Taller 26 Del compromiso ideológico a la sociedad de consumo reconciliada: los intelectuales y la Transición cultural española Coordinadores: Olga Glondys (Universidad Autónoma de Barcelona) y Giulia Quaggio (Universidad de Florencia) [email protected] Textos aceptados (11) 26.1. Abelló Güell, Teresa (Universidad de Barcelona), “Los discursos de la CNT en los años sesenta: confrontaciones internas y lucha contra el franquismo”…………………3 26.2. Albarrán, Juan (Universidad Autónoma de Madrid), “Cultura, mercado y subjetividad: la cultura como escuela de socialización en la España transicional”……19 26.3. Cattini, Giovanni C. (Universitat de Barcelona), “El recuerdo de la República en el Tardofranquismo. El papel cultural de los exiliados que vuelven en España”……… 35 26.4. De Haro García, Noemí (Universidad Autónoma de Madrid), “Diálogo y arte en la televisión de la Transición”…………………………………………………………….55 26.5. Giordano, Enrico (Università La Sapienza Roma), “Las políticas culturales de Enrique Tierno Galván en Madrid: libertad y participación ciudadana en la era de la desideologización”……………………………………………………………………. 67 26.6. Granell Toledo, Mónica (Universitat de València), “¿Apuesta perdida? La contracultura en la Transición española a través de la revista Ajoblanco (19741980)”…………………………………………………………………………………..87 26.7. Muñoz Bolaño, Roberto (Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, UNED),”El País de nunca jamás en el relato político de los intelectuales de la generación perdida en la España democrática”………………………………………. 97 26.8. Santacana, Carles (Universitat de Barcelona), “La construcción de una cultura light. El semanario Tele/Estel y los límites de una cultura oficial (1966-1970)”……..119 26.9. Sarría Buil, Aránzazu (Université Bordeaux Montaigne), “Cuando las revistas de la Transición hacen historia. Algunas reflexiones sobre divulgación y conocimiento histórico del exilio republicano”………………………………………………………135 1 26.10. Vélez Cipriano, Iván (Universidad Camilo José Cela e Investigador Asociado de la Fundación Gustavo Bueno), “De la Ametlla a Toledo. Los encuentros CastillaCataluña, bases de la España federal”………………………………………………157 26.11. Zarategui, Jesús María (Universidad de Navarra), “Exilios interiores de los “falangistas liberales” (c. 1956-1958). Alfredo Sánchez Bella, su enlace con el franquismo”…………………………………………………………………………173 2 Los discursos de la CNT en los años sesenta: confrontaciones internas y lucha contra el franquismo1. Teresa Abelló Güell Universidad de Barcelona Dentro del marco de un proyecto de investigación más amplio, nos proponemos profundizar en el discurso político-social de la CNT en estos años; analizar las controversias y la evolución de sus planteamientos intelectuales es el objetivo del trabajo, del que aquí se presenta una primera aportación. En líneas generales, al comienzo de la década de los sesenta, con el régimen franquista consolidado en España, la lucha obrera se orientaba irreversiblemente hacia formas organizativas nuevas, que poco tenían que ver con las centrales sindicales históricas suprimidas después de la Guerra civil. A pesar de las limitaciones y prohibiciones impuestas por el régimen, en los centros de trabajo se imponía la figura del, o de los, representantes elegidos por los obreros para solucionar los conflictos laborales. A finales de los años cincuenta, en concreto en el mes de marzo de 1958, el conflicto laboral desencadenado en la mina de La Camocha (La Felguera, localidad próxima a Gijón), había alumbrado una forma nueva de organización, espontánea y unitaria, en comisiones de obreros que se constituyó formalmente como organización a partir de las huelgas en la minería asturiana del año 1962, el mayor conflicto laboral al que se había enfrentado el régimen franquista hasta aquel momento, y que contó con la adhesión y solidad de amplios sectores obreros. El nuevo sindicato, clandestino y duramente reprimido, se expandió rápidamente por el País Vasco, Madrid, Cataluña y El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto “Los fundamentos del cambio cultural en España, 1960-1975”. HAR2014-52882-P”. 1 3 otras zonas industriales penetrando, a través de las elecciones sindicales organizadas por el régimen, en las estructuras del sindicato vertical. Este nuevo sindicato seria quien protagonizaría las principales movilizaciones obreras de la década de los sesenta, en detrimento de las antiguas centrales sindicales. Esta nueva realidad condicionaría el discurso y la trayectoria de las, ahora débiles, organizaciones obreras con siglas históricas, que transitaban por la clandestinidad impuesta por el franquismo con suerte y trayectorias diversas. Por lo que respecta a la CNT, el sindicato anarcosindicalista objeto de este estudio, des del final de la Guerra civil había pasado por situaciones complejas, marcadas por los enfrentamientos internos -resultado, en gran medida, de las discrepancias respecto a la actuación de la CNT en las últimas etapas de la Guerra civil- y por las diferencias sobre el posicionamiento que el movimiento libertario debía adoptar acerca del gobierno republicano en el exilio. Esto último provocó la aparición de un sector proclive a algún tipo de participación en bloques antifascistas y otro radicalmente apolítico; estas diferencias, agravadas por la realidad internacional que consolidó el final de la II Guerra Mundial, abocaron ineluctablemente a la escisión, que se consolidó el año 1945. Al finalizar la guerra civil, muchos militantes anarquistas, la inmensa mayoría, permanecieron en España, sobre todo los que no se habían destacado en acciones revolucionarias u organizativas y muchos de ellos acabaron, en aquellos años, ante pelotones de ejecución o fueron condenados a muchos años en la cárcel. Así, des del primer momento se había creado una doble dicotomía; la mayor parte de la militancia cenetista se encontraba en España, mientras los cuadros dirigentes habían tomado la vía del exilio lo que provocó que la reorganización en el interior no siempre se produjese en harmonía con la dirección que estaba en el exterior2. Durante la década de los cincuenta, la CNT, con unas estructuras enormemente frágiles no podida afrontar los costes humanos de la clandestinidad y prácticamente dejó de existir en el interior3. 2 Una visión global de la emigración en Javier RUBIO: La emigración de la guerra civil de 1936-1939: historia del éxodo que se produce con el fin de la II República española, Madrid, San Martín, 1977. 3 Al comenzar la década de los sesenta la vida clandestina seguía pasando factura a los militantes de la CNT en el interior. Un ejemplo: el 5-041960 se celebró en Barcelona la vista contra un grupo procesado por “impresión y organización clandestina”. Se trataba de los militantes que “cayeron” cinco años antes al descubrirse una imprenta clandestina en la que se 4 Por su parte, la militancia en el exilio se mantuvo durante años dividida en dos corrientes; los órganos de dirección habían quedado en manos del sector más ortodoxo, a pesar que algunos de sus miembros se fueron distanciando del estricto purismo ideológico. Con los años se fue constando el fracaso tanto de las vías colaboracionistas con otras fuerzas antifascistas defendidas por los sectores reformistas, como de las tentativas violentas defendidas por una ortodoxia tan dominante como inoperante. Ambas corrientes participaban de un sentimiento de frustración no reconocido, pero los intentos de acabar con la división interna habían fracasado sistemáticamente a lo largo de los años4. Aquellos años la organización tuvo que hacer frente a problemas recurrentes: unidad confederal, alianzas con otras organizaciones,… regida por una dirección en el exilio que seguía con la mirada puesta en la guerra civil y permanecía ajena a los cambios que iba experimentado la sociedad española. Al comenzar la década de los sesenta, la CNT se enfrentaba a la supervivencia de la organización. La realidad política y social la obligaba a afrontar la adopción de nuevos patrones de conducta. En este sentido cabe destacar diversos procesos que se produjeron en paralelo, resultado de la asimilación de nuevos posicionamientos ideológicos: la unificación del movimiento libertario, un proceso de convergencia respecto a otras centrales sindicales con el objetivo común de la lucha antifranquista, y la lucha por defender la ortodoxia en el nuevo plan de actuación planteado, lo que se tradujo en la reunificación formal de las dos líneas existentes, y la aprobación, en paralelo, de una dictamen llamado de “Defensa Interior” (DI). Unificación y alianzas antifascistas Al comenzar la década de los sesenta la sociedad española estaba experimentado una transformación importante; este era un tema que afectaba a la CNT como organización, y así lo entendían dirigentes destacados que abogaban por cambios editaba, también clandestinamente el periódico Solidaridad Obrera. Véase: “Otro proceso contra la C.N.T. en Barcelona”, CNT, Toulouse (15-5-1960). 4 Una síntesis en Teresa ABELLÓ: La CNT papers d’exili i clandestinitat, Catarroja-Barcelona, Afers-CEHI, 2013. Un relato más pormenorizado en: Ángel HERRERIN LOPEZ: La CNT durante el franquismo. Clandestinidad y exilio (1939-1975), Madrid, Siglo XXI Editores, 2004. 5 importantes en las actitudes de la Confederación, que debía luchar por la supervivencia, pero no todo el exilio que no era consciente de los riesgos que comportaba el inmovilismo. Como ya se ha dicho, la vida “orgánica” de la confederación estaba sometida a periódicas fracturas, de laboriosa refundición, pero lograr un entendimiento entre las distintas corrientes se veía aquellos años como imprescindible para afrontar los nuevos retos. La década de los sesenta empezaba con todos los desencuentros vigentes, sin embargo la necesidad de visualizar un cambio de táctica era evidente5. A lo largo del año 1960, en medios libertarios como el periódico CNT, se lleva a cabo una insistente campaña en pro de la unificación6 con sucesivos llamamientos que se resumen en la afirmación “Nuestra división ha terminado” como se reflejaba en la hoja de propaganda difundida por el Secretariado Intercontinental de la CNT en el exilio con esta finalidad7. El férreo control que el grupo afín a la pareja Esgleas-Montseny había mantenido hasta aquel momento sobre la organización, y en parte seguiría manteniendo, era cuestionado desde diversos sectores. Un militante histórico como Juan García Oliver, en sus memorias, se refiere a las dificultades de poner fin a la escisión de forma excesivamente simplificada, pero rotunda: “Los motivos, como siempre, eran más aparentes que reales. Los grupos que encabezaba Federica Montseny quedaban expresados en la terca actitud de ser inamovibles, ella y Germinal Esgleas, en sus cargos en el periódico y en el Comité de Toulouse. Se consideraban nacidos para reinar y pensaban realizarlo desde un Comité, un órgano que se parecía a un trono como una gota de agua a otra gota de agua. Pero ambos alegaron un fondo ideológico a las discrepancias. Aspirantes a ser tenidos por anarquistas puros, se confesaron repetidamente arrepentidos de haber sido ella ministro del gobierno de la República española y él consejero del gobierno de la Generalitat de Cataluña. Tales retracciones arrastraban girones del prestigio de la CNT, de la FAI y del anarquismo español. 5 José Peirats en sus memorias visualiza esta realidad. José PEIRATS, De mi paso por la vida, selección, edición y notas de Susana TAVERA y Gerard PEDRET: Barcelona, Flor del Viento Ediciones, 2009, pp. 646-647. 6 CNT, Toulouse (4-9-1960), (18-9-1960). 7 “A los antifascistas en general y a los militantes y simpatizantes de la C.N.T. en particular”, Hoja suelta. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO- 93/3. 6 El sector opuesto, que englobaba muchos buenos compañeros –como ocurría también en el sector contrario- hizo de la defensa de los Comités nacionales del interior el motivo material de su discernimiento, atrincherados tras los “Boletines de Información” que recibían de España, órganos de expresión de los sucesivos Comités nacionales, escritos en un estilo delirante y que daban cuenta de las gestiones pro restablecimiento de la monarquía. La escisión confederal, se produjo por el desgaste espiritual de la mayoría de los refugiados, se mantenía apasionadamente entre las camarillas a que se iban reduciendo los incondicionales”8 La unificación se inició en el congreso de Federaciones Locales (FFLL, en acrónimo cenetista) celebrado en Limoges el mes de agosto del año 19609; continuó en el que se celebró el año siguiente en la misma ciudad (Limoges, agosto 1961), y se reafirmó en el que las FFLL celebraron el mes de octubre de 1963 en Toulouse. El proceso de fusión iniciado a instancias de la FIJL de París –aunque dadas las características del movimiento libertario en el exilio, sería más coherente hablar de sucesivas “fusiones” en las distintas agrupaciones- se realizó en todo el exilio. En Limoges, el año 1961, además de consolidar la reunificación, se tomó la decisión de revitalizar la lucha antifranquista y se constituyó un nuevo Comité Nacional, unitario, ampliamente representativo. Pero, en la práctica, el sector apolítico controlaba la mayor parte de la militancia y absorbió al sector colaboracionista10. En aquel congreso se adoptaron dos acuerdos estratégicos, dispares, en cierta medida contradictorios, que eran el reflejo de la realidad del movimiento libertario: llevar a cabo una alianza sindical entre la CNT y las centrales sindicales históricas con el objetivo de recuperar la influencia entre el mundo laboral, y la creación de un grupo de defensa de la ortodoxia y a acción, denominado “Defensa Interior” (DI). Al tiempo que se llegaba a la reunificación de las dos corrientes cenetistas, se producía un proceso de convergencia entre las formaciones anarcosindicalista y 8 Juan GARCIA OLIVER: El Eco de los pasos, Paris, Ediciones de Ruedo Ibérico, 1978, pp. 604-605. Una opinión similar es expresada por Luis Andrés EDO: La CNT en la encrucijada, aventuras de un heterodoxo, Barcelona, Flor del Viento, 2006, pp. 150-151. 9 Postulados defendidos en el Congreso en: “La unidad confederal no es una ficción”, CNT (122-1961) 10 Una explicación detallada del proceso en A. HERRERIN: La CNT durante… pp. 218-225. 7 socialista, la UGT, que enlazaría también con el entendimiento entre grupos políticos antifranquistas. Este proceso, planteado ya a mediados de la década anterior, recibió presiones externas -por ejemplo de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres- y se acabó concretando con la constitución a mediados de 1961 de una Alianza Sindical entre la CNT, la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV)11. El congreso del año 1960 ya había dedicado varias sesiones, dos concretamente, a estudiar las posibilidades de una alianza con la UGT “(…) y de acuerdo sobre bases precisas y concretas con los demás sectores del antifascismo no totalitario”12; en este redactado quedaba claro que se descartaba cualquier acuerdo con los sectores comunistas. El congreso se pronunció claramente en favor de una alianza, y en la manera en cómo se expresó se mezclaban viejas formas y nuevas necesidades: “El Congreso estima: Que la Alianza Sindical CNT-UGT, tal como ya fue expresada en el Congreso de Zaragoza de 1936, ha de tener un objetivo revolucionario (…) El congreso propicia una Alianza circunstancial sobre puntos concretos entre la CNT y la UGT”. Se considera que este un asunto que competía al interior, pero era la organización del exterior la que establecía la alianza y marcaba las pautas: “El Congreso entiende que la Alianza Sindical CNT-UGT, en sus líneas generales y con carácter de provisionalidad hasta que ambas centrales obreras puedan reunirse normalmente en España, corresponde a los organismos del interior establecerla”…. En definitiva se aprobó la creación de un Frente Antifascista Español (FAE) para aunar esfuerzos e incrementar la lucha contra el régimen, intensificar la propaganda en el extranjero con el régimen, establecer una entente con las fuerzas anti totalitarias y antifascistas que en el interior luchan contra el régimen. El objetivo era apoyar “la obra de la Resistencia activa y pasiva, interesando en la misma a los trabajadores y al pueblo en general”, defender los intereses de la emigración y los refugiados políticos; al mismo tiempo se exigía garantizar la independencia de las diferentes organizaciones y especificaba: “Sólo podrán formar parte de ese Frente, que se denominará Frene Antifascista Español, los partidos y organizaciones exiliados no totalitarios que representen a los sectores tradicionalmente Véase: Ángel HERRERIN: “La CNT y las alianzas sindicales durante la dictadura de Franco”, Espacio, Tiempo y Forma, Seri V, Hª Contemporánea, 15 (2002) pp.474-494. 12 “La alianza con la U.G.T. y la entente antifascista”, CNT (4-9-1960). 11 8 conocidos de personalidad y características bien definidas en España antes de la sublevación de julio de 1936, y no los grupos diversos desgajados o escindidos de aquellos por competencias fraccionales, razones de oportunismo u otras”13 El dictamen sobre “Alianza Sindical” adoptado en el congreso intercontinental del año siguiente ratificó el acuerdo adoptado en el mismo sentido el año anterior en la misma localidad. El primer punto, que especifica quien forma parte de la alianza, puntualiza: “Que las organizaciones en la misma representadas y de acuerdo con los compañeros del Interior, extienden a España la Alianza Sindical, con carácter regional en Euskadi (CNT-UGT-STV) y con carácter nacional en el resto del país (CNT-UGT), destacando el papel de liderazgo que la CNT se reserva dentro de la Alianza Sindical14. En enero de 1962, el Secretariado Intercontinental daba noticia de la constitución de la Alianza Sindical: “La alianza sindical ha sido constituida. La integramos las organizaciones clásicas del sindicalismo –UGT, Confederación Nacional del Trabajo, Solidaridad de Trabajadores Vascos- (…). Las puertas de la Alianza sindical están abiertas a todos los trabajadores que quieran sumarse a la obra que la Alianza se tiene impuesta…)”15. Pero en mayo del mismo 1962, La Secretaria General expresaba su descontento por la evidente impotencia de la CNT, ante las movilizaciones obreras en Asturias y por las dificultades para recibir información del interior16. Los desencuentros interior/exterior, irán en aumento en los meses siguientes; el motivo es fundamentalmente la unión con otras fuerzas antifranquistas, sindicales o no17. La Alianza Sindical, pactada des del exterior, se mantuvo en Euskadi (Solidaridad de Trabajadores Vascos, STV/ UGT y CNT); el año 196 los tres sindicatos 13 Ibid. “Dictamen sobre Alianza Sindical” (1961), CRAI-Pav. Rep. DO 94-4. 15 Circular nº 10, del Secretariado Intercontinental. Secretaria General, Toulouse, 17 enero 1962. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO 96-4. 16 Circular nº 15, Toulouse 18-5-1962, “A los afiliados de FF.LL y Comisiones de Relaciones de Núcleo de la Organización”, CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO 96-4. 17 “(…). El Pleno de Núcleos de la CNT de España en el Exilio, advierte que toda unión de fuerzas de oposición que no defina claramente sus objetivos netamente antifascistas, mediante una declaración expresa, no podrá contar con su participación activa. (…)” Resolución adoptada en el Pleno Intercontinental de Núcleos, Toulouse, 27-8-1962”. CRAIBiblioteca Pavelló de la República, DO 95-1. Una explicación desde el seno del movimiento libertario en: Octavio ALBEROLA y Ariane GRANSAC, El anarquismo español y la acción revolucionaria, 1961-1974, Paris, Ruedo Ibérico, 1975, pp.31-50. 14 9 hicieron, todavía, un llamamiento conjunto a la movilización el 1 de Mayo de 1964, reclamando libertad sindical: “Pide a las organizaciones sindicales internacionales y movimientos democráticos, se solidaricen con este acto”18. El anarquista José Borraz en sus Reflexiones en torno a la actual situación española (1962) reconocía el fracaso de la Alianza Sindical Española: “(…) representó en el momento de su creación una gran esperanza. … (Pero)… Su principal objetivo era proyectarse en el interior. Este objetivo lo ha alcanzado en muy pequeña escala. Sólo en ds regiones ha logrado la Alianza introducirse e implantarse; en Asturias, por las características especiales de esta región, y en el País Vasco, gracias a la participación en la Alianza de la S.T.V. (…). Si consideramos globalmente los resultados obtenidos por la Alianza, puede decirse que ésta no ha logrado corresponder a las esperanzas que en ella se pusieron, ni cubrir el más importante de los objetivos que tenía señalados. Y es que para lograrlo se hacía imprescindible; que las iniciativas de Alianza partieran directamente del interior; que su acción se desarrollara directamente en el interior, directamente en los lugares de trabajo”19. La reflexión es acertada, pero en aquellos momentos los lugares de trabajo estaban copados por nuevas dinámicas sindicales. Confrontación Interior/exterior En los años sesenta, en el interior, la CNT proseguía en la misma línea que había caracterizado la década anterior; es decir, sin una estructura orgánica, sin actividad, y con una multiplicidad de grupos que llevaban a cabo acciones individuales. Esta precaria situación coincidía con el estallido de una dura actividad huelguística en diversos lugares de España el año 1962 (Asturias, Cataluña,..) que significaban el inicio de una etapa reivindicativa para la nueva clase trabajadora. Militantes cenetistas participaron en las movilizaciones, pero la CNT, como sindicato, no ejerció ningún papel. En aquellos años, la organización en el interior, estaba completamente derrotada y desmoralizada por las sucesivas caídas, y vivía en una especie de exilio interior. 18 19 Circular de la Secretaria de Coordinación. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO-96. José BORRAZ: Reflexiones en torno a la actual situación española, s.l, s.e, 1962?, p.19. 10 Subsistían diferentes grupos que se relacionaban entre si; por ejemplo en Barcelona existían los grupos “Renacer”, “Los Pajaritos” (el nombre venia dado por el bar donde se reunían sus miembros), “Sócrates” (conocido también como “Los Andaluces”, por la procedencia de la mayoría de sus componentes) etc., la mayoría de tendencia faista. El más activo era “Tendencia Ortodoxa” que mantenía un contacto más regular con el Secretariado Intercontinental, cuya actividad principal consistía en facilitar ayuda económica a los presos y sus familiares20. El grupo “Renacer” fue el embrión del XVII Comité Nacional de la CNT, después de meses de vacío organizativo. El nuevo comité introdujo una cierta reactivación de la actividad sindical, y el mes de octubre de 1962 participó en la constitución de un organismo aglutinador; La “Alianza Sindical Obrera” de Cataluña (ASO). La ASO estaba formada por CNT, UGT y Solidaritat d’Obrers Cristians de Catalunya (SOCC), un pequeño sindicato ligado a la organización “Joventut Obrera Catòlica” (JOC). El acuerdo adoptado quedaba resumido en ocho puntos: coordinar las acciones contra el franquismo, impulsar la lucha reivindicativa en aras a mejorar el nivel de vida de los trabajadores, crear un frente antifranquista con acciones conspirativas contra el régimen, apostar por una futura autonomía catalana, independencia de los programas y doctrinas de cada sindicato, defendía establecer una nueva alianza con el movimiento obrero internacional, y crear un clima de entendimiento orientado a la creación de una única central sindical en Cataluña21. La ASO, constituida en clave catalana, pretendía sumar las escasas fuerzas militantes, pero también presentarse como algo nuevo, distanciándose de siglas históricas marcadas tanto por el recuerdo de la guerra como por la represión. La ASO tuvo cierta influencia entre 1963 (el mes de marzo consiguió publicar un boletín) y abril de 1965, cuando fueron detenidos cinco militantes de la JOC y poco después la ASO se diluyó. La participación de la CNT en la ASO suscitó muchas reticencias en el exilio, reticentes ante una acción unitaria en la 20 Informe reservado de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona (2 Febrero 1963). Archivo Gobierno Civil de Barcelona, “Fondo de Actividades contra el Régimen”. 21 El papel de la CNT dentro de la ASO en: A. HERRERIN: La CNT durante…, p. 261-264, y A. HERRERIN: “La CNT y las alianzas sindicales… “, pp.485-489. 11 que no veían garantizado el predominio cenetista22, y tampoco consiguió imponerse en el resto del territorio español. El año 1963 la alianza CNT UGT (ASO) en el interior era una realidad23: “ (…) el Pacto de acción común de las organizaciones obreras CNT, UGT y SOCC en Cataluña, tenemos la satisfacción de constatar el acierto de nuestras sindicales al forjar un instrumento de unidad de la clase trabajadora como es la ASO. (…) Hoy, el camino certero emprendido por la ASO en Cataluña; el trabajo constante en la aplicación de sus puntos constitutivos, han logrado extender el campo de la unidad de acción. Hoy la ASO, nacida en Cataluña, es una realidad en el resto de España”24. Defensa Interior (DI) La unidad interna fue obligada y circunstancial. En el mismo congreso (Limoges, 1961) se aprobó, supuestamente en secreto, un dictamen inspirado por los sectores más puristas del movimiento libertario en el exilio, llamado “Defensa Interior” (DI)25; el objetivo era preparar cuadros de acción especializados en todos los aspectos combatientes y combativos para dinamizar la lucha contra el régimen franquista, con o sin la colaboración de otros. Historiadores militantes como Luis Andrés Edo, destacan el carácter integrador de este organismo conspirativo que era DI26. La DI era responsable de coordinar la lucha armada, y funcionó sin fisuras durante los años 19611962 para entrar posteriormente en crisis. 22 Los nombres de los integrantes eran Estas reticencias quedan claramente reflejada en el informe elaborado por el núcleo de Venezuela dela CNT: “Alianza o Unidad Sindical. Mensaje a los compañeros Villar, Herrera y Santillan” Informe manuscrito, Caracas, 1965. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO99/21. 23 Así lo evidencian los múltiples manifiestos publicados con motivo de la huelga de Hispano Suiza de Barcelona, o en solidaridad con los obreros asturianos. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, F.V. 1963/1. 24 Octavilla “Por la unidad sindical obrera. Por un sindicalismo libre y auténtico” (1969), CRAIBiblioteca Pavelló de la República, F.V. 1963/1. El año 1964 la ASO actuó de manera conjunta ante el primero de Mayo. “Alianza Sindical Obrera. Primero de Mayo de 1964 i de 1965. A todos los trabajadores: (…)”. Hoja suelta impresa. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, F.V. 1964/1, y F.V. 1965/1. 25 La ponencia estaba integrada por Germinal Esgleas, Miguel Celma y Vicente Llansola, de la fracción más “purista” de la CNT. Transcripción íntegra del dictamen en: Octavio ALBEROLA y Ariane GRANSAC, El anarquismo español…, pp. 51-52, nota 26. 26 Luis Andrés EDO: La CNT en la encrucijada: aventuras de un heterodoxo, Barcelona, Flor del viento, 2006, p. 154. 12 teóricamente secretos, pero estaba formada por Vicente Llansola, Germinal Esgleas, Cipriano Mera, Juan García Oliver, Acracio Ruiz, Juan Jimeno Montalban, y Octavio Alberola ( los tres primeros de la organización en Francia, y los otros representantes confederales de América, Inglaterra, África del Norte y las Juventudes Libertarias, respectivamente; los dos últimos desplazados des de México)27; la mayoría pero, no dejaban de ser viejos dirigentes o jóvenes criados en el exilio; en cualquier caso todos alejados de la realidad de la sociedad española del momento. Luis Andrés Edo, destaca el carácter integrador de este organismo conspirativo que era DI. Aquellos años, y en aquel entorno, se gestaron algunos intentos fallidos de atentar contra el dictador y/o el régimen (secuestro del vicecónsul de España en Milán, asalto al buque Santa María, Secuestro de Monseñor Usía, etc.…)28, que no siempre contaron con la aquiescencia de todos los grupos, e incluso algunas se llevaron a cabo al margen de DI, o con la clara oposición de algunos de sus miembros, cosa que visualizó nuevos enfrentamientos internos. La confrontación de posiciones provocó, ya el año 1963 dimisiones en el seno de DI, auspiciadas por las Juventudes Libertarias, que se intentaron silenciar en un intento de minimizar las tensiones que surgían de nuevo29; un ejemplo de la fuerza que adquirían los nuevos enfrentamientos internos son las críticas expresadas por Octavio Alberola a la oposición de Germinal Esgleas y Vicente Llansola a algunas acciones llevadas a cabo en nombre de D.I. que, por extensión visualizaron una oposición más amplia a la gestión de Esgleas, al que acusaba de “(…) eludir el esclarecimiento de su grave situación y llevar al Movimiento, por la aplicación de métodos bolcheviques de imposición y corrupción burocrática, a su estado actual de desconfianza interna y descomposición”, llegando hasta cuestionar toda su labor como dirigente de un sector 27 Luis Andrés Edo, menos estricto en su información, no cita a Vicente Llansola, Acracio Ruiz y a Juan Jimeno, en cambio incluye el nombre de Florico Ocaña, que junto a Octavio Alberola, representaba a las Juventudes Libertarias, en: Ibid., pp. 153-154. 28 Detalles de las acciones llevadas a cabo por DI en: Ibid., pp. 156-168. 29 Circular reservada del Secretariado Intercontinental de la CNT de España en el Exilio, “A las CC. RR., Núcleos, Comités orgánicos, FF. LL. y compañeros afiliados a nuestra Organización” (Toulouse, 20 agosto 1964). CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-96. Más información sobre los enfrentamientos y recusaciones expresadas en el congreso de 1963 en J. PEIRATS: De mi paso por la vida…, pp. 678-682. 13 de la CNT30. Las acusaciones sustentadas por Alberola fueron refutadas por la comisión nombrada en el pleno intercontinental de Regionales (17 y 18 de octubre 1964) para dilucidar sobre el tema31 Los impulsores de DI habían aceptado la unidad a regañadientes; pronto empezaron a aparecer complots contra compañeros que ocupaban cargos representativos dentro de la organización en aras a difusas referencias y acusaciones de desviacionismo, reformismo, etc.; el año 1963 la unidad moral de la CNT estaba rota y las actividades de DI paralizadas; las Juventudes Libertarias marginadas del conjunto orgánico; los militantes críticos fueron expulsados de la organización. En agosto de 1965, en Montpellier, un congreso ratificó las expulsiones, cosa que provocó la retirada de una treintena de federaciones locales (entre las que se encontraban las dos más importantes: Paris y Toulouse)32 . Hacia nuevas fórmulas y viejas rupturas Continua diciendo: “Por lo tanto: Impugno a G.E., secretario general del SI (Secretariado Internacional) por las siguientes razones: Primera.- Por haber aceptado conscientemente el cargo que hoy ocupa pese a que el comicio (sic) que lo designó aprobó la gestión de la Sección DI de la cual él había dimitido con anterioridad por estar en contra de dicha gestión (…). Segunda.- Por ser responsable de la mayor parte de problemas que impidieron la normal coordinación de actividades en el seno de la misión delegada y por su propósito de torpedear su funcionamiento (…). Tercera.- Por una actuación contraria a todas las normas de la ética libertaria y de maniobrerismo (sic) bolchevique desde su cargo de secretario general del SI (…). Cuarta.- Por ser el máximo responsable de la total paralización de los dictámenes de 1961 en materia conspirativa y por irresponsabilidad manifiesta por haber dejado a la misión delegada completamente al garete durante más de medio año, sin hacer frente a nuestra denuncia, presentada normativamente por medio de la CD y sin resolver sobre nuestra situación posterior (…). Quinta.- Y por ser cómplice en la malversación de fondos (Fondo proEspaña), que son patrimonio de todo el movimiento, durante su actual gestión como secretario general del SI (…)”. Carta de Ricardo Alberola al Comité de la F. L. de México de la CNT de España en el exilio (11 de septiembre de 1964), remitida al Secretariado Intercontinental (SI) de la CNT. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-95. 31 Las conclusiones a las que llegó la Comisión se expresaron de manera muy breve:” La Comisión nombrada por el Pleno Intercontinental de Regionales de la F.A.I. (…) DECLARA A LA ORGANIZACIÓN: 1º No haber encontrado irresponsabilidad alguna, sino cumplimiento de una misión a llevar a cabo. 2º Constatamos que no ha existido ninguna malversación de fondos, sino la inversión de los mismos en un trabajo a realizar. (…)”.CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-110. “Conclusiones a las que llegó la Comisión nombrada en el Pleno Intercontinental de Regionales del 17 y 18 octubre 1964, dando la solución al documento presentado por la Regional nº 11” (6 diciembre 1964). 32 Descripción detallada de las actividades de DI en Ángel HERRERIN: La CNT durante…, pp. 238-259. 30 14 En el interior la CNT seguía, al igual que en la década anterior, sin una estructura orgánica, con escasa actividad, y con una proliferación de grupos que llevaban a cabo diversas acciones individuales. Coincidiendo con la enésima crisis confederal –Peirats manifiesta que la contraofensiva a la unificación empezó inmediatamente después de producirse33militantes del interior y del exilio, conscientes del cambio que había experimentado la sociedad española, empezaron a plantear nuevas estrategias para salir del inmovilismo al que se consideraba había llevado a la CNT la dirección de Francia. Destacados dirigentes en el exilio como el antiguo faista Pedro Herrera, Diego Abad de Santillán – más poliédrico, y figura clave también del anarquismo en Argentina- i Manuel Villar, que había dirigido diversas publicaciones cenetistas, en aquellos años instalado en Argentina, se posicionaban a favor de un cambio de rumbo de la CNT y apostaban por una estrategia similar a la que adoptarían, con un éxito rotundo, las nuevas Comisiones Obreras: infiltrar-se en la CNS y utilizar el sindicato como plataforma para contactar con el mundo obrero. La propuesta recibió furibundos ataques y rotundas descalificaciones por parte de la CNT. En Enero de 1965 el Comité Regional de Madrid, con el apoyo de Francisco Royano –delegado del Comité Nacional en Madrid- hizo público el documento “La CNT ante la realidad política española”. En el documento se hacía un llamamiento a la reconciliación nacional; se expresaba la confianza en que el régimen evolucionase hacía un régimen democrático y apostaba por un futuro estado liberal con la participación de todas las fuerzas políticas y sociales. El documento fue combatido con contundencia, especialmente des de Cataluña donde en aquellos momentos residía el Comité Nacional encabezado por Cipriano Daminao. Damiano había dado su apoyo a la ASO, acuerdo que, como ya se ha dicho, no tenía la aprobación de la dirección en Francia y en consecuencia la dirección en el exilio no reconocía al Comité Nacional que Damiano representaba. Meses más tarde (abril, 1965) se produjo la caída del XVIII Comité; Damiano consiguió huir e intentó controlar, inútilmente, la organización des de Francia. En el interior, después de esta caída, la regional del Centro cogió las riendas en el interior. 33 José PEIRATS: De mi paso…, p. 670. 15 Francisco Royano se convirtió en secretario general del XIX y último Comité Nacional. Con el apoyo de un grupo importante de viejos militantes con experiencia en la lucha sindical y también con años de condena y cárcel a sus espaldas, Royano inició contactos con José Solís Ruiz, ministro Secretario General del Movimiento, con el objetivo de democratizar los sindicatos verticales. Este grupo recibió, inicialmente, el apoyo de algunos exiliados (Abad de Santillán, Pedro Herrera, Manuel Villar, todos antiguos miembros del grupo faista “Nervio”, y también de Jaime R. Magriñá y Juan López) pero, en general, los sectores del exterior criticaron duramente esta acción34. Estos contactos fueron el embrión de los llamados “Cinco puntos”, en referencia al acuerdo firmado por representantes del sindicato vertical y los antiguos dirigentes de la CNT-FAI; el experimento es conocido como “cincopuntismo”. El acuerdo preveía: 1) mantener una central sindical unida en la que todos los trabajadores estarían automáticamente afiliados; 2) independencia de los sindicatos obreros respecto de la administración, partidos y patronal; 3) participación de los sindicatos en las decisiones de orden social y económico y el control de las empresas; 4) reconocimiento del derecho de huelga, y 5) acciones en favor de las cooperativas de producción y consumo. En definitiva, por parte de los sectores del régimen era una operación de maquillaje y ni el franquismo la apoyó ni los sectores libertarios la tomaron en serio. Al hacerse públicos los acuerdos a que habían llegado unos que se presentaban como representantes del Comité Nacional en el interior con los jerarcas de los sindicatos verticales, en el exterior los “ortodoxos” reaccionaron con dureza, iniciando una campaña de depuración interna. La CNT catalana reaccionó rápidamente negando cualquier posibilidad de pacto35. En este sentido, a lo largo del mes de septiembre de 1965, se entabla una “Alianza o unidad sindical. Mensaje a los compañeros Villar, Herrera y Santillán”, (Caracas, 1965) Manuscrito firmado por el militante anarquista Juan Campa, exiliado en Venezuela. Campa alaba el planteamiento de la USO y evoca los planeamientos de figuras históricas de la CNT, toda vez que impulsa a reflexionar sobre el posicionamiento de los tres militantes citados. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-99/21. 35 “(…) La Regional Catalana de la C.N.T., ante la trascendencia y peligro que entraña este ataque a la organización Confederal / INFORMA / que en ningún momento ha sido nadie autorizado por la C.N.T. para pactos ni componenda alguna. La CNT no ha hipotecado ni hipotecará jamás su independencia, su presencia ni su futuro. / SINDICATOS, SI, los auténticos, los que de verdad representan a los trabajadores”. Octavilla “Fijando Posición”, noviembre 1965. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República . DO-93. 34 16 polémica entre los militantes del interior, encabezados por Enrique Marco Nadal, instalado en Madrid, y Cipriano Damiano, trasladado a Paris36 . El posicionamiento de Marco irá en el sentido de negar cualquier tipo de sumisión al régimen, cuestionar la posición crítica de los dirigentes formulada des de la comodidad del exilio y abogar por un pacto que suavizase la represión que sufrían los sindicalistas en el interior37. En esta misma polémica intervendrá Abad de Santillán mostrando su apoyo a los planteamientos de Marco38. En estos momentos la CNT en el exilio volvía a quedar dividida, y la sombra del “cincopuntismo” se alargaría más allá de la finalización de la Dictadura39. Las responsabilidades, que sobrepasaban de mucho al grupo que había participado en las negociaciones con la CNS, se dilucidaron en el Pleno de Marsella de 1965, que constituyó un auténtico consejo de guerra, marcado por las formas autoritarias, la intransigencia y la falta de autocrítica. Al tiempo quedaba patente, una vez más, el peso de la pareja Esgleas-Montseny, y el hecho de que cualquier desacuerdo con ellos era interpretado como deslealtad y desacatamiento a la FAI (que no era otra cosa que un doble nombre de la Juventudes Libertarias). En este congreso empezó una etapa de expulsiones que se prolongaría hasta la reunión de Burdeos de 1969, y que en definitiva no harían sino redundar en la debilidad del movimiento. 36 Cartas cruzadas entre los protagonistas. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO 93/4. Carta de Enrique Marco a Cipriano Damiano (Madrid 30 Septiembre 1965). CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-115. 38 “La lectura de vuestro examen de la realidad en que os encontráis y los planteos tácticos que habéis hecho me han proporcionado una de las mayores satisfacciones, y han renovado mi fe en el porvenir de un pensamiento que parecía haberse quemado las alas. (…). Si la resolución que habéis tomado en favor del diálogo cordial con todas las corrientes de pensamiento susceptibles de comprenderse y respetarse, las hubiésemos tomado treinta años atrás, probablemente el destino de nuestro pueblo habría sido muy distinto. (…) Los que no hayan comprendido todavía que hay que echar doble llave al espectro de la guerra civil y hay que mirar la realidad tal como es, están perdidos para toda tarea constructiva y fecunda. Nos apenan que la esterilidad de la emigración y serian peso muerto en España. (…)”. Carta abierta de Diego Abad de Santillán a los “Queridos compañeros”, (Buenos Aires, 5 septiembre 1965). CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-115/7. El posicionamiento de Abad de Santillán es destacado por Peirats en sus memorias. Véase J. PEIRATS: De mi paso…, pp. 686-687. 39 Una explicación detallada sobre este episodio en: Ángel HERRERIN: La CNT durante…, pp. 266-292. 37 17 18 Cultura, mercado y subjetividad: la cultura como escuela de socialización en la España transicional* Juan Albarrán Diego Universidad Autónoma de Madrid Resulta difícil hablar de cultura en el marco transicional español, especialmente si tenemos en cuenta las transformaciones que, en esos mismos años, se estaban produciendo en el campo cultural, dentro y fuera de nuestras fronteras. Quizás sea pertinente pensar esos cambios —y, en especial, pensar su impacto social— tomando como referencia algunas de las reflexiones acerca de las “guerras culturales” que Terry Eagleton planteó en La idea de cultura (The Idea of Culture, 2000). Los desplazamientos y cambios de paradigma que tuvieron lugar en el seno de la cultura española durante los primeros años ochenta y que, en varios sentidos, cristalizaron en ese complejo y escurridizo fenómeno que denominamos “movida” —sobre el que este texto va a planear— pueden leerse en el marco de las guerras culturales que, grosso modo y siguiendo a Eagleton, enfrentarían a los defensores del Canon —la Cultura como universal— y a los partidarios de la baja cultura —cultura(s) como particulares contrahegemónicos, ajenos al canon—, supuestamente marginada por la cultura elevada1. La irrupción del término postmodernidad — o postmodernismo, pues ambos se emplearon aquí de manera intercambiable, sin apenas matices — tiene lugar en esta * Esta investigación se enmarca dentro del proyecto Larga exposición: las narraciones del arte contemporáneo español para los “grandes públicos”, HAR2015-67059-P (MINECO/FEDER). 1 Terry EAGLETON: La idea de cultura. Una mirada política sobre los conflictos culturales, Barcelona, Paidós, 2001. 19 coyuntura. A menudo, como vamos a ver, lo postmoderno aparece íntimamente relacionado con ese magma cultural que denominamos movida. Un objeto de estudio de difícil definición que ha despertado un considerable interés entre hispanistas franceses y norteamericanos y que, por lo general, en España se ha mitificado de una manera un tanto acrítica2. La popularización de estos conceptos y de los fenómenos que delimitan se enmarcan en conflictos de legitimidad en que friccionaban tres formas diferentes de entender la cultura: “Nuestras guerras culturales, pues, implican tres frentes: la cultura como civilidad, la cultura como identidad, y la cultura como comercio o posmoderna, (...) excelencia, ethos y economía”3. En la España de finales de los setenta y principios de los ochenta, se produjeron colisiones —y también, claro está, intercambios, trasvases— entre esos tres sentidos del concepto: la alta cultura (“excelencia”) perdió su función crítica —existen interesantes estudios sobre la crisis de las revistas políticas o las transformaciones del estatuto social del intelectual4—; las culturas nacionales —catalana, vasca y gallega, “ethos”— pusieron en jaque la vertebración de una identidad cultural nacional-estatal5; ese conjunto de prácticas que identificamos con las subculturas —otro “ethos”: modos de vida no normativos, cultura popular, etc.— enfrentado a la cultura elevada, se convirtió Véase, por ejemplo, Allison MAGGIN: “La España posmoderna: pasotas, huérfanos y nómadas”, en Derek FLITTER (ed.): Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, vol. 5, Birmingham, AIH, University of Birmingham, 1998; Susan LARSON: “La luna de Madrid y la movida madrileña: un experimento valioso en la creación de la cultura urbana revolucionaria”, en Edward BAKER y Malcolm Alan COMPITELLO (coord.): Madrid: de Fortunata a la M-40, un siglo de cultura urbana, Madrid, Alianza, 2003; Luis GARCÍA-TORVISCO: “La Luna de Madrid: Movida, posmodernidad y capitalismo cultural en una revista feliz de los ochenta”, MLN, 127:2 (2012); Anouk CHIROL: Ouka Lele, Alberto García Alix, Miguel Trillo et Pablo Pérez Mínguez. Trajectoires de quatre photographes issus de la movida (1975-2000), Saint-Etienne, Université Jean Monnet, 2004; Magali DUMOUSSEAU LESQUER: La Movida. Au nom du Père, des fils et du Todo Vale, Marseille, Editions Le mot et le Reste, 2012. 3 Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 115. 4 Javier MUÑOZ SORO: “La transición de los intelectuales antifranquistas (1975-1981)”, Ayer, 81 (2011); Juan PECOURT: Los intelectuales y la transición política. Un estudio del campo de las revistas políticas en España, Madrid, CIS, 2008; Giulia QUAGGIO: La cultura en transición. Reconciliación y política cultural en España, 1976-1986, Madrid, Alianza, 2014; Gregorio MORÁN: El cura y los mandarines. Historia no oficial del Bosque de los Letrados. Cultura y política en España, 1962-1996, Madrid, Akal, 2014. 5 Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 108: “Toda cultura nacional o étnica particular alcanza su identidad propia exclusivamente a través del principio unificador del Estado, y no por sus propios medios. Las culturas son intrínsecamente incompletas, y necesitan el suplemento del Estado para llegar a ser verdaderamente ellas mismas. (...) Un Estado que abarca más de una cultura estaría abocado a no poder hacer justicia a todas ellas”. 2 20 a gran velocidad en una suerte de main stream comercial, cultura lista para el consumo de masas(“economía”). Me gustaría citar un párrafo en el que Eagleton define con claridad esta dinámica postmoderna que atrapa a alta y baja cultura para acogerlas en el mercado (industria cultural), no como un argumento de autoridad, sino antes bien como una hipótesis de trabajo que me permita explorar algunas de las peculiaridades de estos procesos en la cultura española de los ochenta: “Cuanto más se comercializa una cultura, mayor es el grado con el que la imposición de la disciplina de mercado empuja a sus productores a abrazar los valores conservadores de la prudencia, la resistencia a la innovación y el temor a producir alguna alteración. El mercado es el mejor mecanismo para conseguir que una sociedad se sienta más y más liberada, pero siga siendo profundamente reaccionaria. La cultura comercial, en definitiva, respalda muchos de los valores de la cultura elevada a la que ella misma tacha de elitista. Consigue envolver esos valores en un atractivo paquete anti-elitista, cosa que no puede hacer la cultura elevada”6. La baja cultura, sugiere Eagleton, parece responder a la cultura elevada, la subsume en el mercado para negarla como tal, como elevada; pero al mismo tiempo la baja cultura se equipara con ella e, incluso, fortalece algunas de sus dinámicas, supuestamente elitistas y, a menudo, conservadoras. No hay que olvidar que, en estos años, en el contexto español —también, a nivel internacional— se produce una crisis de la vanguardia, anunciada —y estudiada— desde ámbitos y con sentidos muy distintos. Durante la dictadura, la vanguardia cultural se había identificado claramente con el antifranquismo. Se trataba de una cultura elevada, politizada y socialmente prestigiosa, que trataba de resistirse a las dinámicas de la industria cultural, que no quería verse reducida a un simple artículo de consumo de una clase media en expansión. A finales de los setenta la noción misma de vanguardia —como proyecto emancipador, politizado, experimental— entra en crisis. Los motivos son complejos. No podemos profundizar 6 Ibid., p. 127. 21 aquí en ellos, pero sí podemos detenernos en algunos casos de estudio, entendidos como síntomas derivados de la crisis de esa cultura de resistencia. En 1985 la revista La Luna de Madrid lanza el conocido lema “La vanguardia es el mercado” (nº 15, 1985). Ese año, la revista monta un stand en ARCO —la feria se había creado en 1982— que emulaba una frutería. En un documental producido por RTVE y dirigido por María Pallier, ARCO cumple 30 (2011), se recuperaron unas imágenes de archivo en las que un periodista entrevistaba a José Tono Martínez, uno de los “padres” de La Luna, encargado de esa frutería postmoderna: “Periodista-. ¿Esto de la postmodernidad qué es? José Tono Martínez-. Esto es el comienzo de todo, así comenzó esta ciudad en realidad, con la postmodernidad. P-. El nuevo eslogan es: la vanguardia es el mercado. JTM-. Desde hace tiempo estamos trabajando la cuestión internacional de la revista. Tratar de llevar los productos fuera. Creemos que esto es un mercado de arte, una feria, una frutería es la propia esencia del mercado. El arte es lo de menos, lo más importante es meterse en los circuitos internacionales”7. La excelencia de la cultura de vanguardia —elitista, elevada— era así retada por el mercado; la necesidad de reconocimiento internacional dejaba atrás el provincianismo de la cultura de resistencia. La Luna de Madrid había nacido a finales de 1983 y, de inmediato, se convirtió en altavoz de los discursos postmodernos más epatantes y órgano de expresión de la movida madrileña. En el número 1 de La Luna su director, Borja Casani, y su entonces jefe de redacción, José Tono Martínez, firmaban un conocido artículo titulado “Madrid 1984: ¿la posmodernidad?”. Este texto constituye una suerte de manifiesto —paradójicamente vanguardista— que marcará las líneas maestras no sólo de los futuros contenidos de La Luna, sino también, en buena medida, de una parte considerable de las producciones culturales del momento.En este caso, la postmodernidad aparecía caracterizada como una superación de la vanguardia que conlleva, entre otros extremos, la necesaria reafirmación del mercado. Retrospectivamente, José Tono Martínez, al frente de la revista en el periodo 7 Disponible en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-arco-cumple-30anos/1024150/ (última consulta 24.03.2014). 22 comprendido entre la renuncia de Borja Casani (1985) y la llegada a la dirección de Javier Tímermans (1988), explicaba su posición con estas palabras: “Criticamos a las viejas vanguardias del siglo XX, creíamos que no tenían ya ningún sentido, defendíamos que entrábamos en otra etapa, en la que creo que aún seguimos (…). Hay que tener una cosa muy clara: las vanguardias, en España, habían sido elitistas y minoritarias, además de muy débiles. Cuando hablamos de la generación del 27, debemos recordar que al homenaje a Góngora en Sevilla asistieron treinta personas, nadie se enteró de aquello. En los años ochenta, la alta cultura se acerca a la baja cultura. Todo el mundo quería ser artista, los historietistas, los músicos, etc. Y nosotros les dábamos un mensaje optimista: hazlo, coge la guitarra y toca”8. Continúa José Tono Martínez: “Nuestra relación con el mercado era muy importante. Éramos muy jóvenes, la primera generación que empieza a trabajar en democracia. Rompemos con la generación anterior (…). Nuestras influencias eran el pop-rock y el punk anglosajón. Sabíamos que teníamos que sobrevivir en una España pobre, con poco dinero para la cultura. Teníamos que buscarnos la vida en el mercado (…). El mercado nos daba una enorme libertad para no depender de las instituciones, despreciábamos el clientelismo tradicional. Nosotros defendíamos una cultura privada. El lema “la vanguardia es el mercado” responde a esos intereses. (…) Ese era nuestro espíritu provocador y ejemplificador, opuesto al clientelismo. (…). Desde el punto de vista de lo que luego se llamó la “industria cultural”, creo que pudimos haber trabajado mejor ciertos aspectos. No sólo nosotros, también otras revistas, las galerías, la gente del mundo de la música, etc. Tal vez porque éramos demasiado “anarcoides”, un poco “punkis”, no supimos consolidar un mercado más fuerte. En cualquier caso, creo que la batalla postmoderna, en el terreno de la cultura, la hemos ganado, y eso sigue molestando”15. Frente a una vanguardia minoritaria, elitista e ideológicamente beligerante con respecto a la dimensión mercantil del trabajo artístico, La Luna proponía una 8 Entrevista con José Tono Martínez, Madrid, 10 de mayo de 2013. 23 democratización de las prácticas culturales en una dirección que nada tenía ya que ver con los discursos que circulaban pocos años atrás en el seno de la prestigiosa cultura antifranquista. El mercado, encarnación de la anti-utopía neoliberal —el aquí y ahora del consumo— proveería a la cultura de un espacio supuestamente libre de injerencias políticas, flexible y emancipador. Si la neovanguardia española de los setenta contemplaba con reticencia la expansión del mercado artístico al tiempo que trataba de fundamentar una sólida crítica marxista —en gran medida, anti-capitalista y, siempre, dialéctica— de las relaciones entre cultura y capital, en el ideario postmoderno de La Luna vanguardia y mercado iban a imbricarse en una fórmula tan provocadora como poco original. El mismo concepto de “industria cultural”, en su enunciación originaria por parte de Adorno y Horkheimer (1944), mostraba, no sin ironía y con una enorme potencia crítica, los peligros inherentes a la expansión de los mecanismos capitalistas de valoración hacia las formas de producción y difusión de la cultura, un ámbito que, tradicionalmente, se había caracterizado por un modo de funcionamiento, siguiendo a José Tono Martínez, clientelista9. En nuestro territorio, no podemos dejar de incluir dentro de esas formas de socialización y subjetivación capitalista —al fin y al cabo eso era la industria cultural para Adorno: una herramienta totalizadora de socialización— un amplio abanico de actitudes, modas y hábitos de consumo que, frecuentemente, se vinculan con la movida y que podrían considerarse postmodernas por su tendencia al pastiche, su apoliticismo nihilista, su renuncia a la originalidad y el experimentalismo, etc. En relación con la integración de cultura y mercado en los años de la movida, puede ser problemático delimitar, como se ha venido haciendo, dos “momentos” en la movida: un primer estadio contracultural y libertario —a finales de los setenta—, un “afuera” de la industria cultural, anterior en todo caso a la instrumentalización política, la popularización mediática y la comercialización del producto movida que llegaría — 9 Max HORKHEIMER y Theodor W. ADORNO: Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta, 2009; Theodor W. ADORNO: “Resumen sobre la industria cultural”, en Crítica de la cultura y sociedad I, Madrid, Akal, 2008. 