Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano - Series Especiales Nº2 Vol. 4, Año 2015 pp. 229-250 ISSN 2362-1958 PINTURAS Y GRABADOS RUPESTRES DEL URUGUAY. UNA ACTUALIZACIÓN Y REVISIÓN CRÍTICA Leonel Cabrera Pérez1 y Andrés Florines Pena1 RESUMEN El arte rupestre del Uruguay ha incorporado en la última década un número significativo de sitios. Se han localizado una docena de pinturas y miles de grabados hasta hace poco tiempo, totalmente desconocidos. En torno a estos hallazgos se han llevado a cabo diversos proyectos de investigación que incluyen la prospección arqueológica integral de áreas extensas del territorio con escasos antecedentes. Paralelamente se han realizado actividades de extensión, tendientes a la valoración, preservación y gestión de dicho patrimonio cultural, incluyendo en ocasiones acciones de salvataje, por las diversas amenazas de la que es objeto. La presente ponencia presenta una actualización de los sitios con pinturas y grabados del Uruguay. Las pinturas rupestres sobre afloramientos de rocas cristalinas, ubicadas en los campos abiertos de la región centro sur del país, son conocidas desde fines del siglo XIX, sin embargo, desde 1990 el número de sitios se ha duplicado. En el caso de los grabados del área basáltica del Norte, tomando el mismo período, se ha pasado de apenas un sitio con seis grabados a decenas de sitios y miles de grabados. Pinturas y grabados se presentan con una marcada diferenciación en cuanto a su ubicación espacial y de sustratos. También se diferencian en cuanto a sus diseños y composiciones. No obstante, ambas modalidades, con muy pocas excepciones, exhiben geometrismos abstractos, con variantes regionales marcadas en el caso de los grabados. El aumento significativo del número de pinturas y fundamentalmente la incorporación de los grabados, en un número y cualidades inéditos en la región, hace imprescindible realizar una síntesis del estado del conocimiento al presente. El arte rupestre del Uruguay fue considerado como periférico a los centros generadores o directamente omitido en los diversos modelos y estilos de representación propuestos para el continente y particularmente para América meridional atlántica. A la luz de la nueva información se analizan críticamente los modelos para el arte rupestre macro-regional que han permanecido sin mayores modificaciones en las últimas décadas y se discuten las vinculaciones y diferencias con el arte rupestre de Uruguay. Palabra clave: Arte Rupestre; Revisión Crítica; Uruguay. ABSTRACT In the last decade, a significant number of new sites was incorporated to the Uruguayan Rock Art record. A dozen of new painting and thousands of engravings totally unknown until now were found. Several researches were conducted around those findings, including a wide-ranging archaeological survey in a part of the territory never before studied in detail. At the same time, extensive archaeological field survey programs was performed, aiming the valuation, preservation and management of this cultural heritage, including rescue actions due to imminent threat. This paper gives an update of the Uruguayan sites with paintings and engravings. Rock art over crystalline rocky outcrops, located at open field of the center-south region of the country are known since the end of the 19th century, however, since 1990 the quantity of sites has increased one hundred percent. In Departamento de Arqueología. Instituto de Ciencias Antropológicas. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Magallanes 1577. Montevideo. [email protected]; [email protected] 1 229 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. the same period of time the number of engravings that are located at the basaltic area in the north of the country has increased from one site (six engravings) to around ten sites and thousands of engravings. Paintings and engravings presents a marked differentiation concerning their spatial localization and substratum. They also distinguish regarding their motifs and compositions. However, both manifestations, with few exceptions, exhibit abstract geometric designs, with marked regional variation in the case of engravings. The significant increment of paintings and the incorporation of engravings in number and quality unreported in the region, make urgent update the state of art in this subject. Uruguayan rock art was considered peripherally to the generator centers or directly omitted from the several models and styles of representation proposed for South America and particularly to the Atlantic slope area of the Southern Cone. In light of new information, the regional rock art models that have remained without important alterations in the last decade are critically analyzed, and the linkages and differences with the Uruguayan rock art are discussed. In light of new information, the regional rock art models that have remained without important alterations in the last decade are critically analyzed, and the linkages and differences with the Uruguayan rock art are discussed. Keywords: Rock Art; Critical Review; Uruguay. RESUMO Na última década um número significativo de sítios rupestres foi incorporado ao acervo de arte rupestre no Uruguai. Foram localizadas cerca de uma dúzia de pinturas e milhares de gravuras que eram até há pouco tempo totalmente desconhecidas. Em torno a estes achados foram executados diversos projetos de investigação que inclui uma prospecção arqueológica integral de áreas extensas do território com escassos antecedentes. Paralelamente se realizaram atividades de extensão universitária tendentes à valoração, preservação e gestão de dito patrimônio cultural, incluindo em algumas ocasiões, ações de salvamento devido às diversas ameaças de que é objeto. O presente artigo apresenta uma atualização dos sítios com gravuras e pinturas rupestres do Uruguai. As pinturas rupestres sobre afloramentos de rochas cristalinas, localizadas em campos abertos da região centro-sul do país, são conhecidas desde finais do século XIX, não obstante, desde 1990 o número de sítios prospectados se duplicou. No caso das gravuras da área basáltica do Norte, tomando o mesmo período, o número de sítios aumentou de um único sítio com seis gravuras a dezenas de sítios com milhares de gravuras. Pinturas e gravuras se apresentam com uma marcada diferenciação em quanto a sua localização espacial e de substratos. Também se diferenciam em quanto a seus desenhos e composições. Entretanto, ambas as modalidades, com pouquíssimas exceções, exibem geometrismos abstratos, com marcadas variantes regionais no caso das gravuras. O aumento significativo do número de pinturas e fundamentalmente a incorporação das gravuras em um número e qualidade inéditas na região, torna imprescindível realizar uma síntese do atual estado da arte na matéria. A arte rupestre do Uruguai foi considerada como periférica aos centros geradores ou diretamente omitida nos diversos modelos e estilos de representação propostos para o continente e particularmente para América meridional Atlântica. À luz da nova informação se analisam criticamente os modelos para a arte rupestre regional (Argentina, Brasil) que têm permanecido sem maiores modificações nas últimas décadas e se discutem as vinculações e diferenças com a arte rupestre do Uruguai. Palavras-chave: Arte Rupestre; Revisão Crítica; Uruguay. 