Apuntes sobre un nuevo movimiento obrero Sindicatos y consejos de empresa Por Ruth Werner y Facundo Aguirre En Neuquén los obreros de Zanon, desarrollan una experiencia original de autodeterminación: el surgimiento de una nueva organización de coordinadores de la producción, comisión interna y sindicato. En esta nota daremos cuenta de estos nuevos elementos de calidad con relación a la clase obrera que esta experiencia depara, en el sentido estratégico de la lucha por un estado de los trabajadores. Democracia industrial Los obreros de Zanon llevan más de un año de ocupación y ocho meses de producción sin patrones. Al ritmo de esta experiencia constituyeron un nuevo tipo de institución: la reunión de coordinadores de la producción, comisión interna y sindicato. Los coordinadores son votados por la base y representan a los diferentes sectores y tareas de la planta industrial. Al mando de la empresa, los obreros aplicaron -en el plano de la producción- el mismo método de organización y democracia directa con que encaran la lucha. Así “en determinado momento las fallas (material de 2° y 3° calidad) eran muchas y entonces lo resolvieron...en asamblea. Realizaron una jornada de debate sobre todo lo inherente a la producción y su planificación: los horarios, las guardias, el régimen interno, los niveles de producción, los descansos y francos, etc... Días antes habían realizado la primer reunión conjunta entre los dirigentes sindicales, los delegados y los coordinadores...Toda resolución es tomada en asambleas, además semanalmente deben bajar un informe de lo producido y vendido...” [1] La nueva organización permitió proyectar un esquema mensual para incrementar la producción, base para avanzar en los proyectos políticos, como la incorporación de nuevos trabajadores que provienen del movimiento piquetero o emprendimientos para la comunidad. Los obreros hacen así una escuela en el terreno de la planificación, opuesta a la norma capitalista de maximizar ganancias y minimizar costos. Producto de la imaginación e iniciativa obrera nacieron ideas como la línea Mapuche, la cooperación con los ingenieros y estudiantes de la Universidad del Comahue o la escuela de oficios que funciona en la fábrica. En el nuevo organismo se integraron los distintos sectores que representan al colectivo obrero (sindicato, comisión interna y coordinadores) unificando las “tareas de producción” y las “políticas”. Porque al mismo tiempo que se debaten las funciones del proceso industrial, se impulsan las acciones que tienen que ver con el desarrollo de la Coordinadora del Alto Valle, y la relación con otros movimientos de lucha y la difusión de sus ideas en la población. Esta organización se asemeja a lo que en la historia de la lucha de clases se conoce como consejo obrero de fábrica. Estos consejos, como los surgidos en la Europa de los años „20 [2], nucleaban a todos los trabajadores de una empresa (afiliados al sindicato o no), reflejando la estructura misma de la fábrica. Funcionaron mediante la elección democrática de delegados revocables. Estos comités resolvían sobre todos los problemas de la vida obrera, ejerciendo la democracia industrial. Aparecieron en momentos de auge revolucionario de la clase obrera, donde se generalizaron, planteando, de hecho, la emergencia de un poder dual -aun embrionario- al nivel de las unidades de producción Aunque la situación de los trabajadores argentinos, no es aún de ascenso, la experiencia de los ceramistas tiene el valor de expresar una tendencia obrera y anticapitalista, nacida en el nervio mismo de la producción, y que pone en evidencia la potencia de la democracia obrera para conquistar la unidad de los trabajadores. Muestra una vía posible, para la articulación de un nuevo movimiento obrero, que aunque fragmentado, golpeado por la desocupación y la crisis económica-social y la traición de la burocracia sindical, está dando sus primeros pasos en la convulsiva lucha de clases argentina abierta con las Jornadas de Diciembre. Consejo de empresa y sindicato Los marxistas reconocieron en el consejo de empresa una superación de la organización sindical clásica. Ésta, por su función, se instituye para defender las reivindicaciones específicas y corporativas de los trabajadores de un gremio. A tal fin, reconoce, la soberanía del estado y el carácter de mercancía de la fuerza de trabajo. Mientras que el consejo de empresa, representación directa de los productores agrupados en el proceso de trabajo, ejerciendo el control obrero de la producción, se constituye en abierto cuestionamiento a ese orden, al capital y por esa vía al estado burgués. El salto de la