“LA NECESIDAD DE INCLUIR UN PROGRAMA DE ACTIVIDAD FÍSICA EN LOS PLANES DE EDUCACIÓN PARA MAYORES” Ana Capdevila Seder Óscar Chiva Bartoll Universitat Jaume I [email protected] [email protected] RESUMEN La práctica habitual de actividad física es recomendable en todas las franjas de edad. En las personas mayores está especialmente indicada porque es cuando hay una mayor tendencia a adoptar un estilo de vida sedentario, además de ser la población con mayor tasa de obesidad y riesgo de padecer enfermedades asociadas de forma directa e indirecta con la inactividad física. Aprovechando que el año 2012 ha sido considerado el Año Europeo del Envejecimiento Activo, se han puesto en marcha numerosas campañas y actividades encaminadas a convertir el proceso natural de envejecimiento en un proceso participativo en busca del bienestar individual y colectivo. Palabras clave: Aprendizaje-Servicio, Educación Física, Historias de vida, experiencia y contexto 1. INTRODUCCIÓN La sociedad en la que vivimos se caracteriza por ser cada vez más longeva. En las últimas décadas la esperanza de vida ha aumentado mucho. Según el informe Estadísticas sanitarias mundiales 2009 publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida al nacer en España, en 2007, se sitúa en 81 años para ambos sexos, siendo de 78 años para los hombres y de 84 para las mujeres. En ambos casos superamos la media europea. Respecto a los años esperados de vida tras la jubilación las cifras se sitúan alrededor de los 20 años para los hombres y 22 años para las mujeres. Este dato plantea un reto fundamental para todos los agentes implicados con este grupo de población: convertir este tiempo en envejecimiento activo. El incremento de tiempo disponible o tiempo libre posterior a la jubilación, posibilita que las personas mayores puedan realizar determinadas acciones que no han tenido la oportunidad de desarrollar mientras han estado trabajando. Esto indica el interés de este colectivo por participar en diferentes actividades y no convertirse en un elemento sedentario y pasivo de una sociedad cambiante y dinámica. Además de incrementar la esperanza de vida, en la sociedad actual se busca mejorar la calidad de vida. Ésta se experimenta cuando las necesidades de una persona se ven satisfechas y cuando se tiene la oportunidad de mejorar en las áreas vitales más importantes (Hörnquist, 1989). La calidad de vida está estrechamente relacionada con la salud. La buena salud es un indicador universal de calidad de vida, por ello, el hecho de tener una buena calidad de vida es muy probable que se dé en personas saludables (Úbeda, 2009). “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La cita procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud de 1946 (OMS, 1946); esta definición no ha sido modificada desde la fecha. Actualmente existe una conciencia hacia la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Muchas campañas promueven los hábitos de vida saludables, la prevención de enfermedades, las actividades culturales para la 3ª edad, etc. El año 2012 es el Año Europeo del Envejecimiento Activo. La última definición propuesta por la OMS en 2002 sitúa esta vertiente como un modelo integrador de envejecimiento activo, entendido éste como: "el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen". Dentro del proceso de envejecimiento activo, la práctica de actividad física es un pilar fundamental, no sólo por evitar un estilo de vida sedentario, sino por los múltiples beneficios que aporta a quien la practica, en este caso las personas mayores. 2. ESTADO DE LA CUESTIÓN Según el estudio presentado por la Secretaría del Estado de Servicios Sociales «Las personas mayores en España 2008», nuestro país ocupa el 4º puesto como país con mayor porcentaje de esta población, con una proyección de crecimiento que nos situaría en el 2º lugar (detrás de Japón), con mayor envejecimiento en los próximos 30 años (Plan A+D, 2010). El envejecimiento y la prolongación de la vida son uno de los mayores logros de las sociedades modernas. Pero a medida que la edad media aumenta se reduce la participación e integración de las personas mayores en la sociedad. La pérdida de la capacidad funcional en la mayoría de los casos, es el resultado de la falta de motivación para moverse, adoptando un estilo de vida sedentario. Esta disminución de la capacidad de ejecución de los movimientos es progresiva. La última Encuesta Nacional de Salud (2006), refleja cómo este sector de la población es el que mayores porcentajes