GUÍAS PARA EL TRATAMIENTO DE LA ARTRITIS REUMATOIDE ©2007 Asociación Colombiana de Reumatología Calle 94 No. 15-32 Of. 603 Teléfono 6350840, Fax 6215145 e-mail: [email protected] Bogotá D.C., Colombia Reservados todos los derechos ©Editores: Mario Díaz Cortés Philippe Chalem Choueka ISBN: 978-958-44-1526-4 Coordinación Editorial: Philippe Chalem Choueka Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin autorización escrita de la Asociación Colombiana de Reumatología y de los Editores. Producción Asociación Colombiana de Reumatología Diagramación: Janeth Albarracín García Impresión: Mavarac Impreso en Colombia Printed in Colombia 2 Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Reumatología 2005 - 2007 Javier Ramírez Figueroa Presidente, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna, Hospital Militar Central Reumatólogo, Universidad Nacional de Colombia Gerente en Servicios de Salud, Universidad Libre de Cali Cúcuta Elías Forero Illera Secretario, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor de Medicina Interna, Universidad del Norte Barranquilla Edgardo Tobías Arteaga Tesorero, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna y Reumatología Director Médico, Centro Integral de Reumatología e Inmunología Bogotá Editores Mario Díaz Cortés Especialista en Medicina Interna y Reumatología Jefe del Servicio de Reumatología Hospital Universitario Fundación Santafé de Bogotá Bogotá Philippe Chalem Choueka Especialista en Medicina Interna y Reumatología Director Científico, Fundación Instituto de Reumatología Fernando Chalem Profesor Asistente, Universidad del Rosario Bogotá 3 Coordinador General del Consenso Mario Díaz Cortés Coordinador Editorial Philippe Chalem Choueka Coordinadores Regionales Carlo Vinicio Caballero-Uribe MD Especialista en Medicina Interna y Reumatología Especialista en Gerencia de Servicios de Salud Profesor de Medicina Interna y Reumatología, Universidades Norte y Libre Coordinador Unidad de Reumatología, Hospital Universidad del Norte Ex-Presidente, Asociación Colombiana de Reumatología Barranquilla Herman González Especialista en Medicina Interna y Reumatología Clínica de Artritis y Reumatología Centro Médico Imbanaco Profesor de Medicina, Universidad Libre Cali Edwin Antonio Jáuregui Especialista en Medicina Interna y Reumatología Riesgo de Fractura S.A. - Clínica de Artritis y Rehabilitación Centro Integral de Reumatología e Inmunología Bogotá Luis Fernando Pinto Especialista en Medicina Interna y Reumatología Hospital Pablo Tobón Uribe Profesor de Postgrado de Medicina Interna Universidad Pontificia Bolivariana Medellín 4 Adriana Rojas-Villarraga Especialista en Medicina Interna y Reumatología Corporación para Investigaciones Biológicas - CAPTE Bogotá Diego Luis Saaibi Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor, Facultad de Medicina UNAB Bucaramanga Rafael Valle Especialista en Medicina Interna y Reumatología Jefe del Servicio de Inmuno-Reumatología Hospital Militar Central Bogotá Patricia Vélez Especialista en Medicina Interna y Reumatología Centro Integral de Reumatología e Inmunología Bogotá Participantes Jorge Alberto Arias Henao Médico Fisiatra, Universidad de Antioquia Unidad de Rehabilitación, Hospital Pablo Tobón Uribe Medellín Marlio Charry Especialista en Medicina Interna y Reumatología Hospital Universitario de Neiva Fundación Instituto de Reumatología Fernando Chalem Neiva Elías Forero Illera Secretario, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor de Medicina Interna, Universidad del Norte Barranquilla 5 Renato Guzmán Especialista en Medicina Interna y Reumatología Jefe de Inmuno-Reumatología, Departamento de Medicina Interna Clínica Saludcoop Jorge Piñeros Corpas Bogotá Antonio Iglesias Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor Titular de Medicina Interna y Reumatología Universidad Nacional de Colombia Bogotá María José Jannaut Especialista en Medicina Interna y Reumatología Clínica Reina Sofía Bogotá León Felipe Jaramillo Especialista en Medicina Interna y Reumatología Sección de Reumatología, Departamento de Medicina Interna Clínica Rafael Uribe Uribe Clínica Rey David Cali Maria Camila Martínez Fisioterapeuta Clínica de Artritis y Reumatología Centro Médico Imbanaco Cali Luis Fernando Medina Especialista en Medicina Interna y Reumatología Docente Asistente de Postgrado en Medicina Interna Universidad del Valle Cali Yimy Medina Especialista en Medicina Interna y Reumatología Fundación Instituto de Reumatología Fernando Chalem Hospital Simón Bolívar Bogotá 6 José Fernando Molina Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor Asociado de Reumatología, Universidad CES Reumatólogo, Clínica Las Américas Medellín William Otero Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor, Universidad Industrial de Santander Bucaramanga Ricardo Pineda-Tamayo Especialista en Medicina Interna y Reumatología Coordinador, Unidad de Reumatología Clínica Universitaria Bolivariana Profesor, Universidad Pontificia Bolivariana Investigador, Centro para Investigaciones Biológicas Medellín Javier Ramírez Figueroa Presidente, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna, Hospital Militar Central Reumatólogo, Universidad Nacional de Colombia Gerente en Servicios de Salud, Universidad Libre de Cali Cúcuta Luis Alberto Ramírez Gómez Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor Titular y Jefe de Sección de Reumatología Universidad de Antioquia Medellín José Félix Restrepo Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor Titular de Medicina Interna y Reumatología Coordinador, Unidad Académica de Reumatología Universidad Nacional de Colombia Bogotá José Salas Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor de Medicina Interna, Universidad del Norte Barranquilla 7 Olga Luz Sampedro Médica Fisiatra, Universidad de Antioquia Unidad de Rehabilitación, Hospital Pablo Tobón Uribe Medellín Edgardo Tobías Arteaga Tesorero, Asociación Colombiana de Reumatología Especialista en Medicina Interna y Reumatología Director Médico, Centro Integral de Reumatología e Inmunología Bogotá Dilian Francisca Toro Especialista en Medicina Interna y Reumatología Presidenta del Congreso de la República de Colombia Cali Oscar Uribe Uribe Especialista en Medicina Interna y Reumatología Profesor de Reumatología, Sección de Reumatología Departamento de Medicina Interna Universidad de Antioquia Medellín Revisor Externo Bernardo A. Pons-Estel Coordinador, Grupo Latino-Americano de Estudio del Lupus (GLADEL) Coordinador, Grupo Latino-Americano de estudio de Artritis Reumatoide (GLADAR) Jefe del Servicio de Reumatología, Instituto Cardiovascular de Rosario Investigador Adjunto, Departamento de Inmunología Facultad de Ciencias Médicas Universidad Nacional de Rosario Docente Asociado de Reumatología, Hospital Provincial de Rosario Argentina 8 Contenido CAPITULO 1. Epidemiología y aspectos clínicos de la artritis reumatoide .............................................................. 1. Epidemiología .............................................................. 2. Factores de riesgo ......................................................... 3. Diagnóstico y criterios de clasificación de la AR ................................................................................. 4. Costos sociales y económicos de la artritis .................. reumatoide .................................................................... 5. Severidad y factores que afectan el desenlace de la AR ............................................................................. 6. Puntos para recordar ..................................................... CAPITULO 2. Estrategias actuales en el tratamiento de la artritis reumatoide ........................................................ 1. Metas terapéuticas ........................................................ 2. Artritis indiferenciada ................................................... 3. Tratamiento sintomático inicial .................................... 4. Terapia individual con drogas modificadoras de la AR ............................................................................ 5. Terapia combinada ........................................................ 6. Necesidad de una adecuada motorización .................... 7. Pacientes de alto riesgo ................................................ 8. Enfoques terapéuticos de importancia .......................... 9. Criterios de referencia al especialista ........................... CAPITULO 3. Fármacos para el tratamiento de la artritis reumatoide ................................................................. 1. Antiinflamatorios no esteroideos .................................. 2. Glucocorticoides ........................................................... 3. Medicamentos modificadores del curso de la artritis reumatoide ........................................................ 1 1 2 3 8 12 17 22 23 24 25 25 27 28 28 29 30 41 42 54 58 CAPÍTULO 4. Terapia biológica .......................................... 1. Eventos adversos de los medicamentos bloqueadores del factor de necrosis tumoral alfa en artritis reumatoide ............................................. 2. Guías de utilización de la terapia biológica anti-TNF ....................................................................... 3. Estudios con agentes biológicos en artritis .................. reumatoide ..................................................................... 86 CAPÍTULO 5. Nuevos tratamientos .................................... 1. Abatacept ....................................................................... 2. Rituximab ..................................................................... 112 112 117 86 95 99 9 CAPÍTULO 6. Evaluación y seguimiento de los pacientes con artritis reumatoide .......................................... 1. Generalidades ............................................................... 2. Evaluación de la actividad y respuesta al tratamiento .. 3. Remisión ....................................................................... 4. Evaluación de la función física y el daño radiográfico ........ 5. Conclusiones ................................................................ 127 127 129 132 132 134 CAPITULO 7. Aspectos nutricionales en el tratamiento de la artritis reumatoide ............................................................. 139 CAPÍTULO 8. Aspectos psicológicos del paciente con artritis reumatoide ................................................................. 144 CAPÍTULO 9 . Educación del paciente con artritis reumatoide .............................................................................. 148 CAPITULO 10. Rehabilitación en artritis reumatoide ...... 1. Ejercicio terapéutico ..................................................... 2. Medios físicos ............................................................... 3. Terapia ocupacional ...................................................... 4. Ortosis y aditamentos .................................................... 5. Rehabilitación profesional ............................................ 152 154 159 162 162 163 CAPÍTULO 11. Artritis reumatoide temprana.................... 1. Definición ..................................................................... 2. Factores predictores de la enfermedad ......................... 3. Diagnóstico ................................................................... 4. Factores predictores de desenlace ................................ 5. Ventana de oportunidad. Hay evidencia de las ventajas del tratamiento temprano? ............................................. 6. Estrategia terapeutica. Con qué medicamentos podemos tratarla tempranamente y agresivamente? .................... 7. Conclusiones ................................................................ 167 167 167 168 170 CAPÍTULO 12. Marco legal y artritis reumatoide en Colombia .............................................................................. 1. Definición de enfermedad de alto costo y relación con la artritis reumatoide ........................................................ 2. Medicamentos y planes legales .................................... 3. Planes de atención en salud en AR gubernamentales y legalmente constituidos ................................................ 4. Conclusión .................................................................... 5. Propuesta ...................................................................... 171 172 178 184 184 187 195 198 198 CAPÍTULO 13. Conclusiones ............................................... 201 Indice alfabético ..................................................................... 213 10 Prólogo de la Segunda Edición Como se enuncia en el Prólogo de la Primera Edición, las Guías de Práctica Clínica son un conjunto de recomendaciones que incluyen toda la información relevante para el diagnóstico y tratamiento de un problema clínico; están diseñadas para ayudar a los profesionales de la salud y a usuarios en general a seleccionar la mejor alternativa asistencial en el abordaje de situaciones clínicas concretas en contextos sanitarios específicos. La Asociación Colombiana de Reumatología presenta la actualización de las Guías para el Tratamiento de la Artritis Reumatoide (AR), motivada por el incremento del conocimiento y de la información en relación con los aspectos más importantes de esta enfermedad desde la publicación de la Primera Edición, en el año 2002. Estas Guías se centran especialmente en el diagnóstico, la evaluación y el tratamiento del paciente, sin desconocer la importancia que tiene una guía de estas características en el marco legal de nuestra práctica profesional. En efecto, pueden constituir un argumento válido ante las autoridades competentes en el momento de evaluar una conducta médica, o en el caso del paciente cuando necesita que se reconozca su derecho fundamental a la salud y la vida. Las Guías para el Tratamiento de la Artritis Reumatoide toman en consideración el marco legal vigente en Colombia, la disponibilidad de medicamentos determinada por los decretos reglamentarios actuales, los mecanismos de referencia y contrarreferencia, así como la competencia médica en la evaluación del paciente, con el objetivo de brindarle la mejor atención en salud mediante una evaluación completa, precisa y pormenorizada, un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno. Debe seguirse la premisa de racionalidad en la utilización de los recursos, para que puedan ser aprovechados eficientemente. Con base en la más actualizada evidencia científica, las Guías están dirigidas a médicos reumatólogos, especialistas en áreas médicas afines, médicos de atención primaria, profesionales de la salud en general con 11 interés en el tema (independientemente de que se desempeñen en la práctica clínica o administrativa), estudiantes de las ciencias de la salud y pacientes. La metodología utilizada para el proceso de actualización fue la misma empleada en la Primera Edición. Se contó con la participación de los médicos reumatólogos miembros de la Asociación Colombiana Reumatología, especialistas en rehabilitación y demás profesiones afines, asesorados por la Junta Directiva de la Asociación. Un Coordinador General realizó una evaluación de las Guías anteriores en aspectos metodológicos y científicos, presentando su concepto a la Junta Directiva y a un Comité Científico escogido por ésta. Este Comité fue el responsable de liderar la elaboración de los capítulos. Dentro de sus funciones estaba la de conformar su equipo de trabajo y de realizar las actividades relacionadas con la elaboración de las Guías, cómo son la formulación de preguntas, la búsqueda de la evidencia en inglés y español para responder a las mismas, utilizando bases de datos electrónicas, realizando búsquedas manuales, consultando los textos más relevantes y los artículos publicados en el órgano de difusión escrito de la Asociación Colombiana Reumatología. La metodología empleada en lo referente a la selección y calificación de literatura está descrita en el Prólogo de la Primera Edición, cuya lectura me permito recomendar. El proceso de entrenamiento en la elaboración de guías de práctica clínica realizado en el marco de la Primera Edición fue capitalizado; por ello, de los 28 reumatólogos participantes en esta actualización, 16 habían intervenido en el proceso anterior como Editores, Coordinadores o Participantes. Se realizó una sesión plenaria con la participación de todos los involucrados en el proceso, durante la cual los Coordinadores o sus delegados hicieron la respectiva presentación de los capítulos asignados. Luego de una amplia discusión de cada uno y de sus principales tópicos se llevaron a cabo las modificaciones determinadas por los asistentes. En etapa inmediata de trabajo por grupos se plasmaron las correcciones en el texto y finalmente se envió el material corregido a la Asociación Colombiana Reumatología para una revisión preliminar de estilo, antes de remitir el material escrito al Revisor Externo. Una vez culminado el proceso de la revisión por pares, se procedió a realizar las correcciones pertinentes por parte de los Coordinadores de los capítulos, por el Coordinador General de la actualización de las Guías y el Coordinador Editorial, para entregar en forma definitiva a la Asociación Colombiana Reu- 12 matología y su Junta Directiva la presente actualización, que ponemos a disposición de la comunidad médica en general, de los pacientes y sus familias, las Empresas Promotoras de Salud (EPS) y los entes gubernamentales. Las modificaciones de esta Segunda Edición radican en la actualización de la evidencia científica, que ha crecido en cantidad y calidad a partir del año 2002, permitiéndonos responder una gran cantidad de preguntas a las cuales antes no hubiera sido posible contestar. Contiene capítulos nuevos como el de artritis reumatoide temprana, en el cual se tratan los aspectos básicos que llevaron a la estrategia terapéutica actual, promisoria en resultados y desenlaces, acercándonos cada vez con mayor frecuencia a la remisión de la enfermedad. El capítulo acerca del marco legal en Colombia contextualiza la AR en relación con la normatividad vigente concerniente a las enfermedades de alto costo, ruinosas o catastróficas y el rol de las guías de práctica clínica como documento de referencia y con una inmensa connotación como regulador de la práctica clínica. Se actualizó y modificó por completo el capítulo de rehabilitación por un grupo de colegas fisiatras con experiencia en el manejo del paciente reumático, con un contenido científico de gran calidad, sin perder la orientación práctica. Se fusionó el capítulo relacionado con el diagnóstico, los factores pronósticos y la evaluación inicial del paciente, con el que hace mención al seguimiento, haciendo más coherentes las Guías (de tal manera que el grupo que determine el enfoque diagnóstico y terapéutico inicial defina cómo debe evaluarse la respuesta terapéutica, con énfasis en el control clinimétrico). Se revisaron y actualizaron los capítulos que hacen referencia a los aspectos nutricionales, psicológicos y de educación del paciente, resaltando los más recientes conceptos de aplicación cotidiana y de gran interés para el enfermo. El capítulo de estrategias de tratamiento nos clarifica el papel de la monoterapia y la terapia combinada en sus diferentes modalidades, con o sin agentes bloqueadores del factor de necrosis tumoral, en relación con los desenlaces obtenidos y los factores que los modulan. El capítulo de tratamiento farmacológico define el papel actual de los inhibidores específicos COX-2 y de los glucocorticoides, al tiempo que actualiza 13 la información acerca de los agentes modificadores de la enfermedad. En relación con las terapias futuras, se incluyen nuevas alternativas de tratamiento que en el corto plazo estarán a disposición de todos los reumatólogos del país. Finalmente, por su impacto terapéutico, por el conocimiento que se requiere de la misma para determinar cuándo y a quién prescribirla y por los cuidados que se desprenden de su utilización, la terapia biológica está en capítulo aparte, con los nuevos estudios que orientarán en forma práctica su indicación, evaluación y seguimiento, además del manejo de situaciones específicas como el riesgo de infección por Mycobacterium tuberculosis. Para que el trabajo aquí presentado cumpliera con todas las normas científicas y los requisitos para una publicación de esta índole, la revisión del documento final estuvo a cargo de un par externo. La Asociación Colombiana Reumatología invitó para desempeñar dicha función al doctor Bernardo Pons Estel, médico reumatólogo argentino, Secretario Ejecutivo del Grupo Latinoamericano de Investigación en Artritis Reumatoide (GLADAR), con un amplio conocimiento en la materia, que se refleja en publicaciones sobre el tema en las más prestigiosas revistas de la especialidad. La Coordinación Editorial estuvo a cargo del doctor Phillipe Chalem, quien ya ha participado en dicha actividad en anteriores Guías publicadas por la Asociación Colombiana Reumatología; por lo tanto su amplio conocimiento y experiencia en el tema se constituyen en elemento fundamental que garantiza la claridad de los conceptos emitidos en este documento Un reto de esta magnitud hubiera sido imposible de enfrentar sin la responsable y comprometida colaboración de los Miembros de Número y Honorarios de la Asociación Colombiana Reumatología, y de colegas de especialidades y profesiones afines. No hubiéramos podido culminar este esfuerzo sin el aporte financiero mediante becas educativas no restringidas ni condicionadas que la Asociación Colombiana Reumatología recibió de la industria farmacéutica; para ella, nuestro sentimiento de respeto y gratitud. Es importante aclarar que la Asociación Colombiana Reumatología no promueve ni avala ninguno de los productos de la industria, ni tolera ningún tipo de injerencia en los conceptos emitidos, basados en la mejor evidencia que pueda conseguirse en el momento. Mario Díaz Cortés, Coordinador General 14 Prólogo de la Primera Edición Las Guías de Práctica Clínica son un conjunto de recomendaciones que incluyen toda la información relevante para el diagnóstico y tratamiento de un problema clínico, están diseñadas para ayudar a los profesionales y a los usuarios a seleccionar la mejor alternativa asistencial en el abordaje de situaciones clínicas concretas en contextos sanitarios específicos. El principal objetivo de cualquier guía de atención es el de contribuir a mejorar la calidad de la atención médica, disminuyendo su variabilidad y ayudando a contener costos. Los consensos y las guías de atención se han vuelto populares alrededor del mundo debido a la creciente influencia del manejo gerenciado de la salud (managed care) a nivel global, ya que la contención de costos es una variable muy importante para los diferentes sistemas de salud. Las Guías de Práctica Clínica (GPC) tienen variados esquemas de elaboración, comenzando desde los “consensos” o reuniones informales de expertos en los que predomina el “juicio global subjetivo” sobre la enfermedad, pasando por consensos más formales con metodologías estructuradas, hasta las más recientes versiones donde se hace un análisis juicioso de la literatura existente para resolver los problemas clínicos relevantes mediante la metodología “basada en la evidencia”. La Asociación Colombiana de Reumatología presenta la Primera Edición de las Guías para el Tratamiento de la Artritis Reumatoide. La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad frecuente que afecta a todas las razas y se localiza en todas las áreas geográficas con una alta frecuencia de presentación, que varía entre 0.3 y 1% dentro de las poblaciones estudiadas. Adicionalmente, disminuye la actividad física, incrementa el estrés psicológico, deteriora la función social, aumenta la incapacidad laboral y genera una mayor utilización de los servicios de salud. Aunque en 15 Colombia disponemos de pocas estadísticas confiables al respecto, sabemos, con base en un estudio que analizó la década de 1985 a 1995, que la AR, en conjunto con otras alteraciones músculo esqueléticas, está dentro de las cinco primeras causas de discapacidad en mujeres entre 15 y 44 años. Es un mandato legal vigente en Colombia la realización de Guías de Atención para enfermedades frecuentes de acuerdo a la Ley 100 de 1993, que regula la atención médica en el país. Las guías intentan unificar criterios de prevención, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación, evaluación y seguimiento para así disminuir la variabilidad clínica, facilitar los procesos de evaluación clínica, financiera y jurídica, y racionalizar costos. En los últimos cinco años se ha presentado un avance significativo en el tratamiento farmacológico de la AR. Muchos de los medicamentos se encuentran disponibles en el país para su utilización, pero no hacen parte de los que están incluidos en el Plan Obligatorio de Salud (POS), por lo cual frecuentemente se presentan problemas jurídicos y legales por la presentación de demandas y acciones de tutela por parte de pacientes afectados que no pueden acceder a estos fármacos. Las Guías Colombianas para el Tratamiento de la Artritis Reumatoide toman en consideración el marco legal vigente, la disponibilidad de medicamentos en el medio, los patrones actuales de referencia y contrarreferencia, y la competencia médica en la evaluación de estos pacientes. Lo anterior tiene por objeto que se brinde el mejor tratamiento posible en nuestro medio, de acuerdo con la mejor evidencia disponible, buscando una buena relación costo/ beneficio y la más adecuada atención integral e interdisciplinaria por el médico o el equipo de profesionales capacitado en el momento oportuno, para una enfermedad que frecuentemente tiene un curso grave e incapacitante, pero en la cual cada día es mayor la evidencia de grandes beneficios con intervenciones apropiadas realizadas tempranamente en el curso de la misma. Metodología La realización final de las Guías de Práctica Clínica Basadas en la Evidencia para el Tratamiento de la Artritis Reumatoide, se llevó a cabo gracias a la participación amplia y activa de los miembros de la Asociación Colombiana de Reumatología, asesorados por el Coordinador General del Proyecto, los miembros de la Junta Directiva y el Comité Asesor Epidemiológico y Clínico que para tal fin fue conformado. Este Comité, compuesto por seis 16 coordinadores regionales, fue seleccionado entre los miembros de las diferentes regiones del país que participan en actividades académicas universitarias, poseen experiencia en el tratamiento de los pacientes con artritis reumatoide y son reconocidos como líderes y personas comprometidas con los procesos de Educación Médica Continuada que la Asociación ha realizado en los últimos años. Se trató de incluir a la mayoría de los reumatólogos que han publicado artículos de revisión o de investigación relacionados con el tema, tanto en la revista de la Asociación como en otros medios de información científica. Lo anterior no excluyó la participación de cualquier miembro de la Asociación que quisiera involucrarse en el proceso. Se incluyeron finalmente 32 reumatólogos que corresponden aproximadamente a 30% de los reumatólogos del país, la gran mayoría provenían de las seis principales ciudades, donde se concentra 85% de los reumatólogos. Los coordinadores regionales y posteriormente todos los reumatólogos seleccionados por ellos tuvieron que asistir a un Taller TeóricoPráctico sobre Medicina Basada en la Evidencia, dictado por el Coordinador Epidemiológico de las Guías. Proceso de elaboración de las Guías para el Tratamiento de la AR 1) Selección de los coordinadores regionales Financiamiento 2) Reunión inicial con Curso - Taller sobre revisión crítica de la literatura (coordinadores) 3) Selección de participantes: Bogotá (9), Medellín (5), Cali (4), Barranquilla (4), Cartagena (3), Bucaramanga (3), Montería, Pereira, Manizales y Popayán (1 por ciudad). Total: 32 reumatólogos 4) Reuniones satélites: Bogotá y Barranquilla. Incluyen Curso - Taller (todos los participantes) 17 5) Revisión de la literatura: 876 artículos revisados de acuerdo a los criterios de Ascofame, el Instituto de Seguros Sociales (ISS) y basados en las GPC de Ontario. Ciento ochenta y dos cumplían con los criterios requeridos. Se revisaron por ciudades según temas. 6) Reunión final con todo el grupo, presentación en plenaria, discusión y ajustes 7) Revisión externa y publicación Recopilación de la información El Coordinador General del Proyecto y el Comité Asesor Epidemiológico realizaron una revisión extensa de la literatura que comprendió la búsqueda en las principales bases de datos disponibles en Internet, libros de texto clásicos sobre el tema y la principal información disponible en Colombia en lo relacionado con la AR. Se seleccionaron un total de 876 artículos, los cuales fueron calificados de acuerdo a las recomendaciones de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina y el Instituto Colombiano de Seguros Sociales (ISS), que a su vez son modificaciones de las utilizadas en Ontario (Canadá) para la generación de GPC en Oncología (Browman G, et al. The Practice Guidelines Development Cycle: A Conceptual Tool for Practice Guidelines Development and Implementation. J. Clin. Oncology 1995;13: 502-512). Niveles de evidencia: I: Al menos un experimento aleatorizado o un meta-análisis de alta calidad. II: Al menos un experimento aleatorizado o un meta-análisis de alta calidad pero con gran probabilidad de resultados falsos o falsos negativos. III: a. Estudios experimentales no aleatorizados, pero adecuados en otros aspectos; b. Estudios observacionales preferiblemente de diferentes centros; c. Estudios con controles históricos. IV: Opinión de autoridades respetadas, basadas en la experiencia clínica no cuantificada, en informes de grupos de expertos, o ambos. 18 Grados de recomendación: A. Hay buena evidencia (Nivel I) que apoya la inclusión de la intervención o la prueba en el cuidado de los pacientes. B. Hay evidencia regular (Niveles II y III.a, b) que apoya la inclusión de la intervención o la prueba en el cuidado de los pacientes. C. Hay evidencia pobre (Niveles III.c y IV) para emitir la recomendación. D. Hay evidencia regular (niveles II y III.b inclusive) que recomienda no incluir la intervención o la prueba en el cuidado de los pacientes. E. Hay evidencia buena (Nivel I) que recomienda no incluir la intervención o la prueba en el cuidado de los pacientes. Un total de 182 artículos seleccionados de acuerdo a los tópicos considerados para la inclusión final en las GPC, fueron remitidos a los diferentes coordinadores y grupos de reumatólogos comprometidos en el proceso de elaboración. Reuniones satélites La metodología para la elaboración de las Guías, en lo referente a la selección y calificación de la literatura, como el proceso mismo de elaboración del documento, fueron presentados a los participantes en las ciudades de Barranquilla y Bogotá, con iguales características al curso realizado inicialmente para el grupo de coordinadores. A estas reuniones satélites asistieron todos los profesionales invitados a participar en la elaboración de las Guías. Reunión de consenso Se realizó una reunión final con la asistencia de todos los participantes (32), durante la cual los coordinadores o sus 19 delegados presentaron en sesión plenaria y por escrito las conclusiones de su grupo. Se realizó una discusión después de cada ponencia con el fin de perfeccionar el documento final. De las presentaciones hechas por cada coordinador o su delegado se estableció un archivo que es el esqueleto primordial del material didáctico para la elaboración del documento escrito. Finalmente el Comité Asesor de Redacción elaboró el documento final que fue enviado para su revisión por parte de dos pares externos en México y los Estados Unidos. Se hicieron luego las correcciones finales. En aquellos casos relativamente infrecuentes donde no había suficiente evidencia o cuando ésta era de pobre calidad, se llegaba a un consenso por parte de los expertos. Financiamiento Un esfuerzo de estas características es costoso, lo que constituye un problema importante en países latinoame-ricanos con presupuestos limitados. La Asociación Colombiana de Reumatología recibió becas educativas no restringidas destinadas a actividades de educación médica continua por parte de los siguientes laboratorios: Aventis, Boehringer Ingelheim, Merck Sharp & Dohme, Pharmacia, Pfizer, Schering Plough y Wyeth, que participaron por partes iguales. Además se utilizaron recursos propios de la Asociación. Es importante anotar que la Asociación Colombiana de Reumatología no promueve ni avala ninguno de los productos de estas compañías, varios de los cuales son utilizados para el tratamiento de la AR. Las fuentes para la financiación de este proyecto se obtuvieron por parte de un Comité Asesor Financiero designado para tal fin, independiente del Comité Asesor Epidemiológico y del Comité Asesor de Redacción. Los participantes no tuvieron contacto alguno con la industria farmacéutica durante las diferentes reuniones. Finalmente, la inclusión de los documentos publicados con base en la evidencia científica disponible es otro elemento que contribuye a garantizar la imparcialidad de las Guías. 20 CAPITULO 1 Epidemiología y aspectos clínicos de la artritis reumatoide 1. Epidemiología L a artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica inflamatoria autoinmune y multisistémica, cuyo principal órgano blanco es la membrana sinovial. Afecta a todas las razas y ha sido descrita en grupos de poblaciones de todo el mundo. Aunque su prevalencia varía de acuerdo con la población estudiada, se ha determinado que la misma oscila entre 0.5 y 1% de la población. En 1997 el grupo de trabajo National Data Workgroup publicó la prevalencia estimada de las enfermedades reumáticas en los Estados Unidos en 1990, encontrando que la de la AR era de 1%, siendo 2.5 veces más frecuente en las mujeres que en los hombres (1, 2). En Hispanoamérica recientemente se han realizado varios estudios que orientan sobre la prevalencia de la AR en la región. En España, la publicación reciente del estudio EPISER, cuyo objetivo fue determinar la prevalencia de las principales afecciones reumáticas en la población española, mostró para la AR una cifra de 0.5% para la población general, 0.8% para mujeres y 0.2% para hombres. En Latinoamérica, estudios realizados en Argentina, Brasil y México han mostrado prevalencias de 0.2%, 0.46% y 0.3% respectivamente, lo que parece sugerir que la prevalencia es menor en nuestros países que en los de población caucásica (Nivel de evidencia IIIc) (3). En Colombia no disponemos de información fidedigna acerca de la prevalencia y la incidencia de la AR, aunque se han hecho esfuerzos aislados para su estimación en población negra de Quibdó (departamento del Chocó) (4). Las mujeres se ven afectadas tres veces más frecuentemente que los hombres; esta diferencia disminuye a medida que la población envejece (1, 2). En Latinoamérica parece haber una mayor prevalencia en mujeres que en hombres, siendo éstas afectadas en promedio unas ocho veces más que los hombres. La preva- 21 lencia de la AR aumenta con la edad y se desarrolla con mayor frecuencia hacia la cuarta y quinta décadas de la vida (3). El pico de incidencia se presenta entre los 35 y los 50 años (80% de los casos). Las tasas de incidencia informadas varían entre 0.009 y 0.045% en Europa; en Norteamérica la incidencia varía de 0.024 a 0.075% en caucásicos y de 0.09 a 0.89% en indios americanos. Se han propuesto factores genéticos, ambientales y culturales para explicar las diferencias, aunque no hay nada claro al respecto. El hecho de que los familiares en primer grado de consanguinidad de pacientes con AR desarrollen la enfermedad cuatro veces más frecuentemente que la población general, ha insinuado la existencia de una predisposición genética importante en el desarrollo de la enfermedad, sin que esto se constituya en toda la explicación de la etiología de la enfermedad, en la cual están implicados factores del huésped y del medio en el cual se desenvuelve. La asociación genética más definida ha sido informada con los alelos HLA-DR4 *0401 y *0404. En un reciente metaanálisis se revisaron 29 estudios en 3240 pacientes y se encontró que el HLA DRB1 *0401 es un alelo de alto riesgo, particularmente en poblaciones caucásicas del Norte de Europa. Los caucásicos del sur de Europa y los asiáticos tienen una asociación con la presencia de erosiones, que es dependiente de la frecuencia en relación con el número de alelos asociados. La población mediterránea del Este no tiene asociaciones de importancia. El metaanálisis incluyó un estudio en población latinoamericana y otro en española, que en general parecen comportarse como las mediterráneas (Nivel de evidencia I) (5). 2. Factores de riesgo No se conoce la causa de la AR y hasta el momento no se ha considerado que se pueda hacer prevención primaria. Sin embargo, el sexo femenino, una historia familiar positiva, la mayor edad, la exposición al sílice y el tabaquismo, se han asociado con un incremento en el riesgo de desarrollar AR. Los estudios epidemiológicos han sugerido que fumar es un factor de riesgo independiente para presentar AR, especialmente seropositiva; en aquellos pacientes que además presentan el epítope compartido en el HLA-DRB1, podría tener influencia en un mal desenlace (Nivel de evidencia IIIc) (6). Algunos estudios han sugerido que el consumo de más de tres tazas de café al día, particularmente descafeinado, y la ingestión 22 de carnes rojas, podrían contribuir a la aparición y la severidad de la enfermedad (7, 8). Por otra parte se ha informado que el consumo importante de vitamina D, el consumo de té y el uso de contraceptivos orales pueden disminuir el riesgo de presentar AR. Es llamativo que tres de cada cuatro mujeres experimenten una significativa mejoría de los síntomas durante el embarazo o que amamantar se pueda asociar con menor riesgo de desarrollar artritis, lo que sugiere una participación importante de los factores hormonales (Nivel de evidencia IIIc) (9, 10). 3. Diagnóstico y criterios de clasificación de la AR El diagnóstico en la AR es en esencia clínico. Los pacientes consultan por dolor e inflamación, usualmente simétrica de grandes y pequeñas articulaciones, que producen impotencia funcional. Se suelen acompañar de síntomas sistémicos como fiebre, anorexia y debilidad. La presentación es insidiosa, pero en aproximadamente 15% de los casos el inicio es agudo. Para la clasificación de la enfermedad, el Colegio Americano de Reumatología (American College of Rheumatology) propuso cinco criterios clínicos y dos paraclínicos, que tienen la mayor sensibilidad y especificidad diagnósticas (11). Para propósitos de clasificación, un paciente tendrá AR si presenta cuatro de los siete criterios. Los criterios 1 a 4 deben estar presentes por lo menos durante seis semanas. Con esta clasificación la sensibilidad obtenida es de 93.5% y la especificidad de 89.3%. Estos criterios son útiles para clasificar pacientes con AR establecida (11, 12); sin embargo, es posible que en los casos de AR temprana no se cumplan (Tabla 1). Durante la evaluación inicial de todo paciente con AR se deben incluir estudios que permitan demostrar el estado general del paciente y evaluar daños en órganos que se afectarían con el tratamiento o la evolución de la enfermedad. Los estudios iniciales incluyen: hemograma con velocidad de sedimentación globular (VSG), proteína C reactiva (PCR), transaminasas, albúmina, creatinina, glicemia, parcial de orina y radiografía de tórax. Otros estudios serán necesarios a juicio del médico tratante luego de la evaluación inicial (Tabla 2) (12). Algunas de las enfermedades con las cuales se debe establecer el diagnóstico diferencial de la AR se mencionan en la Tabla 3. 23 Tabla 1 .Criterios revisados del Colegio Americano de Reumatología de 1987 para la clasificación de la artritis reumatoide. Criterio 1) Rigidez matinal: rigidez de las articulaciones y alrededor de las mismas durante por lo menos una hora, antes de la mejoría máxima. 2) Artritis de tres o más articulaciones: datos clínicos de inflamación observada por un médico. Las articulares deben estar inflamadas durante por lo menos 6 semanas. Propuestas: IFP, MCF, muñecas, codos, rodillas, tobillos y MTF derechas e izquierdas. 3) Artritis de las manos: al menos un área inflamada en muñecas, MCF o IFP. 4) Artritis simétrica: afección simultánea de las mismas áreas articulares de ambos lados del cuerpo (se acepta la afección bilateral de IFP, MCF o MTF sin simetría absoluta). 5) Nódulos reumatoideos: nódulos subcutáneos sobre las prominencias óseas, superficies extensoras o regiones yuxtaarticulares, observados por un médico. 6) Factor reumatoideo: Detectado por un método en el que se encuentra positividad en menos de 5% de los controles normales. 7) Cambios radiológicos típicos de AR: en las radiografías de manos y muñecas en proyección posteroanterior (erosiones, osteopenia yuxtaar-ticular). 1. Los cuatro criterios iniciales deben tener una duración mínima de 6 semanas 2. Se deben reunir al menos cuatro criterios para clasificar la enfermedad 3. No se excluyen aquellos pacientes que reúnen dos criterios clínicos IFP=interfalángicas proximales MCF=metacarpofalángicas MTF=metatarsofalángicas Tomado de: Arnett FC, Edworthy SM, Bloch DA, et al. The American Rheumatism Association 1987 Revised Criteria for the Classification of Rheumatoid Arthritis. Arthritis Rheum 1998;31:315-324. 3.1 Otras pruebas diagnósticas En los últimos veinte años se han desarrollado pruebas paraclínicas y métodos imaginológicos para la detección de la AR, que no han sido incluidos dentro de los criterios clasificatorios, pero que son de utilidad para el diagnóstico temprano de la enfermedad. 3.2 Autoanticuerpos Muchos autoanticuerpos han sido descritos en AR en los últimos 20 años; anti RA-33, anti-capalstatina, proteína Sa, anti- 24 Tabla 2. Utilidad de las principales pruebas de laboratorio o imágenes para el diagnóstico, pronóstico o seguimiento de los pacientes con AR. Prueba Pronóstico Seguimiento Radiografía de manos y pies Diagnóstico Positivo Positivo Positivo Factor reumatoideo Positivo Positivo Negativo Anti-CCP Positivo Positivo Negativo Proteína C reactiva Negativo Positivo Positivo Velocidad de sedimentación globular Negativo Positivo Positivo Anti-CCP: anticuerpos anti-citrulina cuerpos antifilagrina y anticuerpos contra el péptido citrulinado cíclico (anti-CCP), entre otros. La mayoría no han trascendido a la práctica clínica diaria, por la dificultad que implica su realización y estandarización. El desarrollo de una técnica de ELISA para la detección de los anti-CCP ha podido demostrar que son muy específicos (~98%) y tienen una razonable sensibilidad (68-75%). Los anti-CCP pueden ser detectados tempranamente en la AR, aunque con una menor sensibilidad (40-60%). Así mismo parecen ser un buen marcador pronóstico y tienen un alto poder discriminatorio entre AR erosiva y no erosiva. Los pacientes con AR con antiCCP positivo desarrollan significativamente más daño radiológico que aquellos con anti-CCP negativo. Se deben solicitar en los pacientes con sospecha de AR y factor reumatoideo (FR) negativo (Nivel de evidencia III) (13, 14). 3.3 Imaginología La radiología convencional sigue siendo el estándar de oro dentro de las técnicas de imagen para evaluar a los pacientes con AR. Su utilidad ha sido demostrada para establecer el diagnóstico, la evaluación del curso y el pronóstico de la enfermedad. Las principales ventajas de la radiología convencional radican en que es un método estandarizado, disponible en cualquier lugar y de bajo costo. Además, las imágenes pueden ser almacenadas y revaloradas en el tiempo. En los últimos años se han definido varios métodos de evaluación del daño radiológico producido por la AR que son reproducibles y que permitieron 25 Tabla 3. Diagnóstico diferencial de la artritis reumatoide. Diagnóstico Comentarios Enfermedades del tejido conectivo Lupus eritematoso sistémico, enfermedad mixta, syndrome de Sjögren, esclerodermia, etc. Fibromialgia No sinovitis definida. Evaluar los puntos gatillo. Hemocromatosis Los cambios en la coloración de la piel con depósitos de hierro aumentado pueden orientar al diagnóstico. Endocarditis infecciosa Fiebre alta con presencia de soplos, historia de fiebre reumática o consumo de drogas intravenosas. Gota poliarticular Articulaciones usualmente eritematosas; podagra es un hallazgo común; la gota y la AR raramente coexisten. Polimialgia reumática La AR, a diferencia de la polimialgia reumática, raramente se presenta con dolor en las articulaciones proximales solamente. Sarcoidosis La hipercalcemia y los hallazgos radiográficos pueden orientar en el diagnóstico. Espondiloartropatías El compromiso tiende a ser más asimétrico que seronegativas, artritis en la AR. Compromete la columna lumbar y cerreactiva vical. Usualmente se encuentra historia de psoriasis, uveítis, disuria, diarrea, enfermedad inflamatoria intestinal. La artritis reactiva puede ser pos infecciosa, adquirida sexualmente, o relacionada a enfermedades gastrointestinales. Enfermedad de Still Se presenta con fiebre, leucocitosis con desviación a la izquierda, odinofagia, esplenomegalia, disfunción hepática y brote difuso. Enfermedad tiroidea Debe descartarse enfermedad tiroidea en todo paciente con poliartralgias no clasificables. Artritis viral Considerar parvovirus, hepatitis B. demostrar, en estudios clínicos aleatorizados, cómo algunos de los llamados medicamentos modificadores de la enfermedad y la nueva terapia biológica modulan y detienen el daño articular (15). Sin embargo, la radiología convencional presenta varios inconvenientes que hacen necesaria la utilización de otros instrumentos de evaluación imaginológica. Los problemas asociados con la interpretación de las radiografías en AR implican variables 26 clínicas y patológicas; por ejemplo, no existe una correlación entre el daño radiográfico de las pequeñas y grandes articulaciones, no hay buena correlación entre los signos clínicos y el progreso radiológico, tampoco hay buena relación entre la PCR y la VSG con las tasas de progresión radiográfica. Además, el estrechamiento del espacio articular y la enfermedad erosiva ocurren de manera independiente. Finalmente, los cambios radiológicos son posteriores a los cambios patológicos (15). Las imágenes obtenidas usando nuevas técnicas de resonancia nuclear magnética y ultrasonografía demuestran lo inadecuado de la radiología convencional en la valoración de los tejidos blandos, blanco inicial de la AR. 3.3.1 Ultrasonografía El cambio en el paradigma del tratamiento de la AR ha hecho que la detección temprana del daño articular sea necesaria para modificar la progresión del daño articular. Como ya se ha mencionado, la radiología convencional es incapaz de detectar lesiones tempranas; en estos casos el ultrasonido (US) de alta frecuencia, particularmente en la segunda y tercera metacarpofalángicas, detecta la enfermedad erosiva temprana, que permite confirmar el diagnostico e iniciar una terapéutica intensa que frene el deterioro óseo (16). La principal ventaja del US comparado con otras técnicas de imagen incluye la ausencia de radiación, permite una buena visualización de los tendones y del espacio articular, permite visualizar varios planos y compara con la articulación contralateral. Se ha demostrado que el US es más sensible que el examen clínico para la detección de sinovitis y más que la radiología convencional para la detección de erosiones en AR temprana. El US puede ser realizado al lado de la cama del paciente y es fácilmente aceptado. Sin embargo, la adquisición de imágenes con US de alta frecuencia aún no tiene una buena estandarización y la calidad del examen es altamente dependiente del operador y del óptimo uso del equipo. Por lo tanto hay potenciales problemas de reproducibilidad de datos basados en la variabilidad intra e inter observador y en el uso de diferentes equipos. 3.3.2 Resonancia magnética La resonancia magnética (RM) tiene la capacidad de mostrar todos los componentes de la articulación simultáneamente y es 27 más sensible que la valoración clínica y la radiología convencional para la detección de inflamación y destrucción articular. Sin embargo, todavía no hay una buena correlación entre imágenes patológicas y cambios fisiopatológicos que puedan ocurrir durante la evolución de la enfermedad y que no necesariamente terminen en destrucción articular. Para el medio latinoamericano además, debe tenerse en cuenta el aspecto económico tanto del equipo como del procedimiento, lo que hace difícil el acceso a este método diagnóstico (3, 17). 