Comité de Bioética Clínica del CEMIC IV Foro CEMIC de Bioética Médica “Creciendo en Valores y Actitudes” Director: Dr. Juan Carlos Tealdi Buenos Aires, 30 de mayo de 2005 1 Prefacio El 30 de mayo de 2005 en el Hospital Universitario CEMIC sede Saavedra se realizó el IV Foro de Bioética Clínica organizado por el Comité Bioética del CEMIC. El foro, cuyo director fue el Dr. Juan Carlos Tealdi, tuvo como objetivo explicitar, reforzar e instrumentar los valores y actitudes del CEMIC. En esta revista se publican los discursos que pronunciaron las autoridades y conferencistas. • • • • • Dr. Héctor Molfino – Presidente Comité Bioética del CEMIC Dr. Mario Turín – Rector Instituto Universitario CEMIC Padre Rafael Braun “Reflexiones Espirituales en Relación a Valores Humanos” Dr. Juan Carlos Tealdi “Tradición y Valores en la Práctica Médica” Dr. Guillermo Jaim Etcheverry “Reflexión sobre Valores y su Aplicación en la Formación del Médico” Agradecemos muy especialmente Padre Rafael Braun y Dr. Guillermo Jaim Etcheverry por permitirnos difundir lo que ellos expusieron durante este foro. Los valores del CEMIC Por el Dr. Juan Carlos Tealdi Desde los fundadores del CEMIC hasta los integrantes actuales de la institución ha sido y es una preocupación continua el respetar y poner en práctica un conjunto de valores para el mejor cuidado y atención de los pacientes. Dado el extraordinario desarrollo científico y tecnológico en el campo de la salud junto con los profundos cambios sociales y culturales de las últimas décadas, hoy resulta de extrema necesidad el afianzar y profundizar el conocimiento y la práctica de esos valores. En general, todos los valores son entendidos por relación a sus contrarios los disvalores: responsable/ irresponsable, etc. Al hablar de valores se considera que los hay de distinto tipo: ontológicos, epistémicos, éticos, etc. De los valores o del reconocer la existencia de algo valioso -la verdad, la justicia, etc- se desprenden los deberes o normas o principios. Y además, cuando la conducta repite en su práctica la realización de esos valores, estamos frente a las virtudes de obrar bien o actitudes valiosas. 1). Conducta ética Se presume que es un valor (ético) general ya que puede incluir a otros valores como honestidad, respeto por el prójimo, responsabilidad, solidaridad y compromiso; y a la vez es el conjunto de todas las virtudes. 2). Honestidad El ser honesto ha sido asociado, en razón de la decencia en la palabra, al ser sincero o ser veraz en los dichos. La ética kantiana, que ha insistido en el deber y no en los valores, considera un imperativo categórico a la veracidad. Pero la honestidad o el bien honesto, entendida como valor ético, sería la fuente primaria que haría posible tener como fin el deber o regla ética de veracidad de tanta importancia en la práctica en salud. 3). Respeto por el prójimo 2 La palabra prójimo tiene gran tradición en la ética cristiana (parábola del buen samaritano). Actualmente se ha utilizado mucho el hablar de respeto por las personas entendiendo por ello tanto el respeto de las personas autónomas como la protección y cuidado de aquellas personas que no son autónomas o que tienen reducida su autonomía y que por ello tienen una especial vulnerabilidad. 4). Profesionalidad La profesionalidad, si se entiende como concepto distinto -aunque complementario- de conducta ética, remite a los aspectos de dominio del conocimiento científico y del saber técnico en las profesiones de la salud como valores epistémicos. Hoy cuando se habla de profesionalismo médico, sin embargo, tal como lo hace la Asociación Médica Mundial, se entiende con ello un conjunto amplio de habilidades, conocimientos, principios y valores propios de la profesión. 5). Responsabilidad El valor de la responsabilidad se asocia al tener una conducta que considere adecuadamente las consecuencias de nuestras acciones al obrar. Una conducta ética sólo guiada por reglas podría conducir a malos resultados. 6). Solidaridad El compromiso de todos en las contribuciones para beneficiar a quienes oportunamente lo necesitan remite a la idea de fraternidad así como a la de justicia y se ha convertido en uno de los conceptos centrales en los sistemas de salud. 7). Compromiso Enunciar muchos valores de poco sirve si no se acompaña de la voluntad de hacerlos realidad. El compromiso asegura la integridad moral al hacer que los valores presentes en la conducta se realicen. 8). Prestigio El valor del prestigio de una institución -como el de las personas- remite a su consideración social positiva conseguida a lo largo del tiempo. En la profesión médica este valor ya está presente en el Juramento Hipocrático cuando se indica al médico seguir una conducta acorde con el buen nombre o prestigio del arte de curar. Más cercana y del siglo XVIII es la visión del prestigio del buen médico en la escuela escocesa de Edimburgo y la ética médica de Thomas Percival cuyos ecos pueden rastrearse en el primer plan de estudios de la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Formación en valores, actitudes y habilidades Formarse significa estudiar para identificar valores, practicar una conducta que cultive actitudes de respeto por lo valioso, y adquirir habilidades o destrezas para crecer como personas dedicadas a hacer realidad una buena calidad de atención a los pacientes. Valores: Conducta ética, Honestidad, Respeto por el prójimo, Profesionalidad, Responsabilidad, Solidaridad, Compromiso, Prestigio, etc. Actitudes: Prudencia, Tolerancia, Honestidad intelectual, Respeto, Compasión, Fidelidad a la verdad y a las promesas, Fortaleza, Seriedad, Discreción, Buen consejo, Moderación, Generosidad, Amabilidad, Afabilidad, Magnanimidad, Pudor, etc. 3 Habilidades: Distinguir hechos y valores; Argumentar moralmente; Justificar la conducta médica con hechos y valores; etc. • Respeto por el prójimo, Tolerancia y Libre exposición de argumentos intuitivos La exposición libre de argumentos (por el paciente, los alumnos ,etc) es una enseñanza en sí misma de valores y actitudes ya que se considera que el enseñar valores comienza por el reconocimiento de los valores propios (del alumno, de los otros) y de aquellos que los demás aportan a la discusión. Se presupone que existe una pluralidad de valores en pacientes, familiares, colegas o alumnos, y la actitud de tolerancia pasa por explicitar el deseo de profesionales y docentes por conocer cuáles son los que muestra cada paciente, familiar o alumno. Es común observar en aquellos no entrenados en el diálogo moral que la argumentación cede paso a la intolerancia, la descalificación y la falta de respeto hacia las posiciones contrarias. La enseñanza de valores ha de buscar en primer lugar inculcar una actitud de tolerancia y respeto que es la base desde la cual puede comenzar a construirse una deliberación moral. • Fidelidad a la verdad y distinción entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor Al comenzar a discutir ética todo grupo no entrenado en el análisis de valores muestra dificultades para la distinción entre cuestiones de hecho que requieren de respuestas con fundamentos empíricos y cuestiones de valor para las cuales las cuestiones fácticas son solamente un punto de partida. Sostener por ejemplo que está bien colocarle el respirador a un paciente comatoso porque con eso puede respirar y mantener su vida -argumento frecuente en discusiones iniciales de valores- requiere exponer la diferencia entre lo que esta “bien” técnicamente y lo que está “bien” moralmente. El respirador es “bueno” técnicamente porque con ello se consigue el mejor resultado medido por su eficacia en mantener la función