24 en un segundo momento— avanzada la década de los ochenta10. Resultaríatan ingenuo pensar en la posibilidad de conservar una pureza crítica —no contaminada por el mercado— para el arte de vanguardia —infantilismo habitual en el ámbito de los nuevos comportamientos artísticos de los setenta—, como adivinar en las estéticas de las subculturas un potencial contrahegemónico desactivado por el mercado, o vislumbrar en unos circuitos comerciales inmaduros la clave de una independencia discursiva carente de objetivos —recordemos las palabras de José Tono Martínez, “el arte es lo de menos, lo más importante es meterse en los circuitos internacionales”, o sea, vender—. Es indiscutible que las subculturas de los ochenta consiguieron articular “rituales de resistencia” a través de ciertos hábitos de consumo que, a su vez, permitían a grupos —muy reducidos— o individuos construir identidades no normativas. En ese sentido, cabe reconocer el potencial liberador de algunos aspectos de la movida, siempre equívoca y escurridiza ante los intentos de objetivación, como particular manifestación del postmodernismo español. Como han apuntado algunos autores, no sería descabellado interpretar “las subculturas —a las que bien podemos denominar protoqueer, feministas, punk y camp— como movimientos que desafían y resisten a través del estilo a la hegemonía misógina y heterosexista imperante, en lugar de hacerlo mediante articulaciones ideológicas directas”11. Pero, al mismo tiempo, no debemos desestimar apresuradamente —como, a menudo, se ha hecho desde algunas parcelas de los Estudios Culturales— la crítica adorniana, que nos puede —todavía hoy— ayudar a pensar hasta qué punto la industria cultural, de la que también participan esas subculturas y sus disruptivas formas de socialización, educa, disciplina y somete a esos sujetos y colectivos, muy especialmente tras la desarticulación de cualquier alternativa de izquierdas y el consecuente triunfo ideológico de un mercado que ya todo lo permea. El sujeto de la postmodernidad española —es inevitable encontrar aquí claras conexiones entre movida, postmodernidad e industrias culturales—, aquel Pablo CARMONA: “La pasión capturada. Del carnaval underground a La Movida madrileña marca registrada”, en Pedro G. ROMERO (ed.): Desacuerdos 5, Barcelona, San Sebastián, Sevilla, MACBA, Arteleku, UNIA, 2009; Magali DUMOUSSEAU-LESQUER, La Movida... 11 María José BELBEL: “Yes, we camp. El estilo como resistencia”, en Mar VILLAESPESA (ed.): Desacuerdos 7. Feminismos, Centro José Guerrero, MACBA, Museo Reina Sofía, UNIA, Granada, Barcelona, Madrid, Sevilla, 2012, p. 162. 10 25 postadolescente de espíritu libertario que desafiaba la hegemonía patriarcal reapropiándose de unos hábitos de comportamiento —consumo— inasumibles por no normativos, estaba siendo educado —incluso en sus costumbres ácratas y espontáneas, y siempre y cuando no sucumbiese al sida o la heroína— para convertirse en el yuppie postmoderno, individualista, ambicioso y descreído, que contribuiría al desarrollo económico de un país que se veía obligado a arribar a un estadio postindustrial. Parece necesario matizar una visión demasiado extendida —al menos, al abordar el fenómeno movida— según la cual la baja cultura —divertida, popular, espontánea, horizontal— es de suyo democratizadora y anti-elitista, mientras que la alta cultura burguesa, identificada con el mantenimiento de una esfera relativamente autónoma para lo artístico, implicaría tomas de posición conservadoras cuando no reaccionarias. Ambas, la baja (ethos) y la alta (excelencia) cultura, son subsumidas por la industria cultural (economía) cuando una sociedad diluye sus conflictos en la felicidad consensual del mercado y supedita la potencia transformadora de la cultura a la reproducción del orden de cosas existente. Así, sus productos culturales, que siempre han incluido un momento comercial, quedan, cada vez más, reducidos a ese momento. La reestructuración del mercado cultural que se produce en paralelo a la rápida transformación social del país trajo consigo la aparición de nuevos sujetos, tipos representativos de las nuevas dinámicas culturales y económicas, justo cuando las fronteras que separaban estos dos ámbitos —cultura y economía— tendían a difuminarse. Entre esos nuevos sujetos destaca la figura del yuppie: young urban professional. A mediados de los ochenta, el fenómeno yuppie había llegado a España. En una de las entregas de su sección El Librovisor, el programa de TVE La Bola de Cristal ponía en escena una ácida crítica de la movida madrileña, que tanto había contribuido a popularizar. Pablo Carbonell interpretaba a un yuppie postmoderno que, preguntado por el domador de aquel “circo de la cultura” acerca del papel de los yuppies en el “pastel” de la movida, afirmaba: “Bueno, yo diría, incluso, que la movida yuppie es como nuestro norte, el ideal al que tienden todas las movidas actuales, las movidas de la postmodernidad…”12. 12 El circo de la cultura: la movida madrileña, dentro de la sección El librovisor del programa La Bola de Cristal, emitido el 2 de enero de 1988 en TVE, disponible en: 26 En un artículo publicado algunos meses antes en El País, Vázquez Montalbán llamaba la atención sobre la recepción del fenómeno yuppie en España: “Los anglosajones llaman yuppi [sic] al joven o ex joven que antaño luchó contra el sistema y su capacidad de integración, y que hoy, en cambio, lo asume con toda clase de coartadas de racionalidad o de eficacia, aunque la palabra, exactamente venga de young urban professionals(jóvenes profesionales urbanos). /La invasión de los yuppies ya ha llegado a España y me temo que puede causar más estragos que una hipotética invasión de marcianos. (…) Cada día hay más yuppies, efecto de un contagio de normalidad y fatalidad ante las leyes inapelables de lo posible o lo conveniente. Hay dos clases de yuppies. El yuppi sonriente y el yuppi crispado. (…) Tanto uno como otro tipo, posmodernos al fin, no quieren aceptar que son víctimas de un proceso de contaminación ideológica y biológica. (…) El yuppi actual monopoliza todas las fuentes de autenticidad y gobierna éticamente por decreto. (…) Ayer se tenía que recitar el catecismo de Mao hasta en el momento de practicar el salto del tigre, y hoy se tiene que hacer el salto del tigre por el interés de España y Occidente”13. El yuppie se había convertido en el sujeto por excelencia de la postmodernidad española. Un joven individualista, nihilista, ávido de dinero fácil, apologeta del libre mercado, carente de conciencia de clase, alguien que desprecia las luchas políticas que habían librado sus padres durante el franquismo o, en ocasiones, él mismo —ya “ex joven”—unos años atrás. El yuppie triunfará en la España gobernada por el PSOE, la España que liberaliza su economía, el país del mundo en el que, como apuntaba el Ministro Carlos Solchaga, es más fácil hacerse rico en poco tiempo. Los años de hegemonía socialista se caracterizaron por un aumento espectacular del gasto en cultura y unas medidas económicas que tenían poco de socialistas y bastante de liberales. Se ha escrito mucho acerca del impacto que las políticas de modernización de los gobiernos de Felipe González tuvieron en el tejido social desde principios de los ochenta. Sin http://www.rtve.es/alacarta/videos/archivo-la-bola-de-cristal/bola-cristal-librovisor-circo-culturamovida-madrilena/611154/ (último visionado 24.03.2014). Sobre la relación entre La bola de cristal y la movida, Lolo RICO: El libro de La bola de cristal, Barcelona Plaza Janés, 2003, pp. 79-96. 13 Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: “Yuppies”, El País, 24 de abril de 1986, disponible en: http://elpais.com/diario/1986/04/24/ultima/514677604_850215.html (última consulta 22.03.2014). Véase también, ÍD.: “El yuppie y el teólogo”, El País, 20 de marzo de 1987; ÍD.: La literatura en la construcción de la ciudad democrática, Barcelona, Mondadori, 2001, pp. 98-116. 27 duda, uno de los informes más contundentes fue redactado en 1995 por el sociólogo estadounidense James Petras tras un prolongado trabajo de campo en Barcelona14. A través de una serie de entrevistas con trabajadores de varias generaciones, Petras muestra cómo afectaron a la vida de las personas aquellas políticas dirigidas a liberalizar la economía y flexibilizar el mercado laboral, en un momento en que España debía integrarse en la “división europea del trabajo”15. Esos procesos de liberalización e integración llevaban consigo el crecimiento de inversiones extranjeras —con el consiguiente aumento de los niveles de endeudamiento—, la desindustrialización y terciarización de la economía y la paulatina pérdida de conciencia de clase por parte de los trabajadores. Durante la segunda mitad de los ochenta accedió al mercado laboral una generación que, a diferencia de sus padres —incorporados al mundo del trabajo durante el desarrollismo tardofranquista—, no tendrá derecho a contratos estables, salarios dignos, beneficios complementarios y que ya no se sentirá representada por los sindicatos de clase. Esa generación fue educada a finales de los setenta y principios de los ochenta. Para que pudiesen aceptar la realidad laboral que se avecinaba, estos sujetos necesitaban sentir que el dogma de la flexibilidad podía no ser tan terrible, que la precariedad vital no era tal, que las nuevas industrias del ocio brindaban espacios de libertad creativa que merecían ser explorados. Esa nueva libertad, basada en el consumo y el hedonismo individualista, les iba a ayudar a olvidar la paulatina pérdida de calidad en el empleo y las dificultades para construir un proyecto vital mínimamente estable. No resulta difícil localizar productos culturales íntimamente relacionados con la movida que fomentaban esa visión de la realidad, que ayudaban a sobrellevar e, incluso, a ver el lado positivo de una cotidianidad avasalladora. La figura del yuppie aparece, por ejemplo, en las primeras películas de Pedro Almodóvar —las películas más underground, más “movida”—, productos exitoso de la “marca España” y auténticos modelos de socialización. Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), sin ir más lejos, se abre con Pepi (Carmen Maura) “perdiendo el tiempo” en su casa, escuchando música y cultivando marihuana. Avanzada la película, su padre amenaza con dejar de pasarle dinero, por lo que Pepi decide convertirse en publicista. Poco después vemos a James PETRAS: “Padres-hijos. Dos generaciones de trabajadores españoles”, Ajoblanco, 3 (1996). Si en 1975 el paro en España alcanzaba al 4,3 % de la población activa, en 1985 el porcentaje se había disparado hasta el 21,9, y en 1988 se situaba en el 19,9. 14 15 28 Pepi, devenida yuppie —por contagio, apuntaría Vázquez Montalbán—, dirigiendo anuncios televisivos y exitosas campañas de publicidad. Pepi propone a su amiga Bom (Alaska, Olvido Gara) la posibilidad de grabar un disco con su grupo punk, Bomitoni, una trasposición fílmica del grupo de Alaska en la realidad, Kaka de Luxe. Al final de la película, tras varias peripecias centradas en al vida conyugal de Luci, Pepi y Bom emprenden una nueva vida juntas. Ésta última reflexiona sobre la posibilidad de dejar el punk para convertirse en cantante de boleros16. Las actitudes ácratas, nihilistas, punkis y subversivas se convierten de inmediato en convencionales, ofrecen un modelo de socialización que se corresponde con las necesidades del país. A primera vista, el bolero es un género musical más reaccionario que el punk, aunque igualmente popular, y ambos son perfectamente integrables en la industria cultural que engulle alta y baja cultura, que iguala arte, diversión y mercado. Encontramos un segundo ejemplo de estas mismas dinámicas individualistas y mercantiles en Laberinto de Pasiones (Pedro Almodóvar, 1982). El grupo de punk-pop Ellos, en el que el príncipe Riza (Imanol Arias) empieza a cantar de manera casual, va a grabar un disco. En la grabación, el cantante habitual del grupo —accidentado antes de un concierto— será sustituido por Riza, no porque éste cante mejor sino porque su imagen es más atractiva. Es la imagen —su ethos mercantil, no su excelencia— la que le abre la puerta de la industria musical; es la subversión la que permite permear los límites de la alta cultura. En paralelo, la película describe los itinerarios de normalización sexual de los personajes. Riza era homosexual hasta que conoce a Maxi (Cecilia Roth), quien, a su vez, era ninfómana hasta encontrar a Riza. Es decir, las conductas desviadas, no normativas, son finalmente reconducidas hacia una vida de pareja “convencional” gracias al amor y el mercado. Monta tu banda, hazlo tú mismo —como animaban desde La Luna—, pero, sobre todo, cultiva tu imagen y practica un individualismo radical, moviliza tus deseos de una vida mejor y reproduce el orden de cosas existente: sé rebelde por un tiempo muy Rafael LAMAS: “Zarzuela y restauración en el cine de Almodóvar”, en Eduardo SUBIRATS (ed.): Intransiciones. Crítica de la cultura española, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp. 53-59; Mark ALLINSON: “Alaska: Star of Stage and Screen Optimistic Punk”, en Jo LABANYI (ed.): Constructing Identity in Contemporary Spain. Theoretical Debates and Cultural Practice, Oxford, Oxford University Press, 2000, p. 227. 16 29 limitado, graba un disco, hazte rico y vuelve al redil. Los sujetos atravesados por las dinámicas de la industria cultural no son en absoluto pasivos. Sus deseos han sido configurados por los mecanismos de socialización de las democracias capitalitas. Anhelan una vida mejor: mejor cantar boleros que malvivir tocando punk en un garaje, pese a que para la industria cultural no hay diferencias entre visitar el Museo del Prado un domingo por la mañana o asistir a un concierto de los Rolling Stones el sábado noche. La socialización a través de la cultura no se impone desde fuera sino que se funcionaliza en el interior mismo del individuo consumidor —y, eventualmente, de manera profesional, productor— de cultura, convencido de que ésta le ha liberado, de que el mercado le emancipa —de la alienante vida cotidiana, del paro estructural, de la actualidad política, de las viejas militancias, de las estructuras patriarcales, del paternalismo del Estado, como en el caso de los editores de La Luna—, sin poder tomar consciencia de hasta qué punto está siendo educado para integrarse en un sistema que le anula. En este panorama postmoderno nos encontramos con una aparente contradicción. Por una parte, la nueva cultura que quiere olvidar la vanguardia —elitista, politizada— encuentra en el mercado un ámbito de libertad en el cual eliminar las barreras entre alta y baja cultura, aunar excelencia y ethos. El mercado, como espacio neutral, no ideologizado, es entendido como un vector democratizador, la cultura popular es aceptada por ese mercado que da al pueblo acceso a sus propios productos. Sin embargo, el Estado nunca abandona —ni aún hoy— su papel como principal mecenas del arte y la cultura17. Ese mercado supuestamente libre, neutral, alejado de clientelismos, se revela como un sistema fuertemente administrado, manejado desde arriba, atravesado por las redes de poder de una partitocracia que todo lo anega. ARCO sería un buen ejemplo de ello. Al mismo tiempo, España accede a la deseada homologación, se integra en las industrias culturales globales, tiene acceso a sus productos, los hace suyos, los imita incluso —algo obvio en el ámbito de las artes visuales—; y aporta al mercado global algo supuestamente diferente —productos como Almodóvar—. España es un país ya de 17 Jorge Luis MARZO: ¿Puedo hablarle con libertad, excelencia? Arte y poder en España desde 1950, Murcia, CENDEAC, 2010. 30 primera, acaba con el aislamiento del franquismo, se integra en Europa, es reconocido por las democracias occidentales, pero, al mismo tiempo, sus ciudadanos pasan a convertirse en consumidores de productos —importados en su práctica totalidad— que les socializan como sujetos18. El sujeto de la movida, el joven que crece en la ciudad postmoderna de los ochenta —hijo de la generación que había luchado por la ciudad democrática en los sesenta y setenta—, se siente interpelado por esa nueva idea de cultura en la que convergen los grandes fastos culturales, sólo posibles gracias al aumento del gasto público en cultura, y los discursos que le invitan a convertirse en un joven empresario urbano, tan individualista como creativo. La nueva identidad cultural española, en gran medida construida desde instancias ministeriales, contribuye a obtener el reconocimiento internacional, que, a su vez, como la mirada del otro necesaria para configurar la identidad del sujeto, va a moldear la conciencia de lo propio. La cultura española tendrá que olvidar una parte de su pasado inmediato —antifranquismo, cultura de resistencia— e incorporarse a una postmodernidad caracterizada por una pérdida de conciencia histórica. Ese debilitamiento de la historicidad —recordemos a José Tono Martínez: “esto es el comienzo de todo, así comenzó esta ciudad en realidad, con la postmodernidad”— y la exaltación lúdica del presente —que bien podrían servir para definir a la movida—, en último término, van a jugar en contra de los intereses de los productores culturales y también, por supuesto, de sus públicos y del conjunto del sistema. No sólo por el consecuente empobrecimiento de sus proyectos, desconectados de la historia y arrojados a la vorágine de un mercado en absoluto “neutral”; también por la premura e improvisación que va a regir la reconstrucción del sistema cultural en la España de la Jo LABANYI, “Introduction. Engaging with Ghosts; or, Theorizing Culture in Modern Spain”, en Jo LABANYI (ed.), Constructing Identity in Contemporary Spain. Theoretical Debates and Cultural Practice, Oxford University Press, Oxford, 2000, p. 9: “Es importante no perder de vista el hecho de que la hibridación cultural postmoderna no es, como la teoría liberal suele proclamar, un enorme centro comercial que nos brinda total libertad de elección, sino que ésta está gobernada por las cada vez más globalizadas industrias culturales que han ampliado y diversificado modos de consumo cultural precisamente para constituir audiencias populares y, en consecuencia, inferiores. Si bien el acceso de España a —o su dominio por parte de— los medios internacionales convierte a los españoles en ciudadanos plenamente integrados en el orden neoliberal, esto también significa que, aunque ya no son considerados ciudadanos de segunda clase con respecto a Europa y Estados Unidos, han pasado a formar parte de un orden mundial en el cual casi todo el mundo es construido como ciudadano de segunda clase por los mass media”. 18 31 postransición y las dificultades para articular una identidad cultural que se sigue debatiendo entre la rentabilidad puntual de permanecer en la periferia —España sigue siendo “different”— y la necesidad estratégica de resituarse en el ámbito internacional en plena globalización triunfante —homologación y reconocimiento—. Pero, ¿cómo integrar esa diferencia —cultura como “ethos”— en el mercado —cultura postmoderna como “economía”—?19. Ante los problemas persistentes a la hora de definir o problematizar una identidad para eso que denominamos cultura española, y por terminar con Eagleton, parece lógico que el estado postransicional de la cultura Española deviniese plenamente postmoderno. Al fin y al cabo, “si en Occidente no sabes quién eres, el posmodernismo siempre está ahí para decirte que no tienes nada de qué preocuparte”20. Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: La literatura en la construcción..., p. 107: “Lo que sí cambió con respecto al antes de Franco es que nos quedamos sin proyecto histórico peculiar, Español e intransferible. Durante casi cuarenta años ese proyecto fue construir la ciudad democrática y, una vez evidenciada y legitimada, descubrimos que el único proyecto histórico posible era dejar de ser diferentes. Teníamos que desarmarnos de toda clase de peculiaridades, menos de las estructuralmente turísticas”. 20 Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 133. 19 32 33 34 El recuerdo de la República en el Tardofranquismo. El papel cultural de los exiliados que vuelven a España Giovanni C. Cattini Universitat de Barcelona El presente texto1 forma parte de una investigación más amplia que pretende abarcar las actitudes, las cultures políticas de los exiliados republicanos, una vez que volvieron a España, especialmente a partir del final de la Segunda Guerra cuando rompió el sueño de que los aliados vencedores de la tiranía nazi fascista terminarían también con la dictadura franquista. Esta decepción empujó a unos cuantos exiliados a regresar a una España que, con la pretensión de distanciarse de sus ex-aliados, ahora perdedores del conflicto mundial, prometía clemencia hacia aquellos republicanos que no se hubiesen ensuciado las manos de sangre a lo largo de la Guerra Civil. En la presente comunicación nos centraremos especialmente en algunos exponentes de los sectores intelectuales, que habían participado y protagonizado la vida política de la Segunda República, especialmente en algunos de los militantes de Acció Catalana (Partit Catalanista Republicà). La trayectoria de esta formación política es muy interesante porque siempre se quedó como una agrupación minoritaria, en la cual sobraban cuadros políticos intelectuales mientras que faltaba el apoyo electoral de las masas. A pesar de, o precisamente por, su condición de partido de los intelectuales, tuvo una representación muy sobredimensionada en las instituciones de la Segunda República española. Asimismo, durante los largos años de la dictadura y a pesar de no conseguir un sujeto mayoritario del antifranquismo, algunos de sus intelectuales Este texto se enmarca en el proyecto “Los fundamentos del cambio cultural en España (19601975)”, HAR2014-52882-P. 1 35 mantuvieron un papel de gran interés ya que por un lado trabajaron por la reconciliación de los dos bandos enfrentados en la guerra civil, prefigurando con mucha antelación el que sería el pacto de todas las fuerzas que permitieron la Transición, y por el otra elaboraron un discurso cultural, o una narración de los hechos previos al régimen franquista, que respondía a la historia de aquella tercera España que había sufrido la represión de los revolucionarios durante la Guerra civil y luego la de los vencedores de la guerra. El franquismo y los exiliados La presencia del exilio en la construcción de la democracia tras la muerte de Franco es un tema de una gran complejidad que, como recordaba Jordi Gracia hace unos años2, implica tener en cuenta que la mayoría de los exiliados tenían muy pocas posibilidades de incidir en el cambio político tanto por razones de edad, como de desfase histórico o político. Además, tal y como explicó Fernando Larráz 3, todos los exponentes de la cultura republicana tuvieron que sufrir una campaña de erradicación sistemática, manipulaciones y calumnias que llevaron a cabo los intelectuales del franquismo para ocupar un espacio cultural y simbólico que no les correspondía por sus capacidades y por la baja calidad de su producción. Si hay algo a lo cual se mantuvo fiel el régimen franquista fue en condenar al exilio, primero, y luego al silencio a todos los que habían sido representantes de la cultura de la Segunda Republica y de sus valores4. Tal y como ha explicado Carles Santacana, el régimen franquista consideraba a los intelectuales como «los elementos más peligrosos porque se habrían aprovechado de su preeminencia social para elaborar y difundir un discurso alejado de la realidad»5. En 2 Jordi GRACIA: A la intemperie. Exilio y cultura en España, Barcelona, Angrama, 2010, pp. 1617. 3 Fernando LARRÁZ: El monopolio de la palabra. El exilio intelectual en la España franquista, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009 4 Josefa BÁEZ RAMOS: «La capacidad social para tolerar una disonancia cognitiva: la recuperación de los exiliados» en José María BALCELLS y José Antonio PÉREZ BOWIE (eds.): El exilio cultural de la Guerra Civil, 1936-1939, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2001. 5 El proyecto cultural franquista en Carles SANTACANA: «Pensar Cataluña desde el franquismo» en Ferran ARCHILÉSeIsmael SAZ: Naciones y estado. La cuestión española¸ València, 36 este marco, el grado de rechazo de las autoridades de la dictadura iba in crescendo según si éstos profesionales de la pluma habían defendido el punto de vista popular en los conflictos de clase de los años de la República o habían argumentado en contra de la que consideraban «la unidad de destino universal» de la nación española, defendiendo un punto de vista regionalista-nacionalista alternativo. Si los primeros tenían una atenuante por las evidentes contradicciones sociales, los segundos eran considerados los peores enemigos de la España de Franco, por lo cual tenían que ser vilipendiados y ridiculizados hasta el extremo. Es muy elocuente la sección “Fantasmones rojos”6 que fue publicada por el diario falangista Solidaridad Nacional, a lo largo de 1939 y 1940. La descalificación colectiva pretendía mostrar a los escritores, intelectuales y artistas comprometidos con la República como personas de escasa talla profesional, una gente mediocre que sólo podía subsistir apoyándose en la politización, razón por la cuál hablaban del fracaso de la “pseudo intelectualidad catalana”, y se puede subrayar que entre las formaciones políticas más odiadas fue precisamente la formación política de Acció Catalana, el partido de los intelectuales creado en 1922 y conocido a lo largo de la República como el Partit Catalanista Republicà, fundado en marzo de 1931 por la confluencia de la misma Acció Catalana y de una escisión de esta Acció Catalana Republicana7. En agosto de 1939, el director de Solidaridad Nacional, Miquel Utrillo, no dudaba en afirmar: «Hay que decirlo de una vez para siempre: Acció Catalana fue más funesta que la FAI» ya que «con los hombres de Acció Catalana, uno se encontraba antes unos señores, aparentemente decentes, que, por medio y por el gran odio que Publicacions de la Universitat de València, 2014, pp. 171-188, Ibid.: «Una lectura franquista de la cultura catalana als anys quaranta» enCarles SANTACANA(coord..): Entre el malson i l’oblit. L’impacte del franquisme en la cultura a Catalunya i les Balears (1939-1960), Catarroja, Afers, 2013, pp. 45-70; Olivia GASSOL: De la utopía mediterrània a la realitat provincial. El projecte cultural de la diputació de Barcelona durant el primer franquisme, Barcelona, Fundació Pi i Sunyer, 2011; Eulalia PÉREZ: La política cultural municipal de l’etapa de l’alcalde Miquel Mateu i Pla (1939-1945), Barcelona, Fundació Pi i Sunyer, 2010 e ID.: Fantasmones rojos. La venjança falangista contra Catalunya (1939-1940), Barcelona, A contravent, 2009; Frances VILANOVA,F.: Una burgesia sense ànima. El franquisme i la traïció catalana, Barcelona, Empúries, 2010, ID: Contra els catalans franquistas. Lletres de batalla de l’exili i la clandestinitat (1939-1950), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2014. Josep BENET: L’intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995, y también por August RAFANELL:Notícies d’abans d’ahir. Lengua i literatura catalana del segle XX, Barcelona, A Contravent, 2013. 6 Eulalia PÉREZ: Fantasmones rojos ... cit. 7 Cfr.Montserrat BARAS:Acció Catalana 1922-1936, Barcelona, Curial, 1984. 37 sentían hacia a España, encontraban a su vez decente, noble y patriótico a la mismísima FAI, con la que convivían y gobernaban»8. La revista Quaderns de Perpinyà y la cultura del antifraquismo Precisamente fueron destacadas personalidades del exilio republicano, militantes de Acció Catalana, que impulsaron una de las propuestas más interesantes entre las revistas de cultura del exilio catalán, se trata de la experiencia de Quaderns d’estudis polítics, econòmics i socials, que apareció en Perpiñán en enero de 1945 9. Las raíces de ésta revista se encuentran en la exigencia de reorganización de la cultura política catalana que pasaba por la creación de un grupo de estudios políticos, impulsado por Ferran Cuito, yerno del prestigioso jurista Amadeu Hurtado y colaborador íntimo de Lluís Nicolau d’Olwer desde los tiempos del primer Ministerio de Nicolau en Madrid. En una carta al mismo Nicolau, Cuito le explicaba que había impulsado el grupo en cuestión para superar el estilo comarcal y humanitario de la mayoría de publicaciones catalanas. Asimismo le informaba que la cohesión del grupo estaba garantizada por los lazos de amistad, especialmente representados por los casos de Eugeni Xammar, Joaquim de Camps y Arboix y Claudi Ametlla, o de parentesco, como el caso de su UTRILLO, M.: «Ramon Peypoch, “La Publicitat” y el asesinato de José María Planas. O el catalanismo izquierdista por dentro», en Solidaritat Nacional, 30/VIII/1939 cit por Eulalia PÉREZ: Fantasmones rojos, cit., pp. 213-214. 9 Sobre la revista Quaderns d’estudis polítics,econòmics i socials, Charles LESELBAUM: «Ferran Cuito et la revue Quaderns», Iberica II, cahiers ibériques et ibéro-américains de l’Université de Paris-Sorbonne, Paris, 1979, pp. 317-347, ID.: «Nature et fonction de la revue Quaderns dans l’antifranquisme de l’après-guerre», AA.VV., Typologie de la presse hispanique, actes du colloque, Rennes, Presse Universitaires de Rennes, 1984, pp. 186-193; Giovanni CATTINI: «Cultura política i exili. L’ocàs del republicanisme català (1939-1948)», en Carles SANTACANAcoord..): Entre el malson i l’oblit… cit., pp.215-243 y Joan SAFONT: «Els “Quaderns” de Perpinyà, la darrera temptativa intel·lectual del catalanisme liberal a l’exili» Serra d’Or, 645 (2013), pp. 17-21. Breves informaciones sobre la revista también en Joan TORRENTy Rafael TASIS:Història de la premsa catalana, Barcelona, Bruguera, 1966, Vol. II, p. 488, y en Albert MANENT: Literatura catalana de l’exili, Barcelona, Curial, 1988, pp. 76-78. El trasfondo de la revista se puede seguir en dos epistolarios de gran interés como el de Antoni Rovira Virgili y sobretot el de Lluís Nicolau d’Olwer con Ferran Cuito: Antoni ROVIRA VIRGILI.: Cartes de l'exili : 1939-1949, (ed. Maria Capdevila), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002, y Lluís NICOLAU D’OLWER, Ferran CUITO I CANALS.:Epistolaris de l’exili francès, Barcelona, Curial Edicions i Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003. Para enmarcar el contexto de las revistas culturales catalanas cfr.Josep M. LLOMPART: Les Exilés catalans en France: histoire d'une résistance culturelle (1939-1959), Paris, Université de Paris VIII-Vincennes à SaintDenis, 2006. 8 38 suegro Amadeu Hurtado10. La revista contó además con las colaboraciones de autores de la valía de los políticos Nicolau d’Olwer, Josep Pallach, Carles Pi Sunyer, o de los escritores y activistas culturales Antoni Rovira Virgili, Ramon Xuriguera, Nicolau Maria Rubió; y también del médico Humbert Torres, del historiador Ferran Soldevila y del historiador y etnólogo Josep Maria Batista Roca, entre otros11. El grupo fundamental que animaba la revista estaba formado principalmente por la gente de Acció Catalana que residía en Francia. El primer número apareció en enero de 1945. La primera editorial llevó por título «Grup d’estudis polítics» y dejó claro que su objetivo era ponerse al corriente «de los movimientos de opinión mundial y de las fórmulas de todo orden que se plantean, para estudiars los unos y las otras en el interés de Cataluña»12. De esta manera la revista quería convertirse en un puente de contactos entre los catalanes exiliados y los del interior, sin querer representar un partido político sino una agrupación ligada al mundo de la cultura y política catalana de manera transversal. La euforia, propia del final de la guerra, caracterizó los primeros números y fue menguando a partir de enero de 1946, como se desprendía de la editorial del número 12 de la revista13. En enero de 1947, una nota de la redacción admitía que las esperanzas del final del franquismo estaban lejos de cumplirse14 y, de hecho, el verano de ese año saldría el que fue el último volumen de los Quaderns d’Estudis Polítics, Socials i Econòmics. Durante los dos años y medio en que salió la revista se publicaron veinticuatro números. Los principales temas que se debatieron en la revista tenían que ver con el «Carta de Ferran Cuito, Perpinyà 1 de setembre de 1944» en Lluís NICOLAU D’OLWER, Ferran CUITO I CANALS:Epistolaris de l’exili francés…, p.199 . 11 Cfr. Charles LESELBAUM: «Ferran Cuito .…». ID.:«Nature et fonction de la revue Quaderns dans l’antifranquisme de l’après-guerre», y Josep M. LLOMPART: Les Exilés catalans en France…, pp. 141 i seg. 12 ***, «Grup d’Estudis Polítics», a Quaderns d’Estudis Polítics, Econòmics i Socials [QEPES], n. 1 (1945), p. 1. (En catalán en el original. Traducción del autor) 13 Este afirmaba lacónicamente que «en donar vida a la nostra publicació [...] volíem que fos curta, contràriament als vots que solen saludar tota naixença. Descomptàvem que, imminent la victòria del món damunt dels totalitarismes, la nostra no podia ésser una iniqua excepció. I en la feliç eventualitat, que donàvem per certa, aquesta revista, nada exclusivament per combatre la tirania franquista, no hauria ja tingut raó d’ésser», cfr. «“Quaderns” als seus amics» en QEPES, n.12 (1946), pp. 1-2 14 Cfr. «Tercer any de “Quaderns” » en QEPES, n.22 (Gener - Febrer 1947), p. 4. 10 39 papel que debía tener Cataluña, una vez derribada la dictadura. A lo largo de los diferentes números aparecieron los diferentes planteamientos autonomistas dentro de un marco monárquico o republicano, incluyendo las tesis más rupturistas con la vieja legalidad republicana como podían ser las tesis de Carles Pi Sunyer o Josep Maria Batista Roca desde Londres. Asimismo, hay que remarcar que, estudiando los veinticuatro números de la revista, podemos relevar sus principales campos de interés: abundan las noticias referentes al gobierno de la Generalitat, y también a la política catalana en el exilio y a la necesidad de establecer puentes de unidad entre los diferentes sectores catalanistas del exilio y con las más amplias familias del republicanismo español; del mismo modo hubo una atención constante al estado de la cultura catalana después de la gran derrota de 1939. Por otro lado, la revista dedicó diferentes artículos a seguir la realidad de la España republicana y la franquista: seguía la política del Gobierno de la República, la política española del exilio y las maniobras monárquicas de Juan de Borbón. También ocupó un lugar destacado en las páginas de la revista la actualidad política y económica del Estado franquista: Ferran Cuito escribió numerosos estudios para evaluar el estado de la economía del régimen y conjuntamente con Camps Arboix y Claudi Ametlla, entre otros, analizó la política de la dictadura española. En este apartado también había espacio para comentar noticias de los sindicatos franquistas, de las políticas culturales del régimen o las actuaciones diplomáticas del régimen. Finalmente había otro gran apartado estaba dedicado al estudio de la política internacional en general -incluyendo la denuncia de los horrores del nazismo y de los campos de exterminio-, y, concretamente, a todo lo que podía tener que ver con el franquismo. La revista reflexionó reiteradamente también sobre problemas políticos de primera magnitud y relacionados con la dialéctica dictadura/democracia y las reivindicaciones de la democracia liberal en contraposición a los totalitarismos15. Asimismo, tal y como hemos dicho más arriba, la revista entró de lleno en los debates del encaje de Cataluña en España que se abrieron a raíz del manifiesto autodeterminista de Carles Pi Sunyer de agosto de 1944. La dirección de la revista se opuso a las tesis de Pi Sunyer, defendiendo el estatuto de autonomía y la legalidad republicana anterior a la Guerra civil, así como la necesidad de 15 Hemos destacado este aspecto en Giovanni CATTINI: «Cultura política i exili… » 40 pensar el hecho catalán desde la perspectiva de la solidaridad con todos los republicanos españoles y de considerar el pleito catalán indivisible de la lucha para el derrumbamiento del régimen franquista en España16. El exilio interior y la actividad clandestina del republicanismo catalán Las circunstancias propias vitales de la mayoría del grupo de Perpiñán y la crisis política que afligió a las instituciones catalanas en el exilio significaron la muerte de la revista Quaderns d’Estudis Polítics, Econòmics i Socials, cuyo último número apareció en el verano de 1947. En los meses siguientes, a causa de la gran decepción por la no intervención de las democracias occidentales en el contencioso español y por el relajamiento de la represión franquista que, con la ley de 7 de abril de 1948 derogaba la emergencia nacional, o sea el estado de guerra17, muchos de los impulsores de la revista volvieron en España: Rafael Tasis18 y Claudi Ametlla19 volvieron de el exilio en 1948, Camps Arboix20 y Amadeu Hurtado21 en 1949. Entre otros, Ametlla destacó por su activismo político, intentando conseguir la unidad de todas las fuerzas hostiles a la dictadura. Tal y como ha explicado Albert 16 He insistido sobre estema tema en Giovanni CATTINI: «España y Cataluña. Pensando el catalanismo desde el exilio. Los refugiados de Acció Catalana en Perpiñán (1945-1947)» en Ferran ARCHILÉS, Ismael SAZ:Naciones y estado..., pp. 89-105. 17 Entre otros, cfr. Gutmaro GÓMEZ BRAVO, Jorge MARCO:La obra del miedo.Violencia y sociedad en la España franquista, Madrid, Península, 2011. 18 En los últimos años, diferentes autores han vuelto a Tasis reivindicando su papel de activista cultural polifacético, entre otros, Francesc Foguet i Montserrat Bacardí han impulsado la edición de diferentes escritos, inéditos y otros muy poco conocidos, como del epistolario de Rafael Tasis: Rafael TASIS, Lectures de postguerra, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2016; ID.: El revulsiu del catalanisme, Valls, Cossetània, 2015; ID.: Estrictament confidencial (epistolari Tarradellas-Tasis), Barcelona, Viena, 2014; ID: Les raons de l’exili, Valls, Cossetània, 2012 o ID., Dietari íntim, Barcelona, A contravent, 2011. 19 El estudio más reciente sobre l’Ametlla se le debe a PLA, X.: «Ametlla, Cambó, Pla i el catalanisme possibilista», prólogo a AMETLLA, C.: Memòries politiquees. 1890-1917, Barcelona, RBA, 2013, pp. 7-44. 20 Sobre Camps, Giovanni CATTINI:Joaquim de Camps i Arboix. Un intel·lectual en temps convulsos, Barcelona, Fundació Irla, 2015. 21 Unas primeras aproximaciónes en JARDÍ E.: «Epíleg» a HURTADO, A.:Pensament polític i social (1875-1950), Barcelona, Ariel, 1977 y PUIG ROVIRA, F.X.: «Amadeu Hurtado, jurista (Vilanova, 1875-Barcelona, 1950)»,Miscel·ània Penedesenca, n. 18 (1994), pp. 450-501; HURTADO, A.:Quaranta anys d’advocat. Història del meu temps 1894-1936, Barcelona, Ed. 62, 2011. (1956) 41 Balcells22, el primer comité de enlace del antifranquismo catalán había nacido en Barcelona en 1944, en el despacho del abogado Sorribes, que provenía de Acció Catalana y que permitió los primeros contactos en el interior de partidos diferentes como Unió democràtica (con su representante Miquel Coll Alentorn), Esquerra Republicana (Josep Pous Pagès) y de la Unió Socialista de Catalunya. A lo largo de 1945 estos contactos se materializaron en la formación del Consell Nacional de la Democràcia Catalana, que fue presidido por el mismo Josep Pous Pagès, con el apoyo de los partidos citados anteriormente más Estat Català. Faltaba el Front Nacional de Catalunya de Joan Cornudella que aspiraba a su vez a unificar todas las fuerzas republicanas y catalanistas que actuaban en el interior de Catalunya. A pesar de eso, también el Front Nacional acabó incorporándose al Consell a finales de 1945, poniendo en entredicho la misma función del Front y congelando su actividad23. En el mismo período, el Moviment Socialista de Catalunya, nacido en 1945 y formado por la fusión de lo que quedaba de la antigua Unió Socialista de Catalunya con gente que provenía del POUM, acaba ingresando en el citado Comitè Pous Pagès24. La actividad del Comitè Pous Pagès radicaba en poderse presentar como interlocutor –si, como parecía en 1945, hubiera caído Franco- para influir en una evolución democratizadora de España y su reforma en sentido federal. En el mismo sentido, no querían contar con los comunistas ya que se oponían tanto a una dictadura blanca como a una roja25. El Comité fue receloso del primer y único gobierno que creó Josep Irla en 1947 y el 1948, con la consolidación de la Guerra Fría en el plano internacional, se consolidó el anticomunismo con la intención de presentar a la opinión pública internacional la existencia de unas fuerzas democráticas que, sin ser comunistas, se oponían a la dictadura franquista. De la misma manera, el Comitè Pous Pagès era receloso de las iniciativas de Josep Tarradellas de quererlos subordinar a sus directivas mientras, por el contrario, exigía un trato de iguales que tenia que reconocer el 22 BALCELLS, A.:Miquel Coll i Alentorn. Historiografia i democràcia (1904-1990), Barcelona, Proa, 1999, pp. 217 y sig. 23 RUBIRALTA CASAS, F.:Joan Cornudella i Barberà. (1904-1985). Biografia política, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003, pp. 193 y sig. 24 RUBIOL, G.:Josep Pallach i el Reagrupament, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995, pp. 26 y sig. 25 BALCELLS, A. :Miquel Coll i Alentorn… , p. 219. 42 protagonismo de la resistencia interior contra el franquismo26. Hay que remarcar que la figura de Tarradellas suscitaba profunda suspicacias en la misma coyuntura de 1948. Así lo explicaba Claudi Ametlla a la delegación del Partido Nacionalista Vasco, en febrero de 1948, afirmando que Tarradellas era el responsable de todas las divisiones del exilio catalán27. Entre las iniciativas del Comitè Pous Pagès se podría recordar el pacto que esta organización subscribió con los monárquicos del 4 de mayo de 1951, por el cual los republicanos aceptarían una restauración de la monarquía siempre que esta permitiera el retorno de las libertades públicas y un régimen provisional de descentralización para Cataluña y el País Vasco, primer paso hacia una reforma federal del Estado. Además el pacto preveía un gobierno de concentración nacional con la exclusión de falangistas y comunistas. Este pacto, tal y como ha explicado Albert Balcells28, no tuvo más trascendencia, pero fue el primero de una serie de pactos que culminaría en los de la Transición de 1976. El 1952 la muerte de Pous i Pagès determinó la disolución del Comité que fue substituido por el Consell de Forces Democràtiques de Catalunya (CFDC), presidido por Claudi Ametlla. El CFDC se conoció como Comitè Ametlla y se puede decir que heredó la misma concepción de ser un amplio frente antifranquista, integrado por toda la oposición liberal y democrática con la exclusión de comunistas y falangistas. Muestra de sus planteamientos es una larga carta que el mismo Ametlla escribió a Lluís Nicolau d’Olwer, a finales de 195929, en la cual el primero explicaba que presidía un comité que agrupaba a gente de Esquerra Republicana y de Unió Democràtica de Catalunya. La finalidad del comité era establecer lazos con monárquicos antifranquistas y liberales para luchar conjuntamente contra el régimen franquista y devolver la libertad al país bajo una restauración monárquica liderada por Juan de Borbón. En la misma carta, Ametlla expresaba un juicio muy positivo alrededor SANTACANA, C.: «Josep Tarradellas. L’exili (1939-1954)» prólogo a Els documents de l’arxiu Tarradellas. L’exili (1939-1954), Barcelona, Dau, 2014, pp. 49 y sig. 27 Informe de la reunión con Claudi Ametlla, Paris 6 de febrer de 1948, citado por MORALES, M:La Generalitat de Josep Irla i l’exili polític català, Barcelona, Ed. Base, 2008, pp. 778 y sig. 28 BALCELLS, A. :Miquel Coll i Alentorn…, p. 225. 29 Fons Lluís Nicolau d’Olwer, Institut d’Estudis Catalans, Epistolaris, «Carta de Ametlla a Nicolau d’Olwer, Nadal de 1959». (En catalán en el original. Traducción del autor) 26 43 del democristiano catalanista Miguel Coll Alentorn y se sorprendía de que el barón de Viver, antiguo primoderiverista, se hubiera convertido en monárquico liberal y los apoyaba («por extraño que parezca, hemos encontrado siempre en este personaje y en sus amigos una comprensión y una compenetración inesperadas»). Finalmente, confesaba que las negociaciones habían fracasado por el momento entre otras cosas porque el pretendiente a la corona mutaba a menudo de opinión según los diferentes interlocutores. Además Ametlla detallaba la situación de todos los grupos y organizaciones clandestinas que operaban en Cataluña, subrayando favorablemente aquellos grupos de jóvenes catalanistas, o cristianos y también nacionalistas, que habían empezado a movilizarse «más o menos bajo la inspiración de Montserrat, hoy fortaleza del catalanismo». Continuaba recordando que los partidos del exilio que habían sido activos durante la República ya no contaban para nada. De la misma manera explicaba que tampoco el régimen era popular y nadie lo apoyaba, pero nadie –añadía Ametllaestaba dispuesto a mover un paso para hacerlo desaparecer. Nicolau le contestó a principios de febrero de 196030, aprobando las gestiones de Ametlla y compartiendo la idea que después de veinte años no tenía sentido añorar los partidos republicanos. Además la Segunda Guerra Mundial, primero, y luego la Guerra Fría habían alejado aún más a las nuevas generaciones de aquel pasado republicano. Por el contrario, Nicolau expresaba que, a pesar de las dificultades para luchar por el retorno de la libertad en España, tenía que ser prioritaria la lucha cultural para hacer sobrevivir la lengua catalana. Nicolau d’Olwer moriría justo un año después, la vigilia de Nadal de 1961, pero su noticia no fue divulgada en Barcelona por la acción de la censura31. Las acciones del Comité Ametlla se quedaron mayoritariamente en reuniones para compartir informaciones entre diferentes fuerzas políticas que espaciaban desde los republicanos y catalanistas hasta los monárquicos y liberales, incluyendo los jóvenes activistas católicos, llegando a tener contactos con José María Gil Robles, Dioniso Ridruejo, Manuel Jiménez Fernández, Pablo Martínez Almeida, etc. Albert Manent fue uno de los jóvenes más activos y llegó a ser «secretario político» de Ametlla y con estas 30 Ídem, «Carta de Nicolau a Ametlla, 9 de febrero de 1960». (En catalán en el original. Traducción del autor) 31 BALCELLS, A. : «Estudio introductori» a NICOLAU D’OLWER, L.: Democràcia contra dictadura. Escrits polítics, 1915-1960, Barcelona, IEC, 2007, p. 80. 44 palabras trazó la personalidad de aquel: «un hombre de contactos, de gestión entre los pasillos, de pluma más que de acción clandestina en un sentido puro que conlleva hojas ilegales, participación en manifestaciones o alborotos de calle, al fin y al cabo de una cierta violencia»32. A pesar de todo, el Comité Ametlla tuvo un protagonismo en el nombrado “Contubernio de Munich” ya que parece que fue José María Gil Robles a delegar en Ametlla la lista de los catalanes que tenían que participar en la reunión del Movimiento europeo que tuvo lugar en la capital de Bavaria, en junio de 1962. La delegación catalana del interior y la del exterior fueron presididas por Rafael Tasis 33: le acompañaban Marius Estartús pel Moviment Socialista de Catalunya, Jaume Serra Gasulla por Esquerra Republicana de Catalunya, los monárquicos Antoni de Senillosa y Cros, Francesc Sitjà y Josep Lluís Urruela, el democrático cristiano Felip Lagarriga, el director del Instituto Europeo de Barcelona Jordi Ballester, los catalanistas independientes monseñor Josep Sanabre y el poeta Marià Manent 34: a pesar de defender el derecho del «reconocimiento de las peculiaridades lingüísticas, culturales, históricas e jurídicas de los pueblos hispánicos», los delegados catalanes tuvieron que retroceder y aprobar una moción que, junto con desear la vuelta de las libertades públicas y de las instituciones democráticas, apoyaba un vago «reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales». También los socialistas se comprometieron a apoyar la Restauración monárquica siempre y cuando ésta se acompañara de una implantación de la democracia en España. La persecución del régimen a los que participaron al Contubernio de Munich sirvió para multiplicar el eco del encuentro en toda España y en el extranjero. Tal y como ha afirmado recientemente Jordi Amat35, la reunión de Munich fue un paso muy importante respecto a la definición de un antifranquismo liberal y moderado que quería superar las divisiones traumáticas de la Guerra Civil, así como su visualización delante de la opinión pública internacional y su capacidad de MANENT, A.: El Molí de l’Ombra. Dietari polític i retrats. 1946-1975, Barcelona, Ed. 62, 1986, especialmente pp. 103-112. La cita en la p. 7 (En catalán en el original. Traducción del autor) 33 DE PILAR, P., SOLÉ, Q.: 30 anys d’història d’europeisme català. 1948-1976. El contuberni de Munic, Barcelona, Editorial Mediterrània, 1999, pp. 104 y sig. 34 MANENT, A.: Marià Manent. Biografia íntima i literària, Barcelona, Planeta, 1995, pp. 189 y sig. 35 AMAT,J.:La primavera de Munich. Esperanza y fracaso de una transición democrática, Barcelona, Tusquets, 2016. 32 45 bloquear las negociaciones entre la Comunidad Económica Europea y España. Por otro lado, pero el congreso de Munich no consiguió materializar una oposición democrática que pudiera poner en crisis el franquismo. Desde el punto de vista de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de Catalunya desde 1954, la reunión del Movimiento europeo en Munich representó un retroceso de la causa catalana y la condenó con palabras muy contundentes, afirmando que no tendría «efectividad en la lucha contra el franquismo», además consideró que había sido una «acción negativa», cuyo único resultado tangible se había traducido en «donar satisfacciones personales a aquellos que habían confundido nuestros deberes y derechos con sus vanidades» 36 . No hay que olvidar que los recelos de Tarradellas se explican también porque, en 1959, una amplia delegación, encabezada por el poeta Carles Riba e integrada por intelectuales y fuerzas políticas del interior, que iban desde Esquerra Republicana hasta Unió Democrática, incluyendo el Moviment Socialista de Catalunya y Acció Catalana, había pedido la destitución del mismo Tarradellas como presidente de la Generalitat y su substitución por una personalidad de consenso como el reconocido músico Pau Casals. La iniciativa fracasó, pero originó el rechazo de Tarradellas hacia las personas activas del interior, a las que consideraba más bien como sus enemigas, a excepción de Rafael Tasis, su interlocutor privilegiado37. El testimonio cultural y su legado en la Transición democrática El activismo político clandestino de los exponentes de Acció Catalana, se tradujo también en el despegue de políticas de intervención cultural y ciudadana. Entre las primeras, destaca la Societat d’Estudis Jurídics, Econòmics i Socials (SEJES), nacida en 1947 y reconocida como filial del Institut d’Estudis Catalans en 1949. La SEJES nació con el doble objetivo de hacer de agitadora y difusora de los idearios catalanistas y democráticos. La sociedad reunía jóvenes universitarios y personas adultas del heterogéneo mundo nacionalista catalán; entre sus filas militaron personalidades que 36 BENET, J.: El president Tarradellas en els seus textos, Barcelona, Empúries, 1992, pp. 91 y sig.. 37 Juntamente con la bibliografía citada anteriormente cfr: SAURET J.: L’exili polític català, Barcelona, Proa, 1979, pp. 132 y sig. 46 provenían y militaban en fuerzas políticas muy heterogéneas desde la Lliga Regionalista, Esquerra Republicana o Unión Democràtica de Catalunya. Entre otros, había los citados Claudi Ametlla, Joaquim de Camps Arboix, o Francesc Maspons Anglasel, Antoni M Borrell, Lluís Duran y Ventosa, Joaquim Carreras y Artau, Maurici Serahima, Miguel Coll y Alentorn. Entre los jóvenes destacaban los abogados Josep Benet o Enric Jardí38. Esta plataforma planteaba también su colaboración con toda iniciativa ciudadana y corporativa cuya finalidad era difundir el antifranquismo. En el marco de esta oposición hay que recordar la “Carta enviada a todos los profesores y a todas las personas interesadas en la difusión de la cultura” (1960), en la cual se pedía el restablecimiento de la enseñanza en catalán y de las instituciones culturales catalanas, el “Documento dirigido por los intelectuales al Rector de la Universidad de Barcelona” (1961) para pedir apertura en las actividades culturales universitarias, la “Campaña a favor de la lengua catalana”, impulsada por Òmnium Cultural (1963), así como otras iniciativas, como la carta que pedía explicaciones al Ministro Fraga Iribarne sobre las torturas inflingidas a los huelguistas de Asturias (1965) y que fue firmada por un centenar de intelectuales catalanes y españoles, o la carta enviada al Ministro Laureano López Rodó en la cual se pedía, junto a los derechos sociales y democráticos para todos los españoles, el reconocimiento de las diferentes «comunidades históricas y culturales que constituían el Estado español» (1970)39. En la producción cultural, merece la pena destacar la labor de autores menos conocidos como Joaquim de Camps Arboix, que publicó diferentes obras a lo largo de veinte años en que, de una manera sibilina y al paso de la lenta relajación de la censura, defendía la necesidad de una conciliación entre españoles, la superación del régimen y la implantación de un sistema liberal-democrático que tuviera en cuenta las necesidades 38 AINAUD DE LASARTE, J. M.: «Joaquim de Camps i Arboix. La terra i el dret», Món Jurídic n. 118 (septiembre/octubre 1994), pp. 37-40, ID.: «Miguel Coll i Alentorn i la Societat d’Estudis Jurídics, Econòmics i Socials», en Miquel Coll i Alentorn. Miscel·lània d’homenatge en el seu vuitantè aniversari, Barcelona, Fundació Jaume Primer, 1984, pp. 97-101; SERRAHIMA, M. :Del passat quan era present, Vol. II (1948-1958), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2004, pp. 384 i seg.. 39 Foguet, F.: «Una legitimitat qüestionada» en Tarradellas, J., Tasis, R.: Estrictament confidencial…, pp. 30 y sig, y BENET, J.: El president Tarradellas en els seus textos.., pp. 249275. 47 sociales de las clases subalternas40. Entre otras obras, en 1953 Camps Arboix publicó Modernitat del dret català, en la cual reivindicaba el derecho como elemento caracterizador de la morfología de los pueblos y que el derecho catalán con su singularidad había delineado los rasgos diferenciales de Cataluña a lo largo de la historia. Además, influido por una visión optimista del proceso y de la realidad histórica del mundo rural catalán, reivindicaba el sistema solariego tal y como se había vertebrado en Cataluña, porque había permitido una difusión de la propiedad gracias a las figuras de la enfiteusis y de la aparcería. Así, reseguía los avatares que habían acompañado la legislación agraria, llegando a subrayar la bondad de la Ley de Contratos de Cultivos, aprobada por el Parlamento de Cataluña en 1934, según unos criterios jurídicos que se enmarcaban en la escuela jurídica catalana41. La reflexión sobre la República emergía entre las páginas de otro libro de Camps i Arboix dedicado al estudio de los conflictos rurales del siglo XV catalán: Verntallat cabdill de remences, publicado la vigilia de Sant Jordi de 195542. El protagonista del libro, Francesc de Verntallat, había actuado en la Guerra Civil catalana de la segunda mitad del siglo XV, apoyando el rey Juan en contra de alta nobleza catalana y la Generalitat. Camps Arboix presentaba al protagonista como el campeón del campesinado en contra de las pretensiones de la oligarquía de la nobleza catalana que se había levantado en contra del rey Juan. En este marco, el autor del libro hacía un curioso anacronismo histórico al comparar la revuelta de la Generalitat de 1462 con los Hechos de Octubre de 1934, para llegar a la conclusión que tanto en un caso como en el otro se habían perdido las libertades públicas. Y terminaba afirmando que «En la perspectiva del tiempo y la experiencia global derivada de los veinte años transcurridos, el juicio de los hechos de aquel seis de octubre tiene que ser severo y autoriza la rectificación de criterios anteriormente favorables»43. Estas y otras obras de Camps i Arboix planteaban una visión del pasado en la cual se privilegiaba el pacto y el acuerdo con todos los españoles. Sus planteamientos liberal-democráticos quedaban confirmados en una entrevista publicada en la revista CATTINI, G.C:Joaquim de Camps i Arboix…, especialmente pp. 132-165. CAMPS I ARBOIX, J.:Modernitat del dret català, Barcelona, Bosch, 1953. 