintimidad.
Cuando Matt fue a contrarrestar su oferta ese hombre volvió a
aumentarla, miré al que fue mi prometido, estaba que se lo llevaban los
demonios,elsilencioseadueñódelsalónunossegundosyNinitomóla
palabra.
―A la una, a las dos, a las tres. ―Yo la miré sin saber cómo debía
reaccionarmehabíaquedadoenblanco,ynoentendíaqueeraloqueme
estaba pasando, ¿por qué solo una mirada de ese tío me había dejado en
jaque―.Adjudicadaaelcaballerodelachaquetadecuero.
―Pero...
Solo fue un susurro pero ella sabía por dónde iba yo, uno de los
camareros me tendió el brazo para que bajara del escenario. Estaba
llegandoelmomentodeencararaesehombreymiamigatambiéntendría
quedarmealgunasexplicaciones.PeroantesdepoderencararaNinisentí
comounamanoseposabaenmicostadoalaalturadelacintura.Giréel
rostroyahílotenía,susojosahoraqueloteníatancercamedejaronsin
respiración,delazulmásintensoquenuncahabíavisto,eranunocéanode
promesasqueserepetíanenmimente,suslabioseranunatentacióndifícil
deresistir.
Todoenesehombrehaciareaccionarmicuerpo,notécómolamúsica
comenzabaasonarycomomearrastrabanhacialoquesuponíaseriala
pista de baile, sus manos me sujetaron con fuerza y comenzamos a
movernosporlapista.
―Larissa,¿vasareaccionar?
―Perdón... ¿nos conocemos? ―Intenté que mi mente se centrara en
algomásqueensusmanosenmicuerpo.
―No,nodeunaformadigamosformalyconvencional―unasonrisa
arrebatadora de medio lado cubrió su perfecto rostro―, pero se puede
decirquealmenosyosíqueteconozco.
―¿Ysepuedesaberconquiénsesuponequeestoybailando?
―Conlapersonaquetevaasalvarlavida.
Unpaseoporlasnubes
LorenaGuerraMéndez
―Desde aquella primera vez que te vi, en las piscinas de nuestro
pueblo,conaquelbikini…―ronronea―supequeseríasmía,queningún
otrohombrepodríatenerte―dijomuyseguroyabrazándomemuyfuerte.
―Pues querido señor mío, le puedo decir a usted, muy segura de mí
misma,queyonilemiré.
Teníaqueestarunpocodesorientadaporelsol,porquenomeentraen
la cabeza que no lo viese al igual que él a mí. Fue en otro lugar, donde
nuestros ojos chocaron con la intensidad del mayor tsunami del mundo.
Todotemblóanuestroalrededor.Recordarésiempreeseprimercontacto
demimiradasobresucuerpo,hastaquedarmeperdidaenelcolorúnico
de sus ojos. Fue algo mágico. No dijimos nada, ni un hola, pero nos
acariciamos igualmente al pasar uno al lado del otro, con el calor que
nació aquella tarde, dentro de nuestros corazones. Todo flotaba en el
aire…Todoestabaescrito...
―Tú eres magia, cariño, eres mi mundo, uno que quiero compartir
contigohastaelfinaldemisdías.Esapartelahascumplido,miamor…
―diciendoesaspalabrasseacercaymebesaconelalma.Solounhombre
enamorado besa así, entregándose por completo a su igual―. Contigo
cadadíaesunpaseoporlasnubes,tocamoselcielodelanochearropados
pornuestrapasión…Quieroseguirvolandoatulado,hastaelamanecer,
quieroserelprincipiodecadadíaenelquenazcaunnuevosol,yelfinal
decadanocheabrazadaati,nomedejes…
Alguien la sacude, o al menos eso parece notar, últimamente todo es
bastanteconfuso.
―Señorita―oyeunavozalolejos,noeslaquenecesitaescuchar,no
quiere abrir los ojos nunca más, no hasta que él regrese. «¡Dejadme en
paz,porfavor…!»,gritaensilencio―.¡Señorita,señorita,despierte,por
favor!Sinolohace,llamaréaunaambulancia.―«¡Oh,Dios,esono,no
másmédicos!».Abrelosojos,sesientedesorientadaalverquenoestáen
sucasa,yalsaberqueestabasoñando.
Otra vez de vuelta a la triste realidad. Se ha quedado dormida en un
banco,algoqueporlovistolepasamuyamenudoenlasúltimassemanas.
Selevantapocoapoco,ayudadaporunasmanosquemuestranelpasode
la vida. Se da cuenta de lo débil que está cuando se apoya contra el
respaldo del asiento, y lo ve todo un poco borroso. Hoy tampoco ha
comido.¿Paraqué?
―Espereunmomento.―Elancianodesaparece,yregresaalospocos
minutoscondosbotellasdeagua.Ellaparecereaciaalprincipioaceptarla
suya,perofinalmentebebeanimadaporelhombre.
―Gracias…
―Andrés,ytutéameantesdetratarmecomoaunviejo.Losoy,perono
hacefaltarecordarlo.―Leguiñaunojoylajovensonríe.