3.3.3 Otras técnicas Otras técnicas de imagen utilizadas son la tomografía axial computarizada, que supera en resolución a la radiología convencional pero genera mayor radiación ionizante y no tiene mejor resolución en los tejidos blandos que el US y la RM. La gammagrafía ósea de tres fases es una alternativa que tiene gran sensibilidad y pudiera tener alguna utilidad como prueba de tamizaje; sin embargo, su alto costo y la baja especificidad para la detección de erosiones obliga a reservar su uso para estudios específicos en donde se desea conocer una evaluación corporal total y que cuenten con un laboratorio de medicina nuclear idóneo así como con personal calificado (médico nuclear y reumatólogo), para interpretar la lectura obtenida (18). En el momento actual se considera que el US y la RM brindan una mejor información y de mayor utilidad que la gammagrafía ósea. 4. Costos sociales y económicos de la artritis reumatoide L a AR ha sido considerada como una enfermedad benigna; sin embargo en los últimos años se ha determinado su verdadero impacto por medio de diferentes estudios en poblaciones, con seguimiento a largo plazo (hasta 20 a 25 años) en los Estados Unidos, Canadá y diferentes países Europeos (19). El tratamiento tradicional ha demostrado no ser efectivo para prevenir el deterioro funcional. El uso de instrumentos multidimensionales como el HAQ (Health Assessment Questionnaire), ha confirmado que la mayoría de los pacientes presenta, después de 15 a 20 años de enfermedad, severas limitaciones para desarrollar actividades de la vida diaria. Aunque es difícil de cuantificar, el impacto psicológico y social de la AR no se puede desestimar (20). 28 El tratamiento clásico de la AR no detiene la destrucción, la deformación, ni la pérdida de la función articular. Un estudio publicado en 1998 indica que 25% de los pacientes con AR requieren algún tipo de cirugía de reemplazo articular después de 20 años de enfermedad, entendiendo el reemplazo articular como el fracaso de los tratamientos instaurados (21) . Se han revisado los factores que influyen en la pérdida de productividad y la discapacidad laboral a cinco años en pacientes con AR de reciente inicio. En el estudio FIN-RACo (Nivel de evidencia I) (22), se evaluó la capacidad laboral e improductividad de 195 pacientes después de dos años de tratamiento con terapia combinada y prednisolona, contra monoterapia durante un periodo similar. Se siguió a los pacientes durante cinco años y se encontró que los factores evaluados al inicio de la enfermedad y que se asociaron con pérdida de productividad, fueron una evaluación global del médico y del paciente superior a 50 mm en una escala de 1 a 100 mm y un puntaje del HAQ superior a 1.0 [OR (IC 95%) 1.77 (1.00 a 3.16), 1.85 (1.03 a 3.32) y 1.78 (1.01 a 3.14), respectivamente]. Factores de riesgo adicionales fueron un bajo nivel educativo [OR 2.40 (1.18 a 4.88)] y una mayor edad [OR 1.03 (1.00 a 1.06)]. El tratamiento combinado tenía un factor protector [OR 0.59 (0.35 a 0.99)]. Un estudio reciente estima que los costos de la AR pueden oscilar entre 12.100 y 15.238 dólares americanos (US$) por paciente y por año. Sin embargo otros estudios han considerado los costos hasta en US$ 50.000 al año (23, 24). En 1992 se estableció el costo anual de la AR en los Estados Unidos en 14.000 millones de dólares, lo que incluyó costos directos, indirectos e intangibles, equiparando los costos de la AR a los de las enfermedades cardiovasculares. En Suecia el costo directo en salud de un paciente con AR es 2.5 veces superior al de un sujeto sin esta enfermedad y en los Estados Unidos este costo es 3 veces mayor (24). En Colombia la AR es la segunda causa de pérdida de años de vida saludable por discapacidad en mujeres entre los 15 y los 44 años (25). Se ha determinado que la incapacidad para laborar 5 a 10 años después del inicio de la enfermedad oscila entre 43 y 50% en diferentes países (19, 20). Los costos de la AR pueden ser directos, indirectos e intangibles. Dentro de los costos directos se incluyen la atención médica y paramédica, los tratamientos y los procedimientos diagnósticos, las hospitalizaciones, la pensión temprana, etc. Dentro de los costos indirectos se incluyen la pérdida de la productividad y la 29 disminución de los ingresos, entre otros. Dentro de los costos intangibles se incluye todo aquello que se relaciona con el deterioro de la calidad de vida de los pacientes. Entre un cuarto y la mitad de los costos de la AR corresponden a costos médicos directos siendo las hospitalizaciones el factor más importante de éstos. La mediana de 12 estudios realizados en 9 países muestra costos directos atribuibles a hospitalización en 47% y a los medicamentos en 16%. Sin embargo, la proporción entre costos de medicamentos versus hospitalizaciones puede estar cambiando. Se ha informado en organizaciones de salud gerenciada (Health Maintenance Organization), equivalentes a las Empresas Promotoras de Servicios de Salud (EPS) de Colombia, un incremento de los costos directos debido a los medicamentos y no a las hospitalizaciones (24). La introducción de medicamentos más costosos como los agentes biológicos también parece estar cambiando la estructura de costos en los estudios de AR. Un estudio reciente evaluó costos en más de 7000 pacientes y mostró que los costos directos en 2001 fueron US$ 9519 por paciente. A las medicinas correspondieron US$ 6324 (66% del total) y a las hospitalizaciones US$ 1573 (17% del total). El 25% de los pacientes recibieron biológicos, cuyo costo fue de US$ 19.016 por año, en tanto que el costo de los pacientes sin biológico fue de US$ 6164 (26). En Latinoamérica hay pocos estudios. En una publicación hecha en México, se evaluaron los costos del tratamiento de la AR en la Ciudad de México en 1996. A diferencia de los estudios en países industrializados, el mayor costo correspondió a los medicamentos (90% del tratamiento), lo que constituye un serio problema para lograr la adherencia a la terapia por parte del paciente (27). Estudios más recientes en Venezuela y Argentina han confirmado una mayor proporción de estos costos directos y un exceso frente al ingreso mínimo per cápita (3). En Colombia, recientemente se han realizado algunos estudios (28, 29). Anaya y colaboradores (29) mostraron que los costos totales del tratamiento en Colombia fueron de US$ 6988 por paciente por año; 88% de éstos se debió al costo de los medicamentos. El costo indirecto se calculó en US$ 440, confirmando la tendencia observada en otros estudios a nivel latinoamericano. Los costos relacionados con la AR en Colombia justifican la consideración de esta enfermedad dentro de las patologías de alto costo (30, 31). Cuando se clasifica a los pacientes de acuerdo con la clase funcional y con la severidad inicial de la enfermedad, o se analizan 30 teniendo en cuenta los resultados del HAQ, se aprecia que los pacientes con enfermedad moderada a severa o HAQ superior a 1.5, o aquéllos con una enfermedad más prolongada, tienen mayores costos relacionados con la misma. Se ha observado que algunas acciones como diagnosticar y tratar tempranamente la enfermedad, evitar hospitalizaciones innecesarias, llevar un control periódico de la toxicidad de los medicamentos con intervalos no superiores a tres meses ayuda a disminuir los costos de la enfermedad (24, 28). Pincus y colaboradores han demostrado recientemente, al comparar una cohorte de 1985 con una de 2000, que los pacientes tratados en los años recientes tienen un estado funcional, articular, radiográfico y de laboratorio mucho mejor (32). Por otra parte Ward demostró que la tasa de hospitalizaciones por manifestaciones severas de la AR, al igual que la tasa de reemplazos articulares han sido menores en los años 1998-2001 que en los años 1983-1987, lo que sugiere una mejoría en el pronóstico actual de la AR, que se atribuye al cambio en el modelo terapéutico, con una estrategia más agresiva en la actualidad (Nivel de evidencia IIIc) (33). Recientemente, el estudio TICORA evaluó a 183 pacientes de un hospital universitario de los cuales 111 fueron aleatorizados para recibir un tratamiento intensivo con medicamentos estándar (consistente en consultas frecuentes, cambios frecuentes de medicamentos de acuerdo a la respuesta clínica y consultas preferenciales) o para recibir el tratamiento de rutina, de acuerdo al criterio del reumatólogo. Comparados con el grupo de rutina, los pacientes tratados intensivamente tuvieron una mejor respuesta, una mayor tasa de remisión, menor deterioro radiográfico, mejoría más importante de la función física y de la calidad de vida. En este estudio se analizaron los costos de ambos abordajes terapéuticos, sin encontrarse diferencias significativas. Sin embargo los costos totales fueron menores en el grupo de tratamiento intensivo. El incremento que se tuvo en consultas en el grupo intensivo (698 euros versus 401 euros), se vio compensado por menores gastos debido a otras causas (571 euros versus 1611 euros). Los gastos totales fueron de 1919 euros en el grupo intensivo versus 2464 euros en el grupo de terapia de rutina (Nivel de evidencia I) (34). De los hallazgos encontrados en los estudios referidos en los párrafos anteriores podemos concluir que: • Los factores evaluados al inicio que se asocian con una pérdida de la productividad en pacientes con AR temprana 31 seguidos a cinco años son evaluación global del médico y del paciente mayor de 50 mm en una escala de 1 a 100 mm y un puntaje del HAQ mayor a 1.0, además de un bajo nivel educativo y una mayor edad. Los pacientes tratados con terapia combinada tienen un mejor desenlace (Nivel de evidencia I). • Los pacientes tratados con un abordaje terapéutico más agresivo durante los últimos años tienen mejor estado funcional, radiográfico y de laboratorio cuando se comparan con cohortes reportadas en los años 1980 (Nivel de evidencia IIIc). • Hay una disminución en las tasas de hospitalización por manifestaciones severas de la AR, incluidos los reemplazos articulares, en los pacientes tratados con los nuevos esquemas terapéuticos en comparación con los pacientes de cohortes de los años 1980 (Nivel de evidencia IIIc). • El tratamiento convencional con un seguimiento frecuente, controlado, con cambios terapéuticos de acuerdo a la evolución, tiene mejores resultados y no incrementa los costos (Nivel de evidencia I). 5. Severidad y factores que afectan el desenlace de la AR Los pacientes con AR atendidos en hospitales de referencia usualmente tienen un curso clínico más grave que aquéllos atendidos en centros de primer nivel; esta diferencia no se puede predecir con los criterios de clasificación. La variedad en la presentación y evolución de esta enfermedad ha motivado a diferentes investigadores a considerar la existencia de subgrupos de AR (19). Pincus ha propuesto una clasificación epidemiológica de la AR, en tres grupos. El Grupo I corresponde a los pacientes evaluados en el primer nivel de atención en quienes el FR es usualmente negativo, con frecuentes y prolongados períodos de remisión y que por lo tanto podrían no requerir tratamiento a largo plazo. El Grupo II es el más frecuente de todos; 60% a 90% de los pacientes de este grupo tienen FR positivo, requieren de tratamiento prolongado y la respuesta al mismo puede ser catalogada como buena en manos expertas y con el apoyo de un grupo multidisciplinario liderado por el médico reumatólogo. El Grupo III corresponde a la enfermedad progresiva, con FR positivo en 80% de los pacientes, que presentan un deterioro progresivo con mala respuesta al tratamiento (20). Para este grupo es imperativo el desarrollo de más y mejores modalidades de tratamiento 32 que cambien el pronóstico sombrío que acompaña en ocasiones a esta enfermedad. Las anteriores formas de clasificación de la enfermedad son netamente epidemiológicas y no corresponden a la presentación clínica individual, a partir de la cual el clínico experimentado debe tomar las decisiones de tratamiento y seguimiento del paciente. 5.1 Mortalidad La mayoría de los estudios sobre mortalidad en pacientes con AR han encontrado un incremento, cuando se comparan con la población general. En los últimos años, a raíz de la realización de estudios en poblaciones seguidas a largo plazo, se ha establecido que la supervivencia de los pacientes con AR se encuentra disminuida, llegando a ser de 40 a 60% a cinco años para los pacientes con formas severas (más de 30 articulaciones inflamadas y pobre estado funcional). Esta supervivencia es similar a la de la enfermedad coronaria de tres vasos o la enfermedad de Hodgkin (21). En un estudio de una cohorte de 112 pacientes con AR seguida durante 20 años, la mortalidad fue de 35%. De los sobrevivientes, 19% estaban severamente discapacitados (clase funcional III y IV), y sólo 18% tenían una vida normal (20, 21). Las causas globales de muerte en los pacientes con AR son similares a las de la población general, siendo las muertes cardiovasculares las más frecuentes sobre todo en pacientes con FR positivo (35). La mortalidad se puede presentar durante los primeros años de una poliartritis inflamatoria. En una cohorte de seguimiento en Rochester, se encontró que los pacientes con AR tenían un mayor riesgo de enfermedad coronaria, reportaban menos síntomas de angina y tenían más frecuentemente muerte súbita cardiaca o un infarto miocárdico agudo no reconocido (36). Este riesgo se presentaba desde antes de tener los criterios de clasificación del Colegio Americano de Reumatología y no puede ser explicado por una mayor incidencia de los factores de riesgo tradicionales. En otro estudio del mismo grupo se demostró que en comparación con los individuos sin AR, estos pacientes tenían un riesgo dos veces mayor de desarrollar una insuficiencia cardiaca congestiva, la cual tampoco era explicada por la presencia de factores de riesgo tradicionales (37). Es posible que factores asociados a la AR y determinados por el proceso inflamatorio participen en la fisiopatogenia de las alteraciones asociadas a riesgo cardiovascular; éste debe ser evaluado 33 sistemáticamente, ya que también el consumo de medicamentos como los glucocorticoides, los antiinflamatorios no esteroideos, modificadores tradicionales como el metrotexate o biológicos como los agentes anti-TNF, pueden asociarse con mayor presencia de eventos cardiovasculares e insuficiencia cardiaca (35-37). Algunos estudios demuestran un exceso de muertes debido a infecciones, enfermedad renal y gastrointestinal. Se ha observado que la severidad de la enfermedad se asocia a una mayor mortalidad, independientemente de la presencia de comorbilidad que presente el paciente afectado. Factores como la mayor edad, el sexo masculino, la duración más prolongada de la enfermedad, la severidad de la misma y la comorbilidad, ayudan a predecir la mortalidad en estos pacientes (Nivel de evidencia IIIc) (38). Es necesario destacar la asociación de la AR con la presencia de linfomas. Parece haber un incremento en la aparición de linfomas que teóricamente podría ser ocasionado por el incremento de la proliferación celular, guiada por diferentes antígenos y autoantígenos. A raíz de los estudios realizados en pacientes tratados con los agentes anti-TNF y el metotrexate, donde también parece haber un incremento; no está claro en la actualidad si el incremento en la frecuencia de presentación de los linfomas se deba a la actividad de la enfermedad per se, a la edad o a un efecto de los medicamentos, pero debe tenerse en cuenta en el seguimiento de los pacientes (Nivel de evidencia IIIc) (39, 40). La mortalidad es difícil de estimar en Colombia, debido al registro deficiente de la AR en los libros oficiales (certificados de defunción) que utiliza el Departamento Nacional de Estadística. 5.2 Factores de mal pronóstico Es esencial identificar aquellos pacientes con mayor riesgo de una evolución grave de la AR. La evaluación clínica debe estar dirigida a determinar cuáles son los pacientes con riesgo de enfermedad persistente. Los factores pronósticos en general varían de acuerdo a las variables de desenlace evaluadas. Usualmente estas variables son la persistencia de la enfermedad, el daño radiográfico, el daño funcional y la mortalidad (Tabla 4). El sexo femenino, el FR positivo, los niveles altos de reactantes 34 Tabla 4. Factores pronósticos que predicen la persistencia, el daño radiográfico, el daño funcional y la mortalidad en pacientes con AR. Variables Persistencia Daño Daño Mortalidad radiológico funcional Factor reumatoideo +++ +++ ++ ++ Número de articulaciones afectadas ++ ++ ++ ++ Duración +++ HLA-DR 4 + + Anti-CCP ++ ++ Erosiones + +++ Sexo femenino + + + VSG/PCR + ++ ++ HAQ Compresión Manifestaciones extraarticulares +++ ++ ++ ++ +++: Asociación fuerte ++: Asociación moderada +: Asociación leve. de fase aguda y el HAQ > 1, tradicionalmente se han asociado a un pobre pronóstico. Se ha encontrado que la presencia del alelo HLA-DR4 está asociada a la enfermedad progresiva, ya que estos pacientes tienen un mayor número de articulaciones inflamadas, HAQ más alto y mayores alteraciones radiológicas (41-44). Recientemente se ha encontrado que la presencia de anticuerpos contra los péptidos citrulinados puede predecir quiénes están en riesgo de tener una artritis persistente, sobre todo en combinación con otras variables como el FR o la presencia de epítope compartido (45). El factor pronóstico más consistente en todas las cohortes es el FR, el cual es importante para predecir el daño articular y la discapacidad funcional (46). Otros factores frecuentemente asociados son la duración de la enfermedad antes del tratamiento y el HAQ persistentemente elevado (Tabla 4). Un sistema de evaluación de severidad ha sido propuesto para clasificar a estos pacientes. Emery y colaboradores (47) han sugerido un cuestionario para evaluar pacientes en riesgo de 35 artritis simétrica persistente, donde se tienen en cuenta la presencia de factores como el HLA-DR4 positivo, la PCR >20mg/dl, el sexo femenino, el FR positivo y el puntaje en el HAQ superior o inferior a 11 (para un puntaje máximo de 24). Recientemente Visser y colaboradores han propuesto un modelo de predicción de artritis persistente y/o erosiva, basados en el análisis de los datos de su cohorte de 524 pacientes de reciente inicio. El modelo consiste en siete variables: duración de los síntomas, rigidez matinal mayor de una hora, compresión bilateral de las articulaciones metatarsofalangicas, FR IgM positivo, antiCCP positivo, la presencia de erosiones y compromiso de más de tres articulaciones. La persistencia estaba determinada más que todo por la duración de los síntomas, la presencia de erosiones y los anti-CCP, con riesgos relativos superiores a 3. La presencia de erosiones en las radiografías estaba determinada principalmente por la presencia de anti-CCP. De acuerdo a los autores, el modelo debe ser validado en otras poblaciones (Nivel de evidencia IIIc) (48). Hay otros factores demográficos como el nivel socioeconómico, el nivel de educación formal, la edad del paciente al inicio, el sexo, el estado hormonal y los hábitos y actitud hacia la vida, que han sido implicados como factores que contribuyen al desenlace de los pacientes con AR (49-51). A pesar de estos avances, el pronóstico de la AR es aún muy difícil de determinar, ya que depende de una combinación de variables clínicas, biológicas y ambientales diversas. En nuestro país, Caballero y colaboradores han propuesto un cuestionario práctico para evaluar el pronóstico, con variables de fácil recolección en la consulta inicial de un paciente con AR (52). De esta manera se puede clasificar la AR en leve (con menos de 10 puntos), moderada (de 11 a 20 puntos) y severa (más de 20 puntos). El cuestionario está en proceso de validación a nivel latinoamericano en la cohorte de pacientes del Grupo Latinoamericano de Estudio de la Artritis Reumatoide (GLADAR). Algunos estudios han mostrado que los pacientes con AR activa, poliarticular y FR positivo, tienen más de 70 % de probabilidad de desarrollar daño articular o erosiones dentro de los dos años siguientes al comienzo de la enfermedad. Se ha demostrado que el uso de los fármacos modificadores de la enfermedad puede alterar el curso de la enfermedad de comienzo reciente, particularmente cuando existen factores pronósticos desfavorables; el tratamiento agresivo debe por lo tanto ser iniciado tan pronto como el diagnóstico haya sido establecido. 36 6. Puntos para recordar • Los factores evaluados al inicio que se asocian con una pérdida de la productividad en pacientes con AR temprana seguidos a cinco años son: evaluación global del médico y del paciente mayor de 50 mm en una escala de 1 a 100 mm y un puntaje del HAQ mayor a 1.0, además de un bajo nivel educativo y una mayor edad. Los pacientes tratados con terapia combinada de varios fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME) tienen un mejor desenlace (Nivel de evidencia I). • Los pacientes tratados con un abordaje terapéutico más agresivo tienen mejor estado funcional, radiográfico y de laboratorio, cuando se comparan con cohortes informadas en los años 80 (Nivel de evidencia IIIc). • Hay una disminución en las tasas de hospitalización por manifestaciones severas de AR incluidos los reemplazos articulares, en los pacientes tratados con los nuevos esquemas terapéuticos, en comparación con cohortes de los años 80 (Nivel de evidencia IIIc). • El tratamiento convencional con FARME, con un seguimiento frecuente, controlado, con cambios terapéuticos de acuerdo a la evolución, tiene mejores resultados y no incrementa los costos (Nivel de evidencia I). • Es esencial conocer a los pacientes con mayor riesgo de una evolución grave de la AR. La evaluación clínica debe estar dirigida para determinar los pacientes con riesgo de enfermedad persistente. • La mortalidad está incrementada en los pacientes con AR. Las causas globales de muerte son similares a las de la población general, siendo las muertes cardiovasculares las más frecuentes sobre todo en pacientes con FR positivo. • El factor pronóstico más consistente en todas las cohortes es el FR, el cual es importante para predecir el daño articular y la discapacidad funcional. Otros factores frecuentemente asociados son la duración de la enfermedad antes del tratamiento y el HAQ persistentemente elevado. Estudios más recientes como los realizados con anticuerpos anti-citrulina son muy prometedores pero aún requieren confirmación en otras cohortes. 37 Referencias 1. Silman AJ, Hochberg MC, eds. Epidemiology of Rheumatic Diseases. Oxford: Oxford University Press; 1993. 2. Lawrence RC, Helmick CG, Arnett FC. 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El tratamiento integral es de trascendental importancia, y se debe hacer especial énfasis en la educación del paciente acerca de su enfermedad, las opciones de tratamiento y su pronóstico; esto ayudará a motivar el interés, el apego y la adaptación del paciente al tratamiento y a su discapacidad física y laboral actual o futura (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (1-10). El objetivo a corto y mediano plazo será el de remisión o control de la artritis con la menor actividad clínica posible, mientras que los objetivos a evaluar a largo plazo serán la necesidad de cirugías (como consecuencia de la destrucción por la enfermedad), la discapacidad y la mortalidad (11, 12). El principio fundamental del tratamiento de la AR se basa en la terapia farmacológica. Para la década de los 50 y coincidiendo con la creación de la Arthritis and Rheumatism Foundation de los Estados Unidos, se dejó de considerar a la AR como una enfermedad “relativamente benigna” (13). A pesar de ello, para los años 70 aún se imponía el esquema de la pirámide, que consistía en utilizar únicamente antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como terapia inicial, considerando la posterior adición, casi siempre de manera muy tardía, de las llamadas drogas modificadoras del curso de la AR o fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME), reconocidos desde entonces como más eficaces, pero percibidos como de mayor toxicidad (14, 15). Una serie de publicaciones en los años 80 enfatizaron el concepto de la AR como una enfermedad seria, progresiva, discapacitante desde los primeros años de su aparición, asociada con altos costos directos e indirectos, mala calidad de vida y muerte prematura (16-19). Posteriormente se comparó el índice de toxicidad ponderado de diversos medicamentos, demostrando que algunos AINE administrados de manera crónica podrían ser más tóxicos que los FARME (20). 42 Estos conceptos apoyaron la modificación del esquema tradicional por el de una intervención muy temprana y eficaz (21, 22), encaminada a alcanzar y mantener las metas terapéuticas que se expondrán a continuación. Debe hacerse un especial énfasis en el diagnóstico temprano y la identificación del paciente de alto riesgo. Las Guías del Colegio Americano de Reumatología (ACR) (11) y las recomendaciones de la Liga Europea Contra el Reumatismo (EULAR), recalcan el cambio en el concepto de la intervención con FARME, que debe hacerse de manera muy temprana (23). 1. Metas terapéuticas La principal meta en el tratamiento de la AR es obtener la remisión completa (ausencia de inflamación), con el fin de prevenir el daño articular progresivo (24-28). Anteriormente se consideraba que esto rara vez se podría lograr, en especial en la población de alto riesgo, ya que su probabilidad de desarrollar erosiones de la superficie articular con el correspondiente daño y pérdida de la función articular durante los primeros dos años de la enfermedad, era de 70%. En la última década han ocurrido múltiples avances en investigación en reumatología, incluyendo la optimización de los puntos de desenlace validados (endpoints) (29), la adopción de los criterios de mejoría del Colegio Americano de Reumatología (30, 31), la utilización de la escala de actividad de la enfermedad DAS (32, 33), el desarrollo de instrumentos validados para determinar la calidad de vida y el estado funcional (mHAQ, HAQ, SF-36, etc) (34, 35), el consenso para determinar los cambios radiológicos a través del tiempo (36), entre otros. Todo ello, unido al desarrollo de nuevas opciones terapéuticas, ha logrado disminuir el impacto en la salud de los individuos que padecen AR. Así, las metas terapéuticas que se pretende alcanzar en todos los pacientes con AR son: • Aliviar el dolor • Controlar la inflamación o la actividad de la enfermedad • Preservar la función para las actividades de la vida diaria y laboral • Mejorar al máximo la calidad de vida • Retardar o prevenir el daño articular a través de una intervención temprana que evite la progresión de la enfermedad • Inducir la remisión completa de la AR 43 El papel del médico general (o el del médico general con un especial interés en la reumatología, según un modelo propuesto en Inglaterra) (37), deberá ser el de identificar y diagnosticar precozmente al paciente con artritis, realizar una intervención terapéutica temprana y establecer una ágil interrelación con el especialista, lo que permitiría finalmente alcanzar los objetivos descritos previamente (38-45). Numerosos estudios han mostrado cómo las intervenciones realizadas en los primeros dos años de enfermedad y mejor aun, en los primeros meses de los síntomas, logran tasas de respuesta mucho más altas cuando se comparan con un manejo más tardío. Esta evidencia soporta el concepto de la “ventana terapéutica” y la importancia de un manejo temprano en pacientes con riesgo de desarrollar artritis persistente, erosiva o ambas (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (46-52). 2. Artritis indiferenciada La AR clásicamente es descrita como una poliartritis simétrica, persistente y destructiva, frecuentemente asociada a factor reumatoideo y/o anticuerpos contra péptidos cíclicos citrulinados. El diagnóstico temprano es complicado dada la ausencia de pruebas específicas y de criterios diagnósticos para la enfermedad en sus primeras fases (53), haciendo que la artritis inflamatoria temprana sea frecuentemente indiferenciada. Diversos grupos han propuesto que frente a un paciente con diagnóstico de artritis inflamatoria se intente eliminar otras causas de artritis (ej. lupus, psoriasis, espondiloartropatías seronegativas, etc) para luego estimar el riesgo de desarrollar artritis erosiva y/o persistente, y finalmente proponer una terapéutica óptima. Esta “artritis”, que aún no cumple con los criterios de clasificación del Colegio Americano de Reumatología para AR, es conocida como artritis indiferenciada (54, 55). Es importante recalcar nuevamente que la AR es una entidad seria con marcada morbimortalidad y que aun aquellos pacientes con artritis indiferenciada presentarán un patrón de destrucción articular muy semejante al observado en los pacientes con diagnóstico de AR (56). Los datos de las “Clínicas de Artritis Temprana” han logrado persuadir a los clínicos acerca de la particular importancia de un manejo intensivo en este subgrupo de pacientes (57-61). Estudios muy recientes indican que el manejo inicial “agresivo” en pacientes con artritis indiferenciada no sólo logra un menor patrón erosivo de la enfermedad, sino que permite alcanzar tasas de curación (ausencia de enfermedad al cabo 44 de dos años de seguimiento) casi dos veces superiores que las observadas en el grupo control (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (51, 61-65). 3. Tratamiento sintomático inicial Antes de iniciar el tratamiento en un paciente con AR debe evaluarse la actividad de la enfermedad y la extensión de la sinovitis, el daño estructural, el estado funcional y psicosocial, la respuesta a los tratamientos previos, la disponibilidad de medicamentos en el medio del cual procede el paciente, con quién además se deben considerar y discutir los posibles efectos adversos, los riesgos, el monitoreo y los costos del tratamiento seleccionado. Los AINE constituyen el grupo de medicamentos de primera elección para el alivio sintomático del dolor y la inflamación en la AR, pero con frecuencia no eliminan por completo esta sintomatología (66, 67); tampoco alteran el curso de la enfermedad ni previenen la progresión del daño articular. Deben ser usados a la menor dosis posible por el menor tiempo posible teniendo en cuenta el balance riesgo - beneficio, particularmente en lo que respecta a sus efectos secundarios en el tracto gastrointestinal y el sistema cardiovascular (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (68-70). Los glucocorticoides son agentes antiinflamatorios más potentes y pueden ser utilizados por vía intraarticular o sistémica en dosis bajas fraccionadas, en cualquier fase de la enfermedad, ya sea que se presente un cuadro clínico refractario oligoarticular o poliarticular, o como “terapia puente”, es decir aquella que brinda control de síntomas mientras los FARME inician su acción. Al igual que con los AINE, la dosis debe ser escogida de acuerdo a un balance de riesgo - beneficio favorable, intentado utilizar la dosis más baja por el tiempo más corto posible (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (71-80). 4. Terapia individual con drogas modificadoras de la AR La terapia con FARME ofrece el mejor potencial para cumplir las metas terapéuticas y se asocia con reducción de la morbilidad y la mortalidad en la AR (81, 82). Se recomienda su uso en el paciente con más de seis semanas de inflamación articular, aun sin diagnóstico establecido de AR, incluso antes de la apa- 45 rición de cambios erosivos. Ante una artritis erosiva y/o persistente, se debe siempre iniciar un FARME (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (23). Los FARME se caracterizan por el inicio de acción gradual (entre uno y seis meses), diferentes mecanismos de acción (en muchos casos no bien comprendidos), perfiles de eficacia y toxicidad particulares, cuyo principal efecto es la inmunomodulación de la enfermedad y no la analgesia. En pacientes con diagnóstico reciente, la droga básica para el manejo será el metotrexate (MTX), dada su eficacia claramente confirmada, el esquema de dosificación, el bajo costo y la seguridad. Puede ser utilizado solo o combinado (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (23, 82-88). El MTX ha mostrado ser eficaz en el control de la progresión radiográfica de la AR (89); como monoterapia es tan eficaz como la monoterapia con bloqueadores del factor de necrosis tumoral alfa (TNF- ) en pacientes artritis temprana severa (menos de tres años de duración) (90-92). Puede ser usado junto con los denominados tratamientos biológicos, combinación que por lo demás muestra tener el mejor efecto terapéutico disponible en la actualidad, tanto para artritis establecida como para artritis temprana (93-95). Otros agentes como la leflunomida y en menor grado la sulfasalazina (SSZ), cuentan con múltiples estudios de eficacia, comparable con la del uso del MTX en artritis, tanto temprana como establecida (Nivel de evidencia I) (89, 96). Fármacos tales como los antimaláricos, las sales de oro parenterales, la D-penicilamina y la azatioprina, presentan dificultades para su selección por diversos motivos: por ejemplo, las tasas de respuesta varían a través de los estudios clínicos o son muy bajas respecto a las del MTX; además, algunos de estos fármacos carecen de evaluaciones en lo que respecta a la destrucción articular a través del tiempo, o su perfil de seguridad es tan particular que limita mucho su uso. El grupo de fármacos que actúan bloqueando el TNF- ha mostrado diversas ventajas: rápido inicio de acción (respuesta clínica inclusive al cabo de dos a cuatro semanas de uso), utilidad en pacientes que no mejoran con el uso de otros FARME, capacidad para frenar la progresión radiológica en combinación con le MTX (90, 93-95). La mayor limitante de su uso es el costo, además de sus efectos secundarios, particularmente el riesgo de infecciones oportunistas. Recientemente se han incluido dos nuevas alternativas para el tratamiento de los pacientes con AR refractaria a los bloqueado- 46 res del TNF- (97, 98). Estas drogas son el rituximab y el abatacept, que han sido aceptadas, o están en proceso de aceptación por parte de las entidades reguladoras como la FDA (Food and Drug Administration) en Estados Unidos y el Invima en Colombia, para el manejo de AR refractaria. Los factores que pueden influenciar la elección de la terapia individual son la presencia de factores de riesgo para enfermedad erosiva o enfermedad persistente, la disponibilidad de medicamentos, el costo de los mismos, los requerimientos de monitoreo, el tiempo de espera para evaluar el beneficio, la frecuencia de aplicaciones y el riesgo potencial de reacciones adversas severas (23, 57-60, 65, 99-107). 5. Terapia combinada Para optimizar el control de la enfermedad, la mayoría de los reumatólogos utilizan combinaciones de dos o tres FARME, especialmente en aquellos pacientes con respuesta parcial o incompleta a la terapia, o en quienes la enfermedad se ha tornado previamente refractaria a varios FARME. Diferentes estudios clínicos han mostrado un incremento de la eficacia y un aceptable perfil de toxicidad, cuando se utilizan combinaciones como la de corticoides, MTX y SSZ (105, 108), o mejor aun la de bloqueadores del TNF- con MTX (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (90, 93-95). Se debe también considerar el inicio temprano de la terapia combinada en los pacientes con marcadores de mal pronóstico desde la evaluación inicial (11, 23, 109-111). En pacientes con actividad persistente, la forma de hacer las combinaciones de manera secuencial o aditiva sigue generando controversia (112) y se realizan según el criterio y preferencia del reumatólogo tratante, ya que aún se requieren estudios para demostrar cuál es la combinación de FARME más efectiva. Los esquemas más utilizados se han evaluado en diversos estudios clínicos, tal como se presenta a continuación. Escala descendente o en cascada: en la cual se comienza con dos o más medicamentos y a medida que se controla la actividad inflamatoria, éstos pueden ser retirados gradualmente (105). Escala ascendente o en escalera: consistente en adicionar paula- tinamente uno o más medicamentos, si el control de la actividad de la enfermedad no es el adecuado. Se ha utilizado este diseño en pacientes con respuesta inadecuada al MTX, para la administración de medicamentos recientemente disponibles como la 47 terapia biológica dirigida contra el TNF- (90, 93-95, 113). Terapia paralela: se administran varios medicamentos simultá- neamente. La combinación de MTX, SSZ e hidroxicloroquina, mostró mayor eficacia que la utilización del MTX de manera individual o la combinación de hidroxicloroquina más SSZ (28, 114). Estrategia de la sierra: ideada por Fries (115) al inicio de la década de los 90 con el fin de mantener bajos niveles de actividad de la enfermedad, consiste en iniciar tempranamente y modificar tantas veces como sea necesario las diversas combinaciones de FARME, retirando o adicionado medicamentos de acuerdo al control clínico observado. 6. Necesidad de una adecuada motorización El contar con una evaluación precisa de la actividad de la enfermedad a través de escalas que permiten establecer un puntaje (clinimetría), ha permitido también el identificar pacientes no controlados y ajustar adecuadamente su medicación. Esta evaluación periódica de la actividad de la enfermedad también se ha utilizado como guía en la disminución de fármacos para aquellos pacientes que se encuentran controlados con baja actividad clínica (116, 117). En estudios recientes se ha observado que la tasa de remisión en pacientes manejados de acuerdo a los resultados de la clinimetría, puede ser hasta de 2.5 veces superior en comparación con la tasa de remisión observada en pacientes tratados de acuerdo al enfoque tradicional, basado en la decisión individual del reumatólogo (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (113, 118, 119). 7. Pacientes de alto riesgo Se deben distinguir varios tipos de factores de riesgo: aquellos que intentan identificar a los pacientes con artritis persistente y aquellos que buscan pacientes con destrucción articular (bien sea temprana o la artritis erosiva que progresa). La Tabla 1 muestra el riesgo relativo de algunos de los factores de riesgo identificados que permiten diferenciar la artritis persitente de la autolimitada y la artritis persistente erosiva de la no erosiva (Nivel de evidencia III b, grado de recomendación B) (120). 48 Tabla 1. Predicción de desenlace acorde a variable clínicas y serológicas Modelo Auto limitada Persistente NO erosiva Persistente erosiva Persistente Riesgo relativo Puntaje Riesgo relativo Puntaje 2.5 2 1.0 0 6 meses 55 3 1.4 0 Rigidez matinal 1 hora 2.0 1 2.0 1 Artritis en 3 grupos articulares 1.7 1 1.7 1 Prueba de dolor compresión bilateral de MTF 1.6 1 3.8 2 Factor reumatoideo (+) 5UI 3.0 2 3.0 2 Anti CCP 92 UI 4.6 3 4.6 3 Erosiones Rx manos o pies 2.7 2 Duración de síntomas 6 sem <6 meses infinito infinito Visser H, et al. Arthritis Rheum 2002;46:357-365. 8. Enfoques terapéuticos de importancia Hay diversos enfoques que han mostrado ser eficaces en el control de la actividad de la enfermedad. El primero de ellos es el adecuado uso de los medicamentos; esto quiere decir que hay que conocer las dosis correctas, se deben identificar oportunamente y disminuir o prevenir los efectos secundarios, y utilizar las combinaciones necesarias cuando la evidencia de actividad clínica así lo indique, incluyendo en ocasiones el uso de medicamentos que hayan fallado previamente (121). Otro enfoque, comentado previamente, es el de basar el tratamiento en un estricto monitoreo con clinimetría. El último de estos enfoques, consistente en intervenir el proceso de inflamación tan temprano como sea posible, se intenta englobar en las denominadas “clínicas de artritis temprana”. Esta estrategia se basa en el uso de los medicamentos en etapas muy precoces de la enfermedad, incluso desde la sexta semana de los síntomas, esquema que ha mostrado no sólo mejor control clínico, sino mejores tasas de remisión de la artritis (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (23, 118, 122, 123). 49 9. Criterios de referencia al especialista El médico de atención primaria es pieza fundamental en el tratamiento integral de la AR, ya que su aporte es esencial en lo que se refiere al diagnóstico precoz y la remisión al especialista. El reumatólogo, por su conocimiento y experiencia en esta patología, se considera el indicado para encabezar el equipo de manejo multidisciplinario. Emery y colaboradores (38) han recomendado que los pacientes con AR sean tratados por reumatólogos, dado que el manejo especializado se asocia a una menor progresión de la enfermedad y una evolución hacia un mejor pronóstico, concepto sustentado en múltiples estudios (39-42, 124). Las guías del EULAR (grupo ESCISIT) proponen que pacientes con dolor, edema y rigidez de una o más articulaciones por más de seis semanas, luego de la evaluación por un médico general, sean remitidos a un especialista para su adecuado diagnóstico y lograr así diseñar estrategias de manejo intensivas (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (23). Otros criterios de referencia son: • Mujeres embarazadas o en período de lactancia. • Artritis refractaria persistente, independientemente del tratamiento. • Enfermedad avanzada o terminal. • Alteraciones en los resultados de laboratorio que incluyan factor reumatoideo y reactantes de fase aguda persistentemente elevados. • Presencia de alteraciones radiológicas. Referencias 1. 2. 3. 4. 50 Gibbs S, Waters WE, George CF. Prescription information leaflets: a national survey. J R Soc Med 1990;83: 292-297. Hill J, Bird H. The development and evaluation of a drug information leaflet for patients with rheumatoid arthritis. 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CAPITULO 3 Fármacos para el tratamiento de la artritis reumatoide C omo se estableció en la introducción de las presentes Guías, el resultado de los tratamientos instaurados en forma convencional para el tratamiento de la artritis reumatoide (AR) es desalentador, si se tienen en cuenta los últimos 30 años. En efecto, estos tratamientos han tenido un pobre impacto sobre el deterioro del estado funcional, la calidad de vida y el estado global de salud de los pacientes. Diversos factores podrían explicar los resultados mediocres obtenidos con la terapia convencional: • La incapacidad de los pacientes para continuar tomando los medicamentos antirreumáticos durante períodos prolongados. • Los efectos iatrogénicos de la terapia prolongada con glucocorticoides. • La relativa ineficacia de las terapias antirreumáticas. Actualmente se acepta a nivel internacional el término de droga o medicamento modificador del curso de la artritis reumatoide o de fármaco antirreumático modificador de la enfermedad, para designar los fármacos que disminuyen la inflamación, retardan la aparición del daño radiológico y reducen la progresión del deterioro articular. En 1991 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Liga Internacional de Lucha Contra el Reumatismo (ILAR), constituyeron un grupo de trabajo con el fin de establecer una clasificación adecuada de los medicamentos utilizados en el tratamiento de la AR, que fue publicada en 1993 (1). Es por eso que el control de la enfermedad es difícil de atribuir a un medicamento; en la actualidad, el resultado que más se aproxima a un verdadero control de la enfermedad se obtiene gracias a una estrategia terapéutica multidisciplinaria liderada por el médico reumatólogo. Se considera que el plazo mínimo para obtener este control es de 12 meses y la referencia al éxito del mismo debe expresarse en términos de un año de control, dos años de control, etc. (1). 61 Gracias a la adecuada comprensión de los mecanismos etiopatogénicos de la AR, al advenimiento de nuevos medicamentos más eficaces y seguros, a la mejor adhesión a los tratamientos por parte de los pacientes y a la comprensión de la necesidad de un abordaje multidisciplinario para esta enfermedad sistémica, el pronóstico de estos enfermos está cambiando. 1. Antiinflamatorios no esteroideos Han sido designados tradicionalmente como antiinflamatorios no esteroideos (AINE) los medicamentos que ejercen su acción mediante la inhibición de la síntesis de prostaglandinas a través del bloqueo de la enzima ciclooxigenasa, por lo cual sus principales efectos son: analgésico, antipirético y antiinflamatorio. Los AINE han sido utilizados por años en el tratamiento de la AR sin evidencia de que puedan modificar el curso de la misma. El objetivo de la administración de estos medicamentos debe ser el control del dolor y de la inflamación. Estos fármacos reducen los signos y los síntomas de la inflamación, pero no tienen efecto sobre los factores desencadenantes, no actúan en las lesiones de tipo proliferativo que acompañan a esta enfermedad y que son responsables del daño articular, ni sobre la sinovitis persistente; por lo tanto, no deben ser considerados como una monoterapia suficiente para el control adecuado de la AR (2). Los AINE han sido utilizados por años en el tratamiento de la AR sin evidencia de que puedan modificar el curso de la misma; por lo tanto, no deben ser considerados como una monoterapia suficiente para el control adecuado de la enfermedad. Se ha dilucidado el mecanismo de acción de los AINE a través de la inhibición de las dos isoformas de la enzima ciclooxigenasa (COX), COX-1 y COX-2 (3). En este sistema, la COX-1 es una enzima constitutiva o estructural, distribuida en los diferentes tejidos (estómago, riñón, etc.), sobre la cual no tienen efecto los glucocorticoides. Esta enzima regula varias funciones fisiológicas mediadas por prostaglandinas, dentro de las cuales se incluyen la modulación de la resistencia vascular periférica y del flujo renal, la excreción renal de sodio y la producción de renina. La COX-2 es inducida por interleuquinas y mitógenos (interleuquina -1, factor de crecimiento transformante beta, factor de necrosis tumoral, endotoxinas y factores de crecimiento de fibroblastos). Los glucocorticoides ejercen un efecto inhibidor sobre esta enzima, que se encuentra localizada principalmente 62 en los monocitos, los macrófagos activados, las células sinoviales y los fibroblastos, y cuya función sería primordialmente la de responder a ciertos procesos inflamatorios. La inhibición selectiva de la COX-2 ocasiona una importante disminución del proceso inflamatorio, sin algunas de las consecuencias asociadas a la inhibición de las funciones fisiológicas de la COX-1. La repercusión clínica de este fenómeno es la inhibición del dolor y la inflamación con menor toxicidad en ciertos órganos o sistemas en los que las prostaglandinas tienen una importante actividad, principalmente a nivel gástrico. Actualmente se sabe que la COX-2 se puede expresar de manera constitutiva en algunos tejidos, como el riñón. Se han postulado dos requisitos básicos para definir la selectividad de un AINE sobre la isoenzima COX-2: • A concentraciones terapéuticas, el medicamento no debe inhibir la actividad de la COX-1 en los sitios más representativos: mucosa gástrica y agregación plaquetaria. • La expresión clínica de lo anterior se traduce en una disminución de los eventos adversos más comunes producto de la inhibición de la COX-1, principalmente a nivel gastrointestinal: úlceras, obstrucción, perforación o hemorragia (4). La aparición reciente de productos con efecto predominante sobre la isoforma COX-2 o con una alta relación inhibiciónCOX-2/inhibición-COX-1, ha llevado a algunos autores a proponer una nueva clasificación para los AINE dependiendo de su selectividad sobre la isoenzima COX-2 (4): I. AINE convencionales: ver Tabla 1. II. AINE selectivos COX-2: meloxicam, diclofenac, nimesulide, nabumetona, acetamicina. III. AINE específicos COX-2: celecoxib, rofecoxib, valdecoxib, etoricoxib, lumiracoxib. En la Tabla 2 se encuentra la clasificación de los AINE con respecto a la selectividad por la COX-2. En lo referente a los inhibidores específicos COX-2, en la actualidad existen en el mercado de Colombia el celecoxib y el lumiracoxib. 1.1 AINE convencionales Se dispone en el mercado de un número importante de AINE con diferentes características en su estructura, aunque todos 63 64 150 mg 150 mg INDOMETACINA 2-3 g Dosis/día DICLOFENAC DERIVADOS DEL ACIDO ACETICO ACIDO ACETIL SALICILICO DERIVADOS DEL ACIDO SALICILICO CLASE Nombre genérico Tabla 1. Antiinflamatorios no esteroideos. Indocid cap x 25, 50 y 75 mg, sup x 100 mg, amp x 50mg. Indometacina cap x 25 mg Voltaren grag x 50mg,amp x 75 mg y sup x 100mg Voltaren Retard grag x 100 mg Diclofenac grag x 25 y 50 mg, amp x 75 mg Artrites grag x 75 mg Artrites Retard grag x 120 mg, amp x 75 y 100 mg Fenamed grag x 50 mg, amp x 75 mg Aspirina, Asawin, Rodhine tab x 500 mg Ascriptín tab x 300 mg Bufferin tab x 324 mg Ecotrin grag x 324 y 650 mg Nombre comercial y presentación 2.4 horas +/- 0.4 1 hora 15 min Vida media N.D. Evidencia 1, recomendación A N.D. Nivel de evidencia 65 1g 225 mg NAPROXENO KETOPROFENO 40 mg 20 mg PIROXICAM TENOXICAM DERIVADOS DEL OXICAM 2.4 g IBUPROFENO DERIVADOS DEL ACIDO PROPIONICO Tilcotil, Drugxicam, Mitrotilk, Tenoxicam, Zolimin tab x 20mg Feldene cap x 10 y 20 mg, amp x 20 y 40 mg Feldene-D tab solubles x 20 mg, cap x 10 y 20 mg Stopen cap x 20 mg Monidem cap x 20 mg Proxigel cap x 10 y 20 mg Medoptil tab x 20 mg Profenid cap x 100 mg, tab x 100 y 200 mg, amp x 100 mg, sup x 100 mg Naprosyn cap x 250 mg, tab x 500 mg Naprosyn Retard tab x 750 y 1.000 mg, amp x 500mg Apronax tab x 275 y 100 mg, susp x 125mg/5ml Motrin, Diantal, Advil grag x 200, 400, 600, 800 mg Tabla 1. Antiinflamatorios no esteroideos. Continuación. 