de obesidad presenta, con las consecuencias que esta patología tiene para la salud, además del impacto sobre algunas funciones y actividades cotidianas como la movilidad y la agilidad para caminar, moverse por casa, levantarse. Los malos hábitos nutricionales, la falta de ejercicio físico, el tabaquismo y el alcohol, son algunos de los causantes de un precario estado de salud en algunos sectores de esta población cada vez más numerosos. Todos estos hechos remarcan una vez más la necesidad urgente de impulsar programas preventivos, como son los de actividad física y deporte dirigido especialmente a este sector, que minimicen la necesidad de atención médica específica. 2.1. El envejecimiento El envejecimiento es un proceso de cambio constante, natural e inevitable que tiene lugar a lo largo de toda la vida de los seres vivos. Aunque no podemos obviar que existen variables genéticas que juegan un papel importante en el envejecimiento, también el individuo es responsable, con sus decisiones y comportamientos a lo largo de su vida, de que su envejecimiento sea más o menos satisfactorio y libre de dependencia (Zamarrón, 2007). Hay una serie de factores que pueden hacer que éste se produzca de forma más o menos acelerada. Entre los factores que aceleran el envejecimiento están: alimentación excesiva, stress, hipertensión, tabaquismo y alcoholismo, obesidad, soledad, poca participación socio laboral, sedentarismo y poca actividad física (Moreno, 2005). Con la práctica habitual de actividad física, además de evitar el sedentarismo, se evita de forma directa la obesidad, la hipertensión y el stress; y de forma indirecta la alimentación excesiva y el tabaquismo. Según varias investigaciones (Wold, 1989; Kovacs et al., 2008) un estilo de vida activo está relacionado de forma positiva con otros hábitos saludables como una alimentación equilibrada y el no consumo de tabaco. Las políticas de acción propuestas por la OMS (2002), de cara a la promoción del Envejecimiento Activo en la sociedad, sostienen, principalmente, cuatro líneas de actuación que tienen como objetivo potenciar los determinantes psicológicos y conductuales del mismo, Zamarrón (2007). Estás líneas de actuación tienen que ver, principalmente, con: 1) La reducción de los factores de riesgo asociados a enfermedades o incrementar los de protección de la salud a través de hábitos saludables y ejercicio físico 2) Promover los factores de protección del funcionamiento cognitivo 3) Promover las emociones y un afrontamiento positivo 4) Promover la participación prosocial 2.2. La práctica habitual de actividad física Teniendo en cuenta los datos del Libro Blanco de Envejecimiento Activo (2010), el factor más valorado por las personas mayores es la salud. En relación a este resultado, consideramos que la prevención se convierte en el principal objetivo en atención sanitaria en este colectivo, y que dentro de la prevención, la actividad física ocupa un destacado papel como una de las medidas sanitarias preventivas para alcanzar un exitoso envejecimiento. Por ello es de vital importancia, fomentar, en este grupo de población, un estilo de vida activo donde el ejercicio físico sea parte consustancial en la vida de las personas. Cada día existe una mayor evidencia epidemológica de que la inactividad física y la falta de ejercicio están relacionadas con el desarrollo de diversos trastornos y son causa importante de mortalidad e incapacidad en los países desarrollados. La buena forma física podría retrasar la mortalidad por todas las causas, disminuyendo especialmente las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer (González y Vaquero, 2000). En este sentido, Sallis y Owen (1999) realizaron una revisión de las investigaciones y revisiones más importantes hasta la fecha sobre los beneficios físicos de la actividad física, consiguiendo establecer el tipo de relación existente entre la práctica física regular y los diversos beneficios (véase tabla 1). Pero la actividad física no sólo aporta beneficios fisiológicos al individuo que la practica, sino que además, contribuye a la mejora de diversos aspectos psicológicos. En esta línea, Taylor et al. (1985) informan sobre los diferentes beneficios psicológicos que puede producir la práctica regular de actividad física en la población (véase tabla 2). Tabla 1. Efectos de la actividad física en la salud fisiológica de los adultos Resultado en la salud Asociación Longevidad ↑↑↑ Enfermedades coronarias ↓↓↓ Colesterol HDL ↑↑ Colesterol LDL 0 Presión