Julià Guillamon Organizan: Colaboran: “Literaturas del exilio” representa una oportunidad de recuperar una parte fundamental de nuestra memoria histórica, desde una doble perspectiva. En primer lugar, muestra la importancia del exilio republicano en América, a partir de la peripecia de un grupo de escritores catalanes que vivieron las sucesivas etapas del éxodo. Al mismo tiempo, pone de relieve la influencia de la cultura de los países de acogida en la obra de los creadores de la diáspora que, en contacto con la realidad americana, abordaron temas como la identidad, el “otro” o la vida en las grandes metrópolis contemporáneas. La exposición presenta como novedad su planteamiento narrativo. En lugar de mostrar los aspectos políticos e institucionales del exilio pone el acento en la experiencia humana.Tomando como referencia novelas, poemas, dietarios y libros de memorias se ha construido un relato de relatos que explica una vivencia colectiva: la caída de Barcelona en enero de 1939, la vida en los campos de concentración y en los refugios del sur de Francia, el viaje a ultramar, la relación de la diáspora catalana con el mundo mexicano y chileno, las historias que explican metafóricamente el sentir del exiliado, la decisión de regresar o quedarse para siempre, la dedicación literaria a una lengua sin uso público a causa de la persecución. Otra novedad es el enfoque multidisciplinar, fruto del trabajo conjunto de un escritor, un cineasta y un artista conceptual, que da a “Literaturas del exilio” una personalidad muy pronunciada. Hablar del exilio en Chile significa, inevitablemente, referirse a la aventura del Winnipeg, fletado por el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, por mediación de Pablo Neruda. La contribución de los refugiados del Winnipeg se extiende a todas las facetas de la vida cultural chilena: de la literatura al diseño gráfico, de la pintura a las artes escénicas, la ciencia, la arquitectura, la música o el periodismo. La exposición muestra cómo era el Chile que encontraron los exiliados republicanos y explica las distintas estrategias de adaptación. Presenta también la experiencia, menos conocida, de los refugiados que llegaron a Santiago procedentes de Buenos Aires, a través de la cordillera, y en particular de un grupo de escritores catalanes que, en los años cuarenta, tuvieron un papel relevante en proyectos editoriales y culturales junto a escritores e intelectuales chilenos. “Literaturas del exilio” se ideó y presentó en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), entre octubre de 2005 y enero de 2006, fruto de la colaboración entre la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX) y el Institut Ramon Llull. Tras su estancia en Buenos Aires, el Centro Cultural Palacio La Moneda presenta ahora esta exposición en Santiago de Chile, acompañada de un programa de actividades paralelas. Cuando se cumplen setenta años del inicio de la Guerra Civil española, este proyecto quiere llamar la atención sobre la influencia de la diáspora republicana, que en un periodo de grandes transformaciones supo mantener vivo un espíritu modernizador, de creatividad, libertad y progreso. Carmen Cerdeira Presidenta de la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior Josep Bargalló Director del Institut Ramon Llull Josep Ramoneda Director General del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona Paulina Urrutia Ministra de Cultura y Presidenta de la Fundación Centro Cultural Palacio La Moneda Índice 6 12 Cherchez le catalan José Balmes “Lo primero que dijimos fue: a ver el mapa... ¿dónde queda Chile?” 22 Roser Bru “Imagínate la cantidad de gente joven que llegó: los muchachos de los campos de concentración fueron casándose con chicas de aquí” 34 Emilio del Solar “Rapa-Nui fue una idea loca que milagrosamente se realizó.Yo creo que era cosa de Trabal, porque a mi papá no lo veo solo decidiendo” << Antonio Quintana, Calle Juan Antonio Ríos, hacia 1960. En el Archivo Municipal de Sabadell se conservan las fotografías de la familia Trabal en Santiago de Chile. Salieron de Barcelona a finales de enero de 1939, pasaron un año en el refugio de Roissy-en-Brie, cerca de París, y el 9 de diciembre se embarcaron hacia Chile, vía Buenos Aires, en el vapor Florida. Junto a Francesc y Josep MariaTrabal, de Antoinette y Georgette Bordesvielles, las dos hermanas francesas casadas con dos catalanes, la madre de los Trabal, Emilia Benessat. Es una mujer apersonada, vestida de negro, con los cabellos blancos recogidos en un moño que deja a la vista unas orejas finas. La veo sentada en el césped del jardín, en una fotografía de Roissy, con sus hijos y las yernas. Detrás de ellos Joan Oliver fuma en pipa y conversa con un desconocido. A bordo del Florida FrancescTrabal y Antoinette Bordesvielles sonríen y brindan. En una fotografía del mismo día, Emilia Benessat se apoya en la baranda con un gesto melancólico. En 1939 Trabal tenía 39 años. Dos años antes había obtenido el premio de novela Crexells, el más prestigioso que se otorgaba en Cataluña. Se casó en 1927 y empezó a publicar dos años después, libros transgresores, emparentados con la literatura de vanguardia y con las más modernas maneras de narrar. Antoinette Bordesvielles tenia 36 años. Era una mujer de rasgos eslavos, de exótica belleza. Francesc Domingo le pintó un retrato en el que aparece con una mirada gélida y la media melena, de flapper, que Louise Brooks puso de moda en sus películas. Para FrancescTrabal y Antoinette Bordesvielles el exilio representó el fin de una época. Quizás por influencia de este cuadro de Domingo me los imagino como a Francis Scott y Zelda Fitzgerald, atropellados por la guerra.Trabal dejó rastro de actividades más o menos Mina de yeso de Can Jordana en Montgat (Barcelona) en los años veinte. 6/ 7 exitosas, artículos cargados de añoranza, proyectos inacabados. En 1939 Emilia Benessat tenia 65 años. Viuda desde los 57, había dejado en Barcelona a su hija Montserrat con la nieta, Anna Maria, para acompañar a los hijos mayores en la extraña aventura de ultramar. La busco en las fotografías. En un jardín tropical, con la misma ropa que llevaba en la foto del barco: quizás durante una escala en Río de Janeiro. En el Parque Balmaceda, con una bata oscura, el cabello recogido que deja ver las orejas finas; cosiendo en la casa de la plaza Brasil, junto a la radio; enValparaíso, vestida de negro, sobre las rocas, como un personaje de tragedia. En abril de 2005 llegué a Santiago de Chile siguiendo el rastro de los escritores catalanes, para documentarme para la exposición Literaturas del exilio y filmar una película con el equipo que dirigía Joaquim Jordà. Organizamos un encuentro en el Centre Català con los supervivientes del exilio. EstabanVíctor Pey, José Ricardo Morales, José Balmes, Roser Bru, Rafaela de Buen, Cristian Aguadé, Anna Maria Prat, y en representación de la antigua colonia catalana, Lluís Grau y Sigfried Grimau. Jordà quería que la gente hablara abiertamente, sin inhibiciones, y ordenó al mozo que no faltara vino en las copas. En su película Veinte años no es nada, hay una escena parecida. Los trabajadores de una empresa colectivizada se vuelven a encontrar en un almuerzo sorpresa veinte años después del cierre de la fábrica. El exilio es una experiencia fragmentaria y contiene un elemento infamante, no sé si es un buen tema para hablar en una mesa con desconocidos. En el caso chileno, las complicaciones de la historia política, no ayudaban a mejorar la situación. Pero, por encima de estos factores, había otro que acabó imponiéndose. Investigábamos a un grupo de escritores catalanes que llegaron a Chile en 1940. Joan Oliver/Pere Quart regresó en 1948, Trabal murió en Santiago en 1957 y CèsarAugust Jordana en 1958, después de pasar la mayor parte de su exilio en Buenos Aires; Xavier Benguerel mantuvo su laboratorio en la avenida Vikuña Mackenna hasta los años ochenta, pero desde 1954 hacía su vida en Barcelona y la relación con Chile se hizo cada vez más tenue. Sólo Domènec Guansé ocupaba un lugar en la memoria colectiva. Fue el último en partir y durante el tiempo en que estuvo en América, desempeñó un papel importante como secretario del Centre Català. En la biblioteca todavía se conserva su retrato, estático y triste. Vivía sólo en una pensión, y muchas veces sus amigos catalanes le invitaban. De Maria Rahola, me dijeron, fueron grandes amigos. Pero a la hora de concretar aquel recuerdo no me supieron dar ninguna referencia precisa ni detalles concretos. Desde entonces he regresado a Chile unas cuantas veces, algunas de las personas que se sentaban aquel día en la mesa son ahora mis amigos. Después de hablar con ellos he vuelto a consultar los archivos, he reunido nuevas informaciones sobre la vida en Santiago y los ambientes inte- lectuales que encontraron los refugiados del 39, he reconstruido la peripecia de los padres y me he interesado por el punto de vista de los hijos. Montserrat Abelló llegó a Santiago con 21 años, Cristian Aguadé y Rafaela de Buen tenían 18, Joan Jordana 17, Roser Bru y Núria Jordana 16, José Balmes 12, Montserrat Julió 10; Xavier Benguerel 8 y su hermano Leopold, 5. Anna Maria Prat, también con diez llegó en 1948. Junto a la visión de los desterrados, la mirada de los hijos que crecieron en Chile. En los álbumes familiares hay fotografías que no aparecen nunca en las publicacione del exilio. Fotografías del castillo de Roissy-en-Brie: Núria y Joan Jordana, los más jóvenes del grupo, se retratan con unos chicos franceses, frente a la piscina, en las calles del pueblo, mientras sus padres y los otros refugiados matan las horas en el comedor. Ya en Santiago, las salidas dominicales al Cerro Santa Lucía o a la Quinta Normal, las vacaciones en Algarrobo y Viña del Mar. Partidos de baloncesto, excursiones a caballo, paellas en el solar del Estadio Catalán y en el Refugio de Farellones. Fotos para enviar a los familiares de Barcelona: los mayores solemnes, vestidos con traje y corbata, ellas peinadas con muchas ondas, en una escalinata, los chavales, Rosor Acalá, José Balmes y Montserrat Julió, sentados a sus pies, riendo y haciendo carotas. El tiempo pasa, los jóvenes se hacen mayores, se casan, estudian, se colocan, montan negocios, ganan dinero, viajan y recuperan el contacto con Cataluña. Los viajes de exploración al país de origen refuerzan la identidad chilena. Al mismo tiempo, se