AntologíaSolidaria 27Susurros deAmor 1ªedición:diciembre,2015 Copyright©AutorasRománticasIndependientes,2015 ImpresoporCreateSpace ISBN:151955253 ISBN-13:978-1519552655 Coordinación:AzaharaVega Corrección: Tamara Bueno, Elena García Varela, C. Santana, Rei Richardson, Azahara Vega, SusanaPérez,MontseRobledoyJuaniHernández Maquetación:JuaniHernández Ilustracióndecubierta:ChrisAxcan Imagen:©canstockphoto Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, quedarigurosamenteprohibida,sinautorizaciónescritadelostitularesdelcopyright,lareproducción totaloparcialdeestaobraporcualquiermediooprocedimiento,comprendidoslareprografíayel tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. CONTENIDO Índice PrólogoporMercheDiolch ConlosojosdelalmaporJuaniHernández IndomableporRitaMorrigan ErroresdelpasadoporEvaGilSoriano UnmilagropornavidadporIsabelKeats MicondenaporChrisAxcan MásalládelrencorporNievesHidalgo LaapuestaporCrisTremps EnmipielporLydiaLeyte AferradoalavidaporLeilaMilà BuscandounhogarporMarFernández VioletaporAmayaFelices MiúltimodeseoporEvaGarcíaCarrión SueñosagitadosporCristinaOujo LoquecallauncorazónporNinaAndrássy AquímandoyoporE.R.Dark CincoañosdespuésporMariahEvans AllímiteporRaquelCampos LasfotosdeldestinoporEsterFernández LimpiezadeprimaveraporMimiAlonso YoteprotegeréporMarianArpa NadaesmásbonitoquetúporMarVaquerizo EnelcorazóndeTebasporLolaP.Nieva UndragónbajomicamaporAzaharaVega UnahoramásporValNavás UnbesodeAbrilporAilinSkye UnsolobaileporMayDior UnpaseoporlasnubesporLorenaGuerraMéndez NotadeagradecimientoporARI Notadeagradecimiento Prólogo por MercheDiolch Cuando me propusieron hacer el prólogo de la nueva antología de Autoras Románticas Independientes, me hizo mucha ilusión. Primero, porque ya participé en la anterior con un relato y pude de este modo descubrir la profesionalidad del equipo que se esconde detrás de este proyecto. Pero, ante todo, ilusión por volver a formar parte de una antologíaquenaceporunacausa,conunfindeterminado,dondetodoslos beneficiosrecaeránenunniño,enAlex. Vivimos sumidos en una burbuja individual donde lo único que nos importaesnuestrapropiapersona.Eslasociedadmodernalaquenosha impuesto unas normas donde, salvo excepciones, el egoísmo brilla con mayúsculas.Esporelloque,cuandolleganproyectoscomolaAntología ARI, en la que observas cómo escritoras sin ningún compromiso se vuelcanparasacaradelanteuncompendioderelatosque,ademásdehacer lasdeliciasdeloslectoresdelgéneroromántico,sehaconstituidoconun buen fin, como es el de ayudar a un niño que solo desea poder jugar alejado de los hospitales, se merece nuestro más alto reconocimiento, ademásdenuestrosparabienes. AlexesunniñoquetienelaenfermedaddeSturge-Weber,unadeesas enfermedades «raras» que por motivos económicos no es rentable investigar sobre ella, porque no generaría beneficios el tratamiento al haberpocaspersonasafectadasporlamisma.Necesitavuestraayudapara que sus padres puedan proporcionarle una oportunidad de mejorar y de esa manera pueda disfrutar de todo aquello que rodea la infancia: diversión, juegos y risas, sin preocuparse de que pueda darle un nuevo ataqueytengaqueiralhospital. LaantologíadeAutorasRománticasIndependientespuedeaportarala vida de Alex un pequeño grano de arena que puede transformarse en un grandesiertoconvuestraayuda. Solotieneunobjetivo:ayudaraAlex. PorAlex. «Unodelossecretosprofundosdelavidaesqueloúnicoquemerecela penahaceresloquehacemosporlosdemás.» LewisCarrol Conlosojosdelalma JuaniHernández «Nodebesusarlamagiaentupropiobeneficio».Tengoesaenseñanza grabada en la memoria, pero no porque la haya seguido a pies juntillas, sino por todo lo contrario. Aunque, más allá de la memoria, la tengo grabadaenlapiel,ynuncamejordicho. Pero¿cómopedirleaunalquimistaqueolvidesupoder,loaletargue,y noosetransformarelnegrocarbónenrelucienteyvaliosooro…?Sería como pedirle a una golondrina que dejase de volar, a un ruiseñor que cesase su canto, a un pez que se olvidara de nadar… Además, no soy ningún dechado de integridad, sino un hombre imperfecto, lleno de muchos defectos y muy pocas virtudes, y que cometió la estupidez de pretendervivirunavidamejoraunariesgodeperderlaenelproceso.Y sí, conseguí este vasto e imponente castillo que domina la villa desde lo alto de la colina, tantas tierras que a mis arrendatarios les faltan manos paracultivarlas,ytantooroquellegaarebosarenmisbaúles…Aunque, todoesto,implicabaalgomás…Elloteincluíaunapreciosamáscaratras laqueocultarlahorribleymonstruosadeformidadqueadornalatotalidad demirostro,hastaelpuntodequeniyomismosoycapazdemirarmeen un espejo sin gritar despavorido. De hecho, no hay ninguno de estos brillantes objetos bajo este techo, fueron destruidos, todos, imposible de hallar alguno ni en el más recóndito de los rincones. Y aclaro, para posibles dudas al respecto, que esta maldición no trae letra pequeña, no hay posibilidad de resarcimiento, de dar un mísero paso atrás, al menos queyosepa,puesmiarrepentimientonohaservidoparaborrarunasola delascicatricesquerompenmifaz,ynoesporquenohayasidoinmenso, profundo o sincero… Tal es mi pesar, que no hay ser humano en este mundo más miserable y desdichado que yo. Sin embargo, arrastrar mi pena no sanará mi rostro ni sirve de nada derramar lágrimas, más bien todolocontrario;escuecensobremiinjuriadapielcomolamáspurulenta delaspústulas.Nohayesperanzaninguna… Consulté todos mis libros, incluso los que se refieren a las Artes Místicasmásoscuras,hastameatrevíainvocaraunadelasSeñorasdelo Maligno para que me diera razón y guiase mis pasos para romper este maldito hechizo que me convierte en una abominación deforme y repulsiva. Solo conseguí que se mofara de mí, aunque es cierto que, despuésdemuchosuplicaryhumillarme,murmuró:«Mírateconlosojos delalma»,loquemeparecióunaburlaaúnmayor,pueselalmajamásha tenidoojosnilostendrá. Yyo,enlosúnicosojosenlosquequieromirarmesonenlosdeella; mihermosaydulceMadeleine. Hacemásdeunañoqueviporprimeravezaquellamiradaaguamarina, sumiéndomeenunaconstanteagonía.Acompañabaasupadre,untalJohn Winckley, cuando vino a presentarme sus respetos y a rogarme que le arrendara la vieja granja, que había pertenecido a los O’Higgins, y que entoncesestabadesocupadaalhabersemarchadoelancianomatrimonioa laciudad,acasadesuhija.Yomismohubierasidocapazdeecharaese pardeviejoscontaldequelosWinckleyocupasenaquellastierras,contal de tenerla a unas pocas millas de distancia. Pues, ni aun con todos mis oscuros conocimientos, supe qué misterioso embrujo me hacía buscar como un sediento aquella mirada temerosa, mas con esa chispa de curiosidadycorajequelaobligaba,aunsisearriesgabaaquebrantarlas leyesdelrespetooeldecoro,anoapartarladelamía,resguardadacomo siempretraslamáscara.Supadrelallamóalordenenmásdeunaocasión conelmayordisimuloposible,yyomealimentégustosodesusonrojoal versedescubiertayreprendidaporsudeliciosoeinocentedescaro. Desde aquel día, mis sueños comenzaron a vestirse, noche tras noche, desedaazulpálido.Alprincipio,soloeraeldeseodeconocerelcolorde suvoz,sutibieza…Después,enmisdesvelos,disfrutabadelasuavidadde sus labios… hasta traspasar la barrera de todo lo prohibido y gozar del sabor de su piel, tersa y cautivadora, el más dulce y seductor de los embrujos… Su níveo cuello, la deliciosa curva que llegaba hasta su hombro,elvalledesussenos,lapálidapieldesuspechosyelsonrosado brotequeloscoronaba…Cómoseendurecíaconeltoquedemisdedos, cómo su cálido cuerpo reaccionaba ante mis caricias, incitándome a perderme en la profundidad de sus secretos, en la tierna flor de su femineidadcuyospétalosseabríanparamí,tentándomeacaerenelmás oscurodelostormentos. Yasí,unaveladatrasotra,sindescansonipiedad. Taleramitorturaquevolvíaconsultarmislibros,apesardequehabía perdidolafeenellosalnopoderromperlamaldiciónquemeconvertíaa losojosdelmundoenundemonioalquetemeryalquenodesafiar,único motivo por el que los habitantes de la villa no abandonaban sus tierras, rechazando mi amparo y que realmente no deseaban. Y yo estaba resignado, sabía que mi destino era la soledad, una tediosa y monótona soledad, sin sobresaltos ni emociones, sin que el corazón latiese desbocadoenmipecho.Poresorecurríotravezaaquellosviejostomos desiglosysiglosdeantigüedad,meperdíentresuspáginasconelúnico findedescubrirquémalditoembrujomeatabaalrecuerdodeesosojosy metraíacadanochesurostroy,peor,sucuerpo,paradeleitarmeenély gozarlo,gozarnoselunoalotrosinqueningunacensuraposiblepudiera alcanzarnos. Porque, en mi ensoñación, la dulce Madeleine era apasionada, casi osada, y me hacía arder de tal forma que, aun sabiendo que no era más que el fruto de mi mente hechizada, temía rozar los círculos del infierno, incluso para alguien como yo, que había roto las normasdelodivinohacíayatiempo. Mevolvíhuraño,mássicabe,ymiscriados,quehastaentonceshabían soportadoestoicosmipresencia,seapresurabanenabandonarlaestancia en cuanto yo hacía aparición. Y no podía culparles pues, durante meses, solo se escuchaban mis atormentados pasos entre los fríos muros del castilloymislamentosenformadegruñidos,máspropiosdeunalmaen penaquedeunserhumano. Hasta que sobrevino la desgracia en la ahora conocida como granja Winckley.Aquellaslluviaseranmásqueunatempestad,parecíanunaseñal apocalíptica, y algo de divino o maligno debía haber pues el resto de propiedades soportaron el brutal azote del aguacero menos la suya, echándoseaperdertodalacosechaypereciendolamayoríadelganadoa causadelainundación.QueMadeleineysuspadreshubieransobrevivido bienparecíaunmilagro. Su padre se presentó ante mí lleno de temor y angustia, rogando por algo de tiempo para recuperarse y así poder hacer frente a las deudas contraídasacausadelacatástrofe,comosifueracosadeunpardedías. Me aproveché, por qué no reconocerlo si así fue; hice uso de su desesperación para mis propios fines, como si las cuatro monedas que pudiera proveerme su granja fuesen vitales para mí. Convine en darle el plazo que me requería y, como si estuviese haciendo alarde de mi generosidad, le ofrecí, además, algunas monedas de oro a modo de préstamoparapodercomenzardenuevo.Peroyonosoyunfilántropoy nadieosaríaimaginarlodadaslascircunstancias,asíqueaguardóaquele indicara las condiciones de nuestro trato, alguna garantía debía darme, algún tipo de aval que me asegurase que recuperaría mi inversión. Y no fuenimásnimenosqueponerasuhijaamiservicio,comounadoncella másenaquelinmensocastillo…comosinohubierayasuficientes.Yélse mostrótanagradecidocuandoselopropuse…Tuvequereprimirmeyno frotarme las manos frente a él, producto del gozo que aquello me producía,escucharledecirquesuhijaacudiríasinreticenciaalgunayque cumpliríaconsusfuncionesyobligacionesparaconmigo.Semehacíala bocaagua… Aquella noche, la dulce Madeleine volvió a subyugarme en sueños. El aromadesupiel,frescaylozana,meatabaaellacomoelmáspoderoso elixir. Y en esa fantasía era tan fácil dejarse llevar, olvidarse de todo y caerrendidoasuspies,amerceddesuscariciasysusdeseos.Porextraño que pareciese, me hacía sentir poderoso, capaz de alcanzar la luna con soloestirarlamano,yhubierabastadoqueellapronunciaselaspalabras paraentregárselasimelahubierapedido. Nuncafueasíconningunamujer,jamás.Lasmeretricesqueelcochero me traía de vez en cuando del lupanar situado a las afueras de la villa siempre eran complacientes y se ajustaban a mis demandas, sumisas y dóciles, sin duda a causa del miedo, aunque yo siempre ocultaba mi deformada cara. Sin embargo, a Madeleine no le importaba lo más mínimomidespreciableaspecto,yséquenoportabalamáscaraporque, al despertar, aún podía recordar el tacto de sus delicadas manos en mi rostro…unrecuerdotanabrumador… También se mantiene muy presente en mi memoria el día que llegó al castillo, con su sencillo vestido de muselina rosada con pequeñas flores moradas. Mi corazón parecía a punto de estallar al verla en mitad del salón,depie,frenteamí.Yyomeaproximé,estandomáscercadeellade lo que nunca había imaginado. Porque una cosa era soñarlo, y otra muy distintapensarquepudieraserrealidad.Ella,depronto,hizounapequeña reverencia. Tenía las manos cogidas por delante del cuerpo y la cabeza gacha,enactitudservilyrespetuosa,ysentíciertarabia,opesar,aúnnolo sé,alecharenfaltaesaosadíaquemeenloquecíaensueñoscadanoche. AsíquemelimitéallamaralaseñoraHubert,elamadellaves,paraquele indicasecuálerasuhabitaciónylasqueseríansustareas,trasloqueme marché. Mefuidirectoamibibliotecaprivada,loscriadossiemprehantenidola entradavetaday,condedostemblorosos,busquéelconjuroque,esperaba, sirviese para mis propósitos. Tenía que ser sincero conmigo mismo; no ibaasercapazdecruzarunpardepalabrasconellasinquemimáscara,y lo que había bajo ella, supusiese un obstáculo. Me respondería llena de recelo, de temor, y no era miedo lo que yo ansiaba de mi dulce Madeleine… aunque tampoco sabía qué era lo que satisfaría aquella desazón que inundaba mi pecho, todo mi interior, y que no había hecho másqueacrecentarsealtenerlaporfinbajomipropiotecho. Entonces, en mitad de una ilustración llena de rosas rojas y espinas, pudeleerunainscripción. Favusdistillanslabiatus;meletlacsublinguatua. Facverbatusardeatcormeum. «Tuslabiosdestilannéctar;mielylechebajotulengua.Quetuspalabras haganardermicorazón»,repetíenvozbaja. Apreté el libro entre mis manos mientras las cicatrices de mi rostro comenzabanaquemarbajolamáscara.Sabíaquemecostaríacaro,pero yaestabacondenadoalassombrasparasiempre,nohabíasalvaciónpara mí, y cualquier precio valía la pena si podía pasar unas horas con ella, aunquenofuerareal,aunquenofueramásqueunailusión…aunquetodo fuera obra de aquel conjuro que la sometería a mi voluntad como una muñecadetrapo. Aquellanoche,lepedíalamadellavesquefueraMadeleinequienme sirvieralacenaenelcomedor.Lapobremujermemiróatónitayaque,lo común,eraquemelallevasenamisaposentos,ynoterminabadesalirde su asombro cuando le pedí que encendieran la chimenea, pero que los candelabrospermanecieranapagados.Queríaquelaluzdelalumbrefuera laúnicaqueiluminaralaestanciapues,aunqueellanoseríaconscientede losucedido,yoseguíasintiéndomemásseguroenlapenumbra. Además,mevestíconmismejoresgalas;noteníamuchasocasionesde hacerlo. Me puse una de mis camisas blancas, almidonada, corbata y chaleco en tonos azul claro, como sus ojos, y frac. Luego fui hasta el salónylaesperé,impaciente.Séquenotuvequeaguardarmuchotiempo hastaquellamóalapuerta,peroamímeparecieronhoras. ―Adelante―ledije,y,alverlaentrar,respiréhondoparaarmarmede valoryenfrentarloqueestabadecididoahacer. ―Milord ―murmuró, inclinándose levemente tras haber dejado la bandejaenlamesa,yestabaapuntoderetirarsecuandomivoz,concierto tizneoscuro,pronuncióelconjuro. Ella me miró fijamente, sus ojos parecían haber perdido su brillo de repente,yyosabíaquesumenteestabavacíaporcompleto,alaesperade aquella orden que conectase su raciocinio con su cuerpo y la hiciera reaccionar. ―Hoy no seré tu señor, ni tampoco me mirarás con aprensión ―comencéadecirenelmismotonograve―.Soloseréparatiunhombre común y corriente al que le concederás el honor de disfrutar de tu compañíaytuconversación. Madeleine dejó escapar una profunda exhalación. Imaginé que fue la reacción de su cuerpo al poderoso embrujo, y permaneció en pie, observándome. ―Buenasnoches,señoritaWinckley―pronunciéentoncesconvozmás animada. ―LordSherbroke―respondióella,inclinandolevementelacabeza. Sonreí para mis adentros al comprobar que su actitud hacia mí era diferente,nometratabacontantareticenciacomocuandollegóalcastillo. ―¿Le importaría acompañarme mientras ceno? ―me atreví a pedirle, señalandolasillaalotroladodelamesa,frenteamí. Ellamemiróuntantodesconfiada,pero,alfinal,accedió. ―Imaginoqueyahabrácenado―supuse,aloqueellaasintió. ―Hecomidoenlacocina,conelrestodelaservidumbre―meindicó. ―Tal vez quiera un poco de vino ―le ofrecí, aunque negó con la cabeza―. Confío en que se encuentre a gusto mientras dure su estancia aquí―deseéconsinceridad―,aligualqueesperonoresultendemasiado pesadaslastareasquelehayanencomendado. ―Estoy acostumbrada al trabajo duro ―me aclaró, aunque sin ápice algunodesuficiencia―.Nosoymásquelahijadeungranjero,loqueme hacepreguntarme… Nosébienporquéguardósilencio,siporquenoseatrevíaacontinuar oporqueestababuscandolaspalabrasadecuadas. ―Prosigasinpudor―laanimétambiénconungestodemimano. ―Mepreguntoquéinteréspuedetenerparaustedunapueblerinacomo yo ―me cuestionó sin rodeos. Me gustó, me encantó que el hechizo le permitiesehablarsintenerencuentalabarreraquesuponíanuestroestatus social. ―Solo el de conocerla un poco mejor. Me parece una joven muy inteligente, con la que mantener una conversación de lo más interesante ―le aclaré porque, a pesar de no haber hablado con ella hasta ese entonces,sabía,porquesupadremelohabíarelatado,acercadesupasión por la lectura, hecho que, lejos de contrariarme, obsequiaba con un alicientemásaesabellezaexteriorquemehabíacautivadoenunprimer momento―.Séporsupadrequelegustaleer―añadí,comosiquisiera dejarla más tranquila, y debió funcionar pues aprecié que se relajaba ligeramentesupostura. ―Algo poco común en una muchacha de mi condición ―agregó con untoquederesquemor. ―Los diamantes son muy poco comunes, señorita Winckley, y se consideranlaspiedraspreciosasmásvaliosasdelmundo―dijecontono sosegado y alcé mi copa, señalándola, a modo de brindis. Ella bajó el rostroconsuavidad,mostrándosehalagada―.Imaginoquesuaficiónala literaturasedebeasucuriosidadporloquenosrodea―dijetrasdarun trago. ―Enesotienerazón―afirmó―,soycuriosa,ydemasiado,segúnmis pobrespadres.Cuandonoentiendoalgo,corroabuscarlasoluciónentre laspáginasdeunlibro,aunquenosiempresuelohallarlarespuesta,cosa quemecontraríasobremanera―agregóconunmohínuntantoinfantil. ―¿Se refiere a algo en especial? ―pregunté con la misma curiosidad delaqueellamehacíapartícipe. ―Me refiero a usted ―me respondió sin tapujos, y yo casi me atragantoconeltrozodevenadoqueestabamasticandoeneseinstante. ―¿Siente curiosidad por mí? ―quise asegurarme―. ¿O lo que le interesa es saber qué hay debajo de mi máscara? ―añadí con cierto resentimiento. ―Las malas lenguas ya se encargan de relatar lo que oculta tras ella ―sesinceró,bajandouninstantelavistahaciasusmanosquemanteníaen su regazo―. Pero me gustaría saber qué hay de cierto en lo que se dice quelomotivó. ―Unincendioenelalasur―meapresuréenpuntualizarlaversiónque yomismohicecircularporlavilla. ―Hevisitadoelalasurestatardeynoparecehabersidorestauradaa causadeunincendio―apuntóconsuspicacia―.Dehecho,lamaderade susventanalesestámásdesgastadaqueladelrestodelacasa. Sé que ella no me veía, pero no pude evitar fruncir el ceño al no comprenderaquéseestabarefiriendo. ―Lazonasursiempreseestropeaantesdebidoalrecorridodelsol,y ese es su estado, tal y como cabría esperar. No tiene el aspecto de algo reparado hace pocos años ―añadió, y yo sonreí ante su inocente elocuencia. ―Sihallegadoaesaconclusión,imaginoquetambiénhabráhechosus propiascábalas―aventuré,divertido―.Sinofueunincendio,¿quécree quemetransformóenelmonstruodelquetodoelmundohabla? ―Las malas lenguas también se han encargado de eso ―dijo con un mohín,comosinoestuvieraconforme. ―¿Y se puede saber qué dicen? ―pregunté. Realmente estaba disfrutandodeaquellaconversación. ―Dicenqueusted…―volvióatitubear,aunqueenestaocasiónsítemía ofenderme,porloquelehiceunaseñaparaqueprosiguiera―,dicenque hizo un pacto con el Maligno y usted no cumplió su parte, por lo que deformósurostrocomocastigo. Una carcajada resonó tras mi máscara, y no porque me resultase hilarante, sino porque rozaba muchísimo más la realidad que aquella estúpidaexcusadelincendio. ―Y… ¿no le convence esa historia? ―pregunté al notar que seguía patentesugestodedisconformidad. ―Si tuviera semejante poder, no se conformaría con este castillo situado en una villa perdida de la mano de Dios ―respondió con firmeza―. Ostentaría mayores riquezas, dominar el mundo entero, someterloasuantojo. ―¿Yquiéndicequenosoycapazdehacerlo?―lecuestioné,girando mimuñecayagitandoconsuavidadelvinodelacopaquesostenía. ―Quesualmaesnoble―medijo,arrebatándomeconsuspalabrasla respiración. ―No sabe nada sobre mi alma, señorita Winckley ―mascullé con repentinadureza,dejandolacopaenlamesacongestobrusco. ―Sus criados se quejan porque es hosco y arisco, no porque los castigueolostiranice,exponiéndolosalasmásduraspenurias―apuntó. ―Talvezacallesuslenguaslargasconunoscuantoslatigazos―mentí, tratandodedisuadirla. ―Ayudóamipadre―apuntó,obstinada. ―Porquelaqueríabajomitecho,amiservicio―dijecasisinpensar. ―Si hubiera querido someterme, ya lo habría hecho ―me retó con osadía, y noté que me hervía la sangre al entender el enfoque de sus palabras.Porqueyojamás...Mepusedepie,inclinándomesobrelamesa, aproximándomeaella. ―¿Quiéndicequenovayaahacerlo?―farfullésinembargo,furioso. ―No puedo ver su rostro, Lord Sherbroke, pero sí sus ojos ―murmuró,sinunápicedetemorensuvoz―,yestoyseguradequeno sonlosdeunhombremalvado. ―Usted no me conoce en absoluto, señorita Winckley ―dije en tono amenazante. ―Hace un rato me dijo que su único interés era el de conocerme un pocomejor―susurróconinfinitososiego,yunbrilloensumiradaque avivósuazulpálido―.Puesdéjemedecirlequeeseinterésesmutuo… Meenvaréymealejédelamesaunpardepasos.Sabíamuybienquesu actitud,suspalabras,noeranmásquefrutodelconjuroquehabíalanzado sobre ella, pero no pude evitar sentir esa agitación en mi pecho que me hacíamaldecirhaberlohecho,quemehacíadesearqueloocurridofuera real.Apretélospuñostratandoquelaculpabilidadnofluyeselibredesde mi interior al pensar que aquella inocente sí estaba sometida a mi voluntad. ―Noleconvieneconoceraunhombrecomoyo―espeté,dándoleaún laespaldayevitandoasíquepercibieselafuriaquevinoacontinuación. Porqueyoeraunsermaligno,unmonstruo,ynosoloporfuera… ―Puede que su alma esté ennegrecida ―dijo, haciéndose eco de mis pensamientos―, pero no a causa de la maldad, sino del dolor ―añadió, convozsuavecualbálsamosanador. ―¿Qué sabrá usted de mi alma? ―La encaré, mirándola con rabia. Necesitabavolveracontrolarlasituación.Sinembargo,aquellosojos… ―Esladeunhombrequehabrácometidomilerrores,peroquejamás le haría daño a nadie de forma premeditada ―habló con una seguridad que me aturdió, como si realmente estuviera en posesión de una verdad queyodesconocía―.Y,sobretodo,nuncaforzaríaaunamujer. No sé qué me impulsó a hacerlo, tal vez me vi en peligro ante sus palabrastancerteras,pero,conunpardezancadas,lleguéhastaellayla sostuveconrudezadelbrazo,obligándolaalevantarse.Meacerquéaella y, aunque no podía ver mi expresión encolerizada tras la máscara, la percibiópues,porprimeravezentodalaconversación,seviointimidada. ―Yonoestaríatanseguro―laamenacé,además,yunligerotemblor sacudiósucuerpo―.Dehecho,paraevitarcualquiertentación,preferiría darporfinalizadalavelada―sentencié―.Cuandovuelvasaturecámara, tendrás un sueño apacible y, al amanecer, no recordarás nada de lo acontecidoestanoche―pronunciéentonosolemnelasegundapartedel hechizo,laqueloharíaevaporarsepocoapocohastaelamanecer. Liberé su brazo y ella inclinó levemente la cabeza, recuperando la compostura,trasloquesemarchó. Esanochenofuicapazdeconciliarelsueño,mesumíenunaespeciede tortuosa duermevela en la que las palabras de Madeleine me perseguían sindescanso.Porquesíquelahabíamanipuladoamiantojo,yciertamente deseabatenerla,enelsentidomáslibidinosodelapalabra.Y,sinembargo, algomeloimpedía,nosabíaelqué,perohaberloescuchadodesuslabios me pareció una completa aberración… ¿Una aberración para alguien comoyo,queeraunengendroprovenientedelmismísimoaverno? Enesaluchainternamemantuvealolargodeldía,ynoquisesalirde mirecámaraparaevitarlatentacióndeverla,inclusorenunciéalaideade volveraconjurarla. Pero, al llegar el anochecer, la señora Hubert llamó a mi puerta y me preguntó si deseaba que Madeleine volviera a servirme la cena en el salón… Nopuderesistirme… Esa noche, descubrí que sus libros favoritos eran los dedicados a la botánica; le interesaban mucho las virtudes de las plantas y sus poderes curativos.Ciertamente,fueunaconversaciónmuchomásamenaquelade laveladaanteriorydelaqueellanorecordabanada,aunqueamíseguía remordiéndomelaconcienciamireacciónarrebataday,sobretodo,haber vuelto a caer en la tentación de anular su voluntad con tal de volver a disfrutardesucompañía,delamelodíadesuvozyesafraganciadeflores frescas. Así que, para acallar la voz de mi conciencia, a la mañana siguiente, mientrasellaestabadedicadaasustareas,mecoléensuhabitaciónydejé sobre la cómoda un par de libros de botánica bastante singulares y que, suponía,leagradarían.Aunquemisuposiciónnoabarcólatotalidaddelas posibilidades pues, en cuanto reparó en ellos, se personó en mis aposentos. Por fortuna, la máscara ocultó el gran asombro que debía reflejarmirostrocuandolahicepasar. ―Con su permiso, Milord ―dijo con la cabeza gacha y haciendo una ligerareverencia.MeaturdióvolveraenfrentaralaMadeleineservil… ―Adelante―leindiqué,yelladiounpasoalinteriordelarecámara, aunquedejólapuertaabierta. ―Disculpe que le moleste, Milord ―se excusó, visiblemente mortificada―,perohaocurridoalgoquemetienepreocupadaytemoque meperjudique. Deformainconsciente,metensé.Silehabíasucedidoalgo…sihubiera tenidoalgúnproblemaconalguiendelcastillo… ―Han aparecido en mi habitación un par de libros muy valiosos ―relatóconangustia―,yleprometo,lejuroqueyonoloshecogido… ―Oh, no, no, despreocúpese ―traté de calmarla. De hecho, había avanzado hacia ella, guiado por un extraño impulso, pero permanecí ancladoenelsuelotrasdarelprimerpaso―.Yometoméelatrevimiento deentrarensurecámaraydejarlosallí―leaclaré. ―Pero… ¿Cómo ha sabido…? ¿Y… por qué? ―titubeaba con gran confusión. ―Me lo refirió su padre. ―Fue la primera mentira que se me ocurrió―.Nopretendíaofenderla. ―Nomeofende―dijo,disculpándome―,essoloquenoentiendo… ―Usted no es una criada más y mi única pretensión es que sea feliz aquí,mientrasduresuestancia―leconfesé,sintiendolatensiónentodos losmúsculosdemicuerpoantemiarrebato. ―Losoy,Milord―measeguróenunsusurro―,yestoquehahecho… Nosabeloquesignificaparamí. Notéelsosiegoinvadirme,relajándosemisnervios;inclusodiunpaso hacia ella, muy pequeño, pero que ella percibió ya que me miró con un brilloensusojosquemedesarmó.Jamáshabíapalpitadomicorazóntan rápido. ―Se lo agradezco infinitamente, Milord ―murmuró, con una reverencia―. Y, con su permiso, me retiro, pues no quisiera desatender misobligaciones. Se marchó antes de que pudiera contestarle, y un «adiós, Madeleine» murióenmislabios,conunnudoenlagargantaqueapenasmepermitía respirar. Sinremordimientoalguno,enestaocasión,esperéconansiaquecayera lanoche…ylasvenideras… En la que sería nuestra última velada, me pareció apreciar un rubor distinto en sus mejillas, como si se hubiera aplicado colorete, pero desechélaideaalnoencontrarmotivosparaquelohiciera.Quequisiera lucirbellaantealgúnpretendienteeraunaposibilidadsorprendentemente dolorosa, así que decidí que era producto del sol primaveral que ya comenzabaairradiarsucalor. Como cada noche, el rumbo que tomaría la conversación era un misterio pues, para ella, para su memoria, era la primera vez. Sin embargo,meparecióquelasbarrerasdesureceloseretirabanantesdelo previsto,yprontopasóahablarmedesusgustos…Lasrosasblancas,la confituradeperas,elsonidodelpiano,yquetanpocasveceshabíatenido ocasióndedisfrutar… ―Pues, si gusta tocar, la sala de música cuenta con un pianoforte que acabará siendo pasto de las termitas ―le propuse, y su risa cantarina resonóenlaestancia,penetrandoenmiinteriorporcadaunodelosporos demipiel. ―Nosoycapazdereproducirdosnotasseguidas―meconfesó. ―¿Le gustaría aprender? ―le pregunté, dejándome llevar por su entusiasmo. ―Sería fabuloso, pero, cuando vuelva a la granja, ya no tendría posibilidaddepracticar,olvidandotodoloaprendido―relatóconnotable pesar. ―Notieneporquévolversinoquiere―dijesinpensar,reaccionando al ver su expresión atónita―. Me refiero a que puede trabajar en este castilloeltiempoquedesee. ―Lociertoesquemesientomuybienaquí―repusomáscalmada―,y ustedestanconsiderado…Ojaláelrestodelmundosupieracómoesen realidad. Había una chispa de admiración en su mirada que, en otras circunstancias, me habría contrariado. En cambio, me incliné sobre la mesaymeacerquéligeramenteaella. ―¿Ycómosoy?―susurré. ―Ustednoesniesamáscaraniloquehaydebajodeella―afirmócon vozqueda―.¿Porquéseoculta? Me tensé. Dejé caer la espalda en la butaca y clavé mis dedos en sus brazos. ―La gente solo ve mi máscara y lo que imaginan que hay bajo ella ―lamenté―.Encualquiercaso,yocasinomesoporto,asíqueesdifícil quealguienpudierasoportarmipresencia. ―A mí me agrada su presencia ―dijo en una confesión que debió costarle un mundo, pues el rubor de sus mejillas se intensificó profundamente. ―Señorita Winckley… ―murmuré, abrumado, y mi corazón latía tan desbocado,tanfuertecontramipechoquetemíqueellaloescuchase. ―Lord Sherbroke, no quisiera que me creyera una desvergonzada, pero,denoopinarasí,nohabríaaceptadoacompañarlo. Y, tras decir eso, apartó la vista de mí, agachando la cabeza, sin duda, mortificada. Ella tal vez esperaba que yo calmase su inquietud con mis palabras, mostrándole que no desaprobaba su actitud, pero la culpabilidad hizo mellaenmí,silenciándome. Mepuseenpieycaminéhacialachimenea,dándolelaespalda,fijami vista en el fuego que crepitaba, como el que ardía en mi interior y que merecía que me consumiera de forma dolorosa hasta hacerme desaparecer. Pues, si ella seguía allí, en esa sala, si ella continuaba soportandomirepugnantepresenciaeraporqueyoasíloquería,porquela obligaba a hacerlo sin que fuera consciente de ello, y porque era un vil canalla que no podía renunciar a su compañía, a sus palabras, aunque fueranfalsas,frutodeuninfamehechizo. De pronto, escuché sus pasos tras de mí, acercarse, y me envaré. Y, cuandonotésumanoenmihombro,apretélospuñosycerrélosojoscon fuerza,tratandodenosalirdeallí,denoescaparcomounmíserocobarde. ―Déjeme mirarlo ―me pidió, de repente, y yo me giré hacia ella, espantado. No sabía lo que decía… Maldito conjuro que la había llevado a la locura… Había abusado tanto de mi poder que terminé por destruirla a ellatambién…Mipobre,dulceMadeleine. Pero sus ojos no eran los de una demente, me miraban rebosantes de esperanza y de una emoción extraña que no podía descifrar y que, sin embargo,mehipnotizabahastaelpuntodeobnubilarmivoluntadyanular missentidos.Ycuandosumanosealzóhaciamimáscara,nofuicapazde moverniunsolomúsculoparadetenerla. Cerré los ojos en el instante en que la noté caer, aterrado, sin querer encontrarme con su expresión horrorizada al ver mi cara destrozada. También esperaba un grito, o que saliese de allí despavorida, pero nada ocurrió.Asíqueabrílosojos. Novimuecaalgunadeespantoensuhermosorostronielmásmínimo deseodehuirdemí,alcontrario.Mepareciódistinguirunalevesonrisa en sus labios y, aunque estudiaba mis cicatrices, no era con curiosidad malsana, sino con genuino interés. Y volvió a alzar su mano hacia mí, hacia mi mejilla, y no se detuvo hasta posarla en ella. Volví a cerrar los ojosyungemidoescapódemigargantaalsentirsutactocálidoysuave sobremipieldestrozada.Y,depronto,undolorinmensoafloródesdelo más profundo de mis entrañas, retorciéndolas sin piedad en un tormento quenopudesoportar. Gritécontodasmisfuerzasymellevéunamanoalpechomientrascaía de rodillas. Maldito hechizo, maldita mi magia y maldito mil veces yo. Había jugado con fuego e iba a pagar las consecuencias el resto de mis días, pues aquel tormento que me entumecía y me vapuleaba, que me destruíacomounsoplodeaireauncastillodenaipes,eraunpodermucho mayordelquejamáspodríaimaginar,alquejamásosaríaaspirar,yque jamásseríacapazdevencer:elamor.MehabíaenamoradodeMadeleine, ymegolpeóconfuerzaeldarmecuentadequenuncapodríatenerla,ano ser que la sometiera a ese perverso conjuro. Pero a mi Madeleine, a la auténtica, no la tendría ni aunque le ofreciese mi alma al mismísimo Satanás.Solopodríateneresacopiabaratayfalsaquesehabíaarrodillado juntoamí,yqueyanoseríasuficiente,yanomebastaría. ―LordSherbroke… ―Márchate…―farfullé,apretandolasmandíbulas. ―Pero… ―Te marcharás, ahora ―dije, invocando mi poder, y mirándola con ojosllenosdefuriaydesesperación―.Cogerástuscosasyabandonarás estecastilloenesteprecisoinstante―continuémientrasnotabaqueseme desgarraba el alma con cada una de mis palabras―, y olvidarás todos y cadaunodenuestrosencuentros. Ycomolacáscaravacíaqueera,sinvoluntadniesencia,Madeleinese pusoenpieysaliódelsalón. No sé el tiempo que estuve allí, arrodillado en el suelo, ni cuántas lágrimasrecorrieronmiscicatricesqueardíancomosifueranunveneno queabrasabamipiel.Aunqueaquellatorturaeraunanimiedad,unaínfima partedelcastigoquerealmentemerecía. «No debes usar la magia en tu propio beneficio», decían, y yo había vuelto a romper esa regla sagrada y merecía pagar de por vida… De hecho,sospechabaqueloharía. Comopude,mearrastréhastamihabitacióncuandomillantocesó.Me sentéenlacamaysostuveentremismanoslamáscara,mieternayúnica compañera. Permanecería atado a ella mientras viviese, y al recuerdo de Madeleine, a quien ya imaginaba lejos de allí, como también al martirio desaberquenuncadescubriríacómoeraenrealidad;aunquesuaroma,su voz, el azul de sus ojos… esos sí eran genuinos y me acompañarían siempre. Me levanté y caminé hacia la cómoda. Solté la máscara y me serví un vasodebourbonquemebebídeunasolavez.Sémuybienqueelalcohol nohacedesaparecerdeunplumazolaaflicción,perohabríaagradecidosi hubieraanuladolosrecuerdosymissentidosporunosminutos.Yasícreí que había sido porque, aquellos golpes que sonaban en la puerta, habría juradoqueeranproductodemiimaginación. ―Váyaseadormir,señoraHubert―dijecuandopudereaccionar,pero losgolpesseguían,insistentes. Con los nervios crispados tras lo acontecido, el sopor del licor y ansiandoestarsolo,meapuréenabrirsintomarlaprecaucióndecubrir mirostro.Solodeseabadespacharalamadellavesconunimproperioque sepetrificóenmigargantaalverquenoeraella. ―Madeleine…―susurrésinpodercreerloqueveíanmisojos,debía serfrutodemimalsanamente. Peroaquellaapariciónavanzóhaciamí,yyocorríarefugiarmebajola proteccióndemimáscara. ―No,Christopher,porfavor.Notecubras―laescuchédecir. Megiréamirarlasinsaberquémeafectabamás…Supresenciaenmi cuarto cuando la creía a millas de distancia, su voz pronunciando por primera vez mi nombre, su delicada figura envuelta en un inmaculado camisón, hermosa, apoyada contra la puerta cerrada, las manos a la espalda, y una mezcla de inocencia y osadía en su clara mirada… y esa peticiónalaquenopudenegarme. Abandoné la máscara en la cómoda y ella, ya conforme con mi proceder,empezóacaminarhaciamí,despacio,mientrasyocomprobaba mentalmenteelconjuroquelelancéhorasatráspararomperelhechizoy que, obviamente, no había funcionado, pues la única explicación que encontrabaasuactituderaqueseguíabajosuinflujo. Y,desúbito,alargóunamanohaciamíquepermanecíacerrada,como sisostuvieraalgoensuinterior.Semehelólasangrecuandolaextendióy memostróelobjetoque,enefecto,ocultaba:unapequeñaflordecristal, loúnicoenelmundoquepodíabloquearmimagia,mipoder… Tambaleándome,caminéhacialacamaymesenté,temiendodesfallecer mientrasesperabaqueMadeleinedescargasetodosuodioysudesprecio sobremí,porquejamásestuvobajoelinflujodeningunodemisconjuros; siemprefueconscientedesusactos…ydelosmíos. ―Ya te advertí que era capaz de hacerlo, de someterte a mi voluntad ―le dije sin ánimo alguno de disculparme, porque no había excusa posibleparamicomportamiento,yyonoentendíasusilencio. ―Jamásmesometiste―replicóentonces,ymemortificóeltonosuave de su voz. No merecía que me hablara así―. Me creíste subyugada a tu poder y, aun así, te limitaste a citarme en tu salón para conversar, nada más,cuandopodríashaberme… ―¡Nunca!―exclamé,poniéndomeenpie―.Tementiríasitedijeraque noheansiadotenerte,peronosoycapazmancillartucuerpoyensuciartu almadeesemodo. ―¿Porqué?―mepreguntóconpasión,acercándoseamí,fijandosus ojosenlosmíos,enmirostrodesfigurado―.Elmonstruoquepretendes sernohabríadudadoenhacerloniuninstante. Le di la espalda, avergonzado, de mi horrible aspecto y mi imperdonable proceder, pero ella me siguió… Cuando rodeó mi cuerpo con sus finos brazos y la noté apoyar su mejilla contra mi espalda… DivinoDios… ―Márchate,teloruego―supliqué,incapazdesoportaraqueltormento, ysurespuestafuenegarconlacabeza. ―Nopiensoirmedetuladohastasaberquéesestesentimientoqueme dominaymehaceansiarquelleguelanocheparairatuencuentro―me confesó, haciendo que mi corazón temblara―, por qué tus cicatrices no meprovocanescapardeaquí,sinoquedeseoacariciarlas,mitigareldolor queteproducen. ―Porfavor,nosigas―sollocé. ―Y sé que no es ningún conjuro, no soy víctima de maleficio alguno ―prosiguió a pesar de mis ruegos ―, porque esa flor de cristal me protegedetodamagia.Dime,Christopher,¿porquémesientomorirante lameraposibilidaddealejarmedeti? No pude soportarlo ni un segundo más. Me giré y la estreché fuertemente entre mis brazos; si debía perecer fulminado a causa de mi osadía, qué mejor forma que en su regazo. Suspiré cuando su delicado cuerpo se acopló contra el mío, como si no hubiera un abrazo más perfecto que el nuestro, y me permití respirar el aroma de su cabello, embriagarmeconellatirdesucorazóncontramipecho. ―Jamás creí que un hombre maldito y condenado como yo pudiera sentir esto que siento por ti ―ya no dudé en declararle―. Pero que me perdonenlasfuerzasdeMalydelBien,porqueteamoprofundamente,y prefieromoriradejardehacerlo. ―Entonces,morirécontigo―susurróentrelágrimasestremeciéndome depiesacabeza,hastaelpuntodedejaraunladolacordurayfirmarmi sentenciademuerte. Bajé lentamente mi rostro y busqué sus labios con los míos, acariciándolos muy despacio, casi con temor. Pero ella llevó sus manos hasta mi nuca y me exigió una pasión que no fui capaz de negarle. Y entoncescomprendíquemiMadeleine,lareal,eralaquesemepresentaba en sueños, y con la que había compartido las veladas de las últimas semanas. No dudó en corresponder a mis besos, en acariciar mi rostro, mi cabello, en exigir mi piel. Guiado por el ardor que provocaban sus caricias,decidíromperconlasbarrerasdetodoloestablecido.Micamisa terminóenelsuelo,yellafijósumiradaenmitorsomientras,conmanos temblorosas, iba desabrochando todos los botones de su camisón. Su cuerpoeraglorioso,yapenaseracapazdereprimirme,esforzándomeen controlar mis deseos de perderme en él. Quería amarla despacio, deleitarmeenlareaccióndesupielantemitacto,laformaenquebuscaba miscariciasymisbesos,ydejandoquesualientomellenaradeesperanza ydicha. La alcé entre mis brazos y la deposité en el lecho, colocándome a su lado,ambosyadesnudos,ysuentregafuetalquesuperólamejordemis ensoñaciones, de mis fantasías. Recorrí todos los rincones de su cuerpo con mis manos, con mis labios, pulgada a pulgada, disfrutando de sus suavesgemidosysuspequeñossobresaltoscuandomicariciaeraunpoco másosadaquelaanterior,aunque,paramigozo,lamujerapasionadaque residía en su interior no reprimió ninguno de sus deseos, llevándome al límitedelademencia,hastanopoderapaciguarmisanhelosdeposeerla. Sucuerposeabrióparamícomolatiernaflorqueera,ysentíquemi manchada alma hallaba la expiación, la salvación, cuando nos convertimosenunúnicoser.Glorioso,irreal,extraordinario,elactomás hermoso y puro que podía darse entre un hombre y una mujer que se amaban con locura, como nosotros, y no puedo evitar preguntarme si algúnautor,algúnlibro,relataráunahistoriadeamortansublimecomola nuestra. Yahaamanecidoyapenashedormido,incapazdedejardeobservarla. Séqueesridículo,perotemocerrarlosojosyquedesaparezca,perderla parasiempre,aunquemebastaacercarmeycaptarelaromadesucabello pararecordarquetodoesreal,lanochedeamorquehemoscompartido, nuestraunión,noúnicamenteladedoscuerpossinoladedoscorazones quesenecesitanelunoalotroparaseguirlatiendo. Y,sinembargo,estandifícilasimilarlosucedido… Trasamarnoshastaeldelirio,Madeleinemeexplicóque,tiempoatrás, habíacaídoensusmanosunlibroquetratabasobrebrujería.Aellanole parecieron más que curiosas fábulas, pero en ellas leyó sobre la flor de cristal,hechoquerecordócuandosupoquedebíatrabajarparamí,enel castillo.Noquisorefrenaraquelreceloquelaincitabaaprotegersedelo desconocido,deeseengendro,unsúbditodelmismísimodiabloydelque todos parecían conocer las peores atrocidades, para venir a darse cuenta dequeeratodofalso. Laprimeranochequequiseconjurarla,sepercatóalinstantedeloque pretendía y, aunque el sentido común le dictaba escapar de mí, le sorprendió sobremanera que mis peticiones se limitaran a un poco de compañía y conversación. Siempre pesó sobre ella el temor a que me aprovechase de las circunstancias y la forzase, pero yo le aseguré con gran temor que la veía como un ser tan puro… como el más preciado tesoro,ynisiquierameatrevíaatocarla,quelaensuciasenlasmanosdel monstruo que soy. Recuerdo que, en ese momento, las tomó entre las suyas y las besó, acariciándome el corazón, y me confesó que pronto la máscaradejódeexistirparaella,yqueseviocautivadapormisgentilezas paraconella,pormisdeseosdecomplacerla,cuandoyo,enrealidad,solo pretendíaquefuerafelizaquí,enesteoscuroyfríocastillo. Ahora, ella le ha devuelto la luz, ya nada volverá a ser como antes, y pienso salir al mundo, de su mano, sin importarme que la gente quiera saberquéhaymásalládemimáscara.Habladurías,suspicaciasymiradas detemorlashabrásiemprepero,conMadeleineamilado,todoesodeja detenerimportancia. Me recuesto sobre mi costado y vuelvo a contemplarla. Es tan hermosa…yaúnmecuestacreerquealguiencomoyopuedamerecerla dichadesuamor. Sinpodercontenerme,delineoconlayemadelosdedoslacurvadesu hombro, haciendo que se despierte. Se remueve en el lecho y gira su rostro hacia mí, y yo supongo que está inmersa en esos instantes en los que el sopor nos hace olvidar dónde estamos pues me mira con cierto espanto. ―Buenosdías,miamadaMadeleine―recitoconunasonrisa,peroella sigue sin reaccionar, incluso se sienta, sobresaltada, mientras estudia mi rostro,llenadeestupor―.¿Quéteocurre?―lepregunto,inquieto. Duranteunossegundos,temoqueestoseaotrocastigoporquebrantar las leyes de la magia; que el hechizo lanzado por mí y que anulaba su raciociniosíquefuepermanentehastaesteinstante,norecordandoloque ocurrió entre nosotros, o peor… que haya perdido por completo la cordura,desconociéndome,alejándosedemíparasiempre. ―Christopher ―murmura entonces, otorgándome un leve soplo de esperanza, y la veo que alarga la mano hacia mi cara―. Tu rostro… ―añadeenunsusurroimperceptible. Yosigosinentendernada.Conozcoalaperfecciónmiaspectoytengo seriasdudasdequepuedaserpeor,aunque,paraconfundirmeaúnmás,la veosonreír. Antes de que la impaciencia me haga enloquecer, toma mi mano y la llevahastamicara;yquienahoraabrelosojoscomoplatos,víctimadela perplejidad, soy yo… porque no hallo en mi tacto ninguna de las cicatricesqueladeforman. Comienzoapalparconambasmanosmismejillas,temblandodemiedo, rezando a un Dios que hace muchos años me abandonó para que no sea unajugarretademisubconsciente,demimenteperversa.PeroMadeleine vuelveasonreír,ampliamenteestavez. ―Christopher… ―¿Es esto posible? ―demando con voz trémula―. Dime que es real ―le ruego, y ella se muerde el labio, asintiendo, con una mirada tan radiantequemehaceexhalarunaexclamación. Melevantoconpremuradellechoycomienzoarebuscarentodoslos cajones en busca de un espejo, a pesar de que los mandé destruir todos, hastaque,viendomidesesperación,Madeleinevierteunpocodeaguaen una jofaina y agarra mi brazo con la intención de llevarme hasta ella. Tomoaireenunpardeocasiones,hondo,conmilesdeideasatropelladas cruzandomimentey,finalmente,decidoenfrentarmeamireflejo.Nohay ni una sola cicatriz, ni una marca, ni señal alguna que recuerde la amalgamadepielycarnequeeramicara. Lágrimas comienzan a recorrerla aunque, en esta ocasión, no me resultandolorosascomoacostumbrabanaser,sinoquemerefrescanyme liberan. ―Vuelvoaseryo―sollozosinesforzarmeenevitarlo―.Nosécómo, perovuelvoaseryo―repitomirandoaMadeleine,yellaabresusbrazos paraquemerefugieenellos. ―Ha debido romperse la maldición que pesaba sobre ti ―supone, aunque yo niego con la cabeza mientras la caricia de sus manos me consuela. ―Nohabíaformaderomperlo―discrepo―.Inclusounespírituburlón medijoquelaúnicaformaeramirarmeconlosojosdelalma. ―¿Quéalma?―mepreguntaconinocencia,yyo,depronto,reparoen larespuesta. ―De la tuya ―recito, dejando escapar el aire que me oprimía los pulmones, y ella me mira sin comprender nada―. Solo tú, solo tus ojos supieron ver en mi interior esa bondad que yo jamás quise creer que poseía.Sinembargo,túmeobligasteahacerlo,conseguistequemeviera atravésdetusojos,detualma,ymesalvasteporcompleto,miespírituy micuerpo. ―Yo… yo no he hecho nada ―niega, sin dar crédito a lo que digo, peroyoséqueesasí.Suamormehonra,meennoblece,yyovoyaluchar contodasmisfuerzasparanomenospreciaresteregalo,estaoportunidad quemeobsequialavidayquenopiensomalgastar. Mientrassecalaslágrimasdemisanadorostro,latomoenbrazosyla llevohastaelque,apartirdeahora,seránuestrolecho.Pretendohacerle elamordenuevoy,entrecariciaycaricia,pedirlequeseamiesposa.Sé quemediráquesí,llenándomededicha.Yyo,paraasegurarmedequeno hayanadaquepuedadestruirla,piensoquemar,hastaconvertirencenizas, todosycadaunodeloslibrosquemellevaronunavezalaperdición.Ya no quiero la magia, no la necesito. Además, la más poderosa no reside ocultaentrelaspáginasdeningunodeesosviejosvolúmenes,sinoaquíy ahora, en nuestros corazones, en nuestras almas enlazadas y la unión de nuestroscuerpos. ―Teamo,Christopher―susurracuandolahagootravezmía. ―Yyoati,parasiempre―lerespondoalvolverapertenecerle. Porque, si hay un conjuro irrompible, imposible de quebrantar, ese es nuestroamor. Indomable RitaMorrigan Casi sin darnos cuenta ya estamos en mayo; el gozoso mes de los pajarillosylasflores,perotambiénelmomentoenquelosfelicesretoños de nuestros más altos linajes deciden emparejarse para ofrecernos suculentoschismes.Latemporadaapenashaempezadoyyasesucedenlas noticiasdecompromisosdeboda. Cuando creíamos que este año «la Alta» iba a estar menos animada a causa de nuestro huidizo monarca, que se ha llevado consigo a toda la corte, resulta que las jóvenes de provincias llegan para animarnos el panorama social madrileño. Es el caso de la, hasta ahora desconocida, señorita Florencia Beatriz Gallardo de la Cruz, única hija del rico terrateniente y criador de caballos, don José Antonio Gallardo Alizábal Q.E.P.D y doña Beatriz Eugenia de la Cruz y Montilla; que contraerá matrimonio el próximo mes de diciembre con el conde de Aranda: Su Ilustrísima,donJoséFernandodeManriqueyLara. El anuncio de este enlace ha sido toda una sorpresa para esta que les escribe;ynoporlanovia,sinopornuestroqueridoconde.Aellatuveel gustodeconocerlaenunarecepcióndelosduquesdeAlburquerquehace tres años, antes del triste fallecimiento de su acaudalado y admirado padre, y debo decir que me pareció una muchacha dulce e inusualmente inteligente. Sinembargo,trascumplirloscincuenta,adonFernandoyalehabíamos anotadoenlalistadeloseternossolterosdeoro.¿QuéhabrámovidoaSu Ilustrísima a renunciar a esa porfiada soltería? ¿Será la urgencia de un herederootendremosquedarcréditoaquienesaseguranquelasarcasdel condado ya no están tan boyantes como antaño? ¿Será posible que los airesrepublicanoshayanentradoconlamismafuerzaquelaprimavera,y losnoblesdeestepaísyamirenconojoscasaderosaalgunasplebeyas;sin sangreazul,aunquemillonarias? Esperemosquemayonosofrezcarespuestas,ademásdeflores. GacetadeSociedaddelaSeñoraBalagaster, 1demayode1873 *** Con la fusta en la mano, Florencia Gallardo recorrió a grandes zancadas la distancia que separaba la casa de su familia del cobertizo. Habíallegadoelmomentodeponeralencargadodelestabloensusitiode unabuenavez.Desdequesupadrefallecierahacíaunañoyellasehiciera cargo del funcionamiento de la hacienda, no había dejado de tener problemasconSebastiánExpósito,elinsolentejefedelascaballerizas.A diferencia del resto de personal de la gran hacienda Gallardo, el señor Expósitonoleestabaayudandoenabsolutoensunuevopapeldedirectora delnegociofamiliar.Ciertoeraquelacríaydomadecaballoshabíasido el gran sueño de su progenitor, y que ella apenas estaba llegando a entender lo complicado y exigente que era aquel mundo. Pero las circunstanciaseranlasqueerany,sinofueraporlainesperadamuertede su padre de un ataque al corazón, ella jamás se hubiera encontrado en aquelpuesto.Ahoranosoloeraresponsabledelbienestardesumadrey de su tía, sino también de todos los trabajadores de la finca y de las fábricasdelgrupoGallardo.Sialmenosnofuerahijaúnicaytuvieraun hermano en el que descargar aquel enorme peso, o una hermana que pudieraayudarlaconlaresponsabilidad... Supadrehabíasidounhombredenegociosexcepcionalmentebuenoy sensible a las dificultades personales de cada uno de sus empleados. Fue lloradoporellosyerarecordadoconadmiración.Esaeralarazónporla cual todos mostraron tanta indulgencia con su única hija y heredera; todos,exceptoeljefedelascaballerizas.SebastiánExpósitocompartíala mismapasiónporloscaballosquesupadreyhabíansidograndesamigos. Sinembargo,nolograbaentenderporquéaellalahabíatratadosiempre contantadisplicenciayantipatía.Talvezfueraporqueeraunamujeryla creíademasiadoestúpidacomoparaentenderlacomplejatareadedirigir unahacienda,peroelcasoeraquenoencontrabalaformadeponersede acuerdoconélennada. Florenciatodavíarecordabaeldíaenquelespresentaron,dosveranos atrás.Eralaprimeravezquevolvíaacasatrasdosañosenelinternadode Madrid. Aquel día, ella entró al despacho de su padre esperando poder pasarunratoconél,yallíseencontróalseñorExpósitotratandotemasde lascaballerizasconsujefe. ―Oh,losientopapá,nosabíaqueestabasocupado―dijocuando,tras llamarymeterlacabezaporlapuerta,descubrióquesupadrenoestaba solo―.Volverémástarde. Sentado tras la gran mesa del despacho, don José Antonio le sonrió ampliamente,comosiemprehacíacuandolaveía. ―No estoy ocupado ―respondió, haciéndole un gesto con la mano para que entrara―. Pasa, Florencia, quiero presentarte a uno de los responsablesdeléxitodeestahacienda:elseñorSebastiánExpósito. Entonces,elhombrealtoycorpulentoqueseencontrabadepiefrenteal escritoriosevolvióhaciaella. ―Sebastián,estaesmihijaFlorencia. Sus ojos grises se agrandaron por la sorpresa, pero el efecto apenas duróunsegundo,traselcualsumiradasetornófríaydistantedenuevo. ―Tantogusto,señorita―dijo,conunaligerainclinacióndecabeza. Florencia correspondió con el mismo gesto, además de una sonrisa sincerayamplia.Puestodaslaspersonasquegozabandelasimpatíadesu padreteníantambiénlasuya,aunquealprincipionofueranmuycordiales. ―Debodarlelasgracias,entonces. ElseñorExpósitopestañeóvariasveces,perplejo. ―Por contribuir a nuestro éxito ―explicó Florencia―. Dígame entonces―continuó,sinpoderevitarotrasonrisaanteeldesconciertodel hombre―,¿dequéformafavoreceustedaestahacienda,señorExpósito? Él volvió los ojos a su padre, que parecía regocijado con su conversación,paravolveraobservarladenuevocondureza. ―Nohagonadaexcepcional―gruñó,apartandolamirada―.Solome encargodeloscaballos. ―Bueno,esoquieredecirquecuidausteddelalmadelacasa. Florencia empleó un tono jovial; no solo porque creyera que los caballos eran la auténtica esencia de la hacienda, sino para romper un poco el hielo que parecía instalado en la conversación. No obstante, el efecto en el hombre pareció ser justo el contrario: su rostro se volvió durocomoelgranito,antesdefarfullarunadespedidaysaliratodaprisa deldespacho. ―¿Essiempretansimpático?―preguntóFlorenciaconironíacuando sehuboretirado. Supadreselevantóyrodeóelescritorioparaabrazarla. ―Lagentenoseledabien―contestóantesdeinclinarseabesarlaenla mejilla―, pero deberías verlo con los caballos: le siguen como si fuera unodeellos. Hacía dos años que Florencia no regresaba a casa y lo cierto era que muchas cosas habían cambiado allí. Los espacios en los pastos estaban mejordistribuidosyloscercadosparaloscaballosrenovados.Inclusose habían pintado las caballerizas del mismo color blanco que la casa, ofreciendoalconjuntodeedificiosunasólidayelegantearmonía.Según parecía, el jefe de cuadra hacía bien su trabajo, a pesar de no ser muy sociable. ―MealegroentoncesdequeelseñorExpósitoestéconnosotros―fue susincerarespuesta. *** El sonido de un acordeón la hizo detenerse en seco y regresar al presente. Florencia recordó entonces que, al final de la jornada, los trabajadores solían reunirse en torno a una hoguera a las puertas de los establos para charlar, jugar a las cartas, o tocar algún instrumento. Se dirigíaalascaballerizasparadiscutirlaalimentacióndeloscaballosotra vez con aquel hombre insufrible, pues no había tenido ningún reparo en suprimir los piensos sin tan siquiera consultárselo. Miró al cielo de aquellanochedeverano,lacúpuladebrillantesestrellasyelsonidodela dulcemelodíadelacordeónlograronserenarunpocosualteradoestado deánimo. Sialgunavezsehabíaalegradodequeeljefedecaballerizastrabajara paraellos,ahoramaldecíalahora.Ciertoeraqueteníaunamanerapoco usualdetrataralosanimalesdelahaciendayqueestosleseguíanatodas partescomosifuerasuguía.Jamásusabaningúncastigoconellosyhabía prohibido los látigos, las fustas y las espuelas. Sebastián Expósito solo parecíarelajadoencompañíadelosanimales.Ellalehabíaobservadoen numerosasocasionesdesdelaventanadesucuartomientrassehallabaen lospotreros.Suposturarígidayaltivasoloserelajabaconloscaballos. En alguna ocasión incluso le había visto reír. Aturdida por la sorpresa, Florencia se permitió fijarse en lo atractivo que era cuando sonreía. Su cabello castaño se desordenaba en numerosos remolinos mientras la blanca hilera de dientes aparecía, contrastando con su piel bronceada y provocandoquesusojosbrillarandeunaformacasiirreal.Noobstante, aquelefectosoloacontecíaencompañíadecualquierservivientequeno fueraella,dequienparecíahuircomodelapeste. No le había despedido porque era muy bueno en su trabajo y sabía cuántoafectolehabíatenidoasupadre.Dehecho,eldíadesuentierrole habíavistoenelcementerioobservandoalcortejofúnebredesdelejos,a pesar de que su madre había prohibido la asistencia de empleados al funeral; claro que seguir las reglas nunca había sido el fuerte del señor Expósito. Porotrolado,eldíaenquesuyeguaCleoseasustóenlospotrerosyla tiródesumontura,elcomportamientodeéllasorprendió;peroparabien. Aquellamañanaestabademasiadocansadadeestudiarbalancesyfacturas y decidió que le haría bien montar un rato. Sabía que se avecinaba una tormenta y por eso decidió no alejarse de la finca. Sin embargo, no contaba con que Cleo se encabritaría con el primer trueno. La yegua se puso vertical y Florencia cayó al suelo. Se dio un fuerte golpe en la espaldaqueladejósinrespiraciónduranteunmomento,ademásdesufrir unatorceduraeneltobilloqueleibaaimpedircaminarhastalacasa.Tras evaluar la situación, se sentó en el suelo y rogó para que su yegua regresaraalascaballerizasyalguiensalieraabuscarla.Perosusorpresa fue mayúscula cuando, tan solo unos segundos después de su caída, vio queunjinetecabalgabaatodavelocidadhaciaella.Ysumandíbulacasise desencajaalcontemplaraSebastiánExpósitosaltardesupurasangrepara arrodillarseasulado. ―¿Se encuentra bien? ―preguntó, con el ceño más fruncido que ella habíavistonunca. Eraunhombretangrandeque,inclusoderodillas,Florenciatuvoque alzarlacabezaparamirarlealacara. ― Solo me he torcido un tobillo ―informó, antes de tenderle las manos―.Ayúdemealevantarme,aversipuedoandar. ElseñorExpósitolatomóporlasmuñecasytiródeella.Peroelagudo dolor que le atravesó el pie la hizo doblarse al momento y volver a sentarse. ―Nopuedo. ―¡Maldita sea! ―gruñó él mientras arrojaba su sombrero al suelo y volvía a arrodillarse a su lado―. ¿A qué clase de estúpido se le ocurre saliracabalgarbajolatormentaconunayeguaasustadiza? Florencialefulminóconlamiradayapuntoestuvodedecirledóndese podíametersuayuda,cuandoélcomenzóalevantarlelafaldadeltrajede montar. ―¿Quéestáhaciendo?―jadeó,tratandodedetenerle. ―Nosehagailusiones―contestóirónico―,soloquieroversiseha rotoelpie. Apuntoderesoplardepurobochorno,Florenciadejódeforcejear.Al momento,susmejillasseincendiaroncomonuncalohabíanhecho.Aquel hombre era exasperante; cuando no era su indiferencia, su insolencia hacíaeltrabajodesacarladequicio. Contuvolarespiracióncuandonotócómolesacabalabota.Observando la oscura cabeza inclinada sobre su pierna, sintió una especie de calor extenderse por todo su cuerpo. En aquel momento agradeció haberse puestounasmediasgruesasbajolasbotas.Peroaúnasí,cuandosuslargos dedossecerraronentornoasupantorrilla,unlargosuspiroescapódesu garganta. ―¿Duele?―preguntóél,observándolamientrascontinuabapalpándole lapiernaconunalentitudangustiosa. Florenciapestañeónerviosaalnotarsumiradagrisclavadanuevamente enella. ―Sí ―mintió, porque de lo contrario tendría que reconocer que su cercaníalasofocaba. Élvolvióaarrugarelceño. ―Noestároto,perosíunpocohinchado―murmuró,colocándoleotra vezlabotaybajandosufaldaconcuidado―.Serámejorllevarlaacasa cuantoantesyqueguardereposoduranteunpardedías. ―Nopuedopermitirmeellujodeguardar... Laspalabrasseperdieronensugargantacuandoseagachóasuladoy lalevantóenbrazos,contantafacilidadcomosifueradepapel.Sucostado y su cadera izquierda quedaron pegados al hercúleo torso del señor Expósito.Untantoaturdida,sesujetóalfuertecuellomasculino. ―¿Quéestáhaciendo? Élvolviólacaraenaquelmismoinstanteysusmiradasseencontraron atansolounpalmodedistancia.Florenciasediocuentadequesusojos noerandeltodogrises,sinoqueunaspequeñasmotasdoradasbrillaban muy cerca de sus pupilas. Sus dedos se entrelazaron detrás del fuerte cuellomasculinoy,sinapenasdarsecuenta,paseólamiradaporsurostro. Su nariz, larga y recta, estaba bañada por pequeñas pecas doradas, fruto deltiempopasadobajoelsol.Teníaunoslabiosgruesosquecasisiempre estabanfruncidosenungestodeconcentración.Susrasgoserantajantesy contundentes,comosihubieransidocinceladosenmármol.Estabasegura de que no era mucho mayor que ella y, sin embargo, sus ojos parecían afectadosporunaespeciedegravedadpropiadequienhacontempladode frenteeldolor. ―¿Cuántos años tiene? ―preguntó, permitiendo que su curiosidad le ganaralapartidaalaprudencia. Sumiradapaseóporsucara;laestudiaba,aligualquehabíahechoella. Pestañeóalgunasvecesantesdetragarcondificultad,comosilapregunta le hubiera puesto nervioso. Aunque su expresión se relajó, tras unos segundosdubitativo. ―Veintisiete―respondió―.¿Algúninteréspersonalalrespecto? ―Parecemayor―musitó,pasandoporaltosuinoportunapregunta. ElseñorExpósitolaalzósinesfuerzosobrelamonturadesucaballo, endondequedósentadaahorcajadas.Actoseguidomontódetrásdeellay tomólasriendas,rodeándolaconsusbrazos. ―¿Cuántostieneusted? Suvozsonótancercadesuorejaqueelalientolehizocosquillasenla piel. ―Señor Expósito, a una dama no se le pregunta la edad ―contestó irritada, girando apenas la cabeza, temerosa de que sus caras fueran a chocarporlocercaqueestaban. ―Puesmenudatontería. ―Noestontería,escortesía―corrigió. Élmurmuróalgoentredientesyagitólasriendas.Elcaballosepusoen marcha y Florencia estuvo a punto de resoplar cuando su trasero se resbaló en el cuero de la silla, hasta aplastarse contra la entrepierna del señorExpósito.Elhechodequesutrajedemontarnollevasepolisónle permitiótomarconcienciadeladestacadaprominenciadeaquellapartede su anatomía. Menos mal que él no podía verle la cara, porque en aquel momento era posible que se hubiera puesto de color escarlata. Los enormesbrazosrozarondenuevosuscostadoscuandovolvióaagitarlar riendas.Elcaballocomenzóatrotarsuavemente,yelmovimientolahizo caer una y otra vez contra él. En aquella posición su cuerpo quedaba abierto e indefenso. Entonces, una extraña y agradable sensación fue propagándose por su vientre. La respiración se le agitó y su corazón comenzó a bombear sangre muy deprisa. Jamás había sentido nada parecido.Eracomosialgohubieraencendidounallamaensuinteriorque lahacíadesearvolverseypegarsecompletamenteaél.«Oh,porfavor», suslabiosdibujaronaquellaspalabrasmientrascerrabalosojosybajaba lacabeza,deseandollegaralahaciendacuantoantes. La pesadilla terminó varios minutos después, cuando él detuvo el caballo frente a la casa. Desmontó y alzó los brazos hacia ella para ayudarlaabajarse.Todavíaagitada,Florencialeobservóconcuriosidad. Acababa de descubrir que él evitaba su mirada porque también se había turbado.Aquellarevelacióneratodaunasorpresaporunadoblerazón;no sabíaqueloshombresseturbaran,ymuchomenosqueellafueracapazde alterarunápicealinmutableSebastiánExpósito. Absolutamenteregocijadaconlaideadeposeerelpoderdeaturdiraun hombre, Florencia se dejó caer en sus brazos. Él volvió a alzarla y la condujohastalacasa. Elancianomayordomoabriólapuertaencuantoatravesaronelporche. ―¿Quélehaocurrido,señorita? Florencialesonrióalcriado. ―Noesnada,Bautista,solounapequeñatorcedura. Su tía y su madre no tardaron ni un minuto en presentarse en el vestíbulo para cacarear a su alrededor, insistiendo en que la bajara al suelo. Sin hacer el menor caso, el señor Expósito se encaminó hacia la escalinataquesubíacaracoleandoalprimerpiso.Extrañamentedivertida, Florencia se dejó guiar a través de los corredores del ala privada de la familia. Con las manos alrededor de su cuello observó el perfil concentrado de él, sin darse cuenta de que la conducía directamente a la puertadesudormitorio. ―¿Cómosabecuálesmicuarto?―preguntó,frunciendoelceño. Éllamiróporprimeravezdesdequehabíabajadodelcaballo.Susojos brillaronantesdeestrecharlaconmásfuerza,apesardequenoseestaba cayendo. ―Sinosepasaraeldíacontrolándomecomounvigíadesdesutorre, notendríaniideadedóndeduerme,señorita. Florenciaabriólabocapararesponderpero,alnoencontrarunabuena réplica,volvióacerrarla.Nuncacreyóqueélfueraconscientedequele observabatrabajarconloscaballosdesdesuventana,puesjamásmostró ningúnsignodehaberlavisto. Girandoelpomodelapuerta,elseñorExpósitocruzóelumbraldesu cuarto con ella en brazos. Atravesó la estancia a grandes zancadas y la depositóconmuchocuidadosobrelacolchadesucama.Florencialevantó losojosylemiródearribaabajo.Allí,consugabánoscuroysusbotasde montarcubiertasdebarro,enormeyrudo,seveíaencantadoramenteajeno asumobiliariofrancés,alpapeldeflorespintadasamanodelapared,ya la seda blanca del dosel. Los dos se miraron intensamente durante unos segundosqueparecierondetenerseeneltiempo,hastaquelasvocesdesu madreysutíaacercándoseporelpasillolesdevolvieronalarealidad. ―Bueno―murmuróéldandounpasoatrás―,creoquemitrabajoaquí haconcluido. Florencia se dio cuenta de que su mandíbula se contraída varias veces antesdegirarseyencaminarsealapuerta. ―Graciasporirenmiayuda. Suspalabraslehicierondetenersebajoelumbral.Losanchoshombros deélcayeron,comosihubieraexhaladounlargosuspiro. ―Siempre estoy dispuesto a ayudarla, aunque no se dé cuenta ―respondió,mirándolaporencimadelhombro. Actoseguidobajólacabezaysemarchó. Laintensidadensumiradaleindicóquehablabaenserio.Sinsabermuy bienporqué,surespiraciónseagitócomosihubierasubidocorriendolas escaleras.Florenciapermanecióobservandolapuertahastaquesumadre y su tía aparecieron, para no permitirle pensar nada más durante las siguienteshoras. Aquellanocheapenaslogródormir;ynoporqueelpieledoliera,sino porquesucabezanodejabadedarvueltasaloocurridoduranteeldía.Por unladoestabaelhechodequeelseñorExpósitolahubieraencontradotan rápidodespuésdecaerse;antesdequesuyeguaregresaraalacuadra,y mucho antes de organizar una búsqueda. Él había aparecido en el lugar preciso en el que estaba, lo cual le indicaba que la había seguido en su paseo. Tal vez preocupado ante la perspectiva de la tormenta, y conociendoelcaráctertemerosodeCleo,lahabíaobservadoadistancia. Aquella idea le provocó una especie de cosquilleo muy agradable en el estómago;queSebastiánExpósitosepreocuparaporellaleproducíauna extrañaalegríadifícildeidentificar. Por otro lado, sus palabras no dejaban de acudir una y otra vez a su mente. «Siempre estoy dispuesto a ayudarla, aunque no se dé cuenta». ¿Quépodíasignificaraquello?Alomejorquehabíatratadodeacercarse y que ella, en su deseo por ser tan buena dirigente como su padre y controlarlotodo,nolehabíapermitidoofrecerlesuayuda.¿Seríaposible quefueraellaquienhubieralevantadobarrerasasualrededor,impidiendo alosdemásacercarse? Lasrespuestasatodassuspreguntasnotardaronenllegar:tansolodos días,justoeltiempoquelellevócurarsedelatorcedurayregresarasus tareasenlahacienda.Sesorprendióasímismadeseandovolveraveral jefe de cuadras y averiguar el significado de sus palabras. Sin embargo, Florenciaprontosediocuentadequelascosasnohabíancambiadoniun ápice entre ambos: él seguía evitándola como la peste, incluso con más ahíncoaúnqueantes,eimpugnandocadaunadesusórdenessinlamenor transacción.Estabafrustradayenfadada,sobretodoconsigomisma,por haberllegadoaconsiderarlaideadellevarsebienconél,ohastadeque pudieranseramigos. Florenciasediocuentadequeélsololaveíacomounatontamuchacha deveintitrésañosincapazdegobernarsupropiavida.Aquellarevelación la mantuvo varios días pensativa, preguntándose hasta qué punto la idea del señor Expósito no sería cierta. Jamás la habían preparado para la responsabilidaddeconducirunahacienda,niningunaotraempresa.Había sido educada en un colegio de señoritas de la capital en donde los conocimientos adquiridos estaban más relacionados con gobernar una casaqueunnegocio.Tratandodeponersealdía,sepasabalasnochesenel despacho de su padre con la cabeza enterrada en balances y estudios empresariales. Tal vez por ese motivo no había sido más tajante ante la insistencia de su madre por concertar su casamiento con el conde de Aranda. DonJoséFernandodeManriqueyLaraeraunconocidodesufamilia que,traslamuertedesupadre,sehabíaofrecidoaayudarlesentodolo queestuvieraensumano.Ysumadreletomólapalabra,ylamanoentera; puesnotardóenfijarseendonFernandocomofuturoyerno,apesarde ser muchísimo mayor que ella. Así, una vez que el luto familiar hubo concluido,sumadreselanzóaunatenazinsistenciaparaqueaccedieraa casarse. Y ella había terminado cediendo para que la dejaran en paz y, porque en el fondo, precisaba de un compañero que la ayudara con su pesadacarga.Aunquenohabíatardadoenarrepentirsedetaldecisión;por unladoporqueelcondehabíademostradoserunpésimogestorconsus propiasfinanzas,ydudabaquelofueraasermejorconlassuyas,ysobre todo porque la idea de compartir la intimidad con don Fernando le producíaunrechazofísicoatroz. Haciendo un esfuerzo por sacudirse de la mente todos aquellos pensamientosdesagradables,Florenciaregresóalpresente.Sí,ciertoera que debía terminar con aquella situación y ordenar su vida, aunque por dondeibaaempezaraponerordeneraporlascaballerizas. La música del acordeón cesó, indicándole que había llegado el momento de interrumpir la reunión de sus empleados. Inspirando con fuerza el fresco aire de la noche, golpeó la fusta contra la palma de su mano y reanudó su marcha hacia las cuadras. Los caballos comerían piensoporqueellaeralajefayasíloconsideraba.Estabadecididaatomar lasriendasdeunabuenavezy,sisuantisocialjefedecuadrasteníaalgún problemaconaquelladecisión,podíalargarsepordondehabíavenido. *** Sebastián Expósito sonrió por el comentario subido de tono que uno delosmozosacababadehacer.Aqueleraunodesusmomentosfavoritos del día; cuando todo el personal del exterior de la hacienda Gallardo se reunía en torno a una hoguera a la entrada de las caballerizas. Los hombressesentabanalrededordelfuegoparacalentarse,almismotiempo quecompartíanhistoriasyalgúnpésimolicor.Además,sihabíasuertey estabadehumor,Miguel,elancianoaperador,lestocabaalgunapiezacon suviejoacordeón;justocomolohacíaaquellanoche. Sebastiándiounsorboalfuertelicoryvolvióasonreír.Nosabíasiera lasensacióndeperteneceraunsitiootalvezelfuertebrebaje,perosentía quesilafelicidadexistíadebíaparecerseaaquelmomento.Nuncahabía formado parte de nada hasta que llegó a la hacienda. Don José Antonio Gallardonosololehabíapermitidoencargarsedesuscaballos,enloque sindudaeraelmejorempleodelmundo,sinoquelehabíatratadosiempre como a un hijo. Y aquello, para alguien que se había pasado la vida saltandodeunorfanatoaotro,eraalgodeunincalculablevalor. LapiezaqueMigueltocabaseterminóytodosaplaudieron.Depronto, elsilencioseextendióportodoelgrupo,lasrisasseapagaronysuscaras se tornaron serias. Sebastián regresó al presente y miró en la misma direcciónquesuscompañeros.Entonceslavioaparecer,convariosdesus mechonesnegrosondeandoalvientoysusojosazulesbrillandodeira,y supo que la noche acababa de estropearse. Apretó los dientes y dio otro tragoalvasodeardientelíquido. ―Muchachos, ¿podéis dejarme a solas con el señor Expósito, por favor? ―dijo la señorita Gallardo, sin apartar los ojos de él. Aunque lo pidióconcortesía,todossabíanqueeraunaorden. Los hombres dirigieron sus inquietas miradas de uno a otro, pues estaban al tanto de la tensa relación entre la hija del patrón y el jefe de cuadras. Sin embargo, ninguno objetó nada antes de levantarse y marcharseasusaposentos. Sebastiánsequedósentadomirandoalfuego. ―¿Porquéhasdadoordendesuspenderelpienso? No la miró ni por un segundo. Hacía semanas que aquella muchachita buscabaunabuenapelea,yélnoselaibaadaraquellanoche;noselaiba a dar nunca, en realidad. Simplemente porque había descubierto un extrañoplacercuandolateníafrenteaél,enojadayapasionada.Ydespués delpaseoacaballoconsusseductorascurvaspegadascontraél,noestaba dispuesto a seguir jugando con fuego. Pues la hija del patrón quedaba muy,peroquemuy,lejosdesualcance. ―Aloscaballoslessientamal―contestóconcalma. La muchacha se acercó a él con dos largas zancadas. Llevaba una sencilla blusa blanca y la falda gris de su traje de montar ajustada a su cinturaconuncinturónnegro.Sulargamelenaoscuraibarecogidaenun sencillomoñodelquesesoltabanalgunosmechonesqueleenmarcabanel rostro. Parecía una visión quimérica: con su pálida piel bañada por las sombrasdelasdanzantesllamas,ysusojosazulcobaltocentelleandode furia. ―Hedadoordendereponerlo. ―No ―rebatió él, sosegadamente. Y con la misma tranquilidad se levantó,decididoamarcharseyadejarlasola.«Dosnodiscutensiunono quiere»,eraunagranverdadqueSebastiánllevabatiempopracticandocon laseñoritaGallardo.Tiróelrestodellicoralahogueraantesdedejarsu tazaenelasiento.Porélyapodíanirsetodosalmismísimoinfierno:ella, sumadre,sutía,ytodalafamilia;incluidoelpobrecretinoconquienla habíanprometido. En cuanto le volvió la espalda, algo explotó dentro de Florencia. Sin pensarenloquehacíalevantólafustasobresucabezayseabalanzósobre él. El afilado silbido de la vara de cuero hizo que Sebastián se girase de inmediato. Con un rápido movimiento detuvo la mano de ella mientras consubrazolibrelaaprisionabaporlacintura.Lainmovilizócontraél,y endospasoslaarrinconócontralapareddelacaballeriza. ―Suéltame o… ―balbuceó Florencia con una extraña sensación de aturdimiento. Sebastiánbajólacabezaaunpalmodeladeella. ―¿Oqué? ―Tedespido. Unacarcajadaroncaescapódesugargantaencuantolaobservóalzarel mentón,orgullosa. ―Ahórreselo,porquedimito. Florencia puso las manos sobre su pecho y le empujó con todas sus fuerzas.Peronologrómoverleenabsoluto.Habíaenojoenlosojosque la miraban, y furia en el cuerpo que la aplastaba con dureza contra la pared. ―Yahoraqueyanosoysuempleado,voyadarleexactamenteloque quiere ―continuó, acercando aún más su cara a la de ella―. Porque no creaniporuninstantequenoesestoloquequiere,señorita. Florencia supo que estaba en peligro en cuanto vio el acerado brillo diabólico en sus ojos. Intentó protestar, forcejear para apartarle y escabullirse.Peroentonceséllasujetóporlanucayaplastólabocacontra la suya. Ella abrió mucho los ojos por la sorpresa. El beso comenzó de una forma feroz, aunque al momento se tornó apremiante y apasionado. Ella cerró los ojos, exhalando un largo suspiro. Sus cálidos labios se movían ahora de una forma deliberadamente lenta, instándola a que abrieralaboca. Lafustacayóasusespaldasyunrendidosuspiroescapóporsunariz. Florenciacedióalagradablecosquilleoquesentíaensuestómagoehizo justo lo que le pedía el cuerpo: le rodeó el cuello con los brazos para apretarse más contra él, e introdujo los dedos en los desordenados mechonesdesunuca.Entoncesabriólaboca,respondiendoaaquelbeso contodaelalma. Nada de aquello debería estar pasando. Él debería estar dándole una lecciónparaqueentendieradeunabuenavezqueerapeligroso,yquele convenía dejarle en paz. Sin embargo, la señorita Gallardo tampoco debería pegarse contra él como si la estuviera salvando de un profundo abismo, ni mucho menos responder a sus besos de la forma en que lo hacía. Sebastián nunca había saboreado nada tan dulce, jamás había acariciado una piel tan sedosa ni había experimentado un deseo más intenso. Un gemido escapó de la garganta de ella y eso le bastó para perderelcontrol.Latomóenbrazossindejardebesarlaporunmomento ylacondujoescalerasarribahastalapuertadesupieza.Labajódespacio, dejandoquesucuerporesbalaraalolargodelsuyo.Ellaapartólacaray miró a su alrededor, sorprendida de encontrarse en la parte alta del cobertizo. Sus respiraciones estaban igual de agitadas. Por un instante, Sebastián recuperó la noción de la realidad y dejó caer la cabeza hasta posar su frenteenladeella. ―Márchese a casa ―susurró, apartándole las manos de su cuello―. Márcheseahora,onoresponderédemisactos. Florencia escudriñó su rostro. Parecía afligido, pero sabía que estaba tanexcitadocomoella.Aquelhombrelegustabamucho,laenloquecíapor completo,enrealidad.Acababadedesordenarsuvidacomounhuracány noleibaapermitirmarcharse.Volvióalevantarlasmanosycomenzóa desabotonar su chaleco. El amplio pecho masculino subía y bajaba con largas respiraciones mientras sus ojos grises le recorrían el rostro. Continuó entonces con los botones de la camisa. Los anchos músculos cubiertos de fino vello negro aparecieron frente a ella y el deseo de acariciarlossobrepasócualquierremilgo. ―Déjameentonceslasrespuestasamí―contestóella,introduciendola manobajosucamisayacariciandosupiel,calienteytersa.Sintióentonces losviolentoslatidosdesucorazóncontraelpechoysupoqueyanohabía vueltaatrás. Lafuertemandíbuladeélsecontrajoysugargantatragócondificultad. Guiadaporunaosadaemoción,Florenciasepusodepuntillasyposósus labiosenellatentepulsodesucuello.Élexhalóunlargoyentrecortado suspiroantesdetomarlaenbrazoseintroducirlaensucuarto. En cuanto sintió la suavidad de sus labios en el cuello, Sebastián supo que ya no podría detenerse. Cerró la puerta de un puntapié y la bajó al suelo. Sin apartar los ojos de su cara comenzó a quitar uno a uno los botonesdesucamisa.Estabasonrojadaysemordíaellabioinferiorenun gesto endiabladamente seductor. Sus pechos aparecieron redondos y plenos,cubiertossoloporlacamisolainterior,yoprimidosporelcorsé. Él la había imaginado así cientos de veces, silenciosa y expectante. Pero aquella imagen sobrepasaba cualquier fantasía. Era lo más hermoso que habíavistojamás.Pasólayemadelosdedossobresuescoteyellagimió, inclinando la cabeza hacia atrás. Sebastián aprovechó aquel movimiento parabesarlaenelcuelloyempujarlahastasucatre,dondelosdoscayeron enredadossobreeljergón. Mientras le quitaba la ropa, Florencia sintió una repentina falta de equilibrio.Sumundohabíacomenzadoadarvueltasenunadesconocida espiraldeplacerquenodeseabadetener.Eracomosihubieraperdidoel sentidodelarealidad,comosisoloexistieraelallíyelahora.Éldeslizó subocaporsucuelloycondeliciosalanguideztomóunodesuspechos entreloslabios.Florencialeagarrólacabezaconlasmanosysearqueó contra él buscando un mayor contacto; quería tocarlo por todas partes, ansiabaaferrarseasufuerzayfundirseparasiempreenél. Lasprendasderopafuerondesapareciendounaaunaymezclándoseen el suelo del cobertizo. Las manos de Sebastián trataban de abarcar cada porción de tersa y cálida piel. La acariciaba con una seriedad reverente, disfrutando de cada gemido de placer que escapaba de la garganta femenina.Estabatanexcitadoquepodríaestallarconelmínimoroce.Las pequeñas manos de ella recorrían frenéticas su pecho y sus brazos. Se contorneabacontraél,tratandodeabrazarleconpasión.Nerviosa,ellase mordió el labio inferior, y aquel gesto le volvió loco otra vez. Con un ronco gruñido, Sebastián reclamó su boca con un húmedo y hambriento beso. Introdujo una mano entre sus muslos y comprobó que estaba tan preparadacomoél. Sealzósobreellaapoyandolasmanosaambosladosdesucabezapara no aplastarla con su peso. Su pequeño y cálido cuerpo temblaba y se retorcía debajo del suyo exigiéndole satisfacción. Con los ojos centelleantesdeanhelo,Sebastiánobservósurostrodetenidamente. ―Dimequepare―susurró,jadeante―.Dimequepare,yloharé. Con un tembloroso suspiro, Florencia levantó la cabeza y le besó de formaapasionada. Apretando los dientes, Sebastián la tomó por las caderas y la penetró lenta y firmemente. Una a una fue traspasando las barreras de su inocencia,hastaquelosdosterminaronmeciéndoseenelestrecholímite endondeelcorazónmandabaylarazóncesaba.Elmundoenteroacababa decambiar:eldeSebastián,quenopodríadetenersehastareclamarparasí loquemásanhelaba;yeldeFlorencia,queacababadedescubrirqueaquel momentojuntoéleratodocuantonecesitaba. *** Miépocafavoritadelañohallegado.Alfinestamosendiciembre,yno esningúnsecretoqueadorolaNavidadytodoloquesignifica:luz,amory paz.Eselmomentodevolveraempezar,deredimirnuestroserroresyde perdonarlosajenos.Peseaquelossereshumanosdeberíamossersiempre amables, me alegra que exista un tiempo en el que estemos obligados a amar.Yalosquemásconvienerecordarestedeberesanuestraclasealta, nomuydadosapreocuparseporlosproblemasdesussemejantes. Sinembargo,enestaocasióndebemoslamentarqueunodelosmiembros másdestacadosde«laAlta»loestépasandomal.Nuestroestimadoconde deAranda,donJoséFernandodeManriqueyLara,hatenidoquealquilar su palacio en la capital y trasladarse a su propiedad de Valladolid, apremiado, según las malas lenguas, por sus apuros económicos. Desde que la señorita Florencia Beatriz Gallardo de la Cruz cancelara su compromiso a principios de verano, Su Ilustrísima parece no levantar cabeza. Mientrassuex-prometidoserefugiaenelbellopaisajedelameseta,las noticiasquenosllegandelaseñoritaGallardonopodríanhacernosmás felices.Sialguiensepreguntabasilosairesrepublicanosllegaríanhasta las elevadas cumbres sociales, nuestra estimada heredera nos demuestra quenosolohanllegado,sinoqueleshancaladohastaloshuesos.Según serumorea,doñaFlorenciasecasaráenunaceremoniaíntimaelpróximo díadeNochebuenacondonSebastiánExpósito,unapuestoempleadodesu hacienda. Hasta ahora conocíamos las románticas historias de los folletinesenlasqueelseñorseenamoraysecasaconlasirvienta,pero ¿podría ocurrir esto en la vida real? Y lo que es aún más arrebatadoramenteinteresante,¿podríasucederalainversa? Esperemosqueelañonuevonosregalerespuestasymuchasmásnoticias extraordinarias. Hasta que llegue el momento, a esta que les escribe tan sololequedadesearlesunafeliz,ymuyrománticaNavidad. GacetadeSociedaddelaSeñoraBalagaster, 1dediciembrede1873 Erroresdelpasado EvaGilSoriano Hacía seis días que había recuperado su libertad, había alquilado un cuartopisosinascensorynoteníalamenorideadequéhacer;delanoche alamañanasuvidahabíadadoungirodecientoochentagradosyhabía perdidotodoloquemásamabaensolounsegundo. Miguelcaminódeunladoaotroporelsalónapenassinamueblarhasta queacabómirandolaoscuridaddelanocheatravésdelaventana. Habíapasadolosúltimostresañosenlacárcelporunterribleerrorque nosolohabíaacabadoconsulibertadsinocontodasuvidatambién. Tenía un negocio próspero construido a los veinte años. Una novia fabulosa que le amaba tanto como él a ella. Había estado pensando en pedirle matrimonio en cuanto comprase una casa para ambos. Marta le habríadichoquesísindudarlo,habíanestadocuatroañosjuntosyhabían planeado formar una familia en cuanto les fuera posible. Ahora estaba todo perdido; cuánto desearía poder hacer regresar el tiempo, volver a aquellafatídicanocheycambiarsudestinoyeldeotrasmuchaspersonas quesehabíanvistoimplicadasporsuinconsciencia,suinmadurez… Fueunanochedejuergaconsusamigos,sinhaberdormidoyconunos cuantosmojitosenelcuerpo.Nofuelamejordelasideascogerelcoche después;unaccidenteenelqueperdiólavidaunancianoquepaseabaasu perro, le marcó para siempre. Apenas recordaba nada pues perdió el conocimiento tras el choque y despertó en el hospital. Flashes del accidentecruzabansumenteylasimágenesselemezclabanformandoun horrendorompecabezas.Martalecogíadelamanomientrasleexplicaba la tragedia ocurrida y no supo por cuánto tiempo lloró amargamente. Todos sus planes acababan de irse al carajo. Él no era un asesino, sin embargo,mesesmástarde,leacusarondehomicidioinvoluntario. Necesitóayudapsicológicadurantemásdeunañoparapodersuperarlo. Su negocio se vino abajo y su novia… Se vio obligado a abandonarla aunque ella no quería dejarle. Quizá solo era el deseo de castigarse a sí mismoporloocurrido,noestabaseguro,peroMartasemerecíarehacer su vida con un hombre completo y él ya no se sentía así, solo era un hombreamedias,destruidoysinfuturo.Lohabíaarruinadotodo. *** A día de hoy, ya había superado lo sucedido y no se arrepentía de haberdejadoaMartaapesardeestarenamoradodeella.Noteníadinero para una casa, ni negocio ni nada que ofrecerle. Además, era un ex convicto, eso estaba muy mal visto. A la gente no le preocupaba si eras culpable,inocenteosimplementesihabíascometidounerror.No,lagente soloescuchabaquehabíasestadoenprisiónytedabanlaespalda,comosi yanomereciesesseguirviviendo. Cambió de barrio, pues no quería que sus vecinos lo señalaran y murmuraran«miradaltipoquesecargóaunpobreancianoporconducir borracho».Lecostómuchashorasdeterapiaaceptarloyyahabíapagado porello,aunqueeraconscientequelavidadeaquélhombrenoregresaría jamásysufamiliatampocoleperdonaría.Todavíarecordabalascarasde aquella gente durante el juicio. Solo pudo echarles una mirada y bajarla despuéshastaelsuelo,paranovolveralevantarlamás.Nadapodíahacer ya,teníaquetratardeseguiradelante. Desde el primer momento en que había salido de la cárcel había deseado ir a ver a Marta pero no lo había hecho, le daba terror lo que pudiesepensardeél.Recordabasuslágrimascuandodecidióacabarcon larelaciónyapartirdeahísenegóaverlacadavezqueibaavisitarle. Debíadeestarresentidaconél,seguramenteleodiabacontodasualma. ¿Pero qué podía haber hecho? Ella se merecía todo y él ya no podía dárselo.Quizáconeltiempoenlugardeodiarlehabíaentendidoporqué lo hizo y hasta le daba las gracias por haberla abandonado. Era muy posiblequeMartahubieserehechosuvida,eratanguapaysimpática.Los hombres se quedaban mirándola allá a donde iba y él siempre se había sentido orgulloso de ser su novio, de que fuese suya. La amaba tanto y sabía que cualquier otro hombre podría haberla enamorado en su ausencia. Sacudiendolacabezasealejódelaventana,fuehastaeldormitorioyse acostó de espaldas sobre la cama. No tenía derecho a torturarse de ese modo,habíasidoélquiendeseóqueellacontinuaraconsuvida,ahorano tenía por qué quejarse. No, por supuesto que no se quejaba, no tenía ningunaintencióndevolverconella,sinembargonopodíaapartarlade sumente.Cadadía,horayminutoMartaestabapresente.Ellahabíasidosu tabla de salvación en los momentos más negros durante su estancia en prisión. La imagen de su rostro sonriendo, las palabras susurradas al oído…«Marta»,suspirósunombreysequedódormido. *** Miguel se levantó temprano para asistir a dos entrevistas de trabajo quelehabíaconseguidounasistentesocial.Fuehastaelbañosediouna ducha rápida y se vistió con unos vaqueros y una camisa gris marengo. Esperaba tener suerte, dar buena impresión y conseguir uno de esos puestos.YdespuéssepasaríaporcasadeMarta,necesitabaverla,aunque fuese un segundo, echarle una sola mirada y se marcharía, no tenía intencióndeacercarse.Sabíaquehabíaperdidotodossusderechoscuando la dejó libre, no obstante ansiaba saber cómo estaba; ese deseo le carcomía y no podía dejarlo pasar un día más. Esperaba que todavía viviera en el mismo lugar pues no había querido preguntar a su familia porella,sesentíaavergonzado,yanoeradignodeella. Horas más tarde la desazón hacía presa de él. No tuvo suerte con las entrevistas,apesardequeledijeronqueenunasemanapodríanllamarle, sabía que no lo harían. Lo había visto en sus ojos, en el modo de expresarse.Laesperanzaqueteníadelograrcomenzarunavidasehacía cadavezmásescasa.Noobstante,nodebíacaerenelpozodenuevo,quizá elasistentesocialpodríaconseguirleotra. Ahoraesperabatenermássuerteensusegundamisión:veraMarta. Miguelcaminabaporlaavenidaconlasmanosmetidasenlosbolsillos de sus vaqueros. Una ligera brisa agitaba su pelo descuidado y un escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba nervioso, muy nervioso. No tenía intencióndehablarconella,niquelevierasiquiera,solodeseaba…ahora noestabasegurodeloquedeseaba,peroteníaqueir. Cuando llegó hasta su portal se ocultó tras un cartel publicitario y esperó a que Marta saliese o entrase a su casa. La ansiedad se estaba apoderandodeél;mirósureloj,marcabanlasdoceymedia,noteníala menorideadecuálesseríansushorarios.Nosabíasiseguiríatrabajando enelmismolugar. Mientrasesperabarecordósurostrounavezmás.Habíasoñadotantas veces con su cuerpo envolviendo el suyo, con la suavidad de su piel rozando la suya, el placer, el éxtasis alcanzado juntos. Aquellas cálidas noches,eranyatanlejanas… Seapoyóalcartelyseencendióuncigarrillo.Habíaadquiridoelhábito de fumar en la cárcel, tal vez para combatir la ansiedad o simplemente porquetodoelmundofumabaallídentro,noteníalamenoridea. Había perdido la noción del tiempo cuando la vio salir. Sus ojos del colordelasavellanastostadas,suscejaspinceladas,suslabiosrosadosy suaves…Nadahabíacambiadoenella,seguíaestandopreciosa. Laobservócolocarunmechóndesucabellotraslaorejaycolgarseel bolsodelhombroderecho.Entoncesdiounpasoensudirecciónyélse ocultódeinmediatoparanoservisto. *** Debíadeserunaalucinación,pensóMarta,pueslehabíaparecidover a Miguel escondido tras ese cartel publicitario. Seguro que era su imaginaciónqueleestabajugandounamalapasada.Nopodíaserél.¿Por quéibaaestarfrenteasucasa?Aúndebíaestarencerrado. A pesar de sus dudas, caminó hacia allí. No supo por qué, pero algo tiraba de sus pies, la hacía avanzar hasta que llegó y paró de pronto. Sí, alguien había allí escondido y la esperanza de que fuese Miguel la hizo cometer la imprudencia de rodear el cartel y mirar quién era. Cabía la posibilidaddequefueseunacosadorounasesinoacechandoasupresa, peronoleimportó. Al instante se llevó la mano a la garganta por la impresión. No podía ser, todavía no había cumplido toda su condena. ¿Era posible que le hubiesendejadosalir?¿Seríareal? Martalemiródearribaabajorecreándoseencadapartedesucuerpo. Tenía los hombros más anchos, debió de haber hecho ejercicio, pensó, perosurostro,algomásdelgado,hacíaquesusfaccionesseviesenduras. Su pelo cubría las orejas y su nuca. Nunca lo había llevado tan largo. Estaba muy cambiado pero era Miguel. Era él y estaba allí. Alzó la otra manoyleacariciólacaratiernamentemientrasríossaladosrodabanpor susmejillassinpoderevitarlos. ―Nollores,porfavor―imploróél. LamaravillosasonrisadeMartamezcladaconlossollozosledesarmó. Solo había querido verla una vez, asegurase de que estaba bien, pero ahoraquelateníafrenteaélibaasermuydifícilrenunciar. ―Mealegrotantodequeestéslibre.Dequeestésaquí. ―Nodebíhabervenido. ―¿Porquéno? ―Notengonadaqueofrecerte,loperdítodo.Mesientovacío. ―Esonoescierto,metienesamí. ―¿Deverdad,noestásconnadie? ―Teheestadoesperando. ―Nodebistehacerlo. Martasinpoderretenersumiradapormástiempoladesvióyjuntósus manosinquietasensuestómago. ―¿Todavíameamas? ―Nunca he dejado de amarte ―respondió―, tu recuerdo me daba fuerzasparacontinuarviviendo.¿Ytú,meamas?