sanguínea ↓↓ Grasa corporal ↓↓ Grasa corporal central ↓↓ Diabetes mellitus no- ↓↓↓ insulinodependiente Sensibilidad insulínica ↑↑ Cáncer de colón ↓↓ Cáncer de mama ↓ Cáncer de próstata ↔ Densidad mineral ósea ↑↑ Actividades cotidianas en la tercera edad ↑↑ Dolor lumbar 0 Osteoartritis ↓ Función inmune ↑↑ Lesiones del sistema músculo-esquelético ↑ Fuente: Modificado de Sallis y Owen (1999) Clave: 0 = no asociación; ↔ = asociación inconsistente o información muy limitada; ↑ = alguna evidencia de que la actividad física incrementa esta variable; ↑↑ = evidencia moderada de que la actividad física aumenta esta variable; ↑↑↑ = fuerte evidencia en muchos estudios de que la actividad física aumenta esta variable; ↓ = alguna evidencia de que la actividad física disminuye esta variable; ↓↓ = evidencia moderada de que la actividad física disminuye esta variable; ↓↓↓ = fuerte evidencia en muchos estudios de que la actividad física disminuye esta variable. Tabla 2: Efectos de la actividad física en la salud psicológica de la población Mejora Disminuye Rendimiento académico Absentismo laboral Asertividad Consumo de alcohol Autoconfianza Cólera Estabilidad emocional Ansiedad Funcionamiento Confusión intelectual Locus de control interno Depresión Memoria Dolor de cabeza Capacidad perceptiva Hostilidad Imagen corporal positiva Fobias Autocontrol Conducta psicótica Satisfacción sexual Tensión Bienestar Conducta “tipo A” Rendimiento en el trabajo Errores laborales Fuente: Modificado de Taylor et al. (1985) Según datos del Estudio SEMFYC (2007), y en consonancia con la relación de beneficios citados por Taylor, queda demostrado que el ejercicio mejora la salud mental en general, actuando tanto sobre la ansiedad como sobre el insomnio y los trastornos del ánimo. La autodisciplina que impone la práctica regular de ejercicio puede llevar al sujeto a experimentar una mayor sensación de control de su vida. Además, esto lleva a mejorar la calidad de vida y el aprovechamiento responsable del tiempo libre de la población (González, 2004). Centrando los beneficios en la población mayor; informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS 1997) y de la Asociación de Cirujanos Generales de Estados Unidos (US Surgeon General, 1996), indican que el ejercicio físico realizado de forma regular limita las alteraciones que se producen como consecuencia de la edad, y permite mantener una forma de vida independiente, superando los problemas en las actividades de la vida diaria. Incluso se llegó a afirmar que pequeñas mejoras funcionales pueden tener una gran importancia a la hora de mejorar la calidad de vida. Como ya se ha visto, la práctica de actividad física produce efectos que van más allá de los meros aspectos fisiológicos. Borges et al. (2010) aportan datos sobre la relación entre los síntomas depresivos y la aptitud funcional de personas mayores, demostrando que estas variables presentan una relación inversa entre ellas. Es decir, la realización de ejercicio físico provoca una mejoría en la aptitud funcional y una disminución de los síntomas depresivos. Otro de los aspectos que apuntan Verweeij et al. (2010) en su revisión merece especial atención. Se trata de la importancia de desarrollar cuestiones relacionadas con el equilibrio entre las personas mayores. Uno de los factores más limitantes que existen en el ámbito físico entre esta población es el denominado "miedo a caerse". Alcalde (2010) lo define como una respuesta protectora a una amenaza real, previniendo al anciano de iniciar actividades con alto riesgo de caerse, aunque conlleve una restricción que resultará negativa a largo plazo en el plano social, físico y cognitivo. Un estudio realizado por Casterad et al. (2003), confirma las mejoras cardiovasculares provocadas por el ejercicio físico en la tercera edad, superando incluso la concepción general de que el ejercicio pretende únicamente evitar o retardar la disminución de estos parámetros con llegada de la vejez. Según estos autores sería recomendable que dicha práctica tuviera una frecuencia mínima de 3 sesiones semanales, y continuidad a lo largo de los años. Por otro lado, la OMS, en uno de sus informes técnicos dice que para mejorar la salud, las personas de todas las edades deberían incluir un mínimo de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada (como caminar a paso ligero) la mayoría de los días de la semana, si no todos. En la mayoría de las personas, pueden obtenerse mayores beneficios para la salud realizando una actividad física de mayor intensidad o mayor duración (OMS, 2003b). 