alimenta una ansia que nada cura. En el año 1957, el Centre Català de Santiago inicia una nueva etapa de la revista Germanor. Creada en 1912, en los años cuarenta ofreció una tribuna a los escritores exiliados. En esta nueva etapa es un boletín de noticias que recoge las incidencias de la colonia y publica informaciones a cerca de los que se fueron: los actores Montserrat Julió o Alberto Closas que hacen carrera en Barcelona y en Buenos Aires; Margarita Xirgu que actuó en México; Josep Ferrater Mora que regresa a Estados Unidos después de una gira por Europa. En la sección de viajeros, las opiniones y comentarios de los “palo-gruesos”, que vuelven de viaje de turismo a la Península. “Han recorrido Cataluña palmo a palmo, con el éxtasis en los ojos”. “Nos sería imposible recoger aquí todo lo que explica y como que además prepara una conferencia en la Peña no nos vamos a anticipar”. “Ha vuelto maravillado, pero decepcionado por el indiferentismo general”. En 1987 Roser Bru publicó en el boletín del Centre Català un texto extraordinario, una composición con fragmentos de infancia perdida: “La memòria aturada a Barcelona” (La memoria detenida en Barcelona). Evoca el perro muerto junto a un canal, el profesor que amenaza al niño diciéndole que el alma se le va a poner negra, la imagen del alma 8/ 9 como una pera que se pudre en medio del pecho o como un doble con la forma de uno mismo, como el forro de un abrigo. Un contador va marcando faltas: los pecados y castigos de las personas mayores. Suenan himnos patrióticos, con palabras que se aglutinan o despegan, como rompecabezas desajustados. “¡Y estos, los padres, que nunca hacen lo que uno espera! –escribe Roser Bru.Te haces un corte en la falda nueva y querrías que no llegara nunca la hora del descubrimiento. Y entonces no te dicen nada. Pero un día te pierdes de los demás, y caminas y caminas hasta rehacer el camino para regresar a casa y entonces pueden, estos mayores, montar un inmenso escándalo... y tú que tanto sufrías caminando deprisa. Y todo porque al entrar en el horno –olor de pan y coca guillotinada– miré a mi alrededor y sin reconocer a los míos –madre, hermana–, me sentí perdida –¿me habrían olvidado?Y corriendo caminé muchas cuadras hasta llegar al rellano de casa y, ¡qué extraño! ¡nadie había llegado todavía!”. La culpa, la casa desierta, el imposible retorno. De nuevo en Santiago, Adina Amenedo, la viuda del diseñador Mauricio Amster, me invita a almorzar. Están Rafaela de Buen y Montserrat Bru. Roser explica anécdotas de Neruda. Cuando se quedaba solo en Isla Negra, al principio, había un solo teléfono y era de un catalán que se llamaba Ferrer. “Todo lo que necesito lo tienen los catalanes: los teléfonos, las maderas, los muebles. Cherchez le catalan”.Y ahora, esta frase que Neruda decía pensando en su vecino Ferrer, en Cristian Aguadé y en Rodríguez Arias que le proporcionaban los muebles y le ampliaban la casa, adquiere una nueva dimensión en relación con un mundo de hombres y mujeres perdidos, de escenarios que desarapecen bajo la proliferación de nuevas construcciones, de historias que se precipitan hacia la segunda muerte. Jordana y la cité donde vivió los primeros años, enVicuña Mackenna junto a la avenida Matta, donde conoció a los dos jóvenes cabros que le inspiraron su novela El Rusio i el Pelao. Hace poco he reencontrado en la Biblioteca Nacional una fotografía de Antonio Quintana de una cité muy parecida: un corredor oscuro, con casitas a lado y lado. El mundo deTrabal, la utopía de crear un Instituto chileno- catalán de cultura, de capitalizar las energías de los emigrados para reforzar la patria: convertir la soledad en una promesa de futuro. La vida de Guansé, convertida en un pálido recuerdo para los catalanes de Chile, fantasma del secretario permanente en el retrato al óleo de la biblioteca del Centre Catalá que es como el retrato de Dorian Gray de nuestro exilio. Hay una foto del archivo de Cèsar-August Jordana que Rafaela de Buen guarda en Santiago de Chile, la descubro, me impresiona, la copio y me la llevo a Barcelona. El padre de Jordana tenía una mina de yeso. El hijo, antes de ser escritor, estudió para ingeniero: entre las fotos familiares más antiguas hay dos o tres de la Escuela Industrial, aulas, profesores y compañeros de clase. Otras muestran una visita a la mina. En la fotografía que me gusta se ve la gruta desde el interior, un grupo de hombres con sombrero pisando las vías, la luz entra cenitalmente, e ilumina a uno de los personajes que se recorta sobre el fondo blanco. Buscar el hombre desaparecido tras los grandes relatos, tras la épica del exilio y sus gonfalones. Mando la fotografía de la mina a mi amigo el novelista Julià de Jòdar: “¡Qué metáfora para un exilio! –me escribe– no sabes si están buscando la Cataluña oscura y perdida en las entrañas de la tierra, mientras un rayo de luz –las emociones, la cultura, la solidaridad– los ilumina, o si es que, perdidos en tierra incógnita –el exilio, el extravío, la oscuridad– el recuerdo de Cataluña les da luz y un poco de calor”. El individuo solo, la vieja que cose, la mujer a la que mataron a su padre, el niño que acarrea la maleta con el dibujo de Mickey Mouse y los cromos que muestran teatros, huelgas, un viaje a América premonitorio; el hombre que lleva en la cartera hasta la muerte un poema y la cédula de identidad de Sabadell; el que se acaba de separar y vive en una pensión, la hija se marcha para casarse en Madrid; el que está a punto de entrar a trabajar en la Nestlé consigue dinero y monta un laboratorio; el que se deja llevar por el desánimo, enferma del pulmón, sobrevive en su retiro hasta que lo mata una apoplejía; el que se queda, el que se va, el que regresa y se compromete, y vive la vida, y se construye una torre en Portinaix. Las historias de los emigrados con su tristeza, con su grandeza opaca: cherchez le catalan. 10/ 11 Bernardo O’Higgins y Pedro Aguirre Cerda. Dirigido a los refugiados del Winnipeg, Chile os acoge, es una cartilla para immigrantes, con informaciones básicas sobre el país de acogida. La iniciativa fue de Pablo Neruda y el diseño de Mauricio Amster. “Lo primero que dijimos fue: a ver el mapa... ¿dónde queda Chile?” José Balmes nació en Montesquiu en 1927. Es uno de los artistas chilenos más reconocidos, director del Museo de la Solidaridad Salvador Allende Delante de la casa de Balmes, en la calle Enrique Richard, hay cuatro malvas del campo, blancas y rosas, cargadas de flores, que han brotado de manera espontánea en los alcorques. Hasta hace poco, en este rincón de la Municipalidad de Ñuñoa, eran todo casas con jardín: casas viejas, espaciosas, con tejados de dos aguas y elegantes aleros, casas baratas, que llamaron la atención de artistas y escritores. Ahora, como en todas partes, se construyen grandes bloques. “Vive en el barrio más entretenido”, reza un cartel de la inmobiliaria Bacherlor. “Tus sueños existen”, es el lema de Senexco. “Tú eres único, necesitas diferenciARTE”, el de Rezepka Sosman que construye un edificio de viviendas en la esquina de la calle Washington. La reja está cubierta por una hiedra de tronco torturado y una gran lantana, la “bandera española” de los jardines mediterráneos. La casa es sencilla y confortable, con el piso de madera, ventanas con cristales de colores, una estufa de hierro colado, un bufet. Una escalera pintada de blanco sube al primer piso. Al lado de la escalera, una butaca inflable que representa una mujer espatarrada y una litografía en colores de Roberto Matta inspirada en los cómics de los sesenta –Jodelle de Guy Peellaert– pero con referencias a la política chilena. Una figura de color carne sostiene un megáfono de donde emana una voz: “Allende quiere ir siempre más allá. La tradición del futuro”. Hijo del alcalde republicano del pueblecito catalán de Montesquiu, José Balmes es uno de los máximos representantes del arte informal en América Latina. Ha dedicado buena parte de su vida a la docencia, en la Escuela de Bellas Artes, de Santiago, y en la Sorbona, de París, donde vivió exiliado durante diez años tras el golpe de estado de Pinochet. 12/ 13 Dentro de dos días el diario La Nación publicará una entrevista bajo el título “Dios perdona, Balmes no”. Mientras el diario está en la rotativa, el 10 de diciembre de 2006, Pinochet muere en el Hospital Militar de Santiago. “Siempre he pensado que durante la infancia uno tiene intuiciones y observa cosas que no ve la gente mayor” –explica Balmes sentado en la silla de mimbre que la periodista de La Nación, Bárbara Morana, califica de mítica. “Yo hablaba con el dramaturgo José Ricardo Morales y con el historiador Leopoldo Castedo de las canciones que tocaban a bordo del Winnipeg. Un día les dije: me parece que aquí hay algo que no funciona. ¿Cuál era la canción que tocaban a las siete de la mañana para que nos levantásemos? ‘Valencia, Granada’ –decían ellos. Y yo les cantaba: ‘El pueblo que crece y labora...’: el himno de la juventud soviética. Hay otro detalle: mi padre sabía un poco de francés. Y nos decía, a mi madre y a mí: ‘voy a hablar con el comisario que es un señor muy simpático. Se ha dicho: ‘los comunistas coparon todo’. Es mentira: en el Winnipeg venía todo tipo de gente. Había anarquistas, socialistas, gente de Esquerra Republicana, republicanos de Azaña...También había comunistas, pero eran una minoría”. “Muchos años después yo estaba con mi esposa, como exiliados chilenos en París, después del golpe militar. Había también un colega italiano que era mosaiquista y que habíamos conocido en Ravenna. Le expliqué la historia del exilio. Y él me dijo: ‘mira, hay una persona muy amiga mía, hija de Jean Lurçat, el primer tapicero de tapicería contemporánea francesa. Vive en Marsella pero viene cada quince días a París y me gustaría Fotografías del álbum familiar de Montserrat Bru de la travesía del Winnipeg (4 de agosto - 5 de septiembre de 1939). que la conocieran, porque puede tener información acerca del Winnipeg’. Nos vimos y yo le hablé del comisario, que para mí siempre había sido un enigma, y de la doctora, una mujer de treinta y cinco o cuarenta años. “Quizá les traiga noticias”. Esta muchacha conocía al diputado comunista por Marsella, un hombre de ochenta años, que le dijo: “le comissaire c’était moi”. La doctora era la hija de Marcel Cachin, fundador del Partido Comunista Francés. Se sabía que este partido tenía muchos intereses económicos. Compró o alquiló un barco de origen canadiense, que posteriormente formó parte de una de sus compañías. En los años setenta, cuando estábamos en París, Gràcia Barrios decía: ‘¿qué partido comunista es éste, que tiene negocios en todas partes?’ Cubiertas e interiores del folleto Chile os acoge de Mauricio Amster (1939) . Balmes recuerda a Neruda en el puerto de Pauillac, con un traje blanco, y a Delia del Carril, con un vestido de gasa y una sombrilla. Los refugiados pensaban que iban habillados de esta forma porque eran sudamericanos y era la moda europea de 1939.Tal vez Neruda quería mantener el secreto del Winnipeg para no comprometer la operación –sugiero. “Claro: la reacción hubiera sido terrible.Ya fue terrible. Es decir, la mayoría de la gente fue muy favorable, pero para los periódicos éramos unos indeseables que veníamos a perturbar la paz de este país. Se decía que éramos gente de origen muy oscuro, en el sentido de que algunos habían matado a sacerdotes. El Diario Ilustrado era de extrema derecha y El Mercurio, con algo más de inteligencia, le seguía la musiquilla. Llegamos y como ninguno de los exiliados se comía a los niños, a los quince días la campaña bajó de tono. Al mismo tiempo, la acogida oficial fue extraordinaria. Nosotros llegamos en el mes de septiembre y en enero hubo el terremoto de Chillán, donde murieron 24.000 personas. Las autoridades nos esperaban en el puerto. Llegamos, y nos vacunaron en seguida. En las estaciones, en el tren, la gente nos lanzaba rosas, claveles. ¿Qué exilio es este? Esto es un sueño, ¿entiendes tu?” 14/ 15 Cañonazos a medianoche Al principio, los exiliados vivían en condiciones precarias, en pensiones y en agrupaciones de casas muy modestas, las llamadas cités. En Santiago, el padre de Balmes, que había sido alcalde y había tomado parte como guerrillero en los últimos combates fronterizos, recuperó el oficio de pintor de paredes. Encontró a un contratista catalán, Pere Casals, que le encargó las pinturas del Barrio Cívico, frente a La Moneda. Al comienzo se instalaron en una pensión. Después, en la Residencial, en la calle San Isidro 210, en un edificio que Balmes evocó no hace mucho en una de sus obras. Pasó por delante mientras demolían la casa y compró la placa con el número y el nombre de la calle. Más adelante se trasladaron a la avenida Matta. Una vecina vio sus dibujos y lo acompañó a la Escuela de Bellas Artes. “El director, Carlos Humeres Solar, dijo: ‘Esta es una escuela universitaria y, claro, este muchacho tiene doce años. Si los ayudantes de las distintas cátedras lo aceptan podemos admitirlo como alumno libre y que se pasee por las clases. Que pueda asistir a ellas y que le hagan correcciones’. Y así fue”. La relación de Balmes con Bellas Artes ha sido larga y fructífera. “Entré como alumno libre en septiembre del 39 y salí de allí un septiembre de 1973, exiliado hacia Europa. Es decir, que hice allí toda mi carrera, además de mi trabajo como artista. Fui ayudante de curso, profesor auxiliar, profesor de cátedra, director y, finalmente, el decano de toda la facultad”. >> José Balmes en su taller de la calle Santa María, en 1957. Me han hablado del ambiente cultural de Chile, de los escritores, de las familias de la burguesía ilustrada que acogieron a los republicanos españoles. “Había un ambiente muy interesante. El Teatro Experimental de la Universidad de Chile fue una pieza fundamental que nunca más pudo renovarse y alcanzar la fuerza que tenía. Acogieron a José Ricardo Morales, que formó parte de él. El dibujante Santiago Ontañón contaba una historia muy buena. Era la época en que Margarida Xirgu hacía teatro aquí. Llega el escenógrafo Santiago Ontañón y se instala con la compañía en un hotelito que había delante del Cerro Santa Lucía. Era gente a la que le gustaba mucho salir de noche. Se reunían en cafés, habían conocido a actores y a personajes chilenos. Llegaban al hotelito hacia las seis de la mañana. No sabían que en el Santa Lucía, a las doce del mediodía, disparaban un cañonazo. Ahora es muy suave, pero en aquella época era como un bombardeo. Cuando iba a la Escuela de Bellas Artes, con doce años, yo nunca pasaba por el lado del Cerro Santa Lucía: me daba pavor. Aquellos tipos están durmiendo y de pronto suena el cañonazo. La exclamación de Ontañón es muy simpática: ‘qué coño de país es éste que en plena madrugada lo despierta a uno un cañonazo’. ¡Eran las doce del mediodía!” El Museo Nacional de Bellas Artes dedica varias salas a la pintura de los artistas chilenos de entreguerras que hicieron carrera en Europa. “Era la época del General Ibáñez. Uno de los ministros de Hacienda le dijo: lo mejor es cerrar esta escuela y que se vayan a París. Y les financió. Gente como Camilo Mori o como Vargas Rosas, que después fue director del Museo de Bellas Artes. Conoció a Picasso y a los artistas del momento ”. Vicente Huidobro es el nombre más conocido: poeta y autor de novelas de vanguardia. “Huidobro y Edwards Bello son anteriores, se instalaron en Europa en los años diez. Eran gente de familias con fortuna, pero tenían mucha simpatía por el exilio español”. Balmes guarda una fotografía de su padre pintando la casa de Huidobro en Valparaíso, en el año 1941, poco ant es de que el escritor regresara a Europa como corresponsal de guerra. Los pintores José Balmes y Gracia Barrios, en 1952, junto a Damián Balmes, Car men Rivadeneira y Eduardo Barrios. En 1944 Balmes era un joven prometedor, estimulado por sus padres y protegido por los maestros. En la Escuela de Bellas Artes conoció a la hija del escritor Eduardo Barrios, el autor de Gran señor y rajadiablos, que ha sido libro de lectura obligatoria para varias generaciones de estudiantes chilenos. Barrios había tenido un gran papel en los ambientes intelectuales chilenos de principios de siglo. En 1904 se creó la Colonia Tolstoiana, un grupo de escritores encabezados por Augusto D’Almar, que propugnaban un regreso a la tierra y que emprendieron una aventura utópica en el sur de Chile. De lo que quedó de esta cofradía surgió, más tarde, el Grupo de los Diez. Eduardo Barrios era uno de los miembros destacados. Balmes recuerda a Pablo Buncham, que fue tolstoiano y maestro suyo en la Escuela de Bellas Artes, Fernando Santivan y el poeta Pedro Prado. Para escribir Gran señor y rajadiablos, que relata la historia de un gran propietario rural, Barrios se trasladó a vivir al campo. Su cuñado, Álvaro Yáñez, que publicó varios libros con el seudónimo de Juan Emar, había heredado una fortuna y no sabía qué hacer con el dinero. Eduardo Barrios le recomendó que comprara un fundo. Él le ayudaría a gobernarlo y aprovecharía la experiencia para escribir un libro. “Se instaló en este fundo, antes de llegar a Cartagena. Barrios era un hombre de izquierdas. Cuando José Ricardo Morales y Leopoldo Castedo llegaron a Chile les invitó. Y Gracia, que se encontraba ahí con su padre los conoció en seguida. Hacían una tertulia con escritores y artistas chilenos. Había una joven periodista que conocía muy bien lo que sucedía en España. A finales del 38 recibían carteles de la República y Gracia los seleccionaba. De manera que sabían muchas cosas acerca de la guerra civil”. El segundo exilio En 1973 Balmes se exilió de nuevo, esta vez a París. “Como sucede siempre, para Gracia fue mucho más duro, porque para mí era la segunda vez y cuando ya has conocido una primera tienes más experiencia. Aquel 11 de septiembre, a las nueve, yo tenía que ir a La Moneda para recibir a una misión cultural mexicana. Sólo pude llegar hasta la plaza Baquedano: el Golpe de Estado ya estaba en marcha. A partir de entonces ya no regresé a esta casa. Llamé a Gracia y le dije lo que pensaba hacer. Los militares llegaron a Bellas Artes con los tanques. ¿Quién es el español comunista que dirige esta Escuela? Dije: ‘yo soy chileno, pero soy el decano de la Facultad de Bellas Artes’. Me arrojaron al suelo. ‘¿Dónde están las armas?’ Había dos oficiales, como en las películas: el bueno y el malo. El bueno era un chileno gordito, moreno. El otro era un rubio con cara de alemán: ‘No importa, a éste lo matamos aquí mismo’. Salí de ésa de manera milagrosa. ‘¿Y la facultad dónde está?’ –preguntaban. ‘Huy, está allá por la escuela de Medicina, en la Sede Norte...’ Era mentira: estaba a un lado de donde nos encontrábamos, en Miraflores. ‘¿Y usted qué llaves tiene?’ En aquel momento vi que podía salvarme.Teníamos unas camionetas muy bonitas para transportar obras a las exposiciones. Se dirigieron hacia abajo para ver cómo funcionaban las camionetas. Me quedé solo, esperando. Oigo los autos que arrancan. Miro por una de las ventanas y no veo a nadie. Robaron las dos camionetas y me dejaron a mí, ¿entiendes tu?” “Después de muchas peripecias, llamé por teléfono al agregado cultural de la embajada de Francia. ‘Intenta meterte en alguna casa amiga’ –me dijo. Me acordé que una alumna mía y de Gracia estaba casada con un ejecutivo vinculado con el cobre. Su padre había sido embajador de Chile durante los años cincuenta. Me dirigí rápidamente a su casa. Las comunicaciones estaban interceptadas. Ahí recibí una llamada: ‘Oye, la beca en París ya está casi lista’. Me enviaron un vehículo que me llevó hasta la calle Condell, donde está la Embajada de Francia. En aquel 18/ 19 José Balmes en su estudio en “La Ruche”, en París, en los años setenta. momento había muy pocos refugiados y los franceses lo mantenían en secreto porque las embajadas tenían la obligación de informar al gobierno. El embajador, monsieur De Manton, era un tipo que había participado en la resistencia francesa, muy amigo del general De Gaulle. Llegamos a ser trescientas personas metidas en la embajada. Su esposa iba a comprar al mercado y preparaba la comida para todos. Fue algo increíble”. Balmes cuenta entre risas las aventuras de sus compañeros del Partido Comunista Chileno. “El embajador de Francia me pidió la dirección y al día siguiente fue a rescatar a Gracia Barrios y a nuestra hija Conchita. A esta casa venían a exiliarse los dirigentes del Partido Comunista. Preguntaban por mí: ‘¿dónde está Balmes?, ¿cómo?, ¿no está?’. Yo les dije después: es que yo sabía cómo era un golpe de Estado. El rector de la Universidad de Chile, un democristiano, Edgardo Boeninger, me llamaba a la Embajada de Francia: ‘oiga, ¿usted estaría dispuesto a renunciar a ser decano? Porque yo estoy tratando de salvar la Universidad...’ El pobre pensaba que iba a convencer a los militares. No hubo nada que hacer: lo echaron en seguida. Me llamaban los colegas, profesores: ‘Oye, tienes que venir a entregar tu cargo a las nuevas autoridades’.Y yo les respondía: ¿qué?” En el Museo de la Solidaridad En el sótano del Museo de la Solidaridad Salvador Allende se ha conservado la central telefónica de la DINA, desde donde se controlaban miles de teléfonos, desde Arica hasta Chaitén, en una impresionante red de espionaje. Es una pieza que iguala en potencia a las mejores obras de arte conceptual. “La gente que tiene capacidad de comprender una estructura de control como ésta ha llegado a la conclusión que el ejército chileno era incapaz de poder armarla, y que debía de tener el apoyo inmediato de la CIA”. Balmes ha estado vinculado al Museo de la Solidaridad desde sus orígenes. En un viaje a Europa, en 1956, su suegro, Eduardo Barrios, que en aquel momento era Ministro de Educación, les recomendó que fueran a Madrid para contactar al crítico de arte Moreno Galván, que trabajaba en el Instituto de Cultura Hispánica. Quedaron sorprendidos cuando les invitó a una conferencia sobre el Gernika de Picasso. “Yo dije: este tipo está loco. Impartió la conferencia y dos días después el Ministro lo cesó.Todos los pintores contrarios al régimen acudieron a oír su conferencia. Desde entonces fuimos amigos para toda la vida”. En 1971 el gobierno chileno invitó a Moreno Galván y al psiquiatra Carlos Castilla del Pino, en el marco de la llamada Operación Verdad, organizada por el gobierno de Allende para desmentir a la extrema derecha chilena que acusaba al gobierno de Unidad Popular de ser una dictadura marxista. Un día, ante el Palacio de la Moneda, mientras se comían un hot dog, Moreno Galván tuvo la idea de hacer un llamado internacional y pedir a los artistas antifascistas que regalasen algo de su obra. Subieron al despacho del Presidente por la escalera de la calle Morandé 80; Allende salió a recibirles, la idea le gustó y se pusieron manos a la obra. El primer donativo fue una pintura de Joan Miró. Posteriormente se sumaron a la propuesta artistas de todo el mundo hasta reunir un fondo de más de doscientas obras. Después del golpe de Estado los militares cerraron la sede tradicional de la Escuela de Bellas Artes, en el centro de Santiago, y la trasladaron a la Municipalidad de Ñuñoa para evitar alborotos. Las obras que se había conseguido reunir quedaron en un almacén cubiertas por el polvo y la porquería. Cuando Balmes regresó a Chile, en 1982, pudieron recuperarse y ahora constituyen una colección de primer nivel y un testimonio único en el mundo del arte exiliado. 20 / 21 Butonia Creada en 1961, se convirtió en una de las principales fábricas de botones de Chile.Su impulsor fue el refugiado catalán Pere Pruna, uno de los promotores de la estación de esquí de Farellones. “Imagínate la cantidad de gente joven que llegó: los muchachos de los campos de concentración fueron casándose con chicas de aquí” Roser Bru es pintora, hija del diputado Lluís Bru Jardí, que llegó a Chile en el Winnipeg. Roser Bru vive en la calle Federico Froebel de Santiago de Chile, en una casa con jardín, pérgola y piscina. Al lado, donde hasta hace poco había casas bajas, están construyendo un edificio. Una gran pancarta anuncia: “Dptos 1, 2 y 3 dormitorios. Visite piloto”. En el fondo del estudio se encuentra una gran mesa llena de libros y papeles, y en la pared, en un corcho, fotos familiares y de viajes: Roser, con su hijaTessa, en el MOMA de Nueva York, ante el Homenaje a la República Española de Robert Motherwell. La mesa es de madera de pino, con cubierta de linóleum, las patas redondas y dos cajoncitos. Es uno de los primeros muebles que diseñó en Santiago el arquitecto de GATPAC Germà Rodríguez Arias. Cuando Cristian Aguadé y Roser Bru se casaron, el 16 de septiembre de 1942, Rodríguez Arias les diseñó los muebles.Tuvieron tanto éxito que la empresa de Aguadé, Muebles Sur, empezó a fabricarlos en serie. En la entrada, encima de una cómoda donde guarda dibujos y grabados, hay un recorte en blanco y negro de una revista con el rostro de la Sibila Délfica de la Capilla Sixtina. Josep Balmes recuerda que cuando eran refugiados en la residencia de Montpellier, Roser tenía una reproducción de esta imagen. Encuentro a Cristian Aguadé y se lo comento. Se acuerda perfectamente: él mismo robó la postal para regalársela a su novia. “Nos fuimos el último día de enero. Nos encontrábamos con nuestro abuelo en Bellver de Cerdanya y salimos por Bourg-Madame. Nevaba. Unos amigos de mi padre vinieron a buscarnos en coche. Balmes también pasó con nosotros, con su madre, en un camión. Fuimos a parar a 22/ 23 Perpiñán y de ahí a Montpellier. En febrero yo cumplí los dieciséis años. Estábamos en un Foyer d’Étudiantes y los muchachos en otro. Recuerdo que cada mujer tenía que lavarle las camisas a uno de los hombres solos y yo lavaba las de Barrera. Se encontraba ahí Alexandre Cirici y luego llegó Carme Alomar con la niña. Entre varias familias alquilaron una casa grande, en un lugar llamado Ancien Chemin de Castellnau, y cada una tenía una habitación. Mis padres tenían una, yo y mi hermana, otra. Los Balmes también disponían de una.Y los Armendares”. En sus memorias Alexandre Cirici se refiere a los tiempos de Montpellier como “las horas claras”. “Estaba lleno de parques, árboles y lagos. Hay un arco antiguo que da a la ciudad universitaria. Un personaje, en bicicleta, nos vigilaba”. El padre, Lluís Bru Jardí, fue a París para intentar resolver la situación administrativa. “No teníamos papeles. La guerra mundial estaba a punto de empezar. Neruda organizaba la expedición del Winnipeg. Nos aceptaron en ella y fuimos a Burdeos para tomar el barco”. El Winnipeg es el buque más mitificado del exilio. Con cierta regularidad llegan a Santiago equipos de televisión para entrevistar a los supervivientes. He notado que a las personas que la vivieron la repetición de esta historia les cansa un poco. Pero al mismo tiempo, en los días en que estuve en Santiago, pude descubrir detalles desconocidos e imágenes inéditas. Adina Amenedo me entrega el librito que su esposo, Mauricio Amster, diseñó por encargo de Pablo Neruda para regalar a los viajeros. Montserrat Bru trae un álbum familiar con fotografías de la travesía. “Fue uno de esos viajes que más bien quieres olvidar, porque imagínate: el barco, que es como una ballena, tú estás abajo del todo y sientes las olas. Hay un libro de Jaume Ferrer Mir que lo cuenta muy bien”. Recuerda que en Burdeos vendían unas sillas y algunos las compraron para poder estar arriba. “No sé con qué, porque muchos venían de campos de concentración. Los jóvenes dijeron: estas sillas para unos cuantos, fuera. Y las lanzaron al agua”. Una fotografía de la revista Desfile del 16 de junio de 1966 muestra a Roser Bru sentada en la cubierta, con un pañuelo en la cabeza, antes de que arrojaran las sillas. Debajo, una fotografía de los pasajeros en la aduana y a punto de agarrar el tren, cargados con maletas. “Todavía queda gente que me dice: ‘yo estaba allí’. Incluso estaba Allende, en aquella época Ministro de Sanidad del gobierno de Aguirre Cerda. Cuando bajamos nos vacunaron y nos metieron en un tren que nos llevó a la Estación Mapocho. Por los pueblos nos lanzaban flores. La estación estaba cerca del Centro Catalán, que entonces era muy importante: Huérfanos 1111. Imagínate la cantidad de gente joven que llegó: los muchachos procedentes de los campos de concentración fueron casándose con muchachas de aquí. En Santiago, en aquella época, había >> Álbum familiar de Roser Bru (1941-1946). Con Cristian Aguadé, Montserrat Abelló y Germán Rodríguez Arias, su hija Agna y Olga Morel. muchos catalanes que tenían dinero. Los que no eran partidarios de la República estaban en el Círculo Español, donde ningún refugiado puso jamás los pies. Y aún existía un Centro Republicano Español, que era más pobre”. Joan Oliver y Germà Rodríguez Arias Una vez en Santiago de Chile el problema fue encontrar trabajo. “Primero, como el gobierno daba un dinero, nos acomodaron en unas pensiones, después nos buscaron unas casas y cada cual tuvo que espabilarse. Ninguno de nosotros había trabajado nunca. Uno de los mejores modistos de Santiago se encontraba en la calle Ahumanda; era un señor catalán que se llamaba Torrella. Aceptó a un grupo de refugiados para que fueran a sobrehilar. Es lo que se hace en las bastillas: no es necesario saber coser. Mi hermana se apuntó. Había otro catalán que era dueño de un cine bastante popular, al lado del Mapocho, y yo entré a trabajar haciendo los anuncios. Pero un día me di cuenta de que los que pintaban antes estaban sentados detrás de mí. No les gustaba nada que les robara el puesto. Me veían como una intrusa. En seguida todo el mundo supo que acabábamos de llegar: unos por pobres, otros por diferentes”. Un grupo de refugiadas catalanas en Modas Torrella, el 10 de septiembre de 1941. El padre, Lluís Bru i Jardí, se coloca en el restaurante de los Pubill, uno de los más modernos de Santiago.Tiene cincuenta años y le dan un cargo de confianza que le obliga a quedarse en el establecimiento hasta la hora de cerrar. En Germanor encuentro un anuncio del Café Oriente, “con un extenso y cómodo salón y elaboración propia de pasteles y helados en el mismo local. Plaza Baquedano, junto al teatro”. Aún así los Bru no acaban de recuperarse. “De joven mi padre había tenido lo que se llamaba una mancha en el pulmón. Recuerdo que habíamos ido a la Pobla de Segur porque a la gente, cuando tenía algo en el pulmón, la enviaban a un pueblo de montaña. Ahí se encontraba el pintor Miquel Villà y me hizo un retrato que se ha perdido. En Santiago, a mi padre se le declaró una tuberculosis. Fuimos a San Alfonso, hacia la montaña. Pero no sirvió de nada: falleció el mismo año en el que apareció la estreptomicina”. En el Patrimonio Fotográfico de la Universidad Diego Portales, Ilonka Csillag me muestra unas fotografías de Santiago de Chile de principios de los años cuarenta. Donde ahora se encuentra el barrio de las Condes todo eran campos. “La ciudad terminaba una calle más allá de donde nosotros vivíamos: Pedro de Valdivia. Éramos un grupo que nos conocíamos de Barcelona. Los Jordana –Núria y Joan–, Cristian Aguadé y yo habíamos ido al Institut Escola, junto con los amigos que se quedaron en Barcelona –el arquitecto