TEMA N°1: Introducción “Al comienzo del nuevo milenio, mientras se cierra el Gran Jubileo en el que hemos celebrado los dos mil años del nacimiento de Jesús y se abre para la Iglesia una nueva etapa de su camino, resuenan en nuestro corazón las palabras con las que un día Jesús, después de haber hablado a la muchedumbre desde la barca de Simón, invitó al Apóstol a « remar mar adentro » para pescar: « Duc in altum » (Lc 5,4). Pedro y los primeros compañeros confiaron en la palabra de Cristo y echaron las redes. « Y habiéndolo hecho, recogieron una cantidad enorme de peces » (Lc 5,6). ¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: « Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre » (Hb 13,8).” Con estas maravillosas palabras, el 6 de enero del 2001, SS Juan Pablo II concluía el gran jubileo del año 2000. La invitación es hecha a todos y cada uno de los miembros de nuestra Iglesia, a cada uno de nosotros, todos somos llamados a “remar mar adentro” en este nuevo siglo, siglo de profundos cambios en lo social, científico, económico, religioso y tantos otros aspectos. “Duc in altum: Remar mar adentro”, confiando en el Señor, siguiendo sus enseñanzas, apoyándonos en Él será más fácil; pero sin duda no tendremos grandes dificultades “al remar” si conocemos “las corrientes, las mareas, los mares, los pronósticos meteorológicos, los puertos por los que deberemos atravesar, etc.”. Hoy más que nunca se hace necesario qué miremos nuestro mundo, identifiquemos las preocupaciones que rodean al hombre del siglo XXI, sus temores, dudas, debemos prepararnos para “remar” y principalmente para que nuestros hijos también lo hagan, todavía junto a nosotros pero muy luego “en sus propias barcas”. Temas como el dolor y la muerte, bioética, sectas, religiones cristianas y no cristianas…Conceptos como globalización, relativismo, “new age”, ecumenismo y tantos otros nos invaden día a día con más fuerza, ¿tenemos claro que significan? ¿Somos capaces de explicarlos a nuestros hijos de manera de prepararlos para enfrentar el mundo en que les ha tocado vivir?... Sin duda que existen muchos de ellos que tal vez no entendamos o seamos capaces de explicar, es más, tal vez tenemos un concepto errado con respecto a estos “nuevos términos”. Trataremos pues, durante el transcurso de este año de revisar algunos de ellos. Partamos por un tema que tal vez está en boca de todos, incluso en niños pequeños: Globalización Todos hemos oído hablar de la globalización, pero... ¿sabemos lo que es? ¿Qué repercusión tiene en nuestras vidas? ¿A quién beneficia? ¿A quién perjudica? ¿Quién la dirige? Se trata de un campo muy amplio y de gran interés para comprender qué está pasando ahora en el mundo. Globalización desde el punto de vista económico es un término difícil de definir pero que, en cualquier caso, está determinado por dos variables: Una se refiere a la globalización de carácter financiero que ha tenido lugar en el mundo al calor de dos fenómenos: los avances tecnológicos y la apertura de los mercados de capitales. La otra globalización, se trata de las transacciones de bienes y servicios que se realizan a nivel mundial. Sin duda que esto trae consecuencias en muchos otros aspectos. SS Juan Pablo II dirigiéndose a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, se refería al tema de la Globalización: “Esto no sólo ha producido una creciente interdependencia de las economías y de los sistemas sociales, sino también una difusión de nuevas ideas filosóficas y éticas basadas en las nuevas condiciones de trabajo y de vida, que están introduciéndose en casi todas las partes del mundo. La Iglesia examina cuidadosamente estos nuevos hechos a la luz de los principios de su doctrina social. Para hacerlo, debe profundizar su conocimiento objetivo de estos fenómenos emergentes. La globalización del comercio es un fenómeno complejo y en rápida evolución. Su característica principal es la creciente eliminación de las barreras que dificultan el movimiento de las personas, del capital y de los bienes. Representa una especie de triunfo del mercado y de su lógica que, a su vez, produce rápidos cambios en los sistemas sociales y en las culturas. Muchas personas, especialmente las más pobres, la viven como una imposición, más que como un proceso en el que pueden participar activamente. La globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella. Ningún sistema es un fin en sí mismo, y es necesario insistir en que la globalización, como cualquier otro sistema, debe estar al servicio de la persona humana, de la solidaridad y del bien común. Una de las preocupaciones de la Iglesia con respecto a la globalización es que se ha convertido rápidamente en un fenómeno cultural. El mercado como mecanismo de intercambio se ha transformado en el instrumento de una nueva cultura. Muchos observadores han notado el carácter intruso, y hasta invasor, de la lógica de mercado, que reduce cada vez más el área disponible a la comunidad humana para la actividad voluntaria y pública en todos los niveles. El mercado impone su modo de pensar y actuar, e imprime su escala de valores en el comportamiento. Los que están sometidos a él, a menudo ven la globalización como un torrente destructor que amenaza las normas sociales que los han protegido y los puntos de referencia culturales que les han dado una orientación en la vida. Lo que está sucediendo es que los cambios en la tecnología y en las relaciones laborales se están produciendo demasiado rápidamente para que las culturas puedan responder. Las garantías sociales, legales y culturales, que son el resultado de los esfuerzos por defender el bien común, son muy necesarias para que las personas y los grupos intermedios mantengan su centralidad. Sin embargo, la globalización a menudo corre el riesgo de destruir las estructuras construidas con esmero, exigiendo la adopción de nuevos estilos de trabajo, de vida y de organización de las comunidades. Además, en otro nivel, el uso que se hace de los descubrimientos en el campo biomédico tiende a coger desprevenidos a los legisladores. Con frecuencia la investigación misma es financiada por grupos privados, y sus resultados se comercializan incluso antes de que se pueda poner en marcha el proceso de control social. Nos encontramos aquí ante un aumento prometeico del poder sobre la naturaleza humana, hasta el punto de que el mismo código genético humano se mide en términos de costos y beneficios. Todas las sociedades reconocen la necesidad de controlar este desarrollo y asegurar que las nuevas prácticas respeten los valores humanos fundamentales y el bien común. La afirmación de la prioridad de la ética corresponde a una exigencia esencial de la persona y de la comunidad humana. Pero no todas las formas de ética son dignas de este nombre. Están apareciendo modelos de pensamiento ético que derivan de la globalización misma y llevan la marca del utilitarismo. Con todo, los valores éticos no pueden ser dictados por las innovaciones tecnológicas, la técnica o la eficiencia; se fundan en la naturaleza misma de la persona humana. La ética no puede ser la justificación o legitimación de un sistema; más bien, debe ser la defensa de todo lo que hay de humano en cualquier sistema. La ética exige que los sistemas se adecuen a las necesidades del hombre, y no que el hombre se sacrifique en aras del sistema. Una consecuencia evidente de esto es que los comités éticos, presentes ahora en casi todos los campos, deberían ser completamente independientes de los intereses financieros, de las ideologías y de las visiones políticas partidistas. La Iglesia, por su parte, sigue afirmando que el discernimiento ético en el marco de la globalización debe basarse en dos principios inseparables: - El primero es el valor inalienable de la persona humana, fuente de todos los derechos humanos y de todo orden social. El ser humano debe ser siempre un fin y nunca un medio, un sujeto y no un objeto, y tampoco un producto comercial. - El segundo es el valor de las culturas humanas, que ningún poder externo tiene el derecho de menoscabar y menos aún de destruir. La globalización no debe ser un nuevo tipo de colonialismo. Debe respetar la diversidad de las culturas que, en el ámbito de la armonía universal de los pueblos, son las claves de interpretación de la vida. En particular, no tiene que despojar a los pobres de lo que es más valioso para ellos, incluidas sus creencias y prácticas religiosas, puesto que las convicciones religiosas auténticas son la manifestación más clara de la libertad humana. La humanidad, al embarcarse en el proceso de globalización, no puede por menos de contar con un código ético común. Esto no significa un único sistema socioeconómico o una única cultura dominante, que impondría sus valores y sus criterios sobre cuestiones éticas. Las normas de la vida social deben buscarse en el hombre como tal, en la humanidad universal nacida de la mano del Creador. Esta búsqueda es indispensable para evitar que la globalización sea sólo un nuevo nombre de la relativización absoluta de los valores y de la homogeneización de los estilos de vida y de las culturas. En todas las diferentes formas culturales existen valores humanos universales, los cuales deben manifestarse y destacarse como la fuerza que guíe todo desarrollo y progreso. La Iglesia seguirá colaborando con todas las personas de buena voluntad para asegurar que en este proceso triunfe la humanidad entera, y no sólo una élite rica que controla la ciencia, la tecnología, la comunicación y los recursos del planeta en detrimento de la gran mayoría de sus habitantes. La Iglesia espera ardientemente que todos los elementos creativos de la sociedad contribuyan a promover una globalización que esté al servicio de toda la persona y de todas las personas”. Al leer el discurso de SS Juan Pablo II vemos como aparecen en él aquellos temas que en un principio detectamos como “novedades, problemas o desafíos” de nuestro siglo. La Globalización implica la incorporación de nuevos movimientos religiosos, éticos, nuevas formas de pensamientos y de vida que en muchos casos atentan directamente con nuestros valores y principios católicos-cristianos Relativismo Sin duda uno de los puntos que hoy en día afectan directamente a nuestra fe es el relativismo. SS Benedicto XVI ya lo decía en la homilía de la Misa, con la que daba comienzo el Cónclave para elegir al nuevo Papa, luego de la muerte de su SS Juan Pablo II. El entonces Decano del Colegio cardenalicio, Card. Joseph Ratzinger, enunció algunos de los retos que enfrentaría el próximo Papa. En ese mensaje puso especial énfasis en un fenómeno de la cultura contemporánea, al que llamó la «dictadura del relativismo»: “¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento!... La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (cf. Ef 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”. Así pues, el relativismo consiste en la postura que dice que la verdad de todo conocimiento o principio moral depende de las opiniones o circunstancias de las personas. Como las opiniones y las circunstancias son cambiantes, ningún conocimiento o principio moral, según esta postura, es objetivo o universal. Es decir, el relativismo postula que ningún conocimiento o principio moral es verdadero independientemente de las opiniones de las personas o de sus circunstancias, ni tampoco, por esa misma razón, es válido para todos en todo tiempo y lugar. En realidad, el relativismo, en cuanto al conocimiento de la realidad en general, deviene en agnosticismo (la negación, o la puesta en duda, de la capacidad del ser humano de conocer la verdad objetiva); y, en cuanto al conocimiento de lo moral, en individualismo o subjetivismo. Creemos firmemente que uno de los problemas de fondo del mundo contemporáneo es el relativismo moral. El mundo se está dividiendo rápidamente en dos campos: los que creen que todo es relativo y los que creen que no todo es relativo, sino que existen unos principios morales objetivos, universales y absolutos; es decir, principios que gozan de existencia propia y que son aplicables a todos los seres humanos en toda circunstancia y lugar. Las categorías de "liberal" y "conservador" cada día son menos relevantes. En la práctica, las personas que se suscriben a una u otra clasificación lo hacen por motivos principalmente políticos, más que éticos. Y lo político, aunque es importante, no toca el fondo del problema, que es de índole moral, ya que la crisis actual es de valores y los valores deben ser el fundamento de todo actuar humano. Por otro lado, cada día hay más personas "conservadoras" que aceptan principios "éticos" relativistas. Por ejemplo, en EEUU hay personas del Partido Republicano, considerado en general un partido "conservador", que o no consideran que el problema del aborto es fundamental o que aceptan el "derecho" al aborto, aunque en privado lo rechacen. Dentro del campo "liberal" (casi siempre representado por el Partido Demócrata), hay personas que, en una especie de "ética alternativa", enarbolan ciertos principios como si fueran absolutos: la tolerancia, el derecho a hacer cualquier cosa mientras "no dañe a nadie", la privacidad y el derecho a la libre opinión, entre otros. Características del relativismo moral ¿Cuáles son algunas de las características por medio de las cuales podemos identificar el pensamiento relativista moral contemporáneo? Una de ellas es el fallido intento de considerar que todas las opiniones morales gozan del mismo nivel de validez, sin importar que algunas de ellas sean contrarias entre sí. El relativismo moral le tiene un odio visceral a las jerarquías de las ideas. El relativista no puede aceptar que unas ideas sean superiores a otras, en el sentido de tener más probabilidad de ser ciertas que otras, o el que unas ideas sean definitivamente verdaderas y otras no. Si el relativista llegara a aceptar, por ejemplo, que la idea de que el aborto es malo para todo el mundo es la verdadera y que la idea contraria es falsa, dejaría de ser relativista. Ello nos lleva a otra característica del discurso relativista. El relativista confunde el deber de respetar a la persona que opina y su derecho a opinar con el deber de respetar toda opinión. Todos tenemos el deber de respetar a los demás y también su derecho a opinar. Pero no tenemos por qué respetar todas las opiniones o, dicho de un modo más adecuado y respetuoso (para no faltar a la caridad), no tenemos por qué aceptar todas las opiniones, por el simple hecho de que no todas las opiniones son válidas. Incluso, hasta tenemos el deber, si las circunstancias lo permiten, de refutar las opiniones falsas y dañinas. Por ejemplo, si un hombre dice que él opina que los maridos pueden abusar de sus esposas, yo tengo el deber de respetar a ese individuo, pero al mismo tiempo tengo el deber de decirle que su opinión es absolutamente falsa y dañina. Una tercera característica del relativismo es el individualismo o subjetivismo. La razón por la cual el relativista tiene la confusión que acabamos de señalar es porque en el fondo, como ya también indicamos, el relativismo es individualista o subjetivista por naturaleza. El individualismo o subjetivismo consiste en creer que lo que es verdad para mí no necesariamente lo es para ti y viceversa. Es decir, el subjetivismo pone el énfasis en el sujeto que opina y no en la realidad objetiva acerca de la cual se está opinando. Por ello es que el relativista insiste con frecuencia en que "todo el mundo tiene el derecho a opinar", que "hay que respetar la opinión de todo el mundo", que "¿quién es usted para decir tal cosa", etc., etc. Si analizamos bien cada una de estas expresiones, sobre todo la última, nos daremos cuenta de que todas ponen el énfasis en el sujeto que opina y no en el objeto o la realidad que se está analizando. Por ejemplo, en un debate sobre el aborto, lo más importante no es quién es el que dice tal o cual cosa, sino qué es lo que dice, es decir, cuáles son las razones por las cuales lo que dice es cierto o falso. Al centrar su discurso en el sujeto o individuo que opina, el relativista desvía la atención del asunto en sí a las personas que opinan y trata de crear un ambiente emocional favorable a su postura. Una cuarta característica del relativismo es su énfasis unilateral en una presunta "sinceridad" u "honestidad". Es decir, lo que importa es la sinceridad subjetiva de la persona y no tanto su conducta. Si la persona cree sinceramente que hacer tal cosa está bien, entonces el hacerlo también lo está. Por ejemplo, para un relativista, si un joven cree que tener relaciones sexuales con su novia sin casarse con ella está bien porque la "ama mucho", entonces está bien que lo haga con ella. Ante este tipo de cosas el relativista no dice ni una palabra sobre el deber de buscar la verdad (que en definitiva es lo que significa ser sincero). Tampoco hace la distinción entre una presunta sinceridad subjetiva y la maldad intrínseca del acto que se está llevando a cabo, en este caso el acto de fornicación (recordemos que al relativista no le gustan las distinciones, para él todo es igual o todo está al mismo nivel). Nuevamente SS Benedicto XVI, siendo entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, respondía a la pregunta sobre las consecuencias del relativismo contemporáneo: “Desde la época de la Ilustración la fe ya no es la misión común del mundo, como lo era, por el contrario, en el Medioevo. La ciencia ha codificado una nueva percepción de la realidad: se considera objetivamente fundado lo que puede ser demostrado como en un laboratorio. Todo el resto - Dios, la moral, la vida eterna - se ha transferido al reino de la subjetividad. Además, pensar que pueda existir una verdad accesible a todos en ámbito religioso implicaría una cierta intolerancia. El relativismo se convierte así en la virtud de la democracia. Desde luego, para la Iglesia la fe cristiana sigue teniendo un contenido objetivo. Y es precisamente el contexto cultural que acabamos de describir el que representa nuestra mayor dificultad a la hora de anunciar el Evangelio. Pero los límites del subjetivismo están a la vista: aceptar incondicionalmente el relativismo, tanto en el ámbito de la religión como en lo referente a las cuestiones morales, lleva a la destrucción de la sociedad. El aumento progresivo del racionalismo lleva a la destrucción de la razón misma, instaurándose la anarquía: al convertirse cada individuo en una isla de incomunicabilidad, las reglas fundamentales de convivencia desaparecen. Si compete a las mayorías definir las reglas morales, una mayoría podrá imponer mañana reglas contrarias a las de ayer. Hemos vivido ya la experiencia del totalitarismo, en el que es el poder quien fija autoritariamente las reglas morales. De este modo, el relativismo total desemboca en la anarquía o en el totalitarismo.” Contra lo que el cardenal Ratzinger denominó «una dictadura del relativismo que no reconoce nada como absoluto y que deja únicamente al ‘yo’ y sus caprichos como última medida», la Iglesia ofrece a Cristo como la verdadera medida. Además, la Iglesia