2.3. Importancia de la Educación Física Dentro de los programas de educación para adultos, especialistas en el mundo de la actividad física y el deporte echan en falta algunos contenidos propios de la educación física. Ya ha quedado demostrada la importancia que tiene la práctica habitual de actividad física en personas mayores. La educación física no sólo es un elemento formativo más, dentro del aprendizaje permanente, sino que ayuda a conseguir el estilo de vida activo y saludable tan necesario a estas edades. Además de esto, la mayoría de las personas mayores no realizaron educación física en la escuela, bien porque no fueron escolarizadas, bien porque esta materia no tenía la importancia que ahora tiene. Muchos otros sí la cursaron pero con unos contenidos muy distintos a los actuales, centrados en la disciplina y la repetición de movimientos corporales. Martínez del Castillo et al. (2005), realizaron un estudio en el que buscaban la relación entre haber cursado educación física en la escuela y practicar AF durante la vejez. Los resultados de este estudio sugieren que la realización de educación física durante la niñez aumenta las probabilidades de practicar actividad física o desear hacer actividad física durante la vejez. Esto se puede explicar, según García Ferrando at al. (2002), porque la cultura deportiva penetra en la sociedad a través de la escuela haciendo brotar actitudes positivas frente a la práctica deportiva. La mayoría de los objetivos propios de la educación física en edad escolar están totalmente indicados para la edad adulta; estos son algunos de ellos: Objetivos de la Educación Física - Conocer y valorar su cuerpo y la actividad física como medio de exploración, disfrute, relación con los demás y como recurso para organizar el tiempo libre. - Actividad física y bienestar: reconocer efectos sobre la salud del ejercicio físico, la higiene, la alimentación y los hábitos posturales. - Utilizar sus capacidades físicas, habilidades motrices y su conocimiento de la estructura y funcionamiento del cuerpo para adaptar el movimiento a las circunstancias y condiciones de cada situación. - Regular y dosificar el esfuerzo, llegando a un nivel de auto exigencia acorde con sus posibilidades. - Utilizar los recursos expresivos del cuerpo y el movimiento para comunicar sensaciones, emociones e ideas. - Participar en actividades físicas compartiendo proyectos, cooperando para alcanzar objetivos comunes. Todos estos objetivos son totalmente adecuados para la educación para mayores pues están estrechamente relacionados con las líneas de actuación en la promoción del Envejecimiento Activo, como el uso del tiempo libre, la relación con los demás, la salud o el conocimiento de sus posibilidades de acción. 3. CONCLUSIONES La práctica habitual de actividad física es recomendable en todas las franjas de edad. En las personas mayores está especialmente indicada porque es cuando hay una mayor tendencia a adoptar un estilo de vida sedentario, además de ser la población con mayor tasa de obesidad y riesgo de padecer enfermedades asociadas de forma directa e indirecta con la inactividad física. Aprovechando que el año 2012 ha sido considerado el Año Europeo del Envejecimiento Activo, se han puesto en marcha numerosas campañas y actividades encaminadas a convertir el proceso natural de envejecimiento en un proceso participativo en busca del bienestar individual y colectivo. Viendo que la Educación Física escolar busca unos objetivos muy relacionados con las líneas de actuación de las políticas que promueven el Envejecimiento Activo, se cree necesaria la inclusión de esta materia como parte de un aprendizaje permanente en las personas mayores. Con esto, las personas mayores aprenderán a conocer mejor su cuerpo y sus posibilidades de acción; también aprenderán a conocer de qué forma pueden ellos mismos ganar en salud y mejorar su calidad de vida; además de compartir experiencias y emociones durante la práctica colectiva de actividad física. 4. BIBLIOGRAFÍA ALCALDE, P. (2010). Miedo a caerse. Revista Española de Geriatría y Gerontología, 38-44. ASOCIACIÓN DE CIRUJANOS GENERALES DE ESTADOS UNIDOS (US Surgeon General), (1996) En Plan A+D p.95. GARCÍA FERRANDO, M., LAGARDERA, F., & PUIG, N. (2002). Cultura deportiva y socialización. En M. García Ferrando, F. Lagardera, y N. Puig (comps.), Sociología del Deporte (pp. 13-39). Madrid: Alianza Editorial. 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