24 9 771578 251002 24 Revista asturiana de teatro. N.º 24. Septiembre de 2008. 5 € La Ratonera La Ratonera Septiembre 2008 ISSN 1578251-4 Julio Rodríguez Blanco Texto: Cuenta atrás de Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Encuentros en el Escorial Circo, danza, zarzuela Sumario La Ratonera Revista asturiana de teatro N.º 24. Septiembre de 2008 Dirección Roberto Corte, Pedro Lanza Redacción Francisco Díaz-Faes, Boni Ortiz, Eva Vallines, José Luis Campal Edita ORIS Teatro Av de La Vega 67, 2º 33940 El Entrego (Asturias) Teléfono: 652869861 [email protected] Recepción de artículos y correspondencia Av de Portugal 9, 3º D 33207 Gijón (Asturias) [email protected] Correctora Eva Vallines Diseño y maquetación Pedro Lanza Foto portada Performance de María AA ISSN: 1578-2514 Dep. Legal: AS-4093-2000 Impresión: Ápel (Gijón) Este número se realiza con la colaboración de: 3 4 9 17 20 22 24 26 28 31 34 36 38 40 47 52 53 55 57 90 96 98 102 110 117 122 124 126 128 130 135 139 140 142 Editorial: Julio Rodríguez Blanco Desde la muerte de Julio. F. Díaz-Faes y Etelvino Vázquez De Chueca a Valle-Inclán. Etelvino Vázquez El ‘método’ Chueca. Aurelio M. Seco Los entremeses. Roberto Corte ‘Mobbing’ con cafeína. Pedro Lanza ‘Y un poquito perejil...’. P. L. Inmenso error. P. L. Ejercicio de la posibilidad de hacer. P. L. Lena: teatro de calle y batalla global. Francisco Díaz-Faes Éxito con precedentes. Néstor Villazón II Encuentros de FETEAS. Boni Ortiz ¿Hasta cuándo? Roberto Corte La papelera de Eurípides (XI). J. L. Campal Fernández Dudas en ‘El burlador de Sevilla’. J. L. Campal Fernández Arturo Castro Orígenes de ‘Cuenta atrás’ ‘Asilo. Una vieja institución’. Paco Zarzoso Texto: Cuenta atrás. Antonio Cremades y Pedro M. Kroebel Dramaturgia española contemporánea. Eva Vallines “Mi última gran influencia fue Pinter”. R. C. ‘Los intereses creados’, en Gijón. J. L. Campal Fernández Medio siglo del ‘Soñador’ de Buero. J. L. Campal Fernández “Bajo los adoquines la playa”. Miguel Ángel López Vázquez Drama, política y protesta. J. S. Bottaro Un hombre es un hombre. R. C. Un otoño maduro. Adolfo Simón I Encuentro de revistas en Cangas. R. C. Festival Lazarillo-Manzanares. Cecilio Amores García Circo: Empatía entre hombre y caballo. F. Martín Medrano Danza: Solos para un espacio en blanco. Venancio J. Mayo Cartas Pedagogía del musical. F. Martín Medrano Libros y revistas Editorial Julio Rodríguez Blanco J 24 La Ratonera / 13 21 78 70 2 $POMBDPMBCPSBDJØOEF a muerte de Julio el pasado 28 de junio supone para el teatro asturiano una pérdida que va más allá de las relaciones personales y de la generosidad con que solía obsequiarnos. Su relación con el teatro, primero como director del grupo del Ateneo de Oviedo a finales de los años 60, y después como crítico y cronista de la revista El Público, lo convierten en un componente significativo de nuestra historia más reciente. Su condición de publicista y el reconocimiento de que sus objetivos como divulgador del teatro asturiano son los mismos que alientan a La Ratonera, de ninguna manera habría de dejarnos indiferentes. ulio Rodríguez Blanco comenzó su formación teatral dirigiendo piezas de Sartre, Valle y Jorge Díaz para el Ateneo. Después, el seguimiento de los espectáculos más relevantes del teatro español y sus muchas lecturas, unido a su licenciatura en Historia, lo convertirían en un espectador privilegiado. Como sus preocupaciones artísticas, fundadas en el conocimiento y la prudencia, no cuadraban con la incertidumbre ni con las aventuras y desventuras que impone el ejercicio de la práctica escénica, optó por dedicarse a la enseñanza desempeñando su trabajo como profesor de instituto en Almendralejo y Madrid. Quienes tuvieron la suerte de ser sus alumnos saben mucho del entusiasmo con que impartía las clases. ero la actividad que nos concierne lo sitúa de corresponsal en publicaciones especializadas, principalmente para El Público, la revista del Centro de Documentación Teatral para toda España. Sus cincuenta entradas desde agosto de 1984 a agosto de 1992 recogen lo más significativo del teatro asturiano. Por sus páginas se da cuenta de manera pormenorizada de los estrenos de Margen, La Gotera, Telón 6OJØOEF"DUPSFTEF"TUVSJBT XXXBDUPSFTEFBTUVSJBTDPN P de Fondo, Teatro del Norte, Paparruchas, Quiquilimón, Casona, Teatro Estudio de Gijón o La Galerna, y también de de las jornadas de teatro de Avilés, de los encuentros organizados por el Instituto de la Juventud, de los primeros pasos del Instituto del Teatro o de la política teatral del Principado, sin olvidarse de reseñar los montajes profesionales que se le hicieron a las piezas de Javier Villanueva y Maxi Rodríguez, dos autores representativos de aquel entonces. Es decir, casi una década de actividad reflejada en artículos y reportajes extensos que tenían como principal característica la crítica de análisis, más que de síntesis, alejada en lo posible del posicionamiento apodíctico y de urgencia a que está abocada la crítica periodística. Cualidad y estilo que, por otra parte, estaba muy en consonancia con su discreción y con la idea que tenía de servir al teatro por la vía informativa. unque, desgraciadamente, debido a su repentino fallecimiento, su relación con La Ratonera fue corta –su primera colaboración ya aparece en el n.º 1 pero su participación firme y continuada empieza en enero de 2007–, sus crónicas y reportajes de Madrid y de los festivales internacionales sirven como testimonio de su buen hacer y como muestra del aprecio que sentía por el teatro contemporáneo. Consideraciones que también nos sitúan en un mismo ideario a la hora de reivindicar un teatro que guarde relación con nuestro tiempo. on la desaparición de Julio Rodríguez Blanco nuestra revista pierde al colaborador más cualificado y el teatro asturiano a uno de sus cronistas más distinguidos –fue el mayor publicista que ha tenido nuestro teatro fuera de Asturias–. Es obvio que su ausencia se hará notar porque deja un hueco dif ícil de cubrir. 3 A C Septiembre 2008 L Francisco Díaz-Faes La Ratonera / 24 4 Una lluvia de paraguas más que de lluvia ha despedido a un gran hombre. Arrebatado implacablemente en soledad ha huido para siempre nuestro amigo Julio, el profesor, el historiador, el gran testigo del teatro de casa desde la atalaya de sus destinos profesionales: la larga de Almendralejo (cuna literaria), la de Madrid finalmente. Persona a la que solíamos contemplar a la caída del verano en las jornadas de Pola de Siero o las de Lugones, a veces en las de Avilés, o en el Jovellanos. Hombre de teatro desde las orillas, profundo conocedor de nuestra estirpe regional y la foránea, persona discreta y profundamente risueña, tal vez absolutamente desconocido por su propia generación y mucho más por la actual, ha sido el crítico y sensor de los acontecimientos teatrales de los últimos 30 años de Asturias. Maestro de sutilezas, compasivo, decoroso y humilde, ha dejado gran parte de su mejor trabajo crítico en la añorada revista El Público, que dirigió el también, prematuramente, jovialmente malogrado, diríamos, Moisés Pérez Coterillo. Dos semanas después de su muerte, este verano malvado, las cenizas de Julio José Rodríguez Blanco descansarían definitivamente en el cementerio de San Salvador de Oviedo. Allí estaban unos pocos testigos del teatro asturiano, aparte de su familia más allegada. Apenas dos o tres personas, Etelvino Vázquez su gran colega y compañero, el mismo Roberto Corte y poco más en un desapacible sábado de niebla y orbayu típicamente casero. Y como en el poema “El capitán Montoya”, del romántico José Zorrilla, “apenas pueden los avaros ojos, leer en medio de la antigua losa”. Pues a las escuetas palabras del cura, expresivamente contenidas y teatrales, le seguirá el agradecimiento propio de su hermano, que nos regala un recordatorio y una foto reciente de este hombre de teatro de sonrisa para mí inolvidable. Una inscripción borrada por los años, Que todo, al fin, sin compasión lo [borran. Único resto de opulenta estirpe, Único fin de la mundana pompa, Montón de polvo en soledad yacía Quien hizo al mundo con su audacia [sombra. Y en otra tumba, a la salida nos encontramos con el ruido silencioso y rutinario de los enterradores (como el maestro Socava, según traducción de Moratín, que discute con su compañero en filosófica y tétrica perorata sobre la monda cabeza del muerto bufón de Hamlet). Y que repiten con la normalidad de lo cotidiano, y su origen eslavo encima, la exhumación de los restos, con la calavera en la mano de quien fue una monja hasta hace cuatro años para introducir en una pequeña caja de latón que no me resisto a robar a la luz con una fotograf ía. Haciendo sitio a alguien nuevo que ha de caer en ese pozo de la muerte eterna e inamovible (al menos hasta que haya otro relevo ¡tan mal está el espacio intemporal!). Todo esto me envuelve, para separarme un poco del dolor, en los recuerdos de Julio a quien había tratado siempre en tono colo- 5 Julio Rodríguez, con barba, Etelvino Vázquez, de espaldas y Pili Argüelles, en Oviedo en 1980. de títeres Paparruchas. Pocos días antes Marisa Fanjul, tan abierta siempre a las novedades nos había prestado su academia, donde se formó el Joven Ballet Contemporáneo de Luis Antonio y Emilio Sagi, y que tanto frecuentaba yo en Oviedo, para que hiciéramos nuestro primer ensayo-actuación para las alumnas de danza. Fue la formalización y el primer estreno, después de un pequeño curso que tuteló el magistral grupo de títeres Libélula de Segovia. Acudiríamos con el público en directo en la calle en el mercado del Fontán un domingo, convocando a periódicos y televisiones, que seguramente esperarían algo más, pero que les sonó en ese momento algo exótico y renovador: la primera compañía de títeres en la Septiembre 2008 Desde la muerte de Julio quial (desde diciembre de 1980), pero tan agudo y divertido que habría visto igualmente un valor dramático y teatral a este entorno de marcha final. Y conversamos con Eduardo Méndez Riestra después en un café de despedida y algún amigo, y Telvi. Eduardo ha visto en la apariencia de Julio al propio John Malkovich, aunque yo debo añadir que cualquier personaje de Choderlos de Laclos en Las amistades peligrosas, le serviría para interpretar un papel de esa época, fuera de la maldad del protagonista a quien, es cierto, se le parece tanto. No sé si el poder manipulador del sexo, como en ese Malkovich, cazador-cazado, estaría entre sus apetencias sensoriales, pero sin duda el poder adjudicado al teatro sí lo estaba, siempre. Y ahora aporto un pequeño testimonio gráfico personal: yo había conocido a Julio desde luego en ese comercio electrónico que había en la plaza de la catedral de Oviedo por algún asunto técnico. Mas verdaderamente la primera impresión que tuve de él queda retratada en la foto que presto a La Ratonera y que creo se debe al fotógrafo de Trevías Sergio Villamil Cartavio, que por entonces seguía mis andanzas. Y mis andanzas eran colectivas. Por las navidades de 1980 formalizamos la salida a la luz de nuestro grupo Teatro del Norte, Javier Villanueva, etc. Cosa que jamás vi ni me interesó, preocupaba o quitaba el sueño personalmente. Pero empezaban ya esos ataques de celopatías que toda vez me han causado inapetencia, indiferencia y absoluta sordera profesional. Me propongo ahora releer los artículos de Julio en El Público que descubrí estos días en nuestra colección debajo de una cama que no removía (y cómo estaría) desde hace 5 años. Con motivo de los 25 años de Margen comentaba él en un prólogo al libro conmemorativo que “el balance final de esos 25 años puede resumirse en una palabra: perseverancia”. Perseverancia es la palabra para estos grupos de teatro, para estos profesionales, para él mismo como notario que constata todos esos movimientos estéticos. Julio ha sido un hombre bueno del teatro en Asturias, tangente, cotangente en la geometría de nuestra escena, que como Espronceda el poeta de Almendralejo (donde tanta clase dio nuestro amigo) escribió en uno de sus poemas puede atribuírsele aquello de “Canción de la muerte”: Enseño yo la verdad; Y de la vida y la muerte Al sabio muestro el arcano Cuando al fin abre mi mano La puerta a la eternidad. JULIO RODRÍGUEZ BLANCO, IN MEMORIAM Etelvino Vázquez Conocí a Julio Rodríguez Blanco en 1968. Yo acababa de acceder al teatro en serio (entonces no existía la dicotomía profesional/ amateur) de la mano de Javier Villanueva, que había sido expulsado del Ateneo de Oviedo por su director, Magín Berenguer. Julio Rodríguez Blanco asumió entonces la dirección del Grupo de Teatro del Ateneo. En aquel verano del 68, a imitación de La Barraca lorquiana, yo represento por diferentes pueblos de Asturias con Javier Villanueva entremeses de Cervantes y Casona. Al final del verano Javier se marcha a estudiar a Madrid y yo no tengo más remedio que entrar en el Grupo del Ateneo junto con el resto de los actores que habían salido de allí acompañando a Villanueva: Merche, Luis Miguel… Julio no provenía del TEU, aunque sin duda forma el eslabón que permite el paso del TEU al incipiente Teatro Independiente. Julio había comenzado a hacer teatro radiofónico en Radio Asturias con José Luis San Martín, Charito Laguna, Linos Fidalgo (primera mujer de Carlos Álvarez Nóvoa), etc. Y de la radio pasó al Ateneo, entonces dirigido por Javier Villanueva, un estudiante de magisterio que comenzaba a escribir y a poner en escena sus primeros textos. Julio queda, pues, en octubre del 68 al frente del Grupo de Teatro del Ateneo de Oviedo. Y allí, al frente de aquel grupo, que variaba de componentes según los meses, los exámenes o la situación política, monta obras como Ligazón de Valle-Inclán, El cepillo de dientes de Jorge Díaz que, por no sé qué amistad que tenía en Oviedo, asiste al estreno. Cuento para la hora de acostarse de Sean O´Casey, A puerta cerrada de Sartre, La excepción y la regla de Bertolt Brecht… Cuando se compara este repertorio con el que hoy hacen los grupos amateurs, incluso los profesionales, uno comprende y entiende por qué el teatro se ha convertido hoy en día en un ritual vacío, por qué ha perdido toda su función social. Y uno siente nostalgia de aquellos años, al menos nostalgia teatral. El Ateneo de Oviedo contaba con un pequeño teatrillo en la cuarta planta de la calle Melquíades Álvarez. Era lo que hoy llamaríamos una sala alternativa, aunque entonces no sabíamos que eso ya existía en otras partes del mundo. Una pequeña sala, como de sesenta espectadores, que hoy sería de gran utilidad en una ciudad como Oviedo que ha desterrado el teatro de su vida. En aquellos montajes actuaban Merche, Luis Miguel, Ángeles Olivares, Secundino, Ángel... Yo era muy joven y recién llegado, pero con una curiosidad y avidez de saber teatral, y también del no teatral, de la que andan tan escasos los actores de hoy en día. Julio dirigía con muchísima meticulosidad y conocimiento, lo que constantemente generaba problemas con los actores que, evidentemente, tenían una dedicación de amateur, pero Julio les pedía una respuesta profesional. Incluso con A puerta cerrada se participó en el certamen de teatro que cada año organizaba la OJE en la Escuela de Minas, con muy buena acogida. También recuerdo ir a representar a la antigua Casa de Cultura de Avilés. Julio era ya entonces un cinéfilo empedernido con un gran conocimiento del medio cinematográfico, pero también era un asiduo espectador de teatro. Convirtiéndose con el paso de los años en un auténtico espectador profesional. En ese final de los años sesenta comienzan las Campañas de Teatro que Fraga organiza por todo el territorio nacional y, con Julio a la cabeza, no nos perdimos ninguna representación desde el gallinero del Campoamor. Incluso hicimos un viaje a Madrid casi Julio Rodríguez Blanco en una foto reciente. todo el grupo para ver El tartufo y Las Criadas, con regreso en autostop. ¡Aquello sí que era vocación y no lo de ahora! Pero Julio siempre era el instigador y el motor de toda aventura teatral. También en aquellos años, en el Campoamor, y también con Julio, vamos de comparsa para alguna ópera de decorados de papel y de Diego Monjo dirigiendo el tráfico actoral desde una pata. ¡Qué diferencia con hoy día! Al mismo tiempo que todo esto pasaba en el Ateneo de Oviedo, en el Ateneo de Gijón, el Grupo La Máscara, con Jesús Urrutia al frente, conseguía incluso éxitos fuera de Asturias con su famosa Antígona de Brecht a imitación del Living. Y entre los dos grupos 7 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 6 democracia en Asturias, como diría un politólogo. Y como testigo de excepción allí estaba Julio, tomando testimonio, charlando con ese amor que era Pili Argüelles. Y, de espaldas, Telvi, por entonces en Margen, que nos regalaría una estaca de guiñol y nos aconsejaría no pasar la gorra (como hicimos entonces). Entre todos nos apadrinaron, y hablaron de lo que deberíamos cobrar por función, y de un grupo portugués que trabajaban los títeres a la vista, etc., etc., etc. Y allí apareció la Caja de Ahorros de Asturias ofreciendo de sopetón tres actuaciones para los días siguientes, y que iniciaría una vorágine de trabajos, absolutamente abofeteada por la manipulación política intramuros, que casi dura diez años. Julio seguiría siendo el seguidor de todos nuestros movimientos y de los grupos de esa época, en la que surgió por cierto Quiquilimón. Julio Rodríguez Blanco fue un comentarista certero, siempre distanciado del devenir intestino y las ambiciones estéticas, o dinerarias, de los grupos. Y estaría en reuniones con consejerías de cultura, y concursos teatrales, y foros de la época que establecieron un estatus tal vez de una precariedad insalvable, hasta el momento. Siempre se le atribuyó, afinidades electivas hacia su quinta de amigos de Margen o La Ratonera / 24 8 había una excelente relación. Y Julio me anima a ir a un cursillo con Antonio Malonda que organiza La Máscara en Gijón. Y en 1969 realizo mi primer cursillo de teatro, con Antonio Malonda, y mi horizonte teatral comienza a ensancharse. Y esta relación entre los dos grupos –realmente no había más– parece casi impensable hoy en día. Julio me anima también a dirigir y junto con Ángeles Olivares y Gonzalo Mateo creo un espectáculo a partir del Bululú de Los cuernos de Don Friolera de ValleInclán. Algún espectador que fue al estreno puso el grito en el cielo y denunció nuestro ataque al estamento militar, todo ello personalizado en una bandera y una Reich de Brecht, pero la experiencia como director de Julio tocaba a su fin. Yo voy trasladando mi vida teatral a Gijón, el teatro independiente ya nos reclamaba con toda su fuerza, y nace Caterva con planteamientos muy diferentes al Grupo de Teatro del Ateneo o de la Alianza Francesa. La larga marcha desde el teatro aficionado al teatro profesional había comenzado, aunque todavía faltarían casi veinte años para llegar a esa meta. Julio nunca se planteó ese camino, como evidentemente nos planteamos otros, pero siempre estuvo a nuestro lado, y sin la semilla que él sembró en gente como yo posiblemente el teatro asturiano hoy no sería el que es. Por eso todos tenemos una deuda con él, porque supo mantener viva la antorcha del teatro en unos años de penuria y calamidad, aunque ahora, al ver los títulos de los espectáculos que montó, sintamos envidia, y también vergüenza. Posdata: No sé dónde estará guardado todo el archivo del Ateneo de Oviedo, pero es fundamental rescatar todos los programas para reconstruir aquel momento teatral y también para reconstruir plenamente el trabajo de Julio Rodríguez Blanco. ¿O también esta ausencia forma parte de esa negación sistemática de la historia del teatro asturiano? ‘Agua, azucarillos y aguardiente’ / ‘La gran vía’. Producción del Teatro Campoamor De Chueca a Valle-Inclán Análisis del director de escena de las dos conocidas zarzuelas Etelvino Vázquez agua, azucarillos y aguardiente La acción en un Madrid absurdo, brillante y hambriento. Valle-Inclán, “Luces de Bohemia”. El 23 de junio de 1897 se estrena Agua, azucarillos y aguardiente en el Teatro Apolo de Madrid, con libreto de Ramos Carrión y música de Federico Chueca. Casi un mes antes del asesinato de Cánovas del Castillo, 8 de agosto de 1897, Presidente del Consejo, en el balneario de Santa Águeda de Santander, y a menos de un año de la voladura del Maine en Cuba, 16 de febrero de 1898, y a cuatro meses de la formación, el 4 de octubre de 1897, de un nuevo Gobierno liberal presidido por Sagasta y con más de cincuenta mil soldados españoles muertos en Cuba hasta entonces, en medio de este contexto histórico tan especial, estrena Chueca Agua, azucarillos y aguardiente. 9 Ensayo de La Gran Vía. José Antonio Lobato, como El Paseante en Corte, acompañado por las Calles de Madrid. (Foto Gustavo Moral). Septiembre 2008 Cenizas de Julio en el cementerio de Oviedo. guerrera militar. La bandera era la que se ponía delante del Nacimiento en mi casa. Y la guerrera era la que Julio había utilizado en Monte la Reina, donde había hecho las Milicias Universitarias, por cierto en compañía de Juan Cueto y Tini Areces. Vino un juez militar de Valladolid y durante todo un día, y uno a uno, nos interrogó en el Gobierno Militar de Oviedo, incluido Julio. Dado que ninguno teníamos antecedentes, la causa fue sobreseída, pero el nuevo presidente del Ateneo, Sr. Canteli, nos puso de patitas en la calle. Y murió el Grupo de Teatro del Ateneo de Oviedo. Nos acogió entonces la Alianza Francesa y allí, en su desván, en la calle Santa Cruz, Julio monta Las galas del difunto de Valle-Inclán, que protagonizamos Ángeles López Olivares y yo, y donde Julio hacía un pequeño papel. Recuerdo aún la imagen del censor de turno, en el siniestro desván, paseando libreto en mano mientras nosotros representábamos para él. El permiso de la censura era para una única representación, aunque llegamos a representarla en la Escuela de Arte Dramático de Madrid (todavía en el Teatro Real) y en el Instituto de Aranjuez donde teníamos una amiga. Todavía montó alguna escena de Terror y miseria del tercer La Ratonera / 24 10 Y frente a esa primera y recurrente idea de que estas obras, eminentemente populares, estaban escritas para que sirviesen de diversión al pueblo y olvidase así ese momento histórico tan dif ícil por el que estaba pasando España. Frente a ese idea, incluso frente a la música de Chueca tan llena de vida y de resonancias populares, yo pienso que a través de esta obra, no sé si consciente o inconscientemente, se muestra la situación real de la mayoría de los españoles. De ahí que mi lectura de la obra pretenda ser eminentemente realista, más próxima de Galdós o Valle-Inclán, que de cualquier planteamiento folklórico y colorista. Agua, azucarillos y aguardiente tiene múltiples similitudes con una obra capital del teatro español del siglo XX, Luces de Bohemia de Valle-Inclán, escrita casi 23 años más tarde. No olvidemos que la zarzuela es teatro con música, pero teatro al fin, conflicto entre personajes que luchan entre sí para conseguir sus objetivos, y que canten o no resulta totalmente anecdótico. Sin duda Agua, azucarillos y aguardiente influyó sobre ValleInclán y, al igual que en Luces de Bohemia, nos encontramos con la misma situación dramática inicial: un poeta (en este caso una poetisa), una buhardilla miserable, una carta que aporta malas 11 Ensayo de La Gran Vía. Trinidad Iglesias vestida de La Fuente de la Puerta del Sol. De espaldas Carlos Bergasa, como El Caballero de Gracia, y a su lado José Antonio Lobato, como El Paseante en Corte. (Foto Gustavo Moral). y Vicente un mozo de los recados de una casa clandestina de juego. El paro era la situación habitual de los hombres en ese momento de nuestra historia. A las mujeres sólo les quedaba el servicio doméstico o infraempleos como aguadora. Evidentemente la clase media no trabaja, vive de ren- tas, aunque en el caso de Asia y su madre no haya ninguna renta. “¡Si él supiera cómo vivimos en este piso!”, exclama Doña Simona en un arrebato de sinceridad. Las otras mujeres son niñeras o amas de cría, que tienen que cuidar a los hijos de la alta burguesía, una colección de niños tan insopor- tables que lo único que queda es pegarles. “Pero señora por qué le pega”, exclama el Ama, “Porque es muy malo”, replica la Niñera. Estas mujeres, seguro que también venidas de un pueblo a Madrid, “¡tía gallega!”, lo único que anhelan es encontrar un hombre que las saque de su condición, pero Septiembre 2008 Ensayo de La Gran Vía. El Barrio Pacífico (Carlos Lorenzo) dispuesto a armar camorra. noticias, una ausencia total de dinero y un usurero pisando los talones a una madre y a una hija poeta. Asistimos pues a la escenificación de la clase media española durante la niñez de Alfonso XIII y la regencia de María Cristina. Una clase totalmente empobrecida, aparentando constantemente lo que no tienen, como canta el Coro de Niños, “tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero a la lumbre con agua sola”, en un país totalmente arruinado. Y a esta madre y esta hija, al igual que a Max Estrella y Don Latino, no les queda más remedio que salir a la noche madrileña a ver si así solucionan su situación económica y no verse obligadas a volver nuevamente al pueblo. ¿Y con qué nos encontramos en esa noche madrileña? Con unos personajes de clase baja –Pepa, Manuela, Lorenzo y Vicente– que tienen los mismos problemas que ellas: ausencia total de dinero. Como dice Manuela a Pepa, “yo hay noches que no saco pa la cena”. Una es una aguadora ambulante y otra tiene un humilde puesto en el paseo de Recoletos. Curiosamente ellas trabajan, aunque sólo sea para ganar el mínimo imprescindible para su subsistencia, pero sus compañeros, Lorenzo y Vicente, prácticamente no dan golpe. Lorenzo un picador que no torea casi nunca La Ratonera / 24 Federico Chueca. los únicos hombres que se les acercan son soldados. Soldados probablemente repatriados de Cuba, que, como antecesores del Juanito Ventolera de Valle, lo único que quieren es aprovecharse de ellas. El paseo de Recoletos se convierte así no en un idílico Jardín de las Delicias, sino más bien en un Jardín de las Desdichas. Y todo por la falta de dinero. ¿Cómo conseguirlo? “El pueblo tienen hambre”, dice un albañil en Luces de Bohemia. Y el capitalismo más salvaje –“aquí todo lo manda el dinero”, que dice Max Estrella al Preso Catalán–, representado por el usurero Don Aquilino, les sigue los pasos a todos los personajes. Como la Parca que viene en su busca y se los lleva si no pagan lo que deben. estudios, sin oficio ni beneficio, el calavera Seraf ín que espera que a su padre le hagan ministro para llegar él a Gobernador de Cuenca o de Zamora y así se le resuelvan sus problemas económicos y no tenga que, también él, seguir pidiendo dinero prestado al usurero Aquilino, con el aval de su abuela, se convierte en Valle en Seraf ín el Bonito, y trabaja en el Ministerio de la Gobernación. ¿No puede ser el mismo al cabo de varios años? Tal vez “papá” no entró en el poder, pero la alta burguesía protege y se perpetúa en sus propios hijos. Finalmente irrumpe en el Jardín la gente que sale del teatro –sin duda burgueses acomodados– protestando por todo: la duración, el calor, etc. Y estos personajes no habituales de nuestro particular Jardín de las Desdichas, representan la peor clase social. España se hunde y se desangra, pero nada va con ellos. Ellos siguen yendo al teatro, como si viviesen en el mejor de los mundos posibles, no son capaces de dar una limosna al mendigo Garibaldi y asisten a las disputas amorosas de Pepa y Manuela como si asistiesen a una disputa de animales en la Casa de Fieras, muertos de risa, sin comprender nada. Para ellos “con esta gente siempre es igual, muchos insultos y luego nada...” La Menegilda (Marina Pardo), El Paseante en Corte y Doña Virtudes (Raquel Dasgoas). ¿Les hubiese gustado ver cómo estas dos mujeres se destrozaban entre sí? Desprecio absoluto. Sin comprender, aunque sólo sea mínimamente, que estas personas, aún siendo de un estrato social muy diferente al suyo, también tienen su corazón, sus sentimientos, sus penas, sus amores, sus celos, sus tristezas y sus alegrías. Pero esa otra clase social, los que van al teatro, ajena al derrumbamiento de España, ni lo quería ver ni lo padecía, en cambio los otros, “esa gente”, lo soportaban cada día sobre sus espaldas. Todo el esplendor de un gran imperio, representado por el per- sonaje de Asia –poeta, idealista, soñadora, enamorada–, se desmorona como se desmorona España. “Se ha decidido mi suerte: ¡volveré a Valdepatata!”, grita la pobre Asia al verse engañada por su adorado Seraf ín. Y es sobre el engaño y la apariencia –por no hablar de la doble moral– sobre lo que se sustenta la España de entonces y la propia obra. Don Aquilino engaña a Seraf ín, Doña Simona a Don Aquilino, Lorenzo a Pepa, Seraf ín a Asia, Lorenzo a Seraf ín, Vicente a Manuela, etc. El engaño y el robo como única manera de sobrevivir en una España que se asfixia. Roban los 13 Septiembre 2008 12 Y si en Luces de Bohemia lo que pasaba de mano en mano de los personajes era un billete de lotería, aquí, marcando un círculo infernal –“círculo dantesco” dirá Max Estrella– en el que están metidos todos, es un billete de veinte duros que al inicio de la obra Don Aquilino presta a Seraf ín y que casi al final vuelve nuevamente a él de la mano de Pepa. Y este Jardín de las Desdichas se convierte en una radiograf ía de una España que se acaba y que no ve en su horizonte histórico ninguna salida posible. Las aguadoras, los novios caraduras y desocupados, las criadas, los soldados tocados por la guerra, las amas de cría, los niños repelentes, los barquilleros que se tienen que patear todo Madrid, los chulos borrachos, los guardias que se saltan las normas, el usurero, el mendigo Garibaldi, la madre y la hija desesperadas, el hijo de papá –Seraf ín– tenorio y calavera, que lo único que quiere es aprovecharse de la idealista Asia, el farolero con su ritual cotidiano, la vieja señora Tomasa que, aún a su edad, tiene que seguir trabajando en el puesto de Pepa a cambio de casi nada, y el viejo del tiovivo que casi ya no puede hacerlo girar. Toda la España del 98 ya está en este jardín y en estos personajes, ya está todo el esperpento de Valle. Incluso el hijo de papá, sin viene de muy lejos y que va a seguir aún mas lejos, una vida que se encarna en las diferentes melodías inseparables de una tradición musical que también llamamos España. Vida y tradición son las dos lecciones que nos da Chueca con su memorable partitura. Y ésa es la lección que nos da la obra, que nos dan estos personajes, que la vida está por encima de todo. La vida representada en la alegría de la verbena, en “unos pitos pa pitar”, y frente a los burgueses que se van porque “es tarde ya”, Chueca opone a “la gente buena” que va a la verbena, representada por sus personajes más populares y de más baja condición social. Y ésa es la enseñanza que nos muestran esos personajes, y Chueca también, que, a pesar de las dificultades, la vida siempre merece la pena, que a pesar de la inmensa crisis que sufría nuestro país en ese momento, había que ser optimista, creer en el amor, en la vida, en “la gente buena”. Espero que ese mismo mensaje sea el que transmita mi puesta en escena, la alegría de vivir, la alegría del amor, a pesar de las dificultades. De este modo estaremos mostrando un pequeño retazo de uno de los momentos más tristes de la historia de España y al mismo tiempo estaremos rindiendo un homenaje a Chueca y a sus inmensas ganas de celebrar la vida, de sentir el amor, de continuar la tradición. Por eso la última imagen del espectáculo será la del tiovivo que, al ritmo de los últimos compases, comenzará a girar solo, sin que el viejo lo empuje, como metáfora y símbolo de esa vida que continúa a pesar de todo, reproduciéndose en sí misma por los siglos de los siglos. la gran vía ¡Formemos la liga Pro Madrid Moderno! Valle-Inclán “La hija del capitán” El 2 de julio de 1886, prácticamente diez años antes del estreno de Agua, azucarillos y aguardiente, estrena Chueca, en el Teatro Felipe de Madrid, La Gran Vía con libreto de Felipe Pérez y González, constituyendo un éxito sin precedentes en el llamado género chico. Ocho meses antes había muerto el Rey Alfonso XII, se había instaurado la regencia de María Cristina de Habsburgo y Cánovas es nombrado Presidente del Consejo. En ese mismo año 1886 Ramón y Cajal hace los primeros descubrimientos de Histología y Valle-Inclán cumple veinte años. Dos años después se funda en Barcelona la Unión General de Trabajadores. España muy lentamente caminaba hacia la modernidad. La Gran Vía es una Zarzuela muy diferente a Agua, azucarillos y aguardiente y, por tanto, su puesta en escena también será diferente. Frente a la primera que se sustenta sobre un sainete que nos habla de la lucha por la vida, la segunda es una sucesión de cuadros sustentados en un argumento muy sencillo y casi sin personajes con conflicto. Pero la acción de ambas obras sucede en un “Madrid, absurdo, brillante y hambriento”. Si en la primera primaba el hambre, en la segunda prima el absurdo. Nos encontramos, pues, ante una zarzuela profundamente simbólica en sus personajes y situaciones, casi próxima al teatro del absurdo, y con un planteamiento más próximo a la comedia musical que al género chico propiamente dicho. Pese a todo esto, y supongo que ahí reside la maestría de Chueca, la obra es un reflejo claro de un Madrid, o de una España si se quiere, que está haciendo el esfuerzo de dar el salto a la modernidad, aunque el conservadurismo y el costumbrismo netamente español parece que se oponen: “el constante liberal, ahora no hay de ese percal”. Ensayo de La Gran Vía. (Foto Gustavo Moral). Nuevamente volvemos a encontrarnos con dos personajes que recorren la noche madrileña, como Max Estrella y Don Latino en Luces de Bohemia, dos personajes con entidad más simbólica que psicológica, pero que también son un reflejo de las clases sociales en la España de 1886: El Paseante en Corte y El caballero de Gracia. Dos viejos verdes y ociosos, que representan a la clase más alta y más conservadora. Con estos personajes también están las calles y plazas de Madrid, corporizadas simbólicamente por mujeres. Las calles piensan que “esa vía está de más”, oponiéndose en todo momento al nacimiento del “Madrid Moderno”, como diría Valle-Inclán. Todos se oponen al nacimiento de la nueva calle, pues como dice El Paseante “aquí para una Gran Vía hay mucha gente pequeña”, pero ante el retraso del parto de doña Municipalidad, el Paseante en Corte y el Caballero de Gracia empiezan su recorrido por las calles de Madrid. Y este paseo será el auténtico argumento de la obra. Comienzan, tras esta especie de prólogo, un viaje iniciático, un viaje de bajada a los infiernos. Comienzan a tocar “el fondo de los reptiles”, en palabras de Valle, comienzan a ver la realidad como es. Comienzan a ver un Madrid que desconocían. Iniciaremos así un viaje teatral digno, no tanto de Valle y sus Luces de Bohemia, sino de Fellini y de su Satiricón. Y en este via- 15 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 14 Barquilleros, “que ni Dios nos pué ganar”, y roban los tres Ratas –auténtica pirueta literaria al pasar tres personajes de La Gran Vía a esta obra– Roban a Seraf ín y rompen el “círculo dantesco” al quedarse con el dinero que no vuelve a Don Aquilino. “Respete la autoridad”, dice el Guardia 1.º en la última frase de la obra. Robo y autoridad, ¿una metáfora de la España de 1897, una España al borde del precipicio? Ésa será mi visión de Agua, azucarillos y aguardiente, una visión sin duda llena de claroscuros, casi como un daguerrotipo de la época, y opuesta a cualquier lectura colorista y complaciente. Una visión de una España llena de desigualdades sociales, de injusticias, una España anclada en su pasado glorioso, una España que se desmoronaba pero aún no era capaz de pasar la página de la historia. Una España repleta de personajes hambrientos, tristes, mal vestidos, malolientes, parados, mendigos, rateros, ladrones, chantajistas, arribistas... Pero frente a esta España, digna de un aguafuerte de Goya, está la música de Chueca, una música que representa la vida que, a pesar del final de las colonias, se cuela por las rendijas de este edificio que se desmorona y que llamamos España. Una música que representa la vida, una vida que tran con el lumpen y la prostitución hasta el baile El Eliseo Madrileño (parafraseando a París), que es el baile “de mistó donde va lo más seleto de lai Gili” de todo Madrid, un baile “de criadas y de horteras”. Un recorrido singular por la pirámide social de Madrid y de España. Pero al mismo tiempo el espectáculo, y de ahí su modernidad, es un periódico viviente, una televisión de la época, un medio con el que criticar y fustigar a los poderes de su tiempo, enseñándonos más sobre el Madrid de 1886 que muchos libros de historia. “Mas por mágico poder hoy a vuestra fantasía puedo mostrar la Gran Vía tal como puede ser”, dice el Comadrón a todos los asistentes al baile del Eliseo, ese lugar –¿infierno o paraíso?– donde al final del espectáculo se juntan a bailar todos los personajes a la espera de la Modernidad. O tal vez deseando que no llegue nunca. Y la Gran Vía que veremos – proyectada en color– será la Gran Vía del 2007 y todos los personajes se volverán personajes de hoy en día, con los mismos problemas, las mismas inquietudes y las mismas necesidades que los de 1886: rateros, prostitutas, extranjeros, señoras que aparentan y no tienen, árboles que no quieren dejarse talar, etc. El viaje llega también hasta nosotros. Una vez más Chueca en su música conecta con la tradición y en este caso conecta por partida doble: tradición musical y tradición teatral. La Gran Vía entronca directamente con una de las grandes aportaciones de España al teatro mundial: el Auto Sacramental. El nivel simbólico de los personajes convierten a La Gran Vía en un Auto Sacramental laico, sin duda el primero del teatro español. Y El Autor y El Mundo que guían El Gran Teatro del Mundo de Calderón de la Barca se convierten aquí en el Paseante en Corte y Caballero de Gracia. Tradición y modernidad se dan la mano en esta pieza magistral del teatro lírico español, permitiéndonos así una puesta en escena donde prime la teatralidad y el espectáculo y no la “intención de documental fotográfico” como pide Lorca para La Casa de Bernarda Alba. Un mundo que termina y un mundo que comienza, tradición o progreso, “la España de charanga y pandereta” frente a la modernidad, “una de las dos Españas...” y Chueca toma partido por la modernidad, por esa “otra España que nace”, en palabras de Machado, y que es la nuestra, desde donde miramos, con ternura y admiración, ese pasado que Chueca y Felipe Pérez y González inmortalizaron para todos nosotros. El ‘método’ Chueca Aurelio M. Seco agua, azucarillos y aguardiente la gran vía Director escena: Etelvino Vázquez Director musical: Rubén Gimeno Teatro Campoamor 8 de agosto de 2008 Dentro de la amplia oferta musical ovetense, la zarzuela parece haberse convertido en una de las principales señas de identidad de la ciudad, fundamentalmente a través del Festival de teatro lírico español que, tras el del Teatro de la Zarzuela de Madrid, es el de mayor importancia del mundo. Aparte de la propia temporada de zarzuela, también el período estival ha servido para apostar por el género con producciones propias, que se han sabido resolver con propuestas artísticas notables, que además intentan involucrar, por fin, a algunos de los más destacados artistas de la región. Es interesante e ilusionante la apuesta del Ayuntamiento de Oviedo de cara al gremio de actores, compañías de danza y teatrales, cantantes y 17 directores asturianos, para quienes supone una verdadera oportunidad laboral. Y decimos que es ilusionante porque se espera que el proyecto esté abierto a todos, en una ciudad en la que, tradicionalmente, el aspecto teatral ha estado sospechosamente decantado hacia algún sitio más que otro, dejando al margen a muchas figuras del teatro de nuestra región. Sería interesante que, tras Emilio Sagi, Susana Gómez, Arturo Castro y Etelvino Vázquez, la lista siga am- pliándose a otros directores de escena asturianos, y no insista la pescadilla en morderse la cola. En fin, que si de lo que se trata es, como se viene diciendo, de dar oportunidades a todos los de aquí, habrá que confiar en que será así. De momento, este año se cumplen 100 de la muerte de Federico Chueca, uno de los más representativos compositores del género, así que el Campoamor se centró en dos de sus más conocidas obras, Agua, azucarillos y aguar- Septiembre 2008 La Ratonera / 24 16 je poblado de contrastes, de fantasmas, de luces y sombras, de situaciones y personajes absurdos, tan pronto se encontrarán con una criada, La Menegilda, como con su señora Doña Virtudes, con una Calle que habla, como con un Paleto, con dos modernos de la época, con tres rateros o con un coro de Marineritos en medio de Madrid. ¿Teatro del Absurdo? No. “¡Los misterios del Madrid Moderno!”, que dice Valle-Inclán. Radiograf ía del Madrid de entonces, de la España de entonces, pero radiograf ía desde la más moderna y rabiosa actualidad. Chueca, muy sabiamente, va mezclando personajes simbólicos, como El Gas o El Petróleo a los que humaniza, con personajes humanos como La Menegilda, a los que simboliza. Y así, aún sin quererlo, la realidad, el Madrid de 1886, se cuela en una estructura pretendidamente alejada del sainete, del retrato de la realidad como en Agua, azucarillos y aguardiente. Este nivel simbólico nos permitirá un espectáculo repleto de imágenes, de color, de fantasía, con un escenario poblado de seres que se irán transformando en los diversos personajes. Y así el Paseante y El caballero de Gracia van desde lo más bajo, las afueras de Madrid, donde se encuen- treacto exageradamente largo. La versión musical fue coherente con el carácter musical de las obras. Rubén Gimeno se pudo al frente de la Joven Orquesta Internacional Oviedo Filarmonía con evidentes cualidades conductoras, seriedad comunicativa y notable destreza técnica. La orquesta tampoco lo hizo mal. Hubo detalles musicales puntuales mejorables, pero la labor de foso estuvo más que conseguida. El valenciano se mostró serio, eficaz y ponderado; cuidó el volumen orquestal y acompañó bien a los cantantes, en un género en el que, por suerte o por desgracia, o porque los compositores no orquestaban bien, o porque las orquestas modernas son más numerosas, o porque algún director poco escrupuloso no se controla, suele suceder que se tapan las voces con frecuencia. La versión vocal resultó de garantías, sin grandes alardes, correcta a un nivel general, dejando bastante que desear en algunos momentos. La puesta en escena estuvo a cargo de Etelvino Vázquez, director asturiano que hizo una lectura profunda en lo dramático, incluso excesiva, limpia en lo escénico y bien planteada, sin grandes alardes estéticos, muy personal y sugerente de interpretar. Su visión de las obras fue clásica, con movimientos usuales, incluso típicos de alguna de las versiones más conocidas de las obras. De hecho, llamó la atención la sencillez del movimiento de los actores y el coro en escena, porque recordaban bastante a las propuestas escénicas de varias producciones grabadas en el teatro Calderón de Madrid en la década de los 90, con José Luís Moreno en la dirección artística. Vázquez dio la sensación de partir de ahí, y añadir aspectos dramáticos propios y otras cosas que forman parte de su extensa trayectoria como director y actor. Si a Nietzsche le fascinó la ligereza y natural fluidez de la música de Chueca, cuando estaba en contra de la densidad dramática y orquestal de Wagner, a Vázquez la zarzuela le recordó a la tragedia, y a la Comedia dell’arte, al “método” y al mundo cultural y político asturiano. La estética no resplandeció salvo, quizá, en la última escena de La gran vía. El director asturiano prefirió fijarse más en el contenido que en el continente, e introdujo mensajes y cosas no del todo evidentes, como ese Arlequín pedigüeño, cuyos remiendos de colores representativos tradicionalmente de la pobreza, parecían ser un trasunto a medio camino entre la Comedia dell´arte y del propio mundo del teatro asturiano, que pide limosna ante el agravio general de políticos, programadores y, por qué no decir- lo, del propio mundillo, perpetuamente enfrentado. El contenido implícito de la versión fue de lo más sugerente. La gran vía, por ejemplo, como buena revista que es, termina con la consabida crítica política, y también muestra a todo un caballero de gracia sobre un sillón colgante, sentado sobre lo que parecía ser una bandera española. Gustó la seriedad del planteamiento, que si bien restó naturalidad y vis cómica al género, también le dotó de una enjundia dramática desusada y rica, si bien excesiva por momentos, que insistió en exagerar y deformar en extremo sus actuaciones. Esto es algo que resultó evidente y pesado de ver, y restó gracia y comicidad a los roles, porque les dotó de un peso dramático superfluo. Otros aspectos habrían resultado interesantes puntualmente, como el uso del coro en La gran vía, que recordaba bastante a los usos típicos que este elemento tiene en las tragedias griegas, siempre al hilo de los acontecimientos, como repitiendo el argumento. Aquí resultó repetitivo y un poco pretencioso. Hubiera sido más interesante prestar más atención a la eficacia en la interpretación de los personajes líricos, que no estuvieron a la altura, como fue el caso de Marina Pardo cantando el tango de la Menegilda, o la propia Raquel Dasgoas como Doña Vir- tudes, que desarrollaron sus papeles de manera bastante discreta. De Marina Pardo gustó más su interpretación de Manuela. El mismo coro volvió a deslucir el número de Los ratas, con gestos ridículos que, aparte de no funcionar, distraían. El repertorio de gestos del coro fue de lo menos acertado, sobre todo cuando se insistía en lo obsceno, cosa que teatralmente, no sólo no parecen adecuados con el ambiente dramático de estas dos preciosas muestras de nuestra mejor ópera cómica, sino que simplemente resultan totalmente fuera de lugar. No lo hicieron mal Javier Ferrer, Jorge Rodríguez-Norton y Enrique Sánchez como los tres Ratas, pero podrían haber sido mucho más protagonistas en lo cómico y lo lírico. Carlos Bergasa estuvo espléndido toda la noche, como cantante y como actor, cosa que sorprendió positivamente aún conociendo la interesante trayectoria del notable barítono. Milagros Martín es toda una institución en el género, casi imprescindible en la reciente historia de la zarzuela, por su gusto interpretativo –nunca sobrado de enjundia lírica– y por su desenvoltura en escena, siempre soberbia. Del reparto de actores hay que hablar de dos por encima del resto, Luís Varela y Trinidad Iglesias, dos artistas admirables, que dotan de au- téntica veracidad dramática a sus interpretaciones, de manera tan natural que casi parece fácil ser tan bueno. El resto del reparto fue amplísimo y de gran calidad, comenzando por el elegante trabajo de José Antonio Lobato como Paseante en Corte, de refinado carácter. Los actores estuvieron en general a un gran nivel, pero resultó exagerada la declamación de algunos, que en muchos casos parecían gritos histriónicos. Esto ancló bastante las interpretaciones, sobradas de introspección y faltas de naturalidad. David Acera brilló más como El Gas que como Don Aquilino, a quien se entendía con esfuerzo. Algo parecido le pasó a Carlos Lorenzo, actor de gran talento que ofreció un comadrón pasado de “método”. La exageración dramática también fue un rasgo común de las calles madrileñas. Participó la compañía de ballet de Estrella García, que hizo una aportación discreta, pero eficaz y sólidamente puesta en escena. La compañía asturiana, una de las de más seria y respetada trayectoria en la región, también participará este mismo mes en la Cavalleria rusticana que dirigirá el asturiano Mariano Rivas en la Universidad Laboral. El Coro Capilla Polifónica obtuvo una buena participación, sin grandes alardes ni notables desajustes, pero necesitada de más enjundia lírica. 