ofrece a sus seguidores una fe adulta que no sigue la última tendencia y que está, por el contrario, «profundamente enraizada en la amistad con Cristo». Y sobre la base de esta amistad tenemos «la medida para discernir entre lo que es verdadero y lo que es falso, entre el engaño y la verdad». El mundo hoy, necesita más que nunca la ayuda de una moralidad que influya en la esfera pública, que nos ayude a hacer frente a los graves riesgos y desafíos a que se enfrenta la sociedad. Las condiciones seguras que son una precondición necesaria para el ejercicio de nuestra libertad no dependen de una serie de medios técnicos, sino de fuerzas morales. Y cuando falta la moralidad, el poder del hombre se transforma en una fuerza destructiva. Hoy tenemos la capacidad de clonar humanos, utilizar a personas como bancos de órganos para otros, y hacer armas militares de destrucción masiva. Y la filosofía predominante del racionalismo y el positivismo, que rechaza cualquier creencia moral o religiosa, rechaza los intentos de poner cualquier límite a nuestra libertad de poner en práctica lo que nuestra capacidad técnica nos permita hacer. Eliminar cualquier referencia a Dios o a la religión en la vida pública no es una expresión de tolerancia que es una protección para los no creyentes, sino más bien la expresión de un punto de vista que quiere ver a Dios permanentemente fuera de la vida pública y dejarlo a un lado como alguna clase de residuo cultural del pasado. En este sentido, según el cardenal Ratzinger, el relativismo, que es el punto de partida de esta mentalidad secularista, se convierte en una clase de dogmatismo que cree que ha alcanzado el estadio definitivo de conocimiento de lo que la razón humana realmente es. Pero, advertía, si desterramos a Dios, la dignidad humana también desaparecerá. Esta dignidad humana se ve afectada sin duda con los grandes avances médicos y científicos. Hemos hablado en varias oportunidades de la relevancia de estos avances científicos y de cómo la ciencia pasa a ser también relativizada. A los oídos del hombre moderno, la idea de poner límites a la investigación suena como una blasfemia. Existe, sin embargo, un límite extrínseco: la dignidad del hombre. Es inaceptable cualquier forma de progreso que tenga como precio la violación de la dignidad humana. Si la investigación amenaza al hombre, se trata de una desviación de la ciencia. Aunque se argumente que una u otra vía de investigación puede abrir posibilidades para el futuro, hay que decir “no” cuando lo que está en juego es el hombre. La comparación es un poco fuerte, pero recordemos que ya en una ocasión alguien llevó a cabo experimentos médicos con personas que consideraba inferiores. ¿A dónde llevará la lógica que consiste en tratar a un feto o un embrión como una cosa? Por otra parte, la cultura contemporánea afirma una libertad absoluta, mediante la que el hombre debe “realizarse” a sí mismo. No existe, por tanto, una naturaleza humana que defina el bien y el mal. Esta visión se opone no sólo a la tradición de la Iglesia, sino a todas las concepciones que consideran que en nuestra naturaleza se halla inscrita una determinada línea de comportamiento, el sentido mismo de nuestro ser. La Iglesia habla de derecho natural, de moral natural. Por el contrario, si no somos más que productos de la evolución, somos libres de autodefinirnos. Existe entonces, como decía Sartre, una libertad en el sentido en que «yo no soy definido»: en mi situación, yo debo inventar lo que es el hombre. En la visión cristiana, por el contrario, la existencia del hombre - del hombre y de la mujer es portadora de una idea de Creador, un Creador que tiene un proyecto sobre el mundo, que expresa ideas encarnadas en la realidad del mundo. Y la relación de fidelidad entre el hombre y la mujer revela que están hechos el uno para el otro, en una profunda unidad de cuerpo y espíritu, a la que están ligadas las generaciones futuras. La elevación de reacciones físicas al rango de realidades vividas en el respeto de la persona es el camino difícil, pero grande y bello, de la moral cristiana acerca de la sexualidad. Hasta ahora hemos revisado temas como la Globalización y de ahí pasamos al Relativismo, sin duda que estos dos puntos son de real importancia y debemos considerar un deber del hombre del siglo XXI el tener una opinión clara y precisa frente a ellos. Existen otros temas que por su importancia y tal vez complejidad han exigido de un capítulo especial, como lo son las religiones cristianas y no cristianas, las sectas en el siglo XXI, principalmente las que se encuentran en nuestro país, el “New Age”, el sentido del dolor para el cristiano, los avances en la investigación médica que sacan a luz ciertos temas de bioética. Pero hemos querido partir mirando nuestro mundo actual, analizando este “mar” en el cual SS Juan Pablo II nos invitó, en este milenio, “a remar adentro”, por lo que no podemos terminar sin recordar las maravillosas palabras finales de esta carta apostólica, “Novo Millennio Ineunte”, dirigida al episcopado, al clero y a los fieles al concluir el gran jubileo del año 2000: “Un nuevo siglo y un nuevo milenio se abren a la luz de Cristo. Pero no todos ven esta luz. Nosotros tenemos el maravilloso y exigente cometido de ser su « reflejo ». Es el mysterium lunae tan querido por la contemplación de los Padres, los cuales indicaron con esta imagen que la Iglesia dependía de Cristo, Sol del cual ella refleja la luz. Era un modo de expresar lo que Cristo mismo dice, al presentarse como « luz del mundo » (Jn 8,12) y al pedir a la vez a sus discípulos que fueran « la luz del mundo » ( Mt 5,14). Ésta es una tarea que nos hace temblar si nos fijamos en la debilidad que tan a menudo nos vuelve opacos y llenos de sombras. Pero es una tarea posible si, expuestos a la luz de Cristo, sabemos abrirnos a su gracia que nos hace hombres nuevos.” BIBLIOGRAFIA: -Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, SS Juan Pablo II - La globalización, ¿para bien o para mal? Catholic.net, zenit.org - Los riegos del relativismo. El desafío de Benedicto XVI. Catholic.net, zenit.org - Discurso de SS Juan Pablo II a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, 27 de abril. Tema 2 “LAS IGLESIAS CRISTIANAS” (primera parte) ORIGEN DE LA IGLESIA CATÓLICA 1.- Cristo y su Iglesia: El Cristianismo es la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. La persona y las enseñanzas de Jesús son las bases sobre las que se asienta la religión cristiana. Los cristianos consideran a Jesucristo su Redentor y su Maestro: le reconocen como su Dios y Señor y se adhieren a su doctrina. En una hora precisa del tiempo y en un lugar determinado de la tierra, el Hijo de Dios se hizo hombre e irrumpió en la historia humana. El lugar de nacimiento de Jesús fue Belén de Judá; la hora, cuando reinaba en Judea Herodes el Grande y Quirino era gobernador de Siria, bajo la autoridad suprema del emperador de Roma, César Augusto.(cfr.Mt.2,1). La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo tuvieron lugar en Jerusalén. Caifás desempeñaba el cargo de Sumo Sacerdote, gobernaba Judea el procurador Poncio Pilato y reinaba en Roma el emperador Tiberio. Jesucristo se presentó a sí mismo como el Cristo, el Mesías anunciado por los Profetas y esperado ansiosamente por el pueblo de Israel. La resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. “Si Cristo no resucitó, escribió San Pablo, vana es nuestra predicación y vana es nuestra fe”(1Cor 15, 14). Desde entonces, los Apóstoles se presentarían a sí mismos como “testigos” de Jesucristo resucitado, lo anunciarían por el mundo entero y resellarían su testimonio con su propia sangre. Pero Jesucristo no sólo fundó una religión, el Cristianismo, sino también una Iglesia. Para que la vida y muerte de Cristo no fueran en vano, había de existir una voz viva en el mundo que transmitiera las enseñanzas de Cristo a través de los siglos. Debía ser una voz audible, un portavoz visible en quien todos los hombres de buena voluntad pudieran reconocer la autoridad. La Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios, fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La Iglesia está cimentada sobre el Apóstol Pedro, a quien Cristo prometió el Primado, “y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”(Mt.16, 18), y se lo confirmó después de la Resurrección: “apacienta mis ovejas”(cfr.Jn.21, 15-17). La Iglesia de Jesucristo existirá hasta el fin de los tiempos, mientras perdure el mundo y haya hombres sobre la tierra: “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”(Mt.16, 18). Jesús fundó su Iglesia no sólo para santificar a la humanidad sino, y ante todo, para enseñar a los hombres las verdades que predicó, necesarias para la salvación. Una persona se hace miembro de la Iglesia al recibir el sacramento del Bautismo, y continúa siéndolo mientras no se segregue por cisma (negación o contestación de la autoridad papal), por herejía (negación de una o más verdades de fe proclamadas por la Iglesia) o por excomunión (exclusión de la Iglesia por ciertos pecados graves no contritos). Esta Iglesia es como Cristo la quiso: UNA, porque Jesucristo no fundó más Iglesia, que la que fundó sobre San Pedro. Es SANTA, porque su cabeza es Cristo y su alma, el Espíritu Santo. Pero también la Iglesia es santa por su misión: continuar la santificación (salvación) de los hombres. Es CATÓLICA, es decir universal, para todos los hombres y para todos los tiempos y es APOSTÓLICA porque se basa en el testimonio de los apóstoles y continúa la misión que ellos habían recibido de Cristo. La constitución de la Iglesia Católica se consumó el día de Pentecostés, y a partir de entonces comienza propiamente su historia. Los Apóstoles movidos por el Espíritu Santo se dispersaron para evangelizar el mundo conocido. El mundo se llenó de cristianos en poco tiempo. Pocos hombres, llenos de fe, hicieron de fermento en la gran masa del mundo. Con el correr de los siglos la doctrina cristiana se va esparciendo con una fuerza superior, irresistible, hasta transformarse en el movimiento espiritual, religioso, histórico y de otras naturalezas, más importantes que haya visto jamás el mundo levantarse como una marea humana que lo invade todo, que cambia la faz de la convivencia del hombre en la tierra. 2.- Una sola Iglesia: "Padre, que todos sean uno para que el mundo crea" (Jn 17, 21). Este es el llamado de Cristo para su Iglesia; El quiere que, por medio de los Apóstoles y de sus sucesores, operando el Espíritu Santo, se perfeccione la comunión de su pueblo en la unidad: en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino y en la concordia fraterna de la familia de Dios . Pero a pesar de lo fuertes que son estos principios de unidad, la flaqueza humana ha contrariado el designio divino, a veces no sin culpa de ambas partes. Todos los deseos de Nuestro Señor de que fuéramos "un sólo rebaño y un sólo Pastor" (Jn. 10, 16 ), de que fuéramos "uno como Tú Padre y Yo somos Uno" (Jn.10,30), se ven contradecidos por el nacimiento de otras comunidades separadas y en contra de la Iglesia Católica. Ya desde el primer siglo hubo dificultades porque Cristo fundó su Iglesia con hombres comunes y corrientes. La historia de la Iglesia es una continua lucha por preservar la unidad, dejando a izquierda y derecha herejes y cismáticos. Las causas de dolorosas separaciones, han obedecido a razones muy complejas en las que se han mezclado dogmas, autoridades civiles, ansias de poder, etc... Sin embargo, la Iglesia una no se ha disgregado en fragmentos varios: "durante los dos mil años de su historia, ha permanecido en la unidad con todos los bienes de los que Dios quiere dotar a su Iglesia, y esto a pesar de las crisis con frecuencia graves que la han sacudido, las faltas de fidelidad de algunos de sus ministros y los errores que cotidianamente cometen sus miembros" (Juan Pablo II, Enc. Ut unum sint, 1). 3.- Dos milenios de historia: Los mil primeros años, a partir de la Resurrección de Jesús y de Pentecostés, vieron el nacimiento de la Iglesia, la persecución despiadada del Imperio Romano, la conversión de los pueblos bárbaros del Norte, y la delimitación de las fronteras de la Cristiandad. Este primer milenio viene a ser como el germinar de la simiente que Jesús depositó en la tierra. No ofrece nada espectacular, aunque cuenta con la gloria de los Mártires y la sabiduría de los grandes Padres y Doctores. Pero apenas deja ver la planta que asoma. Se centra en una parcela de campo muy pequeña, lo que eran territorios del Imperio Romano poco más o menos, y el resto del mundo quedaba todavía en las sombras del paganismo. Se cumplía al pie de la letra la parábola de Jesús: "semilla que germina poco a poco, aunque lo hace con fuerza incontenible". El segundo milenio, muy diferente, fue conflictivo por demás. Es el milenio en el que la Iglesia sufre dos desgarrones trágicos: el cisma de las Iglesias Ortodoxas Orientales y la herejía protestante con Lutero. El empuje del Islam, nacido en el milenio anterior, mantiene a la Iglesia en alerta y en luchas continuas. El Renacimiento paganiza la sociedad, antes tan cristiana, y abre los caminos al Iluminismo, al Racionalismo, a la Masonería, a la Revolución, al Capitalismo, al Comunismo, al Nacional-socialismo..., muy malos todos cara a la fe católica, y que producen a su vez las grandes guerras de los últimos siglos. Mirando sus grandes bienes, el segundo milenio se abrió con una Edad Media en el apogeo de su gloria, y descubrió los imperios del Oriente y el continente americano, que abrieron un campo inmenso para las Misiones. La Iglesia celebró los trascendentales Concilios de Trento y los dos del Vaticano. Ha tenido Santos gigantes de trascendencia universal, como Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Tomas de Aquino, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús o Vicente de Paúl. El Espíritu Santo ha soplado hacia el Ecumenismo, y será, en el tercer milenio, un hecho lento, pero seguro, imparable la unión de todas las iglesias en la única Iglesia Santa, católica y apostólica, que se fragmentó lastimosamente en el segundo milenio. II.- IGLESIAS CRISTIANAS 1.-¿Qué son las Iglesias Cristianas? Iglesias cristianas son aquellas comunidades de creyentes que aceptan a Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador. Proceden de la Iglesia que El fundó e intentan practicar y difundir sus enseñanzas . 2.-¿Cuáles son las iglesias cristianas? Podemos reunirlas en tres grupos :-la Iglesia católica,-las Iglesias ortodoxas,-las Iglesias evangélicas o protestantes (luteranos, calvinistas, anglicanos, metodistas, pentecostales, etc.) Vale la pena señalar que no son cristianos los Testigos de Jehová, los mormones, los “Bahai”; la conciencia Krisna, los gnósticos, la Iglesia de la Cienciología, etc… Si se quiere saber si una persona o grupo son cristianos se les debe preguntar: ¿Creen que Jesús es Dios y que resucitó y nos ha salvado con su muerte? Si lo creen son cristianos, si no lo creen, no. 3.- ¿Quiénes somos Católicos? Podemos aproximarnos a la siguiente definición de Iglesia Católica: “congregación de todos los bautizados, unidos en la misma fe verdadera, el mismo sacrificio y los mismos sacramentos, bajo la autoridad del Sumo Pontífice y los obispos en comunión con él”. Así, somos católicos los que además de ser cristianos aceptamos por el Bautismo ser miembros de la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica y, cuya autoridad máxima es el Papa, Vicario de Cristo, Pastor universal de la Iglesia dejada por Jesús. III.- IGLESIAS ORTODOXAS ORIENTALES Suele fijarse en 1054 la fecha del primer gran cisma entre Iglesia oriental e Iglesia occidental, - llamado por los occidentales "cisma de Oriente" y por los orientales "cisma de la Iglesia occidental"- y que marca oficialmente la división entre Iglesia ortodoxa (que significa literalmente "Iglesia que mantiene la fe recta) e iglesia católica romana (que significa literalmente "Iglesia universal", que tiene como guía supremo al papa, obispo de Roma). Forman parte de la ortodoxia aquellas Iglesias orientales que reconocen los siete primeros concilios ecuménicos (I Concilio de Nicea (325), el I Concilio de Constantinopla (381), el Concilio de Éfeso (431), el Concilio de Calcedonia (451), el II Concilio de Constantinopla (553), el III Concilio de Constantinopla (680) y el II Concilio de Nicea (787). y que tienen además en común el rito bizantino y el derecho canónico, y no están en comunión con Roma. Aunque mantienen su independencia intrínseca, las Iglesias ortodoxas consideran como su centro espiritual y su guía al patriarca de Constantinopla. Las Iglesias ortodoxas se distinguen en 14 Iglesias autocéfalas y 5 autónomas (Ver Anexo Nº 1 ) 1.- Concordancias y discrepancias con la Iglesia Católica. La Iglesia Ortodoxa concuerda con la Católica en todas las verdades importantes de fe. Esto, porque los ortodoxos sólo reconocen los dogmas que se establecieron en los siete primeros concilios ecuménicos (325 – 787). Así, no se halla nada entre sus dogmas que pueda contradecir a la doctrina católica, ya que todos estos concilios también son considerados por la Iglesia Católica como ecuménicos e infalibles. Es cierto que los ortodoxos rechazan hoy algunos dogmas católicos (posteriores a dichos concilios), pero esta actitud negativa no tiene una fuerza absolutamente prohibitiva y es, por tanto, revocable. Los ortodoxos poseen un gran número de elementos primordiales de la Iglesia verdadera de Cristo, como son, entre otros: el Bautismo con todos los demás Sacramentos, y por consiguiente sus respectivas gracias sacramentales; la sucesión apostólica en el episcopado y en el sacerdocio; la tradición ascética y espiritual de la Iglesia primitiva, con la vida monástica, que es su santidad visible; el culto a la Santísima Virgen, de la que el Oriente siente alta estima y veneración (aunque, por otro lado, y por razones diversas, nieguen luego sus grandes privilegios de la Concepción Inmaculada y de su Asunción a los Cielos, más bien como dogmas que como doctrina). Además una buena cantidad de fórmulas oracionales. La mayor parte, en fin, del tesoro dogmático. Todos los teólogos orientales — con pocas excepciones — toman la verdad revelada no sólo de la sagrada Escritura, sino también de la tradición oral. Su forma de entender la fe cristiana es menos normativa y conceptualizada que en occidente. La vida monástica tiene una gran presencia. Es la forma más contemplativa del cristianismo, más inclinada a la adoración que a la palabra. Es un cristianismo muy referido al Espíritu Santo. Tiende siempre a la belleza y veneración del icono (pintura plana), sin imágenes en tres dimensiones. Para los orientales lo más importante es la liturgia, en su parte mistérica y sacramental, y no tanto en lo didáctico-catequístico. La doctrina ortodoxa se aparta actualmente de la doctrina católica principalmente en los siguientes puntos: a.