42 CAMPS I ARBOIX, J.:Verntallat, cabdil dels remences, Barcelona, Editorial Aedos, 1955 43 ID., p. 125 (En catalán en el original. Traducción del autor) 40 41 48 Prèsencia de Girona44, cuando, en 1974, afirmó que veía el futuro con incertidumbre pero consideraba que las grandes reformas planteadas por la República habían sido aceptadas en el presente por sectores políticos que anteriormente las habían rechazado. Asimismo, apostaba por una democracia social, una verdadera democracia basada en el sufragio universal y en las libertades públicas, lejana a las derivas de los Estados socialistas, pero capaz de detener a los grupos de presiones de siempre, el clero y la plutocracia, y que garantizara la propiedad de la tierra siempre y cuando esta propiedad realizara una función social. Camps i Arboix murió justo unos meses antes que el dictador Francisco Franco. Otros de sus correligionarios citados anteriormente habían desaparecido antes: Amadeu Hurtado en 1950, Rafael Tasis en 1966 y Claudi Ametlla en 1968, pero su producción y, especialmente, las propias autobiografías de Ametlla y de Hurtado fueron unos textos de historia fundamentales para aquella generación de jóvenes que llegaban a la Transición con el deseo de leer los testimonios de los vencidos de la Guerra Civil. Claudi Ametlla pudo ver la publicación de su primer volumen de recuerdos, que llegaba hasta 1917. El libro estrenó la colección de “Memòries” de la Editorial Pòrtic, creada en 1963 por Josep Fornas con la complicidad de Rafael Tasis, Albert Manent, Josep Andreu Abelló y Joan Sansa, y con el objetivo de fomentar el estudio del pasado y de las instituciones catalanas. Se publicaron 2.960 ejemplares, que se agotaron en unos pocos meses45. La publicación del libro coincidió con su octogésimo aniversario, que fue celebrado con una comida de homenaje, impulsada por Rafael Tasis en un restaurante de Barcelona, y que se convirtió, como ha recordado recientemente Xavier Pla, en un «acto apoteósico de la catalanidad política, el primero que se había podido celebrar públicamente (sin permiso gobernativo) en la capital catalana desde hacia más de veinticinco años»46. El éxito del libro fue explicado por el mismo prologuista de la obra, Rafael Tasis, que explicaba a los lectores de Serra d’Or47 que el volumen había sido leído ávidamente por gente joven nacida después de la Guerra Civil así como por gente de la generación 44 CLARA RESPLANDÍS, J.: «Joaquim de Camps i Arboix testimoni privilegiat de la Girona republicana», Presència, n. 350 (28/12/1974), pp. 13-16 45 SOPENA, M.:Editar la memòria. L’etapa resistent de Pòrtic (1963-1976), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2006, pp. 13 y sig. 46 PLA, X.: «Ametlla, Cambó….», p. 44. (En catalán en el original. Traducción del autor) 47 TASIS, R.: «Les memòries polítiques de Claudi Ametlla» Serra d’Or, (enero 1965), pp. 22-23. 49 anterior, y que todos habían coincidido en la valoración positiva de las memorias. Aún así, Tasis reconocía que el primer volumen trataba temas todavía lejanos en el tiempo y que los siguientes tomos habrían levantado más pasiones. La reseña de Tasis fue recortada por la censura ya que, como ha estudiado Carme Ferré, acababa con un elogio de la política catalanista considerado inadmisible por las autoridades del régimen48. Claudi Ametlla no pudo ver los siguientes volúmenes, que se publicaron póstumos, ya que como explicó en su momento Josep Raimundo Bartrés49 la censura fue implacable. En octubre de 1968 la prensa franquista anunció lacónicamente la muerte de Ametlla. Una excepción fue el vice-director de la Vanguardia, Santiago Nadal, que escribió un artículo en Destino elogiando al fallecido, del cual subrayaba que había sido «un político de pies a cabeza» y un «periodista de cuerpo entero». Con un giro de palabras rebuscadas, Nadal explicaba la evolución de Ametlla afirmando que éste había sido capaz de mantenerse fiel a sus principios pero con una gran clarividencia porque quería «ayudar a que las cosas [fueran] lo menos mal posible desde el punto de vista que el profesaba»50. El monárquico Nadal hacía así un homenaje encubierto a sus frecuentaciones del Comité Ametlla, y nos permite entender la proyección del mismo Ametlla en ámbitos heterogéneos de la sociedad catalana de finales de los años Sesenta51. El otro correligionario del grupo que hemos analizado, Amadeu Hurtado, dejó también escrita una autobiografía que se publicó póstuma en tres volúmenes en Méjico (entre 1956 y 1967), y en España en una versión pasada por censura y en dos volúmenes (1967-1968). Maurici Serrahima dedicó un amplio artículo a los libros de Hurtado en Destino recordando la escasez de memorias políticas en la bibliografía catalana. En el artículo, Serrahima subrayaba la deontología del abogado catalán que explicaba con franqueza su visión de los acontecimientos vividos y que tanta polémica estaban FERRÉ, C.:Intel·lectualitat i cultura resistent. «Serra d’Or». 1959-1977, Barcelona, Galerada, 2000, pp.74-75. 49 RAIMUNDO BARTRÉS, J.: «Pròleg» en AMETLLA, C. :Memòries politiquees 1918-1936, Vol. II, Barcelona, Catalonia, 1979, pp. 7-16; 50 NADAL, S.: «Ametlla, o el político», Destino, n. 1620 (19 de octubre de 1968), p. 11. 51 MANENT, A.: El Molí de l’Ombra…, pp. 127-136. 48 50 generando entre las nuevas generaciones52. Por razones muy claras, el debate no podía ser público a causa de la censura de la dictadura franquista, pero me parece interesante subrayar la profunda animadversión que provocaron en Josep Tarradellas. El presidente de la Generalitat consideró las memorias muy negativamente a causa de unas supuestas falsedades y deslealtades, como se desprende de la lectura de una carta de Tarradellas a Josep Alsina i Bofill. El presidente de la Generalitat afirmaba que leyendo la autobiografía parecía que «Amadeu Hurtado fue el hombre que todo sabía, que lo hizo todo y que los otros no sabían ni hicieron nada de nada. Tanta vanidad es incomprensible en un hombre de su inteligencia, pero la pasión delante el fracaso de su vida política ha sido más fuerte que la razón»53. Finalmente añadía la más feroz crítica a las actividades políticas que habían hecho Hurtado y Ametlla en los años cuarenta y, sobretodo, la tarea del Comité Ametlla: Josep Tarradellas afirmaba que «he manifestado muy a menudo que desafortunadamente a muchos jóvenes de la generación de la postguerra el pensamiento político y las actuaciones de Amadeu Hurtado y principalmente de Claudi Ametlla les ha hecho mucho más daño que la propaganda franquista»54 Estas consideraciones nos obligan a reflexionar sobre las divisiones y animadversiones del exilio y que tienen en Tarradellas un ejemplo quizás demasiado paradigmático. A pesar de ello, con la presente comunicación hemos intentado poner luz sobre un sector minoritario burgués, republicano, liberal y demócrata que volvió a España al final de los años cuarenta. Se trata de un exilio interior, poco conocido, con muchas sombras y algunas luces, todavía por analizar, que consideramos que tiene su interés porque se aleja de aquellos maestros celebrados que tanto influyeron en las jóvenes generaciones "post 68", y que en una historia de los intelectuales durante el franquismo han estado más analizados, como por ejemplo los casos de José Luis L. 52 SERRAHIMA, M.: «El político y las memorias», Destino, n. 1627 (7 de diciembre de 1968), p. 28-29. 53 «Carta de Josep Tarradellas a Josep Alsina Bofill, 9-11-1968», en Els documents de l’arxiu Tarradellas. L’exili (1954-1977), Barcelona, Dau, 2015, p. 135 (En catalán en el original. Traducción del autor) 54 Íbid., p. 138. (En catalán en el original. Traducción del autor) 51 Aranguren, Enrique Tierno Galvan, Manuel Sacristan o Alfonso Carlos Comín, entre otros55. En cambio, los personajes que hemos analizados representan otro recorrido, el de una generación republicana que, sin abdicar de sus principios, trabajó por difundir un pragmatismo político que se fundamentaba en la necesidad de alejarse de los opuestos extremismos y de buscar en el pasado los elementos que podían permitir una mejor convivencia hispánica. Estos personajes reconocieron los errores y hicieron autocrítica sobre aquellos acontecimientos que habían contribuido al desgaste de la República y que habían originado un clima de enfrentamientos recíprocos. Esta generación de republicanos consideraba que su mejor legado estaba representado por la necesidad de construir puentes de diálogo sobre los cuales levantar el país. Así lo entendía un joven Jordi Pujol que, al escribir el prólogo del cuarto volumen de la biografía de Claudi Ametlla, elogiaba el pasado liberal y democrático del autor de las memorias y lo que había aprendido leyéndolas. En este sentido, Pujol terminaba diciendo que: «la democracia y la convivencia no se improvisan: son el resultado de un esfuerzo largo y continuado, basado en la esperanza de que los catalanes lo conseguiremos. Porque este es mi firme propósito en acabar la lectura de éste libro: construir un país mejor que el que nosotros encontramos. Un país donde sea imposible la inútil tragedia de la guerra entre hermanos. Un país por el cual no se tenga que matar. Un país para el cual merezca la pena 55 vivir.»56 Para un estado de la cuestión cfr. F. MORENTE, «Más allá del páramo. La historia de los intelectuales durante el franquismo» en F RÍAS, C.; LEDESMA, J. L.; RODRIGO, J. R: Reevaluaciones. Historias locales y miradas globales. Actas del VII Congreso de Historia Local de Aragón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2011, pp. 41-76. 56 PUJOL, J.: «Pròlegs», en Ametlla, C.: p.9. (En catalán en el original. Traducción del autor) 52 53 Diálogo y arte en la televisión de la Transición Noemi de Haro García Universidad Autónoma de Madrid “En nuestro país, el cine, la radio, la televisión, no están al servicio de la comunicación, sino que cumplen un papel de incomunicación, represivo, etc. (…) los medios de comunicación lo serían verdaderamente si no solo fueran capaces de emitir sino también de recibir: si consiguieran que las masas NO SOLO ESCUCHARAN, SINO QUE TAMBIÉN HABLARAN: que no quedaran aisladas sino relacionadas… irrealizables en el presente orden social, pero realizables en otro, estas propuestas que son sencillamente la consecuencia natural del desarrollo técnico, SON INSTRUMENTOS PARA LA PROPAGACIÓN Y FORMACIÓN DE ESE OTRO ORDEN” (Bertolt Brecht) (…) [Hoy] las clases populares están completamente excluidas de los medios de comunicación e información, con lo que quedamos reducidos a simples receptores pasivos de unos mensajes que tratan de embrutecernos y someternos a la inmovilidad y al silencio”.1 Estas eran algunas de las críticas a los medios de comunicación que se publicaban en la revista de la UPA (Unión Popular de Artistas), agrupación de artistas miembro del comité pro-FRAP, en los primeros años de la década de los setenta. Precisamente unos años más tarde, durante la Transición, varias iniciativas en los medios de comunicación parecían encaminadas a impulsar dinámicas que marcaran una diferencia con los años anteriores, más incluyentes y abiertas a la participación. Éstas, por supuesto, no respondían a las demandas de colectivos como la UPA, ni fueron protagonizadas o celebradas por ellos. No obstante sí que dieron cabida a otros agentes, muchos de ellos no habían aparecido en los medios de comunicación “oficiales” hasta 1 S.a.: “Por una comunicación popular”, Viento del pueblo, 2, diciembre 1972, pp. 14-15. 55 entonces aunque la mayoría sí que hubieran frecuentado otros ámbitos como, por ejemplo, el de las florecientes (y pronto marchitas) revistas culturales. Por ello tiene sentido pensar que las nuevas propuestas seguramente tenían que ver con críticas a los medios vertidas desde otros ámbitos del campo el cultural. De hecho, la crítica (lógica) a las intenciones manipuladoras de medios como TVE era un tema frecuentemente debatido en la izquierda desde los años sesenta en adelante2. Algunos especialistas han señalado la conexión entre la programación de TVE de esos años y prácticas asociadas a la cultura democrática como el debate o el diálogo: se ha hablado de “programas para el renacer de la democracia”3 o de TVE como un nuevo foro de debate en esos años4. Al mismo tiempo, el papel de la cultura durante la transición ha sido destacado en numerosas ocasiones. No en vano, se ha llegado a decir que la transición fue “vivida como cultura” por la sociedad 5. Se ha indicado igualmente que el gobierno de la UCD empleó la cultura como medio de gobernanza, esto es, como un elemento para que los individuos asimilaran e hicieran suyos los discursos del poder. De esta manera se hacía más efectivo el orden social que se quería promover6. Por otra parte, son de sobra conocidos el lema y el manifiesto “Por el cambio cultural” abanderados por el PSOE en 1982 así como sus encuentros con diversos agentes del mundo de las artes y la cultura a lo largo de toda la campaña. Al mismo tiempo, otros autores han señalado la existencia de continuidades entre las políticas culturales del franquismo y las puestas en marcha en los años ochenta7. Consideramos que explorar los años “intermedios”, anteriores a los entusiasmados ochenta y los fastuosos (y descalabrados) noventa, quizá puedan ayudar a arrojar algo de luz sobre cómo se produjo este proceso. Para ello analizaremos algunos ejemplos de cómo fueron representados el arte, las dinámicas del campo artístico y algunos agentes 2 Un buen ejemplo de ello sería, Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: El libro gris de la televisión española, Madrid, Ediciones 99, 1973. 3 Manuel PALACIO: La televisión durante la Transición española, Madrid, Cátedra, 2012, p. 100. 4 Virginie PHILIPPE: Transition et télévision en Espagne. Le rôle de la TVE 1973-1978, París, L’Harmattan, 2007, p. 47. 5 José Carlos MAINER: “La cultura de la transición o la transición como cultura”, en Carmen MOLINERO (ed.): La Transición treinta años después. De la dictadura a la instauración y consolidación de la democracia, Madrid, Península, 2006, p. 153. 6 Giulia QUAGGIO: “Política cultural y transición a la democracia: el caso del Ministerio de Cultura UCD (1977-1982)”, Historia del Presente, 17 (2011), pp. 109-125. 7 Jorge Luis MARZO y Tere BADIA: Las políticas culturales en España (1985-2005), 2006. Recuperado de internet http://www.soymenos.net/politica_espanya.pdf 56 destacados del sistema del arte en una selección de programas televisivos emitidos por la segunda cadena de TVE entre 1976 y 1981. Nos centraremos concretamente en las estrategias audiovisuales empleadas para mostrar en qué sentido el ámbito cultural participaba de una renovadora cultura del diálogo. ¿Qué papel desempeñó el diálogo en estos programas?, ¿qué formas adoptó en cada caso?, ¿en qué sentido se pueden relacionar ambas cuestiones con el proceso de desideologización que se produjo en (los sectores más visibles de) el campo artístico? El arte y la cultura tuvieron un rol relevante en los medios de comunicación desde muy pronto. Su contribución a la cristalización y difusión de una imagen moderna del país es de sobra conocida. Para empezar, los primeros programas televisivos dedicados específicamente al arte y la cultura comenzaron a emitirse a finales de los años cincuenta: en el caso concreto de las artes plásticas comenzó en 1958 con Galería de Arte, patrocinado por la Galería Biosca8. El segundo canal de televisión, el UHF, comenzó sus emisiones en 1966 y sería el que incorporaría una mayor oferta de productos culturales. Todos los programas que analizaremos aquí fueron emitidos por el UHF, un canal más minoritario y selecto que la Primera cadena. Encuentros con las artes y las letras El primer programa de Encuentros con las artes y las letras fue emitido el 7 de mayo de 1976, tan sólo unos meses después de la muerte de Franco. Es habitual señalar, al hablar de este programa, que esa misma semana nacieron dos de las publicaciones más relevantes de esa época: el periódico El País y la revista Historia 16. Ese mismo año también nacería Diario 16. El director y guionista de Encuentros con las artes y las letras era Carlos Vélez. Él había sido el responsable de la creación, en enero de 1976, de dos programas que siempre se asocian a la transición: La Clave y A fondo. Vélez había sido director de Dramáticos en TVE en la apertura de febrero de 19749. Con Manuel PALACIO: “Los intelectuales y la imagen de la televisión cultural”, en Antonio ANSÓN et al. (eds.): Televisión y Literatura en la España de la Transición (1973-1982), Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2010, p. 15. 9 José Ramón PÉREZ ORNIA: “Encuentros con las letras”, El País, 19 de junio de 1979. Recuperado de internet http://elpais.com/diario/1979/06/19/agenda/298591201_850215.html 8 57 anterioridad había sido el responsable de la creación de destacadas revistas culturales en las que habían encontrado un lugar los escritos de muchos intelectuales comprometidos con el antifranquismo como fue el caso de la mítica Acento Cultural. Para poner en marcha Encuentros con las artes y las letras Carlos Vélez se rodeó de un buen grupo de especialistas entre los que se encontraban, ya en los primeros programas, Joaquín Barceló, César Gil, Juan Antonio Méndez, Daniel Sueiro o Paloma Chamorro, entre otros muchos. La importancia del diálogo, o quizá, más bien, de la polifonía resultante de la yuxtaposición y superposición de ámbitos distintos (la alta cultura y la cultura popular, el aprendizaje dentro y fuera de las aulas, la tradición y lo moderno) se ponía en imágenes y sonido en la misma cabecera del programa. Encuentros con las artes y las letras dedicaría una diversidad de espacios al diálogo, ensayando distintos formatos para propiciar la conversación. En algunos casos se trataba de mesas de debate con muchos participantes como era el caso de la titulada “La crítica de arte contra la pared” en la que Paloma Chamorro conversaba con Santiago Amón, Andrés Trapiello, Santos Amestoy y Simón Marchán acerca de “las estupendas posibilidades y mediocres realidades de la crítica de arte”10. Ya en el primer número de esta revista dedicada a las artes y las letras –pues el modelo de este espacio televisivo no era otro que el de la revista cultural en el que tanta experiencia tenía Carlos Vélez- se comenzaba experimentando con un formato de entrevista denominado “El triángulo”. El funcionamiento de este tipo de entrevista «triangular» que se estrenaba con «El triángulo… teatral» en el que participaban Víctor Ruiz Iriarte, Francisco Nieva y Jesús Campos era explicado así por Roberto Llamas: “El modelo de entrevista que proponemos a continuación es, por decirlo así, la entrevista pescadilla o, más correctamente, la entrevista triangular. La entrevista que se muerde la cola. La entrevista de los tres ángulos. Verán que no hay en ella, técnicamente, un entrevistador (…) Las personas que intervienen en la entrevista triangular pertenecen al mismo campo profesional pero hay una separación generacional entre ellos cuando menos y también acaso una distinta forma de entender esa misma 10 Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 25 de junio de 1976. 58 profesión que los tres ejercen. En contra de la entrevista clásica, aquí el entrevistado, el que responde, toma sucesivamente el papel de entrevistador y también pregunta para satisfacer su curiosidad a quien tiene a su lado en esta rotación de los tres ángulos del triángulo. Tres generaciones artísticas. Ellos van a conocerse unos a otros y nosotros vamos a conocer a los tres”11. Nos parece evidente que este formato de entrevista pretendía no sólo que los espectadores conocieran a distintos protagonistas del mundo de la cultura sino también mostrar el pluralismo, la diversidad de dicho mundo. También demostraba que era posible y fructífero que personas en distintos estadios de su carrera, pertenecientes a generaciones distintas y con ideas muy diferentes se sentaran a una mesa a hablar. El diálogo era posible. Muy pronto se dedicó uno de estos triángulos a las artes plásticas, concretamente al ámbito del mercado artístico. En junio se emitió “El triángulo… de los vendedores de arte” (resulta significativo, aunque no fuera una cuestión debatida en este “triángulo”, que eligieran el término “vendedor de arte” en vez del de “galerista”) en el que conversaban Juan Mas, Aurelio Biosca y Chiqui Abril acerca de su labor como galeristas y su relación con el mundo del comercio artístico y los artistas.12 Trazos En 1977 Encuentros con las artes y las letras se desdoblaba: apareció, de una parte, Encuentros con las letras que se centraría en los libros y, de la otra, Trazos dedicado a las artes plásticas. Inicialmente el director de este nuevo programa era Ramón Gómez Redondo y su subdirectora Paloma Chamorro que, más adelante, sustituiría a Gómez Redondo en el puesto de dirección. El “número 0” de Trazos se emitió la noche del jueves 21 de abril de 1977 y consistió en una gran mesa redonda en la que “una serie de buenos y viejos amigos (…) relacionados de un modo u otro con el mundo del arte en la España de hoy”13 debatían acerca de qué era un programa de arte en televisión y qué función debía cumplir. Junto con el director y la subdirectora del 11 Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 7 de mayo de 1976. Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 4 de junio de 1976. 13 Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 21 de abril de 1977. 12 59 programa se sentaban a la mesa seis artistas y críticos de arte de distintas disciplinas, tendencias y edades: Eusebio Sempere, Gustavo Torner, Ignacio Gómez de Liaño, Juan Manuel Bonet, Antonio Fernández Alba y Julio López Hernández. De esta manera, Trazos comenzaba propiciando la reflexión y la discusión explícitas sobre el propio formato del programa de arte en televisión. Las fórmulas existentes no tenían por qué aceptarse, era la propia comunidad artística (o, al menos, ciertos representantes de la misma) la que ahora era llamada a dar su opinión sobre el tema para contribuir a forjar los nuevos modelos. La audiencia podía asistir a la conversación, a cómo los responsables de los programas estaban escuchando a estos agentes, a cómo éstos les pedían dar razón de sus posicionamientos y a cómo aquéllos les respondían. El público podía también evaluar si después se llevaba a cabo lo acordado o no. Hay que tener en cuenta que, seguramente, entre estos espectadores se encontraban otros agentes del campo cultural, es posible que éstos se sintieran representados por los invitados pero que también es probable que algunos se sintieran ignorados. El tema de esta primera conversación en Trazos encontraba su detonante en lo que denominaban Principios generales. Filosofía y propósitos del proyecto. Se trataba de unos puntos generales y programáticos elaborados por Gómez Redondo y Chamorro en los que se recogían sus ideas acerca de qué criterios debía cumplir un programa de arte emitido en televisión. Entre ellas se encontraban temas como qué criterios emplear para elegir qué mostrar y qué no en el programa, o cómo resolver el problema de cómo lidiar con los desafíos de la remediación, cómo presentar un medio y un lenguaje a través de otro. Esto último es una buena muestra de hasta qué punto sus responsables eran conscientes –quizá también quisieran concienciar a sus espectadoresde que la televisión era un lenguaje, un medio a través del cual se hablaría de y se interpretaría otro medio, en este caso el de las artes plásticas. Igualmente se planteaban también cuál debería ser el público al que se dirigieran (¿especializado o no?) y cómo habían de hacerlo, si su objetivo era informar a los especialistas o enseñar a ver. Resulta interesante observar los diferentes posicionamientos hacia la posible función educativa del programa en relación con las artes. Finalmente, en consonancia con la conciencia de tener que hablar de arte con un medio y un lenguaje concreto que era el de la televisión, 60 se señalaba que tenían la aspiración de dar un tratamiento a la información artística que no rehuyera las leyes del espectáculo televisivo14. En el programa “número 1” que se emitiría la semana siguiente, Dolores Trueba advertía que ninguna de las ideas formuladas en ese “número 0”, habían caído en saco roto. A partir de entonces, era el público el que tenía que “juzgar sobre el sentido y la buena o mala marcha de esta aventura” puesto que no querían “otros jueces que nuestra propia conciencia y el sentir público”15. El mismo director del programa invitaba a los telespectadores a contribuir al programa informando acerca de acontecimientos relevantes o criticando aquellos aspectos de la emisión que considerasen susceptibles de mejora. En definitiva, se estaba invitando a la participación indicándose los medios a través de los cuales evitar que la comunicación sólo se produjera en una dirección. La idea de que la existencia de debate era un síntoma positivo del buen desarrollo del país en general y del mundo del arte en particular también estaba presente en Trazos y en los encuentros y conversaciones que propició. A lo largo del programa habría mesas de debate dedicadas a temas como, por ejemplo, los problemas del Museo del Prado, la enseñanza del arte en España, cuestiones urbanísticas, o al Museo de Arte Contemporáneo, etc. Sin embargo, ya no se trataba solamente de que el debate entre posiciones distintas tuviera lugar en el plató del programa; en la emisión se informaba acerca de momentos en los que el diálogo y el debate tenían lugar en foros distintos al televisivo. Tal y como ya hemos analizado en otro lugar, resulta muy significativo el modo y el momento en el que este programa informó acerca de las discusiones que se produjeron en los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el verano de 1977. Como es bien sabido, en ellas se enfrentaron posiciones contrapuestas en relación con el papel del arte en la sociedad y habitualmente se considera esta disputa como uno de los puntos de inflexión en la historia del arte español de esos años. Estos debates fueron interpretados como un signo de democracia, como una muestra del avance de los tiempos y de la superación del franquismo. Una idea que, sin duda, había de verse reforzada por el hecho de que este programa fuera emitido el 16 de junio de 14 15 Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 21 de abril de 1977. Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 28 de abril de 1977. 61 1977, tan sólo un día después de haberse celebrado las primeras elecciones generales en más de cuarenta años16. Imágenes El lugar de Trazos como programa dedicado a las artes visuales del segundo canal televisivo sería ocupado a partir del 18 de octubre de 1978 por Imágenes. La responsable de su dirección, del guión y de presentarlo era Paloma Chamorro. El formato elegido para el nuevo programa no era ya el de la revista, tampoco el del informativo con el que Trazos guardaba algunas similitudes (si bien se había presentado como “revista”), sino más bien el de la sucesión de reportajes presentados por su directora. Aunque en Imágenes seguiría habiendo espacio para las conversaciones, resulta sintomático que el primer programa se planteara como una especie de solución de compromiso entre las habituales mesas redondas de programas anteriores y las entrevistas a personalidades reconocidas e individuales como ya había empezado a suceder en Trazos. En efecto, para ese primer programa de octubre de 1978 se habían planteado una serie de cuestiones acerca del arte a varias personas y sus respuestas se habían montado para agruparlas en función de la pregunta a la que respondían. Así se creaba una especie de galería de retratos individuales intercalados. Esto permitía comparar personalidades y respuestas pero, en cambio, impedía toda interactuación, impedía el diálogo entre las personalidades elegidas. Asimismo la fórmula elegida permitía tener un mayor control a los responsables del programa sobre el resultado final y sobre el mensaje que se quería transmitir. Se podría decir que se dejaban menos elementos al azar, había muy poco lugar para lo inesperado. Los protagonistas elegidos para responder eran: José Miguel Ullán, Eduardo Úrculo, Ernesto Giménez Caballero, Ángel González, Alfonso Pérez Sánchez, Antonio Gala, Fernando Zóbel, Fernando Noemi DE HARO GARCÍA: “La historia del arte español de la transición: consecuencias políticas de una representación”, en Juan ALBARRÁN (ed.): Arte y Transición, Madrid, Brumaria, 2013, pp. 225248. 16 62 Vijande, Maruja Mallo, Fernando Savater, Herminio Molero, Víctor Gómez Pin y Salvador Dalí17. Tanto los espacios en los que eran filmados como las cuestiones acerca de las que se invitaba a pensar a los entrevistados parecían orientados a caracterizarles como personajes y no tanto a llegar a conclusiones comunes o de un modo colectivo (algo realmente imposible dadas las circunstancias de la grabación). Desde luego ya no parecía que fuera necesario pensar cómo había de ser un programa de arte en televisión. Es posible que los responsables de Imágenes ya no tuvieran estas dudas, también es cierto que el lenguaje televisivo había ido cambiando con el tiempo y no podía ser ahora como unos años antes. Tiene sentido pensar que esta forma de montar las entrevistas permitía un mayor dinamismo, posibilitaba seleccionar respuestas e incluir a más interlocutores, al tiempo que facilitaba el control de los tiempos en que aparecían determinados contenidos. En todo caso resulta significativa la deriva que se puede apreciar a través del análisis de estos tres programas sobre arte desde una apertura a diversas posibilidades, haciendo énfasis en el valor de las conclusiones a las que se llega tras el debate con otros, hacia una dinámica mucho más individualista y menos participativa. Manuel Palacio señala que tanto en Trazos como en Imágenes, y en general en todos los programas de la época, “hay demasiado parloteo; al menos para las costumbres del espectador de hoy día” pero también advierte en dichos programas un deseo de “trabajar la representación audiovisual”18 y, añadiríamos nosotros, también es posible encontrar en estos programas diversas propuestas acerca de cómo enseñar a pensar, a mirar y a hablar de arte (una preocupación que no sería exclusiva del ámbito televisivo español). Al mismo tiempo, no se puede perder de vista el hecho de que las tres emisiones estaban proponiendo y participaban en formas y grados distintos de una teatralización de estas fórmulas de diálogo, que de este modo se presentaban y señalaban a la audiencia. Es decir, tiene sentido pensar que, del mismo modo que se estaban haciendo apuestas acerca de cómo presentar el arte y la cultura a través del medio televisivo, también se estaban lanzando propuestas acerca de cómo comunicar la 17 18 Imágenes, emitido por la Segunda cadena de TVE el 18 de octubre de 1978. Manuel PALACIO: La televisión durante la Transición…, p. 276. 63 democratización de estos ámbitos y de cómo hacer que medios como el televisivo, al que se había acusado incansablemente de ser el vocero del régimen, ya no formaban parte de esa cultura antidemocrática. Como ha apuntado Palacio, la colaboración de los intelectuales en la televisión entre los que habría que contar a artistas, críticos e historiadores servía al medio para legitimar su actividad frente a las muy frecuentes acusaciones de ofrecer productos zafios o exclusivamente interesados en lo comercial. De hecho este autor considera que el caso de TVE “proporciona el modelo de estudio más completo para hablar de los procesos de legitimación y [sirve] como corolario para establecer las relaciones positivas entre intelectuales y televisión cultural”19. Por otra parte, también hay que tener en cuenta que través de estos programas televisivos se informaba al público general pero también se difundía y legitimaba la labor de todas estas personalidades en el campo cultural de esos momentos. Esto complementa la idea de que, como han afirmado algunos estudiosos, la programación cultural televisiva estaba orientada hacia un sector altamente especializado de escritores, artistas, actores, cineastas, etc. –entre los que habría que añadir también a artistas, historiadores y críticos de arte. Éstos constituían su audiencia, aquélla en la que pensaban los responsables de los distintos espacios cuando los diseñaban20. También sería, en gran medida la audiencia que tenían en mente los intelectuales cuando hablaban frente a la cámara. Los contenidos y enfoques de estos programas no eran ajenos a las preocupaciones e intereses políticos de sus responsables ni a las del público especializado al que se dirigían que, en definitiva, también formaba parte del sector cultural del momento. Tal y como ya hemos analizado en otro lugar, no cabe duda de que para muchos de estos agentes la visibilidad en los medios de comunicación les permitía incrementar su prestigio como intelectuales públicos y que esto les había de permitir afianzar o encontrar su posición (como académicos, creadores, autores, etc.) en un sistema del arte que se estaba reconfigurando en esos momentos. Ello no implica necesariamente dudar de la sinceridad de estos agentes, seguramente historiadores y críticos de arte se afanaron en desempeñar lo mejor posible su papel de intelectuales Manuel PALACIO: “Los intelectuales y la imagen…”, pp. 14-15. Francisco RODRÍGUEZ PASTORIZA: “La literatura en los programas culturales de la transición: una cierta edad de plata”, en Antonio ANSÓN, et al. (eds.): Televisión y Literatura en la España…, p. 26. 19 20 64 (públicos) para, entre otras cosas, poder ubicarse en el panorama político que estaba cambiando en esos años. No en vano lograr un lugar destacado como agente en el campo cultural era condición fundamental para llevar a cabo el proyecto político y cultural que cada uno de ellos tuviera en mente. Otra cuestión diferente que requeriría un examen minucioso es si aquéllos que lograron afianzar su posición llevaron a cabo sus proyectos iniciales o si éstos se perdieron o transformaron por el camino. Las apariciones en los medios de comunicación y en emisiones como las que se han estudiado aquí, así como la imagen que se daba en ellas tanto del arte como de los agentes implicados en el campo, contribuyeron a construir y comunicar la idea de que el campo artístico era democrático –o de que éste se había democratizado- antes incluso de que se celebraran las primeras elecciones generales. La representación audiovisual del arte en televisión seguramente tuvo mucho que ver con la intención de contribuir a construir y difundir una tradición cultural que fuera la base de un país democrático en esos años 65 de transición. 66 Las políticas culturales de Enrique Tierno Galván en Madrid: libertad y participación ciudadana en la Era de la desideologización* Enrico Giordano, Universidad “la Sapienza” de Roma “Libertà è partecipazione” Giorgio Gaber, 1972 Introducción Por la tarde del 19 de abril de 1979 Don Enrique Tierno Galván salía de la Casa de la Villa, aclamado por las cerca de cien personas espontáneamente reunidas en la plaza1: después de cuarenta y seis años, era él el primer alcalde de la capital de España a ser elegido regularmente en asambleas e instituciones democráticas. El pacto que PCE y PSOE habían estipulado tras las elecciones municipales del 3 de abril había permitido que el candidato de este último, aunque no había sido el más votado, accediera a la alcaldía de la ciudad; otorgándole, además, una cómoda mayoría de 34 concejales sobre un total de 592. *El origen del presente artículo se halla en el desarrollo de mi tesis de posgrado para la Universidad “la Sapienza” de Roma, la que nace como investigación de campo durante mi experiencia de intercambio en Madrid. Mis agradecimientos van a la doctora Quaggio y a los muchos que me han ayudado en este trabajo. 1Anónimo: “Enrique Tierno, alcalde de Madrid: 'Desde mañana empezará la convivencia'”, El País, 20 de abril de 1979. 2La lista más votada de hecho fue la UCD, la cual contó con el 40.29% de las preferencias y obtuvo 25 concejales. El partido socialista se situó poco por debajo, al 39.49%; a sus 25 concejales se les sumaron 67 El país se hallaba en un período particularmente difícil: la crisis económica avanzaba, el terrorismo seguía creando víctimas y sobre el proceso de Transición se intensificaba el riesgo de involuciones antidemocráticas. Los españoles seguían alejándose de la política, mientras que un sentimiento de “desencanto” se apoderaba de los intelectuales y de una gran parte de la sociedad. Al mismo tiempo, la que entonces se podía percibir como solidez del ejecutivo recién salido de las urnas (I legislatura, III Gobierno Suárez), el clima de reconciliación política, el Rey y las nuevas instituciones libres, amparadas por el joven texto constitucional, apostaban por un fortalecimiento de la democracia española, mientras que el desarrollo del proceso autonómico absorbía las instancias del sector más numeroso y menos violento de las así llamadas “nacionalidades históricas”. En todo esto, el Estado español se daba cuenta del potencial ofrecido por las políticas culturales con respecto a la democratización y regeneración del país3. Todo el país miraba con atención a la capital, en el medio de un proceso de Transición política desarrollado en el seno de las mismas instituciones de un régimen que del centralismo había hecho un ideal y una misión. Se miraba a Madrid porqué representaba el eje decisional de la vieja y de la nueva política, pero también porqué de esta ciudad se esperaba un ejemplo, una seña, una dirección para seguir. De tal manera, a su tradicional función de núcleo privilegiado del poder la capital había visto flanquearse otra: la de referente moral en una relación dialógica entre los diferentes centros territoriales. En este nuevo contexto la elección de los primeros representantes democráticos de todas las grandes ciudades, y en particular de Madrid, tenía una relevancia fundamental. Estas fueron las principales razones por las que la victoria de Tierno Galván supuso un viraje decisivo en la política nacional. A las cuestiones presentadas, sin embargo, hay que añadir otra: por la primera vez después de una larga dictadura eran elegidos, en Madrid y en la mayoría de las grandes ciudades, personalidades que no tenían nada a que ver con el pasado régimen, y que en algunos casos hasta habían pertenecido a la resistencia. Era este, sin duda, la procedencia de Don Enrique: los 9 del PCE, el cual había percibido el 14.69% http://www.infoelectoral.interior.es/min/. 3Giulia QUAGGIO: La cultura en Transición, Madrid, Alianza, 2014. 68 de los votos. Fuente: catedrático de Derecho Político en las universidades de Murcia (1948 – 1953) y de Salamanca (1953 – 1965), europeísta y pacifista, había sido expulsado tras liderar la movilización estudiantil en contra de las políticas del general Franco. Hombre de profunda cultura y amplia erudición, sus campos predilectos se desplegaban del Derecho a las Letras, y de la Filosofía a la Sociología. Anarquista en la juventud, se había convertido prontamente al socialismo. De regreso del autoexilio en la Universidad de Princeton, en 1968, había fundado el Partido Socialista del Interior, que habría cambiado su nombre en Partido Socialista Popular, para acabar incorporándose finalmente al PSOE en 1979; fue con esta formación, en la que lo nombraron Presidente de Honor y de la que defendió el carácter marxista, que se presentó a las elecciones para la alcaldía de Madrid4. Don Enrique era perfectamente consciente de la importancia y delicadeza de su mandato. Por y a pesar de esto el “viejo profesor” actuó con determinación, siguiendo las líneas teóricas y prácticas de su programa: “descongestionar la ciudad”5 heredada de veinte años de especulación desarrollista, reequilibrar su tejido socioterritorial actuando sobre las diferencias entre los varios sectores urbanos, potenciar la circulación en transporte público, democratizar la gestión de la res publica madrileña, equipar los barrios con bibliotecas, salas de cultura y centros deportivos, instruir a las clases populares para que todos los vecinos se dotaran de “capacidad 4La vida de Enrique Tierno Galván protagoniza muchos trabajos biográficos, cuyo número sigue creciendo y de los que tenemos que limitarnos a señalar los más significativos. Obra imprescindible es la de su discípulo Raúl MORODO: Tierno Galván y otros precursores políticos, Madrid, El País, 1987. Preciosas informaciones se pueden extraer sin duda de la autobiografía del propio Don Enrique y de su opera omnia: Enrique TIERNO GALVÁN: Cabos Sueltos, Barcelona, Bruguera, 1982, y Antonio ROVIRA (ed.): Obras completas de Enrique Tierno Galván (7 vols.), Pamplona, Aranzadi – Civitas, 2006 - 2011. Otras fuentes de primera mano son las obras de Chamorro y Gómez Rufo, entre las que la última destaca por su planteamiento apologético, que lo constituye como un verdadero lamento fúnebre: Eduardo CHAMORRO: Enrique Tierno: el alcalde, Madrid, Cambio 16, 1986, y Antonio GÓMEZ RUFO: Carta a un amigo sobre Don Enrique Tierno Galván, Madrid, Antonio Machado, 1986. Cabe señalar, entre las diferentes tesis doctorales que tratan de su vida, el trabajo de Mario Ruiz, de la Universidad Carlos III de Madrid: Mario RUIZ SANZ: Enrique Tierno Galván: aproximación a su vida, obra y pensamiento, Madrid, Universidad Carlos III – Dykinson, 1997. En fin, disconforme es el planteamiento de Alonso De Los Ríos, autor que intenta una operación de desmitificación de la figura del “viejo profesor”: César ALONSO DE LOS RÍOS: La verdad sobre Tierno Galván, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1997. 5Estas son las palabras que él mismo utiliza en el vídeo (min. 3:30) que el PSOE hizo para la campaña electoral,Vídeo de campaña del PSOE en las elecciones municipales de 1979. Recuperado de internet(http://www.rtve.es/alacarta/videos/fue-noticia-en-el-archivo-de-rtve/video-campana-del-psoeelecciones-municipales-1979/464430/), consultado en abril de 2016. 69 crítica” y comprendieran “rectamente” los problemas, con el fin de actuar una verdadera “revolución popular”6. Era un programa de ruptura, esencialmente urbanístico y cultural, relativamente ideologizado: un proyecto que, a pesar de lo que habría dicho una vez – que los programas electorales están hechos para no cumplirlos – ha sido llevado a cabo en casi su totalidad. Analizando su propuesta cultural, la cual se refleja profundamente en su política urbanística, parece que sobresalgan dos fundamentos ideológicos sobre los que esta ha sido construida: la libertad y la participación de los vecinos de la Villa. A estos pilares teóricos y políticos hay que añadir toda una serie de planteamientos, ideas y bases culturales: la recuperación de la identidad popular y tradicional de la ciudad, la que junto a la proyección hacia lo innovador creaba una dialéctica original entre lo antiguo y lo nuevo; la tutela de lo público y de lo común; el cuidado del medio ambiente, del verde y de la ecología; la solicitud a las buenas y respetuosas relaciones entre los vecinos; el amor para la cultura; la atención a la comunicación y a la presencia de la clase política dentro de la sociedad civil; el fuerte impulso hacia la igualdad. Era una planteamiento innovador, que en su realización práctica parecía muy lejano de las retóricas que habían protagonizado el discurso político hasta aquel momento. En todo esto no pudo no influir el contexto social que coincidía con los años del mandato del “viejo profesor”: años, como hemos visto, caracterizados por un repentino abandono de la política, sobre todo entre los jóvenes. Podemos entonces avanzar la hipótesis que, en dicho contexto posideológico, la alcaldía de Tierno Galván haya constituido una propuesta original, una alternativa práctica en la que eran cultivados cuidadosamente los principios de libertad y participación ciudadana, para los que era necesario el alcance de la igualdad entre los vecinos y con el fin de una verdadera “revolución cultural”7. El conjunto de sus acciones, entonces, se podrá atribuir a algo más complejo que un simple mandato electoral, y más profundo que una 6Ibid., min. 7:14-7:50. 7El argumento de la “revolución cultural”, la cual sería una de las vías privilegiadas al socialismo, ha sido expuesto por primera vez por Gómez Rufo en 1986, constituyendo tema central de su libro: Antonio GÓMEZ RUFO: Carta a un amigo... Ruiz Sanz le dedica un interesante párrafo: Mario RUIZ SANZ: “Hacia una revolución cultural y moral”, en Enrique Tierno Galvan..., pp. 226-234. Así también Stapell: Hamilton M. STAPELL: “Political and Philosophical Foundations: a Different Kind of 'Cultural Revolution'”, en Remaking Madrid: Culture, Politics, and Identity after Franco, New York, Palgrave MacMillan, 2010, pp. 40-45. 70 mera operación de propaganda para que cambiara y mejorara la imagen de la ciudad frente al mundo y a sí misma: bosquejando, de hecho, la existencia de un preciso proyecto de ciudad “tiernista”8. Los instrumentos de los que tenemos que dotarnos en este análisis son varios. Antes que todo una buena preparación bibliográfica, de la que en cuanto sea estrechamente oportuno proveeremos a abastecer los nombres más relevantes. Igualmente importante nos va a resultar la prensa escrita coeva, de la que podemos recopilar diferentes pormenores sobre los eventos que nos interesan9. Existe, además, una amplia serie de publicaciones relacionadas con el Ayuntamiento – y en algún caso con la Comunidad – que van desde el opúsculo informativo hasta el periódico regular, desde el libro técnico o de divulgación hasta la revista cultural, y que constituyen un recurso precioso a fin de extrapolar un gran número de informaciones, adquirir una mirada más profunda sobre las motivaciones detrás de las acciones emprendidas por la Junta, y en fin indagar sobre la imagen que el mismo Ayuntamiento quería dar de sí a los vecinos, en el cauce de aquella comunicación que, como ya hemos comentado, ha sido uno de los pilares de la política del “viejo profesor”. Entre las fuentes de archivo, las más importantes nos llegan ciertamente del Archivo de la Villa de Madrid, como por ejemplo los Actas del Pleno municipal. Otros archivos que nos han resultado útiles son el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, el Centro de documentación del Museo Reina Sofía en Madrid y la Fundación Pablo Iglesias, a los que tenemos que añadir la Hemeroteca Municipal de Madrid por lo que se refiere a la prensa escrita. Discretamente importantes han sido las fuentes audiovisuales, en particular las procedentes de RTVE y de la Filmoteca Española. En fin una gran ayuda han sido las fuentes orales, constituidas en este caso por las entrevistas que el mismo autor del artículo ha realizado a dos personalidades relacionadas con el período objeto de estudio: Enrique Del Moral, concejal de Cultura, 8Vamos aquí a pedir prestadas las palabras del escritor Esteve García, el cual en un libro de divulgación acuña la definición eficaz de “proyecto de ciudad tiernista”. Juan Pedro ESTEVE GARCÍA: El Madrid de Tierno Galván, Madrid, La librería, 2011. 9Los periódicos sobre los que hemos concentrado nuestra atención son los que por calidad de información, tirada y tradición de citas en ensayos históricos hemos retenido más oportunos y fidedignos: en particular, los cotidianos ABC y El País. 71 Educación y Juventud de la Junta Tierno Galván, y Rafael Fraguas, periodista y miembro fundador de El País10. Las políticas culturales del alcalde Enrique Tierno Galván Hamilton Stapell, en su estudio sobre la gran transformación que Madrid protagonizó después del fallecimiento del general Franco11, sostiene que las administraciones del Municipio y de la Comunidad, en su esfuerzo para regenerar la ciudad, crear una nueva identidad y “expandir la movilización cultural”, han seguido principalmente dos direcciones: la creación de infraestructuras y la promoción de actividades culturales12. Antonio Gómez Rufo, que en aquellos años era director del Aula de Cultura del Ayuntamiento y del Centro Cultural de la Villa de Madrid, escribe que la cultura ha sido uno de los “pilares básicos” de la gestión municipal de Madrid13. Las actividades culturales de la Junta Tierno Galván, además, son el tema privilegiado de un gran número de artículos académicos, ensayos y libros14. Para que constatemos la veracidad de estas afirmaciones y comprendamos el interés hacia esta cuestión, nos resulta conveniente detenernos justo lo suficiente sobre el desarrollo de las políticas culturales del Ayuntamiento de Madrid entre el 1979 y el 1986. ¿Qué hizo el alcalde Don Enrique para la cultura? ¿En qué han consistido sus políticas? Empecemos por lo más obvio e inmediato: el empeño hacia el crecimiento cultural de los vecinos de la Villa. Este punto ha sido desarrollado en diferentes maneras, respondiendo en esto a la pluralidad de necesidades de una ciudad tan 10Las entrevistas se han realizado en noviembre de 2015, en el ámbito de la investigación para la tesis de posgrado del autor de este artículo. Por razones de espacio, no es posible transcribirlas en estas páginas. 11Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid... 12“With the idea of creating this 'new place to live', both the local and regional administrations enacted a comprehensive and ambitious program to culturally mobilize Madrid between 1979 and 1986. These efforts can be divided into two different categories: first, Madrid's political elite worked to improve the region's cultural infrastructure to the benefit of all residents; second, new cultural activities were officially sponsored that would lead to greater 'informal' public participation across the capital”. Ibid., pp. 81-82. 13Antonio GÓMEZ RUFO: Carta a un amigo..., p. 33. 14Cabe señalar, entre todos, el volumen que recoge las contribuciones del ciclo de conferencias presentado por el Instituto de Estudios Madrileños sobre este mismo tema: Instituto de Estudios Madrileños, Ayuntamiento de Madrid: 1977 - 2002. Veinticinco Años de Cultura Madrileña. Conferencias, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 2003. 72 heterogénea como era la capital después de décadas de desarrollo desenfrenado. Una de las acciones básicas y primarias fue la edificación de un importante número de institutos de educación: desde el principio de la alcaldía se empezaron a dotar todos los barrios de guarderías, escuelas, bachilleratos e institutos de Formación Profesional. Estos establecimientos eran realizados en su mayoría en las áreas más necesitadas de la ciudad, con lo que se seguía una política de inclusión social: prueba de ello sea también el principio de accesibilidad por el que se elegía su localización, colocando los inmuebles en lugares servidos por el transporte público. Completaba la actuación una larga serie de instalaciones deportivas y sanitarias, de parques y de espacios recreativos, cuyo número competía con el de las escuelas y realizados según los mismos criterios. Se equipaban así todos los barrios con los servicios considerados primarios, completando su remodelación a través de un complejo sistema de intervenciones del que vamos a hablar a continuación. La dotación a la ciudad entera de estos centros funcionales constituía uno de los puntos más importantes en el programa del Plan General del 1985 y en sus discusiones preliminares, y era una de las encarnaciones más evidentes de los principios que lo inspiraban. La propuesta, de todas formas, no había nacido ex novo, sino que era el resultado de un conjunto de reivindicaciones inicialmente demandadas por los movimientos vecinales, absorbidas posteriormente por la nueva administración democrática15. La construcción y la adaptación al uso de nuevas bibliotecas constituyó otro recurso muy importante para el desarrollo educativo de la población madrileña. La disposición de estas en el territorio municipal seguía los mismos principios de utilidad social y accesibilidad que regularon la de los institutos de educación, mientras que el alcalde, durante sus conversaciones radiofónicas con los vecinos, señalaba y defendía la necesitad que de estas había en la ciudad16. En dirección análoga iba la fundación de “casas de cultura de barrio” y de “salas de cultura popular”, ampliamente preanunciada en las proclamas electorales: a este tipo de instituciones se refería Don Enrique cuando 15Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1982, pp. 76-77. 16Los discursos de Don Enrique posteriormente fueron recompilados en un libro, editado por el Ayuntamiento: Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio. Pronunciadas por el Alcalde de Madrid D. Enrique Tierno Galván. Madrid, 1979 - 1980, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1981. 73 hablaba de “revolución popular” o “cultural”, para la que condición preliminar resultaba ser la elevación intelectual de las clases menos instruidas. El incremento de consumo cultural strictusensu fue otro reto de la Junta Tierno Galván. Una feliz coyuntura política hizo que este objetivo coincidiera con las políticas culturales del Estado17 y, más tarde, las regionales: sobre todo a partir de cuando, con la elección de Joaquín Leguina a primer Presidente de la Comunidad de Madrid en el 1983, las tres entidades territoriales con jurisdicción sobre la capital – Estado, Comunidad y Ayuntamiento – estaban gobernadas por el mismo partido. Un paso importante fue la institución de nuevos museos y el fortalecimiento de la oferta cultural de los que ya existían18, en lo que los ministerios de cultura nacionales jugaron un papel fundamental. Sin embargo, el verdadero símbolo de las políticas “tiernistas” es representado por los centros culturales: de estas fundaciones fue abierto un gran número, a menudo adaptando al uso o recuperando viejos edificios, y los que ya estaban en función – como el Centro cultural de la Villa, verdadera punta de lanza de los eventos artísticos relacionados con el Ayuntamiento en esos años19 – incrementaron su actividad. La transformación de los viejos edificios, además, adquiría a veces un fuerte valor simbólico: de hecho el uso original de algunos de estos establecimientos era de tipo militar, o estaba relacionado con el pasado régimen. El caso más llamativo fue el del cuartel del Conde Duque, que llegó a ser el otro eje principal de las manifestaciones artísticas y culturales de la ciudad. Otros edificios fueron transformados en recursos comunitarios o administrativos de género diferente20, exorcizando el espectro franquista. En esta dirección iba también una de las primeras, más conocidas y más controvertidas intervenciones del Ayuntamiento en ámbito urbanístico: el repentino cambio del nombre de las calles intituladas a personas o hechos relacionados con la 17Giulia QUAGGIO: La cultura... 