Oriol Bohigas, el dibujante Cesc, la escritora Maria Aurèlia Capmany– y otros, como las hermanasTeresa y Rosa Armendares, que acabaron en México”. Su hermana Montserrat mantenía novio por correspondencia con un muchacho del Institut Escola, Eveli Fernández Pellicer.Tras la muerte de Lluís Bru, la madre y la hermana regresaron a Cataluña. Eveli trabajaba de delineante en el Ayuntamiento de Barcelona. Se casaron pero, ante la falta de perspectivas, decidieron regresar a Chile. Anuncio para Modas Torrella por Josep Maria Trabal. Durante los primeros años del exilio Antoni M. Sbert designó a Lluís Bru i Jardí como representante en Chile de la Fundació Ramon Llull, que había tomado el relevo de la Generalitat Republicana, dejando a un lado a los escritores del grupo andino:Trabal, Oliver, Benguerel, Guansé y Jordana. Hubo un escándalo y cartas indignadas, pero con el tiempo la polémica se ha desvanecido. Roser Bru conoció a Joan Oliver y se hicieron amigos. Uno de sus primeros trabajos como artista fue el decorado de una obra de teatro escrita a cuatro manos por Oliver y Benguerel, La plaça de Sant Joan. “Yo era muy amiga de Joan Oliver y Conxita Riera. Vivían muy cerca de Bellas Artes, en la calle Miraflores, casi esquina con el Parque Forestal. Trabajaba en las mañanas y estudiaba durante las tardes, y muy seguido, después de salir de Bellas Artes, pasaba por su casa.Tenían una gran habitación, una pequeña terraza, un baño, una 26/ 27 Plano y alzado de la silla diseñada por Germán Rodríguez Arias para Muebles Sur, en madera de pino y totora, con el asiento de boga, a la manera catalana. Refugio de Pere Pruna en el camino de los Cóndores, en Farellones, proyectado por Rodríguez Arias en 1954. Germán Rodríguez Arias en una caricatura de Santiago Ontañón. cocinita. Con un socio había abierto una imprenta en la Avenida Matta y Portugal”. En esta imprenta se editó el primer catálogo de Muebles Sur. Oliver escribió el texto. “Imagínate: él era una persona de dinero y en Chile vivía con escasos recursos. Además, un poeta ¿qué es lo que hace aquí? No puede escribir. Es normal que fuera el primero en regresar. Oliver había hecho la traducción de La Internacional al catalán. Era una persona comprometida. En Barcelona volvió a existir. Los escritores que podían haber apreciado su obra vinieron después: Nicanor Parra, que es un poeta ‘diferente’. O Enrique Lihn, pero este era mucho más joven”. Parra editó Cancionero sin nombre en la editorial Nascimento en 1937 y no volvió a publicar hasta 1954, Poemas y antipoemas. Para entonces hacía ya seis años que Oliver estaba en Barcelona. Le pido su punto de vista sobre los escritores catalanes exiliados en Chile. Trabal: “yo había leído en Barcelona aquel libro que se titulaba Vals. Fue el que tuvo más contactos con escritores chilenos”. Guansé: «De repente leía cosas de gente de aquí: ‘eso no está mal’. Era la única persona que podía escribir en catalán porque los catalanes que había en Santiago antes del exilio no conocían la lengua. Acabó siendo una especie de secretario del Centro Catalán». Jordana: “El primer viaje que hicimos fuera de Chile fue a Buenos Aires, donde se encontraban Núria y Joan.Trabajaba en Sudamericana y fuimos a verle. Entrabas en una habitación y todo era humo, humo. Decías: ‘se va a ahogar’”. Roser Bru cree que ninguno de ellos acabó de adaptarse del todo a Chile. “Ellos eran intelectuales. Germanor existía para los catalanes que estaban aquí, con notas de la colonia. Tenían una dimensión que no encajaba”. Otro de los exiliado catalanes de Santiago es el arquitecto del GATPAC Germán Rodríguez Arias, que fue el gran amigo de Pablo Neruda. Roser Bru tiene mucha habilidad para escarnecer la voz de Neruda, arrastrada y nasal. Dice: “‘Mira, Germán, me regalaron unas maderas...’ Y luego Germán le dibujaba algo porque le habían regalado unas maderas. En aquel lugar tan bonito, en Isla Negra, donde las rocas entran en la habitación, hay un gran libro sobre el mar: eso lo hizo Germán. Eran muy amigos. Tanto que cuando Neruda estaba como embajador en París le llamaba a Barcelona o a Ibiza y le decía: ‘vente a pasar un tiempo conmigo...’” Roser Bru trató bastante a Neruda y acabó colaborando con él en un libro de artista, Diez Odas (1965). “Íbamos a verle a menudo: compraba un queso o decía que era su natalicio, juntaba a gran cantidad de gente que le conocía y formabas parte de estos grupos donde, de pronto, éramos muchos. Otras veces íbamos solos, con Germán, y era muy interesante porque Neruda sabía muchas cosas sobre plantas y animales. En aquellas grandes reuniones, en cambio era como la adoración de un personaje”. En Santiago, Rodríguez Arias no poseía el título de arqui- Santiago Ontañón: Mina Yañez, propietaria del café Miraflores. 28/ 29 Aleluyas para los más chiquitos de Marta Brunet, con ilustraciones de Roser Bru y diseño de Mauricio Amster (1960). tecto y no podía ejercer. “Habría tenido que hacer toda la carrera. Firmaba los proyectos un muchacho llamado Delfau. Tenían una oficina: estaban Arturo Soria, que hablaba, Germán, que trabajaba y Delfau, que firmaba.Y tenía un socio espantoso que era Echeverría: el anti-Germán. Germán no era ambicioso, Neruda decía que era ‘el hombre sin camisa’. Es lo que sucede en Chile: una gran cantidad de cosas que hicieron ya no existen porque estaban en una esquina que tenía valor”. Quedan las casas de Isla Negra, La Chascona y Michoacán, que proyectó para Pablo Neruda; bastante desmantelado, el Laboratorio Benguerel en la Avenido Vicuña Mackenna; y varias construcciones en el centro de esquí de Farellones: la casa del empresario del vino Pere Mir, la posada de Antoni Padrós, la casa de Pere Pruna colgada espectacularmente sobre el acantilado. Café Miraflores Uno de los lugares míticos del exilio en Santiago es el café Miraflores que diseñó Rodríguez Arias en un local no muy grande, entre las calles Monjitas y Merced. “No había nadie que viniese a Chile y que no fuese al Miraflores. Los asientos eran como esas sillitas de Ibiza, no muy altas, con unos bancos dispuestos a lo largo de la pared. Había unas estanterías como de tranvía donde dejar los abrigos y los sombreros. Había periódicos colgados que no se encontraban en ninguna otra parte.Y más al fondo, otra salita donde, por la noche, se hacía tertulia, la gente jugaba al ajedrez... Había caricaturas colgadas en la pared. Eran de Romera, un refugiado que se hizo crítico de arte. Vivía con losTarragó, escribía en El Mercurio y fue el primero que hizo una historia de la pintura chilena. Hacía unas caricaturas parecidas a las de Bagaria. Otro que también hacía caricaturas, muy buenas, era Santiago Ontañón, que más tarde se fue a Perú. Uno de los socios era una importante señora chilena: Mina Yáñez. Mucha gente iba ahí a comer. Tenían un cocinero vasco que se llamaba Berasaluce y que más adelante se suicidó en el mismo café”. Alrededor del Miraflores van apareciendo los nombres de algunas de las principales figuras del exilio chileno. “ClaudiTarragó era muy habilidoso. Y vino con Cristian, que no tenía habilidad alguna ni sabía hacer nada: su padre era médico, su madre, pintora y pianista, él recién había terminado el bachillerato. Se juntaron y comenzaron a trabajar como pintores de paredes. Una vez se les cayó la pintura encima de unos sofás de unos catalanes, fue espantoso”. En la época de la República el hermano de ClaudioTarragó, Alejandro, era profesor en Francia, con Vicente Mengod y Eleazar Huerta. “En Chile hicieron una escuela que primero se llamó Windsor y después Kent. Todos esos casos que no se avenían con escuelas tradicionales los enviaban allá y todos tienen de ella un recuerdo fantástico”. En París y en Santiago, Alejandro Tarragó tomó bajo su protección al filósofo José Ferrater Mora. “Era muy amigo de Joan Oliver. Venía de Cuba, donde había hecho el Diccionari de filosofia. Aquí escribió una serie de libros que editó Arturo Soria. Me acuerdo que vivía ahí donde comienza Vitacura. No estuvo mucho tiempo: en seguida se fue a Estados Unidos”. Los libros y catálogos que se han publicado alrededor de la obra de Roser Bru apenas dicen nada de los inicios de su carrera. “Pintaba platos, hice botones. Un judío que había llegado como nosotros, en el 39, se juntó con un abogado de aquí, Alfonso Santa-Cruz, que fue muy amigo nuestro. Él hacía unas cajas blancas que yo dibujaba.Todas eran distintas. Uno que se llamaba Rosenthal compraba los platos blancos y yo iba el jueves y los pintaba. En una tarde conseguía mucho dinero. Después trabajé en publicidad con Mauricio Amster, que fue un hombre muy importante, como tipógrafo y diseñador de las cubiertas de la editorial Zig Zag”. Más adelante estudió en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, con José Balmes. “Éramos muy pocos: diez, veinte. Tomábamos un tranvía para ir a pintar al natural. Comencé pintando acuarelas y después pintura al fresco. Luego, cuando tuve mi primera hija,Tessa, ya entré a Pintura. En 1956 creamos elTaller 99, con Nemesio Antúnez, y soy de las primeras grabadoras nuevas que hubo en Santiago”. El arte de Roser Bru es más poético, el de Balmes más concienciado y político. Una de las obras más interesantes de la primera época es la Santiago Ontañón: Joaquín Bersaluce, cocinero del café Miraflores. 