rTaVarívoMb k M n ft t u p«áiM| M • v a s , «omBí* Is 1 » ^ Dioa, uUadola T «méndoiál—Malf. La fbsnte da la Ylda aa la ciencia. Ea •aso de dada, al joai (tip remo ea la •onelencla.—Komi. Conócete t tí mlñmo.—Sitratu. Trabaja para eatlrpar al mal. Embeleca ia tierra cubriéndola de vegeialei anlmalaa útiles.—Zoroonro. Todos los bombrea soa igrnalas- No ^ay otra «diferencia en ellos que la* Tlrtndes q u poMen.—tB«4Aa. AJtaes los wao* t los otros.—Sed taríeotoé-eomo nuestro Padre qne eitt n iM e¡»iem.—J*rí»Lapledaino consista en Yolver si iMAro kicia lAvante 6 al Ponleota. Piadoso as el que socorre & los bnértkww, i los pobres, rescata los WtatlTM, • b s a m la oración, da limosna, aa pa•laata aa la adversidad. Bl qos es Justa f ym» i Dios slamcala y lalsanaar- PaMtslalBdiai tto Té mis qna L _ _ ^ _ _ ^ _ _ qo* 4aMa r e g j r s ^ p ^ n ñ i ^ B d a i amoi. Kortales, todos sois banoanos.— fyx al Mea por el bla|i.Ka mvtmlamM la humanidad como lin alni^a iMdi»... SaspiMa«oaipwtite. ^*mi. El boQibre d ¿be reallxar bl^o Blps.l^ arttosiá de U NatnratosaT^Sspitltv •a forma deir>l^n1jad rwieaaly ««r •< 1ÍM0 bien.—Jlr«aM: Qoe la Verdad ostente toiiéit snt «i^ plandoras en la tinra: qaa'as 4*«IP>(>»•& loa tkmi km y iSkiní n i c M r í i i voljMtrmof, yf* s«tMiw>M»alm%(O léS adondores dal tatloeino daoN 5£fí:T¿sy»diii¿sífe'^«» i^HÍMa —Madrid trlm., I ptaa. ProTinclas ASO IV lAradaccion dar^ 4aant« da toda obra de qoa reciba dos ejemplares. NodevnelTelos aanaaIdea, 80 id.—Número suelto carrianta, 10 «««ta. da «ritos. No responda de los artteolos flna^ulos. pasata. Idea id. atrasado,»Id AlosVen^WM. No adalte aannclos de pa«o. • rs. U BUSO, m paca t a t i ^ p«r trlaestras ad» Adalnistraeloa: ealla da la Hadan, a t a a I Untados, ea latrasTialloir^ ro 61, piso sainado. Filosofías el DEBER, que consiste en armonizamos con todo en el mundo. La vida que tienes no te pertenece, puesto que es una determinación de la vida universal, tan necesaria como necesariamente pasajera: no mates, pues, ni te mates; faltarlas i tu deber; en vez de contribuir i la armonía, causarlas desconcierto. Puesto que el conservar con tu vida la vida universal es tu deber, par te de él es el trabajo, con que la vida se sostiene, advirtiéndote que ha de ser trabajo tuyo, no trabajo ajeno, pues no viviendo nadie por tí, nadie por tí debe trabajar, Ínterin puedas. Cuando no pudiste, tus padres te sumi nistraroa el alimento de tu vida: ámalos y reverenciólos. Te aparecen como sustentadores de tu ctistencia gloriosos y adorables: hazte glorioso y adorable tfi mismo, siendo padre del que no le tenga , del huérfano, 6 del impedido, que viene á ser un huérfano de la naturaleza. El producto de tu trabajo, m propiedad, bien porque sostiene tu vida, bies porque te peraUte ser padre para con tus hijos ^ con los huérfanos, te es necesario y lo considera* sagrado: al prójimo le sucede lo mismo con d kuyo: respetaos, pues, mutuamente: no robes, ni te dejes robar: es tu deber también. He aqid tits determinaciones categóricas de tu deber: no nutres ni te mates; ama y reverencia A tus padres; no robes ni te dejes rotar, son los tres grandes mandamientos de la conciencia racional del hombre. MABlttO Domingo 16 da Mayo d« 1988 IM4»«»«r^-í|S^e'** ¡ A Icp eorraap<«sales qaa eavlén A iaporte por (MM^doaS|ékaffan, detept«4naaHUU%a'aaeroil n. adalanta, ^adelaa da e m i t e i a cvate» eéatlaoaaB «ada ajamplar. Bl piaeio aa venta da cadaatparoiyidaMfatettSW. -^^ N4Jy. 178 vo»ba Injuriándole, escupiéndole d rostro é orfaadad y en la desesperación; no era Wróá. El abofeteándole y de allí Ip Uevabi^ a^ campe dfl que habla robado un rdoj era un criminal. Todo muere menos el todo mismo: esta es la Medita sobre d asunto, lector, basta c^uc Jkfuf honor, doade le mataba ó hería, ¡urque coa igual ley iadeclinable, iadeí«:tíble, inmutable. ¿Sabia, seguridad que maa^a el diestro ladrón las gan- la semana próxima, que continuaremos. bruta, dura, suave, buena, mala? No lo s¿, ni zúas para abrir las puertas, p<^tía él doi|de quería . P«í«óFa*, pued* saberlo: pero sé que es la ley. la punta de suflorete6 !a bda de su rewólvcr. ¿Tefijasen el conjunto, abarcándolo en tu ima> ' El marqués ^itíil^it iacesaatemente i p a giaación por tm esfuerzo gigantesco? Lo ves palnuda. Los desdep«s á^hivtx :habíaa encendido iPobres de los pobres! pitante, fecundo, animado, viro; sustancial y más la iinpwa llaiba de pt( íeorazób y querfa, i Todas las calamidades caea JK^bJK cUos, , eternamente vivo. La montaña helada, el páratoda costa, haberse dvieño de su hermosvírá. Cifr¿Hay epidemias?. En ellos sé ceban. mo desierto, el escondido pozo de aguas rezumau noche en que d matdmoaío regresaba dd tea¿Hay terremotos? Sus débiles casát n a la« pridas, lo más inerte,, lo más quieto, lo más muerto tro, entraron i tomar chocolate en un café con- meras que caca. ¿Hay hambres? EUo* foa IQS qae l|i( tufre| y, «1 parecer, parte lo hallas del planeta, que gira currido. El marqués, que les seguía, penetró tras muerea. •. retemblando en torno al sol, fuente fecunda de ¿Hay guerra? Lps hijos de los pobres toa ia > ellos, y st Kqtó e^ la mesa iamediata. El capitán abundosa vida derramada en infinitos seres, vivo ignoraba quien fuese aqud hombre; pero ya ha- carne d$ los cagones. ¡Pobres de los pobres! en st mismo, puesto que se mueve, se estremece, bía notado las miradas Ucenoiotas y provocativas El dia 12 estabaa las laVaaderas dd lavadera gime y se desarrolla. La atmósfera que le rodea que dirigía á su e^osa. Seguro en la virtud de Imperial terminando sus faenas. viva está también y poblada de vivientes seres, y las seis y me(Ua de la tarde. Los motos étíá. y ea su precio valor, las habít despreciado. deEran cuerda preparaban tos grandes sacos de r o ^ ascendiendo en ella, dilatándonos en eliañnito esEl marqués, resuelto á provocar an lance, se para conducirlos á Madrid. Algunos alfiM ¡Ufapacio, vivos hallamos los innumerables astros que aproxima á Manuela hasta rozarla coa su hom-^ ban á la puerta del lavader» enterandofttas mtr. le pueblan, sin que el universo en si mismo soa dresteo, y comienza á dirigirla lisonjas de modo De pronto comieozaa á caer gruesas «otas de otra cosa que la vida eterna organizada. La idea que el capitán y aun los que Mtabfia en Í*s ipesas agua a la vez que el relámpago y d traeao aaan» de la muerte con relación á él esel absurdo suprela tempestad y uoa fu«^e rájsga 4c viento inmediatas le oyesen; la pobre eiposa se pone ro- dan huracaaado penetra por las ventanas dd lavadero mo, la negación de toda realidad, sin esceptuar ia ja como una amapola; d capitán palidece como Vasarrastra lasque ropas paestasá Atgutiás pertosas estabaa dú le secar. reñigiaaca tei d» realidad misma del propio ser pensante. la RAMÓN CHÍES. un difunto.