18Ayuntamiento de Madrid: Adquisiciones 1979-1983: Museo municipal. Exposición abril-junio 1983, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1983. 19Ayuntamiento de Madrid: Centro Cultural de la Villa: 1977-1987, diez años, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1987. 20Este fue el caso – entre otros – del monumento a los caídos de plaza de la Moncloa, que después de la reforma pasó a ser la sede de la Junta Municipal de la Moncloa. Otro ejemplo se puede encontrar en una instalación militar que se hallaba en Tetuán, en lugar de la que la administración realizó plaza de la Remonta. 74 dictadura, las cuales en mayoría volvieron a su denominación original, cultivando así la idea de un retorno a los orígenes21. Todo ello se inscribía en un complejo de operaciones dirigido a la renovación de la identidad de la ciudad y de su imagen a los ojos del mundo, del que hablaremos a continuación. Las actividades culturales fueron desarrolladas e impulsadas con la misma intensidad. Encuentros, exposiciones artísticas, conferencias: el Ayuntamiento había asumido la función de generador, promulgador y patrón de eventos de todo tipo. Eran impulsadas y valorizadas también las manifestaciones ya arraigadas, a veces de manera informal y personalista: famosas, por ejemplo, las largas paradas que el mismo Don Enrique solía hacer en cada tienda de la Feria del libro22. A esto se añadían proyectos particulares, animados por los mismos principios que movían las demás actuaciones municipales. Cabe destacar, entre todos, la iniciativa llamada “Universidad en los barrios”: esta, que traía su orígen en un proyecto análogo empezado en 1920 y caído en desuso bajo Franco, consistía en el llevar ciclos de clases celebrados por profesores de la Universidad Complutense a las periferias y a los barrios populares. Los temas eran seleccionados a través de cuestionarios enviados a la población, la cual era libre de elegir y proponer los argumentos que más la interesaban: de la medicina a la literatura, de la Historia a la higiene, de la educación sexual reivindicada como laica y científica – a la política. Los encuentros eran diseñados en manera interactiva, para que estimularan 21El ex Concejal Enrique Moral Sandoval, tal vez el mayor propugnador de este conjunto de intervenciones, en la entrevista – grabada por el autor en noviembre de 2015 – se ha prolongado mucho en explicar las implicaciones de la resolución: desde las motivaciones más profundas, como la respuesta a la espera y las expectativas de toda España hacia lo que iba a hacer la capital, hasta las varias amenazas que – según dijo – los concejales recibieron por parte de extremistas de derechas. Estas intervenciones, que en esta sede nos limitamos a mencionar por cuestiones de espacio, han sido también objeto de un número destacable de artículos y ensayos. Uno de los autores que más ha tratado el tema es Aparisi Laporta, gran estudioso de toponimia madrileña, especialmente en las páginas de los Anales del Instituto de Estudios Madrileños. Entre otras contribuciones: Luis Miguel APARISI LAPORTA: “Instrumentación política partidista de la toponimia. Períodos que se inician en los años 1931, 1939 y 1980”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XXXVIII (1988). 22El detalle, que puede parecer una mera anécdota, puede ser útil para revelar algo sobre la actitud del alcalde en público; lo que nos lleva a individuar dos de las características más relevantes de su figura política, de las que hablaremos a continuación: la comunicación y la presencia, que fueron puntos de fuerza de su relación con los vecinos. El hecho, ya bastante conocido, nos ha sido contado por Enrique Moral Sandoval en la entrevista del noviembre del 2015. 75 la máxima participación del público. También en proyectos comos estos se reflejaba la ambición de instruir a las clases populares23. Las actividades impulsadas por el Ayuntamiento respondían también a otro de los objetivos más importantes de la administración Tierno Galván, verdadero pilar de sus políticas culturales: la recuperación de la relación entre los madrileños, su pasado 24 y su propia ciudad. Este último término tiene que entenderse en tres acepciones: a) el lugar físico en su dimensión histórica, con sus palacios, sus monumentos y sus plazas; b) la identidad de la ciudad, en su sentido más íntimo, tradicional y popular – casi folclórico –, que para el “viejo profesor” había sido profundamente alterada y tenía que ser recuperada; c) un lugar de agregación, intercambio y socialidad, función que la capital había siempre ejercido, y que a la recuperación de la tradición sobreponía una fuerte proyección hacia el futuro. La profundización del conocimiento que los madrileños tenían de la ciudad que les rodeaba fue un objetivo perseguido principalmente a través de dos tipos de intervención: las actividades propiamente dichas y un amplio uso de la imprenta municipal. Al primer caso se pueden atribuir proyectos como “Conozcamos Madrid”, que consistía en una serie de visitas guiadas abiertas al público a monumentos de la ciudad; organizado por la Delegación de Relaciones Sociales y Vecinales, la iniciativa involucró un número copioso de vecinos25. En el segundo caso encontraremos una larga serie de libros y revistas de carácter histórico-artístico, que trataban tanto de la ciudad como de sus barrios. Uno de estos textos – Conocer Madrid – fue adjuntado incluso al libro que ilustraba las líneas de actuación sobre las que se habría desarrollado el Plan General de Ordenación Urbana del 1985, Recuperar Madrid26; con referencia a las 23El proyecto ha sido expuesto por el propio Don Enrique durante sus conversaciones radiofónicas: Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio... 24La relación entre Don Enrique, su alcaldía y el uso del pasado y de la Historia es tratada en un interesante artículo de Carmen Cayetano Martín. Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia en la Política del Ayuntamiento de Madrid. 1978-2002”, en Instituto de Estudios Madrileños, Ayuntamiento de Madrid: 1977 - 2002. Veinticinco Años... 25Otra iniciativa interesante fue la denominada “Madrid para los niños”, la cual a una parte “turística” añadía un importante proyecto de instrucción sobre los servicios e instituciones de la ciudad. Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid..., p. 58-60. 26Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Conocer Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1982, y Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid... 76 publicaciones periódicas, sin embargo, espécimen era el conocido Villa de Madrid27. Una abundancia de publicaciones parecidas, de todo modo, era producida también por la recién nacida Comunidad28. La recuperación de la identidad cultural de la ciudad ocupaba un lugar igualmente importante en el programa de la Junta. Ello, sin embargo, no tiene que ser interpretado como mera tendencia tradicionalista, sino que se puede atribuir a aquel amor para las raíces culturales que ha protagonizado una parte conspicua de los movimentos progresistas del segundo siglo XX europeo, al cual se añadía la sensibilidad de un gran hombre de letras y de un agudo sociólogo. Este punto se concretizó con un imponente plan para la revitalización de las fiesta populares 29 a través de subvenciones, patrocinios, visibilidad en los órganos de prensa del Ayuntamiento30 y de la presencia oficial o informal de las personalidades de la Junta, en particular del mismo alcalde. Los esfuerzos se concentraban en las grandes manifestaciones consideradas más características del espíritu madrileño, tanto las laicas como las religiosas: San Isidro, el Carnaval y la Navidad constituyeron el centro de una de las más grandes operaciones culturales nunca realizadas en ámbito municipal en toda España. En particular a la fiesta madrileña por excelencia, San Isidro, que se veía enriquecida y que intentaba involucrar una masa de vecinos siempre más numerosa, se flanqueaba otra igualmente importante: el Carnaval que, prohibido por las dos dictaduras del siglo XX, se afianzaba ahora con toda su carga subversiva31. La atención hacia esta fiesta, relanzada por Tierno Galván en 1980 – y que después de dos años podía por fin ser celebrada con máscaras –, se percibe también en la cobertura mediática que la 27Villa de Madrid. Revista del Excmo. Ayuntamiento. Delegación de Cultura, editada por Artes Gráficas Municipales. Nacida en 1958, tenía oficialmente cadencia trimestral, aunque a menudo su publicación era irregular. No hay que confundir esta revista con la llamada Villa de Madrid: informativo, editada por el mismo Ayuntamiento a partir del 1981 y con cadencia quincenal. 28Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid..., p. 58-63. 29Entre otros: Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”. 30Villa de Madrid: informativo es tal vez el periódico que dedica más espacio a los artículos sobre la organización de los festejos, el programa de las manifestaciones, su importancia... 31Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”. 77 acompañó, tanto en el periódico Villa de Madrid como en las Charlas de radio32, hasta la publicación de un libro sobre el tema a través de la imprenta municipal33. Esta actitud hacia las fiestas no era exclusiva del Ayuntamiento de Madrid, sino que reflejaba una tendencia que juntaba la mayoría de las instituciones públicas en la España de la Transición, especialmente e nivel regional o municipal. La misma Comunidad de Madrid se mostró particularmente prolífica bajo este aspecto: iniciativas como la de “Madrid en fiestas”, rebautizada “Pueblos de Madrid en fiestas” en 1985, testimonian el gran interés que la institución autonómica tenía hacia estas manifestaciones populares, como su conciencia del papel que los nuevos órganos democráticos jugaban en la promoción de la animación sociocultural tanto en sus formas tradicionales como en las más modernas34. La fricción entre estas dos maneras de entender las fiestas de pueblo, de todo modo, no parece resolverse en las diferentes realidades locales de la Comunidad: podemos ver un indicio de esto en un documento del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid relativo a la dicha campaña “Madrid en Fiestas – 1984”, en el que se desvela el descontento de la administración regional hacia la elección, hecha por los municipios más pequeños, de financiar esencialmente cerimonias religiosas y tradicionales35. El Ayuntamiento de Madrid, en contrario, 32Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio... pp. 33-34. 33Julio GÓMEZ DE SALAZAR Y ALONSO: Madrid Carnaval, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1986 34La organización de esta campaña ha dejado, en el Fondo Consejería de Cultura del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, cajas y cajas de documentación: estudios preliminares, análisis, correspondencia, contabilidad, papeles y libros informativos, descripciones de artistas, decisiones administrativas y así siguiendo; además, una parte de estos documentos constituye un extenso y precioso estudio sobre las fiestas tradicionales de los diferentes pueblos del entorno de Madrid. La campaña “Madrid en Fiestas”, nacida en 1980, tenía cadencia anual, y consistía en la financiación y en el apoyo a fiestas locales en todos los pueblos de la Comunidad por debajo de los cincuenta mil habitantes. Una lista de artistas recomendados se hacía circular previamente, incluyendo espectáculos de teatro, orquestas, música... De los papeles se infiere que uno de los objetivos principales fuera el de modernizar las fiesta tradicionales de los pueblos pequeños, a través de la introducción de formas de entretenimiento que no tuvieran connotación religiosa; en este sentido, destaca el análisis profundo realizado en torno a la realidad sociopolítica del territorio y de dichos pueblos. Un documento accesible con facilidad es el libro s.a.: Madrid en Fiestas. 1984. V campaña de animación cultural, Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid, 1984. 35Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, Fondo Consejería de Cultura, caja 28302/1: Informememoria de la campaña “Madrid en fiestas verano – 1.984”, firmado por un equipo técnico de la misma Comunidad en Madrid en enero de 1985. El documento, que no es otro que una relación sobre la actuación de la campaña del año anterior, es representativo de la utilización política del arte y de la fiesta perpetuada por la mayoría de las administraciones durante la Transición y en los años inmediatamente siguientes, come de la importancia que en este sentido se atribuía a los gobiernos locales: “Acercarse a la comunidad global supone [...] contextualizarla en su núcleo natural: el Municipio”, p. 1; y a 78 parecía haber superado la cuestión: los presupuestos cubrían ampliamente las manifestaciones religiosas36 como las laicas, y en la socialidad de la fiesta la Junta de Don Enrique cultivaba una nueva imagen de la ciudad. Madrid, entonces, como lugar de agregación, de intercambio y de socialidad: esto el tercer rasgo de la ciudad que iba a ser promovido. De las fiesta tradicionales a las en plaza el paso era breve, y a menudo coincidían. Las multitudes de jóvenes que habitaban Madrid37 pedían diversión y libertad, y liberados de los primeros lazos de la dictadura irrumpían ahora con su energía, su creatividad y con las ganas de dejarse atrás los horrores y la desolación cultural del régimen. Había nacido la Movida madrileña38: un fenómeno que en sus inicios se caracterizaba por una sustancial espontaneidad, y que continuación: “Es importante destacar que las Fiestas locales desde los Ayuntamientos democráticos deben inscribirse en un amplio proceso de animación sociocultural, donde el acceso y el disfrute de los bienes culturales sea un objetivo prioritario, junto con el sentido de la fiesta como ocio recreativo y lúdico. [...] Por eso podemos decir que las Fiestas son hoy un campo para la animación sociocultural y para la participación ciudadana”, p. 3. Hacia el final del documento se desvelan algunos de los problemas registrados en la relación entre la Comunidad y algunos de los Ayuntamientos: ante todo, algunos de estos últimos no han mencionado la participación de la Comunidad en la organización; “En segundo lugar, destaca la clara incidencia de algunas actividades tradicionales [...]. En tercer lugar, es interesante destacar cómo se anuncian los días festivos de cada comunidad. Mayoritariamente se distribuyen entre dos conceptos – que encierran connotaciones ideológicas: Fiestas Populares y Fiestas Patronales al amparo de una advocación religiosa. La referencia de Fiesta patronal se da en la mayoría de los pueblos, sobre todo en los de menor población, que mantienen a su vez un lenguaje tradicional que incluye un saludo en las primeras páginas del programa del Cura Párroco de la localidad; mientras que en los pueblos más numerosos aparece la referencia de Fiesta Popular y el saludo viene dado por el Sr. Alcalde”, p. 15. 36Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”. 37El gran número de jóvenes que, hijos del desarrollismo y de las políticas de natalidad, residían en la ciudad entre el fin de los Setentas y el principio de los Ochentas, ha orientado en manera decisiva las políticas culturales del Ayuntamiento de Madrid. El tema merecería estudios apropiados, aunque ya ha sido tratado por algunos historiadores. En la entrevista a Enrique Moral Sandoval – noviembre de 2015 – , fue el mismo ex-concejal a comentarnos cómo la primera motivación de gran parte de las políticas municipales se pudiera encontrar en el número impactante – a nivel tan demográfico como electoral – de chicos y chicas. 38La Movida, ampliamente tratada en la mayoría de las obras históricas e historiográficas sobre la Transición, ha sido también objeto de numerosas monografías. Algunas de estas recogen los testimonios preciosos de los protagonistas de la época; los ejemplos más destacados son el famoso José Luis GALLERO: Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña, Madrid, Ardora, 1991, y el catálogo de la exposición organizada por la Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid y que tuvo lugar en 2007 en Madrid: Blanca SÁNCHEZ (coord.): La Movida, Madrid, Comunidad de Madrid, 2007. Un ejemplo de estudio monográfico es William J. NICHOLS, H. ROSI SONG (coords.): Toward a Cultural Archive of La Movida, Madison - Teaneck, Fairleigh Dickinson University Press, 2014. Muchas informaciones se pueden encontrar también en Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid... En el Centro de documentación del Museo Reina Sofía, además, se pueden encontrar los fondos personales de algunos de los exponentes de este movimiento: en particular el Archivo Quico Rivas, el Archivo Miguel Trillo y el Archivo Carteles de la sala Rock-Ola/Lorenzo Rodríguez. 79 sólo con el paso del tiempo habría sido absorbido, patrocinado, impulsado por las administraciones locales. El Ayuntamiento de Madrid hizo suyas estas reivindicaciones, y empezó a apoyar y financiar un gran número de espectáculos, conciertos, iniciativas, festivales, exposiciones. A menudo el mismo Don Enrique participaba en estos eventos: el carácter presencial y participativo imprimido por el alcalde a este movimiento, junto a un nuevo clima sereno, libre y tolerante39, lanzaba el mensaje de una administración que por la primera vez se ponía abiertamente del lado de los jóvenes y de la libertad. La prensa del municipio – en particular La Villa de Madrid – seguía con interés todo lo que estaba relacionado con la Movida o con el mundo de los jóvenes, hasta la fundación de una revista completamente dedicada a estos temas, subvencionada por la Concejalía de Juventud: Madriz40. La ciudad venía equipada con nuevas instalaciones, con salas de concierto pensadas para un público juvenil, como el Rockodromo de Casa de Campo. Madrid, mientras tanto, devenía una de las ciudades con la oferta cultural más interesante e innovadora. Ahora no solo absorbía las tendencias artísticas, sino que las anticipaba también, llegando a ser una de las vanguardias globales que se hacían portavoces del pasaje a la posmodernidad propio de los Ochentas. El cambio de imagen se estaba logrando: la gris capital franquista había vuelto al centro del mundo como ciudad libre y vibrante, irrumpiendo en un “estallido de color”41. Madrid había vuelto a ser un lugar de encuentro y de experimentación. Es la coexistencia de lo antiguo y lo moderno, de tradición y utopía, de identidad histórica y tensión hacia el futuro que ya 39“While it is clear that the Ayuntamiento played no direct part in inventing the movida, it is important to recognize that the administration did indirectly aid the movement's development by creating a climate of tolerance, openness, and free expression between 1979 and 1983. In this sense, Madrid's political elite did not originally create the movida, but rather opened the space for the movement to develop through its desire to culturally transform Madrid. In other words, the Ayuntamiento's emphasis on cultural promotion and participation created the space for new cultural trends – common in other parts of the country after the dictatorship – to become something greater in Madrid. […] Madrid's municipal administration did more than simply tolerate free expression; it actively promoted and sponsored a wide spectrum of cultural initiatives designed to increase participation and instill a sense of pride in the residents of Madrid”, Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid..., pp. 104-105. 40Surgida en 1984, ya al principio de la fase descendente del fenómeno artístico y social que la había animada, se inspiraba en el único género artístico reconocido comúnmente como propio de la Movida, o sea la fanzine. Fuente de numerosas polémicas por parte de la oposición conservadora, la revista no sobrevivió mucho a Don Enrique: una rápida decadencia llevó a su cierre en 1987. 41Pedimos prestadas las palabras de otro libro de divulgación: José Manuel LECHADO: La Movida y no sólo Madrileña, Madrid, Sílex, 2013, p. 15. 80 hemos indicado como uno de los rasgos distintivos del pensamiento y sobre todo de las acciones del “viejo profesor”. Él, constantemente y con todos los medios a su disposición, repetía a toda la población su invito a salir de casa y a encontrarse, a no tenerles miedo al terrorismo y a la criminalidad y a no dejarse oscurecer por los hechos de sangre42. Las razones del fuerte impulso que Tierno Galván dio a este movimiento son variadas y matizadas. Era esta claramente una acción sociopolítica: aplastar en su principio a lo que se habría llamado “franquismo sociológico”, abriendo las puertas a la energía de los jóvenes y al libre circular de las ideas; transformar la Movida en participación43, actuando sobre parte de su carácter individualista, y tal vez esperando que se estuviera delante del florecimiento de la famosa “revolución cultural”. Hay que tener presente, en esta interpretación, la sólida formación sociológica del “viejo profesor”. La actitud del Ayuntamiento, de todo modo, tenía las características de una grande operación de propaganda, con el fin, como hemos comentado, de cambiar la imagen de la ciudad a los ojos del mundo – además de actuar sobre la misma identidad de la sociedad madrileña –. Había con toda probabilidad también algún indicio de populismo, sustantivo al que se ha recurrido a menudo para denigrar las políticas culturales de la Junta Tierno Galván. Sin embargo, en esta conglomeración de interpretaciones, las que en toda probabilidad no están en conflicto sino que son 42Emblemática, en esto, la “charla de radio” a la que se puso el nombre de Carnavales sin miedo. En ella aparecen muchas de las temáticas ya mencionadas, junto a otras típicamente “tiernistas”: la buena convivencia, la moderación, la felicidad de los vecinos... Estas las últimas frases: “De tal modo que, si los vecinos de Madrid ayudan, si entendemos que vamos a hacer un esfuerzo más por entrar en la vía de la tranquilidad y en la confianza de unos con otros; si con estos esfuerzos demostramos a quienes quieren interrumpir nuestra convivencia tranquila, ordenada y libre, que no lo van a lograr y si reanudamos unas fiestas que se echan de menos por todos nuestros visitantes, que pueden traer turismo a España, que pueden darnos otra imagen al exterior, y que pueden ayudarnos a sentirnos más felices, más tranquilos – por lo menos más contentos – sin creer que estamos en una ciudad en la que todo son sombras y todo es peligro, tanto mejor. Vamos, pues, a celebrar los Carnevales. Confiemos. Van a salir bien y es un paso más para volver a las viejas tradiciones, usos, costumbres, entretenimiento; y para ponernos al nivel de alegría y festejos en que toda Europa está, y no recordemos los tiempos pasados en que la política no dejaba que hubiera espontaneidad, diversión, entretenimiento y alegría. Vamos a hacer todo lo que podamos”. Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio... pp. 34-35. 43En el marzo de 1986 Juan Barranco, entonces nuevo alcalde de Madrid después del fallecimiento de Don Enrique, citaba a su predecesor en las columnas del periódico Villa de Madrid: “Como dijo el viejo profesor: 'La ‘movida’ significa participación. Una articulación y una colaboración entre los órganos culturales, administrativos y pueblo. Hemos pasado de formas institucionales y rígidas a una cultura en buena medida espontánea, que se ha creado a través de la democracia y los esfuerzos municipales. En este sentido, hemos rehecho Madrid'”. Juan BARRANCO: “La 'movida' de Madrid”, Villa de Madrid: informativo, 15 de marzo de 1986. 81 integrantes, no hay que olvidarse de una característica de Don Enrique: su amor para la libertad, en gran medida derivado por su pasado anarquista44. La ciudad física y los vecinos. Otras características esenciales de la alcaldía de Tierno Galván De todo lo visto podemos deducir que la afirmación de Hamilton Stapell, por la que los ejes de las políticas culturales de la administración local madrileña entre 1979 y 1986 se pueden encontrar en la creación de infraestructuras y la promoción de actividades culturales, resulta sustancialmente fundada. Lo mismo se puede decir de la de Gómez Rufo, cuando el autor interpreta la cultura como uno de los “pilares básicos” del Ayuntamiento presidido por Enrique Tierno Galván. Sin embargo, hay otros elementos para considerar, en el momento de analizar la actuación del “viejo profesor” en calidad de alcalde de Madrid y extrapolar los principios que la animaban. Elementos que, aunque queden fuera de nuestra investigación sobre las políticas culturales del Ayuntamiento, necesitan por lo menos ser mencionadas. Antes que todo la centralidad del urbanismo en su programa y en el complejo de sus acciones. Un urbanismo que era esencialmente ideológico, a veces político, y que reafirmándose como ciencia civil tenía el dúplice objetivo de acercar la Villa de Madrid a su antiguo esplendor – una ciudad artística, noble, bella, verde, ordenada y decorosa – y de eliminar los grandes desequilibrios sociales que se habían acumulado en las últimas décadas. Gran parte de las líneas fundamentales de su operación de regeneración urbanística pueden encontrarse en el libro Recuperar Madrid45, que en diez capítulos explicaba a los vecinos el Plan General que habría sido aprobado en 198546, su 44Las primeras palabras que el periodista Rafael Fraguas pronunció en la entrevista del noviembre de 2015 fueron las siguientes: “Antes que todo, hay que recordar que Don Enrique tenía un pasado libertario, que había sido anarquista. Sólo teniendo en cuenta esto podemos comprender las razones de su política cultural y de su apoyo a la Movida”. 45 Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid... 46 Para el Plan y su presentación al público: Ayuntamiento de Madrid: Plan General de Ordenación de Madrid, 1985. Memoria general, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985; ÍD.: Programa de actuación. Plan General de Ordenación de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985. Para las normas en concreto: Ayuntamiento de Madrid, Oficina Municipal del Plan, Normas Urbanísticas I. Plan General de Ordenación urbana de Madrid 1985, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985; ÍD.: Normas Urbanísticas II. Plan General de Ordenación urbana de Madrid 1985, Madrid, Ayuntamiento de 82 necesidad y los principios que lo regulaban. Particularmente importante en nuestra investigación es el prólogo, en el que el mismo Don Enrique hacía una reseña de los problemas de Madrid y diseñaba, basándose en las soluciones propuestas, las bases de una especie de proyecto de ciudad ideal47. Los principios de su política urbanística eran diferentes. Ante todo la resolución de los desequilibrios sociales entre los barrios: esto comportaba en primer lugar la demolición de las chabolas y de las Unidades Vecinales de Absorción fruto de la inmigración del período desarrollista; en segundo lugar, se seguía el objetivo de reequilibrar el norte de la ciudad, privilegiado por la urbanización franquista y que tenía su eje en el actual Paseo de la Castellana, y los barrios de periferia y del sur, a través de la homogeneización de la oferta de equipamientos – de los que ya hemos hablado –, de infraestructuras y de medios de transporte públicos. Otro de los principios fundamentales era el de detener la tercerización del centro, parando la expulsión de las clases populares de los barrios tradicionales y la edificación de edificios nuevos y de lujo, y apostando por una regeneración del área central en un sentido histórico y artístico. Muy importante era el tema del derecho a la vivienda, en el que tenía su origen toda una serie de desequilibrios que estaban en el centro de las intervenciones urbanísticas de la Junta. Otros principios fundamentales eran el fomento al transporte público, la descentralización administrativa48, el crecimiento de las áreas verdes, la racionalización de la cuadrícula urbanística de los barrios más caóticos, el mantenimiento del uso público de las áreas de propiedad municipal, mejorar la calidad del medio ambiente para valorizar la imagen de la ciudad, establecer límites a la contaminación y peatonalizar algunas calles, limitar la nueva edificación y establecer green belts para que la ciudad no siguiera englobando el campo, organizar y controlar el crecimiento de la ciudad, prevenir la especulación edilicia, garantizar el derecho a la vivienda también a los Madrid, 1985. Una contribución posterior del entonces Concejal de Urbanismo Eduardo Mangada se puede encontrar en: Eduardo MANGADA SAMAIN: “De la ideología al pragmatismo económico. Recordando el Plan General de ordenación urbana de Madrid de 1985”, en Julio VINUESA et al. (coords.): Reflexiones a propósito de la Revisión del Plan General de Madrid, Madrid, Grupo TRyS, 2013. 47 Ibid., pp. 6-7. 48 En esta dirección el alcalde había creado, en el interior del organigrama municipal, el Área de Descentralización y Coordinación Territorial. 83 vecinos desalojados de las chabolas, reestructurar los edificios históricos y mejorar las infraestructuras. El saneamiento del Manzanares49, proyecto heredado de los administradores anteriores, se inscribía en el dúplice objetivo de dotar el cuadrante de una importante área verde y de reequilibrar el norte y el sur de la ciudad, haciendo del río el nuevo eje y centro de la Villa. Un proyecto urbanístico, entonces, que tendía hacia la belleza y la igualdad, pero no sólo ello: la participación ciudadana constituía su fundamento esencial. Una primera intervención fue la democratización de las Juntas de Distrito – creadas en el 1963 con tareas administrativas y cerimoniales –, en el que un papel fundamental lo jugaron los movimientos vecinales: el 28 de marzo del 1980 el Pleno aprobaba las nuevas “Normas de Participación Ciudadana”, las cuales reformaban las Juntas y ampliaban su función de representación sustancial y democrática; mientras tanto se creaban numerosos Consejos de Distrito, con tareas que iban de la sanidad a la cultura. Eran primeros pasos hacia la descentralización y la participación: la institución de diferentes Jornadas sobre la Participación ciudadana a partir del noviembre de 1980 y el ajuste de la legislación en esta dirección (“Normas Reguladoras de la Participación Ciudadana”, Marzo 1982)50 completaron la operación. Mientras tanto, una vasta y larga campaña de sensibilización conducida en las publicaciones municipales – especialmente en La Villa de Madrid51 – animaba continuamente a los vecinos para que participaran en la creación del nuevo Plan de la ciudad: una operación que llegó a incluir un número destacable de cuestionarios directamente enviados a las casas de los vecinos, para que los rellenaran con sus necesidades y sugerencias. Además, como ya hemos comentado, la formulación del nuevo Plan General de Ordenación vio incluidas también las reivindicaciones de los movimientos vecinales52, órganos que habían surgido 49 Enrique TIERNO GALVÁN, Heriberto QUESADA: El agua de Madrid. PSIM (Plan de Saneamiento integral de Madrid), Barcellona, Lunwerg, 1985. 50 Hamilton M. Stapell: Remaking Madrid..., p. 70. 51 Se vea cualquier de las ediciones de los primeros años. 52Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid..., pp. 76-77. 84 espontáneamente entre los vecinos durante el franquismo como vehículo de sus exigencias de democratización sobre la administración de la ciudad y de los barrios 53. Otro rasgo que hay que tener en cuenta para un análisis de la alcaldía de Tierno Galván es la relación directa que él intentó establecer con los vecinos. Un aspecto que asumía formas diferentes: antes que todo su papel de gran comunicador, que él ejercía a través de una pluralidad de medios que iban de la radio a los periódicos, de los libros a las manifestaciones de plaza, hasta sus famosos bandos54; un papel que él ha siempre sentido como propio, en el que se reflejaban probablemente también su procedencia catedrática y su pasado de tejedor de relaciones entre las oposiciones antifranquistas. En segundo lugar, junto al tema de la comunicación está el de la transparencia, que la administración Tierno Galván cuidaba particularmente, informando continuamente a los vecinos sobre las operaciones del Ayuntamiento. En tercer lugar, Don Enrique era un alcalde presente: en plaza, en las inauguraciones, en la fiestas, los vecinos estaban acostumbrados a verlo junto a ellos; una revolución, después de décadas de autoridades lejanas e inaccesibles55. Finalmente, no hay que olvidar el carácter personalista que él imprimió a la gestión de la res publica municipal: en su presencia pública, en su estilo directo y afectuoso de comunicación con los madrileños, en las medidas tomadas para la ciudad, en las pacíficas intervenciones en el Pleno 56. Un rasgo del que derivó que su propia imagen a veces se sobrepusiera con la de la Villa de Madrid, y que hizo que más de un comentador lo acusara de comportarse como un monarca. 53Entre los muchos ensayos de calidad sobre la historia de estos movimientos en Madrid, sigue destacando el clásico escrito de Castells: Manuel CASTELLS:Ciudad, democracia y socialismo, Madrid, Siglo XXI de España, 1977. 54Los “bandos del alcalde” de Tierno Galván, que han llegado a ser considerados un verdadero género literario, han tenido también un gran éxito editorial postumo. En los textos se puede encontrar mucho del carácter personalista de la alcaldía de Don Enrique: hilo directo de comunicación con los vecinos, ellos constituyen un ejemplo de una tradición castiza arraigada, representada por su lenguaje puro, a la que se le va a añadir un carácter sustancialmente experimental. Entre las muchas ediciones de los mismos: Enrique TIERNO GALVÁN: Bandos del alcalde, Madrid, Tecnos, 1986. Interesante el estudio de Galende Díaz: Juan Carlos GALENDE DÍAZ: “Los bandos municipales del alcalde Enrique Tierno Galván: Diplomática contemporánea”, Madrid. Revista de arte, geografía e historia, 5(2002). 55Entrevista a Enrique Moral Sandoval, noviembre 2015. 56Archivo de la Villa de Madrid, Fondo Secretaría. Actas del Pleno 1979-1986. 85 Conclusión. ¿Un proyecto de ciudad “tiernista”? Tenemos que ir atando los “cabos sueltos”. Por lo que hemos visto, la visión que Don Enrique tenía de su mandato parecía sobrepasar los límites impuestos a un alcalde. El “viejo profesor” tenía la imagen de un Madrid ideal, al que él tenía que ayudar a nacer como un mayéutico, que tenía que formar como demiurgo: una ciudad “tiernista”, plasmada a partir de la forma que él había trazado en los largos años de estudio y de militancia política. Por un lado un indicio de su personalismo con un sabor tal vez lejanamente monárquico; por el otro, la refinada construcción de un intelectual militante. Esta ciudad ha sido enunciada en diferentes lugares: la podemos encontrar en el prólogo del libro Recuperar Madrid, en la introducción al escrito Un paseo por Madrid57, en sus innumerables llamamientos a los vecinos en los bandos, en las Charlas de Radio, en los editoriales en el periódico Villa de Madrid, en sus artículos y declaraciones de cada especie. En cualquier lugar venía trazada una ciudad equilibrada, ordenada, justa, feliz, libre, democrática, participada, interesada, interesante; una ciudad que en un juego de diálogo estimulara el intelecto de los vecinos y al mismo tiempo fuera esculpida por ello; en la que la creatividad y la libertad coexistían con el respeto mutuo y el orden. La alcaldía de Tierno Galván tenía mucho de experimental: pero era una experimentación en parte controlada, lejana de las improvisaciones y construida sobre un profundo conocimiento catedrático de la filosofía, del pensamiento político y de la sociología. Una sólida base teórica e ideológica que coexistía con una fuerte tensión hacia el futuro y la utopía, dentro de un marco histórico y cultural que parecía rechazar las primeras y parcialmente también las segundas, concentrando sus atenciones en un presente que tenía que ser recuperado. Es en este contexto que la alcaldía de Don Enrique afina su carácter de propuesta práctica: una propuesta de ruptura social, en la que lo político ya no significaba división, miedo o sangre, volcando el tema franquista de la paz bajo la sombra de la libertad y de la participación. 57Enrique TIERNO GALVÁN: “Una ciudad para todos”, en Luis CARANDELL: Un paseo por Madrid, Barcellona, Lunwerg, 1985. 86 ¿Apuesta perdida? La contracultura en la Transición española a través de la revista Ajoblanco (1974-1980) Mónica Granell Toledo (Universitat de València)1 En la aproximación a la contracultura2 de los años setenta en España se hace necesario el análisis de una de sus manifestaciones culturales más significativas: la revista Ajoblanco (Barcelona, 1974-1980).3 En el contexto general de la Transición a la democracia en este país, la particular evolución de esta revista es la que nos permite hacer hincapié en un estudio comparado con la revista italiana Re Nudo (Milán, 19701980), dirigida por Andrea Valcarenghi, fundador y animador del Centro di Controcultura Re Nudo. Al mismo tiempo, nos permite hablar de la posibilidad de creación de un partido político similar al Partito Radicale italiano de Marco Pannella. A través de estas cuestiones podemos analizar en paralelo la contracultura española, y todo lo que de utópico y libertario planteaba, y su paso potencial a una estructura política organizada, y el llamado “Movimento del ‘77” italiano, nacido principalmente en el área de los grupos de la izquierda extraparlamentaria. Si bien es cierto que en ciudades como Madrid, Sevilla o Valencia se produjeron expresiones muy importantes, fue en Barcelona donde la contracultura contó con una infraestructura adecuada desde el principio. Allí se encontraban las editoriales que la La autora participa del proyecto de investigación “Derechas y nación en la España contemporánea. culturas e identidades en conflicto” (HAR2014-53042-P), financiado por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica, del Ministerio español de Economía y Competitividad. 2 Theodore ROSZAK: El nacimiento de una contracultura, Barcelona, Kairós, 1970. Roszak acuñó el término para referirse a la actividad rebelde de la juventud. Puede entenderse, entonces, y siguiendo sus palabras, en dos sentidos. Por una parte, constituye una ofensiva contra la cultura predominante. Por otra, es una “cultura a la contra” que permanece, al menos en un primer momento, a margen del mercado y los medios de formación de masas. 3 José RIBAS: Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad, Barcelona, RBA, 2007. 1 87 publicaron y las redacciones de las revistas que le dieron difusión y que acabaron siendo sus pilares. Además, fue la ciudad donde se produjo el progresivo renacimiento del libertarismo que, como cultura política, se había transformado profundamente en los años del tardofranquismo y la Transición. La capital histórica del movimiento anarquista español se convertía, entonces, en escenario de las intensas alteraciones que estaba sufriendo el mundo ácrata y libertario,4 y que volvían a situar este lenguaje político en un primer plano tras los años del franquismo en los que, por muy diversas razones, había quedado oscurecido. Pero este insospechado renacer se produjo en unos términos muy distintos de los de su legado histórico, de manera que el libertarismo acabó aproximándose a otras culturas y lenguajes que poco o nada tendrían que ver con su pasado, como la contracultura y Ajoblanco, con su particular lectura de la misma. Esto ocurre teniendo en cuenta que, en el mundo occidental, las energías liberadas en 1968, y afianzadas por la contracultura, reavivaron la democracia participativa y la acción directa, al tiempo que llevaban el desafío de la democracia a nuevos territorios de la vida personal. Del “desorden” resultante surgieron diversos y nuevos activismos que llevarían a cabo sus reivindicaciones fuera de las cámaras políticas, cuyo estilo parecía exótico y sin importancia a la vieja izquierda socialista y comunista: los feminismos, la política de los gays y lesbianas, la política de la sexualidad en general, la sanidad y los movimientos relacionados con ella, la ecología radical, los okupas y otros aspectos del ambiente alternativo, los movimientos pacifistas, el antirracismo, el multiculturalismo y los festivales libres, entre otros. Estos “movimientos” abrieron los programas políticos existentes; redefinieron los límites entre lo público y lo privado, lo político y lo personal; y ampliaron el significado de la acción política, al tiempo que modificaron radicalmente la categoría misma de “lo político”. Así, en el caso de España, estas nuevas sensibilidades se articularían, por una Margaret, TORRES RAYAN: “El anarquismo viejo y nuevo: la reconstrucción de la CNT, 1976-1979”, en La oposición libertaria al régimen de Franco 1936-1975: Memorias de las III Jornadas Internacionales de Debate Libertario, Madrid, Fundación Salvador Seguí, 1993, pp. 653-674. Joan ZAMBRANA: La alternativa libertaria. Catalunya 1976-1979, Badalona, Fet a Mà, 2000. Gonzalo, WILHELMI: El movimiento libertario en la transición. Madrid 1975-1982, Madrid, Fundación Salvador Seguí, 2012. 4 88 parte, desde algunos sectores del movimiento estudiantil y desde grupos situados a la izquierda de la izquierda y, por otra, desde la propia sociedad civil.5 Aunque el atractivo del PCE era indiscutible, así como lo venía siendo su centralidad en buena parte de las luchas estudiantiles, era evidente que una gran parte de los jóvenes se inclinaba mayoritariamente por opciones más radicales. Esta izquierda radical se formó, en buena medida, a partir de las diferentes escisiones del PCE habidas a raíz de los acontecimientos de 1968. Eran grupos bastante minoritarios, en ocasiones con gran capacidad de movilización, y a menudo caracterizados por un fuerte activismo. Pero también los movimientos anarquista y libertario en España, donde encaja ese intento de reconstrucción de la CNT, que se fraguó sobre una ambigüedad que desembocará en problemas internos y enfrentamientos ideológicos entre el sindicato histórico y un movimiento libertario más amplio, que incluía a todas las fuerzas combativas nuevas, engendradas con el desarrollo del capitalismo avanzado , también se observaron otras manifestaciones que serían la expresión dinámica de ese libertarismo: las comunas, los grupos autónomos, las federaciones y los colectivos y, en especial, los ateneos libertarios. La CNT perdía el componente obrero y se nutría cada vez más de concepciones culturalistas y vivenciales (contraculturales) . A esta situación, ya de por sí conflictiva, se añadía la presencia de otros grupos que pudieron encontrar en esta reconstruida CNT la organización más adecuada para presentar sus reclamaciones ante la sociedad, atraídos por la parte más popular del anarquismo, la libertad. La participación de todos ellos en las Jornadas Libertarias Internacionales de Barcelona, organizadas justamente por la CNT y la revista Ajoblanco, hará de 1977 el momento culminante del resurgir del libertarismo en Cataluña. Desde el principio, Ajoblanco manifestó su utopismo. La posibilidad de vincular esta utopía de la revista con la acracia, a través de la anarquía, estaba presente Para el caso de la sociedad civil en España, véanse, especialmente Ismael SAZ: “Y la sociedad marcó el camino. O sobre el triunfo de la democracia en España (1969-1978)”, en Rafael QUIROSACHEYROUZE MUÑOZ (ed.): La sociedad española en la transición. Los movimientos sociales en el proceso democratizador, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011, pp. 29-42; y Pamela RADCLIFF: Making democratic citizens in Spain: civil society and the popular origins of the transition, 1960-1978, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2011. Véase, también, Álvaro SOTO: Transición y cambio en España (1975-1996), Madrid, Alianza, 2005. 5 89 para algunos de los integrantes del equipo de redacción. En realidad, la revista se había engendrado, vinculada al movimiento estudiantil, alrededor de 1973 en la Universidad de Barcelona. Con la universidad cerrada, en 1974, la necesidad de hacer algo diferente va surgiendo de un grupo de poetas “decepcionados ante el dirigismo de la izquierda universitaria” de la Facultad de Derecho, que intentarán explotar “las partes más ocultas de la sensibilidad y del subconsciente y decidirán “intervenir, sin dogmatismo, en la vida cultural desde la más absoluta de las independencias”. La idea original era hacer una revista de literatura (marginal), pero pronto fue considerado un ámbito reducido. Para luchar de manera efectiva contra una cultura dominante, Ajoblanco consideró necesario ampliar el campo de acción. Por esa razón, no perderán de vista las corrientes internacionales más culturales: mayo del 68, los situacionistas, Berkeley, el underground americano y las vanguardias europeas, que tenían un ingrediente literario, pero contaban con muchos más elementos, como la música, el teatro, el cine y el arte. Era ahora, claramente, una revista contracultural. A partir de ahí, y cuando considere que el momento de la contracultura está superado, la revista se irá politizando progresivamente y buscará un espacio propio al margen de la izquierda “oficial” y sus valores; es decir, desde el anarquismo y al margen de la izquierda comunista (el PSUC, el Partido Socialista Unificado de Cataluña). Resulta imposible entender la evolución de Ajoblanco sin tener en cuenta esta pugna permanente, política y cultural, con los comunistas catalanes. A partir de 1977 abandonará los planteamientos más rotundos de la etapa anterior, haciendo del libertarismo su eje central y su vínculo directo con la política, alcanzando una politización clara al convertirse en portavoz de esos colectivos que no encontraban su espacio en el panorama político-cultural oficial vigente. Por su parte, la revista Re Nudo (Milán, 1971-1980)6 aparecía en Italia a principios de la década de los setenta, donde el contexto llevaba implícita la carga política del obrerismo. Nacía con una periodicidad mensual y una tirada de 10.000 copias, siendo distribuida a mano en librerías y bibliotecas, como suplemento del 6 Alessandro, BERTANTE: Re Nudo. Underground e rivoluzione nelle pagine di una rivista, Rimini, NdA press, 2005. 90 número 19 de Lotta Continua, con Marco Pannella como director responsable, sin carga real de redacción. El proyecto tomaba cuerpo a partir de una idea de Andrea Valcarenghi (militante del grupo provos Onda Verde), como revista underground frente a la izquierda burguesa, fijándose enormemente en la contracultura americana estudiada por Roszak. Desde el principio se definió como una revista, pero también como “un proyecto político, que recuperara las instancias contraculturales desde una óptica revolucionaria; una herramienta que está diseñada para esos miles de trabajadores y estudiantes que no podían encontrar un punto de referencia en toda la izquierda extraparlamentaria”.7 Una de las propuestas principales que planteaba era la denuncia orgánica de las instituciones represivas del Estado: la fábrica, la escuela, la cárcel y las instituciones mentales. Sobre la base de esta selección se publicarán en Re Nudo cartas y documentos sobre las prisiones, de las que como de los manicomios, y como ocurría en el caso español, se hará un discurso que se iniciará a partir de la negativa a considerar criminales a los reclusos y a los locos hospitalizados en instituciones psiquiátricas. Además, su objetivo también era ser capaces de proporcionar información sobre el tiempo de la lucha en las fábricas, en los barrios y en las escuelas. Todo ello suponía un enfrentamiento con la izquierda más dogmática (PCI), con la que era necesario enfrentarse siempre, en la Italia de los anni di piombo, donde la insatisfacción por la situación político-institucional se transformó en violencia callejera y lucha armada. Para la redacción de la revista, los revolucionarios debían tomar la inspiración de la contracultura para desarrollar una política de clara separación con respecto a las políticas oportunistas de los partidos comunistas europeos, cuestionando incluso el concepto de “partido”. Según la intención de sus fundadores, Re Nudo no debía ser exclusivamente el instrumento de la batalla política, sino un proyecto que debía estimular al lector en campos diversos, entre los que tenían gran importancia el tiempo libre, la música rock, las drogas ligeras y la sexualidad liberada. Una lectura que quería ser interesante, comprensible y no dogmática, pero al mismo tiempo capaz de hablar de las batallas más urgentes de la izquierda revolucionaria, consiguiendo ser un estímulo 7 Íd., p. 14. 91 para un crecimiento real de la sensibilidad social sin excluir las hipótesis más radicales de lucha revolucionaria. Un medio para ayudar a que el proletariado de la ciudades volviera a tener bajo control todos los servicios y las posibilidades de las metrópolis, creando una vía para salir de la lógica del mercado y de la competencia, dentro de un circuito de producción-cambio paralelo y alternativo al burgués. La prensa underground tenía el deber de convertirse en la punta de lanza de una revolución lenta e inexorable, basada en la liberación de cada momento de la vida hasta alcanzar una voluntad real de cambio. En realidad, no encontramos debate teórico dentro de la revista, no leemos ninguna declaración de tintes políticos-revolucionarios que distingan o caractericen el proyecto. Visto así, se intuía la incompatibilidad de la revista con la política de Avanguardia Operaia, otro de los grupos extraparlamentarios post-68, pero con el nivel de organización obrera más avanzado que se alcanza en ese momento. El área de la contracultura, libertaria, existencial, transgresora, situacionista, comenzaba a sentir fuertemente la propia marginación de la lucha política,8 separándose de forma rápida hacia modos de lucha violentamente dogmáticos, encerrados en ámbitos cada vez más restringidos y políticamente toscos, absolutamente inadecuados a los cambios sociales y también, en este caso, estructurales de la Italia de los años setenta. A pesar de esto, Re Nudo, como le pasó a Ajoblanco en España, siempre representó el aspecto más politizado de todo el movimiento contracultural italiano, en el sentido de que medió, desde un punto de vista creativo, a veces con mucho éxito, otras veces con poco, entre la izquierda de clase (Lotta Continua, por ejemplo) y la izquierda libertaria (incluyendo en esta todo el movimiento contracultural). De este modo, la revista encontrará su nuevo espacio en el Movimento ’77.9 La nueva generación de este movimiento, que aparece en primer lugar en la escena política milanesa a partir de 1975, es machaconamente crítica y sacrílega respecto de los estereotipos ideológicos, los modelos, los ritos y los mitos de la tradición de la III 8 Un buen trabajo sobre la contracultura italiana: Pablo ECHAURREN y Claudia SALARIS: Controcultura in Italia. 1967-1977. Viaggio nell’underground, Turín, Bollati Boringhieri, 1999. 9 Marco GRISPIGNI: 1977, Roma, Manifestolibro, 2006. Nanni BALESTRINI y Primo MORONI: L’orda d’oro (1968-1977). La grande ondata rivoluzionaria e creativa, politica ed esistenziale, Milán, Feltrinelli, 1997. Vincenzo MILIUCCI (et al.): Una sparatoria tranquilla. Per una storia orale del ’77, Roma, Odradek, 2005. 92 Internacional, que eran propios de los cuadros políticos de los grupos extraparlamentarios que nacieron después de 1968-1969. Por lo tanto, la situación en la Europa democrática tenía dos varas de medir: la que voceaban los partidos políticos y la de los nuevos movimientos sociales. Y Ajoblanco encontrará un modelo a seguir en ese Movimento ’77. A partir ese momento, vemos como la revista publica varios artículos, cada vez con mayor frecuencia, haciendo referencia a este caso italiano concreto, por ejemplo a los indios metropolitanos (el área más libertaria y creativa del Movimento, caracterizándose, de hecho, por la protesta declarada contra el sistema de partidos políticos y sindicatos). Desde mediados de los años setenta, los jóvenes del Movimiento que se reconocían en la llamada “ala creativa” empezaron a reunirse en el parque Lambro de Milán (como se reunirían en el Parc Güell los jóvenes ácratas en Barcelona, bajo la organización de Ajoblanco), dando lugar a la gran fiesta del proletariado juvenil organizada, en este caso, por Re Nudo. Desde Ajoblanco se escribió un buen informe sobre aquella reunión10, y se hizo referencia al fin del movimiento obrero, desde el punto de vista de una juventud asfixiada por los sindicatos comunistas, la policía y las bandas fascistas de la extrema derecha. Y es que para los redactores de Ajoblanco Italia era algo así como “un hervidero futurista que alertaba de la situación que les tocaría vivir”.11 Señalábamos que, entre el 22 al 25 de julio de 1977, se celebraron en Barcelona las Jornadas Libertarias Internacionales, organizadas por la CNT y la revista Ajoblanco, con la colaboración de diversos ateneos libertarios y colectivos, bajo el lema “Por el reencuentro de la vieja acracia”. Fueron el punto culminante (y el más festivo) del resurgimiento del movimiento libertario en Cataluña, donde –bien por memoria histórica, bien por ser una de las zonas de mayor conflictividad social a principios de los años setenta– llegó a convertirse en una fuerza social muy significativa. De esta forma, tuvo capacidad para descubrir y asumir parcelas de oposición al poder. Además, consiguió aglutinar diferentes manifestaciones que se convirtieron en la expresión Véanse, por ejemplo, Fernando MIR: “Salud, indianos, los que estamos en las praderas os saludamos”, Ajoblanco, núm. 22 (mayo de 1977), pp. 4-9; y, Francesc BOLDÚ: “In Chile i carri armati, in Italia i sindacati (Italia-77)”, Ajoblanco, núm. 22 (mayo de 1977), pp. 25-27. 11 José RIBAS: Los 70 a destajo, p. 473. 