Efectos de la entrada en calor sobre la prevención de lesiones en el

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Revista Electrónica De Ciencias Aplicadas Al Deporte
Vol. 6, nº 23, Diciembre de 2013
Efectos de la entrada en calor sobre la prevención de
lesiones en el deporte. Revisión bibliográfica
Rojas EO*, Krynski DE**
*Lic. Kinesiología (UBA) y Prof. Ed. Física (ISEF); **Estudiante ISEF y Kinesiología UBA
[email protected]
Resúmen
La entrada en calor podría ser concebida como una serie de ejercicios empleados para acondicionar a los deportistas para un óptimo
desarrollo en su posterior actividad. Uno de los objetivos perseguidos por la entrada en calor es la disminución de lesiones
deportivas, pero la evidencia científica que soporta su eficacia no es concluyente. El objetivo de nuestro trabajo fue realizar una
revisión de estudios científicos para corroborar si la entrada en calor es eficiente en la prevención de lesiones en el deporte.
La búsqueda de los artículos se realizó sobre las bases de datos SPORT DISCUS, EBSCO HOST entre los años 2002 y 2012
utilizando dos palabras claves: “warm up” y “injuries”. Solo seleccionamos los artículos que nos permitían la bajada del texto “full
text” en forma gratuita. Inicialmente encontramos treinta, y luego de analizar los contenidos y los resúmenes, decimos utilizar
finalmente sólo algunos de ellos. Además agregamos algunos artículos seleccionados de diversas publicaciones relacionadas con la
medicina y la rehabilitación deportiva. La entrada en calor previene lesiones, pero solo si cumple con determinadas condiciones. El
estímulo de la propiocepción, el equilibrio y el control neuromuscular han sido enunciados como factores que determinan la
disminución de la probabilidad de riesgo de lesión inducida por el deporte. El aumento de la temperatura corporal, junto con una
relación adecuada de tiempo e intensidad en las actividades específicas que no desencadenen procesos de fatiga, logra reducir
objetivamente la producción de lesiones. Por otra parte, la adherencia y predisposición al trabajo sistemático son factores
determinantes en las rutinas de prevención.
Palabras clave: Lesiones deportivas, entrada en calor, prevención.
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Abstract
The warm-up could be conceived as a series of exercises used to condition athletes for optimal development in their future activity.
One of the objectives of the warm-up is decreased sports injuries, but the scientific evidence supporting their effectiveness is
inconclusive. The aim of our study was to review scientific studies to confirm whether the warm is efficient in preventing sports
injuries. The search for the items took place on SPORT DISCUS databases, EBSCO HOST between 2002 and 2012 using two key
words: "warm up" and "injuries". Just select the items we allow the descent of the text "full text" for free. Initially found thirty, and
after analyzing the contents and summaries, we use only some of them eventually. We also added some selected articles from
various publications related to medicine and sports rehabilitation. The warm up prevents injury, but only if you meet certain
conditions. The stimulation of proprioception, balance and neuromuscular control have been set as factors determining the decrease
in the probability of risk of injury induced by the sport. The increase in body temperature, along with a suitable ratio of time and
intensity in the specific activities that do not trigger fatigue process, is able to reduce the production of lesions objectively.
Moreover, adherence and willingness to work systematically are determining factors in the prevention routines.
Keywords: sports injuries, warm-up, prevention.
Introducción
La práctica deportiva en general coloca a los sujetos en
situaciones riesgosas que inducen a la producción de
lesiones. Con el aumento progresivo del número de
lesiones inducidas por el deporte, numerosos estudios se
han realizado intentando aclarar esta temática.
Un estudio realizado en la Liga profesional de Fútbol de
Noruega (Bjørneboe, s/a) sobre la base de más de 600
horas de análisis de vídeo de los partidos entre el año
2000 y 2010, reveló un aumento significativo de casos
de lesiones de alto riesgo durante el período de
observación de 10 años.
Dicho trabajo de la Liga de Campeones mostró que la
incidencia de las lesiones agudas durante el partido se
ha incrementado en el fútbol Noruego profesional desde
2002 a 2007, lo que sugiere que el estilo de juego puede
haber cambiado durante este período.