—c Es V. un miserable insolente,! di sólida de las tres nave^ de que consti|ba fl liiya¿Tefijasen una parte, en una individualidad, ce, no pudicndo ya contener la ira que le rebosa- dcro; las otras quedaa en las dos mtantés. De repente el oárbaro huracán acotía cOa farla tea la que quiera? La muerte es ia condición ineba en el pecho, y didéndolo d» aoa bofetada en las paredes; d edificio se eoQOíuBve, h te^bambff ludible de la vida con que te se manifiesta. La el rostro al marqués. Este haee ademan de defen- y parcdfs de la* dos nave* soás fragüe* *e defP^O^ E n d capitán X un cumplido caballero y ua derse. Caen con estrépito Isl botella y los vasos de man, y de entie las nubes que el polvo levanta, se' mariposa, que nace al alba y muere al crepúsculo, oyea salir lamentos desgarradores y gmpóa ite es la imagen fiel, reducida á lo mínimo en el cumplido militar. U mesa. Al ruido se levanta d público que llena personas qife correa despavoridas da saber a ^ a tiempo, del destino, así tuyo, como de la Tierra Había hecho su carrera de ua modo brillante. el café; anos te suben sobre las tilltt, otros se de, dando fritos de espanto. Medita en el santo matrimonio de tus amados Uaa porción de hombi'et y mujeres quedaa (m« que te sostiene, y del propio sol que la vivifica padres. ¿No tí sient<» feliz con la limpieza de la Conocía á fondo las matemáticas y la física; po- arremoUnan alrededor de los coateA4i«otes. vueltoa Mtre los escombros. Decaes reeoí^ ta «on su fuego. Como la mariposa muere, morirás fuente en que brotó tu vida, fluyendo de la vida seía la historia y era eat^siasta por la estrate—¿Qaé.ha pasado, qué ha pasado? Pr^untan 6 14 muertos^ y de »5 á 3* heridos. . tú, y como mueres tú, morirá ia Tierra, y monirá udiversal? ¿No te deleita y honra la pureza de tu gia .Amante de la patria, quería ponerla á cubier- d marqués dgunos de sus amigos queettaban Les sorprendió á aqudlos la mtiertO cuando acababan de practicar la mis saata de las obras: d Sol. Nada de lo que contemplen tus ojos vivo madre? Al ser padre ¿no anhelarás la legitimidad to de los ataques del extranjero, y como para él el en d café, dirigiéndose á él. d trabajo. dejará de pagar, más tarde ó más temprano, de tu sucesión, que fortalece el amor natural de éxito de loscombates consistía ea la sabia dirección El marqués sia iamutarse contestó:—^o ha paOtros pobre» van á la tieoda-asilp A? la caUe de su contribución á la muerte. la familia?—¡Oh! sí; esto descaí, esto anhelas; de- de los movimientos estratégicos, de ahí su pasióa tudo áada, <;^úe estos ^wa X-anás no t^ec|en incpf- Atocha á saciar su hambre; el húrácla llega, se sobre d frágil edificio, k techumbre cae No deduzcas de aquí que sea la muerte la so- seo, anhelo que formula en toda conciencia este por esta parte del arte de la gucMrra, que nuestros vcniente en cometer villanías ante el público, sia ensaña y algunos de aquellos desclicbados qued^ta moerotro mandamiento, que estatuye para todo homabudos llamaron, no sin razón^ táctica sublime. berana del mundo, no. La muerte es solo la conreparar en el castigo que espera á su estúpida tos ó heridos