72 horas 48 horas+/- 8 1.8 horas +/- 0.3 14 horas +/- 1 2 horas +/- 0.5 N.D. N.D. N.D. Evidencia 1, recomendación A Evidencia 1, recomendación A 66 200 mg 1-2 g NIMESULIDE NABUMETONA 100-400 mg LUMIRACOXIB Prexige tab x 100 y 400 mg Celebrex cap x100 y 200 mg Naburen, Ainetone, Nadorex, Visadol tab x 500 y 1000 mg Ainex, Suprein, Nimesulid tab x 100 mg Mobic tab x 7.5 mg y 15 mg, amp x 15 mg 3 a 6 horas 11 horas 23 horas +/- 4 4 horas 20 horas Evidencia 1, recomendación A Evidencia 1, recomendación A N.D. N.D. Evidencia 1, recomendación A N.D. = sin información disponible; tab = tabletas; grag = grageas; sup = supositorios; amp = ampollas; cap = cápsulas; Susp = suspensión. 200-400 mg CELECOXIB INHIBIDORES ESPECIFICOS DE LA COX-2 15 mg MELOXICAM Tabla 1. Antiinflamatorios no esteroideos. Continuación. Tabla 2. Clasificación de los AINE de acuerdo a la selectividad por la COX-2. Medicamentos COX-1 selectivos Relación IC50 COX-2/ IC50 COX-1 Aspirina 5.25/163 Diclofenac 0.06/7.59 Ibuprofeno 0.8/53 Indometacina 5.2/60 Ketoprofeno 4.6 Naproxeno 0.59/59 Ácido mefenámico 20 Piroxicam 7.7/300 Tenoxicam 1.34 COX-2 preferenciales Etodolaco 0.8 Meloxicam 0.01/0.8 Nimesulide 0.01/0.9 COX-2 específicos Celecoxib 0.00027 Rofecoxib 0.001 Valdecoxib 0.006 Etoricoxib 0.003 Adaptada de: Osiri M, Moreland L. Specific cyclooxygenase 2 inhibitors: A new choice of nonsteroidal anti-inflammatory drug therapy. Arthritis Care Res 1999; 12: 359-362. actúan a través de la inhibición de la síntesis de prostaglandinas mediante el bloqueo de la enzima ciclooxigenasa. La frecuencia de administración de los AINE dependerá en gran parte de la vida media. En la Tabla 1 se enumeran algunas de las principales características de los AINE. Los efectos adversos se pueden presentar a muchos niveles y es necesaria la monitorización estricta para prevenirlos. Los más importantes de todos son los efectos gastrointestinales, hematológicos y renales, y en el caso de los inhibidores específicos COX-2, los efectos cardiovasculares. Los efectos gastrointestinales de los AINE adquieren trascendental importancia en los pacientes con AR, por ser uno de los grupos de medicamentos de mayor consumo. Prácticamente son 67 prescritos durante todas las etapas de la evolución de la enfermedad (5-7). Estos efectos pueden ser clasificados en tres grandes grupos: • Dispepsia: náuseas, vómito, epigastralgia, dolor abdominal, distensión abdominal. Puede estar presente hasta en 50% de los pacientes que los toman y es una causa frecuente de su interrupción (20% al cabo de seis meses). • Lesiones de la mucosa: úlceras establecidas diagnosticadas por endoscopia o radiografía, las cuales en su gran mayoría son asintomáticas. • Complicaciones gastrointestinales severas: hemorragia catastrófica y perforación. En 1996 fueron informados los resultados de un estudio prospectivo que contempló el seguimiento de 1921 pacientes por un periodo de 2.5 años (8). La incidencia global de reacciones gastrointestinales fue de 15%; de éstas, 2.2% requirieron hospitalización por ser reacciones severas. Se considera que la mortalidad por hemorragia gastrointestinal en pacientes reumáticos que consumen AINE puede ser de 0.22% por año (OR 6.77), cifra al parecer baja, pero que se ve potenciada por la inmensa cantidad de consumidores durante períodos prolongados. En Estados Unidos la mortalidad por hemorragia gastrointestinal asociada a los AINE ha sido comparada a la del SIDA en el año de 1998, lo que refleja la magnitud del problema. Se han identificado algunos factores de riesgo para desarrollar hemorragia gastrointestinal en pacientes que consumen AINE (6): • • • • • • • • Edad mayor de 65 años Problemas médicos coexistentes Uso de glucocorticoides orales Historia de úlcera péptica Historia de hemorragia gastrointestinal Uso de anticoagulantes Uso combinado de AINE Presencia de Helicobacter pylori 1.2 AINE selectivos COX-2 Meloxicam Se han informado los resultados de varios ensayos clínicos controlados por sorteo (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A), que han establecido la seguridad y la eficacia 68 terapéutica del meloxicam en pacientes con AR activa (9, 10). Estos estudios evaluaron 830 pacientes que recibieron dosis de 7.5 y 15 mg al día. Se consideraron como puntos primarios la incidencia de eventos gastrointestinales y el estado de actividad global de la enfermedad evaluado por el paciente y por el médico, así como el número de articulaciones sensibles o dolorosas. Se utilizó como comparador activo el naproxeno a dosis de 500 y 750 mg al día por vía oral. El promedio de seguimiento fue de seis meses. Los eventos gastrointestinales en general se presentaron en 30% de los pacientes que recibieron meloxicam y en 44% de los que recibieron naproxeno. Los retiros por eventos adversos gastrointestinales graves fueron de 0.8% y de 3.9%, respectivamente. En cuanto a la eficacia terapéutica no se encontraron diferencias significativas en los parámetros evaluados. Los resultados de estos estudios sustentan que la eficacia terapéutica del meloxicam es comparable a la del naproxeno, con un mejor perfil de seguridad gastrointestinal. Nimesulide No existen en la literatura estudios publicados con un nivel de evidencia importante como el que respalda los resultados de la eficacia y seguridad terapéutica de otros AINE. Sin embargo, estudios in vitro e in vivo han demostrado que el nimesulide tiene una selectividad 5 a 20 veces superior sobre la COX-2 que sobre la COX-1 (11). Los resultados de un estudio clínico controlado, multicéntrico de brazos cruzados (Nivel de evidencia 2, grado de recomendación B), comparó 100 mg de nimesulide dos veces día con 500 mg de naproxeno dos veces al día, en 36 voluntarios sanos por un período de dos semanas. Se evaluaron la seguridad gastrointestinal y el efecto bioquímico sobre la actividad de la COX-1 y la COX-2. La endoscopia al final del estudio demostró la presencia de úlceras en uno de los individuos durante el régimen con nimesulide comparado con 16 en el de naproxeno (p<0.001). Cuando se determinó la caída de la producción de prostaglandinas (actividad COX-1) en una biopsia de la mucosa gástrica, fue mucho mayor en el grupo de naproxeno (p<0.01). La producción sérica de tromboxano A1 (actividad COX-1) fue inhibida en 98% en el grupo de naproxeno y en 29% en el de nimesulide (p<0.001). La actividad sobre la COX-2 fue establecida mediante el bloqueo de la producción sérica de prostaglandina (PG) E2 después de la inducción con lipopolisacárido, la cual disminuyó en 93% en el grupo del nimesulide, en comparación con 64% en el grupo de naproxeno (p<0.05). Estos resul- 69 tados parecen respaldar la selectividad COX-2 del nimesulide, con base en la presencia de menos eventos gastrointestinales y una relación favorable inhibición-COX-2/inhibición-COX-1 en los marcadores séricos (12). 1.3 AINE específicos COX- 2 No existe duda acerca de la eficacia de los AINE específicos COX-2 en AR. De hecho, se han desarrollado nuevas moléculas además del rofecoxib y el celecoxib, tales como el valdecoxib, el etoricoxib y el lumiracoxib, pero en la actualidad hay controversias respecto a su seguridad (efecto de clase?) y se esperan nuevos análisis de estudios a largo plazo. A continuación describiremos los principales estudios de eficacia y seguridad en este grupo de medicamentos. 1.3.1 Estudios acerca de la seguridad gastrointestinal Celecoxib Para evaluar la seguridad gastrointestinal del celecoxib se realizaron estudios clínicos controlados (13, 14) que incluyeron un total de 4469 pacientes con diagnóstico de AR y osteoartritis (OA), quienes recibieron 400 mg al día de celecoxib por vía oral, durante un período promedio de seis meses. Se utilizó como comparador activo el ibuprofeno (2400 mg al día), o el diclofenac 150 mg al día, y se permitió el consumo de aspirina (ASA) a dosis menores de 325 mg al día. Los resultados mostraron una disminución significativa en el total de úlceras gastrointestinales sintomáticas y en la incidencia de úlceras complicadas (perforación, hemorragia, obstrucción) en el grupo de pacientes que recibieron celecoxib (2.8% versus 3.54%, p=0.04 y 0.76% versus 1.45%, p= 0.02). Esta diferencia se mantuvo al estratificar a los pacientes que no recibieron ASA. Con los resultados obtenidos se puede establecer que el celecoxib mostró una menor incidencia de eventos gastrointestinales que los otros AINE, para un nivel de eficacia terapéutica similar (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). Rofecoxib La experiencia con el rofecoxib fue informada con la publicación del estudio VIGOR. Se trata de un estudio clínico controlado (15), adelantado en 8076 pacientes, con un seguimiento 70 promedio de nueve meses durante los cuales se evalúo la incidencia de eventos gastrointestinales en pacientes que recibieron 50 mg al día de rofecoxib, en comparación con los que recibieron 1g al día de naproxeno. Aun cuando se trata de un estudio de seguridad, se evaluó la eficacia terapéutica utilizando el grado de actividad global de la enfermedad medida por el médico y por el paciente, así como el estado global de salud. Los resultados de las evaluaciones de eficacia fueron similares para los dos grupos durante el seguimiento. La incidencia de eventos gastrointestinales fue de 2.1/100 pacientes-año de seguimiento en el grupo de rofecoxib, en comparación con 4.5/100 pacientesaño en el grupo de naproxeno. Los eventos gastrointestinales mayores como hemorragia, perforación y obstrucción, fueron de 0.6/100 pacientes-año para el rofecoxib en comparación con 1.4/100 pacientes-año para el naproxeno. En este estudio no se permitió el uso de ácido acetil salicílico a bajas dosis como profilaxis para eventos cardiovasculares. Los resultados muestran que la eficacia del rofecoxib fue similar a la del naproxeno para el tratamiento de pacientes con AR. Igualmente muestran una frecuencia significativamente menor de eventos gastrointestinales en el grupo que recibió el primer medicamento. La eficacia y la seguridad terapéutica del rofecoxib han sido establecidas en varios estudios que lo comparan con el ibuprofeno, el diclofenac y el placebo (16, 17). Al comparar con los AINE, se han obtenido resultados similares en cuanto al control del dolor y de la actividad general de la enfermedad informada por el paciente y el médico, al grado de rigidez y al número de articulaciones sensibles. La incidencia de eventos gastrointestinales ha sido similar a la obtenida en los pacientes que recibieron placebo (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). Lumiracoxib El estudio TARGET (The Therapeutic Arthritis Research and Gastrointestinal Event Trial) incluyó 18.325 pacientes y comparó lumiracoxib (400 mg diarios) con naproxeno (500 mg dos veces al día) e ibuprofeno (800 mg tres veces al día) (18, 19); 24% de los pacientes recibieron ASA concomitantemente. En pacientes tratados con lumiracoxib, la incidencia de complicaciones ulcerosas superiores fue dos veces más baja que en los pacientes tratados con los otros AINE, siendo esta diferencia significativa. En el subgrupo de pacientes tratados con ASA concomitante, no se encontraron diferencias significativas (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A) (19). 71 1.3.2 Estudios acerca de la seguridad cardiovascular La COX-1 es expresada constitutivamente en los cultivos de células endoteliales y en las células del músculo liso vascular, mientras que la COX-2 se induce por el estímulo de citoquinas, factores de crecimiento ésteres de forbol y lipopolisacárido. Estas observaciones sugieren que la COX-2 es importante en la formación de prostaciclina que se presenta en los síndromes de agregación plaquetaria (20); el uso de inhibidores COX-2 puede disminuir la excreción urinaria de prostaciclina y los niveles de producción de la misma. Si se tiene en cuenta que la prostaciclina juega un papel importante en los mecanismos de defensa que limitan las consecuencias de la hiper-agregación plaquetaria, valdría la pena preguntarse si la inhibición de la COX-2 incrementa el riesgo de trombosis. El conocido estudio VIGOR (Vioxx Gastrointestinal Outcomes Research) (15), demostró que el infarto agudo de miocardio, la apoplejía no fatal y la muerte, fueron más frecuentes en el grupo de pacientes tratados con rofecoxib que en aquéllos tratados con naproxeno (0.8% versus 0.4%, p<0.05). Sin embargo, en el estudio CLASS (Long-Term Arthritis Safety Study), que comparó celecoxib con ibuprofeno y diclofenac, no se demostró diferencia en los eventos cardiovasculares (13). A pesar de estos estudios, en años subsiguientes un cúmulo de evidencia epidemiológica sugirió que los pacientes que tomaban rofecoxib presentaban un mayor riesgo de desarrollo de enfermedad cardiovascular y apoplejía, por lo cual a mediados de 2004 el rofecoxib fue retirado del mercado (21, 22). Posteriormente, Bresalier y colaboradores (23) informaron los hallazgos de 2586 pacientes con historia de adenomas colorectales, aleatorizados para recibir 25 mg de rofecoxib versus placebo, y encontraron que el riesgo relativo de eventos trombóticos fue de 1.95 en los pacientes asignados a rofecoxib (IC 95%, 1.19-3.11, p=0.008). Más recientemente, el estudio APC evaluó la presencia de eventos cardiovasculares en pacientes con adenomas colorrectales, aleatorizados para recibir celecoxib o placebo. En estos 2035 pacientes se encontró un incremento de los eventos cardiovasculares, relacionado con la dosis así: con dosis de 200 mg al día el riesgo relativo de eventos cardiovasculares fue de 2.3 (IC 95%, 0.9-5.5), mientras que con dosis de 400 mg al día el riesgo se elevó a 3.4 (IC 95%, 1.4-7.8) (24). Con respecto al parecoxib y al valdecoxib, se realizó un estudio destinado a evaluar los efectos adversos en pacientes sometidos a cirugía cardiaca, a quienes se administró la medicación como analgésico por 10 días y fueron seguidos por 30 días. Se demos- 72 tró que los eventos cardiovasculares fueron significativamente más frecuentes en el grupo de parecoxib y valdecoxib, en comparación con el grupo de placebo, con un riesgo relativo de 3.7 (IC 95%, 1-13.5, p=0.03) (25). En cuanto al lumiracoxib, los eventos cardiovasculares como el infarto agudo del miocardio (IAM) silente y no fatal, el evento cerebrovascular (ECV) o la muerte de origen cardiovascular (26), estuvieron presentes en el mismo número de pacientes en el grupo de lumiracoxib que en el grupo de los otros AINE (0.65% versus 0.55%, p=0.5074). Los pacientes que no recibieron tratamiento cardioprotector con ASA no mostraron diferencias significativas en los eventos cardiovasculares. En el subestudio de naproxeno, hubo tendencia hacia un incremento del IAM con lumiracoxib (0.21% versus 0.38%, p=0.1471) en comparación con el subestudio de ibuprofeno, en el cual una más baja incidencia de IAM fue observada con lumiracoxib (0.16% versus 0.11%, p=0.4833) (18). Dado que los datos con los cuales se establecieron los resultados de los metaanálisis en cuanto a la seguridad cardiovascular son producto de estudios cuyo objetivo primario no fue determinar el número de eventos cardiovasculares, éstos deben interpretarse con precaución. Es claro que los AINE específicos COX-2 constituyen un avance en el tratamiento de la AR y que su mayor beneficio es la mejor seguridad gastrointestinal, producto de su mecanismo de acción. En los pacientes que requieren una terapia antiagregante concomitante por riesgo cardiovascular, se podría perder este efecto. Los COX-2 específicos deben reservarse básicamente para los individuos con factores de riesgo para toxicidad gastrointestinal o con intolerancia a los AINE tradicionales. Hasta la fecha los resultados contradictorios sobre el potencial aterogénico de varios AINE e inhibidores selectivos COX-2 podrían atribuirse a: • Diferencias epidemiológicas en los grupos de estudio. • Las indicaciones primarias para el tratamiento. • Diferencias en los periodos de los estudios. • Otros factores dependientes del diseño de los estudios. En el curso de cualquier tratamiento con AINE la indicación individual debe revisarse regularmente, deben evitarse cursos innecesarios de tratamiento y evaluar alternativas para el manejo 73 del dolor con mínimos efectos secundarios y adecuada eficacia. Los inhibidores selectivos COX-2 continúan siendo una alternativa en pacientes con bajo riesgo cardiovascular que han experimentado eventos severos gastrointestinales, especialmente durante el tratamiento con AINE. No deben ser utilizados en pacientes con alto riesgo de padecer enfermedad cardiovascular. Deben evitarse suspensiones abruptas de AINE, ya que es posible un efecto vascular de rebote en pacientes con enfermedades inflamatorias sistémicas (27). En la Tabla 3 se resumen algunas recomendaciones concernientes al uso de AINE y de inhibidores COX-2 en individuos sin factores de riesgo para enfermedad cardiovascular o gastrointestinal, así como en pacientes con mayor riesgo de presentar dichas complicaciones. En cuanto a la prescripción de AINE, mientras no existan otras evidencias, se recomienda: • Que el uso de los coxib obedezca a un juicio racional; deben indicarse en aquellos pacientes que realmente tengan una mayor posibilidad de presentar una complicación gastrointestinal. • Asociar siempre cardioprotección con ASA u otros antiagregantes plaquetarios, en las personas en que esté indicada. • Elegir la terapia antiinflamatoria más adecuada para cada paciente, valorando siempre los riesgos cardiovasculares y la condición clínica. • Deben utilizarse con precaución en los pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva, falla renal o hipovolemia. • Evitar suspensiones abruptas de AINE. 2. Glucocorticoides Tradicionalmente los glucocorticoides han sido considerados medicamentos eficientes y de rápida acción en el control de los síntomas y los signos de la inflamación en pacientes con AR. Sin embargo el papel de éstos a mediano y largo plazo ha sido objeto de discusión (28). Existe alguna evidencia de que los glucocorticoides a bajas dosis (10 mg/día de prednisolona), pueden disminuir la aparición de erosiones. En una revisión de la literatura realizada por la Biblioteca Cochrane (29, 30), se identificaron nueve estudios (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A), que evaluaron la eficacia terapéutica de bajas dosis de esteroides durante seis meses de administración. Aunque la mayoría 74 Tabla 3. Recomendaciones para el uso de AINE y de inhibidores de la COX-2 según factores de riesgo. Riesgo gastrointestinal Negativo Positivo Edad Historia de úlcera Enfermedad general Tratamiento con corticoides Anticoagulación Riesgo cardiovascular Negativo A AINE No necesaria la protección gástrica. Riesgo GI mínimo C COX-2 o AINE + IBP Inhibición de bomba de protones no reduce riesgo de AINE sobre el tracto GI bajo Positivo: Historia de IAM Angina de pecho Enfermedad cerebrovascular Accidente isquémico transitorio Cirugía de revascularización B AINE + ASA Medicación junto con IBP reduce riesgo GI restante D AINE + ASA + IBP o COX-2 + ASA + IBP COX-2 en cambio de AINE mantiene protección tracto GI bajo ASA convencional tiene menor riesgo en el tracto GI bajo que el ASA de liberación sostenida. Adaptada de: Bolten WW. Problem of the atherothrombotic potential of non.-steroidal anti-infammatory drugs. Ann Rheum Dis 2006; 65:7-13. IAM: infarto agudo del miocardio. GI: gastrointestinal. ASA: aspirina. IBP: inhibidor de la bomba de protones. La infección por Helicobacter pylori y el uso de los AINE independientemente incrementan el riesgo de enfermedad úlcero-péptica y sangrado gastrointestinal. Los trastornos dispépticos son tratados con inhibidor de bomba de protones; si los síntomas dispépticos persisten es necesaria la endoscopia. de los estudios no fueron aleatorizados, el metaanálisis concluyó que los esteroides controlaron de manera adecuada, con respecto al placebo, el número de articulaciones inflamadas y dolorosas, el dolor y el estado funcional del paciente. Su eficacia terapéutica fue comparable o ligeramente superior a la de la cloroquina. En general, existen datos que indican que la administración de glucocorticoides a bajas dosis durante los períodos tempranos de la enfermedad (31, 32) puede potenciar el efecto de otros 75 antirreumáticos y retardar la aparición de la destrucción articular (Nivel de evidencia 2, grado de recomendación B). Su uso en la práctica clínica dependerá del balance establecido entre el beneficio y los efectos secundarios a largo plazo. El uso de los glucocorticoides en la práctica clínica dependerá del balance establecido entre el beneficio y los efectos secundarios a largo plazo. Existen indicaciones claras para la administración de glucocorticoides en los pacientes con AR: • Complicaciones extra-articulares. Tratamiento de la vasculitis, la mononeuritis múltiple, la fibrosis intersticial pulmonar rápidamente progresiva, la arteritis coronaria, la glomerulonefritis asociada a la AR y el compromiso sistémico grave dado por fiebre y dolor articular intenso. Las dosis aceptadas oscilan entre 40 y120 mg/día. • Terapia puente. Útil para el control de los síntomas mientras se alcanza la respuesta terapéutica con los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. La dosis aceptada es de 7.5mg/día. • Exacerbaciones de la enfermedad. La administración de 1mg/kg/día de prednisolona está justificada durante las exacerbaciones severas de la enfermedad en las cuales pueda existir un compromiso sistémico. • Terapia intraarticular. El uso de inyecciones intraarticulares con componentes de liberación lenta es particularmente útil en pacientes que presentan una actividad inflamatoria restringida a unas pocas articulaciones. La toxicidad de los glucocorticoides es ampliamente conocida y familiar para la mayoría de los médicos; dentro de los principales efectos colaterales se destacan: • Los efectos gastrointestinales, con formación de úlceras pépticas cuyas complicaciones, como la hemorragia, pueden comprometer severamente al paciente; también está descrita la pancreatitis. • La osteopenia y aparición de fracturas secundarias a la osteoporosis, adquieren trascendental importancia. • Los efectos secundarios oculares, con la formación de cataratas y glaucoma. • El compromiso músculo-esquelético, como la miopatía y la necrosis aséptica de los huesos. 76 • En el sistema nervioso central, los trastornos psiquiátricos y el pseudotumor cerebri. • En los sistemas cardiovascular y renal, la hipertensión arterial, la retención de agua y sodio con producción de edemas, la alteración del perfil de lípidos. • A nivel endocrinológico, la alteración del crecimiento con cierre temprano de las epífisis, la amenorrea secundaria, la supresión del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales y el síndrome de Cushing secundario. • A nivel de piel, la fragilidad capilar, la alteración de la cicatrización, el acné, el hirsutismo, la púrpura, la atrofia cutánea. • Otras manifestaciones generales, como el síndrome de suspensión de esteroides, la ganancia de peso, la redistribución de la grasa corporal (33). Una vez se decida utilizar los glucocorticoides en el tratamiento de la AR, se deben adelantar esfuerzos concomitantes para prevenir la aparición de la osteoporosis. La razón para lo anterior es clara: la pérdida ósea asociada a este tratamiento es mayor durante los primeros meses que durante los períodos subsecuentes. Conscientes de este efecto, en 2001 los expertos del Colegio Americano de Reumatología publicaron una serie de recomendaciones para la prevención de la osteoporosis inducida por estos medicamentos (34). • En general la pérdida ósea producida por los esteroides puede ser detenida y es reversible si se suspenden antes de la semana 20 de tratamiento. • Densitometría ósea basal para todos aquellos pacientes que vayan a tratamiento por tres meses o más. • Modificar otros factores de riesgo (estilo de vida sedentario, tabaco, alcohol). • Iniciar programa de ejercicio (siempre y cuando se soporte peso). • Todos los pacientes deben recibir suplencia de calcio y vitamina D. • En pacientes con osteoporosis establecida se debe considerar la adición de una terapia antirresortiva con bisfosfonatos (etidronato, alendronato o risedronato). • Existe evidencia del uso de bisfosfonatos para la prevención, con dosis menores a las del tratamiento (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). Los esteroides pueden administrarse por vía intraarticular o 77 inyectados en tejidos periarticulares como las bursas. Aunque existe el riesgo de infección local o atrofia de la piel y del tejido celular subcutáneo, su uso en manos de personas entrenadas es seguro en el tratamiento de exacerbaciones locales de la enfermedad, con un efecto importante pero habitualmente temporal. Se recomienda no infiltrar la misma articulación en más de tres oportunidades (35). El tratamiento a dosis altas o en pulsos de esteroides está indicado para las manifestaciones devastadoras de la enfermedad como la vasculitis, la enfermedad glomerular aguda o la hemorragia alveolar, o en los casos de exacerbación inflamatoria articular aguda y severa. Sin embargo, algunos autores defienden el concepto de inducción inicial, rápida y eficiente o estrategia de “pasos hacia abajo”. Este concepto fue evaluado en un estudio abierto, que comparó la respuesta a un tratamiento de cinco días con metilprednisolona a una dosis total de 3 g administrados en días alternos, con el infliximab (inhibidor del factor de necrosis tumoral alfa) a dosis de 3 mg /kg en pacientes refractarios a tratamiento con drogas modificadoras de la enfermedad. Aunque los efectos a corto plazo fueron similares, no hay evidencia suficiente para recomendar la terapia de pulsos de manera habitual en los pacientes con AR activa (Nivel de evidencia 3, grado de recomendación C) (36). En el futuro nuevas moléculas reemplazarán a los actuales esteroides. Los agonistas selectivos del receptor de esteroides, los aminosteroides (lazaroides), los nitrosteroides o los esteroides liposomales esperan ofrecer alternativas menos tóxicas e igualmente efectivas (37, 38). No es infrecuente que en la práctica diaria algunos médicos prescriban la aplicación de corticoides de depósito parenteral intramuscular para crisis o exacerbación de la enfermedad; sin embargo no hay estudios que respalden este tipo de práctica. En la Tabla 4 se describen los glucocorticoides más utilizados en Colombia para el tratamiento de la AR 3. Medicamentos modificadores del curso de la artritis reumatoide Todos los pacientes con AR son candidatos para el uso de medicamentos modificadores del curso de la AR, también conocidos como fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME). Estos medicamentos deben utilizarse aunque el paciente no presente actividad inflamatoria y aun si el comienzo 78 79 Prebital tab x 5mg Scherisolona tab x 5 mg Medrol tab x 4mg y 16mg Kenacort IM, amp x 40mg/ml 5mg 4mg 4 mg PREDNISOLONA METILPREDNISOLONA TRIAMCINOLONA Solucortef amp x 100mg y 500mg Presentación comercial 5mg 20mg Dosis/día PREDNISONA DE ACCION INTERMEDIA HIDROCORTISONA DE ACCIÓN CORTA GLUCOCORTICOIDES Clase Nombre genérico Tabla 4. Glucocorticoides más utilizados. 12 - 36 horas 12 - 36 horas 12 - 36 horas 12 - 36 horas < 12 horas Vida media Densitometría ósea por método DEXA Laboratorio N.D. Evidencia 1, recomendación A* Evidencia 1, recomendación A* Evidencia 1, recomendación A* N.D. Nivel de evidencia 80 Decadron, Oradexon amp x 2ml con 4mg/ml 0.75 mg DEXAMETASONA > 36 horas > 36 horas 12 horas N.D. N.D. Evidencia 1, recomendación A N.D. = sin información disponible; tab = tabletas; grag = grageas; sup = supositorios; amp = ampollas; cap = cápsulas; fco = frasco. *Metaanálisis estructurados respaldan el uso de bajas dosis de prednisona (<7.5 mg día) . Celestone tab x 0,5mg y 2mg Amp x 1 y 2ml con 4mg/ml Diprospan, Diprofos amp x 7mg/ml, 14mg/2ml Inflacor fco-amp 12mg/2ml Lantadin tab x 6mg y 30 mg Gotas: 1 gota=1mg 0.60 mg 6 mg BETAMETASONA DE ACCION LARGA DEFLAZACORT Tabla 4. Glucocorticoides más utilizados. de su acción se prolonga durante semanas o meses. Estos agentes han demostrado moderar el progreso de la enfermedad, afectando los niveles séricos de los marcadores de la inflamación como la velocidad de sedimentación globular (VSG) y proteína C reactiva (PCR), disminuyendo la progresión radiológica y preservando la función. Su interrupción generalmente va seguida de una recaída de la enfermedad. Aun cuando los enfermos demoran en acudir al especialista, debe considerarse la introducción temprana de estos medicamentos, especialmente si el paciente tiene una de las siguientes características: • Factores de mal pronóstico. • Que no responda a un período de tratamiento con AINE de dos a cuatro semanas. • Que tenga un diagnóstico de certeza de AR según los criterios del Colegio Americano de Reumatología. Los FARME son medicamentos que tienen varias características como grupo: • No se conoce bien, o al menos con certeza, el mecanismo de acción de la mayoría de los FARME, en especial de los “antiguos”. • Tardan en realizar su efecto entre seis semanas y seis meses. • Son inmunomoduladores de la enfermedad de base. • Se denominan “modificadores” porque algunos como el metotrexate, las sales de oro y los más recientes (antagonistas del factor de necrosis tumoral alfa), han demostrado que pueden disminuir la actividad de la enfermedad, retardar la aparición de erosiones óseas y mejorar la funcionalidad del paciente con AR. • No tienen efecto analgésico. • Como tienen efectos diferentes a nivel del sistema inmune, pueden utilizarse en combinación. • Son potencialmente tóxicos. • Requieren monitorización periódica. 3.1 Metotrexate El uso del metotrexate (MTX) por vía oral a bajas dosis (promedio de 15 mg cada semana), ha permanecido como el esquema fundamental en el tratamiento de la AR activa, existiendo un número importante de razones de peso que así lo sustentan: 81 • Los pacientes lo continúan tomando, más que cualquier otro medicamento antirreumático, después de dos a cinco años de su inicio, hecho justificado por su eficacia terapéutica y su toxicidad relativamente baja. • El inicio de acción es generalmente evidente después de las primeras semanas. • La posología es cómoda y es un medicamento bien tolerado. • La mayoría de los médicos que lo usan para el tratamiento de la AR conocen bien este medicamento, lo que facilita su monitoreo y genera confianza en el médico y en el paciente que lo recibe. • El bajo costo frente a otros medicamentos antirreumáticos es fundamental en los países en los que los recursos para la salud son limitados, como en Colombia. • La facilidad de consecución en el medio garantiza la continuidad del tratamiento por la mayoría de los pacientes. Los estudios metodológicamente bien estructurados (39, 40), han sido adelantados desde la década de los 70 (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). La dosis utilizada en estos ensayos fue en promedio de 12.5 a 15 mg semanales. Dichos estudios incluyeron la mayoría de las recomendaciones actualmente aceptadas como medidas de seguimiento en el control de la enfermedad, OMERACT (Outcome Measurement in Rheumatoid Arthritis Clinical Trial). En general, el MTX ha demostrado producir mejoría al reducir en 25% las articulaciones inflamadas o dolorosas en un corto período de tiempo (12 a 24 semanas), al disminuir en 46% la duración de la rigidez matutina independientemente de la edad y al reducir en 15% en promedio la VSG de todos los pacientes tratados. Otras medidas en las cuales se obtuvo mejoría fueron: evaluación global de la enfermedad por el paciente y el médico, el tiempo de marcha y el estado funcional. En cuanto a los pacientes que se retiraron del tratamiento, fueron más numerosos en el grupo del MTX (OR 3.47, IC 95%, 1.82-6.64); la mayoría de los casos estuvo relacionada con el incremento de la elevación de las enzimas hepáticas. En algunos casos el pasar de la terapia oral a la parenteral puede generar alguna eficacia clínica: por ejemplo, en aquellos pacientes que no han respondido adecuadamente y continúan con actividad, 15 mg de MTX por vía intramuscular resultan en mejoría de la eficacia clínica; sin embargo, más allá de este incremento en la dosis no se observan resultados clínicos significativos (41). 82 En un estudio donde se incluyeron pacientes con AR temprana y en el cual se comparó etarnecept con MTX, se demostró que el etarnecept era más efectivo que el MTX durante los primeros 6 meses de tratamiento, pero que era comparable al MTX a los 12 meses (42). El MTX se considera actualmente como el FARME con mejor perfil de toxicidad/eficacia, ya que tiene menor toxicidad que las sales de oro parenterales y la D-penicilamina, es comparable al perfil de la sulfasalazina y es mejor que el de la hidroxicloroquina. Ha sido la medicación estándar para utilizar en combinación, ya sea con otros FARME o con agentes biológicos. En general, los agentes biológicos actualmente utilizados como el etanercept, el infliximab y el adalimumab, funcionan mejor con MTX que sin él, tanto desde el punto de vista clínico como radiológico (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A) (43-47). Algunas de las desventajas del MTX incluyen: • La necesidad de efectuar controles de laboratorio frecuentes al inicio de la terapia, aunque la periodicidad de los mismos disminuye en el tiempo, aceptándose entre seis y nueve veces durante el año. Estos controles deben comprender las pruebas de función hepática, renal y la biometría hemática completa. • La aparición de efectos gastrointestinales como estomatitis, náusea, vómito, diarrea y en algunos pacientes caída del cabello. • Algunas reacciones adversas severas a nivel hepático, pulmonar, renal y hematológico, afortunadamente poco frecuentes. • La contraindicación de su uso en pacientes con estados congestivos (ej. falla cardiaca), función renal empobrecida, antecedentes de alcoholismo y diabetes mellitus. • La posibilidad de la toxicidad de este medicamento exige que su seguimiento y monitorización estén a cargo de una persona experta en su administración. En los últimos años se ha tratado de disminuir la frecuencia y la intensidad de algunas de las reacciones adversas más comunes del MTX, especialmente las gastrointestinales y hematológicas, mediante la administración de dosis pequeñas por vía oral de ácido fólico (5mg) y folínico (1mg). Una reciente revisión de la Biblioteca Cochrane (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A), sustenta claramente el efecto protector de dicha suplementación sobre las mucosas y el tracto gastrointestinal, mas no así para evitar las reacciones hematológicas. 83 Recientemente se publicó un artículo en el cual se evalúa el efecto del ácido fólico sobre la eficacia del tratamiento con MTX en pacientes con AR a 12 meses, en dos estudios de fase III, controlados y aleatorizados, con leflunomide, en los cuales el MTX fue usado como comparador. Se realizó un análisis post hoc después de usar puntuaciones de propensión para ajustar las diferencias al inicio del estudio en cuanto a las variables; así se encontró que los pacientes tomando ácido fólico tenían respuestas más bajas en los índices ACR 20, 50 y 70 en la semana 52, en comparación con los pacientes que no recibieron ácido fólico. Además, el uso de ácido fólico estuvo asociado con menos alteración en las pruebas de función hepática. Sin embargo, los resultados de este análisis deben considerarse como generadores de una hipótesis, con el ánimo de realizar estudios donde se evalúe el efecto del ácido fólico sobre la eficacia del MTX en AR (48). Es importante anotar que el Colegio Americano de Reumatología ha establecido una serie de recomendaciones para el seguimiento y la evaluación de la toxicidad hepática producida por el MTX, ampliamente aceptadas por la comunidad médica universal y que hacen necesario el control estricto de este medicamento por médicos expertos (49). Las contraindicaciones para el uso del MTX incluyen (50): • Insuficiencia renal (creatinina sérica por encima del límite superior). • Método inadecuado de anticoncepción. • Enfermedad hepática activa. • Consumo regular de alcohol. • Leucopenia o trombocitopenia (a excepción del síndrome de Felty). • Enfermedad sistémica seria. • No cumplimiento de las indicaciones médicas. 3.2 Sales de oro parenterales Como para la mayoría de los FARME, la introducción de las sales de oro como medida terapéutica para el tratamiento de la AR se remonta a varias décadas atrás, sin que su uso regular haya producido beneficios convincentes por largos períodos de tiempo. Se acepta que aproximadamente 60% de los pacientes presentan una mejoría después de un período relativamente 84 largo de administración parenteral, entre dos y seis meses. Los compuestos más comúnmente utilizados son el aurotiomalato y la aurotioglucosa, que se administran con una periodicidad semanal. En los pacientes en quienes se obtengan beneficios, su aplicación puede realizarse cada cuatro semanas. En la década de los 60 se desarrolló un preparado por vía oral denominado Auranofin®, con menos toxicidad que los compuestos parenterales pero mucho menos efectivo. En la actualidad ha caído en desuso por su poca eficacia con respecto al MTX y otros FARME. La toxicidad de las sales de oro es relativamente frecuente. Las manifestaciones mucocutáneas en particular son muy comunes. Las reacciones hematológicas incluyen leucopenia, trombocitopenia y en casos raros, anemia aplásica. Los efectos renales incluyen proteinuria que con frecuencia obliga a la descontinuación de la droga. En un estudio retrospectivo con diez años de seguimiento a 376 pacientes con terapia de oro parenteral, habían descontinuado el tratamiento por reacciones adversas o falta de eficacia terapéutica, 42% después de un año, 55% a los dos años, 74% a los cinco años y 92% a los diez años (Nivel de evidencia 2, grado de recomendación B) (51). En nuestro medio, la terapia con sales de oro sigue siendo una alternativa de tratamiento. La adición de sales de oro en el tratamiento de algunos pacientes en quienes el MTX no ha logrado el control de la enfermedad, resulta ser una herramienta efectiva, pero la toxicidad de esta combinación puede aumentar y hace necesario que su seguimiento esté a cargo de personas expertas. Su disponibilidad dentro del grupo de medicamentos incluidos en el Formulario Nacional de Medicamentos, hace que este grupo de antirreumáticos sea una opción terapéutica. Recientemente se han publicado algunos estudios en los que se realiza un análisis sobre la eficacia y seguridad de las sales de oro parenterales (52, 53). En el articulo de Rau se realiza una comparación de los FARME tradicionales (particularmente el oro) frente a las actuales moléculas (inhibidores del factor de necrosis tumoral alfa) y se concluye que a pesar de que no se pueden realizar comparaciones directas, sí se pueden hacer comparaciones indirectas, las cuales revelan que con el oro parenteral no hay empeoramiento clínico frente a los biológicos. De tal manera, se puede establecer que los FARME tradicionales siguen siendo importantes dentro el tratamiento de la AR. Hay que resaltar una ventaja adicional para el oro y es que un razonable número de pacientes experimentan una remisión por largo término (52). 85 Un estudio de 48 semanas, multicéntrico, doble ciego, alegorizado y controlado con placebo, donde se combinó MTX y oro parenteral (METGO study), incluyó 65 sujetos con AR con subóptima respuesta a la terapia con MTX durante 12 semanas. Estos pacientes fueron aleatorizados para recibir oro intramuscular o placebo, demostrando que 61% de los que recibieron oro alcanzaron el ACR 20, en comparación con 30% de los que recibieron placebo (p=0.014); 26% de los que recibieron oro alcanzaron el ACR 50 en comparación con 4% del grupo placebo (p=0.017); 21% de los que recibieron oro alcanzaron el ACR 70, en comparación con 0% del grupo placebo (p=0.011). El tratamiento del estudio fue descontinuado en 23 pacientes (14 del grupo placebo y 9 del grupo de oro, p=0.022), debido a pérdida del seguimiento, eventos adversos o pérdida de eficacia. Los efectos adversos fueron leves; 11% de los pacientes que recibieron oro descontinuaron el medicamento por este motivo. Esto nos permite concluir que en pacientes con AR y respuesta subóptima al MTX, la administración de oro intramuscular produce una mejoría significativa (53). Aunque la mayor parte de los estudios con sales de oro no tienen la metodología que exige la medicina basada en la evidencia, se establece que continúa siendo una alternativa terapéutica en nuestro medio, dada la mejoría en un razonable número de pacientes y su bajo costo. Deben tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones e indicaciones (54). • Están indicadas en pacientes con sinovitis activa en asociación con MTX o en quienes existe contraindicación para el MTX. • Se recomienda la administración de terapia puente con bajas dosis de esteroides por varias semanas o meses, hasta que aparezca el efecto de las sales de oro. • Pueden ser usadas en el síndrome de Felty o en los casos de eosinofilia asociada a la actividad de la enfermedad. • El antecedente de dermatitis o proteinuria contraindican su uso. • Una reacción nitritroide puede observarse con el uso de los compuestos parenterales. • La aparición del síndrome nefrótico obliga a suspender el medicamento. • Su administración obliga al monitoreo continuo con biometría hemática, uroanálisis, pruebas de función hepática y renal. 86 • Algunas reacciones severas aunque poco comunes pueden llegar a ser fatales, en particular aquellas que comprometen el pulmón, el intestino y el sistema nervioso central y periférico. 3.3 Antimaláricos Han sido drogas utilizadas durante décadas en el tratamiento de la AR; sin embargo el entusiasmo inicial alcanzado en la década de los 60 fue frenado por la aparición de la toxicidad oftalmológica. Los dos compuestos más comúnmente utilizados son la cloroquina y la hidroxicloroquina, cuyo uso reciente a dosis que no sobrepasen los 200mg y 400mg diarios respectivamente, ha disminuido la aparición de los efectos adversos. En un análisis de los principales ensayos clínicos, aleatorizados, controlados con placebo (55, 56), los cuales incluyeron un total de 300 pacientes con hidroxicloroquina y 292 con placebo, los resultados alcanzados favorecen a la hidroxicloroquina con niveles de significancia estadística (p<0.005) en la mayoría de las medidas recomendadas por OMERACT (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). La diferencia media estandarizada fue: para las articulaciones dolorosas -0.33, las articulaciones infamadas -0.52, el dolor -0.45, la evaluación global del médico -0.45 y la evaluación global del paciente -0.39. Sin embargo, el impacto de la terapia con hidroxicloroquina en el estado funcional de los pacientes (57) y en la progresión radiológica (56) no fue significativo con respecto al placebo. Las reacciones adversas se presentaron en 4.7% del grupo tratado contra 5.5% del grupo placebo. La causa más frecuente de abandono de la terapia fue la ineficacia terapéutica para los dos grupos. Los antimaláricos se ven limitados en su uso por las reacciones adversas que suelen ser frecuentes a nivel dermatológico (dermatitis medicamentosa), gastrointestinal (náuseas, vómito, diarrea y epigastralgia) y del sistema nervioso central (mareo). Pueden llegar a comprometer alrededor de 25% de los pacientes. Las reacciones oftalmológicas obligan al monitoreo continuo de los pacientes; se recomienda una valoración por el oftalmólogo al inicio y cada año durante el tratamiento. La retinitis pigmentaria obliga a su suspensión definitiva. Sin embargo, en una publicación reciente realizada por un grupo de estudio mexicano acerca de los factores asociados con la retinopatía inducida por cloroquina, se demostró que la dosis diaria promedio, la dosis diaria ajustada al peso corporal magro y el antecedente de queratopatía, fueron los factores más importantes para predecir el desarrollo de retinopatía (58). Sugieren también que la dosis 87 para la cloroquina debe ajustarse a 3 mg/kg de peso magro o menos, para disminuir la posibilidad de desarrollar toxicidad ocular. En Colombia los antimaláricos permanecen como un recurso terapéutico valioso, generalmente usado en combinación con otros FARME. Su acción antirreumática, aunque leve, parece potenciar la del MTX y disminuir la toxicidad de éste a nivel hepático. La cloroquina parece ser más efectiva en el control del compromiso articular, pero es más tóxica desde el punto de vista oftalmológico que la hidroxicloroquina (59). El bajo costo y la disponibilidad hacen que la cloroquina sea el medicamento más utilizado para el tratamiento de la AR en Colombia, aunque la toxicidad oftalmológica obliga a un control estricto de las reacciones adversas. Los pacientes con cloroquina requieren una evaluación oftalmológica cada tres meses durante el primer año. La necesidad de estudios complementarios en pacientes tratados con cloroquina puede justificar el uso de la hidroxicloroquina, teniendo en cuenta la relación costo/beneficio. En general, se ha establecido un mejor perfil de seguridad oftalmológica con el uso de la hidroxicloroquina. 3.4 Sulfasalazina La sulfasalazina (SSZ) se introdujo en el tratamiento de la AR en 1939, bajo la presunción de que el origen de la enfermedad era infeccioso. Su utilización ha perdurado a través del tiempo y ha llegado a ser el medicamento más frecuentemente utilizado en algunos países de Europa. La SSZ parece ejercer un efecto benéfico en el tratamiento de la artritis, con un comienzo de acción más rápido que los antimalaricos, las sales de oro y la D-penicilamina, pero no que el MTX. Su eficacia ha llegado a ser comparada con las sales de oro y el MTX, produciendo una mejoría significativa en el conteo de las articulaciones inflamadas y dolorosas, la fuerza de prensión, la rigidez matutina y el dolor articular. En una revisión sistemática de la literatura se analizaron seis estudios clínicos controlados (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A) (60, 61), en los cuales se incluyeron 468 pacientes que recibieron el medicamento y se compararon sus efectos con un placebo. Se encontró un beneficio estadísticamente significativo en lo relacionado con el número de articulaciones inflamadas, dolorosas y la VSG. La principal diferencia 88 se observó en el control del dolor y la inflamación articular. Los retiros por reacciones adversas fueron significativamente superiores en el grupo de la SSZ (OR=3.0). Las reacciones adversas más frecuentemente responsables del abandono del tratamiento fueron las gastrointestinales en 10% de los pacientes y las mucocutáneas en 7%. Dos por ciento de los pacientes tuvieron anormalidades hematológicas que requirieron la descontinuación del tratamiento. La combinación con otros FARME como el MTX y los antimaláricos ha mostrado un beneficio significativo, ya que el control de la enfermedad durante el primer año de seguimiento se obtuvo en aproximadamente 60% de los pacientes, aunque la tasa de abandono por efectos adversos fue considerable (62). En Colombia la SSZ está disponible en la lista de medicamentos del Plan Obligatorio de Salud (POS). Sin embargo su tolerabilidad gastrointestinal y su forma de administración (mínimo tres veces al día), limitan de manera importante su uso. Su administración es por vía oral, a una dosis que oscila entre 500 mg y 3 g diarios. En promedio la dosis con la que se obtiene una respuesta es de 2 g al día. La administración concomitante de ácido fólico es útil para evitar algunos de los efectos adversos de esta medicación. 3.5 Ciclosporina Su introducción como agente para el tratamiento de la AR se remonta a la década de los años 70. Desde entonces, múltiples estudios clínicos, adelantados en América y Europa, han permito establecer su eficacia en el tratamiento de la AR activa. Sin embargo, su toxicidad a nivel renal ha limitado en forma significativa su uso. A partir de los primeros estudios de Tugwell (63) se estableció que debe iniciarse a dosis bajas empezando con 2.5mg/kg/día, realizando incrementos progresivos hasta obtener la respuesta terapéutica deseada o hasta que aparezcan efectos adversos, sin sobrepasar los 5mg/kg/día, dosis a la cual la toxicidad renal parece inevitable. La eficacia y la seguridad de la ciclosporina en el tratamiento de la AR han sido determinadas en algunos estudios clínicos controlados que reunieron un total de 318 pacientes y compararon sus efectos con aquéllos obtenidos con el placebo (Nivel de evidencia 2, grado de recomendación B) (63, 64). Hubo mejoría significativa en el número de articulaciones inflamadas con una diferencia media estandarizada de -0.969; para las articulaciones 89 sensibles fue de -0.60. Se observó reducción en el dolor, mejoría en el estado funcional y disminución de la progresión del daño articular (16 semanas de tratamiento). Los efectos adversos informados más frecuentes fueron: dolor de cabeza (OR 3.4, IC 95%, 1.1-10.4), temblor distal (OR 5.3, IC 95%, 2.8-9.9), dispepsia (OR 2.0, IC 95%, 1.1-3.6), náuseas (OR 2.2, IC 95%, 1.2-3.8) y parestesias (OR 2.3, IC 95%, 1.1-4.9). Recientemente fueron publicadas las recomendaciones para el uso de la ciclosporina en los pacientes con AR (65). • Enfermedad activa y refractaria a las terapias convencionales. • Enfermedad activa a pesar de dosis máximas de MTX. • Factores de riesgo que condicionan un mal pronóstico en la evolución de la enfermedad. • Control estricto de su toxicidad. Son contraindicaciones para su uso (65). • Antecedente de malignidad. • Situaciones clínicas identificadas como premalignas (leucoplaquia, paraproteinemia monoclonal, síndrome mielodisplásico). • Hipertensión no controlada. • Disfunción renal y hepática. • Inmunodeficiencia. • Disfunción orgánica severa (ej. insuficiencia cardiaca congestiva). • Anormalidades en el cuadro hemático (conteo celular). En Colombia, la ciclosporina aparece como alternativa terapéutica en el POS, pero los costos del medicamento y del monitoreo de la toxicidad restringen su uso a pacientes muy seleccionados en quienes otras drogas modificadoras han fallado. La combinación de MTX y ciclosporina puede ser una opción; sin embargo es superada por otras alternativas de terapia combinada dado su costo. 