―Gracias,Andrés.
―Tienes una sonrisa preciosa, una que por lo que veo, no dejas ver
mucho.―Ellamiraalsuelo―.Nodeberíasdormirenunbanco,ymenos
en un parque como este, hay muchos robos últimamente, podían haberte
quitadoelbolso.―Lamujerhaceungestoquedemuestralopocoonada
queleimporta,sidichohechoocurriese―.¿Cómotellamas?
―Raquel.
―Encantado,Raquel.―Elancianosonríeyellaledevuelveelgestosin
ganas―.Creoquenoestánadabienqueprivesalmundodeunasonrisa
tan bonita. ―Está intentando ser amable, pero la verdad es que solo
quierequelatierraselatrague,paradesapareceryterminarconeldolor
quedesgarrasusentrañas.
―Supongoquelaspersonassemuestranfelicescuandolosonytienen
motivosparaello,yonotengoninguno.Almenosyano.
Permanecensentadosunoalladodelotroy,anteesarespuesta,ambos
lanzansumiradaentrelaarboledadelparqueporunosminutos.Ninguno
habla,solosuspensamientosgobiernanesesilencio.
―Debes estar pasando por algo muy duro para pensar así, porque
siemprehayalgoporloqueseguir,ynorendirseenlavida.―Semirany
Raquel siente una conexión especial con Andrés y, sin poder evitarlo, le
devuelveesegestoqueéllemuestra.Laprimerasonrisasinceraenmucho
tiempo.Nirecuerdacuándofuelaúltimavezqueladibujó.
―Graciasotravez.
―Nohaydequé,peropormuymalquetesientas,notecastiguespor
darteunrespiro,sonreírnoespecado,aunqueteloparezcaaveces.Tus
ojosestántristes,merecuerdanmuchoaunosquehevistoreflejadosen
unespejonohacemuchotiempo.Noquieroentrometermeentuvida,pero
megustaríapoderayudarteaver,queaquelloquecreesqueeselfindel
mundo,puedequesoloseaunpasomásentucamino.
Ella suspira cerrando los ojos, pensando en todo lo que está
escuchando, para poder pensar como Andrés, pero resulta imposible
llegar a creer que de todo lo que le ha tocado vivir se pueda sacar algo
bueno.Rabiaydolorporloinjustoqueestodo,sienteganasdemorir,eso
esloúnicoqueve…
―Noesunpasomás,yanopuedocaminar,micaminosehaconvertido
enunpozoquemehaatrapadoparaseguircayendocadadíamáshondo.
No tiene fin ―abre los ojos para decir apenas sin voz―: mi marido ha
muerto.―LacaradeAndréssecontrae―.Hapasadohaceunosmesesy
no consigo creer que pueda ser real. ¿Iván, muerto? No, no y no. Y si
algúndíallegaasercierto,puesnoquierovivir,noenunmundodondeél
no vaya a estar a mi lado. Una vida sin él, no la quiero. ¿Nunca más un
beso? ¿Nunca más un te quiero? ¿Estamos locos o qué jodida mierda es
todoesto?―preguntadesesperadagritandoalcielo.
Un llanto desolador inunda el aire, lágrimas de sangre caen por las
mejillasdelamujer,nohayconsuelo,noexistepañueloquepuedasecar
sucarabañadaporlapérdidadelamordesuvida.
―Nohaynadaqueyopuedadecirteparaquetesientasmejor.Losiento
mucho, nadie está preparado para recibir estos golpes, no nacemos
programados para no sentir, todo lo contrario, somos almas que ríen y
lloran,aunqueahoracreasquesolosufren.―Raquelsiguellorando,no
puededejardehacerlo,esloúnicoquelatranquiliza,lacalma,yladeja
anestesiadaduranteunosminutos―.Haysituacionesenlavida,dondelas
palabrassobranyungestolodicetodo.―Colocasumanosobreladeella
queasienteagradecida.
El anciano suelta el aire que retenía dentro de ese cuerpo que se ha
enfrentadoalosavataresquelehatocadovivir.Sedisponeahablartras
pensarcómoempezarsurelatoalverquelajovenhadejadodellorar.
―Megustaríacontarteunahistoria,contupermiso.
―Claro,Andrés.―Raquelparecemásrelajada.Elcalorhumanotiene
esas cosas, cosas que no te puedes explicar y no puedes entender sino
vivesrodeadodegenteincreíbleymaravillosaquenuncatedejarácaer.
Seaclaralavozyempiezasudiscurso.
―Érase una vez, una chica que vivía en el seno de una familia
adinerada,reconocidaenlaciudadenlaquedormíacadanoche,ygracias
alacualnosabíaloqueeranoteneralgoquellevarsealaboca.Lajoven
noeramaterialista,perohabíavividomuybiendesdequellegóalmundo.
Había sido un poco rebelde, contraria a los principios de su padre. Se
enfrentaba a él cada vez que se marchaba a cazar con sus amigos, le
parecía cruel pasar el tiempo libre persiguiendo animales con un arma.
