N° 205 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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Nº 205
Tº
10
Fº 53/59
Rosario, 15 de junio de 2.010.
AUTOS Y VISTOS: La apelación deducida contra la resolución
que no hace lugar al recurso de revocatoria contra los procesamientos de ''M., E.
R. – F., A. R. – S., F. E.
s/ Lesiones culposas''
Sumario n° 3615/07
proveniente del Juzgado en lo Penal Correccional de la 4ta. Nominación y expte
n° 2004/09 del registro de la Mesa de Entradas Unica de esta Cámara;
Y CONSIDERANDO:
VOTO DEL DR. MESTRES: El
dictamen de la Sra. Fiscal de Cámara en el sentido de no convalidar los
procesamientos dictados contra A. R. F. y E. R. M., elimina la posibilidad del
contradictorio y este Tribunal debe pues por ello resolver la revocatoria de los
mismos.
En cuanto los agravios de la defensa del Dr. F. E. S., los mismos
deben ser al presente desestimados ya que desde el simple valor de juicio de
probabilidad que importa un procesamiento, debe entenderse que se encuentran
reunidos los extremos para avalarlo. En tal sentido las conclusiones de la pericial
médica realizada no dejan lugar a dudas sobre tal probabilidad de responsabilidad,
ya que del informe se desprende que es harto dudoso que se hayan tomado los
recaudos médicos cabales
para detener la evolución de las escaras. Su
procesamiento debe pues confirmarse, con el efecto provisorio antes dicho,
debiendo completarse con las declaraciones que deberán prestar la Dra. B. y el Dr.
C. N., para ahondar en responsabilidades posibles de cada uno de los eventuales
actuantes, así como con el pedido del ''parte enfermero'', si es que existe, en un
todo acorde lo sugerido por la Sra. Fiscal de Cámara. También deberá recabarse
opinión médica especializada para que dictamine cada cuanto se tiene que
controlar a un paciente con escaras, qué posibilidades existen de que dicha
patología revierta con tratamiento adecuado, y de los casos que no revierta con
tratamiento adecuado, y de los casos que no revierten, cuantos pueden terminar en
amputación del miembro.
M., E. y Otros s/Lesiones culposas (2004/09)
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VOTO DEL DR. RIOS : Adhiero al voto del vocal preopinate,
Dr. Mestres
VOTO DEL DR. PRUNOTTO: Ampliación de fundamentos :
Coincido con el Vocal preopinante en cuanto a la responsabilidad del Dr. S.; lo
dictaminado por la Sra. Fiscal de Cámaras, en cuanto a no convalidar el
procesamiento dictado a F. y M., elimina la contradicción, por lo cual no puede
este tribunal resolver otra cosa que la revocatoria de los mismos.
No obstante quiero dejar a salvo mi
discrepancia con la argumentación vertida por la actora penal.
Primeramente debemos conceptualizar que
es un Geriátrico, para ello recurriremos a la obra titulada “Derecho de la
Ancianidad- Perspectiva interdisciplinaria”, Directores María Isolina Dabove
Caramuto – Adolfo Prunotto Laborde, publicada por la Editorial Juris, Rosario,
noviembre de 2006; Unidad III, Sub-capítulo E, donde las Dras. Dabove
Caramuto e Isern, manifiestan “En síntesis: Primero, los Geriátricos argentinos
se organizan y funcionan en base a la figura jurídica de los “servicios sociales”.
Éstos pueden ser brindados tanto por personas de derecho público como por
personas de derecho privado. Segundo, en ambos casos, las instituciones
gerontológicas deben sujetarse a normas administrativas y a los controles de
policía respectivos. Tercero, no obstante la vigencia de las mismas, creemos que
sus postulados no logran satisfacer la vigencia plena de los derechos y
obligaciones de las partes vinculadas por la residencia, poniendo en riesgo de
manera especial, la condición jurídica de los ancianos que allí habitan. Las
normas sólo contienen referencias procedimentales y edilicias, pero nada dicen
acerca de los derechos y garantías fundamentales de sus moradores.”. Y más
adelante agregan al referirse a la normativa vigente: “Los geriátricos de la
actualidad constituyen instituciones sumamente complejas, puesto que su
configuración y funcionamiento atraviesa transversalmente todo el Derecho. En
este sentido, cabe destacarse que las residencias para mayores son objeto de
regulación por parte del Derecho Administrativo tanto como del resto de las
ramas del Derecho”.