- . La primacía del Papa. Es lo más discutido y rechazado por los ortodoxos. Los ortodoxos consideran que no debe existir ningún tipo de jerarquía. El puesto del obispo de Roma es sólo honorífico. La primacía del Papa, significa que éste es considerado como cabeza de la Iglesia, heredero del apóstol Pedro y representante de Cristo en la tierra (Vicarius Christi in Terra). Esta primacía, según los ortodoxos, rompe el equilibrio administrativo de la iglesia y la estructura democrática de la misma. . Ellos piensan que todos los Patriarcas, inclusive el Obispo de Roma son iguales en autoridad. El Papa es sólo el primero entre iguales (primus inter pares). b.- . La infalibilidad del Papa. Esta doctrina fue pronunciada en el año 1870 durante el primer Concilio Vaticano. Los ortodoxos sostienen que de esta manera el Papa monopoliza la Conciencia de la Iglesia; puesto que infalible lo es solamente dicha Conciencia de la Iglesia, bajo la inspiración del Espíritu Santo y no un hombre que no es nada más que el obispo de Roma. Para los ortodoxos, la Infalibilidad es exclusiva de los Concilios Ecuménicos de la Iglesia. c.- Doctrina de la procesión del Espíritu Santo y su anexión al Credo: Al principio, en la oración del Credo, aparecía que el Espíritu Santo procedía del Padre; no obstante, y por primera vez durante el Concilio de la Iglesia Española (Toledo, 589) se pronunció que el Espíritu Santo procedía también del Hijo (“filioque”), modificación que al final fue aceptada por el Papa Benedicto VIII en el año 1014. Los ortodoxos nunca han aceptado esa modificación considerándola herejía. pero su posición no es unánime. Varios defienden la doctrina de que la tercera Persona de la Santísima Trinidad sólo “procede del Padre” y, otros, la antigua “por el Hijo”. d.- Dogma de la Inmaculada Concepción de María: Es rechazada por los ortodoxos en general, aunque la idea de la perfecta pureza y limpieza de pecado de la Madre de Dios está firmemente enraizada en la conciencia de los fieles ortodoxos. La Maternidad divina la admiten todos sin excepción; la prerrogativa de la Inmaculada se la conceden también, pero entendida en el sentido expresado por el Catecismo de Calínicos (Inmaculada porque “fue purificada de toda mancha al descender sobre ella el Espíritu Santo después de la visita del ángel”), que no es el concepto propio de nuestro dogma (“concebida sin pecado original”); y finalmente la virginidad también es admitida por todos. e.- Dogma de la Asunción: Definido en 1950, no ha tenido tantos adversarios como el de la Inmaculada. Ellos celebran el dulce sueño o muerte de la Madre de Dios, con el suave título de la Dormición (referida a su muerte física). Sin embargo, reconocen que ha sido ya elevada al cielo en cuerpo y alma ( tal como lo establece la Iglesia Católica). f.- Doctrina del Purgatorio: Los ortodoxos no tienen una doctrina definida al respecto, pero su concepción del estado de las almas después de la muerte se acerca mucho a la católica. DIFERENCIAS MENORES - En el Bautismo: los católicos derraman agua sobre la cabeza del bautizado mientras que los ortodoxos sumergen al niño en el agua de la pila bautismal. - En la Comunión, los ortodoxos evocan al Espíritu Santo y al comulgar reciben pan y vino. Los católicos utilizan pan no amasado (hostia) y normalmente no reciben el vino. - En la Iglesia Ortodoxa no existe la Primera Comunión. - El catolicismo impone el celibato a los clérigos de todos los grados de la jerarquía mientras que los sacerdotes ortodoxos sí pueden casarse, si lo desean, siempre y cuando no deseen llegar a los últimos escalones de la jerarquía. Los casados no pueden llegar a ser obispos. - Los sacerdotes católicos pueden decir varias misas el mismo día y sobre el mismo altar. Los ortodoxos no. - La manera de santiguarse es distinta. Los ortodoxos se santiguan de derecha a izquierda. - En la liturgia, los ortodoxos utilizan la lengua llamada Arjaísusa , que es la lengua a la que se tradujeron los Evangelios -que estaban escritos en arameo- en el siglo I ó II. Esta lengua es el griego de esa época, evolución del griego clásico, por eso es habitual que los fieles en realidad literalmente "no entiendan" las palabras del celebrante. (Hasta el Concilio Vaticano II, los sacerdotes católicos celebraban la misa en latín). - Ausencia de estatuas en las iglesias ortodoxas. En lugar de estatuas o tallas, hay iconos. Tema 3 La Iglesias Cristianas (segunda parte) -LA REFORMA E IGLESIAS EVANGELICAS: Dentro de la Reforma se distinguen dos grandes grupos de Iglesias de ella surgentes: las Iglesias Protestantes y las Iglesias Reformadas, conformando ambas lo que denominamos como Iglesias Evangélicas. El Proceso de La Reforma: El cuadro que presentaba la Iglesia al terminar la Edad Media era bastante lamentable. En cierta forma la Iglesia había abandonado la salvación de almas para dedicarse principalmente a administrar bienes materiales y participar directamente en la política. Este panorama se agravó cuando las dificultades económico – financieras de la Iglesia le llevaron a vender indulgencias, venta que se hizo muy corriente ( éstas ofrecían privilegios especiales a quienes comprasen los pergaminos de indulgencias: el perdón de los pecados bajo la autorización papal). Todo este ambiente fue produciendo un movimiento anticlericalismo, se levantaron voces de protesta entre hombres de elevada formación (Tomás Moro, Desiderio Erasmo). Se dice que la reforma tuvo en vista, por lo tanto, enmendar estos errores y abusos que habría estado cometiendo la Iglesia principalmente en los siglos XIV y XV. Las columnas básicas de la Reforma son: Solo la fe, Solo la Gracia y, Solo la Escritura Mediante estos principios se trata de enfatizar que la salvación es un regalo de Dios que se obtiene por fe. La autoridad única de la Iglesia está basada en la Palabra de Dios. Ella es la única norma de fe y conducta y a sus principios deben ajustarse toda la vida y acciones de sus seguidores. La interpretación protestante del cristianismo dio lugar a un gran número de comunidades y pequeñas sectas que se diferencian en su fe y disciplina. Las tres corrientes principales son el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo. Entre ellas se entablaron lamentables luchas, especialmente entre luteranos y calvinistas. A pesar de las considerables diferencias que hay entre ellas en cuanto a prácticas y doctrina, coinciden en su rechazo a la autoridad del Papa y en la importancia que se concede a la Biblia y a la fe individual. 1.- La Reforma de Lutero : Iglesias Luteranas o Protestantes.Esta Reforma protestante tuvo por autor a Martín Lutero quien tuvo el arte de hacerse intérprete de las ideas y sentimientos muy extendidos entonces entre sus compatriotas y acertó a darles respuestas que satisfacían a las aspiraciones religiosas de algunos y a ambiciones políticas de otros. La propia rapidez con que se propagó el incendio de la Reforma es buen indicio de que el viento soplaba a su favor y la coyuntura era propicia. Pero ello no excluye la existencia de motivaciones de índole religiosa, que influyeron poderosamente en su itinerario interior y en su actuación externa. Desde que se hizo fraile, Lutero experimentaba una angustiosa ansiedad por asegurar su salvación. La meditación del versículo 17 del capítulo primero de la Epístola a los Romanos «el justo vive de la fe» hizo salir a Lutero de su profunda crisis de angustia. Creyó entender que Dios misericordioso justificaba al hombre a través de la fe y a la luz de este principio le pareció que toda la Escritura cobraba un nuevo sentido. La naturaleza humana según él habría quedado radicalmente corrompida por el pecado. Las obras del hombre de nada servirían para la salvación: ni el sacerdocio ministerial tendría razón de ser, ni la mayoría de los sacramentos, ni los votos monásticos, ni, sobre todo, el Papado. Lutero se forjó un concepto puramente interior de la Iglesia y rechazaba en ella todo elemento constitucional. La Iglesia no sería, por tanto, depositaria ni intérprete de la Revelación: la «sola Escritura» era, según él, única fuente de la Revelación y su interpretación correspondía a cada fiel en particular, directamente inspirado por Dios. Lutero no formuló esta doctrina de una sola vez, sino gradualmente, alejándose cada vez más de la ortodoxia católica. La doctrina luterana se refiere a tres áreas: justificación o salvación («sola fe»), perdón («sola gracia») y, autoridad («sola Escritura») . Lutero no pensó en rebelarse contra Roma pero la discusión fue llevando las cosas por caminos insospechados hasta el quiebre total después de publicar su “doctrina de la consolación” con todos los cambios que ella involucraba: eliminación de los sacramentos (con excepción del bautismo y la Cena del Señor), la negación de la autoridad del Papa, la negación de la transubstanciación en la misa, la negación de la Virgen María, la eliminación del celibato y, por supuesto, lo intrínseco a su doctrina: la negación primera del valor que la Iglesia atribuye a las obras, al asegurar que el hombre se salva por la sola fe (Se quiera o no, esta doctrina lleva en sí misma el peligro del quietismo y del libertinaje ).. Su doctrina de la Biblia como la única regla de la fe, con el rechazo de toda autoridad eclesiástica, estableció el subjetivismo en cuestiones de fe. La revolución religiosa iniciada por Lutero tuvo a Alemania como primer escenario, pero no quedó encerrada en las fronteras territoriales del Imperio. El Luteranismo se adueñó también, con considerable facilidad, de los países escandinavos. Lutero falleció de apoplejía en 1546, dejando tras de sí el mayor cisma que haya sufrido la Iglesia Católica A aquellas iglesias surgidas de la Reforma y que siguen la doctrina de Martín Lutero, y no aceptan aquellos cambios que impulsaron los reformadores más avanzados, como fueron Calvino y tantos otros más, que aparecieron con posterioridad a Lutero, se les denomina “Iglesias Protestantes” Por lo tanto, son Iglesias Protestantes aquellas que se segregaron de la Iglesia Católica Romana siguiendo a Lutero e influenciadas por su Reforma. Sus miembros son llamados “protestantes” al igual que su Iglesia misma; denominación que gradualmente aceptaron porque les daba un carácter único dentro de las distintas ramas de los cristianos reformados. Por su fundador también suele designárseles como Iglesias Luteranas. Su doctrina de la “justificación por la fe” separa al protestantismo no sólo de la Iglesia Católica, sino también de las Iglesias Reformadas. Lutero destrozó todo lo cristiano: los dogmas, negando su posibilidad; la fe, devaluándola a mera opinión; las obras buenas, negando su necesidad; la Escritura, desvinculándola de Tradición y Magisterio; la vida religiosa profesada con votos, la ley moral objetiva, el culto a los santos, el Episcopado apostólico, el sacerdocio y el sacrificio eucarístico, y todos los sacramentos, menos el bautismo. 2.- La Reforma de Calvino: Iglesias Reformadas.En Ginebra , la principal ciudad de la Suiza francesa, aparece más tarde el segundo personaje en importancia de la Reforma, tanto por su contribución doctrinal como por su influencia en el progreso del Protestantismo: el francés Juan Calvino. Calvino llevó hasta sus últimas consecuencias las premisas fundamentales de la doctrina protestante. La «teología de la consolación» luterana era, a su juicio, del todo insuficiente. La insanable corrupción del hombre y el absoluto voluntarismo divino debían conducir fatalmente a la doctrina calvinista de la predestinación. Dios trascendente e incomprensible, según su arbitrio insondable, predestinaría a los hombres al cielo o al infierno, regalaría «a unos la salvación y a otros la condenación». El protestantismo calvinista tuvo una fuerza expansiva superior al Luteranismo. Aunque Calvino sostenía los mismos tres principios básicos de Lutero (Sola Fe, Sola Gracia y Sola Escritura) y concordaban mucho con él en otros puntos, hubo también algunas diferencias. Calvino y insistía más en una fe "razonable", esto es, dar una explicación lógica a todos los puntos de doctrina, por ejemplo, no concordaban con Lutero en cuanto a la presencia de Jesucristo en el pan y el vino en la Santa Cena. Consideraban la Santa Cena como un símbolo y no un instrumento por el cual Cristo realmente nos comunica su cuerpo y su sangre, cuando mucho, dicen que se pude hablar de una "presencia" espiritual de Cristo. También hizo más cambios en cuanto al culto de la Iglesia reduciendo el orden litúrgico a lo más básico y dándole más énfasis a la prédica de la palabra de Dios. El impacto de Calvino en el Protestantismo ha sido mucho mayor que el de Lutero. Las Iglesias que siguieron las doctrinas de Calvino fueron llamadas Iglesias Reformadas. Sus seguidores se llaman Reformados y en la mayor parte del mundo Presbiterianos. Hay cinco puntos que podemos decir que resumen el núcleo de la doctrina de Calvino: 1.- La depravación total del hombre: Según esta doctrina, el hombre está totalmente sujeto al poder del pecado, de modo que no puede hacer el bien de ninguna manera por sus propios esfuerzos, y es incapaz de salvarse a sí mismo. 2.- La elección incondicional: Dios eligió a algunos para la salvación eterna, y a otros para la condenación eterna, para mostrar su soberanía y su gloria. Al hacer esta elección, no tomó en cuanta las buenas obras que los hombres harían, sino que eligió únicamente según su gracia. 3.- La expiación limitada: Jesucristo murió en la cruz para expiar los pecados de todos los hombres que Dios había elegido para salvación. Sólo los elegidos son redimidos por la muerte de Cristo. 4.- La gracia irresistible: Ya que Dios es soberano, y que nuestra salvación depende únicamente de él y de su gracia, todas las personas que han sido elegidas serán salvas. Aunque el hombre se resista a la gracia de Dios, Dios es más fuerte, y al fin y al cabo hace su voluntad en cada ser humano. 5.- La perseverancia de los santos: Los que fueron elegidos, o predestinados para la salvación, nunca perderán su condición de hijos de Dios, ya que Dios los preserva siempre en su gracia. Calvino se opuso siempre a la fusión de las iglesias reformadas inspiradas por él con las de inspiración luterana, alegando irreductibles diferencias teológicas. 3.- La Reforma en Inglaterra: iglesia Anglicana:El tercer aspecto de la historia de la Reforma tiene su centro en Inglaterra: allí, siguió una trayectoria peculiar y obedeció, más quizá que en ningún otro país, a las directrices de la realeza. Fue la negativa papal a conceder a Enrique VIII el divorcio de Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena, la razón que le llevó al repudio del Primado romano y al cisma. Fue un cisma y no protestantismo la Reforma en Inglaterra mientras vivió Enrique VIII. El rey se proclamó a sí mismo «Cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra» y exigió el reconocimiento jurado de su supremacía eclesiástica. Con posterioridad, el largo reinado de Isabel I (1558-1603) decidió la suerte del Cristianismo inglés: se formó la Iglesia nacional Anglicana con elementos luteranos y calvinistas. Ha quedado en una posición en cierto modo "intermedia" entre el catolicismo y el protestantismo: mientras que por un lado rechaza la autoridad del Papa, se guardaron formas externas de la tradición católica como la Jerarquía eclesiástica con sus obispos y sus cabildos catedralicios, aunque sin clero célibe ni vida monástica. En cuanto a la autoridad, después del Rey o la Reina, viene el Parlamento y, seguidamente, el Arzobispo de Canterbury. Desde fines del s. XVII, existen dos tendencias dispares al interior de esta iglesia: la alta Iglesia (high Church), más cercana al catolicismo (en cuyo seno se originó, en el s. XIX, el movimiento de Oxford), cuyos miembros se denominan "anglocatólicos" y la baja Iglesia (low Church), de tendencia calvinista. cuyos miembros se denominan "modernistas" y "protestantes". A partir del s. XVIII, surgió la tendencia de la Iglesia amplia (broad Church), orientada hacia la unidad protestante. La comunión anglicana comprende unas 25 Iglesias nacionales independientes, unidas por la comunión con el arzobispo de Canterbury. En Estados Unidos la Iglesia Anglicana tomó el nombre de Iglesia Presbiteriana. 4.- Divisiones internas: Innumerables Iglesias o denominaciones Cristianas.Como cada protestante interpreta la Biblia a su modo, generalmente en forma literal o fundamentalista, otras veces en forma muy liberal y hasta racionalista, sin contar con un Magisterio público, como el que existe en la Iglesia Católica y, como dicen que cada fiel se guía por el Espíritu Santo para interpretar la Biblia, las Iglesias protestantes se dividen y subdividen por razones doctrinales y también por cuestiones personales entre los distintos pastores. Entre ellos reina un tremendo desbarajuste doctrinal sobre lo que hay que creer o no creer. Existen así, una gran variedad de iglesias o sociedades religiosas en muchas partes de la cristiandad, efectuando cada país su propia idea en cuanto a cómo debía constituirse y ejercerse el poder eclesiástico. Esta diferencia de opinión resultó en los cuerpos nacionales e innumerables cuerpos disidentes, todos independientes entre sí, que siguen viéndose por todas partes. La mente de Cristo en cuanto al carácter y la constitución de Su iglesia parece haber sido totalmente pasada por alto por los líderes de la Reforma en su insistencia en el gran principio de la fe individual. El gobierno de las Iglesias protestantes siempre ha tenido una tendencia democrática, aunque con amplios matices. Las principales formas de gobierno en las Iglesias protestantes son la episcopal (los obispos ejercen su autoridad), como en las Iglesias anglicana, episcopal y metodista; la presbiteriana (en la que se elige a los presbíteros o los ancianos, para que representen a las congregaciones en las estructuras decisorias), como en las Iglesias presbiteriana y reformada; y la congregacionalista (en la que la congregación misma es la máxima autoridad), como, entre otras muchas, en las Iglesias congregacionalista y baptista. (un detalle de estas denominaciones se presenta en Anexo Nº 2). A su vez, de estas divisiones han aparecido también numerosas sectas (ver Anexo Nº 3) - ECUMENISMO: El ecumenismo es el esfuerzo de la Iglesia Católica para conseguir la unidad de todas las confesiones cristianas: ortodoxos, luteranos, calvinistas, anglicanos, etc. Se trata de buscar la unidad de todos los que confiesan que Jesucristo es Dios, que se hizo hombre para salvarnos. En cambio, el ecumenismo no se refiere al diálogo de la Iglesia con las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, etc. A esto se le llama “diálogo inter-religioso”. Al respecto hay que tener claro que Ecumenismo no es dejar de lado o diluir las verdades fundamentales, Este principio lo expuso claramente en 1985 el Papa Juan Pablo II cuando dijo “Insistimos que la Iglesia Católica no puede modificar o relativizar su enseñanza, ni negar la plenitud de la comunión que subsiste en ella de la Iglesia de Cristo, de la cual ella es portadora”. En un mundo que ha cambiado mucho durante los años que han pasado desde el concilio Vaticano II, la actitud católica con respecto al