Ella quería ser veterinaria desde muy niña, y pensar que su padre era
capaz de disparar a un ser vivo, la enfermaba. Era una mujer que no
casabaconlasdesuentorno.Eracomúnensucírculoquelasmujeresse
casasen y tuviesen hijos. Nada más allá de ese papel machista. Llevar la
casayloshijos,yelmaridotrabajar.
―Muynormaltodo―diceirónicamenteRaquel.
―Eranotrostiemposylosricosfuncionabanasí.
―¡Pues vivan los pobres! ―Eso provoca que los dos se rían a
carcajadas.
―Sí,hija,peroellosdominanelmundo,losdelmonederolleno.
―Cierto, muy cierto. No lo podemos cambiar. Así que, vamos a lo
interesante ―está intrigada por saber cómo sigue el relato―. No te
olvidesdelahistoria.
―Noloharé,creoquenuncameseráposible.Bueno,quemevoypor
lasramas.
―Asíes,continúe,caballero.
―Era una chica muy solicitada, varios hombres la deseaban como
esposa, pero ella no estaba dispuesta a pasar el resto de su vida con un
hombrealquenoamasepormuyllenaquetuvieselacartera.Solotenía
que ver a sus padres para saber el futuro que le esperaba si seguía las
directricesdelosmismos.Nihablar.Ellasenegabaabajaralsalóncada
vez que un nuevo pretendiente era invitado a su casa, a tomar el té para
presentarloscomoposiblecandidatoamarido.
―Menudospadres,¡quéjoyitas!
―Sí,hija,sí,¡quécosaslasdeantaño!
―Terribles,yaúnpasan.
―Haycosasquenuncacambiaremos,comolasinjusticias.
―Perohoylasaparcamosporqueestamos…
―¡Voy, voy! ―Sonríen. Raquel está muy centrada en esa historia, al
menos puede evadirse unos minutos de la triste realidad gracias a
Andrés―. Un día se la llevaron, para comprarle un vestido, había un
hombremuyinteresadoenella,ysupadresabíaqueeraunbuenpartido,
por lo que quería envolver a su pequeña como un bonito regalo. Estaba
feo,sí,perosoloqueríaqueasuhijanolefaltasedenadaeldíaqueellos
noestuviesenparacuidarla.Eraotraideamuycomúnenaquelentonces.
Teníadieciochoañoseibaasersucumpleaños,yesafechaqueseñalaba
su mayoría de edad, también marcaba para su familia un cambio en su
vidacomomujer.
―¡Por favor, gracias universo universal, por haber nacido en otros
tiempos,porquesino,hubieseacabadoenlahogueraporbruja!―Esoles
robóunacarcajadasinceraalosdos.
―De verdad, que es realmente bello ver sonreír esos ojos tristes
―Raquel lo miraba agradecida―. Ágata ―continuó Andrés―, así se
llama nuestra protagonista, era una joven que, por donde pisaba, dejaba
huella.Todossegirabanparaadmirarsubelleza,eratodounplacerpara
las personas que compartían el aire con ella poder deleitarse con
semejantemujer.Teníaunosrizosnegros,tantoomásquesumirada,su
piel color chocolate te invitaba a querer devorarla. Su cuerpo lleno de
curvas,teembobabasinodejabasdemirarlo…―suspira―, era lo más
bonitoquecaminabaporestascallesenaquellostiempos.
―Mehubiesegustadoconoceraunamujerasí,decidida,concaráctery
a la par hermosa. En esa época, por desgracia, muchas mujeres eran
sometidasalosdeseosdesusfamiliasporintereseseconómicos.
―Sí, pero Ágata no quería ser como su madre, solo pedía vivir sus
sueños,elegirsuvida,ysiparaellodebíarevelarse,puesloharía.―Bebe
unpocodeaguaparaaclararselavozycontinuarconlahistoriaquetiene
aRaquelintrigadísima.Hacemuchoquenadaleinteresadesudíaadía,
peroAndrésesespecialyhasabidocaptarsuatención.
Cuarentaañosatrás…
«Caminabanlostresjuntos,suspadresyella,seveíamuchagentepor
lascallesesamañana,apenaspodíanveralosviandantesquecaminabana
dos metros de ellos, pero justo antes de entrar en la boutique donde
comprarían su regalo de cumpleaños, pudo distinguir algo entre aquella
multitud.Noseexplicabacómoenmediodeaquellamarabuntademujeres
yhombres,pudodejarsusojosclavadosenunpunto.
Alguienpreguntó:
―Hija,¿quéocurre?
Nadie contestó, solo silencio ante aquella puerta y frente todo aquel
bullicio.Suspadres,antelaquietuddeÁgata,enfocaronsumiradaenese
punto que la tenía absorta, y pudieron descubrir algo que no les gustó
nada. Un hombre, por llamarlo de alguna forma según su manera de
pensar, vestido como un mendigo, miraba a su hija. Estaba rodeado de
otras mujeres, curiosamente de clase alta. Seguro que eran unas
desvergonzadas,pensaronellos.Eljoven,porquenoparecíatenermásde
veinteaños,nilasescuchaba,seguíaconlaatenciónpuestaenÁgata.