M., E. y Otros s/Lesiones culposas (2004/09)
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Entiendo que los referidos F. y M., en su
carácter de titulares del Geriátrico B. M., han violado el deber de cuidado que
tienen, en cuanto a la salud de las personas que alojan en el mismo; si bien no es
un sanatorio, tampoco es un hotel, pues en el hotel no se garantiza la salud de los
pasajeros alojados en el mismo, por ello no es obligatorio que elabore una historia
clínica al ingresar, ni que tengan médicos a cargo y servicio de enfermería. Ni
tienen los hoteles las mismas exigencias y controles por parte del Estado.
El correcto funcionamiento del Geriátrico, los obliga a escuchar
las quejas de los ancianos alojados en el mismo, de sus familiares y de cualquier
otra persona que acredite interés –curador-; y a tomar las medidas necesarias para
asegurar una prestación eficiente, como podría ser el reemplazo del personal
médico y/o de enfermería contratados.
Dicha responsabilidad surge de la legislación que rige este tipo de
establecimientos; sin perjuicio de las responsabilidades administrativas que
pudieran corresponderles.
La legislación a que me refiero es la que detallo a continuación y
que permite integrar el tipo penal culposo, ya que nos da las pautas para enmarcar
tanto la imprudencia como la negligencia que cabe atribuirles:
•
Ley provincial N° 9847, modificada por leyes 10.169 y 11.943.-
•
Decreto reglamentario N° 2719 del 8 de agosto de 1977, modificado
en su anexo 1 por el Decreto 2091 del 7 de junio de 1980, debiendo
destacarse la motivación del decreto que se transcribe a continuación:
“Decreto N° 2719. Santa Fe, 08 de agosto de 1977. VISTO: Que la
asistencia y protección de los ancianos en la Provincia ha sido adoptada
por personas o empresas no oficiales desde hace varios años,
constituyendo establecimientos con prestaciones de diversa índole,
incluida la atención permanente, parcial, diurna o de alimentación, no
efectuándose un adecuado registro y control de la habilitación y
funcionamiento de los mismos, en mucho de los cuales se han
comprobado abusos y trato inhumano a los ancianos por parte de
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personas que ejercen esta actividad con predominante afán de lucro y que
es facultad del Poder Ejecutivo ejercer la fiscalización y normalización de
estas actividades para que cumplan una función social en beneficio de la
comunidad y CONSIDERANDO: … Por ello, el Gobernador de la
Provincia DECRETA: Artículo 1°: El Ministerio de Bienestar Social, por
intermedio de la Dirección de Promoción y Asistencia de la Comunidad
ejerce el control de los servicios que prestan las entidades privadas que
tengan por finalidad alojar o atender ancianos. Artículo 2°: Para la
habilitación y el funcionamiento de las casas destinadas para los
ancianos, pertenecientes a entidades con fines de lucro, deben cumplirse
los requisitos previstos en el Anexo 1” debiendo tenerse expresamente
presente toda la normativa del Anexo 1, en especial lo dispuesto en el
artículo 1° , inciso 2°, apartado a): “Los Establecimientos contarán con
médico de cabecera que efectúe el control del estado de salud de los
ancianos y verifiquen que no
padezcan
enfermedades infecto-
contagiosas.- El control médico se efectuará diariamente, dejando
constancia en la Historia Clínica respectiva.” El subrayado y la negrita
me pertenecen y he resaltado dicho párrafo atento que la Fiscal entiende
que debe consultarse a un Médico con especialidad en Geriatría para
determinar “cuanto se tiene que ver y controlar a un paciente con escaras”;
medida probatoria que si bien puede resultar de utilidad –no debiendo
olvidarse que las escaras pueden afectar a cualquier persona que
permanezca inmovilizada-; debe ser analizada conjuntamente con lo
dispuesto obligatoriamente en la normativa referida, cuya observancia es
responsabilidad de los titulares del Geriátrico.