10 93 dinámica de ese libertarismo. Así, progresivamente y a través del mismo, nuevos grupos presentaron sus reclamaciones ante la sociedad, los colectivos de gays y lesbianas, los ecologistas, y otros grupos más marginales como los presos y los psiquiatrizados en lucha. Ajoblanco, a través del libertarismo, irá asumiendo y alzándose en portavoz de estos muy incipientes movimientos sociales que ya se iban mostrando en los años de la transición a la democracia, y llegará a comprometerse con sus reivindicaciones, que no las veían reflejadas en los programas de los partidos políticos (ilegales, como hemos dicho, durante prácticamente todo el periodo que nos ocupa). Todo ello le dio la posibilidad de acceder a un espacio político concreto, el extraparlamentario. Pero incluso, en algún momento, el éxito de las jornadas, llevará a los miembros de la redacción de Ajoblanco a plantearse la posibilidad de crear un partido político al estilo del Partito Radicale (Milán, 1955-1992).12 La historia del PR13 es la de un pequeño grupo, limitado y aislado, que no había aceptado identificarse ni con la tradición cultural y política del movimiento obrero ni con la católica. Basándose en la acción directa y desobediencia civil, para Ajoblanco el partido de Marco Pannella era la “vedette” de las elecciones legislativas italianas de 1979. Sentó a dieciocho diputados y a dos senadores en el Parlamento, dispuestos a “pasarse por la entrepierna” cualquier forma de compromiso histórico y a dar la batalla por la ecología, el antimilitarismo o la homosexualidad como lo hacían a diario en la calle junto a los a los demás radicales, y ello frente a la izquierda italiana post-68 que, impregnada de obrerismo, consideraba temas secundarios. Un grupúsculo de 2.500 miembros con una estructura antiburocrática y la desobediencia civil como método (porque, para ellos, el Estado es más fuerte y no pueden combatir con él en el terreno de la violencia institucional, la violencia de la Ley), junto con la autogestión, como haría Ajoblanco en el intento de cumplir su utopía. El PR siguió hasta 1992, pero el proyecto de crear un partido político, en el caso de la revista española, finalmente se abandonó, y “Partido Radical Italiano. Único en Europa, acostumbra a organizar el cisco en Italia. Algunos lo querían importar. Casi no parece un partido, verás”, Ajoblanco (octubre de 1979). 13 Véanse: Massimo TEODORI; Piero IGNAZI y Angelo PANEBIANCO: I nuovi Radicali 1955-1977, Milán, Mondadori, 1977; y Guido AGHINA y Claudio JACCARINO: Storia del Partito Radicale, Gammalibri, 1977. 12 94 en ella, como en gran parte de la sociedad española (tras los Pactos de la Moncloa, en octubre de 1977) acabará instalándose el llamado “desencanto” hacia el final de la década de los setenta. La progresiva normalización de la vida política se traducirá en decepción para una parte de la izquierda, especialmente la izquierda que había apostado por las propuestas más radicales, más utópicas. Fue el caso del mundo contracultural y libertario, cuyas expectativas parecían encajar cada vez menos en el contexto en el que se estaban desarrollando, ya en la década de los ochenta. 95 El País de nunca jamás el relato político de los intelectuales de la generación perdida en la España democrática Roberto Muñoz Bolaños Doctor en Historia Contemporánea (UAM) Universidad Camilo José Cela Universidad Francisco de Vitoria Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (UNED) “Fuimos y somos falangistas. Probablemente, en el Frente de Juventudes, en las Falanges Juveniles de Franco se dio, como en ningún otro tiempo, ese modo de ser, ese estilo que José Antonio exigió para quienes le siguieran. O, lo que es igual: allí se conoció una Falange Española íntegra, joven, fervorosa y entusiasta, fecundada por la sangre de quienes hicieron posible nuestra paz”. Antonio Izquierdo y Juan Blanco Introducción En el año 2013, Julio Gil Pecharromán publicó una obra titulada El Movimiento Nacional. En ella, distinguía tres generaciones en el Partido Único del franquismo. La tercera estaba integrada por hombres nacidos en las postrimerías de la Guerra Civil, forjados en el Frente de Juventudes y en los colegios mayores del Sindicato de Estudiantes Unificado (SEU). La crisis de 1956 fue el punto de inflexión político clave para esta generación, que pronto se escindió en dos grupos contrapuestos. 97 El primero, al que se le puede aplicar con rigor el término de “generación del Príncipe”, estuvo formado por jóvenes falangistas escasamente ideologizados: Adolfo Suárez González, Rodolfo Martín Villa, Gabriel Cisneros, Josep Meliá o José Miguel Ortí Bordas. Sobre este núcleo se forjaría el grupo reformista de la élite política franquista1, que a partir de 1976 y en un proceso auténticamente revolucionario, desplazaría a las dos generaciones políticas anteriores –la que había hecho la Guerra Civil (primera) y la formada por los hombres nacidos en los años veinte (segunda)–, para dirigir el proceso de transición a la democracia. El segundo, muy minoritario, constituiría la llamada “generación pérdida”2, integrada por todos los jóvenes falangistas fuertemente ideologizados, formados en el Frente de Juventudes y en diferentes centros de enseñanza como la Academia Nacional de Mandos “José Antonio”, bajo la dirección del argentino nacionalizado español José Antonio Elola-Olaso e Idiacaiz –delegado nacional del Frente de Juventudes (19401955)– y sus colaboradores, con el objetivo de crear los cuadros necesarios para ocupar cargos de responsabilidad, para renovar el régimen desde sus esencias3. Sin embargo, la llegada al poder de los tecnócratas -vinculados en su mayoría con el instituto seglar Opus Dei- impidió que alcanzasen esos empleos4, convirtiéndose así en una generación política “perdida”. A este grupo pertenecieron Antonio Izquierdo y Juan Blanco –nacidos respectivamente en 1932 y 1934– que durante el periodo de transición y consolidación democrática, actuaron como paladines de la generación perdida; creando un relato del franquismo y de la Transición propios. Así, la dictadura se presentó como un proyecto truncado, al no haber podido culminar la “revolución pendiente” prometida por José Antonio Primo de Rivera. Esa postura les distinguió de otros intelectuales franquistas, como Gonzalo Fernández de la Mora que hicieron una lectura positiva de la dictadura como régimen institucionalizado. Por su parte, la Transición fue considerada una 1 Julio GIL PECHARROMÁN: El Movimiento Nacional (1937-1977), Barcelona, Planeta, 2013, pp. 3839. 2 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía por la generación pérdida, Madrid, Dyrsa, 1985, p. 7. 3 Ibid., pp. 7-9. 4 Antonio IZQUIERDO: Yo, testigo de cargo, Madrid, Planeta, 1981, pp. 177-178. 98 “traición histórica” que había sido posible gracias al vaciamiento ideológico del régimen, iniciado a partir de 1957, cuando los tecnócratas llegaron al poder. El objetivo de esta investigación es precisamente explicar la visión del franquismo y de la Transición que Izquierdo y Blanco desarrollaron en sus obras. Las fuentes que utilizaremos son fundamentalmente las obras de ambos escritores, así como los artículos de prensa que escribieron; así como la abundante bibliografía que existe sobre el proceso de transición a la democracia. Por último, en su estructura distinguimos dos partes. La primera, se centrará en la obra de Izquierdo en torno a la “generación pérdida”; mientras que en la segunda, estudiaremos las de Blanco sobre diversos episodios de la Transición. La España que pudo ser y no fue: Antonio Izquierdo y la tragedia de la generación perdida de la Falange Algunos años antes de que aparecieran las grandes obras académicas que explicaron el año 1957 como punto de inflexión del franquismo5, Izquierdo ya lo había dejado escrito en 19786: “¿Qué fue el régimen? Ya lo he dicho: Franco vivo; José Antonio, muerto… Un estadista y una instancia política. Pragmatismo y evocación. Se movía en dos direcciones: naturalidad de las vías representativas, con la superación de las luchas partidistas y tribales y la exaltación de España como entidad nacional indivisible. Superación de las pugnas entre las clases, a través de un nuevo entendimiento del binomio capital-trabajo y de la configuración de un Estado que era juez y no parte: ejecutor y no espectador. ¿Fue esto? Lo intentó ser, cuanto menos. Lo fue en la medida en que lo era aquello que la sociedad otorgaba a Franco en cada circunstancia. La historia del Estado del 18 de julio se divide en dos etapas: 1936-1957 y 1957-1973… la voluntad de su creador fue 5 Véase Stanley G. PAYNE y Jesús PALACIOS: Franco: Una biografía personal y política, Madrid, Espasa Calpe, 2014; Paul PRESTON: Franco: Caudillo de España, Barcelona, Grijalbo, 1994, Ismael SAZ CAMPOS: Fascismo y Franquismo, Valencia, Universitat de Valencia, 2004; Javier TUSELL: La dictadura de Franco, Madrid, Alianza, 1996. 6 Antonio IZQUIERDO: El Año Siguiente: “acta notarial” de una traición histórica, Madrid, Vassallo de Mumbert, 1977, p. 127 99 invariable respecto a los objetivos, pero no así la voluntad de las fuerzas que movía en cada instante. Trató de superar las viejas grescas aplicando a la filosofía la práctica de Pasteur. Por extremar las dosis, aniquiló acaso, los gérmenes vitales y el Régimen, por esto y por la enemiga de los viejos conspiradores, se murió con Francisco Franco”. A partir de este análisis y periodización del franquismo, el escritor falangista desarrolló el hilo argumental de la mayor parte de su obra literaria7: la historia de la “generación pérdida” de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), la de los hombres que nacieron en las postrimerías de la guerra civil, y que el narró a partir de una tesis llena de nostalgia8: “No ha sido una generación heroica, pero si fue una generación ejemplar: vivió bajo el signo de unas hazañas en las que no participó y cuyos héroes épicos mantuvieron su legítimo privilegio hasta la misma linde del tiempo vital de la existencia, y cuando aquella generación victoriosa inició su ocaso, otra más joven, más fuerte, menos ingenua y menos ardorosa irrumpía en la vida con un empuje de capital importancia. Quisimos entender a nuestros padres o hermanos mayores y queremos entender a nuestros hijos, pero ni aquellos ni estos, generacionalmente considerados, nos entendieron del todo a nosotros (…). Su destino era otro. Pero no le dejaron alcanzarlo. Es una historia triste, pero humanísima, ésta de la generación que perdió sus paso por los caminos del tiempo”. Esta historia comenzó en la guerra civil, de la que Izquierdo tenía un recuerdo trágico9. No obstante, sería en los años cuarenta, cuando esta generación se gestó en una de las instituciones más importantes del Franquismo: el Frente de Juventudes10. Esta organización, considerada por el dictador “la obra predilecta del Régimen”11, tuvo su 7 En todas las obras ya citadas se recoge la tesis de la generación pérdida. No obstante, es en la novela Los pasos sin huellas, publicada en Madrid por DYRSA en 1983, la que tiene un carácter más humano e intimista. 8 Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, pp. 12-13. 9 Ibid., pp. 62-63. 10 Sobre el Frente de Juventudes, véase Juan SÁEZ MARÍN: El Frente de Juventudes: Políticas de juventud en la España de la Posguerra (1937-1960), Madrid, Siglo XXI, 1988. 11 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 99. 100 origen en el impulso de un grupo de jóvenes falangistas, encabezados por Enrique Sotomayor Gippini12. Bajo la dirección de Elola-Olaso13, en sus locales, campamentos y marchas, cientos de miles de jóvenes españoles se formaron en el ideario falangista, y en la conciencia de que el futuro les pertenecía. Un futuro que estaría marcado por la culminación de la “revolución pendiente” falangista, de la que surgiría una España nacional-sindicalista sin vencedores ni vencidos, sin conflictos de clase y sin diferencias socioeconómicas, tal como había soñado José Antonio Primo de Rivera14. Sin embargo, esa ilusión comenzó a desvanecerse con la derrota del Eje en la segunda guerra mundial (1939-1945). Los jóvenes falangistas más idealistas ya habían asumido, en 1941, que el futuro de la “revolución pendiente” dependía del resultado del conflicto mundial, alistándose en la División Azul para combatir y derrotar al comunismo, y cayendo muchos de ello en la lucha como el mismo Sotomayor. Por eso, tras la derrota de Hitler y Mussolini, que supuso la derrota de Europa15 frente a los dos materialismos: el capitalista y el comunista16; Franco se vio obligado a realizar un proceso de desfascistización del régimen para asegurar su supervivencia. Así lo reconoció el propio Izquierdo17: Juan SÁEZ MARÍN: El Frente…, pp. 59-63. La figura de Elola-Olaso tuvo un enorme prestigio durante toda su vida entre los falangistas. Véase Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, pp. 7-8; José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria no me falla, Barcelona, Planeta, 1994, p. 162; José UTRERA MOLINA: Sin cambiar de bandera, Barcelona, Planeta, 1989, p. 198. 14 El carácter revolucionario del Frente de Juventudes aparece reflejado en los manuales que editaron para impartir la asignatura de “Formación del Espíritu Nacional”. Así, en sus páginas podía leerse: “En la España que queremos, el hijo del labrador o del zapatero no tendrá que ser por fuerza labrador o zapatero, valga mucho o valga poco, ni el hijo del médico o del ingeniero será, valga o no, médico o ingeniero, sino que el hijo del labrador si vale y es trabajador, podría llegar a ser médico o ingeniero, mientras que el hijo del ingeniero o del médico, sino vale o no quiere esforzarse en trabajar, por mucho dinero que posea su familia, se quedara en zapatero o labrador; pero no llegará a ser médico o ingeniero. Habrá igualdad de oportunidades para todos”. Formación del Espíritu Nacional, Almería, Frente de Juventudes, 1950. Y más adelante: “¿En qué consiste el problema de los latifundios? El problema de los latifundios consiste en que al lado de estos grandes propietarios (latifundistas) existen multitud de familias campesinas que no tienen tierras que labrar. La solución de este problema es la expropiación forzosa, debidamente indemnizada por el Estado de estos latifundistas y dárselas a estas familias campesinas que carecen de tierras, para que las exploten colectivamente”. Ibid., p. 100. 15 El mito de Europa fue una característica del fascismo tras la segunda guerra mundial. Véase Xavier CASALS: Neonazis en España: De las audiciones wagnerianas a los skinheads (1966-1995), Barcelona, Grijalbo, 1995. 16 Antonio IZQUIERDO: Una luz tras el ocaso, Madrid, Dyrsa, 1984, p. 132. 17 Antonio IZQUIERDO: El año…, p. 58. 12 13 101 “La crisis de julio de 1945 marcaba la frontera del giro –“¡vista a la derecha!”– del Gabinete del Caudillo había desaparecido, como por arte de magia, ¡cosa de meigas! seguro, la Secretaría General de FET y de las JONS como cartera ministerial”. Y en otra obra escribe18: “El 1 de abril había desfilado por última vez la Falange Española en la conmemoración de la Victoria, a la que contribuyó con ciento veinte mil voluntarios. La impermeable sagacidad de Franco movía las piezas del ajedrez político con una maestría alucinante”. En esta nueva situación, y con España aislada internacionalmente, la Falange fue sustituida por otrafamilia, la católica, como bastión político del régimen. Pues, su imagen “neutra” resultaba más adecuada para buscar la amistad con el bloque occidental en un mundo nuevo que comenzaba a dividirse como consecuencia del inicio de la Guerra Fría. Los camisas viejas de Falange comprendieron inmediatamente el significado de ese giro, que uno de ellos, tal vez el más brillante e irónico, Agustín de Foxá, definiócon un término mítico “nacionalseminarismo”. La culminación de esta política desfascistizadora tendría lugar con la aprobación de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado –quinta ley fundamental– en 1947, que convertía a España en un “reino”, y la entrevista con don Juan de Borbón en 1948, donde se acordó que el hijo del pretendiente monárquico, Juan Carlos, se educase en España19. A la vez que estos hechos tenían lugar, los integrantes del Frente de Juventudes –niños en 1940– se habían convertido en hombres a comienzos de la siguiente. Muchos de ellos habían culminado ya su formación, simultaneando sus aprendizajes en las escuelas del mando falangistas con estudios universitarios en las licenciaturas de Derecho, Ciencias Económicas, Ciencias Políticas o Filosofía y Letras20, y empezaban a reclamar su lugar en el régimen; mostrándose muy críticos con su acercamiento a las democracias occidentales21. Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, p. 91. Paul PRESTON: Franco…, pp. 702-74020 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 8. 21 José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 158. 18 19 102 Ante esta tesitura, y tras el reconocimiento internacional de facto de su régimen, Franco decidió resucitar el cargo de ministro-secretario general del Movimiento en 1951. Para ocuparlo, nombró a Raimundo Fernández Cuesta, un dirigente histórico del falangismo –era el mejor amigo y uno de sus albaceas testamentarios22–, pero con una personalidad muy débil23. La decisión del dictadorsólo puede entenderse de dos formas: o por su deseo de buscar de nuevo un equilibrio dentro del Gobierno o porque quería institucionalizar su régimen de acuerdo con la ideología de Falange. Lo cierto fue que no sólo restauró la Secretaria General del Movimiento, sino que además tomó una decisión de enorme trascendencia: se reunió con Elola-Olaso y le pidió una lista de nombre de jóvenes falangistas formados que deberían ocupar empleos públicos en ayuntamientos, la organización sindical, las Cortes, los Gobiernos civiles y las Direcciones Generales, comenzándose así la renovación del régimen 24. Para Elola-Olaso, según Izquierdo25: “…aquella solicitud remataba su propia y espléndida obra: había preparado a unos niños para ser hombres y a unos hombres para servir a España: la primera promoción iba a verificar su ingreso triunfal en los establecimientos del Sistema. Confeccionó, con el asesoramiento y la asistencia de sus colaboradores, la relación o relaciones que Franco había solicitado. Pero… ¡siempre hay un “pero”!, cuando la noticia llegó a la Jerarquía del Movimiento esa Jerarquía consideró absolutamente improcedente la actitud de José Antonio Elola, a quien, por cierto, se le prohibió despachar con el Jefe del Estado sin utilizar los conductos o laberintos reglamentarios”. Así fue. Fernández Cuesta se indignó cuando tuvo conocimiento de la reunión entre Elola-Olaso y Franco, teniendo un fuerte enfrentamiento con el primero, al que prohibió que volviese a reunirse a solas con el dictador26. Esta decisión impidió el comienzo del relevo generacional en la élite del régimen, y ayudó, más si cabe, a la rebeldía en los grupos falangistas juveniles, favorecida por cuatro hechos sucesivos. 22 Raimundo FERNÁNDEZ-CUESTA: Testimonio, recuerdos y reflexiones, Madrid, Dyrsa, 1985, p. 17. José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162. 24 Antonio IZQUIERDO: Yo…, pp. 176-177; José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162. 25 Antonio IZQUIERDO: Yo…, p. 177. 26 José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162. 23 103 El primero, la aparición de una nueva familiaen el horizonte político, lostecnócratas, que representaba la “Tercera Fuerza”27, y cuyo objetivo era la instauración de una monarquía neotradicionalista28 que haría imposible la culminación de la “revolución pendiente”. El segundo, el choque de los falangistas con las fuerzas de seguridad. El 26 de enero de 1954, se organizó una manifestación para protestar contra el viaje que la reina Isabel II iba a realizar al peñón de Gibraltar. Al pasar la marcha –que agrupaba a más de 25.000 estudiantes– por la Plaza de Santa Cruz –donde se encuentra la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores– fueron arengados por el ministro Martín Artajo, haciendo oficial así la movilización. Sin embargo, los manifestantes jamás pudieron llegar a la calle Fernando el Católico, donde se encontraba la sede de la embajada británica. Una gran fuerza de la Policía Armada interceptó la marcha y apaleó a los manifestantes, obligándoles a disolverse. Como escribió Girón de Velasco: “No fue un enfrentamiento. Fue un escarmiento absurdo, injusto y hasta cruel”29, que supuso la ruptura entre el régimen y sus seguidores más jóvenes. El tercero, el choque del propio Franco con los miembros del Frente de Juventudes en el acto conmemorativo del fusilamiento de Primo de Rivera el 19 de noviembre de 195530. Franco asistió a la ceremonia celebrada en El Escorial, vestido con el uniforme de capitán general y no con el de jefe nacional del Movimiento – guerrera, pantalón y corbata negra, boina roja y camisa azul mahón–. Desde el inicio de la ceremonia, los miembros del la organización juvenil gritaron eslóganes como “¡No queremos reyes idiotas!”. Cuando finalizó, y en medio de un griterío ensordecedor, los miembros de la segunda centuria de la Guardia de Franco –los “montañeros”– se giraron 180º cuando Franco la revisaba, dándole ostensiblemente la espalda. Según Girón de Velasco: “El Caudillo no se inmutó. Con el mismo paso solemne, caminó a lo 27 Así la definió Fernández Cuenta en un discurso que dio el 29 de octubre de 1953. Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 115. 28 Véase Laureano LÓPEZ RODÓ: La larga marcha hacía la monarquía, Barcelona, Noguer y Caralt, 1978. 29 José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 158. 30 Véase Luís SUÁREZ FERNÁNDEZ: Francisco Franco y su tiempo. Tomo V, Madrid, Azor, 1984, pp. 239-243. 104 largo de todo el patio hasta salir de la lonja y subir al automóvil”31. Este incidente produjo una verdadera conmoción en la élite militar y política del régimen. Los tenientes generales Francisco Franco Salgado-Araujo –primo del dictador– y Antonio Barroso Sánchez-Guerra –militar de la máxima confianza de Franco– tacharon a los falangistas protagonistas de los hechos de “imbéciles”32; mientras que Elola-Olaso –que se encontraba en Alicante en ese momento– fue cesado como responsable último de los hechos. Para sustituirlo, se nombró a otrocamisa vieja, Jesús López-Cancio Fernández. Para Izquierdo33: “Ese día empezaba el declinar de la generación perdida, del Frente de Juventudes, de las Falanges Juveniles de Franco, de todo el arrollador impulso joven que durante la década de los cuarenta y los cinco primeros años siguientes mantuvo en pie de ilusión a la juventud”. El cuarto hecho fueron los incidentes que tuvieron lugar los días 7, 8 y 9 de febrero de 1956, durante la conmemoración del asesinato del falangista Matías Montero, y que culminaron con el tiro en la cabeza del falangista de 19 años Miguel Álvarez, en el bulevar de la calle de Alberto Aguilera esquina con la de Guzmán el Bueno. Un excelente médico, el doctor Obrador, “en una operación que parecía prácticamente imposible” le salvó la vida aunque “quedó para siempre señalada por las gravísimas deficiencias motoras que le originó el proyectil que atravesó su cerebro”34. Tras este último incidente, Franco decidió cesar al ministro de Educación, el católico Joaquín Ruiz Giménez y al falangista Fernández Cuesta, que fue sustituido por otro camisa vieja, José Luis de Arrese. El nuevo ministro secretario general del Movimiento, con el apoyo de José Antonio Girón de Velasco y de Elola-Olaso, realizó el último intentó de institucionalizar el régimen de acuerdo con la ideología falangista35. El dictador inicialmente le apoyó, pero cuando comprobó que los otros dos pilares del José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162. Francisco FRANCO SALGADO-ARAUJO: Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 1976, p. 148. 33 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 111. 34 Ibid., p. 116. 35 Véase José Luis de ARRESE: Una etapa constituyente, Barcelona, Planeta, 1982 31 32 105 régimen –la Iglesia católica y las Fuerzas Armadas– se oponían a este proyecto y eso podría debilitar su posición, decidió abandonarle36.El 25 de febrero de 1957, Franco hizo una crisis de Gobierno que tendría dos importantes consecuencias. La primera, la entrada de los tecnócratas en el Ejecutivo como familia dominante37. La segunda, el cese de Arrese como ministro secretario general del Movimiento, pasando al Ministerio de la Vivienda para que se “enfriara”38. El significado de este cambio fue sintetizado por Izquierdo y Blanco en un párrafo esclarecedor39: “La crisis de enero de 1957 —¡once meses después de los disturbios juveniles!— marcó para siempre de forma indeleble la enorme y trágica frontera del Régimen de Franco, y clausuró, sin proponérselo entonces, cualquier posibilidad continuadora tras la muerte de Francisco Franco, acaecida en 1975”. No obstante, en este acontecimiento existió un elemento desconocido de gran importancia. Franco aceptó el cese de Arrese como consecuencia de la presión ejercida por la jerarquía católica, la élite militar y el subsecretario de la Presidencia del Gobierno, capitán de navío Luis Carrero Blanco. Sin embargo, no estaba dispuesto a prescindir de los camisas viejas en la gobernación del Estado. Pues, no sólo quería evitar nuevas tensiones con el Frente de Juventudes, sino también mantener el equilibrio entre las diferentes familias del régimen. Por eso intentó que Elola-Olaso fuera el sucesor de Arrese en la Secretaria General del Movimiento. Pero, la oposición de Carrero Blanco y de Laureano López Rodó, líder de los tecnócratas, lo impidieron, argumentando que su posición contraria a la monarquía podría ser un factor de tensión en el nuevo Gobierno40. En su lugarse eligió a un neofalangista, José Solís Ruiz, cuyo nombramiento significó el fin definitivo del proyecto falangista, como reconoció Girón de Velasco41. Paul PRESTON: Franco…, pp. 821-824. Stanley. G. PAYNE y jesús PALACIOS: Franco…, pp. 390391 37 Ibid., pp. 828-838. 38 Ibid.p. 830. 39 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 115. 40 Laureano LÓPEZ RODÓ: Memorias, Barcelona, Plaza & Janés, 1990, pp. 93-94. 41 José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 173. 36 106 Para los miembros de la generación pérdida, el fracaso de Arrese y la imposibilidad de que fuera sustituido por Elola-Olaso, significó el fin de una ilusión: la de la “revolución pendiente”, que estaba ligada a un proyecto político: el del control del Estado por la Falange42. De hecho, a partir de ese momento, la organización juvenil comenzó a desintegrarse, llevando a algunos de sus miembros a buscar un nuevo ideal en las ideologías de izquierdas –socialismo y comunismo–43. Otros, como Izquierdo siguieron creyendo en el proyecto falangista, aunque cuando entró a trabajar en el diario de FET y de las JONS Arriba, su entonces director, el camisa vieja Rafael García Serrano le dijo: “Muchacho, te has embarcado en un barcoque hace aguas por todos los sitios”44. Desde este periódico, donde coincidió con Blanco, asistió al vaciamiento doctrinal del franquismo por los tecnócratas45, y al intento del ministro secretario general del Movimiento, José Utrera Molina (1974-1975) –antiguo miembro del Frente de Juventudes– de regresar “a una aurora en la que él creía, a la que era necesario volver a creer”46. Fue este político quien le nombróy le cesó como director de Arriba, tras un incidente con el entonces presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro a propósito del primer aniversario del famoso discurso del “Espíritu del 12 de febrero”, al que Izquierdo no dio ninguna importancia en las páginas del periódico que dirigía 47. Del Arriba pasaría a El Alcázar, narrando en sus páginas el desmontaje del régimen franquista que siempre consideró “una traición histórica”48: “Francisco Franco lo tenía previsto todo menos el desenlace de su vida y de su obra de estadista, dinamitada, en última instancia y lejos de la conspiración inicial, por un fiscal Arias Navarro; por un catedrático, Fraga Iribarne; por un conde, Areilza y por el licenciado Suárez, el muchacho de Cebreros que inauguraría el Palacio de la Moncloa como residencia del Presidente del Gobierno”. Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, p. 181. Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 8. 44 Antonio IZQUIERDO: El Año…, p. 87. 45 Antonio IZQUIERDO: Yo…, p. 27. 46 Antonio IZQUIERDO: Yo…, p., 179. 47 El Alcázar (Madrid), 12 de mayo de 1975. Carlos Luis ALVÁREZ: Memorias prohibidas, Barcelona, Círculo de Lectores, 1995, p. 288. 48 Antonio IZQUIERDO: El Año…, p. 87. 42 43 107 No obstante como otros nostálgicos del Franquismo, esperaba que el Ejército cambiase la situación mediante un golpe de Estado, colaborando activamente a provocarlo desde las páginas del diario que dirigía, mediante la puesta en marcha de una “estrategia de la tensión”49. El fracaso del golpe de Estado del 23-F50 puso fin a estas esperanzas. Izquierdo comprendió entonces que la democracia se había consolidado de forma irreversible; asumiendodefinitivamente su carácter de “perdedor”, lo que le llevó a escribir que desde su “personal adscripción ideológica” sólo cosechó “derrotas, simples derrotas que no fueron ni siquiera gloriosas”51. No obstante, en 1984 pareció recuperar sus antiguas ilusiones, escribiendo una obra titulada Una luz en el ocaso52, donde presentaba una tesis absurda: el falangismo, simbolizado en España, podría ser “el tercero el discordia”53 en un mundo dominado por el capitalismo y el comunismo. Pero, esta ilusión tuvo corta vida. Un año después, junto a Blanco, decidió certificar el fin de la generación pérdida y de lo que representaba54: “Las Falanges Juveniles de Franco fueron reciamente joseantonianas y, lógicamente, franquistas, aunque, como sucede entre padres e hijos, no siempre estuvieran de acuerdo los muchachos con las decisiones del hombre que les regía y que había volcado gran parte de su preocupación por la juventud en aquella voluntariosa avanzadilla del Frente de Juventudes. Ese análisis se escapa, sin embargo, a la intención de este libro, al que invito a los lectores a seguir sin otro ánimo que el de la curiosidad, porque nada grande se descubre en él: imágenes y palabras tienen, como he dicho, un solo destino: la evocación, la remembranza, la nostalgia, si se quiere; pero también el remover en el ingente acervo de los recuerdos acumulados, aquella vivencia para defenderla, cuando menos, frente a la planificación rigurosa de la perversión juvenil en que hoy parecen ejercitarse muchos de nuestros hombres públicos”. José Luis RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: “La prensa de extrema derecha en la transición del franquismo a la democracia (1973-1982)”, El Argonauta español, 9 (2012), pp. 22-23 y 30. 50 Izquierdo escribió una obra justificando esta operación golpista. Antonio IZQUIERDO: Claves de un día de febrero, Barcelona, Planeta, 1982. 51 Antonio IZQUIERDO: Yo…, pp. 100-101. 52 Antonio IZQUIERDO: Una luz tras el ocaso, Madrid, Dyrsa, 1984. 53 Ibid., p. 143. 54 Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p.9. 49 108 Ajustando cuentas con la democracia: Juan Blanco y las “memorias históricas” Si las obras de Izquierdo, escritas en los años setenta y ochenta del siglo XX, reflejaron una mirada nostálgica del franquismo, de un pasado idealizado que entroncaba con su juventud; las de Juan Blanco, escritas en los noventa y en la primera década del siglo XXI, se caracterizaron por su visión crítica de la España democrática y de sus “memorias históricas”; centrándose en dos de los acontecimientos más importantes de este periodo: el golpe de Estado del 23-F, que supuso la legitimación popular y democrática de la Corona y de su titular, y el fin del intervencionismo militar en nuestro país, y la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura55, conocida como “Ley de la Memoria Histórica”, que había aprobado el Gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, y que había supuesto la ruptura del consenso establecido en la Transición con la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía56, cuyo objetivo había sido borrar el pasado “de una vez para siempre” en el “que nos habíamos estado matando los unos a los otros”, en palabras del dirigente del Partido Comunista de España (PCE) Marcelino Camacho57. Sobre la operación golpista, Blanco escribió una obra titulada23-F. Crónica fiel de un golpe de Estado anunciado58. Suobjetivo fue desmontar la versión oficial de este acontecimiento, que había sido establecido entre 1981 y 198259, y que se basaba en cuatro ideas60. La primera, que el origen ideológico del golpe de Estado estuvo en determinados sectores de la derecha y la extrema derecha extraparlamentarias –Gonzalo Fernández de la Mora, Federico Silva Muñoz, José María de Oriol y Urquijo, Jesús Fueyo, etc.–. 55 BOE, 27 de diciembre de 2007, BOE, 17 de octubre de 1977. 57 Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, 14 de octubre de 1977, p. 960. 58 Juan BLANCO: 23-F: Crónica de un golpe de Estado anunciado, Madrid, Fuerza Nueva, 1995. 59 Véase Roberto MUÑOZ BOLAÑOS: “Un análisis incompleto de un acontecimiento excepcional: la historiografía sobre el golpe de estado del 23F (1981-2014)”, Historiografía, revista de historia y teoría, 9 (2015), pp. 85-86. 60 Ricardo CID CAÑAVERAL el al.: Todos al suelo: La conspiración y el golpe, Madrid: Punto Crítico, 1981, pp. 24-30. 56 109 La segunda, que la prensa de extrema derecha, particularmente el diario El Alcázar –del que Blanco era subdirector en ese momento–, había sido un colaborador necesario y consciente en el proyecto golpista. La tercera, que ninguna institución importante del Estado -incluidos los partidos políticos y la Corona-, tuvieron participación alguna en los hechos. La cuarta, que el rey Juan Carlos I había hecho fracasar el golpe de Estado con su discurso en Radio Televisión española (RTVE) y con su enfrentamiento con los golpistas. Esta versión de los acontecimientos se había construido con la finalidad salvaguardar y también legitimar a las élites políticas que habían dirigido el proceso de transición a la democracia, ysobre todo a la institución que lo había arbitrado, la Corona. Es decir, con la intención de fortalecer el nuevo régimen que había sustituido al franquismo. De hecho, fueron el rey y los partidos políticos los grandes vencedores tras el fracaso del golpe de Estado. Frente a esta versión, que fortalecía el sistema democrático; Blanco escribió una obra cuya finalidad era debilitarlo, centrándose en el papel del monarca en el golpe de Estado. Para ello planteó una nueva hipótesis sobre el 23-F: este golpe de Estado había sido auspiciado por Juan Carlos I a través de su hombre de confianza, el general de división Alfonso Armada Comyn, su antiguo secretario, y su objetivo era convertir a este militar en presidente de un gobierno de concentración nacional en el que participaban todos los partidos políticos del arco parlamentario, salvo lo de ideología nacionalista; contando con el aval también de la élite militar y los partidos políticos, que apoyando esta operación intentaban evitar un golpe de Estado dirigido por un grupo de coroneles, que de llevarse a cabo, supondría el fin de la monarquía y la democracia. Para desarrollar su tesis, Blanco utilizó como fuente fundamental partesdel sumario, el acta de la vista oral y las sentencias de la Causa 2/81, que se había instruido tras el fracaso de la operación golpista, y que constituyen la base documental fundamental para conocer este acontecimiento. No obstante, el periodista falangista no manejo estas fuentes de acuerdo con la metodología propia de la Historia, pues solo tomó aquellos documentos que le permitieran justificar su tesis. Por el contrario, su obra se caracterizó por tres aspectos. 110 El primero, una estructura desordenada, pues no siguió un criterio cronológico para explicar el golpe de Estado. El segundo, un estilo agresivo contra todos los autores que habían escrito anteriormente sobre el tema –especialmente José Oneto, Pilar Urbano, Rosa Villacastín y María Beneyto61– y también contra el general Armada, cuya negativa a reconocer cualquier participación en los hechos, impidió conocer el verdadero alcance de la operación. El tercero, que se centró de forma inteligente en los aspectos más débiles de la versión oficial; destacando en este sentido dos: la grabación del mensaje del Jefe del Estado para RTVE y el intento de Armada de proponerse como presidente del Gobierno ante los diputados retenidos por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina. Sobre el primero de estos hechos históricos, Blanco realizó un excelente análisis, manejando de forma precisa todas las fuentes disponibles para demostrar que ese mensaje estaba grabado y en la sede de RTVE en Prado del Rey antes de las 23:00 horas del 23 de febrero, aunque la orden para su emisión no llegase hasta pasadas las 01:00 horas del 24. Con esta conclusión, derribaba uno de los pilares fundamentales de la versión oficial, pues todos los autores que habían defendido la versión oficial del 23-F, siempre afirmaron que el mensaje se había emitido nada más grabarse, y constituyó el punto de inflexión del golpe de Estado y la expresión máxima de la oposición del monarca al mismo62. Si la demostración de la tardanza en la emisión del mensaje Real debilitaba la versión oficial del 23–, el análisis que Blanco realizó sobre el intento del general Armada de proponerse como presidente del Gobierno ante los diputados, tuvo mayor trascendencia. Se trataba sin duda del episodio más oscuro del golpe de Estado: Este militar se había trasladado sobre las 00:00 horas al edificio de la Carrera de San Jerónimo con el objetivo de proponerse “a título personal” como presidente del Gobierno ante los diputados. Tanto las autoridades civiles como militares, así como el Jefe del Estado conocieron esta propuesta, y no la habían impedido. Dada la 61 62 Juan BLANCO: 23-F…, pp. 314-321. Ibid., pp. 313-336 111 importancia de este hecho, que ponía en tela de juicio la actuación del monarca durante el golpe de Estado; los autores que defendían la versión oficial habían elaborado una nueva tesis: el general Armada solo fue autorizado para ir al Congreso de los Diputados a negociar exclusivamente la liberación de los diputados, y no para proponerse como presidente del Gobierno. Si el militar tomó esta decisión fue bajo su exclusiva responsabilidad, y sin haber informado previamente a ninguna autoridad y sin estar tampoco autorizado para hacerlo63. Blanco, manejando las fuentes judiciales, demostró que Armada si fue autorizado por el Jefe del Estado y por la cúpula militar para presentar su candidatura como presidente del Gobierno ante los diputados. Esta autorización fue conocida y aceptada también por los políticos que integraban la comisión de subsecretarios y secretarios de Estado –presidida por Mariano SánchezHarguindey–, que actuaba como ejecutivo interino. Si la propuesta del militar no salió adelante no fue, por tanto, porque las autoridades se lo impidiesen; sino por la oposición de Tejero, que se negó a aceptar un gobierno del que formaban parte políticos del PCE y del PSOE. Pero, el periodista no sólo desmontó la tesis de los seguidores de la versión oficial sobre este hecho; sino que además abrió las puestas de una hipótesis que podía ser muy negativa para la imagen de la Corona:Si el objetivo del golpe de Estado era convertir al general Armada en presidente de un gobierno de concentración nacional, y Juan Carlos I le dio la oportunidad de culminarlo, autorizándole a presentarse ante los diputados para que le votaran como jefe del Ejecutivo, eso sólo podría significar que el rey conocía con anterioridad el diseño de la operación golpista64. Por tanto, Blanco fue capaz de demostrar, con el análisis de estos dos hechos, la debilidad de la versión oficial. Sin embargo, su propósito final, que era deslegitimar la imagen de Juan Carlos I como salvador de la democracia, no pudo alcanzarse porque ni su nombre ni el de la editorial que publicó su libro –Fuerza Nueva– tenían prestigio en los medios académicos y en la opinión pública más allá de los círculos de extrema derecha en los que se movía. Si en su obra sobre el 23-F, su objetivo era desmontar la versión oficial del golpe de Estado y deslegitima la figura del Jefe del Estado, en la que escribió catorce años 63 64 Véase José ONETO: La noche de Tejero, Barcelona, Planeta, 1981, pp. 162-163. Juan BLANCO: 23-F…, pp. 223-286. 112 después sobre el Valle de los Caídos65 su pretensión era defender la dictadura franquista, su sistema penitenciario y ese monumento religioso frente a las críticas de los medios académicos66 y la opinión pública de izquierdas, y además criticar la“Ley de Memoria Histórica”. Así lo reflejaba en la introducción de su obra67: “Los buscadores de tumbas, los sembradores de odios, políticos de guardarropía, sermoneadores vengativos, jornaleros de la pluma, periodistas disfrazados de historiadores e historiadores disfrazados de reporteros han logrado hasta hoy lo que a un observador imparcial, a un visitante profano en materia de construcción les parece increíble: que todo aquel conjunto haya sido obra de presos políticos; y es que cuando mayor es el disparate, más creíble resulta; el resto se da por añadidura: que fueron 20.000 los reclusos políticos forzados a trabajar en el Valle desde 1940 hasta 1959, que eran “esclavos por la patria”, juzgados con rigor por Tribunales Militares, según el Código de Justicia Militar, que su alimentación era escasísima, sus condiciones higiénicas pésimas y sus barracones dormitorio, espantables; que el Estado les robaba la mayor parte del mísero salario que percibían… y que un gran número de aquellos presos dejaron su sangre –muertos y heridos– sobre las piedras del Guadarrama”. Para desmontar esta tesis, y a la vez, criticar el concepto de “Memoria Histórica”, Blanco manejó un conjunto de fuentes muy rico68, aunque sin citarlas en notas, a diferencia de lo que si había hecho en su obra sobre el 23-F. Sobre esta base, construyó su visión de lo que fue la construcción del Valle de los Caídos a partir de las siguientes ideas. La primera, que la represión franquista estaba justificada por las matanzas realizadas en la zona republicana. Así escribe69: “¿Qué había ocurrido durante los tres últimos años en España para que los Tribunales Militares condenaran a muerte a millares de personas y, a otros militares, a penas de 65 Juan BLANCO: Valle de los Caídos, ni presos políticos, ni trabajos forzados, Madrid, Fuerza Nueva, 2009. 66 Especialmente crítico es con la obra de Rafael TORRES MULAS: Los esclavos de Franco, Madrid, Oberón, 2006. Ibid., p. 16. 67 Ibid., p. 11. 68 Ibid., p. 33. 69 Ibid., p. 36. 113 prisión mayor y menor? La novela de Agustín de Foxá, Madrid de Corte a checa, recoge fielmente aquellos años de resentimiento y furia, azuzadas las masas por los partidos políticos unidos en el Frente popular. Y no espanta recordar aquellos años de total oscuridad, de regreso a las cavernas, sólo por el número jamás cuantificado de asesinatos y delitos de toda índole cometidos contra las personas y sus bienes, sino también por la crueldad y refinamiento utilizado por unos y otros asesinos, los e los paseos y las checas”. Es curioso que utilizase para justificar sus ideas la novela de Foxá, escrita en 1938 como obra de propaganda70. Las cifras que manejó para justificar las matanzas realizadas por los republicanos fueron las dadas por Emilio Álvarez Gallego, deán de la catedral de Valladolid y rector del Santuario Nacional de la Gran Promesa, que ascendían a 119.960 muertos71. Esta cifra ha sido aceptada por historiadores conservadores como Ricardo de la Cierva72, que publicó un libro con todos los nombres de los muertos; pero no por los historiadores progresista73, ni algunos conservadores74. La segunda, que, a diferencia de lo ocurrido en la zona republicana, el régimen franquista trató a los presos “por delitos políticos no comunes y prisioneros de guerra” como “personal militarizado”, estando “sujetos en su consecuencia al Código de Justicia Militar y Convenio de la Convención de Ginebra de fecha 27 de julio de 1929”75. Este planteamiento aparecía recogido en el Decreto número 281, de 28 de mayo de 1937, que concedía el derecho al trabajo a los prisioneros de guerra y presos por delitos no comunes76, que Blanco definía como una norma jurídica “más progresista y revolucionario imposible”77, y de la que se podrían extraer las siguientes conclusiones78: 70 Agustín de FOXA: Madrid de Corte a checa, Salamanca, Península, 1938. Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 36. 72 Ricardo de la CIERVA: 113.178 caídos por Dios y por España…, Madrid, Fénix, 2009. 73 Véase Santos JULIA (coord.): Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, Madrid, 1999;Paul PRESTON: El holocausto español: Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Madrid, Debate, 2011, y VV. AA.: España en guerra: la represión en zona republicana, Madrid, Foro de la Memoria, 2010. 74 Véase Ángel David MARTÍN RUBIO: Los mitos de la represión en la guerra civil, Madrid, Graafite, 2005 y Ramón SALAS LARRAZABAL: Los datos exactos de la guerra civil, Madrid, Rioduero, 1980 75 Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 12. 76 BOE, 1 de junio de 1937. 77 Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 12. 78 Ibid., p. 14. 71 114 a) Que los prisioneros de guerra y personal asimilado podrán ser utilizados en trabajos para los cuales estén preparados. b) Que los prisioneros de guerra y personal asimilados podrán ser utilizados por las instituciones del Estado o por individuos privados, es decir, empresas privadas. c) Que estos prisioneros de guerra y personal asimilado recibirán una paga (salario) por su trabajo, del cual se les retendrá una parte no especificada, y se les entregará la otra al terminar su cautividad. d) Que la Convención de Ginebra prohibía la utilización de estos prisioneros en tareas relacionadas con la industria militar y transporte de material de guerra, incluido cualquier tipo de mercancía para las unidades combatientes. La tercera, que la redención de penas, que estuvo organizada por la Orden del Ministerio de Justicia de 7 de octubre de 193879, se articuló en el “Patronato Central para la Redención de Penas por el Trabajo” que según Blanco –el primer autor que manejó las actas de esta institución80– desarrolló una “labor humanitaria”, “de profunda inspiración cristiana”, favoreciendo en todo momento la situación de los presos81: “… libertades condicionales, acortamiento de penas, quizás excesivos, por el trabajo, fomento de la cultura en las cárceles, creación de talleres, granjas y modernas penitenciarias, inspecciones rigurosas para asegurar el buen trato y la comida, y la protección a ultranza de las mujeres y los hijos de los reclusos. Más de once mil niños disfrutaban en 1944 de internados en colegios, en su mayoría religiosos, o ayudas en comidas y becas”. 79 BOE, 11 de octubre de 1938. Véase Alberto BARCENA PÉREZ: La redención de penas en el Valle de los Caídos, Madrid, Universidad San Pablo SEU, 2012, p. 108. El tema de la redención de penas por trabajo fue estudiado anteriormente por el letrado y profesor universitario Francisco Bueno Arus en su tesis doctoral. Francisco BUENO ARUS: La redención de penas por el trabajo en el ordenamiento jurídico español, Tesis doctoral leída en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense el 23-II-1973. Un extracto de la misma puede verse en Francisco BUENO ARUS: La redención de penas por el trabajo en el ordenamiento jurídico español http://www.mjusticia.gob.es/cs/Satellite/Portal/1292344052202?blobheader=application[consultado el 5 de junio de 2016]. Desde el punto de vista historiográfico, véase Gutmaro GÓMEZ BRAVO: La redención de penas. La formación del sistema penitenciario franquista. 1936-1950, Madrid, Los libros de la Catarata, 2007. 81 Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, pp. 20-21. 80 115 La cuarta, que jamás trabajaron 20.000 reclusos en las obras del Valle de los Caídos, sino sólo entre 2.000 y 2.500, y que todos los trabajadores fueron voluntarios y cobraron un salario idéntico al de un obrero libre de su nivel profesional. En este sentido, presentaba como ejemplo la cuenta corriente del recluso Ramón Lidueña Rodríguez, cuyos ingresos quincenales de 541 pesetas máximo, resultaban “inalcanzables para muchos obreros en aquel tiempo”82. La quinta, que los obreros vivían en un régimen de semilibertad83, y estaban muy bien alimentados. Blanco, sin embargo, no encontró ningún menú para los presos del Valle de los Caídos, pero si de otros destacamentos penales, del que destacamos el de Gaverney (Lerida), correspondiente al 2 de enero de 1942, que llamaba la atención por su composición84: Desayuno: Café. Comida: Sopa, bistec con patatas, salsa de pimientos, pan y vino. Cena: Potaje de patatas con carne, calabaza y col. Pescado con salsa de tomate y pan. Ibidem, p. 11. A propósito de estos menús, Blanco escribió un párrafo que resumía el sentido y la intención de su obra85: “Insisto: A las mesas de muchas familias españolas no llegaban la mitad de calorías de que disfrutaban los menús de los Destacamentos y, por otra parte, también muchos de los reclusos trabajadores de los destacamentos –braceros del campo, jornaleros de todo tipo, campesinos pobres de tierras de secano, y peones de oficios–, jamás habían comido tan copiosa y variadamente como en sus años de reclusión”. 82 Ibid., p. 206. Ibid., pp. 235-258. 84 Sobre estos menús, no da ninguna referencia documental. Ibid., p. 194. 85 Ibid., p. 195. 83 116 Conclusión Antonio Izquierdo falleció en Madrid el 20 de enero de 1999, víctima de un enfisema pulmonar. Juan Blanco lo hizo trece años después, el 6 de febrero de 2012, en la misma ciudad, como consecuencia de un cáncer. En ambos casos, lo hicieron en un casi completo olvido, más allá de los círculos de la extrema derecha franquista a la que nunca dejaron de pertenecer; aunque en el caso de Blanco, su influencia también alcanzaba a la historiografía académica contraria al consenso progresista-marxista sobre el franquismo, especialmente la localizada en el Centro de Estudios Universitario San Pablo. No obstante, a pesar de que sus obras no hayan sido consideradas como una fuente importante por el resto de la historiografía académica, no hay duda de que tienen un cierto valor. Pues, en el caso de las de Izquierdo, plasmaron la visión de un sector del franquismo que fue doblemente perdedor –en 1957 y 1975–, desarrollando el concepto de “generación pérdida” de la Falange, aún no estudiado por los profesionales de la Historia, y que resulta extraordinariamente importantepara comprender la evolución de este régimen y las luchas de poder que tuvieron lugar en el mismo, y para conocer el papel de personajes de cierta importancia como Elola-Olaso, que todavía hoy carece de una biografía académica. Igualmente, resulta muy útil para entender el proceso de transición a la democracia y las causas que lo hicieron posible, desde postulados falangistas. De similar trascendencia fue la obra de Blanco, especialmente su libro sobre el golpe de Estado del 23-F, que rompió el consenso existente sobre este acontecimiento histórico, planteando nuevas hipótesis para su investigación, que han sido de utilidad para los profesionales de la Historia que han estudiado este acontecimiento. Por tanto, más allá del anacronismo ideológico que caracterizó a ambos hasta el final de sus ideas, no hay duda de que el estudio de sus obras ayuda a conocer mejor la evolución de España en el tiempo presente. 117 118 La construcción de una cultura light. El semanario Tele/estel y los límites de una cultura oficial (1966-1970)1 Carles Santacana Universitat de Barcelona No hay duda de que la prensa y el mundo de la edición fueron elementos fundamentales para ir construyendo los diversos relatos que se abrían paso en la década de 1960. Al margen de algunas panorámicas generales, disponemos de estudios sobre revistas que tomaron una gran significación cultural-ideológica, como el ejemplar trabajo ya clásico de Javier Muñoz Soro en relación a Cuadernos para el Diálogo, las diversas aproximaciones a Triunfo; o el fundamental estudio de Carme Ferré sobre Serra d’Or, vital para el caso catalán. Como sucede en el campo editorial, las investigaciones han privilegiado el análisis de las propuestas más rupturistas2, dejando en un segundo plano las publicaciones que siguieron planteamientos más oficialistas y aquellas otras de dilatada trayectoria que experimentaron evoluciones más lentas 3. También es cierto que en ocasiones el estudio de la prensa en lo que se ha llamado tardofranquismo ha privilegiado unos análisis en que periódicos y revistas se consideran sobre todo desde la perspectiva más estrictamente política, mientras que los aspectos Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Las bases del cambio cultural en España (19601975)”, HAR2014-52882-P. 2 Una excepción reciente es el volumen coordinado por Jesús Martínez, que analiza al mismo tiempo las propuestas más connotadas ideológicamente, aunque minoritarias en términos de consumo, junto a las que lograban una mayor cuota de mercado. Véase Jesús MARTÍNEZ: Historia de la edición en España 1939-1975, Madrid, Marcial Pons, 2015. 3 En el caso barcelonés el semanario Destino sí ha sido analizado por diversos investigadores, aunque su dilatadísima trayectoria (1938-1976) dificulta un estudio pormenorizado. En cualquier caso, sí que existen algunas aproximaciones. Véase Carles GELI y Josep M. HUERTAS, Las tres vidas de Destino, Barcelona, Anagrama, 1991. Y la reciente tesis doctoral de Ramon CIVIT: Destino i la cultura catalana a les acaballes del franquisme (1966-1975), Universitat de Barcelona, 2012. 1 119 culturales quedan en un plano más secundario. No se trata de una crítica, simplemente de una constatación4 El trabajo que se presenta es un avance de una investigación que pretende incidir en este territorio, a saber, el del papel de la prensa en la conformación de un discurso cultural e ideológico adaptado a los debates de la década de 1960, tanto los que se dilucidan en clave interna como aquellos que tienen que ver con la revolución sociocultural que describió Hobsbawm para el mundo occidental. Es evidente que las diferentes tipologías de prensa permiten abordar cuestiones distintas y enfoques marcadamente contrastados. En este sentido, si analizamos preferentemente una determinada cabecera lo hacemos motivados por la necesidad de encontrar respuestas a preguntas específicas. En el caso del texto que presentamos hemos elegido una fuente muy poco conocida que presenta unas características muy concretas en virtud sobre todo de un espacio y tiempo perfectamente delimitados y dotados de una significación muy precisa, y vamos a dedicar una parte sustancial de nuestra atención a mostrar porqué es útil su estudio, y sobre todo cuáles son las preguntas historiográficamente importantes que puede ayudarnos a responder. La publicación en cuestión es Tele/Estel, un semanario nacido en el verano de 1966 al calor de la ley de prensa; en realidad, fue el fruto inesperado de las diversas gestiones fracasadas para promover la edición de un diario en catalán5. No podemos ahora detallar el episodio, pero el resultado es que finalmente el ministro Fraga consideró menos inconveniente la autorización de un semanario en catalán que la autorización de un diario o de un suplemento de un diario. De ese modo, y aprovechando que así también compensaba algunas decisiones desafortunadas en el diario Tele/eXpres, Fraga accedió a la publicación del semanario Tele/estel. No hay duda que la aparición de la publicación supuso en aquel momento un hito importante, pero sin embargo no ha merecido la atención de los investigadores, más allá de una 4 Véase, por ejemplo, el buen trabajo de Carmen CASTRO:La prensa en la transición española 19661978, Madrid, Alianza, Madrid, 2010. 5 El proyecto del diario Migdia y otras iniciativas están explicadas en el artículo de Josep Faulí citado en la nota 6. El contexto de los movimientos en el mundo periodístico barcelonés de aquella coyuntura se pueden seguir con detalle en el libro de Jaume GUILLAMET: Premsa, franquisme i autonomía. Crònica catalana de mig segle llarg (1939-1995), Barcelona, Flor del Vent edicions, 1996. 