entre las ruinas. Dos desgradados que iban á pié oamiob de dición de la vida. Por lo mismo que el Universo bre este nuevo deber: no adulteres; sé limpio y No hay que decir que X jaa. vp. apasionado de irritabilidad. Tú, Luis, te entenderás mañana con Aranjuez son sorprendidos pt»: la toriiLenta. está vivo y lo estará e|emamenu, en ú mismo, sobrio ea Ut relación que fundamenta y avalora aquel capitán Villamartín, malogrado genio de sus padrinos. Vuelven la vista hacia todas pútes y no e^coeor nuestra Nación, de aquel tratadista ilnminado «n su totalidad, cuanto manifiesta esu vida en la fáridlia. ' «ran ibmde refíMfiarsc; d haracáa,^ les les al^a&te Lapqtíre es^sa, que b^bla c^/np^r^dido tod^ ' persigue V loeestrdla. Muerea entfe ágtfacteo, forma individual muere, pan que ia fiíeate de la ¿No te indigna el negarte á tí propio, exhibiendo - que, después de demostrar que estaba por encima ¡«gravedad de aqaeUa escena, cayó dn sentido al oscuridad, truenos y relámpago* sin que aadie vida siga brotando $lara y abundaste. Es un tt distinto de lo que eres? ¿No te ofendex^ue alguien de todos ios militares en saber y que tenía un es- suelo. El capitán hizo que le trajeran un coche i escuche sus aycs de angustia Y desesperadóa. eterno rodar de las cosas, una constante transfor Un carretero camina al lado de su carro Aqud falsee su pensamiento para contigo? Si. Aborreces píritu elevado, llegó, por todo ascenso, á coman- la puerta y con lujo en él á Manuela a^n medj^ carro coA sus muías formaa la úalca pronriedaa M mación, una inacabable mudanza de posición el error, el engaño, la falsedad, como aborreces la dante en eitatierradoade tan fácilmente se salta exánime. Cuando eatraroa ea su casa reinaba ab • pobre Aanqueha vi«o avanzar el víeítp y Jf aparente, cuya intima realidad es el vivir. sombra, el dolor, la muerte. Qué, cumpliendo su de sargento á general. sduto silencio. La débil respiración de los cuatro tormenta coa la oscuridad de la aoche, ao há El capitán X eitlazaba pues sus deberes cívicos áagdes que dormíaa en sus cunas, ao era baütaa- querido detenerse; qtdere aprovechar d tiempo; Nacer, morir, toa los dos puntos de «ngranaje altísimo destino, sirva la boca de espejo á tu coranecesita gataaciu para dar pan £ tot hijoe. de toda vida particular en la viva universal, que zón: no mientas, no enga&es, no digas falsedades. con sus deberes militares; estudiaba la estrategia te á turbarlo. La tromba llega á él; levanta con su bárbaro c»rro y malí», y el Jaíeliíi^ aplastado •t la vida real, manifestada un breve espacio de He ahí otro maadato de la conciencia, otro deber, porque estaba Cierto de que ea ella se cacontraba Proato aquel siieacio ÍAP iotemuapido por los impulso tiempo en toda individualidad. £1 nacimiento cuyo cumplimiento hace adorable la sociedad, en- la base, para defeadér á su querida España el día sollezos entrecortados de la infelif esposa.