entrevista En su habitación temporal. "Odio pasar tiempo en hoteles", dice Nacho, pero opina que el Ateneo "es el Chelsea Hotel de Madrid". 66 rolling stone marzo 2009 Cinco días con NACHO VEGAS Vegas Entre sus dos llenos en Madrid, Rolling Stone se convierte en la sombra del cantante asturiano, con quien hablamos del cielo y del infierno. Por Josu Lapresa E l sábado 31 de enero, a las cinco y media de la tarde, el techo y las paredes del camerino de la sala Joy Eslava retumban. Es lo más parecido a estar dentro de una lavadora. Arriba, en el escenario, Manu Molina está probando el sonido –o la solidez– de su batería. Cuando los vasos del camerino se encaminan con peligro al borde de la mesa, el resto de la banda se mete con una versión instrumental de Que te vaya bien, Miss Carrusel, al tiempo que alguna voz reclama a Nacho. ¿Nacho? Está aquí al lado, tumbado cuan largo es en el sofá del camerino, ajeno a la lavadora, resoplando, si no roncando, reponiéndose de un difícil día anterior. un emisario baja a por él y le dice que cuando quiera. y él, como a toque de corneta, se levanta y sale del camerino y sube al escenario y coge la guitarra y hace un gesto y empiezan todos con esa versión de Townes Van Zandt, incluída en su primer disco, Actos inexplicables (2001). Son las horas previas al primer concierto de la gira en Madrid. Llega con todas las entradas vendidas no sólo para hoy, sino también para el 4 de febrero, y con perspectivas idénticas para el tercer concierto en la capital, el día 12. En total, actuará para unas 3.000 personas en una sola ciudad, algo inaudito para alguien que vendió 5.500 copias de su anterior disco, Desaparezca aquí (2005). Sin embargo, algo que no extraña a nadie de su entorno. Fotos de Josegirl marzo 2009 rolling stone 67 entrevista Las Esferas Invisibles, anterior banda de acompañamiento de Nacho Vegas, dejó de existir al término de la gira de Desaparezca aquí –“Son cosas que ocurren cuando pasas muchas horas juntos", explica Nacho–. De la quema se salvaron el batería Manu Molina, con Nacho desde el primer día, y el guitarrista Xel Pereda, que empezó con él de técnico de sonido y enseguida se convirtió en su verdadera mano derecha, tanto en solitario como en los proyectos paralelos con Bunbury y con Christina Rosenvinge; en Lucas 15 fue incluso el padre del proyecto. Los nuevos son el bajista Luis Rodríguez y el teclista y corista Abraham Boba –con cuya aportación ha ganado mucho el sonido de Vegas–. No tienen nombre. Lo iban a tener, porque a Nacho se le ocurrió que podrían aparecer como Nacho Vegas y La Trama Asturiana, pero alguien le hizo notar que podía malinterpretarse con algún negro recuerdo del 11-M. Así que es Nacho Vegas, a secas, el que sale al escenario de Joy Eslava a las nueve de la noche. El griterío es de los reservados a estrellas de otro estatus. Los nervios también. Y la búsqueda desesperada de entradas en la puerta. Nacho es, claro está, lo que se dice un artista de culto. Pero entre culto y culto, lo cierto es que el dispensado al gijonés resulta ahora mismo inalcanzable para cualquier otro compañero de camada indie, y se podría generalizar más, si no fuera uno a encontrarse con cultos de muy dudosa procedencia y proceder en otras divisiones de la música española. En su primer concierto en Madrid, Nacho toca siete de las once canciones del nuevo disco, El manifiesto desastre –“Va bien", reconoce, “antes de la gira ya ha vendido lo mismo que el anterior; supongo que mi objetivo es llegar a las 10.000 copias"–, y el respetable las conoce todas y las corea. O lo intenta, porque entre los seguidores de Vegas hay mucha polémica al respecto de si cantar o no las canciones, por aquello de que son muy íntimas y tal. Se advierte la nueva remesa de oyentes recibidos de Bunbury cuando Nacho toca dos de los temas de El tiempo de las cerezas, el disco que compartió con el aragonés errante y que Nacho no deja de reivindicar. El protagonista de la noche sólo habla para presentar a su banda, y sólo se mueve para salir del escenario y volver a los bises, que terminan con El ángel Simón, su primera