120 pequeña aproximación realizada por uno de sus redactores6. En el momento de aparición, en julio de 1966, Tele/estel adquiría diversas significaciones. La cuestión que más lo definía era la lengua de publicación. Era el primer semanario de quiosco en lengua catalana, con vocación de dirigirse a un público amplio. Hasta ese momento la única publicación íntegramente en catalán era el mensual Serra d’Or, que editaba la Abadía de Montserrat, iba dirigida a un público culto y se distribuía por suscripción. En este sentido, el planteamiento de Tele/estel era muy distinto, y en aquel momento era una novedad absoluta. La cuestión lingüística lo singularizaba, pero como veremos más adelante no en una única dirección. Por qué analizar Tele/estel Sería fácil presumir que el solo hecho de tratarse de la primera publicación legal no eclesiástica en lengua catalana habría convertido a Tele/estel en una icona de la prensa catalana, o como mínimo de los análisis que ponen el énfasis en el vigor del catalanismo en la sociedad catalana a pesar de la acción de la dictadura franquista. No obstante, eso no es así, y el semanario ha quedado en el más absoluto olvido. En realidad, es muy significativo que esta publicación no haya sido analizada, con la excepción de un pequeño capítulo escrito por uno de sus redactores, Josep Faulí, en una obra colectiva sobre revistas catalanas del final del franquismo. Probablemente ello se deba a su origen y su final, pero también a las nuevas hegemonías culturales surgidas a finales de los sesenta, que en gran medida quisieron dejar de lado los productos que no siguieron el auge del marxismo en los medios intelectuales de la época7. El origen es el de una publicación nacida al calor de la ley de prensa y de las componendas entre el gobierno y personalidades franquistas catalanas con intereses en el mundo de la Josep FAULÍ: “Tele/estel (1966-1970). Història d’una frustració”, en Josep FAULÍet al.: Tele/estel, Arreu, Oriflama, Canigó i Presència. Cinc revistes catalanes entre la dictadura i la transició, Barcelona, Collegi de Periodistes de Catalunya, 1987, pp. 11-32. De otro lado, es significativo el papel que ocupa la revista en un cierto canon histórico de las revistes en catalán. Véase Carme FARRÉ y Jordi FINESTRES (eds.): Un país de revistes. Història dels magazins en català, Barcelona, APECC, 2009. 7 En este sentido es muy interesante el análisis de Giaime Pala sobre la relación entre intelectualidad marxista y nacionalista en su artículo “La batalla de las ideas. Apuntes para una historia de los intelectuales catalanes en los años sesenta”, Cercles. Revista d’Història Cultural, 16 (2013), pp. 147170. 6 121 comunicación. En ese contexto se autorizó la publicación del diario en castellano Tele/eXprés8 en 1964, antes de la promulgación de la Ley, pero ya con Fraga como ministro. Tele/eXprés era la primera cabecera privada autorizada en Barcelona desde 1939. Sus promotores querían editar un suplemento en catalán, que no fue autorizado pero se convirtió en semanario. Sus promotores, que tenían como objetivo principal el diario (y no el semanario) eran gentes del régimen, bien relacionadas en las esferas del poder. El empresario promotor era Jaume Castell Lastortras, pero los nombres de referencia que posicionaban Tele/eXprés eran Ignacio Agustí y Carlos Sentís, dos periodistas que de jóvenes habían simpatizado con el catalanismo moderado pero que habían abrazado el franquismo de forma absolutamente decidida. Agustí había protagonizado un incidente en mayo de 1966 precisamente en Tele/eXprés, cuando publicó un artículo muy duro contra los sacerdotes que se manifestaron por las calles de Barcelona para protestar contra las torturas a un joven dirigente estudiantil. El incidente se saldó con la caída del director del periódico, Andreu Avel·lí Artís, que firmaba habitualmente con el pseudónimo de Sempronio9. Finalmente, Fraga autorizó la aparición del nuevo semanario, condicionada a que tratase exclusivamente temas de literatura y folklore, y accediendo a que Sempronio ocupase la dirección, seguro de que Agustí y Sentís ejercerían una tutela suficiente sobre el veterano periodista. Nacida de esta peculiar manera, ¿qué interés tiene estudiar la publicación o utilizarla para aproximarse a algunas cuestiones clave de su época? Creo que la primera clave para constatar el interés de su estudio es precisamente que no haya tentado a nadie hasta ahora. No se trata de poner el énfasis en una aproximación por el simple hecho de que sea inédita, sino en el hecho significativo de que nadie a posteriori haya reclamado su vínculo con aquella iniciativa. ¿Por qué? Si ningún agente cultural o ideológico ha reclamado posteriormente su pasado en Tele/estel es quizás porque el semanario no representó el punto de partida de nada. Y si fuese así, ¿era más bien el final de un 8 Sobre el papel de este periódico en el panorama comunicativo de la época véase Jaume GUILLAMET: Premsa, franquisme i autonomía…. De otro lado, Tele/eXpres es uno de los pocos diarios de los que se ha analizado su discurso cultural. Véase Alberto CABELLO: Tele/eXprés, cultura y crítica literaria, Alcalá la Real, Zumaque, 2015. 9 Un repaso a su trayectoria periodística en la entrevista que le hizo Jaume Fabre en Periodistes sota censura. De la fi de la Guerra Civil a la Llei de Premsa, Barcelona, Col·legi de Periodistes, 1999, pp. 715. 122 recorrido? Creo que es una cuestión interesante a explorar, y que no merma en ningún caso el interés de su estudio. En realidad, quizás ni los que la hicieron posible tuvieron interés en reivindicarla porque deberían asumir su fracaso. Al margen de estas consideraciones no podemos obviar que el lanzamiento público del semanario tuvo un gran impacto, tanto por su campaña de difusión, que la presentaba como una revista “innovadora, informativa, amena, divertida”, como por sus 70.000 ejemplares del primer número, que en 1966 suponía inundar los quioscos con la nueva publicación. Óbviamente, también vale la pena sumergirse en sus páginas para explorar hasta qué punto las limitaciones temáticas impuestas por las autoridades fueron respetadas, y también si aspiraban o se propusieron formular un nuevo canon cultural. Sabemos que en el caso de las publicaciones catalanas esta vocación era muy nítida en Serra d’Or, y también en la clandestina pero influyente Nous Horitzons10. En relación a la primera cuestión vale la pena recordar que desde diversas instancias franquistas se estaba sopesando desde principios de los 60 si era conveniente la autorización de un diario o un semanario en catalán. En las reuniones secretas del Consejo Nacional del Movimiento el profesor Martí de Riquer11 propuso que se autorizase una publicación en catalán, limitándola a contenidos sin interés. El resultado previsto sería su fracaso, y con ello el régimen conseguiría que la oposición catalanista no pudiese argüir la reivindicación de prensa en catalán. Para algunos analistas los pronósticos del profesor se cumplieron en el caso de Tele/estel. Si la cuestión lingüística era tan relevante ¿hasta que punto condicionaba a Tele/estel el hecho de ser la única publicación de periodicidad semanal en lengua catalana? Esta circunstancia podía ser un plus para la minoría activista catalanista, pero también conllevaba dos hándicaps. El primero era la dificultad técnica para tener y mantener un volumen importante de lectores en catalán, máxime cuando hacía prácticamente treinta años que había desaparecido la enseñanza regular de la lengua catalana y su presencia pública. La segunda, y quizás aún más relevante: ser el único semanario forzaba a buscar un equilibrio temático que quizás no conseguía contentar a nadie. Véase Carme CEBRIÁN y Marià HISPANO: Nous Horitzons, l’optimisme de la voluntat. Revista teòrica i cultural del PSUC, Barcelona, El Viejo Topo, 2011. 11 Véase Carles SANTACANA: El franquisme i els catalans. Els informes del Consejo Nacional del Movimiento, 1962-1971, Catarroja, Afers, 2000. 10 123 Todas estas cuestiones se desarrollan en una cronología intensa y fluida, entre 1966 y 1970, que presenta muchos momentos de interés, y en que se condensa la irrupción de una nueva generación de escritores e intelectuales. Incluso desde la perspectiva de los vínculos entre relevo generacional, compromiso intelectual y oposición antifranquista, el lapso de tiempo mencionado se corresponde (casualmente) con dos hitos de la protesta antifranquista en Cataluña. En 1966 la Caputxinada y en 1970 el encierro de intelectuales en el monasterio de Montserrat. Son unos años en que se produce una acelerada definición no sólo de proyectos culturales e ideológicos, sino sobre todo de la definición de culturas militantes y del compromiso intelectual antifranquista. De otro lado, también tiene interés abordar el análisis de la redacción y los colaboradores más habituales del semanario. Ciertamente, su director a lo largo de los cuatro años de existencia, Sempronio, marcó notablemente el espíritu de la publicación. Nacido en 1908 era un veterano periodista que había comenzado su carrera antes de la Guerra Civil en publicaciones culturales catalanistas. Como ya se ha dicho, en 1964 fue nombrado director de Tele/eXprés. Coincidiendo con su etapa de director de Tele/estel fue candidato de un grupo renovador a la Asociación de la Prensa de Barcelona, derrotado por la candidatura oficialista. Junto a Sempronio fueron colaboradores habituales diversos periodistas retornados del exilio, como Jaume Miravitlles (director del Comissariat de Propaganda de la Generalitat durante la Guerra Civil y activo soporte del gobierno republicano en el exilio cerca del gobierno de los Estados Unidos); Josep Maria Lladó (director de La Humanitat, periódico de ERC durante la República), Domènec Guansé, Joan Alavedra (secretario personal de Francesc Macià y de Pau Casals) y Josep Maria Poblet (dirigente de ERC en el exilio), todos ellos nombres muy significados en las empresas periodísticas próximas a Esquerra Republicana antes de la Guerra Civil. Muchos de ellos retomaron justamente en ese momento sus colaboraciones regulares en Barcelona. Junto a estos veteranos republicanos sobresalían nombres propios más jóvenes muy vinculados a la oposición democrática, como Rafael Pradas, Josep Faulí o Josep Maria Huertas Claveria, que formaban parte del clandestino 124 Grup Democràtic de Periodistes12, que se creó precisamente en 1966. Y también opinadores incisivos, especialmente Manuel de Pedrolo, Baltasar Porcel y Terenci Moix, que fueron pilares del semanario en sus inicios, pero que también tienen en común que rompieron más tarde con la publicación. Ciertamente, entre los impactos que produjo la aparición de Tele/estel no podemos obviar algunos comentarios críticos procedentes de un catalanismo que quedaba desubicado por la autorización gubernativa. Fueron escasas, pero significativas. Una de ellas fue la del cosmopolita y viejo periodista Eugeni Xammar desde la revista Mirador, que se publicaba en el exilio de París. Es una crítica dura con el semanario pero que refleja un cierto desconcierto, puesto que si bien ponía el énfasis en la adscripción franquista de los promotores del semanario, al que continuamente tildaba de “semanario franquista”, lo cierto es que reconocía que los articulistas no tenían nada de franquistas, aunque seguía considerando que la publicación sí que lo era. En sus propias palabras: “La veritat, de la qual sóc més amic que de Plató mateix, m’obliga però a reconèixer que la majoria dels escriptors, periodistes, poetes, cronistes, etc., que escriuen a Tele-estel no són franquistes; diré encara més, no tenen res de franquistes. Tanmateix, aquests periodistes, articulistes, economistes, etc. donen els seus treballs, les seves firmes i el seu prestigi, a una publicació autènticament franquista”13. En su extenso artículo más adelante afirmaba que “confesso que aquesta barreja de no franquistes i de franquistes, de tovallons nets i d’eixugamants bruts a mi em desconcerta una mica, bastant, molt, massa” (..) “El franquisme de “Tele-estel” es autèntic però clandestí, sincer però secret, real però ocult, present però invisible. És evident que sense aquesta clandestinitat els franquistes catalans no tindrien més remei que escriure a “Tele-estel” tots sols i, com deia un pagès catalanista amic meu, la feina seria “llur””. En cualquier caso, la prohibición de publicaciones en catalán desde 1939 había producido una identificación de esa lengua proscrita del ámbito público con la oposición a la dictadura franquista. Por eso causaba sorpresa para un republicano catalanista irredento como Xammar que a la altura de mediados de los sesenta se autorizase un semanario en catalán. De otro lado, Xammar insistía en argumentar que la Joaquim ROGLAN, El Grup Democràtic de Periodistes (1966-1976). Crònica d’un periodisme esperançat, Barcelona, Col·legi de Periodistes, 1992. 13 Eugeni XAMMAR: “Fent volar el Tele-estel”, Mirador, 4 (invierno 1967-68), pp. 14-15. 12 125 revista había sido autorizada con la condición de no tratar cuestiones políticas, lo cierto es que muchos creyeron que las limitaciones en sus contenidos podrían convertir la publicación en un producto más bien folklórico. No obstante, creo que el análisis de los contenidos obliga a buscar explicaciones más complejas, y sobre todo que la publicación es un buen observatorio para seguir diversos de los debates de esa coyuntura. La elección de los contenidos en un contexto cultural muy dinámico La revista vivía una coyuntura muy especial, tanto a nivel internacional como en el plano español. La segunda mitad de los sesenta el mundo occidental vive con la sensación de grandes cambios, desde los de índole material (extensión del uso de electrodomésticos, televisión, …) hasta los de tipo social y político, entre los que se debe resaltar no sólo el impacto del mayo del 68 francés y la rebelión universitaria, sino el protagonismo de la juventud como grupo social, con enormes efectos en las propuestas culturales y en las formas de vida. Ese era un eje informativo que no podía olvidar ninguna cabecera periodística que quisiera conectar con la juventud. En este sentido, la revista se ocupó en cada número de la actualidad política internacional más convencional (la guerra fría, la descolonización) gracias al concurso de Jaume Miravitlles (al que muchos consideraban un agente de la CIA), y también siguió con atención los aspectos más llamativos de esos transformaciones estructurales, especialmente todo lo relacionado con las protestas juveniles. De otro lado, como decíamos más arriba, la singularidad de ser la primera revista autorizada en catalán condicionaba en gran manera su orientación, en el sentido que se consideraba que debía prestar una atención preferente a la realidad catalana. En este sentido, debería decidir qué tipo de realidad iba a mostrar y con qué enfoque. ¿Una realidad del presente o una realidad histórica? Fuese o no su propósito, y teniendo en cuenta el contexto periodístico del país, la cuestión es si sería inevitable el cultivo de una cierta nostalgia del pasado. Y, obviamente, qué pasado iba a privilegiar. Fuese o no cierto, la sensación que transmitía la revista era la de una nueva epifanía periodística 126 (“ens trobem tot just a la sortida d’un túnel llarguíssim, on tot ho vèiem molt negre” 14), con todo lo que ello comporta. La percepción de su director se reflejaba perfectamente cuando la publicación celebró su primer aniversario. Afirmaba que las opiniones recibidas de los lectores se dividían a partes iguales entre “aquells que ens atribueixen una mena de nostàlgia del passat, ensems que cert esperit casolà, i aquells altres que voldrien, al revés, que el setmanari dediqués atenció preferentíssima, gairebé exclusiva, a la divulgació de les tradicions, a l’exaltació dels valors nostrats” 15. Así las cosas, los contenidos se movían entre las temáticas locales y las preocupaciones del mundo occidental. En primer lugar debemos destacar la gran atención que prestó a la recuperación de un pasado cultural que en muchas ocasiones tomaba cuerpo a través de personajes concretos. A través de entrevistas o de reportajes se daban a conocer escritores como Salvador Espriu o Carles Soldevila, artistas como Antoni Tàpies o Picasso, protagonistas de la resistencia cultural como Ramon Aramon o Rafael Tasis, personajes polémicos como Eugeni d’Ors, o el abat Escarré con motivo de su muerte al volver del exilio. Precisamente, en esta nómina destaca la presencia del mundo del exilio. Es una presencia que se percibe en múltiples aspectos, desde la elección de personajes sobre los que se realizan reportajes, pero también entre la nómina de entrevistados, así como en los libros que son reseñados. Es una constante en la que incluso se especializan dos de los periodistas que firman más artículos, Joan Alavedra y Josep Faulí. Como decíamos más arriba, si la revista se centraba en el mundo cultural catalán y quería recuperar su pasado inmediato, era muy difícil eludir la producción del exilio, o la etapa de exilio de muchos de los que regresaron en los años cincuenta o sesenta. En cualquier caso, se trataba de obviar o no esa consecuencia directa de la guerra civil. Con motivo de la primera Navidad con el semanario en los quioscos se publicó un número con una sección especial compuesta por tres artículos dedicada al recuerdo de las navidades en el exilio. Jaume Miravitlles escribía el primero explicando su experiencia en Nueva York con un título muy significativo: “Una cadira buida”16, que iba acompañado por un texto de Joan Alavedra que recordaba las celebraciones en SEMPRONIO: “Carta oberta del segon aniversari”, Tele/estel, n. 105, p. 3 SEMPRONIO: “Carta als amics desconeguts”, Tele/estel, 53, p. 3 16 Tele/estel, n. 23 (23 diciembre 1966). 14 15 127 el exilio francés de Prada y otro de Xavier Berenguel sobre Chile. Otros notables exiliados, como Margarida Xirgu, Pompeu Fabra, August Pi i Sunyer, Jaume Carner, Ambrosi Carrion o Agustí Bartra también fueron tratados con generosidad. En relación a los personajes que protagonizaban los contenidos de la revista debemos señalar que la inmensa mayoría eran catalanes, y que la presencia de intelectuales madrileños fue muy escasa, con excepciones notables como las de José Luis L. Aranguren o Julián Marías, y muy pocas más. Más allá de los personajes, los estrenos teatrales y las reseñas bibliográficas, la revista intentó conectar con cuatro tipos de temáticas. De un lado, las cuestiones sociales, especialmente las derivadas del caótico crecimiento que experimentaba el área barcelonesa en esos años de desarrollismo. Fueron muchos los reportajes e incluso las encuestas a personas relevantes que se ocuparon de los problemas de la inmigración interior, las condiciones de vida de lo que denominaban suburbios y muy especialmente de los déficits en la escolarización. De otro, fueron muchos los artículos que explicaban la eclosión del fenómeno de la Nova Cançó, que incluso contaba con una sección propia. Pero lo más interesante no era la cobertura puramente informativa, sino el cruce de opiniones de articulistas e incluso lectores que discutían sobre la calidad artística de este fenómeno y se interrogaban si en él prevalecía la consideración de producto cultural o en cambio se estaba convirtiendo en una producción puramente comercial. El debate es interesante porque deviene un ejemplo de las dudas e inseguridades que generaba precisamente una propuesta cultural que conseguía un cierto éxito, como si los que teóricamente debían estar satisfechos no estuviesen preparados para asimilarlo. Dicho de otra manera, y aunque la publicación nunca lo explicitó así, las contradicciones que presentaban los productos encaminados a una cultura de masas. De hecho, esta misma consideración se repetía en ocasiones en relación al teatro, y especialmente a las obras protagonizadas por el humorista Joan Capri, de gran éxito popular, pero consideradas despectivamente por algunos como teatro de consumo. El tercer eje temático sería el que tiene que ver con la definición del catalanismo, cuestión en la que se llegaba a escribir en términos más allá del horizonte cultural, señalando las distintas tradiciones conservadoras e izquierdistas que había tenido en el pasado, e incluso dejando entrever las corrientes más presentes en aquellos años (en este caso, sin 128 referirse a organizaciones, pero si citando a nombres suficientemente representativos). Por último, una cuarta temática recurrente en las páginas de Tele/estel tenía como objeto de atención a los jóvenes. La mirada respecto de la juventud tenía un doble enfoque. De una parte, con una atención importante a los movimientos contestatarios juveniles de la época; de la otra, con el trasfondo del debate generacional entre la tradición cultural catalanista y los elementos de renovación e incluso ruptura que podían aportar los jóvenes que despuntaban en aquellos momentos. Creo que este es un de los aspectos del debate cultural de la época respecto del cual Tele/estel puede aportar materiales más interesantes. Para muestra un botón: la polémica sobre las generaciones Como ya vimos en su declaración de intenciones, para los promotores del semanario era muy importante la recuperación de la historia de la cultura catalana contemporánea. El propio Sempronio, director de la publicación, abundó en diversas ocasiones en esta cuestión, reivindicando la Renaixença del siglo XIX, a la que otorgaba el mérito de la recuperación culta del catalán. Consideraba que esas generaciones pretéritas habían hecho grandes aportaciones, y por eso las tildaba de “generacions de gegants”17. Situados en 1970, estas afirmaciones deben entenderse por el creciente cisma generacional18 que se estaba produciendo, o como mínimo, como era percibido por la mayor parte de las plumas de los colaboradores. Por eso se quejaba de que “certa joventut somia en un foc de Sant Joan a cada cantonada i tot l’any, per a cremar-hi els mites, els valors i les obres que s’han trobat a casa”19. El escritor Pere Calders también intervino en diversas ocasiones a propósito de ello y en un sentido parecido. En tono irónico, Sempronio se quejaba de que “la vida m’ha estafat”, porque se encontraba huérfano de generación. El veterano periodista señalaba que las generaciones tomaban carta de naturaleza a posterori, cuando eran vistas con perpectiva temporal. Utilizaba ese argumento para poner en tela de juicio a los jóvenes –sobre todo escritores- que se SEMPRONIO: “Una vista panorámica”, Tele/estel, 162, p. 11. He planteado una reflexión sobre esta cuestión en Carles SANTACANA: “Sobre las rupturas y las continuidades en los años sesenta”, Cercles. Revista d’Història Cultural, 16 (2013), pp. 31-52. 19 Ibid. 17 18 129 autodefinían como de una nueva generación. Se preguntaba “què diantre passa amb aquests minyons d’ara que, amb la trentena encara no complerta i pràcticament inèdits, tenen tanta pressa a constituir-se en generació?”20. A Sempronio le parecía exagerado proclamar unos abismos generacionales que consideraba inexistentes. Y ponía como ejemplo que favorecía su argumento la edad de muchos de lo que él calificaba como ídolos de los jóvenes de la cultura: Buñuel, 69 años; Marcuse, 71, McLuhan, 57; LevisStrauss, 61. Por otro lado, Sempronio acusaba a los jóvenes escritores de llevar adelante batallas sin riesgo. Afirmaba que no combatían a los poderosos, sino a la cultura local más tradicional: “L’espectador de bona fe trova que aquesta fúria juvenil, aquest ímpetu, estarien molt millors esmerçats en la denuncia de la injusticia, en l’envestida de les situacions coaccionadores. Però, ah, fillets!, aquestes fan pupa, o poden fer-ne. Mentre que els pairals i nostrats, que diuen ells, són un blanc fàcil i còmode, car romanen incapacitats de reaccionar. Així, per poc preu, sense córrer el més petit risc, aquest sector juvenil que distribueix patents de joventut, fa espiritual brometa, fatxendeja de valent”21. Es obvio que tras la crítica de Sempronio se escondía una pregunta de calado: ¿hasta qué punto era aceptable la crítica a una tradición cultural que había sido postergada por la dictadura? ¿Estaban en condiciones los que intentaban recuperar el curso de la evolución cultural para al mismo tiempo ser críticos con la misma? Con otras palabras, el director teatral Frederic Roda planteaba esos dilemas dando respuestas distintas a las de Sempronio, afirmando que la capacidad de autocrítica era privativa de las colectividades (y culturas) fuertes, mientras que las débiles se caracterizaban por el triunfalismo y la autosatisfacción. A partir de esas premisas avanzaba la hipótesis que quizás la cultura catalana era suficientemente fuerte para segregar autocrítica. Para Roda parecía que en los albores de los setenta se podía dar ya el paso definitivo. Por eso se preguntaba si “¿No ens hem acostumat massa a la confortable incomodidat de les catacumbes?”22. Y también consideraba que la cuestión tenía que ver con el signo de los tiempos, y había que asumirla con naturalidad: “La civilització de consum, culturalment, també vol dir això: treure partit dels valors de la cultura ara i aquí. Ja no SEMPRONIO: “Jo, ai!, no he tingut generació”, Tele/estel, 161, p. 11 Ibid. 22 Frederic RODA, “La capacitat d’autocrítica”, Tele/estel, 166, p. 13 20 21 130 és pensable que una generació se sacrifiqui per una altra. I això no és bo ni dolent: és així malgrat que pugui semblar trist o ingrat”23. Por eso concluía en un tono positivo: “No menyspreem la nostra capacitat crítica malgrat que pugui semblar-nos fins i tot excesiva: ella és l’única forma de convertir un folklore en una cultura i d’anar-ho fent dia a dia. I de revestir aquesta cultura d’una cuirassa (humor, sàtira, relativitat, humanisme en fi) invisible però indestructible”24. La intersección entre distancia generacional y capacidad de autocrítica tuvo un episodio especialmente llamativo a propósito de la novela La torre dels vicis capitals (1968) de Terenci Moix, aderezado con un enorme impacto periodístico. A raíz de esta circunstancia se publicaron algunas reflexiones de fondo. Una de ellas era la del filósofo Octavi Fullat25, que se refería al “cofoisme” (complacencia), que creía minoritario, pero suficiente para alejar a los jóvenes escritores: “A més, ens hem recreat massa en el pretèrit –feina, aquesta, propia dels vells-, perdent futur. Aquesta darrera modalitat de “cofoisme esclerosat” ha estat causa especialment que la gent jove catalana no es reconegués en tal cultura, la qual responia a uns plantejaments d’”abans de la guerra” però que desconeixia l’esdevenidor”26. Fullat consideraba que era lógica una actitud cofoista e incluso narcisita en los años de la posguerra; se trataba simplemente de una actitud de autodefensa. Ahora empezaba algo nuevo, y el autor creía que era el momento de “posar-nos a elaborar una cultura adulta, emprenedora, autocrítica, i llançada a l’esdevenidor. Cofoisme i narcissisme poden ésser reduïts molt fàcilment a folklore”27. Estas consideraciones son una pequeña muestra de las decenas de artículos que se vertieron en Tele/estel sobre las generaciones y que se referían preferentemente al binomio continuidad/ruptura entre las minorías del ámbito intelectual y artístico. No obstante, en ocasiones esas polémicas se entrecruzaban con las apreciaciones acerca de la aparición de esa juventud que parecía devenir un nuevo grupo social, hasta el punto 23 Ibid. Ibid. 25 Fullat acababa de publicar el libro La joventut actual, el nostre futur, Nova Terra, Barcelona, 1968. 26 Octavi FULLAT, “Final o començament de les lletres catalanes”, Tele/estel, 171, p. 22 27 Ibid., p. 23. 24 131 de que había quién se interrogaba si constituía una nueva clase social. La irrupción de los hippies y los beatniks sería otro tema ampliamente tratado. Sobre esta cuestión, a la mayoría de articulistas les parecía bien que la juventud hiciese patente su inconformismo social, aunque solían anteponer dos consideraciones. La primera sería sobre la supuesta novedad de esa contestación juvenil, frente a la que oponían la idea de que esas formas de contestación se producían cíclicamente, y que en consecuencia no se trataba de un fenómeno nuevo, a pesar de que sí tomase formas de representación nuevas. Otra consideración era a propósito de la efectividad social y política de algunos de los movimientos contestatarios, especialmente en relación a los hippies, que eran los que concentraban una mayor atención. Uno de los artículos más ponderados, con más voluntad analítica que de opinión lo escribió el joven periodista Josep Maria Huertas Claveria, en que intentaba analizar las características del fenómeno y finalmente señalar lo que consideraba aspectos positivos y elementos negativos. Entre los primeros consideraba que aportaban mucho al concepto comunitario de la vida y a la crítica al materialismo, así como la supresión de muchos prejuicios sociales. Entre los segundos señalaba la ingenuidad de creerse fuera del mundo, el uso de la drogas si su finalidad era la evasión de la realidad social. Huertas ponía el énfasis en que los hippies provenían de la clase media o alta, nunca de la clase obrera. E incidía en que, a pesar de la radicalidad estética, su peligrosidad para el establisment era muy limitada. Así, exponía que ver a hippies vendiendo medallones o anillos “causa una trista sensació, la sensació que viure fora del món és només una il·lusió amb la qual no es fa mal a ningú, això és cert; però amb la qual tampoc no es fa cap bé”28. Finalmente, Huertas concluía con una clara contraposición con la juventud militante: “Només serà una llàstima total si la societat acaba per veure –com fa la impressió- que són més inofensius que altres joves dels qui es parla menys però que se la juguen més, i llavors, sense haver-ho volgut, es converteixen en una mena de folklore apte per a tothom, i acaben d’Il·lustració en un opuscle turístic”29. 28 29 Josep Maria HUERTAS CLAVERIA, “Han perdut la flor?”, Tele/estel, 156, p. 17 Idem 132 Mínima reflexión final En definitiva, las páginas precedentes han pretendido poner de relieve un par de cuestiones que deberían ayudarnos a plantear el análisis de la construcción cultural desde parámetros amplios, en que deben ser observadas tanto las formulaciones más militantes y vanguardistas como aquéllas que tienen un mayor impacto en términos de consumo cultural. Naturalmente, estos esquemas más complejos son más difíciles de elaborar, pero reflejan mejor la realidad histórica. En este sentido, no podemos obviar productos que optaron por fórmulas aparentemente light para adaptarse a las circunstancias, máxime porque cuando los analizamos en ocasiones encontramos una mayor profundidad en determinados debates de la que habríamos previsto. La presente investigación, todavía en fase muy incipiente, pretende contribuir con un caso concreto a esta reflexión 133 general. 134 Cuando las revistas de la Transición hacen historia. Algunas reflexiones sobre divulgación y conocimiento histórico del exilio republicano Aránzazu Sarría Buil Université Bordeaux Montaigne Relatar el pasado colectivo siempre es tarea que resulta de la necesidad del ser, en su doble dimensión humana y social, de conocer su historia. El actual interés que una sociedad como la nuestra expresa por comprender el pasado más reciente responde a una situación de búsqueda de sentido en el contexto de crisis de los grandes paradigmas que caracteriza nuestra época. El vacío que estos han dejado y la insatisfacción provocada por discursos hegemónicos carentes de perspectiva e incapaces de aportar herramientas para hacer frente a los cambios de las últimas décadas, ha generado una demanda de nuevas narrativas en el espacio público. A menudo formulada como exigencia social, esta demanda se ha visto acompañada de una diversidad de usos del pasado1 acorde con una multiplicidad de actores, que viene a confirmar la pérdida de exclusividad del historiador, en tanto que miembro de un grupo profesional, a la hora de producir saberes y construir discursos sobre tiempos acabados. Una situación que desde el ámbito académico ha sido entendida como una disminución de la influencia de la 1 François HARTOG y Jacques REVEL (dirs.): Les usages politiques du passé, Paris, EHHSS, 2001. Gonzalo PASAMAR: “Los historiadores y el «uso público de la historia»: viejo problema y desafío reciente”, en Ayer, 49 (2003), pp.221-248. Carlos FORCADELL ALVAREZ: “Los usos públicos de la historia actual”, en Gonzalo CAPELLAN DE MIGUEL y Julio PEREZ SERRANO (eds.), Sociedad de masas, medios de comunicación y opinión pública, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2008. pp.3555. 135 historia, aunque la clave de su explicación no se encuentre en un menor interés de la ciudadanía sino más bien en la capitalización del mismo por los medios de comunicación. No obstante, son esas mismas sociedades en las que el desarrollo de la comunicación mediática ha alterado la percepción que el individuo tiene de su relación con el tiempo y el espacio, las que reclaman opiniones expertas en el conocimiento del pasado, lo que pone sobre la mesa la cuestión del papel social del historiador. Voz autorizada y vector de una nueva cultura contemporánea de masas, su reclamo ha sido interpretado como el intento de anclaje en un mundo en el que los referentes temporales se están moviendo2. Parece por ello pertinente preguntarse por la relación que mantienen los historiadores con la sociedad de la que forman parte y por el tipo historia que escriben cuando el interlocutor no es el propio ámbito académico. Ello invita a reflexionar sobre los vínculos entre divulgación y especialización historiográfica y a valorar la incidencia que la cuestión de la receptividad social tiene en el estado de salud y afianzamiento de la historia como disciplina. Estos mismos interrogantes trasladados a un período ya pasado son los que motivan la escritura de este texto. Nos interesamos por la relación que mantuvieron los historiadores profesionales de los años setenta con la sociedad que se estaba configurando en el tránsito de la dictadura de Franco al proceso de transición hacia la democracia. Se trata de un intento de analizar en qué medida fueron capaces de conectar los intereses que orientaban su propia producción con las necesidades y expectativas sociales de la época, esto es, valorar su intervención pública a través de los relatos históricos que pusieron al servicio de la sociedad. Pero también si esa tarea de vulgarización hizo posible que el conocimiento del pasado se convirtiera en una herramienta útil para generar pensamiento y proponer categorías con las que hacer frente al escenario de cambio político que caracterizó el proceso transicional. Dicho de otra manera, su contribución a la elaboración de un nuevo discurso nacional en un período en el que lo que se dirimía era la legitimidad del que se había hererado del franquismo. Henry ROUSSO: La dernière catastrophe. L’histoire, le présent, le contemporain, Paris, Gallimard, 2012. p.172. 2 136 Para ello presentaremos el tipo de dispositivo que les permitió introducir su actividad de historiar en el medio social, esto es, la tribuna desde la que crearon un espacio destinado a divulgar conocimiento histórico. Hemos decidido centrarnos en dos publicaciones mensuales que comparten además del objeto de estudio, el haber sido ideadas y dirigidas por periodistas: Tiempo de Historia (1974-1982) e Historia 16 (1976-2008), dos experiencias editoriales que surgen en el panorama de la prensa periódica de la época y cuyas trayectorias dan cuenta de las transformaciones del universo mediático en el último cuarto del siglo XX y en los umbrales del XXI. Considerando la importancia que en la tarea divulgativa adquiere el momento y la modalidad en que se enuncia el relato, abordaremos los orígenes de estas dos empresas desde una perspectiva a su vez doble: insertándolas en el cambiante mercado editorial de los años setenta, en un contexto de afirmación del periodismo crítico con el régimen y de emergencia de la opinión pública; y teniendo en cuenta el momento de renovación historiográfica por el que atraviesa la disciplina y que supone la creciente influencia del enfoque epistemológico y metodológico de la historia económica y social. A la hora de elegir las temáticas abordadas por los historiadores en su vínculo con las expectativas sociales de esos años, y dadas las limitaciones formales de este trabajo, hemos evocado muy brevemente el tratamiento que ambas revistas hicieron del exilio español de 1939. Por ser uno de los aspectos más determinantes en la construcción de ese discurso nacional en ciernes que entronca con el trauma de la guerra civil, comprender cómo se divulga el estado de los estudios de la diáspora republicana nos parece decisivo. Pero además porque el tiempo del análisis coincide con el momento natural de cierre del ciclo que supone el retorno de los exiliados y con ellos el rescate de la memoria de la vivencia desterrada. Este presupuesto temporal que subyace a la escritura de la historia conlleva la irrupción de la experiencia del tiempo en el discurso histórico. Dos razones que nos llevan a proponer unas breves reflexiones a partir de una selección de artículos publicados entre la aparición de cada una de las revistas y diciembre de 1978, cuando la aprobación del texto constitucional define la monarquía parlamentaria como forma de Estado, poniendo así fin a la cuestión de la legitimidad republicana en la afirmación de un estado democrático de derecho. Además en su artículo 20.d. la Constitución recoge « el derecho a comunicar o recibir libremente 137 información veraz por cualquier medio de difusión », un logro que abría la puerta a la liberalización del mercado español de la comunicación al tiempo que redefinía el papel del Estado que normalizaba sus relaciones con los medios. Tras casi cuarenta años de ausencia de libertad de prensa ponía fin a su protagonismo en el control del sistema para privilegiar la regulación del mismo3. Un periodismo interesado en la historia Las dos publicaciones que constituyen el objeto de este estudio son el resultado de proyectos editoriales pensados y realizados en el seno de empresas periodísticas. Empresas que apostaron por la elaboración de semanarios de contenido político y crítica al régimen aun cuando por motivos de control informativo se vieron obligadas a mostrarse como revistas de información especializadas en otros ámbitos. Recordemos que el nuevo marco creado por la Ley de prensa de 1966 hacía de las suspensiones y los secuestros el arma más temida entre la profesión por lo que la búsqueda de un equilibrio en la relación entre fondo y forma se había convertido en un desafío permanente. Si el uso del lenguaje significaba una exigencia en las redacciones con las consecuentes dosis de autocensura, el formato de revista parecía ser una modalidad del ejercicio periodístico más acorde que el diario con las necesidades del momento. En efecto, la frecuencia semanal o mensual favorecía la práctica de un periodismo crítico con artículos de mayor extensión y más elaborados, pero también permitía que la publicación estuviera menos expuesta a las consecuencias económicas de las posibles dificultades que la aplicación de la ley pudiera ocasionar. Tiempo de Historia surge de una idea del periodista José Angel Ezcurra que fue madurando durante su actividad como director en el semanario de información general Triunfo. Esta publicación que había comenzado su itinerario en Valencia en febrero de 1946 como una revista dedicada a los espectáculos, al deporte y a la información taurina –según el oficio de la Delegación Nacional de Prensa– había emprendido una segunda Antonio LAGUNA PLATERO y Francesc-Andreu MARTINEZ GALLEGO, “De la dictadura al mercado: la transición de los medios de comunicación en España o dónde quedó la responsabilidad social de los medios”, Trípodos, 32 (2013), pp. 171-184, esp.p.176. 3 138 vida tras la fundación en marzo de 1962 de Prensa Periódica S.A (Prensaper)4. Se trataba de una etapa en la que Triunfo evoluciona hacia posiciones cada vez más críticas con respecto a la política del régimen, alcanzando su « época de las luces » entre el año 70 y el año 76. A lo largo de esta década la actividad periodística del equipo de colaboradores pretendió responder al objetivo de afirmarse como un medio de expresión en el que las ideas primasen sobre los condicionantes económicos. Como relata su fundador: «Triunfo sería una tribuna desde la que, como designio ideológico, se estimularía la libertad de crítica, el libre examen […], utilizaría preferentemente las vías culturales para explicar la libertad»5. La práctica de estos principios hicieron del semanario una publicación legendaria del período final de la dictadura, por su capacidad de representar un tipo de periodismo de calidad que sin sacrificar la pluralidad de opiniones conseguía hacer las veces de frente de oposición antifranquista. Por su parte, la revista Historia 16 pertenece a la empresa editora Información y Publicaciones S.A (Inpulsa), sociedad creada en mayo de 1971 por un grupo de dieciseis socios bajo el impulso del periodista Juan Tomás de Salas. El principal objetivo de la empresa que abarcaba tanto la labor periodística como la editorial no era otro que desmarcarse de la práctica del periodismo de entonces albergando otra forma más moderna y actual6. El resultado de tal propósito será el semanario de información económica y social, Cambio 16 cuyo primer número saldrá a la calle en noviembre de 1971 para convertirse en pocos años en una de las experiencias editoriales más valoradas de la época: exitosa en término de ventas, significativa de un tipo de práctica periodística que rompía con la de la prensa oficial, e influyente por su contenido político que, sobre todo a partir de 1974, resultó decisivo en la conformación de una opinión pública favorable al proceso de modernización y de cambio. Una posición de liderazgo que ha sido explicada por la inteligencia del semanario para ser el reflejo de una José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño dificultoso”, en Alicia ALTED y Paul AUBERT, Triunfo en su época, Madrid, Casa de Velázquez-Ediciones Pléyades, 1995, pp.369 y 389. 5 José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño…”, pp.506-507. 6 José María DIAZ DORRONSORO: “Los orígenes del semanario político Cambio 16 (1971-1974)”, en Comunicación y Sociedad, 2, Vol. XXIII (2010), p.55. Por la influencia de modelos extranjeros (The Economist y Time) y la diversidad de experiencias recabadas en el medio periodístico, resulta muy interesante la exposición de la trayectoria de Salas donde se pueden encontrar publicaciones que pueden ser consideradas como antecedentes de Cambio 16: el semanario España Económica, la revista SP y los intentos periodísticos impulsados desde el Frente de Liberación Popular (FLP) del que fuera militante. pp.50-51. 4 139 sociedad cambiante7, aunque entendemos que quizás sea más acertado considerar su papel como agente de socialización política pues el acierto estuvo en la capacidad de articular un discurso con el que un sector de la población pudo identificarse y que terminó haciendo suyo. Los estudios dedicados a la prensa de la época y de manera más general la importante historiografía sobre la transición no ha dudado en destacar el papel desempeñado por ambas publicaciones en favor de la democracia8. Se entiende así el protagonismo de estos equipos de periodistas que apostando por un distanciamiento del régimen no se limitaron a plasmar un sentir social sino que anticiparon y fueron precursores del proceso de alejamiento con respecto al franquismo experimentado por una parte importante de la sociedad española a lo largo de la década de los setenta. En esa tarea pionera los semanarios Triunfo y Cambio 16 comparten aspectos esenciales que hacen de ellos referencias de la prensa de la época. Ambos son considerados ejemplares en el ejercicio de un periodismo de calidad surgido bajo control ministerial y, sin embargo, reconocido por la capacidad de desarrollar estrategias discursivas, la calidad informativa de sus artículos y el prestigio de sus firmas. Por ello son expresiones ineludibles de una concepción del periodismo crítico que se representa a sí mismo como terreno de batalla contra la dictadura y espacio de reivindicación de libertades. Pero además, ambos consiguieron imponer su estilo en el panorama mediático en el que fueron concurrentes, lo que significa que contaban con un lector que al compartir una línea editorial definida se posicionaba ideológicamente contra el régimen en un país sin garantías constitucionales. La tirada de cada uno de los semanarios muestra la acogida de este tipo de desafíos periodísticos que respondían a la 7 « Ser reflejo de la calle en los años de la transición ». Tesis doctoral de Juan Andrés GARCIA MARTIN, La Transición española a través de Cambio 16, bajo la dirección de Luis Palacio Bañuelos, Madrid, Universidad Rey Juan Carlos, 2013, pp.1329-1331. 8 Isabelle RENAUDET, Un parlement de papier: la presse d'opposition au franquisme durant la dernière décennie de la dictature et la transition démocratique, Madrid, Casa de Velázquez, 2003. Rafael QUIROSA-CHEYROUZE y Rafael MUÑOZ, Prensa y democracia. Los medios de comunicación en la Transición, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009. 140 asfixia informativa, proponiendo órganos de expresión innovadores en la forma y en el fondo donde poder diferenciar noticia y opinión9. Lo que resulta interesante es que, a pesar de sus diferencias, el recorrido de estas dos aventuras editoriales llevó a que sus fundadores se preguntaran por el lugar que en ese mismo presente debía ocupar el pasado más reciente. En ese momento la oferta editorial en materia de divulgación de estudios históricos era más que limitada, pues se reducía a una publicación semanal creada en 1968 en Barcelona, Historia y Vida, filial de Gaceta Ilustrada y vinculada al grupo de prensa catalán La Vanguardia. Dirigida entonces por el periodista Néstor Luján, la revista no descarta el tratamiento de temas delicados, como la Segunda República y la Guerra civil, aunque lo hace en el respeto de las aportaciones de la historiografía franquista y del marco de las restricciones impuestas por la Ley Fraga10. Prensaper, la empresa dirigida por José Angel Ezcurra, fue la primera en introducirse en esta nueva brecha en diciembre de 1974, a la que seguirá Inpulsa en mayo de 1976. Una distancia de casi año y medio separa la aparición de las dos revistas, lo que evidentemente tiene una clara repercusión en las condiciones de preparación, constitución de colaboradores y enfoque, tal y como queda reflejado en las intenciones formuladas por los dos editoriales: en la línea combativa antifranquista propia del final de la dictadura en la primera, como medida para evitar el riesgo de adanismo en la sociedad transicional en la segunda. En ambos casos, un conocimiento hecho necesidad en la tarea de la construcción democrática, como veremos a continuación. De la actualidad al pasado: declaración de intenciones Los orígenes del proyecto TdH están directamente asociados a la trayectoria de Triunfo y al estado de finanzas de Prensa Periódica, como lo estarán las circunstancias de su cierre, pues las dos publicaciones dejaron de existir en el mismo momento y por 9 TdH no solicitó el control de la OJD, sí en cambio H16 a partir de 1977. En ese año la tirada fue de 80589 y la difusión de 53699 ejemplares; en 1978 la tirada disminuyó a 59037 y la difusión a 40097 ejemplares (promedios mensuales anuales). 10 Los premios Historia y Vida entregados en Madrid el 12 de marzo de 1975 con motivo del concurso de relatos de la Guerra Civil Española contó con un jurado compuesto, entre otros, por el historiador oficial del régimen Ricardo de la Cierva y el periodista próximo ideológicamente Luis Romero. 141 las mismas razones. José Angel Ezcurra precisa la importancia de un contexto económico favorable a la empresa editora para explicar la gestación de la nueva idea de revista a partir de la acumulación en la redacción de Triunfo de originales relacionados con temas históricos. La llegada de este material respondía, según el director, a una tendencia fomentada por la propia revista desde mediados de los sesenta que consistía en recurrir a determinados hechos del pasado para ejercer una crítica ideológica del presente11. Ese valor metafórico de la historia que respondía a la dinámica opositora de la publicación tenía en el periodista Eduardo Haro Tecglen a uno de sus principales valedores, interesado en escribir sobre el período de la República y la guerra civil en un intento de rescatar del silencio y la deformación estos episodios de la historia de España. El primer número de TdH salía a la calle en diciembre de 1974 bajo su dirección. La nueva revista de historia aparecía con un título inspirado en la emblemática novela de Luis Martín Santos, Tiempo de silencio (1962), una portada compuesta en su mayor parte por una fotografía de legionarios entrando en el centro de Oviedo durante la represión de la revolución de Asturias, y con el convencimiento de responder a una necesidad, la de ofrecer un tratamiento del pasado distinto al propuesto por la versión oficial de la historia. En la presentación de Haro Tecglen la reflexión aludía indudablemente a la historia del siglo XX español y al uso político que el régimen había hecho de ella. Sin esperar la desaparición física del dictador, había llegado la hora de divulgar los resultados de la práctica crítica del ejercicio de historiar, consistente en cuestionar el monopolio narrativo y desmontar mitos, fundamentos sobre los que reposaba la historia oficial12. Tras treinta y cinco años de dictadura las repercusiones de la manipulación del pasado eran incuestionables: un régimen carente de legitimidad se había servido de la propaganda y vaciado de rigor científico la narrativa histórica. La había alejado del respeto del principio de verdad imponiendo un carácter maniqueo a la explicación de los hechos y una arbitrariedad que respondía a la búsqueda de José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño… ”, p. 608. Un ejemplo de la interpretación del pasado para expresar un rechazo del presente en el tratamiento que la revista hace de España en tanto que fracaso histórico, en la reflexión de Gabriel PLATA: La razón romántica. La cultura política del progresismo español a través de Triunfo (1962-1975), Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, pp.124-128. 12 Eduardo HARO TECGLEN: “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre 1974, p.4. 11 142 acontecimientos gloriosos en los que asentar el relato nacional13. Frente a tales prácticas con fines doctrinales resultaba necesario volver al arsenal propio del historiador en el ejercicio de su actividad por lo que era necesario apropiarse de métodos, investigar nuevas fuentes, apostar por la reflexión teórica, contrastar hipótesis, favorecer interpretaciones críticas sin que todo ello supusiera una reivindicación de la objetividad a ultranza. Es más, la propuesta de aproximación al pasado de TdH incorpora el componente humano inherente a la escritura de la historia, por lo que se hace explícita la renuncia a privilegiar un concepto único de historia en favor de un enfoque amplio que, sin desestimar la historia positivista, abarque las corrientes emergentes en el ámbito de las ciencias sociales. « El propósito único de la fundación de esta revista es el de dar más voces a la Historia: más plurales, más diversas, más nuevas. Es también el de enfocar la Historia con una óptica lo más generosa posible, lo más amplia posible: cabe en ella desde la historia de los reinos y las batallas a la de la economía (o los conceptos económicos), desde la de las artes a la de las costumbres. […] No deseamos ponernos más límites que los que nos pongan: nuestros colaboradores serán libres con respecto a nosotros, y lo más libres que puedan con respecto a sí mismos y al tiempo en que están inscritas sus vidas y sus obras. »14 Historiografía, filosofía de la historia y ficción histórica eran bienvenidas en las páginas de la revista. Se trataba de una apertura acorde a la evolución de la disciplina pues se hacía eco del peso de la historia económica, enfoque que entronca con la reflexión epistemológica de la Escuela de Annales y cuyos métodos habían llegado a España a través de las aportaciones de historiadores como Jaume Vicens i Vives15. Por 13 Un examen de algunas prácticas sociales y carencias epistemológicas que convirtieron la imagen de la contemporaneidad española en una retrospectiva de los afanes antiliberales y antidemocráticos de franquismo en Gonzalo PASAMAR e Ignacio PEIRO: Historiografía y práctica social en España, Zaragoza, PUZ, 1987, pp.78-79. 14 Eduardo HARO TECGLEN, “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre de 1974, p.5. 15 Sobre la voluntad crítica del historiador catalán y su paso del medievalismo al contemporaneísmo en Vicens Vives, Miquel À. MARIN GELABERT: A través de la muralla. Jaume Vicens Vives y la modernización del discurso histórico, Barcelona, Editorial Vicens Vives, 2010. Sobre el retraso español en el ámbito de la historiografía con respecto a otros países europeos –Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia– donde el tratamiento de la historia había sido objeto de un desigual debate teórico pero que había 143 su parte, la alusión a esas nuevas voces permite una lectura en clave política, pues se entiende una voluntad de recuperar a través de ellas esa historia silenciada por el régimen, pero también en clave metodológica pues corresponden a las de los nuevos sujetos históricos –obreros, campesinos, mujeres, movimientos sociales– que emergen como objetos de estudio conforme se introducen en España las premisas de una historia social16. Tras esas intenciones de apertura debemos entender asimismo el deseo de garantizar tanto la libertad de expresión de los colaboradores como la independencia política de la revista, precisamente en un período en el que los partidos buscaban posicionarse más allá del término antifranquismo, denominador común que perdía fuerza tras su primigenio carácter federador, ante la necesidad de definirse y de formular proyectos políticos de salida de la dictadura. La pluralidad en nombre de la libertad se convertía así en una exigencia para evitar toda forma de dogmatismo, la gran amenaza que había minado desde su interior a la historiografía militante: « Tratamos de llegar a una conjunción de opiniones, investigaciones, análisis o síntesis de la mayor diversidad y pluralidad, y que su único punto de contacto sea el de la libertad »17. Reconocemos el mismo principio editorial que había otorgado una identidad a la revista Triunfo, esto es, unalista de colaboradores que participan de una cultura progresista y crítica hacia la dictadura, pero caracterizada por la heterogeneidad en lo relativo a la pertenencia generacional, la formación, el recorrido profesional y, en consecuencia, a la diversidad de enfoques y objetos de estudio. permitido asentar las bases de una historia económica y social, Julián CASANOVA: La Historia social y los historiadores, ¿Cenicienta o princesa ?, Barcelona. Crítica, 1991, pp.159-166. Un análisis de la renovación de la historiografía contemporánea debido a la influencia de los grandes paradigmas que han recorrido los siglos XIX y XX así como su agotamiento y la crisis experimentada a partir de finales de la década de los 90 en Julio AROSTEGUI: La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, Crítica, 1995, pp. 96-128 y pp.128-148, respectivamente. José Alvarez Junco y Santos Juliá consideran que la capacidad de renovación de la historia económica está relacionada con el número de investigadores en este ámbito que pasaron largas estancias fuera de España en contacto con otras corrientes: José ALVAREZ JUNCO y Santos JULIA: “Tendencias actuales y perspectivas de investigación en historia contemporánea”, Madrid, Tendencias en Historia, Madrid, Encuentros en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1988, p.57. 