restablecimiento de la unidad está impregnada de un realismo nuevo. Hoy resulta más claro que nunca que el ecumenismo sólo se puede promover sobre una sólida base doctrinal y un riguroso diálogo entre los cristianos separados. Sobre todo, se comprende cada vez mejor que sólo se puede trabajar en favor de la unidad con una espiritualidad convincente y profunda, una espiritualidad de esperanza cristiana y valentía. “Que todos sean uno para que el mundo crea”: Estas palabras de Jesús, recogidas en el Evangelio de Juan, son las que han animado a la Iglesia al diálogo ecuménico, que pretende superar las divisiones existentes entre los cristianos. Un diálogo difícil en el que Juan Pablo II desempeñó un papel fundamental y el que ha sido asumido en plenitud por Benedicto XVI. - SITUACIÓN CHILENA: En Chile, los primeros en llegar fueron los presbiterianos, en el siglo XIX, a los que siguieron los anglicanos y bautistas, entre otros. Los movimientos criollos surgieron de la Iglesia Metodista Episcopal, originaria de Estados Unidos y que a nivel local encabezó el pastor William Huber en 1902. Posteriores divisiones de ese credo generaron iglesias como la Metodista Pentecostal y la Evangélica Pentecostal. A su vez, ambas fueron subdividiéndose, dando lugar a las más de tres mil denominaciones que se estima funcionan en el país. El pentecostalismo se tiene como la iglesia Evangélica más importante en América Latina. En Chile, por ejemplo, constituye el 14% de la población; el resto de las iglesias protestantes solo el 1%. Entre estas últimas destacan la Iglesia Anglicana de Chile, Iglesia Evangélica Luterana, Iglesia Evangélica Presbiteriana y, la Iglesia Metodista de Chile. De acuerdo al Censo del año 2002, la religión católica concentra el 70% de la población de 15 años o más. Le sigue la evangélica, con el 15,1% y, la tercera mayoría se encuentra entre quienes se manifiestan como agnósticos o ateos y que representan el 8,3% . Para el objetivo del acercamiento en Chile con los evangélicos y otras religiones, existe en la Iglesia Católica chilena la Comisión Nacional de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso (CONEDI), la que tiene como misión promover el diálogo y el contacto entre las Iglesias y las grandes religiones del país y, teniendo como principio máximo que la unidad de los cristianos es la condición insustituible para lograr una efectiva evangelización. El objetivo a largo plazo debe ser la unidad y plena. Ella se logrará en el momento y en la forma que el Padre lo tiene dispuesto. Mientras tanto, fundados en la unidad invisible que existe entre los bautizados, el objetivo a mediano y a corto plazo es preparar el camino para la unidad anhelada por Cristo, procurando acercamiento entre quienes comparten la fe en su Evangelio y en la acción del Espíritu Santo. Estos acercamientos deben buscar eliminar las desconfianzas y recelos, despertar el amor que debe existir entre quienes somos hermanos en Jesucristo, ser capaces de orar juntos y de unirnos para realizar acciones conjuntas de evangelización, de solidaridad, combatir contra las fuerzas del mal, etc. El tercer milenio del cristianismo debe ser el milenio de la unidad y, a ese objetivo debemos apuntar y trabajar todos. BIBLIOGRAFIA: - Catecismo de la Iglesia Católica “Las principales religiones del mundo” Raúl Mardones O. “ Ecumenismo, Sectas y nuevos movimientos religiosos” José Luis Pérez G. “Catolicismo y Protestantismo” Ernesto Bravo “Nuestros hermanos evangélicos” Humberto Muñoz R. Internet: catholic.net, encuentra.com, vatican.va, biblioteca electrónica católica BEC Tema 4 LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS (primera parte) La fe cristiana se encuentra en el mundo con varias religiones que se inspiran en otros maestros y en otras tradiciones. Los hombres esperan de las diversas religiones "la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre? Cuál es el sentido y fin de nuestra vida?. ¿Qué es el bien y que es el pecado?. ¿Cuál es el origen y el fin del dolor?. ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad?. ¿Qué es la muerte, el juicio, y cuál es la retribución después de la muerte?. ¿Cual es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos" De este hecho universal parte el Concilio Vaticano II en su Declaración Nostra Aetate (“ En nuestro tiempo”) sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Así, las religiones que se encuentran en el mundo, se esfuerzan por responder de varias maneras estas inquietudes del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados. “La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres”. Sin embargo, la iglesia católica:” Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas”. (Nostra Aetate Nº2) Ciertamente se puede apreciar todo lo positivo que haya en las diversas religiones, pero si solamente hay un Dios, no puede haber más que una verdad divina, y una sola religión verdadera. Toda verdad parcial no tiene por qué ser un completo error. Muchas religiones tendrán una parte que será verdad y otra que contendrá errores (excepto la verdadera, que, lógicamente, no contendrá errores). La sensatez de la decisión humana sobre la religión no estará, por tanto, en elegir la religión que a uno le guste o le satisfaga más, sino más bien en acertar con la verdadera, que solo puede ser una. Cuando se trata de discernir entre lo verdadero y lo falso, y en algo importante, como lo es la religión, conviene profundizar lo más posible. La religión verdadera será la de mayor atractivo, pero solo para quien tenga de ella un conocimiento suficientemente profundo. “La religión exige discernimiento, discernimiento entre las formas de las religiones y discernimiento en el interior de la religión misma. Con el indiferentismo de los contenidos y de las ideas, que todas las religiones sean distintas y sin embargo iguales, no se puede ir adelante. El relativismo es peligroso, concretamente para la formación del ser humano en lo particular y en la comunidad. La renuncia a la verdad no sana al hombre”. (Card. Joseph Ratzinger, Feb, 2000) Las muchas cuestiones teóricas y prácticas que las religiones plantean al Cristianismo exigen de los cristianos un conocimiento adecuado de los principales credos de extensión universal. Es una experiencia llamada a reforzar su propia identidad espiritual y su respeto hacia las demás tradiciones religiosas. ¿Cuáles son las principales religiones no cristianas del mundo? Como las religiones son el resultado de los esfuerzos de los hombres para encontrar a Dios, son ellas tan distintas como su mentalidad, ambiente cultural, particularidad nacional, nivel de formación, etc. Pues con sólo el poder de su mente el hombre no puede formarse una imagen clara de Dios, un concepto que coincida con la realidad. Con esto se explica la gran variedad de religiones. Así, nos encontramos con el judaísmo y el islamismo que junto al cristianismo conforman la tríada de religiones monoteístas, que adoran a un Dios único que se les ha revelado, y que arrancan directa o indirectamente de la Biblia. A estas, se agregan las religiones y creencias politeístas que adoran a varias divinidades: hinduismo, budismo, taoísmo y confucionismo por mencionar a las más importantes y conocidas. A.- RELIGIONES NO CRISTIANAS MONOTEISTAS: 1.- Judaísmo: Historia del judaísmo: La Biblia, en su Antiguo Testamento, nos da a conocer los primeros orígenes de esta religión, que aparece en Mesopotamia unos 18 siglos antes de la era cristiana. Históricamente se narra allí, que Yahveh escoge a un hombre llamado Abrám (Gen.12; 1-3) a quien le revela:” En ti voy a formar un pueblo que será mi pueblo elegido y Yo seré su Dios, para que a través de él pueda Yo bendecir a todas las naciones de la tierra” (Gen.22, 18 y 28,14). Esta se denomina la Antigua Alianza y junto con ello le promete darle la tierra de Canaán a su descendencia, la Tierra Prometida. Como símbolo de esta alianza, Yahveh impone la circuncisión, la que será la marca exclusiva del pueblo judío desde entonces. Esta alianza continúa con Isaac y sigue con su hijo Jacob. Viene luego la esclavitud en Egipto que dura 430 años y que termina cuando Yahveh envía a Moisés a liberarlo. Se inicia con ello la marcha hacia la Tierra Prometida, travesía por el desierto que dura 40 años. A los 50 días de la partida, en el monte Sinaí, Yahveh le hace entrega a Moisés de las Tablas de la Ley (los diez mandamientos) que constituirán el centro o eje de la religión judía y, van a ser tomados como base de la enseñanza cristiana; serán los principios éticos y morales fundamentales en que se asienta la moral universal, principios válidos para el hombre de toda raza, creencia o color, sobre los cuales se construirá la civilización occidental y universal. Promesa, alianza y salvación serán los tres pilares de la fe de Israel. Libros: Siendo el judaísmo la primera religión monoteísta, fue también una de las primeras en contar con escrituras Sagradas: estas se encuentran contenidas en 39 libros que conforman el Canon judío y que dentro del mismo se distribuyen así: a) la Ley o Toráh, en 5 libros que conforman el Pentateuco b) los Profetas con 21 libros y, c) los Escritos con 13 libros A la totalidad de estos libros se le llama Talmud. Doctrina: Los rasgos distintivos del judaísmo podrían resumirse en los siguientes: 1.- existencia de Dios; 2.- unidad de Dios; 3.- espiritualidad e incorporeidad de Dios; 4.- eternidad de Dios; 5.- sólo se puede adorar a Dios; 6.- revelación por los profetas; 7.- preeminencia de Moisés sobre los demás profetas; 8.- suprema jerarquía de la Toráh; 9.- la Toráh son las leyes divinas del Sinaí; 10.- omnisciencia de Dios; 11.- Dios retribuirá por los actos buenos y malos; 12.- certeza de la venida del Mesías; 13.- resurrección de los muertos. Todos estos artículos se pueden resumir en tres, como de hecho se hizo en el s. XV: 1º, creencia en Dios; 2º, divinidad de la Toráh; 3º, justa retribución en la vida Moral: 1.- Prohíbe deificar las imágenes y representar a Dios, 2.- Ordena santificar el Día del Señor 3.- Se debe honrar a los padres 4.- Se debe respetar la vida y la propiedad 5.- Se debe respetar el honor de la mujer 6.- Se debe evitar y huir de las culpas, pecados y malos pensamientos Todos estos preceptos éticos constituyen la base de la Ley de Moisés o Torah y son la consecuencia necesaria de la Antigua Alianza. Esta santidad tiene un doble significado: a) “separación de”, vale decir separarse de todo lo inmoral, involucrando también y especialmente el alejarse de toda religión que implique idolatría y, b) “dedicación a”, es decir dedicar la vida al servicio de Dios, traduciendo esto en cultivar lo bueno y lo noble. El judaísmo, como doctrina religiosa, con todos los valores morales y espirituales que contiene, es el elemento aglutinante que ha sido capaz de mantener unido al pueblo israelita, conservándolo como una nación, pese a la dispersión en que se encuentra, repartido por todo el mundo y enfrentando en cada país a otras religiones, otros principios, otras culturas (diáspora). Sólo la fuerza de esta religión sigue haciendo que los judíos permanezcan siendo judíos dentro de la diáspora. El cristianismo y el judaísmo: El cristianismo ha tomado del judaísmo la ley moral siendo este el mayor aporte del judaísmo al desarrollo del mundo. El judaísmo se queda en el Antiguo Testamento, rechazando el mesianismo de Jesús y el Nuevo Testamento. Los judíos pusieron sobre el Mesías que anunciaron los profetas su interpretación que condensa los deseos del pueblo israelita, principalmente adquirir la libertad que perdieron a manos de Nabucodonosor y que nunca más volvieron a conseguir en plenitud. Por eso, ellos imaginaron un Mesías guerrero, otro David aún más potente, que daría más poder a la nación judía, superando la esclavitud de verse eternamente subyugados. Ante ese ideal, Jesús que predicaba amar al enemigo y perdonar todo mal que nos haga, no podía ser el Mesías que ellos esperaban, no cuadraba con sus esperanzas ni con sus necesidades. Entonces, había que seguir esperando. Por eso calificaron a Jesús de Nazaret como un profeta más.¿Que hacía milagros? Sí, los hacía, pero ¿acaso no los había hecho también Eliseo en cantidad? El caso se repetía, pero si Jesús aseveraba ser Hijo de Dios, ¡eso tenía que ser una blasfemia!; y la Ley castigaba la blasfemia contra Yahveh con la pena capital. Y eso hicieron. Y siguieron esperando. Los dogmas que marcan la máxima separación entre ambas religiones son los de la Santísima Trinidad, con los misterios que del mismo se deducen –Encarnación, Eucaristía, etc.– y la doctrina relativa al pecado original. En definitiva, los que se deducen de la no aceptación de Jesucristo. No obstante, como dijo Juan Pablo II: "la religión judía no es extrínseca a nosotros, sino que, en cierto sentido, es intrínseca a nuestra religión. Por lo tanto nos une al judaísmo una relación que no tenemos con ninguna otra religión. Sois para nosotros unos hermanos muy queridos, y en cierto modo, podría decirse que sois nuestros hermanos mayores"(13 de abril de 1986, Sinagoga de Roma). 2.- Islamismo: Frecuentemente se oye hablar de "mahometano", "árabe" o incluso "moro", para referirse a los musulmanes y al “Islam”. Es importante aclarar que: "árabe" indica una raza y no religión.Es cierto que la mayoría de los árabes sean musulmanes, pero no todos lo son. "Moro", del latín maurus, significa moreno, designación utilizada con la dominación de España (años 711-1492). Tampoco es propio llamarlos “mahometanos”, pues no son seguidores de Mahoma, sino de Alá. Lo correcto es llamarlos “musulmanes.” Esta palabra significa "sometimiento", "aceptación", y proviene de la palabra “Islam” (entrega a Dios). Con ese nombre Mahoma designó su religión. Historia del islamismo: Mahoma, su fundador, nació hacia el año 570, en La Meca. Quedó huérfano de padre antes de nacer y, de madre a los 6 años. Fue recogido por la familia materna. Se casó a los 25 años con una mujer de 40, rica y viuda, con la que tuvo cuatro hijas. Después se casaría otras ocho veces más. Al frente de varias caravanas viajó hasta Siria, donde conoció el judaísmo y a algunos cristianos herejes, huidos de Bizancio. La predicación de un monje cristiano sobre el juicio final se le grabó profundamente. Al acercarse a los 40 años, se siente hastiado del comercio y se retira a las cuevas de Hira, monte cercano a La Meca, durante casi tres años. Sale de allí afirmando que Alá por medio del arcángel Gabriel le ha hecho entendible la Sagradas Escrituras y que le envía como apóstol a divulgarlas, después de haber entrado en frecuentes éxtasis y de contemplar el paraíso y el infierno (año 612). Al comienzo de su predicación es rechazado y tiene que huir a pie hasta Yatrib (Medina), a casi 300 kilómetros, con unos pocos fieles. Esta es la Hégira, momento que marca el comienzo del calendario mahometano. Corría el año 622. En Medina estableció los pilares del Islam y proclamó la hermandad de todos los musulmanes en una sociedad confesional. Emprende luego la guerra santa, conquista La Meca y va ampliando sus conquistas, hasta que muere el 8 de junio del 632, tras realizar la última peregrinación a La Meca. El Islam es una religión totalizante. Pretende incluir a todos los hombres y a todo lo humano. Cualquier otra religión es apostasía, pues «toda persona nace musulmana, pero a veces los padres o la educación la pervierten». Islam y religión son sinónimos. Incluso afirman que «la segunda venida de Cristo será para reconocer el Islam como única religión verdadera. Cristo practicará el Islam durante 40 años y los cristianos se harán musulmanes». La fe islámica es personal, pero está llamada a configurar lo familiar, lo político y lo social en exclusiva. Todo queda subordinado a la religión. Los pueblos sometidos al Islam no tienen más que una cultura: la musulmana. La unión de lo religioso y lo civil se ve como un mandato de Alá. El deseo de todo auténtico musulmán es que la humanidad entera se convierta al Islam y que sus preceptos –sharía– sean acatados en todo el orbe. Los musulmanes extrapolan el monoteísmo, haciendo de la unicidad algo sinónimo de verdad: un solo Profeta, un solo Libro, una sola “umma” (comunidad), una sola autoridad... Todo musulmán tiene la obligación de extender el Islam y de impedir la apostasía. Por esta razón, los hijos de un musulmán tenidos con una mujer de otra religión, pasan por ley a ser mahometanos y no al revés. Comparada con otras, el Islam es una religión sucinta y liviana, con unos deberes cuyo incumplimiento no impide ir al Paraíso –siempre que se esté predestinado–, aunque las faltas hayan de purificarse. Esta característica, junto a otras causas, ha favorecido su expansión. Libros: 1.- El Corán: libro sagrado del Islam. (Mahoma era analfabeto, pero dictó la revelación de Alá a sus seguidores y éstos lo redactaron). Consta de 114 capítulos redactados en una prosa rimada que contienen todas las revelaciones hechas por Alá a Mahoma. Está escrito en lengua árabe, idioma que usó el arcángel y que, por lo tanto no admite traducciones a otros idiomas. Existen otros 2 libros o escritos sagrados que vienen a complementar la revelación del Corán. Estos son: 2.- El “Sunna” (Tradición) que contiene los actos y dichos del profeta y sus compañeros que le sucedieron y, 3.- La “Sharia” o Libro de la Ley, que es el libro del “derecho canónico” el cual reglamenta toda la vida religiosa, política y social del mundo musulmán. Doctrina: 1.- Fe en un solo Dios, Alá, el Único, 2.- Fe en la existencia de los ángeles, 3.- Fe en los profetas enviados de Alá (incluidos Abraham, Moisés y Jesús), 4.- Fe en el día del Juicio, en que habrá recompensas y castigos, 5.- Fe en la omnipotencia y presciencia de Alá, que ha revelado su voluntad mediante el Antiguo y Nuevo Testamento y el Corán, 6.- Fe en que el destino se encuentra entregado en las manos de Alá, pero que cada cual debe aceptar su propia responsabilidad en cuanto a su propia conducta (fue agregado con posterioridad a Mahoma, quien era enfático respecto a que el destino del hombre está determinado de antemano por Alá). Moral: El programa religioso del Islam se basa en los «cinco pilares de la fe», que constituyen el fundamento de la creencia y de la práctica comunes a todos los musulmanes: 1.- El primer pilar es la “shahada”, la profesión de fe mediante la cual el musulmán reconoce su adhesión y fidelidad a Dios y a su Profeta: “Declaro que no hay más dios que Alá, y declaro también que Mahoma es el Mensajero de Alá ”. Pronunciar la shahada ante testigos es suficiente para la conversión al Islam. 2.- El segundo pilar es el “salat”, la oración: cada fiel debe rezar cinco veces al día, a horas determinadas, el salat, una breve oración con ritmo de letanía. Se recita de rodillas en dirección a La Meca, con el tronco inclinado y realizando los gestos de adoración prescritos. 3.- El tercer pilar es el “zakat”, limosna o “caridad obligatoria”: implica que la propiedad personal debe ser purificada (sentido originario de zakat) mediante una contribución a la comunidad destinada a mantener a los miembros más débiles. Se destina a los indigentes, a costear la guerra santa o a otras necesidades públicas. 