19 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 18 diente y La gran vía, obra maestra del género chico. Chueca empieza a triunfar con el auge del teatro por horas, que desde 1868 se empezó a imponer en los cafés teatros de Madrid. Entonces surge, a iniciativa de tres cómicos: Vallés, Luján y Riquelme, la iniciativa de hacer un “teatro por horas”, que llevará a su auge la pieza dramática breve, con o sin música, por un módico precio que incluía la consumición. La zarzuela chica o Género Chico surge así como un tipo de zarzuela de alrededor de una hora de duración, en un solo acto, contrapuesta a la zarzuela “grande”, de más actos y varias horas de duración, que a esas alturas de siglo empezaba a aburrir al público y a resultar menos jugosa económicamente para los empresarios. Federico Chueca, que dejó sus estudios de medicina por los musicales, aprovechó la coyuntura artística triunfando en el citado género. Curiosamente, sus limitaciones como orquestador hicieron que casi siempre colaborase con otros músicos, como es el caso de Joaquín Valverde, con quien colaboró en La gran vía, asumiendo la autoría exclusiva de Agua, azucarillos y aguardiente. La propuesta artística mostrada en el Campoamor gustó en su conjunto, si bien hay que decir que La gran vía sentó mejor al público, que tuvo que aguantar un en- Los entremeses la guarda cuidadosa y la cueva de salamanca de Miguel de Cervantes Teatro Margen La Ratonera / 24 20 Dramaturgia: Arturo Castro y José Antonio Lobato Dirección: Arturo Castro Intérpretes: José Antonio Lobato, Juan M. Román, Alfonso Aguirre, José Luis San Martín, Ángeles Arenas, Tere Quirós y Carlos Mesa IX Jornadas de Teatro en Verano Colegio Público de Campiello Piedras Blancas, 21 de julio de 2008 Voy con Pedro Lanza a ver estos entremeses que se representan dentro de las Jornadas de Teatro en Verano de Piedras Blancas, que ahora se celebran en el comedor del Colegio Público Maestro José Luis García Rodríguez. El espacio no es el ideal, pero es el remedio que le ha encontrado la organización para darle continuidad anual a las jornadas mientras empiezan las obras de construcción –ya más de un año de demora– de una nueva Casa de Cultura. A la entrada nos saluda Arturo Castro, el director, y entre bromas nos dice que lo que vamos a ver “es un teatro popular, no apto para intelectuales”. Lo que hace una buena ironía, pero también una paradoja al reconocimiento y reclamo que sobre gustos la realidad impone. Pues mucho me temo que en el siglo XXI ya nada hay más intelectual y selecto que el teatro cervantino y el de Oro que le va detrás. Hablando en plata, y para entendernos: ya en el siglo XX los entremeses llegaban a la escena de la mano de La Barraca como arqueología popular, con fines didácticos, en un intento bienintencionado de “intelectualizar” al pueblo. Y, casualidades de la vida, aparecían también como confrontación dialéctica frente a los Quinteros, Arniches y Muñoz Seca, que eran los verdaderos reyes del mambo y la popularidad… Pero éste, el de lo popular y los contextos, es otro tema y me salgo. Como todos sabemos el entremés era el teatro breve del XVI y XVII que se representaba en el descanso de las obras largas. Era un subgénero muy desprestigiado, bastardo, anónimo –los propios autores eludían su autoría–. Cervantes, ya arropado por la fama en 1615, fue de los primeros en publicarlos firmados. Mucho antes Lope de Rueda y sus graciosos Pasos habían abierto el camino. Y el manco de Lepanto así lo recordó y puso al frente de sus Ocho comedias y ocho entremeses. Los personajes por lo general eran de baja extracción social, y moral, mezclaban lo cómico con lo sacro, y salpicaban los cuadros con chistes, bailecillos y fiesta musical. Los estudiosos aseguran que Cervantes afianzó y mejoró las propiedades del género, y que su impronta llegó a ser reconocida por el mismísimo Brecht. Ahora Teatro Margen nos presenta en un espectáculo conjunto dos de los entremeses más conocidos. La guarda cuidadosa, que tiene por argumento la disputa entre un soldado y un hombre de iglesia por conseguir los favores de una joven fregona, muy apuesta. Y La cueva de Salamanca, un cuadro ya más elaborado con mujer adúltera y sacristán, un estudiante nigromante con mucha engañifa para idearse una resolución festiva, y el cornudo y contento, que es el bobo burlado en estos entretenimientos alejados de cualquier moralina. Parece ser que a Cervantes la trama se la inspiró una 21 farsa de 1551 de Hans Sachs, un poeta zapatero de Nuremberg. Llama la atención la sobriedad del montaje, que es sencillo como mandan los cánones de la antigua usanza. Todo va a pelo, correcto y con lo imprescindible. Sin trampas ni esos apoyos tecnológicos que, a veces, tanto molestan. Cualidad que hace que el local que en un principio no parecía adecuado, le venga como pintado. La iluminación es directa y sin apenas cambios, y el vestuario que es de época, como el reducido atrezo, muy cuidado –los exagerados zapatos del Lobato soldado son un prodigio–. Arturo Castro ha dirigido los cuadros para que todo transcurra con la naturalidad farsesca que presumimos por aquel entonces. Algunos intérpretes llevan peluca, nariz postiza o media máscara. Y las únicas licencias que se evidencian son un chiste a Zapatero o el insertarle al molde melódico de El novio de la muerte la copla final de La cueva de Salamanca, que produjo el mayor regocijo entre los espectadores. Juan M. Román hace un estudiante tuno con pandereta incluida, y Carlos Mesa lleva la voz cantante acompañando a la guitarra. Todo, como he dicho antes, realizado de una manera sencilla y efectiva en un trabajo que se sostiene armónico gracias a los intérpretes, protagonistas y secundarios. Las piezas, que fueron estrenadas por Margen ya hace unos años, aún continúan en cartel, y como ocurría con los cómicos de antaño, dispuestas para ser representadas en cualquier escenario. Septiembre 2008 Roberto Corte Carlos Mesa y Alfonso Aguirre. Pedro Lanza Francisco Roldán y José Rico. la fotocopiadora del amor de José Rico Bacanal Teatro La Ratonera / 24 22 Dirección: José Rico Intérpretes: Natalia Suárez, Francisco Roldán y José Rico Diseño de iluminación: Senec Escenograf ía: Inmaculada Marcos IX Jornadas de Teatro en Verano Colegio Público de Campiello Piedras Blancas, 24 de julio de 2008 El Ayuntamiento de Castrillón, a través de su Patronato Municipal de Cultura, organizó las IX Jornadas de Teatro en Verano, que este año contó con la participación de diez compañías profesionales asturianas. A falta de una Casa de Cultura (un hermoso socavón espera ser rellenado cuando se solucionen problemas económicos que ya se están alargando demasiado en el tiempo y que, por tanto, están dejando de ser responsabilidad de la empresa constructora y pasando a ser responsabilidad de las ad- ministraciones públicas, por su proverbial incapacidad para resolver o modificar expedientes o hacer adjudicaciones en un plazo de tiempo razonable) las representaciones se realizan en el comedor-salón de actos del Colegio Público de Campiello, en Piedras Blancas, un espacio poco apropiado y muy alejado del centro de la población, con sillas escolares para “aposentar” a los espectadores, que así y todo se acercaron a la función nocturna (22,30 ho- ras) que nos ocupa, en número aproximado de sesenta. La acción de La fotocopiadora del amor se desarrolla en una oficina con tres mesas de trabajo con sendos ordenadores y otra mesa donde se ubica la fotocopiadora que da nombre a la obra, junto con una cafetera, que es realmente quien atrae hacia ese espacio a los empleados, dos hombres y una mujer. El espacio está distribuido en forma triangular: en el vértice del fondo está la mesa del Natalia Suárez. tuaciones componen clichés muy trillados, aunque los parlamentos gozan de un buen ritmo teatral. Podemos decir que el texto tiene una intención didáctica, al poner en pie un espacio de machismo y acoso. El problema está en la evidente manipulación de la situación por parte del autor: los dos hombres son unos majaderos, mientras la mujer es una persona equilibrada y sensata. Los dos “machos” son arrojados inmisericordemente a los pies de los espectadores desde el comienzo de la función, sin ninguna posibilidad de defender a su personaje, por muy cretino que sea. La interpretación de los tres actores es dispar. Natalia Suárez hace un buen trabajo naturalista, comedido y convincente. El personaje del pelota recibe un tratamiento cómico estilo Paco Martínez Soria por parte de Francisco Roldán, muy “reído” por el público. Y el jefe, interpretado por José Rico, muestra cierto agarrotamiento en su interpretación, sin que sepamos muy bien si su trabajo actoral va hacia lo cómico o hacia lo serio. Quizá el bosque de la dirección no le dejó a Rico ver el árbol de su interpretación. Una función, en definitiva, que nos muestra el machismo aún vigente en nuestra sociedad y que fue bien acogida por el público asistente, que aplaudió con ganas el trabajo de Bacanal Teatro. 23 Septiembre 2008 ‘Mobbing’ con cafeína jefe; en el vértice de la izquierda del espectador está la mesa de la mujer y en el vértice de la derecha, la mesa-café. Es aquí donde se desarrolla gran parte de la acción, tomando como excusa el trasiego casi permanente de café que hacen los empleados. El movimiento escénico se establece, grosso modo, en un único vector: el que une la mesa de la mujer con la cafetera, es decir, los actores van y vienen entre esos dos puntos situados en la embocadura del escenario. Los personajes que pululan por el despacho son reconocibles, por tópicos: un jefe algo “salidillo”, un empleado pelota y una mujer, que es el ser humano más normal del trío. Con este material carnal el desarrollo de la función se hace previsible: los dos hombres le tiran los tejos a la mujer, que les da calabazas. Como no podía ser de otra manera, ella pagará en forma de sobrecarga laboral el haber rechazado al jefe, con la consiguiente falta de solidaridad o compañerismo por parte del pelota, también despechado con la mujer. El final de la pieza queda abierto: una llamada telefónica de la chica nos informa de que, si la situación sigue de la misma manera, mañana tomará una decisión. El texto está poco elaborado en su discurso, pues diálogos y si- ‘Y un poquito perejil...’ una hora en la cocina de Higiénico Papel Intérpretes: Félix Corcuera, Lautaro Borghi y Carlos Dávila Voz: Cristina Cillero Autora y directora: Laura Iglesia X Festival de Teatro en la Calle Lastres, 1 de agosto de 2008 La Ratonera / 24 24 Casi veinte minutos más de la hora que reza el título duró la representación. Era el estreno y quizá ahí radique el motivo. Porque esos minutos se hacen notar, pesan en la atención del espectador. Estamos ante un espectáculo infantil (ahora se dice “familiar”) sin palabras, donde la técnica del clown/cine mudo (más que una ortodoxa técnica de mimo) es el vehículo que usan los actores para realizar el espectáculo. Un poco en la conocida línea de Tricicle: onomatopeyas, alguna canción, voces que salen de la megafonía… El punto de partida es el siguiente: un concurso de cocina al que se presentan tres cocineros. Tienen que realizar sus platos respetando el juego limpio, pero se dedican a boicotear el trabajo de sus colegas-contrincantes. Eso entre otras cosas, porque los innumerables “sketchs” dan para bailes, peleas, persecuciones… Ante una escenograf ía de una pared al fondo con tres puertas practicables, tres mesas-carro de cocina servirán a los cocineros para realizar sus recetas. Dos grandes contenedores esféricos y transparentes llenos de frutas y hortalizas del tiempo, que los actores utilizarán a lo largo de toda la función para cocinar y/o jugar, serán el elemento que complete la escenograf ía. Las mencionadas tres puertas, por cierto, producen en el espectador una expectativa que no se ve cumplida: si bien se usan muy a menudo, sólo es para que los actores cambien su vestuario. El esperado juego de vodevil de puertas que se abren y se cierran a ritmo frenético no llega a producirse. Los tres actores que realizan la función (Félix Corcuera, Carlos Dávila y Lautaro Borghi) sudan la camiseta y hacen sus papeles con eficiencia y talento. Con una Carlos Dávila, Félix Corcuera y Lautaro Borghi. la ocurrencia, producto de la improvisación en los ensayos. Tras la abundante sucesión de escenas que buscan la risa del público a toda costa, se llega atropelladamente al final, donde en un minuto los cocineros habrán de elaborar el plato para el concurso. hiperactividad incansable van enlazando las secuencias que, si bien se pretende giren alrededor de la cocina, no tienen un hilo argumental y responden un poco a Estamos, pues, ante un espectáculo de puro divertimento, el cual está asegurado para el público al que está dirigido. Aunque quizá deban recortarse algunas escenas, que por acumulación de técnicas y efectos llegan a hacerse repetitivas. 25 El público que acudió al Paseo de la Iglesia de Lastres, en una soleada y calurosa tarde, disfrutó del espectáculo de Higiénico Papel y lo demostró con los abundantes aplausos que brindó a la compañía, incluida su directora, que salió a saludar. Septiembre 2008 P. L. P. L. adulterios de Woody Allen La Ratonera / 24 26 Versión de Nacho Artime Dirigido por Verónica Forqué Intérpretes: María Barranco, Miriam Díaz-Aroca, Fermí Herrero, Fernando Acaso, Paloma Bloyd Escenograf ía: Andrea D’Odorico Teatro Jovellanos Gijón, 2 de agosto de 2008 ¡Qué error, qué inmenso error! Error inmenso en la adaptación, error inmenso en el “casting”, error inmenso en la interpretación e inoperancia absoluta en la dirección. ¿O no fue todo error? ¿Y si fuera todo producto de un astuto plan? Desmenucemos Adulterios. Versión de Nacho Artime.Si no fuera porque el programa de mano dice que el texto es de Woody Allen, jamás lo hubiéramos adivinado. Es tal el grado de chabacanería, sal gorda y chistes aderezados de tacos que hasta un judío como Allen iría de peregrinación a la Meca si presenciara tamaño despropósito. El señor Verónica Forqué. Nacho Artime. Artime debería dejar el viejo truco de las adaptaciones y marcarse cotas mínimamente artísticas. Aquí ya no hablamos de brochazo: a calderos arrojó don Ignacio sus ocurrencias sobre el texto del señor Allen. Y mira tú por dónde, nos damos de bruces con una especie de “Escenas de matrimonio”, pero todavía más vul- gar. Ahora que lo pienso, el astuto plan puede ser éste: “si ese programa televisivo ocupa los primeros lugares de los índices de audiencia, hagamos algo similar en el teatro y nos forramos…”. Dirección de Verónica Forqué.- ¿Se puede fallar en la dirección de una comedia de situación, en un único escenario y de María Barranco y Miriam Díaz-Aroca. los derroteros de “La tonta del bote”. Miriam Díaz-Aroca.- Una especie de bulto sospechoso que deambula por el escenario haciendo cosas raras cuando no tiene frase. Su interpretación es una especie de “¡ay!” permanente. ¿Por qué no suelta el bolso durante toda la representación, si está en un apartamento muy chic? Paloma Bloyd.- Jovencita debutante y sin experiencia. Sale un poco al final y se los merienda a todos. Y no porque su interpretación sea excelsa. La escenograf ía.- Dúplex. Sala de estar con sofá, butacón, barrita de bar y librería, sobre la que hay una altura practicable. Enorme ventanal con transparencia de Manhattan, que va cambiando de luz según transcurren las horas, aunque da bastante el cante. ¿Y para esto contrataron a Andrea D’Odorico? Un despropósito, en definitiva. Y si la pieza está “a medio cocinar”, un desprecio para los espectadores. Que la pieza suscitara risas y que al final los aplausos fueran generosos (sin pasarse) no inhabilita lo arriba expresado. El “caca, pedo, culo, pis” sigue funcionando. Pero, ¿no habíamos quedado en que Woody Allen hacía humor inteligente? 27 Septiembre 2008 Inmenso error una sola escena, sin ningún tipo de complicación? La respuesta es sí. Jamás he visto una función (y he visto muchas de todo tipo: escolares, amateurs, profesionales) donde la dirección escénica fuera tan calamitosa. No hay ni un solo momento en el que funcionen y estén bien resueltos técnicamente los movimientos y acciones marcadas. Un ejemplo: un actor empujado por otro actor va mirando hacia atrás caminando de medio lado mientras recula para ir a caer sentado en la butaca marcada. Otro: un actor saca una tabla de surf (sin venir a cuento) para hacer el gastadísimo número del cine mudo de girarse y golpear a otro, con tan mala ejecución del gag que queda patético. En fin, un desastre. Casting.- ¿Quién eligió a los dos actores varones? ¿Se dedican a esto profesionalmente? ¿Tienen experiencia teatral? Porque ya tienen una edad y no tengo palabras para describir su trabajo. María Barranco.- A los quince minutos estaba afónica, de dar voces. Más alta, más delgada y más joven que Lina Morgan, pero igual de “cómica”. Sólo le faltó hacer el molinete con la pierna. Porque su interpretación es de antología… del disparate. Para interpretar a una psicoanalista, por muy borracha y despechada que esté, no puede deslizarse por Ejercicio de la posibilidad de hacer LABacción Colaboración LABoral Centro de Arte y Ayuntamiento de Gijón Diversos lugares del centro de Gijón Del 9 al 19 de agosto de 2008 La Ratonera / 24 28 A lo largo de seis días desarrollaron en Gijón sus propuestas doce actores del arte-acción y de la música electrónica. Lo que desde hace años viene llamándose, en una mala, o restrictiva, traslación del inglés “performance”, que no es más que una función o representación, siendo el “performer” un artista o actor. Pero no se sabe muy bien por qué, se adoptaron esos términos para definir acciones o artistas ubicados fuera de los espacios específicamente teatrales. Es claro que una “acción artística” no es teatro, aunque muchas veces haya concomitancias innegables. En fin, que emplearé los términos “acción” y “actor” (participante en una acción o suceso) para referirme a los eventos programados en LABacción. La primera acción del programa, desarrollada en el Paseo de Begoña el día 9 de agosto, corrió a cargo de Los Torreznos. Bien podrían cambiar su nombre por el de “Duelos y Quebrantos”, con sólo añadirle el huevo al tocino entreverado. Porque su actuación, si bien vivaz e hiperactiva, nos dejó algo ahítos de “grosura”. Ya se sabe que hay alimentos que se “repiten”. Los Torreznos por ejemplo. Aquí podemos hablar de un dúo de humoristas al más puro estilo de Tip y Coll. Pero sin gracia y con un mal guión: se bajaron de Internet el primer enlace que encontraron en Google sobre el ranking de multinacionales (de la revista Business Week, del año 2005). Aunque no incide en el desarrollo de la acción, quisiera detenerme en este aspecto de la documentación. Los Torreznos nos endosaron de la 100 a la 1 las empresas de esa lista, elaborada con el criterio de “valor de la marca (brand value)”. Según la revista, Coca-Cola mereció el primer puesto con un valor de marca de 67.525 millones de dólares debido a que “mientras lucha para incluir nuevas bebidas diet y energizan- tes, continúa en la búsqueda de un mensaje publicitario global”. ¡Acojonante criterio! En cambio, si hojeamos la lista Forbes The Global 2000 del año en curso (las 2.000 mayores compañías del mundo), elaborada teniendo en cuenta los ingresos, los beneficios, los activos y el valor de mercado de cada empresa, el número uno del ranking lo ocupa HSBC Holdings, conglomerado bancario del Reino Unido, con los siguientes datos: ingresos, 146.500 millones de dólares; beneficios, 19.130 millones de dólares; activos, 2.349 millardos de dólares (o sea, 2 billones 349 mil millones); valor de mercado, 180.810 millones de dólares. Enumero a continuación los primeros puestos en cada apartado. Ingresos: WalMart Stores, 378.800 millones de dólares. Beneficios: ExxonMobil, 40.610 millones de dólares. Activos: Royal Bank of Scotland, 3 billones 807 mil millones de dólares. Valor de mercado: PetroChina, 546.140 millones de dólares. Microsoft ocuparía el puesto 63 en el ranking general, y el puesto 103 en ingresos, cuando en la lista de Business Week ocupa- 29 Los Torreznos. ba el segundo lugar. Coca-Cola se coloca en puestos muy alejados en todos los criterios, si bien es cierto que aparece dividida en cuatro empresas distintas (dos de Estados Unidos, una de Australia y una de Grecia). Todo este rollo (¡imagínense soportar en directo la retahíla de multinacionales de Los Torreznos!) viene a cuento de que nos podíamos haber hecho unas risas igual, pero con datos más objetivos que el elástico “valor de marca”. Y sobre las multinacionales (o los monopolios, antes de la globalización) ya lo dijo Blas de Otero, hace muchos años y sin aburrir, con un par de versos: “Los monopolios, enormes; los vietnamitas, chiquitos e invencibles”. María AA, sevillana ella, en el Patio de la Casa de la Palme- ra, nos presentó una acción basada en su propio cuerpo (“bodyart” le dicen). Desnuda y rodeada de una galaxia de lápices de labios de distintos colores pedía a los espectadores que se pintaran los labios y la besaran donde quisieran: el beso de su vida, el beso que nunca dieron, el beso-recuerdo… En fin, libertad para estampar un beso. El públi- Septiembre 2008 P. L. La Ratonera / 24 María AA. co, reacio y casto, depositó unos tímidos y escasos besos sobre la actora. Que a pesar del cartel de aviso para ciudadanos recatados a la entrada del patio donde se desarrolló la acción, que ponía “Se advierte al espectador que en esta obra hay un desnudo poético”, tenía menos poesía que un prospecto de aspirinas. Con una voz entre aburrida y cansina des- tacones. En el otro televisor se ve un vídeo doméstico grabado por las propias actoras, con diversas localizaciones, acciones, viajes… unido a grabaciones de programas de televisión e ilustrado con canciones de Aretha Franklin, Cachao, Camilo Sexto, Bambino... Las chicas se sientan en los butacones y miran la tele. Se desparraman, se contorsionan, se convulsionan… en sus asientos. Una se levanta y cambia de zapatos. Otra va a la cámara que las enfocaba y enfoca al público. Siguen retorciéndose. Otros zapatos, otro enfoque. Toca levantarse de las butacas. Se tumban sobre la alfombra de arena y allí se rebozan ad libitum. Llegado el momento (a saber cuál…), se levantan, reparten algunas pelucas entre el público. Fin. ¿Tedio vital, hastío, apatía, aburrimiento? ¿Qué nos muestran las Parabólicas? Y sobre todo, ¿interesa cómo nos lo muestran? A mí, si no fuera por la desapacible y fresca noche de lluvia, ni frío ni calor. Vuelvo a los poetas, Antonio Machado en este caso: -Nuestro español bosteza. ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío? Doctor, ¿tendrá el estómago vacío? -El vacío es más bien en la cabeza. Las acciones fueron seguidas con interés por el público, no muy numeroso. Hubo aplausos abundantes y algún bravo. Lena: teatro de calle y batalla global Francisco Díaz-Faes Una de batallas: en el plazo de dos meses se han celebrado otros tantos sucesos con derivaciones teatrales, o diríamos mejor con sentido de exhibicionismo en el concejo de Lena. Por un lado en el fin de semana del 16 de agosto los encuentros festivos que enaltecen una supuesta levantisca de Carabanzo, pequeña localidad de montaña, contra los romanos, que lleva entre batallitas y recreaciones 3 años. Por otro el I Certamen de Artistas de Calle (Certamen d’Artistes de Cai), del 5 de junio. Los dos hechos endulzados por el nuevo equipo de IU que ha ganado la alcaldía de Lena y cuyo interés más notable es enmascarar, aún más que el equipo del PSOE anterior, el castellano en todos los discursos o publicaciones, al estilo del cartel de índole fonético y clasista que recibe al viajero en la primera rotonda ajardinada en la entrada principal del pueblo. Llena con esa diéresis invertida, o como quiera que se llame (imposible de escribir en ordenador, y de pronunciar con la ch vaqueira) que lleva colocada esos dos meses en la rotonda (como se denomina popularmente y en perfecto idioma de la zona) a ese carrefour, tan afrancesado, que es el entronque o encrucijada de caminos que distribuye la circulación rodada. Sobre el suceso de Carabanzo, enclavado en el cordal o vía romana de La Carisa, con importantes descubrimientos de restos en los últimos años, se trata una juerga de pasacalles y discursos, arengas y batallas, con vestuarios que reproducen ese estado peliculero de los peplos o películas de romanos. Gentes que se desplazan con ánimos tribales, incluso desde León, Astorga y otras zonas, y cuya impresión va creciendo en interés de los medios de comunicación por lo que algunos denominan recreacionismo. Una suerte de deriva escénica que transforma plazas y pueblos en reductos medievales, tardomedievales, bárbaros, o decimonónicos, según toque. Y cuyo signo más externo, aparte de los disfraces de indios, populacho, o élites de época, es la envoltura de mobiliario urbano con arpilleras, o aún más toscamente, sacos grandes de café (incluso con sus etiquetas de Juan Valdés de Colombia), que oculta, más mal que bien, farolas, cubos de basura y otros signos de civilización. El actor asturiano Silvino Torre, y Sergio Gayol (presto a formar su grupo propio de teatro “Freedonia”), son entre otros el alma de la representación, amén de un César imperator leonés que se cree el mismo emperador romano y que a no tardar acabará aullando como el Johnny Weismüller demenciado en su vejez, al grito de Tarzán, o en este caso el de Ave, vini, vidi, vincit, moriturus est te salutam u otros latinajos. Y por cierto puestos a recuperar la memoria histórica conviene quizás ir pensando en recuperar las clases de latín y griego para ir expresándonos en esas lenguas (muertas) que nos han traído (junto a las judaicas y arábigas) toda la barbarie e ignorancia de la que ahora hacemos gala para divertimento de ese aburrimiento interior que se llama anomia social. Sobre el segundo suceso, el primero temporalmente hablando, I Certame d’Artistes de Cai, nada que decir que no haya expresado machacona y cansinamente du- 31 Septiembre 2008 30 granaba parlamentos que fueran rellenando los numerosos instantes donde nadie besaba/estampaba. Los parlamentos carecían de interés literario o anecdótico. La acción termina con María AA enrollada en una sábana y frotada por cuatro o cinco espectadores al objeto de que el carmín de su cuerpo besado se transfiriera a la sábana. El resultado: una sábana con algunas manchitas dispersas. Así y todo, la actora nos adelantó que se iba a hacer una bata con el tejido. De nuevo en el Paseo de Begoña, asistimos el día 10 de agosto a la acción de Bailarinas Parabólicas. Aquí proponemos también un cambio de nombre: que se queden en Parabólicas, porque bailar no bailaron. Nos presentaron una escenograf ía de sala de estar: dos televisores planos, dos televisores de tubo, una cámara de vídeo, un ventilador, dos jaulas, una de ellas con un periquito vivito y coleando, un montón de zapatos de mujer, dos butacones, un contenedor con gafas y pelucas de carnaval y una alfombra de arena, no sabemos si de San Lorenzo o de Poniente. La acción se desarrolló de la siguiente manera: las dos chicas, tras dudar y deambular un rato por el Paseo de Begoña, entran en escena. Un televisor está conectado a la cámara de vídeo y enfoca a los bu- cilidad a la pasividad social, culturalmente hablando y que no visita los teatros (ni se le espera), exposiciones, ni casas de cultura (aparte de los bares de cultura y culto, y los apeaderos de cocaína) en lo que se denomina pomposamente Puerta de Asturias. Y en eso es tan pobretona como el resto de la región, por no decir nación. Y si Carabanzo ye nación, como rezan las camisetas de muchos lugareños, Carabanzo no puede quedar excluida de esta calificación, con un Palacio (de Faes) en ruina lamentable y una rehabilitación de casas, con honrosas y bellas excepciones, que dan un aspecto a la par de abandono y prosperidad económica con pésimo gusto estético. La programación de los grupos que con gran acierto ha dirigido la inigualable Yolanda de Juvelena contó con espectáculos desiguales adornados por un día tan asturiano como sombrío, frío y esperanzador. Pues esperanzador ha sido ver a casi 70 personas más o menos fieles a los cuatro espectáculos ofrecidos. La presentación de Bacanal Teatro de Avilés, del sin par José Rico, en la plaza del pueblo, atendiendo a los tópicos de una América más o menos profunda (como se la denomina) y que no es sino la más superficial que conocemos: la del Tío Sam y sus atributos. El grupo La Termostática de Madrid, Atropecias de Bilbao y su interesante y juvenil Pajarracas Cabareteras o Paipai la Mustadiella de Asturias con un trabajo interesante con títeres y música a la vista, no hicieron sino quedar algo lejos en perspectivas al ver la actuación de la juvenil pareja argentina de Los nietos de Perrone de viaje por España y afincados en Madrid. Perfectos, en gestos y palabras, en un espectáculo de calle magnífico en ritmo e intensidad, sentido mímico y voces, para un guión extraordinario que alcanzó, como era de esperar, el primer puesto del certamen. En resumidas cuentas, estamos ante la creación de unas nuevas expectativas por la intensidad del trabajo de Yolanda y el sentido del concejal de cultura, que no debería distraerse con gastos superfluos en propagandas vacías. Hay tanto para hacer como tanto se ha perdido el tiempo en estos treinta años de democracia, o en los más recientes de municipalización del último teatro de la comarca. La fiesta de disfraces de Carabanzo, es una diversión más en el calendario turístico, el certamen de artistas de calle se puede consolidar, el resto está por hacer, incluido el envolvimiento paisajístico de esta localidad que da miedo en la entrada por la autopista, por su feísmo estético, y que corresponde a otras carteras municipales y re- 33 gionales. El sentido de aldea global nos está convirtiendo eso sí en aldeanos multidisciplinares. Es de desear que cierta singularidad local pueda asentarse prolongando estos actos teatrales y dotándolos de un cierto rigor, pero sin la preparación y educación escénica o cultural de la juventud nada se podrá lograr. Y el sentido de que estamos en el camino equivocado es que lo que más triunfa en las nuevas generaciones es el con- sumo compulsivo y la borrachera semanal (ya querríamos escuchar la frase del Homer de los Simpsons, que tanto imitan –me refiero a su banalidad– mis conciudadanos: “brindo por el alcohol, que es la causa y la solución de los problemas de la vida”). Las ilusiones de trascendencia que representa Lisa, por seguir por la serie de televisión tan estudiada filosóficamente ahora, habrán sucumbido. Y tal vez por un lanzazo de paco- tilla de un payaso llamado Krasty (en el caso que nos ocupa sólo dio en la boca de una participante en la guerra de los astures y partió un labio y algún diente). Pues igualmente predominan los padres que están a la última, abandonando su papel tutelar, los políticos que dan vergüenza ajena y el profesorado que no puede, o no quiere, o no sabe más. Aquí es donde la cultura clásica, ha perdido la batalla. Y no sólo la de Carabanzo. Septiembre 2008 La Ratonera / 24 32 rante años. Y no me refiero ya a esa ideologización de la señalística, o las presentaciones de mi amigo, y algo alumno de teatro, Cai (David, bien harías en cambiar de mote para que el certamen no coincida con tu nombre), concejal de cultura, en un idioma inventado, como lo hacía aún más recalcitrantemente mi también amiga y concejal anterior Paz, sino en su afán de hacer cosas de dudosa continuidad temporal. Y no es que yo recuerde muy animado aquellos Encuentros de Malabares que tuvieron un éxito relativo, no hace tanto, y que finalmente acabaron siendo rechazados por el pueblo y no porque el ambiente de tribus urbanas, suciedad y drogas duras y blandas sea desconocido, no alentado, o permitido por los mismos lugareños en su propia juventud, afecta a todo tipo de modas que se les inoculen y consumista como todas. Sino más bien que los dos ayuntamientos de signo distinto, de la misma izquierda más o menos verbal que dominan el concejo han sido incapaces de crear, hasta el momento, un programa serio de teatro que perdure, fomentando los programas para la creación de nuevos espectadores, y teniendo un local infrautilizado y espléndido como el Teatro Vital Aza. Pero claro hay que contar con una población aborregada que sucumbe con fa- Éxito con precedentes Néstor Villazón boris godunov Imágenes reales del asalto terrorista al teatro Dubrovka de Moscú en el año 2002, hecho en el que se basa el montaje de La Fura dels Baus. La Ratonera / 24 34 Dirección escénica y dramaturgia: Alex Ollé y David Plana Texto original: David Plana Intérpretes: Pedro Gutiérrez, Sara Rosa Losilla, Pep Miras, Juan Olivares, Francesca Piñón, Albert Prat, Óscar Rabadán, Fina Rius, Manel Sans Dirección musical: Joseph Sanou Elementos escénicos y atrezzo: Alberto Pastor Diseño de vestuario: Catou Verdier Diseño de iluminación: Pere Capell y Alex Ollé Diseño de video: Joan Rodón Teatro Jovellanos Gijón, 6 de agosto de 2008 En ocasiones, el problema que tienen los grandes grupos de teatro es no saber utilizar –o utilizar sin medida– el enorme potencial con el que cuentan. Se crean representaciones anodinas, que proponen más de lo que pretendían decir, guiadas por un cierto afán de deslumbramiento. No fue éste el caso de La Fura dels Baus, que decidió llenar el teatro de terroristas, ins- (Foto de Andreu Adrover). talar cámaras en la mayoría de sus pasillos, iluminarnos con cuatro focos improvisados, ilustrarnos con sorprendentes imágenes en el proyector… todo para recrear fielmente el asalto de 2002 al teatro Dubrovka de Moscú, en el que un grupo armado tuvo como rehenes, durante tres días, a los espectadores de su propia función. Además del descarnado realismo –que incluso hizo temer a más de un espectador en su butaca– destacaron la pluralidad del espacio escénico –tan pronto asistíamos a un diálogo en el patio de butacas como nos trasladaban a uno de los pasillos del teatro– y la variedad de planos, gracias al ya citado uso de las cámaras. Éste último alcanzó su máximo desarrollo con la actriz Sara Rosa Losilla, en un espléndido monólogo en que irá narrando, desde el proscenio, los motivos de su participación en el atentado, mientras observamos, desde la pantalla, un primer plano de su rostro, donde percibimos cada gesto, cada paso de una admirable representación atribuible a cada uno de los miembros del reparto. Sin embargo, existe un mal endémico a la hora de unir dos tramas en una misma pieza, y es el que una de ellas adquiera una relevancia desmesurada frente a la otra. Quienes no hayan leído el Boris Godunov de Pushkin permanecerán igual, porque el relato pierde fuerza ante las intermitencias del atentado; los que hayan leído el ataque al teatro ruso en los periódicos, sentirán realmente lo que ocurrió y lo vivirán como la parte esencial de esta obra. Boris Godunov aparece, por tanto, como un simple pretexto para analizar el asalto del 2002, aunque existan verdaderas similitudes entre ambas historias. Sin embargo, es necesario saber conferir el tiempo exacto a cada una de las partes, o decantarse por desechar una de ellas. Porque tras haber visto a un gran número de militares tomar el teatro, la impresionante llegada de la policía por las calles de la ciudad o la muerte de uno de los asistentes en directo, el espectador se ve desatendido respecto al texto que da título a la obra: al espectador ya no le interesa el ascenso infame de Boris Godunov a la corona de Rusia –tema central de la obra de Pushkin–, porque mientras intenta seguir el hilo de la representación, todavía tiene en mente el que le hayan apuntado a su rostro hace unos instantes. En casos como éste, es de vital importancia que el director apueste por una de las dos historias y reduzca al mínimo la que permanece en un segundo plano. Tras el espeluznante final, con las ensortijadas voces de la gente huyendo del teatro, con el tacto exacto del miedo entre aquellos hombres, llegó el estruendoso aplauso de un público entregado. Ovación con precedentes, en una interpretación y dirección notables. 35 Septiembre 2008 La Fura dels Baus II Encuentros de FETEAS La Ratonera / 24 36 Durante los días 14 y 15 de junio se celebraron en Villaviciosa los II Encuentros de Teatro Amateur de Asturias, organizados por la Federación de Grupos de Teatro Amateur del Principado de Asturias (FETEAS). La directiva con José Ramón López a la cabeza, sigue tirando fuerte como demuestran las numerosas funciones que han ido organizando a lo largo del año en los festivales y muestras de teatro amateur en varias localidades asturianas como Oviedo, Avilés, Gijón, La Felguera y Candás. La primera jornada del sábado día 14 fue fundamentalmente protocolaria. A las cinco de la tarde los participantes en este segundo encuentro, fueron recibidos en el Ayuntamiento de Villaviciosa por el Alcalde Manuel Busto al que acompañó el Presidente de la Obra Social y Cultural de Cajastur, José Vega. Después de participar en una visita guiada por la Villa, a las siete de la tarde en la Plaza de Caveda y Nava en El Ancho, se puso en funcionamiento la parte escé- nica de estos encuentros bajo el título “FETEAS a la Calle”. Fueron dos horas de teatro realizadas por catorce de los dieciocho grupos asociados a FETEAS y que consistieron en la exhibición de alguna escena de las obras que tienen en cartel. Se remató este primer día con una espicha en el Restaurante El Roxu, con buena comida y muy mal gusto decorativo. Al día siguiente a partir de las diez de la mañana se entregaron las credenciales y la documentación entre la que se encontraban varios artículos sobre Teatro Amateur de Salvador Enríquez, Antonio Morillas y Pablo Mora, algunas informaciones de interés recogidas de http://teatroaficionado.blogspot.com, además del Programa de actividades y la Guía de FETEAS. A las once menos cuarto en el Centro Cultural Capistrano comenzaron a la vez dos charlas coloquio. En la Mesa I se debatió sobre “Dramaturgia y Mujer”, ponencia impartida por la escritora madrileña Margarita Sánchez y presentada por la Tesorera de FETEAS Paqui Jambrina. En la Mesa II, con la participación de varios programadores de ayuntamientos asturianos, se debatió sobre “Programar en Asturias”, haciendo de moderador José Ramón López. Al mediodía se realizó la presentación oficial de estos II Encuentros con la participación de la Directora General de Cultura Encarnación Rodríguez y el Alcalde de Villaviciosa que prometieron la apertura del Teatro Riera para finales de julio y que, a mediados de agosto, todavía está por abrir. De las manos de ellos y del Concejal de Cultura de Villaviciosa, recibieron los Premios FETEAS que además del Ayuntamiento de Corvera, se lo llevaron todas las compañías asociadas con más de veinticinco años de funcionamiento: La Compañía Asturiana de Comedias, El Hórreo de Barcia, Teatro Trama, Grupo de Teatro Carbayín, Teatro Kumen, La Galerna Teatro y Telón de Fondo al que se mencionó especialmente por su largo trabajo pionero en el uso y fomento de la Llingua Asturiana. Antes de la comida se desarrolló una mesa en la que miembros de la Asociación Te Veo, presentaron su proyecto “Teatro para Niños y Jóvenes” a cuyo Protocolo 37 José Vega, José Ramón López y Manuel Busto en el Ayuntamiento de Villaviciosa durante la presentación de los Encuentros. (Foto Desi). sobre las Condiciones de Exhibición, se sumó FETEAS. A partir de las cinco de la tarde, acompañado en la mesa por el Secretario de FETEAS Fernando San Miguel, yo mismo leí mi ponencia “Los medios de comunicación y el Teatro en Asturias”, en la que tras repasar las presencias y ausencias en los diversos medios informativos del teatro en general y del hecho en Asturias en particular, también planteé la obligación que a mi juicio tiene el teatro de informar verazmente sobre la sociedad en la que se desenvuelve. El hecho de que sobre el escenario creemos “realidades” dinámicas, con personas-personajes, con sus roles, con unas relaciones, dando unas claves culturales que transferimos a otros, al teatro debe exigírsele, si no la denuncia de las discriminaciones por razones económicas, de sexo, de sexualidad, de raza, de religión, de nacionalidad, por lo menos un cuidado escrupuloso y por supuesto, no fomentarlas, ni hacer chistes con ello. Acabé dando un repaso general y muy personal, por el oficio del crítico teatral. Tras un café reparador, a las siete de la tarde volvió durante dos horas el teatro a las calles de la Villa. Y como el día anterior, un buen número de grupos asociados a FETEAS, exhibieron escenas de sus montajes que fueron seguidas por un numeroso y entusiasta público. Si queréis ver vídeos de la entrega de premios y alguna de las actuaciones de estos II Encuentros de Teatro Amateur, los encontraréis en http://www.buscolu.com introduciendo FETEAS en el buscador situado arriba y a la derecha. Septiembre 2008 Boni Ortiz Roberto Corte La Ratonera / 24 38 El Instituto Cervantes ha organizado con la colaboración de Laboral Escena el II Encuentro de Programadores Internacionales. Las jornadas se han celebrado en Laboral Ciudad de la Cultura, en Gijón, del 16 al 19 de julio, y han contado con la participación de responsables de programación de muestras y festivales de cincuenta países de todo el mundo, entre los que se encuentran, también, los encargados de organizar los actos culturales en los Institutos Cervantes. A la inauguración del encuentro, en la mañana del martes 15, asistieron también las autoridades del Principado de Asturias, representados por Vicente Álvarez Areces, nuestro presidente, que aprovechó la ocasión para insistir en la necesidad de crear redes de intercambio de información para estar a la altura de los retos que impone un mundo cada día más globalizado. El programa, que se desarrolló durante cuatro días con espacios específicos para que los participantes contrastaran los diferentes modelos de fi- nanciación y exhibición de los que son responsables, contó también con un apartado de representaciones y performers, principalmente españoles, donde, una vez más, no hubo ningún grupo o artista asturiano representando a nuestra comunidad. Quedando relegada su participación a la presentación de información documental sobre sus espectáculos durante la mañana del sábado. Como las sesiones del encuentro se han celebrado a puerta cerrada, de sus contenidos nada podemos decir. De los espectáculos programados hemos visto dos: F.r.a.n.z.p.e.t.e.r. de Sergi Fäustino, un sencillo concierto didáctico sobre la vida y obra de Schubert con cantante y pianista incluido; y el Kiosco das almas perdidas, un excelente trabajo multimedia del Centro Coreográfico Galego, muy bien dirigido por Roberto Oliván, cantado por Mercedes Peón, y realizado a base de sincretismos rítmicos y sonoros –tradición y contemporaneidad– con un plantel de bailarines muy solventes para hacer frente a una propuesta de coreograf ías muy batidas no exentas de humor. Como la esperada Angélica Liddell limitó el aforo a 50 espectadores, y nos hemos quedado fuera, para nosotros, su presencia con La desobediencia: 3 Acciones no es más que nominal. Y ahora vamos con otro tema que guarda relación: el hecho de que en la muestra de exhibición no haya participado ningún grupo o artista asturiano es una acción que se presenta a todas luces como un despropósito de lesa gravedad. A estas alturas de la película es un cachondeo sin remisión. Una burla muy burda que infringe todas las reglas de juego, justicia y equidad. Un acto sobre el que ya sólo cabría exigir responsabilidades políticas si nuestros políticos responsables tuvieran un mínimo de dignidad. Y esto lo digo sin reparo alguno y con dos argumentos que considero de peso y van unidos. 1.º, porque en Asturias hay grupos y artistas con calidad que encajan como anillo al dedo en la programación –no muchos, pero haberlos haylos–. Y 2.