230 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Las pinturas y los grabados rupestres han tenido en Uruguay una historia de investigación marcadamente diferente. Mientras que las pinturas se documentan desde fines del siglo XIX y aun no trascienden el orden de las decenas de registros, los grabados fueron marginales con solo unos pocos ejemplares hasta la última década del siglo XX, en que se comienzan a documentar cientos de ellos. Esta particularidad incide en que su abordaje sea diferencial. Por otra parte, están asociadas a sustratos geológicos particulares localizados en sectores diferentes del territorio, que además de condicionar la técnica de expresión son disímiles en sus estilos. Estas características, sumadas a que en las últimas dos décadas pinturas y grabados son investigadas por equipos diferentes, hacen que la necesaria puesta al día del estado de la cuestión sobre el tema del arte rupestre en Uruguay se presente en dos bloques. PINTURAS RUPESTRES. ACTUALIZACIÓN Y REVISIÓN CRÍTICA La primera referencia a una pintura rupestre data de hace 140 años (1874) cuando Clemente Barrial Posadas hace un dibujo a mano alzada de la pintura rupestre del Aº de la Virgen, en el límite departamental entre San José y Florida. Incluye el dibujo en el título de la propiedad rural que estaba mensurando y a pesar de señalar su inequívoco origen indígena queda durante décadas como una curiosidad (Freitas y Figueira 1953). Fue la primera noticia explícita al pasado prehistórico indígena (Consens 1975). Poco más tarde, son los pioneros de la arqueología uruguaya J. H. Figueira (1892), y A. Larrauri (1919), y un aficionado a la fotografía como Figuerido (1904) quienes divulgaron nuevos hallazgos en los departamentos de Flores y Maldonado. A excepción de la noticia de Seijo (1931) de una pintura en el cerro Cortés, próximo a la ciudad de San Carlos, Maldonado, la referencia a nuevos hallazgos se discontinúa hasta mediados del siglo XX. La investigación es reiniciada a partir de los trabajos de Freitas y Figueira (1953). Figueira invita al historiador del arte norteamericano Carl Schuster a visitar las pinturas de localidad de Maestre de Campo, y de la misma resulta una reflexión sobre la representación de la figura humana en Sudamérica y la recurrencia del patrón repetitivo (Schuster 1955). Figueira (1955, 1965, 1972) continuó realizando nuevos relevamientos, indicando la existencia de nuevos sitios con pinturas en los departamentos de Flores, Florida, Colonia, San José y Soriano así como también petroglifos al norte del país. Durante las décadas del cincuenta y sesenta el autor realizó varios artículos, con representaciones gráficas, en la prensa periódica. En su última publicación de interés realiza una síntesis sobre el conocimiento existente sobre el tema, enumerando críticamente las diferentes interpretaciones y atribuciones étnicas que habían manejado diversos autores para las pictografías (1972:78-80). Figueira cuenta en su colección con un acervo documental de características excepcionales que incluyen las primeras fotografías en color de pinturas rupestres y filmaciones en diferentes formatos de película (celuloide). Durante la década de 1970, Peláez (1973, 1974, 1975) da a conocer dos nuevas pictografías, una en la sierra de Mahoma, departamento de San José y otra en la localidad de Colonia Quevedo, departamento de Colonia. Asimismo publica nuevos datos de la pictografía del cerro Pan de Azúcar, departamento de Maldonado. En la misma década aparecen las primeras publicaciones de Consens, quien será el autor más relevante y el de mayor número de publicaciones específicas en el último cuarto del siglo XX. En uno de sus primeros trabajos, Consens y Bespali (1977), postulan las vinculaciones estilísticas de los motivos de las pictografías uruguayas con las similares existentes en el norte de la Patagonia. Poco más tarde Consens y Bespali (1981) publican los resultados de la investigación de la Localidad Rupestre de Chamangá (en adelante LRCh) don- 231 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. de incluyeron siete nuevos murales, sumados a los seis ya referidos por la literatura precedente. El trabajo presenta características novedosas para el abordaje de sitios con representaciones rupestres en el Uruguay. Posteriormente Consens (1985), a partir del conjunto sitios con pictografías que documentara en el sur del país, realiza una tentativa de sistematización cronológica y estilística. El cuadro está sustentado en apreciaciones fundamentalmente estilísticas, y la extrapolación por analogía con estilos del sur argentino para los que se poseen cronologías absolutas o relativas. Aquí se considera que la secuencia sugerida por Consens (op.cit), fundamentalmente en la propuesta cronológica, no posee una base empírica fuerte y constituye uno de los aspectos más cuestionables o débiles de su clasificación (Florines 2002). Consens ha abordado asimismo en diversos aspectos de la temática del arte rupestre, incursionando en campos como el refinamiento de los procedimientos técnicos del registro y el procesamiento de la información, la metodología y los aspectos teóricos de la producción del conocimiento; también ha sido autor de varias síntesis sobre el arte rupestre del Uruguay y de la Cuenca del Plata (Consens 1985, 1986, 1987, 1989a, 1989b, 1995a, 1995c, 1995d, 2007; Consens y Bespali 1977; Consens y Castellano 1995). Hacia finales de los años 80 del siglo XX, Elianne Martínez, del Departamento de Arqueología de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación (CPCN), emprendió un ambicioso plan para la preservación de las representaciones rupestres (Martínez 1994), que por entonces acentuaban su riesgo de desaparición en virtud de la intensificación de la explotación industrial del granito en la región centro sur del país. Dicho programa, se propuso la prospección de las áreas de mayor riesgo tendientes a ubicar las pinturas conocidas e incorporar nuevos hallazgos. A medida que se alcanzaron estos objetivos se ha venido aplicando la legislación vigente (Ley 14.040 de protección del patrimonio), tal que en el transcurso de algo más de veinte años las pinturas y grabados en situación de mayor riesgo han sido declarados Monumento Histórico Nacional. No obstante, el éxito en la aplicación de este programa de preservación y en particular en la detección de nuevas pictografías, no ha sido posible cubrir todas las situaciones de riesgo ni tampoco detener la destrucción de algunas pinturas y grabados. En síntesis, la indagación arqueológica en la región centro sur del país se ha focalizado en estos singulares testimonios y por término general aparece aislada de planteos de alcance regional que los integre a otros vestigios de la cultura material de los grupos humanos prehistóricos que habitaron el área (Florines 1994:23). A partir de un programa de investigación implementado a fines de la década del 90 del siglo XX en la LRCh, Florines (2001, 2002, 2004) intenta plantear algunas hipótesis en cuanto a la interacción de diferentes poblaciones humanas en el territorio hacia el 2000 AP. Sugiere que las pinturas tienen la función de marcadores territoriales, a modo de reclamación de derechos exclusivos o prioritarios de uso sobre los