Creciendo en Valores y Actitudes

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Comité de Bioética Clínica del CEMIC
IV Foro CEMIC de Bioética Médica
“Creciendo en Valores y Actitudes”
Director: Dr. Juan Carlos Tealdi
Buenos Aires, 30 de mayo de 2005
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Prefacio
El 30 de mayo de 2005 en el Hospital Universitario CEMIC sede Saavedra se realizó el IV
Foro de Bioética Clínica organizado por el Comité Bioética del CEMIC.
El foro, cuyo director fue el Dr. Juan Carlos Tealdi, tuvo como objetivo explicitar, reforzar e
instrumentar los valores y actitudes del CEMIC.
En esta revista se publican los discursos que pronunciaron las autoridades y conferencistas.
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Dr. Héctor Molfino – Presidente Comité Bioética del CEMIC
Dr. Mario Turín – Rector Instituto Universitario CEMIC
Padre Rafael Braun “Reflexiones Espirituales en Relación a Valores Humanos”
Dr. Juan Carlos Tealdi “Tradición y Valores en la Práctica Médica”
Dr. Guillermo Jaim Etcheverry “Reflexión sobre Valores y su Aplicación en la
Formación del Médico”
Agradecemos muy especialmente Padre Rafael Braun y Dr. Guillermo Jaim Etcheverry por
permitirnos difundir lo que ellos expusieron durante este foro.
Los valores del CEMIC
Por el Dr. Juan Carlos Tealdi
Desde los fundadores del CEMIC hasta los integrantes actuales de la institución ha sido y es
una preocupación continua el respetar y poner en práctica un conjunto de valores para el
mejor cuidado y atención de los pacientes. Dado el extraordinario desarrollo científico y
tecnológico en el campo de la salud junto con los profundos cambios sociales y culturales de
las últimas décadas, hoy resulta de extrema necesidad el afianzar y profundizar el
conocimiento y la práctica de esos valores.
En general, todos los valores son entendidos por relación a sus contrarios los disvalores:
responsable/ irresponsable, etc. Al hablar de valores se considera que los hay de distinto
tipo: ontológicos, epistémicos, éticos, etc. De los valores o del reconocer la existencia de
algo valioso -la verdad, la justicia, etc- se desprenden los deberes o normas o principios. Y
además, cuando la conducta repite en su práctica la realización de esos valores, estamos
frente a las virtudes de obrar bien o actitudes valiosas.
1). Conducta ética
Se presume que es un valor (ético) general ya que puede incluir a otros valores como
honestidad, respeto por el prójimo, responsabilidad, solidaridad y compromiso; y a la vez es
el conjunto de todas las virtudes.
2). Honestidad
El ser honesto ha sido asociado, en razón de la decencia en la palabra, al ser sincero o ser
veraz en los dichos. La ética kantiana, que ha insistido en el deber y no en los valores,
considera un imperativo categórico a la veracidad. Pero la honestidad o el bien honesto,
entendida como valor ético, sería la fuente primaria que haría posible tener como fin el deber
o regla ética de veracidad de tanta importancia en la práctica en salud.
3). Respeto por el prójimo
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La palabra prójimo tiene gran tradición en la ética cristiana (parábola del buen samaritano).
Actualmente se ha utilizado mucho el hablar de respeto por las personas entendiendo por
ello tanto el respeto de las personas autónomas como la protección y cuidado de aquellas
personas que no son autónomas o que tienen reducida su autonomía y que por ello tienen
una especial vulnerabilidad.
4). Profesionalidad
La profesionalidad, si se entiende como concepto distinto -aunque complementario- de
conducta ética, remite a los aspectos de dominio del conocimiento científico y del saber
técnico en las profesiones de la salud como valores epistémicos. Hoy cuando se habla de
profesionalismo médico, sin embargo, tal como lo hace la Asociación Médica Mundial, se
entiende con ello un conjunto amplio de habilidades, conocimientos, principios y valores
propios de la profesión.
5). Responsabilidad
El valor de la responsabilidad se asocia al tener una conducta que considere
adecuadamente las consecuencias de nuestras acciones al obrar. Una conducta ética sólo
guiada por reglas podría conducir a malos resultados.
6). Solidaridad
El compromiso de todos en las contribuciones para beneficiar a quienes oportunamente lo
necesitan remite a la idea de fraternidad así como a la de justicia y se ha convertido en uno
de los conceptos centrales en los sistemas de salud.
7). Compromiso
Enunciar muchos valores de poco sirve si no se acompaña de la voluntad de hacerlos
realidad. El compromiso asegura la integridad moral al hacer que los valores presentes en la
conducta se realicen.
8). Prestigio
El valor del prestigio de una institución -como el de las personas- remite a su consideración
social positiva conseguida a lo largo del tiempo. En la profesión médica este valor ya está
presente en el Juramento Hipocrático cuando se indica al médico seguir una conducta
acorde con el buen nombre o prestigio del arte de curar. Más cercana y del siglo XVIII es la
visión del prestigio del buen médico en la escuela escocesa de Edimburgo y la ética médica
de Thomas Percival cuyos ecos pueden rastrearse en el primer plan de estudios de la
Facultad de Medicina de Buenos Aires.
Formación en valores, actitudes y habilidades
Formarse significa estudiar para identificar valores, practicar una conducta que cultive
actitudes de respeto por lo valioso, y adquirir habilidades o destrezas para crecer como
personas dedicadas a hacer realidad una buena calidad de atención a los pacientes.
Valores: Conducta ética, Honestidad, Respeto por el prójimo, Profesionalidad,
Responsabilidad, Solidaridad, Compromiso, Prestigio, etc.
Actitudes: Prudencia, Tolerancia, Honestidad intelectual, Respeto, Compasión,
Fidelidad a la verdad y a las promesas, Fortaleza, Seriedad, Discreción, Buen
consejo, Moderación, Generosidad, Amabilidad, Afabilidad, Magnanimidad, Pudor,
etc.
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Habilidades: Distinguir hechos y valores; Argumentar moralmente; Justificar la
conducta médica con hechos y valores; etc.
• Respeto por el prójimo, Tolerancia y Libre exposición de argumentos intuitivos
La exposición libre de argumentos (por el paciente, los alumnos ,etc) es una enseñanza en
sí misma de valores y actitudes ya que se considera que el enseñar valores comienza por el
reconocimiento de los valores propios (del alumno, de los otros) y de aquellos que los
demás aportan a la discusión. Se presupone que existe una pluralidad de valores en
pacientes, familiares, colegas o alumnos, y la actitud de tolerancia pasa por explicitar el
deseo de profesionales y docentes por conocer cuáles son los que muestra cada paciente,
familiar o alumno. Es común observar en aquellos no entrenados en el diálogo moral que la
argumentación cede paso a la intolerancia, la descalificación y la falta de respeto hacia las
posiciones contrarias. La enseñanza de valores ha de buscar en primer lugar inculcar una
actitud de tolerancia y respeto que es la base desde la cual puede comenzar a construirse
una deliberación moral.
• Fidelidad a la verdad y distinción entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor
Al comenzar a discutir ética todo grupo no entrenado en el análisis de valores muestra
dificultades para la distinción entre cuestiones de hecho que requieren de respuestas con
fundamentos empíricos y cuestiones de valor para las cuales las cuestiones fácticas son
solamente un punto de partida. Sostener por ejemplo que está bien colocarle el respirador a
un paciente comatoso porque con eso puede respirar y mantener su vida -argumento
frecuente en discusiones iniciales de valores- requiere exponer la diferencia entre lo que
esta “bien” técnicamente y lo que está “bien” moralmente. El respirador es “bueno”
técnicamente porque con ello se consigue el mejor resultado medido por su eficacia en
mantener la función respiratoria, pero ello no quiere decir que la prescripción del respirador
sea “buena” en términos morales ya que esta afirmación dependerá del principio ético que
entendamos ha de predominar en la toma de la decisión. Y un principio ético no remite a una
demostración empírica sino a una justificación moral que tiene que ver con las reglas
propias de la coherencia de los discursos éticos.