canción y aún, después de más de ocho años, la más importante de su repertorio. El éxito del concierto está en las caras de los que abandonan Joy Eslava y en las de quienes bajan al camerino, donde están Enrique Bunbury, Christina Rosenvinge con Steve Shelley, de Sonic Youth, Julio Ruiz, de Radio 3, y varios amigos del cantante y de la banda. Nacho se ha cambiado pronto el traje del escenario por unos vaqueros y un jersey. Desde el camerino, todos salen hacia el Fotomatón, un bar de moda en el centro de Madrid. Todos menos Nacho, que ya ha salido de la sala con Christina. �pero al final nunca me animo". A pesar de seguir con asiduidad al equipo, Nacho reconoce haber sido poco fiel durante los años que pasó en Segunda División. Aún así, todavía es capaz de recordar “cuando el Sporting le ganó al Milán de Van Basten la ida de una eliminatoria de la UEFA. En la vuelta golearon los italianos, pero ahí quedó". Nacho le da un trago a la caña como si estuviera reviviendo aquel partido, con una sonrisa en la boca, pero cuando llega la tapa la deja a un lado como si escondiera explosivos. Está contento por el concierto del sábado en Madrid, por los llenos consecutivos, pero todavía guarda un amargo sabor de boca del concierto del viernes 30 en Zaragoza: �En Zaragoza la jodí, falté al respeto a la banda. Ellos estaban tocando muy bien, y yo no estuve a la altura, bebí demasiado. Ya les pedí perdón, pero aún estoy arrepentido". Entre el sábado y hoy han aparecido multitud de comentarios, todos elogiosos, sobre la noche en Joy Eslava. Pero llaman la atención por la cantidad y la vehemencia los de los seguidores que exigen ‘respeto' y silencio cuando Vegas cante. Que no se coreen sus canciones, sobre todo las más personales. Incluso hay quienes quieren que Nacho se pronuncie al respecto. �A mí lo que me sorprende mucho es que la gente se sepa canciones que no tienen estribillo, largas, y que son más íntimas", dice sobre el tema: �Recuerdo algún concierto en el que alguien cantaba muy mal y a gritos y me molestaba a mí para cantar, pero en Joy, gracias al sonido recuerda Nacho, �hice un tratamiento muy sencillito por la Seguridad Social con un opio sintético y trankimazín. Estuve unos meses así, y no pasaba el mono, pero recaí. Después lo intenté con pastillas de naltrexona, pero también recaí, y con lo peor. La heroína no es lo peor, lo peor es la coca cuando te la metes no por nariz sino por vena o por base. Eso engancha mogollón, además… No sé cómo no pillé nada, vamos, me hice análisis para ver, porque te metes por vena cosas que cualquiera ha estado masuñando por ahí. Y eso es lo que al final te jode más. Te enganchas a ello y necesitas caballo para bajarlo, porque, si no, te quedas con una ansiedad que se te sale el cuerpo por la boca. Cuando ya me metí en eso vi que me estaba jodiendo la vida totalmente, fui al médico y me dijo que tenía que empezar con la metadona. Yo no quería meterme metadona, pero la verdad es que me sirvió bastante para mantener una vida normal, porque el caballo es como un trabajo de 24 horas, estás todo el día o de medio mono o pillando, no puedes pensar en otra cosa. No te deja tiempo para nada. Con la metadona puedes hacer vida normal. Lo malo es que, de vez en cuando, picaba otra vez con el caballo, y ya había llegado un momento en el que vivía anestesiado. Los opiáceos te quitan lo malo pero te quitan lo bueno también". Cuando habla de lo bueno, entre otras cosas Nacho incluye su música. Asegura no deberle nada al consumo de drogas “porque afectan al estado emocional, a los impulsos, a las cosas que te hacen escribir". “Cuando estás colocado", sigue, “no necesitas canciones, porque nada te emociona demasiado y nada te duele, aunque eso luego pasa y te devuelve la hostia multiplicada por mil". Cuenta, además, que ese proceso se había agravado en los últimos meses, en los que apenas conseguía componer nada: “En Madrid, estando con Christina, procuraba pasar, pero al llegar a Gijón me ponía hasta arriba y no hacía nada. Así es que me di cuenta de que tenía que volver a empezar de cero. Esta vez es la más fuerte