respiratoria, pero ello no quiere decir que la prescripción del respirador sea “buena” en términos morales ya que esta afirmación dependerá del principio ético que entendamos ha de predominar en la toma de la decisión. Y un principio ético no remite a una demostración empírica sino a una justificación moral que tiene que ver con las reglas propias de la coherencia de los discursos éticos. • Profesionalidad, Seriedad y Distinción de valores Hecha la distinción entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor puede distinguirse además los diferentes tipos de valores que están en juego en las decisiones médicas. En la atención y el cuidado de la salud hay valores éticos, epistemológicos y antropológicos. Son valores éticos aquellos relacionados con la corrección o incorrección de la decisión de retirar el soporte vital a un paciente, la legitimidad de un subrogante para decidir, las obligaciones morales del médico hacia el tratamiento de un paciente. Son valores epistemológicos los relacionados con el diagnóstico y pronóstico del paciente, la certeza que existe de su evolución, el estado de su daño, su condición de irreversible o no. Son valores antropológicos los referidos a la dignidad de un paciente, sus creencias religiosas en orden al deseo sobre su vida, sus deseos expresados en vida acerca de tratamientos médicos, etc. Discurso del Dr. Oscar Molfino presidente del Foro de Bioética del CEMIC Agradezco vuestra participación a este 4° Foro de Bioética. El tema elegido es Creciendo en Valores y Actitudes. 4 CEMIC nació en el año 1958 fundado por un grupo de profesionales liderado por el Dr. Norberto Quirno. Su objetivo manifestado fue crear una organización sin fines de lucro dedicada a mejorar la asistencia medica teniendo como herramientas la docencia y la investigación clínica. Fue una institución de amigos con valores encarnados en cada uno de sus fundadores. CEMIC creció y con el tiempo se trasformo de una sala de clínica medica en un pequeño hospital con todos sus departamentos médicos, residentes y alumnos universitarios. En la década de 1980 y con este desarrollo quienes conducían la institución consideraron necesario explicitar los principios heredados. Con ese fin se llevo a cabo una jornada donde se eligieron algunos de los valores a los que CEMIC adhería y se difundieron explícitamente entre los integrantes de la institución. Durante los últimos 25 años hemos presenciado y vivido del enorme desarrollo tecnológico, la producción de conocimiento, los avances científicos y cambios socio-culturales que nos exigen el mismo esfuerzo de crecimiento en la humanización de todos estos recursos. Queremos seguir creciendo y por eso el objetivo de este cuarto foro es explicitar, reforzar e incrementar los valores y actitudes del CEMIC. Es nuestro deseo que este crecimiento nos ayude a ser mejores personas y de este modo brindarnos al objeto de nuestra vocación: nuestros enfermos a los que debemos respetar en la dignidad propia de la persona humana. Discurso del Dr. Mario Turín – Rector Instituto Universitario CEMIC El Instituto Universitario CEMIC se siente complacido por la iniciativa del Comité de Bioética Clínica de convocar a este 4º Foro de Bioética dedicado a los valores y actitudes, del que participarán como oradores el Padre Rafael Braun, el Rector de la Universidad de Buenos Aires Dr. Guillermo Jaim Etcheverry y el Dr. Juan Carlos Tealdi, prestigiosos pensadores que nos enriquecerán con sus reflexiones y a quienes agradezco profundamente que nos ayuden a alcanzar en este encuentro el objetivo que se propusieron sus organizadores: explicitar, reforzar e instrumentar los valores y actitudes instituciones. Estos valores y actitudes que existen en el CEMIC desde el momento de su fundación, estaban corporizados en la figura de Norberto Quirno. A él, en el centenario de su nacimiento Narciso Ocampo, ex presidente del CEMIC se refirió diciendo: “Fue un hombre de cultivada sensibilidad, que nos dio su lección de integridad moral, voluntad de servir y hacer el bien”. Yo tuve el privilegio de ser uno de sus residentes. Admito que puedo trasmitir una imagen idealizada de Norberto Quirno por haberlo admirado como maestro y como persona. Pero, tres años a su lado como residente y dos años un tiempo después como staff, compartiendo problemas en cuya resolución sus discípulos tenían la sensación de ser protagonistas de las conclusiones a las que se arribaba, sin advertir que esas conclusiones habían sido inspiradas por su maestro, me permiten trasmitir un aspecto de esa imagen que admiré porque trataba a sus semejantes, fueran estos residentes, pacientes, colegas, alumnos o quien fuere, respetando su dignidad. Esta actitud que era parte de él, la trasmitió a la institución y a sus discípulos, generando un estilo que hoy perdura y que tenemos la obligación de preservar. 5 Porque así lo sentimos, hace dos años, en el Círculo de Calidad que desarrollamos entonces, el grupo dedicado a Valores y Actitudes recomendó: “poner énfasis en la importancia de los aspectos éticos de la práctica médica en todas las acciones en que se interactúe con nuestros semejantes o se tomen decisiones en las que estos aspectos deben ser necesariamente considerados”, señalando además acciones a desarrollar entre las que se incluyó, convocar a un encuentro de reflexión acerca de esta temática, en el marco de las relaciones interpersonales, que incluya tanto a los docentes como a los alumnos de grado y posgrado. Es por ello que agradezco a los organizadores y participantes de este encuentro, el haber posibilitado llevar a la práctica este anhelo institucional de reflexionar sobre valores y actitudes, para reforzar las acciones que debemos desarrollar para la formación de nuestros educandos. Muchas gracias. Reflexiones Espirituales en Relación a Valores Humanos Por el Padre Rafael Braun Voy a evocar dos experiencias que no están en ese curriculm que leyeron desde el cual voy a abordar el tema para el cual me han convocado. La primera experiencia fue haber participado a lo largo de una década en el Comité de Bioética del Hospital Italiano en el departamento de pediatría con el Dr. Gianantonio. Allí se hacía un análisis de caso que estaba casi siempre a cargo de los Residentes. Cuando terminaban de exponer, pedía que me hicieran la traducción de algo que para mí era una jerga incomprensible. La comunicación entre disciplinas diferentes es por lo tanto algo difícil. Transmitir una reflexión de tipo filosófico o espiritual no es fácil para quien está acostumbrado a otro lenguaje. Voy a tratar de ser lo más claro posible. En segundo lugar voy a adoptar el punto de vista del paciente, no el del medico, como son ustedes, o van a ser. Yo fui paciente del Dr. Norberto Quirno durante tres años, del 60 al 63, tuve algunos problemas, lo conocía desde chico porque era amigo de mi padre, así que para mí es como estar en la propia casa aquí, en CEMIC. El tema de los valores, Creciendo en Valores, plantea una discusión en términos de reflexión,¿qué es un valor? En general es algo que nosotros valoramos, hay una dimensión subjetiva en la palabra misma de valor, el valor es algo valioso para quien lo valora de esa manera. Para alguna persona que está hambrienta, el valor máximo quizás sea la comida. Para una persona que tiene la comida todos los días, quizás el valor es que la comida sea sabrosa. Por eso antes que hablar de valores prefiero hablar de bienes. Porque el bien de alguien o el bien del ser humano, es algo más objetivo, no depende de lo que uno estime valioso o no valioso. Hay gente que estima no valiosa la vida, por ejemplo. Basta señalar algunas actitudes y