• Profesionalidad, Seriedad y Distinción de valores
Hecha la distinción entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor puede distinguirse
además los diferentes tipos de valores que están en juego en las decisiones médicas. En la
atención y el cuidado de la salud hay valores éticos, epistemológicos y antropológicos. Son
valores éticos aquellos relacionados con la corrección o incorrección de la decisión de retirar
el soporte vital a un paciente, la legitimidad de un subrogante para decidir, las obligaciones
morales del médico hacia el tratamiento de un paciente. Son valores epistemológicos los
relacionados con el diagnóstico y pronóstico del paciente, la certeza que existe de su
evolución, el estado de su daño, su condición de irreversible o no. Son valores
antropológicos los referidos a la dignidad de un paciente, sus creencias religiosas en orden
al deseo sobre su vida, sus deseos expresados en vida acerca de tratamientos médicos, etc.
Discurso del Dr. Oscar Molfino presidente del Foro de Bioética del
CEMIC
Agradezco vuestra participación a este 4° Foro de Bioética.
El tema elegido es Creciendo en Valores y Actitudes.
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CEMIC nació en el año 1958 fundado por un grupo de profesionales liderado por el Dr.
Norberto Quirno.
Su objetivo manifestado fue crear una organización sin fines de lucro dedicada a mejorar la
asistencia medica teniendo como herramientas la docencia y la investigación clínica.
Fue una institución de amigos con valores encarnados en cada uno de sus fundadores.
CEMIC creció y con el tiempo se trasformo de una sala de clínica medica en un pequeño
hospital con todos sus departamentos médicos, residentes y alumnos universitarios.
En la década de 1980 y con este desarrollo quienes conducían la institución consideraron
necesario explicitar los principios heredados.
Con ese fin se llevo a cabo una jornada donde se eligieron algunos de los valores a los que
CEMIC adhería y se difundieron explícitamente entre los integrantes de la institución.
Durante los últimos 25 años hemos presenciado y vivido del enorme desarrollo tecnológico,
la producción de conocimiento, los avances científicos y cambios socio-culturales que nos
exigen el mismo esfuerzo de crecimiento en la humanización de todos estos recursos.
Queremos seguir creciendo y por eso el objetivo de este cuarto foro es explicitar, reforzar e
incrementar los valores y actitudes del CEMIC.
Es nuestro deseo que este crecimiento nos ayude a ser mejores personas y de este modo
brindarnos al objeto de nuestra vocación: nuestros enfermos a los que debemos respetar en
la dignidad propia de la persona humana.
Discurso del Dr. Mario Turín – Rector Instituto Universitario CEMIC
El Instituto Universitario CEMIC se siente complacido por la iniciativa del Comité de Bioética
Clínica de convocar a este 4º Foro de Bioética dedicado a los valores y actitudes, del
que participarán como oradores el Padre Rafael Braun, el Rector de la Universidad de
Buenos Aires Dr. Guillermo Jaim Etcheverry y el Dr. Juan Carlos Tealdi, prestigiosos
pensadores que nos enriquecerán con sus reflexiones y a quienes agradezco
profundamente que nos ayuden a alcanzar en este encuentro el objetivo que se
propusieron sus organizadores: explicitar, reforzar e instrumentar los valores y actitudes
instituciones.
Estos valores y actitudes que existen en el CEMIC desde el momento de su fundación,
estaban corporizados en la figura de Norberto Quirno.
A él, en el centenario de su nacimiento Narciso Ocampo, ex presidente del CEMIC se refirió
diciendo: “Fue un hombre de cultivada sensibilidad, que nos dio su lección de integridad
moral, voluntad de servir y hacer el bien”.
Yo tuve el privilegio de ser uno de sus residentes. Admito que puedo trasmitir una imagen
idealizada de Norberto Quirno por haberlo admirado como maestro y como persona. Pero,
tres años a su lado como residente y dos años un tiempo después como staff, compartiendo
problemas en cuya resolución sus discípulos tenían la sensación de ser protagonistas de las
conclusiones a las que se arribaba, sin advertir que esas conclusiones habían sido
inspiradas por su maestro, me permiten trasmitir un aspecto de esa imagen que admiré
porque trataba a sus semejantes, fueran estos residentes, pacientes, colegas, alumnos o
quien fuere, respetando su dignidad. Esta actitud que era parte de él, la trasmitió a la
institución y a sus discípulos, generando un estilo que hoy perdura y que tenemos la
obligación de preservar.
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Porque así lo sentimos, hace dos años, en el Círculo de Calidad que desarrollamos
entonces, el grupo dedicado a Valores y Actitudes recomendó: “poner énfasis en la
importancia de los aspectos éticos de la práctica médica en todas las acciones en
que se interactúe con nuestros semejantes o se tomen decisiones en las que estos
aspectos deben ser necesariamente considerados”, señalando además acciones a
desarrollar entre las que se incluyó, convocar a un encuentro de reflexión acerca de esta
temática, en el marco de las relaciones interpersonales, que incluya tanto a los docentes
como a los alumnos de grado y posgrado.
Es por ello que agradezco a los organizadores y participantes de este encuentro, el
haber posibilitado llevar a la práctica este anhelo institucional de reflexionar sobre valores
y actitudes, para reforzar las acciones que debemos desarrollar para la formación de
nuestros educandos.
Muchas gracias.
Reflexiones Espirituales en Relación a Valores Humanos
Por el Padre Rafael Braun
Voy a evocar dos experiencias que no están en ese curriculm que leyeron desde el cual voy
a abordar el tema para el cual me han convocado.
La primera experiencia fue haber participado a lo largo de una década en el Comité de
Bioética del Hospital Italiano en el departamento de pediatría con el Dr. Gianantonio. Allí se
hacía un análisis de caso que estaba casi siempre a cargo de los Residentes. Cuando
terminaban de exponer, pedía que me hicieran la traducción de algo que para mí era una
jerga incomprensible.
La comunicación entre disciplinas diferentes es por lo tanto algo difícil. Transmitir una
reflexión de tipo filosófico o espiritual no es fácil para quien está acostumbrado a otro
lenguaje. Voy a tratar de ser lo más claro posible.
En segundo lugar voy a adoptar el punto de vista del paciente, no el del medico, como son
ustedes, o van a ser. Yo fui paciente del Dr. Norberto Quirno durante tres años, del 60 al 63,
tuve algunos problemas, lo conocía desde chico porque era amigo de mi padre, así que para
mí es como estar en la propia casa aquí, en CEMIC.
El tema de los valores, Creciendo en Valores, plantea una discusión en términos de
reflexión,¿qué es un valor? En general es algo que nosotros valoramos, hay una dimensión
subjetiva en la palabra misma de valor, el valor es algo valioso para quien lo valora de esa
manera.
Para alguna persona que está hambrienta, el valor máximo quizás sea la comida. Para una
persona que tiene la comida todos los días, quizás el valor es que la comida sea sabrosa.
Por eso antes que hablar de valores prefiero hablar de bienes. Porque el bien de alguien o el
bien del ser humano, es algo más objetivo, no depende de lo que uno estime valioso o no
valioso.
