ANALES DE LITERATURA CHILENA Año 9, Diciembre 2008, Número 10, 83 - 94 ISSN 0717-6058 VERBUM CARO, SEXUM EST Orlando Jimeno-Grendi [email protected] “Il fatto stesso che il sesso, cerimonia simbolica del caos, sia sempre in bilico tra la morte e la vita...” Cristina Sparagana “Arte e Vita sessuale nascono sullo steso cepo “ Cesare Pavese “La palabra placer, cómo corría larga y libre por tu cuerpo, la palabra placer...” Cómo no establecer una filiación de genealogía espiritual ético-poética, una Po-Ethica con Georges Bataille, uno de los signos-señales de Gonzalo Rojas a través del hilo y el halo luminoso, tenso e intenso de sus numerosos surtidores. En él aspirar es inspirar; ¿no declaró a propósito del mítico-místico de Eros-Thanatos?: “Parece un libertino, pero en el fondo es un animal religioso”. En esta afirmación se condensa todo el acervo de su imaginario-imaginal uniendo en una apretada síntesis el binomio cuerpo-alma como inmediatez carnal, el cuerpo como estructura libidinal y ser sexuado, habitante del espacio, Produciendo la expresión lírico-elegíaca, el lector-crítico no sustituye al autor, no es suplente ni suplemento, sino cómplice; paso del espacio público, tópico típico, enraizada la palabra en el misterio “telúrico” al interior de la métafora; la identidad especulativa del misterio torna el accidente en aspecto y apogeo de la analogía, voluntad secreta del orden, pulso poético equidistante de la economía geométrica y de la sensualidad lúdica; la metáfora es generativa, al desplegarse produce el fruto y el futuro de otra obra; esta obra, ni sobras ni zozobras, obra obrando abriéndose, nada sobra, ni su numen ni su sombra. Este work in progress, reinvención de ver lo que se imagina, como el espacio geográfico, antes que físico, compromiso entre intelecto y 84 ORLANDO JIMENO-GRENDI percepción, solo así poético, devenir creado, inventado, es la libertad que Huidobro sembró en esa lógica sensible de adolescente dotado, cuyos pasos en “ese” hemisferio se oyen en éste. Su tiempo geográfico es subjetivo, interpretativo angustiado de la historia y síntesis somática con la tierra. Su sublimación de la carne es un producto progresivo de su juego metafísico que compromete al sujeto solo en cuanto víctima y expresión simultánea de una entidad absoluta y para-religiosa. En su poesía, el sentido oscuro de la Totalidad, siempre inmanente, pronta a frangirse en una red de partículas infinitesimales; prisión y expresión, trama y trema el temor, tramo a tramo por el temblor humano en un laberinto dramático de la inefable presencia divina y la precariedad de lo singular para abarcar los confines del enigma, verbalizando la palabra ínsita en los yacimientos de la forma. El logro de esta incesante insaciada sed del ser en el “mysterium tremendum”, canto, encanto en cuanto canta y cuenta, hallazgo y hechizo del terror pánico, demónico y dinámico brotando del zurrido disfórico de un erotismo al filo del susurro. Eros de lupanar, mano y labio en la semipenumbra húmeda de humores y amor humano, fragmentado, desmoronado. Desprendido y prendado en el desvío, descartado a intervalos, rítmo y rapto, rapsodia modulada, modo y modelo fugaz. Subconciencia en el extremo de lo extraño, quietud ínsita en el numinoso diapasón silente y suasorio: ”Creo profunda-/ Mente en el silencio” (V. Hilda Ortiz). Por ello próximo a la mística. Aun así, la poesía es la insurgencia de la palabra; engendrada desde el silencio en el desierto de la página a la sutil luz de la lámpara. Nada más luminoso que el negro y elocuente que el blanco. Eros al Rojas vivo, verbo a verba, falo a vulva, emerge de la matriz material materna místico-religiosa y apunta de punta a punto a extremar