conductas para demostrarlo. Pido disculpas si alguien se siente aludido, pero la gente que pierde repetidamente la vida por andar a exceso de velocidad no valora el bien de la vida como tampoco los médicos que fuman. Cuáles son los bines del hombre. Parte de nuestra cultura es creer que cada uno va a tener una concepción diferente, de qué es el bien del hombre. Es verdad que en muchos 6 casos hay cuestiones discutibles. Pero hay otras cuestiones que quedan fuera de la discusión, y que muchas veces no se toman en cuenta. Estos bienes que están mas allá de lo relativo, mas allá de las culturas, han tenido nombres diferentes a lo largo de los siglos. Hoy tienen un nombre: se llaman “derechos humanos”. Algo que pertenece al bien del hombre. Todo hombre tiene derecho a la vida. Que no le quiten la vida. Todo hombre tiene derecho a que no lo torturen, que forma parte de la integridad. Todo hombre tiene derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, la lista la pueden leer, eso es un documento que cada uno de ustedes debería tener muy a mano. Porque esos derechos están correlacionados con bienes que tenemos el deber de respetar. Derechos y Deberes son correlativos. Si alguien tiene un derecho, yo tengo un deber que respetar. Entonces para entrar en el tema, yo les propongo que reflexionemos sobre “ qué es el hombre y cuáles son sus dimensiones”. Porque si tomamos como dato lo que nosotros pensamos sin reflexionar, lo más probable es que achiquemos la percepción que tenemos de qué es ser humano, y por lo tanto el servicio en el que estamos. Se ha dicho muchas veces que el psicólogo o el sacerdote, son como los médicos del alma. No sé si esto es verdad, o no. Pero en cierto modo estamos tratando de resolver el problema de la salud, mental o espiritual. Como Uds. están teniendo que resolver el problema de la salud física. Yo voy a tratar de explicar por qué, a mi juicio, esto no es así, sino que lo que estamos en conjunto tratando de realizar es que las personas, no el cuerpo o el alma o el espíritu, la mente, sino que la persona integral esté sana. Y en este sentido voy a tratar de describir cuáles son los niveles esenciales del ser humano que tenemos que tener en cuenta cuando nosotros lo abordamos en una relación medicopaciente. Un primer nivel elemental es el “corporal”. ¿Tenemos un cuerpo? NO, somos un cuerpo. Cuando uno tiene un cuerpo, es como si tuviera un auto, se rompe y lo arreglamos. Pero lo que no podemos hacer todavía es cambiarlo. Podemos hacer cambios de piezas, como con los trasplantes. Es lo que más podemos hacer hoy en día. Ahora bien, ese cuerpo, se supone que tiene un bien. El ideal de un paciente es que ni se preocupe del cuerpo, que no sienta ninguna molestia, que le permita hacer lo que quiere. Pero Uds. que estudian lo que es la anatomía, sobre todo la fisiología de un cuerpo humano, saben que casi es un milagro que todo eso funcione como debe funcionar y sin embargo eso se repite una y otra vez. Voy a volver sobre esto cuando termine de descubrir los niveles. Sabemos que la vieja definición del hombre es que es un ser animal - racional. Es decir que tiene una mente. Esa mente existe desde que somos concebidos, pero se va desarrollando, unos más y otros menos. Los que estamos aquí somos parte quizás del uno por mil de la humanidad que tiene la posibilidad de desarrollar la mente de una manera no digo extrema, pero si muy pronunciada. Son años y años de estudio, para dominar un área pequeña del conocimiento. Estas dos dimensiones son tan claras que no tengo que abundar en ellas. Hay una tercera dimensión que sin embargo es clave para la vida, que es el área afectiva. Se supone que cuando se entra a trabajar en la empresa o a la universidad no tiene que 7 ocuparse de la vida afectiva, sino de la vida mental. Tiene que estudiar, tiene que eventualmente mantener su salud física para poder estudiar. Sin embargo la vida afectiva tiene también un conjunto de valores asociados a ella y esto es una dimensión insoslayable. Por ultimo la dimensión que llamaría espiritual, que es el nudo de la conciencia humana: sea uno creyente o no creyente. Todos tenemos una conciencia que nos da ciertos dictamines acerca de lo que está bien o está mal; y cuando vamos a un encuentro con otra persona y tenemos que tomar decisiones, no solamente las actitudes cuentan sino las conductas. Las conductas en último termino van a estar gobernadas por esta dimensión, por este nivel que es actuar con conciencia. Dimensión corporal, mental, afectiva y espiritual, entran en juego en cualquier dialogo terapéutico, pero además hay dos dimensiones esenciales para comprender lo que está pasando en un ser humano. La primera: La dimensión social del ser humano. Por más que se diga hoy y se repita una y otra vez que el ser humano es independiente, no es verdad, es totalmente interdependiente. Desde que es concebido hasta que se muere, es interdependiente de los demás. Podrá tener espacio de libertad, por supuesto, pero teniendo en cuenta lo demás. Para que nosotros estemos aquí hablando y escuchando, hay muchísimas personas que están trabajando para que nosotros lo podamos hacer. La segunda: La dimensión histórica. Aunque sea evidente, no hemos existido siempre. Hemos sido concebidos, hemos nacido, crecido y vamos a morir. Ahora bien, si esto es el ser humano, y cuando uno lo describe así lo comprendemos. Una de las cuestiones esenciales de las actitudes, es preguntarnos, la entrevista medica, hoy en día, con los condicionamientos impuestos por el sistema de salud, sea público sea obra social o prepago. ¿Dan espacio para que una entrevista medica se pueda realizar a la luz de este paradigma? ¿Le consagran a uno en la entrevista anual, que va a tener con su clínico, una hora para poder hablar de lo que a uno le pasa en todas estas dimensiones? ¿Hay mutidimencionalidad en lo que podíamos llamar el servicio de la salud o la medicina está al servicio de qué? ¿Cuáles son los valores que están detrás de estas dimensiones? ¿Lo importante es mantener en vida a una persona o mantenerla sana? Y si es mantenerla sana, ¿qué es más importante, el paradigma preventivo o el paradigma curativo? Mejor es prevenir que curar, dice el refrán. ¿Qué relación hay en el mismo diagnóstico entre empezar por hacer exámenes varios o preguntar qué le esta pasando a la persona? Cuando a mí me consultan acerca de problemas espirituales, lo primero que le pregunto es sobre su salud física. En general yo no conozco muchos médicos que le pregunten al paciente sobre su salud afectiva o espiritual. Todos sabemos que hay una repercusión íntima entre la vida espiritual y la vida afectiva con la vida de la salud, pero para eso hay que tener tiempo, y si hay que atender 12 pacientes en una hora no hay tiempo para ese diálogo, por mas que uno tenga toda la buena voluntad. Escuchar a un paciente para mí es un arte, porque no hay mejor diagnosticador que aquel que cuenta lo que le pasa, si le preguntan bien. Aquí nos encontramos con un valor esencial que es la verdad. Un médico busca la verdad de lo que padece el paciente. Y esto es investigaciones clínicas. Hay muchas cosas que hay que saber, pero no solamente del cuerpo, sino tener lo que se llama una visión holistica del ser humano. Esta actitud de apertura a la multidimensionalidad significa que uno puede rastrear otras causas que no sean las causas estrictamente corporales. Sé que estoy 8 entrando en un campo muy difícil pero justamente los campos difíciles son aquellos señalados para hacer investigación. Ahora bien, buscar la verdad acerca del paciente sería como el momento diagnóstico. La finalidad de realizar dicha tarea es buscar