Los autores concluyen que encontraron un incremento
tanto en las lesiones por contacto como las de no
contacto, en el año 2010 comparado con los 10 años
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anteriores, y sugieren que se refuercen las reglas del
juego y sea más estricta la interpretación del reglamento
por parte de los árbitros, con el objetivo de reducir el
riesgo de lesión.
Consideramos “lesión deportiva” a aquella ocurrida
durante la práctica y que le provocó al deportista la
ausencia al entrenamiento y/o partidos, seguida por la
necesidad de un diagnóstico anatómico del tejido
dañado y el tratamiento correspondiente. Las lesiones
deportivas se agrupan por su gravedad, de acuerdo al
tiempo de recuperación que lleve al deportista a realizar
una práctica, entrenamiento o competencia, sin
restricción alguna. Consideramos “leves” a aquellas en
que el deportista regresa entre uno y siete días de
producida la lesión; “moderadas” cuando su regreso a la
práctica es entre los ocho y veintiún días; y “graves”
cuando necesita más de veintiún días para su regreso
(Dvorak, 2000).
El laboratorio de Fisiología del Ejercicio del ISEF N°1
Dr. E. Romero Brest, define a la entrada en calor como
“todo movimiento o actividad motora instrumentada
como
ejercicios,
dirigidos
y
dosificados
progresivamente preparando al sujeto para una posterior
actividad física con el objetivo de alcanzar la eficiencia
acorde al rendimiento físico, mental y técnico
esperado”.
Safran (1989) considera entrada en calor a una serie de
ejercicios de preparación con el fin de mejorar la
posterior competencia, que se compone de 3 períodos
diferentes: un período de ejercicio aeróbico para
incrementar la temperatura del cuerpo; un período de
estiramiento de la musculatura específica para realizar
el deporte; un periodo de actividad incorporando
movimientos similares a los que serán utilizados en el
ejercicio posterior”. Woods (2007) concibe el término
calentamiento o entrada en calor al conjunto de
actividades o ejercicios físicos orientados al aumento
progresivo de rendimiento, determinada por cambios
funcionales que se irán propiciando en el sistema
neuroendocrino, el aparato locomotor, y el incremento
de la temperatura corporal. Según dicho autor, la
entrada en calor tiene dos finalidades prioritarias: por un
lado, disminuir el riesgo de lesiones músculo tendinoso;
y por el otro preparar al individuo para las demandas
físicas del ejercicio o deporte a realizar.
Queremos saber si los trabajos científicos nos pueden
brindar información válida o confiable acerca de los
efectos de la entrada en calor sobre la prevención de las
lesiones en el deporte. Buscamos evidencias científicas
que soporten el pensamiento popular.
Desarrollo
En el intento de disminuir lesiones provocadas por el
deporte, los profesionales relacionados con la actividad
física –como parte de su plan de trabajo- realizan una
entrada en calor.
Existe una variedad muy grande de entradas en calor
que se adecuan a diferentes objetivos y circunstancias.
La entrada en calor puede ser tanto pasiva como activa
(Bishop D., 2003). El calentamiento activo puede ser
clasificado también en general o específico. El
calentamiento pasivo es aquel donde la temperatura
corporal es incrementada por elementos externos. Estos
pueden incluir, por ejemplo, duchas calientes, saunas o
aplicaciones calientes (Safran MR, 1989). El
calentamiento activo involucra algún tipo de actividad
física. El calentamiento general envuelve cualquier
movimiento global del cuerpo, no específico como
correr o andar en bicicleta, o también ejercicios
analíticos de distintos segmentos corporales. El
calentamiento específico utiliza actividades y
estiramientos que son específicos para la actividad a la
cual uno se está preparando. Las técnicas de
calentamiento más efectivas parecen ser las específicas.
Posiblemente, debido al hecho que imita la actividad
que va a ser realizada (Shellock FG, 1985).
Sería razonable pensar que distintos tiempos,
modalidades e intensidades de ejercicios durante la
entrada en calor producirían diferentes efectos que
podrían correlacionarse con la prevención de lesiones en
el deporte, por lo que entonces comenzaremos
describiendo algunos de los efectos fisiológicos
producidos por la actividad física durante la entrada en
calor.