―preguntóinseguro. ―Cómo puedes dudarlo siquiera. Volveremos a empezar, construiremosesavidaconlaquehabíamossoñado. ―No será fácil cariño. Esta misma mañana me han rechazado en dos entrevistasdetrabajoyhetenidoquecambiardebarrio. ―Yotengotrabajo,notepreocupesporeso.Yaencontrarásalgo,date tiempo,acabasdesalir. ―Yo… te abandoné. Nos dijimos palabras muy duras. ¿Has podido perdonarme? ―Oh,Miguel,noestabasbieneneseentonces.Séquehasidomuyduro para ti, no tengo nada que perdonarte. Juntos saldremos adelante, lograremoscualquiercosa. ―Marta…―murmuró. Miguel no pudo contenerse por más tiempo. Acortó la poca distancia quelosseparabaylatomóensusbrazos.Inclinósucabezayseapoderó desuslabios.Avasallósubocaconlapasiónreprimidadurantetreslargos añosyMartasedejóllevarporesapasión.TomódelamanoaMiguelyle arrastró hacia el portal. Se volvieron a besar allí, pegados a la puerta mientrasellapeleabaconsubolsoparasacarlasllaves. Aduraspenaslograronllegarhastaelpisodeellaconlaropatodavía puesta. Fueron hasta el dormitorio y allí dieron rienda suelta a sus sentimientos.Miguellesacólacamisetaporlacabezayamasósuspechos conambasmanosmientrasMartadesabotonabasucamisayacariciabasu durotorso. ―Noheestadoconningúnotrohombre. ―Niyoconningunaotramujer―afirmósonriendo. Ambossedeshicierondelospantalonesydelaropainteriorycayeron sobre la cama envueltos en un torbellino de emociones, pasiones y sentimientos.Enredaronsuscuerposyseposeyeronmutuamente. El pasado se hizo presente y los dos olvidaron que habían estado separados.Olvidaronloserroresdelpasadoparaempezar,apartirdeahí, unavidajuntos. Unmilagropornavidad IsabelKeats Laslucesintermitentesdecoloresqueadornabanelgigantescoabeto navideñoeranlaúnicanotaalegreenelinmensoysolitariovestíbulodel HospitalUniversitario. ―Hola,Sarah,¿cómololleva? Laenfermeraregordetaqueestabadeguardiadetrásdelmostradorde recepciónseencogiódehombros,altiempoquehacíaunamueca. ―Bueno, doctor Wells, hago lo que puedo. Acabo de hablar con mi maridoymishijosparadesearlesunafelizNavidad;estánapuntodedar lasdoce.Yusted,¿nocelebrabalaNochebuenaconsufamilia? Eldoctorleguiñóunojoycontestó: ―He cenado con ellos en casa de mis padres, pero no quería que nuestroángelmisteriosopasarasolounafechatanseñalada. ―Tiene usted un corazón demasiado grande para ser médico. ―La enfermerasacudiólacabezacondesaprobación. Al oírla, el doctor Wells echó la cabeza hacia atrás y lanzó una carcajada. ―Pensé que tener corazón era un requisito indispensable para un médico―replicó,divertido. ―Yoséporquélodigo―fuesuenigmáticarespuesta―.Ande,ande, vayaaverla.Comopodráimaginar,suqueridoángelnosehamovidode susitio. Sarah Blake observó alejarse por el pasillo la imponente figura del médico.Noeraunhombreguapo,peroteníaunahermosasonrisacapaz de calentar el corazón más hostil. El doctor Wells era su favorito; en realidad,elsuyoyeldemediohospital.Apartedeserunodelosmejores profesionalesconlosquesehabíatopadoensulargavidalaboral,erala personamásempáticaytiernaqueconocía;dabafedeellolacantidadde regalos que recibía de pacientes agradecidos, la mayoría de los cuales repartía,generosamente,entreelpersonaldelhospital. AjenoporcompletoalosamablespensamientosdelaenfermeraBlake, eldoctorsedirigióagrandeszancadasendirecciónalahabitación211, aunqueenrealidadnoteníaporquéapresurarse;supacientenosehabía movido, allí seguía tumbada boca arriba sobre la cama del hospital. En realidad,hacíamásdeseismesesqueyacíainmóvilenesamismacama. HenryWellsrecordabamuybienlanocheenlaqueunceladorempujó la camilla por la puerta del quirófano de urgencias con ella encima, gravemente herida. Al parecer, un coche la había atropellado y se había dado a la fuga. Había sangre por todos lados. Había hecho todo lo que estuvoensumanoymásaúnparasalvarlelavida,ytrasvariashorasde luchaextenuantelohabíaconseguido;sinembargo,lajovenaúnnohabía recobrado la consciencia. La policía había investigado, claro está, pero ella iba indocumentada y no habían conseguido localizar a ningún pariente.Nisiquierasabíansunombre. Henrylallamaba«suángelmisterioso». Desdeluegoteníaelaspectodeunángel.Lalargamelenarubiacaíaa ambos lados de su pálido rostro y con su nariz, pequeña y recta, los pómulos muy marcados y esos labios gordezuelos, parecía una de aquellas imágenes que Henry Wells contemplaba, embelesado, en las vidrierasdelaiglesiaquefrecuentabacuandoeraniño. ―¡FelizNavidad,Ángel!―saludóconsuvozprofunda,altiempoque rodeabaunadesusfrágilesmuñecasparacomprobarsupulso. Estaba muy delgada, pero era lógico. Llevaba demasiado tiempo sin cambiardeposturayalimentándoseúnicamenteconsuero.Elmédicose inclinó sobre ella, le abrió los párpados y con una pequeña linterna que llevabasiempreencimacomprobóelestadodesuspupilas. Nada. ―Enfin,mipequeñoángel.Veoquetodosigueigual. Henryacercóuntabureteysesentójuntoalacama.Volvióatomarlade la mano y siguió hablando sin dejar de acariciar sus dedos, largos y delicados. Para Henry Wells, aquello se había convertido en un ritual insoslayable. En cuanto finalizaba su turno se pasaba por aquella habitación, se sentaba a su lado y le relataba lo que le había ocurrido durantelajornada;lehablabadesuspacienteso,incluso,desussueñosy esperanzas más secretas. A veces no podía evitar burlarse de sí mismo; quien le viera, se decía, pensaría que era un tipo raro, sin amigos ni parientes. Pero ese no era el caso; simplemente, le encantaba la paz y el bienestarqueseapoderabandeélencuantolatomabadelamano.Deun tiempo a esta parte, su mayor temor era que llegara el día en que trasladaranalabelladesconocidaaotrolugarparadisponerdelacama. De repente, las campanas de la iglesia que había junto al hospital empezaronatañer.Henrydejódehablaryescuchóconlosojoscerrados, hastaqueseapagóelecometálicodelaúltimadelasdocecampanadas. ―Bueno,porfinesoficial―anunció,alegre―.¡YaesNavidad,Ángel! Abriólospárpadosdenuevoysediocuentadequeunosgrandesojos azulescontonalidadesvioletaslomirabanconfijeza. ―Me...llamo...Martha. Laspalabrassalieroncondificultaddesugargantaásperayrasposapor lafaltadeuso,perolasonrisacasiimperceptiblequelasacompañóhizo que el corazón de Henry diera una voltereta en su pecho. Sin poder contenerse, apretó un poco más la mano que sostenía entre sus dedos temblorososyledevolviólasonrisa. ―Martha...―paladeósunombrecondeleite,antesdeperderseenlaluz celestialdeaquellamirada. *** ―Y así fue como nos conocimos vuestra abuela y yo. Cómo veis, aquelsíquefueunauténticomilagrodeNavidad. Henry terminó la historia con su frase habitual; sus nietos, por otra parte,nolehabríanpermitidocambiarniunacomadeaquelemocionante relatoqueelabuelolescontabatodaslasNavidadesencuantoterminaba desonarlaúltimacampanadaenelantiguocarillóndelvestíbulo. ―¡Otravez,abuelo,cuéntalaotravez! Marthaysumaridointercambiaronunasonrisacargadadeternurapor encima de las cabezas rubias de sus cuatro nietos. El ritual no variaba jamás,asíque,resignado,Henrydiountragoalvasodeaguaquehabía sobrelamesita,carraspeóunpardevecesycomenzódenuevo. Micondena ChrisAxcan Se libra una guerra en mi interior, intereses contrapuestos que hacen queluchecontramímisma.Pocaspersonassoncapacesdelibrarelreto de conocerme, pocas personas llegan al interior de este bulbo que se va descubriendo capa a capa. Sé que son demasiados los escudos que protegenelalmadeestamujersolitaria. Ahora me siento a pensar, con el sol de la mañana colándose por la ventana,mipelocaobaalborotado,yunaviejacamisetaque,apesardel aspectoagasajado,medanunaaparienciaatractiva,sinropainterioryel cafésobrelavitro,calentándoseafuegolento.Estoyconvencidadequees elmomentodeempezardecero,comounapáginaenblanco.Meinvaden los pensamientos y en la nebulosa de mi mente, además de su imagen aparecen otras, pero hay una que se repite, mas sí, quiero sexo, quiero disfrutar la vida, quiero divertirme y quiero libertad, pero busco mi felicidadynoquemehagandisfrutar.Medoycuentadequetantasoledad me está agriando el alma. Sé que tanta lucha, que tanto sufrimiento, han sido en vano. Jamás tendré paz, y entre esos pensamientos se cuela una sonrisa,lasonrisaquemecautivóhaceunosdíascomounecodelpasado; yséquefueronunosinstantes,pocaspalabrascruzadasconél,perohay algoensusojosquemeatraecomoantaño,quemellamaabucearenel interiordesumente.Hayalgoenélquemehacepensarenpecado.Yese imánsecuelaentremispensamientosconfusostrayendoluz. Rayosycentellas,fuertestruenosmedespertaronalalba,prácticamente denocheenelcielo,pequeñoshacesdeluzanuncianeldespertardeldía conlasgotasdelluviaqueresbalanporloscristalesdelasventanas,aún conlosojoscerradosysinencenderlaluz,medeslicéporlacasa,instinto y conocimiento que me movían en la oscuridad hasta llegar a la cocina, asomandoalbalcónparaverlosrayosdeluzqueiluminabanelcielo. Uncaféconlechebiencargadoparadesperezaryempezarconenergía eldíaqueaúnnohabíacomenzado,allí,depie,contemplandolatormenta quetantoamaba,cálidatormentadeprimavera,enfurecidaenelcielo...y sinpensarlomepuseunospantalonescortos,unacamisetaajustadaami cuerpo, vieja, casi raída por el uso y calcé mis botas apretando los cordones; frente al espejo recogí mi pelo azulado en una coleta y sujeté losmechonesmáscortoscongrandeshorquillas,elmp3encerradoenlos bolsillosdelpantalónyloscascosenlosoídos,saquélallavedecasadel llaveroylaintrodujeenelbolsillo;nisiquierapenséenqueibaaacabar calada hasta los huesos mientras bajaba en el ascensor, escondiendo el cabledeloscascosbajolacamiseta. Salíalacalleymedirigífueradelaciudad,conpasolento,trotandoal viento en ese deporte que muchas practican, una carrera acompasada, manteniendo la respiración al paso de la música que rebotaba en mi cabeza,elvolumenaltoaúndejabaquesecolaranlostruenosenmisoídos y el frenesí me hacía seguir corriendo. Una vez en el polígono tomé el camino que suelen usar los asiduos de este deporte y me dirigí por un carril destinado a ello, sin pensar a dónde iba, sin pensar dónde me llevaban mis pies, simplemente me dejé llevar en ese paso acompasado, mirespiraciónerabuenayelritmotranquilo. Carrerasolitariaporlasafuerasdelaciudad,elaguacalandomicuerpo conelmp3escondidobajoelpantalón,guardadoenunafundadeplástico para que no se mojase y mis pies chapoteando en cada charco que se cruzabaenmicamino.Sinpensar,sinsentir,sololamúsica,lalluviayyo. Una sensación de estar conmigo misma, sola con mis pensamientos que hacía mucho que no sentía, esos pensamientos por fin eran de paz, de tranquilidad. Hoy me he despertado sin importarme lo que pase, sin importarmelasoledadoquesopleelviento...Hoymehedespertadolibre yobservoenelcielounpájarovolar,mispiesnoparanysientoquesoy como ellos, hoy sí soy el ave libre que voló del paraíso para sentir el mundobajomispies,parasentirquepuedobajaraélcuandoquiera,que puedohuirdeélcuandolodesee. Pasa el tiempo y mis pies no dejan de moverse bajo la lluvia, el tedio empieza a apoderarse de mi cuerpo y decido regresar sobre mis pasos, desandarelcaminoandadomientraselcielonoamainaylalluviasigue mojándomeporcompleto.Laropapegadaalcuerpoylasensaciónnoes de cansancio, no siento cansancio si no energía en mí, fluye como los rayosenelcielo,meinvadesintiendolafuerzadeenfrentarloquevenga, truenos,rayosocentellas,medaigual,nomeimportasentirloquesea, nomeimportasinopuedoolvidaroempiezoasentirdenuevo,hoyno me importa nada, hoy soy un ave libre con las alas al viento, mojadas, pero desplegadas al firmamento. Y una imagen titila en mi mente, la del aquelhombrequeconocí.Salvajementeatractivo,brutalmentesexualcon esaauradepurosexodescomunalqueloacompaña.Medetengoyalzola miradaalcielopreguntándomecuandolovolveréaver. Entonces, él aparece corriendo en mi dirección y reduce la velocidad hastadetenersecompletamenteysemequedamirando. Intentaba recuperar la calma cuando el nerviosismo en el cuerpo se acumula de golpe, quizás solo era una mala pasada de la imaginación humanadeestecuerpo,perorealmentehabíasentidoagolparselasangre enelcerebro,elverdaderomiedoaloirreparablequeseescondíaenla noche.Eracomounzumbidobajo,casiinexistenteperolatente. Sintiendo las palpitaciones del corazón en la sien, me invadieron los pensamientos,lalocuradeldeseodesucuerpo;desentirsusmanospor mí. Y me dejo arrastrar por la corriente de pensamientos de otra vida pasada. La vida que se escurrió entre mis dedos sin dar cuenta de ella cuandoderramélágrimasdesangreporunamordesmedido,desmerecido cuando existió un precio por las caricias que suplicaban los anhelos del corazón. Devaneos de la mente cuando funciona a ritmo frenético, de nuevo el corazón agitado en el pecho. No quería verle, pero no podía resistir la tentacióndecorrerasusbrazos,depreguntarlequébuscabaenmediode lanoche,decruzarpalabrasconsolounamirada.Tuvequecontenermey emplear mi arduo entrenamiento de guerrera para no sucumbir al deseo arrollador. ¿Dóndeestabas? ¿Porquéahora? ¿Sabesloquesufrísinti? ¿Nosrecuerdas? Esas preguntas que surgen del pasado como un eco de sufrimiento tiranizan mi cabeza robándome el aliento. Mi corazón se estremece y empieza a latir enloquecido. Miro al caído frente a mí con inquietud, escondiendotodosentimientoyvelandomiestado. Pocas veces me quedo sin palabras, pocas veces permanezco sin decir nada, cuando los silencios duelen como puñales... ¿qué decir? ¿Qué contarlesisabesquenovaaencontrarrespuesta?Ymuerodeganaspor decirlequemeapeteceestarasulado,quequierodecirle«soyyo»,nada más allá de dejar que el tiempo pase y tener la oportunidad de poder conquistarsucorazón,oalmenosintentarlo. Pero¿serálomismo?Claroqueno.Yanosoyhumana,soysuigual. Denadavalenlaspalabrascuandoseobtieneporrespuestaelsilencio, denadavalenlaspalabrascuandonohallasnisiquieraelconsuelodela esperanza. No hay peor sensación que la de amar y odiar a la vez, el sentirtecomounpapelquevuelaporlacalleantesusojos,intentandoser visto pero permaneciendo invisible y por dentro desgarra la sensación, pordentromataelquererllamarsuatenciónynopoder,nosabercómo llegar a él sin que se quiebre el halo de nuestro pasado común y del olvido. Raziel, el arcángel que me permitió poder estar en la Tierra tras mil años en el infierno, me impuso esa condición. Pero ¿por qué? Él es la mismísima sabiduría, todos sabemos que él puede ver la verdad. ¿Qué vería? He ahí mi gran dilema, he ahí mi gran pena... la angustia y la impotencia de ni siquiera saber cómo actuar, qué hacer para librar esta batallaquemepresentalavidamientraselmiedomedomina. Alejé esos pensamientos de mí replegando a la vez las alas en mi espalda. Despunta el sol del alba entre nubes cargadas de lluvia que se alejan,estiromicuerpoenunmovimientocasual. Mediosonríoalcaídorelajandomiexpresión. ―¿Tehasperdido,ángel?―meburlédescaradamente. Me prohíbo pronunciar su nombre angelical, eso delataría que le conozcoyprovocaríapreguntasalascualesnopuedoresponder. Bajé la mirada por su cuerpo macizo y espectacular donde la ropa se pegabaasupiel.Elbultodesupantalónmehizoapretarlosdientes.Una ola de deseo me invade despertando sensaciones palpitantes en mi sexo, revolucionandomisistemanervioso.¡Jodidoenvoltoriohumano!Pasola lengua por mis labios, hora de volver a casa antes que acabar saltando sobreélydisponerdeloquemásansiaba. Él se queda con una expresión extraña como queriendo recordar lo imposible,jamáshallaríaloqueselefueborradodesumemoria. Esnuestracondena. ―No―respondefinalmente―.Nomeheperdido,peroparecequemis pasos me han llevado hasta ti. ¿No es eso casualidad? ―me pregunta recobrandolacompostura. Sonríeysientoquemederrito.Nocreoenlascasualidades,tengoganas dedecirle.Nopuedoacercarmeaélymenostocarle. ―Sí―meobligóaresponderconindiferenciaymedoymediavuelta dándolelaespalda―.Yanosveremos,ángel. ―¿Notequedasunpocomás? Su pregunta me sorprende, me enternece y me dan ganas de agitar las alasdepurodeleite. ―Debovelarpormisprotegidos―lerecuerdo,cadaángelenlatierra tienesumisiónyéllosabe. Esnuestrotrabajo. ―¿Nosvolveremosaver,mibellosueño?―Micorazónsedetienepor elapodocariñosoqueacabadesurgirdeentresuslabios. Asímellamabaantaño,lemirósobremihombro. ―Siguetucamino.―Laadvertenciaenmivozledetienedeacercarsea mí. Lonotódudaruninstanteycaminodevueltahacialasoledaddemicasa conelcorazónrotoysuinsistentemiradasobremí. Micondenaesamarteporlaeternidadyquenonosrecuerdes. Noerayo. Noesamíaquienduele,esmialmalaquellora. Nosoyyoquienllora,eselpasadoqueduele. Noerayo,eramicorazónquemerevestíadeunacorazadehielo. No,yanosoyella.Débilyhumana. Giro mi rostro hacia el caído con aprensión. Nos contemplamos en silencio, yo me quedo inmóvil, subyugada por su brutal hermosura. Recuerdocómoatrapóconsusojosmimiradajovenenotrotiempo,ala luz de las velas en una época donde no había modernidad. El creaba invisibilidad a ojos de la humilde familia que vivía en la choza, en el hogarpobladodealegríacuandoescribíaelamorconsuboca,sumirada, susmanos. Atisbo a acordarme de la tristeza y las nostalgias de una pubescencia temprana, racionalidad crítica en el cerebro cuando debía pensar en los besos, perdida en un mundo de adultos que revolvían aún más las hormonas del cuerpo y entre esos recuerdos apareció su sonrisa deslumbrante.Eseángeldelargopelonegro;yo,mitadniñamitadmujer frenteasucuerpoesculpido.Fuelaprimeravezqueunhombredesnudó mi cuerpo, fue el primer experimento de mi cuerpo cuando sus manos acariciaban mi piel y sus labios hacían agitar el pecho, fue el primer experimento de mi cuerpo virginal, y el de los sentimientos cuando me entreguéporcompletoalángelquemeprotegía. Aturdidaporcadasacudidabajosusmanosexpertas,miedoporprimera vezdenosaberloquehacercuandoahorasímeimportabarealmenteque todofueracomoenuncuento,sueñosadolescentescuandotepierdesbajo losbrazosdelamorverdaderoyelbloqueodelcerebroconolorahierba bajoelcuerpo,elaromadelbosqueinvadiendoelcerebroymefundícon lasflores,fusiónconelcamposobrelamantatiradaenelsuelo,él,sobre micuerpo,conansiasdeposeeralgoquenosabíaposeía. Hacetiempocuandonosperdimoselunoenelotro.Nosconvertimos enamantesdondedoscuerposdesnudosylainocenciamezcladaconlas ansiasdeamar,delosexperimentosprohibidosentreunahumanayángel guardián,delconocimientodeesegranmundoaúnpordescubrirantemis ojos adolescentes. Bajo sus manos, con su cuerpo embelesando el mío, escurriendosobremicuerposinsaberqueyahabíaresbaladoalcerebro, perdida en un mundo de ensueño para mí, niña aún que experimenta el primer amor verdadero en el cuerpo, el primer orgasmo de ensueño cuandoconfluyenelcuerpoylossentimientossobresucuerpo.Mujercon ansias de no dejar de experimentar los juegos de Afrodita bajo la embriaguezdelcedro.Veoenlalejaníademividapasadaelsilenciodel pueblo y las sonrisas que dibujaba la brisa en mi rostro en aquellos tiemposyelcastigosupremoquenoscayóencimapocodespués.Yloque esoconllevó… Volviendo a la realidad me doy cuenta de que está empapado por la lluvia, el cabello oscurecido y la mirada fija en la mía, lo desafío a no avanzarmásdesplegandolasalas.Alzóelmentónfieramenteyapretólos puños. Su mirada azul como el cielo me traspasa y busca la verdad encerradaenmicorazón. Pudesentircómolatormentaaumentabaenintensidadreverberandoen mishuesoscomounrugidofurioso.Micuerposeenciendeasucercanía como un foco en la oscuridad, llenándome del deseo demasiado tiempo contenido. Yescapohacíaelcielo,alzandoelvuelo,perdiéndomeenlamadrugada yenelolvido. Lejos del ángel, lejos de una vida desvanecida y condenada por el destino. Másalládelrencor NievesHidalgo ¿Porquénohabíapodidollorar? ¿Porquéelactoquesehabíallevadoacaboleresultótangrotesco?Se sentía vacía y hasta asqueada de ella misma, como si no hubiera tenido derechoaestarallí,comosienlugardehaberidoaincinerarelcuerpode suhermanahubieseasistidoaunadesusrepresentaciones. Isabel, siempre tan pendiente de su imagen ante los demás, había planeado incluso su última despedida: la enorme foto de su rostro, el compañero que hablaba de sus logros, las flores (orquídeas, ¡cómo no!) que adornaban su féretro y la sala, y hasta la música que debía sonar mientras el ataúd se deslizaba sobre la plataforma: «Nights In White Satin», The Moody Blues. Toda una representación. La última aparición por todo lo alto de Isabel Gaínza sobre las tablas, siguiendo sus propias instrucciones, escritas mucho antes de que el coche en el que viajaba se salieradelacurvaenaquellamalditacarretera. ¿Por qué no había podido apartar los ojos del hombre que le estaba prohibido,AlejandroReyero,sucuñado?Elahoraviudodesuhermana, alqueellaamabayqueIsabellearrebatóporelsimplehechodeganarun juego. ―Quéabsurdo,¿verdad?―dijodandovueltasentresusdedosalvaso. Alejandroyellahabíanidoarecogerlaurna.Asumadrenisiquierale habíanhabladodelaccidente;total,tampocoseibaaenterarporquevivía en su mundo, al resguardo de los zarpazos que da el destino. Él había dichoalgosobretomaruncaféyellahabíaaceptadosinpensar.Ahorase preguntaba qué demonios estaba haciendo allí, mirado obsesivamente la vasijaquesucuñadohabíadejadoenlasillaqueestabaasulado. ―¿Absurdo?―leoyópreguntaryelevólosojoshaciaél. Suspiró,semasajeólanucayacabóporencogersedehombros. ―¿Noteloparece? Alejandro desvió por un instante sus ojos hacia la urna, acercó varias veceslatazadecaféasuslabiosy,porseñas,pidióotroalacamarera.No dijopalabrahastaquelepusierondelanteunanuevataza. ―Supongo que quieres decir que es absurdo que alguien muera tan joven. ―Eso,másbien,esunaputada.―Élarqueólascejasporquenuncala habíaescuchadoexpresarsedeformatansoez―.Merefieroalascenizas. ¿Quénoshandado?Loprobableesqueahídentrohayamásmaderadel féretroquedelcuerpodemihermana. Alejandro se quedó mirándola un largo momento y ella no pudo ver tristeza en sus ojos, más bien algo parecido a la conformidad, ese sentimientoalqueechamosmanocuandonohayremedioparaalgoque noshiere. ―Hascambiado,Luna. ―Lohehecho.Yanosoylajovencitasoñadoradeantes.Lavidameha enseñadoaverlarealidad,aserescéptica.¿Quévasahacerahora? ―Cumplir el deseo de Isabel. Ella quería descansar en un lugar determinadoyallíllevarésuscenizas. ―Sotogrande―asintióellaconundejedeironía―.Nisiquieraensu muerte puede ser humilde. No le servía que echaras sus cenizas al mar, teníaqueserenSotogrande. ―¿Porquéesainquina?Eraisuñaycarne,osuníaesevínculoespecial quenadiepodíaromper.Nuncaentendídeltodovuestrodistanciamiento. «Porqueyoteamabadeverdad,eraselúnicohombreparamíyellate apartódemilado;nopodíasoportarqueyoganaseenalgo». ―Éramos muy diferentes a pesar de llevar la misma sangre y ser idénticas, como dos gotas de agua. Gemelas, sí, pero demasiado desigualesenelmododeverlavida. ―Cierto.Ellaerainquieta,túsosegada;ellasedesentendiódetumadre, tútehashechocargodeella;Isabelguardabasucorazónbajosietellaves, tú lo llevas fuera del pecho, donde cualquiera puede herirlo; ella exasperaba, tú tranquilizas. Guerra y Paz sería un buen título para describiros.Conocíabienamiesposa,Luna. Tuvo un sobresalto escuchándole. No esperaba una descripción tan cruda de su hermana y tampoco aquella sucesión de adjetivos que la adornabanaellaynocreíamerecer. ¿Que la conocía bien? ¿Eso era lo que acababa de decir Alejandro? Pobre hombre. No tenía ni idea de cómo era Isabel. Estuvo tentada de hurgarenlaheridacontándoleloquehabíaaveriguado,perosemordióla lenguaporquelarevanchanoerabuenaconsejera,porquenadaganabaya sacando los trapos sucios a colación y porque, a fin de cuentas, algo se rompía dentro de ella sabiendo que nunca volvería a ver a Isabel. Distanciadas o no, enemistadas o no, hasta recibir la noticia de su repentina muerte había sabido que ella estaba allí, que en cualquier momento podrían olvidar sus diferencias. Ahora, no. Ahora Isabel se había ido y en su pecho se oxidarían las palabras cariñosas que había soñadopodervolveradecirlealgunavez,sequedaríanquietoslosbrazos quehabíaqueridovolveraofrecerle,seeclipsaríanlosbesosqueyanole daría. Le quemaba su secreto, sí. Aún le quemaba como una brasa al rojo. PorquelatraicióndeIsabelparaconellanopodíacompararseconlaque había perpetrado contra Alejandro. Le dolía mucho más que Isabel le hubiese humillado a él. Si al menos le hubiera amado como lo amaba ella… Se había enterado por casualidad, mientras llevaba a cabo una investigación.Sagazypersistentecomoera,lehabíacostadopocoabrirse camino como detective privado en la agencia, consiguiendo que poco a pocoleencargasentrabajosdemásrelevancia.Yhabíasidounodeesos trabajos, siguiendo las pistas de un supuesto contable corrupto, el que le habíallevadoadescubrirqueIsabelmanteníarelacionesconunpotentado delaindustriafarmacéutica. ―Hace un año pensé que volveríais a reconciliaros ―escuchó que le decíaAlejandro―.¿Quépasó?Isabelnuncaquisohablarmesobrevuestra conversación, pero le afectó vuestra ruptura; estuvo casi una semana en camaporeldisgustoyhastaanulóunadelasrepresentaciones. ALunaselehizounnudoenlagarganta. Recordaba aquella tarde como si hubiera sido el día anterior. Isabel había acudido a la cafetería donde quedaron, con los ojos chispeantes y unasonrisaenlaboca,convencidaseguramentedequehabíaganadootra batalla, de que por fin ella había olvidado que le había arrebatado al hombre al que amaba y podrían retomar su relación fraternal. Pero sus ojosseopacaronysusonrisaseconvirtióenunrictusamargocuandoella habíapuestolascartassobrelamesa,desplegandoanteellaunadocenade fotografíasdondeselaveíarevolcándoseenlacamadeSergioCifuentes. Isabelnohabíadichounapalabra;fueellalaquehabló,largoytendido, recriminándoletodasycadaunadelascosasquellevabaguardadasensu pecho.Habíautilizadopalabrasdemasiadoagriasyluegololamentó.Lo quepodríahabersidounacercamientoentrehermanasseconvirtióenuna guerradeclarada.Porsuparte,noporladeIsabel,loreconocía.Ellasolo lehabíapreguntadosiibaadecírseloaAlejandro,aunquesabíaquenolo haría. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Cómo iba a ser capaz de romperle el corazóncontándolequesuesposallevabamásdedosañosponiéndolelos cuernos con un seboso del que solo buscaba el pasaporte definitivo a la fama? ¿Cómo podía soportar ver la desdicha en los ojos del hombre al queamabamásqueasuvida,contándolequeunabogadodesucalibreno erasuficienteparalagranIsabelGaínza?Queellasufrieranosignificaba quetuvieraquehacerloél.Asíquesetragólabilis,negóconlacabeza, recogiólasfotosydejóplantadaasuhermana. Nohabíanvueltoaverse. Sinembargo,síhubodehacerloconAlejandroporquesudespachoyla agenciadedetectivesestabanatresportalesdedistancia.Yparaellafueun supliciotenerquecruzarseconél,tenerqueadmitirtomaralgúncaféque otroensucompañíayhastaescucharlehablardelaúltimarepresentación desuhermana.Unaverdaderatorturamirarleyfingirquenosentíanada porél,oírsuvozyaguantareldeseoimperiosodebesarlo. ―¿Novasacontarme?―insistióAlejandro. ―No hay nada que contar. Simplemente, no nos pusimos de acuerdo. Seguíamos viendo las cosas desde diferentes prismas. Lo siento, pero tengoqueirme. Seacabósutónicadeuntrago,sacóelmonederoparadejarunbillete sobrelamesaysecolgóelbolsoalhombro.Antesdepoderalejarse,los dedosdeAlejandrociñeronsumuñeca,reteniéndola,yaellalerecorrió unescalofríodeplacerquelehizoencogerlosdedosdelospies. No quería mirarle, pero lo hizo. Y se perdió en esos ojos grandes y verdes como la hierba en primavera, en esos labios que deberían haber sido suyos, en sus pómulos marcados, su nariz patricia, su mentón decidido.Sintióquelasrodillasletemblaban. ―¿Meacompañarás?―preguntóél. ―¿Acompañarte? ―AMálaga.―Lunadiountirónparasoltarseyfruncióelceño―.No sésivoyasercapazdecumplirlaúltimavoluntaddeIsabelyosolo.Serán unpardedíasy,pormuyreticentequetemuestres,pormuchascosasque ossepararan,imaginoquequerrásdarletuúltimoadiós. ―Nocreoque… ―Porfavor. Luna apretó los párpados con fuerza. Viajar con él, a solas. Volver al lugarenque,conesemismotonodeniñoabandonado,lepidióunbeso. Rememoraresosmomentosenlosquesesintiólamuchachamásfelizdel mundo porque estaba a su lado. Regresar al borde del mar donde una semana después le vio retozando con Isabel sobre la arena. Retornar al sitio en el que días más tarde Alejandro e Isabel anunciaron el compromisoaambasfamilias,rompiendosussueños,partiendoendosel futuro que había imaginado junto a él y convirtiéndola en una cáscara vacía. Volvióatomarasientoporquesemareaba. Peroasintió.¿Quéotracosapodíahacer?Losrescoldosdelcariñoque había sentido por su hermana se sobreponían a los reproches que se hicieron,alrencoryalresentimiento.PorqueseguíaqueriendoaIsabely la echaba de menos, aunque se empecinara en no demostrarlo ante los demásynegárseloasímisma. *** Nohabíapodidopegarojo,debatiéndoseentreeldeseodepoderpasar unos días en compañía de Alejandro y el sentimiento, absurdo a todas luces,deestartraicionando,yhastaenvileciendo,lamemoriadeIsabel. CuandoAlejandrofuearecogerlaaprimerahoradelamañanaestaba agotada; los círculos oscuros bajo sus ojos delataban la mala noche pasadaysuhumornoeraelmejor.Laayudóaguardarenelmaleterola mochila que llevaba, le abrió caballerosamente la puerta y se puso al volante. ―¿Tuvisteproblemasenlaagencia?―preguntóantesdearrancar. ―Medebíandíasdevacaciones,ningúncontratiempo. Élasintióyseunieronaltráficosinvolveradecirpalabra.Enfilandoya lacarreteraquelesllevabaasudestino,Alejandrolepidióqueabrierala guantera. Luna así lo hizo y el corazón le dio un vuelco al reconocer la apretada letra de su hermana en un sobre de color lila, de los que le gustabautilizar,queseveíaquehabíaestadodoblado. ―Loencontrérevisandosuscosas,enlacajadondeguardabalasjoyas, juntoaunanotaenlaqueindicaquetelasdejaati. Luna tomó el sobre con dedos temblorosos, pero no se atrevió a abrirlo. Se le llenaron los ojos de lágrimas recordando que el joyero habíasidounregalodeellaaIsabel,porsuprimerpapelenelteatro. ―Noquieroningunajoya. ―Véndelas y dona el dinero. Tu hermana colaboraba con varias organizacioneshumanitarias,tedarélosnombres.¿Novasaleerlacarta? Ella respiró hondo y rasgó un lateral del sobre antes de poder arrepentirse.Sacólacuartillayladesplegó.Paseólamiradaporlaslíneas escritasyvolvióasentirqueelmundosehundíabajosuspies.Noerauna despedidaniunamisivaescritaenunmomentodearrepentimientoyluego olvidada.Eraunaconfesiónentodaregla,unasúplicadesgarradaquela pillódesprevenida. «Siestásleyendoesto,significaqueyanoestoyenelmundodelosvivos ―comenzaba escribiendo Isabel―. Lo sé, lo sé, es una frase manida y melodramática,perosoyactriz,cariño,nopuedoremediarlo. Meheconfundidoentodo.Heengañado,traicionadoyhumilladopara conseguirmisfines.Hefalladocomohermana,comohijaycomoesposa.Y lo siento. No te puedes imaginar cuánto. Supongo que es hora de arrepentirmedetodasmisequivocacionesypedirperdón.AAlejandrono soycapazdepedírselo,nopodríamirarlealacara,peroteruegoquelo hagas tú en mi nombre. Dile que siento haberle engañado haciéndome pasarporti,habermequedadoembarazada,haberperdidoanuestrohijo. Nisiquieraesosupehacerlobien.Séquelerompíelcorazónyquetelo rompíati,perosemefuedelasmanos,Luna,telojuro.Nuncapenséque lo que comencé como un juego, como uno más de los que llevábamos a cabo cuando éramos pequeñas y nos intercambiábamos los papeles para gastarunabroma,trajeraconsecuenciastanfunestasparalostres. Alejandro te amaba a ti y te sigue amando. A mí me soporta, tal vez porqueveturostrocuandomemira,peroatiteidolatra.Ynopuedoirme sin arreglar las cosas, ¿no te parece? Pero soy demasiado cobarde para decirte todo esto frente a frente, así que prefiero que te enteres cuando descubráisestacartayyoestéyalejos(mehandadosolamenteunparde mesesdevida,novaisatenerqueesperardemasiado).Yaves,penséque teníatodoeltiempodelmundo,ysinembargo... CuidadeAlejandro.Noheconseguidodarleelamorquesemerece,pero séquetúleharásfeliz.Debeshacerlo.Debesrecuperareltiempoqueyo, conmialocadoproceder,osherobado.Loúnicoquemequedayaesmorir conlaconcienciatranquila,imaginarquelascosasseráncomodebieron sersiempre. Tequiero. Isabel». Fuecomosiunagarraleestuvieraestrujandoelcorazón,impidiéndole respirar. ―Para,porfavor. Alejandrolaviotanpálidaqueniseplanteóobviarsupeticiónaunque estuvieranenmediodelaautovía.Pusolaslucesdeemergenciayparóen elarcén. ―¿Quépasa?PorDios,Luna,parecesapuntodedesmayarte. Ella no pudo contestar, se limitó a soltar el cinturón, abrir la puerta y salirdelvehículounsegundoantesdedoblarseendos.Unsudorfríola envolvió, las rodillas le fallaron, y de no haber sido por los brazos de Alejandro,hubieracaídoalasfalto.Entoncessídioriendasueltaasupena: de su garganta escapó un grito largo e inhumano como protesta por la muerte de Isabel. Lloró como no recordaba haberlo hecho en años, dejándose arrastrar por el desaliento, por un dolor tan intenso que la traspasabacomouncuchillo. Alejandro apretaba el cuerpo estremecido por los sollozos contra él, mesaba el cabello de Luna, pero no hizo nada para que ella dejara de llorar porque sabía que le hacía falta desahogarse. Se sentó en el suelo atrayéndolaconsigo,hizoquereposaralacabezaensuhombro,larodeó conunbrazoyallísequedaronambosdurantelargorato,hastaquepoco a poco ella se fue calmando. Pero no permitió que se apartara de él. La retuvoasuladoporquesentirelcuerpodeLunajuntoalsuyoeracomo volveraestarenelcielo.Hacíatantosañosquelaañoraba...Eldestinose puso en su contra, se burló de ellos, pero ahora les daba una segunda oportunidad.Leimportabauncarajosihablaban,siestabamalvistoosi condenaba su alma por desear a esa mujer apenas unos días después del fallecimiento de su esposa. Luna debería haber sido la mujer que compartierasuvida,noIsabel.Yportodoslosdemoniosdelinfiernoque noibaaperderladenuevo. Tomóelrostrofemeninoentresusmanosylabesó.Fueunbesolargo, intenso, ardiente. Un beso que llevaba mucho tiempo esperando poder darle, que quería decirle cuánto la amaba, que nunca había dejado de hacerlo.Sintióquerenacía,queestabajuntoalamujerquedebíaestar,que lasbrumasquehabíanrodeadosuexistenciajuntoaIsabelsedifuminaban. Al separarse, Luna le miró muy seria, pero le pasó un dedo por el puentedelanariz,comosolíahacerantañoamododegestocariñoso. ―A mi hermana le habían dado dos meses de vida. ¿Lo sabías? ―Él asintió―.¿Porquénomedijistenada? ―Isabelnoqueríaquenadielosupiera.Nisiquieramelodijoamí,lo supe por casualidad. Igual que descubrí que me engañaba desde hacía tiempo con otro hombre. Bueno, era normal, nuestra vida matrimonial acabóseismesesdespuésdelaboda,asíque... ―¡Losabías!―sealarmóella. ―Y por lo que veo, tú también. Ahora me toca a mí preguntar el motivoporelquenomelocontaste. ―Noqueríaquesufrieras―repusoeludiendosuintensamirada. ―Ha habido demasiados secretos entre nosotros ―dijo moviendo la cabezaconpesar―.Lolamento,perodebesentenderqueyonoeraquién paradesvelarelhechodequeaIsabellequedabapocotiempodevida. ―Erassumarido,poramordeDios. ―Sí,perounpapelfirmadoylabendicióndeunsacerdotenonosdan derechos sobre la otra persona. Ella quería ocultar su estado y yo lo respeté. No la amaba, pero tampoco la odiaba; sabía que ella necesitaba seguirconsuvidacomosinopasaranada.TeníaqueserIsabelGaínza,la diva, hasta última hora. La Providencia ha sido benévola con ella, haciendoquesucochecayeraporesebarranco.Lopeorquepodíapasarle a Isabel era apagarse en la cama de un hospital. ―Se masajeó las sienes porquehablardeaquellolehabíalevantadodolordecabeza.Sepusoen pie,ofreciólamanoaLunayregresaronalcoche. ―¿Medejasconducirlo?―preguntóella―.Mecalmalosnervios. Por toda respuesta, él abrió la puerta del copiloto, entró, se puso el cinturónyrecostólacabeza.Estabahechounlío;nolevendríamalque Lunacondujeramientraspensabaquéhacerconsuvidadeallíenadelante. Ella había respondido a su beso, sí, pero de ahí a volver a retomar la relaciónquemantuvieroncuandoeranmásjóvenesibaunabismo.¿Cómo hacerle ver que la necesitaba más que al aire, que la llevaba necesitando desdehacíaseisaños,quesoñabaconellacadanoche? Pararonadescansarytomaralgounpardeveces,intercambiándoseal volante, pero apenas hablaron. Parecían dos completos extraños, y Luna rehuía sus ojos constantemente. Alejandro sentía como si le estuvieran arrancando las entrañas; no sabía qué hacer o decir para llegar a ella. Hasta lamentaba haberla besado porque Luna, no sería extraño, podría verlecomounsátiroquebuscabasustituirloquehabíaperdido. Sin embargo no era así. También ella navegaba en un mar de dudas. ¿Realmente Alejandro seguía amándola después de tanto tiempo? ¿No seríaunaúltimabromadeIsabel?Elbesorecientepodríanosignificarlo que ella ansiaba; quizá había sido simplemente un acto de desesperación ante la reciente pérdida, por mucho que hubiera dicho que la relación entresuhermanayélhabíamuertocasidesdeelprincipio. Un par de kilómetros antes de llegar a su destino, Luna le pidió que parara un momento. Bajó del coche y regresó con una caja con dos orquídeas en su interior, que dejó en el asiento trasero. Alejandro preguntósiqueríapasarprimeroporelhotelquehabíareservadoparala noche. ―Primerocumplamoseldeseodemihermana―repusoella. SotograndeestabatancambiadoqueLunanoreconocióellugar.Hacía añosquenohabíavueltoapisarsuscallesniapasearseporelpuerto,al quellegaronpocodespués.VioaAlejandrohablandoconunsujetoquele entregóalgo,yluegolehizounaseñaaellaparaquelesiguiera.Tomóla urna donde estaban las cenizas de Isabel, notando que le quemaba en las manos. Al parecer, él había pensado en todo; una pequeña lancha que se mecíaalosvaivenesdelaguadelpuertolesestabaesperando.Subierona ella,Alejandrolapusoenmarchaysalieronamarabierto,sinmirarseni decirpalabra.Lunallevabaaferradafuertementelaurnacontrasupecho. Queríaacabarconaquelloy,almismotiempo,sentíaquecuandoecharan lascenizasalmarperderíadefinitivamentetodocontactoconlaquefuesu hermana.PerohabíasidoeldeseodeIsabelyelloslocumplirían. Se paró el motor, dejando la lancha a la deriva. El mar estaba algo picadoyelvientodeshizoelpeinadodelamuchacha.Alejandronopudo reprimireldeseoardientedevolverabesarla.Estabatanbonitaasí,conel cabellosuelto,comoaéllegustósiemprevérselo.Secontuvoporqueno eramomentonilugar,perosucumbióalanecesidaddeenterrarsusdedos enesamelenatrigueñaparadeleitarseconsusuavidad. ―¿Quieresqueesperemosunmomentoantesde...? ―Nosoyderezos. ―Pero sí de recuerdos. Y sé que ahora te vienen a la cabeza mil instantes maravillosos junto a Isabel. No los arrincones, déjalos salir, disfruta al evocarlos. ―Entrelazó sus largos dedos con los de la muchacha―.Hagámoslojuntosy... ―Ensucartamepidequecuidedeti―lecortómirándolealosojos, con los suyos cubiertos por una película acuosa que amenazaba con derramarse―.Mepidequeteame,quetehagafeliz. Alejandro tragó convulsamente, sus dedos se aferraron con inusitada fuerza a los de ella. Un segundo después, Luna se encontraba pegada al cuerpomasculino,estrechadaentrelosbrazosdelhombrequeeratodosu mundo. Le rodeó con los suyos, apoyó la mejilla en su pecho y se dejó llevar por el placer que levantaban los dedos de Alejandro trazando círculosensuespalda. ―¿Loharías?―preguntóélmuybajito,casisinvoz. ―¿Querríasquelohiciera? ―¿Le preguntarías a un náufrago si quiere volver a tierra? ¿A un sedientosiquiereagua?¡PorDios,Luna!Teheamadodesdequeéramos dosadolescentes.Quierocuidarteyquemecuides,amarteyquemeames, verlosamaneceresylosocasosatulado,envejecercogidosdelamano. Perolosdosnecesitamostiempoparaasimilarloquehapasado,asíque démonosloydespués,solositúlodeseas,quizápodamos... Ellasepusodepuntillasparabesarloconligerezaenloslabios.Luego seapartópararecogerlaurna,queleentregósinsoltarla.Susmanosse unieronalsujetarla.Quitaronlatapa,intercambiaronunamiradatristey luego,silenciosamenteydeacuerdoambos,volcaronsucontenidosobre laspequeñasolasquerompíancontraelcasco.Acontinuación,Alejandro entregó las orquídeas al mar. Para su sorpresa, Luna sacó algo de su bolso: un cilindro plastificado al que había atado una piedra pequeña. Flotóunsegundoyluegosehundióenlasprofundidades. ―¿Quéeraeso? ―UnacopiadelguiondelaobraqueIsabelibaaestrenardentrodeun mes ―respondió ella con una sonrisa melancólica―. Allá dónde esté ahora,iguallehaceilusiónrepresentarla.SeguroqueSanPedroaplaudea rabiar. Alejandro la abrazó por los hombros, pero no dijo nada. Arrancó de nuevoelmotorpararegresarapuerto.Mientrassurcabanlasaguas,Luna seacodóenlapopa.Suslágrimassemezclaronconlaesteladeespuma quedejabalalanchaquelesalejabadeIsabel.Lasfloresseempequeñecían enladistancia. Y ella acababa de tomar una decisión que bien podía cambiar su existencia. Enelhotel,elrecepcionistalesdiolabienvenidadepositandodosllaves sobreelmostrador,nosinantessolicitarsudocumentación. ―Lashabitacionessoncontiguas... ―Estábienasí―cortóAlejandro. Lunaletomódelamanoyéllamiró.Lasonrisadelamuchachaseguía teniendounasombradetristeza,perosuspalabrashicieronqueelcorazón lebrincaraenelpecho. ―Solo ocuparemos una habitación ―indicó ella al recepcionista empujando su llave hacia él, sin abandonar la mirada del hombre al que amaba―.¿Teparecebien,Alejandro? A él le importó poco que el uniformado empleado les estuviera mirando:tomóelrostrodeLunaentresusmanosyatrapósuslabiosenun besoquecontestabaconmásclaridadquelaspalabrasasupregunta. Laapuesta CrisTremps ¿QuéhabíasucedidoensuviajeaLasVegasparaque,alentregarsu currículum como secretaria de dirección en uno de los casinos más importantes, hubiera desembocado en que en esos momentos se encontrara en una lujosísima habitación de la empresa donde buscaba trabajo,tumbadasobreunacamatamañoKingsizeenvueltaenseda,con undesconocidoysexyhombre? RaisaEllioteralahijadeunescocésafincadoenEstadosUnidosquese enamoródesumadre,Ania,duranteunviajedenegociosquehizoaRusia hacía ya treinta años. Como resultado del fulgurante amor que surgió entre ellos, al cabo de un año estaban casados, viviendo en la soleada Californiaysehabíaproducidoelfelizacontecimientodelnacimientode suúnicahija. Había crecido rodeada de amor y felicidad, algunos pensaban que era demasiadoconfiadaconlagente,peroeradeesasmujeresquecaíanbien yapesardenoserguapa,nofaltabaquiénlaconsiderabasexy.Suscurvas estaban en los sitios justos y unos pechos generosos que no se veían desproporcionadosapesardesumetrosesentaque,comosiempredecía, habíaheredadodealgunadesusabuelas.Noseparecíaasusprogenitores, ambosaltosyesbeltos. CursósusestudiosenBerkeleyyaunquehabíaestadotrabajandoparael negocio familiar, quería probar sus conocimientos en algo diferente, así quecuandoviolaoportunidadnodudóenaprovecharla. Uno de los mayores casinos de Las Vegas buscaba una secretaria de dirección; no lo pensó dos veces, llamó a sus dos mejores amigas y les propusounviajealaciudadquevivíadenoche. Tomaronelvuelodelatardedeljueves,paraquepudierapresentarla solicitudelviernesporlamañana,asítendríandosdíasparadisfrutarde laciudadydealgunadelasmagníficasactuacionesqueestabandemoda esosdías. Sevistiódemaneraconservadoraparalaentregadelcurrículum,quería transmitir una imagen profesional y seria. Conocía el mundo de los negociosdesdesumástiernainfanciayesteeracomotodos,aunquefuera uncasino. La recibió la secretaria de recursos humanos y cuando le dijeron que esperaraenlaantesala,sepusounpoconerviosa.Trasesperaruncuarto de hora, la misma mujer la hizo pasar a un despacho amueblado muy modernoconunagranmesademaderapulidayunordenadordeúltima generación. Leibanahacerunaentrevista.Noeramuyhabitualqueelmismodíade la entrega de la documentación se desarrollara, pero parecía que en esa empresalapolíticaeradiferente. EntróotramujerpresentándosecomolaDirectoradesección.Raisase levantó cuando se acercó, le dijo su nombre y le tendió la mano; el apretónfuefuerteperonodemasiado,soloqueríatransmitirseguridad. Laentrevistafuecordialyseria,repasaroneldocumentoylepreguntó porsusambicionesyproyectos,ademásdequerersaberquépodíaaportar alnegocio.Hablóconcalmaysinceridad,apesardequelosnerviossela comían por dentro. Cuando todo finalizó, la mujer le dijo que en dos o tresdíaslediríanalgo,einsistióenquelecontestaríanconrapidez,noles gustabaquelagentepensaraquenolostomabanenserio.Silaaceptaban laincorporaciónseríainmediata. Le agradeció la franqueza y con otro apretón de manos a través de la mesasedespidió.Nollegóasalirdeledificioporqueestabanalojadasen él.Pensaronqueyaquesepresentabaaesepuesto,tambiénqueríaconocer de primera mano, cómo funcionaba cuando lo disfrutabas como usuaria externa y ver qué mejoras se podían emprender. Creía firmemente que desde el escalón más bajo se apreciaban mucho mejor las cosas, y no desdeundespachoalcualmuchasvecesnollegabalainformación. Susamigaslaesperabanenlahabitación,cuandollególesrelatótodo losucedidoyqueteníalaimpresióndequeeraunaempresabastanteseria yquehabíaposibilidades. Unavezsecambióderopa,salieronaconocerlaciudad.Pasaronundía muydivertidoyaúltimahoradelatardefueronalespectáculodeSeline Dion. Su padre le había conseguido las entradas por que era muy difícil accederaellas.Disfrutarondelamaravillosaactuación.Después,fuerona jugarunratoalasmáquinastragaperras. Todo había sido muy emocionante. Con ese toque eufórico que la acompañabadesdelamañanalespropusoasusamigasirajugaralpóker. Tras años sin hacerlo, esperaba no haber perdido su toque. Cuando era estudiantejugabaenlastimbasqueorganizabanloschicosporlasnoches, pequeñasapuestasquelereportabanalgodedineroquelaayudabanensus gastoshabitualesapesardeltrabajoamediajornadaquetenía. Suspadrespodíanhaberlepagadolosestudios,perosiemprehabíasido muyindependiente,ycomomuchosotrosestudiantessehabíahipotecado hastalascejasyhabíapagadoreligiosamentealbancoconloqueganaba decamarera,ydespuésconeltrabajoenlaempresadesuprogenitor. Eligióunamesadepequeñasapuestas.Losminutospasabanyeljuego se le dio muy bien, algunas partidas le reportaban la cantidad suficiente parapoderperderenotrasyseguirjugando. Enlamesaerancuatrolosoponentes,ycomosusamigasseaburríany nosabíanjugar,ledijeronqueseibanalahabitaciónadescansar,ellales comentó que no tardaría en seguirlas, pero estaba tan concentrada que perdiólanocióndeltiempo. Unodelosjugadoresabandonólamesaysesentóunnuevoparticipante que la descentró, un hombre vestido con un impecable traje gris plata y una nívea camisa en la que sobresaltaba una corbata oscura. El cabello negro le caía sobre los hombros y unos ojos verdes posaban la mirada sobrelasdemáspersonassentadasalamesaenunimplacableescrutinio. Unjugadornatoconmanosdetahúr. Alto y corpulento, parecía un guerrero a punto de enfrentarse a una batalla y esa batalla era el juego. Si lo comparaba con los otros dos jugadores,noteníannadaquehacer,eraunganador.Yasolosupresencia intimidaba un poco, los sentados a la mesa, incluida ella, vestían de manerainformal,élsellevabatodaslasmiradas. Duranteunossegundoselescrutinioalaquelasometióhizoquetodas lascélulasdesucuerposerevolucionaran,eraunhombremuysexy,que podíahacerleperderlaconcentracióneneljuego. Una nueva partida comenzó y dos horas más tarde, en esa mesa solo quedaban ellos dos. Era muy interesante verle jugar, ambos utilizaban técnicas parecidas. Se sentía fascinada por todo lo que estaba viviendo, perolaadrenalinaempezabaadisminuiryelcansancioaparecía,esono era bueno para la partida, decidió dejarlo en un punto en donde había ganado,preferíaretirarseatiempo. ―¿Jugamosunaúltimapartidasindinero?―preguntóélconunavoz profundaygravequeleprodujounaligerataquicardia. ―¿Unapartidasinapostardinero?―cuestionóuntantoescéptica. ―Sí―afirmó―,apostaremosotracosa. ―¿Qué? ―preguntó Raisa elevando una ceja en un gesto con cierta arrogancia. ―Una noche ―contestó mientras acariciaba la mesa con la mano derecha,ellanopudoevitarimaginaresamanosobresupielynosobreel tapete. ―¿Unanocheparaqué?―curioseónoteniendomuyclaroquéeralo quepodíaestarjugándose. ―Unanocheendondeunoharáloqueelotroquiera―soltóelhombre demanerapausada,comosidegustaralaspalabras. ―Eso es muy vago, no sé si me interesa ―dijo de una manera que denotabaprudencia. ―Unacenaysexosiganoyo,yloquetúelijassiereslavencedora. Era toda una tentación lo que le estaba proponiendo, si ganaba ella podían hacer lo que quisiera durante una noche, eso podía ser muy interesanteysiganabaél,cenaysexo,quetampocosonabanadamal. La gente que los rodeaba observándolos estaba expectante ante la propuesta que le estaba haciendo, parecía que todo el mundo contenía el aliento.Debíaseralgoinusual,inclusolacaradelcrupiereradeextrañeza ycomosisupieraalgomásqueaellaseleescapaba. Alfinalasintióconlacabezayunanuevapartidaseinicióentrelosdos, ambos contrincantes estudiándose minuciosamente, no permitiéndose ningún fallo. Él era un tipo con dinero, se le notaba la clase que desprendíaconsusolapresencia,siganabapodíahacerquelasllevaraa todasacenaraalgúnrestaurantedistinguidoydespués…bueno,después selopensaría. Teníaunfull,unamuybuenajugada,asíquearriesgóylaspusosobre lamesa.Mientraslomirabafijamente,leparecióverunpequeñodestello deregocijoenesapenetrantemiradaverde,quesedifuminóalmomento. ―Escalera de color ―dijo él con su impecable voz y una sonrisa sinceraquelefundiótodaslasneuronas. Se quedó estupefacta, durante unos segundos en su cara apareció la sorpresayescuchólosjadeosdelasmujeresquecontemplabanlapartida ylosvítoresyaplausosdeloshombres. Le costó un tiempo asumir su derrota y lo que conllevaba, pero lo hecho, hecho estaba. Se levantó y le dio la mano, como siempre apretó confirmeza,élhizolomismoperolaretuvoduranteunosinstantesmás delohabitual. Elpúblicosedisolvióyélseacercóaparamantenerlaconversaciónen un plano más íntimo, mientras el crupier cerraba la mesa, ya era de madrugada. ―Estáalojadaenelhotel―constatóél. ―Sí,¿cómolosabe?―preguntó. ―Digamos que tengo contactos. Ha sido una dura contrincante, hacía tiempo que no jugaba una partida con una amateur tan excelente ―comentómientraslecogíalamanoderechayselallevabaaloslabios depositandounsuavebesosobresusnudillos. ―Entoncesestoyendesventaja,nosénadadeusted―dijomanteniendo lamiradafijaensusojos. ―Laverdadesquenoesmuyrelevante,Raisa. ―Incluso conoce mi nombre, no sé si sentirme alagada o alarmada ―explicóenvozaltasinperderelcontactovisual. ―Pasaréabuscarteportuhabitaciónalasseisdelatarde,iremosaun lugarinformalacenar,notepreocupesporlaropa. Yconesafrasequeladescolocó,segiróydespareciódesuvista,casi comohabíaaparecido,sindarsecuenta. *** Erancasilasseisyempezabaaponersenerviosa,comosiemprehabía sido demasiado confiada e impulsiva. Las dudas empezaron a aflorar cuandosehabíalevantadoesamañanayleshabíacontadoasusamigaslo quehabíasucedidoeibaapasar. Menos mal que ellas estaban allí. ¿Y si era un asesino?, ¿o un perturbadomental? Eldíahabíapasadocomounaexhalación,sehabíandedicadoadisfrutar delaciudadeirdecompras.Lehabíadichoqueseríainformal,peroella sabía que informal para algunas personas con mucho dinero eran unos tejanosdeArmani. Detodasformassepusounablusadecolorturquesayunospantalones blancos,habíarecogidosucabellocastañoenunmoñobajoyunparde mechones sueltos medio rizados le enmarcaban la cara, acentuando sus rasgoseslavos. Elmaquillajeerasuaveyunglossdecolorrosadodabaunligerocolor asuslabios.Susojosazulesestabanfijosenelespejoqueledevolvíala miradayaunquesabíaquesusamigasnoparabandehablar,eraincapaz deconcentrarseenloquedecían. Ellasseríantestigosdequiéneraélantesdeirse,porsiacaso.Cadavez que lo pensaba, estaba más convencida de que era una locura, pero siempre pagaba sus apuestas, y esta la había perdido, tenía el coraje suficienteparaasumirlo. Sonaronunostoquesenlapuertayalabrirlasesorprendióporloque vio, él estaba allí plantado cuan alto era, debía rozar el metro noventa, vestidoconunostejanos,unacamisetanegrademangacortaquemarcaba sumaravillosamusculaturayunacazadoradepieldebajodelbrazo. ―Hola, ya veo que cuando dijiste informal, era realmente lo que querías decir ―comentó mientras lo hacía pasar dentro de la habitación apartándosedelaentrada. Unavezestuvierondentro,élletomólamanoyposósuslabiossobre losnudillos,mirándolafijamente. ―Te presento a Tess y Marie, mis amigas… él es…. ―y se quedó la fraseenelaireporquetodavíanosabíacómosellamaba. ―Alexander Faulkner ―concluyó mientras tendía la mano a cada una delaschicasylesdabadosbesosenlasmejillas. Leparecióunbonitonombrequeseadaptabaperfectamentealhombre. ―¿Nosvamos?―preguntó. ―Sí, claro ―contestó, despidiéndose de sus amigas y con toda la intencióndelmundodijoquelasllamaríaesanoche. ―Novoyasecuestrarte,solovamosacenarya…bueno,yaloiremos viendo―dijocuandoyaestabanenelascensor,lecogiólamanoyyano lasoltó. ―Como comprenderás, tengo mis reparos de cara a esta noche, hasta hace pocos segundos no sabía ni tu nombre y ahora me voy contigo sin saber cuándo voy a volver y qué va a pasar realmente ―dijo girándose paramirarlo. ―Vamos a charlar y a cenar, así que relájate y siempre que quieras llamaatusamigassiesotehacesentirmejor―aseveró. Loqueleexplicólehizosentirsolounpocomástranquila,legustaba ese hombre y si acababan en la cama, creía que sería una experiencia increíble. No tenía mucha práctica con el sexo, había tenido un par de relacionesserias,peroestaseríalamásrápidadesuvida,conocerloayer eirsealacamahoy. Salieron del hotel y una limusina los esperaba, era impresionante, a pesar de lo de la informalidad se encontró sintiéndose bien con la ropa quehabíaelegido,letransmitíaseguridad. Erauntipoconmuchaconfianzaensímismo,tantoentrajecomocon tejanosseleveíacómodo.Trasunosquinceminutosdetrayectoelcoche aparcódelantedeunpequeñoycoquetorestauranteitaliano. EntraronyallíunamujerdemedianaedadselesacercóysaludóaAlex congranefusividad. ―Raisa,tepresentoaIsabella,lamejorcocineradelmundo,suspizzas son inigualables ―afirmó mientras se acercaban a una pequeña mesa dispuestaparadoscomensalesenunacoquetaesquinadelrestaurante. Unavezsentados,eligierondelacartaunpardeplatosyélsolicitóun chianti. Cuando se lo sirvieron tomó dos sorbos y comenzó a relajarse, todo parecía muy normal, una cena en un sitio pequeño y familiar, con gentequeparecíaconocerloyapreciarlo. Llególacomidaycharlaron,sobretodoella,lecontópartedesuviday aloquehabíaidoalaciudad.Duranteunsegundopareciósorprendido, peroenseguidapusocaradepóker,seledabamuybien;éllehablósobre sus negocios, aunque pronto desvió el tema hacia otros temas más personales.Teníanaficionescomunes,comoeljuegoqueloshabíaunido, gruposdemúsicayeranfansincondicionalesdeLosAngelesLakers. Fue todo muy agradable, él era un hombre fascinante y encantador, le cogíalamanoatravésdelamesahaciéndolasentirespecial. Terminaron de cenar y la limusina esperaba en la puerta, siguieron comentando lo bueno que había estado todo. Cuando fue a pagar él se negó en rotundo, diciéndole que eso no entraba dentro del trato, ella lo habíamalinterpretado. Llegaron al hotel y subieron al ascensor, que los llevó al piso más elevado, entraron en una preciosa suite de lujo y entonces comenzó a ponersenerviosa,éllopercibióenseguida. ―No te preocupes, no va a pasar nada que no quieras ―dijo para tranquilizarla a la vez que le acariciaba la mejilla con un dedo, no creía que se le fuera a tirar encima, pero la incertidumbre no era buena compañera. De nuevo de la mano, se acercaron al gran ventanal que tenía la habitaciónparacontemplarlaciudadentodosuesplendordesdeeselugar, eraalgomágico,podíaentendercomomuchagentesequedabaatrapada enella. Sobreunamesadelasuitehabíaunabotelladechampánydoscopas,él la dejó contemplando las vistas mientras servía el líquido espumoso, volvióaacercarseyletendióuna. ―Por una noche maravillosa ―dijo mientras brindaba y se llevaba la copa a los labios. Hizo lo mismo, pero en esa ocasión no lo miró a los ojos,mirabasuslabiosconadmiración,pensandocómoseríaserbesada porellos. Si tenía que ser sincera consigo misma, estaba excitada, toda la situaciónhabíacontribuidoaello,laapuesta,elmisterio,él. Lequitólacopadelamanoyvolvióadejarlassobrelamesa,entonces fueellalaqueseacercó,quedandounofrentealotro. Élsubiólasmanoshastasucabezayledeshizoelrecogido,dejadosu melenasuelta.Colocólasmanosenmarcandolasmejillasyseinclinópara besarla, probó sus labios al principio y pasó su lengua sobre ellos, entreabriólabocaydejóquelainvadiera.Sabíaalchampánqueacababan detomar. Ella lo abrazó, metiendo las manos por debajo de la camiseta y acariciandolamusculosaespalda. Alex levantó la cabeza y durante unos segundos la miró fijamente, comosiestuvieratomandounadecisióntranscendental. La tomó de la mano y atravesaron la estancia para entrar en el dormitorio.Niporunmomentoselepasóporlamentenegarse,queríalo queibaasuceder,estabamuytranquilayexcitada. Delantedelacama,sindecirniunapalabracomenzaronadesnudarseel uno al otro, solo se escuchaban sus respiraciones. Le quitó la camisa y observó el sujetador de encaje rojo que llevaba, pasó sus dedos con suavidadsobreelpechomarcandolaformadeesaprendaíntima. Continuódesabotonándoleelpantalónydescubrióquellevabauntanga que no dejaba nada a la imaginación, cuando terminó ella le quitó la camisetaysededicóaacariciarlelosabdominalesyeltorso,hastaquese inclinó y besó uno de sus pezones. Desabotonó los tejanos y bajó la cremallera. Lequitólospantalonesyconellosarrastróloscalzoncillosliberando sulargoyduropene,dejándolototalmentedesnudo.Teníaunaanatomía perfecta,lequitabaelalientocontemplarlo. Lallevóalacamaysetumbaronjuntossobreunassábanasdesedaque acariciabansucuerpoeincrementabanlassensaciones. Desabrochó el sujetador y jugó con sus pechos, los besó y succionó, creía que moriría de placer, era lento y concienzudo, estaba muy duro y cuandointentócogersupene,noselopermitió. ―Todavía no, tenemos toda la noche ―dijo él mientras continuaba el asedioasuspezonesysuspechos. Unadesusmanoscomenzóavagarhaciaelcentrodesucalor,estaba muy húmeda y los jugos ya habían traspasado el tanga, mojando sus piernas. Le quitó la pequeña pieza, colocándose entre sus muslos, dejándolatotalmenteabiertayexpuestaasuescrutinio. Suhendidurabrillabaysuslabiosmenoressehabíanabiertocomouna flor, iba depilada por completo, su exposición era plena ante él. Parecía quelegustabaporlossonidosqueemitíaysusjadeos. Pasó un dedo rozándole el clítoris y pensó que se iba a correr en ese mismomomento,alzólascaderasenunintentoporobtenermáscaricias. Suspezonesestabanduroscomopequeñaspiedraspreciosas,anhelabaque la tocara, que su pene la penetrara, pero, parecía querer torturarla, intentaba tocarlo y él se apartaba. Se sentía incompleta, necesitaba que entraraensuvaginaylallevaraalorgasmoenseguida,creíaquenoloiba apoderresistir. ―Confía en mí ―dijo mientras se levantaba, dirigiéndose a una cómodaquehabíaenlaausteraestanciayabríauncajóndelquesacóunas esposasrecubiertasdepiel. Ibaaatarlaalacamaydejarlatotalmentesumisaanteloqueélquisiera hacerle. Se acercó y la miró en busca de su consentimiento, esta situación de dominacióntodavíalaestabaexcitandomás,siesoeraposible,entonces asintió. Consuavidadlepusolasesposasquepasópordetrásdelcabecerodela cama, se sentía lujuriosa y depravada, no había hecho nunca nada como eso. ―Abre las piernas todo lo que puedas para mí ―dijo él mientras rodeaba la cama observándola y acariciándose el pene con movimientos lentos y rítmicos. Se acercó hasta la mesita de noche y sacó un preservativoquesecolocócondestreza. Volvióatumbarsesobrelacamay,ubicándoseentrelaspiernasdeella, sededicóatorturarsushinchadoslabiosmenoresconlalenguaenbusca desuclítoris.Estabaapuntodeestallarcuandodejódeacariciarla. Volvió a sus pechos, de nuevo mordisqueó sus pezones produciendo pequeñasdescargasquellegabanhastasuútero. Estaba tan húmeda que había comenzado a mojar las sábanas de seda quelaacariciabanencadapequeñomovimientoquehacía.Empujabasus pechosenbuscademásatenciones,queríajuntarlaspiernasparaintentar autoacariciarse,eraundolorindescriptibleelquesentíaenelcentrodesu feminidad,queríaserempaladaporesepeneyquelaacariciarahastaque laconsumieraelorgasmo. ―Tócame,porfavortócame―solicitódesesperada. ―Pronto,muypronto―contestóentrejadeos. Loquesucediódespuésladescolocóunpoco,lequitólasesposasyla giró de tal manera que quedó a cuatro patas, con unos cojines bajo su abdomenparaquesutraseroquedaraelevado. Él continuaba entre sus piernas y acarició cada nalga, masajeándola y rozandosuhendidura.Laexcitacióneramáxima. Pasó un dedo por el medio, buscando su clítoris de nuevo. Con los dedos untados de sus jugos, la penetró, primero con un dedo y después condos,preparándolaparaloqueteníaquesuceder. La llevaba hasta el precipicio y después descendía, estaba volviéndola loca de placer. Continuó su asedio y de vez en cuando le pellizcaba el centrodesuexcitación,llegóinclusoaacariciaryjugarconsuanocon losdedostotalmentehúmedos. Cuando pensaba que se iba a ahogar con su propia falta de aire, la penetró.Sulargoyduropenelallenóporcompleto. Comenzó con un ritmo lento, ella elevaba sus nalgas para que tuviera más acceso a su interior y las embestidas fueran más profundas, sus pechossebamboleabanconelmovimientoqueélimprimía. Losjadeosylasrápidasrespiracionesdeambosllenabandesonidola lujosasuite,ycuandopensóqueyanopodríaresistirlomás,estallóenun orgasmo brutal que la dejó totalmente desmadejada, todavía no se había corrido. Lavolvióacolocarsobresuespaldapenetrándoladenuevo,aceleróel ritmoyseexcitóconlascariciasquealavezrecibíasuclítoris. Enesemomentoambossecorrieronalavez,notabacómosupenese movíaensuinteriorquedándosesecodesemenmientrassuvaginaseguía contrayéndoserítmicamente. Tras el placentero momento se derrumbó sobre ella y durante unos segundos ninguno de los dos se movió. Fue él el que se apartó, arrastrándola hasta su lado y la besó en la frente. Estaban sudorosos y jadeantestodavía,unaexperienciaquenopodríaolvidarnunca. Cuando sus respiraciones y sus cuerpos comenzaron a reaccionar, se quedaron en un estado de letargo muy agradable, ninguno hizo comentarios sobre lo que había sucedido y eso le pareció mucho más íntimoquesihubierasurgidoalgunapalabra. ―Tengo sed ―dijo incorporándose sobre un codo y mirándolo fijamente. ―Yotambién,esperaunmomento―comentómientrasselevantabade lacamaysalíahaciaelsaloncito. Volvióconlascopasdechampánllenasyleofrecióunadeellas,sela bebiócasisindegustarlo. ―Más,quieromás. ―¿Estásseguradequequieresmás?―preguntóélenarcandounaceja conunasonrisajuguetonaensuslabios. ―Sí―afirmó. Lascopasdenuevosellenaronydenuevolavaciórápidamente,élen cambiosetumbóasuladoylaobservó.Cuandoterminó,dejólacopade ella en la mesita y derramó un poco de champán de la suya sobre sus pechos. ―Yotambiénquieromás―confirmóéllamiendoelambarinolíquido sobresupiel,iniciandodenuevolaseduccióndesucuerpo. *** Pasaronlanochejuntos,yporlamañana,trasunaduchamuycompleta yuncopiosodesayuno,laacompañóasuhabitación. ―Hasta pronto ―le dijo enigmáticamente a la vez que se llevaba su mano a los labios y rozaba sus nudillos, parecía que le encantaba ese gesto. Entró en la habitación como si estuviera en una nube, sus amigas la asediaronapreguntasyellasolopodíacontestarconlacabeza,asintiendo onegando. Durante la mañana, mientras preparaban las maletas, sonó el teléfono móvil.Eraladirectoraderecursoshumanos. ―Su solicitud ha sido aceptada, mañana la esperamos en la oficina númeroochodelacuartaplanta. Con esa frase y sin poder articular palabra, todo su mundo cambió radicalmente.Llamóasuspadresparadecirlesquenoregresaríaesedíay queleenviaranunamaletallenaderopa.Menosmalqueteníaeltrajeque habíallevadoalaentrevista. Anuncióalhotelquesequedaríaunosdíasmáshastaqueencontraraun apartamentoyacompañóasusamigasalaeropuerto,despidiéndolascon un sabor agridulce, había conseguido lo que quería, pero estaría sola de momentoenesaexcitanteciudad. Lashoraspasaronrápidamenteyellunesllegócasisindarsecuenta.Se presentóendondelehabíanindicadoyvioqueeldespachoestabavacío. Sentándoseenlasillagiratoriaquehabíadetrásdelamesa,pensóenlos complementosquelehacíanfaltaparapoderdesarrollarsutrabajo. Depronto,elteléfonosonó. ―Srta.Elliot,paseamidespacho―dijounavozmasculinaalotrolado delalínea,ypensóqueibaaconocerasunuevojefe. Selevantórecolocándoselaropayenderezóloshombros,llevandouna libretayunbolígrafoenlamano. Llamóalapuertaysinesperarcontestaciónentró. Allí estaba Alex, sentado tras una enorme mesa llena de papeles y un granordenador.Enunprincipiosesintiósorprendidaperoesemomento pasó y una ligera furia estalló en su interior, lo había sabido desde el principioyselahabíallevadoalacama,¿habíaconseguidoeltrabajopor ello? ―Déjamequeteexplique,porfavor―ledijolevantandolasmanosen un tono de súplica, era una mujer expresiva y él debía haber visto todos susestadosdeánimoconformelosibasintiendo. ―Me quedé sin secretaria la semana pasada, por eso lo del anuncio, recursoshumanossehaencargadodelaselecciónynomelocomunicó hastaayeramediodía.Cuandomecontasteparaquéhabíasvenidopensé queerasunacandidataynolaelegidaporladirectora,asíquenoquiero quecreasqueloquehapasadoentrenosotrostienealgoquever. ―¿Ylapartida?¿Ylaapuesta?―susurrómientrassesentabaenlasilla quehabíadelante. ―Teviporunadelascámarasdeseguridadymegustócómojugabasy túcomomujer,asíquebajéaconocerte,sabesquenohubiéramostenido sexosinohubierasquerido―dijomientrasselevantabayseacercabaa ella. ―Estetrabajolohasconseguidoporquevalesparaél,perotambiénme gustas,asíquemejorparamí,esperoquetambiénseaválidoparati―dijo ayudándolaalevantarseyelevándolelacaraparapoderbesarla. Sesentíaunpocotonta,claroquelohabíaconseguidoporellamisma, éltambiénlegustaba,pensóquetalvezpodíafuncionaryledevolvióel beso. ―¿Quieresquehagamosotraapuesta?―preguntómientrasseseparaba unpocoparamirarlaalosojosyvieraqueibaenserio. ―¿Enquéestáspensando?―locuestionómientrasladeabaunpocola cabezaconunapequeñasonrisajugandoensuboca. ―Te apuesto una cena y sexo loco durante una noche a que estamos casados dentro de seis meses ―dijo él a punto de echarse a reír a carcajadas. ―Aceptolaapuesta―contestóuniéndoseasusrisas. Enmipiel LydiaLeyte I Llantodesesperado.Hipidos.Balbuceosentrecortados. Laangustiadeaquellossonidosrasgólagruesacortinadesusueño. Sonia Padín pensó que era ella la que al fin se había roto por dentro. Aún en ese estado de adormecimiento, se sorprendió. Ni siquiera en sueñossepermitiríasemejantedebilidad.Lavidaeracomoera.Ypunto. Nadasesolucionabaconlágrimasysuspiros. Elllantosonóunaoctavamásalto.Estavezademásescuchórecitarsu nombreenuntonotanlastimeroquepartíaelalma. Conunojomedioabiertocomprobólahoraeneldespertador.Lasdos delamadrugada.Sintiófrío.Ylaviejacongojaqueleapretabaelcorazón desdehacíaaños. Corrió al descansillo de la escalera del quinto piso, cubierta con la camiseta anchota con la que dormía. Sola en una inmensa cama. Sin el hombreamado. Marieta, descalza y en pijama, estaba acurrucada junto a la puerta de entrada. Asía su oso de peluche con la fuerza desesperada del que busca consuelo. Sonialaacogióensusbrazos,ylaacunóhastacalmarlosincontrolados lloros. ―Tellamé. Borró el pucherito tembloroso con un beso tierno en su boquita de piñón. ―Esqueestabamuydormida―respondió,comosiesofuerasuficiente justificaciónparadesarmarlaangustiadeunaniñadecincoaños. Secósuslágrimasconpequeñosydulcestoquesdesulengua.«Besosde gatito», decía la chiquilla. La sonrisa llenó de paz el rostro infantil. La abrazó con fuerza. Podría haber sido su hija, pero era la de otra mujer. Aunqueesoaellanoleimportaba.Laqueríatanto… *** El hombre entró sigiloso en la cocina. Se desnudó. Cogió el montón deropaylointrodujoenlalavadora.Cerrólapuerta,echóeljabónyla puso a andar. El olor nauseabundo a alcohol, y al sudor ácido de los noctámbulos,quedóabuenrecaudo.Noqueríacontaminarelambientede purezaqueélhabíacreadoensuhogar. Sedirigióalbañoparasuduchanocturna. Elbultohumanosobreelsofádelasala,ledetuvo.Sequedóextasiado. Parecía la estampa bucólica de una maternidad: la niña cobijada en los brazosdelamujer,comosiestaquisieraprotegerladetodomal. Apesardetodo,susojossecentraronenlocarnal,enlosmuslostersos ymorenosquequedabanaldescubierto,coneseerotismoquedesprendía Sonia.Yporuninstantesepermitiósoñarconotraépocayotrolugar,en el que esas piernas envolvían su cintura mientras él la penetraba en embestidascortaseintensas,hastaqueambossedeshacíanconladulzura delazúcarenelagua. Su pene saltó gozoso. Tuvo que contener la necesidad de acariciarse hasta explosionar de placer. El deseo se enroscaba en su bajo vientre, mordíalasterminacionesnerviosasdesupielcomosifueraunadeesas serpientesquevainoculandosuvenenosegundoasegundo.Másintensoy apremiante que entonces, porque ahora sabía que no tenía derecho a disfrutar de Sonia. Era una fruta tan prohibida como la manzana del Paraíso. Soltó para sí un juramento ante su necesidad dolorosa, acuciante, de hundirseenella,porsaborearsupielsatinada.Sesintióculpableporesa reacción. ―Dardo, sería conveniente que te vistieras. No sé si estoy preparada paraverundesnudointegralaestashorasdelamadrugada. Eduardosonrióanteelapelativodeotraépoca,cuandoéleraeljoven desvergonzadoyviolento,yellaelhadamágicaquetrazóelsenderopara convertirlo en el hombre actual. En todo ese tiempo no había perdido el sentidodelhumornilalenguaafilada. ―Otravez…―Soniaselimitóasuspirar―.¿YQuico? ―Tu hijo duerme como un ángel. Un adolescente campeón de hockey sobrepatinesnosedespiertaniaunquesecaigalacasa. Parecióquedarsemástranquilo.Entróenelbaño,conteniéndoseaduras penasparanoacercarseydevorarsubocaabesos.Esanoche,comootras tantas anteriores, su mano tendría que darle el alivio que necesitaba, mientrassumenterecreabalascurvassuavesdelcuerpodeSonia. Cuandosalió,ellahabíadesaparecido.Esaeralaconstantedesuvidaen común. II Metallica interpretaba una de sus baladas a todo volumen. Eduardo Montero,Dardo,antesdeconvertirseenelhombredenegociosqueahora era,tuvoquepegarelpulgaraltimbreparaquelooyera. Sonialemiróimperturbabledesdeelumbral.Enelinterior,sucorazón bombeaba a ritmo de mambo, lanzando brillantes cohetes de color. El deseosehacíahúmedoensusexocadavezqueleteníadelante.Todoenél leatraía.Elrostroangulosodefaccionessecas.Elpechoduro,fortalecido poreltrabajo.Elairedemasculinidadqueexudabacadacéluladesupiel. Sinembargoeransusojososcuros,cargadosdeunatristemelancolía,los que nublaban su tan cacareado buen juicio, hasta incluso hacerla olvidar lasofensasdelpasado. Amó a Eduardo quince años atrás con toda la pasión desatada de la juventud,yseguíaamándolequinceañosmástardeconmayorintensidad queantes,porqueahora,elhombrequehabíalogradosalirdelanadapara construirseunavidapropia,sobrepasabaconmuchoalchicoquefue. Años de separación en los que la vida se había portado bien con él. Tampoco lo había hecho mal con ella. Sin embargo, no había sido generosaconambos.Susrespectivasexistencias,hastahacíaoncemeses, habíannavegadopormaresdistantesylejanos.Sololacasualidad,ouna jugarreta del destino, quién podría saberlo, les había vuelto a acercar de unamaneraimprevisible,yconvertidoenvecinosdeapartamento. Nieltiemponiladistancia,nisiquieralatraición,eldolor,ladesdicha, lograron menguar su pasión por él. Su cuerpo seguía teniendo esas reaccionesabsurdascadavezqueloveíaanteella.Ynoeraporquefuera guapo.Sinoporqueeraelúnicohombrequelahabíadespertadoalavida. Dardo se cruzó con ella en una época lejana, cuando Sonia tan solo intuía la pasión que podría despertar el sexo. Y eso porque se hartaba a repasar una y otra vez los encuentros amorosos de los héroes de sus novelas románticas favoritas. Él fue el primer hombre que descubrió su cuerpoysufeminidad.Alqueseguíaamando,peseasulargaseparación. Ella,tímida,apocada,unratóndebiblioteca,sesintióatraíahaciaeljoven descarado como si un volcán en erupción la hubiera envuelto en su lava ardiente. Seentregóaélconlamenteyelcuerpoabiertosatodoloquequisiera hacer con ella, con el pleno deseo de experimentar el placer que solo Dardole daría. Con la plena consciencia de que para ellos no habría un «parasiempre».Eranaguayaceite.Ellahabíatrazadounplanclaropara su futuro. Dardo se regía por la norma «vive y deja vivir». Era impredecible… tanto como atestiguaba el día que la dejó plantada, para casarseconotra,solodosmesesmástarde.Peroesoformabapartedeuna vulgarhistoriaenlaquenoqueríapensar. ―Gracias,denuevo.Siempreteocupasdeella.Sedespierta,seasustay sale a buscarte ―justificó ante la mujer a la que nunca había dejado de amar. ―¿Porquénocontratasaalguienparaqueloscuidecuandotúnoestás? ―Durante unos meses estuvo una cuidadora, pero no funcionó. Esta temporadafaltomás.Yasabesquehecompradootropub,y… No sentía ni un átomo de pena. Para Eduardo, poner un proyecto en marchaeralasalsadelavida. ―Ireland´sFlag.Estuveelotrodíaconunamigo. ―¿Alguienespecial? Soniafruncióelceño,mostrandosudisgusto. ―Novayasporahí.Esenoesnituproblemanituguerra. ―Túeresmiproblema.Nuncahasdejadodeserlo.Yyopeleoporcada batalladeestaguerraenlaquellevamosenvueltostantosaños. Estuvo a punto de soltarle que sería desde los últimos once meses cuando estaba interesado en ella. Durante casi quince años no lo había visto,yporloquesabíaesonolehabíaquitadoelsueño. ―No estabas ―se limitó a contestar para no meterse en reproches absurdosquenolesllevaríananingunaparte. Sí estaba. Observándoles como un voyeur desde la oscuridad de su despacho.Nohabíaqueridoacercarseporquenosefiabadesímismo,y de esos ataques de posesión que rugían en su pecho ante la sola idea de queellaestuvieraconotro. ―Andotodoeldíaporahí―respondióevasivo. ―Laambicióntieneesospequeñosinconvenientes. ―¡Nopuedoquedarmeatrás!Estenegocioesexigente,sinoprogreso, otroloharáenmilugar. ―Ytú,noloconsentirías… ―¿Qué es esto? ―pensó que con ella sería mejor cambiar de conversación. Si mordía un hueso, no lo soltaba, parecía un perro de presa. Sonia miró hacia los dibujos de sus alumnos que él sujetaba con esa manofirmequeenotraépocarecorríasupiel,enervandocadaunadesus células. Bajo el puño de la camisa blanca, se asomaba el borde de un tatuaje. Sonia no pudo evitar que se le escapara una sonrisa cargada de dulzura. Recordabacuándoselohabíahecho.Teníaveinteañosyporentoncesaún nohabíaaparecidoensuradaresaambicióndesmedidaporprogresar. Aquellatardehabíaidoabuscarlaconsumotoalinstituto,comohacía siempre, y le había enseñado la piel tatuada, aún sanguinolenta: una triqueta celta, la representación de las tres fuerzas del universo, tierra, fuego,agua,conunaletradiminutainscritaenunodelosanillos. ―La inicial representa tu nombre. Siempre estás aquí ―explicó apretandoconfuriaelpuñocerradosobresucorazón―.Ahoratambiénte llevoescritoenmipiel. Y Sonia, por aquel entonces se lo había creído porque no comprendía unavidaenterasinél. Claro que eso había ocurrido poco antes de que un nombre completo, más exuberante, con más tetas y culo que su inicial, hubiera ocupado su puesto. ―Son dibujos de mis alumnos… y te ruego que no cambies de conversación. Me sé el truco de memoria. Te ruego que vuelvas a contrataraalguien.Loschicosnopuedenestarsolostantashoras. ―¡Joder,Sonia,nomeatosigues!―exclamóconairedederrota―Ya sabesquéocurrióconlaúltima.Sequedódormidayniseenterócuando salióaldescansillo.Solotenecesitanati.Nisiquieraechanenfaltaasu madre.Claroquetampocosehaocupadonuncadeelloscomolohacestú. Obviódecirloqueambossabían.Laqueyaerasuexsehabíalargado unbuendía,dejandoatrásasushijos,cuandolapequeacababadenacer. ―Deberíamoscasarnos… ―¿Porqué?¿Porqué,Dardo?¿Porqué? Elaireentreellossevolviódenso,cargadodeviejosanhelos.Estaban uno frente al otro, sin tocarse, y sin embargo, parecía que sus cuerpos ardieran de pasión, como si reconocieran el tacto del pasado. El deseo crepitabaenelambiente,crudo,brutal. ―Somos viejos conocidos, siempre nos hemos llevado bien. El sexo eraperfectoentrenosotros. Contestóalfinconvozplana,sintiendoelpesodesufaltadevalor.Era incapaz de formular las dos palabras que les unirían hasta el fin de sus vidas.Esasqueelmiedoaequivocarsenoledejabapronunciar.¿Ysieran todo imaginaciones suyas y ella ya no sentía lo mismo? Sonia jamás le tocaba. Era él quien se acercaba a ella, quien se la comía con los ojos, quiensedesesperabacadanochepornotenerla.Soloelbrilloocasional desusojos,aquellapasióncruda,hambrienta,quesorprendíadetantoen tantoensumirada,lehacíaconcebiresperanzas. «Perfecto».Éldecía«perfecto».ParaSonia,lapalabrasequedabacorta. El sexo con Eduardo era sublime. Tormentoso. Ardiente. Con la vehemenciafebrildelfuegoquearrasatodocuantotoca. Se alejó en dirección a la cocina. La desesperación apenas la dejaba respirar. Era útil, pero no amada. Cuánta más tierra pusiera por medio, mejor. ―Y entonces podríamos convertirnos en una familia unida y feliz ―respondiócontodoelsarcasmodelqueeracapaz,mientrasasomabala narizporelvanodelapuerta. Lepareciónotarsutristezainfinita,unanhelodesesperadoporescuchar unsencillo«teamo»,laconfirmacióndequeapesardetodo,elfuegoaún estaba vivo entre ellos. Sintió vergüenza por esa declaración suya, más cercanaaunatransaccióncomercialquealfieroamorquesentíaporella. Peroelpánicoamalinterpretarlasseñalesestabaahí,mordiéndolelapiel. Deningunamanerapodíavolveraperderla. ―Sonia,¿porquéteniegas?Lesquieresmásdeloqueloshaquerido nuncasupropiamadre.Yellosatinitecuento. No se atrevió a profundizar más. ¿Cómo podría hacerle entender que jamáshabíaconseguidoalcanzarconotratalcotadeplacer?Poresohabía fracasadosumatrimonio.Dosdesconocidosquesolocompartíancasa.Ni siquiera cariño por los hijos. Su ex se los había cedido gustosa. La satisfacciónplenasolohabíasidoposibleconSonia. Ella sintió el ardor de las lágrimas. Un nudo de dolor se formó en su pecho.Creyóquenoleibaasalirlavozparapoderresponder. ―Serámejorquetemarches―contestóapareciendoconunagrantaza de café con leche―. Tengo un montón de cuadernos que corregir para mañana. ―Estodeecharmedetucasaseestáconvirtiendoyaenunacostumbre. ¿Porquéteniegas?―preguntóacariciandosumelenalacia. Seencerróensímismaparanosentir.Tampocohoypensabaregalarle unacariciaenaquelrostrotenso,tanamado. Los ojos verdes de ella, llenos de serenidad, se reflejaron en los oscurosdeél.Lapasiónyeldolorporloquepudohabersidoynofue, cruzósusmiradas. Elladesviólasuyaylafijóenelbrilloazuladodesupendiente.Dardo aúnconservabaaquelairedemacarrilladebarrioquetanbienleibapara sunegocio. ―Porquetúmeestásofreciendountrabajo.Ymetemoqueyoyatengo uno.Nonecesitootro. Eduardobajólacabeza.Seguíasinatreverseadesnudarsualma,aabrir sucorazónalamujeramada.Habíanpasadotantascosasenlavidadelos dos…Sabíaqueaellanoleimportabaesadulcecargaquellevabadetrás. Soniaqueríatantoasushijoscomoélmismo.Eraelmiedoalrechazo,y conélaperderlaamistad,yesenuevovínculoquecontantoesfuerzose estabacreandoentreellos. Volvióamirarla.Soniaposeíaunabellezaserena,queaélleatraíamás que cualquier cuerpo voluptuoso, quizás porque en el gran error de su vida,yahabíatenidodemasiadodeuno. Aunque también poseía un erotismo capaz de conducir a un hombre a lascumbresmásaltas.Élnohabíaolvidadosuslargastardesdeplacer,en cualquierrincón.Soloslosdos.Sabíabiendóndeycómotocarlaconsu lenguaysusmanosparaqueellasedeshicieradeplacer. Nada de eso ocurriría en aquel momento. Dardo aún tenía que demostrar que su amor por ella seguía tan firme e intenso como en aquelloslejanostiempos. Nodijonada.Sediomediavueltaysealejó. Conelsonidodelapuertaalcerrarse,Soniadejócorrerlaslágrimas. III ―Eduardo,eresunhombreconsuerte.Siemprelodigo. Nisiquieralevantólacabezadelpañodehiloconelquefrotabalacopa, comosipretendieraconvertirlaenundiamante.Noqueríamiraraltío,un colega de los viejos tiempos tan salvaje como él mismo, convertido en todo un señor con su pancita de feliz casado, que era ahora cliente del nuevopub.«Suerte»serioparasí.Esanoexiste.Laambiciónylafuria porprogresaresloquemuevealserhumano.Yélteníatoneladasdeese par. Deahíquetodoloquetocaraseconvirtieseenoro. Erasucorazónelquecarecíadesuerte.Seguíasangrandoporella. Aullaba de dolor por el mayor error que había cometido en su vida. Jamáshabíapensadoenlosdemás.Suambicióndesmedidaporsalirdela miseria fue el impulso que movió cada paso de su vida. Y el día que se mostrógeneroso,lafastidiódeltodo.Enaquelentoncesleparecióquesi él se alejaba, Sonia tendría todas las posibilidades de salir adelante. Era trabajadora, muy inteligente, y con un expediente académico extraordinario.Élcarecíadeestudios,detrabajoydedinero.Susúnicas cualidadeseranbeberyfollar,unexpertoenambas.Learruinaríalavida antesdepoderempezarla. La había dejado marchar. A ella. A Sonia, a la única mujer que había amadoconcadacéluladesuser. La rabia y el dolor por su ausencia le habían llevado a cometer el mayor acto de traición que un hombre podía hacer. Engañarla con otra, conquiensehabíatenidoquecasarparadarnombrealhijofecundadoen unanochedegranborrachera. Yaesolosdemáslellamaban«suerte».Eracomoparairamearyno echargota. Dejólacopaycogióotra.Comenzóaabrillantarlaconlaintenciónde convertirla en el cristal de un prismático con el que mirar el futuro de ambos. ¿Cómo sería ahora la vida de sus hijos, y la de él mismo si no se hubieranvueltoaencontrar?Amboscompraronlosáticossinsaberquién sería su vecino de puerta, casi al mismo tiempo, en una nueva urbanización de las afueras. Un lugar tranquilo con jardín y piscina, porqueEduardoqueríaquetuvieranlavidadelaqueélhabíacarecido. Una noche, al llegar del trabajo, se encontró a Sonia sentada en la escalera con Marieta y su oso en brazos. La niña se había despertado y llamadoaunpapáausente. Jamáspensóenvolveraverla.Avecessepreguntabaquébuenaacción habría realizado él para que se le diera una segunda oportunidad, tan generosa. Desdeentonces,Soniasehabíaconvertidoenunamadreparaellos.Lo mismolespreparabalacena,querecogíaaMarietadelaescuelainfantil, o se ocupaba de su baño nocturno. Para Quico, el comprometido adolescente con la naturaleza y el deporte, ella era su confidente, la personaalaquerecurríaantesdeplantearcualquierconflicto,permisoo preguntaasupropiopadre. Eduardolaamabaporloqueerayporcómoera.Porsusrecuerdosde entonces, por la mujer valiente, y firme de carácter, en la que se había convertido. Por esa fina sexualidad que desprendía, por el aroma de su piel,ylaintensidaddesumirada. Sonia era Sonia. Su mujer, aunque ella se negara a verlo, o aunque él fueraincapazdedecírselo. Deberíadejaratráselmiedoydarelpasodefinitivocuantoantes.Eldía quelavioensupub,casisedesmayadeangustia.Estabasentadaconun hombre,yélestuvoapuntodedirigirsehaciaellos.Secontuvoalvera aqueltipoconelbrazoapoyadoenelrespaldodesusilla,acariciandosu hombro, con esa actitud tan masculina de «prohibido pasar, propiedad privada». Ella no parecía sentir lo mismo. Pero ¿quién le decía que no acabaríasucumbiendoantelasatencionesdeotro? ¿De qué pasta estaba hecho? Había luchado con uñas y dientes por convertirse en un buen padre, lo más diferente posible al suyo. Había sacado adelante a sus hijos él solo, temiendo equivocarse, sin dormir noches seguidas cuando Marieta, una niña llorona y debilucha, se ponía enferma de todo cuanto cogía en la guardería. Habría cruzado océanos porlaoportunidaddesermejor,deganarmás,detriunfarenlavidayen lafamilia.Yahoraseacobardabaanteunnuevoreto.Elmásimportantede suexistencia. Soltóelpañoconfuriasobreelpulidomostradordeteka,traídodeun verdaderopubdeIrlanda. ―¿Tevasya,jefe? ―Y tú cuidarás del negocio como si te fuera la vida en ello. Nada de borrachosnidepeleas―avisó. ―Descuida,séloquemehago. Y tanto que lo sabía, pensaba Eduardo mientras cogía la cazadora de cuerodesudespacho.Sucamarerohabíahechounlargorecorridodesde que le descubrió tirado en un callejón y entregado su confianza. No se arrepentía. Si sus negocios funcionaban a la perfección era gracias a su olfato.Justoelsentidoquelefallabaconella. ―Jefe,¿vuelvesdespuésporaquí? Noobtuvocontestación.NosabíasiEduardoibaacomprarotrodesus negociosoaescalarelEverest,perosehabíallevadoconsigoesamirada dedeterminaciónqueconocíatanbien.Lamismaquehabíaevitadoqueél dieraconsushuesosenlacárcel.Lamismaquelehabíaconvertidoenun tíohonrao. Dardosaliódelambientecerradodellocalysequedócontemplandolas lucesamarillasyrojasdeltráficodelaciudad.Gentesqueibanyvenían. Algunopasaríalanochedeaquíparaallá,enbuscadesudestino. Notó el frescor. Un escalofrío le recorrió de arriba abajo. El viejo ramalazodelmiedoleazotabasincompasión. En cuanto tuvo su potente moto entre las piernas, supo que esa noche cabalgaríahastaelinfinitosoloporvolveratenerlauninstanteentresus brazos. Eraunhombrerenovado.Nadaledetendríaya. IV Llamó al timbre. En los últimos tiempos solo hacía eso. Llamar al timbredeSoniaymendigarunadesusmiradas. ―Papá,llegasatiempo.Acabamosdeempezaracenar. LasonrisadeQuicolellenódealegría.Éljamásrecibióasíasupadre. Claro que tampoco su padre jamás se preocupó lo más mínimo por su existencia. Entró y dejó la cazadora tirada sobre el respaldo del sofá con un aire despreocupado que no sentía. Se preguntó cuándo había empezado a cambiarlavozdeQuicoysiSoniasehabríapercatado.Seguroquesí.A ellanoseleescaparíaalgotanimportante. SeinclinósobreMarietaylediounbesoenlafrente.Sedeleitóenel aroma a vainilla del pelo aún húmedo de la niña. Sonia también lo tenía mojado.Sehabríanbañadojuntas,comosolíanhacercadanoche. Eldeseoacudiópresto.Tuvoquesentarseconrapidez.Supenesehabía alzadoconelansiadelalibertadyahoraoprimíalospantalones,deseoso desentirsobreéllasmanospequeñasysuavesdeSonia.Lasmismascon lasquemimabaasushijos,peroquejamásletocabanniderefilón. ―¿Tepongounplato? ―No. Hastaaéllarespuestalesonótanrotundacomoundisparo.Noquería comer, solo devorar sus labios, hundirse en las profundidades de su cuerpofemenino.Deseosimposiblesdeexplicarantesuspropioshijos. ―Ahoraqueestamosjuntosquierohacerteunapregunta,Sonia. ―¿Nopuedeesperaralfinaldelacena?Seenfriarálapasta―protestó ella. ―Estaveznopuedoesperar―respondióentonobajoysensual. Se puso en pie, le quitó los cubiertos de servir de las manos y se las sujetóentrelasuyas.Tiródeella.Laencajóensupecho,ysuspiróufano alverquenadahabíacambiadoalolargodeesosañosdeseparación. ―¿Tequierescasarconmigo? Soniasintióensupropiopecholoslatidoserráticosdeldeél.Elmundo parecía haber dejado de girar. Era una bola inmensa suspendida en el vacío del espacio infinito. Quiso asentir, expresar con su boca, con las yemasdesusdedos,consuspalabraselamorylapasiónquedespertaba enella.Ysinembargo,ladudayladesconfianzalacontuvieron.Antes,él tendríaquedesnudarsualma. Sehizoelsilencioenlahabitación.Eduardomiróasushijossobreel hombrodelamujeramada.Ambosaguardabanexpectantes,conunbrillo especialdeilusiónyesperanzaensusojos. RecordóeneseinstanteunviejocomentariodeQuico. ―Jamásleimportamos,¿verdad? Yélnohabíatenidoarrestosparacontestar.Elchicoteníarazónenlo de«jamás».Nuncahuboamorenlamujerqueleshabíatraídoalmundoy quedesapareciódesusvidassinecharunamiradaatrás. ―¿Porqué?¿Porquéquierescasarteconmigo? Se levantó la manga de la camisa hasta el codo y mostró su tatuaje, aislado del resto que cubría su antebrazo. Señaló la S, incluida en la triqueta,rodeadadeunaramafloral,comosímbolodelrenacer. ―Siempre te he llevado conmigo. En mi piel. Un día huí de ti, Sonia, asustadodeunapasiónquedevorabamisentrañas.Temíaquedescubrieras queyonovalíanadaymeabandonaras,yconvertímividaenuninfierno. Ahoradeseomásquenadaentrarenelparaíso.Quierocasarmecontigo porque adoro cada partícula de tu ser. Porque a lo largo de todos estos años no he dejado de amarte. Porque cuando volví a encontrarte, por casualidad,penséqueexistíaDios.¿Yaúnmelopreguntas? Unsilenciocargadodeexpectativacubriólahabitación. ―Sí,Dardo, aún te lo pregunto ―musitó ella deseando escuchar solo dossencillaspalabras. ―Porquemividasinti,carecedesentido.Y…y…porque…teamo.Te amo,Sonia.Asídesencillo.Teamo,porencimadelpasado,delpresentey delfuturo. UnalágrimarebeldecorrióporelrostrodeSonia.Élselasecóconuno de los pulgares, con el mismo que acarició con enervante suavidad la mejillasonrojada.Conelmismoquecolocósobresuslabiosparahacerla callaryquenoleinterrumpiera.Silohacía,talvezsesintieraincapazde desnudarsuspensamientosmásíntimosantetodosellos. ―Noquierodesperdiciarniunsolosegundomássinti.Mividacarece desentidosinoesatulado. Sonia se soltó de sus brazos y dio un par de pasos atrás. Todos contenían la respiración. La ansiedad flotaba en el ambiente, como si quieraaplastarloscontraelsuelo. Dejócorrerlaslágrimascontotallibertad,sinelfrenoqueseimpuso duranteañosymesesparanogritarelsufrimientoquelaembargaba. ―Teamo,Dardo. Él intentó volver a tomarla en sus brazos. Ella puso la mano sobre su pechoparacontenerlo.Notódenuevosuslatidoserráticos.Contemplósus ojos,tanllenosdelaantiguapasión. Se separó un poco más. Necesitaba ver la escena desde una cierta distancia.Aquellosniñoseranyasushijos.Yél…Jamáshabíadejadode amarle.Apesardelatraiciónquetancarahabíanpagadoambos. Cuando se enfrentó de nuevo a él, sus ojos tenían un fulgor especial. Levantóeldedoyloclavósobreelduropechomasculino. ―Nopermitiréquelleguesacasaalahoraquetedélagana.Niquete dediquesacomprarunpubtrasotroyaganardineroamazosinquenos llevesalmenosunavezalañoaDisneyParísoalTeide,sinqueteocupes de Quico y de sus partidos de hockey, sin que recojas a Marieta en la escuelaeldíaqueyoestéocupada,sinque… ―Cielo,¿hasacabadoyademandar? ASonialediolaimpresióndequeaquelpendientesuyodestellabamás fuertequeenotrasocasiones. ―Puesclaroquenoheacabado. ―Bueno…puescreoquesí―dijobebiendodesuslabioscontodoel ardor que le quemaba las entrañas, sin importarle las miradas avergonzadasdesuhijomayor. ―Ejem…,creoquelapastaseestáquedandoasquerosa.Eso…podríais dejarloparamástarde,yasabéis,paracuandolosdosestemosenlacama. Amboslemiraronsorprendidos.Elruborcubríaelrostroycuellodel adolescente.Soniaseacercóaélycobijósucabezaderizoslargoscontra suvientre. ―Colega, mucho me temo que tendrás que acostumbrarte. Pienso recuperartodoslosbesosquemedebetupadredetodosestosaños.Pero no te apures. Tú también recibirás unos cuantos. Navidad, Reyes, cumple…yasabes,enfechasseñaladas. Quico enlazó sus brazos en la cintura de ella. Hacía tiempo que la considerabasumadre.Soniasedejóabrazar,sintiendolafuerzadelamor quetransmitíaelniño. En medio de las risas infantiles, sus ojos se cruzaron con los de su amado. En ellos relucía el amor, y una pasión salvaje que estaban dispuestosadisfrutarelrestodesuvida. Aferradoalavida LeilaMilà Cuando eres niño, con poco que tienes es suficiente, un beso de tu madre,unabrazo... Amedidaquecreces,seteexigenunosobjetivos,deseascosasaveces innecesariasynodasimportanciaaloquerealmentelomerececomo,por ejemplo,elsignificadodeunbeso. Yonisiquieramehabíaplanteadonadadeesoynoteníamuyclaropor qué lo hacía en este instante salvo, quizás, por el beso de esa pareja que veíaalolejos,recortadosamboscontraelsolponiente. Silopensababien,yonodeberíaestarahí,nuncahabíatenidofuturo;la enfermedad que me aquejaba desde pequeño no iba a permitirlo y, sin embargo,ycontratodopronóstico,seguíarespirando. Nunca creí en la magia ni en los cuentos de hadas con final feliz; era consciente de mis expectativas, del destino que me deparaba al estar gravementeenfermo,hastaqueundíatodocambió. Unos dedos se entrelazaron con los míos, haciéndome regresar a la realidad,alzandolosojoshaciaOna. ―¿En qué piensas? Estabas muy lejos de aquí. ¿Te arrepientes? ―me preguntósinningúntipoderencorensudelicadavoz. Susojosprofundamenteazulessedesviarondelosmíoshastadetenerse en la pareja que había desencadenado mis pensamientos. La suave brisa hacíaondearsupelonegroenmarcandosuhermosorostro. ―No,solopensabaenlocuriosasquesonlascircunstanciasdelavida. Una simple decisión puede cambiarlo todo en un segundo ―respondí finalmente. Ella me devolvió una sonrisa sincera y prestó atención al tiempo que veíacómoyovolvíaaalejarmeenlasprofundidadesdemimente. *** Hubountiempoenquenisiquierapodíapensarenquéquerríaser,o enjugarconelrestodelosniñosohacertrastadasquellevasendecabeza amispadres;miúnicodeseoestabaenconseguirsobrevivirundíamás.Y ahora,queteníamilyunaoportunidadesdedisfrutardecadainstante,lo únicoquehacíaquesiguiesesintiendopesar,erapensarenporquéyoy nootro. Lagentesueleseregoísta.Sinembargo,mesentíaculpableporlasuerte que había tenido. Mi conciencia seguía diciéndome que debía hacer algo con ese don que se me había concedido y sabía bien que no era tan sencillo;habíaconsecuencias,normasy,segúncómosemirase,lomíono eraunabendición,sinounamaldición.Pero,fueracomofuera,yonome lamentaba,porqueese«incidente»mehabíapermitidoviviryconoceral amordemivida,aquellaquemehacíasonreíryllenabamioscuridadde luzydeseos. Noeradelosquesequedabanenunrincónlamiéndoselasheridas.No me quejaba ni lloraba por mi suerte, sino que me aferraba a cada experienciay,sinembargo,traselaccidentetodocambió… Yo fui el que provocó indirectamente el accidente que se llevó a mis padres.Estabasufriendounataquecuandomipadredetuvoelcocheenel arcén y yo sabía que ese era mi último día, lo sentía en todo mi cuerpo. Percibía el aliento de la muerte tras mi nuca, mientras veía a mi madre gritar,buscandofrenéticalasmedicinassindejardepresionarmeelpecho insistiendo en que aguantase. Mi padre se giró para ayudar, cuando una grúa pesada que venía en dirección contraria perdió el control y se empotrócontranuestrovehículo. Todosucedióenunafraccióndesegundo,ylastornascambiaron;eldía enqueyodeberíadehaberdejadoestemundofueronmispadreslosque lohicieron.Lasangrecalientesalpicómicara,lasentíresbalardeentre mis labios hasta deslizarse por mi garganta, mientras mi madre me aferrabalamano. Lo último que captaron mis oídos fue un débil «vive», y cómo yo me aferrabaconuñasydientesalavidaquesemeescapaba.Unaexplosión recorrió mi cuerpo, llenándolo de energía. El dolor y la debilidad desaparecieron. Noté cómo los huesos crujían y cómo algo cambiaba; luego, todo fue oscuridad. Todavía nadie se explica cómo sobreviví ni cómofuequelaenfermedaddesapareció. Esaparteeraaúnunanebulosaenmicabeza.Mástardedescubríquemi «maldición»sehabíaactivadoconlasangre,ysangrefueloquetuveque verterparatransformarmeporcompletoenloquesoyahora. ―Luna llena. ¿Qué querrás hacer? ―Ona volvió a sacarme de mis pensamientos. ―Una más ―sonreí―. Quiero llevarte a un sitio. ―Me levanté tendiéndolelamano,queellaaceptó. Saquélacarteradelbolsillotraserodelpantalónydejéunbilletesobre la mesa de la terraza, donde estábamos tomando un refresco, y la llevé hastalamoto. Onasubiótrasdemíenvolviendomicintura,yyosonreídeaquelmodo canallaquetantolegustaba,mientrasmeponíaelcascoaligualquehabía hechoella.Nolehacíaningunafaltacogerse,peroamímeencantabaque lohiciese.Podersentirsucuerposuavepegadoalmíoeraunasensación maravillosaquemerecordabaquenoestabasolo. Arranqué y, tras hacer la indicación pertinente, me incorporé a la marcha, poniendo rumbo a las afueras del pueblo. El aire fresco del anochecertraíaelolorasaldelmar,alejandoelintensocalordeldía.El cielo iba oscureciéndose con pereza mientras se llenaba de estrellas; aparquéenelcaminoexterioryOnaexaminóellugar. *** Íbamosalcementerio. Me siguió en silencio, quedándose a unos pasos de mí. Cuando llegamosalastumbas,pasélosdedosporlapiedraysuspiré,leyendolos nombresdemispadres. ―Hacía mucho tiempo que no venía, no me veía con fuerza. Siempre creíqueestoerainnecesario,quelaspersonasaquienesamamosenvida lasllevamossiempredentro,aúncuandonoestán,perocreoqueerapor miedoaloquepodríanpensaralverenloquemeheconvertido. Onasonrióconlanguidezymeenvolvióconsubrazo. ―¿Yenquétehasconvertido?Enunhombrefuerte,decidido,luchador y poderoso. No eres ningún monstruo; forma parte de ti y tus padres queríanquevivieses,jamásteculparían. ―Por eso te quiero tanto, cielo, y por eso te he traído, para que, de algúnmodo,teconozcandemodoformal.