el bien de la persona. Ahí tenemos ya los dos valores claves de cualquier existencia humana, verdad y bien. No queremos equivocarnos en el diagnostico, caer en el error, pero al mismo tiempo no debemos querer sólo el bien del cuerpo, sino querer el bien de la persona, por lo menos en un paradigma holístico. Hay un momento analítico que corresponde al diagnóstico, donde la fragmentación es el riesgo mayor en que podemos incurrir. Y hay un momento sintético que es la prescripción, que es lo que tengo que hacer. A veces es más fácil dar una solución química, dando remedios que se prescriben, cuando en realidad la solución estaría en un cambio de hábitos, de conductas, que por tomar químicos. Simplemente disimula el problema central. Del Dr. Gianantonio aprendí en una conferencia conjunta que dimos que: “el dolor es una de las cosas que nos permiten estar en vida, hay chicos que nacen incapaces de experimentar el dolor, y no pasaban de los 3 o 4 años de edad porque se estrellaban contra las paredes o el piso y no sentían ningún dolor. La ausencia del dolor les impedía ver el riego que tenia para su propio cuerpo. El dolor es algo que nos esta señalando que algo no funciona, es una ayuda. Cuando se procura calmar el dolor para seguir actuando sin modificar las conductas, se destruye más aún aquello que el dolor está tratando de proteger. Así lo hacemos en casi todos los ámbitos de nuestra vida. Hay que seguir viviendo, disimulando la causa profunda, con lo cual se atiende un fragmento pero no el total de la persona. Si presento estos niveles, es porque creo que tenemos que preguntarnos cuál es el bien del cuerpo humano, cuál es el bien de la salud mental, cuál es el bien de la vida afectiva, cuál es el bien de la dimensión espiritual, la conciencia, cuál es el bien de la dimensión social del ser humano, cuál es el bien al recordar que somos seres históricos? Quisiera dar simplemente algunos apuntes de una reflexión espiritual para plantarnos y saber que cada uno de los que ejerce la tarea de estar en relación con la salud de una persona tiene que personalmente poder resolver: Primero hemos dicho que hay una dimensión propia nuestra, que es la dimensión histórica. ¿que nos dice esa dimensión? Que nosotros no hemos existido siempre y que nosotros vamos a morir. ¿Qué sentido tiene la vida, qué sentido tiene la muerte para mí? Es una vieja discusión entre médicos y sacerdotes, si hay que decirle o no hay que decirle a una persona que se está muriendo y que no se va a levantar, o que en quince días va a estar bien. Hay terror de hablar de la muerte, cuando uno no ha resuelto su propia muerte, qué sentido le da a la vida y a su vida y a su muerte. Es fácil eludir el tema cuando somos jóvenes o gozamos de buena salud. Pero si leemos las estadísticas acerca de los miles de muertos por accidentes de tránsito por año, más del 40% son menores de 30 años. La cuestión de la muerte no es, entonces, una cuestión de edad. Y preguntarnos acerca de ese sentido no solamente es necesario para la vida personal sino también para la tarea que debemos realizar con otras personas, porque si no vamos a estar con miedo de tocar un tema que es central. 9 Esto toca la finalidad misma de la medicina. La medicina no existe para que la gente no se muera. sino para que la gente viva sana, y cuando no pueda vivir sana y no pueda ser curada, por lo menos cuidarla. Por eso el encarnizamiento terapéutico debe ser evitado. Un segundo tema esencial, que tenemos que resolver de alguna manera, es qué sentido tiene el sufrimiento humano, y no digo el sufrimiento físico, que se puede calmar. Lo valioso de los cuidados paliativos es que el concepto mismo tiene un sentido holístico, no es solamente aplicar el calmante químico para que el sistema nervioso no haga experimentar el dolor al paciente. Es el ser humano el que esta enfermo, el que sufre, y a veces los sufrimientos morales son muchos más intensos que los sufrimientos físicos, y cuando hay una integridad espiritual y moral se soporta infinitamente mejor lo físico que cuando no es así, hay una interacción entre una cosa y la otra. Uno no puede vivir en medicina sin poder hablar de qué sentido tiene el sufrimiento y qué sentido tienen la vida y la muerte. ¿Por qué cuidar y curar al enfermo? Parece algo obvio. ¿Por qué Uds. estudian medicina? No sé si se lo preguntaron. Me gusta, es la respuesta. Ganar mucho dinero no. Hoy en día no creo ¿Por qué uno estudia medicina? ¿Por qué uno va a ser médico? ¿Qué diferencia hay entre curar o cuidar? ¿Qué sentido hay en esta relación de curar y cuidar? ¿Hay una relación humana o meramente un diagnóstico, que como siguen las cosas va a realizar la computadora? Yo no creo que ningún ser humano quiera ser diagnosticado por una computadora, aunque pueda contar con el auxilio de esa computadora. Creo que en las actitudes hay que anotar que debemos ser muy conscientes de la fragilidad y de la falibilidad humanas. Han pasado varios meses desde que leí en el diario La Nación, un articulo que me pareció excelente, del presidente de la Sociedad Argentina de pediatría, el Dr.Ceriani Cernadas, donde hablaba del error médico. Los médicos no son infalibles, hay fragilidad en los enfermos y falibilidad humana en quienes tratamos de ayudarlos, por eso la humildad frente al diagnóstico y a lo que es el pronóstico me parece que es fundamental. Muchas veces se da como seguro que este paciente no va a sobrevivir, y sobrevive. Sabemos algo de la realidad, pero no sabemos toda la realidad. Por último, dentro de las actitudes , el amor al enfermo y a la propia vocación. Cuando hablábamos de las dimensiones y los niveles, si combino la dimensión mental y la dimensión social voy a saber que el bien de lo mental es conocer la verdad, ese es el valor, pero que yo solo no lo puedo hacer. Por eso están estudiando en esta Institución, por eso la investigación científica se realiza en comunidad universal. La dimensión social. Solos no llegamos a ninguna parte, nunca, siempre vamos acompañados. El ser interdependiente es tener conciencia de mis propios límites. La dimensión afectiva. Todos sabemos que lo que más deseamos desde el momento de nuestra concepción es ser queridos y aceptados. Pero queridos y aceptados no por nuestras cualidades sino por lo que somos. Siendo nuestras cualidades, apenas estamos un poco enfermos, un poco viejos nadie nos cuida, nadie se interesa por nosotros, estamos en una concepción utilitaria de la vida. Ya no es útil, entonces para qué gastar energías en esa persona. Esa persona vamos a ser nosotros en algún momento de la existencia, que es la relación con esta historia. Y aquí un apunte ¿qué es una historia clínica? ¿Es una historia de las intervenciones medicas o es una historia de la persona? Es complicadísimo, pero ciertamente sabemos que 10 la salud de una persona, (conozco muchas incluso familiares míos), donde como consecuencia de una noticia muy fuerte para su existencia , eso es sucedido por un cáncer. Hay una relación. Nadie sabe exactamente cuál es la causalidad recíproca, pero que eso es empíricamente constatable los no médicos lo vemos. Pero como sale del paradigma no se investiga demasiado. Y por ultimo, poder actuar en conciencia es la dimensión espiritual, poder actuar en conciencia siempre. Si uno es religioso, frente a Dios, y si uno no es religioso frente a sí mismo. Pero por favor no actuar en conciencia por temor al qué dirán. En este momento veo como una de las amenazas más graves para la libertad del médico los juicios de mala praxis, que destruyen la relación de confianza que tiene que existir siempre entre el médico y el paciente. Una actitud de confianza