―Vamos dentro de la tienda ―dijo su madre arrastrándola al interior
demalasmaneras.Ellanoqueríaentrar,peropornomontarunaescena,
obedeció. Ni siquiera se probó un vestido, eligió el primero que le
enseñaron.Teníaquesaliralacalleotravezparaverlo,paracontemplar
una vez más a ese joven de mirada verde esperanza... ¡qué hermosa
palabra!Comohermosoeraél…Todosucuerpohabíareaccionadoante
esos ojos, pero su corazón, que latía descontrolado, era el que más
castigado había salido de ese cruce de miradas. Ya dentro del coche,
disgustada por no poder conseguir su objetivo, su padre habló alto y
claro:
―Nunca vuelvas a dejarnos en evidencia perdiendo un segundo de tu
vida,mirandoalaescoriadeestasociedad.
Esoenfureciómuchoanuestraprotagonista.
―Nopuedeshablarasídelaspersonasquenohantenidolasuertede
nacerenunafamiliaricacomotú,padre.Tienenlosmismosderechosque
nosotros.Nosomosmejoresqueellos,dehecho,creoquelapeorescoria
de la sociedad se mueve dentro de las altas esferas ―resolvió sin
inmutarse escandalizando a su progenitor y curiosamente, provocando
quesumadresetuviesequetaparlabocaparaevitarreírse.Esohizoque
sumaridogruñesemásfuerte,peronopronunciópalabracalificadacomo
tal. Regresaron a su casa en silencio, pero miradas de complicidad
nacieronenesecocheentreunamadreyunahija.»
―Sumadreestabadesulado―afirmaRaquel.
―Ella era una de las víctimas del machismo de esa época. No quería
quesuhijafueseunamujerdesdichadacomoella,compartiendocadadía
lacamaconunhombrealquenoamaba.
―Pobremujer.
―Sí,menosmalquesuhijaluchóporlasdos.
―¿Lo hizo? ―preguntó esperanzada de que ocurriese esa pequeña
victoriaenaquellasociedadtanarcaicademente.
―Yalocreoquesí.
«Una tarde, mintió a sus padres para decirle que tenía que ir a la
biblioteca.Teníalassalidasmuycontroladas,despuésderechazaratodos
los candidatos a marido en su fiesta de cumpleaños, disgustando a su
padre.Ágatasabíaquealgohabíapasadoaquellamañanaconaqueljoven,
y necesitaba verlo otra vez, para saber si era cierto. Su cómplice desde
niña, Ramiro, el cochero, la llevó a su destino, a la misma calle donde
había pasado todo. Buscó con la mirada su objetivo, no había tantas
personasesedía,porlotantodeberíasermásfácilencontrarlo.Perono
vionada.Decepcionada,sedisponíaaregresaralcoche,perosintióquele
rozabanelbolso,entoncesseaferróaélconfuerza,puessabíalohabitual
que eran los robos en el centro de la ciudad cuando una mujer paseaba
sola.
―Noeselbolsoloquerobaría―sucuerposeestremeció―,sinoala
bella mujer de ojos negros que me persigue cada noche en mis sueños
másíntimosyexcitantes,desdeeldíaquemehechizócomounabruja.
¿Eraél?¿Sisegirabaseríaélaquiénvería?Surespiraciónseaceleró,
perosinpoderesperarmás,sevolvióparaverdequiénproveníaesavoz
tanvaronilyronca.¡Diosmío!¡Gracias!¡Porfinloteníafrenteaellapara
deleitarseconcadacentímetrodesurostro!
―Hola―dijoellaapenasenunsusurro,notandouncalorevidenteen
susmejillas.
―Has tardado demasiado en venir a buscarme, pero gracias de todos
modos―respondióélconlasonrisamásarrebatadoradelmundo.Vestía
conropavieja,peronuncahabíavistohombremáshermoso.
―¿Porqué?―preguntóintrigada.
―Porhabermeelevadoalcielodesdequeaparecisteenmivida,siento
quehetocadolasnubes,quepuedopasearporellasdesdeentonces…»
―Joder…―Raquel se tapó la boca emocionada, sin poder evitar que
nuevas lágrimas cayesen por su cara. Aquello era lo que Iván le decía a
ellaensusmomentosdulces,queunavidaasulado,eraunpaseoporlas
nubes.
―En ese momento, todo cambió para ellos, y para sus familias.
Ninguna de las dos partes estaba dispuesta a ver con buenos ojos esa
relación.Laclasedesfavorecidatampocoaprobabaqueunodelossuyos
semezclaseconlosaristócratas,cadaunodebíaquedarseenelcercoenel
quehabíanacido.Así,todoscontentos.Peroesonadateníaqueverconlos
deseos de nuestros protagonistas, que pelearon por aquello que amaban
con uñas y dientes, que era pertenecerse eternamente, con toda la fuerza
que les brindaba el amor que se tenían. Su paseo por las nubes, nunca
tendríafin.