4.- El cuarto pilar es el “sawn”, ayuno anual del “Ramadán”, noveno mes del calendario lunar, durante el cual se prohíbe toda comida, bebida y actividad sexual desde el alba hasta el anochecer. La idea del “Ramadán” es facilitar a la comunidad beneficios del ascetismo, tales como autodisciplina y control sobre las necesidades corporales. 5.- El quinto pilar es el “hajj”, la peregrinación a la Meca, que en su forma final fue instituido por Mahoma en el 632, año de su muerte. El “hajj” conecta directamente con tradiciones del anterior paganismo árabe, y es un instrumento capital de cohesión islámica. Se considera también un sexto pilar, vigente de modo habitual entre los chiítas, la “yihad” o guerra santa, que incumbe más a la comunidad que a los individuos. Se recurre a ella siempre que corren peligro la paz, la seguridad y la existencia de la comunidad islámica. Los chiítas hacen de ella la piedra angular. La dividen en gran “yihad”, o guerra santa contra el enemigo interior: las cobardías del alma, las malas costumbres; y la pequeña yihad o guerra contra los enemigos exteriores, los infieles. El cristianismo y el islamismo: Juan Pablo II, “En el umbral de la esperanza” señala que cualquiera que conoce el Antiguo y el Nuevo Testamento, al leer el Corán, verá con claridad el proceso de reducción de la Divina Revelación que en él se lleva a cabo. Es imposible no advertir el alejamiento de lo que Dios ha dicho de Sí mismo, primero en el Antiguo Testamento por medio de los profetas y luego de modo definitivo en el Nuevo Testamento por medio de Su Hijo. Toda esa riqueza de la autorrevelación de Dios, que constituye el patrimonio del Antiguo y del Nuevo Testamento, en el islamismo ha sido abandonada. Al Dios del Corán se le dan unos nombres que están entre los más bellos que conoce el lenguaje humano, pero en definitiva es un Dios que está fuera del mundo, un Dios que es sólo Majestad, nunca el Emmanuel, Dios-con-nosotros. El islamismo no es una religión de redención. No hay sitio en él para la Cruz y la Resurrección. Jesús es mencionado, pero sólo como profeta preparador del último profeta, Mahoma. También María es recordada, Su Madre virginal; pero está completamente ausente el drama de la Redención. Por eso, no solamente la teología, sino también la antropología del Islam, están muy lejos de la teología o antropología cristiana. Sin embargo, la religiosidad de los musulmanes merece respeto. No se puede dejar de admirar, por ejemplo, su fidelidad a la oración. La imagen del creyente en Alá que, sin preocuparse ni del tiempo ni del sitio, se postra de rodillas y se sume en la oración, es un modelo para los confesores del verdadero Dios, en particular para aquellos cristianos que, desertando de sus maravillosas catedrales, rezan poco o no rezan en absoluto. Tema 5 RELIGIONES NO CRISTIANAS (segunda parte) RELIGIONES NO CRISTIANAS POLITEISTAS: En este punto nos encontramos ante un universo espiritual totalmente distinto. No es ya el de la Alianza en la que se encuentran comprometidos los que invocan la herencia de Abraham, ni es el del reconocimiento de una “Palabra de Dios” transmitida por medio de profetas. Lo que prima ahora, es la búsqueda de una iluminación, de una liberación en lo que concierne a las ilusiones y condicionamientos en que la humanidad se encuentra atrapada. 1.- Hinduismo: Historia del hinduismo Es una religión y no lo es. Se puede decir más bien que es una forma diferente de entender la vida. Sus raíces se encontrarían en Babilonia, 2500 años A.C., cuando grupos arios (específicamente los vedas) llevaron sus creencias al valle del Indo. Entonces comenzaron a escribirse hasta el año 900 a.C. los libros sagrados, los Vedas. En estos escritos se funda la filosofía hindú. El hinduísmo no es una religión revelada y, no tiene fundador; se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos. Es la religión más extendida en la India. No tiene jerarquía sacerdotal, pero existen los “maestros” y los “gurúes” que son guías espirituales. Es una fe politeísta porque a pesar de reconocer en Brahma al Dios creador, lo absoluto, “lo que es”, principio del bien y de la felicidad, de él se despliegan otros numerosos y diferentes dioses y diosas que representan los distintos poderes y funciones del dios supremo. Dos de sus manifestaciones más populares son: Vishnú, el Conservador y Shiva, el Destructor. Las epopeyas, cantos, oraciones y meditaciones hindúes tienen en su inmensa mayoría a alguno de los dos como protagonista o protector; los hindúes se reconocen a sí mismos o bien como “vishnuítas” (líneas verticales) o bien como “shivaítas” (líneas horizontales). La interacción de los numerosos pueblos que se acercan y conquistan las tierras del Indo fue muy intensa, pero la India no se estabilizó por mestizaje, sino que las ideas se fusionaron y los grupos mantuvieron su distinción en forma de castas. Los vencedores, rubios, los arios, forman las tres castas superiores: a) los sacerdotes o brahmanes, encargados de celebrar ritos y dueños del poder espiritual; b) los nobles guerreros gobernantes ó chatrias, dueños del poder temporal y, c) los agricultores, comerciantes y ganaderos ó “vaisias” que procuran los bienes económicos. Los no arios se subdividen en: d) los artesanos y comerciantes ó “sudras” que beneficiaban con su trabajo a todos, eran hombres libres; e) los "parias" son los que no tienen casta y, f) los aborígenes ó intocables que están debajo de los “parias”, y no tienen casta ni cabida en el mundo hindú. Esta casta realiza las labores más sucias, en general no se les reconoce derecho alguno y viven y mueren sin ser tomados en cuenta por la sociedad. Existen más de tres mil subcastas. Cada casta tiene sus obligaciones, las clases privilegiadas son más estrictas que las inferiores. La aceptación resignada de la propia suerte es lo normal. Nadie puede rebelarse ni pedir justicia, ni envidiar al que es superior, porque se perjudica así mismo. Legalmente las castas han sido casi abolidas, pero subsisten en la realidad muchas divisiones y prácticas asociadas a ellas. La religión sirvió para reconciliar a conquistadores y conquistados, no por igualdad o conversión, sino porque el culto dominante agregó y asimiló las creencias y ritos de los dominados. Por ello el hinduismo tiene elementos variadísimos, una mitología de miles de dioses y carece de un cuerpo único de doctrina o culto. No es raro, estudiando en conjunto esta religión, que muchos elementos no coincidan o se contradigan entre sí. Para el hindú esto no es un problema, pues las pocas creencias compartidas por todos forman un sistema social y legal estable, mientras que sus convicciones son típicas de su zona, clan, gremio, familia, de su “gurú” o incluso son individualizadas. Libros: 1.- Los cuatro libros Vedas sagrados: - el Rigveda, compendio de himnos para alabar a los dioses, - el Samaveda, melodías litúrgicas que acompañan un sacrificio u ofrenda, - el Yayurveda, contiene las fórmulas para realizar un sacrificio, - el Atharvaveda, palabras, diálogo secreto con la divinidad. Entre los años 600 al 300 a.C. se añadieron dos libros más: 2.- los Brahmanes, reflexiones de los sacerdotes sobre la divinidad creadora y su culto, 3.- los Upanishhads, se han convertido en los más importantes, son las revelaciones sobre el proceso y comunicación interior del hombre. Hay también escritos complementarios importantes: 4.- el Maharata, instrucción suprema de moralidad, 5.- el Canto Celeste considerado como la joya de la sabiduría espiritual hindú, 6.- el Mana Smiriti que da la ley religiosa y social y fija el sistema de castas. Doctrina: Los elementos centrales del hinduismo, y los realmente comunes a todas las sectas y observancias, son tres: 1. Dharma. El Universo tiene una ley eterna que, aún cambiando, se cumple sin falta. Es un ritmo de creación y destrucción, en el que después de una “kalpa” (mil edades de 4 milenios), dioses, mundo y hombres se reabsorben en la “pralaya” (descanso), pero sólo para reiniciar de nuevo. Cada hombre tiene entonces que “sostener” (dhar) su parte del universo, cumplir su destino, actuar su deber propio e intransferible, el “svadharma”. Ello implica observar la práctica religiosa, pero sobre todo asumir la responsabilidad que le corresponde a cada uno en su sexo, casta y condición, para apoyar la armonía del universo. 2. Karma. La existencia presente está condicionada de antemano. No se puede elegir quién se es, pero nuestros actos (karma) incorrectos “marcan” el cuerpo sutil con impurezas que se presentan en la existencia futura, así como los buenos nos “adelantan” en la cadena de la existencia. La ley del karma es una especie de ley de la causalidad: toda acción tiene su reacción en esta vida o en una próxima. 3. Samsara. La cadena (“samsar”) de existencias sucesivas (reencarnación o transmigración del alma) es una ley para el “jiva” (alma individual o cuerpo sutil que envuelve al “atman” o “sí mismo”). El “karma” presente no se puede cambiar, pero sí el futuro. Avanzando por distintos rangos de la existencia, aceptando el karma y actuando el “svadharma”, el creyente aspira a llegar al “mokza” (liberación) y reposar fundiéndose en el Absoluto impersonal, “Brahma”, o fusionándose con “Vishnú” o “Shiva” alcanzando así el estado de “Nirvana” o realidad suprema. En el fondo, el entorno al que se enfrenta el alma individual (“jiva” ) en cada existencia es ilusión (“maya”), pues es un velo a la auténtica realidad del Absoluto. Algunos santos elegidos ( “siddha”, o “perfectos”) vuelven a encarnar, pero con un cuerpo no kármico, para ayudar a los hombres a liberarse más rápidamente. Moral: 1.- Entre las enseñanzas hindúes está en primer lugar el “ahinsa” o sentido de rechazo a la violencia, esto en forma generalizada para todas las sectas. Esto hace que respeten incluso a los animales, en especial las vacas, que son sagradas, las culebras y los monos. El hinduismo es una doctrina de tolerancia, que muestra bondad hacia los animales y la naturaleza toda. 2.- Ofrendas: son la práctica más constante; se ofrecen flores, vegetales y “ghi” (mantequilla derretida). 3.- Visitas y peregrinaciones: se le da mucha importancia a templos y vados sagrados (los vados son riberas no profundas del río Ganges, consideradas capaces de purificar las adherencias negativas al cuerpo sutil). Los templos tienen una manifestación como dios titular, pero siempre hay nichos o capillas para otros dioses. 4.- Puja: la adoración de imágenes es común a todos los hindúes 5.- Pureza, preparación y ubicación: dependen fundamentalmente de la observancia; incluyen para todos un vegetarianismo moderado, algunas normas de higiene y vestido; casi todos los hindúes dan mucha importancia a la astrología y las distintas formas de adivinación. 6.- Oración: se aprecia la plegaria, pero es más importante la meditación que tiene como apoyo la concentración en imágenes de dioses, en diagramas y especialmente en fórmulas de repetición estática (“mantras”). 7.- Observar fielmente los caminos que llevan a la liberación del alma, que son los yogas: - “karma yoga”: disciplina de la acción, que significa realizar el “dharma” de cada uno según el lugar que ocupe en la vida; - “jnana yoga” : o camino del conocimiento de uno mismo, un camino de instropección de alejarse del mundo y ser austero; - “bahkti yoga” : es el camino de la devoción a un dios que se escoge entre los miles que existen. Es el medio más fácil para alcanzar la liberación; - “rajá yoga” : con sus posturas y modo particular de respirar, además de repetición rítmica de fórmulas adecuadas de pensamiento. Cristianismo e hinduismo: La doctrina de la reencarnación hace que el hombre acepte con indiferencia su situación en este mundo y no busque cambiarla, porque para él todo es consecuencia de lo que hizo en su vida anterior, lo que fija un determinismo que es insuperable. De ahí su fatalismo. La idea de tomar otro cuerpo y regresar a la tierra después de la muerte es absolutamente incompatible con las enseñanzas de la Biblia. La afirmación bíblica más contundente y lapidaria de que la reencarnación es insostenible, la trae la carta a los Hebreos: “Está establecido que los hombres mueren una sola vez, y después viene el juicio” (Hebreos 9,27). Si uno sabe que el milagro de existir no se repetirá, que tiene sólo esta vida para cumplir sus sueños, sólo estos años para realizarse, sólo estos días y estas noches para ser feliz con las personas que ama, entonces se cuidará muy bien de maltratar el tiempo, de perderlo en trivialidades, de desperdiciar las oportunidades. Vivirá cada minuto con intensidad, pondrá lo mejor de sí en cada encuentro, y no permitirá que se le escape ninguna coyuntura que la vida le ofrezca. Sabe que no retornarán. 2.- Budismo: Historia del budismo El budismo surgió como una reacción contra la discriminación impuesta por los arios en la India, contra la poca satisfactoria doctrina védica de la reencarnación y contra los rituales complicados; es una doctrina que se centra en convicciones intelectuales y en una búsqueda de perfección individual. Su carácter no ritual, su poco apego a las tradiciones locales y la tremenda persecución hindú hicieron que el budismo no se afianzara en la India. Su campo de desarrollo fue China, de donde se extendió al sudeste asiático y a Japón. Como en todas las religiones, en los grupos populares el budismo tiende al politeísmo, al ritualismo y al sincretismo o mezcla con otras tradiciones locales previas. En todos los tiempos, la carta fuerte del budismo ha sido su élite, hombres admirables por su disciplina, su capacidad intelectual y su ardor misionero. El budismo arranca de la predicación y vida de Siddharta Gautama (558-478 AC). La tradición budista señala que Gautama fue el hijo del rey de Kapila, en las fronteras de la India y Nepal. Una profecía señaló que el recién nacido sería el emperador de todo el universo o bien el maestro que enseñaría la perfecta sabiduría, si es que tenía la oportunidad de conocer el sufrimiento. El rey prefería el primer destino, de manera que rodeó a su hijo de una corte perfectamente lujosa, donde no hubiera espacio para ninguna preocupación o dolor. Siddharta se convirtió en un hábil guerrero y en un cortés príncipe, casado con una mujer bellísima y padre de un hijo. Pero un día quiso conocer el mundo, y ya que no pudo hacerlo desistir, su padre el rey mandó retirar de las calles de la ciudad todo signo de dolor o miseria. Sin embargo, fue inevitable que Siddharta viera a un hombre anciano, con los achaques de la decrepitud, a un enfermo con graves padecimientos, para finalmente toparse con un cadáver. Pero el encuentro determinante del día fue el que tuvo con un asceta, que mendigaba su comida pero que afirmó tener una vida plena. Siddharta huyó, abandonando su trono y su familia, y se dedicó a la vida ascética. A punto de morir de inanición, comprendió que eso tampoco lo haría feliz. Sakyamuni, como era llamado entonces, hizo un voto: no se levantaría de meditar bajo un árbol de tilo hasta no descubrir la clave de la vida. Así, a los 35 años, alcanzó la iluminación y se convirtió en Buddha. Dedicó el resto de su vida a enseñar las cuatro nobles verdades descubiertas y; en una dulce agonía, rodeado de sus discípulos, entró en el nirvana a los 80 años, en Kusinagara, en el norte de la India. Para el budista, Sakyamuni es sólo una manifestación histórica de la “budidad”. La existencia misma es ilusión, lo único que hay es el perfecto vacío de Thatagatha, el Bendito, el Buddha eterno. Según Buda, la iluminación no proviene de Dios sino del esfuerzo personal de cada uno por lograr el modo de pensar recto y las buenas obras. Libros: Los discípulos de Buda, con posterioridad a él, fueron escribiendo sus enseñanzas (siglo I a.C.). Son 31 libros organizados en tres colecciones, llamadas “Triptaka”, y que son: 1.- la Vinaya Pitaka, o compendio de las disciplinas, ordenanzas para los monjes. 2.- la Sutta Pitaka, que contiene los sermones, parábolas y proverbios. 3.- la Abhidhamma Pitaka, que consiste en comentarios sobre la doctrina budista. Doctrina: El budismo parte de la conciencia del dolor inherente a la existencia, el dolor de la frágil e insatisfactoria vida presente y también el dolor del ciclo de las reencarnaciones. El universo es un mecanismo de causa y efecto en el que no hay dios que guíe, provea o salve. Lo único que cuenta son los actos, que dejan su marca en los seres y condicionan su desarrollo. Los hombres sufren y hacen sufrir porque tienen ideas inadecuadas de la vida y la realidad. La única vía de salida de esta ignorancia son las “Cuatro nobles verdades”: 1) La vida está llena de sufrimiento, 2) La causa del sufrimiento es el deseo, 3) Extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento, 4) Para extinguir el deseo y su consiguiente sufrimiento, hay que seguir el Óctuple Camino. Siguiendo el Óctuple Camino, el hombre supera la ilusión y se da cuenta que el mundo está regido por la transitoriedad, no permanencia de las cosas; que él mismo es sin alma, sin un centro más allá de las acciones y pensamientos y que todo es sin substancia, vacío. Si las cosas o el hombre fueran en realidad -piensan los budistas- no cambiarían ni estarían sujetos al karma o efecto de las acciones. Atenazados por el deseo, el karma nos atrapa en el ciclo de reencarnaciones o “samsara”. El “samsara2 tiene seis tipos posibles de existencia: en el infierno, como espíritu torturado, como animal, como espíritu maligno, como humano o como dios benigno. Ser un dios no mejora realmente la situación, pues se tiene menos limitaciones que como ser humano, pero se puede ser igual o más infeliz debido al deseo. Moral: Se debe seguir el Óctuple Camino que consiste en: 1.-Visión correcta: creer las cuatro nobles verdades; 2.-Aspiraciones correctas: no codiciar, no ser avaro, no tener ira; 3.-Palabras correctas: no mentir, no insultar, no hablar en vano; 4.-Conducta correcta: no matar, no robar, no adulterar (aquí está la base del “ahimsa” o no violencia); 5.-Vida correcta: no hacer nada vergonzoso; 6.-Esfuerzo correcto: dedicarse a los fines adecuados; 7.-Conciencia correcta: lograr la tranquilidad; 8.