•
Ordenanza municipal N° 3684/1984, modificada por la ordenanza
4526/88: “Art. 1°: a) Será considerada “Hogar de Internación
Geriátrica” todo establecimiento privado, con o sin fines de lucro,
destinado exclusivamente al albergue de ancianos para su alojamiento,
reposo, cuidado y asistencia. B) A los fines de su habilitación y
funcionamiento se establecen las siguientes categorías: - Categoría “A” –
M., E. y Otros s/Lesiones culposas (2004/09)
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“Guarderías”: son los establecimientos destinados a alojar ancianos
cuya dependencia no exceda la necesidad de acompañamiento, ayuda en
su higiene corporal, alimentación y vigilancia médica periódica acorde
con una asistencia no sanatorial. – Categoría “B” – Son los
establecimientos destinados a la internación de ancianos, dependientes y
semidependientes que requieren una asistencia mayor a la establecida
para la categoría “A” debida a discapacidades motrices, sensoriales u
otras, o a enfermedades crónicas propias a su condición. c) Los Hogares
de Internación Geriátrica podrán desempeñar simultáneamente los
servicios asistenciales de ambas categorías estableciendo una mecánica
de funcionamiento interno que haga compatible la cohabitación y
atención de ambos tipos de internos. d) El grado de dependencia de los
ancianos alojados deberá acreditarse mediante certificado médico a los
fines de la inscripción en una o ambas categorías. e) Queda prohibido a
los Hogares de Internación Geriátrica, el anexar otra actividad, así como
aceptar, enfermos infecto-contagiosos o metales que representen peligro
o perturbación para los demás alojados. (Modificado por el Art. 1° de la
Ordenanza N° 4526/88)”. “Art. 8°: El médico responsable de la salud de
los alojados, deberá concurrir diariamente al establecimiento, en
horarios prefijados y por un período no menor de una (1) hora diaria.
Dicho profesional registrará su asistencia en el libro habilitado al efecto,
en el cual, además de su firma, insertará su sello y número de matrícula,
constancia que será refrendada por la persona a cargo de la guardería.
Dicho libro deberá llevarse con las formalidades previstas en el art. 6° y
en su primero hoja, constarán el nombre y apellido, clase y número de
documento de identidad, número de matrícula, domicilio y teléfono
particular, dirección del consultorio y teléfono, como así el horario
prefijado en que debe concurrir diariamente el médico responsable de la
salud de los alojados. El profesional en cuestión, cuando el caso lo
requiera, comunicará el estado de salud de la persona alojada a quien
sea su responsable legal y/o responsable de su internación.” “Art. 9°: De
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cada persona alojada en guardería, deberá llevarse una historia clínica y
habrá de efectuarse control médico con frecuencia, no menor de dos (2)
veces por semana de los alojados que no padezcan patologías agudas.
Las citadas historias clínicas deberán ajustarse a las normas vigentes
para establecimientos con internación.” “Art. 27°: (…) a) Además del
personal médico responsable de la salud de los internados se deberá
contar con un enfermero/a diplomado, en forma permanente.” “Art. 27°
bis: Los establecimientos geriátricos de categoría “B” deberán
cumplimenar en forma adicional a lo requerido para la categoría “A”,
los siguientes requisitos: …”
A fjs. 16 en el diligenciamiento del oficio disponiendo el
secuestro de documental, el señor A. F. manifiesta al personal actuante ser el
titular del establecimiento y también en la constatación del personal municipal
cuya fotocopia obra a fjs. 42 y ss.
Asimismo a fjs. 75 se da cuenta que el Geriátrico no tiene
habilitación para funcionar.