y tiene que ser la definitiva, porque si no…". Pese a todas las dificultades que entraña relacionarse con Nacho Vegas a casi cualquier nivel, resulta asombroso ser testigo del cariño, la amistad y la fidelidad que despierta entre su gente más cercana, desde su banda hasta su mánager de gira o a la gente de su discográfica. �La verdad es que sí", reconoce Nacho, �no lo merezco, pero tengo mucha gente que se preocupa mucho por mí. Con esto de las drogas, mi madre me dice: �La única suerte que tienes es que tienes gente que te quiere al lado que no te mereces'. Porque la verdad es que yo, por culpa de las drogas, he hecho mucho daño". Una de esas ocasiones está reflejada en Morir o matar, la última canción de su último disco, la más dolorosa que ha escrito nunca, como él mismo reconoce, y que tiene pasajes de tanto escozor como este: “Y emprendiste así tu huida/y yo corrí a mi habitación/y mezclé en una cuchara el polvo blanco y el marrón/y con la sangre aún resbalando te llamé desde ese hotel/por favor entiende que algo no funciona en mí muy bien/y al otro lado te oí llorar/y yo seguí y no colgué/y me suplicaste ‘déjame de una vez, déjame de una vez’”. La protagonista femenina de esta escena es Lidia, la ex pareja de Nacho, que ahora es quien le hace los trajes a medida que luce siempre en los conciertos y en las sesiones fotográficas. “Llevo dos trajes en la gira, que estoy combinando estos días, pero tengo encargado otro y luego otro más”, dice Nacho. Se habrá convertido en un experto en tintorerías. “Sí. Precisamente los tengo que llevar hoy a "Mi padre es un fantasma que siempre me acompaña, quizá por eso sigo tocando 'el ángel simón'" más sporting, menos upyd Según avanza la mañana del 2 de febrero, la lluvia deja de caer sobre Madrid. La cita con Nacho, en una cervecería próxima a su hotel habitual en Madrid, llega a través de un mensaje de móvil en el que anuncia haber tenido una �noche de perros" y el estómago �un poco jodido". La razón: �Es que me enteré de que ganó el Sporting [de Gijón], pedí un Johnnie Walker etiqueta negra para celebrarlo y me sentó fatal". Cuesta imaginarse a Nacho Vegas en El Molinón gritando goles de su equipo, pero el caso es que le gusta el fútbol. �Siempre quiero ir al estadio", confiesa, 68 rolling stone MARZO 2009 del escenario, no lo noté mucho. Y a mí, como público, supongo que también me molestaría que la gente cantara mucho, aunque no creo que sea una cosa que se pueda ni se deba controlar". Muchos achacan esta ‘nueva conducta' a la llegada de neófitos bunburyanos y de otros pelajes, a quienes Nacho da la bienvenida, �encantado, mientras la gente muestre un respeto por las canciones que están sonando. Incluso aceptaría tener seguidores de UPyD [el partido de Rosa Díez]. Con reservas, pero bueno". la oportunidad definitiva Un comentario cazado al vuelo el sábado en el camerino indicaba que �ahora Nacho se está cuidando más". Voces bajas asentían. ¿Se referían a las drogas? Nacho asiente, y desvela que está inmerso en un serio proceso de desintoxicación. �Todo esto me está influyendo demasiado esta semana, no pensaba que iba a ser así", confiesa: �Si lo llego a saber tendría que haber empezado el tratamiento una semana antes, y haber llegado a la gira bien. No esperaba sentirme tan mal y me jode tener que hacer el esfuerzo éste para estar bien. Pero bueno, el sábado en Madrid ya fue mejor y ahora espero que siga así". El peor momento lo vivió la noche del 27 al 28 de enero, en el tren nocturno que le llevaba de Gijón a Barcelona: �Son 14 horas en coche-cama, solo, lo que de normal me gusta porque incluso puedes tocar un poco la guitarra. Pero este viaje no fue así, me metí en la cama y me puse a sudar toda la noche y no pude pegar ojo. Además, llegaba a Barcelona con el tiempo justo para darme una ducha y acudir a la primera entrevista". Nacho confiesa que este es su �intento más serio" para dejar la droga, fruto de un pacto alcanzado con Christina. �La primera vez que me enganché al caballo", NACHO VEGAS Nacho lo intenta con el piano mientras hace tiempo para ir a la tintorería. MARZO 2009 