recursos. Documenta en detalle 44 bloques con pinturas, desarrollando además en la región, relevamientos sistemáticos, de decenas de locaciones con artefactos en sitios superficiales de lomadas y barrancas fluviales, afloramiento de caliza silicificada utilizados como cantera, y se obtiene el primer fechado absoluto (termoluminiscencia sobre cerámica) para una ocupación humana prehistórica en el área, 830 ± 80 AP (TLD, sobre tiesto de cerámica. UCTL 1394, P(gy) 1,79 ± 0,15, D gy/año 10* 10ˉ³, Edad 830 ± 80, Fecha 1170 AD). El primero para toda la región centro sur del país (Florines 2004). Sin embargo, a pesar toda la evidencia empírica de ocupación humana recuperada en la LRCh, no ha quedado probada su asociación directa con las pinturas. La datación directa sobre el pigmento no es posible por el momento, y los contextos inmediatos no generan información suficiente y fiable. En los últimos quince años la investigación de las pinturas rupestres del Uruguay ha tenido cierta continuidad solo en la LRCh a partir de su proceso de integración al Sistema de Nacional de Áreas Protegidas, lo cual se ha consumado en 2010. Se han descubierto, sin embargo, nuevos sitios en los departamentos de Flores, Florida y Durazno, todo lo cual ha incrementado significativamente el número de sitios (ver Figura 1, evolución de los 232 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Hallazgos 1874-2012 20 nº Pinturas 15 10 5 0 año año año año año año año año año año año 1874 1905 1953 1972 1981 1988 1990 1992 1998 2001 2012 Figura 1. Hallazgos de pinturas en Uruguay 1874-2012. Hacia fines de la década del 90’ se incrementan significativamente los hallazgos. Factores como la amenaza potencial de la expansión de las áreas de minería industrial (granito) incentivaron prospecciones arqueológicas sistemáticas, con la participación de la comunidad local. hallazgos 1874-2012). Individualmente considerados los bloques de granito con pictografías suman al presente 71 registros, incluyendo en este número los que actualmente están destruidos pero que fueron publicados (ver Tabla 1, Figura 2). Si sumamos las destruidas, de las cuales no queda más que referencias nunca publicadas de otros investigadores (ej. Consens 2007; Figueira, 1972), el número alcanza los 79 registros. De este total la LRCh con sus 44 pictografías representa casi 2/3 del total. La Tabla 1 resume la presencia de elementos de diseño, de motivos o de composición, como en el caso de los enmarcados, de utilidad a efectos comparativos con los estilos de representación descritos para el área pampa patagónica en Argentina. Hay otros elementos de diseño menos representados (<2) que también están presentes, como ser el círculo radiado, o motivo soliforme (POCH01) y los triángulos opuestos por el vértice (POCH11) entre otros. El estilo de representación geométrico abstracto es ampliamente predominante y algunos elementos de diseño o motivos pueden ser reconocibles o aislables, mientras que la mayor parte resulta de difícil interpretación. En este último conjunto se observan trazos simples, líneas aisladas o paralelas, y trazos lineales conectados o cruzados. Son frecuentes los problemas de conservación que impiden recuperar los diseños debido a que están borrados y solo quedan fragmentos, o presentan porciones destruidas por agentes naturales o van- dalismo. Algunas características redundantes de los paneles son las combinaciones de elementos de diseño enmarcados o representados debajo de una línea continua más o menos horizontal. Los motivos que más se repiten en los paneles son el losange en disposición horizontal o vertical (en este último a veces con una línea que atraviesa su eje de simetría), el cruciforme con sus variantes siempre en secuencia vertical (dos o tres) unidos por su eje de simetría por medio de una línea, la greca, el rectángulo, el zigzag en disposición vertical y horizontal, las líneas paralelas en disposición vertical, la línea con dientes tipo peine y figuras angulares con rayado oblicuo interno. Claramente la gran mayoría de los bloques pintados responden a formas abstractas equiparables al denominado Estilo de Grecas (Menghin 1957), caracterizado por la presencia de escalonados, almenados y cruciformes, o a la tendencia estilística abstracta geométrica compleja (Gradín 1999), propuesta a partir de un marco teórico menos idealista. Dentro de los elementos discordantes aparecen dos positivos de manos en la LRCh, uno en un bloque destruido (POCH2), del que solo se conservan fragmentos y el otro publicado por Consens y Bespali (1981) y por Consens (2007), que no ha podido ser localizado y que probablemente haya sido destruido. Ambos aparecen combinados con geometrismos. Existe otra referencia a positivo de manos en el Cerro Pan de Azúcar, en el mismo sitio dónde estaría representado el estilo de másca- 233 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Id. Código Depto. Tipo/Localidad 1 POCH01 Flores LR/Chamangá 2 POCH02 Flores LR/Chamangá 3 POCH03 Flores LR/Chamangá 4 POCH04 Flores LR/Chamangá 5 POCH05 Flores LR/Chamangá 6 POCH06 Flores LR/Chamangá 7 POCH07 Flores LR/Chamangá 8 POCH08 Flores LR/Chamangá 9 POCH09 Flores LR/Chamangá 10 POCH10 Flores LR/Chamangá 11 POCH11 Flores LR/Chamangá 12 POCH12 Flores LR/Chamangá 13 POCH13 Flores LR/Chamangá 14 POCH14 Flores LR/Chamangá 15 POCH15 Flores LR/Chamangá 16 POCH16 Flores LR/Chamangá 17 POCH17 Flores LR/Chamangá 18 POCH18 Flores LR/Chamangá 19 POCH19 Flores LR/Chamangá 20 POCH20 Flores LR/Chamangá 21 POCH21 Flores LR/Chamangá 22 POCH22 Flores LR/Chamangá 23 POCH23 Flores LR/Chamangá 24 POCH24 Flores LR/Chamangá 25 POCH25 Flores LR/Chamangá 26 POCH26 Flores LR/Chamangá 27 POCH27 Flores LR/Chamangá 28 POCH28 Flores LR/Chamangá 29 POCH29 Flores LR/Chamangá 30 POCH30 Flores LR/Chamangá 31 POCH31 Flores LR/Chamangá 32 POCH32 Flores LR/Chamangá 33 POCH33 Flores LR/Chamangá 34 POCH34 Flores LR/Chamangá 35 POCH35 Flores LR/Chamangá 36 POCH36 Flores LR/Chamangá 37 POCH37 Flores LR/Chamangá 38 POCH38 Flores LR/Chamangá 39 POCH39 Flores LR/Chamangá 40 POCH40 Flores LR/Chamangá 41 POCH41 Flores LR/Chamangá 42 POCH42 Flores LR/Chamangá 43 POCH43 Flores LR/Chamangá CZ GR LG PE ZZ EM MN BM GF x x 234 NC Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Id. Código Depto. Tipo/Localidad 44 POCH44 Flores LR/Chamangá 45 TMPI01 Flores A/A.Pintos 46 TRPO01 Flores A/A.Porongos 47 TRAG01 Flores A/A.Grande 48 GUSG01 Flores A/A.Sarandí G. 49 TCSV01 Florida A/S.Villanueva 50 TCPA01 Florida A/Ca. del Pajar 51 TICC01 Florida A/C.Copetón 52 CPPE01 Florida A/A. Pescado 53 VAVA01 Florida C/AºValentines 54 VAVA02 Florida C/AºValentines 55 MASM01 S. José C/S.Mahoma 56 MASM02 S. José C/S.Mahoma 57 FLAV01 S. José A/A. Virgen 58 NHCQ01 Colonia A/Col.Quevedo 59 SCCC01 Maldonado A/Cerro Cortés 60 PIPA01 Maldonado C/Pan Azúcar 61 YIMC01 Durazno LR/M. Campo 62 YIMC02 Durazno LR/M. Campo 63 YIMC03 Durazno LR/M. Campo 64 YIMC04 Durazno LR/M. Campo 65 YIMC05 Durazno LR/M. Campo 66 YIMC06 Durazno LR/M. Campo 67 YIMC07 Durazno LR/M. Campo 68 YIMC08 Durazno LR/M. Campo 69 YIMC09 Durazno LR/M. Campo 70 YIMC10 Durazno LR/M. Campo 71 CCLC01 Durazno A/AºL.Conchas CZ GR LG PE ZZ EM MN BM GF NC x x x Tabla 1. Pinturas Rupestres documentadas hasta 2012 (incluyendo inéditas y destruidas). Código de tipos: LR= Localidad Rupestre; A= Pintura