y amar lo extraño en los extremos de la sublime y verbalizada sensualidad, mimetizado el verbo en este proceso que al descomponerse se recompone derivado del continuo vaivén humano. Entre lo datado y el dotado tiempo que se otorga, lo indeterminado sustrayéndose a la convención métrica, esquivando esquemas en una pausada prisa de paso sin peso que pesa en la prosa presa del paso del tiempo, antes del Ente, delante del Ser secretando su Nada en la morada del tiempo. Rojas al rojo vivo, como Vicente-Vidente antes, antes que nadie y nada desnudo el nudo de la materia candente, cantante y constante, poética per-se sin circunstancias atenuantes, poeta convicto y confeso, nunca confuso ni al uso que se desgasta en el recurso del abuso, evitando tropo típico y tópico, Gonzalo Rojas evita lo común de todo lugar cambiando de lugar a todo lo que es común; de la anti-poesía al coloquio y la conversación, en él es confesión no confusión con el “prosaísmo”, supuesto antídoto a la “poesía poética”, manierismo tan retórico, si no más que el otro, cantito y cantilena, cae en un simplismo tan obvio como el sermón, el discursillo y el editorial. No se VERBUM CARO, SEXUM EST 85 escribe como se habla, ni nadie habla como escribe. El arte de escribir no describe, ni dice todo lo que se dice; sí subsume el todo en lo que dice; sutil no dice todo ni se desdice sino deduce lo que dice, es decir, alude y elide, ilusiona, omite y sin dimitir remite al limite de la sensación y asi sugestiona y sugiere. El artificio estético es más vital que la vida misma; ésta en su mayor momento de expansión y exuberancia emite e imita un modelo arquetipal anterior a su tric-trac y traqueteo de tema y trama, de temor y temblor, trazo en ristre no se triza ni en el rastro ni el tono, sí se nutre de tramos que traza en la trama; registro erótico y retórico, numinoso y mítico, sintáctico y polifónico. ¡Oígase el hipérbaton!: Celébrote a máquina sin más laúd que este áspero teclado de la A a la Z, dígote cuánto ámate del tacón al pelo (“Carta de amor”)1 He ahí el énfasis carnal en el cuerpo del idioma: Hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo lirio tronchado cuando piel y vértebras, olfato y frenesí tristemente tiritan en su blancura última, dos pétalos de nieve y lava, dos espléndidos cuerpos deseosos y cautelosos, asustados por el asombro, ligeramente heridos en la luz sanguinaria de los desnudos: un volcán que empieza lentamente a hundirse. (“Pareja humana”) El acto venéreo es venatorio; cetrero y certero, ergo, acierto y aserto: “Fornicar es un acto literario” adujo el anti-poeta. ¿Poesía? Ballestería mayor. Cuerpo del actor, arte de los cuerpos en el cuerpo del arte, causa de la caza sin coto, vida sin veda; yacer y gozar, el placer nómada, númen sin número, innumerable rostro; si prohibido, transgrede, perseguido nos sigue y consigue, emerge en las márgenes de todo margen; solitario, a dos, a muchos, mito y meta del numen, y el hombre se funde con Eros y Thanatos, se funda y difunde en acto de amor, amor de todos los actos en un solo pacto nos genera, natura y cultura, si 1 Ver Ignacio Valente. “Erótica y Retórica de Gonzalo Rojas”. El Mercurio (Santiago Chile, 22-11-1992, Suplemento). 