Hay gente que estima no valiosa la vida, por ejemplo. Basta señalar algunas actitudes y
conductas para demostrarlo. Pido disculpas si alguien se siente aludido, pero la gente que
pierde repetidamente la vida por andar a exceso de velocidad no valora el bien de la vida
como tampoco los médicos que fuman.
Cuáles son los bines del hombre. Parte de nuestra cultura es creer que cada uno va a
tener una concepción diferente, de qué es el bien del hombre. Es verdad que en muchos
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casos hay cuestiones discutibles. Pero hay otras cuestiones que quedan fuera de la
discusión, y que muchas veces no se toman en cuenta.
Estos bienes que están mas allá de lo relativo, mas allá de las culturas, han tenido nombres
diferentes a lo largo de los siglos. Hoy tienen un nombre: se llaman “derechos humanos”.
Algo que pertenece al bien del hombre. Todo hombre tiene derecho a la vida. Que no le
quiten la vida. Todo hombre tiene derecho a que no lo torturen, que forma parte de la
integridad. Todo hombre tiene derecho a la libertad de pensamiento, de expresión, la lista la
pueden leer, eso es un documento que cada uno de ustedes debería tener muy a mano.
Porque esos derechos están correlacionados con bienes que tenemos el deber de respetar.
Derechos y Deberes son correlativos. Si alguien tiene un derecho, yo tengo un deber que
respetar.
Entonces para entrar en el tema, yo les propongo que reflexionemos sobre “ qué es el
hombre y cuáles son sus dimensiones”.
Porque si tomamos como dato lo que nosotros pensamos sin reflexionar, lo más probable
es que achiquemos la percepción que tenemos de qué es ser humano, y por lo tanto el
servicio en el que estamos.
Se ha dicho muchas veces que el psicólogo o el sacerdote, son como los médicos del alma.
No sé si esto es verdad, o no. Pero en cierto modo estamos tratando de resolver el
problema de la salud, mental o espiritual. Como Uds. están teniendo que resolver el
problema de la salud física.
Yo voy a tratar de explicar por qué, a mi juicio, esto no es así, sino que lo que estamos en
conjunto tratando de realizar es que las personas, no el cuerpo o el alma o el espíritu, la
mente, sino que la persona integral esté sana.
Y en este sentido voy a tratar de describir cuáles son los niveles esenciales del ser humano
que tenemos que tener en cuenta cuando nosotros lo abordamos en una relación medicopaciente.
Un primer nivel elemental es el “corporal”. ¿Tenemos un cuerpo? NO, somos un
cuerpo.
Cuando uno tiene un cuerpo, es como si tuviera un auto, se rompe y lo arreglamos. Pero lo
que no podemos hacer todavía es cambiarlo. Podemos hacer cambios de piezas, como con
los trasplantes. Es lo que más podemos hacer hoy en día.
Ahora bien, ese cuerpo, se supone que tiene un bien. El ideal de un paciente es que ni se
preocupe del cuerpo, que no sienta ninguna molestia, que le permita hacer lo que quiere.
Pero Uds. que estudian lo que es la anatomía, sobre todo la fisiología de un cuerpo humano,
saben que casi es un milagro que todo eso funcione como debe funcionar y sin embargo
eso se repite una y otra vez. Voy a volver sobre esto cuando termine de descubrir los
niveles.
Sabemos que la vieja definición del hombre es que es un ser animal - racional. Es decir
que tiene una mente. Esa mente existe desde que somos concebidos, pero se va
desarrollando, unos más y otros menos. Los que estamos aquí somos parte quizás del uno
por mil de la humanidad que tiene la posibilidad de desarrollar la mente de una manera no
digo extrema, pero si muy pronunciada. Son años y años de estudio, para dominar un área
pequeña del conocimiento.
Estas dos dimensiones son tan claras que no tengo que abundar en ellas.
Hay una tercera dimensión que sin embargo es clave para la vida, que es el área afectiva.
Se supone que cuando se entra a trabajar en la empresa o a la universidad no tiene que
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ocuparse de la vida afectiva, sino de la vida mental. Tiene que estudiar, tiene que
eventualmente mantener su salud física para poder estudiar. Sin embargo la vida afectiva
tiene también un conjunto de valores asociados a ella y esto es una dimensión insoslayable.
Por ultimo la dimensión que llamaría espiritual, que es el nudo de la conciencia humana:
sea uno creyente o no creyente. Todos tenemos una conciencia que nos da ciertos
dictamines acerca de lo que está bien o está mal; y cuando vamos a un encuentro con otra
persona y tenemos que tomar decisiones, no solamente las actitudes cuentan sino las
conductas. Las conductas en último termino van a estar gobernadas por esta dimensión, por
este nivel que es actuar con conciencia.
Dimensión corporal, mental, afectiva y espiritual, entran en juego en cualquier dialogo
terapéutico, pero además hay dos dimensiones esenciales para comprender lo que está
pasando en un ser humano.
La primera: La dimensión social del ser humano. Por más que se diga hoy y se repita una
y otra vez que el ser humano es independiente, no es verdad, es totalmente
interdependiente. Desde que es concebido hasta que se muere, es interdependiente de los
demás. Podrá tener espacio de libertad, por supuesto, pero teniendo en cuenta lo demás.
Para que nosotros estemos aquí hablando y escuchando, hay muchísimas personas que
están trabajando para que nosotros lo podamos hacer.
La segunda: La dimensión histórica. Aunque sea evidente, no hemos existido siempre.
Hemos sido concebidos, hemos nacido, crecido y vamos a morir.
Ahora bien, si esto es el ser humano, y cuando uno lo describe así lo comprendemos. Una
de las cuestiones esenciales de las actitudes, es preguntarnos, la entrevista medica, hoy
en día, con los condicionamientos impuestos por el sistema de salud, sea público sea obra
social o prepago. ¿Dan espacio para que una entrevista medica se pueda realizar a la luz de
este paradigma? ¿Le consagran a uno en la entrevista anual, que va a tener con su clínico,
una hora para poder hablar de lo que a uno le pasa en todas estas dimensiones?
¿Hay mutidimencionalidad en lo que podíamos llamar el servicio de la salud o la medicina
está al servicio de qué? ¿Cuáles son los valores que están detrás de estas dimensiones?
¿Lo importante es mantener en vida a una persona o mantenerla sana? Y si es mantenerla
sana, ¿qué es más importante, el paradigma preventivo o el paradigma curativo? Mejor es
prevenir que curar, dice el refrán. ¿Qué relación hay en el mismo diagnóstico entre empezar
por hacer exámenes varios o preguntar qué le esta pasando a la persona?
Cuando a mí me consultan acerca de problemas espirituales, lo primero que le pregunto es
sobre su salud física. En general yo no conozco muchos médicos que le pregunten al
paciente sobre su salud afectiva o espiritual. Todos sabemos que hay una repercusión
íntima entre la vida espiritual y la vida afectiva con la vida de la salud, pero para eso hay que
tener tiempo, y si hay que atender 12 pacientes en una hora no hay tiempo para ese diálogo,
por mas que uno tenga toda la buena voluntad. Escuchar a un paciente para mí es un arte,
porque no hay mejor diagnosticador que aquel que cuenta lo que le pasa, si le preguntan
bien.
Aquí nos encontramos con un valor esencial que es la verdad. Un médico busca la verdad
de lo que padece el paciente. Y esto es investigaciones clínicas. Hay muchas cosas que hay
que saber, pero no solamente del cuerpo, sino tener lo que se llama una visión holistica del
ser humano. Esta actitud de apertura a la multidimensionalidad significa que uno puede
rastrear otras causas que no sean las causas estrictamente corporales. Sé que estoy
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entrando en un campo muy difícil pero justamente los campos difíciles son aquellos
señalados para hacer investigación.