16 Sobre algunos fenómenos que han acompañado la constitución de la historia social (simbiótica relación con el marxismo académico en las etapas fundacionales de la disciplina, diferente camino seguido por la historia económica respecto de la historia social, avance minado por el recelo de los historiadores políticos hacia sus objetivos y métodos) en Jesús IZQUIERDO MARTIN y Pablo SANCHEZ LEON (comps.), “Introducción. Conocimiento, poder e identidad en los historiadores sociales españoles”, en Clásicos de historia social de España. Una selección crítica, Valencia, Fundación Instituto Historia Social, 2000, pp.7-49. 17 Eduardo HARO TECGLEN, “Presentación”, TdH, 1, diciembre de 1974, p.5. 144 A los pocos meses de su aparición, TdH da cuenta en sus páginas de la salida al mercado de la revista Historia internacional en abril de 1975, dirigida por José Antonio Martínez Soler, exredactor de Cambio 16, y que compartía en la voluntad de « hacer un esfuerzo divulgativo para facilitar al mayor número posible de lectores datos del pasado para una mejor comprensión de la España y del mundo de hoy » apoyándose para ello en tres puntos esenciales « la viveza y actualidad de los temas el rigor científico y la claridad expresiva »18. Un año después, en mayo de 1976, se hacía eco de la aparición de una nueva revista, Historia 16 cuya primera portada era reproducida. La alusión a la competencia entre ambas resulta inevitable: « En formato casi idéntico a Tiempo de Historia y similar número de páginas, Historia 16 es la cuarta de las revistas especializadas en el tema que hoy está en el mercado… »19. La nueva revista también apuesta por la historia contemporánea del siglo XX para inaugurar su colección, pues lo hacía con una portada que anuncia como temática principal « Berlín: salvad a José Antonio » en la que aparece una fotografía del fundador de la Falange en primer plano, ante un paisaje marítimo de fondo y una bandera con la esvástica nazi ondeando en el cielo. La alusión al exilio aparece a través de un destacado rótulo que indica « Rodolfo Llopis: memorias políticas », así como por la aparición de la firma de Manuel Tuñón de Lara, único autor que aparece en portada para anunciar un artículo dedicado a « La sublevación de Jaca ». Historia y memoria se daban cita en un mismo proyecto cultural tal y como confirmaba el explícito editorial titulado « La historia perdida », una declaración de intenciones que hacía estado de los efectos producidos por el tratamiento al que había sido sometida la disciplina durante la dictadura. En tanto que proyecto periodístico, no es de extrañar que la reflexión que pauta esos primeros pasos tenga como punto de partida la actualidad y la necesidad de comprender el presente. En la presentación del primer número de la colección podemos leer: « Cuando tanto monumento de la antigüedad hispana y tanta ciudad bellísima de siglos han sido sustituidos por cajones verticales baratísimos, sin cultura, sin gusto y sin 18 19 TdH n°6, mayo de 1975, p.129. TdH n°19, junio de 1976, p. 127. 145 pretexto, se diría que la historia española se ha esfumado, que somos un pueblo tercermundista nacido ayer. Recorriendo el país o siguiendo día a día la actualidad, uno llega a pensar que España, o esta cosa donde vivimos, nació ayer y no sabemos muy bien si durará hasta mañana. […] Confiamos en que nuestros lectores encuentren en estas páginas una amena y significativa resurrección de su propia historia. »20 En la expresión de una concepción lineal del tiempo, queda recogido el temor a que el protagonismo de la actualidad del proceso transicional terminara condenando de nuevo al silencio el legado de la historia, confirmando así la ruptura con un parte del pasado mantenida por el franquismo. Para ello el conocimiento de ese pasado se hacía urgente: la tradición liberal y las corrientes de pensamiento que acompañaron los movimientos sociales del primer tercio de nuestro siglo XX debían dejar de ser tanto un lastre como el objeto de un cierto desinterés que podía terminar invitando al olvido. No había lugar para el fatalismo en el transcurso de los hechos, ni un factor casual al que achacar los episodios más trágicos de la historia, sino que los procesos tenían sus argumentos explicativos. Una comparación con la imagen del país a través de sus cambios urbanísticos que le otorgaban una apariencia « ladrillesca y burda » hacía de recurso para alertar que en el proceso de transición a la democracia la historia reciente corría el riesgo de formar parte de lo que debía quedar al margen del discurso político. No se trataba, no obstante, de una novedad, pues este temor había sido tempranero y expresado por una revista de relevante capacidad crítica como Cuadernos para el Diálogo que, apenas a un año de la desaparición del dictador, había publicado un artículo con el clarividente título « Franco, operación olvido »21. En el propósito de divulgación quedaba incorporado el cometido de elaborar un nuevo discurso nacional para el que resultaba indispensable acceder a un legado que era valorado como necesario para la construcción del presente. Editorial “Historia perdida”, H16 n°1, mayo 1976, p.7. Coinciendo con los actos de homenaje en la Plaza de Oriente y en el Valle de los Caídos en el primer aniversario de la muerte de Franco. José Luis PEREZ CEBRIAN: “Franco, operación olvido”, Cuadernos para el Diálogo, Segunda época, 168, del 20 al 26 de noviembre de 1976, pp.30-31, en Javier MUÑOZ SORO: Cuadernos para el Diálogo (1963-1976). Una historia cultural del segundo franquismo, Madrid, Marcial Pons Historia, 2006. p.159 y Elena PEDREIRA SOUTO: “Cuadernos para el Diálogo: los años del semanario. El principio del fin”, Aportes, 80, Año XXVII (3/2012), p.65. 20 21 146 De los colaboradores al lector, una historia hecha de legados y memorias Hemos aludido a la heterogeneidad como uno de los rasgos definitorios de los colaboradores reunidos en TdH. Nacidos entre los años veinte y los años cincuenta encarnan el diálogo que la revista desea establecer entre historia reciente y memoria a través de una confluencia de miradas hacia el pasado: la del periodistas atraidos por el conocimiento histórico que desean poner las herramientas de su profesión al servicio de la divulgación de una disciplina hasta entonces asociada a un marcado elitismo y a un distanciamiento de cualquier compromiso de cambio; y la de los universitarios que aceptan participar en un nuevo canal de expresión y dotar a sus contribuciones académicas de un nuevo marco de difusión. La enumeración es larga. Entre los primeros encontramos además de Eduardo Haro Tecglen, firma que incorporaba acontecimientos de historia internacional, Víctor Márquez Reviriego, que rememoraba personajes históricos y proponía lecturas a través de reseñas de una gran diversidad temática, Enrique Miret Magadalena, especialista en temas de teología y ética y representante de una visión progresista católica, Eduardo de Guzmán, militante anarcosindicalista conocedor de la República y la guerra civil, que rescató las voces de los movimientos sociales, José Monleón y Juan Antonio Hormigón, críticos especializado en teatro, Diego Galán y Fernando Lara para alimentar la sección dedicada al cine. Por su parte, del mundo académico, los entonces jóvenes investigadores en historia económica y social Antonio Elorza, Manuel Pérez Ledesma, José Alvarez Junco, Albert Pérez Baró o José Luis García Delgado encuentran en las páginas de TdH una tribuna pública para sus trabajos de investigación, mientras que historiadores ya reconocidos como el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma Miguel Artola, el exiliado Manuel Tuñón de Lara desde Pau o los hispanistas Pierre Vilar, Marcel Bataillon ou Edward Malefakis dan su acuerdo a la publicación de capítulos o fragmentos de sus obras. Se trataba de una invitación intergeneracional para relatar el pasado que se apoya en la complementariedad entre las dos profesiones y en el necesario conocimiento de marcos interpretativos generados fuera de las fronteras. Por su parte, Historia 16 en su empeño de recuperar memoria e historia se apoyaba sobre profesionales, « historiadores nacionales y extranjeros de una valía 147 indudable [que] han dado un espaldarazo a esta aventura para acompañarnos en la búsqueda de la personalidad perdida»22. Esa doble procedencia era, más que sintomática, paradigmática de la recepción de la historiografía internacional y del papel determinante que los hispanistas estaban desempeñando en favor del conocimiento del pasado reciente del país. En lo que respecta al ámbito académico español, ese respaldo tan imprescindible venía de la emergente historia social y económica a través de unos historiadores que representaban una disciplina en proceso de renovación tanto institucional como historiográfica: creación de nuevas plazas de historiador en las secciones de Ciencias Políticas o Económicas, por un lado, y apertura hacia las ciencias sociales e influencia de la teoría marxista entre los más jóvenes, por otro23. Reflejo del período de transición que caracterizó la universidad de los años setenta, sobre todo en el ámbito de la historia contemporánea, el consejo reunía a dos generaciones de historiadores cuyos trabajos en sus diferentes disciplinas representaban una refundación de la historiografía. En el grupo de los veteranos nacidos en el primer tercio del siglo, encontramos aquellos que habiendo ejercido su disciplina bajo la dictadura se habían ido distanciando en el curso de los cincuenta de los ya irreconciliables principios nacionalcatolicistas y falangistas para adoptar posiciones liberales. Es el caso del ya citado Miguel Artola o de José Antonio Maravall, catedrático de Historia de Pensamiento Político Español y presidente de la Asociación de Historiadores Españoles24. Ambos fueron pioneros en la incorporación de procedimientos epistemológicos y metodológicos de la historia económica y social francesa de la segunda generación de Annales y han sido caracterizados como re-identificadores en la medida en que « generaron las condiciones para la configuración de un público nuevo y, con el tiempo, de la comunidad de historiadores sociales. Su rasgo común era esencialmente la demanda de espacios de expresión y tolerancia civil consolidados en la Europa circundante »25. En el mismo grupo de veteranos incluimos al antropólogo Julio 22 Editorial « La Historia perdida », H16 n°1, mayo 1976, p.7. Ignacio PEIRO MARTIN: Historiadores en España. Historia de la Historia y memoria de la profesión, Zaragoza, PUZ, 2013, pp.78-79. 24 Su trayectoria en la voz del Diccionario Akal de historiadores contemporáneos (1840-1980) de Ignacio PEIRÓ MARTÍN y Gonzalo PASAMAR ALZURIA, Madrid, Akal, 2002, pp.87-89 y 384-386 respectivamente. 25 Jesús IZQUIERDO MARTIN y Pablo SANCHEZ LEON: “Introducción…”, p.36-37. 23 148 Caro Baroja, « lobo solitario » a quien debemos la desacralización del mito del carácter nacional español en un momento en el que el poder seguía reclamando la operatividad del mismo26. Y por último, a historiadores cuyas trayectorias profesionales se inscribían en procesos de disidencia que les habían llevado al compromiso político desde posturas de oposición al régimen, como Manuel Tuñón de Lara que, tras haber realizado estudios de Derecho en Madrid se había exiliado en París en 1946 donde terminó sus estudios de historia en la Ecole Pratique des Hautes Etudes iniciando un camino que le llevó a obtener una cátedra en la universidad de Pau en 196427. Incluimos en la generación más joven a los nacidos en la década de los treinta, como Gonzalo Anes, catedrático de Historia Económica en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense, Miguel Martínez Cuadrado, profesor de Derecho Político en la Complutense, Luis González Seara, catedrático de Sociología, y ejerciendo fuera de España, Nicolás Sánchez Albornoz, catedrático de Historia en la Universidad de Rosario (Argentina). A todos ellos hay que sumar los extranjeros, Raymond Carr, catedrático de Historia Contemporánea en el Saint Antony’s College de Oxford, Guy Hermet, profesor de la Sorbonne y miembro del Centre d’Etude de Relations Internationales, Gabriel Jackson, profesor de Historia de la Universidad de La Jolla de San Diego (California), Edward Malefakis, profesor de Historia en la Universidad de Columbia (NY), Hugh Thomas, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Reading, y Pierre Vilar, catedrático de Historia en la Sorbonne y director de la Ecole des Hautes Etudes de París. En definitiva, historiadores o hispanistas cuyas contribuciones estaban siendo inestimables para el estudio de nuestro siglo XX28. 26 Calificativo leído en Ignacio Peiró quien lo toma prestado de Carmelo Romero Salvador. Su trayectoria en la voz del Diccionario Akal de historiadores contemporáneos (1840-1980), pp.165-167. 27 Voz del Diccionario…, pp. 637-639. Paul AUBERT y Jean-Michel DESVOIS: Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne. « Dedicado a Manuel Tuñón de Lara », 26 (diciembre de 1997), CNRS. Université de Provence, pp. 27-373. Patricia CIREZ MIQUELEIZ, “Un camino sin tregua: aproximación a las aportaciones de los exiliados e hispanistas al desarrollo de la historiografía española de los años 60” en Miguel Angel RUIZ CARNICER y Carmen FRIAS CORREDOR (coords.), Nuevas tendencias historiográficas e historia local en España. Actas del II Congreso de Historia Local de Aragón (Huesca, 7 al 9 de julio de 1999), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001, pp. 417-433. La revista ofrece un índice de autores primero en los números 7 (nov. 1976), 13 (mayo 1977) y 20 (diciembre de 1977) y a partir del n°24 de abril de 1978 anuncia su aparición cada cuatro números en agosto y diciembre. El índice de los extras en el último de cada año. 28 Completaban el consejo asesor de la revista el catedrático de griego de la Complutense Luis Gil, el de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Barcelona Juan Maluquer de Montes, el Catedrático de Medieval de la Universidad de Salamanca José Luis Martín, Julio Valdeón también medievalista en la 149 El marco periodístico al servicio de la escritura de la historia buscaba a través de la calidad de estas firmas constituir su propio público. En la medida en que se trata de proyectos editoriales que requieren una rentabilidad debemos preguntarnos por el papel atribuido al lector al que intentan fidelizar a través de un sistema de suscripciones. Si la función social del historiador no respondía a una actitud iluminista, el lector tampoco podía quedar reducido a una simple figura difuminada en un público pasivo o relegado al consumo de un alejado discurso histórico. La exigencia de calidad y la invitación al diálogo entre autores y lectores eran premisas que imperaban en ambos proyectos como anticipan ambas redacciones. « Estamos orgullosos de este propósito de llegar a los más posibles, fuera del círculo de especialistas y de iniciados –los cuales, por su conveniencia, no deberían estar tampoco ajenos a nuestra publicación– y sin considerar nunca que por ello deba circunscribirse a lo fácil, al lenguaje gris, al tema chillón, o al simple relato de historia de puñales y veneno. Al dedicar esta publicación al público lo hacemos sin ningún desprecio del público, sin intención de « acercamiento »: nunca se ha creído en la editorial que emite esta revista en la pretendida inferioridad del público, sino en todas las posibilidades de entendimiento y captación que el público tiene, y la realidad confirma esa idea de partida. »29 De hecho, el aprecio de TdH a ese público queda reflejado en « Los lectores escriben », espacio en el que estos reaccionan a los artículos publicados e intercambian, cuestionan y discuten ideas con los colaboradores30. Por su parte, es revelador indicar que en el primer número de H16 tras la página dedicada al sumario, un mensaje titulado « Cartas » antecede la lista del consejo asesor. En él se destaca la importancia que la redacción concede al lector al que invita a desempeñar una función activa en la elaboración de la revista. Más allá del contenido propio de lo que suele ser una sección Universidad de Valladolid y Marcelo Vigil, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Salamanca. 29 Eduardo HARO TECGLEN: “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre de 1974, p.5. En ese momento la editorial contaba además del ya legendario semanario Triunfo la revista satírica Hermano Lobo, dirigida por el dibujante Chumy Chúmez. 30 Ejemplos de correo de lector e intercambio con los colaboradores en la rúbrica “Debate”, con ”Carta abierta a Edward Malifakis” en TdH, 10, 1 de septiembre de 1975, pp. 125-129 o TdH, 12, 1 de noviembre de 1975. 150 periodística habitual que permite una comunicación a distancia, la revista expresa el deseo de « convertir sus CARTAS en documentación histórica » otorgándole el estatus de fuente pues tras ellas reconoce la autoría del investigador anónimo, «a auténticos especialistas en cuestiones que pueden pasar desapercibidas para el gran público, en asuntos de carácter local, en pequeñas cosas quizá, pero no por ello resultan menos interesantes »31. Suelen ser tres las páginas que la revista dedica a ese apartado nutriendo el intercambio con los exigentes lectores. Es precisamente en la preocupación por mantener ese estrecho vínculo donde queremos a modo de ejempo insertar el tratamiento que ambas revistas hacen de la diáspora republicana que siguió a la guerra civil pues abordan el tema desde la pertinencia y la necesidad, como un imperativo del paso del tiempo ante el desconocimiento de la inmensa mayoría de españoles de las dimensiones de tal éxodo. « Y es que a medida que el franquismo era superado por sus propias contradicciones internas y el pueblo español irrumpía como protagonista, como una fuerza dinámica a tener en cuenta, la necesidad de recuperar y reconstruir el pasado histórico ha sido cosa obligada. Que en esta hora se encuentren y den la mano la España echada de casa y la aherrojada en tierra propia, no es de maravillar »32. Que estas palabras del profesor de literatura Francisco Caudet valgan de ejemplo para reflejar la reflexión sobre el espíritu de reconciliación que caracterizó a este período. En la tarea de apropiarse de un pasado silenciado, las colaboraciones responden a dos enfoques complementarios. Por un lado, la recuperación de la memoria plural de la « España peregrina », lo que permite al lector el acceso a fuentes inéditas y abre la vía del testimonio a través de voces e imágenes –fotografías en su mayor parte– que vienen a dar forma a lo que había sido un pasado traumático. Hombres y mujeres cuyas ideas o actos les convertían en protagonistas de la historia, militantes y responsables políticos Manuel Azaña, Eduardo Pons Prades, Fernando Claudín, Victoria Kent, Dolores Ibárruri, Federica Montseny o Julian Gorki en las páginas de TdH, José Bergamín, Rodolfo Llopis, Diego Abad de Santillán en las de H16, cuyos relatos venían a echar luz 31 32 “Cartas”, H16, 1, mayo de 1976, p.4 Francisco CAUDET, “Crónica del exilio español”, TdH, 3, 1 de mayo de 1977, p.116. 151 sobre las sombras del pasado más reciente33. Por otro, el interés de valorar un legado del exilio que incorporase la dimensión cultural y el balance político como un referente en el proceso de reconstrucción democrática. En este sentido podemos destacar la contribución del escritor exiliado en México Juan Marichal, que recuperaba la condición de la Numancia errante formulada por Luis Araquistain pero para afirmar que el exilio español podía « enorgullecerse de haber sabido legar a su patria una continuidad ideológica, una consistencia espiritual y hasta una simple ética, que son inseparables para las tareas reconstructoras de la España democrática que viene»34. Considerando este doble enfoque, 1977 se convierte en un año bisagra en la medida en que la actualidad pautada por la celebración de las primeras elecciones generales y los simbólicos retornos que personificaron la experiencia vital del desterrado, activó la reflexión sobre la cuestión de la legitimidad democrática, invitando a volver sobre el período de la segunda República y de sus instituciones en el exilio. Desde la necesidad de dar respuesta a los desafíos del acontecer presente, las dos revistas contribuyeron a crear un marco interpretativo del fenómeno del exilio republicano que pasaba por inscribirlo en la trayectoria de emigraciones de la historia contemporánea, señalar sus especificidades y hechos diferenciales, recodar sus vinculación entre cultura y política, proponer un estado de la cuestión de los estudios sobre el mismo y proponer líneas de investigación para su tratamiento histórico35. Al calificarlo de democrático, autores como José Luis Abellán, Manuel Andújar, Tuñón de Lara, Eduardo Pons Prades, estaban poniendo los cimientos para la elaboración de un discurso nacional que pusiera fin a la identificación entre republicanismo y radicalidad que de manera tan obtusa había impregnado la conciencia colectiva de los españoles. Un estudio más detallado de la publicación en Aránzazu SARRIA BUIL: “Tiempo de Historia, entre la mémoire et l’histoire” en Nicole FOURTANE et Michèle GUIRAUD: Mémoire et culture dans le monde luso-hispanophone, Vol. I, Nancy, Presses Universitaires de Nancy, 2008. pp.101-117. 34 Juan MARICHAL, “36 años de exilio. Las fases políticas del destierro español (1939-1975) ”, H16, año I, 5, septiembre de 1976, p.41. El legado de Azaña. 35 Destacar el coloquio sobre el exilio organizado por H16 que reunió a los siguientes periodistas e historiadores: José Luis Abellán, Manuel Andújar, Laura Olmo, Eduardo Pons Prades y Manuel Tuñón de Lara. “El exilio. La España desgajada (1939-1975), H16, 19, noviembre de 1977. 33 152 Conclusiones En el verano de 1982 las condiciones económicas hacían decantar las trayectorias de las dos revistas. Mientras TdH anunciaba su cierre y se despedía del lector, H16 publicaba un artículo titulado « Historia y divulgación », reflejo de la conciencia del equipo de redacción de la responsabilidad social que implicaba la tarea emprendida. Firmado por Asunción Domenech, coordinadora de la revista, recogía las conclusiones de las « Jornadas sobre la divulgación de la Historia » celebradas en la sede de la casa de Velázquez de la Ciudad Universitaria de Madrid, que habían reunido de nuevo a profesionales de la historia y del periodismo españoles y franceses. En el transcurso de las mismas Tuñón de Lara destacaba el papel fundamental del historiador « en la formación de la conciencia cívica en las sociedades democráticas y su obligación de ofrecer respuestas a los ciudadanos que se interrogan por su pasado, por las circunstancias que han hecho posible los cambios sociales y políticos, es necesario aprender de dónde venimos para saber quiénes somos y entrever adónde vamos. »36 El papel de los medios durante la Transición como agentes de socialización queda así puesto de manifiesto en la labor realizada por revistas como Tiempo de Historia e Historia 16, que ocuparon un espacio relevante en el espacio público configurado a finales de los setenta. Reunir a una serie de plumas que apostaran por la divulgación del conocimiento histórico era entender el pasado reciente como preocupación y herramienta de análisis del presente de sus conciudadanos. Una colaboración entre periodistas e historiadores que daba forma a un uso público de la historia más traumática del siglo XX español al dar cuenta del legado y memoria del exilio del 39, y otorgarle un valor innegable como referente del proceso de construcción democrática en ciernes. Por el recorrido personal de los colaboradores y la valía de los contenidos, las páginas de ambas revistas son el testimonio del encuentro con la experiencia política, la producción cultural y la experiencia vital del exilio, punto de llegada del proceso desmitificador de las dos Españas. De ahí la necesidad de destacar la intervención pública de historiadores cuyas trayectorias son reflejo de un tiempo y expresión de una 36 Asunción DOMENECH: “Historia y divulgación”, H16, Año VII, 76, agosto 1982, pp.7-10. 153 confluencia de ideas, de transferencias culturales y corrientes de pensamiento que contribuyeron a la consolidación académica de la historia contemporánea. Sus aportaciones nos remiten a un tiempo crítico, de cuestionamiento del discurso histórico que llevó al historiador a franquear las puertas de la academia para ocupar un espacio en el medio periodístico a través del cual llegar al gran público. En él hizo las veces de analista distanciado pero también de observador y actor social en un contexto mediático en proceso de transformación, lo que inaugura una nueva etapa en las relaciones entre historia y sociedad al tiempo que contribuye a redefinir la función del saber histórico. 154 155 De la Ametlla a Toledo. Los encuentros Castilla-Cataluña, bases de la España federal Iván Vélez Cipriano Universidad Camilo José Cela Entre el 17 y el 23 de junio de 1952 se celebró el I Congreso de Poesía de Segovia1, integrado en unos Cursos de Verano cuyo director fue Joaquín Pérez Villanueva, a quien un año antes Joaquín Ruiz-Giménez había nombrado Director General de Enseñanza Universitaria y a quien se debió la designación de Antonio Tovar como rector de la Universidad de Salamanca y de Pedro Laín Entralgo de la de Madrid. La convocatoria, en la cual se hacía referencia a Bécquer, Rubén Darío, Antonio Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Juan Maragall, la firmaron Aleixandre, Dámaso Alonso, Dionisio Ridruejo, Eduardo Carranza, Gerardo Diego, Agustín Foxá, Leopoldo Panero, José María Pemán, Carlos Riba, Luis Rosales y Rafael Santos Torroella y vino precedida de la edición de un Boletín en el que figuran las adhesiones, entre otros, de: José Luis Cano, Bousoño, José Hierro, José Antonio Muñoz Rojas, Carlos Edmundo de Ory y Luis Felipe Vivanco. El Congreso recibió además el apoyo del premio Nobel T. S. Elliot. El título escogido fue: «Validez ideal y vigencia social del poeta en nuestro tiempo» y su puesta en marcha tuvo como arranque una exposición, «Medio siglo de publicaciones de Poesía en España», en la Sala de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, desde donde partió la poética comitiva, que pernoctó en el segoviano Gran Hotel Las Sirenas. 1 Hemos tomado los datos que siguen de la publicación: I Congreso de la Poesía. Cursos para extranjeros de Segovia, Estudios Segovianos, Tomo IV, Segovia 1952. 157 Al día siguiente, 17 de junio, el clérigo melómano Federico Sopeña Ibáñez, ofició una misa en la iglesia de la Trinidad tras la cual los poetas rindieron honores al monumento a los caídos en la plaza que recibía tal nombre. Después fueron recibidos en el Palacio de la Diputación por las máximas autoridades de la ciudad, ceremonia en la que se hizo un brindis por el Jefe del Estado. El Congreso fue presidido por Pérez Villanueva, y contó con la presencia de Eugenio D`Ors, quien pronunció un discurso sobre el fondo y la forma de la poesía. En él participaron, además de los españoles, poetas británicos, belgas, suizos e hispanoamericanos, y a los discursos se añadieron excursiones e incluso un concierto de Joaquín Rodrigo. Entre las conclusiones a las que se llegó, cabe destacar el acuerdo de que la tramitación de las ponencias corriera a cargo de Mariano Manent, Eduardo Carranza y Torroella, que se pidiera el Premio Nobel para Menéndez Pidal, y que se solicitara la creación de casas de la poesía en diversas ciudades españolas, empeño en el que destacaron Leopoldo de Luis, Torroella y Cano, a quienes se unieron, formando una comisión, Ridruejo y Riba. Asimismo, se tuvo en consideración la invitación del belga Vanderkamenn para asistir a los Encuentros Internacionales de Poesía en Knokke. Cabe, por último, señalar que en la clausura, Riba, que acompañó a Machado en su salida de España para regresar en 1943, recitó los versos de la Oda a España de Maragall: “Escucha, España, - la voz de un hijo que te habla en lengua - no castellana…” El Congreso fue comentado por Camilo José Cela y por el semanario barcelonés Revista, patrocinado por el industrial textil Alberto Puig Palau. Revista, Semanario de información, artes y letras, fue un proyecto de Ridruejo que había cristalizado ese mismo año gracias al mecenazgo de Puig y al apoyo de Pérez Villanueva y RuizGiménez. A pesar de que su vida fue corta, ello no impidió que algunos trabajos de 158 Ridruejo en ella aparecidos, fueran publicados en Cuadernos Hispanoamericanos 2. Las páginas de Revista sirvieron también para que muchos autores catalanes, entre ellos Castellet y los Manent, publicaran sus trabajos. El Congreso segoviano tuvo continuidad en los encuentros poéticos que se celebraron en la universidad madrileña durante el siguiente curso académico – rememorado por Ridruejo en La Ametlla recordando la gran acogida tributada a Riba y Rubió- e incluso sirvió como punto de partida para dar forma a otro proyecto: Tiempo Nuevo, centro de reuniones propiedad de la Delegación de Cultura del Movimiento dirigido por el falangista Gaspar Gómez de la Serna3, miembro del consejo redactor de la Revista de Estudios Políticos y fundador de la revista Clavileño, que hay que relacionar con los disturbios de 1956. En definitiva, bajo el distinguido manto de la lírica, comenzaron a cohesionarse grupos contestatarios al franquismo oficial que encontraron en la poesía un discreto e impreciso vehículo para manifestar sus críticas con el lenguaje críptico y la metáfora como principales recursos. Doce años después del congreso segoviano acaecerán los hechos que vamos a analizar, si bien es en esta cita castellana donde comienzan a cobrar relevancia algunos de los convocados en La Ametlla4. Será también en la siguiente década cuando algunos de los literatos que desfilan por Segovia se polaricen en dos grupos pretendidamente representativos de Castilla y Cataluña. Dos años antes de la cita segoviana, se había fundado el Congreso por la Libertad de la Cultura, institución que pondría los ojos en algunos de los citados. Tras los primeros contactos, en 1959 se celebra el Congreso de Lourmarin, al que asisten Marías, Aranguren, Cela, Laín, José Luis Cano y Castellet. Ridruejo no acudirá por carecer de pasaporte. En el caso de Riba, pese a la relevancia que tuvo en Segovia, su muerte el 12 de julio de 1959 impidió la probable colaboración en esta y las ulteriores actividades que vamos a relatar. Como es sabido, tras el IV Congreso del Movimiento Europeo, comenzará a tomar cuerpo la Comisión española del Congreso por la Libertad 2 Véase Manuel PENELLA, Dionisio Ridruejo. Biografía, Barcelona, Barcelona 2013, pp. 338-339. Ibid., p. 346. 4 En 1964, editado por Fontanella, aparecerá el libro de Sergio VILAR, Manifiesto sobre arte y libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles (Las Américas Publishing Co., New York 1962; y Barcelona, Editorial Fontanella, 1964), elaborado entre el 1 de abril de 1961 y el mismo día del año siguiente. En el libro aparecen muchos de los que comparecerán en La Ametlla. 3 159 de la Cultura, organización que financia la reunión de La Ametlla, cuyos preparativos fueron, más o menos los que siguen: En febrero de 1964, el secretario de la Comisión, Pablo Martí Zaro, escribe a Marià Manent, para comenzar a organizar la reunión del Coloquio Cataluña-Castilla. El intercambio epistolar acabará situando como organizadores a Manent por la parte catalana y a Pedro Lain por la castellana. En este último caso, los primeros en ser propuestos para participar –carta de Martí Zaro a Manent del 4 de abril de 1964 tras su reunión con Lain- son: Ruiz Giménez, Sampedro, Artola, Lain, Aranguren y Ridruejo5. Mientras se perfila la selección de personalidades, los primeros catalanes en ser seleccionados son: Jordi Rubió, Antonio María Badia y Margarit, Rafael Tasis y Jordi Carbonell, y se sopesa la posibilidad de celebrar la reunión en un hotel de Sitges. El 31 de julio, Joaquín Ruiz Giménez escribe a Martí Zaro6 y le aconseja lo siguiente, acaso con la intención de que la línea democristiana que él representaba – durante el XVII Congreso de Pax Romana celebrado en septiembre de 1939 en Washington fue nombrado Presidente Internacional- no se viera excluida de la organización: “Convendría que el Coloquio no apareciese directamente vinculado al Congreso por la Libertad de la Cultura, sino que se movieran en una órbita mucho más amplia y que cooperaran a ello otras tendencias y sectores de Cataluña y Castilla”. Sugiere también la inclusión de nombres como: Menéndez Pidal, Rafael Lapesa, José María Valverde, Luis Rosales, Maravall, Díez del Corral y Truyol. Por la parte catalana, recomienda invitar al financiero católico Félix Millet Maristany y al filólogo y ex miembro del Tercio de Montserrat, Martín de Riquer. También propone que el coloquio se celebre en un ámbito más piadoso: el Monasterio de Poblet. Pese a todo, un mes más tarde –carta de Ruiz-Giménez a Martí Zaro fechada en Madrid el 31 de agosto de 1964-, el ex Ministro de Educación, ahora volcado en su revista Cuadernos para el Diálogo, le comunica que debe partir hacia Alemania 5 Jordi AMAT, Els coloquios Cataluña-Castilla, 1964- 1971: debat sobre el model de l´Espanya democrática, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 2010, p. 28. 6 Ibid., p. 30. 160 «invitado por los católicos de aquella Nación para hablar a nuestros obreros españoles en Stuttgart», viaje del que regresará para preparar los exámenes de la Universidad. Ruiz-Giménez confirmará su definitiva ausencia del Coloquio en una carta escrita el 28 de noviembre, a su vuelta de una estancia de tres semanas en Roma, si bien manifiesta su: «plena adhesión al noble propósito de intensificar la comprensión recíproca y el diálogo entre hombres de Cataluña y de Castilla, y contribuir a la defensa y al cultivo de los comunes valores espirituales». Añadiendo lo siguiente: «A mi modesto juicio ese esfuerzo ha de hacerse sin enfeudarlo en ninguna actitud política de grupo o de partido, puesto que está por encima de las contingencias políticas». En septiembre, Martí Zaro viajará a Barcelona para ir concretando aspectos organizativos. Por Castilla se elige a: Chueca Goitia, Tierno, Lain, Aranguren, Ruiz Giménez, Artola y Maravall, con Brú, Valdeavellano y Buero Vallejo como suplentes. Por Cataluña: Castellet, Gomis, Manent, Carbonell, Millet, Valverde, Benet, Badia, Tasis y Raventós. Hecha la selección, y al no poder utilizarse, por razones de agenda, la masía que Alberto Puig tenía próxima a Palamós7, se elige la mansión que Félix Millet y Maristany, estrechamente relacionado con Ruiz Giménez y Lain, posee en La Ametlla del Vallés. A mediados de la década de los 60, la terna de franquistas transitaba ya por caminos que no pasaron inadvertidos para los observadores de la situación política española. Conviene en este punto, detenerse en Millet, pues, como veremos, su papel no se limitó al de un generoso anfitrión. Muy al contrario, el fundador de Benéfica Minerva y Banca Catalana, un par de meses antes de la reunión, publicó en el diario ABC -día 24 de octubre de 1964- un artículo titulado «Lengua y cultura catalana», en el cual afirma, con evidente abuso cuantificador, pues pareciera que tal conjunto ignorara el conocimiento del idioma español, que hay 6 millones de españoles que hablan el catalán antes de aludir a las manifestaciones que Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, había hecho en su pregón de la Feria del Libro de Barcelona de ese mismo año, en el cual señaló la necesidad de promover la literatura en lengua catalana negando al uso de las lenguas regionales operatividad política: «La unidad de la patria no puede verse amenazada por el cultivo del idioma vernáculo». 7 Carta de Pablo Martí Zaro a Roselyne Chenu fechada en Madrid el 30 de septiembre de 1964. 161 Millet interpretará, en la línea del miembro de la Lliga y posterior benefactor del Opus Dei, Fernando Valls y Taberner, a la que se acoge, el catalanismo como un efecto del olvido oficial de la lengua y cultura catalanas. El empresario presentará al catalán como una lengua española y aludirá a Menéndez Pelayo y al propio José Antonio Primo de Rivera para dar lustre castellano a su afirmación. En ese artículo se citan otros dos situados en una línea reivindicativa similar. Meses antes que Millet, en ABC apareció un artículo de Vicente Gállego Burgos, fundador en 1940 de la revista Mundo, que en 1967 pasó a manos del miembro del Opus Dei Sebastián Auger posteriormente envuelto en un gran escándalo tras el cual huiría de España acusa de estafa, a quien el diario madrileño cede el 12 de marzo su célebre tercera para dar cabida a su artículo de elocuente título, «Cataluña y la Real Academia Española», en el cual se pide una mayor presencia de catalanes en tal institución, medida que debería acompañarse de la entrada en la misma de «lenguas distintas». También anterior al de Millet es el artículo de Rafael Calvo Serer: «El Catalanismo Nacional», fechado el 18 de junio de 1964, que supone un homenaje del también miembro del Opus Calvo Serer a Valls, del cual destaca una visión de la Historia de España «tan llena de hechos diferenciales», expresión que volverá a emplear al describir una reunión neoyorkina entre catalanes, vascos y valencianos que se sentían «diferencialmente españoles». A juicio de Calvo Serer, el problema regionalista/nacionalista, se superará por elevación, disolviéndolo en las grandes estructuras económicas y culturales. Tanto Auger como Calvo Serer tendrán un relevante papel en el establecimiento de puentes con el PCE, en concreto con Santiago Carrillo. La fotografía de la Junta Democrática de España ilustrará en 1974 esta relación que se fue fortaleciendo con el tiempo antes de hacerse pública en París. Si el ABC dio cobijo a tales articulistas, La Vanguardia se hizo eco de los mismos. El 27 de marzo de 1964 ve la luz un editorial titulado «Cataluña y la Academia», en la que se elogiaba la incitativa del Ministro Lora Tamayo, de eliminar la exigencia de residir en Madrid para ingresar en la Academia. Días más tarde, con la firma de M. aparece la columna titulada «Lengua española y lenguas españolas» en la cual se afirma el sinsentido de que las lenguas regionales, españolas evidentemente, se 162 incorporen a una academia consagrada al español. El autor subraya el común error en el que cae Gállego, un error, y esto lo decimos nosotros, persistente que es empleado hasta nuestros días de forma calculada con objetivos ajenos a la filología. Hechas esta contextualización, es momento de regresar a los preparativos del coloquio de La Ametlla. Finalmente, los que concurren en diciembre a la mansión de La Ametlla son: Badia, Lluc Beltrán, Benet, Castellet, Cuito, Gomis, Hurtado, Manent, Millet, Raventós, Rubió, Tasis y Valverde, junto a los castellanos Aranguren, Caro Baroja, Maravall, Martí Zaro y Ridruejo tras las bajas, por diversos motivos, de Laín – que casua baja por tener que asistir a un tribunal universitario en Salamanca el 5 de diciembre-, Marías, Chueca, Ruiz-Giménez o Artola. Gil-Robles, Saénz de Bujanda, Valdeavellano, Garagorri y Vivanco fueron nombres que Martí Zaro consideró, para desestimarlos después. Algunos de ellos se alojaron en la propia masía, mientras otros lo hicieron en el hotel del Balneario Blancafort. El presupuesto del que se dispuso ascendió a 39.815 pesetas, y sirvió para cubrir los habituales gastos, las cintas magnetofónicas en que se grabó, las flores para la señora de Millet o el ejemplar de Llengua i cultura als Països Catalans (Publicacions de l'Abadia de Montserrat) recién publicado por Badia, que recibieron los participantes. El Coloquio arrancó con una larga intervención de Badia mientras que la segunda jornada la abrió Ridruejo, con un tono más político8. A grandes rasgos se puede decir que los más exaltados de la reunión son los catalanes más jóvenes: Benet, Carbonell y Castellet, mientras que por la parte castellana es notoria la asunción de la mayoría de los postulados catalanistas que, partiendo desde el terreno de la lingüística, se adentran en lo político empleando subterfugios como el del estado plurinacional o planteando directamente la secesión, con el modelo federal y europeísta del CLC como trasfondo. El discurso de Badia, del que contamos con los apuntes manuscritos que tomó Martí Zaro, arrancó con el repaso a los hitos más importantes en relación con la lengua catalana, sus acciones reivindicativas e instituciones destinadas a su conservación y fomento, comenzando con los juegos florares de 1888, que contaron con la destacada y políticamente ingenua participación de Menéndez Pelayo. Después aludió al I Congreso 8 Las intervenciones pueden consultarse en http://filosofia.org/mon/cul/clc_a64.htm 163 Internacional Llengua Catalana de 1906, en el que participó Menéndez Pidal, la fundación por Prat de la Riba del Institut de Estudis Catalans en 1907 e incluso el II Congreso Universitario Catalán de 19189. A continuación, Badia estableció una maniquea distinción entre dos culturas en difícil convivencia por «la represión idiomática» y «la represión espiritual», no sin señalar un camino: «el normal para aportar algo cultura es que los catalanes se expresen según lengua y espíritu catalán». En lo concerniente al tratamiento de lo que él llama «inmigración», también tiene recetas: la asimilación de la segunda generación, más dificultosa en las ciudades que en campo por el menor uso urbano del idioma regional. En relación con la escuela, por desarrollarse en la «lengua oficial», los efectos para Badia son nada menos que la «perturbación normal del desarrollo psicológico niño», peligro ante al que propone una dosificación por edades, comenzando por emplear la lengua materna en parvulario, medida que allanaría las, para él, indudables ventajas del bilingüismo, que darán como resultado «hombres psicológicamente normales». Si esta es la presentación de la parte catalana, tan presente, por otra parte, con tres representantes en el arranque de la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura, los catalanes pondrán sobre la mesa la posibilidad de un manifiesto favorable a su causa que podría contar con el apoyo del periódico ABC. El manifiesto, al cabo confeccionado por católicos –Millet había presidido la organización Jóvenes Cristianos de Cataluña- pretendía, a su vez, acogerse a la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris, en la que se prestaba especial atención a las minorías étnicas y a sus aspectos culturales, -«que los gobernantes se consagren a promover con eficacia los valores humanos de dichas minorías, especialmente en lo tocante a su lengua, cultura, tradiciones, recursos e iniciativas económicas»- asunto este que los catalanistas católicos, desde el abad Escarré a las organizaciones seglares, instrumentalizarán. El texto sirvió para que la Conferencia Episcopal, estableciera que en España las culturas y lenguas fueran al menos cuatro, con sus respectivas lenguas: castellano, catalán, gallego, vascuence. En el caso que nos ocupa, entiéndase el empleo exclusivo del 9 Como complemento a estos acontecimientos e instituciones, sugerimos la lectura de la entrada: El Presupuesto Extraordinario de Cultura y la Institución de Cultura Popular (1908) del Ayuntamiento de Barcelona, incluida en el Proyecto de Filosofía en Español: http://filosofia.org/mon/cul/pecbarna.htm 164 catalán en la liturgia, éste fue ascendente, en el sentido de que su implantación siguió un camino que partió de las parroquias rurales a las urbanas10. Por el bloque castellano el escurridizo Aranguren reconocerá el hecho diferencial catalán, llegando a proponer potenciar las diferencias. Maravall, uno de los más moderados, disolverá el «problema catalán» en el «problema español», que no es otro que la falta de libertad, la propia del franquismo al que se suman cargas heredadas del pasado como puedan ser las provenientes del carlismo. Avanzado el debate, antes de criticar a Sánchez Albornoz por practicar una suerte de «menendezpelayismo» y reivindicar el pensamiento de Pi y Margall, propondrá: “… evitar en lo posible toda referencia, que yo creo que hoy resulta ineficaz y hasta perturbadora, a unos conceptos y hasta a los sentimientos derivados de ellos que, indudablemente, en nuestro tiempo aparecen erosionados. Es decir, los conceptos no diríamos ya de soberanía, sino el mismo concepto de nación. Yo confieso que no me gusta nunca oír ya en estas cosas y en general en muchas otras, la palabra nacional, porque creo que es una palabra, hoy por hoy, en nuestro momento, más bien perturbadora en todos los órdenes”. Julio Caro, muy apreciado por Ridruejo, extenderá el problema más allá del territorio catalán, haciendo una cerrada defensa del vascuence, más amenazado que el catalán aunque todavía recuperable. Llega a apuntar la posibilidad de que Portugal «en un momento más o menos próximo, empiece a pensar en la necesidad de integrarse en una situación peninsular por causas urgentes de su situación económica. Fíjense en lo que esto supondría para los países más ricos de la península.» Por la parte catalana, las manifestaciones oscilaron entre la formal suavidad de Valverde o de Tasis, a la agria irritabilidad de un Benet capaz de afirmar que Cataluña, sociedad distinta a la española y aún enfrentada con ésta, había sido ocupada, razón por la cual, como mínimo habría que ir a un estado plurinacional o separar a Cataluña de él. 10 Para ampliar esta información, consúltese la entrada dedicada a Ramón Piñeiro confeccionada por Gustavo Bueno Sánchez en el Proyecto de Filosofía en Español: http://www.filosofia.org/ave/001/a072.htm 165 Castellet, tan destacado dentro de la Comisión, extenderá el problema lingüístico a vascos y gallegos y se mostrará favorable a trabajar la franja de edades inferior a los 40 años. Por su parte, Gomis se plantea la posibilidad de ser catalán sin ser catalanista. Vayamos ahora con Ridruejo. Los fragmentos de sus intervenciones que a continuación reproducimos tendrán la suficiente elocuencia como para que el lector pueda calibrar en qué posiciones ideológicas se situaba uno de los letristas del Cara al sol a mediados de los años 60. Su arranque pondrá el énfasis en la Universidad de Barcelona, en la que, a su parecer, se da «un cierto complejo de colonización» causado por la presencia de «profesores de habla no catalana». El soriano afirmará entender el «problema catalán» como «un problema de la vida española». Sin embargo, a medida que el coloquio avanza, abrazará las posiciones catalanistas con mayor claridad. “… ninguno de los que estamos aquí tenemos derecho a ignorar que el problema concreto de la pluralidad nacional del Estado español es un problema de enorme gravedad en cuanto a las posibilidades de su presentación táctica en una situación básica. Es decir, es evidente que en un problema de fuerza reactiva tremenda. Por ejemplo y para hablar claro nos decía Millet antes lo que dos generales del ejército11 piensan sobre el asunto. Bueno, estamos en una situación de hecho y es que este país está ocupado por el ejército español. No Cataluña, Cataluña está ocupada como territorio enemigo, pero como territorio propio está ocupada la totalidad del país”. Ridruejo se muestra cómodo manejando la idea de una España plurinacional que ya tenía hondas raíces dentro de los ambientes nacionalistas fraccionarios. Su discurso, atravesado por un indisimulado aventurerismo político, incorporará un recurso relativamente moderno, el de los Derechos Humanos promulgados poco después del fin de la II Guerra Mundial: “[…] si nosotros podemos presentar un problema de derechos humanos violados y presentarlo enérgica intensa y numerosamente con adscripción de todas las gentes que en el país puedan asentir a algo tan razonable como eso, es evidente que lo que nosotros 11 Uno de ellos es Agustín Muñoz Grandes, quien estuvo al frente de la 250ª División de Voluntarios españoles, o División Azul. Como es sabido Ridruejo estuvo a sus órdenes en el frente antisoviético. 166 tenemos que preparar esa estrategia con toda celeridad y con toda frialdad. Sin perjuicio de que sepamos perfectamente a dónde va la aventura. En este sentido creo que también habría una coincidencia. Hay que agradecerle mucho a Caro que nos haya ilustrado sobre el vasco; porque evidentemente yo he dado aquí una muestra de ligereza interpretativa sobre este fenómeno. Y la culpa de esa ligereza interpretativa sobre ese fenómeno la tiene principalmente D. Miguel de Unamuno. A cada uno su responsabilidad”. Ridruejo explicará su evolución ideológica respecto del asunto catalán recordando el momento en el que conoce el hecho diferencial catalán durante su confinamiento en tales tierras y empleará una expresión «español inmediato» entendiendo por tal a alguien incapaz de comprender el complejo problema que envuelve a Cataluña. A ese español que se cree español inmediato y que de pronto se encuentra con que vio no puede serlo, con que eso de España es problemático y además de problemático es complejo y que además una cosa que es nacionalismo parcial, la primera impresión que eso le produce es de incomodidad porque es un obstáculo a su esquema mental. También aprovechará la circunstancia para dejar entrever la idea que de España, pero sobre todo de Castilla, tiene, apoyándose, entre otros, en Menéndez Pidal y apelando a la revuelta comunera para trazar los perfiles de una Castilla independentista: No digo de sea exacta, pero lo cierto es que hubo una Castilla primaveral -cuya última manifestación pasa por la Celestina y el Poema de Mio Cid- muy liberal, muy democratizada, en sus formas internas, muy independentista. Menéndez Pidal ha demostrado que el primer separatismo lingüista fue el castellano. La parte enemiga del Imperio y que resistió a Carlos V, independientemente de Valencia, fué Castilla y quien defendió la tradición austriaca fué Cataluña, a cada uno lo suyo. Bien, lo cierto es que hay una Castilla posible, postulable, con una mitología nacional más o menos libertaria, más o menos corporativa, más o menos municipalista y, en cierto modo, más o menos separatista; y que esa Castilla ha sido grata a ciertos historiadores que interpretaban la historia para desembocar en un pensamiento federalista. 167 De donde deducirá una consecuencia política a su juicio evidente que deberá contar con un trabajo previo a cargo de unos intelectuales entre los cuales él se encuentra: Aquí vamos a tratar los supuestos normales para que haya donde tiene que haber una negociación política. Evidentemente el grupo intelectual tiene que preparar el terreno para que los políticos negocien. El «terreno» tendría la forma de un escrito, en el que colaborarían él mismo y Aranguren, y que sería útil del siguiente modo: “Creo que entonces habría que comenzar por requerir la firma de las personas objetivamente prestigiosas (Menéndez Pidal, Aleixandre, Laín). Inmediatamente después recabaríamos unas cuantas firmas de la derecha, y llamo a la derecha en este caso no a la derecha genuina, sino a10 Pemanes, a algunas personas del Opus incluso, en fin, a personas que estén en zonas próximas al Régimen. E inmediatamente después firmaríamos unas cuantas personas de lo que podríamos llamar en términos relativos la izquierda…” Por último, Ridruejo lanza una idea; la creación de «una especie de Instituto para el estudio del pluralismo español», algo que dará como fruto el diseño de una Asociación de Culturas Peninsulares –la palabra «españolas» se omite cuidadosamenteque debería tener centros en Madrid, Castilla-León (con Extremadura), País Vasco, Asturias, Cataluña, Mallorca, Valencia, Galicia, Andalucía y eventualmente Canarias y de las que el centro de madrileño sería el foco de convergencia de una tal federación. El Coloquio lo cerrará Pablo Martí Zaro haciendo un balance positivo del mismo. Martí Zaro, que emplea la expresión «nacionalidad catalana», pedirá eludir en lo posible el tono político y, sobre todo, el término «imperialismo», pues a su juicio: “La nacionalidad catalana y otras nacionalidades se sienten oprimidas por esta concepción unitaria de la península. Pero esto realmente no es un imperialismo, esto es el fenómeno que se da en todos los estados europeos…” 168 Lo cual no será obstáculo para adherirse a las tesis de Benet sobre la lucha de pueblos e incluso incorporar el término etnia en una de sus intervenciones: «Yo salvo la mejor opinión de los que están presentes, difiero un poco de la propuesta que ha formulado Ridruejo en el sentido de incorporar ya a la próxima reunión representantes de otras etnias». Paralelamente a sus afirmaciones, pondrá sobre la mesa propuestas como la de Fernando Sáenz de Bujanda, hombre cercano a Julián Marías y Joaquín Garrigues12, quien se comprometió a hacer un estudio monográfico sobre la política fiscal y la administración provincial. Junto a los proyectos antes citados, también se acordó desarrollar estudios sociológicos del lenguaje para conocer la realidad de la situación de las lenguas en Cataluña, a lo que se acompañará la petición de Badia de proveer de una bolsa de libros para desarrollar tales trabajos. El propio Badia, junto a Baroja, se comprometió a preparar una investigación de antropología social que sirviera como base de un Instituto para el estudio de la pluralidad española. Por último, se acordó organizar regularmente conferencias hechas por catalanes en Madrid y otras ciudades «de lengua castellana», y poner en marcha proyectos que pudieran favorecer la traducción al castellano de libros en catalán e igualmente en el terreno de la crítica. También se apostó por el mantenimiento de estrechos lazos entre los grupos castellano y catalán, comenzando por una reunión en Madrid en primavera y se consideró la necesidad de incorporar a los coloquios a vascos y gallegos. Como detalle curioso está la solicitud al CLC de dos ejemplares de La democracia en América, de Tocqueville y uno de La Europa de las Etnias -acaso el título inspiró las palabras de Martí Zaro- de Guy Heraud, editado por Presses d`Europe. Hay que añadir que el entusiasmo con que salieron gentes como Manent del Coloquio, contrasta con la cierta preocupación que Marías le transmite a Martí Zaro, de la cual se habla en una carta que éste dirige a Pierre Emmanuel el 14 de diciembre de 196413 12 Sáenz de Bujanda dirigió el Seminario de Derecho Tributario que organizó la Sociedad de Estudios y Publicaciones con la ayuda de la Fundación Ford. 13 Archivo personal, sin catalogar, de Pablo Martí Zaro custodiado en la Fundación Pablo Iglesias. 