3.6 D-penicilamina El uso de este medicamento para el tratamiento de la AR se inició en la década de los 60 y se popularizó en el Reino Unido al comienzo de la década de los 70. Actualmente se considera 90 que está limitado a los pacientes en los cuales han fallado otros FARME como la hidroxicloroquina, el MTX o las sales de oro, o que no los han tolerado. Al realizar un análisis sistemático de la literatura (Nivel evidencia 2, grado de recomendación B), se pueden identificar algunos estudios en los cuales se incluyen 425 pacientes, comparando D-penicilamina con placebo para el tratamiento de la AR (66, 67). La D-penicilamina resultó ser efectiva a dosis de 250 a 500 mg/día, tal como se constató con la disminución del número de articulaciones dolorosas, la evaluación global del médico y la VSG. La mayor diferencia se estableció en este último parámetro. Los retiros por efectos adversos fueron significativos en el grupo de la D-penicilamina (OR 4.95), siendo las reacciones renales y hematológicas las más frecuentes. Los beneficios de la D-penicilamina en el tratamiento de la AR parecen ser comparables con aquéllos obtenidos con otros FARME, aunque su toxicidad es significativamente más alta. Deben tenerse en cuenta algunas consideraciones sobre la toxicidad de la D-penicilamina: • Reacciones urticariformes frecuentes. • Proteinuria significativa y desarrollo de síndrome nefrótico en 10% de los pacientes. • Trombocitopenia y neutropenia, que pueden llegar a ser complicaciones fatales. • Desarrollo de enfermedades autoinmunes tales como miastenia gravis, dermatopolimiositis, lupus eritematoso generalizado y pénfigo. En Colombia, la D-penicilamina es un medicamento incluido en el POS. Su uso se restringe a pacientes con enfermedad refractaria a otros FARME, solos o en combinación. Puede tener algún valor en los procesos vasculíticos asociados a la AR, aunque su toxicidad es la principal barrera para un uso más frecuente. 3.7 Medicamentos citotóxicos e inmunosupresores: azatioprina y ciclofosfamida Estos fármacos han sido utilizados para el tratamiento de la AR, pero entraron en desuso tras la aparición del MTX en la década de los 80. Pocos estudios bien estructurados, como ensayos clínicos controlados, con un número reducido de pacientes, han comparado 91 la azatioprina con el placebo (Nivel de evidencia 2, grado de recomendación B) (68, 69). Los resultados favorecen a la azatioprina (disminución en el número de articulaciones inflamadas), aunque las reacciones adversas se incrementaron de manera significativa, obligando al abandono del tratamiento con un OR = 4.56 (IC 95%, 1.16-17.85). Las dosis inferiores a 1mg/kg/día parecen ser inefectivas. La toxicidad hematológica, hepática y renal de este medicamento obligan a un monitoreo estricto y a la administración por un médico experto en su manejo. La ciclofosfamida es un agente alquilante que inhibe la síntesis del ADN y afecta a las células en crecimiento por interrupción del ciclo celular. La dosis administrada es de 1-2 mg/kg/día por vía oral o de 500 mg a 1 g por m2 de superficie corporal en pulsos intravenosos. Debido a la frecuencia y severidad de los efectos adversos, su uso en el tratamiento de la AR es limitado, por lo que hay pocos estudios estructurados que lo sustenten (70, 71). La eficacia parece ser similar a la de la mayoría de los FARME, pero su utilización debe restringirse a los pacientes en quienes han fallado todas las opciones terapéuticas. 3.8 Leflunomida El leflunomida es el FARME más recientemente introducido para el tratamiento de la AR y actúa como un agente inmunomodulador. El mecanismo de acción está basado en la inhibición de la dihidroorotato deshidrogenasa (72), una enzima fundamental para la biosíntesis de las pirimidinas. Las células como los linfocitos T activados, que predominantemente sintetizan pirimidinas por este mecanismo, parecen ser especialmente sensibles al efecto de la leflunomida. Esta medicación igualmente inhibe el factor de necrosis tumoral alfa (TNF- ) mediado por la activación del factor de transcripción NFkB. La leflunomida puede interferir con algunos efectos de los linfocitos T, incluyendo los mecanismos mediados por el TNF- (73). Los ensayos clínicos controlados aleatorizados incluyeron un total de 1839 pacientes a quienes se administró leflunomida a una dosis de carga de 100 mg/día durante tres días, continuando con una dosis de mantenimiento de 20 mg/día. En estudios multicéntricos internacionales realizados en América, Europa, Australia y Sudáfrica, se realizó el seguimiento a los 12 y 24 meses y se utilizaron como comparadores activos el MTX y la SSZ. Para la evaluación del desenlace se utilizaron los criterios de mejoría del Colegio Americano de Reumatología (ACR). Estos estudios demostraron que la leflunomida es efectiva y segura 92 para la reducción de los signos y los síntomas de la AR activa (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A) (74,75). Sus efectos son comparables a los de la SSZ y el MTX en todos los parámetros clínicos evaluados. Se destacó su rápido comienzo de acción y el retardo en la progresión del daño radiológico en un término de 6 a 12 meses. Llamó la atención la mejoría en la capacidad funcional de estos pacientes cuando se comparó con el placebo, el MTX y la SSZ (76). En general es un fármaco relativamente bien tolerado, aunque se han presentado reacciones gastrointestinales (diarrea, náuseas, vómito), mucocutáneas (caída del cabello, lesiones en piel, úlceras orales) y hepáticas. Es obligatorio realizar un monitoreo estricto con pruebas de función hepática y renal. Se han observado elevaciones entre 1.2 y 2 veces el límite superior normal de la enzima hepática alanino-aminotransferasa (ALT) en 14 a 18% de los pacientes. Elevaciones mayores a 3 veces el límite superior normal se han observado en 1.5 a 4.4% de los pacientes que recibieron leflunomida en los ensayos clínicos controlados. Estas elevaciones ocurren usualmente durante los primeros seis meses de tratamiento. En vista de que la circulación enterohepática juega un papel preponderante en el metabolismo de la leflunomida, ésta tiene una vida media larga. Sin la aplicación del protocolo consistente en la administración de colestiramina, la eliminación de este fármaco puede tardar hasta dos años. La leflunomida es un potente teratógeno; las mujeres que la toman y desean un embarazo deben descontinuar la medicación y tomar colestiramina antes de la concepción. Contraindicaciones para el uso de leflunomida: • Enfermedad obstructiva hepática. • Hepatitis viral. • Inmunodeficiencia severa. • Inadecuado control de la natalidad. • Tratamiento con rifampicina (incrementa los niveles de leflunomida). En 1999 fueron publicados los resultados de un pequeño ensayo clínico abierto no controlado de pacientes con AR activa a pesar de recibir dosis altas de MTX (15 mg/sem). Estos pacientes recibieron adicionalmente 20 mg/día de leflunomida durante un período de 52 semanas; se observó una notable mejoría en los 93 criterios de respuesta del Colegio Americano de Reumatología en 53% de los casos. Catorce por ciento de los pacientes fueron retirados del estudio por elevación significativa de las aminotransferasas. Este estudio parece sugerir que la combinación de MTX y leflunomida es eficaz en los pacientes que se han tornado refractarios al MTX (Nivel de evidencia 3, grado de recomendación C) (77). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que ambos medicamentos son hepatotóxicos y que se desconocen los resultados a largo plazo, por lo que esta combinación sólo debe utilizarse en manos expertas después de una adecuada valoración riesgo/beneficio. En septiembre de 2001 se publicaron los resultados de dos años de seguimiento de 98 pacientes que recibieron leflunomida para el tratamiento de la AR (78). En este estudio se compararon los resultados con 101 pacientes que recibieron 12.5 mg semanales de MTX. Los porcentajes de mejoría con los criterios del Colegio Americano de Reumatología fueron comparables para los dos esquemas de tratamiento, al igual que la disminución de la progresión en el daño radiológico. Al comparar la función física mediante el HAQ, hubo una diferencia significativa en favor de la leflunomida. En este estudio se pudo concluir que la seguridad de la leflunomida y el MTX se mantuvieron a los dos años de tratamiento, con resultados muy similares para los dos medicamentos (Nivel de evidencia 1, grado de recomendación A). En las extensiones de los estudios europeos se demostró que la eficacia continuaba hasta los dos años y se mantenía hasta por cinco años. Además, los efectos adversos eran similares a los de los estudios originales (79). En un estudio clínico abierto denominado RELIEF (del inglés, Rheumatoid arthritis Evaluation of Leflunomide: further Insights into its Efficacy), Dougados y colaboradores obtuvieron resultados similares (80). Igualmente, se ha establecido claramente que la eficacia y la “vida útil” de este compuesto son comparables a las de la SSZ y el MTX (81). Debido a los mecanismos de acción diferentes del MTX, se ha considerado que este último podría utilizarse en combinación con la leflunomida en aquellos pacientes que no responden al metotrexate solo (82). No obstante, en un estudio controlado se observó que la combinación de leflunomida y MTX se acompaña de una mayor frecuencia de reacciones adversas, especialmente la elevación de las enzimas hepáticas (83). En las Tablas 5, 6 y 7 se encuentra la información pertinente al mecanismo de acción, las indicaciones, las dosis y el monitoreo de los diferentes FARME. 94 95 Mecanismo de acción Antagonista del ácido fólico por inhibición de la dihidrofolato reductasa. Inhibe la acción de polimorfonucleares activados. Suprime la síntesis de FR tipo IgM. Inhibe síntesis de IL-1,6, 8 y TNF, LTB4, PCR. No se conoce completamente. Se observa alteración en la actividad de los macrófagos e inhibición de la actividad enzimática de los lisosomas y un efecto inmunoregulatorio. Disminución de linfocitos CD3, Ig G, Ig A, IL 6 e inhibición de la hiperreactividad de linfocitos B. Efecto antibacteriano, no relevante en AR. No es claro. Parece que actúa en vacuolas intracelulares del macrófago, elevando el pH e interfiriendo con la síntesis proteica y el procesamiento del antígeno, reduciendo la estimulación de linfocitos T CD4. Droga METOTREXATE SALES DE ORO SULFASALAZINA CLOROQUINA AR AR Espondilitis anquilosante AR AR Miopatías inflamatorias Lupus eritematoso sistémico Artritis juvenil Vasculitis Psoriasis Indicaciones Evidencia 1, recomendación A Evidencia 1, recomendación A Evidencia 2, recomendación B Evidencia 1, recomendación A Nivel de evidencia Tabla 5. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad: mecanismo de acción, indicaciones y nivel de evidencia. 96 Evidencia 2, recomendación B Evidencia 2, recomendación B No determinado Evidencia 2, recomendación B Previene rechazos a transplantes AR Lupus eritematoso sistémico Inhibe rechazos a transplantes AR Psoriasis Lupus eritematoso sistémico Vasculitis AR Esclerosis múltiple Escleroderma AR Inhibe la proliferación de linfocitos por mitógenos. Activa linfocitos T CD8. Inhibe linfocitos T CD4. Suprime síntesis y secreción de IL-2. Deprime inmunidad humoral, IL2 y linfocitos T CD4. Bloquea la síntesis de colágeno. AZATIOPRINA CICLOSPORINA C I C L O F O S FA MIDA D-PENICILAMINA FR=factor reumatoideo; IL=interleuquina; AR=artritis reumatoide Evidencia 1, recomendación A Nivel de evidencia AR Indicaciones Inhibe la síntesis de pirimidinas. Tiene actividad antiproliferativa. Mecanismo de acción LEFLUNOMIDA Droga Tabla 5. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad: mecanismo de acción, indicaciones y nivel de evidencia. Continuación. 97 4-6 meses 4-6 meses 12-24 semanas 3-6 meses 4-6 meses 3-6 meses 4-6 meses Sulfasalazina Metotrexate Leflunomida D-penicilamina Cloroquina Sales de oro (IM) Ciclosporina 2.5-4 mg/kg/día(3) 25-50 mg IM cada 2-4 semanas(2) 150 mg/día de cloroquina base 250-750 mg /día 20 mg/día, una sola dosis, si es tolerado. Si no, 10 mg/día(1) Oral 15-20 mg/semana; inyectable 10-20 mg /semana 2000 mg / día 400 mg / día Dosis usual de mantenimiento IM=intramuscular (1) La dosis inicial recomendada para la leflunomida es 100 mg/día por 3 días. (2) Comenzar con 10 mg IM (dosis de prueba), seguido por una dosis de carga de 50 mg IM cada semana hasta acumular una dosis de 1000 mg. (3)Empezar con 2.5 mg/kg/día en dos dosis divididas cada 12 horas y aumentar la dosis en 0.5 mg/kg/día cada 2-4 semanas hasta que se note respuesta clínica o alcanzar una dosis máxima de 5 mg/kg/día. 4-6 meses Tiempo mínimo para esperar beneficio Hidroxicloroquina Droga Tabla 6. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad: dosis y tiempo aproximado para obtener el beneficio. 98 Control oftalmológico cada 6 a 12 meses. Daño macular. Hepatotoxicidad, mielosupresión. Mielosupresión. Diarrea, alopecia, lesiones en piel (alergia), cefalea, riesgo teórico de infección. Hidroxicloroquina o cloroquina Metotrexate Sulfasalazina Leflunomida Serología para hepatitis B y C en pacientes con alto riesgo. Hemograma completo, creatinina, pruebas de función hepática. Hemograma completo, pruebas de función hepática en pacientes con riesgos. Pruebas de función hepática, hemograma. Hemograma completo, creatinina, pruebas de función hepática. Ulceración y hemorragia a nivel gastrointestinal. Salicilatos; antiinflamatorios no esteroideos Evaluación basal Toxicidad requiriendo monitoreo Medicamento y categoría Tabla 7. Monitoreo de la toxicidad de las drogas usadas en la artritis reumatoide. Diarrea, alopecia, problemas de hígado, vesícula biliar y enfermedad renal. Evitar el embarazo. Mielosupresión, fotosensibilidad y lesiones en piel (alergia). Hepatotoxicidad, mielosupresión. Raramente, síntomas respiratorios (neumonitis). Cambios visuales. Dispepsia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, edema, disnea. Revisión sistemática 99 Toxicidad requiriendo monitoreo Mielosupresión, proteinuria. Mielosupresión, proteinuria. Insuficiencia renal, anemia, hipertensión. Hipertensión, hiperglicemia, osteoporosis. Medicamento y categoría D- penicilamina Sales de oro Ciclosporina Glucocorticoides Presión arterial, densitometría ósea en pacientes con alto riesgo de osteoporosis. Hemograma completo, creatinina, pruebas de función hepática, uricemia, presión arterial. Hemograma completo y proteína urinaria Hemograma completo, creatinina, proteína urinaria. Evaluación basal Tabla 7. Monitoreo de la toxicidad de las drogas usadas en la artritis reumatoide. Continuación. Poliuria, polidipsia, edema, disnea, cambios en la visión, fractura Parestesias, hipertricosis, náuseas, hiperplasia gingival, edema. Medir la presión arterial cada dos semanas hasta que se estabilice la dosis. Mielosupresión, edema, lesiones en piel (alergia), diarrea. Mielosupresión, edema y lesiones en piel (alergia). Revisión sistemática Referencias 1. Edmonds J, Scott D, Furts E, Brooks P, Paulus E. Antirheumatic drugs: a proposed new classification. Arthritis Rheum 1993; 36: 336-338. 2. American College of Rheumatology ad Hoc Committee on Clinical Guidelines. Guidelines for the management of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 1996; 39: 713-722. 3. Fu JY, Masferrer JL, Seibert K, Raz A. 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Aun cuando el beneficio terapéutico de estos agentes es indudable, su uso no está exento de efectos secundarios, algunos de los cuales probablemente no estén descritos todavía. 1. Eventos adversos de los medicamentos bloqueadores del factor de necrosis tumoral alfa en artritis reumatoide Los estudios presentados por los laboratorios farmacéuticos para la aprobación de estos medicamentos por las agencias reguladoras, tienen un perfil de toxicidad y eventos adversos diferentes de los observados en la práctica clínica y en los estudios posteriores, incluidos los de farmacovigilancia “post-mercadeo”. Esto se debe a que el seguimiento generalmente es corto (4 a 52 semanas) y a que hay sesgos de inclusión, ya que las poblaciones escogidas son homogéneas, con menor número de comorbilidades, con menor cantidad de medicamentos y con mayor adherencia al tratamiento y al seguimiento. Por estas razones los participantes en estos estudios pueden no ser representativos de la población general de pacientes con AR. En la Tabla 1 se presenta la clasificación de los eventos adversos de los medicamentos antagonistas del factor de necrosis tumoral (anti-TNF). 1.1 Infecciones 1.1.1 Tuberculosis En los estudios iniciales de infliximab (1), etanercept (2-4) y adalimumab (5), no se informan casos de tuberculosis (TB). Después de la comercialización de estos medicamentos, se 106 Tabla 1. Clasificación de los eventos adversos de los medicamentos anti-TNF 1. Infecciones • Tuberculosis • Otras infecciones 2. Neoplasias • Linfomas • Tumores sólidos 3. Enfermedades desmielinizantes 4. Insuficiencia cardíaca 5. Manifestaciones poco frecuentes • Lupus inducido por drogas • Vasculitis leucocitoclástica • Manifestaciones hematológicas • Manifestaciones mucocutáneas publicaron varios informes de casos (6-16) que llamaron la atención sobre una probable asociación causal. En Noviembre de 2003 (17), la FDA (Food and Drug Administration) informa 19 casos de TB asociada al uso de etanercept, 335 al infliximab y 13 al adalimumab, con base en los estudios de farmacovigilancia “post-mercadeo”. Tres estudios basados en vigilancia epidemiológica (18-20) demuestran la asociación entre el uso de anti-TNF y TB. Un estudio (21) evalúa el impacto de políticas específicas de salud sobre el riesgo de sufrir TB en pacientes con AR que reciben este tipo de tratamiento. Existen igualmente varias publicaciones acerca de la tasa de TB en pacientes con AR (22-24). La base de datos de productos biológicos de la Sociedad Española de Reumatología (BIOBADASER) fue establecida en febrero de 2002 para el seguimiento de pacientes reumáticos que acceden a terapia biológica y se enfocó en evaluar la seguridad y la respuesta a estos medicamentos. El registro es subsidiado por la Sociedad Española de Reumatología (SER) y la agencia de medicamentos de ese país (www.biobadaser.ser.es). En el estudio de Gómez - Reino (18) se incluyen los pacientes tratados con etanercept o infliximab desde enero de 1999, en los que se obtuvieran datos cínicos completos. Para evaluar el riesgo relativo de sufrir TB se compararon los pacientes de BIO- 107 BADASER con la tasa nacional de TB de la red de vigilancia epidemiológica de España (22) y con el estudio de morbilidad y expresión clínica de la AR (EMECAR) (23). Esta última es una base de datos creada por la SER en 1999 y que incluye pacientes con AR de 30 unidades de reumatología. Los pacientes de EMECAR son representativos de la población de pacientes españoles con AR no tratados con agentes biológicos. En febrero de 2002 BIOBADASER describió 15 casos de TB en 1265 pacientes tratados con infliximab; en 59% de los casos el diagnóstico de TB se hizo en los tres primeros meses de tratamiento biológico y en 65% de los casos, el sitio de infección fue extra pulmonar. En sólo seis pacientes se hizo previamente PPD y radiografía de tórax, y en cuatro de ellos los resultados fueron negativos. La incidencia de TB asociada al uso de infliximab se estimó en 1893 casos/100.000 pacientes en riesgo para el año 2000 y en 1113 casos/100.000 para el 2001. La incidencia estimada de TB en la población general española fue de 21 casos/100.000 y en los pacientes de EMECAR fue de 95 casos/100.000. El riesgo relativo calculado de sufrir TB en los pacientes tratados con infliximab versus la población general fue de 90.1 (95% IC, 58.8-146) para el año 2000 y de 53 (95% IC, 34.5-89) para el 2001. En comparación con los pacientes de EMECAR, el riesgo relativo fue de 19.9 (95% IC, 16.2-4.8) en el año 2000 y de 11.7 (95% IC, 9.5-14.6) en 2001. En la población general de EEUU, la tasa de TB en 1999 era de 6.4/100.000. Antes de la introducción de infliximab la tasa de TB en pacientes con AR era de 6.2/100.000 (95% IC, 1.6-34.4), con 16.713 pacientes/año de observación. Sin embargo, en los pacientes que recibieron infliximab, la incidencia de TB fue de 52.5 casos/100.000 pacientes/año (95% IC, 14.3-134.4). Todos los casos ocurrieron en personas sin tamizaje ni profilaxis para TB. En España se informa un aumento del riesgo de sufrir TB entre 12 y 20 veces por el hecho de recibir tratamiento anti-TNF, con base en 17 casos informados (18). En EEUU este riesgo se incrementa ocho veces con base en cuatro casos informados (19). Con la premisa de que los países mencionados tienen una población heterogénea y multirracial, se estudió una población homogénea en Suecia (20), para conocer el riesgo de sufrir TB en el contexto de la terapia anti-TNF. Para esto se evaluaron cinco cohortes diferentes (registro de hospitalización en pacientes con 108 AR, registro de la población general de pacientes, registro de hospitalización general de pacientes, cohorte de AR temprana y cohorte de pacientes de AR tratados con anti-TNF). Se comparó la incidencia de TB en los pacientes tratados con anti-TNF entre 1999 y 2001 y en las otras cuatro cohortes. En una segunda fase del estudio se revisaron todos los casos de TB informados en pacientes con AR tratados con anti-TNF entre 1999 y 2004. Entre 1987 y 2001 el registro de hospitalización en AR incluyó 62.321 pacientes, con seguimiento de 467.700 pacientes/año. Durante este período se hospitalizaron por TB 230 pacientes con AR. Esto correspondió a un aumento del riesgo de 3.9 veces (RR 3.9, 95% IC, 3.1-5) con relación a la población general y de 4 veces (RR 4, 95% IC, 1.3-12) con relación a la cohorte de pacientes con AR no tratados con agentes anti-TNF. La incidencia calculada de TB en pacientes del sur de Suecia, tratados con anti-TNF entre 1999 y 2004 fue de 118/100.000 pacientes/ año (95% IC, 58-210); en los tratados con infliximab fue de 145/100.00 pacientes/año (95% IC, 58-299); en los tratados con etanercept fue de 80/100.000 pacientes/año (95% IC, 16-132); en los tratados con ambos agentes fue de 129/100.000 pacientes/ año (95% IC, 3.3-719). El riesgo relativo de sufrir TB entre los pacientes tratados con etanercept y los que recibieron infliximab no mostró significancia estadística (RR 0.5, 95% IC, 0.1-24). En las características de los casos informados se destaca que en 67% el sitio de infección fue pulmonar. Ninguno de los pacientes con TB había recibido tratamiento profiláctico y tres de ellos venían de países endémicos para TB. En Marzo de 2002 la SER recomienda (18) tratar con isoniazida (INH) durante nueve meses a los pacientes que recibirán agentes anti-TNF y en quienes se presente una de las siguientes situaciones: • Exposición a un caso de TB activa. • Historia de TB parcialmente tratada. • Tuberculina (PPD) positiva mayor o igual a 5 milímetros en el procedimiento de dos pasos, con intervalo de siete a diez días entre los pasos. • Rayos X de tórax con cambios indicativos de TB previa. Después de la implementación de las políticas anotadas, la tasa de TB activa en los pacientes tratados con anti-TNF (BIOBADASER) disminuyó en 78% con relación a la tasa previa (IRR 0.22, 95% IC 0.03-0.88; p: 0.008) y alcanzó la tasa de TB observada en pacientes con AR no tratados con biológicos incluidos 109 en EMECAR (IRR 1, 95% IC, 0.02-8.2). Antes de marzo de 2002 el RR de los pacientes de BIOBADASER versus la población general era de 25.15 (95% IC, 14.05-45.17) y disminuyó en 74% después de la implementación de las políticas de prevención (RR 6.72, 95% IC, 0.16-41.17). 1.1.2 Otras infecciones Los estudios iniciales con etanercept, infliximab y adalimumab (1-5) mostraron un aumento de las infecciones respiratorias altas y bajas (laringitis, faringitis, neumonías) e infecciones de tejidos blandos. Con excepción de la TB, la probable asociación de los agentes anti-TNF e infecciones por gérmenes comunes y oportunistas se basa en informes de casos aislados o en pequeñas series de pacientes. Entre las infecciones por gérmenes oportunistas se informan casos de histoplasmosis, coccidiodomicosis, criptococosis, aspergilosis, listeriosis, nocardiosis, toxoplasmosis e infección por citomegalovirus (25-28). Entre los microorganismos comunes se han publicado casos de infecciones por Staphylococcus aureus y Streptococcus beta hemolítico del grupo A (29-30). 1.2 Neoplasias Linfomas El factor de necrosis tumoral alfa (TNF- ) es parte importante de la inmunidad contra células con transformación neoplásica, por lo cual desde el inicio de la terapia anti-TNF se ha temido que se incremente el riesgo de tumores y en especial de linfomas. La demostración de una asociación entre estos tratamientos y el riesgo de linfomas se dificulta por dos razones principales. La primera es el riesgo de linfoma inherente al uso de algunos medicamentos como el metotrexate (31) y la azatioprina (32). La segunda es la mayor incidencia de linfoma en pacientes con AR, independiente de los tratamientos recibidos y relacionada con la severidad de la AR. En 2002 la FDA publicó 26 casos de enfermedades linfoproliferativas en pacientes con AR en tratamiento con infliximab o eta- 110 nercept ocurridos entre mayo de 1999 y diciembre de 2000 (33). Con etanercept se informan 18 casos de linfoma diagnosticado entre 2 y 52 semanas (promedio 8 semanas) después del inicio del tratamiento, 61% de los casos en mujeres con una edad promedio de 64 años. Trece de los pacientes recibían o habían recibido metotrexate y cuatro pacientes otros inmunosupresores. Dieciséis pacientes tenían linfomas no Hogdkin de células B, uno enfermedad de Hogdkin y el otro un timoma. La incidencia informada en este estudio es de 19 casos/100.000 personas en riesgo. Con infliximab se informan ocho casos que ocurrieron entre 2 y 44 semanas después del inicio del medicamento (promedio 6 semanas); 62.5% de los casos se presentaron en hombres con edad promedio de 62.5 años; la mayoría de estos pacientes eran tratados por enfermedad de Crohn. En cinco de los ocho pacientes había exposición previa a inmunosupresores. Cinco de estos pacientes tenían linfomas de células B y tres presentaban enfermedad de Hogdkin. La incidencia estimada fue de 6.6 casos/100.000 personas en riesgo. La comparación con las tasas estimadas de linfoma en EEUU, entre 1992 y 1998 (18.3 casos/100.000 para todos los linfomas, 15.7/100.000 paras linfomas no Hogdkin y 6/100.000 para enfermedad de Hogdkin) (34, 35), no permitió sacar conclusiones definitivas de la asociación entre linfomas y terapia antiTNF. Sin embargo, los autores llamaron la atención acerca del corto período de latencia entre el inicio del medicamento y la aparición de los tumores, el predominio de linfomas de células B que es el asociado a los trastornos de la inmunidad y la regresión del tumor (total en un caso y parcial en otro), con la suspensión del tratamiento anti-TNF. En marzo de 2002 la FDA (17) publicó en un estudio de farmacovigilancia “post-mercadeo”, los siguientes casos de linfomas asociados a terapia anti-TNF: • Con etanercept, 9 casos en 3389 pacientes tratados, con una relación de incidencia estandarizada (SIR) de 3.47 (95% IC, 1.58-6.59). Los casos se presentaron con un período de latencia de 2.2 años. • Con infliximab, 4 casos en 555 pacientes del estudio ATTRACT, con una SIR de 6.35 (95% IC, 1.73-16.6) y 2 casos en los estudios para enfermedad de Crohn, SIR de 8.7 (95% IC, 1.05-31.41). • Con adalimumab, 10 casos informados en 24 meses en 2468 pacientes, con una SIR de 5.4 (95% IC, 2.6-10). 111 La FDA llama la atención sobre la ausencia de linfomas en los grupos comparadores, pero considera que en éstos el seguimiento y el tamaño de las muestras son menores, por lo que sugieren que podría haber una asociación aleatoria y no real. Proponen estudios longitudinales para dilucidar este tópico. Recientemente se publicó un gran estudio poblacional que compara la incidencia de neoplasias en pacientes con AR tratados con y sin agentes anti-TNF, con la incidencia en la población general del sur de Suecia (36). Los pacientes tratados con etanercept o infliximab, incluidos en el registro de tratamiento de artritis del sur de Suecia (SSATG) entre febrero de 1999 y diciembre de 2002, fueron comparados con los pacientes con AR no tratados con estos medicamentos y con el registro nacional de cáncer. Se incluyeron 757 pacientes para el análisis, 226 con etanercept (657 pacientes/año) y 531 con infliximab (685 pacientes/año). En el grupo anti-TNF hubo 16 tumores (5 linfomas) en 1603 personas/año en riesgo; en el grupo control hubo 69 tumores (2 linfomas) en 3948 personas/año en riesgo. En el grupo anti-TNF las SIR para todos los tumores y para linfoma fueron de 1.1 (95% IC, 0.6-1.8) y 11.5 (95% IC, 3.7-26.9), respectivamente. En el grupo control sin anti-TNF las SIR para todos los tumores y para linfomas fueron de 1.4 (95% IC, 1.1-1.8) y 1.3 (95% IC, 0.2-4.5). El riesgo total de tumores sólidos en el grupo anti-TNF fue de 0.79 (95% IC, 0.4-1.2) y en el grupo control sin anti-TNF fue de 1.39 (95% IC, 1.08-1.76). El riesgo proporcional de linfoma en pacientes con anti-TNF fue de 4.9 (95% IC, 0.9-26.2; p: 0.07) y después de ajustarse por el HAQ fue de 4.9 (95% IC, 0.9 - 27.9; p: 0.06). Recientemente Wolfe y colaboradores (37) encontraron un aumento moderado del riesgo de linfoma en pacientes con AR tratados con anti-TNF (SIR 2.9, 95% IC, 1.4-4.5) en comparación con metotrexate (SIR 1.7, 95% IC, 0.9-3.2) y con pacientes con AR que no reciben ninguno de estos medicamentos (SIR 1, 95% IC, 0.4-25). 1.3 Enfermedades desmielinizantes Los sistemas de vigilancia de la FDA han identificado múltiples casos de enfermedades desmielinizantes en pacientes tratados con agentes biológicos anti-TNF (38). Con relación la esta asociación se consideran tres posibilidades: • Los agentes anti-TNF son causantes de la enfermedad. 112 • Los agentes anti-TNF desenmascaran la enfermedad latente. • Los dos eventos son coincidenciales. La evidencia de la asociación clínica se basó sólo en reportes de caso; Mohan y colaboradores (38) informan 19 eventos neurológicos, 16 de ellos con lesiones desmielinizantes en la resonancia magnética (RM). Los síntomas comenzaron, en promedio, cinco meses después del inicio de la terapia anti-TNF y en todos los casos se resolvieron después de suspenderlo. En cuatro de los pacientes había historia de esclerosis múltiple (EM) y recayeron al iniciar el agente biológico. Los síntomas y signos semejaron la EM e incluyeron: diplopía, neuritis óptica, parestesias, disfunción cognitiva y signo de Lhermitte. En el análisis post hoc de los estudios iniciales (39), se encontraron algunos casos de enfermedades desmielinizantes. Con etanercept se detectaron 2 casos en 3839 pacientes (8336 pacientes/año), con infliximab 3 casos en 2427 pacientes (5443 pacientes/año) y con adalimumab 4 casos en 2.468 pacientes (4870 pacientes/año). Algunos argumentos contradicen la asociación entre EM y medicamentos anti-TNF. En EEUU, 85/100.000 personas sufren de EM (40) y se presentan 6 casos nuevos por cada 100.000 personas por año (41). La tasa de casos nuevos para cada uno de los tres medicamentos anti-TNF está por debajo de las tasas poblacionales y es posible que haya un sesgo de publicación en esta asociación. Por otra parte, está demostrado que en los pacientes con EM hay una mayor incidencia de enfermedades inflamatorias como la AR. Autoridades en el tema recomiendan que mientras se aclara la asociación, los pacientes con antecedentes de enfermedades desmielinizantes no sean considerados candidatos para terapia anti-TNF y si durante el uso de alguno de estos medicamentos se presentan síntomas neurológicos, se suspenda el tratamiento hasta aclarar el diagnóstico. 1.4 Insuficiencia cardiaca El TNF tiene un efecto inotrópico negativo, causa disfunción de células miocárdicas, fibrosis y alteración de la síntesis de proteínas de matriz que contribuyen al desarrollo de la insuficiencia cardiaca congestiva (ICC). El aumento de los niveles de TNF circulantes en individuos con ICC, se asocia a mayor mortali- 113 dad. Por estas razones se consideró que el bloqueo del TNF disminuiría la mortalidad en pacientes con ICC. Los primeros estudios no incluyeron pacientes con artropatías inflamatorias. El etanercept fue estudiado en dos ensayos clínicos aleatorizados, el RENNAISSANCE y el RECOVER, que incluyeron 2048 pacientes con ICC con clase funcional II, III y IV de la New York Heart Association (NYHA). Estos ensayos fueron suspendidos tempranamente por falla terapéutica y por una tendencia, no estadísticamente significativa, a incrementar el número de recaídas y de hospitalizaciones por ICC (42, 43). El infliximab fue evaluado en un estudio de fase II que incluyó 150 pacientes con ICC clase funcional II de la NYHA (44). Este fue suspendido a las 28 semanas por un mayor número de hospitalizaciones y una mayor mortalidad en el grupo que recibía 10 mg/kg/dosis de infliximab. En los estudios clínicos aleatorizados de los tres medicamentos anti-TNF en pacientes con AR, con más de 73.000 pacientes, un total de 18 nuevos casos de ICC han sido detectados; 7 de los pacientes estaban recibiendo medicamentos anti-TNF (menos de 0.2%) y 11 placebo (0.7 a 2.1%). Por lo tanto, el comportamiento es diferente en los pacientes con AR sin ICC (45). La FDA analizó los reportes espontáneos de 158 casos de ICC en pacientes con anti-TNF (46). Una evaluación más extensa de 52 de estos pacientes (47) incluyó 30 con etanercept, 21 con infliximab y uno con adalimumab. De estos pacientes, 42 fueron casos nuevos y 9 fueron exacerbaciones de la ICC; la mitad no tenían factores de riesgo y el período de latencia entre el inicio del tratamiento y el desarrollo de la ICC fue de 3.5 meses (1 día a 2 años). En el contexto teórico, el control de la inflamación podría disminuir el riesgo de complicaciones vasculares en los pacientes con AR. Jacobson y colaboradores demuestran una menor incidencia de eventos coronarios en pacientes con AR tratados con medicamentos anti-TNF (48). 1.5 Manifestaciones poco frecuentes 1.5.1 Lupus inducido por medicamentos Han sido descritos más de 100 casos de lupus después del tratamiento con anti-TNF (45, 46, 49, 50). El perfil clínico de estos pacientes ha mostrado artritis, fiebre, citopenias hematológicas, mialgias, lupus discoide, lupus cutáneo subagudo, foto- 114 sensibilidad y eritema facial. Además se describe la presencia de anticuerpos antinucleares, anti-DNA, anti-ENA, antihistonas y anticardiolipinas. La confirmación del diagnóstico se basa en la resolución de los síntomas, lo cual se presenta entre seis y ocho semanas después de suspendido el medicamento anti-TNF. 1.5.2 Manifestaciones hematológicas y dermatológicas Estas asociaciones sólo han sido descritas en informes de casos. Se incluyen leucopenia, neutropenia, aplasia medular y vasculitis leucocitoclástica (51, 52). 2. Guías de utilización de la terapia biológica antiTNF La revisión de las guías de manejo propuestas por varios grupos (53-57) deben ser adaptadas y aplicadas al medio de trabajo, por razones principalmente económicas y epidemiológicas. 2.1 Indicaciones para terapia biológica en artritis reumatoide 2.1.1 Criterios de AR según el ACR 1987. 2.1.2 AR activa que incluya DAS 28 > 5.1, PCR alta, velocidad de sedimentación globular (VSG) acelerada, cinco o más articulaciones inflamadas o dolorosas. No se requieren todos los ítems de este punto. 2.1.3 Clase funcional II a IV. 2.1.4 Falla a terapia estándar con fármacos modificadores de la enfermedad (FARME) no biológicos, utilizando dos medicamentos o esquemas de terapia combinada (metotrexate, cloroquina, sulfasalazina, hidroxicloroquina, leflunomida). Uno de los medicamentos utilizados debe ser el metotrexate, excepto si hay contraindicaciones para su utilización o eventos adversos con este medicamento. En algunos casos de intolerancia o toxicidad grave con FARME no biológicos y en pacientes con AR severa, podría considerarse el uso temprano de terapia biológica anti-TNF. 2.2 Criterios de exclusión 2.2.1 Mujeres embarazadas o lactantes. 2.2.2 Infecciones activas. 2.2.3 Insuficiencia cardiaca. 115 2.2.4 Historia clara de enfermedad desmielinizante. 2.2.5 Historia de artritis séptica en articulación nativa o protésica en los 12 últimos meses. 2.3 Criterios para suspender la terapia 2.3.1 Desarrollo de toxicidad grave (enfermedad desmielinizante, linfoma, ICC). 2.3.2 Embarazo (suspensión temporal). 2.3.3 Infección severa (suspensión temporal). 2.3.4 Ineficacia indicada por falla de DAS 28 en mejorar más de 1.2 o en reducir a manos de 3.2 después de tres meses, o después de seis meses si se han hecho cambios en la terapia. 2.4 Cuál terapia anti-TNF debe ser elegida? No hay evidencia objetiva actual para sugerir que un medicamento sea más efectivo que otro; la elección se debe hacer con base en la preferencia del médico y del paciente. 2.5 Cuál FARME, además de metotrexate, puede usarse en combinación con terapia biológica? La evidencia actual se basa en reportes de casos y pequeñas series presentadas en resúmenes que sugieren que el infliximab puede ser usado en combinación con leflunomida y con azatioprina. En ambos casos el uso de estas combinaciones se vio limitado por toxicidad. 2.6 Potenciales efectos adversos de los medicamentos anti-TNF, situaciones especiales y guías de manejo. 2.6.1 Infecciones graves diferentes a tuberculosis Guías: • Los anti-TNF no deben iniciarse en presencia de infecciones graves y deben suspenderse temporalmente mientras se resuelve la infección. • Los anti-TNF no debe utilizarse en pacientes HIV positivos o portadores del virus de hepatitis B, hasta que su seguridad se demuestre en estudios controlados. 116 • Los anti-TNF pueden ser utilizados cuidadosamente en personas con hepatitis C. Sólo hay un caso informado de reactivación. 2.6.2 Tuberculosis Guías: • Antes de iniciar la terapia anti-TNF, todo paciente debe ser evaluado con radiografía de tórax y con prueba de tuberculina. •Todo paciente con tuberculina positiva, mayor o igual a 5 milímetros y/o rayos X con cicatrices de TB antigua debe recibir isoniazida (INH) durante nueve meses. El agente biológico anti-TNF puede iniciarse un mes después de iniciar la INH. • Todo paciente con anti-TNF debe monitorizarse para TB incluso seis meses después de su suspensión. • Los pacientes que desarrollen síntomas sugestivos de TB deben recibir tratamiento completo antituberculoso. Según la British Thorax Society, la terapia anti-TNF puede ser continuada si está clínicamente indicada (54). 2.6.3 Procedimientos quirúrgicos Guía: • El tratamiento con los agentes biológicos anti-TNF debe suspenderse dos a cuatro semanas antes de los procedimientos quirúrgicos mayores y reiniciarse después de la cirugía, si no hay evidencia de infección y la cicatrización de la herida quirúrgica es completa. 2.6.4 Vacunación Guía: • Los efectos de la mayoría de las vacunas con virus vivos atenuados son desconocidos. Las vacunas deben ser aplicadas cuatro semanas antes de iniciar la terapia anti-TNF o seis meses después de la última infusión de Infliximab, o dos a tres semanas después de la última dosis de etanercept. Hasta que no haya datos, la vacunación con virus vivos no está recomendada en pacientes en tratamiento con adalimumab. 117 2.6.5 Malignidad No hay evidencia definitiva de un aumento del riesgo de tumores sólidos o de linfomas con las terapias anti-TNF, por encima de lo esperado en pacientes con AR. Algunos estudios poblacionales sugieren un mayor riesgo de linfoma. Guías: • Los pacientes deben ser estudiados si hay sospecha clínica de linfoma y el agente anti-TNF debe ser suspendido si la neoplasia se confirma. • En cuanto al efecto de las terapias anti-TNF en pacientes con linfoma preexistente, la indicación de esta terapia debe ser considerada contra los riesgos. Si el paciente ha estado libre de neoplasia en los diez últimos años, no hay evidencia de contraindicación para la terapia anti-TNF. 2.6.6 Lupus eritematoso sistémico y autoinmunidad Guía: • Si se presenta lupus inducido por drogas mientras se recibe tratamiento anti-TNF, el medicamento debe suspenderse y los signos y síntomas deben ser tratados. 2.6.7 Insuficiencia cardiaca Guías: • Los anti-TNF no deben usarse en pacientes con ICC clase funcional III - IV de la NYHA y deben aplicarse con precaución en pacientes con ICC leve. • La terapia anti-TNF debe suspenderse si hay empeoramiento de la ICC. 2.6.8 Enfermedades desmielinizantes Guías: • Los tratamientos anti-TNF no deben utilizarse en pacientes con historia clara de enfermedad desmielinizante. • Los agentes anti-TNF deberían evitarse en personas con posible antecedente de enfermedad desmielinizante o fuerte historia familiar de desmielinización. • El tratamiento debe ser suspendido en caso de presentarse 118 signos de desmielinización; el paciente debe ser remitido a evaluación por parte de un neurólogo. 2.6.9 Complicaciones hematológicas Guía: • Si se desarrollan complicaciones hematológicas mientras se está recibiendo terapia anti-TNF, ésta debe ser suspendida y debe realizarse una evaluación completa. 2.6.10 Embarazo y lactancia No hay estudios clínicos formales que evalúen el uso de estos tratamientos durante el embarazo. En animales no se ha demostrado teratogenicidad ni mayor riesgo de pérdida fetal. Algunas pacientes han estado embarazadas recibiendo anti-TNF sin ningún riesgo para el feto; la evidencia actual es insuficiente para recomendar la continuación de estos medicamentos durante el embarazo. Los productores de los medicamentos anti-TNF sugieren evitar la lactancia durante su uso. Guías: • El infliximab debe ser descontinuado seis meses antes de la gestación y de la fecundación de la pareja en el caso de los hombres. Laboratorios Abbott sugiere un período de cinco meses en el caso de adalimumab. No hay datos actuales sobre cuánto tiempo tarda el etanercept en ser depurado de los órganos reproductivos. • El embarazo y la lactancia deben ser evitados durante el uso de terapias anti-TNF. 3. Estudios con agentes biológicos en artritis reumatoide 3.1 Infliximab Stern y colaboradores (58) analizan las dosis y la tasa de incremento de las mismas en pacientes con AR tratados con infliximab, a partir de dos bases de datos, una nutrida por reumatólogos (Estudio 1) y otra por un cuestionario diligenciado por los pacientes (Estudio 2). Se concluyó lo siguiente: Estudio 1 1.Casi todos los pacientes (95%) estaban en un régimen de dosis cada ocho semanas. 119 2.La dosis inicial promedio fue de 3.6 mg/kg (2.2-6.2); al final del primer año fue de 4.9 mg/kg (1.1-11.5) y a los dos años de 5.1 mg/kg. 3.Los razones para los incrementos fueron: 52.6% por respuesta clínica insuficiente; respuesta clínica adecuada pero con duración menor de ocho semanas (27.2%); “escape” al tratamiento en 7% de los casos; diversas razones en 7.8% y sin especificar en 5.4%. 4.La mediana de tiempo para el aumento de las dosis fue de siete meses. 5.El 85.7% de los pacientes continuaban con el tratamiento al final del primer año y 75% a los dos años. Estudio 2 1.La dosis promedio de uso fue de 5.5 mg/kg. 2.Los pacientes con AR y fibromialgia tuvieron 2.1 veces más posibilidades de recibir dosis superiores a 3 mg/kg. Los dos estudios muestran resultados similares en cuanto a la necesidad de incrementar la dosis progresivamente hasta 5 mg/kg, lo que es más frecuente durante el primer año. Esto coincide con la experiencia europea. Tipos de estudio: observacionales, con nivel de evidencia II y grado de recomendación C. St. Clair y colaboradores (59) publican un estudio doble ciego, aleatorizado, controlado y multicéntrico. En el estudio se demuestra que existe una correlación entre la respuesta clínica y las concentraciones séricas de infliximab, y que los pacientes que recibían 3 mg/kg cada 4 semanas y 10 mg/kg cada 8 semanas lograban un mayor índice ACR con mayores niveles séricos del medicamento; igualmente, los niveles más bajos de PCR se correlacionan con más altas concentraciones de infliximab y existe una correlación inversa en la progresión radiológica, de acuerdo con índice de Sharp (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). Goekoop-Ruiterman y colaboradores (60) publican un estudio aleatorizado y cegado para análisis radiológico. Comparan cuatro tipos de tratamiento en AR temprana (menor de dos años) y demuestran que los pacientes con terapia combinada con prednisolona (metotrexate y sulfasalazina) e infliximab (metotrexate) muestran más rápida mejoría y menor progresión radiológica, así como menos ajustes del tratamiento, en comparación 120 con los que recibían monoterapia o terapia combinada con escalamiento (Nivel de evidencia I, grado de recomendación B). Smolen y colaboradores (61) publican un estudio doble ciego, controlado y aleatorizado. Constituye un subanálisis del estudio ATTRACT en el que se evalúa la progresión radiológica de los pacientes que no tuvieron una respuesta clínica con base en el ACR-20, demostrando que los que recibieron infliximab más metotrexate tuvieron menos progresión que los que sólo recibieron metotrexate, de manera similar a lo observado con los respondedores ACR-20. Ello permite señalar que el infliximab tiene efecto sobre la progresión radiográfica, independientemente de sus efectos sobre la actividad inflamatoria (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). 3.2 Etanercept La incapacidad laboral y el ausentismo son muy frecuentes en los pacientes con AR (62-64). Esta pérdida de capacidad laboral conlleva un aumento importante de los costos indirectos de la enfermedad (65-67). El empleo de etanercept mejora el rendimiento y disminuye el ausentismo laboral (68). Los tratamientos anti-TNF, han demostrado mejoría en el HAQ y en el componente físico del SF-36 (69) y tal modificación en estos índices produce una reducción significativa en los costos (70-71). El etanercept aumentó en 20% la posibilidad de emplearse e incrementó las horas de trabajo semanal en los pacientes con AR (72). Existen numerosos estudios clínicos de tratamiento con medicamentos anti-TNF en AR, los cuales muestran mejoría en síntomas y signos, mejoría en la función articular y detención e incluso regresión del daño articular, con lo cual se logra la reducción de los costos a largo plazo (resultado de la disminución en la incapacidad, el ausentismo laboral, las cirugías, las prótesis articulares y las hospitalizaciones). Brennan en 2004 demostró que el etanercept es costo-efectivo comparado con agentes no biológicos y recomienda su empleo en los pacientes con AR que no han respondido al empleo previo de al menos dos FARME (73). La intervención temprana y adecuada en la AR puede disminuir los costos totales, directos e indirectos, y disminuir la morbimortalidad cardiovascular, retardando o evitando el daño endotelial y la formación de ateroesclerosis (67). 