estatización de los sindicatos en la década del „90, el compromiso de su burocracia dirigente con las políticas patronales y la enorme fragmentación de la clase trabajadora entre ocupados y desocupados, efectivos y contratados, nativos e inmigrantes, plantean la necesidad de organizaciones que unan las fuerzas de los trabajadores. La recuperación de los sindicatos y las comisiones internas actuales es una tarea fundamental para poder avanzar en esta perspectiva. Liberadas de la burocracia, estas organizaciones, pueden desbordar los límites del sindicalismo, para transformarse en auténticas instituciones que den cabida al conjunto de la masa obrera en su lucha contra la burguesía y el estado. En el caso de los ceramistas de Neuquén, conquistaron un sindicato clasista y una comisión interna de iguales características, que permitió el libre desarrollo de la iniciativa obrera impulsando esta nueva organización, hermanada a los históricos consejos de fábrica. La importancia de esta institución reside en que puede convertirse “en el estado mayor para la entrada en combate de capas de la clase obrera que los sindicatos son habitualmente incapaces de movilizar” [3]. La experiencia de Zanon muestra esta posibilidad. La unidad con los piqueteros del MTD local, que fueron parte de la guardia obrera que enfrentó a la burocracia de los Montes y a sus carneros, ya es un avance concreto. Las demandas de estatización y control de los trabajadores y de un plan de obras públicas, levantado por el SOECN, fueron claves para afianzar esta coordinación. Junto a ellos y otros sectores en lucha, docentes y trabajadores de la salud, constituyeron la Coordinadora del Alto Valle, planteando una tendencia a superar la división corporativa, por gremio y movimientos sociales. La Coordinadora, aunque todavía esté limitada a una alianza en la lucha y a sectores de la vanguardia, ya muestra su potencialidad. De masificarse, su efectividad residiría en que es una institución radical de los trabajadores de la industria, la que inspiraría al movimiento obrero y popular regional. Antagonismo con el Estado El pensamiento marxista ha valorado al consejo de empresa, en los momentos de ascenso revolucionario, como una institución donde “...la clase obrera se constituye en cuerpo orgánico determinado, como célula de un nuevo estado, el estado obrero, como base de un nuevo sistema representativo, el sistema de los consejos” [4]. La herencia revolucionaria, ha decantado una búsqueda permanente de la iniciativa creadora de la clase obrera, en la lucha por su liberación. Así, como balance de las revoluciones de 1848 Marx afirmaba que los trabajadores no habían conquistado su emancipación pero sí las bases de la misma al trazar la lección política de la independencia del proletariado frente a la burguesía, como condición para el desarrollo de la moderna lucha de clases. El revolucionario alemán daba cuenta de que el impulso del proletariado choca con el conservadurismo de la burguesía pero su inmadurez -subjetiva y objetiva- le impide desarrollar una vía revolucionaria propia en ese período. Siguiendo la misma línea de razonamiento, va a ser frente a la Comuna de París en 1871, surgida de la insurrección proletaria, que los marxistas la valoraron porque “realizó el intento de desbaratar y destruir hasta sus cimientos el aparato estatal burgués..., sustituyéndolo por una organización de masas, de autogobierno de los obreros” [5] La primera revolución del siglo XX, ocurrida en Rusia en 1905 va a instituir al soviet o consejo como la creación original de las masas que buscan darle forma al gobierno de los trabajadores. Dicha institución era la organización que unía las masas y la huelga política como instrumento de su acción revolucionaria. La misma impactó de forma tal en el ala izquierda de la socialdemocracia que la revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo verá en el soviet, el organismo de masas por excelencia, fruto de su espontaneidad, capaz de romper los límites estrechos del sindicalismo y el naciente reformismo con que los socialistas alemanes pretendían encorsetar la lucha de clases. La revolución rusa de 1917 ve renacer al soviet como la institución de masas revolucionarias, que une a obreros, soldados y campesinos, llamada a reemplazar a la maquinaria estatal heredada del zarismo, fundando el primer estado de los trabajadores sobre la base de estas organizaciones. El triunfo de Octubre contagió al proletariado europeo y vio en las revoluciones húngara, alemana, y en el auge de masas italiano, la formación de organizaciones de tipo soviéticas en el caso de Hungría y Alemania, y de formas