Ahora bien, buscar la verdad acerca del paciente sería como el momento diagnóstico. La
finalidad de realizar dicha tarea es buscar el bien de la persona. Ahí tenemos ya los dos
valores claves de cualquier existencia humana, verdad y bien.
No queremos equivocarnos en el diagnostico, caer en el error, pero al mismo tiempo no
debemos querer sólo el bien del cuerpo, sino querer el bien de la persona, por lo menos en
un paradigma holístico.
Hay un momento analítico que corresponde al diagnóstico, donde la fragmentación es el
riesgo mayor en que podemos incurrir.
Y hay un momento sintético que es la prescripción, que es lo que tengo que hacer.
A veces es más fácil dar una solución química, dando remedios que se prescriben, cuando
en realidad la solución estaría en un cambio de hábitos, de conductas, que por tomar
químicos. Simplemente disimula el problema central. Del Dr. Gianantonio aprendí en una
conferencia conjunta que dimos que: “el dolor es una de las cosas que nos permiten estar
en vida, hay chicos que nacen incapaces de experimentar el dolor, y no pasaban de los 3 o
4 años de edad porque se estrellaban contra las paredes o el piso y no sentían ningún dolor.
La ausencia del dolor les impedía ver el riego que tenia para su propio cuerpo. El dolor es
algo que nos esta señalando que algo no funciona, es una ayuda. Cuando se procura
calmar el dolor para seguir actuando sin modificar las conductas, se destruye más aún
aquello que el dolor está tratando de proteger. Así lo hacemos en casi todos los ámbitos de
nuestra vida. Hay que seguir viviendo, disimulando la causa profunda, con lo cual se atiende
un fragmento pero no el total de la persona.
Si presento estos niveles, es porque creo que tenemos que preguntarnos cuál es el bien
del cuerpo humano, cuál es el bien de la salud mental, cuál es el bien de la vida
afectiva, cuál es el bien de la dimensión espiritual, la conciencia, cuál es el bien de la
dimensión social del ser humano, cuál es el bien al recordar que somos seres
históricos?
Quisiera dar simplemente algunos apuntes de una reflexión espiritual para plantarnos y
saber que cada uno de los que ejerce la tarea de estar en relación con la salud de una
persona tiene que personalmente poder resolver:
Primero hemos dicho que hay una dimensión propia nuestra, que es la dimensión histórica.
¿que nos dice esa dimensión? Que nosotros no hemos existido siempre y que nosotros
vamos a morir.
¿Qué sentido tiene la vida, qué sentido tiene la muerte para mí?
Es una vieja discusión entre médicos y sacerdotes, si hay que decirle o no hay que decirle a
una persona que se está muriendo y que no se va a levantar, o que en quince días va a
estar bien. Hay terror de hablar de la muerte, cuando uno no ha resuelto su propia muerte,
qué sentido le da a la vida y a su vida y a su muerte.
Es fácil eludir el tema cuando somos jóvenes o gozamos de buena salud. Pero si leemos
las estadísticas acerca de los miles de muertos por accidentes de tránsito por año, más del
40% son menores de 30 años. La cuestión de la muerte no es, entonces, una cuestión de
edad.
Y preguntarnos acerca de ese sentido no solamente es necesario para la vida personal sino
también para la tarea que debemos realizar con otras personas, porque si no vamos a estar
con miedo de tocar un tema que es central.
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Esto toca la finalidad misma de la medicina. La medicina no existe para que la gente no se
muera. sino para que la gente viva sana, y cuando no pueda vivir sana y no pueda ser
curada, por lo menos cuidarla. Por eso el encarnizamiento terapéutico debe ser evitado.
Un segundo tema esencial, que tenemos que resolver de alguna manera, es qué sentido
tiene el sufrimiento humano, y no digo el sufrimiento físico, que se puede calmar. Lo
valioso de los cuidados paliativos es que el concepto mismo tiene un sentido holístico, no es
solamente aplicar el calmante químico para que el sistema nervioso no haga experimentar el
dolor al paciente.
Es el ser humano el que esta enfermo, el que sufre, y a veces los sufrimientos morales son
muchos más intensos que los sufrimientos físicos, y cuando hay una integridad espiritual y
moral se soporta infinitamente mejor lo físico que cuando no es así, hay una interacción
entre una cosa y la otra. Uno no puede vivir en medicina sin poder hablar de qué sentido
tiene el sufrimiento y qué sentido tienen la vida y la muerte.
¿Por qué cuidar y curar al enfermo? Parece algo obvio.
¿Por qué Uds. estudian medicina? No sé si se lo preguntaron. Me gusta, es la respuesta.
Ganar mucho dinero no. Hoy en día no creo ¿Por qué uno estudia medicina? ¿Por qué uno
va a ser médico? ¿Qué diferencia hay entre curar o cuidar? ¿Qué sentido hay en esta
relación de curar y cuidar? ¿Hay una relación humana o meramente un diagnóstico, que
como siguen las cosas va a realizar la computadora? Yo no creo que ningún ser humano
quiera ser diagnosticado por una computadora, aunque pueda contar con el auxilio de esa
computadora.
Creo que en las actitudes hay que anotar que debemos ser muy conscientes de la fragilidad
y de la falibilidad humanas. Han pasado varios meses desde que leí en el diario La Nación,
un articulo que me pareció excelente, del presidente de la Sociedad Argentina de pediatría,
el Dr.Ceriani Cernadas, donde hablaba del error médico. Los médicos no son infalibles, hay
fragilidad en los enfermos y falibilidad humana en quienes tratamos de ayudarlos, por eso la
humildad frente al diagnóstico y a lo que es el pronóstico me parece que es fundamental.
Muchas veces se da como seguro que este paciente no va a sobrevivir, y sobrevive.
Sabemos algo de la realidad, pero no sabemos toda la realidad.
Por último, dentro de las actitudes , el amor al enfermo y a la propia vocación.
Cuando hablábamos de las dimensiones y los niveles, si combino la dimensión mental y la
dimensión social voy a saber que el bien de lo mental es conocer la verdad, ese es el valor,
pero que yo solo no lo puedo hacer. Por eso están estudiando en esta Institución, por eso la
investigación científica se realiza en comunidad universal.
La dimensión social. Solos no llegamos a ninguna parte, nunca, siempre vamos
acompañados.
El ser interdependiente es tener conciencia de mis propios límites.
La dimensión afectiva. Todos sabemos que lo que más deseamos desde el momento de
nuestra concepción es ser queridos y aceptados.
Pero queridos y aceptados no por nuestras cualidades sino por lo que somos. Siendo
nuestras cualidades, apenas estamos un poco enfermos, un poco viejos nadie nos cuida,
nadie se interesa por nosotros, estamos en una concepción utilitaria de la vida. Ya no es útil,
entonces para qué gastar energías en esa persona. Esa persona vamos a ser nosotros en
algún momento de la existencia, que es la relación con esta historia.
Y aquí un apunte ¿qué es una historia clínica? ¿Es una historia de las intervenciones
medicas o es una historia de la persona? Es complicadísimo, pero ciertamente sabemos que
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la salud de una persona, (conozco muchas incluso familiares míos), donde como
consecuencia de una noticia muy fuerte para su existencia , eso es sucedido por un cáncer.