Aislada; C= Conjunto de Pinturas <2 / >5. Código de variantes de diseño: CZ=cruciforme; GR= greca; LG= losange; PE = peine; ZZ = zig zag; EM= enmarcado; MN= Manos; BM = Biomorfo; GF= grabado fino; NC= no clasificado. Incluye las pinturas de tipo geométrico abstracto que no encajan en algunas de las clases de motivos definidos para este análisis o debido a no ser perceptible el diseño por malas condiciones de conservación o bloqueado por los líquenes. Una ¨x¨ en el campo señala un elemento discordante. Sombreado sobre ID representan pinturas halladas después de 2002. ras (Consens 1985:66, 1995a, 2007). En este caso, sin embargo, a partir de una evaluación del sitio realizada recientemente por Florines se pone en cuestión la antigüedad de los grafismos que serían de realización muy reciente y por consiguiente no se han considerado. Esta presunción se sustenta además en que la modalidad de realización, el tipo de pigmento, el sustrato rocoso y la localización en cueva son claramente atípicos y discordantes con todo el resto del registro. El positivo de manos se realiza con arcilla ocre tomada de nidos de avispa (hymenoptera) y el rostro o máscara con guano de murciélago, ambos elementos disponibles actualmente al interior de la cueva y con el que se han realizado otras inscripciones (grafitis) desde la década del sesenta del siglo XX, incluyendo grecas con pintura sintética blanca. En el caso de los biomorfos, si se excluye la atribuida por varios autores (ej. Figueira 1965; Consens 2007; Schuster 1955) a un antropomórfo muy esquemático en la Localidad Rupestre Maestre de Campo (YIMC04) se dan en solamente dos bloques, el del Arroyo de la Virgen (FLAV01) y en el Cerro Cortés (SCCC01). Ambas se conocen a par- 235 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Figura 2. Motivos considerados en el análisis (Tabla 1). tir de fotografías publicadas ya que en el caso de la primera fue destruida en la década del cincuenta y de la segunda no se cuenta con una documentación actualizada. El primer caso (FLAV01) es el más claro, dónde se combinan dos antropomorfos y un zoomorfo bien definidos aunque algo esquemáticos, con otros diversos geometrismos. Los diseños se descuelgan de una línea superior. El segundo caso (SCCC01) sería un antropomorfo dónde se representa con trazos simples la cabeza, el tronco y las extremidades superiores extendidas, y sin otros grafismos asociados. Finalmente la presencia de grabado fino asociado a las pinturas se da en una pintura de la LRCh (POCH04), y en una de la Localidad de Maestre de Campo (YIMC10). En los dos casos aparece asociada a pintura, y por debajo de esta, siendo por consiguiente una evidencia de diacronía. La única que puede sostenerse con claridad hasta el presente, ya que no es posible definirla con igual certeza en relación a las diferencias de tonalidad y supuestas superposiciones entre los trazos de pintura de la generalidad de los paneles (Florines 2004), en los que factores como la conservación diferencial de distintos sectores del mismo panel pueden explicar la diferencia o distorsión perceptual en el presente. En los últimos 15 años a partir de la generalización del uso de la fotografía digital y de los programas informáticos para su manipulación se ha mejorado la identificación de diseños de difícil percepción a ojo desnudo (Florines 2002, 2004), con resultados altamente satisfactorios (Figura 3). Recientemente Podestá (2013) ha sugerido la aplicación en la LRCh de los algoritmos de transformación de Figura 3. Pintura del Aº Sarandí Grande (Flores). Detalle de sector del panel manipulado digitalmente para favorecer su visibilidad (manipulada en 2005 con Photoshop CS2). Imágenes: Andrés Florines. 236 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Figura 4. Distribución de las pinturas rupestres en Uruguay (SIG. Andrés Florines) imagen específicos para arte rupestre que vienen incluidos en el complemento Dstretch que se instala sobre el software libre ImageJ. Los resultados obtenidos en la transformación de imagen digital de alta resolución de los relevamientos que están actualmente en curso son promisorios, permitiendo recuperar sectores de pintura del todo invisibles a la percepción directa. Las pinturas se localizan en una ubicación central del territorio (Figura 4), en los campos abiertos del sur del Río Negro, asociado a una unidad de paisaje caracterizada como lomadas y colinas cristalinas (Figura 5). Su mayor concentración se encuentra en la cuenca del Rio Yi (Aº.Chamangá y Aº.Maestre de Campo), sin embargo, su expresión cubre toda la unidad de paisaje hasta su periferia. Por el Suroeste prácticamente llega al Río de la Plata (puntas del Aº Cufré) y por el Noroeste se ubicó una en el Arroyo grande próximo a la Cuchilla del Perdido, lo cual había sido señalado por Figueira (1972) como área de pinturas. Hacia el Noreste, las tres más extremas se han localizado recientemente en las puntas del Yi (Aº.Valentínes-Aº. las Conchas) casi sobre la Cuchilla Grande (Figura 6). Las dos Pinturas de Maldonado se apartan del área central del territorio, sin embargo, también marcan de cierta forma un límite, el lugar dónde las sierras llegan al mar, al igual que ocurre con la Cuchilla Grande que margina la unidad de paisaje de lomadas cristalinas por el Centro-Este del territorio. En su conjunto el área dónde se manifiesta ésta formación geológica superficial de granito, dónde se localiza el arte rupestre, es de 20.000 km2, conformando un polígono de aproximadamente 200 km x 100 km. Las praderas ralas y los montes nativos marginales asociados a los arroyos y pedregales densos que definen el paisaje actual son producto de 400 años de pastoreo por parte de grandes herbívoros introducidos. Con anterioridad a ello, en condiciones ambientales similares a las actuales, con herbívoros de menor porte, las praderas tenían una configuración diferente con vegetación arbustiva y pastizal de alturas próximas a 1 m. El monte nativo tuvo una expresión mayor en las riveras, y en asociación con los afloramientos rocosos. Este aspecto es relevante al momento de interpretar con criterio actualístico al afloramiento granítico erróneamente como un elemento destacado en el paisaje a partir de estudios de cuencas visuales como los que propone Vallvé (2013). Aún los bloques mayores de hasta 6 m de altura pueden quedar ocultos cuando les rodea el monte nativo. En varias pictografías dónde se conserva la cobertura arbórea asociada, solo son perceptibles cuando el observador llega encima de ellas. Por 237 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Figura 5. Ubicación de las pinturas superpuesta a las geoformas (Modificado de Achkar et. al 2010). Nótese la coincidencia con unidad de paisaje: ´Colinas y Lomadas Cristalinas´. Ubicación de pinturas rupestres, SIG. Andrés Florines. el contrario, cuando el monte ha desaparecido, los bloques quedan fácilmente perceptibles a gran distancia, se destacan sus formas y dimensiones. Las pinturas pueden ser perceptibles a más de 50 m. En cuanto a la interpretación de estas manifestaciones arqueológicas, su posición central en el territorio se ha interpretado como un indicativo de la función de marcador territorial (Florines 2002, 2004). Resulta sugestivo que desde hace al menos 2500 años se dan dos manifestaciones arqueológicas emergentes en las tierras bajas al Este de la cuchilla grande, y por el Oeste, otra manifestación igualmente emergente, en el litoral de los grandes ríos (Río de la Plata, Río Uruguay y Río Paraná). Figura 6. Pintura del Aº Las Conchas CCLC01. (Cerro Chato, Durazno), descubierta en 2012. Detalle de motivo angular con rayado paralelo oblicuo (Imágenes: Andrés Florines). 