presoviéticas como los consejos de fábrica turinenses. A este respecto cabe señalar que el consejo de fábrica expresaba la tendencia de los obreros a romper con el capital, a partir de las mismas unidades de producción, a diferencia de los soviets, concebidos como un frente único de las masas para la lucha política y el ejercicio del poder, articulación de la hegemonía de la clase obrera con sus aliados en la lucha contra el capital. Esto es de vital importancia. Bajo el capitalismo, el obrero es un instrumento de producción. Si éste toma conciencia de su realidad, de su potencia, para ponerla “como base de un aparato representativo de tipo estatal (es decir, no voluntario, contractual, por afiliación, sino absoluto, orgánico, que contemporiza con una realidad que es necesario reconocer si se quiere tener asegurados el pan, la ropa, el techo, la producción industrial), si la clase obrera hace esto, realiza un acto fundamental, inicia una historia nueva...” [6]. Así, del seno mismo de la fábrica, desde el consejo surgía una institución irreconciliable con el capitalismo, donde los obreros realizan una experiencia de autodeterminación y administración, de dirección y planificación. Sin embargo, los consejos limitados al terreno de la fábrica, mostraron sus límites para resolver el problema de la hegemonía sobre el conjunto de las clases explotadas y hacer efectiva la toma del poder. En este sentido la historia nos deja importantes enseñanzas. Una de ellas es que cuando las masas se autoorganizan se quiebra el monopolio del poder por parte del estado y se plantea de forma decisiva la necesidad de una revolución para imponer un cambio radical en la sociedad. Otra conclusión es que en el proceso de autodeterminación, la clase obrera, con sus organizaciones de lucha -sindicatos revolucionarios y consejos- debe desarrollar su hegemonía incorporando a sus aliados. La organización por excelencia para tal fin es el consejo entendido en su acepción soviética. Pero el consejo de fábrica muestra el inicio de la ruptura revolucionaria de la clase obrera y de un camino para el surgimiento de instituciones de poder obrero y popular. Consejo y empresa capitalista En el cuadro de la situación argentina, no podemos afirmar que la generalización de organizaciones autónomas como la surgida en Zanon, sea la tendencia que predomine en la lucha de clases futura. Sin embargo, para los socialistas revolucionarios es de importancia estratégica comprender su significado. Para entender esto, hay que comprender que la lógica de mando y funcionamiento del sistema capitalista, se basa en la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación privada del producto social. La moderna empresa capitalista es un colectivo más complejo que ya no se define solo por su funciones productivas sino también por las tareas técnico-científicas, intelectuales, comerciales, comunicacionales y financieras, que han dado origen a un nuevo asalariado, que acompaña en su suerte al obrero industrial y es parte constitutiva de la clase obrera, es decir una masa humana que debe vivir de la venta de su fuerza de trabajo. Esto obliga a pensar al consejo de fábrica como un consejo de empresa, y a las articulaciones internas que permitan recomponer la unidad y la fuerza de la clase trabajadora. La aparición de una organización autónoma de estas características en Zanon es un elemento de calidad y subversión, que los obreros ceramistas aportan como camino a las nuevas generaciones obreras y a los movimientos que instalaron en la Argentina, gérmenes de democracia directa y organización independiente, como las asambleas barriales y los movimientos piqueteros combativos. La cuestión del poder Desde las jornadas de Diciembre viene cobrando importancia el debate sobre la “cuestión del poder” y su relación con la democracia directa y la autoorganización de las masas. De la coordinación, masificación, y organización de la clase obrera y el pueblo en lucha, podrán surgir las instituciones del nuevo poder, en el que se base el futuro estado de los trabajadores. En este sentido valoramos la experiencia que inician los obreros de Zanon, como una vía para que el movimiento obrero, avance en la autoorganización y la unidad con el pueblo. Muchos militantes sociales, como los que reivindican el autonomismo, aprecian la experiencia de Zanon y de la gestión obrera. Ven en esta última un acto de autovaloración popular base de relaciones sociales más solidarias. Reconocer esto es un gran paso pero resulta insuficiente. Porque se lo desliga de lo esencial, el germen de poder subyacente en este tipo de organización, que anticipa un nuevo orden