¿Esunalocura,verdad? Ellaseencogiódehombrossinperderlasonrisa;supielcanelaparecía saténbajolasuaveluzdelaluna,queempezabaaascendercreandounrío deplataentrelascallejuelasdelcementerio. ―Nomeloparece,esungestomuybonito,necesitabashacerlo. Asentídesviandolavistadeellahacíalaslápidas. ―Sinohubiesesidoportinoséquéhabríasidodemí.Túmeenseñaste acontrolartodoesto―dije,mientrasmirabacómomisuñasseafilaban hastaconvertirseengarras. ―Lolograstetú,yosoloestuveahíparadartecuatroindicaciones.Eras unguerreroylosiguessiendo,lobitomío. ―Tuyo, que bien suena. ¿Sabes? Ya solo por esto valió la pena transformarme.―Laatrajehaciamí,agarrándoladeltraseroyalzándola. Sus piernas me envolvieron la cintura y sus manos se cerraron tras mi nuca. La besé con ganas hasta sentir cómo se estremecía, y la miré. Sus ojos ahora dorados, mostrando lo cerca que estaba su cambio, brillaban conintensidad. Silopensababien,aquellonoeraunamaldición,sinounmilagro.Era fuerte,rápido,letalypodíasanarmisheridas,ademásdetenerunalarga vida. No enfermaba y había pocas cosas a las que debía temer. Mi condición se podía controlar, y la luna llena no tenía por qué ser una pesadillaenlaquelasansiasdematarmedominasen. No sé si era ella o que realmente era tan fuerte como me decía, pero sentirmivínculoconOnaeraloquemehacíavivir;micorazónlatíasolo pormiloba,mehacíasaberquiénerayporquérespiraba. Yesquehastaenlaoscuridadhayluz,yquererysaberapreciarcada instanteesunmotorquemeimpulsacadadía:vivirpormispadres,por míyporella. Porque ahora estaba más seguro que nunca de que tenía todo lo que habíadeseadoenlavida:alguienconquiencompartirlayexprimirla. Sonreí dejando a un lado todos aquellos recuerdos amargos y volví a sumergirmeenlosojosdemicompañera,queenredabasusdedosenmi densocabellooscuro. ―Yaséloquéquierohacerhoy―susurrépasandounmechóndeella tras su oreja―. Nada de locuras esta noche, ni siquiera de paseos, ni quedarnostendidosmirandolaluna.Hoynocorreremosentrelahumedad delbosque. ―¿Entonces? ―Pienso llevarte a nuestro dormitorio, abriré la terraza para que la luna inunde nuestra alcoba. Te tenderé en la cama, y allí nos amaremos hastanopodermás. Onasehumedecióloslabios. ―¿Me vas a llevar a tu casa? ―Me miró con su pulso latiendo al galope. ―Nuestracasa―corregí,altiempoquecogíalallavequecolgabadela cadena metálica que siempre llevaba al cuello―. Ya es hora de hacer lo quesiemprehequerido,disfrutardeestaoportunidad. Desdelamuertedemispadresnohabíaregresadoallí,lacasaenlaque viví con mis padres; Marisa, la mejor amiga de mi madre y la que me cuidó hasta la mayoría de edad tras la muerte de estos, se encargaba de mantenerlaenmiausencia. Ona se puso de puntillas sin soltarme la nuca. Paseó su vista por mi rostro y me besó pegándoseme al cuerpo. Le rodeé la cintura devolviéndoleelbeso. ―Esaideamegusta,nadademiraratrás. ―Nadadeeso,solonosotrosyelmundoquenosespera.Porprimera vezvamosahacerrealidadnuestropropiocuento. Onadejóescaparunarisitaquemehizosonreíry,trasdespedirnosde mis padres, de mi pasado, regresamos a la moto, para poner rumbo a nuestracasa. Cuando llegamos entramos cogidos de la mano. Subimos a la buhardilla,abrimoslaterrazadejandoondearlavaporosacortinablancay nosreunimosenelcentrodelahabitación. Frenteafrente,bañadosporlamismalunaquemeviorenacer,latomé de la nuca atrayéndola hacia mí. Nuestros labios se encontraron fundiéndoseenunosolomientras,fuera,elrumordelmarnosmecíacon elmismovaivén. Hoycomenzabaunanuevavidaquenodejaríaescaparentrelosdedos. No me pararía a contemplarla, sino que iba a comérmela de un solo bocadoportodosaquellosque,comoyo,luchancadadíaaferrándoseala emocióndepoderrespirar. Amboslanzaríamosnuestrocantoalavidacaminandobajoelfilodela delgadalíneaentrelaluzylaoscuridad. Buscandounhogar MarFernández Bradley Dawson se había criado en un pequeño pueblo cercano a Jacksonville,yapesardehaberabandonadoaquellugarsiendoapenasun niñolosrecuerdosaúnperdurabanensucorazón.Sobretodosellos;los atardeceresbañadosporelsolyaquellaniñadecabellodoradoquecorría porlosextensoscamposocrescercanosasuhogar.Susonrisaeracapaz de iluminar un condado, y sus grandes ojos azules eran expertos en derretiralsermásdurodecorazón. Entonceseranunosniñossinmiedoanada,ybailabanjuntoaltrigoque semecíaconelviento.YcomoolvidaralaabuelaEmily,comolallamaba a pesar de que no les unía la sangre, que solía gritarles desde la lejanía prometiéndolesunameriendadeliciosa.Adorabaaquellatartademanzana ymielquesedeshacíaensupaladaryquenuncaabandonaríasumemoria. Sesentíaabrigadoenaquellamoradatandistintaalapropiayalaqueno pertenecía.Cuandolaluzanaranjadaseprolongabaenelhorizontesabía que debía regresar a la vieja cabaña cercana, donde solo le esperaban gritos,soledadyunamadresinganasdereírjuntoaunpadredurocomo laroca. Solo ella era la luz de su vida en aquel entonces, pero una mañana sombríadenoviembretuvoquepartirjuntoasufamiliasinuntristeadiós, dejandotodoloqueconocíayamaba.Yaquelcampoeneljugabanenlas tardesdeprimaveraquedóatrás. El tiempo transcurrió y la muerte de su madre cambió su interior y endureciósucorazón.Cuandofuelosuficientementemayorparavalerse por sí mismo abandonó a un padre que nunca le quiso y emprendió su propiocamino.Viajódurantesemanas,mesesyañosenbuscadealgoque nunca encontró. En las noches, sentado junto a una hoguera, solo podía vislumbrar a la niña de cabellos dorados entre las llamas anaranjadas, y soloeserecuerdocalentabasucorazón. Después de cientos de millas recorridas sus pasos le llevaron a aquel campo que se mantenía impertérrito, como esperando su regreso. Ahora sabíaquesuviajehabíafinalizado,quehabíallegadoasudestino. Se sintió ridículo frente a la puerta de aquella granja que se mantenía igual que en sus recuerdos, y aquel olor a tarta de manzana inundó su nariz. Habíaregresadoalhogarquenuncatuvo,pensóconelairecontenido enlospulmones.Elsonidodelosgoznesdelapuertalesorprendieron,y ante sus ojos apareció la anciana mujer que apenas había cambiado en aqueltiempo.Susojosgrisesseclavaronensurostrounossegundosantes dehablar. ―Muchacho,quésorpresaverte. Bradleylaobservóconasombro. ―BradleyDawson,¿nopiensasbesaraestavieja? Se sintió torpe mientras abrazaba el frágil cuerpo de la octogenaria, perosesintióreconfortadocomohacíatiempoquenolohacía. ―Pasa,muchacho,queunademistartasteespera. Éllasiguióconelsombreroentresusmanos.Todoenelinteriordela viviendaseguíatalcuallorecordaba.Emilyleindicóquesesentarafrente a la mesa y colocó una taza de hojalata humeante frente a él junto a una porcióndetarta. ―¿Se te ha comido la lengua el gato? ―preguntó la mujer con una sonrisaenloslabiosmientrassesentabafrenteaél. ―No, abuela Emily, solo estoy sorprendido de que me reconociera ―respondióBradleyantesdellevarseelprimerpedazoalaboca. ―Chico, hubiera sido imposible lo contrario, mi nieta no paraba de hablardeti,extrañándoteduranteaños. Bradleyapretóelpuño,molestoporeltiempoquehabíamalgastado. ―¿Dóndeestáella?―preguntódirecto. DenuevounasonrisacadentesedibujóenelrostrodeEmily. ―AyerpartióaSanLuis. ―¿San Luis? ―repitió Bradley con el corazón cabalgando sobre su pecho. ―Aquínoquedanadaparaunajovencomoella.Haceunosmesesleyó un artículo en el periódico local donde se solicitaba una caravana de mujeresparaunnuevopobladoenOregón. ―¿Qué?―boqueóincrédulo. ―Loquehasoído,ysinoquieresquesecaseconcualquierbuscador deorodepocamontateaconsejoquepreparestusalforjasypartascuanto antes.Quierorecuperaraminiña―leadvirtió. *** BradleyDawsonespoleósucaballomientrassuspiernasseajustaban al lomo del animal para no caer. El pañuelo que protegía su rostro del polvo, que se elevaba en espiral a su paso, se empeñaba en dejar su posición, pero poco le importó. Achicó los ojos y siguió con la carrera como sí de ello dependiera su vida. Su objetivo era la diligencia que seguiríaalládondesedirigiera,inclusoalmismísimoinfierno. *** La señora Morgan, dueña de la única pensión de Garner Ville, había sido tan amable de ofrecer una de sus habitaciones a las mujeres de la diligenciaparaqueserecompusierantrashorasdeviaje.Cuandollegóel turnodeHeatherStevensonlajovenentróenelcuartoymiróconanhelo elpalanganeroquereposabasobrelacómoda.Trasasearseyrefrescarse repasó el estado de su indumentaria. La falda de paño color borgoña no mostraba ni una sola mota de polvo, y la pelliza que completaba el conjuntoteníaabrochadocadaunodelosbotonesdelatónhastallegara sucuello. Seacercóalpequeñoespejosituadoenunadelasparedesyobservósu reflejo críticamente. Colocó algunos de los díscolos mechones de su cabello rubio tras su oreja, y retocó con un movimiento de dedos la situación del pequeño sombrerito de fieltro que adornaba su cabeza. Estaba preparada, se repitió por décima vez, aunque no estaba segura de estarlorealmente,parasunuevavidaenOregón. Elcocherodeladiligencialeshabíadadounpardehorasdeasueto,y elsonidodesuestomagoindicóaHeatherquehacíahorasquenohabía probado bocado. Las viandas que le había entregado la abuela Emily se habíanagotadohorasantes.Conresoluciónseencaminóhastaeledificio decuyoporchecolgadaunletreroqueprometíalasdeliciasdelaseñora Campbell. Entró en el salón y el delicioso olor de un estofado de ternera le confirmó que había acertado con el restaurante. Muchos de sus compañerosdeviajedebíanhaberpensadolomismoporquesoloquedaba una mesa libre que ella se apresuró a ocupar. No se sorprendió cuando Catherine,lajovenquellevabasumismodestino,sesentabafrenteaellay pedíaunplatoidénticoalqueHeatheryadegustaba. ―Estoyagotaba―comentólajovendeseandoentablarconversación. Heatherselimpióloslabiosconlaservilletaantesdehablar. ―Son muchas millas las que nos separan de Oregón ―comentó amigablemente. ―A veces pienso que he cometido un error al emprender este viaje ―confesóCatherineapoyandosubarbillasobrelamanoqueseacodaba contralamesa. ―Catherine,nopienseseso,buscamosunavidamejor. ―¿Y de verdad piensas que la encontraremos lejos de nuestros seres queridos? *** SupreguntahizodudaraHeather.Lehabíarotoelcorazónsepararse desuqueridaabuela,peroelpueblodondevivíanestabacasimuertotras la desaparición de la mitad de los hombres tras la guerra. Durante años habíatenidolaesperanzadequeBradleyregresara,ycomoensussueños infantiles, se enamorara de ella. Con el tiempo se había dado cuenta que esonuncasucedería,yquesuamorinfantilnoteníasentido.Cuandoleyó aquelanuncioenelperiódicopensóqueeraunaseñaldeldestinoparaque buscaraalhombreaquienentregarsucorazón,peroahoranoestabatan segura.LavozdeCatherinelasacódesuspensamientos. ―No he probado un guiso igual en mi vida ―proclamó la joven mientrasvolvíaallenarsucuchara. ―Yosí,eldemiabuela. ―¡Oh!Mimadreesmuybuenamujer,perosusguisosnolosquierenni losperros―confesóCatherineconhumor. Ambasjóvenesprorrumpieronensonorascarcajadasquelograronque variosparesdeojosseclavaranenellasporelalborotoprovocado. *** Bradley desmontó de su caballo con soltura antes de entregarle las riendasalmuchachodelaherreríaparaquelocuidaramientrasbuscabaa lajoven.Seajustóelsombrerosobrelacabezaysearremangólacamisa entornoaloscodos.Observólacalleprincipalycomprobóellugarque ocupaba el sol en el firmamento antes de encaminarse a la parada de postas,dondelehabíaninformadoqueaúncontinuabaelvehículoenuno desusdescansos. Faltaban menos de quince minutos para que la diligencia emprendiera de nuevo el viaje, y el lugar estaba atestado de gente, pero Bradley encontró sin dificultad a la joven de cabellos dorados. Se acercó, haciéndose paso entre los viajeros y llegó hasta ella. La observó a poca distancia, pero sin atreverse a hacerse visible, y la estudió. Ya no era la niñadesonrisacantarina,niélaquelpobreniñonecesitadodesuluz.Era la mujer más hermosa de la parada y cuando sus ojos se clavaron en su personacreyóquesucorazóndejabadelatir.Quisohablar,perosuboca estabaseca.Cuandoellaseaproximódejóderespiraralverlaintensidad desumiradaclavadaensurostro. ―¿BradleyDawson?―preguntóHeatheramediavoz. Bradleyobligóasuvozahacersepresente,aunquesonórasgada. ―Sí,soyyo,yhevenidoaporti. Heather abrió los ojos plausiblemente, incrédula ante sus palabras. Llevaba medía vida soñando con aquel momento, y ahora que había llegadonosabíacómoreaccionar. ―Noentiendo―respondióasuspalabrasconfusa. ―Sé que quizás he llegado tarde ―se excusó el hombre mientras se quitabaelsombreroyjugueteabaconélentresusdedos―,peronoquiero quetemarchesaOregónnianingunaparte.Hetardadoañosendescubrir donde estaba mi hogar, y si ahora tú te marchas nunca podré volver a sentirsucalor. Heatherleobservódurantelargosminutos,queaBradleyleparecieron eternos. ―Mi maleta está en la parte superior de la diligencia ―expresó la joven―,sinotedasprisaseiráaOregóncontodasmispertenencias. Bradleyquisogritardejúbilo,saltarcomounniño,perosimplemente le dedicó una radiante sonrisa antes de seguir sus indicaciones, encaramándose al vehículo ante los ojos del resto de pasajeros, que los observabanconunasonrisaenloslabios. *** LadiligenciaabandonabaGarnerVilleseguidaporunanubedepolvo mientrasenlaparadadepostasunaparejasebesabacontimidezdespués deañosbuscándose. BradleysiemprehabíaproclamadoquelatartadelaabuelaEmilyeralo más dulce que había probado, pero ahora ya no pensaba lo mismo. CuandohabíaunidosuslabiosalosdeHeatherhabíaconocidounsabor nuevo,excitanteydulceapartesiguales,yalquenopensabarenunciar.La estrechóentresusbrazosysufraganteolortraspasosusfosasnasales. Heather sentía el corazón acelerado en su pecho. Aún estaba sorprendidaporladecisiónquehabíatomadoalencontrarseconBradley, pero no se arrepentía porque cuando la besó supo que estaba frente al hombrequeamaríatodalavida. Violeta AmayaFelices Mmmm, el día de los enamorados… Un día para sentirse especial, ¿no? Sería por eso que me había peinado con esmero mi larga melena rubia, colocándola sobre uno de mis hombros desnudos. Incluso había dejado de lado mis cómodos vaqueros y mis viejas botas. Eso sí, mis nuevos estilettos llevaban sendas agujas de acero escondidas en los tacones,puesunasiempreteníaquesentirsesegura. Estabaenunrestauranteyporunosmomentosmepermitísoñarqueno era más que una chica normal. Mis ojos azules, a juego con el ceñido vestidopalabradehonorquellevaba,parecíaninvitaraljovenquehabía alotroladodelamesaahundirseenellos.Yvayasiamímeapetecíaque lohiciera…Adiferenciadelrestodemis«ligues»,estenosuperabalos cuarenta.Dehecho,nisiquieralosveinte;apenasunpardeañosmásde los que yo aparentaba. Y su alma era tan pura y cándida… ni siquiera estaba pensando en lo que me haría una vez que me desnudara. Sencillamentedelicioso. Enfin,eraSanValentín,unadeberíapoderpermitirseunextra,¿no?Ya que no podía tener a Casio, este muchacho seguro que me permitiría olvidarloduranteunrato.Perono…Siesqueaveceseraunascotener principios. ―¿Teapeteceotracopa?―meofreció. Declinésuinvitación.Llevábamosyadosdespuésdeunacenacopiosa regadaconvino.Noeracuestióndequeseemborrachara. ―No,vamos,teacompañoacasa―decidí. ―¿Alamía? «Shhh,nopiensesmal,queporunavezquesoybuenachica…»,medije paramí,mentalmente. ―Sí,perosoloparaasegurarmedequenotepasanadaporelcamino. ―¿Nodeberíaseralrevés?―mecontestóalgosorprendido. Meloquedémirando.Teníaunosrasgosmuydulces,comodeunángel delrenacimientocinceladosenmármol.Además,eraaltoyfuerte;vamos, eltípicochicodeportistaenelapogeodelajuventud.Yyoconelaspecto de una delicada y frágil florecilla, algo así como mi nombre indica. Pobre,quépocaideateníadequeInternetnoeraelúnicositiodondeuna chicapodíamentirsobresuedad. ―Tienesrazón―lesonreí―,semeocurrecadacosa… ―Vamos,Violeta,teacompañoyoalatuya.Además,tuspadresestarán esperándotepreocupados. ¿Mispadres?Sí,claro.Tontademí,cómonoacordarmedeellos.Total, sitansolotengoaunoejecutadoyalaotraasesinadadesdequeyoeraun bebé. Perseveré en eso de poner cara inocente, de imitar los gestos que tendría la adolescente que sin duda no era por mucho que mi cuerpo se hubiera quedado anclado en los dieciséis. Seguí sonriendo y asentí. Una pena,porquehabríapreferidoiralasuyayaqueelcaminoamicasaera máscorto.Enfin.Aversihabíasuerte. Nospusimosenpie,salimosdelrestauranteycomenzamosacaminar. Taconazosdeagujadedocecentímetrosyelchiconisefijóenqueyono mecansabayquesiibamásdespacioqueéleraporquequeríaalargarel paseo,noporquenofueracapazdeirmásrápido.Hombres… ―¿Quéteocurre?―mepreguntóalcabodeunrato,aldarsecuentade queyonodejabademiraranuestroalrededorporelrabillodelojo. Estábamos en medio de uno de los callejones de mala muerte que desembocanenellugardondevivía.Eraahoraonunca. ―Nada,estoyunpoconerviosa.―Meapretéunpococontraél,como simedieramiedoestarenlacalleaesashoras. Siyonoeramásqueunajovencitaquevivíaconsuspadres,eracreíble, ¿no? ―Notengasmiedo,yoestoyaquí.―Intentóbesarme. Bingo.Laescenadelachicadesvalidacasinuncafallaba. Deinmediato,meaferréaélabrazándolomientrasconelpiederechole hacíaunbarridoparaqueperdieraelequilibrio.Rodamosporelsuelo.Y no,nolobesé.Mehabíancontratadoparaacabarconlosquepretendían matarlo,noparacomer. La bala peinó el espacio que había ocupado su cabeza. Lógico, había visto al tirador adelantarnos a esa velocidad sobrenatural de los chupasangresqueloshumanossolíanserincapacesdepercibir.Enfin,me felicité mentalmente por haberles dado tiempo de atacarnos y pasé a la acción: Saqué dos dagas, que llevaba enfundadas en los muslos, y me incorporé.Encuantoalmuchacho,seguíaenelsuelo,demasiadoatontado hastaparamoverse. ―Buenasnoches,yoquetúnovolvíaadisparar―ledijealhombredel arma a la vez que me plantaba delante de mi cita y dejaba salir mis cuernos. Degolpe,entodosuesplendordemoníaco. ―¿Eres la medio súcubo que suele contratar el Consejo? ―me preguntóeste,quienjuntoconotrovampiromásmemirabadesdelapoca claridad que daba la única farola del callejón―. No deberías haber aceptadoestetrabajo.Noestanfácilcazarnoscuandosabemosqueexistes. ―Jo, vaya ―protesté―. Y yo que pensaba que os ibais a alegrar de verme. Quemé energía para esquivar otro par de balas. Con eso se me estaba acabando la última alma que había comido. Esperé que esto finalizara rápido,puescuandomequedabasinalmas,adiósamispoderes. ―Tetengo―mesusurróunodeelloscontramioreja. El vampiro que había usado su velocidad para agarrarme por detrás, inmovilizándomelosbrazosconlossuyosypegándomecontrasucuerpo. Hum… qué pena que los chupasangres no tuvieran un alma que entregarme tras el sexo porque lo que era este parecía tener un buen cuerpo. ―No la tienes ―dijo una voz a nuestras espaldas y noté cómo me soltaban. Alquedarlibrelancémiscuchillos.Elprimerocontraelvampiroque tenía en frente y el segundo, tras girarme, contra el corazón del que me había retenido. El cual, por cierto, era en esos momentos un cuerpo decapitadoyaqueCasiolohabíamatadosintansiquierarozarmeconel acerodesusable. Dostiros,dosaciertos.Avecesmeencantabamitrabajo. ―Siempre tan a tiempo, Casio ―me burlé, moviéndome hacia la derecha para quedarme frente al hombre que acababa de interrumpir mi jueguecitoconloschupasangres.Seríaaburrido… Pero también era el ser que me volvía loca con tan solo arquear una ceja. Como ahora, que me acababa de salvar sin despeinarse. A veces odiaba lo sexy que podía llegar a ser un vampiro milenario y el muy bastardolosabía.Yalocreoquelosabía.Y,porcierto,porsiaúnnolohe comentado,Casioeratambiénelquemehabíacontratado. ―Llegas a tardar un poco más y no lo cuento ―le comenté como si nada, como quien comenta que va a llover mañana, cuando él y yo sabíamosqueeralapuraverdad. ¿Cuánta alma me quedaba de mi última comida? ¿Una décima parte? Conesonoteníaniparaempezaradefendermededosvampiroshechosy derechoscomolosdoscadáveresjuntoaloscualesnosencontrábamos. ―Vamos, querida ―dulcificó su voz―, yo jamás te fallaría. ―Miró condobleintenciónlavenaquepulsabaenmicuello. Deverdadqueloodiaba.Susojos,cuandoseexcitaba,sevolvíanrojos yenesosmomentosestabancarmesíescomonunca. ―Entonces nos vemos mañana ―le contesté con una voz más enronquecidadeloquedeseaba. Mortificadaporsertanevidente,megiréymefui.Bienlejos.Porqueel chicoderasgosangelicalesnosmirabaaturdidoyparecíaapuntodedecir algo.Yno,noqueríallevármeloacasacomosustitutodeCasio.Yotenía conciencia y por eso mis comidas solían ser pederastas o delincuentes; nadaqueverconapetitososestudiantes. ―Ah ―añadí para el vampiro, mientras me alejaba taconeando calle abajo―.Noolvidesingresareldineroenmicuenta. Podría ser San Valentín, un día en el que todo el mundo buscaba el amor; pero no funcionaría. Casio era el único hombre al que yo podría entregarlemicorazónyloqueharíaconélseríadesangrarlo.Demanera literal. Vampiros… «Otrodía,Casio»,pensétrasnegarmeaescucharaesapartedemíque queríavolveryarrinconarlocontralapared,besarlohastahacerleperder elsentido,«quizáscuandohayacumplidomásdemilañosysolosimehe vueltotanlocacomoparahabermecansadodevivir». Porqueenesosmomentos,mipróximacomida,fueraquienfuese,erael únicoserqueseibaamorirentrejadeosdeplacer. Miúltimodeseo EvaGarcíaCarrión 02deseptiembrede1724 Hoy es mi último día. Escucho las voces a mi alrededor como un zumbido molesto e insistente, mas no puedo moverme. Las cadenas me recuerdan mi desdicha, anclándola como un yugo a la realidad exasperante. Aunque resulte extraño, hoy en Edinburgh hace sol. Ni una nube,siquieraenformadecirros,enturbiaelcielo. Mis mejillas están húmedas por las lágrimas saladas que acaban en la comisura de mis labios, o precipitándose al entarimado de la tribuna, temerosas de seguir formando parte de mí. Los alegatos del fiscal resuenancomountamborenmialma,describiendomitristevidaconuna frialdadquemehaceestremecer. Me gustaría ser lo suficientemente valiente como para decirle a ese pretencioso que acabe de una vez, que hacerlo es la única forma de ser libredeundestinoquemefuenegadoelmismodíaquePatrickSpence, mi marido, me abandonó por su amante con tan solo veintiún años. Lo mejorquepudohacer,deesonomearrepiento,aunqueconellohicierala primera vuelta del nudo que en breve se ajustará a mi cuello como un perfectolazo. Mimadremevendióaélcuatroañosatrásparaseguirmalviviendode lo que sacaba con el pescado. Eran tiempos difíciles. Era eso o morir ambasdeinanición.Nolereprochoquefueralapiezamásvaliosadesu red. Después de todo, nunca fue una madre como el resto. ¡Maldita herencia! Patrick Spence no era un muchacho precisamente cuando me tomó comoesposa,repugnantealavista,aloloryquédeciraltacto.Yonoera más que una bonita tapadera para una relación clandestina que mantenía desdehacíaañosconunamujercasadaydelaqueestabamuyenamorado, unamercancíamásdesupuestodeventaalpúblicodurantetrestediosos añosyalquejamáslehabríasidoinfiel,apesardequenoloamabaniéla mí. Nuncadesveléque,laslargastemporadasquePatrickdecíaestarenalta marrealmenteestabaconlaotra,mientrasyomequedabaencasasolacon dosbebéspequeños,rebuscandoentrelasbasurasdeotrosquéllevarmea laboca.No,nomearrepientodehaberledadoamispequeñosunfuturo mejorencasademihermano.Élysuesposasabrándarleselcariñoque yonosupealbergarenmicorazónparaellos,sobretodoahora,queme reuniréconsumediohermanoenelcielo. Observoamialrededorymepreguntoquéhabríasidodenosotrossi mehubiesequedadoesperándolounañomásaquevolviera… Elfiscalapelamiatenciónyfijoenélunamiradasuplicante.Niegolos hechosdelosquemeacusa,peronodehaberocultadoelembarazo,cargo másquesuficienteparallevarmealahorcaenestostiempos.Loséylo asumoconresignación,mientrasenlazomisdedosenelregazoybajola vista.Sidealgomepuedeacusareseignoranteesdehabermeenamorado conlocuradeunhombrequenoibaacorrespondermenienmilvidas,de uncobardeque,aunsabiendoloquelehabíapasadoasuhijo,nosedignó adartecristianasepultura. Eljuiciohaempezadotrasmesesrecluidaenunaceldafríayllenade ratas.Mehadadotiempoapensar,ahilvanarmisrecuerdos,adesdeñarlos ydesearotros.¿Acasonoescuriosoelverdaderomotivoporelqueme encuentro aquí en estos momentos? ¿Expuesta, casi sentenciada y a la esperadesubirelúltimopeldañodelcadalsodondeverépenderlasoga trasmicabeza? El veredicto del juez es firme. Me aguarda la horca en menos de una hora en Grassmarket, a pesar de la declaración del cirujano de que no existe infanticidio. ¿Qué monstruo podría haberte quitado la vida tras varios días en mis brazos? Las lágrimas resbalan por mis mejillas al recordartefríoyquietoenellos,intentandodarteelcalorperdidoabase debesos.Nopudehacernadaporsalvarte,nopodíarecurriranadie…Lo lamento,monaoidheanbhig. Losallíreunidosselevantan.Unospocossedanpalmadasenlaespalda, congratulándoseporeltrabajobienhecho,aunqueotrosnoparecenestar deacuerdoconlapenacapital.Deentreestosúltimos,sientoquealguien me mira fijamente, pero no consigo descubrir de quién se trata. Soy la únicamujerenlasalayesomeinquieta.¿Estarésufriendoalucinaciones? Su mirada es tan penetrante que empieza a arderme la piel y tengo la necesidaddecubrirmeconelchal.Nuncahabíasentidoprendermialma conuncalortal,nisiquieraconWilliam,tupadre.Debenserproductode mispropiosnervios,algocrispadosporloquemeespera. El carcelero comprueba mis cadenas con un simple gesto y me dirige hacialapuerta.Sientoahoraesosojosenlanuca,bajandopormiespalda hasta…Aceleroelpasoybajolacabezaavergonzada.Losfantasmasme persiguen. «Quizás quieran llevarse mi alma antes de tiempo», pienso, mientrasmeaferroaunrosariodesgastado. ―Notengáistantaprisa,niña―mediceelbuenhombrefrenándomeel paso―. Ahora os espera la horca y el juicio público en el cadalso, pero prontohabrápasadotodo.Yaveréis. Lo miro con extrañeza. Es un hombre bastante mayor pero se le ve fuerte.Nohaymaliciaalgunaensuvoz,perosiintentabadarmeánimos… no lo ha conseguido. Por el contrario, es la primera vez que siento flaquearnosololaspiernas,sinotambiénelespíritu. Salimosalexteriorenunacomitivadefiladeados.Lagentecomienza arodearnosyaseguirnos.Selesvealamayoríafelices.Cadavezquehay un ajusticiamiento con pena de muerte, se considera medio día de fiesta comomínimo,porloqueesunmotivomásdecelebración. Ignoro sus comentarios obscenos dirigidos hacia mi persona y el carcelero llega a amenazar a más de uno con su arcabuz. No es habitual veresetipodearmas,pueselmosquetetienemáscapacidadparadetener alenemigo,segúndicen.Peroporlaformadecogerloyelcariñoconel que pasa sus dedos por la cubrecazoleta, ese arcabuz debe ser tan viejo comoél.Mas,suactitudintimidayelgentíoseechaatrásconlasmanos levantadas, por si acaso le da por prender la mecha. No puedo evitar sonreír con sutileza ante el guiño que me ofrece tras su peculiar exhibicióndehombría. Misuerteestáechaday,comobienhadichomicustodio,prontopodré descansar. Observo unos segundos el cielo que me vio nacer, oigo el llanto de un bebé que me encoge el pecho unos segundos y termino por oler a haggis y a tocino de panceta ahumado. Mi estómago ruge hambrientoydecidoserfuerteporúltimavez. Nadie conocido me acompaña de camino al cadalso. Le pedí a mi hermanoyrestodefamiliaresquenovinieran,puesprefieroqueguarden otraimagendemíquecimbreándomeenlacuerdadelpatíbulodurantela media hora de rigor. Lo han comprendido, aunque sé que andarán cerca parahacersecargodemisrestos. Subimosalatarimadelcadalsoentreabucheosyelfiscalcomienzasu particular disertación de los hechos a pleno pulmón. Pasado un rato, me abstraigohastatalpuntoquenoescucholacantidaddementirasyvilezas que dice de mí. Tiene al gentío en ese punto en el que son incapaces de cerrar la boca y me miran con reprobación. No me importa. Mi mente inquietahavoladorecordandocómo,eldíademisnupcias,mimaridome dejó sola y llorando en un rincón tras desvirgarme sin miramientos por correr en brazos de su amante. No lo juzgo. Ellos a mí sí. Quieren una culpable, una adúltera, una asesina… «¡Aquí la tenéis! ¡Soy yo!», grito paramisadentros,sinfuerzassuficientesparahacerloavivavoz. He asistido a tantas ejecuciones desde niña que, sin abrir los ojos, sé cada gesto, cada apelación al pueblo, cada silencio esperando el clamor popular.Soloquedaratificaranteelpopulacholacondenaporocultaruna gestaciónymentiríasinodijeraqueanheloqueestoterminepronto. Meacaricioeldedoíndiceconelpulgar,nerviosa,enelmomentoenel quecitancómounpescadormeviointentandodeshacermedetucuerpoen el río. Me estremezco e intento abrir los ojos, pero la luz me ciega. Las miradas son pedradas en mi piel y la peor de ellas, la de mi propia conciencia.Mislágrimassonporti,pornadiemásqueporti...¡Mipobre niño!DenohabertelloradodurantehorasjuntoalaorilladelríoTweed, noestaríaaquíenfrentándomeaestashienas,masnopodíasepararmede ti,nopodía…Aúnsientotuspatadasenmifláccidovientreycómosupe que todo iba mal por la prontitud y la sangre que resbalaban por mis piernashastamispies. Me lamento. «¿De qué sirve?», me digo al instante. «¡Si no pude salvarte, mi vida!». He sido una cobarde. Lo siento, mo naoidhean bhig. Nunca debí abandonar Edinburgh en busca de una segunda oportunidad. No nací con esa estrella, no debí aspirar a más. Esta tierra me reclama como suya y esta tierra verá mis huesos yacer. Sé que mi final es la horca…¿Meesperarás,moghrà? CuandohaceapenasunañolleguéaKelsoconunamaletacasivacíay elcorazónlleno,noprevíloquepasaría.Noviqueseríapresafácil,ávida de cariño, de encontrar un maldito hueco donde lamer mis heridas sin más.Noviloquesupondríaentregarmicorazóntanprontoaquiensolo vería en mí un desahogo. No vi que, estando aún casada, jamás podría rehacermividasinengañosymentiras. Sí,losé.Callémisituaciónpormiedoaperderelúnicoempleoqueme ofrecíanenesatabernainmundatrassemanasdebúsqueda.Teníahambre yestabacansada,apuntodevolveralacapitaldeprestadoyconlopuesto. ¡Y ya podría haberlo hecho! ¡Maldita fuera! No, no me lamentaré del pasado y afrontaré el presente con fortaleza, porque futuro… «No hay futuroparamí,monaoidhean.Bienlosabes.» Vi en tu padre un príncipe de cuento, hijo único de la dueña del establecimiento,taninalcanzablecomounrayodesol.Mesedujoconsus picantespalabras,conlascosquillasqueestasmehacíanenmiscabellos, en mi bajo vientre, hurgando en mi interior como nadie antes lo había hecho. Un Apolo fijándose en una polilla, deslumbrada por su luz y el calorquemecalabaenlapieldesoloverlo. «¡Necia,másquenecia!»,meherepetidotantasveces,mipequeño.Creí cadaunadesusmentiras.Ahorapuedodecírtelo,queyanoestás.Mesentí laestrellamásbrillantedelfirmamento,perohastalasestrellasavecesse caen del cielo en las noches cerradas. Fui una más de tantas. Lo supe el mismodíaqueibaahablarledeti,ilusionadacomounaniña…Lobusqué porcieloytierrahastaqueloencontréenlaalacenaconotra.¿Quépodía hacersalvotragarmelabilisyrespirar? Lossentimientosencontradosvuelvenamícomounabofetada.Notoel escozor en la mejilla y tengo el impulso de tocarme el rostro de nuevo. Lascadenasresuenanpesadasymeoprimenelalmaunpocomás.Siento cómo la vida se me escapa en cada hipido, en cada recuerdo, en cada segundoquepasa…Esosmesesocultándoteentretúnicasanchas,faldones que aparentaban tener varias capas, delantales amplios... Todo para nada. Paraacabaracunándote,yerto,alaorilladeesemalditorío. Alguien me nombra, se hace el silencio y vuelvo en mí. Mi verdugo, John Dalgliesh, me pone en pie, asiéndome del hombro con fuerza y obligándomeacontestarlesimeencuentrobien.Estoyapuntodereírmea carcajadas, pero me contengo. Ese hombre no tiene cara de ejercer tal oficio, pero tampoco de querer hacer amigos. ¿Por qué diablos se preocupa por mi bienestar? Miro al carcelero un instante y asiento, el anciano resopla y percibo aflicción en sus ojos. En los del verdugo, incomprensiblemente,veolomismo. DesdelaplazadeGrassmarketseveelcastilloentodasumagnificencia si alzas la vista hacia el cielo. Las edificaciones de piedra negruzca se levantan unas sobre otras, destartaladas y sin ton ni son. Justo en el momento en el que el juez va a dictar la sentencia pública, alguien se le adelantaygritaun«¡aguava!».Tantaeslaexpectaciónquelosdeabajono seretiranlosuficienteyaalgunoslessalpicalainmundicia. Arrugolanarizconrepugnancia,poreso,yporqueelsolmeencandila. Pocasveceshevistocríosapostadosinclusoenlostejadosmásbajosylos balconesdelosedificiosquesuperanlasochoplantassobreelsuelotan concurridos.Sinofuerayolaquevaamorirenpocosminutos,brindaría. Enrealidad,esoesloquehacenlosreosjustoantesdequelefijenlasoga al cuello: beberse un buen vaso de whisky para irse con buen sabor de bocaalotromundo. Escucho los alegatos finales y me mordisqueo el labio cada vez más nerviosa. Por un lado quiero acabar ya, pues cada vez me siento más apesadumbrada e incómoda; por el otro, correr de allí como alma que lleva el diablo. Intento dejar de mirar la soga y cómo se cimbrea ligeramente pendida de ese madero, pero me tiene hipnotizada. La voz gravedeunhombremedespiertademiletargo. Esaquelhombrequeintentódefendermeenvanoduranteeljuicio.Sigo sinpoderverlobienylacuriosidadcreceenmíalpuntodequererpedir queseapartemiverdugoparapoderponerlecaraaeseángeldelaguarda. Elhombrenopareceestardeacuerdoconlainminentesentenciayhasta yomepreguntoporqué.Eldelitoylaspruebassonclaras,sinomehan ahorcadoyaespordarlemásteatralidadymorboalasunto.Elverdugose apartaeintentoverle,perotansoloconsigoapreciarsuimponentesilueta acontraluz.Lapasiónconlaquehabladespiertaaúnmásmiinterés.Sin embargo,elgentíoloacallainclusoconverduraspodridas,temiendoque el juez se deje influenciar por el sentimentalismo que sus palabras despiertan. Todoslosojosmemiranylosinsultosnosehacenesperar…Enunos minutos, la guardia desalojará a algunos perturbadores y se llevará a rastras a algunos borrachos deseosos de cerveza gratis. Ya queda menos paraqueempiecesudíadefiesta.Respirohondoyunhipidoconvulsiona mipechoantesdesoltartodoelaire.Unpequeñosentimientodenostalgia ysupervivenciabrotaenmíeintentoalejarlorepitiendolosinsultosque mevociferanunoauno,peronopuedo. Elfiscaldapasoaljuezyestecarraspea.Alfinal,llamaalordenconla mazaparaserescuchado.Estásituadoenunescritorioimprovisadoenuna esquinadelatarimayproclamaenvozaltalasentenciadictadayesperada porcasitodoslosallípresentes. ―Declaramos a la señora Margaret Dickson: culpable, bajo la acusación por la contravención de la ocultación de la Ley del Embarazo de1690y,portanto,lacondenamosalahorca. Laverdaderaquemeesperabaalgomásostentosoyrimbombante.El griteríobrindayaplaudeencuantoelpesodelaleycaealmismotiempo quelamazasobreeseestradoimprovisado.Elcarceleroserascalanucay mehaceunmohínlastimero.Pareceráridículo,perolehecogidocariñoa eseancianoenunaspocashoras.Sinembargo,hayunapersonaqueatrae mi atención por completo haciendo que me olvide de mi desdicha. Redescubroalquehasidomiúnicoaliadoduranteeljuicio.Loséporsu desaireyeltaconazoquehadadoenlatarima,ademásdeporsugestode obstinación de tirar su sombrero al suelo. Está realmente enojado y me sorprendodeseandoquesedélavuelta. Élpareceleermeelpensamientoycomienzaagirarsehaciamí,peroen elúltimomomento,aprietaelpasoybajalasescalerillasdelcadalsosin poder verle la cara más que de refilón. Es un ángel de pelo castaño ensortijadosinlugaradudasymeinstoaqueseasuimagenloúltimoque vean mis ojos. Le sigo con la mirada entre el gentío y la angustia se apoderademí.Parecediscutirconalgunosdelgremio,oquizáseanunos amigos, pues uno de ellos lo coge por los hombros instándole a que recapacite.Meapenaverloasí.Nadiesehapreocupadotantopormíenla vida. Sigue sin estar de acuerdo, puedo interpretar sus gestos desesperados, pero la sentencia es firme. Tengo ganas de gritarle que no se preocupe, quehahechotodoloqueestabaensumanopordejarlapenaenunsimple castigo, pero las palabras vuelven a ahogarse en mi garganta y consigo derramarlasúltimaslágrimasquequedanenmicuerpo. John Dalgliesh me acerca la copa con un fuerte licor ambarino cuyo olor bien podría revivir a un muerto. Bien me lo podía dar después de ahorcarme,piensomientrasmebeboelwhiskydeuntragoenunúltimo intentodeinfundirmeelvalorperdido,peroloúnicoqueconsigoestoser y que la multitud estalle en carcajadas. Noto cómo las mejillas se me enciendenporelbochorno,oporlosfuertesefluviosdelalcohol,ydeseo queesosbocazasnotengannuncaquepasarporlomismoqueyo,puesde pecarnoestáexentonadie. Justoantesdequemecoloquelacapuchanegra,consigoverleelrostro al ángel y tiemblo. Ambos cruzamos una significativa mirada que me llevaréalotromundo.Esunamiradatantristequemiúltimopensamiento es el deseo de verlo sonreír de nuevo. La capucha negra me impide ver nadamásycierrolosojos,presadelaangustia.Latelamerecuerdaaun saco rígido y apenas me deja respirar. Recuerdo su mirada y su voz mientras noto cómo la soga se enlaza en mi cuello y ajustan el nudo. El verdugomecolocaenelpuntojustoycreoescucharun«suerte» de sus labios.¿Estarésoñando? No,lasillacaeymicuerposebalancea,pesado,queriendorecuperarla tierra bajo mis pies. Mis brazos siguen encadenados, pero el instinto de supervivenciamehacequererromperlascadenasyaferrarmealacuerda paraquitármela.Laangustiameahogaynotocómolasogaseclavaenmi garganta,ajustandoellazoamicuello,dejándomesinoxígeno. Mi cabeza es una pieza de artillería a punto de estallar y mi sangre hierve bajo mi piel, buscando la salida como la lava de un volcán en erupción.Comienzoaexperimentarpinchazosportodoelcuerpo,como sialguienseestuvieraentreteniendoenensartarmeconunaagujaafiladay fina.Lalenguasemehinchaoyoasílocreo.Intentogritar,peroelsofoco me hace boquear como un pez y un gruñido gutural es lo único que consigosacardemigarganta. Mesientomareadaypierdolanocióndeltiempoquellevosuspendida así, como si mi cuerpo bailara extrañamente con la cuerda. Podrían ser segundos,peroyolosientocomohorasquesetatúanenlasuavepielde mi cuello. La tela de la capucha se me pega al rostro y noto cómo los músculossevuelvenlaxosypesadospocoapoco. Mi tiempo se acaba. Lo presiento. Los ojos me muestran pequeños destellosylosrecuerdosdemividaseagolpanenmimente.Mascojoel último hálito de aire que entra en mis pulmones antes de perder el conocimiento en una luz lechosa que me recuerda al mar en calma y al azúcar algodonoso que alguna vez hizo mi madre. El dolor comienza a desaparecerymesientoliviana,rozandolasnubes,alláenelcielo.Adiós, moaingeal,quizálavidaquieradarnosunasegundaoportunidad. *** Escucho el repiqueteo lejano de los tambores y murmullos a mi alrededor. Alguien nombra Peppermill y deduzco que estamos pasando cerca de la aldea de camino a Musselburgh, mi pueblo natal, y me preguntocómoesposible. Los recuerdos se atropellan en mi mente, tan dolorososcomolaspunzadasquesientoenlanarizymisdedos.Intento abrir los ojos desesperadamente, pero los párpados me pesan como si tuviera sacos de arena sobre ellos. Al final lo consigo, mas todo está negro a mi alrededor y la angustia vuelve a apoderarse de mí. Apenas puedomoverlosbrazos,peroyanoestoyencadenada,sinoenloquedebe serunnichoocajóndepinoporelolorquedesprende. «¡Ay,Diosmío!»,suplicoparamisadentros.Laslágrimasvuelvenamis ojos como un torrente. «No he muerto, no he muerto…», me repito sin cesar con una alegría desconocida en mí desde hacía tiempo, hasta que caigoenlacuentadequepuedohabersidoenterradaviva.«No,¡Diosno puede ser tan cruel! No me lo merezco», sollozo angustiada en un tono más alto que un susurro. El oír de nuevo mi propia voz hace que mi cuerporeaccioneantelaposibilidaddealertaralexteriordequesigoviva ycomienzoapatalearychillarllevadaporlalocura. Sigo oyendo voces hasta que, de pronto, alguien debe percatarse del escándalo que estoy dando, porque el cajón de madera en el que me encuentro se desplaza y tengo la sensación de que me voy a caer. Puedo escuchar cómo varios hombres discuten, a dos de ellos se les traba la lengua evidentemente ebrios y suspiro con gratitud por no haberme despertadodemasiadotarde.Enrealidad,noconozconingúncasoantesen elquesehayasobrevividoalahorca. Latapadelféretroseabreymedeslumbroporelsol.Lasombradelos que me miran atónitos me ayuda a que mis ojos se acostumbren a la claridad. Nadie me tiende la mano para levantarme y, cuando me incorporo para sentarme, los presentes dan un paso atrás atemorizados. Mellevolasmanosalagargantayrespiroelairealimpiodeestatierra. Aúnnomelocreoyllorodepuraalegría. Sinembargo,sololoscuervosquesobrevuelanelcielosoncapacesde romperesesilencioatroz.Puedovereltemorenlosojosdemisantiguos vecinos, de aquellos que no conozco y que solo están allí por la fiesta. Puedoescucharellatidodesuscorazones,comosilostamboreshubiesen empezadoaredoblardenuevoymeestremezcocuandounodeellosdice: ―Habráquecolgarladenuevo,¿no? ¿Sehanvueltolocos?¿Realmentehablanenserio?Losmirounoauno ymemorizosuscaras.Sinembargo,loquemásmeinquietaeseseaurade coloroscuroquelosrodea.Esafaltadeluzensusalmasquesereflejaen unos ojos vacíos de brillo y en los que jamás me había percatado antes. ¿Qué puedo hacer? Vuelvo a mirar a mi alrededor en busca de una cara amiga, pero lo único que veo son rostros que asienten a la propuesta de volver a ejecutarme. Mi única baza es que ninguno se acerca. Me temen tantocomoyoaellos.Esoesloúnicoquemesalvadequenosetomenla justicia por su mano allí mismo. Clavo las uñas al borde astillado del cajóndemadera,incapazdecontemplardenuevoesaposibilidad.Volvera tenerlasogaenmicuello,sentircomomeasfixiohastalamuerte… ―¡¡¡No!!! ¡No, no pueden hacer eso! ¡No pueden! ―grito entre sollozos. Odio no ser más fuerte y que me salga la voz clara como un torrente. ―¡Claroquesí,niña!―mereplicaunaviejamediodesdentadamientras queempujaaunodelosmuchachosquetienedelanteparaqueseacerquen amí―.Ytendránquedarnosotromediodíadefiestaporello. La muy zorra se gana al gentío, que ve en ahorcarme de nuevo la posibilidad de hartarse de cerveza gratis y el día entero de asueto. Más convencidos de que ni soy una amenaza ni un fantasma, dan un paso al frenteparaecharmeelguante.Mepongoenpiedegolpe,apesardelos calambres que recorren mi cuerpo, y vuelven a dar un paso atrás, con miedo. Sus miradas se quedan fijas en mi cuello. Debo tener un bonito collaramoratado,peronomeimporta. Meenderezotodoloquepuedoycontengolaexpresióndemirostro. Temo desmayarme y no volver a abrir los ojos. Suspiro. El pecho me duelecomosimehubiesenclavadoaguijonesyunalosameloaplastara en cada exhalación. El nudo de emociones que se forma en mi garganta measfixiaaúnmásquelasogadelcadalso.Necesitocalmarmeypensar. Por primera vez en mucho tiempo, tengo ganas de vivir y voy a luchar con uñas y dientes por esta oportunidad que me ha dado la vida, una verdaderasegundaoportunidad. Sinembargo,micuerposemuestrainseguroeincapazdesalirdelataúd sinayuda.Sisedancuenta,mearrastrarándenuevoalcadalso,sinpoder poner más trabas que gritar, porque patalear... Cada vez estoy más convencida de que no puedo. Dudo hasta que pueda tenerme en pie unos minutosmásymellevolamanoderechaalcorazóninstintivamente.Late, aúnlateylatirá,peroporpocotiempo,sinadieloremedia.Laotramela llevo al vientre y ahogo un gemido. No quiero compadecerme de mí misma.Nuncalohehecho,pero...noquierovolverapasarporlahorca. Sé que no han pasado más que unos segundos, pero la incertidumbre de quéharánalfinalconmigosemeestáhaciendoeterna. Alguienpareceestarqueriendoabrirsepasoentrelamultitud,peromis conciudadanos deben haberse convertido en piedra porque nadie se mueve.Yotampoco.Elcansancioextremocomienzaahacermellaenmí. Las fuerzas me flaquean y mi moral, hace unos minutos entusiasta, se derrumba. Si mi destino es morir en esta mañana soleada, que así sea, pero que acaben pronto. No pido más. O sí. Pues en el momento en el que iba a renegar de Dios y abandonar toda esperanza, vuelvo a ver a mi ángel salvadorfrenteamí.Estoyapuntodedesmayarme.Sí,esunángel,nunca vi hombre como él en la faz de la tierra. Él debe de percibir mi estado, pues corre a mi lado, cogiéndome entre sus brazos y haciéndome sentir liviana,tanto,quedudosimialmahaabandonadoporfinmicuerpo. *** Escucho voces y alguien me toquetea la cara con suaves palmaditas mientraspronunciaminombre.Temoabrirlosojosyquetodohayasido productodeunsueño,quemeencuentreenelataúdoenelcadalsoconla capucha y esperando mi muerte. No puedo más y, sin embargo, la curiosidadmehacepestañear. ―Margaret,Margaret… La voz resuena en mis oídos, cálida y conocida. Solo mi madre me llamabaasídepequeñacuandohacíaalgunatravesura,peronohaytono dereprocheensuvozytampocoesunamujerlaquemereclama.Esla vozdelángeldecabellososcurosyensortijados,podríareconocerlaentre un millón. «Sí, debo haber muerto», me digo. Él no podía ser de este mundo,tanprotector,tanapuesto…Sonríoalrecordarlo. ―Margaret,Margaret…―insistelavoz. ―Vuelve en sí ―escucho que dice otra persona―. Juraría que ha sonreídoincluso.¿Nocreéis,joven?Traeréunpocodevinoespeciado. ―Noestátodoperdido,Margaret.Seréislibre―mesusurraelángelal oído y siento cómo las cosquillas de su aliento en mi cuello encienden todamipiel. Siento los párpados pesados, pero necesito verlo, saber que existe y darle las gracias por haberme concedido el deseo... Abro los ojos y nuestrasmiradassefundenenunaconexiónatemporal.Meembebodela miel suave de sus ojos almendrados; de sus largas, negras y tupidas pestañas;desunarizfina,largayrecta;deesabarbadepocosdías,algo más clara que el resto de sus cabellos. Me deleito en el contorno de sus labios, suaves, sonrosados y llenos. Tengo la imperiosa necesidad de tocarlo;misdedosperfilanlalíneadesumentónyélmesonríe. Se me seca la garganta y toco el cielo del mero gesto. Sin duda es un ángel.Nuncaviunodecarneyhueso.Intentotragarsaliva,recordándome unfuertedolorenlatráqueanosololoquemehapasado,sinoloqueme espera. ―¿Soisunángel?―meatrevoapreguntarle,aunquemivozsaleronca yextraña,comosinobrotararealmentedemicuerpo. Él vuelve a sonreírme y mis mejillas se avivan como pavesas ante el soplo del fuelle. Un carraspeo nos interrumpe y alguien me incorpora. Reconozco a mi carcelero y, antes de poder decir nada más, me da una copaconelvinoprometido.Lobeboapequeñossorbos,perohastaelmás pequeño de ellos me abrasa por dentro. Declino la invitación, sin embargo,ambosinsistenyterminocediendo. ―Usted es el ángel, Maggie. No he conocido nunca a nadie que haya sobrevivido a la horca y renacido de entre los muertos ―comenta con admiraciónelseñorDalgliesh,aunqueséqueélhatenidomuchoquever conqueestévivaenestosmomentos. Vuelvoasonrojarmealvercomomiángelsalvadorasiente.Alguienlo llama, pero no he sido capaz de escuchar su nombre. El carcelero me siguecontandomiproezaycómoelcaballeromehatraídoenbrazoslas dosmillasdecamino,negándoserotundamenteaquenadieloayudara.Me siento una princesa de cuento y sueño unos segundos despierta. Me sorprende cuando el señor Dalgliesh me comenta cómo ha argüido la defensabasándoseenelPandectasromanos.Micaradebemostrarqueno me estoy enterando de nada y me explica con palabras sencillas en qué consisteelnonbisinídem,graciasalcualnomepuedenaplicardosveces lapenaporelmismodelito. ―Pero el juez… ―replico sin llegar a entender, necesitando con urgenciaapurarelvinodelacopaquemehaofrecido. ―El fallo del tribunal y la sentencia pública del juez dictaminaron la horcaynolamuerte,bancharaid,peroseguroqueéloslopodráexplicar mejor. Séaquiénserefiere.Solopensarquevolveráamiladomehacefeliz, aunqueseaparaexplicarmequéhapasadodesdemidesmayohastavolver enmíenunbancodelatribuna.Soylibreytengolasegundaoportunidad soñada.¿Quémáspuedopedir?Empiezoacreerquehevueltoanaceren uncuentocuandomiantesverdugoyahoraamigomedice: ―AojosdeDiosydelmundo,Maggie,soisunamujerlibre. Un suspiro nace de mi cuerpo como germina un brote en primavera. «Libre»,merepitosincesar. ―No tenéis por qué volver con vuestro marido, si no queréis ―me susurra prácticamente―. Ya no sois una mujer casada. Él no tiene autoridadsobreustedytampocosobresushijos.Téngalopresente. ¿Meestáintentandoadvertirdealgo? ―Maggie,Maggie… Micuerposetensadesoloescucharsuvozybuscoconlosojosami ángel salvador, mas parece haber salido de la sala. John Dalgliesh me cogelamanoconfuerzaaldescubrirmimiedo. ―No tenéis por qué volver con él, Maggie. Él me dijo que sois libre. Cuandounodeloscónyugesfallece… Observo cómo al señor Dalgliesh le cuesta mirarme a la cara y no fijarse en las marcas de mi cuello. No es necesario que lea sus pensamientos, se traslucen claros… Son una mezcla de temor y orgullo difícilmente descriptibles. Vuelvo a oír cómo me llaman, pero no me impresiona como la primera vez. Ya no. Patrick, mi marido, me está buscando.¿Odeberíallamarlomiexmarido,siheentendidobienloque miantiguoverdugohaqueridodecirme? Me incorporo en el banco, lívida, y me recoloco las faldas. No me apeteceverlo,esaeslaverdad.Enrealidad,noentiendoquéhaceaquí.No, cuando no ha estado a mi lado en el cadalso, aunque solo fuera para escupirme a la cara que era una adúltera y que debería haberme abandonado mucho antes. Se me hace un nudo en el estómago. No me siento preparada para verlo, aún estoy mareada y no sé muy bien qué decirle. Unmurodereprochesnosseparatrasalgomásdeunañosinvernos. Eso, además de un hijo ilegítimo. Me toco instintivamente la garganta y me doy cuenta de que todos me están mirando, pero lo que menos me esperoesquePatrickvengaacompañadodemimadre,demihermanoy demisniños. Elnudodeemociones,queporsegundavezseformaenmigargantaen tanbreveespaciodetiempo,vuelveasermuchomásasfixiantequeelde lahorca.Mispequeños,AnnayPatrick,seabalanzansobremíymebesan las manos, llorando. Yo les acaricio los cabellos y juego con sus tirabuzonesrubios.¡Cuántohancrecido!Laslágrimasvuelvenaaflorara mis ojos y me muerdo el labio con fuerza para no llorar. Mis pequeños me recuerdan… Me llaman «mamá». ¿Cómo podré agradecerle a mi cuñadayamihermanoloqueestánhaciendo?Tienenganadoelcielo,esa eslaverdad. Mi madre se mantiene distante, aguantando los hipidos y se seca las lágrimasconelpañuelodevezencuando.Séquenoseatreveaacercarse, inclusopiensoquecreequesigomuertaporcómosegiraysepersignaa escondidas.Sinembargo,mihermanolasujetaporelhombro,dondese apoya,ymesonríe.Eselúnicoquemesonríe.¡BenditoJames! Percibolapresenciadelángelinclusoantesdequevuelvaaentrarenla sala, miro a la puerta esperando su regreso, haciendo caso omiso a la ansiada reconciliación, los lloros, los «perdonadme» y los «volved conmigo, os lo ruego» que todos los allí presentes esperan. No doy ningúnpasodeacercamientohaciaPatrick,quemeobservapensativo. Me alegra comprobar que ya no siento nada por él, ni bueno ni malo. Nada.Mimentehadejadodeverlocomounmonstruo,tampocoensalza suspequeñosdefectosparasobrellevarsuabandono,niañorasuspocaso muchasvirtudes.Lonotodistinto,mentiríasinodijeraqueesteañoleha venidofrancamentebien. Mishijosvuelvenalosbrazosdemihermano,paraellos,Jamesessu verdaderopadre.Esladecisiónmásacertadaydolorosaquehetomadoen mivida,peroverloscrecerenunafamiliaestableydignaesalgoqueyo jamásleshabríapodidodar.Patrickniseinmuta,nilosreclama…Estoya puntodepreguntarlequéhacerealmenteaquí,porquenoloentiendo,pero callo.Nomeimportaloquehaga,asíque…paraqué. En cambio, sigo mirando a la puerta, deseosa de que mi ángel llegue. Soylibre,Patricktambién.¿Aquéesperaparacorrerenbrazosdelaotra? Pero,nodoycréditocuandomiexmaridosepostraderodillasantemí, implorandomiperdónyrogandoquenoscasemosdenuevo.Tragosaliva con dificultad y si consiguiera articular palabra, hasta soltaría un improperio. ¿Qué diablos cree que hace? He llorado tantas noches su ausencia,mehepreguntadotantasvecesquéhabíahechomal,porquéno medeseaba,porquépreferíaestarconlaotra… Lagentedealrededormurmura,lógicamente.Miprimeraintenciónes quitar mis manos que mantiene presas entre las suyas. Su contacto me quemayeltemorcreceenmícuandodescubrolaexpresióndelángelante semejanteescena.Susojossehanvueltonegrosapesardetenerlosverdes comolospradosdeGlencoeenprimavera.Esevínculoquelamuerteha forjadoenarasdeunasegundaoportunidadsedesvanece.Lasogavuelve amicuello,invisibleyférrea.Sientoqueelsuelosedesmoronaamispies alvercómomisalvadorsaleprecipitadamentedelasalayquierocorrer, corrertrasélyexplicarle…¿Elquévoyaexplicarleaunhombredelque nosésiquierasunombre? «Maggie, Maggie…», escucho apenas como un susurro alarmado, mientras la cuerda termina por asfixiarme y vuelvo a la negrura más absoluta durante unos segundos. «Apártense, por favor. No la dejan respirar», oigo de fondo. Mis sentidos renacen ante esa voz. ¡Esa cálida vozquehacequemicorazónseaceleresolodeescucharla!Micuerpose rinde ante su llamada y vuelvo en mí, con la pesadez y lentitud que arrastranlosdesvanecimientos. Sus ojos verdes encienden los míos de una luz nueva y me olvido del restodelmundo,inclusodemiexmaridoque,aúnconunarodillaenel suelo,sigueesperandounarespuesta. ―¡¡¡Quitadle las manos de encima a mi mujer!!! ―ruge Patrick con desprecioenesemomento,empujandoamisalvadoraunladoparaserél quienocupesupuesto. Paramisorpresa,elángelseapartasinlucharmientrascadafibrademi sersuplicaquelohaga.Tiemblo.Soyyolaquedebocogerlasriendasde mividaporprimeravez,pues,sinohagoalgopronto,estavezseirápara siempre,conmicorazón,miesperanzaymisganasdevivir.Lavozbrota demísincera,comountorrente. ―Yanosoynadavuestro,señorSpence,ynotengointencióndevolver aserlo. Se hace el silencio absoluto en la sala. Nadie respira esperando la reacción de Patrick, ni siquiera yo. Acabo de dar el primer paso para comenzar mi nueva vida y me siento la mujer más feliz. Observo un destellodeesperanzaenlosojosdemiángelsalvadorysonrío.Esjusto loqueélesperademí.Losé. ―¡No habláis en serio! ―exclama Patrick defendiéndose, quizá temiendoquedescubraquiénestáalmandodeverdad―.Estáiscansaday abrumada por tan aciago día. Volveréis conmigo y mañana mismo nos casaremos.¿Quédudacabe? ―No―lerespondosinpensarloniuninstante,crecidaporlasensación de libertad que acabo de descubrir―. Fui vuestra esposa hasta que la muertenosseparóyyahecumplidomicondena. ―¿Acasocomparáislahorcaconnuestromatrimonio?¡¡¡Malditaseáis, Maggie!!! ―truena iracundo Patrick cogiéndome con saña del brazo y levantándomejuntoaélconviolencia. ―¡Suelteamihermana!―exclamaJamesenfadadoasusespaldas,pero miexmaridonolehacenicaso. ―¡Suelteamifuturaesposa!¿Nonoshaoído?―gritaunasegundavoz. Todossegiranparasaberquiénhahablado.Yo,encambio,reconocería su voz entre un millón, pues es la misma que me ha acompañado en el tránsito de la muerte a mi nueva vida. No puedo creérmelo. «Su futura esposa…» Estoy tan aturdida, desconcertada y feliz que no sé si mis piernas me responderán para salir corriendo y aferrarme a sus brazos. Todaslasmiradassedirigenhaciamiángelsalvador,quevuelveaabrirse paso y se coloca frente a mí, cogiéndome de la mano y colocando un anilloenmidedo.Patrickbufaun: ―¿Quédiablosestáisdiciendo?¿Maggie,esesocierto? Enesosmomentos,yonoséquécontestar.Lagentenosmiraesperando mi respuesta, pero un ahorcamiento y dos proposiciones de matrimonio enunmismodíasondifícilesdedigerir,entiéndanlo.Titubeoymiroami salvadoralosojos.Élmesonríeymesusurraaloído: ―AlainMacDuff,paraamarlayservirlaporelrestodemisdías. Me derrito como la escarcha al sol, literalmente. Su aliento me hace cosquillas en el lóbulo de la oreja y mi bajo vientre se encoge de deseo conelcalorqueemanadesupecho.Hueleabosque,alibertadyacerveza negra.Acabodeconocerlocomoquiendicey,sinembargo,elvelloseme eriza de solo tocarlo y saber que es real. Siento que nuestras almas quedaron conectadas en ese cadalso para siempre y que nunca más nos volveremosaseparar. Masmisilencioloinquietaynomedatreguaparaquemelopiense.Sin importarlequeestemosrodeadosdegente,Alainmetomaporlacintura acercándome a sus caderas con deseo contenido y busca mi aprobación acariciándome con la nariz en la mejilla. Yo siento que mis pies levitan, sinsaberquemetienesuspendidaadospiesdelsuelo. ―Ybien,¿tendréelhonordehacerosmiesposa? Decidoqueesavozronca,cadenteehipnóticameacompañeelrestode misdíasyaprovecholasdistanciascortasparadarleunsuavebesoenla comisura de los labios mientras enredo mis dedos en sus cabellos ensortijados. Me siento una niña que descubre el amor por primera vez, pero entonces él me devora la boca y se instala en cada recoveco de mi alma, incendiando cada poro de mi piel. La gente aplaude ante el inesperadofinaldelquehansidocómplices.Patrickdesaparecedemivida yyolerespondounmeloso«sí,quiero»amiángelsalvador. Sueñosagitados CristinaOujo UNO ―Asíque...¿Marcoseestáportando? Parpadeéadormilada,conlacabezaaescasoscentímetrosdelatazade café; no era mi bebida favorita, pero me mantenía activa, aunque a esas alturasnomeespabilaríanitomandoveinteRedBull;noobstante,tratéde fijarlamiradaenDianeaduraspenas. ―No,otra...pesadilla. Laexpresióndemiamigavarióaunamuecadivertida,susojosazules brillaronconexpectación. ―Yonolollamaríapesadillas―rezongó. Claro que eran pesadillas, no quería soñar eso, no podía controlarlo. Tanprontocomomequedabafritayanomanejabaloquepasabapormi inconsciente, y en esa parte entraba Jack, el chico que se dedicaba en el institutoatirarmebolasdepapelydejarmeenridículofrentealosotros delaclase;aparecíayloqueveníaacontinuacióneraunmomentosubido. No,subidoerapoco,subidohabríasidosolotocar,peroestoterminabaen clasificación para adultos. No me hacía nada feliz soñarlo, y no únicamente por el hecho de despertarme agotada, también por la culpabilidad, ¿cómo le decía a Marco que tenía sueños candentes con el matónqueledabaconunbalónenlacara?Memandaríaalamierda. ―Estoesunasco,noséporquélossigoteniendo.―Bostecé,apoyéla mejillaenlamanoyrevolvíelcaféconunacucharilla―.Escomosile pusieraloscuernos. Diane puso los ojos en blanco. Solté un gritito de dolor tan pronto comomepegóeltopetazoenlafrenteconlamanosinquepudieraverlo. ―A él no le has visto en carne y hueso, ¿verdad? ―Asentí, no le vi nuncamásdesdeelinstitutoyparamífuemuchomejor―.Entoncesnoes engaño, el sueño erótico te permite cumplir necesidades sexuales, en realidadesculpadetunoviosiestásasí. Genial,habíaestadosoñandovívidamenteconesematónylaculpaera deMarco.Esquenohabíapordóndecogerlo.¿Quéhabríasidocreíble? Cualquierotracosa. ―Erespsicóloga,¿nopuedesrecetarmenadaparaquenosueñeeso? ―Primero: debería haberte hecho terapia para ver bien tu caso; segundo: no tienes ningún problema, son unos sueños que cualquiera quisiera,ytercero:notengolacualificaciónfarmacológicanecesariapara recetarte―puntualizó―.¿Quieresunconsejo?Disfrútalos. ―Alamierda...―buféirritada. Lediunsorboalcaféterminandolataza. ―Entonces,¿quéhassoñadoestavez?¿Quétehacía? Casiescupí.Tosítapandolabocaconlamanotratandodequebajarael trago. ―Porenésimavez:notelodiré―susurréporlobajitounavezqueme recuperé. ―Vaya...igualdeintensoquelaprimeravez.―Mesonrió. Agh,sieteañosyochomesessoñando…Cómosenotabaqueaellano leestabapasando.Nopodíaseguirasíporque,vamosaver,unrecuento: tenía veintitrés años, estaba haciendo las prácticas en un colegio ―los niñoseranunencanto,demomento―,teníanoviodesdeelinstitutoconel quesesuponequemeibaairavivirenpocotiempo...¿Porquéderepente eran más frecuentes esos sueños? Él era un buen chico, tal vez no teníamos esa ansiedad pasional el uno para con el otro, pero nos queríamos y nos cuidábamos mutuamente. Marco me convenía en el sentidomássanodelapalabra,eraelvalormássegurosiqueríacasarme y formar una familia, le conocía lo bastante como para estar segura de todas sus manías. Era una comodidad romántica, por llamarlo de algún modo,noqueríaacabarigualquemiotraamiga:Eve,quedejóasunovio de toda la vida por un guitarrista debido a esa fiebre pasional. Se enamoraron, se casaron a los tres días, y a los seis meses estaban divorciadosyaesasalturassepeleabanporlacustodiadelniño. Nadarecomendable. Lo que me comía la cabeza era Jack, ¿por qué soñaba con él? No era comosisehubieraportadobienconmigo.Habíasidouncapulloentodo el sentido de la palabra, la demostración más literal que podía haber de matón en una novela, peli o lo que sea. Se pasaba las normas, deberes y obligacionesporelforro;rebeldesincausa,sarcástico,caosydesastreen cara dura. ¿Por qué tenía que ser él entonces? Diane decía que era probablequeecharademenosesosdíaspasadosenlosquenohabíatantas responsabilidadesylomásprobableeraquedeseabahuirdelestrésdela adultez;sinembargo,elquefueraalgotan...ardientecambiababastantela interpretación. Me decía que no me preocupara, la primera semana fue fácilaceptaresehecho,peroahora,despuésdetantotiempo,empezabaa preocuparme. Era por lo que en ese instante que vi a Marco entrar, mirandosucabellorubio,losojosverdes,susonrisaamableylaforma enlaquemebesó,quemehacíasentirunpesoenelestómago. DOS Respiré de forma entrecortada, empujé sus hombros intentando alejarlo, mi corazón se agitó aún más e intenté ordenarme algo. «Despierta. Despierta. Despierta. ¡Despierta! ¡¿Por qué no soy capaz de despertarme?!» ―¿Quéestámal,Jeannie?―exigiósaberconvozronca. «Despiértate, tienes que despertarte», volví a pensar para mí. El ambienteestabapesado,hacíacalor.Estábamosenlasaladelpisodónde vivía, intenté deslizarme lejos del sofá verde con estampado de flores, peroJackmesujetóconfirmezadelacinturaconunamanoobligándome a volver a la posición original, la otra tomó mi mentón para que no rehuyera la mirada de color azul gélido. Venía en camino otra vez la mismaconversación,repetidamilvecesenestossieteañosyochomeses ysiempreterminandodelamismamanera:élganaba,peromenegabaa aceptarquesiguierapasando. ―Noquieroesto,Jack―murmuré, hice más presión en sus hombros estirandomisbrazosalmáximo. ―Síquieres,duranteestosañoshasidoesto. Apretélosdientes,yonoeraprecisamentelapervertida,miconsciente nolocontrolabaynoqueríaotracosaquedetenerlo,pero...¿cómopodía manejarunsueñosieraeso?Nopodíadominarloquepasabaaldormir. ―¡No!―insistíterca,noibaavolveraocurrir―. No va a pasar otra vez. Susojosseredujeronalmínimoigualquesifuerandosrendijasfrías antesdesoltarunarisotada. ―Jeannie, Jeannie ―repitió con esa sonrisa torcida adornando su rostro. Se inclinó, y quise retroceder... de no ser por el agarre―. No piensesennada. «Marco.»Tanprontocomolopensé,elnombreresonóentrelascuatro paredesdelasala.Jacksoltóunaullidoenrabietado,temblandodepiesa cabeza;nolegustabaquepensaseenminovio,ymenossiintentabaquesu imagen se materializase en el sueño, le enfurecía, entonces me lo veía venir. ―¡Para! ―gruñó, me rodeó con los brazos y antes de que pudiera esquivarlomebesóabruptamente―.Menecesitassoloamí.AMÍ. Jadeé con esfuerzo. Sus manos se apretaron tirando de la ropa con desesperación,suslabiosdescendieronpormicuello;sentíalascosquillas con sus sutiles mordidas acalorándome otra vez con rapidez. Clavé las uñas en sus hombros. «Concéntrate. Puedes hacerlo. Puedes despertarte», merepetíintentandoalejarlamentedeloqueestabapasando. ―No huyas de esto, Jeannie ―pidió deslizando las manos hasta el bordedemifalda―.Nopuedes. *** Abrí los ojos en medio de la oscuridad observando a todos lados, apretélaalmohadacontralacabeza,estresada,ahogandoungritoenella. Pasódenuevoenesesofádelasalaqueyanisiquieraeracapazdemirar. Siempreserepetíadelamismaforma,primerosinserconscientedeque estabadormida;eranvívidosamásnopoderhastaquerozabaesepunto donde la ficción tiene un límite, por ende conseguía ganar cierta concienciadequenoeralarealidad,yaunasínotomabapartido,ofrecía la resistencia que podía, pero no servía de nada, acababa rindiéndome. ¿Qué iba a pasar cuándo viviera con mi novio? Arrojé frustrada el despertadoralsuelotanprontocomosonó,apenascincominutosdespués dedespertarmesobresaltada.EstabasiendounamalapersonaconMarco, dijeraloquedijeraDianeesoerancuernosclaramente. Eraundíasuelto,nonecesitabalaalarmaexceptoparadejardedormir. Quería mantener la costumbre de levantarme temprano; si no podía evitarlo, entonces estaría más tiempo despierta, y sobre todo podría ignorarsumolestavozpersiguiéndomeinclusocomounasúplicamuda. «Quédate conmigo.» Esa versión de Jack que elaboraba mi mente era irreal. Ese que me había puesto la zancadilla, ese que me había puesto motes como «peco-pequitas», ese que se sentaba detrás de mí y me chinchabaalzandolasillafingiendoqueyogemíayquemetirababolas depapel...recubiertasdepegamento.EsesíeraJack. ―¿Quéteparece? Entrelacé los dedos con los de Marco, estrangulé mentalmente esa vocecita que me recordaba que apenas unas horas atrás había estado haciendootrascosasyconotrapersona,ensueños,sí,peroconotro. ―Ahm...―Centré la atención en el piso, pequeño y maltrecho con un alquiler que metía miedo, además de unos muebles que parecía como si los hubiera estado rascando un gato o algo así, un asco―. Necesitamos pensarlounpocomás. La mujer que nos enseñaba el apartamento borró la sonrisa del rostro porunamuecamalencarada,nosdespidiósinacompañarnosalportal,y tuvoel«buen»detallederecordarnosquehabíamáspersonasinteresadas yquedeberíamosdarleunarespuestarápida. ―Sigo pensando que no estaría mal negociar con tus amigas, reduciríamosgastossimeunoalpiso. ―Créeme,noquieresvivircondoschicasmás―bromeé. Marcomeacaricióelrostroconsuavidad,perosucontactomepareció tan gélido que por un momento tuve el instinto de apartarme, entonces recordéparamíqueéleraelvalorseguro. ―Cualquierlugarmientrasestécontigo.―Apretóloslabioscontralos míoscondulzura. «Me necesitas solo a mí. A MÍ.» Ya ni siquiera despierta... Sal de mi cabeza.¡Ahora! ―¿Estásbien?―preguntóextrañado. Quería explicarle lo que llevaba tanto tiempo soñando, pero a esas alturasnoteníaexcusaelhabermecallado,ibaapensarsecualquiercosa, probablementememandaríaalamierdayconrazón.Eraunacuerdoentre losdos:ningunomiraríaniaotraniaotro,teníamoselmismomiedode sertraicionadosyyorepelíaesasensación,elquemeengañasen,verami personaamadaquereraotraeraalgoinsoportable;sinosllegabaapasar, sería una ruptura limpia como un corte y no volveríamos a vernos, sin reprochesysinsegundasoportunidadesniaunqueestuvieracercadelos cuarentasincasarmetodavía. ―Sí,pensabasiencontraremosunlugaradecuadoparalosdos―mentí. Quéascodenoviaera. Habíamos estado en todos los lugares posibles durante parte del mediodíaylatarde,habíamosvistoalrededordeseispisossinoeranmás, y el que no era una ruina, era pequeño; si era mediano, costaba una millonada,oeranenelcentrooestabancasialasafueras.Perofinalmente teníamosunoquetalvezteníaelprecioalgoalto,sinembargopodíamos arreglárnoslas dentro de nuestros... límites. Era uno de dos habitaciones, así que si en algún tiempo necesitábamos un inquilino extra, no sería ningún problema. Un poco pequeño, sí, aunque los muebles estaban en buen estado como las paredes y el suelo, en el casco histórico, así que paranosotrosdosestababien.Losanterioresinquilinosseibanenunmes, era una pareja que se trasladaba a trabajar a otro lugar. Fueron muy cordiales, no les molestó que curioseásemos el piso, incluso nos comentabansialgosehabíaestropeado,sehabíacambiadohacíapocoy quétaleraelcasero. ―Deaquíaunmesseremostodaunapareja.―Sonrió. Deslizó sus labios hacia los míos encontrándose con una insulsa respuesta,acariciésurostro.Éleratanbueno. ―¿Crees...quehoypodríamosdormirjuntos?―soltéderepente. Tal vez solo era una carencia, cuando no eran exámenes, eran las prácticas. Marco y yo teníamos pocas citas, quizás era eso. Tocó mis mejillascondelicadeza,alparecerenternecidopormipregunta. ―Amítambiénmeapetece―dijosincero,agachóelrostroymebesó laorejaprovocándomeunapequeñarisitaporelcosquilleo. Nonecesitabamásqueesto,queélyyotuviéramosundíacomopareja, podíaarreglarloasí. TRES Porprimeravezhabíadormidodeuntirónsinsueñoseróticos,asíque suponía que esa era la fórmula: Marco y yo teníamos que buscar más tiempo de pareja para ambos. Me desperté satisfecha a la par que decepcionada,estoúltimoeraunsinsentido,deformaracionalnoquería soñarconél,¿porquéentonceselmalestaralnohaberlevistoaparecer? Noquisedarlevueltas,habíaocupadolamañanaenestarpresenteconlos niños,estabanmuyemocionadosporqueenlaúltimaclasedelamañana, gimnasia, iban a probar la escalada. Si era una medida bien recibida durantealmenosdosvecesalmes,losniñospodríanaprenderaescalar, paraesosehabíaestadoequipandoelcolegio,ylaAsociacióndepadres había apostado por la idea a dos niveles de aceptación/negación, al final ganóelsícuandoellosmismospudieroncomprobarlosmateriales. ―Erik está enfermo, no puede venir a dar gimnasia ―me informó Travis,elprofesortitularalqueyohacíadeauxiliar―.Voyaocuparme yo,notienesporquévenir,estoesyafueradetusprácticas. ―Nomemolestará―afirméaltiempoquemeencogíadehombros. Laverdaderaqueaestashorasestabaunademisamigas,Alandra,con su novio y prefería darles algo de privacidad, además, era mejor que vagar por la calle, y teniendo en cuenta que mi novio nunca estaba disponible, pensé que me gustaría estar presente en una actividad extra paraobservarcómosecomportabanlosniños. Unashorasdespués... Losniñoshabíanidocorriendoalborotadoshaciaelgimnasio,queera una estructura aparte del colegio con un pabellón deportivo muy bien equipado; me recordaban mis pocos momentos buenos de estudiante en los que yo también iba corriendo para jugar a balón prisionero, por ejemplo las veces que teníamos prácticas de escalada también, en una paredmuyaltayconlosarnesesdeseguridad.Nosotrossubíamosdeuno enunoeinclusoduranteelrecreopodíapracticarsesiemprequeestuviera el monitor delante. Era entretenido aunque poco recomendable para los queteníanvértigo. ―Quédateconlosniños,iréarecibiralmonitor―mepidiósinesperar respuesta,puessefuecaminandodejándomeconlapalabraenlaboca. Travis era así, más molesto en ocasiones aunque bastante tratable con tiempoypaciencia,porloquehicecasoomisodesucomportamientoy me dediqué a poner orden para que no hubiera alboroto; esas fieras enseguida rugían si faltábamos ambos e incluso conmigo sola hacían lo quequeríansinomeimponíarápida,peroenesemomentoestabanmuy tranquilos,imaginabaquesetratabadeunefectopositivodelaactividad, cosaqueagradecía.Esesilencionoteníaprecio. ―Jean.―Escuchéquemellamabaporlaespaldaotravez―.Esteesel monitordeescalada:JackDavro. «Estás de broma», fue lo primero que pensé, en realidad no estaba segura de si llegué a pensar nada en los primeros segundos, luchaba contra la realidad de que el matón estaba delante de mí después de siete años y ocho meses de sueños intensos. Estaba ahí, igual que en los primerosminutosenquesueño,conelcabellocortodecolorcastaño,los mismosojosdecolorgélidoylaexpresiónarrogante.Volvíamirarhacia Travisesperandounindiciodequeesoeraunacámaraoculta.«Porfavor, queseñalenacámarayaysevaya.» ―Jeannie.―Sonriócomosinotuvieraculpadenada,porsupuestoque no, los sueños eran mi problema, ¿cómo podría ser culpable? Se giró haciaél―.Hemoscompartidolasmismasclasesenelinstituto. «Pordesgracia.»Hiceesfuerzospornomirarlealacaraenunamezcla devergüenzayrabia. ―Ah,¿enserio?―Travis estaba sorprendido, a él no debía parecerle del tipo que repite cursos, aunque sí lo fue―. Bien, entonces podemos empezarya.Losniñosestánansiosos. ―Enrealidad,conJeannieserámásquesuficiente. Me quedé estática, habría hecho señas al profesor de que eso estaba a millonesdeañosluzdeserunabuenaidea,peroJacknosobservabaalos dos. ―Detodasformasdeberíapermanecercerca. «¡Gracias!» Élsonrióaregañadientesysepusoalfrentedelmurodeescaladapara explicar a los niños sobre la seguridad, cómo empezarían a subir, y un largoetcéteraparapasarasihabíapreguntas,perolosniñostodoloque queríaneracomenzarcuantoantes. ―Ven a mostrarles cómo se coloca el arnés, Jeannie ―me llamó de repente. Veinte pares de ojos inocentes se clavaron en mí, y por mucho que queríanegarme,terminéavanzandohaciaadelanteyélsepusoamilado empezandolacolocacióndelarnésdecintura;yopenséqueparaunniño eramássegurounintegralouncombinado,peroélibaexplicandoqueel decinturaeraelmásseguroenloreferenteatraumasylesiones,incluso sifueradecabezaabajoporquehacíaqueelcuerpobascularaylacabeza quedase en posición de seguridad. Parecía que sabía lo que se hacía, aunque juraría que me había apretado la mano en el muslo de forma intencionadamientrasloajustaba. ―¿Quétal?¿Bien?―preguntócercademioreja. Mipielseerizóalsentirsualientocálidotandecerca,laspalmasdelas manos me sudaban y un estremecimiento me subió por la columna; me aparté de él demasiado rápida para ser educada, esas pesadillas intensas meestabansugestionando.Eserepelentenopodíagustarme.¡Deninguna manera!Medesabrochéelarnésrecordandomásomenoscómolohabía hecho,yextendíelbrazodevolviéndoselosinrozarlesiquiera.Elrestode lasprácticasmelimitabaavigilaralosniñosmientrassubíanguiadospor él. El profesor se acercaba más que nada como una referencia para los niñosparaqueseportasenbienynohicieranalgoimprudenteduranteel ejercicio,eranapenasunospocosmetros,comoparaestaradoscabezas denuestraaltura,unaprobaturacomoquiendiceparaqueelimpactodela alturafuerareducidoypocoapococogieranconfianza,lomaloesqueni siquiera centrando mi atención en los niños conseguía quitarme el acelerón del pecho cada vez que notaba los ojos de Jack sobre mí. «Estúpidossueñossexuales.» ―¿Adónde vas a ir ahora? ―quiso saber al ver cómo guardaba los papelesenmibolsa. ―Yoyaterminéporhoy―respondítajante. Mecogiólamano,yelcontactomehizotiritarapesardelocálidaque era,igualqueenelsueño.Transmitíalasensaciónreconfortantedequeel mundo estaba bien, de que él me necesitaba y yo igual, como si encajásemos, no podría negarme a nada de lo que me pidiera. Era irracional.Necesitabasoltarleconurgencia. ―¿Quéhaces? ―No nos hemos visto desde el instituto ―me dijo. Quise añadir «al menos no despiertos», pero habría sido demasiado violento―. ¿Por qué notomamosalgo? Le miré sorprendida. ¿La persona que una vez me echó a su hombro como un saco de patatas y me llevó corriendo de un lado a otro por el patio gritando «mirad bien: ¡es mía!» en plan coña para que se rieran y señalaranmeestabaintentandoinvitar?¿Quéeraeso?¿ElmundodeYupie alrevés? ―No―repliquéymezafédeuntiróndesuagarre. Élparecióconfusoporminegación,semantuvoensilencio,encuanto amí,demasiadocobardeparapermanecermástiempodelnecesarioasu lado,mepuseenmarcha. ―¿Quétienedemalotomarcaféoloqueseaconunamigo?―volvióa hablar. Apenashabíadadodiezpasos. ―Nuncahemossidoamigos―lerecordé. ―Vale, no amigos ―admitió, entonces sonrió encantador como si no hubiera roto un plato―. Siempre hubo esa atracción, era imposible ser amigos. Le miré aturdida, ¿acababa de decir lo que dijo? ¿Qué atracción? «¡Gilipollas!» Apreté los dientes, no volví a observarle ni cuando di marchaatrásconelcocheymealejéagarrandoelvolanteimaginandoque erasucuello. CUATRO ―Me pone malo cuando finges no verme ―me susurró cerca de la oreja. Permanecíensilencioconformehablaba. Esas dos semanas fueron tan desquiciantes como extrañas, cuanto más intentaba echar a Jack, mucho más insistente se volvía. Ya no tenía que estar en las clases de escalada al estar el profesor titular, que era Erik, peroesonosignificabaquenomelofueraaencontrarporlospasillos, cuando vigilaba el recreo o en la sala de profesores en un descanso. Apareció al menos en tres ocasiones en donde había quedado con mis amigas o donde se suponía que saldría con Marco como si me oliera o qué sé yo. Al encontrarse con nosotros en plena cita había que mirar la caraqueteníanlosdos,nosabíaquiénestabamástenso,absurdoamásno poder,y,porsupuesto,lossueñoseranpeores;yanoerasolodormirpor lanoche,siintentabaecharunacabezaditaporlatardeocerrarlosojos porelmínimotiempotambiénimplicabapermanecerconél.Nisiquiera mefuncionabanyalasnochesconminovio.Apenasdormía,meesperaba lootroyterminabaagotada. ―Jeannie,quédateconmigo―pidióporlobajo. Mirélosojosazulesylaexpresióndesúplica.Muypordentroalgome estabagritando«veteconélyaldemonioconlodemás».Mepreguntaba si Eve había experimentado algo como eso cuando decidió echarse a ciegas a la aventura con la pasión del amor custodiándola antes de que todoselefueraalamierda.Talvezelrecuerdodemiamigaylasluchas que tenía por el niño eran las que me hacían mantenerme en la lógica evidente:eransueños y ya está, nada más que sensaciones artificiales al dormir,comosoñarquesevolabaporencimadelasnubesobucearenel mar,cosasaleatorias,queélfueraalgofijoenmimentetodaslasnoches noteníaporquésignificarnada.Y,apesardetodaesafríaracionalidad, seguíaexistiendoesasensacióndequenoeratanirrealcomoparecía,que enelfondodetodoesoalgoteníasentido. ―Sí,quierohacerlo―respondí. Al instante me arrepentí de hacerlo, me dejaba llevar por un estúpido sueño, noté el roce de su mano cálida sobre mi espalda aún con ropa, quizámi«Jackmental»habíallegadoalaconclusiónquecuantomásse desenfrenaba en mis sueños, más intentaba resistirme a ello. Ese era el sueñodondemástiempohabíallevadolaropapuesta.Unasonrisailuminó surostro,apretóloslabioscondulzuracontralosmíos,queyoentreabrí alnotarlamordidaenelsuperior.Micorazónsedisparó,misventrículos bombeaban con una fuerza que resultaba dolorosa, el hormigueo se extendió de nuevo por mi estómago y mis huesos parecían volverse de gelatina por momentos. Era la sensación más dulce que había experimentadoentodamivida. ―EntoncesvasadejaraMarco. Escondílacaracontraelcuellodesucamisamientrasmerepetíaamí mismaquetodoeraunsueño,quenadadeesoibaapasar.Cerrélosojos confortada por la sensación de sus manos paseándose por mi espalda. A vecesélyanoestabaenlahabitacióndondehabíamosestado,ytanpronto como era consciente de eso, empezaba a echarle de menos aunque no quisiera;cuantomásqueríaalejarle,másleechabademenosymásquería verle otra vez. Me obligaba a mantenerme en mis trece y recordar todas lasperradasquemehabíahechoparadarmecuentadequelapersonacon laqueyosoñabaylaqueerarealteníanqueserdistintassíosí. ―Noquieroquetevayas―admitíporlobajitocondebilidad. Habíaobviadosupetición. ―Novoyairme,nomientrasestésporaquíalmenos―replicó. Tembléalsentirsuslabiosenmicoronilla. ―Tequiero,Jeannie―volvióahablar. El corazón me volcó con fuerza, tragué saliva intentando pensar algo coherente,algoquenofueradecir«yotambiéntequiero».Noselodigas, noledigaseso.Nadaerareal,élnoloera.Setratabadeunaversióntipo «el hombre perfecto» hecha por mi cabeza, contaminada por todas esas estúpidas historias de perfecto amor como el que Diane tenía con su novio,esarelacióndepelícula,verenelloslosojosdeunosenamorados alcienporcien,elmismoreflejoqueseapreciabaenaquelazul. ―Noesrealesto,¿sabes?―soltéenunodemisataquesdemoralidad dondeeraunamalapersonaporsoñareso―.NoereselJackreal. ―¿Ysilofuera? ―Noloeres―insistí. Nomeentrabaenlacabezacómopodíasertanconscientedequeestaba soñando y no lograr algún tipo de control sobre ello, algo como que dejaradeaparecer;pesealomalquemehacíasentiresaopción,mantenía eseestúpidodebate. ―¿Y si lo fuera? ―Suvoz se volvió más seria, me tomó del mentón para que le mirara a los ojos, esos bonitos océanos azules demasiado insistentes―. ¿Y si fuera un íncubo y me estuviera metiendo en tus sueños?,¿meseguiríasqueriendocomohastaahora? Yonohedicho... ―Tusojoslodicenagritos.―Sonriócomosimeleyeralamente. Racionalmente me expliqué a mí misma que como eso era un sueño, teníaqueesperarmecualquierrespuestaporsuparte.Noimportabaloque fueraadeciroquetrataradedarlelavuelta;él,comounacreacióndemi mente,podíaaccederainformacióndemiinconsciente. ―Sifueras...así,nomemolestaría―soltéconsinceridad. Muyenelfondo,desterrandocualquierlógica,cosaquenoestababien ni resultaba buena idea, sea como fuere, estaba siendo sincera, si de verdad le quisiera y si existiera fuera lo que fuera, le querría igual, lo sentíaenlasentrañas. ―Entonces,míramebien―pidió. Mantuve los ojos en su rostro, desde el flequillo de color castaño, descendiendoporlascejas,losojosbrillantes,lanarizrectayloslabios; apretélasmanosentornoasuropatratandodemantenermequietayno inclinarme hacia él. Pareció vacilar como si dudase de si era o no una buena idea, de todo lo que podría salir mal. A lo largo de esas semanas había aprendido a leer bastante bien esas expresiones suyas, tanto en el mundo onírico como en el real, por eso sabía cuándo tenía que salir corriendo en la realidad para evitarle antes de que me dijera algo que sabíaquenoqueríaoírparanodesestabilizarmásmirelaciónconMarco. Respiróhondoentonces,conladeterminaciónbrillandoensurostroy unagransonrisacargadadeconfianzaenmirespuesta,unaquenocreía merecer.Repentinamentesuescleróticasevolviónegraysupupilasehizo blanca como si intercambiaran los papeles, los ojos se mantuvieron azules. Observé estupefacta aquello, yo no tenía tanta imaginación. Levantélamanodespacio,nerviosa,hastadepositarlaensumejilla,noera capazdeapartarlamirada. ―Es...―Cerrélabocasinsabermuybienquédecir. ―¿Estásbien?―preguntóconansiedad.Tardéunratoendarmecuenta dequemeestabaacariciandoelrostro. Parpadeé y asentí muy despacio, fue tiempo suficiente para que estuvieraaliviadoporello. ―¿Notemolesta?―volvióapreguntar. ―Esextraño―conseguídecir,perocostabamuchojuntardospalabras, y más que tuvieran sentido a pesar de que fuera una cosa mental mía―. Estábien,unpocodistinto,quenoesmalo,porque,bueno,erestú. Me callé al ver que estaba soltando tonterías. Jack se rio, apartó las hebrasdecolorcobrizodemifrentebesándomejustoallí,yvinieronlos aleteos con aquel roce igual que el calor y las demás sensaciones que veníansiempreconelcontactoconél;porefímeroquefuera,nodejaban deserintensas. Aldíasiguiente... ―Jeannie. Automáticamente, me separé a toda velocidad a pesar del calor y el agradablehormigueoenmiestómago. ―¿Ahoraqué? Me miró extrañado como si no entendiera a qué venía mi comportamiento. Pretendíaquelossueñosnomeafectasenalarealidad,dondemipareja síeraloqueyobuscabayquenohabíaformaenlaquepudieraquerera alguiencomoJack.Enverdadnoexistíanlasmariposasenelestómagoni teníaelhormigueoextendiéndosepormipecho,niloagradablequeerael tacto cuando se rozaban nuestras manos en demasiados accidentes como para ser una casualidad. Lo peor a tratar era el hecho de intentar no distorsionarlarealidad:noengañabaaJackconminovio,eraalainversa apesardequemiamigasiguierainsistiendoenqueloquesucedíaenun sueño, la verdad, no era importante. A esas alturas me di cuenta de que inclusoellaestabadudandodeloquemedecía. ―Si no quieres nada respecto al trabajo, entonces puedes desaparecer ―leespeté. Nueva coincidencia monstruosa, me colgué la bolsa del hombro esperando a que Diane volviera del cuarto de baño para poder irnos de unavez. ―¿Qué sucede? Ayer habías dicho que estaba bien, que vendrías conmigo―hablóconfundido. ¿Perdón? Hice un rápido vistazo al día de ayer: había estado consiguiendocajasparaempaquetarmiscosas,salíconMarco,dormimos juntos. Me tensé al recordar el sueño, ese donde me mostró que era un íncubo.No.No.Estonoeraposible. ―Ayernonosvimos―grazné. Mi voz no era nada convincente. Era una pésima mentirosa y peor persona. Entoncesmesujetólamanoconfirmezaperoalavezconsuavidad. ―Jeannie ―habló de nuevo, esa vez con voz suplicante enviando escalofríos por mi cuerpo como una agradable corriente en un mar de tranquilidad―.Ahoramismoeltiemponomecorreafavor,sieteañoses muchotiempo...―Mequedéparalizadaalnotarsunarizcontramicabello cobrizo―.Aceptasteporcompletoloqueera.Vendríasconmigo,estabas siendosincera,¿quéhapasado?¿FueMarco?―Apretólosdientes,viel cambiodesusfaccionescalmadasaunaairada. Le empujé asustada. Mal, iba muy mal, no sabía qué le pasaba o qué dejaba de pasarle. ¿Cómo podría saber lo que soñé? Ni siquiera se lo habíacontadotodavíaaDiane.Nadiemásquemicabezadeberíasaberlo. ―Vale, se acabó. Voy a solicitar una orden de alejamiento ―amenacé con mala cara a pesar de las emociones. Yo no iba a ser la perra que dejaraasunovioporotro.Marcomegustabamucho,talvezmáscomo amigoylaformaenlaqueconvivíamosjuntos.Peronoimportaba,podía enamorarme,teníaquesercapazdehacerlo. ―¿Quépasaaquí? Misalvadora.MepusealladodeDianeagarrandosubrazoconambas manos. Jack nos miró, mucho más intenso a mi amiga, como si compartieranuncódigoprivadoalqueyonotuvieraacceso;sinentender por qué eso me molestó, que ella pudiera ver algo que yo no, y la sensacióncálidasealejótanprontocomosemarchó.Laculpabilidadfue peor al ver su rostro herido por el rechazo, mucho peor que intentar autoconvencermedequeestabatraicionandoaMarco. ―¡Vaya!―fuetodoloquesoltó,susojosmarronesbrillaronconcierta alegríaantesderodearmeelcuelloconlosbrazosenunefusivoabrazo. ―¿Diane?―preguntédesconcertada. ―Lo siento ―se disculpó separándose―. No puedo evitarlo, ¡es emocionantequeseacomoyo!¿Cuántotehacontado?¡Todotienesentido ahora! Avancemos un poco, ella desvariaría por mucho rato antes de que pudieraentenderbienpordóndeiba. ―Tengo tan poca gana ahora mismo de darle vueltas para tratar de traducir lo que me estás diciendo ―solté cansada―. Habla directa, por favor. Me arrastró al otro extremo de la cafetería, a otra mesa, pidiendo al camarerodostés,eldementaazucaradaparamíyeldeframbuesapara ella.Estábamosapuntodeirnos,¿aquéveníaquedarse?Noqueríacomer nada, ni beber, tenía un nudo en el pecho; quería largarme, huir de la imagenheridadeJack. ―¿Quédemoniostepasa?―lepreguntéporlobajito. ¿No era bastante ya lo que acababa de suceder? ¿Qué faltaba ya por pasar? ¿Que me quede embarazada en uno de los sueños? Ni siquiera podíapensarencómoeraposiblequeélsupieraloquepasóenelsueño, nopodíaseruníncubodeverdad,¿cierto? ―Un íncubo ―susurró para que solo yo pudiera escucharla―. De haberlosabidohabríatomadocartasenelasuntohastaqueolisqueaseel airedelosdos. ¿Olisquear?¿Qué? ―¿Perdón?―¿Quélocuraeraesa?―.Voyaponerleunademandaaese acosador. Su expresión fue la misma que si un mini ovni hubiera aterrizado en nuestra mesa y un marcianito rosa verdoso hubiera salido del mismo a pedirnosazúcar. ―¿Le vas a poner una demanda a tu compañero?, ¿a tu pareja para siempre?―inquirióincrédula. Asentí.¿Elmundosevolviólocodepronto? ―Mierda. No tenías ni idea, ¿verdad? ―Se echó las manos a la cabeza―. Joder, no tenía que haber abierto la boca... Claro... por eso parecetanenfermo. ―¿Enfermo?¿Íncubo? Dejócaerunsuspiroresignada. ―En otras condiciones no te habría dicho nada si no estuviera segura dequevasasaberlosíosí. PorDios,absurdohastalamédula. ―EseJackesuníncubo,yosoyunasúcubo.Verás,nuestroalimentoes atravésdelsexo,tambiénescorrientehacerloatravésdelossueños,no siempre necesitamos hacerlo, a veces solo con estar presente podemos tomar la fuerza, aunque es mucho más pequeño lo que conseguimos de energía, pero cuando aparece nuestro compañero es como... ¡PAM! Las reglas cambian de golpe, no eres capaz de alimentarte de nadie más ―explicóypenséqueseríamásrealistaquemedijeraquelasvacastenían perritos―. Quieres estar solo con esa persona, acapararla únicamente para ti, hacer todo lo que sea necesario para que esté contigo; sin embargo, habiendo distancia, recurrir demasiado a los sueños, aunque satisfacelanecesidaddealimentacióntambiénaumentalanecesidadfísica, yesoesmuydoloroso. ―Vale,creoqueestoeseltopequepuedoaguantar―sentencié,meiba a levantar de la mesa, iba a dejar a mi amiga que se le había pirado la cabezaymeibaairacasaameterlacaraenaguafríaparanopensarque lasprobabilidadesdequeélmehubieradicholaverdadyqueestuvieraen missueñosfuerandelcienporciento. ―Jeannie.