-Concentración correcta: alcanzar la sabiduría. Cuando un hombre se decide a seguir el Camino, entra a formar parte de la Hermandad como monje o laico. Ayudado por sus correligionarios y por la compasión de los “budas”, se esfuerza en el “paramita”, llegar a la otra orilla, con la disciplina de ofrendas, moralidad y meditación que son el centro de la religión. Finalmente, en alguna de sus vidas -y por supuesto, se intenta que sea en la presente- se alcanza el “bodhi” o iluminación, la perfecta certeza de las cuatro nobles verdades, de manera que al morir se alcanza el nirvana o extinción, la superación absoluta del deseo, del sufrimiento y de la existencia misma. Cristianismo y budismo: El budismo es una doctrina sin Dios. El Papa Juan Pablo II, en su libro “Cruzando el umbral de la Esperanza”, expresa que el budismo es una religión de salvación; pero que la salvación que ofrece Buda es una salvación sin Dios. Su salvación consiste en liberarse del mundo que según Buda es malo y produce sufrimiento. Su Santidad señala que existe entre ambos credos, cristianismo y budismo, una esencial diferencia, ya que si Cristo nos llama a alejarnos del mundo, esto no es para huir del sufrimiento que conlleva, sino para poder unirnos a lo que está fuera del mundo, a Dios. El budismo hace que sus seguidores se queden al margen del mundo, mientras los cristianos, reconociendo que Dios es el Creador del mundo y que se lo entregó con amor al hombre para que lo dominara, no pueden por ello abandonarlo, sino que deben tratar de transformarlo a través de la Revelación del Dios vivo. No está por eso fuera de lugar alertar a aquellos cristianos que con entusiasmo se abren a ciertas propuestas provenientes de las tradiciones religiosas del Extremo Oriente en materia, por ejemplo, de técnicas y métodos de meditación y de ascesis. En algunos ambientes se han convertido en una especie de moda que se acepta de manera más bien acrítica. Es necesario conocer primero el propio patrimonio espiritual y reflexionar sobre si es justo arrinconarlo tranquilamente. Es obligado hacer aquí referencia al importante aunque breve documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe «Sobre algunos aspectos de la meditación cristiana» (15.X.1989). En él se responde precisamente a la cuestión de «sí y cómo» la oración cristiana «puede ser enriquecida con los métodos de meditación nacidos en el contexto de religiones y culturas distintas» (n. 3). 3.- Taoísmo: Historia del taoísmo El fundador del taoísmo, o más bien descubridor de esta forma de presentar y vivir la vida, es Lao-tsé, el “viejo maestro”, cuyo verdadero nombre era Lao Tan. Nació alrededor del año 600 a.C. en la provincia de Honan, en China. Se desempeñó como bibliotecario en la corte de la dinastía Chou de la época, pero al contemplar tanta corrupción dejó su cargo para escribir su tratado sobre el “Tao”, donde resume su pensamiento. “Tao” significa camino y, por extensión, “principio, doctrina”. Aunque es un concepto verdaderamente indefinible, se puede decir que “la armonía que muestra el universo” es el Tao y, el taoísmo, un sistema que no es de una simple contemplación del mundo ni de especulación, sino una filosofía que ofrece un sistema práctico de vida. Libros: 1.- “Tao-te ching”: tratado donde Lao-tsé resume su pensamiento. Es el clásico del camino y la virtud, donde da a conocer el camino de la naturaleza. 2.- “Chuang-tsé”: del mismo nombre que su redactor, discípulo de Lao-tsé. En esta obra no sólo habla del “Tao” sino incluye los conceptos de “ying” y “yang”, fuerzas opuestas que en su interacción controlan todos los aspectos de la vida. Doctrina: El “Tao” existe antes que el cielo y que la tierra, es “madre” y “antepasado” de todas las cosas; es al mismo tiempo principio del ser y su substancia. Todas las cosas dependen de él para la vida; opera en todas partes y sin peligro. En cierta manera, es una fuerza cósmica, que viene del cielo, fuerza misteriosa que es responsable del universo material. Es el modelo de comportamiento de todos los hombres y el principio de toda actividad justa en lo político y lo social. Para encontrar el “Tao”, aspiración de esta filosofía, hay que dejar el mundo atrás y entrar a unirse con la naturaleza. Con este camino se encontraría la paz y, esto daría paso a la felicidad, ya que no puede obtenerse la felicidad si antes no hay paz en el corazón. Así, los chinos – con otra mentalidad, diferente a la occidental – en lugar de creer en el Creador, creen en la Creación. Al incorporarse los conceptos de “ying” y “yang” (fuerzas opuestas, claro-oscuro, positivo-negativo, masculino-femenino, etc.) se llega a la teoría de que nada gana el hombre con oponerse o tratar de impedir lo que la naturaleza ha puesto en marcha, porque tarde o temprano todo regresa a lo opuesto. Es una filosofía de inercia. Moral: El taoísmo, adopta un punto de vista místico, abogando por la inacción, la quietud y la pasividad para conseguir el “Tao”. Para Lao-tsé, amor profundo, frugalidad y el no atreverse a ponerse a la cabeza del mundo, constituyen los “tres tesoros” y quien los posee, por ellos llega a ser valeroso, generoso y un líder en el mundo. Llama a amar la tierra, a amar lo profundo en los corazones, a amar a la humanidad en las asociaciones, a amar la honradez en las palabras, a amar el orden en el gobierno, a amar la competencia en los asuntos comerciales y a amar la puntualidad en las actividades. Advierte no tratar de auto justificarse, no vanagloriarse ni jactarse, no ser orgullosos, no atesorar cosas o dinero, no ser extravagantes. Aconseja tratar de conocer lo sutil y lo eterno, tratar de saber lo que no se conoce. 4.- Confucianismo: Historia del confucianismo Entre todos los sabios que ha producido China, ninguno, probablemente, se destacó tanto como King Fu-tzu, nombre que trasladado a nuestra lengua por los misioneros jesuitas, conocemos como Confucio y que nació en el año 551 a.C. (19 años después que Lao-tsé y 12 años más tarde que Buda). Llegó a ser un erudito y como tal se dedicó a propagar sus ideas, transformándose en maestro itinerante. Sus conceptos se grabaron para siempre en el alma china y lograron cambiar la mentalidad de ese pueblo. Sobre la base de sus principios de bondad, de consideración por el otro, de respeto a la autoridad, los emperadores encontraron la fórmula que necesitaban para asentar su poder, por lo cual elevaron el confucianismo a la calidad de culto estatal. Los emperadores de la dinastía “Tang” ordenaron erigir templos a Confucio así su doctrina pasó a ser la religión oficial y preferida, que compitió con ventajas con el taoísmo y el budismo. Libros: El pensamiento confuciano se encuentra incluido en sus Cuatro Libros y sus Cinco Clásicos. Los Cuatro Libros son: 1.- “Doctrina de la gran sabiduría”: obra de formación educativa que usan las escuelas, 2.- “Doctrina del justo medio”: enseñanza para dirigir la formación humana mediante la moderación, 3.- “Las Analectas”: colección de expresiones de Confucio que contienen lo principal de su pensamiento, 4.- “El libro de Mencio”: escritos y comentarios de su principal discípulo. Los Cinco Clásicos son: 1.- “Libro de las odas”: poemas, 2.- “Libro de la historia”: abarca 17 siglos de historia China, 3.- “Libro de los cambios”: sobre adivinación, 4.- “Libro de los ritos”: reglas sobre ceremonias y ritos, 5.- “Anales de la primavera y el otoño”: acerca de “Lu”, estado natal de Confucio. Doctrina La doctrina de Confucio es de base puramente moral. Es una filosofía de la vida y del hombre frente a ella. No habló nunca de Dios, pero las ideas que él expresó dejan traslucir la existencia de un ser supremo. Presenta un temor reverente a un poder superior, “Tien”o Cielo, que determinó como origen de toda virtud y bondad y cuya voluntad dirige todas las cosas. Pone fe en una ley natural de retribución, según la cual los actos buenos y malos conllevan sus propias consecuencias. Es una doctrina cuyo punto central es la humanidad y reciprocidad en las relaciones; promueve el respeto a los antepasados (guardó 27 meses de luto a la muerte de su madre) y culto a los grandes hombres. Su concepto más importante es el “li” o “lo apropiado”, esto es que cada persona debe aprender el papel que se espera que desempeñe en la nación y vivir de acuerdo a ese papel. Moral El sistema moral de Confucio no menciona la existencia de Dios o de una vida posterior a la muerte. Su interés radica en regular las relaciones humanas dentro de la sociedad. Así mismo, por su carácter racionalista, ordenado, objetivo y humanístico, el confucianismo no vio la necesidad de crear, sanciones religiosas, ya que se tenía la firme convicción de que el hombre es capaz de enseñar y aprender virtudes. De esta manera Confucio, creyendo en la bondad original del hombre, formuló las "Cinco relaciones", consideradas como fundamentales del orden social, ideal y armoniosa, especialmente en las relaciones con los demás. 1. Controlar nuestros sentimientos para vivir de manera ordenada y armoniosa, especialmente en las relaciones con los demás. 2. Vivir rectamente, haciendo lo que debemos hacer aunque esto nos lastime. 3. Amar y obedecer a nuestros padres y ser considerados con nuestros hermanos. 4. Ser leales y considerados con los demás. 5. Ser amables y corteses con los otros y tener buenos modales. Cristianismo y religiones orientales: Las religiones del Extremo Oriente han supuesto una gran contribución en la historia de la moralidad y de la cultura, han formado la conciencia de identidad nacional en los habitantes de China, India, Japón, Tíbet, y también en los pueblos del sudeste de Asia o de los archipiélagos del océano Pacífico. Pablo VI, de venerada memoria, declara en la Exhortación Apostólica "Evangelii nuntiandi": "Ellas (las religiones no cristianas) llevan en sí mismas el eco de milenios a la búsqueda de Dios, búsqueda incompleta pero hecha frecuentemente con sinceridad y rectitud de corazón. Poseen un impresionante patrimonio de textos profundamente religiosos. Han enseñado a generaciones de personas a orar. Todas están llenas de innumerables semillas del Verbo y constituyen una auténtica preparación evangélica" (n.53). Sin embargo, el cristiano sabe que ha de hacer su camino bajo el signo de la Redención, en el Orden de la Caridad, no él solo, sino con el “Otro”, con su Gracia y en su Gracia. No puede pasársele por la cabeza el pedir que los múltiples caminos o técnicas que el mundo oriental le ofrece, por puros y elevados que sean, lo lleven a una unión con el Absoluto. “En esto está el Amor”, ha escrito San Juan (1 Jn 4, 10), “no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó primero…” Este carácter fundamental del cristianismo es el que ha de respetar y servir un camino que pretenda “iluminar” a un cristiano. Lo esencial es entender bien, admitir, en el fondo, que no se trata de cristianizar un camino o técnica determinada, sino de lograr que sirvan al cristianismo, a la vida cristiana (especialmente a la dedicada a la contemplación). Se puede, pues, intentar audazmente la adaptación de todo aquello que facilite el diálogo, el esencial diálogo cristiano. Todo lo que, por el contrario, no acabe más que en aislamiento, se debe proscribir. El cristianismo se funda en una encarnación, la del Hijo de Dios, y ésta es la que ha de dar substancia y valor de autenticidad a cualquier técnica o camino ofrecido por el mundo oriental. Así, la primera cautela de un cristiano que quiera sacar provecho de alguna disciplina, será, pues, disociar la práctica de teorías. Pertenece a la vocación “profética” de los cristianos hacer, dentro del Espíritu de Cristo, un discernimiento de espíritus, reconociendo como propio suyo todo lo que es bueno, cualquiera que sea su origen, para que, a través del misterio pascual de muerte y resurrección, los métodos de ascesis y de interiorización vengan a enriquecer el patrimonio cristiano. Bibliografía: -“Las principales religiones del mundo”Autor: Raúl Mardones Oyarzún -“La fe cristiana en diálogo con las grandes religiones”Autor: I.H.Dalmais -“Juan Pablo II habla de las otras religiones”Autor: catholic.net -“Fe cristiana y religiones no cristianas”Autor: catholic.net - “En nuestro tiempo”: Declaración "Nostra Aetate" Conc. Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. -“¿Da igual una religión que otra?”Autor: catholic.net -“Religión, verdad y salvación” Card. Joseph Ratzinger -“¿Budismo?”Autor: catholic.net -“Islam ” ; “ Islam II ” Autor:José Morales -“Sobre el origen del Islam”Autor: Oscar Fernández Espinosa de los Monteros -“Doctrina del budismo”Autor: Eduardo Monterrubio -“Taoismo”Autor: Cristina Cendoya -“El hinduismo”Autor: Eduardo Monterrubio -“Islam: Una religión monoteísta”Autor: Miguel Ángel Torres-Dulce, Revista Palabra -“¿Qué es el Hinduismo?”Autor: Churchforum.org -“El judaísmo”Autor: Javier Mora-Figueroa, Revista Palabra -“Las virtudes de Confucio”Autor: Marcos N. Ortiz Cué -“El diálogo con las grandes religiones mundiales”Catequesis de S.S. Juan Pablo II en la audiencia general de los miércoles (19 de mayo de 1999) -“¿Todas las religiones son iguales?”Autor: catholic.net -“Dominus Iesus”Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. Tema 6 AVANCES DE LA MEDICINA Y NUESTRA FE DESARROLLO DEL TEMA El don de la vida, que Dios Creador y Padre ha confiado al hombre, exige que éste tome conciencia de su inestimable valor y lo acoja responsablemente. Este principio básico debe colocarse en el centro de la reflexión encaminada a esclarecer y resolver los problemas morales que surgen de las intervenciones artificiales sobre la vida y sobre los procesos procreativos. En el último tiempo, la medicina ha avanzado muy rápido, tanto es así, que hemos leído acerca de los avances para poder tener hijos que con todas las posibilidades que se ofrecen es casi imposible no tenerlos, o de la clonación de seres vivos, de la manipulación no solo de plantas sino que también de genes humanos y de animales, etc. Tanto que la tecnología médica ha llegado incluso a ocuparse del origen de la vida, por lo que para su estudio fue necesario crear una rama denominada bioética o llamada también la ética de la vida. Gracias al progreso de las ciencias biológicas y médicas, el hombre dispone de medios terapéuticos cada vez más eficaces, pero puede también adquirir nuevos poderes, preñados de consecuencias imprevisibles, sobre el inicio y los primeros estadios de la vida humana. En la actualidad, diversos procedimientos dan la posibilidad de intervenir en los mecanismos de la procreación, no sólo para facilitarlos, sino también para dominarlos. Si tales técnicas permiten al hombre "tener en sus manos el propio destino" (SS Juan Pablo II), lo exponen también "a la tentación de transgredir los límites de un razonable dominio de la naturaleza"(SS Juan Pablo II). Por eso, aun cuando tales técnicas pueden constituir un progreso al servicio del hombre, al mismo tiempo comportan graves riesgos. De ahí que se eleve, por parte de muchos, una llamada urgente a salvaguardar los valores y los derechos de la persona humana en las intervenciones sobre la procreación. La demanda de luz y de orientación proviene no sólo de los fieles, sino también de cuantos reconocen a la Iglesia, "experta en humanidad", una misión al servicio de la "civilización del amor" (SS Pablo VI) y de la vida. Desde siempre, la medicina ha sido un oficio sagrado que con el cristianismo logró pasar de lo supersticioso-mágico a lo religioso-espiritual. N.S. Jesucristo fue médico del alma y del cuerpo. Él nos mostró como salvar nuestra alma y mejoró las enfermedades del cuerpo, venciendo hasta la muerte, y curó de distintas maneras: a unos les impuso las manos, a otros les expulsó demonios, pero de todos los casos destacamos aquel ciego de nacimiento al que le dio la vista con un ungüento de tierra y saliva (Jn.9, 1-8), lo que tiene un significado especial en la medicina porque para sanar formó un barro – sin necesitar hacerlo – lo que podemos asimilar a la administración de un medicamento. El magisterio de la Iglesia no interviene en nombre de una particular competencia en el ámbito de las ciencias experimentales. Al contrario, después de haber considerado los datos adquiridos por la investigación y la técnica, desea proponer, en virtud de la propia misión evangélica y de su deber apostólico, la doctrina moral conforme a la dignidad de la persona y a su vocación integral, exponiendo los criterios para la valoración moral de las aplicaciones de la investigación científica y de la técnica a la vida humana, en particular en sus inicios. Estos criterios son el respeto, la defensa y la promoción del hombre, su derecho primario y fundamental a la vida y su dignidad de persona, dotada de alma espiritual, de responsabilidad moral y llamada a la comunión beatifica con Dios. . La intervención de la Iglesia, en este campo como en otros, se inspira en el amor que debe al hombre, al que ayuda a reconocer y a respetar sus derechos y sus deberes. Ese amor se alimenta del manantial de la caridad de Cristo: a través de la contemplación del misterio del Verbo encarnado, la Iglesia conoce también el misterio del hombre; anunciando el evangelio de salvación, revela al hombre su propia dignidad y le invita a descubrir plenamente la verdad sobre sí mismo. La Iglesia propone la ley divina para promover la verdad y la liberación. Dios ha creado el hombre a su imagen y semejanza: "varón y mujer los creó" (Gn. 1, 27), confiándoles la tarea de "dominar la tierra" (Gn. 1, 28). La investigación científica, fundamental y aplicada, constituye una expresión significativa del señorío del hombre sobre la creación. Preciosos recursos del hombre cuando se ponen a su servicio y promueven su desarrollo integral en beneficio de todos, la ciencia y la técnica no pueden indicar por sí solas el sentido de la existencia y del progreso humano. Por estar ordenadas al hombre, en el que tienen su origen y su incremento, reciben de la persona y de sus valores morales la dirección de su finalidad y la conciencia de sus límites. Sería por ello ilusorio reivindicar la neutralidad moral de la investigación científica y de sus aplicaciones. Por otra parte, los criterios orientadores no se pueden tomar ni de la simple eficacia técnica, ni de la utilidad que pueden reportar a unos a costa de otros, ni, peor todavía, de las ideologías dominantes. A causa de su mismo significado intrínseco, la ciencia y la técnica exigen el respeto incondicionado de los criterios fundamentales de la moralidad: deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables y de su bien verdadero e integral según el plan y la voluntad de Dios. El rápido desarrollo de los descubrimientos tecnológicos exige que el respeto de los criterios recordados sea todavía más urgente; la ciencia sin la conciencia no conduce sino a la ruina del hombre. "Nuestro tiempo, más que los tiempos pasados, necesita de esa sabiduría para humanizar más todas las cosas nuevas que el hombre va descubriendo. Está en peligro el destino futuro del mundo, a no ser que surjan hombres más sabios” (Constitución Pastoral Gaudium et Spes). INTRODUCCION AL CONCEPTO DE “BIOETICA” En la actualidad, la bioética es una disciplina cultural mundial que ha tenido un gran impacto en la sociedad, ya que conjuga aspectos éticos, biológicos, comerciales, legales y comunicacionales, involucrándose en momentos tan importantes como: el inicio de la vida, la sexualidad, la procreación, la enfermedad, el sufrimiento, y la muerte. Todo este conocimiento científico crece día a día en forma independiente de las distintas creencias religiosas que existen acerca del sentido de la vida y de la muerte. No todas las vidas son iguales. No es lo mismo la vida de una rosa que la de una mujer llamada Rosa. La vida de un simio no es igual a la de un hombre, y así lo dice el refrán: “aunque el mono se vista de seda, mono se queda”, por lo mismo el hombre debe ser