Deben destacarse el informe de fjs. 84 donde se da cuenta de la
evolución de dos meses de las lesiones que presenta B. G. y el mal estado general
del mismo; el informe médico forense de fjs. 88/9 y la denuncia presentada por el
Subdirector de Inspección de la Municipalidad de Rosario, donde da cuenta de
“En fecha 28 de enero de 2005, mediante resolución n° 38/05, esta Dirección
General resuelve disponer la clausura del establecimiento, en virtud de haber
sido denegado el pedido de habilitación solicitado por su titular, por no reunir
las condiciones reglamentarias exigidas para el rubro y a raíz de la reticencia
observada por su titular al cumplimiento de la clausura preventiva impuesta.Transcurrido el tiempo y efectuándose las inspecciones de rigor correspondientes
al rubro desarrollado, y reimplantándose la medida de clausura en diversas
oportunidades por encontrarse desarrollando actividades sin el correspondiente
permiso de habilitación, en fecha 31 de Enero de 2007; constituido nuevamente
el personal de la Dirección a mi cargo en el local, verifican que continúa el
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desarrollo de las actividades sin el permiso de habilitación y sin el
correspondiente levantamiento de la medida por parte del Tribunal Municipal de
Faltas; procediéndose una vez más al Reimplante de la Clausura, labrándose el
acta de inspección 110466 y confeccionándose una vez más el registro de
alojados e informe médico asistencial.”
Resulta llamativo el descargo de F. de fjs. 93/94, ya que quien
no cumple con la legislación vigente en materia de Geriátricos, pretende dar
clases sobre su función y funcionamiento al tribunal. Cuando de acuerdo a los
informes médicos obrantes en autos, claramente surge, que no debieron haber
recibido un paciente en esas condiciones, de haber respetado y cumplido con la
legislación vigente.
En la indagatoria M. admite ser dueña del geriátrico –ver fjs. 96Respecto a su responsabilidad por el delito culposo previsto en
el art. 94 del Código Penal, debemos tener presente que tanto F. como M. en su
carácter de titulares del geriátrico tienen a su cargo, no sólo el deber de cumplir
con todas las reglamentaciones vigentes, cosa que no han hecho en el caso de
autos, manifestando con su conducta un profundo desprecio por las normas
vigentes; sino que además por el estado de salud del anciano se requería su
alojamiento en un Instituto de los denominados Categoría B, en la mencionada
Ordenanza municipal 3684; -que no parece reunir el que nos ocupa-, con lo cual
se puede concluir que nunca debieron haberlo admitido en las condiciones que se
hallaba, lo que claramente demuestra el nexo de causalidad y por ende su
responsabilidad.
Con lo cual encontramos varias negligencias en su conducta, las
que dan lugar al resultado que nos convoca, la primera de ellas la inobservancia
de los reglamentos; el incumplimiento de las disposiciones provinciales y
municipales, en cuanto a habilitación – les fue negada la misma y se dispuso la
clausura, que no respetaron- y funcionamiento del establecimiento, -por las cuales
no deberían haber admitido a G.-; la segunda por no haber cumplido con los
recaudos de admisión y tratamiento –confección de la historia clínica y demás
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documentación requerida-; la tercera, por no controlar como es su deber la
concurrencia del médico todos los días; la cuarta por no dar aviso a los parientes
de la grave situación por la que atravesaba G. y no haber tomado las medidas
pertinentes.
Sobre tema tiene dicho la doctrina en Hans-Heinrich Jescheck
“Tratado de Derecho Penal” Parte General, Cuarta Edición completamente
corregida y ampliada, Traducción de José Luis Manzanares Samaniego, Editorial
Comares – Granada, 1993, p. 511 a 514: “I. El concepto de imprudencia. (…) 2)
En cambio, actúa imprudentemente quien realiza el tipo de una ley penal como
consecuencia de la infracción involuntaria de un deber de cuidado, y no lo
advierte, pese a su obligación, o aún teniéndolo por posible, confía, contrariando
su deber, en que no se producirá el resultado (…) 3) La imprudencia no es, como
antes se estimaba generalmente e incluso se suele enseñar todavía hoy, una mera
forma de culpabilidad junto al dolo, sino un tipo especial de acción punible que
ofrece una estructura propia tanto en el ámbito del injusto como en el de la
culpabilidad. La imprudencia se determina conforme a un doble criterio. De un
lado, se examina qué comportamiento sería el objetivamente debido para evitar
la vulneración involuntaria del bien jurídico en una concreta situación de
peligro; y de otro, si tal comportamiento le podrá ser exigido personalmente al
autor según sus características y capacidades individuales . Por eso, el injusto
típico de la imprudencia no se determinaría exclusivamente por la producción
del resultado, v.g. la muerte de un hombre. Debe requerirse también que el
resultado responda a una infracción de aquella exigencia de cuidado que el
ordenamiento jurídico recaba, en esa situación fáctica, de las personas
concienzudas y juiciosas pertenecientes al área de tráfico del autor, y que el
repetido resultado haya sido, además, previsible para una persona así. DE ahí
que el tipo de los delitos imprudentes haya de completarse, más allá de su tenor
literal, mediante valoraciones judiciales adicionales. Esto no implica vulneración
alguna del mandato de determinación, ya que la concreción de los deberes de
diligencia, sometidos a un desarrollo continuo, no resulta imaginable si no es por
la vía de la práctica forense y, en definitiva, el ciudadano puede informarse más
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fácilmente de ello por percepción propia que por el contenido de las leyes.