―Valientesenamorados.
―Lo fueron, te lo aseguro, pero valió la pena cada lágrima, Raquel.
Mereció la pena no rendirse nunca. ―En ese momento, la joven se dio
cuenta de algo y frente al asentimiento de Andrés, sus ojos se abrieron
comoplatos.
―Eraistúyella…
―Mivida,mimujer,loestodoparamí.
―Su mujer… Ágata es su mujer…―dijo muy emocionada―. Vaya…
¿Ella…?
―Murió hace tres años. Enfermó y nada se pudo hacer por mi niña
bonita.
―Noséquédecirahora,Andrés.―Ambossehanquedadoincompletos
porelrestodesusdías.
―Nada, hija, no hay nada que decir. Tienes que saber que siempre
vivirásconello,perosolohayunacosaquetienesquehacer,yqueverás
conelpasodelosdías.
―¿Quécosa?
―Vivir.
―¿Cómo?Nopuedosinél,noquiero…
―Lo harás, por él, pero especialmente por ti, porque tú eres la que
sigueaquí,laquetienequecomenzarunnuevoandar,laquedebeseguir
porlosdos.¿Creesquetumaridoqueríaquesumujerserindiese?Piensa
cada día en lo que desearía para ti. Por muy imposible que te parezca,
aprenderás a vivir otra vez, volverás a ver la multitud de razones que
tienesparaseguiraquí.Familia,amigos,tuspropiossueños…―Ellamira
al suelo pensando en cada una de sus palabras, aquellas que fueron
pronunciadas por tantas personas que la aman pero que sonaban vacías,
dolíanporqueIvánnoestabaenellas,implicabavivirlassinélasulado―.
Tumaridoteenseñómuchascosas,estoyseguro,queunadeellaseraque
siempre quieres lo mejor para la persona con la que compartes tu vida.
Aunqueyanopuedasestarasulado,porquelaamasdeverdad.
―Sí, me enseñó la única cara del amor verdadero, aquella donde
compartirlo todo con tu igual era un camino de rosas, donde vivir
haciendofelizatuparejaeraunarazónparalevantarsecadadía…Peroya
no está, Andrés, ahora solo quedan las espinas que se clavan en mi
corazón,yunalmavacía…
―¿Quierestirarporlabordaellegadoquetehadejado?Todoaquello
porloquepeleabaiscadadía,¿vasaecharloaperder?
―No,porsupuestoqueno,esmimejorregalo―contestóabrazándose
asímisma.
―Entonces,nopierdasturegalo,unoqueesúnicoenlavida,aquelque
ÁgataeIvánnoshandejado.Unomaravillosoquenovesahoraporquetu
dolor te ciega, pero el tiempo, que es muy sabio, calmará tu corazón
herido, suavizando y cicatrizando su pérdida, porque los llevamos
grabadosafuegoennuestraalma,sonunaheridadeguerradeestabatalla
queeslavida,unamarcadeluchaquelucimosorgullosos.Raquel,somos
afortunados por el amor que hemos conocido, aunque nos parta el alma
vivir sin él. Y aprenderás algo más que te hará sonreír cada vez que
piensesenél,teloprometo,hija.
―¿Quéaprenderé?―susurró.
―Queunahistoriadeamornosevetruncadaenestavida,nisiquierala
muertepuedematarla,aprenderásquelosfinalesfelices,notienencabida
enestemundo,porqueelverdaderoamorquenacedelasbuenashistorias,
nuncatermina,y…
―¿Y…?
―Ytocarelcielocadadíapaseandoatravésdelasnubes,delamanode
lapersonaalaquepertenecetualma.Esunpaseoeterno,infinito…
Elverdaderoamornuncaseacaba,llega
másalládelavida,lamuertesoloesla
últimapuertaquehayquecruzarparano
separarnosjamás…
Notadeagradecimiento
por
ARI
Todocomenzócomounsueño,unailusiónenlaquesevolcaronlas
autoras luchando por mostrar al mundo que publicar de manera
independientesuponecalidad,muchotrabajo,ypedacitosdeloscorazones
de las escritoras. Gracias al apoyo incondicional de las lectoras y los
lectores,ARIhaidocreciendo,ylasautorasqueformamospartedeesta
pequeñafamilianoshemosapoyadolasunasenlasotrasparahacerllegar
nuestras obras a lo más alto; o al menos intentarlo, pues escribir es una
carreraenlaqueteencuentrasmuchosobstáculosporelcamino,peroal
mismo tiempo, conoces a muchísima gente que te apoya, te ayuda y te
aconsejasinpedirnadaacambio.
Muypocosconoceneltrabajoquehaydetrásdeunapublicación,pero
como decía Simone de Beauvoir «Escribir es un oficio que se aprende
escribiendo», y con cada error que cometamos aprenderemos a ser
mejoresescritoras.