º, porque nadie se imagina unos encuentros de estas características organizados en Andalucía, Galicia o Cataluña, Mateo Feijóo. 39 tiene entre una buena parte del gremio asturiano. Su año largo de programación de espaldas a la actividad teatral asturiana es una muestra inequívoca de su prepotencia o su megalomanía. Deshacerse de él cuanto antes, o hacer que sus inmediatos superiores le obliguen a cumplir las más elementales normas de respeto, es ya, cuanto menos, una cuestión de higiene. En mi modesta opinión de espectador aficionado –y he visto mucho durante mucho tiempo– ya sólo me queda desde estas líneas solicitar su cese. En esta revista, en más de una ocasión, hemos hecho hincapié en la importancia y trascenden- cia que tiene el programador en el entramado teatral. Erradicado el teatro de las leyes de mercado que impone la taquilla, la oferta cultural ha quedado en manos de las administraciones públicas y el programador ha cobrado desde entonces una relevancia inusitada. Que sea consciente del complejo sistema de relaciones en el que se haya inmerso es lo mínimo que cabe pedirles a las personas que ostenten cargos de responsabilidad. Esperemos que el encuentro les haya sido de provecho. Y que el malévolo lector no malinterprete la crítica desplazándola a terrenos que no le corresponden. Septiembre 2008 ¿Hasta cuándo? con artistas participantes del resto del Estado, y sin representantes de estas autonomías. Mateo Feijóo –el inefable seleccionador de la programación, presumo–, durante la rueda de prensa inaugural, tuvo la desvergüenza de responder a los comentarios suscitados al respecto alegando la asturianía de Carlos Fernández López y su espectáculo Ángeles resisten al atardecer como grupo participante. Pero de todos es sabido que Carlos Fernández es un asturiano afincado en Madrid desde hace años, muy querido por todos –hasta yo le he estado muy cercano a finales de los 80 en el Teatro del Norte–, y que utilizarlo como una coartada argumental coherente es un disparate en el tema que nos concierne. Como éste no es el espacio apropiado para desarrollar una discusión conceptual acerca de la representación de identidades, para desenmascarar el absurdo de Mateo Feijóo no me resta más que decirle, grosso modo, que grupos y artistas asturianos son aquellos que viven y trabajan en Asturias, independientemente de su lugar de origen. Y para entendernos: aquí, en el tema que nos ocupa –repito–, la sangre es un elemento insustancial de identidad. Mateo Feijóo es un individuo muy poco inteligente, que se ha ganado a pulso el descrédito que ¿EN QUÉ TRABAJAN ACTUALMENTE LOS DRAMATURGOS ESPAÑOLES? José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 24 40 Con una nueva entrega de nuestra serie completamos un poco más el caudaloso arsenal de agitación escritural que se registra, no diremos que sottovoce pero casi, en el teatro español. Repetimos la fórmula de ocasiones precedentes, sugiriendo a escritores/ as en activo, sin condición previa y ofrendándoles ilimitada libertad de maniobra, que nos hagan partícipes de cómo evolucionan sus planes dramatúrgicos, tanto esos que quizá precisan aún de una última mano de carpintería como de aquellos otros que ya han recibido el bautismo de los escenarios o del offset. Esta vez han cumplimentado la invitación, en un homenaje involuntario a la paridad, dos varones (Farhad Lak y Rogelio San Luis) y dos mujeres Farhad Lak. (Ana Ampar Millás y Aurora Mateos). Suya es la palestra. Farhad Lak Irán, 1975. Escritor y director teatral residente en España, algunos de sus textos se utilizan en centros de enseñanza. En su haber se cuentan publicaciones como El sueño –que reúne tres piezas dramáticas–; Minipiezas de teatro –con 13 textos cortos– y El libre ser, donde agrupa cuatro miniobras teatrales en edición bilingüe serbio-española. Es autor, igualmente, «Me siento muy cómodo escribiendo minipiezas de teatro. A veces, incluso, olvido algunas que he escrito y al releerlas me satisfacen, pues son de mi gusto. Las ventajas pudieran ser la prontitud de su desenlace. No tengo que escribir páginas y páginas hasta poder contar el final (soy bastante impaciente). Por otro lado, me da la ventaja de poder escribir y leer la misma pieza en una única noche. Puedo presumir de haber escrito innumerables obras de teatro, ya que su extensión es mucho menor que la de una obra convencional. Al lector le facilito el riesgo al leerme, ya que solamente tendrá que dedicar diez minutos a leer una minipieza. Son ideales para pequeños montajes en pequeños escenarios y con pocos medios. Son perfectas para realizar lecturas dramatizadas o adaptarlas a radioteatro. Basadas en la palabra, dejan a un lado el movimiento y se convierten en teatro para el oído. La primera minipieza la escri- bí en 1997 y desde entonces no he dejado de escribir este tipo de piezas. He intercalado otros textos entre ellas, desde comedias en tres actos a novelas o cuentos infantiles, pero la minipieza es recurrente, con algo más de medio centenar de ellas escritas. Hablan del amor y el desamor, del paso del tiempo, de la vida y de la muerte, de todo y a veces de nada. En estos momentos estoy escribiendo una nueva serie de minipiezas que comenzó con Al cruzar la calle, escrita en Châteauneuf les Martigues (Francia) el 25 de marzo de 2007 con motivo de la Semana Mundial de Autores Vivos (en Marsella). El título se lo debo a mi buen amigo Salvador Enríquez, que, ante mi insistencia, me facilitó el trabajo al darme un título para la misma. Nunca he podido empezar a escribir nada si antes no tenía un título. Ésta fue una pieza récord, ya que al día siguiente de ser escrita, fue estrenada por los componentes de la Compañía Teatrofia (Juan Luis Moreno, Juan Reyes, Antonio Conejo), al realizar una lectura dramatizada. A esta pieza se le han sumado casi una docena más de minipiezas desde entonces y estoy firmemente convencido de que seguiré escribiéndolas. Disfruto mucho de ello.» Ana A. Millás. Ana A. Millás Valencia, 1958. Bisnieta del poeta y dramaturgo costumbrista Manuel Millás Casanoves, desde 1997 pertenece a la Taula Valenciana d’Autors Teatrals. Ha publicado: ¡Cinc chiques i un criat... ya tenim l’embroll armat!, ¡Qué moguda la d’aquella nit!, ¡Simpelem, a mi pesar!, ¿Soy culpable?, 200 arguments dramàtics y Nómada en el temps. Entre las piezas suyas que han subido a los escenarios se encuentran: ¡Qué desfici de fenicis!, Aigua de cels, Al peu de la lletra, Ángela caída 41 Septiembre 2008 La papelera de Eurípides (XI) de la novela Memorias de un loco. A la espera de encontrar editor aguardan otros manuscritos entre poemarios, novelas y libretos dramáticos. El dramaturgo apuesta por los textos breves de teatro en una digresión que ha titulado “Minipiezas, por favor”: del drama de una familia, con tintes de thriller, que se desarrolla durante la vendimia francesa de principios de los 80. En 2007, uno de mis últimos trabajos dramáticos, Ombres en l’espill (una obra eminentemente de actores y en la que empleé varios años en su confección escénica), resultó ganador de la XX edición de los Premios Literarios de Obras de Teatro Inéditas en Lengua Valenciana, patrocinados por la Sociedad General de Autores y Editores. Asimismo, ya en 2008, en la siguiente edición de los mismos premios literarios, volví a ser galardonada con el primer premio por la tragicomedia titulada Fosca vanitat. En estos momentos, trabajo en un drama que durante más de seis años quiso ser mi primera novela y que he titulado provisionalmente: Realidad y bruma. Al final del duelo que mantuve con el guión ya esbozado, me decanté por adaptarlo a la carpintería dramática. Actualmente, sigo implicada en todo cuanto se refiere al hecho escénico, formando, además, parte activa de Dones en Art, la Asociación de Autores de Teatro, la Sociedad General de Autores y Editores, la Asociación Colegial de Escritores de España, Taula Valenciana d’Autors Teatrals (entidad que presidí desde 1999 hasta mediados del 2006 y de la que, en estos momentos, soy su vicepresidenta) y la Associació d’Escritors en Llengua Valenciana. En 2004 puse en marcha mi web personal El rincón del teatro, un escaparate en donde exponer artículos, sinopsis de textos propios y fotos de montajes escénicos. Incapaz de retraerme al evidente hechizo que me suscita cualquier entresijo referente al arte de Talía y Melpómene, y dado que desde mis inicios nunca he abandonado ni la faceta de actriz ni la de dirección, a mediados de 2005 formé un grupo de teatro amateur: A-Kábala Teatro, con el que tener la posibilidad de formar parte activa de la absorbente y adictiva magia del teatro.» Aurora Mateos Málaga, 1974. Licenciada en Derecho por la Universidad de Málaga y especializada en Derecho Ambiental Internacional, trabaja actualmente para Naciones Unidas en París. Coordinó el área de Literatura del Círculo de Bellas Artes de Málaga y fue editora medioambiental de las revistas Acento Andaluz y Málagavariaciones. Alumna de maestros de la talla de Fermín Cabal, Alan Ayckbourn, Ignacio del Moral, Ernesto Caballero o Robert Mackee, entre sus publicaciones fi- guran: El amigo de medianoche (La Avispa, 2005), Agua (Universidad Autónoma de México, 2006), Algunas notas sobre la anormalidad (Asociación de Autores de Teatro, 2007) y El suicidio del ángel (Centro Andaluz de Teatro-Diputación de Granada, 2007). Es premio «Martín Recuerda» 2007 y finalista del «Teatro Exprés» del mismo año. De sus obras Memorias de un mundo perdido y El amigo de medianoche se han realizado lecturas dramatizadas en el Círculo de Bellas Artes y la Casa de América. Mateos nos desvela los entresijos de El suicidio del ángel: «El suicidio del ángel recibió el premio “Martín Recuerda” 2007 y vio la luz por primera vez en su versión inglesa el 4 de agosto de 2007 en el Teatro Earl Hamner (Virginia, EE.UU.) en la Earl Hamner Playwrights Conference (esponsorizada por la Virginia Commission for the Arts), gracias al apoyo del Shenandoah International Playwrights. Es una obra desagradable. Lo anuncio para el que quiera leerla y aún más al que se le pase por la cabeza montarla. Para los espectadores, mejor que vayan en ayunas. Porque de la bilis ya se encargarán los personajes. Ya Aurora Mateos. que es intensa, todo lo honesta que la autora ha podido hacer y técnicamente no reprochable. La profesionalidad de mis colegas de Virginia se encargó de ello. Aunque hable de muchas cosas, El suicidio del ángel es una historia de amor. Si, como escribió Edward Bond, “en el drama tienes que ir a lo mayúsculo”, Martín Recuerda, nuestro fallecido dramaturgo, al leerla, o eso me contaron, la entendió en esos términos. No le conocí personalmente para agradecérselo. Pienso que este hombre enfermo vio en ella cómo la muerte nos la juega. Pero no nos engañemos, Víctor Hugo decía que “la oda vive en lo ideal, lo épico en lo grandioso y el drama en lo real”, y, por tanto, la trama no hace más que reproducir las enfermedades de nuestro tiempo, contada en la experiencia de dos muchachos de hoy en el “petit théâtre de guerre” que es hoy París, aunque pudiera ser casi cualquier parte. La obra acaba de ser publicada por la Diputación de Granada y está pendiente de que lo haga, asimismo, la Diputación de Málaga a través del Teatro del Gato. Yo la escribí porque me dolía. Del resto, que se encarguen los demás. Les toca la palabra.» 43 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 42 o Terrae vitis. Al lado de éstas, cuenta con un buen número de textos inéditos, entre los cuales cabría mencionar monólogos como ¡Tus hijos!, Europa o la humanidad nunca…, Seis y La duda; microteatro como El hombre que contaba, El premi, Beautiful Rodríguez, Sicosis 1.1. y Trío adlátere; obras cortas como Cuatro de tres y ¿Sube o baja? o textos largos como Insidia, Noviembre carmesí o Sense eixida. En las líneas que siguen nos habla de sus proyectos actuales y esboza su recorrido biobibliográfico: «En la actualidad, son más de una docena de piezas de microteatro, diversos monólogos y dieciséis obras dramáticas, nueve de ellas estrenadas, las que componen mi andadura literaria. En éste espero que creciente bagaje sobre todo he jugado a divertirme, escribiendo y experimentando los más diversos y variados géneros, que van desde el disparate, el absurdo y la comedia fantástica hasta el drama de intriga, pasando por el café-teatro. Nueve de esas obras han sido publicadas, cuatro de ellas en la colección Biblioteca Teatral, editada por la Taula Valenciana d’Autors Teatrals, en la que en 2006 se publicó Terrae vitis, obra estrenada en el 2005 y que trata La Ratonera / 24 44 Rogelio San Luis La Coruña, 1935. En su repertorio dramático se dan cita obras como: Los felices ochenta, Las señoras se enfrían en otoño, Ataúdes de visita, La fortuna del mendigo, Se vende cadáver en buen estado, Cerrado el cielo por defunción, Coto privado, Mártires del Vaticano, Olas, palabras del mar, Las monjitas se van a las misiones, Un suicida en el banquillo, Nuestra Señora y sus devotos frailes, Trilogía clínica: Anorexia, Ludopatía y Agorafobia, El Papa se enamora locamente, Usted lo pase bien, señor verdugo, Velatorio para dos, Hoy jugamos a la guerra, Juicio contra un dictador que murió «Nací, no sé a quién se le ocurriría esta broma, autor teatral. No le pedía a los Reyes un teatro de cartón, como el aprendiz de pintor desea acuarelas, sino que el teatro estaba dentro de mí. El mágico juguete que reunía a amigos para contarles un argumento y repartir los papeles que improvisarían. Mi infancia muere y me deja en herencia el hogar de una concha de apuntador. Mi imaginación creaba personajes en aquel escenario de sueños interpretados. Inventé un decorado en la realidad para habitar en él como dramaturgo. Una vida fiel a mí mismo; un mundo interior que se enriquecía con la ficción. El humor, un obsequio del escepticismo, me lleva por los mares del divertimento; del enseñar deleitando. El mar varía en cada instante. Aguas serenas pintadas por la poesía; profundidad inmensa esculpida por la filosof ía; olas rebeldes que plasman la tragedia. Mi teatro, siempre de texto, había cambiado. Si en una primera época el humor ocupaba el primer término y la tragedia palpitaba al fondo, el tiempo hizo que la tragedia tuviese prioridad y el humor mostrase su sonrisa en la distancia. Amplia producción. El placer de procrear la nada, su inesperado hallazgo, es el mejor aplauso. Encontrarse acompañado de la idea que te llama y alumbra seres nunca es sentirse solo. Hablas con ellos hasta que las horas los envuelven como muñecos muertos. La inspiración no duerme. Problemas existenciales, sociales, políticos, falsos salvavidas de oraciones. Hacer real lo irreal, perderse en esta búsqueda. Confundir lo trágico y humorístico. La esperanza que fallece sola. Aislamiento en diccionarios vacíos de palabras, el absurdo ausente de los libros de lógica. Satírica denuncia, caricia de ironía. Destruir tópicos, construir un trono al ingenio. No temer, como poetiza Quevedo, decir lo que se siente y no estar obligado a sentir lo que se dice. Preparo, para su publicación en mi web, una pieza de mi primera época, Los felices ochenta, farsa de humor en dos actos y no sexuales. El carnaval de la vejez milita en todas las vanguardias. Octogenarios que juegan como adolescentes y un joven ejecutivo que quiere ser como ellos porque su esclavitud lo va envejeciendo. Juegos, amores, columpio, balancín, tobogán, boda, muerte. Entierro en el que quedan prisioneros en el cementerio. Último oscuro, en este lugar, cuando una anciana apaga las velitas de su cumpleaños. El mundo del teatro es muy dif ícil, tal vez inaccesible. Sólo he estrenado cuatro veces. Triunfar es como adquirir una plaza en el cielo. El autor acaba solo y, con los años, se encoge de hombros. El teatro no tiene sitio en las librerías, no hay lectores para sus escenas. Pensar en un estreno es una quimera. El público contempla otros horizontes, pero el cadáver de Talía nunca existirá. El dramaturgo admite su derrota y no se entrega. Ilumina su tenebroso túnel, las ideas no le abandonan, tiene ganas de decir cosas, la vida activa su talento. Como un asceta y dando todo a cambio de nada, trabaja, se supera; y, en su silencio, es feliz mientras avanza hacia sombras que no hay en ningún mapa. El teatro, desde su cuna, es catártico. Catarsis en el pensamiento que nos llega; catarsis en su problemática; catarsis en los intérpretes; catarsis en el espectador cuando conseguimos que entre en él un mundo sin luz o de colores varios. Si es así, ¿no va a ser catarsis nuestro trabajo anónimo en el que nuestra mente es el tinglado de la antigua farsa? Aprendí de niño: “Cultiva lo que te diferencia de los demás. Ése eres tú”. He seguido el consejo y he intentado aportar la farsa trágica de humor con una paleta en que mis pinceles son bañados por el arco iris. Ése soy yo. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Ocurre lo contrario en teatro. La palabra se torna en imagen. Una imagen que se alarga en su texto, escenograf ía, acción, situaciones, movimientos de actores, diálogos. Imagen que baja sola su invisible telón. ¡Ése es el teatro!» 45 www.la-ratonera.net [email protected] La Ratonera Revista asturiana de teatro Septiembre 2008 Rogelio San Luis. en la cama, Despedida de casada, Fausto o las almas ya no se cotizan en bolsa y Aquel indigente acudió al psiquiatra. Ha estrenado: Tú, yo y... el otro, Tres historias de boite (que obtuvo mención de honor del II Certamen de Teatro coruñés), Nitísimo y Dios los da... y ellos na Xunta (premio de apropósitos del Ayuntamiento de La Coruña). Fue finalista del Premio Nacional de Teatro «Juan del Encina» por Cuadrúpedos. La web del dramaturgo gallego es: www.portalatino.com/rogeliosanluis. He aquí la reflexión sobre su insobornable vocación teatral que nos ofrece el escritor: Dudas en ‘El burlador de Sevilla’ ROSA NAVARRO DEFIENDE LA AUTORÍA DE TIRSO DE MOLINA José Luis Campal Fernández ridea 47 Portada original de El burlador de Sevilla. Septiembre 2008 La Ratonera / 24 46 A raíz de una representación, este año, en el madrileño Teatro La Abadía del texto fundacional del mito del donjuanismo (El burlador de Sevilla y convidado de piedra1) en versión del director Dan Jemmett2, han vuelto a avivarse las dudas acerca de si la autoría, como se ha venido aceptando por la mayor parte de la crítica, aunque con reservas, pertenece a Tirso de Molina o si, por el contrario, hay nuevos arrendatarios dispuestos a exigir la paternidad de obra tan carismática. La historia de la incertidumbre arranca de hace un siglo, pero ha ido adquiriendo visos de probabilidad merced a estudios contemporáneos, como los del profesor de la Universidad de La Coruña Alfredo Rodríguez LópezVázquez, que ha puesto sobre la mesa del debate el nombre de un sis pro Claramonte y rebatió argumentos contrarios a los suyos, y publicó en la reputada editorial germana Reichenberger el ensayo Andrés de Claramonte y “El burlador de Sevilla” (“Estudios de literatura”, 3, 195 págs.), investigaciones que completaría, una década después, con otro libro: Lope, Tirso, Claramonte. La autoría de las comedias más famosas del Siglo de Oro (Kassel, Reichenberger, “Estudios de literatura”, 48, 306 págs.). También se ha responsabilizado de dos ediciones críticas de El burlador de Sevilla: una para Cátedra (Madrid, “Letras hispánicas”, 58, 2007 [15ª edic.], 272 págs.), en cuya portada no figura el nombre del pretendiente, sino este otro: «Atribuida a Tirso de Molina», y otra para la serie dedicada al teatro del Siglo de Oro de Reichenberger (“Ediciones críticas”, 12, 1987, 282 págs.), donde sí colocó en la portada como autor a Andrés de Claramonte, aunque incorporando bajo el título la preventiva leyenda: «Atribuido tradicionalmente a Tirso de Molina». Y en 1990 se encargó del estudio introductorio y la reconstrucción del texto de Tan largo me lo fiáis (Kassel, Reichenberger, “Ediciones críticas”, 24, 249 págs.). Hemos intentado contactar con Rodríguez López-Vázquez sin fortuna, por lo cual opta- mos por reproducir unas declaraciones de este mismo año a El País-Babelia, coincidiendo con el montaje del Teatro La Abadía, en las que Alfredo Rodríguez L.Vázquez recordaba que Marcelino Menéndez Pelayo ya había expuesto que El burlador de Sevilla «no tiene ni un rasgo del estilo de Tirso», añadiendo que ni su métrica ni el tema son los propios de fray Gabriel Téllez, alias “Tirso de Molina” (1579-1648), discípulo aventajado de Lope de Vega. A estas pruebas añadía en su “Introducción” a El burlador de Sevilla de 1987 (págs. 57-61) varias más: el seseo y leísmo; la frecuencia con que los nombres de los personajes de El burlador de Sevilla se dan en las piezas de Claramonte; la coincidencia de escenas importantes; el léxico marino; el personaje Catalinón con otros graciosos del dramaturgo murciano; la velocidad con que la acción va de un lugar a otro; el tratamiento misógino de la mujer; el carácter de seductor castigado de don Juan Tenorio y, afirma Rodríguez López-Vázquez, «el conocimiento de Claramonte tanto de Sevilla y Lisboa como su relación con Sevilla y con la familia Ulloa». Entre quienes defienden la paternidad tirsiana están, entre otros, Luis Vázquez –autor de, por ejemplo, dos artículos bien posicionados: “Andrés de Claramonte (¿1580?-1626), la Merced, Tirso de Molina y El burlador de Sevilla (Anotaciones críticas ante un intento de usurpación literaria)” [Estudios, Madrid, 151, 1985, págs. 397-429] y “Documentos toledanos y madrileños de Claramonte y reafirmación de Tirso como autor de El burlador de Sevilla y convidado de piedra” [Estudios, Madrid, 156-157, 1987, págs. 9-50]– y Rosa Navarro Durán, catedrática de Literatura Española de la Universidad de Barcelona y especialista en Siglos de Oro, quien no alberga duda alguna sobre quién urdió el mito más productivo de la literatura dramática hispánica, forjador del arquetipo de seductor condenado al fatalismo de su propia condición autodestructiva, un mito con infinidad de variaciones textuales y que ha conocido un sinf ín de interpretaciones desde las estrictamente filológicas a las psicoanalíticas y filosóficas. Puesta al habla La Ratonera con la profesora Navarro Durán, se muestra tajante: «El burlador de Sevilla es una espléndida creación de Tirso de Molina; la compuso en 1615 (o a principios de 1616, antes de irse a Santo Domingo), el mismo año en que creó Don Gil de las calzas verdes, cuya protagonista es doña Juana, una genial tracista; don Juan Te- 49 La profesora Rosa Navarro Durán. norio es el burlador por excelencia. En 1613 y 1614 Tirso compuso la trilogía de La Santa Juana, y adviértase cómo la santa, la tracista y el burlador se llaman de la misma forma». Para la experta lo que sucedió con Andrés de Claramonte y El burlador de Sevilla fue que el murciano «había visto el texto del Burlador cuando escribió Deste agua no beberé, representada en 1617, y cogió elementos de la obra de Tirso». Preguntada acerca de la opinión que le merece el hecho de que un autor como De Claramon- te pudiera haber escrito una obra de la envergadura de El burlador de Sevilla, ésta es su postura: «No es verosímil; sobre todo porque De Claramonte copia, remeda y no tiene el arte teatral ni la originalidad necesarias para poner en pie una obra tan espléndida como El burlador de Sevilla, anclada además en la tradición clásica, que tan bien conocía Tirso. Como estoy segura de que Tirso la compuso en 1615, Claramonte pudo copiar fácilmente elementos de la obra». No comparte Rosa Navarro Septiembre 2008 La Ratonera / 24 48 dramaturgo menor de los Siglos de Oro, el murciano Andrés de Claramonte (¿1580?-1626), que vivió en Sevilla entre 1610 y 1617 (la pieza la estrenó Roque de Figueroa alrededor de 1615) y del cual un sector de la crítica ha insinuado su afición a la apropiación y el plagio, junto con una pobreza estilística (véanse, por ejemplo, los juicios contenidos en la entrada correspondiente a este autor en el diccionario de Huerta, Peral y Urzáiz Teatro español de la A a la Z [Madrid, Espasa Calpe, 2005, pág. 163]) que no casarían demasiado, pensamos, con las virtudes del responsable de un drama como El burlador de Sevilla, que, al decir del Dr. Ignacio Arellano, es «ejemplo de espléndida eficacia escénica y poética». Rodríguez López-Vázquez, catedrático en la Facultad de Ciencias de la Educación, ha dedicado muchas páginas a sostener la tesis de que Andrés de Claramonte está detrás de la pieza en liza, en las dos versiones que ésta pudo tener: una con el título de Tan largo me lo fiáis y otra más, ¿adaptación o refundición quizá de ella?, que sería El burlador de Sevilla. En 1987, este estudioso expuso en un extenso artículo (“Aportaciones críticas a la autoría de El burlador de Sevilla” [Criticón, Toulouse, 40, págs. 5-44]) sus te- más allá; incluso tienen en común algún chiste escatológico, etc.». ¿Más pruebas? Navarro Durán señala que «hay otra prueba de la indudable autoría de Tirso: en El burlador de Sevilla y en la trilogía de La Santa Juana hay huellas de tres comedias de Lope de Vega: La fuerza lastimosa, Peribáñez y Fuente Ovejuna (y estas dos últimas también están presentes en La dama del olivar, otra comedia de Tirso de ese tiempo). Sólo un mismo escritor puede crear obras con tales coincidencias, con las mismas huellas de lectura». La Dra. Navarro Durán añade, además, que «detrás de la figura del seductor don Juan Tenorio está la de Eneas, que conquista y abandona a la reina Dido. Este gran mito moderno nace de un héroe clásico gracias al arte de un gran comediógrafo: Tirso de Molina». No comparte la Dra. Navarro Durán el entusiasmo mostrado por Rodríguez López-Vázquez en su reivindicación de Andrés de Claramonte como autor de primera fila. Tras indicar que el profesor «aporta datos interesantes al analizar fuentes», asegura que, sin embargo, «no admite los datos que los demás investigadores damos tras nuestros trabajos (que ignora o finge ignorar)». La razón habría que buscarla en que, añade Navarro Durán, «Claramonte se ha convertido para él en el gran creador que hay que reivindicar, y no es así; es un dramaturgo secundario que imita, que copia al gran Tirso. Lo ha convertido en su bandera y en el autor de todas las ediciones que lleva a cabo». Para la catedrática de la Universidad barcelonesa, la clase académica se decanta por la atribución de El burlador de Sevilla a Tirso de Molina «porque hay muchos más argumentos para demostrarla. No se trata tanto de autores menores o mayores, de buena o mala fama, sino de argumentos, de pruebas. No hay más que ver los guiños a las obras de Lope que afloran en las obras de Tirso de 1613-1615 para darse cuenta de que El burlador de Sevilla es una más y tiene que situarse en este período concreto». E insiste: «Si se leyera bien la trilogía de La Santa Juana, se vería fácilmente la conexión que guardan pasajes de las tres obras con la acción y el personaje del Burlador». Notas 1. La bibliograf ía sobre la obra de Tirso de Molina es ingente, por lo cual selecciono seguidamente, por orden cronológico, algunas de las aportaciones más significativas y útiles, además de las citadas en el cuerpo del artículo: “Le don Juan de Tirso de Molina: essai d’interpretation”, de Charles V. Aubrun, en Bulletin Hispanique, 59, 1957; “El burlador de Sevilla: a in El burlador de Sevilla”, de P. W. Evans, en Forum for Modern Language Studies, tragedy of errors”, de B. Wardropper, en Philological Quarterly, 36, 1957; “El des- 22, 1986; “Doubles in Hell: El burlador de Sevilla y convidado de piedra”, de Judith enlace de El burlador de Sevilla”, de Joa- H. Arias, en Hispanic Review, 58, 1990; quín Casalduero, en Studia philologica et “La relación textual entre El burlador de literaria in honorem Spitzer, Berna, 1958; “The two versions of El burlador de Sevilla”, de A. E. Sloman, en Bulletin of Hispanic Studies, 42, 1965; “The autorship and date of composition of El burlador de Sevilla”, de G. Wade, en Hispanófila, 32, 1968; “Luz y oscuridad: la estructura simbólica de El burlador de Sevilla”, de Manuel Durán y Roberto González, en Homenaje a William L. Fichter, Madrid, Castalia, 1971; “On the character of Don Juan in El burlador de Sevilla”, de R. Horst, en Segismundo, 17-18, 1973; “El burlador: mito y realidad”, de Francisco F. Turienzo, en Romanische Forschungen, 86, 1974; “La libertad lingüística en el teatro de Tirso de Molina”, de André Nougué, en Homenaje a Guillermo Gustavino, Madrid, 1974; “La descripción de Lisboa en El burlador Sevilla y Tan largo me lo fiáis”, de José Mª Ruano, en Tirso de Molina, del siglo de Oro al siglo XX, Pamplona, 1995; Orígenes y elaboración de “El burlador de Sevilla”, de Francisco Márquez, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1996; “Significados visuales en El burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina”, de Rafael Mestre Payá, en Revista de Historia Moderna, 16, 1997; “El burlador de Sevilla: una pieza clave y controvertida”, de James A. Pan, en Anthropos, 5, 1999; “El burlador de Sevilla: procedimientos cómicos y puesta en escena”, de Luciano García Lorenzo, en Anthropos, 5, 1999; “«Mis glorias serán verdades»: variedad y eficacia dramática en El burlador de Sevilla”, de Rosa Navarro Durán, en Salina, 14, 2000; “La poligamia de don Juan Te- de Sevilla”, de Marc Vitse, en Criticón, 2, 1978; Disquisiciones sobre “El burlador de Sevilla”, de Alva V. Ebersole, Salamanca, Almar, 1980; “The first edition of El burlador de Sevilla”, de D. W. Cruickshank, norio”, de Stacey L. Parker-Aronson, en Romance Notes, 43, 2002; “El burlador de Sevilla”, de Ignacio Arellano, en Ínsula, 681, 2003; “«Un hombre sin nombre»: the mirroring of language and nature in en Hispanic Review, 49, 1981; “Don Juan’s women in El burlador de Sevilla”, de A. Singer, en Bulletin of the Comediantes, 33, 1981; Andrés de Claramonte autor de “El burlador de Sevilla”, de Alfredo Rodrí- Tirso’s El burlador de Sevilla”, de Candelas Gala, en Bulletin of the Comediantes, 56, 2004; “Sobre la representación de El burlador de Sevilla”, de Gemma Gómez Rubio, en Tirso, de capa y espada, 2004; guez López-Vázquez, La Coruña, 1982; “Dos pasajes oscuros en El burlador de Sevilla”, de A. R. López-Vázquez, en Ibe- “Sobre el alma: matrimonio, confesión y casuística en torno a El burlador de Sevilla”, de Elena del Río, en Revista de Lite- roromania, 19, 1984; “The roots of desire ratura, 135, 2006; “Aporte documental al Tirso de Molina. debate acerca de la prioridad entre El burlador de Sevilla y Tan largo me lo fiáis”, de Ángel Mª García, en Edad de oro cantabrigense, 2006. 51 2. La pieza permaneció en cartel del 22 de febrero al 30 de marzo y luego se ha podido ver en diversos lugares: Valladolid (Teatro Calderón, 4-6 de abril), Málaga (Teatro Cánovas, 11-12 de abril), Sevilla (teatro Central, 18-19 de abril), Granada (Teatro Alhambra, 26-27 de abril), Alcalá de Henares (Corral de Comedias, 9-11 de mayo), Zaragoza (Teatro Principal, 2225 de mayo), Cáceres (Festival de Teatro Clásico, 13 de junio), Almagro (Festival de Almagro, 30 de junio y 1-2 de julio), Gijón (Teatro Jovellanos, 17 de julio), Olite (Festival de Teatro Clásico, 23-24 de julio) y San Javier (Festival de Teatro, 7 de agosto). Septiembre 2008 La Ratonera / 24 50 Durán el punto de vista de que, métrica y temáticamente, El burlador de Sevilla sea ajena a Tirso de Molina: «Ni la métrica disuena de la utilizada por Tirso ni, por supuesto, el asunto del Burlador es ajeno al dramaturgo. En la trilogía de La Santa Juana hay antecedentes claros de ese personaje e incluso de la presencia del más allá. Por otra parte, el modelo de Tirso es el Eneas del episodio de Dido: ambos son burladores; sólo que Eneas es pío, y don Juan, impío. Y en otras obras de Tirso aparece la misma imagen de Eneas llevando en hombros a su padre Anquises, como dice Tisbea al ver el salvamento de Catalinón por parte de don Juan». La filiación tirsiana no suscita en la profesora catalana vacilación, porque, al decir de Navarro Durán, «el comediógrafo reelaboró en El burlador elementos que ya había introducido en la trilogía de La Santa Juana (comedias fechadas y autógrafas de Tirso), desde expresiones a personajes o incluso elementos de la trama: la figura del noble que burla a las mujeres, la desesperación del padre por el comportamiento del hijo y el desprecio de éste hacia él, el castigo de Dios al burlador anticipándose a la justicia, la aparición de un alma que está penando en el purgatorio, la mano que transmite el fuego del Orígenes de ‘Cuenta atrás’ Arturo Castro es serio, muy serio. Tipo Humphrey Bogart, que cuando sonreía parecía que se le iban a reventar las comisuras de los labios. Arturo se le parece en eso (no sabemos si en otras cosas): sonríe con los ojos más que con los labios. Aunque sospechamos, más bien sabemos, que la procesión va por dentro y en realidad es un cachondo. Ese tipo de personas que tras un semblante muy serio sueltan las bromas y retruécanos con la precisión de un misil teledirigido. Pero Arturo Castro es sobre todo un hombre de teatro. Del teatro asturiano de casi los últimos treinta años. Fundador y continuador, junto con Lobato, del grupo más longevo y conocido: Teatro Margen. Cuando allá por el año 1985 se produce una crisis y Etelvino, entre otros, deja Margen buscando una tercera vía con su Teatro del Norte, Arturo se hace cargo de la dirección de los espectáculos de Margen. Y ahí se acaba su carrera de actor. Se pasó tan decididamente “al otro lado” que incluso se licenció en Dirección Escénica en la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (ESAD), compaginando los estudios con el trabajo en su compañía teatral. La historia sólo sirve para analizar el presente: Teatro Margen sigue produciendo espectáculos incansablemente y Arturo Castro sigue dirigiendo, dando clases en la ESAD y sonriendo con esos ojos que miran el mundo con ironía e inteligencia. Tras coincidir a lo largo de varios años en los talleres de dramaturgia y actividades que organiza, en Alicante, la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos, Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel, un poco cansados de que estos encuentros el Premio AMIBA de Teatro 2007 en Barcelona y que ahora publica La Ratonera. Paco Zarzoso, dramaturgo valenciano de reconocida trayectoria, comparte sus reflexiones sobre Cuenta atrás. estrenado la adaptación de Las Variaciones Goldberg de George Tabori, para Teatres de la Generalitat Valenciana dirigida por J. Mª Mestres y la comedia musical del americano Gregg Opelka C’est La Vie, dirigida por Esteve Ferrer para CRC. Dos autores de trayectorias muy diferenciadas, con estilos e imaginarios diferentes, sin apenas conocerse previamente y con poco en común, se lanzan a la aventura. Arturo Castro, visto por Cristina Cillero. sirvieran para poco más que criticarse unos a otros, y convencidos de que el diálogo entre autores puede –y debe– realizarse mediante la práctica de la escritura, decidieron abordar un proyecto en colaboración. Dos autores de trayectorias muy diferenciadas, con estilos e imaginarios diferentes, sin apenas conocerse previamente y con poco en común –la generación a la que pertenecen y el amor por el teatro–, se lanzan a la aventura de compartir horas y folios. El resultado es Cuenta atrás, cuya versión en catalán, traducida por Montalbán, ganó pedro montalbán kroebel Ha publicado las obras Amor de Madre, Dario Fo ¿Alcalde?, La Fascinación de Gil-Albert, Paso a Dos y L’Últim Vol. También ha publicado diversas piezas de teatro breve. Ha estrenado La Fascinación de Gil-Albert, por CRC con dirección de Pepe Miravete, y Dario Fo ¿Alcalde? por Teatres de la Generalitat Valenciana con dirección de Emiliano Bronzino, y estrenado o presentado en lecturas dramatizadas casi una decena de piezas breves. Asimismo ha Ha sido premiado en el Certamen Rafael Guerrero de Teatro en la edición del año 2004, por la obra Dúo, y en la del 2006, por Sonata para violín sólo en la que también obtuvo un accésit por Cartograf ía Teórica de la Pornograf ía. Ha sido galardonado con el Accésit del V Certamen Internacional AENIGMA 2007, por su relato breve La coma me mata, el premio de Literatura de la Fundación Carolina Torres Palero en 2007 y el I Premio de Teatro de Badalona por L’Últim Vol en 2008. Más información en: www.montalban-kroebel.com 53 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 52 Arturo Castro ‘Asilo. Una vieja institución’ 54 La Ratonera / 24 Pedro Montalbán Kroebel. antonio cremades Ha publicado las obras Topos, Cada persona es un mundo, El jugador, Cada vez peor, Después de la señal, Estrecho y Huellas en la piel, y diversas piezas de teatro breve. Ha estrenado las siguientes piezas: Huellas en la piel, escrita con Yanina Marini y dirigida por Antonio Cremades. ésta; Cada vez peor con TAEM y Después de la señal con Yorick Teatro dirigidas ambas por Javier Monzó; Cada persona es un mundo por la Cia. Lazarillo T.C.E., con dirección de Cecilio Amores; y El jugador por Yorick Teatro bajo la dirección de Juan Luis Mira. Entre los premios que ha obtenido destacan el Antonio Bue- ro Vallejo y el Calderón de la Barca por Topos en 1998; el Ciudad de Bailén, en 2002 por Cada vez peor; el Castelló a Escena, en 2003 por Después de la señal; el Eduard Escalante en 2005 por Huellas en la piel; y el Domingo Pérez Minik, en 2005 por Estrecho; además de una decena de premios por diversas piezas de teatro breve. “Asilo. Una vieja institución”. Con esta primera y sintética didascalia, Antonio Cremades y Pedro Montalbán nos presentan el territorio donde se desarrollará toda la acción de Cuenta atrás. Este asilo tiene en la obra el valor de un personaje más. Durante toda la pieza, “el asilo”, no deja de dialogar con los personajes. Este espacio hermético, de una gran eficacia dramática, servirá para ilustrar uno de los temas más importantes de la obra: el abandono. La primera escena, nos muestra el desamparo extremo en el que se encuentran los tres protagonistas: Ana, Claudio y Bernardo (los últimos internos que todavía quedan en este turbador hospicio). Cada uno de ellos, permanece en su morada interior: la capilla, un locutorio y el escritorio de una habitación. Ana se siente abandonada por su hija, ya que no contesta a sus llamadas, Bernardo se siente abandonado por Dios, y Claudio, abandonado por su editor, al haber dejado de tener respuestas, ya que éste le Este espacio hermético, de una gran eficacia dramática, servirá para ilustrar uno de los temas más importantes de la obra: el abandono. había dado esperanzas de publicar un ensayo. Asistimos, gracias a un juego de ingeniería dramatúrgica, a la simultaneidad de esos tres espacios-voces. De esta manera se va creando un diálogo en el que se van trenzando los diferentes monólogos que acontecen en cada uno de los gólgotas, generando una letanía de una gran eficacia rítmica y teatral. Estos monólogos interiores volverán a aparecer en la obra, pero sobre todo asistiremos, en las diferentes escenas, a los diversos encuentros de los tres personajes, unidos para descubrir, en las siniestras estancias de este laberinto, los secretos que esconden las paredes de este lugar, y los secretos que tienen que ver con los destinos inmediatos de los personajes. Conforme avanza la fábula, y el trío de ancianos va descubriendo algunos de los enigmas que esconde esta vieja institución, los personajes se van dando cuenta de que el abandono va mucho más allá del desamparo personal al que están condenados, ya que aparte de estar abandonados en sus moradas interiores, 55 Septiembre 2008 Paco Zarzoso Asistiremos a los encuentros de los tres personajes, unidos para descubrir, en las siniestras estancias de este laberinto, los secretos que esconden las paredes de este lugar. esta encrucijada, Ana, Claudio y Bernardo, como si encarnaran a nuestro antiguos héroes trágicos, se debatirán entre el exilio, (escapar de la vieja institución) o el suicidio. Una de las claves para tomar una decisión ante este funesto dilema, la encontrarán Ana y Claudio, en la escena en la que ambos tienen que ordenar el manuscrito de éste, caído al suelo sin numerar, (una de mis preferidas), y que les hace detenerse en una frase del ensayo que dice: “El esplendor del combate contra la muerte no radica en el resultado, sino en la dignidad del acto”. La dignidad, junto al abandono, el otro tema importante de esta “cuenta atrás”. Esta búsqueda de dignidad, arrastrará a los personajes a escenificar “una última cena”, compartiendo una sopa envenenada con un fármaco letal. También Goya mostró a unos viejos tomando sopas en uno de los cuadros más negros de toda su obra… Pero en Cuenta atrás Pedro y Antonio, quizá por su voluntad de dignificar a estos personajes y al periodo vital de la vejez, deciden pintar la escena con tonos tragicómicos… combinando el negro con el rojo, el azul y el gris. * Sanatorio bajo la clepsidra / Bruno Schulz; Ed. Montesinos, Barcelona, 1986. Cuenta atrás Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Cuenta atrás Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel 57 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 56 han sido dejados de la mano de dios, por esta caduca institución, que parece ser la representante de una civilización que olvida a los inútiles; ya sean viejos, locos, enfermos o pobres de solemnidad… El lugar va adquiriendo su rostro más terrible, hasta el punto de que los personajes llegan a sentirse como si estuvieran en los barracones de Auschwitz… Esta vieja institución evoca el fantasmagórico Sanatorio bajo la clepsidra de Bruno Schulz*, con pasillos y habitaciones vacías, donde apenas hay internos ni asistentes que los cuiden. Esa decisión de escenificar tanto o más las ausencias que las presencias de la obra, es lo que confiere al trabajo de Pedro Montalbán y Antonio Cremades uno de sus logros dramáticos más importantes, ya que además del diálogo de los personajes presentes, asistimos igualmente al diálogo de las presencias con las ausencias. Entre las ausencias más enigmáticas está la del luciferino director de la institución, (quizá el único habitante de ese incalificable espacio) y que con su poder demiúrgico, parece ser el único dueño del destino de los personajes. La anagnórisis de los personajes llegará en el momento en que estos descubren que su destino, puede seguir el de sus antiguos compañeros de asilo. En Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Obra ganadora del IX Premio Literario de Teatro de la Fundación AMIBA (Barcelona) (Pausa breve.) (Tres espacios simultáneos en el asilo: Ana en el locutorio, Bernardo en la capilla y Claudio en su escritorio. No existe comunicación entre ellos.) Ana: ¿Por qué lo haces? Bernardo: ¿Por qué me has abandonado? Claudio: ¿Por qué no respondes? (Pausa breve.) 58 Personajes: Ana La Ratonera / 24 Bernardo Claudio (Ancianos) Ana: ¿Por qué? Bernardo: ¿Por qué? Claudio: ¿Por qué? (Pausa breve.) Bernardo: No espero nada de ti... Ana: Me he resignado a hablarle a esa maldita máquina. Claudio: Tengo que asumir que ya no habrá más correspondencia. (Pausa breve.) Espacio Escénico: Asilo. Una vieja institución. Bernardo: ...lacera mi espíritu. Claudio: ...despeja mis dudas. Ana: Eres consciente de que ese silencio... Bernardo: Sabes de sobra de lo que estoy hablando... El vacío... Claudio: Supongo que te darás cuenta… Tu indiferencia... Ana: ... es el mayor castigo. Ana: Debes pensar que tu forma de actuar es la más justa: pagarme con la misma moneda. Bernardo: Debes pensar que soy un necio... pretender arrancarte una palabra después de veinte siglos... Claudio: Debes pensar que estoy acabado. Para ti es lógico ignorarme. (Pausa breve.) Ana: Quizá no sepas a lo que me condena tu ausencia. Bernardo: De algún modo me empujas a seguir tus pasos. Claudio: Tal vez, en el fondo, no sea tan descabellado pasar a la práctica. No veo otra opción. 59 (Pausa breve.) Ana: Hubiera sido tan fácil. Bernardo: Es tan poco lo que te pido. Claudio: Un simple acuse de recibo habría bastado. (Pausa breve.) Ana: ¡Nada! Bernardo: ¡Nada! Claudio: ¡Nada! (Pausa breve.) Septiembre 2008 Cuenta atrás Escena I Cuenta atrás Ana: Ésta es la última llamada. Bernardo: Es la última vez que me inclino ante ti. Claudio: La última carta con la que me humillo. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Escena II (Pausa breve.) Ana: Si esto es lo que quieres... Bernardo: Si es tu voluntad... Claudio: Si lo decidiste así... (Oscuro gradual.) Ana: Que así sea. Bernardo: Que así sea. Claudio: Que así sea. La Ratonera / 24 60 (Se repiten como un eco que se va perdiendo, hasta el oscuro total.) (Habitación: cama, mesa, silla. Dos puertas. Al iluminarse la escena, vemos a Bernardo mirando a través del ojo de la cerradura de una de ellas.) Bernardo: ¡Ole! (Pausa.) ¡Ole ahí la gracia! (Pausa.) ¡Ole las cosas bonitas! (Pausa breve.) ¡Ole las hembras con arte! Claudio: (Entra con una caja de medicamentos en la mano.) ¡Pero bueno...! Bernardo: (Sorprendido, como a quien han cogido en falta.) ¿Eh? Claudio: ¿Se puede saber qué diablos estás haciendo? Bernardo: (Por la caja.) ¿Qué traes ahí? Claudio: ¿Te parece normal... a tu edad? Bernardo: ¿Yo? (Con un gesto alusivo de su mano le pide que baje la voz.) Nada. Claudio: ¿Nada? Bernardo: No grites. (Ensayando una excusa.) Vigilo. Claudio: ¿Vigilar? Bernardo: Sí. Claudio: ¿A quién? Bernardo: ¿A quién va a ser? Claudio: Aquí al único que habría que vigilar es a ti. Bernardo: Pero... si fuiste tú quien lo propuso. Claudio: ¿Proponer qué? Bernardo: Que debíamos estar juntos en todo momento. Protegernos unos a otros. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: Sí, pero... Bernardo: Pues eso es lo que estoy haciendo. Claudio: ¿Te parece que son formas...? Bernardo: La vigilo para... protegerla. Claudio: ¿Me tomas por idiota? Bernardo: ¿Por qué dices eso? Claudio: Que... ¿por qué lo digo? Bernardo: Sólo trato de... Claudio: Tú lo que eres es un indecente. Bernardo: ...controlar la situación. Claudio: Un inmoral y un obsceno. Bernardo: Un respeto, ¡eh! Claudio: De quien habría que protegerla es de ti. Eso es indigno de un caballero. ¿No te da vergüenza? Bernardo: Sin faltar he dicho. No te tolero... Por menos de eso le he partido a otros la boca. Claudio: Hay que saber controlarse y más en una situación como la presente, a la que deberíamos dedicar los cinco sentidos. Y en cambio... mírate... Procura dominar tu lujuria. ¡Eres patético! Bernardo: Lo que pasa es que yo todavía soy un hombre... Claudio: ¿Un hombre? Yo diría más bien un viejo verde. No se puede ir por ahí como si tuvieras veinte años. Bernardo: Estoy vivo... Claudio: Lo único que nos queda ya es la dignidad. Bernardo: Todavía me corre sangre por las venas. Claudio: Mantener la compostura. Y tú la pierdes arrastrándote por los suelos ante la primera falda que ves. Bernardo: A este cuerpo le queda mucha batalla que dar... Cuenta atrás Claudio: Eres un depravado. Bernardo: No como tú, que estás más muerto que vivo. Claudio: Un descerebrado. Eso es lo que eres. Un descerebrado que sólo piensa en... Bernardo: Será porque a mí todavía me funciona lo que me tiene que funcionar. Claudio: ¿Qué insinúas? Bernardo: Lo que oyes. (Pausa breve.) Que las cosas se atrofian por el desuso. Y yo no estoy dispuesto a convertirme en una momia. ¿Te enteras? Además, ¿qué hay de malo en ir de romería de vez en cuando? Sólo intento disfrutar de lo que dentro de poco será pasto de gusanos. Tampoco es para que te pongas así. Claudio: Soy tan hombre como el primero. Bernardo: A ti lo que te pasa es que estás celoso. Claudio: (Con desprecio.) Yo estoy muy por encima de todo eso. Tengo problemas más importantes en que pensar. Bernardo: No soportas no ser el centro de atención. Eres como una vedette, en cuanto alguien brilla más que tú, te corroe la envidia por dentro. Claudio: ¡Pero...! ¿Es que no lo ves? (Trata de interponerse entre Bernardo y la puerta.) Está jugando contigo. Bernardo: Un manso y un celoso. Eso es lo que eres. Claudio: Le encanta provocarnos. Bernardo: (Apartándolo.) No soportas que le guste. Claudio: Celoso, ¿de quién? ¡Vamos, por Dios! Bernardo: Ésta quiere guerra, te lo digo yo. Que de otra cosa no entenderé pero lo que es de mujeres... 61 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 62 Claudio: Sólo ves lo que te interesa... (Pausa breve.) Te salva que soy un caballero. Bernardo: ¿Tú un caballero? Permíteme que lo dude... Claudio: Se cree que todavía vuelve locos a los hombres. Bernardo: Y que me ría. Claudio: Pero lo que es conmigo, esas tretas no le servirán de nada. Bernardo: ¡Celoso! Claudio: ¡Pervertido! Bernardo: ¡Manso! Claudio: ¡Viejo verde! Yo jugándome el tipo... (Enseñándole la caja de medicamentos.) y tú mientras tanto divirtiéndote. Bernardo: ¡Y dale con la cajita dichosa! Déjala ya que parece que se te haya pegado al dedo. (Socarrón.) Jugándose el tipo. Claudio: Sí, jugándome el tipo. (Pausa breve.) Al pasar he visto la habitación de Mariano vacía... Bernardo: ¿Qué? Claudio: (Bajando la voz y llevándoselo al otro extremo de la habitación.) Que también han desaparecido sus cosas. Bernardo: ¿Mariano? Claudio: ¿Te das cuenta…? Bernardo: ¿Estás seguro? Dijo que le iban a hacer una analítica. Claudio: ¿Cuántos días hace que se lo llevaron al hospital? Bernardo: No me acuerdo, pero más de una semana, seguro. Claudio: Ya debía haber regresado. No le he dado importancia hasta que he visto su habitación vacía. Bernardo: No puede ser. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: Sí, sí, puede ser. Sí, es. Bernardo: (Pausa.) ¿Qué habrán hecho con él? Claudio: Vete a saber. Bernardo: ¿Tú crees que...? Claudio: Lo único que yo sé es que ahora sólo quedamos los tres. Bernardo: ¿Y qué vamos a hacer? Claudio: (Mostrándole la caja de medicamentos.) Lo que hablamos. Bernardo: Pero... Claudio: Ya no podemos retrasarlo por más tiempo. Bernardo: No, espera... No... Claudio: No pienso discutir otra vez. A mí también me da miedo, pero me controlo. Lo he sacado del botiquín. No me han descubierto de milagro. Bernardo: Déjame ver. Claudio: Ten cuidado. Bernardo: (Después de una pausa.) Toma. (Pausa breve.) No, lo siento, pero no estoy dispuesto... Esto es absurdo. Conmigo no cuentes. A mí todavía me quedan cosas que hacer... Claudio: Estábamos de acuerdo. Es una cuestión de dignidad. Ha de ser así. Todos o ninguno. ¿Por qué ese cambio de opinión? Bernardo: Porque, porque, porque... tengo ganas de vivir. Claudio: Y yo. Pero... ¿cuánto? ¿Y en qué condiciones? (Pausa breve.) Mira, todo esto ya lo hemos discutido. Ahora no puedes echarte atrás... Será la única forma de dejar huella de nuestro paso por aquí. Hay que llamar la atención de algún modo. Bernardo: En eso estoy de acuerdo. Sí, yo también quiero dejar huella y pensar que todo ha servido Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel para algo. (Pausa breve.) Pero... tiene que haber otra solución... Claudio: Tal vez la haya, pero de lo que estoy seguro es de que no disponemos del tiempo necesario para buscarla. Estamos solos. ¿Cuántas veces quieres que te lo repita? Bernardo: Antes hagamos un último intento... Claudio: ¿Intentar qué? Bernardo: Escaparnos. Claudio: ¿No te bastó la experiencia del otro día? Bernardo: Todo salió mal porque no nos acompañaste. No debí confiar en Ana. No anda muy bien de la cabeza... (Ensimismado y con una triste sonrisa congelándosele en los labios.) Nos iba a ayudar su hija. (Encogiéndose de hombros.) ¡No sé cómo! (Claudio se dirige hacia la puerta.) Ya estaba muerta cuando la ingresaron aquí. No le quedan familiares. Lo leí en su ficha cuando fuimos al despacho del director. (Pausa breve.) ¡Dios, qué vergüenza! Apresados por la policía como dos vulgares delincuentes. (Con renovada esperanza.) Pero esta vez va a ser diferente... Claudio: No te engañes... Nadie va a fugarse... Yo tampoco sabría a dónde ir... Bernardo: Pero... Claudio: Hay dos alternativas: dejar que acaben su trabajo o hacer de una vez el nuestro. Es la última oportunidad que tenemos para salvar nuestra dignidad. Utilicémosla. Bernardo: ¡Dignidad! ¡Dignidad! Claudio y su dignidad. (Acercándose a Claudio.) Se te llena la boca cada vez que pronuncias esa palabra. Ya estoy harto de oírla. ¿Es que no sabes decir otra cosa? Claudio: ¿Has pensado que el próximo podrías ser tú? Cuenta atrás Bernardo: ¿Por qué yo? Claudio: Es fácil cuando es otro. Bernardo: ¿Por qué no tú? Claudio: El problema es asumir que nos ha tocado el turno. Bernardo: (Como un animal acorralado.) ¿Por qué no Ana? Claudio: Aceptémoslo. No tenemos escapatoria. ¿Lo entiendes? Es inevitable. Dilo. ¡Dilo! Quiero que lo repitas conmigo: el próximo puedo ser yo. El siguiente voy a ser yo... Seré yo... Yo... Bernardo: (Después de una pausa. El tiempo suficiente para tomar conciencia del peligro.) No, tú no, seré yo, yo, sí, seré yo... Claudio: (A la vez. Como disputándoselo.) Yo, seré yo... (Se abre la puerta y entra Ana.) 63 Ana: (Coqueta.) Eso me tocará a mí decidirlo. ¿No os parece? (Oscuro.) Septiembre 2008 Cuenta atrás Escena III (Claudio escribiendo.) La Ratonera / 24 64 Claudio: Muy Señor mío. El motivo por el cual me dirijo a Usted es… No, mejor… el motivo por el cual me dirijo “nuevamente” a Usted es… Demasiado directo, no, quito… nuevamente, es poco elegante. El motivo por el cual me dirijo a Usted es saber si ha tenido la oportunidad de… si ha tenido ya la oportunidad, sí mejor con… ya… si ha tenido… ya… la oportunidad de leer mi manuscrito. Hay que buscar un equilibrio entre elegancia y firmeza… No quisiera que pareciese que pretendo agobiarle, pero habiendo transcurrido… cinco meses desde que le hice llegar mi primer borrador y siendo ésta además la tercera vez que me dirijo a Usted, sin obtener respuesta, comprenderá que me sienta algo preocupado por la ausencia de noticias. Me consta que el original se encuentra en su poder, al menos llegó a su editorial, pues así lo atestigua el acuse de recibo que obra en mi poder. No es desconfianza sino prudencia. No. Demasiado suave, amable. Demasiado contemporizador. (Arruga la hoja y empieza una nueva.) Muy Señor mío. No andaré con rodeos e iré directamente al grano. Es la tercera vez que me dirijo a Usted y sinceramente espero no recibir “nuevamente” el silencio como única respuesta. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Comprendo que sus obligaciones le mantengan muy ocupado, pero le recuerdo que tiene contraída conmigo una deuda. Es del todo inaceptable que como editor no me haya manifestado su opinión. Le recuerdo que fue Usted, hace casi dos años ya, quien me animó a emprender este trabajo. ¡Fantástico! ¡Manos a la obra! Fueron sus palabras. Conservo todavía su carta original. ¿Por qué no me contesta ahora? Tal y como le he mencionado en mis escritos anteriores, he seguido trabajando sobre el original y ampliado considerablemente el capítulo tercero. Antes de dar por concluida esta segunda versión, quisiera conocer sus impresiones. ¿Acaso ha cambiado de opinión? De ser así... ¿Por qué no me lo hace saber? ¿No es esto lo que esperaba? Desgraciadamente los años no perdonan y siento, cada vez más, la urgencia... (Una pausa muy larga.) No. (Arruga la hoja y empieza una nueva.) Muy Señor mío. Aunque me basten razones para ello, no utilizaré la ironía, sería como perfumar a los cerdos con Chanel. Es Usted un impresentable. Y un cobarde. No, mejor… Es Usted un cobarde impresentable. Suponía que tendría la deferencia de responder a mis cartas pero ya veo que hasta en eso me he equivocado. Ya me imagino que no le interesa nada de lo que he escrito. Mejor dicho, soy yo el que no le debo de interesar. Usted y los de su calaña sólo son mercaderes a los que el rigor intelectual no les dice nada. Comprendo que para la política de su editorial, lo primordial ahora sea la lista de ventas… Lamento no poder complacerle en eso, pero aunque sólo sea por respeto hacia mí y hacia mi obra, debería darme una respuesta. Sí, sépalo Usted, al contrario de lo que piensa no Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Cuenta atrás estoy acabado: todavía me quedan muchas cosas que aportar... Tengo derecho a que se me escuche... Y usted no es quién para negármelo, para cerrarme las puertas de ese modo sin darme ni siquiera una explicación… Escena IV (Oscuro.) (Todavía en oscuro se escucha a Bernardo resoplar. Al iluminarse la escena vemos una habitación triste, austera: una cama y algunos enseres. Bernardo intenta hacer la cama: pelea torpemente con las mantas; tira de un extremo y se deshace del otro. Por la puerta abierta en el lateral izquierdo, asoma Ana, quien en silencio le observa unos segundos.) Bernardo: (Percatándose de su presencia.) ¡Ah! ¡Estás ahí! No te había visto. Ana: ¿Se puede saber qué estás haciendo? Bernardo: Recoger margaritas, ¿no lo ves? Ana: (Dirigiéndose hacia donde se halla Bernardo.) Deja que te eche una mano. Bernardo: Ya puedo yo solo. Ana: Entre los dos se hace en menos que canta un gallo. Bernardo: (Resistiéndose.) No necesito que nadie... Ana: (Extendiendo la manta a la altura del cabezal.) Si es un momento, hombre. No seas cabezota. Tú coges de un extremo y yo del otro y verás qué pronto acabamos. Bernardo: (De un brusco tirón le arranca la manta de las manos.) ¡He dicho que no! Ana: ¿Qué mosca te ha picado hoy? Bernardo: ¿A mí? Ana: ¿Estás enfadado por algo? Bernardo: No. 65 Septiembre 2008 Cuenta atrás Ana: Entonces... Bernardo: No quiero que pienses que soy un inútil que no sabe hacerse la cama... Ana: Como quieras. Pero te advierto que ni tan siquiera se me había pasado por la imaginación. (Se sienta en una silla y permanece en silencio observándole.) La Ratonera / 24 66 Bernardo: (Continúa peleando infructuosamente con las mantas.) ¡Pues no he hecho pocas camas yo en el servicio militar! La mía y la del hijo de un ricachón que dormía en la litera de enfrente. No era señorito ni nada el, este... ¿cómo diantres se llamaba el condenado?... ¿Sabes a quién me recuerda?... (Asintiendo con la cabeza.) A Claudio. Sí, como lo oyes. Igual de estirados. Salvando las distancias, claro. De esos que siempre andan restregándote por la cara su superioridad. Me gustaría verlo en el campo con la azada en la mano. Parece... como que los demás estemos en el mundo a su servicio... Eso sí, del mío no se podía quejar, le dejaba la cama sin una arruga. Ana: (Que ha estado reprimiendo varios intentos y finalmente no puede contenerse ante semejante demostración de incompetencia. Se incorpora y con determinación se pone manos a la obra.) Por lo que se ve, has perdido la práctica. Bernardo: (Molesto pero ya sin demasiada convicción.) Es que... me pones nervioso... Ana: ¿Yo? Bernardo: No estoy acostumbrado a que me miren mientras trabajo... Ana: (Tomando las riendas.) La he pasado en vela. Bernardo: ¿Qué? Ana: La noche. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Bernardo: ¿En vela? Ana: Sí. Bernardo: ¡Ah! Ana: No he podido pegar ojo. Bernardo: Ni yo. Ana: ¡Esta cama está imposible! ¿Desde cuándo no se hace como Dios manda? Bernardo: Desde que no vienen los asistentes únicamente la estiro un poco... Como no puedo agacharme bien... Ana: (Extrayendo las mantas de los pies de la cama.) No veo por qué no podemos hacerlo. Bernardo: ¿La cama? Ana: (Mirándolo con un gesto de resignación.) Huir de aquí. Bernardo: Imposible. Ana: ¿Por qué? Bernardo: (Comprendiendo. Resuelto.) ¡Porque no! Ana: Eso no es una respuesta. Y mucho menos una razón. Bernardo: Ya hemos hablado largo y tendido sobre el tema. No sé por qué vuelves a insistir en ello... Ana: Cuidado. Bernardo: No merece la pena seguir discutiéndolo. Ana: Estira más de ese lado. Bernardo: ¿Así está bien? Ana: Un poco más. Bernardo: ¿Y ahora? Ana: Mejor. (Pausa breve.) Ana: Lo oí hablando con el director. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Bernardo: ¿A quién? Ana: A Claudio. A quién va a ser... Bernardo: (Encogiéndose de hombros.) ¿Y? Ana: ¿Cómo que y? Bernardo: Sí, ¿qué tiene eso de extraño? Ana: Pero... Bernardo: Yo también he hablado con él alguna que otra vez, y seguro que tú... Ana: ¿Ayer precisamente? (Pausa breve.) ¿No te parece sospechoso? Bernardo: ¿Sospechoso? Ana: Además... No es la primera vez. Bernardo: ¿Qué tratas de insinuar? ANA- Últimamente, como aquel que dice, no sale de su despacho. (Pausa breve.) Bernardo: ¿Y él? Ana: ¡Me pregunto qué se traerá entre manos! Hablaban en voz baja.... Bernardo: ¿Te ha dicho algo? Ana: ¿A mí? Bernardo: Sí. Ana: ¿Qué me va a decir? Bernardo: ¿No le preguntaste? Ana: Pues no. Bernardo: Debiste hacerlo. Ana: ¿Tú crees? (Pausa breve.) Cuidado con esa arruga. Estírala. Bernardo: (Obedece.) Hubiéramos salido de dudas. Ana: O no. (Pausa breve.) Así está mejor. No, si al final aprenderás y todo. Ya lo verás. Bernardo: Ya te he dicho que soy un experto. (Llevándose las mana al costado.) Pero la espalda... Cuenta atrás Ana: Ya, ya... Bernardo: (Después de una pausa.) Lo que no acabo de entender es... Ana: ¿Qué? Bernardo: ¿Por qué le implicaste si tanto desconf ías de él? Ana: Porque era necesario. Bernardo: Como estés en lo cierto... Ana: Es el único a quien podía acudir. Bernardo: Lo que has conseguido con eso es ponerlo sobre aviso. Ana: Él entiende de letras. Y también era una forma de probarlo. (Pausa breve.) Deja un poco más de sábana para el embozo. Bernardo: Hay de sobra. ¿Probarlo? Ana: Quise ver cómo reaccionaba. Bernardo: ¿Y cómo lo hizo? Ana: Con excesiva frialdad. Como quien oye llover. Aunque insistió en que la devolviésemos de inmediato. (Pausa breve.) Bueno... Bernardo: ¿Qué? Ana: ¿Has tomado ya una decisión? Bernardo: ¿Sobre…? Ana: Lo de marcharnos. Bernardo: No te das por vencida. Ana: Si nadie está dispuesto a acompañarme, no importa, me voy sola y punto. Bernardo: Espera, espera... eso sí que no lo podría permitir... Ana: Entonces... ¿te vienes conmigo? Bernardo: ¿Tú y yo? Ana: Sí. Bernardo: ¿Solos? Ana: (Asintiendo con la cabeza.) Solos. Bernardo: Pero... Ana: No necesitamos a nadie más. 67 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 68 Bernardo: ¿Dónde vamos a ir?... ¿Eh?... ¿Tienes alguna idea? Ana: Eso no es problema. Bernardo: ...Por ahí... los dos... Ana: Mi hija nos ayudará. Bernardo: (Mordiéndose la lengua.) ¡Oh! Sí, ya. Tu hija. (Pausa.) Ahí ha quedado una arruga. Espera que levanto un poco la manta. Ana: Ahora mismo voy a llamarla para que nos busque un sitio seguro. Lo primordial es ponerse a salvo. Cuanto antes mejor. Bernardo: La arruga. Ana: ¿Qué me dices? Bernardo: Todavía se nota. Ana: (Le mira fijamente a los ojos, consciente del poder que ejerce sobre él.) ¿Vendrás conmigo? Bernardo: (Acercándose a ella con la excusa de la manta.) Contigo... al fin del mundo. Ana: Te estoy hablando en serio. Bernardo: Yo también. Si no me crees, ponme a prueba. ¿Y cómo lo vamos a hacer? (Pausa breve.) Lo de escaparnos, quiero decir. Ana: En la parte trasera del edificio, junto a los setos, hay un trozo de verja en mal estado. Bernardo: ¿Y tú cómo sabes eso? Ana: ¿Te acuerdas de Julián? Bernardo: ¿Julián? Ana: Sí, hombre. Julián Olmos. Aquel tipo alto y bien plantado que utilizaba sonotone. Bernardo: ¡Sí, ya sé quién dices! Ana: Él fue quien me lo enseñó. Bernardo: Pero... Ana: (Falseando la voz.) ¿Te apetece comer un día como Dios manda?, me dijo. Conozco un restaurante muy cerca de aquí. Bernardo: ...eso... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Ana: Ya sé que se lo proponía a todas. ¿Te crees que me chupo el dedo? Ahora me arrepiento de no haber aceptado. Bernardo: ¡Ana! Me ofendes. Ana: No pude. Me fue imposible. Cuando llegamos a la verja me quedé como paralizada. Sentí pánico. Pensé, qué estupidez, que era demasiado vieja para... Si no hubiera sido por ese horrible chisme. (Pausa breve.) Pero... ¿para qué quieres tantas mantas? Bernardo: Paso mucho frío y... Ana: Mira que eres exagerado. Bernardo: Desde que quitaron la calefacción... Ana: (Sacando una de las mantas.) Con dos tienes más que suficiente. Bernardo: Con frío y solo no puedo dormir. Ana: Lo que no podrás dormir es con tanto peso. (Ofreciéndole un extremo de la manta.) Anda, ayúdame a plegarla, ¿quieres? (Bernardo coge la manta. Después de una pausa.) El sábado a las siete y media te espero en la puerta del almacén. ¿Vendrás? (Doblan la manta, cuando se acercan para el pliegue final, él intenta abrazarla.) Prométemelo. Bernardo: Prometido. Ana: Muy bien. (Interpone la manta entre ambos, como un muro protector.) No te retrases. Bernardo: Aunque quiero que te quede bien claro que lo hago únicamente por... (Algo les llama la atención. Se giran y descubren una sombra en la puerta. Es Claudio. Oscuro.) Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Escena V (Bernardo de rodillas.) Bernardo: …el pan nuestro de cada día, dánosle hoy. (Pausa breve.) Padre, una vez más vengo a ti para reclamar tu ayuda. ¿Por qué no me escuchas? Respóndeme. Rompe de una vez tu silencio y atiende a esta alma en pena que reclama tu auxilio. No es justo, Señor. Por muy pecador que sea, no merezco tu silencio. Yo jamás te he negado... en todo momento acudo a ti... y sin embargo últimamente siento que me faltas. Siempre, en los peores momentos has estado ahí, cercano. Cuando más desesperado he estado, de alguna forma me tranquilizabas con tu presencia... con una señal: la sonrisa de un niño, la lluvia que salvaba mi cosecha, los rayos del sol después de la helada... Siempre he sentido, aun en los peores momentos, que estabas ahí, en cada palabra, en cada gesto, como un buen padre… ¿Cuántas pruebas más tendré que superar? (Pausa.) ¿Es ésta la última? ...no nos dejes caer en la tentación. Me siento como un trasto inútil y abandonado, incluso por ti, en este destartalado almacén. Por mucho que lo intento no logro encontrarte. ¿Me evitas? Sólo siento vacío y silencio a mi alrededor. Tengo miedo. (Golpeándose el pecho en acto de contrición.) Todos los días te he dado las gracias por vivir, aunque fuese sufriendo; santificando tu nombre. Pero no puedo dejar de caer en la tentación, y Cuenta atrás tú lo sabes. Cada vez me cuesta más encontrar motivos... para seguir creyendo... Envíame una señal, un gesto en el que poder reafirmarme. Últimamente debes de estar muy ocupado. ¡Qué te importa un viejo como yo! (Transición.) Padre, ayúdame. No puedes darme la espalda cuando más te necesito. (Pausa breve. Mirando para todos lados.) ¿Dónde estás? ¿Señor, señor, por qué me has abandonado? Quiero tu bendición, sentir que todavía formo parte de tu rebaño. …mas líbranos del mal. (Pausa. Se persigna.) Amén. (Oscuro.) 69 Septiembre 2008 Cuenta atrás Escena VI La Ratonera / 24 70 (Despacho del director. Una mesa de madera, lacada en un tono oscuro, casi negro. Sobre ella un teléfono-fax, una agenda, facturas y tres bandejas para dossieres. A ambos lados de la mesa dos archivadores metálicos. En el momento de iniciarse la escena reina una densa semipenumbra rasgada por el haz de luz proveniente de una linterna al otro lado del cristal esmerilado de la puerta de acceso a la oficina, en el lateral izquierdo. Se oye el girar de llaves en la cerradura. Entra Bernardo con una linterna en una mano y una carta en la otra, se acerca a la mesa, rebusca entre las carpetas. Escucha un ruido en la puerta y se esconde detrás del archivador. Entran Claudio y Ana, sigilosos, casi arrastrando los pies para no hacer ruido.) Claudio: (Deteniéndose.) Está bien, dámelo. Ana: ¿Que te dé, qué? Claudio: ¡Qué va a ser, mujer! ¡La carta! Ana: ¿Cómo?... Claudio: ¡La carta! Que me la des. Ana: (Temerosa de que no sea así.) ¿No... la llevas tú? Claudio: ¿Yo? Ana: Sí, tú. Claudio: Pero... Ana: ¿No te acuerdas...? Claudio: (Como intentando hacer memoria.) ¿Acordarme...? Ana: Sí, hombre... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: ¿A mí? Ana: Juraría que te la di. Claudio: (Negando con la cabeza.) Te equivocas. Ana: Creo que sí. (Pausa breve.) Sí, estoy segura, totalmente convencida. Claudio: (Esperando a que acabe, estoico.) No me diste nada. Ana: Sí. (Señalándolo.) Te la guardaste en el bolsillo del batín. Primero la plegaste con mucho cuidado y luego te la guardaste en ese bolsillo. Sí, la plegaste con mucho esmero, lo recuerdo perfectamente. Claudio: (Buscándolo donde ella le dice. Con cierta ironía.) Pues debe de haber volado. Ana: (Encogiéndose de hombros.) A mí no me digas. Tú sabrás lo que has hecho con ella. Bernardo: (Encendiendo su linterna y escupiendo con ironía y algo de resentimiento las palabras.) Por casualidad, ¿no andaréis buscando esto, verdad? Claudio: (Sorprendiéndose. Casi gritando.) ¿Qué haces tú aquí...? Ana: (Ídem.) ¡Bernardo! Bernardo: Estáis haciendo mucho ruido. Claudio: (A Ana.) Lo ves como yo nunca he tenido esa carta en mi poder. ¡Nunca! Ana: (A Bernardo. Por la carta.) ¿Y cómo ha llegado a tu poder? Bernardo: (A Claudio.) Me la encontré en el pasillo junto a la puerta de tu habitación. (Claudio dirige una mirada recriminatoria a Ana.) Ana: (Tratando de disculparse.) Pues, f íjate tú lo que son las cosas... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Bernardo: Afortunadamente fui yo el primero en descubrirla. Ana: Yo hubiera jurado que... Claudio: Sí, estabas segura de que la había plegado cuidadosamente. Ana: (Dudando de su memoria.) Sí, la plegaste y la guardaste en ese bolsillo. Bernardo: ¿Se puede saber lo que estáis tramando? Claudio: (Encarándosele.) Algo tan sencillo como dejar las cosas en su sitio. Bernardo: (A Ana.) Esto era algo entre tú y yo. Ana: (Un tanto acorralada por la situación.) Verás... Bernardo: No es necesario que digas nada. Ana: No es lo que tú te piensas. Bernardo: Yo sí te creí. Ana: Se la mostré para ver si él… sabía lo que significaba… Claudio: Podemos estar discutiendo hasta que nos sorprenda el celador, espero que hayáis preparado una buena excusa, o por el contrario dejamos esa carta donde la encontraste y volvemos cada uno a su dormitorio. Son las tres y media de la madrugada, no sé vosotros, pero lo que es a mí estas correrías nocturnas me fatigan mucho. Estoy muerto de frío y no veo el momento de acostarme. (A Bernardo.) ¿De dónde la cogiste? Bernardo: De la mesa. En una de las carpetas. Claudio: (Instándolo a que la restituya.) ¿En cuál? Adelante. Y recemos porque todavía no la hayan echado en falta. (Bernardo se acerca a la mesa y empieza a abrir diferentes dossieres.) Cuenta atrás Claudio: (Impaciente.) ¿Qué haces ahora? ¡Vamos! No te entretengas. Bernardo: Espera, no estoy seguro de en qué carpeta la encontré. (Después de unos segundos de vacilación coge un dossier, pasa con rapidez los documentos que contiene hasta detenerse en uno que, por cualquier motivo, le llama poderosamente la atención.) Ana: ¡Quieres darte prisa, por favor! Bernardo: Espera un momento. (A Ana.) La conversación que escuchaste… ¿Qué fue exactamente lo que oíste? Ana: ¿Por qué me preguntas eso ahora? Ya os lo dije. Bernardo: Sí, bueno... pero quiero que me lo vuelvas a contar... sin dejarte ningún detalle. Ana: Sí… eso… Bernardo: Haz memoria. Vamos... Ana: …lo que os conté… Bernardo: Intenta reconstruir lo que hacías. Vamos. Pasas delante de la puerta y escuchas cómo hablan... Ana: (Asintiendo.) Sí. Claudio: ¿Y qué importancia tiene eso ahora? Bernardo: ¿Por qué te detuviste a escuchar? Ana: ¿Qué insinúas? Bernardo: ¿Qué dijo que te llamara tanto la atención? Claudio: (A Bernardo.) ¡La carta! Ana: ¡Ah! No sé… Que estaban surgiendo más problemas de los esperados, eso fue lo que dijo. Bernardo: ¿Problemas? ¿Mencionó de qué tipo? Ana: No. Creo que no. Claudio: (A Bernardo.) Déjala en su sitio y mar- 71 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 72 chémonos de aquí cuanto antes. Bernardo: (A Claudio.) Un momento. (A Ana.) ¿Crees? Ana: No. No los mencionó. Al menos mientras yo... Bernardo: Continúa. Ana: Luego comentó algo de los plazos, como que no sabía si podrían cumplir los plazos acordados. Claudio: ¿Plazos? De eso no habías hablado hasta ahora. Ana: Y le pidió que le enviase un fax. Bernardo: ¿Un fax? Ana: (Asintiendo.) Bernardo: ¿De qué? Ana: No sé. No pude escuchar más. Oí abrirse la puerta de los servicios y tuve que dejarlo... Bernardo: (Le muestra el documento a Ana.) Ana: ¿Y esto...? (Lo coge y le enseña el documento a Claudio.) ¿Qué significa? Bernardo: Te lo he preguntado a ti, no a él. Claudio: ¡No puede ser! Ana: ¿Qué sucede? Bernardo: ¿Qué me dices? Claudio: (Después de leerlo.) Imposible. Ana: ¿Qué pasa? Bernardo: Lo parece. Claudio: Pero... Bernardo: No sé qué pensar. Claudio: Están... Bernardo: ¿No te parece sospechoso? La conversación telefónica, la carta y ahora esto. Ana: Entonces… No eran simples elucubraciones mías, ¿verdad? (Espera una respuesta. Viendo que no llega.) ¿Oí lo que oí? Claudio: (Después de una pausa.) Es posible. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Ana: Aquí pasa algo. (Asustada.) Y gordo. ¡Vaya que si pasa! Claudio: Pero… la pregunta es… Ana: ¿Qué vamos a hacer? Bernardo: Propongo que sigamos buscando. Ana: ¿Seguir buscando? Bernardo: Quizá encontremos más pruebas. Ana: ¿Para qué? Claudio: (Estudiando la prolija documentación del dossier.) Los archivos. Mirad a ver qué encontráis en los archivos. Ana: Yo no pienso seguir buscando… que lo sepáis… Si lo que sospecho es cierto y nos encuentran husmeando aquí… (Por su tono parece una excusa.) Además… no tengo linterna. Bernardo: Toma la mía. Ana: ¿Y tú? Bernardo: (Mostrándole una caja de cerillas.) Soy un hombre precavido. Ana: No, déjalo. Bernardo: (Guiñándole un ojo.) Ya sabes lo que dicen de nosotros. Valemos por dos. (Ana coge la linterna sin demasiado convencimiento y se dirigen a sus respectivos archivos. Largo silencio, roto únicamente por la suave incandescencia del fósforo cada vez que Bernardo enciende una nueva cerilla.) Claudio: (Incorporándose con una expresión de sorpresa y temor en el rostro.) Creo que he encontrado algo. Ana: ¿Qué? (Claudio continúa leyendo detenidamente el documento.) Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Bernardo: (Extrae una carpeta del archivador y la ojea con interés.) Aquí están nuestras fichas. (No se da ni cuenta de que se le acaba la cerilla. Se quema. Agitando violentamente la mano.) ¡Maldita sea! Claudio: ¡Pero bueno...! ¿Te has propuesto que nos descubran o qué? Ana: (Junto a Claudio.) ¿Y todos esos nombres? Bernardo: (Con el dedo lastimado en la boca. Lamentándose en un tono casi infantil.) Me he quemado. Ana: ¿Por qué están tachados? Bernardo: (A Ana) Mira, aquí está tu ficha. (Se detiene a leerla.) Claudio: (A Bernardo.) Podrías poner un poco más de atención en lo que estás haciendo. No es tan dif ícil. (A Ana.) Fíjate. Coinciden con los desaparecidos. Ana: Es cierto. Claudio: (Se queda pensativo.) Ana: ¿Y nosotros? Claudio: ¿Qué? Ana: Hay un signo de interrogación al lado de cada uno de nuestros nombres. Bernardo: (Acercándose a comprobarlo.) ¿Un signo de interrogación? Ana: Deberíamos avisar a los demás. Claudio: No creo que sea una buena idea. Ana: Permaneciendo aquí corremos un grave peligro. Claudio: Cierto. Ana: Tienen derecho a saberlo, ¿no te parece? Claudio: No podemos sacar estos documentos del despacho. Tarde o temprano descubrirían que hemos sido nosotros... Y sin documentos que lo atestigüen nadie nos creería. (Pausa breve.) Por Cuenta atrás otro lado, todo esto parece tan descabellado. Bernardo: Tú lo has dicho. Cabe la posibilidad de que estemos equivocados. Ana: ¿Equivocados? Bernardo: Al menos deberíamos contemplar la posibilidad. Ana: ¿Y me quieres explicar entonces por qué razón está desapareciendo todo el mundo? ¿Por arte de magia? Bernardo: No lo sé. Pero… yo lo único que digo es que… deberíamos… cerciorarnos… preguntar antes de… Ana: ¿Preguntar? Claudio: Sería una total imprudencia por nuestra parte. Si hiciéremos eso que propones nos delataríamos. Ana: No seas ingenuo. Claudio: Nadie nos aclarará nada. Al contrario. Estarán todos conchabados en este asunto. ¿No lo ves? Desde el primero hasta el último. Todos compinchados. Ana: Huyamos. Bernardo: (Que no había contemplado esa posibilidad.) ¿Huir? Ana: Sí. Marchémonos ahora que aún estamos a tiempo. Claudio: No, huir tampoco es la solución. Bernardo: ¿Y adónde?, si se puede saber. Ana: No sé. Lo importante es salir de esta ratonera. Una vez fuera… podría llamar a mi hija. Ella nos ayudará. Claudio: Bernardo tiene razón, Ana. Ana: Denunciémosles. Acudamos a la Policía y denunciémosles. Claudio: No perdamos la calma. (A Ana.) Supongo que ya habrán considerado y resuelto esa 73 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 74 contingencia. Pondría la mano en el fuego a que poseen la mejor coartada: una explicación lógica para todo. De ser así, ¿en qué situación quedaríamos? No lo olvides sólo somos unos viejos contra todo el aparato de una institución. Y eso contando con que la cosa quede ahí. Bernardo: ¿Qué quieres decir? Claudio: Nada. No quiero decir nada. (Pausa breve.) Seamos prácticos. Bernardo: Nos estamos precipitando extrayendo conclusiones de algo tan… confuso y… en mi opinión… deberíamos seguir buscando… antes de… (Removiendo papeles frenéticamente.) Ana: ¡Oh, claro! Seamos prácticos. No nos precipitemos. Permanezcamos aquí hasta que esos signos de interrogación se conviertan en nuevas cruces en esa macabra lista de espera. ¿A quién le importa un viejo más un viejo menos? (A Claudio.) ¡Yo no quiero ser práctica! (A Bernardo.) ¿Necesitas que te tachen para estar seguro? Bernardo: (Ofendido.) A mí no me hables así. Ana: ¿Resolvería eso todas tus dudas? Mira, no me importaría nada precipitarme si con ello lograra salvar el pellejo. Bernardo: (Le cuesta creerlo.) Deshacerse de nosotros... ¿para qué? Si lo pensáis un poco… Es absurdo. Ana: ¿Absurdo? Bernardo: Completamente. Ana: Me da igual. Porque no pienso quedarme a averiguarlo. Claudio: ¿Os acordáis de la última ola de calor? Bernardo: (Desplegando un plano.) ¿A qué viene eso ahora? Claudio: ¿Cuándo fue? Bernardo: Juraría que es el asilo… Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: En París… En el verano del 2003, creo… Durante el mes de agosto murieron casi dos centenares de ancianos… Dijeron que debido a las altas temperaturas… A lo que voy… es que nadie los reclamó. Ana: Sí. Bueno… Claudio: Después de unos días los enterraron… Bernardo: Pero… entonces… Claudio: ¡Casi doscientos ancianos! No eran ni uno ni dos. Ana: No es comparable. Bernardo: ¿Qué significan estas calles? Claudio: Quizás tengas razón. Pero da que pensar. Ana: (Decidida.) ¿Quién me acompaña? Claudio: Estoy de acuerdo en que no podemos permitirnos perder ni un minuto más de tiempo. Pero por otro lado huir no me parece la solución más acertada. ¿Quién nos asegura que ahí afuera no nos encontraríamos con el mismo problema? Ana: Si no salimos no lo averiguaremos nunca. Bernardo: (Mostrándoles el plano a sus dos compañeros pero ninguno de los dos le presta la menor atención.) ¿Habéis visto...? Claudio: No podemos confiar en nadie. Estamos solos en esto. Aceptémoslo. Aquí dentro somos más fuertes. (Pausa breve.) Ahora más que nunca debemos permanecer unidos. No tenemos otra opción que esperar el momento oportuno y pasar a la acción. Bernardo: (Que no da crédito a lo que oye.) ¿Pasar a la acción?... (Golpeándose la sien con el dedo índice.) Vosotros... vosotros no estáis bien... lo vuestro se llama demencia, esto, demencia… senil, creo. La culpa la tienen todas esas pastillas Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel con las que nos atiborran… estoy seguro… Conmigo no contéis… Lo siento… pero yo no estoy dispuesto a… Claudio: (Asiéndolo fuertemente del brazo.) Hagas lo que hagas no se te ocurra irte de la lengua. Bernardo: (Soltándose con un movimiento enérgico.) ¿Me estás amenazando? Claudio: Te estoy advirtiendo. Nada más. Quiero asegurarme de que no vas a ir por ahí cogiendo más papeles ni haciendo preguntas comprometedoras. Esto no tiene que salir de aquí, ¿entendido? (Ambos mantienen un pulso de miradas.) Si sospecharan de alguno de nosotros… ¿Sabrás mantener la boca cerrada? Ahora más que nunca nuestra seguridad depende de ello. Y no estoy dispuesto a arriesgarme por… Ana: Sigue en pie mi oferta. ¿No se anima nadie? (Espera.) Yo no pienso quedarme aquí para acabar mis días sacrificada como un cordero. Bernardo: ¿Por qué no ingresan a nadie más? Claudio: ¿Ingresar? Bernardo: ¿Lo habéis pensado? (Pausa.) Lo están vaciando poco a poco. ¿Cuánto hace que no entra nadie nuevo? Claudio: No sé, más de un mes… Bernardo: Si fuera un plan para exterminarnos, como sugieres, entonces… (Pausa breve.) ¿Qué sentido tiene esta lentitud? Y… sobre todo, ¿con qué fin? Lo único que pretendo es que veáis que… todavía existen… demasiadas… lagunas… dudas razonables… En mi opinión estamos dando palos de ciego. Claudio: (A Bernardo. Agitando el documento como una prueba irrefutable.) En el holocausto los judíos pensaban lo mismo que tú. Que no era posible. Cuenta atrás Bernardo: ¿A quién se le iba a ocurrir semejante atrocidad? Ana: ¡Vayámonos! Llevamos demasiado tiempo aquí. Claudio: ¿Y qué es lo que hicieron? Exactamente lo mismo que tú planteas. Esperar. Permanecer con los ojos cerrados a una realidad que no les gustaba y que por lo tanto no podían aceptar. Bernardo: Estáis exagerando. Esto a la luz del día lo veremos con más claridad. Claudio: Y mira para lo que les valió toda su prudencia. Hemos de demostrarles que todavía sabemos cuidar de nosotros. (Del corredor llega un vago ruido que dispara la alarma.) Ana: ¿Qué ha sido eso? Bernardo: Pasos. Claudio: ¡Vamos! Bernardo: Alguien se acerca. Claudio: ¡Rápido! Salgamos de aquí. 75 (Salen los tres ancianos por el lateral izquierdo. Después de una breve pausa.) Voz en off de Ana: ¡La carta! (Sobre el oscuro observamos la silueta de Bernardo entrando de nuevo y acercándose sigilosamente a la mesa con el sobre en la mano.) Septiembre 2008 Cuenta atrás Escena VII (Ana al teléfono.) La Ratonera / 24 76 Ana: Esperanza... ¡Esperanza!... ¿Quieres hacer el favor de descolgar el teléfono de una vez?... Sé que estás ahí... A mí no puedes engañarme... te conozco demasiado bien... ¿Tanto te cuesta?... Esperanza, cariño... por lo que más quieras, coge el teléfono... Necesito hablar contigo, nena... No entiendo por qué te escondes de mí... Sé que me escuchas, puedo oír tu respiración... Tengo algo que contarte... Todo es muy raro... créeme... no son manías mías, te lo aseguro... mi cabeza, este sitio, no hay una explicación lógica... y nadie hace preguntas... Algo está pasando... he oído cosas... Tengo miedo.... ¿Me oyes?... Ya no me siento segura... No puedo hablar con nadie. Todos piensan que estoy loca. ¡Por el amor de Dios, Esperanza, apiádate de tu pobre madre y sácame de aquí! Me prometiste que mi estancia sería sólo provisional... ¿también eso lo has olvidado?... que una vez resolvieses tus problemas me llevarías contigo... pero... han pasado casi tres años, Esperanza... Me has engañado. Por favor, contesta, hija. Sí, ya sé que eres joven, que tienes tu vida y que soy un estorbo. Yo también he tenido treinta años y me sentía tan libre y dueña del mundo como tú, por eso te comprendo, pero todo este tiempo sin saber nada de ti, ni una visita, ni una triste carta, es demasiado... Tres largos años esperando que des- Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel cuelgues ese maldito teléfono para convencerme de que aún sigues acordándote de mí... ¿Por qué lo haces?... ¿Te complace verme sufrir?... ¿Qué te he hecho?... Te equivocas, que yo haya sido una mala madre no te da derecho ni te obliga a ser una mala hija... Esperanza... no me castigues más con tu silencio, cielo.... perdóname y coge el teléfono, por lo que más quieras... necesito oír tu voz... saber que todavía te importo... Ya no recuerdo la última vez que me diste un beso... que sentí el calor de tus brazos... Me siento sola... ¿Esperanza?... (Oscuro.) Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Escena VIII (La habitación de Claudio. Lo único que la distingue del resto de las habitaciones es la presencia de una pequeña mesa sobre la que descansan una vieja Olivetti, libros y manuscritos apilados en desorden. Al encenderse la luz Ana está hojeando ensimismada los papeles que hay sobre la mesa. Entra Claudio.) Claudio: (Sorprendiéndola.) ¿Qué haces? Ana: (Grita y se le caen los papeles de las manos.) Claudio: ¿Qué? ¿Te parece interesante? Ana: ¡Virgen santísima! (Por los papeles.) ¡Mira lo que has hecho!... Esas no son maneras de entrar. Claudio: Ésta es mi habitación. ¿Acaso lo has olvidado? (Se acerca e indignado comienza a recoger los folios desperdigados por el suelo.) Ana: ¡Vaya susto me has dado! Claudio: ¿Se puede saber qué haces aquí? Ana: (Llevándose la mano al pecho.) Seguro que me ha subido la tensión... Claudio: ¡Menudo desastre has formado! ¿Qué hago ahora? ¿Eh? Dime. ¿Me quieres decir qué hago ahora yo con todo esto? Ana: Bueno... verás... (Comienza a recoger hojas del suelo ella también.) Yo había venido a ver si... Claudio: ¡Está todo desordenado! Ana: ...a ver si podías ayudarme a... Claudio: Es de mala educación que entres aquí sin mi permiso, es inaceptable que te dediques a fisgonear en mis escritos, pero lo que me parece Cuenta atrás del todo imperdonable es que hayas causado semejante estropicio con tu imprudencia... Todo mi trabajo patas arriba... Ana: ¡Mira que eres exagerado! Tampoco es para tanto... Se vuelven a ordenar y en paz. Cogemos un montón cada uno y... Claudio: Odio perder el tiempo... Y últimamente no he hecho otra cosa... Ana: (Mirando las hojas.) ¿Están sin numerar? Claudio: ¿Qué? Ana: ¿Las páginas? ¿No las numeras? Claudio: Pues no. No tengo costumbre de hacerlo. Ana: No me lo puedo creer. ¿Cómo es posible que no numeres las páginas? Claudio: (Un tanto molesto.) ¿Ves los números? Ana: ¿Qué números? Claudio: Los de las páginas. ¿Los ves? Ana: No. Claro que no los veo. ¿Cómo los voy a ver si no están? Claudio: ¿Entonces para qué preguntas? Ana: Por esa misma razón. Pregunto porque no los veo. Claudio: No necesito numerar las páginas porque no está previsto que se desordenen, no es necesario porque, excepto yo, nadie más las toca. Ana: Sí, pero... Claudio: Y porque a mí no se me caen... Ana: De acuerdo. Todo eso está muy bien. Pero las páginas normalmente se numeran, quiero decir, que los libros tienen las páginas numeradas... Claudio: (Arrancándole las hojas de las manos y blandiéndolas con cierta violencia.) ¿Es esto un libro? Contesta. ¿Es esto un libro? No. Esto es un manuscrito, mi manuscrito, y yo jamás he necesitado numerar ninguno de mis manuscritos. 77 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 78 Ana: (En sus trece.) Pues muy mal hecho. Claudio: (Deseando poner fin a tan desafortunado encuentro.) Mejor será que te marches. Ana: Antes recojamos todo esto. Claudio: Deja, ya me encargo yo... Ana: Insisto. Haces que me sienta culpable. Claudio: Está bien... toma. (Le entrega unas cuantas hojas del manuscrito.) Ve diciéndome en voz alta el final de cada página y yo las iré casando... Ana: (Leyendo.) Displacer... Claudio: Más. Ana: ¿Qué? Claudio: La última frase. Léeme desde el último punto y seguido. Ana: ¡Ah! (Obedeciendo.) Un abrumador principio de displacer... Claudio: (Buscando entre las hojas sueltas.) ...displacer... principio de displacer... un abrumador principio de displacer... un instinto de muerte... eso es, un instinto de muerte... (Encontrándola.) Aquí está. Vamos. Dime otra. Ana: Cuánto mejor un artista... Claudio: Cuánto mejor un artista... más vulnerable. Toma... (Le entrega parte del manuscrito.) Busca tú también entre éstas. Tiene que empezar por “más vulnerable”. Ana: (Sin mirar las hojas.) Un momento... Claudio: Busca, por favor... Más vulnerable... Date un poco más de aire o no vamos a acabar nunca. (Pasando rápidamente las hojas.) Más vulnerable... Ya lo tengo. Ana: (Que no sale de su asombro.) ¿Te lo sabes de memoria? Claudio: Continúa leyendo. Ana: Te he hecho una pregunta. Claudio: ¿Qué? Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Ana: ¿Te sabes todas las páginas de memoria? Claudio: (Encogiéndose de hombros.) Por supuesto. ¿De qué te extrañas? Las he escrito yo. Ana: Pero entonces... Claudio: ¿No querías ayudarme? Ana: ...no lo entiendo... Claudio: Pues sigue leyendo. Ana: ¿Por qué te has enfadado tanto conmigo? Si total te lo sabes de memoria. Claudio: ¿Necesitas que te repitan las cosas cien veces? Ana: Hay que ver lo maniáticos que sois los intelectuales... No numeras las páginas, luego te pones como un energúmeno y ahora resulta que te lo sabes de memoria. Avisa. ¿Quedan más sorpresas? Claudio: ¡Vamos! Lee de una vez. Ana: (Leyendo.) Se llevó el arma al ojo... Claudio: ...al ojo izquierdo y apretó el gatillo... Ana: (Comprobándolo.) ¿Cómo lo consigues? Claudio: Cuestión de práctica. Ana: ¡Es increíble! Claudio: No tiene mérito. Pura gimnasia intelectual. (Encontrando la página.) Ésta es... izquierdo y apretó el gatillo... (Pausa breve.) No he dejado de leer y escribir ni un solo día desde que tengo uso de razón. De algo me tendría que servir. (Señalándole los papeles, pidiéndole que continúe.) Ana: A mí cada vez se me olvidan más cosas. (Pausa breve. Leyendo.) Yo levanté en mi... Claudio: Yo levanté en mi casa un cadalso. Casa... casa... Cadalso... cadalso... Aquí... (Apremiándola.) Otro. Ana: Mai... mai... maiiav... Claudio: (Quitándole la hoja.) ¡Trae! Maiakovski... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Maiakovski se mató por orgullo, para condenar algo que había en él. Ana: ¡Vaya una tontería! Claudio: ¿Cómo dices? Ana: Matarse por orgullo. Claudio: No emitas juicios a la ligera. (Encontrando la hoja.) …algo que había en él... Ana: Se encontró un cadáver... ¡Pero esto qué es! Como sigamos así no va a quedar vivo ni el apuntador... Claudio: ¿Quieres hacer el favor de callarte y concentrarte en lo que estás haciendo? Ana: ¿No has encontrando nada mejor de lo que escribir? Mira que hay temas, ¿eh? Pues no, has ido a elegir el más escabroso. Claudio: (Encontrando la hoja.) Se encontró un cadáver a treinta metros... (Mirando a Ana, expectante.) Ana: Hay solo dos razones... Claudio: Hay solo dos razones... Dos razones... dos razones para no matarnos... Aquí está... el dolor y el miedo al otro mundo. Ana: Me estás asustando. Deberías hablar con el psicólogo. Esto no es normal, Claudio, créeme. (Leyendo.) Y también se mataron, dale Perico al torno, también se... eso, Cesare Pavese, Modi... Modi... Claudio: Modigliani, Modigliano, Pollock, Hemingway... Ana: ¡Ah! Mira... Claudio: Aquí lo tenemos... Ana: A ese sí que lo conozco. Claudio: Pollock, Hemingway... Ana: Mister Ernest Hemingway... Eso fue lo que me llamó la atención... cuando vine a buscarte y leí su nombre entre tus papeles. Cuenta atrás Claudio: Continúa. Ana: Sentí la curiosidad de saber lo que habías escrito sobre él. Claudio: ¿De qué estás hablando? Ana: ¿De qué va a ser? De Hemingway. El escritor, el americano grandote... Si me escucharas alguna vez... Te acabo de decir que le conocía. Claudio: ¿A Hemingway? ¿Tú? Ana: Yo. Claudio: Querrás decir que lo viste alguna vez en televisión o en los periódicos. Ana: Más que eso. En mis tiempos compartimos alguna que otra memorable borrachera juntos. Claudio: ¿En serio? Ana: ¿Qué te piensas? Si te contara la de gente importante que ha desfilado por mi camerino te sorprenderías... Claudio: No te creo. Ana: Estás en tu derecho. Claudio: Cualquiera sabe que era un escritor americano que bebía más de la cuenta. Venga, sigamos con lo nuestro. Ana: Debió ser en el cincuenta y nueve, sí, durante el verano del cincuenta y nueve, cuando iba con los toreros, de plaza en plaza y de sarao en sarao, en alguno de los cuales coincidimos. Claudio: Entonces... ¿Es cierto que lo trataste en persona? Ana: Personal y muy estrechamente. Claudio: Eso me interesa. ¿Podrías contarme más detalles? Quizá haya alguna cosa que pueda ser de utilidad para mi trabajo. Ana: De eso hace ya muchos años. Además, estás hablando con una señora, ¿qué te has pensado? Yo no aireo mis intimidades. Y mucho menos para que nadie las traslade a un papel. 