social incompatible con el dominio capitalista. Para estas corrientes tener una estrategia de lucha por el poder, degeneran las posibilidades de transformación. Ponen el acento en la autonomía pero limitada a un desarrollo autogestionario, por fuera de la lucha política contra el estado burgués, al que ignoran. Así, reducen las formas de autoorganización que crean las masas a un papel de gestión y niegan, en última instancia, la revolución como medio para quebrar el viejo orden, dislocar la fuerza de choque del estado, imponer un nuevo gobierno, que se apoye en el poder de organismos autónomos de los trabajadores y el pueblo pobre, que incorporen a las masas explotadas y oprimidas, a las decisiones en todas las áreas de la vida social, política y económica. Los espacios de democracia directa conquistados luego de diciembre, son expresión del cambio de las relaciones de fuerza entre las clases. La crisis del viejo régimen y de la burguesía, planteará -tarde o temprano- la necesidad de nuevas acciones revolucionarias, hasta derrocarlos. De no ser así, serán las clases dominantes las que impongan su salida de fuerza. La estrategia de la construcción de un partido de trabajadores revolucionario está ligada a la perspectiva del desarrollo de la autodeterminación de las masas y a un programa para el triunfo de la revolución socialista. En esta perspectiva, la hegemonía política, social y cultural de la clase obrera, es una cuestión clave, que merece la reflexión teórica profunda de todos los militantes obreros y populares, en particular de los marxistas. Mientras tanto, la defensa y extensión de la experiencia de los obreros de Zanon es una tarea de primer orden para todos los luchadores. Notas [1] La Verdad Obrera, Edición Neuquén, Nº1 [2] Para citar solo un ejemplo histórico, podemos referirnos al movimiento italiano de los consejos obreros en la ciudad de Turín en los años 20, durante el ascenso revolucionario europeo que sacudió ese continente luego de la victoria de los soviets rusos y el Partido Bolchevique. Según cuenta Antonio Gramsci “Los partidarios de Ordine Nuovo propugnaron en la primera línea de su propaganda la transformación de las comisiones internas y el principio de que la formación de las listas de los candidatos procediera del seno de la masa obrera y no de las cimas de la burocracia sindical. Las tareas que tales partidarios asignaron a los Consejos de fábrica fueron el control sobre la producción, el armamento y la preparación militar de las masas, así como la educación política y técnica (...) (Antonio Gramsci. El movimiento Turinense de los consejos.) Esta política fue tomada con fervor por las masas trabajadoras que en seis meses constituyeron consejos en todas las fábricas y talleres metalúrgicos. Los comunistas obtuvieron la mayoría en el sindicato del metal, también se aprobó el control obrero de la producción. La burocracia sindical no quisieron reconocer a los consejos ni los comités, pero estos obtuvieron avances importantísimos. “Los Consejos de fábrica echaron pronto raíces (...) aplastaron a los agentes y espías de los capitalistas, establecieron relaciones con los empleados y técnicos con objeto de conseguir informaciones de índole financiera e industrial; en cuanto a los asuntos de la empresa, concentraron en su manos el poder disciplinario y demostraron a las masas desunidas y disgregadas lo que significa la gestión directa de los obreros en la fábrica. (ídem) Durante las huelgas la actividad de los Consejos y de las comisiones internas se manifestó con el máximo de claridad. Llegaron hasta el extremo de conseguir en cinco minutos la suspensión del trabajo en 42 secciones de la Fiat. En diciembre de 1919 los Consejos de Fábrica movilizaron sin ninguna preparación previa, en el curso de una hora, ciento veinte mil obreros, encuadrados por empresas. El “camino ruso” a los soviets pasó por el levantamiento revolucionario de las masas contra el régimen autocrático en condiciones de dura represión y escasas libertades de organización previa- en el curso del cual deben crearse rápidamente nuevas organizaciones de combate reconocidas por las amplias masas. El “camino italiano” se forma en la lucha al interior de las fábricas sobre la base de la organización sindical previa, rebasa rápidamente los límites “normales” del sindicalismo y se eleva al enfrentamiento de clase con los capitalistas y el Estado. [3] León Trotsky, Programa de Transición, 1938. [4] Antonio Gramsci, El Consejo de fábrica. L’Ordine Nuovo. [5] Lenin, Tesis sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado. [6] Antonio Gramsci, El Consejo de fábrica. L’Ordine Nuovo.