121 En 1997 Moreland y colaboradores (74) realizaron un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, controlado, en 180 pacientes con AR refractaria, quienes recibieron tres dosis diferentes de etanercept (0.25mg, 2mg o 16mg, por m2 de superficie corporal), administrado por vía subcutánea, dos veces por semana, durante tres meses. Medidas de desenlace: mejoría clínica, conteo articular, marcadores de actividad y calidad de vida. Resultados: disminución significativa, dependiente de la dosis, de la actividad de la AR; en los pacientes que recibieron la dosis mayor, hubo mejoría de 20% o más en 75% de los casos, contra 14% en el grupo placebo (p<0.001). Hubo disminución en el conteo articular en 61% versus 25% en el grupo placebo (p<0.001) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). En 1999 se realizó un estudio doble ciego, aleatorizado, controlado con placebo (75), en 89 pacientes con AR activa a pesar de estar en tratamiento con metotrexate (15 a 25 mg/semana) durante seis meses. La duración del estudio fue de 24 semanas. Dosis: 25mg subcutáneos dos veces por semana. Se compararon etanercept + metotrexate versus metotrexate + placebo. Desenlace primario: índice ACR 20. Resultado: la combinación de etanercept + metotrexate fue significativamente superior al metotrexate + placebo (p<0.001) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). Moreland en 1999 (76), publicó un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, con etanercept como monoterapia para la AR activa, en 234 pacientes de 13 centros norteamericanos, quienes no habían respondido a FARME como metotrexatre, azatioprina, hidroxicloroquina, sulfasalazina, D-penicilamina o sales de oro parenterales. Duración: seis meses. Dosis: 10 mg o 25 mg por vía subcutánea dos veces por semana. Desenlace primario: medición de ACR 20, ACR 50, ACR 70, HAQ y SF-36 (salud mental y vitalidad). Resultados: respuesta de mejoría de ACR 20 a tres meses en 62% en el grupo etanercept 25mg comparada con 23% del grupo placebo (p<0.001) y en 59% a seis meses comparada con 11% en el grupo placebo (p<0.001). La respuesta ACR 50 se obtuvo en 40% con etanercept y en 5% con placebo (p<0.01). La respuesta ACR 70 sólo se obtuvo con etanercept. Hubo mejoría significativa en el HAQ a tres y seis meses en el grupo en tratamiento con etanercept (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). El empleo de una dosis única semanal de 50 mg por vía subcutánea de etanercept tiene la misma efectividad que dos aplicaciones semanales de 25 mg (77). Así se evidenció en un estudio 122 aleatorizado, con una duración de 16 semanas. Se incluyeron 420 pacientes con AR aleatorizados así: 214 pacientes recibieron 50 mg de etanercept una vez a la semana; 150 recibieron 25 mg dos veces por semana y 58 recibieron placebo durante ocho semanas, seguidos por ocho semanas de etanercept a dosis de 25 mg dos veces por semana. Desenlace primario: respuesta ACR 20 a la semana 8. Resultados: 50% de los pacientes con etanercept 50 mg y 49% de los que recibieron etanercept 25 mg dos veces por semana alcanzaron mejoría ACR 20, en comparación con 19% en el grupo placebo ( p<0.0001). El ACR 50 se obtuvo en 18% de los pacientes en etanercept y en 6% en el grupo placebo (p<0.03) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). El estudio ERA, en AR temprana (78), es un estudio aleatorizado en pacientes con artritis de menos de dos años de evolución, quienes recibían metotrexate en dosis máxima de 20 mg/semana o etanercept 25 mg dos veces por semana. La respuesta clínica fue similar en ambos grupos a 6 y 12 meses, pero los cambios radiológicos de daño articular fueron mayores en el grupo de metotrexate, utilizando el índice de Sharp ( 2.5 unidades versus 1 unidad) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). El estudio TEMPO (69) es una estudio aleatorizado que incluyó 682 pacientes con AR de seis años de evolución, aleatorizados en tres grupos: metotrexate por vía oral hasta 20 mg/semana, etanercept 25 mg dos veces por semana o metotrexate más etanercept (combinado). Seguimiento: 52 semanas. Respuesta clínica y radiológica: ACR e índice de Sharp modificado. La respuesta a etanercept más metotrexate, fue superior a etanercept solo y a metotrexate solo, en el control de la actividad clínica, la mejoría funcional y el retardo en la progresión del daño radiológico (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). Gilbert y colaboradores (79), publicaron un estudio de cohorte, retrospectivo en 1548 pacientes, 598 con infliximab y 950 con etanercept. Se demostró aumento de la dosis o acortamiento en el intervalo de tiempo de aplicación en 60% de los pacientes en infliximab; en 18% de los pacientes con etanercept hicieron iguales observaciones. Lo anterior implica un incremento anual de 25% en los costos directos. 3.3 Adalimumab El adalimumab, un anticuerpo monoclonal 100% humano contra el TNF- , ha sido ampliamente estudiado en la AR. Mediante 123 un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, de 24 semanas de duración, 271 pacientes con AR activa a pesar de tratamiento previo con metotrexate, fueron aleatorizados para recibir adalimumab 20, 40 u 80 mg o placebo por vía subcutánea, cada dos semanas (5). A la semana 24, la respuesta clínica medida por el ACR 20 fue significativamente superior en los activos (adalimumab + metotrexate). Específicamente en el grupo de 40 mg (dosis comercialmente disponible), la mejoría con el ACR 20 fue de 67%, en comparación con el grupo placebo + metotrexate, cuya mejoría fue de 14.5% (p<0.001). Las respuestas ACR 50 y 70 en el grupo de 40 mg fueron de 55.2 y 26.9% en el grupo activo y de 8 y 4.8% en el grupo placebo, respectivamente (p<0.001). La respuesta clínica fue rápida: la mayoría de los pacientes alcanzaron una respuesta ACR 20 después de la primera semana. En conclusión, este estudio demuestra que la administración de adalimumab a aquellos pacientes con AR activa y respuesta inadecuada al metotrexate, induce una mejoría significativa de la enfermedad. Igualmente se ha evaluado el efecto inhibitorio de la progresión del daño articular en AR con el adalimumab. Mediante un estudio multicéntrico, doble ciego, controlado con placebo, de 52 semanas de duración, se evaluó el efecto inhibitorio del daño articular en 619 pacientes con AR activa y respuesta inadecuada al metotrexate (80). Además se analizó su efecto en la reducción de signos y síntomas y sobre la función física mediante el HAQ. La progresión radiológica se evaluó mediante del índice de Sharp. A la semana 52 se encontró que el grupo de adalimumab presentó menos progresión radiológica en comparación con el grupo metotrexate/placebo (p<0.001). También se observó una mejoría significativa en el control de los signos y síntomas de la enfermedad y en la calidad de vida. Este estudio demuestra que el adalimumab es superior al metotrexate en su efecto inhibitorio de la progresión del daño articular, en la reducción de signos y síntomas y en el efecto sobre la mejoría de la función física, en pacientes con AR activa y respuesta inadecuada al metotrexate. 3.4 Anakinra La interleuquina 1 (IL-1), al igual que el TNF- , juega papel importante en la cascada inflamatoria que se presenta en la AR; su importancia como mediador en la resorción ósea y destrucción del cartílago, ha sido bien establecida (81). Su antagonismo se ha estudiado mediante la administración del antagonista 124 recombinante humano de su receptor (IL-1Ra), comercialmente conocido como anakinra. Con el objeto de evaluar la eficacia y seguridad de la combinación de anakinra y metotrexate, se realizó un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, en 419 pacientes con AR activa tratados previamente con metotrexate (82). A la semana 12 se evaluó la eficacia mediante el ACR 20, encontrándose una mejoría significativa con el anakinra en comparación con el placebo. Posteriormente se publicó la fase de extensión, donde se evaluó la eficacia a largo plazo del anakinra en pacientes con AR activa (83). De los 345 pacientes que terminaron el estudio original, 309 continuaron la extensión (52 semanas). Se observó un mantenimiento de la eficacia mediante respuesta ACR 20 (51% a la semana 24 y 46% a la semana 48), lo que demuestra la eficacia sostenida a largo plazo. También se ha estudiado la combinación de anakinra con etanercept (84): en un estudio en 244 pacientes con AR activa a pesar de ser tratados con metotrexate, se evaluó la respuesta clínica a los seis meses, encontrándose que no hubo beneficio significativo de la terapia combinada sobre el etanercept solo. Tampoco se demostró beneficio clínico del anakinra en pacientes con AR severa refractaria a la terapia anti-TNF (85). El anakinra no se encuentra disponible en Colombia. Referencias 1. Maini R, St Clair EW, Breedveld F, et al. Anti tumor necrosis factor trial in rheumatoid arthritis with concomitant therapy study group. Infliximab (chimeric anti-tumor necrosis factor alpha monoclonal antibody) versus placebo in rheumatoid arthritis patients receiving concomitant methotrexate: a randomized phase III study. Lancet 1999; 354: 1932-1939. 2. Genovese M, Bathon J, Martin R, et al. Etanercept versus methotrexate in patients with early rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 200; 46: 1443-1450. 3. Bathon J, Martin R, Fleishmann R, et al. A comparison on etanercept and methotrexate in patients with early rheumatoid arthritis. N Engl J Med 1997; 337: 141-147. 4. Moreland L, Baumgartner S, Schiff M, et al. Treatment of rheumatoid arthritis with a recombinant human tumor necrosis factor receptor (P 75) - Fc fusion protein. N Engl J Med 1997; 337: 141-147. 5. Weinblatt M, Keistone E, Furst D, et al. 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Arthritis Rheum 2004; 50:725-728. 131 CAPÍTULO 5 Nuevos tratamientos R ecientemente, la Food and Drug Administration de los Estados Unidos (FDA) ha aprobado dos nuevos agentes biológicos para el tratamiento de la artritis reumatoide (AR) activa refractaria al tratamiento con los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME), incluidos los bloqueadores del factor de necrosis tumoral alfa (anti-TNF- ). El rituximab fue aprobado en Colombia para su uso en AR en el año 2006 y se espera la aprobación de abatacept hacia mediados de 2007. A continuación se describen los mecanismos de acción, las indicaciones y la dosificación de estos nuevos fármacos. 1. Abatacept 1.1 Descripción El abatacept (CTLA-4Ig o BMS-188667) es una proteína de fusión recombinante creada por la unión genética del dominio extracelular del antígeno 4 asociado al linfocito T citotóxico humano (CTLA-4 o CD-152G), unido a un fragmento (CH2 y CH3) del dominio Fc de la inmunoglobulina humana G1 (IgG1), modificada para evitar la fijación del complemento. Es producido por tecnología de ADN recombinante en células ováricas de hámster chino. Actúa como un modulador selectivo de la coestimulación. Su peso aproximado es de 92 kilodaltons (1-4). Su uso en artritis reumatoide fue aprobado en diciembre del 2005 por la FDA (1-4). 1.2 Bases inmunopatogénicas Activación del linfocito T: el linfocito T requiere por lo menos dos señales para ser activado. La primera se produce por la interacción entre el receptor de la célula T (RCT) y un antígeno peptídico presentado por el complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de las células presentadoras de antígeno (CPA). Esta primera señal es insuficiente para inducir la activación celular del 132 linfocito, por lo que se requiere de una segunda señal, lo que se ha llamado coestimulación. Esta segunda señal se da por la interacción entre el receptor CD28 expresado en la célula T y el complejo B7 (CD80/CD86) de la CPA, lo cual produce liberación de citoquinas que activan células inflamatorias. El CTLA-4 es expresado en la superficie de las células T, horas o días después de ser activadas y es un receptor con una afinidad muy superior (500 a 2500 veces más) por el B7 (CD80/CD86), en comparación con la que posee el CD28 (4-9). Experimentos en roedores y en humanos demostraron la falta de activación de linfocitos T, al ser expuestos a señales antigénicas bloqueando simultáneamente con el CTLA-4Ig la señal coestimuladora dependiente de CD28 y de CD80/CD86 (9-15). Coestimulación: se requiere de una segunda señal de coestimulación para la activación total del linfocito T y evitar así que esta célula se transforme en una célula T anérgica o que se produzca la apoptosis (16). La vía de coestimulación B7 (CD80/CD86) está constituida por receptores coestimuladores ubicados en la membrana de la CPA, el B7-1 (CD80) y el B7-2 (CD86), que se unen a otros dos receptores en la célula T, el CD28 y el CTLA-4. La unión de CD28 a B7 promueve la activación de los linfocitos T conllevando la secreción de citoquinas y la expresión de receptores. El CTLA-4 se expresa en linfocitos T activados horas después, con el fin de limitar esta respuesta inflamatoria, transmitiendo una señal inhibitoria y terminando así la activación del linfocito T que de otra forma se perpetuaría de manera incontrolada e inconveniente (5,11). 1.3 Mecanismos de acción El CTLA-4Ig se une a CD80 y CD86 impidiendo la unión de estas moléculas al receptor CD28 y por tanto evitando la activación completa de la célula T por falta de la coestimulación; de esta forma se disminuye la estimulación del linfocito B por la reducción de la expresión del receptor CD40L. Su unión con la región constante de la cadena pesada de la inmunoglobulina (Ig) le ofrece mayor estabilidad, aumentando su vida media. Igualmente el CTLA-4Ig inhibe señales de transducción al unirse a porciones del RCT, produciendo así una señalización negativa para la activación de la célula T (1-5, 11-13). Entre otros mecanismos propuestos están también la interrupción de señales intracelulares y la estimulación de células dendríticas para aumentar la capacidad de degradar el triptófano, aminoácido importante en la producción de citoquinas (17). In vitro, el 133 CTLA-4Ig disminuye la proliferación de células T y la producción de factor de necrosis tumoral alfa (TNF- ), interferón gamma e interleuquina 2 (16-18). 1.4 Eficacia La eficacia del abatacept en artritis reumatoide ha sido evaluada en estudios clínicos aleatorizados, doble-ciego y controlados con placebo llevados a cabo en pacientes adultos (19-24). Se ha administrado el abatacept en las semanas 0, 2, 4 y posteriormente cada cuatro semanas a pacientes en quienes la terapia con FARME o con anti-TNF- no había permitido lograr la respuesta clínica esperada. Se usaron dosis entre 0.5 y 10 mg/kg según el estudio, algunos de ellos con dosificación según peso corporal y se realizó seguimiento por 8 semanas, 6 ó 12 meses. Se evaluó la respuesta clínica de acuerdo a los criterios ACR (20, 50 y 70), encontrándose una mejor repuesta en los grupos de pacientes que recibieron abatacept y observando que ésta se relacionó con la dosis, lográndose un ACR mayor a mayores dosis, con poca diferencia después de los seis meses de seguimiento. La respuesta ACR se ha mantenido a tres años. En la Tabla 1 podemos observar una comparación entre dos de estos estudios (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). En el estudio AIM (número 1 de la Tabla 4), se comparó el tratamiento de abatacept más metotrexate con la asociación de placebo y metotrexate. Se encontró respuesta ACR 20 en 73% de los pacientes tratados con abatacept, en comparación con 40% en los pacientes que recibieron placebo. Después de un año de tratamiento, las respuestas ACR 50 y ACR 70 en este grupo fueron de 48.3% y 28.8% respectivamente, superiores a las observadas en el grupo de placebo.Se analizó la evolución de los síntomas mediante el DAS 28. El 23.8% de los pacientes tratados con abatacept mostró remisión después de un año de tratamiento, en comparación con 1.9% del grupo placebo. La evaluación radiográfica mostró reducción en la progresión del daño articular (21). En el estudio clínico ATTAIN (número 2 de la Tabla 4), 50.4% de los pacientes tratados con abatacept obtuvieron una respuesta ACR 20 frente a 19.5 % del grupo tratado con placebo. Veinte por ciento obtuvieron respuesta ACR 50 y 10% ACR 70, todas superiores al grupo control. En otro estudio en individuos con AR (30), 214 pacientes con actividad de la enfermedad a pesar de un FARME fueron tra- 134 Tabla 1. Porcentaje de respuesta ACR en dos diferentes estudios clínicos con abatacept. ESTUDIO (referencia) 1-SIN RESPUESTA ADECUADA A METOTREXATE (27) 2-SIN RESPUESTA ADECUADA A ANTI-TNF- (28) TASA DE RESPUESTA Abatacept Metotrexate + metotrexate (N=424) (N=214) Abatacept + FARME (N=258) FARME (N=133) ACR 20 Mes 3 Mes 6 Mes 12 62% 68% 73% 37% 40% 40% 46% 50% -- 18% 20% -- ACR 50 Mes 3 Mes 6 Mes 12 32% 40% 48% 8% 17% 18% 18% 20% -- 6% 4% -- ACR 70 Mes 3 Mes 6 Mes 12 13% 20% 29% 3% 7% 6% 6% 10% -- 1% 2% -- FARME = fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad tados con diferentes dosis de abatacept (0.5-2-10 mg/kg) y se compararon con placebo. Se administró la infusión en los días 1, 15, 29 y 57 del estudio y se evaluó la respuesta clínica según los criterios ACR. Hubo mejor respuesta ACR 20 al término del seguimiento en los grupos que recibieron mayores dosis: 23%, 44% y 53%, respectivamente. 1.5 Indicaciones El abatacept está indicado para el tratamiento de la artritis reumatoide moderadamente a severamente activa cuando hayan fracasado otros tratamientos o se haya obtenido respuesta inadecuada con FARME o anti-TNF- . Puede usarse como monoterapia o concomitantemente con otros FARME, diferentes de los anti-TNF- o anakinra (24-26). 135 1.6 Reacciones adversas Infecciones: informadas en 5 a 13% de los pacientes, siendo más frecuentes las del tracto respiratorio superior (especialmente nasofaringitis y bronquitis) y del tracto urinario. Neoplasias: la frecuencia global de neoplasias en estudios con- trolados con placebo ha sido similar en los grupos con abatacept en relación con los grupos de placebo. En relación con neoplasias específicas, se han encontrado más casos de cáncer pulmonar (0.2%) que con placebo (0%). Se encuentra 2.5 veces más casos de linfoma de lo esperado para el grupo etáreo y género en la población general; sin embargo hay que recordar que los pacientes con AR tienen un incremento en el riesgo de presentar linfomas. Otras neoplasias no han sido descritas (24-26). Relacionadas con la infusión: las más frecuentes han sido mareo, cefalea e hipertensión (1-2%) y se han presentado durante la primera hora de la infusión. Otros síntomas informados entre 0.1 y el 1% de las infusiones son hipotensión, disnea, náusea, tos, rubor, prurito, rash y estridor. Las reacciones agudas a la infusión son usualmente leves o moderadas (24-26). Fenómenos de inmunogenicidad: se ha descrito la aparición de anticuerpos antinucleares, anti-ADN, hasta en 8 % de los pacientes que reciben este medicamento, sin conocer realmente su significado clínico. Los anticuerpos contra abatacept se desarrollan hasta en 2% de los pacientes; no sabemos si esto afecte su eficacia o haya que modificar la dosis, tal como se ha descrito recientemente en pacientes que usan infliximab. 1.7 Dosificación Se administra en las semanas 0, 2 y 4, y posteriormente cada cuatro semanas, en una infusión endovenosa de 30 minutos de duración y de acuerdo al peso corporal. Para individuos de menos de 60 kg, se administran 500 mg en total por cada infusión; entre 60 y 100 kg, 750 mg y para aquellos de más de 100 kg se administra 1 g por infusión (24-26). 1.8 Presentación y preparación El abatacept se presenta en frasco-ampolla con liofilizado por 250 mg para reconstituir con 10 cc de agua destilada, con una jeringa estéril, libre de silicona. Debe conservarse protegido de la luz, entre 2 y 8º C. Inmediatamente después de reconstituido, se debe diluir en 100 cc de solución salina normal. No utilizar 136 en ningún momento jeringas con algún contenido de silicona (24-26). 1.9 Conclusión El abatacept es otra alternativa terapéutica eficaz en pacientes con artritis reumatoide severa refractaria, que no responde al tratamiento convencional combinado y al uso de anti-TNF, o que no toleran estas terapias. Hace falta mayor experiencia que avale su utilidad en estudios a largo plazo. 2. Rituximab 2.1 Descripción El rituximab es un anticuerpo monoclonal quimérico dirigido contra el receptor CD20 de los linfocitos B normales o malignos. Se obtiene por ingeniería genética y se produce a partir del cultivo de células de ovario de hámster chino. Se trata de una inmunoglobulina IgG1 que contiene secuencias murinas en las cadenas pesadas y livianas de la región variable (Fab), y secuencias humanas en la región constante (Fc). Su peso molecular es de 145 kilodaltons y contiene 451 aminoácidos en cada cadena pesada y 213 en cada cadena liviana (27, 28). 2.2 Mecanismos de acción y efectos inmunológicos El rituximab se une específicamente a través del dominio Fab a la fosfoproteína hidrofóbica transmembrana CD20, localizada en los linfocitos B (excepto en los pre-B tempranos y las células plasmáticas), conduciendo a su eliminación por mecanismos efectores, desencadenados por mediación de la fracción Fc. Este receptor CD20 no se encuentra en forma libre ni sufre ningún proceso de internación celular. Participa en procesos de regulación de la diferenciación que conducen a la activación celular, aunque su función precisa aún se desconoce (27, 29, 30). Los mecanismos propuestos que pueden explicar la lisis celular de los linfocitos B son (30-34): 1.Citotoxicidad dependiente de anticuerpos, mediada por receptores Fc gamma de granulocitos, macrófagos y células NK. 2.Lisis mediada por complemento (por la unión con C1q). 3.Apoptosis de linfocito B a través de inhibición del factor estimulante de linfocitos B (BLys). 137 Las propiedades farmacocinéticas del rituximab se han derivado principalmente de estudios en pacientes con linfoma (30, 34-38). La dosis usada para esta indicación es de 375 mg/m2; su vida media promedio oscila entre 70 y 80 horas. Tras la primera dosis, las células B presentadoras de antígenos disminuyen de manera sostenida en número, tanto circulante como en los tejidos, alcanzando su mayor disminución al cabo de 3 meses, comenzando su recuperación después de los 6 y regresando a su número normal entre los 9 y los 12 meses subsiguientes (39, 40). Existen informes de depleción de linfocitos B por períodos de más de tres años (41). En varios estudios se ha descrito disminución de los niveles séricos de IgG, IgM e IgA, e igualmente se ha encontrado disminución de los complejos inmunes circulantes y aumento del complemento (42-44). Los linfocitos B productores de factor reumatoideo, presentes en altas concentraciones en la sinovial reumatoidea, parecen actuar como células presentadoras de antígeno en la fisiopatología de la artritis reumatoide. La auto-perpetuación de las células B asistida por los linfocitos T y su relevancia en la patogénesis de la artritis reumatoide, sería la base para considerar que la ablación de clones de linfocitos B podría inducir la remisión de la enfermedad a largo plazo (45-48). 2.3 Uso en artritis reumatoide Las dosis iniciales correspondieron a aquellas usadas en los protocolos para linfoma, es decir 375 mg/m2 de superficie corporal cada semana durante cuatro semanas. Protocolos más recientes han empleado 1 g en dos aplicaciones, separadas entre sí por una o dos semanas. Parece ser que los corticoides acelerarían el proceso de apoptosis sin modificar sustancialmente el resultado final. Se ha recomendado su administración durante la infusión del rituximab, ya que parece disminuir la frecuencia de reacciones adversas gracias a su uso (32). La eficacia del rituximab en el tratamiento de la AR fue demostrada en el estudio de Edwards y publicada en 2004 (46). Se trata de un estudio clínico controlado en el que se usó metotrexate solo, en comparación con rituximab solo o combinado con ciclofosfamida o metotrexate, conformando cuatro grupos. Se observó mejoría a las 24 y 48 semanas, utilizando los criterios ACR 20 y ACR 50 en los grupos que recibieron rituximab, más frecuentemente que en el grupo de metotrexate solo. Igualmente se observó mejor respuesta en los grupos combinados en comparación con el grupo de rituximab solo, tanto a las 24 como a las 48 semanas. El ACR 50 alcanzado a las 48 semanas fue de 5%, 15%, 27% y 35%, 138 para los grupos metotrexate solo, rituximab solo, rituximab más ciclofosfamida y rituximab más metotrexate, respectivamente (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). Otros estudios continúan aportando evidencia en relación con la eficacia y la seguridad del rituximab en la AR, acerca de su uso concomitante con corticoides y también en relación con diferentes regímenes de dosificación. Estos apoyan el uso del metotrexate en combinación con el rituximab y la aplicación de este último en dos dosis separadas por dos semanas. Igualmente, encuentran poca utilidad en la adición de corticoides en relación con su eficacia (47-49) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A). En Colombia y Latinoamérica la experiencia con el uso de rituximab en AR ha sido positiva (50-52). Los resultados de los estudios permiten considerar su utilización para casos de AR refractarios a FARME o a otros biológicos, probablemente en combinación con el metotrexate. No está claro aún cuándo debe repetirse la dosificación. En marzo de 2006 la FDA aprobó su uso en aquellos casos de AR refractaria a los tratamientos combinados y a los anti-TNF- . 2.4 Administración y dosis La dosis recomendada del rituximab usado como agente único en los pacientes adultos, es de 375 mg/m2 de superficie corporal. Se administra en forma de infusión intravenosa una vez a la semana, durante cuatro semanas (53). Se puede administrar en régimen ambulatorio. En la AR el régimen de administración puede ser de 1g cada una o dos semanas, para un total de dos dosis (32, 54-56). La solución preparada de rituximab se debe administrar en forma de infusión intravenosa. La velocidad inicial de infusión recomendada es de 50 mg/hora; después de los primeros 30 minutos se puede aumentar 50 mg/hora cada 30 minutos, hasta un máximo de 400 mg/hora. Si se produce una reacción de hipersensibilidad, se recomienda reducir la velocidad de infusión o suspenderla y reiniciarla una vez mejoren los síntomas. Las dosis posteriores se pueden administrar a una velocidad inicial de 100 mg/hora e ir aumentando 100 mg/hora cada 30 minutos, hasta un máximo de 400 mg/hora (53). 2.5 Efectos adversos y toxicidad Se presentan reacciones de hipersensibilidad durante la infusión en aproximadamente el 10% de los pacientes y se relacionan estrechamente con la velocidad de la infusión (57). Uno 139 de los estudios más importantes al respecto fue publicado por McLaughlin y colaboradores en 1998 (53). En este estudio se encontró que las reacciones más frecuentes (>10%) son, en su orden: fiebre, escalofrío, náusea, cefalea, angioedema, astenia, prurito, dolor en el sitio de infusión, rash e hipotensión. Estas correspondieron al grado medio de toxicidad, estando muy por debajo el porcentaje de casos de grados 3 ó 4. También se observó un importante descenso en el número de reacciones después de la primera infusión, al disminuir en más de 50% durante la segunda. Tratándose de la AR y otros trastornos autoinmunes la frecuencia de efectos adversos es menor, probablemente porque una de las explicaciones para la presencia de estos síntomas en los casos de neoplasias es la liberación del contenido intracelular tras la lisis de las células malignas (58). Un estudio en AR mostró una menor frecuencia de reacciones adversas, presentándose tan sólo en 36% de los casos, la mitad de la frecuencia que en las neoplasias hematológicas (59). Aunque el rituximab induce la depleción de las células B, la incidencia de infecciones no parece ser mayor que la esperada en los casos de linfoma. Los datos de vigilancia epidemiológica en casos de linfoma no han mostrado mayor incidencia de infecciones en los casos tratados con rituximab. Sin embargo estos datos se derivan de la comparación con pacientes que recibieron quimioterapia, en quienes la incidencia de infección esperada es alta. Los datos disponibles en la actualidad muestran una tendencia al mayor número de infecciones especialmente del tracto respiratorio inferior en los casos de AR (47, 53, 60). Se ha informado acerca del desarrollo de anticuerpos humanos antiquiméricos (HACAS) tras la administración del rituximab, con más frecuencia en pacientes con lupus eritematoso sistémico que con AR o linfoma (60-62), y se sospecha que las bajas dosis y la administración sin corticoides serían las responsables de una mayor frecuencia de formación de estos anticuerpos. Esto pudiera aumentar la frecuencia de reacciones adversas. Se recomienda la observación de los pacientes durante la primera hora de la infusión y la realización periódica de un cuadro hemático completo que incluya recuento de plaquetas. No se recomienda su administración durante el embarazo. Durante el tratamiento y hasta 12 meses después de la terapia con rituximab, las mujeres en edad fértil deben usar métodos anticonceptivos debido al largo tiempo de retención del rituximab. El tratamiento con rituximab como agente único no se ha asociado con toxicidad hepática o renal clínicamente significativas, si bien se han descrito elevaciones leves y transitorias de las pruebas de función hepática. Otros efectos secundarios observados en 1% de los 140 pacientes se mencionan a continuación. Generales: dolor abdominal, dorsalgia, dolor torácico, dolor de cuello, malestar general, distensión abdominal, dolor en el sitio de infusión. Sistema cardiovascular: hipertensión, bradicardia, taquicardia, hipotensión ortostática, vasodilatación. Tubo digestivo: diarrea, dispepsia, anorexia. Sistema linfático y sanguíneo: leucopenia, linfadenopatía. Trastornos metabólicos: hiperglicemia, aumento de la LDH, pérdida de peso, edema facial y periférico, hipocalcemia, hiperuricemia. Aparato locomotor: artralgias, mialgias, hipertonía muscular. Sistema nervioso: mareo, ansiedad, depresión, parestesias, hiperestesia, agitación, insomnio, nerviosismo, somnolencia, neuritis. Aparato respiratorio: tos y asma. Piel y apéndices: sudoración, xerodermia. Organos de los sentidos: alteraciones lacrimales, otalgia, alteraciones del gusto. Aparato urogenital: disuria, hematuria (47, 63, 64). 2.6 Interacciones medicamentosas Hasta el presente no se dispone de ningún dato sobre posibles interacciones medicamentosas del rituximab. Los pacientes con títulos de anticuerpos humanos antimurinos o antiquiméricos pueden experimentar reacciones alérgicas si reciben otros anticuerpos monoclonales con fines diagnósticos o terapéuticos (53, 63). 2.7 Presentación El rituximab se presenta en ampollas de 100 mg/10 ml y en ampollas de 500 mg /10 ml. 2.8 Conclusión El rituximab es una molécula muy interesante con amplio futuro en el manejo de las enfermedades autoinmunes. A pesar de la heterogeneidad existente en los múltiples estudios dada por las diferentes presentaciones de cada enfermedad, por los diferentes regímenes de dosificación usados, la duración de los mismos, las diferencias en los métodos de evaluación de resultados, de medición de variables bioquímicas e inmunológicas, los medicamentos concomitantes disímiles en cada estudio y muchas otras variables no homogéneas en las diferentes publicaciones, creemos que los resultados nos permiten ser optimistas cuando pensamos en la relación de beneficio versus riesgo. Los resultados en términos de efectividad son alentadores y en términos 141 de riesgos, tranquilizantes. Consideramos que el rituximab se convierte en una opción terapéutica importante en artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico y otras afecciones autoinmunes de manifestaciones disímiles, en especial en aquellos casos refractarios a otros manejos. Existen indicaciones en AR seria, severa, invalidante, refractaria a los tratamientos combinados y a los medicamentos anti-TNF- , que cursan con títulos de factor reumatoideo elevado y serias manifestaciones extra-articulares. Referencias 1. Emery P. The therapeutic potential of costimulatory blockade with CTLA4Ig in rheumatoid arthritis. Expert Opin Investig Drugs 2003; 12: 673-681. 2. Collins AV, Brodie DW, Gilbert RJ, et al. The interaction properties of costimulatory molecules revisited. Immunity 2002; 17: 201-210. 3. Verwilghen J, Lovis R, De Boer M, et al. Expression of functional B7 and CTLA4 onrheumatoid synovial T cells. 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La disponibilidad de más y mejores medicamentos así como una utilización más racional de los medicamentos previamente existentes, han mejorado la calidad de vida de los pacientes, pero han incrementado los costos para todas las sociedades, en especial para países como los latinoamericanos, donde hay muchas necesidades básicas insatisfechas. Debido a lo anterior se hace imprescindible tener criterios más objetivos de evaluación y seguimiento de los pacientes que puedan apoyar al clínico en la toma de decisiones. La AR es un proceso multidimensional y por lo tanto cualquier evaluación debe ser capaz de recoger información de todos los aspectos susceptibles de cambio. Tradicionalmente, se han utilizado para la evaluación los signos y síntomas de mayor impacto de la enfermedad como son: conteo de articulaciones inflamadas y dolorosas, fuerza de prensión y rigidez matutina, entre otros, asociados a parámetros de laboratorio como los marcadores de inflamación y las radiografías. En la Tabla 1 se aprecian las recomendaciones para evaluar la actividad y extensión de la AR, que deben aplicarse desde el momento del diagnóstico (1). Esta evaluación ha sido superada por mediciones cuantitativas que han trascendido la esfera de los trabajos de investigación, que se pueden aplicar de manera rutinaria en la práctica clínica diaria y que incluyen pruebas de laboratorio, puntajes radiográficos, mediciones del estado físico y funcional, así como cuestionarios auto-administrados que indagan acerca del grado 147 Tabla 1. Evaluación basal de la actividad y daño de la enfermedad en pacientes con artritis reumatoide. Subjetivo • Grado de dolor articular. • Duración de la rigidez matutina. • Duración de la fatiga. • Limitación de la función. Examen físico • Articulaciones activamente inflamadas (cuentan las articulaciones dolorosas e hinchadas). • Problemas articulares mecánicos (disminución de movimiento, inestabilidad, deformación). • Manifestaciones extraarticulares. Laboratorio • Niveles de VSG / PCR. • Factor reumatoideo (1). • Hemograma completo (2). • Niveles de electrólitos (2). • Nivel de creatinina (2). • Nivel de enzimas hepáticas (ALT, AST) y albúmina (2). • Uroanálisis. • Análisis del líquido sinovial (3). • Guayaco (examen de las heces) (2). Otros • Estado funcional o valoración de la calidad de vida, usando cuestionarios estandarizados. • Evaluación global de la actividad de la enfermedad por parte del médico. • Evaluación del dolor por parte del paciente. • Evaluación global de la actividad de la enfermedad por parte del paciente. Radiografía • Radiografías de las articulaciones involucradas seleccionadas (4). (1) Realizar sólo como evaluación basal para establecer el diagnóstico. Si inicialmente es negativo, repetir 6 a 12 meses después de iniciada la enfermedad. (2) Realizar antes de empezar el tratamiento farmacológico para evaluar disfunción del órgano debido a comorbilidad de la enfermedad. (3) Realizar si es necesario para descartar otra patología, debe ser repetido durante el transcurso de la enfermedad para descartar artritis séptica. (4) Ayuda a establecer la línea base para monitorear la progresión de la enfermedad y la respuesta al tratamiento. AST: aspartato aminotransferasa. ALT: alanino aminotransferasa. VSG: velocidad de sedimentación globular. PCR: proteína C reactiva. 148 de dificultad para realizar actividades de la vida diaria. Estos cuestionarios se han correlacionado directamente con los marcadores individuales previamente mencionados. Las anteriores mediciones se pueden clasificar como medidas de actividad de la enfermedad, medidas radiográficas de daño articular, medidas de daño a otros órganos, medidas que evalúan tanto actividad como daño y medidas de evaluación a largo plazo (2). 2. Evaluación de la actividad y respuesta al tratamiento Las medidas que evalúan la actividad son el conteo de articulaciones dolorosas, el conteo de articulaciones inflamadas, la evaluación del dolor por parte del paciente, la evaluación global del estado de salud por parte del paciente y del médico, y los reactantes de fase aguda. La función es evaluada por cuestionarios de discapacidad funcional como el HAQ (Health Assessment Questionnaire) y el daño articular se evalúa a través de radiografías. Es importante medir adecuadamente la actividad de la enfermedad ya que su disminución constituye un objetivo terapéutico que debe ser monitorizado con regularidad. Actualmente no hay un estándar de oro para aplicar al seguimiento; sin embargo, tanto en Estados Unidos como en Europa, se han propuesto índices que tienen gran aceptación en estudios clínicos y que ahora se están utilizando en la práctica clínica diaria. En Estados Unidos el Colegio Americano de Reumatología ha propuesto el American College of Rheumatology Core Set de variables (Tabla 2), que consiste en siete medidas de actividad y daño. Igualmente estas variables sirven para realizar el seguimiento y se habla de mejorías de la respuesta clínica de 20, 50 ó 70%, dependiendo del porcentaje de mejoría alcanzado en las evaluaciones subsecuentes en los diferentes parámetros. Se considera respondedor aquel paciente que logre como mínimo una mejoría de 20% según los criterios del Colegio Americano de Reumatología en las evaluaciones de cada cuatro semanas (Tabla 3). Los criterios ACR evalúan la respuesta al tratamiento en comparación con la determinación inicial; sin embargo no brindan un puntaje global que pueda ser utilizado como un criterio para definir el tratamiento de acuerdo a la respuesta clínica. Tampoco ayudan a definir qué se considera una baja actividad de la enfermedad, por lo que presenta limitaciones importantes para ser 149 Tabla 2. Variables propuestas por el Colegio Americano de Reumatología. Conteo de articulaciones dolorosas. Conteo de articulaciones inflamadas. Evaluación global del médico. Reactantes de fase aguda: VSG o proteína C reactiva. Estado funcional. Evaluación global del paciente. Si el seguimiento es superior a un año debe agregarse una radiografía de manos. VSG: velocidad de sedimentación globular Tabla 3. Respuestas clínicas ACR 20, 50 y 70. Mejoría mayor o igual a 20%, 50% y 70% en el conteo de articulaciones dolorosas. Mejoría mayor o igual a 20%, 50% y 70% en el conteo de articulaciones inflamadas. Mejoría mayor o igual a 20%, 50% y 70% en tres de los siguientes: - Evaluación del dolor por el paciente. - Evaluación global por el paciente. - Evaluación global por el médico. - Auto-evaluación de la incapacidad por el paciente. - Reactantes de fase aguda. utilizado de rutina en la práctica clínica, aunque son frecuentemente utilizados en los ensayos clínicos (3, 4). La Liga Europea contra el Reumatismo (EULAR) ha propuesto el Puntaje de Actividad de la Enfermedad o Disease Activity Score (DAS). El DAS fue desarrollado teniendo en cuenta las decisiones terapéuticas de los reumatólogos. La decisión de comenzar un fármaco modificador de la enfermedad (FARME) adicional, fue utilizada como el estándar de oro para definir una alta actividad de la enfermedad. Por otro lado, si un tratamiento con FARME no se cambiaba o se suspendía por considerarse al paciente en remisión, se consideraba que éste se encontraba en un periodo de baja actividad. El índice inicial se basó en variables como el índice articular de Ritchie, que es un conteo de 44 articulaciones, la velocidad 150 de sedimentación globular (VSG) y la evaluación general del estado de salud, en una escala de 0 a 100 mm. Posteriormente se demostró que reduciendo el conteo articular a 28 articulaciones se mantenían las propiedades del instrumento y era más fácil realizarlo en la práctica clínica. El DAS 28 incluye cinco variables (Tabla 4). Con el DAS 28 se obtiene un número en una escala de 0 a 10 que dice cuál es la actividad del paciente. Los pacientes con DAS 28 superior a 5.1, tienen una actividad elevada; los que tienen entre 3.2 y 5.1, una actividad moderada; los que se encuentran entre 2.6 y 3.2, una actividad leve y aquéllos por debajo de 2.6 se consideran en remisión. Tabla 4. Índice de actividad de la enfermedad: DAS 28. La fórmula para calcular el DAS 28 es DAS28 = Conteo de articulaciones dolorosas (d). Conteo de articulaciones inflamadas (i). Velocidad de sedimentación globular (VSG). Evaluación global por parte del paciente (EG). Logaritmo natural (ln). El DAS y el DAS 28 no son directamente intercambiables. Hay una fórmula para hacer la conversión de DAS 28 a DAS. También se han validado las fórmulas teniendo en cuenta la proteína C reactiva (PCR) en lugar de la VSG o sin incluir la evaluación global del paciente. Un programa para conseguir una calculadora automática del DAS se encuentra en el sitio web http:// www.das-score.nl. Se considera una respuesta buena al tratamiento cuando el DAS disminuye más de 1.2 puntos con respecto a la evaluación inicial, moderada si hay una respuesta entre 0.6 y 1.2 puntos y mala si la respuesta o variación en el puntaje del DAS o DAS 28 es menor de 0.6 (Figura 1). Los criterios de respuesta de EULAR han sido validados extensamente y varios estudios han mostrado que son tan válidos como los criterios de mejoría del ACR para la evaluación en trabajos de investigación. Más recientemente se ha propuesto el Simple Disease Activity Index (SDAI) o Indice Simple de Actividad, que consiste en la suma numérica de cinco variables de actividad: articulaciones dolorosas e inflamadas basadas en el conteo de 28 articulaciones, la evaluación global del paciente y del médico en una escala visual análoga de 0-10 cm y el nivel de la PCR (mg/dl, normal = 1 mg/dl). Este índice fue validado durante el análisis de la base 151 DAS = disease activity score Van Gestel AM, et al. Arthritis Rheum 1996;39:34-40. Figura 1. Criterios de respuesta (EULAR). de datos de pacientes en estudios con leflunomida. Un SDAI mayor de 40 indica actividad alta, entre 20 y 40 actividad moderada y menor de 20 actividad leve. Un cambio de -22 puntos en el puntaje indica una mejoría importante y entre -10 y -22 una mejoría moderada. Un cambio de 9 puntos en el SDAI equivale a un cambio de 0.6 en el DAS 28 y un cambio de 16 puntos a uno de 1.2. El SDAI se correlaciona bien con el DAS 28 (5). 3. Remisión Hace algunos años la remisión, definida como un estado de inactividad de la enfermedad logrado con el empleo de los medicamentos, sólo se alcanzaba en máximo 3% de los pacientes. Actualmente se han informado tasas de remisión cercanas a 40% en algunos estudios, que utilizan los nuevos medicamentos biológicos. El alcanzar la remisión ha empezado a ser visto como un objetivo importante del tratamiento de los pacientes con AR. El Colegio Americano de Reumatología ha definido unos criterios preliminares para remisión completa (6), que se encuentran en la Tabla 5. 4. Evaluación de la función física y el daño radiográfico 4.1 Evaluación de la función física Los cuestionarios cortos que se aplican de manera autoadmi- 152 Tabla 5. Criterios para remisión completa. Se alcanza una remisión completa cuando se cumplen al menos cinco de seis criterios: 1. Rigidez matinal <15 minutos. 2. Ausencia de fatiga. 3. Ausencia de dolor (anamnesis). 4. Sin dolor articular a la palpación o a la movilización. 5. Sin inflamación en articulaciones, tejidos blandos o vainas tendinosas. 6. VSG (Westergren) <30mm/h (mujeres), <20mm/h (hombres). Exclusión: enfermedad extra-articular EULAR ha definido la remisión de acuerdo a los criterios del DAS o DAS 28, siendo el punto de corte menos de 1.6 para el DAS y menos de 2.6 para el DAS 28. Sin embargo se considera una respuesta bastante aceptable lograr un DAS 28 por debajo de 3.2. nistrada incluyen el punto de vista de los pacientes en su evaluación, ya que pueden servir para evaluar la función física, el dolor, el estado global, la fatiga y las alteraciones psicológicas. Pueden ser más reproducibles que variables como el conteo articular, la VSG, el puntaje radiológico o el DAS. El HAQ (Health Assessment Questionnaire) es utilizado como una medida sensible de incapacidad y pronóstico funcional en la AR. Ha probado ser útil en múltiples aplicaciones, desde el monitoreo en la práctica clínica diaria, hasta la predicción de mortalidad, incapacidad, utilización de servicios de salud, costos, reacciones adversas, eficacia terapéutica y discapacidad a largo plazo (7). El HAQ (Anexo 1), es fácil de realizar sin que se requiera de tiempo adicional, con las ventajas de ser sensible al cambio en cortos períodos de tiempo (2). Esto es importante teniendo en cuenta que muchos médicos no llenan otras evaluaciones rutinariamente en la consulta. Una versión en español ha sido traducida, validada y adaptada (8). Algunos autores creen que en el abordaje integral del paciente es necesario incluir otros aspectos de la enfermedad como la evaluación del dolor, la ansiedad, las alteraciones del sueño, la severidad global de la enfermedad y el estado de depresión. El AIMS (9) en español, cuestionario de impacto de la AR, es una combinación de escalas del estado de salud que evalúa aspectos físicos, emocionales y el bienestar social. El AIMS también ha sido ampliamente validado y su reproducibilidad ha sido bien documentada (10). 153 Los autores de las Guías consideran necesario introducir en la evaluación y el seguimiento de los pacientes uno de estos cuestionarios multidimensionales, apropiadamente validados. Por su corta extensión y comodidad de aplicación, se recomienda el HAQ (Anexo 1). De manera individual existen algunos factores que pueden ser utilizados para evaluar la respuesta a los tratamientos y la actividad de la enfermedad en el tiempo, implementados como parámetros de seguimiento clínico (Tabla 5). 4.2 Evaluación radiográfica La evaluación radiográfica es una medida de desenlace muy importante porque refleja el daño relacionado con el proceso patológico de base. Los pacientes pueden presentar erosiones entre 10% y 26% de los casos durante los primeros tres meses de la enfermedad y hasta en 75% de los casos a los dos años. Sólo 5% de 502 pacientes y 4% de 181 pacientes con AR temprana no tuvieron erosiones a los 5 y 10 años, respectivamente. El daño articular inicial puede presentarse en el pie, siendo la quinta articulación metatarsofalángica la más erosionada. A medida que aumenta la duración de la enfermedad, se incrementa el daño radiográfico (11). Por lo anterior, deberían tomarse radiografías de manos y pies cada seis meses durante los dos primeros años de la enfermedad, luego anualmente. Hay varios puntajes para calificar la evaluación radiológica, como el de Sharp o Larsen, que tienen el inconveniente de consumir mucho tiempo en su evaluación y requieren de experiencia. Recientemente, van der Heidje ha propuesto el SENS, que es un puntaje modificado en el que a todas las articulaciones de referencia se les da un punto por la presencia de erosiones y un punto por la presencia de estrechamiento articular. El puntaje total es la suma de las erosiones y los estrechamientos (12). 5. Conclusiones En la Tabla 6 se resumen las variables que deben ser consideradas en la evaluación y seguimiento de un paciente con AR, de acuerdo con el Colegio Americano de Reumatología (1). Los resultados de los estudios clínicos controlados han mostrado que la evaluación objetiva de los pacientes a través de los instrumentos mencionados en el capítulo brinda una mejor información, que es definitiva a la hora de la toma de decisiones. 154 Los autores de las Guías insisten en la necesidad de fomentar su empleo rutinario. Tabla 6. Valoración de la actividad de la enfermedad en artritis reumatoide En cada visita, evaluar la evidencia subjetiva y objetiva de la actividad de la enfermedad: • Grado de dolor articular (por escala análoga visual). • Duración de la rigidez matutina. • Duración de la fatiga. • Presencia de articulaciones inflamadas activas (conteo de articulaciones hinchadas y dolorosas). • Limitación de la función. • Evaluación periódica de actividad o de progresión de la enfermedad. • Evidencia de progresión de la enfermedad al examen físico (pérdida del movimiento, inestabilidad o deformidad). • Elevación de la velocidad de sedimentación globular o de la proteína C reactiva. • Progresión del daño radiológico de articulaciones comprometidas. Otros parámetros para valorar respuesta al tratamiento: • Evaluación global de la actividad de la enfermedad por parte del médico. • Evaluación global de la actividad de la enfermedad por parte del paciente. • Valoración del estado funcional o calidad de vida usando cuestionarios estandarizados. 155 Anexo 1 HAQ MODIFICADO Valor: ________ Visita No: ________________ Fecha: _________________ Sin Poca Mucha No puedo dificultad dificultad dificultad hacerlo Vestirse y arreglarse 1. Vestirse solo incluyendo atarse los cordones y abrocharse los botones 2. Lavarse el cabello Levantarse 3. Levantarse de una silla sin apoyarse 4. Acostarse y levantarse de la cama Comer 5. Cortar la carne en el plato 6. Llevarse a la boca un vaso o tasa llena 7. Abrir un envase nuevo de yogurt en cartón Caminar 8. Caminar afuera de su casa en un terreno plano 9. Subir 5 escalones } Higiene personal 10.Lavarse y secarse el cuerpo 11.Tomar y baño en tina (doblando las rodillas) 12.Sentarse y levantarse del inodoro Alcanzar cosas 13.Alcanzar y bajar un objeto de 2 kg por encima de su cabeza 14.Agacharse para recoger ropa del suelo Agarrar 15.Abrir las puertas de un auto 16.Abrir frascos que ya estén abiertos 17.Abrir y cerrar los interruptores de la luz Actividades 18.Hacer mandados e ir de compras 19.Entrar y salir de un auto 20.Hacer tareas domésticas 156 Si usted utiliza algún APARATO O UTENSILIO para desarrollar alguna de las actividades mencionadas, indique cuál: Bastón Aparatos para vestirse (calzadores, etc.) Andador Utensilios adaptados para cocinar y comer Muletas Sillas adaptadas Silla de ruedas Otro: _________________________________ Si usted necesita AYUDA DE OTRA PERSONA en alguna actividad indique cuál: Vestirse y arreglarse Comer Levantarse Caminar Si usted utiliza algún APARATO O UTENSILIO para desarrollar alguna de las actividades mencionadas indique cuál: Asiento elevado para el inodoro Aparatos con mango largo para alcanzar cosas Asiento para bañarse Utensilios con mango largo en el baño Abridor de frascos Barra para agarrarse en la tina Otros: __________________________________ 157 Referencias 1. American College of Rheumatology ad Hoc Committee on Clinical Guidelines. Guidelines for the management of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 1996; 39: 713-722. 