238 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Definir arqueológicamente que grupo humano ocupaba y reclamaba esa porción del territorio hace 1.000 o 1.500 años es una tarea aun pendiente, sobre todo en relación a qué tipo de interacción estaba ocurriendo entre las culturas emergentes antes mencionadas. Las pinturas rupestres de Uruguay exhiben gran homogeneidad estilística y técnica, salvo las discordancias ya señaladas más arriba. Serían una expresión septentrional de los estilos esquemáticos más abstractos que se manifiestan en el amplio territorio de la Pampa-Patagonia argentina y aun llegando al otro lado de los andes. La emergencia del estilo abstracto geométrico bien puede estar asociada a un cambio en la estrategia económica y por ende social y demográfica. Uno de los indicadores empíricos para estos cambios, que se generalizan en América meridional atlántica es la alfarería. Ésta irrumpe en la región circa 3.000 AP y se generaliza hacia el 1.000 AP, precisamente el momento en que se produce el cambio estilístico en el arte rupestre. Los grupos que incorporan la cerámica como un elemento adaptativo positivo en el contexto de esos cambios la tienen al mismo tiempo como un vector de comunicación al interior y al exterior del grupo. Las expresiones decorativas ya sean inciso o pintado son predominantemente geométricos y abstractos. Una perspectiva diferente a la interpretación que ve en las similitudes estilísticas meros procesos de difusión o influencia directa de unos grupos sobre otros (invasión, alta movilidad), tendría que considerar la acción de las transformaciones en los modos de subsistencia que se expresan en lo superestructural con un determinado repertorio de signos comunes representativos de estos cambios, pero que cada grupo étnico actualiza y otorga significado a su modo. Una perspectiva que considere la existencia de diferentes entidades étnicas, aun en territorios distantes, compartiendo un repertorio de signos comunes debería ser explorada. Una de las implicaciones de esta perspectiva es que se perdería la supuesta direccionalidad de las influencias estilísticas. Esta se ha sostenido hasta el presente como una corriente de Sur a Norte (ej. Prous 1994), cuando probablemente la introducción de los geometrismos abstractos deba pensarse en el sentido contrario, como es el caso de la cerámica. Fenómenos de influencia multidireccional devenidos de la interacción de los diferentes grupos étnicos que ocuparon la región podrían ser más adecuados para interpretar las pinturas rupestres de América meridional. PETROGLIFOS. ACTUALIZACIÓN Y REVISIÓN CRÍTICA En lo que respecta a la región norte del territorio nacional, hasta hace menos de veinte años, se habían ubicado únicamente dos sitios con petroglifos, uno en el Departamento de Artigas y otro en el de Paysandú. A tales expresiones de “arte prehistórico”, debemos sumar las denominadas “piedras grabadas”, ubicadas hacia 1945 en el sitio Bañadero, próximas al Salto Grande, las que se encontraban, tanto en la margen argentina del Río Uruguay, como del lado uruguayo. Dichos artefactos fueron denominados en la década del '70, como “placas grabadas”, a partir de su supuesta similitud con elementos de la región patagónica. Tales artefactos constituyen un particular ejemplo de arte mueble de la prehistoria de la región (Femenías 1985-87) y comprenden piezas sub-rectangulares, a veces ovaladas o circulares, elaboradas en arenisca silicificada, con dimensiones promedios de 10 a 15 cm, y un espesor que rara vez supera los 4 cm. Las mismas muestran grabados geométricos rectilíneos, hechos en forma de surco continuo o de hoyuelos alineados. El ya citado sitio de Bañadero (Austral 1977), ubicado a escasos tres kilómetros al Sur del Salto Grande, proporcionó un importante número de tales artefactos, 77 de las 84 registradas (Gazzán 2014:248). Las piedras grabadas se localizan dentro de un contexto precerámico, que incluía elementos de molienda (manos de molinos), boleadoras, “rompecabezas”, raederas, raspadores y gran cantidad de desechos de talla. El nivel cultural en que se localizaron dichos litos grabados, cuya función resulta desconocida hasta hoy, fue datado por C¹4, en 4660 ± 270 AP (GIF 4410) (MEC 1989:232). Hoy dichos sitios arqueológicos han desaparecido, como consecuencias de la construcción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande (MEC 1987). 239 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. El primer sitio con petroglifos ubicado en Uruguay, fue localizado en el Departamento de Artigas, en el arroyo Tres Cruces, próximo a su desembocadura en el Río Cuareim. Comprende seis grabados, y fueron investigados por J. J. Figueira en 1956 (Castellanos 1974; Figueira 1956, 1972). Posteriormente, en 1991, se localiza en la Cuchilla del Fuego, próximo al río Queguay, Departamento de Paysandú, un petroglifo aislado de características singulares. Consens llevará adelante posteriormente, la investigación de un nuevo sitio con grabados rupestres en Colonia Rubio, Departamento de Salto (Consens 1995b:172). Más recientemente se ha dado a conocer (Femenías et al. 2004), la existencia de manifestaciones que involucran grabados rupestres localizados al sur del Río Negro, emplazados sobre la margen derecha del arroyo Malo, próximo a su desembocadura en el arroyo Barriga Negra, en el noreste del Departamento de Lavalleja. Representan diversos motivos geométricos abstractos, los que fueron realizados sobre substratos graníticos mediante la técnica de picoteado. Se registraron cinco paneles sobre cuatro bloques graníticos. Dichos autores hacen referencias a otros hallazgos en el territorio nacional, como el Cerro Guazunambí en el Departamento de Cerro Largo, etc. (Femenías et al. 2004:6). En lo que respecta a la región, en el sur del Brasil, se han localizado a lo largo de la “encosta do planalto de Río Grande do Sul”, una amplia franja de sitios con petroglifos (Brochado y Schmitz 1972-1973, 1976; Miller 1974:14). En el Municipio de Santa Cruz do Sul se ubica el Cerro Alegre con petroglifos cuyos motivos más característicos comprende trazos a los cuales se le unen trazos menores, paralelos entre sí, oblicuos los más frecuentes y algunos convergentes dos a dos, interpretados como árboles o espinas de pez (Mentz Ribeiro 1974, 1978). Próximo a la frontera uruguaya, en el Municipio de Quaraí, Río Grande do Sul, encontramos el Cerro da Panela. Sus grabados comprende “trazos unidos formando bifurcaciones”, “zig-zag”, “letras V”, “arcos”, “rectángulos”, “triángulos”, “tridáctilos”, etc. (Mentz Ribeiro y Soloviy Féris 1984:8). En dicha área, en las inmediaciones de los grabados se ubicaron, según los autores, sitios pre-cerámicos con material de cazadores recolectores con puntas de proyectil, piedras de boleadoras y lenticulares (Tradición Umbú). Los petroglifos del Cerro da Panela fueron considerados como pertenecientes al estilo definido por Mentz Ribeiro