Según lo investigado, el flujo de sangre a los músculos
y la elasticidad durante la realización de ejercicio
aumentarán con el calentamiento que consiste en correr
y realizar ejercicios de estiramiento (Kato, 2000). A
partir de la entrada en calor el tejido muscular adquiriría
propiedades viscoelásticas apropiadas, la oxigenación
sería mayor, y la temperatura corporal aumentaría
debido a la vasodilatación. Estas alternativas podrían
mejorar el funcionamiento de receptores de movimiento
y la sensibilidad cinestésica (Bouet, 2000). Se ha
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comprobado que el aumento de la temperatura en 1 °C
disminuiría el umbral de los mecanorreceptores y
mejoraría la sensibilidad táctil (Riemann, 2002). Al
disminuir el umbral de excitabilidad el potencial de
acción de las enzimas -que catalizan las funciones
metabólicas- aumentaría para facilitar la preparación de
los músculos para una mayor actividad (Montelpare,
2001).
La excitabilidad de los mecanorreceptores articulares y
la velocidad de los impulsos nerviosos aumenta por el
ejercicio. El calentamiento acorta el tiempo de reacción
y el tiempo de respuesta muscular, y aumenta la
facilitación neuromuscular mediante el aumento de la
sensibilidad de los receptores implicados con el sentido
de la posición articular. Cuando una persona entra en
calor, las fibras musculares están activadas. Dicha
actividad está regulada por los husos musculares que
controlan la cantidad de trabajo que los músculos
necesitan para el ejercicio, lo que significa que puede
ser regulado el perfil de estímulo-trabajo del sistema
neuromuscular
(Young,
2003).
Durante
el
calentamiento la función de control del huso muscular
restringe respuestas rápidas o completas de los
músculos y utiliza solo el número necesario de fibrillas.
Así se ahorra energía, y se ven facilitadas la
coordinación y la preparación del sistema nervioso que
evita el daño (Riemann, 2002).
La propiocepción, es un componente importante del
equilibrio y el control postural que percibe la posición o
el movimiento de las extremidades y segmentos del
cuerpo en el espacio. Una vez que la posición de las
Tiempo total de entrada en calor
Tiempo de trote
Tiempo de estiramiento
Ejercicios de estiramiento de:
Cuádriceps
Isquiotibiales
Gemelos
Los dos grupos tuvieron efectos positivos, tanto en la
propiocepción como en el equilibrio, corroborando así
la hipótesis que el ejercicio previo aumenta la respuesta
motora posterior. Sin embargo, encontramos diferencias
en el nivel de mejoría, observando que aquellos que
realizaron 10 minutos de calentamiento mejoraron más
que los que realizaron 5 minutos. Un programa de 10
minutos de calentamiento parece ser más eficaz para la
articulaciones y el control del equilibrio son mayores,
las lesiones se podrían prevenir. El equilibrio es una
función que requiere el ajuste de la actividad muscular y
la posición de la articulación para preservar el centro de
gravedad de la estructura de acuerdo con su base de
apoyo en condiciones estáticas o dinámicas (Kovacs,
2004). El mantenimiento del equilibrio depende del
estímulo visual, vestibular y propioceptivo. Las fibras
aferentes propioceptivas capsulo-ligamentosas y
musculares son importantes en la prestación de la
estabilidad articular (Subasi, 2008). En niveles de
subfatiga de actividad, una mayor sensibilidad de
mecanorreceptores proporcionaría la necesaria mejora
de los mecanismos de protección de reflejo
neuromusculares (Barlett, 2002).
Como vimos anteriormente, el equilibrio y la
propiocepción podrían disminuir las lesiones deportivas,
por lo que deberíamos averiguar cuál es la forma de
trabajo para su mejor estimulación. Uno de los factores
que incide en la dosificación de las entradas en calor es
el tiempo utilizado para la misma. Respuestas parciales
hemos encontrado en el artículo de Subasi (2008),
donde dos grupos realizaron diferentes tiempos de
entradas en calor para observar las respuestas de la
propiocepción y el equilibrio. Estas consistieron en
trotes y estiramientos, según el siguiente cuadro:
GRUPO A
5 minutos
2, 30 minutos
2, 30 minutos
GRUPO B
10 minutos
5 minutos
5 minutos
3 x 15 segundos
3 x 15 segundos
3 x 15 segundos
3 x 30 segundos
3 x 30 segundos
3 x 30 segundos
propiocepción de rodilla y el equilibrio. Una posible
explicación intenta el autor haciendo referencia a los
mecanismos fisiológicos que desencadena la entrada en
calor: “Dos mecanismos explican el por qué de que la
entrada en calor de 10 minutos sea más efectiva: en
primer lugar, por una respuesta adecuada de los husos
musculares. Riemann et al (2002) indicaron que los
husos musculares son responsables de la transmisión de
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información con respecto a la longitud del músculo y la
velocidad de los cambios de longitud. La activación de
los elementos contráctiles periféricos de las fibras
intrafusales extienden las regiones centrales del huso
que contienen los receptores sensoriales de ambos
extremos. Esto resulta en un aumento en las tasas de
disparo de la terminación sensorial y aumentan la
sensibilidad de los husos musculares a los cambios de
longitud; en segundo lugar trotar aumenta el flujo
sanguíneo en los músculos y la velocidad de los
impulsos nerviosos, por lo tanto el tiempo de reacción
del músculo disminuye (inmediatas respuestas reflejas)
después de 10 minutos de ejercicios de calentamiento.