tratado diferente como le corresponde a su dignidad humana. El trato de los problemas que refieren al hombre se enmarca, en parte, en una disciplina que se la ha denominado “bioética”. Este término lo acunó el Dr. Potter, un americano que preocupado por como avanzaba la ciencia alejándose del bienestar del hombre, buscó formar una unión o puente de encuentro entre ambos conceptos – ciencia y hombre - al que llamó bioética. Entonces, la bioética, tal como su significado etimológico lo señala, es un asunto de vida y de ética. Esta se refiere a la ética de la vida humana, en cuanto a que es biomédicamente tratada con técnicas avanzadas con vistas a promover su desarrollo integral y calidad de vida tanto física como psíquica. Una de las preguntas que podría hacerse un especialista de esta área, sería, por ejemplo: ¿Es lo mismo practicar un diagnóstico prenatal para un tratamiento de embarazo que otro con la intención de practicar un aborto? La bioética debería ofrecer las pautas para resolver convenientemente los conflictos concretos que aparezcan en una situación particular entre valores y deseos. La ciencia sin conciencia no es digna de la persona humana. La bioética, por estar al servicio del hombre, tiene que conocer quién es la persona humana. Cuerpo material y alma espiritual forman la persona humana. La persona siempre es la unidad sustancial, compuesta por el organismo material y el alma espiritual. La unión es tal que uno no existe sin la otra y viceversa. El cuerpo no sería cuerpo “humano” sin la unión con el alma; el alma no sería alma “humana” sin el cuerpo. No se trata de una unión funcional, sino vital, sustancial. En el computador la unión entre los componentes interiores y la corriente eléctrica sólo existe para poder funcionar, pero el computador y la electricidad son realidades diferentes y pueden existir separadamente la una de la otra y servir para funciones diferentes. En la persona, en cambio, el cuerpo es cuerpo humano porque está presente el alma, y al alma es alma humana porque vivifica un cuerpo. El hombre en general no existe; en la realidad existen sólo personas concretas: la amiga María, papá Juan, yo que escribo, tú que lees… La persona humana es un sujeto individual racional. Visto que la persona es la unión de cuerpo y alma, nos preguntamos ahora cómo se forma el cuerpo y de dónde viene el alma. El origen del cuerpo humano está bien documentado por la ciencia; tiene lugar en el cigoto, una vez fusionados el espermatozoide masculino y el óvulo femenino. Esta célula que el biólogo nos presenta como un nuevo ser humano, que empieza su propio ciclo vital es el principio de un nuevo y original cuerpo humano. El origen del alma humana no puede documentarse científicamente pero tampoco desmentirse, porque es una realidad espiritual. Como tal no puede provenir de la materia, ni inerte ni orgánica. Tampoco puede tener origen en el alma de los padres, porque siendo simple no puede pensarse como una partícula que se separa del alma de los padres. No queda, pues, más que una respuesta, no documentada científicamente, pero sí racionalmente probada: el alma espiritual de cada ser humano es creada directamente por Dios en el momento mismo de la concepción. Es decir, quien ha proyectado al hombre como unidad de cuerpo y alma, o sea Dios, se sirve de la materia para formar lo que es material; la realidad espiritual, en cambio, es la huella directa de Dios en el hombre. Por lo tanto, podemos decir que la bioética es la ética de la vida humana sometida a técnicas biomédicas avanzadas en todas sus etapas existenciales, respetando su dignidad y promoviendo su calidad. Así pues, la bioética tiene las siguientes características: - Es humana: concierne directamente a la vida y la salud del hombre, e indirectamente al entorno en que vive. Es racional: regula las intervenciones según valores morales, fundados en la dignidad de la persona humana. Es universal: válida para todos los hombres sin distinción de cultura o religión, porque está fundada únicamente en la racionalidad humana. Es interdisciplinar: se sirve de la colaboración de todas las disciplinas implicadas: biología, medicina, derecho, filosofía, etcétera. Erróneamente se habla, por un lado, de bioética laica, cuando se pone acento sobre la independencia y contraposición con respecto a perspectivas inspiradas por la religión, y por otra parte se habla de bioética religiosa, cuando se inspira en posiciones religiosas. La bioética ni es religiosa ni es laica; es sencillamente “bioética”. Cualquier adjetivación representa una deformación tendenciosa. En todo caso se podría hablar de una bioética personalista para indicar que el criterio de valoración ética es la dignidad y el valor absoluto de la persona humana. FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS DE LA BIOETICA Después de la segunda guerra mundial, se descubre el ADN, los antibióticos, y se perfeccionan las técnicas quirúrgicas. Durante la década de los 50 se desarrollaron los anticonceptivos químicos y se consolidaron las técnicas de reanimación de personas condenadas a morir sin remedio, y a cuestionar la prolongación clínica de personas en estado terminal. En el año 59 nace el primer niño por inseminación artificial simple. Los años siguientes se centraron en la esterilidad femenina. En el año 73 aparece la primera enciclopedia de cuatro tomos sobre bioética, y el 95 se le agrega el quinto tomo sobre la ética de la conciencia de la vida a la luz de los valores y principios morales. En la actualidad, la bioética es un área de investigación cultural mundial. Todas las maravillas y barbaridades posibles o imaginables en el futuro de este campo, están contempladas en el ya célebre proyecto genoma que tiene por objetivo el control de nuestro código genético. No hay constancia de que en el pasado se haya estado tan cerca de la frontera entre la nada, la vida y la muerte del hombre. El problema surge al ver con que rapidez se ha avanzado y se ha desarrollado la bioética. El impacto producido en la sociedad ya que los criterios éticos y morales han estado ausentes, hicieron necesario crear el “bioderecho” para proteger la especie humana. Este bioderecho censura y margina temas como el desarrollo de la biología celular, la manipulación de embriones, las técnicas anticonceptivas, castrativas, abortivas y eugenésicas; las técnicas de manutención de vida para personas moribundas, eutanasia asistida y suicidio, técnicas de experimentación psicológicas y trasplantación de órganos humanos, crío conservación de embriones y clonación. No obstante lo anterior, la bioética no puede transformarse en una piedra de tope para el avance científico, y aquí debemos resaltar que el descubrimiento de la biología molecular resulta fascinante. Gracias a ello, en el futuro próximo muchas enfermedades catastróficas podrán ser detectadas, diagnosticadas y mejoradas desde el seno materno. Hay que reconocer que habrá una gran mejoría en los diagnósticos, se espera que enfermedades que ahora son imposibles de tratar lo sean gracias al conocimiento del genoma humano. Por ejemplo, en un futuro no lejano podría diagnosticarse el Síndrome de Down en un cigoto y luego modificarse la deficiencia genética que lo causa. ¿Es legítimo a los padres hacerlo?, ¿Qué pasará con otros defectos físicos? Ej. Nariz, color de pelo, altura ¿Resulta legítimo modificar la estructura del futuro hijo? ¿Donde estará el límite? El año 1978 fue el nacimiento del primer ser humano mediante la fecundación “inVitro”. El año 2000 se hizo público el primer borrador del genoma humano o llamado “libro de la vida” de cada uno, escrito con letras bioquímicas por el Creador; todo tan o más importante como la invención de la rueda, la electricidad, los antibióticos, el primer viaje a la Luna, etc. Estos han marcado un cambio y avance importantísimo para la ciencia y en definitiva para la sociedad. Desde 1942 se ha podido controlar el uso de la energía atómica, pero: ¿Se podrá controlar el abuso de la bomba biológica? Tomando en cuenta lo anterior y habiendo establecido quién es la persona humana se esta en condiciones de enunciar los principios fundamentales para guiar el comportamiento bioético, respetando, precisamente, la dignidad de cada persona: Principios fundamentales de la bioética 1.- La vida humana tiene un valor absoluto e inviolable. 2.- Existe un nexo inseparable entre vida-verdadlibertad 3.-Conocer para curar, no para manipular: Intervención según naturaleza = lícita Intervención contra naturaleza = ilícita Intervención innatural = ilícita 4.- No todo lo que es técnicamente posible, es moralmente admisibe. 5.- Las leyes de los Estados deben tutelar el bien de las personas. 6.- Principio de la acción con doble efecto: - La acción debe ser en sí buena o indiferente. - El efecto malo no puede ser ni causa ni medio para el efecto bueno. - No debe existir ninguna otra alternativa. - El efecto bueno debe ser proporcionalmente superior al efecto malo. Todos estos principios, bien utilizados, facilitarían el manejo de la bioética. Los problemas aparecen porque aquellos que intervienen en ciencias relacionadas con el objeto del estudio científico dejan fuera de sus decisiones la evaluación ética de sus acciones, e interpretan estos principios de la manera más conveniente para cada uno y sus fines. TEMAS Y PROBLEMAS DE LA BIOETICA La bioética comprende la problemática de una amplia gama de especialidades científicas tales como el genoma humano, la experimentación científica con embriones humanos, la procreación humana y el desarrollo de alimentos transgénicos, la clonación de personas y animales, la producción de nuevos fármacos manipulando plantas, animales y personas. El trato de esta realidad tiene mucha importancia y trascendencia para la raza humana por lo que el Magisterio de la Iglesia, y las legislaciones nacionales e internacionales se han visto en la necesidad de referirse a ellas. Los principales temas de bioética, en relación al ser humano, son los relacionados con la procreación humana, la genética humana, el embrión y la vida en la fase terminal El cuadro siguiente nos resume claramente lo anterior: BIOETICA TEMAS Y PROBLEMAS PERSONAS Y PRINCIPIOS -------------------------- Dignidad de la persona Principios fundamentales de la bioética SEXUALIDAD Y PROCREACIÓN ----------------------------------------- Sexualidad Procreación natural Fecundación artificial Regulación natalidad Esterilización GENÉTICA HUMANA --------------------------------- Genoma humano Biotecnologías e ingeniería genética Clonación Células madre EMBRIÓN HUMANO ---------------------------------- Embrión humano Aborto Diagnóstico prenatal Experimentación en embriones humanos VIDA EN LA FASE TERMINAL ----------------------------------------------- Dolor y sufrimiento Eutanasia Encarnizamiento terapéutico Cuidados paliativos Muerte encefálica Transplante de órganos Como vemos el campo en el cual actúa la bioética es amplio y muy extenso. Considerando que dentro de los temas, antes citados, existen algunos que hoy en día merecen un conocimiento más profundo, en cuanto a su significado y la posición de la Iglesia, veremos a continuación, en forma resumida, lo relativo al Genoma Humano, Manipulación Genética y Clonación, todos relacionados con la genética humana según vimos en el cuadro anterior. ¿QUE ES EL GENOMA HUMANO? El genoma humano es la agrupación de unidades de información que son los genes y que su conjunto forma a los cromosomas, que se encuentran en el núcleo de nuestro organismo. La secuencia de estos genes es la que le da las características a nuestro cuerpo. En el genoma encontramos las alteraciones o enfermedades que podríamos padecer durante nuestra vida. Por esto el primer proyecto del genoma es el leer y decodificar toda la información para hacer uso de ella. El genoma nos permite conocer el manual de instrucción del cuerpo humano que determina: sus funciones, la constitución de los órganos, el color de la piel, la estatura, etc. Esto nos ayudará a ubicar al gen que produzca alguna enfermedad genética. Conocer siempre es un bien y da esperanzas para tratar enfermedades que hoy no tienen curación. El año 2000, se pudo saber el cifrado de los genes, lo que tuvo una repercusión ética, social y legal fuerte, ya que por una parte se ve un futuro prometedor para la medicina preventiva, pero a la vez una inquietante preocupación por la discriminación que tendrán en el empleo de estas técnicas, ya que con la información genética se pierde el respeto a la confidencialidad en el uso de estos para fines forenses, policiales, profesionales, eugenésicos, etc. El año 1997, la UNESCO aprobó el genoma humano como patrimonio común de la humanidad, reconociendo que su investigación y descodificación significaba una mejora en la salud. Pero a su vez este organismo mundial nos pide que en su puesta en práctica se respete la dignidad, libertad y derechos de las personas, por lo que se prohíbe la discriminación por características genéticas. Según el Magisterio de la Iglesia, la ciencia está al servicio de la vida humana, y ahí encuentra siempre su legitimación. Ese servicio al hombre deberá prestarse desde el momento preciso de su concepción, minuto en que el óvulo es fecundado, y hasta su ocaso con la muerte natural. “La naturaleza biológica de cada hombre es intangible en el sentido de que es constitutiva de la identidad personal de cada individuo a lo largo de toda su historia. Cada persona humana en su singularidad absolutamente única, no está constituida solamente por su espíritu, sino por su cuerpo. De esta forma en el cuerpo y por el cuerpo, se toca a la persona misma en su realidad concreta. Respetar la dignidad del hombre significa, en consecuencia, salvaguardar esta identidad del hombre, uno en cuerpo y alma.” (SS Juan Pablo II). Ahora, con el mapeo del genoma humano y su control social, la bioética alcanzará el clímax científico, repercutiendo en la estructura social y profesional en la salud, la farmacología y las instituciones sanitarias y será un desafío para el bioderecho y las organizaciones políticas. MANIPULACIÓN GENÉTICA Manipular es manejar algo alterando su naturaleza, es introducir algún tipo de violencia en el curso natural de las cosas. Podemos decir que toda intervención sobre la vida humana con técnicas biomédicas avanzadas, que tengan como finalidad salvar la vida, curar enfermedades o mejorar la calidad de vida, son éticamente justificables. Por el contrario, toda práctica manipulatoria es inmoral en la medida en que su aplicación destruya o dé un trato indebido al embrión humano, provoque aborto, haga eutanasia, mutación de códigos genéticos o tratamientos degradantes a la dignidad humana en el trato de enfermos, ancianos y disminuidos física o mentalmente. Manipulación genética es un concepto que significa distorsión o perturbación de los genes. La manipulación genética puede ayudar a resolver en forma positiva las enfermedades hereditarias interviniendo sobre los genes responsables. En la práctica esto casi no ocurre porque se interviene genéticamente en situaciones que no son de real importancia. En la realidad se abusa de la posibilidad de manipular, pudiendo esto convertirse en un arma de control sobre la vida humana. “La expresión manipulación genética sigue siendo ambigua y debe constituir objeto de un verdadero discernimiento moral, porque encubre, por una parte, ensayos aventurados tendentes a promover no sé que superhombre, y, por otra parte, otros saludables orientados a la corrección de anomalías tales como ciertas enfermedades hereditarias, sin hablar de las aplicaciones beneméritas en los campos de la biología animal y vegetal útiles, para la producción alimenticia. Para estos últimos casos, algunos hablan de cirugía genética como para demostrar mejor que el médico interviene no por modificar la naturaleza, sino para ayudarla a desarrollarse en esa línea, la línea de la creación, la línea querida por Dios.” (SS Juan Pablo II). La gran discusión científica que hay frente a la manipulación genética se refiere al momento en que comienza la vida en el útero materno. Desde el momento en que el espermatozoide entra en el citoplasma del óvulo que se anida, se demora catorce días para constituir una unidad independiente, su genoma o código genético comienzan a actuar y a desarrollarse. La discusión científica, ética y legal se centra en esos 14 días. El problema que aquí surge está en si: ¿es o no manipulable el embrión en ese período, ya que algunos no lo consideran un ser vivo y futuro, nosotros, los católicos, si? ¿Por qué? Como veremos más adelante, la manipulación genética abarca muchas posibilidades, desde la sintetización artificial de insulina y encimas, hasta el aborto o la eutanasia, pasando por la experimentación en seres humanos y sobre toda clase de reproducción humana de laboratorio: in útero, in vitro o simplemente clonal. Esta manipulación genética tiende a ser aplicada por igual a la agricultura, a la alimentación, a la medicina preventiva como a la reproducción animal. El problema surge porque al manipular hay esperanzas de que resulte el experimento planificado pero también aparecen desazones y quebrantos. Dentro de lo genéticamente manipulable tenemos: 1-ADN. 2-Células humanas. 3-Embriones. 4-Producción y uso de embriones. 5-Terapia genética en seres humanos. 