—< No, bajo las ruedas. Los obreros que trabajabaa en ta quinta áe la nos hace evidenciar la vida latente en d mundo: canu la existencia, allana los caminos de la vida ea que estuviese en peligro. Este aliciente patrió- por Uiqs; que eres mi vida, que eres mi esperanza, Esperanza se refugian ea algunas habitadonas ti:o daba más calor á sus trabajos. Era incansable no te baus con e^ hombre; te lo pi4o de rpdi- dtas, la techumbre te desploma y quedan varios la muerte nos devuelve al Océano informe ocul- I y presta al hombre fortaleza. to á nuestras miradas, visible á nuestra razón. en d estudio. Conocía de memoria las campañas Uas. No, no, no; que me moriré yo amblen ó me de ellos muerto*. Observa la inmensa diferencia» ¡Qué espanto había ftoxt los kabiíaatea del El problema de nuestra vida, como Ser duer- de César, de Gonzalo de Córdoba, de Federico el volveré loca. ¡Qué será de auestros hijos!» El estudio atento de nuestros predecesores ^n barnodelAs Peñadas! Allíj en aqad barda pd> bre, parece que d huracán ha écM^o coa aui>la vida individual, nos conduce á declarar que la minado en el Ser infinito, es todo sombras^ difir Grande, de Napoleón, de todos los grandes gueEl capitáa callaba; un iafinito de ideas hwlUa ea yor tmpetú su farb: 1«* tcH* Tolabaa, lat paredtet raíz de esta vida se desvanece en el propio univer- cuitad, imposibilidades. Preguntas i la cuna ¿de rreros de los antigaos y modernos tiempos. su alma. Tesoro deeoaodmientos preparados para y las chimeneas caían oda «trépito; lo» vadase No menos que á la patria, amaba á la libertad, defender con gloria á su patria, amor á su esposa, salían á las cdles grietado ucrrorizades; no se so vivo. Nuestro fegjiro destino individuía des- dónde vengo? y balbucea sonido? inietciiirables. pués de la muerte, el mismo que tuvieron coa^- Demandas á la tumba ¿dónde me conduces? y a4 es que en la guerra del Noru, á que asistió, idolatría por sat hijot, todo lo iba qaizá á perder les podía hacer entrar de nuevo ea tu* catas. ¡Cuáata desgracia! tos fueron antes que nosotros, nos obliga jL igHal calla. Por d contrario, el problema de nuestra era el primero en presentar su pecho al enemigo, al día siguiente. ¿Era razonable exponer todos ¡Caénto dudo! confesión. Astei y después de lo que ahora so^ existencia, como ser de conciencia^ racional, lo cad le costé catcr varias veces herido, dgunas estos bienes, solo porque i un mdvado se le había ¡Y todo »obi« d pobrd mos, ala larga, nuestra individualidad lahallamc* libre, es todo luz, evidencia, facilidades. Tu pen- de muerte. ocurrido j^rovocarle? Su pensamiento le decía ¡Ayl ¡pobiet ée los pobres! Uaa de esas veces fué herido de ua modo sio- que no. Pero el honor de su nombre, el del uni i disuelta, palpitando en las ondas de fu^o que 1 Sarniento conoce la ley, que es prc^resar por el hacen vibrar d Umverso Vivo. Cuando sóbrelos | bien cumplido, y tu conciencia te dedara ser tu guiar. Había asaltado tma triacher^ eaeniiga á forme que vestía le obligaban irremislblemeate á —i.._j mares primitivos ,.,.caldeados acornó. su i. lomo «sa destino cierto cumplir esa ley. Emplear la fuerza la cabeza de sus soldados; imo de los carlinas, batirse. Sino aceptaba el reto, el marqués le poNuestroa^lecH^ coaacea el brisdispnxaaaela^ parda cordillera de Guadarrama, en cuy<» re- de tu voluntad libre en acoplar el pensamiento y que estaba ea la trinchera^ le (litparó su fusil i día etcttjpir d rostro y llamarle cobarde, donde do por d Sr, Rui* ZOririlla, ei» «1 baiwiBete Mñ» cuestos hace hpyflorecersus rosalesla piinjaviera, la conciencia en tus acciones, cumplir d DEBEH: quenuirropa, pero ao le hirió- El capitán X tenia quiera que le encontrara. «a iWSs por d Sr. Aamróag, á variM nprast^¿qué éramos tú y yo? ¿dónde estábaiaos? ¿^ÓPK) he aquí toda tu obra sobre la Tierra los breves sa rewélver pegado d pecho del carlista; ua ¡Qué noche pasaron aqudlos dos infortunados tflates de las repÚbHcat hispiiio-anérÍctB#, k solo movimieato de su dedo bastaba para caviar esposos I vivíamos, puesto que para nosotros no se ha in- días que has de sustentarte en ella. ipial fué invitado tao^bifo d ioi^g^l^Ié 'áí^tm^ ventado la vida?