significa que yo no voy como paciente a esperar que mi médico siempre acierte, siempre tenga razón, que nunca se pueda equivocar, como si yo como paciente nunca me equivocara. Es parte de la condición humana que nosotros aprendamos a aceptarnos, a respetarnos, incluso a ofrecernos. Sin beneficio de inventario. Entonces esta actitud no está solamente conectada con lo que la mente habla de los valores , sino con una visión global del ser humano que toma conciencia de quién es y quién es el otro que está frente a él, no es un súper hombre ni una súper mujer, son personas que atienden y están cansados, cansados, cansadísimos a veces. Con ritmos de trabajo casi inhumanos, para poder sobrevivir. Uno no puede hablar en esto en términos abstractos, conozco muchísimos médicos jóvenes. La ocasión de estos equipos de foros es poder reflexionar un poco a fondo, entre lo que es deseable, conectarse con el propio deseo. ¿por qué uno quiere ser medico? ¿Para quién uno quiere serlo? y ¿Cómo me gustaría poder hacerlo sintiendo yo como paciente cuál es el ideal del médico que me va a atender? Es tradicional decir que los peores pacientes son los médicos. Yo les pediría que aprendan a ser pacientes y van a ser excelentes médicos. Muchas gracias. Tradición de valores y virtudes en la práctica médica Por el Dr. Juan Carlos Tealdi 1. ¿Qué son los valores? Hace ya varios años, el CEMIC adoptó ocho valores para la institución: Profesionalismo, Conducta Ética, Prestigio, Solidaridad, Honestidad, Respeto por el prójimo, Responsabilidad y Compromiso. Un notable filósofo argentino, el Dr. Risieri Frondizi había dado antes el siguiente título, a modo de pregunta, a uno de sus libros: “¿Qué son los valores?”. A riesgo de abundar en la definición o en los detalles de los mismos hay que decir que los valores son cualidades o propiedades de las personas, (por ejemplo la bondad), o de los objetos (por ejemplo la belleza) que captamos por las emociones. Es decir: los valores no se captan simplemente por el discurso, porque alguien escriba bien, por ejemplo, sobre la belleza de un poema. Uds. saben que la belleza poética se capta en el momento en que la leemos y que de alguna manera impacta en nosotros. Esto es así como con las actitudes buenas, digamos por diferencia con las malas actitudes. Por tanto, hay un aspecto emotivo en los valores y esto ya es fundamental para el papel que pueden cumplir los mismos en una empresa como es la medicina así como en el aprendizaje. Por otro lado, sin embargo, la medicina tiene un aspecto que supone distancia de las emociones o que trata de 11 desprenderse de las emociones, cuando trata de objetivarse para poder actuar sobre la realidad del paciente que muchas veces es dramática y el médico o el profesional de la salud necesita tomar cierta distancia para no confundirse en medio de esa realidad. Sin embargo se ha pecado de excluir demasiado a las emociones, de la teoría y de la práctica de la medicina. Por eso es que muchos de manera acertada hoy trabajan, por lo que se llama la narrativa en medicina, la relaciones entre literatura y medicina, entre arte y medicina, porque es una buena vía de aproximación para captar de manera emotiva que es lo que sucede en el paciente -como bien decía el padre Braun-, o qué es lo que sucede con aquel que esta en la posición de padecer el estar enfermo. Estas cualidades de los valores las distinguimos por otro lado como característica diferenciada de su opuestos. Por eso es que los valores tienen la característica de presentarse con un polo contrario. Si a los valores los consideramos desde su polo positivo siempre tendremos su contrario o negatividad: ante la bondad estará la maldad y ante la fealdad estará la belleza. Los valores siempre tienen esta característica o condición de presentar su opuesto. Y podríamos decir más afirmando que sólo captamos los valores en su polo positivo en la medida en que somos capaces de captar en la realidad, asimismo, la existencia de su contrario o disvalor. Otra característica que tienen los valores es que les damos preferencia: los ponemos en una tabla y se escalonan desde valores tan altos como pueden ser la vida o la salud, y aún más desde valores religiosos o metafísicos como la idea de patria que muchas veces nos lleva a sacrificar la vida. Los valores se escalonan entonces en alguna tabla jerárquica o, dicho de otro modo, tienen jerarquía. Y por último: cuando apreciamos la existencia de un valor, cuando nos damos cuenta de la importancia que pueda tener la bondad, la honestidad, la solidaridad o cualquiera de estos valores, cuando los apreciamos, nos sentimos motivados a hacerlos realidad en el mundo. El valor tiene una característica que nos atraviesa -y no de manera gratuita-, porque desde el momento en que se capta el valor sentimos la necesidad de hacerlo realidad. Desde esta perspectiva, en la práctica de una profesión como puede ser la medicina o en la de las profesiones de la salud en general, podremos darnos cuenta entonces de la importancia que puede tener esta captación de los valores y esta incorporación de los valores como fin moral de la medicina por ejemplo. Es decir: la importancia que tiene el encontrar que hay determinadas cualidades o propiedades que queremos hacer realidad y que para el CEMIC son, como mínimo, esas ocho cualidades que en su momento se trazó. 2. De la captación del valor a la acción. La cuestión de poder pasar de la captación de los valores a la acción resulta obviamente fundamental para las prácticas en salud. Y para comprender ese paso hay otros dos conceptos que se relacionan con la idea de valor y que son los deberes y las virtudes. Los deberes son normas éticas (por ej. decir la verdad, respetar a las personas, actuar responsablemente). Son enunciados que nos dicen cuál debe ser nuestra conducta en relación a los valores. Si nosotros valoramos en todo caso el respeto de las personas, o el respeto del prójimo o la solidaridad, el deber nos va decir qué es lo que debemos hacer, cómo debemos comportarnos para hacer realidad ese valor. Los deberes son enunciados que nos dicen lo que debemos hacer. Los deberes en este sentido son importantes porque el decir qué es lo que debemos hacer desde el punto de vista moral, tiene una implicancia importantísima para la práctica. No es lo único importante, porque como todos sabemos que sucede con las leyes si bien hay cantidad de ellas que se enuncian, el cumplimiento de las 12 mismas siempre es otra cuestión. Pero se presume que la norma o el deber ya orientan la acción. Pero falta una noción más para entender que de los valores se pueda pasar a la acción. Y éstas son las actitudes o las que se han llamado tradicionalmente las virtudes. Por ejemplo fidelidad a la verdad: yo puedo saber que hay que decir la verdad, pero hay que ver si soy fiel a decir la verdad. Yo puedo saber que los profesionales de la salud debemos realizar el consentimiento informado pero hay ver si tengo una conducta o un hábito de realizar el consentimiento informado. Las virtudes son por un lado las disposiciones tanto propias o de cada uno de nosotros como por otro lado el hábito de obrar bien haciendo que nuestra acción haga realidad esos valores y esos deberes. La virtud no sólo se enuncia como los deberes sino que se muestra: se ve en la conducta de cada uno de nosotros, en el hábito que tenemos acerca de hacer realidad o no los valores y los deberes que nos hemos trazado. Entre los valores del CEMIC hay algunos que son más generales como el profesionalismo, el prestigio y la solidaridad. Puede decirse que las profesiones de la salud son comunidades que comparten un conjunto de conocimientos