LA GUARDIA CIVIL MUERE, pERO nO SE RInDE

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Opinión
GUARDIA CIVIL
LA GUARDIA CIVIL MUERE,
PERO NO SE RINDE
Guardia civil en 1851. Por Topete.
E
l 18 de septiembre pasado,
sábado, se manifestaron
por las calles de Madrid
–una vez más– guardias civi­
les. Fueron convocados por dos
Asociaciones: las de la Unión
de Oficiales (UOGC) y la de
la Asociación Unificada de la
Guardia Civil (AUGC). Para que
no existan equívocos, desde un
principio declaro que no com­
parto, en absoluto, ningún tipo
de manifestación de nadie que
pertenezca a un Ejército, Arma
o Cuerpo militar. Y la Guardia
Civil es, ante todo, un Cuerpo
militar. Y quienes han ingresado
en él saben muy bien que son
militares.
Las acciones militares de la
Guardia Civil, los combates que
han librado frente al enemigo
–fuese cual fuese la naturaleza
de éste– se pueden contar por
centenares. En el siglo XIX, el
siglo de su creación, se enfrenta­
ron a las unidades carlistas fuer­
temente armadas; en una lucha
despiadada contra los bandoleros
en las sierras andaluzas; contra
las fuerzas cantonales en com­
bates sangrientos; y en Cuba,
sus Tercios luchaban contra las
partidas insurrectas en una gue­
rra sin cuartel. Estos son unos
pocos ejemplos de su actividad
netamente militar.
En el siglo XX, la Guardia
Civil fue extraordinariamente
­criticada y acosada por los par­
tidos antisistema en la época
anterior a la segunda República.
En el golpe de Estado del año
1934, la Guardia Civil fue literal­
mente aniquilada en los pequeños
puestos de Asturias, defendién­
dose a tiros contra las masas
enardecidas de quienes, con gran
cantidad de dinamita, volaban
sus casas-cuartel. En la Guerra
Civil la Benemérita se partió en
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dos, como el resto de España.
Sus Oficiales o simples guardias
se encuadraron o que­daron en­
cuadrados en unidades militares
que luchaban en los frente de
batalla. En cualquier caso, de­
mostraron por su veteranía, por
su valor y por su experiencia en
el conocimiento de las armas y
del terreno, que eran militares
de élite. El núcleo principal de
la defensa del Alcázar de Toledo
estaba constituido por guardias
civiles. Y el Capitán Cortés con
sus guardias, en el Santuario de
Santa María de la Cabeza, dio
un ejemplo al Cuerpo, a España
y al mundo, de la abnegación, del
valor y de las virtudes militares
de la Guardia Civil. Terminada
la guerra, a la Guardia Civil se
le encargó eliminar de España a
los comunistas, apoyados por sus
hermanos marxistas, que después
de la invasión por los Pirineos
quedaron en la península forman­
do Agrupaciones guerrilleras. A
esa lucha sorda, cruel y que costó
tantas bajas a la Guardia Civil, a
esa lucha contraguerrillera, se le
llama guerra.
Quede claro, por tanto, que la
Guardia Civil ha sido un Cuerpo
militar de élite cuando ha lle­
gado el caso de utilizarlo como
tal. Sería conveniente que tanto
Opinión
contertulios como aparecen en
los medios, así como comentaris­
tas en la prensa, se pusieran un
poquito al día sobre las acciones
militares –sólo militares– en las
que ha participado la Guardia
Civil. Y no cayeran en la tram­
pa de seguir la manipulación de
quienes están muy interesados
en presentar a la Guardia Civil
sólo como un cuerpo policial. La
Guardia Civil, y quienes ingresan
en ella, tienen claro que puede ser
utilizada en ese doble aspecto:
militar y policial. Otra cosa muy
diferente es que la legislación
–o, por mejor decir, los legis­
ladores– no se hayan decidido
todavía a dar con total claridad
a la Benemérita las misiones y
dependencia del Ministerio de
Defensa, cuando el Cuerpo deba
cumplir su función militar. A
eso yo le llamo, simplemente,
pusilanimidad por no utilizar un
adjetivo más contundente.
Quede claro, también, que
desde que se instaló en España
el Partido Comunista, allá por
el año 1921 desgajándose del
marxista PSOE, los de la hoz y
el martillo tuvieron como una
ob­sesión permanente la desapa­
rición de la Guardia Civil. En la
segunda República, en la llamada
zona roja, desapareció al susti­
tuirse por la Guardia Nacional
Republicana. Esa obsesión –o al
menos la desmilitarización del
Cuerpo– continúa hoy. Y, por
desgracia, en el seno de la Guar­
dia Civil han crecido algunos
enanos que, siguiendo las con­
signas de estos manipuladores,
les están haciendo el juego a la
Atentado de ETA contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil, en Zaragoza.
perfección. Lo malo es que la
gangrena se ha extendido en el
Cuerpo, no sólo por la manipu­
lación de los enanos, sino por los
brutales agravios comparativos
que los sucesivos gobiernos en
estos últimos 30 años han per­
mitido, admitido y consentido,
en relación a otros cuerpos po­
liciales nacionales, autonómicos
y locales.
Este es el motivo principal de
las quejas de la Guardia Civil. Y
de esas quejas lógicas y justas,
de la pasividad de los gobiernos,
es de lo que se aprovechan aque­
llos enanos y quienes les orientan y aconsejan para liquidar el
espíritu ejemplar de un Cuerpo
que hoy casi resulta irreconocible, desde el punto de vista de
lo que los militares conocemos
como disciplina y alejamiento
total del asociacionismo sindical.