79 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 80 Claudio: ¿Cómo y cuándo lo conociste? Cuenta. Ana: (Por las hojas que todavía siguen desordenadas.) ¿No tenías prisa? Claudio: Deja, ya lo acabaré yo luego... Ana: (Haciéndose de rogar.) No tienes tiempo que perder. Vamos. (Leyendo.) En esta vida... Vamos... Busca... Claudio: Tal vez en otro momento... Ana: (Golpeándole con el índice los papeles.) En esta vida... Claudio: Sí... En esta vida... En esta vida morir no es dif ícil. Más dif ícil es vivir. (Pausa breve.) Refresca tu memoria. Intenta recordar todo lo que puedas de aquellos encuentros... Más dif ícil es vivir... Aquí lo tengo. Ana: Se prepara en el silencio del corazón. Claudio: Y es una gran obra de arte... ¿Dónde estará?... Aquí. Ana: El esplendor del combate contra la muerte. Claudio: Con gusto hubiera dado mi brazo derecho por codearme con alguien como él. Una luz en medio de las tinieblas. Me duele reconocerlo: soy un mediocre que se ha movido entre mediocres en una mediocre existencia. (Buscando.) El esplendor del combate contra la muerte no radica en el resultado sino en la dignidad del acto. (Cogiendo un folio.) ¿Esto qué es? No es mío. Ana: ¿El qué? (Claudio se lo muestra.) Ah, sí. Lo he traído yo. Se me habrá caído cuando entraste. Claudio: (Entregándoselo.) Toma, no lo vayamos a mezclar con el resto. Ana: Tiene que ver con lo que os conté. Claudio: Aquí está... la dignidad del acto. Vamos, léeme la siguiente, ya nos queda poco. Ana: Con la conversación... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: Con la conversación... (Busca entre sus papeles.) ¿Qué más? No me suena... Ana: Lo que os dije de la conversación... Claudio: ¿Con la conversación o lo que os dije de la conversación? (Sigue buscando.) No puede ser. No me encaja con ninguna... Ana: Me refiero a lo que os conté el otro día... Claudio: ¿Contarnos qué? Ana: La conversación telefónica... Claudio: ¿Quieres dejarte ahora de conversaciones y estar en lo que tienes que estar? Léeme la siguiente hoja si no es mucho pedir. Ana: El ascenso súbito y pronunciado... Claudio: Ya decía yo que eso de la conversación no me sonaba de nada... El ascenso súbito y pronunciado… del número de bajas en el arte. Ana: Le pedí a Bernardo que fuese al despacho del director. Claudio: ¿Que le pediste qué? Ana: Estaba muy preocupada. Claudio: ¿Por qué? Ana: No sé... para ver si descubría algo que nos diera una pista... Claudio: ¿Una pista…? Ana: Encontró esto. Claudio: ¿Estás insinuando, acaso, que Bernardo ha cogido esa carta del despacho del director? Ana: Sí. Claudio: ¿Y lo dices así, tan tranquila? Ana: Verás... Precisamente eso es lo que trato de... Claudio: ¡Os habéis vuelto locos! Locos de remate. ¿En qué demonios estaríais pensando? Ana: Es que no acabamos de entenderla del todo y... Claudio: ¿Cómo se te ha ocurrido traerla aquí? Ana: ...hemos pensado que tal vez tú... como tienes más costumbre... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: (Indignado.) ¡Fuera! ¡Fuera de aquí inmediatamente! Ana: Mira, habla de unos plazos. De un incumplimiento de plazos... Claudio: ¿No me has oído? Sal ahora mismo de mi habitación. Ana: ¿Qué te cuesta echarle un vistazo? Te prometo que luego me marcho. Claudio: No quiero saber nada de ninguna carta. Ana: Mira que te gusta hacerte de rogar. Soy una testaruda, siempre me salgo con la mía. Ahorrarás tiempo si... Claudio: Está bien. (Arrebatándosela de las manos. Después de leerla por encima.) Tú lo has dicho. (Se la devuelve.) Es una sanción por incumplimiento de plazos. Ana: (Entregándosela de nuevo.) ¿Qué plazos? Claudio: (La carta, como la falsa moneda, va de mano en mano.) No lo menciona. Ana: ¿Lo has leído todo? Claudio: ¿Tienes idea de lo que habéis hecho? Ana: La carta. Estoy segura de que tiene que poner algo más. Claudio: ¿Me estás oyendo? Habéis robado un documento del despacho del director. ¿Sabes las consecuencias que eso os acarrearía si por casualidad se llegara a descubrir? No quiero tener nada que ver en este asunto. Sólo con enseñármelo ya me habéis comprometido. ¡Maldita sea! Y a mí lo único que me importa ahora es acabar mi ensayo, ¿lo entiendes? Pues entonces haz el favor de coger esa carta y marcharte ahora mismo de aquí. Ana: Muy bien, ya veo que no puedo contar contigo. Claudio: Para eso por supuesto que no. Cuenta atrás Ana: Me voy. (No se mueve del sitio. Pausa breve.) En el fondo no sois tan diferentes. Claudio: ¿Quiénes? Ana: Ernest y tú. A él también era lo único que le importaba. Claudio: ¿A Hemingway? Ana: Escribir. No concebía su vida de otro modo. (Pausa breve.) Tienes razón, será mejor que me marche. No te molesto más. (Le muestra la carta del Director, regalándole una sonrisa.) No quisiera comprometerte. Claudio: (Después de una pausa. Finalmente la coge.) Tú ganas. (Leyéndola con mayor detenimiento.) Está claro que es una sanción por incumplimiento de plazos. Aquí remite a un artículo de un reglamento... se supone que será el que han infringido... ¿Hablabas en serio? Ana: ¿A quién? Claudio: Antes. Cuando has dicho que nos parecíamos. Ana: La sanción. ¿A quién se la han impuesto? ¿Al asilo? Claudio: Sí, claro. ¿A quién si no? (Pausa breve.) ¿Hablabas en serio? Ana: Totalmente. Continúa. Claudio: Por no cumplir las condiciones mínimas exigidas... Ana: Entonces lo de la conversación... Claudio: ¡Esto es una locura! Tienes que devolverlo. Ana: De acuerdo. Pero antes termina de leerla, a ver si pone algo más. Claudio: No. Eso es todo. No sé por qué estoy haciendo esto. ¿Qué pensarán de mí si nos descubren? Hay que devolverla cuanto antes. Esta misma noche sin falta. ¿Me has oído? Esta mis- 81 Septiembre 2008 Cuenta atrás ma noche dejas la dichosa carta donde estaba. No, mejor aún. Yo te acompañaré. No me f ío. A las tres en punto te espero en la puerta del comedor. (Acompañando a Ana hacia la puerta.) Ahora márchate y no hables de esto con nadie. Y cuando digo con nadie quiero decir con nadie. ¿Entendido? (Claudio juega durante unos segundos, nervioso, con la notificación, acto seguido la dobla cuidadosamente y la guarda en el bolsillo de su batín.) Ana: (Saliendo.) Entendido. (Oscuro.) 82 Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Escena IX (Salón de estar. Bernardo y Claudio sentados a una mesa redonda sobre la que hay un tapete verde, un mazo de cartas y dos montones de monedas de distinto tamaño. Claudio absorto en la lectura de un libro. Bernardo en actitud de espera y sin quitar la vista de la puerta.) Bernardo: Mucho tarda. Claudio: ¿Eh? Bernardo: ¿No crees que está tardando mucho? Claudio: Sí. (Pausa breve.) Bernardo: ¿Cuánto hace que se fue? Claudio: Mucho. La Ratonera / 24 (Pausa breve.) Bernardo: Mucho, sí, pero ¿cuánto? (Señalando el reloj.) Claudio: Veinte minutos. Bernardo: ¿Tanto? Claudio: Sí. Bernardo: Demasiado tiempo. Claudio: Incluso para ella. (Pausa breve.) Bernardo: ¿Crees que volverá? Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: ¿Te refieres a si se acordará de que tiene que hacerlo?... Bernardo: (Sonriendo con aire de complicidad.) También. Claudio: (Se encoge de hombros.) (Pausa breve.) Bernardo: Y... Claudio: ¿Eh?... Bernardo: ¿Qué? Claudio: ¿Qué, qué? Bernardo: ¿Qué hacemos? (Pausa breve.) Esperar, ¿no? Claudio: Yo me marcho. Bernardo: ¿No irás a dejarnos ahora? Claudio: ¿Qué quieres que haga? ¿Seguir aquí como un pasmarote? Bernardo: ¿Vas a dejarnos a medias? Claudio: Lo siento. Bernardo: No quiero quedarme… solo. Claudio: Cinco minutos más... Bernardo: El caso es que iría a buscarla, pero creo que es mejor seguir aquí. (Pausa breve.) Esperamos, ¿no? Claudio: Cinco minutos. (Pausa breve. En ese instante entra Ana con paso rápido y nervioso.) Bernardo: ¡Alabado sea el Señor! Ya apareció la oveja descarriada. Claudio: Y yo acabo de perder la tarde. Ana: Vengo pasmada... Bernardo: Deberías haberme hecho caso y no dejar la medicación... ¿Qué es… Cuenta atrás Ana: ¿A qué no sabéis lo que acabo de oír hace un momento?... Bernardo: …una nueva moda? Ana: Mientras venía para aquí... Bernardo: Vayamos a lo importante. Ana: En el despacho del director... Bernardo: ¿Traes el dinero? Ana: …la puerta estaba abierta. Claudio: El dinero. Ana: Sí. Bernardo: ¿Pues a qué estas esperando para sentarte y liberar tus deudas con la banca? (Ana toma asiento. Apremiándola.) Son diez céntimos. Ana: Ya, ya voy. ¡Desconfiado! Claudio: Todo puede esperar, pero las deudas de juego son sagradas, aunque sea lo último que hagas en vida, hay que liquidarlas. Ana: No he podido evitar escucharlo... Bernardo: ¿Escuchar qué? Ana: La conversación. Claudio: ¿Con quién? Bernardo: (A Claudio.) ¿Quién da? Ana: No sé. Claudio: (A Bernardo.) Quien dice quién. Claudio: ¿No sabes? Bernardo: ¿Estás seguro? Ana: No. Claudio: (A Bernardo.) Quien sale de mano, luego reparte. Ana: Hablaba por teléfono. Claudio: Así de sencilla es la regla. Ya veo que Ana no es la única que ha dejado de tomarse su medicación. Bernardo: (Coge el mazo de cartas, las baraja con parsimonia, y después se lo ofrece a Ana.) Corta. 83 Septiembre 2008 Cuenta atrás La Ratonera / 24 84 Ana: ¿No repartía yo? Claudio: Corta. Ana: (Dividiendo el mazo en dos mitades casi idénticas.) No es que yo me meta donde no me llaman pero... Claudio: (En tono de burla, sin darle importancia a lo que va a decir.) Y bien... ¿qué es lo que has oído esta vez? Ana: Más que hablar, gritaba... Bernardo: (Deteniéndose.) ¿Cuántas lleváis?... Claudio: Tú sabrás. Bernardo: Si lo supiera no lo preguntaría, ¿no te parece? Claudio: Pues deberías. Eres el que reparte. Bernardo: Me he descontado... Claudio: (Obedece disgustado.) ¡Vaya una forma de jugar una partida! Ana: A mí me falta una. (Pausa breve.) Estaba excitado, muy nervioso... como si no le gustase nada lo que le estaba diciendo el otro. Bernardo: (A Claudio.) ¿Y tú? Claudio: (Contándolas.) Ocho. (Bernardo recoge todas las cartas y repite de nuevo todo el proceso.) Ana: Parecía preocupado... Sí. Bastante preocupado... El del teléfono debía de ser alguien importante, algún pez gordo... me lo imagino porque le hablaba con mucha educación. Bernardo: (A Ana.) Va. Ana: ¿Eh? Claudio: ¿Estamos en lo que estamos? Bernardo: (A Ana.) Sales tú. Ana: ¡Ah! Perdón. (Coge una carta del mazo y la suelta de inmediato como si quemara.) ¿Ya em- Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel pezamos? ¡Se ve que hoy estoy de racha! Menuda colección de caballos y reyes que llevo esta tarde. (Pausa breve. Bernardo coge una carta y se deshace de otra.) Dijo que habían surgido más problemas de los esperados... Claudio: (A Bernardo.) ¿Qué has tirado? Bernardo: ¿Yo? Ana: ¿A qué se referirá? Bernardo: El siete de copas. ¿Por qué? Claudio: ¿Y aún me lo preguntas? Ana: ¿Tendrá algo que ver con...? Claudio: (Sin dejarla acabar.) ¿Pero es que no te has dado cuenta? Bernardo: ¿Darme cuenta de qué? Ana: ¿No os parece extraño? Claudio: (A Bernardo.) Deberías concentrarte un poco más en el juego, de lo contrario no merece la pena seguir perdiendo el tiempo, la verdad. Ana: Más que extraño... Bernardo: (Señalando a Ana.) Es que con tanta cháchara no me concentro en lo que tengo que concentrarme. Ana: …sospechoso. (Repitiendo la frase como intentando descifrar en ella un código interno.) Están surgiendo más problemas de los esperados. Bernardo: ¿Qué has tirado? Claudio: El rey. Está visto que no hay manera. Ana: Luego le pidió que le enviase algo... Claudio: Os habéis empeñado y al final lo vais a conseguir. Como sigáis así no acabamos la partida. Ana: Ha dejado bien claro que bajo ningún concepto va a permitir que nadie le chafe el negocio. Claudio: Y no hay nada que me fastidie más que dejar las cosas a medias. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Ana: Así de claro y tajante lo ha dicho. Claudio: Lo que se empieza se acaba. Bernardo: Tranquilo, no eres el único que quiere terminar esta partida. Claudio: Finalizar con dignidad. Ése ha sido siempre mi lema. Y si es ganando, tanto mejor. Ana: (A Claudio.) Hasta el último momento no se puede cantar victoria. Bernardo: (A Claudio.) Y hablando de todo un poco: ¿cómo vamos de números? Claudio: (Consultando una libretita de notas.) Ana y tú, ochenta y siete, y yo, sesenta y cuatro. Ana: ¿De veras no os interesa? Claudio: ¿El qué? Ana: Eso mismo. (A Bernardo.)¿Es tuyo el cuatro de copas? Claudio: Sí, hija, sí. Es suyo. Bernardo: (A Ana.) ¿También tú me vas a sermonear? Ana: (Su rostro se ilumina con una sonrisa de satisfacción mientras coge la carta desechada por su compañero de juego. Claudio, resignado, suspira ante lo inevitable.) Aseguró que si fuese necesario, él mismo se desharía de ellos. (Mirando a ambos, triunfal, extiende sobre la mesa sus cartas gritando con júbilo.) ¡Chinchón! (Oscuro.) Cuenta atrás Escena X (Amplio comedor. Una larga mesa en el centro del escenario con trece sillas alrededor de ella aunque en escena sólo veamos a tres comensales: Ana, Claudio y Bernardo, sentados frente a una enorme sopera a la que contemplan como si encerrase un misterio del que dependieran sus vidas. Una luz amarillenta, débil, enmarca la escena. Esperan, en completo silencio, hasta que...) Ana: (Sin dejar de mirar, hipnotizada, la sopera.) Se va a enfriar. Bernardo: (Con un hilo de voz.) Sí. Ana: Yo fría no me la pienso tomar. Bernardo: Para otro día… Ana: Eso que os quede bien claro. Bernardo: ¿No lo podíamos dejar para otro día? Claudio: (Taxativo.) Imposible. Bernardo: Mañana mismo... Claudio: Es correr un riesgo innecesario. Bernardo: Pero si... Claudio: (Trascendente.) ¿Quién te asegura que mañana no sea demasiado tarde ya? Bernardo: ¿Tú crees? Ana: (Sin quitar los ojos de la sopera.) Vosotros seguir, seguir hablando... Ya no sale ni humo. Claudio: Conf ía en mí, Bernardo. Estamos haciendo lo que procede. No tenemos otra alternativa. Ya sabes lo que hay. (Señalando la sopera.) Esto o... Ana: (Que teme hasta oírlo.) Por favor. Ni lo menciones... 85 Septiembre 2008 Cuenta atrás (Claudio saca del bolsillo de su chaqueta una caja de medicamentos.) La Ratonera / 24 86 Claudio: (A Bernardo.) Anda, ve a vigilar. (Pausa breve.) ¿Es que no me has oído? (Pausa.) Te estoy hablando a ti. Bernardo: ¿Y por qué yo? Claudio: (Del interior de la caja extrae tres o cuatro cápsulas. En actitud desafiante.) Alguien tendrá que hacerlo, ¿no te parece? (Lo mira fijamente.) Bernardo: Sí, pero... ¿por qué tengo que ser yo? Claudio: Acordamos que trabajaríamos en equipo. Bernardo: Nadie dijo nada acerca de que tú llevases la batuta. Ana: ¿Os queréis callar? Siempre estáis con lo mismo. Sois como niños. Hasta para... Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Claudio: (En sus trece.) Hay que darse prisa. Bernardo: No soy tu criado. Ni tuyo ni de nadie. Si quieres uno propio, te lo buscas. Claudio: Dentro de nada vendrán con el segundo plato. (Claudio le tiende las cápsulas a Bernardo.) Bernardo: ¿Y ahora...? Ana: Tibia, ya sólo pido que esté tibia. Bernardo: ¿A mí qué me das? Claudio: Reparto de tareas. Si yo he de vigilar, entonces... tú tendrás que... Ana: (Interrumpiéndoles. Conciliadora.) Está bien, ya voy yo... (Una vez más se le atasca la palabra en la boca. Un pequeño esfuerzo y se la traga.) (Ana se dirige hacia el lateral izquierdo donde se halla la puerta de acceso al comedor desde la cocina. Mientras tanto Claudio se dispone a echar el contenido de una de las cápsulas en el interior de la sopera.) Bernardo: No soporto que me esté dando órdenes a toda hora. Pero, ¿quién diablos se habrá creído que es?... Además... ¿Tú te has fijado en el tono con que lo ha dicho? ¿Eh? Ana: ¿Cómo quieres que me fije? Bernardo: Ya me tiene harto. Claudio: (Sin darle la menor importancia a las palabras de Bernardo, como si no fueran con él, preocupado en otro menester que absorbe totalmente su atención.) Se nos acaba el tiempo. Ana: Desde que estamos aquí no he podido dejar de pensar en esa… sopa. Bernardo: (Enfrentándose a Claudio.) Entérate de una vez. Bernardo: (Sin perderse un solo movimiento de Claudio.) ¿No te habrás equivocado? Claudio: ¿Equivocarme? Bernardo: (Señalándolas.) De pastillas. Claudio: No. Bernardo: Parecen las de la próstata. Son del mismo color. ¿Estás seguro? Claudio: Segurísimo. Bernardo: A mí me lo parecen. Con esos nombres tan raros que les ponen resulta fácil confundirse... Coges la que no debes y ya está el lío montado. Vete a saber lo que puede pasar después... Claudio: (Abriendo otra de las cápsulas.) Ana: ¿Va? Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Bernardo: (Asustado.) ¿Qué pasa? Ana: Estáis tardando… Claudio: Tranquila, Ana. (Pausa breve.) Bernardo: ¿Cuántas llevas? Ana: (Desde la puerta.) ¿Os queda mucho? Bernardo: ¿No estarás echando demasiado? Claudio: (A Ana.) Ya acabo. (A Bernardo. Abriendo otra de las cápsulas.) Ésta es la última. Bernardo: Oye... el dolor, ¿será…? Quiero decir… Claudio: Listo. Bernardo: ¿No dolerá mucho, verdad? Claudio: Nada. (Remueve la sopa con el cucharón para disolver el producto.) Ni lo notarás. Bernardo: ¡Y... que no! Ya siento retorcerse las tripas. Claudio: Nos quedaremos dormidos. Eso es todo lo que nos ocurrirá. Sumidos en un plácido y reconfortante sueño. (A Ana.) Ya puedes venir. Bernardo: (Mirando en el interior de la sopera.) Muévelo un poco más que estás dejando grumos. Claudio: (Entregándole a Ana el cucharón.) Le cedo el honor. Ana: (Siguiéndole el juego, en un intento de restarle dramatismo a la escena.) Es usted todo un caballero. (A Bernardo.) ¿Me pasas los platos? Bernardo: (Se los va dando y Ana escancia en ellos la sopa.) La verdad, no sé cómo podéis tener ganas de bromas en un momento como éste. Ana: Ya lo dice el refrán: Al mal tiempo... Claudio: (Como advirtiendo algo que no le cuadra.) ¡Espera! ¡Espera! Ana: ¿Qué ocurre? Cuenta atrás Claudio: Te falta una. Bernardo: ¿Una? Claudio: Cucharada. Ana: ¿Dónde? Claudio: En ese plato. Ana: No entiendo. Claudio: En los otros dos... Ana: Sí... Claudio: ¿Cuántas echaste? Ana: No sé. Bernardo: ¡Qué más da! Claudio: ¿No las contaste? Ana: Nadie me dijo que lo hiciera. Claudio: Pues ahora te lo digo yo: Has echado cuatro... Bernardo: ¿Y...? Claudio: En cambio en éste solo tres. Ana: Bueno... ¿Importa? Claudio: Mucho. Bernardo: ¡Qué maniático eres! Claudio: No es ningún capricho. La proporción ha de ser la misma para todos, de lo contrario podrían variar los resultados. Bernardo: ¡Ah! En eso tiene razón. Ya corremos demasiados riesgos. Claudio: Imagínate, por un momento, que, no digo que lo hayas hecho a propósito, ni mucho menos, seas tú quien se tome este plato y... Ana: Oye, oye... Claudio: Como acabo de mencionar la dosis no sea suficiente para... Ana: …un momento… Claudio: ¿Qué sucedería? Dejo la pregunta en el aire. Ana: …¿esto qué es, un complot? Claudio: Sólo quiero que comprendas la trascen- 87 Septiembre 2008 Cuenta atrás dencia de un detalle... que tú consideras insignificante y que por el contrario puede tirar por tierra todos nuestros planes. Y ése es el peligro que hemos de evitar. ¿Te ha quedado claro ya? Bernardo: (A Ana, señalándolo con el dedo.) Falta una cucharada en este plato. Claudio: Sólo exijo rigor. En un momento como éste no hay cabida para los errores. No te ofendas, pero deberías ser más cuidadosa. Ana: (Mordiéndose la lengua, quizá porque no sepa cómo rebatir los argumentos esgrimidos por Claudio, echa otra cucharada de sopa en el plato indicado por Bernardo. Hostil.) ¿Contentos? Bernardo: Ahora sí. La Ratonera / 24 88 (Se sienta cada uno frente a su plato. Cogen la cuchara y...) Claudio: (Ensayando un gesto a modo de despedida.) Ha sido un placer conoceros. Ana: (Cáustica.) Lo mismo digo. Bernardo: ¿Quién empieza? Claudio: Tú mismo. Bernardo: Lo siento pero no tengo vocación de conejillo de indias. (Claudio y Bernardo giran sus cabezas al unísono hacia Ana.) Ana: ¿Por qué me miráis a mí? (Pausa breve. Cayendo en la cuenta.) ¡Ah, no! Si estáis pensando que yo... Ni hablar. Estáis equivocados conmigo. En esto sí que no doy mi brazo a torcer. (Muy firme, y casi ofendida.) ¡Hasta ahí podíamos llegar! Claudio: (Abriendo los brazos, es tan evidente su razonamiento.) Alguien tendrá que ser el primero. Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel Ana: ¿Y por qué no tú? Bernardo: Eso. Si es verdad lo que dices, ¿de qué tienes miedo? Claudio: No es miedo. Bernardo: ¡Ah, no? Claudio: No. Bernardo: ¿Y entonces...? Ana: No se f ía de nosotros. Bernardo: ¿Es eso cierto? Claudio: (Después de una breve pausa. Quien calla otorga.) Dudo que estéis del todo convencidos. Bernardo: ¡Pues mira tú que casualidad! Nosotros tampoco nos fiamos. Claudio: Sería terrible que en el último momento alguno... Ana: ¿Y si lo echáramos a suertes? Bernardo: ¿Nos la jugamos a la carta más alta? Ana: ¿Entonces...? Bernardo: ...¿Lo dejamos? Antonio Cremades y Pedro Montalbán Kroebel miradas, un intercambio de reojos, en un intento de controlar la maniobra, de sincronizar los movimientos. Bernardo mira a Claudio y cuando éste le devuelve el gesto, la retira hundiéndola en la sopa. Ahora Claudio vuelve su vista hacia Ana, que cuando se siente observada, sonríe y le mira también a su vez, provocando en Claudio un calco Cuenta atrás de la reacción de Bernardo. A continuación es éste el que mira a Ana de reojo y cuando descubre que ella también le observa, retira de inmediato la mirada. La escena se repite hasta que los tres ancianos se hallen con la cuchara a escasos centímetros de su boca; en ese preciso momento sobreviene un súbito OSCURO.) 89 (Pausa breve.) Claudio: ¿Por qué no los tres a la vez? Ana: Pues también es verdad. Bernardo: (Aceptando con resignación la idea y en voz muy baja.) Señor, ten piedad de nosotros… Claudio: Por favor, no entones ahora el kirieleison. Bernardo: (Alerta, como temiendo otra orden.) ¿Qué? Claudio: ¿Estamos todos de acuerdo? (Ana y Bernardo asienten con la cabeza, acto seguido cogen sus respectivas cucharas y la sumergen en el plato de sopa. Se inicia aquí un baile de Septiembre 2008 Cuenta atrás Dramaturgia española contemporánea La Ratonera / 24 90 Desde el lunes 28 de julio al viernes 1 de agosto pasaron por El Escorial, dentro de los cursos que organiza la Universidad Complutense, los autores y estudiosos más significativos de nuestro teatro para darle un repaso a la dramaturgia española contemporánea. El curso, que quizá ha abusado en exceso de la participación de autores madrileños en detrimento de otros nombres representativos de la periferia –también se echó en falta alguna referencia a las escrituras y dramaturgias de orden performativo– sirvió para hacer estudio y comentario de los últimos cuarenta años de nuestra escena. Ignacio Amestoy y Fernando Doménech, director y secretario, encargados de organizar los actos y garantizar el buen funcionamiento de los mismos, han sabido combinar el rigor y la amenidad para sacarles el máximo provecho. Eduardo Bautista, como presidente de SGAE, abrió las jornadas con unas breves palabras aludiendo a la necesidad que tiene la dramaturgia nacional de enriquecer sus contenidos con la incorporación de la mujer al mundo de la autoría. Después Ángel Martínez Roger, el actual director de la RESAD, resaltó la fructífera relación existente durante todos estos años entre la Escuela y buena parte de los profesionales de mayor prestigio. Posteriormente Ignacio Amestoy pasó a dar lectura de un manifiesto –para la ocasión denominado Manifiesto Escorial– que contiene toda una declaración de principios relacionados con los autores del teatro español, a la vez que adelantaba algunas de las cuestiones que se iban a tratar. El resto de la mañana se la repartieron José Monleón, que fue homenajeado por su labor al frente de la crítica desde la revista Primer Acto, y Francisco Nieva. Monleón recordó sus primeros contactos con la profesión y reivindicó el compromiso ético que el teatro ha de adquirir con la sociedad en que se desenvuelve, en un mundo donde apenas hay cabida para el teatro trágico, aunque las noticias trágicas sean en la vida cotidiana las que mejor nos representan. F. Nieva repasó los acontecimientos más importantes de su vida artística y teatral a través de anécdotas muy entretenidas. Por la tarde del mismo día le tocó el turno a César Oliva, quien cambió el título anunciado en su intervención por el de “Ayer y hoy de la escena en España. A vueltas con la crisis”, y aprovechó para manifestarse contrario a las políticas teatrales del presente, que se desarrollan con unos objetivos muy distintos, en temáticas y estilos, a los de antaño. Como su exposición fue excesivamente crítica y pesimista fue contestado por alguno de los dramaturgos presentes. Jerónimo López Mozo, que le siguió en la mesa, contó su experiencia al pertenecer a una generación de autores con poéticas dispares, casi siempre muy poco o nada representados –a excepción de Sanchis Sinisterra y J.M. Benet i Jornet–, y denunció la paradójica situación de autocensura a que les obliga una práctica escénica muy condicionada por la actual política de subvenciones. El martes 29, comenzó con la ponencia de Eduardo Pérez-Rasi- 91 Jerónimo López Mozo y Fernando Doménech. lla de la Univ. Carlos III, que disertó acerca de “La generación de la Transición”. Pérez-Rasilla rastreó todos los rasgos compartidos por los autores de este grupo que les conformarían como “generación”: una formación semejante en el teatro independiente o universitario, dedicación al teatro como forma de rebeldía, es- critura comprometida, relaciones personales entre ellos, con revistas como Primer Acto como elemento aglutinante, una actitud crítica respecto a la Transición y un desencanto prematuro y premonitorio. A pesar de las diferencias notorias entre sus trayectorias y la fuerte personalidad de cada dramaturgo, comparten ciertos rasgos de un lenguaje generacional: el cuestionamiento de los lenguajes dramáticos, el gusto por la intertextualidad y la metateatralidad, la presencia sutil pero inconfundible de lo autobiográfico, el uso del humor y el eclecticismo. En el coloquio se habló de que esta generación o grupo (pues no quedó cerrada la Septiembre 2008 Eva Vallines a través de sus principales estrenos. Comenzó hablando de una “Pre-Transición o Transición en el franquismo” que retrotrae a 1972, fecha en la que Tamayo estrena Luces de bohemia, que junto con la Yerma de Víctor García, El Tartufo de Marsillach, Anillos para una dama de A. Gala y algunas versiones de Brecht, suponen la llegada de aires nuevos al teatro. Buero Vallejo en estos años vive la cima de su arte dramático. De todo el teatro “underground” los que se salvaron y pudieron estrenar fueron F. Nieva y F. Arrabal. Alonso de Santos deriva hacia el realismo y la metateatralidad. Y como cierre, la celebración del tercer centenario de la muerte de Calderón en 1981, que supuso un cambio fundamental en la valoración que de este autor se tenía. Tras esta intervención se celebró una mesa redonda sobre “La generación de la Transición” moderada por Daniel Sarasola de la RESAD y en la que participaron los dramaturgos Lourdes Ortiz y Josep Maria Benet i Jornet. Lourdes Ortiz, que compagina su labor de dramaturga con la de novelista habló del diferente proceso creativo de ambos géneros. “El teatro surge a veces por un estímulo como una chispa y el proceso de creación es mucho más rápido que el de una novela.” Entre sus influencias re- conoció a Sastre y Carlos Muñiz, sin olvidar a los clásicos griegos y a Lorca, que han marcado todo un juego de referencias metateatrales en sus textos. Benet i Jornet, con una extensa obra a sus espaldas, se confesó “enfermo de teatro” pues el teatro es la pasión de su vida. Comenzó leyendo mucho y comprendiendo que de lo único que podía hablar era de lo que tenía más cerca, su barrio. Reconoció la influencia de Buero, O’Neill, T. Williams, Guimerà, Espriu... hasta Brecht, aunque de forma más indirecta. Hizo un repaso por sus obras, desde Motín de brujas, una crítica al realismo desde el hiperrealismo más salvaje, pasando por el momento crítico que supuso en su carrera El manuscrito de Ali Bey, hasta llegar a Deseo, obra con la que redescubre a Pinter y un lenguaje mucho más sintético y concentrado. El miércoles 30 se inició con una mesa redonda de “Las Marías Guerreras”, moderada por la profesora Margarita Piñero de la RESAD y en la que participaron las dramaturgas Itziar Pascual y Amaranta Osorio y la actriz y periodista Nieves Mateo, todas ellas integrantes de la Asociación de Mujeres de las Artes Escénicas de Madrid (AMAEM) Marías Guerreras. Amaranta Osorio nos presentó el por qué y el para qué de la Asociación y las claves de su dramaturgia, en la que coexisten la autoría individual y colectiva, se fundamenta en el discurso de género, parte de textos breves que se hacen en la escena y a partir de la ironía y el humor trata de abordar la problemática de la mujer, siempre con personajes femeninos como protagonistas. Nieves Mateo habló del proyecto No más lágrimas, que surge de la colaboración con tres autoras sudamericanas acerca de los malos tratos. Y para cerrar, Itziar Pascual con su discurso apasionado presentó el último espectáculo de las Marías Guerreras, Exorcismo de sirena, en el que se aborda el tema de los abusos sexuales, analizando toda la transformación que sufre el texto hasta su puesta en escena. No faltó algo de polémica en el debate en el que, una vez más, se les cuestionó desde el público la existencia de una asociación exclusiva de mujeres para defender una problemática que es común a la de los hombres. La Actividad Extraordinaria del curso corrió a cargo del actor Rafael Álvarez “El Brujo”, que ofreció una amena conferenciarepresentación titulada “El proceso de creación de un juglar en el s. XXI”, en la que con su gran maestría encandiló a un numeroso público, relatando, entre bro- 93 Rafael Álvarez, “El Brujo”. mas y veras y alusiones a la actualidad sociopolítica, el proceso creativo de su último espectáculo sobre El Quijote. Apelando a su fuerza de chamán reivindicó el valor simbólico del teatro “como instrumento para entrar en contacto con el espíritu, para hacer visible lo invisible”. El jueves 31 comenzó con una ponencia del director de escena y dramaturgo Guillermo Heras, que versó sobre “Puesta en escena y dramaturgia contemporánea”. En primer lugar, se ocupó de la figura del director de escena en el teatro contemporáneo, responsable de dar coherencia a todos los elementos presentes en la representación. El director tiene que unir los espacios dramatúrgico, actoral, escenográfico, icónico, lumínico y sonoro, de forma que convivan en armonía y síntesis. Otra de las claves de la dirección escénica es el uso técnico y poético del tiempo y el espacio en la representación. Por último, expuso los retos que la dirección de escena debe afrontar en la Septiembre 2008 La Ratonera / 24 92 cuestión), no son hijos de nadie pero sí padres de muchos autores posteriores, cambiaron por completo el panorama teatral con un discurso crítico y escéptico que renovó el lenguaje dramático sin llegar a ser rupturista. Se mencionaron los nombres de Fermín Cabal, Lourdes Ortiz, Alonso de Santos, Rodolf Sirera, Benet i Jornet, I. Amestoy, A. Del Amo, Sanchis Sinisterra, M. Medina... entre otros. A continuación tuvo lugar un diálogo entre I. Amestoy y José Luis Alonso de Santos, que con su discurso vehemente y seductor atrapó al auditorio en su magnífica red de parábolas con reminiscencias jesuíticas. A partir del símil del “artista-jardinero” enunció su teoría de que el arte siempre ha de buscar la excelencia y la excelencia en el arte es la comunicación. En un repaso desde su primera obra Viva el Duque nuestro dueño hasta la última En el oscuro corazón del bosque, de Santos reflexionó acerca de cómo el autor trata siempre de comunicarse con el espectador a través de los materiales de su mundo imaginario, técnico y filosófico, aunque no siempre lo consiga. El mismo martes, en la sesión de tarde, Javier Huerta Calvo, de la Univ. Complutense, en una ponencia titulada “Ecos de la Transición” hizo un análisis del panorama teatral de esta época ra. En el debate no faltó la polémica cuando se les bautizó como “sanedrín” de la creación dramática y se cuestionó su decálogo/ dogma de cómo “debe” escribir el autor del s. XXI. A lo que respondieron que ésa es sólo su propuesta, su manifiesto, que únicamente ha de servir como estímulo creativo. La sesión de tarde del jueves comenzó con una ponencia de Julio Checa, profesor de la RESAD, titulada “El teatro de los años 90”. En primer lugar, señaló la poca atención prestada a la nueva dramaturgia por parte del ámbito académico, editorial y del teatro público en esta década. Dentro de los dramaturgos de los 90, estableció dos subgrupos: uno el de los nacidos a finales de los 50: I. Del Moral, P. Pedrero, E. Caballero, A. Zurro... Y otro el de los nacidos en los primeros 60: García May, Belbel, Cunillé, Rodrigo García, L. Ripoll, Paco Zarzoso, Antonio Álamo... En todos ellos conviven modos de escritura realista con otros de base más experimental, hay una fuerte presencia del pensamiento filosófico contemporáneo, una mirada muy atenta a la sociedad actual y una crítica irónica sobre el pasado colectivo en unos textos que reflejan el desencanto de la postmodernidad. Incluso se podría hablar ya de una tercera generación: P. Víllora, Paco Becerra, Juan Pablo Heras y artistas que se incorporan a la escritura a partir de otros ámbitos: Elena Córdoba, M. Antúnez, R. García... En la mesa redonda celebrada a continuación con el título “Autores de los 90” participaron dos de los más destacados representantes de esta generación: Ernesto Caballero e Ignacio García May. A la petición de que hicieran una valoración de su trayectoria, E. Caballero respondió que se considera un “autor todoterreno”, pues su obra surgió siempre de estímulos y realidades muy distintas. “Cuando escribo pienso en el público, necesito saber quién es mi interlocutor para poder comunicarme”. Aunque en la actualidad ve signos de optimismo y una dramaturgia pujante, sin embargo hay unos mecanismos que impiden que esa escritura se vea en los escenarios. García May, con quien comparte haber sido miembro de la revista Teatra, relató con su habitual ironía cómo llegó a la escritura de forma un tanto azarosa, buscaba ser actor y necesitaba un texto, así nació Alesio, su primera obra, Premio Tirso de Molina 1986. Ambos comparten una predilección por los clásicos que E. Caballero justificó por la gran potencialidad dramática que encuentra en ellos, que aún nos ex- Fernando Doménech, Nieves Mateo, Margarita Piñero, Itziar Pascual, Ignacio Amestoy y Amaranta Osorio. plica como colectividad y García May porque considera inevitable beber de los clásicos e inexplicable renegar de ellos. El viernes 1, último día del curso, tuvo lugar una mesa redonda con el título “La última generación”, moderada por Fernando Doménech y en la que participaron los escritores y profesores de la RESAD Pedro Víllora y Yolanda Pallín, como representantes de la última dramaturgia. Yolanda se definió como una autora de encargo, se considera más una teatrera que autora de gabinete, sus textos siempre responden a encargos de compañías con las que trabaja. P. Víllora no se considera tampoco autor teatral, “sólo soy un dramaturgo mercenario, la mayor parte de mi obra la he escrito por encargo”. Y cerró con unas palabras de su última obra El juglar del Cid que definen toda su poética: “Antes artesano que artista cortesano”. Como broche final, tuvo lugar un Homenaje a Ricardo Doménech, catedrático de la RESAD, estudioso, crítico y periodista, que constituye una de las grandes figuras del teatro español contemporáneo. El homenajeado, con la modestia y generosidad que le caracterizan, pronunció la siguiente conferencia: “La presencia de Lorca en el teatro contemporáneo”, en la que, una vez reivindicado el valor de su lenguaje simbólico, repasó todos los montajes y adaptaciones de Lorca a lo largo de estas décadas, así como su reflejo en la escritura de los dramaturgos actuales. Y tras unas palabras de Ignacio Amestoy, a modo de síntesis de todo lo escuchado estos días y con la esperanza de que la dramaturgia no pierda el pensamiento ni la palabra, dio el curso por finalizado. 95 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 94 “transpostmodernidad” (neologismo con el que designa la época actual): vuelta a la valoración del texto teatral, indagación en la relación palabra/imagen, uso de un modo maduro, imaginativo y eficaz de las NNTT, importancia del actor como cocreador y búsqueda de otros lenguajes y recursos expresivos y de nuevos sistemas de producción. Y por supuesto, entender el teatro como un hecho artístico realizado en equipo. Tras la ponencia, tuvo lugar una mesa redonda con miembros de El Grupo Astillero, en la que participaron el propio G. Heras, vinculado al grupo desde 1995, y los dramaturgos fundadores Luis Miguel González Cruz y Raúl Hernández, además de una de las últimas incorporaciones: la dramaturga y estudiosa Inmaculada Alvear. El grupo El Astillero surge en 1993 como un colectivo de escritura teatral y con la incorporación de G. Heras se convierte en Teatro del Astillero, productora destinada a montar sus propios textos, tarea que compagina con la labor editorial y la de centro de formación. Sus señas de identidad son la escritura colectiva, con una línea comprometida, libre y arriesgada. En su intervención G. Heras anunció su salida del grupo, con el que seguirá colaborando, pero ya no compartirá su próxima andadu- “Mi última gran influencia fue Pinter” R. C. La Ratonera / 24 96 En su intervención en una de las mesas sobre Dramaturgia Española Contemporánea, en los cursos de El Escorial, fue presentado por Daniel Sarasola y participó al lado de Lourdes Ortiz. Ha escrito unos cuarenta textos dramáticos, entre los que destacan títulos tan conocidos como Motín de brujas, Deseo, El manuscrito de Alí Bey, Descripción de un paisaje, La habitación del niño y Testamento. Por la calidad de sus obras y la ininterrumpida presencia en los escenarios, Josep Maria Benet i Jornet representa una de las trayectorias más consolidadas de nuestro teatro. Recientemente adaptó la novela de Mercè Rodoreda La plaza del diamante. Pregunta. Acabamos de salir de una mesa redonda sobre las dramaturgias del teatro español contemporáneo. Parece ser que usted está a caballo entre dos generaciones. O, al menos, hay quien lo pone al lado de López Mozo, Jesús Campos, Miralles…, y otros lo colocan en la generación siguiente. ¿Usted cómo se siente? ¿Le vale que le sitúen donde al antólogo le convenga? Respuesta. Sí, exacto. Yo me siento bien. Yo estaba pensando, cuando se hablaba de las generaciones, que las etiquetas son útiles y necesarias, pero nunca son exactas ni representan la realidad en su complejidad. Es decir, si estoy entre generaciones, pues estoy entre generaciones, qué le vamos a hacer. Esto no me hace ni mejor ni peor. P. Las etiquetas son un poco las herramientas que el estudioso necesita para poder operar. R. Para aquellos que están empezando, el poder meter a los autores que están estudiando en compartimentos diferentes, les sirve. Yo cuando estudiaba hacía lo mismo, y me iba muy bien. Luego, bien es verdad que hay que aprender a destrozar un poco todo lo aprendido, porque hay elementos que pueden ser discutidos. Pero de entrada, no está mal. Conviene saber que hay “cajones” donde se agrupa a los autores por generaciones. ¿Por qué no? P. El mapa territorial del teatro español se presenta diferente para algunas autonomías. O, al menos, ésa es la impresión que tenemos algunos. Visto con perspectiva parece que, al menos, hay dos bloques que pueden ser diferenciados. Por un lado estaría la dramaturgia catalana y por el otro el resto de autonomías. Aunque, claro, considerando los matices que aporta cada comunidad, Galicia… R. Valencia, Andalucía… Sí, sí. P. ¿Qué opina del intercambio teatral entre las distintas autonomías? A veces parece que no se ve lo suficiente. Aunque hace una temporada estuvo en Madrid el Barcelona, mapa de sombras y… R. Se ha visto, ¿no? Yo a Lluïsa Cunillé la recomiendo. Creo que ahora va a volver con otra obra espléndida. P. Sobre usted acaban de decir en el coloquio que su presencia en la cartelera de Madrid fue con ocho o nueve piezas diferentes. Yo pensé que habían sido menos. R. Bueno, eso es porque, de pronto, me programaron en una sala alternativa y en el Círculo de Bellas Artes. Estuve una vez en el Albéniz, dos en el María Guerre- ro, otra en lo que ahora es la sala Fernando Fernán Gómez… Pero sí, yo creo que estuve ocho o nueve veces. P. Ha citado como fuentes de influencia el teatro de O´Neill, y en España el de Buero Vallejo. R. Sí, y en un momento determinado, Pinter. Mi última gran influencia ha sido Pinter. Fue como una revelación. Lo conocí muy pronto desde la revista Primer Acto, con El portero, pero más tarde lo redescubrí de nuevo. La revista Primer Acto ha sido muy importante en la vida de muchas personas, y ése es un mérito que hay que reconocerle a Monleón. Recuerdo que, durante buena parte de mi vida, comprarme Primer Acto suponía uno de los momentos de gozo más importantes de cada mes. Yo he conocido a muchos autores a través de la revista, y a Pinter entre ellos. Aunque fuera en 1977 cuando, por casualidad, cayó en mis manos un tomo que contenía varias de sus piezas breves, lo que me hizo profundizar más en su obra. Fue todo un impacto. P. ¿Hay alguna otra influencia de autores más recientes? De los ochenta o noventa. ¿Kushner? O, entre los europeos, Botho Strauss… R. Botho Strauss para mí es un autor que se me hace muy difícil. Y con él me pasa lo mismo que con algún otro. A veces se repiten, y uno llega a la conclusión de que con dos o tres obras es suficiente. P. ¿Corman? R. No me entusiasma. P. ¿Koltès? R. Koltès sí. Y también David Mamet. Mamet es uno de los grandes. Me ha apasionado. No sé si me ha influenciado en algo, no tengo ni idea. Tengo la impresión de que no, porque hay un momento en la vida en que ya es muy difícil caer bajo la influencia de alguien. Pero lo que ocurre también con Mamet es que, ahora, parece que sus obras más recientes, las últimas, pierden un poco respecto a las anteriores. P. Y, al margen de las influencias, del panorama español contemporáneo, ¿a quién resaltaría? R. Hay gente muy interesante. Para mí Mayorga es, sin duda, un buen autor. Está haciendo todo un carrerón. Hay una cosa muy importante que le está ocurriendo al teatro español y que casi nunca se dice: que hay autores que se representan en el extranjero, y esto, hace veinte años no ocurría. O, al menos, no ocurría con tanta frecuencia. Y ocurre con autores que escriben en castellano o en catalán. Sergi Belbel ha arrasado en toda Europa. Y son muchos los autores que están traducidos. Yo mismo tengo piezas que se re- Josep Maria Benet i Jornet. presentan en Alemania, y no soy de los que tienen más presencia, porque los que más suenan son Belbel, Mayorga o Sanchis Sinisterra. Antes, hace treinta y cuarenta años, se representaba algo a Buero Vallejo y muy poquitas cosas más. Y lo mismo está ocurriendo ahora en Sudamérica. Y esto pasa porque nuestro teatro ha mejorado. Ya no tenemos que tener complejo ante Europa. Hacemos un teatro de igual calidad, o mejor, que el resto de países. Y esto lo digo sin restar importancia a los problemas que tienen los autores a la hora de promocionar sus obras, porque existir existen, y quizá más en Madrid que en Barcelona. El que se nos reconozca fuera es señal de que existimos y de que las cosas mejoran. 