científicos, saberes técnicos y valores – deberes - virtudes. Es decir el profesionalismo consiste en esta conjunción, no solo en saber todas las evidencias científicas disponibles acerca del conocimiento de una determinada realidad de salud enfermedad, y las evidencias disponibles en cuanto a su tratamiento. No sólo depende también de cuán hábiles somos, cuánta experiencia tengamos en realizar determinadas prácticas; sino que el profesionalismo consiste en la unión de estas evidencias científicas y este saber técnico, con los valores de la ética. Esto tiene origen en los tratados Hipocráticos, en el comienzo de la medicina, de modo que no estamos descubriendo nada nuevo. Al ser trazado así, forma parte de la esencia misma de lo que es la medicina. Es recomendable leer estos tratados sencillos y breves, que todavía nos enseñan mucho, como Juramento, Sobre la medicina antigua o Sobre el médico. Dicho esto entonces, el profesionalismo, la idea de defender esta noción de profesionalismo como un conjunto de ciencia, de técnica y de ética nos esta diciendo que la conducta ética, que es uno de los tres componentes fundamentales, en tanto practica de valores, deberes y virtudes, se asocia a este saber científico como condición de ese profesionalismo. El prestigio, también desde los orígenes mismos de la profesión médica, fue trazado como un valor fundamental y entendido como concepto favorable que se tiene de alguien. En español es un concepto mas reciente. Prestigio da relevancia al buen nombre profesional para poder vivir en armonía en la sociedad. Por eso quienes pensaron la medicina desde el origen supieron que el profesional de la salud, el médico en particular en ese momento, para gozar de buen nombre en la sociedad era fundamental que tuviera una práctica que fuera moral en esencia, que era ocuparse de la atención y el cuidado de la atención y el cuidado de la salud y la vida de las personas. Otro valor que CEMIC ha enunciado, y que tiene un alcance desde siempre muy general, es el de la solidaridad. Podemos ligarlo al concepto de justicia y de equidad, en tanto las profesiones de la salud uno podría decir que tienen en la justicia como valor opuesto a la injusticia, y como deber entendido en el sentido formal tradicional de dar a cada uno lo suyo, el fin moral primario de ayudar a quienes lo necesitan para cuidar y atender su vida y su salud. Esto es entender al paciente como finalidad principal de las profesiones de la salud. La solidaridad, en ese sentido, es expresión de la justicia porque reúne las contribuciones de un colectivo para beneficiar a quien lo necesita. Y en ese sentido la solidaridad se puede considerar un cierto modo de auto - desprendimiento que se diferencia del mero interés 13 egoísta y que correspondería para hacer realidad la justicia en esta visión triple que estoy tratando de presentar de encontrar no solo el valor, sino también la norma y la virtud que le corresponden. Se habla mucho de justicia, quizás más que nunca, y esto cuando la injusticia en el mundo en general y en el terreno especifico de la salud en particular, es más grande que nunca. Vivimos un mundo cada día más injusto en términos generales de salud. Por eso es que hablar se habla mucho, pero también hace falta llevar la teoría a la práctica. Para hacer realidad el valor de la justicia hay que tener la virtud de ser justo. No sólo hay que decir que hace falta justicia, sino que hace falta que cada uno de nosotros podamos practicar el ser justos. Por ejemplo: una buena medida del buen profesional médico egresado seria la capacidad de ese profesional, pueda acreditar al final de su carrera como estudiante, para de algún modo atender a los mas desfavorecidos, para generar cambios en las situaciones de injusticia en el terreno de la salud, para proteger el derecho humano a la salud que mencionaba antes el padre Braun. Esto debería formar parte, creo, de los criterios, no sólo de acreditación sino de evaluación de un buen profesional médico. No sólo considerar sus conocimientos científicos y sus habilidades técnicas sino también sus virtudes, su idoneidad y su actitud para poder trasformar la realidad acerca de un disvalor como en este caso puede ser la injusticia. La honestidad, en tanto otro de los valores mencionados por CEMIC, se puede asociar al tema de la veracidad y la fidelidad, es decir al ser honesto o el ser digno. Se puede entender como el valor de comportarnos de modo razonable, decente o justo de acuerdo a lo que corresponde como personas morales. El ser honesto sería la respuesta adecuada a nuestra condición de personas. En razón de hablar de la decencia de la palabra, tradicionalmente se ha asociado el tema del valor de la honestidad al deber de veracidad. Por ejemplo, al deber de decir la verdad al paciente, con todas las dificultades que esto entrañe, aunque como supuesto general o como norma general. Valor y deber que una vez más deben ir seguidos de la virtud o hábito de ser sinceros o veraces. No vale solamente con decir o enunciar que hay que decirle la verdad a los pacientes, sino practicarlo, es decir hay que ser fiel a la verdad. Hay que tener una conducta acorde para que esto pueda pasar a la acción, para que pueda ser una práctica. Tradicionalmente se hablaba en la filosofía griega antigua de la virtud de la moderación, hoy podríamos decir que el ser veraces en el campo de la salud frente a tanta oferta que existe en la sociedad de consumo como la que vivimos, puede ser muchas veces una práctica de la virtud de la moderación. Es decir: no sumarnos nosotros ni hacer que los pacientes puedan seguir esta oferta desmesurada que existe en el campo de la salud como parte de esta sociedad de consumo donde muchas veces los profesionales juegan a ser dioses con respecto a la vida y la muerte, sino tener humildad, moderación, cuestiones ambas que puedan fundarse o afirmarse en la honestidad y el respeto a la verdad. Otro valor enunciado es el respeto por el prójimo, que tiene fuertes raíces en la ética cristiana y también en la ética secular, donde las personas deben ser tratadas como agentes autónomos y aquellas con su autonomía reducida deben ser protegidas, tal como enuncia el principio de respeto por las personas, o como después va ser dicho en la filosofía kantiana atendiendo a la idea de la persona que supone que uno debe tratar a cada persona como un fin en si mismo y no como meramente un medio. El respeto por el prójimo y los deberes correspondientes que tenemos para ese respeto, nos exigen también en las profesiones de la salud, unirlos con alguna virtud que lo haga realidad. La compasión, en su sentido auténtico de disposición o hábito de ponerse en el lugar del que sufre, ponerse en el lugar del paciente, o participar del dolor ajeno -la vieja virtud de la Piedad-, es lo que puede hacer realidad este respeto por las personas. Mal vamos a poder respetar a los pacientes en la medida que no seamos capaces de ponernos en su lugar, en el lugar de una persona no ya 14 vulnerable, sino vulnerada, porque vulnerables somos todos, como una persona que padece o que sufre. El valor de la responsabilidad va ligado a las consecuencias y a la prudencia. Las profesiones de la salud consideran en uno de sus valores, a la responsabilidad mencionada en los valores del CEMIC, desde sus inicios, desde por ejemplo el celebre “no dañar” que aparecía en nuestra tabla como valor importante. Y esto es porque las acciones pueden ser buenas o malas de acuerdo a sus consecuencias. Y esto para una medicina con el poderío que tiene hoy es fundamental. Hoy la capacidad que tienen las profesiones de la salud de actuar sobre el cuerpo humano