—Y cuando hecha mil pe4mcos I Me guardaré muy bica de oensnrane d «aña , d otro muado d soldado. El capitia dudó. Entretanto, el marqués K había quedado en de las libertades patrias. esu Tierra, que nos arrastra en su torbellinp, ^ de saber que te arrastra i trabajar ea el supremo ¿No era aqudlo ua asesiotto? Para él la gue- d café, y había prohibido á sus amagos que le Se comprende que alguno de loé rej^resutaÉtta «se n&mo granítico Guadarrama, hecho polvo, . problema de la vida y de la mnerte. Ahoada ea rra ao tenía (>or objeto matar hombres, sino hablasen de aqud insignificante asunto, jpropo- q;iea|á«tifr«n á aquel banqwtiP. pj^a pis»lr Jl sea una tenue nubesil'a en los espacios estelares j él cuanto gastes; cuaato más hmido caves, más destruir ohstáoulos y masas. Que la artilletia ba- niéndoles ir á terminar la noche agtadablemeate enbimo sa req;>eB3abHtdid oftcid, deolamsf ^ ^ ¿qué seremos? ¿dónde y cómo viviremos, puesto i sombras te eavolveráa. A este trabajo ingrato se rriese batdlonés enteros no le importaba nada, en una orgía. I d acto ao tuvo i^0(^}$a f^^^W^'Éñ" que ni se concibe la nada, ni lo que ha sido pue- \ refirió sia <la<la el (abio cuando escribió ea sus si así se abría brecha en d ejército eaemigo, y se nas se explisa es que haya uao, nao solo catre En cuanto al público que llenaba el café, no de^ cwuuio menos, dejar de haber sido? \ proverbios esta sentcacia, que parceeim angustía- le descoacertaba, haciéadole ceder retiráadose ó cesó de comentar el asunto en toda la noche. La dios, qa* sea capm^^^i^Pk M9 m*^^>im,««» Deia Tierra nos alzamos: el espacio de un re- I do lamento: el qtn añade ciencia «Hade aflicción. riadiéadose; pero ¡matar ua hombre impuaemeavoz generd era que Manuela obraba en conai- el periótfico eeaiervader ¿aJ^OMeasaapaU^MÜ: lámpago la reeerremos e i ^ d o s , siendo su orna- ; Esas sombras las han poblado las rdigiones de tel Mientras se hallaba en este estado de indecilY lá razóa de %a protesta contiite, ao Ü ' | i vencia con el marqués, y que si se desmayó, fué cartcter pi^ti'cQ q¿e fl ^r. ZcíriiAá ^ípít^-'Mk to, su esplendor, m. orguUo, vu ddicias: después I fantasmas, los profetas de virones, les nósticos de sión^ el soldado carlista, i quien no podían pretemiendo que, d batiise d día siguiente, pudiera seguramente ü aadie «e le habría «córt-taoji^t^t&í;ftdla volvemos. Al levaataraot de ella, al tornar ensueños» los sabios de dudas, los igaorantes de ocupar tdes escrúpulos, le clavó la bayoneta de tjir si se tratara 4 0 St. Ca$iekr,por t^íeaU, im> su marido matar á su amante. & ta s«ao, suscitamos dos problemas, el problema \ terrores, lo* poetas de esperanzas. Yo abandoné tu fusil en d hombro, y d caimán X oayó herido. enl» wtadttcta y prOcedimlejiíd* áel $t. B ^ Cuando estaban en el álgido los coatentirios, •Zorrilte. ; ., V .;:'',:;« El oapitia X teaía otra pa¿^, con fa de la de aoettfti vida y d problema de nuestra muerte, ; par4 siempre esa exploración, llevando también 4Íploaiáficos, que rejprésentamó* áaü -tocttyo secreto día posee. Mientras la embellece- ' mis esperanzas en d coracán y mis easa«ños ea guerra estratégica, la d« ta Manuela, ana Jiarago- se oyó gritar á la paeru del café: «A ese, á ex; do»Los lá pie y Ifi* rdacioaes amistosas «itre los ^ d ladrón. > mos con nuestra presenída animada, desarrolla- I la mente. ¿A qué distraerte coa eiuueños y es- zina de ojos, roetro, cuello y a'ma puroi y tere scs,%oj>oaeffi.ós permitir que *e nos «rea Inoq^ Otra vez el público se coamovió, a m o n t ó o s rentes á los procedimientos políticos que se f u ^ mos otro problema, cuya solución nos corres, I peraozas? Creo y esjpero: esto es todo: creo en la I nos como el azul de los cidot, á quien había dadan eo oscuras trddones y ea llamásdentos i la > do la mana de esposa. Ella, de su parte, que co- dose hacia la puerta. ponde Integramente. f Liberud: espero la Justicia. fciersa bruta. —Es noche de Knsacíoast, dijo ano de los qiw »Cú&ndo se rehuye la república, deftosa de láfe |Ah! ¿Quién, que sea digno de la racionalidad Mas si no te ccastiro tus anhdos por d saber f nocía las altas prendas de su éspoio, estaba ortivuáb nb t^ acepta ün puesto eatásCáirÉát hombre, no experimenta una aíisia inefable imposible, te invito fi preocuparte de ta dencia ' gullosa de llevar su aombre. Cuatro hijos teaíaa habían corrido á ver lo que l>asaba, regresando á ideas, rás, cua]!ido*e arrojan las réspoa*ábaidad«í süüfrpw arrancarle á la Tierra su secreto? ¿Quién, ante á nuestro alcance, del problema de nuestra exis- \ ya y sia embargo la hermosura de Maauela no su mesa. pre sobi;é tet^r» personas y áo *e ei¿;Aeén OÜn» —¿Pero qué ha sido? le preguntaroa sus amigo*. medios que ¿qaello/qne la carnalidad é.¡^jMlos misterios del nacer, no siente el vértigo de la tencia. Ella es la que hace fecundos los campos, ; había disminiüdo ni un ápice, aates se ostentaba pechó ofreceltácaalqttitr aventurero, fWwwO ég —Nada, contestó; que ua ratero ha qdtado d hacer MUicó alarde de que iüo pt'^m^á^ ca suriosidad, y, encarándose con su cuna, no le de- augustos los cielos, cómodas las ciudadct, pacífi- \ en todo su brillo. nlia ñrcho de semejanteóctdir«fie ter. li^ manda explicaciones acerca de su origen? Ni cas las naciones, ricas las familias, buenos á los Unos ojos malvados se habían clavado en aque- reloj, ea la puerta del café, á un caballero que poco prQtest*i pies» fio es cootra la «ímpáRIa del- ^ quién, ante la tumba que ha de recibir cadáver hombres. Ella es fuente de bien y defeliddadcon ; lia hermosura, los del marqués de L, hombre li- salía. Pero ya está el ratero preso. publlcaao, sino contra la áamp^"^ P«r el coÜyerto d cuerpo, ahora tan ágil y ansioso de pla- sus causas seguadas y sos foerzas sabordiaadas: j cencioso, abandonado á la crápula y d juego. -^ —¡En la misma puerta dd csJíl ¡qué osadía! pirador.» cer, no pregunta estremecido al hoyo: ¿qué me ¿podrá dejar de ser bueaa la causa y la fuerza I Pasaba el marqués su vida en el Casino, en lo$ dijo nao de los presentes. Hay qvtt M^ítáteet i. e^e culto # l o t a ^ ^ espera en tu obscuro fondo? Nadie. Mas es lo j