rolling stone 69 entrevista planchar. Por cierto, que el otro día Bunbury me echó la bronca por salir con el traje sin planchar, me dijo: �Te tengo que decir un sitio donde se planchan trajes�, y me dijo uno de la calle Mayor adonde tengo que ir". Han pasado las cuatro de la tarde y Juan Santaner (Jet Lag, y mánager de gira de Nacho) y Abel Hernández (ex Migala, El Hijo) esperan en la sala El Sol, a pocos pasos de distancia, para ver qué hacen con el concierto de esta noche. Al final, J (Los Planetas) no llega, y los tres tienen que salvar la papeleta. Al ver el cartel que les anuncia como “Los Crosby, Stills, Nash & Young del indie español”, Nacho deja escapar un lamento: “El nombre ese lo dije yo de broma, y ahora resulta que ha habido hasta problemas, porque alguien de la oficina de David Crosby ha llamado a El Sol preguntando a santo de qué ese nombre. En fin”. El concierto pone fin al ciclo que conmemora el 30º aniversario de la reputada sala madrileña, y sobre la mesa ha estado la posibilidad de cancelarlo por la ausencia de J, de aplazarlo hasta que pudiera tocar el de Los Planetas, pero el tiempo se les ha echado encima y las entradas están todas vendidas. Así que entre un café, una cerveza y un whisky ensayan una versión castellanizada del Northern Sky de Nick Drake, que en su día, irónicamente, ya hicieron Los Planetas. Esa canción cerrará esta noche un concierto que, a caballo entre versiones propias y ajenas (Velvet Underground, Neil Young), pudo haber dado más de sí pero que supuso en El Sol un broche digno. 1 buscando a ronnie lane El martes 3 de febrero es día de prensa para Nacho. Por la mañana se ha sometido a la sesión de fotos que ilustra este reportaje. Después ha comido con Enrique Bunbury, y por la tarde ha concedido entrevistas a todo tipo de medios de comunicación, incluido Libertad Digital: “Una pena”, dice Nacho, “yo esperaba que fuera Pío Moa el que me hiciera la entrevista”. Llega al mismo bar de ayer con el periódico Público bajo el brazo. “Leo Público, y luego suelo hojear El País y El Mundo", dice Nacho: �Si puedo, no me pierdo las columnas de Federico Jiménez Losantos: me hacen pasar buenos ratos. Es un tipo inteligente, pero con una mala hostia… Tiene como un demonio dentro, el tío”. Hubo un día, aunque parezca raro, en que Nacho Vegas no era más que el guitarrista de Manta Ray, buena banda alternativa de los noventa cuya música poco tenía que ver con lo que luego ha sido el catálogo del asturiano. “Una vez –recuerda– leí que me había ido dando un portazo después de una bronca, y no fue así, sino todo lo contrario. Fue una cosa que hablamos tranquilamente y ya está”. Nacho dejó Manta Ray después de la gira de Pequeñas puertas que se abren y pequeñas puertas que se cierran (1998) y, al principio, su decisión pareció no ser la más acertada: “Con la que más pasta hicieron fue con la gira del siguiente disco, Esperanza (2000). Entonces yo estaba empezando a pensar en mi primer disco en solitario, y para subsistir trabajaba en un bar de noche en Gijón. El bar no estaba mal, lo que pasaba era que estaba en una zona un poco mala de bares de salsa y cosas así. El caso es que una noche, en mitad de la gira, se pasaron los Manta Ray con las manos llenas de billetes para dar envidia. Y bueno, el que ríe último…”. Y eso, se ríe. Una tienda grande de discos queda cerca del bar, y Nacho quiere hacer algunas compras: “Quiero comprar los discos de Ronnie Lane [de los Small Faces y Faces], que me recomendó la otra noche Steve [Shelley, de Sonic Youth], después del concierto. Me dijo que hay un DVD sobre él, The Passing Show, que es muy bueno. ¿Sabes? Steve le preguntó a Christina: ‘¿Crees que a Nacho le importaría que le pusiera el nuevo disco de Sonic Youth?’ ¡Imagínate! ¡A mí, con lo fan que era, que puse el nombre de mi primer grupo [Eliminator Jr.] por ellos!”