Escribirimplicamesesensoledaddelantedelatintineantepantalladel
ordenador, tecleando lo que las musas nos susurran hasta llegar a ese
maravilloso momento que es escribir la palabra: FIN. Tras ese instante
llegalascorreccionesminuciosas,labúsquedadelaportadadenuestros
sueños y maquetar la novela para que las lectoras y los lectores puedan
tener en sus manos una obra de calidad. Tras la publicación vendrá el
momentodepublicitarnuestrasnovelaseintentarllegarafuturaslectoras
ylectores,yenestepuntoqueremosmostrarnuestroagradecimientoalos
blogs que colaboran activamente en ARI, tanto con reseñas, entrevistas,
presentacionesdenuestrasobras,etc.,puessinellosnollegaríamosaun
públicoexigenteyrigurosocomoeseldelgéneroromántico.
Sinningunaduda,soislaslectorasyloslectoresderománticaquienes
conseguís que seamos escritoras, que cumplamos nuestros sueños con
cadanovelaquepublicamos.Notenemoseditorialperograciasavuestro
apoyo, vuestras compras, comentarios, reseñas, recomendaciones...,
podemossentirnosorgullosasdenuestrotrabajo.
Muchasgraciasporserfielesaestegénero,pordesearacompañarnosa
través de nuestras novelas, por enamoraros con nuestros protagonistas,
por dedicarnos vuestro tiempo, reseñas en los blogs, comentarios en
Facebook, en Twitter, en Amazon y otras plataformas en las que
recomendéislasnovelasqueostoquenelcorazón.
ComodecíaVoltaire«Laescrituraeslapinturadelavoz»ydesdeARI
queremos llenar de color el género romántico, dando voz a nuestras
musas que no dejan de alentarnos para que sigamos escribiendo, que
olvidemos que no tener editorial que nos respalde no significa que no
tengamoselapoyodelaslectorasyloslectores,quienesalfinyalcabo
sonquienesnosconviertenenESCRITORAS.
Desde ARI, muchísimas gracias por todo lo que hacéis por nosotras.
Con seguridad, las lectoras y los lectores de romántica son los mejores
del mundo, pues sin vuestro apoyo tanto a las publicaciones editoriales
como a las publicaciones independientes, nuestras novelas quedarían
olvidadasenalgúnrincóndenuestrasalmas.
PeroenestaAntologíasolidarianosoloparticipamosautorasARI,sino
que se han unido grandes mujeres y autoras a las que admiramos
muchísimo, con las de quienes nos sentimos orgullosas, agradecidas y
afortunadasalpodertrabajarjuntoaellas.Soncompañerasdeprofesión
que no dudaron ni un segundo en aportar su granito de arena a este
proyectotanespecial,pesealoscompromisoslaboralesqueposeíancon
susrespectivaseditoriales,yquelesrestabanmuchotiempoparacentrarse
enotrosproyectos.GraciasporhabertrabajadoenestaAntología,porno
haberdudadoniuninstante,enlanzarosalapiscinapeseaqueeltiempo
siempre apremia, por comprometeros en esta causa llena de esperanza y
solidaridad sin pedir nada a cambio, ofreciendo además toda vuestra
ayudaparahaceresteproyectoposible.
Muchísimas gracias a Merche Diolch, por el hermoso prólogo que ha
escritoparalanovela,yportodoelapoyo,losconsejosylasdudasque
sin dudarlo nos resuelto. Merche es una gran mujer que siempre nos ha
apoyado, que lucha por llevar a lo más alto al género romántico, tanto
comoautoracomoOrganizadoradelEventonacionalmásimportantedel
génerocomoeselRAquesecelebraenMadridcadaaño,yquenoduda
enofrecerunamanoolasdosalasautoras,yaseanindependientesono,
que le pidan ayuda. Te admiramos mucho y te agradecemos todas de
corazóntodoloquehashechoyhacespornosotras.
PeronosoloMercheDiolchsehavolcadoenesteproyectotanespecial,
queremos agradecer a Lola P.Nieva, Isabel Keats, Mar Vaquerizo, Rita
Morrigan, Nieves Hidalgo, Lydia Leyte, Mar Fernández, Eva García
Carrión, Mimi Alonso, Mariah Evans, Raquel Campos, Nina Andrássy,
MarianArpa,ValNavás,EsterFernández,AilinSkye,MayDioryLorena
Guerra. Todas ellas, no dudaron en participar en 27 susurros de amor,
volcando toda la ilusión en sus relatos, dispuestas a ayudar al pequeño
Alex.
Gracias por todo, gracias por ser amigas, grandes mujeres y autoras,
compañerasdeunaprofesiónmágicaquetodasamamosyporformaruna
piña, mostrando que la romántica es un género único y especial en la
literatura,queconsigueunauniónespecialentreautorasysuslectorasy
lectores.
Poder tener en nuestras manos esta novela es un sueño hecho realidad
quenosllenadeorgulloatodas.