como “IA” -“abstractos lineales rectilíneos y representativos esquematizados biomorfos”, característicos del Planalto de Río Grande do Sul. En la República Argentina, en Corrientes, existen grabados en rocas aisladas, a orillas del Río Uruguay en diferentes regiones -Yapeyú, etc. (Carbajal, 1968; Gradín 1970, 1999; Jorge Rodríguez comunicación personal)-, así como en el Municipio de San Ignacio, Misiones. En dicha región Gradín (Gradín y Ortiz 2000:14), documentó 202 motivos, de los cuales el 35% comprenden diseños circulares, muchos de ellos con punto al centro y el 65% rectilíneos simples y generalmente agrupados. Recientemente dicho sitio ha sido retomado por Daniel Loponte (2013) generando nueva información respecto del área. En el nordeste de Paraguay, en el Cerro Guazú, Departamento de Amambay, igualmente se han ubicado afloramientos con grabados rupestres (Mahieu 1975). El área de Amambay ha sido retomada por un equipo de investigación español, ubicándose trece sitios, once en abrigos y dos al aire libre, los que fueron adscriptos al denominado “estilo de pisadas” de la región patagónica, obteniéndose un fechado por termo luminiscencia de 5.212 AP (Lasheras et. al. 2011). LAS INVESTIGACIONES DESARROLLADAS EN EL NORTE DE URUGUAY En el año 1995 en forma fortuita se localizaron al sur del río Arapey, un número importante de grabados rupestres. Como vimos, las expresiones prehistóricas de este tipo conocidas hasta entonces en el país eran escasas, por lo que el hallazgo concitó el interés de la comunidad científica. A pedido del Museo Arqueológico de Salto, intervino el Dpto. de Arqueología de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación (CPCN), quien luego de evaluar el interés de dichas manifestaciones, recomendó un rápido relevamiento de las mismas, ya que en la región se desarrollan canteras que explotan la arenisca local, roca utilizada como soporte 240 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. de dichas manifestaciones rupestres, por lo que tales testimonios corrían serio riesgo de desaparecer, antes siquiera de ser conocidos. En el año 1998 se elabora un proyecto de relevamiento (Proyecto Santo Domingo) a partir del Museo Arqueológico de Salto, bajo la dirección del Dr. Jorge Rodríguez, sumándose L. Cabrera posteriormente al equipo de investigación. Los objetivos de dicho proyecto comprendían fundamentalmente el relevamiento del área, por demás extensa, a los efectos de evaluar las características y magnitud del fenómeno con el fin de poder recomendar las medidas necesarias de protección, a la vez de disponer de testimonios mínimos, que permitieran el diseño de posteriores estrategias de investigación. Posteriormente la Comisión Nacional de Arqueología (Ministerio de Educación y Cultura) se interesa en el tema, solicitando a UNESCO un peritaje técnico a efecto de determinar la importancia de las manifestaciones rupestres en cuestión. Entre los técnicos enviados por UNESCO intervienen el Dr. Denis Vialou y la Dra. Águeda Vilhena (Museo Nacional de Historia Natural de París), quienes en enero de 1999 realizan un pormenorizado informe. Posteriormente en el año 2000, de igual forma, se contará con la evaluación del Dr. Ian Wainwright de Canadá. Dichos técnicos manifiestan la particular importancia del hallazgo en el ámbito regional. Dentro de un marco de urgencias y dificultades de recursos económicos y humanos, el proyecto fue canalizando sus objetivos, hacia dos vertientes fundamentales: A) La investigación de un área por demás extensa y compleja en función de la diversidad de sitios y manifestaciones, con ausencia prácticamente total de información, aun aquella de carácter más general. B) Dado lo relevante del fenómeno y su alta visibilidad, transformar parcialmente dichas manifestaciones en un bien patrimonial de uso y disfrute de la comunidad, mediante su adecuada puesta en valor, procurando que la gestión de los mismos constituya un mecanismo de desarrollo regional, que involucrara a las entidades locales (Cabrera Pérez 2009). La socialización de dichos bienes culturales, además de cumplir con el legítimo derecho de la población de acceder a su Patrimonio, se entendió como una manera ineludible de comprometer a la comuni- dad en la preservación y cuidado del patrimonio regional. En tal sentido se desarrollaron diferentes tareas de extensión con las escuelas rurales de la zona y se exploró la viabilidad de la instalación de un Parque Temático, alcanzándose el diseño preliminar del mismo (Cabrera Pérez 2011). A pesar de los esfuerzos del Museo de Arqueología Salteño, la falta de recursos permanente, llevó a acciones discontinuas, focalizándose las tareas de investigación fundamentalmente, en dos localidades: Colonia Itapebí, lugar donde se ubicara inicialmente el fenómeno (Estancia Santo Domingo) y Puntas del arroyo Valentín Grande. Posteriormente a través del Departamento de Arqueología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y con apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), a partir del 2009, comienza el abordaje sistemático del Departamento de Salto. En una segunda instancia (20112013), se contará igualmente con recursos de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC), Universidad de la República, con lo cual se cumplió con el relevamiento de toda el área norte del Uruguay, cubriéndose más de 55.000 km2. Los trabajos cumplidos permitieron ubicar más de 150 sitios arqueológicos, los que encierran miles de grabados rupestres (Figura 7). Los mismos se encuentran integrados en algunos casos, a extensos sitios arqueológicos, los que muestran un amplio registro, tanto en superficie como en capa, el cual incluye diferentes testimonios socioculturales de los grupos humanos que en el pasado habitaron el área. La manifestación se extiende por el noroeste del territorio (Departamentos de Salto y Artigas fundamentalmente), no habiéndose a la fecha localizado en el Departamento de Tacuarembó y siendo escasos y de características diferentes en el de Paysandú. Las características y la densidad de los testimonios ubicados, constituyen sin ninguna duda, uno de los descubrimientos más importante en el ámbito prehistórico, no sólo para el Uruguay, sino para la región. Los objetivos de las investigaciones cumplidas, se han orientado hacia el desarrollo de estrategias cognitivas y de registro, que permitan ubicar cultural y temporalmente las manifestaciones prehistóricas de la región, hasta hoy sólo conocidas por 241 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Figura 7. Distribución de los sitios con petroglifos en los departamentos de Artigas, Salto y Paysandú. sus restos materiales más notorios (petroglifos). Se busca conocer a través de la cultura material los sistemas socioeconómicos implícitos, sus estructuras, sus cambios y transformaciones. Igualmente, en relación con los centros de administración locales o nacionales, contribuir al desarrollo de políticas culturales que involucren además de la investigación, la protección y preservación de los sitios arqueológicos, generando acciones concretas al respecto. El Proyecto en curso a través de estrategias concretas, pretende responder interrogantes tales como: ¿Qué distribución y características tuvieron las sociedades responsables de las manifestaciones culturales en