Tampoco en los delitos imprudentes de la actividad los mandatos de cuidado se
desprenden exclusivamente de la ley, antes bien, ha de acudirse a la práctica
forense, que en el perjurio imprudente, por ejemplo, impone en diverso grado al
declarante los deberes de preparación, información y concentración, según su
posición en el proceso. Sólo cuando se ha constatado ya el aspecto objetivo del
hecho imprudente (tipo del injusto) cabe examinar, además, si el mandato
general de cuidado y previsión hubiese podido ser cumplido también por el autor
individual según su inteligencia y formación, su habilidad y capacitación, su
experiencia vital y su posición social (tipo de culpabilidad) (…) 4) De este modo,
el tipo del injusto de la imprudencia queda determinado por tres elementos: la
posibilidad de advertir el peligro de la realización del tipo, la actuación que no
observa el cuidado objetivamente requerido y (en los delitos imprudentes de
resultado) la producción del resultado típico, en tanto responda a la infracción
del cuidado. Para la fundamentación de la responsabilidad relativa al
resarcimiento de daños según el Derecho Civil bastan estos presupuestos, porque
en la conclusión de un contrato puede verse la asunción de una garantía en
cuanto a las facultades personales precisas para su correcta ejecución, y en todo
caso, este pensamiento debe valer también para la responsabilidad delictiva en
los supuestos de accidente. Sin embargo, para la punición ha de añadirse el
requisito de la culpabilidad de la imprudencia, puesto que aquí no se trata de la
compensación de daños, sino del pronunciamiento de un juicio de desvalor
éticosocial que sólo puede alcanzar al autor que haya merecido tal reproche”.Asimismo Zaffaroni, Alagia y Slokar en su obra “Derecho
Penal. Parte General”, 2° Edición, Ed. Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 549, 559/60,
expone: “2. La característica esencial del tipo culposo finca en su peculiar forma
de individualización de la acción prohibida: a diferencia del tipo doloso activo,
en que ésta se individualiza mediante su descripción, en el tipo culposo
permanece prima facie indefinida y sólo es posible particularizar en cada caso,
luego de determinar la conducta que origina el resultado relevado penalmente.
Esto obedece a que los tipos culposos no criminalizan acciones como tales, sino
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que las acciones se prohíben en razón de que el resultado se produce por una
particular forma de realización de la acción. Dicho de otra manera: el tipo
culposo no castiga al autor por la forma en que un fin es perseguido, sino porque
el resultado distinto al final presupone de parte del causante un peligro
prohibido previsible y evitable, y ello se explica porque la mera creación de un
peligro no es suficiente para la imputación culposa. Por supuesto que esto no
significa que la acción no tenga una finalidad, sino sólo que no está prohibida en
razón de esa finalidad. De cualquier manera es necesario averiguar la finalidad
ante cada hecho concreto, para saber de qué acción se trataba y, conforme a
ello, determinar cuál era el cuidado correspondiente a esa clase de acciones,
indispensable para cerrar el tipo y verificar la atipicidad. (…) 4. Los tipos
culposos son tipos abiertos, es decir, necesitados de la búsqueda de una norma
de cuidado que los complete o cierre, lo que no se explica por efecto de mera
arbitrariedad legislativa sino porque es imposible prever las innumerables
formas en que la realización de una acción puede violar un deber de cuidado y
crear un peligro. Es claro que los tipos abiertos corren el riesgo de franquear el
paso de mayor poder punitivo que los tipos cerrado, pero en los tipos culposos
esta estructura típica es inevitable, porque no existe otra posibilidad legislativa.