La respuesta refleja apropiada e inmediata puede
proteger a las estructuras de la rodilla de las lesiones, y
darle más sensibilidad para resguardarlas de las fuerzas
dañinas”.
Tripp (2004) sugiere que la entrada en calor no lleve al
organismo a la fatiga, por lo que el tiempo y la
intensidad de los ejercicios son dos factores cuya
interrelación es estrictamente necesaria: “el tipo de
ejercicios y la duración del calentamiento deben
disponerse muy cuidadosamente para obtener eficacia
óptima en la entrada en calor siendo necesario
comprender que el período y la intensidad del ejercicio
no deben causar fatiga, ya que ésta disminuye el sentido
de posición, deteriora la respuesta muscular y el
control motor. Si la alta concentración de H +
relacionada con la acidosis no se produce, el
rendimiento muscular estará protegido”.
Varios intentos de disminuir las lesiones provocadas por
el deporte a través de rutinas de ejercicios en la entrada
en calor han sido propuestos con diferentes grados de
éxito.
Fradkin (2006) analizó cinco trabajos científicos
relacionados con diferentes entradas en calor, los
seleccionó acorde a su nivel de validez científica,
tomando como parámetro la escala PEDro que evalúa la
metodología utilizada para la investigación, valorando
11 criterios. Los trabajos analizados cumplían por lo
menos con 7 de los 11 criterios requeridos.
Concluyó que tres de ellos redujeron significativamente
las lesiones. Mientras que los otros dos arrojaron que la
entrada en calor no fue eficaz en reducir
significativamente el riesgo de lesiones. Uno de los
trabajos analizados se realizó con hombres en fútbol
americano, que ejecutaron solo 3 minutos de entrada en
calor que consistió en: skiping, carreras, sprint, saltos,
elongaciones y rotaciones de tronco. Con esto llegó a
reducir significativamente la incidencia de lesiones. Sin
embargo, no encontró diferencia en el número total de
lesiones. Cita también un trabajo con mujeres en
hándbol, donde realizaron 10’ a 15’ de ejercicios
prevalentemente aeróbicos, similares al deporte,
incluyendo trabajos sobre un disco de tobillo y
actividades funcionales para los músculos principales.
Con esta entrada en calor se encontró una reducción del
número de lesiones en el grupo de intervención.
Otro trabajo analizado fue realizado por hombres y
mujeres en hándbol cuya entrada en calor duraba un
total de aproximadamente 20 minutos, centrados en 4
tipos de ejercicios: con pelota, con disco de tobillo, de
equilibrio e inespecíficos, logrando una reducción
significativa de lesiones en miembros inferiores
concluyendo que un estructurado programa de
calentamiento redujo la incidencia de las lesiones
agudas de tobillo y la rodilla por lo menos en un 50%.
Se destaca que en estos 3 estudios los participantes eran
adolescentes.
Sin embargo, en el cuarto trabajo analizado los
participantes fueron corredores adultos recreativos
varones, a los que se aplicó una entrada en calor de
aproximadamente 20 minutos con ejercicios de carrera,
de relajación, y estiramiento de miembros inferiores.
No se registraron diferencias significativas en el grupo
control y en el de intervención. El autor refiere que esto
puede haber sucedido porque hubo una alta deserción y
un bajo cumplimiento del programa de calentamiento.