30/ 31 serie de grabados Made in Spain que realizó después de su primer viaje a Barcelona, en 1958, y que editó la Sala Gaspar en 1961. Los grabados llevan por título “Primera comunión” o “Puesta de largo” y están inspirados en anuncios y noticias que muestran el clima encerrado que a finales de los años cincuenta se vivía en España. A Delia, avec mon amitié de toujours Roser Bru mantuvo una relación de amistad muy estrecha con Delia del Carril, la hormiguita, primera esposa de Pablo Neruda. “Delia no pudo hacer su obra hasta los setenta años. Empezó en elTaller 99. Ahí estábamos cuatro o cinco personas trabajando. Ella y Victoria Ocampo habían sido las dos argentinas ricas, guapas, amigas de Paul Éluard, de Fernand Léger, de toda la gente importante de Francia. Victoria Ocampo tenía la Editorial Sur, que es la primera que traduce el Cuarto propio de Virginia Woolf. A Delia le dedicó un poema Miguel Hernández. Pintaba unos caballos que eran puro movimiento y que de tan grandes no cabían en el papel. Nosotros la ayudamos, empezamos a comprarle papel francés, la ayudábamos a hacer funcionar el tórculo. Era una aristócrata y lo sabía todo de los caballos: ‘Aquí son como de terciopelo’–decía. ‘Los blancos tienen que ser más blancos, los negros tienen que ser más negros’”. Abandonamos el estudio y entramos en la casa para ver libros y cuadros. En la gran librería hay una franja central con las ediciones de la Editorial Cruz del Sur, que editaba en Santiago de Chile el escritor Arturo Soria, con bellas tipografías de Mauricio Amster: el volumen de Poetas en el destierro (1943) de José Ricardo Morales, con una ilustración de Roser Bru, y las Poesías completas de San Juan de la Cruz en edición de Pedro Salinas (1947). Me muestra algunos discos con cubiertas de Nemesio Antúnez: Alturas de Machu Pichu/Galan para una tierra de Pablo Neruda y Tonadas de Violeta Parra. Un libro de Pablo Neruda, La copa de sangre de 1970 dedicado “A Cristian y a Roser”. En la parte superior se encuentran los libros catalanes. Me muestra el logotipo de la editorial El Pi de les Tres Branques que le encargó Joan Oliver. La ruta d’Amèrica de Domènec Guansé, Tres a la reraguarda, de C. A. Jordana editado en Buenos Aires con la dedicatoria que hace referencia a una famosa canción de Charles Trenet: “A Lluís Bru Jardí, este libro surgido entre los bum bum de las bombas, con una cordialidad nacida entre los bum bums inofensivos de una canción francesa”. En las paredes hay dibujos y pinturas de Ràfols Casamada, de Joan Miró, un Miralles, un Fontana editado por la Sala Gaspar, un Wifredo Lam. Un Fernand Léger precioso con una doble dedicatoria: “a Delia avec mon amitié de toujours. Fernand Léger” y “Delia a Roser”. Mañana regreso a Barcelona. Voy a despedirme de Anna Maria Prat en su oficina del CONICYT en la calle Canadá, en el barrio de Providencia. Me ha traído una de las ilustraciones originales de Roser Bru para La niña de piedra de Hernán del Solar que la editorial Rapa Nui editó en 1947, al lado de un montón de libros que habían sido de su tío, Francesc Trabal: las Crónicas de Madrid y Valparaíso de Joaquín Edwards Bello; Itinerario de la inquietud, las crónicas catalanas de Ricardo Latcham; Mapu Mariano Latorre y Presencia de Chile de Luis Durand. Entre estos libros se encuentra el ejemplar del Bestiari de Pere Quart editado por la Generalitat de Catalunya en 1937 con una dedicatoria en verso: Joan Jordana, Roser Bru, el crítico de arte Joan-Pau Verrié y Núria Jordana en Barcelona en los años sesenta. “A Francesc Trabal Si ambdós vam néixer/ fa el mateix temps/ a la mateixa/ ciutat dels fems;/ i si a l’exili/ marquem el pas/ entre mant Gili/ i entre dos Mas;/ demà, algun dia/ feta la pau/ junts farem via/ damunt la nau/ cap a la terra/ de Macià/ (potser Anglaterra/ ens protegirà)./ podrem tornar-hi sense trasbals,/ tu amb Bestiari/ i jo amb el Vals. Santiago 23-XII-1943 Pere Quart” No fue así. Los dos amigos se separaron para siempre en 1948. 32/ 33 La maleta del Florida. Hijo del escritor Xavier Benguerel, Leopold , llegó a Buenos Aires en enero de 1940 a bordo del Florida, el mismo barco en el que viajaba Francesc Trabal. Llevaba una maleta con juegos y cromos que trajo consigo a Santiago de Chile. “Rapa-Nui fue una idea loca que milagrosamente se realizó. Yo creo que era cosa de Trabal, porque a mi papá no lo veo solo decidiendo” Emilio del Solar es músico y matématico. Nació en Santiago de Chile en 1938, hijo del escritor Hernán del Solar. Alrededor del 127 Avenue de Flandre, donde vive Emilio del Solar, al igual que en otros muchos lugares en París, los establecimientos de la inmigración ocupan la mayor parte de las tiendas. Junto a la verja de la Residence Artois-Flandre, la Bibliotèque Benjamin Rabier dedica los escaparates a la Caperucita Roja, con libros inspirados en el personaje de Perrault: versiones clásicas y otras desmitificadoras con títulos como Mon loup o Loup, loup. Y-es-tu? Hay una traducción china y un cartel de la compañía de teatro Du bleu secret que anuncia una lectura: Des petits chaperons rouges de tous les pays. En abril de 1945, Francesc Trabal publicó un artículo en la revista Germanor donde proponía crear una escuela para que los hijos de catalanes pudieran estudiar su idioma. El 6 de agosto de 1946, con el escritor chileno Hernán del Solar, creó la editorial Rapa-Nui. Eran libros para niños y casi siempre aparecen en malas condiciones, con alguna página arrugada, garabateados o vueltos a encuadernar groseramente con esparadrapo. Historias fantásticas, que hablan del reino de las merluzas y de vacas encantadas, de monos boxeadores y animales policías. Rapa-Nui duró cinco años. En París, Emilio del Solar conserva una treintena de títulos diferentes de esa colección, libros de cuando era niño o que le ha ido enviando desde Chile la sobrina de Trabal, Anna Maria Prat. En el acta de fundación de RapaNui que se conserva en el Archivo Municipal de Sabadell aparecen nombres destacados de la colonia catalana, como el bodeguero Pere Mir, MariaTrepat de Palou o Antoni Pi, que también fue socio del Laboratorio Benguerel. Junto a ellos, figuras de la vida social y cultural chilena: el ingeniero Gregorio Amunátegui, Pedro Poplekovic, que fue admi34/ 35 nistrador de las obras del puerto de Antofagasta, o Agustín Edwards Budge, propietario y editor de El Mercurio. Mario Olea Pizarro, de la editorial Zigzag, era el socio mayoritario con más de 30.000 acciones. “Yo creo que la idea era más de Trabal que de nadie –recuerda Emilio del Solar–. Una idea loca, que milagrosamente se realizó. Porque a mi papá no lo veo yo solo decidiendo. Y quizás a Trabal solo tampoco. A lo mejor tenían que juntarse dos locos para hacer una cosa que no les correspondía a ninguno de los dos”. Uno de los cuentos de Rapa-Nui, El cazador de sombras, es la historia de un periodista que recibe la visita de un emisario del Club de los Hijos del Trébol de Cuatro Hojas. Hernán del Solar hace aparecer en él una casa misteriosa e inventos metafísicos: la “máquina para conocer el pensamiento íntimo de los árboles” o el “receptor universal de la aventura de vivir”. En Temperatura, la novela que Francesc Trabal escribió en los primeros años del exilio hay algunas ideas que hacen pensar en este cuento. El Comité de Expertos Aficionados estudia la energía Superatómica, crea un nuevo continente y lo independiza del sistema solar. Nace el Silencio Absoluto Artístico Tranquilo, la Música para el Tacto y la Radio Muda. En un borrador titulado “Época Atómica”,Trabal imagina un mundo donde siempre es de día: para dormir hace falta apagar la luz con un interruptor. A la edad de tres años una solución inyectable elimina para siempre el sudor. Nadie camina: se deslizan sobre una capa de vidrio, asfalto o materia plástica. Hay ciudades submarinas y alimentación líquida. Los dientes sólo se utilizan para hacer deporte, como los trapecistas que se mecen mordiendo la cuerda. En un momento en que el desenlace de la guerra mundial cerraba las puertas a la esperanza,Trabal buscó una salida en la ocurrencia fantástica, en la utopía más alucinante. En esta tierra de nadie coincidió con Hernán del Solar. Dos años más joven, nacido en 1901, era una rara avis de la literatura chilena. Su nombre aparece vinculado a la editorial Ercilla como asesor literario y traductor de Thomas Mann. Impulsor, con Salvador Reyes, del movimiento imaginista, que se oponía al criollismo dominante, había publicado en 1937 Viento verde, un libro de cuentos con una sensibilidad nostálgica y una visión mitificada de la niñez. En 1952 publicó un segundo libro de cuentos para adultos, La noche de enfrente. Emilio del Solar me cuenta que el libro llegó a manos del poeta Saint-John Perse. Uno de los cuentos, Rododendro, le gustó tanto que envió a su padre una carta y un libro con un poema suyo, en francés y en la versión inglesa de T. S. Eliot. Rododendro es la historia de un hombre que deja su trabajo, vive jubilado en una pensión y construye barcos en miniatura. Una muchacha de la pensión sube a verle a su cuarto, por unos instantes, recupera la juventud, la fuerza y la belleza. “No somos ni desterrados, ni exiliados, ni forasteros, (ni como en el caso de Ella, insatisfechos, incomprendidos). Todo es cuestión de cambiar de cara: en lugar de quejas, de acusaciones, en lugar del constante lamento, voltear la imagen y darse cuenta que América, un poco nuestra, puede sernos bella, agradable, rica de futuro y posibilidades”. Francesc Trabal. La vida es bella. Czarda (1945) Notas para un cuento, de Francesc Trabal; La Osa Mayor de Ricardo Chevalier, pseudónimo de Hernán del Solar (1950) y viñeta de Josep Maria Trabal para Una invitación de la microdmia (29 de enero de 1942). «Año 1962 -Sí, es un recién llegado... es uno de los del Winnipeg...» 36/ 37 Las hermanas Henriette, Margarita, Martha y Elena Emilio del Solar salió de Chile en 1963 para ir a estudiar lógica matemática en Polonia, con Mostovski, uno de los discípulos deTarski que se quedó en Varsovia cuando el maestro partió para Estados Unidos. Diez años después, se trasladó a París como refugiado político, siguiendo a su amigo, el director de cine Raúl Ruiz. En Les trois couronnes du matelot (1983) aparece como extra: es el profesor de teología asesinado por el discípulo en la primera escena del film. Me cuenta que la familia de su padre era muy católica. Por el hecho de ser escritor lo consideraron siempre la oveja negra. La familia de su madre, los Petit, eran de origen francés: cinco hermanas hijas de un cirujano de Burdeos que hizo carrera en Santiago. Magdalena fue escritora; Henriette, pintora; Martha, cantante; Margarita y su madre, Elena, estudiaron música. En las fotografías familiares aparecen en la cubierta de un barco, en un ademán delicado o con un gesto deportivo, con vestidos vaporosos, sombreros y turbantes. Petit, en barco, junto a sus amigas Hubner y Price, y en Zapallar a principios de los años treinta. Las hermanas Petit forman parte de la Sociedad Bach que estrenó en Santiago la Pasión según San Mateo. La tía Martha hacía de mezzo soprano. En los años de la guerra mundial, todos los grandes directores de orquesta actuaban en Chile. Emilio recuerda especialmente a Eric Kleiber. “La orquesta de Chile le gustaba mucho más que la de Buenos Aires. Se pasaba un mes entero dirigiendo cada semana un concierto distinto. Yo tenía un profesor de música, que en Europa había sido asistente de Claudio Arrau y que emigró también por la guerra. Me dijo que llegó a Chile