86 ORLANDO JIMENO-GRENDI somos, los dioses cesan, nuestra es la Tierra y su orgasmo. El placer exige una estilística y una poética; su cólera clama, su culmen declara, nos aclara lo oscuro de lo claro, nos colma y calma; amo del amor sin amo nos ama, marginal lo amamos, nos ama; arranca la máscara a todos los poderes, amor subversivo, blasfemo coronado, rompe con el gemido y el grito las formas del mundo en el mundo de las formas. El placer es secreto, ácrata y crítico, liberal, liberador libertino; desconoce la culpa y libera la irreductible inocencia del relámpago. Eros diligente dimana digresivo, dilogia y dimensión, pecado y virtud, ni dilata o delata, no dimite si denota el dilema, lo dinamiza, lo connota; demente lo mienta y aumenta, modalidad de la mente; Eros inventa la verdad que comenta, transgrede y transfigura, Eros la otra voz de la poesía, pasión y visión, marginal, heterotópica, de este mundo y el otro, otra vez en la misma voz, modernidad y arcaismo; adolescente de todas las edades, de nadie de todos, herética, cismática; Eros esteta de las esquinas, misterio urbano, catacumbas y burdeles, rebelde a la religión y a la revolución, torna al poeta y al amante singular en la imagen de su propia creación. Gonzalo Rojas celebra e incita a meditar el misterio de la carne. La imagen del cuerpo, su aparición somato-psíquica, su euforia orientada hacia el exterior (allopsyché) y su relación interna (autopsyché) esquema (Körperschema) formado in mente, su “apariencia” natural vista desde todos los puntos, Physis, perspectiva y punto de vista. El cuerpo es una invención e inversión de los ojos; si se aleja se agranda, si se aproxima empequeñece; contradice la lógica común de la distancia. La verdad del Logos (ratio y palabra) la compone (música y matemática) como organismo visual, vector de la pulsión escópica. Gonzalo Rojas apunta a una poiesis del exterior / interior. En el hombre, natura significa apetencia, e historia, identidad realizada en tanto Deseo. “Todo regreso es un comienzo“; voy a nacer, me espero al final de mis pasos, entro en mi madre, me asomo al mundo; soy: es más: estoy. El sexo es la parodia física de un acto psicológico anterior al pacto de los amantes, solo posible si lo imaginamos; nada más “construido” que nuestra espontaneidad. Ortega y Gasset hacia 1930 sostuvo la necesidad de estudiar los diferentes estilos amatorios como géneros literarios. Digo, el diálogo de los cuerpos exige un escenario donde se realice el esperpento del deseo y la transgresión, el espectro de una sombra oscilando entre libertad y exigencia estilística que no reduce ni lo monstruoso ni lo ambiguo, sino reconduce Eros a la hora y a la ola analógica de la imagen. El poeta de los ojos fértiles vaticina vaivén y vuelta al erotismo del instante; torna real las imágenes del deseo en el teatro de los signos. Poeta es quien asume la conciencia de esta fatalidad y exigencia. El artista nos exonera de la arenga y el exabrupto, de la artificiosa calumnia de una supuesta lengua vernácula vulgar escrita, inmersa inmensa en los viveros del idioma, breve y brava en la exuberancia visionaria de la palabra viva. La creación de VERBUM CARO, SEXUM EST 87 un idioma es fruto de la lucidez de una cultura; matemática, filosofía y poesía son sus logaritmos superiores; telúrico es un adjetivo, rien de plus Precoz y maestro, aunando sentimientos con dexteridad técnica, Gonzalo Rojas repentino nos revela y desvela a Eros; retruécano y trueque, toca y troca el tropo en el toque, pinta y punto y apunta a la doctrina y así nos hace vivir en la centella de la revelación instantánea. Poesía es Physis, canto que encanta su cuento, más sonido que concepto, poder oír lo que siente; la rudeza verbal la lesiona en su nervio vital; sentir con el oído el intelecto creando. Poeta es quien percibe en el rítmo del lenguaje, el paso sin peso del calor al color, del saber al sabor, id est, la corriente empática que galvaniza las palabras. Un poema es un cosmos creado dentro de un tiempo y su Tempo que tiene su propio tiempo. El poeta no le teme al tema ni al tramo ni a la trama que trema en el extremo; toma lo que tiene, luego crea e inventa, vidente adviene con