―LosojosdeDianecambiaron,elirisseguíasiendomarrón aunquelaescleróticahabíacambiadoaundensocolornegroylapupilaa blanca, igual que en el sueño―. ¿Los ves? Estos son los ojos de un súcubo.Hablandoenserio,sinoaceptasaesechico,tuparejaparatodala vida,vaallegarallímitedelossueñosynovaasobrevivir. Unmesdespués... ―Pero... ―¡No! ―Esque... ―¡Queno! Repasé los hechos: una de las mejores amigas que había hecho en la universidad era un súcubo, el chico que se metía conmigo en el colegio era un íncubo y además de la realeza demoníaca por lo que había dicho Diane,quehabíademostradoqueMarcoibaaserinfielsilaocasiónsele presentaba.Eseúltimohechoeralaprincipalrazóndemicabreo. ―¡Me has jodido la relación! ―grité tirando el vaso con agua a la mesa. «Paraunsúcuboerafácilromperunaparejainestable»,esohabíadicho. «Jack podía acceder a tus sueños y atraparte porque es tu pareja, no Marco», dijo luego. «Yo encandilé a Marco con menos esfuerzo porque eres testaruda», soltó y ahí empecé a romper con todo lo que me encontrabaentrelasmanos. ―Bueno...ahoraquenomehasdejadoniunapiezadevajilla...―habló nuevamenteconunhilodevoz―.Quizás...podríamos...hablaracercade Jack... ―Nojueguesconmipaciencia,súcubo―repliqué. Queríapegarleotravez,luegoqueríavolveradarlelasgraciasporque habríatiradotodalajuventudporelvátersisemehubieraocurridoirme conél,extraño,¿no?¿Cómopensarconlacabezafríadeformaracional con lo que me había hecho? A tomar por saco mi valor seguro. ¡Cinco añosyelmuycabrónperdíalacabezaenmenosdedossegundos!¡Quéyo no era lo bastante guapa para él! ¡Cerdo hipócrita! ¡Ojalá se te caiga a trozoselmediogramoquetienes! ―Estás cabreada porque era tu valor seguro y echaste años perdidos conél,pero... ―¡Nomeanalices,Diane!―gritévolviendoainterrumpirla. Caminé en círculos pisando por los destrozos que salpicaban el suelo. EsecabrónnomeibaadejarsinosupieraqueDianeseibafijoconél, ¡hijodelagran...!¿Melohizoantes?¿Mepusoloscuernos? ―Jeannie,oye... ―¡No! ―Esque... ―¡TE ESTOY DICIENDO QUE NO QUIERO SABER NADA! ―grité golpeando la mesa con el puño cerrado, abrí los ojos como platos al tiempoquetuveunescalofríodedolorerizandotodalapiel. ―Teibaadecirquetuvierascuidadoconloscristalesdeencimadela mesa―farfullónerviosa. Yosoloqueríaempezaraaullaryacorrerporlasparedesporeldolor. Levantélamanomirandolasangreescurrirporlostrozosempañadosdel cristal, empecé a marearme y, a pesar de tener el estómago vacío, supe conseguridadqueibaavomitar. Veinteminutosdespués... ―Señorita,porfavor. Meechéhaciaatrásapretandoconfuerzalabolsaconlasmedicinasque teníaenlamanosana,laenfermerasudómientrasintentabaqueyonome hicieradaño.Evitéelcontactovisualconlaescleróticanegraylapupila blanca de los ojos de la enfermera., ¿Qué pasaba? ¿Todo el mundo eran súcubos? ―Losiento,peronopodíallevarteaunaclínicanormal―seapresuró adecirDiane―.Ereslaparejadeuníncubo,miobligacióneratraertea uncentrodelosnuestros.Esunaregla. ―¡Queteden!―leespetéenrabietada. Tenía la mano adormecida, perfectamente vendada con los cortes más cerradosconloqueseaquemehabíanpuesto,yaqueyonofuicapazde mirar.Aprensivacomoeranecesitétenerlavistafijaentodomomentoen laparedfrenteamisnarices. ―Hemosavisadoasucompañeroparaquevinieraabuscarla―volvió ahablarlaenfermeramuydespacio. Fulminéconlamiradaalasúcuboqueteníaporamiga,siesquepodía seguirconsiderándolaasí.Noescomosinomehubierahechounfavor demostrando que mi pareja era un bastardo infiel; por un lado, no era tantolamolestiadehaberperdidoaunapareja.Nolequeríaenelsentido apasionado de las palabras, era en el sentido de la comodidad y la confianza,queeraloquesehabíaidoporelretrete.Conmigranpartede culpa porque mis sueños no intencionados con Jack tampoco me convertíaneninocente.Muchomenosporhaberlehechodañoaélconlo que había dicho sin pensar, esa era la carga más pesada: el dolor del íncuboporelrechazoenlacafetería,nisiquierahubomássueños. Estabapreocupada.¿Estaríabien?¿Sepusotodavíapeordesdeesedía? ―Tenía que dar el nombre de Jack, tienen obligación de avisar al íncuboosúcubosialgolepasaasucompañero―selimitóadecir. Alamierda. Salíporlapuertablanquecinarecorriendoelpasillo,queríairmeacasa intentandoobviarlaexistenciadesúcubos,íncubosyladecualquierotra cosa que hubiera por ahí suelta. Con lo tranquilita que estaba yo con mi novio soso, viviendo con mis amigas y haciendo las prácticas, ¿qué importaban unos sueñecitos de nada? Podría haber seguido viviendo tan feliz en una insulsa calma sin olerme si me ponía los cuernos o no. No tendríaquehaberasistidoalaclasedeescaladaconlosniños,nisiquiera habíasidoobligatorio. Entoncesnolehabríavisto,Dianenosehubieradadocuentadenaday la vida habría seguido tan previsible como hasta ese momento. Ni me estaríacomiendolacabezapensandositeníarazón,sieralaparejapara Jack.Entonces,¿noeraestouncastigoporalgoquedebíhacerenalgún momentodelavidaynomedicuenta?Perosinosponemosapensarcon todalaclaridadqueelcalmantemepermite,¿paraquiénerarealmenteel castigo? ¿Para mí o para él? Si era la víctima de las gamberradas es porquemeconsideróinferior,¿noeralopeorquelepodíapasar?Matón y víctima. Estúpido bullying escolar y los profesores cabrones que no hacíannada.Yenesosmomentosestábamosasí,nosabíacómoestabaél nicómoencontrarle,nohabíaasistidoalasclasesdesdeloquepasó. Me paré en medio del pasillo que conectaba la sala de esperas de urgencias con el mostrador de información y la puerta a la sala de consultas porque Jack estaba ahí, parado frente al mostrador de informaciónconlapreocupaciónescritaenlacara,máspálidadeloque solíaser.Pensandoenlossueños,cosaquehabíasidovergonzosaparamí aesasalturas,enesosrocesdepiel,enelpasadoyenelahora,eraunalata darmecuentaqueestabamásunidaaéldeloquequisieraynotantocomo desearíadeformairracional.Noteníaningúnsentido. ―Jeannie...―Seacercóenunsuspirorodeándomeconlosbrazoscon muchocuidado,merecorriódearribaaabajoconlamiradadeteniéndose enmimanovendada,latocócondelicadezatratandodenorozarlavenda, solo mis dedos adormecidos. Frunció el ceño―. ¿Estás bien? ¿Qué ha dichoelmédico? No sabía por qué tenía que sentirme mal por hacer que estuviera preocupado ni por haberle herido por mi negativa, al revés, tendría que mandarle a tomar por culo o algo así, sin embargo no me salió mucho másdelabocaque: ―Estoybien,parecemásdeloquefue. CINCO ¿Porquéacepté?Sesuponequemimanoeralaqueteníaelcalmante nomicabeza,aunquedeformamuymolestahabíaunapequeñitavozenel fondodemimentequenodejabademolestardesdequeJackestabafrente amí.Nolehaspuestoladenunciaporalgo,esomedecíayentoncesyo contraatacabaconelcontundenteargumento:¡estabaenshockaldescubrir quetantoélcomoDianeeransúcubos,estúpidavocecita! Pero no tenía nada con lo que responderle a esa situación en la que ambosestábamossentados,porsupuestomiamigaelsúcuboyasehabía idomuydecasualidadconlafrase«estoycompletamenteseguradequeél tedejaráasalvoencasa».Enunfuturotendríaqueelegirconmáscuidado misamistades,estabavisto. ―Losiento―fueloprimeroquedijorompiendoelsilencioincómodo. Asíque,¿losentíaporqué?,¿porlossueños?,¿porsecundaria?,¿por qué?¿Noerayoquienteníaquepedirperdón?ConMarcofuncionabaasí, siempremedisculpabayélmemirabaconesaexpresiónde«¿Ves?Noes maloaceptarquetengorazón». ―Todo―hablódenuevocomosimeleyeraelpensamiento―.Noera la mejor forma de reaparecer y que fuéramos pareja, pero estaba hambrientoynopodíapensarconclaridad.Teníaquehabermeasegurado dequedeverdadcreíasqueestabadentrodetussueños,nosolodejarme llevar,peroerafelizporqueparecíasaceptarme. ―Ah. No sabía que otra cosa decir, ¿qué esperaba? ¡Teníamos una charla acerca de su naturaleza como íncubo! ¡Era lo más surrealista de lo que alguna vez hablaría con alguien y había tenido conversaciones muy bizarrascomoparaestarseguradeesto! ―Yo estaba en un momento intermedio, a mitad del curso estaba despertando,noesalgoquepasedeundíaparaelotro.Elcambioeslento yparamímeeramuydifícilsobrellevarque... ―¿Queunamocosamáspequeñaconpecasypelocobrizofueraaser tu... lo que sea? ―Apreté los dientes porque no era capaz de pronunciar esapalabra,nomeentrabaenlacabeza. Jackmemiróconfuso,susdedosseapretaronconfuerza,sinembargo símedicuentadelesfuerzoquehizoparanotomarmimano.Lavocecita volvióamolestarconqueojalálohubierahecho,muyenelfondoestaba deacuerdoconella. ―La primera vez que te vi tenías el cabello recogido en dos coletas, llevabas un sudadera marrón y no sabías a dónde tenías que ir. Eras brillante.―Sonriónostálgico,habíaalgotiernoensusojosamedidaque pronunciabaaquello,micorazónseencogióanteeso―.Tienestupunto, yo no debería haberte amargado la adolescencia, pero en parte estaba enfadado. Como te he dicho, no era un íncubo completamente desarrollado, así que el encontrar a mi pareja tan pronto me frustraba. Creí que llevaría más tiempo, muchos no encontraron la suya hasta pasados los treinta y yo aún querría haber experimentado cómo era alimentarsedealguienmás. Tiempoparairdetrásdeotrosculos.Previsible. ―Vale,queríasexperimentar.Muybien,entoncesrealmenteerescomo cualquierotrotío. Seriodivertidoaparentementeporloquesolté,todomuycorriente,al finalvoyaseryolaanormal. ―Algoasí.Eraestúpido―reconoció―.Otrosdemifamiliamehabían advertido de lo que mi comportamiento atraería si desperdiciaba la oportunidad de poder permanecer tanto tiempo con mi compañera y alejarla,asíqueintentéenmendarme,penséqueseríamásfácilsiteníamos las mismas clases, por lo que me relajé y simplemente esperé a repetir curso. Metenséconlossentimientoscontradiciéndoseunosconotrosanteese dato.Alegríayrechazo. ―¿Tequedasterezagadouncursoparaqueestuviéramosenlamisma clase?Noeselmejordelosplanes. ―Medicuentacuandoolítuincomodidadalalzarteenbrazos. ―¿Por qué iba a ser incómodo que alguien me tomara en volandas gritando por medio patio que era suya? ―solté poniendo los ojos en blanco―.¡Paranada! ―De acuerdo, ahí no estuve muy fino, pero no sabía cómo manejar esto.Sihubierassidounsúcubohabríasidoalgoinstantáneo,almenoslo hubiera sido cuando tuvieras mi edad. Intentar curar el mal que ya había hechoeradifícilmientrashubieraunrechazoportuparte. ―Sinceramente,todoloquehashechoparecíaunabromapesada―le echéencara. Aunqueenesemomentoyanoparecíatanimportante,habíapasadocasi una década desde entonces, sin embargo, todavía había algo que no me cuadraba. ―¿Cómo te las arreglaste para sobrevivir si dependías de mí? ―preguntar eso era el equivalente a preguntar ¿por qué no me has buscadodespuésdelinstitutoentonces?Sabíaqueestabasiendotontayque debería darme igual, pero aun así me sentía herida por eso. Si tanto le habíahechofaltaporsunaturaleza,¿porquédejóquepasaransieteaños? Estúpidamente era una sensación mucho más hiriente que el que Marco hubieraqueridoponermeloscuernosconDiane. ―Sueños ―añadió muy rápido―. Sin tocar. Estar en los sueños me alimentaba.Seríacomotomarunvasodeaguayunagalletaparatodoun día,porloquemepasabamuchashorasabsorbiendolaenergíafísicade todas las personas que pudiera; no querer tocarlas reducía ese «vaso» y esa«galleta»alamitad,erauninfiernoporquesabíaqueestabasporahí conquiénsabe.Necesitésueroparatomarmásfuerzasparaencontrarte,te busquéporlossueñosdetodoslosqueteconocíansaltandodecabezaen cabeza. El problema es que tomar un sueño no es lo mismo que leer la mente,mellevótantotiempoquecreíquedeverdadnoteencontraría. Nomeloestabadejandofácilparadesconfiar,nadiehabríahechotanto esfuerzopormí,claroquenadiepodríacontarmeunahistoriacomoesa. Increíblemente era más fácil asumir que eran lo que eran que tener que escucharlo; de acuerdo, podía con eso, pero no con lo de oír toda la historia, eso era mucho para mí, demasiado que encajar. Ni siquiera conseguíapasarmemásdecincominutossinpensarenquesuesclerótica podríatornarseennegroysupupilablanca. ―No debería haber sido tan brusco entrando de esa forma en tus sueños. Estaba muerto de hambre, tampoco fue mi mejor idea. Me aumentaba la necesidad física y la sensación de satisfacción me duraba apenasmediodíaantesdevolvermeloco. Desvié la mirada de la suya tratando de aclararme las ideas. Había queridoalgo,algocomoloqueteníanlamayoríadelagentedealrededor que se habían ido estableciendo, formando familias. Una de mis amigas estaba apenas en sus veinticinco años y tenía ya dos niños pequeños, no era que la prisa me viniera por unos niños, era más que nada por la sensación de estabilidad. Había perdido eso y también el conocimiento básicodelmundoquepensabaqueeranormal. ―Dialgo,porfavor―pidió. Mecastañetearonlosdientes,habíaescuchadosuversión,locualdecía ya bastante de mi capacidad de asimilación, sin embargo, no sabía qué debíadecir.Nomeveníanadacoherentealacabeza,asíqueúnicamente pudeencogermedehombrosapesardequeesonoeraunarespuesta. ―Lo siento, sé que es un trago y si no hubiera hecho el idiota podría habertepreparadomuchomejorelterrenohacesieteaños.Aestasalturas yaestaríamoscasados―suspirófrustrado. ―Sientohaberterechazado,yenlarealidaddespuésdehaberaccedido dormida ―conseguí decir, era mi turno de disculparme, tampoco se merecíaqueyohubierajugadoconsusesperanzasaunquehubierasidosin quereryenlossueños. Habíaestadopreocupadaporcómoseencontraríaapesardequenolo pareciera,constantementehabíapensadoenlaimagendeélconeldolor pintadoensurostro.Notenermássueñosnohabíasidounalivio,todolo contrario.Pensabaunayotravezenquéestabahaciendo,siseencontraría bienono,cómopodíaencontrarleparapedirleperdón. ―Mediríasquenositepidieraahoramatrimonio,¿cierto? Reí por su comentario, una boda exprés no era indicado en ese momento.Estirélamanotodavíaindecisa,leacariciélosnudillosconla yemademisdedosconlassensacionesaflorandopormipiel,sucalor,el mío,elaleteoyelhormigueo.Arriesgarmenoparecíatanmalo,noconla sinceridadquepintabanesosojosazulesnilasensacióndequeesosíibaa funcionar, que esa «mágica» unión de los súcubos que Diane me había intentadoexplicarerarealyjamásquerríaescapardeella. ―Empezarporunacitanoparececomplicado―declaré. Ver cómo los ojos azules de Jack habían pasado de la tristeza a la felicidad... Una sonrisa alegre relampagueó en su rostro volviendo a iluminarlo. Nos tomamos de la mano observándonos, sin embargo, a riesgo de romperelmomento,habíaalgoquenecesitabapedir. ―Nadadevolverameterteenmissueñosparaalimentarte.―Palideció yagreguésinpensar―:Almenosnosexuales,porfavor. Se echó a reír ante mi petición embarazosa. Estaba siendo demasiado flexible,locualrespaldabamiteoríadequesíeratonta. ―Tequiero―dijo. Meestremecíinvoluntariamenteporsuafirmación.Mislatidosestaban muchomáseufóricosquecuandolodijoensueños,dabalasensaciónde queenlarealidadtodoibaasermuchomásintensoconél.Enrojecíporla vergüenza. ―Unpocomásdespacio―pedí―.Aúnestoyasimilandotodoesto. Tressemanasdespués... ―¿Cuántodereales? ―Lasensaciónentucerebroesdelsetentaycincoporciento.―Sonrió. Sesuponíaqueestábamosenunaúnicagranhamacacontemplandolas vistas de una de las idílicas playas de Hawái, aunque en realidad yo continuabaenmipisoconmisotrasamigasyélensuático,protestando porelhechodequenoestábamosviviendojuntos,bueno,enrealidadno protestaba en alto, se dedicaba a ponerse de morros. Las horas de sueño eranimportantesymásloeraelcontactofísico. ConbesarnosJacksedabaporsatisfecho.Losbesosnoproporcionaban mucha energía, aunque con bastantes le iba bien, al menos para sobrellevar el día a día. Me parecía que se aprovechaba un poco de las concesionesquelehacía,comoporejemplolosbesosolossueños,pero noseloreprochaba,esapequeñavocecitameestabamolestandoamenudo conquesabíaquemegustababesarmeconél.Deacuerdo,teníarazón,me gustabapermanecerconél,loquemehacíasentir,laformaenlaqueme miraba,esosojosdiciendoquemeamaban.Llegaralapartefísicahabía sucedido muy rápido, apenas dos semanas después, con lo que él estaba muy recuperado y yo estaba más avergonzada, pero sí sabía que había sido una decisión mía propia. Hacerlo con Jack era distinto a haberlo hecho con Marco; desde que nos hicimos novios transcurrió un año y medio hasta estar íntimamente juntos, pero con Jack fue distinto, en realidadtodoeradistinto.Nohabíaintentadoniunasolavezapresurarlas cosasohacerusodealgunaespeciede«encantoíncubo»olostrucosque fueraqueempleasen,habíaaceptadotodalacalmadelmundoyesperaba pacienteaqueyoquisieraavanzar.Enocasionesconlosyamencionados pucherossilentes,peronoporellomenosadorables. ―Dentro de unas horas apareceré con una bandeja de desayuno ―susurróalladodemioreja,meremovíenlahamacaacomodandomi cuerpounpocomássobreelsuyoparabesarle. Lo normal, y decía normal porque no se me ocurría otra palabra, era que él viniera todas las mañanas a buscarme con un desayuno y que fuéramosjuntosenelcoche.Misprácticashabíanterminado,dentrodeun mes empezaría a trabajar en otro colegio en el que mi novio íncubo me habíarecomendado,yconlonerviosaquehabíaestadomecostabacreer queelquequisierancontratarmefuerapormispropiosméritos. ―¿Vas a hacer durante mucho tiempo costumbre eso? ―pregunté refiriéndomealdesayuno. ―Porlomenoshastaquevivamosjuntos,enesemomentomitrayecto parallevarteeldesayunoserámuchomáscorto.―Sonrió. Sus labios me rozaron la oreja, ladeé un poco el rostro dejando que descendierahastaplantarunbesoallí. ―Hmmm, no traigas mucha comida mañana ―le pedí―. Haré la comidaennuestracasa. Ampliósusonrisaantemiindirecta-directa. ―¿Cambiastedeidea? ―Definitivamentesí,aunqueseaparanotenerquequitartodaslascajas quehehecho―bromeé. Él estrechó mi cintura volviendo a unir nuestros labios, primero casi inocente, apenas un roce, después pasó a un beso casto hasta que sus manos se deslizaron con delicadeza por mis caderas. Respiré agitada, a marchas forzadas tan pronto como me dejó tomar algo de aire para respirar. ―Asíque...¿estáshambriento?―preguntéconunasonrisillacómplice. ―Como si no lo supieras ―rezongó pícaro mientras bajaba hacia mi cuello. Mira que si me hubieran dicho que iba a terminar siendo la novia del idiota que no paraba de perseguirme por el colegio gritando a todo ser vivientequenosvieraque«esamocosaconpecaserasuya»desdeluego nohubierasidoplatodegusto,perosimehubieranexplicadoqueélibaa ser el amor de mi vida, hubiera detenido la huida para tomarle con firmezalamanoyañadir:mocosacon pecas vale, pero un poco más de discreción,estúpidoíncubo.Despuésdetodo,contuparejaamadatienes que tener paciencia por muy acosador que se ponga con los sueños agitados,asíeselamordelossúcubos. Loquecallauncorazón NinaAndrássy Verasumaridotancompuesto,sonrienteyconunamujerdelbrazola paralizó, al punto de no poder seguir avanzando por la recepción que estabateniendolugar,luegodelabodadesumejoramigaElsie. Se sentía fuera de sitio en una fiesta cuando, internamente, continuaba viviendo su luto y consideraba una traición no poder tener el espíritu festivoquereinabaenelambiente,despuésdepresenciarcomounafeliz parejapronunciabasusvotossagradosdeamoreterno. Pero Thomas estaba ahí, frente a ella, dichoso como si nada hubiese pasadoentrelosdos. ¿Cómopodíasonreír?¿Cómoseatrevíaamostrarsealegrecuandoella estaba siendo consumida por el dolor? No era justo que la única que sufrierafueseella.Queríagritarlehastahacerlereaccionar,peronopodía moverse. Casicincomeseshabíanpasadodesdelaúltimavezquesehabíanvisto, peroThomasparecíanorepararenellay,lapartevanidosadesímisma, sesentíainsultadaporsuindiferencia. ―Callie,¿teencuentrasbien?―lepreguntósuamigoAndrew,unjoven apuestoyagradable,amigotambiéndeThomas,quesehabíaofrecidoa sersucompañíaporesanoche,yaquesunoviaseencontrabafueradela ciudadyellanoteníaconquienir. ―No ―le contestó con sinceridad―, no lo estoy. Quiero irme, por favor,discúlpameconElsieyDan,nopuedoestaraquísiélestátancerca. ―Callie… ―Porfavor―leinterrumpióconlamiradaempañada.Andrewsuspiró yserindióanteesosojostristes. ―Muy bien, pequeña. ―Secó las lágrimas que comenzaron a correr porlaspálidasmejillas―.Peroquesepasquenoestoydeacuerdo. Callieasintióyloviopartirdondeseencontrabanlosnovios.Ellavioa suamigafelizyhermosajuntoasuenamoradomarido. ―Yo, Thomas, te quiero a ti, Callie, como esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida ―había jurado Thomas con voz apasionadaenlaiglesiafrenteatodoslosamigosyfamiliaresqueesedía sehabíancongregadoparasertestigosdesuunión. Elamargorecuerdocruzósumenteyquisocorrerparaalejarselomás rápido posible del ser que le había prometido tan fervientemente amor eterno. Nopodíaculparlosoloaél,perotampocopodíaolvidarlotodo.Setocó elvientrequecobijóduranteseismesesalacriaturadedebíallegarpara iluminar sus vidas, y sintió el vacío que siempre experimentaba cuando pensabaensuhijo. De pronto, ya no pudo soportarlo más. Caminó absorta entre la gente hacialasalida. NoesperaríaaAndrew.Élnoteníarazonesparaperderselafiestayella sesentiríaculpablesiesopasara. Era una noche espléndida. La luna brillaba en lo alto del cielo y las estrellasiluminabanelfirmamento. ―Miraelcielo.Parecequenosestádandounregalodebodas… La evocación a aquel enterrado momento cuando Thomas la había llevadoalbalcóndelhotelaverlasestrellas,parasorprenderlaluegocon unescritogigantedonderezabaunparasiempre,lagolpeócruelmente. No existía un para siempre, porque las personas no eran capaces de mantenersuspromesaspormuchotiempo. Había ratos en que sentía lástima de sí misma por haber sido tan crédula,peronosearrepentíadenada.Eraverdadloquedecíansobreque eramilvecesmásdolorososerfelizundíayperderlotodoalsiguiente, porque si Thomas no se hubiese cruzado en su camino, nunca hubiese conocidolafelicidad. Aunqueestanohubiesedurado. Podía recordar claramente el momento cuando le confesó que estaba embarazadaycómoelrostrodeélselehabíadescompuesto. ―¿D-de verdad estás…? ―ella le había sonreído con ternura y había asentido―.Dios¿cómo…? ―¿Cómo?¿Esenserio?Túsabesbiencómo―riosindarcrédito.Dio unpasoensudirección―,haceunassemanasnonoscuidamos,miamor. ―Estás embarazada. ¡Voy a ser papá! ―había exclamado por fin eufórico y la había levantado del suelo con un fuerte abrazo―. Oh, mi amor,vamosaserpadres. Podríanhabertenidounhijo,podríanhabersidopadres,peronohabía sido así. Alzó su temblorosa mano izquierda y acarició el lugar donde deberíaestarelanillo,dondenohabíamásqueunalíneablanquecina.No estaríaallínuncamás.Nieseniningúnotro. Selohabíadevueltoasudueñodosdíasantesdequelediesenelalta médica,peroélsenegóadevolverleelsuyo. ―Erestúquienestárompiendoestematrimonio,noyo―habíazanjado ofendido,ydesdeentoncesnoseveían. En su andar sin rumbo, no percibió que estaba siendo observada por unosojoscasidoradosquerecorríansucuerposincensuraalguna. El hombre la seguía de cerca, pero no tenía intención de delatar su presencia frente a su esposa. La siguió como un impulso solamente, ni siquierasehabíadisculpadofrentealrestodelosinvitadosporsuabrupta salida. Lamujerqueloacompañabaesanocheeralahijadealgúnimportante delegadodeunaembajada,norecordabaconexactitudquiénera,lahabía invitadoporsimplecortesía,perosabíaqueCalliedebiómalinterpretarel hechoylomásprobableeraquelamujertambiénhubiesepensadoquese trataba de una cita, porque había ido rápidamente al tocador cuando percibióquesuparejalaabandonaría,huyendoantesdeserhumillada. Deseguropensaríaqueéleradeltipodehombresque,aunquetuviesen algunarelación,teníanencuentrosíntimosconsusexparejas. «No sería de ese modo», se dijo. Pero no lo estaba, al menos no de hecho,porqueantelaleyseguíacasado.Eraextrañoseguirlesiendofiela sumujercuandoellahabíadecididoterminarconsumatrimonio. La vio detenerse y la examinó con libertad. Su esbelta figura había perdido peso, era evidente, porque de su exquisita delgadez con modeladascurvasquedabaunaspectoenfermoydemacradoquelejosde causarle aprensión, lo enterneció. ¿No habían dicho lo mismo de él? La tristezapodíaconsumirlavida. Nuncapodríareponersedeldolorquehabíasignificadolapérdidadel bebé.Élhabíagolpeadolapareddelasaladeesperaconlospuñoshasta hacerlossangrar,enelmomentoenquesaliódelasaladepartosconla confirmacióndesumuerte. Habíasidoungolpemortalparalosdos.Claroqueexistíandiferencias, porqueélhabíaperdidoadospersonasamadas,ellasoloauna. Una sonrisa irónica le cruzó el rostro y los anillos en su bolsillo parecieronlatircontrasumuslo. No había sido fácil verla marchitarse en la cama del hospital inconscienteyalavezencargarsedelfuneraldesuhijo… Sin embargo, todo hubiese sido más fácil si el golpe lo hubieran sobrellevado juntos, pero no había ocurrido de ese modo y, sin más, Callie le había entregado el anillo para romper con los votos matrimonialesy,depaso,conlossueñosdeunfuturojuntos. ¿Quiénhabíasidoinjusto? Talvezeldestino. ―Y-yo…teamo. Laprimeravezquehabíaescuchadoesafrasedesuslabiospensóque moriríaporlavelocidadconlaquegalopósucorazón,yaunqueelefecto no cambió con el correr de los años, la primera vez siempre sería especial. Soltóunsuspiródeañoranzayseencaminóensudirección. ―Nodeberíasestaraquí―lehablósobresaltándola.Lareacciónfuela queesperaba.Unbrincoyunamiradaasustadaigualqueantañocuandoni siquiera eran novios todavía, y él lograba ponerla nerviosa solo mirándolafijamente. ―Thomas―loreconocióconrapidez.Nosesonrojó,notartamudeó. Sololomirófijo.AThomasledoliócomonadalehabíadolidoantesese vacíoensusojos. ―Hace frío ―le dijo y se quitó su chaqueta para ponerlo sobre sus hombrosdescubiertos―.Ten. ―Noesnecesario.Seráraroquecuandovuelvasalafiestateveansin él.―AThomasnoleimportóysoloselimitóaencogersedehombros. Ellareparóensufigura.Cincomesesyparecíaotrapersona. Ese rostro juvenil de rasgos firmes y encantadores ahora se veía perfilado y aguileño. Su cuerpo parecía más delgado, pero no perdió atractivo. ―¿Has estado bien? ―Thomas se sorprendió ante la pregunta formuladaconsuavidadporCallie. ―Dentro de lo que cabe ―le respondió―. Mamá insiste en que coma cuatro veces al día ―sonrió con pesar, ya que recordó las reprimendas que se había ganado por negarse a comer durante los primeros días de separación―.¿Ytú? ―He comido ―contestó esquiva agachando la mirada. No tenía intenciónderespondercómoseencontraba,yéllonotó. ―Es incómodo, ¿no crees? ―reflexionó el joven en voz alta―. Estamos hablando después de casi cinco meses y no sé qué decir. ―Ella alzólamirada. ―Nocreíquellevaraslacuenta. ―La llevo ―sonrió, observándola fijamente―, en cinco días estaríamosdeaniversariodeseparación,siesqueesoexiste. ―No existe ―refutó ella―, por lo general cuando una pareja se disuelve,olvidantodoloquetienenencomún…olointentan. ―Seguro―convinoél―,lointentan…aunquenosiempresepuede.Es esoloincómodo,¿cómoseolvidaelpasado? ―Es imposible ―respondió Callie―. El pasado es parte de nuestra vida.Loserroresmarcanloqueseremosenelfuturo,nuestrasdecisiones nosabrencaminoaloquevendrá. ―¿Es esa una indirecta, Callie? ―susurró él aproximándose y apoyandosumentónenlacabezadesuesposa,evitóqueelrestodesus cuerposentraranencontacto,perosintiócómolachicaseestremecía―. Te he extrañado mucho ―declaró sincero, y ella cerró sus ojos suavemente. ―Yo también ―confesó Callie y él posó sus manos en torno a su cintura,yelladescansósucabezacontrasupecho. ―Tu abogado contactó conmigo la semana pasada ―le informó mientrasacariciabasuespalda.Dolíatanto,porDiosquedolíatenerala mujer a la que amaba entre los brazos pero no tener derecho sobre ella. «¿Porquémedejaste?»quisopreguntarle,peronoseatrevió. ―Tuhermanosabíaqueloharía. ―Esegranujanomedijonada.Mesorprendíbastanteconsuvisitaylo dejéhablandosolo.¿Notelodijo? ―No,nolohizo. ―Es discreto ―dedujo el hombre con risa en la voz―. Gatita ―la llamó,yellaalzólacabeza. ―Thomas, no. No me llames de ese modo, por favor ―le pidió la mujerseparándoserápidamentedeél. ―Perdón, se me escapó ―Thomas pareció abochornado por su despiste. Ese apodo era un código de cama. La primera vez que habían hechoelamorélhabíacomparadolasatisfaccióndeellaconelronroneo felino. Ellarespirópesadamenteyéltomósusmanosparaevitarquesealejara demasiado. ―Esinevitable.Hemosestadomuchotiempojuntos.Eslacostumbre. ―Losé,Thomas. ―Siseteescapaalgúnmiamorseríanormal…bueno,supongoquelo sería. ―Thomas ―la voz de Callie era suave, pero él sabía que implícitamentehabíaunaadvertenciaadherida. ―Es verdad ―defendió con la voz elevada―, no podemos pretender que no somos nada. Eres mi esposa. Mi mujer. La madre de mi hijo ―argumentó vehemente, llevaba meses frustrado, buscando respuestas, llorando. Se sentía solo entre un mar de gente que vivía mientras él se limitabaaexistir. ―Detuhijomuerto―contradijoella,heridaconlamismafuerza. ―Él me hizo padre por poco tiempo, pero fui padre. Sentí lo mismo quecualquierhombrecuandoveasuhijonacer.Orgullopaternal. ―Peroélnoestá―indicólamujercontozudez. ―Y debemos dejarlo partir, pero yo no podré olvidarlo ni aunque quiera―suspiróconunamediasonrisayconlosojosbrillantes―.Tomé su mano y acaricié sus dedos, eran tan suaves como la seda, ¿puedes creerlo? Lo abracé contra mí, lloré con él en mis brazos. Era un niño hermoso.Eranuestroniñohermoso―dijotocandoelcorazóndelajoven queasuvezsevioazotadaporantiguosrecuerdos. ―Tenía fuerza. A mí me daba patadas continuamente ―sonrió entre lágrimasCallie. ―Síquetenía.¡Ysuspestañas!―exclamóélconeuforia,casiparecía estar viviendo el momento en que había sostenido al niño inerte―. Eran largas y rizadas. Sus manitas pequeñas y perfectas, besé cada dedo diminuto ―suspiró entre medio―. Amé su fortaleza. Todo de él en realidad. ―Mehubieseencantadoconocerlo―éllaabrazó. ―Losé. ―Yodeseabateneresebebé. ―Losé,gatita.Yotambién.―Ellalloróempapandosucamisa,yélse permitióllorarasuvez. ―Nohaydíaenquenopienseenél,encómosería,perosoloencuentro vacío.¿Porquéanosotros?―lepreguntóvehemente―¡Yoamabaaese niño!¿Porqué? ―Gatita ―susurró suavemente intentado calmarla―, nosotros somos simples seres humanos y no podemos escapar al destino. ―El cuerpo frágildelajoventemblabaporelllanto―.Estaesunaprueba,micielo,y enlavidahaymilesdeellas―pruebasduras,sedijoThomas,esaerala másduraqueunpadrepodíavivir. ―Porfavor,Thomas.Nomedejessola.Noquieroestarsola―siella nosabíaloqueleestabapidiendo,aélnoleimportaba. ―Nuncamás,gatita.Nuncamás. ―Sitepidoquemedejesnolohagas. ―Noloharé. ―Perdóname―lerogó. ―Yanoimporta. ―Fuitanegoísta.Creíquesufríasola,perotúsufristetambién. ―No te sientas culpable, pero me rompiste el corazón ―se rio él―, nuncapensésentiralgoasí.Dospérdidasenpocotiempo.Fueuncalvario. ―Yonolosabía… ―No importa. Debía hacerme el fuerte, pero fue horrible, gatita. Horrible. ―Perdóname. ―Ella tenía el maquillaje corrido y los ojos irritados cuandolomiró,peronuncahabíalucidotanhermosaparaél. ―Todo está olvidado ahora, y como última cosa. ―Callie le prestó atención entre lágrimas que quebraron a Thomas por un momento―. ¿Debo esperar la visita de tu abogado, mi cielo? ―Ella rio con las mejillas rojas y él se sintió conmovido de que recobraran su color habitual. ―¿Quierestulibertad?―lepreguntóCalliesiguiéndoleeljuego. ―A decir verdad, es tu decisión, pero si me pides el divorcio, me tendrásentupuertacadadíainsistiendoenquemeconcedasunacita. ―Entoncestendrásamiabogadoaprimerahoramañana. ―Eres una bribona ―jadeó él falsamente ofendido, pero sus ojos brillaron de interés un instante después―. ¿Tendré que pedirlo yo otra vez? Podrías ser tú. ―Ella entendió a qué se refería. Si la vez anterior habíasidoélquienlehabíapedidomatrimonio,ahoraletocabaaella. ―¿Quieres que me declare a ti, que eres inmune a los encantos femeninos? ―Ella golpeó su hombro―. Las chicas solían decir eso en secundaria. ―Pruébalo ahora. Bésame, tal vez me resista y salga corriendo sintiéndomeviolentado.―Ellasesonrojóyéltambiénantelaidea,pero solo un poco. Degustar sus labios nuevamente y fundirse por segundos eternos, perder el aire después de tanto tiempo separados, era un sueño paraThomas. Él cerró los ojos como invitación y ella sonrió. Por la diferencia de estaturatuvoquealzarsesobrelapuntadesuspiesyapoyarsusmanosen los hombros masculinos, sus labios se rozaron apenas y él gruñó en respuesta. El beso se inició lento y fue un mero reconocimiento, aunque la sensacióneraigualmentehipnótica. ―Sabesavino―murmuróellaenmediodelbeso. ―Ydelcaro―lecorroboróél.Tomándolaentresusfuertesbrazos. Larisafueahogadaporunbesomásprofundoypasionalqueencendió lasangredeamboscomohacíamesesnadalohacía. ―E-espera―lodetuvoellacuandolamanodelchicosecolóentresus cuerposparapalparsuvientreyparóelbeso―.Yo…creoquedebohacer algoantes. ―Quesearápido―apremióThomasconlamiradaámbarirradiando fuego.Ellasonrió. ―Lo será, dame tus manos ―ordenó con suavidad y lo miró directamente a los ojos con la emoción reflejada en ellos―. Quiero que sepasqueapesardemiserroresydeloinjustaquefui.―Élabriólaboca dispuestoainterrumpirla,peroCallieapretósusmanossuavementepara indicarle que guardara silencio―. Fui injusta y lo sabes ―siguió quedamente―. Yo he mantenido mis votos matrimoniales y los he respetado, te he honrado y amado aún cuando físicamente estábamos separados.Poresoquieroreafirmarlosahora… ―Espera, espera. Muy rápido, gatita. ―Él separó sus manos y ella lo miróinterrogante.Hurgóensubolsilloyextrajolasdosalianzasdoradas quetraíaconsigo―.Estaeslatuya.―Letendiólamásgrande―.Juraotra vez―ordenó. ―Thomas.―Lasorpresaenelhermosorostrolosobrecogió.Eratan hermosa.Tanperfecta.Tansuya―.¿Sabíasqueestopasaríaosiemprelas llevascontigo? ―Laesperanzaesloúnicoqueseniegaamorir. ―Nodejasdesorprenderme. ―Mealegro.Continúa―lainstótomandosusmanosnuevamente. Ellaaspiróunabocanadadeaireantesdeseguir. ―Entoncescomodecía,Thomas,jamáshequeridohacertedaño.Sufrí muchoconlapérdidadelbebéyséquetútambién,antepusetufelicidad porsobrelamía,entenderásquenosentíquefueseunaparejadignadeti enesemomento.Elmiedopudoconmigo,peroyotejuroquedesdeahora te consagraré mi vida y que tienes mi corazón ―él moduló un para siempreyellario―,parasiempre.―Conlapuntadelosdedosacarició susnudillosyThomasahogóunsuspiroparaluegodeslizarlentamenteel anillo de compromiso en el dedo anular de su mano izquierda. Una vez hecho,besócadadedodeesamanoyconladerechadelchico,acariciósu sonrojadamejilla. ―Noharásquellore,gatita―lesusurróélenrespuesta―,peroqueno teextrañesidesdeahoranotepuedesdespegardemí. ―Siesunaamenaza,valdrálapena. ―Es una promesa ―le contradijo―, es la primera de las mías ―clarificóyconunsuspirólamiróalosojosavergonzado―,yasabes quenosemedabienimprovisar,yséqueesunacualidadqueamasdemí ―Calliemeneólacabezayledirigióunasonrisaenamoradayradiante―, sabesquetegusta,peroharéunintento. ―Adelante,mueroporverlo―lopicóyelegodeThomasseresintió. ―Esserio,mujer. ―Estástanabochornadoquenopuedoevitarlo. ―Como sea ―murmuró en medio de un bufido―. Cuando te conocí nunca creí que llegaras a adueñarte de mí de este modo y hacerme dependiente de ti, no niego que eso me asustó cuando lo reconocí y aún ahora un poco, por eso lo negué durante meses cuando alguien me lo decía y te ignoré deliberadamente frente a los demás cuando mi cuerpo ardíadedeseoporeltuyo.―Anteesolajovensesonrojóbastante―.No me puedes culpar por ello ―se defendió con rapidez―. Tenía diecisiete años… inexperto y tímido ¿lo recuerdas? ―le dijo azorado―, y olvidandolodesastrosodemideclaración… ―Yodiríatufrustradointentodedeclaración. ―Vamos,nodestruyasmásmiego―sequejóinfantilmente. ―Aunasínuncaolvidaréesedía. ―Ni yo. Pero como te decía. Olvidando eso, yo intenté hacerte feliz siempre y mi felicidad dependía de ti… si estabas feliz, yo era feliz. Marcabasmividaytodoteincluía:mimayoralegríafuenuestroprimer beso;mitriunfofavoritoelqueaceptarastenerunacitaconmigodespués deeso;laeuforiaindescriptibledecuandonotenegasteaserminovia;la plenitud y el orgullo de haber sigo el primer hombre que te tocó y la emociónmásgrandedetodasfueescuchartedarelsíhacedosaños.Sin embargo, cuando mi vida marchaba de maravilla y las cosas no podían resultarmejor,medijistequeseríamospadresycreíalcanzarlacima.Lo teníamostodo…poresonosupereaccionarfrentealapérdida,masaun cuando me pediste el divorcio no fui capaz de negarme, quería pedirte, rogarte que no me dejaras, pero algo de ese muchacho orgulloso queda todavíaypreferícallar. ―Mi amor… ―Callie tenía la garganta cerrada de emoción por escucharaesehombrealquehabíaamadoprácticamentetodalavida. ―Teamo,poresonojustificomipropioactuarymeavergüenzodeél. Noherotomisvotos,perotefallé.Poresoloúnicoquetepuedoofrecer esmialmayreafirmolomuchoqueteamo,talvezteexasperearatos, pero evitaré hacerlo e incluso ya no me quejaré cuando me quites el televisor ―consiguió que ella riera divertida―, leeremos juntos cada noche como solíamos hacer y luego te haré el amor hasta que estés satisfechayningunopuedamoverse.Yenlamañana,cuandodespiertes,lo primeroqueverásserámirostroenamorado.Esmipromesa. ―Cielos,Thomas.―Lachicanopodíadetenersullantoylobesócon ansias―.Perdóname,miamor,poreldañoquetehice. ―Todo está olvidado ―le aseguró con tranquilidad―, ahora dame tu mano. ―¿Solo mi mano? ―le preguntó ella con coquetería. Él carraspeó, perosealegródequenosiguierallorando. ―Reclamaréminochedebodasmástardeyserálanochecompleta,no lo dudes, pero por el momento… ―Acarició su mano izquierda y se maravillóconsusuavidad―.Teamoyasíseráhastaquemividaseacabe. Parasiempre.―Ledeslizóelanilloconcuidadoysumanoletemblabaen el proceso. La besó largamente después y así hubiese continuado, pero teníaunacosaenmente―.Mihermanonoestáocupandosudepartamento porquelebajótodolobuenhijoyporestemesestáviviendoencasa. ―¿Quémeestásproponiendo? ―Tenemos el lugar para nosotros solos y yo llevo meses de abstinencia.¿Seríastanbuenadealiviarmeunpoco,gatita?―lepreguntó confalsainocencia. ―Toda la noche, Thomas. Toda la noche. Al fin de cuentas es nuestra nochedebodas. Él extrajo las llaves de su pantalón y las agitó frente a ella. El sonido nadamusicalfuelomásarmónicoqueCalliehabíaescuchadoesanoche. Dehecho,lecontaríayaaElsiequesusmúsicosnolehacíanelpesoaese sonidoylepropondríaqueloconsideraraenunfuturo. Agitando la cabeza con una sonrisa ella lo abrazó por la cintura y se dejosllevarhaciadondeélquisiera. El camino al departamento le pareció eterno y Thomas se detenía a ratosparabesarlaporloquedemoraronmuchomásdeloquedeberían. ―Thomas esto es escandaloso ―se quejó Callie cuando afuera del edificioéllaarrinconócontralaparedylemordisqueóelcuello. ―¿Algunavezlohemoshechoenunsitiopúblico,fueradeesaocasión enqueretozamosenlaplaya? ―No…nuncamás―jadeósinalientoyélfrotósuereccióncontrasu vértice―.Pa-para,Thomas. ―¿Notegustaríahacerloaquí?―noeraenserio,Thomassíteníaalgo desentidodelridículoenalgunaparte,peroqueDiosloperdonarasino estabatentadoatomarlaahímismo. ―¿Yquealguiennosviera?Jamás. ―Bueno ―él no dejó de tocarla―, si quieren vernos, pues que vean. ―Ante la expresión alarmada de su esposa él dio un paso atrás y rio―. Estábien,gatita,túganas.Vamosahacerelamorenunacamaconlaluz apagada y mordiendo el hombro contrario para que no se escuchen nuestrosgritos. ―Deja de hacerte el gracioso ―amonestó la mujer. Thomas se sintió regocijado ante el retorno de la esposa mandona que tanto amaba y que hacíasolounashoraslucíaapagadaytriste. Abriólapuertayantesdequeellaprendieralaluzlaarrinconócontra lapuertaparabesarlaconfuerzaycomenzaradesabrocharleelvestido. ―Perdóname, pero necesito hacerte mía ―susurró con los labios pegadosalosdelachica.Laurgenciadiopasoalimpulsoyantesdeque alguno de los dos se diera cuenta estaban restregando sus cuerpos frenéticamentedesesperadosporhaceramor. FueThomasquienllevólavozcantanteduranteelactoylacondujoala habitaciónquesuhermanoleshabíaasignadoparacuandosequedaranen eldepartamento. Una vez allí hizo desaparecer su ropa y la de su esposa, antes de depositarlaenlacamasindejardebesarlaenloslabios. ―Hapasadocasiunaño…―susurrócontralabocacolorcerezadesu mujer―,nosésiestaréalaaltura. ―¿Algunaveznohasestadoalaaltura? ―No lo sé, ¿lo he estado siempre? ―Callie lo miró a los ojos y le acarició la fuerte mandíbula que ya se sentía áspera por la barba que comenzabaacrecer. ―Te amo tanto, Thomas ―la tierna confesión le arrancó un gemido estranguladoytorturadoalhombresobreella―.Tefalléaldejarte,pero quiero redimirme. Quiero vivirlo todo contigo, quiero cumplir cada sueñoqueteníamos―juntandosunarizconladeélmurmuróbajito―:no quierovolveraperderte. ―Eres el amor de mi vida, Callie, ¿no lo ves? No podrías perderme porqueestamosdestinados. ―Estuvetancercade… ―Nosigas,amor.―Consuavidadatrapóelcarnosolabioinferiorpara impedirlequecontinuarahablando―.Yanoimporta. Volvieronabesarselargamenteantesdequeesoyanofuerasuficiente parasuscuerposdeseososdesentirsemutuamente. ThomasacaricióelcentrohúmedodeCalliehastallevarlaallímitede suresistencia,enviándolasinmisericordiaaunorgasmoavasalladorque lerobóelalientoylearrancóungritoprimitivodegozo. ―Oh,Thomas,teextrañabatanto…amor,tanto―jadeórendidaasus atenciones.Élsolosonrióconternura. ―Te eché de menos ―confesó acomodándose entre sus piernas y apuntandoconsumiembrosuhúmedaentradaalistándoseapenetrarla―. Nosabescómo. ―Tequierodentrodemí,Thomas,porfavor. Élnopudonegarseelplacerpormástiempoydeunsoloimpulsose adentróenelcuerpodesumujer. Amboscuerpossereconocieronysebuscaronconardorenunadanza tan antigua como el mundo, pero que para ellos era nueva y preciosa. Thomas sentía cómo Callie lo tomaba, succionándolo con fuerza entre suspirostrémulos,provocandoquecadafibradesuserseunieraconél. Noqueríaqueterminara.Noqueríaperderesaconexiónjamás. Arremetiendoconfuerzaunavezmás,sequedóquieto,disfrutandosolo delplacerdetenerlajuntoaélenlacama. ―Teamo―murmuróbesándola―.Teamo,Callie. ACallielosojosseleempañarondeemociónysolopudobesarloen respuesta. Plenamente liberado y eufórico, comenzó a embestirla rítmicamente paraqueellaalcanzaraelclímaxyasípoderdejarsellevartambién. Aplastósubocaconunbesonacidodelalocuramismaenplenoéxtasis sexual.Ambosalcanzaronlasatisfacciónyestuvierondeacuerdoenque nuncalohabíansentidotanintenso. Minutos después, agotados y con los cuerpos íntimamente enredados, Callieacariciabaausentementeelpechodesnudodesuesposo. ―Nunca pensé que podríamos estar así de nuevo ―declaró en un susurro. ―Yotampoco,creíquetehabíaperdido,perosiempremantuvelafe. ―Te amo de una forma que debería ser prohibida, Thomas. ―Callie bajó un poco la mano para rozar la protuberancia de su sexo que despertabaalavidaconsutacto. ―Dameunrespiro,gatita. ―¿Deverdadquiereseso? ―No, joder, no ―blasfemó entre dientes y giró hasta posicionarse sobrelamujerantesdedevorarlaconunbesoferoz―.Soloolvidémonos delmundo,miamor. Aquímandoyo E.R.Dark Odiabaloslunes. Bueno,esolepasabaatodoelmundo,noeraunanovedad.Perolunes como aquel eran los que hacían que Rocío odiara realmente su trabajo. Ese día debía defender a un tipejo que estafaba a señoras mayores que vivíansolasdiciéndolesqueibaarevisarlainstalacióndelgas,yacababa drogándolasyrobándolestodoloqueteníandevalorencasa.Lopeorera que el tipejo se sentía orgulloso de lo que había hecho y se autodenominabaelRobinHooddelosjóvenes,porqueluegoselogastaba consusamigosenlasdiscotecasdelpuerto.Realmente,odiabasutrabajo eselunes.Ypararematareldíaquesoloacababadeempezar,alllegarala puertadelosjuzgados,allíestabaDavid. Davideraalto,moreno,conunadeesassonrisasquetehacenpensaren paseosporlaplayaalatardecer.Llevabatrabajandoallíyaseismeses,y desde el primer día se había sentido atraída por él. El uniforme de vigilantelesentabarealmentebienydejabaverunculitoredondeado,yen verano, al ir sin chaqueta, unos brazos musculados que seguramente abrazaríandeviciodespuésdeunanochedepasión. Rocíomaldijoentredientesporqueotravezsuspensamientosacababan conlaimagendeellayDaviddesnudosyenredadosenlacama.Esetipo de imágenes era lo último que necesitaba en un día así, de modo que su escaso humor empeoró aún más, y si a eso le sumaba los nervios por pasartancercadeélcadamañanaporelarcodetectordemetalesyolersu colonia,elresultadoeraunmanojodenerviosllamadoRocío. Ni siquiera saludó al dejar el bolso y el maletín sobre la cinta del escánerypasarporelarcoparaesperaraquelospudierarecoger.Pero nolohacíaporserunaestúpida,sinopornervios.Aalgunaspersonasles entrabalarisillanerviosa,otrasseponíanrojascomountomate.Ellase volvíaunserautoritarioyenocasionesgruñón. Davidsonrióalverlallegar.Comotodoslosdías,lomirabaporencima del hombro; como todos los días, su mirada color miel lo calentaba; y como todos los días, pasaba por su lado sin dirigirle la palabra. Era exquisita. Su melena azabache rizada le caía en cascada por su espalda, haciendoquedesearaalargarsumanoyacariciarleunosmechones,unos labios carnosos que incitaban a besarlos y un cuerpo con unas curvas hechasparaelplacerdeunhombre.Jesús,esamujererapurasensualidad. Pero como solía decir su abuela; «Nadie es perfecto». Y Rocío podía quitarleelalientoconunasolamirada,peroeraunaauténticagruñona. Adoraba su trabajo y en esos últimos seis meses le gustaba más. Solo con verla pasar e inhalar su perfume tenía de momento suficiente. Solo esperabaunaseñal,algoqueleindicaraquecuandoseacercaraaellano haríaelridículoysufriríaunodesusdesplantes. Cuando la vio recoger el bolso del detector, la saludó con una de sus mejoressonrisas: ―Muybuenosdías,señorita.Alberola. Rocíosintióquesederretíaalescucharlo,peroenlugardesonreírlede vuelta,lomiróconseriedad. ―Buenosdías. Colgándoseelbolsoycogiendoelmaletín,echóaandarhaciaelpasillo deladerechaparairalasaladeljuzgadodondesucliente,elasaltaviejas, laesperaba. David la siguió con la mirada, soltando el aire de los pulmones. Esa mujererapurofuego. *** Rocío cumplió con su trabajo de modo imparcial, sin demasiada emoción, porque en realidad estaba segura de que aquel tipejo debía pudrirseenlacárcel,poreltiempoqueestuviera.Porsuerte,elfiscalfue másimplacablequeella,yasuclientelocondenaron.Felizporperderel caso,sefuealahabitacióndondeunacafeterayunaneveralaconvertían en una sala de descanso para los empleados de los juzgados. Cuando cogióunatazaparaponerseelcafé,recordódenuevoaDavid. Un par de ocasiones había coincidido con David en el descanso y se habíaportadoconélcomounaverdaderaarpía.Aúnsepreguntabacómo seguíasonriéndoleyhablándoleconeducacióndespuésdeldíaenquelo mandóahacerlefotocopiasparaunjuicio. Aqueldíaestabanerviosaporqueerasuprimerjuiciorápidoporrobo, ysediocuentadequepartedeladocumentacióndebíaguardarlaconel expediente, y estaba sin fotocopiar. No podía salir corriendo a la fotocopiadora,ynoseleocurriónadamejorquepararaDavidqueibade caminoaesamismasalaenlaqueahorallenabalatazadecafé. ―¡Tú!Veyhazmeunascopiasdeesto.Llévamelosalasala3. Élsedetuvoasualturay,clavándolelamirada,muyeducadamentele respondió: ―Disculpa,peronosésisabesquesoyelvigilante,noelchicodelos recados. ―Medaigual.¡Aquímandoyo!Veyhazlasfotocopias,¡yrapidito! David le había cogido los documentos y, tragándose una maldición, habíaidoahacerlelasfotocopias.Encincominutosestabanlistasyselas había llevado a la sala 3. Esta vez no la miró, sino que dejó los documentosencimadelamesaysemarchó.Lehabíahechoperdertiempo desuratolibre. SegúnsuamigaMamen,enmásdeunaocasiónlohabíavistomirarla conhambre,sobretodosuculitorespingón,conunamiradadequebien valíalapenayqueconunasonrisahabíasubidoaprepararsesucafé.Pero Mameneraparcial,ynopodíasabersirealmentelahabíamiradoasí.Ella recordabaotramirada. Cuandoevocabalacarademalalechedeélycómolehabíahabladoa causadelosnerviosysutransformaciónenlaabogadaJeckyll,sesentía miserable. David se comportaba educado con ella; pero claro, era su trabajo.Nolatratabanimejornipeorquealosdemás.Yahora,nosabía cómohacerpararomperesaimpresióndearpíaquehabíacausadoenél. Sentándoseconunsuspiro,empezóamoverelcafé. *** Alamañanasiguiente,David,comosiemprellegóaltrabajodebuen humor,llevabasuiPodyescuchabaOnemorenight;legustabaempezarel díaconritmo.Llevabahorasdespierto,yaquelegustabasaliracorrery hacer ejercicio. Al entrar en el juzgado lo recibió con guasa Sergio, su compañero.ÉleraelúnicoquesabíaquebebíalosvientosporRocíoy, cómono,elcachondeoestabaservido. ―Buenosdías,Sergio. ―Buenosdías,David.¿Hoyseráeldíaenquetetireelbolsoalverteo no?Ja,ja,ja. ―Mierda,preferiríaesoasuindiferencia.Mevuelveloco. ―Bueno,esunaabogada.Suelenserestiradosconloscurrantescomo nosotros.Siempremandando. Sergio empezó a poner en marcha el escáner y se colocó bien la corbata.Nolegustabasutrabajo,perolohacíalomejorposible. ―¿Creesquesifuerapolimemiraríadeotraforma?―Sepusoallado delescáner. ―Lospolislasponenatodasacien.Esoylosbomberos. ―Quizásmemiredentrodeunaño.―Lelevantóambascejas. ―¡Nomejodasquevasahacerlaspruebas! ―Yaestoyenello. ―Conrazóncorrestodoslosdías.Yyoquepensabaquelohacíaspara ligar,ja,ja,ja. ―Laspruebasfísicassondurasyseacercaelverano. ―Sinecesitasquetecambiedías,solodilo,tío. ―Sé que puedo contar contigo, gracias. Pero de momento me apaño conlosturnos. Losfuncionariosdeljuzgadoempezaronallegar.Tambiénabogadosy gente que necesitaba ayuda legal, acusados, demandantes... El trasiego normal de gente en el edificio. Rocío llegó a los juzgados mirando el WhatsAppconunasonrisaenloslabios.Aquelgrupodelocasconelque hablaba casi a diario llevaba desde bien temprano contando locuras y mandandofotosdehombressexisydesnudos.Sinquerermiraralacaraa losvigilantes,dejóelbolsosobrelacintacomocadadía,saludandocon unescueto«buenas». David,comosiemprequelaveía,sintiócómosucorazónseacelerabay consumejorsonrisa,lasaludó: ―Buenosdíasseñorita.Alberola. Cuandoelbolsopasóporelescáner,pitó,yDavid,alzandounaceja,se acercó a ella con paso firme. Se quedó tan cerca que pudo oler su fragancia.Jesús,cómoloalterabaesamujer... ―Señorita,tienequevaciarsubolsoenesterecipiente.―Letendióuna bandejablanca. ―¡¿Qué?!Debeserunerror.Nopiensohacerlo. David,conpaciencia,levolvióadecir: ―Son las normas, señorita Alberola. No la puedo dejar pasar si no vacíaelbolsoenlabandeja. ―Noloveonormal.Vengotodoslosdías,trabajoaquí. ―Por eso puede vaciar su bolso sin problemas, ¿verdad? ―La atrapó conlamirada. Estabaapuntodegritarle,peroalverlasmiradasdelosotrosabogados que entraban sin problema, acabó por coger el bolso de mala gana y volcarlosobrelabandejaalfinaldelacintatransportadoradelescáner. David frunció el ceño y volvió a pasar la bandeja por el escáner. Con una sonrisa, le mostró unas llaves. A más de uno se le llegaba a olvidar quedebíanirenotrabandeja. ―Puedepasar.Esteeraelproblema. Rocíomirólasllaves,abriendomucholosojos. ―¡Nosonmías! ―No hay problema, las dejaremos aquí y alguien las reclamará. ―Acercándoseaellalesusurró―:Tranquila,nopasanada. Tenerlo tan cerca la puso nerviosa de nuevo, más de lo que ya estaba poraquelincidenteconesasllavesquenoeransuyas.Ysinpoderevitarlo, laabogadaJeckyllapareciódenuevo. ―Mepreocupoporquéseguroquehasmetidoesasllavesenmibolso parahacermepasarunmalratoyvengarteporalgo.Puesquesepas,que aquí mando yo, y puedo hacer que te despidan antes de lo que canta un gallo. Agarrando el bolso de malas maneras, dio media vuelta y subió las escalerascaminodeldespachoqueocupaba. David se quedó asombrado por la contestación, y que le dijera eso le hizo rechinar los dientes. Colocó la bandeja en su sitio y miró a su compañero. ―Meodia. ―Telodije.Unaestiradaalaquenolegustanloscurritoscomotúy yo. ―Necesitosalirdefiestaysacármeladelacabeza. ―ElsábadohequedadoconMalenayunosamigosparasaliracenary tomaralgo.Iremoscercadetucasa.¿Teapuntas? ―¡Claro!Mepareceunbuenplan. ―PuesalasochoenelbardeToño,cenaremosallí. ―Bien,meencantacenarahí. SergiolediounapalmadaenelhombroaDavidysiguierontrabajando. Eltránsitodegenteenlosjuzgadoseracasiinterminable. *** Después de comer, Rocío estaba repasando los casos que tenía que archivarquesehabíancerradoenlosúltimosdías.Yaseleempezabana cruzarlasletras,losnombres,lasfechas...Necesitabairseacasa,olvidar el incidente del bolso y las puñeteras llaves que, ahora que lo pensaba, podrían ser la copia de las llaves de la casa de Mamen. Joder, y ella montandoencóleraapesardequeélhabíasidoamable.Esegeniosuyo... Menos mal que en una hora se iría a casa y podría desconectar de todo aquello. ―¿Rocío?―Sujefeasomólacabezaporsudespacho. ―Hola,Pascual.Dime,¿necesitasalgo? ―Sí. Necesito que me hagas horas extras hoy. Vamos muy atrasados conelpapeleo. Selecayóelalmaalospies.Yapensabaqueeldíanopodríairpeor... Perosiqueríaelascenso,nopodíanegarse. ―Claro...Mequedoencantada. ―Gracias,Rocío,enmidespachoestántodoslosexpedientes.Seráuna tardedura. ―Lo sé, pero adelantaré lo que pueda. En cuanto termine de archivar estos,pasoaporlosexpedientesdetudespacho. Pascualasintióyladejósolaeneldespacho. Apuntodelanzarelmontóndepapeles,mandóunWhatsAppaMamen y a las chicas diciéndoles que tenía que trabajar hasta tarde y no podía quedar para tomar algo esa tarde. Su mal humor crecía por segundos, peronoqueríavolveraestallar,asíqueselevantóyllevólospapelesal archivo y, después de recoger los expedientes de la mesa de Pascual, volvióasudespachoatrabajar. *** Ya eran casi las ocho. El juzgado cerraba a esa hora y ella había terminadotodoelpapeleo.Cansada,dejólospapelesenelarchivoypasó aporelbolsoantesdebajar.Cuandosalió,sedecepcionóunpocoalver que David no estaba. Ni tampoco Sergio, en realidad. El hombre que estaba en la puerta le era menos conocido, ya que ella normalmente no trabajabahastaesashoras,ynoconocíaacasinadiedelturnodetarde.Le saludóconunasonrisaalsaliryfuehaciaelcallejóndondeaparcabael cochecasiadiario.Aunquenoeratarde,nosolíapasarmuchagentepor esascallessolitarias.Apretóelpaso,esperandonotropezarseconnadie. Entre las sombras, alguien la observaba, y cuando pasó por unos contenedoresletapólabocaparaquenochillase,susurrándole: ―Dametodoloquetengas,muñequita,sinoquieresquetemarquede porvida... Rocío,asustadaalnotarlanavajacontralapieldelcuello,soltóelbolso paraquecogieraloquequisiera.Pensóenesasclasesdedefensapersonal queleparecieronaburridaseinútiles,ymaldijopornohaberlashecho.En unmomentoasí,enqueestabaaterrada,talvezlehabríanayudado. *** Davidsehabíacambiadoderopa;ahoralucíaunosjeansdescoloridos juntoconunjerseynegropegadoaltorso.Lachaquetacolgabadelbrazo. Pasópordelantedesucompañerodetarde,despidiéndosedeél.Unavez fuera,decidióvolverasucasadandounpaseo.Necesitabapensar;Rocío lodesconcertaba. David notó algo en el callejón por el rabillo del ojo, y fue cuando la vio. Sinpensárselo,acudióensuayudasinhacerelmenorruido.Seplantó detrásdelatracadorylosujetódelbrazoqueteníalanavaja,haciendoque lasoltase.LosdosseenzarzaronenunapeleaquedominóDavid,gracias asusclasesdeañosentaekwondoElladrónsaliócorriendocomoalma quellevaeldiablo.Respirandoaceleradamente,sevolvióhaciaRocíoyla estrechóentrelosbrazosalverlatambalearse. ―¿Estásbien? Rocíoteníalosojoscerradosporelmiedo,peroalreconocerlavozde David,losabriódespacio.Éllateníaabrazada,ytalycomoimaginabaen sus más salvajes fantasías, sus brazos eran un lugar perfecto para estar. Notó los duros pectorales contra sus pechos, e inexplicablemente solo pudopensarenquelaropaqueseparabasuscuerpossobraba. Ysusojos...Dios,susojosnodejabandemirarlaconpreocupación,y ellanopodíaapartarsedeellos. ―Sí―dijoenunsusurro. Él le acariciaba el rostro despacio. Era preciosa y tenerla entre sus brazos era más de lo que había imaginado. Los generosos pechos se rozabancontrasutorso,lanzandodescargasdepurodeseoenél.Perover susojoslodesarmabaporcompleto.Estabaasustada. ―No deberías aparcar en estos callejones. ―Era reacio a soltarla. Joder,deseababesarlaynodetenersejamás. ―Yo... No suele haber sitio en otra parte. ―¿Por qué estaba diciendo eso?Deberíadarlelasgracias,¿no? Éllesonrió. ―Haremosunacosa:cuandosalgasasídetarde,dímelo.Teesperaréy teacompañaréalcoche.¿Teparecebien? ―Sí... Separándosedeella,seagachóyrecogióelbolso. ―Esteestubolso,¿verdad?―Selotendiósinapartarsumiradadeella. ―Sí... Davidlealzóunaceja. ―¿Quieresqueteacompañeatucoche? ―Sí... Sonriendoporverlasinpalabras,laacompañóhastaelcoche.Posóla manoensuespaldaengestoprotectoryesperóaqueellasubieraalcoche. ―Nosvemosmañana,Rocío. ―Sí... Sonriéndole, se dio la vuelta y salió del callejón. Esa noche estaba seguro de que soñaría con ella; como llevaba haciendo desde que la vio porprimeravez. *** Habíanpasadoyacuatrodíasdesdequehabíantratadodeatracarlaen elcallejóndecercadelosjuzgados.Aunqueaúnlequedabaalgodemiedo enelcuerpo,almenoshabíarecuperadolacapacidaddehablarqueperdió alestarenbrazosdeDavid. David… Cuando al día siguiente del ataque llegó a los juzgados, pensó que tal vezsehabríapavoneadodelantedetodosporhabersalvadoalaestirada prepotente de Rocío Alberola, pero no fue así. La había saludado como cada día, con la misma sonrisa, y eso la desconcertó y le gustó. Por primeravezenmuchotiempoledevolviólasonrisa,yviocómoladeél sehacíamásgrande.Peronopasónadamásesedía.Nilosdossiguientes. Así que allí estaba, sábado por la noche, en su ducha, pensando en él comonuncalohabíahechoysinsabermuybienquéhacer. Elincidenteparecíahaberrotounpocoelhielo,peroestabaclaroque élpensabaqueseguíasiendounaarpía,aunqueeldetalledequenadieallí supiera lo ocurrido le decía que no era tan vengativo como pensaba. Comenzaba a creer que había tardado demasiado en empezar a tratar de dominar su genio con él, porque, realmente, no tenía culpa de ponerla a cien y que eso sacara a la Jeckyll que llevaba dentro. Maldito genio el suyo. Sesecóelpelo,dejándolosueltoyconsusrizosbiendefinidoscayendo porlaespalda.Sepusounvestidonegrocortodetirantesqueerasencillo y a la vez sexi. Vamos, un fondo de armario que le había costado un pastón,perodelquehabíasacadobuenprovecho.Secalzólostaconesy cogióelmóvil.MandóunWhatsAppaMamenyalaschicasavisándolas para que pasaran a recogerla. Ese día le tocaba conducir a Vero y no beber.Asíseturnabanentrelascuatro.Lapróximasemana,seríaMaytela quenobebería. Cuandolellególarespuesta,sacólasllavesdelbolsitoquellevabapara salir de fiesta y cerró la puerta de su piso. Que se preparasen los hombres…Laschicasmásguerrerasdelaciudadsalíandecaza. ―¡Ey! Rocío, nena, esta noche vas a por todas. ¡El vestidito de los polvos! Rocío rio con ganas. Rosa se había animado a ir con ellas después de unas semanas en que había estado pachuchilla de ánimo al casarse su madre otra vez. Maribel, su madre, era un sol, pero tenía mal gusto con los hombres. De hecho, Rosa era la recién estrenada hijastra de su jefe, Pascual.YaRosanolegustabaPascual. ―¡Rosa!Mealegrodequeteunas. ―Eso,Ro.Hoynovasadejarnadaparalasdemás,ja,ja,ja. MayteyVerorieronanteelcomentariodeMamen.Peroenrealidad,las cincoibanconsusvestidosdelospolvos.Parecíaquesehabíanpuestode acuerdo para esa noche salir a comerse el mundo… Y algún que otro macizorroconojazosybuenosmovimientosdecaderaqueencontraran. Riéndose,subieronalcocheyVeroarrancó,caminoaladiscoteca. *** Por fin sábado noche. Estaba deseando que llegara para poder desconectardeltrabajoydejardepensarensumorenaza.Mierda,cadadía quepasabaladeseabayanhelabamás.Peroconellateníaqueirconpies deplomo.Erapuradinamita,yesoaúnleponíaacien.Elevandoelrostro hacia el chorro de agua de la ducha, dejó que resbalase por su bien formado cuerpo, imaginando que eran las caricias de ella… Al instante notó cómo el miembro se le endurecía otra vez. ¡Joder! Parecía un puto adolescente. Cerrandolosojosyapoyandolafrenteenelfríoazulejo,lavisualizó: sus labios, sus ojos, su cuerpo… La mano derecha se apoderó del miembromientrasfantaseabaconsuRocío.Empezóamoverladearriba abajo,imaginandoqueeralabocadeellalaqueloenvolvíaysusojoslos que lo miraban brillantes por el deseo. Oh, joder… Apretó más su miembro mientras los movimientos eran cada vez más rápidos y los gemidos que dejaba escapar inundaban el cuarto de baño. Imaginarla desnuda arrodillada delante de él y con su miembro en la boca era demasiado. Con la otra mano se apoyó en los azulejos de la ducha mientras gruñía de placer al liberar el orgasmo. Con la respiración acelerada,volvióaenjabonarse.Esamujerloestabavolviendoloco. Mediahoramástarde,DavidseencontrabaenlapuertadelbardeToño, vestido con unos jeans y una camisa negra abierta por el cuello. Era el foco de las más lujuriosas miradas femeninas. Su mirada paseó por el fondo del bar esperando verlos, pero estaba tan lleno de gente que no logró ver nada. Miró el móvil por si había recibido algún mensaje de Sergio;llegabanunpocotardeyesoleextrañaba. Sergioselevantódeunamesaalfondo.Malenaestabasentadaasulado, yconellos,Rubén,JuanyCristina.Agitóelbrazoparallamarsuatención. Cuandolosviosonrióysesentóconellos ―Pensabaquellegabaistarde,nooshevisto. ―Eltardónerestú.¿TeacuerdasdeCristina? CristinaeralaamigasolteradeMalena,lanoviadeSergio. ―Claro,siemprerecuerdounacarabonita.―Lediodosbesos. Cristinasonrió,coqueta.Esanocheteníaunbuenmenúdondeelegir. ―Encantadadeverteotravez,David. RubényJuanleestrecharonlamanoparasaludarlo.PeroRubénlohizo másfríamentealvercómoCristinalomiraba. David captó la señal de Rubén y se reclinó despreocupado en la silla. Cristina estaba bien, pero no le interesaba. A él solo le interesaba una morenadeojoscolormielylabiosdeinfarto. ―Pasadmelacarta,queestoyfamélico. Sergio se rio y le pasó la carta de tapas y platos combinados. Era un típicobardebarrio,perosecomíademuerteallí,ysiempreestaballeno. Davidojeólacartayoptóporunabuenahamburguesa. ―Voyapedirmelacompletaconpatatasyunacerveza.―Dejólacarta enlamesa. ―Buenaelección,tío.Peroesoseiráatusmichelinesinexistentesyno podrás correr para hacer las pruebas―. Se burló Sergio, al que Malena teníaadietadesdehacíatresmesesyquehabíapedidounapechugaala planchaconensalada,comoella. Davidsoltóunacarcajada. ―Coneldeportequehago,nodejoquesemeacumulenloshidratosde carbono. Si sigues comiendo así, te volverás una Barbie ―se guaseó señalandolapechuga. ―Esparaligareneltrabajo.―ComentarioalqueMalena,entrerisas, respondióconunasonoracolleja.Davidseunióalasrisasdelapareja.El camarerotomónotadelospedidosybebidasquefaltaban,yenpocomás de diez minutos estuvieron todos servidos. David, al pegar el primer mordisco,gimióconexageración: ―Escomopegarunpolvo. ―Yaquisierastú... ―Joder,yatedigo.―Volvióaatacarsuhamburguesa,levantandosus cejasdeformaguasona. *** La cena transcurrió entre risas y anécdotas de trabajo. Un café y la primerarondadechupitosyestabanlistosparasalir,caminodelPecado, lanuevadiscotecadelpuerto. Llevaban ya un tiempo riéndose del chasco que se había llevado Juan con una guiri al entrar al local. Este los enviaba a la mierda continuamente; sin embargo, el cachondeo continuaba. David paseó la miradaporladiscoteca,yderepentelavio.Sucorazónseacelerócomo siempre le pasaba cuando la veía, y otra parte de su cuerpo con vida propiasealegrabadeverla.Sieneltrabajoestabapreciosa,esanocheera puro pecado. El vestido que llevaba abrazaba sus curvas, incitándolo a saborearla enterita. Joder, estaba buenísima. Fijó su mirada en ella, deseandoveralgunaseñalenRocíoparaatacar.Silaveía,esanochenose escaparíadeél. PeroRocíobailabasinmirarasualrededor,demomento.Suplansolía funcionar.Lesdabanespectáculo,fingíanindiferenciay,cuandoibanala barra, no pagaban ni una copa. Siempre tenían algún pretendiente dispuestoainvitarlasaunacopayaalgomás... El problema era que ella no podía pensar en nadie más que en David. Desde que la abrazó al salvarla del atracador no podía quitárselo de la cabeza, y salir no le había servido para olvidarlo, porque quería bailar con él, que la invitara a una copa y besarlo hasta quedar sin aliento los dos.Joder,estabaempezandoaparecerunaloca. Se acercó a Mamen y le indicó que iba a sentarse un momento en la barra.Necesitabaunbuentragodeloquefuera. David,antesdequealgúnmoscardónlarodeara,seaproximóaellapor detrásylesusurró: ―¿Puedoinvitarteaunacopa,Rocío? Casisecayódeltaburetealescucharsuvozaloído.Sevolvió,rápida pensando que la mente le había jugado una mala pasada, pero no. Allí estaba él, con esos ojos oscuros que la dejaban medio atontada y una camisanegraquelesentabadevicioylahacíatragarsaliva. ―David... ―Rocío... ―Le sonrió a su manera―. ¿Quieres una copa o prefieres bailarconmigo? ―Lacopaprimero. ―¿Quéesloquequierestomar? ―Creoqueunacervezaestarábienahora.―Siibaahablarconél,lo mejoreraestaralgosobria―.¿Quéhacesaquí? ―Divertirme. ―Pidió dos cervezas y le tendió una a ella―. Aunque reconozcoqueverteaquímehaalegradolanoche. ―¿Yo?¿Alegrartelanocheati? ―Sí,estáspreciosa,Rocío.―Larecorrióconsumirada,apreciandolo queveía. Sesonrojóysintióqueleardíalacara. ―Perosinotecaigobien. Davidlamiróperplejo. ―¿Yquiénhadichosemejanteestupidez? ―Pues,nosé...,¿yo? ―Estásmuyequivocada,preciosa. La sujetó de la cintura y la sacó a la pista a bailar. Sus cuerpos se rozabansensuales.Davidlaacercóasupecho,hundiéndoleelrostroenel pelo. Movieron los cuerpos al compás de la música. La deseaba con locura. Debíahabersedadoungolpeenladucha.Esoera.Estabainconsciente enelsuelodeladuchaysoñaba,comosiemprequeestabaenbrazosde David;nopodíaserotracosa...Dios,olíatanbien,ysentirlocontraella, rodeándoladenuevoconlosbrazosmientraslaacariciabadeesamanera, hacíaquesehumedecierasusexo. David acarició su espalda hasta dejar las manos en su perfecto culito. Dios, estaba hecha para él. La apretó contra él, notando sus pezones a travésdesucamisa.¡Joder,cómoloestabaponiendo! Rocío levantó la cabeza y lo miró a los ojos. Sintió cómo todo su cuerpo pedía más, cómo deseaba besarlo, cómo quería que la volviese loca.Suslabioscasiserozaron;sintióelalientodeélrozandolossuyosy nopudoevitarhumedecérselosligeramente. Los ojos de David la miraban con deseo, y ya no pudiendo aguantar más,bajólacabezayatrapósuslabios.Primerolosdibujóconlalengua parainstarlaaabrirlos,ycuandolohizo,conungemido,sulenguasalió al encuentro de la suya, creando una danza ardiente. Su sabor lo enloquecíapormomentos.Eradeliciosa,perfectaparaél. Se sentía en una nube, y desde allí no escuchaba los aplausos de sus amigas ni veía que Sergio no andaba lejos, chocándola con un chico al quenoconocía.Ensunube,soloestabanellayDavid.Joder,besabaque quitaba el aliento, mucho mejor que en sueños. Enredó los dedos en el pelo moreno que se le enroscaba en la nuca y lo atrajo más a ella. No pensabadejarloescapar.Aquellanoche,no. El profundizó el beso a la vez que se movía al son de la música. Esa nochenopodíadejarlaescapar.Nosupoeltiempoquepasaronbesándose, perocuandoseseparódeellalegustóloquevio:loslabioshinchadospor susbesosylamiradadedeseo. ―Estásbellísimaasí. ―Túestásguapohastaconeluniforme. ―Si te pongo, puedo ponérmelo en privado para ti. Te deseo, nena. Llevomuchotiempodeseándote. Rocíosintióqueselesecabalagargantaylavozseleescapaba.Quería decirle que ella también, que llevaba seis meses, desde que llegó a los juzgados,soñandoyfantaseandoconél.Quesehabíadadocuentadeque estabalocaporélyquesentíamuchohabersidounaarpía,losdesplantes diarios...,todo.Peronoconsiguiódecirnadadeeso. ―Yyo. Éllesonrióylabesódenuevo,peroestavezelbesofuemásposesivo; ellaerasuyaynoladejaríaescapar. Rocíosintióqueletemblabanlasrodillasyseabrazómásaél. ―Vámonosdeaquí,preciosa. ―¿Adónde? ―Amicasa.Noquedalejosdeaquí. Porunsegundodudó,perolodeseaba.Queríaaesehombreensucama, omásbienmeterseenlacamadeélesanoche. ―Vamos.Nomeecharándemenos. David volvió a besarla intensamente y, sujetándola de forma posesiva porlacintura,lacondujofueradeladiscoteca. Unavezquellegaronalcoche,unAudiA3Sporbacknegro,leabrióla puertacomouncaballeroyellasubiósensualenél.Davidobservócómo se le subía el vestido y dejaba a la vista más de la hermosa piel de sus muslos que estaba loco por probar, lamer y acariciar. Cerró la puerta y rodeó su coche, subiendo rápidamente. Colocándose bien para que la tremendaerecciónqueteníanolemolestara,arrancóysonóenelinterior «She will be loved», de Maroon 5 Los dos se mantienen en un silencio agradablemientrasescuchanlapreciosacanción. Cuandoestacionóenelparking,paróelmotorylamiróllenodedeseo. Sinmediarpalabra,lasujetódelanucaylabesódespacio.Disfrutabade susabor,ycuandoellagimióensuslabiosylosabrióparaél,fueélquien gimió y la estrechó más entre los brazos. La deseaba desde el primer momento en que puso sus ojos en ella. Estaba locamente enamorado, lo sabía;comotambiénsabíaqueellaeraespecial,ellaerasuya,sumujer,y daríaloquefueraporverlasonreíryfeliz.Nosabíacómohabíalogrado colarse bajo su piel, pero agradecería cada día que el destino la hubiera puesto en su camino. Las manos de David, hambrientas de ella, la acariciaronporlaespaldahastalascaderas.Despacio,sinromperelbeso, fue bajando hasta llegar a los muslos. Sintió cómo la respiración se le agitaba,ysonriócontrasuslabios. ―Sabesmaravillosamentebien,preciosa. ―Dios,David...Bésameotravez. ―Siempre,Rocío...Nopuedonegartenada. Inclinó la cabeza y volvió a apoderarse de sus labios, buscando su lenguaparacrearunadanzaqueavivaramáslasllamasentreellosdos.No teníabastantedeella,nilotendríanunca. Rocíogimiócontrasuslabiosdejándosellevar,ysintiócómoelcuerpo selecalentabayelsexoselehumedecíaporél.Apretólosmuslos,donde élteníaunamanoquelaquemabacomosiestuvieraalrojovivo. ―No cierres tus muslos, nena. Quiero sentir cómo te humedeces por mí. ―Se los abrió despacio y acarició su parte interna, subiendo lentamente,clavandounapenetrantemiradaenella.Leapartóeltangay, con el dedo, acarició el sexo húmedo―. Nena... ―Rozó muy lentamente su clítoris, lubricándolo con sus jugos―. Joder... Me muero por saborearte. ―Hazlo,porDios.Peroaquíno...Llévameatucasa. Lamirósonriendo. ―Teníapensadollevarteamicama.―Lavolvióabesarintensamente. Encincominutosestabantraspasandolapuertadelacasa,yélcerróa suespalda. ―Rocío,¿estásseguradeesto? ―Lo llevo deseando desde que te vi en la puerta de los juzgados por primeravez... Élseacercóaellaconpasoseguro,leacaricióelrostroylesusurróal oído: ―Bien,porqueahora,aquímandoyo. Sujetándoladelacintura,labesódeformaposesiva,desabrochandoel vestido para poder acariciar esa piel que tanto deseaba. Le siguió el sujetador,ycontemplóhambrientosusfirmesyllenospechos. ―¿Vasavengartedemí? ―No,nena,solovoyahacerquegritesdeplacer. La elevó en brazos, dejando en el suelo el vestido, y la llevó a su habitación.Allílatendiósobrelacama,despacio,yempezóarecorrersu cuerpoconpequeñosbesos. Searqueóhaciaélenbuscadesuboca.Cadarocedeaquelloslabiosla quemabaylacalentaba,deseosademásdesubocaportodoelcuerpo.Lo queríatododeél. Davidsetomósutiempo,recorriéndolaconsusbesosycaricias.Sentir cómogemíaysearqueabaparaélloestabavolviendoloco,peroquería disfrutarla, quería hacerla gritar de placer. Le sujetó las caderas y las elevó hasta su boca, y mirándola pícaro, empezó a lamer su sexo. Lo recorrió entero con la lengua, rodeando su clítoris, para después succionarloyseguirlamiéndola.Joder,ibaareventarsuspantalones;era preciosayerasuya. ―¡David!¡Nopares,porfavor,nopares! Escucharsunombredesuslabioslocalentabacomounamecha.Hundió lalenguaenelinteriordeesadulcecuevadelplacermientraslesujetaba suspechos,acariciándolosypellizcandosuspezones.Nolediotregua:la torturó, lamió y embistió con la lengua como si fuera su miembro. Deseabavolverlalocayadictaaél. Rocíolesujetólacabezamientrasempujabamássusexocontralaboca pecaminosadeDavid.Estabaapuntodeestallarysusgemidoserancada vezmásymásfuertes,máscargadosdeplacer Élsuccionósuclítorisalavezqueintroducíadosdedosenella. ―Venga,nena,damedebeber. Ella estalló por sus palabras y su toque, gritando su nombre. David bebiódesusjugos,gimiendoensusexo.Seapartódeella,mirándolacon extremo deseo. Se desnudó veloz y la hizo girar de espaldas a él. Arrancándoleeltanga,seintrodujodeunaembestidaenella,pegandola espaldaasupecho,pellizcandolosdurospezonesdelamorena. ―¿Sigo? ―Aquímandastú...Perosigue. ―Sí,aquímandoyo,peromiprioridadesquetú,amor,disfrutes. Empezóamoverse,entrandoysaliendodeella.Alprincipiodespacio, perominutosmástarde,laembestíalocodedeseo.Sentircómorespondía aélerademasiado. Se dejó llevar por David; la está volviendo loca. Sus pezones estaban duros y los pechos le pesaban de excitación. Su interior se acopló perfectamente a la maravillosa erección de David, que la penetraba y reclamaba con cada movimiento. Cerró los ojos y se entregó al placer, apoyandolacabezaenelhombrodeél,buscandosuboca. Davidatrapósuslabiossindetenerlasembestidas.Masajeósuspechos, tirandodesuspezones. ―Rocío...,nena,necesitodejarmeir.―Lemordióloslabios,entrando enellamásymásduro. ―Déjateir,yllévamecontigo... Davidlasujetódelanuca,posesivo,haciendoqueagachasesucabezay dejandoqueentraseenellamásprofundo.Tenerlaacuatropatasloponía frenético,asíquelaagarródesuscaderas,embistiéndolalocodedeseo. ―Oh, mierda, Rocío, así... Joder, nena, cómo me succionas... ―La embistiódosvecesmásysoltóungemidomuyvaronilcuandoseliberó dentrodeella. Rocío gritó apenas un segundo detrás de él dejándose llevar por un orgasmo devastador. En sus sueños nunca había sido tan intenso... La realidadsuperabaalaficción,ylavolvíaloca. David,aúnconlarespiraciónagitada,saliódeellaylaarrastróconél, abrazándola. ―Amor, siento no haberme puesto un condón, me alteras tanto que ni penséenello.―Besósuslabios. ―Tomolapíldora...Pero... ―¿Pero? ―Esonoprotegedeotrascosas... ―Estoysano,cielo,notepreocupesporeso. ―No lo haré... ―Se acurrucó contra él, acariciando el vello de su pecho, jugueteando con él entre sus dedos―. Es mucho mejor de lo que pensaba. ―Nosabeslasvecesquehesoñadoconesto. ―Y yo. Estar entre tus brazos... Siento haber sido una arpía, pero cuandolaabogadaJeckyllseapoderademí,nopuedocontrolarelgenio. ―Ese genio tuyo me pone. ―La besó―. Quiero seguir así contigo, Rocío.Séquesoysolounvigilante,perollevoañospreparándomepara entrarenelcuerpodelaPolicíaNacional.Solomequedaelpráctico,ysi apruebo,entraré. ―Medaigualloqueseas,megustastú.Yotambiénquieromásqueuna nocheatulado,David. ―Rocío..., eres mi vida y quiero compartirla contigo. ―Acarició sus caderasconsuavesmovimientos. Lo besó en los labios, despacio, disfrutando del momento. Cuando se separódeél,lomiróalosojos. ―Noquierounsolodíamássinti. ―Nolotendrás,amor,eresyserásmía.Sientoenmicorazónquenací solamenteparahacertefeliz.―Laverdaddesuspalabrasestabaescritaen susojoscuandolamiró. ―Solotuya. Davidlabesócomonuncahabíabesadoaningunamujer.Ella,porfin, erasuya,ynoladejaríamarcharnunca.Ellaeraladueñasucorazónysu alma. Unañodespués… La puerta de su habitación se abrió y Mamen, Vero, Mayte y Rosa entraroncomountorbellino,muertasderisa. ―Madre mía… Pero ¿habéis visto cómo está Juan? ―dijo Vero―. Menudocuerpazotiene. ―Es lo que tienen los policías… ¡Cuerpazo y porra! ―gritó Rosa, dejandounacajitasobrelamesa―.¿Davidestáigualdebuenorroahora queespoli? Rocíolasmiróysonrió.Susamigasnopodíanfaltarleenundíacomo aquel:eldíadesuboda. Ya hacía un año que ella y David se habían lanzado de cabeza en su relación, y aunque para algunos era muy pronto, para ellos era el momentoperfecto.Cuandotienesdelanteatualmagemela,tucuerponote dejaapartartedeella.YellayDavid,eranperfectoselunoparaelotro. Hacíadosmesesquehabíaaprobadolosexámenes,yprontopatrullaría con su sexi uniforme. Solo de pensarlo se encendía de nuevo, y con el vestidodenoviapuesto,noerabuenaidea.Estabadeseandoqueacabarala ceremoniaypoderabrazarseaélporelrestodeldía. Después de aquella noche en el club, que se alargó por todo el fin de semana, las cosas entre ellos en el juzgado habían cambiado. Ya no se ponía nerviosa al verlo, le sonreía cada vez que se cruzaban por los pasillos y coincidían en los descansos. Cuando se quedaban solos se comíanabesos,perodecaraalagaleríanoestabanjuntos,paraproteger eltrabajodeél,hastaahora,queyanotrabajabaenlosjuzgados,yeran libresdegritarsurelaciónaloscuatrovientos.Ylosgritosdefelicidad desusamigaseranlosprimerosdeldía. Despuéssiguieronlosdeellaalverlapreciosapulseraquehabíadentro delacajitaquetraíaRosa.EraunregalodeDavid.Elultimoquelehacía siendonovios,yelprimerodelprimerdíadesunuevavidajuntos. Más gritos hubo a la salida de la iglesia cuando los invitados tiraron arrozyvociferaronelconsabido:«Vivanlosnovios»,ycuandopedíana gritosbesosentrelosreciéncasadosduranteelbanquetedebodas.Estaba siendoundíallenoderisas,gritosdealegríayllantosdeemoción.Pero perfectoencadasegundo. David la abrazaba, acunándola entre sus brazos mientras bailaban al ritmo de «It will rain» de Bruno Mars. Tenerla allí, siendo ya suya, era perfecto.Verlasonreírdurantecadadíadespuésdeporfinhacerlasuyale había dado toda la fuerza que necesitaba para conseguir su propósito: lucharporsusueñoycompartirloconlamujerdesuvida,suRocío.Esa noche dormirían en un hotel, y al día siguiente saldrían camino de la Toscana,apasarunasemanaenunapreciosacasajuntoaunosviñedos,el sueño de Rocío desde hacía años. Él iba a cumplir cada sueño que ella tuviera desde ese momento; no dejaría que nada la apartase de él, no permitiríaquenadalahicierallorarsinoeradefelicidad,nopermitiría queniunsolodíaolvidaralomuchoquelaamaba. ―¿Eresfeliz,mipequeñaJeckyll? ―Sí.Desdequedejédemandarte,soylamujermásfelizdelmundo. ―Eso fue una buena elección, preciosa. Pero tu genio sigue poniéndomeacien.Esperoqueenlalunademiellosaquesamenudo… Asínosaldremosdelahabitación,ytendremosunapreciosaniñaitaliana. ―¿Unaniña?¿Ysifueraunniño? ―Seráunaniña,yserátanbonitacomotú. ―¿Seguro?¿Yesoporqué? ―Porqueaquímandoyo. Ybesándolaconamorypasión,seperdieronentreelrestodeinvitados quebailabanasualrededor,acompañándolosenelprimerdíadesunueva vida. Cincoañosdespués MariahEvans Mireiacambiódeposicióncruzandolaspiernas,apoyandolaespalda correctamentecontraelbanco.Elevósurostrohaciaelcieloydisfrutódel contactodelosrayosdelsolsobresupiel.Eraunbonitodíadeabril.Miró haciaunladoyobservócomounniñodeapenascincoañosreíamientras corríahacialoscolumpiosdeaquelparque. Observósureloj.Quedabanquinceminutosparalasdosdelmediodía. Nohabíapodidocomernadaaquellamañana,nitampococenadolanoche anterior. «Quince minutos», pensó. Tragó saliva y suspiró mientras observaba comootrosniñoscorríanhaciaunafuenteparabeberagua,sedientostras tantojuego.Hacíamásdediezañosellamismahabíasidolaquebebíaen aquellafuente.Losrecuerdoslaasaltaronenaquelmomentoyunasonrisa sedibujóensurostro. *** ―Parecesunchoto―pronunciaronasulado.Mireiaapartósuslabios de la fuente y miró a Sergio con una mueca algo enfadada. Se cruzó de brazos y ladeó su rostro. Sergio resopló―. ¿Por qué te entretienes con todo?Aestepasonovamosallegarnuncaalabiblioteca,ylerecuerdo, señorita Mireia, que en dos días tenemos el examen final de estadística empresarial. ―Son dos minutos los que gasto bebiendo agua. No te va de ahí ―comentóellaacercándose,sujetandolacarpetadelauniversidadcontra supecho. ―¿Cómoqueno?Tenemosquememorizarcasidoscientashojasendos días ―dijo con fastidio. Ella se encogió de hombros y sonrió hacia su amigo como si no le importase, pero aquello hizo enarcar una ceja a Sergio―. Claro, como la señorita es una estudiante de matrícula no le importa. Pero te recuerdo que yo necesito una clase exhaustiva de esta maldita asignatura. ―Cogió a Mireia del brazo y comenzó a tirar acelerandoelpaso―.Vamos,porDios,oacabarésuspendiendo. *** Sí,siempresehabíaconsideradounabuenaestudiante.Loscuatroaños de carrera se le habían pasado volando y ahora, a sus treinta años trabajabaparaungranbanco. Despertódesuspensamientoscuandounniñopasóasuladotirandode lamanodesumadreconfuerza.Volvióacomprobarsurelojyvioque marcabanlasdosmenosdiez.Notócomoelvelloseleponíadepuntay miródeunladoaotro.Sumiradarecayódirectamentesobrelabiblioteca dondetantastardeshabíaestudiadojuntos. *** Sergio cogió de nuevo la calculadora y volvió a pulsar los botones confuerza. ―¿Por qué no me da el mismo resultado que a ti? ―susurró desesperadomientraspaseabasusojosazulesdesucuadernoaldeella. ―Shhhhhh―lellamaronlaatencióndesdeatrás. SergiochasqueólalenguayvolvióamirarelcuadernodeMireia. ―¿Qué culpa tendrá la calculadora? Deja de aporrearla. Anda, trae ―comentó ella cogiéndoselo para revisarlo. En ese momento Sergio se acercó. Notó su proximidad, su calor y como sus mejillas se encendían. Realmente no había sido consciente de cuándo había comenzado a enamorarsedeél,nisiquierasillevabaunañoodos,perolociertoesque poco a poco se había ido adentrando en su corazón. Aquella mirada azulada y juvenil, aquella sonrisa tierna, su cabello castaño oscuro siempre despeinado―. Se te ha olvidado sumar estas ganancias, ¿cómo quieresquetecuadreelbalance?―leregañóvolviendosurostrohaciaél. Estaba cerca, tanto, que sus narices chocaron. Al momento se movió compulsivamente hacia atrás, apartando su rostro asustada, lo que hizo que Sergio sonriese de una forma endiablada mientras pasaba su brazo por el respaldo de ella, aproximándose de nuevo. Sí, le encantaba provocarla,esoloteníaclaro. ―Ya…―Miróelcuadernoduranteunossegundosyvolvióaelevarla miradahacialosojoscolormieldeella,aúnconlasonrisaensurostro―. Ayúdame ―bromeó simulando una súplica―. Sin ti estoy perdido y no conseguiré… ―Deja de decir tonterías ―susurró mientras cogía de mala gana el bolígrafo y rectificaba los números. Tachó unos cuantos y los sustituyó por los correctos―. Ves, ahora está bien. ―Le indicó con el dedo el resultado. Sergio sonrió más abiertamente mientras cogía su cuaderno. Estuvo variossegundosobservandolasrectificacioneshastaqueunlargosuspiro saliódelomásprofundodesuser.Girósurostrolentamenteyrecorrió susojos,sunariz,suslabios… ―Te necesito cerca… ―susurró sin apartar la mirada de ella. Mireia pusosuespaldarectaytragósaliva.Duranteunossegundosseleparalizó el corazón―. Pienso copiarte en el examen ―pronunció divertido mientras volvía a obsequiarle con una sonrisa. Alzó sus brazos hacia el techoenactituddesesperada―.¡Noentiendonadadeloquehashecho! ―Shhhhhhh―volvieronadecirdesdelamesadeatrás. *** Mireianopudoevitarsonreírmientrasapartabalamiradadeaquella biblioteca.Recordabasuetapauniversitariaconcariño.Habíansidocuatro añosfrenéticos,denochessindormir,nervios…perohabíamerecidola pena. Ahora se le antojaban ya lejanos, como si se tratase de una vida anterior. Cogió un mechón de su cabello castaño y lo colocó tras la oreja mientrasrecordabaeldíaenquerecibiósuúltimanotadelacarrera. *** Apartó a unos cuantos compañeros suyos que gritaban eufóricos y buscóconlamiradaaSergio.Almomentoloencontró,éltambiénparecía estar buscándola. Avanzaron hasta colocarse uno frente al otro y Sergio extendiólosbrazoshaciaella. ―¡Aprobado!―gritómientrasseabrazabanycomenzabanadarsaltos. Pasaron así varios minutos, gritando, brincando y extrayendo de sus cuerpostodoslosnerviosquehabíanacumuladoaquellasúltimassemanas conlosexámenes.Seseparóunpoco,aúnsujetándolaporloshombrosy lamiródirectamentealosojos. ―¡Hayquecelebrarlo!―gritódenuevoabrazándola. Y tanto que lo iban a celebrar. Habían quedado varios compañeros de universidad para salir al día siguiente por la noche. Mireia se había reunidoconsuamigaCristina,ensupisodeestudiantes,yhabíanpasado cercadeunahoraarreglándose.Sehabíamaquilladoysehabíapuestouna faldatejanaconunacamisetadetiranteslila. ―Sergio se va a morir cuando te vea ―susurró Cristina mientras Mireiaseacercabaalespejo. Estuvo a punto de meterse el lápiz en el ojo y miró en el reflejo a su amiga.Cadavezsearrepentíamásdehaberlehabladodelossentimientos quealbergabahaciaél. ―Silollegoasaber,notedigonada. ―Vamos―continuóCristinamientrasseacercabaaella,pasándosela manoporsucabellorubioycorto―.Soislosdosunostontos;atisete notaaleguasqueestásenamoradadeélyaéligual,noentiendoporqué estatonteríadenodecíroslo. Mireia dejó el lápiz de ojos con un golpe sobre el mármol y se giró haciasuamigaextendiendolosbrazos. ―Oye,esotúnolosabes… ―No estoy ciega. Venga, si al pobre Sergio le salen chispitas de los ojoscuandotemira―contraatacóconunasonrisa. ―Somosamigos―dijocogiendoelcoloreteylabrocha. ―No―seaproximóaellaexcesivamenteysonrió―.Soistontos. Mireia suspiró y decidió hacer caso omiso a su amiga. Sí, estaba enamorada y podía asegurar que él lo sospechaba, pero de ahí a que él tambiénpudieseestarlo… Sergioera un chico demasiado atractivo como para fijarse en ella. La consideraba su amiga, y prefería no hacerse ilusiones al respecto. Seguramente tras acabar la carrera se distanciarían. Ambos encontrarían trabajo y cada uno seguiría con su vida. Aquello la entristeció en cierto modo.Seobservóenelespejomientrassecolocababienelcabelloyse miró con determinación. Debía ser una chica decidida, ya había pasado demasiados años guardándose ese secreto. Quizás fuese la última oportunidadparaestarconél. Ladiscotecaestabaarebosarcuandoentraron,perotrasdiezminutosde búsqueda en la que recibieron pisotones y empujones consiguieron dar consusamigos. ―Yaerahora―pronuncióSergioacercándoseaellaconunacerveza enlamano―.Pensabaquenoibasavenir.―AlmomentoMireiarecibió el guiño de ojo de Cristina mientras se separaba, la observó alejarse contoneando sus caderas hacia el resto de sus compañeros hasta que Sergiovolvióaponersefrenteaellayperdiódevistaasuamiga―.¿Una cerveza?―preguntóanimado. ―Sabesquenomegustalacerveza. ―Losé.―Seseñalóconeldedomientrassedirigíahacialabarra―. Perounchupito,sí,¿verdad? Después de un cubata y cuando iba por su sexto chupito tuvo que sujetarsealabarraparaguardarelequilibrio.MiródereojoaSergio,el cuallaobservabaconunasonrisa,yseacercóaélintentandomantenerse derecha. ―Ahogayaegesdirrectordeunagraaanemprecha.―Sergiosoltóuna grancarcajadayllamóalcamarerodenuevoalzandosumano,pidiéndole que sirviese dos chupitos más―. Egtás heshooo todo un emprechario. ―El camarero se situó frente a ellos y volvió a rellenar los chupitos―. Ayyy…no…otrgono.¿Quierresmatarme? Sergiolepasóunodeloschupitosconunasonrisa. ―Vamos,estamosde«chelebrachión»―Seburló―.Hemosacabadola carrera. ―Yonoeshtoydechelebrachión…―Luegomiróhaciaelrestodesus compañeros de universidad que bailaban al son de aquella música electrizante―.Loqueshtoyesborrashaaaa. ―Sí, eso también ―pronunció mientras golpeaba su chupito con el suyoylobebíadeuntrago. Ellalocontemplóduranteunossegundos.Estabatanatractivo,erantan guapo… ―Yo no tengo nada que chelebrar ―pronunció algo enfadada―. Hemoshacabadolacarrera,chi,pero¿yqué?―dijosoltandoelchupito sinbeberloyelevandolosbrazoshaciaél―.Notenemoshtrabajo.Todo esssshmuycoomplicado. ―Bueno,hayalgoquetequeríacomentar―pronuncióacercándosele. Ella lo miró de reojo―. ¿Recuerdas la entrevista que hice hace una semana?―Lomiródearribaaabajo―.¡Mehancogido! Mireiapusosuespaldarecta. ―¡Muu bien! ¡Felishidades! ―gritó hacia él. Al momento, sin poder evitarlo se arrojó hacia sus brazos; a Sergio no pareció importarle aquelloylarecibiógustoso―.Mealegromushooo. Recostólafrentecontrasupechoycerrólosojos.Lociertoesquese estababienallí,entresusbrazos.Almenosledotabadealgodeestabilidad queenesemomentonotenía. ―Muchasgracias―comentóSergioaúnabrazándola―.Poresotienes que tomarte ese chupito que te he pedido, hay que celebrar que he encontradoun…―Nopudoseguir.JustoenesemomentoMireiainclinó sucuerpohaciadelanteycomenzóavomitar―.¡Joder!―gritódandoun saltohaciaatrás. ―Lochiento.―Hizounpuchero. ―No, no, tranquila. ―La cogió rápidamente del brazo sujetándola contraél―.Menudatorrijallevas.Serámejorquetelleveacasa. Tras lograr salir de la discoteca, y de que Sergio la arrastrase por la calle,consiguieronllegaralcoche.Nisiquierahabíasidoconscientedel trayecto de media hora que había hasta su piso alquilado, cerca de la facultad. Sergioleayudóaabrirlapuertaylallevóhastasudormitorio.Ellase habíamantenidocalladadurantetodoelrato.Jamássehabíasentidomás avergonzada¿Lehabíavomitadoenloszapatos? ―¿Necesitas ayuda para ponerte el pijama? ―pronunció con una sonrisaalgolasciva. Durante unos segundos estuvo tentada de decirle que sí, total, ¿si él mismo se ofrecía, no sería descortés rechazarlo? Ahora podía aprovecharse, podía ser mala si quería, estaba borracha y luego podría decirquehabíasidotodoculpadelalcohol. Se quedó unos segundos observándolo fijamente, barajando la idea. Sergio se encontraba bajo el marco de la puerta mirándola con una sonrisadivertida. Tragósalivaydeambulóincómodaporlahabitación. ―No, no hashe falta. Ya puedo yo sholita. ―Sergio se encogió de hombros pero aún así no se movió. Mireia fue hacia la cama y cogió el camisóndedebajodelaalmohada―.¿Ycuándoempieshasatrabajá? ―Lasemanaqueviene―pronunciócruzándosedebrazos,conteniendo la risa cuando ella pronunciaba alguna palabra―. Es una empresa importante,ymehanaseguradoquepuedopromocionarme.Fíjate,quizás enunosañospuedasereldirector―acabóbromeando. Mireiaenarcóunaceja. ―Tú también eshtás borrasho ―bromeó perdiendo el equilibrio y cayendoprácticamentesobrelacama―.Conlomalqueshetedabanlas cuentas ―pronunció mientras se quitaba los zapatos y bajaba unos centímetros de altura―. Tá claro que ellos no han visto los balanshes empresharialesquehashes…sino,notehubiesencontratado. ―Ja. ―Dio unos pasos hacia ella acercándose y la miró fijamente―. Bueno, es evidente que tengo mucho que agradecerte. Te costó, pero al finalconseguistequelocomprendiese. ―Chí,partedetunóminaesmía―rioseñalándoloconeldedo.Aunque volvióaperderelequilibrioyacabócolocándolosobreelpechodeél.Al momento comenzó a darle golpecitos ante la mirada divertida de Sergio―.Unsheshentaporshiento. ―Tienestodalarazón,yporesomismopiensoinvitarteacenarcuando cobreelprimermes―comentómuysonriente. Lomirófijamenteyestuvoapuntodesoltarunalágrima. ―¿Encherio?―susurróembelesada. Parecíaqueelhechodequeacabasenlafacultadydeque,obviamente, sus caminos se distanciasen no tenía porque significar que perdiesen el contacto.Locontemplóunossegundos,peroéltuvoquenotarquealgola entristecíaporquelaobservóenarcandounaceja. ―¿Quépasa?―preguntóalgopreocupado. Ellaseencogiódehombrosintentandocontrolarse. ―No, nada… es, es solo que penshaba que como hemos acabado la facultad quichá tú no querrías verme más. Como ya no neshesitas clases particulares… Pusolosojoscomoplatosydiounpasohaciaatráscomosilehubiesen golpeado. ―¿Por qué piensas eso? Está claro que estás borracha. No estás fingiendo ―dijo a modo de respuesta, aunque luego le sonrió más tiernamente―.Eresmiamiga,mimejoramiga. Sí,soloamiga,pensóMireia. ―Ya,noshe… ―No vas a librarte tan rápido de mí. ―Acabó sonriendo. Ella lo observóyaceptóalgotímida―.Bueno,va,ponteelpijamayveadormir lamona.Faltatehace. Deprontoseacercóylarodeóconlosbrazos.Mireiavolvióaquedarse estática,saboreandoaquelmomento.