con un poco de miedo, sin saber lo que iba a encontrar allí en música y, de repente, la primera sorpresa: los conciertos sinfónicos dirigidos por Eric Kleiber. En Berlín había tenido que hacer cola para escuchar un concierto de Kleiber en su vida y en Santiago tenía un concierto cada semana. Se iba Kleiber y llegaba Fritz Busch. Se iba Busch y llegaba Herman Scherchen, que era otro de los grandes...” Henriette Petit pintaba unos óleos con mujeres desnudas, maduras y más bien rollizas. En los años veinte formó parte del grupo de Montparnasse, con José Perotti, los hermanos Julio y Manuel Ortiz de Zárate, y con su marido Luis Vargas Rosas. En la casa de Hernán del Solar, en la calle María Luisa Santander 537, muy cerca de la calle Condell donde vivían losTrabal, se hallaba el busto de Henriette Petit, de Bourdelle, que actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Santiago. Me llevo La Quintrala de Magdalena Petit para leerla en el hotel. En su libro Los Lipsperguer y la Quintrala, Benjamín Vicuña Mackenna habla de Catalina de los Ríos, “la Quintrala”, como de un personaje siniestro, “opulenta e irresponsable Mesalina, cuyos amantes pasaban del lecho de la lascivia a los sótanos de la muerte”. Magdalena Petit eligió esta historia para escribir una novela de amores infernales, que publicó en 1946 y que es su obra más conocida. “Mi tía fue una de las que hizo conocer a Proust en Chile. Estaba aquí en París cuando Proust todavía no era famoso y se entusiasmó con su obra. Cuando volvió a Santiago dejó encargado que cada vez que salieran los próximos tomos de Proust se los mandaran.Y a medida que iban llegando, las cuatro hermanas se peleaban por ver quién iba a leerlos después de ella. Anna Maria me ha contado que su tío era muy proustiano y que una de las cosas que le hizo empezar a leer a Proust muy tarde fue el rechazo que le provocaba su insistencia. A mí me pasó algo parecido. Lo leí en Polonia muchos años después y me encantó. Tenían razón”. Square Saussure ¿Cuándo se conocieron Hernán del Solar y Francesc Trabal? “Yo creo que fue en el British Council. Mi padre trabajó allí durante toda la guerra. Publicaban una revista que se llamaba La Quinzena. En mi casa había un hato así de esta revista, que desde Chile se distribuía a toda América del Sur. Uno de los personajes que trabajaban en el British Council era un señor que se llamaba Stephen Clissold que más tarde publicó un par de libros en Rapa-Nui. Lo han puesto como seudónimo de mi padre y no lo es: Clissold existió. Era un inglés muy alto que usaba unos pantalones que le quedaban cortos. Un dia llegó Francesc Trabal y le dijo: parece que ha crecido usted...”. Días más tarde, en el Arxiu Històric de Sabadell, encuentro un documento que confirma la teoría de Emilio: una “Proposición para la expansión del libro británico en Chile”, firmada por Trabal y Del Solar, de junio de 1946, donde se examinan los beneficios de publicar en Santiago una guía de novedades y de crear una Librería Inglesa. “Referencias nuestras pueden ser facilitadas por representantes del British Council en Chile, por el Departamento Británico de informaciones en Santiago, por la embajada de S.M. en Chile y por el Instituto Chileno-Británico.” Elena Petit, Emilio y Hernán del Solar en la casa de la calle María Luisa Santander. 38/ 39 >> Francesc Trabal en Valparaíso en 1942. En los primeros años de su estancia en Chile,Trabal hizo traducir al castellano algunas de sus novelas de antes de la guerra –Judita (1941) y Vals (1945)–, pero después de Temperatura no volvió a publicar. En Sabadell se conserva un listado de obras en proyecto: algunos los llevaba de Barcelona a medio hacer o en idea; otros debieron de surgir del contacto con la vida de Santiago: comedias, vodevils, novelas documentales y novelas policiacas, una novela que se había de titular Valsa, protagonizada por una chica, que tenía que ser el reverso de Vals. Dos novelas para niños: Memòries d’un noi de deu anys (“Memorias de un chico de diez años”) y Viatge per carreteres desconegudes (“Viaje por carreteras desconocidas”). Entre los papeles deTrabal figuran fragmentos de cuentos, argumentos y dos carpetas con dos proyectos que no salieron adelante. Una novela “a ritmo de czarda” que había de titularse La vida es bella. La czarda es una danza tradicional de Hungría que se baila por parejas con un compás binario. El argumento tiene relación con los acontecimientos del año 1945, cuandoTrabal escribió una carta abierta a los dirigentes del Centre Català para pedir la unidad ante el sacrificio de miles de catalanes en los campos de batalla europeos. El protagonista sale de una reunión del Centre Català desengañado, se va al Estadio Francés, conoce a una mujer y tiene una aventura con ella. A través de esta relación se da cuenta de su error, recapacita y vuelve a la reunión. Ha descubierto el Gran Misterio Forjador del Futuro de las Américas: el hombre que en Sabadell tendría un pequeño negocio, en Chile es capaz de promover grandes empresas. El otro proyecto bien documentado es Square Saussure; se conservan de él diversas páginas con un guión general y una serie de fichas con detalles del argumento y perfiles de personajes. Me la imagino como una novela fluctuante, con personajes que entran y salen de la plaza, una novela, tal vez, como las Impressions d’Afrique de Raymond Roussel. Entre los personajes de las fichas se encuentra el crítico chileno Ricardo Latcham, y Montllor (“del Banco de Sabadell”), Pi (“el hombre de negocios batiburrillo”) y Dick y Blair, ingleses (“si no lo fueran, serían tenderos”). Le pregunto a Emilio por algunos de los personajes chilenos. Margarita Aguirre: “Trabajó como locutora en Radio Rapa-Nui. En aquella época era estudiante del Pedagógico. Más tarde fue secretaria de Pablo Neruda y también escritora”. Guido Ristori: “un hombre de negocios que trabajó con ellos en Rapa-Nui, aunque me temo que hiciera más mal que bien”. El personaje que más llama mi atención es “Leng, compositor-dentista”. En sus novelas de los años treinta, Trabal había imaginado personajes que se dedicaban a perder y a encontrar toda clase de objetos o que, de pronto, estallaban como un globo, saltándose todas las convenciones narrativas. “Leng es una figura muy interesante. Empezó a escribir a comienzos de siglo una música un poco postwagneriana, como también la de Richard Strauss, y con una gran afinidad con Alexander Scriabin, el compositor ruso, que no se puede explicar por influencia recíproca”. En 1947 llegó a Chile un compositor alemán, Fré Focke. Leng le pidió que diese clases de dodecafonismo y de música serial. “En esa época debía tener sesenta y tantos años. Se puso a estudiar como un alumno y quiso hacer algo siguiendo esta técnica. Lo extraordinario de esta sonata es que utilizando técnicas tonales y música serial mantiene el estilo Leng, un poco lírico, de los viejos tiempos”. En su departamento de la Avenue de Flandre, Emilio del Solar ensaya la Sonata nº 2 en un piano que le regaló el hijo del compositor, Horacio Leng, con la idea de grabar un disco. Joaquín Edwards Bello y Hernán del Solar fotografiados por Hans Ehrmann. Le pregunto sobre el detalle surrealista que cautivó a Trabal: un compositor-dentista. «Es una historia muy divertida. Alfonso Leng no sabía muy bien lo que tenía que estudiar para ganarse la vida, a él le gustaba la música. Tenía un gran amigo que se llamaba Alberto García Guerrero. Ambos habían seguido cursos en el conservatorio pero, para ganarse la vida, la música no les podía dar mucho. García Guerrero decidió estudiar dentística para tener una profesión. Y Alfonso Leng se fue con su amigo a la escuela dental para poder seguir conversando de música. Resulta que al año siguiente este señor dejó la escuela dental y se fue a Canadá, donde se convirtió en el profesor de piano de Glenn Gould. Y Alfonso Leng siguió y se recibió de dentística. Se volvió un especialista bastante importante, pero se dedicó mucho más a la investigación que a la práctica. Cuando visitaban a sus pacientes les decía: ‘usted lo que tiene que hacer es ir a ver a un dentista’». Edwards, del Solar, Trabal Detrás del anecdotario divertido, del despropósito genial que revela la perplejidad ante el mundo, se adivina, una vez más, la tristeza. Hernán del Solar fue un escritor prometedor. En los últimos años de su vida destacó como crítico, pero después de La noche de enfrente ya no volvió a escribir ningún otro libro de narrativa para adultos. Después del Premio Nacional de Literatura que ganó en 1968, la familia volvió a aceptarle, pero cuando murió liquidaron sin escrúpulos su biblioteca y quemaron sus papeles. Luego de una época de gran actividad,Trabal desapareció silenciosamente y hoy día pocas personas en Santiago le recuerdan. En un momento en que el centro intelectual se hallaba en Isla Negra, alrededor de Neruda, se instaló solitario en Concón. Cuando murió en 1957, Joaquín Edwards Bello envió una carta de pésame a la familia donde le recordaba como un joven dinámico y optimista, lleno de talento, “...capaz de distanciarnos con su obra. El destino mandó algo muy diferente”. Edwards adivina el final de una época de aventuras, generosa y dinámica: “Faltan miles de Francescs aquí y en todas partes”. En las bibliografías de Hernán del Solar, figura sobre todo por sus antologías y artículos. ¿Por qué no escribió más narrativa? “Tenía proyectos, como Trabal. E incluso creo que algunos de esos proyectos los discutían juntos. Me acuerdo que una de las ideas era un juego con el tiempo. Se trataba de dos personas que vivían con ritmos de tiempo completamente distintos. De repente contaba sugerencias que le había dado y se reía a carcajadas. Y eso nunca lo escribió. Recuerdo que quería escribir una novela realista y que no le gustó. Yo me imagino que a lo mejor hubiera resultado una especie de invención a dos voces, si hubieran trabajado juntos. Hubiera podido ser algo bien divertido. En una época se pasaba mucho especulando sobre ese futuro libro que nunca publicó”. “Anna vivió con la única obsesión de ser alguna cosa, de hacer algo en la vida –escribióTrabal en las últimas páginas de Temperatura–. Pero en la época actual no pudo realizar su quimera. Creyó que hubiese podido vivir en una época más avanzada, tal vez le habría sido posible. Igualmente inútil. Se propuso otro futuro, dando marcha atrás. Se horrorizó, del mismo modo, de su pretensión. El problema de Anna es el problema de todos”. Leng, Trabal, del Solar, Edwards Bello: el inútil de la familia, el personaje incómodo y superfluo, demasiado sensible para encontrar un lugar en una realidad que, después de dos guerras, presentaba un rostro indescifrable, exiliado del mundo. 