la palabra al acto. Su biografía adviene al Eros y su tacto al pacto del acto. La metafísica de su palabra desemboca en un estilo que se interioriza en lengua y ésta a su vez en lenguaje; oralidad que huye voluntariamente al dictado y al Diktat de la sintaxis desarmando la escanción del verso; éste en tanto módulo sonoro retrocede frente a la palabra, a la instancia prosaica y popular desintegrándose en balbuceo y deviene tono y tema de un mutismo que solo existe a ser definido como más infernal que ascético: Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones, te turbulentamente besara, mi vergonzosa, en esos muslos de individua blanca... (“Fornicio”) “Parto/ soy, parto seré. / Parto, parto, parto. (“Transtierro”) Hábrase visto tamaño cuerpo de rubia loca en ese bar de Pittsburgh un viernes de humo con fascinación, besando a todos los de la barra, el trasero vuelto hacia nosotros, hurlante la cabellera, viciosillo todo, el escote el jazz viciosillo el espejo. (“Flash”) “Dios quiere dioses, lluvia/ lluvia/ interminablemente llueve lluvia”... Este silencio, empero, no es simplemente afonía estridente de lo inefable, expresión “turbulenta”, a punto de la eterna carencia de la caricia castrante del hombre frente a la distancia de lo divino; eso es aún palabra recogida y recoleta, módulo y 88 ORLANDO JIMENO-GRENDI visión, espiritu sublimado de dos místicos dilectos de Rojas (Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz) surtidor de la conciencia atávica de la propia identidad somática: “Anoche te he tocado y te he sentido sin que mi mano huyera más allá de mi mano, sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído: de un modo casi humano, te he sentido. ... hija de los abismos silenciosa, guerrera, tan terrible, tan hermosa que todo cuanto existe, para mí, sin tu llama, no existiera”. (“Oscuridad hermosa”) Excavar la oralidad del hueso del verso, modular la médula del módulo, moderar modo y medio, paradoxa de un silencio que murmura el trazo verbal misionero del oído y la sonoridad de la escanción laica que cede su sede y sucede al rítmo cóndito del recitar “poetando”, música y verbo, melodía marcada, cadencia, compás y cortejo de “flagelantes medioevales” El Iter reconducente del Eros al misticismo silente de la contemplación pseudo-ascética se acredita de ciertos recursos formales caros a la poesía del Duecento reproduciéndolos sigilosamente en una prosodia pretendida moderna; lengua crítica vulgarizada, frecuentes neologismos y regionalismos, modismos, anáforas reiteradas, verso sincopado, obscenidades triviales; reminiscencias inconcientes de algunos soliloquios de Jacopone da Todi (Ver el estupendo artículo de Cristina Sparagana). Cierto, Rojas en su arte confiere un semblante lógico a ciertos éxtasis místicos-mediúmnicos, practicando una dicotomía entre voz pensante del autor y recitante del poeta: ¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla qué es eso: amor? ¿Quién es? La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es sangre furiosa cuando entro en ella hasta sus últimas raíces? (“¿Qué se ama cuando se ama?”) ¿Cómo no ver en acción la estructura esquizotópica de la Spaltung? Desdoblamiento, separación, visión doble que supera la estrategia creativa articulándola en un conflicto ético, cuya pulsión escópica mana de un surtidor de ceremoniales complusivos VERBUM CARO, SEXUM EST 89 y subtensos manteniendo la distancia del propio Ego: “¿por qué dos/ y no uno si el pacto/ es una sola piel?, ¿no será que ella por esquiza es dos? (“Dos espejos”) Más aun: vejez de los párpados abajo, pescado sin océano ni/ nada que nadar, contradicción siamesa de la figura de las hermosas desde el/ paraíso” (“La palabra