tiene tal potencia que el hecho de ser responsables es una exigencia cada día mayor. Esa responsabilidad nos hace que busquemos el bien de todos, más que el bien de alguno en particular, es decir que pensemos las cuestiones que hacemos no simplemente pensando en el caso de las profesiones de la salud, lo tenemos que hacer porque somos profesionales de lo particular, pero también pensando en la escala general, hasta que punto lo que hacemos es bueno en virtud de sus consecuencias. Y la virtud de la prudencia es el hábito de poner en práctica esta responsabilidad. La prudencia que para la medicina ha sido una virtud central también desde su origen, nos dice que tenemos que tener memoria de la experiencia. Y esto los profesionales de la salud lo saben muy bien porque tienen que considerar los casos y la práctica que han visto. Tienen que tener una visión clara de la situación en tiempo y lugar, y aceptar el buen consejo. Por eso los profesionales de la salud se mueven en equipos o comunidades, en grupo como decimos hoy, y es bueno el consejo de quienes tengan más experiencia y conocimiento, el buen consejo que puedan darle a quienes quizás estén recién empezando. El ser rápido en la ejecución de las decisiones y el deber de previsión y cautela en la acción, son todas características propias de la prudencia que para los médicos es central así como para otro campo que puede ser la jurisprudencia. El compromiso, es el valor que une la teoría a la practica, porque une a todos los valores en la voluntad de realizarlos en el mundo. Es decir: sin compromiso toda la enunciación previa que hemos hecho de valores, si no tenemos el compromiso de realizarlo en el mundo de poco nos va a servir. Asimismo puede considerase a la integridad, moral por ejemplo, como el deber que une a todos los deberes en armonía y balance. El sujeto moral integro, sea profesional o sea paciente, será aquel que pueda armonizar su identidad con sus fines. Es decir que en CEMIC no sólo se trata de enunciar un conjunto de valores sino de estar comprometidos con los mismos. Y el valor, la fortaleza como se decía antes, es la virtud de defender y realizar esos valores y deberes. Es comprometerse en la práctica porque para eso hace falta valor. Los profesionales de la salud lo saben muy bien al enfrentarse a situaciones que otras personas no tienen esa disposición interna como para poder enfrentar. Por ejemplo, alguien puede decir “yo no podría atender a un chico que esta sufriendo, yo no podría ser médico”. Bueno, hace falta una fortaleza interna y un hábito para ese compromiso con el que sufre, con el paciente. 3. La diferencia que marcan los valores ¿Qué marcan los valores como diferencia? ¿Qué diferencia marca el hablar de valores para un estudiante de medicina, para un médico, para todos los profesionales de la salud?. En primer lugar los valores hacen que la práctica basada en la evidencia y los resultados, que es una parte de la práctica y de la teoría en los profesionales de la salud, pueda ser éticamente buena. Es decir que la medicina se pueda configurar como profesión y no meramente como ejercicio científico o como práctica técnica. Los valores unen también el mundo de las emociones al de las razones, haciendo que las prácticas sean auténticamente humanas, porque el mundo de las emociones forma parte de cada uno de nosotros como 15 personas y a menos que excluyamos una parte de nosotros de nuestra vida profesional el unirlo es fundamental. Los valores hacen también que el deber o las normas puedan tener contenido según nuestras preferencias. Es decir que de acuerdo a nuestra selección esas normas se puedan dotar de contenidos dejando de ser vacías. Finalmente los valores abren la posibilidad de querer cambiar la realidad que nos rodea y no sólo de observarla a distancia. Por ultimo la pregunta en un ámbito docente, educativo, como el que estamos y en una convocatoria como ésta, sería ¿los valores pueden aprenderse?. Tradicionalmente esto se respondía afirmativamente y era lo que se llamaba enseñanza de las virtudes por el maestro. Es decir que el maestro enseñaba con su ejemplo, con su actitud o mostrando cómo se actuaba. Los médicos lo sabemos muy bien, ya que todos hemos tenido algún maestro, y aquí en esta institución se recuerda la figura del Dr. Norberto Quirno como uno de ellos. El maestro enseña con sus virtudes, con su arte. Esta enseñanza, que por supuesto tiene su necesidad de ser realidad, fue criticada filosóficamente, en su momento, diciendo que no todos podemos acceder a tener un maestro y aprender de él, ya que maestros ha de haber unos pocos. Siendo así cómo hacemos para alcanzar las virtudes o los valores de una manera más democrática. Esto fue un intento racionalista de decir que hay que llegar por vía de la razón, el intento kantiano, es decir accedamos por vía racional, por vía del deber, por vía del imperativo a los deberes. Este fue un paso más complementario, no excluyente. Pero hoy hay que apuntar a la enseñanza de valores, deberes y virtudes en un sentido universalista cuyo marco mayor lo da el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Estos son enunciados y una convocatoria a la acción que alcance a todos y cada uno de nosotros como personas y que por tanto nos alcance a los profesionales de la salud. Muchas gracias. Reflexión sobre Valores y su Aplicación en la Formación del Médico Por el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry En su introducción el Dr. Turín se refirió a la personalidad del Dr. Norberto Quirno. Dijo entonces que lo definían una cultivada sensibilidad, integridad moral, voluntad de servir y de hacer el bien y un trato con sus semejantes en el que se manifestaba un profundo respeto por la dignidad de quienes entraban en contacto con él. No se podría haber realizado una mejor definición de los valores que, en mi opinión, solo se puede efectuar a posteriori, porque resulta del análisis de una conducta. El esfuerzo contemporáneo por plantear los valores deseables en abstracto, responde precisamente a la carencia de ejemplos vivientes de valores en acción que experimentamos. Nos vemos obligados a hacer el análisis de lo que debería ser, confiando en lo que alguna vez será. Hace tiempo asistí a una conferencia sobre ética. A mi lado estaba sentado un antiguo médico, que había sido mi maestro. Me hizo una aguda observación al susurrarme que, en realidad, él era de la época en que la ética no se enseñaba, sino que se la actuaba. Esa observación debería llamarnos a la reflexión y alertarnos acerca de las razones profundas que se esconden detrás del enorme interés actual por analizar los problemas éticos. Responde en realidad a que advertimos una relativa ausencia de acciones éticas. En base a 16 los criterios que expuso el Dr. Tealdi, me definiré como claramente “aristocrático” en lo que respecta a la enseñanza de los valores ya que, como intento decir, sostengo que los valores no se enseñan, se actúan, se advierten en la acción. No es cierto que no todos tengamos la posibilidad de estar en contacto con los maestros. Todos actuamos junto con otros que son nuestros maestros. Posiblemente la crisis actual resida en el hecho de que aquellos con quienes entramos en contacto carecen de las condiciones necesarias para ejercer ese magisterio. Como seres humanos, más aún como maestros, no siempre somos conscientes del impacto que nuestras acciones ejercen sobre los demás. Es importante percibir que enseñamos mucho más a través de lo que hacemos que mediante lo que decimos. Esto se cumple a todos los niveles ya que todos enseñamos: los estudiantes se enseñan entre sí, lo hacen los residentes entre ellos