. En la tienda no tienen nada de Ronnie Lane, y encarga el DVD. Se para ante el vinilo de 70 rolling stone marzo 2009 Goodbye and Hello, de Tim Buckley, pero ya lo tiene, pregunta por el último disco de The Felice Brothers –“Me lo ha puesto Enrique [Bunbury] en su casa y me ha gustado mucho”, dice– y busca alguno más, pero no encuentra lo que quiere. “Joder, me siento mal. Yo pensaba salir de aquí con una pila de discos y que salieran en Rolling Stone…”, se queja Nacho. Al final, compra un recopilatorio de John Fahey y el primer disco de Gillian Welch, que va a regalar a un amigo. La tienda cierra y Nacho se va al Teatro Alfil. Leo Bassi le ha invitado a su espectáculo y a visitarle después. la importancia de llamarse vegas El miércoles 4 de febrero es el día de su segundo lleno en Madrid. Bajo una momentánea pero violenta granizada, Nacho llega a un acogedor restaurante italiano muy cercano a la sala Joy Eslava, donde luego tiene que probar el sonido. Viene preocupado: “Anoche, después de lo de Leo Bassi, me mandó un mensaje Xel diciendo que quiere dejar el grupo. Que toca hoy, pero que es su último concierto conmigo”. Nacho cree que es por lo del concierto de Zaragoza, y bromea sobre la posibilidad de ir a buscarle a Barajas –llega a las seis– con un cartel con su nombre para hacerse perdonar. ¿Y unas flores? “Me las metería por el culo”. Traen la carta, de la que Nacho elige Scamorza a la piastra con prosciutto de Parma y unos Penne Arrabiata. También traen un par de cervezas, y el momento es bueno –como cualquier otro–, para saber que Nacho Vegas estudió Filología Hispánica y que sólo le quedan “cinco o seis asignaturas”. “Soy un lingüista frustrado, pero tampoco creo que hubiera podido dedicarme a ello”, reconoce Vegas; “digamos que las asignaturas que me interesaban ya las di”. Recuerda como especialmente clave una antología poética que les mandaron en primer curso y gracias a la cual descubrió “la poesía en sí, y en concreto poetas como Fernando Pessoa o William Carlos Williams”. Cuando empezó la universidad, Nacho era Nacho González Vegas, y hubo un momento en que tuvo que escribir su nombre en un disco y evitó poner González. ¿Por qué? “Porque sí, hay gente que se lo cambia y no pasa nada. Vegas me gusta más porque es un apellido más asturiano, creo que sólo hay dos o tres familias que tienen ese apellido allí. Y bueno, a fin de cuentas mi madre ha estado conmigo más años que mi padre”. Nacho nunca ha hablado de su padre –“Nunca me han preguntado”, dice–, y sin embargo todo el mundo sabe de la importancia capital en su vida gracias a la canción El ángel Simón, en la que, de manera muy cruda aunque poética, Nacho Vegas retrata a su progenitor con una mezcla de añoranza y rabia, y donde –o eso es lo que todo el mundo pensaba– cuenta el momento de su suicidio. “Mi padre no se suicidó”, revela Nacho, “pero entiendo que ésa sea la idea que ha quedado, y seguro que es por esos versos en concreto [Se refiere a estos: “Quiero pensar que por una vez/Hice algo mejor que tú que ni siquiera/Acabaste esa carta de despedida/Que en el ordenador Santi encontró 2 3 NACHO VEGAS lo volví a escuchar. Tenía 19 años, y todo cambió". La mayoría de la gente descubre a sus padres según va creciendo, pero Nacho tuvo que hacerlo frente a una ausencia que, paradójicamente, ha ocupado buena parte de su vida posterior. “Toda mi vida me han perseguido los errores de mi padre", dice Nacho: �Siempre he intentado no repetirlos, ser mejor persona que él, pero he cometido muchos. Yo soy muy determinista, y pienso que los padres transmiten una herencia de la que no te puedes librar. Una vez, una novia me dijo lo peor que me podían decir: ‘Estás empezando a parecerte a tu padre’". El segundo concierto de esta gira fue en el Teatro Jovellanos de Gijón, lleno a reventar. El ángel Simón fue la última canción, y un Nacho emocionado se la dedicó a su madre, presente esa noche. Testigos de las primeras filas aseguran que él lloró mientras la cantaba. Nacho se explica: “Mi padre es como un fantasma que siempre me acompaña. Quizá por eso sigo tocando El ángel Simón, la piedra angular de mi primer disco y quizá de toda mi carrera”. sobre campamentos Antes y durante 1. Antes del concierto del sábado 31, en el camerino de Joy Eslava y mientras las paredes retumban, Nacho apura el descanso antes de su prueba de sonido. 