6-Eugenesia (evitar la descendencia defectuosa o la unión con riesgo genético, aborto, control de la natalidad, esterilización, etc.) En cada uno de estos objetos de manipulación caben muchísimos aspectos y posibilidades que nos dejan absolutamente impactados ante lo que la ciencia puede hacer y hasta donde puede avanzar. Como ya hemos dicho, los genes son los protagonistas de la manipulación y la biotecnología. Cada uno de los rasgos físicos viene determinado por factores que nos lo son transmitidos por nuestros padres a través de los gametos (o células germinales o sexuales, maduras) o espermios masculinos y óvulos femeninos. Cada rasgo tiene 2 factores, uno del padre y otro de la madre, uno es dominante y el otro recesivo. A estos factores es a lo que en genética se le dice gen, o genes. Los genes están formados por ácidos desoxirribonucleico al que llamamos abreviadamente ADN. Pero lo más importante no es el de qué se componen estos ácidos sino cómo se forma su estructura. Esto lo podemos comparar a una palabra de cuatro letras, que dependiendo de cómo se coloquen esas letras es la palabra que vamos a formar y su significado (AMOR – ROMA – MORA – RAMO); esto mismo sucede con los genes, depende de la composición, número y fusión de cada uno para saber de la maravilla o barbaridad que podría resultar si se es manipulado. Los genes son los que transmiten la herencia, de ahí su gran importancia. En conclusión, desde el primer encuentro del espermatozoide con el óvulo ya se encuentra el genoma humano individual formado, por lo que da lo mismo si este se destruye desde su primer encuentro o después de los catorce días en que se ha formado el disco embrional, igualmente produce un daño irreparable porque con la fusión de los gametos comienza el ciclo vital de un nuevo ser en desarrollo, que si nada ni nadie lo impiden, se ha formado según un plan preciso y definido, lo que quiere decir que tiene identidad, individualidad y unicidad a lo largo del proceso vital. Los expertos en bioética nos dicen que con la fusión de los gametos humanos, un nuevo ser inicia su carrera o ciclo vital, durante el cual realizará con autonomía propia todas las potencialidades y capacidades de que está intrínsicamente dotado, mientras alguna patología o la muerte no lo impidan. Por lo mismo, el embrión no es un potencial ser humano sino que un real y actual ser humano, con un futuro más corto o más largo que nadie tiene derecho a destruir. “Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una vida que no es la del padre ni la de la madre, sino que la de un nuevo ser humano que se desarrolla por si mismo.” (SS Juan Pablo II). Por todo esto hay que dejar en claro que: 1-Somos personas desde la concepción, momento en que recibimos el alma; 2-El cigoto desde el comienzo tiene su clave femenina o masculina ya programada; 3-Desde el primer momento se ha constituido un individuo o sujeto humano y su dignidad o valor debe ser reconocida y respetada desde que es cigoto y a lo largo de toda su carrera existencial. Al conocer todo esto, nos preguntamos ¿por qué no podemos utilizar estas técnicas para curar enfermedades? Muchas enfermedades tienen su origen en defectos genéticos como el síndrome de Down, la distrofia muscular, el enanismo, la diabetes, el labio leporino, etc. La terapia genética intenta corregir las equivocaciones producidas al imprimir la edición biológica de nuestro organismo, quiere arreglar las enfermedades genéticas hereditarias en el ADN de los espermatozoides o en los óvulos, lo que tiene ventajas y desventajas. Si hay corrección genética exitosa los descendientes no lo heredan, pero por el contrario cualquier error en la manipulación puede ser transmitido. ¿Cómo se realiza la manipulación genética? La técnica utilizada consiste en introducir a través de la sangre células con genes específicos que sean capaces de luchar contra esa enfermedad. Estos se expanden y atacan el mal. Si la técnica utilizada es efectiva se podrían mejorar problemas como el cáncer, el Rh de los embarazos, la hemofilia, anomalías hereditarias, etc. El problema es que los riesgos que se pueden producir con este procedimiento son muy altos, un error puede ser una catástrofe. En cuanto a la función que deben cumplir los médicos, la Iglesia les pide tener siempre en cuenta el bien humano, su salud corporal y psíquica; les recuerda que no tienen el derecho de disponer o de decidir sobre los valores humanos y el carácter específico de la sexualidad. La historia nos muestra que el hombre no puede hacer todo cuanto quiere y las actuales posibilidades de intervención genética obligan a repensar los límites de la legitimidad tanto de la medicina como de la propia ciencia. El conocimiento no es el valor más alto y lo esencial del hombre no es su saber sino su ética, ya que sin ella como se ha dicho sólo seríamos animales particularmente inteligentes. Nuestra postura católica no debería ser negativa frente a la ciencia y sus avances, por el contrario, la Iglesia invita a los científicos a la investigación para conocer más y mejor. Pero, como nuestra guía, la Iglesia nos recuerda de que la ciencia debe estar al servicio de la humanidad, para ayudar y mejorar a los hombres sin un interés egoísta. CLONACIÓN Este tema fue una historia de ciencia-ficción hasta fines de 1997 con el éxito alcanzado por algunos científicos en la clonación de ovejas en Inglaterra (Dolly). La clonación humana o los hijos del diseño o niños a la carta, como también se les llama, no es lo mismo que la división embrional. La división embrional (gemelos) es el que da origen a embriones monocigóticos o gemelares comúnmente llamados mellizos, trillizos... que nacen de un mismo embarazo pero de una fecundación de 2 o 3 óvulos distintos, donde cada cual tiene su propio código genético diferente y sus características físicas particulares. Cuando por un acto sexual se fecunda un solo óvulo y luego éste se divide en 2 o en 3 el resultado da gemelos, los que tienen un código genético idénticos y características físicas casi iguales. La clonación humana en cambio consiste en lograr lo mismo que en el caso de los gemelos pero en forma artificial. Sin embargo la ciencia ha ido más allá, y la técnica permite hoy tomar la célula de un ser adulto e implantarla en un óvulo maduro al que se le ha sacado su núcleo genético original. Al removerle el código genético a ese óvulo e implantarle aquel extraído del ser humano adulto, el nuevo ser debería resultar ser una copia exacta del individuo al que se le extrajo el código genético sin necesidad de relaciones sexuales, ni de fecundación, por lo que todo sería el resultado de un trabajo de laboratorio donde se une una célula X con un óvulo Z desnucleado. Esta técnica es indeseable. Es verdad que la naturaleza produce gemelos monocigóticos, pero es una falla del proceso normal de fecundación que no debemos tomar como modelo para el género humano. Los seres humanos somos individualmente intransferibles y de ninguna manera re-producibles. Ya no cabe duda de que el actual avance científico permite que la clonación de animales y vegetales sea una realidad y su objetivo pasa a ser razonable con la mejora y conservación del ecosistema, con el término de la hambruna, y con la producción de fármacos; y también es un hecho que la obtención de copias de la especie humana está camino a la recta final lo que ha causado alarma universal ya que es un asunto de mucha gravedad. En cuanto a los objetivos en los que se apoyan los científicos para utilizar la clonación son: • curar enfermedades usando embriones humanos disponibles; • mejorar la posibilidad de tener hijos para los que buscan la fecundación in- vitro; · reducir al mínimo la extracción de óvulos de una mujer ya que por la clonación se puede tener un banco de óvulos; · realizar diagnóstico pre-natal sobre el embrión clonado para no arriesgar al original; · tener gemelos idénticos sin que nazcan al mismo tiempo; · rehusar un embrión clonado por si muere otro; · obtener un adulto que tenga un gemelo y pueda crecer como si fuera su hijo; · usar el embrión en caso de transplante; · crear bancos de tejidos fetales, órganos y ovarios; · producir embriones y donarlos; · crear un mercado de embriones. Todas estas posibilidades tienen un motivo de carácter científico, económico, político, eugenésico o sexual, y quien los utilice tendrá el poder para dominar y someter de manera déspota a los demás. De aquí nace la urgente preocupación del mundo entero. ¿Acaso no se buscó en el pasado la raza perfecta despreciándose las demás consideradas inferiores? ¿Podrá en el futuro llegarse a la creación de una raza de esclavos, semihumanos que haga el trabajo manual como medio para mejorar la calidad de vida? ¿Podrá crearse el superhombre? Postura de la Iglesia frente a la clonación La postura de la Iglesia en cuanto a la clonación es de rechazo porque esta: 1- Atenta contra las leyes de la naturaleza; 2- Facilita la posibilidad de la eugenesia; 3- Reduce al ser humano a ser donante de órganos. La Encíclica Donum Vitae I, 6 nos dice: “ también los intentos o hipótesis de obtener un ser humano sin conexión alguna con la sexualidad mediante fusión gemelar, clonación, partenogénesis, deben ser contrarios a la moral en cuanto que están en contraste con la dignidad, tanto de la procreación humana como de la unión conyugal.” No solo la Iglesia Católica se opone a la clonación de humanos, también opina lo mismo la Iglesia Anglicana, lo propio hace el Dr. Welmut responsable de clonar a la oveja Dolly, políticos y parlamentarios de diferentes países. El artículo escrito dice: “ se prohíbe cualquier intervención que tenga por objeto crear a un ser humano genéticamente idéntico a otro, ya sea vivo o muerto.” La prensa sensacionalista en su afán de vender periódicos y especular, nos lleva a la posibilidad de que en un futuro cercano se podrían clonar genios desaparecidos e incluso su alma humana. ¿Tendremos otros Napoleón, Da Vinci, y Einstein? Esas especulaciones no consideran que con la clonación no se saca una fotocopia de la persona a la cual se le extrajo su código genético y menos se puede copiar su espiritualidad o personalidad, sino que solo se logrará reproducir la materia o principio físico del individuo. El tema sin embargo resulta absurdo si se piensa que esos hijos clonados podrán ser a su vez padres o abuelos de si mismos, o acaso podría llegarse de ese modo a la inmortalidad viviéndose continuamente una y otra vez en distintas épocas pero en el mismo cuerpo que nace y muere una y otra vez. ¿Es esta la fuente de la eternidad que busca la humanidad? «El hombre es capaz de producir en laboratorio otro hombre que por tanto no es ya don de Dios o de la naturaleza. Se puede fabricar y, lo mismo que se fabrica, se puede destruir». Si este es el poder del hombre, entonces «se está convirtiendo en una amenaza más peligrosa que las armas de destrucción masiva».Benedicto XVI La preocupación de nuestra Iglesia, en el tema de la clonación, hace que permanentemente expertos en el tema estén preocupados de lo que la ciencia está haciendo, como lo hace y con que fin. Es por esto que existen innumerables declaraciones oficiales de la Santa sede al respecto. Una de ellas, luego de que se publicara, por parte de la UNESCO, el documento “Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos”, señala en el punto sobre la objeción de conciencia para los investigadores y agentes sanitarios: “El art. 10 - “ninguna investigación relativa al genoma humano ni sus aplicaciones, en particular en las esferas de la biología, la genética y la medicina, podrán prevalecer sobre el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de la dignidad humana de los individuos o, si procede, de los grupos humanos”. Sería deseable añadir el respeto de eventuales objeciones de conciencia de los investigadores y del personal sanitario, de modo que se reconozca a las personas que trabajan en estos sectores el derecho a negarse, por motivos de conciencia, a realizar intervenciones sobre el genoma humano. Luego se refiere al rechazo de la clonación humana “El art. 11 (No deben permitirse las prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de reproducción de seres humanos. Se invita a los Estados y a las organizaciones internacionales competentes a que cooperen para identificar estas prácticas y a que adopten en el plano nacional o internacional las medidas que Es decir, afirma que la clonación con fines de reproducción de seres humanos es una práctica contraria a la dignidad humana y no debe ser permitida. Esta formulación, por desgracia, no excluye la clonación humana, igualmente inaceptable, para otros fines, como p. Ej. La investigación o a fines terapéuticos. corresponda, para asegurarse de que se respetan los principios enunciados en la presente Declaración.). Por último en el punto sobre la libertad de investigación, la Santa Sede señala: “El art. 12 b) ((b) La libertad de investigación, que es necesaria para el progreso del saber, procede de la libertad de pensamiento. Las aplicaciones de la investigación sobre el genoma humano, sobre todo en el campo de la biología, la genética y la medicina, deben orientarse a aliviar el sufrimiento y mejorar la salud del individuo y de Por lo tanto, reconoce justamente que “la libertad de investigación [...] procede de la libertad de pensamiento”. Esta es una condición necesaria, pero no suficiente, puesto que para llevar a cabo una investigación de manera verdaderamente libre, es preciso garantizar del mismo modo también la libertad de conciencia y de religión. Por otra parte, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (art. 18) y el Pacto internacional sobre los derechos civiles y políticos (art. 18) ponen en el mismo plano la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Sería deseable, pues, que allí donde se hable de libertad de pensamiento a propósito de la libertad de investigación, se añadan también las palabras “libertad de conciencia y de religión”.” toda la humanidad.). Finalmente es necesario aclarar que existe algo que ha pasado desapercibido por algunos medios de comunicación social. La así llamada “clonación terapéutica” es también clonación reproductiva, en el sentido de que produce (“reproduce”) un individuo humano que tiene un material genético casi totalmente idéntico (al menos en el núcleo) a otro individuo ya existente. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre estos dos “tipos” de clonación? Mientras la clonación reproductiva dejaría nacer al individuo clonado, la así llamada “clonación terapéutica” lo habría fabricado para experimentar con él y luego destruirlo, lo cual es un acto que atenta gravemente contra el respeto debido a todo individuo humano, incluso al que es “producido” por clonación. En otras palabras, es mucho más grave la “clonación terapéutica” que la reproductiva, y el hecho de que algunos países y científicos defiendan la “terapéutica” no puede sino ser motivo de condena y de rechazo por parte de quienes defienden los derechos humanos. Conviene aclarar, por último, que no basta con prohibir cualquier forma de clonación. Los científicos gozan de una gran libertad de acción en sus laboratorios, libertad que les permite realizar numerosos actos que no acabamos de comprender bien los que no poseemos toda la ciencia que ellos han conquistado a través del estudio. Pero esa libertad implica una mayor responsabilidad. A más margen de acción, mayor urgencia por comprender la importancia del respeto a cada ser humano. Cuando un laboratorio de reproducción artificial tiene en sus manos los óvulos de varias mujeres, los espermatozoos de varios hombres, y otros tejidos de adultos, fetos o embriones, de hombres y de animales, sabe muy bien que puede hacer, a escondidas, experimentos ilegales. Puede clonar, puede crear embriones para investigación, puede hacer híbridos entre hombres y animales. Los estados, ciertamente, deberán promover sistemas de control, pero lo principal está en la formación ética del científico. La ciencia ofrece a la humanidad un número creciente de descubrimientos. Cada nueva frontera conquistada abre nuevas posibilidades. Orientar bien todo este cúmulo de saberes depende de la ética. No basta con enseñar en la universidad lo que es posible hacer, sino lo que es correcto. El respeto al hombre, a cada hombre, desde que inicia su existencia como cigoto hasta que muere, debe ser el criterio de discernimiento fundamental para juzgar las acciones de los científicos. Fuera de ese respeto podrán darse descubrimientos importantes, pero será mucho más lo que se pierda. No vale la pena vivir en un mundo técnicamente perfecto y éticamente inhumano. CONCLUSION ¿Qué criterios morales deben ser aplicados para esclarecer los problemas que hoy día se plantean en el ámbito de la biomedicina? La respuesta a esta pregunta presupone una adecuada concepción de la naturaleza de la persona humana en su dimensión corpórea. En efecto, sólo en la línea de su verdadera naturaleza la persona humana puede realizarse como "totalidad unificada" (Familiaris Consortio, SS Juan Pablo II). Ahora bien, esa naturaleza es al mismo tiempo corporal y espiritual. En virtud de su unión sustancial con un alma espiritual, el cuerpo humano no puede ser reducido a un complejo de tejidos, órganos y funciones, ni puede ser valorado con la misma medida que el cuerpo de los animales, ya que es parte constitutiva de una persona, que a través de él se expresa y se manifiesta. ”La ley moral natural evidencia y prescribe las finalidades, los derechos, los deberes, fundamentados en la naturaleza corporal y espiritual de la persona humana. Esa ley no puede entenderse como una normatividad simplemente biológica, sino que ha de ser concebida como el orden racional por el que el hombre es llamado por el Creador a dirigir y regular su vida y sus actos y, más concretamente, a usar y disponer del propio cuerpo” (Humanae Vital SS Pablo VI). Una primera conclusión se puede extraer de tales principios: cualquier intervención sobre el cuerpo humano no alcanza únicamente los tejidos, órganos y funciones; afecta también, y a diversos niveles, a la persona misma; encierra por tanto un significado y una responsabilidad morales, de modo quizá implícito, pero real. Juan Pablo II recordaba con fuerza a la Asociación Médica Mundial: "Cada persona humana, en su irrepetible singularidad, no está constituida solamente por el espíritu, sino también por el cuerpo, y por eso en el cuerpo y a través del cuerpo se alcanza a la persona misma en su realidad concreta. Respetar la dignidad del hombre comporta, por consiguiente, salvaguardar esa identidad del hombre corpore et anima unus, como afirma el Concilio Vaticano II (Const. Gaudium et spes). Desde esta visión antropológica se deben encontrar los criterios fundamentales de decisión, cuando se trata de procedimientos no estrictamente terapéuticos, como son, por ejemplo, los que miran a la mejora de la condición biológica humana" (SS Juan Pablo II). La biología y la medicina contribuyen con sus aplicaciones al bien integral de la vida humana, cuando desde el momento en que acuden a la persona enferma respetan su dignidad de criatura de Dios. Pero ningún biólogo o médico puede pretender razonablemente decidir el origen y el destino de los hombres, en nombre de su competencia científica. Esta norma se debe aplicar de manera particular al ámbito de la sexualidad y de la procreación, pues ahí el hombre y la mujer actualizan los valores fundamentales del amor y de la vida. Dios, que es amor y vida, ha inscrito en el varón y en la mujer la llamada a una especial participación en su misterio de comunión personal y en su obra de Creador y de Padre. Por esa razón, el matrimonio posee bienes y valores específicos de unión y de procreación, incomparablemente superiores a los de las formas inferiores de la vida. Esos valores y significados de orden personal determinan, en el plano moral, el sentido y los límites de las intervenciones artificiales sobre la procreación y el origen de la vida humana. Tales procedimientos no deben rechazarse por el hecho de ser artificiales; como tales testimonian las posibilidades de la medicina, pero deben ser valorados moralmente por su relación con la dignidad de la persona humana, llamada a corresponder a la vocación divina al don del amor y al don de la vida. BIBLIOGRAFIA 1.- “Bioética para todos”. Ramón Lucas Lucas. Edit. Trillas 2.- “La investigación biomédica y la enseñanza de la Iglesia”. Joseph Card. Ratzinger y Alberto Bovone Arzob. tit. de Cesarea de Numidia. Secretario Congregación para la Doctrina de la Fe. 3.- “Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación. Respuesta a algunas cuestiones de actualidad”. Joseph Card. Ratzinger y Alberto Bovone Arzob. tit. de Cesarea de Numidia. Secretario Congregación para la Doctrina de la Fe.