TambiénqueremosagradeceraSamy,unagranmujeryautora,madre
del pequeño Alex quien lucha diariamente contra una enfermedad
consideradarara,lacual,pordesgracia,nodisponedelafinanciaciónen
investigaciónytratamientoquedebiera,yquemerece.Descubrirlalucha
que lleva a diario Samy no solo contra la enfermedad de su hijo, sino
contra la impotencia al ver que las puertas se le cierran cuando va en
busca de ayuda a los organismos públicos, nos llena de admiración, y
decidimos comprometernos un año más en su causa. Esta es nuestra
segunda Antología solidaria en la que los ingresos íntegros que se
obtengandelasventasdelanovelaendigitalydelasedicionesimpresas
iránala«AsociaciónTodosconAlex».Osagradecemosdecorazónqueos
hayáis hecho con ella, pues cuando estéis leyendo estas palabras, sabed
que habéis aportado vuestro granito de arena a mejorar el futuro del
pequeñoAlex.
QueremosagradecerteSamylaoportunidaddecolaborardenuevo,con
lopocoquepodemosofrecertequeesestaAntologíallenadeilusión,de
esperanzaydeamor,ydeseamosdecorazónqueAlexpuedaalcanzarlos
sueñosquetodoniñomerecevivir.
Y todo esto no habría sido posible sin la colaboración activa de todas
lasintegrantesdeARIquedecidieronparticipar,graciaschicasportodo.
Han sido muchas horas que invertimos todas en esta novela, ya sea
maquetando,ilustrandolaportada,corrigiendooescribiendolosrelatos.
Gracias a Juani Hernández por el gran trabajo de maquetación, Tamara
Bueno,ChrisAxcanporlapreciosaportadaquehacreadoparalanovela,
Azahara Vega por coordinar la novela, Cristina Oujo, Leila Milá, Cris
Tremps,EvaGilSoriano,AmayaFelicesyE.R.Dark.
Nombrar la colaboración especial de Tamara Bueno, C.Santana, Elena
García,ReiRichardson,MonsteRobledo,administradoradelblog«Amor
y Palabras», Susana Pérez Muñoz, Azahara Vega y Juani Hernández por
lascorreccionesdelosrelatos,puescorregiresuntrabajotedioso,pero
fundamental, ya que ofrece a las lectoras y lectores calidad y demuestra
que cada novela o relato es un pedazo de nosotras con el que queremos
ofrecer lo mejor, pese a que podamos cometer algunos errores.
Esperamos que nos podáis perdonar y os quedéis con lo bueno que os
ofrecemosconlossusurrosdenuestrasmusas.Sinduda,serautoraesun
privilegio al poder dar rienda suelta tanto a nuestras musas como a
nuestrossueños.
Graciasatodoelmundoquehizoposiblequeestesueñoseconvirtiera
enrealidad.
Firmado:
Notadeagradecimiento
por
SamyS.Lynn
¿Cómo empezar esta carta? Realmente no tengo ni idea, no hay
palabras para dar las gracias a quienes estáis leyendo estas líneas, ni
palabrasparaagradecerelesfuerzodetodaslasescritorasquehancreado
esta Antología. Si os dijera que he escrito y borrado sobre veinte veces
esta carta, no me creeríais, pero es cierto, y es que todas las veo
insuficientes para explicar lo que siento, lo mucho que debo daros las
gracias.Soloospondréalgoqueexplicaraunpococómomesientoylo
queeslaenfermedad.
El síndrome de Sturge Weber es una enfermedad degenerativa
denominadararaqueafectaalcerebroysistemanervioso,lapadecen1de
cada50milniñosenEspaña.Haymuypocoscasosreconocidosyninguna
asociacióndelaenfermedado,mejordicho,nolahabía,peroesooslo
explico más adelante, os voy a contar un poco sobre la enfermedad y
sobre todo cómo actúa en Alex pues no hay dos niños en los que actúe
igual.
Esta enfermedad es no hereditaria, las causas de esta no se saben aún,
aunqueenAméricahandescubiertoqueesunamalformaciónquesucede
duranteelembarazo.Secaracterizaporunamanchadenacimientofacial
congénita y anomalías neurológicas. Otros síntomas asociados a Sturge
Weber pueden incluir anomalías oculares, endocrinas o de órganos, así
comodeficienciaeneldesarrollo.
OsvoyahablardeAlexqueesdelquesé,elquesufrimos,élsufremás
quenosotros.
Alex nació el 19 de mayo de 2007 a las 19h tuvo un nacimiento
traumático, pues nació con parada cardiorrespiratoria, pudieron
reanimarlo en poco tiempo, pero cuando me lo dieron vimos que tenía
variasmanchasenlacara,enelojoyentodalacabeza.Alospocosdías
desunacimiento,conseguimosquelovieraundermatólogo;aquellafue
la primera vez que escuchamos hablar de este síndrome. A la semana
aproximadamente,ingresóquincedíasporcrisisconvulsivas;Alexlleva
encontrolmédicodesdequeeraunbebé.Contresaños,tuvounacrisisen
la que cayó muerto, y durante 5 años ha tenido entre dos y tres crisis
anuales.