2. Los horarios de ensayo y salida al escenario del mismo concierto. A través del espejo, las maletas de mano de la banda. 3. Sobre el escenario, capturar una instantánea como esta de Nacho sonriendo es casi imposible, pero nuestra fotógrafa lo logró. perdida”]. Pero no se suicidó. Quizá lo correcto sería decir que se quiso morir, que se dejó morir". “Mi padre", explica Nacho, �era Director Regional de Trabajo del Gobierno de Asturias, con el PSOE, y su jefa, la Consejera, es hoy la alcaldesa de Gijón. Eran tiempos muy malos, en los años ochenta, con mucha reconversión industrial y todo eso. Mi padre quiso dimitir muchas veces, pero no le dejaban. Cuando lo consiguió, se montó una empresa de gestión de gastos de otras empresas y se arruinó”. “Hacia el final, mi padre vivía solo y pobre, y tenía problemas con mi madre. Ella, cuando yo ya era mayor de edad, me pidió que lo denunciara porque no nos pasaba dinero, pero claro… qué iba a hacer si estaba arruinado", recuerda Nacho. �A mi padre –sigue– le habían dado dos infartos y dejó de cuidarse; comía mucho, bebía mucho y fumaba mucho, es decir, estaba provocándose la muerte. Él lo sabía, y por eso escribió en el ordenador la carta de la que hablo en la canción, que –es cierto– dejó sin terminar. La carta era Ya es media tarde en Joy Eslava. La banda ha hecho la prueba de sonido, pero falta Nacho. Ha dicho que iba a recoger su traje a la tintorería pero, en realidad –y aquí reside una de las claves de nuestro hombre–, se ha marchado a Barajas a recibir a Xel Pereda. Este hecho casi anecdótico, junto con otros menos anecdóticos que hemos conocido estos días, lleva a pensar en un Nacho Vegas muy distinto al que ocupa el imaginario popular, aplastado bajo toneladas de drama y sufrimiento –“el gijonés torturado", lo ha llamado algún periodista recientemente–. Por supuesto, Nacho es capaz de dar sus buenos paseos al borde del abismo, de pasarlo mal – Una de las pocas veces en fatal–, de ser consciente de eso e incluso que Nacho sonríe a su de arrastrar gente con él, de explorar la público. Alguien le acaba línea límite y ver qué pasa si… Además, de gritar "¡Casi Dios!". es un desastre manifiesto: ya se lo dijo su madre y las madres saben de lo que para mis hermanos y para mí: decía que si la leíamos era que hablan. Pero, al final, tiene el don irónico de la vida –su había muerto, y también decía que habría gente que vendría canción Nuevos planes, idénticas estrategias es un catálogo a preguntarnos por unas deudas que tenía, y nos aconseja- insuperable–. Y los irónicos siempre saben restar gravedad ba que les dijéramos que escribieran sus reclamaciones en la a última hora para descubrir una broma o un exabrupto. arena de la playa de San Lorenzo. Que ya vendría la marea y Algo desde donde volver a lo que importa, a los vivos en se las llevaría”. Aquí, Nacho no puede evitar una mueca de lugar de a los muertos. Cuando Nacho dice que tiene amiironía, como sintiéndose reconocido en esas palabras. gos que no se merece lo sabe y le importa, y es lo que esta Mirando hacia atrás, de la muerte de Simón Gon- tarde le ha hecho arriesgar un concierto importante en zález se queda con un pensamiento: �Mi madre; ella Madrid. Y ganarlo. Como si una cosa conllevara la otra. siempre ha estado detrás de mí". Y una anécdota: En una entrevista con Rolling Stone en diciem�Cuando mi padre acababa de morir, fui un día a su bre, Nacho dijo: “Lo que en realidad persigo en la vida casa y estuve revolviendo entre sus cosas. Encontré es ser bueno, buena persona, mucho más que hacer una cinta en la que tenía grabada, por una cara, la buenas canciones". Al respecto, entonces confesaba primera maqueta de Eliminator Jr. En la segunda cara estar “todavía en el primer campamento". Puede que estaba el primer disco de Leonard Cohen. Recuerdo ahora esté en el segundo, dando guerra. que me pidió que se lo grabara, aunque a mí no me gustaba nada. Me decía: �Hay una canción preciosa Nacho Vegas actuará en marzo en Burgos (día 13), ahí que se llama Suzanne'. Cuando descubrí la cinta Bilbao (14) y Granada (28). MARZO 2009 rolling stone 71