169 “Pablo Martí Zaro Apartado 13.175 Madrid Madrid le 14 Décembre, 1.964 M. Pierre Emmanuel 61, rue de Varenne Paris VII. — Cher Ami, Mon entretien avec Julian Marías a eu lieu cet après-midi. Comme d´habitude la conversation a été très cordiale. Il s'interesse toujours très serieusement à nos activités. Je lui ai fait une discrète allusion à la lettre qu'il vous a adressée. Il a repris tout de suite le fil de cette lettre et m'a parlé en termes très généraux des griefs qu'il a, à l'encontre du Cónité. D'après ce qu'il ma dit, ce n'est rien de bien important. I'l s'agit, d'une part, de cette espèce de bloc que les membres catalans forment en face des membres non catalans et qu'il voudrait voir se dissoudre, et d' autre part du manque de tension polémique à l'interieur du Comité. Je l'ai invité, une fois de plus, à expliciter ses discrepances et ses critiques dans nos réunions et à prendre une part plus active dans toutes les initiatives et prises de décission du Comité. Il a acquiescé à tout ce que je lui ai dit et m'a exprimé de nouveau son adhesion inconditionée à notre entreprise. Après´quoi je l´ai informé sur les résultats de la rencontre Catalogne-Castille, et il s'est engagé à assister au prochain colloque. Nous avons parlé aussi du Programe d'Activitas pour 1.965, et il s´est mostré enormement interessé aux differentes possibilités d'action culturelle que je lui ai presentée. Mon impression, en somme, c'est que ríen n'a changé chez M. Marías par rapport à nous, et qu'il continuara à´être un membre loyal et inconditionel de notre Comité. Bien cordialement, votre ami” En cualquier caso, la celebración del Coloquio barcelonés fue el inicio de una serie de encuentros interregionales que se fueron desarrollando en diversos escenarios, comenzando por el celebrado un año más tarde en la casa toledana de Chueca Goitia, al que se sumó un mayor número de integrantes, entre ellos, algunos de los que no 170 comparecieron en Barcelona, probablemente ya tranquilizados tras comprobar la segura viabilidad de tales reuniones. Por su parte, la masía de Millet, cuya figura fue glosada por Albert Manent en Fèlix Millet i Maristany: líder cristià, financer, mecenes catalanista (Ed. Proa, Barcelona 2003), sirvió para establecer otro tipo de contactos de más concreto y local alcance. La finca se convirtió en un lugar de encuentro para las diferentes familias del catalanismo en las que tanto peso tuvieron empresarios y banqueros, como pone de relieve Manuel Sacristán en un informe –firmado bajo el nombre de Ricardo- elaborado a finales de enero de 1966, y en el que se da cuenta de una reciente reunión mantenida por gentes como Pujol, Benet o Carulla, que daba continuidad a toda una serie en la que participaron Castellet, Bohigas, Carbonell, etc. En dichos encuentros discretos, a los cuales no se invitó a representantes del PSUC o el MSC, se diseñó el panorama político futuro de Cataluña sin descuidar el relevante campo de la cultura, hasta el punto de plantear ayudas a los intelectuales que acabarían por convertirse en orgánicos al incorporarse a instituciones diseñadas ad hoc. Por lo que respecta a los protagonistas de la reunión de 1964, el CLC, en su versión española, se ocupó de recompensar sus esfuerzos. Tras la entrega del premio de 1964 a Julio Caro, un año después, el 5 de noviembre de 1965, el jurado decide otorgar el Premio de los Escritores Europeos, instituido por la editorial Ínsula y por el propio Comité d´Ecrivains et d´editeurs pour une entra´aide europeenne a Maravall por su obra El mundo social de La Celestina, galardón dotado con 15.000 pesetas. Un año después de la reunión en casa de Félix Millet, la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura organizó un nuevo y discreto encuentro que se celebró en Toledo, en casa del arquitecto Fernando Chueca Goitia, del viernes 26 al domingo 28 de noviembre de 1965. Dos de las sesiones más comentadas fueron la ponencia del joven economista Ernest Lluch sobre la balanza comercial y fiscal de Cataluña respecto del resto de España, y la presentación que el filólogo catalanista Antonio Badia Margarit -catedrático entonces, por cierto, de Gramática histórica de la lengua española- realizó de una encuesta que mostraba la pérdida de importancia de la lengua catalana en la cada vez más castellanizada ciudad de Barcelona. Repitieron la mayor parte de los asistentes a la tenida de 1964, y se incorporaron otros nuevos: por 171 ejemplo Sergio Vilar Báguena por la parte catalana, el gallego Domingo García Sabell, Rafael Lapesa Melgar, Enrique Tierno Galván, o el valenciano Vicente Ventura Beltrán. Más allá de los premios y los escenarios de los coloquios, más allá, incluso, de los beneficios obrados en las biografías de los mentados, estos encuentros tuvieron indudables efectos políticos, pues es evidente que muchos de los materiales ideológicos constitutivos de la España postfranquista cristalizaron en tales ambientes. Medio siglo después, las intervenciones de La Ametlla y Toledo continúan siendo útiles para cotejar su importancia en relación al armazón ideológico en que se apoyó la España autonómica tanto en el plano cultural como en el político. Cuando el régimen franquista se desmoronó tras la muerte de quien le dio nombre, en determinadas regiones había arraigado con fuerza la idea de ser una comunidad diferenciada, por emplear la fórmula de Tierno, cuya evolución debía tender a configurarse como nación política marcada por unas señas de identidad concretas. La vía federal, objetivo primero de los Estados Unidos para la Europa de la posguerra mundial, se presentaba como fin ineludible de una nación, España que tras la Segunda Transición hoy invocada por determinadas corrientes y líderes políticos, debería configurarse como un estado federal. 172 Exilios interiores de los “falangistas liberales” (c. 1956-1958). Alfredo Sánchez Bella, su enlace con el franquismo Jesús María Zarategui (Universidad de Navarra) El grupo de los intelectuales falangistas de Burgos sería uno de los que se inscriben en la generación de 1936. Así debió entenderlo Dionisio Ridruejo cuando en sus memorias hace un repaso de los que frecuentaban las tertulias de su despacho burgalés: “El erudito Tovar, el ensayista Laín, los universitarios Uría y Conde, los poetas Rosales y Vivanco, los novelistas Zunzunegui y Agustí (…)”, y algunos más (Torrente, Escassi, Caballero) que “anticipábamos ya lo que, con algunas ampliaciones, constituiría el grupo de Escorial pocos años más tarde”1. En efecto, la intelectualidad falangista, a la que pertenece el “grupo de Burgos” se encontrará a partir de noviembre de 1940 en la revista Escorial, editada por la Delegación de Prensa y Propaganda de la Falange unificada del franquismo. Escorial sufrió prácticamente las mismas crisis que Falange en el seno del franquismo, hasta su desaparición en 1950, después de un periodo de silencio entre 1947 y 1949, en unos años en que Escorial no sólo no servía ya a los fines propagandísticos del Estado franquista, sino que a éste le resultaba un lastre en su reivindicación ante los aliados vencedores en la II Guerra Mundial. Su director en la primera época (hasta octubre de 1942) fue Dionisio Ridruejo, Jefe Nacional de Propaganda de FET y de las JONS; y su subdirector, Pedro Laín, director de la Editora Nacional, era el responsable de la Sección de Ediciones del mismo 1 Dionisio RIDRUEJO: Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1977, p. 275. 173 Servicio. Junto a Ridruejo y Laín colaboraron en su fundación y desarrollo quienes habían de ser reconocidos nombres de la cultura de posguerra, y que eran militantes falangistas responsables de diversas áreas de la propaganda2. A ellos se unirían en sucesivas “ampliaciones”, Sánchez Bella, Ruiz-Giménez y Martín Artajo, todos ellos vinculados a la ANC de P y procedentes del Instituto de Cultura Hispánica, creado en diciembre de 1945, como una corporación de derecho público, destinada a fomentar las relaciones entre los pueblos hispanoamericanos y España3. Joaquín Ruiz-Giménez, presidente de Pax Romana, sería su primer presidente, y le sucederá Alfredo Sánchez Bella en 1948 cuando aquel es nombrado embajador ante la Santa Sede, cargo en el que permanece hasta 1951, cuando vuelve para ocupar el Ministerio de Educación4. Será a partir de 1951 cuando confluyan los dos afluentes (falangistas de Burgos, y acenepistas) en el gran río del Ministerio de Educación. Nombrado por Franco a golpe de decreto, Ruiz-Giménez hizo de la necesidad, virtud, abandonando el paraíso romano para adentrarse en el infierno madrileño5. Para desarrollar esta labor de apertura intrarégimen contará con Laín, Tovar, Sintes, Pérez Villanueva, Fernández Miranda y el propio Fraga, subdirector hasta entonces del ICH, a quien generosamente prestó su superior Sánchez Bella. Estos nuevos aires (la revolución desde arriba) que traía RuizGiménez, encontraban concreción el 18 de julio de ese mismo año (1951) cuando proclamó su “lealtad insobornable” a Franco, citándolo “al alimón” con Ortega y Unamuno6. De acuerdo con su aspiración de abrir la enseñanza universitaria, de hacerla más comprensiva y liberada de esquemas dogmáticos, optó por nombrar tres rectores nuevos (Laín en Madrid, Tovar en Salamanca, y Díaz Caneja en Valladolid), además de unos cuantos directores generales. La tímida apertura iniciada por el nuevo equipo de falangistas y acenepistas encontrará la frontal oposición del grupo tradicionalista que liderado por Rafael Calvo Serer y sus colaboradores inmediatos en la revista Arbor (Pérez Embid, Fontán) 2 Diego GRACIA: Voluntad de comprensión. La aventura intelectual de Pedro Laín Entralgo, Madrid, Triacastela, 2010, p. 221. 3 Antonio CAÑELLAS: Alfredo Sánchez Bella. Un embajador entre las Américas y Europa, Gijón, Trea, 2015, p. 67. 4 Javier TUSELL: Franco y los católicos. La política exterior española entre 1945-1957, Madrid, Alianza, 1984, p. 55. 5 Salvador PÁNIKER: Conversaciones en Madrid, Barcelona, Kairos, 1969, p. 232. 6 Mª Paz PANDO: Ruiz-Giménez y Cuadernos para el diálogo, Salamanca, Cervantes, 2009, p. 21. 174 acusarán a Ruiz-Giménez de practicar una política de mano tendida hacia el pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda7. Le exigen la condena de las obras de Ortega y Unamuno. En la controversia producido en 1953 al publicar Laín su España como problema, Sánchez Bella desde las páginas de Mundo Hispánico se alineará con el aragonés en contra de las tesis de Calvo Serer. La relación entre ambos se reforzó a partir del nacimiento en 1948 de Cuadernos Hispanoamericanos, revista dirigida por Laín, y que venía a respladar desde una perspectiva más intelectual la línea trazada por MH. Las dos revistas compartían la voluntad de orientar la política conforme a los principios cristianos, como bien había dispuesto Ruiz-Giménez en los trabajos preparatorios para la publicación de la revista8. De hecho, Laín tomó las riendas de Cuadernos en respuesta a la invitación cursada por Sánchez Bella en nombre del ICH. Una nota del círculo Carrero/López Rodó advertía en enero de 1956 del enrarecido clima universitario acusando al equipo del ministro de Educación Nacional (Ruiz-Giménez) de ser causante por dejación de tal estado de cosas. Tras la desafiante actitud de Ridruejo en los cursos de Santander, el clímax llegó con motivo de los actos realizados tras la muerte de Ortega. El Frente de Juventudes parecía “un hervidero de demagogia y de rebeldía”. Las reuniones de falangistas con socialistas (Zaragoza) y anarquistas (Barcelona) sugerían una conversión de la OSE en remedos de la UGT y la CNT. El Congreso de Jóvenes Escritores, la publicidad de la película “Muerte de un ciclista” de Bardem. En definitiva, “pasan como franquistas, pero sin Franco” 9. Tras el intento de celebrar un congreso de escritores, los disturbios estudiantiles de febrero de 1956 precipitaron la caída del ministro. Y con él de todo su equipo. Corrieron peor suerte los mal llamados falangistas liberales (el grupo de Burgos): Laín y Tovar dejaron sus rectorados, Pérez Villanueva la dirección general de universidades, Francisco Yndurain el vicerrectorado de la universidad de Zaragoza (era discípulo de Unamuno, con el que se había formado en Salamanca). Antonio Jiménez-Landi escribía en febrero a Pablo Beltrán de Heredia que corren por Madrid “vientos revolucionarios. La 7 Raymond CARR: Juan Pablo FUSI: España de la dictadura a la democracia, Barcelona, Planeta, 1979, p. 14 8 Antonio CAÑELLAS: Alfredo Sánchez Bella. Un embajador entre las Américas y Europa, p. 119. 9 Anónimo. “La situación política española al comenzar 1956”, enero 1956 (AGUN/LLR/462) 175 supresión de las revistas Índice e Ínsula ha motivado una carta de Ridruejo a Martín Artajo en la que trata con dureza al régimen del que dice que ya no puede esperarse nada”. Ridruejo fue expulsado del partido al considerarlo inspirador intelectual de las algaradas. También salió Sánchez Bella, no tanto por la crisis sino por sus desavenencias con el ministro Blas Pérez, deja el ICH, en el que le sustituye el notario Blas Piñar, para ocupar la embajada de Santo Domingo. Martín Artajo seguía rumiando su cese de 1951, que le había llevado a un distanciamiento de su sucesor Ruiz-Giménez, aunque a la altura de 1956 se puede encontrar a ambos compartiendo proyectos culturales. 1956 será el año clave para un progresivo desenganche del régimen de todo el grupo aunque con ritmos distintos. El único que cerrará filas con el régimen es Sánchez Bella y, desde su forzoso exilio en Santo Domingo, intentará en los años siguientes mantener una cierta cohesión entre ellos, evitando que se conviertan en “otros Dionisios Ridruejos”. En este artículo, nos centramos en la evolución de Ruiz-Giménez, con algunas referencias a Laín y Tovar, durante el periodo 1956-1958. A través de la correspondencia cruzada podemos detectar las señales del progresivo distanciamiento, a pesar de los esfuerzos de Sánchez Bella por mantenerlos en el redil franquista. Este es un aspecto al que literatura apenas ha prestado atención. El ejemplo y el estigma de Dionisio Ridruejo No se entendería el camino que siguieron algunos de estos falangistas sin considerar el papel que Ridruejo había jugado en la conformación y desarrollo del “grupo de Burgos”10. Desde comienzos de la década de los 50 su desafección con el régimen se fue convirtiendo en oposición abierta, aunque tolerada, lo que no le ahorraría multas, prohibición de publicar en España, e incluso, algunos meses de cárcel, etc. Su ascendencia moral y paternal (era el mayor del grupo) se manifestaba en una ambivalente relación de distancia y simpatía, más acusada la primera en Sánchez Bella, y la segunda en Laín y Ruiz-Giménez. El embajador en Santo Domingo había tirado la toalla en sus intentos de reintegrar a Ridruejo al redil franquista, y ahora concentrará sus 10 Francisco MORENTE: Dionisio Ridruejo. Del fascismo al antifranquismo, Madrid, Síntesis, 2006. 176 esfuerzos en contolar los daños sobre el grupo, en una suerte de operación profiláctica de aislamiento del elemento enfermo. El informe que Ridruejo elevó en abril de 1956 a la SGM fue el último clavo de su ataúd político. Ese verano de 1956 se produce los primeros contactos formales de Ridruejo con comunistas. Lo recordaba Semprún con motivo de la muerte de Ridruejo en junio de 197511. Se lo presentó Javier Pradera que ejerció esa misma labor de acercamiento con Gil Robles y con Giménez Fernández. Pradera fue además el conducto para presentar a Semprún a casi todos los contactos del PCE en España: Bustelo y Girbau (ASU), Cerón (FLP), Barros de Lis y Cortezo (IDC). Ridruejo se refería a este cambio de estrategia a partir de 195612. El error de los exiliados habría sido esperar todo de un cambio en los gobiernos occidentales respecto el franquismo, porque eso impidió que esos sectores prestos a ayudar “llegasen a hacerse una composición de lugar realista, aceptando que entre el viejo problema de defender la República y el de liberar a España ha habido una larga sucesión de continuidad y que este último esfuerzo no puede parecerse a “la segunda parte” de una representación suspendida”. Situación que comenzó a cambiar en 1951 cuando algunos vienen a España o reanudan la correspondencia con opositores del interior. En marzo de 1957 Ridruejo publicará un duro artículo en la revista Bohemia, en el que acusaba a Franco de haber ordenado la muerte de Juan Bautista Sánchez. Contrario al régimen, se define como liberal, partidario de las reformas sociales, y hace una llamada al PSOE para que se regenere y escuche la petición de la mayoría social que dice representar13. Poco después, el mismo medio recogía declaraciones de una mesa redonda de la oposición democrática que pedía la restauración de don Juan. La reacción del régimen fue fulminante: Ridruejo cae detenido (13/IV), y luego viene la gran redada entre opositores. Fue condenado a 20 meses que no cumple por la amnistía de Juan XXIII. En estas fechas, el distanciamiento entre Ridruejo y Sánchez Bella es total. En carta del embajador a su ministro Castiella, reprocha la actitud de Ridruejo. “Alguna 11 Jorge SEMPRÚN: Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1977, pp. 295-297. Dionisio RIDRUEJO: Escrito en España, Madrid, CEPC, 2008, pp. 227-229. 13 Abdón MATEOS: El PSOE contra Franco. Continuidad y renovación del socialismo español, 19531974, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1993, p. 69. 12 177 gente floja y desmayada se inclina por una política de mano tendida, haciéndose ilusiones sobre la posibilidad de una “reconciliación nacional” en la que participen los exilios”14. Sánchez Bella adjunta unas declaraciones publicadas en Bohemia por Madariaga y Araquistaín hechas a Luis Ortega-Sierra, “el mismo periodista que publicó las conocidas declaraciones de Dionisio Ridruejo y a quien la autoridad judicial cubana acaba de procesar bajo la acusación de calumnias contra el Jefe del Estado español. Dato interesante: el Sr. Ortega ha sido expulsado recientemente de la democrática Francia por unas informaciones sobre Argel”. Tras unos meses en la cárcel, Ridruejo salió en septiembre de 1957 con la obligación de presentarse ante el juez cada 15 días15. A raíz de este hecho, el falangista Valdés Larrañaga, embajador en Caracas, aconsejaba al ministro Alonso Vega forzar el exilio de Ridruejo, así se acaba la oposición (tiene que comer): “el exilio de los políticos españoles es un auténtico pudridero para su personalidad”16. Ajeno a ello, Ridruejo aprovechaba todos los cenáculos de oposición tolerada existentes en Madrid. Entre otros, era asiduo de las “reuniones de Maldonado”, en la casa de los jesuítas, donde se reunían unas 30 personas, bajo la tutela de los clérigos Iturrioz, Ceñal, y Díez Alegría, para desentrañar los problemas que tenía planteados el hombre cristiano. Asistían personas como Lucas Oriol, Ridruejo, Aranguren, Laín, Tovar, Garrigues, Valdecasas, Corral, Maravall, Marías, Millán, Gamero. Solo para hombres, con gran enfado de Lily Álvarez, que se lo hizo saber por escrito al P. Ceñal. Ridruejo había seguido ese camino tras constatar que las críticas más profundas al régimen se hacían en publicaciones de Falange y otras de tipo católico. Él se consideraba sin filiación política: democracia, monarquía arbitral y simbólica. Dirá en sus memorias: “Bastó un año de vida en Madrid, de convivencia con los centros políticos que yo había perdido de vista diez años atrás, para convencerme de que el Régimen estaba condenado a ser idéntico a sí mismo hasta su muerte. Era inmodificable”17. Pero el cambio tan brusco era una sorpresa hasta para sus amigos, que 14 Sánchez Bella a Castiella, 3 de julio de 1957 (AGUN/ASB/003/459). Las referencias a archivos privados depositados en la Universidad de Navarra (AGUN) se indicarán con las iniciales del archivo: Alfredo Sánchez Bella (ASB), Manuel Valdés Larrañaga (MVL), Laureano López Rodó (LLR) 15 Dionisio RIDRUEJO: Escrito en España, pp. 249-251. 16 Valdés Larrañaga a Alonso Vega, 13 de septiembre de 1957 (AGUN/MVL/014) 17 Dionisio RIDRUEJO: Casi unas memorias, p. 361. 178 se preguntaban cómo pudo militar en Falange un liberal progresista (en expresión de F. Chueca Goitia). lo explicaba Ridruejo: “en un principio sentí el desgarro que me producía ver a mi Patria dividida y despedazada, sentí que la doctrina unitaria y justiciera de la Falange podría remediarlo, pero pronto advertí que la Falange se dejaba fuera lo mejor de España, su mejor tradición intelectual y sus mejores hombres, Unamuno, Baroja, Machado”. En este contexto se observa ya una crítica firme del régimen, aunque en la mayoría de los casos se trata de una oposición más académica que real, y que el gobierno podía tolerar. También en contacto con estos ambientes encontramos a Joaquín Ruiz-Giménez. El hombre de la “política de mano tendida” En entrevista de Vilar Ruiz-Giménez justifica su apoyo a Franco tras la II GM por su habilidad para no meternos en ella, luego todos los países reconocieron a Epaña (“el régimen no era tan antidemocrático”) y, sobre todo, el régimen lo habían hecho realmente los católicos18. Pero el examen más profundo en Roma durante el concilio de estos hechos “me llevó a la crisis”. Su crisis de conciencia política se produjo a partir de 1952-3 “cuando en el ejercicio de mi cargo de ministro, me pongo en contacto con las realidades de casi todas las provincias españolas, de los pueblos españoles; cuando me encuentro con la imposibilidad de aumentar las escuelas porque carezco de fondos; cuando me doy cuenta de que hay una gran insensibilidad en los sectores más importantes del sistema para dedicar a educación nacional las cantidades necesarias para hacer una auténtica política de educación de todo el mundo; cuando veo que hay cerrazón por parte de sectores tradicionales para realizar una enseñanza media lo más igualitaria posible; cuando me tropiezo con que desde el punto de vista de las Universidades y mi deseo de incorporar de nuevo a elementos valiosos que estaban exiliados, se produce una campaña que poco a poco va minando mi crédito y mi prestigio dentro del gobierno”19. 18 Sergio VILAR: La oposición a la dictadura: Protagonistas de la España democrática, Barcelona, Aymá, 1976, pp. 456-467. 19 Sergio VILAR: La oposición a la dictadura: Protagonistas de la España democrática, p. 458. 179 Liborio Hierro destaca el carácter radical de las convicciones de Ruiz-Giménez durante “los años de Salamanca” (1956-1960) dentro de la paulatina pero fuerte evolución experimentada por él a partir de entonces (“moderado en las formas y moderado en los medios, pero ha sido radical en las convicciones”)20. El propio RuizGiménez confirma que esos años “fueron decisivos para mi profundo cambio, no de mis creencias religiosas básicas, como también en mi enfoque de la Filosofía del Derecho, para enraizarla en el terreno sustancial de los derechos humanos fundamentales y de la organización democrática de los poderes públicos”21. Clima de diálogo que se establece con los colegas de docencia por encima de diferencias ideológicas, especialmente con Tierno Galván, “merced al esfuerzo de comprensión recíproca y de diálogo sin veladuras, sobre el duro pasado, el difícil presente y el incitante futuro, logramos pasar de una patente animadversión, por no decir hostilidad, a una estimulante cooperación; él, desde su marxismo doctrinal, nunca tergiversado, y su agnosticismo religioso, pero con delicado respeto al creyente, y yo desde mi fe cristiana y mi ya firme voluntad de acción democrática, hasta lograr una sincera sintonía en nuestras perspectivas”. También allí se reconcilia con Giménez Fernández con motivo de una conferencia impartida por el canonista sevillano sobre Fray Bartolomé de las Casas. Esta actitud de mano tendida será recriminada años después por Serrano Súñer cuando acuse a Ruiz-Giménez de contradictorio porque cortejaba a la vez a Franco, a Juan XXIII y al PCE. “Pero la lucha contra el régimen al que había servido antes, eso le honra”22. La oposición que más daño hizo a Franco fue la estudiantil, “no eran hijos de rojos sino de clases medias”. Son momentos en los que pese a la cercanía de la herida de su salida del gobierno, aún mantiene su conexión vital con el falangismo, uno de cuyos mayores exponentes, el embajador en Caracas, Valdés Larrañaga, le escribía en junio de 1956 para recordar “un viaje a esa ciudad [Salamanca] con José Antonio, en la que el Fundador me decía a la vista de aquellos días de lucha, lo agradable que sería abandonar Elías DÍAZ: “Joaquín Ruiz-Giménez: un camino hacia la democracia”, Sistema, n. 158, 2000, pp. 3-14. Joaquín RUIZ-GIMÉNEZ: El camino hacia la democracia. Escritos en “Cuadernos para el diálogo” (1963-1975), t. II. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, pp. 38-41. 22 Heleno SAÑA: El franquismo sin mitos: conversaciones con Serrano Suñer, Barcelona, Grijalvo, 1982, pp. 323-325. 20 21 180 todo y dedicarse a explicar una cátedra en esa maravillosa Universidad (…) le hubiera gustado mucho más explicar sus ideas desde una cátedra que en los caminos de España, con la dialéctica de los puños y las pistolas”23. A lo que contestaba el hoyense: “después de lo que me ha pasado esas palabras de Jose Antonio tienen para mí valor de consigna; no se entiende la Falange sin la universidad, en ese ambiente nació y debe restablecerse el diálogo entre las dos”. Es evidente que a la altura de 1956 no puede considerarse “fuera del sistema” a Ruiz-Giménez. Seguía formando parte del Consejo Nacional del Movimiento, aunque retrospectivamente haya explicado que su creciente decepción le impedía participar de forma activa en la vida política, pero que no quería que pensaran que estaba resentido por su salida del Gobierno24. En todo caso esta ambigüedad se iría aclarando. La crisis de gobierno de febrero de 1957 provoca una reanudación de la amistad entre Ruiz-Giménez y Sánchez Bella. Escribe el ex ministro una larga misiva desde Madrid al embajador ponderando las consecuencias políticas del cambio de gobierno, en el que habían perdido peso los sectores falangistas a los que ambos pertenecían. Sánchez Bella responde que “por el completo informe que remites de la crisis intuyo que te has recuperado de la caída política”. Pasa a hablar de su común amigo Ridruejo: “lo que ha escrito en Bohemia no tiene nombre”. Es una “supina insensatez y traición”, lo que justificaría el enfado de Franco. “Dionisio ha transgredido las reglas del juego y me temo mucho va a sufrir las consecuencias. Por favor, tratemos de evitar que otros amigos próximos, por padecer similar miopía, puedan caer en los mismos errores (…) Si Dionisio se cree equivocado, lo menos que puede hacer hoy es callarse; cualquier otra posición, desde aquí, en donde la batalla se observa bien visible, se estima fuera de juego”25. Ruiz-Giménez lamenta el episodio Ridruejo del que distingue su amistad y la salida de tono de las declaraciones, que él no comparte, por mucho que algunas sean ciertas. Ha tenido una larga entrevista con Carrero a raíz de la publicación de un documento anónimo en el que se le incluía entre personas desafectas con el régimen. Sigue a la espectativa ante el nuevo gabinete, aunque detecta “una tónica de pasividad, 23 Valdés Larrañaga a Ruiz-Giménez, 13 de junio de 1956 (AGUN/MVL/04/037 y 038) Mª Paz PANDO: Ruiz-Giménez y Cuadernos para el diálogo, p. 31. 25 Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 2 de mayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01). El Archivo RuizGiménez está depositado en la Universidad Carlos III de Madrid. A partir de ahora: UC3M/ARG 24 181 de mero buen orden administrativo, parece reinar en otros Departamentos, incluso en tres tan necesariamente políticos como la Secretaría General, Gobernación y Trabajo”. Por lo que respecta a él mismo, su actitud espiritual sigue siendo de “expectación benévola ante la acción del Gobierno, deseando que acierten, pero dispuesto a no pasar por injusticias, y, al mismo tiempo, a probar que nuestra lealtad sigue firme; pero que lealtad no es estupidez ni blandenguería’26. Quiere hacer una “empresa de pensamiento, bien enlazada con el Instituto de Estudios Políticos”, en la que estarían Artajo, Larraz, Oriol, Girón, Piñar, Otero, Garrigues, y elementos jóvenes de Alférez y Alcalá. Se trataría de editar “una serie de libros breves, un poco como realizó Acción española en su tiempo, u hoy la Biblioteca del Pensamiento Actual, sólo que con una orientación ideológica consecuente con el sentido unificador, realista y constructivo que importa proyectar hacia el futuro”. A ese estado de ánimo de Ruiz-Giménez se refiere Martín Artajo cuando aconseja a Sánchez Bella cuidar al ex ministro: “debiera desentenderse de las picardías con que tratan de mortificarle y no poner demasiado empeño en rectificar la posición que le atribuyen. Un día puede aprovecharle; y puede aprovechar al interés nacional”27. En relación con el escrito que le hiciera correr al despacho de Carrero. Martín Artajo dice estar siguiendo el consejo que le diera Sánchez Bella, de mantenerse dentro del juego. Pocos días más tarde Sánchez Bella, que ya ha recibido el artículo que provocó tantos sudores en Joaquin, sale al paso indignado de un suelto aparecido con el artículo en el que se atacaba a Laín, Ruiz-Giménez, Blas Piñar y a él mismo. El embajador ve la mano de Calvo Serer detrás de ese libelo y se enfada porque “estos de la Tercera no estuvieron en el 36 dando su sangre, sino que en el 45 estaban en Lausana preparando manifiestos y formulando terceras posiciones; decir que son contrarios al régimen Tovar, Laín o Ruiz-Giménez es una canallada”28. Mientras, Sánchez Bella había movido los hilos para organizar un acto de desagravio en honor de Ruiz-Giménez. La ocasión fue la imposición de la beca de honor y un Víctor de oro del SEU, el 28 de mayo, en el Colegio Mayor Santa María del 26 Ruiz Giménez a Sánchez Bella, 10 demayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) Martín Artajo a Sánchez Bella, 21 de mayo de 1957 (AGUN/ASB/103-I) 28 Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 27 de mayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 27 182 que era rector Fernando Suárez. Echan el resto desde SGM para recuperar al perdido: abrazos de Solís (estoy de acuerdo contigo en todo), de Pilar Primo de Rivera, Fraga, Maravall, Gómez Arboleya, el Jefe Nacional del SEU, Miguel Ángel García (enfrentado con el nuevo ministro de Educación). Excusan su asistencia Láin, de viaje a Nueva York, y Jorge Jordana, también alejado del actual ministro. Su conferencia sobre “La política, deber y derecho del hombre” marcaba, en efecto, una vuelta a la actividad política de Joaquín tras un año de ostracismo. Se muestra contrario a los partidos políticos: “serán rechazados en cuanto quebranten el principio mínimo de unidad y de concordia indispensables para la conservación y el progreso de la comunidad política”, así como a los nuevos tecnócratas que parecían detentar todo el poder en el gobierno: “No es el experto o “técnico” en economía, en administración, en logística, en arte bélico o en cualquiera de las otras disciplinas que contribuyen al bienestar colectivo, el que debe dirigir la vida de la comunidad, sino solo quien realmente posea la ciencia y la capacidad arquitectónicas y ordenadoras del verdadero político”29. Arriba y Ya publican crónicas encomiásticas. El Instituto de Estudios Políticos le pide el texto para publicarlo. A los pocos días le invitan Blas Piñar y el rector al C. M. Guadalupe: nuevo baño de multitudes, aunque no habla. Su postura: “ni inmovilidad suicida ni traiciones, sino evolución desde dentro, con autenticidad y con fidelidad a todas las creencias esenciales del año 36 (…) hablé desde dentro del Movimiento”30. El ambiente estaba enrarecido con manifestaciones muy concretas: el escrito falangista de la Vieja Guardia de Madrid; el número de junio de la revista Signo que tanta irritación había provocado en las alturas; el espectáculo de las dos ramas dinásticas enzarzadas tras la proclamación en Montejurra de Carlos Hugo como Príncipe de Asturias. Pero no es eso lo que debe preocuparnos –afirma Ruiz-Giménez– sino “la 29 Acaba con su Decálogo del Político: 1º Amar a Dios y a su pueblo sobre todos las cosas; 2º no mezclar el santo nombre de Dios en vano; 3º santificar desde dentro, no en fórmula el vivir diario de su pueblo; 4º respetar, honrar y estimular los grupos naturales de convivencia, sin exagerar el argumento en contra de los partidos cuando los sucedáneos tratan de ejercer el papel de ello sin su gallardía; 5º respetar la vida no solo material sino espiritual y de la dignidad humana; 6º asegurar un clima de limpieza moral, sin pretender, asumiendo el papel de la Iglesia, conseguir también el perfeccionamiento individual; 7º someter la economía a la ética; 8º proclamar la verdad como deber, teniendo en cuenta que una libertad responsable puede contribuir a la paz social; 9º dejar a la Iglesia en su sitio, no desearla para apoyar con su prestigio una gestión temporal y afrontar valientemente todas las situaciones; 10º respetar los márgenes lícitos de autonomía personal (UC3M/ARG/11/148-01) 30 Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 1 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 183 reagrupación de todos los hombres del 18 de julio y la vigorización de las instituciones del Régimen en el sentido de hacerlas flexibles y permeables al diálogo entre la Nación y el Gobierno (…) Que nos quede la conciencia tranquila de haber visto una ruta por donde todavía pueden salvarse muchas sustanciales cosas”. Sánchez Bella seguía buscando una salida airosa para Laín y Tovar. Del primero, que se encontraba en Estados Unidos, invitado por dos meses por el Departamento de Estado, le hace el elogio a Antonio Cova, director del Instituto Venezolano de Cultura Hispánica: “Pedro Laín, el extraordinario catedrático de Historia de la Medicina, filósofo, historiador, antropólogo y, sin duda alguna, el nuevo Ortega español, querría dictar un curso en Caracas. Su elegancia de expresión, el rigor conceptual de sus escritos, lo colocan hoy a la cabeza de los intelectuales españoles”31. Para prevenir posibles rumores venidos de España sobre una desviación de Laín, le da seguridades Sánchez Bella de que “su posición política es absolutamente neutra; no quiere saber nada de nada que no sea lo estrictamente intelectual. Esa es precisamente la razón por la cual incluso ni en España ahora quiere residir, para evitar ser instrumento de ningún juego de nadie”. El embajador hace partícipe a Ruiz-Giménez de la gestión para buscar una salida a Laín. Se alegra de que no se deslice hacia el error, y le ha escrito a Estados Unidos para sacarlo de él. Puede que lo contraten en Venezuela, y a Tovar puede colocarlo en Colombia cuando quiera. “Pienso, como tú, que lo mejor para ellos es que estén un tiempo alejados de España y que miren la vida madrileña con la suficiente perspectiva y serenidad de juicio (…) de este modo no realizarán ningún acto irremediable que los arroje fuera de juego. Esto sería verdaderamente lamentable y hasta catastrófico para ellos en primer lugar y también para su generación que ciertamente les necesita”32. También le da noticia de la oferta que su hermana Aurora, miembro del Opus Dei, ha hecho a Martín Artajo para comprar la editorial EDICUSA, a la que se ha opuesto de plano: sería absurdo entregar algo a quienes aun siendo afines, “siguen siendo nuestros más encarnizados enemigos”. Sánchez Bella se fija como objetivo evitar que la “maniobra liberal-masónicoprotestante” use como peones a sus amigos falangistas desencantados. El tono 31 32 Sánchez Bella a Antonio Cova, 15 de junio de 1957 (AGUN/ASB/103-II) Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 27 de junio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 184 conspiranoide que transmite a Castiella se refleja en los datos que aporta sobre la trama que él cree ver contra España: su cuartel general, New York; sus objetivos: el mundo hispanoamericano; sus medios: 15 millones de la Fundación Ford entregados al judío Litsupz, presidente del Fondo de la República para la Defensa de la Libertad y de la Democracia, y las cuestaciones en Estados Unidos. Pasos de la maniobra: derrocamiento de Perón (Argentina) y de Rojas Pinilla (Colombia), así como Cuba y Venezuela. Se valen de artículos en Time y en New York Times alabando a los grupos enemigos. En España están tratando de “ganar al mayor número de intelectuales que sea posible, incluso adulándolos y a prominentes núcleos eclesiásticos”. Así se introducen en el Ejército, la Universidad y la Iglesia. Antes de los sucesos de febrero de 1956, “Pedro Laín era un pobre y semi-analfabeto intelectual fascista; bastó que pareciera que estaba frente al régimen para que inmediatamente se le consagrara como figura cumbre, llena de equilibrio y sabiduría. Si más tarde hiciera falta, lo cubrirían nuevamente de ridículo. Dionisio Ridruejo era para ellos, hasta fecha muy reciente, uno de los más despreciables ejemplares de la fauna nipo-nazi-falangista; ahora en cambio se le cita como hombre animoso, valeroso, inteligente e inmarcesible poeta. Si mañana triunfaran, volvería a encarcelársele y posiblemente lo fusilarían, pero mientras tanto les habría servido y lo habrían utilizado a fondo”33. Con respecto al régimen, pretenden repetir la misma argumentación que usaron para traer la República, y “para conseguir arrojar al gran enemigo que es, como siempre, sin ningún género de dudas, Franco, y en esto no dejan de tener razón”. Sánchez Bella se queja de que es tarea imposible dar una buena imagen de España en el exterior si lo único que llega son noticias de huelgas, inflación, etc. Pide que no se menosprecie a Bohemia ya que tira 320.000 ejemplares y es una máquina de hacer dinero. Solo se puede responder con otra publicación similar. Informa a Castiella que cuenta con el capital para sacarla adelante en Cuba. Pretende reunir a plumas brillantes que están ahora dispersas: Herráiz en Viena, Echarri en Lisboa, Penella en Chile. También Rafael García Serrano y Manuel Aznar. Es necesario contrarrestar en Colombia a los artículos semanales en El Tiempo de Madariaga y Prieto. Luis Tovar se había movido para irse a Tucumán (Argentina) donde estará entre 1958 y 1960. La noticia inquieta a Sánchez Bella: “Ya puedes imaginar la preocupación 33 Sánchez Bella a Castiella, 10 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-II) 185 con la que sigo toda noticia que de vosotros llega”; no le gusta esta salida que tiene todo el aspecto de una huída causada por la nueva situación política española. Para el embajador “lo que importa es no aceptar el juego del enemigo que intenta desplazarnos de un régimen que es mucho más nuestro que suyo. Ellos incesantemente quisieran tildar a todos cuantos les molestan de izquierdistas y hasta de rojos. Importa mucho (…) estar en condiciones un día de volver a retornar las cosas allí donde quedaron”34. Y traza el programa de acción futura para el grupo: “si en España continúa habiendo un equipo con ambición lúcidamente creadora que una y otra vez insiste en caminar y evolucionar desde dentro, sin romper nada de lo que hay y superando continuamente deficiencias, acabará por imponerse y triunfar”. Y en lo personal: “Tú eres uno de esos escasos hombres de limpia ejecutoria. Insiste, una y otra vez, ante el Pardo con tus notas, tus cartas y tus recomendaciones. Muestra tu lealtad, tu espíritu de servicio y la honradez de tus intenciones, desenmascara la acción de los que ahora quieren pasar como los campeones de la esencia del Movimiento y puedes estar seguro que antes o después, las aguas volverán a su cauce y se impondrá el buen criterio”. Tovar no le hizo mucho caso pues siguió adelante con sus planes de exilio temporal camuflado en tierras argentinas. Unos días después le contestará desde Oslo, donde asiste a un congreso: “De España es mejor no hablar. Ya sabrás que a los detenidos de Barcelona el juez les ha preguntado por sus relaciones con Joaquín y su grupo. Es evidente que a don Francisco le gustan los Arias, Esteban Bilbao, Arrese, Ibáñez, Suanzes y demás. Con ellos le entierren, más tres gotas de Vigón. Punto y aparte”35. No quería saber nada del régimen y ponía tierra de por medio. El puntal con el que contaba Sánchez Bella en Madrid para mantener unido al grupo era Martín Artajo. Tras hacerle partícipe de las quejas de Otto de Habsburgo, presidente del CEDI, por las continuas injerencias en el Centro de los hombres de Calvo Serer, le pide que cuide a Ruiz-Giménez como él procura hacerlo: “trato continuamente de animarlo. Su conferencia en el Colegio César Carlos fue muy buena, pero tal vez peque de excesivo teoricismo; de falta de picardía y de una cierta ingenuidad. No se 34 35 Sánchez Bella a Tovar (Salamanca), 9 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-III) Tovar a Sánchez Bella, 8 de agosto de 1957 (AGUN/ASB/103-III) 186 puede pretender contentar a todo el mundo porque se corre el riesgo de no satisfacer a nadie”36. En efecto, con un día de diferencia escribía a Ruiz-Giménez para transmitirle su valoración de esa conferencia. Le ha gustado aunque merecería “unas cuantas gotas de vinculación con el régimen y un justo y generoso reconocimiento de algunos de los evidentes logros que ha alcanzado, hubiera sido necesario para dar así mayor fuerza al esquema, de que se intenta servir y evolucionar desde adentro sin la menor concesión al enemigo”. También echa en falta que se quede en proclamar la vigencia de los principios del pasado, sin entrar en la realidad del presente. Ha escrito a Tovar; y a Laín en tono fuerte al saber que va a Puerto Rico sin pasar por S. Domingo: “esa posición me parece sencillamente ridícula y fuera de tono. Sería muy triste que por falta de sentido una vez más los intelectuales españoles, como en tiempos de la dictadura o de la República, no estuvieran a la altura de lo que la ocasión de ellos demanda y por soberbia o despecho hicieran traición, aún sin saberlo, a la sociedad en que viven y a la patria en que nacieron. Pretender olvidar que todavía la guerra continúa es pura necedad. Basta venir unos días a cualquier país de América para poder comprobarlo”37. Y a ello se aplica el embajador que encontraba en el norteamericano P. Thorning, director de las revistas The Americas y World Affairs, alguien que vibraba en la misma longitud de onda conspiranoide. De profundas convicciones anticomunistas, era un defensor de Franco y su régimen ante los católicos de su país. Vino a España en varias ocasiones para impulsar misiones de rezo del rosario, evangelización. Ahora se halla en tratos con su amigo Sánchez Bella ya que a través de su mutuo amigo José L. Herrero ha sabido que hay 21 profesores izquierdistas españoles en la Universidad de Puerto Rico. Pide al embajador sus nombres para hacerlos llegar a las autoridades. Según él, el obstáculo era Luis Muñoz, el gobernador de Puerto Rico, un agnóstico asociado con Rómulo Betancourt y otros elementos izquierdistas38. Sánchez Bella adjunta la lista y una pequeña biografía de los más significados: Segundo Serrano Poncela, Alfredo Matilla (catedrático Derecho Internacional), Francisco Ayala (es el principal consejero 36 Sánchez Bella a Martín Artajo, 10 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-III) Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 11 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 38 P. Thorning a Sánchez Bella, 28 de agosto de 1957 (AGUN/ASB/095-III) 37 187 del rector de la UPR), Sebastián González (decano de Humanidades), Fernández Granell, Vázquez Díaz (escultor, hijo del pintor). La solemne ceremonia anual del 18 de julio en los jardines de la Granja fue el escenario para el regreso a la luz política de dos ausentes: Ruiz-Giménez y Girón. El hoyense hace partícipe a Sánchez Bella de la alegría de los falangistas al verle y la sonrisa de Franco al saludarle. “¡Dios quiera que hayan podido entender el sentido último de mi presencia allí: una presencia que es lealtad y servicio, pero no lisonja ni acatamiento ciego de lo que resulta erróneo en la acción de los ejecutores de la política nacional. También en aquellos jardines me abrazó José Antonio Girón de modo muy efusivo”39. Ese mismo día escribía Girón una carta lisonjera alabando el que no hubiera cedido a la fácil tentación del brillo, se ha centrado en empresas del espíritu y en Salamanca. A los dos les cogió el terremoto de febrero, hubo una conspiraron [del Opus Dei] para derribarle pero “esa empresa les va a salir muy mal. Se han equivocado sustancialmente porque creen de verdad que están en el Poder. Y en el Poder tú y yo sabemos quién está ¿Verdad?”40 [En Franco, por eso acudieron los dos a La Granja]. También responde a los reproches que Sánchez Bella le hiciera por su alocución en el C. M. Santa María, ‘tenía que mantenerme en el plano de lo doctrinal para no caer en la tentación del mitin (…) tengo intención de sacar un libro donde se extraigan, con objetividad y de modo constructivo, algunas consecuencias para nuestra presente realidad social y política”. Y marca, una vez más, las líneas entre las que se mueve su accionar político, alejado de dos actitudes que considera negativas: la inmovilidad y la deserción. La suya es “una actitud superadora: la transformación desde dentro, con rigurosa autenticidad (…) para conseguir victorias sustanciales para nuestro Régimen. Es, además, el único remedio contra la tentación del desaliento y del juego a cartas futuras en que ya están, por desdicha, muchas gentes que un día lucharon en las filas del Movimiento Nacional. De todo esto hablé largamente con Alberto [Martín Artajo] yendo el otro día hacia la Granja”. También ha estado con Laín, al que “la carta tuya le ha sabido fuerte pero comprende lo que quieres decirle, y pide que se comprenda sus puntos de vista” (se nota el progresivo distanciamiento con Sánchez Bella). 39 40 Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 20 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) Girón a Ruiz-Giménez, 18 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 188 La respuesta del embajador trasluce la alegría porque los dos cesantes (RuizGiménez y Martín Artajo) hayan asistido a la fiesta de La Granja41. Y se extiende en las quejas sobre la inacción de Castiella respecto a sus proyectos de poner en marcha un seminario y una agencia de noticias. Ya había conseguido el respaldo de la agencia alemana DPA pero con tanto retraso se ha coordinado con la INS: todo lo que se diga en Hispanoamérica a partir de ahora procederá de fuentes alemanas: ellos han hecho exactamente lo que yo proyectaba. Respecto a la revista: “El liberalismo, maritainismo, y toda clase de ismos, se han metido en los católicos americanos y no saben cómo desprenderse de toda esa quincalla demagógica. No se acierta a plantear ningún problema vivo con criterio católico”. Le sugiere que mire Enterprise que podría ser un buen modelo. Sánchez Bella sigue preocupado por la actuación de intelectuales españoles en América, extraída de artículos del periódico El Mundo de Puerto Rico. “Qué pena me dan estos intelectuales nuestros. Están foscos y hostiles en España, criticando todo y no perdonando nada, y en cambio, por un plato de lentejas dan su nombre y su pluma para adular a instituciones y a personas nada recomendables”42, aludiendo sin citarlos a Laín y Tovar. Aunque se emplea a fondo con los profesores españoles exiliados que dan clase en la Universidad de Puerto Rico, “una universidad laica y sectaria en donde campan por sus respetos nuestros compatriotas los profesores del exilio”. Está pensando en enviar al ministro de la Gobernación la lista de los profesores sospechosos. En los meses siguientes, Ruiz-Giménez procurará calmar las inquietudes del fogoso embajador dándole puntual noticia de sus actuaciones dentro del régimen que sabe le van a gustar43. A la vuelta del verano tiene varias conversaciones con Carrero y visita a Castiella para pedir permiso para un viaje a Roma invitado por Santa Sede. El ministro le ofrece toda clase de facilidades y plantea relanzar (a través de Sánchez Bella) la política en Hispanoamérica. “Verás que sin apartarme de mi línea sustancial de trabajar en mi óptica universitaria no caigo en la tentación de desertar de mis deberes como español”, concluye. A su regreso de Roma le hace saber que ha vuelto impresionado del congreso de laicos en Roma y reforzada su necesidad de conocer a 41 Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 8 de agosto de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 14 de septiembre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 43 Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 12 de septiembre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) 42 189 fondo la realidad social, económica y política de su tiempo, a la luz de la fe. “Esa misma experiencia me obliga a acelerar los proyectos de edición de unos “Cuadernos” donde se recoja el fruto de nuestros coloquios’, anunciando su futuro proyecto de Cuadernos para el diálogo. Ve necesario adoptar “una actitud creadora y de conquista hacia el futuro, en vez de meras posiciones defensivas”44. En encuentros con amigos romanos “me mantuve en una línea de lealtad sustancial, pero señalando matices, rectificaciones convenientes y perspectivas” [ya se ve que va marcando distancias]. Asiste la familia a una entrevista con el Papa al que comunican que su hija Mercedes allí presente ingresa en Teresianas, emoción, bendición del Santo Padre. A comienzos de 1958, Ruiz-Giménez informa al embajador de la lastimosa situación del Instituto de Cultura Hispánica, en el que Sánchez Bella dejó a Blas Piñar cuando marchó a Santo Domingo. Piñar dedica mucho tiempo a su notaría y poco al Instituto. Faltan medios ya que Castiella no tiene demasiado interés en las actividades del Instituto: hay poco dinero para becas; reducción de los alumnos hispanoamericanos por sospecha de subversión. No hay coordinación de organismos: es una pena que no saliera el Consejo Supremo que ambos diseñaron con Martín Artajo, ahora se arrepiente de no haberlo puesto en marcha. Su diagnóstico de la situación española es claro: “El problema español no es fundamentalmente de carácter económico, sino más bien social (reajuste de estructuras y mayor permeabilidad entre nuestros distintos estratos sociales) y político (vitalización de instituciones con carácter orgánico, pero seriamente representativas y con establecimiento de cauces para un diálogo responsable entre la nación y las instituciones o fuerzas vivas del país; preparación de minorías dirigentes para el futuro, en línea de fidelidad a los principios fundamentales del Movimiento, pero con apertura de horizontes hacia el mañana; forja de ilusiones y de esperanzas que permitan re-aglutinar a los hombres de nuestra generación e incorporar a gentes más jóvenes a una gran empresa nacional). Por desgracia, de todo esto se hace poco”45. El bache económico se ha suavizado al retirarse los artículos más duros de la Ley de Presupuestos y la próxima ampliación de la ayuda americana; hay mayor 44 45 Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 19 de octubre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01) Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 11 de enero de 1958 (UC3M/ARG/11/148-01) 190 confianza en medios financieros. Pero es necesario “no descuidar los aspectos menos materiales –normas de justicia en la distribución de la renta nacional, fomento de las enseñanzas técnicas en su más amplio sentido, estímulo al esfuerzo y a la iniciativa, con un margen de libertad responsable– pues solo así habrá (…) verdadera elevación del nivel de vida de los españoles”. La preocupación social siempre presente en el hoyense. El tiempo iba pasando, Ruiz-Giménez seguía con sus clases, el proyecto de revista estaba muy adelantado, pero Sánchez Bella se impacientaba. “Ya va siendo hora de que salgas de tu escondrijo y te pongas a actuar”46, le espeta a comienzos de 1959. Ruiz-Giménez no se daría por aludido. Aclara al embajador –a propósito de un artículo de prensa sobre una conferencia en Pax Romana– que él no dijo que Pío XII se inclinara por la democracia inorgánica. Todo menos “abroquelarse en el inmovilismo”. Reitera que “mi posición sigue siendo la misma que tantas veces te he dicho: ni anquilosamiento, ni deserción, sino evolución desde dentro, con serenidad, pero con una cierta alegría y esperanza si no queremos que se nos vayan definitivamente quienes vienen detrás”47. Sánchez Bella contesta al día siguiente y se alegra de sus intervenciones “dentro” del régimen, su colaboración con Solís. Le sugiere que forme equipo con los amigos leales48. “Sigo creyendo que la vuelta a los partidos políticos sería un verdadero desastre” pero hace falta ir a un régimen verdaderamente representativo a través de la familia-sindicato-municipio. “Estamos, como tú dices muy bien, en una vaga, falsa y peligrosa situación intermedia, que la cubre la autoridad moral de un Jefe de Estado, pero debemos aprovechar precisamente su presencia (…) para que su obra creadora se asiente sobre pilares más firmes”. Eso exige lealtad, “trabajando desde dentro, no desde fuera. Si la circunstancia no nos permite trabajar desde un Ministerio, que es lo que habría que desear, también desde la periferia se pueden hacer muchas cosas”. Le parece bien que cuide su despacho y su cátedra, “pero no puedes olvidar que toda nuestra generación tiene una misión de servicio a la comunidad que no puede ser abandonada, porque eso significaría ni más ni menos que el fracaso de nuestra propia vocación”. Le da noticias también de Pedro Laín que le había escrito “una carta muy cariñosa y simpática, pero un poco triste. Me apena verlo tan aislado y tan 46 Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 29 de enero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01) Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 17 de febrero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01) 48 Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 18 de febrero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01) 47 191 ensimismado en sus propios pensamientos. Vamos a ver, si cuando yo vaya en primavera lo animo y sobre todo si consigo traérmelo aquí, con motivo del III Congreso de Academias de la Lengua”. La preocupación por Laín aparece en la carta que escribía poco después Sánchez Bella a D. Antonio Rodilla, Rector del Seminario de Moncada: “Me imagino seguirá manteniendo frecuente contacto con Pedro Laín. Este es el caso que más me preocupa, porque es el que más necesitamos que no se deje seducir por el juego de otros frentes y resista todas las tentaciones”49. Su vocación crece sólo en el ambiente en que se creó y fue creciendo, “salirse de ahí sería una catástrofe para todos (…) El campo en que él debe moverse, es el de los puros principios”, y no en la política de cada día. Ruiz-Giménez, por el contrario, reforzaba sus convicciones con su presencia entusiasta en el traslado de los restos de José Antonio a Cuelgamuros, que “borra de golpe cualquier malentendido que en fecha bien aciaga pudo haber existido”. Escribe una carta llena de emoción a Sánchez Bella: “Pilar y Miguel [Primo de Rivera] me pusieron una carta expresándome su hondo agradecimiento; y luego en las Cortes, en la sesión de hace pocos días, me abrazaron con verdadero cariño. Realmente fue un espectáculo impresionante y mis dos hijos mayores –Joaquín y José–, que llevaron también un rato el féretro a hombros por la carretera, “descubrieron” hacia el pasado una realidad de que no tenían, lógicamente, experiencia, y se dieron cuenta de que lo nuestro fue una cosa muy seria”50. 49 50 Sánchez Bella a D. Antonio Rodilla, 11 de marzo de 1959 (AGUN/ASB/108-III) Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 16 de mayo de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01) 192