Perotodocambióel29deoctubrede2013,puesAlexcomenzóatener
seis crisis diarias. Comenzó a llegar con heridas del colegio hechas por
compañerosyadultos,laansiedadcontansoloseisañosdeedadsubióa
nivelesinimaginables.ElneurólogolemandoRisperdal1,5,Tegretol200
1 cada 12h, Depakine 400 1 cada 12h, Concerta 18 1 cada 12 horas,
muchos no sabréis que tipo de medicación es esta, pero con deciros que
para sacarla de la farmacia debo dar mi DNI, creo que me explico; son
medicacionesdemasiadofuertesquedanmuchosproblemasalalarga.
A primeros de diciembre de 2013, Alex empezó a quejarse de que no
veía, fuimos de urgencias a su oftalmóloga. El 9 de enero de 2014 fue
operado de urgencias porque perdía el ojo, y ahora lleva una válvula
dentrodeeste.
Lasagresionessiguieronhastaelpuntodequelaenfermedadcorrieraa
una velocidad de vértigo por la ansiedad que sufría. En el curso
2013/2014,Alexfueaproximadamente90díasalcolegio,puesnoduraba
niquinceminutosallí,ylascrisiserantanfuertesquelodejabanencama.
Al final, pudimos cambiarlo de centro escolar y, a pesar que en este
colegioeltratoesmagnífico,eldañoyaestáhecho.HacedosmesesAlex
tuvounacrisisquenoesperábamosvernunca,tuvoquevenirelSAMUy
lapolicía,entrecuatroadultosnopodíanconél.Despuésdeunahorade
crisis,aúntardóquinceminutosenreconocerme…
AhoramismoAlexsufredecrisis,parálisiseventualenelladoderecho,
presiónocularconposibilidaddequetenganquevolveraoperarle,brotes
psicóticos,terroralagente,doloresdecabezaquenoaguanta,ydolores
deoídoenelladoafectado,queeselizquierdo.
Aquí, en España, no hay nada, ningún médico especialista en la
enfermedad.Dichoporellosmismos,mihijonosalerentableparaquese
gasten un dinero en estudiar la enfermedad, por lo tanto la única opción
que nos queda es ir a Londres donde hay un hospital con un ala entera
especializada para niños con Síndrome de Sturge Weber. Pero la
seguridadsocialnonospaganieltratamientonielviajeymuchomenos
la estancia. Por lo que hemos podido investigar, Alex debería estar
ingresado un mínimo de 15 días, allí le harían todas las pruebas, y le
mandarían la medicación que mejor le fuera, en Londres trabajan sobre
todo con terapias y lo estabilizarían; no podemos curarle, pero si darle
calidaddevidaeintentarevitarquemueraporunacrisis.
En España hemos creado la asociación «TODOS CON ALEX STURGE WEBER ESPAÑA» para ayudar a Alex y también a los demás
niños,paraintentarguiarlospasosdelosafectadosporestaenfermedad
y,sidebeniraLondres,ayudarlesdelasformasqueseanposibles.
Cuandonoshanhechotantodañoyvesquealguientedalamanoyte
ayuda,escomounaluz,comounpequeñoángelquellegaenelmomento
adecuadoparanodejarquecaigas.
Y todos vosotros, tanto las escritoras Azahara Vega, por ser la cabeza
deesto;MercheDiolch,porelprólogo;LolaP.Nieva,IsabelKeats,Rita
Morrigan, Nieves Hidalgo, Lydia Leite, Mar Fernández, Eva García
Carrión, Mimi Alonso, Mariah Evans, Raquel Campos, Ester Fernández,
NinaAndrássy,MarianArpa,MarVaquerizo,ValNavás,AilinSkye,May
DioryLorenaGuerra,porescribirlosrelatosparaapoyarestaAntología.
AmisniñasARI,JuaniHernández,LeilaMilà,EvaGilSoriano,Cristina
Oujo,ChrisAxcan,AmayaFelices,E.R.DarkyCrisTremps.Sinvosotras,
esto no sería posible, gracias por esas horas delante del ordenador para
crear esta Antología, muchas gracias de corazón. Y no puedo olvidarme
dedarlelasgraciasporsutrabajoalascorrectorasdelanovela,quehan
realizado un trabajo magnífico, aportando su granito de arena con sus
correcciones.Muchasgraciasportodo.
Tambiéntequierodarlasgraciasati,síati,quemeestásleyendo,pues,
aunque te parezca poco, el hecho que hayas comprado esta Antología es
un granito de arena con el cual se está creando esa gran montaña para
ayudaraAlex.Poreso,yporparartealeerestaslíneas,milgracias.
SoislosángelesdeAlex.
Millonesdegracias.
Para quien desee saber más de nosotros, de la Asociación, de la lucha
quetenemosdíaadíaconestaduraenfermedad,osinvitoapasarosporla
Asociación.
http://www.todosconalex.org/
[1]
[2]
Book:Unálbumdefotosprofesional.
Whiskey: Las destilerías irlandesas llaman Whiskey a su whisky para diferenciarlo del
whiskyescocés,queduranteelsigloXIXbajódecalidad.Aunqueseescribendediferenteforma,
ambaspalabrastienenlamismapronunciación.
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