2. Fries J, Spitz P, Kraines G, et al. Measurement of Patient Outcome in Arthritis. Arthritis Rheum 1980; 23: 137-145. 3. Felson D, Anderson J, Boers M, et al. The American College of Rheumatology preliminary core set of disease activity measures for rheumatoid arthritis clinical trials. Arthritis Rheum 1993; 36: 729-740. 4. Pincus T. The American College of Rheumatology (ACR) core data set and derivative “patient only” indices to assess rheumatoid arthritis. Clin Exp Rheumatol 2005; 23(5 Suppl 39): S109-S113. 5. Soubrier M, Dougados M. How to assess early rheumatoid arthritis in daily clinical practice. Best Practice & Research Clinical Rheumatology 2005; 19: 73-89. 6. Felson D, Andersen J, Maarten B, et al. American College of Rheumatology preliminary definition of improvement in rheumatoid arthritis. 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Van der Heijde D, Dankert T, Nieman F, Rau R, Boers M. Reliability and sensitivity to change of a simplification of the Sharp/van der Heijde radiological assessment in rheumatoid arthritis. Rheumatology 1999; 38: 941-947. 158 CAPITULO 7 Aspectos nutricionales en el tratamiento de la artritis reumatoide P uede la dieta afectar la artritis reumatoide (AR)? Esta es una pregunta muy frecuente en la consulta diaria. Se ha informado que entre 33% y 75% de los pacientes creen que los alimentos desempeñan un papel importante en la severidad de sus síntomas y entre 20% y 50% han tratado de manipular dietéticamente el tratamiento, en un esfuerzo por aligerar el sufrimiento (1). De acuerdo con una revisión reciente, en primer lugar no se ha probado una conexión entre dieta y artritis, y en segundo lugar, los efectos de una manipulación dietética en la AR son de corta duración y sólo se observan en algunos pacientes; posiblemente resulten del efecto placebo y de la sensación que obtiene el paciente de recuperar el control de su salud (Nivel de evidencia IV, grado de recomendación C) (1). Es razonable recomendar a nuestros pacientes con AR una dieta que promueva la salud y ayude a prevenir enfermedades. Esto incluye consumir variedad de alimentos, abundantes granos, cereales, frutas y vegetales, y balancearlos con actividad física y mantenimiento del peso. Otras características propias de una dieta sana son: que sea baja en grasa saturada y colesterol, moderada en azúcar y alcohol, y probablemente con suplementos de minerales y vitaminas. Es importante identificar a los pacientes con alergias alimentarias, ya que en ellos se deben excluir estos alimentos para prevenir reactivaciones de la AR relacionadas con aumento de las citoquinas originadas en macrófagos activados (2). No todos los pacientes con AR se benefician de una manipulación dietética; de hecho son muy pocos e infortunadamente no hay manera de predecir qué paciente individual puede ser beneficiado (Nivel de evidencia I, grado de recomendación B) (3). Acerca de la relación entre el consumo de carnes rojas y la AR, podemos decir que no hay una causalidad probada científicamente; no obstante, está emergiendo nueva información que ayuda a aclarar el posible vínculo. Una investigación prospec- 159 tiva de casos y controles recientemente publicada, indica que aquellos individuos con el más alto nivel de consumo de carnes rojas tuvo un aumento significativo del riesgo de poliartritis inflamatoria y AR (Nivel de evidencia IIIb, grado de recomendación B) (4). Estos hallazgos sin embargo, requieren confirmación, puesto que los autores no realizaron análisis del consumo de pescado, que podría confundir los resultados del estudio, dada su relación inversa con el consumo de carnes rojas. Además, estos resultados contradicen un estudio anterior de la cohorte de enfermeras de los Estados Unidos, que no logró demostrar relación entre el riesgo de AR y el consumo de carnes rojas (5). Aunque no hay información suficiente para concluir que la ingestión de carnes rojas aumenta el riesgo de AR, sí hay otras razones de salud para recomendar su disminución en los pacientes con AR, o con alto riesgo de AR; éstas son: la enfermedad coronaria, la diabetes mellitus tipo 2 y algunos tipos de cáncer. Hay similitudes entre la patogénesis de la inflamación reumatoide y la arterioesclerosis; es probable que la primera contribuya al aumento del riesgo cardiovascular observado en los pacientes con AR. Dado que la dieta occidental es rica en carnes rojas que podrían ser proinflamatorias, es recomendable que los pacientes utilicen más una dieta rica en pescado, que tiene efectos benéficos sobre la arterioesclerosis y la diabetes mellitus tipo 2 (5). Con relación al uso de suplementos de aceite de pescado conteniendo ácidos grasos omega 3, se encuentran estudios que favorecen su uso ya que mejoraría las variables clínicas de actividad de la AR (6); sin embargo un estudio clínico aleatorizado y controlado no mostró beneficios detectables a las dosis usadas. Es probable que a dosis adecuadas de omega 3 (3 g/día o 45 mg/kg de peso) y por un tiempo no inferior a seis meses, se puedan observar sus beneficios en: disminución del número de articulaciones dolorosas e inflamadas, disminución del tiempo de rigidez matutina, disminución de las citoquinas inflamatorias, disminución del leucotrieno B4 y disminución del consumo de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) (Nivel de evidencia III, grado de recomendación B) (6, 7). Estos efectos en el sistema inmune de los ácidos grasos omega 3 son la base racional para sugerir que podrían ser un coadyuvante lógico de los nuevos tratamientos biológicos que bloquean estas citoquinas (Nivel de evidencia III, grado de recomendación B) (8). Es importante mencionar que los 14 estudios clínicos aleatorizados con aceite de pescado publicados hasta la fecha, se han realizado en pacientes con AR establecida de larga evolución, y no hay un solo estudio en AR temprana (1). Un estudio reciente de cohorte lon- 160 gitudinal, hecho en Dinamarca en 57.000 habitantes, fue diseñado para establecer el papel de la dieta en la AR mediante el uso de un cuestionario de frecuencia de comidas. Se midió el consumo diario de grasa de pescado, frutas, vegetales, carnes, café, vitaminas, selenio y zinc, y se concluyó que no hay certeza acerca de la relación entre la dieta y el riesgo de AR. Sin embargo mostró un aparente efecto protector contra el desarrollo de la AR en aquellos individuos que consumen dietas ricas en grasa de pescado, por encima de 30 g/día de salmón, arenques, caballas y sardinas procesadas (9). Debido a los pocos casos incidentes con AR en esta gran cohorte, los autores sugieren que esta dieta debe ser utilizada por más de cinco años para que ejerza su efecto protector. Además de los efectos antiinflamatorios de los ácidos grasos omega 3 sobre la AR, es muy importante agregar el efecto benéfico cardiovascular, considerando que los pacientes con AR tienen un riesgo de infarto de miocardio tres veces mayor y una expectativa de vida más corta. Estas razones sugieren que la prevención de la enfermedad cardiovascular debe ser un objetivo privilegiado dentro del tratamiento del paciente con AR (1). Un estudio en pacientes con varios tipos de artritis demostró una disminución de 10% del colesterol total y de 3% del LDL, mientras que en el grupo control se observó un incremento en ambos tipos de colesterol (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (10). Esta medida puede ser de valor en pacientes con alto riesgo cardiovascular, de acuerdo con dos estudios (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (3, 10). Resultados similares han sido informados con el aceite de oliva que es además rico en ácidos grasos monoinsaturados, antioxidantes y fitoquímicos (11). Los beneficios cardiovasculares de los ácidos grasos omega 3 en poblaciones seleccionadas pueden resumirse así: disminución de los niveles plasmáticos de homocisteína, conocido factor de riesgo de enfermedad cardiaca isquémica; disminución de la actividad de tromboxanos plaquetarios; estabilización de prostaciclinas endoteliales; efecto antitrombótico; disminución hasta de 45% en el riesgo de muerte súbita y de reinfarto de miocardio; disminución de arritmias por estabilización eléctrica de los cardiomiocitos y supresión de la taquicardia ventricular inducible (1). En conclusión, los estudios clínicos indican que es improbable que la suplencia con aceite de pescado, omega 3 y dieta mediterránea, tengan un impacto mayor sobre el tratamiento de la AR, aunque pueden ser útiles como un adyuvantes sin mayores efec- 161 tos secundarios, y con un beneficio cardiovascular significativo en pacientes de alto riesgo. Algunos pacientes podrían también disminuir el consumo diario de AINE y con ello reducir los riesgos de sus efectos secundarios. En lo que tiene que ver con antioxidantes en la dieta y AR, de acuerdo con dos estudios, uno de casos y controles (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (12), y un ensayo clínico controlado y aleatorizado con dieta mediterránea, se concluye que un bajo nivel sérico de antioxidantes puede ser un factor de riesgo para la AR. Sin embargo, el consumir una dieta rica en antioxidantes no aumenta los niveles séricos de éstos (Nivel de evidencia II, grado de recomendación D) (13). A pesar de existir un razonamiento lógico que podría avalar el consumo de los antioxidantes en la AR, no hay evidencia de un beneficio significativo de los suplementos con vitamina E, vitamina C, ni selenio, solos ni en combinación (1). La relación del consumo de café o té con la AR aún no es clara. Un estudio procedente de Finlandia demostró un incremento del riesgo relativo de AR seropositiva en aquellos individuos que consumían más de cuatro tazas diarias de café, con relación a los que consumían menor cantidad (14). Estos resultados no se confirmaron en un estudio longitudinal con más de 120.000 mujeres, entre quienes se encontraron 480 pacientes con AR, y no se logró demostrar relación alguna entre el consumo de café o té con la AR (Nivel de evidencia III, grado de recomendación B) (15). Otras manipulaciones dietéticas, como las dietas elementales, las vegetarianas, las lactovegetarianas, los ayunos, y la más reciente, la tolerización oral con colágeno en bajas dosis, pueden mostrar alguna eficacia en la sintomatología reumatoide; sin embargo, los resultados son poco predecibles, de corta duración, y la adherencia es muy difícil de mantener en el largo plazo, por lo que no se recomiendan en la actualidad (1). Referencias 1. Stamp LK, James MJ, Cleland LG. Diet and rheumatoid arthritis: a review of the literature. Semin Arthritis Rheum 2005; 35: 77-94. 2. Karatay S, Erdem T, Yildiring K, et al. The effect of individualized diet challenges consisting of allergenic foods on TNF-alfa and IL-1 beta levels in patients with rheumatoid arthritis. Rheumatology 2004; 43: 1429-1433. 162 3. Skoldstam L, Hagfors L, Johansson G. An experimental study of a mediterranean diet intervention for patients with rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2003; 62: 208-214. 4. Pattison DJ, Symmons DPM, Lunt M, et al. Dietary risk factors for the development of inflammatory polyarthritis. Evidence for a role of high level of red meat consumption. Arthritis Rheum 2004; 50: 3804-3812. 5. Choi HK. Diet and rheumatoid arthritis: red meat and beyond. Arthritis Rheum 2004; 50: 3745-3747. 6. Cleland LG, James MJ, Proudman SM. The role of fish oils in the treatment of rheumatoid arthritis. Drugs 2003; 63: 845-863. 7. Adam O, Beringer C, Kless T, et al. Anti-inflammatory effects of a low arachidonic acid diet and fish oil in patients with rheumatoid arthritis. Rheumatol Int 2003; 23: 27-36. 8. Choi HK. Dietary risk factors for rheumatic diseases. Curr Opin Rheumatol 2005; 17: 141-146. 9. Pedersen M, Stripp C, Klarlund M, et al. Diet and risk of rheumatoid arthritis in a prospective cohort. J Rheumatol 2005; 32: 1249-1252. 10. Dessein PH, Joffe BI, Stanwix AE. Effects of disease modifying agents and dietary intervention on insulin resistance and dyslipidemia in inflammatory arthritis: a pilot study. Arthritis Res 2002; 4: R12. 11. Stark AH, Madar Z. Olive oil as a functional food: epidemiology and nutricional approaches. Nutrition Rev 2002; 60: 170-176. 12. Comsttock GW, Burke AE, Hoffman SC, et al. Serum concentrations of alfa tocopherol, beta carotene, and retinol preceding the diagnosis of rheumatoid arthritis and systemic lupus erythematosus. Ann Rheum Dis 1997; 56: 323-326. 13. Hagfors L, Leanderson P, Skoldstam L, et al. Antioxidant intake, plasma antioxidants and oxidative stress in a randomized, controlled, parallel, mediterranean dietary intervention study on patients with rheumatoid arthritis. Nutr J 2003; 2: 1-11. 14. Heliovaara M, Aho K, Knekt P, Impivaara O, Reunanen A, Aromaa A. Coffee consumption, rheumatoid factor and the risk of rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2000; 59: 631-635. 15. Karlson EW, Mandl LA, Aweh GN, Grodstein F. Coffee consumption and risk of rheumatoid arthritis. Arthritis Rheum 2003; 48: 3055-3060. 163 CAPÍTULO 8 Aspectos psicológicos del paciente con artritis reumatoide L a artritis reumatoide (AR) es una enfermedad de naturaleza crónica que afecta en forma progresiva el sistema músculoesquelético, produce daños anatómicos y discapacidad, así como efectos en el desarrollo personal, psicológico y social de los pacientes (1). En particular, la esfera psicológica se afecta con sufrimiento emocional temprano que se manifiesta por una pérdida del control y de la autoestima del paciente. También se observan efectos a largo plazo, que obligan al paciente a modificar sus metas y sus objetivos personales y familiares, de acuerdo con la evolución de la enfermedad. Tanto la ansiedad como la depresión han sido informadas con mayor frecuencia en los pacientes con AR que en otras enfermedades articulares. Varios estudios han demostrado que los parámetros clínicos y de laboratorio de la enfermedad son pobres predictores del sufrimiento emocional. La depresión se presenta en pacientes con AR con una frecuencia tres a cuatro veces superior a la de la población general (2). En la literatura mundial hay reportes de ansiedad hasta en 20% de los pacientes y trastorno depresivo mayor entre 13% y 17% (Nivel de evidencia II) (3). En Colombia hay reportes de síntomas depresivos hasta en 26% de pacientes con AR (Nivel de evidencia III) (4). Las variaciones en estos porcentajes pueden ser debidas a factores sociodemográficos y del entorno de los grupos de estudio, o a la heterogeneidad de los instrumentos de evaluación psicológicos. Ha existido un gran debate en cuanto a la relación causal entre la depresión y el dolor crónico; sin embargo, en la AR esta relación nunca se ha probado. Algunos estudios han mostrado altos coeficientes de correlación entre el nivel del dolor y el grado de depresión; sin embargo, esta relación se debilita cuando se controlan otras variables relacionadas, como son la discapacidad y los factores demográficos. Muy pocos estudios longitudinales han demostrado que los cambios en el nivel del dolor 164 estén acompañados por cambios en el nivel de depresión (Nivel de evidencia IIIb) (5). Otras variables aparte del dolor que se pueden relacionar con la depresión son: discapacidad, actividad de la enfermedad, duración de la misma, sexo, estrés social, apoyos sociales y habilidad percibida del paciente para adaptarse a la AR. Con relación a la evolución del sufrimiento emocional en la AR de reciente inicio, un estudio sueco mostró una tendencia a la disminución del sufrimiento conforme pasa el tiempo, en un seguimiento de cinco años (Nivel de evidencia IIIb, grado de recomendación C) (6). Un reciente meta-análisis incluyó 108 estudios publicados entre los años 1966 y 2000, y fue desarrollado con criterios estrictos de selección para incluir sólo estudios clínicos controlados y con métodos de evaluación de depresión estandarizados. Se obtuvieron sólo 30 estudios adecuados para el análisis, que pudieran responder preguntas sobre las relaciones entre depresión y AR (7). Los autores concluyen que los pacientes con AR tienen mayor probabilidad de ser deprimidos que los individuos normales. El tamaño del efecto es moderado (r: 0.17 de los estudios combinados). Al controlar variables que pudieran confundir como sexo, edad, y estado socio-económico, no se redujo este efecto, concluyendo que la depresión es el resultado de la AR y no de otros factores socio-demográficos. El grado de depresión en correlación con el nivel de dolor sugiere que, al menos en parte, la depresión es resultado del dolor; sin embargo, es difícil separar el efecto del dolor y de la discapacidad, ya que rara vez se presentan en forma independiente. Los autores de este meta-análisis concluyen que aún se requieren estudios para establecer la temporalidad entre las variables biológicas, psicológicas y sociales con la depresión y definir así una posible relación de causalidad. Otros estudios han explorado recientemente estas relaciones. Un estudio sugiere que la sensación de desesperanza o pérdida de control que experimenta el paciente, es un predictor de dolor. Tanto la desesperanza como el dolor y la mala adaptación producen depresión de manera indirecta (8). Este mismo estudio sugiere que el paciente que no aplica una adaptación activa y positiva, y que recurre a formas negativas de adaptación como exagerar el dolor, presentará más depresión. Es posible que las intervenciones educativas conductuales puedan modificar, tanto la desesperanza como la mala adaptación (Nivel de evidencia IV). Un estudio en pacientes con AR temprana, de menos de un año y medio de evolución, también demostró una prevalencia alta de depresión y ansiedad, afectando más a las mujeres que a los 165 hombres (9). En este estudio, el dolor fue predictor de depresión; los pacientes más jóvenes y con pobre adaptación presentaron más ansiedad (Nivel de evidencia II). Con relación al tratamiento farmacológico de la depresión mayor en pacientes con AR, un estudio aleatorizado en 54 pacientes demostró el beneficio terapéutico del tratamiento farmacológico; el adicionar un tratamiento conductual no aumenta el beneficio de manera significativa (Nivel de evidencia II, grado de recomendación B) (10). Otro aspecto importante a considerar en el tratamiento del paciente con AR es el relacionado con la actividad sexual, la cual se ve comprometida por una serie de dificultades como la incapacidad física, el dolor, la pérdida de arcos de movimiento articular y la depresión. Debe considerarse dentro del manejo integral una adecuada consejería. El aprendizaje por parte del paciente y de su pareja acerca de la enfermedad y las medicaciones utilizadas, pueden influenciar de manera positiva el afecto y la respuesta sexual. Referencias 1. González H. Factores sicosociales en artritis reumatoide. En: Ramírez LA, Anaya JM, eds. Artritis Reumatoide. Segunda Edición. Medellín: Editora Médica Colombiana S.A. (Edimeco S.A.); 2004: 301-305. 2. Murphy S, Creed FH, Jayson MIV. Psychiatric disorders and illness behavior in rheumatoid arthritis. Br J Rheumatol 1988; 27: 357-363. 3. Creed FH. Psychological disorders in rheumatoid arthritis: a growing consensus. Ann Rheum Dis 1990; 49: 808-812. 4. Rincón H, González H. Síntomas depresivos en artritis reumatoide: efectos tempranos de una intervención psicoeducativa estructurada. Rev Col Psiqui 1996; 25: 259-269. 5. Wolfe F, Hawley DJ. The relationship between clinical activity and depression in rheumatoid arthritis. J Rheumatol 1993; 20: 2032-2037. 6. Persson LO, Larsson BM, Nived K, Eberhardt K. The development of emotional distress in 158 patients with recently diagnosed rheumatoid arthritis: a prospective 5-year follow-up study. Scand J Rheumatol 2005; 34: 191-197. 7. Dickens C, McGowan L, Clark-Carter D, Creed F. Depression in rheumatoid arthritis: a systematic review of the literature with meta-analysis. Psychosom Med 2002; 64: 52-60. 8. Covic T, Adamson B, Spencer D, Howe D. A biopsychosocial 166 model of pain and depression in rheumatoid arthritis: a 12-month longitudinal study. Rheumatology 2003; 42: 1287-1294. 9. Ramjeet J, Koutantji M, Barrett EM, Scott DGI. Coping and psychological adjustment in recent-onset inflammatory polyarthritis: the role of gender and age. Rheumatology 2005; 44: 1166-1168. 10. Parker JC, Smarr KL, Salughter JR, et al. Management of depression in rheumatoid arthritis: a combined pharmacologic and cognitive behavioural approach. Arthritis Care Res 2003; 49: 766-777. 167 CAPÍTULO 9 Educación del paciente con artritis reumatoide L a educación de pacientes se define como toda experiencia de aprendizaje o de carácter instructivo diseñada para facilitar la adopción voluntaria de hábitos y conductas saludables (1); el propósito de la educación en estos casos es mantener o mejorar la salud, y en algunos casos frenar o disminuir el deterioro progresivo de la enfermedad. Específicamente en la artritis reumatoide (AR), los programas educativos van dirigidos a enseñar a los pacientes a realizar los ajustes necesarios en su vida diaria a fin de afrontar las dificultades impuestas por la enfermedad. Ello incluye: qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo, e ir perfeccionando las aptitudes para adaptarse a la enfermedad. Las intervenciones educativas en AR se clasifican en tres grandes grupos: 1. Sólo información: es decir, intercambio de información técnica a través de publicaciones escritas, folletos, artículos, conferencias, cintas de audio o de video. 2. Consejería: se refiere a programas que permiten la discusión de problemas del paciente con el terapeuta; además provee soporte social de parte del equipo de salud. 3. Tratamiento conductual: en este tipo de intervención se busca que el paciente logre cambiar sus hábitos y actitudes frente a la AR; también puede incluir entrenamiento en ciertas habilidades de adaptación y bio-retroalimentación. Una revisión sistemática de la literatura de alta calidad publicada recientemente (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (2), encontró 1423 publicaciones realizadas entre 1966 y 2002. Al aplicar los criterios de selección estrictos de Jadad et al (3), como son la aleatorización, los sesgos de selección, los de publicación, los de co-intervención y las pérdidas de pacientes, concluyó que la calidad de los estudios publicados no es alta; los puntajes globales de calidad fueron de 30% aproximado, sobre 100% deseable. Para el meta-análisis, los estudios debían eva- 168 luar el efecto de la educación en cualquiera de sus tres modalidades, con base en los desenlaces para ensayos clínicos avalados como el estándar de oro por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Liga Internacional de Asociaciones de Reumatología, y conocidos como OMERACT (Outcome Measures in Rheumatoid Arthritis Clinical Trials) (4, 5). Teniendo en cuenta estas consideraciones, el meta-análisis finalmente se realizó únicamente con los 50 estudios que llenaban los requisitos. Las conclusiones a las que llegan los autores son las siguientes: 1. Hay un efecto benéfico pequeño (expresado como diferencia media estandarizada) de la educación sobre la discapacidad funcional de los pacientes con AR, así como en el número de articulaciones inflamadas y dolorosas, en la evaluación global del paciente, en el estado psicológico y en la depresión. Este se aprecia en las primeras evaluaciones después de la intervención, pero desaparece en las finales, es decir, es de corta duración, entre 3 y 14 meses. 2. Aunque el tamaño del efecto es pequeño, los análisis de sensibilidad demuestran que es consistente. Al trasladar a porcentajes el cambio en los diferentes desenlaces, entre educación y no intervención, el resultado es el siguiente: mejoría de 10% en el HAQ (Health Assessment Questionnaire), 4% de disminución del dolor, 9% de disminución en el índice articular, 12% en el AIMS (escala de impacto de la artritis), 5% de mejoría en el estado psicológico y 12% en la depresión. Por comparación, y para hacerse una idea de lo que esto significa, el beneficio es similar al de los antimaláricos, o equivale a una décima a una cuarta parte del efecto de los corticoides en la AR (2). 3. Es necesario tener en cuenta que el efecto de la educación es suplementario o adicional al efecto del tratamiento médico estándar. También es importante reconocer que el efecto en la discapacidad puede explicarse porque la educación enseña y entrena al paciente a desarrollar sus actividades de la manera más fácil y con menor dolor. 4. Los programas conductuales son los que mejor resultado muestran, comparados con la no intervención. Sin embargo, hay muchas variaciones en la duración, la metodología y el contenido de los mismos. Incluyen algunas o todas las siguientes actividades: ejercicio físico, relajación, adaptación al dolor, bio-retroalimentación, sesiones individuales, grupales, folletos, programas de computador, cintas de audio o video, conferencias por parte de profesionales de la salud, ins- 169 tructores, enfermeras o de pacientes entrenados, etc. Así que los autores reconocen la necesidad de más investigación para precisar cuáles son los componentes más efectivos de la educación en AR. Se ha considerado que otros objetivos de la educación de pacientes en el cuidado de la salud incluyen el habilitar al individuo para tomar parte activa en su tratamiento a través del empoderamiento y de esta forma disminuir la demanda de los servicios de salud. Se acepta que para lograr un efecto en el estado de salud del paciente se requiere, como punto de partida, que la intervención educativa incremente el nivel de conocimientos del paciente sobre su enfermedad. Una revisión sistemática hecha con ensayos clínicos controlados únicamente y que debían incluir evaluaciones a largo plazo, por lo menos seis meses después de la intervención (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (6), demostró que todos los estudios dirigidos a incrementar el conocimiento y la persistencia del mismo en el largo plazo, lograron su objetivo, pero no se encontró efecto en el estado de salud. Las intervenciones conductuales lograron mejorar las habilidades de adaptación de los pacientes en el corto y largo plazo, pero sólo dos estudios lograron mejorar el estado de salud física y psicológica en el largo plazo. Los autores concluyen que no hay aún una evidencia convincente del efecto de la educación a largo plazo en el estado de salud, y que además hay muchos problemas metodológicos que pueden contribuir a sobreestimar y otras veces a subestimar el efecto de estas intervenciones en la AR. Una encuesta entre 600 pacientes del Reino Unido demostró la necesidad de información acerca de la enfermedad percibida en 82% de ellos; sin embargo, al indagar sobre su interés en hacer parte activa en la toma de decisiones con respecto al tratamiento, la mayoría no lo desea. Según el estudio, los pacientes más jóvenes y más informados sí manifestaron el deseo de involucrarse en la toma de decisiones (7). Finalmente, no debemos olvidar que la información al paciente acerca de su enfermedad es un requisito ético actual, que permite la toma de decisiones y la firma del consentimiento informado. En este sentido, la educación, por no ser una modalidad de tratamiento, no está encaminada a disminuir el número de articulaciones inflamadas ni la velocidad de sedimentación globular. La educación es un aspecto esencial de la calidad de atención en salud que reciben los pacientes. 170 Referencias 1. Lorig K, Lubeck D, Kraines R, Seleznick M, Holman H. Outcomes of self-help education for patients with arthritis. Arthritis Rheum 1985; 28: 680-685. 2. Riemsma RP, Taal E, Kirwan JR, Rasker JJ. Systematic review of rheumatoid arthritis patient education. Arthritis Rheum 2004; 51: 1045-1059. 3. Jadad A, Moore A, Carroll D, et al. Assessing the quality of reports of randomized clinical trials: is blinding necessary? Control Clin Trials 1996; 17: 1-12. 4. Tugwell P, Boers M, for the OMERACT Committee. Developing consensus on preliminary core efficacy endpoints for rheumatoid arthritis clinical trials. J Rheumatol 1993; 20: 555-556. 5. Brooks P, Hochberg M. Outcomes measures and classification criteria for the rheumatic diseases: a compilation of data from OMERACT (Outcome Measures for Arthritis Clinical Trials), ILAR (International League of Associations for Rheumatology), regional leagues and other groups. Rheumatology 2001; 40: 896-906. 6. Niedermann K, Fransen J, Knols R, Uebelhart D. Gap between short and long-term effects of patient education in rheumatoid arthritis patients: A systematic review. Arthritis Care Res 2004; 51: 388-398. 7. Neame R, Hammond A, Deighton C. Need for information and for involvement in decision making among patients with rheumatoid arthritis: a questionnaire survey. Arthritis Care Res 2005; 53: 249-255. 171 CAPITULO 10 Rehabilitación en artritis reumatoide L as medidas de rehabilitación son un tópico de mucha importancia en el tratamiento de la artritis reumatoide (AR), debido al enorme potencial que tiene la enfermedad de producir limitación funcional e invalidez. La deficiencia funcional está determinada fundamentalmente por: el dolor, el compromiso inflamatorio que lleva a rigidez o limitación articular, la atrofia y pérdida de la fuerza muscular y la disminución de la tolerancia cardiovascular al ejercicio. Los anteriores factores provocan una limitación en la capacidad de traslados y de autocuidado, resultando en desventaja para las actividades de la vida diaria y disminución o pérdida de la capacidad de desempeñarse en forma adecuada en el ambiente familiar, social y laboral. Afortunadamente los pacientes con AR, además del tratamiento farmacológico adecuado, son susceptibles de un entrenamiento de su capacidad muscular y cardiovascular, mejorando su estado funcional, facilitando la optimización de sus actividades de la vida diaria. Debe destacarse además la sensación de bienestar que se logra con el entrenamiento físico. La rehabilitación de los pacientes con AR tiene como objetivos generales: 1) Disminuir el dolor; 2) Disminuir la hinchazón articular; 3) Disminuir la rigidez articular; 4) Corregir o prevenir las deformidades articulares; 5) Aumentar el rango de movilidad articular; 6) Mejorar la fuerza muscular; 7) Mejorar la capacidad de marcha y traslados; 8) Disminuir la fatiga y mejorar la tolerancia al ejercicio; 9) Mejorar la capacidad funcional global. El funcionamiento es reconocido como un resultado importante en la AR y cada vez hay más estudios que lo toman como un desenlace final. Estas investigaciones han sido guiadas predominantemente desde una perspectiva médica, en la cual el funcionamiento y la salud son vistos primariamente como una consecuencia de la enfermedad. Por lo tanto, se requiere de la medición del funcionamiento y la salud para evaluar los resultados relevantes de una investigación (1). 172 Desde el punto de vista de medicina de rehabilitación, el funcionamiento representa no sólo un resultado sino también el punto de partida de la evaluación clínica, de la intervención y de la medición de la calidad del tratamiento. El funcionamiento está íntimamente relacionado e influenciado por el ambiente y las características de la persona. Por lo tanto, la base del cuidado de rehabilitación en los pacientes con AR empieza con un entendimiento profundo de los determinantes del funcionamiento y de sus interacciones con los factores personales y ambientales. Para entender estas interrelaciones es de gran utilidad el modelo biopsicosocial plasmado en la Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (2), aprobada por la Asamblea de esa organización en Mayo de 2001. Sus componentes son los siguientes: funciones corporales, estructuras corporales, actividad y participación, y factores contextuales. Las funciones corporales están definidas como las funciones fisiológicas de los sistemas corporales e incluyen las funciones psicológicas. Las estructuras corporales son las partes anatómicas como órganos, extremidades y sus componentes. Las alteraciones de la función y las anormalidades de la estructura se han definido como deficiencias, las que a su vez se refieren a una desviación o pérdida de las estructuras (ej. deformidad de las articulaciones) y/o de las funciones (ej. reducción en el rango de movilidad, debilidad muscular, dolor y fatiga). El término actividad se refiere a la ejecución de una tarea o acción por una persona y representa la perspectiva individual del funcionamiento. Las dificultades en el nivel de actividad son referidas como limitación en la actividad (ej. limitaciones en la movilidad: caminar, subir escaleras, agarrar o cargar). Participación se refiere al desenvolvimiento de una persona en una situación de vida y representa la perspectiva social del funcionamiento. Los problemas que experimenta esa persona en el desenvolvimiento en situaciones de vida son llamados restricciones en la participación (restricciones en la vida comunitaria, en la recreación y el ocio). Los factores contextuales son el contexto completo y la situación de vida de una persona. Los factores ambientales incluyen el ambiente físico, social y actitudinal en el cual el paciente vive. Estos factores son externos a la persona y pueden ser influencias positivas o negativas; es decir que pueden representar un facilitador o una barrera para ella. Los factores personales se refieren a sus características que no forman parte de su condición de 173 salud, como el sexo, la edad, la raza, el estado físico, el estilo de vida, los hábitos y el contexto social. Los factores de riesgo pueden ser descritos como factores personales (estilo de vida, herencia) y como factores ambientales (barreras arquitectónicas, condiciones del trabajo etc.). Los factores de riesgo no sólo están asociados con el inicio del proceso discapacitante, sino que también pueden interactuar con el mismo. Con base en este modelo, el funcionamiento muestra los aspectos positivos y la discapacidad los aspectos negativos de la interacción entre una persona y su condición de salud, y los factores contextuales (ambientales y personales) de ese individuo. Así, discapacidad es el término más utilizado, pues es un término general que cobija deficiencias, limitaciones en las actividades y restricciones en la participación. Sin embargo, desde la perspectiva biopsicosocial, el funcionamiento está implícito cuando se habla de discapacidad y viceversa. Los pacientes con AR, debido a la limitación en la movilidad articular, la disminución de la fuerza muscular y el dolor, presentan un importante compromiso funcional, con disminución en la calidad de vida y aumento en los gastos en salud (3). Por lo tanto, es imperativo incluir en su manejo un programa de rehabilitación con un enfoque multifactorial y que utilice todas las técnicas de rehabilitación necesarias: 1) Rehabilitación funcional: terapia manual, ejercicio y medios físicos; 2) Terapia ocupacional: para facilitar el desempeño de las actividades de la vida diaria, adaptación de ortosis y equipos adaptativos; 3) Educación y reeducación: para lograr más adherencia al tratamiento y aprender a proteger las articulaciones más afectadas y 4) Rehabilitación profesional: para conservar un lugar en el medio laboral. 1. Ejercicio terapéutico El manejo de rehabilitación funcional incluye la prescripción de ejercicio y de períodos de reposo o de modificación de la actividad según las condiciones del paciente. El reposo relativo puede ser beneficioso para las articulaciones inflamadas, pero debe evitarse a largo plazo debido a sus efectos colaterales potencialmente deletéreos (4). En la fase aguda, el reposo de las articulaciones comprometidas puede ayudar para el manejo del dolor y la disminución de la inflamación. Sin embargo, la inactividad también puede causar disminución en el rango de movimiento, pérdida de fuerza, alteración en la respuesta a la carga articular y disminución de la capacidad aeróbica. Un estudio publicado 174 en 1987 mostró el beneficio de la modificación en la actividad, de reconocer las actividades que causan dolor y fatiga y de tener períodos de interrupción de la actividad de 30 minutos en pacientes con AR (5) (Nivel de evidencia II, grado de recomendación B). El programa de ejercicio, por su parte, incluye programas de estiramiento, de fortalecimiento muscular y de acondicionamiento aeróbico. Estiramiento: el estiramiento activo y activo asistido de todas las articulaciones mayores no inflamadas, es esencial para prevenir la formación de contracturas y mantener un rango de movilidad que permita realizar la mayoría de las actividades de la vida diaria. En los pacientes que permanecen en cama, lo más importante para prevenir las contracturas es colocar las articulaciones en una posición adecuada. Siempre se deben evitar los estiramientos agresivos. Fortalecimiento: los ejercicios de fortalecimiento se deben utili- zar en articulaciones no inflamadas. Los ejercicios isométricos, es decir los que no implican cambio en la longitud del músculo, pueden ayudar a mantener la fuerza evitando el trauma y la fatiga. En pacientes con AR se ha visto que el fortalecimiento isométrico puede reducir el esfuerzo para desempeñar las actividades de la vida diaria y aumentar la capacidad de trabajo. El programa de ejercicio debe progresar lentamente, vigilando la aparición de signos inflamatorios (6) (Nivel de evidencia IIIb, grado de recomendación C). El programa de ejercicios debe ser individualizado, debido al curso variable de la AR. Además de las recomendaciones del médico y la experiencia del terapeuta, es muy importante la habilidad del paciente para modificar el programa de ejercicio de acuerdo con el estado de salud actual (7). Los pacientes con una AR relativamente estable y sin compromiso importante de las grandes articulaciones, que comprendan y reconozcan sus oportunidades y limitaciones, pueden estar en condiciones de disfrutar de programas de actividad física en grupo o comunitarios. En varios estudios, van den Ende (8, 9), y sus colaboradores mostraron que programas de ejercicio intenso por corto tiempo, consistentes en fortalecimiento dinámico e isométrico y bicicleta, podrían mejorar la fuerza sin tener un efecto deletéreo sobre la actividad de la enfermedad (Nivel de evidencia I, grado de recomendación B). Sin embargo, el efecto del impacto del ejercicio de alta intensidad sobre las grandes articulaciones con 175 daño articular preexistente está aún bajo debate, especialmente para el hombro y la articulación subtalar (10). Por lo tanto, los pacientes con AR con cambios radiológicos significativos en las grandes articulaciones no se deben animar a participar en este tipo de programas a menos que se tomen medidas protectoras individuales para evitar el daño de articulaciones específicas. Se requiere más investigación a largo plazo con estudios grandes observacionales que incluyan pacientes con AR en varios estadíos de la enfermedad, para determinar los efectos del ejercicio sobre el daño articular y la durabilidad de las prótesis de las articulaciones que soportan peso. Acondicionamiento aeróbico: la práctica regular de ejercicio es recomendada entre la población sana para prevenir un gran número de morbilidades tales como enfermedad cardiovascular, osteoporosis y obesidad. Los pacientes con AR están en riesgo de disminuir su capacidad física y funcional como consecuencia de su enfermedad y su tratamiento, y tienen una mayor morbilidad y mortalidad cardiovasculares en comparación con personas sanas. Además, estos individuos están en mayor riesgo de sufrir osteoporosis y fracturas osteoporóticas, especialmente de cadera, las cuales tienen una alta morbilidad. Se ha realizado un gran número de estudios con diferentes muestras y diseños para investigar si los pacientes con AR se podrían beneficiar de un programa de ejercicios de la intensidad de un programa cardiovascular (11-13). El consenso es que con 30 minutos de ejercicio durante cinco o más días a la semana (14), las personas con AR mejoran su estado físico aeróbico, la fuerza muscular, la movilidad articular, la habilidad funcional y el estado de ánimo (Nivel de evidencia II, grado de recomendación B). Otros estudios del efecto del ejercicio en piscinas de agua caliente sugieren que el ejercicio dentro del agua disminuye las fuerzas contra las articulaciones y el calor ayuda a disminuir el dolor articular y el espasmo muscular. Se ha descrito un aumento en la fuerza y en la resistencia, así como en la capacidad aeróbica con el programa realizado dentro del agua (15) (Nivel de evidencia IIIb, grado de recomendación C). Así mismo, estos programas sirven en individuos con dificultades en la carga de peso y con alteraciones del equilibrio. El Panel de Ottawa (16) fue convocado para evaluar la evidencia de la efectividad de diez intervenciones de rehabilitación para AR. El desarrollo del proceso de estas guías de práctica clínica basadas en la evidencia fue similar al del Panel de Philadelphia, excepto que se utilizó una población diferente (17). Evaluaron y sintetizaron la evidencia de pruebas controladas comparativas 176 utilizando los métodos de Cochrane. Formaron un panel de expertos invitando profesionales de organizaciones líderes. Este panel desarrolló una serie de criterios para graduar la fuerza de la evidencia y de la recomendación. Las intervenciones de rehabilitación relacionadas con ejercicios terapéuticos fueron identificadas como ejercicios de fortalecimiento funcional específico, ejercicios de fortalecimiento funcional de todo el cuerpo y actividad física. Los ejercicios de fortalecimiento fueron definidos como ejercicios de resistencia isométricos, concéntricos, excéntricos e isoquinéticos. Los ejercicios de fortalecimiento funcional específico fueron definidos como ejercicios de fortalecimiento aplicados a músculos que cruzan una articulación específica o una parte específica del cuerpo, tales como la mano, el hombro o la rodilla. Los ejercicios de fortalecimiento funcional de todo el cuerpo fueron definidos como ejercicios de fortalecimiento general aplicados a músculos que cruzan muchas articulaciones o dentro de grandes partes del cuerpo comprometiendo varias articulaciones, tal como la extremidad inferior. La actividad física fue definida como una combinación de ejercicios de fortalecimiento y ejercicios aeróbicos (es decir ejercicio terapéutico y actividades para aumentar la resistencia). La terapia manual fue definida como movimientos articulares fisiológicos pasivos y accesorios, estiramientos musculares y movilización de tejidos blandos aplicados a una articulación específica. Los resultados fueron clasificados a priori de acuerdo con estos conceptos: 1- Deficiencia de órganos y sistemas: número de articulaciones inflamadas, número de reactantes de fase aguda, daño radiológico y efectos colaterales. 2- Habilidades y discapacidades: reducción del dolor, fuerza muscular, rango de movimiento, estado postural y duración de la rigidez matinal. 3- Hábitos de vida y situación de invalidez: evaluación médica global, evaluación global del paciente, estado de la marcha, velocidad para caminar, cadencia, longitud del paso, estado funcional, adherencia del paciente, satisfacción del paciente, tiempo de permanencia, disposición para el alta, calidad de vida y regreso al trabajo. Evaluaron estudios que medían en sus resultados alguno de los anteriores desenlaces y que comparaban el ejercicio terapéutico para la AR con un control. Los estudios examinaron dife- 177 rentes tipos de ejercicio como: 1) Fortalecimiento funcional del hombro; 2) Fortalecimiento de la mano; 3) Fortalecimiento de la rodilla; 4) Fortalecimiento global; 5) Programa de ejercicio de fortalecimiento global de baja intensidad en grupo, comparado con programa de instrucciones para la casa; 6) Actividad física comparada con reposo en cama; 7) Ejercicio individualizado de fortalecimiento global de baja intensidad, comparado con un grupo control que recibía instrucciones escritas para un programa de ejercicio en casa; 8) Ejercicio global de alta intensidad en grupo versus grupo control con plan casero de ejercicios y 9) Grupo de ejercicio de baja intensidad versus grupo de ejercicio de alta intensidad. El Panel de Ottawa concluyó que el ejercicio terapéutico, incluyendo el fortalecimiento funcional específico y el fortalecimiento funcional de todo el cuerpo, son una intervención benéfica para los pacientes con AR. También se encontró que el beneficio del ejercicio puede variar de acuerdo con el estadio de la enfermedad y el período de tiempo durante el cual fueron medidos los resultados. Los beneficios clínicos se refieren a alivio del dolor, fuerza de los miembros superiores (agarre), fuerza de los miembros inferiores y estado funcional. Otros beneficios incluyen mejoría en la función global y, de particular importancia debido a su impacto socioeconómico, disminución en el número de incapacidades laborales. En la presencia de una enfermedad inflamatoria como la AR, un programa de ejercicio de baja intensidad favorece la reducción del dolor y la mejoría del estado funcional en comparación con un programa de alta intensidad, el cual puede exacerbar el proceso inflamatorio y tiene el riesgo de dañar las articulaciones afectadas; esto difiere de lo que se ha encontrado en enfermedades no inflamatorias, como la osteoartritis (18). Los cambios fisiológicos en las concentraciones de opioides en plasma sustentan la reducción del dolor observada en pacientes con AR después del ejercicio (19). El Panel determinó un nivel de evidencia I para que el ejercicio terapéutico de fortalecimiento funcional y el ejercicio de baja y alta intensidad sean incluidos en la intervención de pacientes con AR, con grado de recomendación A para dolor, función y fuerza de agarre; grado B para incapacidad laboral y fuerza muscular de los miembros inferiores y grado C para derrame articular. El ejercicio terapéutico reduce el dolor a medida que mejora la fuerza muscular periarticular, la capacidad aeróbica y la movilidad articular. Esta recomendación está en concordancia con otras guías y protocolos (20, 21), con revisiones sistemá- 178 ticas y con la literatura existente (22-25). Existen variaciones sutiles entre las diferentes recomendaciones, dependiendo de los resultados estudiados. El Panel de Ottawa encontró evidencia para recomendar y apoyar el uso de ejercicios terapéuticos en el manejo de la AR, especialmente fortalecimiento funcional de la rodilla, fortalecimiento funcional de todo el cuerpo, actividad física general y ejercicios de baja intensidad para todo el cuerpo. Sin embargo, falta evidencia para determinar si el uso de ejercicios de fortalecimiento del hombro y de la mano, y ejercicios de alta intensidad para todo el cuerpo o terapia manual, deben ser excluidos o incluidos en la práctica diaria de rehabilitación física para el manejo de AR. Es importante anotar que esas recomendaciones están limitadas por consideraciones metodológicas como la calidad de los estudios publicados, incluyendo las descripciones generalmente pobres de los programas de ejercicio terapéutico. Hay que tener además en cuenta que en la práctica diaria de los servicios de rehabilitación se usan a menudo intervenciones concomitantes (26) como crioterapia, baños de parafina y electroterapia, con el fin de aliviar el dolor o como tratamiento de preparación antes de la intervención con el ejercicio. El uso de una intervención aislada no refleja la complejidad del enfoque global adoptado por los especialistas de rehabilitación en las situaciones clínicas reales. Además, la imposibilidad de hacer un enmascaramiento real, es un problema común en los estudios de intervenciones de rehabilitación (27). 2. Medios físicos En general, el uso de los medios físicos en la AR se justifica por su efecto sobre el tejido conectivo periarticular produciendo analgesia, mejoría del proceso inflamatorio y facilitación de la movilidad (28). Sin embargo, al prescribir o utilizar cualquiera de las modalidades, hay que reconocer que faltan estudios bien diseñados acerca de la efectividad de los medios físicos, específicamente en los procesos inflamatorios de la AR. De todas formas, son estrategias de tratamiento promisorias (29). También se debe tener en cuenta que son métodos de tratamiento fáciles de aplicar y no invasivos, con muchos menos efectos colaterales o contraindicaciones que los tratamientos farmacológicos. 