42/ 43 SOCIEDAD ESTATAL PARA DIRECTORES: LA ACCIÓN CULTURAL EXTERIOR Abdullah Ommidvar Farhadi DE ESPAÑA, SEACEX Presidente de la Fundación Chilena PRESIDENTA de Imágenes en Movimiento Carmen Cerdeira Morterero DIRECTORA GENERAL AlanTrampeTorrejón Mª Isabel Serrano Sánchez Subdirector Nacional de Museos DIRECCIÓN DE PROYECTOS Pilar Gómez Gutiérrez Cecilia García-Huidobro F. zu Knyphausen. GERENCIA DE SERVICIOS GENERALES Vice-Presidenta Ejecutiva de la Corporación Pilar González Sarabia del Patrimonio Cultural de Chile COMUNICACIÓN Y RELACIONES INSTITUCIONALES Alicia Piquer Sancho Emilio Lamarca Orrego EXPOSICIONES Director de Asuntos Culturales, Ministerio Belén Bartolomé Francia de Relaciones Exteriores CONTEMPORÁNEO Marta Rincón Aretillo Gaspar Galaz Capechiacci ECONÓMICO-FINANCIERO Profesor titular Escuela de Arte, Pontificia Julio Andrés Gonzalo Universidad Católica de Chile JURÍDICO Adriana Moscoso del Prado Hernández José Luis Mardones Santander Presidente del Banco del Estado INSTITUT RAMON LLULL DIRECTOR Pedro Celedón Bañados Josep Bargalló Director Escuela de Arte, Pontificia DIRECTORA ADJUNTA Universidad Católica de Chile Neus Fornells DIRECTOR DE PLANIFICACIÓN Y COMUNICACIÓN DIRECCIÓN GENERAL Antoni Batista DIRECTORA EJECUTIVA RESPONSABLE DEL ÁREA DE LENGUA Alejandra Serrano M. Àngels Prats RESPONSABLE DEL ÁREA DE CREACIÓN GERENTE DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS Borja Sitjà MicaelaThais Santa Cruz RESPONSABLE DEL ÁREA DE HUMANIDADES Y CIENCIA CarlesTorner ASESOR LEGAL GERENTE FlavioTapia Josep Marcé PRENSA Y COMUNICACIONES CONSORCIO DEL CENTRE Rosario Mena DE CULTURA CONTEMPORÀNIA DE BARCELONA, CCCB PRESIDENTE PRODUCTOR GENERAL Y ENCARGADO DE AUSPICIOS Freddy Araya Celestino Corbacho VICEPRESIDENTE Jordi Hereu DIRECTOR GENERAL ASISTENTE DE PRODUCCIÓN Y ENCARGADA DE EVENTOS Alejandra Domedel Josep Ramoneda ASISTENTE DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS CENTRO CULTURAL PALACIO Elizabeth Sobino LA MONEDA SECRETARIAS FUNDACIÓN PRESIDENTA Claudia Mercado Carolaine Hidalgo Paulina Urrutia Fernández Ministra de Cultura ESTAFETA Henry Pereira DIRECTOR FUNDADOR Álvaro J. Covacevich Cineasta y Paisajista Urbano EXPOSICIÓN ORGANIZAN MONTAJE DISEÑO DE MUSEOGRAFÍA Sociedad Estatal para la Acción Cultural Croquis, S.A. Paola Irazábal Institut Ramon Llull PRODUCCIÓN GRÁFICA JEFA DEL ÁREA EDUCATIVA Centre de Cultura Contemporània Maud Gran Format, S.L. Milagros de Ugarte Exterior de España (SEACEX) de Barcelona (CCCB) CARTOGRAFÍA ASISTENTE DE PRODUCCIÓN Víctor Hurtado / IKONA Infografía, S.L. Ana Sanhueza Sociedad Estatal para la Acción Cultural ILUSTRACIÓN PALABRAS DE OPOTON EL VIEJO JEFE TÉCNICO Exterior de España (SEACEX) Enric Jardí Antonio Palacios Centre de Cultura Contemporània AUDIOVISUALES TÉCNICOS DE MONTAJE de Barcelona (CCCB) DOCUMENTAL Francisco Espinoza Centro Cultural Palacio La Moneda Dirección: Joaquim Jordà Patricio Ramírez Guión: Joaquim Jordà, Julià Guillamon y Pedro Silva Centro Cultural Palacio La Moneda PRODUCEN Institut Ramon LLull COLABORAN Laia Manresa Ministerio de Asuntos Exteriores y Ayudante de dirección y producción: Irina Vañó TRANSPORTE de Cooperación de España Operador de cámara: Diego Dussuel TTI, S.A. Ministerio de Cultura de España Técnico de sonido: Amanda Villavieja Embajada de España en Chile Montaje: Núria Esquerra SEGUROS Centro Cultural de España en Chile Ilustradores: Miguel Brieva,Teo Navarro y MAPFRE Ricardo Egoscozábal El proyecto original, iniciativa de Barcelona Casting y dirección voces en off: Bruno Jordà 2005, Any del Llibre i la Lectura, se presentó CATÁLOGO en el Centre de Cultura Contemporània REALIZACIÓN DE LOS VÍDEOS: de Barcelona (CCCB) del 4 de octubre de 2005 CASA DE HERNÁN CORTÉS, ANTIGUA al 29 de enero de 2006 VENTA DE FRUTAS, VERACRUZ EDICIÓN María Novaro Sociedad Estatal para la Acción Cultural Se ha mostrado en el Centro Cultural Recoleta. CHALMA Exterior de España, SEACEX Buenos Aires. Argentina Juan Carlos Rulfo 14 de diciembre de 2006 – 11 de febrero de 2007 ENCUENTRO CON VICENTE ROJO DIRECCIÓN Arturo Ripstein Julià Guillamon Centro Cultural Palacio La Moneda PANTEÓN FRANCÉS, MÉXICO D.F. Santiago. Chile Valentina Leduc COORDINACIÓN 15 de marzo – 6 de mayo de 2007 BUENOS AIRES Susana Urraca Joaquim Jordà y Laura Casaponsa DISEÑO GRÁFICO Posteriormente viajará a México D.F. OTROS VÍDEOS E INSTALACIONES SONORAS Mariona Garcia COMISARIOS Y AUDIOVISUALES Julià Guillamon Arí Bartra y Departamento de Audiovisuales TRADUCCIÓN Joaquim Jordà del CCCB Carlos Guzmán Moncada y Marta Noguer Ferrer Francesc Abad Marc Desmonts, responsable de instalaciones audiovisuales del CCCB FOTOMECÁNICA Scan 4 COMITÉ ASESOR Maria Campillo CENTRO CULTURAL PALACIO Albert Manent LA MONEDA IMPRESIÓN TalleresTrama, S.A. Francesc Vilanova DIRECTORA DE EXPOSICIONES COORDINACIÓN GENERAL Dominique Hughes © SEACEX, 2007 SEACEX. Departamento de Exposiciones. Mercedes Serrano JEFA DE PRODUCCIÓN CCCB. Servicio de Exposiciones. María Elena del Valle ISBN: 978-84-96008-93-9 Eva Gimeno Teresa Navas © de los textos Julià Guillamon JEFE DE MUSEOGRAFÍA Y MONTAJE Queda hecho el depósito Ley 11723. Pablo Rivera Reservados todos los derechos de esta edición. PROYECTO, DIRECCIÓN DEL MONTAJE Y GRÁFICA Mizien (Ivan Bercedo y Jorge Mestre, EDITORA DE CONTENIDOS arquitectos; adaptación gráfica Marc Valls) Natalia Arcos 44/ 45 AGRADECIMIENTOS La Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España, el Institut Ramon Llull, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona y el Centro Cultural Palacio La Moneda agradecen su colaboración a los siguientes: PRESTADORES Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona Emilio del Solar Montse Mañosa Arxiu Nacional de Catalunya, Sant Cugat del Vallès Marina Subirats Fernando Marzá Arxiu Històric Comarcal de Manresa LambertTarragó Gema Micheto Arxiu Històric Comarcal deTerrassa IrèneTenèze Rosa Miranda Mercè Obón Arxiu Històric de Sabadell Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes de COLABORADORES Sònia Parra Catalunya. Fons Germán Rodríguez Arias, Barcelona Centro Cultural de España en Chile Bibiana Palomar Biblioteca Nacional de Chile, Santiago de Chile Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico, Neus Peregrina Biblioteca Popular Fidel Fita-Ajuntament d’Arenys de Mar Santiago de Chile Enrique Pérez Castallo Centre Català de Santiago de Chile Generalitat de Catalunya. Junta de qualificació, Natasha Ponso Fundació Palau, Caldes d’Estrac valoració i exportació de béns del Patrimoni Sara Puig Alsina Fundación Francisco Godia, Barcelona cultural de Catalunya. Direcció General del Pere Puig i Ustrell Institut delTeatre, Barcelona Patrimoni Cultural Iria Retuerto Museu deTerrassa Institut Valencià d’Art Modern, IVAM Dolça Roca Tribunal Superior de Justícia de Catalunya. Dirección Ministerio de Cultura. Junta de Calificación, Encarna Roca General de Relaciones con la Administración de Justicia Valoración y Exportación de Bienes del Joan Ignasi Salcedo del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya Patrimonio Histórico Español Josep Sampera Universidad de Santiago de Chile INAH. ComitéTécnico de Ayuda a los Josep Maria Sans iTravé Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Republicanos Españoles (CTARE) México D.F Eloísa Sendra Adina Amenedo Maria Eugènia Alegret Carme Alomar Magda Alemany XavierTarraubella Cristian Aguadé Cristina Alonso JordiTorner José Balmes Carmen Amador Ana Valls Leopold Benguerel Claudia Bacci Ana Vázquez Marta Benguerel Pilar Barraca Mª del Perpetuo Socorro Villarreal Escárrega Montserrat Bru Ximena Barrientos Diana Wechsler Roser Bru Gracia Barrios Fabiola Zuleta Rafaela de Buen Conchita Berasaluce José Calvet Maria Bohigas Maria Campillo Andreu Carrascal Amadeu Cuito Carmen Carreño Maria Eugènia Dalmau Jordi Castellanos Manuel Danneman Luciano Cedillo Carles Fontseré Joan Comesolives Maria Antònia Freixes Ximena Cruzat Sigfried Grimau Ilonka Csillag Mònica Ibàñez Mercè Cussó Montserrat Julió José Antonio David Gloria López-Llovet Lilly Duffau Arturo Lorenzo Emilio Elena Beatriz Lorenzo Domènec Ferran Jesús Oyamburu David Ferrer Bautista Josep Palau Jordi Font Víctor Pérez Vera Diana García Calvo Núria Pi-Sunyer Julieta Gil Elorduy Anna Maria Prat Teresa González Andreu Villa Laura Prats Prat Laura Cecilia González Isabel Serrano Varea-Bernat Pere Pruna Gascon Carlos González-Barandiaran Pere Pruna Pons Xavier Jordana Maria Rahola Josep Lluís Lorca Nina Serratos PROCEDENCIA DE LAS IMÁGENES Y CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS p. 4: Biblioteca Nacional de Chile, Santiago de Chile Cerchez le catalan p. 6: Rafaela de Buen, Santiago de Chile José Balmes p. 12: Adina Amenedo, Santiago de Chile. Fotografía: Ramiro Elena p. 14: Montserrat Bru, Santiago de Chile p. 15: Adina Amenedo, Santiago de Chile p. 17, 18, 20: Editorial Ocholibros, Santiago de Chile Roser Bru p. 22: Anna Maria Prat, Santiago de Chile. Fotografía: Ramiro Elena p. 25, 33: Roser Bru, Santiago de Chile p. 26: Montserrat Julió, Madrid p. 27: Fons FrancescTrabal, Arxiu Històric de Sabadell - Fundació La Mirada p. 28 superior: Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, Fons Germà Rodríguez Arias p. 28 inferior izquierda: Pere Pruna, Santiago de Chile p. 28 inferior derecha: Centro Cultural de España, Santiago de Chile p. 29, 31: Emilio Elena, Romera y su tiempo. Centro Cultural de España, Santiago de Chile, 2001 p. 30: Julià Guillamon, Barcelona Emilio del Solar p. 34: Leopold Benguerel, Barcelona. Fotografia: Ramiro Elena p. 36 izquierda e inferior derecha: Fons FrancescTrabal, Arxiu Històric de Sabadell - Fundació La Mirada p. 36 superior derecha, 38, 39: Emilio del Solar, París p. 41: Fons FrancescTrabal, Arxiu Històric de Sabadell - Fundació La Mirada. Reproducción fotográfica: J. Carles Lorenzo p. 42: Hans Ehrmann. Biblioteca Nacional de Chile, Santiago de Chile p. 48: Leopold Benguerel, Barcelona. Fotografia: Ramiro Elena 46/ 47 Cromos de la serie El Túnel del chocolate Amatller que Leopold Benguerel llevó al exilio en 1939, con la imagen de un viaje transatlántico.