Hay una relación. Nadie sabe exactamente cuál es la causalidad recíproca, pero que eso es
empíricamente constatable los no médicos lo vemos.
Pero como sale del paradigma no se investiga demasiado.
Y por ultimo, poder actuar en conciencia es la dimensión espiritual, poder actuar en
conciencia siempre. Si uno es religioso, frente a Dios, y si uno no es religioso frente a sí
mismo. Pero por favor no actuar en conciencia por temor al qué dirán. En este momento veo
como una de las amenazas más graves para la libertad del médico los juicios de mala
praxis, que destruyen la relación de confianza que tiene que existir siempre entre el médico
y el paciente. Una actitud de confianza significa que yo no voy como paciente a esperar que
mi médico siempre acierte, siempre tenga razón, que nunca se pueda equivocar, como si yo
como paciente nunca me equivocara.
Es parte de la condición humana que nosotros aprendamos a aceptarnos, a respetarnos,
incluso a ofrecernos. Sin beneficio de inventario. Entonces esta actitud no está solamente
conectada con lo que la mente habla de los valores , sino con una visión global del ser
humano que toma conciencia de quién es y quién es el otro que está frente a él, no es un
súper hombre ni una súper mujer, son personas que atienden y están cansados, cansados,
cansadísimos a veces. Con ritmos de trabajo casi inhumanos, para poder sobrevivir. Uno no
puede hablar en esto en términos abstractos, conozco muchísimos médicos jóvenes.
La ocasión de estos equipos de foros es poder reflexionar un poco a fondo, entre lo que es
deseable, conectarse con el propio deseo. ¿por qué uno quiere ser medico? ¿Para quién
uno quiere serlo? y ¿Cómo me gustaría poder hacerlo sintiendo yo como paciente
cuál es el ideal del médico que me va a atender?
Es tradicional decir que los peores pacientes son los médicos. Yo les pediría que aprendan
a ser pacientes y van a ser excelentes médicos.
Muchas gracias.
Tradición de valores y virtudes en la práctica médica
Por el Dr. Juan Carlos Tealdi
1. ¿Qué son los valores?
Hace ya varios años, el CEMIC adoptó ocho valores para la institución: Profesionalismo,
Conducta Ética, Prestigio, Solidaridad, Honestidad, Respeto por el prójimo, Responsabilidad
y Compromiso. Un notable filósofo argentino, el Dr. Risieri Frondizi había dado antes el
siguiente título, a modo de pregunta, a uno de sus libros: “¿Qué son los valores?”. A riesgo
de abundar en la definición o en los detalles de los mismos hay que decir que los valores
son cualidades o propiedades de las personas, (por ejemplo la bondad), o de los
objetos (por ejemplo la belleza) que captamos por las emociones. Es decir: los valores no
se captan simplemente por el discurso, porque alguien escriba bien, por ejemplo, sobre la
belleza de un poema. Uds. saben que la belleza poética se capta en el momento en que la
leemos y que de alguna manera impacta en nosotros. Esto es así como con las actitudes
buenas, digamos por diferencia con las malas actitudes. Por tanto, hay un aspecto emotivo
en los valores y esto ya es fundamental para el papel que pueden cumplir los mismos en
una empresa como es la medicina así como en el aprendizaje. Por otro lado, sin embargo, la
medicina tiene un aspecto que supone distancia de las emociones o que trata de
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desprenderse de las emociones, cuando trata de objetivarse para poder actuar sobre la
realidad del paciente que muchas veces es dramática y el médico o el profesional de la
salud necesita tomar cierta distancia para no confundirse en medio de esa realidad. Sin
embargo se ha pecado de excluir demasiado a las emociones, de la teoría y de la práctica
de la medicina. Por eso es que muchos de manera acertada hoy trabajan, por lo que se
llama la narrativa en medicina, la relaciones entre literatura y medicina, entre arte y
medicina, porque es una buena vía de aproximación para captar de manera emotiva que es
lo que sucede en el paciente -como bien decía el padre Braun-, o qué es lo que sucede con
aquel que esta en la posición de padecer el estar enfermo.
Estas cualidades de los valores las distinguimos por otro lado como característica
diferenciada de su opuestos. Por eso es que los valores tienen la característica de
presentarse con un polo contrario. Si a los valores los consideramos desde su polo positivo
siempre tendremos su contrario o negatividad: ante la bondad estará la maldad y ante la
fealdad estará la belleza. Los valores siempre tienen esta característica o condición de
presentar su opuesto. Y podríamos decir más afirmando que sólo captamos los valores en
su polo positivo en la medida en que somos capaces de captar en la realidad, asimismo, la
existencia de su contrario o disvalor.
Otra característica que tienen los valores es que les damos preferencia: los ponemos en una
tabla y se escalonan desde valores tan altos como pueden ser la vida o la salud, y aún más
desde valores religiosos o metafísicos como la idea de patria que muchas veces nos lleva a
sacrificar la vida. Los valores se escalonan entonces en alguna tabla jerárquica o, dicho de
otro modo, tienen jerarquía.
Y por último: cuando apreciamos la existencia de un valor, cuando nos damos cuenta de la
importancia que pueda tener la bondad, la honestidad, la solidaridad o cualquiera de estos
valores, cuando los apreciamos, nos sentimos motivados a hacerlos realidad en el mundo.
El valor tiene una característica que nos atraviesa -y no de manera gratuita-, porque desde
el momento en que se capta el valor sentimos la necesidad de hacerlo realidad. Desde esta
perspectiva, en la práctica de una profesión como puede ser la medicina o en la de las
profesiones de la salud en general, podremos darnos cuenta entonces de la importancia
que puede tener esta captación de los valores y esta incorporación de los valores como fin
moral de la medicina por ejemplo. Es decir: la importancia que tiene el encontrar que hay
determinadas cualidades o propiedades que queremos hacer realidad y que para el CEMIC
son, como mínimo, esas ocho cualidades que en su momento se trazó.
2. De la captación del valor a la acción.
La cuestión de poder pasar de la captación de los valores a la acción resulta obviamente
fundamental para las prácticas en salud. Y para comprender ese paso hay otros dos
conceptos que se relacionan con la idea de valor y que son los deberes y las virtudes. Los
deberes son normas éticas (por ej. decir la verdad, respetar a las personas, actuar
responsablemente). Son enunciados que nos dicen cuál debe ser nuestra conducta en
relación a los valores. Si nosotros valoramos en todo caso el respeto de las personas, o el
respeto del prójimo o la solidaridad, el deber nos va decir qué es lo que debemos hacer,
cómo debemos comportarnos para hacer realidad ese valor. Los deberes son enunciados
que nos dicen lo que debemos hacer. Los deberes en este sentido son importantes porque
el decir qué es lo que debemos hacer desde el punto de vista moral, tiene una implicancia
importantísima para la práctica. No es lo único importante, porque como todos sabemos que
sucede con las leyes si bien hay cantidad de ellas que se enuncian, el cumplimiento de las
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mismas siempre es otra cuestión. Pero se presume que la norma o el deber ya orientan la
acción.
Pero falta una noción más para entender que de los valores se pueda pasar a la acción. Y
éstas son las actitudes o las que se han llamado tradicionalmente las virtudes. Por ejemplo
fidelidad a la verdad: yo puedo saber que hay que decir la verdad, pero hay que ver si soy
fiel a decir la verdad. Yo puedo saber que los profesionales de la salud debemos realizar el
consentimiento informado pero hay ver si tengo una conducta o un hábito de realizar el
consentimiento informado. Las virtudes son por un lado las disposiciones tanto propias o de
cada uno de nosotros como por otro lado el hábito de obrar bien haciendo que nuestra
acción haga realidad esos valores y esos deberes. La virtud no sólo se enuncia como los
deberes sino que se muestra: se ve en la conducta de cada uno de nosotros, en el hábito
que tenemos acerca de hacer realidad o no los valores y los deberes que nos hemos
trazado.