179 Los medios físicos más utilizados en el tratamiento de la AR son: termoterapia superficial o profunda, ultrasonido, estimulación eléctrica, láser de baja intensidad. Termoterapia: se puede utilizar el calor superficial, el calor pro- fundo o la crioterapia. El calor produce sedación, analgesia, y además promueve la resolución de la inflamación. El método más evaluado de aplicación de calor superficial son los baños de parafina, los cuales han demostrado mejorar la rigidez, disminuir el dolor e incrementar el rango de movilidad articular, especialmente cuando se combina con ejercicio terapéutico (30). En general la termoterapia, en la forma de calor superficial, es utilizada por su efecto vasodilatador, el cual aumenta el metabolismo celular y el flujo sanguíneo, para una preparación óptima del músculo antes de la práctica del ejercicio terapéutico. Los estudios muestran un nivel de evidencia I y un grado de recomendación grado C para el dolor, la fuerza de agarre y la sensibilidad a la palpación, en cuanto a la parafina sola. Sin embargo se puede establecer una recomendación grado A para la movilidad articular al mes y grado C para la fuerza de agarre, la función y el dolor, y la movilidad al mes, en pacientes con AR crónica en estados I y II. El mecanismo de acción de la crioterapia no está bien esclarecido, aunque algunos estudios fisiológicos han demostrado efectos sobre la circulación y la regulación de la temperatura, el espasmo muscular y la inflamación local; sin embargo, no se ha estudiado bien los resultados de esta crioterapia en el tratamiento de la AR. Ultrasonido: los efectos fisiológicos del ultrasonido son funda- mentalmente mecánicos, aumentando la permeabilidad de la piel, disminuyendo la respuesta inflamatoria, reduciendo el dolor y facilitando el proceso de resolución de la lesión. Además, reduce la velocidad de conducción nerviosa de las fibras nociceptivas y tiene efectos térmicos que reducen el espasmo muscular y el dolor (31). Aparentemente el ultrasonido terapéutico es más efectivo para pacientes con AR de evolución crónica y una actividad moderada de la enfermedad, que en los procesos agudos (32). La forma de aplicación más estudiada es sobre la mano sumergida en agua, con intensidad de 0.5 watt/cm2, en estudios de nivel de evidencia I, con recomendaciones grado A para mejoría del dolor de las manos (beneficio clínicamente importante) y grado C (poco beneficio) para la hinchazón y la rigidez de las 180 manos. Lo anterior es válido para pacientes con AR que compromete las manos, en un estado funcional I ó II. Estimulación eléctrica transcutánea (TENS): se considera que el mecanismo de acción de la estimulación tipo TENS se basa en el efecto sobre las fibras gruesas tipo A alfa y beta, las cuales provocan a nivel de las astas posteriores medulares la activación de mecanismos intrínsecos antinociceptivos, tanto locales como de inhibición descendente, además de la liberación de opioides endógenos (33). El tipo de frecuencia utilizado en la estimulación parece tener importancia en el efecto analgésico sobre los pacientes con AR. La estimulación de baja frecuencia y alta intensidad, tipo acupuntura, es considerada superior a la estimulación convencional de varias frecuencias; sin embargo, parece que los pacientes no encuentran diferencia entre los dos sistemas (34). La estimulación tipo TENS se recomienda en la AR como método para disminuir el dolor y mejorar la fuerza muscular. En general, la evidencia es nivel I para el tratamiento de dolor y la recomendación es grado A para el dolor y grado C para la percepción global del paciente en lo referente al compromiso de manos y muñecas. Estimulación eléctrica muscular: es utilizada para optimizar el trabajo de fortalecimiento muscular; sin embargo no hay estudios con diseño aceptable, de intervención, con comparación de grupos o de resultados, que permitan realizar recomendaciones acerca de la utilización de dicha modalidad terapéutica en los pacientes con AR (35). Estimulación con láser: la estimulación con láser de bajo nivel se ha recomendado para la disminución del dolor en los pacientes con AR, pues en los estudios fisiológicos se han encontrado efectos antiinflamatorios y analgésicos. Se sabe que modifica la actividad nerviosa periférica y produce una disminución en la sensación de dolor, particularmente cuando el síntoma es de evolución crónica, como en la AR. Sin embargo se necesitan más estudios para determinar la dosis, la longitud de onda óptima, la técnica de aplicación, la duración del tratamiento y los efectos a largo plazo (36, 37). Existe evidencia de nivel I para la aplicación sobre la mano, la muñeca y los pies, con recomendación grado A para el dolor a los tres meses y grado C para la mejoría de la función, la sensibilidad y la fuerza de agarre entre los tres y seis meses. 181 3. Terapia ocupacional La terapia ocupacional se puede considerar como una piedra angular en el manejo de la AR. En efecto, a través del entrenamiento en la función motora y el entrenamiento en destrezas, la instrucción sobre protección articular y conservación de energía y las recomendaciones sobre el uso de aditamentos de ayuda y provisión de férulas, mejora la habilidad funcional y la calidad de vida relacionada con la salud en pacientes con esta enfermedad. Un estudio mostró que la terapia ocupacional mejoró el autocuidado, aunque no cambió el estado de salud en pacientes con AR temprana (38). Su eficacia también fue estudiada en una revisión sistemática de Cochrane (39), la cual encontró una fuerte evidencia de la eficacia de las indicaciones en cuanto a la protección articular, evidencia de la disminución del dolor con el uso de férulas y una limitada evidencia de que el tratamiento completo de terapia ocupacional mejore la habilidad funcional. Las principales deformidades que limitan el funcionamiento del paciente como resultado de la AR son las que comprometen las manos, las rodillas, el pie y el hombro. En estos casos el terapeuta debe enseñar a los pacientes el rango apropiado de movimiento para los ejercicios y cuáles movimientos evitar (por ejemplo esos que crean gran tensión de los dedos). Debe recomendarse también la adaptación de ortosis y aditamentos que pueden hacer las actividades de la vida diaria más fáciles, llevando a un mayor grado de independencia. 4. Ortosis y aditamentos Las metas primarias en el tratamiento de la mano reumatoidea son prevenir la deformidad y aliviar el dolor, para lo que se utilizan férulas estáticas de uso principalmente nocturno que mantienen las articulaciones de la muñeca y los dedos en una posición de reposo adecuada. Con respecto a los aditamentos, un estudio realizado en la Universidad de Pretoria (40), mostró que los que más se usan son los que ayudan a abrir los grifos del agua y los que aumentan el tamaño del mango del cuchillo, lo que está en relación con la principal causa de dificultad en las actividades de la vida diaria, que es la disminución en la fuerza del agarre. En el manejo conservador del pie reumatoideo, para reducir el dolor asociado con la marcha y la carga de peso, existen una variedad de métodos que van desde la utilización de un calzado de la talla y el estilo apropiados, hasta la incorporación de dife- 182 rentes materiales en la construcción del zapato. Además de las modificaciones, se emplean plantillas y ortosis fabricadas a la medida para manejar problemas del pie y el tobillo artríticos, como las ortosis para corregir la deformidad en valgo del retropié (41). Los materiales menos rígidos tienden a ser más cómodos pero ofrecen menos control biomecánico de las articulaciones subluxadas. Las ortosis tobillo-pie (OTP) se pueden emplear para disminuir las contracturas en equino o para ayudar a los músculos dorsiflexores del tobillo cuando están debilitados. 5. Rehabilitación profesional Aproximadamente un tercio de las personas con AR abandonan su empleo prematuramente y el costo de la incapacidad laboral debida a la AR es sustancial, tanto para los individuos como para la sociedad. Varios estudios han encontrado que la incapacidad resulta de una compleja interacción de las características individuales, la naturaleza del trabajo y el ambiente laboral, incluyendo el sitio físico del trabajo, las políticas de colocación y las relaciones interpersonales en la empresa (42). Es aquí donde la rehabilitación profesional tiene su campo de acción. Esta se define como el proceso continuo y coordinado de adaptación y readaptación, que comprende el suministro de medios especialmente de evaluación, orientación, adaptación, formación y colocación, para que la persona con discapacidad obtenga y conserve un empleo adecuado. Hay acuerdo general en que la evaluación e intervención vocacionales deben ocurrir temprano en el curso de la AR y los pocos estudios publicados han mostrado efectos benéficos. Sin embargo, la conclusión es que en la evaluación de los pacientes que se encuentran empleados y de aquellos que están buscando empleo, se debe considerar el análisis de posibles limitaciones en el trabajo y de una potencial rehabilitación profesional. Además, se requiere fomentar el desarrollo y la evaluación de los programas de conservación y regreso al trabajo para pacientes con AR. Referencias 1. Cieza A, Stucki G. Understanding functioning, disability, and health in rheumatoid arthritis: the basis for rehabilitation care. Curr Opin Rheumatol 2005; 17: 183-189. 183 2. World Health Organization: International Classification of Functioning, Disability and Health. ICF, WHO, 2001. 3. Kobelt G, Eberhardt K, Johansson B. Economic consequences of the progression of rheumatoid arthritis in Sweden. Arthritis Rheum 1999;42: 347-356. 4. Johns Hopkins Arthritis Website http://www.hopkins-arthritis.org/ mngmnt\ra _rehab.html 5. Gerber L, Furst G, Shulman B, et al. 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La intervención terapéutica temprana en la artritis reumatoide (AR) modifica el curso de la enfermedad, resultando en menor daño articular y discapacidad. La supresión de la inflamación previene la progresión del daño del cartílago y el hueso; estudios observacionales sugieren que el daño erosivo se establece tan pronto como se inicia la enfermedad. En una cohorte de pacientes con AR temprana, incluidos cuando la enfermedad tenía menos de un año de evolución, 70% presentaba daño articular radiológico al cabo de tres años de seguimiento, siendo mayor el daño durante el primer año. Por esta razón se ha sugerido que la AR sea manejada como una “emergencia médica” (2, 3). 2. Factores predictores de la enfermedad Estudios de cohortes tratan de predecir cuáles pacientes con una artritis no definida desarrollarán AR; en este caso los anticuerpos anticitrulina (anti - CCP) cobran importancia. En la clínica de artritis temprana de Leiden encontraron que la presencia de estos anticuerpos en pacientes con artritis no diferenciada confiere un OR de 37.8 para desarrollar una AR a los tres años de seguimiento (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (4). Es difícil establecer el riesgo en fase preclínica. La presencia de anticuerpos anticitrulina 2.5 años antes del inicio de los síntomas confiere un OR de 28.9, mayor que el OR de 11,4 que 187 otorga el factor reumatoide IgA. Sin embargo, su utilidad como prueba de tamizaje es pobre por la baja prevalencia de AR en la población general. Por lo tanto es útil sólo en poblaciones seleccionadas con factores de riesgo para desarrollar AR (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (4-6). 3. Diagnóstico El diagnóstico de AR temprana tiene algunas limitaciones: 1. No hay características específicas al inicio de la enfermedad y los signos clínicos característicos se desarrollan gradualmente con el tiempo. 2. La AR temprana puede ser indistinguible de otras enfermedades como artropatía postviral, espondiloartropatías tempranas y artritis autolimitadas. 3. Los actuales criterios carecen de sensibilidad para el diagnóstico de la AR temprana. El Colegio Americano de Reumatología estableció en 1987 los criterios de clasificación para la AR, que en la práctica clínica son utilizados como criterios de diagnóstico (Tabla 1) (5). Estos criterios fueron desarrollados en una población de pacientes seleccionados, que tenían por lo menos siete años de evolución de la enfermedad, es decir una enfermedad bien establecida. Fueron diseñados con el fin de clasificar la enfermedad y no con fines de diagnóstico. Cuando los criterios fueron aplicados para evaluar pacientes con enfermedad de menos de un año de duración, la sensibilidad disminuyó a 81%, comparada con 91%, observada en pacientes con enfermedad más prolongada (6). En la cohorte del Norfolk Arthritis Register (NOAR), donde Tabla 1. Diagnóstico de artritis reumatoide. Criterios del Colegio Americano de Reumatología Al menos 4 de los siguientes criterios • Rigidez matutina >1 hora • Artritis de tres o más articulaciones • Artritis de las articulaciones de las manos • Artritis simétrica • Nódulos reumatoideos • Factor reumatoideo sérico • Cambios radiográficos 188 desde 1990 se hace seguimiento de nuevos casos de poliartritis inflamatoria, médicos de atención primaria que aplican los criterios del Colegio Americano de Reumatología, encontraron que en la primera visita solamente 38% de los pacientes cumplían dichos criterios. Al cabo de cinco años esta cifra se incrementaba a 66% (6). Revisando la evidencia, Emery y colaboradores concluyen que las erosiones se presentan precozmente y que el inicio temprano de fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME) disminuye su progresión, mejora el desenlace y favorece la calidad de vida. Ellos indican que la presencia de una serie de criterios (que deben ser buscados en el primer nivel de atención para garantizar una oportuna remisión), determinan la sospecha clínica de AR (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (7): • Dolor desencadenado al hacer compresión lateral de las articulaciones metacarpofalángicas (MCF), prueba denominada en lenguaje anglosajón como “squeeze test” (prueba de compresión). • Rigidez matinal mayor de 1 hora. • Más de tres articulaciones inflamadas. Por ser la velocidad de sedimentación globular (VSG), la proteína C reactiva (PCR) y el factor reumatoideo pruebas que pueden encontrarse negativas o normales en pacientes con estados tempranos de la enfermedad, su inclusión no está recomendada en la definición de sospecha clínica (7). Visser y colaboradores desarrollaron un modelo predictivo que permite discriminar, en la primera visita, entre artritis autolimitada, artritis no erosiva persistente y artritis erosiva persistente (8). Los criterios se encuentran resumidos en la Tabla 2. Tabla 2. Criterios propuestos para clasificar la artritis reumatoide temprana. Duración de síntomas > 6 semanas Rigidez matinal > 1 hora Artritis en más de tres grupos articulares Compresión bilateral dolorosa en MCF Factor reumatoideo IgM > 5U Anticuerpos anticitrulina (anti-CCP) > 92 UI Erosiones en radiografías de manos y pies MCF = metacarpofalángicas 189 Los criterios que más se asociaron con artritis erosiva fueron el anti-CCP, las erosiones y dolor bilateral en MCF a la compresión. Este modelo establece una probabilidad para artritis autolimitada, persistente o erosiva, a partir de la evaluación inicial del paciente (8). La comparación de las curvas ROC (método valioso para comparar pruebas alternativas para un mismo diagnóstico) de estos criterios con los del Colegio Americano de Reumatología, permiten discriminar eficientemente entre artritis no erosiva y erosiva persistente, con una probabilidad de 0.91 contra 0.79 respectivamente, y entre artritis autolimitada y artritis persistente con probabilidades de 0.84 a 0.78 (8). Se plantean críticas en relación a esta propuesta por la falta de validación del modelo en otros grupos de población (9). 4. Factores predictores de desenlace Se ha intentado establecer en diversos estudios cuáles son los factores predictores de riesgo para persistencia y severidad de la enfermedad, con el fin de determinar qué pacientes requieren un tratamiento más agresivo desde el inicio de la misma, incluso con terapia biológica (10). Forslind y colaboradores encontraron que 55% de 379 pacientes caucásicos con artritis de inicio reciente, que presentaban antiCCP, tenían un DAS 28 mayor, así como una PCR y VSG más elevadas, que los individuos negativos para anti-CCP (11). En el análisis de progresión radiológica por el puntaje de Larsen, se observó mayor daño y daño estructural en los pacientes con anti-CCP, factor reumatoideo, PCR y VSG elevadas, sexo femenino, edad mayor de 55 años y tabaquismo (Tabla 3). No hubo significancia estadística para la duración de la enfermedad, el DAS 28, el DRB1 04, la escala visual análoga de dolor y el HAQ. Otros estudios han encontrado sin embargo que éstas son variables predictoras de enfermedad erosiva (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (10, 11). Los anti-CCP tienen sensibilidad diagnóstica similar a la del factor reumatoide, pero con mayor poder predictivo del curso de la enfermedad. El daño óseo, no detectable en la radiografía convencional al inicio de los síntomas, puede determinarse por resonancia magnética (RM) o ultrasonografía. Estos hallazgos se correlacionan con enfermedad erosiva en la radiografía simple en una etapa más tardía (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C). Por esta razón, la RM juega un papel pri- 190 mordial no sólo como método diagnóstico de la AR temprana sino también como predictor de severidad de enfermedad. Es importante recordar que la ultrasonografía es dependiente del operador y si se utiliza como método diagnóstico, debe tenerse en cuenta esta variable (12, 13). Tabla 3. Predictores de progresión radiológica. Anti-CCP presente Factor reumatoideo presente VSG>29mm/h PCR>19mg/l Edad>55años Sexo femenino Consumo de cigarrillo Erosiones en resonancia magnética no observadas en radiografía simple 5. Ventana de oportunidad. Hay evidencia de las ventajas del tratamiento temprano? Hay evidencia de que el daño radiológico, la discapacidad y la densidad mineral ósea ocurren muy tempranamente en el proceso de la enfermedad. En la AR temprana, 40% de los pacientes pueden tener enfermedad erosiva en los primeros seis meses de la sintomatología; por tanto, el tratamiento en la fase temprana de la enfermedad representa la “ventana única de oportunidad” para una intervención que modifique la historia natural de la misma (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (10,14-16). Aunque todos los reumatólogos consideramos la importancia de una terapia temprana, la evidencia a favor de los beneficios del tratamiento temprano versus el tratamiento tardío es limitada. Surge además la duda, acerca de si el término temprano se refiere más a una medición cronológica de acuerdo a la duración de la enfermedad, o a la definición de un estado fisiopatológico. En 1996 Van der Heide, en un experimento clínico aleatorizado en AR de menos de un año de evolución, incluyó 238 pacientes que fueron repartidos en dos grupos: uno en el que recibían tratamiento con FARME y otro en el que recibían antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Después de 6 y 12 meses de seguimiento, la actividad de la enfermedad fue menor en el grupo de 191 FARME que en el de AINE, aunque la progresión radiológica fue similar en ambos grupos. Estas discrepancias entre el desenlace clínico y radiológico se pueden explicar por un sesgo presente en los estudios observacionales: confusión por indicación; es decir, es más frecuente que se administren drogas modificadoras a los pacientes con mayor severidad de la enfermedad; por ende, algunos desenlaces pueden no ser favorables. Bukary y colaboradores demostraron en cinco años de seguimiento, controlando el sesgo de la confusión por indicación, que el retardo en el inicio de tratamiento por más de seis meses aumenta la progresión radiológica. Otros estudios han demostrado que la intervención temprana en AR menor de un año disminuye la progresión radiológica (16-21). El desarrollo de nuevas terapias para la AR y el reconocimiento de la ventana de oportunidad, permiten no sólo mejorar a corto plazo la inflamación y la calidad de vida de los pacientes, sino también cambiar el curso de la enfermedad y prevenir la destrucción articular y la incapacidad a largo plazo (21). 6. Estrategia terapeutica. Con qué medicamentos podemos tratarla tempranamente y agresivamente? Los FARME han sido utilizados para el tratamiento de la AR por más de dos décadas. Históricamente, el tratamiento de los pacientes con AR era secuencial (estrategia de la pirámide), iniciando con AINE e introduciendo las drogas modificadoras sólo después de varios años, cuando el daño articular había progresado. El desenlace clínico a largo plazo de este manejo era pobre. Sin embargo, con la evidencia que sugiere que el daño radiológico ocurre en fase temprana de la enfermedad -inclusive en los seis primeros meses-, el objetivo terapéutico es iniciar el tratamiento precozmente. Esto permitirá lograr la remisión, minimizar la destrucción articular y mantener la capacidad funcional, mejorando la calidad de vida de los pacientes. Para la consecución de estos objetivos, además del tratamiento médico temprano, se deben iniciar medidas terapéuticas no farmacológicas: educación, ejercicio, reposo, protección articular, fisioterapia e intervenciones quirúrgicas en casos seleccionados (22). No existen parámetros ampliamente aceptados que nos permitan elegir entre la monoterapia o la terapia combinada en casos de artritis temprana. Se deben tener en cuenta los factores pronósticos de desenlace que pueden ayudar a predecir la severidad de la enfermedad y permitirnos así iniciar una terapia individualizada para cada paciente, sin incrementar el riesgo de toxicidad 192 en aquellos que puedan tener una enfermedad no erosiva o autolimitada. Actualmente se escogen los medicamentos según parámetros de eficacia, inicio de acción, toxicidad, disponibilidad y costo. 6.1 Monoterapia 6.1.1 Eficacia Los resultados de múltiples estudios han demostrado que la monoterapia con FARME controla la actividad clínica de la enfermedad, retarda la progresión radiológica y es superior al placebo (23). Un meta-análisis publicado en 1990 demostró que la eficacia del metotrexate (MTX), la sulfasalazina (SSZ), el oro intramuscular y la D-penicilamina eran similares, mientras que la hidroxicloroquina (HCQ) y el oro oral eran menos potentes (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (24). Estudios obervacionales posteriores han mostrado que el metotrexate es el FARME con mejor respuesta y adherencia a largo plazo, además de ser el más utilizado y seleccionado como terapia inicial en la mayoría de los casos en los Estados Unidos (25-27). Sin embargo, sólo un tercio de los pacientes mejoran en 50% de los parámetros de actividad después de dos a cuatro años de tratamiento (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (28). La eficacia de la leflunomida, medicamento aprobado por la FDA como FARME en 1998, se demostró en un meta-análisis, al evidenciarse disminución de la progresión radiológica respecto al placebo, con eficacia y toxicidad similares al MTX y la SSZ (Nivel de evidencia I, grado de ecomendacion A) (29). El estudio Best, que describiremos en detalle más adelante, resalta en su discusión que 40% de los pacientes lograron controlar la actividad clínica de la enfermedad con MTX y que no hubo ninguna diferencia clínica al compararlo con la terapia combinada ascendente (“step up”), utilizando SSZ más MTX. Otras estrategias de terapia combinada demostraron ser más eficaces. Por lo tanto, es fundamental antes de determinar la estrategia inductora de remisión, establecer los factores pronósticos en el paciente. Hay varios modelos que propenden por una escogencia racional del FARME. Uno de ellos es el de Smolen (30), que tiene como eje central el MTX a altas dosis y que sirve como ejemplo en 193 las conclusiones de las presentes Guías, de la importancia de la conducta terapéutica basada en clinimetría. La Sociedad Francesa de Reumatología (31) establece un algoritmo terapéutico para escoger el primer FARME en la modalidad de monoterapia en AR muy temprana. Se basa en la severidad de la actividad evaluada por el DAS 28, la presencia o ausencia de factor reumatoideo y de erosiones en las radiografías. Según este algoritmo, se establecen diversas recomendaciones. Cuando la actividad es menor (DAS 28 <3.2), sin erosiones y sin factor reumatoideo, se recomienda usar hidroxicloroquina o SSZ. Si el factor reumatoideo está presente o la actividad es moderada (DAS 28 >3.2, <5.1), en ausencia de erosiones y de factor reumatoideo, usar SSZ o MTX. Para ambos grados de actividad clínica con daño estructural, independientemente del factor reumatoideo, se recomienda el uso de MTX o leflunomida. Si el DAS 28 es >5.1 (actividad clínica alta) sin erosiones, optar por MTX o leflunomida; en caso de lesión estructural con seropositividad se recomienda el uso de MTX o etanercept, y con seronegatividad el uso de MTX o leflunomida (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C). Aunque los corticoides no eran considerados remisores, estudios recientes sugieren que el suprimir la respuesta inflamatoria alteran el curso de la AR erosiva (32). Sus efectos secundarios a largo plazo impiden su utilización como monoterapia (especialmente a altas dosis). Su uso a dosis bajas (inferior o igual a 10 mg/día), podría considerarse como “terapia puente” mientras las drogas modificadoras actúan, y en raras ocasiones podría ser administrada en ausencia de otra terapia concomitante (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (33). 6.1.2 Inicio de acción El tiempo de inicio de acción es una de las características más importantes, dada la relación directa entre la inflamación y el daño articular. El MTX, la SSZ y leflunomida son los medicamentos que actúan más rápido, en tanto que la HCQ, la D-penicilamina y las sales de oro demoran más en lograr su efecto terapéutico (24). 6.1.3 Equilibrio entre eficacia y toxicidad En el meta-análisis conducido por Felson y colaboradores con 6518 pacientes tratados con FARME y un seguimiento de 33.7 194 semanas de duración en promedio, se documentó que el MTX y las drogas antimaláricas tienen la mejor relacion riesgo-beneficio, siendo el MTX el medicamento más eficaz y con menor toxicidad. Los antimaláricos, aunque menos tóxicos, tienen una eficacia moderada. La SSZ, con eficacia cercana al MTX, es ligeramente más tóxica. La azatioprina es intermedia en términos de eficacia y toxicidad. La D-penicilamina es ligeramente menos efectiva que la SSZ con similar toxicidad. Las sales de oro intramuscular son las más toxicas de todas las drogas modificadoras y el Auranofin® es el más débil en cuanto a eficacia, con baja toxicidad (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (34). 6.2 Terapia combinada La premisa de la terapia combinada es usar múltiples FARME con propiedades aditivas o sinérgicas que aumenten la eficacia, sin incrementar la toxicidad. En la literatura, el MTX ha sido referenciado como el pilar de esta terapia combinada y es incluido en la mayoría de los regímenes (34, 35). En AR temprana, Calgumeri y colaboradores compararon la monoterapia con MTX, HCQ o SSZ, con terapia doble (MTX+HCQ o MTX+SSZ) y terapia triple (MTX+SSZ+HCQ). La eficacia evaluada por el índice ACR 50 fue superior en la terapia triple (88%), con significancia estadística en comparación con la terapia doble (73%) o con la monoterapia (49%). El puntaje radiológico fue menor o no cambió en 69% de los pacientes del grupo de terapia triple, en 64% de los que recibían terapia doble y en 25% del grupo de monoterapia (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (33). El estudio COBRA comparó la terapia combinada utilizando altas dosis de esteroides, con la monoterapia (SSZ+MTX+ prednisolona versus SSZ). La progresión radiológica a la semana 80 en el grupo de terapia combinada fue menor (p<0,004), la actividad de la enfermedad fue comparable en los dos grupos, después de que los esteroides fueron suspendidos. En el seguimiento a largo plazo, quienes recibieron la terapia combinada tuvieron menor daño estructural independientemente del manejo posterior. Por lo tanto, la intervención temprana y agresiva puede cambiar el comportamiento de la AR. Se presentó mayor pérdida de la densidad mineral ósea en el brazo de esteroides (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (36). Estudios que han evaluado MTX y SSZ con o sin HCQ en AR temprana, sugieren que la terapia combinada fue superior 195 a la monoterapia; sin embargo, muchos incluyeron esteroides como parte de la terapia combinada de FARME, confundiendo la interpretación de los efectos de los medicamentos estudiados (35). Aunque la terapia combinada MTX + leflunomida no ha sido evaluada en AR temprana, se considera que es una opción terapéutica eficaz para el manejo de la AR activa, siendo superior de forma significativa al MTX solo, tanto en eficacia como en reducción de la progresión radiológica (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (36). Pese a que los datos iniciales no favorecían la terapia combinada sobre la monoterapia, la mayoría de los estudios recientes muestran que la terapia combinada disminuye la destrucción ósea en pacientes con AR (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (37, 38). El estudio Best evalúa en forma simultánea las estrategias mas comúnmente utilizadas para el tratamiento de la AR temprana: monoterapia secuencial (Grupo 1), comenzando con MTX hasta 25-30 mg por semana, si el DAS > 2.4 se cambiaba a SSZ, leflunomida y MTX-infliximab sucesivamente; terapia combinada ascendente (“step up”) (Grupo 2), comenzando con MTX, si el DAS > 2.4, se agregaban SSZ, HCQ, prednisolona sucesivamente; terapia combinada descendente (“step down”, modelo COBRA) (Grupo3), si el DAS > 2.4, se incrementaba MTX a 25-30 mg por semana; terapia combinada con infliximab, un bloqueador del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) más MTX (Grupo 4), si el DAS > 2.4, se incrementaba el infliximab sucesivamente hasta 10 mg por kilo de peso. Cada esquema terapéutico era evaluado trimestralmente mediante el DAS 44 por asesores que no conocían la terapia de cada paciente; en caso de ser > 2.4 se cambiaba el tratamiento como se describió anteriormente. A los dos años de seguimiento se encontró que 30%, 33%, 58% y 72% de los pacientes de los Grupos 1, 2, 3 y 4 respectivamente, permanecían en su esquema terapéutico inicial. El 26%, 10% y 11% de los pacientes de los Grupos 1, 2 y 3 respectivamente, recibieron infliximab. En el Grupo 4, 74% de los pacientes pudieron suspender el infliximab al alcanzar un DAS < 2.4 en forma sostenida por un mínimo de seis meses. El estadio funcional mejoró rápidamente (tres meses) en los Grupos 3 y 4 respecto a los demás grupos y se mantuvo durante el seguimiento (p<0.001). La progresión radiológica fue menor en los Grupos 3 y 4 (p<0.004). Se concluye que en todos los grupos el manejo guiado por el DAS mejoró el estado clínico a los dos años de seguimiento. En los Grupos 3 y 4 la respuesta 196 terapéutica fue más rápida, los ajustes del tratamiento fueron menores y la progresión radiológica fue menor. El Grupo 4 tuvo menos efectos adversos (p<0.043) (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (39). 6.3 Terapia biológica La terapia biológica con los medicamentos anti-TNF-α posiblemente tenga en el futuro gran utilidad para el tratamiento de la AR temprana. Si bien es cierto que estos productos han demostrado su eficacia en esta entidad como revisaremos a continuación, su uso debe limitarse debido a su alto costo, para los pacientes que no respondan al tratamiento inicial con remisores convencionales (40). Actualmente el etanercept está aprobado para ser usado en pacientes con AR que no han mejorado con uno o más FARME. Mientras la mayoría de los estudios se han efectuado en pacientes con enfermedad de larga duración, refractaria a FARME, hay evidencia acumulativa de que el etanercept puede detener el progreso de la enfermedad cuando se suministra en etapas tempranas. El estudio en Artritis Reumatoidea Temprana (ERA), comparó etanercept (dosis 25 y 10 mg dos veces por semana) con MTX (dosis promedio 19 mg semanales). En los primeros seis meses de seguimiento, el grupo con etanercept a dosis de 25 mg mejoró en los parámetros de actividad clínica y de progresión radiológica (erosiones), más que los demás grupos. A los dos años de seguimiento, la menor progresión radiológica, medida con la escala de Sharp, se mantuvo en el grupo con etanercept 25 mg (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (41). En un estudio aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, de infliximab y MTX en pacientes con AR temprana, de pobre pronóstico y sin tratamiento previo, se suministró infliximab durante 46 semanas y se suspendió posteriormente. Se hizo un seguimiento hasta las 104 semanas. Se encontró una reducción significativa en la sinovitis detectada por RM en el grupo de infliximab más MTX versus el grupo de MTX más placebo a la semana 14, diferencia que se mantuvo hasta la semana 54. Además, en el grupo de infliximab no se encontraron nuevas erosiones en relación con la evaluación inicial. Utilizando los índices ACR 20, 50 y 70 en la semana 14, se encontró que los pacientes tratados con infliximab más MTX tuvieron una respuesta significativamente superior en comparación con el grupo de MTX y placebo; esta respuesta se mantuvo hasta la semana 197 54. En la medición de DAS 28 se observó diferencia estadísticamente significativa a favor del grupo de infliximab en la semana 14, pero no en las semanas 54 y 104. Hallazgos similares fueron observados para la PCR. El grupo de los pacientes tratados con infliximab más MTX experimentó una mejoría significativa en la calidad de vida a lo largo de los dos años de seguimiento, en comparación con el otro grupo, durante los dos años. Este estudio presenta como limitantes el número de pacientes incluidos (veinte) y el haber sido observacional en el segundo año (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (42). El estudio Premier determina la eficacia de la combinación de un bloqueador del TNF-α (adalimumab) con MTX, con respecto al bloqueador TNF-α solo y MTX solo. Con seguimiento a dos años en 799 pacientes con AR temprana, se evaluó la respuesta terapéutica mediante los índices ACR 50, ACR 70 y DAS 28. En el grupo de la combinación adalimumab + MTX, se obtuvieron los mejores resultados en las tres mediciones (p<0.001); 49% de los pacientes de este grupo mantuvieron el ACR 70 durante seis meses o más respecto al adalimumab (25%) y al MTX (27%) (p<0.001). La progresión radiológica también fue menor en el grupo de terapia combinada (p<0.001), respecto a los dos comparadores, aunque el adalimumab fue superior al MTX en este aspecto. Se concluye que la combinación de adalimumab + MTX es superior en el control de la actividad de la AR temprana y de la progresión radiológica al adalimumab y al MTX solos. La tasa de remisión medida con el DAS 28 para los pacientes que recibieron la combinación fue de 50% (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (43). 7. Conclusiones Con base en la presente revisión y en las recomendaciones de manejo recientemente publicadas por el grupo de expertos de EULAR podemos concluir que el examen clínico es el método de elección para el diagnóstico de artritis o sinovitis. Si hay duda, se pueden utilizar como herramientas auxiliares del examen físico y la historia clínica, el ultrasonido o la resonancia magnética. Hay evidencia de la sensibilidad de estas técnicas imaginológicas, pero hay interrogantes respecto a la especificidad de la resonancia magnética (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (44). Se debe remitir al paciente con artritis o sinovitis no traumática en la primeras seis semanas de evolución al reumatólogo, más aun si se acompaña de rigidez matinal, si las articulaciones afec- 198 tadas son de manos y pies, y si está presente la prueba de compresión (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (7). La exclusión de otras enfermedades diferentes del la AR incluye, además de una cuidadosa historia clínica y examen físico, la solicitud de los siguientes exámenes adicionales: parcial de orina, aminotransferasas, anticuerpos antinucleares y cuadro hemático. Obviamente, pueden requerirse otras pruebas de acuerdo al contexto clínico. En cada paciente con artritis temprana deben evaluarse los factores predictivos de desenlace (persistencia, erosión): VSG, PCR, recuento clínico de articulaciones inflamadas y dolorosas, factor reumatoideo, anticuerpos anticitrulina y radiografías de las articulaciones afectadas, que pueden mostrar cambios estructurales (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (10-13). Los pacientes con factores pronósticos para desarrollar formas persistentes y/o erosivas de artritis, deben iniciar inmediatamente tratamiento remisor, así no cumplan con los criterios diagnósticos para enfermedades inflamatorias especificas. El principal determinante de respuesta terapéutica es el tiempo de evolución de los síntomas (Nivel de evidencia III, grado de recomendación C) (14-16). Los AINE pueden usarse en pacientes sintomáticos previa evaluación de su estado cardiovascular, gastrointestinal y renal; la evidencia existente para la AR establecida puede extrapolarse a AR temprana (19). Los glucocorticoides solos o asociados a medicamentos remisores son útiles para aliviar el dolor y la inflamación; podrían retardar la progresión del daño erosivo, pero los resultados de los estudios en este aspecto son contradictorios (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (32, 33). El tratamiento inductor de remisión debe iniciarse en todo paciente con factores de riesgo para desarrollar una enfermedad persistente. Dentro de este grupo de medicamentos es el MTX el que debe ser utilizado en primera instancia si no hay contraindicación, solo o asociado a otros agentes remisores convencionales o biológicos (anti-TNFα). La leflunomida y la SSZ son alternativas de ese orden. Esta decisión se toma con base en la evidencia actual en cuanto a eficacia y perfil de seguridad, ampliamente conocidos (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (24-29). El objetivo principal del tratamiento es lograr la remisión de la enfermedad. La clinimetría debe guiar el seguimiento y las deci- 199 siones terapéuticas. Hasta el momento, la evidencia muestra que un manejo intensivo de terapia combinada con agentes remisores convencionales o asociados a agentes anti-TNFα ofrece las tasas más altas de remisión en el grupo de pacientes con enfermedad temprana severa (Nivel de evidencia I grado de recomendación A) (39, 41-43). El seguimiento de la enfermedad debe incluir las siguientes mediciones: número de articulaciones inflamadas y dolorosas, evaluación global de la enfermedad por parte del paciente y del médico, VSG, PCR, evaluación radiológica cada 6 a 12 meses en los primeros años y complementar la valoración de la enfermedad mediante el HAQ. Referencias 1. Asociación Colombiana de Reumatología. Primer consenso colombiano sobre el tratamiento de la artritis reumatoide temprana. Rev Colomb Reumatol 2002; 4: 323-331. 2. Van der Heijde DM, van Leeuwen MA, van Riel PL, van de Putte LB. 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Medicamentos para el tratamiento de la AR y su inclusión en los planes legales de atención en salud en Colombia. 3. Planes gubernamentales de atención en salud en AR. En los criterios para la búsqueda se incluyeron las bases de normatividad y legislación de la Presidencia de la República de Colombia (www.presidencia.gov.co), del Ministerio de Protección Social colombiano (www.minprotecciónsocial.gov.co), del Departamento Administrativo de Función Pública (www.dafp.gov.co/leyes/1002.HTM) y del Senado de la República de Colombia (www.senado.gov.co), utilizando diferentes términos de búsqueda enlazados entre sí por el conector “y”: “artritis”, “reumatoide”, “alto costo”, “POS” (Plan Obligatorio de Salud), “cobertura”, “medicamentos”, “guías”, “atención”. Finalmente, se presenta una propuesta que incluye modificaciones a la legislación vigente concerniente a la AR. 1. Definición de enfermedad de alto costo y relación con la artritis reumatoide 1.1 Resumen - Pregunta ¿Existe en Colombia una legislación que incluya a la AR dentro 204 de los programas de alto costo? No está incluida la AR como una enfermedad dentro de los planes estatales de alto costo; en este campo únicamente están incluidos los reemplazos articulares. Contenido: en este apartado se presenta la normatividad vigente sobre enfermedades de alto costo en Colombia y los mecanismos para inclusión de una enfermedad y su catalogación dentro de este grupo, así como el vínculo de este tema con la AR. 1.2 Normatividad Dentro de la legislación colombiana existe una reglamentación referente a las enfermedades de alto costo, denominadas ruinosas o castastróficas, la cual se ha desarrollado históricamente después de la instauración de la Ley 100 (1). Las enfermedades ruinosas o catastróficas se han definido (2) como aquellas que representan una alta complejidad técnica en su manejo, alto costo, baja ocurrencia y menor costo-efectividad en su tratamiento. Los tratamientos de alto costo para enfermedades ruinosas o catastróficas se han definido como aquellos tratamientos que se caracterizan por una baja costo-efectividad en la modificación del pronóstico y que representan un alto costo. Se incluyen los siguientes: a. Tratamiento con radioterapia y quimioterapia para el cáncer. b. Diálisis para insuficiencia renal crónica, trasplante renal, de corazón, de médula ósea y de córnea. c. Tratamiento para el SIDA y sus complicaciones. d. Tratamiento quirúrgico para enfermedades del corazón y del sistema nervioso central. e. Tratamiento quirúrgico para enfermedades de origen genético o congénitas. f. Tratamiento médico-quirúrgico para el trauma mayor. g. Terapia en unidad de cuidados intensivos. h. Reemplazos articulares. En la Tabla 1 se expone un resumen de las medidas legales respecto a los tratamientos de alto costo. 205 Tabla 1. Normatividad sobre enfermedades de alto costo en Colombia. Concepto Norma Anotaciones Mención de enfermeda- Ley 100 de 1993 (1). des de alto costo. Designación al CNSSS para calificación alto costo. Anota períodos mínimos cotizados para los pacientes que accedan al alto costo (100 semanas). Definición de enfermedades ruinosas o catastróficas y sus tratamientos. Inclusión de reemplazos articulares como tratamiento alto costo (literal h del Artículo 17). Resolución 5261 de 1994 (2). Ministerio de Salud-CNSSS (Artículo 17). Designación del CNSSS Acuerdo 31 de 1996. para actualización y cali- Ministerio de Saludficación enfermedades de CNSSS (3). alto costo para el reaseguramiento por parte de las EPS. Definición del plan de Acuerdo 72 de 1997. beneficios régimen sub- Ministerio de Saludsidiado incluyendo el ato CNSSS (4). costo. Mecanismo para Acuerdo 217 de 2001. desviación del perfil Ministerio de Saludepidemiológico del régi- CNSSS (5). men contributivo, seleccionando el alto costo. Inclusión reemplazos articulares de cadera y rodilla como intervención de alto costo (Artículo 2). Mecanismo para desviación del perfil epidemiológico del régimen subsidiado. Acuerdo 227 de 2002. Evita distribución Ministerio de Salud- inequitativa de los CNSSS (6). pacientes de alto costo entre las ARS. Derogación Acuerdos 217 y 227. Establece política integral para el manejo del alto costo. Acuerdo 245 del 2003. Ministerio de la Protección Social-CNSSS (7). 206 El modelo de atención: manejo integral y prevención del riesgo de patologías de alto costo. Acciones de promoción y prevención primarias, secundarias y terciarias. Tabla 1. Normatividad sobre enfermedades de alto costo en Colombia. Continuación. Concepto Norma Redistribución de pacientes con VIH-Sida e insuficiencia renal crónica de EPS que presentaran concentración de éstos. Acuerdo 248 octubre 7 de 2003. Ministerio de la Protección Social- CNSSS (8) Adopción de normas para mejorar la atención por parte del Estado Colombiano, de la población que padece enfermedades ruinosas o catastróficas, especialmente el VIH/Sida. Ley 972 de 2005. Ministerio de la Protección SocialCNSSS (9). Anotaciones Garantizar el suministro de medicamentos, reactivos y dispositivos médicos autorizados para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades ruinosas o catastróficas sancionando a las entidades que nieguen esta atención. CNSSS: Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud. EPS: empresas promotoras de salud. ARS: administradoras del régimen subsidiado. En conclusión, no está incluida la AR como enfermedad ruinosa, de alto costo o catastrófica dentro de este marco legal. Unicamente se tienen en cuenta los reemplazos articulares, que son un tratamiento final, cuando la enfermedad ha progresado a la destrucción articular, bien sea por falta de instauración de una terapia o por falla de la misma. 2. Medicamentos y planes legales 2.1 Resumen - Preguntas ¿Qué medicamentos para el tratamiento de la AR se encuentran incluidos dentro de los planes de atención obligatorios de salud en Colombia? Dentro del POS (Plan Obligatorio de Salud) se encuentran incluidos varios medicamentos en diferentes presentaciones y ámbitos: algunos antiinflamatorios no esteroideos (diclofenac, ibuprofeno, naproxeno), glucocorticoides (prednisona), auro- 207 tioglucosa, sulfasalazina, penicilamina, azatioprina, ciclofosfamida, ciclosporina, metotrexate. ¿Qué medicamentos para el tratamiento de la AR no se encuentran incluidos dentro de los planes de atención obligatorios de salud en Colombia? Todos los medicamentos que no se mencionan en el Acuerdo 228 de 2002 se encuentran excluidos del POS, como son los medicamentos de terapia biológica, leflunomida, inhibidores COX-2, ciertos tipos de glucocorticoides (deflazacort) y antimaláricos (hidroxicloroquina), así como tampoco tratamientos para la osteoporosis (bisfosfonatos) de uso frecuente en los pacientes con AR, entre otros. ¿Cuál es el recurso que tiene un paciente para acceder a un medicamento para el tratamiento de la AR y que no se encuentre incluido dentro de los planes obligatorios de salud en Colombia? Existe una normatividad vigente para que el paciente pueda tener acceso y cobertura de este tipo de tratamientos excluidos del POS. Contenido: en este apartado se presenta la normatividad vigente sobre los medicamentos incluidos en los planes obligatorios de salud en Colombia para el tratamiento de la AR, la normatividad que ha reglamentado la posibilidad de evaluación de nuevos medicamentos para su inclusión y la que reglamenta la solicitud de un medicamento no POS por parte de un paciente con AR. 2.2 Normatividad para los medicamentos incluidos en el POS Según el Acuerdo 228 de 2002 del Ministerio de Salud y el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS) (10), se actualizó el Manual de Medicamentos del POS, definiendo e incluyendo los medicamentos de uso antirreumático, así: 1. Dentro del componente de medicamentos de uso ambulatorio: - Antiinflamatorios no esteroideos y antirreumáticos: Diclofenaco sódico Diclofenaco sódico Ibuprofeno Naproxeno 208 50 mg, gragea 75 mg/3 mL, solución inyectable 400 mg, tableta 250 mg, tableta o cápsula Naproxeno Aurotioglucosa o Aurotiomalato Aurotioglucosa o Aurotiomalato 150 mg/ 5mL (3%), suspensión oral 500 mg/10 mL, suspensión inyectable. Uso exclusivo de especialista 50 mg/mL, solución inyectable Uso exclusivo de especialista - En el ámbito de trastornos digestivos: Sulfasalazina 500 mg, tableta - En el ámbito de hormonas y reguladores hormonales: Prednisona o prednisolona Prednisona o prednisolona 5 mg, tableta 50 mg, tableta 2. Componente de principios activos de uso hospitalario: -En el ámbito de toxicología: Penicilamina 250 mg, tableta o cápsula 3. Componente de principios activos de uso especializado: -En el ámbito de grupos de riesgos catastróficos, cáncer: Azatioprina Ciclofosfamida Ciclofosfamida Ciclofosfamida Metotrexato sódico Metotrexato sódico Metotrexato sódico 50 mg, tableta 50 mg, tableta 500 mg, polvo para inyección 1 g, polvo para inyección 2.5 mg de base tableta 5 mg/2 mL, solución inyectable. 50 mg, polvo para inyección. -En el ámbito de trasplante de órganos: Ciclosporina Ciclosporina 25 mg, cápsula 50 mg, cápsula 209 Ciclosporina Ciclosporina 100 mg, cápsula 100 mg/mL, emulsión oral 4. Componente de programas especiales -En el ámbito de antimaláricos: Cloroquina (difosfato o sulfato) 150 mg de base, tableta o cápsula Cloroquina (difosfato o sulfato) 25 mg/5 mL de base (0,5%), jarabe En el mismo acuerdo (10) se define que la provisión de los medicamentos para el manejo de patologías crónicas, en las cuales los medicamentos son de un alto costo y exigen un manejo especializado, estará sujeta a normas definidas en las respectivas Guías de Atención Integral tales como niveles de atención para su uso, condiciones de elegibilidad del paciente y personal profesional autorizado para su prescripción. A la vez se define que la organización del manual contenido en el Acuerdo, en grupos farmacológicos o en listados por nivel o ámbito de atención, no implica que los medicamentos no se puedan utilizar en patologías, ámbitos y niveles diferentes, en todos los casos en que a criterio médico se requiera, salvo excepciones explícitas en ese manual. Se destaca también que es función del CNSSS actualizar los contenidos del POS, de acuerdo con los cambios en la estructura demográfica de la población, el perfil epidemiológico nacional, la tecnología apropiada disponible en el país y las condiciones financieras del sistema. Por medio de otra norma (11) se creó el Comité Técnico Asesor de Medicamentos y se dictaron pautas sobre su funcionamiento, con el objeto de estudiar y recomendar los criterios que deben regir al proceso de actualización del listado de medicamentos esenciales incluidos en el POS. A través de otro acuerdo (12), se actualizó la composición de los integrantes de dicho Comité y se estableció la posibilidad de invitar y recibir soporte técnico de todos los organismos públicos y privados que se consideraran pertinentes. Este último fue derogado por el Acuerdo 232 de 2002 (13), y se creó el Comité de Medicamentos y Evaluación de Tecnología como un organismo asesor del CNSSS que tendrá por objeto apoyar al Consejo en el ajuste y actualización del POS. Utilizará la evaluación de tecnología y medicamentos como mecanismo para que el POS responda a los principales problemas de salud de la población colombiana, 210 delineará sus funciones para presentar al CNSSS recomendaciones para incluir o excluir del POS: actividades, intervenciones, procedimientos, medicamentos y formas de intervención en salud. En el Acuerdo 246 de 2003 (14), se determina que el Comité de Medicamentos y Evaluación de Tecnología presentará al CNSSS, mínimo una vez al año, un estudio sobre la revisión del Manual de Medicamentos adoptado por el CNSSS y un estudio sobre la evaluación de tecnología: insumos, dispositivos y procedimientos que se hayan revisado a la fecha, indicando las inclusiones o exclusiones a que haya lugar. Por medio de los Acuerdos 282 de 2004 (15) y 336 de 2006 (16), se realizan modificaciones incluyendo algunos medicamentos y procedimientos al Manual POS, no relacionados con la AR (tratamiento de SIDA, neoplasias y otros), destacando en este último acuerdo, la adición de vitamina D al calcio para la prevención de la osteoporosis. 