97 Septiembre 2008 Entrevista a Josep Maria Benet i Jornet ECOS CRÍTICOS DEL ESTRENO DE 1908 José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 24 98 La farsa guiñolesca de Jacinto Benavente (1866-1954) Los intereses creados se estrenó el 9 de diciembre de 1907 en el Teatro Lara de Madrid y constituyó uno de los grandes hitos en la abundantísima producción (cercana a los dos centenares de títulos) de nuestro premio Nobel; no en vano, Ruiz Ramón la cataloga como «una de las obras maestras del teatro español del siglo XX». En Los intereses creados, organizada en dos actos –el primero compuesto por un prólogo y dos cuadros de 4 y 10 escenas, respectivamente; y el segundo por un cuadro de 9 escenas–, Benavente recuperó, aunque adaptándolas a sus propósitos, las esencias de la commedia dell’arte italiana, de cuyos personajes ya se había servido en piezas anteriores como Cuento de primavera (1892). Le- vantó así una estructura dramática compleja en la que se introducía una moderna sátira social teñida de pesimismo por las fuerzas que movían el mundo (la apariencia y el fingimiento), no pasando desapercibidas las veladas alusiones homoeróticas con que el autor hace vivir su relación al dúo protagonista de LeandroCrispín (símbolos del amo y su pícaro servidor, encarnadores, como han visto los estudiosos, del doble plano idealismo/materialismo), que supera los límites de una estrecha amistad, lo cual, a la hora de su representación original, fue subrayado al hacerse cargo del papel de Leandro una actriz en lugar de un actor. Esta comedia carnavalesca –que Benavente, según confesó, redactaría de seguido unos meses antes– no llegó a las tablas de Asturias hasta la primavera del año siguiente, cuando la montó la Compañía Montijano en el antiguo Teatro Jovellanos el miércoles 29 de abril de 1908, con lleno absoluto y anuencia final del auditorio gijonés; el programa se completó con la puesta en escena del juguete cómico en un acto de Vital Aza titulado Francfort. Horas después de la función, ya se habían hecho eco de la misma los dos principales rotativos de la ciudad (El Comercio y El Noroeste), como corresponde y contra el inapetente hábito actual en el que las reseñas de los espectáculos aparecen cuando éstos ya no están en cartel. En El Comercio, un cronista sin identificar ofrece sus impresiones sobre la propuesta benaventina en la plana primera del diario bajo el epígrafe “Notas teatrales”. Pone el acento sobre los alardes formales y avala, frente al decaimiento del segundo acto, la excelencia del arranque: «No hay para qué poner un ‘exordio’ a esta breve reseña, elogiando el teatro de Benavente y poniendo una vez más de manifiesto la sincera admiración que en nosotros despierta siempre su labor dramática llena de delicadeza, de aticismo, de burlona y cáustica ironía. Benavente se ha creado, como hombre de teatro, una reputación consagrada por la crítica, que podrá disentir en cuanto a la apreciación del fondo de alguna de sus obras, no Jacinto Benavente. respecto, comparable. A través de la trama en apariencia sencilla, pueril o inocente de aquel teatro Gignol se vislumbra de un modo harto claro el profundo pensamiento que informa la gentil comedia de un corte nuevo en medio de su rancio y popular abolengo. »Y nada más decimos por temor a profanar la obra, sometiéndola a un análisis que parecería tender tan sólo a destruir y aniquilar la intensa emoción estética que aquélla produce en el ánimo de quien la escucha. »La Compañía del veterano señor Montijano, compues- ta en su mayor parte de actores ya ventajosamente conocidos de nuestro público, dio a “Los intereses creados” una interpretación sumamente discreta y tan igual, que apenas cabe señalar preferencia alguna en la mención que es costumbre hacer de los encargados de representar una obra teatral. El público, que escuchó la obra con marcada complacencia, premió a todos con nutridos y sinceros aplausos. El teatro ofrecía anoche el mejor golpe de vista, lleno como se encontraba de una concurrencia distinguidísima». Con mayor prolijidad se extendió el por entonces crítico de El 99 Septiembre 2008 ‘Los intereses creados’, en Gijón siempre sano, ni por tanto, digno de incondicional recomendación; pero que se ha mostrado unánime en cuanto a reconocer en tal ilustre dramaturgo dotes literarias de primer orden, que hacen de sus producciones verdaderas joyas artísticas para el público docto, erudito y ardiente adorador de la ‘forma’, esencial elemento de toda obra que aspire al calificativo de ‘bella’. »Y hay que confesar que en “Los intereses creados” esa forma se señala de un modo especial por su ingenua frescura y por su sugestivo encanto. En tal concepto, el primer acto de la comedia estrenada anoche es la creación, verdaderamente ideal, del alma de un gran poeta. Ante ese primor de inventiva, de gracia y de elegancia palidece un tanto el acto segundo, sin que con esta nuestra particular apreciación pretendamos restarle parte alguna del extraordinario mérito que sin duda alguna reviste. Pero siempre que del primer ímpetu se eleva el vuelo a semejante altura resulta muy dif ícil mantenerse largo tiempo en esa región fantástica a que un momento de feliz inspiración arrastra a veces al hombre de letras. »La nueva creación teatral de Benavente merece figurar entre las mejores que han brotado de su pluma, a ninguna otra, en este da, modales principescos, rostro agraciado, gentileza en su persona. Con que no hable todo marchará bien. Crispín será el portavoz de todas las grandezas de espíritu de su señor. Nada más seguro para la gloria de los príncipes que el silencio. »Las armas y las letras prestamente le rendirán pleitesía. Un soldado y un poeta, el poeta Arlequín, serán despreciados en el mesón por el dueño, envanecido de tener en su casa a un tan alto caballero como Leandro. Éste se enterará y Crispín, intérprete de su amo, ordenará al hostelero que dé buen vino y mejores viandas al poeta y al soldado, más sesenta escudos a cada uno. Todo lo pagará el distinguido caballero. Así lo dice solemnemente el pícaro Crispín, armas y letras se rinden. Aquella espada del soldado anhela un momento en que pueda servir a aquel gran señor. Aquel plectro del poeta, presto se halla a acompañar sonetos loorosos, glorificadores de aquel hombre espléndido... »¿Qué falta para conquistar el mundo? El amor. Y por él van a casa de doña Sirena, dama arruinada en cuerpo y fortuna. Doña Sirena da aquella noche una ‘soirée’. Pero es muy probable que la fiesta no pueda celebrarse. Doña Sirena tiene que pagar una orquesta y unos criados y un fes- tín, pero no todos están dispuestos a servirla. Y cuando cree que pasará por la vergüenza de suspender la velada, suenan las músicas en el jardín y nota doña Sirena trajineo de domésticas. ¿Quién ha obrado el milagro? Crispín. Crispín ha encontrado un usurero que sin más garantía que el aristocrático porte de Leandro ha entregado a buen interés una porción de dinero. Crispín llega a saludar a doña Sirena y le propone cien mil escudos de presente si favorece los amores venideros de Leandro y de la hija del rico Polichinela, la bellísima Silvia. A tan insolente proposición doña Sirena se hubiese enfadado si Crispín no la dijera que nada tiene de ofensivo el oficio de mediadora entre dos que se amarán tiernamente y que sobre él recaerá toda la culpa de una aceptación de pago que pudiera parecer indiscreta... Doña Sirena no cabe en sí de gozo. Su casa volverá al antiguo esplendor. ¿No veis cómo Crispín va creando intereses? »Silvia y Leandro se ven y se aman fervorosamente. Crispín, que conoce a Polichinela, le denuncia esos quereres, para que los quereres triunfen. ¿No bastará que el padre se oponga para que la madre ceda y la hija ame con más fuerza? Sobreviene el escándalo. Polichinela aparta a Silvia de Leandro... Pero Silvia bus- ca por el jardín a Leandro y ella recita sobre el pecho del caballero amante una canción al silencio de la noche, a ese silencio que tiene “la inefable voz / de los que murieron amando en silencio, / de los que callaron muriendo de amor”. Crispín ve aquel cuadro de sincera poesía, porque Leandro ama a Silvia con frenesí y, exclama: “¿Quién podrá vencernos si es nuestro el amor?”. Y queda creado el mayor interés: el cariño. »Toca la farsa a su desenlace. Por la ciudad corre el rumor de que el príncipe misterioso, Leandro, está herido mortalmente. Polichinela ha hecho que unos mozos armados maltratasen al pretendiente de su hija. Esto hace que el pueblo se indigne. No hubo tal asechanza. Sí la hubo; pero dispuesta por Crispín. Silvia, que cree moribundo a Leandro, quiere verle y va a su casa. Llega en su busca Polichinela acompañado del hostelero, del avaro y de la justicia que ya ha escrito 2.800 folios por andanzas de aquel señor y de aquel criado en un lugar vecino. Se esconde Silvia. Huye Leandro. Sólo queda Crispín para arreglarlo todo. »Clama el hostelero por sus escudos, el avaro por su préstamo, el juez ve en perspectiva mayores derechos de justicia. Todos los acreedores temen que empiece a escribir el secretario que el Doc- tor trae. Porque saben que todo el dinero quedará en los folios. Entonces Crispín se aprovecha de los ‘intereses creados’. Advierte al dueño del mesón, al usurero y a la justicia que no podrán cobrar nada si estorban con sus demandas el casamiento de Leandro con la bella hija del rico Polichinela. Y es claro, todos callan y convencen a Polichinela de que case a Silvia con el caballero que ya todos juzgan principal. No se aviene a razones el mercader y entonces pide Crispín que conste en el inventario que hará el Sr. juez que la hija de Polichinela está en la antesala. En efecto, aparece Silvia con doña Sirena y con Leandro. Éste, amoroso, declara que sólo quiere el cariño de Silvia. Crispín sonríe... El Doctor, temeroso de no cobrar sus derechos de justicia, amenaza con hacer constar en autos el hallazgo de Silvia si Polichinela no firma un documento en que otorgue larga pensión al nuevo matrimonio. Crispín ha vencido. El mundo es suyo porque ‘creó intereses’. »Hemos sido prolijos en el relato de la comedia para que se advierta toda la tendencia, toda la enjundia de ella. Esos personajes ‘guiñolescos’ son de cartón, en opinión modesta de quien nos anuncia la farsa. Pero no; esos ‘guiñoles’ son de carne y hueso. Son toda la triste y amarga realidad de la vida, poetizada únicamente por esos “hilos formados por rayos de sol” que mueven los corazones de los muñecos humanos, como otros hilos mueven las manos y los pies. Los amores de Silvia y Leandro son lo único puro de este trafagar incesante del vivir... »La obra tiene un marcado sabor clásico en la forma. Nada tan puro de estilo. Nada tan limpio y transparente de factura. Siente desmayos nuestra pluma para juzgar tan alta producción, esencialmente humana. Con personajes viejos se ha hecho una comedia nueva, original, sublime, inefable. De estilo caballeresco el primer cuadro, de tono romancesco el segundo, lleno de ambiente bufonesco el final, como algunas burlas de Juvenal y Quevedo, tiene toda la ‘farsa’ la intensidad y valor de un cuadro que pintaran en el lienzo de la dramaturgia un Shakespeare, un Molière y un Tirso de Molina. A todos llega y a todos complementa este gigante que se llama Jacinto Benavente. »En la interpretación pusieron cuanto pueden poner los simpáticos y modestos artistas que dirige el Sr. Montijano. El debut de la Compañía iba admirablemente apadrinado con obra tan colosal como la estrenada anoche. La sala del Jovellanos estaba espléndida. El público era numeroso y distinguido». 101 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 100 Noroeste Alfredo García y García, Adeflor, en su sección “Impresiones teatrales”. Haciendo gala de períodos cortos y elegantes, no exentos de elaboraciones metafóricas en el comienzo de su reseña, el joven comentarista disecciona el argumento interpretando conductas y fijando los objetivos del ardid, para concluir con la aprobación entusiasta de la planificación dramática de Benavente, al que equipara con maestros de los siglos precedentes (Shakespeare, Molière y Tirso). Esto fue lo que Adeflor escribió: «Asistimos a una farsa. Asistimos a la vida. Crispín ha sido truhanesco y sencillo. En los recios galeones, camino de Argel, remó para los Polichinelas que llegaron a señores, para los villanos que con el puñal, la ganzúa y la conciencia a la espalda escalaron el seguro trono de la riqueza, donde todo es poder. Crispín es criado de un arruinado caballero. Crispín espera que en este galeón de la vida remarán ahora todos para él. ¿Cómo? Creando intereses. »Llega con su señor a una ciudad. Su señor pasará por magnánimo caballero, por príncipe de sangre nobilísima. Para ello Crispín da sencillas lecciones a su amo. Su amo, Leandro, que es bien portado, ha de ser parco en palabras. Tiene figura distingui- Medio siglo del ‘Soñador’ de Buero José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 24 102 Cincuenta años lo contemplan. Al drama de Antonio Buero Vallejo Un soñador para un pueblo, subtitulado “Versión libre de un episodio histórico en dos partes”. Lo escribió y estrenó en 1958, publicándolo al año siguiente Alfil, en su colección “Teatro” (número 235, 109 págs.). Constituyó un viraje brechtiano anunciado en La tejedora de sueños (1952) y que llegó después de una fase costumbrista marcada por obras como Irene o el tesoro (1954), Hoy es fiesta (1954-1955) y Las cartas boca abajo (1956-1957). Inició, por lo demás, una veta con frutos posteriores de cualitativa pulpa donde destacan: Las Meninas (1960), El concierto de San Ovidio (1962), La doble historia del doctor Valmy (1968), El sueño de la razón (1970), o La detonación (1977). El éxito de este drama histórico bue- riano hizo que se le concediera el premio «María Rolland» 1958 y el Premio Nacional de Teatro 1959. El soñador del título es el político italiano Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, ministro de Carlos III, un reformista honesto frenado por el oscurantismo, y lo que el autor guadalajareño dilucida en la obra, con una acción dual y un tiempo escindido entre el pasado de los hechos y el presente de la representación que actúa como espejo de actuación –y sin olvidar la influencia de la tragedia griega–, es uno de los episodios más turbios y desesperanzadores de la España del despotismo ilustrado: el Motín de Esquilache, acaecido entre el 23 y el 26 de marzo de 1766, si bien Buero echa a andar su pieza el 9 de marzo. En ella reflexiona sobre la manipulación del pueblo por fuerzas espurias e intransigentes y acerca de la imposibilidad de llevar las riendas de una nación de espaldas a la voluntad de sus habitantes, en inequívoca referencia a la dictadura franquista y extrapolable a cualesquiera otros contextos de dominación autárquica y distorsión de la realidad, y acu- dir al ejemplo de ciertas actitudes mediáticas en esta España del siglo XXI no sería descabellado. Una efeméride del calado del cincuentenario de su subida a los escenarios, que tuvo lugar en el Teatro Español de Madrid la noche del 18 de diciembre de 1958 (con dirección de José Tamayo y con Carlos Lemos interpretando al marqués de Esquilache), nos impulsa a recurrir a diez dramaturgos, profesores y especialistas (Jesús Campos, Javier Huerta Calvo, Eduardo Pérez-Rasilla, Adelardo Méndez Moya, Jerónimo López Mozo, Domingo Miras, Jesús Rubio, Mariano de Paco, Enrique Miralles García y Juan Antonio Hormigón) para demandarles su opinión respecto a tres cuestiones: 1) ¿Cómo ha sobrevivido la pieza a su medio siglo de existencia? 2) ¿Podría hacerse una lectura actualizada de ella? 3) ¿Qué lugar ocupa dentro de la producción global del autor? He aquí los pareceres recolectados en la encuesta, en los que se lleva a cabo un ejercicio de sen- Jesús Campos. Javier Huerta Calvo. Eduardo Pérez-Rasilla. satez crítica alejada de la exégesis lisonjera por sí, y que aparecen ordenados por su estricto orden de llegada. con un excelente guión que dirigió Josefina Molina, con un reparto de lujo, difícilmente igualable. 3) Un soñador para un pueblo probablemente sea, junto con El sueño de la razón, las dos obras que más me interesan dentro de su teatro histórico. Esa estrategia que tanto se utilizó durante la dictadura para sortear la censura y que en Buero, como en otros muchos, fructificó dando vigor a un género igualmente útil pasada esa circunstancia. Hay otros textos que me interesan igualmente como La fundación, Las Meninas, El concierto de San Ovidio... pero no soy amigo de establecer preferencias, porque cada texto, según el momento histórico y las circunstancias de su estreno, puede alcanzar una distinta eficacia, sin que eso tenga nada que ver con su valía.» I. Jesús Campos «1) Recuerdo el estreno, que presencié desde el “paraíso”, como una de las experiencias gozosas que le debo al teatro. Su compromiso y, sobre todo, su buen hacer (su teatralidad) se reforzaban mutuamente, potenciándose el uno al otro. No sólo esta obra, todo el teatro de Buero forma parte de la dramaturgia con la que me identifico, y supongo que igual que para mí, para otros muchos debe ser un referente valioso de nuestro pasado reciente. 2) Por supuesto que sí. De hecho, Oristrell la hizo para el cine II. Javier Huerta Calvo «1) Supongo que, como el resto de los dramas históricos de Buero, todos ellos de gran calidad, es decir, bien. Para responder con criterio a la pregunta habría que haberla visto representada recientemente, lo que no hubiera sido malo, teniendo en cuenta la conmemoración de la Guerra de la Independencia y el debate entre casticistas e ilustrados. 2) Salvado lo dicho anteriormente, no lo creo, pues los políticos de hoy tienen más de déspotas (aunque demócratas) que de ilustrados. Y el pueblo (pese a todos los pesares) es menos necio que el de entonces. 103 Septiembre 2008 DRAMATURGOS Y EXPERTOS EVALÚAN EL DRAMA HISTÓRICO La Ratonera / 24 104 III. Eduardo Pérez-Rasilla «1) Creo que, si nos atenemos a los hechos concretos que lo ratifican, es decir, a sus escenificaciones, habría que convenir en que no ha sobrevivido bien, porque no es un texto frecuente en el repertorio teatral. No es tampoco uno de los textos de Buero Vallejo que más se citen o se comenten, ni tampoco es uno de los habituales en los programas académicos. En este sentido, ha quedado a la sombra de obras como Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, El tragaluz, El concierto de San Ovidio, El sueño de la razón, o La fundación, que han sido vistas en los escenarios con alguna asiduidad y que constituyen, casi todas ellas, una referencia obligada en los programas académicos. Otra cuestión es la posibilidad de recuperar teatral, histórica o intelectualmente este texto, lo que nos conduce a la pregunta siguiente. 2) Hay dos razones que me empujan a responder positivamente. La primera es una situación política y social en la que la manipulación de la opinión pública es tan desmesurada y obscena que parece requerir res- puestas desde los escenarios. Es precisamente esa sempiterna capacidad que tienen determinados estamentos, perpetuamente afincados en el poder económico, moral y social, para remover los peores instintos de amplios segmentos de la sociedad española mediante la invocación a las viejas obsesiones por una pretendida tradición intocable, un patriotismo trasnochado y excluyente o una acomplejada xenofobia, apenas disimulada ahora con falaces preocupaciones sociales, lo que hace, tristemente, actual la reflexión de Buero Vallejo en Un soñador para un pueblo. La resistencia a perder los intolerables privilegios de que abusan secularmente lleva a estas clases dominantes a imbuir al pueblo de miedo al cambio. Y si la expresión de este miedo no recurre, como en el caso de Esquilache, a la violencia f ísica, deja siempre entrever la posibilidad de ese recurso y adopta una actitud amenazadora e intimidatoria, si llega el caso. En un momento histórico como éste, parece muy oportuna la recuperación de un texto escrito por un maestro con la autoridad moral de Buero. La segunda razón se ajusta más a lo estrictamente teatral. Entre la diversidad de las corrientes dramatúrgicas que parecen abrirse paso en los últimos años, una de ellas es la del teatro de ideas, fórmula de siempre difícil aclimatación en España, ciertamente, pero que en las temporadas más recientes ocupa, cuando menos, un modesto lugar. Es posible que hace tan sólo cuatro o cinco años pensar en esta obra de Buero pudiera entenderse como una extravagancia. Ahora, a mediados de 2008, cabría, acaso, considerar su eventualidad. Y algo semejante cabría decir sobre el teatro político. Y podría esgrimirse todavía una tercera razón. Una sociedad tan desmemoriada como la española no puede, o al menos no debe, seguir olvidando con tanta facilidad a sus escritores. No creo que fuera inútil reflexionar sobre la asombrosa capacidad que tiene el teatro español de consumir vorazmente a sus dramaturgos. Cada vez es más fugaz el tiempo en el que le merecen consideración aquellos a los que en algún momento ha venerado, con frecuencia hasta el exceso, para desentenderse de ellos después como si nunca hubieran existido. Si se hace un inusitado esfuerzo de memoria, sorprenderá la extensión de la lista resultante. 3) En la primera pregunta comentaba cómo no parece haber sido éste uno de los textos buerianos que más han interesado, pero, por otro lado, resulta una de sus obras más representativas, porque están presentes en ella todos los motivos y referencias de su autor y porque contiene sus virtudes y defectos como dramaturgo. En ella percibimos el célebre posibilismo entendido como actitud ante la vida y ante la historia, pero advertimos también cómo la imagen del héroe bueriano pasa por la irreductibilidad, la integridad y la imposibilidad de la componenda. Su reivindicación de la tradición ilustrada entronca aquí con su deseo de una convergencia con el pueblo, el verdadero pueblo, representado aquí de una manera acaso demasiado ingenua y poco ajustada al famoso análisis concreto de la realidad concreta. Todo ello constituye un motivo recurrente en su obra. Su compromiso como escritor sin miedos ni prejuicios encuentra, sin embargo, un innecesario contrapeso en la desproporción que existe entre los planteamientos intelectuales e históricos y su incapacidad para trasladarlos al terreno de la fábula. El plano simbólico –el maridaje entre el pueblo y las ideas progresistas– no encuentra el camino para encarnarse en el personaje ni en el acontecer de la trama. La falsedad del personaje de Fernandita y su increíble –y dramáticamente inútil– relación con Esquilache constituyen el más pesado lastre de una obra bienintencionada, valiente, atractiva y sagaz. Pero no es menos cierto que podemos encontrar carencias semejantes a ésta en todas las obras de Buero en las que la trama pretende alcanzar un cierto grado de elaboración.» IV. Adelardo Méndez Moya «1) En mi opinión, muy bien. Como la mayor parte de la dramaturgia de Buero Vallejo, esta obra supera y sublima el contexto espacio-temporal en que fue concebida y redactada. Por tanto, su concepción espectacular y su reflexión mantienen la máxima vigencia. 2) Sí, pero con muchas reservas en cuanto a su necesidad; de otro modo: no lo precisa. Ya el autor se centra en un personaje y una realidad del siglo XVIII (con toda la carga simbólica de que la dota) y juega con su extrapolación al presente, con los rasgos, actitudes, opciones, etc., que mantienen un paralelismo con la actualidad de aquella España de 1958 en que fue creada y, por extensión, a la del siglo XXI. Lo mejor es dejarla como está, que está muy bien. 3) En principio, recordar que Un soñador para un pueblo resulta el primer drama histórico de Buero –le seguirán Las Meninas, El sueño de la razón y La detonación–, de modo que, como tal, me parece un texto clave en el teatro del autor. Sus condiciones inter- Adelardo Méndez Moya. nas lo verifican como una pieza muy importante y válida. Su estreno fue exitoso y, junto a Hoy es fiesta, ayudó al dramaturgo a superar los no tan bien recibidos montajes anteriores. Buero es, sin género de dudas, el autor más importante y relevante del teatro español actual (desde 1950) y esta pieza, como otras muchas suyas, debería conocerla cualquier persona mínimamente interesada en el teatro. Un texto fundamental.» V. Jerónimo López Mozo «1) Habría que verla representada. Yo la vi cuando se estrenó hace cincuenta años (tenía apenas dieciséis) y guardo un vago recuerdo de su puesta en escena. No recuerdo que después haya vuelto a los escenarios. Entiendo, pues, 105 Septiembre 2008 3) Entre los dramas históricos me parece inferior a El sueño de la razón (a mi juicio, la obra cumbre de Buero) y Las Meninas. En todo caso estaría entre las 7 primeras.» La Ratonera / 24 106 que la pregunta se refiere al texto. A eso es a lo que puedo responder. Mi opinión es que ha sobrevivido como el resto del teatro de Buero, esto es, en general bien en cuanto a su contenido, que continúa siendo vigente, y a la calidad de su escritura. No en vano estamos ante uno de los grandes dramaturgos españoles del pasado siglo. Habría, sin embargo, que acortar el texto, eliminando frases innecesarias y corrigiendo cierta inclinación hacia lo retórico presente en algunas de sus obras. De hecho, ya se hacía en vida del autor, sin que a él le hiciera gracia, con el pretexto de que era necesario reducir la duración del espectáculo a la habitual en nuestros teatros. A quienes niegan esa práctica alegando que el autor no toleraba cambios fue entendido, y su exilio dieron al traste con una buena ocasión para que los españoles salieran de su condición de marionetas del poder. No es necesario actualizar nada. El discurso de Buero era válido hace cincuenta años y, por desgracia, sigue siéndolo ahora. 3) No todo el teatro de Buero me merece igual consideración. Mi interés por sus primeras obras es superior al que siento por las que escribió a partir de 1975 y, de aquéllas, siempre me atrajeron más las de contenido histórico. Ello sin negar la importancia que para el teatro español tuvo Historia de una escalera. Curiosamente, de las históricas, Las Meninas y El concierto de San Ovidio son las que más veces he releído, pero confieso que Un soñador para un pueblo me parece de similar importancia, aunque quizás, por ser la primera, no alcance su perfección.» VI. Domingo Miras «1) Evidentemente, en la misma medida en que sobreviven las obras históricas escritas sobre la plantilla romántica que a su vez se inspiró en los dramas sobre la historia de Inglaterra de Shakespeare: si el texto tiene altura literaria –como es el caso de Un soñador para un pueblo–, su supervivencia como texto es un hecho y permanece en el depósito cultural a dis- Domingo Miras. Jesús Rubio. Mariano de Paco. posición de lectores, estudiosos y, eventualmente, gestores teatrales. 2) El contenido de esa obra es permanente, a mi juicio: la soledad del innovador, la incomprensión que recibe, el conservadurismo de los reaccionarios, etc. son temas de siempre. Pero especialmente ahora, en este año de 2008 de celebraciones del segundo centenario de un 2 de mayo del que se dice dio a luz la conciencia nacional, habría que plantearse como posible sustrato de esa conciencia la oposición entre ilustrados (que luego serían afrancesados) y tradicionalistas (que luego serían los patriotas sin fisuras), las futuras dos Españas, que tienen su remota simiente en el progresista Esquilache y los clérigos y rancia nobleza que sublevaron al pueblo bajo contra el recorte de capas y sombreros. 3) Pienso que Un soñador para un pueblo ocupa en la producción de Buero uno de los primeros lugares, cercano al de El sueño de la razón, precisamente por la intemporalidad que le da su condición de teatro histórico capaz de interpretar la historia del presente y del futuro.» VIII. Mariano de Paco «1) Por desgracia, dada la lamentable inexistencia en el teatro español de un repertorio que ofreciese al espectador actual representaciones de obras señeras de nuestra escena, no podemos responder en el caso de Un soñador para un pueblo refiriéndonos a la visión reciente de un espectáculo sobre ese título. Pero, si releemos el texto, podemos advertir con claridad que conserva plena su vigencia, tanto en la construcción dramática como en su significado y alcance. 2) Esta obra muestra la necesidad del comportamiento recto en quienes rigen los destinos del pueblo, y en este mismo, y enfrenta al lector-espectador con su historia y con su presente, convirtiendo la VII. Jesús Rubio «1) Creo que no sólo es un drama vigente sino hasta actual. 2) Absolutamente, tanto en su nivel de contenido como en aspectos estéticos y formales. 3) Es una de las obras fundamentales en el conjunto de la obra y en particular entre sus dramas históricos.» 107 Septiembre 2008 Jerónimo López Mozo. en sus textos les recomiendo que consulten las ediciones de sus obras aparecidas en Escelicer, en las que lo suprimido en la representación aparecía entre corchetes. Más recientemente, esas podas se han realizado, a mi juicio con acierto, en alguna reposición reciente, entre ellas en la que se hizo en el CDN de La fundación. 2) Podría, pero no me parece necesario. Cuando Buero escribió esta obra y la situó en el reinado de Carlos III con Esquilache como protagonista, no estaba haciendo una recreación histórica ni hablando de aquel tiempo, sino del que a él y a sus espectadores les había tocado vivir. Se servía de la historia como recurso para hablar del presente en el marco de una sociedad de censura. Pero no se trata de una obra coyuntural, pues el debate que plantea rebasa los límites de la situación concreta en la que fue escrita. Sobre la voluntad de un político honesto empeñado en trabajar en favor del pueblo y de dotarle de las herramientas necesarias para superar las limitaciones culturales e intelectuales que le impiden regir su destino sin tutelas, sobrevuela el fantasma del despotismo ilustrado, pero, sobre todo, plantea dudas, con frecuencia razonables, sobre la credibilidad de los políticos y la honestidad de su empeño. El fracaso de Esquilache, que no Enrique Miralles García. La Ratonera / 24 108 escena en lugar donde se observan hechos pasados para poder así evitar sus errores. Pero, además, como todo el teatro trágico de Buero Vallejo, es una visión del hombre que lucha con sus limitaciones y busca la libertad y la verdad. En uno y otro casos, exigencias y valores que habrían de tener total actualidad. 3) Un soñador para un pueblo es una obra de extraordinaria importancia en la muy valiosa producción de Buero. En ella desarrolla un nuevo enfoque en los temas: el de la reflexión histórica en la que la atenta consideración del pasado “ilumina” situaciones del presente; ese teatro histórico implica, asimismo, el empleo de otros modos de organización de sus dramas, con un enriqueci- IX. Enrique Miralles García «1) Dentro de la producción dramática de Buero Vallejo, Un soñador para un pueblo no ha tenido igual fortuna que otras piezas más célebres, como la famosa Historia de una escalera, El tragaluz, o La fundación. Fuera de su estreno en el Teatro Español en 1958, no ha habido, que yo sepa, más representaciones, aunque sí le dio cierta popularidad la adaptación cinematográfica, muy digna, que con el título de Esquilache se estrenó en 1989, bajo la dirección de Josefina Molina, y un reparto formado por notables actores, como Fernando Fernán-Gómez, Adolfo Marsillach, José Luis López Vázquez y Ángela Molina. Tampoco ha recibido suficiente atención crítica, pues al margen de los estudios de conjunto sobre el teatro del autor, algunos excelentes, son contados los trabajos que le han prestado una atención exclusiva (de L. Iglesias Feijoo, Mariano de Paco, J. M. Barrera López, I. Carrasco Muñoz, R. Utrera Macías, D. Rodríguez de Liébana y alguno más). Todo ello quizá sea debido al carácter histórico-político de la obra, en torno a la figura de Esquilache y la revuelta popular que originó su desafortunado decreto, pues lo que no deja de ser anecdótico relega a un plano más profundo los grandes temas de su teatro sobre la condición humana, la libertad, la esperanza, la verdad, los sueños, las injusticias, las guerras o el miedo, expuestos en este texto con menos abstracción simbólica de la que reclama un público con prurito intelectual. 2) Aunque no soy partidario de actualizar escenográficamente a nuestros clásicos, y Buero ya es un clásico del teatro español, el tema de la pieza se presta a referenciarla en el marco político de nuestro tiempo, pues el proceso reformista que impulsó el gobierno ilustrado corre paralelo con el cambio de régimen en la España democrática y las reacciones adversas que esto produjo. Una medida tan impopular como la de Esquilache, prototipo del “soñador”, suscita una reflexión sobre las acciones de los gobiernos, a la vez que traza las fronteras entre el espacio de lo público y lo privado, entre la imagen reconocible y la íntima, a menudo contradictorias en el caso de los protagonistas de nuestra historia contemporánea. 3) La crítica más autorizada conviene en señalar que inaugura una segunda fase en la trayectoria del dramaturgo, no sólo por la incorporación de una temática histórica, sino por una renovación formal, camino hacia una mayor teatralidad en el grado de combinación de los signos verbales y no verbales, pero, sobre todo, en el salto decisivo de una objetividad hacia una subjetividad. Una parte integrante del conjunto de obras de esta nueva etapa y de la siguiente y última son las de ciclo histórico, presididas por personajes soñadores, hombres puros con categoría paradigmática dispuestos a enfrentarse a unas leyes rígidas, como para el autor fueron Esquilache (Un soñador para un pueblo), Velázquez (Las Meninas), Goya (El sueño de la razón) y Larra (La detonación). Esquilache y Goya se inscriben en el contexto del racionalismo ilustrado, en sus inicios y en su final, de un país que quiso emprender un rumbo hacia la modernidad, liberándose del peso de una tradición, y, a pesar de su fracaso, se convierten en símbolos de una esperanza de futuro, gracias a su conciencia lúcida y a su compromiso con el pueblo más auténtico. Parecido mensaje se cifra en el papel de las otras figuras, Velázquez y Larra, dentro de dis- tinto marco histórico. La preocupación de Buero por el pasado, herencia noventayochista, su apelación con estas historias a la España actual al filo de la transición posfranquista, no se limita con todo a recrear con fidelidad una época y extraer una enseñanza de ella, sino que profundiza en algo más hondo, la idea de la temporalidad, con su proyección de futuro, clave, aunque con otro recorrido en El tragaluz, por donde ha de transitar la búsqueda de la verdad frente a la mentira imperante, y la lucha por una libertad frente a los poderes injustos, establecidos. Una soñador para un pueblo constituye, pues, un hito inaugural en los escenarios, contextos e individuación de unos personajes de mayor calado por su complejidad y dialéctica en el compromiso con la realidad social.» X. Juan Antonio Hormigón «1) Creo sinceramente que Un soñador para un pueblo es una de las obras del autor que han conservado mayor interés y contemporaneidad. La cuestión reside en que hay que leerla desde nuestra contemporaneidad. La trama es sumamente interesante y la figura de Esquilache enfrentado a las intrigas que utilizan al populacho como carne de cañón, de lo más actual. Sería un error considerar que la dictadura que aplastaba Juan Antonio Hormigón. nuestro país cuando la obra se escribió es la única capaz de engendrar hechos similares. La democracia instaura un territorio de juego y pretende salir al paso de determinados comportamientos, pero la nuestra al menos está muy lejos de conseguir que el trabajo, el estudio y la responsabilidad cívica se valoren y que se desechen la sinrazón altisonante, la picaresca, los grupos mafiosos, los intereses espurios, etc. 2) Sin duda. Siempre he pensado que sería algo notable. Un reto artístico e intelectual sin duda. 3) Creo que es una de sus obras más importantes, tanto por su estructura como por su formalización y por el trasfondo cívico que posee, así como por su reflexión sobre la historia.» 109 Septiembre 2008 miento de los recursos formales. La visión crítica de la historia sobre el escenario que inicia Buero Vallejo en 1958 con el estreno de Un soñador abrió caminos que transitan muchos de nuestros dramaturgos; esta huella bueriana no deja de sentirse, de una u otra manera, en la obra de autores teatrales españoles que lo han seguido en el tiempo.» “Bajo los adoquines la playa” GATTI Y MAYO DEL 68 Miguel Ángel López Vázquez universidad de oviedo La Ratonera / 24 110 ¿Revuelta estudiantil?, ¿sorpresa divina?, ¿rechazo de toda autoridad?, ¿liberación de la palabra? Revolución o no y más allá del carácter académico que se le pueda dar a tal debate, una gran mayoría de aquellos que estudian los acontecimientos de “Mayo del 68”, se ha puesto de acuerdo sobre un mismo punto: hubo, sin ninguna duda, una explosión que cambió el panorama cultural, moral y político de una sociedad que, habiendo sido testigo de una guerra y de la posterior ocupación por parte de los vencedores, llevaba años inmersa en ordenar un país terriblemente debilitado en todos los niveles. Durante la IV República, (desde octubre de 1946 hasta el 8 de Enero de 1959), eran tres los asuntos que dominaban la política francesa: en lo interior, la inestabilidad era permanente, los gobiernos se sucedían vertiginosamente, con una duración que no superaba nunca los seis meses; en cuanto a la política exterior, Francia era un país alineado con los Estados Unidos, que hizo su ingreso en la OTAN en 1949; por otro lado, el país se ve inmerso en estos momentos en guerras coloniales que llevarán a Francia a plantearse el tema de la descolonización de manera preferente: Indochina y África del Norte, especialmente Argelia, una cuestión que traumatizará a toda una generación. El día 1 de junio de 1958 el General de Gaulle recibe el apoyo del Parlamento y prepara una nueva Constitución: la IV República ha muerto dando a luz a la V República que no conseguirá sobrevivir a mayo de 1968. Pero no sólo Francia será el escenario de cambios tan trascendentales durante este periodo de la historia; los EEUU vieron atónitos el asesinato del presidente J. F. Kenndy en el año 63, fueron testigos de las airadas protestas contra la guerra de Vietnam y la rebelión organizada de la minoría negra, en exigencia de sus derechos como seres humanos, liderada por el carismático Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz en 1964 y asesinado el 4 de abril de 1968; poco después, el 4 de junio, el senador Robert Kennedy también morirá violentamente. La universidad californiana de Berkeley será testigo de graves enfrentamientos entre la policía y los estudiantes, que llevarán al cierre de sus instalaciones; en México, el 2 de octubre de 1968, la policía carga contra los estudiantes en la plaza de Las Tres Culturas, donde muere un gran número de estudiantes; también en 1968, durante la denominada “Primavera de Praga” el ejército soviético invade Checoslovaquia, los jóvenes checos inundan las calles de la capital intentando impedir el paso de los carros de combate; toda la juventud europea, especialmente la de las universidades, se rebela, los altercados entre policías y estudiantes son continuos. Muchos centros serán cerrados, como la universidad de Roma. En realidad, los sucesos de Mayo del 68 tuvieron varias fases: la primera, estrictamente universitaria, se inició en la Universidad de Nanterre, el 22 de marzo de 1968, durante los acontecimien- 111 Manifestación en París en mayo de 1968. tos conocidos como “Movimiento 22 de Marzo”, Daniel CohnBendit1 y un grupo de estudiantes, deciden ocupar el edificio administrativo. Ya en el mes de mayo, el consejo disciplinario de la universidad, celebrado el día 6, decide someter a varios estudiantes, entre los que se encuentra el propio Cohn-Bendit, y en el que el Decano de la Facultad de Nanterre toma la decisión de cerrar sus puertas. Un día después se desaloja el patio de la “Sorbonne” y el Rector decide clausurarla. Esta crisis universitaria durará hasta el día 13 de mayo, cuando se convertirá también en crisis social. Pero antes se sucederán numerosas manifestaciones de estudiantes y trabajadores apo- yadas, alguna de ellas, por cinco premios Nobel y que serán violentamente reprimidas por las fuerzas policiales. El 9 de mayo, se reúnen los sindicatos estudiantiles, la UNEF2 y el SNE-Sup3, con los sindicatos de los trabajadores, la CGT4 y la CFDT5. Durante toda la noche del día 10, los estudiantes levantan barricadas en el barrio latino, que serán asaltadas con gran violencia por parte de la policía, los enfrentamientos se prolongarán hasta la madrugada. La gravedad de los hechos, desembocará en una gran manifestación que recorrerá las calles de París el día 13 de mayo y a la que acudirán diversas personalidades de sindicatos de trabajadores y estudiantes en el estadio Charlety, cuenta con la presencia de Mendès-France que se muestra dispuesto a asumir las responsabilidades que le pudiera conferir una izquierda unida. De Gaulle desaparece, se va a Baden-Baden sin que Pompidou estuviera al corriente. El jueves 30 de mayo, el Presidente de la República pronunciará un discurso de una extrema dureza, que será retransmitido por radio y televisión y en el que pide a los franceses una unión cívica contra el comunismo totalitario; una hora más tarde 500.000 personas acuden a los Champs-Élysées en apoyo de De Gaulle. A partir de ahí se forma el nuevo gobierno del que sigue siendo Primer Ministro Georges Pompidou. El mes de junio trae consigo una vuelta relativa a la normalidad, todavía se producen altercados, algunos de ellos de gravedad como la muerte de un estudiante del instituto Gilles Tautin, la evacuación violenta de varias fábricas (Peugeot-Sochaux, Renault, Citroën). Posteriormente, la calma llega a las empresas involucradas. El día 23 de junio, tiene lugar la primera vuelta de la elecciones legislativas y el 30 de junio, la segunda, con el triunfo de la UDR7 y del RI8. En 1969 el General De Gaulle dimite y será el hasta entonces primer ministro M. Georges Pompidou quien se haga cargo de la Presidencia de la República; habrá que esperar hasta 1981 para que el gobierno francés sea presidido por un hombre de izquierdas: M. François Mitterrand. Durante este, corto pero intenso, periodo de la historia de Francia, fueron muchos los intelectuales del país que apoyaron sin reservas el movimiento: Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Colette Audry, Daniel Guerin, Maurice Blanchot y, cómo no, Armand Gatti, al que la leyenda o la historia, atribuyen una de las más poéticas y hermosas frases que parió este mayo: “bajo los adoquines la playa”, y al que la brutalidad de las cargas policiales le quebraron los brazos y las piernas.9 El despliegue mediático fue enorme pero la información que llegaba a los franceses era muy dispar, dependiendo siempre del medio que proporcionara la noticia y por supuesto no era lo mismo leer lo que había sucedido en una manifestación, en “Le Monde”, “Le Figaro”, “ L´Humanité “o en “La Nouvelle Avant-garde”. En la antesala de Mayo del 68, solamente tres autores de teatro militante publican sus obras: A. Gatti con su V comme Vietnam (abril 1967), A. Benedetto con Napalm (febrero 1967) y Kateb Yacine con su L´homme aux sandales de caoutchouc; la influencia de Mayo está en todas partes menos en los teatros, solamente el Festival de Avignon de 1968 se hará eco de los vientos de cambio y cuyo padre y creador, Jean Vilar, será por ello injustamente tratado. Cuando “Mayo del 68” se despierta, el teatro en Francia está a la deriva, a partir de estos acontecimientos todo el mundo intentará crear e interpretar de acuerdo a los nuevos tiempos, pero serán necesarios, todavía, algunos meses para que un teatro de agitación se constituya y actúe como tal; dos obras creadas poco antes del estallido de la crisis pueden ser el “heraldo” de lo que estaba por venir, o al menos de alguna de sus tensiones: Les treize soleils de la rue Saint-Blaise de Gatti y L´Héritier, del Théatre de l´Aquarium10. Gatti afirma que este mes de mayo se había convertido en una necesidad para él y lo corrobora en una entrevista concedida a Denis Bablet en la que recuerda que “Les treize soleils de la rue Saint-Blaise fue creada en marzo del 68: sobre el plano de la imaginación, todo estaba allí, las barricadas, el cuestionamiento de la cultura, las relaciones humanas reconsideradas”11. Sin lugar 113 Armand Gatti. Septiembre 2008 La Ratonera / 24 112 Cartel de Mayo del 68. de la Izquierda, entre ellas Mitterrand y Mendès-France. Los días siguientes verán sucederse numerosas manifestaciones, reuniones de sindicatos, enfrentamientos con la policía, debates, etc., hasta que el día 17 se inicia una huelga generalizada e ilimitada que afectará a unos nueve millones de trabajadores. El gobierno será objeto del planteamiento de una moción de censura que finalmente será rechazada y Pompidou se muestra de acuerdo en negociar con los sindicatos. El viernes 24, la opinión pública sufrirá una gran desilusión por el discurso, televisado, del Presidente del Gobierno. El domingo 26 la UNEF convoca una manifestación que no será secundada por la CGT que la considera una provocación, en cambio, la CFDT decide unirse a la convocatoria lanzada por el sindicato estudiantil. A partir de esta fecha, se anunciarán los acuerdos conseguidos entre la patronal, los sindicatos y el gobierno, conocidos como “los acuerdos de la Rue Grenelle”, que fundamentalmente se refieren al aumento del SMIG6 y de los salarios, a la reducción de la jornada laboral y a la rebaja en la edad de la jubilación. La última fase es la crisis política que durará del 27 al 30 de junio de 1968: Una manifestación Portada de “Avant Garde”, publicación trotskista. a dudas esta obra fue una cierta premonición, un adelanto de los acontecimientos, incluso en aquello que pudiese considerar- se como anecdótico, es decir, los “graffiti” que dos meses más tarde aparecieron en los muros de las universidades parisinas y que de Pierre Lutrin (personaje) que en la realidad se llamaba Gilles Tautin; un estudiante ahogado en el Sena, cerca de la fábrica de Renault de Flins y que será la única muerte del “Mayo Francés” —a pesar de los gravísimos acontecimientos— y que en realidad se producirá en el mes de junio. El mismo Gatti nos deja entrever el camino seguido: “El fondo era una especie de diálogo que Don Quijote […] intentaba establecer con Gilles Tautin, el joven asesinado por las fuerzas del orden en junio de 1968 […] ¿Cómo establecer este dialogo? Era la búsqueda de Gilles Tautin emprendida por Don Quijote…”.15 Tras los graves sucesos del día 10 de mayo, el prefecto de policía Sr. Grimaud se pronunció sobre la noche de las barricadas en el barrio latino, acusando a los manifestantes de ser verdaderos especialistas en la guerrilla urbana. En respuesta a dichas manifestaciones Gatti escribe Le Petit Manuel de guérrilla urbaine, obra compuesta de cuatro piezas cortas concebidas para ser montadas en cualquier lugar y por muy pocos actores, y con una idea bien definida: crear centros de agitación en medios estudiantiles, obreros, hogares juveniles, grupos organizados, o como dice Michel Séonnet “este manual es ante todo una guerrilla de conciencias”16. Les 115 Publicación del movimiento estudiantil francés en Mayo del 68. Hauts Plateaux ou Cinq Leçons à la recherche du Vietnam pour une lycéenne de mai; en esta pieza para cinco personajes se trata la Septiembre 2008 La Ratonera / 24 114 Gatti ya había adelantado en una de sus obras: “bajo los adoquines podría estar la playa”; no obstante, esta obra gattiana, representada en muchos países, no puede reducirse a una mera representante de “Mayo del 68”. Así Michel Séonnet dice: “Si Les Treize soleils de la rue Saint-Blaise son un manifiesto, no es el de mayo, sino el de la aventura del compromiso que Gatti va a adquirir a partir de ahora. Una aventura de escritura pública, en la que la ciudad misma, la calle, la fábrica, la escuela (y todos los que en ella viven) serán la verdadera gramática. Una aventura en la que este mes de mayo no hace más que confirmar su necesidad”12. A este respecto nuestro poeta-dramaturgo cree que cada hombre es un creador y considera que no podría separarse al creador militante del creador poeta-dramaturgo. Casualidad o curiosidad, Le Monde del día 4 de mayo de 1968 informa sobre lo acontecido, fundamentalmente en Nanterre, y refleja alguno de los graffiti, que más tarde se hicieron famosos; pero, prestemos atención especial a uno de ellos: “Ne faites plus confiance aux plus de trente ans”13. Probablemente esté en este “graffiti” la inspiración para que Gatti escriba en 1969 la obra Interdit aux plus de trente ans14, en la que se ocupará de la muerte en el que la mujer se incorpora al mundo laboral, una denuncia de la perversión ideológica del género humano donde el hombre y la mujer sienten y padecen el mismo desasosiego. Michel Séonnet afirma que “El terreno inmediato de la ‘intervención’ es la conciencia de cada uno. El objetivo no es el reenviar a las enfermeras reales a algún combate de clase (incluso si éstos no están ausentes), sino a algo más decisivo: el combate contra el tiempo”17. Gatti afirmó en numerosas ocasiones que este mes de Mayo fue una necesidad para él y que si no hubiera existido, posiblemente se hubiese callado, ya que consideraba que no podría haber ido más allá en su obra. A finales de 1968, conoció la censura y su obra La Passion du Général Franco fue prohibida, y como consecuencia, finalmente decide exiliarse voluntariamente en Alemania. No volverá hasta el año 1974, al Festival de Avignon, con su obra La Tribu des Carcana en guerre contre quoi. Notas 1. Daniel Cohn-Bendit fue uno de los principales líderes del Mayo del 68. Nació el 4 de abril de 1945 en Francia y se dio a conocer primero por su tendencia anarquista que luego cambió a la de ecologista. Fue adjunto del al- calde de Fráncfort del Meno y actualmente es portavoz del grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo. 2. Union Nacional de Estudiantes de Francia. 