Entre los valores del CEMIC hay algunos que son más generales como el profesionalismo,
el prestigio y la solidaridad. Puede decirse que las profesiones de la salud son comunidades
que comparten un conjunto de conocimientos científicos, saberes técnicos y valores –
deberes - virtudes. Es decir el profesionalismo consiste en esta conjunción, no solo en
saber todas las evidencias científicas disponibles acerca del conocimiento de una
determinada realidad de salud enfermedad, y las evidencias disponibles en cuanto a su
tratamiento. No sólo depende también de cuán hábiles somos, cuánta experiencia tengamos
en realizar determinadas prácticas; sino que el profesionalismo consiste en la unión de estas
evidencias científicas y este saber técnico, con los valores de la ética. Esto tiene origen en
los tratados Hipocráticos, en el comienzo de la medicina, de modo que no estamos
descubriendo nada nuevo. Al ser trazado así, forma parte de la esencia misma de lo que es
la medicina. Es recomendable leer estos tratados sencillos y breves, que todavía nos
enseñan mucho, como Juramento, Sobre la medicina antigua o Sobre el médico. Dicho esto
entonces, el profesionalismo, la idea de defender esta noción de profesionalismo como un
conjunto de ciencia, de técnica y de ética nos esta diciendo que la conducta ética, que es
uno de los tres componentes fundamentales, en tanto practica de valores, deberes y
virtudes, se asocia a este saber científico como condición de ese profesionalismo.
El prestigio, también desde los orígenes mismos de la profesión médica, fue trazado como
un valor fundamental y entendido como concepto favorable que se tiene de alguien. En
español es un concepto mas reciente. Prestigio da relevancia al buen nombre profesional
para poder vivir en armonía en la sociedad. Por eso quienes pensaron la medicina desde el
origen supieron que el profesional de la salud, el médico en particular en ese momento, para
gozar de buen nombre en la sociedad era fundamental que tuviera una práctica que fuera
moral en esencia, que era ocuparse de la atención y el cuidado de la atención y el cuidado
de la salud y la vida de las personas.
Otro valor que CEMIC ha enunciado, y que tiene un alcance desde siempre muy general, es
el de la solidaridad. Podemos ligarlo al concepto de justicia y de equidad, en tanto las
profesiones de la salud uno podría decir que tienen en la justicia como valor opuesto a la
injusticia, y como deber entendido en el sentido formal tradicional de dar a cada uno lo suyo,
el fin moral primario de ayudar a quienes lo necesitan para cuidar y atender su vida y su
salud. Esto es entender al paciente como finalidad principal de las profesiones de la salud.
La solidaridad, en ese sentido, es expresión de la justicia porque reúne las contribuciones
de un colectivo para beneficiar a quien lo necesita. Y en ese sentido la solidaridad se puede
considerar un cierto modo de auto - desprendimiento que se diferencia del mero interés
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egoísta y que correspondería para hacer realidad la justicia en esta visión triple que estoy
tratando de presentar de encontrar no solo el valor, sino también la norma y la virtud que le
corresponden. Se habla mucho de justicia, quizás más que nunca, y esto cuando la injusticia
en el mundo en general y en el terreno especifico de la salud en particular, es más grande
que nunca. Vivimos un mundo cada día más injusto en términos generales de salud. Por eso
es que hablar se habla mucho, pero también hace falta llevar la teoría a la práctica. Para
hacer realidad el valor de la justicia hay que tener la virtud de ser justo. No sólo hay que
decir que hace falta justicia, sino que hace falta que cada uno de nosotros podamos
practicar el ser justos. Por ejemplo: una buena medida del buen profesional médico
egresado seria la capacidad de ese profesional, pueda acreditar al final de su carrera como
estudiante, para de algún modo atender a los mas desfavorecidos, para generar cambios en
las situaciones de injusticia en el terreno de la salud, para proteger el derecho humano a la
salud que mencionaba antes el padre Braun. Esto debería formar parte, creo, de los
criterios, no sólo de acreditación sino de evaluación de un buen profesional médico. No sólo
considerar sus conocimientos científicos y sus habilidades técnicas sino también sus
virtudes, su idoneidad y su actitud para poder trasformar la realidad acerca de un disvalor
como en este caso puede ser la injusticia.
La honestidad, en tanto otro de los valores mencionados por CEMIC, se puede asociar al
tema de la veracidad y la fidelidad, es decir al ser honesto o el ser digno. Se puede entender
como el valor de comportarnos de modo razonable, decente o justo de acuerdo a lo que
corresponde como personas morales. El ser honesto sería la respuesta adecuada a nuestra
condición de personas. En razón de hablar de la decencia de la palabra, tradicionalmente se
ha asociado el tema del valor de la honestidad al deber de veracidad. Por ejemplo, al deber
de decir la verdad al paciente, con todas las dificultades que esto entrañe, aunque como
supuesto general o como norma general. Valor y deber que una vez más deben ir seguidos
de la virtud o hábito de ser sinceros o veraces. No vale solamente con decir o enunciar que
hay que decirle la verdad a los pacientes, sino practicarlo, es decir hay que ser fiel a la
verdad. Hay que tener una conducta acorde para que esto pueda pasar a la acción, para
que pueda ser una práctica. Tradicionalmente se hablaba en la filosofía griega antigua de la
virtud de la moderación, hoy podríamos decir que el ser veraces en el campo de la salud
frente a tanta oferta que existe en la sociedad de consumo como la que vivimos, puede ser
muchas veces una práctica de la virtud de la moderación. Es decir: no sumarnos nosotros ni
hacer que los pacientes puedan seguir esta oferta desmesurada que existe en el campo de
la salud como parte de esta sociedad de consumo donde muchas veces los profesionales
juegan a ser dioses con respecto a la vida y la muerte, sino tener humildad, moderación,
cuestiones ambas que puedan fundarse o afirmarse en la honestidad y el respeto a la
verdad.
Otro valor enunciado es el respeto por el prójimo, que tiene fuertes raíces en la ética
cristiana y también en la ética secular, donde las personas deben ser tratadas como agentes
autónomos y aquellas con su autonomía reducida deben ser protegidas, tal como enuncia el
principio de respeto por las personas, o como después va ser dicho en la filosofía kantiana
atendiendo a la idea de la persona que supone que uno debe tratar a cada persona como un
fin en si mismo y no como meramente un medio. El respeto por el prójimo y los deberes
correspondientes que tenemos para ese respeto, nos exigen también en las profesiones de
la salud, unirlos con alguna virtud que lo haga realidad. La compasión, en su sentido
auténtico de disposición o hábito de ponerse en el lugar del que sufre, ponerse en el lugar
del paciente, o participar del dolor ajeno -la vieja virtud de la Piedad-, es lo que puede hacer
realidad este respeto por las personas. Mal vamos a poder respetar a los pacientes en la
medida que no seamos capaces de ponernos en su lugar, en el lugar de una persona no ya
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vulnerable, sino vulnerada, porque vulnerables somos todos, como una persona que padece
o que sufre.