2.3 Normatividad de los medicamentos excluidos del POS Se expone en la Tabla 2 la legislación respecto a los medicamentos que no se encuentran incluidos en el Manual POS (10). Existen varios medicamentos de amplio uso en el tratamiento de la AR que no se encuentran incluidos en el Manual POS (10); ejemplos de éstos se mencionan en la Tabla 3. Existen otros medicamentos para el manejo del dolor que tampoco se encuentran incluidos en el POS y que no se mencionan en los ejemplos de la Tabla 3. Por ser numeroso el grupo de medicamentos para el tratamiento de la enfermedad que se encuentran fuera del Manual POS, los pacientes que deseen tener acceso a los mismos, deben llevar a cabo un procedimiento que se expone a continuación. -Los criterios para la autorización de los medicamentos no incluidos en el Manual POS son los siguientes (19): • La prescripción de medicamentos no incluidos en el Manual de Medicamentos del POS, sólo podrá realizarse por el personal autorizado de la EPS del Régimen Contributivo o Subsidiado y demás Entidades Obligadas a Compensar (EOC). No se tendrán como válidas transcripciones de prescripciones de profesionales que no pertenezcan a la red de servicios de cada una de ellas. 211 Tabla 2. Normatividad para los medicamentos no incluidos en el POS. Concepto Norma Anotaciones Reglamentación de los Resoluciones 5061 de comités técnico científi- 1997 (16) y 2312 de cos de las EPS, ARS e 1998 (18). IPS. Normatividad para la solicitud por parte de un paciente de un medicamento que no se encuentre incluido en el Acuerdo 228. Disposiciones para autorización de medicamentos no incluidos en Acuerdo 228 (16, 17). Conformación y funciones de los comité técnico científicos de las diferentes entidades. Resolución 2948 de 2003 (19). Criterios para la autorización de los medicamentos no incluidos en el Manual POS. Exposición de algunos Sentencia de la corte términos que explican Constitucional T-236 los casos en los cuales de 1998 (20). las entidades de salud están obligadas a suministrar medicamentos y tratamiento no contemplados en el POS. Acción de tutela. Artículo 86 de la Carta Política (21). EPS: empresas promotoras de salud. ARS: administradoras del régimen subsidiado. IPS: instituciones prestadoras de servicios. 212 Mecanismo de defensa judicial destinado a la protección inmediata de derechos fundamentales cuando éstos resulten vulnerados o amenazados por una autoridad pública o por particulares, en los casos señalados en la ley. • Sólo podrán prescribirse medicamentos que se encuentren debidamente autorizados para su comercialización y expendio en el país. De igual forma, la prescripción del medicamento deberá coincidir con las indicaciones terapéuticas que hayan sido aprobadas por el Invima en el registro sanitario otorgado al producto. • La prescripción de estos medicamentos será consecuencia de haber utilizado y agotado las posibilidades terapéuticas del Manual de Medicamentos del POS sin obtener respuesta clínica y/o paraclínica satisfactoria en el término previsto de sus indicaciones, o de observar reacciones adversas o intolerancia por el paciente, o porque existan indicaciones expresas. De lo anterior se deberá dejar constancia en la historia clínica. Tabla 3. Algunos medicamentos para el tratamiento de la AR no incluidos en el POS. Grupo Inductores de remisión Terapia biológica y específica Antiinflamatorios e inhibidores de la Cox-2 Medicamento Leflunomida, tableta 20 mg Hidroxicloroquina, tableta 200 y 400 mg Adalimumab, ampollas 40 mg Etanercept, ampollas 25 mg Infliximab, ampollas 100 mg Rituximab, ampollas 500 mg Celecoxib, cápsulas 100 y 200mg Meloxicam, tabletas 7,5 y15 mg Meloxicam, ampollas 15 mg Nimesulide, tabletas 100 mg Glucocorticoides Deflazacort, tabletas 6 y 30 mg Deflazacort, gotas Metilprednisolona, tabletas 4 y 16 mg Bisfosfonatos (tratamiento de la osteoporosis inducida por esteroides en pacientes Alendronato sódico, tabletas 10 y 70 mg Etidronato sódico, tabletas 200 mg Risedronato sódico, tabletas 5 y 35 mg con AR) Terapia intra-articular Acetato de metilprednisolona, ampollas 40 mg Acetonida de triamcinolona, ampollas 40 mg Hexacetonida de triamcinolona, ampollas 40 mg 213 • Debe existir un riesgo inminente para la vida y salud del paciente, lo cual debe ser demostrable y constar en la historia clínica respectiva. Se excluyen medicamentos experimentales y aquellos que sean para tratamientos expresamente excluidos del POS. El procedimiento para la autorización de los medicamentos no incluidos en el POS es el siguiente: • La solicitud y justificación del medicamento no incluido en el POS será presentada y debidamente sustentada por escrito, adjuntando si es necesario, información sobre resultados de ayudas diagnósticas, información bibliográfica, situaciones clínicas particulares y casuística. • El Comité Técnico Científico de la EPS, dentro de la semana siguiente a la presentación de la solicitud por parte del médico, deberá establecer su pertinencia y pronunciarse sobre la petición presentada mediante la elaboración de la respectiva acta. • Si se requiere allegar información o documentación adicional, el Comité la solicitará al médico tratante, quien debe suministrarla dentro de los dos días siguientes. Así mismo, si se requiere de conceptos adicionales al emitido por el médico tratante, se solicitarán entre profesionales de la salud de la misma especialidad en el término anteriormente establecido. Dentro de la semana siguiente el Comité deberá decidir sobre la petición formulada. • El Comité podrá autorizar tratamientos ambulatorios hasta por un máximo de tres meses, tiempo que se considera pertinente para que nuevamente se analice el caso. Si la respuesta al tratamiento es favorable, el Comité determinará la periodicidad con la que se continuará autorizando y suministrando el medicamento; en ningún caso se podrá expedir una autorización por tiempo indefinido. Los tratamientos de pacientes crónicos podrán ser autorizados por períodos de tres meses y hasta un año con evaluación del Comité. Explicación de algunos de los casos en los cuales las entidades de salud están obligadas a suministrar medicamentos y tratamiento no contemplados en el POS (20): • Cuando la falta del medicamento o tratamiento excluido por la reglamentación legal o administrativa de la entidad amenace los derechos fundamentales a la vida o a la integridad de la persona interesada. 214 • Cuando un medicamento o tratamiento no pueda ser sustituido por uno de los contemplados en el POS o que, pudiendo sustituirse, el medicamento sustituto no proporcione el mismo nivel de efectividad que el excluido del Plan, siempre y cuando ese nivel de efectividad sea el necesario para proteger la vida del paciente. • Cuando el paciente realmente no pueda asumir el costo del medicamento o tratamiento requerido y no pueda acceder a él por ningún otro sistema o plan de salud. • Cuando el medicamento o tratamiento haya sido prescrito por un médico adscrito a la EPS a la cual se halle afiliado la persona. Cuando una persona considere que se le ha desconocido un derecho fundamental, puede acudir ante los jueces con el fin de obtener, a través de un procedimiento preferente y sumario, una orden destinada a que el infractor del ordenamiento constitucional actúe o se abstenga de hacerlo y así lograr el restablecimiento de sus derechos. Un paciente puede acceder a los medicamentos no incluidos en el POS cuando se considera que cumple el criterio de ser solicitado a través de esta acción y ha sido negado por el respectivo Comité Técnico Científico. 3. Planes de atención en salud en AR gubernamentales y legalmente constituidos 3.1 Resumen-Pregunta ¿Se encuentran planes gubernamentales en Colombia para la atención del paciente con AR, así como para su detección temprana? No Contenido: Se revisa en este apartado la normatividad que regula el diseño de las Guías de Atención Integral de algunas enfermedades por parte del gobierno colombiano, así como los procedimientos de detección temprana de algunas enfermedades y se describe la relación con la AR en este campo. 3.2 Normatividad 1. Según la Resolución 5261 (2) de Agosto 5 de 1994 del Ministerio de Salud, se determinó la inscripción obligatoria de las Guías de Atención Integral, por medio de las cuales se brin- 215 daría orientación para las principales enfermedades en razón del perfil de morbimortalidad y de la costo efectividad de sus tratamientos. Estas Guías deberían contener sin excepción actividades de promoción y fomento de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad específica. Se concluyó que todo paciente que padeciera alguna enfermedad cuyo manejo estuviera definido en una de las Guías de Atención Integral, debería seguir las recomendaciones tendientes a mantener su salud, recuperarse de la enfermedad y evitar consecuencias críticas. 2. Por medio del Acuerdo 117 (22) de 1998 del Ministerio de Salud-CNSSS, se define el término de detección temprana, haciendo referencia a los procedimientos que identifican en forma oportuna y efectiva la enfermedad. Facilitan su diagnóstico en estados tempranos, el tratamiento oportuno y la reducción de su duración, así como el daño que causa, evitando secuelas, incapacidad y muerte. Define a la vez a las enfermedades de interés en salud pública como aquellas enfermedades que presentan un alto impacto en la salud colectiva y ameritan una atención y seguimiento especiales. Estas enfermedades responden a varios criterios, entre ellos el ser enfermedades de alta prevalencia, que de no recibir control y seguimiento constantes y adecuados, constituyen un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades de mayor gravedad, secuelas irreversibles, invalidez y muerte prematura (Artículo 2). Se establece también que se realizará una revisión periódica de los contenidos de dicho acuerdo y que las atenciones en salud de obligatorio cumplimiento, clasificadas como de protección específica, detección temprana y atención de enfermedades de interés en salud pública, serán actualizadas en forma periódica, de acuerdo con los cambios en la estructura demográfica de la población, el perfil epidemiológico, la tecnología disponible en el país y el desarrollo científico. El Ministerio de Salud someterá los cambios necesarios a consideración del CNSSS. 3. Por medio de la Resolución 412 (23) de 2000 del Ministerio de Salud, se reglamentan las normas técnicas para la detección temprana de algunas enfermedades (Artículo 9, literal d), entre ellas las alteraciones del adulto mayor de 45 años y a la vez establece que los contenidos de las normas técnicas de detección temprana serán actualizados periódicamente de acuerdo con los cambios en la estructura demográfica de la población, el perfil epidemiológico, la tecnología disponible en el país, el desarrollo científico y la normatividad vigente. 216 Se ha definido también a las enfermedades crónicas como un grupo de eventos que se caracterizan por largos periodos de latencia, de curso prolongado, con deterioro progresivo hacia incapacidad y una etiología atribuible a múltiples factores de riesgo que interactúan entre sí. Dentro de este grupo se incluyen: las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades del metabolismo, las enfermedades neoplásicas, las enfermedades crónicas del pulmón, las enfermedades neurológicas y las enfermedades músculo esqueléticas, como artritis y osteoartrosis. 4. A través del Decreto 2309 de 2002 (24) que implementa el Sistema Obligatorio de Garantía de la Calidad (SOGC), se destacan, en el Artículo 6, las características de la atención en salud del Sistema General de Seguridad Social, entre ellas: accesibilidad, oportunidad y seguridad. Se definen como el conjunto de elementos estructurales, procesos, instrumentos y metodologías, basados en evidencia científicamente probada, que propenden minimizar el riesgo de sufrir un evento adverso en el proceso de atención de salud o de mitigar sus consecuencias. Se define la pertinencia como el grado en el cual los usuarios obtienen los servicios que requieren, de acuerdo con la evidencia científica, cuyos efectos secundarios son menores que los beneficios potenciales. Se define la continuidad como el grado en el cual los usuarios reciben las intervenciones requeridas, mediante una secuencia lógica y racional de actividades, basada en el conocimiento científico. En el momento no se encuentran unas Guías de Atención Integral por parte del Ministerio de Protección Social para la AR, así como tampoco existen lineamientos gubernamentales tendientes a la detección temprana de la enfermedad ni a la definición de la misma como enfermedad de interés en Salud Pública. Recientemente se ha publicado (25) el primer documento de posición latinoamericano sobre el tratamiento de la AR, en donde han participado 16 sociedades científicas del mismo número de países, incluido Colombia, coordinado por el PanAmerican League of Associations for Rheumatology (PANLAR) y el Grupo Latinoamericano de Estudio de Artritis Reumatoide (GLADAR). En este artículo se destaca la importancia de tratar la enfermedad de manera temprana con los agentes indicados y se hacen recomendaciones, subrayando la repercusión de no hacerlo. A la vez, insta a todos los estamentos científicos y gubernamentales para asumir estas recomendaciones en cada uno de los países participantes. 217 4. Conclusión Luego de realizar una búsqueda sobre la evidencia vigente de la legislación en Colombia referente a la AR, no se encuentra un marco legal que la incluya dentro de las enfermedades de alto costo, ni se incluyen los medicamentos que de acuerdo con la evolución de la tecnología y con la evidencia ampliamente expuesta en estas Guías, han demostrado beneficio e impacto en el paciente. Se menciona únicamente un pequeño grupo de fármacos, de los cuales varios no se utilizan en la actualidad. En el mismo sentido, no se encuentran planes gubernamentales de promoción y prevención para la detección de la AR temprana. Tampoco existen guías que orienten hacia su diagnóstico y tratamiento integral, que sean asumidas por todos los entes que atienden a la población, ni se ha definido a la AR como una enfermedad de interés de salud pública. 5. Propuesta Se propone que estas Guías, que se han realizado con base en la evidencia y han sido desarrolladas por el ente que agrupa a los expertos en el tema en el país (Asociación Colombiana de Reumatología), sean asumidas por parte del Ministerio de Protección Social como las “Guías de Atención Integral en Artritis Reumatoide” en razón de la morbimortalidad de la enfermedad, el impacto y la prevalencia que tiene la misma, así como del alto costo, ampliamente demostrado en nuestro país (26-29) y en otras latitudes. Del mismo modo, se propone plantear de nuevo al CNSSS la inclusión de los medicamentos inductores de remisión de la enfermedad (Tabla 3) como medicamentos de primera línea, teniendo en cuenta las indicaciones explícitas en estas Guías. Deben tenerse en cuenta los importantes cambios que la ciencia y la tecnología han tenido en lo referente al manejo de esta enfermedad en la última década y reevaluarse algunos de los medicamentos que se encuentran actualmente incluidos en el Manual POS. Estos medicamentos no solamente son escasos, sino que muchos tienen toxicidad demostrada y presentan falla en la detención de la progresión de la enfermedad (ver capítulos acerca de los medicamentos), conllevando finalmente a un aumento de la morbimortalidad, la discapacidad y el alto costo económico y social en Colombia. Por último, se pretende con estas Guías demostrar la importancia de que se tenga en cuenta, por parte de los entes guberna- 218 mentales, a la AR como una enfermedad de alto costo, dado que cumple con las características de definición de enfermedad ruinosa o catastrófica denotadas por la normatividad legal vigente. Tiene además una prevalencia similar o mayor que otras patologías ya incluidas con este término. Igualmente, tiene un costo mayor que algunas de ellas. Los pacientes que padecen esta enfermedad se beneficiarían de lo dispuesto por las normas adoptadas recientemente, con las cuales se pretende mejorar la atención por parte del Estado Colombiano, de la población que padece enfermedades ruinosas o catastróficas. Referencias 1. Senado de la República. Ley 100 de 1993. Colombia, 1993. 2. Ministerio de Salud. Resolución 5261 de 1994. 3. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 31. Colombia, 1996. 4. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 72. Colombia,1997. 5. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 217. Colombia, 2001. 6. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 227. Colombia, 2002. 7. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 245. Colombia, 2003. 8. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 248. Colombia, 2003. 9. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Ley 972. Colombia, 2005. 10. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 228. Colombia, 2002. 11. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 51. Colombia, 1997. 12. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 170. Colombia, 2000. 13. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 232. Colombia, 2002. 14. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 246. Colombia, 2003. 15. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 282. Colombia, 2004. 16. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 336. Colombia, 2006. 17. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Resolución 5061 de 1997. 18. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Resolución 2312 de 1998. 19. Ministerio de Protección Social-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Resolución 2948 de 2003. 219 20. Corte Constitucional. Sentencia T-236 de 1998. 21. Presidencia de la República. Constitución Política de Colombia. 1991. 22. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Acuerdo 117. Colombia, 1998. 23. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Resolución 412 de 2000. 24. Ministerio de Salud-Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS). Decreto 2309 de 2002. 25. Latin American Rheumatology Associations of the Pan-American League of Associations for Rheumatology (PANLAR); Grupo Latinoamericano de Estudio de Artritis Reumatoide (GLADAR). First Latin American position paper on the pharmacological treatment of rheumatoid arthritis. Rheumatology (Oxford)2006; 45 (Suppl 2): ii7-ii22. 26. Pineda-Tamayo R, Arcila G, Restrepo P, Tobón GJ, Camargo JF, Anaya JM. Costos médicos directos de la artritis reumatoide temprana. Rev Colomb Reumatol 2004; 11: 89-96. 27. Pineda-Tamayo R, Arcila G, Restrepo P, Anaya JM. Impact of cardiovascular illness on hospitalization costs in patients with rheumatoid arthritis. Biomédica 2004; 24: 366-374. 28. Caballero CV. Costos en la Artritis reumatoide. En Ramírez LA, Anaya JM, eds. Artritis reumatoide. Segunda Edición. Medellín: Edimeco; 2004. 29. Caballero CV, Venegas C. Costos directos de la artritis reumatoide en Colombia. Rev Colomb Reumatol 2003; 10: 77. 220 CAPÍTULO 13 Conclusiones E l acercamiento diagnóstico y terapéutico temprano de todo paciente con enfermedad articular inflamatoria requiere de la evaluación rápida y oportuna del médico reumatólogo. Por ende el primer nivel de atención en salud -que es en nuestro sistema quien tiene el contacto inicial con el paciente- debe estar capacitado para detectarlo y remitirlo, más en el caso de la artritis reumatoide (AR). Un retraso diagnóstico y terapéutico reduce las posibilidades de obtener la remisión (1, 2). Se han propuesto desde hace varios años criterios de referencia al reumatólogo de pacientes con dolor, edema y rigidez en una o más articulaciones durante más de seis semanas, después de la evaluación por un médico general. Se debe así lograr diseñar estrategias de manejo intensivas, en relación con los factores pronósticos (Nivel de evidencia II, grado de recomendación B) (3, 4). La importancia del proceso de referencia de atención primaria hacia el reumatólogo se fundamenta en los estudios relacionados con los factores pronósticos de desenlace y de respuesta terapéutica (5). El estudio de Visser compara tres modelos diferentes tendientes a predecir si los pacientes con AR temprana podrían tener como desenlace una enfermedad erosiva y persistente. Se encontró que las variables con capacidad discriminatoria para predecir los desenlaces de persistencia de síntomas y erosión eran: la duración de los síntomas, la presencia de anticuerpos anti-citrulina y de factor reumatoideo, la rigidez matinal superior a una hora, la artritis de tres o más grupos articulares, el dolor compresivo de las articulaciones metatarsofalángicas y la presencia de erosiones en las radiografías de manos y pies (Nivel de evidencia IIIa, grado de recomendación C) (6). Diversas son las investigaciones que comprueban la existencia de la “ventana de oportunidad”, al demostrar que el inicio del tratamiento inductor de la remisión con medicamentos convencionales antes de cuatro meses del inicio de los síntomas, 221 impacta favorablemente el control de la actividad clínica de la enfermedad. Es útil en este caso la medición por medio de instrumentos clinimétricos tales como los criterios de remisión (ACR) y el DAS 28. Se ha mostrado también que el inicio temprano de la terapia retrasa la progresión del daño radiológico, evaluado por los índices de Sharp/van Der Heijde y modifica el mal pronóstico que pudiera conferir la presencia de marcadores genéticos de severidad. En el estudio COBRA se logró modificar la progresión de la AR temprana en los pacientes que recibían terapia remisora combinada con un curso corto de esteroides a dosis altas, independientemente del tratamiento posterior que el paciente recibiera al concluir la fase ciega del estudio (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (7-12). En conclusión, el inicio temprano de terapia remisora combinada con medicamentos convencionales como los que están incluidos en el Acuerdo 228 antes de los cuatro meses de síntomas, logra los mejores resultados posibles en cuanto al control de la actividad clínica y la progresión radiológica, demostrando la existencia de una ventana de oportunidad en el tratamiento de la AR. Es decir, los factores pronósticos clínicos, genéticos, radiológicos que modulan el comportamiento clínico de la enfermedad, son modificables en lo que a los desenlaces respecta, con la terapia remisora temprana (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (7-11). Para determinar cuál estrategia terapéutica es la más eficaz para el manejo del paciente con artritis reumatoide, el estudio BEST comparó en pacientes con AR temprana cuatro modalidades terapéuticas: monoterapia (I) terapia combinada “ascendente” o “step up”(II), terapia combinada “descendente” o “step down”(III) y terapia combinada con metotrexate (MTX) - antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (infliximab) (IV), demostrando que los mejores resultados en relación con el control clínico y radiológico de la AR se obtuvieron con las estrategias III y IV. El grupo IV fue además, el que menos cambio de terapia requirió y el que presentó mayor incremento en la tasa de remisiones. Es importante aclarar que los patrones de respuesta para determinar el cambio de manejo terapéutico se definieron utilizando el DAS 28, es decir con cuantificación objetiva de la respuesta clínica (12). Se concluye que la terapia combinada “descendente” o “step down” y la combinación de MTX con inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF-α) son las estrategias terapéuticas mas eficaces para el control clínico y estructural de la AR (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (12). 222 Estudios recientes que comparan etanercept, adalimumab e infliximab asociados a MTX, con el agente biológico solo y con el MTX solo, ratifican que la combinación es más eficaz para controlar la actividad clínica de la enfermedad y la progresión radiológica (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (13-15). La importancia en de una evaluación clinimétrica precisa radica en permitir identificar pacientes no controlados, ajustar adecuadamente su medicación y orientar la disminución del número de fármacos y sus dosis en aquellos pacientes que se encuentran controlados, con baja actividad clínica. De esta forma la tasa de remisión puede ser hasta 2.5 veces superior a la alcanzada con el enfoque tradicional basado en la decisión individual del reumatólogo (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (16-18). En cuanto al análisis individual de cada uno de los medicamentos utilizados, es importante definir el papel de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) selectivos o no, y de los inhibidores de la COX-2. Estos fármacos son eficaces para el alivio sintomático de la enfermedad (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (19-21). En lo referente a su utilización, debe ser durante el menor tiempo posible y evaluando la relación riesgo-beneficio en cuanto a los riesgos cardiovasculares y gastrointestinales. Estas variables deben tenerse en cuenta en el momento de decidir cuál utilizar, como está descrito en el capítulo respectivo (19). En cuanto al riesgo gastrointestinal, tanto el rofecoxib, el celecoxib como el lumiracoxib, tienen una menor incidencia de úlceras sintomáticas y de complicaciones relacionadas con ellas, en comparación con el ibuprofeno, el naproxeno y el diclofenaco, tal como lo determinan los estudios VIGOR, CLASS y TARGET (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (22-25). Respecto al riesgo cardiovascular, en el estudio VIGOR el rofecoxib se asoció a eventos trombóticos vasculares e infarto de miocardio. Esto se ratificó en el estudio APPROVE después de tomarlo a dosis de 25 mg/día, a partir del mes 18. Debe tenerse en cuenta que los AINE en general no deben ser utilizados en forma continua durante tiempo prolongado, más cuando la terapia remisora es cada vez más eficaz (26). Hasta el momento no hay evidencia concluyente con celecoxib ni con lumiracoxib acerca de riesgo cardiovascular. Los estudios han arrojado en ocasiones resultados controversiales; incluso en uno de ellos el naproxeno, que servia como comparador para el 223 celecoxib (estudio de prevención de enfermedad de Alzheimer, ADAPT) se asoció a riesgo cardiovascular. Por ello el Instituto Nacional de Salud de EEUU (NIH) suspendió el estudio. En el estudio TARGET los eventos cardiovasculares fueron similares para el grupo de lumiracoxib con respecto al grupo de los AINE. Sin embargo, los estudios individuales para cada uno de ellos mostraron una mayor tendencia a presentar infarto de miocardio en el grupo de lumiracoxib que en el de naproxeno y lo contrario ocurrió en el grupo de análisis individual con ibuprofeno. Se aclara que las diferencias no fueron estadísticamente significativas. La FDA recomienda evaluar individualmente la indicación de estos medicamentos y se hace imperativo esperar el resultado de estudios destinados a evaluar específicamente este riesgo. La incertidumbre a este respecto llevó al retiro de valdecoxib/ parecoxib que se había asociado a infarto de miocardio en dos estudios de control de dolor postoperatorio en cirugía cardiovascular, pero no en cirugía abdominal utilizando el mismo protocolo (19, 27-29). Hasta el momento ningún AINE tiene definido sin margen de duda su perfil de riesgo cardiovascular. Lo contrario ocurre en relación con el riesgo de complicaciones gastrointestinales, como ya se manifestó en párrafo anterior. En lo referente a los glucocorticoides, es importante recalcar que no deben utilizarse como monoterapia por el riesgo de taquifilaxia y de incremento desmedido de efectos secundarios. En la mayoría de los casos en los que se requiere su uso, las dosis bajas permiten controlar el número de articulaciones inflamadas y dolorosas cuando el paciente ha sido refractario a una adecuada terapia con AINE, potenciando el efecto de otros antirreumáticos y retardando la aparición de erosiones (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (30-33). La terapia con fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME) ofrece el mejor potencial para cumplir las metas terapéuticas y se asocia con reducción de la morbimortalidadlidad. Se recomienda su uso en el paciente con más de seis semanas de inflamación articular, aun sin diagnóstico establecido de AR, e incluso antes de la aparición de cambios erosivos. El inicio de los FARME no se debe demorar más de tres meses en pacientes con factores de mal pronóstico (alto riesgo) o en aquéllos con signos de actividad persistente a pesar del tratamiento antiinflamatorio, independientemente de la presencia del factor reumatoideo. Ante una artritis erosiva, persistente o ambas, se debe siempre iniciar un FARME (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (4). 224 No hay indicaciones rígidas que nos permitan esquematizar el tratamiento remisor en el paciente con AR. Debe tenerse en cuenta los factores pronósticos, especialmente el tiempo de evolución de los síntomas, que es determinante en la respuesta terapéutica. Existen estudios que establecen que después de cuatro meses de evolución, la mejor alternativa terapéutica es la terapia combinada. Además, la evaluación clinimétrica es una herramienta inmejorable para poder objetivar el resultado del tratamiento, aunque no es dogma y no reemplaza la historia clínica. En los sistemas de salud cada vez más influenciados por determinantes económicos, herramientas como el DAS 28 permiten demostrar mediante un valor numérico absoluto si el paciente está mejor, incluso en remisión. Tales datos sirven para orientar la dosificación o los cambios de medicamentos. En la Figura 1 se ilustra un ejemplo de algoritmo terapéutico que centra el manejo en el MTX, que es el “estándar de oro” dentro de los medicamentos remisores; éste es sólo un ejemplo dentro de los múltiples esquemas que se presentan y presentarán en el futuro (Tablas 1, 2) (34-35). Los agentes biológicos están indicados en todo paciente con AR activa refractaria a agentes remisores. La mayoría de los consensos incluyen al MTX como fármaco obligatorio previo y además Artritis Reumatoide Temprana Terapia Remisora Temprana MTX 7.5 - 10 mg/semana a 20 - 25 mg/semana Si es tolerado en 3 meses (+ corticosteroides) DAS28 mejoría > 1.2 o SDAI mejoría > 20 o HAQ/MDHAQ < 0.5 o Pt dolor < 10/100 o Pt global < 10/100 En 4 meses NO SI Asociar otro FARME (+ corticosteroides) o Asociar un agente biológico DAS28 < 2.6 o SDAI < 5 o HAQ/MDHAQ < 0.5 o Pt dolor < 10/100 o Pt global < 10/100 En 4 meses NO SI Continuar FARME Asociar otro FARME (+ corticosteroides) o Asociar un agente biológico Adaptado de Smolen JS y cols. Clin Exp Rheumatol 2003; 21 (Suppl 31): S209-S210. pt global: evaluación por el paciente (Enfermedad) pt dolor: evaluación por el paciente (Dolor). Figura 1. Algoritmo terapéutico en artritis reumatoide. 225 Tabla 1. Instrumento de medición de actividad DAS 28 (Modified Disease Activity Score) Incluye: • Recuento de 28 articulaciones dolorosas posibles (ADP) • Recuento de 28 articulaciones inflamadas posibles (AIP) • Eritrosedimentación (ESG) • Evaluación global de actividad (paciente), utilizando escala visual análoga de 100 mm (EVA) Fórmula: 0.56 x (28 ADP) + 0.28 x (28 AIP) + 0.7 (Iog ESG) + 0.014 x (EVA) Tabla 2. Instrumento de medición de actividad SDAI (Simplified Disease Activity Index) Incluye: • Recuento de 28 articulaciones dolorosas posibles • Recuento de 28 articulaciones inflamadas posibles • Evaluación global de actividad (paciente), utilizando una escala visual de 10 cm • Proteína C reactiva (mg/dl) Fórmula: sumatoria simple lineal Interpretación: actividad alta > 40 puntos, moderada 21 - 40 puntos, leve 5 - 20 puntos, remisión < 5 puntos. Mejoría: mayor en - 22 puntos o más, menor - 21 a - 10. definen falla terapéutica en relación al puntaje obtenido en el DAS 28. Estos aspectos son básicos; los demás se individualizan en relación con otros aspectos no necesariamente reumatológicos, como son el sistema de salud imperante, la realidad social del país o la región y los factores económicos. Lo más importante es que las asociaciones científicas de reumatología desarrollen los consensos para que la aplicación de estos medi- 226 camentos por el reumatólogo exclusivamente, confiera las máximas garantías al paciente. Hay que partir de la experticia de este especialista para llevar a cabo una evaluación del diagnóstico y de la actividad de la enfermedad, así como del riesgo de infecciones por agentes oportunistas, especialmente el Mycobacterium tuberculosis; por ello, a todo paciente candidato al tratamiento, se le debe solicitar una radiografía del tórax y prueba de tuberculina. Para definir la respuesta terapéutica debe monitorearse al paciente con instrumentos aptos para ello y que se describen en las presentes Guías (36-39). Hay otros aspectos terapéuticos que deben considerarse dado lo complejo y multidisciplinario del manejo. Es importante identificar a los pacientes con alergias alimentarias, ya que en ellos se deben excluir estos alimentos para prevenir reactivaciones (Nivel de evidencia II, grado de recomendación B) (40, 41). No se ha probado una conexión entre la dieta y la artritis, y los efectos de una manipulación dietética en la AR son de corta duración y sólo se observan en algunos pacientes (Nivel de evidencia IV, grado de recomendación C) (42, 43). Cuando se comparan los desenlaces entre la educación y la no intervención, el beneficio es similar al que logran los antimaláricos, o entre una décima a una cuarta parte del efecto de los corticoides (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (44). El Panel de Ottawa concluyó que el ejercicio terapéutico, incluyendo el fortalecimiento funcional específico y funcional de todo el cuerpo, es una intervención benéfica para los pacientes con AR en lo referente al alivio del dolor, al incremento de la fuerza de miembros superiores (agarre) e inferiores, y al estado funcional. El ejercicio terapéutico y la aplicación de calor superficial reducen el dolor a medida que mejora la fuerza muscular, la capacidad aeróbica y la movilidad articular (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (45, 46). El ultrasonido terapéutico es más efectivo para el control de dolor en pacientes con AR de evolución crónica y una actividad moderada de la enfermedad, con estado funcional I ó II en manos (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (47). La estimulación tipo TENS y la terapia con láser se recomiendan en la AR como métodos para disminuir el dolor y mejorar la fuerza muscular (Nivel de evidencia I, grado de recomendación A) (48-51). El futuro del tratamiento de la enfermedad es halagüeño. La terapia biológica sigue desarrollándose y las nuevas alternativas están en el país, como es el caso del rituximab y del abatacept. 227 Lo expuesto en estas Guías está acorde con la normatividad expresada en la Ley 100 de 1993. Se espera que en consonancia con la misma, la AR sea incluida dentro de las enfermedades de alto costo. Las enfermedades de alto costo, o ruinosas o catastróficas, se han definido como aquellas que representan una alta complejidad técnica en su manejo, alto costo, baja ocurrencia y baja costo-efectividad en su tratamiento. Los tratamientos de alto costo para enfermedades ruinosas o catastróficas, se han definido como aquellos tratamientos que se caracterizan por una baja costo-efectividad en la modificación del pronóstico y representan un alto costo. La provisión de los medicamentos para el manejo de patologías crónicas, las cuales son de un alto costo y exigen un manejo especializado, estará sujeta a normas definidas en las respectivas Guías de Atención Integral (52, 53). Esperamos que el presente documento escrito, que contó con la participación de destacados colegas colombianos de diversas especialidades y ramas de las ciencias de la salud, sea de utilidad para estudiantes de pregrado y de postgrado en reumatología y especialidades afines, médicos de atención primaria, médicos especialistas clínicos y quirúrgicos, personal administrativo de IPS y EPS, entes gubernamentales, facultades de medicina, así como para los pacientes y sus familias. Referencias 1. Breedveld FC, Kalden JR. Appropriate and effective management of rheumatoid arthritis. Ann Rheum Dis 2004; 63: 627-633. 2. Senado de la República. Ley 100 de 1993. Colombia, 1993. 3. Emery P, Breedveld FC, Dougados M, Kalden JR. 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95 humanos antiquiméricos (HACAS), 120 Antiinflamatorios no esteroideos (AINE), 14, 22, 25, 42, 43, 53, 54, 61,78, 171, 187, 188, 203 Derivados del ácido acético, 44 Derivados del ácido propiónico, 45 Derivados del ácido salicílico, 44 Derivados del oxicam, 45 Efectos gastrointestinales, 47 Recomendaciones para su uso, 55 Antimálaricos, 26, 67, 175 Antioxidantes, 142 Años de vida saludable perdidos, 9 233 Artritis autolimitada, 169, 170 erosiva, 16, 26, 169, 170, 204 indiferenciada, 24 no erosiva, 170 no erosiva persistente, 169 persistente, 16, 26, 28, 170, 204 reactiva, 7 reumatoide establecida, 3, 26 reumatoide temprana, 3, 11, 26, 63, 167, 168 Artritis reumatoide, clasificación epidemiológica, 12 control de la enfermedad, 41 desenlace, 12 diagnóstico, 3, 168 diagnóstico diferencial, 7 severidad, 12 Artritis viral, 6 Asociación Colombiana de Reumatología, 198 Aspergilosis, 90 Aspirina, 47 Atención en salud en Colombia, 184 Aurotioglucosa, 65, 188, 189 Aurotiomalato, 65, 189 Autoanticuerpos, 4 Autoinmunidad, 98 Azatioprina, 26, 71, 72, 76, 90, 96, 102, 175, 188, 189 B Betametasona, 60 Bisfosfonatos, 57, 188 Bloqueadores del factor de necrosis tumoral alta, 26, 27 ver también antagonistas 234 del factor de necrosis tumoral British Thorax Society, 97 C Café, 142 Calidad de vida, 128, 154 Calor superficial, 207 Calzado, 162 Carnes rojas, 139, 140 CD 20, 117 Celecoxib, 43, 46, 47, 50, 52, 203, 204 Células presentadoras de antígeno (CPA), 112, 113 Ciclofosfamida, 71, 72, 76, 118, 119, 188 Ciclooxigenasa (COX), 42, 43, 46, 47, 49, 52, 53, 54 Ciclosporina, 69, 70, 76, 77, 189 Clase funcional, 10 Clasificación Internacional del Funcionamiento (CIF), 153 Clínicas de artritis temprana, 24, 29 Clinimetría, 28, 29, 203 Cloroquina, 55, 67, 75, 77, 78, 95, 190 Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud (CNSSS), 188, 190, 191, 196, 198 Coccidioidomicosis, 90 Coestimulación, 113 Colegio Americano de Reumatología (ACR), 3, 23, 57, 61, 64, 74, 129, 134, 167, 169 Colesterol LDL, 141 total, 141 Colestiramida, 73 Comité de Medicamentos y Evaluación de Tecnología, 190, 191 Técnico Asesor de Medicamentos, 190 Técnico Científico, 194, 195 Comorbilidad, 14 Complejo B7, 113 mayor de histocompatibilidad, 112 Conteo de articulaciones dolorosas, 127, 129, 130 de articulaciones inflamadas, 127, 129, 130 Corticoides, 27, 174 Costo efectividad, 185, 208 Costos directos, 9, 10 económicos, 8 indirectos, 9, 10 intangibles, 9, 10 Coxib, 54 ver también inhibidores de la ciclooxigenasa 2 (COX-2) Crioterapia, 160 Criptococosis, 90 Criterios ACR, 129 de clasificación de la artritis reumatoide, 3, 168 de diagnóstico, 168 de referencia al especialista (reumatólogo), 30, 201 de remisión, 133, 202 Cuestionario de impacto de la artritis reumatoide (AIMS), 133 D D-penicilamina, 26, 63, 70, 76, 77, 79, 102, 174, 175, 188, 189 Daño funcional, 17 radiográfico, 17 DAS 28, 131, 174, 202, 205, 206 Decreto 2309 de 2002, 197 Deflazacort, 60, 188 Departamento Administrativo de Función Pública, 184 Depresión, 144, 145, 146 Desesperanza, 145 Destrucción articular, 28 Dexametasona, 60 Diclofenac, 43, 44, 47, 50, 51, 52, 188, 203 Dieta, 139, 141 Dieta mediterránea, 141, 142 Dieta rica en pescado, 140 Dihidrofolato reductasa, 75 Dihidroorotato deshidrogenasa, 72 Discapacidad, 9, 22, 154 Disease activity score (DAS), 23, 130 ver también DAS 28 Dispepsia, 48 Dolor crónico, 144 E Educación, 148, 150, 154, 207 Ejercicio, 158, 159 Ejercicio terapéutico, 154, 207 Ejercicios de fortalecimiento, 157 Ejercicios isométricos, 155 Embarazo, 99 Empresas Promotoras de Servicios de Salud (EPS), 10 235 Endocarditis infecciosa, 6 Enfermedad cardiovascular, 141 catastrófica, 185, 199 coronaria, 13 de alto costo, 10, 184, 185, 186, 187, 199, 208 de Crohn, 91 de Hogdkin, 91 de Still, 6 desmielinizante, 96 ruinosa, 185, 199 tiroidea, 6 crónicas, 197 del tejido conectivo, 6 Enfermedades desmielinizantes, 92, 98 linfoproliferativas, 90 Epidemiología, 1 Epítope compartido, 15 Erosiones, 17, 29 Esclerosis múltiple, 93 Espondiloartropatías seronegativas, 6 Esquema de la pirámide, 22 Estado funcional, 128, 130 Esteroides, 66, 176 Estimulación con láser, 161 eléctrica muscular, 161 eléctrica transcutánea (TENS), 161, 207 Estiramiento, 155 Estructuras corporales, 153 Etanercept, 63, 86, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 97, 99, 101, 102, 105, 177, 203 Etidronato, 57 Etoricoxib, 43, 47, 50 EULAR, ver Liga Europea Contra el Reumatismo Evaluación clinimétrica, 205 ver también clinimetría 236 Evaluación de la actividad, 129 de la función física, 132 del dolor, 128, 129 global de la actividad de la enfermedad, 128 global del estado de salud, 129 global del médico, 9, 12, 130 global del paciente, 9, 12, 130 radiográfica, 134 cardiovascular, 14 cerebrovascular, 53 Exacerbaciones de la enfermedad, 56 F Factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), 26, 90, 93, 94, 103, 104, 114 reumatodideo, 4, 5, 15-17, 128, 169 reumatoideo IgA, 167 de mal pronóstico, 14, 61 Factores de riesgo, 2, 9 predictores de desenlace, 170 predictores de la enfermedad, 167 Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME), 17, 22, 23, 25, 26, 27, 41, 58, 63, 64, 65, 68, 69, 71, 72, 74, 95, 96, 101, 102, 112, 114, 115, 119, 169, 171, 174, 175, 177, 204 FDA, 27, 87, 91, 92, 94, 173, 204 Fibromialgia, 6 Food and drug administration (FDA), 112 ver también FDA Formulario Nacional de Medicamentos, 65 Fortalecimiento, 155, 158, 159 Fuerza de prensión, 127 Funcionamiento, 153, 154 Funciones corporales, 153 G Gammagrafía ósea, 8 Gérmenes comunes, 90 oportunistas, 90 Glucocorticoides, 14, 25, 42, 54, 57, 59, 79, 187, 204 toxicidad, 56 ver también corticoides Gota poliarticular, 6 Grasa saturada, 139 Grupo Latinoamericano de Estudio de la Artritis Reumatoide (GLADAR), 16, 197 Guías de atención integral, 190, 195, 208 H Health Assessment Questionnaire (HAQ), 8, 9, 11, 12, 15, 23, 133, 134, 129, 149, 174 Helicobacter pylori, 48 Hemocromatosis, 6 Hemorragia, 51 Hepatitis B, 96 Hepatitis C, 97 Hidroxicloroquina, 28, 63, 67, 68, 77, 78, 102, 95, 173, 175, 188 Histoplasmosis, 90 HIV, 96 HLA-DR 4, 2, 15 Homocisteína, 141 Hospitalización, 11, 12, 17 I Ibuprofeno, 45, 47, 50, 51, 52, 188, 203 Improductividad, 9 Incapacidad laboral, 163 Indice articular de Ritchie, 130 de Larsen, 134, 170 de Sharp, 134, 177 simple de actividad (SDAI), 131 Indices de Sharp/van Der Heijde, 202 Indometacina, 44, 47 Infarto del miocardio, 13, 52, 53, 141, 203, 204 Infección por citomegalovirus, 91 Infliximab, 58, 63, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 96, 97, 99, 100, 101, 103, 176, 177, 202 Inhibidores de la ciclooxigenasa 2 (COX-2), 43, 46-48, 50, 53, 54, 188, 203 seguridad cardiovascular, 52 seguridad gastrointestinal, 50 Insuficiencia cardiaca, 13, 14, 93, 98 Interferón gamma, 114 Interleuquina I (IL-1), 104, 114 Intervenciones educativas, 145 ver también educación Isoniazida (INH), 89, 97 K Ketoprofeno, 45, 47 237 L Lactancia, 99 Leflunomida, 26, 64, 72, 73, 74, 76, 77, 78, 95, 96, 173, 174, 188 Ley 100 de 1993, 185, 208 Liga Europea Contra el Reumatismo (EULAR), 23, 30, 130, 131, 178 Internacional de Lucha Contra el Reumatismo (ILAR), 41 Internacional de Asociaciones de Reumatología, 149 Linfoma, 14, 90, 92, 96, 98 Linfomas de células B, 91 no Hogdkin, 91 Listeriosis, 90 Lumiracoxib, 43, 46, 50, 51, 53, 203, 204 Lupus eritematoso sistémico, 98 Lupus inducido por medicamentos, 94, 98 M Mano reumatoidea, 162 Manual POS, 191, 192, 194, 198 Marco legal, 184 Medicamento modificador del curso de la artritis reumatoide, 41, 58 ver también fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad Medios físicos, 159, 160 Meloxicam, 43, 46, 48, 49 Metas terapéuticas, 23 Metilprednisolona, 58, 59 Metotrexate (MTX), 14, 26, 238 27, 28, 61-65, 68-70, 72, 73, 75, 77, 78, 90, 91, 95, 96, 100, 101, 102, 104, 105, 114, 118, 119, 173-175, 178, 189, 202, 203, 205 mHAQ, 23 Ministerio de Protección Social Colombiano, 184, 198 de Salud, 188, 196 Monitoreo de la toxicidad, 78 Monoterapia secuencial, 176 Mortalidad, 13, 14, 17 Muerte súbita, 13 Mycobacterium tuberculosis, 207 N Nabumetona, 43, 46 Naproxeno, 53, 45, 47, 49, 51, 52, 188, 203 Neoplasias, 90 New York Heart Association (NYHA), 94, 98 Nimesulide, 43, 46, 49 Nivel de educación, 9, 16 socioeconómico, 16 Nocardiosis, 90 Nódulos reumatoideos, 4 Número de articulaciones afectadas, 15 O Outcome measures in rheumatoid arthritis clinical trials (OMERACT), 62, 67, 149 Organización Mundial de la Salud (OMS), 41, 149, 153 Ortosis, 162, 163 Ortosis tobillo-pie (OTP), 163 Osteoporosis, 57 P Pan-American League of Associations for Rheumatology (PANLAR), 197 Panel de Philadelphia, 156 Ottawa, 156, 158, 159, 207 Parafina, 160 Parecoxib, 52, 204 Pérdida de productividad, 9 Pie reumatoideo, 162 Pirámide, estrategia de la, 172 Piroxicam, 45, 47 Plan Obligatorio de Salud (POS), 69, 70, 71, 184, 187, 190, 191, 194 Planes gubernamentales de atención, 184 Plantillas, 163 Polimialgia reumática, 6 PPD, 88 ver también tuberculina Prednisolona, 54, 55, 59, 100, 189 Presidencia de la República de Colombia, 184 Programas conductuales, 149 Progresión radiológica, 61, 170, 172, 177, 178 Prostaciclina, 52, 141 Prostaglandinas, 42, 43, 47 Proteína C reactiva (PCR), 3, 5, 7, 15, 61, 128, 130, 169 Proteína Sa, 4 Prueba de compresión, 169 Pruebas de laboratorio, 5 Puntaje de actividad de la enfermedad, 130 R Radiografía de tórax, 207 Radiografías, 5, 6, 129 Radiología convencional, 5 Reacción nitritroide, 66 Reactantes de fase aguda, 14, 129 Receptor de la célula T (RCT), 112, 113 Reeducación, 154 Reemplazos articulares, 11, 12 Rehabilitación, 152, 153 Rehabilitación funcional, 154 Rehabilitación profesional, 154 Remisión, 132 Resolución 412 de 2000, 196 5261 de 2004, 196 Resonancia magnética (RM), 7, 170, 171, 178 Retinitis pigmentaria, 67 Riesgo cardiovascular, 140, 203 Rifampicina, 73 Rigidez matinal, 4, 29, 127, 169 Risedronato, 57 Rituximab, 27, 112, 117, 118, 119, 120, 121, 122 Rofecoxib, 43, 47, 50, 51, 52, 203 S Sales de oro parenterales, 26, 63, 65, 66, 75, 77, 79, 102, 173 Salicilatos, 78 Sarcoidosis, 6 Selenio, 142 Senado de la República de Colombia, 184 239 SENS, 134 SF-36, 23 Sierra, estrategia de la, 28 Simple disease activity index (SDAI), 131 Síndrome de Felty, 66 nefrótico, 66, 71 Sistema General de Seguridad Social, 197 Obligatorio de Garantía de la Calidad (SOGC), 197 Sociedad Española de Reumatología (SER), 87, 88 Francesa de Reumatología, 174 Staphylococcus aureus, 90 Streptococcus beta hemolítico del grupo A, 90 Sufrimiento, 145 Sulfasalazina (SSZ), 26, 27, 28, 63, 68, 69, 72, 74, 75, 77, 78, 95, 100, 102, 173, 174-176, 188, 189 T Té, 142 Tenoxicam, 45, 47 Terapia biológica, 86, 177, 188 Terapia combinada, 9, 12, 27, 173, 175 “ascendente” (o en escalera), 27, 173, 202 “descendente” (o en cascada), 27, 176, 202 metotrexate + leflunomida, 176 con láser, 207 farmacológica, 22 intraarticular, 56 Terapia ocupacional, 162 240 Terapia paralela, 28 puente, 25, 56, 66, 174 Termoterapia, 160 Timoma, 91 Tomografía axial computarizada, 8 Toxoplasmosis, 90 Trastorno depresivo, 144 Tratamiento conductual, 148 integral, 22 Triamcinolona, 59 Tromboxano A1, 49 Tromboxanos, 141 Tuberculina, 89, 97, 207 Tuberculosis (TB), 86-89, 96, 97 U Ulceras complicadas, 50 hemorragia, 50 obstrucción, 50 perforación, 50 gastrointestinales, 48, 50 Ultrasonido, 160 Ultrasonido terapéutico, 207 Ultrasonografía, 7 V Vacunación, 97 Valdecoxib, 43, 47, 50, 52, 204 Velocidad de sedimentación globular (VSG), 3, 5, 7, 15, 61, 128, 130, 131, 169 Ventana de oportunidad, 171, 172, 201 Ventana terapéutica, 24 Virus vivos atenuados, 97 Vitamina C, 142 E, 142