Esta es la razón de su constitucionalidad, pero, al mismo tiempo, de la
inconstitucionalidad de la técnica legislativa del crimen culpae. El tipo culposo
impone, por ende, un avance en dos momentos para cerrar el juicio de tipicidad,
pero no el de antijuridicidad, lo que no siempre se reconoce, porque en ocasiones
la violación del deber de cuidado fue considerada como un momento de la
antijuridicidad.”, y más adelante agrega: “1. Frecuentemente se plantean
problemas complejos en materia de imprudencia cuando se trata de acciones que
forman parte de una actividad compartida, como puede ser una intervención
quirúrgica o el tránsito. Toda vez que se trata de actividades en las que rige una
división del trabajo o de la tarea, el criterio que se aplica para determinar la
medida de la creación de un peligro prohibido es, en estos casos, el principio de
confianza, según el cual no viola el deber de cuidado la acción del que confía en
que el otro se comportará correctamente, mientras no tenga razón suficiente para
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dudar o creer lo contrario. El límite del principio de confianza se halla, en
principio, en el propio deber de observación: es violatorio del deber de cuidado
mantener la confianza cuando, en el propio ámbito de observación, han entrado
indicios de que el otro no se comportaba conforme a lo esperado, sin que sea
necesario aguardar a que el tercero pierda el dominio total del hecho. También
se excluiría el principio aunque el agente obtuviese los indicios excediendo su
propia incumbencia de observación fijada por la división de la tarea, sea por
accedente, por características obsesivas de su comportamiento o por
conocimientos o entrenamientos especiales. El principio de confianza no cede,
sino que directamente no existe, donde es de la incumbencia del agente ejercer la
vigilancia sobre las acciones de los otros participantes.”
Por su parte Santiago Mir Puig en “Derecho Penal, Parte
General”, 6° Edición, Editorial Reppertor, Barcelona 2002, p. 280/287, expresa:
“3. Mientras que el delito doloso supone la realización del tipo de injusto
respectivo con conocimiento y voluntad, en el delito imprudente el sujeto no
quiere cometer el hecho previsto en el tipo, pero lo realiza por infracción de la
norma de cuidado (es decir: por inobservancia del cuidado debido)(…) Los
códigos anteriores al de 1995 acogían un sistema de incriminación abierta
(numerus apertus) de la imprudencia, a través de la previsión de cláusulas
generales (arts. 565, 586 bis 600 del anterior CP) que, relacionadas con cada
uno de los artículos que definían delitos dolosos, permitían una punición general
de la imprudencia. Así, el anterior art. 565, I decía ‘el que por imprudencia
temeraria ejecutare un hecho que si mediare dolo constituiría un delito, será
castigado con la pena de prisión menor’. No era éste el criterio más extendido en
Derecho comparado, ni el preferido por la doctrina española actual. Suele
considerarse más adecuada a los principios de legalidad y de ultima ratio del
Derecho penal la técnica de incriminación limitada (numerus clausus) de un
número determinado de delitos culposos que la ley prevea en cada caso tras las
correspondientes figuras dolosas. 4. La técnica del numerus clausus permite
saber con mayor seguridad cuándo es punible la imprudencia, puesto que en el
sistema de incriminación abierta es dudoso si una serie de delitos admiten o no
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su modalidad culposa. Así, la jurisprudencia y la doctrina negaban la posibilidad
de imprudencia respecto de los tipos que requieren elementos subjetivos del
injusto, pero también se discutía si ciertas figuras delictivas eran compatibles
con su comisión imprudente por otras razones menos seguras. Por otra parte el
sistema de cláusulas generales confería una extraordinaria amplitud a la
punibilidad de la imprudencia, erigiéndola en regla general, salvo que el tipo
correspondiente al resultado realizado lo impidiera – aunque en la práctica los
Tribunales solían limitar de hecho la aplicación de la imprudencia a ciertos
delitos (…) Todo delito imprudente ofrece la siguiente estructura: 1) La parte
objetiva del tipo supone la infracción del a norma de cuidado (desvalor de la
acción) y una determinada lesión o puesta en peligro de un bien jurídico penal
(desvalor del resultado). 2) La parte subjetiva del tipo requiere el elemento
positivo de haber querido la conducta descuidada, ya sea con conocimiento del
peligro que en general entraña (culpa consciente) o sin él (culpa inconsciente), y
el elemento negativo de no haber querido el autor cometer el hecho resultante”.