placer”). Al fondo de esta voluntad poética desvinculada del Sujeto, se oculta el deseo orgiástico de huir de la muerte a través de ritos dionisíacos que, allende el instante sacrificial celebratorio, desembocan inevitables en la fusión cósmica. Muerte y pulsión tanática suicidaria configuran el rostro banal del amor, degradante álter ego de lo divino frente al cual el impulso sexual como flujo vital se desarraiga, desgasta y disgusta en la nimia nada. Eros sublima esta caza del caos; empero sufre la desilusión del inexorable binomio: ”Fratelli a un tempo stesso, Amore e Morte/ Ingenero la sorte/ Cose quaggiu si belle/Altre il mondo non ha, non han le stelle...” Terrible y decisivo; desencanto y decadencia duplicado en tiempo en hora en época: “Amaro e noia/La vita altro mai nulla; e fango è il mondo”... ”Poter che, ascoso, a comun danno impera,/ E l’infinita vanita del tutto”... (“A se stesso”, Canti, Leopardi). Citemos una cita: “Il sempre sospirar nulla rileva” (Petrarca). Si un estilo es la exageración de un temperamento, Leopardi y Gonzalo Rojas al proponer una estética y estilística del sentimiento superan una contradictio in adjecto, originarios ambos del pesimismo romántico de prosapia germana, tensión que pasa por el arco de Novalis a Nietzsche, ya in nuce en la esquizofrenia y angustia nuestra. La modernidad contiene todos los rasgos psicóticos anticipados por Kleist y Hölderlin, luego amplificados en la tecnolatría de la masa confusa. El neurótico, hombre-promedio, consumado consumidor consumido, padece sus obsesiones; el creador las asume y consume, se posesiona y posiciona; las convierte en obras. La hostilidad del grupo, la turba y la horda televisiva, o su indiferencia al arte, es el corolario de la soez escisión de la mente moderna; condenarse a la soledad promiscua de la muchedumbre urbana, prisionera en su celda planetaria. Poeta es aquel que cómplice de su fatalidad escribe en esta tierra baldía, bajo el imperio de lo ineluctable, así perseguido o ignorado advenido al acto de la disidencia, pasea su bella desenvoltura por la creatividad de su crítica. Gonzalo Rojas, como Huidobro, incluye al interior del acto creativo el acto crítico; disidencia a valores de lengua estereotipada. Ambos exploran la fisonomía fonemática de la escritura. Por el idioma se llega a ellos y si queremos entenderlos hay que oírlos. Poetas de la subversión linguística, su creatividad somete a prueba la moral amatoria pública y la autoridad 90 ORLANDO JIMENO-GRENDI de la tradición, explorándola hasta extremarla en la modernidad. Así entendemos el epíteto de barroco para el primero y creacionista para el segundo. Así la circunstancia vital ortegueana, o el ser-en-situación sartreano, inmersos en la opósita coincidencia Amor/Muerte, se salva y redime por la dimensión metafísica que “sacraliza” vía la metáfora la urgencia profana. Se dice de Rojas lo que se dijo –y se dice– de Neruda; poetas del amor; sí, empero el primero más concentrado en la noción de Eros como Anguita y Huidobro, más tenso e intenso en el lenguaje, a la inversa del torrente nerudión –río que durando arrastra barro intrauterino, geologia fermentando, planeta errante donde a veces germina la gema rara y preciosa– mayor la variedad femenina “eléctricas doncellas, prostitutas, vivas, muertas, sáficas, prosaicas, verdaderas, falsas, multiforme sucesión” (Ver Ignacio Valente). El registro se amplía; de lo sensual a lo religioso vía la antropología social. Intensidad no es expansión; Eros religa fases del mito Amor y la doble llama apuntando a la cosmicidad del fenómeno. Del mito al sujeto, el deseo como destino se confunde desde los románticos y Baudelaire pasando por los surrealistas y