En el quinto trabajo los sujetos fueron reclutas
masculinos que realizaron su rutina de preparación
física inicial de 12 semanas de duración. La entrada en
calor consistió en un estiramiento, intercalado con 4’ de
trote y de galope lateral. No se vieron resultados
significativos.
En otro estudio, la FIFA y su Centro de Evaluación e
Investigación Médica (F-MARC) desarrollaron un
paquete completo de ejercicios de calentamiento al que
llamaron “11+” que sustituía a la habitual entrada en
calor previa al entrenamiento. Numerosos estudios e
investigaciones han demostrado que la aplicación de los
“11+” pueden reducir las lesiones entre un 30 y un 50%.
El programa de prevención de lesiones los “11+” fue
desarrollado por un grupo internacional de expertos
basándose en su experiencia práctica con distintos
programas de prevención de lesiones para jugadores
aficionados mayores de 14 años. Los equipos que
practicaron los “11+” regularmente al menos dos veces
por semana tuvieron un 37% menos de lesiones durante
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el entrenamiento y un 29% menos de lesiones en los
partidos. Las lesiones graves se redujeron en casi un
50%. Este estudio se publicó en el renombrado British
Medical Journal en 2008.
Los “11+” se compone de tres partes con un total de 15
ejercicios que deberán realizarse al comienzo de cada
sesión de entrenamiento, siguiendo el orden
especificado:
1ra Parte: seis ejercicios de carrera a poca velocidad
combinados con estiramientos activos y contactos
controlados con el compañero;
2da Parte: seis grupos de ejercicios, centrados en la
fuerza del tronco y las piernas, el equilibrio y la
pliometría/agilidad, cada uno con tres niveles de
dificultad creciente;
3ra Parte: tres ejercicios de carrera a velocidad
moderada/ alta combinados con movimientos de cambio
de dirección.
El programa revisado ("Los 11 +") incluyó ejercicios
clave y ejercicios adicionales para proporcionar la
variación y la progresión. También incluye una nueva
serie de ejercicios estructurados en ejecución que lo
hicieron más adecuado como también un exhaustivo
programa de calentamiento para el entrenamiento y los
partidos. El programa de prevención fue multifacético y
abordó muchos factores que podrían estar relacionados
con el riesgo de lesión, y no es posible determinar
exactamente qué ejercicios o factores podrían haber sido
responsables de los efectos observados. Se necesitan
más estudios para determinar cuáles son los
componentes clave para futuros programas.
En el 2010, Soligard realiza otro trabajo, esta vez
analizando el grado de obediencia y actitudes de los
participantes del calentamiento preventivo de lesiones.
El 77% de los equipos completaron el programa de
prevención durante todos los entrenamientos y partidos
de la temporada. Si comparamos los resultados con
aquellos jugadores cuya obediencia no fue tan
sistemática vemos que los de alta obediencia tuvieron
35% menos riesgo de sufrir cualquier tipo de lesión. El
cumplimiento del programa de prevención de lesiones
fue alto, y aquellos jugadores con altos niveles de
obediencias resultaron favorecidos. Las actitudes
positivas por parte de los entrenadores hacia la
prevención de lesiones tuvieron directa relación con
altos niveles de obediencia y menor riesgo de sufrir
lesiones.
El grado de aceptación y de convencimiento por parte
de los preparadores físicos como de los jugadores
influye en la eficacia del resultado.
Conclusión
1- La alteración de propiocepción y del equilibrio son
factores que pueden ocasionar lesiones deportivas, una
mejoría en dichos factores traería aparejado una
disminución de la posibilidad que se produzcan dichas
injurias, por lo que estaríamos en condiciones de sugerir
la estimulación de estas capacidades como elemento de
prevención.
2- Las respuestas fisiológicas sobre el aumento de la
temperatura de los tejidos como consecuencia del
aumento del flujo sanguíneo, produce un aumento en la
viscoelasticidad de los tejidos que lo hace más dúctil
para adaptarse al estiramiento (Garrett, W. E., 1990).
Las lesiones musculares se producen por contracciones
excéntricas, es decir, una tensión muscular veloz
durante la fase de estiramiento. Por lo que estaríamos en
condiciones de sugerir actividades que aumenten la
temperatura durante la entrada en calor para disminuir el
riesgo de lesiones por estiramiento brusco.