y también cuando enseñan a los estudiantes, lo hacemos, en fin, los docentes que nos enseñamos entre nosotros así como a nuestros residentes y estudiantes. Es a nivel de esta interacción donde tenemos que realizar un enorme esfuerzo para instalar los valores que han sido tan bien enunciados y analizados ante ustedes. No es casual que CEMIC no haya nacido con una enunciación de valores. La enunciación de esos valores se hizo a posteriori, fue el decantado del accionar de las personas que crearon la institución. CEMIC nació por la acción de personas que corporizaban los valores en los que creían. Ellos los impulsaban sin necesidad de escribirlos. Considero importante que recuperemos ese espíritu, que volvamos a comprender la trascendencia que tiene todo lo que hacemos. Para eso resulta fundamental que entendamos que nosotros mismos, como profesionales, como docentes, somos la herramienta que tenemos la obligación de mejorar para que esos valores logren concretarse. Por eso el mejor aporte que hoy podemos hacer a la formación en valores, sea cultivarnos a nosotros como personas. Entender que debemos explorar todas las dimensiones que nos definen como personas. Plantearnos los dilemas acerca de los que tan bien nos hablaba el padre Braun, sobre todo, qué son para nosotros la vida y la muerte. Eso debemos hacerlo formándonos, cultivándonos. Es ese cultivo, ese trabajo sobre nosotros mismos, el que dará como resultado que seamos personas más completas, más complejas y, posiblemente, mejores. De allí que el desafío actual sea el de volver sobre nosotros, volver la mirada hacia nosotros mismos, inspirarnos en nuestro interior para actuar porque, como hemos dicho, lo que somos se manifiesta a través de lo que actuamos. Y entender que nuestra actividad profesional cotidiana se ejerce hoy en un ambiente técnico, complejo, lo que felizmente amplía nuestras posibilidades de ofrecer alternativas al otro que sufre. Pero debemos advertir que, en esencia, lo que hacemos es lo mismo que siempre han hecho los médicos. Somos lo mismo que Hipócrates, con otras herramientas, en otro contexto pero nuestro móvil esencial es el mismo: ayudar al otro que sufre con la información y con el saber, que no es lo mismo. Con nuestra persona que conoce y que sabe. Por eso como sostenía el Dr. Tealdi, podemos volver a leer los libros escritos por Hipócrates, podemos volver a dialogar con los médicos de hace miles de años. Lo podemos hacer porque nuestra actividad cotidiana es exactamente la misma que entonces, a pesar de que hoy la encaremos en un contexto tan diferente. El entorno ha cambiado tanto que si Hipócrates reviviera no lo comprendería, pero no se le escaparía lo que hacemos porque es lo mismo que él hacía en su tiempo. 17 Ese lazo con nuestro pasado resulta esencial para recuperar esos valores que hoy nos vemos obligados a enunciar porque los vemos tan poco actuados en el ambiente que nos rodea. Si volvemos la mirada hacia la esencia de nuestra actividad, como nos proponía el padre Braun, encontraremos allí las razones profundas que nos llevan a ejercerla porque, como él dijo, no lo hacemos por el dinero. Lo hacemos porque en el fondo respondemos a la íntima necesidad de ayudar al otro, aunque este disimulada por elementos que pueden llegar a confundirnos acerca de nuestros reales motivos. En el fondo, lo que nos mueve es ese interés por el otro. Esa es la idea esencial y ese es el fundamento de todos los demás valores. Si reconocemos que nuestra vida está dedicada a ayudar al otro, todo lo demás surge como consecuencia de esa finalidad. Es por esa razón que debemos hacer una apuesta destinada a valorizar la figura de los maestros que son los que efectivamente llevan a la práctica los valores, es de ellos de quienes los aprendemos. De cualquiera no solo del maestro más excelso, también nos enseña aquel que está a nuestro lado. Maestro es quien nos acompaña actuando, aunque no lo sepa, en el camino de nuestra vida, lo es quien coincide con nosotros, nuestros compañeros, nuestros alumnos, maestros son también nuestros maestros. Para generar una mejor calidad en esa relación deberemos realizar un esfuerzo serio, sostenido y conciente destinado a mejorar nuestra calidad como personas. Si algo quisiera dejarles como invitación es precisamente la de hacer ese esfuerzo continuado por mejorar el instrumento que cada uno de ustedes es, que cada uno de nosotros es. El tratar de ampliar nuestros intereses, el entender que nada de lo humano nos es ajeno, que tenemos que ocuparnos por desarrollar todas nuestras dimensiones como personas, las evidentes y las ocultas. Eso es precisamente lo que nos permitirá comprender al otro que, inerme, se acerca a nosotros en busca de ayuda. Es cierto que el contexto es difícil, lo es también que cada día se dedica menos tiempo a los pacientes. Sin embargo, será mejor profesional aquella persona que posee una idea más acabada de la actividad que desarrolla, de sus implicancias, quien se haya preparado para comprender no solo los determinantes físicos de la salud sino también las características esenciales del ser humano, admirablemente definidas por el padre Braun durante su presentación. En la medida en que estemos capacitados para bucear en esas dimensiones del ser seremos mejores profesionales, actuaremos los valores en los que decimos creer y que no siempre actuamos. Sobre todo, seremos útiles compañeros de vida de aquellos que se acercan a nosotros como pacientes, como alumnos, como compañeros. La tarea esencial del ser humano en su relación con los demás, es acompañar a vivir a quienes están al lado nuestro como alumnos, como compañeros, como amigos. Ese acompañar a vivir representa la esencia de nuestra actividad profesional. Por eso resulta hoy esencial el formarnos como personas, el plantearnos estos dilemas, el reflexionar sobre estas cuestiones, leyendo, meditando, aprendiendo, en suma, aspectos que en apariencia no están íntimamente vinculados con nuestra actividad. En una oportunidad se le preguntó a Jostein Gaarder el profesor noruego autor de “El mundo de Sofía” – una introducción a la filosofía que conoció un importante éxito internacional – si era cierto que todos los alumnos universitarios en Noruega estudiaban filosofía. Respondió que efectivamente, lo hacen al menos durante un semestre y agregó: “Eso nos asegura que cuando entramos en contacto con otra persona – recurrió al ejemplo del médico – sabemos al menos que alguna vez nuestro interlocutor ha reflexionado sobre 18 algunas de las cuestiones que plantea la vida al ser humano, que no son sino las cuestiones centrales de la filosofía”. Esta anécdota encierra una lección esencial. Debemos comprender que nuestra misma actividad profesional nos exige que reflexionemos alguna vez sobre estas otras cuestiones que hacen a las múltiples dimensiones de la persona humana. Ellas resultan esenciales para ejercer la medicina, definida por el maestro Luis Güemes como "una ciencia difícil, un arte delicado, un humilde oficio y una noble misión". Se trata de una tarea humilde pero de incalculable trascendencia porque, como se afirmó con acierto aquí, curamos y, cuando no podemos hacerlo, cuidamos al otro que sufre. Muchas gracias. 19 La presente es una publicación del Comité de Bioética Clínica del CEMIC. El contenido de los artículos no refleja necesariamente la opinión del comité. Alentamos la reproducción de los artículos contenidos en esta revista, citando la fuente y autor e informando previamente al Comité de Bioética Clínica del CEMIC. Av. Cnel. Díaz 2423 1° piso, Ciudad de Buenos Aires (C1425DQK). Tel.: (54 -11) 4808-8106 [email protected] www.cemic.edu.ar 20