nosotros con la poesía misma. Apetito vital y ansia de morir, muervida, palabra encarnada y despojada, transcurre recurrente, óptica obsesiva, forma fatal de nuestra libertad mortal y precaria, predice, contradice y conduce la voluntad de representación mudanal (Schopenhauer nuestro ancestro). En el teatro de los signos, la imaginación, diseño y designio asigna el deseo al movimiento, torna “real lo imaginario e irreal la realidad” (O. Paz) El sujeto-deseante se desplaza con el objeto-deseado. Eros es deseo; metamorfosis de imágenes que pueblan la realidad: ¿su punto isotópico?; el amor. Mortal el deseo de amor, más que del amante, el más amado deseo deseado deseante, despliega en torno al sujeto su irradiación; por él se inventa al Otro y su Otredad y su otra edad adviene. Soy; mi existencia depende del deseo ajeno, en él y por él me realizo, es más: estoy. Eros es energía, mana, impulso del mundo, persona es identidad, surtidor psíquico de esa fuerza elemental y cósmica; el deseo se mueve con ella y nos conmueve. ¿Qué distingue al poeta?, sus experiencias innatas, dice Baudelaire; razón, sentido, imaginación. El poeta vive y da cuenta del tiempo interior y su vivacidad; la perfección del instante, su instinto distante y distinto, su pausa y su prisa, su presente o su resurrección, el sabor del saber en el minuto sorprendido: Hoy es el ahora en la hora del siempre. Si todo presente es perpetuo Eros nos erosiona, somos su colmo y su culmen, su clamor y su cólera. La palabra poética esta unida al poeta y su experiencia; tiempo dentro de tiempo, el lenguaje habla a través del poeta. Gonzalo Rojas nos enseña, id est, muestra y demuestra el des-aprendizaje del oído; leer oyendo el poema con otros ojos: lo que éste es de veras; microcosmos mítico, alli donde la metáfora impone su economia libidinal, la sensualidad de su gesto vital. Eros es este equilibrio vertiginoso; VERBUM CARO, SEXUM EST 91 Gonzalo Rojas lo ilumina; el cuerpo, el amor en el espacio múltiple de la lógica vital metamorfoseada en idea de la forma devolviéndole a la metáfora su misión de mito en miniatura. Gonzalo Rojas desde su visión del cuerpo crea su imagen táctil, si bien imaginada, no por ello invisible, más bien por eso mismo, corporizada desde todos los puntos de vista, hasta la vista de todos los puntos. Su erotismo es sinestésico; visual con los oídos: oír el lenguaje para ver su figura; la metáfora inaudita deviene palpable con los ojos. Rojas como Paz, en su poética del poema sugiere de facto el pacto entre accidente y previsión aventura y orden; modus vivendi de la semántica y la analogia. Así oír y ver devienen verdades en la perspectiva del Ser. G. Rojas incita a ver el mundo como cuerpo en movimiento y el cuerpo en su mundo es su representación; vertiginoso en su existencia, momentáneo en su eternidad. Definir como “místico” el erotismo de Rojas significa adoptarlo y adaptarlo a una taxinomía; adecuada y arbitraria simultáneamente; el autor rehúsa toda otra aproximación metafórica del misterio del sexo. Si aceptamos el sexo como ceremonia simbólica del caos, enigma en equilibrio entre Vida/Muerte; la primera como instancia procreativa, propia del mitema genético, ente biopsíquico femenino, y muerte como autocastración sacrificial, el proceso erótico tórnase suceptible de una interpretación religiosa, no tanto vinculado a la noción de credo tradicional, cuanto determinado por el eterno conflicto entre tierra y vacío, individuo y nada, sonido y silencio, ser humano e indescifrable entidad numinosa revelada como inexhausta diléctica centrada en la antítesis: presencia/ausencia. En este contexto la accesión sacra brotada del sentimiento de pérdida o privación, semejante