3. Sindicato Nacional de Enseñanza Superior. 4. Confederación General de Trabajadores. 5. Confederación Francesa Democrática del Trabajo. 6. Salario mínimo. 7. Unión de demócratas por la república [UDR] (France), partido creado en 1967, continuador de La Unión para una Nueva República (UNR). 8. Partido Republicano Independiente se constituye en Federación Nacional de Republicanos e Independientes (FNRI) y se convierte en el Partido republicano en 1977. 9. A.Gatti dans A.Gatti, C. Faber, La poésie de l´étoile. Paroles, textes et discours, Descartes et Cie, Paris, 1988, pp.132-133. 10. Compañía de jóvenes de la Escuela Normal Superior, creada por Jacques Nichet. 11. Travail théâtral, nº3, junio 1971. 12. A. Gatti, Oeuvres complètes, t2, Paris, Verdier, 1991, p.105. 13. “No conf íen en los mayores de 30 años”. 14. A. Gatti, Interdit aux plus de trente ans, Oeuvres complètes, t2, Verdier, 1991, Paris. 15. Travail théâtral nº3, junio 1971, p. 12. 16. Op. cit; p.221. 17. Op. cit; p.221. Drama, política y protesta TEATRO POLÍTICO DE PROTESTA SOCIAL EN VENEZUELA (1969-1979) J. S. Bottaro Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas, suelen referirse a doctrinas contrarias a las suyas. Borges Un análisis de la idea de rebeldía puede ayudarnos a descubrir ideas capaces de restablecer un relativo significado a la existencia aunque sería un significado que estaría siempre en peligro. Camus La etiqueta de político es quizá muy amplia y ambigua para poder ser aplicada a cualquier obra de arte sin distinguir en su contenido y forma otras intenciones no políticas, a veces no tan obvias. Cuando se analizan de cerca las teorías y propuestas para un teatro político de Erwin Piscator, Bertolt Brecht, Vesevolod Meyer- hold, Enrique Buenaventura y Augusto Boal no se podría hablar de un teatro político desarrollado en Venezuela durante los años setenta que siga de manera estricta los modelos de estos creadores. Los directores, dramaturgos y otros profesionales del teatro no copiaban los modelos de teatro político llegados de Europa y los Estados Unidos. Tomaron estos “modelos” como propuestas y sugerencias, como una base de trabajo, para llegar a una manera de expresión propia en conexión con una realidad nacional venezolana. En vez de hablar de un teatro designado como estrictamente “político”, quizás sería más apropiado referirse a un “teatro venezolano con un contenido de protesta social y política” para abordar a un grupo de obras específicas escritas y montadas durante los años setenta. Hacia finales de los años sesenta se pueden encontrar obras con un claro contenido de compromiso político. Este compromiso se tradujo en la necesidad de denunciar y comunicar un descontento con el imperialismo y el capitalismo “yanqui”, en complicidad con los intereses políticos y económicos de la derecha conservadora de Latinoamérica. Algunos artistas de teatro asumen una determinada conciencia del rol que les corresponde apropiarse dentro de un proceso de cambio social. Tratan de distinguir lo específico de un compromiso artístico con la realidad social de Venezuela y buscan cierta libertad para crear y trabajar sin esquemas ni dogmas venidos de otros contextos. El llamado “teatro experimental” y el teatro político radical desarrollados durante la década de los años sesenta, después de su inicial riqueza o espíritu de innovación habían dejado un saldo peculiar, y en algunos aspectos lamentable, para la década siguiente. Por una parte, las salas de teatro permanecían vacías por falta de público. Las reseñas de prensa, por otra parte, anunciaban con sorpresa cuando creían encontrar un espectáculo de “calidad”. Lo opuesto a la búsqueda de esta “calidad” parecía ser la norma. Por último, era un hecho el carácter marginal de las instalaciones de teatro en comparación con la infraestructura administrativa pro- 117 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 116 politización de los jóvenes franceses en lo concerniente a la guerra de Vietnam y de sus posteriores respuestas, Machine excavatrice pour entrer dans le plan de défrichement de la colonne d´invasion Che Guevara, tiene también cinco personajes y en ella se nos plantea la resignación, al tiempo que la comprensión, de una joven francesa abandonada por su amante cubano que parte a luchar al lado de la guerrilla en América Latina, Ne pas perdre de temps sur un titre -Que mettez-vous à la place ?Une rose blanche, seis personajes en escena y Alemania como lugar de acción: un estudiante llamado Hans frente a su porvenir y a la americanización de su país. En la realidad, “La Rose blanche” es el nombre de un movimiento de resistentes alemanes antinazis durante la Segunda Guerra Mundial, en la que uno de sus militantes asesinados se llamaba Hans Scholl. En La journée d´une infirmière ou pourquoi les animaux domestiques, un solo personaje se encuentra en escena, Louise, que en estado somnoliento, repasa su larga jornada intentando encontrar tiempo libre: ocho horas de trabajo en el hospital, dos horas de desplazamiento, cinco de trabajo en la casa y… de repente, el despertador suena otra vez: son las 05:30 de la mañana. Se trata de una obra escrita en un momento permitirá dar un salto cualitativo y cuantitativo al teatro venezolano. La nueva década lanzará una cantidad apreciable de nuevos dramaturgos o consagrará autores que habían destacado en otros campos” (53). Algunas de las obras de contenido político que se escriben, publican o representan a mediados de los años setenta marcan el inicio de un nuevo tipo de obra de contenido social con un mayor grado de complejidad en la acción y la intriga. Estas obras ya no plantean, como lo hicieron en los años sesenta, una transformación radical de la sociedad, y el derrumbamiento del “imperialismo capitalista yanqui”, sino una idea “reformista” del sistema social. Estas obras con temas renovados se plantean explorar y explicar el país preguntándose cómo es su historia y cómo es su actualidad sin tratar de imponer una ideología política o proponer soluciones radicales. La abundancia económica, producto de la industria petrolera, produjo rápidamente una sociedad cosmopolita que permitió a los teatreros venezolanos relacionarse de manera directa e inmediata con las tendencias de teatro más recientes de otros países. Con esta influencia el teatro venezolano se enriqueció y fomentó su propia liberación de dogmas y re- glamentaciones caducas. Se hizo evidente que ni siquiera las formas más recientes de teatro político, descontando las “viejas” fórmulas europeas, tenían cabida dentro del nuevo panorama social y teatral del país. A pesar de la abundancia económica, en la sociedad venezolana no se produjo una infraestructura teatral que garantizara la profesionalización de artistas dedicados con exclusividad a la escena. Para poder subsistir los artistas tuvieron que aliarse a las empresas de televisión y la radio o la burocracia oficial. Esta alianza de conveniencia mediatizó las conciencias radicalizadas de épocas anteriores. Al concluir la década de los años setenta José Monleón observa que: “En el mejor teatro político hay un examen de los efectos de la colectividad sobre el individuo, a la vez que de la relación entre individuo y colectividad, apareciendo esta última analizada a través de una conducta individual.” (25) Taylor se refiere a este tipo de obras como pertenecientes a una tendencia peculiar de los años setenta que denomina como “teatro de crisis y paradoja”. Desde nuestro punto de vista las obras escritas por Rodolfo Santana (a partir de La empresa perdona un momento de locura) están dentro de esta tendencia de teatro político que menciona José Monleón. Para desarrollar un teatro político de protesta social el “teatrero” venezolano tuvo que enfrentarse al análisis de su contexto inmediato y replantear la visión de su medio social. Esta confrontación con la realidad del país trajo consigo un replanteamiento de nuevos métodos expresivos y un acercamiento a la historia nacional. A lo largo de la década de los años setenta el arte venezolano en general, y específicamente el teatro de protesta social, sufre transformaciones paulatinas e importantes casi de manera imperceptible. Como sucede con frecuencia en diversas manifestaciones artísticas, surge una progresiva “desradicalización” de sus contenidos en referencia al aspecto político. Poco a poco, el arte irá abandonando la militancia ideológica de izquierda. En la base de estas transformaciones están los siguientes aspectos: 1) El período democrático de diez años, que se inaugura con la presidencia de Rafael Caldera en el año 1969 y que prosigue con el gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1973, se considera como uno de los períodos más pacíficos que había vivido la historia política de Venezuela en comparación con décadas anteriores; 2) no hubo suspensión de garantías constitucionales; 3) se reducen considerablemente los riesgos o la anterior psicosis de guerra de 119 Rodolfo Santana. guerrillas gracias a una política de pacificación y de indultos; 4) y la nueva situación de auge económico generada con la entrada de divisas hace que haya una mayor distribución de la nueva riqueza y, en consecuencia, una mejoría en el bienestar social de las clases más humildes. Estos cuatro aspectos afectaron a los grupos políticos, tanto a los de tendencias radicales como a los de tendencias de centro y de izquierda. Estos aspectos también afectaron a los artistas compro- metidos en una transformación social. Los creadores del teatro dirigen su reflexión sobre su nuevo contexto y cómo abordarlo a través del arte. Sin embargo, creo que hay dos aspectos medulares adicionales que explican en gran medida la transformación o desaparición de una forma de teatro político de protesta social, relativamente tradicional, hacia otras formas distintas, y quizás más complejas y diversas. El primero de estos aspectos cardinales está en una es- Septiembre 2008 La Ratonera / 24 118 curada por el Estado y la empresa privada para las demás expresiones artísticas, en especial para las artes plásticas. Ante esta crisis, los artistas comienzan a dudar de la posible efectividad del drama, y su representación, como una herramienta o forma de concientizar al pueblo. El problema de la calidad estética de los espectáculos teatrales comenzó a preocupar de tal manera al artista que muchas veces éste sacrificó el contenido político de una obra en función o beneficio de una supuesta “belleza formal”. La Creación Colectiva, y las propuestas de Augusto Boal, mucho más cercanas a Venezuela en tiempo y geograf ía que las ideas europeas, fueron sólo ejercicios para grupos experimentales, y no verdaderas propuestas dentro del medio teatral venezolano. Muchas de las obras producidas durante este período de diez años presentan en común una peculiar ingenuidad política que parte de la ausencia de los problemas más urgentes o primordiales de la población. En estas obras se pretendió utilizar o buscar un ideal de realidad latinoamericana en función de presentar máximas sociopolíticas no consecuentes con la verdadera realidad de crisis social que vivía Venezuela. Sin embargo para el crítico Orlando Rodríguez: “El decenio que comenzó en 1971 César Rengifo. pecie de ceguera ideológica de izquierda sufrida por los creadores de teatro político hasta casi iniciar la década de los años ochenta. José Monleón diagnostica la situación del teatro con intenciones políticas de la siguiente manera: “Si tantas y tantas cosas alteraron la profetizada historia de América Latina, muchos llegaron a la conclusión de que la profecía se había apoyado en una serie de tos para poder luego tratar otros temas y pasar a otras intrigas, quizás mucho más simples desde el punto de vista social, pero fundamentales para los espectadores. El teatro político de protesta social agotó su propio molde de hechura hasta hacerlo una expresión repetitiva, reiterada y esquemática que ya no hablaba a un público ansioso por experimentar otros temas fuera de los fatigados moldes politizados. La saturación artística produjo la rebeldía en el público y en los creadores emergentes que aspiraban a tener su espacio propio. El teatro, en cualquiera de sus modalidades, es obviamente una inversión de tiempo con un relativo costo financiero para los que están envueltos en su producción: realizadores y, por supuesto, el público. ¿Por qué pagar o invertir (aunque sea en tiempo) en algo que ya estamos cansados de ver y que no nos dice nada nuevo? Quizás la respuesta podría ser afirmativa si se argumenta el simple y noble objetivo de entretenimiento y diversión. Creo que fue con estas herramientas de diversión y entretenimiento, junto a temas nuevos, que la dramaturgia venezolana superó el cansancio y la saturación de la fórmula política hacia otras maneras expresivas de articular malestares sociales en las obras de teatro. César Rengifo, Gilberto Pinto Gilberto Pinto. y Rodolfo Santana son dramaturgos representativos del proceso de cambio del teatro político de protesta social de los años setenta en Venezuela. Estos escritores hicieron aportes importantes a la literatura dramática. En sus obras, el contenido ya no es una simple protesta general o un malestar universal; se vuelcan a los problemas locales del país con aspectos culturales propios de Venezuela. Dejan atrás la pancarta política de izquierda para ofrecer tramas y contenidos más complejos que abarcan la realidad y la historia nacional. Su influencia es notable 121 y decisiva en el desarrollo del teatro nacional y quizá también de Latinoamérica. Obras citadas Borges, Jorge Luis. Otras inquisiciones. Caracas: Tiempo Nuevo, 1977. Camus, Albert. Escritos. Sin trad. Caracas: Tiempo Nuevo, 1984. Monleón, José. América latina: teatro y revolución. Caracas: Ateneo de Caracas, 1978. Rodríguez, Orlando. Rengifo, César. Introducción. Obras completas. Mérida: UDO, 1987. Santana, Rodolfo. Piezas perversas. Caracas: Fundarte, 1978. Septiembre 2008 La Ratonera / 24 120 datos falsos, incluido el de la fragilidad del imperialismo y la supuesta madurez política de las clases populares. No se trata sólo de la consoladora teoría de que se habían perdido batallas en el contexto de una guerra victoriosa. Es que tales batallas se habían perdido porque el análisis de fuerzas estaba mal hecho, porque no había sido dialéctico, porque los datos materiales estaban sometidos a una deformación idealista, propia del romanticismo pequeñoburgués.” (25) Como una conclusión directa de esta ceguera ideológica y del análisis errado e idealista de los datos de una realidad social es que surge otro tipo de ceguera, me refiero al extravío artístico. A lo largo de diez años en los setenta se produce el inevitable debilitamiento de la fórmula artística fija usada hasta la saciedad por los escritores. Las formas artísticas de la dramaturgia política de protesta social se agotan por su empleo constante y excesivo. No se producen temas nuevos ni estructuras renovadas y mucho menos producciones en conexión íntima con los espectadores. El público comenzó a preguntarse de cuántas formas distintas había que decir que “la tierra es de quien la trabaja” o que el imperialismo yanqui es esclavista y que los ricos de un país son monstruos sin sentimien- R. C. mann ist mann De Bertolt Brecht (y colaboradores) La Ratonera / 24 122 Música de Paul Dessau Berliner Ensemble Dirección: Manfred Karge Dramaturgia: Hermann Wündrich Escenograf ía y vestuario: MariaElena Amos Dirección musical: Michael Gross Intérpretes: Charlotte Müller, Franziska Junge, Michael Kinkel, Christopher Nell, Thomas Niehaus, Jörg Thieme, Matthias Znidarec Músicos: Alexandre Babel, Michael Gross, Leonid Soybelman Probebühne, Theater am Schiffbauerdamm Berlín, 30 de junio de 2008 La Probebühne es una de las salas pequeñas que tiene el Berliner Ensemble para los espectáculos de pequeño formato. Se trata de un espacio para unos ochenta espectadores, lo que lo convierte en el lugar ideal para que el espectador no pierda detalle y dis- veces son circenses– le dan a la pieza la retrospectiva ambiental para homenajear al cine mudo. Y Galy Gay, Christopher Nell –un joven y excelente actor–, hace las delicias de un Charlot más allá de su verdadero parecido f ísico con Chaplin, que es evidente. Los cuadros del elefante, o el del féretro del mismo Galy Gay, se resuelven con los sencillos artificios y la inteligencia propia del cabaret, y los despliegues bélicos del final van en una proyección in crescendo en superposición de imágenes, que es una mixtura de cómic con Guernica, acentuada con los punteos de una guitarra eléctrica. Como conclusión vale el decir que este espectáculo es, por su clarividencia y resolución, un buen ejemplo de representación brechtiana que zanja cualquier disputa sobre la adaptación. Y se me olvidaba: también en el reparto sobresale por su brillantez la joven actriz que interpreta a la viuda Begbick, Franziska Junge, la propietaria de cantina que aquí es un primor con mucha maña de mujer fatal. Como la tarde era apacible y los pájaros revoloteaban alegres con sus cantos por la plaza B. Brecht, antes de empezar la función, me he sentado en un banco a disfrutar del paisaje y a releer el texto. Un hombre es un hombre es la historia de un vapuleo, la de 123 Christopher Nell. (Foto Barbara Braun). Galy Gay. Un hombre sin carácter que no sabe decir “no” y al que las buenas maneras, mal entendidas, le pierden. Una lectura directa, antimilitarista, nos dice que los hombres sin personalidad sólo son números intercambiables para llevar al matadero. Pero este entretenimiento de deconstrucción de las personalidades se hace extensible a muchos otros aspectos de la vida que el Brecht maduro desarrolló en sus obras. Septiembre 2008 Un hombre es un hombre frute con la proximidad de los intérpretes. Hermann Wündrich, el dramaturgista, le ha cortado a la pieza más de la mitad –personajes, parrafadas y peripecias que no le roban mucho a la línea argumental–, y la escenograf ía es tan sencilla y funcional, que todo confluye en un dispositivo estilístico más que oportuno para rendir cuentas a la modernidad y hacernos ver que el canon clásico de montaje en la propuesta brechtiana, bien entendido, aún funciona de un modo ejemplar. Una tarima que contiene una palmera, unas cortinas correderas y una escotilla por donde asoma una escalera de mano para acceder al subsuelo, es casi todo el entramado escenográfico por donde transcurre la acción. El resto es una luna que cambia de color acorde con los clímax, hasta alcanzar el rojo en el final; los pertrechos del vestuario y atrezo y dos escalerillas a los lados. En la parte derecha, desde el mismo suelo de la sala, tres músicos acompañan las partes cantadas y hacen los efectos sonoros. Todo lo demás va de la mano de los intérpretes, de las buenas artes que tienen para la comedia, y del inequívoco y buen criterio de la dirección, que ostenta una sobriedad admirable para rehuir el humor zafio. Sus contenciones en gestos y movimientos –que a Un otoño maduro Avance del Festival de Otoño de Madrid La Ratonera / 24 124 Tras la pausa veraniega, la ciudad de Madrid volverá a desplegar en sus escenarios múltiples propuestas que, al principio de la nueva temporada, animarán al curioso público de teatro a decidir qué tendrá presencia durante meses en la cartelera y qué desapa- recerá sin previo aviso. Al tiempo surge el programa que cada año se elabora desde la Comunidad de Madrid, el Festival de Otoño, que llega en esta edición a la que será el número veinticinco, un cuarto de siglo. Normalmente hay tal cantidad de obras y de tal nivel que terminan haciendo sombra a lo que se programa fuera de la promoción y publicidad del even- to madrileño. Este año no será menos porque hay muchas propuestas que apetecerán a los aficionados al arte de Talía. En danza volverá a nuestros escenarios la gran Pina Bausch pero no lo hará en la ciudad de Madrid sino que ha sido programada en el nuevo y flamante auditorio de San Lorenzo del Escorial, allí habrá que desplazarse para ver Vollmond que es Las grandes ciudades bajo la luna, de Odin Teatret. (Foto: Tony D’Urso). Sutra, de Sidi Larbi Cherkaoui. (Foto: Koen Broos). como se llama el espectáculo que trae en esta ocasión, pero habrá otros nombres y propuestas de interés, Les Ballets C. de la B. traerán una nueva creación del gran Alain Platel, pitié! Toméo Vergés presentará Idiotas, Razerca Ben Sadía-Lavant estrenará L´homme assis dans le couloir, Hofesh Schechter lo hará con Uprising/In your Rooms y Sidi Larbi Cherkaoui nos sorprenderá con su nueva obra, Sutra. El Grupo de Rua con H2 de Bruno Belträo será una de las sorpresas que nadie olvidará, estén atentos y lo que todos recordamos todavía, es la anterior visita de Les Ballets Trockadero con su mundo de transformismo que tan buen sabor de boca dejó en su paso hace un tiempo por Madrid y que ahora volveremos a disfrutar. En teatro o teatro musical también habrá grandes presencias, de nuevo vuelve al Festival de Otoño el director con más prestigio a nivel mundial, Peter Brook, en esta ocasión lo hace con Warum Warum (Por qué Por qué), pero no sólo estará él representando a lo más importante que se está haciendo en teatro en otras latitudes, nombres como Eugenio Barba con Las grandes ciudades bajo la luna, Robert Lepage con Lipsynch, Piotr Fomenko con Lobos y corderos, Luc Bondy con La seconde surprise de l´amour y también con Las criadas de Genet y Krystian Lupa con Factory 2, montaje que durará casi ocho horas. No puedo terminar este avance sin nombrar dos excepciones a tener en cuenta, por fin, Rodrigo García se presentará en Madrid dentro del marco que le corresponde y lo hará con Versus y por otro lado, aunque repita de forma sucesiva en El Festival y en esta ocasión, con dos montajes, no habrá que perderse, Stifters Dinge-Las cosas de Stifter y I went to the house but did not enter, ambas del sorprendente Heiner Goebbels. Seguro que tras leer estas líneas ya están haciendo el planing para poder asistir al máximo de representaciones del próximo Festival de Otoño, pues nada, a disfrutar. 125 Septiembre 2008 Adolfo Simón R. C. La Revista Galega de Teatro, a través de su director Antón Lamapereira, organizó en Cangas de Morrazo, Pontevedra, el I Encontro Ibérico de Revistas de Teatro. El encuentro, que se llevó a cabo los días 5 y 6 de julio, enmarcado en la XXV Mostra Internacional de Teatro Cómico e Festivo, tuvo como objetivo principal el conocer la situación editorial de las revistas especializadas en España y Portugal, y estudiar las posibles formas de colaboración entre las publicaciones participantes. Abrió los actos Mercedes Giráldez, Concelleira de Turismo de Cangas, saludando a los participantes y ofreciéndole la palabra La Ratonera / 24 126 Asistentes al I Encontro Ibérico de Revistas de Teatro, celebrado en Cangas (Pontevedra). Antón Lamapereira, director de la Revista Galega de Teatro y organizador del Encontro. tinta y el papel al ciberespacio; e Isaac Ferreira, de Casahamlet, sobre Creación, documentación e investigación en una publicación teatral. Al día siguiente le tocó el turno a Antón Lamapereira, de la R.G.T., para hablarnos del Fondo Teatral María Casares y de las Bibliotecas públicas y la información teatral; a Adolfo Simón, de Primer Acto, que dio lectura al artículo de David Ladra 19572004. Tres antologías para darle un repaso a los 50 años de Primer Acto; a Sebastiana Fadda, de la revista Sinais de Cena y la Associaçao Portuguesa de Críticos de Teatro, con una intervención titulada Reflejos de teatro: visitaçao de caminhos cruzados; y a Alfonso de Becerra de Becerreá, traductor al gallego del texto Oasis, de Carles Batlle. El Encontro se cerró con una mesa colectiva, donde se trataron divesos asuntos de índole práctica para las editoriales de las revistas, tales como subvenciones, obtención de imágenes, distribución de las publicaciones..., llegando al acuerdo de darle al Encontro una periodicidad bianual, manteniendo su ubicación en Cangas, dada la idoneidad geográfico-cultural que ofrece la villa. 127 Septiembre 2008 I Encuentro de revistas en Cangas a Antón Lamapereira, que expuso los objetivos de este primer contacto y dio paso a los primeros comunicados de la mañana. Antonio Augusto Barros, representante de Cena Lusófana, Coimbra, presentó una Panorámica de la edición de revistas de teatro en el espacio de la lengua portuguesa; Karl Svensson, de Assaig de Teatre, trató sobre La revista teatral como instrumento de la diplomacia cultural; Pedro Lanza y Roberto Corte, de La Ratonera, hicieron una Aproximación tipológica a las revistas de las artes escénicas en el estado español; y Manuel F. Vieites, de la Asociación de Directores de Escena, dio un somero repaso a los contenidos de algunas revistas internacionales y a los de la propia ADE/Teatro, bajo el lema Los estudios teatrales en las publicaciones teatrales. Tras una breve pausa tomó la palabra Roberto Pascual, de la Revista Galega de Teatro, para referirse a La crítica teatral en las revistas especializadas; posteriormente se dio lectura al comunicado de Javier Rodríguez, de El Pateo (que por problemas personales de última hora no pudo asistir), Empresas productoras y editoras de teatro; Vicente Montoto de Escaramuza habló sobre Escaramuza, la profesión va por dentro; Joseba Gorostiza, redactor de Artez, lo hizo sobre De la Festival Lazarillo-Manzanares programador fitc lazarillo-manzanares La Ratonera / 24 128 Desde la perspectiva del tiempo no es tarea fácil resumir casi cinco décadas de una asociación cultural en unas líneas. Cuarenta y siete años de actividad, de vivencias y de esfuerzos merecerían algo más que un escueto artículo para ser analizados. Pero quizá no sea éste el lugar adecuado para esta tarea, pues de lo que se trata es de ofrecer una ventana de información para quien por primera vez se asoma a Lazarillo Teatro de Cámara y Ensayo. Sirvan pues estos pequeños trazos como ejemplo de lo que esta asociación significó y significa dentro del panorama cultural de Castilla La Mancha y de España. Lazarillo T. C. E. nace en el año 1961 como resultado del esfuerzo de un puñado de hombres y mujeres jóvenes que buscan con ello encontrar un marco en el que poder desarrollar una actividad teatral y cultural con un sello propio. Teniendo como base el teatro, no dan la espalda a otras manifestaciones artísticas como la poe- sía, la pintura, la música... Muy al contrario, Lazarillo T. C. E. se va fraguando como un importante punto de inflexión en el mundo cultural de Manzanares, Ciudad Real y Castilla La Mancha. Testimonio de todo lo anterior son los innumerables reconocimientos que la asociación ha tenido a lo largo y ancho de la geograf ía nacional, y que tienen su punto más álgido en la concesión en el año 1995 por parte del Ministerio de Cultura de la Medalla de Plata al Mérito en las Bellas Artes. Uno de los eventos más importantes que organiza la Asociación es el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo Lazarillo-Manzanares, que este año cumple su trigésimo cuarta edición, y en las que han participado más de 350 compañías, convirtiéndose en una ineludible referencia dentro del panorama teatral tanto castellano-manchego como estatal. Un Festival que en estos años ha contado con la colaboración y visitas de personajes tan relevantes dentro de la cultura como Antonio Buero Vallejo, Francisco Nieva, Javier To- meo, Nuria Espert, Ana Marzoa, Alfonso Carreño, Gloria Fuertes, José Sanchis Sinisterra, Helena Pimenta, Juan Diego, Paco Tous, Fernando Delgado, Francisco Algora, Mario Gas, José Luis Gómez, y un larguísimo etcétera. La organización del Festival siempre ha corrido a cargo de Lazarillo T.C.E., con el esfuerzo y voluntad desinteresada de sus socios, y el de casi dos decenas de personas (desde pintores, diseñadores, montadores, hasta labores de secretariado y gestión); esfuerzo que ha permitido sobrellevar el enorme trabajo que exige un festival de estas características. Actualmente el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo Lazarillo-Manzanares se celebra a finales de agosto y tiene una duración aproximada de nueve a quince días, englobando lo más destacado de la producción teatral contemporánea de cada año. La producción teatral contemporánea de vanguardia es actualmente tan vasta y de tanta calidad, pero a la vez de tan dif ícil difusión, que el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo Lazarillo-Manzanares es el Ariadna, de Atalaya Teatro, espectáculo que se representará en la presente edición del Festival Lazarillo-Manzanares. escaparate perfecto. Prueba de ello es la cada vez mayor asistencia de público en cada una de sus ediciones. Así mismo, y movidos por el afán de seguir creciendo, se han consolidado una serie de actividades paralelas dentro del festival que impulsan, apoyan y consolidan el carácter innovador, vanguardista y contemporáneo de nuestro Festival. Nos referimos a un cada vez más numeroso taller de infantil denominado FITIRITEC, que engloba disciplinas tan diferentes como construcción de caretas, mimo, clown, etc.; incur- siones dentro del mundo del video montaje y del corto cinematográfico, además de exposiciones de pintura y conferencias sobre diversos aspectos del teatro contemporáneo. Y, por supuesto, el cada vez más afamado “Premio Escena Lazarillo”, que este año cumple su décima edición, y que ha sido entregado a José Sanchis Sinisterra, Paco Algora, Fernando Delgado, Ricardo Iniesta, Helena Pimenta, Eladio Sánchez, Mario Gas, Teatro Albeniz, Los Ulen, y que en la presente edición ha sido otorgado al actor y director del Teatro de la Abadía, José Luis Gómez. Es por todo ello que el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo Lazarillo-Manzanares ha acabado por consolidarse como uno de los puntos de referencia teatral indispensable dentro del ámbito nacional, siempre con el esfuerzo de muchos hombres y mujeres que, de forma desinteresada, han puesto al servicio del teatro muchas horas de su vida por la simple recompensa del trabajo bien hecho, convirtiéndolo en uno de los hechos culturales más importantes de nuestro país. 129 Septiembre 2008 Cecilio Amores García CIRCO CIRCO Empatía entre hombre y caballo ‘Cavalia’ regresa a Madrid La conquista más grande del hombre es haber ganado la amistad del caballo. Conde Buffon La Ratonera / 24 130 Acaricia a un ejemplar lusitano y éste comienza a hacer gracias: es la bienvenida de Magali Delgado, codirectora ecuestre, persona sencilla, amable y encantadora; una estrella que consigue momentos inolvidables con su trabajo de alta escuela: “Todo empezó hace diez años cuando, junto a mi marido Frédéric, estuvimos tres meses aprendiendo con don Manuel Vidrié aquí, en su finca de Guadalajara. Luego, fuimos con un espectáculo a Santo Domingo y las islas del Caribe: éramos diez jinetes, trabajábamos con treinta caballos, nueve eran nuestros; hacíamos alta escuela y caballos en libertad. “Han transcurrido siete años desde que comenzamos con la idea de Cavalia. Al ser grande la pista en la que trabajamos, posibilita que los caballos se animen y pueden comunicar: están en libertad totalmente, no están obligados. Antes de sacarlos al público calentamos en la de entrenamiento, observamos su forma; con atención valoramos cómo se encuentran y lo que pueden dar de sí mismos. Así sabemos si hay que acortar o se puede alargar cada número, a continuación se lo decimos al director de la orquesta y a los técnicos; cada función es diferente. Éste es el secreto que nos permite ofrecer calidad: sin forzarlos aprovechamos su predisposición para el juego; si está triste, si no tiene ganas, lo respetamos, tenemos que evitar lo que al caballo no le haga feliz. Esto se nota en nuestras cuadras, ya que suelen tener la cabeza fuera de sus boxes. Estamos cerca de ellos para percibir sus tensiones, somos su familia. Es una forma de trabajar diferente: les escuchamos, tratamos de traducir sus emociones. Hay momentos que los sentimos muy cerca. Con mi cuerpo y mi voz establezco con ellos una relación sincera. Noto su satisfacción. Si se asustan, con el tono de mis palabras o una pequeña presión puedo tranquilizarlos. “Treinta caballos fueron criados por mi padre en el sur de Francia, los treinta y tres restantes se han adquirido para el espectáculo. A todos se les da el mismo trato. Cuando los escogimos tuvimos que estudiar su carácter. Aun así, ayer un caballo nuevo se asustó con los aplausos. Con experiencia llegan a entender que las ovaciones son el reconocimiento por haber hecho algo bueno. ‘Gracil’ era muy tímido, ahora provoca al público con una de sus patas y éste lo aclama”. Se estrenó en agosto de 2003 en Quebec. A la gira canadiense, le siguió la norteamericana y ahora la europea. Muestra la empatía del hombre con el caballo, con momentos de especial intimidad entre Frédéric y sus cuadrúpedos en libertad, sin ninguna rienda o 131 arreo; con poco más que sus palabras consigue la armonía de uno, dos o tres sementales lusitanos que juegan y muestran su belleza. Nos parece que tiene un don especial, sin embargo, insiste en que es cuestión de paciencia y pasión. Estos tiempos emotivos y lentos se entremezclan con labores clásicas de volteo, así como vibrantes, con carreras de jinetes en pie sobre dos caballos a la par. Escenas circenses con mástiles, barra rusa, trampolín, trapecio, cuerdas verticales y elásticas completan un discurso siempre hermoso con guiños de humor. Lo consiguen en cada función treinta y siete artistas, arropados por la música en directo de cinco profesores dirigidos por Hugo St-Laurent: “Las partituras son originales de Mi- chel Cusson, de gran reputación en la composición de bandas sonoras para películas. Es el tercer trabajo de Michel con Normand Latourelle, se complementa muy bien la labor de ambos. A la cantante y a mi orquesta nos toca sacarle toda su fuerza”. En cada función actúan una treintena de equinos. Los cuarto de milla y paint horses ame- Septiembre 2008 Francisco Martín Medrano CIRCO CIRCO 133 ricanos, apalouses y canadienses ejecutan los números dinámicos. Los más lentos y elegantes están a cargo de los lusitanos, los pura raza española y los frisones. Un percherón y un belga permiten el volteo, saltos y pirámides en pista circense. Todos son machos esmeradamente acicalados, la mitad enteros. Otra de las claves sustanciales es el trabajo creativo en equi- po. Norman Latourelle, uno de los fundadores del Circo del Sol, apostó por la relación amistosa con los caballos que establecen Magali Delgado y Frédéric Pignon y creó en torno a ellos Cavalia, la coreograf ía es de Alain Gauthier, que además de codirector artístico acompaña y lidera la gira. Eric Villeneuve contribuye con proyecciones sobre dos pantallas, un central izable y otra de gran fondo, a trazar el hilo rojo y a sustituir al presentador; momento especialmente sorprendente es la creación virtual del caballo gigante. El acorde y fino vestuario es de Micheille Vachon. Alain Lortie consigue una atmósfera siempre sugerente con su luz. Mac Labelle diseñó una pista practicable a dos alturas alrededor de dos de los mástiles, en medio de los cuales aparece una piscina o una pista circense; en cada lateral hay una entrada y la orquesta está elevada en el fondo. Se percibe un trabajo conjunto, sin servidumbres a los talentos personales. Delante de su director de orquesta, Hugo St-Laurent, y la atenta relaciones públicas, Julie Bourbonniere, Frédéric Pignon nos habló de la riqueza y la variedad del público y concluyó: “Tenemos música en directo porque no se ha querido restar calidad a lo que ofrecemos. Hugo siempre está pendiente de lo que ocurre en la pista, no somos nosotros los que seguimos a la música. No es sencillo para él acompañar partes de lo que escenifica- mos en la pista. “Admiramos a las gentes del circo que nos han hecho soñar con su trabajo: los Gruss, Schumann, Knie… Ellos son un ejemplo, nos marcan la pauta”. Cavalia estará de nuevo en Madrid en septiembre de este año, una oportunidad de presenciar un espectáculo inolvidable. Septiembre 2008 La Ratonera / 24 132 DANZA CIRCO La Ratonera / 24 134 Bilbao, 7 de junio de 2008, 5 de la tarde. 1 Música en directo de cuatro profesores y Hugo St-Laurent, parte cantada por Marie-Soleil Dion. 2 Pantalla gigante central en la que aparecen datos del espectáculo. 3 Prólogo: en un bosque con suelo de peluches, una flautista recibe a dos potros que juegan y corretean. Nacimiento de un caballo en la pantalla. Charivari de los artistas. 4 Mundo salvaje (el descubrimiento): una mujer juega en una charca y aparece un caballo gris; danza y trata de asustarlo. 5 Cabalgata: hombres corren tras los caballos. 6 Libertad I: Frédéric juega con un caballo. 7 El baile: un equilibrista sobre bola con antorcha descubre las pinturas de cuevas prehistóricas con figuras ecuestres y se encuentra con un caballo blanco. 8 Libertad II: Frédéric con dos caballos llega a conseguir que marchen lentamente hacia atrás. 9 Sin montura: una bailarina y unos acróbatas saltan y voltean sobre un percherón y un belga empleando también una cama elástica. 10 Vuelo (la vida): canta en lo alto del castillo de los músicos mientras evolucionan dos caballos con dos jinetes cada uno; las dos chicas cogen vuelo tiradas por lonchas. 11 Pas de Deux (El espejo): Magali y su hermana Estelle realizan alta escuela sincronizadamente simulando que una es el espejo de la otra. 12 Galope estilo antigua Roma: en la pista ampliada con fondo de proyección de arcos de anfiteatro romano, carrera de tres jinetes sobre dos caballos cada uno. Especial belleza del salto de obstáculo de Estelle con las riendas de cuatro ejemplares. Descanso 13 Danza: fondo de aguas, luz de estrellas y equinodermos sobre la pista, alta escuela y mástiles chinos. 14 Libertad: cuerdas verticales y un acróbata con cintas verticales en medio. 15 Carrusel: ocho jinetes todos a la par sobre caballos blancos realizan un complicado paseo; el momento que presentan la figura de sierra encanta al público. 16 Doma: con luz azul, alta escuela de Magali con únicamente una cuerda en torno al cuello del caballo. 17 Equitación acrobática: número cómico de jinetes en el que se entrecruzan cabalgando en las posturas más inverosímiles contando una historia con un pañuelo; complementan la barra rusa, cuatro cuerdas verticales elásticas, tres trapecios y un pañuelo gigante. 18 Bungee y jinetes: cuerdas elásticas aéreas y dos jinetes en la pista circense. 19 Libertad III: con el fondo de distintas estaciones, Frédéric embelesa al respetable con el trabajo de dos caballos claros y uno negro; instantes de incomparable belleza. 