primera, que te desvelas inútilmente por ceoocei^ lupanares, en d tiro del blaaco, ea el salóa de esTodos los de la mesa eran tradicionalittas, f que llame sól» tntidores y llamamíentot i la l'lM^ cierto que el sepulcro es mudo: ni una palabra, • Acéptalo así, si gustas, pero guárdate de persegmr grima, yd<Hidc quiera que concurrían las gente* convinieroa en que la perversión ha llegado á ja brutal i los procedimientos de Ruiz J^riitta;'los ai siquiera un suspiro, tendido en febril escucha ' una sombra, procura cuidadosamente no hacerte del gran mundo. su límite desde qiM España te ha separado de aatecetore* pf^tico* de í^ ]^ac^^J^f|^i&^9,ifv» sobre sus frías losas, pudo arrancarle el gran poe- ; uno de tantos ioCecundos coatemplativos Nadie vestia d frac con más degaacia que él, ' las leyes dd honor, de que Ucieroa una rdigión acade d r^imwatante de naac^úbUca p«xa>dÍFta inglés. La cuna bdbucea, dándonos sus iarigir csci callflcativos á aa refUbHeáao, Mtíárfü^ La meditación en la maerte, la interrogación | hacía el amor coa pdabras más insinuantes, h»r- nuenros abuelot. sonexos sonidos tan deslumhrados ante lo inaxe- á la tumba, te afligirá sin resoltados. ¿Crees, tras | rajaba las cartas con más sdtura, ni apuauba coa DespuésffTÓla conversación, de nuevo, sobre & los abuelos del sasodicbo<Üplonia^oi^3^^ir<|quibk como el fúnebre tileacio del sepulcro. fatigosofilosofar,que te espera algo? ¿Crees que 1 el revvólver ó daba aaa estocada ooa d florete el lance primero, y admiraron al marqués, que doseoatra España, aaeslnos, kdroM*. eaotalki^ Dd problema de nviestra *zisteada,te he di- no te espera nada? En «mbos casos sé hombre de { más certerameate. dcétera etc. ttaíaa enfrente, por su vdor y sercaidad. cho, poseemos la solución, tcoemos el secreto. El marqués había robado el honor, no de na . Cierto que lo que ¡^^túderm d Ucteroa UMttte bim activameate: es tu deber. Tambiéa prq[ua- I Si eacoatraba en sa cambo algaien que se ia* Una voz intima nos revela la palabra misteriosa} tar&sáU vida, tía que nada te retpoadas ¿d* - terpusíMa entre ta Md de oro y de goces, le pro- hombre sino de ooa fanúlia; iba i ^dejarla en U ' proviacia* de Ultramar, no fué lo que qulMñ dónde viene»? Pero ya fidmitas i«f a Cr(sa^ón en siete días, ya una N|turaleza pcipétuapi^e en* gendrada de sus seres, la conclusión «s indeeliaable: hay que ser hombre de bien activa^«ate: es tu deber. Yo, al menos, nú joven, inteligente y querido amigo, después de leer algo y sneditar basunte, considero que el alfa y omega de toda filosofía, el resumen de toda metafísica, la sustancia de toda religión, el meollo de toda teología es éste, al cual nos conduce más llana, amorosa y rectamente U Ciencia Positiva: que debemos ser buenos, esto es, afables, veraces, cumplidores de lot pactos, respetuosos hacia nuestros padres, cariñosos para con nuestros hijos, trabajadores y dignos de la libertadcomo ciudadanos en wn Estado de Justicia. Además, opino que es mucho más sensato y útil emplear nuestros pocos días de existencia en realizar el biea, que no en cavi}ar sobre la causa suprema velada á nuestro enten(Umicnto, ea que este bien se fundamente, pues á mi me basu saber que el Bien es amor en ios corazones y Verdad ea las inteligencias. iQaé despjbcbj £1 Duele Qfte le nmden if ftiuAl 9 I