Más adelante agrega, “Deber de preparación e información
previa: Antes de emprender ciertas acciones que pueden resultar peligrosas,
deben ser tomadas medidas externas (…) de preparación e información. Por
ejemplo: antes de ordenar ciertas operaciones el médico deberá examinar el
estado del paciente y su capacidad de resistencia, lo que supondrá
probablemente el deber de consultar su historial clínico. Deber de actuar
prudentemente en situaciones peligrosas: La vida moderna permite e incluso
obliga a afrontar numerosas situaciones de peligro cuya realización se considera
más útil para la sociedad que su prohibición (riesgo permitido) (…) Aquí no rige,
pues, el deber de omitir dichas acciones peligrosas, pero sí el deber de
realizarlas con la máxima atención, para evitar que el peligro se convierta el
lesión.” Estos dos últimos párrafos, reseñan perfectamente la situación de autos,
con referencia a los propietarios del Geriátrico.
No
pueden
pretender
alegar
desconocimiento
de
las
responsabilidades legales que tienen los propietarios de un Geriátrico, pues las
leyes no sólo se reputan conocidas por todos, sino que cualquier persona sabe que
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debe habilitar su comercio y a lo que debe sumarse que la Municipalidad clausuró
el establecimiento en reiteradas oportunidades, que debieron haber aprovechado
para regularizar su situación y a asesorarse legalmente si tuvieran alguna duda.
Además el Instituto de Ancianidad de la Facultad de Derecho de
la Universidad Nacional de Rosario, ha dictado entre otros el “Curso sobre
problemáticas jurídicas de los geriátricos” en Diciembre del 2002; el "Curso de
formación Interdisciplinario para Directores y Equipos técnicos de Centros de
Día y Residencias para Adultos Mayores", durante el año 2006; el “Curso para
responsables y equipos técnicos de Centros de Día y Residencias para adultos
mayores”, dictado desde Octubre de 2008 a Febrero del 2009, en coordinación
con la Dirección Nacional de políticas para adultos mayores, dependiente de la
Secretaría Nacional de niñez, adolescencia y familia, del Ministerio de Desarrollo
Social de la Nación; en el año 2007 se organizaron las Jornadas “Ancianidad, un
nuevo desafío para la autonomía de la voluntad”; durante varios años los Ciclos
de cine-debate para personas de la tercera edad; como formas de extensión y
divulgación que han tenido gran repercusión social y mediática.
No hablo de posición de garante, puesto que la moderna doctrina
reserva esa fuente de responsabilidad para los delitos de omisión impropia;
construcción dogmática que es tachada de inconstitucional por parte de la
doctrina; pero para quienes la admiten también daría pie para imputarles el
resultado dañoso ocurrido.
Por lo expuesto, la Sala IIda de la Cámara de Apelación en lo
Penal ;
RESUELVE: 1) Confirmar el procesamiento de Faustino
Eduardo Scibaldi.
2) Revocar los procesamientos de R. F. y E. R. M..
3) Bajen los presentes a fines de que se tengan en cuenta las
medidas sugeridas por la Sra. Fiscal de Cámara.
Insértese, sáquese copia, notifíquese y hágase saber.
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MESTRES
RIOS
PRUNOTTO
(ampliación de fundamentos)
por ante mi:di Marco
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