a aquella nostalgia de Dios que Dante atribuía a los condenados del limbo, se articula espontáneamente a través de un diagrama de módulos estancos, ligados al ejemplo hagiográfico. El místico se identifica con la voz creativa, el poeta deviene santo, la inspiración, pánico o extravío, el delirio amoroso, sentimiento convulso de la reparación de la divinidad. La poesía deviene soliloquio en éxtasis. Las palabras devotas atraviesan el doble sentido hasta el trasfondo sexual; de amar el verbo al verbo del amor, el decir de amor deviene decir de la carne; Dios deviene ídolo, culto, fetichismo, contaminada cotidianidad: Pertenezco al Templo, me dijo soy Templo. No hay Puta, pensé, que no diga palabras del tamaño de esa complacencia. 50 dólares por ir al otro Mundo, le contesté riendo; o nada. 50, o nada. Lloró convulsa contra el espejo, pintó encima con rouge y lágrimas un pez: -Pez, acuérdate del pez. (“Qedeshim qedeshoth”) 92 ORLANDO JIMENO-GRENDI Si afirmamos que en el soliloquio de impronta religiosa y el verso devocional se puede por reprobación confinar con la expresión profana, Gonzalo Rojas opera el proceso inverso; el estilo provinciano, popular e incluso goliardesco de “Carmina Burana” se sublima veladamente asumiendo gradualmente los tonos mayores de alusión sagrada: “Vuestra soy (dice Sta. Teresa de Ávila) gime con gemido en su éxtasis, para vos nací, ¿qué mandaís hacer de mí?”. Ciego de su olor, beso entonces un aroma que no olí en mujer:- “Guárdame–irrumpo arterial– esta leche de dragón hasta la Resurrección en la tersura de tu figura de piel, clítoris y más clitoris en el frenesí de la Especie. No haya mortaja entre nosotros”.... A lo que la posesa:- “Ay cuerpo quien fuera eternamente cuerpo... (“3. Fascinación”)2 Osemos el desplazamiento del esquema ascensional bachelardiano al poeta chileno; eje vertical que de la tierra conduce al cielo, del cuerpo a la mente, monta y menta con el espiritu en pos de la beatitud extática. Aun así, este estado de gracia mana de la maceración carnal y de la conciencia que desvasta y desviste la vista que revisa, rebasa límites y conlleva, como en los místicos o Dante, propios del Stil Novo una connotación positiva subyacente al concepto de salvación y al rol casi mariano de la mujer amada. La lucidez tiene un precio propio al desahogo poético; la emergencia del drama existencial al asumirse como en la conciencia de la percepción fenomenológica, la dimensión erótica complementaria del precario existir humano; sometido al enfrentamiento con una inasequible deidad de la nada, así el amor condenado a adular y adulterarse en el fetichismo y la idolatría. A este punto todo conduce la secuencia mental a postular la muerte como única salida. Ella; presión tanática, opuesta al Eros y al Bios, subtensa al mito genético, allende a toda predeterminación, opción catártica purificando con fuego la imagen extraviada de la mujer que el dato crudo y craso desvía de su ciclo lunar: 2 Ver Art. Cr. Sparagana, precitado. VERBUM CARO, SEXUM EST 93 Un coro de rameras te velaba de rodillas, oh hermosa llama de mi placer, y hasta diez velas honraban con su llanto el sacrificio, y allí donde bailaste desnuda para mí, todo era olor a muerto. (“Perdí mi juventud”) Se confirma así, fuera de cualquier nexo interpersonal y heterosexual la sólida aun cuando disgregante diléctica con Dios; éste como negación y asentimiento simultáneos del perpetuo postrarse de la especie; Dios como mujer andrógina, como el becerro de oro, como ídolo, como “animal religioso”. El erotismo “desviado” representa la génesis y la poesía en su aspecto narrativo y celebratorio global en el mensaje evangélico, el verbo que encarna en un arco de tiempo