Élsedistancióunpocoylaobservó directamentealosojosmientrasaúnlasujetabaporlacintura. Duranteunossegundossusmiradasseencontraron,losojosdeSergio parecieronmirarsuslabios,peroalmomento,comosidespertasedeun sueño,seseparódeellaymetiólasmanosenlosbolsillos. ―Tellamoestasemanaparaquedar,¿deacuerdo? Ella permaneció quieta y afirmó con su rostro sin poder pronunciar palabraalguna¿Habíamiradosuslabios?¿Lehabíaparecidovereldeseo enaquellamirada? Sergiosegiróysaliódirectamentedelpisodejándolapensativa. *** Mireiasuspirómientrasmirabasureloj,quemarcabacasilasdosde la tarde. Solo faltaban unos minutos. Lo cierto es que cada vez que recordabaaquelepisodiodesuvida,nosabíasiecharseareíroallorar. Observó de nuevo a todas aquellas personas pasear, sin ser consciente delosnerviosqueseacumulabanensuinterior.Instintivamente,cogióel móvil y lo comprobó. Ningún mensaje nuevo. Se mordió el labio y accedióasucorreoparaleerunodelosúltimosemailsquehabíarecibido deSergio. «Aquí en Shanghái hace un calor horrible. La verdad es que es insoportable.Porcierto,aversivienesaverme,hacecasicincoañosque nonosvemoslascaras,creoqueyavasiendohora.Notepreocupesporel billete,telopuedosacaryodesdeaquí» Notóotravezcomounalágrimaestabaapuntodebrotardesusojos. Sergio había ido prosperando en la empresa y pocos años después lo habían hecho directivo de una nueva filial en Shanghai. Aún recordaba cuandolehabíadichoquesemarchabaparatrabajarallí.Habíaquedado con él, Cristina y algunos compañeros más de facultad con los que manteníaelcontactoenunrestaurante. *** ―Cuantomealegroporti―exclamóCristinaconunagransonrisa. ―Laverdadesqueestoymuyilusionado―contestóSergio. ―Sí… es… es una gran noticia ―pronunció con una tímida sonrisa Mireia. Pocosdíasdespuéshabíaquedadoconsuamigaparacomer.Dadoque suspuestosdetrabajoestabancerca,devezencuandosepermitíancomer juntasynollevarsecomidadecasaaltrabajo. ―Deverdad,Mireia,noteentiendo… ―Yo lo veo muy claro ―pronunció mientras se llevaba un trozo de pescadoalaboca―.Élsemarchaeiniciaráunanuevavidaallí. Suamigadejóeltenedorsobrelamesaalgoenfadada. ―En serio, lo vuestro es increíble ¡De verdad que no lo entiendo! ―gritó cuando pronunció aquello, llamando la atención de varios comensalescercanos.Mireiaresopló―.TúestásenamoradadeSergio,él deti… ―¡Y dale! ―exclamó enfurecida. Estaba claro que Cristina intentaba animarla, darle esperanzas, pero, ¿de qué servía ya? ―Eso no lo sabes, tú… ―dijo acercándose a ella por encima de la mesa―. Dices eso sin fundamentoalguno.Sí,estoyenamoradadeél,peroestáclaroqueSergio demíno.Soysuamiga;paraél,siemprehesidosuamiga.Ahorasevaa marchar a trabajar al extranjero, conocerá a alguien, comenzará una nueva vida allí… ¿de verdad crees que si estuviese enamorado de mí se marcharía?¿Onomediríanada? ―Túnoselohasdicho―contraatacósuamiga. ―Peroélesquienseva…yaunqueledijesealgoahora,¿dequéibaa servir? No puedo decírselo, sería como… ―Automáticamente se llevó unamanoagobiadaalafrente―.¿Creesquequieroquesemarche?¿De verdad lo crees? ―pronunció dolida―. Pero se va, para siempre. Y no voyaseryoquienlepongaunimpedimentoolehagairseconunamala sensación. ―Acto seguido se levantó cogiendo su bolso―. Esta vez te tocabapagarati,¿no? ―Vamos,Mireia…―intentócalmarlasuamiga―.Noteenfades… ―Nosvemoslasemanaqueviene―pronuncióantesdedistanciarsede ella. Aquello le dolía, le dolía demasiado. Sergio se marcharía y seguramente no volvería. Había perdido su oportunidad con él. Con el pasodeltiemposehabíanvistoamenudo,aunquesiempreacompañados por amigos. Se sentía estúpida. Durante aquellos últimos años desde que acabaron la facultad no habían perdido el contacto, pero ambos se encontrabanmuyocupadosconeltrabajocomoparapoderversecadadía, consuerte,quedabanlosfinesdesemana.Ahoraesotambiénseacabaría. Había tenido la esperanza de que él se hubiese enamorado de ella, pero, qué equivocada estaba. No se había atrevido a sincerarse con él, a explicarlesussentimientos,yahoraloperderíaparasiempre. *** Notó cómo aquellos recuerdos aún la hacían estremecerse. La sensación de pérdida había sido tan grande que había pasado días llorando, sin fuerzas para levantarse de la cama. Lo había querido siempre, y, por tonta, lo había perdido. Después de tantos años, aquello seguíadoliendo. Observó cómo unos cuantos niños corrían con un helado en la mano, mostrándoselo a sus padres como si tuviesen un trofeo. Eso la hizo sonreíryvolvióamirarelrelojdenuevo.Lasdosycincominutosdela tarde.Oteódeunladoaotroysuspiró.Eraincreíblecómoañosdespués, aquella pérdida aún hacía que sus ojos se humedeciesen y su corazón se acelerase.Jamáshabíaexperimentadoundolortangrande.Amedidaque pasaba el tiempo aquel pesar era más soportable, pero aún así dolía, y mucho. Sinpoderevitarlorecordóaquellatardedehacíacincoaños,lavíspera aqueélpartiese. *** Unos días antes habían organizado una fiesta para despedirse de Sergioydesearletodalasuertedelmundoensunuevavida.Pensabaque ya no iba a verlo más, hasta que la noche del domingo llamaron a su puerta. AtravésdelamirillaseencontróconunSergioqueparecíanervioso. Enaquelmomentonotócomosucorazónibaasalirseporlaboca.Intentó calmarseyabriólapuertaconrostrosorprendido. ―Hola―pronuncióél. ―Hola. Se quedaron mirando durante unos segundos y finalmente Sergio le indicóconlamano. ―¿Puedopasar? Mireiapareciódespertardeunsueñoyabriómáslapuerta. ―Sí,claro,pasa.―Trascerrarmiróhaciaelcomedor,habíadejadola caja de pizza que había pedido para cenar sobre la mesa―. Perdona ―comentó acelerada mientras intentaba poner algo de orden―. No esperabavisita―pronunciótímidamente. ―Ya―comentópensativo,observándola. Tirólacajadecartónalapapeleraysegiróparaobservarlo. ―¿Yatienespreparadalamaleta?―susurró. Sergiotardóunpocoenresponder. ―Sí,latengohacedías―explicómientrasavanzabahaciaellaconlas manos en los bolsillos. Paseó la mirada por el piso y luego la miró sonriente―. Siempre me ha gustado tu estilo. Serías buena decoradora. ―Sabíaquebromeaba,cadamuebleeradeuncolorynopegabanada.Al norecibirrespuestavolviólamiradahaciaellaysuspiró―.¿Sabes?Voya echar de menos este piso, la de veces que hemos organizado una fiesta aquí…―acabóriendo,aunasí,pudopercibirunciertodoloroañoranza ensusojos. Elladecidióresponderasusonrisa. ―Sí,estovaasermuydiferentesinti. Sergio la miró fijamente y afirmó mientras la contemplaba. Durante unos segundos se quedaron en silencio, estudiándose, como si quisiesen memorizarcadamatizdelrostrodelotro. ―Tevoyaecharmuchodemenos,Mireia―pronuncióalfin. Ellatuvoqueapretarloslabiosparanohacerunpuchero.Laibaaechar de menos, sí, pero como amiga, jamás había pretendido nada con ella, aunquealcoincidirlamiradaconélnotócómosusojosestabanrasos.Se quedóparalizadaobservándolohastaquelogróreaccionar. ―Yoatitambién.―Denadaservíasincerarseahora,denada.Sergiose iríamañanaalaotrapuntadelmundo,parasiempre,oalmenos,durante muchotiempo―.Perobueno,supongoquevendrásdevisitaalgunavez, ¿no?―pronuncióintentandodarlealgodealegríaasuvoz.Eraeso,ose echaríaallorarallímismo. ―Lo intentaré ―comentó mirándola fijamente. Se quedó pensativo durante unos segundos, como si una idea le rondase por la cabeza y después inspiró un tanto más fuerte―. De acuerdo, te… te enviaré un emailcuandollegue.Esperoquemerespondas. Ellaseencogiódehombrosintentandoaparentarnormalidad,paraque nodetectasecomosulabiotemblaba. ―Sí,siemprenosquedaráelemail―susurró. *** Y así había sido, cinco años de emails constantes. Un ir y venir de correoselectrónicosentreellos.Losprimerosmeseshabíansidodiarios, incluso varios al día, luego habían ido frenando, aunque siempre, como mínimo, un par de emails cada semana se escribían. Algunos la habían hechoreír,otrosllorar… Volvió a mirar la bandeja de entrada en su móvil, observando la infinidad de correos que había recibido durante aquellos últimos años y decidióabrirunoparadistraersemientraspasabanlosminutos. «Vengaya,Mireia,¿enserio?Esetíoesunidiota.Niseteocurravolver a quedar con él, ¿entiendes? Arggg, si estuviese allí, se iba a enterar el muy… ¿Te he dicho alguna vez que tienes muy mal gusto para los hombres? Tresañossinestarahíytemedescontrolas» Mireiasonriócuandololeyódenuevo.Habíaintentandomanteneruna relación con un chico del trabajo hacía dos años, pero aquello no había funcionado; por más que intentase olvidarle, rehacer su vida, le era imposible, siempre había un email en su bandeja esperando a que respondiese. Volvióaobservarlapantalladelmóvilyestavezabrióunoquehabía leídoinfinidaddeveces;nuncasecansaríadehacerlo. «Sí,laverdadesquecomienzoacansarme.Lagenteaquíesagradable peroosechomuchodemenosatodos,especialmenteati.Haymomentosen que me imagino abrazándote. Quizás hubiese tenido que hacerlo más a menudo y decirte un par de cosas. Quizás todo hubiese sido diferente. Reconozcoquefuiunpocoidiota.» Cuando leyó aquel email por primera vez, se había quedado prácticamentediezminutossinpodermoverse.¿Estabainsinuandoloque ellacreíaqueestabainsinuando? Recordaba que en aquel momento había llorado. Lo echaba de menos, prácticamente cinco años de su vida habían pasado ante ella sin ser consciente, se había limitado a dejar pasar la vida, carente de luz, del coloridoconlaqueélladotaba. Recordaba que sus dedos habían temblado cuando había contestado a eseemail. «Yotambiénteechomuchodemenos.¿Aquéterefierescontodoloque tendríasquehaberdicho?¿Aquéhabíassidounidiota?» Noeratonta,ysabíaqueaquellafrasepodíasignificaralgomás,pero hastaquenololeyesenoestaríasegura. Temblóalrecordarcuandoledioalateclaenviaryaquelemailsalió volandodesubandejadeentrada. Había tardado días en recibir respuesta y durante ese tiempo no había dejadodeactualizarsucorreoconstantemente. Mirósurelojdepulserayvioquemarcabalasdosydiezdelatarde. Notó como la boca se le secaba, como los latidos de su corazón aumentabanydecidióreleeraquelúltimoemailquehabíarecibidodeél, hacíaescasamenteunasemana. Notócómosusojossecargabandelágrimasmientrasvolvíaaleerlo, dotándoladeunaesperanzaquehabíacreídoperdida.Eldolorhabíasido tangrandeque,aunqueloleyeseinfinidaddeveces,pensabaquenopodría calmarlo. «Son cosas que preferiría decírtelas en persona. ¿Quedamos en el parquedesiempreelmiércolesquevieneparacomer?¿Sobrelasdos?No mefalles,¿eh? Metrasladandenuevoahí,Mireia.» Contuvo un sollozo cuando acabó de leerlo. Lo había echado tanto de menos,tanto. Como si su mente lo detectase, alzó su rostro y lo vio al momento. Caminabaconpasofirmehaciadondeellaestabasentada,conunasonrisa enlacara.Enesemomento,seleparalizóelcorazón.Aquelloleparecía unsueño.Habíapasadotantasnochesenvelaimaginandounreencuentro queahoraleparecíaimposible. Cincoañoshabíanpasadodeaquellanocheenlaquehabíaidoasupiso adespedirsedeella,seguramenteintentandodecirlealgomás.Cincoaños habíanpasadodesdequesehabíanseparado.Cincoañoshabíantenidoque pasar para que al fin volviesen a reencontrarse, pero durante todo este tiempo,jamás,niduranteunminutohabíadejadodeamarle,derecordar su sonrisa, las innumerables horas que había pasado con él en la biblioteca,lasvecesquehabíansalidoporlanocheadivertirse. Unlargotiempoqueleshabíaservidoaambosparadarsecuentadelo muchoquesenecesitabanmutuamente,paradarsecuentadequeeraalgo queibamásalládelamor,puesniesosañoshabíanlogradosepararlos. Secolocóanteellaconunasonrisa.Selenotabaalgocambiado;seguía siendotanatractivocomosiempre,perounarecientebarbadedosdíasle dabauntoquemásmasculinoyhacíadestacarmássusojosazules. Notó cómo el corazón se le paralizaba y estuvo a punto de echarse a llorarportodoeldolorquehabíaacumuladoduranteesosaños. ―Hola―gimióMireia. Sergio la contempló con una mirada cargada de ternura, pero no contestó. Bajósuslabiosdirectamentehacialossuyosylabesóconunamorque transmitía también todo el dolor y la desesperación que había sufrido durante aquellos años. Mireia no se resistió, se abrazó a él mientras sus labios paseaban con lentitud sobre los suyos hasta que se separó levemente. ―Hola ―respondió al fin Sergio. Ella le sonrió intentando controlar una lágrima de emoción―. Creo que tenemos unas cuantas cosas que decirnosy,sinoteimporta,comenzaréyoprimero―sonriócogiéndole delamano.Mireialesonrióaúnincrédula―.Creoquehesidoelmayor idiotadelmundo―rionervioso. ―Yotambién―afirmóellaconalgodetemblorenlavoz. ―Pero dicen que rectificar es de sabios. Así que allá voy. ―Respiró profundamente intentando calmarse―. No sabes cuántas veces me he planteado volver, cuántas veces me he arrepentido de no haberte dicho cuanto me importabas. He perdido cinco años, pero me gustaría recuperarlos…contigo. Mireia le sonrió y tras varios segundos consiguió mover su rostro afirmando,aúnimpresionada.Habíapasadomuchotiempo,sí,perohabía merecidolapenaesperarporél. Allímite RaquelCampos Martayungrupodeamigoshabíanidoapasarunosdíasdeacampada. Ibanavisitarunenclavepreciosoconmuchossenderosparapasearyun granlago.Tuvieronqueacamparenlazonaespecífica,lesdieronplanos paranoperderseyseinternaronenelbosqueparaintentarllegarallagoa mediodía.Seríaelsitioperfectoparacomeryrefrescarsedelcalor. A medida que avanzaban, algo siniestro ocurría en otra parte del bosque. Un incendio descomunal empezó a abrirse paso a través de los árboles. Los jóvenes andaban en armonía, las chicas decían que hacía mucho caloryseibanabañar.AMartanolegustabalaideadenadarenaguas donde no pudiera ver el fondo, les tenía terror desde que de pequeña se cayóaunpozo. ―Eresunaquejica,Marta. ―Podéisdecirloquequeráis,yomequedaréenlaorillacuidandolas mochilas. Losdemásrieron,sabíanquenolaibanaconvencer.Teníacaráctery sabía muy bien lo que hacía. Algunos de los chicos habían intentado coquetear con ella, pero enseguida les paraba los pies y les dejaba bien claroquesoloeranamigos. Marta los observaba mientras se bañaban, con solo verlos dentro del aguayasentíaescalofríos.Estabatumbadacuandooyóunfuerteruidoyse sorprendióalverunaviónquevolabamuybajo. *** ―Atención:hayungrupodegenteenellago.Repito:haygenteenel lago.Mandenunapatrulla. Adrián estaba preparado, había visto la alerta de fuego inmediato. Estaba sentado en la cafetería de la Base, llevaba el uniforme medio desabrochadorevelandounmusculosotorso.Tomabacaféconlaspiernas cruzadas encima de la mesa mientras observaba a su amigo. Marcos fumaba un pitillo, siempre decía que le tranquilizaba hacerlo antes de entrarenacción. Los incendios en los bosques eran cada vez más peligrosos, ya que la sequedaddelambientehacíaqueelfuegosepropagaradeformarápiday peligrosa.Adriánmirólatazaqueteníadelantedeélyluegoasuamigo. Enesemomento,unhombredeedadmedia,peroaltoyfornido,entróen lasala. ―Venga,chicos.Hayungrupodegenteenellago.Hayquesacarlosde allídeinmediato. ―¿Allí? ¿A quién se le ocurre meterse en esas aguas? ―Adrián no pudo remediar sentir un escalofrío. Se levantó de golpe para ponerse en marcha. Un helicóptero los dejó en un claro cerca del lago, pero el piloto les dijoqueahínopodíavolveraaterrizaryaquelasllamasibanhaciaese punto. ―Yanospondremosencontacto.Perolomásseguroesquevayamosal refugio,allíhayotroclaro. ―Quetengáissuerte. Losdosamigoscogieronlasmochilasconelequipodesalvamentoyel deprevencióndeincendio. *** ―¿Podríaissalirya? ―¿Salir?Noseasaguafiestas;hacecaloryseestádemaravilla. Martahizoungestodefastidio,siemprepasabalomismo.Raúleraun poco prepotente y lo tenía que demostrar en cualquier ocasión. Todo porqueellalehabíadadocalabazas,ycadavezsealegrabamásdeello. ―Venga,anímate―dijoEsther. Ellanoeramalachicaperosedejabainfluenciarporlastonteríasdelos demás.Martallevabaelbikinidebajodelshortylacamiseta,peronotenía ningunaintencióndemeterse.Alfinallosdejóporimposiblesysefue. *** CuandoMarcosyAdriánseacercaron,sedieroncuentadelafiesta:un grupo de jóvenes se bañaba en la orilla del lago. No paraban de reír y gritar. Había alguien que permanecía vestida y parecía que hablaba con ellos.Alfin,sealejódelaorilla,recogióalgodelsueloysedirigióhacia dondeellosestaban. Marta estaba enfadada. ¿Por qué se habría ido de acampada con un grupodeinconscientesquenoveíanpeligroalguno?Cogiólamochilay sedirigióhacialosárboles,sesentaríaalasombrahastaqueterminaran. Entonces, entre la espesura vio a dos hombres uniformados y se sobresaltó. ―Noseasuste.―Marcosseadelantóunpoco―.Somosdelapatrulla forestal.Tenemosquesalirdeaquídeinmediato. ―¿Pasaalgograve?―Martaseacordódelavión―.Hapasadohaceun ratounavión.¿Hayunincendio?―Llevabanunostrajespesadosyambos lamirabanpreocupados.Elmásjovenlasondeóconsusojososcuros. ―Sí. No hay que entretenerse, hay fuego cerca y tienen que salir del agua―informóAdriántratandodeconservarlacalma. ―Yo les avisaré. No quiero que se asusten ―dijo algo nerviosa girándose para ir de nuevo al lago―. Chicos, tenéis que salir, hay un incendio.Hapasadounaviónyhanvenido… ―Noseasparanoica―acusóRaúl. Adriánseacercóalaorillacuandoescuchóelcomentario. ―No está paranoica, salid del lago ahora mismo y vestíos. Tenemos queirnosdeaquíantesdequeelfuegoseextienda. Laschicasgritaronysalierondespavoridas,loschicoslassiguieron.Se vistieronrápidamenteycadaunocogiósumochila. ―Menos mal que llevan buen calzado ―repuso Marcos―. Hay que darseprisa. ―¿Cómo ha ocurrido? ¿Qué ha pasado? ―Las chicas estaban nerviosas.¿Quiéneseranahoralasparanoicas? ―Nodisponemosdeesainformación,solosabemosqueelincendiose acerca. ―¿Noestánintentandoapagarlo?―Raúleraeltípicoguaperas,rubioy conlosojosazules. ―Mira,chico―vociferóAdriánbastantecansadodeeseniñato. MarcosseadelantóporquesabíaqueaAdriánseleagotabalapaciencia pronto. ―Unfuegoenelbosqueesmuypeligroso.Ahífuerahaymuchagente arriesgandosuvidaporintentarextinguirlo. Raúlsecallóyagachólacabeza. ―Bien,vamosatratardellegaraunrefugio.Allíhayunpequeñoclaro dondeosrecogeráunhelicóptero―dijoAdrián. Marta se quedó blanca, lo decía tan tranquilo y ellos… ¿irían o se quedarían? Ahora se daba cuenta de que había humo y que el peligro estabaallí,muycerca.Seatrevióapreguntarle: ―¿Estámuyextendido? Élsegiró.Esachicateníacorajeynopodíamentirle. ―Sí, donde nos dejaron ya está cogido. Tenemos que ir en dirección contrariayrezarparaqueelfuegonoseamuyrápido. ―Mirad las mochilas, solo cargad con lo imprescindible. Cuanto más ligeros,másrápidoandaremosyantesllegaremos―lesaconsejóMarcos. Marta los volvió a mirar, sus equipos debían pesar muchísimo pero estaban entrenados para esos casos. Abrió su mochila y miró lo que llevaba: una cantimplora, una brújula, un pequeño botiquín, un bote de crema para sol y otro para las picaduras, unas barritas de cereales, una camiseta limpia, un par de calcetines y una pequeña navaja de esas multiusos.Desechólosbotes,cerródenuevolamochilayselacolgóal hombro. Adriánlaobservaba,habíaterminadoenseguidaynoperdiótiempoen estar lista. Era algo asombroso en un momento como el que estaban viviendo. ―Marta,venporfavor. Laobservóqueseacercabaalgosonrojadahastaunachica. ―Estonolopuedollevar―dijotemerosalachica. Martamiróelinterior.Llevabaotrobikini,cremasolar,maquillaje,una botelladeaguayunoscalcetineslimpios. ―Nolonecesitas,cogelabotelladeaguayelpardecalcetines.Elresto tíralo. En un momento dejaron un montón de cosas inútiles en la orilla del lago.Estabanlistosparaempezarlamarcha. ―Bien,nospresentaremosparaquenohayadudadequiénessomos.Yo soyMarcosyélesAdrián.Somosdelapatrullaforestal. ―¿Yporquénoestánenelincendio?―increpóRaúlconarrogancia. Adriánsuspiró,esetipoempezabaatocarlelasnarices.Marcossedio cuentayMartatambién.Ningunopudoevitarquesaltaraaladefensiva. ―Mira, es igual de peligroso estar aquí. O quizás más, porque os tenemosqueponerasalvoysiemprehayalgúnimpertinentecomotúque no tiene ni puñetera idea del peligro que corremos mientras estamos hablandocomogilipollas. ―Tepodíasguardartuscomentarios.Estoesserio,Raúl―dijoMarta, apoyandolaspalabrasdesuamigo. RaúlmiróaMartaconrencor. ―Claroquesí,superwoman.―NopudodecirnadamásporqueAdrián lesoltóunguantazo. ―Podríassermáseducadocontusamigos.ComohadichoMarta,esto esserio.Vuestravidaestáenjuego.―Adriánnoqueríaserduro,peroese chiconecesitabaquelemetieranmiedoenelcuerpo. ―Tenemosqueponernosenmarcha.―CuandoMarcosdecíaeso,era porqueelfuegoseestabaacercando. AlpasarjuntoaMarta,Adriánnopudoreprimirseenpreguntarle: ―¿Quéhacesconungrupotanvariopinto? ―Mejorestoqueestarsolay… ―Puesyopreferiríaestarsolo.Menudogilipollas. Se pusieron en marcha y se adentraron en el bosque, todo parecía en calma.MarcosabríalamarchayAdriánlacerraba. ―¿Noserápeligrosoadentrarseenelbosque?―ironizóRaúlyahora habíamiedoensuvoz. ―¿Ahoranosvasadecircómohacernuestrotrabajo? ―Tío,callaya,ellossonforestalesyseconoceránelbosquecomola palmadesumano. ―Menosmalquealguientienesentidocomún―dijoMarta. El chico que había hablado se acercó a Marta y estuvieron hablando unos minutos. ¿Estarían juntos? ¿Por qué se preocupaba por eso en esa situación?Esachicaerapreciosaylista,ademásdetenermáscorajeque todossusamigosjuntos. MartanoqueríaalentaraSergio,porquesabíaquelegustaba,peroella nolecorrespondía.Paraellaerasolounbuenamigo. Llevabandoshorasdemarchacuandounachicaseparó. ―Nopuedomás,meduelenlospies. Martaseacercóaella. ―Esther,nopodemosparar.Elfuegonospuedealcanzar. Lachicalamiróconlágrimasenlosojos. ―Losiento,meardenlospies.Nopuedodarunpaso. Marcossegiróparaobservaralasdosjóvenes.Québienestaríaensu casa con Gloria, esperaban un bebé y le encantaba estar con ella y acariciarlelabarrigaparasentirasuhijo. ―Vamosadescansarunosminutos. Adriánseacercóaél. ―Voyaecharunvistazoalosalrededores.Esetíomeestásacandode miscasillas. ―Es un crío, no le hagas caso, no tiene ni idea. Nos queda poco para llegaralacabaña.Miraavercómoestálazona. AdriánasintióyobservóaMarta,estabaayudandoalachicaaquitarse lasbotas.Comosilehubierasentido,ellasegiróyalzólosojos.Lomiró duranteunosinstantes.Peroenseguidaélsiguióelcaminoyseperdióen laespesuradelbosque. Había algo en él que hacía que su corazón galopase. Nunca había sentidonadaigualynoeraporelpeligro,eraporesamiradaoscura. A los cinco minutos volvió más preocupado que antes, Marcos le observó. ―Elfuegointentarodearnos,vamosderechosaél.Hayquecambiarel rumbounpoco.Elrefugioestáintactotodavía. ―Podríamoshabernosquedadoenellago―dijoRaúl. Adriánseacercóaélpresodelafuria. ―Mira, listillo, el lago no es seguro. Si los árboles de alrededor ardiesen te verías obligado a meterte en sus aguas, y créeme cuando te digoqueesasaguassontraicionerasyturbias.Peroereslibredeir. Elchicosequedóblanco. ―Adrián, sabes que no puede, tenemos que ponerlos a salvo a todos ―agregóMarcostambiénalgoalterado. Adrián se quitó el casco exasperado, su pelo negro se le pegaba a la cabezaporelsudor. ―Puesquesecalle.Elfuegonosacechaymáscercadeloquecreéis. Hayquedarseprisa.―Sepusoprimeroymiróasuamigo―.Cierratúla marchayaguantaaesetipejo. Martaleobservabacondisimulo,eramuyatractivo.Yteníarazón,Raúl avecessecomportabacomounprepotente.Sedioprisaysecolocódetrás deél. ―Perdona,¿deverdadestácercaelfuego? Élasintió. ―Está justo detrás de estos árboles que estamos sobrepasando. Tenemosquecambiardedirección.Lomáspeligrosoesquenosrodee. ―Elhelicóptero,¿cuántasplazastiene? Eralistayperspicaz. ―Seis plazas. ―Eran ocho. Él se dio cuenta de que pensaba en el número―.Nosotrosnosquedaremos. Adrián llevaba un paso muy rápido y Marcos no podía menos que admirar a su compañero, tenía los nervios de acero. Las chicas iban cansadasyteníanmiedo;loschicosselimitabanaavanzar.Laúnicaque parecíaserenaeraesachica,Marta.AhoraibadetrásdeAdriányestaban charlando,yporlacaradesuamigonoparecíamolestarlesucompañía. ―¿Quedamuchocamino? Adriánsegiróylamiró,noparecíacansada,sinomásbienpreocupada. ―Estamosaunahoramásomenos. ―¿Creesquepodráaterrizarelhelicóptero? Élseencogiódehombros. ―Esoespero.―Elwalkiequellevabasonó―.Perdona.AquílaPatrulla derescate,tenemosalgrupodejóvenes.Vamosaintentarllegaralrefugio tres,elfuegointentarodearnos―segiróhaciaMarcosyesteasintiócon lacabeza. ―Perfecto.Mandamosunhalcónderescate.¿Cuándollegaréis? ―Enunahoramásomenos―respondieronalotroladodelalínea. ―Allí nos vemos, patrulla. Id con cuidado, hace mucho viento y el fuegoesmuytraicionero. Martalomirabaembelesada;cuandosediocuenta,apartólavista. ―¿Quéhacíaisenelbosque? ―Íbamosdeacampadaydecidimosirahacerunpocodesenderismo. Nosabíaquesequeríanbañar. ―¿Vivescercadeaquí? ―No,vivoenunagranciudadybuscabarelajarmedelagobio. ―Vaya,ytehasmetidodellenoenunincendio. ―Tú…¿vivesaquí? ―Sí,vivocercadelaBaseforestal. ―Esunlugarprecioso,yunapenaqueocurranestascosas. ―Sí,todoslosañosserepite,ymásenverano.Perolasproporciones deestesongrandes. ―Atención,localizadofocodelincendio.Vamosatratardeextinguirlo. Necesitamosayuda.Repito:ayuda. Un avión sobrevoló sus cabezas y dejó una rociada de agua sobre los pinoscercanosaellos. ―Lotenemosmuycerca,¿notaselolor?―Ellaasintió―.Siteresulta difícil respirar, anúdate un pañuelo al cuello. ―Notó cómo ella se estremecíademiedo―.Tranquila,prontoestarásentucasadescansando. ―Ytú,¿quéharás? Lapreguntalellegóalalma. ―Intentarsobrevivir. Deprontoalgoenellacambió. Marcoseraconscientedelpeligroymaldijoporlobajo.Ibaaserdifícil salir ileso de ese infierno. Adrián miraba a su amigo, sabía en lo que estaba pensando. Enseguida vieron a los lejos la silueta de una cabaña y todossuspirarondealivio.Adriánseacercóasuamigo. ―¿Lahasllamado? Marcoslemirabaespantado. ―¿Paraqué?Noquieropreocuparlamásdeloqueyaestará. ―Adrián,¿pasaalgograve?¿AquiéntienequellamarMarcos?―dijo Martapreocupadacuandosuamigocontinuólamarcha. Él dudó unos instantes antes de decirle algo. Esa mujer le provocaba cosasquehacíatiempoquenosentíayledabapánico.Marcosentróenel refugioallamarporradioparaavisardequeestabanallí. ―Él y su mujer esperan un hijo. No quiere preocuparla porque no sabemosquépasarácuandoestéisasalvo. Adrián observó e hizo señales al helicóptero, que ya se vislumbraba, paraqueaterrizara.Martasemarchóhaciaelrefugioaterradaporloque le había dicho. Sabía que tenía que hacer algo, se lo decía su propio corazónyhastasualmalegritaba.Entródecididayconlaesperanzade conseguirlo. Alrato,todossalieron.MartasefueconsusamigosyMarcosseacercó asuamigo. ―Adrián,esachicavale.Mehadichoquemevaya,dicequemimujer no puede estar con la incertidumbre de cómo estaré en su estado. Me ha dichoquemilugarestáasulado. ―Pero…ellanopuede…―Erahorrible,ellanopodíasacrificarse. ―Amigo, me parece que no la vas a hacer cambiar de idea. Te gusta, ¿verdad? Adriánasintió. ―No te lo puedo negar, pero no quiero volver a ver a alguien en peligroynopoderayudarle. ―Ellanoes…Confíaenella,esfuerte. ―Hepensadovolverallago,allíesperaremosayuda. ―Sí,perocogeunpardechalecos.Lasaguassonturbias.Esperoverte pronto,ysuerte.―Losdoshombresseabrazaron. LaschicassubieronsindecirnadaaMarta,soloqueríanestarasalvoy les daba igual lo que ella hiciera. El helicóptero despegó con seis personas,seisfueradepeligro.Ahoraerandosysumisiónerasobrevivir. ―Vamosacomeralgorápido,necesitaremoslasfuerzas―dijoAdrián mirándoladereojo. Ella asintió y se sentaron a comer unas latas frías para no perder tiempo. ―TeníasquehaberdejadoaMarcos,éltienemásexperienciay… ―Prometoquenoseréunacarga.Élsemereceestarconsumujer.No quiero pensar en ella si a él le hubiera pasado algo. ―Se le escapó un sollozo―.Losiento,soydemasiadosensible. Éllepusolasmanossobreloshombros. ―Eres la mujer más fuerte que he conocido. Nadie hubiera hecho lo quetú. Ellalemiróalosojos. ―Nunca me he encontrado en una situación tan al límite. Espero no perderlosnervios. ―Estaréatuladoparaayudarte.―Cuantomáslamiraba,másseperdía enella―.Tenemosqueirnos,¿estáslistaparaunamarchaultrarrápida? ―Meparecequesí. Siguieron la misma ruta por la que habían llegado hasta allí, pero era diferenteporqueelfuegohabíaempezadoahacerbrechasenlosárbolesy les llovía una mezcla de hojas, ramas y cenizas. Marta se colocó la camiseta que llevaba en la mochila en el pelo, no quería quemarse. Él admirósuinteligencia.Amitaddelcaminosepararonabeberagua. ―Noestamosmuylejos. Ella observaba el bosque, lo que antes parecía apacible ahora era un infierno,susojossenublarondelágrimas. ―Quélástima,cuántodaño.¿Hasidoprovocado? Élasintió. Lasramascaíanconmásfuerza,teníanquesalirdeallíenseguida.Una delasramasgolpeóaAdriánenlacabezayleabrióunabrechaenlaceja. ―Espera,hayquelavarla. Él la cogió de la mano y la guió hasta una zona un poco menos peligrosa. ―Tenemosquesalirdeaquí… Cuando pararon, Marta le echó un poco de agua sobre la herida y entonces recordó algo, rebuscó en la mochila y orgullosa de su proeza, sacóunpequeñobotiquín. ―Menosmalquenolotiréenellago.―Lepusodostiritasjuntaspara queporlomenosnoseleinfectara. Éllamirabaasombrado. ―Eres maravillosa. ―No pudo remediar poner sus labios contra los suyosenuntiernoycastobeso―.Continuemos.―Lavolvióacogerdela manocomosifueralomásnatural. Marta aguantaba la emoción, este hombre fuerte y tierno se le estaba metiendoenelcorazón.Antesdellegarallago,unamultituddetroncos cortabanelcamino.Adriánsequedópensativo. ―Lo mejor sería cambiar de dirección otra vez, pero perderemos tiempo. ―Yonosénipordóndevoy,¿cómolohaces? Élserio. ―Es cuestión de haber pasado muchas veces por el mismo sitio. Conozco el bosque muy bien. Cuando era pequeño, solía venir con mi hermanoy… Martalomiró,poreldejedesuvoz... ―¿Ospasóalgo? ―Nohabloamenudo,nodeeso.Nosgustabapasearynosperdimos. Mi hermano era mayor que yo y aun así no sabía por dónde íbamos. Se cayóyserompiólapierna.Estuveconéltodoelrato,nopodíahacernada más.Yyohiceunapromesa,nuncamevolveríaaperderenunbosque. Martaleechólosbrazosalcuelloyleabrazó.Sehabíaenamoradode esehombretiernoynosabíacómohabíasucedidoentanpocashorasque loconocía. ―Erassolounniño,nopudistehacernada.Lomásimportanteesque estuvisteconélyesonuncalopodráolvidar. ―¿Dónde has estado todo este tiempo? ―Adrián alzó la vista y la abrazómásfuerte.Labesócontodoloqueteníadentroguardado. ―Meparecequemuylejosdeti―ellalodijoenbroma. ―Espero que cuando esto termine, quieras cenar un día conmigo y podamosconocernosmejor. ―Eso suena muy bien. ―Continuaron abrazados durante unos segundos. ―Estoyenelcielo,perodebemoscontinuar.―Ellaasintióynotócómo élleagarrabadelamano―.Nomegustaríaperderteenesteinfierno. ―No me vas a perder. ―Para ella era como un sueño y no quería separarsedeél. Intentaron cruzar por en medio de los troncos, para atajar camino, y Marta se hizo un profundo corte en una pierna. Pararon un momento y Adriánhizoungestodepreocupación,lesangrabamuchoynoseparaba. ―Esunpocoprofundo.Voyahacerteuntorniquete. ―¿Nodicenqueespeligroso? ―Loessinosabeshacerlo.Notepreocupes,soyunexperto.―Sequitó lamochilayrebuscódentro,dedondesacóunavendablancayunatela―. Esperoquenotequedeseñal,tienesunaspiernasmuybonitas.―Ellase sonrojóyélsepusoserio. Aellaleencantabansuscambiosdehumor,lomismoestabacontentoy relajado,queseponíaserioytenso.Estabaenamoradadeélcomonunca antes lo había estado. Se mareó un poco y dejó caer sus manos en los hombrosdeél. ―Tranquila,casiestá.Recuéstateunpoco.―Laayudó. Martaestabamortificada,eraunaposiciónmuyíntima.Éllerozabael musloyparaellaeraalgosumamenteerótico. Elverlatansumisayrelajadalerobóelcorazón.Noentendíaloquele pasaba con ella, le había contado algo que nadie sabía. Y sus besos le habíanpuestoallímitedesusfuerzas. Dios, la deseaba, pero no solo en su cama. La deseaba en su vida, alegrándole con esa dulce sonrisa. Quería conocer sus gustos, dónde vivía,quéhacía;loqueríasabertododesuvida. ―Yaestá,ahoravoyavendarunpocolaheridaparaquenoseinfecte. ―Mesientodeprontocansada. Eranormal,habíaperdidobastantesangre. ―Estamoscasienellago.VoyallamaralaBase,descansa. ―Nomedejessola,medapánico. Élseacercóylaabrazócontrasucuerpo. ―Aquí patrulla de rescate ―pronunció sin separarse de ella con el walkieyaenlamano―.SoyAdrián,estoycercadellago.Miacompañante estáheridaenlapierna.Necesitamosayuda.Repito:necesitamosayuda. ―Aquí Base: recibido. Mandamos hidroavión. En unos minutos estaremosallí. ―Marta,escucha,yavienen.Tenemosqueirhaciaellago. ―Nopuedo,losiento,notengosensibilidadenlapierna. Adriánsintióunsúbitopánico,esoeraunamalaseñal. Lacogióenbrazos,quedabamuypocoylallevaríaaunquelecostarala vida. No la abandonaría por nada. Los últimos metros fueron duros, a parte del equipo que llevaba, el cargarla a ella era demasiado para él. Martanotabaquevolaba,lallevabaenbrazos.Abriólosojosyvioellago cerca. ―Adrián,espera.Meencuentromejor―susurrósintiéndosemuydébil. Éllamiró,yanoestabatanpálida.Labajóylamantuvoabrazadaaél. ―¿Seguro? No me cuesta nada llevarte. Para mí es un placer ―dijo Adriánsonriéndole. Ellamirólasaguasdellagoynopudoevitarestremecerse. ―¿Quévamosahacer? ―Metemoquetenemosquemeternos,elhidroaviónparaenmedio.He traído dos chalecos. ―Adrián se dio cuenta de que le cambió la cara, estabaaterrada. ―No,esono.Notedascuentadequenoestabadentrobañándome.Me dapánico,noverelsueloy… ―Amítampocomehacemuchagracia,perotenemosquehacerlo.Los chalecosnosmantendránaflote. Ellasepusomáspálidatodavía. ―Marta,¿quépasa?¿Tienesmiedo? ―Sí, yo… cuando era pequeña me caí a un pozo. Sus aguas estaban frías y oscuras y no podía ver nada. Desde entonces me da pánico. ―Enterró su cara en las manos y sintió los brazos de él en torno a su cuerpo. ―Los dos tenemos fantasmas, pero juntos los vamos a vencer. No te voyadejar.Dentrodeunashorasnosreiremosfrenteaunbuenplatode comiday… ―No, ante un buen baño. Me siento andrajosa ―dijo recuperando un pocoelhumor. Élrio. ―Bueno,puestereirásantebuenbaño. ―¿Nomedejarás? ―Nunca.―Leterminódeatarelchalecoysepusoelsuyo―.Adelante. Lacogiódelamanoyempezaronaentrarenelagua.Ellaseaferrabaa su mano como queriéndole decir que no quería perderlo. Poco a poco avanzaronhastaquesuspiesnotocabansuelo,perograciasaloschalecos se mantenían a flote. Ella dio un respingo, él la cogió de la cintura y la acercóasucuerpo. ―Tranquila.Estoyaquí. ―Medapánico,nopuedo. Élseseparóylabesócontodoelamorquesentía. ―Sípuedes.Eresunamujerfuerteyyoestoyatulado.―Sequedaron abrazadosenmediodellago,esperando. Elhidroaviónvolósobresuscabezas. ―Marta, ya está aquí. Estamos a salvo. ―El cuerpo de ella estaba laxo―.Noteduermas,cariño.Tequiero,tenecesitoenmivida.―Pero ellayanooía,sehabíadesmayado. El aparato amerizó y Marcos salió, les miró atemorizado cuando vio queellaestabainconsciente. Dentrodelaviónlepusieronunamanta,Adriánestuvoasuladodurante todoeltrayecto.Cuandollegaronalhospitallepusierondosinyecciones: unaparalahipotermiayotradeantibiótico. Martanosentíanada,solounavozquelehablabayunamanoquecogía lasuya.Habíaescuchadoqueélledecíaquelaquería,¿lohabríasoñado? Seestabatanbienallí,sindolor.Peroteníaquevolverconél. Adrián se paseaba por la habitación. No había descansado desde que habíanllegado.Solosehabíapermitidocambiarsuequipoporlaropaque Marcoslehabíallevado. No podía dejar de pensar en lo que haría sin ella. Ahora que la había encontrado,noqueríaestarsolo.Sesentóenlasilla,alladodesucama. ―¿Adrián? ―No había nadie, estaba sola, pero notó una mano que le acariciabalamejilla. ―Estoyaquí,cariño.¿Cómoteencuentras? AMartanoseleescapóelapelativocariñosoquelehabíadirigido. ―Meencuentrounpocodébil.Meduele…¿eltrasero?―Élserio,era increíblesurisa.Martacreyóquesedesmayaríadenuevo. ―Te han puesto dos inyecciones. Una de medicina y la otra por la hipotermia. Ellaenarcóunacejaalgodisgustada. ―Sehanensañadoyleshasdejado. ―No sabes cuánto lo siento. Pero era lo mejor ―reconoció Adrián haciendounmohín. Ella lo miró, se había quitado el uniforme y llevaba unos vaqueros y unacamisetanegra.Siyalehabíaparecidoatractivoconeluniforme,con esa ropa le resultó demoledor. Entonces se acordó de algo y sonrió de formapícara. ―Medebesunbaño―dijomirándoloalosojos. ÉlrioacarcajadasyesesonidollenóelcorazóndeMartadeamor. ―Encuantosalgasdeaquí,cumplirémipromesa. ―¿Yeltrabajo? Éllamirófijamente. ―Merezcounasvacacionesdespuésdehabersalvadoaunamujermuy valiente.Esosiquieresestarconmigo. ―Seríafantástico,meparecequemehehechodependienteati.―Marta sintió su mirada oscura llenándola por completo―. Además, me parece quehesoñadoalgo. ―¿Quéhassoñado?―Élenarcóunaceja.Sabíaloqueibaadecirle. ―He soñado que antes de subir al avión me decías que me querías ―susurróMartaponiéndoserojacomountomate. Élsonriócuandonotóquesesonrojaba. ―No lo has soñado, lo dije de verdad. Estoy loca, perdida y completamenteenamoradodeti.Esperoquetelocreas,aunquesolonos conozcamosdepocomenosdeundía―confesóAdriánconpasión. Ellasonrió,noleparecíararoporqueellasentíalomismoporél. ―Tequiero,Adrián,ynoquierosepararmedetinunca. *** Alaspocashorasledieronelaltaysefueronalaviviendadeél.Era una casa bonita con un pequeño jardín en la parte trasera. Él estaba contento,porfinsucasaseríaunhogarverdadero. ―¿Te gusta? ―Adrián había sentido su nerviosismo durante el camino―.Esperoquequierasviviraquíconmigo,porqueesloquemás deseo.Nosésipodrásdejartutrabajoy… ―Oh,Adrián,jamásimaginéesto.Estoytanfeliz.Meencantaríavivir en tu casa. Por el trabajo no me preocupo, puedo buscar algo aquí. Soy maestra. Éllamiróllenodefelicidad. ―Micasa,no,cariño.Nuestrohogar.―Esaspalabrasseclavaronensu alma―.Ahorameparecequetedebounbaño,yyocumplomispromesas. Elbañoestabaenlaplantadearribaycuandoentró,sesorprendió.La bañera estaba cubierta de velas que él había encendido y llena de agua caliente. Dejó caer un frasco, y un suave olor a jazmín le inundó los sentidos.Eraunambienteíntimoyrelajado. ―Ahoradisfrutadetubañocontranquilidad.Tedejoasolas… ―Espera. ―Ella se mordió el labio, era la hora de demostrar sus sentimientos―. Nunca me imaginé un baño individual. ―Se giró para mirarlabañerayluegolemiróaél―.Cabemoslosdos. Eralomásíntimoquelehabíadichounamujer.Lamiróembelesado. ―¿Estássegura?―dijoatascándoseconlaspalabras. Ellaasintiómientrasseacercabaaél.Susmanosseposaronensupecho yempezóadesabrocharlelosbotonesdelacamisablancaquellevaba. ―Nohaynadaquedeseemásqueestarcontigo. ―Escucha,simemetoenesabañeracontigo,nomevoyaestarquieto. Tedeseotantoquemeduele. ―Yonohedicholocontrario.Tambiéntedeseo. Sus ropas desaparecieron enseguida, ansiosos ambos por sentirse y acariciarse. Pronto fueron dos personas amándose como nunca antes lo habían hecho. Fue una experiencia íntima, erótica y con mucho amor. Sobretodoamor,porqueambossehabíanencontrado. Lasfotosdeldestino EsterFernández Madrid,2015 Suenaelteléfono;hoymetocamadrugar,yaquetengounaentrevista detrabajoenunodelosperiódicosmásconocidosdelaciudad.Perome cuesta tanto despertarme que Martina, mi mejor amiga y vecina, suele hacerlo,siemprequepuede.SoyFrancisca,aunquemegustamásPaqui,es másmoderno.SoydePelayosdelaPresa,unpueblodeMadrid,queseme quedó pequeño a la hora de poder estudiar fotografía, mi sueño desde niña.TengoveintiséisañosyvivoconJavier,unpolicíamuymodernoy noviodemiamigaMartina.Tengouncuerponormal,nosoynidelgadani gorda,peroesosí,soyalta,puesmidounmetrosetenta. Melevantoconperezamientrasmeestiro,abrolaventanaquedajunto amicama;desdeellapuedodisfrutardelavistadetodalaciudad.Tuve muchasuertedeencontrarestepiso.JavierbuscabacompañerayMartina me lo sugirió, tenemos mucha confianza. Además, prefiere que sea yo quien viva con su novio que cualquier otra persona fuera de nuestro entorno. Vivimosenelúltimopisodeunedificio,elcualnotieneascensor,así que hago mucho ejercicio. Vivir en un sexto sin ascensor no es tan divertido,yaquenopuedoencontrarmeconlosvecinosenél,perosípor lasescaleras.Martinaviveeneledificiodeallado,enunpisoquecompró su madre para ella. Javier y Martina se querían ir a vivir juntos, pero prefierenirpocoapoco,asíquevivenseparados. Acabo de observar la ciudad. Hoy está radiante el sol, por lo que me voy corriendo a la ducha, y cuando termino oigo trastear a Javier en la cocina: ya me está preparando el desayuno. Qué bien, porque estoy hambrienta. Tenemos una mesa en la cocina y otra en el salón, pero normalmenteusamosladelacocinaparadesayunar,comerocenar.Solo enocasionesespecialeslohacemosenelsalón. Salgoporlapuertademihabitaciónymedirijoalacocina.Elolora tortitasycafémeinundalasfosasnasales;yosinmicafénovivo.Cuando llegoalacocina,Javiermeobservayniegaconlacabeza. ―¿Quépasa?―lepregunto. ―Yahasvueltoamirarporlaventana―mediceriéndose,viendomi aspecto. ―Claroquesí,haceundíafantástico,yvoyatenermuchasuerte. ―Esoesseguro.Martinamedijoqueibasaunaentrevistadetrabajode becariaenunperiódico―mecomenta,chocandolasmanos. ―Sí, y espero que me den el trabajo. ―Asiento mientras me pongo unascuantastortitasyunpocomásdecafé. Javier me observa, lo veo mientras sigo comiendo el desayuno. Es bastantemásaltoqueyo,mideunonoventa.Esuncuatroporcuatroyestá realmentebueno,aunqueparamísoloeselnoviodeMartinaymimejor amigo. ―¿HasvueltoaquedarconMario?―mepreguntaalverquemechupo los dedos. «Ummm», sonrío internamente cuando noto que mi gesto le afecta,puessabequequienmelapegófueél. Yalotuvoquemencionar... Mario es el compañero de Javier, un policía que se cree Dios y que realmentenomeconviene,unchulopornaturaleza. ―No,esaguapasada―ledigo,encogiendoloshombros. ―Nena,setevaapasarelarroz―measeguramientrassedalavuelta pararecogerlascosasdelamesa. ―Anda,nosueñes.Sitantoquieresquetenganovio,preséntameauno querealmentemerezcalapena,ynoauncompañeroalquenadieaguanta sustonterías―lecontestoalgomolesta―.Porcierto,aúnnosemepasa elarroz,soydemasiadojoven―digoriéndome―.Y¿túcuándopiensas pedirleaMartinaquesecasecontigo?―lerespondoconunapregunta. ―Esonovale―protesta,intentadopillarmeparahacermecosquillas. ―¡Oye!Para,porfavor.¡Uy!Voyallegartarde―comento,mirandoel reloj que tengo en frente de mí―. Voy a lavarme los dientes y me voy pitando. Cuandosalgodelbaño,yaestoyperfectaypreparadaparalaentrevista detrabajo. ―¿Llevastodo?―mepreguntaJavier,denuevoserio. ―Sí, aquí en la mochila. Llevo el book y la cámara también. Te dejo. Nosvemosestanoche,¿no?―Leobservomientrasabrolapuerta. ―No,hoymetocaguardia. ―Ok.Tencuidado―ledigo,dándoleunbesoenlamejillaysaliendo porlapuerta. ―Lotendré.Buenasuerte. *** Salgoporlapuerta,sinmiraratrás,ybajolasescalerassaltandoenel último escalón de cada piso. Es una mala costumbre ―y más con los tacones―,peromegustalaideadehacerel«tonto». CuandollegoalportalmeencuentroaFermínapoyadoenlapared;es el portero del edificio. Me saluda con la cabeza y le digo adiós con la mano.Mirocallearriba,dondetengoaparcadoelcoche;espequeñopero muy útil en esta ciudad llena de vehículos. Llego y veo unos cuantos papelesdepublicidad.Suertequenollovió,quesinometocaríarascarel parabrisasparaquitarlos. Miroelrelojyveoquemetocapisarafondo;enmediahoratengoque estar en el periódico, y no queda cerca de mi barrio. Odio llegar tarde. Rezoparaquenomepilletráficoypongolamúsicaatodotrapo,puesme encantacantar. *** Ya estoy de camino cuando veo que me pilla algo de caravana. Suspiro, cojo el manos libres y llamo al periódico. Espero que no me ponganfaltadepuntualidadporestatontería. ―PeriódicoElCírculo,¿enquépuedoayudarle?LeatiendeVictoria. ―Victoria, soy Paqui, tengo entrevista a las diez y media y me ha pillado un atasco, ¿se lo puedes decir a tu jefe, por favor? ―suelto bien altoparaquemeoigabien. ―Hola, Paqui. Claro, no hay problema, espera que se lo digo, no me cuelgues―mediceconvozclaraysuave. Un rato después, mientras sigo esperando a que nos pongamos en marcha,oigootravozalteléfono: ―Paqui,¿siguesahí?―preguntalavozdeldesconocido. ―Claro que sigo aquí, esto no se mueve ―aseguro, demasiado concentradaenelcoche. ―Muybien,soyMario,tuposiblenuevojefe.Noquieroquetengasun accidenteporhacerunatontería,asíquecuandollegues,llegaste,peroten cuidado,porfavor―mecomentaconuntonodetranquilidadasombrosa. ―¡Oh!Disculpe,señor,estabapensandoenhacerunacarrerahastaallí. ―No te preocupes, y llámame de tú. ¡Soy demasiado joven para el usted! ―exclama con una carcajada―. Y ahora, cuelga antes de que te ponganunamulta―sueltamientrasoigoqueélyahacortadolallamada. ―¡¡¡Hombres!!!―digoenvozalta,ahoraquenomeoye. Veo que los coches comienzan a moverse y yo, tan feliz, empiezo a acelerarhastaqueoigounruidoyunasacudidaquevienedeatrás.Muevo la cabeza para mirar por el retrovisor y veo cómo el coche de atrás me «habesadoeltrasero»,comodiríamibuenaamigaMartina.Eraloqueme faltaba.Sueltounapalabramalsonanteymebajodelcoche,conganasde mataraalguien. ―¡Tú!,bájateahoramismodetupedazocoche.¡¿Hasvistoloquehas hecho?! ―grito sin mirar al conductor de atrás, pues estoy observando cómohaquedadomipequeñovehículo. ―Disculpa, bonita, la culpa ha sido tuya, por no ir más deprisa ―me diceeltipodesdelaventana. ―¿Perdona?Novesquenosemueven.Sitienesprisa,¡cógeteunvuelo, sopayaso!―Medoylavuelta,gritándole. ―¿Sopayaso?¿Quéclasedeinsultoesese?―Seríe. Aggg, tengo ganas de estrangular al tipo ese que me habla desde su coche. Pero en lugar de eso, me acerco al mío y cojo los papeles del seguro;porsubien,esperoquenohayaproblemasparaqueélpaguelos desperfectos. ―¿Tienespapeles?―preguntaconcaradeasombro. ―¿Ytú,delincuentealvolante?―Sigosinmirarlealacara. ―Vale,tengosuficienteprisacomoparaseguirdiscutiendocontigo,así quedametusdatosparacubrirelpartedeaccidente. Selosdigo.Élapuntamisdatosyyolossuyos,ydespuéscadaunonos subimosanuestrosrespectivoscoches. Estoeraloquemefaltaba;ahorasíquellegotarde.Esperoqueporesto nopierdamitrabajo,olomato. 40minutosmástarde… Llegoalperiódicodespuésdeunabúsquedalocadeunaparcamiento. Notuvesuerteyloacabédejandoenmalsitio;deestanomesalvanadie de tener una buena multa. Entro por la puerta y veo a la chica de la centralita.YanoesVictoria,asíquemeacercoylesonrío. ―TengounaentrevistaconMario―informo,ajustándomelasgafas. ―Sí,unsegundo―medicemientrasmeindicaquetomeasiento. La oigo hablar por los cascos y me atuso el pelo. Necesito relajarme, que vaya viajecito he tenido: primero la caravana, luego la discusión, y luegonoencontrarsitioparaaparcar. ―Yapuedespasar,Paqui,teestánesperando―mecomenta,sonriendo. ―¿Esperando?―Estoysorprendida. ―Sí,MarioyJoaquínserántusentrevistadores,amboshermanos.Que tengassuerte―contestamientrasmeabrelapuerta. ―Gracias―respondoalmismotiempoquecruzolapuerta. Alentraralaotrasalaveoalosdoshombresmirandoporlaventana, deespaldasalapuerta. ―Porfavor,tomeasiento.¿Deseatomaralgo?―expresaelmásaltode losdos. ―No,gracias,estoybien―comentoalgonerviosaporlasituación. ―Bien,nospresentaremos―indicaeste,dándoselavuelta. Cuando ambos se giran, mi cara cambia de expresión: el más alto ¡es él!,elpayasoquegolpeómicocheenelatasco.Nomelopuedocreer.Él haceungestoconlacaraquemehacetemblar.Esuntipobastanteguapo, moreno, con rasgos americanos y muy alto, con un cuerpo delgado y atlético. ―Volvemosaencontrarnos,señoritaFernández―mesueltaelpayaso convozirónica. ―Yo…,yo…esperoquenotengaencuentaloqueledijeenelatasco, aunquenomearrepiento.Ysiporesonomedalaoportunidadquemeiba a dar antes de conocerme, es que realmente no me merecen ―farfullo tododecarrerillacomomeenseñómipadre. ―Veoqueyaosconocéis.SoyMario,Joaquínsoloestarápresenteenla entrevista, pero seré yo quien tome la decisión final de contratarla o no ―interrumpe el otro, que estaba observando el partido de tenis entre nosotros. Miroalosdos.Marioesuntiporubio,normalito,sinllegaralabelleza masculinadeJoaquín,yademásselevemáshumano. ―Bien, comencemos, háblanos de ti ―me dice Mario, observándome conatención. ―Soy una chica de pueblo. He venido a la capital para estudiar fotografía y me gustaría hacer las prácticas en su periódico ―expongo, haciendopequeñaspausasmientraspiensoquépuedegustar,quéeslomás apropiadoparaconseguirelpuestodetrabajo. ―Bien, es algo normal que quieras hacer eso. Ahora, cuéntanos, ¿por quésomoselperiódicoquehaselegidoparalasprácticas? ―Bueno…, me hablaron muy bien de ustedes y no me lo pensé dos veces.Investiguéunpocoyviqueeranunperiódicojuvenilperfectopara loqueyobuscaba.―Sonríopensandoenquelaquemelorecomendófue Victoria,lachicadelacentralita. ―¿Yquébuscabas?―preguntaJoaquín,poniendointerés. ―Buscaba un periódico donde hubiese horario flexible, un buen ambientedetrabajo,yademástienenunbuenplandecarrera―enumero, observandosucara. Veoqueambosasientenymeobservan.Marioponeelcurrículoencima delamesaymeindicaquemerelajeconlamirada. ―Vale, hemos visto tu currículo y está bastante bien. Hemos pedido informaciónatodaslasempresasytodoelmundohablabiendeti.Creo [1] quetepedimosunbook ,¿lotienes? ―Sí, claro, aquí lo tienen. ―Le entrego el álbum que elegí―. Como verán, hago fotos de todo lo que veo u observo ―comento, enseñando conlamanoloquemepiden. ―Perfecto, me gusta lo que veo. ¿Cuándo puedes empezar? ―me preguntaMario,sonriente. ―Cuandolodeseen,salvoqueporlastardestengoquesaliralassiete porque colaboro en una ONG con niños. Si no les importa, claro. ―Suspiro nerviosa, al fin lo solté. Temo que no me den el puesto por esto,pornopoderalargarmijornadalaboralmáshoras. ―Por supuesto que no nos importa, tu horario será de nueve de la mañanaacincodelatarde.Tendrásunahoraparacomer,hayuncomedor aquísiquierescomer.Damosticketcomidayademástepagaremosunos cuatrocientos euros por tu trabajo. Sé que es poco, pero cuando veamos cómo trabajas, veremos si te subimos el sueldo. Ahora te dejaré con María,misecretaria,quetedaráelcontratoytodoloquetehecontado. ¿Teparecebien? Asiento con la boca abierta, no tengo palabras. Balbuceo un sí, claro queestábien.Ysonríoalverquemehandadoeltrabajo. ―Perfecto, pues mañana te vemos. Y me alegra ver que has llegado sanaysalva―añadeMario,sonriendomientrassaleporlapuerta. ―Un placer, señorita Fernández, nos veremos por aquí ―expresa Joaquín,sonriendopicantemente. Salgodespuésdeellos,aúnsinpodercreerlasuertequehetenido. Mástarde,estoysentadaenmicocheconelcontratoyunagransonrisa enmiboca;además,losdossonrealmentemonos.Suspiro,negandocon lacabeza.¡No!Notengoquepensareneso;sonjefes,nodeboacércamea ellos. *** Un par de horas después he vuelto a casa, con la compra hecha y pensando en que debo llamar a Javier y a Martina. Cojo el teléfono y marcoelnúmerodeMartina;esperoquenocomunique. ―Martinaalhabla…―Porunaveztengosuerte. ―Hola,guapa,soyPaqui,¿sabesqué?―comentoemocionada. ―Paaaaqui, ¿por qué no me has llamado al móvil?, así no te hubiese hechoesperar.Dimequéhapasado,¿tieneselcontrato?―meseñalacon vozfuerte. ―Sí,melohandado,yesonoeslomejor.Tengodosjefes,ylosdos están como un queso… Pena que estés con Javier. ―Rio pensando en ellos. ―Malvada,tehasfijadobien,¿eh?Ycuéntame,¿tehandichoalgodela ONG?―Laoigoponerseseria. ―No, al revés, no me han puesto pega alguna. Por cierto, con el hermano moreno tuve un pequeño encontronazo. ―Pongo cara, sin acordarmedequenomeve. ―¿Quépasó?―mepreguntapreocupada. ―Mebesóeltraserodelcoche,elmuyestúpido―digorápidamente. ―¡Oh!Bueno,loimportanteesquetedieraeltrabajo.Lotenemosque celebrar.¿Cuándocomienzas?―Seleescuchafelizpormibuenasuerte, por la oportunidad que me ofrece el puesto de trabajo que acabo de conseguir. ―Mañana,desdelasnuevehastalascinco.Losviernestrabajohastalas tres,asíqueesteviernes,túyyo,fiesta. ―Yasabesquemeapuntoaunbombardeo.Cuentaconmigo. ―Perfecto, voy a llamar a Javi y contarle todo, ya hablamos por WhatsApp.Besitos,linda,adiós―ledigomientrascuelgo. Cojoelteléfonoypiensoenlodelviernes:fiesta;hacíatiempoqueno salíamos.Marcoelnúmeroy...Vaya,Javiermedacomunicando.Seguro quetendrámucholío,asíquelemandounwhatsylecomentotambiénlo delafiestadelviernes;ojalápuedavenir. «Hola,Javier,hellegadoacasa,todobien,tengoelcurro.Martinayyo vamosahacerfiestaelviernesfueradecasa,claro,¿teapuntarás?Dime quesí.Unbesito…Muac». Perfecto, enviado. Ahora a prepararme, que me toca ir a ver a mis chicos. Trabajo en una ONG con chicos con problemas familiares. Hacemos fotos, collages, les ayudamos con los deberes, hacemos salidas…Vamos,lesentretenemoshastaquetienenquevolveracasa.No lotomocomountrabajo,puesesunaalegríavercómonosrecibencon sonrisas,ydepasolesayudamosunpocoduranteeltiempoquepasamos conellos. *** Hellegadoacasamuerta,sonlasdiezdelanoche;estavezsíquenos hemospasadomásdelacuentaenlaONG.Comonomeapetecehacerla cenahecogidocomidadecaminoacasa,ymenossinovieneJavier.Lo buenoesquemerespondióalWhatsAppyseapuntaalafiestaelviernes. Mientrascenohepuestolatelevisión.Nohaymuchoquever,laverdad. Entrepolitiqueo,cosasmalasyprensarosa,lopocoquehayselotragael mando. Pero cuando voy a apagarla veo que sale Joaquín, uno de mis nuevos jefes, junto a una moza un poco más joven que yo en plan muy cariñoso.Uf,quéhombre.Enfin,mañanahabrárevueloenelperiódico. Apagoeltelevisorymevoyalacama;mañanaseráotrodía. *** Suenaelteléfono,nosoycapazdeencontrarloconlamano. Noquierolevantarme,no,meniego,perosisiguesonando,Javierme mata, porque le despertará, y no hay quien le aguante por la mañana despuésdeunanochedeguardia.Asíquetraslucharcontralapereza,me levantodelacamaylobuscoporelcuarto.Cuandoconsigoencontrarlo, contestoconvozpastosa. ―¡Arriba, nena, que es jueves, y mañana tenemos fiesta! ―grita Martinadesdeelotrolado. ―Ya estoy despierta, no hace falta que grites ―le contesto con malas pulgas. ―Porsiacaso.Adiós―aseguraentrerisas,paraluegocolgarme. Quémaníatienentodosdenodejarmedespedirme.Enfin,yaestoymás omenosdespierta.Melevantoarrastrándomehaciaelbañoymemetoala ducha;realmentetrabajarnoesdivertido. Cuando ya estoy decentemente vestida y despierta, me acerco a la cocina. Huele a café hecho y miro hacia el salón, donde me encuentro a Javiertumbadoenelsofá.Meacercoyveoqueestádormido.Letapocon cuidado con una manta y voy a desayunar. Cuando acabo, recojo todo y salgodelpisosinhacerruido.Aúnestoymediadormida,yloquemenos quieroesenfrentarmeaunpolicíaconmuymaldespertar. *** Hellegadodiezminutosantes;yaestoyenmimesa,alaesperadeque me llamen para ver qué noticia cubro. Veo pasar a Joaquín y me quedo embelesada,mirándole.Creoquemegusta.Niegoconlacabeza,puesno deberíapensareneso,peroesqueestátanbueno... Algomesacademissueñosyveoquesehaacercadoamimesa. ―TierrallamandoaPaqui.PorDios,dejadesoñardespierta―apunta malhumorado. ―Lo siento ―murmuro, agachando la cabeza para que no vea la sonrisatontaenmiboca―.Estabapensandoen…―Veoquelevantauna mano. ―Déjalo,nomeimporta,tedecíaquetequieroenlasaladereuniones en diez minutos; es decir, en cinco, ya que has perdido cinco minutos babeando―refunfuñaenplanborde. Veoquesealeja,yyoparpadeo.Pero¿quiénsecreequees?,¡quétipo más borde! Por Dios. Me levanto de la mesa con un cuaderno y un bolígrafoytirohaciaallí,esperandoqueelrestodeldíaseamejor. Entro en la sala de reuniones y veo a otras cinco personas más. Me siento en un hueco entre una chica de pelo lacio y un chico con gafas; ambosmesonríen,asíqueyotambiénlohago.Ahíestáél.Uf,quécalor meentrasoloconverle. ¡No! Nopienseseneso,Paqui.Niegoconlacabeza,intentandoportodoslos mediosdejardepensarenlobuenoqueestá. ―Os he reunido para primero dar la bienvenida a vuestra nueva compañera, Paqui. Será la nueva fotógrafa. ―Me señala―. Y segundo, tenemos una entrevista preparada, ¿no es así, Samantha? ―pregunta a la chicadepelolacio. ―Sí,señor―respondeella,mirandohaciadondeestáJoaquín. ―Bien,ellaserálafotógrafa,yasabesloqueesperodevosotras.Ponla aldía.Elrestopuedeirse. Veo salir a todos y nos quedamos solo los tres. Joaquín hace un movimiento de cabeza a Samantha y ella asiente. Me mira y sonríe de formaextraña,paraluegosalirporlapuertaconunsimple«teveoluego, Paqui». ―Aquí estamos. Me gustaría decirte que me gustas y me atraes de maneraintolerable―dicesinpreámbulos. ―¿Perdón?―respondo,parpadeandosinhaberleentendido. ―Nomegustarepetirme,¿tienesalgoquehacerestanoche?―apunta, observándomemuydetenidamente. ―Puessí,dormir―aseguro,enplangracioso. ―Ya.Puestienesunacenaconmigo.Tengoqueponertealdíacontodo, y no acepto un no por respuesta. Y, por favor, que no se entere mi hermano.Yapuedesirte,luegotemandounSMSconlahoraqueterecojo en tu casa ―me informa mientras me abre la puerta y yo salgo, quedándomemirandocómolapuertasecierratrasdemí. «¿He entendido bien?», me pregunto sin poder creer lo que me ha pasado.Tengounacitaconmijefe,estoyflipandoencolores. Comopuedo,llegoalamesadeSamanthaylamiro. ―Samantha,él¿siempreesasí?―pregunto,señalandohaciaatrás. ―No,espeor.Porcierto,soyMandy.Megustamásesenombre,elotro sololousaJoaquín.Suhermanoesmás…―Lecuestadefinirlo ―¿Normal?―pregunto. ―Eso,normal.Ademásdeguapo.―Miraasualrededory,alverque estamossolas,continúa―:Porcierto,tengoquecontarteunacosa.―Me señalaelbañoymeindicaquelasiga. Unavezenelserviciodemujeres,meponealdíasobreloquepasacon laschicasenlaredacción.Porlovisto,todassontratadascomosifueran unas lobas, o más bien así es como las trata Joaquín, quien las invita a cenar,leshaceproposicionesalgoindecentes,ycuandoalgunacaeensus redes… Endefinitiva,tengoelriesgodeperdermitrabajo. *** Ya en casa, después de salir a las cinco y comer con Mandy en un garito que ella conocía, tiré hacia casa. Allí me esperaban Javier y Martina, a los cuales he puesto al corriente de mi gran «problema». Al ratodellegar,reciboelmensajedeJoaquín:alasnuevemerecogepara cenar.Adiósamiplandetranquilidadcaseraydescanso. *** Ambos planean un plan perfecto para no ser seducida por él, sino al revés: dejarle con la miel en los labios y además grabarlo todo con el móvil.Todoseadicho,algoimposible,puesestoyseguradequemevoya ponersupernerviosaymevaaatrapar. Entramos en mi habitación y buscamos la ropa más adecuada. Cuando yo conocí a Javier, estando ya con Martina, pensé que era gay, porque todo en él destilaba suavidad, pero también podía ser una mala bestia. Pensé:«Estechicogaynoes,esuntorobravo».Dejodesoñardespierta cuandomemuestraunvestido. ―Tepondrásesto.―Abrolosojosyniego. ―Nidecoña.¿Estásloco?―Mirohacialaprenda,conlabocaabierta. ―Selovasaponerahuevo,yledejaráscaliente.Yteaseguroquenote engatusará, sino tú a él. Y una vez que lo tengas ahí, le dejas claro tus intenciones,yparándolelospies,dejándoleconuncalentóndemilnarices ―mesugiere,riéndose. ―ErespeorqueMartina.¿Quiénerestúyquéhashechoconelpolicía queconozco?―comentosinpoderparardereír. ―Anda, arréglate, que cuando llegue le dejaré las cosas claras. ―Le veosalir;miedomedaloquelepuedadecir. *** Unahoradespuéssalgodelahabitación,conunostaconesdeinfartoy elvestidoelegidoporJavier.Esnegro,pegadoalcuerpoyconcasitoda laespaldaalaire.Medejoelpelosueltoymemaquillounpoco,perosin exagerar.Normalmentesolomepongoesevestidocuandovamosdecena enplanpijo. YaestáJoaquínencasa.Leveosentado,hablandoconJavier.Noparece muycómodo,ymenoscuandolevantalamiradaymeve.Leveotragary disfrutoconello. ―¡Qué guapa estás, cariño! ―exclama Javier, besándome la mejilla y diciéndomeporlobajini:«Letienesenelsacoya». ―Gracias, Javier. Joaquín, me alegro de que ya hayas llegado, ¿nos vamos?―leapuntomientrascojoelbolso. Él asiente y me ayuda a ponerme el chal. Cuando salimos, miro hacia atrás y veo a Javier dándome ánimos; de esta le mato, lo tengo claro. VuelvolavistayveoqueJoaquínyahacomenzadoabajarlasescaleras. Llevauntrajequehacequetengamuchocalor.Vayanochemeespera;si antesestabanerviosaconel«plan»,ahoraloestoymás. Deseadmesuerte. *** Unpardehorasdespués,estamostomandoalgoensucasa.Comienzo aatormentarlemientrasmemuerdosutilmenteellabio,alestiloAnastasia, delapelículaqueestádemoda.Sí,esadelassombrasdeGreyquetanto anuncianportodoslados.Élmeobservamientrascomienzoabanicarme, comosituvieramuchocalor. ―¿No tienes calor? ―le insinúo mientras comienzo a acariciarme el cuello. ―Realmenteno.―Niegaconlacabeza. Aunqueséqueesmentiraporquesupaquetesemarca,ymucho,contra lateladelpantalón.Memojoloslabiostrasbeberuntrago,yescuando meacaricialapierna.Asíquemelevanto,haciendoqueéldejedehacerlo. ―¿Quéocurre?―preguntaconelceñofruncido. ―Nada, ¿estás intentando seducirme, jefe? ―le inquiero con cara de pocosamigos. ―No,claroqueno―mesusurra,observando. ―No te creo, no quiero nada contigo, no soy como esas a las que normalmenteechas.Megustas,sí,¡peronovoyaportudinero!―legrito confuerza,dándomelavueltaycorriendohaciaelbaño. ―¡Paqui!Espera,porfavor―mellamadesesperado. Hagoquelloro,perorealmentemeestoyriendo,aunquesigoenfadada conél. ―¡Paqui!Perdóname,yo… Intentahablarperonoledejo: ―Nilointentes,melohancontadotodo.Tequieresaprovechardelas chicasparaversiselíancontigoyluegolasechas.Yoquieroeltrabajo,y siporellotengoqueolvidarmedeti,loharé―lecuentosinmiramientos. ―Veo que lo sabías. Siento haberte traído hasta aquí con falsos pretextos,aunquerealmentemegustas,peroveoqueloestropeétodo.Te llevaréacasa,pero,porfavor,sal.―Semuestraarrepentido. Abrolapuertayleveomirándoselasmanos.Lecreo;noséporqué, peroséqueesverdad. ―Tú a mí también me gustas, pero para que yo conserve mi trabajo, algodifícilenestostiempos,noquierotenernadacontigo.―Niegoconla cabezaymeencaminohaciaelsalónparacogermiscosas. ―Espera, por favor, ¿y si empezamos de nuevo? ―me pregunta, intentandosonreír. ―Deacuerdo,peronoaquí,losiento. Con las cosas en la mano me dirijo hacia la puerta, pero no me da tiempo a llegar: se pone a mi lado invadiendo mi espacio personal. Le deseoconmuchaintensidad,nolopuedonegar,ymedoylavueltapara despedirme. Me quedo sin aliento al verle, tan cerca de mí, con su cara pegadaaescasoscentímetrosdelamía. Me acaricia la barbilla y me besa, con mucha suavidad. Suspiro, estremeciéndome. Su boca se ajusta perfectamente a la mía. El beso se vuelve más pasional cuando nuestras lenguas se encuentran. En un momento dado suelto un pequeño gemido. Estoy excitada, perdida en la voráginededeseoquemeprovoca.Alescucharmigemido,Joaquínme agarra con suavidad, levantándome y haciendo que mis cosas caigan al piso con un pop al impactar contra él. Me dejo hacer, me encanta este hombre. Me sienta en el sofá y me acaricia la mejilla con delicadeza. Quitándome la ropa lentamente mientras yo le ayudo con la suya, sus manosmerecorrenelcuerpoprovocandoquetiembleconcadaroce. Joaquínconsiguequeconsoloacariciarme,misexoarda,quetodomi cuerpoanhelesentirlo. Metumbaconsuavidad;subocavadandopequeñosbesosencadaparte de mi cuerpo hasta que llega a mi clítoris; su lengua juguetea con él, provocando que brinque sobresaltada y temblorosa. ¡Dios, qué bien lo hace! Me voy a correr demasiado pronto, y yo no lo deseo, pues ansío disfrutardecadacaricia. ―Joaquín,mevoyacorrer―gimoconvozentrecortada. Notoqueparayvuelvearetomarsuscariciasenelrestodelcuerpo.Me retuerzoenelsofá,elcualesmuycómodo.Impaciente,quierodevolverle lascaricias,peromeniegaconlacabezasindejardetocarme. ―Telodebo,Paqui―medice,besándomeenlabocaparacallarme. Cortaelbesoalossegundosyvuelveaocuparsubocaenunodemis pezones. Comienza a darle pequeños lengüetazos hasta que vuelvo a estremecerme;estavez,síosímecorreré.Éllosabeenseguidaysuboca bajadenuevoamipobresexo,queestápidiendoagritosalgodeacción. Cuandometocaconsulengua,rozándoloapenas,gritosunombreyme corro;nuncamehabíanhechoalgoasí. Susatencionessiguenhastabienentradalanoche.Elmóvilsuenavarias veces pero ni lo miro; no quiero que acabe. Casi es medianoche cuando terminamos,yaunqueélnoquierequemevayaacasa,séquedeboirmeo misamigosentraránaquícontodalapolicía. ―¿Mañananosvemos?―mepreguntaapenado. ―Salgoconloschicos,tenemosfiesta,¿teapuntas?―leinvitomientras mebesacondelicadeza. ―Vale,asíconoceréatusamigos.Aunqueyamásomenosconozcoa uno.―Semuestraenfadadoypreocupado,peroséqueestáactuandoyque micompañerodepisolecayóbien.Esosepercibeenelambiente,cuando doshombresnosetragan.Elencontronazo―ocomolollamaríaJavier: «lacharla»―entrelosdos,quelesvalióparaevaluarseyverquépapel ibanadesempeñarcadaunoenmivida,nofuetanmalcomotemíenun primermomento. ―Uf,esJavi,yteavisoqueespolicía.Lediréquenotemuerda.―Le vuelvoacariciar. ―Tedejoirporquemañanateveréenlaoficinayloharépúblico.A partirdeahoraserásminovia.¿Quieres? Nopuedodecirnada:asientoconlabocaabierta,élsonríeymeagarra paravolverabesarme. ―Notevayas―vuelvearogarme. ―Debohacerlo,pornuestrobien. Meacompañahastalasalida;nodejamosdebesarnoshastaqueeltaxi alquehellamadodesdesufijoaparcafrenteasupuerta.Medaunúltimo beso y me deja ir. Cuando llego al taxi y abro la puerta, le escucho decirme: ―Hastamañana,amormío―sedespideantesdemandarmeunbesoen elaire. Mediahoradespués... Cuandollegoacasa,tengoaMartinaenlapuertayaJavierhablando conunoscompañerosdeltrabajo.Enelmomentoenquemeven,ambos salenamiencuentro. ―Ya íbamos a ir a por ti ―me suelta Javier algo preocupado, señalandoconlacabezaalosdospolicíasqueesperanenelportal. ―Sí, lo siento, no pude coger el móvil ―les explico mientras veo a Javierquesedespidedesuscompañeros.Miraqueesunamamágallina que se preocupa por nada, pero le comprendo; en su trabajo debe ver muchísimascosasquelehanmarcado. ―¿Qué pasó? ―pregunta Martina, rompiendo el silencio que se ha impuestocuandolostreshemosentradoenelpiso.Estáenfadada,peroes delasqueprimeroquierensaberlotodoantesdetomarunadecisión,oen estecasoarmarmeelpollodelsiglo. Una vez que les cuento todo lo que sucedió durante la cita, ellos aplaudenyestánfelicespormí. Tienen muchísimas preguntas por hacerme, pero al día siguiente hay quemadrugarynosacostamos. *** Cuando llego a la oficina estoy radiante, no puedo ocultar mi felicidad,sobretodocuandoloveoesperándomeenlapuerta. Denuevo,Joaquínmesorprendealdarmeunbesodelantedetodos,sin darmetiempoasaludarlo. ―Quiero presentaros a mi novia, gracias a ella encontré el amor ―proclamaantelostrabajadoresqueestánenlaentradadelaredacción. Mequieromorir,puessoymuyvergonzosaynosémuybienquévaa pensar la gente, teniendo en cuenta que llevo menos de un mes en la empresa. Temo que piensen que soy una aprovechada, pero realmente Joaquínmegusta. Yaquíestamos,anteunpúblicosilenciosoyasombradoquenodejade mirarnos fijamente. Al ser incapaz de mantener esas miradas, bajo la cabezaymirohaciaelsuelo,puesnosémuybienadóndemirar. Pero Joaquín no se para a pensar en mi vergüenza y me levanta la frente. Veo a todos, y sobre todo a algunas chicas mirarme con cara de sorpresa;otrossimplementeconindiferencia.Perolomásimportantees queamímedaigualloquepiensen;yoestoyfelizdehaberloconocido, detenerlaoportunidaddeestarasulado. VeoamicompañeraMandyqueaplaudeymelevantaelpulgar.Elmás sorprendido de todos es Mario, que se acerca a su hermano y le da una palmadaenlaespalda. ―Por fin el destino es bueno con nosotros ―comenta, observándome―.Tellevasunpedazodehombre,aunquetieneunpocode carácter y ciertamente es un payaso. ―Me susurra esto último al oído, guiñándomeelojo―.Yyaqueestamosdesorpresas,debodecirqueyo tambiénencontréenlaoficinaalamordemivida.Mandy,porfavor,ven aquí―lesuplicaamicompañera,lacualselevantayseacerca,dándole unbesoenlaboca. Alfinal,entraratrabajaralperiódicofuealgomaravilloso,yelchoque quetuveconelcochedeJoaquínyelmíotuvoalgobueno:loconocíaél. Soy una afortunada feliz. Una mujer con los mejores amigos del mundo, unos jefes que me valoran, y con la suerte de que el destino me unióalqueposiblementeserámifuturomarido. Peroeso…yaesotrahistoria. Limpiezadeprimavera MimiAlonso Elantiquísimoálbumdefotoslevantóunanubedepolvocuandofuea toparconelsuelo.Eracasiunareliquiapero,¿aquiénleimportantales honorescuandodelalimpiezaprimaveralsetrata? Lúa,queenprincipionocomprendíalautilidaddelpañuelo,imitóasu abuela y se cubrió la boca con él cuando otra nube de polvo denso las bañó.Tuvoqueesperarunossegundoshastaidentificaralgúnobjetotras removerlapiladecosassobreelarmariodeldesván. ―Abreunpocolaventana,cariño,onosvamosaasfixiar. Lúa obedeció en el acto. Después de tres horas allí arriba, nada podía apetecerlemásqueunpocodeairefresco. En realidad les estaba cundiendo. El desván llevaba siglos sin ser abordadoporalguienconlasanaintencióndehacerlimpieza,másbien,la familia lo visitaba para dejar alguna caja que nadie sabía ubicar en los pisos inferiores. Aparentemente la abuela iba a consentir que las cosas siguieranasíporsiempre,peroeramentira.Cadavezqueseleinformaba de una nueva caja abandonada allí arriba, hacía como que conservaba la calma, cuando en realidad estaba calculando el momento en que sus dos hijas fueran al pueblo a pasar las vacaciones. Entonces las agarraría a traición,yobligaríaaayudarconlalimpieza. Finalmente, los planes no salieron como pensaba porque, ¡malditas!, debieron sospechar algo, y llegada la fecha, ninguna apareció. Le enviaronasunietaLúaconlafirmeintencióndequelapequeña,quecon sus catorce años ya no era tan pequeña, tomara un poco el aire. Era ella quien estaba echándole una mano. Además, no tuvo que hacer ofertas ni nada por el estilo para camelarla. Mara no se equivocó pensando que la chiquilla ayudaría encantada, porque era curiosa desde siempre, y sabía que iba a disfrutar inspeccionando todos los cachivaches, libros, o lo fueraquehubieraallíarriba. EstabaapuntodesersepultadabajounacajallenadeobjetosqueDios sabría a quién pertenecerían, cuando su abuela la advirtió que diera un pasoatrás.Talcomoparecía,lapilaqueeracasimásuntótemquecinco cajas superpuestas, se desmoronó en el centro del desván, separando a nietayabuela,levantandounanuevanubedehumo. Mientras la veía caer como a cámara lenta, Lúa sintió la necesidad de tomar aire y llenar los pulmones adivinando la polvareda que se iba a levantar. Luego recordó el pañuelo que le cubría la boca como si fuera unadoctora. ―¿Yahoraqué? ―Pues,ahoraaclasificartodoesto―respondióMarasacudiéndoseel polvoantesdetomarasientoenelsuelo,conlaspiernascruzadas. *** Suabuela,Mara,debíatenercomopocosetentaaños,peroeraunade esas abuelas modernas que hacen yoga y van a nadar a la playa en invierno.Supadreestabaconvencidoqueporesoseconservabajovialy de buen humor. El abuelo era un poco más reservado, aunque nunca dejaba que nadie se sintiera incómodo en su casa. Era de esas personas siemprepreocupadasdelbienestardetodos.Además,eramuyentretenido estarconél;teníaunaretahíladehistoriasincreíblesbajolamanga,yle gustaba contarlas mientras paseaban fuera de la casa, por el bosquecito cercano,avecescogiendomoras,peras,manzanas,oloquefuera. Lúa se preguntaba dónde estaría el abuelo entonces, dado que todavía hacía frío para sus largos paseos. Estaba siendo una de esas primaveras rarasconnieve,ynopodíaimaginárseloperdidoporahí,conelbajodel pantalónhumedecido.Ibaapreguntarlealaabuela,perofueella,sacando elcontenidodelascajas,quienhablóprimero. ―Miracariño,estoestuyo. ―Québonito―sonrióLúa―.¿Cuándomelopusieron? ―En tu bautizo. Es un trajecito precioso, y estabas para comerte. Tan pequeña, con esos grandes ojos verdes asomando entre encaje blanco... ¡Quérecuerdos! ―Elabuelotambiénlostieneverdes,¿no? ―Sí,cariño.Tumadresiempresehapreguntadoporquéellano. ―Ya,peroesqueesascosassesaltanunageneración.Lodienbiología. ―Eres una chica muy lista, ¿sabes? ―observó Mara acercándole un nuevo montón de objetos para que separara los que pudieran ser útiles todavía,delosqueno. Lúa detuvo su mirada en un reloj de pulsera al que le bailaban las agujas,ylodescartóenseguida.Tambiénunacajadecarameloscorroída, unalinternaconelcristalroto,doslápicesdecolordemadera,yunálbum defotosque… ―Abuela… ―Dime,cariño. ―¿Esteeselabuelo?―LúagiróelálbumparaqueMarapudieraverla fotografía.Encuantolareconoció,sonrió. ―Eseeselamordemivida. Lúalevantólascejasconsorpresa,contemplandoelrostrodesuabuela perdidoenelrecuerdo.Tuvieronquesermomentosfelices,porquesolo converlo,ellaloparecía.Eracomosihubierarejuvenecidocuarentaaños yestuvieraradiante.Bueno,quizáenparteloderadiarsedebíaaqueel hazdeluzdelapequeñaventanacaíadirectamentesobreella,oaqueLúa la vio más bonita al descubrir que tenía secretos ocultos. Sintió mucha curiosidadporaquellafotografíaenblancoynegro. Laluzdeldesváncomenzabaaseranaranjadaycálida,elpolvosehabía asentado… Estaban cómodas, entretenidas, y ella deseaba más detalles sobrelaocultahistoriadeamordesuabuela ―¿Mepuedescontarquépasóconestechico? Mara, tras un instante reflexivo, miró a su nieta buscando en aquellos ojosverdeslacomprensiónquesolounaamigapodíatener,cuandosele cuentaungransecreto. ―Debequedarentrenosotras,¿deacuerdo? ―Deacuerdo,nodirénada. *** Elveranode1951fueunodelosmáscalurososquecualquierjovende la edad de Mara podría recordar. ¿Por qué recordarían ese verano concretamente?Porquehabíaacumulacióndechavalesagolpándoseenlas heladerías,yladerasdelosríos,buscandorefrescarsecomofuera,desde queelrelojdabalascinco. Cuandollegóalpueblo,Maraejerciódeexcepciónalareglageneral, porquedondetodosloschicosychicaslucíanlamenorcantidadderopa posible,ellasiempreibacubierta,muertadefrío. Alprincipiolamiraroncomounbichoraro.Noleimportóporquede todosmodos,eranietadeunhombredifícilyantipáticoalquenadiecaía bien, aunque no sucedía lo mismo con su abuela. Ella era una mujer encantadora que, en cuanto los padres de Mara se alejaron con el coche dejándola a su merced, no dudó en hornear pasteles convocando a las vecinas para presentarles, orgullosa, a su nieta, mientras degustaban exquisiteces. Pronto, Mara se dio cuenta de las intenciones reales que albergaba su abuela,obstinadaenquelosniñosdeciudadnuncapodríanestartansanos comolosquesecriabanenelcampo.Teníafijaciónporlacomidaylos paseos,sihubierasidoporella,aquelveranoMaranohabríahechonada másqueandaryzampartodoeldía. Como compañera, le habían asignado a Sabrina, nieta de una vecina, que puso cara de pocos amigos cuando prácticamente las echaron de la salaparaquefueranhaciendomigas. Maraseresignó.Estabaallípordecisiónpropia,porquequeríaquesus padresdisfrutaranenlaplaya,despuésdeunañoenquecasinopudieron verse, de modo que, aguantando la mirada inquisidora de Sabrina, carraspeóylasaludóconeducación. Maratardópocoendescubrirquesunuevaamiga,noteníalamínima intención de ser tal cosa. Sabrina era una chica de esas que ella evitaba estandoencasa.Noeratonta,nisiquierapodíadecirsequelecayeramal, sencillamentenecesitabasersiempreelcentrodeatención,cosaqueaella lahorrorizaba.DurantelosprimerosdíasqueMarapasóenelpueblo,la escuchóvariasvecesburlarsedeellaysusmodales,diciendoqueerauna remilgada,queparecíatontallevandoaquelflequillotanlargo,quelafina rebeca de punto era para señoras mayores, en vez de chicas jóvenes… Aprovechaba cualquier momento para ensañarse ocultando lo que en realidadsucedía:SabrinaenvidiabaaMara,porquedesdesullegadadejó deserelcentrodeatencióndetodos. Tambiénporeso,eldíaquecomenzaronlasfiestasdelpueblo,Sabrina procuródestacarllevandoelvestidomásbonito,elcabellomáselaborado yloslabiosmásrosasquelasdemás.Mara,quesospechabaelmotivode la envidia de su amiga, la ignoró acompañando del brazo a su abuela, mientras escuchaba los reproches en voz baja que Sabrina recibía de la suya,primeroporhabersemaquillado,yluegoporparecerunafresca. En la plaza esperaban los demás jóvenes. Las chicas del grupo de Sabrina, que supuestamente también era el suyo, desaparecieron entre la multitudconsusvestidosdecoloresvivos.Maradistinguióaloschicos,la mayoríamirandoaunamujerquebailabasobreelescenario,unpocomás escotada de lo necesario, encandilándolos a todos con sus ademanes de vedette. Pero había unos ojos que no se apartaban de ella, mirándola de forma tan intensa que Mara comenzó a sentirse incómoda casi al momento. El repertorio de la orquesta seguía alegrando la plaza sin que aquel chico rubio dejara de observarla. Mara intentaba rechazar la invitación queunamigodesuabuelalehacíaparabailar,peronosalióexitosadesu empeño, porque el hombre se cansó de darle vueltas y más vueltas a su vestido blanco de tirante, estampado en filigranas doradas. Cuando la canción terminó, pidió permiso a su abuela para ir en busca de algún refresco,ytomandosupropinaconfuerza,sealejóalacarrerahaciala barraquehabíancolocadofueradelbar. Apoyandoelantebrazo,solodeseabatomarunrefrescobienfrío,pero nadieparecíasiquierarepararensupresencia,nadiesalvoquienletocóel hombro con suavidad: el mismo chico de antes sujetaba dos botellas de limonadaconsendaspajitas,ofreciéndoleuna. ―¡Gracias! ―Denada.Ibaacomprarunaparamí,ytevi. ―Ya me habías visto antes ―al momento se arrepintió de haber habladocontantafranqueza. ―Bueno,puedequesí―respondióélalejándoseunospasos. PorunmomentoMarasesintióenplenaencrucijada.Sivolvíaalbaile, su insistente pareja haría que le salieran llagas en los pies; pero si se quedaba,tendríaquevencerlatimidezyhablarconaquelchicoalqueno conocíadenada,aunqueporotroladohabíasidomuyamablealpedirleel refresco… ―¿Vivesaquíoestásveraneando? ―Soydeaquí.Tengounacasacercadelaiglesia. ―Notehabíavistonunca. ―Niyoati.Aunquebueno,acabodevolver…¿Cómotellamas? ―Mara.¿Ytú? ―Santi. Los dos quedaron callados, escuchando el comienzo de una nueva canciónqueconocíanalaperfecciónporhaberlaoídohastalasaciedad. ―Esbonito. ―¿Elqué? ―Tunombre. ―Es un aburrimiento. Cada cual me llama como le da la gana. Mi nombretienemuchasabreviaturas. ―¿Cuáles? Santicomenzóacontarlelosdistintosnombresporlosquelagentele llamaba, cada cual menos parecido al original. Caminaban por los alrededores de la plaza cuando las chicas del grupo, que tomaban sus refrescossentadasenlasescalerasdelayuntamiento,loslocalizaron,yen seguida hicieron llamar a Sabrina… A partir de entonces todo fue muy confuso, porque de pronto hubo un grito, muchos lloros, Sabrina se marchódelafiesta,yningunadelaschicasquisoacercarseaMaraenlo quequedódeverano. Su abuela no dejaba de preguntarle dónde se habían metido aquellas niñastansimpáticas,peroellanosabíabienquéresponder.Alprincipiose angustió, aunque luego se le fue pasando, incluso agradeció el tonto enfado de Sabrina y que se negara a estar en el mismo lugar que ella, porqueesoledejabagranlibertadparavagarpordoquierconSanti,del quenosehabíadespegadodesdeaquellanoche. NopasóunatardesinqueélacudierapuntualasucitaconMara,para recogerlaydespuésdisponerseavivirlasmásalocadasaventuras.Muchas tardes fueron al río a disfrutar de su agua helada y refrescarse con los otroschicos,dadoquelaschicasnotolerabanaMara.Otrasjugaronenel bosque,inclusounatardecersefueronaescondidasalpueblodeallado, porque querían ver en directo a una señora que por lo visto era bruja... Perolamejordesushazañas,laquemáslesmarcaría,llegódenoche,no detarde.Queriendoexplorarloslímitesdesulibertad,sefugaronjuntos traslacena,parapasarunapruebadevalor.Setratabadeiralcementerio delpueblo,yallídarledostragosaunapequeñabotelladelicorqueSanti había robado a su padre. Estaba convencido de que si completaban el ritual,nadapodríadetenerlesnunca. AMaraelcorazónselequeríasalirdelpecho,peroacabóporsaltarel adroyentrelápidas,beberelprimertragodelicordesuvida,sintiéndose lamásvalientedelmundo,lamásradiante,lamejordetodas…También así la veía Santi, que desde la noche del baile, no había podido dejar de pensarenella. EscucharonunruidocercanoyMaraseagachótrasunalápida,Santile pasó el brazo por la espalda haciéndose una bola tras ella. Justo en ese momentounanciano,elGuardiadelacampanaquevelabaelcementerio, emergióentrelassombrasparacerciorarsequetodoseguíabien,mientras elloscontinuabancompletamentequietos. Mara tembló bajo el brazo de Santi. No sabía qué estaba impresionándola más, si verse en aquella situación, o tener al chico del que se había enamorado tan cerca. La cosa es que se quedó muy quieta hastaqueelalientodeSantileacaricióeloído,susurrando: ―Tenemosquesalir,perohayquehacerlomuyrápido. ―Nopuedo,nopuedo. ―Síquepuedes,noseascobardica.Sihaspodidoentrar,puedessalir. ¿Cobardica? ¿Ella? Nadie jamás pudo decirle algo más hiriente. En cuanto escuchó la señal de Santi, Mara echó a correr hacia el adro saltándolo casi como una atleta, mientras él quedaba rezagado. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, tuvo que echarle el alto, porque indignada,habríacontinuadocaminandohastaelfindelmundosinvolver lavistaatrás. ―¿Qué te pasa? ¿Por qué corres tanto? Ya estamos lejos y no puede vernos. ―Nopasanada. Porsutonodevoz,Santisupoqueleestabaengañando. ―Va,dímelo. ―Noquiero.Nomedalagana. ―¿Porquétehasenfadado? ―Porqueerestontoymequieroiracasa. ―¿Noquieresvermemás? ―¡No!¡Nuncavolveréasalircontigo! ―Puesentonces…―empezóSantiponiéndoserojo,mezcladeenfado eindignación―,¡yotampocoquierosalircontigo! ―¡Puesmeparecebien!―gritóellaencarándole. ―¡Puesamítambién!―respondióacercándoseaMara. ―¡Puesvale! ―¡Puessí! Entre tanto reproche y acercamiento, quedaron tan próximos que el pestañeo de una mariposa habría conseguido que se dieran el beso más dulce; pero ella quedó apoyada contra la corteza de un árbol, y él, allí plantado,intentóocultarportodoslosmediosqueteníaganasdellorar. Regresaronacasajuntos,peromásdistantesquenunca. DosdíasdespuésMarametiósuequipajeenelcochefamiliaryregresó acasa. *** ―¿Y? ―¿Y,qué? ―¿Qué pasó? ¿No volvisteis a veros? ―preguntó Lúa también con ganas de llorar, sin querer creerse el final de la historia, mientras zarandeaba aquella foto en blanco y negro de un chico delgado, guapo, conelcabellocortoyclarocomosusojos. ―Pasómuchotiempohastaqueesosucediera. ―¿Yentonces,qué?¿Seacordabadeti? Mara se inclinó recogiendo la foto de Santi. Volvió a observar aquel rostroenblancoynegro,aquellasonrisatímidadelaqueseenamoró,por sertanbonita. ―Claroqueseacordaba,miniña―respondiódevolviendocalmadala fotografíaalálbum―.Elprimeramornuncaseolvida. Lúanopodíacreersequelahistoriaacabaradeaquelmodotantrágico, poresoMaratuvoqueatajar. ―¡Madre mía, seguro que ya son las siete! Baja a por una bolsa de basura, cariño. Vamos a recoger todo esto y a tirarlo de una buena vez ―señalóalmontóndedesecho. Todavía compungida, Lúa dejó colgar hacia abajo las escaleras plegablesporlasqueseaccedíaaldesván. ―Ahoravuelvo,abuela. *** Mara llevaba quince minutos allí arriba, pensando si a su nieta la habrían secuestrado en el trayecto del desván a la cocina. Le dolían demasiadolaspiernasparahacerelesfuerzodebajaryotravezsubirla escalera,paraluegovolverlaabajarla,demodoquellamóalachiquilla sinobtenerrespuesta. Alsegundointento,fuelavozdesumaridolaqueseescuchó: ―¿Quépasa? ―Quemandéalaniñaporunabolsaynoaparece. ―Bueno, estará comiendo algo. Tiene que estar muerta de hambre, lleváisahíarribadesdelastres. ―Ya, pero había que hacerlo, en fin… Jacobo, que me duelen las piernas,¿puedestraermetúunabolsadelacocinapararecogertodoesto? ―¿Quépasa,tedamiedobajaryluegonopodersubir? ―Puesunpoco,laverdad―sonrióMaraasumarido.Desdeallíarriba, todavíaselepodíanvercabellosdoradosentrelascanas. ―Bah,noseascobardica.Sihaspodidoentrar,puedessalir. Yoteprotegeré MarianArpa Allí parada de pie frente a la ventana de aquel lujoso apartamento, sentía que el frío le penetraba hasta los mismísimos huesos. Silvia se arrebujómásenelchalquesehabíaechadosobreloshombrossindarse cuentadequesusmanostemblabancomounahoja. A pesar de tener los ojos abiertos, no veía nada de la fantástica panorámica que tenía enfrente, solo al hombre que el día anterior había queridoacabarconsuvida,quelaacorralóenaquelcallejónoscuroyla agarróporelcuello.Susintencioneseranclarascomoelagua,nodejaría queelladeclararaenaqueljuiciocomotestigoprincipal. SilviaCallejahabíapresenciadounasesinatoygraciasasudeclaración, lapolicíapudoarrestaralcriminalquehabíaterminadoconlavidadeuna muchachaqueseganabalavidadedependientaenunalibrería.Ellatuvo suerte, al oír lo que estaba sucediendo en la parte delantera del local, marcó con su teléfono móvil el número de emergencias y pidió ayuda susurrandoladireccióndondeseencontrabaydejandoelaparatoconla línea abierta. Dispuesta a ayudar a aquella chica, se puso en pie y tiró varios libros al suelo para que el delincuente se diera cuenta de que no estabasoloydejaraalajoven.Obtuvoelresultadodeseado,elmalhechor salió corriendo, pero la chica murió pocas horas después debido a la puñalada que había recibido. Todo por un puñado de billetes, pensó descorazonada. En cuanto se supo la fecha del juicio contra aquel hombre, Silvia empezóarecibircartasamenazadoras.Comoeraunaescritorafamosa,no había podido mantener su anonimato, a pesar de haberlo intentado, su nombre salió en los medios de comunicación. Su vecino y amigo Manu Viñas, que era policía, se preocupó por mantenerla al margen, pero los chismes como aquel y el afán de protagonismo de todo el vecindario hicieronquesutareafueraimposible. Cuandoempezaronallegarlasamenazas,SilviaselasmostróaManu, y este movió todos los hilos que pudo hasta que le pusieron un guardaespaldas. Hasta la noche anterior todo había funcionado de maravilla,perocuandosusuperiorlollamócomunicándolequeelescolta habíasidoatacadoyqueSilviaestabaenelhospitalconalgunaslesiones, tomóladecisióndeserélmismoquienseocuparadeprotegeraaquella mujer. Se conocían desde que cinco años atrás ella se había mudado a su edificio,cuandolavioporprimeravez,lesoltóunsilbidodeadmiración y Silvia le dedicó una sonrisa divertida; se presentaron mutuamente, y a partirdeentoncesfueronamigos.Muchosdíascuandoélsalíadetrabajoy sabiendoqueellanosehabíamolestadoeniralacompra,pasabaporel chino, y llevaba cena para los dos. ¡Cuántas noches habían pasado en el sofá charlando, y riéndose de algún programa que ponían en televisión! Su amistad, hacía que los demás vecinos del edificio pensaban que eran pareja,yestoaellosleshacíamuchagracia;nuncatratarondesacarlosde suerror. *** Manucogiólasllavesqueteníadelpisodesuamiga,yunabolsade deportegrande,llenándolaconropaparaunosdías;ibaasalircuandose acordódetodoslosbotecitosquehabíaenelbaño,nosabíacuáleseran los que usaba habitualmente, así que los tiró todos dentro de la bolsa y bajóalgarajedondeguardabasucoche. Al llegar al hospital y ver las feas marcas que oscurecían su cuello, soltóunamaldición.Preguntóaldoctorquelaatendíaporsuestadoyeste le comunicó que no tenía nada grave, que le habían dado un calmante porquehabíasufridounataquedeansiedadyquealdíasiguientepodría volver a casa. Manu decidió sacarla de allí en aquel mismo instante, no permitiría que quien había ordenado atacarla mandara a otro para terminareltrabajo. Condujo toda la noche, ya estaba clareando el día cuando llegaron al apartamento de uno de sus tíos que estaba de viaje en el extranjero por negocios.Allílatendríasegura,nadiesabíadóndelahabíallevado. ―Voyadormirunrato;deberíashacerlomismo,pequeña―sugirióal acompañarlaalaqueseríalahabitacióndeambos. Silvialoobservóaleladamientrasélsedesnudaba,sequedóenbóxersy semetióbajolassábanasconungranbostezo. ―Puedodormirenelsofá―suvozsonóroncaporlamagulladuradel cuello. ―Ni hablar, no pienso perderte de vista ―aseguró Manu, dando palmadasalotroextremodelacama. Noeraningunamojigata,sinembargoaquellolahacíasentirincómoda. Porunsegundoestuvoapuntodereplicar,peropensóenlashorasqueél habíaconducidoparallevarlaaunlugarseguroycerrólaboca.Rebuscó enlabolsadondeestabasuropa,sabíaquenoencontraríaningúncamisón porque prefería dormir sin nada, cogió una camiseta y se fue al baño. Cuando salió, él en dos segundos se dio cuenta de que se estaban complicando las cosas: Silvia llevaba una camiseta que le había visto puesta mil veces, le llegaba justo al ombligo, junto a unas braguitas de encaje negro que resaltaban sus largas piernas; no hubiese podido excitarse más si la hubiese visto completamente desnuda. La sensualidad queirradiabadesucuerpohizoquerechinaralosdientes.Enesemomento pasó de ser su amiga, a ser la más deseable de las mujeres. ¿Cómo mantenerlasmanosalejadasdesemejantebelleza?Semaldijoporhaber sidoélmismoquiensugirieraquedurmieranjuntos.Sevolviódeespaldas paradejardemirarla,sabiendoqueleseríaimposibleconciliarelsueño. Unashorasmástarde,Silviadespertóyseencontrósola,seapresuróa coger ropa limpia y entrar en el baño. Unos golpes en la puerta la sobresaltaron. ―¿Vatodobien?―LaprofundavozdeManulatraspasóyrecordósu cuerpofornidoquelehabíamostradolanocheanterior.Selesecólaboca antelaimagenquelevinoalamente. ―Sí,enseguidasalgo―sereprochóporlodébilesquehabíansonado sus palabras. No estaban allí para enrollarse, estaba huyendo de un asesino. Pero no esperaba sentir aquello que la noche anterior había despertado en su interior. Desde que conoció a Manu, se sintió muy cómodaensucompañía,erasuamigo,suconfidente,podíacontarconél encualquiersituación;yenunsoloparpadeotodocambió.Pasódesersu vecinodivertidoconquienseechabaunasrisasdevezencuando,aserun hombremuyatractivoquelahizovibrarconunasolamirada. Cuandosereunióconélenlacocina,elaromaacaféreciénhechole asaltó las fosas nasales, el policía la invitó a sentarse en la mesa donde habíaunplatoconcruasanes,mermeladaymantequilla.Nopodíamirarlo alosojos,éllonotóysupoenseguidaloquepasaba.¡Diablos!Noeraél solo, el que se sentía atraído, ella también. Maldijo para sus adentros; aquellatareadeprotegerladuranteunospocosdíasseleharíaeterna. Manuestuvotodalajornadataciturno,sabíaqueellaestabaasustadapor elataquesufridoeldíaanterior,laveíaensimismadaycomprendíaqueno selosacabadelacabeza.Alobservarladisimuladamentedereojo,laveía allífrentealosgrandesventanales;acurrucadaenaquelchalquesehabía echadosobreloshombros,leparecióquetemblabaysupoquenoerade frío, le parecía tan frágil. No lo soportó más y se le acercó, le pasó un brazoporlaespaldaylaatrajohaciasucuerpo. ―¿Sabesquenodejaréquetepasenada,verdad? La mirada ocre de Silvia, se clavó en sus ojos oscuros, pareció evaluarloyasintióconlacabeza. ―Pasétantomiedo,meahogabay…―Éllepusodosdedossobrelos labiosparaacallarla. ―Tranquila, cielo ―aquella expresión se le escapó y pareció paladearla―.Yapasó,nadienosencontraráaquí. ―También vivía tranquila con ese guardaespaldas, y mira. ―susurró volviendoacontemplarcómoseponíaelsol. ―Yo te protegeré con mi vida si es necesario. ―Aquellas palabras parecieron abrir las compuertas, primero se le escapó una lágrima, se giróyhundiólacaraenelduropechodeManualtiempoquesusmejillas quedaron empapadas. Los brazos fuertes y robustos la encerraron en un abrazoprotectorquepretendíainfundirleánimos. *** «Silvia estaba desnuda bajo las sábanas, sus brazos rodeaban la estrecha cintura de Manu y sus piernas estaban enroscadas a uno de sus fuertesmuslos.Elaromaúnicodesucuerpoflorabaporlaestancia,ylas cosquillasqueélsentíaensucostadolodespertaron.Ellasemovíacomo una sirena en mar abierto, sinuosa y hechicera. La brillantez de sus ojos ambarinoschocócontralaoscuridaddelamiradaexcitadadeManu,yla sonrisaquelededicópodríahaberiluminadoelfirmamento.