estudio? ¿Qué riesgo corren en la actualidad los sitios arqueológicos con manifestaciones de arte rupestre del área? Qué variedad de estilos, cronología o de uso del espacio se observan en las distintas áreas de la región en estudio. ¿Cómo se refleja el subsistema económico/social en el contexto arqueológico? ¿Cómo se refleja el subsistema ideológico-simbólico en la organización del espacio y en relación con los restos materiales del área? Los paisajes en los que se inscriben tales mani- festaciones, comprenden terrenos llanos de origen basáltico con elevaciones estructurales de poca entidad, donde afloran filones de areniscas silicificada o de tipo basáltico. Dichos afloramientos, en particular los de arenisca silicificada, aportan el soporte para las manifestaciones de arte rupestre aludidas. Dada la amplitud del área abordada y la frecuencia de la manifestación en estudio, sólo manejaremos de manera general los datos disponibles. Los petroglifos muestran diseños de tipo geométrico abstractos, si bien no puede descartarse la presencia de elementos figurativos, con muy baja frecuencia. Fueron elaborados por técnicas de picoteado y/o abrasión (raspado y aun pulido). Los surcos o trazos rectilíneos presentan sección en “U“, o en “V”. Muchas veces se combinan técnicas distintas, surcos pulidos con dimensiones importantes, “cazoletas”, líneas de trazo fino, punteado regular equidistante, etc. La roca soporte puede tener tamaños muy variados de más de un metro a unos pocos centímetros. Desde el punto de vista morfológico, encontramos diseños que muestran motivos simples o con cierta complejidad, efectuados con trazos, en los que frecuente- 242 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. mente, todas las líneas o superficies se vinculan en una sola entidad. Igualmente existen motivos compuestos sencillos, resultados de la reiteración de figuras simples o diseños complicados, de tipo meandriformes o grillados, muchas veces sin rigor geométrico, así como motivos indeterminados o sobrepuestos (Rosete Simonet 2013). En muchos casos es notoria la superposición de diseños (Cabrera Pérez 2008, 2012). Algunas veces el plano cobra volumen y los motivos se destacan mediante un mayor grosor o profundidad de las líneas, o vaciado del diseño. No faltan incluso diseños que adoptan aspectos de bajo relieves, los que combinan diversas técnicas de ejecución. La visibilidad en general de las manifestaciones es extremadamente baja, en función de la poca altura de los paneles o la ubicación del grabado. Se ha podido constatar la existencia de sitios en los que la temática de los grabados, es significativamente uniforme, con recurrencia de unos pocos motivos. Los petroglifos pueden aparecer agrupados en número que puede superar los 100 grabados por sitio, o aislados, o en números menores. En la cadena productiva, no se observan aparentemente preparación de la superficie. El espacio que queda dentro del formato adquiere en general límites definidos, aunque hay que tener en cuenta como han incidido factores antrópicos o los procesos erosivos naturales, en la transformación de los diseños. No se ha profundizado aún en los ritmos existentes en los mismos (Scott 1978), o los significados sintagmáticos o denotados, (García Azcarate 2000: 79), en función de que la investigación se encuentra en un estadio inicial. Se encuentra en desarrollo el estudio de diacronías, a través del análisis de negativos de dichas manifestaciones rupestres. Las técnicas de registro empleadas, han comprendido fotografía digital y filmación, diurnas y nocturnas y excepcionalmente, calco (lámina de acetato transparente y marcador indeleble y/o frottages). La información relevada tiene en cuenta el emplazamiento y contexto de los bloques grabados, tipo de soporte, tamaño y orientación, estado de conservación, factores de deterioro, etc. Se han excavado a la fecha cinco sitios con manifestaciones rupestres. El sitio CI12b01 (Colonia Itapebí), comprende un afloramiento alargado de más de 80 m. Sobre el mismo se distribuyen más de 170 grabados y material cultural en superficie. Los sondeos sistemáticos realizados siguiendo ejes predeterminados rindieron perfiles arqueológicos, que superan los 30 cm de profundidad. Igualmente se procedió a realizar limpieza de diferentes cubetas de relleno, próximas o contiguas a los bloques grabados. El abundante material lítico recuperado, comprende tanto instrumentos aparentemente relacionados con la realización de los grabados, como de carácter utilitario general, o restos de elaboración de los mismos (instrumentos de corte, desechos de talla, etc.). La materia prima utilizada mayoritariamente incluye cuarcita y en menor número calcedonia y proceden frecuentemente de canteras locales. Por su parte el sitio CD8g01 (Puntas del Valentín Grande), comprende un afloramiento pelítico semicircular de menores dimensiones que el anterior, con una veintena de petroglifos y sin material arqueológico en superficie. Se procedió a realizar diferentes cortes en damero, sobre un eje perpendicular al afloramiento. Una de las unidades de excavación incluye uno de los grabados. Las primeras profundizaciones se mostraron totalmente estériles, agrupándose los niveles culturales sobre el basalto estructural. Los restos líticos incluyen por un lado, claros instrumentos utilizados presumiblemente en la elaboración de los grabados. Estos comprenden dos tipo: Lascas o fragmentos de lascas formatizadas como “buriles”, los que presentan quebraduras, microlascados, “brillos” o pulidos, e instrumentos mayores con bordes abrasionados o desgastados. Igualmente se localizaron percutores (rodados) o grandes lascas, o fragmentos naturales o artificiales con marcas de percusión. Las materias primas utilizadas en tales instrumentos, comprenden areniscas silicificada, en algún caso de muy buena calidad (de origen no local), o calcedonias. Por otro lado, encontramos restos de talla o instrumentos generalmente fragmentados, que pueden involucrar igualmente, materias primas no locales, talla bifacial, reducción primaria y con poca frecuencia, reducción secundaria. La actividad tanto en este sitio como en los otros excavados, se aglutina mayoritariamente en las áreas próximas al afloramiento, raleando rápi- 243 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. damente a medida que nos alejamos del mismo. Se encuentra en desarrollo un plan experimental, que comprende la replicación de instrumentos y su uso, a efectos de analizar las trazas de desgaste y su similitud con los instrumentos prehistóricos. Si comparamos los petroglifos de las dos regiones mencionadas, distantes en línea recta unos 60 km, se observaría por un lado, la repetición de alguno de los diseños y por otro una clara diferencia de frecuencia de muchos de los motivos: los patrones de más alta frecuencia en una de las regiones, prácticamente pueden estar ausentes en la otra. Otra de las áreas de singular interés, se desarrolla en el norte del Departamento de Salto, entre los ríos Arapey Grande y Chico. Una serie de pequeños afloramientos de arenisca silicificada concentran un número alto de petroglifos, en algunos casos con diseños complejos y la combinación de técnicas de ejecución diversas. En este caso, las excavaciones se desarrollaron en el sitio Ar17g08 (Estancia San Luis