El valor de la responsabilidad va ligado a las consecuencias y a la prudencia. Las
profesiones de la salud consideran en uno de sus valores, a la responsabilidad mencionada
en los valores del CEMIC, desde sus inicios, desde por ejemplo el celebre “no dañar” que
aparecía en nuestra tabla como valor importante. Y esto es porque las acciones pueden ser
buenas o malas de acuerdo a sus consecuencias. Y esto para una medicina con el poderío
que tiene hoy es fundamental. Hoy la capacidad que tienen las profesiones de la salud de
actuar sobre el cuerpo humano tiene tal potencia que el hecho de ser responsables es una
exigencia cada día mayor. Esa responsabilidad nos hace que busquemos el bien de todos,
más que el bien de alguno en particular, es decir que pensemos las cuestiones que
hacemos no simplemente pensando en el caso de las profesiones de la salud, lo tenemos
que hacer porque somos profesionales de lo particular, pero también pensando en la escala
general, hasta que punto lo que hacemos es bueno en virtud de sus consecuencias. Y la
virtud de la prudencia es el hábito de poner en práctica esta responsabilidad. La prudencia
que para la medicina ha sido una virtud central también desde su origen, nos dice que
tenemos que tener memoria de la experiencia. Y esto los profesionales de la salud lo saben
muy bien porque tienen que considerar los casos y la práctica que han visto. Tienen que
tener una visión clara de la situación en tiempo y lugar, y aceptar el buen consejo. Por eso
los profesionales de la salud se mueven en equipos o comunidades, en grupo como
decimos hoy, y es bueno el consejo de quienes tengan más experiencia y conocimiento, el
buen consejo que puedan darle a quienes quizás estén recién empezando. El ser rápido en
la ejecución de las decisiones y el deber de previsión y cautela en la acción, son todas
características propias de la prudencia que para los médicos es central así como para otro
campo que puede ser la jurisprudencia.
El compromiso, es el valor que une la teoría a la practica, porque une a todos los valores
en la voluntad de realizarlos en el mundo. Es decir: sin compromiso toda la enunciación
previa que hemos hecho de valores, si no tenemos el compromiso de realizarlo en el mundo
de poco nos va a servir. Asimismo puede considerase a la integridad, moral por ejemplo,
como el deber que une a todos los deberes en armonía y balance. El sujeto moral integro,
sea profesional o sea paciente, será aquel que pueda armonizar su identidad con sus fines.
Es decir que en CEMIC no sólo se trata de enunciar un conjunto de valores sino de estar
comprometidos con los mismos. Y el valor, la fortaleza como se decía antes, es la virtud de
defender y realizar esos valores y deberes. Es comprometerse en la práctica porque para
eso hace falta valor. Los profesionales de la salud lo saben muy bien al enfrentarse a
situaciones que otras personas no tienen esa disposición interna como para poder enfrentar.
Por ejemplo, alguien puede decir “yo no podría atender a un chico que esta sufriendo, yo no
podría ser médico”. Bueno, hace falta una fortaleza interna y un hábito para ese
compromiso con el que sufre, con el paciente.
3. La diferencia que marcan los valores
¿Qué marcan los valores como diferencia? ¿Qué diferencia marca el hablar de valores para
un estudiante de medicina, para un médico, para todos los profesionales de la salud?. En
primer lugar los valores hacen que la práctica basada en la evidencia y los resultados, que
es una parte de la práctica y de la teoría en los profesionales de la salud, pueda ser
éticamente buena. Es decir que la medicina se pueda configurar como profesión y no
meramente como ejercicio científico o como práctica técnica. Los valores unen también el
mundo de las emociones al de las razones, haciendo que las prácticas sean auténticamente
humanas, porque el mundo de las emociones forma parte de cada uno de nosotros como
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personas y a menos que excluyamos una parte de nosotros de nuestra vida profesional el
unirlo es fundamental. Los valores hacen también que el deber o las normas puedan tener
contenido según nuestras preferencias. Es decir que de acuerdo a nuestra selección esas
normas se puedan dotar de contenidos dejando de ser vacías. Finalmente los valores abren
la posibilidad de querer cambiar la realidad que nos rodea y no sólo de observarla a
distancia.
Por ultimo la pregunta en un ámbito docente, educativo, como el que estamos y en una
convocatoria como ésta, sería ¿los valores pueden aprenderse?. Tradicionalmente esto
se respondía afirmativamente y era lo que se llamaba enseñanza de las virtudes por el
maestro. Es decir que el maestro enseñaba con su ejemplo, con su actitud o mostrando
cómo se actuaba. Los médicos lo sabemos muy bien, ya que todos hemos tenido algún
maestro, y aquí en esta institución se recuerda la figura del Dr. Norberto Quirno como uno
de ellos. El maestro enseña con sus virtudes, con su arte. Esta enseñanza, que por
supuesto tiene su necesidad de ser realidad, fue criticada filosóficamente, en su momento,
diciendo que no todos podemos acceder a tener un maestro y aprender de él, ya que
maestros ha de haber unos pocos. Siendo así cómo hacemos para alcanzar las virtudes o
los valores de una manera más democrática. Esto fue un intento racionalista de decir que
hay que llegar por vía de la razón, el intento kantiano, es decir accedamos por vía racional,
por vía del deber, por vía del imperativo a los deberes. Este fue un paso más
complementario, no excluyente.
Pero hoy hay que apuntar a la enseñanza de valores, deberes y virtudes en un sentido
universalista cuyo marco mayor lo da el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Estos son enunciados y una convocatoria a la acción que alcance a todos y cada uno de
nosotros como personas y que por tanto nos alcance a los profesionales de la salud.
Muchas gracias.
Reflexión sobre Valores y su Aplicación en la Formación del
Médico
Por el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry
En su introducción el Dr. Turín se refirió a la personalidad del Dr. Norberto Quirno. Dijo
entonces que lo definían una cultivada sensibilidad, integridad moral, voluntad de servir y de
hacer el bien y un trato con sus semejantes en el que se manifestaba un profundo respeto
por la dignidad de quienes entraban en contacto con él.
No se podría haber realizado una mejor definición de los valores que, en mi opinión, solo se
puede efectuar a posteriori, porque resulta del análisis de una conducta. El esfuerzo
contemporáneo por plantear los valores deseables en abstracto, responde precisamente a la
carencia de ejemplos vivientes de valores en acción que experimentamos. Nos vemos
obligados a hacer el análisis de lo que debería ser, confiando en lo que alguna vez será.
Hace tiempo asistí a una conferencia sobre ética. A mi lado estaba sentado un antiguo
médico, que había sido mi maestro. Me hizo una aguda observación al susurrarme que, en
realidad, él era de la época en que la ética no se enseñaba, sino que se la actuaba. Esa
observación debería llamarnos a la reflexión y alertarnos acerca de las razones profundas
que se esconden detrás del enorme interés actual por analizar los problemas éticos.
Responde en realidad a que advertimos una relativa ausencia de acciones éticas. En base a
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los criterios que expuso el Dr. Tealdi, me definiré como claramente “aristocrático” en lo que
respecta a la enseñanza de los valores ya que, como intento decir, sostengo que los valores
no se enseñan, se actúan, se advierten en la acción. No es cierto que no todos tengamos la
posibilidad de estar en contacto con los maestros. Todos actuamos junto con otros que son
nuestros maestros. Posiblemente la crisis actual resida en el hecho de que aquellos con
quienes entramos en contacto carecen de las condiciones necesarias para ejercer ese
magisterio.
Como seres humanos, más aún como maestros, no siempre somos conscientes del impacto
que nuestras acciones ejercen sobre los demás. Es importante percibir que enseñamos
mucho más a través de lo que hacemos que mediante lo que decimos. Esto se cumple a
todos los niveles ya que todos enseñamos: los estudiantes se enseñan entre sí, lo hacen los
residentes entre ellos y también cuando enseñan a los estudiantes, lo hacemos, en fin, los
docentes que nos enseñamos entre nosotros así como a nuestros residentes y estudiantes.