Élsesintió cautivado por la belleza que estaba observando, nunca se había sentido más excitado. Siguiendo los movimientos exquisitos del cuerpo de la mujer,lacolocóbajoelsuyoylabesóconternuraydevoción.Silviase adaptóasucuerposindejardebailaraquelladanzaimaginaria,besándolo almismocompás,yhaciéndolovibrarconcadaunodesusmovimientos. La conexión entre ambos se hizo más estrecha, más íntima, como si de algunamanerafueranafundirseelunoenelotro.Yasífuecuandoalfin unieron sus cuerpos con una lentitud enloquecedora que los hizo gritar porelincreíbleplacerquelosenvolvía.Elbailesiguióyseincrementóla cadencia, rodando entre las sábanas, saboreando la dulzura de esa unión casimística,hastaqueellacomounadiosaexigenterodeabalacinturacon suslargaspiernasylosdosselanzabanalprecipiciodelplacerabsoluto». Manudespertójadeando,teníalapielpegajosadesudor,miróalrededor ysediocuentadequehabíatenidoelsueñomásincreíbledesuvida.Al comprobarqueSilvianoestabaasulado,sesentóenlacamaalarmadoy oyó el agua de la ducha. Se dejó caer sobre las almohadas tratando de calmarlosalocadoslatidosdesucorazónerrático. *** Los días pasaban y Manu aceptó muy pronto sus sentimientos hacia aquella mujer. No solo le atraía, al pensar detenidamente en pequeños detalles que habían vivido juntos, se daba cuenta de que no era solo atracción,no,queríapasarelrestodesuvidaconella.Laamaba.Aldar nombre a ese sentimiento pareció que se liberaba, su corazón vibraba saboreandoesaemociónreciéndescubierta. Duranteesetiempo,élsediocuentaqueSilvialoobservabapensativa. La sorprendía contemplándolo con el ceño fruncido, o esquivando sus miradas;inclusolerespondíaconpalabrasairadascuandolepreguntaba si le pasaba algo. Cuando sus pieles se rozaban, parecía como si una corriente eléctrica los traspasara, y la mirada dorada de Silvia se volvía másintensa.Manusupoloquelepasaba,sentíalomismoqueél,soloque aellaleestabacostandoasimilarlo. Sabía que influía también la presión por tener que declarar en aquel juicio, todo se le había juntado y no reaccionaba racionalmente. Decidió nopresionarlahastaquetodohubieseacabado.Entoncesselanzaríasobre ellacontodalaartilleríaynodejaríaqueseleescaparadelasmanos. El temido día llegó y Silvia se despertó sobresaltada al oír un ruido infernalsobresucabeza. ―No te asustes ―advirtió Manu, al ver su cara de terror―. Es el helicópteroquenosllevaráaljuzgado. ―¿Elqué? Lamiróconsusoscurosojosdivertidos. ―Teneruntíoricoconunhelicópteroprivadotienesusventajas,nadie vaavertehastaqueestemoseneljuzgado.―Lasonrisaquemostrabasu miradalamolestó. ―Nopiensosubirmeaese… ―¿Tienesmiedo?―laretóél. ―Claroqueno.―Noibaareconocerqueledabarespetosubirseaese aparato. Manu se dio cuenta de que no era del todo sincera, no seguiría atosigándola,esedíanecesitabaestartranquila. Unashorasmástarde,Silviasoltóunsonorosuspirocuandosebajóde aquel helicóptero, él se había limitado a cogerla de la mano para reconfortarla,nosabíasiteníamásmiedoavolaroadeclarareneljuicio. ―Parece como si quisieras besar el suelo ―se burló para distraerla mientrasentrabaneneledificio. ―Nohasidotanmalo―replicóconchulería. Él se habría reído de aquella replica si no hubiese encontrado los pasillosdelosjuzgadostanllenosdegente.Instintivamentelacogióporla cinturaylaapretócontrasucostado,notandolatensiónquelainvadía.La guióporvariospasillostodosarebosar.Untipolellamólaatención,los mirabadereojocomosiquisierapasardesapercibido,peroloveíacada pocosminutos,comosiestuvierasiguiéndolos.Cuandoestabanapuntode entrar en la sala donde se celebraría el juicio volvió a aparecer, aunque estavezestabajustoalladodeSilvia.Vioensudedoanularelanilloque ella había descrito de la mano de su atacante y supo que era uno de los compinches del asesino. Sin que ella fuera consciente de lo que estaba pasando, se sintió impulsada hacia atrás, y Manu sacó la pistola en décimasdesegundoylaapoyójustodebajodelanarizdeaquelsujeto.Se armó un gran revuelo entre los que estaban más cerca de ellos. Todo el mundo dio un paso atrás al ver el arma. Unos policías se acercaban presurosos. ―Lasmanosdondepuedaverlas―rugióManu. Todo ocurrió tan rápido que en apenas un parpadeo, el tipo sacó un cuchilloylolanzóendirecciónaSilvia;Manutiródeellahaciendoqueel arma pasara de largo, pero desafortunadamente encontró otro objetivo. Unhombredelosquesehabíaquedadomirandolaescenaresultóherido enunbrazo. ―Debería matarte aquí mismo ―vociferó Manu, clavándole el cañón de su arma en la cara―. Ocúpense de él ―ordenó a los agentes que ya habíanllegadoasulado. Silvia sentía que las piernas no la sostenían, otra vez habían intentado matarla; Manu se dio cuenta y la llevó a un despacho que estaba vacío, pidióaunodelosfuncionariosqueletrajeranunainfusiónysequedócon ellaentresusbrazosparatransmitirlealgodesufuerza. Cuando todo hubo acabado y el preso condenado, Manu la llevó a su piso. Ella se sintió tranquila en aquel entorno seguro. Llamó a un restauranteparaquelesllevaranlacenaycuandoseestabancomiendolos postres: ―Eshoradequehablemos. ―¿De qué? ―Silvia se sentía bien, todo había terminado y volvía a estarencasa,leextrañólasolemnidaddesumirada. ―Te amo y sé que no te soy indiferente. ―Manu no era hombre de discursos poéticos, siempre decía lo que pensaba a bocajarro, sin paños calientes. Aellacasiselesalenlosojosdelasórbitas.¿Cómohabíaadivinadoél lo que había empezado a sentir? El aliento se le quedó atascado en la garganta. ―Respira―sugirióManu. Silviasoltóelaireretenidoycogióvariasbocanadasintentandorelajar losatronadoreslatidosdesucorazón. Éllamirabasonrientemientrasellanegabaconlacabeza. ―¿Nosientesnadapormí?―Suscejasalzadasysumiradadivertidala hicieronsaltar. ―No…si…no…―Manuserioalescucharlayvereldesconciertoen sucara―.¿Cómohassabido… Laconfusiónlohizoreírconmásfuerza. ―Soymuyobservador―seburló―.Ytengouninstintoinfalible. ―Puestehafallado―afirmóenojadaporqueseestuvieraburlando. ―¿Ahsí? En menos de un segundo, él arrimó su silla a la suya, la cogió por la cinturaylasentóensuregazo.Sindarletiempoapensarlaestababesando enlabocacontodoelsentimientoacumuladodesdequehabíareconocido amarla.Yellaleestabadevolviendoelbesoconunapasiónarrolladora, conlosbrazosenroscadosensucuelloysindejarespacioentreambosni paraunsuspiro.Alsepararsejadeantes,lamiróconunaanchasonrisa. ―Nosientesnadapormí. Silvia,queestabasonrojadahastalasraícesdesucabello,lesonriócon picardía. ―Cállatetonto,bésameantesdequecambiedeparecer. ―Entonces…¿Mequieres?―Queríaoírselodecir. ―Sí. ¿Contento? ―La sonrisa de Silvia hizo vibrar hasta la última partículadesuser. Loquesiguióaaquelladeclaraciónfueespecial,mágico.Sepasaronla nochedescubriéndoseelunoalotro.Haciéndosepromesas,ydisfrutando deeseamorqueuniríasusalmasmásalládelavida. Nadaesmásbonitoquetú MarVaquerizo ―Vístete―murmuróensuoídoconscientedeloprofundoqueerasu sueñoyloentradaqueestabalamadrugada. Elena refunfuñó un ahora ininteligible que, sin embargo, a Marcos le llegóclaro. Sonriólevementeantesdeinsistir. ―Venga,vamos.Teprometoquenotearrepentirás. Ella abrió un ojo y le miró en la oscuridad. Esperaba paciente, con media sonrisa seductora y los ojos brillantes. Se dio la vuelta acurrucándosecontralaalmohada,ignorándole. Conociéndola,eraloesperadoyestabapreparado.Cogióuntermode humeante café que había dejado sobre la mesilla, con mucho cuidado lo abrióydejóescaparsuatrayenteolor. ―¿Has hecho café? Sí que debe ser importante ―apreció con curiosidadcontenida. ―Siquieressaberlo…venconmigo. Eltonoempleadohabíasidodulce,delicado,sexyyllenodepromesas. Lo había escuchado otras veces antes y siempre deparaba experiencias inolvidables. Másconvencidadeobedecer,tiródeledredóndeplumashaciaatrás.Le costabaabrirlosojosyestabamuycansada.¿Cuántohabíadormido? ―¿Sepuedesaberquéhoraes?―refunfuñóbostezando. ―Si te lo digo no saldrás de la cama y te lo perderás ―contestó arrodillándosefrenteaella.Eranlastres.Hacíasolounpardehorasque se había acostado tras una larga jornada de trabajo. Él no había pegado ojo―.Venconmigo―rogó. ―Eres plenamente consciente de que si mi padre te pilla en esta habitación, no vivirás para contarlo, ¿verdad? ―aclaró sentándose en el bordedelcolchónconmiradacariñosa. ―Correréelriesgo―sedefendiósegurodesuspalabras. ―Y también que te paga para protegerme y no para sacarme de excursiónenplenamadrugada. ―Sí.Demomento… Elena le miró suspicaz. Iba a preguntar qué significaba de momento, cuandounruidolahizocallar. Marcospusoundedoensuslabios,sacóunmóvildelbolsillotrasero desupantalón,buscóalgoenlapantalla,sonrióyselomostróalamujer. Eranlascámarasdeseguridad. ―Tangoestádandounpaseo.Nohayenemigosalavista. El perro familiar vagaba por las habitaciones buscando el lugar más acogedorparapasarloquequedabadeaquellafríanochedediciembre. ―Serámejorquenosvayamosantesdequedespiertesatodalacasay mi padre te haga un consejo de guerra ―se rindió calzándose unas deportivasconloscordonesatados. ―Esoesunjuiciomilitar,nena.Yosoycivil. ―Pero él, no. Sé de lo que hablo. Créeme ―aseguró peinándose con los dedos su larga melena morena solo lo justo para estar decente. A continuación,sepusounasudaderagrisconborregoensuinteriorconla miradafijaenelguardaespaldas―.Algúndíatecontaréloquelehizoa mi acompañante del primer baile del instituto por llegar cinco minutos tardedelahoraacordada. ―Perfecta ―afirmó mirando su indumentaria informal. Le encantaba que fuese tan natural y estaba preciosa incluso en pijama, con el pelo despeinadoylegañasenlosojos.Sobreelcomentario…loignoró.Nole importabaenfrentarsealCoronelporella. Lamujerseacercó,dejóunsuavebesoensuslabios,exigióeltermode caféyesperóaquecomenzaseconsuplan. Marcosconocíalacasaalaperfeccióny,concuidadodenoservistos, ladirigióhastalasalidamarcadaencasodeevacuación.Dabaalaparte posteriordelacasayyahabíaavisadoasucompañero,elúnicocómplice enestaaventura,paracubrirsuescapada. Una vez en el jardín, corrieron hasta alejarse de la casa lo suficiente paranoservistosendirecciónalosestablos. La familia vivía en un pequeño rancho con un bosque cercano, un pequeño lago a unos minutos caminando y caballos para poder disfrutar delentorno. ―Ven aquí. ―Tiró de ella una vez a salvo de miradas indiscretas, apoyándolaenlapareddemadera. Sinesperaraqueledierapermiso,devorósubocaenlaoscuridaddela noche hasta dejarla sin aliento, haciendo que sus cuerpos temblaran de necesidadpegadoselunoalotro.Suslabiossuaves,carnososydispuestos eratodoloquedeseabayporfinpodíadisfrutarlos. Loqueestabahaciendonoeralocorrecto.Escaparseaescondidascon suprotegidasinestarenpeligrosuvida,noesloqueseesperadeunjefe de seguridad, pero enamorarse no se puede controlar ni ignorar para siempre.Apesardeladiferenciadeedad,aquellamujerlehabíaatrapado sin ni si quiera proponérselo. Solo eran diez años, pero los suficientes paradeclararlaterceraguerramundialenlafamiliaScott. Cuando Elena vio a Marcos aparecer en su casa la primera vez, se sorprendió. Era invierno, como ahora, hacía mucho frío y acababa de sufrir un intento de secuestro. Su padre, un alto mando del Ejército estadounidense, estaba amenazado desde que tenía memoria sin sufrir ningúnaltercado,perolascosashabíancambiadomuchodesdeel11S. El estado de bienestar estaba siendo amenazado continuamente desde entoncesyladesestabilizacióneconómicaquearrastrábamosdesde2008 noayudaba,obligándolesaprescindirdemediosyrecursos. ElcoronelScottnoestabadispuestoaperderasuúnicahijaenmedio de esta batalla y había puesto remedio por su cuenta contratando un serviciodeseguridadprivado. Muy asustada, no se negó como otras veces a llevar escolta, pero no esperabaaalguiencomoMarcos… Atractivo,algunosañosmayorqueella,aunquenodemasiados…Creía queelestrictoCoronelelegiríaauntipomásparecidoaél,nocomoaella legustaríaquefuera.Trasescucharleshablarentreellosunosminutos,lo comprendió.Eramuyinteligenteyhábil. Siempre había pensado que al único hombre al que de verdad importaría en su vida, sería a su padre debido a los continuos fracasos amorosos que llevaba a sus espaldas, pero ahora, diez meses después de aquella fría noche en la que él entró en su vida, un par de intentos de secuestro fallidos gracias a la pericia de su protector e incontables escapadasnocturnascomoaquella,entendióquesehabíaequivocado. Elena se apretó contra su cuerpo y deseó que la madrugada no se acabara. Parecía que le había costado salir de la cama, pero no era verdad… Cadanoche,cuandoibaadormir,deseabaqueélentraraporlapuertaa escondidasysequedaraconella…ocomoenesemomento,lallevaraa algúnlugarlejosdelacasaquedebíaprotegerynopensarennadamás queenellosdos. Condelicadeza,Marcosculminóelprofundobesoyseapartóunpoco. Se asomó ligeramente al exterior para ver el oscuro cielo encapotado. Sonrióytrascogersumano,lallevóensilenciohastaunodeloscaballos. Elena no entendía nada. Hacía mucho frío y para qué engañarnos, esperabaotracosa… ―¿Hablas en serio? ―preguntó al ver cómo tiraba de Trueno, su caballonegrodecrinesbrillantes,queseacercabaaellaenbuscadeuna caricia. ―Totalmente―afirmóelhombreconsonrisaseductora,guardandoel caféenunabolsatérmicaydespuésenunaalforjaquecolgabadellomo delanimal. ―¿Tú entiendes algo? ―preguntó al caballo, acariciándole cariñosa. Truenosedejóhaceryconungestodesucabezaqueparecíaunaorden, señalósugrupa. ―Estamosdeacuerdoenesto.Serámejorquesubas―propusoMarcos mientrasmontabaelanimalyletendíaunamano. Elena le miró desde abajo, admirando su seguridad y sobre todo la ilusiónqueirradiabatodoél. Sin más palabras obedeció, se colocó delante como pedía, dejó que la acurrucasecontrasucuerpotrascubrirlesconunamantayesperó. Marcosmoviólasriendasconsuavidadycomenzaronaandar. Elfríodelanocheeramenosentresusbrazos,peroaunasíleparecía unalocura. Elritmodelanimaleralentoparanosufrirporelpesodeambosyel vaivéndesuspasoslesmecíaenlanoche. ―¿Estáspreparada?―preguntómirandodenuevoelcielo. ―Sí―contestóconseguridad. ―No sabes para qué. ¿Tan segura estás de mí? ―susurró en su oído sensual.Elenasintióuncosquilleoenlapiel.Claroqueloestaba.Lehabía demostradoqueharíacualquiercosaporella,inclusomorir. ―Más que de mí ―le regaló como respuesta agarrando fuerte sus manosalasdeélsobrelasillademontar. Aquelhombrelehabíaenseñadoquenosepuedevivirconmiedo,que lavidapasamientrasnosquedamosasustadosmetidosdentrodelacama tapados con las mantas… Cuando queramos reaccionar, puede ser demasiado tarde. Si tenía que morir, al menos que hubiese disfrutado de cadadíayesointentabadesdeentonces. ―¿Alguna vez has montado por la noche bajo la nieve? ―preguntó fijándoseenlosprimeroscoposcasidiminutos. ―Nunca―contestósorprendida. ―Meloimaginaba―susurrófeliz.ElseveroCoronelnoloaprobaría y ella respetaba a su padre demasiado para saltarse las normas en su propiacasa,apesardeestarcercadelostreinta. La nieve comenzó a caer sobre ellos con delicadeza, dejando que les acariciaraelrostro,queseinstalaraensupelo. Elena no habló, solo podía reír y disfrutar como una niña de aquel paseosobrelanieve.Ensucasaenlaciudad,eradueñadesuvida,pero allí debía acatar las normas familiares. Desde que se instaló tras la amenaza,habíavueltoaunasegundaadolescenciaconsentidabajolatutela parental, pero no le importó. Allí podía trabajar en sus proyectos laboralesysesentíasegura. EnlabocadeMarcosaparecióunasonrisaperpetuaqueibaasermuy difícildeborrar.Impacienteporllegarasudestino,apretóelcuerodelas riendasquesujetabaentresusmanos. Le había costado un mes entero planear aquello y ahora que lo estaba viviendo,losnerviosleconsumían. Siempre había querido pasear con ella bajo la nieve en otras circunstanciasdistintasacuandolaconoció.Queríaverlasonreírbajolos copos, disfrutar de aquel mágico accidente meteorológico que huele a Navidadyqueaélletrajoelmejorregaloquejamássoñó.Aella. Aquel primer paseo bajo la nieve muchos meses atrás, estaba lleno de pánico y odiaba que lo sintiera. Estaba muy asustada, con heridas en las manos y los brazos provocadas por los intentos de huida hasta que consiguió zafarse del secuestrador y correr desde su casa hasta la calle para pedir ayuda. Era un hombre de constitución delgada, poca fuerza y sinexperienciaqueacechabasullegada.Dehabersidomáscorpulentono habríaescapado… Traslucharmuyduroconcontraelmiedo,habíaconseguidorecluirlo en un cajón al fondo del armario de los sentimientos y no quería que volviese a aparecer. Era valiente, decidida y hábil. Ya le había tocado demostrarlo un par de veces más bajo su protección… Con él estaría a salvo.Nuncaleharíandañomientrastuvieraunalientodevidayesperaba queledejaranqueasífuerapormuchotiempo. Laluzdelacabañasedivisabamuytenueenlalejanía.Ellanisehabía dado cuenta, seguía disfrutando y hasta dudaba que conociera su existencia… ―Graciaspordespertarme―susurróElenaelevandolasmanosalcielo paradejarqueloscoposlasacariciasen―.Eselpaseomásbonitoalque mehanllevadojamás. Marcoscerrólosojosyrespiró.Lasuavebrisaheladaletraíaelolorde sucabello.Estabatanenamoradoquenonecesitabanadamás.Esesimple detallelohacíadichoso,completoyfeliz. ―Nada es más bonito que tú ―contestó retirando un mechón de pelo negroquelecaíaporloshombrosparadejarunbesoensucuello. Elena se giró ligeramente sobre el caballo para mirarle. Sus ojos oscurostitilabanenlaoscuridad,mostrandolasemocionesquesentíasu cuerpo sin tapujos ni mentiras. Aquel hombre la quería por encima de todo y de todos. Lo sentía en sus manos, sus besos, sus palabras y sus actos. Regalos como ese simple paseo hacen la diferencia. Ella había comenzado a odiar el invierno un año atrás cuando comenzaron a acecharla y él había conseguido devolverle la ilusión con un solo gesto. Regalarleunrecuerdofeliz. ―Eres el mejor hombre que conozco. No creo que en mi vida pueda encontraraalguienquemeametantotú―declarósinsaberporqué.No eraunamujerqueconfesarasussentimientos.Hastalafechajamáshabía sido tan sincera con ninguna pareja, pero él lo hacía tan fácil…― Solo esperoestaralaalturaynodefraudarte. Marcos se sorprendió. Él era quien hablaba así habitualmente. Elena demostrabalascosas,nolascontaba.Esaspalabrasleerizaronlapiel. ―Túsiempreestásalaaltura.Nuncapodrásdecepcionarme. Trasapretarloslabiosyaguantarlaemociónqueleprovocóescuchar desubocalafequeleprofesaba,lobesó.Lobesóconpasióncontenida, con deseo, con admiración, con respeto, con miedo, con alegría… En definitivacontodoelamorquesentíaensucorazónbajounanevadaque tantosignificabayqueyadejabaunmantoblancoasualrededor. Marcos la habría devorado en ese mismo instante, le habría hecho el amorallímismo,perohabíaelegidoelinviernoparaaquelladeclaración espontáneayarrebatadora. ―Debemosseguir―susurróaúnensuboca.Elfríoestabahaciéndose másintensoyparaquéengañarse,estabadeseandollegaralacabaña. ―Contigomevoyalfindelmundo. Lamiróconintensidad,deseandoquenuncacambiaradeopinión,que díatrasdíapensaraenesafraseyelafortunadoparaescucharlafueseél. La vida le había enseñado que la pasión se acaba, el deseo decrece y cuandoesosucedeporeldescuidoylarutina,loscaminosseseparan.Si además le sumábamos que era una década mayor que ella y quizá se cansase de él antes de lo que imaginaba, aun parecía más difícil que así fuera. Guardando esos sentimientos y el miedo que los acompañaba, sonrió mientras con un talón golpeó con suavidad el lomo de Trueno para retomarelcamino. El pequeño refugio de madera tenía la chimenea encendida y velas repartidas por la estancia para dar luz. Desde el exterior Elena no podía verloconclaridad,peroMarcossabíaexactamentedondeestabacolocada cadaunadeellas,enquémomentohabíasidoencendidayconquédeseo lohabíahecho. Leinterrogóconlamiradacuandodescubrióellugarunosmetrosantes de llegar. La nevada era más copiosa y dificultaba la visibilidad. Él solo sonrióconpicardíamientraslaacurrucabacontrasucuerpo. Trasdesmontarenlapuerta,elhombreacomodóaTruenoenelporche acubiertodelatormentablanca,letapóconunpardemantasquesacóde lasalforjas,cogióelcaféyentraron. AElenanolesalíanlaspalabras.Ellugareradeensueño,decoradode forma simple con mucho cariño, iluminado por luz tenue creando un ambienteespecial.Lachimeneaencendida,unsofáyasuspiescolchones cubiertosdemantasdepelosuavejuntoaalmohadasdeplumas. Marcosestabatrasellaesperandopacientesureacción. Habíasidodifícilllevarhastaallítodoloquequeríaparadejarlocomo deseabasinquesedieracuentadequetramabaalgo.Sobretodoporqueel deber era lo primero y había tenido poco tiempo libre últimamente al sufrirnuevasamenazasqueellaaúnignoraba. Hacía cuatro días que todo estaba acabado, solo faltaba la nevada de madrugada y podría llevarla al lugar más especial que jamás había imaginado. Con lágrimas peligrando con derramarse de un momento a otro, incrédula de que a poca distancia de su casa hubiese algo tan único y personal creado con tanto amor sin necesidad de lujos ni viajes, se giró haciaél,lemiróunossegundosemocionadaylebesó. Esperaba que aquel beso transmitiera todo lo que estaba segura no haríansuspalabras. Marcoslarecogióentresusbrazos.Noconfiabaenquedijesenada.Era surespuestanaturalylebastaba. Dejó caer el termo sobre las mantas para poder agarrar su cuerpo mejoryatraerlohaciaelsuyo.Ladeseaba,ladeseabatantoquelepodíala impaciencia. Nerviosocomosifueselaprimeravezqueestabanjuntos,acariciósu piel bajo la chaqueta y el pijama, incapaz de decidir con coherencia el orden en que quería amarla, olvidando el motivo por el que la había llevado hasta allí, incapaz de recordar las palabras adecuadas que con tantodetallehabíabuscado,estructuradoensucabezayensayado. Ellaarrollabacontodo.Supasión,sufuerza,sudeseodeéllenublaba lamente. Erainútildetenersuanhelo.Alfinyalcaboeraunodelosmotivospor los que la había llevado allí. Hacía tiempo que no tenían oportunidad de estarsolosydisfrutarelunodelotro,peronecesitabarespirar,refrescar lamentelossegundosnecesariosparatomaraliento. La separó sutilmente de sus labios, la miró con mil promesas en sus ojos que ella entendió a la perfección mientras le quitaba el abrigo, despuésseloquitóélydenuevotomósuboca. Disimulandosuimpaciencialadirigiósutilmente,pasoapasohastala preciosacamaimprovisadaenelsuelo.Conlentitudlaayudóatumbarse sobreaquellechomásdignodeotraépocaquedelsigloXXI,peroigual derománticoantesqueahora. Elenasintiósucuerpocontraelsuyo,elpesodelapasiónapretandosu deseo y como su piel se encendía ansiosa por ser tocada por sus manos grandesyfuertes. Como si escuchara su mente, se metió bajo las prendas, subió la camisetacondecisiónybajósubocahastalacinturaparabesarsupiel. Elenanecesitabamásdeélconcadacaricia,cadabeso.Cuandorozósus pechosconloslabioscalientessearqueóbuscándole. Marcoslaconocía,erafuegoysabíacómotentarla.Alrevolversebajo sucuerpo,leexcitabamás,letentabamás. Le cogió el rostro con las manos, sujetó su pelo mientras le miraba intensamenterecuperandoelaliento.Susrespiracionesentrecortadasyla agitacióndesuspechos,delatabasuestado. ―Nuncatedoylasgraciasporarriesgartepormí―confesó.Sabíade sobraelpeligroquesuponíasuprofesión,perollevabadíaspensandoque tambiénsurelación. ―Elena, es mi trabajo ―explicó regalándole una sonrisa agradecida, que borró durante los escasos segundos que guardó silencio a continuación―. Pero aunque no lo fuera, lo haría porque eres lo más valiosoquetengo,lomásimportante.―Lamujerseaferróalfuertebrazo querecorríasucuerpoconsuavescariciasmientrasleescuchabaysentía supesosobreella. ―Yyotelopagoconunpadremegaprotectorquesiseenteradeesto te matará… ―confesó apenada. Si su progenitor tuviera otro carácter, todoseríamássencillo. Marcos tenía delante la oportunidad que necesitaba. Había preparado todoaquelloparahablarconellayeraelmomento. ―Si tengo que morir, no encuentro mejor forma de hacerlo que luchandoporti,aunqueelenemigotengaquesertupropiopadreenlugar deunsecuestradorounterrorista. Elenacogióaireconunnudoenlagarganta.Todasuvidahabíatemido queunoficialllamaraalapuertaconlapeornoticiaquepodríarecibir, haber perdido lo que más quería, a su padre, en acto de servicio o asesinado por una de sus múltiples amenazas. Ese miedo se había duplicadosindarsecuenta… ―No digas eso… ―rogó en un susurro aterrado al pensar en la posibilidad. Élsupoloquepasabaporsucabeza.Milveceslehabíarepetidoquesi algúndíaregresabanaporellayteníaqueelegirentresuvidaolapropia, sesalvara,perosoloconrecordarlosentíanauseas. El sentimiento desgarrador al pensar en la pérdida, era igual de devastadorparaambos. Acariciósurostrolimpiandounalágrimadetristeza. ―Porfavor,nolloresyescúchame―pidióintentadoelegirunabuena sonrisa para que se sintiera mejor―. No voy a morir, ¿de acuerdo? Es solounaformadehablar.Nohemosvenidoaquíparaesto,hemosvenido paraestarsolosporunashoras.―Elenaasintiócogiendoaire. Habíapensamientosinevitablesqueintentabaesquivarcuandoélestaba cerca para no mostrar su debilidad, pero no siempre podía ser fuerte. A vecesflaqueabaensuempeño. Marcos, observando el giro inesperado tan cruel de la situación, se sentósobrelasmantas,apoyólaespaldaenelsofáylainvitóasentarse entresuspiernastumbadasobresupechoparapoderabrazarla. Elena obedeció y ovillada contra su cuerpo, dejó que la envolviera en él. ―¿Estás bien? ―preguntó pasados muchos minutos. Ella solo asintió ensupecho.Élcogióaire―.Mealegroporquenecesitohablarcontigo… necesitodecirtealgoimportante… Lamujerseincorporósentándosefrenteaél. Ahorasíteníamiedo. Mucho. Todo. Élsonrióligeramente,recogiósuspiernasflexionándolasparaapoyar los brazos, dejándolas abiertas con el espacio suficiente para que permanecieraentreellas.Laqueríacerca. ―Voy a hablar con tu padre ―soltó a bocajarro―. Estoy harto de escondernosatodashoras,deocultarnosydisimular.Necesitoteneruna relaciónnormal. Ella no sabía que decir. Estaba conmocionada. Nunca pensó que sucediera tan pronto o mejor dicho, nunca pensó que llegase este momento.Punto. Él era mayor, tenía un tramo de vida andada que a ella le faltaba y vivenciasquelehabíandejadohuella,marcayheridastanprofundasque creía que la elegida tras esa decisión sería una mujer más cercana a su edad,gustoseinclusoprofesión.Leamabatantoquesehabíapreparado paradejarlemarchar,noparahacerpúblicasurelación. ―Sé que no será fácil, el Coronel es una persona complicada en muchos aspectos y en lo que concierne a su hija, autoritario, estricto e implacable, pero yo también lo soy en todo lo que implica la relación entretúyyo. ―Esunalocura―susurróatónita―.Aúnesdemasiadopronto.Tienes queestarseguro,conmipadrenovalenmediastintas,Marcos…Creoque esmejordejarloaquíantesdequeseademasiadotarde. Hablabaelmiedo,nosucabeza. El escolta se arrodilló, acercándose a ella. Cogió su rostro con las manos.Estabamuynerviosa,supielsehabíavueltoblancacomolacaly letemblabanloslabios. ―Tranquila.Nopasanada.Estoenrealidadessoloentretúyyo,poco importa lo que opinen o digan los demás. Tarde o temprano tendré que hacerlodetodasformas.Noquieroesperarmás. ―No―contestónerviosa―.Notienesquehacerlo. ―¿Deverdad?―Elenaasintióconvencida.Marcosenrespuestametió unamanobajosucamisetadeslizándolaconsuavidadporsupielyconla quecogíaelrostro,acariciósumejillaconelpulgarmientrasacercabala bocaalasuyaylabesaconpasión. Elena se estremeció bajo sus manos, sus labios y la seguridad de ese devastadorbeso. Soloqueríademostrarqueloquehabíaentreellosnosepodíafrenara estas alturas y que cuanto antes se hiciera público, mejor. Cada vez era másdifícilocultarlo. Seapartóparaconfirmarsuteoría.Ellaestabatanenamoradacomoél, susojosbrillaban,sucuerpolebuscabaysubocaleanhelabaya. ―Te quiero, Elena, y ni tu padre ni nadie en este mundo me lo puede prohibir. Sindejartiempoderéplica,Marcosarrollósubocaconpasión,devoró suslabiosyconcuidadolatumbósobreellechosuaveycálidopreparado contantomimo. ―Ahora voy a hacerte el amor todas las veces que me lo pidas. Disfrutarédetiytúdemí.Sininterrupciones,sinprisasporqueesloque deseo….Porquetequiero. ―Si mañana has cambiado de opinión, lo entenderé ―replicó asimilando cada palabra, enamorándose más mientras sentía como sus manosladesnudabanconpericia. El guardaespaldas levantó la vista con picardía. ¿Por qué era tan cabezota? ―No sé qué pasará en el futuro, nadie lo sabe. No puedo prometerte algo que no puedo controlar. Tú también puedes cambiar de opinión ―contestósabiendoquehoyporhoysepertenecíanelunoalotro,pero que la vida hay que vivirla día a día. Se colocó entre sus piernas con cuidado, arrastrando los labios desde la cintura hasta su cuello mientras hablaba―,perosíséloquevaapasarahora―aclarótrascariciasybesos penetrándola con movimientos suaves y lentos. Elena cerró los ojos dejandoquelassensacionesqueélleproporcionabaseextendieranporsu cuerpo―.Tevoyaamarhastaquenuestroscuerposdiganbasta―susurró enunapasionadohilodevoz. EnelcorazóndeTebas LolaP.Nieva Año1327A.C.DinastíaXVIII,ReinadodeTutankamon Pasear por Tebas, la gran urbe cosmopolita que abrazaba ambas riberasdelNilo,solíaresultarunaexperienciaenriquecedora. LabellaSelkis,hijadelgranvisirygeneraldelosejércitosdeljoven faraónTutankamon,elpoderosoHoremheb,sesabíaseguradeambulando porlaspolvorientascallejuelasdelaciudad.Conocedoradelpoderdesu padreydelosojosprotectoresquelaacechaban,sepermitíalaosadíade visitarelbarriodelosesclavos,sabiéndoseasalvodepeligros. Aunque el soleado día y la trepidante actividad de mercados y plazas bullía con igual alborozo, en los rostros de sus convecinos advertía tan claro como las aguas de su amado Nilo que, en los ánimos de la gente, dabaiguallacasta;lasombradeltemoroscurecíasustostadosrostros. A pesar de que el faraón había contenido a los hititas en la frontera norte del reino, y devuelto a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían tenido antes de la revolución a manos de Akenatón, restaurando los templos abandonados de los templos de Amón, Osiris y Ptah.Parecíaquelafortunaloshubieraabandonado,comosirenegardel cultoaAtón,leshubieraacarreadounaespeciedemaldición.Lascosechas se habían malogrado; la pesca, agotado, y la enfermedad paseaba indolenteporaquellascalles,sesgandotantasvidasquelaalertadeplaga habíamovilizadoalosmédicosdelacorteenelestudiodeaquelbrotede fiebresletales. Selkis observaba con preocupación las puertas cerradas de algunas chozasdeadobe,marcadasconunalínearoja,evidenciandoelcontagio, aunque más la angustiaba el sofocado llanto de niños tras ellas, toses y quejidoslastimosos.HabíaideadounaardidparasacardelPalacioRealla medicinayrepartirlasubrepticiamenteentreaquellasgentes. Aquellaarriesgadaempresalainquietaba.Unsudorperlabasufrente,y elkalasiri,suligerovestidodelinoblanco,sepegabaasuacaneladapiel. Decidió desprenderse de la capa corta que protegía sus hombros y su escote del implacable sol, a pesar de que las dos delgadas tiras de níveo lino apenas cubriesen sus senos, convirtiéndose así en el centro focal de masculinasmiradaslibidinosas. Semordióellabioantelamiradareprobatoriadelúnicohombrequeen verdadleinteresabaatraer. ElapuestoNun,hijodecantero,secruzóconella,ydeinmediatobajó la mirada, no sin antes apreciar las turgentes curvas de sus senos, entre admiradoymolesto. Intentó esquivarla, pero ella se lo impidió. Aquel estrecho callejón agradablemente sombreado por las esterillas que unían una choza con otra,ypordemássolitario,lefacilitósumeditadaintención. ―Hola,Nun,precisamenteatitebuscaba. Se sorprendió gratamente al comprobar que podía modular seductoramente su tono, tal y como observaba en las complacientes sirvientasdelacorte. ―Que los dioses guíen tus pasos, bella Selkis, pero fuera de este arrabal;noessitioadecuadoparalahijadeunvisir. ―¿Vasareñirmedenuevo,mibuenNun,cuandosabesdesobraqueel objetoprimordialdeestospasosesencontrarlostuyos? Alzó sus negros ojos tan insondables como las aguas del Nilo una noche sin luna y tan penetrantes que su liviano kalasiri perdió su escasa consistencia,bajoelardordesumirada.Comosiemprelepasabacuando estabajuntoaél,todosucuerporeaccionóantesupresencia,suspezones seconstriñeronanhelantes,supielclamabaelsolazdesuscariciasysus labiostemblabansuplicandounbeso. Paseó la lengua por ellos atrapando en ese gesto la candente atención delmuchacho. ―Compruebounavezmáslomuchoqueteplaceatormentarme. Selkisnegóconlacabeza,subruna,largaylaciamelenaseagitóensu vehemencia,yseaproximóaélconmiradatentadora. ―Teequivocas,Nun,erestúelqueteatormentasporvoluntad. El muchacho sacudió la cabeza, exasperado, tomando aire lentamente, haciendoacopiodepaciencia.Ensusojosbrillólacontención. ―Te presentas aquí, casi desnuda, y te crees intocable, por ser quién eres.Tientastusuerteyesomeenfurece.Escucholoscomentariosdelos hombresytengoquemordermelalenguayenfriarmispuñosparaevitar másrumoresdelosqueyahay. ―¿Rumores?―inquirióalzandoasombradalascejas. ―¿Acaso crees que ignoran lo que buscas de mí? Tus ojos son tan clarosyardientescomoelsoldeldesiertoquenosrodea. Selkisbajólamiradaabochornada,noobstante,esavetaderebeldíaque siemprelahabíadominadoseimpusoasupudorcuandovolvióaalzarla. Enefecto,ardíaantelavirilpresenciadelhombrequerobabasussueños. Ahí, frente a ella, tan gallardo, hermoso y cautivador que cortaba el aliento, encendía cada fibra de su ser con la ardorosa necesidad de poseerlo. Resultaba toda una tentación para los sentidos, despertando tan abrumadoranheloenella,quehabíadecolmarloantesdequeacabaracon sujuicio. ―¡Tómame, Nun, tan solo una vez, y aplaca el fuego que me devora desde que te conocí! ―pidió provocadora, rozándose contra su pecho, posandolaspalmasdesusmanosenelsuaveylampiñopechodelhombre. Elesclavolatomóporlasmuñecasylaapartódeél.Maldijoparasus adentros la férrea voluntad del muchacho, a pesar de que su mirada gritabalamismanecesidadqueladeella. ―¿Y caer en desgracia por permitirme tocar las estrellas una noche? ―replicóentonoestiradoycontenido―.Sisoloyocayera,habríassido míaalprimerpestañeodeesosmágicosojostuyos,perotodamifamilia perderíaelfavordelfaraón,yatraeríasobreellalairadetupadre. ―Si somos cuidadosos ―comenzó, sugerente y esperanzada―, nadie tieneporquésaberlo. Nun negó con la cabeza con mirada turbia y sufriente, pero rictus decidido. ―Estás vetada para mí, bella Selkis, y nadie lo lamenta más que yo ―confesóconhondoabatimiento―.Asípues,retornatuspasosapalacio, teacompañaréhastalosdromosqueflanqueaneltemplodeOsiris. La tomó del brazo con cierta hosquedad y, sin admitir ni una réplica más, la condujo apresuradamente fuera de los arrabales, entre estrechas callejuelasumbríasdondemurosdeadoberojoconferíanciertofrescoral sofocantecalordeunmediodíaabrasador. Masticó compungida su derrota, al tiempo que maceraba obcecada la maneradegozardelfavordeOsiris,atravésdeunaofrenda. Seacomofuera,suvisióndebíacumplirse,yenella,Nundepositabasu semilla en su vientre, del que nacería un niño que sería uno de los más poderososfaraonesdeEgipto,yqueademás,Nunfueratandeseable,no hacíamásqueconfirmarsudestino. Llegaron en silencio a la avenida sitiada por las imponentes imágenes vivientes, en el que altas y orgullosas palmeras zarandeadas perezosamente por una brisa cálida y seca se intercalaban entre los impasiblesyadustosrostrosdelosleonesconcabezahumana.Másallá,el altopilonodepiedracalizaqueprecedíanalacoloridaentradaaltemplo adornada con bellísimos jeroglíficos, dejaba divisar los majestuosos portalones del templo, tan altos como las palmeras que adornaban su entrada, bruñidos en baño de oro y repujados con escenas del dios, refulgían ante ellos, como si manara del templo un halo dorado de la divinidadqueencerraba. A la derecha, la avenida con estanques y obeliscos que conducía al PalacioReal,yqueaesatemerariahoradeldíaestabasabiamentedesierta. Nunsedetuvo,yconmiradaseveratomóaSelkisporloshombros. ―Jamás yaceré contigo ―aseveró ceñudo―. Y por el ultrajado Atón, padredetodoslosdioses,teadviertoque,siosasregresaralosarrabales, marcharéaMemphiscontodamifamiliaynuncamásvolverásaverme. ―Sinoregreso,tampocoteveré―puntualizócompungida. ―Ese es el destino que debemos respetar ―concretó Nun, apesadumbrado. ―No,nuestrodestinoesotro―insistióSelkisconlágrimascontenidas ymuecadolida―.Peronosécómoconvencerte,mibuenNun,puestuve unarevelaciónenunsueñoquemepersiguesincesarcadanoche.Hemos deprocrearaunniñoqueserárelevanteenlahistoriadenuestroreino. Nun la observó con un deje desilusionado y resopló con cierto hastío negandoconlacabeza. ―Por eso me persigues… ―rezongó decepcionado, con una mueca desdeñosayofendidaensufaz―.Porunsueño. Selkis se apresuró a negar con la cabeza, dio un paso hacia él, para comprobar desesperada cómo retrocedía mientras la fulminaba con la mirada. ―Bien ―agregó el esclavo―, ya que no eres víctima del amor, ni parecequedelalujuria,teserámásfácilolvidartusdesmanesyrepetirte quelossueños,sueñosson. ―Te amo y te deseo, Nun ―se precipitó a replicar alzando la voz, frustrada e impaciente―. Ese sueño me llevó hasta ti, mirarte a los ojos hizoelresto. Elmuchachonegódolido,suapuestorostroseempañóconunoscuro velodetristeza.Retrocediódenuevo,lentamente,perosindarlelaespalda aún. ―No regreses, Selkis, no serás bienvenida. Mis ojos, mi boca y mi cuerposecierranati,apartirdeesteinstante. Y dándose la vuelta con furiosa vehemencia, se alejó a la carrera, alejándosedesuvista,desuvidaydesudestino. Apretódeterminantelospuñosycaminóabuenpasohaciaeltemplo. Altraspasarelmacizopilonodepiedra,serefregóelrostroburdamente con los puños, intentando borrar las lágrimas que quemaban sus ojos, emborronandoenesegestoelmesdemetconquemaquillabasusojos. Se adentró en la agradecida penumbra del templo de Osiris, acostumbrando sus ojos a la escasa luz que ornamentadas lucernas derramaban sobre el pétreo pavimento en dorados cercos. Sintió el agradablefrescordelapiedra,elfraganteinciensodelosquemadoresy loscanticossofocadosdelossacerdotesqueguardabanenesemomentola estatuadeldios. Caminó reverencial por la sala hipóstila, sintiéndose apenas una hormiga entre el bosque de grandes columnas adinteladas de techumbre plana,rumboalaltarcentral,alanaos.Sobreél,Osiris,depielverde,y semblanteregio,consucoronaAtef,elcayadoHeka,ellátigonejej,yel cetro Uas, pareció fijar sus ojos en ella. Junto a él, el pilar dyed, una columna conformada con gavillas de grano atadas y policromadas, representaba la estabilidad de Osiris. Selkis inclinó la cabeza con solemnidad, arrodillándose a continuación frente a la imagen del dios. ExtendiólosbrazoshaciaOsirisypronuncióenapenasunhilodevozsu ruego,entregandocomoofrendasuservidumbremortaleinmortal. Seincorporó,ytrasunainclinaciónrespetuosadecabeza,sedispusoa abandonar el templo, cuando de soslayo atisbó a un anciano ciego que meditaba en una esquina del templo. El oráculo. Sus pasos la llevaron inevitablementehaciaél. ―Necesito respuestas a un sueño que me persigue ―comenzó sin ocultarsuturbación. El anciano, de ajada y tostada piel, cráneo rasurado, nariz aguileña y mirada vacua, asintió quedamente. Alargó los brazos y extendió las palmasdesusmanoshaciaella.Selkislastomóyfijólamiradaenelojo deHorusqueelancianollevabapintadosobresufruncidafrente. Trasunlargoysilenciosoinstante,eloráculoasintióconfirmeza,sus labiosseestiraronenunmohíncuriosoypreocupado. ―Habéis sido elegida por Amón Ra, señor de los tronos de las dos tierras, para un importante cometido ―confirmó con voz rasgada―, salvarlavidadetufaraónocaeráspresadeunamaldición. Selkis frunció el cejo, contrariada y confusa, agitando la cabeza en clarodesacuerdo. ―Ese no es mi sueño ―manifestó altanera―. El todopoderoso Tutankamonesveladoporsuescolta,cuidadoporsuesposaysucortede médicos y protegido por sus ejércitos. ¿Cómo podría yo, una simple súbdita,salvarsuvida,queademásnocorrepeligroalguno? ―Solo os digo lo que veo, muchacha, de uno de tus actos penderá la vidadetufaraón. ―Pero…pero…¿ymisueño?―inquirióconfusa―.¿Yelhombreque amo? Elancianonegóconlacabezarotundaybufóexasperado. ―Tus deseos, muchacha, palidecen ante la magnitud de tu destino. Marchadyestadatentasalasseñalesquesindudaseosmostrarányobrad conjuicio;esmucholoqueestáenjuego. Selkis no replicó, asintió agradecida y arrastró sus pasos fuera del Templo, con una pesada nube de oscura incertidumbre y desconcertado malestarpendiendosobreella. Meditabunda e irritada, caminó hasta el Palacio Real, donde su padre pasaba la mayor parte del tiempo junto al consejero real, Ay. Juntos gestionabanelimperio,haciéndolecreeraljovenTutankamonqueeraél quienlogobernaba,cuandoenrealidadsoloerainformadodebidamente dehechosyadecididosyacontecidosporellos. Enrealidad,Tutankamonloprefería,nadadeseabamásparasupueblo quelapazylaestabilidad.Yatuvoquelucharcontraloshititasydevolver elpoderalossacerdotesdeAmónparaconseguirlo.Ahora,sologozaba del amor a su esposa la dulce Anjesenamón, y de una plácida vida sin complicaciones.Amboshabíanperdidodoshijasprematuras,comosiel renegado Atón los hubiera maldecido, y solo se tenían el uno al otro. Tutankamon amaba profundamente a su esposa, ella era el centro de su vida, y en ella se apoyaba diariamente. Pues a pesar de su juventud, su cuerpo era anciano, caminaba con bastones, aquejado de una terrible dolenciaóseaquelorecluíaensusaposentos,raravezsalíadepalacio. Selkis pasó la tarde deambulando sin rumbo, dándole forma a la idea queemergíadesucabeza.Unamedidadesesperada,pensómordiéndoseel labio inferior nerviosa, pero necesaria. La hermana pequeña de Nun, Acenath, estaba enferma de fiebres, como tantos otros niños de los arrabales.Ellalesllevaríaelremedio,quedisolveríaenunatinajadeagua y les daría a beber a los enfermos, pero solo a los niños, quizá de esa manera Nun suavizara su actitud con ella, y aunque no resultara, la decisióndeintentarsalvaraesospobresniñosllevabatiempopalpitando enella. Los médicos de la corte habían hallado hacía tiempo el remedio, fermentando hongos y extrayendo su jugo, logrando obtener un filtro efectivo para detener las fiebres y salvar al enfermo. No era la primera plagaqueasolabaelimperio,curiosamente,sololosufríanlasmetrópolis cercanasalosríos. Se recostó en un diván, en una de las terrazas que daban a la avenida, desdelaquesecontemplabalasmejoresvistasdeTebassucumbiendoaun majestuoso ocaso. La música de flautines y liras la envolvió, una brisa suave se filtró entre las columnatas agitando las gasas escarlatas que las vestían, adormeciéndola con su caricia. Suspiró, cerró los ojos y se durmióplácidamente,aguardandolanoche. Cuandodespertó,laoscuridadengalanabalaciudadconunmantoazul intenso,desvaídoanteelhaloluminosoqueprendíadelasventanasdelas casas y las altas lucernas de las avenidas. Antorchas imponentes parpadeaban en un juego de luces y sombras sobre los policromados muros de la ciudad. La belleza del paraje resultaba un bálsamo para el espírituyungoceparalossentidos. Selkis se frotó el rostro para despejarse y se puso en pie. No tenía tiempoqueperder.Correteósubrepticiamenteporlosanchospasillosdel Palacio,escondiéndosetrasalgunacolumna,cuandoelecodeunospasos llegaba hasta ella. Con el corazón desbocado y respiración agitada, fue avanzandohastalaCámaradondelosmédicostrabajabanenelestudiode enfermedades. Por fortuna, las innumerables vasijas que saturaban los anaquelesestabanetiquetadas.Nolefuedifícilencontrarelremediopara lasfiebres,puesestabatodavíaenlamesacentral,rodeadodealambiques, morterosypotes. Lotomóenvolviéndoloenunpañoysalióraudaysigilosa. Descorriósuspasoshastalaentradaprincipal,dondetomóunatinaja,la llenódeaguadeunadelasgrandesfuentesrectangularesyvertiótodoel contenido de la pequeña vasija. Se desprendió del cordón que ceñía la cinturadesuKalasiriy,nosindificultad,seatóprolijamentelajarraasu espalda. Tomó una gran bocanada de aire y salió ocultamente de palacio, apresurandoelpasoyoteandotrasella,temerosa. Llegóalosarrabalesfatigadaymásinquietaaúnqueenpalacio.Algo laturbabacomosiunmalauspiciocomenzaraaenredarlaenunhalode creciente malestar que incluso aquejaba su estómago con nauseas y agriabasugaznate. Recorriólasdesérticasyoscurascallejuelasconunnudoenlagarganta y preocupada por la reacción de Nun ante aquella temeridad. Se detuvo ante su destartalada puerta y llamó suavemente con los nudillos conteniendoelaliento.Aquellaera,sinduda,suúltimaoportunidad. Lapuertaseabrió,eltitilanteresplandordeuncandildeaceiteiluminó eladormecidorostrodeNun.Cuandoenfocósumiradaylareconoció,su faz se contorsionó en un amasijo de emociones entre las que predominaronelasombroylafuria. ―¡Portodoslosdioses!¿Perdisteeljuicio? Enesemomento,elfirmepasodelguardaquehacíalarondaesanoche, precipitóelbrazodeNunhaciaella,impulsándolaalinteriordelachoza. Enelinterior,lospadresdeNunysuhermanapequeñatodavíadormían arrebujados en sus camastros, aunque en ese instante se removieron inquietos,cambiandosuposición.Nunchitóylallevóaunrincónaparte. ―Traigo una cura para Acenath, y para todos los niños enfermos del arrabal.LasustrajealSun-unelmédicoreal,nadiehayenfermoenpalacio yellospuedenhacermás―comenzóSelkis,desprendiéndosedelavasija de metal que llevaba en la espalda y entregándosela al desconcertado Nun―. No me parece de justicia que, habiendo un remedio para evitar muertes,noseutilice. Nun la miró boquiabierto, aturdido y airoso. Sus negros ojos se entrecerraroncoléricos,ysurictussecrispótensandosusfacciones. ―Has debido enloquecer sin duda, pues no hallo sensatez a tus actos ―reprendiócontenido―.¿Acasohaspensadocuálserátucastigocuando se enteren de que robaste la medicina del faraón? Ve y devuélvela de inmediato. ―No―respondióconobcecación―.Simeheexpuestoesparaayudar a los que en verdad la necesitan, tu hermana entre ellos. ¿No quieres salvarlelavidaalapequeñaAcenath? Nun la miró con recelo y pesadumbre, agitó la cabeza, su rostro se oscureciópesaroso. ―Ydime,Selkis,¿cómopretendesquepagueestegranfavorquenos haces?Porquesiesconloqueahoramismosemevienealamente,solo tepagaríaconelmásabsolutodesprecio. Selkisbajólamirada,herida,laslágrimasseacumulabanensusojos,y eldolorensucorazón.Enefecto,resultaríaignominiososiensucorazón no se alzara por encima de ese fin, el deseo por salvar las vidas de aquellos pequeños. La acusadora y decepcionada expresión de Nun evaporócualquierbriznadeesperanzaenelcumplimientodesusueño.Y con honda derrota, pesarosa y compungida, acepto para sí que, seguir insistiendonosololearrebataríalapocadignidadqueyalequedara,sino queconseguiríaelefectocontrario. Negóconlacabezaysuspiróabatida,susgrandesojossenublaronen ardoroso llanto y dirigió su mirada a Acenath que dormitaba entre temblores. ―Norequieropagoalguno,Nun―musitóqueda―.Ofrecelamedicina a tu hermana y olvida que me conociste. Prometo no regresar a los arrabales,niaincordiarteconmipresencia.Llevasrazónencuantodices, solo atraería desgracias sobre vosotros, ningún futuro faraón de Egipto merecetantosufrimiento. Nunarqueólascejasconasombro,fruncióelceño,depositóelcántaro enelsueloylatomóporloshombros. ―¡PorAtón,Selkis!¿CómounhijodeesclavopodríagobernarEgipto? ¡Nohaysentidoalgunoentuvisión,esundisparate! Selkisloempujóairada,ydiounpasoatrás,fulminándoloconmirada enojada. ―¡Daigualya,porquenosecumplirá!¡Nuncalosabremos!Temofas demissueños,medespreciasytelibrarásdemíencuántosalgaporesa puerta,túganas.Concédeme,almenos,nohacermesentirpeordeloque yamesiento. Elresplandormarfileñodeunalunaplenarevelóunrictusarrepentido pincelandoelmasculinorostrodeNun. ―Yo…lolamentomásdeloquecrees. ―Tomaunatazaydaledebeberelremedio,hededarmeprisa―pidió, cerrandosusoídosysussentidosalmuchacho. Asintióapesadumbrado,latristezainundabasumirada.Tomóunatazay lallenóhastaelbordeconelcontenidodelajarra.Medioincorporóasu hermanaypocoapocologróquelafuerabebiendo.Lapequeñasudabay apenaslograbaentreabrirlosojos,ardíaenfiebre. Selkis volvió a manipular la jarra cuidadosamente para sujetarla a su espalda.Nunseaprestóaayudarlaydesdeatráslefuepasandoelcordel rodeando el recipiente. Sentir sus dedos rozar su cuerpo, fue el último suplicio que se llevaría como recuerdo. Cuando estuvo preparada, se dirigióalapuerta,ansiosaporatravesarlayaligerarelnudodedolorque oprimíasupecho.Yasalíaalacallecuandounamanoaferrósumuñeca desdeatrás. SegiróhaciaNuncontrariadaydesconcertada,perosedejóarrastrarde nuevoalinteriordelachoza. ―Semehaocurridoquenotienesporquéarriesgartemás―comenzó enunsusurro―.Dejaaquílajarra,queyolarepartiréestanocheporlas casasmarcadas.―Susojosemitieronunbrilloextrañocuandoseposaron sobresuslabios,parecíacontenidoytanfrustradocomoella―.Regresaa Palacio,notearriesguesmás. Selkis,incapazdehablar,obnubiladaporelanheloquemanabadeél,se dejódesprenderlasatadurasparaliberarlajarraqueregresóaunrincón enelsuelo. ―Quelosdiosesteproveandefortunayteotorguenunavidaplenay dichosa―murmuró como despedida, escapando nuevamente hacia la puerta. Cadainstanteasuladoeraunpuñalquehoradabasupecho. ―Selkis ―pronunció Nun con voz rota, aferrando esta vez su antebrazo. Cuando se abrazó a ella por detrás, y la estrechó contra su pecho, su corazónsedetuvo. ―Dejartemarchareslomásduroqueharéentodamivida,queniserá plenanidichosa,porqueenellanoestaránuncalamujerqueamo. Ella cerró los ojos, un reguero de lágrimas recorrió sus mejillas, un débilyestranguladosollozoescapódesuslabios. ―¿Tienesideadelasvecesqueheimaginadotenerteentremisbrazos, besarteyhacertemía?InfinitasmiadoradaSelkis,infinitas. ―¿Porquémetorturas,Nun?Tomasteunadecisión,nodesgarresmás micorazón. El muchacho la giró entre sus brazos, tomando el rostro de Selkis en susmanos. ―Tortura fue tenerte cerca, tentarme con tu belleza y luchar conmigo mismo. Quiero… quiero que comprendas que mi corazón es tuyo y que me lo arranco para que ni tú ni mi familia paguéis por mi falta de voluntad. Sesostuvieronlargamentelamirada,nuncahabíanestadotancerca,yel cuerpo de ambos reaccionó con virulenta lascivia. Percibió la dureza de Nun,queapenasllevabauncalzóndelinocomoúnicavestimenta,contra su vientre. Sus enhiestos pezones se oprimieron contra el musculado y lampiñotorsodelesclavo. Cuando él la tomó por la cintura y la ciñó a su cuerpo, un gemido ardorosoescapódeella.Nunclavósuturbiamiradaensuentreabiertay suplicante boca, y preso de un irreprimible impulso, se abalanzó sobre ella,liberandocuántohabíareprimidodesdequelaconoció. Unapasiónhambrientalosdevoró,suslenguassefrotaronávidas,sus manos, sedientas de piel, buscaron consuelo con fervoroso afán, sus cuerpossefrotaronanhelantesydesesperados.Envueltosenunacandente nubedelujuria,searrinconaroncontraelpenumbrosorincón,jadeantesy enloquecidos. Nunapartólasdelgadastirasqueapenascubríansusopulentospechos, cobijándolosensusmanos,derramandoensubocaunroncogruñido. ―Tantas veces los acaricié con la mirada… ―gimió apasionado―. Selkis,mearrebataslacordura,nopuedomás...Tusueñoyelmíoradican en el mismo principio: el de poseerte hasta desfallecer. En el tuyo engendrasunhijo,enelmío,locriamosjuntos. Apenasseseparóparaclavarenellaunamiradaenamorada. ―Quizáeltuyoserealice,yaqueelmíojamássecumplirá. El corazón de Selkis reventó de amor y de dolor, por el destino de ambossueños.Inclinólacabezahaciaatrásliberandounsofocadojadeo cuandoNunlealzóunadelaspiernasylaenlazóasuscaderas,altiempo quesubocatomabaenellaunodesusaltivospezones.Elesclavollevóla manoalvérticeentresusmuslos,deslizándolaporsutersafemineidad. ―¡Porlosdioses,estástanhúmeda…! Ylaacariciócontalpericiaquesearqueócontraelmuro,presadeun placer delirante. Mordió el hombro de Nun, para sofocar sus gemidos, hastaqueélapresódenuevosuboca. ―No puedo esperar más ―gimió tirante―, el deseo me quema las entrañas. Deshizo la tira de lino de su calzón, con tosco apremio y de un profundo empellón se hundió en ella, aguardando un instante a que su carne se amoldara a su intrusión. Sintió cómo se cerraba en torno a él, estrechaypalpitanteytemióderramarsesinlograralargarelgocedela mujer. Nun apretó los dientes, y comenzó a moverse lánguidamente, absorbiendo en su boca los jadeos de la mujer. El placer lo acuchillaba implacable, confiriendo brío a sus envites. Jamás en toda su vida, había sentidonadaigual. Selkissintióquealgolarompíapordentro,todosucuerposesacudió vibrante,zarandeadoporunestallidodeplacerdesgarrador,quelatensó violentamente,arrancadodeellauntorrentehúmedoqueresbalóporsus muslos. Todavíaintentabarecomponersedeaquellainusitadasensación,cuando confusa sintió que Nun salía de ella y se acuclillaba entre sus piernas, colocando una de ellas por encima de su hombro. Sentir la lengua del hombrelamiendoávidasusjugos,laconvulsionódeplacer.Semordiótan fuerteellabioparanogritar,quesehizodaño. Notardóenalcanzarotronuevoclímax,queNunsaboreócondelirio. Cuando se apartó de ella y se puso en pie, sus ojos refulgían tan opacados de lascivia que todo su cuerpo se agitó. Nun la tomó por la cinturaalzándola,aferrándolaporlasnalgas,yellainstintivamenterodeó las caderas de hombre con sus suaves piernas. No pudo evitar dejar escapar un jadeo entrecortado cuando fue penetrada de nuevo contra la pared. Un embate tras otro la fueron prendiendo como una antorcha, consiguiendo que su cuerpo se deshiciera una y otra vez en clímax incesantes. Bebió los jadeos del hombre, en largos y candentes besos que los enloquecieron. Cuando Nun se derramó en ella con un gruñido largo y ronco se abrazó con fuerza a su cuello, sofocando el temblor que lo sacudía. Se miraron a los ojos tan intensamente como si además de fundir sus cuerpos, quisieran fundir sus almas. Ambos con mirada húmeda y semblante afectado, con sus rostros todavía arrebolados por la pasión, temblorosos e incapaz de separarse, reafirmaron sus sentimientos en un reveladorsilencioquesellósuscorazoneseternamente. ―Teamarémientrasmequedeunalientodevida―murmuróSelkis―, einclusocreoquesinél. Nunseobligóasalirdeella,labajódesuscaderasytomóconextrema dulzuraelhermosorostrodelamujerensusahuecadaspalmas. ―Ve,amadamía,porquedemicorazónjamássaldrás. Trasunúltimoyemotivobeso,Selkissaliódelachozaembargadaen llanto, corriendo entre las callejuelas penumbrosas, cobijada por aquella grandiosalunayporsudolor. *** A la mañana siguiente, en el palacio se respiró un aire desconcertantemente tenso que la preocupó sobremanera. Percibió una desacostumbrada y agitada premura en los ademanes de sirvientes y esclavos,yunaletaníademurmullossoterradoseinquietos,queflotaban enelambienteconformandounamelodíasobrecogedora. Algograveestabaocurriendo. Captóunodeaquellossusurrosqueibanyveníandebocadeunadelas esclavasypalidecióenelacto,Tutankamonhabíacontraídolasfiebres. Encontró a su padre en la antesala a las estancias privadas del faraón, conversando con el sun-un real, el médico de más estatus, que en ese instante, ofuscado y abrumado, agitaba las manos con evidente incomprensión. ―¿Y el remedio? ―bramaba Horemheb encarándose al asombrado médico. ―Noestá,hadesaparecido.Alguiendebiórobarlo. ―¡Maldición!―rugiósupadre,paseandofuriosodeunladoaotrode lasala―.JuroporAmón,queencontraréalculpableypagaráconsuvida esteatrevimiento. Selkisseestremeció,supulsoseaceleróysuvientreseagitópresode unmalestaropresivo. ―Mientras busco al culpable, debéis confeccionar un nuevo filtro sin pérdidadetiempo,Tutankamonempeorapormomentos. Elsun-untragósalivaysetoqueteónerviososualopécicacabeza. ―Tardaríamos demasiado ―replicó angustiado―, no es un remedio fácildeconseguir. En ese instante la puertas abatibles de la alcoba real se abriendo para dejarsalirdeellaalamenudayfrágilfiguradelaesposadeTutankamon. Anjesenamónavanzóhaciaelsun-unconlaansiedaddesdibujandosus facciones. Porsusmejillasrodabangruesaslágrimasquenolograbanarrancarel tormentoquemanabadesumirada. ―Estápeor―informóentonodesgarrado―,tenéisquehaceralgo,os loruego. Segiróvehementeycorrióhacialaalcobadenuevo,laseguimoshasta ella,encontrandoenunainmensacamaelenjutocuerpodeljovenfaraón, sinapenasvidaenél. Jadeaba,convirtiendosurespiraciónenunsilbidoagónicoqueerizaba lapiel.Susgrandesojosparecíanperdidosenoscurasyhuesudascuencas. Sulamentableestadosobrecogióalospresentes. ―Noesposiblequehayaempeoradotanrápido―selamentóelsun-un, examinandoalfaraón. ―Llevabadíasmuyirascible,seaquejabadedoloresdecabezayapenas lograba conciliar el sueño ―explicó Anjesenamón alterada y sollozante―. Pero ha amanecido ardiendo en fiebre y no logro que recuperelaconsciencia. Elmédicopidióunavelaprendida,cuandoselaalcanzaronordenóque lapasearanaunladoyaotrodeloscerradospárpadosdeTutankamon, mientras él se los entreabría con dos dedos. No hubo respuesta a aquel estímulo, chasqueó la lengua y miró con grave preocupación a Anjesenamón. ―Tenemosquebajarlelatemperatura,onovolveráadespertar. Lareinaahogóunaexclamación,sellevólamanoalaboca,surictusse contrajoenunamuecadesoladayangustiada,ymandóentonocrispado quetrajeranpañosdeaguafría,yextractodecortezadesauce. Selkis,sintiólaafiladaculpahundiéndoseensupecho,lacerándolacon pesados remordimientos que la sepultaron implacables, pero nada podía hacerya,másqueaceptareldestinoqueellamismahabíaforjado. Losesclavoscorretearonprestosacumplirsuencargo.Horemheb,con un gesto ofuscado la convino a seguirlo y ambos abandonaron la habitación. En la antesala encontraron a Ay, que ya impartía órdenes a la guardia parabuscaralladróndelremedio.Selkissintiócomosupechoseagitaba ysuvientreseencogíagestándoseenellaladudadesiconfesarsufelonía. ―Tutankamon no puede morir ahora que vuelven a sublevarse los hititas―comenzóelgrangeneralHoremheb―.SidescubrenqueEgipto quedasinfaraón,creceránsusánimos,ysiademástenemosencuentaque lamitaddenuestroejércitohasucumbidoalaplaga,noshallaríamosen unasituaciónmuydelicada. Ayfruncióelceño,elgranConsejeroReal,sedesprendiódelnemes,el lienzo a rayas que siempre llevaba de tocado, y se rascó su pelo corto ensortijadoconenojoydesazón. ―Delicada sería suavizarla, trágica sería más adecuada ―arguyó con vozestirada―.Ysolosemeocurreunacosa.Silamentablementefallece el faraón, hemos de mantenerlo en secreto hasta que reduzcamos a los enemigos.Encuantoalmalditoladrón,hayqueencontrarloyejecutarlo. Ya mandé a la guardia para que investigara los hechos, tendremos un culpableantesdequeacabeeldía,teloaseguroamigomío. Ambosseaferraronalantebrazodelotroyasintieronquedos. ―YaaviséalossacerdotesdelTemplodeAmón,paraquepidanporla vidadelfaraón―murmuróAy. ―Selkis, ve al Templo y reza ―ordenó Horemheb―. En nada puedes ayudaraquí. La muchacha se mordió el labio inferior, y asintió cabizbaja, desdobladaporunaangustiosaincertidumbre.Siseconfesabaculpable,no solo atraería la ira de su padre sobre ella, sino que quizá siguieran sus pasos hasta Nun. En cambio, si permanecía en silencio, otro desdichado pagaríasuculpa. ―¡Padre,necesitohablaros! Horemheb, entrecerró suspicaz la mirada, y con gesto reprobador se acercóaella. ―Ahoranoesmomento,Selkis,bienlosabes. ―Peroesurgente,padre. ―¿MásqueeldestinodeEgipto? Bajólacabeza,laslágrimasanegabansusojos,ylaculpasucorazón. Denuevo,vacilóindecisa,hundióloshombrosyresoplócogitabunda. ―Estárelacionadoconel―afirmócontrita. Sefrotólaspalmasdelasmanos,nerviosaytragósalivacondificultad. Horemheb la escrutó con agudo recelo, frunció sus labios ante lo que vislumbró en la faz de su hija y asintió grave. La tomó del brazo y la arrastróalarelativaprivacidaddeunrincón. ―HablaSelkis,notengotiempoqueperder―susurróquedo. ―Fuiyoquiénrobóelremedioyloentregóalosniñosesclavosquelo necesitaban. Temerosa,observócómoseobrabaelcambioenlaexpresióndelgran generalanteaquellarevelación.Susojosseabrieronasombrados,lafuria losinyectóensangre,surostrosedemudóysuspuñossecrisparon.Todo su cuerpo se tensó al borde del colapso, y tras aquel abrupto manto de cólera que lo sepultaba en su yugo, llegó un pavor que palideció su morenorostroyagitósupechoenunarespiraciónentrecortada. ―¡Por los dioses, Selkis, dime que no hablas en serio! ―siseó entre dientes. En su velado llanto comprendió que era la verdad lo que había manifestado su hija. Horemheb sintió como apuñalaban su corazón con unadagaenvenenada.MirófurtivamenteasualrededoryenespecialaAy, que dirigía fugaces e intrigados vistazos hacia ellos, y se obligó a mantener el aplomo necesario para no dar rienda suelta a la desazonada iraquelodominaba. ―¡Nadie,escúchamebien,nadiedebesaberesto!―advirtiórotundoen un estirado susurro―. Yo intentaré olvidar estas palabras que ahora horadanmipecho.Perohasdeprometermequenuncamássaldrándetu boca. Si Tutankamon muere, alguien tendrá que morir con él, y será el hombre que traigan a palacio como culpable. No voy a pedirte explicaciones, porque jamás las entendería. Has caído ante mis ojos, Selkis,nosolohaspuestoenriesgoalimperio,atufaraónyatimisma, sino que posiblemente hayas condenado tu inmortalidad. Los dioses no perdonaránestotanfácilmente,yfrancamente,creoqueyotampoco. Trasunadolidamirada,quesegrabóafuegoensualma,Horemhebse apartó abrumado, sin poder ocultar la honda decepción y el incipiente desprecioquenublabasusemblante. Se abrazó trémula así misma y corrió a su cámara envuelta en tan amargo llanto que cada lágrima era veneno que corroía su piel y emponzoñabasualmadeculpayremordimientos.Alguienmoriríaporsu causa,sindudamerecíaeldespreciodesupadreydesusdioses. *** La despertó un desgarrado grito que erizó su piel, incorporándola bruscamentedellecho. Sevistióatodaprisaysaliódesusaposentosconelcorazóngalopando atrozmenteensupecho. Se topó con una de las sirvientas de Anjesenamón, que caminaba cabizbajayapenada. ―¿Quéestáocurriendo?―inquirióSelkisalterada. ―Nuestro faraón ha muerto ―contestó abatida―. La desgracia se cernirá sobre nuestro pueblo. La dolida Anjesenamón, ha maldecido al que robó el remedio, y piensa sellar su tumba con esa maldición, desde dentro.Acompañaráasuamadoesposoyhermanastroalmásallá,nolo dejará solo en la oscuridad, lo guiará hacia los dioses llevado por su mano. Ya están acumulando sus más preciados bienes en la cámara del tesorodelatumbareal,paraquelosacompañenensuúltimoviaje. Selkis ahogó un sollozo que reverberó en su interior como una onda dolorosaquesefueextendiendoportodosucuerpo. ―Almenos―prosiguiólaesclava―,encontraronalculpable.Ojaláy pagueconelmayordelostormentostodoeldañoquehacausado. Un aleteo angustioso nació en su vientre, imprimiendo en ella un malestartanagudo,quesintiónauseas. ―¿Dóndetienenalculpable? ―En el patio trasero, a la intemperie, atado a un poste, mientras se decidesucondena. ―¿Ha…haadmitidosuculpa? ―Sí,confesóquefueélquiensefiltróenpalacioyrobólamedicina. Aquelloatenazósupechoenunnudoquecasilaprivóderespirar. Dejóalamuchachaycorrióporlospasilloshaciaelgranpatiotrasero. Cuandodescendiólaescalinata,suspasossefrenaronenseco. Unsolabrasadorazotabalaspiedrasdelpavimento,yaldesdichadoque habían atado a un poste y que apenas se sostenía en pie. Sus pies resbalaban continuamente en un denso charco de sangre que se extendía bajo él. Había sido azotado concienzudamente, su espalda abierta en sanguinolentas brechas rezumaba regueros escarlata, que sinuosos se deslizaban por sus piernas. Estaba completamente desnudo, y apenas se sosteníaenpie. Cuandogirólacabezaylaalzóalimplacablesol,Selkissesintiómorir. Apesardequesuhermosorostrosehallabadesfiguradoporlosgolpes, fuefácilreconocerlo. Nologróestrangularelalaridoaterradoyrabiosoquenaciódelcentro mismodesuserycayóderodillasalpiedelaescalinata,sobrecogiday desgarradaporlamagnituddesusactos. ―Que no os aflija ver un hombre en semejante estado ―consoló uno delosguardias―,merecetodaslaspenuriasdeestemundo. Selkisrechazólamanodelsoldadoysepusoenpietambaleante. ―¡¡No fue él!!! ―gritó desaforada―. ¡¡¡Fui yo, yo debo estar en ese poste!!! Los hombres se miraron confundidos, negaron con la cabeza y la observaroncomosihubieraperdidoeljuicio. ―Será mejor que regrese a su cámara ―aconsejó el hombre―. El espectáculonohahechomásqueempezar. ―¿Puedo… puedo ofrecerle agua al menos? ―logró barbotear―. O moriráantesdequeacabéisdecastigarlo. Elhombrealzóconasombrolascejas,parafruncirlasacontinuación. Alcaboasintió. ―Siesooshacesentirmejor,adelante. Selkisapretólosdientes,ahogóunprofundosollozo,tomólajarrade aguaquedescansabaenlaparteumbrosadelpatio,ysedirigióhaciaNun conelcorazóntanhechotrizascomolaespaldadelmuchacho. Cuando llegó hasta él, y vio con horror la dureza del castigo en su rostro,sesintiódesfallecer. ―Nun,amormío…¿Porqué…?―sollozórota. El muchacho tenía la frente pegada al poste, parpadeó confuso, hasta que logró enfocar el único ojo que pudo abrir sobre ella. Sus labios partidos en varios puntos, se estiraron lastimosamente en una débil sonrisa. ―Losdioses…meescucharon―murmuróenvozquebrada―.Pedí… pedíverteporúltimavez. ―No voy a permitir que sigan haciéndote daño ―replicó Selkis embargadaenllanto―.Túnofuisteculpabledenada,tú…túsolofuiste unavíctima,mivíctima. Nun negó con la cabeza, su sufrida mirada la taladró admonitoria y grave. ―¡No!―exclamóconfirmeza―.Tú…tútienesquevivir,llevas…mi semilla en tu vientre, y… ahora sé que tu visión se cumplirá. Ya… ya cumplí mi destino, y a pesar de su final, lo considero un destino dulce, puesmellevoelcorazóndelamujerqueamo,ydejoelmíoconella. ―Nun,nopodrévivirsinti,sabiendoademásquefuiyoquientemató ―gimió ella, sintiendo como su corazón se resquebrajaba con cada palabra, con el peso del destino que ya los había aplastado sin conmiseración. ―Selkis, mi amor…, lo harás por ese ser que nacerá de ti y al que habrásdeamartambiénpormí.Sihedemorirparaqueélnazca…,ypara quetúvivas,nadietendrájamásmejorrazónparaabandonarestemundo. Se sostuvieron la mirada un largo instante, sollozando en silencio, liberando cuánto sentían y asumiendo que aquel encuentro sería la más amargadelasdespedidas. Selkis acercó sus labios lentamente, depositando un suave y afectado besoenlabocadeNun,quegimióemocionado.Elsabordelasangreno impidióquepaladearatambiénladulzuradesuboca,yconextremomimo acariciósumagulladorostro,derramandoencadagestotodoelamorque laembargaba. ―Espérame en la otra vida, en el Duat, Nun, allí nos reuniremos de nuevo y que Osiris nos juzgue, poniendo nuestros corazones en la balanza,puesestoyseguraquepesanmásquelaplumadeMaatyqueIb nosasista―mascullóderrotada. ―Séquemicaminoeselmásfácil―susurróNun―.Yaquetúquedas aquí presa del sufrimiento y la pérdida…, pero no permitas que los remordimientosteenvenenen,mibellaSelkis,puesnoolvidesnuncaque nuestrodestinolodecidieronlosdioses. Suvozrasposaseapagóenunaccesodetosviolenta.Girólacabezaal tiempoqueescupíaunaabruptabocanadadesangre. Selkistomósucabezaentrelasmanos,inclinólajarrasobresubocay lediodebeber,derramandoelsobrantesobresucabeza. ―Ve, amor mío, no me alejaré de ti ―se despidió Nun―, pues me adentréentupechoparanoabandonarlonunca. Unospasosapremiantesyfirmeslatensaron.Losguardiasseacercaron aellos.SeabrazóaNunsollozanteyrota,revolviéndosefuribundacontra losguardiasquetirabandeella. ―Nooooooo…―aullódesaforada,mientraslaalejabandelmaltrecho cuerpodeNun. *** Luxor,30denoviembrede1925 Por enésima vez, releyó el artículo en TheTimes, de hace tres años, escrito por Marie Corelli, la afamada novelista gótica, que había incendiado la actualidad asegurando que las muertes relacionadas con la polémica tumba de Tutankamon, eran producto de una maldición. En el artículo aseguraba que su afirmación se basaba en el descubrimiento de unosancestralestextosárabesqueteníaensupoder. Legajos que él había conseguido estudiar, no sin haber seducido previamentealacontrovertidaMarie,queademásdeexcelsanovelista,se había revelado como una apasionada amante. Zaid Nasser sonrío para sí ante aquellos recuerdos, había tenido algunas amantes inglesas y precisamentenosecaracterizabanporsufogosidadenellecho;sinduda Marieeraunamujerpeculiar. Zaid, a pesar de ser de origen egipcio, había sido adoptado por un matrimoniobritánico,apasionadosdelaarqueologíaymuyactivosdentro de ese campo, con lo que había logrado ser asistente del profesor y arqueólogo Hugh Evelyn-White, colaborador adjunto del afamado Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankamon, y última víctima,laoctava,delaoscuramaldiciónqueperseguíaalosquehabían tenidocualquiercontactoconlatumbadelfaraón. Paseódenuevolamiradaporsusanotaciones,sintiendounnudoensu estómago, temiendo ser el siguiente en aquella fatídica lista negra. La releyómientraselmiedoloatenazaba,reafirmándoseenél,laúnicasalida quevislumbraba…. «ListadoCronológicodemuertesatribuidasalamaldición: Mayo de 1923 muere el profesor La Fleur, arqueólogo canadiense y amigointimodeCarter. Tambiénenmayode1923muereelmagnatedelosferrocarrilesenlos EstadosUnidos,GeorgeJayGould,deunaneumoníadespuésdehaberse resfriadoensuvisitaalatumba. El 5 de abril de aquel año de 1923 a la 1:50 A.M. en El Cairo, ciento treinta días después de la apertura de la tumba, deja de existir Lord Carnarvon, mecenas de Carter, por culpa de la picadura de un insecto y una repentina neumonía. Sus últimas palabras, en medio de su delirio fueron:«Heescuchadosullamadaylesigo».Elmismodíahayunapagón en toda la ciudad, y disturbios. También, el mismo día, casi a la misma hora, pero en su Londres natal, fallece la perrita de Lord Carnarvon, inexplicablemente. En julio de 1923, el príncipe egipcio Ali Fahmy Bey, quien había visitado la tumba, es asesinado en un hotel de Londres, y su hermano se suicida. Enseptiembrede1923muerealos43años,trasunaoperacióndental, elcoronelAudreyHerbert,hermanastrodeLordCarnarvon,yqueestuvo presenteenlaaperturadelacámarareal. En noviembre de 1923 muere Woolf Joel, un millonario sudafricano quehabíavisitadolatumba.FueasesinadoatirosenJohannesburgo. En enero de 1924 muere a causa de una misteriosa enfermedad Archibald Douglas-Reid, el especialista que radiografió la momia de Tutankamon. También en 1924 muere el profesor Hugh Evelyn-White, colaborador deCarteryunodelosprimerosapenetrarelcuartomortuorio,sufriendo dedepresiónnerviosa.Seahorca». Cerró su libreta de un manotazo y refregó burdamente su rostro. Resoplóapesadumbradoyserecostóensusillón,pasándose,inquieto,las manosporsuespesocabellonegro. Tenía que regresar a la tumba, a pesar de la inscripción que rezaba sobreellaenunatablilladecoloridosjeroglíficos,unostracondearcilla en el que se hallaba grabada la leyenda… «La muerte golpeará con sus alasaaquelqueoseperturbarelreposodelfaraón». Tragó saliva y se puso en pie, transpiraba y su camisa de hilo blanca dejaba entrever su acanelada piel. Se desprendió de ella y de los pantalones y se vistió con una túnica liviana y fresca, de suave lino egipcio,azulnoche,conbordadosennegro.Idealparahacersepasarpor unodelosguardianesdelatumba.Porprimeravez,suaspectoloayudaría en su empresa. Sobre su cabeza, dispuso hábilmente una Kufiyya del mismocolorocultandosucabello.Apesardenotenerprácticaeneluso del turbante árabe, le bastó observar cómo lo hacían los excavadores de Carterparanovacilarensudisposición,seríalasangre,pensóirónico. Tomósupequeñomaletínysalióalfrescordelanoche. El ocaso en el desierto era una de las cosas más hermosas que había vistoensuvida.Lasonduladasdunasazuladas,seasemejabanalasdulces crestas de un mar calmo. Y el cielo, el cielo apagaba su incendio en un torrente de intensos púrpuras, cobres y rosados que perfilaban las sombras de palmeras y pirámides, conformando un fondo tan místico y sobrecogedorquerobabaelalientoyenamorabaelalma.Quizáfuerael último que disfrutara, pensó cogitabundo. No obstante, no iba a permitir quelamuertelosorprendiera,éllasorprenderíaaella. Supequeñavillaalquiladanoestabalejosdelasexcavaciones.Decidió ir caminando, quizá para saborear cada espectacular retazo de aquel soberbio atardecer, quizá para alargar la riesgosa decisión que había asumidodíasatrás. Acadapaso,ensumenterememorabaeldíaqueentraronenlacámara funeraria,flanqueadapordosespectacularesleonesdebronce.Alinstante, evocó las coloridas pinturas murales que representaban a la corte del faraón, tan fastuosas y tan bellas como todo lo que se acumulaba en la tumba… Estatúas reales, el carro ceremonial, arcos, flechas, una imponenteréplicadegrantamañodeldioschacalAnubis;cofresdeoro, maderaymarfil,bellamentetaraceados;tronosricamentelabrados,bustos del faraón, suntuosas máscaras funerarias, joyas y todo tipo de ornamentación ostentosa, maquetas de barcos. Un impresionante escarabajoaladorealizadoenlapislázulidentrodeundiscosolar,queél acarició completamente obnubilado y perplejo ante la magnificencia de aquelesplendorosotesoro. Pero lo mejor fue presenciar lo escondido que estaba en verdad el cuerpo momificado del faraón: dentro de un sarcófago de cuarcita amarilla, que ocultaba en su interior tres ataúdes antropomórficos, sucesivos,unodentrodeotro,dondereposabalaennegrecidamomia,de faccionesdelicadasycuerpomenudo. No olvidaría jamás el resuello de ultratumba que pareció escapar del mismísimoTutankamon,cuandorompieronelsellodelatapamortuoria. Unveladosoploqueerizólapieldelospresentes.Tampocoolvidaríael gestodeabsolutopavordelostrabajadoresegipciosdeCarter,señalando horrorizadoslatablillaqueavisabadelamaldición. Dealgúnmodo,supoqueesedíahabíamarcadosusvidasparasiempre, yporloqueparecía,tambiénsusmuertes. El suicidio de su profesor fue lo que lo llevó a trazar un plan tan inverosímilcomodesesperado.Lamuerteloseguía,sentíasupresenciay sugélidoalientodemasiadopróximoaél. Se agitó sacudido por un escalofrío y acarició pensativo su maletín, aquellos textos árabes que le había cedido Marie eran su única oportunidad. Llegóalatumba,yaentradalanoche. Losguardianesarmadosseencontrabanentornoaunahoguera,riendo y comiendo, ajenos a la entrada. El hecho de que la maldición hubiera recorridomediomundohabíaespantadoaturistasycuriosos,habituando asusguardianesarelajarsusfunciones. Subrepticiamente, se pegó al murete de arenisca de la entrada y se deslizó escalones abajo, sigilosamente, hacia el interior de la tumba, tomandolaantorchadelaentrada. Liberóelalientocontenidoyrespiróhondo,antesdeabrirsumaletíny sacarelañejolegajo. Según aquellos textos, debía erradicar el origen de la maldición para anular su efecto. Y tras casi haber memorizado cada palabra, supo que todosedesencadenóenelmismocorazóndeTebas. LahermosahijadeHoremheb,unodelosgeneralesdeTutankamon,la bella Selkis, había provocado de manera indirecta la muerte del faraón, robando la medicina para su amado Nun, hijo de cantero y esclavo para colmo de males. Anjesenamón, que después de haber perdido dos hijas prematuras, enloqueció con la muerte de su joven esposo y ayudada por los sacerdotes del Templo de Amón, logró formular una maldición que perdurara a través de los tiempos. La misma que había atado el alma de Selkis, a una dimensión vacía, donde vagaba su tormento en el inframundo,eneloscuroreinodeOsiris,sinpoderatravesarlaspuertas, cavernasymontañasvigiladasporcriaturassobrenaturalesyterroríficas. Lamaldiciónlahabíaprivadodellibrodelosmuertos,elqueconteníalos sortilegiosadecuados,quedebíarecitarparaprotegersedeesascriaturas ypoderllegarhastaelecuánimeOsiris,paraserjuzgada. Zaid la compadeció, pues si su único pecado había sido amar tan profundamente, llevar retenida durante tantos siglos en aquel infierno egipcioera,sinduda,unacrueleinjustacondena.Peroéllaliberaría,o quizácompartierasudestino. Encajólaantorchaenunodelosanclajesdelacámaramortuoria,yla recorrió con la mirada. Los tesoros que quedaban, los de menor escala, estaban clasificados y numerados, a la espera de ser retirados para su estudio. Hacía apenas diez días que la momia de Tutankamon había sido llevadaalMuseodeElCairo,poresoCarterhabíaabandonadoelenclave momentáneamente. Sin embargo, Anubis, el dios chacal, permanecía en unaesquinadelacámaradeltesoro.YeraaAnubisaquieninvocaríacon el preciso sortilegio, para que guiara a Selkis hacia Osiris, en busca de justiciaypiedad. Extrajo del maletín el legajo árabe y suspiró hondamente. A continuación, en uno de los anaqueles de una de las muchas cajas numeradas,sacólaherramientaquenecesitabaparalainvocación.Ellibro delosmuertosdelmismoTutankamon. Loabrióporelcapítulo129,ypasódelicadamentelaspáginascosidas. Todoslospárrafoscomenzabanconlapalabraro,habla… Y eso hizo, pronunciar en voz alta y clara el párrafo seleccionado, utilizandolosnombresquehabíamemorizadodeltexto,enrepresentación deSelkis. Su voz, grave y sentida, reverberó entre aquellos ancestrales muros. Vibrante y clara flotó en ondas por la sala, en un eco lóbrego que regresabaaélprovocándoleescalofríos,noreconociéndoseenella. Y a medida que recitaba, podía sentir cómo la temperatura descendía abruptamente,ysualientoblanqueabaenunvahosobrecogedor.Lallama delaantorcharetemblórepetidasveces,comosialguiensoplarainsistente sobre ella. Se mantuvo firme, entonando cada frase e imprimiendo solemnidadasutono,enunacadenciareverencialyregular,apesardelos estremecimientosquelosacudían. Cuando terminó, un sonoro soplido, como una brisa helada y susurrante, apagó la antorcha sumiéndolo en una opresiva negrura. Permaneció inmóvil, tenso y expectante, mientras el pulso amartillaba irregular y atronador su sien, y su respiración se agitaba sumiéndolo en unaterradordesasosiego. Y de repente, escuchó un siseo que le cortó el aliento seguido de un escalofrianteestertor.Unalevecariciaensuslabioserizótodoelvellode su cuerpo. Sus latidos se descompasaron cuando un irreal halo azulado emergió de los murales, de la pared donde estaban grababas algunas inscripcionesdellibrodelosmuertos. De cada trazo refulgió un resplandor intenso que perfiló una silueta frenteaél. Retrocedió tambaleante, impresionado y sumido en un pavor que le cerrólagarganta. Aquellasiluetafemenina,translúcidaperodefinida,eraladeunamujer joven, egipcia, y tan asombrosamente hermosa, que le robó el aliento. Avanzó hacia él con un gesto plácido, en el que creyó ver un deje de afectadagratitud. ¿Aquello era real? ¿Estaba presenciando una aparición del más allá? Supo,alinstante,dequiensetrataba. Dejóderetroceder,fijandosumiradaenella,yconteniendoeldeseode alargarelbrazoeintentartocarla,temiendoquesevolatilizara. ―NoinvoquéisaAnubis,todavíano―suplicóella. Suvozfuecomounatersaycosquilleantecariciaquesefiltrarahastasu alma,comoelsusurrodehojasarremolinándoseentornoasucuerpo,o elaleteodeunamariposaensucorazón.Seestremecióylamiróintrigado yabsolutamentearrobadoporella. ―SolodeseoliberarosdelamaldiciónyqueosreunáisconNunenel Aaru,vuestroparaíso―arguyóZaidentonodulce. ―Antestenéisqueenlazarosamialmaypresenciarcómofuemividay ladeNun,paratestificarpornosotrosanteOsiris.¿Aceptáisquemefiltre envuestrossueñosyabravuestramenteamivida? Zaidasintióquedo,mientrastodosucuerposerevelaba,impeliéndoloa salir corriendo de aquel lugar maldito. No obstante, permaneció impávido,aceptandoqueestabaatrapado.Eraeso,ocompartireldestino desuscompañeros. ―Nunfuecondenado,torturadoyasesinadoaldíasiguientedefallecer el faraón ―replicó él con semblante turbado, recordando lo que manifestabanlostextosárabes. ―No―aclarólamujer―.Yoofrecímidestinoacambiodesuvida,y mipadreaceptó.Nunnomurió,tampocoyo,perofuemuchopeor. ―Reveladmevuestravida,Selkis,paraintentardesgreñarlamaldición quepordesgracianosune. ―Marchad a vuestro lecho ―murmuró ella esgrimiendo una sonrisa conmovida―. Acudiré a él esta noche para susurraros la vida que sufrimostraslamuertedeTutankamon.Paraabrirvuestramenteaellay reforzar en vuestro corazón la decisión de defender nuestra causa ante Osiris,yporende,librarosdelamuertequeosacecha.Escribidnuestra historia, para que perdure en la eternidad, completad esos legajos y concédenoslapaz. Selkis se puso frente a él, permitiéndole ahondar en su oscura y cautivadora mirada, en la exquisita proporción de un rostro de líneas regias, de una boca de labios llenos y hermosamente perfilados, de un cuerpo exuberantemente sensual. Y a pesar de su ingravidez, de ser solo unaespeciedeproyecciónluminosa,sucuerporeaccionóanteella,como sifueratangible. ―Enlazadmialmaalavuestra―murmurósubyugado―,puesaunque es cierto que mi vida pende de ello, he de confesar que siento incluso impacienciaporgozardesemejanteprivilegio. Lamujerasintió,alargóunbrazoyposósumanoensupecho.Atónito ymaravillado,nosolosintiólacariciayelpesodeaquellapequeñamano, también una aguda punzada atravesando su corazón. Un viento cálido, comolabrisadeldesiertoalatardecer,caldeandosuinterioreinundando su alma de un bálsamo reconfortante que le hizo sentir tan ingrávido comoella. ―Nuestrasalmasestánselladas…. Y tras ese liviano y alargado susurro, la antorcha se encendió sola, mostrándole la normalidad de la cámara y el apesadumbrado encogimientodesupecho,antelasoledadquelorodeaba. No era soledad, se dijo, mientras suspiraba y acompasaba su corazón, era vacío, era pesar, era nostalgia, era casi angustia y desazón, era una inefablesensacióndepérdidaquelodesconcertócasimásquelaaparición ensí. Cerró los ojos para rememorar cada una de sus facciones, para grabarlasensumemoria,antelaincertidumbredesi,enverdad,lavería denuevoensussueños,comoellahabíaasegurado.Anteeltemordeque aquellotansolohubierasidoproductodesuimaginación. De pronto, se descubrió sonriendo, no sabía si lograría escapar de la maldición,perosíquesusdías,muchosopocos,gozaríandeuncarácter tanespecialymágicocomoladepresenciarlavidadelAntiguoEgipto,y llevadoademásdelamanodeunamujercomoaquella. Yenaquelprecisoinstante,hallódentrodeél,supropiodestino,queno eramásqueaquelqueseperfilabaanteél.Ahoraencontrabaexplicacióna su pasión por esa época determinada, a su tesón por descubrir y revivir aquella dinastía en particular, a su fervor por Tebas y a no haber encontradomásanclajeypropósitoasuvidaquealadeconsagrarseasus estudios. Siempre había rebuscado ocultamente la razón de aquella necesidad que lo había marcado desde siempre, y ahora la había encontrado. Ahora emprendería el viaje más apasionante de todos, y en su pecho comenzóabrotarunsentimientoquenuncahabíaimaginadosentir. Salió de la tumba todavía flotando en aquella nebulosa de dicha y ansiedadqueloacompañaba. Lanoche,punteadadeestrellas,oscuraylímpida,erapresididaporuna luna plena y nacarada, que plateaba las dunas, arrancando de la arena el brillodediminutaspartículassemejantesaperlasengarzadasaunmanto ondulado,guiandosuspasosporunsenderotrazado,queporfinrecorría conscientedeldestinoquehallaría. Entróensuvilla,sedespojódelatúnicaylaKufiyya.Abriólaventana paraquelalunaySelkisentraranporellaysetumbódesnudoenlacama. Cerrólosojos,yaguardóansioso. Trasunbreveinstante,sintiólacariciadelabrisaensupecho,yabrió los ojos. Ella estaba inclinada sobre él. Ambos sonrieron. El corazón de Zaidseencogióemocionado. ―Venconmigo,Zaid,Tebasnosespera… Tomósumanoysintióquetirabasuavementedeél. Sedejóllevarporellaconunaampliasonrisaestirandosuslabiosyuna burbujeanteemocióninundandosupecho. Ibaasertestigopresencial,intuía,deunahistoriataninmortalcomola delalmaqueloarrastrabaatravésdelostiempos. Undragónbajomicama AzaharaVega ―Tienesquerobareltesorodeldragóny... Las carcajadas de Alba Martínez sonaron como cascabeles y atrajeron laatencióndelosqueestabanenlasmesasdealladodelacafetería. ―Tú estás mal de la cabeza, Miriam, te lo digo de corazón. ―Sonrió con sorna, bebiendo un trago de su limonada, ignorando las miradas curiosasdeloshombresquelasrodeaban.Nolegustabaacudiralocales concurridoscomoaquel,peroporsuhermana,pornoaguantarladíatras díaescuchandosusquejasdequelaignoraba,haríacualquiercosay... ―¡Pero debes ayudarme, Alba! Estoy en un buen lío y necesito que robeseltesorodeldragónoscuropormí. Menoseso.Robarsíquenoloharíaymenosaundragón.Nadieensu sanojuiciolerobabaeltesoroaunodelos«escupefuegos»sinoquerías acabarconelculoquemadooalgomás. Negóconlacabezaaltiempoquerespondíaasuteatralhermanitaque en esos momentos la miraba con «gesto de cachorrito abandonado», el mismoqueenelpasadolasacótantasvecesdeproblemas,peroqueahora ya no era más que una mueca de la que todos en la familia estaban inmunizados.Sobretodoella. La había ayudado en demasiadas ocasiones. Ya no más. Las dos eran mujeresdemásdedoscientosañosyportanto,mayoresdeedadparalos de su raza. Si estaba metida un problema, tendría que afrontarlo con madurezynorefugiarsebajolafaldadesuhermanamayor. ―Estás muy, Miriam, no tengo obligación de ayudarte. Ya estoy un pococansadadequemeincluyasentusdisparatadoscontratiempos,ysea yolaqueacabedandolacaraporti.Sieresmayorparavivirportucuenta acostadeldineroquetedannuestrospadres,tambiénloeresparahacerte cargodelproblemaenelquetehasmetidodecabeza. Miriam cambió de táctica, pasó de mostrar su cara de «cachorrito abandonado» a dejar ver su verdadera manera de ser: «la de una zorra egoísta y manipuladora» que jugaba con todos al creer que los demás debíanservirleasuconveniencia. Tenía que reconocer que con su hermana pequeña tenía sentimientos encontrados,porunladolaayudaríasiveíaquerealmentesuvidacorría peligro o sus padres acababan convenciéndola, pero por otro lado, no queríatenertratosconella. Desde niña vio cómo intentó por todos los medios ser el centro de atención, como su vida giraba en torno a esa pequeña egoísta que procurabaestarsiempreenprimeralínea,convertirseenlareinaabsoluta delafiestaaunquefueraelcumpleañosdesuhermanamayor.Suinfancia yadolescenciaestuvieronmarcadasporloscontinuosdesplantesyburlas desuhermana,hastatuvoquevercómolerobabasusnovios.Ycuandose enterabaqueyanoteníaparejaporculpadeterceros,Miriam,enlugarde sentirseapenadaoculpable,sereíadeellayleasegurabaquesiconseguía laatencióndetodosloshombreseraporsubelleza,algoquelefaltabaa Albasegúnella. ―Eresunazorraasquerosa,Alba,nocomprendocómopadreymadre pueden decir que intente ser más como tú. Alguien que no quiere a su familia, quien se apartó de la comunidad mágica y vive entre despreciableshumanosy... Albalaacallóconungestoyconunamiradaqueprometíarepresalias sicontinuabadandoelespectáculo.Estabanenunodeloslocalesdemoda de la ciudad porque Miriam no quería ni pisar el diminuto apartamento quecomprósuhermanamayor:«porsihabíabichosoratasenesesitiode malamuerte». ―¡Basta!Medaigualloquemedigas,novoyaayudartearobarnada. ―Además,aquelasuntodelroboaundragónlerecordabaaunanovela románticaqueleyóhacíapoco,enelquelaprotagonistarobabaeloroa un escupe fuegos, y acababa emparejada con él, viviendo mil y una aventurasestrafalariasquedepasarenlavidarealteenviaríandecabeza almanicomio―.Afrontatusproblemascomolamujerqueeres.Eshora queaceptesdeunavezquesicometesunerrordebesrectificarlocontus propias manos, no depender de los demás. Y en segundo lugar, si elegí vivir entre ellos ―señaló a los de alrededor disimuladamente―, es porque estoy cansada de la hipocresía de nuestro mundo. Aquí solo soy Alba,nolahijade...,olahermanade...Aquísolosoyyo. Miriamnegóconunademándecabeza,ylamiróconverdaderoodio en sus verdosos ojos. Sí que tenía que reconocer que era una belleza andante: alta, rubia, ojos verdes, morritos finos y sonrosados y siempre luciendo perfecta. Pero por dentro era una serpiente disfrazada de corderito, capaz de morderse a sí misma si con eso conseguía algún beneficio. ―Yasabíayoquenoerasmásqueunadonnadie,quenollegaríaanada enlaviday... ―Bla,bla,bla.Meimportapocoloqueopinesdemí,Miriam.Yespero quealgúndíatampocoteimporteloqueyohaga,odejedehacer.Vivetu vidaydéjametranquila.Siquieresrobaralgo,hazlotú.Nomeincluyasen tus disparatados problemas o tendré que hablar seriamente con nuestros padres,ycontarlestodoloqueteguardéensecretoparaquemedejesen paz. ―Dejó un billete de diez euros sobre la mesa e hizo un gesto al camareroquelasatendióparaquelescobrara―.Quetengasunbuendía, hermanita. Saludóconungestoaljovencamarerocuandopasóporsulado,ysalió del local, escuchando los gritos e improperios de la única mujer del mundo que le había amargado la existencia y seguía intentando hacerlo cadadía. Con cada paso que la alejaba del local, se sentía liberada, a punto de ponerseasaltartrashaberdadolacaraasuhermana,trashaberseatrevido adecirleno. «¿Cómo pudo creer que iba a ayudarle a robar algo? ¡Y menos a un dragón!Detodosessabidoquesonvengativosyagresivos,obsesionados coneldineroyelpoder.Ypobredeaquelqueseatrevaainterponerseen su camino porque acabará destrozado», consideró, sin poder evitar sentirsealgoinquieta.TalveztendríaquehaberescuchadoaMiriam,ver porquéseveíaobligadaarobaralgoy...«¡No!»,gritóparasusadentros. «Nolohagasdenuevo.Novasasentirteculpableporalgoqueellahizo. Si está en problemas será por su culpa. Con todo el dinero que le da nuestros padres no tiene necesidad de trabajar en su vida. Si no le llega, quedejedemalgastarloentonterías». ―Serámejorquemepongaaescribir.Yaestoycansadadeserlabuena silaayudo,yserlapeordelmundosimeniego.Estaveznovoyadarmi brazoatorcer.Meniegoarobarnada...