de Arapey). A los sitios antes reseñados se le agregaron excavaciones y relevamientos exhaustivos en la localidad arqueológica de Cuatro Cerros (Estancia Contastini). En dicho lugar confluyen distintos sitios arqueológicos con paleoarte (sitios RC1d01, CI8d01, CI8d02 y Cid03), ubicándose además en dicho predio otros tipos de estructuras, como conjuntos de cairnes. Al igual que en los sitios excavados en Puntas del Valentín Grande o en San Luis del Arapey, las ocupaciones humanas prehistóricas en todos los casos, apoyan sobre la estructura basáltica, presentándose como previas al proceso de desarrollo edáfico, cumplido en la región. Por último se realizaron excavaciones en el sitio TG18c01, Yucutujá, próximo a la localidad de Tomás Gomensoro, Departamento de Artigas. Comprende un sitio estratificado con material en superficie emplazado en pradera natural, en el que se relevaron cincuenta y nueve petroglifos. A la fecha no se cuenta con datos cronológicos que permitan ubicar tales manifestaciones culturales con precisión. A pesar de haberse extremado las técnicas de recuperación, a efectos de obtener materia orgánica, los resultados han sido muy escasos. Los estudios edafológicos mostrarían en principio, un desfase entre la ocupación y el inicio del proceso que genera la formación de suelos, que cubriría los testimonios arqueológicos. Tal hecho explicaría, sumado a las características físicas del entorno, la casi total ausencia de restos orgánicos y por ende las dificultades para establecer cronologías. Se fechó una muestra de sedimento de la base de la Excavación I del sitio TG18c01, la que corresponde a un área no necesariamente relacionada con la ejecución de los grabados, la que dio una cronología de 2821 ± 35 (NSF-Arizona AMS Laboratory, TGM 5214), por lo cual deberá verificarse tal fechado con otras dataciones. A falta de otro recurso, dada la aparente coincidencia de alguno de los diseños, con aquellos de las Placas Grabadas de Salto Grande y sumado a la proximidad geográfica del fenómeno, en principio y hasta no contar con datos más precisos, se podría tentativamente relacionar ambos testimonios (4600 AP). Tal cronología por otra parte, se aproxima a la asignada al denominado estilo de pisadas para la región sur de Argentina, como luego veremos. A pesar del aislamiento y el desconocimiento que muestran los numerosos sitios de la región, se han podido constatar gran cantidad de alteraciones ocurridas en épocas recientes, donde se desarrollaron acciones que han puesto en serio riesgo el patrimonio cultural involucrado. A las alteraciones de carácter geofísico y geoquímico, de origen natural, se les han agregado acciones vandálicas, intencionales o no, que han llevado a algunos paneles y aún a sitios enteros, a su destrucción o al menos alteración. En la región resulta relativamente intensa la extracción de piedra (lajas), a través de la explotación de diferentes canteras, por lo que los riesgos del Patrimonio Arqueológico regional son realmente altos y deben generarse de manera urgente acciones de preservación al respecto. LOS MODELOS APLICADOS EN LA REGIÓN Los modelos formulados, incluyen esta región Norte de Uruguay dentro del denominado Estilo de Pisadas o Tradición Meridional, definido inicialmente por Menghin a mediados del siglo XX (Schobinger y Gradin 1985; Prous 1992, 2007). El mismo se determina a partir de la región Pa- 244 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. tagónica, donde aparecen grabados cuyos diseños muestran supuestas huellas de puma, guanaco y ñandú y pisadas humanas, a las que se le suman “…elementos geométricos o signos en abundancia tales como círculos, zigzag, espirales, tridígitos…” (Podestá et.al. 2005:33), con una cronología inicial de unos 4.000 años A.P. Dicho estilo con origen en los Andes Centrales y que esencialmente hace uso de la técnica del grabado, se habría expandido por una extensa región del Continente americano, cubriendo áreas de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, áreas en las que se muestran discrepancias cronológicas notorias. Dentro de un enfoque híperdifusionista, los fósiles guías indicadores manejados inicialmente serían, “Rastros de animales, guanacos, suris y líneas onduladas y figuras esquemáticas de cuadrúpedos y lagartos vistos desde arriba, pies humanos, a veces manos y signos de carácter esquemático (líneas, cruces, soles, rectángulos y formas similares a herraduras)” (Menghin 1957:66). En nuestra región de estudio, si bien algunos de los indicadores señalados están presentes, faltan aquellos considerados como de mayor valor diagnóstico, como las pisadas. Predominan ampliamente otros tipos de diseños, pudiéndose incluso adoptar al pié de la letra lo señalado por Schobinger y Gradin (1985:35), para describir los petroglifos del norte uruguayo: “… líneas onduladas, cruces, círculos simples y concéntricos, ligados por trazos, con rayos (“soles”), rectángulos, “escaleras”, trazos rectilíneos, figuras en forma de “herradura” y gran cantidad del líneas sinuosas irregulares…” No faltan incluso los “… surcos “en media caña”, es decir, de uno o dos centímetros de ancho, de perfil semicircular, obtenido por medio de una acentuada frotación…” Sin embargo faltan los “rastros de felino, de guanaco y de ñandú” o las representaciones de pisadas. Al haberse definido la manifestación a partir de la recurrencia de una pequeña parte del repertorio real de diseños y haberse cubierto en la definición de la manifestación, tan amplios territorios, escasamente contextualizados a la fecha, entendemos que debe manejarse con suma prudencia tales postulados y ahondar en el análisis regional, en las distintas cronologías y contextos socioculturales presentes, a efectos de no sesgar las posibles interpretaciones, que al menos en nuestro caso, notoria- Figura 8. Petroglifo de San Luis de Arapey, donde se observan diferentes técnicas de grabado y superposición de motivos. Imagen: Leonel Cabrera. 245 Cabrera y Florines, CUADERNOS - SERIES ESPECIALES 2 (4): 229-250, 2015. Figura 9. Petroglifo de la Localidad Yucutujá que recuerda el llamado estilo de “grecas”. Imagen: Leonel Cabrera. mente se presentan como mucho más complejos, dinámicos y variados, que el rígido esquema genéricamente adoptado (Cabrera Pérez 2014:177). Debiéramos igualmente intentar reparar en las necesarias diacronías existentes, superposiciones y variables (Figura 8). Muchos de los diseños escapan al modelo formulado, incluso identificándose primariamente con otros estilos, como el Estilo de grecas de O. Menghin, o Tendencia abstracta geométrica compleja de C. Gradin (Figura 9). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ACHKAR, M., A. DOMÍNGUEZ y F. PESCE 2010. Geo-Grafías. Atlas del Mundo, de América y Uruguay. Editorial Contexto. Montevideo. AUSTRAL, A. 1977. Arqueología de urgencia en el Yacimiento de Bañadero. Departamento de Salto. Uruguay. Seminario sobre Medio Ambiente y Represas, 2:320. OEA. Facultad de Humanidades y Ciencias. . Montevideo. BROCHADO, J. P. y P. SCHMITZ 1972-1973. Aleros y cuevas con petroglifos e industria lítica de la escarpa del planalto meridional, en Río Grande do Sul. Anales de Arqueología y tecnología, 17-18:39-66. Mendoza, Argentina. BROCHADO J. P. y P. SCHMITZ 1976. 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