20 Final: toda la compañía y parte de los caballos dicen adiós con el público entregado en pie. Labescena Solos para un espacio en blanco Venancio J. Mayo Pérez Bajo este título se encierra la colaboración llevada a cabo entre Laboral Escena y Laboral Centro de Arte y Creación Industrial, y cuyo fin fue el de presentar una serie de cuatro trabajos de creación, de otros tantos creadores, que reflexionan sobre el cuerpo en un espacio escénico no convencional, espacio que en este caso se ubicó dentro de Laboral Centro de Arte. A decir verdad, en realidad fueron dos espacios escénicos los ubicados en dicho centro, uno situado en el propio vestíbulo, en el que se desarrolló el primer trabajo de esta serie, y los tres restantes trabajos se presentaron en la Sala Plataforma 2. El primer trabajo de creación presentado corrió a cargo de la bailarina y coreógrafa Saskia Hölbling, quien, en el vestíbulo de Laboral Centro de Arte, puso en escena el solo Exposition Corps. Durante veintiocho minutos y sobre una pequeña plataforma casi a ras de suelo Saskia tra- baja con su cuerpo, sin casi detenerse un momento, presentando y manejando éste de diversas formas. Unas formas alejadas de la imagen habitual que tenemos de la estética corporal, del canon de belleza actual. Es un trabajo que muestra cómo el pensamiento, que la artista se plantea sobre otros modelos de concepción corporal, se trasmite hacia el exterior sobre cada una de las partes del cuerpo, haciendo que cada una de éstas se expresen por sí mismas a través del propio movimiento, y exponiéndolas, a su vez, de maneras y formas muy poco habituales. La segunda pieza presentada, CYP17 del coreógrafo André Gingras, fue interpretada por el bailarín Kenneth Flak en la Sala Plataforma 2 de Laboral Centro de Arte, un espacio más que interesante para este tipo de espectáculos. El canadiense André Gingras, que fue coreógrafo de la Nederlands Dans Theater y formó parte de la compañía de Robert Wilson, toma el título de CYP17 del nombre del gen que genera 135 Kenneth Flak en CYP17. (Foto Ben van D). la proteína que causa la tensión, esto abre la puerta al desarrollo de una pieza que reflexiona sobre el futuro y las consecuencias de la manipulación genética, haciendo al propio público partícipe de dicha reflexión. En la obra, en la que el bailarín interpreta de manera muy f ísica, se interrelaciona el trabajo de éste con la utilización de medios visuales y di- Septiembre 2008 Tablilla de Cavalia DANZA La Ratonera / 24 136 gitales, apreciándose además referencias teatrales, del breakdance, las artes marciales y la danza experimental. Esta obra fue presentada en Nueva York, con gran aceptación de la crítica, en donde se le invitó a interpretarla en el centro de arte Baryshnikov. En 2007 recibió el premio Bessie por esta coreograf ía. La coreógrafa, investigadora e intérprete griega Apostolia Papadamaki con Hermaphrodite, una danza/performance interpretada por Konstantinos Rigos, completa la serie The Beauty Series (La Serie de la Belleza), una tetralogía, compuesta por otras tres piezas más, que explora la identidad, los arquetipos y prototipos humanos que nosotros mismos nos atribuimos, construidos a partir de la conciencia, de la pertenencia a una cultura que determina nuestra manera de entender lo que nos rodea. A esto nos enfrenta Hermaphrodite, pieza que se presenta sobre un pedestal rectangular, bajo una sola luz, en donde Papadamaki encumbra a un ser que se busca, que trata de articularse con movimientos simples, podríamos decir intuitivos, un ser que trata de determinar su identidad, una identidad que no es obvia porque se mueve en la frontera entre el hombre y la mujer, porque es a la vez las dos cosas. Por último con In-organic, la bailarina brasileña Marcela Levi pone en escena una performance en la que combina su propia presencia f ísica con objetos subjetivados y desfuncionalizados (una cabeza de toro disecada, un largo collar de perlas, una señal luminosa y parpadeante de bicicleta o unos ganchos para el pelo). Cada vez que esta combinación o encuentro entre cuerpo y objeto se produce la pieza muestra diversos sentidos y superposiciones, sin que se pierda el simple y dual hilo narrativo con el que cuenta, resultando al final una obra que muestra un discurso claro y coherente. Levi muestra la insensibilidad de la sociedad, en este caso brasileña, hacia los actos violentos causados en muchas ocasiones por una visión machista que impregna los actos que realizamos, y lo hace a través de dos historias mínimas. Una habla de los rancheros del interior de Sao Paulo, que escogen a sus novias echándoles un lazo de rodeo por la cabeza, toda una actitud de sutil violencia psicológica que subyuga a la mujer a un plano de animal escogido a lazo. La segunda historia es la de un fotógrafo que obtiene un premio de fotograf ía por retratar a una madre que vela a su hijo, víctima de un tiroteo. El fotógrafo utiliza, sin escrúpulo alguno, esta dolorosa situación, violentando el dolor ajeno, para obtener la instantánea deseada. Los Solos de Laboral Boni Ortiz Hace más de cuarenta años y en varias ocasiones, intenté sin lograrlo comulgar aquellos nueve primeros viernes de mes que habrían de concederme la inmensa misericordia del Corazón de Jesús, como Él mismo le comunicara a Santa Margarita María de Alacoque... Aunque nada hay escrito, ni anunciado, ni revelado sobre alguna fórmula de convalidación de esa Novena, puede que de algo me valgan los cuatro primeros jueves de esta primavera, en los que acudí puntual y con el corazón recogido, a ver los “Solos de Danza Sobre un Espacio en Blanco” que programaron al alimón, Laboral Centro de Arte y Creación Industrial y Laboral Escena. Cumplir con estos cuatro jueves no salvará mi alma, pero al menos lijándola y pulimentándola, algo de brillo le habrán sacado. Digo yo. La primera entrega de marzo corrió a cargo de la bailarina austriaca Saskia Hölbling presentando su solo de danza: Exposition corps, tan f ísico como sugerente y en el que su magnífico cuerpo de mujer fue el gran protagonista. Esta singular reflexión sobre la memoria corporal y epidérmica, se desarrolló en el vestíbulo de la entrada al Centro de Arte y de las ventitantas personas que presenciamos esta pieza breve, ni siquiera diez acudíamos “motu proprio”. El resto eran diferentes medios de comunicación, empleados de Laboral y de empresas culturales municipales conocedores de la programación vía “mailing”, así como otros solidarios del proyecto Laboral como la propia Alcaldesa de Gijón. En su momento expresé mi indignación por el papel de figurante y comparsa que parecieran reservarnos al exiguo público los responsables de Laboral, en sus fastos concebidos para levantar acta televisiva. En esta primera entrega, no se sabía si la coreograf ía anunciada era la de Saskia Hölbling, o la de Mateo Feijóo arrancándose de lejos con una cámara detrás, a recibir a Rosina, saludarla, besarla, y en íntima conversación y de ganchete, llegar de nuevo hasta nosotros rodeados 137 Marcela Levi en In-organic. (Foto Claudia García). del iluminador, el de “la jirafa” y el cámara, en una danza común, con una energía tan compartida como su propósito de autobombo... Desde luego, para estos “bailes de salón” hay que valer. No todo el mundo está preparado para gestionar unas instalaciones y unos presupuestos de todos y de tal envergadura, con los resultados obtenidos hasta el momento y que en vez de caérsete la cara de vergüenza, te sientas el Rey del Mambo. Dejaré a un lado los bailes palaciegos, para seguir con las dan- zas artísticas que son las que nos interesan. Las siguientes tres entregas las vimos en otro de los excelentes espacios de Laboral Centro de Arte, en el que se montó un escenario muy eficaz, compuesto exclusivamente por una amplia tarima, más las pantallas que son las paredes del fondo y la izquierda donde también hay una puerta. Todo muy blanco y nuclear. Allí nos reunimos un numeroso grupo de espectadores para contemplar un perturbador espectáculo titulado CYP17, y que Septiembre 2008 DANZA La Ratonera / 24 138 recoge el nombre de un gen que genera la proteína causante de la tensión y cuyos defectos, al parecer, dan lugar a una diferenciación sexual anormal. En cualquier caso la pieza de unos cuarenta y cinco minutos de duración, es un alegato tan orgánico como riguroso sobre la imposibilidad del desarrollo de la condición humana sin libertad. La pieza en la que se mezclan proyecciones videográficas, músicas sintetizadas o no –algunas con marcado aire arábigo–, está interpretada con un asombroso poderío atlético por el joven bailarín Kenneth Flak, en una mixtura de bailes y movimientos sincopados, juegos pantomímicos, acrobacias..., siempre en justa correspondencia con la propuesta general. CYP17, fue la primera creación como coreógrafo en el año 2000, del actor y bailarín canadiense André Gingras. El tiempo transcurrido, lejos de envejecerla, ha aumentado los temores iniciales de su autor sobre la manipulación genética como gran amenaza, sumándose los derivados de esos paraísos de la tortura como la base americana de Guantánamo, o la tristemente famosa prisión de Abu Ghraib, en la que primero Sadán y luego el ejército de EE. UU. dejaron su sangrienta huella. Los Ángeles de la Muerte de hoy, no llevan uniformes de SS como aquel Joseph Mengele, aunque probablemente, también mueran de viejos e impunes. En mayo, Apostolia Papadamaki con su Hermaphrodite, nos mostró una pieza sobre el descubrimiento y el conocimiento del cuerpo desnudo y la búsqueda de la identidad. Sobre una gran peana situada en el centro del escenario, de casi dos metros de altura y con una superficie arriba de poco más de un metro cuadrado, el intérprete Konstantinos Rigos desarrolló esta pieza de veinticinco minutos de duración, con un fondo de sonidos metálicos y sencillos que acompañaron sus evoluciones, indagaciones y rastreo corporal, en una búsqueda franca. La invitada en junio, fue la brasileña Marcela Levi con su In-organic, un espectáculo sobre la condición femenina, muy reflexionado, muy medido y con una sencilla y breve partitura de movimientos. “Y poco a poco, el miedo quitado, ora sus pechos le presta para que con su virgínea mano lo palpe, ora los cuernos, para que guirnaldas los impidan nuevas”. Así comienza la descripción del rapto de Europa por Zeus con- vertido en Toro, hecha por Ovidio, y con ella pudiera haber comenzado la performance con la que Laboral Centro de Arte y Laboral Escena, concluyeron esta singular serie de cuatro solos. Marcela nos recibe al paso, llevando en sus brazos la cabeza de un toro, entre cuyas astas, se enmarca su rostro ibérico. Por todo vestido lleva unos zapatos de tacón y una gargantilla de perlas. Las mismas que componen el largo collar, que irá del cuerno izquierdo del astado a su cuerpo, vuelta a vuelta, al ritmo de un corazón desapasionado. Umbilicada al fálico cuerno por esa valiosa cadena de veinticinco metros, Marcela nos confiesa la razón de todo aquello: “a él le gusta y a ella, también”. Se suelta y arrastrando su cadena, se viste mientras un piloto intermitente para bicicleta, a pilas y de “los chinos”, a veces late como su corazón. Se lo pone en su boca, y entonces pareciera un grito silencioso de alarma, de auxilio, visto por todos y que nadie oye. Fin de un programa poco anunciado, discreto, económico del todo y repleto de interés, que comenzó en marzo y que a lo largo de estos meses, fue aumentando su escaso público superando el medio centenar en esta última ocasión. Cartas a La Ratonera EDUCACIÓN EN LA ESAD La Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (ESAD) lleva, desde los tiempos del Instituto del Teatro y las Artes Escénicas (ITAE) pidiendo colaboración a actores y actrices externos con el fin de poder realizar las prácticas tanto de dirección como de interpretación de su alumnado. Los primeros años, este trabajo era compensado (simbólicamente) con una remuneración económica pero, en la actualidad –tal vez debido a la millonaria inversión en instalaciones y equipamiento– tal compensación se ha visto reducida a la promesa de un bono de transporte al final de dicha colaboración. Durante el curso 2007/08, fue solicitada mi contribución artística en este sentido para la realización de un taller de prácticas de dirección durante dos cuatrimestres, petición que yo acepté y que me supuso un notable empleo de tiempo y dinero, sin mencionar el trabajo en sí. Finalizado mi compromiso sin que ningún responsable se dirigiese a mí al respecto de la compensación comprometida, soy yo quien pregunta en varias ocasiones sin obtener ninguna respuesta clara. Después de enviarme de Herodes a Pilatos como una “ecce mulier”, (No: el profesor responsable. No: Secretaría. No: la directora. No: el secretario…) y un mes después de acabado el trabajo, telefoneo al Centro pregun- tando por lo que se me debe. Pero, ¿qué escucho? No disculpas por la tardanza en cumplir con su parte del trato. No agradecimiento por el esfuerzo regalado y el tiempo puesto a su disposición, no. Escucho a alguien muy airado que se muestra “harto” del tema (?) y se molesta por mi “insistencia”, mi, llamémoslo, “egoísmo” y mi simpleza por ignorar que la realización de unas oposiciones impide a una entidad pública y sobrada de personal administrativo y “staff” hacer compatibles aquéllas con el cumplimiento de los compromisos adquiridos. Vamos, que no pueden hacer dos cosas a la vez y claro, hay que establecer un orden de preferencias. Así que, guapa, a esperar y no des la vara. Supongo que quedará claro que, con las bodas de plata cumplidas ya en esta profesión, no es el afán económico el que me mueve por un bono-bus. Igual hubiera hecho si me hubiesen ofrecido un muñeco de peluche o una planta. Es la indignación por la falta de seriedad, por el ninguneo que se hace a un profesional desde dentro, por la sumisión de otros compañeros y compañeras que confiesan que aún les deben lo del curso anterior y se resignan, cuando estamos hablando de una entidad que ha dispuesto de todo el dinero público que ha querido y que regatea ahora el chocolate del loro. Indignación porque parece que la misma profesión no se valora o carece de dignidad para ponerse en su sitio y poner en su sitio a los demás. Después vendrán el llanto y el crujir de dientes. Los desahogos en reuniones y entrevistas (tan escasas, por cierto). Si así nos tratan los de “casa” ¿qué vamos a exigirles a los de fuera? Si quien tiene a su cargo el futuro de este arte trata así a sus pupilos y compañeros, flaco favor les hace. Tal vez esté cerrando puertas que más tarde no podrá abrir si las necesita. Nosotros mismos no tenemos claro el valor económico de nuestro trabajo y que, si en alguna ocasión renunciamos a él, es porque queremos. Nadie nos está haciendo un favor. Nosotros se lo hacemos, y es bien triste que quien puede (y ya no digo “debe”) pagar a sus propios colegas o discípulos sea precisamente quien peor lo haga. Un poco del denostado corporativismo no nos vendría mal. Francamente: en el caso que nos ocupa, confieso que sólo se hubiera requerido un poco de buena educación y diplomacia justificando el retraso para no herir mi ego actoral ¡Así de ingenuos somos todavía! No sería justa si, antes de acabar, no mencionara el agradecimiento que, a título personal, me manifestaron algunos docentes de la Escuela y el placer que supuso para mí compartir tiempo y esfuerzo con un puñado de entregados alumnos amén de mi reconocimiento a las personas que pensaron en mí como en la actriz más adecuada para el trabajo propuesto. Mary Chely Férnández 139 Septiembre 2008 DANZA Pedagogía del musical La Ratonera / 24 140 Desde 1991 viene desarrollándose en Cantabria un interesante trabajo teatral centrado en el musical. “Roberto Pérez Gallegos fue quien me metió el gusanillo. Llegué al Colegio Jardín de África y comencé la labor en el aula de Educación Especial. Él vio cómo trabajaba la música con los chicos y me habló de los musicales, lo que yo conocía hasta entonces como óperas rock. Esta experiencia me ha permitido estar con lo que más me gusta: la música y los niños. Ha posibilitado a los chavales involucrarse en un reto del que han salido airosos. Les ha supuesto esfuerzo, a lo que están poco acostumbrados, trabajo diario y responsabilidad. Lo que nunca hemos querido es crear actores ni cantantes; sí que conozcan y valoren lo que es la escena y todo lo que está detrás: colocar un foco, los decorados, maquinaria… Nos interesa hacer público más que actores.” Nos comenta Francisco Barquín Gutiérrez, arreglista, compositor y director musical, con amplia experiencia en diferentes campos tanto vocales como instrumentales dentro y fuera del aula. El tándem lo completa Roberto, fundador del Aula de Teatro Experimental de Santander (ATES), grupo que tuvo el Premio Nacional a la mejor dirección y profesor de Matemáticas de Secundaria: “Es complicado que un chico pueda entender el concepto de una obra teatral y sea capaz de interpretarlo con un buen resultado. Sin embargo con el musical esto es posible, lo que también les resulta muy gratificante; es una forma divertida de hacer teatro. Me parece muy interesante el hecho de que lo hayan intentado”. Su primera colaboración fue en el ámbito colegial con Y los sueños…, estrenada el veinte de marzo de 1991 en el salón de actos de la Facultad de Medicina de Santander. Lo interpretaron ciento cuarenta chicos de siete a diecisiete años. Doce canciones inspiradas en temas famosos de: Los Miserables, El fantasma de la Ópera, El diluvio que viene, Cats… les dieron vida actores, así como la orquesta y coro juvenil Haya de Ontaneda –sustancial colaboración también en todos los proyectos siguientes–. Lograron momentos encantadores como: el guiñol, la caja de música… o la versión de “Mañana” de Annie. Un año después presentaron José y la túnica multicolor, de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, en el salón de actos del Centro Cultural de Caja Cantabria. Varios miles de adolescentes presenciaron un montaje ambicioso en escenograf ía, de Margot Ruiz. Narra la historia bíblica del hijo de Jacob y les posibilitó que El Palacio de Festivales de Cantabria les incluyese también, aquella primavera, en su programación; así como que fichara a Francisco y Roberto como profesores de su Escuela de Arte Dramático. La primera obra fuera del ámbito escolar fue Despacito, paso a paso, interpretada también por niños y jóvenes; de la que Roberto y Francisco son además autores. Reza en su programa de mano: “Espectáculo donde se entremezclan la música, la danza, la palabra, la magia y los sentimientos con la pretensión ilusionada de 141 Casting. envolverles en un mundo de ensueños y fantasía”. El trece de abril de 1994, la sala Pereda del Palacio de Festivales acogió su presentación. Desenfadado y con un espectacular efecto de lluvia resultó un producto alegre y fresco. El año siguiente, con una veintena de actores algo mayores a las anteriores producciones, se representó Casting. Contuvo, además de fragmentos de musicales, dos canciones escritas y compuestas por Roberto y Francisco, respectivamente. La coreograf ía fue de Belín Cabrillo. En el 2000 recuperaron la obra Y los sueños…, fábula en- tre los juegos y los sueños escrita por Roberto. En esta ocasión se incorporó también a la dirección María José García; como en los dos anteriores contaron con el apoyo técnico del Palacio de Festivales. Siete años más tarde, pusieron en marcha Juan y la alubia mágica, adaptación musical de la obra de Roald Dahl. Esta vez con sus alumnos del colegio, dentro de la I Muestra de Teatro Escolar, recorrieron diferentes localidades de Cantabria. Óliver, una historia de hoy, de Lionel Bart’s basado en la novela de Dickens, ha sido su más reciente colaboración; de nuevo con la unidad infantil-juvenil del Palacio de Festivales de Cantabria. Se presentó en mayo y estará en cartel, al menos, hasta el próximo otoño. En ella hay también actores adultos. Recoge toda la fuerza de la experiencia del trabajo conjunto realizado por Roberto y Francisco, así como la de sus destacados colaboradores. Cada vez que veo trabajar a sus discípulos, siento envidia por las ganas de vivir que contagian en sus representaciones. Francisco y Roberto aciertan con sus musicales en dar a los jóvenes razones para vivir y para esperar. Septiembre 2008 Francisco Martín Medrano 142 obras completas vol. xiii de Manuel Martínez Mediero Espiral / Teatro Madrid, 2008 La Ratonera / 24 Nestor Villazón Manuel Martínez Mediero pertenece a aquella generación de los años sesenta, tan decisiva en la renovación y el progreso teatrales en España, y que fue bautizada con el sobrenombre de “nuevo teatro español”. Sin embargo, gran parte de sus componentes han ido quedando en el olvido, hasta el punto de que esta edición significa algo más que la revisión de un autor: es, en cierto modo, la expresión de ese olvido. En ella, Mediero expresa con su acostumbrada sátira social y política las condiciones en que está viviendo el país, como el Madrid cercado por Franco de la primera de sus piezas. Su humor, tan influenciado por la ya clásica revista “La Codorniz”, punto de encuentro de personajes tan ilustres como Miguel Mihura o Jardiel Poncela, domina gran parte de su obra, posición privilegiada desde donde hará buena crítica del materialismo y la actualidad televisiva del país. Ese humor, tan celebrado en piezas como Las hermanas de Búfalo Bill, tiene aquí fiel continuación. Un volumen amable, agradecido, que completa sus cuatro textos teatrales con las referencias del propio Mediero a su época, desde el encuentro con Blas de Otero y los comentarios a Ruibal y el grupo Pax, hasta el encendido estreno de una de sus obras más conocidas y celebradas: El último gallinero. Un pequeño paseo histórico que termina por cautivarnos, recordando las voces y los ecos de una época decisiva para el teatro actual, con entrañables recuerdos y una prosa alegre y mordaz (“El teatro español siempre es nuevo porque el pasado no cuenta”), repleta de jugosas descripcio- nes, como el instante en que se refiere a uno de los intelectuales de la “Sociedad Económica de Amigos del País” con estas palabras: “… un funcionario de Obras Públicas que decía ser abogado, pero que llegó a Badajoz por avatares de la guerra, castigado por Franco. Franco no paró de castigar ya hasta 1975. Este funcionario, Juan Antonio Cansinos Rioboo, era un intelectual para todo. Lo mismo declamaba que clamaba educadamente”. Un volumen justo, con retazos de un autor necesario para el avistado lector y el fiel hombre de teatro. teatro resad 2007 Ismael Baile Cortés, Rocío Callejón, Trini Díaz, Javier Salas Espiral / Teatro Madrid, 2008 actual es la de que le muestren como realidades lo que él parece ver como simples propuestas. Libros como éste, que le ayuden a comprender la sociedad en que vive y entender las nuevas voces que la guían. (N. V.) fargedias La ley y la sangre Sexo, religión y muerte Javier Gil Díez-Conde Tabula Rasa Ediciones San Sebastián, 2008 Eva Vallines Tabula Rasa Ediciones publica dentro de su Colección Escena un nuevo volumen de Javier Gil Díez-Conde, del que ya había publicado Cinco derrotas de comedia cruel y la novela La tarjeta. Bajo el título Fargedias recoge dos obras dramáticas: La ley y la sangre y Sexo, religión y muerte. El autor, profesor de literatura y teatro en Irún, fundador del grupo Katamitus y creador de la Muestra de Teatro Joven de Irún, cuenta con siete obras editadas y once estrenadas. Como ya se anuncia en el título, con este volumen continúa la línea de investigación sobre los subgéneros dramáticos que había iniciado con “las comedias crueles”. Las “Fargedias”, como el propio autor declara en la contraportada, constituyen un paso más en el modelo estético que había definido como “comedia cruel”, son farsas que enmascaran una tragedia, o más bien “un supuesto trágico, que en realidad viene a ser antitrágico por antiheroico”. De estos dos piezas dramáticas destaca por complejidad y elaboración la primera: La ley y la sangre, peculiar recreación del mito de Antígona en la que la reflexión acerca de la identidad colectiva, una de las constantes en la obra de Javier Gil, vuelve a ocupar un primer plano. Estructurada en siete cuadros, la acción está ambientada en la República Taifa de Hesperia, agorera utopía futurista, surgida tras la desaparición de España y la Unión Europea, que se convierte en un mosaico de pequeñas repúblicas enfrentadas. En un apocalíptico ambiente de western situado en el desierto de Tabernas, dos personajes principales: Antares, una Antígona abertzale, con la que el autor no simpatiza, y Croencio, trasun- 143 Septiembre 2008 Libros y revistas Puede que una de las grandes preocupaciones que sufra el teatro actual sea la de mostrar a sus nuevos valores sobre el papel. El lector común parece no asumir el teatro leído como una suerte de entretenimiento; parece no serle útil, resultarle ineficaz. Hoy en día, el teatro ocupa, para él, una posición menor. Sin embargo, sólo con nombrar alguno de los argumentos que integran este volumen, ya se crea una cierta inquietud: un coronel retirado de los cascos azules cena con una periodista, ignorando que es la madre de una niña violada por sus hombres; una pareja se cuestiona su relación a trescientos metros de altitud; una comunidad de mujeres decide asesinar a sus maridos en grupo; una obra escrita enteramente sin diálogos, con el título tan sugerente de Ninfas… Como se puede ver, la variedad argumental es, ya de por sí, estimulante. Pero si a esto le añadimos un pequeño análisis textual, descubrimos el notable dominio de ritmo y tensión dramática en Ismael Baile Cortés; el acertado uso de la metáfora y el dinamismo de los saltos temporales en Rocío Callejón; la frescura y originalidad de Trini Díaz; el espíritu crítico y renovador de Javier Salas… Hoy en día, una de las mayores necesidades que sufre el lector nuncia incluida de los prejuicios xenófobos. Dividida también en siete cuadros, carece de la tensión dramática de la primera y el mito de Otelo aparece sólo de forma tangencial, pero ofrece un interesante juego de falsas apariencias y de teatro dentro del teatro. la comedia de magia Edición de Fernando Doménech Duendes son alcahuetes y el Espíritu Foleto de Antonio de Zamora El asombro de la Francia, Marta la Romarantina de José de Cañizares Espiral/teatro. Editorial Fundamentos RESAD. 2008 Francisco Díaz-Faes Sin estar al tanto de todas las novedades editoriales desde entonces, recibimos con entusiasmo un libro que nos pone al día sobre una especie muy olvidada de la historia del teatro español: el teatro de magia. Desde el año 1974 con el magnífico estudio de Julio Caro Baroja (Teatro popular y magia, Madrid. Ediciones de la Revista de Occidente) –que pude disfrutar revolviendo en una librería de saldo de León en 1978 en un libro curvilíneo y ondulado, por haber estado expuesto a las condiciones humectantes de algún chaparrón–. Caro Baroja nos hablaba de un mundo prácticamente despreciado en época de la post-ilustración y unas formas y usos que habían maravillado en su momento, para caer en el más irremediable de los descuidos de interesados, aficionados y arqueólogos del drama. Pero además el libro de Doménech ilumina el trazado con un pormenorizado estudio de 45 páginas, y la presentación de 2 de las piezas –nunca mejor dicho– más representativas de ese período. “Probablemente habrá en toda la historia del teatro español pocos géneros tan maltratados por la crítica como la comedia de magia”, repite el filólogo editorialista como argumento central que ya habíamos leído en el estudio de Caro. Crítica feroz de la época neoclásica e ilustrada que representaba “para ella todo lo que debía desterrarse de la escena” (y aquí nos viene a la memoria la reglamentación moralista para los espectáculos públicos que redactara Jovellanos). Es un teatro que da paso al espectáculo, diríamos en términos actuales, audiovisual con “vuelos, escotillones, transformaciones, trampillas, disfraces, artificios, fuegos fatuos, etc.” y que –ésta es la poderosa razón última (desasnar al populacho)– en idea de los censores de la época “hacen más bárbaro” al “vulgo ignorante” (sic). Este teatro de fines del XVIII y principios y mediados del XIX, pese a las prohibiciones (y tal vez por ellas, apunto yo mismo no muy intrépidamente, conociendo un poco de psicología social) sin embargo fue el teatro que causó un mayor fervor popular. “El tiempo en que se suelen representar estas infernales visiones es el de la natividad o de Carnestolendas; tiempo en que es costumbre que vayan a los teatros las criadas, los sirvientes, los niños, y otras gentes de la más descuidada educación”, nos dice un Memorial literario de 1784, que no hace sino refrendar un proceso (el de la censura que consigue lo contrario de lo que pretende) que habíamos ya observado en otros momentos. Por ejemplo en el teatro religioso del Corpus en Oviedo (estudio de mi compañera de facultad Yayoi Kawawura), cuando se prohibieron los “pasos” de La Tarasca, un personaje ejemplificador formado por una especie de serpientedragón, con una sensual mujer encima y otros tipos que salían en procesión y escenificaban el temor a los excesos del demonio y de la carne, que llegaron a ser prohibidos porque causaban más sensación que estupor, distrayendo del sentido ortodoxo-religioso más estricto. En fin, desprecio de clase a quienes se divierten con algo que no gusta a los que normalizan la vida, nada novedoso y que se puede aplicar a nuestros días, en piezas que “hacían saltar por los aires las prudentes disposiciones de gobierno y juntas de reforma” de los más duros censores, en palabras de Doménech. Y que como mostró Caro Baroja suponía un “avance de la secularización del teatro, ya que los prodigios, transformaciones y vuelos que tanto se prodigan (en la comedia de magia) tenían su antecedente en un género religioso, la comedia de santos. En una idea que había expresado Etiemble, el lingüista francés, y que yo he utilizado profusamente para destacar la deriva de las mentalidades del ser humano que “profana lo sagrado y sacraliza lo profano” en una dirección de ida y vuelta como vemos tantas veces entre nuestros contemporáneos que adoran toda clase de prodigios, sacralizando y profanando según toque. De la relación y nómina de autores de éxito registra este li- bro a dos, Antonio de Zamora y José de Cañizares, sin olvidar que Hartzenbuch o el propio Bretón de los Herreros contribuyeron a la difusión de este género a mediados del XIX. Cañizares fue un incansable inventor de magos y tramas distintas, “de ambientaciones diferentes a lo largo de casi 30 años” y la creación de dos comedias sobre el personaje del mago-científico Juan de Espina y sobre todo del modelo de Marta la Romarantina (que podemos leer en esta edición) “excelencia de maga, que daría lugar a una serie de seis comedias y llenaría todo el siglo con sus hechizos”. Ninguna comedia de magia del siglo XVIII o del XIX, nos dice Doménech, se ha visto representada en nuestros días, y parece lejano el día en que se vea, pronostica, tal vez sin comprender que la difusión de estos dos textos puede inclinar a lo contrario, como pasó con la pieza de Antón de Mariguerrera que hemos podido ver representada en Asturias por Telón de Fondo hace algunos años, en difusión establecida por el entusiasmo oficial de la tutela a los bables y la recuperación “excavatoria” de textos olvidadizos que ejerce, promociona, subvenciona al fin, o estimula, el poder político, como sabe. El caso es que Duendes son alcahuetes presenta la situación 145 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 144 to de Creonte, que aquí es presentado como héroe, (más bien antihéroe propio del western moderno), un juez incorruptible que trata de defender la ley y el Estado de Derecho, frente a la ley de la sangre, que es la que impera en esta república presidida por Argantonio, farsesco y ridículo personaje que dirige los destinos de una masa alienada por una televisión con poderes omnímodos. Como maestros de ceremonias, a modo de corifeo de la tragedia griega, una presentadora de TV y un comentarista sin escrúpulos actúan de intermediarios entre los personajes y el público adocenado que sigue la acción como si se hallase en un plató de un reality. En lugar de agón, un juicio farsesco y como desenlace trágico una usurpación de identidad de lo más inquietante cierran esta lograda parábola de ribetes trágicos que toma como inspiración la sociedad vasca aderezada con el mito de Antígona. La segunda de las obras: Sexo, religión y muerte, es una reflexión metateatral ambientada en el Carnaval, en la que unos estudiantes de Arte Dramático preparan una performance en el metro de Madrid a partir de la tragedia shakespeariana de Otelo. Las cosas se complican cuando un atentado terrorista en el metro trastoca sus planes y se produce un cruento final con de- con el teatro, la zarzuela, la ópera y los conciertos y recitativos como un fenómeno espectacular. miguel mihura teatro completo Edición, introducción y notas de Arturo Ramoneda. 2.ª edición Bibliotheca Aurea. Cátedra. 2005 Podemos transformar la anécdota del asesor de Bill Clinton cuando afirmó cáustico su ya famosa sentencia en términos políticos (que corta cualquier conversación banal) “es la economía, imbécil”, por esta otra que hago figurar como reclamo de esta edición completa de la obra teatral de Mihura: “es la risa, idiota” o es sus palabras mucho más educadas y benevolentes, es el humor: “un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone en el sombrero; un modo de pasar el tiempo”. El hijo de Miguel Mihura Álvarez, actor, empresario, autor (en colaboración de zarzuelas, sainetes y comedias) había nacido en un ambiente puramente cómico en Madrid en 1905: “cuando yo nací, mi padre era aplaudidísimo en el teatro Apolo de Madrid” interpretando el Potito, personaje de una pieza de los Quintero. Y sería el mismo padre quien le colocaría en la contaduría del teatro Rey Alfonso en el temprano 1921 a la edad nada considerable de 16 años. Conocerá los viajes de los cómicos con la compañía Pedro Zorrilla de la que era empresario su padre, y las fondas, las estaciones y las esperas de trenes y autobuses, los camerinos, los nervios de los estrenos, las terrazas de los cafés, los fracasos “sin explicación” y los éxitos (también sin explicación), etc. En ese intramundo que hemos ido conociendo por experiencia propia y por la divulgación de obras de teatro y cine. Es entonces cuando empezará a colaborar, con dibujos e historietas cómicas en periódicos y publicaciones, como se nos indica en la Introducción. Son muchos los que se han apoyado en el enigma del humor, de Quevedo a Alfonso Sastre en nuestro país, como fundamental para entender lo grotesco, lo satírico, lo cáustico, lo divertido sin más, o el camino hacia el sentido intelectual del absurdo en Europa, el dibujo de la crítica social y estética que podemos asimilar al escritor rumano-francés Ionesco, al dibujante Grosz, o al español Luis Bagaría, continuadores sin duda del pintoresquismo social de un Hogarth, o el más tremendo de Goya, cuyo ejemplo contemporáneo es Andrés Rábago (:OPS, o su firma actual El Roto). Ramón María y sus esperpentos, Fernández Flórez, Julio Camba, Gómez de la Serna, como precedente y coetáneos como Arniches, Jardiel, Álvaro de Laiglesia, Tono, López Rubio, Paso, Edgar Neville, Pedro Muñoz Seca, etc., configuran ese escenario distanciado del humor. Un escenario que se prolonga hasta el mismo Azcona, recientemente fallecido, o el propio Arrabal o Fernán Gómez piezas angulares de nuestra literatura, y en parte de nuestro mejor teatro. Pero de las dos vertientes del humor Miguel Mihura se decanta por aquel que “lo único que pretende es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor” (he aquí la mejor definición de distancia y perspectiva que exigen los psicopedagogos para afrontar el drama de la vida) “contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como ante los tres espejos” (recordemos el deformante espejo del Callejón del Gato de Valle-Inclán) “de una sastrería, y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no conocíamos”. “La obra de Mihura exige un pequeño esfuerzo, cierta agilidad de espíritu por parte del lector o espectador: aprehender lo irracional; pasar de un concepto de la realidad a otro; de la vida al sueño, del sueño a la vida”, dirá Eugène Ionesco, añadiendo: “esta desarticulación aparente es un excelente ejercicio para enriquecer la expresión teatral, multiplicar, variar los campos de “lo real” sometidos a la prospección de lo dramático”. Y tiene razón pues el desconcierto del lector, y parte del encanto de los textos, viene de su tono disparatado, “la conversión de lo cotidiano en insólito, la ridiculización de los convencionalismos sociales, la brillantez de los diálogos, la huida de lo sentimental, la sátira amable, los razonamientos absurdos y los apuntes irónicos” como nos introduce Arturo Ramoneda en este libro. “Nadie sabe lo espantosamente triste que es casarse y tener ocho hijos noruegos”, dirá Mihura en una de sus obras de mismo título. Y es que nuestro autor ha convertido su vida en una obra de teatro pues la descripción de su salida en tournée en su regreso a sus orígenes teatrales cuando acepta la invitación del cómico Alady de salir a provincias como director artístico de su compañía en la que iban dos negros, un ballet de seis chicas vienesas y una domadora de serpientes es parte del exotismo de su biograf ía hecha pura comedia. Lee uno pues, en definitiva, con gran interés, este gran trabajo de Ramoneda, esa pormenorización exhaustiva, biográfica y literaria, estética, de lo que es otra obra ingente, publicada (espera uno) una y otra vez por Cátedra, como antes lo fue la de Brecht, Esquilo, Sófocles y Eurípides en esta misma colección. La relación de piezas que han partido de una época y han creado época: las veinte estrenadas, las tres escritas en colaboración, los prólogos y autocríticas que nos dan a entender un escritor singular, sin duda único, sin duda también social o antisocial a su manera (anticonvencional también), absurdo, solitario, creador de sustancias dramáticas tan expresivas como Ninette y un señor de Murcia, Tres sombreros de copa (de ella dirá el que era empresario del Teatro Alcázar, José Juan Cadenas: “la obra me gusta. Pero es tan extraordinariamente nueva en su forma y en su procedimiento, que si la estrenase podrían ocurrir dos cosas: o que tuviese un gran éxito, o que el público quemase las butacas”), Ni pobre ni rico sino todo lo contrario (que recuerda tanto a la expresión política de entonces de “ni capitalista ni comunista sino todo lo contrario”), Una mujer cualquie- 147 Septiembre 2008 La Ratonera / 24 146 de una comedia típica de enredo española, con un fugitivo y enamorado por medio, y el acompañamiento y la intersección de un foleto, trasgo o duende “de los muchos de Italia”. Entre la casa del duende y el jardín de Irene se resuelve la situación, con un baile de por medio en una comedia que el propio autor Antonio de Zamora reconoce de imitación de una italiana, y no sólo por la ambientación florentina, la utilización de nombres italianos, el uso de un italiano macarrónico etc., con la curiosidad de que ese duende, tan utilizado por los italianos, tiene precisamente su origen en una obra española de Calderón, La dama duende. Y para Marta la Romarantina Cañizares cuenta la historia de una maga en la Francia de rey Enrico, en un entorno perfectamente histórico. Una muchacha endemoniada, con convulsiones, palabras en latín, elevaciones del suelo y vuelos, en un ambiente de posesión que haría las delicias del cine fantástico y la literatura actual a lo Harry Potter. Dos obras, pues, que consolidan la recuperación de una época pasada en métrica de rimas que hoy consideramos remotísima y que como el melodrama en la Francia de la época nos ayuda a explicar lo que vino después y lo que sufrimos, padecemos o disfrutamos aún hoy evolució/evolución de Aina Tur tratado de declamación o arte dramático de Vicente Joaquín Bastús y Carrera de Alicia Casado Edición de Guadalupe Soria Tomás y Eduardo Pérez-Rasilla Fundamentos. Madrid, 2008 Este último número de la colección de textos dramáticos Teatro de Papel está dedicado al teatro de las mujeres y tiene introducción de José Monleón, de Eva Hibernia sobre El Projecte Vaca, y de Itziar Pascual sobre Las Marías Guerreras. Evolució es un texto breve de Aina Tur con pretensiones futuristas, que no aca- Este tratado publicado en 1833, posteriormente corregido y aumentado para servir de libro de texto en el Real Conservatorio de Música y Declamación de María Cristina durante el siglo XIX, se hace un libro imprescindible para todos aquellos interesados en conocer la historia de la didáctica de la interpretación. Para los profanos su reedición se nos hace más necesaria a medida que avanza- exorcismo de sirena La Ratonera / 24 bamos de entender del todo y nos ha dejado indiferentes; y Exorcismo de sirena de Alicia Casado es una pieza sobre abusos sexuales que mezcla con sabiduría elementos metateatrales que actúan como terapia –o catarsis- para abordar algunos de los problemas que son muy específicos del “género”. Así y todo los sentimientos encontrados que se desarrollan no guardan relación explícita con la sugerente violencia que se esgrime desde la dedicatoria: “Al primo Gonzalo y a todos los abusadores y abusadoras para que en paz nunca descansen”. El Teatro de Papel, n.º 7 Primer Acto, Madrid, 2008 mos en su lectura y descubrimos el alto grado de conocimiento alcanzado por aquel entonces. Curiosidades que se presentan en apartados –la declamación de los antiguos, la escena, la declamación moderna, el vestuario, el rostro y el semblante, la voz, el carácter, las pasiones y afectos, la cólera, el desprecio, el odio, la ira, la risa, etc.- con el objetivo de sistematizar el estudio en una disciplina que, si bien en algunos países europeos empezaba a ejercitarse, en España era casi una desconocida. El exhaustivo y riguroso estudio de los profesores Guadalupe Soria Tomás y Eduardo Pérez-Rasilla hace de la introducción otro libro igualmente imprescindible para situarnos en las coordenadas bibliográficas, históricas e intelectuales en las que se desenvolvió el autor, y para mostrarnos las fuentes que le sirvieron de apoyo en su redacción. Pocas ediciones críticas salen al mercado con notas tan completas y amenas como la presente. hay que purgar a totó de Georges Feydeau Traducción y adaptación de Luis Blat Cuadernos del Teatro Español, n.º 16 Madrid, 2008 Del más grande vodevilista francés, según los expertos, pu- blica el Teatro Español este libro de su colección de Cuadernos, que suelen acompañar a las producciones del teatro dirigido por Mario Gas. Encontramos aquí, obviamente, el texto del montaje dirigido por Georges Lavaudant e interpretado por Nuria Espert, Jordi Bosch, Gonzalo de Castro y Tomás Pozzi en los principales papeles. Pero, como viene siendo habitual en las publicaciones del Teatro Español, el amplísimo estudio y documentación que lo acompaña hacen del libro una maravilla monográfica sobre el vodevil y sobre su más insigne escritor, Georges Feydeau. xarxa teatre, 25 años sin fronteras de Remei Miralles y Josep Lluis Sirera Edita Fiestacultura Valencia, 2008 La compañía de Vila-real (Castellón) cumple 25 años de existencia. El grupo especialista en teatro de calle y grandes eventos lo celebra con un maravilloso libro, de gran tamaño, exquisitamente diseñado, con más de 300 páginas y abundantes fotograf ías a todo color, con traducción al inglés de todos los textos y acompañado, por si fuera poco, con un CD y un DVD con las músicas y los vídeos de los espectáculos que Xarxa realizó en este cuarto de siglo. Felicidades y que cumpla muchos más. plan galego das artes escénicas Consellería de Cultura e Deporte Xunta de Galicia Santiago de Compostela, 2008 Con el objetivo de dinamizar el sector artístico el gobierno gallego ha elaborado un plan estratégico 2008-2011 vertebrado en cinco ejes y un montante de 65.766.000 €: 1. promover la dimensión sociocultural de las artes escénicas, 2. promover y potenciar los procesos de creación, innovación y formación y poner en valor el patrimonio escénico gallego, 3. potenciar y promover las industrias vinculadas a las artes escénicas en Galicia, 4. consolidar el mercado de las artes escénicas, y 5. promover la internacionalización de las artes escénicas gallegas. La publicación que amplía la información se edita en gallego y castellano. 149 Septiembre 2008 148 ra, Maribel y la extraña familia, El caso de la señora estupenda, o El caso de la mujer asesinadita. Un escritor que ha gritado ¡Viva lo imposible! en una de sus obras, que ha hecho lo imposible por vivir en un momento más imposible y difícil de vivir que el que vivimos ahora, alguien que conoció la miel y la hiel de la escena, las críticas o el desprecio de la intelectualidad (tantas veces tan escasa de inteligencia, en su afán clasificatorio), pero que escapó a la amargura, del absurdo y el sentido de la existencia con su trabajo teatral. Humor, paradojas, sinsentido y exploración de la realidad creando otra. Estas más de mil seiscientas páginas lo constatan. (F. D-F.) L´Obrador de la Sala Beckett Barcelona, 2008 150 El teatro de Jordi Galceran visto por Esteve Soler y Pere Riera, así como un jocoso monólogo del propio Galceran, Brevísima relació de la destrucció d´un matrimoni, conforma una parte del contenido de este número de (Pausa.). La relación entre lenguaje y teatro, el encuentro internacional de redes de dramaturgia celebrado en la sala Beckett en octubre del año pasado, y los textos breves Memoria, Tragique troupier/L´actor militar, de Esteve Soler y David Lescot, respectivamente, hacen los contenidos restantes. Las colaboraciones, como es habitual, vienen también en castellano y en inglés. La Ratonera / 24 primer acto n.º 323 Ricardo de la Vega, 18 28028 Madrid Bajo el lema “Ciclo nueva dramaturgia británica” Primer Acto recoge artículos y colaboraciones del Ciclo Autor celebrado en Madrid, en febrero del presente año, dentro del VIII Festival Escena Contemporánea. El texto Guantánamo de Victoria Brittain y Gillian Slovo, basado en declaraciones de prisioneros reales, hace honor al teatro documento del presente; y Eva Varela Lasheras, responsable de la traducción, cuenta su experiencia en La Pajarita de Papel cuando esta compañía realizó el montaje. Los premios Europa, mujeres en la escena, el teatro para niños, el teatro de las autonomías y otros apartados habituales cierran el número. ade / teatro n.º 121 Costanilla de los Ángeles, 13, bajo izq. 28013 Madrid Un importante dossier sobre el teatro de títeres y otro sobre el teatro egipcio contemporáneo –con la publicación del texto de Tawfik Al-Hakim ¡Oh tú que subes al árbol!–, el manifiesto “Por una ley de las artes escénicas”, comentarios críticos al Premio Europa para el Teatro, una entrevista al director del INAEM Juan Carlos Marset acerca de los cambios que se avecinan en las artes escénicas, colaboraciones al respecto, un interesante artículo de Manuel F. Vieites sobre “La excelencia en la creación artística”, el XI Certamen de Teatro Para Directoras de Escena, las notas de dirección de algunos espectáculos de los asociados, y el resto de apartados fijos, hacen un número de 246 páginas. casahamlet, n.º 10 r/ Alfonso VII, 11, Baixo. 15005 A Coruña Mayo, 2008 La revista gallega Casahamlet dedica su nuevo número monográfico al Teatro Fantástico. Acompañando como siempre los textos breves con apartados de teoría y documentación, además de los dibujos y grabados, Casahamlet sigue apostando por el teatro breve, aportando al mundo teatral gallego una base textual muy interesante, tanto para el campo profesional como para su uso en la pedagogía teatral. historia y darle un repaso al teatro mexicano más representativo de la actualidad. Las entrevistas a los protagonistas y la edición del texto de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio Odio a los putos mexicanos, y de Jaime Chabaud Rashid 9/13 completan el apartado. Las entradas a los escenarios de la cartelera catalana, española y extranjera, ponen el cierre a esta publicación que también traduce los artículos al castellano. 151 artez, n.º 136, 8/2008 r.g.t. n.º 55 El número de ARTEZ de agosto reivindica una mayor diversidad y originalidad en las programaciones veraniegas y festivales, por otra parte cada vez más numerosos. Se acompaña de un suplemento dedicado al Encuentro de Artistas Callejeros de Aguilar de Campoo y hace un repaso por la cartelera veraniega de Donosti y Bilbao principalmente, así La Revista Gallega de Teatro contiene críticas de los espectáculos O club da calceta, Estigma y Pisst!! Pisst!!; entrevistas a Marcos Abalde, Ricardo Pais, Jacobo Paz, Rubén Ruibal y Vanesa Sotelo. También centra sus contenidos en la Feria de Castilla-La Mancha, los Encuentros Te Veo de Zamora, el Festival Internacional de Expresión Ibérica de Oporto y Aretxaga, 8 bajo 48003 Bilbao assaig de teatre n.º 62-63-64 C/ Torre d´En Damians, 40, baixos 08014 Barcelona Este volumen de 513 páginas que comprende tres números está dedicado casi en su integridad a la XXVIII Muestra Nacional de Teatro de Zacatecas. Sirve para hacer como una crónica de los festivales de Ciudad Rodrigo, Lazarillo en Manzanares, Palma de Río, Lekeitio, Agüimes, el I Encuentro Ibérico de Revistas de Teatro... entre otros. Una entrevista con la contadora Victoria Gullón y las habituales columnas de opinión de Ricard Salvat, Alfonso Sastre, Josu Montero (dedicada a Asturias), Virginia Imaz y Jaume Colomer, además de las reseñas de libros y revistas cierran el número. Apdo. Correos 210 Cangas. Pontevedra Septiembre 2008 (pausa.) n.º 29 Teatralia 2008. El cuaderno central está dedicado a Carles Batlle y su texto Oasis, introducido y traducido al gallego por Alfonso Becerra de Becerreá. fantoche n.º 1 Apdo. Correos 42 50300 Calatayud (Zaragoza) La Ratonera / 24 152 fiestacultura n.º 35 Apdo. Correos 366 12540 Vila-Real Los 25 años de Xarxa Teatre, Axioma Teatro, el teatro de calle en el Plan General del Teatro, una entrevista a Peter Schumann, el Festival Internacional de Teatro de Rua de Santa Maria da Feira que ha contado con un curso impartido por Eugenio Barba sobre “Teatro y matrimonio” para un posterior montaje de El casamiento de Medea, y el nuevo festival de música de calle de Vila-Real, junto a otros artículos sobre circo y títeres, son los temas centrales de esta publicación dedicada en exclusiva a las artes representadas en espacios abiertos. La revista sobre el arte de los títeres que edita la Unión Internacional de la Marioneta (UNIMA), Federación España, lanza el primer número de su revista anual, después de que el número cero viera la luz en diciembre de 2006. Tras el editorial, “El títere, esa extraña forma de vida”, nos encontramos con una entrevista de Rodrigo Gagliardino al maestro argentino de titiriteros Roberto Espina, donde desgrana su larga y prolífica andadura en el universo de las marionetas. A continuación, en la sección de Tradición, podemos leer un interesante trabajo de Francisco J. Cornejo sobre “Títeres y titiriteros en el siglo XIX: Don Cristobal y el tío Juan Misa”, donde el autor nos explica los orígenes y características del más famoso de todos los títeres populares españoles, Don Cristobal, y nos ilustra sobre el titiritero Juan Misa el Sevillano, que lo manejó largos años con arte singualar. En el siguiente artículo nos encontramos con un reportaje de Toni Rumbau sobre el gran titiritero español Pepe Otal, fallecido unos meses después de escrito el artículo. Los siguientes epígrafes nos hacen ver lo completo e interesante que es el sumario: Fortunato Depero y las marionetas futuristas; Museu Internacional de Títeres d’Albadia; Miguel Prieto, el guiñol en defensa de la República... la teatral n.º 18 www.lateatral.com En este número encontramos las secciones habituales de Actualidad, Directorio de Compañías, Directorio de Servicios Escénicos, los Comentarios, un monográfico sobre la compañía Varuma y un brevísimo texto teatral de José Manuel Mora.