indefinido, en el despojo enigmático del rítmo y la rima, arrastrando al lector o ”auditor” a la fe antecrística en la paradoxa: A bajar, entonces, áspera mía ánima, con la dignidad de ellas, a lo gozoso del fruto que se cierra en la turquesa de otra luz para entrar al fundamento, a sudar más allá del sudario la sangre fresca del que duerme por mi como si yo no fuera ése, ni tu fueras ése, ni interminablemente nadie fuera ése, porque no hay juego sino uno y éste es el uno: el que se cierra ahí, pálido los pétalos de la germinación y el agua suena al fondo ciega y ciega, llamándonos. (“Papiro mortuorio”) Cito y recito: “L’arte di Rojas consiste propio in questo: nell’aver saputo conferire un risvolto logico e razionale, per non dire filosofico a certi trasporti mistici di natura medianica, nell’aver stabilito una sorta di dicotomia tra la voce pensante dell’autore e quella “recitante” del poeta” (C. Sparagana). Siento y pienso, glosa y gracia: “¿Qué se ama, cúando se ama?” Amado amante amando; admirable admirada admirando; C. Sparagana precisa distinta distancia, sin énfasis, infinita, infinitesimal, media y nos mide; del acento al sentimiento, del percepto al concepto, del poeta-pensador al filósofo-artista, de Leopardi a Nietzsche, Rojas al rojo vivo vive Maese del matiz meditativo y mester mayor; su voz danza en la sombra de una sílaba y redime al hombre en el Eros Ludens de los dioses. Arcueil, 27-05-08 94 ORLANDO JIMENO-GRENDI BIBLIOGRAFÍA CITADA Bachelard, Gaston. L’air et les songes. Paris: Librairie José Corti, 1943. Bataille, Georges. El erotismo. Barcelona: Tusquets, 2002. Dante. Vita Nuova. Milano: Ed. Garzanti, 1984. XIX, pp. 29-30-31-32. Leopardi, G. Canti. Milano: Rizzoli Ed., 1981. Amore e Morte, A se stesso, Palinodia al Marchese Gino Caponi (Il sempre sospirar nulla rileva). Ortega y Gasset, José. Estudios sobre el amor. Madrid: Alianza Editorial, 2002. Ortiz, Hilda. “Conversando con Gonzalo Rojas”. Chasqui XVI: 1 (Provo, Utah, febrero 1987): 13-18. Petrarca. Trionfi. Milano: Rizzoli Ed., 1953. Rojas, Gonzalo. Obra Selecta. Santiago, Chile: Biblioteca Ayacucho. F.C.E., 1999 (Biblioteca Ayacucho, 212). Sparagana, G. R. Cristina. “La poesia erotica”. Poesia Anno XVI: Nº 17 (Milano, marzo 2003). Valente Ignacio. “Erótica y Retórica de Gonzalo Rojas”. El Mercurio (Santiago, Chile, 22-11-1992), Suplemento. RESUMEN/ABSTRACT Este articulo, vertebrado en una fenomenología lírica de la imagen poética, escrito en una prosa interpretativa del acto crítico en el creativo, apunta a establecer el ineluctable nexo entre Eros y Thanatos, el cuerpo y el alma, lo sagrado y lo profano. Estos temas son inherentes al mito y la metáfora, en tanto conforman la genealogia de una retórica erótica y estética reconocibles en Gonzalo Rojas y cuyo origen se encuentra en la po-ethica y en la mística de Georges Bataille. PALABRAS CLAVE: Gonzalo Rojas (1914), Georges Bataille (1897-1962), Eros, Thanatos, imagen, cuerpo, deseo, alma, sexo, metafísica, mito, metáfora. VERBUM CARO, SEXUM EST This paper based on a lyrical phenomenology of the poetical image, written in a learned prose dealing with the critical and creative act, aims to establish an indisputable link between Eros and Thanatos, body and soul, the sacred and the profane. These themes are inherent to the function of myth and metaphor in that they constitute the genealogy of an erotic rethoric and aesthetic in Gonzalo Rojas the origin of which can be traced back to the po-ethics and mysticism of Georges Bataille. KEY WORDS: Gonzalo Rojas (1914), Georges Bataille (1897-1962), Eros, Thanatos, image, body, lust, soul, metaphysics, myth, metaphor. Recibido el 3 de junio de 2008 Aprobado el 30 de julio de 2008