―Sejuróasímisma,altiempoen queseteletransportabaalinteriordesuapartamento,nadamásaccedera uncallejónoscuroapocosmetrosdelacafetería. Esedíahabíasacadounhuecoensuapretadaagendaparapoderatender aMiriam,yahoratendríaquequedarsetodalanocheenvelaparapoder terminar lo que su editora le pidió hace un mes: una novela de más de doscientaspáginasparaincluirlaenunacolecciónespecialdeNavidad. Nada más aparecerse en su hogar, fue corriendo hacia la cocina para beber un largo trago de limonada. Usar magia la mareaba, le producía náuseasyganasdevomitar,siendoeseeraunodelosmotivosporelque sealejódelmundomágico,dejandolacasadesuspadresenelmomento enquelasociedadélficalaconsideróunaadulta. Llevabayadiezañosentreloshumanosysesentíalibre,liberadadela cargadeserunmuebleensufamilia,deseralguiendequiensuspadresse avergonzaban y no sabiendo qué hacer con ella cuando se suponía que tendría que ser la futura cabeza de familia. Al final, tras dos siglos de decepciones,tuvieronqueaceptarquetendríanquedejarletodoellegado a su hijo pequeño, a quien educaban con rigidez para convertirse en el futurolíderdellinaje. Odiabasentirvergüenzayrabiacontrasímismaporhaberdefraudadoa suspadres.Pormuchoqueintentaraengañarseconpalabrasofrasesque repetíahastalasaciedadcomo«quiéretetalycomoeres»,«silosdemás novenlopreciadaqueeres,novalenlapenaqueesténatulado»...,ladura realidad es que la decepción de sus padres era una dura piedra en su camino,ensualma,quelaacompañabacadadía.Silosdemásveíansus defectos,ellamismalosmultiplicabapordiezysereprochabatodoloque podíahaberhechoynohizo. Puede que su vida fuera patética siendo una respetada miembro de la raza élfica con un futuro prometedor,... si hubiera seguido lo que sus padres tenían planeado para ella. Pero adoraba su «patética existencia» comolallamabasuadoradayvenenosahermana.Adorabalatranquilidad yquietuddesuexistenciaentreloshumanos;ensupequeñoapartamento podía dar rienda suelta a su imaginación, aceptar que prefería vivir sin magia,sintiéndosefeliz,algoquedesdehacíatiemponoexperimentaba. Consusnovelas,frutodesusmáscandentesdeseos,seganabalavida,y consutrabajosesentíaorgullosaporprimeravezensiglos.Porsercapaz dehaceralgoquenomuchagentehacía,enamoraramilesdemujeresque devoraban sus novelas, y le pedían más. Si sus padres supiesen a qué se dedicaba, le dirían que estaban más decepcionados de ella y que estaba perdiendosutiempoenalgoquenodabafrutos.Puedequeasífueradesde laperspectivadeestos,honorablesmiembrosdelasociedadélfica,pero para ella, lo poco que ganaba le llegaba para vivir y pagar sus gastos diarios,yjuntoconelcariñodesuslectoras,eranmásquesuficientes. Actualmenteerafelizconsuvidaynoqueríamás. O al menos era lo que se decía cada día, aunque luego su corazón gritara necesitado por la noche mientras susurraba lo que ansiaba desesperadamente:quealguienlaamaratalycomoera. *** ―Necesitootrocafé―farfullóconvozadormiladaAlbamientrasse levantaba tambaleante de la silla frente a su portátil, echando un vistazo rápido a su pequeño despacho, un cuarto que habilitó para poder encerrarseaescribirloquesusmusaslesusurrasen.Llevabaochohoras escribiendo sin parar, toda la noche para poder terminar la novela antes queelplazodelmesquelediosueditoraseterminara. Estaba agotada, le picaban los ojos y necesitaba urgentemente una ducha,comeralgoeiralacamaparadormitaralmenosdosdíasenteros pararecuperarse,peroantesquetodoeso... ―Café... ―susurró de nuevo caminando como una zombie hacia la cafetera, la mejor amiga de una escritora. Todas sus compañeras de editorialeranadictasaeseoscurolíquido,tomándolovariasvecesaldía cuandoseacercabalafechadeentrega,parapoderacabarconeltrabajo quetuviesenpendiente. Sesirvióunabuenatazaytomóunsorbo,trasecharletresazucarillos. ―Ummm,necesitabaestataza.―Ingirióotrotragoapoyándosecontra la encimera de la cocina, acallando los nervios que sentía tras haber enviadosumanuscrito.Ahorallegabalopeor,lalecturadelborradorpor su editora, y el tedioso proceso de corrección. Era lo que menos le gustaba de su profesión, pero algo que por mucho que odiara, era muy necesario. Cuandoestabaapuntodeterminarlasextatazadecaféenochohoras, escuchó unos ruidos extraños provenientes de algún lugar de su apartamento. ―¡Pero qué...! ―exclamó muerta de miedo. Eso había sonado a una aparición en su hogar. Algo imposible pues había escrito runas de protecciónenlasparedescontintainvisibleparaquenadiequenofuera ella pudiera entrar en su apartamento usando la magia. Si alguien de su mundo quería visitarla tendría que timbrar o golpear la puerta como un simple mortal por mucho que les molestara rebajarse al nivel de los humanos. Si alguien había conseguido traspasar sus runas debía ser poderoso y esosolosignificabaunacosaensudiccionario:problemas. Corrióhacialapuerta,nodispuestaaenfrentarsealoquehubieraroto sus protecciones; la magia le daba dolor de estómago y se negaba a enfrentarseaunacriaturainmortalconunparaguasoconunpeladorde zanahorias.Nohabíaarmasensurefugioalservegetarianaypacifista,y aunque hubiera, poco podría hacer pues eran ineficaces contra los seres inmortales. Suplanibabien,pasódelacocinaalsalónprocurandonohacerruido, peroenelmomentoenqueagarróelpomodelapuertadesalida,unavoz laparalizó: ―¿Adóndecreesquevas,elfa? «Estoyperdida»,pensóatemorizadaanteelmalhumoradotonodevoz delhombrequehabíaasuespalda. ―Datelavuelta,mujeryenfréntateatunuevodestino. «Sí, claro», ironizó Alba odiando el tono autoritario del inmortal que tenía tras ella. Ser arrogante y creer que todo el mundo a su alrededor teníaqueobedecerciegamenteloqueordenaraneraunrasgoinsoportable de las razas que se consideraban eternas. Esa arrogancia la dejó atrás cuando decidió vivir en el mundo humano. Entre los mortales nadie le decía lo que tenía o no tenía que hacer, salvo su editora, una aterradora mujer capaz de hacerla temblar de miedo cuando la amenazaba con aparecerseensuapartamentoparacontrolarsiacababaatiempoonola novela. Tenerla a su alrededor, husmeando por encima del hombro y ocupando su refugio con su arrolladora presencia y sus brebajes de tés extraños,leproducíaverdaderoterror. ―Obedécemeo... Albanoesperóaescucharloqueleteníadeparadosinohacíacasoalo que ordenaba. Giró el pomo y salió corriendo por el pasillo gritando comounaposeída,deseandoqueasíloscuriososymarujasdesusvecinos salierandesuscasasparaverquéocurría. Pero como siempre sucedía, cuando más los necesitaba los muy cobardesnosalían,perobienquelaseñoraquevivíafrenteaellasehacía notar quejándose de todo, hasta del ruido que hacía al escribir en el ordenadorporlasnochesquesegúnlacotilla,noladejabadormir. ―¡Ayudaaa! ¡Socorrooo! ―gritó a pleno pulmón corriendo descalza poreldescansillodelúltimopisodeledificioenelquevivía.Ibadirecta hacia las escaleras, quería alejarse cuanto pudiese del que atravesó sus proteccionesmágicas. Pero...,¿sabesquesucedecuandodeseasalgoconfuerza...yeldestino estáentucontra...?,pues... ―No sigas gritando, mujer, tus chillidos me están destrozando los oídos. Loquesucedecuandotodoseponeentucontraesqueacabasatrapada porunextraño. Quémaneramásperfectadeterminarlanoche... *** Alba tomó aire para gritar con más fuerza pero no pudo hacerlo porque el hombre le tapó la boca con una mano, mientras la apretaba contrasupecho. ―Deja de removerte, mujer. Eres mi presa, asúmelo. Puedes hacerlo porlasbuenasyserunabuenaprisioneraoporlasmalasy... «Que sean por las malas», farfulló Alba mordiéndole la mano, librándosedelagarrequelamanteníapresacontraelextraño. Comocorrernolehabíaayudado,nolequedabaotraquehacerlefrente y emplear su magia, aunque luego acabara con el estómago bailando y dispuestoavaciarhastasuprimeracomidadeldía. Se giró y adoptó una postura defensiva, que según su profesor de taekwondoalqueconocióenlasclasesdelosviernesenelgimnasiodesu barrio, era la más efectiva cuando te enfrentabas a un oponente que te doblabaentamañoyenvergadura,y... Estuvoapuntodecaerdebrucesanteloqueseencontrócuandolotuvo cara a cara. Hombres como ese no podían ser reales, era imposible que bellezas masculinas que exudaban arrogancia y magnetismo animal con cada mirada y gesto tuvieran permiso para salir a la calle, y alterar las hormonasdelasféminasquelosencontrabanensuscaminos. «¿Peroestástontaoqué?¡Quéimportaqueseaguapo!Valequeparece sacado de mis sueños húmedos, pero este hombre quiere secuestrarte y... ¡Noselovoyapermitir!»,Pensó,insultándoseenvariosidiomasporcaer tan bajo al quedarse mirando a ese inmortal con cara embobada y las braguitas empapadas por el anhelo, cuando ella estaba a un paso de convertirseensupresa. ―Perfecto,elfa,seránporlasmalas.―Rompióélelsilenciomirándola fijamente después de analizar el mordisco que se percibía en su mano izquierda. Las marcas de sus dientes habían quedado impresas en su dorada piel, como un trofeo de una guerrera que no iba a permitir que nadielaobligaraahaceralgoquenoquisiese,oensucasoasecuestrarla paravetetúasaberporquémotivo. ―Ni se le ocurra dar un paso más, señor, o le aseguro que lo voy a hechizar.Leaconsejoquesevaya,noséporquémotivoestáaquíy... «Muy bien, chica, estás ante un secuestrador y lo tratas de usted», se burlódesímismaantesuspalabras. ―Estoy aquí para llevarme como prisionera a una elfa llamada Alba Martínez,porlosinformesquetengodelcaso,esaerestú. ―¡Silencio,niunapalabramás!...Novesquemisvecinospuedenestar espiándonos ―le gritó sin poder creer que ahora los inmortales desvelaban la existencia de otras criaturas en el mundo humano como si noimportaraquelesdescubriesen. Loshumanospormuchoquelossuyosnolocreyesen,eranpeligrosos, con su tecnología y sus capacidades de invención podían causar mucho dañoalatierra,yporconsiguiente,alosmundosquecoexistíanenella.El mundo mágico y el mundo mortal podían destruirse si los humanos acababan con los recursos del planeta. Así conseguirían liquidar a los inmortales, y en una guerra entre los dos bandos, era una táctica desesperadaquepodíanemplearloshumanosparaacallareltemorqueles producíalasolaideaquenoeranlosprimerosenlapirámidealimenticia. Ellasícreíaqueerancapacesdedestrozarelmundoantesquedejárseloen manosdeloseternos. El hombre se rio de ella, con unas carcajadas profundas que revolucionaronsushormonasyvolvieronaproducirunosescalofríospor todo su cuerpo, que la dejaron a un paso de jadear en alto. Ese hombre debíadeejerceralgúntipodemagiaparaafectarlatanto.Noeraunamujer sexual,tuvoensujuventudalgúntonteoconsusnovios,peronadaserio puessuhermanasiempreconseguíarobárselosantesqueellaseanimaraa dar el siguiente paso; por eso, le sorprendía notar que su cuerpo reaccionabadetalmaneraaesemachoqueparecíaqueposeíalavaporsus venas,apuntodequemarlaviva. ―Nadie vendrá en tu ayuda si eso es lo que pensaste que harían los mortales cuando saliste de tu hogar gritando. He lanzado un hechizo de aturdimiento y de sueño a todo el barrio. No iba a arriesgarme a que pudierasescaparuobtenerayuda. «Un hechizo a todo el barrio. ¡A todo el barrio...!», repitió una y otra vez,asfixiándoseconelamargosabordelmiedo.¡Siqueerapoderosoese hombre para poder hacer eso! Conocía a muy pocos que tuvieran la capacidad de hechizar a un puñado de humanos, y mucho menos a un barrioresidencial. «¡Tengo que salir de aquí!», chilló cerrando los ojos y rozando su núcleodemagiaparapodertransportarsemuylejosdeallí. Jadeó en alto cuando no pudo hacerlo, al notar como su magia se apagabaantesdellevarlaallugarquehabíavisualizadoensumente. ―¿Cómoesposibleque...? Nopudoterminarlafrase,yaqueelhombrelohizoporella: ―Veoqueyatehasdadodecuentaquenopodrásteletransportarte.Me he asegurado de ello. Este amuleto, ―le mostró un colgante oscuro con una garra de algún ave momificado que no pudo identificar―, tiene la capacidaddeanularlamagiaélfica.Nopodrásaccederatunúcleomágico hasta que me des lo que te has llevado. Pero como veo que no vas a colaboraryquenadamáspercibirmipresenciahasintentadohuircomo unaratacobarde,temantendréprisioneraenmihogarhastaquedecidas entregarmeloquemerobaste. ―¿Terobé?―FueloúltimoquedijoAlbaantesdecaerdormidaante elhechizonoverbalquelelanzóelhombre. Sumentediomilvueltasatodavelocidadaloquehabíapresenciadoen esos minutos. Desde el poder del hombre, su magnetismo animal y..., la palabra«robar». Yleveníaunayotravezunapalabra... Dragón. *** ―Despierta,mujer.Eshoradequehablemos. Albaentreabriólosojosyfarfullóentredientesalverquenohabíasido un mal sueño lo que sucedió la noche pasada. Era muy real, y a unos metrosdeellaestabasentadoelhombrequelasecuestró. Seincorporóalmomentoeintentómoverlosbrazos,asustándosealno poderhacerlo.Teníalasmanosatadasalaespalda. ―Ataraunamujerindefensa,muyvalienteportuparte―leespetócon burla,disfrazandodevalentíaelmiedoquesentíapordentro. El hombre soltó unas carcajadas al tiempo en que se levantaba y se acercabahastadondeestabaella. ―Sitedesatolacuerda,¿prometesnomorderme? ―No,nopuedoprometerteeso―Albamostróunamuecadeabsoluta sorpresaaldecirlocontrariodeloquepensaba.Ellaqueríadecirlequese lo prometía y mostrar una actitud sumisa con la que engañarle mientras ideaba un plan para escapar de donde estuviese. Pero ahora su plan se habíaidoalgareteporserdemasiadosincera... Élvolvióareírse,antesdedesatarla,sorprendiéndolaconesegesto. ―Enestascuatroparedesnopodrásmentirme,tehelanzadounhechizo para que solo me digas la verdad. No tengo tiempo que perder para recuperarloqueesmío. ―Podíamos perder el tiempo haciendo otras cosas más... divertidas comolamerteenteritocomounpolodechocolate. Ignorando el dolor de sus muñecas, Alba se tapó la boca con ambas manosincapazdecreerloqueacababadedecir.Esehechizoquelanzóel hombreeramuymolestoypeligroso.Demasiado.Tendríaqueandarcon ojoparanoseguirsoltandolindezasporlaboquita,oparaconfesarleque era... ―Un pedazo de carne que quería catar... ―Esta vez estuvo a punto de golpearselacabezacontraalgoduroyperderelconocimiento,porquelo habíadichoenalto.Encambio,setapólosojosconlasmanosmuertade lavergüenza―.Nopuedeser,¿cómotehedichoesto? *** Drake Morgan estaba luchando contra sí mismo. Cuando le informaron que su mayor tesoro había sido sustraído ayer por la tarde, estuvoapuntodequemarlaciudadconsualientodefuegohastaquetodo se convirtiera en cenizas. Pero en lugar de liberar a su dragón, tuvo la sangre fría de analizar el robo en busca de alguna pista que lo llevara hastaelladrón. Tardóapenasunashorasenhallarunnombre: AlbaMartínez. Elfaresidenteenelmundohumano. Ocupaciónlaboral:sinresultados. Lafirmamágicajuntoconrestosdecabellosfueronpruebassuficientes para convencerle que había encontrado al ladrón que buscaba. Quien se habíaatrevidoarobarlesumáspreciadaposesión. Estabaconvencido... Hastaquelavio.Hastaquepresenciócómohuyódeélgritando.Aquella pequeña mujer de curvas y mirada ardiente, le confundía. Podía ver que era puro fuego por dentro, pero por fuera mostraba una máscara de frialdadqueledesconcertaba. ¿Quiénerarealmente?¿Lamujerfogosaquepercibíaenlaprofundidad desusojos?¿Olaladronaquesellevósuposesiónmáspreciaday,que ahora,sehacíalainocenteparalibrarsedelcastigoqueledeparabasino entregabaloqueerasuyo? Ibaaaveriguarlo,costaseloquecostase,ignorandoentodomomentoel profundo y ardiente deseo que sentía hacia ella, cuando la miraba a los ojos.Deseabadesprenderladeesamáscaradefrialdadeindiferenciaque portaba,ymostrarleelverdaderoplacerdeyacerconundragón.Poseerla hastaquelemundoexplotaraparalosdos,consumiendotodoloqueles rodeabaconelfuegodesupasión. «Nopuedodejarmellevarpormianimal»,pensóDrake,apretandolos dientes mientras la veía dormir en su cama. La había llevado hasta su mansión para hacerla confesar y que le entregara lo que se llevó, pero cuandollegóalasmazmorras,nopudodejarlaenlacelda. Por eso, acabó llevándola hasta su alcoba y tendiéndola en su gran cama,admirandosuscurvas,susuaverespirar,sussonrosadosycarnosos labios,observándolamientrasdormitaba. Esperóhastaqueellamostrósignosdequeibaadespertar,yentonces lanzó un conjuro a su dormitorio para que todo lo que se hablara entre esascuatroparedesfueralamásabsolutaverdad.Ellanoibaamentirleen sucara.Sabríalaverdadyrecuperaríaloqueerasuyoantesdequellegara unnuevodía. Cuando la miró a los ojos volvió a sentir la intensa necesidad por hacerla suya que lo abrumaba, que le sorprendía y le dejaba tenso, a un paso de saltarle encima, arrancarle la ropa y hacer que se corriera de gusto. Alverqueellasehacíaladormida,leordenó: ―Despierta,mujer.Eshoradequehablemos. Sonrió al verla farfullar mientras se incorporaba y quedaba sentada sobre su cama. Una imagen que le tentaba y que provocaba que tuviera ganasdedejarsellevarypermitirquesudragóntomaraelcontroldela situación. ―Ataraunamujerindefensa,muyvalienteportuparte. «Ummm», la devoró con la mirada disfrutando al comprobar que comenzaba a asomar el fuego que poseía aquella hermosa elfa en su interior.Noqueríahablarconunasombradelaverdaderaesenciadeella. Quería su furia, su sinceridad, su anhelo, su ardiente determinación, su fortalezaparahacerfrenteasusmiedos,...loqueríatodo. Yloibaaconseguir,deunamanerauotra,esapequeñamujeribaaser suyaantesdequeterminaraeldía. Yalohabíadecididocuandocomprobóqueaduraspenaseracapazde acallareldeseoqueardíaensuinterioravivandolasllamasdelfuegoque poseíacomodragón.Esaelfalotrastornabadetalmaneraquesolopodía significarunacosa:erasucompañeraeterna. La había encontrado. Después de siglos de soledad, de noches interminables anhelando la compañía de su amante eterna, de ser testigo delabrasadorpoderdelaunióndealmasentrelossuyosquetuvieronla suertedeencontrarasuscompañeraspredestinadas... Laencontró... La mujer que avivaría su fuego eternamente. Quien le otorgaría la fuerza para conquistar a sus enemigos, daría alas a sus más oscuros deseos, y quien provocaría que la devastadora venganza se hiciera presentecuandoalguienintentaradañarloqueerasuyo. Ahorateníaqueconseguirdoscosas: Primero: Obligarla a confesar su crimen y que le devolviera lo que se llevó.Asípodríaperdonarla. Segundo:Atarlaaélparasiempre.Y,depaso,encerrarseensualcoba conelladuranteunmesenteroparamemorizarcadaunodesusgestosy gemidosmientraslafollabaunayotravez. Cuandoundragónencontrabaasucompañeraeterna,removeríacieloy tierra con tal de mantenerla a su lado. Drake sonrió internamente, satisfechoconelinesperadogirodeldestino. AlbaMartínezmuyprontoibaapasarllamarseAlbaMorgan. *** Nopuedeser,¿cómotehedichoesto? Drake mantuvo en todo momento la sonrisa socarrona y llena de confianza, tras escucharla admitir en alto que lo deseaba, que quería lamerlocomoaunpolodechocolate. Le daría el gusto a la mujer, cuando recuperara lo que era suyo. La lamería hasta que se corriera de satisfacción sexual y la tomaría completamente,llenándolaconsusemilla,marcándolaconsuesenciade talmaneraparaqueningúnotroinmortalseatrevieraaacercarseaella. Undragónnocompartía. Élmataríaalmachoqueseatrevieraarozarlasiquiera.Lamantendríaa salvoylepondríaelmundoasuspiessiasíellalodeseaba. Peroantes... *** ―Ya te advertí que no podrás mentirme mientras permanezcamos en estedormitorio.Encuantoatussúplicas,congustoconcederétusdeseos deexplorarnuestroscuerposcuandotodoestoacabe.―Lamiósuslabios provocando que Alba saltara en la cama con evidente nerviosismo. Ella también estaba afectada con su presencia. La magia de los compañeros eternosestabaactuandoentrelosdos,uniendosusnúcleosmágicosantes de que lo hicieran sus cuerpos, sellando el destino de ambos para siempre―.Asíquecuantoantesconfiesesdóndeescondistelapiedraque me robaste, antes te podré tomar en mi cama, en la que estás tumbada ahoramismo. ¿Piedra?¿Robo?¿Explorarnuestroscuerpos? ―¡Estáslocooqué!―explotóAlba,mirándolefijamente,maldiciendo por dentro al notar cómo su corazón golpeaba con ímpetu contra su pecho, aleteando nervioso y ansioso ante las palabras del hombre. Le gritabaquedejaraqueeldragónladevorara―.Yonoteherobadonada. No tengo ni idea de por qué apareció mi nombre en tus informes ―le echó en cara la información que él le facilitó antes, recordando cada minuto desde el momento en que se encontraron cara a cara en su edificio―. Y no creas que... ―«No te deseo», pensó engañándose a sí misma,ointentándolo,puesalfinalacabódiciendo―...Quenoquieroque dejes de acusarme de algo que no he hecho, porque ya estoy cansada de repetirteunayotravezquesoyinocente.Ypasesdirectamentealaparte enquemevasamostrarelcielocontucuerpo. Denuevo,Albalucíauntonorojizofrutodelavergüenzayestabaaun pasodelanzarsecontralapared,paraversielgolpelanoqueabaydejaba desoltarsusmásoscurosdeseos. *** El alivio que sintió al ver que su compañera eterna no había sido la ladronadesupiedradevida,fuetanabrumadorqueleasaltóaltiempoen queeldeseocrecióexponencialmentedentrodeél,tomandoelcontrolde susactos. Yanohabíamotivosparaignoraralfuegoqueardíaensucorazón,que lamíasusvenasyacelerabasurespiración. Sin perder tiempo, se levantó y caminó decidido hasta su compañera. Había llegado la hora de marcarla, de asegurarse que ningún otro inmortalseatrevieraaacercarseaellaconintencionesdecortejarla,pues dehacerlo,estaríamuerto. Sonrióalverquequedabarígida,mirándoloconlabocaentreabiertay laspupilasdilatadas. Perfecto.Supequeñapodíasentirlamágicaelectricidadquecentelleaba entreambos,cuandoestabancerca. *** ―Pero... ¿Qué haces? ―balbuceó Alba al ver que se acercaba a ella luciendounasonrisaconfiadaypeligrosa.Todoélexudabamasculinidad ylaestabaponiendodelosnervios,pornodecirqueestabayamojaday conganasdecumplircadaunadesusfantasíassexuales. «¡Pero qué me sucede!», gritó por dentro sin poder creer que lo deseaba,queansiabasentirsuscaricias,susbesos,su...,desusecuestrador, de un dragón que hasta hacía unos minutos no dejaba de acusarla de robarlealgopreciadoparaél. ¿Ahora qué tocaba? ¿Tortura para saber si conseguía engañar al hechizodelaverdaddealgúnmodo?¿O...? Albanoseesperóloqueeldragónhizoalfinal. Labesó.Devorándoleloslabiosdetalmaneraquesintióquelatierraya podíaabrirseendosytragarla,quenoleimportabanada. Dudabasiquieraquelonotara,pueshabíaperdidolarazónysucorazón enbrazosdeesehombre.Deese... Dragón. *** En cuanto probó el sabor de los labios de su compañera Drake juró que iba a cumplir todos sus deseos, que se aseguraría de conquistar su cuerpo, su alma y su corazón. Esa hermosa elfa iba a ser suya por completo,parasiempre. Sin romper el beso, comenzó a acariciarla, satisfecho al escuchar sus gemidos de placer y al notar cómo se acercaba más a él, cómo se contorneabaenbuscademáscontacto. Se dispuso a desnudarla lentamente, sin dejar de besarla y acariciarla, queriendo grabar cada segundo de ese primer encuentro. Encontrar a la compañera eterna solo sucedía una vez en la vida de un dragón, y el momento del marcaje era muy importante. La tomaría con delicadeza, llevándolaalorgasmounayotravezhastaquetantosudragóncomosu parte humana quedaran satisfechos, hasta que oliera su esencia en cada centímetro del cuerpo de su mujer, hasta que su cuerpo gritara una palabra:SUYA. Sucompañera. Sumujer. Suelfa. La única a quien amaría, a quien se lo entregaría todo si así ella lo pidiese.Porquiendaríalavida,porquienmataríaporprotegerla,por... Por quien jadeaba a un paso de correrse por la belleza de su cuerpo desnudo, ante la suavidad de su piel, ante la dulzura de sus besos y el fuegoquepercibíaensusojos,ensusmovimientos. SUYA. Tanhermosa,tan... Inocente. Pues ella no le había robado la piedra. De eso estaba seguro. No solo porelhechizodelaverdadquelanzóensualcoba,sinoporquesudragón leindicabaqueolíalaverdad.Supequeñanohabíasido,yahorasolole quedabaaveriguarquiénfuelaqueimplicóasumujeryrobósupiedrade vida. Peroantesdedesatarlafuriadesuvenganzacontraelculpable,aquien muyprontodaríacaza:marcaríaasucompañera. ―Tanhermosa―murmurócortandoelbeso,atrapandolosgemidosde ella al estar apenas unos centímetros separados. Sus cuerpos estaban a puntodevolverseuno.Drakecubriéndolaconsufornidoydurocuerpo, ella jadeando bajo él, nerviosa, con el corazón latiéndole desbocado contraelpecho. *** Alba abrió los ojos y se quedó prendada de la mirada del hombre, sorprendiéndosequesindarsecuentayaestabadesnuda,gimiendoalnotar cómo la acariciaba con dulzura, cómo le dejaba un camino de suaves besos en el cuello, cómo se colocaba encima de ella rozándola con su miembroduroylistoparalabatalla. ―Tan hermosa ―escuchó cómo susurraba muy cerca de sus labios, encendiéndolatodavíamás. Que un hombre como ese, tan hermoso, tan masculino, con sus penetrantesyoscurosojosnegros,consulargocabellocomoelplumaje del cuervo, su cuerpo duro y musculado..., se fijara en ella, parecía un regalo del destino que no tenía su nombre pero que por arte de magia aparecióensuvida. Talvezsifueramásjovenloapartaríadesulado,nopermitiríaquela tomara sin conocerle antes, sin poder entregarle su corazón y recibir el suyoacambio.Peroahora...,trassiglospresenciandocómosuhermanale robabatodassusilusiones,susnovios,siempreacusándoladeserlafeade la familia... No iba a negar lo que el destino le puso en su camino. Ese hombre era hermoso y, pese a que la secuestró, se portó con honor con ella, además..., había algo entre los dos que conseguía que su núcleo mágico vibrara de tal manera que la conducía al borde del abismo, a un pasoderozarelcieloconlasmanos. «Puedequenotengaunfuturoasulado,...puedequenoseamásqueun juegoparaél,...peronoquieronegareldeseoquemeproduce,eldeleite queestoysintiendoensusbrazos.Quierosentirmehermosaporunavez enmivida,quieroserlaprotagonistaabsolutadelahistoria.Quiero...»,se sorprendió al mirarle a los ojos y comprender la verdad... «Lo quiero a él». Noleconocía.Nosabíanisiquierasunombre.Soloqueeraundragón poderosoquelaacusódeunroboporunaspruebasfalsasqueencontróy que la señalaba a ella, y que ahora estaba devorándola lentamente, venerando su cuerpo conduciéndola lentamente hasta el orgasmo, hasta esaexplosióndepuraelectricidadymagiaqueburbujeabaensupiel,que amenazabaconpresentarseanteellaporprimeravezensuvida. El dragón se parecía a uno de esos modelos de las portadas de las novelas de romántica que te dejaban con unas terribles ganas de que salierandelasmismasparaquecumplierantusdeseos.Nuncacreyóque unhombrecomoélsefijaraenalguiencomoella,unaelfaqueelusode lamagialerevolvíaelestómagoysededicabaaescribirnovelasdeamor para llenar el vacío que era su vida. Pero ahí lo tenía, a escasos centímetros, mirándola como si fuera lo más hermoso del mundo, acariciándolaconunapericiaquelaestabavolviendoloca,excitándolay humedeciéndola,preparándolaparaél. Lo necesitaba. Lo deseaba. Quería sentirle dentro de ella, disfrutando delplacerdelaunión. *** ―Mía ―gruñó Drake, admirándola, sintiéndose afortunado por tenerla,porhaberlahallado. Si no fuera por el valor de la piedra de su vida, hasta le habría perdonadolavidaalladrón,perorobaraundragónsucorazón,loquele hacíainmortaleraunpecadoquesecondenabaconlamuerte.Lasleyesde losdragoneseranmuyrígidasyestrictas.Nohabíasalvaciónparaquien sellevólapiedra. Acabaríamuertoporsusgarras. Sololehabríaperdonadolavidasihubiesesidosucompañera,puesun dragón por nada del mundo dañaba a su amante eterna, pero como su pequeña era inocente... Drake notó como el dragón rugía dentro de él, excitado por el rumbo que estaba tomando el robo. Ahora tendría un ladrónalquecazaryunamujeralaqueamar. Nopodíasermejoreldía. Se centró en el preciado tesoro que estaba tumbado en su cama, mordisqueándole el cuello, acariciándole los turgentes pechos. Tenían el tamañodesusmanos,yporloquepudocomprobareranmuysensibles, dándoleplacerasucompañeramientraslosacariciabaylepellizcabalos pezones. Su elfa se arqueó cuando abandonó su cuello para atrapar uno de sus pezonesentresuslabios,chupándoloytironeandodeél.Drakesonrióal escucharcómolosgemidosdelajovenalcanzabannivelesqueseguroque losdemásmiembrosdelamansión,podríanescuchar. No le importaba. Aquella mujer era suya y los demás lo sabrían muy pronto. Su familia no tendría otro remedio que aceptarla y acogerla con cariñoyrespeto,otendríanquehacerlasmaletasylargarselejos.Nadie dañaríaasucompañera.Nadie. ―Me vuelves loco ―reconoció devorándola con la mirada tras liberarla de la tortura que era acariciarle los pechos y juguetear con sus pezones. Si esperaba acaso que le respondiera, que siguiera esperando porque era incapaz de articular palabra, o de pensar, solo sentía y jadeaba, disfrutandodecadabeso,cadacaricia... ―Ahhh―gimióenalto,abriendomuchísimolosojosalsentircomoel duro miembro del hombre presionaba contra su húmeda entrada. Estaba preparada, lista para tomarlo y descubrir si sus expectativas se iban a cumplirono,siibaarozaresecieloqueprometíacadamovimientodeél. ―Mi dragón me está volviendo loco con sus exigencias, ya no puede esperarparatomarteymarcartecomosucompañera,yyotampoco. A muchos les sorprendían que los dragones hablaran como si fueran dos entidades diferentes conviviendo en un mismo cuerpo, y en esencia eso era lo que eran. Tenía una forma humana y otra animal en la que adoptabalaformadeundragóndemásdequincemetrosdealturaconuna coraza del color de la noche que ninguna arma podría penetrar y en el cuallamagiarebotabasindañarle.Losdragoneseranpeligrososporque poseían la capacidad de pensar como un hombre y como un animal, permitiendo que este último tomara el control de la situación si así era necesario,convirtiéndoseenlosmássanguinariosenemigosquepodrías soñarentuspeorespesadillas. Ensucaso,sudragónrugíadesesperadodentrodeél,arañándolelapiel y provocándole que el dolor del deseo no satisfecho se volviera una auténticatortura.Necesitabaasegurarelmarcaje,poseerasucompañera paraluegodisfrutardeella,mostrarlequepodíaserdelicadoyminucioso mientras se deleitaba con su cuerpo, con su aroma, con su sabor. La lamería,latomaríaconcalma,descubriendoloqueaellalehicieragritar depurogozo.Laacariciaríahastaquepresenciasecómoseestremecíaal llegaralorgasmo.Ledemostraríaqueeracapazdecumplircadaunade susfantasías,yelmundoenterosiasíselopidiese. Convivir con un dragón no era fácil, eran dueños de centenares de negociostantoenelmundomortalcomoelinmortaly,portanto,poseían enemigos poderosos que no dudarían en atacarle con lo que podrían destruirle: sus compañeras. Las amantes eternas de los dragones debían serfuertes,capacesdecalmarlafuriadesuscompañeros,deenfrentarsea sumundo,alasenvidiasqueprovocabasuposiciónsocialdentrodelos inmortalespuesnumerosasmujeresquerríanocuparsulugar. Sonrió al recordar como la mujer de su primo le partió la cara a una vampiresacuandolaviocoqueteandoconsudragónenlaúltimafiestade los clanes. Fue divertido ver la furia de la pequeña banshee, y cómo su primoacabócasidesnudándolaenmediodelapistasatisfechoyexcitado porlosdeseosdesucompañera,alverqueeratanposesivacomoél. El mundo en el que vivían podía llegar a ser muy cruel, pero los compañeroscompartíandestinoysusalmas,mostrandounaunióneterna queningunaotrarazainmortalposeía. Undragónsoloelegíaunavezensuvidaaquienamar,ysiperdíaasu compañera, a su compañero..., acabaría consumiéndose lentamente hasta perderlavida. ―Te entrego mi alma y mi futuro, eres dueña de mi pasado y mis tesoros, de mis deseos y exigencias, mi dragón te acoge en su corazón, moriremosporprotegertesiesnecesario―comenzóarecitarelritualde marcaje, mirándola fijamente a los ojos, mientras se posicionaba contra su húmeda entrada. Presionó un poco adentrándose en el estrecho canal. Apretólosdientesanteelintensoplacerqueleprodujosentiresacalidez, acallandolanecesidaddehundirsehastalaempuñadura,yperderseenel gozo de hacerla suya sin barreras, derramando su semilla cuando la sintiera temblar en sus brazos tras saborear su orgasmo―. Desde este momento me perteneces, al igual que mi dragón y yo te pertenecemos. Seremos uno, por siempre. ―En este momento la penetró hundiéndose por completo en su interior, finalizando de esta manera el ritual que los uniríaeternamente. Alba jadeó en alto y se tensó al notar cómo se rompió su himen. Le sorprendió notar que apenas notó una pequeña molestia, que enseguida desapareció cuando él comenzó a moverse lentamente, saliendo y entrando de su cuerpo, comenzando un ritmo que poco a poco fue aumentandodeintensidad. Drake estuvo a punto de aullar de dicha al notar que fue el primer hombre de su pequeña. Estaban en el siglo XXI pero para un dragón de más de mil años, como era él, el ser el primero de su compañera, y el único, era un regalo que atesoraría siempre. Ningún otro macho iba a tocarla jamás, ningún otro macho la tocó, le provocó el placer que le estaba dando él. Ningún otro escuchó sus gemidos, la vio sonrojarse, cerrarlosojosyarquearlaespaldacadavezquesehundíadentrodeella. Ningúnotroibaaderramarsusemillaensuinterior,niseríaelpadrede sushijos. Ellaerasuya. «Nuestra»,escuchóunavozcomplacidaygravedentrodesumente. «Sí, nuestra», concedió, respondiendo a su dragón, que en muy pocas ocasiones le hablaba. Eran dos entidades conviviendo en un mismo cuerpo,erandosmentesquesemanteníanconectadasdetalmaneraqueno seveíacuandoacababaunaycomenzabalaotra,eldolordeuno,erael dolordelotroyviceversa.Losdoseranunmismoserqueapartirdeese instante,viviríaporyparacomplacerasucompañera. ―Eres perfecta ―jadeó sin dejar de moverse, penetrándola con estocadas profundas, colmándola con su grosor y su longitud. Con cada movimiento los dos se encontraban, profundizando la penetración. Su pequeña arqueaba la espalda cuando él se lanzaba hacia delante para hundirse profundamente y sentir un placer intenso que lo acercaba al orgasmo. Pero no iba a correrse hasta que ella lo hiciese primero. Quería que explotarayleexprimierahastalaúltimagotadesusemilla,acogiendosu esenciaensuinterior. ―No es así ―consiguió balbucear Alba, entreabriendo los ojos y gimiendo al volver a sentirle avanzar dentro de ella, con movimientos duros y profundos que estaban moviendo hasta la cama, golpeando la pared con el cabecero de metal. Las sábanas quedaron arrugadas a su alrededor, amenazando con caer al suelo, olvidadas en esa danza sexual queuniríadosalmasparasiempre. Drakesemovióhastaconseguirqueellasesentarasobreél,empleando sufuerzaparamoverlasinproblemaysinesfuerzo. Alba gritó cuando sintió que él se retiraba y la levantaba del colchón, penetrándola cuando la sentó sobre él. Con esa nueva postura lo sintió mucho más adentro, tan profundo que estuvo a punto de correrse. Él la sujetóporlacinturaycomenzóamoverse,sinapenassepararsedeella, conpenetracionessuavesymuyseguidas. ―Mírame, Alba. ―Ella así lo hizo, sorprendiéndose al escuchar su nombre. Era la primera vez que la llamaba así, pues antes siempre la llamómujeroelfa.Drakeesperóatenersutotalatenciónysindejarde moverse,disfrutandodeesanuevaposturaalteneramanosuspechospara juguetear con ellos mientras la penetraba, para decirle―: Eres muy hermosa, tu cuerpo me vuelve loco y soy muy afortunado por el regalo que me has concedido cuando nos hemos unido. ―Sonrió al verla avergonzarseanteél.Detuvosusmovimientosparaacercarsurostroalde ellaysusurrarle,antesderobarleunbesoquelosdejóalosdosjadeantes y con ganas de alcanzar juntos las estrellas―. Eres mi compañera, mi pequeña.Ylosdragonessolojuramosamorunavezenlavida. Tras ese beso Drake liberó su deseo tomándola sin contenerse, penetrándola una y otra vez mientras besaba y mordisqueaba su cuello. Alba cerró los ojos y se dejó llevar por lo que estaba experimentando, abrazándoseconfuerzaaesehombrequehabíatrastocadosuexistencia. Y en apenas unos segundos, cuando sus núcleos mágicos se reconocieron como almas gemelas y se unieron,... los dos rozaron el cielo, explotando en un orgasmo que los dejó jadeantes y sudorosos, abrazadosunoalotro. Alba entreabrió los ojos después de gritar cuando descubrió que era capaz de sentir uno de esos orgasmos que con tanto detalle describió en sus novelas, de esos que te dejan con la piel sensible, el corazón desbocado, la piel con una fina capa de sudor dulzón y sentías un cosquilleoportodoelcuerpoquepersistíaaúnpasadosunossegundos.Le sorprendióquesiguieraconscientetraselplacerqueexperimentó,puesno solo fue carnal, también muy dentro de ella percibió como la magia reconocía al hombre y la abrazaba como propia. Eso nunca le había pasadoaunelfo,oalmenosqueellasupiese,quizássíqueeraverdadque erasucompañerayeraalgoquesololosdragonespasaban.Deserasí,... era muy afortunada, o... ¿quizás no? Solo le quedaba averiguarlo con el tiempo. Cuandoyacreíaqueélibaasepararseparadescansar,losintióvolvera ponerserígidodentrodeellayamoverse,sacándoleunosgemidosentre doloryplacer,queatrajeronlaatencióndeél. ―¿Pero cómo es posible? ―murmuró entre jadeos, intentando por todoslosmediosnocerrarlosojosanteelplacerqueestabasintiendo. ―¿Acasocreéisqueibaaponermeadormirapiernasueltadespuésde habertecatado?―Porlaexpresióndeella,ledioaentenderaDrakeque eso era precisamente lo que esperaba de él. Ante eso, rompió a reír, al tiempoenqueseechabahaciadelanteparaquedartumbadosnuevamente sobreladesordenadacama―.Ah,micompañera,quepococonocesalos dragones. No saldrás de este cuarto hasta que me sacie de tu sabor, y te aseguro que mi apetito es inmenso. ―Se agachó hasta besarla y susurrarle,antesdecomenzarapenetrarlaestavezconestocadasfuertesy decididas, aprovechando la lubricación natural y por la liberación de su semilla. Esta vez no contendría al dragón y le dejaría mostrar su abrasadorapasión―.Cadanoche,cadadía...,necesitaréprobartucuerpo. ―¿¡Qué!? ―gritó Alba antes de perderse en el beso que él le robó y jadearconcadaestocada.Estabasensibleyelplacerqueestabasintiendo eramuchomásintenso,lanzándolaalorgasmo,tomándolaporsorpresa. Pero él no se detuvo, continuó moviéndose, imponiendo ahora un ritmo quelaestabavolviendoloca. Drake rio en alto al notar la confusión y la perplejidad en el rostro sudoroso y sonrosado de su compañera. Era divertido que creyera que solo necesitaba una vez para quedar satisfecho. Los dragones eran criaturasnacidasdelfuegoquenecesitabanabrasarseyavivarlasllamas quevivíanensuinterior. Llevaba siglos buscando a su compañera, ya creyendo que era uno de los pocos desafortunados de su raza que morían sin conocer a su otra mitad,poresoahoraquelateníaentresusbrazos,bajoella,apretándolo consuhúmedocanal,abrazándoloyarañándolelaespalda... ―Oh,sí,mipequeñaelfa...Necesitaréelrestodeldíaparasaciarmede ti... Acallósuposiblequejaconotrobeso,satisfechoconelgiroinesperado desuvida. Objetivomarcarasucompañera:cumplido. Cuando se saciara de ella saldría de caza..., atraparía al ladrón y recuperaríasupiedradevida. Peroantes... ―Noeresnormal... Drake volvió a reír disfrutando del humor de su compañera. Tenían todaunavidaparaconocerse,yesedíaibaaasegurarsedememorizarlo queaellalegustaba.Vercomoalcanzabaelorgasmoeralomáshermoso quepresenciójamás.Esasmejillassonrosadas,suslabiosentreabiertosy esosojosdelcolordelcielodelveranonubladosporelplacerera... ―¡Cómoesposiblequeestéstodoeltiempoduro! ―Esoesporqueerestú,mihermosacompañera―lesusurró―.Yhoy conoceráslapasióndeundragón...Tudragón. Aldíasiguiente ―¿Dónde está la ladrona? ¿No la atrapaste y en su lugar te trajiste a casaaunaputaconlaque...? Drake rugió acallando a su molesta prima, que le increpó nada más verloentrarenelsalónprincipaldelamansión.Elbuenhumorconelque sedespertóesamañanadesaparecióytodoporculpadeesachiquillaque estaba enamorada de él desde que eran pequeños, o eso es lo que quería creerlajoven,puestodossabíanquelosdragonessoloposeíanunalma gemela,ynoeraella. Sus suposiciones de que su familia había escuchado gemir y gritar de purogozoasucompañeraseconfirmaronporlasmiradasavergonzadas de sus padres, las jocosas de sus hermanos pequeños y la furiosa de la molestachiquillaqueinsultóasuamanteeterna. ―¡Yabasta,Judith!Esaputa,comotúlahasllamado,esmicompañera, yteordenoquelatratesconrespetoo... No se esperó lo que sucedió a continuación. Cómo su prima se lanzó conlasgarrasextendidashaciaél,dispuestaasacarlelosojos.Élnotenía intencióndedañarla,peronoibaapermitirquelatemperamentaldragona sedesquitaraconél,pornocumplirsuscaprichos. Lelanzóunconjurodeviento,provocandoqueacabaraestrellándosede espaldacontralapared,alotroladodelcuarto. ―¡Drake!―gritaronlosdemáspresentesenlasala,suspadres,sustíos, ademásdesushermanosconsusrespectivascompañeras. ―Novoyapermitirqueestacríasigainmiscuyéndoseenmivida,estoy cansado de soportarla, y voy a proteger a mi compañera de cualquier insultoomalgesto.Esteesmihogaryelquenoestédeacuerdoquecoja suspertenenciasyqueselargueconJudith.―Estalemiródesdeelsuelo concarallorosaylosojosllameantesdefuriayodio.Yateníaquehaberla echado de su mansión hacía varios siglos pero, por no soportar a sus padres, aceptó que se quedara pese a que le molestaba su sola presencia. Peroyanomás―.Tienesdoshorasparahacertusmaletaseirte. Estaselevantóyacabógritandoaltiempoenquelosdemásquedaban unos impactados por el ultimátum, y otros alzando la voz al no estar de acuerdoconsudecisión. Drakeignoróasustíos,quebienpodíanirseconsuqueridaymalcriada hijaaotrolado. ―¡Nopuedeshacermeesto!¡Túmeperteneces!¡Eresmidestino! ―¡BASTA!―rugióconrabia,nodispuestoaperderniunminutocon esaloca.¿Esqueacasonoveíaquelosdragonesseuníanconelalma,a travésunenlacemágicoqueeraeternoeirrompible?¿Noporelcapricho deunacríaquedesdeniñamostróquesecreíaelcentrodelUniverso?―. ¡Te irás ahora mismo! Y tus padres te acompañarán, estoy cansado de tener que soportar la presencia de la «familia» por obligación. Tus pertenencias se enviarán cuando le informes a mi secretario de tu nueva dirección. No vuelvas a aparecer en mi camino o no dudaré en acabar contigo,tedestrozarédetalmaneraquetendrásquecambiardecontinente. Yvosotros...―Miróasuspadresyasushermanos,suscuñadasporsuerte asentían satisfechas al ver que defendía a su compañera, y le daba la lecciónquemerecíaJudith,yporloquepudovernoeraelúnicohartode su presencia... ―... Si no estáis de acuerdo con mi decisión podréis acompañarles allá donde se vayan. A partir de ahora mi vida girará en torno a mi compañera, y no quiero que le hagáis daño con vuestros comentariosodesprecios. Antes de que llegaran a responderle, la puerta del salón se abrió y la furia que lo estaba cegando en esos momentos se esfumó ante la inesperadaaparicióndelamujeralaqueleentregósucorazón. ―Te estaba buscando y... ¡oh! ―exclamó Alba al ver que no estaban solos, que había más gente en el cuarto. Se estremeció al ver el odio brillar en varias personas que la miraban fijamente. Se le pasó por la cabezaelrefránde«silasmiradasmataran,yahabríacaídomuertavarias vecesalsuelo». ―Mi amor, mi pequeña compañera. ―Avanzó Drake hasta ella, esbozandounagransonrisa. Alba en ese momento tuvo que aceptar que le había echado de menos. Quenecesitabaverle,sintiendounvacíoensuinteriorcuandoestabalejos de él. A su lado su núcleo mágico y su corazón bailaban satisfechos y felices, iluminando su rostro mostrando a todos que la unión se había completadoconéxitoyestabanunidosparasiempre. Eldíaanteriorhabíasidoelmásextrañoquehabíasucedidoensuvida. Lahabíansecuestrado,luegohabíayacidoconunhombrequeparecíaque noconocíalapalabra«cansancio»ydurmióensusbrazostodalanoche, despertándosesolaenlagrancama,ysintiendounagujerodepesarensu interiorcuandoélnoestabaasulado. Graciasalaconexiónquenotóensunúcleomágicopudolocalizarloen aquellainmensamansión.Yahoraqueestabafrenteaél...,noseesperóser fulminadaconlamiradaporlamitaddelaspersonasqueestabanenesa habitación,ynosabíamuybiencómoactuar. Queríaabrazarle,decirlequeloechódemenos,opreguntarlecómoera que era capaz de percibir dónde se encontraba, o si todo lo que había sucedido el día anterior había sido un sueño. Tenía tantas preguntas y dudasy...,eraincapazdeformularalgunadelantedeunpúblicoexpectante. Además quería comentarle que tenía una sospechosa para el robo: su hermana. Recordaba la extraña y alocada petición de Miriam, robar el tesoro de un dragón. Debía ser ella la que lo robó y la culpabilizó para librarsedenuevodeldelitoyquedarcomolabuena.Estabacansadadeser tratada como un trapo por su familia, por su propia hermana, y si descubría que fue realmente ella, que sus sospechas eran ciertas, le arrancaríacadapelodesucabeza,consuspropiasmanos.Nocreíaenlas coincidencias.Suhermanaqueríaapropiarseindebidamentedeltesorode undragónyahíestabaella,enlacasadeunescupefuegotrashabersido acusadadeldelitoderobo.Sisuhermananoeraculpable,elladejaríade comerchocolateduranteunmes...,algoqueseríaunaverdaderatorturaal seradictaaldulcesabordelmismo. Cuando estaba a punto de pedirle que saliera un momento fuera para avisarlequeteníaqueirasucasa,yquenecesitabaunteléfonoparallamar untaxialserincapazdeteletransportarse,pormásquelointentó,unavoz lasobresaltóylaasustó: ―¡Poresaperramehasechadodemicasa! Noloviovenir,...elataqueporsorpresadeunallamaradadefuegoiba directamentehaciaella. Drakesemovióconrapidezcubriendoasucompañeraconsucuerpo, protegiéndola del fuego. Los dragones no se quemaban pero su mujer podíasalirdañadasielataquedesuprimalaalcanzaba. Mientraslasllamasloslamía,solopensóenunacosa:enmataraJudith. Seescuchóungolpesecoyluegolarabiosavozdesuprima: ―Padre,¿porquémehasgolpeado? ―¿Cómo se te ocurre atacar a la compañera de tu primo? No me extrañaquenosquieraverlejosdeestamansión. ―Élesmío.Labrujameaseguróqueodiaríaalamujerqueleyóensu destino,éltendríaquehaberlamatadocuandoacudióa... ―¿Entonces no fue mi hermana la que te robó, sino esa chica? ―murmuróparasímismaAlba,sinserconscientequelaescuchóelresto delasala. ―¿Tu hermana? ―preguntó Drake, mirándola con atención, tras separarseunpasodeellaahoraqueyanohabíapeligro.Entodomomento la mantenía lejos de las miradas del resto de su familia que seguían a espaldas de ellos. No iba a cometer el error de dejarla desprotegida de nuevo. Se enfureció al ver que su pequeña elfa tenía algunos mechones quemados, además de las mejillas enrojecidas y respiraba con algo de dificultadporelcalorqueloscubriódurantesegundos. Ellaasintióajenaasufuria,queibadirigidaasufamiliayenespeciala suprima. ―Sí, mi hermana me comentó que quería robarle algo a un dragón y quedebíahacerloyoy... ―¡No he sido yo! Ha sido esa zorra la que se ha llevado tu piedra de vida ―gritó Judith satisfecha ante sus palabras, cruzándose de brazos y mirandoconaltaneríaalospresentes―.¡Veis!Nosepuedeconfiarenesa perray... ―¿Cómo sabes que lo que me fue sustraído es mi piedra de vida? ―preguntó Drake dándose la vuelta, manteniéndose en todo momento frenteasucompañera.Laibaacubrirconsucuerpo,consupropiavida. Yahabíacomprobadoquenidesupropiafamiliapodíafiarse. ―Eh…por…―titubeóJudith,odiandocontodasualmaalaelfaque estabaplantadatrasSUprimo.Drakeerasuyo,siemprelofue,soloqueél no lo había visto aún. Tendría que deshacerse de esa perra para poder hacerle ver a su primo que eran almas gemelas, que podían forzar a la magia a unir sus almas si así lo exigiesen―. Tú nos lo dijiste a todos ―confesófinalmentetrasunossegundosdetensiónydudas. ―Eso es mentira, Judith, él nunca nos dijo que era una piedra, nunca mencionóelobjetoquelerobaron,solonosinformóquealguiensustrajo algo suyo hace dos días, creo recordar ―intervino la compañera del hermano más pequeño de Drake, una joven dulce de la que nadie sospecharíaqueeraunabansheecapazdehacerfrenteacualquierhembra queseacercaraasumarido.Quienmuchasnochesrompíalacalmadela mansiónconelgritodelamuerte,porculpadesutrabajodemensajera. SupadreLaMuerteintentabanodarlemástrabajodelquerepartíaasus otrassobrinasbanshees,peroaúnasímuchasnochestodossedespertaban con un espeluznante grito que duraba segundos y que conseguía que no volvieran a dormir en horas. La pobre no podía acallarlo, debía gritar transmitiendo el mensaje de su padre que le llegaría a la víctima allá donde estuviese en sueños, como una mala pesadilla de la que quieres despertarperoque,pordesgracia,temuestraelfinaldetuvida.Lamala suerte es, que además de la víctima, todos los que estuviesen cerca de la mensajeralooirían... Drake no sería capaz de dormir cada noche con alguien que podría gritarte tu propia muerte..., pero él no era el que estaba perdidamente enamorado de esa pequeña chillona del más allá, su hermano sí, y se desvivíaporella. ―EsciertoloquediceMandy.Mihermanonuncanosinformóqueera su piedra de vida lo que le robaron ―respaldó el marido de Amanda, mirandoasuhermosabansheeconabsolutaadoración. Judith se vio acorralada al ver que todos se giraron hacia ella, con reprobación en sus gestos. Robar la piedra de vida era un delito grave, penadoconlamuerte,sinimportarsierashombreomujer,yellasehabía condenadoconesaacción. ―Yonolarobé,lepaguéaunaelfaparaquelohicieraperolaimbécil noseatrevióasíquetuveque... «Mi hermana no robó nada al final», se mostró aliviada Alba, suspirando por dentro. Lo que menos quería ahora era tener la culpabilidaddeMiriamsobresuconciencia. ―Así que, ¿qué es lo que tuviste qué hacer? ―exigió saber Drake echándoleencaralaspalabrasquebarbotóconnerviosismoJudith. Estasemostróatemorizadaalverqueelplanqueestudióhastaelúltimo detalle se resquebrajaba ante ella, como una torre de naipes, exponiendo cadaunadelascartasconlasqueintentóganarelpremiogordo. Sabíaquelacondenaporrobarlapiedraeralamuerte,aunquedudaba queDrakeseatrevieraaejecutarlasinoqueríateneramediafamiliaensu contra, pero... quizás tendría que tomar otro rumbo de acción para no perderle. No podría vivir sin su dragón. Él era suyo y prefería verlo muertoqueenbrazosdeotramujer. ―¡Tuvequehacerloqueeranecesarioparatenerte!¿Acasonovesque estamospredestinadosaestarjuntos?¿Quéeresmío?―bramóJudithsin llegaraconfesarloquellegóahacer.Noibaaadmitirqueteníalapiedra en su cuarto, bajo su almohada tras haberla robado de la caja fuerte del cuartodeél.Noibaaconfiarleanadieesebienpreciado,elcorazóndeun dragón,lapiedraqueposeíalacapacidaddedestruiraunodelossuyos. Cada uno de ellos, en el momento de su primera transformación, expulsabanporlabocaunapiedrapalpitante,queeralamitaddelcorazón del dragón, y por la que se aseguraban de ser invencibles pues para matarleseranecesariodestruirelcuerpoylapiedraalmismotiempo. Drake se apareció frente a su prima agarrándola por el cuello, apretándoseloconlatentaciónderompérselosinmiramientos. ―Debería matarte aquí y ahora ―expuso dispuesto a permitir que su dragónobtuvieralaansiadavenganza.Estequeríalasangredeesazorra, desgarrarlaconsusgarrasycolmillos,yaluegoseencargaríadebuscar lapiedra.Loúnicoquequeríaenesosmomentoseraacabarconella,nada más. ―No...puedes...soytualmagemelay... *** Ibaamatarla. Lopodíaverconlafuriaquesepercibíaenlatensióndesucuerpo,en lafuerzaqueestabaimprimiendoensuagarre.Pormuchoqueestuviese tentada a dejarle que le rompiera el cuello, no podía. Era su prima, su familia, además de una imbécil insufrible que no dejaba de gritar que el dragónerasuyo.Albanopodíaaceptarlo.Noqueríaquelarelaciónque esperabamantenerconélcomenzaraconunbañodesangre. Así que cuando escuchó las balbuceantes palabras de esa loca, corrió haciadondeestabanalladootroladodelcuartoyparóasudragónenel últimomomento,apoyandounamanoensutensobrazo. ―Porfavor,nolamates.―Sintiólamiradasorprendidadetodossobre ella, pero los ignoró manteniendo la que le dedicó el hombre. No iba a echarsehaciaatráspormuchoqueletentaradeshacersedeesalocaopor muchoquevieralafuriayeldolorenlosojosdeél.Lamuertenuncaera lasoluciónaningúnproblema,soloatraíadoloryremordimientos―.No valelapena.¿Novesqueestáloca?Pídelequetedevuelvaesoqueterobó. ―Esapiedradevidadebíasermuyvaliosaparaqueestuvieradispuestoa mataraalguiendesufamilia.Mástardeletendríaquepreguntarquéerasi élaúnestabadispuestoamantenerlaensuvida.Sentíaquealinmiscuirse en medio de un problema familiar estaba tensando la cuerda de una relación naciente que podría romperse―. Y que se vaya lejos. No le arrebates a su hija a tus tíos. ―Vio duda en los ojos de él, así que insistió―.Porfavor―suplicó,bajandolamano,alejándoseunpasodel dragón. Élahoradebíatomarunadecisión. Mataronoasuprima. Mataronoaunamujerqueenfermóporlaobsesiónhaciaél,pueseso nuncaseríaconsideradoamor. ―Porti,miamor.―claudicóDrake,maldiciéndosepordentroporno romperle el cuello a Judith. Esa hija de puta no merecía otra cosa. Si su planinicialhubiesesalidobien,élpodríahaberdañadooinclusomatadoa su compañera. Pero era cierto que había preguntas que necesitaban respuestas. ¿Cómo supo que Alba era su compañera? ¿Qué bruja va vendiendolossecretosdelosdragones?¿Cómoellapudoverlo?¿Dónde escondiósupiedradevida? Bajóelbrazoysoltóalaperradesuprima,quiencayóderodillasante él, respirando agitadamente y tocándose el cuello con sus temblorosas manos. ―Le debes tu patética vida a mi compañera. Por su petición te dejaré vivir―segiróparamirarasustíosquienesllorabanensilenciodespués de todo lo que habían presenciado en ese salón. A su lado estaban sus padresysushermanos,dispuestosaprotegerasupequeñaelfasialguien intentabaatacarlaenunúltimointentodesesperado―.Oslallevaréislejos demí,hacetiempoquedebíaishaberlebuscadoayudapsicológica.Nola quierocercademistierrasomisposesionesomeolvidarédelapetición demicompañerayacabaréconella. Sus tíos asintieron en silencio y se acercaron hasta su hija, para levantarladelsuelo. ―Antesdeirosqueleentreguelapiedraamispadres. ―Asílohará,Drake―murmuróconvoztemblorosasutía,lahermana de su madre―. Gracias por no arrebatarnos a nuestra hija aunque era tu derechohacerloporrobarte. Drakeasintióconlacabezayavanzóporelsalóntrastomardelamano asucompañera. Albacreíaqueibaaecharleunabroncaporhaberseinmiscuidoenlos asuntosdefamiliaperolasorprendióalnotarcomolaabrazaba,nadamás salirdelcuarto,trascerrarlapuertatrasellos. ―Yo...―comenzóadecirAlbaparaserinterrumpidaporélcuandola apretóconfuerzaylesusurró. ―Siento que tu primer encuentro con mi familia haya sido así. Estoy furioso conmigo mismo por haberte puesto en peligro, debí haber visto quelaobsesióndeJudithseconvirtióenlocura. ―Yo...sientohabersidolacausadeque... ―¡Ni se te ocurra disculparte! ¡Tú no has hecho nada! Yo te puse en peligro,yJudithnomerecíatucompasión...―Ahorasearrepentíaporno haberlamatado.Dejarlaconvidaeraunriesgoparasucompañera,porsi lalocadesuprimavolvíaaatacarla. ―Todacriaturaenestemundomereceunaoportunidadpararedimirse ―recitóunodelasleyesélficas. Drake se desternilló de la risa, negando con la cabeza sin dejar de apretarlacontrasucuerpoenunabrazoposesivo. ―Mi pequeña compañera es una pacifista, si que se van a reír mis hermanos de mí. Ahora ya no podremos burlarnos de Niall por su compañeraAmanda...―negóconlacabezarecordandolasvecesquetanto suhermanoLiamcomoél,seburlabandelpequeñodelacasaechándole encarasisuMandyeratangritonaenlacamacomocuandotransmitíaun mensajedesupadreLaMuerte. ―Soyunaelfa,laguerranovaconnosotros. Drakedejódereírymirófijamentealamordesuvida,aladueñadesu corazónysualma. ―Por lo que dijiste en el salón no todos los elfos son como tú, tu hermanasinirmáslejosqueríarobarme... Albasepusorojadelavergüenzaylarabia,noqueríanipensarenlo que pudo haber pasado si hubiese aceptado la alocada propuesta de Miriam. Quería creer que su dragón le habría perdonado la vida y la habría aceptado como su compañera de igual modo, aunque habrían comenzado la relación con una desconfianza muy grande que tardaría tiempoendesvanecerse. ―Punto para ti ―le concedió sin poder defender a su hermana y sin quererhacerlo.Suhermanaeraunazorracaprichosaquelehabíahechola vidaimposibledesdequeeranpequeñas. ―Será divertido cuando conozca a tus padres y a esa hermana tuya, tanto mi dragón como yo le daremos un recuerdo que nunca olvidarán ―secarcajeóDrakepensandoenasarasusfuturossuegrosyasufutura cuñada hasta que quedaran doraditos y no volvieran a dañar a su compañera. Pues ningún progenitor permitiría que uno de sus hijos torturaraoseaprovecharadelotrosirealmentelosprotegíaylosamabaa losdosporigual.Élteníalasospechaquelospadresdesucompañerano fueronbuenosparaellay,dealgúnmodo,lesdejaríaclaroquenoibaa permitirlesqueseinmiscuyeranenlavidadesuelfanuncamás. ―¿Conocerlos?―balbuceóAlbasinpodercreerlavelocidadquehabía tomado su...―. ¿Estamos en una relación, no? ―preguntó finalmente lo quelarecarcomíapordentro. ―¿Quétipodepreguntaesesa?¿Acasonotedigounayotravezque eresmicompañera?―Ellaasintióensilencioconlosojosllorososylos labios temblorosos, a un paso de romper a llorar abiertamente de la emoción.Sussueñosseestabancumpliendoenbrazosdeesehombre,de su abrasador dragón―. Ser la compañera de uno de los míos significa estarjuntoatuparejahastaeldíadenuestramuerte,essoportarnuestra pasión, nuestro continuo deseo por complaceros o protegeros, nuestro fuego interior o el deseo de matar a cualquier macho que se te acerque conintencionesdecortejarte.Eresmía,aligualqueyotepertenezcoymi dragónteadora.¿Aceptassermicompañera?―lepreguntópeseaquela unión ya había sido afianzada en el momento en que conquistó su inocencia,enelquesevolvieronunoatravésdelacarne. ―Sí... ―susurró Alba, notando como sus lágrimas se deslizaban silenciosasporsusmejillas. ―Menosmalquehasdichosí,elfa,porquesino... ―¿Qué habrías hecho si te digo que no? ―preguntó ella, con curiosidad. ―Encerrarteennuestrocuartoymostrarteloquetepierdes,unayotra vezhastaquecambiasesdeopinión. De nuevo ella se sintió avergonzada por la capacidad del dragón de hablar libremente de sexo, con confianza en sí mismo y en sus asombrosashabilidades. ―¡Oh!Bueno...―Albasemordióellabioinferioryselimpiólosojos con una mano, antes de comentarle con algo de duda en el tono de su voz―...¿Yahoranomevasademostrarnada? Drake quedó momentáneamente en silencio antes de romper a reír y alzándolaenbrazos,apretándolacontrasupechoconfuerza. ―¿Adóndevamos?―preguntópasándoleunbrazoporelcuellodesu compañero,sonriendoantelaalegríaquepercibíaenélyalverlarapidez conquesealejabadeesapartedelamansión. ―¿Adóndevaaser?¡Acumplirtusdeseos!Vamosafollarloqueresta de día..., no sabes las ganas que tengo de tomarte en cada uno de los cuartosdemimansióny... Alba se puso a reír como nunca lo hizo antes, dichosa del rumbo que había tomado su vida. Era muy afortunada y cada día agradecería que la alocada y caprichosa de su hermana se moviera en los círculos de la prima de su compañero pues, al fin y al cabo, gracias a esas dos locas, habíaconocidoaDrake. «Drake». Paladeó su nombre dentro de su mente. Devorándolo con la mirada.Deseándoloconigualímpetuqueél. «Tal vez tenga que llamar a mi hermana y darle las gracias... Me gustaría poder ver su cara cuando le diga que tendrá como cuñado al dragónalquequeríarobar». Serioenalto,atrayendolaatencióndesucompañero. ―¿Algo que comentar, compañera mía? ―preguntó este, alzando una desuscejas,mirándolaconcuriosidad,abriendolapuertadeldormitorio principaldeunapatada. ―Nada,quesoyfelizytodoesgraciasati. Drakeladepositósobrelacama,tumbándoseacontinuaciónsobreella. ―¡Oh, sí! Inmensamente feliz ―movió las cejas hacia arriba y abajo, conuntonodevozllenodediversión. Albacompartiósuscarcajadasconél,arqueándosebajosucuerpo. ―Ya veo que es inmenso..., lo noto... ―comentó jadeando al sentir comoélyaestabalistoparaunirseaella. ―Ahora compañera mía, ¿comenzamos a celebrar nuestra gran felicidadporhabernosconocido? Los dos rieron unos segundos antes de unirse en un apasionado beso queavivóelfuegodesuenlace,ydurantehorasnohicieronotracosaque descubrir que el mundo explotaba a su alrededor cuando sus cuerpos se volvíanuno. Eldragónhabíacaídoenlasredesdeunapeligrosaelfaquesenegabaa comercarneyseríaincapazdehacerdañoaotracriatura. ¿Quésucederíacuandoéldescubrieraquesededicabaaescribirnovelas románticaseróticas? Unasemanadespués ―¿Qué te parece que el próximo protagonista de mi novela sea un dragón? ―lanzó la propuesta Alba, esperando la contestación de su editoraqueduranteunoslargosminutosquedóensilencio. ―¡Megusta!―Lasobresaltóconsugritoalotroladodelalínea―.Un cambia forma dragón, es muy buena idea. Tienes tres meses para enviarmeunborrador,asísaldráparaSanValentíny... ―Mejorseismeses,yquesalgadespuésdelveranoolasNavidadesque viene. ―¿Seismeses?¡Estásloca!Loquieroentresy... Albaalejóunoscentímetroselteléfonoabrumadaporlosgritosdesu editora. Cuando quería era una auténtica diablesa que parecía disfrutar esclavizandoalasescritorasquetrabajabanconella. ―Antes de seis meses no lo tendré porque voy a cogerme tres meses comolunademiely... ―¿Tehascasadoynomehasavisado?Esperoquenotehayasatrevido ahacerlo.Podríamoshaberhechounagranfiestainvitandoalosjefazos delaeditorial,atuscompañeras,a... Antesdequedescribieraunaficticiabodaquedabamiedo,Albadecidió darporfinalizadalaconversación,diciendo: ―Mira,Nelly,aceptétrabajarcontigoporqueereslamejoryporquela editorial me permite no asistir a firmas de novelas, que ya sabes que no quiero conocer a ninguna de mis lectoras. Te enviaré un manuscrito dentrodeseismesesorescindocontratoconvosotros.Tienesunasemana paradarmeunarespuesta.Quetengasunbuendía. Colgósinesperarquelecontestara.Estabacansadadesaltarcuandolos demás decían salta. Ahora su vida había cambiado totalmente y estaba agradecidaysatisfechadehaberseatrevidoahacerlo. Ellateníaelcontroldesufuturoy... ―No sabes cómo me pones cuando te escucho en plan «mandona» ―susurrósucompañerotomándoladesprevenidaalabrazarlapordetrásy depositandopequeñosbesosymordiscosensunuca. ―¡Drake! Me has asustado, voy a tener que comprarte un collar de cascabelesparaquemeavisecuandoentresenunahabitación. Este rompió a reír, dándole la vuelta para tenerla cara a cara. Esa semana que llevaban conviviendo juntos fue la mejor de su vida, descubriendoqueasuladoeramejorhombreydragóndeloqueera.Las cosasapuntabanbien,latrastornadadeJudithjuntoasuspadressefueron aEE.UUponiendoelocéanoAtlánticodepormedio,yporlainformación quelellegabaasusecretario,habíaninternadoalalocaenuncentrocon fuertesmedidasdeseguridad. Sucompañeraporelmomentonoestabaenpeligroydisfrutabadela calmaylapurafelicidadqueexperimentabaasulado. ―Nosabíaesefetichetuyoconlosgatos.Ahoracascabelesyquéfuelo quemedijistehaceunosdías...¡Ah,sí!Quelamíamuybientusjugos... Sonrió al verla vergonzosa ante él. Era divertido ver que una mujer capazdeescribirescenaseróticasqueencendíanlalibidodelmásgélido del mundo, se ponía roja cuando le echaban en cara las palabras o las accionesquehacía. Másdivertidofuedescubrirqueeraescritoraderománticaerótica.Fue graciasasucuñadaqueundíaseencontróelportátildeAlbaencendidoen el salón y, cuando leyó el nombre con el que firmaba el documento, estuvoapuntoderomperlasventanasdetodalamansióndelchillidoque soltó.AhídescubrierontodosqueAmandaerafandelasnovelasdeDark Moonlight,elseudónimoconelqueescribíasupequeña.Peorlotuvosu compañera cuando tras apagar el ordenador avergonzada tuvo que explicarlesatodoscuálerasutrabajo,atrayendolaatencióntantodelas mujeres como de los hombres que estaban deseosos de leer todas sus novelas. EstuvoapuntodereírenaltoalrecordarlacaraquepusoAlbacuando vio aparecer a Amanda cargada con todas sus novelas para que se las firmara. Supequeñanoqueríanotoriedad,peronopudoevitartenerquefirmar cadanovela,soportandoestoicamentequelabansheelerelataraconpelos yseñalessusescenasfavoritas.Porsuerte,Albasefueantesdeverquesus suegros y cuñados se repartieron los libros para comenzar a leerlos, admirandoellaslasimágenesdelasportadasyfarfullandoellosqueera novela rosa para mujeres pero si había escenas de sexo, le darían una oportunidad. Ahoraunasemanadespués,estabantodoscomolocosideandolaforma depreguntarlealaelfasiibaapublicaralgunanovelanuevapueshabían devoradolasquincequeyateníaenelmercado. En tan solo siete días su compañera se los había ganado a todos, la admiraban,laqueríanylaprotegeríanconsusvidas. La voz de Alba lo devolvió a la realidad, encontrándose con sus ojos molestosquelomirabanfijamentealdecirle: ―Debesquitardeunavezelhechizodelaverdaddetualcobao... ―Nuestraalcoba,miamor,yatendiendoatupetición,mirespuestaes no.―Negóconlacabezadivertido―.Nolovoyaquitar. ―Eres...,eres... ―Tudragón,mivida,yahora...¿quéteparecequeestegatitotelleveen brazoshastanuestracamaparalamertusdulcesjugos...? Las carcajadas de los dos se escucharon por toda la mansión, provocando que los demás habitantes sonrieran, contagiados por la alegríaqueimperabaenesehogardesdelallegadadelnuevomiembrode lafamilia:unapequeñaelfaqueatrapóalpeligrosoytemidodragón,yse hizoconsucorazónysuamoreterno. Unahoramás ValNavás Esridículoquelosigasnegando. Desde que tu amiga te ha pedido que la acompañes de nuevo a este lugar, tienes el pulso acelerado y ese inquieto hormigueo en la boca del estómago que solo él ha conseguido despertar. Sabes que te tienta y te asusta,yquetequemalamolestacomezónqueprendeentuinteriordesde aquelprimerencuentro. Han pasado ocho meses desde que Irina te hizo aquel insólito regalo. Aquella fría noche de diciembre acudiste a ese apartamento, confusa e ilusionada,hastaqueteexplicóenquéconsistíasumaravillosasorpresa. Erabroma,¿no? ―Nolohagas,Denisse―tepidióaquellavez,sentadassobrelamisma cheslongcarmesídecueroitalianoenlaqueahoramismoesperasconel corazóndesbocado. Túlamiraste,escandalizada,ypensastequesehabíavueltoloca.Pasaste asuladodispuestaamarcharte,peroteretuvoconsuavidad,asegurándote quenoteibasaarrepentir,comosiesofuerasuficientejustificaciónpara hacertecambiardeidea. ―Noledebesnadaalmachistaegoístadetuex―gritóexasperada―. ¿Hasolvidadoyaloquetehahecho?Esunmentirosomanipuladorqueno temerece. Yteníarazón. Tunoviotehabíasidoinfielantesdelabodaynodudasteenromperel compromisoencuantolodescubristeporcasualidad.Tuvoeldescarode negarloy,además,intentódisfrazarlaverdadparahacertecreerquetodo habíasidounengañodetuamiga. ―Denisse ―Irina acarició tu mejilla con cariño y señaló hacia la habitación con complicidad―, por una vez piensa en ti y disfrútalo, concédeteunosminutosydespuésdecides. ―¿Ungigoló,Irina?―preguntaste,indignada. ¿Enquédemoniosestabapensando? ―Élesespecial. Su enigmática respuesta te intrigó, y durante un segundo barajaste la idea de aceptar semejante disparate, instante que Irina aprovechó para insistir. ―Cielo, Axel solo quiere complacerte y no hará nada que no quieras hacer.Teloprometo. Cada vez que rememoras esa noche no puedes evitar el efecto que todavía te provoca el roce de sus manos… Y su nombre, tal y como sucedió esa primera vez, sigue evocando en tu mente una imagen de pecaminosasensualidadqueteaceleraelcorazón. Noobstante,duranteaquellostensosminutossolopodíaspensarenlas consecuencias que podría traerte esa estúpida locura. Era excitante y prohibida… sí, pero también una gran insensatez a la que no lograste resistirte;unainvitacióndemasiadotentadora.Y,conlaspulsacionesamil acallando las mudas protestas, te adentraste en aquel cuarto, decidida a satisfacerellujuriosoanheloquelaspalabrasdeIrinahabíaazuzadoentu interior. Nada más traspasar la puerta te envolvió el oscuro magnetismo que llenaba la habitación. Se hallaba bajo un halo exquisito, cargado de misteriosaprovocaciónydecrudasensualidad.Lasvelasrepartidasporel dormitorioembriagabanconsudensoaromaacanela,bañandotufigura conunaluzsutilydelicada.Mientras,elhipnóticobalanceodelasllamas danzabanenlasparedesalritmososegadodeGivemelove,adentrándote enunmundodepromesasdondetodastuspasionesseríansatisfechas. Axelapresótuscaderasdesdeatrásytucuerposetensó,sacudidopor unallamativavibracióncuandoterodeósufraganciavaronil;unamezcla únicaacueroyespeciaspicantes. ―Teestabaesperando.―Suvoz,unsusurroroncoqueresbalóporla delicadacurvadetucuello,tesecólagarganta―.¿Whisky? ―Sí,porfavor. En cuanto te soltó, te rendiste al impulso de mirar por encima del hombro y lo que más te impactó fue su altura imponente, que empequeñecía el rincón de la habitación donde servía las copas. Estaba desnudo de cintura para arriba y parecía desenvolverse con comodidad, presumiendo de una espalda ancha cuyos músculos se tensaban con el movimiento de sus fuertes brazos. Un vaquero oscuro colgaba peligrosamente de sus caderas estrechas y se ajustaba con insolente perfecciónauntraserodeaspectoduroymuyapetecible. Nopuedesevitarsuspirar,incapazdereprimirelrecuerdoimpagablede ese adonis disfrazado de delicioso manjar, una instantánea mental que te excitaytedesarmaporigual,yponeapruebatucapacidaddecontención. ¿Porquénotevas?,tepreguntasunayotravez. Yculpasalobscenoapetitoqueesehombretedespierta,unavoracidad capazdeanulartuvoluntadydehacerteregresaralinstanteenqueAxelse giróytepillócontemplándoloconcaraembobada. Enesemomento,cogisteeldelicadovasodecristalqueteofrecíaconla vistapuestaensusmanosgrandes,dededoslargosycuidados,demasiado avergonzada como para enfrentarle directamente. Él se apoyó en una de las paredes, disfrutando de tu sonrojo, y te observó. Tú temblaste, cohibida por el peso de su mirada, y te tomaste unos segundos para calmarte,girandoelcontenidodelacopaantesdellevarlaatuslabios.El delicioso escocés era exquisito y se deslizó por tu lengua dejando un ligerosaboramaderaderoble.Unlicorparasaborear,perolosnervios notepermitierondegustarloyteacabastelacopadeunsolotrago. Axelseacercóensilencio,rozóadredetumanoalretirarlacopavacía ytúcontuvieseelaliento,subyugadaporlabellezadeeserostroperfecto quesehabíamantenidoocultoentrelassombrasdeldormitorio. Tenía la mandíbula cuadrada y cubierta por una fina barba que encerraba unos labios sensuales, golosos hasta el punto de codiciar un besosuyo.Susojosgrises,traviesosypeligrosos,cortabanlarespiración. Yelcabellooscuroypeinadohaciaatrásteprovocóuncosquilleoenla puntadelosdedos,ávidosdeserenterradosentrelassedosasmechasque le rozaban la nuca. Todo en él irradiaba sensualidad, y era muy, muy varonil. Desde su posición de altura, su mirada descendió con descaro por el generosoescotedetublusablanca.Tútragastecondificultadyélsonrió, mientras sus dedos resbalaban por el nacimiento de tus senos y subían indolentes por tu garganta. Suspiraste entrecerrando los párpados y ahogasteungemidocuandolayemadelpulgarperfilótuscarnososlabios con fingida pereza. La punta de tu lengua siguió su incendiaria huella, inconsciente de los estragos que ese inocente gesto producía en su entrepierna, una violenta sacudida que avivó a la bestia hambrienta que habitabaensuinterior.Noteníasniideadelesfuerzoquesuponíaparaél nosucumbiraldeseodedevorarteenesemismoinstante;lavoluntadque ejercíasobresusimpulsosnaturalesafindenotomarteentresusbrazosy mostrartequéeraenrealidad. ―Exquisita―exhaló,tancercadetubocaquesualientosemezclócon eltuyo. Sesituódetrásyaspiróelaromaíntimoyfemeninoqueemanabadeti, concentradoencontenersuinstintodepredador.Unavezcalmado,rozóla elegante línea de tu cuello y deshizo el sobrio recogido que te da ese aspectoprofesionalquetantobuscas.Dejóqueelcabellotecayerasuelto, desenredóconlosdedoslashebrasdeterciopelonegroylascolocósobre tu hombro para besarte la nuca; un beso dulce y muy húmedo que te provocóuninsólitocalambrequereverberóportodotucuerpo. Te apartaste, sorprendida y aterrada por las sensaciones que lograba desatarteuncompletodesconocido,perosusmanosseaferraronatutalle ytemantuvopegadaaél.Sindartetregua,tesacólablusadelafaldacon extraordinariahabilidad,yronroneó: ―Pídemequepareyloharé. La tibieza de su aliento te acarició la mejilla y una protesta ahogada escapó de tu garganta. Su oscura seducción te retuvo allí, con la espalda pegada al calor de su torso desnudo, atrapada por la persuasión de sus palabras.Túyanopodíaspararesamaravillosapicazónquesedeslizaba portuvientre,contraídoconpunzanteydolorosaimpaciencia,perdidaya enelsusurrodesuscaricias.Tomandotusilenciocomounainvitacióna continuar,abriólosbotonescondeliberadalentitudysusmanostreparon despacio por tus costillas, alargando el momento de cubrirte los pechos doloridosporelmartirizanterocedeleleganteencajedetusujetador.Sus dedos hurgaron dentro y alcanzaron los pezones hinchados. Los mimó primero, un toque tierno y gentil, después los pellizcó y un gemido incontroladoydesorpresabrotódelomásprofundodetugarganta. ―¿Es la primera vez que te pellizcan los pezones? ―te preguntó, sin dejardeacariciarlos,consiguiendoquetusmejillassetiñerandeunrojo imposible. ―Sí―confesasteentrejadeos.Elinesperadopellizcohabíadejadoun gustillodeliciosoentretuspiernas. Te giró entre sus brazos y el ávido deseo de su mirada encendió una inesperada chispa de osadía en ti. Acariciaste su firme mandíbula y sus dientesatraparontusdedos,lamiéndolossindejardemirarte.Ledeseabas, necesitabas probar el sabor de esa lengua juguetona, y buscaste su boca condesesperación.Sulenguaseenredóconlatuyahastaquejadeastesin aire, sus dientes mordisquearon tus labios hasta que estuvieron rojos e hinchados,ydespuéslosbesóconlentitud,calmandoelardoryenviando oleadasardientesatusexocontraídoyaconinsaciableexigencia.Tellevó hastalacamaytetumbóconcuidado.Descendióporladelicadalíneade tu barbilla, dejando un reguero de pequeños besos apasionados que te hicieronarquearlaespalda.Sulenguasaboreódenuevolascimasdetus pezones, hasta que ambas lucieron rojas como fresones maduros, y arrancógemidosdetuslabioscuandosoplósobrelaspuntaserectas. ―Eresdeliciosa. Suspalabraspropagaronportusexounindecentetemblorquemojótu ropa íntima. La tensión de su dura erección latió contra tu cadera, obligándotearendirtealainminentepromesadeplacerquepalpitabacon rabiosa necesidad bajo sus pantalones. Y, por primera vez en tus treinta años de vida, te permitiste pensar en ti y te obligaste a disfrutar de esa experienciaqueprometíaserúnicaeirrepetible. Susmanosreptaronportuspiernas,unlentorecorridoquearrastrócon ellas los bajos de tu falda. Te acarició las rodillas y las separó con delicadeza,buscandoelinteriordetusmuslosydejandoconsuscaricias unaestelaincendiaria.Susdedosfueronreemplazadosporsubocaydejó unrastrohúmedoquebrilló,realzadoporlapátinadesudorquecubríatu pielcaliente,altenueresplandordelasvelas.Susdientesmordisquearon la cara interna de tus muslos, la enrojeció y la irritó, para lamerla y calmarla después con lentas pasadas de su lengua; una dulce tortura que despertótuladomáslujurioso. ―¿Quénecesitas,Denisse?―tepreguntódepronto. ―Noentiendo… ―¿Quéquieresdemí?―insistió. «Sexo»,pensaste,¿noestabasallíparaeso? Pero tú sabías que no. Estabas allí porque solo él había conseguido activar en ti un primitivo deseo carnal y una desbordante necesidad de sexo como jamás habías sentido antes. Sexo salvaje, sexo adictivo, sexo prohibido…Peroguardastesilencio,abrumadaporelrumboescandaloso detuspensamientos,quedesconocíashastaesemomento. ―Te diré qué quiero yo, Denisse… ―Recorrió tu boca con el pulgar antes de continuar―. Quiero perderme entre tus piernas y reclamarme dueño de tu sexo, quiero mordisquearlo y lamerlo hasta arrancarte gemidos de placer. Quiero estar dentro de ti y provocarte los orgasmos más intensos de tu vida. Quiero poseer tu alma, tu cuerpo, tu aliento. Quiero descansar a tu lado, abrazarte y acariciarte hasta que calmes tus latidosy…quierovolveraempezar. Acompañó su discurso de una sonrisa perversa, una declaración de intenciones que despertó tu lado más sensual y exigente. Tu sexo se sacudió, recorrido por una serie de pequeños espasmos de vergonzoso placer y te aferraste con fuerza a las sábanas, consumida por la ardiente demandaquetrasmitíansuspalabras. ―¿Quéquierestú,Denisse? Axel aguardó tu respuesta, continuando con el lento recorrido de su dedo por la imaginaria línea que cruzaba tu abdomen desde tus senos hinchadoshastaelmismonacimientodetumontedevenus.Asentistecon la cabeza, incapaz de hablar, y aguardaste con impaciencia su próximo movimiento,peroélnoestabadispuestoaconformarseconesesilencioso ademányteinstó: ―Quieroescuchártelodecir… Tuvientresetensóconviolencia,tesuplicóqueacabarasconesedolor irresistibleypermitierasqueél,porfin,liberaratodoeserabiosoplacer queteconsumíalasentrañas. ―Sí…sí―rogaste,enloquecidaporlanecesidadimperiosaderozarel clímax, embriagada y poseída por la oscura persuasión que emanaba de esesersublime. ―Sí…¿qué? ―Quiero lo mismo que tú… ―susurraste, ahogando un gemido incontrolado. Sinesperarunsolosegundo,acercósubocaaladeliciosaaberturadetu sexo y te acarició con su aliento. Tus manos tiraron con fuerza de las sábanas cuando su lengua se abrió paso entre los sedosos pliegues y alcanzó el sensibilizado clítoris. Lo lamió despacio, deleitándose con el suavetemblordetuspiernas,ylosuccionóhastaqueteretorcisteapunto de estallar, a las puertas de un orgasmo devastador. Tu cuerpo se convulsionóyundesgarradogritoirrumpiódetugargantacuandotehizo alcanzarlaculminación,querecibióensuboca,saboreandoenlapuntade sulenguaelsabrosodulzordetunéctaryreteniéndoloenelpaladarcomo ellicormásexquisitoantesdesusurrar: ―Estonohahechomásqueempezar,Denisse… *** Tumóvilsuenaconlaentradadeunmensajeytedevuelvealpresente sinningunadelicadeza. Recordaraquellaúnicanochedehaceochomesessiempreteacelerael pulso.Hacesunamuecaycogestubolsoparaleerlo,ynopuedesreprimir unmohíndefastidiocuandodescubresqueesdetumadre,recordándote lacomidadelpróximodomingo.«Genial,comidafamiliar»,piensascon ironía. Pero ni siquiera eso puede distraerte de la puerta que permanece cerrada,conscientedequeélestáalotrolado,conIrina. Teretuerceslasmanosconnerviosismoytelevantasparapasearporla sala sobre la alfombra de color granate que acalla el repiqueteo impaciente de tus zapatos. Sin poder remediarlo, los celos se dejan caer sinavisarydejanunrastrodedolorosaspunzadasasupaso. Hasidoparaponerteapruebayhasfracasado. Denadasirvenlaspromesascuandolossentimientosentranenjuego,e intuías que algo así podía pasar. En el fondo sabes que le deseas por encima de todo, aun cuando ese deseo puede comprometer tu respetabilidad.LapartedetucerebroquetodavíapiensaterepitequeAxel notepertenece,peronopuedesevitaresedolorsordoenelpechocuando piensasenloqueestásucediendodentrodeesahabitación.Yentiendesque deberíashaberteidohacerato,cuandolapunzadaeratodavíaunpequeño latido, antes de que comenzara a atormentarte de nuevo. Pero, simplemente, no puedes. Un lazo invisible te ata a esa sala de espera, a pesardeloscelos,deldolor,deldeseoreprimido…Ysolocuandosientes quetefaltaelaire,decidesporfinmarcharte. Coges tu bolso del sillón sobre el que lo has dejado y, justo en ese momento, se abre la puerta e Irina sale con una sonrisa radiante que te forma un nudo en la garganta. Y te das cuenta de que envidias y ambicionasparatieltiempoquehadisfrutadoconél,tiempoqueahorate niegassoloporesaridículainterpretaciónquetienessobrelafidelidad. ―¿A dónde vas? ―increpas a tu amiga. Se dirige a la entrada del apartamento y adviertes con sorpresa que no tiene intención de esperarte―.¡Irina! Ellapestañeaconinocencia,comosiemprehaceamododedisculpa,y comienzasasospechardesusverdaderasintencionesalllevarteallí. ―Losiento,Denisse,séquenoquerías,pero… ―Olvídalo. Te diriges a la puerta e intentas traspasarla antes de sucumbir a tus propiosdeseos. ―¡Denisse!Solomehapedidoqueentres. Y el corazón empieza a latirte desenfrenado, porque solo tú sabes qué significaaccederaesairresistiblepetición. Irina sujeta tus hombros, te gira de cara a la habitación y sonríe, con esosgraciososhoyuelosenlacomisuradeloslabios. ―No―teniegas,reprimiendoelimpulsofugazquedeprontoteincita aceder. ―Vamos,noseastonta,Denisse.―Presionasinperderlasonrisa,yde un empujoncito te deja más cerca de esa irresistible pero inadmisible propuesta―. Olvídate durante un rato de tu marido y piensa en ti. Aprovéchalo…―susurradesdeatrásantesdesalir. Observas las sombras que envuelven la habitación, una invitación directa al pecado, absorta mientras los minutos pasan inexorables, aferrada al frágil vínculo que todavía te une a una estúpida promesa y, duranteunoseternossegundos,contemplaslaalianzaqueaúnllevasenel dedo y que te ata a la realidad. Creías que ese símbolo de fidelidad te mantendríaasalvodelatentaciónyahoramásquenuncanecesitasquete transmitaelvalorqueprecisasparamarcharte. Y aunque él te espera y le deseas… te recuerdas que no puedes ceder. Estavezno. Conladecisióntomada,caminashacialapuerta,perolamúsicaamedia voz que sale del interior te atrapa y te detiene con su lenta melodía. Te abrazas un instante, sacudida por el violento deseo que te consume por dentro, que grita y no te permite ignorarlo durante más tiempo. Finalmente,tussentimientostedesarmanyaceptaslafuerzaconlaquetu alma clama por verle de nuevo, por escuchar su voz, probar su boca, sentirsualiento… Yentras,solounmomento,unaúltimavez. La habitación permanece inalterable, con las mismas velas de canela distribuidas sobre los muebles, iluminándola con calidez y llenando los rinconesdemisteriosassombras;unpardevasoscortossobrelacómoda acompañando una botella de whisky escocés; la cama en el centro, imponente y evocadora… Y un sobre blanco a tu nombre, escrito con trazos finos y elegantes, te aguarda encima de las sábanas de color carmesí. Reflexionasduranteunossegundosantesdecogerlo,titubeandoconél entre las manos. Te debates entre lógica que te empuja a dejarlo y el impulsoqueteincitaaabrirlo;ypierdes,tuvoluntadcedeanteelgoloso reclamoyleeslapequeñanotaqueencuentras. «Regálameunahoramás…». Cuatropalabras.Tansimples.Yexcitantes. El corazón martillea en tu pecho y un profundo suspiro escapa de tus labios. Laideateseducey,siquisieras… ―Piénsalo. ―Su voz es un susurro que te acaricia desde atrás, su alientoterozaycalientalasangrequerecorreportusvenas. No le has oído acercarse, tampoco le ves, pero su inconfundible fraganciaterodeayteretieneahí.Poseeelaurapeligrosaeirresistiblede laprimeravez,queteseduceyteanclaaélcomounabrazoposesivoque tealientaensilencioasatisfacersusdeseos. ¡Reconócelo! Anhelassucuerpo,suspirasporsuscaricias,ansíassusbesos… Y le has buscado, apremiada por la punzada voraz que reverberaba dentrodeti.Lenecesitabascontalintensidadqueteasustabaesaextraña dependenciaqueaúntienesporél;yavergonzadavolvíasacasa,cansada traselesfuerzoquesuponíaresistirteaesaatracciónincomprensible. Pero ahora estás en ese cuarto con Axel y, a pesar de tus reparos, esperas que sus fuertes brazos te aferren por la cintura y te impida marchar. Cierras los ojos, expectante, durante un instante en el que fantaseas con el tacto de su lengua indolente, y el calor que te invade se condensa entre tus piernas como una bocanada de aire caliente. Pero el frío lo sustituye de inmediato cuando se aleja y te deja a ti la maldita decisión. Reprimes un sollozo de decepción y te giras lentamente para encontrarloapoyadocontralapared. Su penetrante mirada te acaricia como cera derretida, rebosa de una lujuria que te genera un leve temblor entre las piernas, y te sientes de nuevo como solo él ha conseguido hacerte sentir; hermosa, atrevida, deseada...Jamáshasvividonadaparecidoaesapasiónarrolladoraquete provoca su cercanía; un apetito irrefrenable que te aterra por su frenesí desmedido. Es entonces cuando tomas la decisión más importante de tu vida,yoptasporpararesalocura. Abandonas el dormitorio simulando una seguridad que no tienes y buscaslasalida.Teapoyasunossegundossobrelapuertaysueltaselaire quecontienessindartecuentadequelohaces.Caminashastaelascensor con los agónicos latidos de tu corazón martilleando implacables en tus sienes mientras pulsas el botón y esperas con ansiedad a que suba el elevador.Cuandollega,teadentrasenlaaparenteseguridadqueteofrece suinmaculadocubículoaferradaconfuerzaalasasasdetubolsoy,antes de que se cierren las puertas, echas un último vistazo al pasillo vacío, comosiesperarasverleahí,llamándoteconsuindolentesonrisa. Llegasatucocheytedejascaersobreelasiento,enciendeslaradioy, mientras la dulce voz de Adele invade el pequeño habitáculo, apoyas la frentesobreelvolanteyreparasenelagudodolorenelpechoquetecorta larespiración.Conducesdespaciodevueltaacasa,intentandoretenersin éxitolaslágrimasquecaenportusmejillas,ynopuedesdejardepensar enél,enlossentimientosquehadespertadodenuevo. Yaceptas,porfin,quenohaspodidoolvidarlo. *** Cuandollegasatuhogar,unamplioapartamentodedosplantasenun lujoso edificio del Upper West Side, compruebas que Gabriel aún no ha llegado.Elmismosilenciodesiempretedalabienvenida,perohoynote resulta reconfortante. Dejas las llaves y el bolso en el aparador del vestíbuloypasasdelargofrentealostentosoespejovenecianotalladoen cristal, un regalo de bodas de tus suegros que a ti te repele. Subes al dormitorio,mástuyoahoraquenunca,yenciendeselequipodemúsica. Necesitas sonidos que destierren el deprimente silencio que te rodea y Sadecomienzaasonarporlosaltavoces,llenandocadarincónconsuvoz aterciopelada. Vas al baño desabrochando con calma los botones de tu blusa y reparas en la tensión que acumulan tus músculos cuando el cansancioseapoderadeti.Temirasuninstanteenelespejoyreconocesla tristeza que ensombrece tus ojos verdes, oculta bajo un deseo velado e insatisfecho que te consume el alma. Abandonas tu reflejo para llenar la bañeradeaguacalienteydejascaerlafaldaantesdebajaralsalón. Tesirvesunwhiskyyallímismoledasuntragolargo,apoyadacontra el panel de madera del lujoso mueble de las bebidas. Los acordes de la músicalleganamortiguadosatravésdelasparedesytarareasdistraídala canción,intentandoapartartodaslaspreocupacionesqueteatormentan. Sesuponíaqueibasaserfeliz,Gabrielteloprometió,perotesientes tan decepcionada y estúpida. La culpa y la vergüenza por aquel desliz te llevó a perdonarlo, arrinconada por la presión de tus padres que te recordaban contantemente el error imperdonable que ibas a cometer si dejabasescaparaGabrielStafford. Regresasatudormitorioyteacabaslacopamientrasobservas,desde losampliosventanales,laimpresionantevistaalríoHudsonyeloscilante destellodelaslucesquesereflejansobrelasuperficiedesdeelotrolado de la orilla. El deseo de disfrutar de tu enorme bañera y de su plácida invitación se torna urgente y terminas de desnudarte sin demorarlo más. Lacalidezdelaguateacogeensuremansodepaz,elaromaavioletasque flota en el aire se adhiere a ti, y apoyas la cabeza sobre el borde de porcelana,cansadadepensar,desentir,deanhelaralgoqueestáfuerade tu alcance. Cierras los ojos y permites que, durante un rato, la música calmetusagitadossentidos. *** Horasmástardedespiertassobresaltada,confusayacalorada. Elsudorperlatufrenteysedeslizaentretuspechos,humedeciendotu cuerpocaliente.Hastenidoesesueñodenuevo,cadavezmásvivoyreal que el anterior. Axel se cuela en tu cama y en tu mente, te posee con dulzura y pasión, y arranca jadeos exhaustos de tus labios cuando te empujadentrodeesaconocidaylujuriosaespiraldeplacer. Tesientasenlacama,conlasmejillasardiendoytusexovibrandocon punzanteagonía.Miraselpequeñorelojdigitaldelamesitadenoche,que revela con sus números luminosos que son las cinco de la madrugada y compruebaselotroladodelcolchón.Loencuentrasvacío,perotampoco teextraña.Desdehacesemanas,Gabrielytúapenascruzáisunaspalabras enlasescasasocasionesenlasquecoincidíscuandosepasaporcasa;ni siquieradisimulayayendoadormirdesdelanocheenlaquedescubriste laverdad.Ladiscusiónfuetremendaysemarchó,sinmás.Sabesqueestá conél,siemprehaestadoconél.Yteduele,noporquetodavíasientasalgo portumarido,sinoporsufaltadeescrúpulos,suambicióndesmedida,la falsedaddesuspalabras… Terecuestascontraelcabeceroacolchadodelacamaeintentascalmar los latidos de tu corazón. Necesitas tranquilizarte, pensar con claridad y decidirquéquiereshacercontuvida.Lasituaciónnovaacambiarahora quesabesquetumatrimoniohasidounafarsa.Siemprehasidounagran mentira y lo has aguantado demasiado tiempo. Fue un maldito acuerdo comercial entre tu familia y la suya, y nadie se detuvo a pensar en tus sentimientos; tu padre quería poder, el suyo necesitaba dinero. Y Gabriel… bueno, a él nunca les has interesado. Participó en el engaño desdeelprincipio,usándoteparadesviarelfocodeatencióndequienera ya su amante, alguien que jamás sería aceptado por una familia como la suya. No le fue difícil enamorarte, elegante en sus modales y de brillante palabrería.Eraelsolterodeoroquetodaslasmadresdelaaltasociedad neoyorquinaqueríanparasushijas;alto,guapoyrico.Encambio,túsolo serías el adorno perfecto para lucir en las fiestas, colgada de su millonario brazo. Cada vez que recuerdas la insistencia con la que te buscó durante días, se te revuelven las tripas. Juró que te quería y le perdonaste,acosadaporelsentimientodeculpa.Ilusa,creístecadaunade laspromesasquetehizoyquejamáshacumplido. Todaaquellarepresentaciónestuvoorquestadaporsupadre,empeñado enevitarelescándaloquecausaríalacancelacióndelabodaensuselecto círculodeamistades.