Es a nivel de esta interacción donde tenemos que realizar un enorme esfuerzo para instalar
los valores que han sido tan bien enunciados y analizados ante ustedes.
No es casual que CEMIC no haya nacido con una enunciación de valores. La enunciación
de esos valores se hizo a posteriori, fue el decantado del accionar de las personas que
crearon la institución. CEMIC nació por la acción de personas que corporizaban los valores
en los que creían. Ellos los impulsaban sin necesidad de escribirlos. Considero importante
que recuperemos ese espíritu, que volvamos a comprender la trascendencia que tiene todo
lo que hacemos. Para eso resulta fundamental que entendamos que nosotros mismos, como
profesionales, como docentes, somos la herramienta que tenemos la obligación de mejorar
para que esos valores logren concretarse.
Por eso el mejor aporte que hoy podemos hacer a la formación en valores, sea cultivarnos a
nosotros como personas. Entender que debemos explorar todas las dimensiones que nos
definen como personas. Plantearnos los dilemas acerca de los que tan bien nos hablaba el
padre Braun, sobre todo, qué son para nosotros la vida y la muerte. Eso debemos hacerlo
formándonos, cultivándonos. Es ese cultivo, ese trabajo sobre nosotros mismos, el que dará
como resultado que seamos personas más completas, más complejas y, posiblemente,
mejores.
De allí que el desafío actual sea el de volver sobre nosotros, volver la mirada hacia nosotros
mismos, inspirarnos en nuestro interior para actuar porque, como hemos dicho, lo que
somos se manifiesta a través de lo que actuamos. Y entender que nuestra actividad
profesional cotidiana se ejerce hoy en un ambiente técnico, complejo, lo que felizmente
amplía nuestras posibilidades de ofrecer alternativas al otro que sufre. Pero debemos
advertir que, en esencia, lo que hacemos es lo mismo que siempre han hecho los médicos.
Somos lo mismo que Hipócrates, con otras herramientas, en otro contexto pero nuestro
móvil esencial es el mismo: ayudar al otro que sufre con la información y con el saber, que
no es lo mismo. Con nuestra persona que conoce y que sabe.
Por eso como sostenía el Dr. Tealdi, podemos volver a leer los libros escritos por
Hipócrates, podemos volver a dialogar con los médicos de hace miles de años. Lo podemos
hacer porque nuestra actividad cotidiana es exactamente la misma que entonces, a pesar de
que hoy la encaremos en un contexto tan diferente. El entorno ha cambiado tanto que si
Hipócrates reviviera no lo comprendería, pero no se le escaparía lo que hacemos porque es
lo mismo que él hacía en su tiempo.
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Ese lazo con nuestro pasado resulta esencial para recuperar esos valores que hoy nos
vemos obligados a enunciar porque los vemos tan poco actuados en el ambiente que nos
rodea. Si volvemos la mirada hacia la esencia de nuestra actividad, como nos proponía el
padre Braun, encontraremos allí las razones profundas que nos llevan a ejercerla porque,
como él dijo, no lo hacemos por el dinero. Lo hacemos porque en el fondo respondemos a la
íntima necesidad de ayudar al otro, aunque este disimulada por elementos que pueden
llegar a confundirnos acerca de nuestros reales motivos. En el fondo, lo que nos mueve es
ese interés por el otro.
Esa es la idea esencial y ese es el fundamento de todos los demás valores. Si reconocemos
que nuestra vida está dedicada a ayudar al otro, todo lo demás surge como consecuencia
de esa finalidad. Es por esa razón que debemos hacer una apuesta destinada a valorizar la
figura de los maestros que son los que efectivamente llevan a la práctica los valores, es de
ellos de quienes los aprendemos. De cualquiera no solo del maestro más excelso, también
nos enseña aquel que está a nuestro lado. Maestro es quien nos acompaña actuando,
aunque no lo sepa, en el camino de nuestra vida, lo es quien coincide con nosotros,
nuestros compañeros, nuestros alumnos, maestros son también nuestros maestros.
Para generar una mejor calidad en esa relación deberemos realizar un esfuerzo serio,
sostenido y conciente destinado a mejorar nuestra calidad como personas. Si algo quisiera
dejarles como invitación es precisamente la de hacer ese esfuerzo continuado por mejorar el
instrumento que cada uno de ustedes es, que cada uno de nosotros es. El tratar de ampliar
nuestros intereses, el entender que nada de lo humano nos es ajeno, que tenemos que
ocuparnos por desarrollar todas nuestras dimensiones como personas, las evidentes y las
ocultas. Eso es precisamente lo que nos permitirá comprender al otro que, inerme, se
acerca a nosotros en busca de ayuda. Es cierto que el contexto es difícil, lo es también que
cada día se dedica menos tiempo a los pacientes. Sin embargo, será mejor profesional
aquella persona que posee una idea más acabada de la actividad que desarrolla, de sus
implicancias, quien se haya preparado para comprender no solo los determinantes físicos de
la salud sino también las características esenciales del ser humano, admirablemente
definidas por el padre Braun durante su presentación.
En la medida en que estemos capacitados para bucear en esas dimensiones del ser
seremos mejores profesionales, actuaremos los valores en los que decimos creer y que no
siempre actuamos. Sobre todo, seremos útiles compañeros de vida de aquellos que se
acercan a nosotros como pacientes, como alumnos, como compañeros. La tarea esencial
del ser humano en su relación con los demás, es acompañar a vivir a quienes están al lado
nuestro como alumnos, como compañeros, como amigos. Ese acompañar a vivir representa
la esencia de nuestra actividad profesional. Por eso resulta hoy esencial el formarnos como
personas, el plantearnos estos dilemas, el reflexionar sobre estas cuestiones, leyendo,
meditando, aprendiendo, en suma, aspectos que en apariencia no están íntimamente
vinculados con nuestra actividad.
En una oportunidad se le preguntó a Jostein Gaarder el profesor noruego autor de “El
mundo de Sofía” – una introducción a la filosofía que conoció un importante éxito
internacional – si era cierto que todos los alumnos universitarios en Noruega estudiaban
filosofía. Respondió que efectivamente, lo hacen al menos durante un semestre y agregó:
“Eso nos asegura que cuando entramos en contacto con otra persona – recurrió al ejemplo
del médico – sabemos al menos que alguna vez nuestro interlocutor ha reflexionado sobre
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algunas de las cuestiones que plantea la vida al ser humano, que no son sino las cuestiones
centrales de la filosofía”.
Esta anécdota encierra una lección esencial. Debemos comprender que nuestra misma
actividad profesional nos exige que reflexionemos alguna vez sobre estas otras cuestiones
que hacen a las múltiples dimensiones de la persona humana. Ellas resultan esenciales
para ejercer la medicina, definida por el maestro Luis Güemes como "una ciencia difícil, un
arte delicado, un humilde oficio y una noble misión". Se trata de una tarea humilde pero de
incalculable trascendencia porque, como se afirmó con acierto aquí, curamos y, cuando no
podemos hacerlo, cuidamos al otro que sufre.
Muchas gracias.
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La presente es una publicación del Comité de Bioética Clínica del CEMIC.
El contenido de los artículos no refleja necesariamente la opinión del comité. Alentamos la
reproducción de los artículos contenidos en esta revista, citando la fuente y autor e
informando previamente al Comité de Bioética Clínica del CEMIC.
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