Un posible intempestivo

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Un posible intempestivo
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Reseña del libro póstumo de Daniel Bensaid
Un posible intempestivo
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Domingo 4 de septiembre de
2011
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Un posible intempestivo
El último libro de Daniel Bensaid /* es un proyecto que se remonta a 2004 y en el que trabajaba aún los meses que
precedieron a su muerte (12 de enero de 2010). Es un trabajo inacabado, pero de una gran riqueza, que abre
numerosas pistas de investigación. Como observa René Schérer en su prefacio, su escritura es interrogativa,
apresurada, ardiente, como llevada por la urgencia, en la inquietud de una muerte trágicamente demasiado cercana.
Se podría decir que el hilo conductor es un esbozo de "genealogía de la desesperación", un análisis crítico de los
pensamientos que parecen considerar -aunque sea para deplorarlo- que la dominación del capitalismo no tiene
ningún límite.
¿Se puede romper con esta dominación por simple rechazo de la servidumbre voluntaria (según la clásica definición
de Etienne de La Boétie)? Inspirándose en la obra (la Révolution) de un socialista libertario -desconocido- de
comienzos del siglo XX, Gustav Landauer, Daniel observa lúcidamente: se puede escapar a la servidumbre
voluntaria expulsando el tirano de la cabeza de uno, no se puede romper la sumisión involuntaria al despotismo
impersonal del capital más que mediante la lucha de clases.
Mientras que Marcuse planteaba aún en 1964 la buena pregunta -"¿es posible aún romper el círculo vicioso de la
dominación?"- Michel Foucault se sitúa en un terreno completamente diferente (1979): "¿es, pues, tan deseable esa
revolución?" La cuestión de la "deseabilidad" de la revolución expulsa la de su necesidad (en el sentido de
necesidad irreprimible nacida de contradicciones sistémicas)- una actitud que revela la desorientación política y el
desencanto, resultado lógico de la inversión ilusoria de la esperanza revolucionaria en sus avatares estatales
(URSS, China, etc.). Ilusión que se vuelve a encontrar, bajo otra forma, en el apoyo muy poco crítico del mismo
Foucault a la revolución jomeinista en Irán pretendidamente nuevo paradigma revolucionario en ruptura con el de
1789. No se trata, comenta irónicamente Daniel, de un resbalón, sino del test práctico de un callejón sin salida
teórico.
Hay también que superar los sueños de un éxodo fuera del sistema: la destrucción de este mundo -el del capital- no
puede ser más que inmanente. Hay que instalarse en la contradicción, trabajarla desde el interior. Pero el rechazo
del mundo existente, y el deseo de un "mundo diferente posible" planteado por el movimiento altermundialista sigue
siendo utópico, en tanto que "sentido no práctico de lo posible" (definición de Henri Lefebvre). Confieso preferir la
definición de Karl Mannheim: utopía es todo conjunto de representaciones que tiene una función subversiva en
relación al estado de cosas existente. Me parece también que el movimiento altermundialista tiene un sentido muy
práctico de lo posible, formulando una serie de reivindicaciones muy concretas: supresión de la deuda de los países
del tercer mundo, tasación a las transacciones financieras, abolición de los paraísos fiscales, etc.
No se puede comprender el poder del capital sin analizar el fetichismo de la mercancía. El gran mérito de Lukacs
fue -antes de Henri Lefebvre- extender a la vida cotidiana la crítica marxista del fetichismo y de la alienación.
Gracias al concepto de reificación (Versachlichung), partiendo del Capital -los Manuscritos de 1844 no estaban aún
publicados- y de Max Weber, Lukacs denuncia, en Historia y Conciencia de Clase (1923), la dictadura del cálculo,
hasta "la medida de la desmesura y la cuantificación de lo incuantificable" (aquí es Bensaid quien habla).
Sin embargo, mientras Lukacs creía -como lo muestra aún Dialéctica y Espontaneidad, su respuesta a los críticos
"ortodoxos" de Historia y Conciencia de Clase- en la actualidad de la revolución y en el papel decisivo del factor
subjetivo, en el instante de decisión, varios de sus discípulos parecen sumarse a una visión mucho más sombría, en
la que la alienación y la dominación absorben todas las alternativas históricas. Es el caso, en parte al menos, de
Herbert Marcuse, que lamenta el declive del "elemento romántico" de la cultura, "el espacio romántico de la
imaginación", fuente del "gran rechazo" opuesto al mundo de los negocios fundado en el cálculo y el beneficio. Se
que Daniel desconfiaba del romanticismo -era uno de nuestros temas de discusión- pero parece aquí aceptar, sin
demasiadas reservas, el argumento del autor de El Hombre Unidimensional (1964). En cualquier caso, para
Marcuse, "la estrecha puerta por donde aún puede hacer irrupción un posible intempestivo permanece entreabierta"una formulación soberbia, más bien inspirada por Walter Benjamin que por Herbert Marcuse, que resume bien la
visión de la historia de Bensaid.
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Un posible intempestivo
Mientras Marcuse busca en el exterior del sistema, entre los excluidos, los parias y los outsiders, el sujeto posible
de un combate antisistémico, Henri Lefebvre propone acampar en el corazón de la contradicción para trabajarla
desde el interior. Había comprendido que el único medio para romper el círculo de la dominación y desgarrar el velo
de la ideología es la praxis, las prácticas de los oprimidos; es por qué a sus ojos "la idea de revolución sigue
intacta".
Se encuentra el pesimismo de Marcuse en los escritos de Guy Debord, cargados de una sombría melancolía:
"Giramos en redondo en la noche, devorados por el fuego" (título de uno de sus más hermosos textos y películas).
Convencido de la "derrota del conjunto del proyecto revolucionario" desde los años 1930, Debord denuncia en el
"espectáculo integrado" la eliminación sistemática de la historia y la destrucción de todo proyecto crítico. Su gran
mérito, según Bensaid, es haber percibido la tentación del determinismo científico como la brecha en el pensamiento
de Marx por donde ha podido meterse "la ideologización del marxismo".
Esta visión infernal de la eternidad mercantil es llevada al extremo por Baudrillard, Agamben, Surya, Holloway.
Bensaid opone a esta "radicalidad sin política" el pensamiento estratégico, que busca una salida en las prácticas, la
crisis, el partido. Es el título de un último capítulo que no tuvo tiempo de escribir...
*/ Daniel Bensaïd, Le Spectacle, stade ultime du fétichisme de la marchandise Marx, Marcuse, Debord, Lefebvre,
Baudrillard, éd. Lignes, Paris 2011, 16 euros.
Inprecor, edición francesa, mayo-junio 2011.
http://orta.dynalias.org/inprecor/article-inprecor?id=1183
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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