¡Todaunadeshonraparaelcatólicoyconservador William Stafford, senador por el estado de Nueva York, y máximo detractordelmatrimoniohomosexual!Yporsupuesto,estabaeltemade sureelección… Estansórdidoymezquino,deunegoísmoapabullante… Recordar toda esa mierda te irrita, te deja un regusto amargo en la garganta y, consciente de que serás incapaz de dormir en las próximas horas,televantasdelacama,queparatusorpresa,estábastantedeshecha; comosihubierasjugadounpartidodesquashsobreella.Además,todavía tienes esa persistente picazón en la entrepierna, que alienta con dolorosa avidezelapetitoconcentradoentusexoirritado.Apartedeque,elsudor que moja las sábanas y las pega a tu cuerpo desnudo, te soborna con la tentadoraideadeunainocenteducha. Abreselgrifoyregulaselaguatemplada.Mientras,temirasalespejoy compruebasquetieneslasmejillassonrosadas,loslabioshinchadosyun apetitofebrilsereflejaentumirada.Elpeloenmarañadocaesueltoportu espalda, acaricia tu estrecha cintura con sus puntas enroscadas y no recuerdashaberlosoltado.Enrealidad,recuerdasbienpocodelasúltimas horas, salvo ese sueño excitante y ardiente que causa estragos en ti. Ignorastureflejoybuscaselconfortanteinteriordeladucha,permitiendo queelaguatemimecondelicadeza,peroenseguidatedascuentadeque esosoloacentúamáselardorcondensadoentusexo. Las gotas resbalan por tus pezones henchidos con una suave cadencia que te recuerda demasiado al roce de sus labios, unos labios que te acariciaronconávidaexigencia,dejaronmarcasentuspechoshinchados einflamaronlascimasenrojecidasconlamieldesulengua.Esasensación evocadoratedespiertauninstintosalvajequeseapoderadetussentidosy tedejasllevarporelimpulsoprimarioqueguíatusmanos,lasdeslizapor tuvientreyseabrenpasoentretuspliegues,buscandoproporcionartecon primitivadesesperaciónunplacerquepareceimposibledesatisfacer. Mesesmástarde EslaúltimanochedelañoeIrinatehaarrastradohastaelInEssence; elclubnocturnodemoda.Esmoderno,atrevidoylujoso,comoaellale gusta. Y tiene lista de espera, todo muy chic. Siendo una noche tan especial,hadebidomovervarioshilosparaquepodáisentrar;asíquelo menosquepuedeshacerporellaesacompañarla.Además,selodebes.Ha sido la única que te ha apoyado y ha permanecido a tu lado en los momentosmásdifíciles,quenohansidopocosenlosúltimosmeses. Yesque,enunalardedevalentía,leshasplantadocaraatodos.Todavía tecuestaasimilarquehayassidocapazdenoflaquearytomarlasriendas de tu vida. No has cedido a la coacción del senador, amenazándote con hacerte responsable del escándalo y la vergüenza que llevarías a su familia;nihasvaciladoantelasamenazasdetupadreque,haciendouna cruelostentacióndesupoder,tehaechadodelaempresaytehadejadoen la calle. Pensar en él todavía te duele, a pesar de todo el esfuerzo por ganartesuadmiración,tehasdadocuentadequenitansiquierahassido capazdeconseguirsuaprobación.YGabriel,empeñadoenhacertedaño, notehafacilitadoundivorcioconelquehasechadoaperdertodossus planes, y no te perdona que hayas descubierto su secreto, lo que le ha granjeadoelrechazodesupadre. Han pasado tres meses desde todo aquello y todavía sientes ese dolor sordo que te provoca el sufrimiento de aquellos días, la soledad de aquellas noches, el miedo a enfrentar la verdad, al futuro... pero sobre todo,sientesangustiaporelinexplicablevacíointeriorquenoconsigues llenar. Irina ríe divertida el simpático comentario del camarero y te saca de esospensamientos.Tomaunlicordegrosellas,servidoenunacopalarga ylabrada,sentadasobreunodelosasientosdecuerodelabarra.Visteun preciosovestidonegroajustadoycruzalaspiernasdeformaestilosapara que la abertura lateral permita una visión insuperable de sus esbeltas piernas. Tú has optado por el típico whisky escocés al que estás acostumbrada, con hielo y en vaso ancho. Llevas un vestido rojo que tu amiga te obligó a comprar la semana pasada y que se ciñe a tu figura comounasegundapiel;rectohastalasrodillasyconunescotetraseroque considerasdemasiadoexcesivo.Lafinacadenitaquelosujetaalcuellocae sueltaportuespaldayteprovocaescalofríoscadavezqueterozalaparte baja,allídondecomienzaadestacarelnacimientodetusnalgas. Alrededor de la barra, la clientela masculina os somete a un pesado examenvisual.Irinaparecedisfrutarconeljuego,sonríemientrasrecorre con un dedo el filo de su copa. En cambio, a ti te incomoda el insolente descaro de su escrutinio. Te resulta desagradable y perturbador, y te remuevesmolestasobreelasiento,alejándotedeesaconductalicenciosa que te hace sentir como un apetitoso dulce expuesto en el escaparate de una lujuriosa pastelería. Le das un trago a tu copa y de pronto notas ese extraño hormigueo que te recorre la columna. Sobresaltada, buscas alrededorytefijasenlarecepcióndelclub. Axel ha entrado acompañado de dos amigos ―altos, fuertes y atractivos―,perotúsolotienesojosparaél.Elcorazóncomienzaalatirte desbocado,tepalpitaenlassienesydejasdeoírlavozdeIrinacontándote no sé qué de su trabajo. Se abre paso entre las féminas sin apartar su mirada de ti, con esa sonrisa de eterno seductor y que hace temblar tus rodillas. Se mueve con una elegancia salvaje, con una seguridad apabullante que te provoca una serie de sensaciones de inevitable contradicción.Ledeseas,teintimida;lonecesitas,tealejas;lequieres,lo niegas… Cuanto más se adentran en el local, menos inadvertida se vuelve su presencia. Las mujeres les salen al paso desde todos los rincones y se contonean intentando llamar la atención. Y a ti, Denisse, te asaltan de nuevo esos celos irracionales e inexplicables; un instinto posesivo y desconocido te hace saltar del asiento cuando una pelirroja descarada se cuelgadesucuello.Levesdeshacersedelajovenconsolturacuandolo invitaabailarysueltaselairecontenido. «Élesmío»,ytesorprendeeltonoposesivoqueesgrimetupropiavoz. Se detiene delante y te contempla desde su metro noventa. La fuerte e incomprensible atracción que sientes por él grita dentro de ti y ya no la puedesacallar.Terecreasunossegundosensufiguraatléticaantesdeser atrapadaporsumiradagris,bañadaporelresplandorrojizodelasluces delabarraquelosenvuelveenunasombrademisterioyoscuridadala quenopuedesresistirte. ―Denisse. Lasensualidadconlaquepronunciatunombreteerizalapieligualque la primera vez, y te estremeces sutilmente cuando te coge la mano y depositaunbesohúmedoymuyerótico. ―Axel. ―Jadeas, aun sin recuperarte de la impresión que te causa su presencia. ―Estáspreciosa. Las piernas te tiemblan cuando enrosca sus dedos en un mechón de tu cabello,seinclinasobretiyaspiraprofundamente,rememorandoladulce fragancia a violetas, cerezas y jazmín que siempre desprendes, tan evidente y cautivadora para él. Tu pulso comienza a latir apresurado, su excesiva cercanía te excita y sientes el roce de su aliento cálido en el cuello.Élseesfuerzaporcontrolarse,aunqueparatiexhaleesaseguridad innata, tu aroma lo vuelve loco y exalta a la bestia que reprime en su interior,quedeseatomarloqueélmismosehanegadoareclamar. ―Ven. Extiendesumanohaciatiytúlaaferras,sincuestionartesiquierapara qué, simplemente porque te da igual si estás con él. Le echas un vistazo fugaz a Irina; esta guiña un ojo y te sonríe, y de inmediato vuelca su atención sobre sus dos nuevos amigos, que se deshacen en halagos situadosunoacadalado. Axelposasumanosobretuespaldadesnudayunescalofríoplacentero te recorre la columna mientras te guía hacia la pista de baile, donde la música suena alta, las luces giran al ritmo de Rhianna y la gente baila desdibujadabajounaseriededestellosluminosos.Osdetenéisenelcentro ytesujetaconsuavidadporlacinturaacercándoseatihastaquesientessu calorcomopropio.SuscaderascomienzanamoversealcompásdeNeed younow,deLadyAntebellum,quehaempezadoasonarporlosaltavoces. Temantienetanpegadaaélqueparecéisunosoloy,apesardelamultitud queosenvuelve,bailáiselunoparaelotroolvidándoosdeloquesucedea vuestro alrededor, cediendo ante el profundo sentimiento y el creciente deseoqueosinvitaadevorarosconlosojoscomosifueselaúltimavez. Susmanosteacariciandespacio,sinprisas,yjugueteanconlacadenilla que sujeta tu vestido como si fuera una caricia más. No entiendes el porqué,yteresultaincomprensibleentregartedeesaformasinreservasa uncompletodesconocido,perohayalgoenélquetetransmiteseguridad, tehacesentirllena,completayfeliz.Apoyaslacabezasobresupechoy deseas que la canción no acabe nunca, por temor a que cuando finalice, despiertes de ese maravilloso sueño y se lleve con ella la magia de ese instante perfecto. Pero cuando termina, él sigue ahí, aferrado a ti y contemplándote con una pasión arrolladora que sacude todo tu ser, lo calienta y te preocupa. Te estremeces de deseo, porque quieres volver a sentir tu piel contra su piel, y no entiendes de dónde nace ese poder que ejercesobreti,queteabsorbeynecesitasconurgenciaparavivir. ―Tengoquesalirdeaquí,yquieroquevengasconmigo… Elsusurroroncodesuspalabrasdiscurreportuvientreysientesquela voz te traiciona, te asfixia su proximidad y le das la mano, incapaz de pronunciar más de dos palabras seguidas. Él la sujeta con firmeza y os abríspasoentrelagentehastalabarra.Mientrasosdespedís,atisbasenla miradadeIrinaunamezcladesorpresaycomplicidad. AbandonáiselcalurosointeriordelInEssenceysalísalfríodelacalle. TeestremecescuandoelvientocastigatucuerpoyAxelteayudaaponerte el abrigo, sus dedos te rozan cuando cierra las solapas alrededor de tu cuelloymirassuslabiosalaesperadeunbeso,atrapadaporelencanto quedesprende.Encambio,enlazatucinturaycomenzáisacaminar.Notas suimpaciencia,tútambiénloestás,yacadapasoquedaisensilencio,la tensiónsehacenotarentusmúsculosrígidos.Teperturbaelpasodelas horas, la llegada del amanecer y que con ello acabe ese sueño maravilloso. Entonces, el recuerdo de esa noche será lo único que conserves para afrontar el futuro, hasta que el destino disponga que os volváisaencontrar;decididoamanteneroseneseeternojuegoconfusoe indefinidoeneltiempo. Recorréis algunas calles y os detenéis delante de un antiguo almacén reconstruido en edificio de tres plantas y fachada de ladrillo de un rojo desvaído. Una puerta grande de hierro forjado se alza ante vosotros y chirría cuando la abre con una llave vieja que saca de sus vaqueros. Te cede el paso y dudas durante unos segundos en los que aún te preguntas quédemoniosestáshaciendoallí.Nosabesnadadeél,noconocesnadade suvida,salvosunombreyeseinstintonaturalparahacertedisfrutar,pero en cuanto coloca su mano en la parte baja de tu espalda te rodea una sensación de seguridad que solo has tenido a su lado. Te guía con delicadeza a través de un corredor de escasa iluminación, de paredes de cemento sin lucir y suelos de granito descolorido hasta un ascensor que bienpodríaserunmontacargas.Paracuandocierralacanceladehierroa ti ya te tiemblan las piernas, de impaciencia, de anticipación, o producto dellentotraqueteoqueosllevaalaúltimaplantacondemasiadalentitud. Laansiedadantelodesconocidoseprendeatupielyteexcitalasensación de peligro que te recorre por dentro. Axel te encierra entre sus brazos, roza tu mejilla y la suave caricia te tranquiliza justo cuando el elevador detiene su viaje. Con una sonrisa, abre la puerta corredera que da paso directo a un enorme y deslumbrante loft que nada tiene que ver con el aspectodeterioradodelinmueble. ―Es… increíble ―susurras desde la misma entrada a la vez que observasalrededor.Axelsonríeyteinvitaconlamanoaentrar. [2] ―¿Whiskey ? Asientesyteadentrasenelsalóndelespaciosoapartamento,iluminado concalidezporunaslámparasdepieencendidas.Decoradocongustoyde líneasmodernas,elmobiliariosedisputaelnegro,rojoyblancocomosi supropietariotuvierafijaciónporesosúnicostrescolores.Caminassobre una alfombra enorme de aspecto suave y mullido que incita a tumbarte sobreellalasnochesmásfríasdeinviernoalcalordelagranchimenea prendida. Descartas tan incitante pensamiento y te quitas el abrigo que dejassobreunodelossofás.Apenasleescuchastrastearenlacocina,un amplio conjunto de madera oscura y acero inoxidable de aspecto impecable,porqueteentretienescurioseandodistraídaeltríodeventanas detipoindustrialqueocupatodounlateraldelafachada.Varioslienzosde grantamañocubrenpartedelasparedesdeladrilloenvejecido,perocasi no reparas en ellos, fascinada por el secretismo de la tela que cubre un caballetesituadodelantedeunodelosventanales,enunrincóndeespalda alexterior,yquepareceestarsuspendidosobrelamismacalle. ―¿Erespintor?―lepreguntasconsorpresayteacercastentadaporel misterioqueoculta. ―Soloaficionado. Tras su respuesta, una agradable melodía de piano comienza a escucharseportodalasala,llenandocadarincónconsussedantesacordes. Axel se acerca por detrás sin hacerse notar y te sorprende levantando la sábana, que sueltas de inmediato como si hubieras sido descubierta infringiendoalgúntipodenorma.Sonríeytetiendeunvasoconuntercio dewhiskyyunpardecubitosdehieloquetintineancuandolocogescon manotemblorosa.Sellevasuvasoaloslabiosytemiracontantaatención que consigue ponerte aún más nerviosa. Haces girar el contenido de tu copa y lo dejas respirar unos segundos antes de aspirar su sutil y dulce aroma,despuésledasunpequeñosorboydegustaslossuavesmaticesa robleymalta.Élteobservaensilencio,reteniendoensumentecadauno de tus gestos; el profundo suspiro que escapa de tu boca, la envidiable gota que queda rezagada en tus labios, las pupilas dilatadas cuando le miras.Laatracciónqueexisteentreambosestanpalpablequeteresecala garganta,eldeseoimplícitodesumiradatequemalapiely,huyendode ese instante abrasador, le das otro trago al whisky, cierras los ojos y saboreaselfuegodoradoquesedeslizaportugarganta. ―¿Irlandés?―preguntas,enfrentandoporfinsuhermosamirada. ―Tienesbuenpaladar. ―PaséunañoenIrlanda. ―¿Estudiando? ―No,mipadremeenvióparavalorarelestadofinancierodeunadelas empresasenDublín.Tieneunamultinacional,consucursalesportodoel mundo. Fue su forma de examinarme, de evaluar mi talento para los negocios, ¿sabes? ―explicas, intentando no transmitir en tus palabras el rencor que sientes hacia él. Finalmente has comprendido que jamás has conseguido complacerle ni ganarte su admiración―. Supongo que por entoncesdebípasarla… Hablar de tu padre te causa dolor y cambias de tema sin detenerte a pensartuspalabras. ―¿Esaquíadondetraesatusconquistas? De inmediato tienes la impresión de haber metido la pata e intentas arreglarlo. ―Quierodecir,alaschicasque…osea,queno…―Ledaslaespalda, avergonzada―.Losiento,notienesporquécontestar,hasidodemasiado impertinentepormiparte. Axelsujetatubarbillayteobligaamirarlo,teobservaconatenciónyse toma unos segundos antes de contestar. Intenta percibir qué te angustia entrelamarañadeemocionesqueteembargan. ―Aquísolotehetraídoati. Tucorazónlatedesenfrenadoporsurespuestaysuslatidospenetranen su mente. La sangre fluye por tus venas y lo tienta con desesperación, incitándoloadescubrirantetisuverdaderanaturalezainmortal.Erestú,la únicamujerdestinadaaerradicarlaoscuridadqueseciernesobrelosque soncomoél,unasombraqueloatrapayenvuelvecadavezmásconmás fuerza.Peroeltemoraperderteesmásfuertequeelsilenciosoabrazode la soledad, decadente y destructiva, que oprime a los que guardan un secreto como el suyo. Lleva siglos esperándote y no está dispuesto a estropearloahoraporunosinstintosmalcontrolados. ―Ereslaúnicaqueconocemiguarida―bromea,aunquelasonrisano tocasuslabios,quebañaconunnuevotragodelicor. Sinembargo,parati,lasinceridadquetransmitensuspalabrasdespeja todastusdudas.Susojosnomienten,apesardelallamainexplicableque brillatrassuspupilas.Yesebrilloextrañoevocaentumenteunavisión fugaz de escasos segundos; tú, en la soledad de tu habitación, con el fantasmadesurecuerdocomoúnicacompañía,queteabrazayconsuela mientrasacariciatucuerpodesnudo.Perolarechazasdeinmediato;solo esunsueño,¿no? En alguna parte de tu cerebro denota un suave clic y rememoras con claridad otros sueños olvidados, que afloran de entre una maraña de recuerdosconfusosyenterrados;túyél,enperfectauniónsobretucama, sudorososyextasiados,unoenbrazosdelotro,consumidosporundeseo irrefrenablequeculminacuandoambos,extenuados,descansáisenlazados ycolmadosdeplacer.Laclaridadconlaquerecibesesailusiónteaturdey lasmanostetiemblan,porqueesojamássehasucedidoentrevosotros. Sientes una punzada de dolor en el pecho y te falta el aire. Le das un trago largo a la copa hasta acabarla, atemorizada ante una verdad que resulta salvaje y arrolladora, pero a la vez inconcebible. Y entonces sientesesaesenciainsondablequeemanadeélylohacediferente,cuyos lazos invisibles tiran de ti y te empujan a sus brazos con una energía poderosaeirresistible. Axel se aproxima despacio y espera, tan cerca que su respiración cae sobre ti. Su pecho sube y baja con rapidez, y tu mano, atraída por un impulsoirrefrenable,seposasobresucorazón.Losienteslatiralmismo ritmo acelerado que el tuyo, desbordado por una emoción tan intensa como la que te invade. Cubre tu mano con la suya, enlaza tus dedos mientraslosllevaasubocaylosbesaconinfinitaternura. ―No puedo seguir ocultando lo que siento. Lo he reprimido tanto tiempoquesehaconvertidoenundolortanagudoqueduelealrespirar ―teconfiesa,reconociendosussentimientos. Lomirasatónitayalavezcomplacidaporsuinesperadadeclaración.Él te observa con interés, dominado por una expresión salvaje mientras esperaalgúntipodereacciónportuparte,comoundepredadorprestoa atacar,tanhermosoquequitaelaliento.Abrazatucinturayteretieneasu lado.Escondeelrostroentucuelloysueltaunsuspiroinsondablequete acaricia la piel. Su abrazo desprende una necesidad inexplicable, los músculosdesuespaldasepalpantensosbajolacamisa,ycomienzasaser consciente de la magnitud de sus palabras. Suelta un inesperado gruñido bajoyteabrazaconmásfuerzaantesdedespegarsepocoapoco. ―Estoesloquesoy. Susojosgrisessehanconvertidoendospozosnegrosquetransforman su mirada en la de un animal hambriento. Sus atractivos rasgos se han afiladoyendurecido,yleconfierenunaaparienciaantinaturaldesalvaje belleza.Ensuslabiossedibujaunasonrisadesorprendenteferocidadyse vislumbran las puntas de unos colmillos extrañamente largos. La necesidad por beber de tu sangre los ha alargado y no tienes ni idea del esfuerzoquehacepormantenerlosalejadosdeti,golpeadoporelhambre yeldeseo.Suinsólitaaparienciateprovocaunpequeñogritoqueahogas conlamanomientrasdasunpasoatrás. Loqueélmástemíaacabadesucederyesperaquesalgascorriendode un momento a otro, aterrorizada por cómo acaba de mostrarse, pero permaneces allí, impávida, para su sorpresa. Estudia cada uno de tus gestos mientras le contemplas, que varían de la impresión inicial a un confuso reconocimiento. Pasan los segundos, extiende una mano para tocarteytearrancaunlevetemblor;porquerecelasdelimpulsoprimitivo que te obliga a entregarte a él de esa forma tan irracional y adictiva, a pesardeintuirlaexistenciadeesasombrasobrenaturalqueleacompaña. ―Teasusto. Nocontestas,incapazdeexteriorizarlaamalgamadeemocionesquete bloquea. Tu silencio entristece su mirada y la aparta. Durante ese breve instantetecuestionasporquénotienesmiedo,quéteretieneahí,ylomás importante… qué sientes por él. Te detienes un momento para escuchar qué pide tu cuerpo, qué dice tu corazón, qué clama tu alma. Y te atreves por fin a admitir unos sentimientos que el miedo a su rechazo te ha impedidoreconocerantes. ―¡No! ―Debería… Reparasensusmanos,quetiemblanconvertidasenpuñoscerradosalos ladosdelascaderas;ensumandíbulafirmementeapretada;yensupecho, quesubeybajaporlarespiraciónapresurada. ―Megustas,mesientoespecialatulado. Axelposaundedosobretuslabiosylossilencia. ―Nosabesloquedices. ―Mefascinaelbrillomisteriosodetumirada,esasonrisatuyaladeada, latibiezadetusmanoscuandometocas…―confiesas,lanzada,antesde perderelvalorquetehacehablar―:Mehacesfeliz. ―Esmenosdeloquetemereces…―suspira. ―Axel. ―Llamas su atención con suavidad, te acercas y acaricias su mejilla. Éltesujetalamano,lamantienedondelahascolocadoysefrotacontra ella, inspira profundamente varias veces, inhalando tu aroma y aferrándose a él. Cuando abre los ojos, el brillo rojizo y aterrador ha desaparecido,susfaccionessehansuavizadoperosinperderpartedeesos rasgos afilados que lo hacen especial. Sonríe, sus colmillos se muestran entodosuesplendoryteresultataneróticoqueunadescargaeléctricate recorrepordentroyestimulacadaunadetusterminacionesnerviosas. ―Tequiero. Las palabras escapan de tus labios, apenas un suspiro que no logras contener,ylohacesconscientedequienes;unvampiro,queseescapaala comprensión,peroqueesreal,yestásenamoradadeél.Apesardelapaz quesientes,haypreguntasquenotedejandisfrutardeesemomento,que necesitan respuestas antes de dejarte engullir por toda esa locura que lo acompaña. Él lo percibe y te atrapa entre sus brazos. Te retiene durante unos largos minutos mientras recorre tu espalda de arriba abajo con lentitud.Leoyestomarairemientrassusdedosseenredanentuscabellos. ―Todasesasmujeresquedaronenelpasadodesdeelmismoinstanteen quetevi.Lospensamientosdetuamigaerantannítidosquecaírendido desdelaprimeraimagenquevideti. Elcorazónseteaceleracuandoescuchassuspalabras. ―¿Túyella…?―Noterminaslafraseporquetemessurespuesta. ―No, ella solo necesitaba hablar. Las mujeres que acudían a mí buscaban lo que no encontraban en sus casas y, aunque ellas no lo supieran, no siempre es sexo. ―Hace una pausa para mirarte―. Las escuchabaylesdabaloquedeverdadnecesitaban;unsueñocumplido,un anhelo satisfecho, una mera ilusión recreada a partir de sus más íntimos deseos. ―¿Yentrenosotros? ―Lo nuestro, aquella primera noche en mi apartamento, fue muy real ―afirma, con esa pícara sonrisa suya. Y tú no puedes ocultar la satisfacciónqueteproducesuexplicación. ―¿Porquénomedetuvistecuandovolví? Esalgoquenoentiendesdespuésdetodoloqueteacabaderevelar. ―Debías decidirlo tú, necesitabas tiempo para entenderlo y yo estaba dispuesto a esperar por ti. Además, te debo una disculpa por todas las nochesquedescanséatuladomientrasdormías,sinsercapazdereprimir elimpulsodetomarte,aprovechándomedetussueños. ―Fueronlasmejoresnochesdemivida. ―Eres tan hermosa ―suspira tan cerca de tu boca que aspiras en su alientolosdulzonesefluviosdeldeliciosowhiskeyirlandés. Sus dedos llevan un rato jugueteando con la cadenilla que mantiene tu vestido sujeto al cuello, rozan tu nuca desnuda y a ti te corroe la impaciencia. ―Tenecesitoconmigo.Novuelvasadesaparecerdemivida―tedice, con tu rostro entre sus manos y la vista clavada en ti, quemándote las entrañas.Unsuspiroansiosoescapadetuslabios. ―Soloquieroestarcontigo,Axel. ―Prométemequecuandodespierteseguirásaquí. ―Teloprometo,nopiensoalejarmedeti―susurrassobresuboca. Suelta la cadenilla y contempla la suave caída de tu vestido, que se deslizaportufigurahastaquedararrugadoenelsuelo.Haesperadotanto paracontemplartedesnuda,expuestayexcitadaanteél,quelehormiguean los dedos por el anhelo de acariciarte, deseo que no tiene intención de postergardurantemástiempo. ―Entonces…¿meregalasunahoramás? ―Te regalo todas las horas de mi vida ―le contestas, con la mirada vidriadaporeldeseo. Axel busca tu boca despacio, la atrapa entre sus labios y te besa con ardientepasión.Consucuerpoteguíahacialacama,quealfondo,reposa alamparodeungranmuraldelosaltosrascacielosquepueblanlaciudad, pintado sobre la misma pared de ladrillo de la que cuelgan todos esos lienzos,bosquejosquehaidoguardadoensumemoria;detusonrisa,de tumirada,cuandodormitabasoteestremecíasdeplacerentresusbrazos. Ytú,Denisse,pensabasqueeldestinosehabíaempeñadoenjugarcon vosotros. Heme aquí, decidido a concluir la partida. Y os concedo la libertadqueotorgaellibrealbedrío,osentregolafelicidadeterna,conla esperanzadequealfinsepáiscómodisfrutarla. Parasiempre. UnbesodeAbril AilinSkye Elsarcófagofueiluminadoporelrayodelalunallena.Elcaserónen el que se encontraba oculto con descuido, era precisamente lo que manteníaasalvoalserqueseencontrabadentro. Draketragósaliva,habíallegadoporfinelmomento.Unligerosudor comenzó a correr por su espalda. Los pelos de su espesa melena se rizaronalescucharelrechinardelamaderaalmoverse. Apretóconfuerzalospuños.Tarde,habíallegadotardeynohabíanada más que hacer. El tiempo había marcado y jugado sus cartas y él solo podríaquedarahí,esperando. Abrilabriólosojosysonrióalsentireldeliciosolatirdelcorazónque estabaafueraesperando.Supequeñamanoterminódemoverlapuertay sonrióalanuevanochequelaabrazabacomounahijamás. Elevó una ceja al encontrar al hombre regordete que la esperaba, con lospuñosapretadosyunalínearectaensuslabios. ―¿Enserio?―Negóysaliódesudelicadayamadaguarida―.¿Solo vasaponercaradehastíocuandoestoyaquí? ―¿Cuántasvecestevoyadecirquetienesquesermáscuidadosacontu seguridad?―Drakeabriólosbrazos;apesardeserunlicántropoadoraba a la pequeña vampiro, a la que llevaba siglos esperando volver a encontrar―.¿Acasosiguesbuscando? Losojosgrisesoscurosdelamuchachaseensombrecierondegolpe,el licae sintió la pena que la podía corroer. Tan hermosa y tan vivaz, tan dulceytanpuraapesardelanaturalezaquetenía. Negó molesto por aquellos pensamientos. Abril merecía más que lástima.Eraunserentregadoypacífico,llenodeamorparatodosysobre todoparaelqueseríasucompañero. Aúnrecordabacuandoencontróalapequeñavampira.Lahabíandejado morir después de la mordida mortal, pero el espíritu guerrero que tenía nolopermitió.Drakerecordabaaquellanocheenelbosque,laencontró casidesangradarezandoaunDiosquenopudoprotegerladeaquel,que notuvocompasiónenatacarla.Porunmomentoelloboestuvoapuntode rompersucuelloyconelloliberarladeldestinoquepodríatenerencaso desobreviviratanterriblefuturo. ¿Quéfueloquelohizodudaryalfinalperdonarsuvida?Ladulzurade susojosylasonrisacomprensiva,lapazconquelavioaceptarloquele estaba deparado sin tratar de luchar, simplemente esperando por que le rompieraelcuello.Otroshabíanluchadoaúnenesosúltimosmomentos, ella no, su mirada le había perdonado por atentar contra su vida, y conforme,aceptabaelveredicto. Pese a que la manada al inicio se mostró desconfiada y casi lo matan juntoconaquellafrágilcriatura,sololanaturalezadulcedelamuchacha, ylanegacióndetodoloqueera,fuesuluchapordefenderlavida,loque lesalvó,ylahizocrecercomounamásdelamanada,hastaquetuvoedad paraserindependienteybuscarelverdaderodestinodetodoser. Drake admiró la belleza de la mujer que ahora era. Los chupasangres siempre se habían caracterizado por enfatizar y perfeccionar la belleza, por eso eran seductores y atrayentes. Las hembras eran sensuales y exuberantes, de curvas sinuosas y deliciosas que despertaban el hambre carnal. Apesardeserunabelleza,eraelauradeAbrilloquelahacíadiferente atodoslosdesuraza.Sumelenanegraazuladaconlaspuntasplateadasde rizados cabellos, le daba un misterioso toque, su cara en forma de corazón; su frente amplia, sus delicadas cejas que enmarcaban aquellos ojosgrises,lanarizrectaypequeñita,lomismoquesudelicadaycarnosa boca, eran el marco de una cara inocente y bella, solo para el que apreciaraesetipodehermosuranoartificial. Sucuerpoeraotracosaquemarcabaaquellasformas.Eradelgadasin mucho pecho, con su cintura estrecha, tan menuda y pequeña que podría pasarporunaadolecente. Abril por su parte miraba al que consideraba como a un padre. Drake teníatodomenosalmadedragón.Erabondadosoaunqueglotón. Le hubiera encantado llevar a un compañero de vida, pero desgraciadamente el mundo seguía sin ofrecerle al hombre que podría continuarelcaminoqueellamantenía,mássolaqueunatumbaolvidada. Estabaporhablarcuandosusagudosoídosescucharondenuevoaquel golpeteoaceleradodeuncorazóncercano.Olíaamiedoydesesperación. La joven no pudo evitar sentir como sus colmillos se retraían hambrientos.Noporhambresinoporalgomás. *** Omar corría con desesperación tratando de ocultarse de sus perseguidores.Siloatrapabanconélseiríaelúltimodesufamiliayun legado vital para la humanidad. Ser druida en un mundo inhumano, con tanto loco suelto y sobre todo, con la delincuencia de hoy en día no le permitíavivirenpaz. Sus pasos lo llevaron a la única zona que estaba seguro que aquellos malnacidos jamás pisarían: aquella casona abandonada que se levantaba indolente y soberbia, esperando que un valiente intentase entrar en ella, para mostrar los horrores que se mantenían dentro. Podía sentir la presenciadealgooscuroyletalesperandoensuinterior.Orabaporpoder sobrevivir a la persecución y que lo que fuese que estaba ahí se mantuvieraaúndormido. Treshombrescorríancontraelinsulsoempollónquesehabíaatrevido a pasar en el momento en que vendían droga. Había visto sus rostros y jamáspermitiríanquelosdelatara.Esanocheledaríancazayterminarían consuvida. Levieronescurrirseporlaladeraquellevabaalacasaembrujadacomo elpueblolellamaba.Aliniciosintierontemor,peroverlosaltarlacerca paramantenerseasalvofueloquelosobligóamoverse. Abril se acercó a la ventana mientras el delicioso aroma inundaba sus fosasnasales. ―¡Quieta!―Drakelahabíavistosaborearelolordelhumanoquetan estúpidamenteestabaporcruzarelumbraldelhogardeunvampiro,uno hambriento. Losojosdelvampiromiraronallicántropoconlasangreinyectadaen ellos,lanzóunbufidoantesdevolverseniebla. ―¡Maldición! ―El licae tuvo que convertirse en lobo para poder y evitarunacatástrofequelahicieraarrepentirsedesusactos. Omar miró por el rabillo del ojo, estaban por pillarlo, llegó hasta la ajadapuertademadera,tragósalivayenunactodevalor,cruzóelportal. Ahora necesitaba con urgencia esconderse, antes de que algo oscuro y peligrosoleencontrara. ¡Malditasea!¿Cómoeraposiblequesehubiesemetidoenaquellio?Si fueraunosolopodríalucharcomounguerreroloharía,perolafaltade deshonordeesoscobardes,ylaobviadiferenciadefuerzalerecordaban queeraunestudioso,nounhombredearmas. Escuchó los goznes cuando la puerta con estrépito se abrió de nuevo, aúnnohabíaencontradoelsitioparapoderestarasalvo. Entonces sucedió. Algo oculto y poderoso le rodeó. Una niebla densa queleabrazabayprotegíasinmás.Ensudesesperaciónporconservarsu vida estaba convencido de haber visto insinuado el rostro de una bella mujerquesonreíaparavolveraconvertirseenniebla. ―Sal,ratoncito.―Unodelosperseguidores,abriósunavaja―.Solo tevamosaarrancarlapiel. ―¿Acaso tienes miedo, empollón de mierda? ―El líder de ellos, un hombrebarbudo,enormeyfuertesacóunrevólver. ―Sabes que te vamos a encontrar, quizá seamos más benévolos si te entregas.―Elmáspeligrosodetodosnollevabaarmaninguna,bastaría con sus propios puños para arrancar los miembros del incauto profesor dehistoria. Omar tragó saliva. Sabía que estaba perdido, dio un paso hacia atrás peronopudocontinuarconotro,algoloestabadeteniendo.Girósurostro sudando frío reconociendo que estaba a punto de terminar su vida. Su sorpresa fue encontrar a un poderoso lobo gris mirándole como si adivinasesutemor,elanimalsepusoasuladoygruñóenadvertencia. DrakeaúnnoentendíaelcomportamientodeAbril,jamáshabíasesgado unavida,pero,aquellatransformaciónquetuvolohabíapuestoenalerta, hasta que olió el terror en el enclenque hombre que estaba siendo resguardadoporlavampíricaniebla. Abrillohabíasentidocomounrayodesolquejamáspodríavolvera disfrutar. La esencia de plenitud vital, de naturaleza perfecta había desgarrado su corazón y vuelto a crearlo, sintió la furiosa necesidad de quitarlavidaatodoaquelloquelopusieraenpeligro. Escuchó las amenazas que contra él estaban siendo depositadas. En el momentoenquesintióaDrakejuntoaél,protegiéndole,nolopensó;se transformóenmujer,marcandoladistanciaparamanteneraaquellaalma enpeligroasalvodelosquequeríanquitarlelavida. Lesmiróllenadecuriosidadtratandodedecidiraquiénleentregaríael primerbesodelamuerte. ―Wow, wow, wow. ―Oscar, el hombre de la navaja, la miró con lascivia en cuanto la tuvo a la vista, llamando la atención de sus compañeros―.¿Habéisvistoaestabonitacositaperdida? Abrilladeólacabezasinapartarlavistadeaquellosdesgraciados. ―Ven aquí, muñequita. Te vamos a enseñar a jugar un poquito. ―El más grande de todos comenzó a relamerse por aquel manjar que se presentabadeformagratuita. ―¿Acaso eres sorda? ―El líder dirigió su pistola a la mujer para intimidarla―.Acércateyvemostrandotusencantos,hermosa. Omar no sabía a qué se referían, los veía hablar a alguien pero él no alcanzaba a ver, trato de moverse, porque el reflejo del espejo no mostraba a nadie hacía donde dirigían sus lujuriosas miradas. Sin embargo, algo lo hacía sentir inquieto, mortalmente inquieto, no con miedo,sinoprotectoryporprimeravezposesivo. Era como si los engranajes del mundo estuvieses girando de forma perfectaparamostraranteél,algoqueaúnnosehabíadevelado. Quiso dar un paso para defender a lo que fuese que los otros amenazaban,sinembargoellobonolopermitió. Conellomoerizado,susojossemanteníanfijosenlosrufianes,pero semanteníapegadodeformaprotectoraaél. Soloenesemomentolavioaparecer;tanperfecta,femeninaydelicada. Su cabello se agitaba con su andar pausado y elegante, grácil y suave comosifueraunabailarina.Suinteriorrugióporprimeravezconfuerza ysusangrecomenzóabombearportodosucuerpo,mientrasunrugido salíadesuinterior,acalladoporunamanoenorme. ―No hagas ningún ruido ―una voz en su oído ordenaba su total silencio. Omar se giró para encontrarse a un hombre fuerte y rechoncho mirándolo con ojos peligrosos, sus dientes eran fauces hambrientas que amenazabansuseguridadsinohacíacaso.¡Labestiahabíadespertado! Drakepusolosojosenblanco,podíaolerelmiedodeaquelmortalque sehabíaempeñadoenponerseenbandejadeplataparaunvampirorecién acabado de despertar. Con soltura lo colocó detrás de él en forma protectora,sihabíaunaluchaeramejorquenoatestiguaralosanguinario quepodríaserunacriaturacomoaquellaqueestabatratandodeintimidar aquelgrupodedesalmados. ―Ellaestáenpeligro.―Reuniendovalorelmuchachosedirigióasu protector―.Nopuedopermitirqueladañen. Algo en su interior rugía gritando que le pertenecía. Jamás había sentido tal intensidad en solo un vistazo. La joven que se movía grácil exponiendosuvidatorpementeantesusojoserasindudasucompañera, sudruidalareconocía. Jamáshabíasentidoánimodeluchar,hastaahora.Undruidadefendíala tierra,erangentedepaz,peroverexpuestaalamujerdediminutotamaño lo hacía querer desgarrar a cada uno de los que se había atrevido a mirarla. Su sangre fiera gritó lo que no había podido aceptar momentos antes. Mía, su ser interior había proclamado mientras los nudillos se le poníanblancosalapretarconfuerzalospuños. ¿Acasotendríaoportunidaddedefenderlaunempollóncomoél?Estaba apuntodehablarcuandoalgosucedió. Abrilpodíasentirloslatidosaceleradosdeexcitacióndelosinfractores. Se sentía curiosa por aquellos a los que su vida les duraría un soplido. Casi se reía en sus caras por hablar de ella como un bocadito. Era la vampiramásinsulsadetodaslasquehabríaconocido,carentedecurvas como todas las de su raza, sin embargo, la sed de sangre era igual de necesariaparaella. Elmásgrandeseacercóaella,tomándolaporlacinturaylamiendosu cuello. ―¿Tienesganasdefiesta,hermosa?―Suasquerosamanobajóhastasu trasero. ―Oh sí, sí que las tengo. ―Solo en ese momento el hombre se dio cuentadelgranerrorquecometía,losojosdelamujerseencontraroncon losdeél,internarseenesospozosgriseslemostrarontodossuspecadosy como un reflejo le enseñaron el monstruo ruin que era. El hombre comenzó a temblar de terror al darse cuenta del infierno interior que le esperabaapartirdeesemomento. ―¿Quéhashecho,bruja?―preguntóeldelanavajaamenazándola. ―Lomismoqueharécontigo.―Soloenesemomentoseacercóaél obligándoleaversusojos,mostrandoasípartedeloqueeraenverdad. Elúltimocomenzóadispararamansalvatratandodeterminarconella mientraslosotrosdosgritabanysalíandespavoridos.Comenzóareírde formahistéricacuandovioelcuerpodeladiminutamujerreducidoenel suelo. Omargritóconfuerzaydesesperaciónsinentenderloquepasaba,solo veíaalamuchachaquesucorazónhabíareclamadotiradaenelsuelocual muñeca de trapo. Raíces comenzaron a salir del suelo ahuyentando al últimodesalmadoquehabíaquedado.Lacasaquedócubiertacualcapullo mientraseldruidaavanzabahaciaella. ―¡Malditasea!―Abrilselevantódesconcertada―.Necesitocomer,me han dejado atontada con sus juguetes ―Las balas salían de su cuerpo mientrassusheridasseregenerabanalosojoshorrorizadosdelhombre queseacercabaaella. ―¡Tú!―Tragósaliva―.¡Eresunvampiro!―Omarnopodíacreerla maldita suerte que tenía. De todos los seres aquel era el único al que no podríaunirse,oterminaríasiendosucena. ―¡Claroquelosoy!―Abrilsedeleitóviendoalhumanoquellamabaa gritosporunmordiscosuyo.Eratanperfectotanreal.Subúsquedahabía terminado. ―¡No puedes serlo! ―gritó desesperado llevándose las manos a la cabeza―.Eres…eres… ―¿La mujer más hermosa que has visto y por supuesto un vampiro? ―Ella se cruzó de brazos comenzando a enfadarse. ¿Qué tenía de malo ser quién era? Había luchado mucho por aceptar su destino y su naturaleza.Ahoranadielapodríajuzgar.Nisiquieraél. ―¿Sepuedesaberporquétantogrito?―Drakeinterrumpiólapelea. ―¡Esunvampiro!―Omarintentóprotegeralhombrequeacababade irrumpirdenuevo―¡Noteacerques! ―Esunpelmazo.―Abriltiródellicaeparasí―.Daledostortas. ―¡Tú no puedes ser mi compañera! ―negó molesto, sin darse cuenta deloquehabíadicho.Perounavezhechocontinuó―.Meniegoasertu cena. ―¿Mi cena? ―La muchacha se quedó sorprendida, miró el rostro divertidodelloboycomenzóaboquearsorprendida―.¡Soyvegetariana para que te enteres! Lo primero que debes saber es que además de tu sangre,existeelplasma,olasangresintéticaquesevendemuybien.Lo segundo, zoquete, es que yo tampoco estoy contenta con esto. ¡Eres un jodido druida! Maldita sea, de todos los seres que podían ser mi pareja, meteníaquetocarelmástontodelossanturronesymodositosdruidas. ―¿Me estás llamando tonto? ―Sin saber por qué el hombre se sentía conhambreynecesidaddeposeerlaacadapalabraquedecíalamujerque tenía frente a él. Su ser interno gritaba tratándose de hacer un camino; gritar,tomaryposeer.Suvozeraunallamadaasudruidainternoquese indignabaporinsultarlayalejarlaenelmismomomentodelencuentro. ―Podría decirte retardado, pero sería insultar a esas dulces personas, porque comparados contigo… ―Se cruzó de brazos. Lo había salvado, esperaba por lo menos la aceptación. Largos años había luchado por aceptar quién era, jamás pensó no ser aceptada por el que el destino le entregara. ―No soy idiota ―aclaró y comenzó a sentirse terriblemente irritado consigomismoalnotarqueSUmujerestabaincómodaconlasituación. ―Eso crees. ―contestó Abril mirándolo a los ojos. Sentía su cuerpo necesitadodetomarysertomado.Porfinsucorazónlatíadespertandoal hombrequepodríadarlefinasuslargossiglosdesoledad.¿Acasoeratan malosersucompañero? ―Chico ―intervino Drake―, el destino es sabio y caprichoso. En la sabiduría de los tuyos debe haber sabido que no puedes ofender a tu compañeraorechazarla.¿Acasohasolvidadoquetambiénlosseresdela nochesomospartedelatierra? El muchacho escuchó al hombre y sin apartar la mirada de la joven, sintiócomosuDruidaasentíaconforme.¿Acasonegaríaunregalodetal magnituddelapropianaturaleza?Todasuvidahabíaesperadoencontrara esamujerporlaqueelhombreyelmagopudiesenestardeacuerdoyser uno,quesudondespertarayprotegieraporque,hastaahorahabíahecho chapuzas mágicas sin ninguna importancia. Sin embargo, cuando pensó que ella estaba desvalida, la energía de la tierra se hizo una con él para podercrearuncapullodondetenerlaasalvo.Inclusoahorasentíatodoese caudal correr por sus venas, pero esta vez exigiendo la rendición de lo obvio. Abrilesperabasuplicandoconsusojos.Necesitadadeélparanollevar uncaminoeternodesoledad.Solounavezpodríaentregarsucorazóny esteeraelmomento.Laprimeranochehabríadesermarcadayvistolo visto, solo un alma solitaria sería lo que quedaría de ella a partir de esa noche. Unrayodelunaindiscretoentróporunadelasrendijasdelaventanae iluminó a la pareja que en ese momento estaba a punto de torcer su caminoyalejarseconurgenciaelunodelotro.Perolamagiadelsatélite estelar los mantuvo firmes y como el rayo de luz que era, inflamó el anhelodelhombrequeenesemomentonopudodetenerelevidentedeseo quesentíahacialamujerquehabíalastimado. Unafuerzamayoraélmismoleobligóaavanzardospasos,losjustos para llegar a ella y encerrarla en un hermético abrazo. El temor o cualquier otro rechazo quedó en el olvido, solo existía aquel dulce y femeninoserdeojosmisteriososyantojadizoslabios. Sin poder ni querer evitarlo tomó de ella un beso. Uno con desesperacióndelunasyvidaspasadasurgidasporhallarasuverdadera compañera. Su boca sabía a dulzura, a ternura y lealtad. No había un caminodemuertesinodevidagritandoensuinteriorporsercompartida. Deformasorpresivasintiócomosuscolmilloscomenzabanacrecery un deseo por morderla superaba cualquier instinto que se negara a obedecerlaordendesucuerpo.Separósuslabiosdelafemeninabocay sin dudarlo un momento mordió su cremoso cuello succionando el líquidovital. A su mente corrieron como una película imágenes de ella en otra era. Unadondeestaballenadevidaydeluzsolar.Laviocantandoybailando enunafamilianormal,despuéssiendoatacadaporunserdelanochehasta casi secarla. Reconoció a su salvador, el mismo hombre enorme y rechoncho llamado Drake, cargándola y llevándola con los suyos. Observó como su naturaleza bondadosa se negaba a matar al hombre y sintió su sufrimiento al negarse a beber de otro ser vivo sino era para ayudarleabienmorir. Sintióqueunirrefrenableamorcomenzabaavolcarseporesadiminuta ydulcevampira.Ellanomataba,teníafeenlarazahumanayanhelabalo mismoqueél:Unamorverdaderoparaacompañarseenesecaminoquese llamavida. Se vio a sí mismo rechazándola e hiriéndola como otros seres lo hicieron.Yporprimeravezsepreguntósieramerecedordeaquellaque eldestinolehabíaentregado. Soloenesemomentosediocuentaqueellanoeralaquehabíaherido, el monstruo era él. Omar infligía daño con sus dientes y con horror se separó de su cuello, no así de su cercanía, la mantenía tan estrecha que pudoapreciarelrostrosucompañera. Abril tenía el rostro arrebolado, echado hacía atrás en total entrega y una dulce sonrisa se mantenía dibujada sintiendo como el reclamo se había logrado. Aquella marca duraría toda una vida, ahora él formaría partedeella,parasiempre. Lamuchachaabriópocoapocolosojossinpoderevitarsonreírhasta queenfrentóalhombrequelamanteníaaferradaentresusbrazos. ―Porfavor,nodigasnadaquepuedaestropearelmomento―suplicó. ―¿Cómo?―preguntóconfusoaúnportodoloquehabíancompartido, pornoentenderdequémanera,sinélserunvampirohabíabebidosangre y, lo peor, le había parecido la bebida más deliciosa que jamás había probado. ―Que cada vez que abres la boca metes la pata y me insultas. ―Se encogió de hombros sin poder evitar sincerarse―. Y ahora no puedes echarteatrásmehasmarcadoysoytuya,yporlógicatúmío. ―Me he convertido en… ―tragó saliva buscando la angustia al saber quequizáahoraeraunserdelanoche―vamp… ―¡No inventes! ―Abril puso los ojos en blanco―. Clásico si hay mordidahaytransformación.Dejadeleerchurrosdevampirosyentérate de una vez. Los vampiros no somos tal como los libros de terror lo exponen. Y el emparejamiento entre un humano y un vampiro no es de: vampiro malo y colmilludo muerde a su pareja y lo hace otro más. ―Negó entre ofendida y divertida―. Eso suele suceder si ambas partes decidenserunomismo,perohayotraforma. Omar sonrió un momento dándose cuenta de que ciertamente era un analfabetodeestosseres,sinembargoteníahambredeaprendertodode ella. ―Sielvampiroesmujer―continuólamuchacha―,lascosascambian ymucho.Nosotrasnecesitamoselreclamodenuestrocompañero,élque nosprotegeráy…―Lomiródearribaabajoviendosudelgadafigura―. Bueno, a lo mejor esta vez hay una excepción pero usualmente cuando llega a ser la hembra, sois vosotros los que marcáis y bebéis de nuestra sangre.Perosolopuedepasarsihayunbesodeverdaderoanheloporla otraparte.Asíque―estavezsonriódejandovertodasudentaduradelo enormequeeralasonrisa―,túmeanhelasdeformasincera,meaceptas aunqueseascabezotaytudruidaseaunincordio. Elnegóconlacabezayacariciósurostroconsumanoderecha,paraun segundo después atrapar su pequeña manita y llevarla a su pecho masculino. ―Te equivocas. No fue el druida el que se negó ante lo obvio. Él te anhela y gritaba desde el inicio que por fin había encontrado a su compañera.Eselhombreincultoeidiotaelquenoveíalarealidad.Abril. Ella sonrió al escuchar su nombre de los labios del que ahora y para siempreseriasupareja. ―Yahora…¿quéquiereelhombreyeldruida? Nohubopalabras.¿Paraqué?SolosabíaqueelbesodeAbril,deSU Abril era lo que insuflaría a partir de ahora no solo su aliento y sus latidos,sinosusganasdevivirparasiempreconlamujerquecompartiría unaeternidad.Losabíaporquesumagiasehacíamáspotenteysucorazón sellenabadealborozoalsaberquelabúsquedahabíaterminado. Uncarraspeolosseparohaciendoqueambosvieranalhombrequeaún seguíaobservándolosllenodediversión. ―Sí, ya. Bueno, yo creo que por el momento no me necesitáis. Solo recordadqueahorasoisuno.―Seacercóalachicaylediounbesoenla frente―.Séfelizpequeña.―Despuéssegiróalmuchachoyadvirtió―; Un beso puede hacer por ti que recuperes la vida y la cordura. Pero el beso de mi pequeña Abril te abrirá por fin el camino a una felicidad eterna.Recuérdaloynolahagassufrir. Dichoestodesapareciócomounasombracuandoelrayodeluzdevoró laoscuridadasupaso. Laparejasonriódeformatímidadispuestaadescubrirseaconquistarse yacompañarseporunaeternidad. Unañodespués. Drake miraba la casucha embrujada. Después de los acontecimientos de hacía un año nadie se acercaba, ni siquiera los más valientes. Cuando porfinelsolseocultó,sonrióyentróenelviejoedificio. Los goznes de la puerta al abrirla delataron su presencia, sus pesados pasosnoayudaronaquefueradiscretasuintrusión,muchomenoselrugir desuregordetaysobresalientetripaqueexigíalacena. ―Ehhh, por fin llegas. ―La voz alegre de Omar lo sorprendió. El muchachohabíacambiadototalmente.Sucabellolargoalaalturadelos omoplatos peinado en una coleta, su cuerpo fuerte y nada que ver con aquelflacuchoquehabíaentradohacíaalgunosayeres,ysumiradaalegre delatabanqueeltiempohabíapuestolascosasensulugar. ―Bueno, quiero saber qué es lo que me tenéis que contar. ―Sonrió rascándoselabarba. ―¡Estás aquí! ―Abril apareció corriendo por las escaleras, volando conesaeleganciaqueteníayaferrándoseasucuello. ―Siempre que me llames lo haré, pequeña. ―Miró a la pareja expectante. ―Venga, díselo ―la alentó Omar que la tomaba entre sus brazos y sonreíafeliz. Abril no dijo nada, solo elevó su mano mostrando un anillo con una piedrarojacomolasangrebrillando. ―¡Por fin aceptó la ceremonia druida! ―confesó el muchacho―. Lo quemehacostado. Lajovencomenzóareírseyabailaremocionada. ―Una muchacha decente siempre tiene que hacer sufrir un poquito. ―Sonriófeliz―.Ademásteníaqueestarseguraqueesloquequeríasde verdad. Omarnegótirandodesubrazohastaestrecharla. ―Parece que no me conoces. ―Le sonrió y posó un beso en su nariz―.UnbesodeAbril,esloúnicoquequieroparavivirporsiempre. ―Entoncesbésameyvive,Omar.Bésameyvive. Unsolobaile MayDior Ahí estaba mi imagen frente al espejo totalmente maquillada, transformada en alguien que no era; todo por una buena causa como repetía una y otra vez Nini. Me había puesto un vestido blanco con el cuelloenu,quesecogíaconunafinatiraalrededordelmismo.Latela erafrisadaylucíaunaaberturaquenodejabanadaalaimaginación,ypor detráslacaídaerahastalostobillos. Paraconjuntarconelvestidoescogíunassandaliasnegrasdetirasestilo romano,quemellegabanhastalarodilla,conunfinísimotacóndeaguja. Mi cabello, tan negro como la noche, lo habían dejado suelto con unos buclesencaída,lalegióndepeluquerosqueNinihabíacontratadoparala ocasión.Peroseguíahabiendoalgoquenomeconvencía,podíasentirque todo esto era una encerrona, estaba convencida de que Nini me ocultaba algo,quehabíaunasegundaintención.Lamiréatravésdelespejo,estaba apoyadaenelmarcodelapuertasonriendo ―EstaspreciosaLarissa. ―Ya,bueno.―Enmirostrosedibujóunamuecadedisconformidady disgusto―.¿Aclárameporquétúnovasaparticiparenesto? ―Ya te lo dije. ―Se incorporó, rodando los ojos.― Yo soy la presentadorayestaesunasubastaseria,porunabuenacausa. ―Sí,esacanciónmelahasrepetidomuchasveces.―Megiréhaciaella sonriendo―.¿Porquétengoqueseryolaúltima? ―MuysencilloLarissa,porquelomejorsedejasiempreparaelfinal. Nopudeevitarreírantesurespuesta.Ninisiemprememiraconbuenos ojos, es mi mejor amiga y siempre está metida en eventos benéficos de todo tipo. Es la mujer con el corazón más grande que podía haberse cruzadoenmicamino.Siempreintentaayudaratodoelmundolomejor que sabe y por lo que me había explicado ya varias veces, todo lo recaudado en esta obra benéfica serviría para que un gran hospital dispusierademediosparapoderestudiarenfermedadessincuraaparente. Volví a mirarme al espejo y bufé resignada, mi amiga siempre conseguía embaucarme sin esfuerzo alguno en sus locuras, al igual que ella siempre accedía a acompañarme en mis pequeñas aventuras con el deporte extremo. Giré sobre mis tacones levantando los brazos mostrándomeanteella. ―Sublime―dijolanzándomeunbesoalaire. ―¿Cuéntamecómovaairlanoche? ―Muy sencillo, habrá una recepción en la que los hombres que van a participar en la subasta podrán conoceros y a media noche yo os iré presentando. ―Me guió para que saliera con ella del salón que habían habilitadoparaquelaschicasfueranmaquilladasypeinadas―.Cuandoos nombre tendréis que subir al escenario y comenzara el espectáculo. Es sencilloLarissa,solohasdesonreírydejartellevarporelambiente,los chicosylamúsica. ―¿Siempretienesquehacerlascosasdeunamaneratanespectacular? ―Miraquienfueahablar,¿enseriomepreguntasesoconlosañosque haceya? ―¿Cuántos son? ―Se llevó un dedo tocándose la sien―. Ya perdí la cuenta. Nini y yo nos conocimos en nuestro primer año en la universidad, cuandolasdosfuimosasignadasenlamismahabitación,tandistintasytan parecidas a la vez, nos hicimos amigas de inmediato, y esa amistad fue forjándosecadaañohastallegaraserunahermanaparamí. Cuando llegamos al salón no pude evitar abrir la boca de lo impresionante que lo había dejado. La elegancia asomaba en todas las esquinas del recinto, era soberbio y la decoración increíble. Cortinas de seda caían como en cascada de los altos techos, las flores estaban repartidasconmuchogustoyloscolorespredominanteseranelblancoy elnegro.Latarimaestabasituadaenlaprimeraplantaalacualsesubía porunapreciosaescaleradecaracolamplia,labarandillaestabacubierta por la misma tela de los techos y pequeños ramos de flores blancas y perlasnegrassefusionabanconlatelaalaperfección. ―Hostia,Nini...estaveztehassuperadoatimisma ―Me lo tomaré como un cumplido. ―Sonrió satisfecha por mi comentario―.Mitrabajomehacostado. Sin darme cuenta habíamos llegado hasta la barra y un camarero nos puso unas copas de champán. Seguía admirando el trabajo de mi amiga, todoeradelamáximaelegancia,sindejarunsolodetalleasusuerte,el perfeccionismo con el que siempre hacía su trabajo estaba presente en todoslados.Tantoloshombrescomolaschicasibandeblancoynegro,el ambiente era agradable y ya habían comenzado a interaccionar, a conocerse, las conversaciones se sucedían dejándose arrastrar por la suave melodía de fondo. Noté como toda mi piel se erizaba al sentir el contactodeunamanorozandomiespaldaconsuavidad,megirédespacio, sabíaalaperfecciónaquienpertenecíaesamano,sindejardeecharleuna miradaseriaaNiniqueestabatansorprendidacomoyo. ―¿Se puede saber qué haces tú aquí? ―Me mordí el interior de la mejillaparanohablarlecomorealmentesemerecía―.¿Lahermandaddel puñocerradotehadejadolibreporunanoche? ―Eso duele mi vida. ―Puso cara de dolor, pero la burla estaba presente,loquemeenfureciómásaúnsiesoeraposible. Podía notar como las llamas de la ira y el odio se instalaban en mis ojos.Todavíamedolíasupresenciaperonopudeevitarqueuncalambre deplacermerecorrieraelcuerpodejándomeconunligerotemblorenlas piernas.Llevabamesesevitandocoincidirconél,noibaaningúnevento, meperdíalamayoríadelascenasfamiliarespornotenerquesoportarsu presencia.Sabíaqueelreencuentroerainevitableperonuncameimaginé queloencontraríaenunactosolidariodedondeélnopodíasacarningún beneficio. ―EnserioMatty―elsarcasmoylaburlabrillabanencadaunadelas palabras que salían de mis labios, quería odiarlo, despreciarlo; en definitivahacerlepagarporloquemehabíahecho―.¿Quéhacestúaquí? ―Chicos... por favor aquí no quiero ninguna escenita. ―Nini miró a Matt―.Notendréningúnproblemaenmandarsacarte. ―No es mi intención, Nini, sé de sobras como te las gastas. ―En su carasedibujóunmiedoquenosentía,seestababurlandodeNiniynoes algoquemeextrañaraenél. Girósusojoshaciamíyesamalditasonrisaaparecióensuslabios,una que me decía que ya se sentía ganador en lo que fuera que tramaba su malévolamente. ―Solomeacerquéparasolicitarunbailecontigo. ―Mesientohalagada―unasonrisadetriunfosedibujóenmirostro, ahí podía atacarlo―, pero mis bailes están reservados al caballero que consiga ganarme en la subasta esta noche y por desgracia, ahora mismo delantedemínoveoaninguno. ElrostrodeMattsecrispó,cabreado,ysefuepordondehabíavenido, farfullandolapromesadeconseguirloquefueraquesehabíapropuesto, en definitiva fastidiarme la noche. Respiré hondo y me giré hacia mi amigaagarrándomealabarraparanoperderelequilibrio.Losrecuerdos volvían a mí como si de una presa rota se tratara, dejándome débil y furiosaapartesiguales.Matt,esechicoguapoysegurodesímismo,ese quecreíeraelamordemivida.Comenzamosasalirsiendotodavíaunos críos,enelinstituto.Unamorjoveneinmadurollenodepromesasrotasy lágrimasamargas,elcualterminóeldíaquefuiaverloyloencontrécon otramujerenlacama. Todo mi mundo se derrumbó ese día y nadie lo entendió, yo quedé como la mala ante la familia al romper el compromiso y separarme de todoloquemehacíadaño,todoloquetuvieraqueverconél. ―Nini...comoélllegueaganarlasubasta―todavíametemblabanlas piernas, ese hombre aun después de tantos años conseguía alterarme, dejandomicuerpohechounflan―,nosésiserécapazdecumplir. ―Tranquila, no lo conseguirá. ―Una sonrisa de triunfo adelantado surgióensuslabios. ―¿Cómoestastansegura? ―Porquesí.―Lamiréalosojos,ellanodejabadesonreír―.Noserá élelquesehagaconunacitacontigo. Nolograbaentenderquéestaríamaquinando,peroestabaseguradeque cuandoellaseproponíaalgo,siempresesalíaconlasuya.Cogímicopa acabandoconelladeuntragoparaintentarpaliarlosnerviosqueaúnno mehabíanabandonadoy,sinpensarlo,pedíotraquetambiénvaciédeun solotrago,sintiendocomolasfuerzasvolvíanpocoapoco.Eraunafalsa pantalla de seguridad, lo sabía perfectamente, pero me quería dejar engañar para poder soportar la noche. Cuando alcé mi mano agarrando una tercera, Nini me la quitó, pude ver en sus ojos lo preocupada que estaba, como se sentía culpable por exponerme a una situación como la queestabaviviendo. Pero ella no tenía la culpa, aunque hubiera tramado algo para mí esta noche,¿cómoíbamosacontarconsupresencia? ―No,no,no.Tenecesitoenplenasfacultades,lasdossabemoslomal quetepuedesentarelalcoholasíquenomefalles. Asentíconelrostroalgotristepormicomportamientoenuneventode esascaracterísticasyenelquemiamigahabíainvertidotantashoraspor unabuenacausa,ymerecompusedescartandoalimpresentabledeMattde la cabeza. Con una bonita y amplia sonrisa comencé a pasear para mostrarmeanteelrestodehombresdelamanodeNini,parándonoscon quien le daba conversación, siendo la persona más educada y agradable del mundo. Me había comprometido y no pensaba fallar por mucho que mefastidiaralapresenciadelhombrequemásodiabaenelmundo. Cuando llegaron las doce en punto de la noche, Nini se separó del grupo que había formado con una sonrisa nerviosa y fue hacia el escenario.Nopodíaapartarlosojosdemí,estabamuynerviosa,buscaba cualquiergestoopalabraquelaanimaraasíquelesonreíparadarleese valorquenecesitaba. ―Buenasnochesatodos―respiróhondocogiendofuerza―,todoslos aquípresentesmeconocéisbastantebienyaque,noeselprimereventode estascaracterísticasenelquenoshemosvistolascaras―sonrióyamás tranquila y animada, ese era su mundo y lo demostraba con cada gesto, cada palabra―, pero en esta ocasión no serán las damas las que tengan que preparar sus carteras como suele ser costumbre, muy al contrario, estanochelasdamasseluciránanteloscaballerosquehanhechoactode presencia. ¡Y ustedes, señores! Tendrán que preparar sus billeteras para una buena causa, la cual no es otra que recaudar fondos para la investigación de enfermedades raras y espero que lleguen a ser tan generososcomolohansidosiemprenuestrasdamas. Hechalapresentacióninicial,Ninipasóaexplicarelprocedimientode la subasta. Cuando creyó que todo estaba claro comenzó a llamar a las mujeresquesehabíanofrecido,sialhechodeusartodaslasinfluencias queNiniteníaselepodíallamarasí,paraqueestassubieranalescenario donde las presentaba, y así procedía a destacar todas y cada una de sus virtudes.Lasubastaibapormuybuencaminoyeldinerorecaudadocada vezeramayor,Niniseibaanimandoconelpasodelanocheyaunasíno dejabademirarcondisimulosurelojcadapocotiempo,ycuantomásse acercabaelmomentodequeyosubieraalescenario,conmásfrecuencia lomiraba. ―Buenocaballerosyyallegamosalfinaldeestasubasta.―Hizouna pausa dramática, muy típico en ella―. La más esperada y deseada de nuestras damas, Larissa Blake, una mujer que no necesita presentación, peroaunasínopuedohacernadamejorquedestacarsusvirtudes,sobre todolasquenoquedanalavista.―Memiróymeguiñóunojolocual soloaumentoesenudodenerviosymiedoquesehabíaapoderadodemi mientras iba subiendo y mostrándome ante el público de su propia mano―.Ladamanosoloesunamujerextremadamentehermosa,como todos pueden observar, es una afamada empresaria con un currículo impresionante,lomejordetodoesqueestasoltera,¡sí,señores!Hanoído bien,Larissaestásoltera. Yonopudehacernadamásqueponermecomountomatedetemporada, laverdadesqueestabasorprendidaantelacantidaddevirtudesensalzadas por mi amiga, no podía tener a nadie mejor a mi lado, estaba segura de que se había puesto en modo casamentera y en esta ocasión yo era su víctima,laverdadesquenomeextrañaba,ysilasituaciónhubierasido otra,lomásseguroesquelehubieraseguidoeljuego. Pero ninguna habíamos tenido en cuenta que se presentara Matt, ese hombre se había propuesto no solo fastidiarme el evento, sino la vida entera.Nopudeevitarmirarlo,yahíestabafrenteamíconlabilleteraen lamano,meestabaprovocandoynoestabadispuestaaentrarensujuego, así que me obligue a mí misma a no dejar que nada de lo que pudiera hacerodecirmeafectaradeningunadelasmaneras,ymiréalrestodel públicosinperdernilacomposturanilasonrisa. Intenté perderme en mi propio mundo sin dejar de pensar que todo lo hacíapormiamigayporunabuenacausa.TodoestetemaaNiniletocaba de cerca, detrás de todo esto había un motivo muy claro, y estaba convencida de que estaba haciendo lo posible por no conseguir únicamente el dinero. Lo que Nini pretendía era concienciar a las altas esferasdequenoporserunaenfermedadrarahabíaquedejarlotodode lado. Ella quería luchar hasta el final y yo no iba a dejarla sola en una cruzadadeesetipo. Cuando quise volver a la realidad los hombres del salón de fiestas ya estabanpujandoymisojosseabrieroncomoplatoscuandomedicuenta de la cifra que se estaba barajando, con esa cantidad Nini conseguiría la cantidadnecesaria. Todo pasaba demasiado rápido, la puja había quedado entre Matt y un hombrequenohabíavistohastaelmomento,girémisojoshaciaNiniysu sonrisanopodíasermásamplia.Unavezmásmiréaesehombreconmás detenimiento.Llevabaunospantalonesvaquerosyunacamisaquecaíapor fuerayenlapartesuperiorteníalostresprimerosbotonesdesabrochados, en el hombro derecho colgaba una chaqueta de cuero negro, ¡el típico chulo! Fue lo único que pude pensar mientras reseguía su rostro, uno fuerte de facciones aguileñas, mostraba orgulloso una barba descuidada devariosdías,seestabaquitandolasgafasdesol,susojosclavadosenmi persona. La vista se me nubló por unos segundos y noté como mis mejillasseencendían,nuncahabíareaccionadodeesamanera,laspiernas casinomesujetaban.Pudenotarcomoelcalorseadueñabademicuerpo ylahumedadsehacíapresenteenmiintimidad. Cuando Matt fue a contrarrestar su oferta ese hombre volvió a aumentarla, miré al que fue mi prometido, estaba que se lo llevaban los demonios,elsilencioseadueñódelsalónunossegundosyNinitomóla palabra. ―A la una, a las dos, a las tres. ―Yo la miré sin saber cómo debía reaccionarmehabíaquedadoenblanco,ynoentendíaqueeraloqueme estaba pasando, ¿por qué solo una mirada de ese tío me había dejado en jaque―.Adjudicadaaelcaballerodelachaquetadecuero. ―Pero... Solo fue un susurro pero ella sabía por dónde iba yo, uno de los camareros me tendió el brazo para que bajara del escenario. Estaba llegandoelmomentodeencararaesehombreymiamigatambiéntendría quedarmealgunasexplicaciones.PeroantesdepoderencararaNinisentí comounamanoseposabaenmicostadoalaalturadelacintura.Giréel rostroyahílotenía,susojosahoraqueloteníatancercamedejaronsin respiración,delazulmásintensoquenuncahabíavisto,eranunocéanode promesasqueserepetíanenmimente,suslabioseranunatentacióndifícil deresistir. Todoenesehombrehaciareaccionarmicuerpo,notécómolamúsica comenzabaasonarycomomearrastrabanhacialoquesuponíaseriala pista de baile, sus manos me sujetaron con fuerza y comenzamos a movernosporlapista. ―Larissa,¿vasareaccionar? ―Perdón... ¿nos conocemos? ―Intenté que mi mente se centrara en algomásqueensusmanosenmicuerpo. ―No,nodeunaformadigamosformalyconvencional―unasonrisa arrebatadora de medio lado cubrió su perfecto rostro―, pero se puede decirquealmenosyosíqueteconozco. ―¿Ysepuedesaberconquiénsesuponequeestoybailando? ―Conlapersonaquetevaasalvarlavida. Unpaseoporlasnubes LorenaGuerraMéndez ―Desde aquella primera vez que te vi, en las piscinas de nuestro pueblo,conaquelbikini…―ronronea―supequeseríasmía,queningún otrohombrepodríatenerte―dijomuyseguroyabrazándomemuyfuerte. ―Pues querido señor mío, le puedo decir a usted, muy segura de mí misma,queyonilemiré. Teníaqueestarunpocodesorientadaporelsol,porquenomeentraen la cabeza que no lo viese al igual que él a mí. Fue en otro lugar, donde nuestros ojos chocaron con la intensidad del mayor tsunami del mundo. Todotemblóanuestroalrededor.Recordarésiempreeseprimercontacto demimiradasobresucuerpo,hastaquedarmeperdidaenelcolorúnico de sus ojos. Fue algo mágico. No dijimos nada, ni un hola, pero nos acariciamos igualmente al pasar uno al lado del otro, con el calor que nació aquella tarde, dentro de nuestros corazones. Todo flotaba en el aire…Todoestabaescrito... ―Tú eres magia, cariño, eres mi mundo, uno que quiero compartir contigohastaelfinaldemisdías.Esapartelahascumplido,miamor… ―diciendoesaspalabrasseacercaymebesaconelalma.Solounhombre enamorado besa así, entregándose por completo a su igual―. Contigo cadadíaesunpaseoporlasnubes,tocamoselcielodelanochearropados pornuestrapasión…Quieroseguirvolandoatulado,hastaelamanecer, quieroserelprincipiodecadadíaenelquenazcaunnuevosol,yelfinal decadanocheabrazadaati,nomedejes… Alguien la sacude, o al menos eso parece notar, últimamente todo es bastanteconfuso. ―Señorita―oyeunavozalolejos,noeslaquenecesitaescuchar,no quiere abrir los ojos nunca más, no hasta que él regrese. «¡Dejadme en paz,porfavor…!»,gritaensilencio―.¡Señorita,señorita,despierte,por favor!Sinolohace,llamaréaunaambulancia.―«¡Oh,Dios,esono,no másmédicos!».Abrelosojos,sesientedesorientadaalverquenoestáen sucasa,yalsaberqueestabasoñando. Otra vez de vuelta a la triste realidad. Se ha quedado dormida en un banco,algoqueporlovistolepasamuyamenudoenlasúltimassemanas. Selevantapocoapoco,ayudadaporunasmanosquemuestranelpasode la vida. Se da cuenta de lo débil que está cuando se apoya contra el respaldo del asiento, y lo ve todo un poco borroso. Hoy tampoco ha comido.¿Paraqué? ―Espereunmomento.―Elancianodesaparece,yregresaalospocos minutoscondosbotellasdeagua.Ellaparecereaciaalprincipioaceptarla suya,perofinalmentebebeanimadaporelhombre. ―Gracias… ―Andrés,ytutéameantesdetratarmecomoaunviejo.Losoy,perono hacefaltarecordarlo.―Leguiñaunojoylajovensonríe. ―Gracias,Andrés. ―Tienes una sonrisa preciosa, una que por lo que veo, no dejas ver mucho.―Ellamiraalsuelo―.Nodeberíasdormirenunbanco,ymenos en un parque como este, hay muchos robos últimamente, podían haberte quitadoelbolso.―Lamujerhaceungestoquedemuestralopocoonada queleimporta,sidichohechoocurriese―.¿Cómotellamas? ―Raquel. ―Encantado,Raquel.―Elancianosonríeyellaledevuelveelgestosin ganas―.Creoquenoestánadabienqueprivesalmundodeunasonrisa tan bonita. ―Está intentando ser amable, pero la verdad es que solo quierequelatierraselatrague,paradesapareceryterminarconeldolor quedesgarrasusentrañas. ―Supongoquelaspersonassemuestranfelicescuandolosonytienen motivosparaello,yonotengoninguno.Almenosyano. Permanecensentadosunoalladodelotroy,anteesarespuesta,ambos lanzansumiradaentrelaarboledadelparqueporunosminutos.Ninguno habla,solosuspensamientosgobiernanesesilencio. ―Debes estar pasando por algo muy duro para pensar así, porque siemprehayalgoporloqueseguir,ynorendirseenlavida.―Semirany Raquel siente una conexión especial con Andrés y, sin poder evitarlo, le devuelveesegestoqueéllemuestra.Laprimerasonrisasinceraenmucho tiempo.Nirecuerdacuándofuelaúltimavezqueladibujó. ―Graciasotravez. ―Nohaydequé,peropormuymalquetesientas,notecastiguespor darteunrespiro,sonreírnoespecado,aunqueteloparezcaaveces.Tus ojosestántristes,merecuerdanmuchoaunosquehevistoreflejadosen unespejonohacemuchotiempo.Noquieroentrometermeentuvida,pero megustaríapoderayudarteaver,queaquelloquecreesqueeselfindel mundo,puedequesoloseaunpasomásentucamino. Ella suspira cerrando los ojos, pensando en todo lo que está escuchando, para poder pensar como Andrés, pero resulta imposible llegar a creer que de todo lo que le ha tocado vivir se pueda sacar algo bueno.Rabiaydolorporloinjustoqueestodo,sienteganasdemorir,eso esloúnicoqueve… ―Noesunpasomás,yanopuedocaminar,micaminosehaconvertido enunpozoquemehaatrapadoparaseguircayendocadadíamáshondo. No tiene fin ―abre los ojos para decir apenas sin voz―: mi marido ha muerto.―LacaradeAndréssecontrae―.Hapasadohaceunosmesesy no consigo creer que pueda ser real. ¿Iván, muerto? No, no y no. Y si algúndíallegaasercierto,puesnoquierovivir,noenunmundodondeél no vaya a estar a mi lado. Una vida sin él, no la quiero. ¿Nunca más un beso? ¿Nunca más un te quiero? ¿Estamos locos o qué jodida mierda es todoesto?―preguntadesesperadagritandoalcielo. Un llanto desolador inunda el aire, lágrimas de sangre caen por las mejillasdelamujer,nohayconsuelo,noexistepañueloquepuedasecar sucarabañadaporlapérdidadelamordesuvida. ―Nohaynadaqueyopuedadecirteparaquetesientasmejor.Losiento mucho, nadie está preparado para recibir estos golpes, no nacemos programados para no sentir, todo lo contrario, somos almas que ríen y lloran,aunqueahoracreasquesolosufren.―Raquelsiguellorando,no puededejardehacerlo,esloúnicoquelatranquiliza,lacalma,yladeja anestesiadaduranteunosminutos―.Haysituacionesenlavida,dondelas palabrassobranyungestolodicetodo.―Colocasumanosobreladeella queasienteagradecida. El anciano suelta el aire que retenía dentro de ese cuerpo que se ha enfrentadoalosavataresquelehatocadovivir.Sedisponeahablartras pensarcómoempezarsurelatoalverquelajovenhadejadodellorar. ―Megustaríacontarteunahistoria,contupermiso. ―Claro,Andrés.―Raquelparecemásrelajada.Elcalorhumanotiene esas cosas, cosas que no te puedes explicar y no puedes entender sino vivesrodeadodegenteincreíbleymaravillosaquenuncatedejarácaer. Seaclaralavozyempiezasudiscurso. ―Érase una vez, una chica que vivía en el seno de una familia adinerada,reconocidaenlaciudadenlaquedormíacadanoche,ygracias alacualnosabíaloqueeranoteneralgoquellevarsealaboca.Lajoven noeramaterialista,perohabíavividomuybiendesdequellegóalmundo. Había sido un poco rebelde, contraria a los principios de su padre. Se enfrentaba a él cada vez que se marchaba a cazar con sus amigos, le parecía cruel pasar el tiempo libre persiguiendo animales con un arma. Ella quería ser veterinaria desde muy niña, y pensar que su padre era capaz de disparar a un ser vivo, la enfermaba. Era una mujer que no casabaconlasdesuentorno.Eracomúnensucírculoquelasmujeresse casasen y tuviesen hijos. Nada más allá de ese papel machista. Llevar la casayloshijos,yelmaridotrabajar. ―Muynormaltodo―diceirónicamenteRaquel. ―Eranotrostiemposylosricosfuncionabanasí. ―¡Pues vivan los pobres! ―Eso provoca que los dos se rían a carcajadas. ―Sí,hija,peroellosdominanelmundo,losdelmonederolleno. ―Cierto, muy cierto. No lo podemos cambiar. Así que, vamos a lo interesante ―está intrigada por saber cómo sigue el relato―. No te olvidesdelahistoria. ―Noloharé,creoquenuncameseráposible.Bueno,quemevoypor lasramas. ―Asíes,continúe,caballero. ―Era una chica muy solicitada, varios hombres la deseaban como esposa, pero ella no estaba dispuesta a pasar el resto de su vida con un hombrealquenoamasepormuyllenaquetuvieselacartera.Solotenía que ver a sus padres para saber el futuro que le esperaba si seguía las directricesdelosmismos.Nihablar.Ellasenegabaabajaralsalóncada vez que un nuevo pretendiente era invitado a su casa, a tomar el té para presentarloscomoposiblecandidatoamarido. ―Menudospadres,¡quéjoyitas! ―Sí,hija,sí,¡quécosaslasdeantaño! ―Terribles,yaúnpasan. ―Haycosasquenuncacambiaremos,comolasinjusticias. ―Perohoylasaparcamosporqueestamos… ―¡Voy, voy! ―Sonríen. Raquel está muy centrada en esa historia, al menos puede evadirse unos minutos de la triste realidad gracias a Andrés―. Un día se la llevaron, para comprarle un vestido, había un hombremuyinteresadoenella,ysupadresabíaqueeraunbuenpartido, por lo que quería envolver a su pequeña como un bonito regalo. Estaba feo,sí,perosoloqueríaqueasuhijanolefaltasedenadaeldíaqueellos noestuviesenparacuidarla.Eraotraideamuycomúnenaquelentonces. Teníadieciochoañoseibaasersucumpleaños,yesafechaqueseñalaba su mayoría de edad, también marcaba para su familia un cambio en su vidacomomujer. ―¡Por favor, gracias universo universal, por haber nacido en otros tiempos,porquesino,hubieseacabadoenlahogueraporbruja!―Esoles robóunacarcajadasinceraalosdos. ―De verdad, que es realmente bello ver sonreír esos ojos tristes ―Raquel lo miraba agradecida―. Ágata ―continuó Andrés―, así se llama nuestra protagonista, era una joven que, por donde pisaba, dejaba huella.Todossegirabanparaadmirarsubelleza,eratodounplacerpara las personas que compartían el aire con ella poder deleitarse con semejantemujer.Teníaunosrizosnegros,tantoomásquesumirada,su piel color chocolate te invitaba a querer devorarla. Su cuerpo lleno de curvas,teembobabasinodejabasdemirarlo…―suspira―, era lo más bonitoquecaminabaporestascallesenaquellostiempos. ―Mehubiesegustadoconoceraunamujerasí,decidida,concaráctery a la par hermosa. En esa época, por desgracia, muchas mujeres eran sometidasalosdeseosdesusfamiliasporintereseseconómicos. ―Sí, pero Ágata no quería ser como su madre, solo pedía vivir sus sueños,elegirsuvida,ysiparaellodebíarevelarse,puesloharía.―Bebe unpocodeaguaparaaclararselavozycontinuarconlahistoriaquetiene aRaquelintrigadísima.Hacemuchoquenadaleinteresadesudíaadía, peroAndrésesespecialyhasabidocaptarsuatención. Cuarentaañosatrás… «Caminabanlostresjuntos,suspadresyella,seveíamuchagentepor lascallesesamañana,apenaspodíanveralosviandantesquecaminabana dos metros de ellos, pero justo antes de entrar en la boutique donde comprarían su regalo de cumpleaños, pudo distinguir algo entre aquella multitud.Noseexplicabacómoenmediodeaquellamarabuntademujeres yhombres,pudodejarsusojosclavadosenunpunto. Alguienpreguntó: ―Hija,¿quéocurre? Nadie contestó, solo silencio ante aquella puerta y frente todo aquel bullicio.Suspadres,antelaquietuddeÁgata,enfocaronsumiradaenese punto que la tenía absorta, y pudieron descubrir algo que no les gustó nada. Un hombre, por llamarlo de alguna forma según su manera de pensar, vestido como un mendigo, miraba a su hija. Estaba rodeado de otras mujeres, curiosamente de clase alta. Seguro que eran unas desvergonzadas,pensaronellos.Eljoven,porquenoparecíatenermásde veinteaños,nilasescuchaba,seguíaconlaatenciónpuestaenÁgata. ―Vamos dentro de la tienda ―dijo su madre arrastrándola al interior demalasmaneras.Ellanoqueríaentrar,peropornomontarunaescena, obedeció. Ni siquiera se probó un vestido, eligió el primero que le enseñaron.Teníaquesaliralacalleotravezparaverlo,paracontemplar una vez más a ese joven de mirada verde esperanza... ¡qué hermosa palabra!Comohermosoeraél…Todosucuerpohabíareaccionadoante esos ojos, pero su corazón, que latía descontrolado, era el que más castigado había salido de ese cruce de miradas. Ya dentro del coche, disgustada por no poder conseguir su objetivo, su padre habló alto y claro: ―Nunca vuelvas a dejarnos en evidencia perdiendo un segundo de tu vida,mirandoalaescoriadeestasociedad. Esoenfureciómuchoanuestraprotagonista. ―Nopuedeshablarasídelaspersonasquenohantenidolasuertede nacerenunafamiliaricacomotú,padre.Tienenlosmismosderechosque nosotros.Nosomosmejoresqueellos,dehecho,creoquelapeorescoria de la sociedad se mueve dentro de las altas esferas ―resolvió sin inmutarse escandalizando a su progenitor y curiosamente, provocando quesumadresetuviesequetaparlabocaparaevitarreírse.Esohizoque sumaridogruñesemásfuerte,peronopronunciópalabracalificadacomo tal. Regresaron a su casa en silencio, pero miradas de complicidad nacieronenesecocheentreunamadreyunahija.» ―Sumadreestabadesulado―afirmaRaquel. ―Ella era una de las víctimas del machismo de esa época. No quería quesuhijafueseunamujerdesdichadacomoella,compartiendocadadía lacamaconunhombrealquenoamaba. ―Pobremujer. ―Sí,menosmalquesuhijaluchóporlasdos. ―¿Lo hizo? ―preguntó esperanzada de que ocurriese esa pequeña victoriaenaquellasociedadtanarcaicademente. ―Yalocreoquesí. «Una tarde, mintió a sus padres para decirle que tenía que ir a la biblioteca.Teníalassalidasmuycontroladas,despuésderechazaratodos los candidatos a marido en su fiesta de cumpleaños, disgustando a su padre.Ágatasabíaquealgohabíapasadoaquellamañanaconaqueljoven, y necesitaba verlo otra vez, para saber si era cierto. Su cómplice desde niña, Ramiro, el cochero, la llevó a su destino, a la misma calle donde había pasado todo. Buscó con la mirada su objetivo, no había tantas personasesedía,porlotantodeberíasermásfácilencontrarlo.Perono vionada.Decepcionada,sedisponíaaregresaralcoche,perosintióquele rozabanelbolso,entoncesseaferróaélconfuerza,puessabíalohabitual que eran los robos en el centro de la ciudad cuando una mujer paseaba sola. ―Noeselbolsoloquerobaría―sucuerposeestremeció―,sinoala bella mujer de ojos negros que me persigue cada noche en mis sueños másíntimosyexcitantes,desdeeldíaquemehechizócomounabruja. ¿Eraél?¿Sisegirabaseríaélaquiénvería?Surespiraciónseaceleró, perosinpoderesperarmás,sevolvióparaverdequiénproveníaesavoz tanvaronilyronca.¡Diosmío!¡Gracias!¡Porfinloteníafrenteaellapara deleitarseconcadacentímetrodesurostro! ―Hola―dijoellaapenasenunsusurro,notandouncalorevidenteen susmejillas. ―Has tardado demasiado en venir a buscarme, pero gracias de todos modos―respondióélconlasonrisamásarrebatadoradelmundo.Vestía conropavieja,peronuncahabíavistohombremáshermoso. ―¿Porqué?―preguntóintrigada. ―Porhabermeelevadoalcielodesdequeaparecisteenmivida,siento quehetocadolasnubes,quepuedopasearporellasdesdeentonces…» ―Joder…―Raquel se tapó la boca emocionada, sin poder evitar que nuevas lágrimas cayesen por su cara. Aquello era lo que Iván le decía a ellaensusmomentosdulces,queunavidaasulado,eraunpaseoporlas nubes. ―En ese momento, todo cambió para ellos, y para sus familias. Ninguna de las dos partes estaba dispuesta a ver con buenos ojos esa relación.Laclasedesfavorecidatampocoaprobabaqueunodelossuyos semezclaseconlosaristócratas,cadaunodebíaquedarseenelcercoenel quehabíanacido.Así,todoscontentos.Peroesonadateníaqueverconlos deseos de nuestros protagonistas, que pelearon por aquello que amaban con uñas y dientes, que era pertenecerse eternamente, con toda la fuerza que les brindaba el amor que se tenían. Su paseo por las nubes, nunca tendríafin. ―Valientesenamorados. ―Lo fueron, te lo aseguro, pero valió la pena cada lágrima, Raquel. Mereció la pena no rendirse nunca. ―En ese momento, la joven se dio cuenta de algo y frente al asentimiento de Andrés, sus ojos se abrieron comoplatos. ―Eraistúyella… ―Mivida,mimujer,loestodoparamí. ―Su mujer… Ágata es su mujer…―dijo muy emocionada―. Vaya… ¿Ella…? ―Murió hace tres años. Enfermó y nada se pudo hacer por mi niña bonita. ―Noséquédecirahora,Andrés.―Ambossehanquedadoincompletos porelrestodesusdías. ―Nada, hija, no hay nada que decir. Tienes que saber que siempre vivirásconello,perosolohayunacosaquetienesquehacer,yqueverás conelpasodelosdías. ―¿Quécosa? ―Vivir. ―¿Cómo?Nopuedosinél,noquiero… ―Lo harás, por él, pero especialmente por ti, porque tú eres la que sigueaquí,laquetienequecomenzarunnuevoandar,laquedebeseguir porlosdos.¿Creesquetumaridoqueríaquesumujerserindiese?Piensa cada día en lo que desearía para ti. Por muy imposible que te parezca, aprenderás a vivir otra vez, volverás a ver la multitud de razones que tienesparaseguiraquí.Familia,amigos,tuspropiossueños…―Ellamira al suelo pensando en cada una de sus palabras, aquellas que fueron pronunciadas por tantas personas que la aman pero que sonaban vacías, dolíanporqueIvánnoestabaenellas,implicabavivirlassinélasulado―. Tumaridoteenseñómuchascosas,estoyseguro,queunadeellaseraque siempre quieres lo mejor para la persona con la que compartes tu vida. Aunqueyanopuedasestarasulado,porquelaamasdeverdad. ―Sí, me enseñó la única cara del amor verdadero, aquella donde compartirlo todo con tu igual era un camino de rosas, donde vivir haciendofelizatuparejaeraunarazónparalevantarsecadadía…Peroya no está, Andrés, ahora solo quedan las espinas que se clavan en mi corazón,yunalmavacía… ―¿Quierestirarporlabordaellegadoquetehadejado?Todoaquello porloquepeleabaiscadadía,¿vasaecharloaperder? ―No,porsupuestoqueno,esmimejorregalo―contestóabrazándose asímisma. ―Entonces,nopierdasturegalo,unoqueesúnicoenlavida,aquelque ÁgataeIvánnoshandejado.Unomaravillosoquenovesahoraporquetu dolor te ciega, pero el tiempo, que es muy sabio, calmará tu corazón herido, suavizando y cicatrizando su pérdida, porque los llevamos grabadosafuegoennuestraalma,sonunaheridadeguerradeestabatalla queeslavida,unamarcadeluchaquelucimosorgullosos.Raquel,somos afortunados por el amor que hemos conocido, aunque nos parta el alma vivir sin él. Y aprenderás algo más que te hará sonreír cada vez que piensesenél,teloprometo,hija. ―¿Quéaprenderé?―susurró. ―Queunahistoriadeamornosevetruncadaenestavida,nisiquierala muertepuedematarla,aprenderásquelosfinalesfelices,notienencabida enestemundo,porqueelverdaderoamorquenacedelasbuenashistorias, nuncatermina,y… ―¿Y…? ―Ytocarelcielocadadíapaseandoatravésdelasnubes,delamanode lapersonaalaquepertenecetualma.Esunpaseoeterno,infinito… Elverdaderoamornuncaseacaba,llega másalládelavida,lamuertesoloesla últimapuertaquehayquecruzarparano separarnosjamás… Notadeagradecimiento por ARI Todocomenzócomounsueño,unailusiónenlaquesevolcaronlas autoras luchando por mostrar al mundo que publicar de manera independientesuponecalidad,muchotrabajo,ypedacitosdeloscorazones de las escritoras. Gracias al apoyo incondicional de las lectoras y los lectores,ARIhaidocreciendo,ylasautorasqueformamospartedeesta pequeñafamilianoshemosapoyadolasunasenlasotrasparahacerllegar nuestras obras a lo más alto; o al menos intentarlo, pues escribir es una carreraenlaqueteencuentrasmuchosobstáculosporelcamino,peroal mismo tiempo, conoces a muchísima gente que te apoya, te ayuda y te aconsejasinpedirnadaacambio. Muypocosconoceneltrabajoquehaydetrásdeunapublicación,pero como decía Simone de Beauvoir «Escribir es un oficio que se aprende escribiendo», y con cada error que cometamos aprenderemos a ser mejoresescritoras. Escribirimplicamesesensoledaddelantedelatintineantepantalladel ordenador, tecleando lo que las musas nos susurran hasta llegar a ese maravilloso momento que es escribir la palabra: FIN. Tras ese instante llegalascorreccionesminuciosas,labúsquedadelaportadadenuestros sueños y maquetar la novela para que las lectoras y los lectores puedan tener en sus manos una obra de calidad. Tras la publicación vendrá el momentodepublicitarnuestrasnovelaseintentarllegarafuturaslectoras ylectores,yenestepuntoqueremosmostrarnuestroagradecimientoalos blogs que colaboran activamente en ARI, tanto con reseñas, entrevistas, presentacionesdenuestrasobras,etc.,puessinellosnollegaríamosaun públicoexigenteyrigurosocomoeseldelgéneroromántico. Sinningunaduda,soislaslectorasyloslectoresderománticaquienes conseguís que seamos escritoras, que cumplamos nuestros sueños con cadanovelaquepublicamos.Notenemoseditorialperograciasavuestro apoyo, vuestras compras, comentarios, reseñas, recomendaciones..., podemossentirnosorgullosasdenuestrotrabajo. Muchasgraciasporserfielesaestegénero,pordesearacompañarnosa través de nuestras novelas, por enamoraros con nuestros protagonistas, por dedicarnos vuestro tiempo, reseñas en los blogs, comentarios en Facebook, en Twitter, en Amazon y otras plataformas en las que recomendéislasnovelasqueostoquenelcorazón. ComodecíaVoltaire«Laescrituraeslapinturadelavoz»ydesdeARI queremos llenar de color el género romántico, dando voz a nuestras musas que no dejan de alentarnos para que sigamos escribiendo, que olvidemos que no tener editorial que nos respalde no significa que no tengamoselapoyodelaslectorasyloslectores,quienesalfinyalcabo sonquienesnosconviertenenESCRITORAS. Desde ARI, muchísimas gracias por todo lo que hacéis por nosotras. Con seguridad, las lectoras y los lectores de romántica son los mejores del mundo, pues sin vuestro apoyo tanto a las publicaciones editoriales como a las publicaciones independientes, nuestras novelas quedarían olvidadasenalgúnrincóndenuestrasalmas. PeroenestaAntologíasolidarianosoloparticipamosautorasARI,sino que se han unido grandes mujeres y autoras a las que admiramos muchísimo, con las de quienes nos sentimos orgullosas, agradecidas y afortunadasalpodertrabajarjuntoaellas.Soncompañerasdeprofesión que no dudaron ni un segundo en aportar su granito de arena a este proyectotanespecial,pesealoscompromisoslaboralesqueposeíancon susrespectivaseditoriales,yquelesrestabanmuchotiempoparacentrarse enotrosproyectos.GraciasporhabertrabajadoenestaAntología,porno haberdudadoniuninstante,enlanzarosalapiscinapeseaqueeltiempo siempre apremia, por comprometeros en esta causa llena de esperanza y solidaridad sin pedir nada a cambio, ofreciendo además toda vuestra ayudaparahaceresteproyectoposible. Muchísimas gracias a Merche Diolch, por el hermoso prólogo que ha escritoparalanovela,yportodoelapoyo,losconsejosylasdudasque sin dudarlo nos resuelto. Merche es una gran mujer que siempre nos ha apoyado, que lucha por llevar a lo más alto al género romántico, tanto comoautoracomoOrganizadoradelEventonacionalmásimportantedel génerocomoeselRAquesecelebraenMadridcadaaño,yquenoduda enofrecerunamanoolasdosalasautoras,yaseanindependientesono, que le pidan ayuda. Te admiramos mucho y te agradecemos todas de corazóntodoloquehashechoyhacespornosotras. PeronosoloMercheDiolchsehavolcadoenesteproyectotanespecial, queremos agradecer a Lola P.Nieva, Isabel Keats, Mar Vaquerizo, Rita Morrigan, Nieves Hidalgo, Lydia Leyte, Mar Fernández, Eva García Carrión, Mimi Alonso, Mariah Evans, Raquel Campos, Nina Andrássy, MarianArpa,ValNavás,EsterFernández,AilinSkye,MayDioryLorena Guerra. Todas ellas, no dudaron en participar en 27 susurros de amor, volcando toda la ilusión en sus relatos, dispuestas a ayudar al pequeño Alex. Gracias por todo, gracias por ser amigas, grandes mujeres y autoras, compañerasdeunaprofesiónmágicaquetodasamamosyporformaruna piña, mostrando que la romántica es un género único y especial en la literatura,queconsigueunauniónespecialentreautorasysuslectorasy lectores. Poder tener en nuestras manos esta novela es un sueño hecho realidad quenosllenadeorgulloatodas. TambiénqueremosagradeceraSamy,unagranmujeryautora,madre del pequeño Alex quien lucha diariamente contra una enfermedad consideradarara,lacual,pordesgracia,nodisponedelafinanciaciónen investigaciónytratamientoquedebiera,yquemerece.Descubrirlalucha que lleva a diario Samy no solo contra la enfermedad de su hijo, sino contra la impotencia al ver que las puertas se le cierran cuando va en busca de ayuda a los organismos públicos, nos llena de admiración, y decidimos comprometernos un año más en su causa. Esta es nuestra segunda Antología solidaria en la que los ingresos íntegros que se obtengandelasventasdelanovelaendigitalydelasedicionesimpresas iránala«AsociaciónTodosconAlex».Osagradecemosdecorazónqueos hayáis hecho con ella, pues cuando estéis leyendo estas palabras, sabed que habéis aportado vuestro granito de arena a mejorar el futuro del pequeñoAlex. QueremosagradecerteSamylaoportunidaddecolaborardenuevo,con lopocoquepodemosofrecertequeesestaAntologíallenadeilusión,de esperanzaydeamor,ydeseamosdecorazónqueAlexpuedaalcanzarlos sueñosquetodoniñomerecevivir. Y todo esto no habría sido posible sin la colaboración activa de todas lasintegrantesdeARIquedecidieronparticipar,graciaschicasportodo. Han sido muchas horas que invertimos todas en esta novela, ya sea maquetando,ilustrandolaportada,corrigiendooescribiendolosrelatos. Gracias a Juani Hernández por el gran trabajo de maquetación, Tamara Bueno,ChrisAxcanporlapreciosaportadaquehacreadoparalanovela, Azahara Vega por coordinar la novela, Cristina Oujo, Leila Milá, Cris Tremps,EvaGilSoriano,AmayaFelicesyE.R.Dark. Nombrar la colaboración especial de Tamara Bueno, C.Santana, Elena García,ReiRichardson,MonsteRobledo,administradoradelblog«Amor y Palabras», Susana Pérez Muñoz, Azahara Vega y Juani Hernández por lascorreccionesdelosrelatos,puescorregiresuntrabajotedioso,pero fundamental, ya que ofrece a las lectoras y lectores calidad y demuestra que cada novela o relato es un pedazo de nosotras con el que queremos ofrecer lo mejor, pese a que podamos cometer algunos errores. Esperamos que nos podáis perdonar y os quedéis con lo bueno que os ofrecemosconlossusurrosdenuestrasmusas.Sinduda,serautoraesun privilegio al poder dar rienda suelta tanto a nuestras musas como a nuestrossueños. Graciasatodoelmundoquehizoposiblequeestesueñoseconvirtiera enrealidad. Firmado: Notadeagradecimiento por SamyS.Lynn ¿Cómo empezar esta carta? Realmente no tengo ni idea, no hay palabras para dar las gracias a quienes estáis leyendo estas líneas, ni palabrasparaagradecerelesfuerzodetodaslasescritorasquehancreado esta Antología. Si os dijera que he escrito y borrado sobre veinte veces esta carta, no me creeríais, pero es cierto, y es que todas las veo insuficientes para explicar lo que siento, lo mucho que debo daros las gracias.Soloospondréalgoqueexplicaraunpococómomesientoylo queeslaenfermedad. El síndrome de Sturge Weber es una enfermedad degenerativa denominadararaqueafectaalcerebroysistemanervioso,lapadecen1de cada50milniñosenEspaña.Haymuypocoscasosreconocidosyninguna asociacióndelaenfermedado,mejordicho,nolahabía,peroesooslo explico más adelante, os voy a contar un poco sobre la enfermedad y sobre todo cómo actúa en Alex pues no hay dos niños en los que actúe igual. Esta enfermedad es no hereditaria, las causas de esta no se saben aún, aunqueenAméricahandescubiertoqueesunamalformaciónquesucede duranteelembarazo.Secaracterizaporunamanchadenacimientofacial congénita y anomalías neurológicas. Otros síntomas asociados a Sturge Weber pueden incluir anomalías oculares, endocrinas o de órganos, así comodeficienciaeneldesarrollo. OsvoyahablardeAlexqueesdelquesé,elquesufrimos,élsufremás quenosotros. Alex nació el 19 de mayo de 2007 a las 19h tuvo un nacimiento traumático, pues nació con parada cardiorrespiratoria, pudieron reanimarlo en poco tiempo, pero cuando me lo dieron vimos que tenía variasmanchasenlacara,enelojoyentodalacabeza.Alospocosdías desunacimiento,conseguimosquelovieraundermatólogo;aquellafue la primera vez que escuchamos hablar de este síndrome. A la semana aproximadamente,ingresóquincedíasporcrisisconvulsivas;Alexlleva encontrolmédicodesdequeeraunbebé.Contresaños,tuvounacrisisen la que cayó muerto, y durante 5 años ha tenido entre dos y tres crisis anuales. Perotodocambióel29deoctubrede2013,puesAlexcomenzóatener seis crisis diarias. Comenzó a llegar con heridas del colegio hechas por compañerosyadultos,laansiedadcontansoloseisañosdeedadsubióa nivelesinimaginables.ElneurólogolemandoRisperdal1,5,Tegretol200 1 cada 12h, Depakine 400 1 cada 12h, Concerta 18 1 cada 12 horas, muchos no sabréis que tipo de medicación es esta, pero con deciros que para sacarla de la farmacia debo dar mi DNI, creo que me explico; son medicacionesdemasiadofuertesquedanmuchosproblemasalalarga. A primeros de diciembre de 2013, Alex empezó a quejarse de que no veía, fuimos de urgencias a su oftalmóloga. El 9 de enero de 2014 fue operado de urgencias porque perdía el ojo, y ahora lleva una válvula dentrodeeste. Lasagresionessiguieronhastaelpuntodequelaenfermedadcorrieraa una velocidad de vértigo por la ansiedad que sufría. En el curso 2013/2014,Alexfueaproximadamente90díasalcolegio,puesnoduraba niquinceminutosallí,ylascrisiserantanfuertesquelodejabanencama. Al final, pudimos cambiarlo de centro escolar y, a pesar que en este colegioeltratoesmagnífico,eldañoyaestáhecho.HacedosmesesAlex tuvounacrisisquenoesperábamosvernunca,tuvoquevenirelSAMUy lapolicía,entrecuatroadultosnopodíanconél.Despuésdeunahorade crisis,aúntardóquinceminutosenreconocerme… AhoramismoAlexsufredecrisis,parálisiseventualenelladoderecho, presiónocularconposibilidaddequetenganquevolveraoperarle,brotes psicóticos,terroralagente,doloresdecabezaquenoaguanta,ydolores deoídoenelladoafectado,queeselizquierdo. Aquí, en España, no hay nada, ningún médico especialista en la enfermedad.Dichoporellosmismos,mihijonosalerentableparaquese gasten un dinero en estudiar la enfermedad, por lo tanto la única opción que nos queda es ir a Londres donde hay un hospital con un ala entera especializada para niños con Síndrome de Sturge Weber. Pero la seguridadsocialnonospaganieltratamientonielviajeymuchomenos la estancia. Por lo que hemos podido investigar, Alex debería estar ingresado un mínimo de 15 días, allí le harían todas las pruebas, y le mandarían la medicación que mejor le fuera, en Londres trabajan sobre todo con terapias y lo estabilizarían; no podemos curarle, pero si darle calidaddevidaeintentarevitarquemueraporunacrisis. En España hemos creado la asociación «TODOS CON ALEX STURGE WEBER ESPAÑA» para ayudar a Alex y también a los demás niños,paraintentarguiarlospasosdelosafectadosporestaenfermedad y,sidebeniraLondres,ayudarlesdelasformasqueseanposibles. Cuandonoshanhechotantodañoyvesquealguientedalamanoyte ayuda,escomounaluz,comounpequeñoángelquellegaenelmomento adecuadoparanodejarquecaigas. Y todos vosotros, tanto las escritoras Azahara Vega, por ser la cabeza deesto;MercheDiolch,porelprólogo;LolaP.Nieva,IsabelKeats,Rita Morrigan, Nieves Hidalgo, Lydia Leite, Mar Fernández, Eva García Carrión, Mimi Alonso, Mariah Evans, Raquel Campos, Ester Fernández, NinaAndrássy,MarianArpa,MarVaquerizo,ValNavás,AilinSkye,May DioryLorenaGuerra,porescribirlosrelatosparaapoyarestaAntología. AmisniñasARI,JuaniHernández,LeilaMilà,EvaGilSoriano,Cristina Oujo,ChrisAxcan,AmayaFelices,E.R.DarkyCrisTremps.Sinvosotras, esto no sería posible, gracias por esas horas delante del ordenador para crear esta Antología, muchas gracias de corazón. Y no puedo olvidarme dedarlelasgraciasporsutrabajoalascorrectorasdelanovela,quehan realizado un trabajo magnífico, aportando su granito de arena con sus correcciones.Muchasgraciasportodo. Tambiéntequierodarlasgraciasati,síati,quemeestásleyendo,pues, aunque te parezca poco, el hecho que hayas comprado esta Antología es un granito de arena con el cual se está creando esa gran montaña para ayudaraAlex.Poreso,yporparartealeerestaslíneas,milgracias. SoislosángelesdeAlex. Millonesdegracias. Para quien desee saber más de nosotros, de la Asociación, de la lucha quetenemosdíaadíaconestaduraenfermedad,osinvitoapasarosporla Asociación. http://www.todosconalex.org/ [1] [2] Book:Unálbumdefotosprofesional. Whiskey: Las destilerías irlandesas llaman Whiskey a su whisky para diferenciarlo del whiskyescocés,queduranteelsigloXIXbajódecalidad.Aunqueseescribendediferenteforma, ambaspalabrastienenlamismapronunciación.