3- Las actividades motoras durante el calentamiento, al
facilitar el control neuromuscular y reducir los tiempos
de reacción del músculo para realizar el gesto
apropiado, disminuirían las lesiones que se producen
por alteraciones coordinativas.
4- Analizando los tiempos utilizados en los trabajos que
tuvieron disminución de lesiones deportivas, podemos
decir que habría un tiempo óptimo para lograr el mayor
beneficio en la entrada en calor, que estaría entre los 10
y los 15 minutos de calentamiento, obteniendo mejores
resultados con actividades específicas que con
actividades generales. También podemos decir que en la
entrada en calor no se debería llegar a la fatiga.
5- Aquellos jugadores con altos niveles de adherencia a
los ejercicios de prevención tuvieron menor riesgo que
aquellos con niveles de baja adherencia. Las actitudes
positivas por parte de los entrenadores hacia la
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prevención de lesiones tuvieron relación directa con los
menores riesgos de sufrir lesiones.
6- La rutina debería permitir que el protocolo se realice
dentro de los 15 minutos inmediatamente antes de la
actividad a fin de recibir la mayoría de los beneficios
7- La entrada en calor previene lesiones originadas por
el deporte solo si cumple con determinadas condiciones,
respecto del aumento de la temperatura, del tiempo e
intensidad de trabajo, de la especificidad de las
actividades, y del grupo etario.
8- Futuras investigaciones son necesarias para obtener
datos concluyentes acerca de la efectividad de la entrada
en calor en la prevención de lesiones inducidas por el
deporte.
Discusión
Resulta muy difícil hablar de entrada en calor en forma
general, ya que distintos deportes originan diferentes
tipos de lesiones. Algunas de ellas son traumáticas, es
decir, por acciones producidas por el oponente, como
por caídas, giros, cambios de dirección brusco, etc.
Mientras que otras lesiones se producen por gestos
específicos repetidos, por ende que las diferentes
entradas en calor debieran tener en cuenta cuáles son las
patologías más frecuentes en ese deporte en particular.
No tenemos dudas en que uno de los objetivos
perseguidos por la entrada en calor está referido a la
preparación mental para el logro del máximo
rendimiento, por lo cual aspectos psicológicos deberían
tenerse en cuenta en el calentamiento. Nuestro trabajo
no siguió esa línea de estudio pero debería
complementarse con trabajos específicos relacionados
con la preparación mental.
Muchos de los trabajos analizados en la bibliografía
utilizaron adolescentes como sujetos de estudio, cuyas
características físicas, motrices y niveles de aprendizaje
son diferentes a otros grupos etarios. No se podría
concluir que los resultados obtenidos en dicho estudio
puedan ser trasladados a otro tipo de poblaciones.
En el trabajo de Fradkin (2006), donde se compararon
5 programas totalmente diferentes, solo 3 de ellos
lograron disminuir la producción de lesiones. Sin
embargo, ninguno de estos cumplió con un protocolo
similar de calentamiento. Tal resultado nos hace pensar
que no hay una entrada en calor ideal, y que esta
dependerá de distintos factores, como el tipo de deporte,
el tipo de lesiones a prevenir, el grupo etario, las
condiciones ambientales, el grado de entrenamiento, el
nivel de competencia, etc. Probablemente esta falta de
concordancia entre los tiempos, ejercicios y
modalidades empleadas sea la que mantiene la
controversia actual.
El programa de prevención realizado durante la entrada
en calor que se aplicó en corredores no logró diferencias
significativas entre el grupo intervención y el grupo
control. El autor refiere que los magros resultados de tal
estudio se relacionaron con falta de adherencia al
programa. Nosotros pensamos -a su vez- que la carrera,
al ser un deporte cíclico, tiene menor riesgo de lesión
comparada con los deportes de situación. Por lo que
demostrar la efectividad de un protocolo de entrada en
calor ha demostrado ser dificultoso.
Nosotros pensamos que la variable tiempo es un
condicionante importante, pero no se puede dejar al azar
la variable intensidad, ya que no es lo mismo por
ejemplo hacer una carrera durante 5 minutos al 80% del
VO2MÁX, que 10 minutos al 40% del VO2MÁX. Según
nuestro criterio, las intensidades de la entrada en calor
para disminuir lesiones deberían tenerse en cuenta.
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