Risco Blanco En las faldas de la grn Caldera de los Tirajanas y en su parte más alta se encuentra el poblado de Risco Blanco, llamado así por el color que presenta su Risco. Está en la misma sombra de los Pechos, donde están los puntos más altos de Gran Canaria, y muy próximo al poblado de la Culata. Los aborígenes canarios daban a Risco Blanco el nombre de Umiaya, que vemos también en documentos de 1540: <<El Cabildo, 17 septiembre, 1540, siendo Gobernador el Lido. Don Agustín de Zurbarán, escribano mayor Juan Artilez, solicitó Francisco Afonso, vecino de Telde, se le concediera un trozo de terreno de ocho o diez fanegadas lindando con el camino que va para Humiaya y barranco de Tunte, y hechos los pregones de estilo se le concedieron esas tierras el 21 del mismo mes y año>>. AMC. Libro de Repartimientos, fol. 42. Entre los autores que hablan de Risco Blanco, rerecen citarse Alonso de Palencia en su Cuarta Década, escrita en los años de la Conquista; Abreu Galindo en su Historia, y Marín y Cubas en la redacción de su obra de 1687. Alonso de Palencia dice de Risco Blanco en su pequeño pueblo montaraz, donde los canarios tienen un templo, a modo de castillo bien fortificado, donde los conquistadores hallaron a un joven y a una doncella: <<Avanzan y acometen a Tirajana, un pequeño pueblo montaraz, y uno de los dos refugios de los canarios, el otro era Tirma. En ambas partes se alzaba un templo, bien equipado para sus supersticiones; suben los nuestros a la cumbre del monte y nadie encuentran en la defensa o guardia del templo, construido a manera de castillo con toda clase de fortificaciones, sino a un joven y una bella muchacha que estaba con él; se defiende el infeliz y prefiere atacar y morir antes que ser cogido; los nuestros al punto cogen a la joven y destruyen el templo y lo incendian>>. MORALES PADRÓN, F. (de): Crónicas de la Conquista de Canarias, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990. Marín y Cubas, por su parte, en 1687 describe el estado en que se encontraban entonces las ruinas de este templo: <<La primera casa de oración era Almorare, que es una casa sobre un Risco Jumiaia, en el término de Tirajana, llamado Riscos Blancos, que cupieron a Antón de Santidad; allí invocaban y sacrificaban quemando entre braceros de cantos grandes de piedras, sobre un altar de paredón de grandes piedras con grandes losas que hoy se ven allí, como capillas, y otros casarones dentro de un gran cerco; y es el risco el más descollado de aquellos sitios, que no hay hombre que pueda menear una sola piedra>>. MARÍN Y CUBAS, T., op. Cit., cap. XVII Y fr. Juan de Abreu Galindo, después de hablarnos de los dos templos de la isla, nos describe los ritos que se hacían en ellos, y de las procesiones de ida y vuelta a los mismos acompañados de sus magadas, llevando vasos de leche y manteca y ramos de palmos, y de sus bailes y danzas alrededor del peñasco: <<Tenían los canarios dos riscos muy altos, donde iban con procesiones en sus necesidades. El un risco se llamaba Tirma, en el término de Gáldar, y el otro risco se llamaba Umiaya, en Tirajana, que dicen los Riscos Blancos, término de Telde, y quien juraba por Tirma o Umiaya se había de cumplir por ser juramento grave. Adoraban a Dios alzando las manos juntas al cielo. Cuando faltaban los temporales iban en procesión con varas en las manos y las Magadas con vasos de leche y manteca y ramos de palmas; iban a estas montañas y allí derramaban la manteca y la leche, y hacían danzas y bailes, y cantaban endechas en torno de un peñasco, y de allí iban a la mar y daban con las varas en el agua todos juntos una gran grita>>. ABREU GALINDO, J., op.cit., pág. 156. Este templo de Umiaya, como hemos visto en Alonso de Palencia, fue destruido y quemado por los españoles. Ello tuvo lugar el 22 de agosto de 1479 y dos días más tarde, sufrieron los castellanos la llamada <<derrota de San Bartolomé>> por haber sido el 24 de agosto, día de este Apostol. Después de la negativa de Pedro de Algava a admitir la amistad con Juan Rejón, el obispo Juan de Frías, el deán Bermúdez, Fernán Peraza y el capitán Pedro Cabrón, con quinientos soldados a pie y cuarenta a caballo, marcharon a Tirajana con el fin principal de destruir el templo. Marcharon en la misma nave en que habían venido de España. El desembarco no pudo ser por Arguineguín, como afirma Viera, sino por Arinaga, donde existe la playa llamada <<Cabrón>>. Y decimos esto porque no es razonable que fueran a desembarcar tan lejos como es Arguineguín, que dista del lugar de la batalla más de seis horas de camino. Además, después de la batalla para volver a la nave se habla siempre se bajar y no de subir, que es lo que tendrían que hacer para llegar a la Cruz Grande. Destruido el santuario de los canarios, los españoles se dedicaron durante dos días a requisar cebada y luego comenzaron el retorno. Cuando ya habían bajado la mayor parte de los atacantes, los canarios comenzaron el ataque, dirigidos por los más ancianos, que observaban los movimientos del enemigo desde las picotas de los riscos. Los canarios habían esperado a que sólo quedaran en el lugar trece caballos y un número muy grande de infantes. Y como dice Alonso de Palencia: <<Con repentino clamor atacan los canarios, cubiertos muchos de ellos con palmas y portando teas y zaetas, así como yelmos cogidos a los nuestros en otras recientes batallas>>. Y terminada la batalla murieron, dice Alonso de Palencia, <<treinta de los nuestros y fueron muchos los heridos. De los canarios cyeron unos veinte>>. Y añade: <<hubiera perecido sin duda hasta el último de los nuestros si la valentía del animoso Pedro Cabrón, que todavía de algún modo manejaba el caballo por las cuestas entre los desfiladeros, no hubiera levantado el ánimo de los otros doce jinetes, avisándoles de que no fuera a ser que por conservar la manera dudosa de vida incurriesen en la muerte segura del Obispo y al mismo tiempo provocasen la ruina se todos sus camaradas>>. MORALES PADRÓN, F. (e d.), op.cit., pág. 373. Abreu Galindo añade la anécdota se Pedro Cabrón diciendo: <<él no tenía temor a gente desnuda y que y que tenía los navíos sin gente y que habían de ir a dormir en ellos... y llegó al puerto herido de una pedrada en la cabeza>>. ABREU GALINDO, J., op. Cit., pág. 199 Esto es el principio de la historia de Risco Blanco, donde vemos las costumbres religiosas de la isla, el fin de su templo aborigen y la derrota de San Bartolomé, ocurrida el 24 de agosto de 1479. Derrotado el obispo Juan de Frías, se dirigió a Gáldar, seguramente con ánimos de quemar también el otro templo canario, y tampoco las cosas le salieron bien por la dificultad de las aguadas; tuvo que desistir. Fuente: "Los Tirajanas de Gran Canaria" de Santiago Cazorla León.