Insisto, para que también quede
claro: la culpa exclusiva de la
situación de la Guardia Civil, de
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sus manifestaciones, de su des­
contento y de sus lógicas reivindi­
caciones, la achaco a los políticos
españoles, a una “clase política”
que vela más por los intereses
partidistas que los el buen fun­
cionamiento de las Instituciones.
Sentadas estas premisas, va­
yamos ahora al tema de las ma­
nifestaciones callejeras de los
militares. La sentencia 219/2001
del Tribunal Constitucional, que
dio la razón a esta Asociación
(AME) sobre la posibilidad legal
del asociacionismo militar, dice
que éste es admisible siempre que
no entre en el sindicalismo por
medio de tres aspectos concretos:
la pretensión de negociaciones
colectivas; la pretensión del de­
recho a la huelga o la adopción
de medidas de conflicto colectivo.
Pero no estableció nada concreto
en relación con las manifestacio­
nes (de uniforme o de paisano).
Quizá sea por la propia nor­
mativa de la Guardia Civil, o por
Opinión
la ausencia en la sentencia del
Tribunal Constitucional de este
asunto, por lo que el Tribunal
Superior de Justicia de Madrid
autorizó a estas asociaciones de
la Benemérita su manifestación
del día 18 para reivindicar “cues­
tiones profesionales”. ¿Cuestiones
o temas profesionales? ¿Fue eso
lo que se pidió y aplaudió en la
manifestación? ¿Sólo eso?
Mónica García, del Sindicato
Unificado de la Policía, el líder
de IU (comunista) Cayo Lara y
el eurodiputado del mismo par­
tido Willy Meyer, “abogaron
con firmeza por una Guardia
Civil civil” (ABC del 19.09.10).
Ninguno de los manifestantes
objetó nada en contra de esta
reivindicación de cuerpos ex­
traños al Cuerpo. “Con un entu­
siasta ‘esperemos que algún día
celebremos que estáis desmi­
litarizados’, se despidió de un
entregado público…” (del mismo
periódico).
Por otro lado, el secretario ge­
neral de la AUGC, Manuel Mato,
“el más exaltado, […] animó a
los agentes a mantener la huel­
ga de ‘bolis caídos’” (ABC del
19.09.10). ¿Qué clase de reivin­
dicaciones profesionales eran és­
tas? Desmilitarización, huelga, y
otros conceptos que nada tienen
que ver con el servicio, los sa­
larios, la situación de las casascuartel, los medios, etc. Y para
completar el desaguisado, por allí
aparecieron los llamados líderes
de las dos centrales sindicales
que dicen defender el derecho
del os trabajadores. ¿Quién los
invitó al acto?
Por cierto, en 1924, el pre­
sidente de los Estados Unidos
de América, Calvin Coolidge,
declaró lo siguiente respecto de
las fuerzas de seguridad: “Nadie,
nunca, en ningún lugar, tiene el
derecho a hacer huelga en per­
juicio de la seguridad pública”.
¿Qué nos diría de las Unidades
y Cuerpos militares? Pero es ob­
vio que en los Estados Unidos,
sea cual sea su gobierno, sus
políticos, siempre han tenido muy
claro que para que el Estado fe­
deral fuera fuerte y respetado, se
debían cuidar con esmero tanto a
esas fuerzas de seguridad como
a sus FAS. Por el contrario, en
España las cosas no han cami­
nado por esos derroteros. Y así
nos luce el pelo. En Melilla, en
Gibraltar, en las manifestaciones
y en donde se tercie.
En definitiva, estas manifesta­
ciones callejeras de militares, a
las que se agregan de “forma espontánea” los que se dedican a
manipular y confundir las verda­
deras intenciones de los manifes­
tantes, sus más que justificadas
reivindicaciones profesionales,
se sabe cómo pueden empezar,
pero, cuando hay intereses po­
líticos de por medio, no se sabe
nunca cómo acabarán. De ahí
mi rechazo total a este tipo de
acciones que desvirtúan por com­
pleto las legítimas aspiraciones
de la Guardia Civil. Débilmente
respaldadas, por cierto, por quie­
nes debieran ser los más leales
defensores militares, al más alto
nivel, de sus subordinados.
Mis conclusiones, por tanto,
son las siguientes:
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–– La Guardia Civil es un Cuerpo
militar y en paz actúa como
Cuerpo policial.
–– Si todavía hay alguien que no
se haya enterado de esto, deben
ser los políticos quienes, sin
complejos, lo establezcan en
el cuadro de misiones del Cuer­
po y su dependencia en tiempo
de guerra.
–– Como tal, pueden ser enviados
sus agentes para cumplir misio­
nes concretas en Afganistán o
en Tegucigalpa.
–– Las reivindicaciones sociales
de la Guardia Civil están más
que justificadas.
–– Hay quienes no cesan de in­
fectar al Cuerpo para gangre­
narlo por intereses ajenos a la
Benemérita.
–– Las manifestaciones callejeras
de cualquier Institución militar
pueden degenerar en manifes­
taciones políticas.
–– Toda esta problemática se sol­
ventaría si la clase política se
dedicara a resolver los proble­
mas de todos los españoles, no
de unos grupos u otros, no de
este problema o de aquél.
En España, para desgracia
de todos, no existe hoy sólo el
gravísimo problema económico.
Esa “clase política” debe darse
cuenta, de una vez por todas, de
que también existen gravísimos
problemas políticos. Y en el ám­
bito militar, han conseguido crear
otro más.
¡Enhorabuena por semejante
bellaquería!
Teniente PELAYO ESPAÑA
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